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María en El Magisterio

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Mara en el Magisterio

Padre Antonio Larocca smc



Presentacin General.
Cuando se habla en la Iglesia de Magisterio se quiere indicar el oficio
vital de ensear que tiene la Iglesia fiel a la trasmisin y ala
interpretacin autntica de la Palabra de Dios en su forma escrita
(Sagrada Escritura) y en su forma de Tradicin. Esto significa que el
magisterio asegura la enseanza de los apstoles en materia de fe y
de moral.
[1]

El Magisterio y la teologa son un comn pero diferente servicio.
[2]
La
fe cristiana est unida al conocimiento de la verdad (cfr. Tito 1,1; 1Tm
1, 10; 4, 6; 2Tim 4,3) y a esta verdad escatolgica nos gua la Iglesia,
es decir los pastores del ministerio episcopal. Pero, tambin por la
misin cannica que le corresponde, los telogos estn al servicio del
magisterio y estn llamados a conducir los creyentes a la adhesin
personal ntima y profundamente convencida que el Dios trinitario ha
sido revelado por Cristo en la Iglesia. Los Obispos, dentro de la
funcin sacramental relacionada a su condicin de pastores, siempre
pueden aclarar cualquier confusin de interpretacin entre lo que dice
la doctrina de la Iglesia (Sagrada Escritura, Tradicin y Magisterio) y
lo que se pueda decir en el ejercicio de la enseanza catequtica, de
la investigacin teolgica y en la prctica de la ley moral.
[3]

I PARTE: EL MAGISTERIO UNIVERSAL DE LA IGLESIA.
Introduccin.
Esta presentacin sinttica se divide en tres niveles: una primera
parte que expone el magisterio universal de la Iglesia sobre Mara,
una segunda parte que muestra el magisterio continental, un tercera
parte dedicada al magisterio regional local.
1- Antes del Concilio Vaticano II.
A lo largo de la historia de la Iglesia bajo la inspiracin del Espritu
Santo y a travs de muchos debates de pastores y especialistas,
varios dogmas marianos se fueron definiendo acerca de la Virgen
Mara, dentro de la interpretacin correcta de la Sagrada Escritura,
confirmada a su vez en la tradicin y por el magisterio: Mara Madre
de Dios (en el Concilio de Efeso 431), Mara siempre Virgen (por el
papa Martino I en el Concilio Lateranense 649, can. 3), La Inmaculada
Concepcin (por decreto del papa Po IX 1954), Mara Asunta en
cuerpo y alma al cielo (por decreto del papa Po XII 1950).
Se puede decir que en el primer milenio se aclar la doctrina que
relaciona Mara con el misterio de la encarnacin y en el segundo
milenio se ha ido madurando la comprensin de la relacin entre
Mara y la Iglesia peregrina y triunfante. La mariologa entre el siglo
XIX y el siglo XX fue madurando este proceso sobre todo motivada
por importantes aportes eclesiales de los distintos movimientos: el
litrgico, el bblico y el ecumnico que desembocaron al fin en el gran
acontecimiento del Concilio. El Papa Po XII fue preparando con su
magisterio las lneas teolgico-pastorales de un cambio deseado y
necesario para la Iglesia de cara a la posguerra y finalizando el ltimo
siglo del primer milenio de la historia de la humanidad.
2- El Concilio Vaticano II.
El Papa Juan XXIII convoc el Concilio Vaticano II el 25 de enero del
1958. Este magno evento de la Iglesia universal adems de
fundamentar el proceso de actualizacin del Evangelio, de la
celebracin de la fe y la renovacin de los caminos pastorales a la luz
de la poca actual, marc un sustancial cambio de enfoque en la
doctrina mariolgica y del culto mariano. El documento preparatorio
esquemtico sobre la B.V. Mara De Beata preparado por la
comisin encargada, fue transformado despus de una votacin
histrica el 29 de octubre del 1963 y pas de ser un documento
autnomo dedicado a la Virgen Mara a un captulo del documento
sobre la Iglesia Lumen Gentium. Los padres conciliares por un estricto
margen de votacin tomaron la decisin de cambio de orientacin
general.
Las dos corrientes mariolgicas: uno de tendencia cristotpica (que
valoraba la eminencia y la singularidad de Mara), y la otra de carcter
eclesiotpico (que insertaba a Mara en el contexto de la historia e la
salvacin y en la vida de la Iglesia) se haban confrontado y el debate
haba favorecido la segunda postura. Esta decisin conciliar permiti
el cambio sustancial en el recorrido de la mariologa que fue
plasmado en el capitulo ocho de dicho documento. El Vaticano II ha
sido el Concilio que ms ha hablado de Mara, no tanto definiendo
nuevas doctrinas, sino sustancialmente integrando el misterio de
Mara a la historia de la salvacin y reorganizando toda la doctrina a
partir de ese enfoque.
La razn de todo esto es que la anterior mariologa de privilegios
haba diluido, a causa del mtodo escolstico fundamentalmente
filosfico deductivo, la inspiracin bblica y litrgica original, dando
paso a una mariologa acompaada por un devocionismo espiritual
intimista y popular, que a su vez no daba cabida al necesario discurso
centrado en Cristo y en la nica Iglesia que Cristo fund. Esta revisin
result ser necesaria para la renovacin (aggiornamento) a partir de
ese momento, en especial apuntando al fin ecumnico del mismo
concilio: la recuperacin de la unidad de los cristianos y de los
creyentes y de la unidad entre fe, vida y cultura del hombre de hoy.
Dijo el Cardenal Ratzinger citando Hugo Rahner que: La mariologa
fue pensada y enfocada por los santos Padres (en el Concilio
Vaticano II) como eclesiologa.
[4]
Se puede dividir el documento en
cinco partes:
1. Mara integrada a la Historia de la salvacin LG nn. 52-54.
Mara es la madre de Cristo y madre de los hombres unida al misterio
de Cristo y al misterio de la Iglesia. Se le presenta como madre de
Dios y del Redentor, como hija predilecta del Padre y templo del
Espritu Santo. Es verdaderamente la madre de los miembros de
Cristo porque colabor con su amor a que nacieran en la Iglesia los
creyentes, miembros de aquella Cabeza.
[5]

2. Mara en el misterio de Cristo, LG nn. 55-59.
Se muestra Mara en funcin de la historia de la Salvacin en el
Antiguo Testamento: Gen 3, 15, Is 7, 14; Miq 5, 2-3; Mt 1, 22-23.
Mara est representada como la excelsa Hija de Sin que ve
cumplirse las promesas mesinicas de salvacin LG n. 55. En
relacin al Nuevo Testamento se refiere a Mara en los momentos de
mayor importancia: La Anunciacin LG n 56, en la unin con el Nio
Jess LG n. 57, en el ministerio pblico de Jess LG n. 58, despus
de su resurreccin y de su Ascensin LG n. 59.
3. Mara en el misterio de la Iglesia LG nn. 60-65.
El documento presenta en esta parte la doctrina tradicional de Mara
colaboradora de la obra de salvacin para el restablecimiento de la
vida sobrenatural de los hombres por lo cual es nuestra madre en el
orden de la gracia LG nn. 60-61. Tambin es mediadora de manera
subordinada a Cristo nico mediador, como Abogada, Auxiliadora,
Socorro e intercede desde el cielo procurando ayudar a conseguir los
dones de la salvacin eterna LG n. 62. Mara es como Virgen y Madre
tipo de la Iglesia la Nueva Eva que presta atencin con fe no
adulterada por ninguna duda al mensaje de Dios LG n. 63. Tambin
se da otro paralelismo entre la fecundidad de Mara y de la Iglesia
dado que la imita en el conservar virginalmente la fe ntegra, la
esperanza firme y el amor sincero LG n. 64. Mara es el ejemplo ms
perfecto en la lucha contra el pecado, en las virtudes y en la santidad
LG n. 65.
4. Orientaciones sobre el culto a Mara, LG nn. 66-67.
El culto a Mara se ha mantenido en el tiempo a partir de la
proclamacin proftica del Magnificat Lc 1, 48 Me proclamarn
bienaventurada todas las generaciones dado que el culto de
veneracin a ella tributado por los fieles siempre se abre a la
glorificacin del Hijo en el cual reside toda plenitud Col 1, 19, LG n.
66. El documento motiva sobre todo a la devocin a realizar a lo largo
del ao litrgico como Madre de Dios y Madre nuestra y a imitar sus
virtudes LG n.67
5. Mara seal de esperanza segura y de consuelo, LG n. 68-69.
Mara glorificada en los cielos en cuerpo y alma es la imagen y
comienzo de la Iglesia en su plenitud hasta que llegue el da del
Seor y llegar a ser un solo pueblo reunidos en paz y concordia LG n.
69.
6. Proclamacin de Pablo VI de Mara como Madre de la Iglesia el
21 de noviembre de 1964.
Aunque no haga parte directa del documento la proclamacin de
Mara como Madre de la Iglesia por Pablo VI ocurri el 21 de
noviembre del 1964, clausura de la 3 sesin que aprob la
Constitucin sobre la Iglesia Lumen Gentium, es decir el mismo
documento que habla de Mara. El Papa Pablo VI que culmin el
Concilio quiso de esta manera conciliar y sellar la unidad de las dos
corrientes mariolgicas que haban gestionado el texto aprobado con
la aprobacin de un titulo mariano y mariolgico que desde los
primeros siglos era conocido en los Padres (Cromacio de Aquilea
+407)
[6]
y que en un cierto sentido reuna el aspecto cristolgico y el
eclesiolgico del mismo documento:
Mara est prxima a nosotros, es hija de Adn, hermana nuestra, de
la misma naturaleza humana, que nos dio ejemplo de fe, de discpula
de Cristo que realiz las bienaventuranzas predicadas por
Cristo,, (por esto),toda la Iglesia concluye el pontfice toma
ejemplo absolutsimo de la Virgen Madre de Dios para imitar
perfectamente a Cristo.
En conclusin el Concilio quiso, ubicando Mara en la Historia de la
Salvacin como Nueva Eva entre el misterio de Cristo y de la Iglesia,
valorar plenamente su condicin de persona, creyente, madre y
discpula, ejemplo vivo para todos y que sigue presente y actuante en
su mediacin, intercesin en la realidad devocional de cada bautizado
y de toda la Iglesia que fund el mismo Cristo.
3- Post Concilio.
A partir del 1966 concluido el Concilio se desarrolla la llamada Crisis
Mariana post conciliar que sucedi por varios aos en la Iglesia. La
razn de esos momentos de reflexin y de cambios litrgicos que
conllevaron a un enfriamiento paulatino de la devocin mariana fue
justamente la reubicacin en el culto y en la religiosidad del verdadero
lugar de Mara, encajado en la liturgia de Cristo en la Iglesia y no
autnomo privilegiado y por lo tanto distante de la realidad propia del
ser humano. Mara haba dejado de ser un ser montado en un
pedestal de privilegios para recuperar su cercana antropolgica,
eclesial personal que le corresponda no solo como madre de Dios
sino tambin como madre nuestra y de toda la Iglesia.
Esto produjo un progresivo desinters teolgico al ser necesario
rehacer todos los manuales mariolgicos hasta entonces utilizados.
Tambin la reorganizacin del Misal Romano y de las fiestas del ao
litrgico con una ms precisa referencia cristolgica en lo mariolgico.
Recordaremos por ejemplo el cambio desde la fiesta tradicional del 2
de febrero de Nuestra Seora de la Candelaria que en la reforma
litrgica adquiri el titulo de la fiesta de la Presentacin del Nio y de
la Madre al Templo: este cambio necesario centr el carcter
cristolgico de la misma fiesta sin denegar la dimensin mariolgica y
eclesiolgica que tena. Esto condujo a una crisis de muchas
devociones del pueblo cristiano y tambin de las prcticas marianas.
[7]

El camino que haba quedado a obscuras para muchos pastores,
investigadores que buscaban respuestas a las preguntas del cmo
realizar los cambios. El pueblo cristiano sencillo se mantuvo en su
fidelidad general a pesar de verse investido por los efectos
ideolgicos heredados por la historia: el ateismo materialista, el
agnosticismo y la secularizacin, el cientificismo, a su vez
acompaados por el creciente consumismo en su fase de expansin
mundial entre desequilibrios sociales y econmicos ya denunciados
en el mismo Concilio Vaticano II en el documento Gaudium et Spes y
la conferencia Episcopal Latino Americana de Medelln (Colombia)
1968. En general se puede decir que el perodo entre los aos 1970-
1990 fue caracterizado por un mayor enfoque teolgico sobre Mara
con respecto a la profundizacin en la comprensin de los dogmas
marianos a la luz de la orientacin del Concilio en el contexto histrico
salvfico, la relacin entre Mara, la inculturacin, la evangelizacin,
antropologa del femenino y la religiosidad popular, Mara signo
proftico de liberacin, Mara icono del misterio trinitario signo de
esperanza escatolgica para los pueblos, y en especfico la relacin
Mara y el Espritu Santo. De cara al nuevo milenio Juan Pablo II
decret el ao jubilar mariano 1987-1988 que marca el largo proceso
de crisis y de recuperacin que se realiz en estos aos posteriores al
Concilio.
4. El magisterio de Pablo VI.
El proceso empezado en el Concilio no fue fcil profundizarlo, sino
que correspondi al mismo Pablo VI reorientar y reanimar con su
magisterio el itinerario a seguir. El Pontifice public dos Exhortaciones
Apostlicas para lograr la reactivacin del culto mariano. Tambin
vemos como progresivamente
La primera fue Signum Magnum publicado el 15 de mayo del 1967 por
los veinticinco aos de la consagracin del mundo a Mara
Inmaculada hecha por Po XII, por lo cual al renovar dicha
consagracin a Mara, como madre y reina espiritual de los creyentes,
se reafirmaba la importancia del culto singular mariano que es un
culto que no menoscaba el verdadero culto al Verbo, al Padre y al
Espritu.
La otra famosa es el documento Marialis Cultus publicado el 2 de
febrero del 1974; tuvo una importancia decisiva en la reorganizacin
del culto a Mara: primero porque motiv a la recuperacin de la
importancia de la genuina devocin mariana siempre presente en la
vida de la Iglesia desde sus comienzos; segundo porque presenta el
lugar que ocupa la Virgen en la liturgia renovada, recordando las
principales solemnidades, fiestas, memorias a lo largo del ao
litrgico. Adems muestra a Mara en sus actitudes principales que
marcan su participacin y presencia dentro de la celebracin de la fe:
Mara es Virgen oyente de la Palabra, Virgen orante, Virgen Madre y
oferente unida a Cristo a la obra de la redencin de Cristo su Hijo.
Tercero muestra las principales caractersticas de la autntica
devocin mariana: debe de ser trinitaria, cristolgica y eclesiolgica,
sobre todo considerando la dimensin pneumatolgica de esta
orientacin cristocentrica que Pablo VI hace en los numerales 26 y 27
del documento en su segunda parte.
Las caractersticas de una verdadera devocin a la Virgen Mara son
por lo tanto: bblica, litrgica, ecumnica y antropolgica MC nn. 29-
39. Con respecto al criterio antropolgico Pablo VI recuerda: Mara
no fue una mujer remisa, todo lo contrario fue una mujer fuerte que
afront la pobreza, el sufrimiento y el exilio, que puede presentarse de
modelo a quienes buscan con espritu evanglico la liberacin del
hombre y de la sociedad MC n. 37. Por ltimo el Papa invita al rezo
del Angelus y de Rosario y as relanza la importancia entre liturgia,
oracin, Palabra, misterio de la Encarnacin y realizacin en la vida
cotidiana del compromiso cristiano.
5. El Magisterio de Juan Pablo II.
El trabajo mariano y mariolgico empezado por Pablo VI sigui
fuertemente con Juan Pablo II. Se puede hablar tranquilamente de un
papa mariano que reorient la investigacin mariolgica, integr al
magisterio el aporte mariolgico de autores como Balthasar,
Laurentn, De la Potterie, Ratzinger entre otros, y agreg ese espritu
mariano de la verdadera devotio monfortiana del cual era un fiel
seguidor. En general el trabajo teolgico magisterial de Juan Pablo II
se fundamenta en la reorientacin mariolgica del Concilio Vaticano II
que recupera entre otros el sentido de uso analgico de la Sagrada
Escritura dentro de la costumbre de Israel en especial con el ttulo
de Hija de Sin y renuncia al uso de una cierta terminologa
escolstica (redencin objetiva, redencin sujetiva, mediata e
inmediata, merito de congruo y de condigno, terminos extraos a la
tradicin teolgica de Oriente).
[8]
Se puede decir que su mariologa
fue centrada en Cristo desde de la visin trinitaria, relacionada al
misterio de la Iglesia, y en especial valorando el sentido
pneumatolgico y escatolgico del misterio de la Virgen Mara mujer,
esposa y madre.
A esto agreg esa sensibilidad propia del pueblo polaco al cual
perteneca que lo abra a las devociones marianas de todo el mundo
como lo demostr en sus diferentes visitas a los santuarios mundiales
nacionales, regionales e internacionales a lo largo de la geografa
mundial. Foment el aspecto ecumnico relacionado con Mara
haciendo una relectura exegtica bblica con fundamentacin
patrstica para acercar el dilogo con los protestantes y con los
ortodoxos. En definitiva se preocup de fortalecer la importancia
doctrinal, devocional litrgica, pastoral de la presencia mediadora
maternal de Mara.
[9]

Promovi el sentido mariano en las diferentes reas teolgico-
pastorales, sobre todo en la defensa de la vida
[10]
desde el misterio de
la encarnacin, de la maternidad de Mara, el valor de la muerte y del
ms all con la asuncin de Mara, de la verdadera corporalidad y de
la verdadera personeidad de Mara como mujer, esposa y madre
valorando la realidad de San Jos el esposo custodio asociado con
Mara al mismo misterio de la redencin.
[11]
En este documento Juan
Pablo describe los elementos ms sobresalientes de Jos relacionado
con Mara y Jos: 1) el matrimonio con Mara, 2) su ser depositario
del misterio de Dios y junto a Mara recorre el itinerario de fe, 3)
el servicio de la paternidad, 4) su condicin de varn justo y esposo,
5) su trabajo como expresin del amor 6) y el primado de la vida
interior.
Presentamos esquematicamente la parte mariolgica de algunos
documentos del abundante magisterio de Juan Pablo II:
Encclica Dives in Misericordia, Vaticano 1980.11.30, n. 9
Nadie ha experimentado, como la Madre del Crucificado el misterio
de la cruz, el pasmoso encuentro de la trascendente justicia divina
con el amor: el beso dado por la misericordia a la justicia.

Nadie
como ella, Mara, ha acogido de corazn ese misterio: aquella
dimensin verdaderamente divina de la redencin, llevada a efecto en
el Calvario mediante la muerte de su Hijo, junto con el sacrificio de su
corazn de madre, junto con su fiat definitivo..
Encclica Redemptoris hominis, Vaticano 1979.03.0, n. 22:
La Madre de nuestra confianza:
Su propio Hijo quiso explcitamente extender la maternidad de su
Madre y extenderla de manera fcilmente accesible a todas las
almas y corazones confiando a ella desde lo alto de la Cruz a su
discpulo predilecto como hijo. El Espritu Santo le sugiri que se
quedase tambin ella, despus de la Ascensin de Nuestro Seor, en
el Cenculo, recogida en oracin y en espera junto con los Apstoles
hasta el da de Pentecosts, en que deba casi visiblemente nacer la
Iglesia, saliendo de la oscuridad. Posteriormente todas las
generaciones de discpulos y de cuantos confiesan y aman a Cristo
al igual que el apstol Juan acogieron espiritualmente en su casa a
esta Madre, que as, desde los mismos comienzos, es decir, desde el
momento de la Anunciacin, qued inserida en la historia de la
salvacin y en la misin de la Iglesia..
Encclica Dominum et Vivificantem, 18-5-1986, n. 51:
El Espritu Santo, que cubri con su sombra el cuerpo virginal de
Mara, dando comienzo en ella a la maternidad divina, al mismo
tiempo hizo que su corazn fuera perfectamente obediente a aquella
auto-comunicacin de Dios que superaba todo concepto y toda
facultad humana. Feliz la que ha credo! ; as es saludada Mara
por su parienta Isabel, que tambin estaba llena de Espritu Santo .
En las palabras de saludo a la que ha credo , parece vislumbrarse
un lejano (pero en realidad muy cercano) contraste con todos aquellos
de los que Cristo dir que no creyeron ,

Mara entr en la historia
de la salvacin del mundo mediante la obediencia de la fe. Y la fe, en
su esencia ms profunda, es la apertura del corazn humano ante el
don: ante la auto-comunicacin de Dios por el Espritu Santo..
6. El Ao Mariano.
El decreto del ao mariano entre la solemnidad de Pentecosts 7 de
junio del 1987 y la solemnidad de la Asuncin del 1988 fue para Juan
Pablo la preparacin al Gran Jubileo de la Venida de Jess en el Ao
2000. Para esta ocasin public la Encclica Redemptoris Mater el 25
de marzo del 1987 y la Carta ApostlicaMulieris Dignitatem del 15 de
agosto del 1988. El mismo Pontfice define el sentido de este Ao
Mariano:
As, mediante este Ao Mariano, la Iglesia es llamada no slo a
recordar todo lo que en su pasado testimonia la especial y materna
cooperacin de la Madre de Dios en la obra de la salvacin en Cristo
Seor, sino adems a preparar, por su parte, cara al futuro las vas de
esta cooperacin, ya que el final del segundo Milenio cristiano abre
como una nueva perspectiva. RM n. 49.
La Encclica Redemptoris Mater presenta Mara relacionada con el
misterio de Cristo y el misterio de la Iglesia. El primer enlace es
desarrollado por tres frases bblicas: Llena de gracia, Feliz la que ha
credo y Ah tiene a tu madre. La segunda parte se ocupa de Mara
relacionada con la iglesia peregrina en especial la situacin
ecumnica y la faceta de Mara como signo proftico de la liberacin
dentro de la tradicin y del magisterio sobre e significando profundo y
fecundo delMagnificat; y la tercera parte se adentra con la mediacin
materna y el sentido mismo del ao mariano, es decir la importancia
de su presencia operante maternal, y el valor de la consagracin a
Mara como forma de renovacin de la fe por la verdadera filiacin
espiritual adoptiva con Mara a nivel personal y colectivo. Tambin
hace una amplia descripcin del valor de la pastoral de santuarios
marianos con sus relativas peregrinaciones, su geografa mundial que
abarca Oriente y Occidente y todos los continentes y la importancia
para vivir, renovar ese encuentro con Jess propiciado por el
encuentro personal con Mara, que maternalmente en esos lugares
sagrados se hace presente en la acogida fraternal para recibir la
gracia de Dios con el sacramento de la reconciliacin y de la
eucarista.
La Carta Apostlica Mulieris Dignitatem centra su atencin sobre el
aporte antropolgico de la mujer que por Juan Pablo encuentra en
Mara un modelo activo, valido y presencial en el desenvolvimiento de
la realidad de la mujer de manera armnica sin exageraciones
feministas radicales, sino de forma autntica envuelta en los valores
cristianos de su esencial realidad fsica y espiritual propios de cara al
futuro religioso, cultural y social de la humanidad.
Al mismo tiempo Juan Pablo decret en el mismo Ao Mariano la
publicacin de las Misas de la Virgen Mara, exactamente 44
celebraciones propias de Institutos Religiosos y de fiestas o memorias
de Iglesias Particulares. Esta promulgacin dirigida fundamentalmente
a los Santuario Marianos, tambin ha sido un gran aporte para la
celebracin de la memoria y de las fiestas a lo largo del ao litrgico
en las parroquias para favorecer el culto a la Virgen Mara entre el
misterio de Cristo y de la Iglesia en sus tres caractersticas
principales: ejemplar por su camino de fe y santidad, como figura para
la Iglesia de virgen, esposa y madre y como imagen en la cual se
contempla la misma Iglesia desea y espera llegar a ser.
[12]

El papa Juan Pablo entre sus innovaciones hizo un importante aporte
magisterial abriendo y sistematizando el contenido de las audiencias
generales de los mircoles en Roma y centrndolas en las catequesis
sobre el Credo: el Creo en Dios Padre de las catequesis entre el 5 de
diciembre 1984 y el 17 diciembre 1986, el Creo en Jess Cristo entre
el 7 de enero 1987 y el 19 de abril del 1989, el Creo en el Espritu
Santo entre el 26 de abril 1989 y 3 de julio del 1991, Creo en la
Iglesia entre el 10 de julio 1991 hasta el 30 de agosto del 1995, y
finalmente el Mara en el misterio de Cristo y de la Iglesia entre el 6 de
septiembre del 1995 y el 12 de noviembre del 1997.
Esta catequesis mariana se divide en tres partes: I) La presencia de
Mara en la historia de la Iglesia, II) la fe de la Iglesia sobre Mara, III)
el rol de Mara en la Iglesia. El papa en la primera parte contempla la
presencia de la Virgen Mara en el comienzo de la vida de la Iglesia y
explica el desarrollo de la doctrina mariana en los primeros siglos
hasta su especial presencia en el Concilio Vaticano II. En la segunda
parte sigue el itinerario mariano del documento conciliar que pone en
evidencia la contribucin de la figura de la Virgen en la comprensin
del misterio de la Iglesia.
De esta manera busca poner en evidencia el rol de la Santsima
Virgen Mara en el misterio del Verbo encarnado y del Cuerpo mstico
y toma en cuenta el desarrollo doctrinal eclesial hasta ahora. En la
tercera parte Juan Pablo II pone en relieve el rol especial de Mara en
la historia de la salvacin y en la relacin especial de Mara con la
Iglesia, su mediacin, intercesin, maternidad espiritual y
cooperacin.
Adems, en esta etapa de su magisterio previo al gran Jubileo, Juan
Pablo II autoriza en el ao 1992 la publicacin del Catecismo de la
Iglesia Catlica, documento fruto de un largo trabajo preparatorio con
el aporte de muchos investigadores y especialistas de todas las
disciplinas:
Este catecismo es la exposicin orgnica y sinttica de los
contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina catlica, tanto
sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del
conjunto de la tradicin de la Iglesia. Sus fuentes principales son la
Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el magisterio de la
Iglesia. Est destinado a servir como punto de referencia para los
catecismos o compendios que sean compuestos en los diversos
pases. (C.E.C.n.11). Est dirigido a los responsables de la
catequesis: los obispos, los sacerdotes y a los catequistas
(C.E.C.n.12).
La estructura del catecismo se divide en cuatro partes: Primera parte:
la profesin de la fe, la segunda parte: Los sacramentos de la fe,
tercera parte: la vida de la fe, la cuarta parte: la oracin en la vida de
la fe. Mara esta presente en la primera parte en:
1. la obediencia de la fe (nn.144, 148-149), ejemplo de fe (nn.165,
273), ejemplo de esperanza (n.64), en el credo sobre la
encarnacin y el nacimiento de Cristo (nn.484-511), en el credo
sobre el Espritu Santo es decir sobre Mara como madre de
Cristo y de la Iglesia nn.(963-975) obra del Espritu Santo
(nn.717, 721-723),
2. en la segunda parte el culto a Mara (n.1172) en el memorial
(n.1370),
3. en la tercera parte en la eucarista dominical (n.2177) y en el
primer mandamiento de la Iglesia de or misa en las fiestas
litrgicas (n.2042),
4. en la cuarta parte la oracin de Mara (nn.2617-2619, 2622) el
camino de oracin en comunin con la Santa Madre de Dios
(nn. 2673-2679, 2682).
La figura de Mara emerge as en este catecismo entre el misterio de
Cristo y de la Iglesia, ubicada en la historia de la salvacin, presente
en el culto de la Iglesia y en la oracin personal y comunitaria. Es
importante la relevancia en lo que se refiere a la accin del Espritu
Santo en Mara como en la Iglesia y el discurso sobre la gracia y
Mara.
7. Despus del Ao Mariano
Dentro de la gran estructura magisterial de Juan Pablo, entre los aos
1990-1999, de cara a la entrada al Nuevo Milenio, por lo cual el Santo
Padre viva un profundo y especial llamado histrico y pastoral,
precede al acontecimiento jubilar del 2000 la realizacin de los
diferentes Snodos, que el mismo convoc para cada Iglesia
particular. Los diferentes documentos: Ecclesia in
America,
[13]
Ecclesia in Asia, Ecclesia in Europa, Ecclesia in Africa,
Ecclesia in Oceania, reflejan, adems de una profunda visin
cristolgica global, tambin un unitario enfoque mariolgico eclesial
dentro del proceso de evangelizacin renovada y actualizada.
Adems de lo hecho a nivel eclesial con los diferentes snodos
convocados, la preparacin magisterial catequtica para el gran
Jubileo del ao 2000 no dej de tener su carcter mariano en los tres
aos que precedieron el evento: el ao del Padre del Hijo y del
Espritu Santo, en cada uno Juan Pablo presenta a Mara segn la
lneas del Concilio como Hija Predilecta de Padre, Madre del Hijo de
Dios y sagrario del Espritu Santo donde se de el misterio del la
encarnacin redentiva y se da el misterio de Pentecosts al comienzo
de la vida de la Iglesia. En la persona de Mara primera redimida se
conjuga la presencia del misterio trinitario y partir de ella en la Iglesia
se desarrolla la misin conjunta del Hijo y del Espritu Santo. Por eso
Para Juan Pablo Mara vive en el misterio de Dios y del hombre
abriendo para la Iglesia que fund su Hijo el carcter permanente de
discpula y misionera que encarna y se hace obediente en la fe,
evento permanente que marca el comienzo del nuevo milenio. En
seguida unos trozos de los dos documentos acerca del gran Jubileo,
uno anterior y uno posterior.
Tertio millennio adveniente, Vaticano, 10 de noviembre del ao 1994:
n.43:
Mara Santsima, que estar presente de un modo por as decir
transversal a lo largo de toda la fase preparatoria, ser contemplada
durante este primer ao en el misterio de su Maternidad divina. En su
seno el Verbo se hizo carne! La afirmacin de la centralidad de Cristo
no puede ser, por tanto, separada del reconocimiento del papel
desempeado por su Santsima Madre. Su culto, aunque valioso, de
ninguna manera debe menoscabar la dignidad y la eficacia de
Cristo, nico Mediador . Mara, dedicada constantemente a su Divino
Hijo, se propone a todos los cristianos como modelo de fe vivida. La
Iglesia, meditando sobre ella con amor y contemplndola a la luz del
Verbo hecho hombre, llena de veneracin, penetra ms ntimamente
en el misterio supremo de la Encarnacin y se identifica cada vez ms
con su Esposo .
Novo Millennio Ineunte, 6 de enero del 2001, nn. 58-59:
Nos acompaa en este camino la Santsima Virgen, a la que hace
algunos meses, junto con muchos Obispos llegados a Roma desde
todas las partes del mundo, he confiado el tercer milenio. Muchas
veces en estos aos la he presentado e invocado como Estrella de
la nueva evangelizacin . La indico an como aurora luminosa y gua
segura de nuestro camino. Mujer, he aqu tus hijos , le repito,
evocando la voz misma de Jess (cf. Jn 19,26), y hacindome voz,
ante ella, del cario filial de toda la Iglesia..
8. Despus del Gran Jubileo: su ltima produccin.
Del ltimo magisterio mariano de Juan Pablo II se pueden seleccionar
tres documentos importantes, uno sobre la importancia renovada del
Santo Rosario y el otro el documento Ecclesia de Eucaristia de dedica
una parte importante a Mara mujer eucarstica, y por ltimo la
aprobacin de la publicacin por parte del Juan Pablo II del Directorio
sobre la piedad popular y la liturgia del 21 de diciembre del 2001
documento de la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos.
Este no es directamente parte de la produccin de Juan Pablo: l solo
fue quien lo aprob. Con respecto a Mara considera la importancia
del cristocentrismo de toda devocin a Mara y que debe expresar su
dimensin trinitaria, su correspondencia con la Sagrada Escritura y la
apertura ecumnica. La parte marianapresenta la siguiente estructura:
Captulo V, La veneracin a la Santa Madre del Seor (183-207):
Algunos principios (183-186); Los tiempos de los ejercicios de piedad
marianos (187-191); La celebracin de la fiesta (187); El sbado
(188); Triduos, septenarios, novenas marianas (189); Los "meses de
Mara" (190-191); Algunos ejercicios de piedad, recomendados por el
Magisterio (192-207); Escucha orante de la Palabra de Dios (193-
194); El "ngelus Domini" (195); El "Regina caeli" (196); El Rosario
(197-202); Las Letanas de la Virgen (203); La consagracin entrega
a Mara (204); El escapulario del Carmen y otros escapularios (205);
Las medallas marianas (206); El himno "Akathistos" (207).
El Santo Padre en la Carta Apostlica, Rosarium Virginis Mariae, del
16 de octubre del 2002, reconoce el valor del Rosario de la Virgen
Mara, difundido gradualmente en el segundo Milenio bajo el soplo del
Espritu de Dios, por ser una oracin apreciada por numerosos Santos
y fomentada por el Magisterio. Para Juan Pablo II la importancia de
esta oracin se fundamenta en importancia litrgica que adquiere
como la celebracin de los misterios de la salvacin dentro de la
vivencia de la fe en Cristo y en la Iglesia: un misterio sencillo de
profesin de fe y de acto de fe que permite una adhesin inmediata
de cada fiel en comunin con la contemplacin de los datos de la
revelacin con el misterio de la encarnacin anunciacin redencin.
El Rosario es una continua invitacin a la apropiacin de la Palabra
como Mara y con Mara, al asentimiento de la razn y la fe con el
corazn, un verdadero camino de contemplacin y compromiso. Para
Juan Pablo II el Santo Rosario es una oracin de gran significacin
para el comienzo de este milenio donde hay que remar mar adentro
para proclamar a Cristo y hacer nuestro el Magnificat de Mara y
anunciar as a Cristo como el fin de la historia humana, el punto en el
que convergen los deseos de la historia y de la civilizacin RVM n.1:
El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carcter mariano,
es una oracin centrada en la cristologa. En la sobriedad de sus
partes, concentra en s la profundidad de todo el mensaje evanglico,
del cual es como un compendio. En l resuena la oracin de Mara, su
perenne Magnificat por la obra de la Encarnacin redentora en su
seno virginal. Con l, el pueblo cristiano aprende de Mara a
contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la
profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene
abundantes gracias, como recibindolas de las mismas manos de la
Madre del Redentor.
El otro documento es la Carta Encclica Ecclesia de Eucharistia,
publicada el 17 de abril del 2003 presenta unas bellsimas reflexiones
sobre Mara que ms all de su participacin en el banquete
eucarstico, se puede valorar desde su actitud interior: segn Juan
Pablo II se puede decir que Mara es mujer eucarstica con toda
su vida. En el capitulo VI l muestra este punto: En la Escuela de
Mara, mujer eucarstica, nn. 53-58. Presentamos un prrafo
significativo del texto citado:
N. 56. Mara, con toda su vida junto a Cristo y no solamente en el
Calvario, hizo suya la dimensin sacrificial de la Eucarista. Cuando
llev al nio Jess al templo de Jerusaln para presentarle al Seor
(Lc 2, 22), oy anunciar al anciano Simen que aquel nio sera
seal de contradiccin y tambin que una espada traspasara su
propia alma (cf. Lc 2, 34.35). Se preanunciaba as el drama del Hijo
crucificado y, en cierto modo, se prefiguraba el stabat Mater de la
Virgen al pie de la Cruz. Preparndose da a da para el Calvario,
Mara vive una especie de Eucarista anticipada se podra decir,
una comunin espiritual de deseo y ofrecimiento, que culminar
en la unin con el Hijo en la pasin y se manifestar despus, en el
perodo post-pascual, en su participacin en la celebracin
eucarstica, presidida por los Apstoles, como memorial de la
pasin..
9. Aportes de contenido mariolgico en el Ecumenismo.
Ha sido muy importante en el magisterio de Juan Pablo II su esfuerzo
ecumnico. El quiso profundizar el aspecto mariano en la bsqueda
de la unidad. El tema de Mara en su visin eclesial no poda quedar
marginado y ser causa de disensin y divisiones entre los cristianos.
En muchas actividades, alocuciones, mensajes, intervenciones,
documentos el papa siempre mir a Mara como punto de encuentro
para los hijos dispersos. En la catequesis: La Madre de la unidad y de
la esperanza, en la audiencia General del 12 de noviembre del 1997,
recuerda que Mara es verdaderamente la madre de la unidad de los
cristianos y motivo de esperanza en el camino ecumnico.
Con respecto a los hermanos reformados l reconoce el acercamiento
sobre la doctrina mariolgica gracias a las contribuciones de telogos
protestantes y anglicanos actuales, es decir sobre la doctrina
correspondiente a la maternidad divina, la virginidad, la santidad y la
maternidad espiritual de Mara. Valorar la presencia de la mujer en la
Iglesia implica y conlleva a un reacercamiento a la figura de Mara en
la obra de la salvacin. Y con respecto a los hermanos orientales los
ortodoxos el papa reconoce el honor que le rinden como Madre del
Seor y Salvador en venerarla como Madre de Dios y siempre Virgen,
en su santidad e intercesin. Por eso personalmente la recuerda con
las palabras de San Agustn Mater unitatis.
[14]
A Ella confa
devotamente la esperanza de alcanzar la verdadera unidad en, con y
por Cristo. Ponemos algunas referencias ecumnicas y marianas
importantes de Juan Pablo II:
Redemptoris Mater 25-3-1987. El camino de la Iglesia y la unidad de
todos los cristianos: nn. 29-34.
N.6 La enseanza de los Padres capadocios sobre la divinizacin ha
pasado a la tradicin de todas las Iglesias orientales y constituye
parte de su patrimonio comn. Se puede resumir en el pensamiento
ya expresado por san Ireneo al final del siglo II: Dios ha pasado al
hombre para que el hombre pase a Dios. Esta teologa de la
divinizacin sigue siendo uno de los logros ms apreciados por el
pensamiento cristiano oriental.
En este camino de divinizacin nos preceden aquellos a quienes la
gracia y el esfuerzo por la senda del bien hizo muy semejantes a
Cristo: los mrtires y los santos. Y entre stos ocupa un lugar muy
particular la Virgen Mara, de la que brot el Vstago de Jes (cfr. Is
11, 1). Su figura no es slo la Madre que nos espera sino tambin la
Pursima que -como realizacin de tantas prefiguraciones vetero-
testamentarias- es icono de la Iglesia, smbolo y anticipacin de la
humanidad transfigurada por la gracia, modelo y esperanza segura
para cuantos avanzan hacia la Jerusaln del cielo..
9. El magisterio de Benedicto XVI.
Entre la amplia produccin teolgica del Cardenal Ratzinger futuro
Benedicto XVI existe un concreto aporte mariolgico catequtico,
hermenutico y teolgico histrico y que adems se prolonga en su
actual magisterio. En esta reflexin personal emerge, a nuestro
criterio, su mayor preocupacin de pensamiento: el de mantener un
dialogo abierto y fundamentado teolgicamente con los protestantes,
los ortodoxos y el mundo judo, de manera que la posibilidad de
aceptar la figura de Mara presente en la revelacin de Cristo y en la
vida de la Iglesia sea cada vez un hecho ms valido y posible
culturalmente, testimonialmente para el mundo actual cristiano y de
los creyentes en general.
9.a. El Cardenal J. Ratzinger.
Los escritos mariolgicos de Joseph Ratzinger han sido
esencialmente dos: Mara primera Iglesia
[15]
y La hija de Sin.
[16]
Se
puede decir que se encuentra en su pensamiento una franca
influencia del famoso telogo alemn Romano Guardini y una fuerte
coincidencia con otro afamado telogo de nuestro tiempo: Urs von
Balthasar. Un estudio atento realizado entre los dos textos sobre la
reflexin mariolgica del cardenal futuro Benedicto XVI
[17]
emerge un
contenido nico que se puede sistematizar de la siguiente manera:
I. Parte: La virgen es ubicada en la trama de los misterios: por o cual
Mara es vista como cono de la creacin integra, en el corazn de la
nueva creacin y en el corazn de la nueva creacin, como un espejo
por la Iglesia, y cruce de los misterios cristianos. Esto a su vez
desarrolla una mariologa ubicada de forma estratgica, es decir una
mariologa in-centrada en el misterio de Cristo, abierta al horizonte
trinitario.
II Parte: Mara presente en el signo de la mujer y en el centro de la
salvacin dado que ella se puede entender como una bisagra entre
los tiempos de Dios. Esto evidencia en Mara una doble pertenencia:
una contempornea a la actual historia de gracia y otra presente en la
salvacin. Se puede hablar de una presencia objetiva en la realizacin
del evento Cristo y una sujetiva dedicada a la difusin de los bienes
mesinicos. Por lo tanto por Ratzinger Mara est como la mujer en el
orden del principio. Hay que reconducirse a la profeca de las madres
de Israel entre las mujeres de Israel. Esto pone en evidencia el sello
mariano en la historia de la salvacin y reafirma el principio mariano
de la existencia eclesial.
III Parte: Las horas de Mara es decir los momentos que marcaron su
iter personal. Primero: la hora de la virgen que ella vivi como virgen
madre: la dimensin cristolgica, antropolgica, trinitaria. Segundo: la
hora de la madre. Ella vive como madre del cristianismo y en el estar
conciente de la madre, como madre del crucificado vive como
colaboradora discreta del redentor. Tercero: la hora de la esposa.
Mara experimenta la cruz como culmen de su discipulado. La esposa
que escucha el grito de la hora nona es la misma discpula de la
escucha, y que es al mismo tiempo la mujer de la escucha. Para
Ratzinger se puede hablar de la espiritualidad de la escucha con unas
etapas en su proceso. Mara vive como la profetisa que se debate
entre la fidelidad y la credibilidad de lo que es y ejerce en el sentido
interior mstico. Desde esta fuerte realidad interior y exterior Mara
canta el Magnificat como la verdadera hija de Sin.
IV Parte: La creyente madre de los creyentes. Mara es la mujer toda
de fe que vive su misterio de creyente en la encarnacin, la
experiencia de fe en el templo. Se pueden diferenciar varios pasos en
su camino de creyente: la visitacin, el va crucis y la peregrinacin de
la fe, en Cana se la mediacin de madre comprometida en la obra
salvficas. Nadie es madre as, por lo cual Mara y la Iglesia son una
sola madre, madre de todos y de cada uno. Por el testimonio de la
alegra mesinica ella es la madre de la alegra. Realiza una
existencia entre las dos gracias como el resto bueno de Israel, es
decir ella es una mujer dos pueblos. Ratzinger descubre en la
inmaculada concepcin una gracia polidrica, donde Mara es incapaz
de oponerse a la accin de Dios catalizador de su ser y actuar
personal. La inmaculada es la misma Iglesia naciente y la glorificada
es la Mara siempre presente en la vida de los cristianos. Por lo cual
ella se puede definir como la sntesis viviente del cristianismo y del
evangelio. En definitiva Ratzinger lanza su concreto llamado
mariolgico y mariano entre fe y devocin: Podra corresponder a la
devocin mariana obrar el redespertar del corazn y de la purificacin
de la fe hecho que al darse as como l lo sistematiza sera un
proceso de integralidad y no de integrismo entre la realidad doctrinal y
la devocin autntica.
Otra referencia mariolgica es la que el Cardenal Ratzinger junto con
el Cardenal Amato publica con la aprobacin de Juan Pablo II el 31 de
mayo del 2004 la Carta s los Obispos de la Iglesia Catlica sobre La
colaboracin del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo. En el
captulo IV sobre la actualidad de los valores femeninos en la vida de
la Iglesia en los numerales 15 y 16 Ratzinger se une a la figura de
Mara para resaltar los valores antropolgicos de la mujer unida a
Cristo y a la Iglesia:
N.15. La figura de Mara constituye la referencia fundamental de la
Iglesia. Se podra decir, metafricamente, que Mara ofrece a la
Iglesia el espejo en el que es invitada a reconocer su propia identidad
as como las disposiciones del corazn, las actitudes y los gestos que
Dios espera de ella. La existencia de Mara es para la Iglesia una
invitacin a radicar su ser en la escucha y acogida de la Palabra de
Dios. Porque la fe no es tanto la bsqueda de Dios por parte del
hombre cuanto el reconocimiento de que Dios viene a l, lo visita y le
habla..
9.b. El papa Benedicto XVI.
A parte de las diferentes homilas, catequesis y mensajes con
contenido mariolgico de estos primeros aos de pontificado de
Benedicto XVI que todava no se han del todo sistematizado, se
puede mostrar el punto mariolgico de sus dos encclicas una sobre la
caridad y otro sobre la esperanza. En ambos documentos el pontfice
valora la realizacin del misterio de Dios en el misterio de la mujer
creyente que hace de su vida un servicio a Dios y a los dems de tal
magnitud que su propia existencia se vuelve un ser y un actuar de la
caridad, de la esperanza a partir de su camino de fe. Esta realidad la
lleva de forma itinerante a convivir y acompaar el Verbo hecho carne
hasta las ltimas consecuencias: compartir su vida de madre fiel con
los mismos discpulos del Seor, hecho que la inserta en la vida
teologal de cada creyente y de toda la Iglesia.
Benedicto XVI, Carta Encclica, Deus Caritas est, 25 de
diciembre del 2005:
N. 41. Mara es, en fin, una mujer que ama. Cmo podra ser de
otro modo? Como creyente, que en la fe piensa con el pensamiento
de Dios y quiere con la voluntad de Dios, no puede ser ms que una
mujer que ama..
Benedicto XVI, Carta Encclica, Spes Salvi, Roma 30 de noviembre
del 2007,
Mara, estrella de la esperanza, n. 49:
Quin mejor que Mara podra ser para nosotros estrella de
esperanza, Ella que con su s abri la puerta de nuestro mundo a
Dios mismo; Ella que se convirti en el Arca viviente de la Alianza, en
la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plant su tienda
entre nosotros (cf. Jn 1,14)?.
II PARTE: EL MAGISTERIO CONTINENTAL.
1. El magisterio mariolgico latinoamericano: el C.E.L.A.M.
A pesar de que Mara ocupe un lugar preferencial en la realidad
espiritual y pastoral de la Iglesia Latinoamericana desde el comienzo
de su evangelizacin es importante detallar que no se puede hablar
de una evolucin orgnica disciplinar parecida a la de la Iglesia
Occidental en Europa, que presenta una clara subdivisin
metodolgica en el proceso histrico mariolgico en su etapa
relacionada a la Iglesia primitiva en las Sagradas Escrituras, en la
Patrstica y los apcrifos, en el desarrollo dogmtico y magisterial
posterior hasta nuestros das. El hilo transversal que atraviesa el
tiempo doctrinal cristiano que se basa en la realidad de Mara
asociada a Cristo en la historia de la salvacin, es el mismo culto
mariano siempre presente en la Iglesia y que nunca deja de
sorprender por su vitalidad, creatividad, capacidad inculturante, que
adems logra superar las dudas y los errores propios de cada poca
en la historia del cristianismo.
Se puede decir en grandes lneas que la mariologa en Latino Amrica
siempre ha estado presente en la liturgia, en la devocin y en la
religiosidad popular tanto de los evangelizadores misioneros como de
los pueblos evangelizados y progresivamente ha ido adquiriendo la
importancia inculturada, sobre todo catequtica, mistaggica y
pastoral, que actualmente tiene. De este proceso continuo se puede
esbozar un posible esquema histrico y didctico a la vez que puede
ofrecer un acercamiento sistematizado y orgnico a la dimensin
cristolgica y eclesiolgica que posee.
2. Desarrollo de la Reflexin mariolgica y mariana en Amrica
Latina.
La figura de Mara es presentada desde el comienzo de la primera
evangelizacin en los libros de piedad, en los catecismos
iberoamericanos, es decir desde la teologa devocional, como madre
de Dios y por eso madre espiritual de todos. A grandes rasgos se
puede decir que la mariologa en Latino Amrica presenta un eje de
desarrollo entre la primera evangelizacin y la nueva evangelizacin y
que existe en este proceso una maduracin progresiva de la teologa
devocional desde el modelo intercesor de Mara Inmaculada, Virgen y
Madre de Dios asociada a Cristo, con la veneracin de los gozos y los
dolores de Mara (modelo cristolgico propio de la teologa y devocin
espaola a partir del siglo XVI), pasa por el modelo de Mara
evangelizadora y liberadora (modelo antropolgico-sociolgico a partir
de los aos 60), y llega al modelo de Mara madre, discpula y
misionera que motiva la comunin y el encuentro fraternal para el
nuevo Pentecosts (modelo eclesiolgico inculturado en el magisterio
del Snodo: Ecclesia in America y del C.E.L.A.M. en Medelln, Puebla,
Santo Domingo, Aparecida 1980-2007).
3. Antecedentes.
Despus de la legada de los primeros evangelizadores movidos por la
fe en Cristo y el amor a la Virgen este perodo histrico fundamental
entre el siglo XVI y el siglo XVIII est caracterizado por una mariologa
bsicamente catequtica y devocional que llega con el proceso de la
primera evangelizacin y que se va enriqueciendo con los elementos
autctonos antropolgicos, culturales y religiosos de los ambientes:
ibrico, amerindio y afro que se van agregando sucesivamente en la
conformacin de la catequesis y teologa devocional en Iberoamrica.
Es el primer trasplante de la fe cristiana por fuera del mundo conocido
despus de la experiencia eclesial de la divisin de Occidente a causa
de la Reforma Protestante. Es Lutero quien publica el primer
catecismo en el 1529, pero es en el 1566 que se publica el Catecismo
del Concilio de Trento. La presencia de manuales catequticos
europeos (Espaa) y americanos (Mxico y Per)
[18]
define el
desarrollo propio de la actividad evangelizadora y del desarrollo
mariolgico. Es importante acotar que en esta poca, a causa de la
situacin imperante en Europa por los protestantes, la doctrina
cristiana es difundida en el mbito catlico ms por la devocin y la
catequesis que por un conocimiento directo de la Biblia y de la
presencia de Mara en la Sagrada Escritura.
Por lo tanto la caracterstica principal de la primera mariologa en
Latino Amrica por lo tanto es dada por su dimensin catequtica que
ayuda al conocimiento de la doctrina y al crecimiento de la fe,
acompaada por la devocin unida al culto y a la oracin dirigida a la
Virgen Mara. Por esto es que se ver el culto de veneracin y de
amor junto al de imitacin y de invocacin.
[19]
La presencia de Mara
en la teologa devocional y en los catecismos del siglo XVI definir as
el perfil del alma Hispano-americana de manera irreversible.
[20]

Esta presencia de Mara en la primera evangelizacin del continente
da lugar a la formacin progresiva de una religiosidad popular
mariana fruto de un proceso de maduracin y de sntesis de valores
humanos, culturales, antropolgicos y religiosos que acompaa el
culto mariano de la Iglesia universal a lo largo del ao litrgico. Este
camino de fe y devocin va aglutinndose en el ncleo mariolgico
catequtico fundamental: la profesin de fe en el Cristo crucificado,
verdadero Dios Uno y Trino y verdadero hombre, nacido de mujer por
obra del Espritu Santo.
A partir de all se establece el nexo mistaggico y catequtico sobre la
virginidad maternal de Mara, que es Virgen y Madre de Dios al mismo
tiempo. Por lo cual Ella es reconocida devocionalmente como la
madre espiritual de los hijos de Dios, maternal protectora de los
pueblos, ciudades y lugares. Se puede decir que Mara inspira desde
esta lectura mistaggica el sentido de pertenencia eclesial, es decir la
fe en la Iglesia.
[21]
La mariologa de fondo que sustenta esta primera
poca de la colonia es por lo tanto de carcter eminentemente
catequtico y devocional y est centrada en los dogmas de la
virginidad y de la maternidad divina de Mara y tambin se ve
fuertemente influenciada sea por la profunda promocin y difusin
doctrinal a favor de la devocin a la Inmaculada Concepcin en toda
Iberoamrica, como tambin de su gloriosa asuncin en cuerpo y
alma.
[22]
Recordaremos adems el desarrollo de muchas devociones,
tradiciones, cofradas, construccin de iglesias, ereccin de
congregaciones marianas y monasterios, sacramentales, rosarios
entre otros.
Dentro de este contexto religioso se inserta con el impacto histrico y
teolgico y eclesial que tuvo, la mariofana histrica de nuestra
Seora de Guadalupe en Mxico (1531) acompaada por otras
manifestaciones devocionales: otras apariciones locales tradicionales
(como Coromoto en Venezuela), otros hechos llamados hallazgos de
imgenes de bulto (como por ejemplo Aparecida en Brasil) o de
pinturas restauradas (como Chiquinquir en Colombia), o devociones
marianas tradas desde Espaa que logran promover el sentido fuerte
de los patronazgos locales, regionales y nacionales de carcter
religioso mariano, de gran impacto moral en sus dimensiones
personal y social que promueve la integracin histrico tno-
societario-religioso que consolidan primero la relacin Iglesia-Estado
dentro del marco constitucional del Patronato Regio instaurado en la
colonias y despus esta relacin ya renovada en los procesos de
independencia de los diferentes estados del continente. Todo este
camino evolutivo est ntimamente asociado a la gradual implantacin
de los procesos de evangelizacin y de organizacin eclesial segn la
realidad de cada pas. Se dan muchos concilios y snodos en Per,
Mxico, y la edicin de muchos catecismos en Per y Mxico, de los
cuales recordaremos el famoso documento de Pedro de Crdoba
(1460-1525) Doctrina Christiana, que fue impreso, con algunas
modificaciones, en Mxico por orden de Fray Juan de Zumarraga, el
primer obispo de Mxico el mismo de las apariciones de la
Guadalupe, y el conocido Manual por Adultos del 1540 en Mxico
entre otros.
[23]

4. El perodo de desarrollo.
En este arco de tiempo entre el siglo XIX y XX la mariologa en el
magisterio se caracteriza por varias actividades. Adems de seguirse
produciendo el material catequtico de los primeros siglos de la
colonizacin por el comienzo de las actividades del CELAM en Ro de
Janeiro 1958, se dan mltiples congresos mariolgicos en varios
pases de Latino Amrica, adems de algunos snodos y concilios que
ya se haba venido haciendo en los siglos anteriores. Se pueden
diferenciar varias etapas del mismo proceso magisterial.
Primera etapa:
En esta fase se puede hablar de una mariologa de marco devocional,
histrico por el inters en imgenes y santuarios inicios del siglo XX
hasta el Concilio Vaticano II. En Ro de Janeiro entre el 25 de julio y el
4 de agosto del 1955 fue convocada por el Papa Po XII y presidida
por el Cardenal Adeodato Giovanni Piazza, Secretario de la
Congregacin Consistorial, asistida por Mons. Antonio Samor la
Asamblea que dio nacimiento al Consejo Episcopal Latinoamericano
CELAM que tanto servicio ha ido prestando a la Iglesia del continente.
Aunque no se puede hablar de un aporte mariolgico como tal en
dicha asamblea, est claro que desde este organismo eclesial se han
dado las directrices teolgico-pastoral fundamental para el proceso de
continua renovacin y actualizacin eclesial del continente a la luz del
magisterio universal y de las necesidades propias desde la realidad
latinoamericana. Desde el comienzo el objetivo formativo del CELAM
ha sido unificar, integrar criterios y contenidos de la profesin, de fe
para todo el continente, donde Evangelio, la catequesis y los
catecismos pudieran dar las pautas del proceso de evangelizacin en
cada contexto social, religioso y cultural.
[24]

Segunda Etapa:
A nivel del C.E.L.A.M. se da un inexplicable silencio, o momento de
auto reflexin post conciliar frente a la realidad viva de la religiosidad
popular mariana en Latina America 1960-1970. El documento de
Medelln (Colombia) de la II Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano (1968) realiza un sustancial aporte en el presentar
tres orientaciones bsicas: la promocin humana, la evangelizacin y
crecimiento en la fe y la Iglesia visibles y sus estructuras. Solo en la
introduccin a las conclusiones donde se plantea la presencia de la
Iglesia en la actual transformacin de Amrica Latina, en el numeral 8
se menciona a Mara, como Madre de la Iglesia, rodeada de los
apstoles en el Nuevo Pentecosts del Episcopado Latinoamericano,
implorando el Espritu Santo y perseverando en la oracin. Sobre un
contenido de 395 numerales de todo el documento el nico numeral
mariolgico (el n. 8) representa el 0,2% del total.
[25]
De toda forma es
el reflejo de contextualizacin eclesiolgica del momento que amerit
centrar el discurso en la bsqueda de renovacin pastoral ms que la
valoracin de la religiosidad popular y de la devocin mariana que
justamente se desarrollar posteriormente. En esta poca hay
diferentes aportes de diferentes telogos latinoamericanos que
promueven la figura de Mara liberadora,
[26]
cuyos elementos
centrales fueron sistematizados doctrinalmente por Juan Pablo II en
laEncclica Redemptoris Mater numeral. 37 y la figura de Mara
evangelizada y evangelizadora promovida esencialmente a partir del
documento de Puebla.
[27]

Tercera etapa:
Se realiza una profundizacin mariana entre los aos 1970-1979. El
documento de Puebla (Mxico) que es realiza el 1979 logra canalizar
toda esa expectativa mariolgica que se vena gestando
silenciosamente a lo largo y lo ancho del continente. El documento
establece ante que todo un criterio de continuidad con el anterior
documento tratando sobre la evangelizacin en el presente y en el
futuro de Amrica Latina. Con respecto a la Virgen Mara presenta un
ncleo mariolgico directo que se subdivide en:
Mara Madre y Modelo de la Iglesia desde el numeral 282 al 285;
Mara Madre de la Iglesia desde el numeral 286 al 291; Mara modelo
de la Iglesia desde el numeral 292 al 293; Modelo para la vida de la
Iglesia y de los hombres desde el numeral 294 al 297; Bendita entre
las mujeres el 298 y el 299; Modelo de servicio eclesial en Amrica
Latina desde el numeral 300 al 303. Adems el elemento mariolgico
aparece en algn otro prrafo a lo largo del documento. En resumen
se puede hablar de una mariologa inculturada en el rostro mestizo de
Nuestra Seora de Guadalupe, presente en la identidad propia de los
pueblos latinoamericanos que la reconocen como madre de Cristo y
de la Iglesia. No es solo parte del credo y del anuncio sino que estos
pueblos viven de la presencia de Mara asunta en los cielos como una
realidad presencial personal y colectiva cuyo influjo maternal
experimentan continuamente y al cual se encomiendan filialmente.
Es modelo de catequista, de evangelizadora, de misionera de mujer
que en el evangelio encuentra su plena realizacin como esposa,
madre y creyente. ElMagnificat es su canto y oracin que proclama la
verdadera liberacin en Cristo de los oprimidos y de los pobres Este
documento es el que ms extensamente habla de Mara desde el
contexto eclesial del continente y prcticamente establece las
directrices formales para una estructuracin teolgica bsica.
Cuarta Etapa:
Una primera sistematizacin de la mariologa latinoamericana entre
1979-2004 se da entre los dos documentos: el de Puebla y el
posterior de Santo Domingo. El documento de Santo Domingo. En la
Primera parte del documento Jesucristo, Evangelio del Padre
tenemos el numeral 1 que presenta Mara en la Iglesia actual como en
un nuevo cenculo, y en la profesin de fe en el numeral 7 se
menciona a Mara reunida en Pentecosts con la Iglesia Apostlica
(Hech 1, 12-14; 2, 1). En el mismo captulo el numeral 15 presenta
Mara como primera redimida y primera creyente, madre de Cristo y
de la Iglesia, evangelizada y evangelizadora, modelo de los discpulos
y evangelizadores por su oracin, escucha de la Palabra y
disponibilidad al servicio hasta la Cruz. Ella es presentada como sello
cultural, madre y educadora como en Guadalupe que ofrece a travs
de San Juan Diego un gran ejemplo de evangelizacin perfectamente
inculturada. Es estrella de la primera y de la nueva evangelizacin.
En el capitulo sobre la Nueva Evangelizacin en el numeral 31 se
afirma que Mara junto con el sucesor de Pedro ha estado presente
en la conferencia escuchando el llamado a la santidad. El numeral 32
presenta a Mara como el ideal de virtud ms perfecto de la Iglesia,
entendiendo que la santidad es la clave del ardor renovado de la
Nueva Evangelizacin. Por esto en el N. 53 se pide la valorizacin de
la devocin a la Santsima Virgen en la piedad popular sobre todo en
las peregrinaciones a los santuarios y en las fiestas religiosas,
purificando y acompaando la inculturacin del Evangelio.
El n. 85 muestra a Mara como identidad profunda de los pueblos
latinoamericanos y modelo para la vida consagrada y su apoyo. El n.
104 propone a Mara que procede a la Iglesia en el modelo de virgen
y de madre, como la protagonista de la Historia por su cooperacin
libre, llevada a la mxima participacin con Cristo. Por esto Mara
tiene un papel muy activo en la evangelizacin de las mujeres. El n.
135 recuerda la importante unidad de todas las iglesias que profesan
el Credo Niceno-constantinopolitano, los mismos sacramentos y
veneracin por Santa Mara, la Madre de Dios. En el n. 142 con
respecto a las sectas fundamentalistas propone una catequesis que
explique el misterio de la Iglesia, sacramento de salvacin y de
comunin, la mediacin de la Virgen Mara y de los santos y la misin
de la jerarqua.
El n. 143 orienta con respecto a la identidad eclesial que promueva
entre otros la devocin a la Santsima Virgen, Madre de Cristo y
Madre de la Iglesia. El n. 163 ofrece la figura de Mara que como en
Cana est abierta maternalmente a las necesidades de la humanidad
que sufre. El n. 213 habla de la familia santuario de vida y pide
especialmente presentar a Mara y Jos en el hogar de Nazaret como
modelo de toda familia. El n. 229 muestra a Mara modelo de
evangelizacin de la cultura y como madre est presente en la
primera y en la nueva evangelizacin. En el n. 289 Mara de
Guadalupe es invocada como Patrona de Latino Amrica.
Hacia una quinta Etapa:
Hacia una hermenutica catequtica para una mariologa
eclesiolgica de comunin: Mara discpula y misionera a partir del
documento de Aparecida, (2007-?). Aunque se puede decir, como
algunos autores analizan, que las tendencias mariolgicas ms
significativas en Amrica Latina son esencialmente: Mara madre y
modelo de la Iglesia, una mariologa a partir de lo femenino y de la
realidad de la mujer de Amrica Latina, una mariologa a partir de la
religiosidad popular, una mariologa desde la praxis de liberacin,
Mara presente en la evangelizacin de Amrica Latina,
[28]
de la
misma manera es importante remarcar la necesidad de valorar la
continuidad doctrinal a travs de la historia mariolgica en Latino
Amrica de acorde al magisterio en sus tres niveles: universal,
continental y local. Esta metodologa ofrece no solo una
fundamentacin teolgica capaz de integrar las diferentes corrientes
teolgicas cristolgicas y eclesiolgicas presentes en el Continente,
sino adems, busca sistematizarlas dentro del marco doctrinal
universal de la Iglesia y as evitar la fragmentacin y la dispersin de
sus contenidos y canalizar los posibles aportes y evitar confusiones
de interpretacin. Vamos entonces a estudiar ms detalladamente el
aporte del ltimo documento del C.E.L.A.M.
5. El Documentos de Aparecida (Brasil 2007).
5.a. Presentacin General.
El documento de Aparecida corresponde al V Encuentro Continental
en mayo del 2007 que se dio en (Brasil) entre los Obispos, expertos e
invitados que trat en general sobre el discipulado en Latino Amrica.
La Virgen Mara siempre ha ocupado un lugar especial por la
predileccin de estos pueblos en el reconocimiento de su lugar en la
historia de la salvacin, la veneracin expresin de una autntica
devocin en la religiosidad popular y en el culto litrgico. De manera
singular este continente siempre ha encontrado en el camino de fe de
Mara no solo un ejemplo de abnegacin y fidelidad a Cristo y a su
misin, sino tambin aquella que camina con nosotros intercediendo
por nuestro nacimiento espiritual, educacin y testimonio
perseverante hasta el final. En este documento de Aparecida cuyo
lema principal es ser discpulo y misionero del Seor hoy, Mara
ocupa un lugar especial como Discpula de Jess y Mensajera del
Evangelio.
5.b. Dimensin mariana y mariolgica del Documento de
Aparecida.
As como se desprende del documento final aprobado Mara es
presentada en sus aspectos teolgicos, espiritual y pastoral; se puede
hablar de tres aspectos marianos importantes del documento nn. del
266 al 272:
Mara discpula y misionera del Verbo encarnado hecho
Hijo.
El cuerpo principal lo constituye el tema fundamental de todo de
Mara Discpula y Misionera donde se resalta la importancia de la
presencia de Ella en el itinerario formativo de los discpulos. Partiendo
del hecho que el encuentro con el Seor es una experiencia personal
y eclesial del misterio trinitario Padre, Hijo y Espritu Santo, y despus
de haber sealado los diferentes lugares de encuentro para la
vivencia y el crecimiento en esta espiritualidad de comunin, Mara es
presentada en su personal calidad de discpula y misionera al mismo
tiempo.
Mara expresa la mxima realizacin del cristiano en la vivencia
trinitaria de ser Hijos en el Hijo. Por su fe, obediencial, por su
interiorizacin de la Palabra y de las acciones de Jess participa del
misterio profundo de Cristo en su vida y en la vida de la Iglesia.
Emerge a lo largo del documento su maternidad plena de Cristo y de
los discpulos nuevos hijos espirituales. Ellos apoyan su fe en la fe
de Mara que se mantuvo firme al pie de la cruz al lado de su Hijo
Cristo y cerca del discpulo amado.
Mara en la dimensin espiritual formativa
Cuando se habla de dimensin formativa espiritual del cristiano se
est hablando de la que se fundamenta en la experiencia de Dios
revelada en Jess, movida por el Espritu en el camino de la vida y del
servicio. Siempre se expresa de forma personal segn diferentes
carismas y permite la adhesin del corazn por la fe, como la Virgen
Mara, a los caminos gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos de su
Maestro y Seor (Aparecida, n. 280. b). En este sentido Ella es
madre, discpula y misionera en la vida de cada cristiano y participa
con su presencia ejemplar a la formacin del corazn de hijo y
hermano en Cristo.
La devocin mariana presente en la Iglesia
Latinoamericana
El otro aspecto emergente del documento es entonces la presencia
fuerte y renovada de la devocin mariana dentro de la vitalidad de la
religiosidad popular y reconoce la importancia que tiene en la defensa
de la fe y de la identidad con la Iglesia Catlica. El sentido de su
intercesin, mediacin maternal y filial fruto, del itinerario de
discipulado y de compromiso misionero, expresa en el intercambio
entre fe, devocin y gracia de Dios la solidaridad misericordiosa de
Dios con el sufrimiento y las alegras del pueblo de Dios y esto
fortalece la unidad de los discpulos que recuperan con Jess su
identidad de hijos y hermanos. La figura de la Iglesia mariana es
entonces la de la Iglesia Comunin que se realiza continuamente en
el acto de fe que une todos en la gran familia Iglesia de Dios.
Estos tres elementos coinciden en un punto fundamental: el itinerario
de la fe de Mara que la pone a la escucha obediente de la Palabra
(obedecer es igual en latn a ob-audire, es decir escuchar con
atencin y obedecer), al seguimiento del Hijo de Dios y a la misin de
anunciarlo con presencia amorosa maternal suscitando nuestro
corazn de Hijos y Hermanos en Cristo.
5.c. Los otros puntos de referencia mariana a lo largo del
documento.
Presentamos a continuacin otros diferentes puntos que se refieren a
la B.V. Mara y que mantienen un sentido de cohesin doctrinal a lo
largo de todo el texto:
Los numerales n. 26 accin de gracias por el don de Mara su madre
y nuestra, n. 37 papel de la devocin mariana en L.A., n. 43 talante
mariano de la religiosidad popular, n. 99: b crecimiento de la devocin
mariana, n. 127 devocin a Cristo sufriente y a su madre bendita, n.
141 imagen del proyecto trinitario, n. 259 la espiritualidad del rosario
entre otros, n. 261 mirada a la imagen de Mara, n. 262 reconociendo
el testimonio de Mara, n. 265 nuestros pueblos encuentran la ternura
y el amor de Dios en el rostro de Mara, reflejo del evangelio desde el
santuario de Guadalupe, n. 280 b adherirse de corazn a la fe, como
la Virgen Mara, a los caminos gozosos, luminosos, dolorosos,
gloriosos, n. 300 potencial educativo que encierra la piedad popular
mariana, n. 451 el canto del Magnificat muestra a Mara como mujer
de compromiso, n. 524 la presencia de Mara gestiona la Iglesia
comunin familia, n. 553 ayuda la compaa de Mara, n. 554 guiados
por Mara. En especial se ha tomado el texto del numeral 265 del sub-
captulo 6.1.3 La piedad popular como espacio de encuentro con
Cristo.
6. Dimensin mariolgica del conjunto del documento.
El punto de partida es la lectura eclesiolgica de comunin
predominante que evidencia el contenido de Mara discpula y
misionera en una Iglesia discipular y misionera desde sus orgenes;
en especial emerge la correlacin mariolgica con la formacin, la
catequesis, el trabajo pastoral, la liturgia, en la religiosidad popular y
en el itinerario de la vida espiritual. Tambin se aprecia la importancia
histrica permanente de la presencia del culto mariano que acompaa
la fe de los distintos pueblos latinoamericanos, presencia maternal
femenina y fraternal, cercana, afectiva y efectiva que sostiene la
esperanza cristiana a lo largo del camino personal y colectivo de los
creyentes.
En este sentido la presencia maternal de Mara unida a Cristo y a la
Iglesia y fiel al ser humano dentro del bagaje cultural y religioso de la
Iglesia Latinoamericana, no ha perdido vigencia, fuerza e inters, se
sigue manteniendo
[29]
a pesar del desgaste general que el mismo
documento reconoce: Sin embargo, debemos admitir que esta
preciosa tradicin comienza a erosionarse.
[30]
Pero al mismo tiempo
reconoce que hay que saber proponer a las nuevas generaciones el
anuncio del Evangelio a partir de la autenticidad del reconocimiento
de la realidad de Dios para conocer la realidad y responder a ella de
modo adecuado y realmente humano.
[31]
La propuesta de lectura de
la dimensin mariana de nuestra fe, dentro del discipulado y
seguimiento del Seor, surge como una respuesta eficiente frente el
asecho de la cultura global de la muerte que, figurativamente, busca
de atacar a la mujer recin dada a luz y a los otros hijos de Ella, es
decir los que guardan los mandamientos de Dios, y mantienen el
testimonio de Jess.
[32]

Este documento representa para el catlico latinoamericano un valido
instrumento de reflexin, aprendizaje y proyeccin de la realidad de la
Iglesia en el mundo actual, un proyecto Teolgico-Pastoral continental
y local, para fomentar la civilizacin de la verdad y el amor
[33]
que el
Seor quiere para nosotros para vivir dignamente el testimonio del
Evangelio y el compromiso responsable que entre todos vamos a
tomar. Al mismo tiempo a nivel mariolgico relanza la propuesta
hermenutica de la presencia discipular y misionera de Mara que a
partir de las apariciones guadalupanas dentro de una eclesiologa de
comunin y participacin basada en el encuentro metafsico
interpersonal con el Cristo vivo.
[34]

La visin del mundo, el anlisis de nuestros tiempos coincide en los
documentos y la figura de la Iglesia que emerge en ambos es de la
Iglesia Comunin que se inspira en la Iglesia Familia de Dios centrada
en el misterio del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. Indudablemente
la presencia de Mara mujer, en su triloga esencial como de toda
mujer esposa, madre se evidencia en los textos como un factor
religioso, espiritual, cultural, social.
La Virgen Mara siempre ha ocupado un lugar especial por la
predileccin de estos pueblos en el reconocimiento de su lugar en la
historia de la salvacin, la veneracin expresin de una autntica
devocin en la religiosidad popular y en el culto litrgico. De manera
singular este continente siempre ha encontrado en el camino de fe de
Mara no solo un ejemplo de abnegacin y fidelidad a Cristo y a su
misin, sino tambin aquella que camina con nosotros intercediendo
por nuestro nacimiento espiritual, educacin y testimonio
perseverante hasta el final. En este documento de Aparecida cuyo
lema principal es ser discpulo y misionero del Seor hoy, Mara
ocupa un lugar especial como Discpula de Jess y Mensajera del
Evangelio.
Esto ha significado revisar la presencia de Mara en los cuatros
evangelios en las cartas y en la Apocalipsis y la manera como Ella
aparece cada vez desde su itinerario interior de vida de una manera
sencilla pero profunda unida a Cristo y a la Iglesia naciente. La
comunidad cristiana primitiva qued marcada no solo por la realidad
de Jess de Nazaret el Mesas esperado, sino que tambin recibi un
impacto silencioso pero duradero por la fiel y amorosa presencia de
Mara la madre de Jess mientras vivi aqu en la tierra, y de manera
especial empez a experimentar su presencia e intercesin maternal
desde su nueva realidad en el cielo a partir de su gloriosa Asuncin
donde se inaugura el valor de la presencialidad corprea de Mara
glorificada.
[35]
La base de comprensin filosfico-teolgica de esta
mariologa es el espacio trascendental del encuentro interactivo yo-
otro, que determina en la presencialidad interpersonal lo que
definimos: la llamada, el seguimiento y el compromiso de cada
discpulo mariano del Seor.
[36]
El documento del Grupo de Combes
haba sealado puntualmente, en el comentario del Evangelio de Juan
la realidad del discpulo y su relacin con Mara.
[37]

Pero el tema de Mara discpula en s no es novedoso. Ya Stefano de
Fiores recogiendo distintos elementos, la ubica dentro de la
orientacin cristolgica segn la lnea de desarrollo del primer
principio de la mariologa que cita, entre varias propuestas, tambin a
W. Beinert que a su vez presenta Mara perfecta discpula de Cristo
como un posible principio mariolgico.
[38]
Tambin cita otros autores
sobre el tema del discipulado.
[39]
Juan Pablo II ya se haba referido a
Mara discpula.
[40]
El documento de la P.A.M.I. habla dentro de la
acogida del don de la Madre del discipulado: Tra la Madre e i
discepoli, in virt dellaccoglimento del dono di fatto del Maestro, si
instaura un rapporto di indole materno-filiale che fluiste dallintimo del
mistero pascuale e riguarda un aspecto esnciale Della condizione
discepolare: la vita della grazia.
[41]

De Fiores est de acuerdo que la posicin del autor excede en la
perspectiva de un nuevo principio porque, como tambin afirma D.
Fernndez,
[42]
desde ese posible principio no es deducible el resto de
las dems verdades marianas. De Fiores profundiza el tema en
cuestin posteriormente en el Congreso de Pastoral Mariana en
Mxico 2006, hablando de Mara discpula y misionera y precisa la
caracterstica atpica y arquetipal de la misma.
[43]

Lo novedoso del aporte magisterial latinoamericano, ya desde el
comienzo, ha sido y es la propuesta de asociacin correlativa Mara,
Jess, Iglesia, Persona, entre discipulado y misin que dentro del
contexto histrico-eclesiolgico, que se da desde el acontecimiento
guadalupano,
[44]
adquiere una connotacin que acerca el tema a una
dinmica hermenutica interpretativa y pastoral que acompaa el
principio mariolgico propiamente dicho de la maternidad universal de
Mara. La presencia maternal de Mara no es solo un dato de la fe,
sino tambin un evento permanente que se experimenta
devocionalmente a lo largo y en lo profundo de lo personal, de lo
eclesial y de lo colectivo.
Esta presentacin aflora de forma casi connatural dentro de una
realidad eclesial y eclesiolgica latinoamericana donde Mara y
Jess,
[45]
devocin, culto, espiritualidad, afectividad, emocin,
sentimiento, realidad fsica y sobrenatural se conjugan alrededor del
fervor mariano y aglutinan toda la fe y la esperanza de un continente
variado, polifactico, multifactorial, segmentado y distinto, muy difcil
de catalogar y sistematizar como un conjunto teolgico-pastoral, que
expresa con Mara su condicin de discpulo y misionero.
[46]

Es a partir de este contexto que se han generado las distintas y
alternas maneras de comprensin o de interpretacin de la realidad
mariana: unas sistemtico-dogmticas a veces insuficientes en
recoger todo lo antropolgico concomitante vlido para una
evangelizacin inculturada, unas relacionadas a sistemas filosfico-
teolgicos materialistas, historicistas, de carcter reduccionista en la
interpretacin exclusiva socio-econmica, y por ltimo la comprensin
mgico-espiritualista tambin reflejada en el mbito tipo pseudo-
pentecostalista (propio de las sectas evanglicas),
[47]
de una
dimensin mariana inmediata, intimista, individualista, sin compromiso
ni cooperacin mediata, exclusivamente dedicada al misterio de Mara
en la escucha de la Palabra: es decir una mariologa privada de su
principio mariolgico,
[48]
desencarnada y descontextualizada,
despojada de la accin del don reciproco y de la verdadera devocin
viva tradicional casi sacramental de la Iglesia latinoamericana. Tal
realidad mariolgica y mariana del continente a su vez se confronta
con el creciente fenmeno de distintas manifestaciones de
carcter mariano, a veces sin suficiente cobertura ni
acompaamiento pastoral apropiado, que por lo tanto pueden quedar
entremezcladas con elementos diferentes de tipo parapsicolgicos,
pseudos msticos o inclusive mal dicho apocalpticos, de origen
religioso popular con tinte milenaristas.
[49]
El entrecruce de estos
elementos y de otros con el fenmeno de recientes apariciones en
proceso de estudio y discernimiento en distintas partes del continente,
dificulta a veces su adecuado seguimiento pastoral. En el trasfondo
de estos fenmenos, se puede estar expresando un deseo recndito
popular de un encuentro junto a Mara, entre una fe esperanzadora y
la aspiracin de una actuacin en el hoy libre, histrico salvfico del
Espritu de Cristo en su Iglesia que sufre, se alegra, celebra, ama y
que necesita comprenderse cada vez ms en su presencia.
Este ltimo conjunto de fenmenos antropolgico-socio-religiosos
delata tambin una posible falta de catequesis doctrinal renovada, la
necesidad continua de una liturgia y culto mariano adecuada y
actualizada que logre canalizar pastoralmente el instinto escatolgico
de una bsqueda angustiosa de una respuesta que pueda solucionar
cada vez los problemas personales y sociales irresueltos. Es la
necesidad de la sntesis histrico cultural que anuncia Benedicto XVI
en Aparecida donde slo la fuerza del Evangelio cumple el cometido
de orientar del desarrollo de los grmenes y de las semillas del Verbo
presentes en Latinoamrica.
[50]
. l mismo, siendo Cardenal, haba
dicho al respecto: A cuatro meses de Puebla, Joseph Ratzinger
alert a sus oyentes del Congreso Mariolgico de Guayaquil sobre un
peligro que l vea cernirse. Le pareca a Ratzinger que nosotros, los
latinoamericanos, podamos ceder ante el prestigio intelectual del
pensamiento centroeuropeo -vendiendo por un plato de lentejas,
como l lo expres-, el tesoro de una cultura cordial de cuo catlico.
Para el entonces Cardenal de Mnchen, la divisoria de aguas era la
pastoral mariana.
[51]

Por esto saludamos y apoyamos el camino tomado por el magisterio
del C.E.L.A.M. que a nuestro criterio abre, y cada vez profundiza, el
camino teolgico pastoral, en especial en la utilizacin catequtica
integrada e integradora de la dimensin mariana de la eclesiologa de
comunin. Este documento en definitiva desarrolla y promueve la
dimensin hermenutica de Mara Discpula de Jess y mensajera del
Evangelio.
III PARTE: EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA REGIONAL Y LOCAL.
1. El magisterio actual en los Documentos de la C.E.V.
deVenezuela.
El Concilio Plenario de Venezuela que se realiz desde el 2000 hasta
el 2006 en Venezuela se puede considerar el magno evento en la
Iglesia particular de Venezuela despus del Concilio Vaticano II. El
proceso conciliar se subdividi en varios momentos. Mara estuvo
presente en cada uno a parte por la oracin misma del Concilio que la
invocaba como protectora e intercesora Estrella de la Nueva
Evangelizacin bajo la advocacin de Nuestra Seora de Coromoto.
Tambin hubo documentos especficos que es importante nombrar y
recordar.
Antes del Concilio: Durante la fase de preparacin se publico una
coleccin de folletos entre los cuales uno mariano por el Padre
Amador Merino sdb, Mara en el Concilio Plenario de
Venezuela, Serie Estudios CPV N.1, 1999, material que el mismo
Padre Merino utiliz para la ponencia den las Jornadas Marianas del
1998, as como el mismo lo remarco en la misma publicacin.
Durante el Concilio: Un Documento sobre la importancia de la
devocin de la Inmaculada Concepcin en Venezuela al bicentenario
de su proclamacin universal como dogma 1854-2004 y el
Documento sobre Nuestra Seora de Coromoto por la Clausura del
Ao Jubilar de la Aparicin y de la Coronacin Cannica de Nuestra
Seora de Coromoto, Carta Pastoral Colectiva del 11 de septiembre
del 2003. Es importante remarcar el enlace directo que tiene este
importante documento con el Concilio Plenario cuando en el numeral
18 recuerda: Es necesario, pues, que en nuestras dicesis se oriente
debidamente la piedad popular, de acuerdo a las indicaciones de la
Sede Apostlica y del Concilio Plenario de Venezuela. Lo que
significa que la expresin inmediata de la dimensin mariana del
Concilio se da en este documento pastoral que remarca la
importancia y fundamento de nuestra identidad eclesial, cultural,
histrica fundamentada en las apariciones, mensaje y devocin a
Nuestra Seora de Coromoto y en las diferentes advocaciones que
enriquecen nuestro mapa espiritual mariano de Venezuela..
La dimensin mariana y presencia de Mara a lo largo de los
documentos del Concilio Plenario de Venezuela es evidente aunque
no exista uno especfico al respecto dedicado a la Virgen de Mara en
el misterio de Cristo y de la Iglesia se puede perfectamente tomar
todos los puntos y numerales y elaborar este aporte que estamos
ofreciendo.
2. La dimensin mariana de los documentos finales del Concilio
Plenario.
El cuerpo central lo constituye en el documento el punto de Mara
Madre de la Iglesia y modelo de misionera. Dentro del juzgar es decir
la iluminacin teolgico-pastoral del documento La Iglesia ante las
sectas y otros movimientos religiosos (Concilio Plenario de
Venezuela, ISMR D. 16, nn. 94-98; 112), se encuentra la parte ms
relevante del aporte mariolgico y mariano del Concilio: es el apartado
sobre Mara: madre de la Iglesia y modelo de misionera. Es
importante remarcar la presencia de este apartado mariolgico
insertado y dira no agregado sino naturalmente puesto en este
documento, dada la importancia que reviste la dimensin mariana de
nuestra fe y de nuestro culto que involucra directamente unida a su
Hijo y a la Esposa de su Hijo, la Iglesia. Significa que lo mariano y lo
mariolgico relacionado a la doctrina y a las prcticas religiosas y
devocionales en la defensa de nuestra fe y nuestra identidad frente a
los errores y desviaciones.
Los elementos ms resaltantes del texto son:
1. La formulacin del acto de fe en Cristo y en la Iglesia
reconociendo la presencia real y significativa de Mara envuelta
en el misterio trinitario, como madre de Dios, madre de Cristo,
madre de la Iglesia, es decir madre de la cabeza y de los
miembros del cuerpo mstico unida a la manifestacin del
misterio trinitario (LG nn.53-54);
2. la relacin entre la fe de Mara y la fe del pueblo de Dios;
3. Mara sacramental de la Iglesia de los rasgos maternales de
Dios que suscita el corazn filial a partir del bautismo y la
plegaria llena de confianza de solicitud de intercesin en los
creyentes;
4. Mara modelo de misionera que suscita la evangelizacin de
los pueblos (DP 294) presente en el anuncio de la fe en todo el
continente americano en sus advocaciones;
5. La necesidad de promover una slida formacin vigilante sobre
la figura de Mara Madre de Dios, de Cristo, y de la Iglesia y de
fomentar y potenciar el culto bajo las diferentes advocaciones
presentes en el pueblo venezolano.
6. El aspecto de discpula como aparece en Aparecida
relacionada al aspecto de misionera se entiende implcitamente
en este cuerpo del documento porque para ser madre y
misionera significa que es madre de Jess el maestro y Seor
y al mismo tiempo de los discpulos de l a partir del discpulo
amado. Explcitamente lo del discipulado aparece en otro
documento que es el de Obispos, Presbteros y Diconos al
servicio de una Iglesia en comunin, n. 108.
3. Textos originales de los documentos.
Reportaremos de forma textual el ncleo mariolgico entresacado
desde los distintos documentos del Concilio Plenario de Venezuela. El
principal a considerar es:La Iglesia ante las sectas y otros
movimientos religiosos nn. 94-98; 112:
Mara madre de la Iglesia y modelo de misionera.
N. 94. La Virgen Mara est unida a Cristo con un vnculo estrecho e
indisoluble, est enriquecida con la suma prerrogativa de ser la madre
de Dios, y por eso hija predilecta del Padre, y sagrario del Espritu
SantoEs verdadera madre de los miembros (de Cristo) por haber
cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que
son miembros de aquella cabeza(LG n.53). Por esto Mara es, a la
vez, Madre de Dios, de Cristo y Madre de los hombres (LG n. 54)..
N. 95. La fe de Mara se convierte sin cesar en la fe del Pueblo de
Dios en camino: de las personas y comunidades, de los ambientes y
asambleas, y finalmente de los diversos grupos existentes en la
Iglesia. En una fe que se trasmite al mismo tiempo mediante el
conocimiento y el corazn (RM n. 28)..
N. 96. Mara es verdadera madre de la Iglesia. Se trata de una
presencia femenina que crea el ambiente familiar, la voluntad de
acogida, el amor y el respeto por la vida. S presencia sacramental de
los rasgos maternales de Dios. Es una realidad tan hondamente
humana y santa que suscita en los creyentes las plegarias de la
ternura, del dolor y de la esperanza (DP n. 291)..
N. 97. Mara madre despierta el corazn filial que duerme en cada
hombre. En esta forma nos lleva a desarrollar la vida del bautismo por
el cual fuimos hechos hijos, simultneamente ese carisma maternal
hace crecer en nosotros la fraternidad. As Mara hace que la Iglesia
se sienta familia (DP n. 295). Por esto la devocin y el cario que el
pueblo venezolano tributa a Mara ha sido y es una fortaleza en la
defensa de su fe..
N. 98. Mara es modelo de misionera porque de ella ha venido la
ms fecunda evangelizacin de los pueblos (DP n. 294). Adems ha
estado siempre presente en el anuncio de la fe en todo el continente
americano, y en Venezuela, en sus advocaciones de Coromoto,
Chiquinquir, Divina Pastora, Virgen del Valle, y otras..
Promover una slida formacin en todos los miembros de la
Iglesia y llamarlos a la necesaria vigilancia.
N.112. Presentar la figura de Mara como verdadera Madre de Dios,
Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, potenciando el culto a sus
diferentes devociones tan sentidas por nuestro pueblo venezolano.
4. Otras referencias mariolgicas y marianas a lo largo de los
distintos documentos del Concilio.
Documento de La Celebracin de los misterios de la fe n. 23: El
pueblo venezolano le manifiesta un profundo amor y devocin
reflejados en un gran nmero de advocaciones, este amor impregna
el ao litrgico; Documento de la Vida Consagrada en Venezuela, n.
69-85: Mara es modelo e intercesora; Documento de La comunin en
la vida de la Iglesia en Venezuela n. 56-77: Mara fortalece e inspira la
espiritualidad de comunin; Documento de los Obispos, Presbteros y
Diconos al servicio de una Iglesia en comunin, n. 113: Los ministros
ordenados cultivarn su devocin; n. 182: Madre de las vocaciones,
modelo para escuchar y seguir a Jesucristo; n. 208: Los candidatos al
sacerdocio la acogen como su madre; Documento de Jesucristo,
Buena Noticia para los jvenes n. 58: Su presencia en la vida de los
jvenes hace que nazca Jesucristo n. 84-85: Favorecer la devocin a
ella y la confianza en su cercana; Documento de La celebracin de
los misterios de la fe n. 66: A lo largo del ao litrgico celebramos la
presencia diversa y permanente de la Madre de Dios; n. 119
Fomentar el aprecio que nuestro pueblo le prodiga; Documento de
la Evangelizacin de la cultura en Venezuela n. 89d: Promover el
significado de su figura y devocin como modelo de inculturacin.
5. Documentos pastorales marianos de la Arquidicesis de
Barquisimeto.
Los textos mariolgicos ms sobresalientes con respecto a la
dimensin teolgico-pastoral de la Arquidicesis de Barquisimeto
tienen que ver con la devocin a la Divina Pastora, devocin sevillana
trada y difundida en Latino Amrica por los frailes Capuchinos. El
primer arzobispo de la Arquidicesis Monseor Crspulo Benitez
Fonturbel, dedic dos cartas pastorales en ocasin de los 100 aos y
de los 125 aos de la visita de la imagen en peregrinacin a la ciudad
cada 14 de enero desde el 1856. Ms recientemente el entonces
Arzobispo Monseor Tulio Manuel Chirivella y actual Obispo emrito,
decret ao jubilar mariano el 2006-2007 por los 150 aos de dicho
acontecimiento. Desde el Instructivo Litrgico de los actos
conmemorativos por los 150 aos de la primera visita de la Imagen de
la Divina Pastora a la ciudad de Barquisimeto y a los 50 aos de la
Coronacin cannica se desprende el elemento mariolgico de dicho
evento celebrativo: evangelizar con propiedad la piedad popular,
consolidar la unidad del pueblo de Dios y el espritu de solidaridad.
5. Conclusin.
En general se puede decir que todo el conjunto de los documentos del
Concilio a igual que el documento de Aparecida que es el ms
cercano en orden de tiempo, presentan una gran expectativa
formativa y catequtica cuyo contenido mariolgico y mariano se
puede concentrar en los siguientes puntos:
1. la importancia de la presencia de Mara como Madre de Cristo
y de la Iglesia en la proclamacin de nuestra fe, apoyada en la
fe obediencial de Mara.
2. La relacin profunda existente entre nuestra fe en Cristo y en la
Iglesia y la vivencia devocional mariana a nivel personal y
popular como parte de nuestra adhesin plena de corazn y
conocimiento en la celebracin viva de los misterios en nuestra
vida.
3. La valoracin pedaggica y mistaggica de la figura de Mara
que nos acompaa como discpula a la escucha obediente de
la Palabra y como misionera del anuncio de que Cristo est
vivo en su Iglesia y que el Espritu Santo nos mueve por
caminos de formacin y de testimonio.
4. La imagen de Mara llena de gracia y del Espritu de Dios
promueve la dignidad de la mujer como madre-hermana-
esposa y del hombre como padre-hermano e hijo y la
importancia de la Iglesia entendida como Familia de Dios que
vive la comunin plena entre todos como hijos en el Hijo.
5. La importancia de Mara para la espiritualidad de comunin
dentro del proceso de renovacin eclesial que nos invita a vivir
el nuevo Pentecosts bajo la accin del mismo Espritu Santo.
Se puede plantear en definitiva que el magisterio apunta hacia la
sntesis mariolgica actualizada, orgnica, catequtica bien insertada
en una eclesiologa de comunin para toda Latino Amrica el
Continente de la Esperanza. Una mariologa que integre lo
antropolgico inculturado, lo personal y lo social, la religiosidad
popular, con lo bblico, la tradicin, lo litrgico y lo pastoral. Y esta
comunin es fruto del encuentro con Jesucristo, con los dems
discpulos y con Mara primera discpula.


[1]
Voz: Magisterio en el glosario del Catecismo de la Iglesia Catlica,
L.E.V. 1992
2
, 786; ver tambin en el texto del catecismo los
numerales correspondientes explicativos: C.E.C. nn. 85; 890; 2033.
[2]
Commissio Theologica Internationalis, Rationes magisterii cum
theologia, 6 de junio del 1976 Echiridion Vaticanum, vol. 5 nn. 2032-
2053, pp. 1310-1325.
[3]
Documento de Puebla n. 687.
[4]
Cardenal J. Ratzinger, LOsservatore Romano, n.34, 25 de agosto
del 2000.
[5]
LG n. 53, cfr.. 3: San Agustn , De Virginitate, 6: PL 40, 399.
[6]
La veneracin a Mara siempre mantiene su profundo sentido
eclesiolgico como observa San Cromacio de Aquileya autor del V
siglo: Se reuni la Iglesia en la parte alta del Cenculo con Mara que
era la madre de Jess, y con los hermanos de Este. Por tanto no se
puede hablar de Iglesia si no est presente Mara, la Madre del Seor,
con los hermanos de Este (MC 28, cfr. 90: Sermo XXX, 7; s. Ch. 164,
p. 134).
[7]
Felix Ursua Serrano, Mara madre y discpula, Mara en el Post
Concilio, vol. n. 12, El Salvador Imprenta y Offset Ricaldone, 2004, 4-
8.
[8]
Ignacio Calabuig, La richiesta di definizione dogmatica di Maria
Corredentrice, Marianum 155-156 Roma 1999, 154. A. Burton Calkins,
otro autor actual, tambin especifica que Juan Pablo ha siguido el
camino trazado por el ConcilioVaticano II en el capitulo ocho de
la Lumen Gentium, en Giovanni Paolo II, Totus tuus, a cura di Arthur
Burton Calkins, Cantagalli Siena 2006, 17-26.
[9]
Antonio Larocca SMC, La maternidad espiritual de Mara:
acontecimiento, permanencia y actualizacin de su presencia, Tesis
Doctoral en Marian Library/I.M.R.I. Dayton OH 2007, cap. IV.
[10]
Juan Pablo II, Carta Encclica Evangelium Vitae, Vaticano 25 de
marzo del 1995, nn. 102-105.
[11]
Juan Pablo II, Redemptoris Custos, 15 de agosto del 1989.
[12]
Congregatio Pro Culto Divino, Collectio Missarum de Beata Maria
Virgine, L.E.V. 1987, Praenotanda n. 15, XIII-XIV
[13] En especfico el documento Ecclesia in America ensea: el n. 11
indica que Mara es camino seguro para encontrar a Jess y Mara de
Guadalupe es el gran signo de rostro maternal y misericordioso, de la
cercana del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en
comunin.el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac un gran
ejemplo de evangelizacin perfectamente inculturada; el n. 12 habla
de los lugares de encuentro con Cristo como los santuarios marianos
para una autntica conversin , una renovada comunin y solidaridad;
el n. 13 afirma que Mara tuvo parte del ms grande encuentro entre
lo divino y lo humano: el misterio de la encarnacin; el n. 16 presenta
la relacin entre la piedad popular, los santuarios marianos las
peregrinaciones que acrecientan el sentido de pertenencia a la
Iglesia; el n. 46 recomienda la vida de oracin en familia entorno a la
imagen de la Virgen Madre como los discpulos de Cristo; el n. 70
habla de la evangelizacin de la cultura como en el caso de la
Guadalupe para que la evangelizacin penetre los corazones de los
hombres y de las mujeres impregne sus culturaras y las transforme
desde adentro ; el n. 76 pide en oracin: Ensanos a amar a tu
madre Mara como tu la amaste y Tu Nuestra Seora de Guadalupe,
Madre de Amrica, ruega por nosotros.
[14]
San Agustn, Sermo 192, 2: PL 38, 1013.
[15]
J. Cardenal Ratzinger, Mara primera Iglesia, Madrid Ed. Narcea
1982.
[16]
J. Cardenal Ratzinger, La figlia di Sion : la devozione a Maria nella
Chiesa, Milano Jaca Book, 1979, c1978.
[17]
Michele Giulio Masciarelli, Maria figlia di Sion e Chiesa nascente
nella riflessione di Joseph Ratzinger, Marianum LXVIII (2006), 321-
415.
[18]
Marcelo Enriquez Mendez, Maria., 4.
[19]
Marcelo Enriquez Mendez, Maria,, 2-3.
[20]
Marcelo Enriquez Mendez, Maria...., 43.
[21]
Juan Guillermo Dran, Monumenta Catechetica Hisponamericana,
siglos XVI-XVIII, VOL. I, Facultad de Teologa de la Pontificia
Universidad Catlica Argentina 1984, 57-59.
[22]
Marcelo Enrique Mendez, Maria...., 48.
[23]
Marcelo Enriquez Mendez, Maria, 47ss.
[24]
J. Cardinal Ratzinger, Gospel, Catechesis, Catechism, Ignatius
Press San Francisco, 1997, 33-71.
[25]
Antonio Larocca S.M.C., Magisterio y sentido de la fe: estudio de la
relacin entre textos mariolgicos del magisterio y la devocin
mariana en: Latino amrica, Venezuela y la Arquidicesis de
Barquisimeto, Tesis de licenciatura en Sagrada Teologa con
especializacin en mariologa, Pontifical Faculty of Theology
Marianum I.M.R.I., Marian Library University of Dayton, Ohio, USA,
66.
[26]
Felix Serrano, Mara madre y discpula, Mara en Amrica Latina,
n.13 Ricaldone El Salvador, 2004, 5-20.
[27]
Carlos Ignacio Gonzalez S.I., Mara evangelizada y
evangelizadora, Mariologa, Publicaciones CELAM Bogot 1998.
[28]
Felix Serrano, Mara madre y discpula, Mara en Amrica Latina,
n.13 Ed. Ricaldone El Salvador, 2004, 9-20.
[29]
V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, C.E.L.A.M., XXXI Asamblea Ordinria Documento
de Aparecida, Brasil, Ed. Trpodes Caracas 2007, n. 37.
[30]
Doc. Aparecida, n. 38.
[31]
Benedicto XVI en Doc. Aparecida...., Discurso Inaugural, n. 3.
[32]
Ap 12, 1-17.
[33]
Juan Pablo II, Evangelium vitae, Roma 25 de marzo 1995.
[34]
La importancia de la relacin interpersonal y de su valoracin
trascendental frente la absolutizacin y prdida del yo de las distintas
corrientes modernistas y post-modernistas, haba sido puesto en
evidencia por M. Buber, E. Levitas, entre otros, en J. Gevaert, El
problema del hombre, Ed. Sgueme Salamanca 1987, 31-46.
[35]
. Dentro del significado humano del cuerpo el valor del mismo como
expresin, presencia, lenguaje, instrumentalizad y lmite, as como lo
expresa J. Gevaert (J. Gevaert, El problema del hombre, Ed. Sgueme
Salamanca 1987, 91-103), adquiere importancia reveladora esta
presencia operativa pneumatolgica y escatolgica de Mara que,
desde su condicin de Madre y Discpula a la vez, dignifica, anticipa y
promueve la relacin maternal, filial, fraternal de cada discpulo
amado (A. Pizzarelli, Presencia, en el Nuevo Diccionario Mariolgico,
Ed. Paulinas Madrid 1988, 1645-47.
[36]
Mc 3, 20-21.31-35; As la figura de Mara madre se armoniza y se
completa con la de la discpula, en A. Serra, Mara en la Biblia,
en Nuevo Diccionario Mariolgico, Ed. Paulinas Madrid 1988, 306-
307ss.
[37]
Levangelo di Giovanni articola i tre elementi Maria-madre-di-
Ges, Maria-donna e Maria-madre-dei-discepoli secondo uma
gradazione teolgica: partendo da Maria madre di Ges, passa da
Maria donna, per arrivare a Maria madre dei discepoli, com uma
maternit nuova, di um ordine diverso rispetto all prima e che la
Chiesa confessa con lui., Gruppo di Dombes, Maria nel disegno di
Dio e nella comunione dei santi, Edizione Qiqajon Comunit di Bose
Magnano 1998, 95, nn.184; 183
[38]
Stefano de Fiores, Mara Madre de Jess, sntesis histrico
salvfico, Secretariado Trinitario Salamanca 2003, 225, cfr 8: W.
Beinert, Die mariologischen Dogmen und ihre Entfaltung, en
Handbuch der Marienkunde, Puster, Regensburg 1984, 262-264.
[39]
Stefano de Fiores, Mara Madre de Jess, 225, cfr. 9: L.
Pacomio, Dallascolto al discepolato, en Come leggere nella Bibbia il
mistero di Maria, Centro di cultura mariana, Roma 1989, 123-137; C.
Militello, Mariologa, Piemme, Casale di Monferrato 1991, 93-100.
[40]
Juan Pablo II, Redemptoris Mater, nn. 25-26; 44-45. Tambin en la
catequesis mariana, La participazione di Mara alla vita pubblica del
Figlio, del 13 de marzo 1997, La Catechesi Mariana di Giovanni
Paolo II, Quaderni dellOsservatore Romano n. 39, Citt del Vaticano
1998, 160-162, encontramos el contenido de los aspectos
fundamentales del discipulado de Mara, aunque Juan Pablo no lo
defina como tal.
[41]
P.A.M.I., La Madre del Signore, Memoria, Presenza, Esperanza,
Citt del Vaticano 2000, 123, cfr. 288: Juan Pablo II, Redemptoris
Mater, n. 44.
[42]
Stefano de Fiores, Mara Madre de Jess, 225, cfr. 10: D.
Fernndez, Tradicin y modernidad de la mariologa actual, en EM 35
(1085) 84.
[43]
Se trata -en palabras del especialista Stefano de Fiores- de una
discpula atpica y arquetpica, que est presente en toda la vida y
ministerio de Jess., de Roberto Tomich Maria Discipula-Misionera
En America Latina Y El Caribe, Mensajero de San Antonio Agosto
2007 n. 8
[44]
Benedicto XVI, Mensaje de la V Conferencia General a los
pueblos de Amrica Latina y el Caribe, Aparecida- Brasil, 29 de Mayo
de 2007, n.5.
[45]
Documento de Puebla, n. 448; 454.
[46]
Todo el documento de Aparecida, en sus siete captulos iniciales
sobre diez en total, gira alrededor del tema del ser discpulo y
misionero del Seor.
[47]
Documento de Aparecida n. 148.
[48]
Brendan Lealy, El principio mariano en la eclesiologa de Hans Urs
von Balthasar, Ciudad Nueva Madrid 2002, 174-181.
[49]
Carta Pastoral Colectiva en la Clausura del Ao Jubilar de la
Aparicin y de la Coronacin Cannica de Nuestra Seora de
Coromoto, C.E.V. Caracas, 8 de septiembre de 2003, n. 16.
[50]
Benedicto XVI, Discurso en la Sesin Inaugural de los trabajos de
la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, Aparecida 13 de mayo 2007.
[51]
Joaqun Alliende Luco, Mara Educadora de Discpulos y
Misioneros (en la pastoral de Amrica Latina y el Caribe), Encuentro
Continental de Pastoral Mariana, Congreso Teolgico-Pastoral
Mariano, 5.

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