Cuatro Cartas Del Cacique Juan Calfucurá
Cuatro Cartas Del Cacique Juan Calfucurá
Cuatro Cartas Del Cacique Juan Calfucurá
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¿Estoi obligado a pagar las posesiones que se han quemado y que
tenian los cristianos en nuestras tierras, sus sementeras y animales que les
hayan tomado nuestros naturales?- Te advierto que ellos tambien han
hecho lo mismo, pero no en tanto estremo. En caso que seamos respon-
sables de la indemnizacion de perjuicios, ¿deben de hacerlo los cuatro
Huitral-mapus o los que puramente son cómplices?
El gobierno patrio mandó proponerme la paz en 1837 y mi respuesta
fué decirle: que [po]dria [ser], siempre que se respetase la línea del Biobio,
y no se permitiese pasarlo a ningun cristiano a poblarlo y menos fuerza
armada.
Sin mas antecedentes que los que refiero, el gobierno ha demarcado
una provincia, traspasando el Biobio que abraza una parte considerable
de nuestro territorio que actualmente habitamos, y por consiguiente nos
quiere sujetar a su autoridad echando por tierra los tratados a que me
refiero.
A la sombra de esto se han introducido muchos pobladores bajo pre-
testo de que han comprado a unos indios, que ellos mismos han hecho
dueños de terrenos, no siéndolo.
Otros que el comisario Zuñiga les ha vendido. Otros que los tienen
por algunos caciques o indios.
Nuestra lei es terminante, pues prohibe toda venta de terreno a espa-
ñoles, bajo pena de muerte sin perjuicio de restituirnos el terreno.
Estas mismas leyes solo facultan a los indios para vivir en sus pose-
siones durante su vida pasando estas a sus descendientes en la línea de
varon, pudiendo poblarse cuantos otros quieran permitiendo su estension
a los que lo soliciten, siendo de ese mapu, sin derecho a vender. Las muje-
res no heredan terrenos ni animales, y solo están a lo que quieran darles.
Todo asunto que tenga relación con terrenos, nadie puede por si solo
resolver sin que se haga junta jeneral de los caciques que comprendan los
cuatro Huitral-mapus, y lo que resuelva la mayoria, esa es la lei.
Aunque invisto la autoridad suprema es puramente para la guerra en
que se encuentra la Nación.
Si hallas que tengo razon en defender mi independencia del gobierno
de Santiago, creo que tu buen corazon me ayudará con alguna fuerza, o
al menos podrás animar a los naturales de Calbucura, que están unidos a
vos, para que me auxilien cuando yo les avise, y aun podian mandarme
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algunos caballos con estos correos que espero sin falta el I.° de noviem-
bre con tu respuesta que me va a sacar de toda duda y que respetaré.
Te repito pues mi jeneral no demores mis correos, pues solo va mi
hijo Quilapagñe con este objeto, y que se venga mi hijo Necul-pagñe que
hace cuatro años está en esos lugares, y me hace falta.
A todos estos servicios quedaré reconocido, debiendo contar con toda
mi jente cuando tu la necesites; te deseo muchos años de vida y dispon
de tu fiel Toqui amigo.
Mañil Bueno.
Forma parte del legajo de cartas enviadas por Bernardino Pradel para su publicación en
El Meteoro. Según Pradel, esta carta nunca llegó a su destinatario, por quedar atrapado su
portador Külapang en la cordillera nevada (ver carta siguiente). La obra citada por Mangil
es: José I. V. Eyzaguirre, Historia eclesiástica, política y literaria de Chile. - Valparaíso: Imprenta
del Comercio [vol. 1] & Imprenta Europea de Ezquerra y Gil [vols. 2 y 3], 1850, 3 vols.
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Mangil Wenu
Carta a Juan Kallfükura
Dumo, mayo 1º de 1860
Forma parte del legajo de cartas enviadas por Bernardino Pradel para su publicación en
El Meteoro.
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Juan Kallfükura
Carta al general Justo José de Urquiza
Michitué, abril 22 de 1861
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hermano porque yo mando a mis hijos cerca de usted no porque yo los
aboresca sino por la grande amistad que tengo para mi hermano y como
creo que mi hermano ha de tener otro tanto para mi.
Querido hermano usted tiene muchos enemigos en Buenos Ayres
pero como tiene otros tantos amigos por ellos llega usted a saver todos
los intentos que hacen en contra de usted y asi es que usted esta siempre
en bueno cuidados y como usted no esta con ellos yo tampoco no puedo
estar mal. hasta que usted me ordene; tambien le doi a saver que me han
mandado una go[rr]a de galonfino un pontro de pano unas riendas embu-
tidas de plata y un par de espuelas de plata y 200 yeguas esto me lo man-
dan porque ellos quieren mandarme y no porque yo les haiga pedido nada
y yo los he recivido porque ya estoy muy escaso de hacienda para mante-
ner mi gente pero no crea mi hermano que porque me manden todo lo
que quieren me he de entregar a ellos,
Usted bien save que yo he sido siempre fiel a las ordenes que usted me
dado y asi le digo querido hermano que todo lo que le pueden contar de
mi que no les crea nada porque nunca faltan malos habladores.
Querido hermano no vaiga usted creer que porque me manden estas
frioleras que yo me he de entregar a ellos no, como ya ce lo he dicho ante-
riormente y como usted tiene muchos enemigos y que no ce muebe para
nada yo tampoco no devo de hacer nada hasta que usted me ordene pero
si mi hermano llegase algun dia hacer algun movimiento entonces yo
tambien vendre ayudarlo pero como me mando decir por el Coronel
Baigoria que no ivadiece a ninguna parte que estava usted en trados yo le
he ovedecido en todo sus ordenes y tambien ahora le pido licencia para
ponerme en comunicaciones con ellos por la nececidad que tienen todos
mis indios de ir a comerciar para comprar sus nececidades no porque yo
les aiga pedido sino porque ellos ce me han ofrecidos tambien le dire que
tengo todas mis tribus bien tranquilizadas por todas partes y asi es que
tambien boy a mandar un chasque para Buenos Ayres cerca de Mitre para
que me mande algunas yeguas de racion para que puedan mantenerce los
Casiques Cañumil, Quentrel, Pinas, Mainquevas, porque de no estos
hombres lo que les falten la mantencion han de querer invadir y como yo
no les havia de permitir havian de ir escondidos a arrevatar y a cautivar y
entonces havian de decir que usted me da orden de invadir y asi tendria
usted mas enemigos.
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Y por eso le pido esta licencia de tratar con ellos porque ellos mismos
ce me han ofrecido aunque yo no lo ago de todo mi corazon.
Querido hermano cuando le mande mi hijo Namuncura cerca de usted
le dije ahora vas onde esta mi hermano y le decis a tu tio que te [vea] 400
yeguas y 50 cavallos y me parece que mi hermano [no] ha cumplido puede
cer que aiga cumplido porque a mi hijo no le dieron mas que 400 yeguas
y unos cuantos cavallos que no alcanzaban tampo[co] a 20 la mitad de lo
que el havia pedido y cuando llego aca le vinieron a pedir de toda parte
porque aqui hai hombres que no tienen que ni un animal que comer asi es
que dando a uno y a otro ce le acavaron todos y ahora no tiene mas nada;
tambien le dire a mi hermano que ahora tiempos pasados ce me vino mi
hermano de Chile con 2500 hombres a visitarme y a pedirme licencia para
pasar a invadir y yo no le quice dar porque estava usted en tratado de paz
y entonces me contesto mi hermano bastante agraviado que cuando el
venia a ayudarme a ivadir siempre estava en tratados de paz y ce [fue] bien
enojado pero ami nada me importa que ce enoje mi hermano que quiero
bien con usted; ahora estoy tambien [con] algunos Casiques de Chile que
van a trair algunos regalos y entonces no puedo agarrar esos regalos y
tirarlos a lado tengo tambien que obsequiarlos con alguna cosa y como
no tengo nada con que obsequiarlos por eso he tratado de ceder a los tra-
tados de paz que me han ofertado los Porteños con bastante dolor de mi
corazon y tambien como le he dicho anteriormente por ver si les puedo
hacer dar raciones a los Casiques Cañumil, Quentrel, Piñas y Manquevas
porque les tengo mucha lastima y son miu povres y tambien por que
nuestro geje esta en tratados de paz y no nos [da] nada por eso he cedi-
do al pedido de los Porteños con todo dolor de mi corazon.
Querido hermano tambien le dire que el Coronel Baigoria y el Casique
Culuqueo ce estan comunicandoce uno a otro y lo mismo con Buenos
Ayres y estan trabajando en contra mio Baigoria esta mandando chasques
sobre chasques a Culuqueo pediendole proteccion y eso nada me gusta
por eso decearia que mi hermano le impediece esas tramas que estan
armando en contra mio porque eso no esta bien echo entre amigos mi
hermano muy save que soy mas que ellos y asi decearia que mi hermano
le escriviera a Baygoria para que dejara de hacer esas cosas.
Querido hermano tambien le doi a saver que el Casique Culuqueo
nada bueno esta con nosotros pero si bastante mal y tambien le dire que
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Culuqueo ce esta comunicando con los indios del Bragado, con los de
Mulitas, con Maica y con Tricalan. y con Bahigoria y quien lo echa a per-
der a Baigoria es Culuqueo y trabajando asi por si algun [General] llega a
fallecer desgraciadamente mi hermano para rodearme a mi y de lo con-
trario por hablar mal de mi hermano y por ver si nos puede hacer algun
mal a nosotros junto con los Porteños
Pero como yo no creo que Baigoria haga esas cosas por [eso] le digo
a mi hermano que ce comunique con Baigoria y que lo ponga en mejo-
res pasos.
Querido hermano tambien le dire que yo tambien cuando era joven
era lo mismo he sido muy diablo pero ahora como soy ya hombre de edad
y que he adquirido mucha experiencia en esta vida no hablo mal de nin-
guno de mis Casiques ni de ningun infeliz por eso no me gusta que nin-
guno hable mal de mi tampoco.
Porque mando ya mis hijos cerca de mi hermano y mi querido gene-
ral como cer Pastor ahora que lo tiene usted a la par suyo y Namuncura
que recien ha venido los mando para que adquieran esperiencia y ce agan
hombres y tambien por la grande amistad que le tengo a mi querido her-
mano y general. y no porque los aboresca a mis hijos. al contrario por que
los quiero y quiero que ce[an] hombres de esperiencia.
Querido hermano usted save que desde mucho tiempo estoy man-
dando gente y comisiones adonde esta uste como cer el finado Melingnar,
el Mayor Cristo el Mayor Andres y a Namuncura a visitarlo tambien dece-
aria que mi hermano me mandace alguna comision suya a verme aqui y
que a la cabeza de la comision me [mande] algun gefe bueno y si posible
lo es tambien me manda mi hijo Pastor y tampoco no lo aboresco a mi
hijo Olivencia podria venir a verme pues le dire que cuando hago junta
de mis Casiques siempre me dicen que porque usted no me manda una
comision que yo no mas le estoy mandando y entonces yo les digo que
mi hermano tiene muchos enemigos y que siempre tiene mucha ocupa-
cion, pero ahora que esta mi hermano para el caso tranquilo con sus ene-
migos yo tambien decearia que me mandace un enviado aqui que tendria
mucho gusto en saver por medio de sus enviados aver que tal ce halla mi
hermano con los enemigos, y la tranquilisacion de su pais, igualmente ten-
drian el mismo gusto todos mis Casiques y todos mis indios de ver la
comision de mi hermano.
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Sin mas por ahora le deceo mucha felicidad a mi hermano
Juan Calfucura
ORIGINAL: Archivo General de la Nación, Buenos Aires. – Sala VII, Fondo Urquiza, t.
224, nº 1686, ff. 108-111.
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Juan Kallfükura
Carta al general Juan Esteban Pedernera
Michitué, abril 25 de 1861
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Querido amigo tambien le dire que ahora tiempos pasados mandé de
chasque à lo de Lefipi al Casique Cañumil y à mi hijo Millacura y en cuan-
to supo Rivas que habian llegado mis enviados à lo de Lefipí en seguida
se presentó el mismo en persona à mis enviados y le dijo a Lefipí es mejor
que reciba esa comision porque U. no tiene que regalarles y yó los voi à
agazajarlos lo mejor posible y à mí mandó decir que me hacia su compa-
dre y que me respetaria y que yó lo respetase à él y entonces tratatamos
de hacer la paz y ahora le pido tambien licencia para mandar unos chas-
ques à Buenos-aires que estoy por mandarlos y no crea por eso mi amigo
que yó hede entregar mi corazon à ellos ni tampoco Lefipí ahora le digo
tambien que Juan Cornel me ha escrito una carta dicéndome que en
Mendoza habian muerto 1000 personas y en San Juan 400 hombres y 12
gefes federales haciéndome saber que era un castigo que Dios mandaba
à los hombres y à los pueblos que no quieren hacer la paz y que seguiría
castigando así à los Cristianos y à los Indios que no quisieran vivir en paz
con ellos pero no crea mi amigo que por eso entrega mi corazon à ellos
por que lo tengo ya entregado desde mucho tiempo à mi hermano
Urquiza y al Presidente Derqui y lo entrego à U. y à todos mis amigos y
jamas he de volver las espaldas à quien he entregado mi corazon.
Querido amigo por ahora no le escribo mas largo ruego à Dios que
esta lo encuentre en perfecta salud con toda su familia y todos sus ami-
gos […] cuando yo reciba la contestacion le escribiré mas largo y le man-
daré algun hijo mio y algunos otros enviados.
Reciba U. de mi parte mi recuerdo su fiel amigo para siempre
Juan Calfucurá
ORIGINAL: Archivo General de la Nación, Buenos Aires. – Sala VII, Fondo Urquiza, t.
224, nº 1686.
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Juan Kallfükura
Carta al coronel Ignacio Rivas
Michitué, abril 26 de 1861
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y todos los cristianos; porque con la guerra no se gana sino que hacer
morir gente y pasar malos ratos y de disgustos; y entonces todos me dije-
ron que podía estar tranquilo mi compadre, que de parte de ellos no harí-
an mal á ninguna parte, y así le digo á mi compadre que no crea cuentos
de nadie y que viva tranquilo; que yo también haré lo mismo de mi parte:
no creeré cuentos de nadie; que cuando vengan á contarme no les haré
caso y así yo también viviré tranquilo.
Querido compadre: También le doy á saber que yo antes, cuando he
estado en Bellaminco estuve con Juan Cornel; pero él no ha sido enemi-
go mío, ni usted tampoco, porque nunca ha peleado contra mi, ni tam-
poco me ha venido á invadir.
También supe que usted había llevado á Lefipi, pero no ha sido por
malas, sino porque tenía amistad con usted; yo sé también quiénes son
mis enemigos: que son Granada, Paunero y Conesa, que siempre han
invadido para pelearme; pero ahora que ya hemos las paces con mi com-
padre, creo que no me han de venir á pelear; que al contrario, hemos de
tener una paz que dure para siempre, conforme usted me lo manifiesta;
yo deseo que sea así.
Querido compadre: El mes pasado mandé un chasque á que me com-
prara bebida para una función que iba á hacer de agujerear las orejas á un
muchacho; me mandó decir por palabra unas cosas que [me] pusieron
pensativo; ahora para el caso no manda decir nada con Sandoval, y enton-
ces me mandó decir que seria bueno que mandase una comisión á Buenos
Aires; le doy á saber que me he dispuesto en mandar la comisión, como
usted me lo dijo, porque aquí no hay ya vacas ni yeguas; la gente cuando
va á las boleadas para juntar plumas, se les mueren algunos caballos, ó
ellos mismos se quiebran; y le diré también que cuando mi gente va al
Azul y llevan algún cuero y plumas, todo les pagan menos que á los cris-
tianos, y sí compran todo lo pagan más caro, y así es que conforme usted
me dijo de mandar una comisión á Buenos Aires, que sería bueno, me
puse à pensar y consideré que haría bien de mandar; y ya le doy á saber
que me he dispuesto á mandarla, para ver si el Gobierno me los regala.
Querido compadre: También le diré que yo nunca he ido á invadir por
mi orden á ninguna parte, sino porque el presidente Urquiza me ordenaba
que le fuera á ayudar con toda mi gente; sólo así he ido á invadir, que de
lo contrario hubiéramos estado siempre en paz; también le hago saber eso.
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Querido compadre: También le voy á decir que Bahía Blanca por
ahora tiene sus puertas cerradas para nosotros; quisiera que mi compadre
le escribiese al jefe de este punto para que nos den sus puertas libres para
que pueda ir mi gente á negociar, porque ahora sé que el jefe de ese punto
manda á buscar leña y sal en anda en las boleadas, si se encuentra podrí-
an estar matando unos á los otros, y en lugar que si diesen sus puertas
libres entonces se trataría de amigos, y aunque se encontrasen por el
campo no se habían de hacer nada, y ahora que tratando de la paz no
quiero tener enemigos en ninguna parte.
Querido compadre: Le hago recuerdo con respecto á una mujer mía
que está en Bahía Blanca; todavía no me la entregaron; también le supli-
co que haga alguna diligencia para que me la entreguen.
Querido compadre: También le digo que mi hijo Namuncurá se ha
visto en el Rosario con unos chasques de los indios picunelves que man-
daba el cacique Maguin donde estaba Urquiza, y le contaron que habían
tenido una guerra con los chilenos, pero que ahora están en paz y nego-
ciando como antes; también le diré que lo que me ha escrito Juan Cornel
en su carta, que en Mendoza habían muerto 7000 personas, es muy cier-
to; mis chasques me han traído la misma noticia.
Querido compadre: Conforme usted me mandó decir por Curul, que
haría bien de mandar una comisión á Buenos Aires, hice juntar dos veces
á mis caciques y les tomé el parecer de ellos, y les dije si era bueno lo que
mi compadre me mandaba decir y me contestaron todos que estaba muy
bien, y entonces yo les dije que si algunos de ellos habían de interrumpir
las paces que yo hacia con mi compadre, y todos me contestaron que no,
que no habían de interrumpir; y yo les dije no me engañen, y me dijeron:
no señor, no lo engañaremos; yo les dije: díganme claro si están conten-
tos que haga las paces, si ó no, que estaría conforme; y me dijeron todos
que si, que estaban muy contentos y que deseaban que la paz fuera dura-
dera, y yo les dije: está bueno, voy á mandar la comisión, si están confor-
mes; me contestaron que si; asi es, que mando los caciques Vanchuquir,
el mayor Andrés, Lanquimán, Pices, Cayuqueo, Pichipuel, Marillán, el
capitán Praipi, Ciríaco, que es un hijo mío, querido compadre; todos estos
hombres son los que me harían quedar mal; por eso los mando para que
me los aconseje bien y lo mismo le dice á su gobernador Mitre, que los
aconseje bien y que me los regale lo mejor que pueda.
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Querido compadre: También seria bueno que le dijera á su
Gobernador, que esos hombres que mando, son los que me habían de
hacerme perder; por eso que los mando para que él mismo me aconseje
bien: también haría bueno, compadre, que le dijera á su Gobernador, que
mi gente, cuando va á las boleadas, pueden encontrarse la gente de ese
pueblo de Bahía, porque van á buscar leña y sal en Salinas Chicas, así que
podrían hacer mal unos á los otros, y eso no me gustaría; dígale á su
Gobernador que oficie al jefe de ese punto para que vivamos en unión.
Querido compadre: También le digo que va á ir un hermano mío, que
es el capitán Epuñam, Antonio Lincú, Millañamcu; van á comprar yeguas
para dentro; desearé que mi compadre me haga el bien de hacérmelos
acompañar por un oficial, y que me los trate bien cuando anden para den-
tro; ellos van á ir á parar en 1o de Lefipi. Desearé que me haga el bien de
darles un pasaporte para que no les falte el corral, el agua ni la manuten-
ción, y que me los trate lo mejor posible.
Querido compadre: Le agradezco muy mucho los regalos que se ha
molestado en mandarme con el portador Sandoval; le doy las infinitas
gracias de todo mi corazón.
Querido compadre: Le diré también que los lefinches, siempre que
mando chasques, les suelen robar caballos; ahora, cuando mandé á Curuil
le robaron ocho caballos; así que los chasques no pueden andar ligero,
por lo que los dejan á pie; así le recomiendo que me haga el bien de hacér-
meles cuidar los caballos por su gente y también que me les dé carne
gorda para comer.
Querido compadre: También le doy á saber que Juan Cornel, cuando
estuvo en Pillanicó éramos muy amigos y después que se fue mi hijo no
nos hemos visto; pero hemos sido muy amigos y que lo seremos siempre.
Querido compadre: Le doy infinitas gracias por las 200 yeguas que he
pedido á Mitre y que me las tiene preparadas para mandármelas; voy á
mandar á buscarlas por Curuil y un hijo mío que se llama Reumai, her-
mano de Millacurá y de Namuncurá, en fin, y los van á venir; y le vuelvo
á recomendar los caballos de los chasques que van á Buenos Aires, que
me los haga cuidar bien para que no les roben.
Querido compadre: También le voy á decir que me haga el bien de
gratificármelo al pobre Sandoval con 500 pesos papel plata y vestuario
completo. Este favor le pido á mi compadre porque es un pobre y por él
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he recibido sus comunicaciones, y lo mismo va usted á recibir las mías, y
me manda decir por Curuil que lo ha gratificado, para yo creer que me
respeta, como yo lo respetaré á mi compadre.
Querido compadre: También le voy á decir que le diga á mi hijo
Navarro, que cuando regresen mis chasques de Buenos Aires, que tengo
muchos deseos que venga con ellos á verme; que lo quiero verlo aquí, y
entonces me manda sus oficios, con el que tendré mucho gusto en verlo
á mi hijo Navarro, como él me ha dicho que iba á venir si hacíamos las
paces con el Gobierno.
Querido compadre: También le voy á pedir el favor que me mande
para un hijo mío, que es ya hombre alto, un poncho de paño, un par de
botas, una muda de ropa, un sombrero de castor y negro y un chiripá fino,
y dos mantas para su mujer; á mi hijo Ciriaco también me le da un pon-
cho fino y un par de botas, que va encabezando Vanchupir, lo mismo que
para mi escribano le pido que me mande un recado completo, con todo,
que no tiene; un poncho fino, un sombrero negro, dos mudas de ropa, y
dos pañuelos de seda y un almanaque; también me le da á Sandoval un
par de botas.
Querido compadre: También me hace el favor de darle á mi Ciriaco
200 cuando llegue al Azul, para que tenga cuando llegue á Buenos Aires.
Querido compadre: También le doy á saber que los indios ranqueles
han ido á hacer una invasión, no sé á qué punto, y el baquiano se les
quedó enfermo en la laguna del Duraznillo, y ahora no sé si habrán inva-
dido ó no; ustedes deben de saber, y así le digo que yo cuando trato de
hacer la paz, les aviso las invasiones que le quieren hacer, como siempre
he hecho y siempre lo haré, y no como Coliqueo, que fué á cebar la mano
al Gobernador y no le contó que iban á invadir, porque para el caso él los
manda á los ranqueles y eso es muy mal hecho, porque después dan las
culpas á mí.
Sin más por ahora soy de usted para siempre su compadre y amigo.
Juan Calfucurá.
FUENTE: Museo Mitre (ed.), Archivo del General Mitre. - Buenos Aires: Gobernación de la
Provincia de Buenos Aires, 1912, vol. XXII, p. 12-17.
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