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Edgar Allan Poe - El Dominio

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EL DOMINIO DE ARNHEIM O EL PAISAJE DEL JARDIN

Edgar Allan Poe

Desde la cuna a la tumba, una brisa de prosperidad acompa a mi amigo Ellinson. Y no uso la palabra prosperidad en un mero sentido mundano. La empleo como sinnimo de felicidad. La persona de quien hablo pareca nacida con el propsito de simboli ar las doctrinas de !urgot, Price, Priestle" " #ondorcet$ de ser%ir de e&emplo a lo que se ha llamado 'la quimera de los perfeccionistas'. En la bre%e e(istencia de Ellinson creo haber %isto refutado el dogma de que en la ma"ora de los hombres "ace alg)n principio oculto, enemigo de la felicidad. *n e(amen minucioso de su carrera me ha lle%ado al con%encimiento de que, en general, la miseria de la humanidad procede de la %iolacin de algunas pequeas le"es de la naturale a+ que como especie tenemos en nuestra posesin elementos de felicidad toda%a %rgenes+ " que aun ahora, en la presente oscuridad " locura de todo pensamiento sobre la gran cuestin de la condicin social no es imposible que el hombre, indi%idualmente considerado, pueda ser dichoso ba&o determinadas condiciones poco frecuentes " altamente fortuitas. ,i &o%en amigo estaba totalmente imbuido de opiniones como -stas+ " por eso es digno de obser%acin que el ininterrumpido disfrute que distingui su %ida, fue en gran medida el resultado de un pre%io acuerdo. Es e%idente, por tanto, que con algo menos de esa filosofa que de %e en cuando ocupa tambi-n el papel de la e(periencia, mster Ellinson se hubiera %isto precipitado, por los muchos e(traordinarios -(itos de su %ida, en el frecuente torbellino de la desgracia que se abre a los pies de aquellos que poseen dotes e(traordinarias. Pero, no es mi intencin escribir un ensa"o sobre la felicidad. Las ideas de mi amigo pueden resumirse en pocas palabras. Admita solamente cuatro principios elementales, o m.s estrictamente$ cuatro condiciones de felicidad. La que -l consideraba principal era /e(trao parece decirlo0 pura " simplemente la del e&ercicio al aire libre. La salud, seg)n -l, obtenida por otros medios es apenas digna de merecer tal nombre. Pona por e&emplo el -(tasis del ca ador de orros " sealaba que los labradores eran la )nica gente que, como clase, puede ser cabalmente considerada m.s feli que las otras. 1u segunda condicin era poseer el amor de una mu&er. 1u tercera, " m.s difcil de lograr, era el desprecio de la ambicin+ " su cuarta era perseguir siempre un ob&eti%o, sosteniendo que siendo iguales las otras cosas, la e(tensin de la felicidad conseguida estaba en proporcin con la espiritualidad del ob&eti%o perseguido. Ellin son fue notable por la continua profusin de dones que la fortuna derram sobre -l. En gracia personal " en belle a, e(ceda a los dem.s hombres. 1u inteligencia era del orden de aquellas para las que la adquisicin de conocimientos es menos un traba&o que una intuicin " una necesidad. 1u familia era una de las m.s ilustres del imperio. 1u esposa, la m.s enamorada " abnegada de las mu&eres. 1us posesiones siempre haban sido cuantiosas+ pero al alcan ar la ma"ora de edad se descubri que uno de esos e(traordinarios caprichos del destino, que sorprenden a todo el mundo social donde ocurren, " que raras %eces de&an de alterar radicalmente la forma de ser de quienes son ob&eto de ellos, se haba reali ado sobre -l. Parece ser que un siglo antes de que mster Ellinson alcan ara la ma"ora de edad, falleci en una pro%incia remota un tal mster 1eabright Ellinson. Este caballero haba reunido una principesca fortuna, " no teniendo parientes cercanos, tu%o el capricho de permitir que su fortuna se acumulara un siglo despu-s de su muerte. Disponiendo minuciosamente los %arios modos de in%ertirla, pre%ino en su testamento que el capital as acumulado fuera para el pariente consanguneo m.s cercano que lle%ase el apellido de Ellinson, " %i%iente en el momento de transcurrir los cien aos. 1e hicieron muchos intentos para de&ar sin efecto aquel singular testamento, pero no se consigui por su car.cter condicional, si bien despert la atencin de un gobierno celoso de sus funciones que mediante un decreto legislati%o prohibi en lo sucesi%o tales acumulaciones. Este hecho, sin embargo, no impidi que el &o%en Ellinson, a los %einticinco aos de edad, como heredero de su antepasado 1eabright, entrara en posesin de la fortuna, que ascenda a cuatrocientos cincuenta millones de dlares.

#uando se supo a cu.nto ascenda la enorme rique a heredada, se hicieron, desde luego, muchas especulaciones acerca del modo de disponer de ella. La magnitud " la inmediata disponibilidad de la suma causaron %i%a sorpresa en todos los que se pararon a pensar en el asunto. El poseedor de tan apreciable suma poda ser imaginado reali ando cualquiera entre mil cosas. #on rique as que superaban a las de cualquier otro ciudadano, poda haber sido f.cil suponerle entregado a los supremos e(cesos de las modas m.s e(tra%agantes de su tiempo+ ocupado en las intrigas de la poltica+ aspirando al poder ministerial+ adquiriendo un grado m.s alto de noble a+ fundando grandes museos+ protegiendo con generosidad las letras, la ciencia " el arte o, por )ltimo, dotando " dando su nombre a grandes instituciones ben-ficas. Pero estas finalidades " todos los ordinarios, que colmaran las apetencias de cualquiera, parecan ofrecer, en relacin con la inconcebible fortuna en posesin del heredero, un campo demasiado limitado. 1e hicieron c.lculos " -stos slo contribu"eron a aumentar la confusin. 1e haba %isto que aun al tres por ciento, la renta anual de la herencia ascenda a no menos de trece millones " medio de dlares, lo cual representaba un milln ciento %einticinco mil al mes+ treinta " seis mil no%ecientos ochenta " seis por da+ mil quinientos cuarenta " uno por hora, o %eintis-is dlares por cada minuto que pasara. Ante tales c.lculos qued rota la ruta usual de las suposiciones " con&eturas. La gente no saba qu- imaginar. 2ubo algunos que toda%a llegaron a suponer que mster Ellinson se pri%ara al menos de la mitad de su fortuna, una opulencia del todo superflua, enriqueciendo a toda la cater%a de parientes, di%idiendo entre ellos lo superabundante. De hecho, Ellinson cedi a fa%or de sus parientes m.s cercanos la fortuna, poco frecuente, que posea antes de la herencia. 1in embargo, no me sorprendi %er que mi amigo, desde haca tiempo, se haba formado un criterio sobre lo que ocasionaba tanta discusin entre sus amigos. 3i tampoco me asombrmucho con la naturale a de su decisin. 4especto a las caridades personales, haba satisfecho a su conciencia. En cuanto a la posibilidad de una me&ora propiamente dicha, reali ada por el hombre mismo " que afectara la condicin general del g-nero humano, siento confesar que mi amigo tena mu" poca fe. En resumen$ para felicidad o desgracia su"a, se reconcentr en s mismo sobre manera. Era un poeta en -l sentido m.s amplio " m.s noble de la palabra. Adem.s, comprenda el %erdadero car.cter, el propsito augusto, la suprema ma&estad " dignidad del sentimiento po-tico. Por instinto, senta que la m.s completa, si no la )nica satisfaccin de este sentimiento, radicaba en la creacin de nue%as formas de belle a. Algunas peculiaridades su"as, bien de su temprana educacin o bien debidas a la naturale a de su inteligencia, haban teido con algo de lo que se llama materialismo todas sus especulaciones -ticas+ Y fue tal %e esta preferencia su"a la que le condu&o a creer que la m.s %enta&osa, cuando menos, si es que no el )nico campo legtimo para el e&ercicio po-tico, radica en la creacin de nue%os modos de una belle a puramente fsica. Por esto nunca lleg a ser ni m)sico ni poeta5si usamos este t-rmino en su corriente acepcin5. 6 es posible tambi-n que ol%ide ser alguna de estas cosas, por mostrarse consecuente con su idea de que en el desprecio de la ambicin puede hallarse uno de los principios esenciales para lograr la felicidad sobre la !ierra. 73o es posible, en %erdad, que mientras un genio de ele%ada categora es necesariamente ambicioso, el de orden m.s superior toda%a se halle por encima de lo que se llama ambicin8 7Y no puede suceder que muchos genios m.s grandes que ,ilton ha"an permanecido por su %oluntad 'mudos' " sin gloria8 #reo que el mundo nunca ha %isto " no %er. &am.s, a menos que una serie de accidentes agui&oneara a los rangos m.s ele%ados del espritu humano, mo%i-ndoles a ingratos esfuer os, la plenitud de triunfal e&ecucin que es capa de alcan ar la naturale a humana en los m.s ricos dominios del arte. Ellinson no fue m)sico ni poeta, aunque ning)n hombre %i%i m.s profundamente enamorado de la m)sica " de la poesa. 9a&o otras circunstancias, distintas de las que le rodeaban, es posible que hubiera llegado a ser pintor. La escultura, aunque rigurosamente po-tica en su naturale a, es demasiado limitada en su e(tensin " consecuencias como para haber ocupado durante alg)n tiempo su atencin+ " con esto he mencionado todos los campos en los cuales la com)n comprensin del sentimiento po-tico &u ga a -ste capa de e(pansionarse. Pero Ellinson sostena que el m.s rico, el m.s %erdadero " el m.s natural, si no el m.s e(tenso de todos los campos, haba sido ol%idado negligentemente. 3inguna definicin artstica se haba hecho del &ardinero paisa&ista, consider.ndole en su lealtad al sentimiento po-tico+ con todo, a mi

amigo le pareca que la creacin del &ardn paisa&e ofreca a la musa con%eniente la m.s magnfica de las oportunidades. De hecho, all estaba el m.s bello campo para desarrollar la imaginacin en las infinitas combinaciones de formas de nue%a belle a, siendo los elementos que podan entrar en su combinacin, por una amplia superioridad, los m.s espl-ndidos que la tierra pueda proporcionar. En la multiplicidad " multicoloridad de flores " .rboles reconoca los m.s directos " en-rgicos esfuer os de la 3aturale a hacia la belle a fsica, " en la direccin o concentracin de este esfuer o5o m.s propiamente, en su adaptacin a los o&os que haban de contemplarlo sobre la !ierra5-l perciba que deba emplear sus me&ores medios, traba&ando con apro%echamiento de las grandes %enta&as que tena para el cumplimiento no slo de su propio destino como poeta, sino del augusto propsito por el que la Di%inidad haba implantado el sentimiento po-tico en el hombre. '1u adaptacin a las miradas que haban de contemplar en la !ierra sus resultados...'. #on la e(plicacin de esta frase, mster Ellinson contribua a resol%er lo que siempre me haba parecido un enigma+ me refiero al hecho /que nadie sino el ignorante discute0 de que en la 3aturale a no e(iste tal combinacin de decorado como el pintor genial es capa de producir. 3o se encuentran en la realidad parasos como los que resplandecen en los lien os de #laudio de Lorena. En los m.s encantadores paisa&es naturales se encontrar. siempre un defecto o un e(ceso5o me&or, muchos e(cesos " muchos defectos5. ,ientras las partes componentes pueden indi%idualmente desafiar la m.s alta habilidad del artista, la composicin de esas partes siempre ser. susceptible de me&orar. En suma, no se puede hallar sobre la ancha superficie de la !ierra 'natural', un sitio desde el que un o&o artstico, mirando detenidamente, no encuentre moti%o de ofensa en lo que ha sido llamado la composicin del paisa&e. Y, sin embargo, : qu- incomprensible es esto; En todas las dem.s materias se nos ha enseado certeramente a considerar la 3aturale a como supremo %alor de todo. En cuanto a sus detalles, nos estremecera competir con ella. 7<ui-n intentar. imitar los colores del tulip.n o me&orar las proporciones del lirio del %alle8 La crtica que dice de la escultura o del retrato que en ella la 3aturale a debe ser e(altada o ideali ada me&or que imitada, est. en un error. 3inguna combinacin escultrica o pictrica de la belle a humana hace otra cosa que acercarse a la belle a %i%iente. 1lo en el paisa&e puede considerarse e(acta esa opinin de la crtica a que se ha hecho referencia. Lo que pasa es que, comprobada en este terreno su %erdad, el espritu precipitado de la generali acin ha conducido a quererla e(tender a todos los dominios del arte. 2e dicho que sent su %erdad all, porque el sentimiento no puede confundirse con la afectacin o la quimera. Los matem.ticos no proporcionan demostraciones m.s absolutas que las que el sentimiento de su arte facilita al artista. 3o slo -l cree, sino que sabe positi%amente que tales o cuales composiciones aparentemente arbitrarias de las cosas constitu"e la %erdadera belle a con car.cter )nico. 3o es que las ra ones que para ello tenga posean la suficiente madure para poder plasmar en concretas e(presiones, "a que esta tarea queda reser%ada para un an.lisis m.s profundo de lo que el mundo ha podido %er toda%a " que e(igir. la in%estigacin a fondo " la enumeracin acabada de tales ra ones. 3o obstante, el artista se %e confirmado en sus opiniones instinti%as por la %o de todos sus hermanos artsticos. Admitamos que una composicin sea defectuosa, " que una enmienda de la misma sea para corregir un mero arreglo de forma e imaginemos que esta enmienda es sometida a todos los artistas del mundo... Pues bien+ cada uno de ellos reconocer. la necesidad de la misma correccin, " lo que es m.s$ para remediar la composicin defectuosa, cada miembro aislado de la fraternidad artstica sugerir. id-nticos remedios. 4epito que )nicamente en el arreglo del paisa&e es susceptible de e(altacin la naturale a fsica " que, por tanto, su susceptibilidad de me&ora en este aspecto era un misterio que "o no haba sido capa de descifrar. ,is propios pensamientos sobre el asunto haban descansado en la idea de que la intencin primiti%a de la 3aturale a debera haber dispuesto la superficie de la !ierra de tal modo como para haber colmado por completo el sentido humano de la perfeccin de la belle a, de lo sublime e incluso de lo pintoresco+ pero que esta primiti%a intencin haba quedado frustrada por las conocidas perturbaciones geolgicas, perturbaciones de forma " de colores agrupados, en cu"a correccin o acomodamiento radica el alma del arte. La fuer a de esta idea quedaba, sin embargo, mu" debilitada por la necesidad que la en%ol%a de considerar las perturbaciones como algo anormal " carente de todo propsito. =ue Ellinson quien me sugiri que las mismas no eran sino pronsticos de muerte. E(plic.ndose as$

> Admito que la inmortalidad del hombre fuese el primer propsito concebido. !endramos entonces el arreglo primiti%o de la superficie de la !ierra, adaptado a ese estado beatfico como una cosa preconcebida. Las perturbaciones fueron las preparaciones para su condicin mortal, a la que posteriormente fue reducido. > Ahora bien5di&o mi amigo5$ lo que consideramos como e(altacin del paisa&e puede que realmente lo sea, aunque )nicamente desde el punto de %ista moral o humano. #ada alteracin del escenario natural, posiblemente puede que suponga una mancha en el cuadro. 1i consideramos -ste en grande, en masa, contempl.ndolo desde alg)n punto de la superficie de la !ierra, aunque no m.s all. de los lmites de su atmsfera, f.cilmente se comprende que la me&ora de un detalle obser%ado de cerca puede, al mismo tiempo, daar su afecto general obser%ado desde una distancia ma"or. Puede ser que e(ista una clase de seres humanos un da, pero in%isibles ho" a la humanidad, para quienes, desde mu" le&os, nuestro desorden pueda parecerles orden " nuestra falta de pintoresquismo, precisamente lo contrario. En una palabra$ los .ngeles terrestres, para cu"a contemplacin m.s especialmente que para la nuestra propia, " para cu"a apreciacin de la belle a, refinada por la muerte, han sido desplegados por Dios los amplios &ardines paisa&es en los hemisferios. En el curso de la discusin, mi amigo cit algunos pasa&es de un autor de &ardinera paisa&ista, que ha sido considerado como uno de los ma"ores conocedores de este tema. > Propiamente, no ha" sino dos estilos en la &ardinera del paisa&e$ el natural " el artificial. *no busca re%i%ir la belle a original del pas, adaptar sus medios al escenario circundante, culti%ando .rboles en armona con los montes o llanuras de las tierras %ecinas+ descubriendo " poniendo en pr.ctica aquellas delicadas relaciones de tamao, proporcin " color que, escondidas para el obser%ador corriente, son re%eladas en todas partes al e(perto estudiante de la 3aturale a. El resultado del estilo natural del &ardn se %e m.s bien en la ausencia de todos los defectos e incongruencias, en el predominio de una sana armona " de un orden, que en la creacin de mara%illas o milagros de cualquier clase. El estilo artificial tiene tantas %ariedades como gustos diferentes ha de satisfacer, " guarda una cierta relacin general con los diferentes estilos de los edificios. E(isten las regias a%enidas " rincones de ?ersalles+ las terra as italianas " un %ie&o estilo ingl-s, me clado " %ario, que guarda alguna relacin con el gtico dom-stico " con la arquitectura isabelina inglesa. A pesar de cuanto se diga contra los abusos de la &ardinera paisa&ista artificial, una me cla de arte puro en la escena de un &ardn aade a -ste una gran belle a. 4esulta, en parte, agradable a la %ista, por la muestra de orden " un plan que, en parte, se podra llamar moral. *na terra a con una %ie&a balaustrada cubierta de musgo e%oca al contemplarla las bellas figuras que pasaron por all en otros tiempos. La m.s ligera e(hibicin de arte es una prueba de cuidado " de inter-s humano. > Por lo que "a he dicho5di&o Ellinson5, usted comprender. que recha o la idea, aqu e(presada, de re%i%ir la belle a original del pas. La belle a original nunca es tan grande como la que puede ser recreada. Desde luego, todo depende de la eleccin de un para&e que cuente con posibilidades. Lo que se ha dicho acerca de descubrir " traer a la pr.ctica bellas relaciones de tamao, proporcin " color es una de esas meras %aguedades de lengua&e que sir%en para disimular la imprecisin del pensamiento. La frase citada puede querer decir algo o nada " de ning)n modo sir%e de gua. <ue el %erdadero resultado del estilo natural en la &ardinera se halle en la ausencia de todos los defectos o incongruencias, m.s que en la creacin de mara%illas o milagros, es una proposicin que se adapta me&or a la comprensin ser%il del rebao que a los fer%orosos sueos del hombre de genio. El m-rito negati%o sugerido pertenece a esa crtica de ba&os %uelos que la literatura ele%ara a Addison hasta las cumbres apotesicas. En %erdad, mientras que aquella clase de %irtud que consiste en la mera e%itacin del %icio apela directamente al entendimiento " puede circunscribirse, en consecuencia, dentro de la norma, la m.s grande %irtud que llamea en la creacin slo puede ser comprendida en sus resultados. La regla slo se aplica a los m-ritos de la repulsa " a las e(celencias que refiera. ,.s all. de estas reglas, el arte crtico no puede sino sugerir. 1e nos puede ensear a construir un #atn, pero ser. en %ano que se nos diga cmo concebir un Partenn o un @nfierno. 1in embargo, hecha la cosa " reali ado el milagro, la capacidad de comprensin se hace uni%ersal. Los sofistas de la escuela negati%a que, debido a su incapacidad para crear, se han mofado de la creacin, son ahora los m.s ruidosos con sus aplausos. Lo que en su condicin inicial de cris.lida afrentaba a su ra n ga moa, nunca de&a, en su madure de e&ecucin, de arrancar la admiracin de su

instinto natural de la belle a. Las obser%aciones del autor sobre el estilo artificial continu Ellinson son menos discutibles. Dice que una me cla de arte puro, en una decoracin de &ardn, le aade una gran belle a. Esto es e(acto, como lo es tambi-n la referencia que hace al sentido del inter-s humano. El principio e(presado es incontro%ertible+ pero puede que e(ista algo m.s all. de -l. Puede que e(ista un ob&eto relacionado con ese principio+ un, ob&eto inalcan able por los medios de posesin corrientes de los indi%iduos, pero que si se lograse a pesar de todo, dara a la &ardinera paisa&ista un encanto que superara al que pudiera otorgarle un sentido de simple inter-s humano. *n poeta que dispusiera de recursos monetarios poco frecuentes podra, mientras retu%iera la idea precisa de arte, de cultura, o como nuestro autor dio$ de inter-s, infundir a sus planes un sentido de belle a tan amplio " nue%o que produ&esen un sentimiento de ele%ada espiritualidad. 1e %er. que para lograr tal resultado se deben asegurar todas las %enta&as de inter-s o de propsito, ali%iando su traba&o de la esperan a o del abuso de tecnicismo del arte mundano. En el m.s .rido de los desiertos5en la m.s sal%a&e de las escenas de naturale a aut-ntica5est. aparente el arte de su #reador. #on todo, este arte slo se pone de relie%e por la refle(in " ba&o ning)n respeto tiene la clara fuer a del sentimiento. 1upongamos ahora ese sentido del designio del !odopoderoso, reba&ado en un grado de modo que pudiera ponerse en armona o consistencia con el sentido del arte humano5para formar una especie de intercambio entre las dos cosas5. @maginemos, por e&emplo, un paisa&e cu"a %astedad " cu"o car.cter definiti%o, cu"a belle a, magnificencia " originalidad unidas, condu can a la idea de cuidado, cultura o atencin, por parte de seres superiores, afines, sin embargo, a la humanidad. Entonces el sentimiento de inter-s est. preser%ado, mientras el arte entreme clado re%iste los aires de una naturale a intermedia o secundaria, una naturale a que no es ni Dios ni una emanacin de Dios, sino que es toda%a naturale a en el sentido de obra salida de las manos de los .ngeles que %uelan entre el hombre " Dios, Ellinson estu%o dedicando su enorme rique a a dar cuerpo a tal %isin+ desen%ol%i-ndose en el e&ercicio al aire libre, asegurado por la %igilancia personal de sus planes+ persiguiendo incesantemente el ob&eto hacia el cal tendan dichos planes+ lleno de alta espiritualidad de tal ob&eto+ carente de toda ambicin que le permita sentirla de %erdad, en la fuente inagotable de la belle a, sin posibilidad de saciar nunca su sed por ella, que era la pasin dominante de su alma, en%uelto por encima de todo en la simpata de una mu&er aut-nticamente femenina, cu"a belle a " amor en%ol%an su e(istencia en la purp)rea atmsfera de un paraso... Ellinson cre" encontrar, o encontr realmente, la e(encin de las ordinarias inquietudes de la humanidad, con una gran cantidad de felicidad positi%a mucho ma"or de la que pudo &am.s resplandecer en los ensueos e(t.ticos de ,adame de 1ta-l. Desespero de poder transmitir al lector alguna idea e(acta de la mara%illa que mi amigo logr en la realidad. <uisiera describirlas, pero esto" descora onado por la dificultad de la descripcin " %acilo entre el detalle " la generalidad. <ui . el me&or m-todo consiste en unir ambos sistemas en sus respecti%os e(tremos. El primer paso de mster Ellinson hi o referencia, desde luego, a la eleccin del lugar apropiado+ " apenas haba comen ado a pensar en este punto, cuando su atencin fue atrada por la e(uberante %egetacin de las islas del Pacfico. 1e haba hecho el propsito de reali ar un %ia&e a los mares del 1ur, cuando una noche de refle(in le indu&o a abandonar la idea. > 1i fuese "o un mis.ntropo5di&o 5, tal sitio podra con%enirme. 1u completo aislamiento " su le&ana, " la dificultad de acceso " salida, podra ser en tal caso el ma"or encanto. Pero "o no so" un !imn. Deseo el descanso, pero no la depresin de la soledad. Debo conser%ar conmigo un cierto control sobre la e(tensin " duracin de mi reposo. 1er.n frecuentes las horas en las que necesite de la simpata para lo que ha"a de hacer. Permtaseme, entonces, buscar un sitio no mu" le&ano de una ciudad populosa, cu"a pro(imidad me a"ude adem.s a la reali acin de mis planes. En busca de un lugar apropiado, Ellinson %ia& durante %arios aos " me permiti que le acompaase. ,il sitios que me entusiasmaban fueron recha ados por -l sin %acilacin, por ra ones que al final realmente me con%encieron. Por fin, llegamos a una ele%ada meseta, de mara%illosa fertilidad " hermosura, desde la cual se poda contemplar una panor.mica de una e(tensin mu" poco inferior a la del Etna, " que, en opinin de Ellinson, como en la ma propia, superaba por todos sus elementos pintorescos a las %istas de las gran&as le&anas que se %en desde aquella montaa.

> Ahora s-5di&o el %ia&ero, con un suspiro de honda satisfaccin, despu-s de contemplar la escena durante una hora5que aqu, en mis circunstancias, el no%enta " nue%e por ciento de los hombres m.s descontentos se daran por satisfechos. Este panorama es realmente magnfico " me deleitara plenamente en -l, si no fuera por el e(ceso de su magnificencia. El gusto de todos los arquitectos que he conocido, les lle%a, por consideracin a la 'perspecti%a', a situar los edificios sobre la cima de las colinas. El error es ob%io. La grande a en cualquiera de sus formas, pero especialmente en la de la e(tensin, remue%e " e(cita, para luego fatigar " deprimir. Para la escena ocasional, nada puede ser me&or+ pero para una %isin constante, no ha" nada peor... Es una contemplacin permanente+ la fase m.s censurable de la grande a es esa de la e(tensin. La fase peor de la e(tensin es la distancia. Esto est. en guerra con el sentimiento " con el sentido de retiro, sentimiento " sentido que intentamos satisfacer retir.ndonos al campo. ,irando desde la cumbre de una montaa, no podemos menos de de&ar de sentirnos perdidos en el mundo. El melanclico e%ita las perspecti%as distantes como si se tratara de la peste. 1lo al final del cuarto ao de nuestra b)squeda dimos con un lugar con el que Ellinson se declar satisfecho. 6b%io es decir dnde estaba dicho lugar. La reciente muerte de mi amigo, al hacer que su finca estu%iera abierta a cierta clase de %isitantes, ha dado a Arnheim una especie de secreta " sumisa, si es que no solemne celebridad, parecida en cierto modo, aunque infinitamente superior en grado, a la que ha distinguido durante tanto tiempo a =onthill. El acceso a Arnheim se haca por el ro. El %isitante de&aba la ciudad por la maana temprano. Durante la tarde, pasaba entre riberas de una tranquila " natural belle a, sobre las que pastaban innumerables o%e&as de blancos %ellones, que moteaban el %i%o %erdor de las praderas ondulantes. Poco a poco, la idea del culti%o iba cediendo el paso a la de un simple cuidado pastoral. Esta se funda con lentitud en una sensacin de retiro, ", a su %e , en una conciencia de soledad. Al acercarse la tarde, el canal se hi o m.s estrecho, las orillas m.s " m.s escarpadas " re%estidas de un folla&e m.s rico, m.s espeso " m.s sombro. El agua se haca m.s transparente. La corriente describa mil re%ueltas, de modo que no se poda %er su brillante superficie sino a una distancia ma"or que un estadio. A cada instante la embarcacin pareca aprisionada en un crculo encantado de insuperable e impenetrables paredes de folla&e. *na techumbre de raso ultramar, " sin que hubiese suelo, balance.ndose la quilla con admirable sua%idad, sobre la de una barca fantasmal, que hundida hacia aba&o por alg)n accidente flotase en constante compaa con la que tena realidad material, con el )nico propsito de sostenerla. El canal se hi o un desfiladero, " aunque el t-rmino es algo inapropiado, lo empleo simplemente porque el lengua&e no tiene otra palabra que represente me&or la caracterstica m.s sorprendente, la m.s distinti%a de la escena. El car.cter de desfiladero se daba solamente atendiendo a la altura " al paralelismo de las orillas, aunque se perdieran por completo los otros rasgos. Las paredes de la hondonada /a tra%-s de la cual corra el agua tranquila0 se ele%aban a una altura de cien " a %eces de ciento cincuenta pies, " se inclinaban tanto la una hacia la otra que, en gran medida, no de&aban pasar la lu del da, mientras los musgos, largos como plumas, que colgaban densamente de los arbustos que entrete&an arriba sus ramas, comunicaban a todo el con&unto un aire de f)nebre triste a. Las re%ueltas se hicieron m.s continuas e intrincadas " con frecuencia pareca como si %ol%ieran sobre s mismas, de modo que el %ia&ero haca rato que haba perdido toda idea de direccin, adem.s de sentirse en%uelto en un e(quisito sentido de e(trae a. El pensamiento de la 3aturale a a)n permanencia, pero su car.cter pareca haber sufrido una modificacin$ era una misteriosa simetra, una uniformidad sorprendente, una m.gica propiedad en aquellas obras su"as. 3i una rama muerta, ni una ho&a seca, ni un gui&arro perdido, ni un peda o de tierra parda se %ea por ninguna parte. El agua cristalina manaba sobre el limpio granito o sobre cl musgo inmaculado con una agude a de contornos que deleitaba " aturda la %ista al mismo tiempo. Despu-s de haber serpenteado los laberintos de este canal durante algunas horas, la oscuridad se fue haciendo cada %e m.s densa. De repente un impetuoso e inesperado %ira&e de la embarcacin la lle%, como cada del cielo, a una d.rsena circular de e(tensin considerable, comparada con la anchura del barranco. Esta d.rsena tena doscientas "ardas de di.metro " estaba rodeada por todos lados, sal%o por uno5el que estaba frente al barco al entrar -ste, de colinas que, en general, tenan la altura de los muros del abismo, aunque de un car.cter completamente distinto. 1us lados se inclinaban desde el borde del agua en un .ngulo de unos cuarenta " cinco grados " estaban re%estidas, desde la base a la cima ni un solo punto quedaba

sin cubrir55, de una cortina formada por magnficas flores que no de&aban %er ni una ho&a %erde entre aquel mar de olorosos " ondulados colores. Esta d.rsena era de gran profundidad, pero tan transparente que el fondo pareca consistir en una pesada masa de pequeos gui&arros redondos de alabastro, perfectamente %isibles, " uno bien poda decir, cada %e que miraba hacia aba&o, que %ea el firmamento in%ertido " el duplicado de las lo anas colinas. 1obre -stas no haba .rboles ni arbustos de ning)n tamao. Las impresiones producidas en el obser%ador eran de rique a, calor, color, tranquilidad, uniformidad, delicade a, refinamiento " %oluptuosidad. *na milagrosa clase de culti%os sugera sueos de una nue%a ra a de hadas laboriosas, de buen gusto, magnficas " mara%illosas. 1i se ele%aba la mirada hacia las colinas multicolores, desde su ntida con&uncin con el agua hasta su %aga terminacin entre los pliegues de las nubes suspendidas, resultaba difcil en %erdad no imaginar una catarata de rubes, afiros, palos " de nices dorados ca"endo silenciosos desde el cielo. El %isitante, precipitado de pronto en esta baha al salir de la oscuridad del barranco, queda encantado, pero al mismo tiempo aturdido por el globo de sol poniente que -l hubiera supuesto cado ba&o el hori onte, pero que ahora se muestra frente a -l, formando la )nica terminacin de la de otro modo ilimitada perspecti%a que se %e a tra%-s de las colinas, por medio de una abertura casi abismal. Al llegar aqu, el %ia&ero de&a la embarcacin que le ha lle%ado hasta tan le&os " desciende a una ligera canoa de marfil, adornada con arabescos de color ro&o escarlata tanto por dentro como por fuera. La popa " la proa de esta embarcacin se al an por encima del agua, en ele%adas puntas seme&antes a las de la Luna en cuarto creciente. 1obre la superficie de la baha descansa con la gracia de un cisne " en su fondo de armio ha" un solo remo de palo de .loe, pero no se %e ning)n remero o sir%iente. 1e ruega al in%itado que conser%e alegre el .nimo, pues los hados cuidar.n de -l. La embarcacin m.s grande se ausenta " slo queda la canoa que al parecer permaneca sin mo%imiento en medio del lago. ,ientras recapacita sobre el curso que ha de tomar, se da cuenta que la barquita encantada se desli a con un sua%e mo%imiento. Aira lentamente hasta que la proa apunta al sol. Entonces se inicia una marcha sua%e que gradualmente %a haci-ndose ma"or, " mientras los ligeros ri os rompen sobre las superficies de marfil en di%ina meloda, parecen ofrecer la )nica e(plicacin de la m)sica sua%e " melanclica, en busca de cu"o origen in%isible mira en %ano el sorprendido %ia&ero. La canoa a%an a con seguridad " se apro(ima a la hendidura rocosa, pudiendo di%isar de ese modo sus profundidades con m.s claridad. A la derecha se ele%a una cadena de altas colinas, %igorosas " llenas de bosques. 1in embargo, se obser%a que la limpie a m.s e(quisita sigue pre%aleciendo en la ona donde las riberas se hunden en el agua. 3o se %e all rastro alguno de los desechos corrientes de los ros. A la i quierda, el car.cter del paisa&e se ofrece m.s sua%e " m.s e%identemente artificial. Las orillas ascienden desde la superficie de la corriente de modo mu" sua%e, formando una ancha pradera de c-sped, de una conte(tura no mu" distinta a la del terciopelo " de %erde tan brillante que podra ser comparado con las esmeraldas m.s puras. Esta meseta %ara en su anchura, de die a trescientas "ardas, alcan ando desde la orilla del ro a un muro de cincuenta pies de altura que se e(tiende, en una infinidad de cur%as, siempre siguiendo la direccin del ro hasta perderse en la le&ana hacia el oeste. Esta pared es una roca continua " ha sido formada cortando precipitadamente el escarpado barranco de la orilla sur del co, sin que quede rastro del traba&o que ha habido que reali ar. La piedra tallada tiene la tonalidad de -pocas pasadas " est. profusamente cubierta por la hiedra, madresel%as de color ro&o, las eglantinas " las clem.tidas. La uniformidad de las lneas de la base " de la c)spide del muro est.n mu" sua%i adas por .rboles de gigantesca altura que crecen aislados o bien en grupos, situados a lo largo de la meseta, o en el dominio de detr.s del muro, pero mu" cerca de -ste, de tal modo que muchas ramas /especialmente las del negro nogal0 pasan por encima " sumergen sus colgantes e(tremos en el agua. ,.s all., dentro del dominio, la %isin se %e impedida por una impenetrable cortina de folla&e. Estas cosas se obser%an durante el gradual acercamiento de la canoa a lo que he llamado la puerta de la perspecti%a. Al acercarse, sin embargo, su apariencia de abismo se des%anece " se descubre a la i quierda una nue%a salida, en cu"a direccin se puede %er cmo se prolonga el muro, que sigue el curso general de la corriente. La %ista no puede penetrar mu" le&os por esta nue%a abertura, pues la corriente, acompaada por el muro, sigue doblando a la i quierda hasta

que ambos son tragados por la %egetacin. El barco, no obstante, se desli a m.gicamente por el serpenteante canal. La orilla opuesta al muro contin)a formada por ele%adas colinas que a %eces se con%ierten en %erdaderas montaas " se cubren de %egetacin sil%estre " e(uberante, que ocultan la escena. =lotando sua%emente hacia delante, pero con una %elocidad ligeramente aumentada, el %ia&ero, despu-s de muchas bre%es re%ueltas, encuentra su a%ance aparentemente interrumpido por una gigantesca barrera de oro bruido, cincelado " pulido, que refle&a los ra"os del sol, pr(imo a sumergirse, que parece en%ol%er en llamas todo el bosque circundante. Esta barrera est. insertada en el muro m.s alto, que parece cru ar el ro en .ngulo recto. En pocos momentos se obser%a, sin embargo, que la corriente principal del agua se desli a, siempre siguiendo el muro en una sua%e " amplia cur%a, hacia la i quierda, mientras otra corriente de considerable %olumen se separa de la principal " se abre camino con una ligera ondulacin ba&o la puerta " se oculta a la %ista. La canoa cae a este canal menor " se acerca a la entrada. 1us potentes ho&as se abren lenta " musicalmente. La canoa se desli a entre ellas " comien a un r.pido descenso por el interior de un %asto anfiteatro enteramente rodeado de montaas purp)reas, cu"as bases est.n baadas por un ro resplandeciente que recorre toda la e(tensin del circuito. Entre tanto, surge a la mirada todo el paraso de Arnheim. 2a" un fluido de fascinadora meloda " una opresi%a sensacin de un dulce aroma desconocido. #omo en un sueo, se me clan ante la mirada los altos " esbeltos .rboles orientales, los arbustos frondosos, el pluma&e dorado " carmes de los p.&aros, los lagos rodeados de lilas, los prados de %ioletas, tulipanes, amapolas, &acintos " tuberosas+ las largas " entreme cladas lneas de arro"os plateados, " ele%.ndose confusamente en medio de todo, una masa arquitectnica, medio gtica " medio .rabe, que da la sensacin de sostenerse milagrosamente en el aire, resplandeciendo en el ro&i o ocaso, con un centenar de miradores, minaretes " pin.culos, aseme&ando la obra fant.stica " con&unta de las silfides, de las hadas, de los genios " de los nomos.

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