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Cuento Del Respeto

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CUENTO DEL RESPETO

El misterio de la llave centenaria


Amaya estaba mirando un viejo lbum familiar que conservaba su abuela en la
casa del pueblo. A la nia le encantaba revisar esos recuerdos que atesoraba su
familia y escuchar las historias que le contaba su abuela cuando miraba las
fotografas.
Un da a Amaya le llam la atencin algo en lo que nunca haba reparado.
-Abuela, qu es eso que el abuelo lleva al cuello y que parece guardar con
tanto celo? Aparece en todas las fotos menos en las de las ltimas pginas.
-Es una llave -respondi la abuela-. Pas de generacin en generacin durante
ms de 500 aos al primognito de cada familia. Quien la reciba tena la misin
de conservarla y protegerla. Pero un da desapareci y no volvimos a saber nada
de ella.
-Entonces mi padre tendra que haberla recibido y luego me debera pasar a m
-dijo Amaya.
-Correcto -dijo la abuela-. Pero la llave nunca apareci, as que no tienes ninguna
responsabilidad.
-Descubrir que pas, abuela -dijo la nia.
-Mejor djalo estar, pequea -dijo la abuela-. Durante muchos aos tras su
desaparicin solo vivimos desgracias. Ahora que la cosa est calmada es mejor
no revivir fantasmas del pasado.
-Abuela, de dnde era la llave? De una puerta, tal vez de un cofre? -pregunt
la nia.
-El caso es que nunca supimos a qu cerradura corresponda ni mucho menos
qu guardaba -dijo la abuela.
La respuesta de la abuela hizo que la curiosidad de Amaya se alimentara an
ms.
-Est bien, abuela, dejar el tema. Me est entrando un poco de miedo -minti la
nia.
Pero la abuela conoca bien a su nieta y saba que no se iba a estar quieta
despus de or aquella historia.
Durante das Amaya recorri la vieja casa familiar en busca de puertas secretas,
cajones ocultos o cofres misteriosos. Pero lo nico que logr encontrar fue
mucho polvo y algn que otro bicho desconocido para ella.
Un da, Amaya descubri un hueco bajo una tabla del suelo del desvn. Dentro
haba una especie de carpeta antigua llena de papeles. Era el diaro de su
abuelo! En l la nia descubri algo inquietante.

-Abuela, saba que el abuelo tena un diario? -dijo la nia.


-No, no saba nada -dijo la abuela.
-Mira, aqu dice que l mismo escondi la llave. Aqu est el mapa. Parece que
se dio cuenta que estaba empezando a olvidar y dej escrito todo lo que saba
-dijo la nia.
-S, tu abuelo se dio cuenta de que empezaba a tener sntomas de Alzheimer. El
pobre tard poco en dejar de acordarse de las cosas -dijo la abuela muy
apenada.
-Lo mejor de todo es lo que dice sobre el motivo que tuvo para esconder la llave
-dijo la nia-. Dice que no quera dejar a nadie la carga de tener que guardar
algo que, seguramente, no serva para nada. Dice que la llave no es ms que
una supersticin antigua heredada de generacin en generacin.
-Si eso fuera as, cmo explicas las desgracias que sufrimos? -dijo la abuela.
-Nadie est libre de sufrir desgracias, abuela -dijo la nia-. Adems, muchas
cosas se arreglaron. Y el abuelo hubiera cado enfermo igualmente.
-Tienes razn -dijo la abuela-. Quieres que busquemos la llave?
-No abuelita. Si el abuelo lo quiso as ser mejor que respetemos su deseo. Pero
me quedo con el diario para contarles la historia a mis hijos y nietos cuando sea
mayor.

CUENTO
DE HUMILDAD

El nio que no poda con la mochila


humildad, saber escuchar,perdonar
Yeray era un nio bajito, delgado y con apariencia dbil. Sus compaeros se
rean de l a menudo porque ni siquiera poda con la mochila del colegio.
Yeray cumpla aos a principio de curso y justamente el da que cumpli 8 aos
comenz el curso ese ao. Sus padres le despertaron temprano para que abriera
sus regalos antes de marcharse a clase.
Entre los regalos de su octavo cumpleaos se encontraba una mochila super
molona con ruedas y todo.
- Ahora nadie se reir de m porque no puedo con la mochila! -dijo Yeray, muy
contento.
- S, pero hay algo ms hijo -empez a decir la mam de Yeray. Pero el nio la
interrumpi.
- Que s mam, que ya lo s. Crees que no he visto a los mayores llevar
mochilas de estas?
- Pero esta es distinta hijo...
- Que s, mam. No te preocupes, veo estas mochilas, todos los das. - dijo Yeray
volviendo a interrumpir a su madre- Pero tengo que explicarte una cosa, hijo.
- No tienes que explicarme nada, s perfectamente cmo funciona. Muchas
gracias!
Despus de desayunar, Yeray carg su enorme montn de libros en su nueva
mochila. Pero si cargar con la mochila era duro, la cosa no mejor mucho con la
mochila de ruedas.
Yeray llevaba la mochila tan cargada que apena poda tirar de la mochila.
Cuando sus compaeros lo vieron empezaron a rerse de nuevo y a hacerle la
burla.
Cuando lleg a casa, Yeray estaba agotado de tirar de la mochila.
- Qu tal tu primer da de cole con tu nueva super mochila? -le pregunt su
madre.
- Super mega desastre dira yo -dijo Yeray.
- Por qu? No ha funcionado el super propulsor? -pregunt su madre.
- El qu? -dijo Yeray.
- El mega propulsor, el que se activa en el botn rojo que hay bajo el tirador -dijo
su madre.
- Por qu no me habas dicho que la mochila tiene un super propulsor?
-pregunt Yeray.
- Intent explicrtelo, recuerdas? Pero no me dejaste -dijo su madre- Supongo
que tampoco habrs sabido activar la ayuda para subir escaleras ni el patinete
propulsado que hay escondido en la parte trasera.
- Cunto siento no haberte escuchado, mam -se disculp Yeray-. Me lo
explicaras ahora?
- Claro, hijo. Ya vers qu bien te va a ir a partir de ahora.

Y as fue como Yeray aprendi a usar su nueva mochila y a escuchar antes de


hablar, porque aunque uno sea muy listo, siempre se pueden aprender cosas de
los dems.

CUENTO DE SENCILLEZ
Un verano sin juguetes
humildad, sencillez, valorar lo que tenemos

Alberto tena la habitacin empapelada de todo tipo de catlogos de juguetes,


videojuegos, mviles y ordenadores. Una vez a la semana le peda una
recompensa a su madre por cualquier cosa que l considerara buena conducta:
aprobar un examen, poner la mesa, limpiar su habitacin, hacer su cama o
volver a la hora del parque. Era algo que llevaba haciendo desde los 8 aos y
que ahora tena diez se haba convertido un poco en una rutina. En el fondo
tena tantas cosas que ya no saba qu regalos pedir y por eso siempre
acumulaba catlogos. Para saber qu elegir.
Sus padres que pensaban que era bueno para Alberto el motivarlo con muchas
cosas pero ya no saban cmo sorprenderlo. Le envolvan los videojuegos con
papel brillante, le hacan bizcochos de fresa para merendar los viernes mientras
abra su recompensa, pero vean que nada haca que Alberto estuviera feliz.
Cuando lleg el verano su ta Ana decidi que poda ser buena idea que Alberto
la acompaara unos das a su casa de la playa. Los padres de Alberto accedieron
y al nio le pareci bien pero tena dudas de cmo se sentira en un lugar donde
no tuviera todas sus cosas.
- Y cmo voy a pasrmelo bien ta Ana si apenas llevo una cuarta parte de mis
cosas?
- Descubrirs cosas nuevas que te gusten. Ya vers que bien te lo vas a pasar
conmigo.
- Y cmo voy a escoger lo que me gusta si no lo puedo ver antes en ningn
catlogo?
- Creme, no necesitas ningn catlogo.
Alberto mir a su ta extraado. Si no hay nada mejor en el mundo que escoger
y poder tenerlo inmediatamente. Qu sorpresa sera nueva para l?
Al pasar los cinco das Alberto que volvi a la ciudad en
el coche con su ta le dijo:
- Ta, muchas gracias por todo. He disfrutado mucho
con los helados que nos tomamos en la playa, me lo he
pasado genial jugando con nuevos amigos que he
conocido sin apuntarme a ningn deporte y cada da
hemos hecho cosas diferentes en la playa: un da la
cometa, otro da un cuento, otro da escribir nuestros
nombres con conchas. Gracias por haberme hecho
tan feliz este verano.
Su ta Ana le contest:
- Me alegro Alberto de que hayas conocido las cosas de
la vida que no se pueden comprar.
CUENTO DE RESPONSABILIDAD
Caza de sirenas
prudencia, responsabilidad

Hace mucho tiempo, en un isla solitaria rocosa en medio de un ocano poco


conocido, unas sirenas descansaban en lo alto de unos riscos. A las sirenas les
encantaba aprovechar la marea alta para subir y mirar desde all al horizonte
mientras estaba la marea baja.
El rey del mar les haba avisado muchas veces de que eso era peligroso, porque
las mantena expuestas e indefensas.
-Algn da alguien os ver y os dar caza -les deca un da s y otro el rey del
mar.
-Es imposible subir a lo alto de estos riscos mientras no suba la marea -le decan
las sirenas-. Nuestra cola nos permite huir muy rpido de cualquiera.
Un da, mientras las sirenas oteaban el horizonte desde el risco ms alto y
peligroso de toda la isla, apareci un gran barco.
-Rpido, sirenitas, tenis que bajar de ah -les avis el rey del mar.
-No le dar tiempo a llegar hasta nosotras -dijo una sirena.
-Ni siquiera podr llegar hasta aqu -dijo otra sirena-. Es demasiado grande.
Pero se equivocaban. El barco no poda acercarse, cierto, pero del barco salieron
decenas de humanos en lanchas motoras.
-Oh, no! -grit el rey del mar-. Ya vienen. Os cazarn y os llevarn lejos.
Las sirenas empezaron a gritar. Queran bajar, pero con la cola no podan.
-Tranquilas -dijo una sirena-. Esas lanchas no podrn acercarse mucho. Esta zona
es peligrosa y no podrn desembarcar. Mirad, se alejan.
En efecto, las lanchas se alejaron hacia la playa, fuera de la vista de las sirenas,
que descansaron tranquilas. Pero poco despus.
-Se acercan humanos! -grit una sirena que los vio desde su risco.
-Saltad! -grit el rey del mar.
-Esto est muy alto -dijo una sirena-. Nos haremos dao.
-Pero ya vienen -dijo el rey del mar-. Os van coger.
-Ya hemos llegado! -dijo en ese momento uno de los humanos-. Os
rescataremos, seoritas. No sabemos cmo habis llegado ah, pero no temis,
estis a salvo.
-Cmo? No vens a cazarnos? -dijo una sirena.
Los humanos se miraron unos a otros, sorprendidos por la pregunta.

-No! Os hemos visto ah arriba y venimos a ayudaros a bajar -dijo un humano-.


Por qu querramos cazaros? Ni que fuerais sirenas o algo as.
-Es que somos. -empez a decir una sirena.
-Es que somos escaladoras -interrumpi otra sirena-. Estamos aqu porque nos
apetece.
-Pero no es entretengis mucho -dijo un humano-. En cuanto suba la marea esto
se va a poner muy peligroso. Nos quedamos y os ayudamos a bajar?
-No hace falta, muchas gracias -dijo una sirena-. Se os hace tarde.
-Est bien. Ha sido un placer -dijeron los humanos mientras se alejaban-. Nos
vamos a cazar sirenas, que dicen que por aqu hay una isla secreta donde viven
muchas.
-Qu ha pasado aqu? -pregunt el rey del mar.
-Habr sido el hechizo de la maga submarina que viene bajo el arrecife de coral
-dijo una sirena-. No han visto nuestra cola.
-Pues os habis salvado por los pelos -dijo el rey del mar-. Ese hechizo solo
funciona de da, con la marea baja. En cuanto empiece a anochecer y la marea
comience a subir ellos podrn veros.
-Ahora que piensan que aqu no hay sirenas no volvern -dijo una de ellas.
-No te confes tanto -dijo el rey del mar-. Ser mejor que seis ms precavidas y
responsables. Si os descubren os ponis en peligro a vosotras y nos ponis en
peligro a todos.
-Tendremos que buscar otra manera de disfrutar de las vistas -dijo una sirena.
-Maana buscaremos la forma entre todos -dijo
el rey del mar-. De momento, disfrutemos de la
cena, que ya est lista.

CUENTO DE LA TOLERANCIA
Cuentos infantiles sobre la tolerancia
2307COMPARTIDOS
Era su segundo da de clase. Henry se sent en el primer pupitre del aula, al
lado de la ventana, como le recomend su mam. La profesora entr en clase y

les dijo "buenos das". Hoy vamos a estudiar algunos animales. Comenzaremos
con el asno, ese animal tan til a la humanidad, fuerte, de largas orejas, y...
- Como Henry!, la interrumpi una voz que sala de atrs del saln.
Muchos nios comenzaron a rer ruidosamente y miraban a Henry.
- Quin dijo eso?, pregunt la profesora, aunque saba bien quin lo haba
dicho.
- Fue Quique, dijo una nia sealando a su lado a un pequen pecoso de cinco
aos.
- Nios, nios, dijo Mily con voz enrgica y poniendo cara de enojo. No
deben burlarse de los dems. Eso no est bien y no lo voy a permitir en mi
saln.
Todos guardaron silencio, pero se oa algunas risitas.
Cuentos cortos para nios sobre la tolerancia
Un rato despus una pelota de papel gole la cabeza de Toms. Al voltear no vio
quien se la haba lanzado y nuevamente algunos se rean de l. Decidi no hacer
caso a las burlas y continu mirando las lminas de animales que mostraba Mily.
Estaba muy triste pero no llor. En el recreo Henry abri su lonchera y comenz
a comerse el delicioso bocadillo que su mam le haba preparado. Dos nios que
estaban cerca le gritaron:
- Orejn, oye orejn, no comas tanto que va a salirte cola como un asno, y
echaron a rer.
Otros nios a su alrededor lo miraron y tocando sus propias orejas, sonrean y
murmuraban. Henry entendi por primera vez, que de verdad haba nacido con
sus orejas un poco ms grandes. 'Como su abuelo Manuel', le haba odo decir a
su pap una vez.
De pronto se escucharon gritos desde el saln de msica, del cual sala mucho
humo. Henry se acerc y vio a varios nios encerrados sin poder salir, pues
algn nio travieso haba colocado un palo de escoba en los cerrojos.
A travs de los vidrios se vean los rostros de los pequeos llorando, gritando y
muyasustados. Dentro algo se estaba quemando y las llamas crecan.
Los profesores no se haban dado cuenta del peligro, y ninguno de los nios se
atreva a hacer nada. Henry, sin dudarlo un segundo, dej su lonchera y corri
hacia la puerta del saln y a pesar del humo y del calor que sala, agarr la
escoba que la trababa y la jal con fuerza. Los nios salieron de prisa y todos se
pusieron a salvo.
Henry se qued como un hroe. Todos elogiaron su valor. Los nios que se
haban burlado de l estaban apenados.
En casa, Henry cont todo lo sucedido a su familia,
por lo que todos estaban orgullosos de l. Al da
siguiente, ningn nio se burl de Henry. Haban
entendido que los defectos fsicos eran slo
aparentes, pero en cambio el valor de Henry al
salvar a sus compaeros era ms valioso y digno de
admirar.
CUENTO DE ORDEN
El genio chapuzas
Hubo una vez un genio, de esos que sala de lmparas maravillosas concediendo
deseos, que se hizo tristemente famoso por sus chapuzas. Cada vez que alguien

frotaba la lmpara, y el sala a responder "Qu deseas?", surga una gran nube
de humo y volaban cientos de cosas por los aires. Y si alguno de sus amos
quedaba con ganas de pedir un deseo, al concedrselo, el regalo sala entre una
nube

de

porquera

cubierto

de

polvo.

Tantas y tan penosas eran sus chapuzas, que nadie deseaba tener un genio as.
Su lmpara termin sirviendo slo para dar patadas, como un bote cualquiera, y
el genio estuvo aos sin salir, triste y deprimido. Hasta que un nio solitario
encontr la lmpara y pudo escuchar los lamentos del genio. Entonces decidi
hacerse su amigo, y su nico deseo fue poder entrar y salir de la lmpara para
estar con l. ste se mostr encantado, pero en cuanto el nio puso el pie en la
lmpara, comprendi el problema de aquel genio chapuzas. No es que fuera un
mal genio, es que no poda ser ms desordenado! Todo estaba tirado por
cualquier sitio, sin importar si se trataba de joyas o libros, barcos, o camellos, y
se notaba que no haba pasado un plumero en aos. Como era un genio, tena
de todo, y como la lmpara tambin era pequea, estaba todo tan apretujado
que era normal que saltara por los aires en cuanto se mova la lmpara y el
genio trataba de conseguir algo.
El nio se llev las manos a la cabeza, y el genio se excus diciendo que el
trabajo de un genio era muy importante y no tena tiempo para esas cosas, Pero
su amigo, que recordaba los buenos consejos de su madre, le explic que
cuanto ms importante fuese su trabajo, ms orden deba guardar con todas sus
cosas, y juntos se dedicaron a dar un buen repaso a la lmpara. Les llev unos
cuantos das, pero al terminar, todo estaba reluciente y cada cosa tena su sitio
especial. Resultaba facilsimo encontrar cualquier regalo y cogerlo sin
romper nada.

CUENTO DE LA OBEDIENCIA
Obediencia, aprendizaje
Diego tena muchas ganas de probar el pastel de chocolate que su mam estaba
preparando para la fiesta de cumpleaos de to Pedro. To Pedro era el to favorito
de Diego.
To Pedro era un tipo muy peculiar. Se pasaba el da encerrado en un viejo pajar al
que llamaba su superlaboratorio ultrasecreto. Nadie saba muy bien qu haca all,

aunque era mejor no entrar, por si acaso. Por lo que se poda or, ver e incluso oler
desde fuera en aquel lugar poda pasar cualquier cosa.
-Diego, deja de merodear por aqu -dijo mam-. No vas a probar la tarta hasta
maana.
Pero a Diego eso de esperar no le haca ninguna gracia, as que, cuando su madre
se fue de la cocina, Diego aprovech para colarse y abrir la nevera.
-Vaya, qu alta est la tarta! -pens Diego-. Tendr que usar algo para subirme.
Diego cogi una silla y se subi a ella para poder llegar con el dedo y untarlo de
chocolate. Pero justo cuando iba a tocar la tarta, la silla se cerr. Del susto Diego
se agarr con las dos manos a la tarta. Eso no evit que se cayera al suelo con
tarta y todo.
-Oh, no! -se lament Diego-. Qu voy a hacer ahora?
En ese momento entr to Pedro en la cocina.
-Qu ha pasado aqu? -pregunt.
Diego le cont lo que haba hecho, entre llantos y lamentos.
-Tengo justo lo que necesitas -dijo to Pedro-. La verdad, no
s si funcionar, pero esta me parece la ocasin perfecta
para probar mi nuevo invento.
-Esto solo se arregla rebobinando la historia -dijo Diego.
-Eso es justo lo que vamos a hacer -dijo to Pedro-. Vamos a
volver al pasado.
Diego hizo lo que su to le dijo. En cuestin de cinco minutos se baj de la mquina.
-Creo que esto ya est -dijo Diego-. Cmo lo comprobamos?
-Vamos a ver la nevera -dijo to Pedro.

CUENTO DE LA SINCERIDAD
Cuentos para nios. Sara y Luca

Sara y Luc. Cuentos sobre el valor de la sinceridad para los nios


1555COMPARTIDOS
rase una vez dos nias muy amigas llamadas Sara y Luca. Se conocan desde
que eran muy pequeas y compartan siempre todo la una con la otra.
Un da Sara y Luca salieron de compras. Sara se prob una camiseta y le pidi a
su amiga Luca su opinin. Luca, sin dudarlos dos veces, le dijo que no le
gustaba cmo le quedaba y le aconsej buscar otro modelo.
Sara y Luca, un cuento sobre la sinceridad
Entonces Sara se sinti ofendida y se march llorando de la tienda, dejando all
a su amiga.
Luca se qued muy triste y apenada por la reaccin de su amiga.
No entenda su enfado ya que ella slo le haba dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le cont a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que
su amiga slo haba sido sincera con ella y no tena que molestarse por ello.
Sara reflexion y se dio cuenta de que su madre tena razn.
Al da siguiente fue corriendo a disculparse con Luca, que la perdon de
inmediato con una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa
en la sinceridad.
Y colorn colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedar
sentado.
FIN

CUENTO DE FELICIDAD
El velocmetro
Dani estaba muy disgustado con Pap Noel. Era un nio muy bueno, pero le
molestaba tremendamente ver que casi todos los aos muchos otros nios,
claramente ms malos, reciban ms juguetes por Navidad. Y fueron tantas sus
quejas, que una noche el propio Pap Noel apareci con el trineo en su
habitacin, y le llev con l al Polo Norte.

- Quiero ensearte el mayor de los secretos -le dijo Pap Noel-. Si vienes te
mostrar cmo decidimos cuntos juguetes recibe cada nio en Navidad.
Cuando llegaron, Santa Claus le mostr algunos raros artilugios, mientras le
explicaba:
- Esto fue nuestro primer medidor de juguetes. Era una balanza, y los juguetes
se regalaban por peso. Dejamos de usarlo cuando un nio recibi tantos globos
que
al
explotar
derrumbaron
las
paredes
de
su
casa.
- Ese otro con forma de molde se llamaba "igualator". Serva para asegurarnos
de que todos los nios recibieran los mismos juguetes, pero como luego no tena
gracia cambiarlos con otros nios, nadie los quera... Puff, casi me quedo sin
trabajo, hubo un ao que apenas recib unas pocas cartas y tuvimos que
cambiarlo a toda prisa...
Y as fue hablando de los inventos que haban utilizado; algunos realmente
ridculos, otros un poco simplones, hasta que finalmente dijo:
- .. pero todo se arregl con este invento, y desde entonces cada ao recibo
muchos ms millones de cartas que el anterior. Se llama Felicmetro, y sirve
para medir la felicidad de los nios. Cuando visitamos un nio, ponemos en el
felicmetro todo lo que tiene, y automticamente nos dice los mejores regalos
para
l.
- Pues debe estar estropeado, a m siempre me tocan pocos regalos...- protest
el
nio.
- Qu va! funciona perfectamente. Los nios que como t tienen muchos
amigos, unos paps y hermanos que les quieren mucho, son generosos y no
buscan la felicidad en las cosas tienen miles de puntos en el felicmetro, y
regalarles muchos juguetes slo podra bajrselos. Sin embargo, los nios que
estn ms solos, o cuyos paps les hacen menos caso, o que no tienen
hermanos ni amigos, tienen tan pocos puntos que da igual cuntos regalos
aadamos al felicmetro: nunca pasan de la mitad... se es el gran secreto del
felicmetro: reciben ms quienes de verdad menos tienen.
Como no pareca terminar de creerlo, aquella Navidad Dani acompa a Santa
Claus en su trineo llevando el felicmetro, comprobando l mismo cmo quienes
ms regalos reciban eran los menos felices de todos. Y no pudo evitar
llorar cuando vieron un nio muy rico pero muy triste,
que despus de haber abierto cien regalos, pas la
noche solitario en su habitacin...
Y sinti tanta pena por esos nios, que ya nunca ms volvi a
envidiar sus regalos y sus cosas, y se esforz cada da por
hacerles llegar a aquellos nios una pequea parte de su gran
felicidad.

CUENTO DE PERDON
Los tres hermanos
Jacinto y su hermano menor Javier eran dueos de una zapatera llamada La
Suela de Oro. All vendan todo tipo de calzado, desde mocasines para caballero
y zapatillas para dama hasta tenis para nios y pantuflas para todos. Ambos se
llevaban bien y dividan las ganancias en partes iguales. Pero un da, uno de
ellos acus al otro de haber tomado dinero de la caja sin avisarle. ste le replic
que no era cierto y aprovech la oportunidad para reclamarle al otro que no

trabajaba lo suficiente. Los dos se sintieron ofendidos. Comenzaron a discutir sin


importarles la presencia de los clientes. De los reproches pasaron a los gritos, y
de all a los insultos. Hubieran terminado golpendose si su hermana Josefina,
quien por casualidad se encontraba de visita, no los detiene. Este desacuerdo
marc el final de los buenos tiempos. Javier le dijo a su hermano que no quera
seguir siendo su socio. Jacinto respondi que tampoco l lo deseaba; que poda
encargarse solo del negocio. As fue como Javier se fue y, con sus ahorros, abri
su propia tienda de calzado frente a la de Jacinto. Se llamaba
LaVerdadera Suela de Oro. Ambos competan para atraer a los compradores y
se volvieron rivales. En el fondo ambos deseaban reconciliarse, pero eran tan
orgullosos que ninguno estaba dispuesto a dar el primer paso. A su hermana
Josefina le dola mucho que ambos se hubieran distanciado. Por ello ide un
plan. Una maana le envi a Jacinto un correo electrnico que deca:
Hermano:
Te pido una disculpa. Fui muy injusto contigo. Te espero en casa de Josefina hoy
a las 3 de la tarde para pedirte perdn.
Javier
Al leer este mensaje, Jacinto decidi que como su hermano estaba dispuesto a
reconocer su error, lo perdonara. Lo que l ignoraba era que Josefina le haba
mandado a Javier un correo idntico, slo que con la firma de Jacinto. Ambos
hermanos se presentaron a la cita. Jacinto le dijo a Javier: Querido hermanito,
recib tu mensaje. Claro que te perdono!. Al or esto, Jacinto se sorprendi
mucho y exclam: Pero qu dices? T eres el que quera disculparse conmigo.
Lo dijiste en tu correo. De qu correo hablas? Fuiste t quien me escribi,
replic el otro. Disclpate!, exigi el mayor. No, disclpate t!, contest el
menor. Antes de que estallara una nueva disputa, Josefina los interrumpi.
Confes que ella era la verdadera autora de los mensajes. Lo haba hecho para
reunirlos y aclarar las cosas. Les pidi que reconocieran sus errores y dejaran
atrs el rencor. Sin embargo, ninguno pareca dispuesto a cambiar su actitud.
He cerrado la puerta de la calle con llave, anunci finalmente Josefina. No se
irn hasta que arreglen sus diferencias. Acaso no se dan cuenta? En el fondo,
ambos quieren acabar con esta situacin y volver a estar juntos. Si no fuera as,
ninguno habra venido hoy a mi casa.
Javier y Jacinto reconocieron que su hermana tena razn. Con lgrimas en los
ojos se dieron un abrazo y prometieron no reir ms. Decidieron volver a
trabajar juntos. Ahora tienen otra zapatera, la cual bautizaron con el nombre de
Los Hermanos.

CUENTO DE HONESTIDAD
Un fin de semana de acampada
Pablo y Fer eran dos hermanos gemelos idnticos. La gente los confunda,
porque lo nico que les diferenciaba era una mancha que Fer tena en la mano.
Pero, aunque Pablo y Fer eran iguales fsicamente, tenan personalidades
distintas. Pablo era un nio muy bueno y Fer era bastante cafre.

-Quin se ha comido la tarta? -pregunt un da la madre de Fer y Pablo.


-Ha sido Pablo! -dijo Fer, culpando a su hermano.
Y, como siempre, Fer se aprovechaba de que los dos eran iguales para conseguir
que Pablo se llevara el castigo sin merecerlo.
Un fin de semana que fueron de acampada con el colegio, Fer hizo muchas
trastadas.
-Voy a esconder por el campo las mochilas de todos los nios. Me voy a rer un
montn cuando despierten y se den cuenta! -pensaba Fer mientras haca una de
las suyas.
A la maana siguiente, los nios no podan creerlo:
-Dnde estn nuestras mochilas? -se preguntaban.
La profesora se enfad y avis de que el responsable se iba a llevar un gran
castigo, pero Fer volvi a echar las culpas a su hermano:
-Oh, Oh! Puede ser que mi hermano Pablo las haya escondido, porque resulta
que es sonmbulo y se levanta por las noches a hacer cosas como esta -explic
Fer.
-S, seguro, porque me pareci verlo salir de la tienda -coment otro nio.
Fer se sali con la suya y todos creyeron que haba sido su hermano, pero Pablo
estaba tan harto que pens en un plan. Esper a que Fer hiciera alguna de las
suyas y se escondi en unos matorrales con una cmara de vdeo para grabarlo.
Fer gast otra broma sin gracia a todos y se dedic a colgar las zapatillas de los
nios en los rboles.
-Mirad dnde estn nuestras zapatillas! Seguro
que ha sido Pablo otra vez! -dijeron todos muy
enfadados por la maana.

Cuento del sacrificio innecesario


Una historia clara y directa acerca de lo facil que
es arruinar nuestras propias vidas.
Es aqu la fila para los sacrificios?
S, aqu es. Tu vas despus de m, yo soy el numero 852 y t el 853
Vlgame Dios, entonces cuando llegar nuestro turno?
No te preocupes, aqu es rpido. con tal de qu vas a ofrecer sacrificio?
Yo, con tal de conservar el amor y t?
Yo a favor de mis hijos. Ellos son todo para mi.
Y qu has traido para sacrificar?

Bueno, he traido mi vida personal. Todo con tal de que los nios estn felices
y sanos. Todo lo hago por ellos. Hace algn tiempo un buen hombre me pidi
matrimonio pero no me cas. Cmo les voy a traer un padrastro a casa?
Tambin dej el trabajo que me gustaba porque no era cerca de casa. Ahora
trabajo como niera en un jardn de infantes para poder vigilar, cuidar
y alimentar a mis hijos. Todo sea por los nios! Yo no necesito nada.
S que te entiendo. Yo quiero sacrificar mi relacin de pareja. Sabes? hace
tiempo que todo se acab con mi esposo, l incluso tiene a otra mujer, y bueno,
yo tambin encontr a otro hombre, como parece, pero.... Si mi marido se fuera
de casa primero! pero l no se va con ella! Llora y me dice que est
acostumbrado a vivir conmigo, y a mi me da lstima. Es que llora y no puedo!
Y as vivimos.
Se abre la puerta y se oye una voz que dice Nmero 852, pase por favor
Bueno, es mi turno, estoy tan nerviosa! y si no reciben mi sacrificio?
La nmero 853 se encoge y espera su turno.
El tiempo pasa lentamente y la nmero 852 al fin sale de la oficina
Bueno, y como te fue? qu te dijeron? aceptaron tu sacrificio?
No.. Resulta que hay un tiempo de prueba, me enviaron a casa a pensarlo
mejor.
verdad? por qu? por qu no de una vez?
Pues, me preguntaron ya lo ha pensado bien? Recuerde que es para
sempre! Y yo les respond Si, no pasa nada, los nios crecern y valorarn
lo que su madre ha sacrificado por ellos. Y en ese momento me dijeron
sintese y mire a la pantalla Y lo que mostraron fu una locura, era acerca
de mi vida: era como si mis nios ya hubiesen crecido. Mi hija se haba casado
muy lejos de aqu, y mi hijo me llamaba slo una vez al mes como obligado,
su novia hablaba de fondo y yo le deca Pero qu te pasa hijito,por qu eres
as conmigo? que te he hecho?" y l me respondi No te metas en nuestra
vida mam, por favor, es que no tienes nada que hacer? Y qu mas iba
yo a hacer?, adems de cuidar a mis hijos nunca hice nada mas. Pues cmo
te parece que mis hijos no valoraron mi sacrificio. Ser que me esforz
en vano?
Desde la oficina se escucha otra vez la voz que dice Siguiente, nmero 853,
pase por favor
Es mi turno!.. oye, me has dejado impresionada...cmo puede ser? Vale,
ya estoy aqui, as que all voy...
Siga usted, sintese. Que ha traido para ofrecer en sacrificio?
Mi relacin de pareja
Vale, cuntenos.
CUENTO DE BONDAD
La cueva
Por fin llegaron las vacaciones y Mario y Pablo fueron al
campamento de verano. All hacan cada da un montn
de cosas divertidas, pero lo que ms les gust fue
participar en la gran gymkhana.
En ella tuvieron que superar un montn de difciles
pruebas, hasta que encontraron un cartel que pona:

Al lado del ro, en un sitio donde no llueve nunca, all encontraris la siguiente
pista...
- Un sitio donde no llueve nunca? pregunt Mario.
- UhmmmSer un sitio con techo - respondi Pablo
- Claro! La cueva del ro! Vamos! gritaron los dos
Pablo y Mario fueron corriendo a la cueva pero, al entrar, oyeron un ruido muy
fuerte y, muy asustados, preguntaron:
- Hola? Hay alguien ah?
Pero el ruido se escuch ms fuerte an y los dos huyeron corriendo a contar al
resto de nios lo ocurrido.
- Anda ya! Os lo estis inventando porque no habis ganado la gymkhana!
les decan los dems.
Pablo y Mario no podan dejar de pensar en qu sera lo que haba en la cueva
as que volvieron una vez ms, pero esta vez llevaron un montn de comida por
si tenan que pasar all la noche o por si se trataba de un animal y quera
atacarles.
Cuando llegaron, oyeron de nuevo aquel ruido pero dejaron en la entrada de la
cueva la comida y se escondieron para ver qu pasaba.
Pasaron horas y ms horas esperando y estaban tan cansados que incluso se
quedaron dormidos. Al despertar, vieron como la comida haba desaparecido.
- No sabemos lo que hay ah dentro, pero sea lo que sea est claro que tiene
hambre. Vayamos a por ms comida! comentaron.
Los dos fueron a por ms comida y, mientras la dejaban en la entrada, un
animal gigante sali de la cueva y se acerc a ellos. Muertos de miedo, se
subieron a un rbol de un salto.

CUENTO DE SOLIDARIDAD
Un cuento infantil para los nios que habla del valor de la solidaridad. Una
bonita manera de ensear valores a los nios es a travs de los cuentos y de sus
mensajes. Un cuento sobre la solidaridad. Hace fro
El invierno es un viejito que tiene una barba blanca, llena de escarcha que le
cuelga hasta el suelo. Donde camina deja un rastro de hielo que va tapando
todo.
A veces trae ms fro que de costumbre, como cuando sucedi esta historia:
Haca tanto, pero tanto fro, que los rboles parecan arbolitos de Navidad
adornados con algodn. En uno de esos rboles vivan los Ardilla con sus cinco
hijitos.

Cuento sobre la solidaridad. Hace fro


Pap y mam haban juntado muchas ramitas suaves, plumas y hojas para
armar un nido calientito para sus bebs, que naceran en invierno.
Adems, haban guardado tanta comida que podan pasar la temporada de fro
como a ellos les gustaba: durmiendo abrazaditos hasta que llegara la primavera.
Un da, la nieve caa en suaves copos que parecan maripositas blancas
danzando a la vez que se amontonaban sobre las ramas de los rboles y sobre
el piso, y todo el bosque pareca un gran cucurucho de helado de crema en
medio del silencio y la paz. Brrrmmm!
Y entonces, un horrible ruido despert a los que hibernaban: una mquina
inmensa avanzaba destrozando las plantas, volteando los rboles y dejando sin
casa y sin abrigoa los animalitos que despertaban aterrados y corran hacia
cualquier lado, tratando de salvar a sus hijitos!
Pap Ardilla abri la puerta de su nido y vio el terror de sus vecinos. No quera
que sus hijitos se asustaran, as que volvi a cerrar y se puso a roncar.
Sus ronquidos eran ms fuertes que el tronar de la mquina y sus bebs no
despertaron. Mam Ardilla le pregunt, preocupada:
-Qu pasa afuera?

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