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cl N4 Abril de 2007

Michle de la Pradelle

sociedades primitivas (o salvajes) y civilizadas, simples y

complejas, tradicionales y modernas, seguimos suponiendo:

La ciudad de los antroplogos 1

Michle de La Pradelle

que hay objetos para antroplogos; que ciertos fragmentos

o momentos de la vida social son naturalmente ms proclives
que otros a dar lugar a un estudio antropolgico; que, a
grosso modo, donde quiera que no exista un campo limitado
de relaciones bien establecidas entre personas bien
identificadas, un espacio de interconocimiento, la
investigacin antropolgica no es un mtodo recomendable;
la banda, la tribu, la aldea siguen pues representando el papel
de modelos de todo objeto antropolgico posible, y las
muchedumbre, los movimientos de masas, o el azar de los
encuentros annimos parecen escapar a la mirada del
antroplogo porque dependen ya sea de una extraa
aprehensin probabilstica o estadstica, ya sea de una
filosofa social elaborada sin la ms mnima investigacin
emprica;

Por qu preguntarse, recurriendo de paso a una enorme

cantidad de consideraciones metodolgicas, lo que los
antroplogos deben hacer en la ciudad? No esperamos del
que estudia un pueblo de Borgoa o a los pastores de
Crcega una explicacin sobre la manera en que podemos
hacer antropologa en el campo... No deja de ser sintomtico
que los antroplogos estn o se crean perpetuamente
conminados a fundar la legitimidad de sus pretensiones para
poder abordar terrenos urbanos, o incluso para poder
trabajar sobre la ciudad, como si la antropologa slo pudiera
ser urbana a costa de una extensin o de una reconversin
que tendran que ser especialmente justificadas: me parece
que aquello indica ms bien una incertidumbre latente, y an
sujeta a debate, en cuanto a la naturaleza del conocimiento
antropolgico que da cuenta de una cierta especificidad
irreductible de las realidades urbanas.

que hacer antropologa consiste en darse como objetivo el

restituir la totalidad del universo social, de reconstruir el
conjunto, o aun el sistema, de sus significaciones inmanentes,
lo que llamamos su cultura: una tarea que parece a priori
imposible en un espacio urbano que, desde ahora en
adelante, parece ser tendenciosamente ilimitado, y en donde
estn imbricadas numerosas poblaciones de orgenes muy
diversos que se encuentran reunidas bajo la forma de
reagrupamientos ms o menos inestables con motivo de
actividades mltiples y dispares (trabajar en una empresa,
viajar en metro, frecuentar una gran superficie comercial, un
cine o un gimnasio, etc.)

Aunque el postulado est sacado de una definicin del objeto

antropolgico que solidariza con la venerable distincin entre
1

Artculo publicado originalmente en La ville et lurbain. Ltat des savoirs,

2000, Pars, La dcouverte.
2
Antroploga, Directeur de recherches en la Escuela de Altos Estudios en
Ciencias Sociales (EHESS) de Pars.

1
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dira Jaspers) sean menos raras que en otras partes; as, se

dividen al interior del fenmeno urbano enclaves o apartados
que, en su aparente autonoma, parecen poder evocar si no
las pequeas sociedades de estructura cristalina caras a LviStrauss, al menos el universo pueblerino (o ms bien la
representacin ideal que no hacemos de l). Cada
agrupamiento de este tipo, en la medida en que se considera
como una realidad aparte y separable del mundo urbano, por
el cual se encuentra simplemente enmarcado, es tan
susceptible de ser el objeto de una monografa etnolgica
como lo sera una tribu de jbaros o un pueblo normando. De
l, podemos y debemos conocerlo todo (creencias, prcticas
alimenticias, relaciones de parentesco, comportamiento
econmico...), y conocerlo como un todo: conviene descubrir
entre los diferentes niveles o aspectos de aquel fragmento
de realidad observada una red de correspondencias que de
cuenta de una coherencia simblica interna, que lo revele
como una totalidad significante sui generis. La ciudad de los
etnlogos, como lugar de multiplicacin de una serie de
monografas locales, aparece desde este punto de vista
como un mosaico de culturas y subculturas.

A menudo, estos dos postulados estn vinculados en la

prctica al parecer, el imperativo de totalizacin puede ser
satisfecho de manera an ms fcil en la medida en que la
unidad social descrita est claramente circunscrita y es de un
tamao limitado, pero son lgicamente independientes:
podemos constituir como una totalidad cultural nica la vida
social que suponemos comn a varios millones de seres
humanos (la India del Homo hierarchicus de Louis Dumont,
por ejemplo).
El peso de la tradicin
En la medida en que siga manteniendo su solidaridad con
dicho doble postulado, la tradicin etnolgica producir una
extraa representacin de la realidad urbana: la ciudad como
situacin de conjunto con la cual los actores observados se
confrontan, es substituida por una serie de pequeas
entidades heterclitas para las cuales la ciudad constituye
ms bien el marco inerte o el decorado remoto. Cuando la
etnologa se traslada a la ciudad, es decir, cuando procede a
una simple transferencia de sus herramientas y de sus
objetos habituales a las realidades situadas en la ciudad, se
encuentra con comunidades que se supone que forman un
todo en el que se articulan estrechamente parentesco,
residencia, produccin y poder. Para hacerlo, tiene tendencia,
de manera espontnea, a privilegiar los agrupamientos
relativamente estables u homogneos fundados, por ejemplo,
en la coresidencia (una calle, un barrio, cierta manzana
sensible de una urbanizacin), en el inters o en una
especie de vida comn (los artesanos del faubourg SaintAntoine en Pars), y lo bastante limitados como para que las
relaciones interpersonales (la "comunicacin autntica", como

Este ejercicio etnogrfico parece ser evidente, incluso en la

ciudad, cuando utilizamos de entrada la facilidad (la aparente
evidencia) del criterio tnico combinado con el de residencia:
los chinos de Belleville o los armenios de Issy-les-Moulineaux,
as como las familias originarias de Aurs 3 en La Courneuve,
parecen existir en tanto que objetos etnolgicos ya casi
naturalmente delimitados. Por supuesto, es muy probable
que, una vez estudiados de cerca, los rabes del barrio
Belsunce en Marsella demuestren tener una manera
3

Ciudad de Argelia

2
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efectivamente bien rabe de comerciar (del mismo modo en

que los jvenes de los barrios desfavorecidos aparecen
generalmente en el anlisis comportndose precisamente
como jvenes de barrios desfavorecidos). Al hacerlo, dejamos
de lado la cuestin de saber lo que es ser un chino en
Belleville hoy en da y de cmo o en qu contextos los
diferentes actores juegan o no la carta de la referencia tnica.

localizado, es necesario que el conocimiento antropolgico,

en lugar de agotarse con representaciones etnogrficas de la
realidad social, se d como tarea el elucidar las lgicas
implcitas de los actores en una situacin dada. Es evidente
que se podra demostrar que los jvenes de cualquier cit 4 , a
condicin de que se los observe atentamente y desde ese
punto de vista, poseen su lenguaje, su cdigo de honor, sus
hroes, sus lderes, etc. Pero, se trata acaso de dar cuenta
de ellos slo a partir de esta suerte de retrato colectivo ms o
menos elaborado? De mostrar hasta que punto su "manera
de estar juntos les es particular? O se trata ms bien de
comprender cmo, en sus acciones cotidianas, apuntan a
definirse como jvenes teniendo en cuenta un contexto
urbano dado, a autoproducirse en la escena local en cuanto
tales, a actuar su propio papel de jvenes de barrios
populares con respecto a la sociedad civil y a su
representacin meditica. [Lepoutre, 1997]? Son jvenes a
parte, o actan de manera de ser reconocidos como tales y
as diferenciarse de los jvenes de otros barrios? Y en ese
caso, el trabajo del etngrafo (el texto escrito a partir su
cultura), no es slo otro espejo ms ofrecido por los medios
de comunicacin para reafirmar su identidad?

Pero la misma operacin, a decir verdad, puede ser aplicada

a cualquier agrupamiento humano, por muy arbitraria que sea
su definicin previa (los habitantes de una misma
urbanizacin, los empleados de una misma empresa): con tal
de que sea tomado aisladamente y considerado desde un
punto de vista etnogrfico (es decir, considerado como una
poblacin humana especfica), podemos mostrar que se
manifiestan en l comportamientos (o costumbres)
caractersticos y que se expresan representaciones comunes
que le son propias, en resumen, que constituye una totalidad
cultural nica. Lo propio de esta ciudad de los antroplogos
es que la ciudad desaparece; slo queda una serie de
fragmentos dispares yuxtapuestos: la ciudad es una suma de
ciudades o de tribus; se aaden y se tejen juntos, como
con un patchwork, el club de los aficionados de box tailands,
los raperos de Vaulx-en-Velin, el crculo de entomlogos
parisinos, los gitanos de Nanterre, la
asociacin de
aficionados al vino de Burdeos...

Los jvenes, en su mayora de origen antillano o africano, que

ocupan cotidianamente la plaza del mercado de CergySaint-Christophe, son otros a causa de su etnicidad, de su
gusto por la violencia, etc. que son otros tantos rasgos
caractersticos y objetivos de una poblacin distinta cuyo
conocimiento la etnologa debera constituir y entregar o
ms bien componen voluntariamente, al ocupar de manera
muy expresiva este lugar pblico, un escenario a la vista de

Dejar de ver la ciudad como un marco inerte

Para que la ciudad vuelva de detrs de los bastidores en
donde se la ha relegado a ttulo de marco general de un saber

Conjunto de edificios en un barrio popular y desfavorecido

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es ms bien de operar un retorno crtico sobre las condiciones

y los presupuestos implcitos de su prctica ms clsica?

todo el mundo en donde se exhiben la etnicidad y la violencia

en una suerte de referencia mimtica a la cultura negra
americana, con el doble objetivo de ser reconocidos como
tales en Cergy y de distinguirse mejor de los jvenes rabes
del barrio vecino de Verger [Saint-Pierre, 1999]?

No hay ninguna razn particular para excluir del anlisis

antropolgico aquellas situaciones de coexistencia efmera en
donde se esbozan relaciones mnimas entre actores
annimos. Una ceremonia tradicional de matrimonio entre
familias aliadas desde hace generaciones no es un segmento
de la vida social cuyo anlisis sera ms legtimo (o incluso
ms fcil) que una disputa a los pies de un edificio HLM 5 o
que el inicio de una conversacin entre desconocidos que
viajan en el mismo coche de RER 6 . Tampoco hay motivos
para hacer de este tipo de situaciones una suerte de objeto
aparte que sera el dominio reservado de la sociologa
interaccionista. Es cierto que dichas situaciones son, con todo
evidencia, ms frecuentes en una gran ciudad que en un
campamento tuareg o en una aldea del Bocage; pero es que
aquello significar por lo tanto sacar en conclusin la existencia
de una sociabilidad tpicamente urbana que sera el rasgo
mayor de una suerte de cultura de la ciudad propagada por
todo el planeta [Hannerz, 1983], en la que la cola de la
ventanilla de un estacin de trenes o la manera en que los
peatones se evitan en los pasillos del metro forman parte de
las manifestaciones locales y particulares del Homo urbanus
universal? El trabajo del antroplogo consiste, aqu como en
cualquier otra parte, en procurarse los medios para realizar
una descripcin lo bastante concreta de la situacin como
para poder develar la lgica implcita que siguen los actores.

En la medida en que la antropologa, por medio de un retorno

crtico sobre ella misma y sobre su tradicin disciplinaria, se
d por tarea el explicitar la lgica de accin inmanente de una
situacin socio-histrica singular [Bazin, 1996 y 2000] lo que
denominamos el terreno, es decir, aquella situacin en la que
el antroplogo se encuentra implicado en calidad de testigo
sta no tendr por qu ser o no ser urbana.
Una situacin es por definicin cualquier situacin: toda
situacin equivale a otra situacin; no existe un tipo de
situacin que sera particularmente propicia para el anlisis
antropolgico. La eleccin del terreno no tiene por qu estar
guiada por la preocupacin de encontrar objetos
etnologizables. Desde este punto de vista, el universo
urbano, incluyendo sus modalidades contemporneas (la
ciudad genrica del arquitecto Rem Koolhaas, con sus
espacios difusos, indiferenciados y sin un polo identitario
distintivo) [Koolhaas, 1996], no es para los antroplogos un
obstculo (o un terreno minado); es ms bien el lugar (o
incluso el no-lugar) de una experiencia en donde la
antropologa es llevada a cuestionarse. Ella a buscado
adaptarse a este nuevo medio inventando una gama de
utensilios apropiados (el anlisis de redes, de trayectorias
individuales, etc.); al respecto, Michel Agier lleva a cabo una
reflexin til [Asier, 1996 y 1999]. Pero acaso la cuestin no

Vivienda social. Siglas de Habitation Loyer Modr (Habitacin de

Alquiler Moderado).
6
Sigla de Rseaux Express Regional, red de trenes de cercana que
enlazan Pars con su periferia.

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de una identidad local en la ciudad [Chalvon-Demersay, 1984;

Zisman, 1998]. Del mismo modo que estudiar un barrio
equivale a describir un conjunto de interacciones de las
cuales uno de los aspectos principales es precisamente el
barrio, en muchas situaciones urbanas es la propia ciudad (la
produccin de sus lmites, de su imagen, de su forma) la que
est en juego: al ocupar ilegalmente viviendas en un espacio
urbano del que hasta ese momento haban sido excluidos (y
sin dejar, de paso, de exagerar visiblemente con respecto a la
afirmacin de su etnicidad), los canacos 7 hacen de la propia
ciudad de Numea uno de los polos alrededor de los cuales se
juegan desde ahora las relaciones entre las comunidades
europeas y melanesias [Dussy, 1998].

Por mi parte, cuando he intentado hacerlo, por ejemplo

durante mi trabajo de campo en el mercado de Carpentras,
cuando la gente realiza las compras en medio de los puestos
del mercado, me ha parecido que una de las dimensiones
mayores del conjunto de relaciones entabladas en un
anonimato relativo era la puesta en escena de un
interconocimiento (o de una amistad) generalizado que se
supone que expresa la pertenencia a una misma comunidad
local o regional [La Pradelle, 1996]. Lo que est en juego en
las relaciones efmeras y persistentes que se entablan en
medio de las estanteras de una gran superficie comercial, o
en la sala de espera de un aeropuerto, puede ser de
naturaleza bien diferente: en dichos espacios sociales [Aug,
1992], ya no se trata de ser o de pretender ser del lugar,
sino ms bien de presentarse como un consumidor perspicaz
del mercado mundial o como un actor de pleno derecho de la
modernidad cosmopolita.

Lo local, sea cual sea, nunca se muestra en cuanto tal, es

siempre el efecto de una serie de operaciones de
localizacin, de construccin continua y ms o menos
concertada de universos prcticos y simblicos ad hoc:
construimos del entre nosotros, de lo propio, del aqu, no es
como en otra parte. Esto es cierto tanto en el caso de un
viejo pueblo provenzal como en el de una urbanizacin
plantada en medio de un espacio periurbano (como es el caso
de las nuevas urbanizaciones estudiadas no hace mucho
por Jean-Louis Siran). La forma arquitectural de las
edificaciones sirve de referencia a los jvenes de Cergy para
afirmarse como residentes de una ville nouvelle 8 en
oposicin a aquellos jvenes de la periferia urbana relegados
en bloques de viviendas; y as contribuyen, del mismo modo

Una situacin es una secuencia de espacio-tiempo que nos

damos como campo de observacin; no es una realidad que
ya est ah, predelimitada, identificada, ms o menos extensa
(una entidad administrativa, un medio geogrfico
determinado, una comunidad), cuya particularidad
tendramos que restituir. En antropologa, estudiar un barrio
no es considerarlo como una unidad de vida colectiva dotada
de caractersticas propias y que habra que describir en todos
sus aspectos; es mostrar cmo, en una situacin dada, el
barrio es a la vez una de las condicin y uno de los objetivos
de las acciones de aquellos que viven en l [Grafmeyer,
1991]; es mostrar cmo se pone en prctica, en la
confrontacin de intenciones divergentes o de intereses
antagonistas, la produccin, el renacimiento o la promocin

Indgenas melanesios
Ciudad Nueva: centro urbano cuya creacin, en la dcada de los 60,
responda a la necesidad de evitar el proceso de extensin de los
suburbios en forma de mancha de aceite

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que otros actores (miembros de asociaciones, municipalidad,

urbanistas), a que exista en sus prcticas y en sus discursos
una identidad urbana que de otro modo no hubiera sino ms
que un deseo.

modalidad de la mirada antropolgica y no la dimensin del

objeto considerado. La antropologa no estudia sociedades,
sean stas grandes o pequeas, globales o parciales: no
tiene por qu pretenderlo, ni tampoco por qu lamentarlo.

Se trata pues de sustituir dicha entidades, sean stas urbanas

o no, por los procesos sociales que las engendran, es decir,
que hacen de ellas una clave simblica). Para el antroplogo,
es urbano lo que es producido como tal por los diferentes
actores para quienes, por diversas razones, la ciudad es
objeto de discusin. Podemos, desde este punto de vista,
estudiar tanto el juego de interacciones que se desarrolla en
la caja de escalera entre los residentes de un edificio de la
ZUP 9 Bellevue de Nantes [Althabe, 1985 et 1994], como
aquel de las relaciones entre habitantes de orgenes
diferentes en un espacio comercial como el barrio Barbs en
Pars [Lallement, 1999] o a escala de una ciudad como
Numea. Se podr objetar que una caja de escalera en Nantes
o un pedazo de acera en el distrito 18 de Pars son unidades
de investigacin que el observador divide arbitrariamente
dentro de una realidad social que los engloba, mientras que
una ciudad es una entidad real que parece bastarse a s
misma. Considero, por mi parte, que en cada caso se
describe una situacin local singular, un lugar de pasaje y de
rencuentro, o incluso de enfrentamiento, entre actores
mltiples y diversos cuyas prcticas contribuyen a hacer de
ese lugar lo que es. Una caja de escalera no es una pequea
sociedad (una street corner society), un equivalente urbano
del objeto etnolgico tradicional, y una ciudad no es tampoco
una sociedad global. Slo podemos decir que el anlisis es
a veces micro y a veces macro, lo que define una

Ya que a menudo los antroplogos permanecen en bsqueda

de una totalidad (o de una totalizacin posible), los lugares
urbanos que mejor se prestan a su prctica de la observacin
directa, como una caja de escalera, el caf del barrio o el
coche de RER, les parecen tambin como si fueran objetos
incompletos, y por lo tanto insatisfactorios: en efecto, cada
uno no es ms que uno de los mltiples momentos en los que
los actores se encuentran sucesivamente implicados en su
vida cotidiana y ninguno puede estar dotado, a no ser que sea
de manera ficticia, de una autonoma suficiente. De ah la
tentacin por encontrar la unidad deseada a nivel de las
trayectorias individuales, como las que las entrevistas
permiten reconstituir: a la totalidad etnolgica perdida se
sustituira entonces la totalidad existencial del sujeto individual
de nuestras sociedades modernas. Mejor sera considerar
que, al esforzarse en explicar la lgica interna (o el rgimen
de accin) de una situacin (ya sea que se trate de un
intercambio ceremonial en Oceana o de una transaccin en
una tienda de todo por 10 francos del bulevar Barbs), la
antropologa describe efectos de sociedad una multiplicidad
que no es necesario reducir a cualquier precio, sino tratar
como una serie de variantes. El inters de sus terrenos
urbanos es tambin el de obligar al antroplogo a tomar, de
manera ms radical, conciencia de lo que hace y de la
naturaleza del conocimiento que produce.

Sigla de Zones Urbaniser en Priorit (Zonas a Urbanizar en Prioridad)

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Traduccin del francs de Francisco Aguilera Valpuesta

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