Tesis Sobre Siguenza
Tesis Sobre Siguenza
Tesis Sobre Siguenza
Director
Dr. Jess Alfonso Mendiola Meja
Lectores
Dra. Perla Chinchilla Pawling
Dra. Ana Cecilia Avalos Flores
Mxico, D. F.
2010
16
31
39
44
54
70
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87
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Bibliografia -
144
Introduccin
By doubting we come to inquire
and by inquiry we arrive at truth".
Peter Abelard
La publicacin en 1543 de dos libros, uno de Nicols Coprnico Sobre las revoluciones de las esferas
celestes1 y el otro de Andreas Vesalius Sobre la estructura del cuerpo humano,2 puede considerarse el
inicio de una revolucin que en el transcurso de 150 aos cambiara no slo la percepcin de la
estructura del Universo, superando el modelo ptolemaico vigente desde la Antigedad, sino que
llevara a cabo una transformacin total del pensamiento occidental, fracturando el cuerpo de
creencias cientficas establecidas por los antiguos. Este proceso llevar a la secularizacin y
desacralizacin del mundo. Se romper la unidad original entre el hombre y el cosmos, dando lugar
al antagonismo entre el mundo creado por Dios y el creado por los hombres, entre lo sagrado y lo
profano, entre lo divino y lo humano, entre el hombre y la naturaleza, entre la religin y la ciencia.
Con la bsqueda de las leyes verdaderas que gobernaban los fenmenos naturales, se introdujeron: la
duda sistemtica, la verificacin sensorial y emprica, y la divisin del conocimiento humano en
ciencias separadas. Esta nueva idea de buscar la razn de las cosas en oposicin a aceptarlas como
artculos de fe, debilit la adherencia y el respeto a la autoridad religiosa. El resultado ms
importante de esta revolucin, que culmin en 1687 con la publicacin de Principios matemticos de la
filosofa natural,3 de Isaac Newton, fue el cambio en la percepcin del mundo y el lugar del hombre en
l.
Este cambio constituy un proceso lento y arduo, en el cual las nuevas ideas y mtodos
cientficos lograron sobreponerse lentamente en una lucha constante a lo largo de casi dos siglos a
las fuerzas conservadoras y reaccionarias en un entorno complejo, caracterizado por el
enfrentamiento de la Iglesia catlica con la reforma religiosa y los cambios que sta impuso a la
institucin religiosa, liderada por los jesuitas despus del Concilio de Trento. La lucha entre la
reforma y la contrarreforma debilit a la Iglesia catlica y ech por tierra la creencia en la justicia
inmanente del poder monrquico absoluto.
La relacin entre la Iglesia y la ciencia en el siglo XVII fue compleja, y no puede reducirse a la
idea de un constante conflicto o a la de una total armona. La nocin propuesta por algunos
historiadores del siglo XIX,4 de que la relacin histrica entre la ciencia y la cristiandad se caracteriza
1
Copernicus, Nicols, De revolutionibus orbium coelestium, impreso por Petreius, Nuremberg, 1543.
Vesalius, Andreas, De humani corporis fabrica, impreso por Operinius, Basilea, 1543.
3
Newton, Isaac, Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, impreso por S. Pepys, Londres, 1686.
4
Draper, J.W., Historia de los conflictos entre la religin y la ciencia, Alta Fulla,1987, Barcelona (Mundo Cientfico).
2
Lindberg, D. C. y Numbers R. L. (ed.), God & Nature, Historical Essays on the Encounter between Christianity and Science, University
of California Press, 1986, p. 10.
6
Feingold, Mordechai, Jesuit Science and the Republic of Letters, MIT Press, Cambridge Mass., 2003, p. 2.
En este trabajo nos enfocaremos en la astronoma por ser central en nuestra investigacin, aunque la revolucin cientfica abarca
cambios en otros muchos campos del saber humano.
8
An antes de la impresin de De revolutionibus, en 1539, Lutero dijo: Ese tonto que quiere poner toda la astronoma de
cabeza*...+, yo creo en las Santas Escrituras, porque Josu orden al Sol pararse y no a la Tierra. Lutero, Tischenrede. Citado por
R. S. Westman, Copernicus and the Church, en Lindberg, D. C. y Numbers, R. L. (ed.), God y Nature, p. 82.
De acuerdo con F. Yates, la adopcin por Bruno del concepto heliocntrico se debi tambin a la influencia hermtica, en la cual el
Sol ocupa un lugar central. Yates, F. A., Giordano Bruno and the Hermetic Tradition, University of Chicago Press, 1964, p. 199.
10
Estudios modernos -como el de P. Redondi, Galileo Heretic, Princeton University Press, Princeton, 1987; y el de M. Biagioli, Galileo
Courtier, University of Chicago Press, Chicago, 1993-, han expuesto diversos anlisis sobre las causas del enjuiciamiento y
condena de Galileo.
11
En este proceso fue tambin investigado fray Diego Rodrguez.
12
Este trabajo se enfoca exclusivamente en don Carlos de Sigenza y Gngora y Nueva Espaa, pero cabe mencionar que hubo
situaciones paralelas en el virreinato de Per y en otros lugares de las colonias espaolas.
13
Gaos, Jos, Presentacin, Libra astronmica y filosfica de Carlos de Sigenza y Gngora, Centro de Estudios Filosficos, UNAM,
1959, p. XI.
14
Mayer, Alicia, Dos americanos, dos pensamientos, UNAM/Porra, Mxico, 1996, p. 196.
15
Trabulse, Elas, Ciencia y religin en el siglo XVII, El Colegio de Mxico, Centro de Estudios Histricos, Mxico, 1974, p. 53.
En esta obra Bayle expone la prevalencia, a travs de la historia, de la supersticin y de la idolatra, as como la necesidad de
combatirlas con la razn filosfica. El origen del Manifiesto de Sigenza y Gngora est relacionado con el impacto que caus en
Europa el cometa de 1680.
17
Lafaye, Jacques, Don Carlos de Sigenza y Gngora. Cortesano y disconforme, en Signos Histricos, nm. 6, julio-diciembre,
2001, p. 17.
18
Gaos, Jos, op. cit., p. XXV.
19
Paz, Octavio, Sor Juana Ins de la Cruz o las trampas de la fe, Seix Barral, Barcelona, 2002, p. 337.
20
Trabulse, Ciencia y Religin, op. cit., p. 188.
21
Aguirre, Lora Mara E., Emergencia de la nueva ciencia. Intersticios en la modernidad, en Perfiles Educativos, nm. 1, Centro de
Estudios sobre la Universidad, p. 2.
Ibid, p. 5.
Paz, Octavio, Los hijos del Limo, Seix Barral, Barcelona, p. 37.
24
Trabulse, Ciencia y Religin, op. cit., p. 40.
25
Israel, Jonathan I., Radical Enlightenment, Philosophy and the Making of Modernity 1650-1750, Oxford University Press, p. 4.
26
Ibid., p. 6.
27
Thomas, Keith, Religion & the Decline of Magic, Macmillan Publishing Company, Nueva York,, 1971, p. 644.
23
28
Don Carlos no perteneca oficialmente a la Compaa de Jess, pues fue expulsado siendo seminarista por mala conducta. Sin
embargo, personalmente se senta muy cercano a esta congregacin y en varias ocasiones durante su vida pidi su reingreso.
29
Gonzlez Casanova, Pablo, El misonesmo y la modernidad cristiana en el siglo XVIII, El Colegio de Mxico, Mxico, 1948.
30
Diccionario de la Real Academia Espaola, Espasa Calpe, Madrid, 2000.
Tiendo a estar de acuerdo con Crombie y con Grant, y no con Koyre, en relacin con el tema de la continuidad en el desarrollo de
la ciencia desde la Edad Media hasta la Revolucin Cientfica.
32
Haskins, Charles H., The Renaissance of the XII Century, Meridian Books, New York, 1957, p. 278.
San Agustn, De genesi ad litteram, captulo 18. Citado por Crombie, A. C. The History of Science, from Augustine to Galileo, Dover
Publications, Nueva York, 1995, tomo I, p. 75.
10
El sistema aristotlico provoc de entrada gran oposicin en el mundo cristiano occidental. En l los
cientficos posean ya un exhaustivo sistema basado en los datos revelados por la religin cristiana,
tambin sustentada en la filosofa platnica.
Crombie asevera que el descubrimiento de Aristteles supuso el convencimiento de que en el
Universo, y no fuera de l como habra dicho Platn, hay una racionalidad y un orden. Todo en el
Universo se comporta en orden y en armona con el fin para el que existe. El carcter determinista del
pensamiento de Aristteles se vio reforzado por las traducciones rabes. Los comentaristas rabes
llegaron a negar el libre albedro no slo en los hombres sino tambin en Dios. Todo era tal y como
establecan una jerarqua de necesidades y de leyes. Incluso Dios, decan, se ve obligado a hacer
aquello para lo que existe. El objetivo de la ciencia y de la razn es indagar en ese orden universal al
que todo lo existente est sometido. As, el principal conflicto con la fe cristiana surge ante la
interrogante siguiente: est la voluntad divina, suprema hacedora de todo, sometida a los dictados
de la razn y de la ciencia; o por el contrario el albedro de Dios es infinito y, por tanto, no cabe
indagar en orden alguno pues slo hay caprichos divinos?
Surgen tres posturas en los siglos XII y XIII ante el conflicto razn-fe: los averrostas latinos
fijaron su posicin sobre la verdad irrefutable de la filosofa aristotlica y aceptaron en consecuencia
que la teologa cristiana era irracional o falsa. Para la ciencia emprica la absoluta libertad de Dios
supona una amenaza. Ellos ponan a Dios bajo la necesidad de crear las cosas tal y como era
necesario para el orden universal. En el fondo se trata de una concepcin profundamente teleolgica:
las cosas son como necesitan ser para cumplir los fines para los que han sido creadas. La ciencia
estaba llamada a descubrir ese orden universal. Y el propio Dios deba estar sometido a ese orden. Su
libertad quedaba as limitada.
Por otra parte, Santo Toms de Aquino y San Alberto Magno aceptaban la racionalidad de la
ciencia. En el Universo haba un orden que la ciencia deba ir desentraando. Pero la voluntad de
Dios quedaba ajena a tal orden. Los designios divinos no estaban sometidos a necesidad alguna.
En el inicio del siglo XIII la ortodoxia cristiana lleg a prohibir la enseanza y lectura de
Aristteles: El Concilio Eclesistico Provincial de Pars (que se haba convertido en el mayor centro
34
Ibid.
11
Exista un intelecto agente que era comn para todos los hombres. El alma de cada hombre ya exista en ese intelecto antes de la
creacin del hombre. Despus de la muerte, el alma se sumerga de nuevo en el intelecto agente comn a toda la humanidad. No
caba, pues, hablar de la inmortalidad del alma individual.
12
Aquino no estaba satisfecho con tan slo entender las cosas como eran; l quera saber el por qu.
Esto lo llev a la lgica aristotlica y encontr verdad en el argumento lgico. La conformidad y el
dogmatismo de la Iglesia temprana se encontraban confrontados por el despertar general de la mente
europea. Este despertar tom variadas formas y caractersticas entre diferentes grupos.
El choque entre la razn y la fe era inevitable, si se consideran los cambios intelectuales, sociales,
econmicos y culturales de los siglos XII y XIII. Aunque una no conquist a la otra, era claro que una
sntesis se haca necesaria. Esa sntesis fue proporcionada por Aquino. Tan grande fue el aval de la
Iglesia a Aquino que fue canonizado en 1323 y su pensamiento se convirti en la base doctrinaria de
la Iglesia Catlica Romana hasta nuestros das.
Aquino utiliz la lgica aristotlica como un instrumento de anlisis tanto teolgico como
filosfico. La fe y la razn son dos caminos a una nica verdad. Lo que la razn no pueda descubrir,
lo encontrara la fe. La verdad es el conocimiento de Dios y la voluntad de Dios... Aquino formul una
visin del mundo que expresaba la divinidad y la verdad del cristianismo y estaba soportada por
rigurosos argumentos lgicos.
Abelard y Aquino ayudaron a construir una visin del mundo que posicionaba a la razn y la fe
en el centro de la bsqueda de la verdad por el hombre. Esta verdad es Dios y la voluntad de Dios.
En los siglos subsiguientes, la razn y la fe poco a poco se iran separando.
El excedente de productos agrcolas, la creciente urbanizacin de Europa, la poblacin creciente,
la ampliacin de las zonas de comercio, y el deseo de conocimiento, rompieron el marco medieval. El
hombre emergi de la sntesis medieval, destrozada por los factores que acaban de enumerarse, y
puso su visin, quiz por primera vez, en la Grecia clsica y en el mundo de la naturaleza.
La sntesis medieval se convirti en demasiado formal, demasiado compartamentalizada,
demasiado confinante. Era exageradamente lgica, sistemtica, aristotlica. El Renacimiento
reaccion con extrema dureza en contra de esa sntesis medieval confinante, contra toda esa
clasificacin exhaustiva. Ya en 1500, y en cualquier campo que se escoja examinar arte, poltica,
ciencia, economa, la vida se hace un gran nfasis en el potencial humano para el crecimiento y la
14
Con los personajes de Rebelis y la famosa obra de Erasmo, Elogio de la locura, el conflicto entre la
15
16
Este cometa, que fue visto tambin en Europa, origin estallidos de supersticin en varios pases como Inglaterra, Francia y
Alemania. Vase Robinson, J. Howard, The Great Comet of 1680, a Study in the History of Rationalism, Northfield Minn., 1916.
37
Sigenza y Gngora, Carlos, Libra astronmica y filosfica, UNAM, Mxico, 1959, 28, p. 19.
17
Guzmn, Sebastin de, Prlogo a Libra astronmica y filosfica de Carlos de Sigenza y Gngora, Centro de Estudios Filosficos,
UNAM, 1959, p. 14.
39
Gonzlez y Gonzlez, Enrique, Sigenza y Gngora y la Universidad, en Alicia Mayer (coord.), Carlos de Sigenza y Gngora.
Homenaje, 1700-2000, UNAM, Instituto de Investigaciones Histricas, Mxico, 2000, p. 222.
40
Tena Villeda, Rosalba, Jos Salmern de Castro, mdico y astrnomo novohispano, en Boletn Mexicano de Historia y Filosofa de
la Medicina, 6 (1), 2003.
41
Trabulse, Elas, Ciencia y Religin, op. cit., p. 83.
42
La doctora Mara Luisa Rodrguez Salas seala que el trabajo de Salmern constituye una clara y evidente copia ampliada del
inicial trabajo sobre el mismo tema que realiz Gabriel Lpez de Bonilla unos aos antes, ya que refleja un rasgo ms o menos
usual y natural entre los autores de la poca: el uso de ideas y trabajos de otros escritores, sin la especfica mencin de ellos.
Ma. Luisa Rodrguez-Salas, Cientficos y acadmicos en los siglos XVI y XVII novohispanos, miembros de estamentos cientficos y
partcipes en la formacin de una ciencia nacional. Tesis de doctorado, Facultad de Filosofa y Letras, UNAM, Mxico, 1997, pp.
80-81.
La licenciada Rosalba Tena Villeda discrepa de esta aseveracin y dice: Indudablemente Salmern se apoy en los trabajos
18
Para este cientfico el cometa se haba originado por una epidemia de granos, pstulas y
ronchas que haba ocurrido haca tres aos en la Ciudad de Mxico.
Los eclipses, segn don Jos, eran antecedentes en la formacin de los cometas. Cuando ese
fenmeno pasaba, surga el sudor diaportico, que venca al sudor de la naturaleza, de forma
anteriormente realizados. Uno de los pocos y ms importantes, el de Gabriel Lpez de Bonilla, pero no obstante las similitudes
en cuanto al ttulo, la dedicatoria y la estructura de los temas, su trabajo no es una simple copia y sus aportaciones no deben ser
despreciadas o poco valoradas.
43
Escobar y Salmern, Jos, Discurso cometolgico y relacin del nuevo cometa, editado por la viuda de Bernardo Caldern, Mxico,
1681, p. 17v.
44
Ibid., pp. 7r-9v.
19
Ibid., p. 9v.
Sigenza, Libra, p. 19, 28.
47
Sigenza, Libra, p. 56,107.
46
20
21
Acua Glvez, Cruz, El romance del padre Kino, edicin de los misioneros cambonianos, Mxico, 1976, p. 25.
Bolton, H., Kinos Historical Memoir of Pimera Alta, tomo I, p. 38. Citado por I. A. Leonard en Don Carlos de Sigenza y Gngora, a
Mexican Savant of the XVII Century, University of California Press, Berkeley, 1929, p. 57.
52
Martnez Leal, Luisa, Los impresores libreros en Nueva Espaa del siglo XVII, Tiempo Laberinto, p. 13.
http://www.uam.mx/difusion/revista/may2002/martinez.pdf
53
Navarro Brotons, Vctor, La Libra astronmica y filosfica de Sigenza y Gngora: la polmica sobre el cometa de 1680, en Alicia
Mayer (coord.), Homenaje, op.cit., p. 170.
51
22
54
55
Montan Mart, J.C., Intriga en la corte virreinal, Universidad de Sonora, Hermosillo, 1977, p. 57.
Citado por Irving A. Leonard, en Don Carlos de Sigenza, op.cit., p. 72.
23
24
En la polmica contra el padre Kino, quien expona los conceptos escolsticos y aristotlicos,
Sigenza favoreci la eliminacin de significados escatolgicos para los cuerpos celestes. Esta toma
de posicin no se estableci de manera definitiva al momento de publicar la Libra, sino que fue
resultado de avances y retrocesos, dudas e indecisiones. En Sigenza se puede detectar, al igual que
en Increase Mather o en Kepler, una dualidad de posiciones en diferentes tiempos: en 1680, meses
antes de la aparicin del cometa, en ocasin de la llegada del nuevo virrey, don Carlos escribi:
Siendo luminares grandes nuestros excelentsimos prncipes, no podan dejar de asistirles Mercurio y Venus
porque segn dicen los que saben de Astronoma y no ignoran sus tericas, median estos dos planetas entre el
Sol y la Luna en todos los sistemas que hay en los cielos.58 Otro ejemplo lo ofrece Octavio Paz59 cuando
hace referencia al Triunfo Partnico, publicado en 1683, dos aos despus de sus escritos contra la
Astrologa, en donde Sigenza se refiere a la malignidad de los astros que esterilizan la Tierra y
deplora que haya aos de mala estrella. Sigenza tambin se dedic a la astrologa prctica,
publicando lunarios durante muchos aos.
56
Manrique, Jorge Alberto, Del barroco a la Ilustracin, en Historia general de Mxico, Daniel Coso Villegas et al.., vol. I, El Colegio
de Mxico, Mxico, 1976, p. 647.
57
Gaos, Jos, Historia de nuestra idea del mundo, FCE, Mxico, 1979, p. 156.
58
Sigenza y Gngora, Carlos, Teatro de virtudes polticas, Obras Histricas, Editorial Porra, Mxico, 1944, p. 275.
59
Paz, Octavio, Sor Juana., op. cit., p. 344.
25
26
27
Desde la Antigedad hasta el Renacimiento, el pueblo vea a las estrellas brillando como
pertenecientes a una clase de eventos monstruosos y amenazantes. Los cometas no aparecan solos,
sino en compaa de otros prodigios y portentos.69
Sin duda la teora antigua ms influyente sobre los cometas era la de Aristteles. En su
Meteorolgica dice:
Los cometas eran meteoros sublunares compuestos de exhalaciones calientes y ventosas. Tenan
dos causas: la ms comn estaba formada cuando una masa condensada de exhalaciones voltiles
suba de la Tierra a la atmsfera superior donde era incendiada por las revoluciones de una esfera
celeste contigua. Los cometas se generaban tambin cuando una estrella o planeta una
exhalaciones atmosfricas en un halo estelar que se vea como la cola del cometa pero no estaba
unido a la estrella o planeta. A diferencia del primer tipo de cometa que se mova ms lenta y
errticamente que la esfera estelar, el segundo tipo tena el mismo movimiento que la estrella que
lo generaba.70 Con algunos cambios, este postulado aristotlico sobre los cometas estuvo vigente
por casi 2000 aos hasta que fue desechado.
Sneca propona una idea opuesta a la de Aristteles: clasificaba a los cometas como cuerpos
celestes mviles, pero que no eran planetas. Yo no creo que un cometa es slo un fuego repentino,
sino que es algo que est entre las obras eternas de la naturaleza.71 Sneca, quien es citado con
amplitud por Sigenza en Libra, present cuatro argumentos bsicos en contra de la teora aristotlica
sobre los cometas:
1. Todo en la atmsfera es efmero y cambia constantemente y los cometas son durables.
2. Dado que los fuegos estn apegados a su combustible, stos en la atmsfera deberan
descender a una regin inferior de la atmsfera donde est ms espesa. Los cometas nunca se
67
Marcos 13, 24:25, La Biblia de Jerusaln Ilustrada, Editorial Alfredo Ortelis, Valencia, 1975.
Flavio Josefo, La guerra de los judos, libro 6, captulo y lneas, 288:289, The new Complete works of Josephus, Kregel Publications,
1999.
69
Scheiner, Sara J., Comets, Popular Culture and the Birth of Modern Cosmology, Princeton University Press, Princeton, 1997, p. 18.
70
Aristteles, Meteorolgica 1, 4, 7. Citado por Scheiner, Comets, Popular Culture, p. 17.
71
Sneca, Naturales Quaestiones, 7.22.1. Citado por Scheiner, Comets, Popular Culture, p. 18.
68
28
72
Sneca, Naturales Quaestiones, 7.25.7. Citado por Scheiner, Comets, Popular Culture, pp. 18-22.
Shakespeare, W., Julius Caesar.
74
Burrus, E.J., Kino escribe a la Duquesa, correspondencia del p. Esusebio francisco Kino con la Duquesa de Aveiro y otros
documentos, J. Porrua, Madrid, 1964, p.41.
73
29
Cmo poda ser que un sabio de provincia, en un pas semisalvaje, se atreviera a contradecir
las opiniones de un docto jesuita educado en Europa?
Sigenza senta cierta soledad, pues no se poda decir que cientficos de su calibre abundaran
en el virreinato de Nueva Espaa. Por esa razn trat de conocer a todos los visitantes eminentes que
pasaban por la ciudad de Mxico. As que Sigenza busc animadamente a Kino a su llegada a la
capital. Este encuentro fue muy afortunado para Kino dado que Sigenza era un hombre con muchos
contactos, tanto en los crculos seculares como en los religiosos. Sigenza le dio la bienvenida en su
casa, lo present a sus amistades y le prest todo tipo de materiales.77
Que por las noticias que corran de ser eminentsimo matemtico, estimulado del deseo
75
Williams P. Andrew, Shifting Signs: Increase Mather and the comets of 1680 and 1682, en Early Modern Literary Studies 1.3 (1995).
Disponible en: http//purl.ocic.org/emis/10-3/willmath.html.
76
Sigenza, Libra, p. 10, 12.
77
Leonard, Irving A., Don Carlos ., op.cit., p. 57.
30
La publicacin del libro de Kino pudo haber tenido un resultado positivo en el aspecto de
predisponer positivamente al virrey Cerda y Aragn para ayudarle en sus planes de exploracin y
evangelizacin del territorio norte de Mxico. Como es sabido, sta fue la tarea de su vida y la realiz
con gran xito. Hoy es recordado como el padre a Caballo, gran explorador y evangelizador.
En lo que respecta a su Exposicin astronmica, su influencia directa en el aspecto astronmico
fue pobre, como veremos en el captulo dedicado al anlisis de Libra. Sigenza seal con gran
minuciosidad los errores en los clculos de diversas mediciones astronmicas por parte de Kino. Su
importancia en los que se refiere a la parte astrolgica tambin fue desechable, pues el embate de la
nueva ciencia arroll con las ideas astrolgicas sobre el significado de los cometas.
La importancia fundamental del libro de Kino reside en haber sido el catalizador del
pensamiento de Sigenza en esta materia y generar las condiciones de presin que el cientfico criollo
necesitaba para escribir Libra. Siendo Kino el principal contrincante de Sigenza en la polmica, con
brevsimas excepciones, Libra est enteramente dedicada a responder cuidadosamente a cada una de
las aseveraciones de Kino, tanto en sus clculos astronmicos como principalmente en su aspecto
astrolgico.
Tomando en cuenta la bsqueda de identidad del criollismo proceso histrico que culminara
78
Sigenza, Libra, p. 4, 5.
Irving, Don Carlos .., op.cit., p. 62.
80
Sigenza, Libra, p. 85, 166.
79
31
81
82
32
33
Heidegger, M., The Question Concerning Technology and Other Essays, Harper & Row, Nueva York, 1977, p. XXV.
Luhmann, N., Teora de la sociedad, Universidad Iberoamericana/Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 1993, pp. 339-353.
88
Weber, M., Ensayos sobre sociologa de la religin, tomo I, Madrid, 1973, pp. 11-21. Citado por Habermas, Discurso, p. 11.
87
34
Habermas, J., Teora de la accin comunicativa, tomo I, Taurus, Madrid, 1988, p. 245.
Habermas J., Discurso, pp. 28-29.
91
Ibid., p. 29.
92
Habermas, J., Modernidad, un proyecto incompleto, en Punto de Vista, nm. 21, Buenos Aires, 1997, p. 137. Tambin Teora de
la accin comunicativa, op.cit., pp. 462-463.
90
35
36
Si consideramos como un signo de inmadurez las creencias sobre los significados de los
cometas como presagios de terribles sucesos, obviamente el ataque de Sigenza a estos conceptos, un
ataque basado en la razn, fue una toma de posicin moderna. Bentez Grobet,97 en su trabajo sobre
Sigenza, intenta definir la modernidad y menciona algunas de sus caractersticas definitorias
fundamentales:
I. El rechazo de la tradicin.
II. La apertura a una nueva actitud. La asuncin de la crtica como opuesta a la tradicin
autoritaria y dogmtica.
III. La modernidad como ciencia nueva. El pensamiento metdico, la observacin y la
experiencia.
IV. El trmino modernidad alude a la nueva filosofa como la nueva ciencia; aquella que se
concibe a s misma como racional y antimetafsica, en tanto por un lado busca establecerse
independientemente de la fe y, por el otro, desplaza el acento de su preocupacin por los
problemas tradicionales metafsicos a los epistemolgicos.
V. El eclecticismo.
VI. Una nueva forma de concebir a la religin como el campo propio de la creencia, del dogma,
de la autoridad y, por tanto, completamente diferente a la ciencia o a la filosofa.
Para Bentez Grobet, la fundacin de las ciudades libres, la movilidad de las clases sociales y
los grandes descubrimientos como hazaa espiritual en la que destaca la nueva actitud del hombre
frente al mundo, su fe en la razn, la bsqueda del mtodo adecuado para el conocimiento y dominio
de la naturaleza, cuya base est en la razn crtica frente al dogma, la imaginera y la supersticin;
frente a un pasado en el que el mundo tena lmites, esferas estables e incorruptibles cuyas leyes
diferan de las del mundo sublunar, reflejan con claridad que el paso a la modernidad no es un mero
trmino, sino un proceso que tiene sus orgenes ms remotos en la baja Edad Media y cuyas premisas
fundamentales de desarrollo se dan en los siglos XV y XVI, con importantes aportaciones durante el
siglo XVII.
Otros autores intentan describir la visin de una modernidad Iberoamericana, bajo la
consideracin de los mltiples aspectos de identidad cultural entre Espaa y sus dominios en la
96
97
Dussel, Enrique, El encubrimiento del indio: 1492. Hacia el origen del mito de la modernidad, l, Cambio XXI, Mxico, 1994, p. 208.
Bentez Grobet, Laura, La idea de la historia en Carlos de Sigenza y Gngora, Mxico, FFyL, UNAM, 1982.
37
Domnguez, Beatriz H., O medieval e o moderno no mundo ibrico e ibero-americano, Estudios Histricos, nm. 20, Ro de
Janeiro, 1997, p. 1.
99
H, Vaz, Escritos de filosofa. Problemas de fronteira, So Paulo, Edies Loyola, 1986. Citado por Domnguez, O medieval e o
moderno, p. 6.
100
Snchez-Albornoz, Claudio, Espaa, un enigma histrico, Buenos Aires, Sudamericana, 1962. Citado por Domnguez, op. cit., p. 7.
101
Paz, Sor Juana, op. cit., p. 28.
38
102
Ibid., p. 335.
39
103
Ibid., p. 335.
Findlen, Paula, Athanasius Kircher, el ltimo hombre que lo saba todo, Routledge, Nueva York-Londres, 2004.
105
Sigenza, Libra, p. 10, 12.
106
Ibid.
104
40
Westman, Robert S., The Astronomer's role in the XVII century: A preliminary study, en History of Science, XVIII, 1980.
Aunque no se sabe con exactitud la fecha en que se concedi este honor a don Carlos, I. Leonard la calcula con base en una carta
enviada por Sigenza al conde de Moctezuma, escrita en 1699, mencionando que el nombramiento fue hecho en 1680. Don
Carlos de Sigenza y Gngora, a Mexican Savant of the XVII Century, University of California Press, 1929, p. 75.
Sobre sus ttulos nos dice don Carlos: Ttulos son stos que suenan mucho y valen muy poco, y a cuyo ejercicio le empea ms la
reputacin que la conveniencia, en Infortunios de Alonso Ramrez, Planeta/Joaqun Mortiz, Mxico, 2002, p. 83.
109
Trabulse, E., La obra cientfica de don Carlos de Sigenza y Gngora, en Mayer, Homenaje, p. 101.
108
41
110
111
Trabulse, Elas, Ciencia mexicana. Estudios histricos, Mxico, Textos Dispersos Ediciones, 1993, p. 60.
Gemeli Careri, G. F., Viaje a la Nueva Espaa, UNAM, Mxico, 2002, p. 52.
43
Jaime Franck era un capitn de infantera de alemanes, procedente del ejrcito de Catalua y muy versado en la ingeniera de
fortificaciones. Carlos II lo nombr capitn de caballos en Nueva Espaa, encargado de llevar a cabo las reformas necesarias al
fuerte. Tuvo xito y en tres aos logr consolidar lo que sera una de las mejores fortalezas de Nueva Espaa. Vase Montero,
Pablo, Ula, puente intercontinental en el siglo XVII, vol. II, INAH, Mxico, 1997, p. 149, y Moncada Maya, Jos Omar, Ingenieros
militares en Nueva Espaa, UNAM, Mxico, pp. 23-24.
44
Si bien el conde de Galve, a peticin del rey, hizo el encargo oficial al general de artillera y
castellano de Ula, don Juan Fernndez de Velasco, para elaborar un informe de todo lo contenido
por menor, teniendo presente lo que se le previene por despacho [] sobre los reparos puestos por
don Manuel Jos de Crdenas, tambin recurri a la persona de su mayor satisfaccin, don Carlos
de Sigenza y Gngora, para dar cuenta con toda distincin y claridad, de las obras realizadas por
el ingeniero Jaime Franck.
Pero desde tiempo atrs don Carlos ya inclua en sus reflexiones y escritos a San Juan de Ula:
en su famoso texto sobre el Alboroto y motn de Mxico del 8 de junio de 1692, fechado el 30 de agosto de
ese ao, al referirse a algunas obras realizadas por el conde de Galve, dedica un elogioso prrafo a los
trabajos que se venan realizando por aquellos tiempos en la fortaleza. Las lneas dicen as:
Si desde aqu se vuelven los ojos a la Veracruz, qu dir la admiracin, viendo ya en trminos de
defendible la nueva fuerza de San Juan de Ula!114
Y concluye su ataque advirtiendo que la respuesta ms digna a sus objeciones era despreciarlas y
castigar a su Autor [] por faltar a la verdad. Infortunado result Crdenas al hacerse de un
opositor de la talla de don Carlos, pues ste escribi refirindose al atacante:
Y no slo esto sino que, ni aun sabe los trminos y primeros rudimentos de lo terico y, sabindose
tambin, porque es pblica, el que ni tiene grado alguno en la milicia, ni ha asistido jams a guerra
viva, ni ha visto fortalezas, ni cmo se dispone un ataque, ni dnde ni para qu fin se levantan las
bateras.115
Libra.
113
Sigenza y Gngora, Carlos, Informe de don Carlos de Sigenza y Gngora sobre el castillo de San Juan de Ula, en Leonard, I.
A., Don Carlos de Sigenza y Gngora, un sabio mexicano del siglo XVII, FCE, Mxico, 1884, apndice C, p. 278.
114
Sigenza y Gngora, Carlos, Relaciones histricas, UNAM, Mxico, 1987, p. 104.
115
Sigenza y Gngora, Carlos, Informe de don Carlos de Sigenza y Gngora sobre el castillo de San Juan de Ula, en Leonard, I.
A., Don Carlos.,op.cit., p. 276.
45
116
Vidargas, Francisco, San Juan de Ula y Carlos de Sigenza y Gngora, Instituto Veracruzano de la Cultura, Xalapa, 1997, p. 7.
Disponible en: http://textosdispersos.blogspot.com/2007/01/carlos-de-sigenza-y-gngora-y-san-juan.html
46
Macaulay, T. B., History of England to the death of William III, Londres, 1967, vol. I, pp. 564-568.
Balderas Vega, Gonzalo, La reforma y la contrarreforma, Universidad Iberoamericana, Mxico, 1996, pp. 310-317.
119
Feingold, Mordechai, Jesuit Science and the Republic of Letters, MIT Press, Cambridge Massachusetts, 2003, p. 2.
118
47
Feldhay, Rivka, Galileo and the Church, Political Inquisition or Critical Dialogue, Cambridge University Press, 1995, pp. 3-10.
Ashworth, W. B., Catholicism and early Modern Science, en Lindberg y Numbers (eds.), God and Nature, Historical Essays on the
Encounter between Christianity and Science, University of California Press, 1986, p. 155.
121
48
Rossi nos presenta una lista de creencias cosmolgicas que haba que demoler para crear una
nueva astronoma:123
1.
2.
3.
La distincin bsica entre fsica celestial y fsica terrestre que resultaba de dividir el Universo en
dos partes: una perfecta y la otra mudable.
La creencia en el movimiento circular de los planetas divinos.
La suposicin de que la Tierra era inmvil y estaba en el centro del Universo, la cual estaba
122
Ossiander, Andreas, Prlogo a Sobre las revoluciones de los orbes celestes, de Nicols Coprnico, Editorial Tecnos, Madrid, 1987,
p. 4.
123
Rossi, Paolo, The Birth of Modern Science, Blackwell Publishers, Londres, 2001, p. 14.
49
4.
5.
6.
soportada por una serie de argumentos presuntamente irrefutables (el movimiento terrestre
impelera objetos y animales al aire) y confirmados por las Escrituras.
La creencia en un Universo finito y un mundo cerrado, relacionado con la doctrina de posicin
natural.
La conviccin, ntimamente relacionada con la distincin entre movimiento natural y violento,
de que no era necesario explicar el estado de reposo de un cuerpo, mientras que todo
movimiento deba ser explicado como dependiente de la forma o naturaleza del cuerpo o como
resultado de una fuerza que crea el movimiento o lo conserva.
La divisin que se haca cada vez ms grande entre las teoras matemticas y la astronoma.
A diferencia del problema del movimiento del Sol y la Tierra y de la centralidad del Sol, los
nuevos descubrimientos que alteraron la percepcin de los cielos no llevaban consigo ningn estigma
y podan ser aceptados o rechazados sin miedo de una acusacin teolgica. Estos hallazgos incluyen
la Nueva Estrella de 1572 (Nova), el cometa de 1577 y los descubrimientos telescpicos de Galileo en
1610 y 1611; o sea, los satlites de Jpiter y la observacin de las manchas del Sol (este
descubrimiento fue hecho tambin por otros cientficos en aquel ao. Entre ellos, por el jesuita
Christopher Scheiner, lo que gener una polmica con Galileo sobre la primaca del descubrimiento).
Las implicaciones de estos descubrimientos eran potencialmente inquietantes. La Nueva Estrella
amenazaba el venerable concepto aristotlico de la incorruptibilidad y permanencia de los cielos; el
cometa que Tycho crey se mova en una rbita circular alrededor del Sol, amenazaba destruir la idea
ampliamente aceptada de que los planetas eran transportados por esferas celestiales slidas. Estas
esferas materiales hubieran impedido que el cometa de 1577 se moviera a lo largo de la trayectoria
observada o hubieran sido destrozadas al impacto.
Las consecuencias potenciales de la aseveracin de Tycho Brahe de que stos eran fenmenos
celestiales lo que muchos filsofos naturales escolsticos trataron de negar eran definitivamente
ominosas. Si estos fenmenos fueran celestiales, ambos eventos significaran que la regin celestial
era capaz de cambio y de corrupcin y habra que repudiar la tradicin medieval de la
incorruptibilidad celestial. Entre estos filsofos naturales, los ms receptivos a las ideas de Tycho eran
los jesuitas, as como al descubrimiento de las manchas en el Sol que parecan reforzar las ideas de
Tycho sobre el cambio en la regin celestial.
Para aquellos que aceptaban que los cometas eran un fenmeno supra-lunar se volvi
inevitable aceptar que las esferas celestes no existan y presentaron la suposicin alternativa de que
los cielos estn llenos de un material fluido. Tycho Brahe desafi y cambi la teora de los cielos
slidos, ya que por medio de sus detalladas observaciones logr confirmar que el cometa de 1577 se
mova en la regin celestial, ms all de la Luna. Por todo esto neg Tycho la existencia de esferas
celestiales slidas y opt en su lugar por una regin celestial que estaba compuesta por una sustancia
fluida. Antes de que los argumentos de Tycho tuvieran efecto, la creencia en la existencia de esferas
slidas era comn pero no unnime. Entre 1570 y 1572, Robert Bellarmine, el famoso telogo jesuita,
rechaz enfticamente las esferas slidas y en general las esferas de todo tipo e insisti en que los
50
124
Bellarmine, R., The Louvain Lectures of Bellarmine and the Authograph Copy of his 1616 Declaration to Galileo, en U. Baldini y G.
Coyne (Vatican City, 1984), p. 22. Citado por Grant, Edward, The Partial Transformation of Medieval Cosmology by Jesuits in the
Sixteenth and Seventeenth Centuries, en Feingold (ed.), Jesuit Science and the Republic of Letters, MIT Press, Cambridge,
Massachusetts, 2003, p. 141.
51
Como en este modelo los planetas no estaban atados a ninguna esfera slida, no haba ningn
problema en que las rbitas de Marte y el Sol se intersectaran, pues en realidad stas eran slo
representaciones geomtricas. Desde este punto de vista tampoco haba dificultad con las trayectorias
seguidas por los cometas, pues al no haber esferas slidas y cristalinas no haba cuerpos
impenetrables en el cosmos que impidieran a esos objetos moverse en sus rbitas observadas.
Matemticamente, esta nueva representacin del cosmos explicaba el movimiento planetario en
forma similar a como lo haba hecho Coprnico, slo que guardaba las apariencias y evitaba las
objeciones derivadas de considerar a la Tierra en movimiento. Aunque el modelo de Tycho fue
aceptado por aquellos que se aferraban a los preceptos teolgicos, realmente ya haba sido superado
por el heliocntrico que, como veremos a continuacin, pronto tuvo seguidores que ayudaron a
consolidarlo.
Para los jesuitas y para todos los catlicos, los ataques en contra de la cosmologa medieval en
su primera categora, relacionada con la inmovilidad de la Tierra, estaban prohibidos por la condena
de la teora copernicana en 1616. Los ataques en contra de la incorruptibilidad celestial y las rbitas
slidas, en la segunda y tercera categoras, no eran ofensivas al dogma de la Iglesia o a su tradicin.
As, en la primera categora era obligatorio para los jesuitas sostener la doctrina aristotlica
tradicional, pero en las otras dos categoras podan estar o no de acuerdo con los conceptos
tradicionales.
En el siglo XVII pareciera que los jesuitas fueron los lderes en proporcionar argumentos
contra el movimiento de la Tierra y el sistema copernicano en general. En 1644, Giorgio Polacco de
52
125
Anticopernicus Catholicus seu De terrae statione, et de solis motu contra systema Copernicanum, Catholicae Assertiones (Venice,
1644).
126
Riccioli, J. B., Almagestum Novum, libro 9, seccin 4, captulo 21, p. 424, columnas 1-2. Citado por Grant, The Partial
Transformation, op.cit., p. 133.
127
Grant, E., The Partial Transformation of Medieval Cosmology by Jesuits in the Sixteenth and Seventeenth Centuries, en
Feingold, M. (ed.), Jesuit Science and the Republic of Letters, MIT Press, 2003, p. 130.
128
Clavius, C., Comentario sobre la esfera de Sacrobosco, edicin 1581. De acuerdo con Bernab Navarro, La esfera de Sacrobosco
era el texto usado por Sigenza en la apertura de sus cursos de matemticas en la Universidad. Reportado por Bentez Grobet, en
Bernab Navarro humanista. Disponible en: http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/mexico/navarro.htm
53
Para Riccioli las proposiciones de las Sagradas Escrituras en las cuales el movimiento del Sol y la
inmovilidad de la Tierra son afirmadas, deben aceptarse literalmente.133 De acuerdo con Riccioli, el
sentido literal de la Escritura debe prevalecer mientras no haya contradiccin (repugnantia) con otras
proposiciones de las Sagradas Escrituras que sean iguales o ms ciertas o con alguna definicin del
pontfice romano de la Iglesia catlica o con alguna otra proposicin que sea cierta y evidente.
Como se ha visto, Christopher Clavius fue el primer astrnomo jesuita en aceptar la localizacin
sealada por Tycho para los dos fenmenos astronmicos de la dcada de 1570. Aceptar esta
localizacin celestial fue el primer paso, pero Clavius se neg a especular sobre la corruptibilidad o
incorruptibilidad de la regin celestial. Para salvar la necesidad de aceptar la corruptibilidad de los
cielos, muchos jesuitas supusieron que estos fenmenos representaban realineamientos de los
cuerpos ya existentes. Esta postura fue mantenida por los jesuitas de Combra, Bartholomew Amicus
y Francisco de Oviedo. Para ellos, la mejor demostracin de incorruptibilidad continuaba siendo la
129
El mismo cardenal Mafeo Barberini, el futuro Papa Urbano VIII (1626-1649), era un gran amigo de Galileo, lo apoyaba en sus
investigaciones y lo recibi varias veces para plticas personales.
130
Finochiaro, M., The Galileo Affair, A Documentary History, ed. M. Finochiaro, Berkeley y Los ngeles, 1989, p. 47.
131
Ibid., p.13.
132
Las tres citas bblicas estn tomadas de la Biblia de Jerusaln.
133
Riccioli, Solis motus et Sacra Scriptura y Terrae quies et inmobilitas ex sacris literis, en Almagestum novum, libro 9, seccin 4, De
systemate terrae motae, p. 480, columnas 1-2. Citado por Grant en The Partial Transformation.
54
55
56
Florescano, E. y Martnez, R., Historia grfica de Mxico, vol. II, INAH, Mxico, 1992, p. 4.
Moreno de los Arcos, Roberto, Prlogo a Teatro de virtudes polticas, Porra, Mxico, 1986, p. XIV.
144
Feijoo, Benito Jernimo. Citado por Florescano, E. y Martnez, R., Historia grfica de Mxico, vol. II, INAH, Mxico 1992, p. 8.
145
Leonard, La poca Barroca., op.cit., p. 110.
143
57
Henrquez Urea, Pedro, Las corrientes literarias en la Amrica hispnica, FCE, Mxico, 1994, p. 46.
Manrique, Jorge Alberto, Del barroco a la Ilustracin, en Daniel Coso Villegas, et al., Historia general de Mxico, vol. I, El
Colegio de Mxico, Mxico, 1976, p. 647.
148
Israel, Jonathan I., Raza, clases sociales y vida poltica en el Mxico colonial, 1610-1670, FCE, Mxico, 1980, p. 86.
147
58
59
60
Ya desde la tercera dcada del siglo XVII aparece definido lo que Edmundo OGorman ha
llamado el sueo de Nueva Espaa.157 Ms all de lo objetivo, Nueva Espaa suea lo que quiere
154
61
Ibid., p. 253.
Chocano, La fortaleza docta, op.cit., p. 29.
62
Ibid., p. 270.
Chocano, La fortaleza docta, op.cit., p. 31.
162
Ibid., p. 32.
161
63
64
65
Rowe, William, La regionalidad de los conceptos en el estudio de la cultura, Revista de crtica literaria latinoamericana, nm.
50, 1999, p. 165. Citado por Chocano, La fortaleza docta, p. 156.
170
Chocano, La fortaleza docta, op.cit., p. 40.
66
Ibid., p. 41.
Ibid., p. 261.
173
Ibid., p. 262.
174
Ibid., p. 271.
175
Ibid., p. 272.
172
67
La iniciativa por parte de Sigenza de presentar a Mxico como un mbito de antigua civilizacin
poltica, sirve a algunos investigadores para encuadrar esta idea en el marco de la polmica entre
criollos y peninsulares, e incluso como un elemento fundacional del nacionalismo mexicano. 178 Pero
tambin es patente que ello no lo llev a romper con la perspectiva antimaquiavlica, sino que trat
de darle un arraigo ms profundo, casi telrico, al presentar al rgimen azteca como una cumplida
realizacin teocrtica. Aunque los sectores populares indios y mestizos tenan poco que ver con esta
rimbombante exaltacin de las glorias prehispnicas, es factible que Sigenza intentara apelar a los
caciques y las autoridades indias de la ciudad ofrecindoles a travs de esta imaginera poltica un
mbito de reconocimiento.179 Desde ese punto de vista, el genio de Sigenza habra sido avizorar la
necesidad de ampliar las referencias simblicas que garantizaban la continuidad imperial. Tras la
afirmacin militante de la religin catlica, radicaba tambin el empeo de los pensadores polticos
de negar la concepcin maquiavlica del poder del prncipe, segn la cual la religin era slo uno de
los medios de la poltica.180
A finales del siglo XVI, con la disminucin de la poblacin indgena, el nfasis en su
evangelizacin se diluy en otras cuestiones. La consolidacin de la sociedad hispnica transform el
papel de los letrados, a la vez que un sistema de rangos, jerarquas y jurisdicciones que dej menos
espacio a una visin providencialista del conocimiento y a la docta ignorancia iba tomando
cuerpo. El creciente clero diocesano hizo depender su prestigio de un cerrado academicismo que
176
Ibid., p. 273.
Sigenza y Gngora, Carlos, Theatro de virtudes polticas que constituyen a un prncipe, advertidas en los Monarchas antiguos
del Mexicano Imperio, con cuyas efigies se hermose el Arco Thriumphal, que la muy Noble, muy Leal, Imperial, Ciudad de
Mxico erigi para el digno recibimiento en ella del excelentsimo Seor Virrey, Conde de Paredes, Marqus de la Laguna,
Mxico, 1680, en Seis obras, Caracas, 1984, pp. 165-240.
178
Chocano, La fortaleza docta, op.cit., p. 277.
179
Ibid., p. 278.
180
Ibid., p. 280.
177
68
Ibid., p. 297.
Ibid., p. 298.
183
Ibid., p. 301.
184
Ibid., p. 304.
185
Ibid., p. 311.
186
Chocano, Magdalena, Colonial Scholars in the Cultural Establishment of Seventeenth Century new Spain, tesis doctoral, State
182
69
70
Ibid., p. 372.
Trabulse, Elas, Los orgenes de la ciencia moderna en Mxico, 1630-1680, FCE, Mxico, 1994, p. 13
192
Mayer, Dos americanos, op.cit., p. 196.
193
Leonard, I., La poca Barroca, op.cit., p. 237.
191
71
194
Ibarra Gonzlez, Ana Carolina, El desarrollo de la imprenta, en Raquel, Chang Rodrguez (coord.), Historia de la literatura
mexicana, Siglo XXI Editores, Mxico, 2002, p. 79.
195
Leonard, I., La poca barroca, op.cit., p. 142.
196
Ibid., p. 142.
72
Moreno Corral, M.A., Coprnico y el heliocentrismo en Mxico, Universidad de Guanajuato, Guanajuato, 2004, p. 50.
Ibid., pp. 51-52.
199
Westman, Robert S., The Astronomers Role in the Sixteen Century: A Preliminary Study, en History of Science, 1980, nm. 17,
pp. 105-147, y Westman, Robert S., The Melanchton Circle, Rheticus, and the Wittenberg Interpretation of the Copernican
Theory, Isis, 1975, nm. 66, pp. 165-193.
200
l sacude la Tierra de su sitio y se tambalean sus columnas, Biblia de Jerusaln, p. 664.
201
Lpez Piero, Jos Ma., Ciencia y tcnica en la sociedad espaola de los siglos XVI y XVII, Barcelona, 1979, pp. 187-190, citado por
Moreno Corral, Coprnico y el , op. cit., pp. 59-60.
202
Ziga, Diego de, Philosophia prima pars, qua perfecte et eleganter quatuar scientiae metaphisica, dialectica, rethorica, et physica
declarantur, Toledo, 1596.
198
73
En el Nuevo Mundo se puede mencionar a fray Alonso de la Veracruz, quien introdujo en tierras
americanas la fsica aristotlica y en 1557 public su Physica speculatio, donde trat desde ese punto de
vista la filosofa natural o el estudio de la naturaleza, incluyendo la cosmologa aristotlica y
203
Navarro Brotons, Vctor, The Reception of Copernicus in Sixteen Century Spain. The case of Diego de Ziga, Isis, 1995, nm. 86, p.
59.
204
Sigenza menciona en Libra que mantena comunicacin epistolar con Caramuel. No se ha encontrado ninguna confirmacin de
dicha correspondencia ni en los archivos de Caramuel, quien fue precursor de los Novatores, quienes revivieron la ciencia
espaola a finales del siglo XVII.
205
Lpez Piero, Jos Ma. Ciencia y tcnica en la sociedad espaola de los siglos XVI y XVII, Barcelona, 1979, p. 442, citado por
Morreno Corral, Copernico y ., op.cit., p. 55.
74
De esto se entiende que fray Diego Rodrguez aceptaba que el modelo planetario correcto era el
sistema hbrido ideado por Tycho Brahe, descrito anteriormente. Este modelo tuvo aceptacin
durante el siglo XVII, sobre todo en los pases catlicos, ya que salvaba las apariencias y no entraba
en conflicto con la interpretacin literal de las Sagradas Escrituras.
206
Coprnico difundi en 1514 un pequeo opsculo denominado Comentariolus, en el cual expone sucintamente su teora
heliocntrica.
207
Rodrguez, fray Diego, Discurso ethereologico del nuevo cometa, visto en aqueste Hemisferio Mexicano; y generalmente en todo el
mundo. Este ao de 165, Viuda de Bernardo Caldern, Mxico, citado por Trabulse, Historia de la ciencia en Mxico, siglo XVII, p.
95.
75
De la lectura general del Discurso del novohispano fray Diego Rodrguez no se desprende que
fuera un copernicano,209 aunque en realidad un texto sobre los cometas como ese no tena por qu
incluir discusiones sobre los modelos de estructura csmica. Rodrguez cito a personajes como Tycho
Brahe, Severino Longomontanus y Johannes Kepler, pero lo hizo en el contexto de las investigaciones
que esos personajes desarrollaron sobre los cometas y no por lo concerniente a sus ideas
cosmolgicas. Lo ms que puede decirse de fray Diego Rodrguez es que, como otros astrnomos de
su poca, estaba en duda sobre el geocentrismo, pero no era un heliocentrista; ello no significa, sin
embargo, que no estuviera al tanto de las principales novedades astronmicas y matemticas que
estaban surgiendo entre los estudiosos europeos.
Como se vio en el captulo anterior, en la biblioteca que el Tribunal del Santo Oficio incaut a
Melchor Prez Soto, entre los libros de astronoma se encontraron De revolutionibus orbium coelestium
de Coprnico, Epitome astronomicae copernicae publicado por Johannes Kepler entre 1618 y 1622, las
tablas astronmicas Prutenicae tabulae coelestium motum de Erasmus Reinhold, las Novae coelestium
orbium thericae de Antonius Maginus. Tambin se hallaban dos ejemplares del libro Astronomia danica
de Christen Srensen Longomontanus, astrnomo dans, colaborador de Tycho Brahe, en el cual
discuti los modelos cosmolgicos de Ptolomeo, de Coprnico y el modelo geocntrico-heliocntrico
de Tycho Brahe. Esto demuestra por un lado que el modelo Copernicano era conocido entre los
astrnomos y astrlogos de Nueva Espaa de mediados del siglo XVII, y fue discutido en la
comunidad a la que pertenecieron Prez Soto y fray Diego Rodrguez, pero este hecho no significa
necesariamente que aceptaron dichas ideas, pues no se cuenta con pruebas de que haya sido as.210
Creo que la importancia fundamental del modelo copernicano en este contexto era la mayor exactitud
que se poda obtener en los clculos astronmicos usando este modelo y no la realidad fsica del
mismo. Moreno Corral comenta con respecto a la biblioteca astronmica de Prez Soto:
La existencia de estas obras en la biblioteca de un hombre que form parte de un grupo de intelectuales
interesados en el estudio de las ciencias fsicas, podra interpretarse como que fueron en verdad
copernicanos. Pero debe tomarse en cuenta, antes de formular este tipo de afirmaciones, que el nmero
de libros astronmicos geocntricos y astrolgicos de Prez Soto era considerablemente mayor que el de
los heliocntricos; adems hubo ah tambin obras de defensores del viejo saber, que usaron para sus
fines la obra de Coprnico. Para usar los datos de Coprnico, no haba que ser heliocentrista.211
Al mediar el siglo XVII surge en Nueva Espaa uno de los ncleos cientficos ms relevantes del
virreinato, con marcadas inclinaciones a las matemticas y a la astronoma. Fray Diego Rodrguez,
208
76
Tampoco de su labor como catedrtico de Matemticas y Astrologa puede inferirse mucho con
respecto a una posible adopcin del heliocentrismo, el cual bas sus cursos en la Sphera de Sacrobosco
y posteriormente en los comentarios del jesuita Christoper Clavius a la obra de Sacrobosco.213,214
Otra referencia a Coprnico se encuentra en el prlogo de don Sebastin de Guzmn y Crdova a
Libra sobre otra obra de Sigenza, el Belerofonte matemtico contra la quimera astrolgica de don Martn de
la Torre, de la cual, como veremos ms adelante, no se puede inferir prcticamente nada. Todava en
el siglo XVIII, antes de la expulsin de los jesuitas en 1767, Clavijero escriba en su obra Physica
particularis despus de ofrecer una descripcin bastante objetiva de los principios de la teora de
Coprnico:
Primera conclusin. El sistema copernicano no puede ser defendido como tesis:
1 Porque la opinin de la quietud del Sol y del movimiento de la Tierra parece oponerse a las Sagradas
Escrituras.
2 Porque los jueces romanos de la fe juzgaron que era absurdo y hertica la opinin que afirmara que
212
Trabulse, Elas, Historia de la ciencia en Mxico (versin abreviada), FCE, Mxico, 1997, p. 29.
Moreno Corral, Coprnico y El heliocentrismo, op.cit., p. 94.
214
Christoper Clavius, profesor del Colegio Romano, propugn por la introduccin y fortalecimiento de las matemticas como
materia importante en el currculo de los colegios jesuitas. Escribi el primer comentario a la Sphera de Sacrobosco en 1570 y
despus se imprimieron ocho ediciones corregidas por el mismo. El ejemplar usado por Sigenza se encuentra en la Biblioteca
del Palacio de Minera en la Ciudad de Mxico.
213
77
En 1774 el sacerdote Juan Benito Daz de Gamarra y Dvalos public su Elememta recientoris
philosophiae. En la quinta parte del segundo tomo de esta obra, que se denomin Sobre la
composicin del mundo escribi: Hasta ahora se ilustran (e incluso todava tienen vigencia en las
escuelas) tres sistemas, ya astronmicos, ya fsicos. Gamarra procede a explicar someramente cada
uno de estos sistemas. Para Moreno Corral esto es una indicacin de que el sistema educativo
novohispano, en el ltimo cuarto del siglo XVIII no tena una postura definida sobre los modelos que
trataban de explicar la estructura csmica. Gamarra aade:
El sistema copernicano, como mera hiptesis, parece mucho ms apropiado que el tolemaico y el
tychonico para explicar los movimientos y los fenmenos de los astros. Pero quede dichas cosas de
paso agrega, no para que tengamos el sistema de Coprnico y Galileo como comprobado y
decidido, puesto que, como ya desde el principio, dijimos que nosotros los adoptamos slo como
hiptesis para explicar los fenmenos.
Aunque existieron en la segunda mitad del siglo XVIII en la Nueva Espaa varios eruditos como
Jos Ignacio Fernndez del Rincn, discpulo de Gamarra, quien public su Philosophia schola, como
Toms Cayetano de Ochoa Arin y Peralta, quien en 1773 edit su Tabla eclesistica astronmica, y
tambin Joaqun Velzquez de Len, Antonio de Len y Gama, Jos Ignacio Bartolache y Jos
Antonio lzate y Ramrez, quienes sin duda tuvieron conocimiento de las teoras heliocntricas, pero
fueron ambivalentes respecto a ellas. Por lo tanto, podemos decir que la cosmologa copernicana
empez a ser aceptada en Nueva Espaa a finales del siglo XVIII, cien aos despus de la publicacin
de Libra.
Tanto don Carlos como Kino citan al sacerdote jesuita Giambattista Riccioli (1598-1671) connotado
astrnomo jesuita, que como vimos tuvo un papel importante en el proceso de aceptacin de los
nuevos paradigmas cosmolgicos. Lo interesante es que tanto Kino como Sigenza lo citaron en
cuestiones de menor importancia. Kino lo cita nicamente en relacin con el nmero de cometas que
aparecieron entre 1500 y 1600 y Sigenza lo hace en referencia a la misma cuestin y al problema de
la materia de que estn constituidos los cometas, tema que en aquella poca estaba basado sobre
suposiciones de exhalaciones, humos y vapores. Ninguno de los dos se refiere especficamente a los
problemas cosmolgicos fundamentales sobre los que escribi Riccioli, como la corruptibilidad de los
cielos o la centralidad del planeta Tierra en el Universo.
Kino cita a Riccioli y sostiene que entre 1500 y 1600 se observaron solamente 20 cometas, y
Sigenza le responde contundentemente que en el libro de Juan preciado, Historia Comtica
contenido en el Almagesto, se menciona la aparicin de 34 cometas. Kino dice la cantidad de
emperadores, papas y reyes que murieron en ese siglo y Sigenza responde que fueron muchos ms.
Todo esto en el marco del anlisis sobre si los cometas presagiaron esas muertes y otras catstrofes
ocurridas en ese siglo. Con el detalle con el que Sigenza se refiere a las obras de Riccioli, es de
78
79
La cultura del patronazgo relacionada con los conocimientos cientficos y tecnolgicos en Nueva
Espaa difera sustancialmente de la europea, en las cortes italianas, alemanas, francesas y en cierta
medida se pareca a la que exista en la corte inglesa de los albores del siglo XVII.
Pumfrey y Dawbarn distinguen entre un patronazgo utilitario y uno ostentoso.215 Patrones
cortesanos, aristcratas, eclesisticos y ms tarde comerciantes provean la mayora de los puestos de
hombres y algunas mujeres con capacidades prcticas e intelectuales, pero limitada autonoma
socioeconmica. Las carreras de estos clientes y los bienes culturales y materiales que produjeron y
aun el tipo de profesin que adoptaron, dependan del complejo tejido de intereses que estructuraban
las relaciones patrn cliente.
El patronazgo ostentoso
El modelo de patronazgo ostentoso se aplica mejor para las cortes en las que exista la competencia
cultural, lo cual suceda ms en las cortes italianas que en ninguna otra parte. En este caso, los
patrones competan para aumentar su autoridad cultural utilizando clientes como Galileo o
Aldrovandi. La ostentacin lujosa de la cultura en la corte no era puro teatro; era un demostracin
del poder del prncipe.216 Esta competencia cultural era un sustituto de una competencia territorial o
dinstica.
Denominamos ostentosas aquellas actividades que para el patrn tenan la funcin cultural
primaria de glorificar su propia imagen, de mostrar ostentosamente su intelecto, su discernimiento y
poder, ms que representa funciones utilitarias en un sentido estrecho. Hay varias caractersticas que
distinguen a la ciencia ostentosa. Primero, promova la transgresin disciplinaria y la innovacin
radical y no la heterodoxia, lo que era raro en la cultura del universitario del Renacimiento. Muchos
filsofos neoplatonistas, astrnomos copernicanos, doctores qumicos y magos naturales, la mayora
de los cuales eran vistos con desconfianza por la Iglesia, las autoridades universitarias o mdicas,
encontraron proteccin en las cortes. Adecuadamente manejados por el patrn, jvenes brillantes
trajeron lustre a la corte.
Como lo ha mencionado Biagioli, los prncipes patrones preferan generalmente tomar
distancia entre ellos y los compromisos intelectuales de sus clientes.217 Al igual que en poltica, les
gustaba balancear las facciones y aparecer sobre la disputa, de manera que nunca apoyaran una
teora perdedora. En contraste, los patrones utilitarios, requeran pruebas y resultados tangibles.
215
Pumfrey S. y Dawbarn F. Science and Patronage in England, 1570-1625: A Preliminary Study, en History of Science, nm. XIII,
2004, p. 137.
216
Eamon, William, Science and the secrets of nature: Books of Secrets in Medieval and early Modern Culture, Princeton University
Press, 1994, p. 222.
217
Biagioli, Galileo Courtier, the practice of science in the culture of absolutism, University of Chicago Press, Chicago, 1993, citado por
Pumfrey, Science and Patronge, op.cit., p. 141.
80
Findlen, Paula. Possesing Nature, Museums, Collecting and Scientific Culture in Early Modern Italy, University of California Press,
1994.
219
Moran, Bruce, Patronage, en Applebaum, W. (ed.) Encyclopedia of the Scientific Revolution, From Copernicus to Newton,
Garland Publishing Inc., Nueva York y Londres, 2000, p. 485.
81
82
Findlen, Paula, Possessing Nature, Museums, Collecting, and Scientific Culture in Early Modern Italy, University of California Press,
1994, citado por Pumfrey, op. cit., p. 145.
224
Ulisse Aldrovandi (1522-1605) cre el jardn botnico de Bolonia y es considerado el padre de la historia natural. Organiz
expediciones y reuni un acervo de ms de siete mil especmenes que denomin la diversit di cose naturali.
225
Evans, Rudolp II and his World, citado por Pumfrey S. y Dawbarn, F., Science and Patronage, op.cit., p. 146.
83
Gonzlez Gonzlez, Enrique, Mecenazgo y literatura: los destinos dispares de Juan de Narvez y de Sigenza y Gngora en
Carrera, linaje y patronazgo, Rodolfo Aguirre Salvador (coord.), Plaza y Valds, Mxico, pp. 31-32.
227
Sigenza y Gngora, Carlos, Alboroto y motn de los indios de Mxico, UNAM/Porra, Mexico, 1986.
85
228
Escamilla, Ivn, El siglo de oro vindicado: Sigenza, el conde de Galve y el tumulto de 1692, en Mayer, Homenaje,
tomo II.., op.cit., p. 182.
229
Ibid., p. 184.
230
Ibid., p. 185.
86
Con la llegada a Mxico en 1688 del virrey Conde de Galve se estrecharon las relaciones de
don Carlos con la corte virreinal y su situacin particular cambi significativamente. En poco tiempo
Sigenza se gan el favor del nuevo gobernante y para 1690 el nuevo mecenazgo quedaba
formalizado en la dedicatoria de los Infortunios de Alonso Ramrez, donde Sigenza agradece
cumplidamente al virrey cuantos aprecios le he merecido a su comprensin delicada sobre discreta
la Libra astronmica y filosfica, que a la sombra del patrocinio de V.E. en este mismo ao entregu a los
moldes.234
El conde de Galve supuso para don Carlos al decir de Prez de Salazar un protector que
supo reconocer sus mritos y estimar su valor, a la par que un amigo dispuesto siempre a aprovechar
231
Chartier, Roger, Poder y escritura. El prncipe, la biblioteca y la escritura, Instituto Mora, Mexico, 1995, p. X.
Sigenza, Libra, p. 6, 7.
233
Sigenza y Gngora, Carlos, Paraso occidental, CNCA, Mxico, 1995, p. 48.
234
Sigenza y Gngora, Carlos, Dedicatoria al conde de Galve, en Infortunios de Alonso Ramrez, op.cit., pp. 3-4.
232
87
235
88
La de Sigenza es una interpretacin providencialista de los hechos, que convierte a los indios
en agentes de los designios divinos. Confrontando los informes oficiales de las autoridades y de
testigos espaoles con los interrogatorios a los detenidos por participar en los desrdenes, Douglas
Cope242 ha demostrado cmo en los das posteriores al tumulto se fue construyendo una versin
oficial de los hechos que inclua un supuesto contubernio de los indios en conspiracin con las
castas, y que restaba importancia al descontento de la poblacin por la caresta del maz como uno de
los detonantes del levantamiento. Significativamente, el relato de don Carlos no slo se apega
estrictamente a esta versin oficial, sino que la refuerza al dar cohesin y unidad dramtica a los
caticos acontecimientos del 8 de junio en la plaza mayor de Mxico.
Estudios exhaustivos modernos243 muestran que las causas del tumulto fueron ms profundas
que una conspiracin indgena fraguada en una pulquera, como dice la versin oficial y enfatizan los
aspectos sociales, econmicos, polticos y culturales que llevaron a los hechos.
241
Sigenza y Gngora, Carlos, Teatro de virtudes polticas. Alboroto y motn de los indios de Mxico, UNAM/Porra, Mxico, 1986,
p. 217.
242
Douglas Cope, The Limits of Racial Domination. Plebeian Society in Colonial Mexico City, 1660-1720, University of Wisconsin Press,
1994, captulo 7. Citado por Ivn Escamilla, ibid., p. 182.
243
Silva Prada, Natalia, La poltica de una rebelin, los indgenas frente al tumulto de 1692 en la Ciudad de Mxico, El Colegio de
Mxico, 2007.
89
Lo que queda claro es que en la Nueva Espaa del siglo XVII no haba mecenas o patrn que
estuviera interesado en promover la ciencia por s misma. Aunque don Carlos tena como patrn al
virrey toda su relacin se enfoc al apoyo que su pluma pudiera dar al gobierno del conde de Galve.
Uno de los resultados de esta situacin fue que Sigenza no pudo publicar las obras que haba escrito
por gusto personal.
Vemos as a un Sigenza cortesano, apologista de lo criollo, alineado con los partidarios del
virrey y en contra de la poderossima faccin criolla, enemiga del conde de Galve, que no par en
hostigarle hasta llegar a entablar el juicio de residencia al final de su gobierno.
244
90
San Gegorio Nacianzeno en el canto 3 de De praeceptis ad virgines, citado por Sigenza, Libra, p. 3, 3.
Epstola 14 de San Hiernimo a San Agustn, citado por Sigenza, Libra, p. 8, p. 6.
249
Robinson, J.H., The Great Comet of 1680, a Study in the History of Rationalism, Northfield, Minnesota, 1916.
248
91
Fernndez, Cristina Beatriz, Carlos de Sigenza y Gngora: las letras, la astronoma y el saber criollo. Disponible en:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01316119722804744757680/p0000001.htm#I_0_
251
El ttulo completo es: Libra astronmica y filosfica en que don Carlos de Sigenza y Gngora, cosmgrafo y matemtico regio en
la Academia Mexicana, examina no slo lo que a su manifiesto filosfico contra los cometas opuso el R. P. Eusebio Francisco Kino,
de la Compaa de Jess, sino lo que el mismo R. P. opin y pretendi haber demostrado en su Exposicin astronmica del cometa
del ao 1681.
252
El autor, el padre jesuita Horacio Grassi (1583-1654), maestro en el Colegio Romano, utiliz el pseudnimo de Lothario Sarsio
Sigensiano. Su libro fue la respuesta a tres textos que Mario Guiducci ley en la Academia Florentina y que en realidad haban
sido escritos por Galileo. Como respuesta a Grassi, Galileo public en 1623 su conocido texto Il Saggiatore (El aquilatador).
253
Sigenza, Libra, p. 7, 9.
92
La segunda razn que motiv la escritura de Libra fue que Sigenza detect el desprecio de Kino
hacia los letrados criollos, basada en que en Europa haba una idea generalizada sobre la inferioridad
intelectual de los hombres nacidos en Amrica, aunque fueran hijos de espaoles.
Viva mil aos pues el muy religioso y R. P. por el alto concepto que tuvo de nosotros los
americanos al escribir estas clusulas. Piensan en algunas partes de Europa, y con especialidad en
las septentrionales, por ms remotas, que no slo los indios, habitadores originarios de estos
pases, sino que los que de padres espaoles casualmente nacimos en ellos, o andamos en dos pies
por divina dispensacin, o que valindose de microscopios ingleses apenas se descubre en nosotros
lo racional.256
Toda una concepcin de la clase criolla novohispana se desprende de las airadas palabras de
Sigenza arriba citadas. Segn Sigenza y Gngora, Kino niega racionalidad a los americanos. El
historiador sonorense Montan adelanta la hiptesis de que detrs de la publicacin de la Exposicin
astronmica del cometa de Kino estaba un grupo de cortesanos a quienes no les agrad el Manifiesto de
254
Fernndez, Cristina Beatriz, De los cielos a los textos: el duelo hermenutico en la Libra astronmica y filosfica de Carlos de
Sigenza y Gngora. Disponible en:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/80205007323597509754491/index.htm
255
Sigenza, Libra, pp. 4-5, 6.
256
Sigenza, Libra, p. 85, 166.
93
Resulta muy interesante que el padre Kino presente como aval de su Exposicin astronmica a sor
Juana Ins. Kino termin de escribir su libro sobre el padre Saeta hacia septiembre de 1695, y para
entonces sor Juana ya haba fallecido.
En relacin con sor Juana, tenemos dos elementos poticos relacionados con esta polmica, el
primero es un soneto que la monja escribi luego de la publicacin del libro de Kino y en el que
alaba a dicho autor.
Aunque es clara del cielo la luz pura,
clara la Luna y claras las estrellas,
y claras las efmeras centellas
que el aire eleva y el incendio apura;
aunque es el rayo claro, cuya dura
produccin cuesta al viento mil
querellas,
y el relmpago que hizo de sus huellas
medrosa luz en la tiniebla oscura;
257
258
Montan Mart, J. C., Intriga en la corte, Universidad de Sonora, Hermosillo, 1977, pp.57 y 73.
Kino, Eusebio Francisco, Vida del padre Francisco J. Saeta. S. J. Sangre misionera en Sonora. Prlogo y notas de Ernest J. Burrus. S.
J., Jus, Mxico, 1961, pp. 53-55.
94
De acuerdo con Mari-Cecile Benassy-Berling, sor Juana se vio en la necesidad de elogiar al padre
Kino para ganarse los favores de su protectora, la duquesa de Aveiro, con quien tena el vivo deseo
de establecer una relacin epistolar.260
El segundo elemento es un poema annimo que Kino incluy en su Exposicin astronmica y
que Montan supone es obra de sor Juana261 (vase anexo B). Montan sugiere tambin que sor
Juana corrigi el espaol de la Exposicin astronmica de Kino.262 Por su baja calidad, me parece
extremadamente inverosmil que el poema sea de sor Juana; el mismo Trabulse califica como un
poema de psima inspiracin.263
Don Carlos ve en las refutaciones del padre Kino a su Manifiesto filosfico el descrdito de su
persona, no slo como cientfico sino tambin un ataque frontal a la misma
conciencia criolla. Lorente comenta que Libra constituye la debida respuesta que
la ciencia y la cultura criolla, concretada en Sigenza, da al sentirse maltratada
por la soberbia y anticuada Exposicin astronmica del jesuita alemn.264
Lo que importa sealar aqu es que el agudo espritu crtico de Sigenza lo
percibe ya como un menosprecio hacia l en su honor y legitimidad personal y
hacia su patria, y que ese menosprecio constituye uno de los motivos
fundamentales si no es que el principal para redactar Libra. Sigenza, empeado
en revalorizar el mundo americano en toda su obra (piadosa, religiosa, heroicomilitar, histrica y cientfica), no poda menos que sentirse agraviado y contestar a la provocacin del
sabio alemn.
El manejo que hace Sigenza de la cuestin de la inferioridad moral e intelectual de los criollos
a lo largo de toda la Libra se sostiene en dos recursos fundamentales:265 1. Comprometer a la
259
Sor Juana Ins de la Cruz, Obras completas, Porra, Mxico (Sepan cuantos), 2002, p. 163.
Mari-Cecile Benassy-Berling, Humanismo y Religin en sor Juana Ins de la Cruz, UNAM, Mxico, 1983, p. 128.
261
Montane, Intriga, op.cit., p. 103.
262
ibid., p.105.
263
Trabulse, Ciencia y religin, op.cit., p. 21. Tambin Guzmn y Crdoba en el Prlogo de Libra dice: no se redarguya con sonetitos
sin nombre, p. 18.
264
Lorente Medina, Antonio. La prosa de Sigenza y Gngora y la formacin de la conciencia criolla mexicana, FCE, Mxico, 1996, p.
209.
265
Fernndez, Cristina Beatriz, De los cielos a los textos: el duelo hermenutico en la Libra astronmica y filosfica de Carlos de
260
95
96
Se sabe que don Carlos dej muchos manuscritos que se han perdido como lo describe Trabulse en su
libro Los manuscritos perdidos de Sigenza y Gngora.272 El mismo Sigenza nos da cuenta de la gran
cantidad de escritos valiosos que no pudo publicar:
Si hubiera quien costeara en la Nueva Espaa las impresiones (como lo ha hecho ahora el
Convento Real de Jess Mara) no hay duda sino que sacara yo a luz diferentes obras, cuya
composicin me ha estimulado el sumo amor que a mi Patria tengo[] no siendo lo menos
estimable deducir la serie y cosas de los Chichimecas, que hoy llamamos Mexicanos [], y otras
sus semejantes que requieren mucho volumen, y as probablemente morirn conmigo (pues jams
tendr con qu poder imprimirlo por mi gran pobreza). Quisiera Dios nuestro Seor no sea as lo
que tengo averiguado de la predicacin de Santo Toms Apstol en esta tierra, y su cristiandad
primitiva; ni el teatro de la Santa Iglesia Metropolitana de Mxico donde se hallarn las grandezas
que de esta ciudad ha tiempo que tengo prometido, y casi escritas.273
Sigenza se cuid mucho en aclarar que la escritura de Libra fue un empeo ms que sensible por
la pertenencia del padre Kino a la Compaa de Jess, y por lo tanto aclara que en esta controversia
habla con el reverendo padre no como parte de tan venerable todo, sino como un matemtico y
sujeto particular y por eso altercare con su reverencia porque en el tiempo de la disputa (y no en
otro), lo mirare independientemente de tan sagrado respecto.
Lorente comenta que no se pueden descartar otras razones posibles para el retraso en la
publicacin, como la hipottica presin de una cabeza suprema de ambas repblicas. Segn
Lorente, pudo haberse dado una mediacin conciliadora entre Kino y Sigenza realizada por algn
jesuita americano prximo a ambos, quiz el padre Francisco Florencia, quien devolvi a Sigenza los
270
Ibid., p. 14.
Ibid., p. 15.
272
Trabulse, Elas. Los manuscritos perdidos de Sigenza y Gngora, El Colegio de Mxico, 1988.
273
Sigenza y Gngora, Carlos Prologo de Paraso occidental, UNAM, Facultad de Filosofa y Letras, Centro de Estudios de Historia
de Mxico, Condumex, 1995.
271
97
Para Bernab Navarro don Carlos tuvo un propsito cientfico para escribir Libra, que fue el
propsito fundamental y con el cual dara a conocer:
o Sus conocimientos astronmicos en lo positivo y astrolgicos en lo negativo.
o Su mtodo crtico y matemtico, nico aceptable en la ciencia.
o Su erudicin inmensa en autores antiguos, modernos y contemporneos.
o Su reconocimiento y respeto de toda opinin y afirmacin fundadas cientficamente.
o Su ortodoxia en la fe y sano criterio para resolver los aparentes problemas entre autores
sagrados y profanos.
o Por sobre todo para demostrar su modernidad, su incorporacin a todo conocimiento
moderno siguiendo a los astrnomos y filsofos que haban abierto sendas nuevas en la
ciencia, fundadas en la razn, en la observacin con instrumentos, en la experiencia y en
el correcto o sano criterio, con absoluto y definitivo rechazo del argumento de
autoridad.275
Estructura y contenido de Libra
El libro contiene varios escritos, algunos previamente publicados como el Manifiesto y partes del
Belerofonte; contiene tambin citas de otros trabajos de Sigenza. Trabulse opina que la estructura
de Libra es confusa y Lorente al contrario, piensa que su estructura refleja un cuidadoso plan de
exgesis, en el que se cita o se resume el texto de su opositor y a continuacin se le refuta,
defendindose primero y atacando despus. En Libra se encuentra una pluralidad de textos
discursivos que se relacionan entre s, aunque originalmente estaban dirigidos a pblicos distintos
274
275
98
276
99
Sigenza seala que sta no es sino una teora entre muchas y una hiptesis que no se puede
demostrar de forma irrefutable, como pretende Kino. Don Carlos menciona que muchas veces no
se observan manchas solares y no se vieron cometas, como lo constataron Gassendo, Hevelio y
Kircher; este ltimo agrega que no se vieron cometas pero s detectaron calores grandsimos.282
Aunque destacados astrnomos apoyaban esta teora, haba otros, como Tycho Brahe,
Longomontano y tambin fray Diego Rodrguez, que sostenan que los cometas estaban formados
del mismo material con el que se constituan los otros cuerpos que formaban la Va Lctea.
Sigenza critica el hecho de que Kino no fue minucioso y no observ si en el tiempo de la
aparicin del cometa el Sol no tena manchas:
Debiera el reverendo padre, como gran matemtico, haber observado si en el tiempo de la duracin
de este cometa, le faltaban al Sol las manchas; y si hallara ser as, entonces pudiera pronunciar con
toda seguridad (si es que esto se puede afirmar con toda seguridad) el que de ellas se haba
280
100
101
Sigenza no desautoriza el uso de las citas de Kino, sino que cuestiona la preeminencia concedida a
los autores clsicos, lo cual equivale a darles a los profanos autores la misma autoridad que a los
sagrados orculos.290 Esta jerarquizacin de autoridades tambin es empleada en otro pasaje, donde
Kino prefiere una opinin de Sneca a la de Aristteles, lo cual Sigenza reprueba en un miembro de
la Compaa de Jess. Sin embargo, Sigenza mismo recurre a las citas de autoridades cuando stas
sirven para sus propsitos.
Por ejemplo, Kino cita a Andrs Waybel, quien a su vez cita las profecas de Daniel en el libro
Apocalipsis para luego traer a colacin a los antiguos Virgilo, Tibulo y Silio Itlico, quienes haban
asegurado que no hay cometa alguno que no traiga mal. Sigenza replica a su vez con otras
autoridades: A lo ltimo de la respuesta digo que en el contexto de este mi escrito se hallara no ser
absolutamente cierto lo que en la Exposicin astronmica se dice, cuando se vea que para comprobar
mi opinin citar a varios autores, no idiotas, ni bajos, ni plebeyos, sino muy altos, muy nobles, muy
doctos.291 A continuacin refuta a Kino citando a Salomn en el Eclesiasts, a Columella, Plinio,
Eliano, Vitrubio, Rabbi Levi, Kircher, Veneto, Ricciolo,292 a Julio Csar Escaligero293 y muchos ms.294
Sigenza utiliza tambin la estrategia de oponer la opinin de Kino a la de los miembros de la
Compaa de Jess, por ejemplo, cuando dice: Cmo no ser falsa la absoluta asercin del muy
verdico padre? Al calificar a Kino como verdico, mientras dice que su opinin es falsa, fractura
uno de los principales pilares de la argumentacin, a saber, la presupuesta solidaridad entre la
persona y sus actos subrayando as la poca confianza que Kino merece. Otro modo de desacreditar a
Kino es calificando sus predicciones sobre los cometas como impiedades [] al querer averiguarle a
Dios sus motivos,295 as Sigenza deviene en defensor de la Iglesia y convierte a los errores cientficos
de su adversario en errores de fe.
3. Citas relacionadas con lo astronmico. Analizaremos este tipo de citas para tratar de entender la
posicin de don Carlos con respecto a los problemas astronmicos y cientficos de la poca. La
cuestin es si don Carlos estaba al tanto de los ltimos desarrollos astronmicos europeos y de su
posicin en relacin con los nuevos avances en la astronoma.
289
102
103
Sigenza, acostumbrado a vivir en el mundo, se dio de lleno a la bsqueda del significado de los
fenmenos por la va experimental.
La naturaleza de los cometas
Uno de los grandes problemas suscitados por los cometas concerna a su origen. Existan hiptesis
como la que ya conocimos de Escobar Salmern para quien los cometas se formaron de emanaciones
de los cadveres humanos. Sigenza aceptaba que la naturaleza de los cometas no era conocida.
Los hombres no han podido alcanzar el conocimiento de la naturaleza de las estrellas, sus
influencias y virtudes con evidencia fsica y matemtica certidumbre, aunque apelen a las
experiencias y observaciones. (Libra, p. 160, 334)
Refirindose Sigenza a las partes heterogneas y a las partes correspondientes de los cometas, dice:
Influyen a la Tierra tan diversamente cuanto son ms heterogneas sus partes y por
consiguiente sus propiedades; luego si stas se ignoran (y siempre se ignoraran) y los periodos
de aquellas evidentes giraciones de los planetas an no los han definido los matemticos (aqu
se equivoca Kepler, ya lo calcul pero todava Newton no publicaba), que diremos de la
astrologa, cuando toda su certidumbre consiste en que esta y aquella estrella sea de esta o de
aquella cualidad. (Libra, p. 175, 372)
296
297
104
Sigenza conoca las teoras de Coprnico. Obviamente para Sigenza los cometas no eran
sublunares, lo cual concordaba con que poda haber cambios en los cielos. Otra doctrina muy
valiosa de Sigenza, acorde claramente con la astronoma moderna, es la relativa a la identidad
material de los cuerpos celestes, sublunares y terrestres. En qu funda Sigenza esa identidad? En
que tambin los cuerpos celestes se componen de los cuatro elementos y tienen las cuatro primeras
105
Con respecto a la posibilidad de estrellas dobles, segn Bernab Navarro, dice Sigenza:
Ni es de menos consideracin la advertencia de los cuatro planetas que andan alrededor de Jpiter,
al de Saturno uno, que descubri Cristiano Hugenio, y al del Sol, Mercurio y Venus; y aun quiere el
padre Kircher que sea lo mismo en muchas de las fijas, no para otra cosa, sino para que con su
vario sitio, varen las cualidades del principal globo que circungiran. (Libra, p. 175, 373)
A pesar de todo lo anterior, Sigenza, como buen catlico, pone a Dios por encima de todo, la
naturaleza cumple sus designios y es intil llevar a cabo discusiones necias para tratar de descifrar su
proceder:
Nosotros los catlicos, poseedores del conocimiento de las verdades eternas y privilegiados de
Dios muchsimo ms sin comparacin que los poetas gentiles, leemos las escrituras divinas y no
por eso comprendemos los misterios recnditos que hay en ellas. (Libra, p. 24, 38)
Afirmo desde luego cristianamente el que deben venerarse [los cometas] como obra de tan
supremo Artfice, sin pasar a investigar lo que significan, que es lo propio que querer averiguarle a
Dios sus motivos, impiedad enorme en lo que son sus criaturas. (Libra, p. 10, 12)
Libra se escribi para defender la causa criolla. En este afn de defender la causa criolla, Libra forma
sistema con otros textos de Sigenza. Por un lado, ya mencionamos su participacin en la
fabricacin/consolidacin del mito de la virgen criolla, Guadalupe, cantada en su extenso poema
Primavera indiana, pero el mismo concepto aparece en otros de sus escritos en prosa cuya funcin
era oficiar de memoria de las glorias del imperio espaol y de la casta criolla mexicana. As, por
ejemplo, en los Infortunios de Alonso Ramrez, un texto que ha sido considerado novelstico, pero con
muchas caractersticas del tipo discursivo testimonial, tal como lo entendemos hoy, el protagonista es
un criollo y dice haberse salvado de la esclavitud a que lo tenan sometido los piratas que lo haban
secuestrado gracias a la intervencin de la virgen Guadalupe. En su Trofeo de la justicia espaola,
escrito circunstancial para elogiar las acciones de las tropas enviadas por el virrey mexicano contra
unos piratas franceses que se haban instalado en islas del Caribe, Sigenza consign los nombres de
todos sus informantes, en su mayora mexicanos, y en la Relacin de lo acaecido a la armada de
Barlovento, relato acerca de la misma circunstancia histrica, anot la lista de los nombres de los jefes
de la gloriosa expedicin contra los franceses, lista que se cerraba con la referencia a Don Juan
106
107
La crtica
Desde una perspectiva filosfica, la crtica es un paso fundamental en la bsqueda de la verdad
cientfica. La crtica es una premisa bsica del mtodo cientfico, pone en evidencia la existencia o
ausencia de fundamentos de un conocimiento. Sigenza se nos presenta como un crtico racional en
bsqueda de la verdad:
Lo que en este discurso procurar [], ser despojar a los cometas del imperio que tienen sobre
los corazones tmidos de los hombres manifestando su ninguna eficacia y quitndoles la
mscara para que no nos espanten. (Libra, p. 10, 11)
Antes que nada, Sigenza se dedica a un desengao de errores como primer paso en la postulacin
de la verdad cientfica.
Bentez Grobet298 advierte en las citas que don Carlos hace en su Manifiesto de Gassendi,
Descartes y Galileo, una confluencia con ellos en el punto medular de la crtica:
En lo que a m toca, no me preocupo por los dems, pues haya escrito o no haya escrito alguien
contra m, es igual, pues escribira contra m mismo si, al examinarme tambin yo, descubriera
haberme equivocado en algo. (Libra, p. 2 3)
Slo liberndose de los prejuicios puede el hombre acceder a la verdad, esto requiere de una actitud
previa, la de no sostener antes de fundamentar.
298
Bentez Grobet, Laura, La idea de historia en Carlos de Sigenza y Gngora, UNAM, Mxico, 1982, p. 45.
108
Visto de una manera puramente positivista, Kircher ya era obsoleto al momento de publicar sus
libros, aunque tuvieron una gran influencia en el mundo en general y en Hispanoamrica en
particular.
Trabulse distingue entre tres tipos de mentalidad cientfica: la organicista, la hermtica y la
mecanicista.
Para el cientfico o filsofo hermtico el cosmos era una obra de arte preada de misterios que slo
al iniciado corresponda descubrir. En esta labor haba que buscar los enlaces ocultos, las tramas
invisibles de los fenmenos, las relaciones numricas y matemticas que explicaban la armona del
cosmos, ya que los secretos del Universo haban sido escritos por Dios en lenguaje matemtico y
mstico. Gran cantidad de cientficos se sintieron atrados por esta corriente, la cual, a simple vista,
pareca ser la menos racional y lgica de las tres, pero que a la luz de sus contribuciones a la
revolucin cientfica del siglo XVII, bien pudiera ser que comparta con las doctrinas mecanicistas
un lugar preeminente.300
En Mxico, durante los tres siglos coloniales el desarrollo del saber cientfico se vio entorpecido por la
supersticin, la persecucin, la censura y por el dominio eclesistico de la educacin. A pesar de eso,
se dieron disidencias ocultas, a veces lindantes con la hereja. Las corrientes cientficas modernas que
a menudo conducan a conclusiones lesivas al dogma penetraron en Nueva Espaa desde el primer
tercio del siglo XVII.
Debe considerarse tambin lo que Trabulse denomina la disposicin personal de los actores en
el medio cientfico, y aqu juega un papel importante el deseo de conocimiento, tan caracterstico del
barroco. Asimismo, conviene tomar en cuenta tambin la influencia de la contrarreforma a la que
llev al endurecimiento dogmtico y disciplinar, y trajo consigo un periodo de aridez moral e
intelectual.
En su Respuesta a sor Filotea de la Cruz escribe sor Juana que su ciencia de Dios tiene que
ser un compendio de todas las ciencias humanas, porque para llegar a la nocin ltima, Dios, hay que
estudiarlo todo, hay que subir por los escalones de las ciencias y artes humanas, partir de todas las
ciencias particulares por todas las ramas del saber para llegar por esos caminos al verdadero
299
300
Eco Umberto, Serendipities, Languge and Lunacy, Harcourt Brace & Company, San Diego, 1999, p. IX.
Trabulse, Elas, Historia de la ciencia en Mxico, FCE, Mxico, 1997, p. 22.
109
Arroyo, Anita, Razn y pasin de sor Juana, Porra, Mxico, 1971, p. 174.
Godwyn, Joscelyn, Athanasius Kircher, a Renaissance man and the Quest for los Knowledge, Thames and Hudson, Londres, 1979,
p. 5.
110
111
Lugar
Roma
Roma
Roma
Roma
Roma
Roma
Wurzburg
Amsterdam
Roma
Amsterdam
Amsterdam
Amsterdam
Amsterdam
Fecha
1640
1641
1646
1650
1650
1652-1655
1660
1664-1665
1665
1667
1669
1675
1679
Sabemos que Kircher no era muy respetado en los crculos cientficos apegados a la tradicin
galileana de explicacin mecanicista de los fenmenos fsicos. Sigenza mismo menciona que la
descripcin de un templo azteca hecha por Kircher no est apegada a la realidad, y aun as, cmo
explicar la gran influencia de Kircher en el pensamiento novohispano?
El problema bsico de la alteridad, de ponernos en el lugar de los actores en los sucesos que
investigamos, en este caso el desarrollo cientfico y cultural en Nueva Espaa en el siglo XVII, es
entender que aunque las personas que hoy llamaramos cientficos buscaban la verdad cientfica, lo
hacan en el entendido de que esta verdad estaba diseada por Dios y tena que ajustarse a los
cnones religiosos de aquellos tiempos. Esto que tambin sucedi en Europa en los siglos XVI y XVII,
limit el desarrollo de la ciencia bajo el estricto ojo de la Iglesia por medio del Santo Oficio. Pero esto
suceda no slo por constriccin, tambin por autovolicin y por conviccin personal interna.
Para Sigenza, como para estos hombres de ciencia, el papel del cientfico era sintonizar con
el mensaje del Universo, del cosmos, cuajado de maravillas por ese gran mago que era Dios,
verdadero arquitecto del mundo. El gran reto al hombre de ciencia era captar las armonas celestes, la
gran sinfona de los astros, la msica mgica del Universo. A partir de la difusin, a fines del siglo
XV, de los antiqusimos secretos atribuidos a Hermes Trismegisto, que se hacan remontar a tiempos
de Moiss, conocidos como el Corpus hermeticum, la interpretacin cientfico-mgica del cosmos
ejerci un enorme atractivo sobre las mentes de los occidentales. A ella se adscribieron en mayor o
menor grado cientficos de la talla de Coprnico, Kepler, Gilbert, Paracelso, Van Helmont y en cierta
medida tambin Newton.
113
114
115
116
Findlen, Paula, A Jesuits Books in the New World, en Findlen P., Athanasius Kircher, op. cit., p. 349.
Paz, Sor Juana, op. cit., p. 477.
324
Buxo, Sor Juana, op.cit., p.184.
325
Trabulse, Elas, El crculo roto, FCE/SEP, Mxico, 1984, p. 83.
326
Paz, Sor Juana, op. cit., p. 495.
327
Ibid.
323
117
328
118
Considerando que las matemticas son la ciencia que presenta un mtodo seguro y riguroso
para el conocimiento, Descartes intent plantear cul sera el mtodo propio de la filosofa para
alcanzar tambin un conocimiento seguro, o como l mismo deca, verdades claras y distintas. Para
ello, comenz por lo que se ha llamado la duda metdica cartesiana, que es poner en duda todos
los conocimientos adquiridos para llegar a saber si verdaderamente es posible obtener algn
conocimiento cierto.
La visin de Descartes origin la doctrina de que todo conocimiento, tanto pasado como
futuro, deba elaborarse en trminos de razonamiento matemtico. De este modo es como Descartes
propone a los intelectuales contemporneos que dejaran de fiarse tan ciegamente de las ideas
antiguas y empezaran de nuevo a tratar de explicar la naturaleza a travs de un esquema cientfico
deductivo.
El racionalismo es el eje central de la matemtica. El racionalismo motiva al anlisis profundo
previo a conclusiones, impide las conclusiones errneas y aboca a la mente humana al esfuerzo
mximo.
Lo que fundamentalmente revoluciona la Fsica fue su matematizacin con las contribuciones
de Galileo, Pascal, Huygens, Newton y Leibniz. Descartes demostr la posibilidad de reducir
119
Rossi, Paolo, The Birth of Modern Science, Blackwell Publishers, Londres, 2001, p. 102.
Lattis, James M., Between Copernicus and Galileo, Christoper Clavius and the Collapse of Ptolemaic Cosmology, The University of
Chicago Press, 1994, Chicago, pp. 33-34.
120
Trabulse, Elas, Los orgenes de la ciencia en Mxico, 1630-1680, FCE, Mxico, 1994, p. 158.
Ibid., p. 160.
333
Ibid., p. 163.
332
121
Sigenza y Gngora, Carlos. Almanaque de 1692, editado por J. M. Quintana; La astrologa en la Nueva Espaa en el siglo XVII (de
Enrico Martnez a Sigenza y Gngora), Mxico, Biblifilos Mexicanos, 1969, p. 197. Citado por Gonzlez en Mayer (coord.),
Homenaje, tomo I, p. 201.
122
Aun as, don Carlos escriba en 1680,339 refirindose a la Universidad, Florentisima Academia
Mexicana, depsito de erudicin, erario de las letras, emporio de la sabidura y fuente inagotable
donde beben los eruditos el nctar suavsimo de las ciencias.
Para aumentar sus emolumentos por sobre los magros cien pesos que le pagaba la
Universidad, don Carlos desempe actividades paralelas, lo que era comn para los catedrticos
de la Universidad. Fue escribano pblico, al menos desde su expulsin de la Compaa hasta
335
Gonzlez Gonzlez, Enrique. Sigenza y Gngora y la Universidad: Crnica de un desencuentro, en Mayer Homenaje, Tomo I, op.
cit., p. 187.
336
Aunque hay publicaciones de su tiempo que lo mencionaban como Bachiller y aun como licenciado, el nunca menciono algo as
en sus publicaciones.
337
Gonzlez, Sigenza y Gngora y la Universidad, op.cit., p. 216.
338
ibid., pp. 188-189.
339
Sigenza y Gngora, Carlos, Triunfo partnico, captulo II.
123
Hasta ahora no se han encontrado evidencias de una tertulia formal que pudiera ser un foro para el
intercambio de ideas. Sigenza mismo menciona en Libra su necesidad de tener con quien
intercambiar ideas, estimulado por el deseo insaciable que tengo de comunicarme con semejantes
hombres y perjudicado con imaginar que solo es perfecto en estas ciencias lo que se aprende en las
provincias remotas.
Como es sabido, gran parte de la obra de don Carlos no fue publicada y los manuscritos se
perdieron. Entre esas obras, cuya existencia se conoce por referencias de otros autores, podemos
mencionar:
1. Belerofonte matemtico, mencionado por Sigenza en Libra y por don Sebastin de Guzmn
y Crdova en el prlogo de Libra.
2. Tratado sobre los eclipses de Sol, mencionado por Guzmn y Crdova en el prlogo de Libra.
3. Tratado de la esfera. Poco se sabe de esta obra,342 pero Beristin y Souza la describe como un
trabajo de 200 fojas.
De todo lo expuesto podemos concluir que aunque don Carlos posea grandes cualidades
para ser un excelente matemtico, y un gusto especial por su estudio, nunca se dedic a la
investigacin matemtica a diferencia de fray Diego, ni puso las matemticas en el centro de sus
actividades cientficas y las utiliz como herramienta para sus clculos pero nunca busc la
investigacin o la innovacin en este campo343, y sus grandes capacidades las dedic a realizar
trabajos en temas ms cercanos a su corazn, como la historia y la coleccin de objetos histricos.
El final de su relacin con la Universidad fue muy triste, pues los poderosos enemigos que
don Carlos haba ido creando a lo largo de los aos en la Universidad y en las rdenes religiosas,
340
Ibid., p. 220.
Ibidem.
342
Leonard, Irving, Ensayo bibliogrfico de don Carlos de Sigenza y Gngora, Monografas Bibliogrficas Mexicanas, Mxico, 1929,
p.19.
343
Trabulse, Ciencia y Religin, op.cit., p.71.
341
124
125
El Edicto de Nantes fue un decreto de Enrique IV, que termino con las guerras de religin y reconoca ciertos derechos a los
protestantes . Los sucesores de Enrique IV fueron eliminando elementos de este decreto hasta su revocacin total por Luis XIV
bajo la premisa de un roi, une loi, une foi.
126
345
LA VERDAD EN EL ENCUENTRO DE RAZN Y FE, (Conferencia Magistral presentada en el 6 Congreso Nacional de Filosofa
(Mxico 2000) http://www1.universia.net/CatalogaXXI/pub/ir.asp?IdURL=136010&IDC=10010&IDP=ES&IDI=1
346
Ibid.
127
347
Los Socinianos consideraban a Dios incapaz de prevenir el mal porque su fuerza (power) es limitada, no por un rival divino sino
por su ignorancia. Dios no sabia que Adn pecara o que el mundo tendra una historia infeliz.
348
Stanford Encyclopedia of Philosophy. http://plato.stanford.edu/entries/bayle.
349
Popkin, RH. New York Review of Books, Volume 9, Number 6 October 12, 1967, en respuesta a un artculo de Walker, D.P.
http://www.nybooks.com/articles/11951
128
129
356
Robert C. Bartlett, Introduction to Various Thoughts on the Occasion of a Comet, State university of New York Press, Albany NY,
2000, p. xxvii
130
Bayle, P. Penses diverses sur la comte, (Citado por Giovanne Reale y Daro Antiseri en Historia del Pensamiento Filosfico y
Cientfico, vol. III, Editorial Pablo, Universidad Pedaggica, Bogot, 2008)
132
Todd Ryan, Pierre Bayle en A Companion to Early Modern Philosophy, edited by Steven Nadler, Blackweel l Publishing , Great
133
134
135
Don Carlos en cambio, como actor tanto cientfico como religioso no poda establecer esos limites en
su actitud y en su discurso y a pesar de su defensa irreductible de la razn para entender los
fenmenos de la naturaleza, la entrelazaba con su fe. Afirmo desde luego cristianamente el que deben
venerarse [los cometas] como obra de tan Supremo Artfice, sin pasar a investigar lo que significan, que es lo
propio de querer averiguarle a Dios sus motivos, impiedad enorme en lo que son sus criaturas362.
360
Cassirer, E., The Philosophy of the Enlightenment, Princeton University Press, Princeton, 1968, p.161.
En el articulo sobre Pellison en el Diccionario, citado por Cassirer, The Philosopy.., op.cit., p. 162
362
Siguenza, Libra, 12, p.10.
361
136
Alcabitzio o Introductorio
Liber nativitatis
Pandosio esferico
Confesiones
De civitate Dei
Apocalipsis
In astrologiam coniecturalem
Cometologa o juicio de los cometas
Examen comtico
Excerpta astronmica
Meteoros
Aparato
Concordancia evanglica
Commentarius de cometis
Carta sobre los cometas
Diccionario crtico
Pensamientos diversos sobre el cometa
De Caelo
Invectiva
Astronomia filolaica
Prolegomena ad astrologiam phiolaicam
Historia de Francia
Meteoros
Curso matemtico
Metamtrica
De ludiciis geniturarum
De restitutione temporum
De revolutionibus
Collationes
Heptaglotto
Corte Santa
De divinatione
De natura deorum
De Officiis
In vatinium
Promilone
Contra Julianum
Abdilazi
Abenezra, Abraham
Aegoli
Agustn, san
Agustn, san
Amadeo
Angelis, Alejandro de
Annimo
Annimo
Annimo
Aristteles
Baronio
Barradas Padres
Bartolino Erasmo
Bayle, Pedro
Bayle, Pedro
Bayle, Pedro
Belluto, Buenaventura
Blesense, Pedro
Bullialdo, Ismael
Bullialdo, Ismael
Busieres, Juan
Cabeo, Nicols
Caramuel, Juan
Caramuel, Juan
Cardano
Cardano
Cardano
Casiano
Castello
Causino, Nicols
Cicern
Cicern
Cicern
Cicern
Cicern
Cirilo Alejandrino
137
Anti-Tycho
Ad gentes
Cometa decomato
De meteoris
De Revolutionibus Orbium Celestium
Lecciones sobre el libro de los meteoros
In genesim
Rosa Ursina
Filosofa
Principia
Secundini foetus mussipontani
Arca de No
De historia gnesis
Ejercitaciones contra Cardano
Discurso cometolgico
Prometeo
De Bello Belgico
De praeparatione evangelica
Historia eclesistica
Physica
Octavius
De triplici vita
Opsculos de astrologa
De origine erroris
De arcanis
De maculis solis
Elementos de filosofa
Comentarios
Motu
Disquisitiones metaphisicae
Suyntagma physicum
Vida de Claudio Fabricio de Peiesc
Domingo Palavicino
Noches ticas
Elementos astronmicos
Cosmo critices
De naturae divinis characterismis
Cronologa
Cronologia Sacra
Libra astronmica y filosfica
Dilogos
De Praeceptis ad Virgines
Claramonsio
Clemente Alejandrino
Confalonier
Conimbricenses
Coprnico, Nicols
Cottunio, Juan
Crisostomo
Cysato, Juan Baptista
Descartes, Renato
Descartes, Renato
Deusingio
Edipo Egipciaco
Escalante
Escalger, Julio Csar
Escobar Salmern y Castro
Esquilo
Estrada, Fabin
Eusebio
Eusebio
Fabri, Honorato
Flix, Minucio
Ficino, Marsilio
Figueroa, Juan de
Firmiano, Lactancio
Galatino
Galileis, Galileo
Gamarra
Gassendo, Pedro
Gassendo, Pedro
Gassendo, Pedro
Gassendo, Pedro
Gassendo, Pedro
Gaurico, Lucas
Gelio Aulo
Gemino
Gemma, Cornelio
Gemma, Cornelio
Genebrardo
Genebrardo
Grassis, Horacio
Gregorio, el Grande
Gregorio Nacianzeno
138
Epstolas
Alocucin sexta gimnstica
104
34
131
173
187
52
25
108
121
133
63
97
106
107
198
10
112
196
24
183
109
182
116
99
142
83
157
185
200
117
137
78
201
77
49
20
193
57
190
Gregorio Nacianzeno
Guinisio Vincencio
Guzman
y
Crdova,
Sebastin
Hevelio, Juan
Hevelio, Juan
Hevelio, Juan
Hevelio, Juan
Hipcrates
Horacio
Horacio
Hornio, Georgio
Hornio, Georgio
Hurtado, Toms
Hurtado, Toms
Isidoro, Pelusiota
Jernimo, san
Jernimo, san
Josefo Flavio
Juntino Francisco
Juntino Francisco
Justino
Juvenal
Kepler, Juan
Kepler, Juan
Kino, Eusebio Francisco
Kircher, Atanasio
Kircher, Atanasio
Kircher, Atanasio
Kircher, Atanasio
Kircher, Atanasio
Laercio, Digenes
Lanson, Gustave
Lapide, Cornelio
Lemnio, Levino
Libavio
Liceto, Fortunio
Lombardo, Pedro
Longomontano
Lubienietzki, Estanislao
Lucano
Magino
139
165
139
62
31
160
179
43
7
22
46
Parnaso
Institutio oratoria
De cometis
Comentarios
Oculus enoc et eliae
Radio sidereo mistico
Cronicon
Almagestum novum
Astronoma reformada
Cronologa reformada
Origen de los indios occidentales del Piru,
Mxico
Rocha Diego, Andrs de
Apocalipsis
Sagradas Escrituras
Historia de la casa de Silva
Salazar y Castro, Luis de
Policrtico
Salisberiense
De avaritia
Salviano
De emmendatione temporum
Samotheo, Lucido
162
15
130
170
55
66
Maldonado
Malvasia, Cornelio
Malvenda
Martinio, Martn
Medina, J. T.
Mirandulano, Juan Pico
Mirandulano, Juan Pico
Nancelio
Nez de Zamora
Oldemburgio, Henrico
Origano, David
Ovidio
Payva
Persio
Petavio
Pitisco, Bartolom
Plutarco
Pretorio, Juan
Ptolomeo
Ptolomeo
Ptolomeo
Ptolomeo
Ptolomeo
Ptolomeo
Quevedo
y
Villegas,
Francisco de
Quintiliano
Raxo, Francisco
Redano
Rheyta, Antonio Mara de
Rheyta, Antonio Mara de
Riccilolo, Juan Bautista
Ricciolo, Juan Bautista
Ricciolo, Juan Bautista
Ricciolo, Juan Bautista
140
Rosa ursina
Pentaglotto
Escolios
Prolusio in solem
Taumaturgo fsico
Naturales Qaestiones
Diopita antiquitatum hebraicarum
Ao mexicano
Belerofonte matemtico
Fnix del Occidente, Santo Toms apstol
Imperio chichimeco
Lunario del ao 1675
Manifiesto filosfico contra los cometas
Teatro de las grandezas de Mxico
Tonalamtl incluida por Sigenza en su ao
mexicano
De Bello Punico
De opere sex dierum
Filosofa
Heautontimoroumenos
Ad escapulam
Apologeticus
Contra haereticos
Physica, libro de la
Anales al ao 4018 y 4052 del mundo
Examen de astrologa
Manifiesto cristiano a favor de los cometas
De nova stella
Progimnasmas
Harmonia mundi
Gergicas
Juicio matemtico del cometa del ao 1677
De ortu monstrorum
Cuestiones mdico legales
Esfera celeste
Predicciones segn la observacin de las
estrellas
Sobre las piedras preciosas
Sobre la naturaleza
Edictos del Concilio Lateranense
Martirologio romano
Paralipomenon
Scheiner
Schindlero, Valentino
Schotto, Gaspar
Schotto, Gaspar
Schotto ,Gaspar
Sneca
Sherlogo
Sigenza y Gngora
Sigenza y Gngora
Sigenza y Gngora
Sigenza y Gngora
Sigenza y Gngora
Sigenza y Gngora
Sigenza y Gngora
Sigenza y Gngora
Silio Itlico
Surez
Tllez Baltasar
Terencio
Tertuliano
Tertuliano
Tertuliano
Texto jesuitico de Coimbra
Torniello
Torre, Martn de la
Torre, Martn de la
Tycho Brahe
Tycho Brahe
Veneto Georgio
Virgilio
Waybel, Andrs
Weinrichio
Zachias, Pablo
Zaragoza
Zoroastro
Zoroastro
Zoroastro
141
142
143
144
145
146
147
148
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