TEMA 70. Ortega y Gasset
TEMA 70. Ortega y Gasset
TEMA 70. Ortega y Gasset
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FILOSOFA
28-14681-13
Temario 1993
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filosofa
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INTRODUCCIN
Este tema puede ser estudiado de forma independiente, aunque conviene haber ledo antes el Tema 71 sobre filosofas de la existencia. En la
primera parte puede darse ms o menos importancia al contexto sociocultural del autor. En la segunda hay cierta libertad a la hora de incluir o
eliminar algunos autores.
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XX Proyecto
La actividad filosfica, tal como la entendi y practic Ortega, tiene un sentido prctico. De hecho,
en sus intervenciones intelectuales sola acompaar su escrito de inters prctico con la publicacin
del libro de inters filosfico, que est detrs de aqullas arrojando luz. La hiperestesia intelectual de
la Espaa culta del perodo explica la proyeccin de su filosofa en las distintas manifestaciones del
problema intelectual de Espaa desde su vuelta de Alemania en 1912 hasta su silencio pblico en
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1933. Es un error, sin embargo, confundir esta cuestin intelectual con su problema filosfico. Exponemos a continuacin el trasfondo de su cuestin intelectual, que no es otro sino la problemtica
relacin entre la elite intelectual y las masas,
El primer proyecto intelectual de Ortega al regresar de su ltimo viaje a Alemania fue la pedagoga
social. Este liberalismo socialdemcrata aspiraba a dignificar el trabajo en todas sus formas, pero
no era una afirmacin obrerista de clase frente a la explotacin burguesa. Pretenda liberar a los
trabajadores mediante la educacin y la cultura. Su desarrollo supona la constitucin de un grupo
de prestigio, formado por catedrticos universitarios e intelectuales capaces hacer la ciencia del fenmeno Espaa. Estos, a largo plazo, tenan que extender su influencia a una elite culta, que hiciera
efectiva la reforma social. Ortega cifraba entonces el mal de Espaa, como la Generacin del 98, en
la incompetencia, la inmoralidad y la incultura; crea que la labor de su generacin deba consistir en
la constitucin de una elite ilustrada con las ideas de una nueva Espaa. Este platonismo dbil de
Ortega, como ha escrito Zamora Bonilla (2002), no pretende que la masa deje de ejercer su funcin
poltica, sino que, ms bien, incita a la inteligencia a trabajar y a ejercer la suya. Y no descarta la intervencin poltica de los intelectuales.
La fe de Ortega en su pedagoga social tropieza al inicio de los aos veinte con la inexistencia de
elites cultas. La expresin ms notoria de su pesimismo ante la misin del intelectual es la serie de
artculos Particularismo y accin directa y Patologa nacional, que haba empezado a publicar El
Sol en diciembre de 1920, y que la editorial Calpe public bajo el ttulo Espaa invertebrada (1922).
All atribuye el mal de Espaa al particularismo, tanto regional (separatismo) como de clase social
(marxismo), por el cual cada grupo social deja de sentirse parte del todo y de compartir y de solidarizarse con los dems grupos. Esta enfermedad no es slo poltica. Descompone todo el cuerpo social:
instituciones, clases, profesiones, asociaciones, etctera.
En los veinte Ortega experiment el dominio de las masas en los espacios pblicos, la desercin de
la elite intelectual y el triunfo de los movimientos de masas en el bolchevismo y el fascismo. Pens
que el ascenso de las masas y su rebelin generalizada contra la excelencia era el fenmeno ms
significativo de las sociedades occidentales en el primer tercio del siglo XX. Expuso esta conviccin
en una serie de artculos en El Sol, que se publicaron como libro bajo el ttulo La rebelin de las masas
(1930). El libro advierte a los europeos ante el peligro de que los movimientos de masas se apoderen
de los Estados europeos hegemnicos, estableciendo totalitarismos; asimismo, propone construir
una Europa ms unida.
Ortega caracteriza antropolgicamente al tipo ideal hombre-masa y clarifica lo que significa mandar para poner de manifiesto la inconveniencia del dominio poltico de las masas. El hombre-masa
es un tipo de vida social medio que carece de proyecto vital. Ajena a todo esfuerzo y exigencia,
incapaz de crear nada, no slo se abandona a la vulgaridad en gustos y opiniones, sino que la reivindica, rebelndose contra todo lo superior y excelente. De ah la indocilidad moral e intelectual
del hombre-masa. Su nivel de vida depende por completo del desarrollo tecnolgico y de la organizacin social que le aporta la sociedad. Este hombre, producto del liberalismo econmico-poltico
y de la industrializacin, nace con derechos civiles y sociales reconocidos, en unas circunstancias
econmicas fciles y seguras, sabiendo lo que es el confort y el orden pblico. Y termina por creer
que todo esto le pertenece y lo puede utilizar a su antojo, por lo que no acepta barreras para el desarrollo de su vida social. Cuando las circunstancias se vuelven desfavorables y crece su insatisfaccin,
el hombre-masa pasa a la accin directa: es violencia desatada.
Este potencial de violencia y de barbarie se convierte en un peligro real cuando las masas intervienen en poltica. El Estado contemporneo es un mecanismo desalmado que sirve a la sociedad
controlando las tendencias al desorden. Y la poltica no es otra cosa que la actividad tendente al
control del Estado. En consecuencia, si las masas se apoderan del Estado, dominar la sociedad una
esterilidad parasitaria que terminar por agostar todas sus fuentes de creatividad y produccin. La
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rebelin de las masas es un exponente de la oposicin intelectual a los movimientos de masas, que
entonces se manifestaban en el bolchevismo o en el fascismo.
El fin de la Guerra Civil, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el fracaso en el intento de reconstruir su posicin intelectual en Argentina, provocaron su pesimismo ante el papel del intelectual. En
su artculo El intelectual y el otro (1940), Ortega dice que el intelectual no existe ya socialmente,
que es un paria y un malhechor. El atroz error del intelectual fue crear una cultura de ideas. La cultura son ideas de cosas, sentimientos, normas, empresas, dioses. Pero en el ltimo siglo los intelectuales han hecho ideas de ideas mientras los dogmas imperaban sobre las masas.
En el momento de la reconstruccin de la cultura europea tras la Segunda Guerra Mundial, Ortega
desarrolla en El hombre y la gente su filosofa de la sociedad. Pretenda favorecer el avance de las
ciencias del hombre y clarificar sus conceptos clave. En esa obra se habla de la gente, no de la masa.
La gente es concebida como el sistema de usos sociales que regula el comportamiento de los individuos. La gente somos todos y no es nadie en particular, no es nada personal. En esta obra Ortega
reitera su reconocimiento del papel social del intelectual, cuya funcin consiste en aclarar las ideas,
en especial aquellas de que depende la convivencia social.
Ortega interpret la crisis de fundamentos de las ciencias como un sntoma del agotamiento del
racionalismo moderno en su ltima expresin neokantiana y positivista, de modo que plante su superacin. Descartes estableci el principio ltimo del racionalismo, el sujeto pensante, que condujo
la filosofa moderna hacia el idealismo. En El tema de nuestro tiempo (1923) propone Ortega la superacin del idealismo mediante una filosofa de la vida que sustituye la razn pura por la razn vital.
Descartes parti de la inmediatez del ser pensante. Cualquiera experimenta al pensar la evidencia de
que existe el pensamiento y de que l es quien piensa, de donde deduce que l es un ser pensante.
Pero Descartes fue ms all al identificar pensamiento con alma humana, y al servirse de la idea grie-
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ga del ser como sustancia (predominante en la escolstica) para concebir el ser pensante como una
cosa inmaterial y atemporal que piensa. La sustancia pensante causa los pensamientos, mientras la
realidad material queda fuera.
Ortega aprendi de Edmund Husserl (1859-1938) a concebir el pensamiento como un acto de la
conciencia intencional, en el que sujeto y objeto estn interrelacionados. Pensar no es el acto de
una cosa pensante aislada, que hace objeto de consideracin una cosa material situada fuera de
l. No hay un dentro y un fuera del pensamiento. Pensar es una actividad consciente con dos polos
inseparables: el acto de pensar y el contenido del acto. Sin embargo, Ortega no encontr suficientemente radical la idea de que la intencionalidad es la estructura fundamental que llena de realidad a
la conciencia. Y lejos de seguir a Husserl, va a interpretar el pensamiento como una actividad vital en
la que el yo viviente interacta con las cosas, aunque no sea de manera fsica.
Pensar, como trabajar, jugar, percibir o recordar, es una actividad en la que la vida interacta con las
cosas. Al recordar somos conscientes de revivir realidades que pasaron y ya no son. Y al pensar, el
filsofo o el cientfico construyen teoras que slo tienen sentido si valen y se hacen efectivas al vivir
de verdad. Ver, recordar, pensar son actividades representativas, interacciones fsicas con las cosas.
Se trata de actos propios del vivir, en los que el yo viviente interacta realmente con las cosas. Pensamos porque vivimos, no al revs. Luego vivir es lo primero y cualquier otra cosa acontece en nuestro
vivir; tambin el pensamiento y sus productos (ciencia, arte, religin...). La vida es, en este sentido,
lo verdaderamente inmediato y evidente. As es que superar el idealismo consiste en abandonar la
filosofa del sujeto y construir la filosofa de la vida.
La vida cotidiana es realidad radical porque da de s las creencias bsicas de la cultura, que se entiende como una funcin vital de determinados organismos. La cultura enraza de alguna manera en la
vida, de ah la metfora de la raz al hablar de la filosofa de la vida. Ortega pone en marcha su filosofa
con un ejercicio que convierte la realidad prefilosfica dada, la vida, en la realidad radical. En este giro
se supera el escepticismo y se convierte en principio lo inmediato, la vida individual e histrica, que
se convierte as en la realidad radical. Radical quiere decir inmediato y evidente, origen y principio.
En su acercamiento hermenutico-descriptivo a la constitucin de la vida, Ortega prefiere llamar
atributos a sus elementos constitutivos, y no categoras, para dar a entender que la vida no es
una cosa. Las cosas tienen una naturaleza fijada, que puede ser definida, objetivada. Pero la vida
humana es lo que hacemos y lo que nos pasa, la sucesin no predeterminada de acontecimientos
que componen el vivir de un yo histrico. Esta distincin recuerda la diferencia de Heidegger entre
categora y existenciario. Ms tarde, Jean-Paul Sartre (1905-1980) divulgar la consecuente distincin
entre esencia y existencia. Ahora bien, cules son los atributos de la vida para Ortega? Estos tres:
1. Mi vida me pertenece.
2. Mi vida es interaccin con mi circunstancia y con los otros.
3. Mi vida es un quehacer constante.
La vida, pues, es del yo viviente que la vive y que se da cuenta en mayor o menor medida de cada uno
de sus acontecimientos. Este darse cuenta, que convierte cada uno de los acontecimientos vitales
del yo viviente en evidentes y propio,, no es la apercepcin de un sujeto trascendental, ni la autoconciencia de la idea en su dialctica histrica. Este darse cuenta hace que la vida sea evidente para s
misma, que se manifieste a s misma en cada uno de sus actos y que se pertenezca a s misma.
En todos los acontecimientos que componen el vivir, el yo viviente se da cuenta de estar interactuando realmente con las cosas. Y este es el segundo atributo de la vida. En la vida el yo viviente
est en el mundo interactuando con las cosas y con otras vidas. Este mundo de la vida no es un
espacio meramente fsico en el que mi cuerpo se desplaza y choca con otros cuerpos; tampoco la
naturaleza de los animales. Nuestros sentimientos son el vnculo fundamental con el mundo, as
que nos indican cmo nos va en el; la tcnica, como veremos, ayuda a tranformar ese mundo. Pero
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el mundo es una fatalidad para la vida. Nadie lo elige. La vida se encuentra desde el nacimiento en
unas circunstancias concretas del mundo, que son fatalmente suyas y de las que no puede librarse
fcilmente. En este sentido, la vida, lejos de favorecer nuestro vivir, tiende a presentar resistencia a su
desarrollo; para ser ms exactos, es un sistema combinado de facilidades y dificultades. Yo soy yo
y mi circunstancia, dice en Meditaciones del Quijote (1914), y si no la salvo a ella, que es mi fatalidad,
no me salvo yo.
El tercer aspecto de nuestra vida proviene del imparable curso de los acontecimientos que tiene que
hacer frente entre el nacimiento y la muerte. La vida es una continua e imparable sucesin de acontecimientos, unas veces tumultuosa y frentica, otras lenta y apacible, que nos vemos obligados a
afrontar. No podemos detenerla y seguir viviendo, ni podemos hacer que otros la vivan por nosotros. La vida, por tanto, es quehacer. Desde otro punto de vista, la vida es tiempo y est lanzada
al porvenir, pero no est determinada por el pasado, ni por la fatalidad de destinos sobrenaturales.
El yo viviente est obligado a elegir entre las posibilidades que encuentra en sus circunstancia. Sus
decisiones libres proyectan su vida hacia el futuro. Por esto el vivir humano es posibilidad y libertad
en la finitud, y el futuro (no el pasado) es el modo original y fundador del tiempo histrico. As que
la vida humana no es necesidad natural, ni facticidad histrica determinada por el pasado o por un
destino fatal, sino futuricin, una incesante proyeccin hacia el futuro.
La vida humana, en fin, resulta de la realizacin de estos proyectos en un mundo histrico; no es la
repeticin de patrones de comportamientos instintivos o aprendidos. Ese proyectarse produce a
veces evolucin y cambio en sus circunstancias, que por eso mismo son histricas. La vida humana
no es naturaleza, sino historia, como veremos a continuacin. Esta es a grandes rasgos la filosofa de
la vida desarrollada en lecciones y cursos como Qu es filosofa? (1929), Vida como ejecucin (19291930), Sobre la realidad radical (1930), Qu es la vida? (1930-1931).
1.2.2. La filosofa de la historia
Entre 1932 y 1936 Ortega explicita su concepcin de la historicidad en escritos como Guillermo
Dilthey y la idea de la vida (1933), En torno a Galileo (1933), Principios de Metafsica de la razn vital
(1933), Ideas y creencias (1934), Historia como sistema (1935). All sostiene que la vida humana es histrica y con ella el mundo que la orienta y sostiene. La historia humana no es otra cosa que la sucesin
de mundos imaginados y construidos por las distintas generaciones de hombres. El hombre es el
animal fantstico que se ensimisma, imagina y proyecta, pero tambin el animal tcnico que fabrica
y construye. Cada cultura o civilizacin tiene su propio mundo, que puede evolucionar, incluso cambiar. As la historia de la civilizacin occidental ha conocido el mundo griego, el mundo romano, el
mundo moderno, etc.
El mundo de la vida es el sistema de creencias que constituye el horizonte del vivir humano. Ortega
distingue entre las meras ideas, que tenemos y podemos cuestionar, y las creencias sobre las que
se basa nuestro vivir, con las que contamos en todo lo que hacemos y en lo que nos pasa. Vivimos
sostenidos por las creencias que constituyen nuestro mundo; nos identificamos con ellas hasta tal
punto que son los presupuestos incuestionados e incuestionables de nuestro vivir. Ellas constituyen
los campos pragmticos que dan sentido a todos los acontecimientos de nuestra vida, desde los
que son lo que son las personas, las cosas, las instituciones, nuestras interacciones con todo esto, y
nosotros mismos.
En un presente histrico pueden estar interactuando distintas civilizaciones, distintos mundos histricos que, sin embargo, no estn a la misma altura de los tiempos, es decir que no son contemporneas en sentido estricto. As, la cultura occidental de las naciones europeas interacta con culturas
de pueblos africanos que pertenecen al pasado. Este concepto pretende evitar el etnocentrismo,
que considera superior a la propia cultura. Pero sin incurrir en el relativismo cultural, que considera
inconmensurables las culturas e igualmente verdaderas las distintas creencias que componen sus
visiones del mundo.
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Este concepto de altura de los tiempos se aplica tambin a las distintas creencias que componen
la visin del mundo de una cultura. Creencias cientfico-tcnicas, jurdico-polticas, religiosas, morales, estilos artsticos, etc., pertenecen a un determinado nivel, tienen una cierta contemporaneidad.
No se puede vivir una forma religiosa medieval en un mundo tcnico moderno, por ms que se empee en ello un dictador o un poder eclesial, pues la religin ser un farsa o la tcnica un implante.
En una cultura viva y dinmica todas las creencias se articulan de manera sistemtica, son contemporneas, estn a la misma altura de los tiempos.
Las protagonistas del devenir histrico son las generaciones, que establecen los sistemas de creencias segn su sensibilidad. Cada generacin se compone de elites y masas, e incluye todo tipo de
profesiones, ciudadanos y clases. El dinamismo procede de las elites; la masa es inerte, se suma a los
proyectos de las elites y se deja llevar. El epnimo es la personalidad caracterstica de una generacin y su fecha de nacimiento es el punto de referencia para datarla. A una generacin pertenecen
los individuos nacidos entre los cinco aos anteriores y los cinco aos posteriores a la fecha de nacimiento del epnimo. Las generaciones, a su vez, se suceden en intervalos de unos quince aos.
En un presente histrico conviven tres generaciones. La joven, que est empezando a abrirse paso
en el medio profesional y que no encuentra las circunstancias del mundo a su gusto, ni tiene el poder de decisin para cambiarlas a su modo. La madura, que domina en el medio profesional y que
vive sus propias circunstancias. La vieja, que ha perdido su influencia en el medio profesional y que
vive en un mundo pasado. Estas tres generaciones, que abarcan aproximadamente medio siglo, son
contemporneas, pero en sentido estricto slo los miembros de una generacin son coetneos.
Los individuos humanos pueden cambiar de sensibilidad y pasar a formar parte de la nueva generacin.
Las generaciones humanas tienen su propia sensibilidad vital, que consiste en una determinada
manera de apreciar y saborear la vida. Las elites de la generacin imaginan nuevas formas de vivir,
acordes a sus gustos y deseos, y desarrollan proyectos masivos que van transformando a su medida
el mundo de la vida. El sucederse de las generaciones explica el cambio en que consiste la historia,
la sucesin y confrontacin de civilizaciones, la evolucin y el cambio de sus mundos histricos. Porque adems de las generaciones continuistas, que viven del pasado y conservan su mundo, hay generaciones rupturistas, que rompen con el pasado y avanzan en la invencin de un mundo nuevo.
1.2.3. La filosofa del conocimiento
Uno de los primeros elementos de su filosofa, que Ortega consigui formular ya en Meditaciones del
Quijote (1914) y en Verdad y Perspectiva (1916), fue su teora perspectivista del conocimiento. La tesis
fundamental sostiene que el verdadero cognoscente es el yo viviente individual, luego nuestra verdad coincide con su punto de vista histrico-cultural. El punto de vista sobreindividual y absoluto de
la noesis del alma o de la razn del sujeto pensante, aunque sea en la versin trascendental kantiana,
son una quimera inalcanzable. Con esto se opone a la la tesis bsica de toda teora del conocimiento
hasta el presente, por la cual el punto de vista del individuo es falso. Porque cada hombre tiene una
misin de verdad que, a travs de su sociedad y de la cultura de su tiempo, le compromete con la
humanidad.
El yo viviente no experimenta de la realidad otra cosa que sus aspectos. Estos aspectos son el
referente ltimo de nuestros conocimientos, tanto en la cotidianeidad, como en las ciencias. En el
experimento de laboratorio, al manipular objetos segn una estrategia terica precisa, el cientfico
tambin alcanza aspectos de las cosas, que son el referente ltimo de sus modelos. Y en el plano
ontolgico la realidad son los aspectos que se ofrecen a la perspectiva del cognoscente individual.
Nuestros conceptos e ideas de las cosas resultan de las distintas maneras de experimentar y de integrar los aspectos de la perspectiva individual.
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Ortega no comparte la tesis positivista segn la cual la verdad es un atributo exclusivo del conocimiento cientfico. En su curso Qu es filosofa?, distingue entre las verdades y las verdades descubiertas por el hombre. Las verdades en s mismas son atemporales. Las verdades humanas, entre ellas las
cientficas, son descubiertas por el hombre en un momento histrico concreto y tienen un alcance
histrico determinado. El hombre no ha dicho, ni dir nunca, su ltima palabra sobre la materia, ni
sobre el arte, ni sobre el derecho, ni sobre Dios, ni en consecuencia sobre la vida. La verdad humana
es ante todo un atributo general que corresponde a la vida y a su conocimiento del universo. La
verdad es la perspectiva histrica sobre el universo que tiene la vida. Por eso, la visin del mundo
de cualquier civilizacin, incluidas las prehistricas, tiene sentido y verdad. Y esa verdad es histrica,
relativa al tiempo, como lo son sus componentes, las distintas verdades de las ciencias, de la filosofa,
de la moral y del derecho, de las artes, de la religin, etctera.
Sin embargo, Ortega no acepta el relativismo cultural. Lejos de ser verdades inconmensurables, las
culturas se pueden comparar y se puede establecer el nivel de desarrollo histrico de su verdad. Tan
absurdo sera equiparar la verdad de la civilizacin tcnica contempornea con la verdad de una
civilizacin animista primitiva, como negarle a esta toda verdad. La verdad alcanza distintos niveles
histricos de desarrollo. Puede darse sin duda que civilizaciones superiores pierdan de vista aspectos
que fueron determinantes en civilizaciones anteriores y que convendra recuperar.
1.2.4. La filosofa de la tcnica
Ortega atender de manera creciente el tema de la tcnica desde los aos treinta por la peculiar
encrucijada de la cultura occidental y por la habitual resonancia en ella de los temas tratados por
Heidegger. El filsofo espaol es plenamente consciente de que, tras el maquinismo, la actividad
tcnica ha alcanzado un nuevo estadio en el que suplanta a la naturaleza y se plantea a s misma
como base absoluta de sustentacin del vivir humano. La civilizacin occidental est entrando en
la era de la tcnica. En este contexto, su Meditacin de la tcnica (1933) replantea las relaciones del
hombre con la tcnica.
Distingue entre la dependencia orgnica del animal respecto de la naturaleza y las necesidades del
hombre, quien depende de los deseos y sentimientos que componen su sensibilidad vital. Dado
que los recursos del entorno natural no bastan para cumplimentar esos deseos, el hombre se ve
impulsado a reformar la naturaleza. La actividad tcnica existe desde que el hombre es hombre,
supliendo las limitaciones del entorno natural para satisfacer las necesidades humanas. No es algo
propio de la poca contempornea, sino que es una dimensin antropolgica esencial: el hombre
es un animal tcnico.
Ortega pone de manifiesto la dimensin alcanzada por la actividad tcnica en la cultura contempornea con objeto de que la mentalidad tcnica no vace la vida. La tcnica no es ms que un complejo de actividades humanas que reforman a la naturaleza para satisfacer las peculiares necesidades
del hombre, con lo que la tcnica no suplanta a la vida, sino que es una funcin de ella.
La actividad tcnica, ciertamente, da al hombre una creciente independencia y distancia respecto
del entorno natural; le permite entrar dentro s, disear su sensibilidad y proyectarse. Pero esta capacidad de ensimismarse, de contraerse, para luego lanzarse al mundo con sus propias estrategias
y objetivos, es lo que da contenido al vivir humano. El mundo exterior, que el hombre construye y
habita fsicamente, surge y se refleja en los mundos interiores de los individuos. Cada hombre puede
entrar en su mundo interior a considerar lo que hace y lo que le pasa. En ese mundo recuerda, siente
y desea, imagina, relaciona, explica y comprende, y, as, disea y se proyecta. La era de la tcnica, en
este sentido, no representa un cambio en el ser del hombre, que siempre ha tenido que idearse y
proyectarse a s mismo, y que por eso mismo siempre ha sido tcnico. Para poner esto de manifiesto,
Ortega nombra a la vida con una metfora procedente del maquinismo: la vida es fabricacin de
s misma.
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A juicio del filsofo espaol, el conocimiento sociolgico adoleca en su tiempo de una comprensin
fundamental de los fenmenos sociales elementales, y por eso utilizaba un repertorio de conceptos
imprecisos y contradictorios que condenaban sus teoras a un estado deplorable. En 1949 Ortega
proyectaba lanzar un libro que remediase este estado de cosas. Se llamara El hombre y la gente y se
publicara al mismo tiempo que se fundaba un Instituto Internacional de Humanidades, merced al
apoyo de la Fundacin Rockefeller y del millonario Walter P. Paepcke. Pero el proyecto no prosper
y la obra qued indita.
En El hombre y la gente (1957) Ortega desarrolla una aproximacin fenomenolgica a los hechos
sociales, de la que se deriva una interpretacin del derecho y el Estado, de la nacin, del lenguaje,
etc. Se distingue entre la vida social (o usos de la gente) y la vida inter-individual, compuesta de las
relaciones entre personas. La vida inter-individual est constituida por nuestras relaciones recprocas
con los otros.
1. Viva inter-individual. Aunque la vida es ante todo individual y se vive en soledad, la persona intima con el otro en relaciones inter-individuales, que devienen gradualmente inter-personales. La
persona est comprometida con esta forma primaria de socialidad que, lejos de ser meramente
convencional, es un momento de la vida autntica. La moral tiene una dimensin interpersonal.
En el nivel lingstico, los pronombres personales declinan las distintas personas que intervienen
en esas relaciones: t resulta de las relaciones con el otro, y supone una creciente intimidad
con l, que conoce distintos grados: amor, amistad, compromiso, etc. Ortega comparte con Alfred Schtz (1899-1959) que el yo surge con posterioridad y en dependencia del t, del nosotros, etctera.
2. Vida social. En la vida social, en cambio, no actan las personas, sino que interviene la gente. La
gente hace lo que se suele hacer y habla de lo que se habla habitualmente. Se comporta segn
patrones convencionales de comportamiento, establecidos socialmente para todos, y en los que
no hay nada personal. Estos patrones habituales de comportamiento, que constituyen la vida
social de la gente, son los usos. Usos son las costumbres, las modas, el derecho, la opinin pblica, el lenguaje, etctera.
Los usos sociales son mecanismos convencionales, hbitos que aseguran y hacen fluidas las mltiples relaciones entre los distintos individuos que conviven en el mundo. Los usos parecen imponerse cuando aumenta el nmero de individuos que conviven en el mundo, hasta el punto de
que el individuo se ve desbordado por relaciones interindividuales que no pueden ser personales
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porque no hay tiempo ni modo de intimar. Los usos conservan la convivencia, pues ordenan nuestras relaciones inter-individuales en comunidades cuya vida social se ha hecho tan compleja que ha
desbordado los cauces de las relaciones personales de intimidad. Mediante los usos, la sociedad es
una mquina de hacer hombres. No slo garantiza la seguridad y fluidez de los comportamientos
humanos, sino que los pone a la altura de los tiempos. Adems, al mecanizar una parte amplia del
comportamiento, libera al individuo para desarrollar su vida personal y creativa en ciertas direcciones. Los usos sociales son automatismos que nada tienen de personal; ahora bien, lejos de imposibilitar la vida personal, favorecen su crecimiento.
Los usos son vigencias que se nos imponen y nos instan a obrar de una determinada manera. La
gente teme quebrantar un uso porque conlleva una sancin. Los son ms o menos rgidos y llevan
aparejada una sancin ms menos grave, dependiendo de la trascendencia social del comportamiento implicado. Tanto la manera de vestir de un grupo como el cdigo de derecho penal son usos.
En cuanto vigencias, tienen un origen individual y tardan algn tiempo en establecerse en la vida
social. Tras permanecer en vigor por un tiempo, desaparecen tambin lentamente. Tienen su propio
ritmo, su propio tiempo, y por eso son irracionales, resultan incomprensibles para los individuos,
de manera especial para los que llevan una vida ms personal. De manera que los usos tienen tres
caractersticas:
1. Convencionales. Su origen es el pacto normativo entre personas, lo que significa que nos damos
cuenta de que existen cuando los transgredimos.
2. Irracionales. No comprendemos muy bien cual es su razn de ser, y de hecho muchos de ellos
han perdido su utilidad inicial.
3. Impersonales. Se hacen efectivos sobre cualquiera y mediante cualquiera; no hay un solo legislado, sino que todos podemos sentirlos y hacerlos sentir.
Los usos dejan su huella en rudimentos lingsticos, de modo que la filologa puede buscar la racionalidad de nuestros usos presentes. Al reconstruir la genealoga de un uso vigente, la razn etimolgica nos permite comprenderlo. El hombre es as animal etimolgico en cuanto que comprende
la vida social.
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aceptando el tema heideggeriano de El final de la filosofa y la tarea del pensar (1964), si imponemos el sistematismo metafsico como carcter especfico de la filosofa, habremos llegado al ltimo
eplogo de la filosofa.
Gaos no slo justific la existencia de un pensamiento filosfico hispnico con estilo propio, sino
que contribuy de manera notable a su revalorizacin contempornea. Destac su labor en el Seminario para el Estudio del Pensamiento en los Pases de Lengua Espaola, que tuvo sus comienzos
en la Casa de Espaa en Mxico. Y desde luego son aportaciones relevantes sus escritos: Ortega y
Gasset y otros trabajos de historia de las ideas en Espaa y la Amrica espaola (1957), El pensamiento
hispanoamericano (1944) Pensamiento de lengua espaola (1945), En torno a la filosofa mexicana
(1952-1953), Filosofa mexicana de nuestros das (1954). Tambin cabe mencionar sus trabajos como
autor de antologas y de reediciones de textos de autores hispanoamericanos, as su Antologa del
pensamiento de lengua espaola en la Edad Contempornea (1945). Esta labor se ha proyectado a travs de sus discpulos mexicanos: Leopoldo Zea, Manuel Cabrera, Luis Villoro, etc.
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CONCLUSIN
Ortega puso en marcha una empresa cultural que consigui irradiar su orientacin
contempornea y especficamente espaola de la filosofa a las ciencias, el derecho, las artes, la pedagoga, etc. Estaba convencido de que su proyecto no tena
precedentes, ni tradiciones propias aprovechables, y pensaba que la lengua y la
cultura espaola eran, por su origen latino, ms retrico-sensitivas y estticas que
lgico-conceptuales y filosficas. Por ello practic una filosofa mundana, clara y
seductora, de formas retrico-literarias, nunca una filosofa de carcter acadmico,
ni menos an una filosofa escolstica y terminolgica, por la que senta especial
aversin.
Ortega no slo desarroll una filosofa propia, que evolucion desde el perspectivismo hasta una filosofa raciovitalista de la historia y de la sociedad, sino que dio
toda una leccin de lo que significa una buena recepcin de filosofa contempornea y la formacin de una escuela filosfica. La Guerra Civil y la cultura nacionalcatlica del Franquismo pusieron fin a esta filosofa en Espaa: fue excluida de la
universidad, quedando reducida al crculo de sus discpulos, entre los que destaca
a Julin Maras.
Otros discpulos de Ortega, como Jos Gaos y Mara Zambrano, proyectaron su
orientacin filosfica en Mxico, Venezuela, Cuba, Puerto Rico y, en general, la
Amrica hispana. Asimismo hemos mostrado la influencia del orteguismo en uno
de los filsofos ms importantes del exilio espaol, Garca Bacca. La escasa suerte
de Ortega como filsofo en la universidad espaola de la segunda mitad del siglo
XX contrasta con su enorme proyeccin en otros pases y en otros mbitos.
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BIBLIOGRAFA
Fuentes primarias: Ortega y Gasset
ORTEGA Y GASSET, J. (2004-): Obras Completas. 10 vols. Madrid: Fundacin Jos Ortega y Gasset/Taurus.
ORTEGA Y GASSET, J. (1990): Meditaciones del Quijote. Madrid: Ctedra.
ORTEGA Y GASSET, J. (2002): El tema de nuestro tiempo. Prlogo para alemanes. Madrid: Tecnos.
ORTEGA Y GASSET, J. (2008): La rebelin de las masas. Madrid: Tecnos.
ORTEGA Y GASSET, J. (1997): Meditacin de la tcnica. Madrid: Santillana.
ORTEGA Y GASSET, J. (2005): En torno a Galileo. Madrid: Biblioteca Nueva.
ORTEGA Y GASSET, J. (1992): La idea de principio en Leibniz. Madrid: Revista de Occidente/Alianza.
Fuentes primarias: filosofa espaola en el exilio
GAOS, J. (1973): Historia de nuestra idea del mundo. Mxico: FCE.
GARCA BACCA, J. D. (1936): Introduccin a la lgica moderna. Barcelona: Labor.
MARAS, J. (1941): Historia de la Filosofa. Madrid: Revista de Occidente.
ZAMBRANO, M. (1977): Claros del bosque. Barcelona: Seix Barral.
Obras de referencia
ABELLN, J. L. (1993): Historia crtica del pensamiento espaol. La crisis contempornea III. Vol. VIII. Barcelona:
Crculo de Lectores, pp. 212-397.
Visin de conjunto del tema realizada desde una historia de las ideas que aporta muchos datos del contexto
socio-poltico y cultural.
BERLEGUI, C. (2003): La Filosofia de J. D. Garcia Bacca en el contexto del exilio republicano. Bilbao: Universidad de Deusto.
Exposicin de la filosofa de Bacca, en la que se estudia el impacto del magisterio de Ortega sobre su pensamiento.
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Pginas web
Fundacin Jos Ortega y Gasset:
http://www.ortegaygasset.edu
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RESUMEN
Ortega y Gasset y la filosofa del exilio espaol.
El filsofo y el intelectual.
El intelectual y las masas.
El intelectual y el problema de Espaa: Espaa invertebrada
(1922).
El intelectual y el ascenso de las masas: La rebelin de las masas (1930); El intelectual y el otro (1940).
El intelectual y las sociedades de masas: El hombre y la gente
(1949-1950).
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AUTOEVALUACIN
1. Cules de los siguientes filsofos pertenecieron a la misma generacin que Ortega?
a. Dilthey y Simmel.
b. Heidegger y Wittgenstein
c. Husserl y Russell
d. Sartre y Quine.
2. En qu obra de Ortega se encuentra su caracterizacin antropolgica del hombre-masa?
a. Espaa invertebrada (1922).
b. La deshumanizacin del arte (1925)
c. El hombre y la gente (1949-1950)
d. La rebelin de las masas (1930)
3. Cul es, a juicio de Ortega, el tema de nuestro tiempo?
a. La modernizacin de Espaa.
b. Las vanguardias.
c. La tecnicidad de la tcnica.
d. La superacin del idealismo.
4. Qu son los elementos esenciales que forman la constitucin de la vida?
a. Atributos.
b. Categoras.
c. Dinamismos.
d. Estructuras.
5. Cules son los elementos esenciales que constituyen la vida, a juicio de Ortega?
a. El mundo, el ser-en y la temporalidad.
b. El mundo, el alma y Dios.
c. El ser evidencial, mundana e histrica.
d. Naturaleza, historia y Dios.
6. Quines son los protagonistas de la Historia segn Ortega?
a. Los Estados.
b. Las clases sociales.
c. Las generaciones.
d. Las ideas.
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