Este documento analiza la filosofía elemental de Karl Leonhard Reinhold, un filósofo alemán del siglo XVIII que intentó interpretar y fundamentar la filosofía crítica de Kant. Reinhold se vio influenciado por dos motivos: el patos de la Ilustración y la búsqueda de un fundamento primero del conocimiento filosófico. Su proyecto filosófico buscó esclarecer la razón y promover la autonomía moral a través de una fundamentación kantiana, participando así en debates ilustrados sobre religión, moral
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Este documento analiza la filosofía elemental de Karl Leonhard Reinhold, un filósofo alemán del siglo XVIII que intentó interpretar y fundamentar la filosofía crítica de Kant. Reinhold se vio influenciado por dos motivos: el patos de la Ilustración y la búsqueda de un fundamento primero del conocimiento filosófico. Su proyecto filosófico buscó esclarecer la razón y promover la autonomía moral a través de una fundamentación kantiana, participando así en debates ilustrados sobre religión, moral
Este documento analiza la filosofía elemental de Karl Leonhard Reinhold, un filósofo alemán del siglo XVIII que intentó interpretar y fundamentar la filosofía crítica de Kant. Reinhold se vio influenciado por dos motivos: el patos de la Ilustración y la búsqueda de un fundamento primero del conocimiento filosófico. Su proyecto filosófico buscó esclarecer la razón y promover la autonomía moral a través de una fundamentación kantiana, participando así en debates ilustrados sobre religión, moral
Este documento analiza la filosofía elemental de Karl Leonhard Reinhold, un filósofo alemán del siglo XVIII que intentó interpretar y fundamentar la filosofía crítica de Kant. Reinhold se vio influenciado por dos motivos: el patos de la Ilustración y la búsqueda de un fundamento primero del conocimiento filosófico. Su proyecto filosófico buscó esclarecer la razón y promover la autonomía moral a través de una fundamentación kantiana, participando así en debates ilustrados sobre religión, moral
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I
ILUSTRACIN Y FUNDAMENTALSIMO FILOSFICO:
LA FILOSOFA ELEMENTAL DE KARL LEONHARD REINHOLD Y EL ESCEPTICISMO Es muy difcil encontrar el comienzo. O mejor: es difcil empezar des de el comierrzo. Y no intentar continuar retrocediendo. Ludwig Wittgenstein (1984. 471) 1. REINHOLD: RECEPTOR E INTRPRETE DE LA FILOSOFA KANTIANA 1. Ilustracin, fundament aci n y escepticismo Si un calificativo merece la filosofa trascendental kantiana, con respecto al cual podran ponerse de acuerdo los ms nota- bles de sus intrpretes y crticos, este es adems del de oscu- ra y difcil de comprender el calificativo de ser una filosofa tremendamente aportica. Este diagnstico se puede registrar casi sin esencial variacin a lo largo de la historia de la recep- cin de la filosofa crtica kantiana, esto es, despus de ms de dos siglos de ocupacin con un proyecto filosfico que se con- sidera casi con unanimidad como fuertemente alterador del curso de la historia del pensamiento occidental. Pero es du- rante el periodo que comprende los primeros aos posteriores a la publicacin de la obra critica que se puede registrar una de las ms intensas y febriles discusiones en torno a la inter- pretacin y comprensin de esta obra. El suelo de esa discu- sin, fertilizado justamente por ese carcter aportico de la fi- losofa de Kant, ese carcter no poco incitador a la comprensin desviada y a la mala interpretacin, no ira a constituirse, cu- riosamente, en la base de un movimiento apenas esclarecedor del pensamiento crtico kantiano, ni tampoco promovera la terminacin o continuacin de la tarea iniciada y orientada por su autor por lo menos no en el sentido deseado por l, sino 25 que se convertira progresi vament e en el ambi ent e en el que surgira una serie de proyectos filosficos de las ms di versas ori ent aci ones y pret ensi ones. El aparecimiento de Karl Leonhard Reinhold (1758-1823) en el escenario de esta confrontacin posee un carct er y una sig- nificacin muy peculiares, porque en la fase de su filosofa en la que mayor influjo ejerci sobre el medio acadmico-filosfico ale- mn, 1 se pueden apreciar ejemplarmente art i cul ados dos de los motivos que di nami zaron con mayor fuerza la evolucin del de- bat e filosfico, t ant o acadmico, como no acadmico, a finales del siglo XVIII en Alemania. Est os dos motivos son, a saber: por una part e, lo que podra denomi narse el pat hos de la Ilustracin, o tal vez mejor, la fervorosa conviccin en el poder esclarecedor de la razn en el campo terico, y determinador del obrar en el campo prctico. Y, por otra part e, la reconocida necesi dad de un f undament o primero del conocimiento filosfico. El principio de la aut onom a de la razn deviene a fines del siglo XVIII en definitivo combust i bl e de la reflexin tica, e in- cluso de la poltica programt i ca en Alemania. 2 Sin embargo, es en el debat e acerca del st at us de la religin y de las "verda- des" de la religin como det er mi nador as de la conduct a mora!, esto es. en el debat e acerca de las relaciones ent re religin y moral, en donde mejor cristalizar ese pat hos de la Ilustracin. En el contexto de esa di scusi n dur ant e la segunda mi t ad del Me rciero al perodo que va desde 1786 - ao en el que empi ezan a aparecer publ i cadas por pri mera vez en Der Teutsche Merkur de Wei mar las Briefe ber die Kantische Philosophie (Cartas sobre la filosofa kant i ana: en adel an- te: Briefe)-. hast a 1791, lecha de la publicacin de ber d a s Fundament des Phosophischen Wissens. J ena [Sobre el f undament o del saber filosfico: en adel ant e: Fundament). La pri mera versin de las Briefe aparece en ent regas dur ant e los aos 1786-1787. Aqu utilizo la segunda edicin (revisada por Reinhold) de 1790 (Tomo I) y de 1792 (Tomo II) (Jena), (reeditada en un solo tomo en 1923). En 1789 aparece su obra principal: Versuch einer neuen Thorie des menschlichen Vorstellurigsvermgens. Praga y J e na [Ensayo de una nue- va teora de la facul t ad humana de representacin: en adel ant e: Versuch). Y en 1 790 se publ i ca t ambi n en J e n a el pr i mer t omo de l os Beyt r age zur Berchtigung bisheriger MiBverstndnsse der Philosophen [Contribuciones a la correccin de los mal ent endi dos habi dos hast a ahora ent re los filsofos: en adel ant e: BeytrageF). El segundo tomo de los Beytrage apar ecer en 1 794 (en adel ant e: Beytrage l). Se llama filosofa elemental [Elementarphilosophie] al proyect o pr es ent ado por Rei nhol d en Versuch. en los Beyt rage i y en Fundament . pri nci pal ment e. El desarrol l o intelectual posterior a 1794 de ese filsofo t an cambi ant e que fue Reinhold no es relevante para la present e investigacin. Sobre est e ltimo tpico uose Er dmann, 1931. pp. 471- 495: Bondeli, 1995, caps. 2 y 3: t ambi n St amm. 1995. pp, 18-31. Cf Hinske. 1990. pp, 423 ss. 26 siglo XVIII en Alemania, lo ms notable tal vez sea el famoso dbal e sobre el pantesmo.' ' Es en est a esfera, la de la relacin no poco t e ns a ent r e la cada vez m s r econoci da y m s aut oconsci ent e aut onom a racional y el st at us de la creencia religiosa y su influencia en las cost umbr es (Sitien), en la que debe verse la accin del motivo i l ust rado en la obra de Reinhold. Asimismo, el menci onado debat e sobre el pant e smo puede ser consi derado en no poca medi da como t ransfondo del compro- miso i l ust rador de Reinhold, slo que, como most r ar ms ade- lante, concebido a t ravs de una elaboracin kant i ana. 1 El segundo motivo terico que ani ma el proyecto filosfico de Reinhold, est ligado de una forma especifica a la problemtica de la fundament aci n del conocimiento filosfico y a la de la fundament aci n filosfica en general. Este no es. por cierto, un problema nuevo en la historia de la filosofa moderna. Sabido es que constituye una de las principales, si no la principal, preocu- pacin del pensami ent o cart esi ano y que no cesar de dejar su i mpront a a lo largo de la evolucin del pensami ent o racionalis- ta, al punt o que no sera en modo al guno una exageracin con- siderar el problema de orden lgico relativo a la fundament aci n del saber, y de su relacin con lo fundament ado en un si st ema lineal de derivacin axiomtica, como uno de los "problemas del racionalismo" que da indistinguible aire de familia al movimien- to filosfico que se conoce con ese nombre. 5 Sobre el debat e del pant e smo cf. Scholz. 1916: Ti mm. 1974: Beiser. 1993, caps. 2. 3 y 4, pri nci pal ment e. Sobre la controversia en el mbi t o de la reli- gin como caract er st i ca distintiva de la Ilustracin al emana, vase Epstein. 1966. pp. 33 ss. : 112 ss. Sobre este punt o t ambi n ha insistido W. Schnei ders (1974. pp. 36 ss.). Reinhold piensa que t ocio el debate est resuelto en la Crtica de la razn pur a (en adelante: KrV). Di "polmica" entre Jacobi y Mendelssohn. "... al menos en lo que ella concierne al fundamento de conviccin [berzeugungsgnuid] de ia exis- tencia de Dios, ya estaba resuelta unos arios ant es de que hubi era surgido realmente." [Briefe i. pp. 120 s.). La referencia de Reinhold al escrito de Kant: "Was liefit: sich Um Denken orienlieren" ["Qu significa orientarse en el jensa miento?' Berliner Monatschrift. Oct. de 1786. En: AA VIH. pp. 131-147), en la sexta carta, v el uso recurrent e del concepto de una "fe racional kantiana" [kantscher Vemunftglauben) apunt an en esta direccin. Sobre la influencia de la di sput a del pantesmo en Reinhold vase Gueroult. 1930. pp. 35 ss.: Teichner. 1976. pp. 205 ss.: 214 ss: Timm, 1974, pp. 385 ss.: 397 ss.: Heiser. 1993, p. 45. Sobr e el car t esi ani smo de Rei nhol d. vas e Cas s i r er . i 923. p. 43: De Vlecschamver. 1937, p, 501: Laut h. 1989; Frank, 1997. pp. 165 ss. Del parent esco del proyecto filosfico de Reinhold con el de Descart es fue. por lo dems, cl ar ament e consci ent e Schulze. uno de s us pri meros y ms radicales cont radi ct ores. Cf. Aenesi demus oder ber die Fundament e der von dem Herm Pr of essor Rei nhol d in J e n a gel i ef er t en El ement ar phi l os ophi e. Berl n, 191 1(1792). i)i). 408 ss. (En adel ant e: Aenesidemus). 27 Lo especifico del modo como est ligada la filosofa de Reinhold al problema de la fundamentacin primera del cono- cimiento filosfico y a la fundamentacin filosfica en general, reside en la relacin interna que asume su preocupacin fundamentadora con la filosofa critica de Kant. Y es esta rela- cin interna, a su vez, la que definir el significado que su proyecto terico adquirir para la evolucin del movimiento fi- losfico llamado idealismo alemn, el cual, como es sabido, se halla fuertemente caracterizado por problemas concernientes a la fundamentacin del saber filosfico en relacin con el le- gado terico kantiano. Para Reinhold, la filosofa de Kant puede considerarse como la filosofa que ha resuelto, en lo fundamental, los pro- blemas ms apremiantes relativos a la posibilidad del saber y a la validacin, fundamentada, de los principios de una cultura ilustrada; esto es, de los principios (o fundamentos [Grnde]) de nuestros deberes y nuestros derechos en esta vida y de los principios de nuestra esperanza en una vida futura." No obstante, la filosofa kantiana ha asumido como verdaderos (y verdaderamente existentes, por asi decir) cier- tos hechos, principalmente el de la experiencia y el de los juicios sintticos apriori. 7 para preguntarse posteriormente sobre su posibilidad, sin reparar en que la mera explicacin de un hecho [Faktum) presupuesto la cual parece implicar tcitamente la renuncia a la exposicin del modo como el hecho mismo surge, disminuye tanto el potencial probato- rio, esto es, fundamentador, como la genuina capacidad ex- plicativa de la filosofa trascendental. Ahora bien, una filoso- fa disminuida tanto en su potencial probatorio como en su capacidad explicativa es una filosofa que se constituye en presa fcil del escepticismo y del malentendido. De modo que el proyecto terico de Reinhold est movido por la nti- ma articulacin mut ua entre una intencin esclarecedora. ilustradora, y la conviccin de que slo una slida fundamen- tacin sobre principios puede dar fin a los malentendidos a los que la filosofa de Kant se ha prestado debido a la condi- cin disminuida de su potencial fundamentador. Y de esta condicin disminuida es responsable, a su turno, el cmulo de presupuestos inexplicados del que ella parle. 6 Cf Fundament . p. VI: X1V.XV: Versuch. p, 7 Cf. ibid.. pp. 129 s.: Beytrage I. pp. 278 s 28 Los malentendidos producen, en filosofa, la proliferacin de partidos, la dispersin." Para Reinhold, la dispersin filo- sfica no es. en lo tocante a los principios, ni deseable, ni aceptable: pues ella nos condena a vivir en un campo de ba- tallas sin cesar en el que lodos los partidos, que el mal enten- dimiento ha permitido formar, se hacen la guerra de Lin modo en cierto sentido ciego; esto es, sin atender al hecho de que es forzoso reconocer algunos elementos, aunque mnimos y muy generales, respecto de los cuales un acuerdo es necesario: ms an, es-condicin necesaria del debate mismo, si es que se lleva a cabo un debate honesto.' 1 Este acuerdo debe ser. justamente, sobre los principios o razones [Grimde) que han dado lugar a la dispersin filosfica: sobre los principios o razones que han de explicar la falsedad, verdad o imperfec- cin etc., de un aserto [Behauptung) o de una conviccin de- terminados. En lo que sigue, quisiera exponer la forma como Reinhold lleva a cabo su proyecto de un acuerdo filosfico sobre lo funda- mental a travs de su peculiar orientacin ilustradora. No ser ni una exposicin exhaustiva, ni una presentacin panormi- ca de la Elementarphilosophie. 1 " sino ms bien una interpreta- cin con una base textual y documental que considero sufi- ciente y necesaria para hacer comprensibles las dos finalidades principales que la animan: 1) La de aproximarse a la compren- sin del sentido, de la significacin (y no solamente histrica) del desidertum ilustrado y fundamentador de Reinhold. 2) La de someter ese proyecto a una prueba que podra llamarse es- cptica. El hilo conductor de esa prueba conecta temticamen- te este estudio con el siguiente, en cuanto dicha prLieba con- 8 Cf Versuch. pp. 32 ss. : 42 ss. : Beytrage l. pp. 341ss. Est e es, por lo dems, un Leitmotiv en la filosofa de Reinhold. 9 Cf. Beytrage l. p. 341. 10 Una exposicin exhaust i va, bast ant e ceida al texto original, de la filosofa de Reinhold. puede encont r ar se en Klemmt (1958). En Pup (1966 caps. IV y VI) se puede hal l ar una buena exposicin de las piezas doct ri nal es bsi cas de la Elementarphilosophie: adems de ser est e un valioso csttido sobre la evolucin del pensami ent o de Reinhold. La segunda parte del libro de Techner (1976) t ambi n puede ser referida por su carct er expositivo. Tambi n es digno de leerse el compendi o de J. E. Er dmann ( 1931. pp. 422-495). Igual- ment e. K. Fischer (1900. pp. 3 47). Breazeale (1982) ofrece tina buena snte- sis del significado histrico-filosfico del pensami ent o de Reinhold. El cap. 8 en Beiser (1993) es, a mi modo de ver, muy compl et o. El ms reciente est udi o integral, histrico y si st emt i co, de la filosofa de Reinhold. es el de Bondeli (1995). l t i mament e t ambi n se ha ocupado de Reinhold y de la recepcin critica de su filosofa M. Frank (1997. esp, . pp. 152-661). 29 siste en examinar si los principales aportes que la Elemen- tarphilosophie propone para eliminar el carcter aportico de la filosofa trascendental, logran o no, efectivamente, dicho co- metido. Esta ltima finalidad puede considerarse como validada histrico-filosficamente. En efecto, se sabe que el ms duro crtico del proyecto relnholdiano fue Schulze-Aenesidemus quien con su obra, Aenesidemus. en aquella poca muy influyente, intent derribar las bases del optimismo de la Elementar- philosophie en relacin con las posibilidades de la teora fun- damental del conocimiento. Si, y en qu medida, tiene razn el derrumbamiento propiciado por Schulze, es objeto particular del segundo estudio del presente libro. Otro tanto vale para el ataque "crtico eseptico" emprendido por Salomn Maimn, al cual me referir en la cuarta parte. Pero aparte de la validacin histrico-filosfica, el examen aqu propuesto de las ideas bsicas de Reinhold tambin est orientado por un cuestionamiento de carcter sistemtico que se desprende del interior mismo de las teoras que se han de analizar. As, si buena parte de la fundamentacin kantiana de la experiencia objetiva puede ser considerada como provee- dora de una respuesta al cuestionamiento eseptico de Hume, pero ella parece, a su vez, deficitaria al querer cumplir esta tarea debido a su pobre potencial fundamentador y explica- tivo, entonces es evidente de suyo que la fundamentacin del conocimiento (filosfico) propuesta por Reinhold, la cual pretende suplir ese dficit y eso quiere decir que pretende aumentar el potencial demostrativo de la filosofa trascenden- tal, o mejor, que pretende dotarla de un verdadero potencial demostrativo, debe estar en condiciones de pasar inclume un test de carcter eseptico. o de hacer desaparecer la raz en la que se originan los cuestionamientos epistemolgicos de tipo eseptico. En este sentido, la presente investigacin tiene de algn modo un carcter sesgado, pues si se aceptara como cumplido el desidertum de Reinhold, tendran que desapa- recer no slo los cuestionamientos de tipo eseptico, sino todos los restantes partidos que se baten en el campo de batalla que, segn l. surge forzosamente ante la ausencia de fundamen- tacin estable y ante la acumulacin de presupuestos no de- mostrados ni evidenciados debidamente: presupuestos que obran, as. como prejuicios. Y si no se aceptara como cumplido ese desidertum, entonces habra que reconocer el derecho a la existencia de todos estos partidos, y no slo el del escepticis- mo filosfico. Para Reinhold, los principales de estos partidos 30 son: el tesmo (dogmtico), el super nat ur al i smo. el at e smo y el escepticismo (dogmtico). " El carct er sesgado de la i nt erpret aci n aqu pr esent ada no se Justifica porque se consi dere al as llamado, por Reinhold, escepticismo dogmtico, como dot ado de mayor i mport anci a o si gni f i cado que l os ot r os t r e s pa r t i dos , s i no por que el cuest i onami ent o con el que se quiere exami nar si el ejercicio f undament ador de Reinhold dot a a la filosofa t r ascendent al de un potencial probat ori o (en cont ra de la imposibilidad al egada por el eseptico de tal proyecto), es l mi smo un cuest i onami ent o de carct er eseptico; en una pal abra, es una puest a en duda del xito de tal empr esa. Para Reinhold, las consecuenci as del escepticismo son, en lo que se refiere al es- tablecimiento de un fundament o del conocimiento en general y del conocimiento filosfico, nocivas, y qui zs fatales, par a el proyecto de la Ilustracin, por cuant o el escept i ci smo [...] no solamente ataca el orgullo de la humanidad por su lado ms sensible, a travs de la aniquilacin de todas las preten- siones de todo saber en general, sino que amenaza con robar el santuario de la humanidad a travs del cuestionamiento de la confianza en todas las presuntas razones de nuestros deberes y derechos en esta vida y de nuestras esperanzas en la vida futura. [Funclametit. p. 51), La exposicin de las ideas bsi cas elegidas de la Elementarphi- losophie dent ro del marco acabado de establecer, debe ser vista, por eso. como inscrita dent ro del contexto de una investigacin preocupada por los probl emas de fundament aci n propios de la filosofa t rascendent al o, si se prefiere, del modo t rascendent al de filosofar i nst aur ado por Kant en la KrV. Es decir, esta exposi- cin critica es ms bien retrospectiva, con respecto a Kant, que Est os part i dos t ambi n aparecen en la forma de "espiritualismo" (de raz leibniziana). "mat eri al i smo" (de raz l ockeana). "escept i ci smo dogmt i co" (Hume) y "super nat ur al i smo" [Cf Versuch. p. 21). En el ambi ent e filosfico- acadmi co de fines del siglo XVIII en Al emani a cont i nan t eni endo s us re- pr esent ant es oficiales, por as decir, at i n despus de la i rrupci n de la critica kant i ana a la metafsica. As. el "racionalismo leibniziano" sigue si endo de- fendido por Eberhard y el empi ri smo (de Locke) por Feder [Cf. Fundament . p 131). En la di sput a del pant e smo se pueden encont r ar r epr esent ados el "super nat ur al i smo" (Jacobi) o el "atesmo", si se lee consecuent ement e segn Jacobi a Spinoza, y una versin especfica de "tesmo dogmtico" [Mendelssohn). El "escepticismo dogmtico" t endr su exponent e ms not a- blc en Schul ze, quien i mpugnar ms t arde la Elementarphilosophie. 3 1 prospectiva, respecto de la evolucin del movimiento filosfico llamado idealismo alemn. Aparte de la razn ya anotada para justificar este procedi- miento, vale agregar lo siguiente: el escepticismo fue, como se sabe, un factor decisivo en la evolucin de la filosofa del idea- lismo alemn. Fichte encuentra en Schulze-Aenesidemus y en Maimn dos motivos inspiradores de su construccin te- rica, y Hegel, quien tambin se ocup de Schulze. caracteriz memorablemente a la Fenomenologa del espritu como un "es- cepticismo que se consuma a s mismo" (Piriomenologe des Geistes, p. 61). I2 Dentro de las preocupaciones de Reinhold tambin juega un papel destacado la suya con el escepticis- mo. 1 * Sin embargo, llama la atencin que en ninguno de sus escritos o comentarios sobre el escepticismo, Reinhold se en- frente abiertamente a alguno de los filsofos escpticos post- kantianos que, justamente, haban escrito contra l. El es- cepticismo contra el que Reinhold se orienta sigue siendo el de Hume que, segn su interpretacin, puede considerarse como un "dogmatismo negativo", por cuanto niega la posibili- dad del conocimiento objetivo sobre el supuesto de que este sea tomado como el conocimiento de la cosa en s. El "dogmatismo positivo" de Leibniz afirma, en cambio, para Reinhold, la posibilidad del conocimiento de la cosa en si so- bre principios racionales; el de Locke, por su parte, la posibi- lidad de ese conocimiento basado en la experiencia. Tanto el dogmatismo negativo, como el positivo (en sus diferentes ver- siones) comparten un supuesto falso, segn Reinhold, y son 12 Sobre la relacin de Hegel con el escept i ci smo, cf Forster 1989. Sobre Hegel y Schulze-. cf. infra. II. 6. La "funcin" del escept i ci smo de Schul ze- Aenesi demus en Fichte ha sido investigada por la l i t erat ura especializada [Cf. Gueroul t . 1930. pp. I 34- 145: Breazeale. 1991). 13 De de s t a c a r es su ens ayo: "Ausfhrlichere Dar st el l ung des negat ven Dogmatismus oder des met aphysi schen Skeplicismus" ["Ms exhaust i va expo- sicin del dogmatismo negativo o del escepticismo metafsico"). que figura en Beytrage II (1794. pp. 159-206), pero que ya hab a sido publ i cado como in- t r oducci n a una nueva t r aducci n de W. G, Te nne ma nn del Enquiry concemng Human Understanding de Hume (aparecida en J ena en 1793), Aunque ya en el Versuch de 1789 Reinhold cuent a con la caract eri zaci n bsi ca de lo que el l l amar escepticismo dogmtico (o dogmatismo negativo), cf Versuch. pp. 120-41. Este pasaje es la reproducci n, casi sin modificacio- nes, de un articulo aparecido en enero de 1789 en la Berlinische Monatssschrift. bajo el titulo: "Von welchen Skept z smus lfil sich cine Reformation der Philosophie hoffen" \"De cul escepticismo s e puede esper ar una reforma de la filosofa"], cf. Breazeale. 1998. p. 1 19 n. Sobre el concept o de "escepticismo dogmtico", cf.. infra.. n. 40. t ambi n infra. II. 3. 2 y 3, ,32 claramente superados por la filosofa critica kant i ana. " Aun- que haya algunas referencias implcitas al escepticismo de Schulze y al de Maimn en el articulo sobre el escepticismo de Beytrage 11, stas son pocas y no parecen tener la inten- cin de una confrontacin directa. De ahi que pueda asumirse que en 1794 Reinhold no contaba con una reaccin contra el "nuevo escepticismo" que haba surgido como critica de la "nueva" filosofa trascendental. Su punto de vista sobre el es- cepticismo parece no haberse modificado esencialmente res- pecto de la posicin de 1789, ni de la expresada en Fundament, de 1791. Por eso Reinhold puede sostener decidido an en 1794 que "se conoce a la filosofas escptica y crtica de un modo tan igualmente superficial cuando se intenta combatir esta por medio de aquella." [Beytrage II, p. 203). La Elementar- philosophie debe tomarse como un proyecto fundamentador que, al dotar de potencial probatorio a la filosofa trascenden- tal (en cuanto fundamenta expresamente lo que ella ha deja- do presupuesto), pretende superar al escepticismo moderno. Esa pretensin justifica el orden propuesto en el titulo de este estudio: "La filosofa elemental y el escepticismo", y no el or- den inverso. Reinhold fue, con todo, el blanco principal del ataque emprendido por el escepticismo post-kantlano. Eso explica la i ncl usi n de una present aci n del proyecto fundamentador de Reinhold en un libro que se ocupa de la "recepcin escptica" de la filosofa trascendental durante la ilustracin tarda alemana y no de la alegada superacin del escepticismo por medio de la filosofa trascendental. Una in- vestigacin prospectiva, como la llam, del papel del escepti- cismo en el desarrollo del idealismo alemn tendra que cons- tituir o bien otra historia, o al menos otra parte de esta. 14 Cf Beytrage II. pp. 195 ss. : 202 s.: "A la esenci a de todo dogmatismo en general pert enece la afirmacin (asumi da como establecida y que contiene en s mi sma una oculta contradiccin), segn la cual la verdad objetiva debe consistir en la correspondenci a ent re la represent aci n y la cosa en s. Aqu est el eseptico. que tiene la verdad objetiva por i nal canzabl e, de acuer do con el dogmtico positivo, que cree haberl a encont r ado o bi en en la experien- cia (a posterior!), o bien en la razn [a priori). El criticismo kant i ano socaba ambos tipos de dogmat i smo en cuant o que lo que es asumi do por ambos como establecido, sin investigacin, es dejado a un lado en su propi a inves- tigacin de la facul t ad de conocimiento. Y as. ent onces, esa investigacin no es llevada a error por una presuposicin infundada, como s era el caso en el empi ri smo de Locke. el raci onal i smo de Leibniz y el escept i ci smo de Hume, que t en an en comn esa presuposicin infundada." 33 g 2. De la crtica de la religin a la filosofa elemental e ilustrada El efecto aplacador que tuvo en Reinhold la recepcin de la KrV estaba, en cierto modo, ya prefigurado por el modo como l se encontraba perturbado por las preocupaciones que el espritu de la Ilustracin europea plante a las relaciones de tensin entre la creencia en las verdades esenciales del cristianismo (y las implicaciones que un tal 'tener por verdadero' trae consigo para la filosofa) y la pretensin de autonoma racional (con to- das las consecuencias prcticas que esta pretensin acarrea). En esa recepcin se pueden distinguir dos momentos relevan- tes para la presente investigacin: al primero lo caracteriza una franca admiracin y la manifiesta conviccin de que la KrV es el punto culminante y el fin, la ltima palabra, del conflicto ilustrado entre saber y creer. Al punto que el resultado crtico- filosfico de una limitacin de la razn terica especulativa basada en criterios que definen la posibilidad de un co- nocimiento en general, con miras a establecer al mismo tiempo la fundamentacin prctico moral de la creencia; 15 este resul- tado, digo, produjo en Reinhold un efecto apaciguador y re- confortante. Este primer momento de la recepcin de la KrV 15 Lo que par a Kant es una limitacin del uso terico de la razn, se const i t uye, como es sabido, en una ampliacin del uso prctico de la razn. Vase la formulacin de este r esul t ado en el prlogo a la segunda edicin de la KrV. p. BXXX: "Yo tuve que super ar el saber, par a abrirle campo a ia creencia, y el dogmat i smo de la metafsica, esto es, el prejuicio de cont i nuar en ella sin crtica de la razn pur a, es la verdadera fuente de toda la i ncredul i dad con- trara a la moral i dad: i ncredul i dad que es si empre muy dogmtica. " Timm sost i ene que Reinhold no suscri bi r a la pri mera part e de est a frase por en- cont rarl a demasi ado Jacobi ana (Timm, 1974. p. 415). Pero esta apreciacin no me parece del todo correcta, pues, como se sigue cl ar ament e del texto kant i ano, a lo que se apunt a es a un concept o moral -raci onal de la creencia. Que este concept o moral -raci onal de creencia t ermi ne por no diferenciarse esenci al ment e del pr opuest o por Jacobi es otra cosa. En todo caso, me pare- ce que a la apreci aci n de Ti mm habr a que agregar, al menos, la sugerenci a de que el nfasis en la ampl i aci n del uso prct i co de la razn en el prlogo a la segunda edicin de la KrV. podra est ar rel aci onado t ant o con la polmica ent re Jacobi y Mendel ssohn (el concept o de "creencia racional" aparece por vez pri mera cl ar ament e formulado en Qu significa orientarse en el pensa- miento'.^], como c-on el enorme xito que en 1787 ya hab a al canzado la prime- ra serie de las Briefe. Est as l t i mas ofrecen una i nt erpret aci n de la filosofa kant i ana har t o sobrecargada desde el punt o de vista teolgico-prctico. Kant es pr esent ado en ellas ant e todo como un telogo moral y no t ant o como un critico de la metafsica o como un epistemlogo: i nt erpret aci n est a que con- cuer da pl enament e con el esp ri t u de la poca. Me vuelvo a referir a est o ms adel ant e [Cf. infra. III. 1: 3). 34 halla su pl ena expresin en las muy famosas y cel ebradas en su tiempo Cart as sobre la fi l osofa kant i ana. u i En la pri mera misiva que Reinhold, ent re t ant o ya como el famoso aut or de las Briefe, dirige a Kant, encont r amos un va- lioso document o personal que t est i moni a el modo como crista- liz en su espritu i l ust rado el conflicto ent re saber y creer con ocasin del est udi o de la KrV: El fundament o moral del conocimiento [der moralische Erkenntnisgrund) de las verdades principales de la religin, des- cubierto por Usted, fue lo que primero me invit al estudio d- la KrV. Intu, busqu y encontr en ella el medio, ya casi tenido por imposible, de superar la funesta alternativa entre supersti- cin e incredulidad. He conocido por experiencia propia ambas enfermedades del alma en un grado inusual y no s si he pade- cido la ltima, de la que me ha curado la KrV. de modo tan sensible como la primera, que asimil junto con la leche mater- na y que haba florecido con desacostumbrada fuerza en un invernadero catlico del fanatismo en el que fui metido a la edad de catorce aos. Mi alegra por mi completa recuperacin y el deseo de divulgar el remedio que hall tan verdadero, pero que al mismo tiempo se encontraba an tan parcialmente des- conocido por mis contemporneos, son los que han motivado las mencionadas Cartas sobre la filosofa kantiana. (12 de Oc- tubre de 1787. AA X.. p. 498). El segundo moment o de la recepcin de la KrV por part e de Reinhold que es i mport ant e en est a Investigacin, est ms bi en ori ent ado por una i nt enci n crtica. La relacin critica de Reinhold con Kant cobra forma con la publ i caci n del Versuch en 1789 y se extiende has t a el apareci mi ent o de los Beytrage (Tomo I, 1790) y del Fundament de 1791. texto este en buena 16 Graci as a las Briefe. Reinhold goz en su poca de una i mpr esi onant e popu- laridad. Pero lo ms i nt eresant e es que ellas mi smas cont ri buyeron a la po- pul ari zaci n de la filosofa de Kant mucho m s que los esfuerzos del propio Kant en est e sent i do. K. Rttgers ha sugerido que las Briefe fueron escri t as ori gi nal ment e bajo la i nsi nuaci n del crculo de editores de la Allgemeine LiteraturZetung de J ena. rgano adepto a la apenas conocida filosofa kant i ana y muy cercano al crculo de i nt el ect ual es de Weimar. (El ALZ era apoyado por el gobierno de Weimar). AI crculo de Wei mar pert enec a Reinhold como yer- no de Wieland y coeditor de Der Teutsche Merkur. Este encargo se le propuso a Reinhold con la intencin de que el escrito le sirviera para obt ener una plaza docent e en la Universidad de J ena. El propsito se cumpl i en 1787, [Cf. Rttgers, 1974, pp. 789-804). 35 medi da programt i co. Lo caract er st i co de esa crtica a Kant es que en ella queda claro que no surgi, en ni ngn moment o, como una separ aci n f undament al r espect o de la filosofa kant i ana, sino que, ant es bien, es concebi da por Reinhold como compart i endo muy i nt i mament e el mi smo suelo. En la cart a que acompaaba el envi de s u obra Versuch, Reinhold le da a conocer a Kant esta conviccin de modo plstico: "Reciba Us- ted, mi excelentsimo maest r o y amigo, la joven r ama florecida que ha brot ado del rbol que Usted ha pl ant ado. " [AAXI., p. 17). O m s adel ant e; "No puedo i magi nar me como posible una comuni dad ms nt i ma que la que rei na ent re nuest r os espri- t us. Qu profundidad de ni mo la que yace par a m en esa conviccin!" [ibid., pp. 17 s.). La conviccin de que es ms lo que la Elementarphilosophie tiene en comn con la filosofa crtica que lo que la separ a de ella, debe ser vista como el resul t ado del t emper ament o ilus- t rado de Reinhold y de su concepcin de la Ilustracin, de acuer- do con la cual se moldea, por as decir, ese t emper ament o. Un examen del modo como Reinhold concibi l as t ar eas principa- les del proyecto de la Il ust raci n permi t e ver, en efecto, el ori- gen de ese opt i mi smo que mar ca s u conviccin acerca de su comuni dad i nt i ma con la filosofa de Kant. Bajo el titulo: "Gedanken ber Aufklrung" ["Pensamientos sobre la Ilustracin") aparece en ent regas, de julio a sept i embre de 1784, el pri mer ensayo que Reinhold publ i car a en Der Teut- sche Merkur. editado por Wieland en Weimar. Con el t i empo, Reinhold llegara a convertirse en coeditor de la revista y en yerno del poeta. A Wei mar hab a llegado Reinhold huyendo, literalmente, de la presi n catlica en Austria. 17 Ese aconteci- mi ent o de ndole biogrfica reviste su i mport anci a en el pre- sent e contexto. La adapt aci n de Reinhold al ambi ent e cul t u- ral y literario de la Al emani a pr ot est ant e que lo acogi, est ar a acompaada por su di st ancl ami ent o progresivo de la fe catli- ca, has t a desembocar en s u conversin definitiva al prot est an- tismo en 1786. Los "Gedanken ber Aufklrung" se ubi can en el perodo en el que se gest a esa crisis interior de Reinhold. 18 El punt o cul mi nant e de ella est const i t ui do, sin duda, por l as Briefe, en las que Reinhold no vacila en identificar lo que par a l r epr esent a el carct er revolucionario de la filosofa crtica con su carct er reformador. Sugiero que es as como debe en- 17 Cf E. Reinhold, 1825, 18 Sobre este punt o, vase Gliwitzky. 1974, pp. 60 ss : - t ender se el hecho de que l se sirva expr esament e del t rmi no Reformation, bas t ant e cargado de connot aci ones en Alemania, par a valorar anal gi cament e el efecto radi cal ment e transfor- mador de la filosofa de Kant. 19 Zwl Bat scha (1977) ha l l amado la at enci n sobre el hecho de que l as a s pi r a c i one s i l us t r a dor a s y r e f or ma dor a s de Reinhold, i nscri t as dent ro del esp ri t u del josefinismo aust r a- co, sufren u n a t ransformaci n radical en 1786 t r as s u conver- sin al pr ot est ant i smo. 2 0 A part i r de 1786, y pri nci pal ment e con ocasin de la publ i caci n de su "Salvacin del honor de la reforma en contra de dos captulos en la Historia de los alema- nes, escrita por el Consejero de la Corte y Archivador, el seor M. J. Schmidt. Tomo 6". 2] se puede ver que, par a Reinhold, la ni ca posibilidad de una reforma del catolicismo consi st e en la radical "superaci n del si st ema" de la iglesia r omana: Que aquella reforma que conserva el fundamento del sistema romano, que no cambia nada en ese sistema, sino que puede brindarle a lo sumo slo aparente racionalidad y esplendor externo, y que a lo mejor no tiene ningim estado ms para ganar en eso que en los pases catlicos se llama Ilustracin; salvo en el estado religioso que es despertado de su despreocu- pada somnolencia, instruido en su verdadera ventaja y cuyas reglas son forzadas a adaptarse al gusto de la poca. [Der Teutsche Merkur. Marzo de 1786, p. 213; citado por Batscha 11977, p. 721). Despus de llegar a esa concl usi n, Reinhold opt a clara- ment e por la ecuaci n que asoci a la Ilustracin [Aufklrung) con el pr ot est ant i smo, y es sobre la base de di cha asociacin que se disolver la t ensi n ent re creer y saber [Glauben und 19 Cf. Versuch. pp. 33 ss. 20 Se conoce como Josefinismo al movimiento reformador del catolicismo, propi- ciado dur ant e el gobierno de J os eph II, Kaiser de Aust ri a (de 1765 a 1790) J os eph II fue un i mport ant e r epr esent ant e del despot i smo i l ust rado en la segunda mi t ad del siglo XVIII en Eur opa. Promulg la sober an a del Est ado sobre la Iglesia. Cl ausur los monast er i os dedi cados a la vida cont empl at i va y oblig a que los r ecur sos de st os se empl earan para sost ener a los sacer- dot es. I nst aur la libertad de cul t os en Austria, pero al final de su vida ech par a at r s buena part e de la reforma que se propon a hacer al interior del catolicismo, 21 "Ehrenrettung der Reformation gegen zwe Kapltel in des K. K. Hofrats und Archivars Her m M. J. Schmidts Geschichte der Teuschen. 6. Band". En: Der Teutsche Merkur. Feb, de 1786. pp. 118 ss. 37 Wissen). As, lo que en la fase anterior a su conversin (sobre todo de 1781 a 1784) puede interpretarse como crtica de la religin, aparece transformado despus de 1786 en una urgen- cia de conciliacin entre rozn y Je. 22 El efecto transformador de la filosofa crtica debe ser visto sobre todo en la medida en que ella contribuye a lograr esta conciliacin, y no tanto por- que ella avance por el derrotero de la crtica de la religin. Es interesante notar, a este respecto, que en "Gedanken ber Aufklrung" escrito cuando an la conversin al protestan- tismo no ha tenido lugar, pero que se sita en plena crisis, se oponen a la Ilustracin el despotismo y la supersticin y se concibe aqulla como la edificacin que debe ser construida para proteger a los hombres de estos dos males, 23 "las peores plagas con las que han sido infestados los hombres"..., "las cras de la ignorancia y el error." ["Gedanken ber Aufklrung", p. 369). 24 En las Briefe, y en todos los escritos pertenecientes a la poca de la Elementarphilosophie, se aadir, en cambio, un nuevo enemigo contra el que ha de luchar la Ilustracin. A saber: la incredulidad, vale decir, el atesmo y su socio, el es- cepticismo. Cualquiera que sea el motivo por el cual se opera este cam- bio de la crtica de la religin a la conciliacin entre creer y saber, se ha de notar que en la concepcin reinholdiana de la Ilustracin expuesta en los "Gedanken ber Aufklrung", se encuentra ya claramente preparada su recepcin, ella misma conciliadora [vereinigend), de la filosofa crtica. Que a este ca- rcter conciliador de su recepcin de la filosofa crtica se ha de aadir posteriormente un elemento fundamentalista es algo que 22 Batscha va an ms lejos e interpreta este cambio como el surgimiento de una orientacin dogmtica: "De este modo, queda como nica posibilidad para reformar el catolicismo la superacin de su sistema y por esa razn culmina la posibilidad de la critica de la religin ilustrada con relacin al catolicismo austraco y la Ilustracin coincide con el protestantismo lute- rano. La tendencia emancipadora de la Ilustracin cambia su funcin por una apologtica y un nuevo dogmatismo; un acontecimiento que no le debe parecer extrao al lector moderno." (Batscha. 1977, pp. 72-73). 23 Cf. "Gedanken ber Aufklrung'. p. 354. 24 No hay duda sobre el acento critico respecto de la religin en el concepto de Ilustracin defendido por Reinhold en este escrito. Refirindose a la poca en que la lgica escolstica dominaba sobre la metafsica y la reli- gin sobre la moral, dice: "En aquellos das no se poda hablar de Ilustra- cin, puesto que la moral estaba completamente amordazada por la creen- cia religiosa y la razn se hallaba atada por la lgica escolstica" (ibid., pp. 355-356). no puede i nt erpret arse, sin ms, como dogmtico, 25 por lo me- nos no sin ant es at ender al hecho de que, par a Reinhold, el esclarecimiento suficiente, la conciliacin y la fundament aci n ltima, son caract er st i cas que se implican ent re si necesari a- ment e. Si est a implicacin est condi ci onada slo idiosincr- ticamente (y/o en qu medi da lo est), o es, de hecho, el efecto de una necesi dad interna conceptual (y most r ar esto es la lti- ma pret ensi n de la Elementarphilosophie], es lo que se debe decidir a la hor a de eval uar el al cance i l ust rador y raci onal del proyecto de Reinhold. Y es bajo una evaluacin semej ant e que se debe ver la verdadera fisionoma de este episodio especial de eso que se ha dado en l l amar en el siglo XX "dialctica de la Ilustracin". 26 Del concept o rei nhol di ano de i l ust raci n son especi al ment e caract er st i cas dos cosas, nt i mament e ligadas ent re s. La pri- mer a es la conviccin de que la "ignorancia" es la "fuente del mal moral" {"Gedanken ber Aufklrung", p. 358). Sobre la base de est a conviccin "platnica", por as llamarla, 27 es que se con- 25 No slo Bat scha {Cf.. supra). t ambi n Cassi rer dest aca un el ement o dogm- tico en la filosofa de Reinhold, (Cf. Cassi rer. 1923, pp. 53 s.). Lo que es peor de! l t i mo caso es que se refiere a la Elementarphilosophie pr opi ament e di- cha. Vase t ambi n Kroner, 1961. p. 316. Cont ra est a i nt erpret aci n opone Klemmt la caract eri zaci n de la filosofa de Reinhold como "idealismo de la conciencia". {Cf. Klemmt. 1958. p. 45}. 26 Conmovidos por la catstrofe al emana del siglo XX. T. Adorno y M. Horkheimer (1988) acuar on, como se sabe, el t rmi no Dialctica de la Ilustracin. Con l quer an compr ender el proceso de la aut odest r ucci n de la Ilustracin como un proceso no ajeno al proceso histrico en el que se formul aron los princi- pios y se consol i daron las Inst i t uci ones que propi ci aron la aut onom a y aut o- suficiencia del hombr e moderno, as como t ambi n su dominio sobre la na- turaleza. Me valgo aqu de est e t rmi no no en un sent i do t an dramt i co, sino con la intencin de poner nfasis en la retroalimentacin que puede const at arse al interior del proyecto terico de Reinhold. entre el ement os idiosincrticos (y religiosos) y el ement os filosficos de orden conceptual. Me parece que el uso del mi smo t rmi no se justifica por cuant o en la sugerenci a de esa retroali- ment aci n se halla implcita una apreci aci n crtica respect o del optimismo racionalista de la Ilustracin: los el ement os idiosincrticos que se hal l an en una relacin de ret roal i ment aci n con los el ement os filosficos no son nece- sar i ament e raci onal es. Ms adel ant e volver sobre este punt o, cf., infra. 3 A: cf., t ambi n, infra. III, 27 Lo "platnico" de esta conviccin resi de en la idea, at r i bui da a Scrat es, de que "obra bien qui en conoce el bien", y. al contrario, "obra mal qui en no conoce el bien": "Que as t ambi n l as her mosas y buenas obras son los sa- bios los que ias hacen, y los que sabi os no sean no pueden hacerl as, sino que. aun cuando lo i nt ent en, en el i nt ent o yerran. " (Jenofonte. Recuerdos de Scrates. III. 9. 5). En un sent i do amplio, se t r at a de la idea de que la accin moral descansa sobre un s upues t o cognitivo. Para Platn, slo es concebible que la virtud sea enseabl e sobre la base de este supuest o cognitivo: "Si la 39 eibe el proyecto de una Il ust raci n ampl i a y lo ms difundida posible con el propsito de convertir a l as "naciones salvajes" en "naciones moral es" ["Gedanken ber Aufklrung", p. 374), por medio de la "educacin racional" [Vemunftbdung); al punt o que una Il ust raci n no difundida, reservada a las lites o a mi nor as, no es Ilustracin en sent i do estricto. La Ilustracin ha de consistir, as, en el cultivo y fomento' de las f acul t ades por medio de las cual es el hombr e abandona la i gnoranci a y la oscuri dad y se pr epar a par a la det ermi naci n de su obrar por medio del conocimiento. Est o es lo que se hal l a formulado en lo que Reinhold llama Ilustracin en la "ms ampl i a extensin" del significado de esa pal abra: Considero que ilustrar significa hacer de seres humanos capa- ees de razn, seres humanos racionales. La reunin de todos los establecimientos y de todos los medios que conducen a ese gran fin le da a la palabra ilustracin la ms amplia extensin de su significado, [ibid., p. 371). La segunda caract er st i ca del concepto rei nhol di ano de Ilus- t raci n se hal l a cont eni da en el significado de est a pal abr a como "aclaracin de conceptos". Es lo que par a Reinhold consti- tuye la Il ust raci n en el "sentido ms estricto": Ilustracin, en el sentido ms estricto, es... la aplicacin de los medios que yacen en la naturaleza con el fin de iluminar y ha- cer claros los conceptos confusos, [ibid.. p. 372). 28 Est a segunda caract er st i ca, ms di rect ament e que la pri- mera, opera de forma definitiva en el modo como se relaciona virtud es conoci mi ent o, ent onces la virtud es enseabl e", [Protgoras, 361b). Con esto queda sugeri da una "i nt erpret aci n i l ust rada" de Scrat es y de Platn, pl ausi bl e sin duda al guna. Por eso llama t an fuert ement e la at enci n que la ant i -i l ust raci n al emana, e nc a ma da en escri t ores como Hamann y Jacobi . qui era expr esament e ar r ebat ar la figura de Scrat es a est a interpre- tacin. Cf, ant e todo. Hamann: Sokratische Denkwrdigkeilen [Recuerdos socrticos. En: Af E. -pp. 57-82). Cf, infra. III, 2. 28 "Ilustracin", como acl araci n de i deas y concept os, puede ser consi derado, por lo dems, como uno de los aspect os programt i cos de la i l ust raci n al emana, el cual se halla en conexin con la exigencia car t esi ana de las "ideas cl aras y di st i nt as". [Cf Hinske, 1990. pp. 413 ss.J. Bondeli t ambi n llama la at enci n sobre ese ideal cart esi ano de la claridad en el proyecto rei nhol di ano de una fundament aci n como explictacn. [Cf Bondeli. 1995. p. 53]. Vase al respect o t ambi n Engfer, 1982. pp. 28 ss. 40 la Elementarphilosophie con la filosofa critica kant i ana. La idea de que toda di scusi n o t oda cont i enda filosfica ani mada por un propsito honest o depende de un mal ent endi do, se basa en este concepto de Il ust raci n. Por eso el verdadero oficio del filsofo consi st e en el esclarecimiento de los concept os y en la inequvoca const rucci n y derivacin terica a part i r de princi- pios. Si en el si st ema kant i ano se encuent r a "la integra, comple- t ament e satisfactoria, teora de la facultad del conoci mi ent o humano, la ni ca fuente posible de principios vlidos universal- ment e y el si st ema de todos los si st emas, fundado en la nat ur a- leza del espritu humano" (Versuch, p. 13), tal como cree la ma- yora de sus admi radores, ent onces ese si st ema debe poder ser reducido a una exposicin tal que no d lugar a la i ncompren- sin ni a las contradicciones y que se present e como el si st ema nico del conocimiento filosfico. Por est ar convencido de que tal es la situacin respecto de la filosofa kant i ana, la t area que Reinhold se propone es fundament al ment e una t area de aclara- cin o de ilustracin de los pr esupuest os bsicos de la filosofa t rascendent al . De ah que pueda apl i carse a su relacin crtica con la filosofa t r ascendent al kant i ana lo que l mi smo, en su optimismo i l ust rado y conciliador, hab a dicho en "Gedanken ber Aufklrung". de cara a la diversidad de concept os existen- tes de i l ust raci n y a la necesi dad de la acl araci n de esos concept os: No todos los conceptos que se diferencian entre s. se contradi- cen por ello mutuamente, y la naturaleza siempre se ha encar- gado de que haya cabezas que saben conciliar esos conceptos y saben enriquecer con ellos las verdades reconocidas umversal- mente, (p. 359). Reinhold cree, por supuest o, que l, as como Kant, es una de esas cabezas. Pero la pri mera caract er st i ca del concepto rei nhol di ano de ilustracin t ambi n opera en la comprensi n de la filosofa cr- tica por par t e de la Elementarphilosophie, slo que de un modo menos directo (ms tenso, si se quiere), t oda vez que supone el cambio del punt o de vista relativo a la crtica de la religin al punt o de vista conciliador ent re razn y fe. En efecto, la bs - queda del puent e ent r e "especul aci n y accin" ["Gedanken ber Aufklrung", p. 355). y la pr opues t a de una educaci n racional con el fin de det er mi nar la vida prct i ca en confor- mi dad con el conoci mi ent o y en franca oposicin a la i gnoran- cia, se hal l an or i ent adas en los Gedanken ber Aufklrung por 41 el mot i vo t eri co relativo a la cr t i ca de la religin. En la El ement arphi l osophi e se encuent r a, en cambi o, cl ar ament e modificado ese motivo. Para Reinhold, la Ilustracin con respect o al as unt o de la religin es, t ant o en este l t i mo como en aqul moment o, el ms genui no espritu de su poca. 29 Pero en l ugar de est ar de- t er mi nada la cuest i n del t e smo por un ni mo crtico demole- dor, Reinhold part e haci endo suya la visin kant i ana de este asunt o, de la existencia de un inters que legitima la convic- cin en la existencia de Dios y ret rot rae este probl ema al cam- po pr epar ado por la filosofa crtica, en cuant o no bus ca dar una r espuest a val i dada cognitivamente a dicho probl ema, sino que lo reformula en t rmi nos met a-t eri cos: (...) es posible una respuesta satisfactoria a la pregunta por la existencia de Dios? [Briefe I. p. 83). 30 La adopci n de est e punt o de vi st a met a-t eri co lleva a Reinhold a si t uar el probl ema del t e smo dent ro de un marco filosfico m s f undament al , un mar co de cl ar a r ai gambr e kant i ana; a saber, el de la posibilidad del conoci mi ent o en ge- neral y el de la delimitacin del al cance de la razn. Pues ant es de poder decidir si es posible dar una "respuest a real", una r espuest a val i dada cogni t i vament e, al pr obl ema de la existen- cia de Dios, se ha de decidir "cmo es posible una tal r espues- ta" [Briefe I, p. 83). Y esto, a su vez, no puede ser respondi do sin ant es decidir sobre l as si gui ent es cuest i ones: Qu es cognoscible en general? Qu se ha de entender por facultad de conocer? y, en qu consiste propiamente la tarea de la razn en el conocimiento en general? [ibid., p. 84)|...] De qu es capaz la razn? [ibid., p. 87). La adopci n del punt o de vista met a-t eri co respect o del probl ema del t e smo es el origen de una i mpor t ant e modifica- cin en la orientacin i l ust rada de la filosofa de Reinhold. Est a modificacin se hace pat ent e, en principio, en dos aspect os. Por una part e, la suficiencia, el opt i mi smo implcito en la idea de que el origen del mal se hal l a en la i gnoranci a, en el sentido de que, si endo as, el ' conocimiento' , la ' ilustracin' , garant i za 29 Cf. Briefe I. p. 22, 30 Cf. Versuch. pp. 141 ss. 42 ent onces el bien obrar; este opt i mi smo, digo, deviene en una investigacin ms bien precavi da acerca de los limites y el ca- rct er de la cognoscibilidad. Por otra part e, la adopci n de ese "nuevo" punt o de vi st a met a-t eri co conduce necesar i ament e a un giro subjetivista que ser la clave i nspi radora del derro- tero seguido por la Elementarphilosophie y en no poca medi da por la filosofa del idealismo al emn. Para Reinhold, en efecto, la filosofa sol ament e puede aspi- r ar a ser un si st ema del saber sobre los f undament os del saber el cual se hal l a l mi smo dot ado de una evidencia que se transfiere axi omt i ca y f undadament e desde los principios a s us proposi ci ones derivadas, si ella radicaliza el giro subje- tivista iniciado por la filosofa kant i ana. De este modo, la filoso- fa es pr opi ament e una explicacin (ilustracin en el sent i do de Deutung) f undament ada de la posibilidad de la cognoscibilidad, o mejor, de la represent abi l i dad 31 en general, de s u nat ur al eza y s us lmites, bas ada en una auto-reflexin del sujeto del cono- cimiento o de la represent aci n, que es el pri mer principio do- t ado de auto-evidencia. En l as Briefe, nuevament e, encont r amos una formulacin programt i ca de este giro, s acada del contexto de la confronta- cin met a-t eri ca con la probl emt i ca del tesmo: Llamo objetivos a los principios [Grnde) en favor de la existen- cia de Dios que se crey haber hallado hasta ahora en la natu- raleza de las cosas en si (tenidas como cosas en si en relacin con los objetos representados). Pero subjetivos son los princi- pios que la filosofa kantiana ha descubierto en la forma de la mera capacidad (tanto terica como prctica) de la razn pura para las verdades fundamentales de la religin. Principios es- tos que, en consecuencia, slo pueden ser encontrados me- diante un anlisis de la facultad de representacin y en los cuales se abstrae de todo presunto conocimiento de las cosas en s. sobre el que se ha levantado hasta ahora toda filosofa dogmtica. [Briefe I, p. 112, n.). En lo que sigue qui si era anal i zar ese giro vi ncul ndol o con las pi ezas doct ri nal es de la Elementarphilosophie que t i enen 31 El concept o de "representacin" es ms f undament al que el de "conocimien- to", par a Reinhold. pues est e implica a aquella, pero aquella no implica siem- pre conocimiento: "No toda represent aci n es conocimiento, pero todo conoci- mi ent o si es represent aci n. " (Versuch, p. 189). 43 como propsi t o fortalecer la filosofa t r ascendent al de cara a la posibilidad de un escepticismo respect o del conoci mi ent o y de su fundament aci n. Pues sin semej ant e examen, difcilmente puede compr ender se la influencia y el carct er de la recepcin escpt i ca de la obra terica de Kant. 3. El gi ro s ubj et i vi s t a y l a f u n d a me n t a c i n d e u n a fi l osof a t r a s c e nde nt a l A. Evangel i o del cor azn y evangel i o de l a r azn Hasta tal punt o se vuelve apremi ant e par a Reinhold la concilia- cin ent re ' saber' y 'creer', que en la solucin al problema del tesmo y, en general, al de los principios esenciales del cristia- nismo se juega, segn l, el destino de la razn y el de una cultura ilustrada. 32 La insistencia en una conciliacin entre religin y mo- ral en las Briefe se funda, entre otras, en la conviccin de que la separacin de ambas ha conducido al fanatismo y a los excesos en los que ha cado histricamente el cristianismo. La reforma prot est ant e es concebida por l como una preparacin de esa conciliacin, pero slo una preparacin, pues su plena realiza- cin slo es posible gracias al advenimiento de la filosofa crtica. 33 El nfasis puest o por Reinhold en la conciliacin ent re reli- gin y moral est enmar cado dent ro del contexto de una subor- dinacin de la pri mera a la segunda, tal como la que se despren- de de la filosofa prctica kant i ana. 34 Esto da a la menci onada 32 Cf. ent re otros. Prlogo a Versuch y a Fundament . Este es un motivo recu- rrent e en las Briefe. 33 Cf Briefe I. pp. 129 ss, 34 Esta subordi naci n est envuelta en el concepto de los "postulados de la razn prctica pura". La inmortalidad, la libertad (concebida en sentido positivo; como la causal i dad de un ser que pertenece al mundo inteligible) y la existencia de Dios son post ul ados de la razn: "Ellos part en del principio de la moralidad, que no es un post ul ado sino una ley a travs de la cual la razn det ermi na i nmedi at ament e a la voluntad. Dicha vol unt ad, j us t ament e por el hecho de que est as det ermi nada, exige, como vol unt ad pura, esas condiciones nece- sari as de la obediencia [Befolgung] de su prescripcin. Esos post ul ados no son dogmas tericos sino presupuest os en sentido necesari ament e prctico. Por t ant o, ellos no amplan, ciertamente, el conocimiento especulativo, pero dan a las ideas de la razn especulativa en general (por medio de su referencia a lo prctico) realidad objetiva y la aut ori zan al empleo de conceptos cuya posibili- dad, de no ser por ellos, ella no podra atreverse ni siquiera a afirmar." Crtica de la razn prctica [en adel ant e: KprV. pp. 151/ 2). Vase t ambi n el concepto de "creencia racional" en: "Was heifil: sich im Denken orienlieren?". AA VIII. pp, 142 ss. 44 conciliacin un aire apar ent ement e racional. Que la bsqueda de la conciliacin de dos polos opuest os en una cont i enda res- ponda, casi por definicin, a un espritu racional, no significa, sin embargo, que lo defendido desde cada uno de los polos en cuest i n sea ello mi smo racional. Tal es, en principio, el caso de la religin: no hay, y quizs no puede haber, una justificacin racional plena par a reconocer su i mport anci a y la i mport anci a de s us motivos. Est a i mport anci a parece residir, ms bien, en la necesidad de la razn de ir ms all del campo de lo que ella puede justificar. Si esa necesidad, apar ent ement e no racional, se acepta, se ha de acept ar al mi smo tiempo un inters de la razn por resolver de algn modo los probl emas a los que ella se ve necesari ament e abocada, pero que ella mi sma no parece po- der resolver terico-racionalmente, esto es, en la forma de una Justficacin racional. Este, como es sabido, es uno de los moti- vos principales que yacen a la base de la critica kant i ana a la metafsica especial tradicional. Reinhold consi dera que la religin cri st i ana dot a a la razn de los motivos [Beweggrnde) que dan vida a una moral verda- dera y utiliza el t rmi no "camino del corazn" [Weg des Herzens), t omado sin duda de Jacobi , 35 par a desi gnar el derrot ero no ra- cional por el que el cri st i ani smo conduce a la accin huma na , dot ndol a de significacin moral. 36 Lo not abl e de la reforma fi- losfica llevada a cabo por Kant es, par a Reinhold, que ella est abl ece el f undament o probatorio [Beweisgrund) de las ver- dades de la religin si gui endo el "camino de la razn" [Weg der Vernunft). La KrV es el "evangelio de la razn pur a" [Briefe I, p. 152). De lo que se t rat a, ent onces, es de hacer compat i bl es ambas vas: La filosofa ha continuado siendo an hasta ahora la alumna de aquella religin que mantuvo firme, y divulg, los ms subli- mes y ms importantes resultados de la razn prctica en el mundo real. Hoy en da ha llegado el momento en que ella ya puede y tiene que retribuir ese servicio, pues la razn est siendo requerida urgentemente para asegurar las verdades funda- mentales del cristianismo contra errores no filosficos, para justificarlas en contra de dudas filosficas y para imponerlas contra fanatismo e indiferencia, que crecen en igual medida. Ahora bien, si la filosofa ha de llevar a cabo, segn su modo. 35 Cf.. infra. III. 3, 36 Cf. Briefe I. p. 131 45 en el cristianismo lo que este llev a cabo, segn el suyo, en la moral a travs del camino del corazn, entonces ella tiene que devolverse de la moral a la religin por el camino de la razn. Es decir: la filosofa tiene que derivar el fundamento probatorio de la religin, no reconocida y puesta en duda, a partir de los prin- cipios universalmente reconocidos de la moral: asi como el cris- tianismo cre de la religin los motivos con los cuales la moral se difundi y vitaliz. [Briefe I, p. 131). En este punt o sal t a i nmedi at ament e a la vista una dificul- tad: si la justificacin filosfico-racional obtiene de la religin los "motivos" que ani man a la moral, pero la moral racional debe a su vez establecer el "fundamento probatorio" sin el cual no pare- ce ser posible acept ar los principios de la moral, ent onces surge la legtima pregunt a acerca de la verdadera medida del influjo que ejerce la religin sobre la moral (y viceversa). Puest o que ambas se det ermi nan mut uament e, y ent re ellas se establece un circuito de retroalimentacin, 37 no me par ece que sea fi- losficamente posible ponderar el grado de influencia de una sobre la otra. Ms an: la const at aci n de est a imponderabilidad afecta el propsito expreso de una subordi naci n de la religin a la moral: al punt o que tal vez no sea posible det ermi nar filosfi- cament e si, y en qu exacta medida, tiene lugar est a subordi na- 37 Reinhold habl a de una "correlacin necesaria"(nou;endgenZusammerihan/) ent re ambas (Briefe I. p. 132). El conflicto ent re las "necesi dades del corazn" y las "t endenci as de la razn" a ext raer los resul t ados m s consecuent es o ms conformes con un orden estricto de los razonami ent os, hab a sido lleva- do a un ext remo por Jacobi en relacin con la doct ri na de Spinoza: el si st ema de Spinoza satisface pl enament e a la razn, pero cont ra l y cont ra sus con- secuenci as fatalistas se rebela el corazn. Est e conflicto es definitivo en el movimiento ant i -i l ust rado al emn, que tiene, como he dicho, en Hamann y en Jacobi a dos de s us ms influyentes cabezas. Para Reinhold, como pensa- dor i l ust rado compromet i do, la conciliacin ent re "fe" y "saber", ent re "nece- si dades del corazn" e "indagaciones de la razn", es apr emi ant e. La "teologa moral racional" kant i ana es la clave de esa conciliacin: las leyes prct i cas raci onal es "se pueden hacer sensi bl es [versinnllchen] en su influjo sobre el corazn" [ihid.. p. 145). Dicha conciliacin ent re fe y razn pret ende presen- t arse, por lo dems, como una suert e de explicacin o acl araci n racional del sent i mi ent o de la fe [Cf Teichner. 1976, pp. 201 ss.). Pero este sent i mi ent o est dado, y est e dato, como tal. no parece tener explicacin racional posible. Este es, a mi modo de ver. el punt o en el que el "irracionalismo" de Jacobi debe ser t omado en serio. La cont rat ens n. el circuito de ret roal i ment aci n, ent re lo dado histricamente (las "verdades" del cristianismo) y la legitimacin sistemtica-filosfica de esto dado at r avesar de lado a lado el proyecto filos- fico de Reinhold. Est a cont rat ensi n t ampoco es ajena al concept o kant i ano de los "post ul ados de la razn pur a prctica" y al de "creencia racional". [Cf. infra. III. esp. 1, 3 y 4). 46 cin, debido al hecho de que uno de los polos del circuito que he llamado retroalimentador es acept ado previamente sin justifica- cin racional. Pienso que la investigacin histrico-cultural est en mejores condiciones que la filosofa para ponderar adecua- dament e el grado de influencia mut ua entre el cristianismo y eso que Reinhold llam "la religin pur a de la razn", pensando en la vocacin prctica de la filosofa kant i ana. A est a sugerenci a se puede r esponder con la apreciacin r ei nhol di ana s egn la cual la filosofa cr t i ca no acept a i rraci onal ment e las verdades esenci al es de la religin cri st i ana si no que, por el cont rari o, ofrece la clave par a compr ender la razn [Grund) de la creenci a en Dios, en cuant o mues t r a que est a razn est , j us t ament e, en la moral; es decir, en cuant o mues t r a que se t r at a de una creencia prct i ca de la razn, o de una "creencia moral". 3 " De este modo, "la r espuest a kant i ana (a la pr egunt a por Dios -LEH), deriva la conviccin de la exis- t enci a de Dios a part i r de la rozn y la conduce a la creencia" [Briefe I. p. 117). en cuant o la creencia en Dios es concebi da como la creencia en un "ser supr emo" que vale "como principio de las leyes ticas y fsicas" y que garant i za, por t ant o, la feli- cidad de los seres raci onal es (creencia en una vida futura). Asi, en cuant o la creencia en ese ser implica la creencia en una r ecompensa fut ura o en un castigo futuro, ent onces ella es esencial en la moral. Y una creenci a tal se halla, par a Reinhold. cl arament e asi st i da por un soport e racional: En la respuesta kantiana se halla, as, uno y el mismo fundamen- to [Grund) de la razn moral, el cual hace necesaria la fe tanto para el entendimiento ilustrado como para el ms ordinario. Y una fe, por cierto, que soporta la ms estricta prueba del uno c ilumina las ms corrientes capacidades del otro. [ibid. p. 120). Sostener, sin embargo, que la creenci a en una vida futura es ms raci onal que la creenci a segn la cual la exi st enci a acaba definitivamente con la muer t e, o que aquella creencia dot a de mayor cont eni do moral a nuest r os act os que est a lti- ma, es algo que no es defendible raci onal ment e sino, a lo sumo, de un modo idiosincrtico. Est a es la razn de que no se pueda acept ar el ar gument o acabado de esbozar par a escamot ear el probl ema, expuest o arri ba, de la imponderabilidad del influjo de la religin cultural sobre la moral racional. 38 Cf. Briefe I. p. 116. 47 B. Conciliacin, punt o de vista meta-terico y filosofa como ciencia est ri ct a El hecho de que no parezca haber una solucin filosfica para el anterior problema no obsta, por supuesto, para reconocer la necesidad de enfrentar las cuestiones de orden filosfico y con- ceptual, propiamente dicho, que yacen a la base del espritu conciliador y fundamentalista de Reinhold. En ese orden de ideas, conviene no discutir, sino aceptar en principio como in- cuestionable el hecho de que hay unos objetos de la creencia respecto de los cuales se halla interesada la razn, y entonces orientar ms bien la atencin hacia los elementos de orden filosfico y conceptual que hay en la propuesta conciliadora y fundamentadora de Reinhold. Antes de manifestar su convencida aceptacin de la creen- cia moral racional kantiana, Reinhold expone el carcter de la disputa metafsica en torno al tesmo, la cual tiene lugar sin un previo examen crtico sobre la naturaleza y lmites de la cognoscibilidad, y debe su existencia, justamente, a la falta de ese examen. El resultado de esa exposicin es el siguiente: En tomo al problema de la existencia de Dios ha surgido en la filosofa una contienda que se basa en la conviccin de po- der dar a ese problema una solucin aceptable objetivamente, esto es, una solucin de algn modo validada cognitivamente. Todos los partidos involucrados en esta contienda tienen en comn ese supuesto. As, el testa dogmtico cree poder res- ponder afirmativamente a la cuestin de la existencia de Dios mediante "fundamentos objetivos racionales"; mientras que el ateo cree poder ofrecer una respuesta negativa al mismo pro- blema tambin basado en fundamentos de la misma clase. 39 Al lado de estos dos partidos surgen otros dos que miran con recelo el verdadero poder de los llamados fundamentos objeti- vos racionales para producir un asentimiento estable y sa- tisfactorio en las cuestiones que ataen a la metafsica. El pri- mero de estos otros dos partidos niega tajantemente que se pueda validar racionalmente la solucin afirmativa al proble- ma de la existencia de Dios y piensa que la existencia del ser supremo slo puede ser reconocida mediante revelacin. Esta es la posicin supematuralista. El segundo de los partidos, que tambin mira con recelo o niega el poder de los fundamentos racionales para producir asentimiento, es el que se halla re- 39 Cf. Briefe I. p. 114. 48 pr esent ado por el eseptico dogmtico, qui en pi ensa que t am- poco es defendible la revelacin como principio del t ener por verdadero objetivamente. Est e part i do pone en cuest i n t ant o el poder de la razn par a produci r asent i mi ent o, como la posi- bilidad de obt ener un t ener por verdadero que no sea en mayor o menor medi da pur ament e subjetivo. Su sent enci a bsi ca con relacin al probl ema del t e smo es "que la cuest i n de la exis- tencia de Dios no puede ser respondi da. " [Briefe I, p. 114). 40 Para Reinhold, estos son los cuat ro partidos que se bat en en la cont i enda del tesmo y est a cont i enda es, a su t umo, un fren- te, quizs el principal, de los varios que const i t uyen la guerra sin fin de la metafsica. Est a situacin de dispersin y de con- tienda per manent e no sera por s muy grave si no fuera porque en ella se j uega, como se ha dicho ant es, el destino de la razn y el de los bi enes de la cul t ura i l ust rada. Pues, dada la incapaci- dad de los partidarios par a ofrecer una solucin al probl ema del tesmo basada en fundament os objetivos racionales; esto es, dada la i ncapaci dad del tesmo y del atesmo par a solucionar definiti- vament e el problema, se ha abierto la puer t a par a que i ngresen la arbitrariedad y el fanat i smo [Schwrmerei), sea que se presen- ten en la forma de un super nat ur al i smo superst i ci oso o que hagan su aparicin como perniciosa incredulidad. Ai ai-iDuir ai escepticismo ci caimeauvo ae aogmauco no parece nanerie estorbado a Reinhold el hecho de que est aba expresando, de al gn modo, una contradicho in adjecto. La razn de tal proceder est, sin embargo, en los que l pi ensa son los supuest os dogmticos de la act i t ud escptica. El principal de estos supuest os es el que concierne a la cuest i n de a cosa en si: el eseptico es dogmtico por cuant o hace depender la posibilidad del conocimiento en general de la posibilidad del conocimiento de las cosas en s. Ahora bien, como este ltimo conocimiento no se puede const at ar, ent onces el conocimiento no es posible [Cf, infra. 9). (Sobre la existencia de los cuat ro part i dos y su di sput a sin fin, vase Versuch. pp. 42 ss.). Llama la atencin, por otra parte, que el supemat ural i st a y el eseptico t engan en comn el hecho de que ambos descreen de la solucin racional al conflicto metafsico. Esto puede explicar, en parte, el que Jacobi y Hamann se hayan sentido t an at ra dos por Hume y le hayan dado una interpretacin t an peculiar, t an "irracionalista". [Cf, infra. III, esp. 2 y 3). Sobre la "recepcin irracionalista" de Hume en Alemania vase Berln. 1981. pp. 162-187: Berln. 1993. Otro hecho curioso, de no poca i mport anci a en el present e trabajo, es que dos t al ant es intelectuales t an dife- rent es como son Reinhold y Jacobi (el uno encama un pat hos ilustrado suma- ment e comprometido, el otro, en cambi o uno fuertemente anti-ilustrado). re- chacen del mismo modo: a saber, con ei corazn, y no propi ament e con la razn, concepciones filosficas que resul t an, cada una a su manera, del esp- ritu i l ust rado europeo. Jacobi lo hace con Spinoza. a quien considera irre- futable raci onal ment e, pero cont ra qui en se resiste emoci onal ment e. Reinhold lo hace con Hume, cont ra quien se debe levantar indignado, segn l. el senti- do comn i l ust rado [Cf. Fundament. pp. 51 ss.). 49 Reinhold sostiene que no es posible que esta guerra halle sosiego si se toma partido por alguna de las posiciones arriba mencionadas, por ms que se fortalezca su instrumentarlo argumentativo, o intuitivo, o del tipo que sea, pero en todo caso destinado a generar asentimiento. La toma de partido en favor de alguna de las posiciones mencionadas siempre atrae- r, forzosamente, a las otras tres en su contra, que siempre tendrn algo que reprocharle en conformidad con sus propias convicciones. As, por ejemplo, al partidario del tesmo raciona- lista, el ateo le reprochar no que busque solucionar el proble- ma por medio de la razn, sino que crea que la solucin racio- nal es afirmativa y no negativa; el supemaluralista le reprochar no el hecho de que haya llegado a una solucin afirmativa, sino que crea que esta puede ser ofrecida por la razn; y el eseptico, por su parte, podr siempre reprocharle al testa el que crea que se puede dar una solucin satisfactoria al proble- ma en cuestin. La razn de esta catica situacin est en el hecho de que ninguna solucin al problema del tesmo se puede considerar validada cognitivamente. Este es un resultado claramente pro- veniente del criticismo kantiano. Puede verse que este resulta- do es, como tal, muy similar al del as llamado eseptico dog- mtico. Reinhold llamar a su posicin, y a la posicin crtica kantiana escepticismo crtico. 41 Lo que el escepticismo crtico no puede tener de ningn modo en comn con el as llamado escepticismo dogmtico es la renuncia a defender el funda- mento, si bien subjetivo, pero no por ello arbitrario sino racio- nal, de la creencia en un ser supremo. Ahora bien, si se atien- de a la dificultad filosfica para ponderar adecuadamente el influjo de la religin cultural, ms o menos idiosincrtica, ms o menos subjetiva y arbitraria, sobre la llamada creencia (reli- giosa) racional, se podr afirmar que esa diferencia entre el escepticismo crtico y el escepticismo dogmtico no es, prima facie, ms que una diferencia de palabras. 41 Cf. Versuch pp. 130; 140. Salomn Maimn, otro de los principales contradictores de Reinhold en su poca, insistir, en cambio, en el carcter "dogmtico-crtico" de la filosofa de Reinhold. El ala escptica de la filosofa critica ser, segn su opinin, defendida por l mismo [Cf. S. Maimn. Gesammelte Werke (IGW/V. pp, 2 13-217, n.I). Si se entiende la apreciacin de Maimn desde un punt o de vista pirrnico, es necesario concederle la razn, pues la fundamentacin filosfica a partir de principios es uno de los bl ancos predilectos del escepticismo pirrnico, como se t endr oportunidad de ver en el siguiente estudio (II) a propsito del escepticismo de Schulze. Al anlisis de "escepticismo crtico" de Maimn est destinado ei 6 del IV estudio de este libro. 50 Pero, sea lo que fuere, la orientacin criticista de Reinhold lo lleva aqui a un punto de vista cuya plausibilidad filosfico- conceptual es la que interesa tematlzar en este ensayo: se tra- ta del anlisis meta-terico (o trascendental) que desemboca en una teora fundamental del conocimiento. Del hecho de que ninguno de los partidos filosficos que estn involucrados en la disputa metafsica en tomo al tesmo est validado cognitivamente, no se sigue simplemente una pos- tura negativa respecto de las posibilidades cognitivas de la ra- zn en general, sino una reformulacin de la tarea de la filoso- fa. La filosofa no debe ser una disciplina terica que se ocupe del conocimiento de este o aquel otro objeto, sino que debe ser una teora analtica sobre el carcter y los lmites de la cognoscibilidad en general; esto es, una teora de segundo or- den, como suele decirse hoy en da, una meta-teora. El anlisis de la naturaleza y lmites de la cognoscibilidad, de lo que puede y de lo que no puede ser tenido como verda- dero o validado cognitivamente, es concebido por Reinhold como un "anlisis de la facultad del conocimiento" (Versuch, pp. 45 ss.). Slo porque Kant propuso esa reformulacin de la tarea de la filosofa es que puede considerarse su solucin al problema del tesmo y de la metafsica en general como la definitiva/ 12 Pues es esta reformulacin de la tarea de la filo- sofa la que permite demostrar que el "fundamento de convic- cin" [herzeugungsgrund) en la existencia de Dios descansa en un principio nico y perfectamente compatible con cada uno de los partidos en disputa: "el inters prctico racional", o "la creencia moral racional". La pretensin de Reinhold con- siste, asi, en mostrar que la renuncia a una bsqueda exte- rior, o validada cognitivamente. al problema del tesmo, es decir, la adopcin de una empresa reflexiva basada en la con- viccin de que el fundamento de creencia en Dios es interno, subjetivo, es la que da la clave para solucionar la discusin metafsica en torno al tesmo mediante una conciliacin de los partidos en disputa. El modo como esta conciliacin tiene lugar es aparentemente muy sencillo: en la disputa en cuestin contamos, formalmen- te, con cuatro posibilidades: 1) que uno de los partidos tenga slo l la razn en contra de los otros tres, 2) que algunos de los partidos tengan la razn en contra de los otros, 3) que ninguno de los cuatro partidos tenga la razn, y 4) que todos los parti- 42 Cf. Briefe I.. p. 115. 51 dos t engan la razn. Reinhold pret ende most r ar que la si t ua- cin descri t a en 1) es la que vale par a el est ado de la di scusi n metafsica ant eri or al adveni mi ent o de la crtica de la razn, pero con el serio agravant e de que se t r at a de una situacin en la que cada uno de los part i dos se halla apenas convencido de t ener slo l la razn sin poder est ar en condiciones de con- vencer a los ot ros. Est a si t uaci n es la que ha llevado a la eternizacin de los conflictos en filosofa y es por ella que la conciliacin raci onal no ha tenido lugar, lo cual at ent a serla- ment e cont ra el dest i no de la razn: Cuando de cada partido se ve verdad, pero solamente un as- pecto de la misma, entonces se muestra nicamente ese as- pecto, en la medida en que l est en oposicin con un aspecto que se le enfrenta: pero no se muestra con ello cmo dicho aspecto es al mismo tiempo compatible con este ltimo, e in- cluso cmo est vinculado a l necesariamente. Mientras cada partido anuncie como la verdad completa el aspecto que se le presenta a sus ojos, tiene que ser justamente refutado por el partido que se le opone, el cual tiene tambin ante sus ojos una verdad completa. (Versuch. pp. 43 s.). Otro t ant o ocurre en la si t uaci n referida en 2), en la que la coalicin de varios part i dos en cont ra de los ot ros se da slo en virtud de que se compar t en aspect os apenas muy parci al es en la di sput a. La si t uaci n domi nant e es, real ment e, la descri t a en 1): cada part i do defiende su parcel a de verdad como si fuera toda la verdad y eso lleva a que predomi ne el at aque sobre los ot ros, en l ugar de la necesi dad de coalicin. De ah que se t enga que llegar forzosament e a 3). Ninguno de los part i dos tiene, ci ert ament e, la razn, pero desde un det ermi nado punt o de vista, o bajo la consi deraci n de un det ermi nado aspect o. Est e aspect o es, a saber , el de la bs que da de val i daci n cognitiva (extema) par a las afirmaciones que defiende. En cuan- to los part i dos bus can resolver la di sput a medi ant e est a vali- daci n cognitiva, ninguno de ellos tiene la razn. En cuant o cada part i do defiende su verdad como una ni ca y cont radi ce o refuta a los otros, deja ver la razn [Grund) por la cual "nin- guno de los ot ros es desalojado a la fuerza" [ibid., p. 44). De este modo, los part i dos se revelan, pero t ambi n se obstaculi- zan mut uament e. Pero a lo mejor todo esto se bas a en un mal ent endi do, y cada uno de los part i dos debe ms bien empr ender una bs - queda reflexiva, interior, de los f undament os de su t ener por 52 verdadero. Con est a pr opuest a reflexiva se abr e una nueva perspect i va o un nuevo punt o de vi st a que permi t e demost r ar cmo, vi st as las cosas desde l. lodos los part i dos t i enen la razn. Es la si t uaci n i ndi cada en 4): No debieron, quizs, haber sido obstaculizados (se refiere a los partidos -LEH) por algn malentendido compartido, para coin- cidir en el punto de vista comn a partir del cual todos ellos se pueden unir en especial y de modo parcial? Cmo? Y si al autor de la KrV se le hubiera hecho evidente el descubrimiento de ese malentendido y le hubiera sido posible disiparlo por me- dio de las facultades de un nico hombre? (Versuch, p. 44). Reinhold pi ensa que t oda di scusi n filosfica t i ene m s o menos esa est r uct ur a: ella se bas a en un mal ent endi do que no se puede resolver mi ent r as no se abandone el mbito objetivo de la di scusi n caract eri zado por la pret ensi n de poseer la ni ca verdad correspondi ent e al conocimiento pleno del objeto en di sput a, y no se ent re a anal i zar l as condiciones subjeti- vas que ha n llevado a los cont endor es a t ener est a o aquella afirmacin por verdadera. La ms i mpor t ant e di scusi n de la filosofa moder na, la dis- put a ent re el racionalismo y el empi ri smo, fuente de la que br ot an los part i dos ant es menci onados, tiene exact ament e esa nat ural eza. Esa di sput a adqui ri su mxi ma expresin en la confrontacin de Leibniz con Locke en t orno a los f undamen- tos del conocimiento. Reinhold mues t r a que t ant o una como otra posicin se mueven dent ro de un mbi t o objetivo en la explicacin del modo como tiene l ugar el conocimiento, en cuan- to que pr esuponen, o bien la "realidad" [Realitt) de l as "verda- des i nnat as suprasensi bl es" [ibid.. p. 46) (Leibniz), o bi en la existencia de "objetos exi st ent es fuera del espritu" [ibid., p. 45) (Locke) "como objetos i ndi scut i bl es del conocimiento" [ibid,). La adopci n de est e punt o de vi st a objetivo en la explicacin del carct er y lmites del conoci mi ent o hace inevitable la con- frontacin filosfica, y hace imposible, al mi smo tiempo, la so- lucin del conflicto medi ant e una conciliacin f undament ada, o apoyada en principios. Es la razn por la cual , par a Reinhold, ni Leibniz ni Locke pudi er on est abl ecer una filosofa pr i mer a o elemental. 43 43 Cf. Fundament . pp. 133 ss, 53 La nueva propuesta conciliadora es, entonces: "en lugar de determinar la naturaleza y el alcance de la facultad del conoci- miento por medio de objetos conocidos", [...] "todo intento de determinar nuevamente la naturaleza y los lmites de la cognoscibilidad" [...] "tiene que, ms bien, intentar determinar la cognoscibilidad de los objetos mismos a partir de la mera facultad de conocimiento." (Versuch, p. 46). Esta propuesta es coherente, como he dicho, con la adop- cin del punto de vista meta-terico y analtico que es caracte- rstico de la filosofa trascendental. Es exactamente as como debe comprenderse el proyecto reinholdiano: como inscrito, en principio, dentro del espritu meta-terico expresado program- ticamente en la famosa frase de Kant: "Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa en general no solamente de objetos, sino de nuestro modo de conocer objetos, en cuanto este ha de ser posible a priori." (KrV, p. B 25). Ahora bien, un punto de vista meta-terico presupone, l mismo, aquella teo- ra de primer orden sobre la que reflexiona, lo mismo que un punto de vista analtico presupone aquello sobre lo que se ejer- ce el anlisis, o aquello que debe ser descompuesto [zergliedert). Es justamente en este punto en donde Reinhold se separa de Kant. Ms precisamente: es en la forma de asumir la relacin entre el carcter analtico y reflexivo de la filosofa trascenden- tal y sus presupuestos donde Reinhold pretende dar un vuelco a la filosofa kantiana, en cuanto a travs de su esfuerzo ana- ltico desea contribuir a dotar a esta ltima del potencial pro- batorio que le hace falta, debido a la adopcin no demostrada ni evidenciada de sus presupuestos. 44 Pero es justamente esta relacin entre anlisis y presuposicin, relacin que no puede liberarse de una insoportable tensin interna, el origen de los problemas ms serios del proyecto reinholdiano de una fundamentacin primera y de un aumento del potencial pro- 44 "A la lgica, a la metafsica, a la moral, al derecho natural, a la teologa natural, a la misma KrV y a todas las ciencias emprico filosficas les hace falta en cuanto ellas presuponen filosofa pura. fundamentos slidos, reconocidos y umversalmente vlidos, y les tiene que hacer falta y les har falta mientras falte una filosofa elemental, esto es. una ciencia de los princi- pios comunes a todas las ciencias filosficas particulares, una ciencia en la cual lo que las dems presuponen en su fundamentacin. se exponga determinadamente de modo completo: y la cual, justamente por ello, tiene que poseer, antes que todas las otras, un fundamento slido, reconocido y vlido umversalmente. Se tarde o no en el descubrimiento y reconocimiento de ese fundamento, ellos constituyen la revolucin en el propio sentido de la palabra." [Fundament, pp. XIII s.}. 54 batorio de la filosofa t r ascendent al , de car a al desafo del es- cepticismo filosfico. El anl i si s o descomposi ci n de los el ement os que const i t u- yen el conocimiento es, par a Reinhold, la clave de la compren- sibilidad en filosofa. Est a comprensi bi l i dad tiene lugar en la forma de la conciliacin (en el mbi t o meta-terico) de las posi- ciones que se hal l aban en conflicto por pr et ender resolver el probl ema de la cognoscibilidad apl i cando t eor as de pri mer or- den, o teoras que, al moverse en el mbi t o objetivo, presupo- nan una de las cosas cent ral es que la teora del conocimiento ha de demost rar; a saber: qu es lo que const i t uye un objeto de conocimiento: en ot ras pal abr as, qu se puede consi derar, en general, como cognoscible. As, pues, si la teora del conoci- mi ent o debe en gener al a c a ba r con t oda pos i bi l i dad de mal ent endi do en filosofa y lograr con esto el ideal de la com- prensibilidad, ent onces tiene que presci ndi r de presupuest os, esto es, debe ser una teora que no adqui ere su pot enci al pro- batorio a part i r del carct er apar ent ement e evidente del Fakt um que ella si mpl ement e analiza, l i mi t ndose apenas a exponer las condiciones de la posibilidad de lo que es asi pr esupuest o como verdadero o "vlido universalmente"(agemengtg) (los conoci mi ent os apriori), sino que ella debe est ar en condi ci ones de conferir evidencia por s mi sma y de asumi r , en forma y en cont eni do, el carct er de una teora demostrativa y absoluta- mente cierta. Est o es, debe ser ella mi s ma ciencia, o como Reinhold lo dice: "ciencia estricta" [Begtrge I, pp. 341 ss.). La filosofa debe ser una disciplina sinttica y progresiva fundada en un principio aut oevi dent e que, en cuant o tal, no debe ni puede ser derivado. Est e principio debe t ransferi r s u certeza a las proposi ci ones deri vadas medi ant e demost raci n. Slo as se puede consi derar pl enament e realizado el proyecto de una filosofa t r ascendent al sin ambi gedades y al mi smo t i empo compr obada. Como es bast ant e sabi do, Kant consi dera en Prolegmenos a toda metafsica f ut ur a (en adel ant e: Prolegmena) que l en- frent en la KrV la pr egunt a por la posibilidad de los j ui ci os si nt t i cos a priori de u n modo sinttico, mi e nt r a s que en Prolegmena el procedimiento metdico par a resolver est a cues- tin (y la de la posibilidad de la metafsica) es analtico. El m- todo sinttico t ambi n es l l amado progresivo y de l son carac- t er st i cas dos cosas: la pri mera, que va del f undament o a lo fundado, y la segunda, que no se apoya "en ni ngn hecho" [Faktum), ni "pone a la base nada dado, salvo la mi s ma razn", sino que se desarrol l a a part i r "de s us gr menes originarios" 55 [AA IV, pp. 274 ss.). Esto l t i mo puede compr ender se en el sent i do de que, en conformidad con el mt odo sinttico, la filo- sofa t r ascendent al no pr esupone nada, sino que bus ca de- most r ar a part i r de principios la posibilidad de los conocimien- t os a priori (y si nt t i cos a priori). El mt odo anal t i co, por cont rast e, es regresivo. En l se par t e de lo que "se bus ca como si fuera dado" (o sea, los conoci mi ent os sintticos apriori) "y se asci ende a las condiciones slo bajo las cual es esto es posible" [ibid., p. 276, n.). 45 El mt odo analtico o regresivo trae consigo el probl ema de que no parece muy poderoso a la hor a de demost r ar lo que pr esupone. De ah que ese procedi mi ent o se exponga, ent re otros, al cargo de circularidad. 46 En la di scusi n anal t i ca con- t empor nea sobre el modelo de ar gument aci n t r ascendent al se ha i nsi st i do en la necesi dad de que este sea sinttico-progre- sivo, si es que quiere mant ener "la pret ensi n t r ascendent al de una refutacin del escepticismo" (Aschenberg, 1982, p. 261). El mt odo analtico-regresivo, en cuant o requi ere de la apela- cin a la real i dad del Fakt um del que l demues t r a s us necesa- ri as condi ci ones de posibilidad, i ncurri r a en una "gigantesca petitio principi' [ibid.). Pero aunque haya relativa unani mi dad en este punt o, no se ha podido lograr un acuer do sobre si el mt odo empl eado por Kant en la KrV (en la teora de la expe- riencia objetiva) es regresivo o progresivo, pese a que Kant diga expr esament e que se t r at a de lo ltimo. 47 Dado el carct er de- ficitario de la teora kant i ana, como fundamentacin filosfica dtima sin supuest os de la experiencia, habr a que pr egunt ar se si en est a di scusi n no se est pi di endo a Kant, y a su modo de 45 En sus lecciones de lgica [Ix>gik-Jsche]. Kant ofrece la si gui ent e definicin de ambos procedi mi ent os: "El mt odo analtico se opone al mt odo sinttico. Aqul part e de lo condi ci onado y fundado y avanza haci a los principios [a principiaos ad principia]: ste, en cambi o, va de los principios a ias conse- cuenci as o de lo simple a lo compuest o. El pri mero se podr a l l amar regresi- vo, as como el segundo se podra denomi nar progresivo. Observacin: el mt odo analtico se llama t ambi n mt odo de la invencin. Para fines de la popul ari dad es ms adecuado el mt odo analtico, pero par a fines de la ela- boracin cientfica y si st emt i ca del conocimiento es ms apropi ado el mto- do sinttico. " ( 117). 46 Sobre est a "debilidad" del mtodo analtico, vase M. Baura. 1979. pp 6, ss 47 K. Ameriks (1978) ha sostenido que el argument o de la Deduccin Trascen- dental tiene una est r uct ur a regresiva. I^i interpretacin de la Esttica Tras- cendental (y del papel de la geometra en la argument aci n kant i ana), ofrecida por St rawson (1966) podra t ambi n ser reconst rui da en ese sentido, como si ia l l amada "exposicin metafsica" (en el caso del espacio), estuviera en al guna relacin de dependenci a con respecto a la llamada "exposicin t rascendent al " - filosofar, ms de lo que l puede dar. o ms de lo que l en cuant o filsofo critico. cree que se puede dar. Aqu es impor- t ant e, por lo pront o, l l amar la at enci n sobre el hecho de que Reinhold es consci ent e de la debilidad menci onada del mtodo analtico regresivo y la consi dera caract er st i ca de la filosofa crtica: y no slo del modo de su exposicin en los Prolegmeno cosa a la que cont ri buye el hecho de que Kant t ome en la edicin B de la KrV ar gument os pr esent ados en Prolegmena (principalmente en la Introduccin y en la "exposicin t rascen- dental" de los concept os de espacio y tiempo). 4 i As, el proyecto rei nhol di ano de una filosofa como ciencia est ri ct a o derivada desde un principio, esto es, de una filosofa sin supuest os, apa- rece, pri ma facie. como un si st ema sinttico progresivo, abso- l ut ament e demost r ado y perfectamente derivado. Esto trae con- sigo una conversin del punt o de vista met a-t eri co en si st ema (filosfico) de pri mer orden. Con todo, la relacin de retroali- ment aci n de la exposicin de la Elementarphilosophie respec- to de los mat eri al es de la filosofa crtica (que Reinhold acept a como umver sal ment e vlidos), no permi t e caract eri zar a la pri- mer a como ori ent ada por un mt odo sinttico desprovisto de las debilidades del mt odo analtico. Sobre este punt o volver ms adel ant e. 49 2. LA ELEMENTARPHILOSOPHIE 4. La pr opos i ci n d e l a conci enci a La aspi raci n a una fundament aci n pri mera del conocimien- to filosfico, y de todo conoci mi ent o en general, se ve colmada, par a Reinhold. en lo que l llam la proposicin o principio de la conciencia [Satz des Bewufilsens). Ese principio (en adel ant e: SB, salvo indicacin distinta) reza: 48 Sobre el t ema uose. t ambi n. Engfer. 1982. pp. 46 ss. 49 Cf, infra. 8. En la parte II de est e trabajo ( 4 B). llamo la at enci n sobre la conexin que hay ent re la critica de Schulze al modelo t r ascendent al de ar- gument aci n y la necesi dad, para l. de que el mt odo analtico y el sinttico se compl ement en en el proyecto de una epistemologa fundament al . M. Frank 11997, pp. 428-456) ha informado sobre el ambi ent e "eseptico" en torno a los fundamcnt al i smos rei nhol di ano y fichteano en el r omant i ci smo t empra- no: ambi ent e muy ligado a consi deraci ones crticas sobre el mt odo sintti- co. Del parent esco de est e debat e con la di scusi n cont empor nea sobre ar gument os t r ascendent al es se ha ocupado reci ent ement e P. Fr anks (1999). 57 En la conciencia, por medio del sujeto, la representacin es distinguida del sujeto y del objeto, y es referida a ambos [Beytrage I, p. 167). 50 Este principio no slo es el f undament o meta-terico de t oda posible represent abi l i dad en general, en cuant o expresa su ms m ni ma y esencial condicin de posibilidad, sino que adems const i t uye la expresin inmediata y directa de un hecho primi- genio que tiene l ugar en la conciencia. Est e hecho primigenio de la conciencia no pr esupone, en cuant o tal, ni ngn otro y su expresi n en la proposicin de la conciencia est , a su vez, dot ada de certeza absol ut a debido a su carct er i nmedi at o. Como pri mer principio, la proposicin de la conciencia no se obtiene ni por abst racci n ni por medio de razonami ent os. 51 Pero los concept os "representacin", "objeto" y "sujeto" que se hal l an cont eni dos en el principio, est n aqui , en cambio, ex- pr esados mediatamente, "en cuant o ellos son det er mi nados por aquel hecho. " [Begtrge I, p. 167). Est o quiere decir que los concept os menci onados dependen o son "originariamente" po- sibles slo graci as a la conciencia, pero no a la inversa. Teni endo este principio como punt o de part i da, Reinhold cree poder proponer una (la ni ca posible) teora que explica las condiciones de la represent abi l i dad y de la cognoscibilidad en general, cumpl i endo par a ello con un doble requi si t o: 1) el de no ser regresiva, sino el de poseer, ms bien, un carct er sinttico progresivo, ni co mt odo que se compadece con la necesi dad de no part i r de s upues t os inexplicados; y 2) el de est ar dot ada de una certeza originaria que puede ser transferi- da a las proposi ci ones subsi gui ent es que const i t uyen el siste- ma, en cuant o el principio o proposicin de la conciencia las det ermi na como condicin l t i ma de posibilidad. Es este el modo como Reinhold pr et ende conferir un poder argument at i vo a la filosofa t r ascendent al . All donde Kant t er mi naba en la bs - 50 La formulacin originaria, algo diferente, de est e principio en Versuch. reza: "Se est conmi nado por la conciencia a est ar de acuer do en que a cada repre- sent aci n pert enece un sujeto que r epr esent a y un objeto represent ado, los cual es, ambos, t i enen que ser diferenciados de la representacin a la cual pert enecen. " (p. 200). 51 "No es a t ravs de ni nguna inferencia racional, sino por medio de la mera reflexin sobre el hecho de la conciencia, es decir, sobre la comparaci n de aquello que ant ecede en la conciencia, que llegamos a saber que la represen- tacin en la conciencia es diferenciada del objeto g del sujeto g referida a am- bos por medio del sujeto." [Fundament. p. 78). 58 queda (regresiva) de las condiciones de posibilidad del conoci- miento, all mi smo debe empezar, ya no la filosofa crtica, o la propedut i ca de la metafsica, sino la filosofa si n eptetos [ohne Beinamen), la Elementarphilosophie. 52 Sin embargo, si se observa con algo de cui dado el modo como tiene lugar la const rucci n fundament ada del sistema, se hace pat ent e que la derivacin de los elementos a partir del principio establecido tiene lugar propi ament e como una explicacin o un anlisis reflexivo de la conciencia. 53 Esto vale ost ensi bl ement e par a los menci onados conceptos de "representacin", "objeto" y "sujeto" que, como se dijo, son dependi ent es de la conciencia y se hallan expresados mediatamente en el nico principio que expresa inmediatamente el hecho de la conciencia. Asi, dichos conceptos, en cuant o dependi ent es de la conciencia, deben po- der ser definidos, det ermi nados o explicados con ayuda de la proposicin que expresa i nmedi at ament e el hecho de la con- ciencia. Y esa definicin o explicacin tiene lugar medi ant e el sencillo procedimiento analtico y reflexivo de darle vuel t as a la proposicin de la conciencia, como cuando se le da forma deter- mi nada a la mas a de una pizza. Asi, la "representacin es aque- llo que, en la conciencia, es diferenciado del sujeto y del objeto y referido a ambos por medio del sujeto." [Begtrge I, p. 168). "El objeto es aquello que, en la conciencia, es diferenciado del suje- to y de la represent aci n por medio del sujeto, y a lo cual es referida la represent aci n diferenciada del sujeto." [ibid., p. 170). "El sujeto es aquello que, en la conciencia, es diferenciado de la represent aci n y del objeto por medio de s mismo, y a lo cual es referida la represent aci n diferenciada del objeto." [ibid.. p. 171). La proposicin de la conciencia "expresa", as, el hecho de la conciencia. Este hecho yace a la base de aquella, pero en cuant o sale a la luz por medio de ella, la proposicin de la 52 Cf. Fundament . pp. 104 s. Que la filosofa crtica no sea filosofa primera, sino slo propedut i ca de la metafsica, es algo que. por lo dems, debe consi derarse y respet arse, par a Reinhold, como aspect o esencial de las ex- pr esas i nt enci ones de Kant: "Ni si qui era la expresa declaracin de Kant en el sent i do de que su KrV no es ms que la propedutica de la metafsica, ha podido impedir que ella fuera consi der ada por los kant i anos, m s fieles a la letra que al espritu de su doctrina, como la doctrina elemental de laflosofia." [Fundament. pp. 62 s.; cf. ibid.. pp. 115 s.). 53 A. Klemmt sost i ene que lo ms caract er st i co de la Elementarphilosophie es que ella es un anlisis descriptivo del hecho de la conciencia, cosa que la empar ent a not abl ement e con el proyecto fenomenolgico de E. Husserl . [Cf. Klemmt. 1958. pp. 58 ss.) 59 conciencia no slo const i t uye su expresin, sino en cierto sen- tido su "fundamento", su "razn de ser". 54 Ahora bien, el hecho que es expresado por medio de la proposicin de la conciencia no es si mpl ement e el de que hay conciencia, si no el hecho de que la conciencia de, implica en s: sujeto, objeto intencional y acto consciente [representacin). Todas est as t res cosas est n i mpl i cadas a la vez. o en uno, por as decir, en la conciencia, y son concebi das como necesar i ament e diferenciadas por la re- flexin, por la explicitacin filosfica. Por medio de este procedi mi ent o de reflexin sobre la con- ciencia, Reinhold pr et ende ganar un concepto de represent a- cin que no es el resul t ado de una abst racci n a part i r de los diferentes tipos de represent aci n, sino que yace a la base del concept o general y abst r act o de represent aci n que es comn a t odas l as represent aci ones: a la represent aci n sensi bl e, al concept o y a la idea. Est as l t i mas "no son represent aci ones porque t engan algo en comn sino porque a ellas es comn lo que tiene lugar en la conciencia como represent aci n; porque represent aci n sensible, concepto etc., es algo que es diferen- ciado, en la conciencia, del objeto y del sujeto, y referido a ambos. " [Beytrage I, p. 169). De modo que slo se comprende lo que las diferentes r epr esent aci ones t i enen en comn cuan- do se compr ende (por reflexin) la represent aci n como un ele- ment o de la conciencia. Es est a la maner a como se det ermi na la represent aci n y como se derivan las di versas represent a- ciones. Lo mi smo vale con relacin a las noci ones de "objeto represent ado" y de "sujeto represent ador" o "sujeto que repre- senta", en cuant o const i t uyen lo que Reinhold l l ama l as "con- diciones ext ernas de la represent aci n" (Versuch, p. 202). Del anl i si s de la represent aci n t ambi n r esul t a el que ella sea causada, originada, o que tenga, por as decir, una raido fiendi. A est a ratiofiendi de la represent aci n, Reinhold le da el nombr e de "facultad de represent aci n" [Vorstellungsvermgeri); 54 Sobre est a cont rat ensi n entre "expresin" [Ausdruck] y "fundamento" [Grundj. en relacin con la proposicin y el hecho de la conciencia, cf Bondeli, 1995, p. 55: "El hecho simple de la conci enci a se ha de ent ender como fundament o de la proposicin de la conciencia, en cuant o est a l t i ma es slo su expresin lingistica, en cuant o ni cament e est a lleva a aquel hecho a la forma de una proposicin. El hecho t ambi n es, sin embargo, una consecuenci a de la pro- posicin, ya que l llega a ser un hecho decl arado [erklrt] graci as a ella." Est a cont rat ensi n no es de poco valor en relacin con las dificultades rela- tivas a la circularidad y a a derivacin que afectan al proyecto rei nhol di ano. como most r ar ms adel ant e. 60 La facultad de representacin es aquello por lo cual la mera representacin es decir, lo que en la conciencia se puede re- ferir a objeto y sujeto, pero se diferencia de ambos es posible; y es aquello que en la causa de la representacin, es decir, en aquello que contiene el fundamento de realidad [Gnmd der Wirk- lichkeit) de una representacin, tiene que existir antes de toda representacin. [Beytrage I. pp. 175 s.). Del mi smo modo como se derivan los diversos tipos de re- present aci n de acuer do con su pert enenci a a la conciencia, exact ament e de est e mi smo modo se s acan a la luz, medi ant e el anlisis, las diferentes facultades de represent aci n que co- rresponden, como causas, a aquel l as represent aci ones: la sen- sibilidad como facultad de las r epr esent aci ones sensi bl es; el ent endi mi ent o, como facultad de los conceptos; y la razn, como la facultad de las ideas. 55 El anlisis de la represent aci n, como reflexin sobre la con- ciencia, nos permi t e, adems , deri var o det er mi nar lo que Reinhold l l ama "las condiciones i nt er nas de la represent aci n". A saber: la materia y la forma de la represent aci n. [Versuch, XV-XVI). La materia de la represent aci n es "algo que corres- ponde a lo represent ado (al objeto que se diferencia de la repre- sent aci n por medio de la conciencia)" (Versuch, p. 230). A este concepto Reinhold asoci a l as noci ones de lo "dado" [Gegeben). lo "recibido" o "capt ado" [Empfangen); o t ambi n es a veces caract eri zado por l como "elemento o componente (Bestandeil) objetivo de la representacin": "Aquello que en la mer a repre- sent aci n, y por lo cual la mer a represent aci n, se refiere al objeto, se l l ama la materia de la represent aci n. " [Beytrage I, p. 182). La forma de la represent aci n es, por su part e, la otra condicin i nt er na de la represent aci n. Ella es "algo por lo cual la mer a mat er i a llega a ser represent aci n. " (Versuch. p. 235). A ella asocia Reinhold el concept o de lo "producido" o "creado" (Hervorgebracht). de lo que tiene l ugar medi ant e la participa- cin de una facultad activa, espont nea [Versuch. XX). La forma de la represent aci n t ambi n se comprende como el com- ponent e subjetivo de ella: "Aquello que en la represent aci n, y por lo cual la represent aci n, se refiere al sujeto, se l l ama la forma de la represent aci n. " [Begtrge I. p. 183). Materia y forma const i t uyen los dos elementos esenciales de la represent aci n, al punt o que no es posible habl ar de una 55 Cf. Beytrage I. p. 176; Versuch. IX-X. 61 r epr es ent aci n que no est conf or mada por a mba s . Par a Reinhold, est a es una de s us ms i mport ant es contribuciones en cuant o, por una part e, est l l amada a liberar a la teora y a la terminologa kant i anas de fatales ambi gedades como, por ejem- plo, la que surge de consi derar a las formas de las represent a- ciones como representaciones pur as, o la que se origina al iden- tificar el objeto, en cuant o fenmeno, con la representacin. Pero, por ot ra part e, la i mport anci a de est a contribucin t ambi n re- side en que de ella se desprende el fundament al principio de la "no-representabilidad" de la cosa en s. 56 Este principio se deri- va analticamente de la nocin de representacin, ent endi da como compuest a necesari ament e de mat eri a y forma: La representacin de un objeto en su forma caracterstica, in- dependiente de la forma de la representacin, o sea, la repre- sentacin de la llamada cosa en s. contradice el concepto de una representacin en general. Esto es, la cosa en si no es representable. (Versuch, p. 244), La teora de la represent aci n y de la facultad de represent a- cin que Reinhold expone de este modo, como resul t ado de un anlisis reflexivo de la conciencia, cul mi na en la l l amada proposi- cin del conocimiento: "La conciencia, cuyo objeto no es ni una mera represent aci n, ni lo que represent a, sino algo represent a- do diferente de ambos, se l l ama conocimiento." [Beytrage I, p. 223). A est a proposicin accede Reinhold despus de haber pre- sent ado lo que l llama "teora de la conciencia". El conocimien- to, como conciencia del objeto, es apenas un caso especfico de la conciencia. Tambi n son, en cierto sentido, casos especficos de la conciencia lo que Reinhold llama "conciencia clara" y "con- ciencia distinta". La conciencia en general, sin especificacin alguna, "consiste en el ser referido [Bezogenwerden] de la repre- sent aci n, por medio del sujeto, a objeto y sujeto, y es, en gene- ral, i nseparabl e de la representacin. " (ibid., p. 218). La con- ciencia se llama clara "en cuant o es conciencia de la represent a- cin." (ibid., p. 221). La conciencia se llama distinta "en cuant o es conciencia del que represent a como tal, autoconciencia." [ibid., p. 222). Tanto conciencia clara como distinta vuelven a triplicarse en: I o conciencia clara de la representacin (mera conciencia de la representacin), 2 conciencia clara del representante, o de 56 Cf. Versuch. pp. 244 ss.: Beytrage I. pp. 185 ss. quien represent a y 3 o conciencia clara de lo representado. Res- pect i vament e: I o conciencia di st i nt a del represent ant e (auto- conciencia). 2 conciencia distinta de la representacin y 3 C con- ciencia distinta de lo representado. La diferencia ent re una y otra triplicacin reside en que mi ent ras en el caso de la concien- cia clara el segundo y tercer moment os de la triplicacin siem- pre est n acompaados del primero (la conciencia de la repre- sentacin), en el caso de la conciencia di st i nt a la segunda y tercera clase de ella est n acompaadas por la conciencia dis- t i nt a del que represent a o autoconciencia. La proposicin del conocimiento constituye, a su vez, un principio cuyo anlisis da como resul t ado la completa teora de la facultad de conocimien- to, de sus realizaciones y sus lmites. 57 Los el ement os aqu pr esent ados, pr ct i cament e de un modo literal, const i t uyen la est r uct ur a bsi ca de la const rucci n te- rica de la Elementarphilosophie. Por medio de esa const r uc- cin, Reinhold pret ende resolver las apodas ms caract er st i - cas de la filosofa kant i ana. A saber: primero, la apori a que subyace al cargo de circularidad. Est a apori a est i nt er namen- te ligada al reproche relativo a la carenci a de un efectivo poten- cial probat ori o de la filosofa t r ascendent al , debido al cmul o de pr esupuest os inexplicados y asumi dos por ella sin ms. La conversin de la met a-t eori a critica del conoci mi ent o de se- gundo orden en teora de pri mer orden (filosofa como ciencia estricta, pr i ma philosophia) sobr e la r epr esent abi l i dad y la cognoscibilidad bas ada en pri nci pi os [Elementarphilosophie). pri nci pi os que son ext ra dos del anl i si s reflexivo del hecho originario de la conciencia (giro subjetivo); est a conversin o t ransformaci n, digo, debe ser la clave par a dot ar a la filosofa t r ascendent al de un verdadero potencial probatorio. La segun- da aporia es la que tiene que ver con la doble significacin del concept o kant i ano de objeto; como objeto de la representacin y como cosa en s. y con el pr esupuest o realista que subyace a est a doble significacin. 57 Cf. Beytrage I. XXXIII-XLIV: Versuch. XXXV1II-LXXXV111. En la teora de la facultad del conoci mi ent o Reinhold empr ende el anl i si s de las facultades de la represent aci n (sensibilidad, ent endi mi ent o, etc.) ya no en cuant o me- ras facultades de la represent aci n en general, si no en cuant o facultades cuya funcin represent at i va puede ser un poco ms especificada. Est a espe- cificacin tiene lugar de acuer do al objeto, o a lo "diferente represent ado" [das unt erschl edene Vorgestellte) que corresponde, especficamente, a cada una de ellas. Que est a especificacin puede ser t eni da como efectivamente lograda es. nat ur al ment e, otro problema. i f i Para el propsito de este estudio interesa considerar si, y en qu medida, del esfuerzo terico de Reinhold resulta el efec- tivo desenredo de este nudo aportico que caracteriza a la filo- sofa trascendental kantiana. 5. Fundament aci n ltima, circularidad y derivacin En uno de los momentos en que la relacin de la Elemen- larphilosophie con la filosofa crtica kantiana se torna ms polmica, Reinhold achaca a Kant el cargo de circularidad. La "posibilidad de la experiencia", y tanto la "naturaleza" como la "realidad de los juicios sintticos a priorij son asumidos sin demostracin "y han sido presentados a travs de exposicio- nes incompletas, sin una determinacin exhaustiva de sus pro- piedades." [Fundament, pp. 129 s.). Slo se puede aceptar que la KrV prueba la posibilidad de la experiencia y la realidad de los juicios sintticos apriori sobre la base de principios en los que dichas posibilidad y realidad se hallan presupuestas. Con Reinhold parece, pues, iniciarse esa tradicin de la in- terpretacin del modo de comprobacin filosfica propuesto por Kant que consiste en el reproche de circularidad. Ese modo de comprobacin est expresado por Kant en una conocida divisa que ha dado lugar a una enorme discusin en torno al status de las llamadas "pruebas trascendentales", por otros tambin denominados "argumentos trascendentales": 58 Para Kant, proposiciones sintticas como "todo lo que suce- de tiene una causa", comportan una validez universal que no puede ser demostrada directamente a partir del mero examen de los conceptos contenidos en ella, sino slo indirectamente "por medio de la referencia de esos conceptos a algo completa- mente contingente, a saber: la experiencia posible. Estos prin- cipios son. por supuesto, apodicticamente ciertos, si se presu- pone la experiencia (algo como objeto de experiencias posibles), pero no pueden ser ni siquiera conocidos en s mismos (direc- tamente) a priori." Por esta razn, una proposicin semejante puede llamarse. 58 Cf. Crawford. 1961-1962. pp. 257- 268. M. Baum prefiere que se di st i ngan "pruebas" de "argument os" t r ascendent al es, pensando sobre todo en la adop- cin de este ltimo t rmi no por part e de St rawson y de la "recepcin analti- ca" de la filosofa t r ascendent al [Cf M. Baum, 1979, pp. 3-26). Consl t ese t ambi n Aschenberg. 1982. pp. 257 ss. 64 "Principio".... "aunque tenga que ser demostrado debido a que posee la propiedad especial de que l mismo hace posible su fundamento probatorio; a saber: la experiencia, y siempre tiene que ser presupuesto en esta." [KrV. p. A 737 = B 765. La ltima cursiva es ma). Que la experiencia sea consi derada como "fundament o pro- batorio" (Beweisgrund) del principio que la hace posible y que ha de est ar pr esupuest o en ella es lo que const i t uye el carct er ci rcul ar de este modelo de ar gument aci n. Reinhold pi ensa que piezas doct ri nal es t an esenci al es de la filosofa critica como la demost raci n de la prioridad de las formas de la represent aci n (respecto de los contenidos) o la Deduccin de las categoras, pr es uponen la experiencia: La experiencia es... la verdadera razn [Grund] itna. el funda- mento [Fundament). sobre el que est levantado el magnifico edificio doctrinal de la KrV. La representacin de las percepciones en una correlacin regulada y determinada necesariamente, to- mada como un hecho [Faktum) del que Kant bien pudo presu- poner que a l se le garantizara, es la base del sistema kantiano." [Beytrage l. pp. 278 s.). En cuant o la experiencia, preconcebida como la correlacin de las percepciones segn leyes uni versal es y necesari as, se as ume como Faktum indiscutible, todo el andami aj e conceptual de la KrV conducent e a la comprobacin de los principios que hacen posible una experiencia as preconcebida, puede consi- derarse como una const rucci n terica ad hoc, o dest i nada a la justificacin de este Fakt um as presupuest o. Lo verdaderamen- te controvertido y grave de semejante procedimiento, lo verda- der ament e endeble de este Faktum como fundament o, se deja ver t an slo con asumi r un concepto contrario o distinto de ex- periencia: un concepto de acuerdo con el cual, por ejemplo, ella no sea ent endi da como una correlacin de percepciones segn principios provistos de necesidad, sino como un conjunto de percepciones en mayor o menor medida variable, cont i ngent e y relativo. Est e es el concepto de experiencia que yace a la base del escepticismo de Hume. Cont ra este concepto la filosofa t ras- cendent al no puede hacer nada fundament ado o convincente, pl enament e ar gument ado, mi ent ras que ni cament e provea el i nst r ument ar l o concept ual para justificar ad hoc el Fakt um del que ella part e, pues est a justificacin ad hoc requiere del Faktum del que part e (en ese sentido l es fundamental), pero no parece 65 est ar en condiciones de demost rar que l tenga que ser as. de esa nica manera. 5 -' Este es el meollo de la confrontacin de la filosofa t rascendent al con el escepticismo filosfico. 00 Reinhold es pl enament e consciente de l, al sost ener que los filsofos que par t en de un concepto de la experiencia como correlacin "va- riable, contingente y relativa" de las percepciones (eslo es, los filsofos escpticos de corte humeano) "son compl et ament e irre- futables por medio de la KrV, en cuant o esta as ume el concepto de experiencia o de la ' representacin de la correlacin necesa- ria de las percepciones sensibles' como base de su edificio doc- trinal, por ms slida que sea en s mi sma est a base. Para ellos, la r eal i dady la indispensabilidad de los juicios sintticos apriori no est demost rada. " {Beytrage I, pp. 286 s.) Reinhold pret ende coadyuvar en est a si t uaci n por medio de su f undament aci n pr i mer a del saber filosfico, esto es. deri vando la experi enci a de un f undament o pri mero que es aut oevl dent e y capaz, a su vez, de transferir evidencia a las proposi ci ones que se deri van de l. Pero un proyecto semej an- 59 St ephan Krner ha i nt ent ado most r ar que la uni ci dad de un esquema con- cept ual no puede ser t eni da por demost r ada de acuer do con un modelo t ras- cendent al de ar gument aci n {Cf Kmer, 1969. pp. 233 ss.). La existencia de esquemas concept ual es al t ernat i vos, diferentes al pr opuest o por la filosofa t rascendent al , seria para Kmer, por otra part e, un ejemplo que slo valida- ra t ct i cament e lo que l pret ende most r ar ar gument at i vament e como impo- sible. Una validacin semej ant e seria hast a cierto punt o suficiente para fre- nar las pret ensi ones del modelo t r ascendent al de ar gument aci n. Cont ra est a tesis, cf, especi al ment e Schaper. 1972. La present aci n del Fakt um de esquemas concept ual es al t ernat i vos, sirvindose de los r esul t ados de la et- nografa del siglo XX. t ambi n es un recurso del que se han servido los crti- cos de est a t endenci a t r ascendent al i st a de un ni co esquema concept ual compart i do por todos los hombr es y t odas las cul t ur as. Vase a este respecto Wat ki ns. 1984, pp. 23 ss. 60 Esta linca de ar gument aci n ser per si st ent ement e repet i da por Schul ze y Maimn. Schul ze insistir en el carct er i nevi t abl ement e regresivo de la ar- gument aci n t r ascendent al {Cf por ej. . Kritik der theoretischen Plulosophie I [Criticade la filosofa terica; en adel ant e: Ktl J h\. pp. 641 s.), y en el hecho de que de este carct er regresivo se sigue la arbi t rari edad de los principios que se qui eren defender como ni cos y apodclicos {Cf por ej., en relacin con el. an hov. t an controvertido t ema de a derivacin de la tabla de los juicios: KthPh I!, p. 333| . La pr esuposi ci n del Fakt um de la experi enci a y su inexplicabilidad sern los motivos que llevarn a Sal omn Maimn, por su part e, a i nt ent ar confraternizar ei punt o de vista t r ascendent al de su pensa- miento con lo que l llam "escepticismo emprico", o t ambi n "escepticismo critico". Vase Maimn. Versuch ber die Transzendentalphilosophie {Ensayo sobre l afl osofi a t rascendent al , en adel ant e: VT. p. 436); t ambi n, del mismo: Kritische Unlersuciiungen ber den menschlichen Geist {Investigaciones criti- cas sobre el espritu humano. En. Gesammelte Werke GWV7/. p. 355). 66 te no puede ser consi derado como logrado, sin ms , has t a t an- to no satisfaga al gunas i nqui et udes que pr eocupan al esepti- co o, en general, a t oda act i t ud filosfica que mi ra con sospe- cha l as pret ensi ones del fundament al i smo en filosofa. Quiero seal ar dos de esas Inqui et udes: a) El mi smo fundament al i smo rei nhol di ano est, y no puede menos que est ar, expuest o a la circularidad; y b) l no parece capaz de est abl ecer la derivacin ci ent fi co-axi omt i ca que pr omet e sin enr edar s e aport i ca- ment e. 6. Apor i a d e l a ci r cul ar i dad El proyecto f undament ador de Reinhold sugiere una est r uct u- ra circular s umament e i ncmoda que no se compadece con lo que promet e. A saber: t ransformar la crtica de la razn, como crtica de la metafsica, en una filosofa pri mera de la facultad de represent aci n que ha de dot ar de absol ut a evidencia y de compl et a comprobaci n a los pri nci pi os as umi dos por la fi- losofa t r ascendent al kant i ana: la posibilidad de la experiencia como correlacin necesari a de percepci ones y la real i dad de los j ui ci os sintticos a priori. En mltiples ocasiones, Reinhold declara que los materiales de los que su fundament aci n filosfica part e, provienen de la KrV. m Kant descubri, par a l, los elementos bsi cos de la teora de la facultad de represent aci n pero no construy esa teora. De ah que la Elementarphilosophie comience Just o ah donde la crtica kant i ana termina. 62 Lo que constituye lo ltimo en la bs - queda de fundament os de la cognoscibilidad y de la represen- tabilidad es lo primero en la exposicin si st emt i ca (y demost ra- tiva) de lo encont rado: "lo ms elevado en la abstraccin, lo ms bajo en la ciencia, lo has t a hace poco menos significativo, ms controvertido, m s desconocido ent re los filsofos, tiene que convertirse en lo ms i ndi spensabl e, lo ms demost rado, lo ms conocido en la filosofa."( Fundament , p. 19). Ent re los pasaj es que se pueden consi derar ms di si ent es de est a, di gamos, relacin de ret roal i ment aci n ent re los mat e- riales de los que se nut r e el proyect o f undament ador y su const r ucci n, se puede t ener el si gui ent e del ensayo de los Beytrage t i t ul ado: "Sobre la relacin de la Teora de la Facul t ad de Represent aci n con la KrV"; 61 Cf. por ejemplo. Beytrage I. p. 267; Fundament . p. 133, 62 Cf. Fundament . p. 62. 67 Suponiendo que la proposicin de la conciencia fuera realmente el primer principio, vlido umversalmente (allgemetngltig) y algn da validado umversalmente [allgemeingeltend), de la filosofa ele- mental, l podra ser descubierto, como poseedor de esa propie- dad, por la va analtica (que es la nica posible en el primer des- cubrimiento) slo despus del concepto de la mera representacin. y este ltimo, a su vez, slo despus de los conceptos de las representaciones de la sensibilidad, del entendimiento y de la ra- zn. El descubrimiento de la consecuencia tiene que anteceder necesariamente al descubrimiento del fundamento [Guia); las premisas cientficas de un conocimiento slo pueden ser busca- das despus del conocimiento existente, y el contenido esencial de una ciencia tiene que ser encontrado primero, antes de que el principio que le da su forma a la ciencia pueda venir a parar a la conciencia. Si la KrV. por medio de las formas de la representa- cin expuestas por ella, no hubiera descubierto completamente las propiedades esenciales de las representaciones sensibles, de los conceptos y de las ideas, la cuestin acerca de la propiedad esencial de la representacin en general no seria solucionable; es ms!, en cuanto ella no hubiera tenido un sentido determinado, hubiera sido imposible. [Beytrage I, pp. 265 s.). La El e me nt a r phi l os ophi e a c e p t a l a val i dez uni ver s al [Allgemeingidtigkei) de los principios de la filosofa kant i ana, pero no reconoce que st os hayan sido demost r ados por medio de un f undament o que valga umversal ment e (ein allgemein- gel t ender Grundsatz). o, di r amos, que haya sido ya, de forma explcita, validado y acept ado umver sal ment e. Est a diferencia, a mi modo de ver ext r emadament e sofisticada, ent re lo "vlido umver sal ment e" (llgemeingi'tig) y lo "que se valida, o que vale, umver s al ment e" , o ha si do ya "val i dado umve r s a l me nt e " [allgemeingeltend), es la clave de la cont ri buci n de Reinhold par a dot ar de potencial probat ori o a la filosofa t r ascendent al , pero t ambi n su cruz: El principio que vale umversalmente [das allgemeingeltende Prinzip) en la filosofa se diferencia del principio vlido umver- salmente (das allgemeingltige Prinzip) en que aqul no sola- mente, como si es el caso de este, es reconocido como verdade- ro por todo aquel que lo entiende, sino que tambin es realmente entendido por toda cabeza sana y que filosofa. (Versuch. p. 72). Asi. l as proposi ci ones y pri nci pi os de una det er mi nada di s- ciplina pueden perfect ament e est ar dot ados en s de validez universal sin que por ello sean t eni dos por la comuni dad cien- tfica como principios que valen umver sal ment e. Para Reinhold, este fue el caso de las proposi ci ones de la fsica newt oni ana en el moment o de su concepcin, es decir, ant es de que pudi er an ser expuest as con t oda claridad en un corpus si st emt i co que no diera lugar a mal ent endi dos, dudas o cont roversi as. ' " Lo que se halla det r s de est a diferencia no es ms que la distin- cin ent re lo implcita y lo explcitamente consi derado como v- lido. De este modo, por ejemplo, podemos consi derar las reglas gramat i cal es como implcitamente vlidas cuando hacemos uso del lenguaje. Lo que, por su part e, hace un texto de gramt i ca es explicitar est as reglas y most r ar la maner a como se rige por ellas el lenguaje. No por t r at ar se de la explicitacin de algo que implcitamente us amos y de al gn modo conocemos, o de lo que i mpl ci t ament e est amos en posesin, deja de ser en oca- si ones t ort uosa la t area de compr ender una gramt i ca. Es lo que le ocurri a la reina Isabel de Castilla (la rei na Catlica) despus de haber se t or t ur ado con el est udi o de la gramt i ca de Nebrija la pri mera gramt i ca de una l engua eur opea mo- derna, dicho sea de paso. "Seor Nebrija" le dijo a su aut or, segn cuent a la leyenda "no sab a que lo que yo uso a diario con t ant a sol t ura fuera t an difcil." 04 Hast a aqu funciona bien el paralelo con Reinhold, inclu- yendo lo del est udi o t ort uoso. Pero los pr obl emas empi ezan pront o si, por vent ura, en el ejemplo elegido, se pret endi era most r ar que la gramt i ca, o la explicitacin de las reglas y ele- ment os del lenguaje, es la bas e de este, la cual , ci ert ament e, es descubi ert a como tal por medio de un anl i si s reflexivo, pero no toma nada, pr esunt ament e, en cuant o base, de ese fenme- no o hecho anal i zado. Una idea, a mi modo de ver, escandal osa y difcil de acept ar. Lo que, con todo, pret ende Reinhold. es j ust ament e eso: par- tir del concepto de representacin, el cual, inexplicadotal como figura en la filosofa kant i ana. contiene implcitamente la pro- posicin de la conciencia, y someterlo a un anlisis aclaratorio cuyo resul t ado ha de ser el descubrimiento, la explicitacin de la proposicin de la conciencia. Para llegar a la proposicin de la conciencia se necesita de la represent aci n de la que se parte, pero una vez llegados a la proposicin de la conciencia, se devela 63 Cf. Versuch. p. 72: t ambi n pp. 18 ss. 64 El ejemplo, ciel que me sirvo aqu con algo de libertad, es ofrecido jx>r Strawson (1992, cap, 1). 69 el hecho de que ella es el fundament o pri mero de la repre- sentacin. 65 Como puede verse, todo el meollo est en determi- nar el tipo de dependenci a mut ua que existe ent re el concepto de "representacin" (y los "tipos de representacin"), por una part e, y la "proposicin de la conciencia", por la otra. La proposicin de la conciencia necesita, requiere, de la re- present aci n y de los tipos de represent aci n en cuant o materia- les de los que part e el anlisis. Como quien dice: de nada no viene nada. Pero la represent aci n y los tipos de representacin necesitan o requieren de la proposicin de la conciencia en cuant o ella es la expresin filosfica de lo que aquel l as son. La pri mera necesi dad o el primer requerimiento es, por asi decir, /rtico: se t rat a del dat o que sirve de punt o de part i da. La segunda necesi- dad o el segundo requerimiento es, por su parte, lgico, o lgico- fidosfico; la proposicin de la conciencia es la explicitacin del hecho que constituye el fundament o real de la represent aci n y de los tipos det ermi nados de represent aci n. Si la dependenci a mut ua ent re la represent aci n (y los tipos de representacin) y la proposicin de la conciencia se ve desde dos punt os de vista diferentes como parece ser en ocasiones el caso en Reinhold se puede suprimir, o al menos morigerar significativamente, el cargo de circularidad, par a dar paso a una comprensi n de la menci onada relacin de mut ua dependenci a como una t ensa, pero fructfera, relacin de mut ua retroalimentacin ent re el ma- terial del que se part e en un sentido temporal y la esl nt ct wa de ese material, descubi ert a por anlisis, y que le sirve a l de prin- cipio en un sentido lgico-filosfico, Pero est a liberacin del cargo de ci rcul ari dad en el caso de Reinhold no puede t ener l ugar, desgr aci adament e. Primero, porque en cuant o l reconoce, con razn, que el haber part i do de s upues t os era lo que di smi nu a el potencial probat ori o de la filosofa t r ascendent al , ent onces el programa de una filosofa como ciencia estricta tiene que presci ndi r por completo de ellos. Se podr a argi r aqui , claro est , que, como se dijo arri ba. Reinhold no critica la validez de los pr es upues t os kant i anos sino el hecho de que st os no est n compr obados. En efecto, lo que el proyecto de la Elementarphilosophie se propone, princi- pal ment e, es convertir lo que en la KrV fue "pr esupuest o como ver dader ament e probado" en algo que puede ser asumi do sin vacilacin como "probado verdaderament e" [Fundament. p. 129). 65 Cf Fundament . p. 79, 70 El problema est (y esto constituye la segunda razn a favor del cargo de circularidad), en pret ender que lo que es aceptado en cuant o "presupuesto como verdaderament e probado" no contri- buye par a nada a su demostracin filosfica como verdadero. Este es un problema muy serio. Es como si se pretendiera que la lengua que usa la reina Isabel no contribuye a su t ort uosa com- prensin (pero comprensin, de t odas maneras) de la gramtica con la que Nebrija quiso exponer la est ruct ura de su lengua. Por supuest o que nadie pret ende que, en el ltimo ejemplo, la com- prensin (explicitacin) de la base est ruct ural que se halla impl- cita en la lengua que usamos, no tenga lugar por medio de. y con ayuda de, la mi sma lengua que es analizada. De ah que ese ejemplo muest re, ant e todo, un simple modelo auto-referencial con un ms o menos claro carcter holistico. El problema, en el caso de Reinhold, consiste en que su aparent e holismo 66 es en realidad un fundament al i smo ext remado que va, sin parecer notarlo, hacia su propio callejn sin salida, o mejor, que, sin dar- se cuenta, se comporta como el barn de Mnchhausen cuando se tir de su propio cabello par a poder salir del lodo movedizo. 67 Parece, ent onces, que este fundament al i smo ext remado no avanzara demasi ado respecto del procedimiento t rascendent al de demost raci n dest i nado a dotar de comprobaci ones a la fi- losofa t rascendent al . En los moment os en los que se present a con ms fuerza el potencial argument at i vo de la filosofa t ras- cendent al en la KrV (La Deduccin y Las Analogas), se le puede reconocer a Kant, al menos, que aunque pr esuponga de hecho 66 F.C. Beiser pi ensa que la filosofa de Reinhold est ani mada por ideales holisticos [Cf. Beiser. 1993. p. 231). Creo, con todo, que est e holismo es slo apar ent e y que i nt ent a surgi r slo en la medi da en que Reinhold se enreda con el probl ema del comienzo [o fundament o primero) de la filosofa. De ser holistico su proyecto, no est ar a t an obsesi onado con el probl ema de la acep- tacin de los pr esupuest os, ni se esforzara t ant o por est abl ecer el carct er t rascendent e del f undament o en relacin con lo f undament ado, si no que en- focara ms bien su at enci n en la necesari a relacin de ret roal i ment aci n entre uno y otro. 67 La figura es or i unda de Schopenhauer . qui en compar a la abs ur da acci n del barn de Mnchhaus en par a salir del lodo con la causa su de Spinoza [Cf. Schopenhauer . 1986. T. III. p. 28). Hans Albcrt dio. como se sabe, el nombr e de rrema de Mnchhausen a la triple dificultad en la que se encuent r a todo i nt ent o de una fundament aci n pri mera. Un i nt ent o semej ant e est conde- nado: 1) o bien a un regreso infinito. 2) o a un crculo lgico, o 3) a una i nt errupci n del procedi mi ent o fundament ador. [Cf Albert. 1968. pp. 13 ss.). El trilema de Mnchhaus en es. por lo dems, localizable dent ro de los llama- dos "cinco tropos", o t ropos relativos al "conocimiento filosfico" que expone Sexto Emprico en los Esbozos pinnicos [Cf I. 15 [164-177]). Sobre el terna vase Ricken. 1994. p. 161: cf. t ambi n, infra. II.. n. 56. 71 la experiencia (concebida del modo det ermi nado como l la con- cibe), su esfuerzo est encami nado a demost r ar que est a expe- riencia pr esupuest a tiene que ser el caso o, mejor, tiene que ser necesari ament e presupuest a. Y esto es as, porque, si no, toca acept ar la hiptesis del eseptico que, o bien choca con el hecho acept ado, 68 o bien t ermi na por ser i nconsi st ent e debido a que el eseptico se tiene que servir de aquello que pone en duda par a poder ponerlo en duda. 69 Independi ent ement e de que se pueda acept ar como concluyente un modelo de argument aci n seme- j ant e (yo no creo, en realidad, que lo sea), se puede al menos 68 Cf KrV. B 128: "La derivacin emprica..." de las cat egor as (que conduce. segn Kant. al escepticismo) "...no se puede conciliar con la realidad de los conoci mi ent os cientficos a priori que poseemos: a saber: con la mat emt i ca pur a y con la ciencia nat ur al universal, y por esa razn es refutada por el hecho {Faktum}." 69 Est a pr ueba de la i nconsi st enci a de la posicin escpt i ca es la que se halla formulada en t rmi nos general es en los l l amados "ar gument os t r ascenden- tales": el eseptico "pret ende acept ar un esquema concept ual , pero al mi smo tiempo r echaza t r anqui l ament e una de l as condi ci ones de su empl eo. " [Strawson. 1959. p. 35: Cf. t ambi n, p. 40). La demost raci n de la i nconsi s- t enci a del eseptico es un l ugar comn de la filosofa t an ant i guo como la filosofa mi sma. Y el mi smo Reinhold, t an poco original, no const i t ui r una excepcin a est e respect o: "Todo filsofo que escri ba pr esupone al menos en la clase de lectores par a la que l escribe, algo que vale umver sal ment e, pues si no, cmo podr a esper ar ser ent endi do? Incluso en el caso en que l se las arregle par a est abl ecer sl i dament e pri nci pi os a n no hal l ados acerca de una cierta mat eri a, tiene que part i r de algo que l ya consi dera como valida- do umver sal ment e. Y si falla en su fin. la cul pa yace en buena part e en que l se ha equivocado en est a l t i ma opinin. El eseptico dogmtico, que se burl a de lo que vale umver sal ment e en la filosofa, se refuta a s mi smo, por cuant o l hace i mpri mi r su escrito de burla. . . . " {Versuch, pp. 73 s.). Es evi- dent e que este procedi mi ent o de refutacin del escept i ci smo es s umament e general , si no vago, y no sirve par a demost r ar principios o es quemas con- cept ual es det ermi nados o incluso demasi ado determinados. Cundo em- pieza a ser t an det er mi nado un esquema concept ual , esto es. cundo deja de ser una condicin m ni ma de posibilidad para la experiencia (m ni mament e) objetiva, o par a la producci n de sent i do, y se vuelve algo ms o menos condicionado histrica o ci r cunst anci al ment e. es algo que no se const at a como resul t ado del procedi mi ent o de demost r ar la i nconsi st enci a del esep- tico, pues este procedi mi ent o slo es apt o cont ra formas exageradas de es- cepticismo: cont ra formas como la que se hal l a expresada, por ejemplo, en la formulacin: "nada podemos saber", o semej ant es. Est e expediente no pare- ce, en cambi o, muy pot ent e con relacin a formas m s moder adas o ms parci al es de escepticismo: me refiero con est as l t i mas a formas de escepti- cismo que cuest i onan as unt os det er mi nados y no a una artificial "duda uni - versal". A esta l t i ma clase pert enece, por ejemplo, el cuest i onami ent o es- eptico acerca de que sea est a o aquella la est r uct ur a o forma de nuest r a experiencia y no esta o aquella otra. El escept i ci smo de Hume, y t ambi n el de Schul ze. son de este tipo. Sobre la probl emt i ca general pl ant eada en est a nota va me he pr onunci ado en otra part e [Cf Hoyos, 1999), 72 reconocer que Kant no parece tener inconveniente en conside- rar que la filosofa ha de partir, forzosamente, de supuest os. 70 Si Reinhold, aunque a regaadi ent es o probabl ement e sin notarlo, hace lo mi smo, y no puede menos que hacerlo, surge ent onces la pr egunt a: dnde est la t an anunci ada ventaja de aument ar el potencial probat ori o de la filosofa t r ascendent al por medio de una const rucci n fundament al i st a? La r espues- ta es: en el expediente (cartesiano) de la conciencia. Digo "car- tesiano" porque se t rat a de un recurso subjetivista l l amado a dot ar de evidencia al si st ema t ant o desde el punt o de vi st a de la f or ma de su derivacin, como desde el punt o de vista del contenido de lo que se deriva. Pero, es este expediente sufi- ciente en real i dad? 7. Es suf i ci ent e el e xpe di e nt e d e l a conci enci a como r ecur s o compr obat or i o d e l a filosofa t r a s c e nde nt a l ? El expediente (cartesiano) de la conciencia bri nda evidencia di- recta al si st ema de la filosofa en cuant o se t rat a de un hecho primigenio que se vive, por as decir, o del que se tiene noticia, sin razonami ent o ni derivacin. Este hecho sale i nmedi at amen- te a la luz con la simple consideracin reflexiva de la representa- cin. Y lo que i nmedi at ament e sale a la luz en esta consideracin, por medio de la conciencia, es que la represent aci n se distin- gue del sujeto v rjcl objeto ^r se refiere a ambos. De lo que somos directa y evidentemente conscientes es de algo muy sencillo y, si se quiere, muy general. A saber: de que toda represent aci n, qua representacin. 1) est present e en una conciencia, esto es, supone la conciencia (como quien dice, "representacin" y "re- present aci n consciente" dicen exact ament e lo mismo); 2) supo- ne un portador (sujeto): y 3) es represent aci n de algo (objeto). Con esto somos consci ent es directa y evidentemente de los ele- ment os ms bsicos de la representacin. 71 En ot ras pal abras: la proposicin de la conciencia es la expresin de un hecho que 70 Para una valoracin positiva del modelo t r ascendent al (kantiano) ele argu- ment aci n, vase Schaper. 1972. pp. 101-116: Bubner. 1974-75. pp, 453- 467; M. Baum, 1979, pp. 3-25. Vase t ambi n una buena caract eri zaci n en Aschenberg, 1982, pp. 257 ss. . de cara a la recepcin de la l l amada "metaf- sica kant i ana de la experiencia" por part e de la filosofa analtica. 71 Un simple anlisis de la gramt i ca superficial del trmino "representar" arro- ja, por lo dems, este resul t ado: represent ar es un verbo activo que demanda a la vez un sujeto de la actividad (el "representante", o el "que representa"! y un objeto directo (lo "representado"). [Cf. D. Henrich. 1989. pp. 143 s.) 73 enunci a las condiciones ms mnimas posibles de la represent a- cin y de la representabilidad en general. Hast a ah bien, y mal hara quien pret endi era quitarle evi- dencia directa a un hecho t an bsico. De lo que se t rat a es de most r ar si se puede reconocer con la mi sma evidencia que ya no si mpl ement e condiciones t an m ni mas de la representabilidad como que la represent aci n requiere un port ador (sujeto) y algo que represent a (objeto intencional), sino condiciones ms det ermi nadas, menos m ni mas, son necesari as par a que la re- presentacin tenga lugar. A este Upo de condiciones ms deter- mi nadas, o menos mnimas, de la represent aci n pertenecen, por ejemplo, la tesis de que espacio y tiempo son las formas (condiciones subjetivas a priori) de la represent aci n sensible, o aquella otra segn la cual la tabla kant i ana de las categoras es completa, indispensable (para t ener conocimiento de objetos) y ni ca. Slo si en el si st ema de la filosofa se pueden ret rot raer la necesi dad o indispensabilidad, la unicidad y la complelud del cuadro que componen est as condiciones ms det ermi nadas, o menos m ni mas, a la mi sma evidencia originaria con que la pro- posicin de la conciencia expresa las condiciones ms m ni mas de posibilidad de la representacin; slo en tal caso, digo, puede est abl ecerse a ciencia cierta si la const r ucci n filosfica de Reinhold es la efectiva fundament aci n. desde un principio, esto es. sin supuest os, de la filosofa t rascendent al . A par t e de esto, el si st ema de la Elementarphilosophie t am- bin tiene que dar cuent a de dos i mpor t ant es as unt os que no parecen cont ar, a pri mera vista, con el mi smo grado de eviden- cia con el que cuent a la proposicin de la conciencia. Se t rat a, pri mero, de la comprobaci n inequvoca de que los tipos de represent aci n de los que ha part i do el anl i si s (representa- cin sensible, concepto, idea) son, efectivamente, todos los ti- pos de represent aci n cobijados por el gnero "representacin". Ms adel ant e ofrezco una r espuest a negativa a est a cuest i n bas ada en las seri as e i nsal vabl es aport as que afectan al pro- yecto rei nhol di ano de la derivacin si st emt i ca. 72 En segundo lugar, el si st ema debe most r ar que el objeto correspondi ent e, que es diferente de la represent aci n, pero (o mejor, y) al que la represent aci n se refiere, es. en el caso del conocimiento teni- do por objetivo, algo ms que un mero objeto intencional, es decir, algo ms que aquello de lo que toda represent aci n es, 72 Cf. infra. 8, 74 en cuanto tal, representacin y que puede ser meramente ideal y no necesariamente real. En el ltimo apartado de este ensa- yo ofrezco un primer avance de este tpico, tan caro a la re- flexin escptica. Examinemos brevemente lo primero, es decir, lo relaciona- do con las condiciones mnimas de la representacin sensible (espacio y tiempo) y de los conceptos y formas del juicio. Si el expediente de la conciencia, como fundamento probatorio que es autoevidente, quiere avanzar sobre las condiciones ms m- nimas posibles de la representabilidad (lo expresado en la pro- posicin de la conciencia) y demostrar con igual evidencia que, adems, la representacin en general tiene que ser de este y de este otro modo determinado (espacio-temporal y categorial, de acuerdo con la especificacin contenida en la tabla kantiana de las categoras, ni ms ni menos), entonces por medio de dicho expediente se ha de demostrar que este determinado modo de ser de la representacin tiene que ser necesariamente el caso para que la conciencia (y la representacin en general) tengan lugar. En el caso de la condicin absolutamente mni- ma de posibilidad de la representacin, expresada en la propo- sicin de la conciencia, esta prueba no comporta mayor pro- blema, pues con ella brota a la luz que, como qued dicho arriba, para que la representacin, como representacin, exis- ta, se requiere una conciencia que la acompae, un portador y algo que ella represente. Pero que, adems, para que ella exis- ta, sea necesario el esquema conceptual determinado por la filosofa trascendental como el nico, es algo que no se deja evidenciar, sin ms. por medio de una reduccin al hecho origi- nario de la conciencia. Para empezar: en qu puede consistir esta reduccin, esta evidenciacin? Algo es evidente cuando es claro y presente a la conciencia. Para efectos de lo que aqu interesa: la reduccin al hecho originario de la conciencia consiste en que se hace claro y presente a la conciencia el hecho de que determinadas condiciones contenidas en un (el) determinado esquema con- ceptual son indispensables y nicas. Al punto que sin ellas "la conciencia en general sera imposible" [Begtrge I. p. 279). Pero, por una parte, el recurso a la evidencia, a lo que es presente y claro a la conciencia, es demasiado vago y, sobre todo, enor- memente subjetivo como para poder ser aceptado como crite- rio indiscutible para el reconocimiento de la indispensabilidad y unicidad de un esquema conceptual. Por la otra parte, ade- ms, puede mostrarse que el ser consciente es un acto que tiene lugar con tan pocas restricciones y condiciones, que no 75 se ve por qu el esquema espaci o-t emporal y categorial pro- puest o por la filosofa t r ascendent al sea si empre necesari o par a que todo tipo de accin consci ent e tenga lugar. Pinsese, por ejemplo, en el caso del sueo, donde se tienen represent aci o- nes que pueden est ar, incluso, acompaadas por la concien- cia, sin que ellas est n rest ri ngi das por el esquema de organi- zacin de la experiencia que es tenido como i ndi spensabl e y nico por part e de la filosofa t rascendent al . 74 Cierto es que Reinhold pi ensa la evidenciacin de la unici- dad e indispensabilidad del esquema de condiciones de posibili- dad propuest o (o descubierto) por la filosofa t rascendent al en el contexto de la teora del conocimiento y no si mpl ement e de la conciencia: esto es. en el contexto de la teora de la conciencia y de la represent aci n restringida por el conocimiento de objetos. Con todo, los moment os de esa teora en los que se exponen la indispensabilidad del esquema espacio-temporal para la repre- sent aci n sensible 7 ' ' no permiten ver ni ngn aument o del po- tencial probatorio de la filosofa t rascendent al . La exposicin de Rei nhol d se si gue ba s a ndo en la val i dez uni ver sal (Allge- meingilligkeil) no puest a en duda por l, de las formas a priori del espacio y el tiempo como condiciones de la intuicin de los objetos. La validacin universal (Allgemeingellung), de la que l pret ende haber dot ado a la teora, est dada por la forma analtica de la exposicin, pero la est r uct ur a probat ori a con- t i na siendo la mi sma; de modo que la validacin universal no puede menos que retro-alimentarse de la validez universal toma- da de Kant. Por su part e, el ncleo de la pr ueba kant i ana se basa en que de la prioridad lgica de espacio y tiempo respecto 74 De cara a la "experiencia" ciel sueo, de las al uci naci ones, o a la experiencia ilusoria en general . C. I. I.ewis ha sost eni do que el andami aj e categorial kant i ano es insuficiente como criterio para diferenciar [a priori] lo que puede ser, de lo que no puede somet erse a la experiencia, ya que las menci onadas experiencias tienen l ugar sin que se refieran a tal andami aj e categorial. Esto supone, ci ert ament e, que no toda experiencia lo es de la real i dad fsica. Si la experiencia en general fuera coincidente con la realidad fsica fenomenal [que s es limitada por el si st ema categorial). habr a que pr egunt ar se, tal como lo hace Lewis provocadorament e. s Kant fue capaz de t ener sueos al guna vez [Cf. Lewis, 1956. p. 221), "Los principios a priori de la interpreta- cin categorial se requieren par a limitar la realidad, no par a limitar la experien- cia. La cont i ngenci a de la ilusin, del sueo, o i ncl uso de la demenci a pueden ser posibilidades de experiencia futura; esto no tiene nada cjue ver con la validez de las categoras. " [ibid.. p. 222). Para una critica de est a interpreta- cin, i r ' I, W. Beek. 1975. pp. 26- 43. 75 Cf. Versuch. pp. 389 ss. : 402 ss. 76 de los objetos (espacio y tiempo pueden ser pensados sin obje- tos, pero los objetos no pueden ser pensados sin el espacio v el tiempo), se sigue eo ipso su carct er apri ori como formas de la receptividad. 7 ' ' Y si de algo se demuest r a su aprioridad, de eso se demuest r an, al mi smo tiempo, dos cosas: su universalidad y su carct er subjetivo (trascendental o. si se prefiere, para est ar a tono con Reinhold. formal). Otro t ant o vale para la tabla de las categoras. No ent ra den- tro de los propsitos del present e ensayo la consideracin deta- llada del modo como Reinhold expone la deduccin de las cate- goras, sino que interesa ni cament e present ar el ncleo de su propuest a con el objeto de most rar si, y en qu medida, ella dota a la filosofa t rascendent al del potencial probatorio prometido a travs del expediente de la conciencia. ' 7 El ncleo de la pro- puest a de Reinhold es, a mi modo de ver. el siguiente: l part e de la base que en la conciencia, y por medio de los conceptos, tiene lugar la "unidad objetiva" de lo mltiple represent ado en la in- tuicin: "La unidad objetiva es la forma del objeto en general, en cuant o l es pensable. " (Versuch. p. 431). Est a uni dad es reali- zada (hervorgehrachl) por el ent endi mi ent o de acuer do a un determinado modo, es decir, no se produce arbi t rari ament e sino que tiene lugar por medio de est r uct ur as det er mi nadas del pen- sami ent o de un objeto en general. A est as est ruct uras deter- mi nadas, pero que operan a la vez como estructuras mnimas de la uni dad objetiva por medio del pensami ent o, las llama Reinhold "modificaciones det er mi nadas de la uni dad objetiva". Es eviden- te que en este punt o l tiene en ment e las categoras, entendi- das, j ust ament e, como "estas formas det er mi nadas de los obje- tos pensabl es. " (ibid.. p. 441 ss.). Una vez reconocido el hecho de que son necesari as determi- nadas formas o est r uct ur as del pensami ent o par a que tenga lugar la uni dad objetiva, surge la pr egunt a cules son esas formas det ermi nadas y por qu han de ser esas y no ot ras? Esto es, surge la pregunt a acerca del poder demostrativo con el que se Justifica que el esquema concept ual det ermi nado y mnimo. 76 Cf. KrV. jij). A 23 s, = 1! 38 s.: A 30 s. - B 46 s, 77 La "teora del ent endi mi ent o" se encuent r a expuest a con toda ampl i t ud en Versuch. pp. 422- 497 (SS LXVII-LXXVI). El LXXII esl consagr ado a la de- rivacin de las categoras l omando como base la "forma lgica de los juicios". Cf ibid.. pp. 440 ss. . especi al ment e 449. Una exposicin compendi ada de este as unt o se puede ver en Kiiig. 1980; especi al ment e los caps. 13 y 14: vase t ambi n Pupi. 1966. pp. 199 ss. 77 i ndi spensabl e para llevar a una uni dad objetiva la diversidad de lo represent ado en la intuicin, no es arbitrario o contingente sino que es, necesariamente, ese esquema det ermi nado y no otro. Este es, como se sabe, el probl ema que pret endi dament e debe resolver la filosofa t r ascendent al kant i ana por medio del as llamado "hilo conductor para el descubrimiento de las categoras." [KrV. pp. A 67- 76 = B 92-101). Kant obtiene el nmero determinado de categoras que expone en su conocida tabla siguiendo como hilo conductor la determina- da est ruct ura de lo que l llama la "funcin lgica del entendimiento en juicios" (ibid., p. A 70 = B 95). Ahora bien, Kant acepta esta est ruct ura como determinada, nica y completa basndose en el simple hecho de que dicha est ruct ura ha sido definitivamente es- tablecida, del modo como l la adopta, por la lgica. La lgica es, para Kant, una disciplina que salvo algunas modificaciones me- nores relativas al modo de exposicin transita con firmeza desde la antigedad por el "seguro sendero de la ciencia". Esto "se puede hacer evidente en que a ella, desde Aristteles, no se le ha podido permitir dar un solo paso hacia atrs" [ibid.. p. B VIII). Pero la lgica ene de especial, al mi smo tiempo, "que ella hast a ahora tampoco ha podido dar un solo paso hacia adelante, y, por tanto, a Juzgar por t as apariencias, parece estar cerrada y completa." (ibid.). 78 Reinhold es uno de los primeros intrpretes y crticos de la filo- sofa terica kant i ana que reconoce en este procedimiento de Kant un problema que afecta la sistemtica de la filosofa trascendental. Este problema, que ha dado lugar a intensos debates en la historia de la interpretacin de la filosofa kantiana, 79 puede ser identifica- do como una suerte de inconsistencia relativa al t ema de la llama- da Deduccin metafsica (KrV, p. B 159) de las categoras. Esa inconsistencia puede expresarse con ayuda de tres decla- raciones de Kant que se hallan en la versin de la Deduccin tras- cendental en la segunda edicin de la KrV. En la una sostiene Kant que "la uni dad sinttica de la apercepcin es el punt o supremo al cual se tiene que adherir todo uso del entendimiento, incluso toda a lgicay, t ras ella, la filosofa trascendental. Es ms, esa facultad es el entendimiento mismo." (p. B 134, n. Cursiva ma). Esta decla- racin, ms la definicin de juicio que Kant propone en el 19 de la 78 Cursiva ma. Para una interpretacin de esta frase, en relacin con el problema de la "completud de la tabla de los Juicios" uose Brandt, 1991. p. 40. n. 19. 79 Este debate ha sido recientemente reavivado por la critica de R. Brandt (1991) a la propuest a de K. Reich (1932 - 1948). que se consider por mucho tiempo como la solucin al jnroblema de la "completud de la tabla kant i ana de los juicios". 78 mencionada edicin; "Juicio" no es "otra cosa" "que el modo de llevar conocimientos dados a la unidad objetiva de la apercepcin" [ibid., p. B 141), llevan a pensar en una dependencia sistemtica de las funciones del juicio respecto de la unidad de la apercepcin, de modo que esta podra considerarse como el principio a partir del cual se deriva la tabla determinada de los juicios. Esto es, en la apercepcin tendramos, por as decir, el "hilo conductor para el descubrimiento del hilo conductor." 80 El opt i mi smo de Reinhold en relacin con el hecho de que las det er mi nadas formas del pensami ent o de un objeto (las categoras) pueden derivarse de las det er mi nadas formas de j uzgar y est as, a su vez, de la uni dad objetiva de la aut ocon- ciencia, est en no poca medi da i nspi rado por est e concepto de la apercepci n como "punt o supr emo" [hchster Punkt) del an- damiaje si st emt i co por medio del cual se pr et ende explicar la posibilidad del conocimiento de objetos. Slo una derivacin de las operaci ones del ent endi mi ent o por medi o de las cual es se det er mi na la uni dad objetiva a travs de los j ui ci os y de los concept os cont eni dos en ellos a part i r de la uni dad objetiva de la conciencia, podr a garant i zar que l as det er mi nadas est ruc- t ur as medi ant e l as cual es se est abl ece. Just ament e, esa uni - dad objetiva ("las modificaciones de la uni dad objetiva") no han sido pr esupuest as sin comprobaci n ni evidencia absol ut a. Est a gar ant a es la que, a su vez, libra al si st ema del cargo de est ar ciT-i->\ra r i n (=T~I i i n r^T-iT-ir>iT"\irt nr h i i t r r t r n \ r nr\Tnfir-tn=>e\> t V p ni c a i np n- te, el expediente (cartesiano) de la conciencia est l l amado a expul sar la posibilidad de una adopci n arbi t rari a y contin- gente del suelo sobre el que descansa el si st ema filosfico, que explica la posibilidad de la cognoscibilidad. Pero, enfrent ada a las dos decl araci ones compl ement ari as de Kant ci t adas arri ba, se puede poner aquella t ercera en la que el aut or de la KrV parece reconocer la falta de un funda- ment o que explique el carct er det er mi nado de nuest r o esque- ma concept ual objetivo: De la caracterstica propia de nuestro entendimiento de llevar a cabo la unidad de la apercepcin slo por medio de las categoras y slo por medio de ese modo y ese nmero de las mismas, no se puede, sin embargo, ofrecer una razn, as como tampoco se pue- de ofrecer una acerca de por qu tenemos justamente estas y no 80 Cf. Knig, 1980. Est a es. como se sabe, la clave de la pr opuest a de Reich. [Cf. Reich, 1932 - 48. p. 44). 79 otras funciones de Juzgar, o por qu el tiempo y el espacio son las nicas formas de nuestra intuicin posible. [KrV, pp. B 145 s.). Est a suert e de capitulacin de la investigacin filosfica so- bre los principios de la cognoscibilidad ha slido ser ent endi da como un reconocimiento del carct er contingente, arbitrario y ci rcunst anci al de nuest ro esquema conceptual. No debe extra- ar, por eso, que el filsofo t rascendent al fundament al i st a se rebele cont ra est a declaracin que da la cara modest a (pero t am- bin refinadamente) a los lmites de la investigacin filosfica. Todo i nt ent o de derivar la t abl a de los juicios en orden a comprobar su completud y su indispensabilidad a partir de la uni dad objetiva de la apercepcin, mant eni ndose al interior del texto kant i ano y de las intenciones del aut or, est condenado a caer en un crculo, tal como lo ha most rado Rei nhard Brandt , a mi modo de ver convincentemente. Este crculo puede expresarse brevement e del siguiente modo: la derivacin de la t abl a de los juicios a part i r de la uni dad objetiva de la apercepcin implica que todo juicio, como tal, se considere como vlido objetivamen- te. Es decir, de acuerdo con este supuest o quedan excluidos juicios vlidos slo subjetivamente. Pero la exclusin de estos l t i mos juicios descansa en que ellos son deficitarios epistemo- lgicamente y este carct er deficitario slo puede ser reconocido una vez se ha n i nt roduci do l as categoras. Ahora bien, las cate- goras dependen de la t abl a de los juicios. 81 Pero la Elementarphilosophie parece i ndependi zarse en este punt o del texto kant i ano, por lo menos en lo que a la proyeccin y const rucci n sistemtica se refiere. La divisa de Reinhold es seguir el "espritu" de la filosofa crtica, asi esto implique r enun- ciar a la "letra". 82 Queda por saber si esa "nueva" construccin est en condiciones de escapar al crculo menci onado. 81 Cf. Brandt . 1991. pp. 17 ss. : "Todo i nt ent o de elegir la uni dad objetiva de la apercepcin como punt o de part i da de la si st emt i ca de la tabla de los juicios est at r apado en este probl ema y en est e crculo. Considero que con esto queda revelado el necesari o fracaso de tales i nt ent os en la teora kant i ana mi sma. " [Cf. Ibid.. pp. 20: 26). Por lo dems, una de las razones que Kant al ude en favor de la "no-nvestigabilidad" de los f undament os por los cual es t enemos est as y no ot ras formas del j uzgar, o est as y no ot ras formas de la sensibilidad, es la inevitabildad de caer en un procedi mi ent o circular. Va- se, por ejemplo, KrV. p. A 245: Prolegmeno 36 [AA IV, p. 318): cart a a Herz del 26 de mayo de 1789 (A4XL, p. 51). Cf. Krger, 1968. pp. 337: 341 ss. 82 Gnt her Baum ha llamado la at enci n sobre el par ent esco del i nt ent o de Reich de derivar las formas del juicio o funciones el ement al es del pensa- miento a part i r de la uni dad objetiva de la apercepci n t r ascendent al , con el 80 Para Reinhold, aunque el nmer o de categoras debe coin- cidir con el nmer o de formas del juicio, la t abl a de los j ui ci os no const i t uye, sin embargo, t an slo una gui a o hilo conduct or par a el descubri mi ent o de las categoras, sino que st as lti- mas r esul t an de las di versas modificaciones del acto de j uzgar que son, a la vez, modificaciones de la uni dad objetiva. Tabla de juicios y t abl a de cat egor as son, por as decir, deri vadas si mul t neament e a part i r de la uni dad objetivay t eni endo como ni co i ndi cador la conciencia que. en cuant o resul t ado del an- lisis del concepto de represent aci n, es en s mi sma acto cons- ciente de un sujeto que se refiere a un objeto intencional. En la uni dad objetiva est la clave, la base, de la derivacin si mul t nea de la t abl a de los j ui ci os y de la de las cat egor as porque el j uzgar es concebido como el acto por el cual "lo diver- so de una i nt ui ci n" es r euni do "en u n a uni dad objetiva" [Versuch, p. 435). 83 Ahora bien, l as di versas formas lgicas de los j ui ci os no son ms que "las modificaciones, det er mi nadas por la nat ur al eza del ent endi mi ent o, de l as formas m s gene- rales del j uzgar, o de la accin correl aci onadora, en la uni dad objetiva." (ibid.. p. 441). Asi como la forma m s general del j uzgar aparece diferenciada o modificada en las det er mi nadas formas lgicas de los j ui ci os, as mi smo la forma ms general de los objetos aparece det er mi nada por las formas ms especi- ficas, "det er mi nadas por la nat ur al eza del ent endi mi ent o", "de de Reinhold. Para Baum. el proyecto de Reich "se puede t ambi n us ar prove- chosament e para lograr una mejor comprensi n de la Elementarphilosophie de Reinhold. en cuant o Reinhold se esforz del mi smo modo por lograr una derivacin de tipo semej ant e. " (Baum. 1974. p. 9 1 . n. 13). 83 Tal caract er st i ca vale t ant o par a los Juicios sintticos como para los analti- cos. La diferencia ent re unos y otros reside en que los j ui ci os sintticos son el resul t ado de una accin correl aci onadora o conect ara [Zusammenj assen) del ent endi mi ent o, en la que la uni dad objetiva a la que es llevada la diversidad de la intuicin es produci da [hervorgebracht] recin a part i r de la intuicin, mi e nt r a s cjue l os j ui ci os anal t i cos son el r e s ul t a do de u n a acci n correl aci onadora o conectora del ent endi mi ent o en la que la uni dad objetiva ya produci da se enlaza, por medio de ese mi smo acto de correlacionar o conectar, con la intuicin [Cf. Versuch. pp. 438 ss.). Por medio del juicio sinttico se realiza o produce [erzeugt] la uni dad objetiva de la diversidad de la intuicin: por medio del juicio analtico (que supone la s nt esi s productiva] se enlaza [verblndet] nuevament e la uni dad produci da con la intuicin. "En ei pri mer caso, la propi edad del ent endi mi ent o es produci da recin a partir de la intuicin, el predi cado se abst r ae del sujeto a travs de la producci n a part i r del mi smo, se crea una represent aci n del objeto det ermi nado diferen- te de la intuicin a t ravs de la accin correl aci onadora de la diversidad r epr esent ada. En el segundo caso, se r ene de nuevo la propi edad que es diferente de la intuicin con la intuicin. " [ibid.. p. 438}. pensar objetos" [Versuch, p. 442). Est as formas det er mi nadas son, por supuest o, l as categoras. La derivacin tiene lugar por medio de un anlisis dicotmico del Juicio. El juicio posee una materia lgicay una f or ma lgica. La mat er i a lgica const a, pri mero, de sujeto y, segundo, de predi cado. El sujeto se comport a con respect o a la uni dad ob- jetiva del predi cado o bi en como unidad, o bi en como multiplici- dad, o bien como uni dad y multiplicidad al mismo tiempo. En el caso de la uni dad t enemos, ligado a la uni dad objetiva del pre- dicado, un sujeto; en el caso de la multiplicidad varios sujetos y en el t ercer caso todos los sujetos. 84 De est e modo Reinhold obtiene la cant i dad de los j ui ci os. El predicado, a su vez, se comport a t ambi n con respect o a la uni dad objetiva del sujeto (que es el objeto del que se predica) en el juicio, o bien como unidad, o bien como multiplicidad, o bi en como uni dad y multi- plicidad al mismo tiempo. En el caso de la uni dad, el predi cado es asumi do en la uni dad objetiva del sujeto; en el caso de la multiplicidad, el predi cado es excluido de esa uni dad objetiva, y en el t ercer caso, "j ust ament e debido a que el predi cado es asumi do en la uni dad objetiva del sujeto, es excluido algo del sujeto." [ibid., p. 444). En ot ras pal abr as: "por medio del predi- cado se pone algo en el sujeto, o se toma algo del sujeto, o se pone y se toma algo al mismo tiempo, y el juicio es o bien afirma- tivo, o bi en negativo, o bien infinito (Indefinitum)." [ibid., pp. 444 s.). As se obtiene la cualidad de los j ui ci os. La forma lgica del juicio es propi ament e la conexin de su- jeto y predicado en la uni dad objetiva. Est a conexin se deter- mina, primero, en relacin con aquello que se ha de conectar (das Zusammenzufassende) y, segundo, en relacin con el que conecta (das Zusammenfassende). Respecto de lo primero, suje- to y predicado, conectados en la uni dad objetiva, se comport an o bien como unidad, o bien como multiplicidad, o bien como uni dad y multiplicidad al mismo tiempo. En el pri mer caso, "slo" sujeto y predicado "constituyen j unt os un objeto nico, el predi- cado est conectado internamente con el sujeto y como propie- dad con el objeto, y el juicio es categrico." [ibid., p. 445). En el caso en el que sujeto y predicado conect ados se comport an res- pecto de la uni dad objetiva como multiplicidad, "constituyen j unt os dos objetos conectados, el predicado est conectado con el sujeto externamente y como consecuencia con el fundament o, y el juicio es hipottico." (ibid.). En el tercer caso (en el que sujeto 84 Cf. Versuch. p. 444. 82 y predicado conect ados se comport an con respecto a la uni dad objetiva como uni dad y multiplicidad al mi smo tiempo), "ellos constituyen, t omados j unt os un objeto que const a de varios objetos, una comunidad." [Versuch. p. 446). En este tercer caso est n ligados sujeto y predicado t ant o i nt erna como ext ema- ment e y el juicio es disyuntivo. As obtiene Reinhold las formas de la relacin (de sujeto y predicado) en los juicios. Slo rest a la obtencin de la modalidad del juicio. Reinhold la extrae de la otra maner a como se det ermi na la conexin de sujeto y predicado en el juicio; esto es, de la consideracin de la relacin del que conecta con el acto de conect ar en la uni dad objetiva. El que conecta, o quien conecta, es el yo que represen- ta, el sujeto del ent endi mi ent o. Est e sujeto slo puede ser repre- sent ado a travs de la conciencia del acto de conectar. As, la relacin de este sujeto con el acto de conectar consiste en la relacin ent re la conciencia y ese mi smo acto. Ahora bien, "la conciencia se comporta con respecto a la accin correlacionadora o bien como unidad, o bien como multiplicidad, o bi en como uni dady multiplicidad al mi smo tiempo." (ibid., p. 446.). En el primer caso, conciencia y acto de conectar est n internamente ligados; "el acto de conect ar ocurre en la mi sma conciencia", "se conect a o correlaciona real ment e, y el juicio es asertrico." (ibid.). En el segundo caso, conciencia y acto de conect ar est n exter- nament e ligados; el acto de conect ar "no ant ecede a la concien- cia mi sma sino que es represent ado como algo diferente de la conciencia, no tiene lugar en la conciencia como accin, sino como modo de la accin; no como algo real, sino como una ac- cin mer ament e posible; el juicio es problemtico." (ibid.. p. 447). Fi nal ment e, como puede esper ar l o qui en conozca la t abl a kant i ana de los juicios y ya se haya familiarizado con el j uego de derivacin dlcotmica de Reinhold, "en el tercer caso, la accin conectora o correlacionadora es conect ada con la conciencia in- t er na y ext ernament e; la mer a r epr esent aci n de la acci n conectora es i nseparabl e de la accin conectora real; la accin conectora r epr esent ada en la conciencia se efecta j ust ament e por eso t ambi n en la conciencia; la accin real del conect ar se det ermi na en la conciencia por su posibilidad, y el Juicio es apo- dictico." (ibid.). Reinhold no necesi t a, ni apela, en estricto sent i do a un hilo conductor (Leitfaderi) par a deduci r la t abl a de las cat egor as, sino que, como qued dicho ant es, l as formas del juicio y el nmer o correspondi ent e de categoras (o formas del pensami en- to de un objeto) deben resultar de ese anl i si s dicotmico del j ui ci o, el cual se hal l a gui ado por el concept o de uni dad 83 objetiva. 85 Pero el hecho que no se vea en la superficie que l necesita el hilo conductor de la forma lgica de los juicios, ya preconcebida por la ciencia lgica, no quiere decir que su an- lisis escape al problema que se le presentaba a Kant por haber presupuesto estos resultados de la lgica. A saber: el problema relativo a la no-investigahilidad de las razones por las cuales tenemos esta y no otra determinada forma de juzgar (objetiva- mente). Y esto es grave, porque para el filsofo fundamentalista la no-investigabilidad de una razn se confunde con la arbitra- riedad. Es decir, l identifica el desconocimiento de las razones con la falta de razones. Que el resultado de la "Deduccin" de Reinhold sea exacta- mente el mismo de Kant 8G no se explica sino porque l ha su- puesto el resultado kantiano y slo posteriormente puede lle- varlo a una aparente demostracin sistemtica. Digo que esta demostracin, como demostracin fundada en un principio y sin supuestos, es aparente teniendo en mente preguntas como: cules son las razones por las cuales cantidad y cualidad cons- tituyen la materia, y en cambio relacin y modalidad la forma? cul es la razn de ser del tercer miembro?, o de la clasifi- cacin de las categoras en matemticas y dinmicas? En la mayora de los casos se trata de las mismas razones dadas por Kant, o, cuando aparecen "nuevas", parecen ser ms bien el resultado de una gimnasia lgica basada en la dicotoma y en la necesidad de unidad de lo analizado dicotmicamente. (Este es el caso de la tercera categora, por ejemplo). A esto se suma la dificultad de que en ninguno de los casos se constata una explicacin satisfactoria de la rela- cin entre la dicotoma unidad, multiplicidad (y la posterior sntesis de unidad y multiplicidad) y todas las formas deter- minadas del juzgar (con sus correspondientes categoras), las cuales se han pretendido deducir desde un principio. En todo este ejercicio de derivacin no puede permanecer ocul- 85 "As como se comport a la forma general del j uzgar con relacin a la forma general de los concept os, o con relacin a la forma de pensar objetos, as mi smo se compor t an las formas especficas del j uzgar con relacin a las formas especficas de los concejDtos. o con relacin a las formas de pensar objetos, las categoras." [Versuch. p. 449). 86 Salvo al gunas pocas vari aci ones que slo afectan, en realidad, a la forma. As. l no llama al tercer ttulo de los j ui ci os de la cualidad "juicios indefini- dos", como Kant. sino "Juicios i ndet ermi nados". Asimismo, relaciona la cat e- gora de uni dad con los juicios singulares y no con los universales. Final- ment e, a la tercera categora de la relacin no la llama "accin reciproca", sino "concurrencia". [Cf. Versuch. p. 449), 84 to un tremendo tour de forc. Lo nico que parece venir en ayuda de Reinhold en este punto es el reconocimiento de la necesidad del expediente de la conciencia para dotar de al- guna certidumbre a la explicacin de las razones por las cuales se establecen o se tienen estas y no otras formas de- terminadas de juzgar, y estas y no otras determinadas for- mas de pensar un objeto en general. Pero que este expedien- te sea necesario en dicha explicacin, no dice al mismo tiempo que sea suficiente. Este ejercicio de lgica dicotmica tiene, como se reconoce usualmente. el valor histrico de ser el origen del idealismo especulativo alemn. Para efectos de lo que aqu interesa es. con todo, necesario reconocer que en la forma como Reinhold lo presenta, no aade nada esencial a la argumentacin tras- cendental. Pues, mientras no se pueda resolver la tensin en- tre lo dado (en este caso los resultados de la filosofa trascen- dental kantiana) y la reflexin sobre estos resultados (la Elementarphilosophie). no se puede de ningn modo asegurar que esta ltima dote de comprobacin a lo presupuesto por aquella, o que lo aceptado como presupuesto no contribuya ello mismo en el proceso demostrativo o no tenga que ver con l de algn modo. Mucho menos se puede afirmar que el pro- greso de Reinhold en relacin con Kant consista en que la pregunta fundamental de la Elementarphilosophie. a saber: cmo puede ser asegurado como validado umversalmente (allgemeingellend) lo que Kant, o la filosofa trascendental, ha asumido como vlido umversalmente (allgemeingllig)?; no se puede afirmar, digo, que esa pregunta fundamental "no se puede seguir orientando a la reconstruccin y a la deduccin de las condiciones necesarias para la posibilidad de juicios sintticos a priori. sino al conocimiento directo de las estruc- turas de sentido del conocimiento sinttico apriori." (Teichner, 1976. p. 441.). Pues ese proceso de reflexin no produce nada nuevo. De ah que aceptar que la fundamentacin reflexiva de la filosofa trascendental que lleva a cabo Reinhold tiene con Kant "solamente muy poco en comn" [ibid.. 1976. p. 444), seria como aceptar cjue un ejercicio de sistematizacin de nuestra lengua segn reglas y principios, tiene poco que ver con la lengua que es as sistematizada. En ntima relacin con esto se ha de aadir aqu que ni la necesidad, ni la completud de las diferentes formas de juzgar y de las diferentes determinaciones de la unidad objetiva, llamadas ca- tegoras, queda demostrada por el hecho de que su "deduccin" tenga lugar al interior de una teora de la conciencia que es a la vez 85 teora de la constitucin objetiva. 87 Pues un hecho t an elemental y t an general como el descrito en el anlisis de la representacin; a saber: el que en ella estn implicadas la diferenciacin y mut ua referencia (en la conciencia) de una accin enlazadora de juzgar por parte de un sujeto y de un objeto intencional, no dice nada acerca de que necesariamente sean estas y no otras las formas de esa accin de Juzgar, o estos y no otros los modos como es pensado ese objeto intencional, salvo que se haya previamente decidido ex- traer dichas formas del sistema de la lgica heredado. Se puede aceptar que ese sistema heredado de la lgica es, a su vez, el resul- tado de un anlisis del uso lgico del entendimiento, de modo que ese sistema contiene el conjunto de reglas explicitado que en tal uso se hallaba antes del anlisis implcitamente. De ah no se sigue ni que el sistema de reglas explicitado sea una invencin, ni que l no tenga nada que ver con aquello de lo que es explicitacin. El anlisis reflexivo se halla en una relacin tal de tensin o de retroalimentacin con aquello que es analizado por l, que no es posible pedir de l que d las razones de ser del hecho analizado, pue s eso s upe r a los l mi t es de la i nvest i gaci n anal t l co- reflexiva. 88 Reinhold no parece cont ar con el i nst r ument ar i o metodolgico que le permita escapar a la tensin propia de un proyecto filosfico como el suyo; a saber: la fundamentacin, en la conciencia, de la necesidad de determinado esquema conceptual a partir del anlisis reflexivo de la representacin; pues este anlisis supone ya la forma est ruct urada de la representacin (objetiva) que tiene como base el esquema conceptual en cuestin. Como es sabido, la filosofa especulativa post-kantiana se ocup intensa- mente en la conformacin de ese instrumentario metodolgico. Esa es con seguridad una de las causas que explican la adhesin de Reinhold a Fichte a mediados de los aos noventa. 89 87 Sobre est a i nt erpret aci n, vase Teichner, 1976, sec. 3: y especi al ment e. Knig. 1980. cap. 14. 88 Una vez expuest o el modo como Reinhold "deduce" la t abl a de l as cat egor as y los juicios siguiendo el "indicador" de la uni dad objetiva. Knig sost i ene que es "ocioso" pr egunt ar se en ese contexto s as doce funciones del juicio halla- das por Kant pueden ser acept adas tal cual [Cf Knig. 1980, p. 137). Pero eso que Konig encuent r a "ocioso" es j us t ament e lo que aqu i nt eresa. Sobre todo si se sost i ene, como lo hace l (y el mi smo Reinhold) cjue. por una part e, la Elementarphilosophie f undament a lo que Kant slo expone. Pero t ambi n si. por otra part e, se dice i nmedi at ament e que dicha fundament aci n no puede ir ms all de lo que en la programt i ca kant i ana ha sido expuest o [Cf. ibid.. pp. 136 s,). El procedi mi ent o de Mnchhaus en se hace evidente aqu con claridad, 89 Sobre esta fase en la evolucin del pensamiento de Reinhold. l ase Bondeli, 1995, cap. 2. 8. Apodas de la derivacin sistemtica Hasta ahora he analizado el proyecto terico de Reinhold como un proyecto tendiente a dotar a la filosofa trascendental kantiana de un verdadero potencial probatorio mediante el re- curso a un fundamento primero: el principio de la conciencia. En intima relacin con la intencin probatoria de este proyecto filosfico fundamentalista, se debe considerar el que sea un programa de derivacin, al estilo de un sistema axiomtico ba- sado en principios autoevidentes. Ambas cosas constituyen las dos caras de la misma moneda. Al punto que lo que segn la exposicin anterior es vlido con relacin a la primera forma de consideracin del programa de la Elementarphilosophie (la probatoria), debe ser igualmente vlido respecto de la segunda (la derivativa). Es decir, si el expediente de la conciencia, resul- tado del anlisis de la representacin, no es, en su generali- dad, suficiente para probar la necesidad del determinado es- quema conceptual con el que contamos de acuerdo con los supuestos de la filosofa trascendental, entonces es igual- mente cierto que de la proposicin de la conciencia, como su- premo principio de la filosofa, la representabilidad y la cognoscibilidad, no se puede derivar el esquema conceptual determinado. Pero, qu tipo de derivacin sistemtica es la que Reinhold tiene en mente? Esta pregunta no es tan fcil de responder como parece a simple vista. La crtica al procedimiento kantiano segn el cual el presupuesto de la experiencia (concebida como conexin de las percepciones segn leyes universales) viene en ayuda, como fundamento, para la demostracin de la posibi- lidad del conocimiento, puede interpretarse como si Reinhold fuera consciente de las debilidades del procedimiento analtico de demostracin y. por tanto, se reconociera como partidario del procedimiento sinttico. La analoga con la fsica de Newton, de la que l se sirve con frecuencia para explicar la verdadera funcin de la filosofa como "ciencia estricta", tambin podra apoyar una interpretacin en esa direccin; pues lo crucial de dicha analoga se halla, Justamente, en su referencia meto- dolgica. 90 Para Reinhold, an siendo verdadera y vlida um- versalmente la fsica newtoniana, esta no pudo ser universal- mente reconocida por toda la comunidad cientfica sino hasta despus de que fuera expuesta con pleno rigor demostrativo. 90 Cf. Versuch. pp. 18 ss. ; 72. 87 Por medio de esa exposicin se aadi a la validez universal (Allgerneingltigkeit) de s us principios, una slida validacin universal (Allgemeingeltung). La idea de Reinhold es que una disciplina cientfica slo puede ser consi derada como slida- ment e demost rada, libre de mal ent endi dos y confusiones, cuan- do, adems de cont ener principios vlidos umver sal ment e, ha al canzado la validacin universal. La fsica de Newton ha al- canzado la validacin uni versal graci as a su "evidencia mat e- mt i ca" [Versuch, p. 20). De modo que est a analoga lleva a pensar que, en lo que se refiere a dot ar al si st ema de validacin uni versal , Reinhold es part i dari o de segui r un mt odo sinttico de demost raci n. Dos caract er st i cas de ese mt odo son las de ser progresivo y constmctivo, por as decir (a la maner a de un edificio axiomtico): a diferencia del procedi mi ent o analtico, que es regresivo. Una interpretacin semej ant e podra sugerir que, as como qued asociado el procedimiento sinttico-progresivo con el lo- gro de la validacin universal, as mi smo podra si t uarse el pro- cedimiento analtico en relacin con la obtencin de la validez universal. De hecho, la validez universal de los principios de la filosofa t rascendent al , cuya validacin universal es buscada por la Elementarphilosophie, no es puest a en duda por Reinhold. Kant ha encontrado con acierto esos principios verdaderos y esto es acept ado por Reinhold sin probl emas. Pero la pret ensi n de la filosofa de Reinhold es mucho ms ambiciosa. Es lo que al menos se sigue de declaraciones programticas como la siguiente: El autor tuvo que intentar asegurarse de la validez universal [Allgerneingltigkeit) de su teora no presuponiendo nada como vlido umversalmente [llgemeingltig) que no estuviera en rea- lidad validado umversalmente [allgemeingeltend]. [Versuch. p. 66). De la forma como se a s uma est a declaracin de Reinhold depende la i nt erpret aci n de su filosofa y de su relacin con la filosofa t r ascendent al kant i ana: si se acept a que ella expresa un hecho cumpl i do, se puede reconocer su i ndependenci a res- pecto de la filosofa kant i ana, por cuant o los f undament os que demues t r a como val i dados uni versal ment e son los que dot an de certeza a los principios est abl eci dos por la filosofa t rascen- dent al como vlidos uni versal ment e. Si. por el cont rari o, se reconoce que la validacin uni versal de la exposicin filosfica se hal l a en una relacin de necesari a ret roal i ment aci n con respect o a los principios de la filosofa kant i ana (la cual ofrece el mat eri al bsi co a la Elementarphilosophie), ent onces esa in- dependencia no se puede establecer. La interpretacin ofreci- da hasta aqu hace prevalecer este ltimo punto de vista mos- trando el modo como la proposicin de la conciencia, como fundamento primero y autoevidente, no se puede tener como suficiente para dotar de evidencia a piezas doctrinales de la filosofa trascendental tan decisivas como la aprioridad de las formas de la sensibilidad y la necesidad y completud de la ta- bla de categoras y juicios. A este diagnstico se lleg mediante la constatacin de la sospecha inicial, 91 segn la cual lo que se presentaba como modelo sinttico de demostracin, con miras a aumentar el poder argumentativo de la filosofa trascendental, apareca, si se lo miraba ms de cerca, como el resultado de un procedimiento analtico que, basado en el "hallazgo" de un he- cho fundamental Inaplazable por elemental y principal; a saber: el hecho de la conciencia, decida no chocar con las principales piezas doctrinales de la filosofa trascendental, sino que las aceptaba como reducibles a ese hecho. Pero esa reduc- cin no es realizable sino a travs de un tour de forc, y lo que dicha aceptacin oculta no es otra cosa que el hecho de que la Elementarphilosophie est en una relacin de Mnchhausen con los principios de la filosofa trascendental que aquella pre- tende apoyar argumentativamente mediante una propuesta fundaraentalista primera. Este diagnstico se hace Igualmente extensivo al proyecto de derivacin, al punto que en l aparecen, y no pueden menos que aparecer, enredados el modelo sinttico y el modelo anal- tico. De cara a las dificultades para caracterizar el modelo de derivacin propuesto por Reinhold, Martin Bondeli ha sugeri- do que Reinhold no opta ni por un mtodo sinttico, ni por uno analtico de derivacin, sino que propone ms bien un desa- rrollo (Entwickelr) del principio del que se parte (y que ha sido obtenido como ltima etapa del anlisis). Ese desarrollo ha- bra de terminar con la completa determinacin del principio. Este concepto de la derivacin sistemtica como desarrollo a partir de un ncleo que cristaliza a travs del desenvolvimien- to de los diferentes momentos del sistema, partiendo del prin- cipio del que se origina, llegar a ser sobre todo importante cuando Reinhold prepara su adhesin a la filosofa de Fichte. 92 91 Cf. supra. . 4. 92 Cf. Bondeli 1995. p. 111. Sobre eso. cf.: "En este caso no se est habl ando de derivar, o deducir [ablelten] en el sentido de probar sino en el sentido de un desarrollo sistemtico de un orden de consecuencias indispensable para la co- rrecta comprensin de las proposiciones. Esto sugiere una comprensin de la En ese orden de i deas, Bondeli habl a de una "derivacin no ingenua", o de una "linealidad reflexiva en la derivacin" (Bondeli 1995, p. 22; t ambi n pp. 110 ss.). Pero est a es, a m modo de ver, una forma de escamot ear el hecho de que el modo enreda- do como Reinhold concibe la derivacin es una est rat egi a par a eludir la paradoj a de Mnchhaus en a la que se ve abocado su proyecto fundament al i st a-deri vat i vo. Y esto se puede ver con cl ari dad a la luz de la inevitable ret roal i ment aci n o cont rat en- sin ent re lo acept ado como vlido uni ver sal ment e y lo que goza de validacin uni versal slo despus de ser desarrollado, o expuest o, o de ser el resul t ado de una derivacin reflexiva, que t ambi n ha de ser demost rat i va, por supuest o. Es evidente que una ret roal i ment aci n ent re lo acept ado, y que const i t uye el mat eri al del "progreso analtico", y el punt o cul mi nant e al que llega es t e pr ogr es o, c ompr ome t e el pr oyect o f unda- mentalista; pues dicha retroalimentacin lleva al reconocimiento de que el primer principio, que se pr ueba a s mi smo como do- t ado de validez y validacin uni versal es, no se pone, como tal, a si mi smo. 93 Pero est a paradoj a de Mnchhaus en es Inevita- ble, a menos que se haga de la ci rcul ari dad una virtud, opcin que parece est ar cont eni da en la idea rei nhol di ana del desarrollo sistemtico; el pri mer principio de la filosofa, la proposicin de la conciencia, cumpl e con una funcin f undament ador a, pero es al mi smo t i empo ncl eo de una derivacin. Por medi o de la pri mera se det ermi na y pone a s mi smo. A t ravs de la segun- da, se det ermi na o se explica compl et ament e, pero por medio de una suer t e de inferencia ci rcul ar del pri mer principio a par- tir de las proposi ci ones deri vadas. 94 menci onada det ermi naci n t ambi n de acuer do con ei modelo de una deter- mi naci n de proposi ci ones consecuent es por medio del principio, lo cual es, al mi smo tiempo, un det er mi nar se compl ement ari o del principio mismo. " Ese "moment o de derivacin ci rcul ar desempea, de hecho, un papel ah. Pero slo en la fase de t rnsi t o haci a Fichte t endr un significado central, para Reinhold." [ibid.: cf. t ambi n, pp. 132 ss.) B. Mensen di st i ngue una concepcin "esttica" de una "dinmica" de la fundament aci n. En Reinhold habr a, segn l, una t ensi n ent re una y otra has t a que con el adveni mi ent o de la Wissenschq/sierire de Fichte prevalecera la l t i ma [Cf. Mensen. 1974. pp. 120 s.: 124). 93 Bondeli es. por lo dems, consci ent e de esto cuando exami na est a si t uaci n paradjica en el contexto de una relacin de ret roal i ment aci n (l utiliza el t rmi no Wechselwirkung] ent re "algo verdadero dado" (un gegebenes IVahre), que se debe aut oder mi nar compl et ament e, y el acuer do [Einverstandnis] que debe produci r en la comuni dad filosfica, [Cf. Bondeli. 1995. p. 107), 94 Cf. Bondeli, 1995. p. 135. 90 La relacin de ret roal i ment aci n en la que se halla el pro- yecto filosfico f undament ador de Reinhold respect o de la filo- sofa t r ascendent al que pr et ende fundament ar, ha de ser, con todo, reconocida. Y esto no vale sol ament e con respect o al pro- bl ema que resul t a de pret ender conferir evidencia al si st ema de la filosofa t rascendent al , y al esquema concept ual descu- bierto por ella, medi ant e el expedi ent e de la conci enci a el cual opera, j us t ament e, como el supr emo (oberste) y pri mer [erst) principio de la filosofa. sino t ambi n con respect o al probl ema de la determinacin del concept o de representacin, como "concepto genrico" [Gattungsbegriff) cuya est r uct ur a fun- dament al se halla por igual en cada una de s us especies. De este ltimo hecho se ha de t ener t ambi n evidencia medi ant e el expediente de la conciencia. Reinhold es consci ent e de la menci onada relacin de re- t roal i ment aci n: Los conceptos de gnero y especies son, ciertamente, produc- tos de la razn, pero ellos no son producidos por la razn a partir de la nada, sino a partir de representaciones cuyo con- tenido tiene que haber llegado previamente a nuestra concien- cia, antes de que pueda ser situado bajo un punto de vista propio de la razn. Ah. entonces, las representaciones que brin- dan el contenido a los conceptos de las especies, tienen que anteceder a aquellas a partir de las cuales se forma el concepto genrico. Solamente en ese sentido se puede, pero tambin se tiene que, afirmar que las especies han de anteceder a los g- neros. No como si se pudiera tener un determinado concepto de las especies, como especies, antes de que se tenga un deter- minado concepto del gnero al que pertenecen las especies y slo por el cual ellas son especies de un gnero; sino porque la razn slo puede formar el concepto de gnero a partir de lo que es comn a las especies. Eso comn llega, empero, a la conciencia, solamente cuando la materia, a partir de la cual los conceptos de las especies se forman, ha llegado completamen- te a la conciencia. Si la KrV no hubiera agotado las propiedades esenciales de las formas de las representaciones sensibles, de los conceptos y de las ideas, a partir de las cuales se pueden formar las tres especies de representaciones, entonces la for- macin del concepto genrico de la representacin en general hubiera sido imposible. [Beytrage l. pp. 266 s.). Pero la proposicin de la conciencia, como expresi n del hecho originario de la conciencia, no puede perder el carct er 91 de ser una proposicin aut o- det er mi nada y aut o-evi dent e por el hecho de que el concepto genrico de la represent aci n no pueda existir sin las especi es (pre-existentes). La pre-existen- cia histrica, fctica, de los tipos o especi es de represent aci n, no ani qui l a la prioridad lgico-filosfica del gnero sobre s us especies. Lo pri mero que debe ocurri r es, ent onces, algo asi como una autoposicin del principio. Pero lo segundo, y no menos i mport ant e, es una derivacin de l as especies, y de su det ermi nada est ruct ura, a partir del gnero que, aparent ement e, ha sido ganado en su pl ena det ermi nabi l i dad de modo analti- co y reflexivo. Est a derivacin debe t ener l ugar necesar i ament e si se qui ere demost r ar la prioridad lgica del concept o genrico respect o de los concept os especficos. De lo cont rari o habr a que r enunci ar a ella y reconocer sol ament e un tipo de priori- dad: a saber, la histrica o fctica. El reconoci mi ent o de la prioridad histrica y fctica est envuel t o en el as unt o de la ret roal i ment aci n y st a, a su vez, envuelve el probl ema de la no-investigabilidad de la est r uct ur a (y origen) de la represent a- cin. Semej ant e decl araci n de no-investigabilidad se identifi- ca, par a el fundament al i st a, con la arbi t rari edad o cont i ngen- cia de esa est r uct ur a. Y es por eso que el reconoci mi ent o de la no-investigabilidad de la est r uct ur a y origen de la represent a- cin conduce, par a el fundament al i st a, a una capi t ul aci n de la investigacin filosfica frente al escept i ci smo. Ahora bien, si la filosofa no puede ser est abl eci da como ciencia est ri ct a a part i r de un fundament o, peligra, par a un fundament al i st a como Reinhold, la base mi s ma de una cul t u- ra i l ust r ada y racional: Tiene que ser posible una proposicin validada universalmente (ein allgemeingeltender Satz) como primer principio, o la filosofa es imposible como ciencia, y los fundamentos de nuestros debe- res y derechos morales y. consiguientemente, esos mismos de- beres y derechos, tienen que quedar eternamente sin decidir; y la contingencia tiene que Jugar eternamente ese papel en la con- duccin de los asuntos humanos que, segn vuestra opinin, vosotros, nobles, le corresponde a la razn. [Beytrage I. p. 367). La proposicin de la conciencia es ese pri mer principio que cont i ene "las ms general es caract er st i cas" [die allgemeinsten Merkmalen) de la represent aci n, pero t ambi n "las ms eleva- das" [die hchster) [ibid., p. 357). Ese principio const i t uye la base a part i r de la cual se derivan t odas las formas especficas de la represent aci n. El principio se det ermi na, como se ha 92 dicho repet i dament e, a s mi smo, pero est a especificacin cons- tituye el desarrollo pleno de lo que en l se halla l an solo con- tenido como un ncleo, una semilla. Reinhold pi ensa que la derivacin f undament ada y compr obada de las diferentes for- mas de la represent aci n tiene l ugar a la maner a de una deri- vacin de los diferentes tipos de la conciencia a part i r de la proposicin de la conciencia, la cual cont i ene el concept o ge- nrico y es a su vez la expresin del hecho incontrovertible de la conciencia. Est os tipos de la conciencia son: la conciencia de la representacin, la conciencia del sujeto (o autoconciencla) y la conciencia del objeto (o conocimiento). 95 La pret ensi n con- siste en derivar la est r uct ur a det er mi nada de la represent a- cin a part i r de est e principio general cuyo despliegue, por as decir, en est os t res moment os, puede ser reconocido i nmedi a- t ament e como resul t ado de un simple anl i si s de ese mi smo principio, como se indic ant es. Llevar a cabo, a part i r de un principio t an general e i ndet ermi nado, una derivacin de la es t r uct ur a det er mi nada de la represent aci n sensi bl e (la espa- cio-temporalidad), de la est r uct ur a det er mi nada de la repre- sent aci n concept ual (las categoras), etc. tal y como las con- cibe la filosofa t rascendent al . no parece posible sin que nos si rvamos ya de est as es t r uct ur as como pr eexi s t ent es . En po- cas pal abr as, lo que vali par a el proyecto de dot ar a la filosofa t r ascendent al de potencial argument at i vo medi ant e la funda- ment aci n pri mera, vale sin variacin par a el programa de la derivacin demost rat i va a part i r de un pri mer principio. Pero j unt o a este lo, al que a mi modo de ver no escapa el proyecto reinholdiano de filosofa como ciencia estricta o filoso- fa a part i r de un principio, la derivacin de los tipos det ermi na- dos de la represent aci n y de la representabilidad a partir del concepto genrico de la represent aci n, se las tiene que ver al mi smo tiempo con el probl ema de que lo part i cul ar no puede ser inferido de lo universal. El hombre, como ani mal racional, est contenido, por asi decir, en el gnero de los ani mal es, pero no es lgicamente viable derivar, o inferir, el concepto de hombre del concepto de ani mal . Est e lo ha sido visto con acierto por varios intrpretes. 96 El mi smo Reinhold parece consciente de l. 97 De ah que, par a coadyuvar a la solucin de est a dificultad, sosten- 95 Cf. Beytrage 1. p. 362. 96 Vase Bondeli. 1995, pp. 21 ss, . pero especi al ment e Beiser. 1993. pp. 245 ss; t ambi n Frank. 1997, pp. 177 ss 97 Cf. Fundament . p. 106. 93 ga que en su teora de la derivacin o desarrollo de lo part i cul ar a partir de lo general no debe ent enderse que lo part i cul ar est contenido en, sino bajo lo general. 98 Siguiendo ese orden de ideas, Reinhold pone a operar la distincin i nt roduci da ent re materia y forma de una proposicin. La mat eri a de una proposicin se define en este contexto como la significacin de s us t rmi nos y la forma, a su vez, como la conexin de esos t rmi nos en un juicio. As, aunque desde el primer principio no se pueda dedu- cir la mat eri a de una proposicin, a part i r de l s se puede deduci r su forma. 99 El probl ema es que la falta de legitimidad de una derivacin de la especie a partir del gnero t ambi n se ex- tiende a la forma. Por ot ra part e, la solucin pr opuest a por Reinhold a est a dificultad conduce a un nuevo problema; a sa- ber: l tiene que ser inconsistente con una exigencia metodolgica bsi ca de la Elementarphilosophie. Es la exigencia de acuer do con la cual del pr i mer principio se debe despr ender el cont e- ni do de l as proposi ci ones der i vadas. Se t r at a de la regla del mt odo de la filosofa como si st ema, o desde un principio, segn la cual no se puede admi t i r ni ngn concepto cuyo signifi- cado (contenido) no est compl et ament e det er mi nado y no sea compl et ament e dependi ent e del pr i mer principio. El pri mer principio es "principio de t odos los pri nci pi os" (Beytrage I, p. 358). "Para est ar asegur ado cont r a mal ent endi dos todo los que es as umi do como demost r ado requi ere de un principio, t i ene que ser, medi at a o i nmedi at ament e, det er mi nado por aquel l a proposicin primera. " [ibid., pp. 358 s.) Si esos significa- dos de l as proposi ci ones no pueden ser deri vados del pri mer pr i nci pi o, s e r n vagos y d a r n l ugar a i nt e r pr e t a c i one s conflictlvas, lo cual ha r fracasar la i dea de un (nico) si st e- ma de la filosofa en vi rt ud del cual se obt i ene consent i mi ent o uni versal y unvoco. 100 Dada la ci rcunst anci a aportica que ha sido caracterizada con relacin al proyecto reinholdiano de derivacin sistemtica (lo 98 Cf Beytrage I. p. 361. 99 Cf Beiser, 1993, p. 246: t ambi n Bondeli. 1995. p. 22. pp. 110; 116 ss. En este procedi mi ent o est la clave de lo que Bondeli llama "derivacin lineal reflexiva o no i ngenua" y que es prefiguracin del desarrollo metodolgico ci rcul ar del idealismo especulativo i nmedi at ament e post eri or a Reinhold. 100 De ah que Beiser pueda formular con razn este dilema que afecta al proyecto reinholdiano de la derivacin, en los siguientes t rmi nos: "Si el primer princi- pio no det ermi na el contenido de la proposicin, ent onces el sistema de la filosofa ser vago y no riguroso; pero si el primer principio det ermi na el conte- nido, ent onces es responsabl e de la falacia lgica que consiste en derivar con- clusiones especficas a partir de premi sas generales." (Beiser. 1993. p. 247). 94 concerniente al problema de la retroalimentacin entre validez universal aceptada y validacin universal demostrada, por una parte, y lo concerniente al asunt o de la falacia de la inferencia de la especie a partir del gnero, por la otra), es evidente de suyo que no es posible pedir al sistema que d certeza incontestable de que los tipos o especies de representacin base del anlisis (represen- t aci n sensi bl e, concept o, idea) sean todos los t i pos de re- presentacin posible derivados demostrativa y sistemticamente a partir del gnero "representacin", asi se ent i endan aquellos no como contenidos sino como subsumidos en este ltimo. La acep- tacin de estos tipos det ermi nados de representacin, y no de otros, parece est ar directamente relacionada con la aceptacin de un hecho heredado de la filosofa kant i ana. 9. Sobr e el concept o d e obj et o La filosofa de Reinhold puede consi der ar se como un i mpre- si onant e esfuerzo de anl i si s y compr ensi n de lo que par a l, y tal vez par a t oda la filosofa moder na, const i t uye el signo m s esenci al del conoci mi ent o y de t oda actividad consci ent e en general , a saber: el hecho de poseer i nmedi at ament e re- present aci ones. "La r epr esent aci n es lo ni co sobre cuya po- sibilidad est n de acuer do todos los filsofos" (Versuch. p. 190). Si un calificativo merece ese proyect o filosfico ser a el de represent aci onal i sl a. o idealista subjetivo en el sent i do en el que suel e car act er i zar se el par adi gma filosfico eur opeo mo- der no desde Descar t es has t a, por lo menos, Schopenhauer . Pero el r epr esent aci onal i smo. o i deal i smo subjetivo (al menos formal) de Reinhold se caract eri za, al mi smo t i empo, por pre- sent ar se si st emt i cament e al interior de una filosofa que po- dr a l l amar se de la uni dad, la cual es una not abl e ant i ci pa- cin de la filosofa especul at i va de la identidad. 1 " 1 Con esto, la filosofa de Rei nhol d es t ambi n un esfuerzo est r at gi co- ar gument at i vo par a sal var al r epr esent aci onal i smo de la difi- cul t ad que si empr e se le pl ant e por par t e del escept i ci smo filosfico moder no de car a a la i mposi bi l i dad de verificar un acceso epi st mi cament c val i dado a la esfera de los objetos materiales ("exteriores a", e "i ndependi ent es de", la r epr esen- tacin), si se t oma como punt o de par t i da que los objetos in- mediatos del conoci mi ent o son l as r epr esent aci ones: pues esa filosofa pr opone la abolicin t ant o de la identificacin como 101 Cf Klemmt. 1958, p. 83, 95 de la irreductible dicotoma ent r e "objeto" y "represent aci n", mos t r ando que el pri mero est i ncl ui do en la segunda, asi como t ambi n est i ncl ui do en ella su opuest o, el concept o de un "sujeto". "Incluido en" qui ere decir aqu : "pr esupuest o por", o. "implicado en". Filosofa de la uni dad (o de la identidad) es, asi, en este contexto, la filosofa que part e de la base que 1) el objeto del anl i si s, la represent aci n, requi ere de un objeto y de un sujeto (las l l amadas, por Reinhold, "condiciones ext emas de la repre- sentacin") y cont i ene en si una materia y una forma (las lla- madas "condiciones i nt er nas de la representacin"). Es decir, los el ement os bsi cos de la represent aci n est n en ella reuni - dos y ella, como compuest o de ellos, debe ent ender se como la uni dad el ement al de todo hecho de la conciencia; al punt o que ni nguno de los el ement os que const i t uyen la represent aci n, o son requeri dos en ella, puede ser concebido (o, si se quiere, represent ado) por fuera del mar co establecido por la composi- cin de est os el ement os en ella. En una frase: no puede haber represent aci n de la forma sin la mat eri a, o viceversa; ni t am- poco represent aci n de un sujeto sin objeto al que se refiera. 102 Pero el r epr esent aci onal i smo o i deal i smo de Reinhold es t ambi n (y sobre todo) una filosofa de la i dent i dad en cuant o 2) encuent r a en la conciencia una raz nica que per manece invariable, por as decir, a t ravs de la especificacin kant i ana de las facultades de la represent aci n (sensibilidad, ent endi - 102 El caso de la aul oconc enci a es especial. Su objeto no es como el objeto de cual qui er represent aci n, sino que. en cuant o "tiene al mi smo que represen- ta como objeto" [Versuch. p. 326). es una represent aci n del mero act o de r epr es ent ar . Suj et o y obj et o de la r epr es ent aci n se identifican en la aut oconci enci a. Esta concepcin de la aut oconc cnci a cont i ene, j^or s upues - to, un nudo aportico, pues debido a la i dent i dad menci onada desajxirece la diferencia del objeto de la represent aci n respect o de st a, diferencia que es condicin de a conciencia, para Reinhold. La teora de la autoafeccin y la teora de la razn ("sujeto absoluto") apunt an a sol uci onar est a aporia. Est a dificultad implicar, por supuest o, un grave probl ema para la acept aci n del carct er universal y completo de la proposicin de la conciencia, pues t ene- mos en la aul oconc enci a un caso en el que sujeto y objeto de la r epr esent a- cin no se distinguen. De est e probl ema ser consci ent e Schulze, qui en in- t ent ar; ! hacer col apsar t ambi n por ah a la El ement arphi l osophi e [Cf. Aenesi demus. pp, 349 ss.). Sobre la aut oconci enci a en Reinhold v la necesi- dad de salvar, pese a la situacin aport i ca brevement e descrita, la "teora de la subjetividad" tal como es concebida por la filosofa clsica al emana posl- kant i ana. vase Henrich 1989. pp. 147 ss. ; t ambi n Stolzenberg, 1996, pp. 463 ss. : asi mi smo. Bondeli. 1995, pp. 144 ss. Sobre las dificultades de la teora de la aut oconci enci a de Reinhold y el at aque de Schulze. Cf. asimis- mo. Frank. 1997. pp. 248- 251: 286-307' . 96 mi ent o y razn) y de la dupl i caci n del uso de la razn en te- rico y prctico. Est a suer t e de moni smo, o identificacionismo, es crucial como est rat egi a par a sal var a la filosofa crtica de esa nat ur a- leza aportica a la que la condena su carct er dual i st a. En el pr esent e acpi t e i nt eresa ni cament e most r ar el modo como la filosofa rei nhol di ana de la represent aci n objetiva, en cuant o teora de la i dent i dad o de la uni dad, pret ende sol vent ar uno de los probl emas ms caract er st i cos de la filosofa critica: el probl ema de la existencia de objetos por fuera del marco de la represent aci n objetiva. Est e, como se sabe, es un tpico deci- sivo en el as unt o de la relacin de la filosofa t r ascendent al con el escepticismo filosfico. En el pr esent e contexto i nt eresa in- di car en t r mi nos gener al es y conci s os l as r azones y la inevitabilidad del probl ema al interior del mar co terico de la Elementarphilosophie. Algo que no puede pasar de ni ngn modo desapercibido al considerar la teora reinholdiana de la representacin, como teora con intenciones unlficadoras o identiflcadoras. es el hecho de que ella quiere establecer la identidad en la diferencia, la diversi- dad en la unidad. Los t rmi nos que const i t uyen la represent a- cin no pueden ser pensados sino como t rmi nos que poseen una propiedad dependi ent e de la represent aci n (lo represent a- do y el represent ant e), o, si se quiere, como t rmi nos que no pueden ser pensados sino al interior de los lmites de la re- present abi l i dad. Pero, al mi smo tiempo, son t rmi nos que se diferencian ent re s y se diferencian de la represent aci n en la que se aunan. Es est e doble aspect o de la represent aci n, como compues- to que retine lo diferente, y que. en cuant o tal, t ambi n se dife- rencia l mi smo de los el ement os que lo componen, el que per- mite liberar al represent aci onal i smo de Reinhold del cargo de defender una posicin idealista ext rema como la de Berkeley, segn la cual los objetos mat eri al es se r educen a (o identifican con) s us represent aci ones; 103 pues, por definicin, los objetos no son represent aci ones sino el ement os const i t ut i vos de ellas, A la vez, es est a mi sma concepcin del objeto como const i t ut i - 103 Esto, por lo menos en lo que a la versin st andar d ciel idealismo de Berkelev se refiere y que Kant compart a. Segn est a versin, el idealismo de Berkeley es. dicho en una pal abra, un "lusionismo". Qu t an j us t a es est a i nt erpret a- cin del idealismo de Berkeley es un probl ema que en el present e contexto no i nt eresa demasi ado. Sobre esto, vase Hoyos. 1995. pp. 48 ss. 97 vo de la representacin, pero diferente de ella y de su otro ele- mento constitutivo (el sujeto que representa), la que protege a la teora reinholdiana de la representacin contra el reproche del escepticismo filosfico que consiste en sealar la imposibi- lidad de acceder, mediante el conocimiento, a una esfera real de los objetos, mientras se permanezca, y no se pueda menos que permanecer, al interior de la esfera de la representacin. Este reproche del escepticismo se basa en el supuesto de un ser en s del cual la representacin debe ser copia si es que ha de tener lugar un conocimiento de objetos. Pero la semejanza de este ser en s y la representacin es inverificable, luego la posibilidad del conocimiento objetivo no se puede establecer con base en la aceptacin de este supuesto. Esto es lo que, para Reinhold, constituye el elemento dogmtico del por l lla- mado escepticismo dogmtico. La pretensin de Reinhold con- siste en mostrar que este reproche deja de tener razn de ser y, al mismo tiempo, el problema del conocimiento de un objeto real correspondiente a la representacin desaparece, si se en- tiende que el supuesto del escepticismo dogmtico descansa en una concepcin del objeto completamente equivocada, una concepcin dual en la que uno de los extremos es la facultad (subjetiva) de la representacin y el otro una esfera objetiva que, al no estar comprendida en el concepto de la repre- sentabilidad, no puede ser de ningn modo representada: se trata de la cosa en s. Esta concepcin debe ser corregida me- diante una correccin de los conceptos de "representacin" y de "objeto". 104 La frmula para evitar tanto idealismo dogmtico (identifi- cacin del objeto con la representacin) como escepticismo dogmtico (dualismo presupuesto entre cosa en s y represen- tacin, con la intencin de mostrar la imposibilidad de la refe- rencia de esta a aquella) es, entonces, una teora en la que se establece, ciertamente, la dualidad 'objeto de conocimiento' - 'sujeto cognoscente', pero como formando parte de una unidad en la representacin. Ambos polos de la dualidad, o bien son tenidos como condiciones extemas de la representacin, o bien se presentan como condiciones internas de ella en cuanto una y otra (la materia y la forma) conforman el aspecto objetivo y el subjetivo, lo dado y lo creado, respectivamente, en la represen- tacin. Pero por ms que la genuina concepcin reinholdiana del objeto aparezca en la teora del conocimiento, y no tanto en 104 Cf. Versuch. pp. 299 s,; Fundament . pp. 45 ss la teora de la mera representacin, que es ms abstracta: por ms que este sea el caso, digo, esta concepcin del objeto como diferenciado de la representacin, pero al que ella se refiere, no nos da nada distinto a la nocin de un objeto intencional. Y con esto no est asegurado an que se conozca algo del mundo circundante, ya que el concepto de un objeto intencional es el concepto de un objeto o contenido de la representacin que, en cuanto tal, enuncia una variable que puede ser llenada por cualquier cosa; por una construccin de la fantasa, por ejem- plo. Nada impide, por lo dems, que esta construccin cumpla con las reglas de la unidad objetiva prescritas por el entendi- miento categorial kantiano, tal y como cumple con esas reglas de unidad la variable = X que designa o indica el concepto de un objeto en general. 105 Se dir que la enunciacin misma de este problema presu- pone la dualidad 'mbito de la representacin' - 'mundo cir- cundante', que es la que sirve de presupuesto al escepticismo. Cierto, pero: puede prescindir la construccin terica de la Elementarphilosophie de ese presupuesto? Mi respuesta es que no lo puede hacer. Para Reinhold debe ser aclarado, ante todo, que el con- cepto de cosa en s est excluido de la esfera enmarcada por la representacin. Los meros conceptos de representacin y representabilidad excluyen, por definicin, el concepto de una cosa en s, al punt o que esta aparece como lo no- r epr esent abl e: "ni nguna cosa en s es r epr esent abl e. " (Versuch, p. 244). Si la cosa en s se comprende de este modo correcto y negativo, entonces se presenta como inoficiosa o carente de sentido la bsqueda de la objetividad del conoci- miento en cuanto bsqueda de la correspondencia entre la esfera de la representacin y una presunta esfera de objetos reales en si. Aunque esta sea la estrategia para mostrar lo inconveniente del presupuesto del escepticismo dogmtico y lo desmedido de su exigencia tcita en el planteamiento de la imposibilidad del conocimiento, no parece que en el caso del idealismo subjetivo de Reinhold se pueda prescindir del concepto de un objeto no-reductlble a la esfera de la repre- sentacin, o, si se quiere, no-representable. La razn de la dificultad de prescindir del supuesto de un objeto real exte- rior a la esfera de la representabilidad reside en el hecho de que la epistemologa reinholdiana est centrada subjetiva- 105 Cf. KrV. pp. A 109 s. 99 mente. El giro subjetivo, como clave de la solucin al proble- ma de la posibilidad del conocimiento, presupone l mismo la periferia objetiva, por as decir, y trae consigo, al mismo tiempo, el problema de que l no est provisto de un anda- miaje lgico y conceptual que le permita contrarrestar el cargo de idealismo, en el sentido peyorativo de este ltimo trmi- no, pues dicho giro prohibe, por definicin, que se pueda abandonar la esfera de la representacin, con el propsito de constatar la existencia de aquello a lo que esta se refiere. Y en esas circunstancias, nada impide que la referencia de la representacin sea otra representacin, o mejor aun, nada indica que se pueda saber algo acerca del componente obje- tivo de la representacin, como tal componente objetivo, pues cmo se podra saber eso si todo saber es representacional, o sea, centrado subjetivamente? Y, sin embargo, la episte- mologa centrada subjetivamente desea establecer las con- diciones del conocimiento de la periferia objetiva. En esto comparte Reinhold la misma suerte de toda la epistemologa clsica moderna desde Descartes. 106 Pero la imposibilidad de prescindir del supuesto de un ob- jeto exterior a la representacin, o mejor, la necesidad de la dualidad "mbito subjetivo de la representacin" - "mundo circundante objetivo" se puede divisar con claridad si se atien- de a la ambigedad de la que, segn Reinhold, es presa el concepto de materia (Stoff) de la representacin, y a la distin- cin introducida por l entre un objeto de la representacin (u objeto intencional) y un objeto kaf exqjen. Reinhold sostiene que el concepto de "materia de una re- presentacin" es presa de una ambigedad que afecta a la teo- ra de la representacin como teora del objeto. "Materia de una representacin" puede referirse, por una parte, a aquello que est en la mera representacin como su contenido. Asi. cuando me represento un rbol, la materia de esa representa- cin es el rbol que constituye el contenido especfico de la representacin "rbol", y por medio del cual diferencio esta re- 106 Est a "suert e" de la epistemologa moder na clsica se halla muy bien caract e- rizada por Ba ny St roud. qui en t rat a de most r ar cmo es compart i da an por la epistemologa anal t i ca cont empor nea. [Cf. St roud. 1984). El supuest o de un realismo inverificable (de lo que aqu se t rat a, en el fondo), como fuente del escept i ci smo es, por lo dems, ya un tpico en la di scusi n act ual sobre el escept i ci smo filosfico. Cf. Th. ci ar ke. 1972: M. Williams 1993; Th. Nagel, 1986. cap. V.; Hoyos. 1999. Sobre un supuest o realista metafsico en Reinhold ha insistido t ambi n Frank (1997. pp. 259 ss.). 100 pr esent aci n de ot r as (por ejemplo, de la r epr esent aci n de una casa). Pero, por otra part e, t ambi n suele comprenderse bajo la expresin "materia de una represent aci n" el objeto que es distinto (verschieden) de la mer a represent aci n en cuant o tal; en el ejemplo citado: el rbol mi smo. Slo el pri mer sentido de la expresi n "materia" o "contenido" de la represent aci n es el correcto. 107 Ntese que si a este concepto de mat eri a o cont eni do de una represent aci n se le adscri be la caract er st i ca de ser el "component e objetivo" de la represent aci n, o lo que corres- ponde a lo "represent ado" en t oda represent aci n (en el len- guaje de Reinhold: aquello que corresponde al objeto que se diferencia, por medio de la conciencia, de la represent aci n), es porque se est ent endi endo el cont eni do objetivo de la re- present aci n no por referencia a algo real (material), i ndepen- di ent e de los cont eni dos ment al es o represent aci onal es, sino slo por referencia a lo que en la mer a represent aci n debe figurar como cont eni do. De ah que sea necesari o di st i ngui r las dos significaciones menci onadas del t rmi no "mat eri a de la represent aci n". Para Reinhold. la segunda es una significa- cin i mpropi a de se t rmi no. En sent i do estricto, lo que se quiere significar con ella es lo que se ha de desi gnar adecuada- ment e con el t rmi no "objeto correspondi ent e de una repre- sentacin", pero no en el sent i do en el que suel e ent ender se el objeto intencional de t oda represent aci n, sino en el sent i do de "objeto fsico propi ament e dicho". Reinhold i l ust ra est a distin- cin valindose del mi smo ejemplo acabado de referir: Quien quiera hacerse a una idea correcta de la diferencia entre materia y objeto de una representacin, que se imagine un r- bol a una distancia tal que no le permita estar cierto ni del gnero, ni de la especie, ni del verdadero tamao, ni de su pro- pia constitucin. Que se acerque, entonces, progresivamente al rbol y ver que su representacin adquirir ms materia justamente en la misma proporcin; la materia de su represen- tacin cambiar, se incrementar, mientras que el objeto en si siempre permanece el mismo. [Versuch. p. 231). Est a distincin corresponde exact ament e a la otra, intro- duci da por Reinhold, ent re "objeto de la represent aci n" y "ob- jeto" (u "objetos") "kaf exqjen", "objetos reales" propi ament e 107 Cf. Versuch. pp. 230 s. 101 dichos. 108 Del objeto o contenido de una representacin puede decirse, sin ms, que forma parte del concepto de representa- cin, esto es, que l est "implicado en", "presupuesto por" o "incluido en" el concepto de la representacin. Lo mismo no puede decirse, sin embargo, del objeto real. Pero Reinhold pre- tende que esto ltimo s se puede decir cuando afirma que "la existencia de los objetos fuera de nosotros es exactamente tan cierta como la existencia de una representacin en general." [Versuch, p. 299). Esta proposicin se halla fundada en la mencionada implicacin inmediata del contenido o materia de una representacin, en el concepto de esta misma: "Puesto que la materia en una representacin es aquello que corresponde al objeto diferente de la representacin, entonces la represen- tacin que posee una materia objetiva, una materia dada des- de afuera, tambin ha de tener un objeto que se halla fuera de la mente." [ibid.. p. 299). Con esta prueba Reinhold comete una grave inconsecuencia, pues ella no respeta la propuesta de solucin de la ambigedad de la que es presa el concepto de "materia o contenido de la representacin". Segn esta pro- puesta, el contenido o materia en una representacin no debe ser identificado con el objeto exterior existente. No quiere decir esto, que del objeto real no pueda decirse que existe realmente "fuera de nosotros", sino que esta existencia no se sigue de suyo, como se sigue tan obviamente la de un contenido de la representacin a partir del concepto de esta ltima. Para afir- mar que "la existencia de objetos fuera de nosotros es exacta- mente tan cierta como la existencia de una representacin en general" se necesita algo ms que la mera descomposicin del concepto de representacin: se necesita probar, como sea, que un elemento material-fsico yace de algn modo a la base no de cualquier representacin, sino de la representacin objeti- va, pues es este elemento material el que constituye lo que Reinhold llama, no del todo precisamente, la "realidad de la representacin". Esta especificacin es importante si se quiere distinguir la teora de la representacin en general de la teora 108 "En la deducci n kant i ana de los concept os del ent endi mi ent o se muest r a, claro est , que por medio de meros concept os de objetos no se puede saber nada. Pero, de cju tipo de objetos se t r at a ah ? Evi dent ement e, no de todo objeto de una represent aci n (de todo lo que puede ser represent ado), sino de objetos kat' exojen. de aquellos objetos que son diferentes de t odas las repre- sent aci ones y propi edades de las mi smas: de aquel l os que no son ni mer as represent aci ones, ni formas de las mi smas, sino objetos reales." [Fundament. pp. 97 s.J. 102 del conocimiento (o de la represent aci n con valor objetivo). 109 Lo que const i t uye est a diferencia no es, en una pal abra, otra cosa que el hecho de que la teora del conocimiento, en cuant o teora de la represent aci n objetiva, supone el realismo. Hay. adems, otra cosa que puede decirse del objeto o conte- nido de una represent aci n y que no puede decirse del objeto entendido como objeto exterior existente o real [kaf exqjen); a saber: que el primero es compl et ament e dependi ent e de las con- diciones subjetivas del conocimiento, mi ent ras que el segundo no. Esto queda cl arament e expresado en el ejemplo del rbol, citado arriba, que no es m s que una versin abrevi ada de lo que hoy se conoce como "argument o de la ilusin", pero que forma part e desde hace mucho tiempo del modo de argument a- cin eseptico. 110 Reinhold cont r ast a el carct er variable que adopt a el contenido de la represent aci n de un rbol, de acuer- do con su dependenci a subjetiva, con el carct er estable de este mi smo cuando es consi derado i ndependi ent ement e de las con- diciones subjetivas de la represent aci n, es decir, cuando es consi derado en s. La caracterstica que se le at ri buye al rbol, consi derado i ndependi ent ement e de las condiciones subjetivas de su observacin y de su represent aci n, no es, ni ms ni me- nos, que la de la identidad numrica. Sin el supuest o de la reali- dad en si del rbol, i ndependi ent e de la esfera de la represent a- cin, no podra ser asegur ada est a propiedad, y si esta propiedad no puede ser asegurada, no es posible identificar y re-identificar objetos; 111 esto es, no es posible conocer. El ingenioso andami a- je lgico concept ual de Reinhold no le permite prescindir del realismo como una de las bas es par a establecer la posibilidad del conocimiento objetivo. Al compart i r est a mi sma suert e con la epistemologa clsica moderna, Reinhold t ambi n compart e la suert e de est ar expuest o al "juego" lgico-conceptual del es- cepticismo filosfico, el cual debe su razn de ser. en este punt o, a un pr esupuest o realista metafsico. 109 "Una represent aci n posee realidad (no est vaca) cuando a su objeto co- r r esponde el predi cado de la realidad, el cual slo puede ser investigado en una teora de la facul t ad del conocimiento." [Versuch. p. 234), 110 Cf. Ayer, 1961. pp. 1-11. Los famosos "diez t ropos" escpticos, t r ansmi t i dos por Sexto Emprico, versan, en lo esencial, sobre lo mi smo que se ha llamado "argument o de la ilusin". Cf. Esbozos pirrnicos. I. 14 [36-1631. 1 1 1 Cf St rawson, 1959. pp. 31 ss. 103