Tholos Millares, Almeria
Tholos Millares, Almeria
Tholos Millares, Almeria
P. BOSCH-GIMPERA
Me es muy grato adherirme al homenaje que los arquelogos es-
paoles ofrecen al doctor Luis Pericot, con el que me unen tantos lazos
de cordial amistad y de antigua colaboracin, desde que en 1916
comenzaron nuestras relaciones, recordando con emocin que l fue
mi primer discpulo, recin llegado a la ctedra de Barcelona, habin-
dose de convertir en uno de los maestros ms eminentes de nuestra
arqueologa.
Para mi contribucin a dicho homenaje me ha parecido til revisar
el problema de la cultura de Almera, de sus etapas cronolgicas y
de sus relaciones con las dems culturas prehistricas durante el
Neo-eneoltico, al que el doctor Luis Pericot aport las suyas perso-
nales,de las que he de citar sus artculos de 1929 y 1936, que me
sigue pareciendo algo que debe tenerse en cuenta. Me perdonarn
nuestros colegas espaoles que siga empleando la terminologa clsica
llamando eneoltico a lo que ellos han denominado Bronce 1.
La cultura de Almera fue investigada ante todo por el patriarca
de la Arqueologa espaola, el ingeniero belga Luis Siret, que con su
hermano Enrique public en 1887, en Amberes, su obra monumental
Les premiers ages du mtal dans le Sudest de l'Espagne, y en caste-
llano, en Barcelona, 1890, Las primeras edades del metal en el Sudeste
de Espaa, laureada con el premio Martorell, y que, junto con el
libro de Cartailhac, Les ages prhistoriques de l'Espagne et du Por-
tugal (Paris, 1886), fue una de las primeras bases para establecer el
sistema de nuestra prehistoria. Don Luis Siret complet aquellos pri-
meros trabajos con multitud de otros, entre cuyos resultados ms
importantes se cuenta el del descubrimiento de la cultura de Los
Millares, siendo su ltima excavacin la del poblado de mineros de
Almizaraque, en que no slo se explotaba el cobre, sino tambin la
plata. En diversas ocasiones desde 1913 hube de visitarle en Herreras
- cuando casi nadie haba llegado a aquel lugar -; con l visit
Los Millares, en su casa recog los materiales de sus colecciones que
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figuraron en la seccin de El Arte en Espaa de la Exposicin In-
ternacional de Barcelona en 1929, desde donde pasaron al Museo
Arqueolgico Nacional de Madrid, al que leg su coleccin, y durante
mi Rectorado de la Universidad de Barcelona sta le confiri el grado
de Doctor honoris causa.
Luis Siret era un investigador de gran rigor cientfico, consig-
nando sus observaciones en los diarios de sus exploraciones - cosa
rara todava en su poca -, aunque en muchos casos las notas pro-
cedan de su capataz, al que l haba formado como excavador. De
tales observaciones pudimos beneficiamos en nuestras visitas a He-
rreras, y ellas sirvieron para la clasificacin de los materiales llevados
a la Exposicin de Barcelona y para la redaccin de su catlogo,
as como para los captulos de nuestras obras Etnologa de la Penn-
sula ibrica y El poblamiento y la formacin de los pueblos de
Espaa, dedicados a la cultura de Almera.
1
A base de las indicaciones
de Siret se redact el informe que por encargo de la Junta Superior
de Excavaciones redactamos, en colaboracin con el ingeniero don
Francisco de Luxn, sobre las excavaciones del poblado de mineros
de Almizaraque.
2
Luego, los esposos Leisner, para la publicacin de
los sepulcros almerienses, pudieron utilizar los diarios de Siret en
su obra monumental sobre los sepulcros megalticos pennsulares.
Reconocida la personalidad de la cultura de Almera, cremos
reconocer sus extensiones por el Levante espaol hasta Catalua y
su influencia en la cultura pirenaica e indirectamente en otras culturas
del Occidente de Europa. Entre las localidades de tipo almeriense
incluamos los que llamamos sepulcros no megalticos de Catalua,
de varios de los cuales procedan brazaletes de pectnculo estudiados
por Pericot. Otras contribuciones a su conocimiento fueron aportadas
por Juan Car y por nosotros al estudiar el sepulcro del Canyaret
de Calaceite, as como por las investigaciones del Servicio de Inves-
tigacin prehistrica de la Diputacin de Valencia, organizado por
Ballester y Pericot y continuado por Domingo Fletcher, as como por
Juan Cuadrado con su excavacin de la cueva de Los Blanquizares
de Lbor, en Totana. ltimamente Martn Almagro y Antonio Arribas
han vuelto a excavar en Los Millares, y Gratiniano Nieto ha publicado
las cuevas artificiales del territorio de la cultura de Almera, iden-
tificando como tal el misterioso sepulcro del Castellet del Porquet
de la Ollera - que se haba supuesto un sepulcro megaltico -, dando
a conocer Mara Rosario Lucas Pellicer una nueva cueva artificial
de la provincia de Jan. Maluquer, Ripoll y Miguel Tarradell han
1. BOSCH, 1929; d., 1932; d., 1 9 4 ~ .
2. BOSCH-LuXN, 1935.
LA CULTURA DE ALMERfA 49
planteado el problema de la filiacin como no almerienses de los
sepulcros no megalticos catalanes, emparentndolos con las cul-
turas de ms all del Pirineo (Chassey, Cortaillod, Lagozza), algunos
de cuyos elementos, como el vaso de boca cuadrada, penetran en
Espaa a travs de ellas.
Nosotros en diversos trabajos nos hemos seguido ocupando de la
cultura de Almera, y creemos ahora til una nueva revisin de
sus problemas. Siempre la cremos una intrusin forastera en el
neoltico, debida a una verdadera infiltracin de elementos de po-
blacin africanos procedentes de la cultura sahariense entre los
elementos indgenas de la de las cuevas y el elemento aglutinante
para la formacin de los iberos histricos. Adems, sus poblados for-
tificados, sus puntas de flecha y cermica sin decoracin, que parecan
ser sus elementos esenciales, hablaban del origen africano, as como
los brazaletes de pectnculo estudiados por Pericot, y hasta los se-
pulcros no megalticos que nosotros relacionamos con el kleina-
frikanische Grabbau de Frobenius, son rasgos culturales que con-
trastan con los de la cultura de las cuevas (habitacin en stas,
ausencia de puntas de flecha y en cambio microlitos de tradicin
mesoltica, cermica rica en ornamentacin), sin que ello no quiera
decir que hayan existido contactos entre ambas culturas e influencias
mutuas. Aceptando la filiacin africana y el origen forastero. Martnez
Santa-Olalla denomin a la cultura de Almera saharo-almeriense.
Con todo esto el problema de la cultura de Almera aparece ahora
mucho ms complejo de lo que se haba credo en un principio, y tanto
en sus distintos elementos en el Sudeste de Espaa como en su exten-
sin y en las posibles infiltraciones francesas de elementos culturales
en los sepulcros no megalticos existen problemas que es preciso
examinar con cuidado.
*
Es indudable que desde el quinto milenario a. de J. C. se hallaba
arraigado el neoltico circummediterrneo en la Pennsula ibrica,
como muestran las fechas de radiocarbono (4670 160 y 4315 75
antes C.)3 de la Cueva de l'Or de Beniarrs (Valencia), y que en esta
localidad - en donde se hallaron abundantes restos de trig0
4
- su
cermica tiene ya toda la complejidad de decoracin que muestra
dicho neoltico en su aspecto de cultura de las cuevas de Espaa, en
que, a pesar de que se ha generalizado el nombre de cermica im-
presa o Cardial, hay muchos otros tipos de decoracin, especial-
3. SCHUBART, 1965.
4. HOPP-SCHUBART, 1965.
4
50
P. BOSCH-GIMPERA
mente cordones en relieve, que si unas veces tienen impresiones digi-
tales, otras no, desarrollando al fin todo un sistema de motivos - in-
cisiones hechas a punzn o con la ua, bolas de barro aplicadas a
la superficie del vaso, etc.
Tales motivos se hallan en todas las localidades de la cultura de
las cuevas, y sta se extiende por casi toda la Pennsula, infiltrndose
tambin en el norte y centro de Portugal entre la cultura megaltica
propia de aquel pas.
5
Aunque parece alcanzar su mayor florecimiento
en el este y sur de Espaa,6 penetra tambin en Aragn,7 en las Mesetas
centrales,8 llegando a Extremadura' y en el norte en la zona vasco-
cantbrica
9
y pirenaica y catalana - incluso Andorra _,lO as como se
extiende por el norte de Africa, no slo por las regiones costeras de
Marruecos y Argelia, sino por el interior de Argelia, y llega al sur
de Tnez y hasta ms lejos en pleno Sahara oriental y al Tassili.
lI
No es nuestro objeto propiamente el estudio de esta cultura, pero
creemos deber insistir en esta distribucin geogrfica que muestra una
extensin que ha sido discutida. Las decoraciones cardiales, estudiadas
por primera vez por Colominas en las cuevas del Montserrat en Ca-
talua,12 parecen arraigadas sobre todo en las zonas litorales de Cata-
lua y en Levante valenciano (especialmente en la cueva de la Sarsa
de Bocairente),13 llegando a la provincia de Almera - como ya tam-
bin mostr Colominas - al poblado de las nimas (Vlez Rubio).l ..
De todos modos la decoracin cardial se halla tambin en el Bajo
Aragn (Taller de la Botiquera de los Moros de Mazalen, prov. de
Teruel),15 y llega a la infiltracin de la cultura de Portugal, dentro
del rea de la cultura megaltica (abrigo Covao de Almeida en Eira
Pedrinha, cerca de Condeixa, en la regin de Coimbra, gruta do Nas-
cente do ro Almonda en Pedrogao en Ribatejo).16 En Andaluca se
halla en la cueva del Higuern, en Benagalbn (prov. de Mlaga) y
en la Carigela del Piar (prov. de Granada)P Asimismo abunda en
la costa de Marruecos (cuevas de Achakar y de Mugharet-el-Aliya,
en la regin de Tnger).18
5. BOSCR, 1966-67.
6. Cermica del Castillo de Salomn en Ro Tinto: Blanco Freijeiro, 1962.
7. BOSCR, 1966-67; V AllESP, 1957; d., 1959; BERGS-SOLANIlLA, 1966.
8. BOSCR, 1966-67.
9. Entre otras publicaciones: BARANDIARN, 1966; APELLANIZ, 1967.
10. MALUQUER-FuSTER, 1962.
11. BOSCR, 1955-56; d., 1%6-67. Para el Tassili: Alimen-Beucher-Lhote, 1968.
12. COWMINAS, 1925.
13. SAN VALERO, 1950; TARRADELL, 1962 a.
14. COWMINAS, 1925, pg. 102 Y lm. XLIII.
15. VAllESP, 1957.
16. BOSCR, 1966-67.
17. PELLICER, 1964.
18. BOSCR, 1955-56; KOESTLER, 1931; d., 1941; HOWE-MoVIUS, 1947; HENCKEN, 1948.
LA CULTURA DE ALMERIA 51
Sobre la cultura de las cuevas se coloca la de Almera en esta
provincia, combinndose con los rasgos tpicos de las ltimas super.:.
vivencias de la primera, muy especialmente los microlitos trapezoi-
dales en su ltima evolucin equivalente al Tardenoisiense, herencia
del Capsiense mesoltico. Al extenderse la cultura de Almera desapa-
rece en algunos lugares, como parece ser el caso de las llanuras de
Valencia (poblado de Nquera) y de Castelln (Grao de esta ciudad),
en donde se haba hallado muy pura.
19
En otras regiones permanece
muy pura dentro del territorio ocupado por la de Almera, como es
el caso de la localidad de Blgida (Benipr), exclusivamente con vaso
campaniforme,20 y en otros casos aparecen con el material almeriense
supervivencias de la cermica de la cultura de las cuevas (cuevas del
Barranc de la Rabosa o deIs Melons y Gran del Puntal cerca del
barranco de la Valltorta en Tirig, provincia de Castelln),21 o se trata
de una verdadera mezcla de culturas en que en general predomina
la de las cuevas (la de la Aumediella, en Benifallet; las de Arbol, y
particularmente la Fonda de Salam, en la provincia de Tarragona,22
con gran abundancia de vaso campaniforme y gran riqueza de deco-
.racin la cermica de la cultura de las cuevas de estas localidades).
En los grupos tardos de la cultura de las cuevas de Catalua con
ms o menos influencia almeriense se ha aclimatado el vaso campa-
niforme, y adems de en aquellas cuevas lo encontramos en la del
Forat del Pany, de Pontons (prov. de Barcelona), junto con cermica
de decoracin cardial,23 o bien en la cueva de Sant Llorenc; de Sitges.
24
Al propio tiempo la cermica con las decoraciones de la cultura de
las cuevas junto con el vaso campaniforme coexiste con la cultura
pirenaica, en la que la influencia almeriense introdujo los tipos de
puntas de flecha. La cultura pirenaica al extenderse recubre en ge-
neral el territorio en que han coincidido las de las cuevas y de Al-
mera, llegando, como hoy sabemos, hasta el norte, incluso de la pro-
vincia de Tarragona en su extremo norte.
25
En Catalua, al quedar
yuxtapuestas estas culturas en el Eneoltico, coexisten elementos de
todas ellas, y ste sera el caso del posible poblado y la necrpolis
de sepulcros de fosa en que abunda el vaso campaniforme del To-
rrente de Sant Oleguer (Sabadell, prov. de Barcelona).
19. BOSCH, 1924, lm. V, 8-10.
20. JORNET, 1928.
21. PALLARS, 1915-20; BOSCH, 1924.
22. BOSCH, 1932. Ver tambin la bibliografa citada en la nota 89.
23,. BOSCH, 1945; GRIV, 1927-31.
24. SERRA-RFOLS, 1921-26.
25. PERICOT, 1950. Para los sepulcros megalticos que, por ahora, representan el
lmite sur de la cultura pirenaica en el norte de la provincia de Tarragona: VILASECA,
1913-14, y BATISTA, 1966.
52 P. BOSCH-GIMPERA
Parecera que hay una infiltracin de gentes. almerienses entre
los indgenas de la cultura de las cuevas que en algunos casos apenas
si la modifica, como es el caso de las cuevas mencionadas de la pro-
vincia de Huesca y de las del sur de Catalua, dejando grupos in-
tactos en las zonas de arrinconamiento de las sierras de la provincia
de Lrida al sur del Montsec (cueva de Foric de Os de Balaguer, de
Joan d'Os de Tartareu, etc.).26 En otros casos la cultura de Almera
se extiende muy pura, como veremos (por ejemplo, en el sepulcro
del Canyaret de Calaceite y en el de Albalate y en otras localidades de
la misma poblacin) ;27 pero el sedimento bsico de la cultura de las
cuevas en esta periferia de la de Almera debi de permanecer muy
fuerte y resurge, despus del Eneoltico, durante la Edad de Bronce
en Catalua y en la parte norte del reino de Valencia (sepulcro de
Cabanes, en la provincia de Castelln; poblados del Vedat de la mon-
taa de Cabrera, en Torrente; de La Atalayuela, en Losa del Arzobispo,
y del Puntal de la Cambra, en Villar del Arzobispo, todos en la pro-
vincia de Valencia.
2B
Tl sedimento de la cultura de las cuevas con
su cermica decorada contina en la Edad del Hierro; en la primera,
junto a la cermica de la cultura de las urnas en Marls y otras
localidades de Catalua,29 y en la capa inferior de Numancia en la
provincia de Soria,30 as como en los poblados ibricos de Aragn
con influencia de la cultura de las urnas, y an en los de la segunda
Edad del Hierro junto a la cermica pintada, lo mismo que en los
de Catalua.
3
!
La evolucin de la cultura de Almera en el sudeste de Espaa
es posible seguirla a travs de diferentes etapas apoyndose en los
conjuntos encontrados por Siret, tanto en los poblados como en las
sepulturas. Para esta ordenacin cronolgica no tenemos ms que
la tipologa, ciertamente; pero sta, a falta de otras precisiones,
creemos que puede y debe utilizarse.
Desde un principio son rasgos caractersticos la habitacin en
poblados en lomas fciles de defender; muy pronto la abundancia
de puntas de flecha de tipos saharienses, como las triangulares con
26. BOSCH, 1932. Adems: COLOMINAS, 1913; SERRA-RFOLS, 1921; BOSCH, 1915-20.
27. BOSCH, 1915-20; Id., 1924.
28. BOSCH, 1924, lm. VI; TARRADELL, 1962, pp. 129 Y sigo y pp. 202 Y sigo
29. BOSCH, 1932, p. 116, fig. 70 Y p. 459, fig 422 (Marls); d., d., p'. 118, fig, 72 (se-
pulcro del Tur de les Mentides de Vic); d. d., p. 457, fig. 420 (cova del Janet de Tivissa)
30. BOSCH, 1932, p. 777, figs. 517-518.
31. BOSCH, 1932, pp. 364-366, figs. 319-322 (Bajo Aragn); p. 377, fig. 339) Les Valletes
de Sena, pro. de Huesca); pp. 383-389, fig. 346 (poblado de El Vilar de OJius, comarca
de Sol son a) i fig. 351 (Emporion: cermica indgena); fig. 354 (poblado de Puig Cas-
tellar, Santa Coloma de Gramcnct).
LA CULTURA DE ALMERIA 53
aletas y espiga ms o menos pronunciadas y las de forma rom-
boidal o de hoja, los brazaletes de pectnculo, la cermica sin deco-
racin, en la que hay tinajas de formas esferoidales u ovoides, cuencos
y otras que persisten an despus de introduirse con influencias
forasteras otros tipos y sepulcros no megalticos en covachas, fosas,
al nivel del suelo, rodendolas de piedras, que a veces toman la forma
de sepulcros circulares (los llamados Rundgraber), o cistas de
forma ms o menos regular, tendiendo a la caja cuadrangular; a
veces son tmulos de piedras encima y otras con l.
Completando la ordenacin cronolgica de las localidades, ya
intentada por Siret en gran parte,32 cuya revisin sobre el terreno
eventualmente con nuevas excavaciones y con la revisin de los diarios
de Siret con ti tui ra una tarea impoitante a realizar por los arque-
logos espaoles, puede establecerse la secuencia que indicamos a
continuacin,33 para lo que nos fundamos en las indicaciones orales
del propio Siret en nuestras ltimas visitas a Herreras y en las aso-
ciaciones de hallazgos en las distintas localidades, que parecen con-
firmar la existencia de grupos cronolgicos sucesivos. La cronologa
absoluta es estimativa, a falta de fechas de radiocarbono, que slo
principian en la de Los Millares (234085 a. J. C.)
La etapa ms antigua, de un neoltico muy puro que representara
la llegada de los almerienses, estara representada por el poblado de
Tres Cabezos (Cuevas) y la localidad de Fuente Lobo, en la provincia
de Almera, as como por la cueva de Lucas (!fre, prov. de Murcia),
por su material simple, con cermica sin decoracin, hachas de piedra
y microlitos trapezoidales. Probablemente pertenecen tambin a esta
etapa algunos de los sepulcros de planta circular con el mobiliario
ms sencillo, y entre ellos algunos que tienen brazaletes de pectnculo
perteneceran a sta, como el del Palaces 2, el de la Loma de Js 1
(Urracal).34
La diferencia de la cultura respecto de la de las cuevas la hace
evidente la falta de cermica decorada y la forma del vaso de Tres
Cabezos, de paredes ligeramente cnicas, el fondo convexo y pezones
a manera d-'asa rudimentaria en los bordes, que entra de lleno dentro
de los tipos almerienses. La fecha de esta etapa puede suponerse
hipotticamente de 4000 a 3500, y la falta de puntas de flecha tan
generales en la cultura de Almera indicara acaso que el estable-
cimiento de los almerienses entre las gentes de la cultura de las
cuevas habra sido pacfico, as como la abundancia de microlitos
32. Siret ensay una clasificacin cronolgica en su obra: SIRET, 1913, aunque
incompleta.
33. Dimos un avance en BOSCH, 1932; id., 1945, Y id., 1966-67.
34. LEISNER, 1943, para cuanto se refiere a los sepulcros amerienses.
54 P. BOSCH-GIMPERA
que se observa en el perodo siguiente representara la fusin de
ambas poblaciones o bien que ya los almerienses - al pasar en Africa
por el territorio del Neoltico de tradicin capsiense, del que sali
all la poblacin de la cultura de las cuevas - habran adoptado los
microlitos.
Una nueva etapa (3500-3000?) en que la cultura es muy parecida
a la simple anterior es la representada por los poblados de El Grcel
y La Gerundia (Antas), as como los hallazgos de la localidad de la
Mina Diana y los sepulcros con material almeriense tpico sin objetos
forasteros. El poblado de El Grcel, en la cima de una pequea loma
- con restos de paredes que la limitaban, pero sin restos de con s-
11' uccines de casas, por lo que se supone que stas eran simples
, de ramaje y barro - debi ser una localidad habitada durante
largo tiempo, comenzando acaso en la etapa anterior y perdurando
hasta la siguiente. Su cermica es sin decoracin, lisa, con formas
varias entre ellas ; Y tinajas ovoides con cuello cilndrico, una de ellas
terminada en punta, habiendo asas rudimentarias hechas de relieves
en la pared del vaso o tubulares perforadas; el material de slex
abunda en microlitos trapezoidales o triangulares, raederas, raspa-
dores y desperdicios de talla, considerados a veces como micro-
buriles, habiendo tambin ncleos de los que se han tallado hojas
de cuchillo muy finas; puntas de flecha de talla bifacial; de piedra
hay hachas y una piedra de mOlino con una depresin en forma
de cazoleta en su parte central; tambin, fragmentos de brazalete de
piedra y concha. Acaso de los ltimos tiempos de la ocupacin del
poblado que entraran en la etapa siguiente seran un dolo de piedra
ms o menos de la forma llamada de violn y escorias de
En el poblado de La Gerundia, en un a poca distancia del Grcel,
el material es semejante, pero hay puntas de flecha triangulares de
aletas y pednculo y romboidales o foliceas, y algunas con la base
algo cncava, aunque no llegan a constituir el verdadero tipo; con
la cermica muy fragmentada sin decoracin aparecen algunos frag-
mentos decorados que son probablemente de vaso campaniforme, que
se desligan del tipo de material de esta etapa y que probablemente
representan una visita del poblado en poca posterior.
Puede pensarse que de la etapa en cuestin son la capa inferior
del poblado del Cerro de las Canteras de Vlez Blanco y su sepulcro,35
de planta circular, revestido de piedras que forman el crculo, con un
brazalete de pectnculo, cuchillos y microlitos de slex y una concha
perforada, probablemente de adorno. De esta etapa - acaso habiendo
comenzado en la anterior - son los sepulcros redondos delimitados
35. MOTOS, 1918.
LA CULTURA DE ALMERIA 55
por crculos formados por piedras, que constituyen una especie de
muro, sin tmulo, con un mobiliario sencillo tpicamente almeriense;
sin objetos forasteros, ni ms objetos de adorno que los brazaletes
de pectnculo, con la cermica de formas simples: vasos con paredes
cilndricas y fondo convexo, y, en el de la Loma de la Atalaya 2 de
Purchena, ligeramente cnico con el fondo convexo y un pezn cerca
del borde, como el vaso del poblado de Tres Cabezos. Otros sepulcros
de esta etapa son los del Llano de las Eras 1 (Palaces, Zurgea), Pa-
laces 2 (Zurgea), Loma del Js 1 (Urracal), Loma de la Atalaya 4
(Purchena), Loma de la Atalaya 11 (Purchena), Loma de la Atalaya 2
(Purchena), Loma de la Atalaya 8 (Purchena), adems del mencionado
de Vlez Blanco.
Una etapa de 3000-2700? comprendera sobre todo el poblado
de Parazuelos (prov. de Murcia, al sur de Mazarrn), con restos de
habitaciones rectangulares, con muros de piedra y barro y mate-
rial muy rico de hachas de piedra, puntas de flecha triangulares
con aletas y pectnculo y romboidales, cuchillos de slex, punzones
de hueso y abundante cobre: punzones, puntas triangulares acaso de
flecha, un pual en forma de hoja sencilla y abundantes escorias.
La sepultura de la Loma del Cimbre (Herreras, prov. de Almera)
tiene tambin un punzn de cobre, con una hacha de piedra y puntas
de flecha de slex triangulares con aletas y pednculo, romboidales o
foliceas. De esta etapa es acaso la cueva de los Tollos (cerca de Ifre,
prov. de Murcia), con inhumaciones, un gran vaso de panza esfrica,
cuello cilndrico y asas, decorado con impresiones de crdium for-
mando tres zonas puntilladas, dos terminadas con series de ngulos,
fragmentos de conchas y cuentas de collar de concha, de la que son
tambin numerosos disquitos, habindose supuesto que son el ajuar
de un fabricante de esos objetos de adorno. A esta etapa pertenece
con numerosos sepulcros, en que, adems del material mencionado,
para la etapa anterior, aparecen como tipos nuevos las cuentas de
collar de piedra verde o callais y en gran nmero dolos de piedra
de tipo egeo, representando toscamente la figura humana, sin de-
talles, pero con indicacin de la cabeza y de los brazos, tal es el caso
de los sepulcros de planta circular de la Loma de la Atalaya 12 (Pur-
chena), Loma de la Almanzora 15 (Cantoria), Loma de la Torre
(sepulcros 3 y 4, Cantoria), Llano del Jautn 3 (Purchena); de los
de planta cuadrada hecha con pequeas piedras, como los de La Per-
nera 1 (Antas) y del Llano de la Rueda 1 (Tabernas) o de la cista de
losas cuadrangulares y de planta ms o menos oval de Puerto Blanco 1
(Vera).
Parece que durante la primera etapa de Tres Cabezos y la si-
guiente de la Gerundia y de El Grcel la cultura de Almera no se
56
P. BOSCH-GIMPERA
extiende todava hacia el oeste por Andaluca, y sus rasgos son los
tpicamente almerienses combinados con la influencia - sobre todo
en los microlitos - de la cultura indgena de las cuevas, dominando
sta muy pura, sin ingerencias forasteras en Andaluca, lo mismo que
en el centro de Espaa y an en Extremadura. Tambin entonces la
cultura megaltica portuguesa es relativamente simple y no parece
haberse extendido todava hacia el este: aparte de sus elementos
propios, no parece haber en Portugal, de tipo distinto de aqulla,
ms que la infiltracin de la cultura de las cuevas parecida a la del
centro de la Pennsula y que se hana extendida hasta Extremadura
(cueva del Boquique en Plasencia, prov. de Cceres).
En la etapa almeriense de 300()'2700? son ya muy sensibles las
relaciones mediterrneas, y con ellas se recibe el tipo de las cuevas
artificiales desde Sicilia, abundando los dolos egeos y comenzando
a generalizarse el uso del cobre.
36
La llegada de las relaciones mediterrneas se debi acaso a una
exploracin del Occidente en que se lleg a Almera, descubrindose
los yacimientos nativos de cobre que se comenzaran a explotar por los
almerienses, quienes propagaran su uso pronto por Andaluca y en-
traran en contacto con la cultura megaltica portuguesa, en cuyo
territorio habran de encontrarse tambin yacimientos de dicho metal.
As, de esta propagacin hablan los objetos de cobre mencionados
de los sepulcros del Acebuchal de los Aleores de Carmona, el pua-
lito de Ciempozuelos (prov. de Madrid) de la cultura del Vaso cam-
paniforme I (sin influencia almeriense). El contacto almeriense con
la cultura megaltica portuguesa lo indica el dolo de los sepulcros
de corredor de galeras cubiertas ms antiguos de El Pozuelo (pro-
vincia de Huelva), en que con material de tipo portugus, todava
sencillo, aparecen los dolos egeos.
Dejando para ms adelante la extensin de la cultura de Almera
por el Levante, Catalua y Aragn, hay que tratar ahora de su exten-
S'in por la zona andaluza inmediata a Almera y de sus relaciones
con el resto del sur de Espaa y con la cultura portuguesa.
En el centro de Espaa y en Andaluca se transforma entonces
la cuftura de las cuevas en la del Vaso campaniforme. Se colonizan,
con un desarrollo agrcola probablemente intensivo, los grandes valles
y mesetas ponindose en cultivo, lo que marca una diferencia ecolgica
con las etapas anteriores en que se viva principalmente en las cuevas
de las grandes cordilleras, aunque este tipo de poblamiento subsiste
en algunos lugares.
Le decoracin incisa de la cermica de la cultura de las cuevas
36. BOSCH, 1967.
LA CULTURA DE ALMERfA 57
se sistematiza en zonas horizontales y se perfecciona su tcnica en
el vaso campaniforme de gran riqueza de motivos, sobre todo en el
valle del Guadalquivir, en donde la principal localidad es la necr-
polis del Acebuchal de Carmona, en que, adems de las tres formas
clsicas - del vaso campaniforme,37 la cazuela y el cuenco -, aparece
la copa de pie alto. En la meseta castellana, la localdad tpica es la
necrpolis de fosas de Ciempozuelos. Pronto, al principio del flore-
cimiento del vaso campaniforme (tipo 1 3000-2700?), llega a Por-
tugal, donde hay un fragmento de l en la galera cubierta del Monte
Abraho (Belas), no sabemos por qu camino llegado, pero acaso
desde Andaluca, en donde ya entonces la provincia de Huelva est
incorporada a la cultura portuguesa, aunque en los sepulcros mega-
lticos del Pozuelo de ella no hay vaso campaniforme; pero s dolos
de tipo egeo que parecen llegados a travs de una. relacin con la
cultura de Almera. De ella es un indicio el dolo semejante al de El
Garcel de Almena -1 que pertenece probablemente a los ltimos
tiempos del poblado - de los sepulcros de El Acebuchal -los llama-
dos silos cubiertos por un tmulo y probablemente cuevas artifi-
ciales como las que entonces se propagan con la relacin mediterrnea
por el territorio de la cultura de Almera, como veremos -. En esta
relacin con Almera llega a Portugal tambin otro fenmeno debido
a las relaciones mediterrneas: la cermica cubierta de rojo (<<a la
almagra) con algunos motivos sencillos pintados, que acusara
relaciones con la cultura de Diana de Sicilia y las islas Lpari.
La cermica pintada se halla representada en fragmentos con
motivos angulares, alIado de los incisos o en relieve de la cultura de
las cuevas, sin material almeriense, de la cueva natural de la Mag-
dalena, en el Montg (Jvea, prov. de Alicante),38 as como puede
considerarse como pintado el vaso cubierto con almagra del sepulcro
artificial de la Loma de los Peregrinos de Alguazas (prov. de Murcia).
Muy pronto llega a las cuevas de la costa de Marruecos (cueva de
Gar Cahal cerca de Ceuta, en una estratigrafa bajo la capa con vaso
campaniforme.
39
La cermica pintada se aclimatar luego en la cultura
de Almera en la etapa de Los Millares.
Aunque en la misma provincia de Almera no hay todava cuevas
artificiales sepulcrales, lo cierto es que cada vez se van conociendo
ms en los territorios influidos por ella en el sudeste de Espaa y
en Andaluca, y que puede interpretarse como tal la sepultura del
Castellet del Parquet de la Olleria (prov. de Valencia), descubierta
en el siglo pasado, interpretada errneamente como un sepulcro me-
37. BOSCH, 1966-67.
381. BOSCH, 1966-67; San VALERO, 1950, p. 52, fig. 16.
39. TARRADElL, 954; d., 1955.
58 P. BOSCH-GIMPERA
galtico y con hallazgos desconocidos. Gratiniano Nieto, M.a Rosario
Lucas, Pellicer y luego Gimnez Reyna
40
han dado a conocer tales
cuevas artificiales de distintas provincias y que, a su vez, comenzaron
a elaborarse, tuvieron un gran desarrollo y llegaron muy lejos, hasta
Portugal.
El sepulcro en cuevas artificiales, que es corriente en el pre-
heldico de Grecia y el Egeo, se propaga por Malta desde muy pronto
y por Sicilia y las Islas Eolias, a veces consistente en un pozo excavado
en el suelo, al fin del cual hay una cavidad y a veces varias, de planta
ms o menos circular u ovalada, debiendo alcanzar en las etapas
avanzadas del Eneoltico un aspecto monumental, constituyendo ver-
daderas necrpolis como la del Hal Saflieni de Malta o llegando a
Cerdea, necrpolis de Anghelu Ruju (Cerdea) y las Baleares. En
Baleares haba de aclimatarse tambin el tipo de la cueva sepulcral
artificial, aunque no sabemos cundo principia; pero es posible que
la Prehistoria balear nos reserve todava muchas sorpresas y que a lo
largo de tales islas se verificase la relacin con Almera.
El tipo aparece en el territorio de la cultura de Almera con el
de la Loma de los Peregrinos de Alguazas (prov. de Murcia), con
mobiliario tpicamente almeriense, especialmente numerosas puntas
de flecha friangulares con espiga y con o sin aletas, romboidales y de
forma de hoja, cermica sin decoracin, cuentas de collar de hueso,
dentliums y diversas clases de piedra, cuchillos, hachas de piedra
y punzones de cobre, esptulas de hueso; una alabarda de slex podra
indicar la contrainfluencia portuguesa de los dolos de tipo egeo que
en la Loma de los Peregrinos no aparecen. Este sepulcro puede pro-
bablemente fecharse en un momento temprano de las relaciones me-
diterrneas, como acaso el de Vejer de la Frontera (prov. de Cdiz),
de forma de pozo con una cueva lateral al fondo, aunque se conocen de
l al parecer pocos hallazgos (2 esqueletos y cuentas de collar) y el
de Jimena de la Frontera (prov. de Cdiz), tambin en forma de pozo.
Probablemente hay que considerar tambin como sepulcros parecidos
los llamados silos del Acebuchal de Carmona, cubiertos por un
tmulo, y sin duda sepulcros, que repres(!ntaran la propagacin del
tipo por H territorio de la cultura del vaso campaniforme clsico
de Andaluca y que tienen otro indicio de las relaciones mediterrneas
a travs de Almera: un dolo de tipo egeo. En Andaluca se citan
en una antigua publicacin
41
otros sepulcros en cuevas artificiales en
Cabra del Santo Cristo (Jan) y en Cabra (prov. de Crdoba). Este
tipo sepulcral qued aclimatado en Andaluca hasta muy tarde en el
40. NIETO, 1959 a; LUCAS PELLICER, 1968; PELLICER, 1947; GIMNEZ RIlYNA, 1946.
41. NIETO, 1959 a, p. 217.
LA CULTURA DE ALMERtA
59
Eneoltico, como veremos; pero pronto debi pasar a Portugal, en
donde abunda en el Algarve y en la regin de Lisboa, en donde los
ms antiguos son las cuevas artificiales de Palmella con vaso campa-
niforme (1 b?), y en la Extremadura portuguesa, aunque no todos son
del mismo momento y algunos ms tardos dentro del eneoltico;
pero estos sepulcros portugueses representan una combinacin del tipo
de cueva artificial con el del sepulcro megaltico, ya que los del tipo de
Palmella reproducen en su aspecto el sepulcro de corredor o de cpula
y otros son verdaderos sepulcros megalticos construidos sobre una
excavacin del terreno para formar su base.
Probablemente de 2700 a 2500 a. de J. C. en Almera se desarrolla
una etapa de transicin a la rica cultura de Los Millares, aunque al
parecer ms pobre, pero conocida por el poblado de Campos cerca
de Cuevas de Vera (prov. de Almera),42 formado por varios grupos de
habitaciones dispersas dentro de doble recinto amurallado, con ca-
baas cuyos techos de ramaje son indicados por el hallazgo de barro
endurecido con impresiones de aqul; adems de las hachas de piedra,
cuchillos sierras y puntas de flech de slex triangulares con aletas y
pednculo, romboidales y foliceas, punzones de hueso y cermica
lisa de formas cilndricas, de cuenco o bicnicas u ovoides, a veces
con decoracin de lneas en ziczac incisas, hay abundante metal con
punzones y hachas planas de cobre.
Esta etapa sera paralela de la del gran desarrollo de la cultura
portuguesa en que ya estn aclimatadas las sepulturas en cuevas arti-
ficiales del tipo de Palmella, con gran abundancia de vaso campa-
niforme. ste pudo recibirse tanto a travs de Andaluca como del
centro de Espaa, hallndose en el Alemtejo (sepulcros de las casas
de la Casa de Braganza en Estremoz), habindose extendido la cultura
megaltica portuguesa por la Extremadura espaola, de lo que hay
una prueba en el sepulcro de corredor con vaso campaniforme 1 b del
Guadalperal (Peraleda de la Mata, cerca de Navalmoral de la Mata,
prov. de en el camino natural, Tajo arriba, hacia la pro-
vincia de Madrid, en donde contina el vaso campaniforme (I b), lo
mismo que en la capa inferior de la cueva del Soman (prov. de
Soria) .44 El vaso campaniforme se ha extendido ya por todo el terri-
torio de la cultura de las cuevas, llegando a Catalua y Valencia; pero
no ha penetrado todava, por lo que sabemos, en Almera, en donde no
aparece hasta la etapa siguiente de Los Millares.
Despus de la etapa de Campos tiene lugar el gran florecimiento
42. BOSCH, 1952, p. 147, fig. 99.
43. LmSNER, 1960.
44. CASTILW, 1928, Ims. XXX-XXXIII; d., 1947, p. 621, fig. 505 Y p. 623, fig. 506;
d., 1953, Ims. 1-11.
60 P. BOSCH-GIMPERA
de la cultura de Almera, del que son representativos los poblados de
Los Millares (Santa Fe de Mondjar, cerca de Gdor - una ,ver-
dadera ciudad amurallada con su necrpolis de sepulcros megalticos
y una conduccin de aguas desde un manantial lejos de la ciudad
hasta dentro de ella -, que dur largo tiempo, lo mismo que el po-
blado de mineros de Almizaraque (Herreras), que explotaba las minas
prximas de cobre con filones de plata.
45
La cultura de Los Millares tiene una gran complejidad y, con la
persistencia de las tradiciones almerienses (puntas de flecha de los
caractersticos tipos triangulares con aletas y pednculo o espiga,
romboidales y trapezoidales, cermica sin decoracin de superficie
alisada, aunque con formas evolucionadas, a veces con decoraciones
incisas: soles, ojos apotropeicos) o pintadas aparece una multitud de
fenmenos nuevos de origen forastero que no desvirtan, sin embargo,
la personalidad de la cultura indgena, pero atestiguan una intensa
relacin en distintas direcciones.
La cultura megaltica portuguesa ha avanzado entonces ampliando
considerablemente su territorio, habiendo ocupado, adems de HUelva
y ExtreTIadura, la provincia de Salamanca ;46 pero a la vez se extiende
por Andaluca en el valle del Guadalquivir, en donde se mezcla con
la cultura del vaso campaniforme y en donde se aclimatan los se-
pulcros megalticos. Desde el sur de Extremadura avanza por el
valle de los Pedroches hacia la provincia de Crdoba (sepulcro de
Alcolea con puntos de flecha de base cncava, sepulcros de corredor
con las mismas flechas de El Minguillo (Villanueva de Crdoba),47
dolo-placa de Espie1,48 as como su repercusin llega a los sepulcros
en cuevas artificiales, como en el del Cerro del Real (Iznalloz, pro-
vincia de Granada),49 en el que hay puntas de flecha de base cncava
o a la regin de la costa de la provincia de Mlaga (hallazgos de la
cueva del Tesoro en Torremolinos),50 con puntas de tipo portugus.
La combinacin con elementos almerienses se observa en la pro-
vincia de Granada, donde hay una extensin de los sepulcros mega-
lticos almerienses con mobiliarios con elementos de ambas culturas.
51
La influencia portuguesa debe ir unida a una penetracin de
gentes procedentes de Portugal, no slo desde Extremadura hacia
45. Sobre la cultura de Los Millares: BOSCH, 1932; d., 1966-67; LEISNl!R, 1943; Al-
MAGRo-ARRIBAs, 1965; BOSCH-LuxN, 1935.
46. BOSCH, 1966-67 y MALUQUER, 1960 a y 1960 b.
47. BOSCH, 1929, nm. 5522, p. 76 (sepulcro de Alcolea); LEISNER, 1945, lms. 53-54
(sepulcros de Villanueva de Crdoba).
48. BOSCH, 1929, nm. 5523, y lm. VIII, y BOSCH, 1932, p. 81.
49. PELlICER, 1947.
50. NAVARRO, 1884, y BOSCH, 1932, p. 95, nota I.
51. LEISlffiR, 1943; BOSCH, 1966-67.
LA CULTURA DE ALMER1A 61
Crdoba y seguir hasta las extensiones almerienses, sino probable-
mente tambin en el valle del Guadalquivir, en la provincia de Sevilla,
en donde tiene lugar una mezcla con la poblacin de la cultura del
vaso campaniforme. sta contina intacta en el Acebuchal de Car-
mona, pero -en la regin abundan los sepulcros megalticos de tipo
portugus (galeras, cubiertas, sepulcros de corredor y de cpula).
Por los dos caminos llegara la influencia portuguesa a Almera, y
all se aclimatan los sepulcros megalticos. Posiblemente el vaso cam-
paniforme se introdujo en la cultura de Los Millares desde el valle
del Guadalquivir, en donde los sepulcros de cpula de la Cueva del
Vaquero, de la Caada del Carrascal y de la Caada Honda de Gandul
(prov. de Sevilla) tienen el tipo n a, que es el primero que aparece
en la cultura de Los Millares, encontrndose en el sepulcro de la
Caada Honda tambin el nI a, que se propaga igualmente a la cultura
de Los Millares.
52
En sta, los tipos de los sepulcros de corredor y los tholoi con
falsa cpula no slo aparecen en la necrpolis anexa a la ciudad de
Los Millares, sino en Almizaraque yen multitud de lugares netamente
almerienses; producindose una cultura mixta de tipo predominan-
temente almeriense, pero con la adopcin de multitud de rasgos por-
tugueses como los dolos-placas, los hechos de falanges (lisos, incisos
o pintados y con decoraciones de ojos apotropeicos), as como otros
objetos rituales, los objetos en forma de cayado (<<crosses) o de
suela de zapato, as como abundan las alabardas y los puales de slex
o las puntas de flecha de base cncava que se encuentran en la misma
sepultura junto con las de tipos almerienses.
La cultura de Los Millares tuvo una larga duracin y se habla
de un perodo antiguo y otros ms recientes, fechndose el primero
antes de 2500. Nosotros haramos empezar la verdadera cultura de
Los Millares hacia 2500. Por una parte, la nica fecha de radiocarbono
de Los Millares es de 234085 a. de J. C., obtenida en un tronco de
madera de la muralla que acaso no fue construida de una sola vez
o que lo sera despus del principio de la ciudad, cuyo ncleo inicial
debi ser ms pequeo que el conservado, lo que indicara el hecho
de encontrarse dentro del recinto de la ciudad prxima a la muralla
el sepulcro de cpula nm. 17. Por otra, al no encontrarse en la
cultura de Los Millares el tipo 1 del Vaso campaniforme, siendo el pri-
mero que all aparece el n, creamos que el 2500 es una fecha estimativa
probable para el principio de la ciudad. La larga duracin de la cultura
de Los Millares la confirmaran adems los distintos conjuntos de los
mobiliarios sepulcrales en que adems del vaso campaniforme n
52_ LEISNER, 1943; BOSCH, 1966-67.
62
P. BOSCH-GlMPERA
aparece el 11I, a veces en el mismo sepulcro que fue utilizado largo
tiempo, como indican los numerosos esqueletos aparecidos en muchos
de ellos, los cuales seran tumbas familiares utilizadas durante varias
generaciones. Por otra parte, en el poblado de Almizaraque (provincia
de Almera) hay una fecha de radiocarbono de 2200 120 a. de J. C.,
y en el de La Ereta del Pedregal (Navarrs, prov. de Valencia), otra,
de 1880250 a. de J. C., las cuales corresponderan a etapas avanzadas
y finales de la cultura.
53
.
En la etapa de Los Millares, junto con los sepulcros megalticos
continan los sepulcros de planta circular (<<Rundgriiber) :54 Llano
de la Lmpara 1 (Purchena), Llano del Jautn 3, 4 y 5 (Purchena),
Las Churulet'as 1 y 3 (Purchena), Llano de la Atalaya 3 (Purchena),
hecho con orthostatos y de grandes dimensiones (5,50 m. de dimetro).
Tambin otros sepulcros de planta circular adoptan el corredor de
entrada como los de los sepulcros megalticos, aunque son de dimen-
siones ms pequeas que aqullos: Barranco de Jocalla 4 (Purchena),
Llano de la Media Legua (Fines), Llano del Jautn 6 (Purchena), Loma
de la Atalaya 3 (Purchena), Llano de la Atalaya 6 (Purchena). En
un caso - el sepulcro del Llano del Jautn (Purchena) - es casi un
sepulcro megaltico de falsa cpula, teniendo 6,80 X 5,60 de dimetro,
con un pilar en el centro, pero sin corredor, con restos de 300 esque-
letos y un mobiliario del tipo de Los Millares rico (puales de silex,
puntas de flecha triangulares con aletas, romboidales o de base cn-
cava, agujas segmentadas de hueso, un peine de hueso, un punzn
de cobre y cermica de formas evolucionadas como las de Los Millares
y un fragmento de vaso campaniforme n.
En la necrpolis de Los Millares los sepulcros, como se ha dicho,
son los megalticos de corredor y sobre todo los tholoi con falsa
cpula; pero hay tambin una tumba semiartificial en un abrigo
natural de roca, completada por una construccin de piedras que
le dan un aspecto de sepulcro de corredor con hallazgos del tipo de
Los Millares, sin vaso campaniforme.
55
El vaso campaniforme aparece
en sepulcros de Los Millares
56
: el tipo II a, en los sepulcros 6 (VI),
17 (1), 74? (XIII); el II b, en los 3,6 (VI), 18, 21? (XVI), 22, 37 (v);
el III a, en el 3,9 (XII) Y en el XIII. En las casas del poblado hay vaso
campaniforme 1I a (casa 1) y 11I. En otras localidades aparece el
tipo II a en el sepulcro 5 del Llano del Jautn (Purchena), en el 3
del Llano de la Atalaya (Purchena), en el 3 de Loma de la Atalaya
53. FLETCHER, 1951; d., 1966; TARRADELL, 1962; SCHUBART, 1965.
54. LmsNER, 1943.
SS. LmS/I;oR, 1943, lm. 23, sepulcro 10.
56. LmsNER, 1943. Los nmeros arbigos son los de la numeracin de los sepul-
cros segn Leisner-Siret; los romanos corresponden a la numeracin de Almagro-
Arribas, 1963. Tambin BOSCH, 1966-67 para los tipos del vaso campaniforme.
LA CULTURA DE ALMERJA 63
(Purchena) y en el 2 de Huchar (Alhama de Almera), todas estas
localidades de la provincia de Almera, as como, en la de Granada,
en el sepulcro 5 de Los Llanillos (Fonelas); el tipo II b, en el 6 del
Llano de la Atalaya (Purchena, prov. de Almera) y en un sepulcro
de corredor de Los Eriales (Laborcillas, prov. de Granada); el
tipo II! a, en la provincia de Almera, en los sepulcros 6 del Llano
de la Atalaya (Purchena) y 2 del Cabezo de Aguilar (Mojcar), en la
cueva de la Hacha (Vera), y, como hallazgo suelto, en Tabernas, as
como en la provincia de Granada, en el sepulcro del Llano de la
Teja (Fonelas) y en la de Murcia, en la cueva de los Banquizares
de Lbor (Totana).
Como se ve, el tipo 1 no existe en las localidades de la cultura
de Almera. En cambio, en algunas hay varios tipos en la misma
sepultura, utilizada repetidas veces, sin duda: tal es el caso de la
nm. 6 del Llano de la Atalaya (Purchena), en que hay los tipos n a,
n b y nI a. Estos hechos creemos que tienen importancia para la
cronologa relativa de los distintos tipos del vaso campaniforme, como
las asociaciones semejantes de las localidades de otras culturas penin-
sulares y que se compaginan con la estratigrafa de la cueva del
Soman (prov. de Soria), en que el tipo n a se halla en la capa super-
puesta a la que tiene el tipo 1 a y en la que no habiendo tipo n b ni
tipo nI, en la superior hay hallazgos de la Edad del Bronce de la
poca de El Argar, lo que implica que los tipos 1 y n del vaso cam-
paniforme son eneol ticos, como lo confirman las asociaciones con
ellos de los sepulcros almerienses y portugueses, as como lo es todava
el tipo nI que se halla al final del Eneoltico.
Con las relaciones de la cultura de Almera con la portuguesa
se ha producido un intercambio de rasgos que se combinan con su-
pervivencias de las etapas anteriores. As, los sepulcros en cuevas
artificiales parecen continuar hasta los tiempos de Los Millares. En
las del Cerro del Real (Iznalloz, prov. de Granada) hay puntas de
flecha de base cncava de tipo portugus con dolos de tipo egeo y
cermica- lisa de carcter almeriense.
57
En las del Cortijo de Alcaide
de (prov. de Mlaga)58 tambin hay puntas de -base cncava,
cermica lisa almeriense y puales de cobre, como los de los momentos
ms avanzados de la cultura de Los Millares. Del final de sta pare-
ceran ser las de Los Marroques Altos (en la ciudad de Jan), en
que con la cermica lisa almeriense y algunos objetos de slex (cu-
chillos, sierras) y cuentas de collar hay hachas de cobre.
59
Parecen
las dos ltimas localidades corresponder a la poca de los ltimos
57. PELUCER, 1%7.
58. GlMNEZ REYNA, 1946; LEISNER, 1954, lms. 132-133.
59. LUCAS PElLICER, 1968.
P. BOSCHGIMPERA
sepulcros de Los Millares, en que la cultura tiende a simplificarse
preludiando la de la transicin a la Edad del Bronce (poca prear-
grica), lo que tambin se observa en los sepulcros megalticos con
material almeriense de la provincia de Granada, en que la cultura
preargrica se halla todava en sepulcros de formas megalticas. La
misma simplificacin, a la vez que la gran abundancia de objetos
de metal, se halla en los sepulcros de cpula de Alcalar (Mexilhoeira
Grande, en el Algarve portugus) - sin vaso campaniforme, como
en las aludidas cuevas artificiales andaluzas - que representan el
final de la cultura megaltica del sur de Portugal, lo mismo que los
grandes sepulcros de cpula construidos con piedras pequeas de An-
daluca (Cueva de Matarrubilla en la provincia de Sevilla, cueva del
Romeral en Antequera, por ejemplo) representaran el fin de la de
Andaluca en los linderos de la Edad del Bronce y de la cultura
preargrica que llega al sur de Portugal sustituyendo la cultura me-
galtica y representando probablemente una verdadera colonizacin
almeriense.
Hay que notar que en los sepulcros en cuevas artificiales del Cerro
del Real de Iznalloz, del Cortijo de Alcaide de Antequera y de los
Marroques Altos de Jan, la cueva artificial no tiene la forma del
sepulcro de pozo, sino que ha adoptado el portugus, que imita el
tholos con falsa cpula.
Por otra parte, en el Cortijo de Alcaide, como tambin en los
Marroques Altos, el paso del corredor a la cmara tiene lugar me-
diante puertas muy bien talladas que recuerdan las de las cuevas
artificiales de Malta (necrpolis de Hal Saflieni) y de Cerdea (An-
ghelu Ruju), lo que acaso es una influencia de la relacin almeriense
con las islas del Mediterrneo occidental.
En la relacin con Portugal, en la poca de Los Millares, Almera
parece haber sido la receptora principal de elementos culturales. Sin
embargo, Portugal adopt algunos objetos almerienses como los vasos
con decoraciones de soles y otras parecidas a las de Los Millares.
A Almera, adems de las puntas de flecha de base cncava, llegaron
los dolos-placas, los dolos-cilindros, las falanges, las agujas con ca-
beza cilndrica estriada (los llamados alfinetes, en Portugal),60 etc. El
cobre se debi propagar desde Almera y pronto se aclimat en Portugal
con los tipos ms primitivos: puntas de flecha redondeadas con espiga
- que seran correspondientes al pequeo pual triangular de Ciempo-
zuelos -, que deben pertenecer al tiempo de los primeros sepulcros
de Palmella, en los cuales en aquellas cuevas artificiales aparece un
objeto de piedra redondeado con un acanalado central que debi de
60. NIETO, 1969 b.
LA CULTURA DE ALMERJA 65
servir de martillo para golpear el metal, en realidad equivalente a
los martillos de minas. Probablemente entonces empieza la explotacin
de los yacimientos de cobre del Alemtejo y del Algarve, aunque falten
rastros materiales de ella, lo mismo que en las minas de Almera,
por haber sido borrados por explotaciones posteriores.
61
A travs de
todas las etapas eneolticas avanzadas de Portugal, como a travs
de la cultura paralela de Los Millares, se perfeccionan los objetos de
cobre y aparecen los puales largos con espiga o lengeta para unirla
al mango, las puntas de flecha o de dardo en forma de hoja con una
espiga larga, y las alabardas - hechas en un principio, como los
puales, de slex - tipos que tienen su mximo desarrollo en la
etapa final del eneoltico portugus representado por la etapa de
Alcalar, la cual debe corresponder a los ltimos sepulcros de Los
Millares y al tiempo de los sepulcros artificiales del Cortijo de Al-
caide.
Un rasgo comn a Almera, Andaluca, Portugal y hasta a la cul-
tura del vaso campaniforme del Centro de Espaa es la decoracin
en la cermica de ciervos esquemticos como los de las pinturas
rupestres que se hallan en la del Vaso campaniforme II b de Palmella
en Portugal, de otro del Museo de Crdoba en Andaluca y en uno de
Las Carolinas en Madrid, y que en Los Millares aparece en un vaso
de tipo almeriense con decoraciones de soles u ojos apotropeicos.
Estos ltimos y adems representaciones de dolos - que tambin
aparecen en las pinturas esquemticas andaluzas - se hallan en vasos
de tipo almeriense de la capa superficial del poblado del Cerro de
las Canteras de Velez Blanc0
62
- que probablemente es de la poca
de Los Millares -, en la que hay abundancia de objetos de cobre
(punzones, brazaletes, puales triangulares) y tortas de barro como
las de Almizaraque, que Siret interpret como piezas de un horno
o reverbero para la fundicin del cobre.
Almera entonces debi tener una intensa relacin con las islas
del Mediterrneo Occidental, en donde Malta es el puesto avanzado
de la relacin egeo-anatlica.
63
A esta relacin se debe el nuevo tipo de
dolo de forma humana de Los Millares que tiene analogas con los
de Anghelu-Ruju en Cerdea, y sin duda un perfeccionamiento de
la tcnica arquitectnica, que se manifiesta en las murallas con torres
de Los Millares - que llegan a Portugal- y en la adopcin de
los orthostatos labrados y la generalizacin de la falsa cpula en lbs
tholo, sostenida a veces por una pilastra o columna.
No creemos que estos influjos representan, como creen Almagro,
61. All.EN, 1965; BOSCH-LuxN, 1935.
62. MOTOS, 1918.
63. BOSCH, 1967.
5
66 P. BOSCH-GIMPERA
Arribas, Pigott, Sangmeister y otros, una colonizacin a la que,
segn ellos, haba que atribuir los tholoi, con falsa cpula, y las
ciudades o grandes poblados rodeados de murallas con salientes en
forma de torre como Los Millares y en Portugal Pedra do Ouro, Zam-
bujal y Vilanova de San Pedro.
64
Que en la cultura del Eneoltico
peninsular exista la influencia de las relaciones forasteras, medite-
rrneas, lo hemos reconocido y de ello hemos tratado en otros lugares.
65
Pero ni los sepulcros megalticos son un tipo introducido por gentes
forasteras - y probablemente tampoco la idea de la falsa cpula-
ni lo que hay en la pennsula de influencia mediterrnea autoriza para
hablar de colonizacin propiamente dicha y se explica por simples
relaciones comerciales todo lo intensas que se quiera, pero que no
revelan el establecimiento en el pas de colonizadores que en l
se establecen.
Los sepulcros megalticos, desde un neoltico muy puro y muy
antiguo en Portugal, en el que hay abundantes supervivencias del
mesoltico - propiamente todo el utillaje a excepcin de las hachas-
evolucionan hasta los tipos de sepulcros de corredor, con la cmara
circular, el tholos que en Portugal recibe tardamente - ya en el
tercer milenario - la falsa cpula. El origen de sta ofrece un pro-
blema todava difcil de resolver. Si las falsas cpulas monumentales
y de tcnica constructiva muy perfecta, lo mismo que los orthostatos
labrados que acaban por sustituir los bloques de piedra sin debastar
pueden ser resultado de influencias forasteras, la misma idea de cubrir
un espacio circular con piedras que sobresalen hasta formar la falsa
cpula puede producirse en cualquier lugar en que se construyan caba-
as de piedra: nosotros hemos visto cabaas con falsa cpula hechas
por pastores del Pirineo cataln, y por otra parte hoy se conoce en
la Bretaa francesa el sepulcro de tle Cairn, en Ploudalmzeau, que
es propiamente un sepulcro de falsa cpula hecho, no con grandes
piedras como las cmaras megalticas, sino con piedras pequeas, per-
tenecientes a una fase muy antigua de la evolucin megaltica fran-
cesa, por su fecha de radiocarbono (3200 a. de J. C.) contempor-
nea con los sepulcros de corredor de Portugal. Una relacin megaltica
con el Mediterrneo o con Oriente que haya podido introducir los
sepulcros megalticos en la Pennsula, no la vemos en ninguna parte
en las culturas mediterrneas, ya que las que se suelen llamar cul-
turas megalticas, como las de los palacios de Malta, de los nuraghes
de Cerdea o de los talaiots de las Baleares tienen de megaltico
slo el utilizar grandes piedras; y Evans mismo rechaza que Malta
64. SANGMEISTER-SCHUBART, 1965; PA<;:O-COSTA, Arthur, 1952 a; d. d., 1952 b; JALHAY-
PA9), 1945; PA<;:O, 1958.
65. BOSCH, 1967; BOSCH, 1 9 6 ~ 7 .
LA CULTURA DE ALMERtA 67
sea el centro originario del megalitismo en el Occidente de Europa.
66
Otra cosa es que la relacin haya podido influir en la tcnica cons-
tructiva. Adems, la cultura representada por los mobiliarios sepul-:-
crales peninsulares es muy distinta - a pesar de los tipos forasteros-
que la de Malta, Sicilia o el Egeo. Cuando hay verdaderas colonias
y localidades indgenas contemporneas, como sucede en la poca ib-
rica; no diramos entonces que los poblados ibricos sean colonias,
a pesar de hallarse en ellos importaciones fenicias o vasos priegos, y a
pesar de que el enorme impacto de las relaciones con los coloniza-
dores haya llegado a transformar profundamente la cultura primi-
tiva de los pueblos del este y sur de Espaa hasta la creacin de una
cultura nueva que nadie puede confundir con la fenicia o griega.
La tan repetida reproduccin de los muros con torres de Chalandriani
en el Egeo, al lado de los de Los Millares, y la mencin luego de los
de Vilanova de San Pedro, no creemos que baste para hablar de co-
lonizacin. Alcanzada la vida sedentaria normal y comenzada una
vida de tipo urbano, 10 que es explicable dentro del gran florecimiento
de la cultura eneoltica tanto en Espaa como en Portugal, las fortifi-
caciones primitivas para defensa de los poblados se convierten natu-
ralmente en murallas, y ellos en fortalezas; pero en todas partes,
y tanto en Los Millares como en Pedra do Ouro, Zambujal y Vilanova
de San Pedro, los hallazgos revelan una cultura indgena que no
deja de serlo a pesar de las transformaciones singulares de sus rasgos,
nunca una cultura masiva como la de los lugares de origen de las
relaciones e influencias.
Lo mismo se deduce de las relaciones de la cultura megaltica
portuguesa con la de Los Millares. Si en Extremadura y hasta cierto
punto en el valle inferior del Guadalquivir puede pensarse en una
colonizacin megaltica portuguesa, en el dominio propio de la
cultura de Los Millares no es ste el caso, pues la cultura sigue siendo
almeriense, a pesar de las influencias y posibles importaciones.
En la cultura de Los Millares no es posible considerar los sepulcros me-
galticos - de los que no hay ninguno de etapas anteriores - como
resultado de la evolucin de los Rundgraber o sepulcros redondos
anteriores, como un tiempo sostuvieron los esposos Leisner.
Se trata en ellos, aunque algunos alcancen dimensiones mayores
que las propias de sepulcros individuales y que contengan varios
esqueletos, de sepulcros que parten de una idea distinta de la que
produjo los sepulcros megalticos: son propiamente fosas revestidas
de una proteccin de piedras, generalmente de pequeas dimensiones,
incluso cuando tienen la forma de cmara o de cistas, como en frica
66. EVANS, 1960-61, pp. 135.
68 P. BOSCH-GIMPERA
el kleinafrikanische Grabbau, de Frobenius.
67
Ello no se desvirta
en los casos en que el sepulcro redondo es muy grande (6,80 X 5,60 m.)
con 300 esqueletos y llega a tener falsa cpula a veces sos tenida por
una pilastra como en el sepulcro 5 del Llano del Jautn (Purchena);
se trata entonces, sin duda, de una influencia de los tipos megalticos
forasteros que se han adoptado en Almera y cuya influencia reper-
cute en los tipos indgenas.
*
La propagacin de la cultura de Almera hacia el norte ofrece
problemas que han sido planteados modernamente, sobre todo por
Maluquer y Tarradell y luego por Ana Mara Muoz y Guilaine.
68
Nuestra antigua visin de la cultura de Almera supona que se exten-
da a expensas de la cultura de las cuevas hasta Catalua, as como
penetraba por la provincia de Teruel, y a travs del Bajo Aragn
llegaba a las dependencias del valle del Ebro. Creeramos que esta
visin es siempre vlida, a pesar de los problemas que plantean las
investigaciones ms modernas.
Despus de la intensiva exploracin de muchas comarcas valen-
cianas por el Servicio de Investigacin prehistrica de la Diputacin
de Valencia (Ballester, Pericot, Fletcher y otros) y del trabajo de
conjunto de Tarrade1l
69
parece tenerse un conocimiento bastante com-
pleto del neoeneoltico valenciano.
Todo el sudeste de Espaa con las provincias de Murcia y de
Alicante parece incorporado, probablemente muy pronto a la cultura
de Almera. En el eneoltico avanzado lo muestra el material alme-
riense tpico de puntas de flecha y cermica sin decoracin de la
provinca de Murcia (La Bastida y Los Blanquizares de Lbor de
Totana) ;70 de la de Alicante, la cueva de Las Lechuzas de Villena;71
de la de Valencia, el sepulcro del Cam Real d'Alacant de Albaida,72
la covacha de la Ribera de Cullera,71 la cueva de la Ladera del Castillo
de Chiva,74 la cueva de Rocafort.
75
67. FROBENIUS, 1926; BOSCH, 1932; reproduccin de los tipos africanos de Frobenius
en las pgs. 54 y 56, figs. 35, 36 Y 37. Ntese en la fig. 35 (abajo) un sepulcro que
constituye un paralelo de las cistas no megalticas catalanas, sin tmulo y con losas
derechas a su alrededor, sealndolo, como el algunos sepulcros de fosa catalanes.
68. MALUQUER, 1949 a; d., 1949 b; TARRADELL, 1960; d., 1962 a; d, 1962 b; Muoz,
1965; GUILAINE-Muoz, 1%4.
69. TARRADELL, 1962 a.
70. CUADRADO, 1930.
71. TARRADELL, 1962 a, p. 193.
72. BALLESTER, 1929.
73. TARRADELL, 1962 a, p. 19(i.
74. FLETCHER, 1957; TARRADELL, 1962 a, pp. 196-197 y figs. de las pgs. 90-95.
75. TARRADLL, 1962 a, p. 197 Y lm. de la pg. 96.
LA CULTURA DE ALMERJA 69
En la provincia de Castelln, abundan los restos de poblados lla-
mados moles, con hallazgos de slex y cermica y an de puntas de
flecha en las sierras que rodean la llanura de Castelln y en la misma,
hasta el Maestrazgo y los pasos hacia el Bajo Aragn o bien hacia
la provincia de Tarragona.
76
Deben mencionarse Les Fleixes (Lucena
del Cid), El Marinet (Vistabella), Ca rachar - con puntas y un frag-
mento del brazalete de pectnculo - Serra d'lrta (Miravet), Morella
la Vella (Morella), Mola Mur (Chert), El Puig (Alboccer); El Cas-
tellet, Les Serretes y La Magdalena (Castelln de la Plana); Tossal
de les Forques (Barrial), Agulles de Santa Agueda (Cabanes); El Ciga-
lero (Benicas), La Comba (Benicasim). Tambin diversas cuevas:
cueva del Mal Paso (Castelnovo),77 Cava de la Seda (Castelln - con
puntas de flecha y perlas de callis - y la cueva Petroli (Cabanes),
as como los sepulcros de Barrial y de la Plana de Castelln - tambin
con puntas de flecha y perlas de callis y adems un botn con per-
foracin en forma de V - Y el poblado de La Comba (Benicasim),
as como el poblado y los sepulcros de Villa Filomena (Villareal - con
puntas de flecha - y vaso campaniforme de tipo III b).78 En la regin
de Alboccer,79 cerca del barranco de la Valltorta, hay los planells,
probablemente poblados, con hallazgos de slex y puntas de flecha:
El Puntal, La Rompuda, La Bastida, La Maelleta, Bosc de la Font,
Pla de la Serreta, Calc;aes del Mat), as como cuevas con cermica
sin decoracin y a veces con cordones con impresiones digitales: en
la cueva del Barranco de la Rabosa o deIs Melons. Otras cuevas
de Alboccer son la cueva de l'Estar, la Gran del Puntal, la de Pipa
y la del Trenc. En el lmite de la provincia de Castelln, en la de Ta-
rragona, la cueva del Calvari de Amposta
80
es de un momento final
del eneoItico con cermica lisa almeriense y vaso campaniforme III,
76. BoscH, 19241.
77. JORD, 1958; TARRADELL, 1962 a, pp. 197-98.
78. SOS-BAYNAT, 1922-24; BOSCH, 1923; ESTEvE, 1956. - Despus de estas localidades
y representando un perodo de transicin entre la cultura del tiempo de Los Mi-
llares y la de El Algar - perodo que hemos llamado pre_argrico - hay los poblados
y necrpolis que Tarradell incluye en la Edad del Bronce valenciano, como el po-
blado de El Vedat (Muntanya de Cabrera en Torrente, prov. de Valencia), el del
Puntal de la Cambra (Villar del Arzobispo, prov. de Valencia), penya de la Duea
(Teresa, prov. de Castelln) y otros a los que aadiremos el pablado de la ereta del
Castellar (Villafranca del Cid, prov. de Castelln), y el sepulcro de Cabanes, prov. de
Castelln, en que con cermica que tiene formas parecidas a las argricas, todava
no las clsicas, y objetos de bronce (puales, alabardas), hay cermica con decora-
ciones en relieve que representa una supervivencia de la de la cultura de las cuevas
(TARRADELL, 1962 a, pp. 129 y sig.; ARNAL-PRADES-FLETCHER, 1%8; BOSCH, 1924, lm. V).
En el sur del pas valenciano, en la provincia de Alicante, el pobiado del Mas de Me-
nente representa la cultura pre-argnica ms pura y sin mezclas de supervivencias
(TARRADELL, 1962 a, pp. 137-139 Y figs. de las pgs. 137, 140, 143).
79. PALLARS, 1915-20, DOSCH, 1924.
80. ESTEVE, 1"958.
70 P. BOSCH-GIMPERA
as como con botones cuadrados con perforacin en forma de V, cuya
forma se corresponde con el tiempo final del eneoltico y que preludia
las idnticas que entran en la cultura del Argar.
Esta expansin hacia el norte deja subsistente en el interior de
la provincia' de Alicante, sin duda, intactos grupos de la poblacin
de la cultura de las cuevas, como lo indica la localidad de Blgida
81
con vaso campaniforme de los tipos ms antiguos 1 y n, el primero
de los cuales no penetr, en la cultura de Almera, en su territorio
originario de ms al sur.
En la etapa de Los Millares la influencia de su cultura se extiende
tambin hacia el norte por el sudeste, mostrndolo objetos tpicos de
: lulla, como los dolos, con decoraciones aculadas, los alfinetes
. A . ~ la cueva de la Pastora de Alcoy (prov. de Alicante)82 y los huesos
con decoraciones parecidas a las de Los Millares del poblado de La
Ereta del Pedragal de Navarrs (prov. de Valencia).83 Este poblado
tiene larga duracin, como lo muestra su estratigrafa con la fecha
de radiocarbono de 1880250.
La cultura de Almera tiene una penetracin en el Bajo Aragn
84
en
la provincia oe Teruel (sepulcro del Canyaret de Calaceite, sepulcro
del abrigo de San Antonio de Calaceite, sepulcro de Valderrobres),
llegando hasta la provincia de Zaragoza en la regin de Albalate del
Arzobispo (sepulcro del Olivar de Macipe en una cavidad excavada
en una roca, sepulcros en cuevas naturales, como la del Subidor y
de la Caraza), llegando al sur de la provincia de Huesca, donde se
encontraba el sepulcro de Sariena, del que dio noticia Pedro Antn
Beuter en el siglo XVI. Al propio tiempo pueden referirse a una penetra-
cin de la cultura de Almera en Aragn probables poblados en cerros
de diversos lugares de la provincia de Teruel :85 Els Figuerals de Fon-
despalda; La Humbria y La Moletas; la Cava Devall de la Penya de
Pearoja; Els Germanells de Mont-roig; Lenica, de Mazalen, en
cuyo trmino hay seales de habitacin en diversos abrigos (La Hor-
teta, Els Secans, La Botiquera deIs Moros, Sol de Huerta, Era de
Rayos); Segura de Aragn (Montalbn). En Alcaiz (prov. de Zara-
goza)86 pueden atribuirse a la cultura de Almera las localidades del
Cabezo del Cuervo y de la Masa del Ram - en que la cermica lisa
y las puntas de flecha de la cultura de Almera se combinan como
en la B011quera deIs Moros de Mazalen con la tradicin de la cultura
81. JORNET, 1928.
82. TARRADELL, 1962 a, pp. 194-195 Y lms. entre las pgs. 96 y 97 Y figs. de las
pgs. 100, 101 Y 103.
83. FLETCHER, 1951; d., 1966; FLETCHER-LLOBREGAT CONESA, 1964; TARRADELL, 1962 a.
84. BOSCH, 191520 b; BOSCH, 1923.
85. BOSCH, 1923; VALLEP, 1959.
86. BOSCH, 1923.
LA CULTURA DE ALMERtA 71
de las cuevas, o sea con cermica decorada con relieves - y en la
Torre de los Negros. Completan los testimonios de la penetracin
de la cultura: de Almera los hallazgos sueltos de puntas de flecha
(Calaceite, Alcaiz, Samper de Calanda), llegando estos hallazgos
sueltos muy lejos, como unas puntas de flecha, probablemente de la
regin de Calatayud (prov. de Zaragoza) y las de Undus Pintano,en
la provincia de Huesca, en el lmite de la cultura pirenaica, que
pueden indicar una zona de influencia de la cultura de Almera sobre
aqulla.
*
En Catalua, indudablemente, la primera cultura neoltica es la
de las cuevas, y en algunas regiones interiores persiste tenazmente
hasta muy tarde, en el Eneoltico y an ms adelante, combinndose
su cermica con decoracin en relieve con la cultura de las urnas
de la primera Edad del Hierro (Marls, provincia de Barcelona, en
la comarca de Berga) - en donde adems la decoracin est recubierta
con impresiones cardiales -, Cueva del Segre de Vilaplana (prov. de
Lrida), sepulcro del Tossal de las Mentides de Vic (prov. de Barce-
lona), y subsistiendo, como en los poblados ibricos del Bajo Aragn,
la decoracin en relieve sobre vasos hechos a mano al lado de los
a torno pintados tpicamente ibricos en la segunda Edad de Hierro.
87
Todo parece indicar que la poblacin de la cultura de las cuevas es
la bsica de Catalua, conviviendo o mezclndose con la de las cultu-
ras que llegan en diferentes momentos procedentes de otros territorios.
De la persistencia en las regiones interiores durante el eneoltico
tenemos un claro ejemplo en la cueva de Joan d's de Tartareu, en
las estribaciones montaosas al sur de Montsec o en la cueva de Segre
de Vilaplana, antes de entrarse en el territorio pirenaico. Especial-
mente la cueva de Tartareu
88
representa el mximo florecimiento ar-
tstico de las decoraciones de la cultura de las cuevas, tanto de los
relieves con gran variedad de motivos, incluso curvilneos, como de las
incisiones - hasta con la tcnica del Boquique -, y a veces estn
hechas con impresiones de Crdium: su fecha tarda en el Eneoltico
la muestra una hacha de cobre plana de un tipo ya muy prximo, al
que tenarn luego las de bronce, pero sin el filo convexo y con los
bordes laterales paralelos. En Tartareu no hay vaso campaniforme.
En las regiones litorales o prximas a l la cermica de la cultura
de las cuevas subsiste con decoraciones muy ricas en las c1;levas
Arbol de Escornalbou, del Cartanya y otras del sistema de las sierras
87. Ver la bibliografa de la nota 2 ~ .
88. BOSCH, 1915-20 a; d., 1932; d. 1945.
72 P. BOSCH-GIMPERA
de Prades y en la de Salam (Vilabella) en la provincia de Tarragona,
en todas eTIas con abundancia de vaso campaniforme.
s9
En la de Bar-
celona, en la cueva de Sant de Sitges,90 con cermica
de la cultura de las cuevas y Vaso campaniforme, hay vasos lisos de
tipo almeriense, as como en el sepulcro en un abrigo de roca del
Pont del Gurri (Vic)91 hay una mezcla de elementos de la cultura
de las cuevas (cermica con decoraciones en relieve), vasos lisos alme-
rienses y botones con perforacin en forma de V, como en la cultura
pirenaica.
Elementos de la cermica de la cultura de las cuevas se hallan
tambin en la de los sepulcros megalticos de la pirenaica o en las
cuevas de ella, como en la de Sant Julia de Ramis.
Indicaran en el sur de Catalua la penetracin o influencia alme-
riense las estaciones-talleres de slex y hallazgos sueltos estudiados
por Vilaseca,92 en donde es frecuente la aparicin de puntas de flecha,
localidades que abundan extraordinariamente en el Priorato y en el
sur de Cataluna (regiones de Montsant, Prades, Cornudella, Marsa,
Rojals, Alforja, Reus, Torredembarra, etc.).
Los tipos de puntas almerienses se asocian a veces con cermica
decorada de la cultura de las cuevas. Es probable que la mezcla de
elementos de distintas culturas que indican los hallazgos de estas
localidades representen o bien una simple influencia almeriense o una
infiltracin de elementos de poblacin de tal carcter entre la pobla-
cin indgena de la cultura de las cuevas.
*
La penetracin de la cultura de Almera en Catalua, con sus
caracteres propios, en la etapa que llambamos Eneoltico-inicial
antes de la propagacin del vaso campaniforme y del tiempo de Los
Millares en Almera, la veamos en los sepulcros que llamamos no
megalticos que, con diferentes formas y con material muy uniforme,
desde las regiones litorales penetran Llobregat y Cardoner arriba hasta
las comarcas de Berga y Solsona, antes de que se extienda hacia el
sur desde los valles pirenaicos. La cultura de Almera subsistira en
el pleno Eneoltico, en simbiosis con las supervivencias de la cultura
de las cuevas y con la cultura pirenaica que se infiltra en sus territorios
y adopta elementos de las culturas contemporneas como el vaso
campaniforme.
89. Vn.ASECA, 1926; d., 1934; d., 1935; d., 1941; d., 1952; d., 1957-58; d., 1965;
SERRA VlLAR, 1925; SERRA-RFOLS, 1921; BOSCH, 1915-20 a; BOSCH, 1932.
90. SERR4.-RAFOLS, 1921-26.
91. RIUS, 1913-14.
92. VILASECA, 1936; d., 1953; TARRADELL, 1962 b, pp. 146 y sigo
LA CULTURA DE ALMERJA 73
En Catalua se han multiplicado los hallazgos de sepulcros no
megalticos, los primeros de los cuales fueron ya descubiertos en los
sesentas del siglo XIX y de que, adems de las publicaciones monogr-
ficas antiguas y de las modernas nuestras, de Colominas, Vilaseca,
Serra-Rafols, Renom, etc., hay los valiosos trabajos de conjunto con
la publicacin de todo su material por Ripoll-Llongueras
93
y Ana
Mara Muozr con su notable y exhaustivo libro. Los trabajos de
Bemab Brea, Escalan de Fonton, Amal y Guilaine han completado
el conocimiento de las fases avanzadas del Neo-eneoltico del sur de
Francia, que a su vez se enlazan con las del norte de Italia. Con todo
ello se ha planteado el problema de la filiacin de la cultura de los
sepulcros no megalticos y, en lugar de considerarlo netamente alme-
rienses como nosotros, Maluquer y Tarradell han credo ver en ellos
una penetracin de gentes del sur de Francia que llevan a Catalua
una cultura agrcola intensiva que se contrapone a la pastoril y agr-
cola rudimentaria de la cultura de las cuevas, ocupando las zonas
litorales y las cuencas de los ros e introduciendo tipos ultrapirenaicos
como los vasos de boca cuadrada o las formas de la cermica de
Chassey y La Lagozza, que establecen una ntima relacin con el sur
de Francia, insistiendo Tarradell en el carcter pacfico de la cultura
en contraposicin al guerrero de los almerienses, que slo en un mo-
mento avanzado del Neoltico habran ocupado toda la regin valen-
ciana y bajoaragonesa. La direccin de los movimientos culturales
queda as en buena parte invertida. Ello nos obliga a revisar todo
este material arqueolgico y a reconsiderar nuestras ideas anteriores
y, al hacerlo, llegamos a la conclusin de que el problema es mucho
ms complicado de lo que antes habamos credo, y que, si muchas
de las observaciones de nuestros inigos obligan a algunas rectifica-
ciones y si hay que reconocer unos contactos con las culturas del sur
de Francia desconocidos anteriormente, no desaparece la filiacin
almeriense de los sepulcros no megalticos ni la relativamente tem-
prana expansin de aquella cultura.
Los sepulcros que nos ocupan se hallan en Catalua desde el
mismo lmite de las provincias de Tarragona y Castelln (sepulcro
de Alcanar), en donde parecen continuar las localidades almerienses de
la provincia de Castelln, entre las que hay los sepulcros de Castelln
de la Plana y de Borriol, cuyo material puede compararse al de los
sepulcros catalanes.
95
stos
96
siguen en la provincia de Tarragona
93. 1963.
94 .. MUoz, 1965, p. 217.
95. BOSCH, 1929, pp. 51-52 (nms. 5312 y 5314).
96. La bibliografa completa de los sepulcros catalanes en Ripoll-Llongueras, 1964,
y en MUOz, 1965, y adems VILASECA, 1940; d., 1964-65; d., 1921-26.
74 P. BOSCH-GIMPERA
desde cerca de la desembocadura del Ebro (Amposta), que parecen
remontar (sepulcro de Mora de Ebro), y en el norte de la provincia,
desde Reus, se extienden por el interior: Pradell (Avenc del Rabass),
Riudecols, Raval de Jess en Reus, Picamoixons (Cau d'en Serra),
Tarroja, hasta Siurana y Cornudella, en la regin montaosa del
Montsant, habiendo influido la cultura almeriense en la supervivencia
de la de las cuevas y talleres de slex del las regiones montaosas
vecinas. En la costa, en el extremo sur de la provincia de Barcelona,
hay los de Vilanova i la Geltr, que se continan con los del Penedes
(necrpolis del Campo Cinzano, entre otros), siguiendo paralelos al
lmite de la provincia los de Pacs, La Llacuna y Santa Maria de Mi-
ralles, cerca de donde hay el grupo del extremo norte de la provincia
de Tarragona (Santa Coloma de Queralt, Conesa, Vallfogona de Riu-
corb). En relacin con estos grupos parece haber una proyeccin al
otro lado de las sierras divisorias con la provincia de Lrida, en donde
est la necrpolis de Les Borges Blanques d'Urgell.
Cerca de Barcelona hay los de Gava, de la calle de Coprnico de
Barcelona, del Hospitalet y de Santa Creu d'Olorde; siguen los se-
pulcros por la cuenca del Llobregat y comarcas vecinas: Sant Joan
Desp, Corbera de Llobregat, Sant Andreu de la Barca, Martorell,
Capellades, en la cuenca del ro Anoia; el grupo de El Bruc junto al
Moitserrat, Castellol, Sant Vicenc;: de Castellet, Manresa, Aguilar de
Segarra; en el alto Llobregat, los de Navas, Puig-reig y el Co11 de
l'Oreller, en Espinalbet; Cardoner arriba, los numerosos de las co-
marcas de Cardona y Solsona, que parecen continuarse con los de la
alta cuenca del Segre (Basella, Montanicell y Noves, ya en la comarca
de la Seu d'Urgell) y llegar a la de Noguera Pallaresa (Gerri de la Sal).
En la costa al norte de Barcelona, los de Badalona, Sant Gens de
Vilassar, Matar, Canyamars, Sant PoI de Mar, y en el interior, en el
Valles y comarcas vecinas, los de La Roca, Montornes, Montmel (silo),
Ripollet, Cerdanyola, Santa Perpetua de la Moguda, la necrpolis y
el poblado de la Bobila Madurell, de Sant Quirze de Galliners; las
sepulturas tardas con vaso campaniforme del Torrent de Sant Oleguer
de Sabadell, las de Can Bosc de Terrassa, Caldes de Montbui, Castell-
bisbal, Canovelles, L'Ametlla del Valles y Bigues. En el Moianes i la
comarca de Vic: Granera, Calders, Castellterc;:ol, Moia, Sant Julia
Sassorba, Santa Maria de Besora, Torell, L'Estany, Tona, Vic, la
necrpolis de Sabassona de Tavernoles. En la baja cuenca del Ter,
cerca de Gerona, las necrpolis del Puig d'en Roca en Sant Gregori
y de Sant Julia de Ramis, y en la costa y comarcas vecinas de la
provincia de Gerona, los sepulcros de Sant Feliu de Guxols, La Bisbal
y Peratallada.
El tipo de estos sepulcros es generalmente el de una fosa con uno
LA CULTURA DE ALMERfA 75
o dos esqueletos, la mayor parte de las veces simplemente depositados
en la derra; otras, provistos de toscas losas que parecen delimitarlos,
cubrirlos y en algunos casos sealarlos a manera de estelas. A veces
las losas delimitan el sepulcro formando una caja o cista con los
ngulos redondeados (Santa Mara de Miralles), cubierta por una o
varias losas o de una forma rectangular perfecta como las que abun-
dan en la comarca de Solsona. Excepcionalmente se encuentran dentro
de cuevas, como en la del Toll de MOl,97 que tuvo dos perodos de
ocupacin: el primero, con cermica cardial de la cultura de las
,cuevas, y el segundo, con cermica lisa almeriense en que se excavaron
sepulcros en fosa comparables a los del tipo habitual de su cultura,
o bien, como en el Avenc del Rabass de Pradell, en grietas de roca
en que se deposit un sepulcro con el mobiliario tpico de los de fosa.
Los sepulcros de simples fosas, como los provistos de piedras que
los delimitan, y las mismas cistas, no dejan de tener carcter alme-
riense. En la provincia epnima es el caso de los sepulcros redondos
- que en el de Vlez Blanco, adems de delimitarlo las losas, lo pro-
tege un montn de piedras formando un tmulo -, y sobre todo el
de Puerto Blanco,98 que es notablemente parecido al de Santa Maria de
Miralles y que tampoco tiene tmulo. Las analogas de los mobiliarios
refuerzan el paralelo almeriense. El mayor o menor tamao de unos
u otros y que en Almera a menudo contengan un nmero a veces
grande de inhumaciones, no creemos que pueda invalidar el paralelo,
y puede debrse a una mayor densidad de poblacin que haca nece-
sario aprovechar los sepulcros que no se presentara en los catalanes.
Los mobiliarios sepulcrales tienen un carcter muy uniforme,
a u n q u e ~ e a posible tal vez establecer distintas etapas de sU: desarrollo,
pareciendo no slo haber coexistido con las localidades de la cultura
de las cuevas, sino subsistir hasta muy tarde en el eneoltico, como
10 muestra la adopcin de rasgos tardos de aqulla como el vaso
campaniforme (necrpolis del Torrent de Sant Oleguer de Sabadell).99
No puede caber duda de que ambas poblaciones eran de agricultores,
aunque la de la cultura de las cuevas practicara un cultivo ms rudi-
mentario y que los almerienses lo hicieran en forma ms progresiva,
por lo que en muchas comarcas escogieron las tierras llanas que se
prestaban mejor al cultivo. Tanto la coexistencia de dos tipos de
poblacin, a los que se agrega luego la infiltracin de los pirenaicos
con sus sepulcros megalticos, no implica deber negar el carcter alme-
riense de la cultura de los sepulcros en cuestin, como tampoco la
97. Muoz, pp. 220-222.
98. El sepulcro de Puerto Blanco, en LEISNER, 1943, lm. 2, sep. 5, y le mobiliario
reproducido tambin, segn la antigua lmina de Siret, en BOSCH, 1952, p. 148, fig. 101.
99. SERRA RAFOLS, 1952.
76 P. BOSCH-GIMPERA
falta de fortificacin de sus poblados o su establecimiento en las
llanuras, a diferencia de otros lugares, especialmente del Sudeste de
Espaa, donde solan escoger alturas fciles de defender y en donde
los mobiliarios sepulcrales tienen un carcter ms guerrero. No cono-
cemos el mecanismo del establecimiento en Catalua ni de su coexis-
tencia con los dems elementos de la poblacin; pero acaso la indgena
que encontraron no les ofreci resistencia o en la extensin de los
almerienses se habra acentuado un carcter pacfico que no se tuvo
tanto en el sudeste. No faltan, sin embargo, en algunos sepulcros las
puntas de flecha/oo as como ellas se propagaron por regiones, como
los montes de la provincia de Tarragona, en donde parece haber sub-
sistido muy intacta la poblacin de la cultura de las cuevas.
Por todo ello no vemos el vaco de hallazgos que Tarradell cree
encontrar entre el neoltico de la cultura de las cuevas y la poca de
los sepulcros megalticos o, como hemos visto, tampoco encontramos
una solucin de continuidad en la cultura de Almera, entre el sudeste
de Espaa y Catalua, en las tierras valencianas. Lo mismo que la
investigacin aporta continuamente novedades en Catalua, pueden
esperarse en Valencia, a pesar de las investigaciones intensivas de los
ltimos tiempos, y hay que pensar tambin que la exploracin no es
tan exhaustiva que no existan todava grandes territorios poco cono-
cidos arqueolgicamente.
*
Podra intentarse una clasificacin cronolgica a travs de los
perodos que en el sudeste de Espaa integran la cultura de Almera.
Su extensin habra comenzado en la etapa que hemos supuesto
entre 3500 y 3000, en que el material almeriense no revela todava
influencias forasteras y que slo los microlitos triangulares o trape-
zoidales de tradicin capsiense indican la coexistencia o la mezcla de
los almerienses y la poblacin indgena.
Una de las caractersticas de esta etapa es, en Almera como en
Catalua, la abundancia de brazaletes de pectnculo, en que habremos
de insistir. Se tratara de los sepulcros que continan los hallazgos
valencianos y del sudeste de Espaa y en los que habremos de insistir.
En Catalua se encuentran en abundancia ya desde el norte del Ebro:
Cova de la Moreva (Mar<;a), Monterls y Raval Alt de Jess de Reus,
Torroja, Cornudella (en la provincia de Tarragona); en la provincia
de Lrida, Les Borges; en el Urgel, El Cerc (Olius) en la comarca de
Solsona, pehetrando en la cultura de las cuevas al sur del Montsec
(Cova de l'Aigua, de Alas de Balaguer; Cova del Tabac, de Camarasa;
100. Ver nis adelante y nota 102.
LA CULTURA DE ALMERJA 77
Cova de Joan d's, de Tartareu), y en el alto Segre la necrpolis de
La Fou de Bor y la necrpolis de l'Astinya (Noves). En la provincia
de Barcelona, en Collbat, junto al Montserrat, y en el alto Llobregat,
en Puig-reig.
1Ol
Tal vez alguna de las necrpolis de sepulcros con losas y material
ms sencillo y sin intromisiones forasteras, como la de Las Pilas en
Santa Coloma de Queralt u otros sepulcros mal conocidos o que en lo
sucesivo se descubran, integren tambin esta fase.
A la etapa que en Almena comienza las relaciones mediterrneas
y el desarrollo de la metalurgia del cobre y que hemos fechado tenta-
tivamente entre 3000-2700 - en que colocamos el poblado de Parazue-
los, sepulcro de Puerto Blanco, etc. - y en que hacen su aparicin las
perlas de callais, as como a la entre 2700 y 2500, representada por el
poblado de Campos, pertenecena acaso la mayor parte de los sepulcros
catalanes. Es evidente la semejanza del sepulcro del Puerto Blanco
de Almera con el de Santa Mara de Miralles de Catalua, as como
la de los mobiliarios. Con los microlitos triangulares o trapezoidales
jnterpretados como puntas de flecha microlticas, las hay tambin
de los tipos clsicos almerienses triangulares con aletas y espiga o
romboidales (Bbila d'en Joca i Can Torrents de Montornes; Vinya del
Giralt, de Cardona; Bbila Madurell, de Sant Quirze de Ganillers,
Sant Elm de Sant Feliu de Guxols).102 En la mayor parte de los
sepulcros abundan las hachas de piedras escogidas, como la fibrolita,
la diorita, la anfibolita, la jadeta, el prfido, etc., y la serpentina, y
cobre (punta de flecha de tipo primitivo y de factura tosca de los
sepulcros del Campo Cinzano, en Vilafranca del Penedes).I03 En la
cermica hay tipos netamente almerienses, que, como la jarra ovoide
con dos! asas y de dimensiones bastante grandes, abunda en la Bbila
Boatella, de Sant Gens de Vilassar; Bbila Madurell, de Sant Quirze
de Ganillers; Bbila Padr, de Ripollet; Vic, Les Marcetes, Aguilar de
Segarra, Manresa, y terminando en un cuello cilndrico el del Pla
d'Empries, de Amposta, en la provincia de Tarragona. La mayona
de Tos otros tipos de cermica son tambin almerienses muy puros,
abundando los cuencos o vasos de paredes convexas y fondo plano.
Del fin de estas etapas, acaso de la que precede inmediatamente
a la de Los Millares, o sea la de Campos de Almena (2700-2500), sena
la propagacin por el territorio de los sepulcros no megalticos alme-
rienses de Catalua de los vasos de boca cuadrada que se encuentran
101. MUoz, 1965; PERlCOT, 1929; d., 1936.
102. MUoz, 1965, fig. 7 (Bobila d'en Joca (Montornes), figs. 23-25 (Bobila Madu-
rell, en Sant Quirze de Galliners), fig. 85 (Vinya del Giralt, Cardona). De Sant Elm
(Sant Feliu de Guxols) se cita una punta de flecha en la pg. 157. Para las puntas
de la Bobila Madurell ver tambin SERRA lUFOLS, 1947, fig. de la pg. 14.
103. MUoz, 1965, lm. XIX b.
78 P. BOSCH-GIMPERA
en los de la Bobila de Can Torrents (Mantornes), de la Bobila Madu-
rell, del Sant Quirze de Galliners; de la Bobila Bellsola, de Santa
Perpetua de la Moguda, en la provincia de Barcelona, y en la de
Gerona, en los sepulcros del Puig d'en Roca, de Sant Gregori, y de Sant
Julia de Ramis.
,o4
Vilaseca
'os
menciona uno de la Cava de les Gralles.
en Rojals (prov. de Tarragona), y Fletcher
106
su extensin por otro
lugar de la cultura de Almera, en Riodeva (Torrealta, prov. de Va-
lencia), as como otros de Alhama de Granada y hasta dos de Por-
tugal: Anta de Vila Conde (Algarve) y Areias Altas (Porto). El de
la cava de les Gralles se halla con un contexto muy variado, en que la
cermica de tipo almeriense lisa se encuentra con vaso campaniforme,
lo que indicara una cultura mixta.
Los sepulcros almerienses parecen haber perdurado probablemente
durante toda la etapa de Los Millares, de la cual no hay propiamente
influencia apreciable en Catalua y en Valencia al norte del poblado
de La Ereta del Pedregal. Seran del tiempO' en cuestin los botones de
hueso en forma de tortuga con perforacin en V, de la Bobila Casals,
de Rludecols (prov. de Tarragona), y los piramidales de la Bobila del
Pinell, de Sant Feliu de GuxO'ls (prov. de Gerona). Otro elemento
que torrespondera cronO'lgicamente al tiempo de Los Millares seran
los vasos campaniformes de los tipos II y IlI, de la necrpolis y po-
blado del Torrent de Sant Oleguer, de Sabadell, en que hay el objeto
extico del espaldar de una tortuga (Testudo graeca).107 Tambin
correspondera al tiempO' de LO's Millares la necrpolis de Sabassona
(Tave-rnoles, prov. de Barcelona),108 en que, con vasos lisos de tipo
almeriense y de formas evolucionadas, hay una punta de flecha trian-
gular con espiga de cobre y en que se hall,: aunque fuera de los
sepulcros, un fragmento de vaso campaniforme con decoracin pun-
tillada (tipo lII); habindose obtenido en esta necrpoliS una fecha
de radiocarbono de 2345 140 a. de J. c., lo que la coloca en el
tiempo de Los Millares. De fines de esta poca sera muy especialmente
la cueva sepulcral de L'Arbones (trmino de Pradell, prov. de Tarra-
gona),I09 de material netamente almeriense muy avanzado, como lo
indican las abundantes puntas de flecha de forma de hoja de laurel
y triangulares con aletas y espiga muy finamente retocadas y la ce'"
rmica lisa encontrada en escasos fragmentos, as como un pual
triangular de espiga ancha o lengeta, de cobre, de tipo que raya ya
104. MUoz, 1965, pp. 293-294.
105. VlLASECA, 1932.
106. FLETCHER, 1959; d., s. f.
107. SERRA-RAFOLS, 1947, lm. 7, entre las pgs. 12..33 de la tirada aparte, y tam-
bin MUoz, 1965, fig. 8 de la pg. 84, Y pgs. 299-300.
108. Mvoz, 1965, fig. 8 de la pg. 146.
109. VlLASECA-CAPAFONS, 1967.
LA CULTURA DE ALMER1A 79
en los de la Edad de Bronce y que sealara el fin del Eneoltico,
lo mismo que los botones en forma de concha de tortuga y las cuentas
o perlas de collar de alabastro - que se han supuesto de significado
flico -, consistentes en dos bolitas o glbulos colgados de una
prolongacin en forma de anillo perforado. Igualmente correspon-
dera al momento final del Eneoltico el sepulcro en un hueco de la
roca de Rocallaura (provincia de Lrida, cerca del lmite de la de
Tarragona), en que como mobiliario tena un pual de lengeta seme-
jante al mencionado, trece botones de concha de base cuadrada y
piramidales con perforacin en V - tambin un tipo tardo - y un
vaso liso de forma troncocnica con pie y el borde con ranuras pa-
ralelas. Hallazgos semejantes, sobre todo las cuentas con bolitas y
los botones de tortuga, son frecuentes en las etapas finales de la
cl,lltura pirenaica francesa.
Es tambin interesante para la posicin cronolgica de los se-
pulcros de fosa almerienses la Cueva del Toll de MoHt (prov. de Bar-
celona),110 con una estratigrafa en la que, en la capa inferior, apareci
cermica cardial del tipo de Montserrat, sobre la que haba otra con
cermica lisa almeriense, en cuyo tiempo se haban excavado sepulcros
de fosa en que hay botones con perforacin en V. Sobre este nivel,
en el superficial aparecieron un pual triangular y una cuenta dimi-
nuta, ambos objetos, al parecer, de bronce.
Algunos poblados pueden relacionarse con los sepulcros alme-
rienses, lo que establece tambin, por muchas lagunas que existan
en los hallazgos, y aunque en el caso de muchas necrpolis no haya
aparecido todava el poblado correspondiente, la continuidad con los
de ms al sur, hasta Almera, a travs de las provincias de Castelln,
Valencia y Alicante. Precisamente en estas regiones intermedias estn
los poblados fortificados, las moles murades de la provincia de Cas-
telln. En Catalua, los conocidos y citados talleres de slex de la
provincia de Tarragona, estudiados por Vilaseca, son en, parte, sin
duda, contemporneos de la cultura de los sepulcros no megalticos
e indican la existencia de poblados. En los conocidos en otros lugares
de Catalua la falta de fortificacin revela una ocupacin pacfica
y agrcola muy desarrollada, ms adelantada que la de la cultura
de las cuevas, lo que indica tambin la piedra de molino encontrada
como ofrenda dentro del sepulcro (Bobila Madurell, de Sant Quirze
de Galliners).lll
Aunque en general el pueblo almeriense tenga carcter belicoso,
esto no obliga a separar la cultura de los sepulcros que nos ocupan
110. Muoz, 1965, pp. 220-222.
111. SERRA-RAFOLS, 1947, p. 18 de la tirada aparte; Muoz, 1965.
80 P. BOSCH-GIMPERA
de aqul. Puede tratarse de una ocupacin pacfica que no haga nece-
saria la fortificacin y de una convivencia con la poblacin anterior.
Los poblados conocidos en Catalua,112 ms o menos imperfecta-
mente, son: los fondos de cabaa de la Bobila Madurell (Sant Quirze
de Galliners), Pacs, Pont Vell y Fbrica Cinzano, en Vilafranca del
Penedes, en la provincia de Barcelona - el ltimo con restos de una
cabaa que contena un fragmento de molino de piedra _;113 el de
Els Valls, de Riudecols -con una hilada de piedras, probable base
de un muro que lo delimitara) _,114 y el de Monterols (Reus) - en
sta hay fragmentos de brazaletes de pectnculo -, en la de Tarra-
gana. Estos poblados parecen poderse relacionar con los de la cultura
de los sepulcros almerienses. Otros fondos de cabaa
115
con cermica de
cordones en relieve o incisiones de los tipos de la cultura de las cuevas
pueden indicar la coexistencia de las dos poblaciones o una influencia
de aqulIa en la almeriense, como es el caso de las cabaas del Pla de
la Mata (Cervera), en el sur de la provinca de Lrida, as como de los
de Can Casanoves, detrs del Hospital de San Pablo en la ciudad de
Barcelona, y de la Bobila Padr, de Ripollet, en la provincia de Bar-
celona.
*
Uno de los elementos para la discusin del problema almeriense
en Catalua es, con el de los sepulcros no megalticos, el de la pre-
sencia en ellos de los brazaletes de pectnculo, y en general el de
stos en la Pennsula. Consideramos siempre que tales brazaletes eran
uno de los rasgos esenciales almerienses. Pericot notaba que tambin
se hallaba en el Egipto predinstico, con lo que nosotros supondramos
que a travs de la civilizacin sahariense - en la que sin embargo no
se conocen - habran llegado a Almera.
En el suaeste de Espaa, Pericot,116 teniendo en cuenta comuni-
caciones personales de Siret que completan los datos que se obtienen
de sus publicaciones, seala la gran cantidad de ellos - en 54 locali-
dades - que llegan a varios centenares de ejemplares. En algunos
casos, por sus pequeas dimensiones, no pueden ser brazaletes, sino
anillos o piezas de collar. Esta abundancia y variedad de tipos indica
que se trata de un rasgo caracterstico de la cultura de Almera en
sus etapas ms antiguas, pues aparecen sobre todo en la poca de
los sepulcros redondos y de los poblados relacionados con ellos,
112. MUoz, 1%5.
113. MUoz, 1965, p. 344.
114. MUoz, 1965, p. 324; VlLASECA, 1945.
115. MUoz, 1965, pp. 324-325.
116. PERICOT, 1929; d., 1936.
LA CULTURA DE ALMERtA 81
aunque siguen emplendose en la poca de Los Millares y hasta con-
tinan en la de El Argar. En la lista publicada por Pericot se sealan
otros hallazgos procedentes de localidades influidas por la cultura de
Almera, como en la provincia de Granada los sepulcros megalticos
del Puntal de la Rambla (Baza), del Llano del Carrascal (Gor), de la
Cuesta de la Sabina (Gorafe), del Llano de la Gabiarra (Guadix), de
la Caada del Aguilar (Pedro Martnez), del Llano de Alicn (Don
Diego) y del sepulcro megaltico de Monachil. Algunos ejemplares llegan
a territorios de otras culturas, como los de Genista Cave o de San
Miguel de Gibraltar, la Cueva de la Mujer (Alhama de Granada), y
de Portugal (brazalete que adornaba un hmero en un enterramiento de
la gruta Cabec;:o dos Mosqueiros, en Alcobac;:a). Adems de los del
territorio afmeriense hasta Catalua, en Espaa, hay algunos hallazgos
de spondylus en Francia (taller de brazaletes de Montcombroux en
el Allier, sepultura de Dijon), uno de una sepultura de Arvier, en el
valle de Aosta (Italia), sin contar los brazaletes de concha de Grecia,
Tracia y del Danubio sealados por Childe.
Pero donde hay una cierta continuidad geogrfica de estos ha-
llazgos es precisamente en las extensiones de la cultura de Almera
en Espaa: fuera de esta provincia aparecen en la de Alicante (Serreta
la Vella, en Monvar; Penya Roja, en Cuatretondeta), en la de Cas-
telln (Miravet). En la provincia de Teruel - por donde se extendi
tambin la cultura de Almera, como hemos visto, hay un hallazgo en
la Sierra de Albarracn. En Catalua aparecen con gran densidad
en el territorio fuertemente influido por la cultura de Almera en el
sur de Catalua, en la provincia de Tarragona: Rasquera, Marmellar
(Capc;:anes), Monterols (Reus), Cova de la Moreva (Marc;:a), Torroja,
Cornudella, localidades que coinciden con el territorio de los talleres
de slex, estudiados por Vilaseca, en que hay tambin puntas de
flecha almerienses y probablemente una mezcla con la poblacin an-
terior o al menos una influencia almeriense sobre ella. Aparecen
tambin en el sur de la provincia de Lrida en Las Borges d'Urgell;
pero sobre todo en el territorio de los sepulcros no megalticos que
hemos considerado almerienses de las provincias de Barcelona: Coll-
bat, Puig-reig, en la comarca de Berga, y El Cerc (Olius, en la de
Solsona, donde abundan tales sepulcros). Fuera del territorio alme-
riense los hay, en relacin con la cultura de las cuevas en las de los
macizos montaosos al sur del Montsec, de la provincia de Lrida:
Cova de l'Aigua (Alos de Balaguer), Cova del Tabaco (Camarasa). Cova
de Joan de I's, de Tartareu, y en el alto valle del Segre; sepulcros de
l'Astinya (Noves) y Cova de la Fou de Bor; los de l'Astinya, en sepul-
cros en cistas no megalticas, representando acaso una proyeccin
de stas y una influencia almeriense en territorio de la cultura pire-
6
82 P. BOSCH-GIMPERA
naica, lo que puede <estar en relacin con su penetracin en Francia.
Otros rasgos en relacin con la cultura de Almera son los que
parecen penetrar en Catalua de norte a sur, desde Francia.
Uno de ellos es el del vaso de boca cuadrada que Maluquer, T a ~
rradell, Muoz y Fletcher,117 siguiendo el precedente de Bernab Brea
y de Laviosa Zambotti, han relacionado con las culturas del norte
de Italia, de que se ha tratado anteriormente y que se ha visto que
se extienden fuera del territorio de la Cultura de Almera, llegando
por Andaluca hasta Portugal, probablemente con las relaciones que
la cultura de Almera tiene, ya antes de la etapa de Los Millares,
con la cultura megaltica portuguesa.
Acaso tambin llegaron desde Francia las perlas de calata,lIs en
el momento de florecimiento de los sepulcros almerienses catalanes,
y luego, en la tapa correspondiente a Los Millares en el avanzado
Eneoltico, los botones de hueso en forma de tortuga con perforacin
en forma de V - que abundan en la cultura pirenaica francesa-
y que llegaron hasta Almera y Portugal en la poca de sus intensas
relaciones.
1I9
Las perlas o cuentas de alabastro con dos glbulos, supuestas
de significado flico, tienen tambin una gran difusin: abundan
asimismo en Francia en la cultura pirenaica tarda y probablemente
llegaron a: Espaa con las relaciones de la cultura almeriense con
aqulla, aunque se ha buscado su origen en el Egeo.
El probfema de las relaciones con Francia ha sido planteado por
Maluquer
120
y Tarradell,121 a propsito de las semejanzas de la cermica
sin decoracin, en la que han querido ver un equivalente de las de
Chassey y Lagozza, y con ello se ha tendido a desconocer el carcter
almeriense de la cultura de los sepulcros no megalticos y a hacerla
llegar del otro lado del Pirineo. Nosotros no creemos que tales seme-
janzas - sin negar del todo posibles contactos e influencias - per-
mitan postular una extensin de dichas culturas y menos una invasin
debida a sus pue1;>los, obligando a cambiar la filiacin almeriense de
la cultura de los sepulcros no megalticos. Indican acaso relaciones
que- habrn de continuarse en los tiempos del florecimiento de la
cultura pirenaica - que todos reconocen como extendida posterior-
mente a la de los sepulcros no megalticos - en que en una fase
avanzada de aqulla - ya en el Eneoltico final- se adoptan rasgos
del norte de los Pirineos del norte de Italia, como los vasos con asa
117. Muoz, 1965, p. 293 Y sig.; FLETCHER, 1964; d., s. f.
118. MUoz, 1%5, p. 249 y sig.; RlPOu..LLONGUERAS, pp. 64-65.
119. ROCHE-VEIGA FERREIRA, 1961. Vase tambin VIlASECA, 1967, pp .. 38 y sigo
120. MALUQUER, 1949 a; d., 1950.
121. TARRADELL, 1%2 b, pp. 92 Y sigo
LA CULTURA DE ALMER1A 83
terminada en botn, as como la cultura pirenaica transmite a Francia y
hasta ms lejos el vaso campaniforme y ha adoptado a los grabados ru-
pestres. Estos ltimos - que en Catalua - de tipo esquemtico llenan
la losa de tapa de la galera cubierta del Barranco EspolIa (prov. de
Gerona)l22 y la roca, probablemente un altar, de Capmany, tambin
de la provincia de Gerona, prxima a sepulcros megalticos, tiene
paralelos en el arte rupestre del Val Camonica en el norte de Italia.
Estas relaciones se apoyan en el hecho de que desde los tiempos
ms antiguos del Neoltico y ya en el Mesoltico hay comunicacin
entre los distintos grupos humanos, que da lugar con una base tnica
emparentada a equiparaciones en sus rasgos culturales o a un inter-
cambio de ellos, lo cual cada vez lleva a un carcter ms complejo a
la evolucin cultural, sin que ello borre los caracteres fundamentales
de las distintas culturas, habiendo rasgos que se propagan y otros
que no. Estamos todava lejos de un conocimiento definitivo y com-
pleto de las culturas neo-eneolticas de Francia, del norte de Italia
o de las relacionadas con ellas. A investigaciones futuras toca
precisarlo.
*
Los crculos de cultura que con J. de C. Serra Rafols hace aos
habamos distinguido en Francia, con las ulteriores investigaciones
francesas e italianas se han precisado y completado,l23 as como sus
relaciones con el norte de Italia, con Suiza, los territorios renanos
y hasta con las Islas Britnicas. La cultura de las cuevas se ha con-
vertido en un Neoltico circunmediterrneo, con grupos regionales y
con la identidad del de Liguria con el del sur de Francia y de Catalua,
como mostr Bernab Brea. La cultura de Chassey que la recubre
en un cierto momento es hoy mejor conocida, y su identificacin con
las culturas de Cortaillod de Suiza, de La Lagozza de Italia y de Wind-
mill Hill de Inglaterra, no es tan segura como pareca, y con todas
sus semejanzas - que se extienden a la cermica sin decoracin de
la cultura pirenaica, coexistiendo con el vaso campaniforme en esta
ltima - puede pensarse en grupos autnomos formados acaso inde-
pendien temen te.
124
En Francia, despus de la etapa epipaleoltica del Aziliense,
parecen continuar tradiciones paleolticas que quedan aisladas en
Bretaa (Tviec). En una nueva etapa se propaga el sauveterriense,
122. BOSCH-PERICOT, 1915-20, pp. 489-90; PERICOT, 1925, lm. VI ..
123. BOSCH-SERRA, 1927; 19J9; BliRNAB6 BREA, 1946-56; d., 1949; Es-
CALON DE FONTON, 1956; ARNAL-PRADES, 1959; ARNAL-BAILLOUD-RIQUET, 1960; ARNAL, 1956;
GUILAINE, 1962; LmSNER-SCHUBART, 1946.
124. BOSCH, 1952.
84 P. BOSCH-GIMPERA
que parece tener sus orgenes remotos en el capsiense africano y que
se ha extendido por el sur de la Pennsula Ibrica hasta el estuario
y valle del Tajo (concheros de Muge), mientras por el Levante se pro-
paga alindose a supervivencias epigravetenienses (Cueva de la Cocina
en Dos Aguas, prov. de Valencia). Aunque es relativamente mal conocida
su penetracin a travs de Catalua, el sauveterriense francs parece
. una verdadera extensin del capsiense africano. Muy puro en la estra-
tigrafa de la cueva de la Crouzade, de Narbona, y en su extensin
por el norte del Garona (localidad epnima de Sauveterre-la-Lmance
en Lot-et-Garona) ocupa la llanura del norte influyendo sus tipos en la
cultura bretona y llegando hasta Blgica (grotte de Remouchamps)
y Holanda (Zonhoven), pareciendo haberse llegado a tocar con el me-
soltico nrdico de la cultura de Maglemose, en la que contrastan los
microlitos semejantes a los sauveterrienses con los de tradicin esbai-
ldense. Desde la regin de Narbona parece haberse extendido el sauve-
terriense por la Provenza y el valle del Rdano, combinndose para
formar variantes locales con la tradicin paleoltica de la regin.
Slo en algunas regiones se conoce la evolucin y la suerte ulte-
rior del sauveterriense. En el territorio, al occidente del macizo central,
deriva a los tipos tardenoisienses con sus microlitos trapezoidales, y
lo mismo parece suceder en la llanura del norte. En sta aparece
pronto una extensin de la cultura que A0berg llam la cultura del
slex, idntica en sus artefactos a la de los concheros de Ertebolle
en Dinamarca extendida por todas las costas del mar del norte y
habiendo penetrado tambin en Inglaterra. En el norte de Francia
y en Blgica esta cultura, con sus artefactos de hachas talladas en
slex, desemboca en la que se llamar campigniense que persistir
hasta el neoltico avanzado y que tendr superviviencias an ms
tarde en el eneoltico en la cultura que llamamos del Sena-Oise y
Mame.
Pronto, ya sin duda en el V milenario a. de J. C., aparecen for-
madas diversas culturas neolticas europeas. En el centro de Europa
la llamada del Danubio, en su primera etapa de vasos con decora-
ciones de espirales y meandros, tiene una vasta extensin, llegando
a Holanda y Blgica, y por el este hasta Polonia, Rumania y la Ucra-
nia occidental. En una etapa siguiente, con la cermica puntillada
- que en el cuarto milenario evolucionar a la cultura de Rossen-,
llegar a ocupar el nordeste de Francia hasta el Mame y la regin
de Pars.
Al sur de la cultura danubiana, desde muy pronto, en el Egeo (en
Creta desde fines del VII milenio) y los Balcanes, extendindose por
Yugoslavia (Pre-Sesklo, Starcevo, Zelena Peecina, etc.), Hungra y
Rumania (Koros-Cris), con variedades locales, se propagan los grupos
LA CULTURA DE ALMER1A 85
orientales del neoltico circunmediterrneo con cermica decorada con
relieves, incisiones e impresiones (las que en algunas lugares estn
hechas mediante crdium: la llamada cermica impresa), que llega
en Austria y Checoslovaquia - incluso en el centro de Alemania - a
tocarse con la cultura danubiana.
El grupo occidental del neoltico circunmediterrneo se propaga
por Italia hasta Liguria (Arene Candide) y por el sur hasta Sicilia
(Stentinello), lo que ha tenido lugar ya en el V milenario en los
Abruzzos segn el radiocarbono del poblado Leopardi (Penne cerca
de Pescara (4578 130 a. de J. C.) y de la Grotta dei Piccioni en
Bolognano (4247 130 a. de J. C.).
Sigue el neoltico circunmediterrneo - que habamos llamado
cultura de las cuevas - por Provenza, llegando hasta el Lot (cueva
de Roucadour en Thmines) estratos con cermica impressione en
radiocarbono de 3980 150 a. de J. C.l25 y especialmente se desarrolla
en toda Espaa, en donde de la segunda mitad del v milenio tenemos
la fecha de radiocarbono de 4670 160 de la Cueva de l'Or de Be-
niarrs (prov. de Alicante),126 as como tambin por el norte de Africa
- no slo por la costa, sino tambin por las mesetas argelinas y por
el norte del Sahara, llegando al Tassili.
127
Mientras tanto, se ha desa-
rrollado detrs de ella la cultura sahariense con sus puntas de flecha,
en la que vemos el origen de la cultura de Almera.
Conocemos mal el mecanismo de la propagacin del Neoltico en
el norte de Francia; pero all se desarrolla una cermica pardusca
generalmente sin decoracin, que llega hasta Bretaa ya a fines del
IV milenario, y que desemboca en la formacin del Chasseense.
El Chasseense se extiende hacia el sur recubriendo el Neoltico
circunmediterrneo en Rocadour (capa de Chassey A con radiocarbono
de 3229 137 sobre la capa con cermica impressione}) cerno se ha
dicho),128 y se infiltra por el sur en Languedoc y Provenza, constituyendo
grupos paralelos y afines de la cultura de Cortaillod de Suiza y de
La Lagozza de las vertientes de los Alpes italianos, sin que deje de sub-
sistir la cultura de la cermica decorada del Neoltico circunmedite-
rrneo, aunque penetrando entre l. Paralelamente se organiza un
grupo que abarca con el sur de Suiza, la Savoya y el Rdano, en con-
tacto con los afines del Chasseense del Languedoc y con el de la
Lagozza del norte de Italia.
Para la formacin de estos grupos puede imaginarse algo pare-
cido a como Mller-Karpe trata de explicarse las semejanzas del Cam-
125. NIEDERLENDER-LACAM-ARNAL, 1966.
126. SCHUBART, 1965.
127. AUMEN-BEUCHER-LHOTEDELIBRIAS, 1968.
128. NIEDERLENDER-LACAM-ARNAL, 1966.
86 P. BOSCH-GIMPERA
pigniense y Chasseense, como el desarrollo de una tradicin anterior.
129
A ellas habra que agregar las semejanzas con Cortaillod, Michelsberg
de Suiza y del sur de Alemania, con La Lagozza de Italia y hasta con
Windmill Hill de Inglaterra, en que predomina la cermica sin decorar
y que seran desarrollos autnomos de un substrato mesoltico, en el
que habra jugado un gran papel la propagacin del capsio-sauvete-
rriense y que habra sido ofuscado por la cermica decorada del
Neoltico circunmediterrneo, subsistiendo la tradicin de aquel subs-
trato a su margen, para luego propagarse\ por su territorio. En la
Pennsula Ibrica se dara un fenmeno semejante con la formacin
de la cultura portuguesa con su cermica sin decoracin, y se ha
l1egado a hablar de cermica occidental y a compararla tambin con
~ s grupos a que nos hemos referido.
Paralelamente se ha desarrollado en Espaa la cultura de Almera
y se ha formado el grupo de los sepulcros no megalticos o de fosa
de Catalua, que entre ellos ve aparecer el tipo de la cista y que
tambin tiene cermica sin decoracin. Entonces aparecen semejanzas
con la cermica sin decoracin del Chasseense y de los grupos afines
y la. cista en el Languedoc y en la cuenca del Rdano y Suiza (el tipo
Glys-Chamblandes) que Guyan y Sauter fechan en el tiempo del Cor-
taillod B o reciente, como notan Guilaine-Muozyo Entonces aparecen
otros paralelos entre la cultura almeriense de Espaa, y en particular
en la de los sepulcros de Catalua y del sur de Francia: los vasos
ovoides de una tumba de fosa de la cueva de Unang (Vaucluse) y del
abrigo sepulcral de Pont-de-Quinson (Basses Alpes), en este ltimo
muy semejante a los vasos ovoides de Catalua (por ejemplo, al de
los sepulcros de fosas de Sant Gens de Vilassar y an al de El Grcel
de Almera), as como las cistas que comienzan c'erca de Catalua
en el Narbons (por ejemplo, las de la necrpolis de Bordasse en
Comilhac-de-la-Montagne, Aude) y que llegan por el oeste a Villenueve-
Toulouse (Haute Garonne) y al grupo Glys-Chamblandes. Hay que
aadir a los rasgos comunes las perlas de callais y los microlitos
trapezoidales de tipo tardenoisiense, que abundan tambin en la
cultura de Almera. Al mismo tiempo se han propagado desde Italia
los vasos de boca cuadrada - cuyo origen se ve en las cufturas danu-
bianas del Tisza en Hungra - y que son an poco conocidos en
Francia (vaso de la Grotte de la Calade, cerca de Nant, Aveyron).
Es indudable que hay semejanzas entre la cultura almeriense,
1.29. MLLER-KARPE, 1968, p. 152, da una visin de conjunto sobre las relaciones
ae Campingny-Chassey-Lagozza con los sepulcros catalanes - que propone llamar gru-
po Madurell (pp. 140-145, 148-153 -, con una bibliografa muy completa y con ilus-
traciones de todo ello en las lms. 272-274.
130. GUlLAINE-Muoz, 1964.
LA CULTURA DE ALMERtA 87
especialmente, de su extensin en la de los sepulcros de fosa de
Catalua y las culturas ultrapirenaicas. Guilaine-Muz se pregunta:
131
Se trata de una misma civilizacin?. Y continan: A pesar de
interferencias ciertas, es menos seguro. Habr que esperar, por otra
parte, a que el grupo languedociense haya adquirido mayor consis-
tencia para colocarlo en su verdadero lugar. Los -dos grupos (el ca-
taln y el meridional) parecen haber evolucionado normalmente de
modo paralelo, con inevitables influencia-s recprocas, corrientes en las
civilizaciones occidentales - a menudo salidas de un polo de emisin
comn -, con el desarrollo chasseense ms vigoroso al norte de la
cadena pirenaica. Nosotros aadiramos y el almeriense al sur
de ella.
Tanto en Francia como en Catalua tales culturas persisten hasta
etapas eneolticas avanzadas. En Rocadour, el Chasseense B se fecha
en 231O 125, y ya hemos visto que con la cultura de los sepulcros
almerienses de Catalua hay una fecha de radiocarbono de la necr-
polis de Sabassona, cerca de Vic: 2345 140 a. de J. C., para una de
sus etapas avanzadas.
Ya entonces se ha producido la extensn de la cultura de los
sepulcros megalticos pirenaicos tanto en Catala como en el sur
de Francia y a travs de ella, como por la relacin atlntica de Por-
tugal con la Bretaa, se han propagado rasgos peninsulares o se han
recibido los europeos en :eortugal. En el norte de Francia se ha
formado la cultura del Seml-Oise-Marne - con la cermica de Horgen
que llega a Suiza - y a ella han llegado tambin influencias meridio-
nales, a la vez que bretonas. Eru el sur de Francia aparece un mosaico
de variedades culturales nuevas que ofrecen supervivencias de las
anteriores y que se influyen mutuamente, llegando algunas de estas
influencias a pasar tambin los Pirineos ;--la de los llamados pastores
de las mesetas con sus variedades de cermica de Ferrieres y Font-
buisse y el Curoniense de Esca]on de Fonton. Asimismo, una vez
instalada la cultura pirenaica en el sur de Francia, llegando a los
Alpes meridionales, hay nuevas relaciones con Italia que repercuten
tambin en Catalua y a las que nos hemos referido anteriormente.
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