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Sensibilidad victoriana, cuerpos mexicanos: el arte de Adela Breton*

Adriana Mndez Universidad de Iowa

Desde la poca colonial hasta nuestros das, Mxico ha cautivado la imaginacin de viajeros extranjeros. Despus de la independencia (1825), una amplia gama de viajeros entre ellos cientficos, comerciantes, anticuarios, artistas, filsofos, diplomticos, arquelogos y fotgrafoscruzan el mar hacia la costa de Veracruz por motivos tanto econmicos como estticos. 1 Si bien los viajeros comerciales se vinculan a una empresa privada, a veces bajo contrato del recin instalado gobierno, 2 el artista-viajero va en bsqueda de inspiracin en las majestuosas vistas del valle y del sur de Mxico. Decidido a retratar el rostro del paisaje y de sus pueblos, el artista-viajero se somete asimismo a un riguroso proceso de introspeccin y exploracin que resulta en un cambio de ptica, un viaje de autodescubrimiento a la vez que un recorrido por un paisaje extrao. 3 Junto a la tradicin de exploradores cientficos y comerciales, las mujeres tambin cruzaron el Atlntico con la esperanza puesta en el Nuevo Mundo. A diferencia de sus congneres masculinos, en la mayora de los casos la travesa por el mar se impulsa por motivos

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privados ms que pblicos. Como parte del flujo de viajeras inglesas que inundaron continentes lejanos hacia finales del siglo, varias britnicas disfrutaron de una prolongada estancia en el Caribe, Mxico y Amrica del Sur; aunque vinieran como esposas de un oficial de la marina o de un diplomtico, tambin les motivaba el nimo de asentar su lugar en el dominio pblico (Frawley 1994, 21-24).
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Fiel a la tradicin britnica del viaje de Pnelope, las europeas

dejaron huella de su experiencia en tierras ajenas por medio de memorias, cartas, relatos de viajes e ilustraciones (Lawrence 1994). El texto emblemtico de este tipo de viajeras es, sin duda, el de Frances Caldern de la Barca, cuyo ameno Life in MexicoDuring a Residence of Two Years in That Country (1843) narra las peripecias y aventuras de la esposa del primer cnsul espaol en un Mxico independiente. El viaje de Caldern de la Barca se complementa con el de otra viajera inglesa, la artista victoriana Adela Breton (Bath 1849-Barbados 1923). A diferencia de su antepasada y compatriota, Adela Breton no nos deja un legado de escritura, sino un extenssimo y complejo archivo visual compuesto de once cuadernos de acuarelas y dibujos, un lbum fotogrfico y una extensa coleccin de pintura arqueolgica, junto con extensas notas en manuscrito sobre las ruinas y templos mayas. 5 A pesar de lo voluminoso de su produccin y de practicar una diversidad de tcnicas como la acuarela, el dibujo en lpiz y la fotografa, la obra de Breton no ha sido suficientemente estudiada ni reconocida en toda su amplitud. Los numerosos viajes de Adela Breton a Mxico, iniciados en 1893, trazan un itinerario de gran complejidad y relieve emotivo: su primera visita al lago de Ptzcuaro la continu al ao siguiente en un arduo recorrido a travs de las sierras de Puebla y Oaxaca, viaje que culmina con el encuentro del volcn Iztacchuatl. 6 Entre 1894 y 1895 Breton descubre el Pico de Orizaba y el cofre de Perote; entre 1896 y 1897 recorre los estados de Michoacn, Zacatecas y Guerrero,

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viajes que siempre parecen culminar en los volcanes como el final de su ruta. Entre 1898 y 1899, Breton recorre Real del Monte y se despide de Mxico con una ltima vista del volcn. En 1900 sucede la experiencia de mayor impacto en su vida, la que motiva la etapa ms creadora y vital de su produccin artstica: la primera visita al templo de Chichn Itz y a las ruinas mayas circundantes como Uxmal y Labn, viaje que representa una frontera o lmite en la trayectoria de la artista. En palabras de Graciela Romanda de Cant, [e]l entusiasmo que gui su vida entera la llev a la pennsula de Yucatn, el horizonte ms interesante y lejano que ahora vislumbraba (1993, 56). En efecto, el asombro que sinti Breton ante la pirmide de Chichn-Itz desencadena un retorno recurrente a la zona maya, repetido hasta 1904, fecha en la cual concluye sus impresionantes acuarelas de los recintos sagrados y las ciudades mayas. Como muchas mujeres victorianas cuyo anhelo de conocimiento las impuls a descubrir otros mundos, a veces en pares y otras veces como aventureras solitarias (Frawley 1994, 22-23), Breton recorri el norte y el sur del continente americano, al igual que Europa, Per y Argentina, captando mediante su arte las particularidades de cada localidad o regin que visitaba. La sensibilidad apasionada de esta artista-viajera se desata en Mxico ms que en ningn otro sitio; el arte pictrico de Adela Breton muestra el anhelo de captar la poesa del paisaje, el perfil de sus pueblos y las huellas del pasado con una mirada atenta a la curiosidad arqueolgica o a la ruina olvidada. 7 Es indudable que el lugar que ocupa Adela Breton dentro de la tradicin de la literatura de viajes es el de exploradora visual. En la historia cultural del Mxico decimonnico, esta funcin se le ha otorgado cannicamente al pintor alemn Johannes Moritz Rugendas, un dscipulo de Humboldt que viaj a Mxico entre junio de 1831 y marzo de 1834 y quien sigui la misma ruta que su maestro (Diener s/f, 27-36; Holl 1996, 61). Rugendas se adhiere a la esttica cientfica de su precursor,

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dominada por el imperativo de reproducir en el leo la nueva ciencia propuesta por Humboldt, la geografa fsica basada en una comprensin totalizadora del mundo (Diener s/f, 27-36; Holl 1996, 61). Si en Rugendas el impulso cientfico va a dar como resultado una pintura de tipos y paisajes locales, al igual que una pintura urbana, el arte de Adela Breton va a marcar un sendero diferente. Si se compara con la sensibilidad de otros viajeros que iniciaron la ruta arqueolgica hacia el corazn de la selva yucateca, como el norteamericano John Lloyd Stephens, la mirada de Adela Breton hacia el paisaje y los tipos mexicanos no es la de una viajera imperial.
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El arte

de Breton asume, al contrario, una mirada filosfica, introspectiva, dirigida no a la penetracin del paisaje (trmino que implica ya una ertica de la mirada) sino, al contrario, a la caricia del terreno, a la envolvente preocupacin por sondear el misterio del entorno, revelar su luz; en suma, por reflejar su esencia. 9 A continuacin trazo las relaciones entre Breton y la escuela cientfica de Humboldt en cuanto a la representacin del cuerpo del viajero y despus examino el viaje de Breton en trminos de la ruta arqueolgica emprendida por otros viajeros, contrastando el recato victoriano con la pose de superioridad asumida por Stephens y Catherwood en su espeluznante recorrido por la zona maya. Por ltimo, paso revista a la representacin del cuerpo mexicano en el arte de Adela Breton como sujeto siempre yuxtapuesto a la majestuosidad del paisaje.

I.1. El cuerpo del viajero: el asombro del modelo cientfico Segn la historiadora de arte Barbara Maria Stafford, la ciencia dieciochesca establece un mtodo de conocimiento mediante el cual el cientfico-vidente desnuda el objeto para poder estudiarlo mejor (Stafford 1984, 53):

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The scientific observer looks at, not over, what he explores. The eye is intently engaged by the aggressive identity of a particular object, with respect to which the beholder takes up a position. (Stafford 1984, 40) El observador cientfico mira hacia, no por encima de, lo que explora. El ojo se concentra intensamente en la identidad agresiva de un objeto particular, con respecto al cual el observador adopta una posicin. De ah que el gesto de descubrimiento encarnado en el explorador o viajero implica un cambio de percepcin centrado en la mirada que inaugura el procedimiento arqueolgico. Los relatos de viaje dieciochescos revelan, por lo tanto, el imperativo de penetrar la materia, correspondiente a una arqueologa visual que pretenda sustraer la sustancia de las partculas naturales, su ms ntimo secreto (Stafford 1984, 283-284). La sensibilidad cientfica (plasmada en el gran viaje americano de Humboldt) presupone la mirada hacia la fisonoma de la tierra, lo que implica tambin la esmerada atencin hacia la especificidad geogrfica de una regin o territorio, con el objetivo de develar su intensa e incontestable personalidad (Stafford 1984, 46). De ah que el paisaje devenga no solamente un espacio palpable en el exterior, sino tambin el estado de ser o la realidad de una regin, lo que constituye, en ltima instancia, su verdad (Stafford 1984, 57-501). Desde esta perceptiva, la tierra exige ser vista y aprehendida por s misma, como una imponente presencia visual (Stafford 1984, 46). No hay viaje ms emblemtico de la curiosidad cientfica que el de Alejandro von Humboldt; su monumental Voyage aux rgions quinocciales du Nouveau Continent (Pars: 1805-1834) narra la trayectoria de su expedicin con el botnico francs Aim Bonpland por todo lo ancho del continente americano entre 1799 y 1804. Tanto el Essai politique sur le royaume de la Nouvelle Espagne (1811) como el Essai politique sur la le de Cuba (1826) dejan constancia

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del inters de Humboldt por trazar una geografa local. 10 Humboldt y Bonpland desembarcan en Acapulco en marzo de 1803 y pronto van rumbo a la capital, con lo que inician un viaje de redescubrimiento que va a durar poco ms de un ao y que comprende el sistemtico medir de la zona circundante a la ciudad de Mxico como la exploracin de zonas aledaas. 11 Humboldt investiga tambin las culturas prehispnicas, desde su curiosidad por la pirmide de Cholula hasta los extensos anlisis de cdices aztecas y de la piedra del calendario incluidos en Vues de Cordillres et monumens des peuples indignes de lAmrique (Iturriaga de la Fuente 1989, 118). 12 Aunque Humboldt no haya visitado personalmente todos los sitios arqueolgicos mencionados en este compendio visual, deja cifrada la importancia de determinados sitios con base en el grabado o ilustracin hecha por otro artista, como las ilustraciones de las ruinas de Xochicalco y de Mitla o los amenos retratos de tipos indgenas del estado de Michoacn incorporados al relato ilustrado (Holl 1996, 53-55; Humboldt 1816). El mismo eclecticismo de combinar la pintura paisajstica con la indagacin y exploracin arqueolgicas aflora en el archivo visual de la artista victoriana Adela Breton, con lo que se comprueba la influencia del modelo cientfico en su arte. La influencia de Humboldt se palpa en el arte de Breton ms que nada en la perspectiva del viajero; especficamente, en la posicionalidad de su cuerpo ante la monumentalidad del paisaje, lo que condiciona, a la vez, la mirada de asombro. Conforme el paradigma del viajero cientfico, la perceptiva ideal era la vista desde la cspide, desde la cual se poda observar la gran extensin de tierra que yaca a sus pies, punto de mira desde el cual se establecan comparaciones y contrastes entre terrenos, paisajes, y costas de diferentes regiones del globo. 13 No obstante, el naturalista-viajero emprende su recorrido desde abajo, desde el valle o llanura que le permite apreciar la altura de la montaa y la majestad del volcn, este ltimo convertido en cono de lo

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fugaz y lo slido conjuntados en la substancia terrenal (Stafford 1984, 105, 215-218). Ejemplo de visin voluntariosa lo que Barbara Maria Stafford aptamente denomina willed seeing(mirar voluntarioso) (1984, 254), la perspectiva de Humboldt se ilustra en Vue de Cajamb, incluida en Vues de Cordillres, donde el cuerpo del observador se empequeece en contraste con la imponente altura de la sierra. La obligada pose del cientfico muestra un brazo elevado en seal de asombro, en anticipacin de la aventura que necesariamente le sigue al momento de observacin detenida: la escalada hacia la cumbre. En el arte de Breton, correspondiente a una poca de transicin a la modernidad, se mantiene la misma subordinacin del cuerpo humano frente a la magnitud del paisaje. Mientras que Humboldt y sus squitos se representan a s mismos (como en Vue de Cajamb, cuyo eje es el tro de viajeros), acentuando as la primaca del espectador, el filtro sensorial que capta el esplendor del paisaje, el cuerpo de Breton desaparece del entorno y pone en su lugar el cuerpo del Otro, los campesinos que pueblan el paisaje con su diminuta estatura. En vez del ojo penetrante de Humboldt (Diener 1996, 140), el arte de Breton revela otra mirada hacia el sujeto nacional que podramos denominar una mirada del encantamiento. La acuarela titulada Jalapa, fechada en enero de 1895 (incluida en el cuaderno Ea 8374, Sketchbook of Watercolours, Drawings, and Notes of Mxico de 1923, perteneciente al Archivo Breton del Museo y Galera de Arte de la Ciudad de Bristol), conjuga la visin artstica de Breton, en la cual Mxico aparece como tierra de contrastes, fusin entre lo fro y lo caliente, entre lo alto y lo bajo, las casitas alienadas que descienden hacia la arboleda. El Pico de Orizaba que se asoma nevado en la distancia refleja una imagen recurrente en la literatura de viajes dieciochesca: el pico aislado de la montaa representa, en su majestuosa altura, tanto la solidez monumental de la materia como el tipo de mirada que escudria hasta el fondo de la misma

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(Stafford 1984, 105). cono de la masa inerte y compacta, la montaa exige una respuesta imaginativa por su dimensin, masa y verticalidad; el antecedente del Pico de Orizaba interpretado por Breton es, sin duda, el ascenso al monte Chimborazo de Humboldt (Stafford 1984, 88), 14 comparacin fundada no slo por el hecho de tratarse de montaas aisladas, sino tambin por la forma redondeada del pico. Siguiendo la pista de Humboldt, Breton evoca el volcn de Jorrullo inmortalizado en Vues des Cordillres, slo que acenta la voluminosidad del monte, el aspecto irregular de las cumbres y el juego entre luz y sombra del valle a su alrededor (Ea 11508). En contraste con Humboldt, quien concentra su mirada en el efecto humeante creado por los hornitos o conos volcnicos, Breton se detiene en el tamao de la montaa. Pero, a diferencia del nfasis dieciochesco en la verticalidad y el ascenso, el ojo del espectador se abruma por el impacto de la masa montaosa que se extiende en lnea horizontal, resistindose al paradigma de altura impuesto por la ciencia de la Ilustracin (Stafford 1984, 88). Al seguir y transformar a la vez la perspectiva del viajero cientfico, Breton transpone la disminuida estatura del cuerpo del viajero al sujeto mexicano, que aparece en contraste con la masa compacta que lo rodea. La respuesta emotiva del espectador recae sobre la figura del jinete solitario quien cabalga en direccin opuesta al monte, como si el liviano trote del caballo contrarrestara la opacidad de la montaa. De igual forma, la primera visin de Iztacchuatl (Ea 8396), a pesar de su precisin cientfica, no se olvida de incluir la figura humana: el humilde peregrino que camina enfrente de la cumbre. La segunda vista (Ea 8397) demuestra la conjuncin entre la cumbre y el llano, la fusin entre lo natural y lo humano, al abarcar con la mirada el pueblo de Amecameca apaciblemente asentado al lado de su volcn. Adems de volcanes y montes, la pintura de Breton acenta piedras o promontorios rocosos que se personifican como cuerpos de la materia, residuos

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de energa universal, como el dibujo en tono marrn del imponente Cerro de los Riscos, cerca de Guadalupe (Ea8260). 15 En la acuarela trazada en San Andrs Chalchicomula (Ea 8401, 1894) se introduce la entrada al valle de Puebla desde abajo, a travs de una ruta rocosa que se abre bajo un acueducto de piedra. 16 El atractivo de esta imagen reside en el acueducto que enmarca la vista lejana a manera de un puente natural. Imagen recurrente en el relato de viajes dieciochesco, el puente natural deviene smbolo de la particularidad y originalidad de la materia; en la literatura de viajes a Amrica su paralelo es la litografa del puente sobre el ro Iconozo incluida en Vues des Cordillres (Stafford 1984, 80). Slo que Breton humaniza el paisaje; a lo lejos se vislumbra la sierra; en el centro, una iglesia domina la vista interior del valle; enfrente, como indicando la primaca de una visin femenina, caminan dos annimas mujeres, ocultas en sus rebozos. Esta visin desde abajo contrasta con el panorama totalizador que se despliega desde la cumbre escalada por los viajeros cientficos, ya que la mirada de Breton no slo conjuga ambas dimensiones, sino que contagia el espacio de lo bajo, el valle, de una presencia humana. 17 Esta perspectiva se aprecia en la plcida escena de una calle poblana (Ea 8399) en la cual los habitantes aparecen mimetizados con el paisaje y la cpula de la iglesia a la derecha. Un efecto similar se evoca en la preciosa acuarela que traza la entrada a Jalapa: una suave avenida de barro parece fundirse con los caminantes del pueblo que van o vienen, como la mujer y el nio indgena que marchan al mercado y que ocupan el eje de la composicin (Ea8421).18 Este afn de conjuntar el mundo natural con el de los afectos humanos era una de las metas de la novela victoriana; de manera anloga, el arte de Breton logra reconciliar el paisaje con la silueta. 19 El mismo efecto se aprecia en la atractiva acuarela que muestra a las lavanderas de San Martn Texmelucan cumpliendo sus labores cotidianas (Ea 8398, 1894), escena que anticipa las

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imponentes vistas de los volcanes con la sombra azul-griscea del Iztacchuatl al fondo. El contraste entre azules y dorados no solamente enmarca las figuras hierticas de las mujeres dibujadas en blanco junto al ro, como para sugerir el silencio al que han sido sometidas sino que resalta tambin la yuxtaposicin entre la altura de la sierra y la paz cotidiana del valle. Una de las ms emocionantes acuarelas capta el duelo silencioso en Ocotln durante el velorio de un nio (Ea 8373), que comunica igualmente el mismo efecto de quietud.

I.2. El cuerpo del viajero: de la carga a la liviandad Los itinerarios geogrficos e imaginarios de los viajeros decimonnicos conllevaban un reto a las comodidades disfrutadas en Europa y, por lo tanto, un riesgo para la seguridad corporal. En los relatos de viajeros a Hispanoamrica, el desplazamiento hacia zonas desconocidas sea el interior de la selva, la cima de la montaa o el vrtice de un volcn (como lo hizo el intrpido britnico David Thomas Egerton, quien se atrevi a descender al crter del Popo) se representa como un reto corporal, una ardua empresa que compromete la vida e identidad del viajero, una prueba de su proeza y destreza fsicas.20 El ideal del viajero cientfico era acoplar ser y naturaleza en un todo armnico, unidad que a la vez resultara en la experiencia de lo sublime y sobrenatural. En aras del conocimiento, se someta al cuerpo a rigurosas pruebas, como el transporte en vas peligrosas, o a experiencias lmite como la enfermedad, la fiebre o el contacto con nativos hostiles. 21 En la literatura de viajes a Mxico, el montono rodar del carruaje o el privilegio de dormir en litera condicionan la ruta del viajero (Glantz 1982, 31), as como tambin el acompaante de la ruta, que puede facilitar o entorpecer la apreciacin del terreno, hasta el grado de determinar el alcance final de un agotador trayecto. No hay mejor dramatizacin del dilema

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del cuerpo en la literatura de viajes a Mxico que el famoso Incidents of Travel in Central America, Chiapas, and the Yucatn de John Lloyd Stephens, texto que narra el impresionante viaje del empresario a la zona mesoamericana junto con el dibujante y arquitecto ingls Frederick Catherwood. Emprendido en 1841 con la excusa de encontrar un elusivo e inexistente gobierno centroamericano, Stephens pronto revela el verdadero motivo que impulsa su viaje: el descubrimiento de las culturas olvidadas de los mayas. En el relato de Stephens, si bien ste dirige cada etapa del trayecto y declara abiertamente su intencin de penetrar el mundo maya para explotacin comercial primero quiso comprar las ruinas de Copn y le ofreci al propietario la ridcula suma de $50; despus intent trasladar los tesoros perdidos de los mayas a Estados Unidos para luego convertirlos en centro de atraccin turstica el xito de su empresa dependa, en gran medida, de su acompaante (Stephens 1841, I: 126-128). 22 Aunque Stephens nunca cumple su descabellado proyecto, fueron las romnticas reproducciones de estelas y monumentos mayas trazados por la pluma de Catherwood las que garantizaron la enorme difusin y popularidad que el libro goz en su momento. 23 Precursor no slo del antropolgo sino tambin del modelo de explotacin comercial, Stephens se enfrenta a la amplia gama de obstculos que entorpecen la ruta del viajero quien ansa dominar no slo mediante la vista, sino con todo el cuerpo. A lo largo de Incidents of Travel, los dos exploradores se abren camino entre malezas y jungla con la ayuda de los indgenas de la regin. Fue justamente frente a las ruinas de Uxmal que se les imposibilita fijar la imagen del recinto sagrado debido a la enfermedad de Catherwood, quien languidece postrado por una fiebre mortal (Stephens 1841, II: 413, 419). En una escena emblemtica del sufrimiento corporal del viajero, Stephens primero rehsa montar el modo de transporte clsico en Yucatn un coche cargado en los hombros de los indios, inmortalizado en un famoso grabado del

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viajero francs Frdrick Waldeck (1838) por considerarlo denigrante no slo de su persona, sino tambin de los sujetos abyectos bajo el peso de su cuerpo. Finalmente, se ve obligado a hacerlo, en gran medida para salvar a su acompaante, el artista Catherwood, de quien dependa para reproducir estticamente la visin del conjunto. Bajo riesgo de perder a su compaero, Stephens vence sus escrpulos, justifica la opresin del Otro, cuyo cuerpo queda reducido a bestia de carga, y marca la barrera entre los indgenas y su Ser individual, literalmente elevado como representante de valores occidentales: In the great relief we experienced we forgot our former scruples against making beasts of burden of men. They were not troubled with any sense of indignity or abasement, and the weight was not much. (Stephens 1841, II: 404, 406) 24 [Debido al gran descanso que sentimos descartamos nuestros escrpulos anteriores de convertir a hombres en bestias de carga. Ellos no se mostraban molestos por ningn sentido de abyeccin o indignidad, y no era mucho el peso.] Si bien el texto verbal y visual de Incidents of Travel corresponde a la retrica de la anticonquista, en el sentido de representar a un viajero imperial que posee y domina con la mirada (Pratt 1992, 7), 25 el vnculo amistoso-aventurero entre Stephens y Catherwood demuestra que el gesto de dominacin lo asume el cuerpo del viajero en su totalidad. Casi medio siglo ms tarde que sus precursores, los viajes de Adela Breton representan un modelo diferente, un desplazamiento afectivo que aspira a conocer al Otro de nuestro continente. El afn de conocer al Otro se refleja no slo en la tecnologa del trayecto que la artista britnica utiliz durante sus viajes a Mxico, sino, ms significativamente, en su compaero de ruta: Pablo Solorio, un indgena originario de Churumuco, estado de Michoacn, a quien Breton contrat en 1893 1894 y quien le sirvi de fiel acompaante y amigo durante diez aos. 26 Como el

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viajero naturalista, el arte de Breton representa un viaje hacia el corazn de la materia, 27 ciertamente, pero tambin hacia el corazn del Otro. El modo de transporte preferido por Breton era montar a caballo; no viajaba a manera de un viajero colonial, cargado en hombros de indios, como Catherwood y Stephens encima del coche yucateco. A diferencia de estas imgenes de sometimiento y humillacin del nativo, Breton siempre retrata o dibuja a Pablo en primer plano, como en la fotografa del mismo luciendo orgulloso pero sombro el traje plateado de charro, o las poticas evocaciones de un Pablo introspectivo, a caballo y de cara al paisaje de Guerrero, o en quietud reflexiva adentro de la penumbra de la choza. 28 A pesar de estas imgenes idlicas, la correspondencia de Breton da cuenta de que Pablo, como gua y ayudante, le proporcionaba la ayuda indispensable para su supervivencia en el campo. 29 No obstante la marcada jerarqua entre la extranjera y el nativo, estas fotos traslucen un tipo de relacin ms compleja que la entablada por el europeo que domina al sujeto subalterno, ya que Breton toma a Pablo Solorio como objeto de inspiracin. Graciela Romanda de Cant opina que la presencia de Pablo le serva de referencia de la escala humana bajo la fronda de un gran rbol o de pie ante un peasco redondo (1993, 38), es decir, como modelo del cuerpo mexicano. Entre Breton y su acompaante se entabla, entonces, una compleja relacin de dependencia, respeto y afecto mutuo que a veces se asemeja a un matrimonio clibe, 30 y otras veces sugiere una ingenua colaboracin, como cuando Solorio ayuda al afn coleccionista de Breton y le proporciona artefactos y estatuillas que encontraba en el camino. 31 No hay imagen ms precisa de este viaje alternativo que la famosa fotografa incluida en la contraportada de The Art of Ruins y en el catlogo de la exposicin Una artista britnica en Mxico. Desde la altura de su caballo, ni tan soberbia ni tan impersonal como la cumbre alcanzada por los viajeros cientficos, Adela Breton sonre a travs del tiempo, como gesto afirmativo de una relacin

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ambivalente que mediatiza la distancia entre uno y otro, si bien no transgrede los estrechos confines del recato victoriano, ni traspasa las barreras de raza, clase y de gnero. Pablo tambin sonre y aprieta las riendas del caballo en guio de complicidad, como para advertirnos al inicio del viaje que la ruta a seguir es un sendero imaginativo.

II. La arqueologa visual: el Mxico mgico de Adela Breton Bajo el volcn y junto a la pirmide, Breton encuentra lo sublime del paisaje y articula una profunda visin artstica que incorpora tambin al Otro que se refleja en su mirada. 32 La especifidad de la pintura de Breton reside en la manera como su visin interior se ajusta o se construye como analoga pictrica al sentido ltimo del paisaje, a la descodificacin de una cultura e historia cuya complejidad e intensidad se convierte en experiencia viva e interiorizada, lo que hace del viaje no slo un proceso de autoconocimiento, sino tambin un acercamiento al Otro. En el arte de Breton, el impacto del Nuevo Mundo transforma la mirada inocente de pintores y novelistas victorianos y la convierte en una mirada del encantamiento, anloga a la de otras viajeras europeas que recorrieron las mismas regiones. La Estatua de una diosa cerca de Texcoco (Ea 8283b) revela otra faceta del arte de Breton: el empeo en liberar la energa femenina concentrada en el cuerpo abultado de la diosa compuesto de una hilera compacta de piedras, 33 autntico monumento natural. Esta arqueologa natural, dominada por el escrutinio de la vista pero tambin por la reaccin emotiva ante el paisaje, se traslada a las exploraciones del mundo maya que Breton llev a cabo con tanto xito y dedicacin en la pennsula yucateca. La pintura arqueolgica de Breton constituye no slo una exhaustiva investigacin de la cultura maya sino, quizs ms significativamente, una nueva prctica del mtodo arqueolgico, ya que la artista victoriana

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entrega su cuerpo y energa no a derribar malezas y jungla, sino a la tarea de reproducir con exactitud de orfebre los monumentos, pinturas y ruinas que seducen su mirada. En contraste con Stephens y Catherwood, Breton se afana por comprender y rescatar los restos de una cultura, en gesto de amorosa veneracin. Breton quien contrarresta el impulso de Stephens de apropiarse de Copn y Palenque, el cual contamina la investigacin arqueolgica con las caractersticas de una transaccin comercial lucha por conservar la cultura maya en su estado original, como en su casi religiosa tarea de delinear pictricamente la hermosa serie de caritides o atlantes colocadas al frente del Templo de los Jaguares en Chichn (Ea8189-xvB; Romanda de Cant 1993, 125-129). 34 En el arte de Breton las pirmides y estelas mayas se imbuyen de una luz peculiar; los monumentos parecen naturalizados o mimetizados en la selva, en armona con la naturaleza circundante (Ea8224, Casa de las Monjas, Uxmal). Su suave interpretacin va en marcado contraste con las litografas romnticas ejecutadas por Catherwood, donde las estelas se erigen en la selva envueltas en un hlito misterioso, casi desprendidas de su entorno natural. Si en Catherwood el lnguido sujeto masculino aparece rarificado o fuera de su ambiente sea en su empeo de tajar la profusa arboleda que encubre la codiciada meta de la ruina o en el trato discordante con los nativos de la regin en Breton se elimina la violencia implcita en el modelo de investigacin arqueolgica representado por Stephens y Catherwood. Mientras que Catherwood cae, como Egerton, en el pozo ms profundo en su esfuerzo por descender hasta el fondo de la tierraansia teida de peligros pero nunca colmada--, 35 Breton se mantiene quieta junto a la pirmide para conectar su visin con la de los antiguos habitantes del lugar. La empata con el Otro que imbuye el arte de Breton se revela tambin en retratos que captan una etnia o fisionoma particular, como el ameno cuadro de una doncella totonaca vestida

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en traje regional (Ea8374) o los rostros hierticos de las mujeres que se enfilan con su cntaro a la fuente en las fotografas tomadas en Guadalajara (Ea8444). 36 Rescatar el arte de Adela Breton corrobora la tesis de que las viajeras de la poca victoriana proyectan una historia social alternativa que rebasa tanto los lmites del imperio britnico como los cnones del discurso imperial (Frawley 1994, 35). 37 Las inglesas que buscaron otra vida en tierras lejanas han sido clasificadas de acuerdo con tres tipos: las viajeras que observaron el territorio extranjero desde afuera, las que desearon integrarse plenamente a la nueva cultura que las acoga y las que se colocaron cautelosamente en el punto medio sin detener su mirada ni tratar de pertenecer a la sociedad del Nuevo Mundo. A esta tercera categora para quienes el viaje se convierte en empresa imaginativa, viajeras que sucumben al embrujo de lo extrao y lo desconocido, pertenece el arte de Adela Breton. 38

*Agradezco la generosa beca de verano de la National Endowment for the Humanities, 2000, que hizo posible la investigacin para este ensayo. Con gesto de amistad y aprecio, dedico el mismo a Lois Parkinson Zamora, quien me descubri el universo de Adela Breton. Una versin abreviada de este ensayo se present en el Encuentro: cuerpos y sensibilidades patrocinado por la Benemrita Universidad Autnoma de Puebla y El Colegio de Michoacn, 27-28 de noviembre, 2001. Agradezco a mi amiga y colega, la Dra. Rosalina Estrada del Instituto de Ciencias Sociales de la BUAP, su amable invitacin a participar en este evento.

Obras citadas Catherwood, Fredrick. 1844. Views of Ancient Monuments in Central America, Chiapas, and Yucatn. Londres & Nueva York.

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Diener, Pablo. 1996. Landscape Painting among the Traveler-Artists. European Traveler Artists in Nineteenth-Century Mexico. Mxico: Fomento Cultural Banamex. s/f. Rugendas y sus compaeros de viaje. El viajero europeo del siglo XIX. Artes de Mxico 31: 27-36. Frawley, Maria H. 1994. A Wider RangeTravel Writing by Women in Victorian England. Londres & Toronto: Associated University Presses. Giles, Sue. 1989. If I Could Have Pablo and the Horses. The Art of RuinsAdela Breton and the Temples of Mexico. Ed. Sue Giles & Jennifer Stewart. Bristol: City of Bristol Museum and Art Gallery. 42-47. Glantz, Margo. 1982. Viajes a Mxico-Crnicas extranjeras. Tomo I. Mxico: Fondo de Cultura Econmica. Gonzlez Echevarra, Roberto. 1990. Myth and ArchiveA Theory of Latin American Narrative. Cambridge: Cambridge University Press. Hagen, Victor Wolgang von. 1950. Fredrick Catherwood-Arch. Nueva York: Oxford University Press. Holl, Frank. 1996. Alexander von Humboldts Expedition Through Mexico. European Traveler Artists in Nineteenth-Century Mexico. Mxico: Fomento Cultural Banamex. Humboldt, Alexander de. 1816. Vues de Cordillres, et monuments des peuples indignes de lAmrique. Vol. II. Pars: Librairie Grecque-Latine-Allemande. ________, 1960. Ensayo poltico sobre la isla de Cuba. Prl. de Fernando Ortiz. La Habana: Publicaciones del Archivo Nacional. Iturriaga de la Fuente, Jos. 1989. Anecdotario de viajeros extranjeros en Mxico, siglos XVI-XX. 4 tomos. Mxico: Fondo de Cultura Econmica. Lawrence, Karen. 1994. Penelope Voyages. Women and Travel in the British Literary Tradition. Ithaca & Londres: Cornell University Press. Levine, George. 1977. High and Low: Ruskin and the Novelists. Nature and the Victorian Imagination. Ed. U. C. Knoepflmacher & G. B. Tennyson. Berkeley: University of California Press. McVicker, Mary Frech. 1989. From Parlours to Pyramids. The Art of RuinsAdela Breton and the Temples of Mexico. Ed. Sue Giles & Jennifer Stewart. Bristol: City of Bristol Museum and Art Gallery. Miranda, Jos. 1962. Humboldt y Mxico. Mxico: UNAM. Pratt, Mary Louise. 1992. Imperial EyesTravel Writing and Transculturation. Londres: Routledge. Romanda de Cant, Graciela. 1993. Adela Breton (1849-1923). Adela Breton: una artista britnica en Mxico (1894-1908). Ed. Mario de la Torre. Mxico: Smurfit Cartn & Papel.

224

Slovic, Scott. Mayo de 1990. Alexander von Humboldts Comparative Method of Landscape Description. Publication of the Society for Literature and Science 5. Stafford, Barbara Maria. 1984. Voyage into SubstanceArt, Science, Nature, and the Illustrated Travel Account, 1760-1840. Cambridge, Massachusetts & Londres, Inglaterra: MIT Press. Stephens, John Lloyd. 1841. Incidents of Travel in Central America, Chiapas, and the Yucatn. 2 tomos. Nueva York: Harper & Brothers. Waldeck, Frdrick de. 1838. Voyage pittoresque et archologique dans la provence dYucatan (Amrique Centrale), pendant les annes 1834 et 1836. Pars: Bellizard Dufour et Co, editeurs. Notas
1

Para una rigurosa visin del conjunto de la literatura de viajes a Mxico, vase Jos Iturriaga de

la Fuente (1989).
2

Vase Margo Glantz (1982) para una amena descripcin de los viajeros comerciales al Mxico

independiente.
3

Segn Roberto Gonzlez Echevarra, the travelogues not only gave an account of the objects

found but also of the process by which they were found, that is, the story of the travelers life as he journeyed in search of the secrets of nature, which of course also turns out to be a voyage of self-discovery (1990, 104). Como espero mostrar, esta bsqueda adapta modalidades diferentes en el caso de una mujer/artista.
4

Agradezco a mi colega Florence Boos el haberme proporcionado el importante estudio de

Frawley.
5

Las referencias al archivo Breton en el Museo y Galera de Arte de la Ciudad de Bristol se

incorporarn al cuerpo del ensayo.


6

Agradezco a Sue Giles el haberme proporcionado el itinerario de Breton minuciosamente

reconstruido a partir de la serie de dibujos, acuarelas y notas de viaje. Los datos que se encuentran a continuacin provienen de esta fuente.

225

La informacin autobiogrfica proviene de Mary Frech McVicker (1989, 13). El trmino proviene de Mary Louise Pratt (1992). He derivado el concepto de mirada filosfica de Barbara Maria Stafford (1984, 254). Al contrario del juicio de Pratt de que ambas son obras caracterizadas por ahistoricity and the

10

absence of culture [una perspectiva ahistrica y carente de contexto cultural] (1992, 131), propongo lo contrario, que estn profundamente imbuidas por la presencia de una historia y una cultural local. Para el impacto de Humboldt en Cuba, vase el importante prlogo de Fernando Ortiz a la edicin espaola del Ensayo poltico sobre la isla de Cuba, especialmente la seccin que detalla la simpata del alemn por la causa separatista cubana (Humboldt 1960, 84-89). Jos Miranda (1962) traza el trasfondo del Ensayo poltico sobre el reino de la Nueva Espaa, la recepcin en homenaje a Humboldt que le fue dada por la elite ilustrada de la ciudad de Mxico y la subsecuente difusin de su obra en un contexto nacional.
11

Holl traza el itinerario mexicano de Humboldt (1996, 53-61). El editor considera que el fuerte de Humboldt era la minera (Iturriaga de la Fuente 1989,

12

120), mientras que Holl cree que el inters de Humboldt en la cultura mesoamericana era secundario a su inters por la geografa (1996, 55-57). En cambio, Pratt relega la contribucin de Vues al estudio de las civilizaciones pre-hispnicas (1992, 134).
13

Para una explicacin del summit-survey [vista desde la cumbre] y del mtodo comparativo

de Humboldt, vase Scott Slovic (mayo 1990, 5). La historiadora de arte Barbara Maria Stafford comenta la prctica humboldtiana de mirar hacia abajo una rida llanura [stared down upon an arid plain] desde las cumbres del monte Chimborazo (1984, 150).
14

La vista del Chimborazo incluida en Vues des Cordillres se reproduce en la p. 95 de este

libro.

226

15

Se reproduce en Adela Breton: una artista britnica en Mxico (51). La vista de San Andrs Chalchicomula se reproduce tambin en Adela Breton: una artista

16

britnica en Mxico (66), y en The Art of Ruins (Ea8401, 108), mientras que la imagen del Lago de Ptzcuaro desde el Cerro del Calvario aparece en la p. 100 del primer libro.
17

Malcom Lowry se remite a esta misma perspectiva en Under the Volcano, novela en la cual los

personajes del cnsul, Ivonne y Hugh se desplazan por la legendaria Quauhnahuac con pasos hechizados por el embrujo de los volcanes.
18

La reproduccin de la acuarela se encuentra en Adela Breton: una artista britnica (78-79). A partir de un ejemplo de George Eliot, Levine afirma que [t]he language and the human form

19

coincide [se conjugan el lenguaje y la silueta humana] (1977, 142).


20

La imagen de Egerton se reproduce en European Traveler Artists in Nineteenth-Century

Mexico.
21

He basado este anlisis en Gonzlez Echevarra (1990, 107). Para el episodio posterior, cuando se empea en adquirir Palenque, vase John Lloyd Stephens

22

(1841, II: 362).


23

El historiador William Prescott le escribe a Frances Caldern de la Barca que Stephens

narrative is spirit. But the real value of the work lies in the drawings and simple description of ruins, a perfect assurance of its fidelity [El relato de Stephens es todo espritu. Pero el mrito real de la obra est en los dibujos y en la sencilla descripcin de las ruinas, prueba irrefutable de su verosimilitud] (citado en von Hagen 1950, 62). Aos despus, el arquelogo Alfred Maudsley, quien qued impresionado por los grabados de Catherwood, emprendi la misma ruta que Stephens y Catherwood (Von Hagen 1950, 66).

227

24

La ilustracin del coche yucateco se toma de Frdrick de Waldeck (1838), litografa titulada

Manire de voyager dans lYucatan (la ortografa de los ttulos tal como aparece en la edicin prncipe). Agradezco a la Newberry Library de Chicago la reproduccin de esta imagen.
25

La lectura trazada aqu sugiere que el relato de Stephens es mucho ms complejo de lo que este

modelo supone.
26

For at least some of her travels in Mexico, Adela Breton was accompanied only by one

Indian, who was devoted to her [Al menos durante algunos de sus viajes por Mxico, a Adela Breton la acompa nicamente un indio, quien estaba completamente dedicado a ella] (Giles 1989, 43). La autora explica a continuacin que no se ha podido comprobar ni la edad ni las circunstancias en que Solorio trab trato con Breton: His age and other personal details are not known, nor how he came to work for Miss Breton (44) [No se sabe ni su edad ni otros detalles personales; tampoco cmo fue que vino a trabajar para la Seorita Breton] (Romanda de Cant 1993, 37).
27

Segn Barbara Maria Stafford, the probing journey into substance [...] emerges as the

eighteenth centurys distinctive contribution to the venerable genre of travel literature (1984, 345); [el viaje de indagacin hacia la substancia [...] aflora como la contribucin ms original del siglo dieciocho al respetado gnero de la literatura de viajes].
28

Esta imagen se encuentra frente a la p. 43 en The Art of Ruins. La foto de Pablo en la Sierra de

Guerrero aparece en ese mismo texto (44) y en Adela Breton: una artista britnica en Mxico (39).
29

Las fotografas de Pablo en el interior de la casa de Chichn y frente a la tienda de campaa en

Guerrero atestiguan que Pablo lleg a cumplir mltiples funciones, desde cuidar la casa de Breton

228

hasta procurar y cocinar su alimento en el campo (Giles 1989, 43, 46). Para un amplio comentario acerca de las funciones de Pablo, vase el ensayo de Romanda de Cant (1993, 37).
30

Por ejemplo, Breton deja que Solorio vaya a visitar a su esposa y mientras tanto suspira porque

debido a este motivo no podr permanecer seis meses ms entre las ruinas de Chichn. Como explica Giles, la esposa de Pablo se mantiene entre las sombras (1989, 44-45).
31

Breton le atribuye a Pablo una gran parte de sus hallazgos en tierras mexicanas; a saber, la

coleccin de artefactos que l haba reunido (Giles 1989, 45).


32

De acuerdo con Levine, Ruskin, en un salto imaginativo, brings together the language of the

sublime with that of human society (1977, 140) [conjuga el lenguaje de lo sublime con el de la sociedad humana]. El mismo gesto de acoplar ambas dimensiones se evidencia en el arte de Breton.
33

Reproducida en Adela Breton: una artista britnica en Mxico (41). La caritide o atlante XV se encuentra representada en The Art of Ruins (79-84). No hay imagen ms dramtica de este secreto anhelo masculino que el descenso hacia el pozo

34

35

yucateco inmortalizado por Fredrick Catherwood en el grabado XX, Well at Bolonchn (Catherwood 1844). A mi juicio, este impresionante grabado ilustra the psychological desire to plumb sublimely dangerous depths [el deseo psicolgico de caer hacia los bajos ms sublimes y peligrosos] (Stafford 1984, 353).
36

Incluido tambin en The Art of Ruins (112). Propongo con esto ampliar el esquema de Pratt de que todo relato de viaje europeo entronca

37

con la retrica imperial o la anticonquista.


38

Frawley establece estas categoras (1994, 35).

229

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