Sombras Contra El Muro, de Manuel Rojas
Sombras Contra El Muro, de Manuel Rojas
Sombras Contra El Muro, de Manuel Rojas
Palabras clave:
Manuel Rojas, Sombras contra el
muro, cultura popular, cultura crata,
vindicacin del bajo pueblo.
ABSTRACT
This article propounds a reflection
on the incorporation of typical
historical figures and lyric elements
of the popular and anarchist culture
from the beginning of the twentieth
century within the narration of
Sombras contra el Muro, as an
aesthetic-narrative method of
vindication of the proletarian
cultural heritage.
Keywords:
Manuel Rojas, contemporary
Chilean narrative, Sombras
contra el muro, popular culture,
anarchist culture, vindication of the
proletarian.
[9]
Introduccin
Diversas perspectivas tericas coinciden al afirmar que la cultura chilena ha sido sometida a un constante proceso de homogenizacin por
parte de las elites dominantes, las cuales han pretendido construir una
imagen de Nacin sustentada en la negacin de las diversidades. En razn
de ello el antroplogo Jos Bengoa sostiene:
Chile como cualquier pas moderno, est constituido por una diversidad de
grupos humanos () indgenas, campesinos, trabajadores, grupos migrantes,
pobladores de barrios, jvenes de las esquinas, pescadores () Sin embargo,
el pas y su historia se ha comprendido desde la estructura poltica estatal, que
por su naturaleza y definicin es unitaria, homognea y expresa la idea o ms
bien la voluntad de un pas integrado (2003: 38).
El proceso homogeneizante desde el cual se ha construido la identidad nacional ha perjudicado con mayor fuerza al bajo pueblo, pues las diversas aristas que constituyen su acervo cultural han sido negadas y silenciadas sistemticamente. Por consiguiente el patrimonio cultural popular
ha sido invisibilizado, tal como si se constituyese a partir de pequeeces
no necesariamente relatables de la historia (Bengoa, 2003: 40).
Si consideramos junto con Gabriel Salazar que las clases populares
han constituido durante los dos ltimos siglos la masa mayoritaria (tres
cuartos) de la sociedad (2006: 48) podemos aseverar con fundamento
que gran parte de la cultura nacional no ha sido sopesada en la construccin del patrimonio identitario nacional. En razn de tal exclusin el socilogo Toms Moulian plantea que se ha dejado en la oscuridad a todos
aquellos que se escapan de la institucionalidad (1991: 287).
Aquel soterramiento se debe al modo en que las clases populares han
sido concebidas por los sectores hegemnicos, los cuales segn Jorge Larran son valorados como destructores del orden bsico creado por Portales1 (2001: 174).
Considerando la invisibilizacin y exclusin a la que se ha relegado al
bajo pueblo, estimamos que ser provechoso situar nuestra reflexin en
tales circuitos culturales, ya que de acuerdo a Garca Canclini tal ptica de
indagacin permite generar reflexiones que hacen visibles campos de lo
descuidado por el conocimiento hegemnico (1997: 51).
Dicho enfoque investigativo ha sido empleado por el historiador chileno Gabriel Salazar en la elaboracin su Historia social2, la cual se entiende
1
Para Gabriel Salazar el gobierno portaliano es un claro ejemplo de cmo la clase
dirigente reprueba cualquier intento del bajo pueblo por organizarse y adquirir autonoma.
Por ello, el historiador plantea que cada vez que el pueblo ha se ha manifestado surge un
juicio negativo y derogatorio: se habla de anarquismo, caos, desorden social.
2
[ 10 ]
Para Salazar la omisin histrica del bajo pueblo se debe a la prevalencia del paradigma nacionalista desde el cual se ha construido la historicidad del pas, sistema que ha deslegitimizado otras estructuras y
perspectivas de reflexin3. Validar tal preponderancia implica corroborar
la hiptesis de que la sociedad chilena constituye un solo y homogneo
actor histrico.
Tanto para Jorge Larran como para Gabriel Salazar tal conjetura es
errada, puesto que desde la perspectiva del sociolgico la variabilidad cultural y tnica presente en el conglomerado social chileno impide desarrollar una nocin de identidad que presuma ser equivalente a la nacional
(2001: 179). Por su parte el historiador subraya que la identidad nacional no puede ser validada desde una perspectiva totalizante, pues sta se
constituye como un abigarrado conjunto de actores sociales en pugna
(2006: 30).
Aquella disputa que nos adelanta Salazar se establece a partir del enfrentamiento suscitado entre de dos polos culturales claramente definidos: uno que se sita desde una centralidad excluyente, y otro, que lo
Fuentes: Gabriel Salazar y la Nueva Historia. Elementos para una polmica desde el marxismo clsico, editada el ao 2007 en Santiago, por la editorial: Clase contra clase.
3
En su texto La violencia poltica popular en las "Grandes Alamedas", Salazar plantea que el desafo de las Ciencias Polticas en nuestro pas, es reconocer que coexisten diversas epistemologas validas a partir de las cuales construir la historicidad nacional. Para el
historiador se presentan al menos dos posturas igualmente vlidas: a) las que se sitan en las
particularidades concretas de la sociedad chilena, y; b) aquellas que se sitan principalmente
sobre los parmetros generales de la nacin como su ser estructural.
[ 11 ]
hace desde los mrgenes del poder. Mientras que este primero tal como
plantea Sergio Pereira Poza busca imponer una cultura nacional centralizadora, formalizada a travs de mediaciones llamadas a producir y divulgar su cultura e imaginario social (2007: 218); el segundo polo cultural
desde su marginalidad, lucha por reclamar su derecho a la diversidad, es
decir en palabras de Homi Bhabha a ejercer su derecho a significar desde
la periferia del poder (1994: 19).
Tal dialctica de clases es abordada por el pensamiento salazariano,
el cual denomina a los sectores hegemnicos como Constelaciones G4
y a los sectores excluidos como Constelaciones P5. En relacin a stas
primeras podemos afirmar encarnan valores mximos o absolutos, y subordinan y/o fagocitan otras valoraciones alternativas de la realidad. De
esta manera en la estructura axiolgica6 propuesta por las Constelaciones G se constituirn los valores que articulan polticamente la nacin
(2006: 34).
A partir del perodo portaliano las Constelaciones G comienzan a
concebir con mayor mpetu el proceso identitario desde la lgica de la
homogenizacin. Es por ello Gabriel Salazar apunta lo siguiente: La Nacin no fue entendida entonces como un conjunto de diversos estratos y
grupos sociales unidos tras un proyecto comn () sino como una entidad
superior, metafsicamente similar a la idea ritual y moralizante de Patria
(2006: 36).
Debido a la preminencia de tales sectores hegemnicos el bajo pueblo
ha quedado totalmente relegado en la construccin del patrimonio identitario nacional. Es por ello que las Constelaciones P han sido consideradas nicamente como actores de segunda categora, incapaces de moverse por s mismas en las grandes Alamedas. En razn a tal invisibilizacin,
Salazar sostiene que el bajo pueblo no ha sido considerado como sujeto
histrico viviente, sino como concepto o fonema, articuladas o empaquetadas en los discursos y proyectos polticos de la elite dirigente nacional
(2006: 47).
El abandono poltico e histrico en el cual se encuentran las clases
populares ha provocado en stas la necesidad de contar con una ciencia
social propia capaz de dar cuenta de sus condiciones reales de vida, sus
4
Salazar denomina de tal forma a los sectores hegemnicos, pues stos dan cuenta de las ideas de Generalidad y de Totalidad.
5
Dichos sectores culturales reciben tal denominacin, pues han sido tratados por
la historicidad oficial como Particularidades, como un estrato social Pulverizado.
6
Tal estructura axiolgica se constituye al modo de las ideas platnicas, ya que
proponen una ordenacin valrica que no se condice con la coyuntura nacional, sino que se
presenta como un sistema ahistrico. Salazar sita como reflejo de tal situacin el hecho de
que tanto patricios, como rotos e indgenas son invitados a lo largo de la historia a aprehender un espritu patritico que los lleve incluso a dar la vida por la patria si fuese necesario.
[ 12 ]
[ 13 ]
tuacin queda en evidencia en las primeras pginas de su texto autobiogrfico Imgenes de infancia y adolescencia (1950) en los cuales el autor
destaca su ascendencia popular: nac () en una casa de la calle Combate
de los Pozos, al sur de la ciudad8. Es un barrio proletario, un poco abandonado, como todo lo proletario (1985: 5).
Del mismo modo al definir su programa escritural Rojas nuevamente
evidencia su origen popular, subrayando que su narrativa se sita y construye desde el bajo pueblo. Es por ello que nuestro autor pretende visibilizar en sus novelas a gente sin pasado ni futuro, eternos al parecer,
alcohlicos, ignorantes, sin ninguna nocin de otro mundo que no fuese el
suyo. Era, sin embargo, una clase de seres que en cierto modo perteneca
a mi clase y la de mis antepasados (1985: 27).
Dado el origen y compromiso social de Manuel Rojas con los sectores
populares, no debiese provocarnos extraeza el hecho de que la opcin
poltica asumida por nuestro autor fuese el anarquismo. Tal vinculacin se
explicita en el texto autobiogrfico Viaje al pas de los profetas (1969) en
el cual Rojas manifiesta su inclinacin poltica: tengo una formacin ideolgica socialista, ms bien dicho, una formacin anarquista, formacin que
no he dejado nunca, por ms que las circunstancias de la vida y de mi vida
me hayan reducido al solitario trabajo de escritor (1969: 17).
La relacin dada entre nuestro autor y el pensamiento crata se establece en un nivel ms profundo que la mera identificacin poltica, pues
Rojas responsabiliza a sus pares anarquistas de haberlo vinculado al mundo de las letras, ya que stos tenan el gusto y casi la mana por la lectura
(1960: 45).
Una vez aclarada la importancia de los elementos biogrficos mencionados anteriormente, estamos en condiciones de ingresar a Sombras
contra el muro para apreciar cmo su narrador incorpora en el relato a diversas figuras histricas del acervo cultural popular, tales como: el asesino
porteo Emile Dubois; los cuatreros de la zona central Huaso Raimundo,
Flaco Manuel y El Bonete Grande; y al joven anarquista Efran Plaza Olmedo. Del mismo modo se incorporarn ciertos elementos lricos alusivos al
crata Octavio Garnier; al italiano Inocencio Lambordozzi; y ciertas menciones a canciones provenientes del folklore.
A continuacin nos haremos cargo de los esfuerzos del narrador de
Sombras contra el muro por patentizar en su relato la cultura del bajo pueblo.
8
Se refiere de la ciudad de Buenos Aires. Aunque Manuel Rojas naci en la Repblica Argentina el autor se identifica plenamente con Chile, es por ello que en su Historia breve
de la Literatura Chilena (1965) manifiesta lo siguiente: nacido en Buenos Aires, Argentina,
en 1896, pero hijo de chilenos y chileno por derecho propio (87).
[ 14 ]
Como vemos los sujetos histricos a los cuales hace referencia el narrador de Sombras contra el muro son extrados desde la a cultura popular.
En lo que respecta a Emile Dubois10 fue un inmigrante francs asentado
en el puerto de Valparaso recordado por asesinar a cuatro comerciantes
extranjeros y por intentar asesinar a una quinta vctima de nacionalidad
estadounidense.
La motivacin por la cual nuestro narrador decide hacer tal contraste entre el personaje Fortunato y la figura histrica de Emile Dubois, la
hayamos al considerar el ensalce que la cultura popular ha realizado de
la figura del galo, es por ello que Hugo Bello Maldonado seala que en la
tumba del francs ubicada actualmente en el cementerio de Playa Ancha
podemos encontrar:
Una gruta en la que la cultura popular ve a un patrono de las causas apremiantes () es un lugar que cuenta con el ms abigarrado friso compuesto por
numerosas placas de agradecimiento que se pueden ver en dicho cementerio
(2005: 334).
9
De aqu en adelante trabajaremos ntegramente con la edicin de Sombras contra
el muro publicada en Santiago en el ao 1973 por editorial Quimant. Por consiguiente, nos
limitaremos a citar nicamente el nmero de pgina correspondiente.
10
Su verdadero nombre fue Louis Amadeo Brihier Lacroix, puesto que Emile Dubois
fue uno de los tantos pseudnimos utilizados por ste, al cual podemos aadir Emilio Dubois,
Emilio Morales y Emile Murraley.
[ 15 ]
Obviamente la figura de Dubois no pasar inadvertida para los sectores cratas de la poca, sino que por el contrario muchos alzarn su figura
como un estandarte de lucha obrera. A tal situacin podemos atribuir el
hecho de que una vez apresado Dubois, los cratas del puerto realizaran
actos en favor de su liberacin:
Los grupos anarquistas, opuestos a todo lo que significaba la justicia burguesa
e incluso cuestionando la culpabilidad del asesino, iniciaron un movimiento
de defensa. Dubois, por un lado no era culpable y, por otro, haba atacado
a comerciantes explotadores que se enriquecan con el trabajo del pueblo. De
cualquier modo, no deba ir al patbulo, era el argumento anarquista (Hurtado,
2009).
Considerando lo que hemos expuesto, podemos sostener que el narrador de nuestra novela recoge la figura de Emile Dubois como un representante de la cultura popular portea, para as vindicar los elementos
propios del acervo cultural del bajo pueblo.
Situacin similar ocurre con los cuatreros de la Isla de Maipo apodados Huaso Raimundo, El Bonete Grande, y Flaco Manuel. stos al igual que
Dubois ingresan al imaginario popular debido a sus conflictos con la ley.
Segn lo que nos muestra la crnica roja de comienzos del siglo XX las
fechoras cometidas por aquel trio criminal los mantuvieron en la primera plana de todos los peridicos santiaguinos de 1927. Aquello se debi
segn lo expuesto por Elvira Dantel Argandoa en su texto El bandido en
la literatura chilena (1935) a la facilidad con que aquellos hombres conseguan escapar de manos de los carabineros como si un poder sobrenatural lo protegiese (1935: 280).
Tales felonas no slo fueron recogidas por los peridicos, sino que
adems la lira popular se encarg de inmortalizar tales sucesos. De este
modo, ha llegado hasta nuestros das una paya de autor desconocido titulada: Clebre contrapunto entre un hombre de gobierno y un agente de
pesquisas sobre la desaparicin del huaso Raimundo.
[ 16 ]
El siguiente fragmento de tal creacin potica resume los estriles intentos de la polica de la poca por apresar a alguno de los integrantes del
tro de malhechores: Seor le digo en verdad / que ese bandido terrible
/ no lo podemos pillar / porque se hace invisible (Argandoa, 1935: 280).
Desafortunadamente el desenlace de aquella terna delictual se
ha difuminado con el paso del tiempo, por lo cual no podemos referirnos
con certeza a sus momentos finales. La nica noticia que ha llegado hasta
nuestros odos la podemos recabar gracias a la recopilacin de cuecas chilenas realizada por Samuel Claro Valdez, especialmente aquella titulada Ya
muri el Guaso Raimundo, segn la cual tenemos:
Ya muri el guaso Raimundo
lo tomaron mal herio
Manuel el Bonete Grande
ya se encuentra detenio.
Quisiera con el guaso
tomar un poco
porque no le hace falta
jams el choco.
Jams el choco, s
roto valiente
que se tir a balazo
con los agente.
Te fuiste de este mundo
guaso Raimundo (1994: 424).
Una tercera figura histrica propia del acervo cultural crata incorporada en la narracin de Sombras contra el muro la constituye Efran Plaza
Olmedo, quien es aludido en relacin a las crticas que le formula Aniceto
Hevia: Plaza Olmedo mat a un joven que no conoca slo porque deseaba manifestar su disconformidad con la justicia y la moral burguesa; eso
me parece absurdo: pudo matar a su madre; dispar al bulto (172-173).
El narrador de Sombras contra el muro no slo se vale del personaje
principal de su tetraloga narrativa para hacer vlidas las crticas a Plaza Olmedo, sino que adems utiliza a un personaje secundario en su narracin,
como lo es Miguel Briones, para dar nfasis al reprobable actuar violentista del joven crata:
-Conoci a Plaza Olmedo?
-Estuve una vez con l.
-Qu le pareci? Es el primer hombre que en Chile protesta en esa forma
contra una matanza de obreros.
-Lstima que lo hiciera as. Me pareci un ser sombro (173)
[ 17 ]
Montado sobre la muralla que divida ambas casas, Efran Plaza Olmedo comenz a entregarles diariamente a sus vecinos pan y leche que
robaba desde la despensa de su hogar.
Ya en su poca adulta Plaza Olmedo, a pesar de su origen aristcrata,
decidi hacerse panadero pues consideraba que sta era la industria ms
noble (Vicua, 2002: 98). Durante aquel perodo Efran abrazara el credo
anarquista.
En el invierno de 1912 nev copiosamente en Santiago, dejando al
descubierto las grandes diferencias sociales presentes en la capital. Mientras que la burguesa paseaba gozosa por las calles vestidas con abrigos y
estolas, la clase proletaria temblaba de fro y enfermedad. Tal panorama
desconcert al joven Plaza Olmedo por lo que dispar con su revlver en
forma de protesta hacia la multitud, quitndoles la vida a un aristcrata
de apellido Guzmn y a un empleado de clase media apellidado Consoln.
Debido a tal acto el joven crata fue sentenciado a cuarenta aos de
presidio, veinte por cada asesinato11 (Vicua, 2002: 98).
Debido a aquel acto de protesta, y teniendo presente su origen aristcrata del cual Plaza Olmedo reneg, el joven crata ha sido considerado
por muchos de sus pares como un mrtir y precursor.
En razn de lo anterior, un joven Manuel Rojas de tan slo diecinueve
aos de edad bajo el pseudnimo Tremal Naik12, public una crnica en el
peridico crata La Batalla al hacerse pblica la condena de Plaza Olmedo.
11
Luego de trece aos de presidi Efran Plaza Olmedo recuper su libertad. Su
condena fue rebajada, pues tras la revolucin de enero de 1925 los obreros exigieron insistentemente su libertad, la cual la Junta de Gobierno concedi.
12
Tal nombre corresponde a un personaje de la novela de Emilio Salgari Los misterios de la jungla negra (1895).
[ 18 ]
En dicho artculo nuestro imberbe autor proclamaba que el crata sentenciado fue un compaero que:
Cay. Pero su cada equivali a triunfo. Grit en contra de las injusticias sociales y su grito repercuti en los horizontes () su estremado (sic) amor para los
de abajo prevaleci y su odio para los de arriba explot, rabioso por la negra
boca de su revlver () Quizs ahogarn en sangre sus palabras, pero su figura
y su jesto (sic) quedarn impunes grabados en el corazn de las multitudes
hambrientas () Hermano! Te llaman asesino los idiotas nosotros te llamamos justiciero () Salud al precursor! (1912: 2-3).
Al igual que Tremal Naik el investigador chileno Carlos Vicua Fuentes entrega ciertas concesiones al actuar de Efran Plaza Olmedo, incluso
l personalmente abog por un indulto presidencial en favor del joven
crata: yo ped gracia para l al Presidente Alessandri por intermedio de
su hijo Fernando, pero me fue negada, porque se tema, tal vez con razn,
que recayese en un atentado semejante al de 1912 (2002: 99).
A diferencia de lo planteado por ciertos sectores cratas de la poca
e incluso aquel adolescente Manuel Rojas, en nuestra novela no se aboga
por enaltecer la figura de Plaza Olmedo, sino que sus actos provocan desaprobacin y resquemor entre sus personajes.
Tal situacin no deja de llamar nuestra atencin, pues si bien con slo
diecinueve aos Manuel Rojas ensalz la figura de Plaza Olmedo, ya en
la madurez y con sesenta y cuatro aos a cuestas, la postura de nuestro
autor es mucho ms mesurada y concienzuda. Si bien la militancia poltica sigue siendo el anarquismo al parecer tal significacin poltica ha sido
abordada desde una arista distinta.
Al igual como se incorporan en la narracin de Sombras contra el
muro diversas figuras histricas propias de acervo cultural del bajo pueblo,
del mismo modo se realizarn ciertas menciones a elementos lricos de la
contingencia popular de comienzos del siglo XX.
As tenemos las menciones realizadas a Inocencio P. Lambordozzi, la
cual se presenta en el momento en que el narrador de Sombras contra
el muro le otorga la palabra a Alberto, para que ste se refiera a ciertos
versos del italiano:
Hay momentos lricos. Cantan o recitan poesas, incluso Alberto, que sabe una
frase potica cuyo origen desconoce y con la cual, al parecer, alguien quiso
simbolizar las ideas anarquistas o el anarquismo: Soy la musa petrolera que
se venga (57).
Es importante recordar que Inocencio Lambordozzi mantuvo una estrecha relacin con los cratas de comienzos del siglo XX de nuestro pas.
Una vez que arrib a Sudamrica no dej de trabajar en pos de la causa
libertaria, es por ello que en Per fund en la ciudad de Trujillo el Centro
de Estudios Sociales La Luz. Desde all se encarg de difundir lo que sus
compaeros chilenos le enviaban desde el sur, especialmente el peridico:
La Protesta, Casablanca y Tierra y Libertad.
El historiador Sergio Grez Toso en su texto Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de la Idea en Chile 1893 1915 (2007) recoge la figura de Inocencio Lambordozzi destacando la visita que el crata
realiz a nuestro pas para participar activamente en la Huelga General
de 1902. Razn que luego esgrimir el gobierno de Germn Riesco para
expulsar al activista desde el territorio nacional: el talo-argentino Inocencio Lambordozzi fue apresado despus que liderara una huelga de los
obreros panaderos de Santiago en 1903, siendo expulsado algunos meses
ms tarde al Per donde muri en 1908 (2007: 118).
La muerte de Lambordozzi se dej sentir con fuerza en sus compaeros de credo. Es por ello que Julio E. Valiente public un artculo en el
peridico La Protesta en el cual hace a alusin al mpetu con que el itlico
luch en pos de la causa redentora del proletariado:
Con su acento dulce y apasionado, lleno de un fervor piadoso, de religiosidad,
predicaba entre los mendigos el nuevo verbo libertario, llamndolos a conquistar de su dignidad y la posesin de sus derechos.
En el bajo pueblo, en las encrucijada de las calles tortuosas del arrabal, en
donde se anidan por montones los hambrientos y harapos, los protervos y los
cobardes, toda la canalla del pueblo que la sociedad repudia y desprecia, Lombordozzi organizaba sus legiones tornndolos rebeldes, que crispaban amenazantes sus puos a la burguesa que insultadora humillaba su triste condicin
de parias de la vida (1908).
[ 20 ]
La influencia que ejerci en la vida de Manuel Rojas la figura de Octavio Garnier no slo se deja sentir en nuestra novela, sino que adems
podemos hacer tal influjo extensible a La oscura vida radiante, en la cual
podemos distinguir claramente la presencia elementos autobiogrficos en
las acciones cometidas por el personaje apodado Alberto-Ramn: era un
hombre plantado sobre sus dos patas en la puerta de un banco () vigilando mientras sus compaeros saqueaban la caja de los billetes y monedas
() inspirado en los anarquistas franceses, Garnier, Bonott y los dems
(Rojas, 2007: 37).
Por medio de la incorporacin de tales elementos lricos es posible
distinguir cmo en Sombras contra el muro se construye una memoria
histrica, a travs de la vindicacin de figuras influyentes de la tradicin
crata. Situacin que se hace extensiva no slo para Sombras contra el
muro, sino que adems para La Oscura Vida Radiante y la vida personal
de nuestro autor.
[ 21 ]
Conclusiones
Podemos consignar que Sombras contra el muro es una novela que se
construye desde el bajo pueblo al incorporar en su narracin a figuras histricas y elementos lricos provenientes de la cultura popular y crata de
comienzos del siglo pasado. Por medio de tal recurso narrativo el narrador
de nuestra novela consigue esclarecer y dar cabida al patrimonio cultural
popular soterrado e invisibilizado por la historicidad oficial.
Al enfocarnos en el acto de protesta de Efran Plaza Olmedo se observa cmo la figura del joven libertario evoca diversas valoraciones en el
conglomerado crata. En razn de ello destacamos las apreciaciones que
propone a tal hecho el propio Manuel Rojas, quien a los diecinueve aos
clama por ensalzar el actuar del joven crata, para posteriormente a los
setenta y cuatro aos en Sombras contra el muro mostrar cierta reprobacin y reticencia a tal acto de protesta.
Si bien ambas apreciaciones se realizan desde la significacin libertaria, tales diferencias valorativas nos dejan en claro que la identidad popular no puede ser aprehendida desde una mirada omnmoda que anse
constituirse al modo de un discurso totalizante. Tal situacin nos demuestra que tanto para el conglomerado crata, como cualquier otro circuito
social, el concepto de identidad no puede ser reducido a una mirada totalizadora, sino que por el contrario sta habr de fundarse y entenderse
desde la diversidad y heterogeneidad de perspectivas. Por consiguiente,
concebir la identidad desde un discurso homogeneizante no slo implica
un yerro, sino que adems induce a obviar la complejidad cultural presente en cada grupo social.
El esfuerzo de la prosa rojiana por dar cuenta de la heterogeneidad se
concretiza mediante una narracin que se hace cargo de aquellas aristas
del acervo cultural popular invisibilizadas por la historicidad oficial, patentizando aquellos aspectos que han permanecido vigentes subrepticiamente en el imaginario social del bajo pueblo. Tal es el caso de Emile Dubois,
cuya figura a pesar de ser relegada a los mrgenes de la historicidad nacional permanece vigente en el acervo cultural porteo actual. Idntica
situacin ocurre con los elementos liricos trabajados, los cuales subyacen
en el imaginario popular.
De este modo, nos encontramos en condiciones de sostener que la
novela rojiana Sombras contra el muro se construye de la epistemologa
del bajo pueblo, al asumir una perspectiva de enunciacin inherente al
bajo pueblo.
Bibliografa
[ 22 ]
[ 23 ]
[ 24 ]