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Cuento S Buenos

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Repblica Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educacin


U.E. Colegio Los Hijos de Mara Auxiliadora
Yaracal Estado Falcn

Oscar J. Quevedo
4 Grado

Yaracal, Junio 2016

El Rey Pico de Tordo

rase una vez un rey que tena una hija tan bella como
orgullosa. La princesa ya tena edad para casarse pero no
encontraba el marido adecuado. Para ella, todos los
pretendientes tenan
defectos o no eran lo
suficientemente importantes como para hacerles caso
Ninguno mereca su amor!

Un da, su padre el rey, organiz una fiesta en palacio por


todo lo alto para que eligiera de una vez por todas a su futuro esposo. Acudieron
muchos jvenes venidos de varios reinos colindantes. Por supuesto, todos
pertenecan a familias muy importantes y gozaban de una educacin exquisita.
Distinguidos prncipes y nobles formaron fila frente a la princesa que, de manera
arrogante, se paraba ante cada uno de ellos y sin ningn tipo de pudor, haca un
comentario lleno de desprecio. A uno le llam gordo grasiento, a otro calvo como
una pelota, a otro feo como un sapo Cuando lleg al ltimo de la fila, pens que su
cara le recordaba a la de un pjaro. Espantada, le dedic otro de sus desagradables
comentarios.

T tienes la barbilla torcida como la de un tordo! A partir de ahora, te


llamaremos Pico de Tordo dijo la princesa echndose a rer.

Su comportamiento avergonz profundamente al rey, quien golpeando su bastn de


mando contra el suelo, sentenci con gran enfado:

T lo has querido, nia caprichosa e insolente! Te casars con el primer hombre


soltero que se presente en las puertas de palacio As lo ordeno y as ser!

Y dicho esto, sali del gran saln dando un gran portazo y dejando a todos los
invitados sin saber qu decir.

Al cabo de tres das, llamaron al portn principal. Era un mendigo vestido con
harapos que, al parecer, se ganaba la vida pidiendo limosna. El rey le mand pasar y
llam a su hija.

Aqu tienes a tu futuro marido!

Pero padre! Yo Yo no puedo casarme con este hombre andrajoso, sin clase ni
educacin!

Por supuesto que puedes! Tu conducta fue inadmisible y ahora debes asumir las
consecuencias.

Esa misma tarde, el mendigo y la princesa se casaron en la intimidad, con el rey


como nico testigo. Tras la discreta ceremonia, la joven fue a sus aposentos, cogi
dos de los vestidos ms sencillos que tena y muy disgustada sali de palacio de la
mano de su esposo. Caminaron durante horas hasta llegar al reino vecino. Cuando
pasaron la frontera, atravesaron grandes propiedades con hermosos jardines.

Qu belleza! A quin pertenece todo esto? pregunt la joven.

Todo lo que ves, hasta donde no alcanza la mirada, es de nuestro Rey y de su hijo,
un joven prncipe de gran corazn al que todos en este reino queremos y
admiramos.

Caramba Si le hubiera elegido como marido, ahora todo esto sera mo medit
la princesa con tristeza.

Era noche cerrada cuando llegaron a casa. Su nuevo hogar se reduca a una cabaa
muy humilde, llena de rendijas por donde
entraba el fro y sin ningn tipo de
comodidades.
La
princesa
estaba
desolada Qu sitio ms horrible!

Su marido le pidi que encendiera el


fuego, pero ella no saba cmo hacerlo.
Siempre haba tenido criados que hacan
todas esas labores tan desagradables.
Tampoco saba cocinar, ni limpiar, ni hacer la cama, que en este caso era un
mugriento colchn tirado en el suelo. El hombre, resignado, ech unos troncos en la
chimenea y enseguida entraron en calor.

A la maana siguiente, el mendigo le dijo muy serio:

No tenemos nada para comer. Tendrs que trabajar para ganar algo de dinero.
Toma estas tiras de mimbre y haz unas cestas para venderlas en el pueblo.

La princesa lo intent, pero al manejar las ramitas se hizo heridas en sus delicadas
manos Ella no estaba hecha para esas tareas!

Veo que es imposible Probars a tejer manteles de hilo, a ver si se te da mejor.

La joven puso inters, pero de nada sirvi. El hilo cort sus dedos y de ellos
salieron finsimos regueros de sangre.

Est bien, olvdate de eso! Maana irs al pueblo a vender las ollas de cermica
que yo mismo he fabricado Es nuestra ltima oportunidad para ganar unas
monedas!

Yo? Al mercado? Eso es imposible! Soy una princesa y no puedo sentarme all
como una pordiosera a vender baratijas Si me reconocen ser el hazmerrer de
todo el mundo!

Lo siento por ti, pero no queda ms remedio. Si no, nos moriremos de hambre.

La princesa se levant al amanecer y con la pesada carga a la espalda camin hasta


el pueblo. Eligi una esquina de la plaza del mercado y se sent sobre un sucio y
deshilachado almohadn. A su alrededor puso todas las ollas, cuencos y vasos de
barro que tena para vender.

De repente, un hombre atraves la plaza sobre un caballo galopante. El animal


pareca fuera de s y a su paso se llev por delante todo lo que la princesa haba
colocado en el suelo, rompindolo en mil pedazos.

Ay! Qu desgracia! Qu voy a hacer ahora? No me queda nada para vender!


Mi esposo se va a disgustar muchsimo!

Regres con el saco vaco, sin vasijas y sin dinero. Cuando entr en casa, se
derrumb y comenz a llorar sin consuelo. Su marido fue muy tajante.

Tena el presentimiento de que esto tampoco saldra bien, as que fui al palacio
del rey y le ped trabajo para ti. Slo hay un puesto de fregona y tendrs que
aceptarlo.

Fregona en el palacio del reino! La princesa se sinti humillada Seguro que el rey y
el prncipe eran amigos de su padre y la reconoceran!

Abatida, entr en el palacio por la puerta de atrs, como corresponde al servicio, y


durante das freg todos los suelos de mrmol y las escalinatas de arriba abajo. Al
llegar la noche estaba tan agotada que, despus de una sencilla cena con el resto de
sirvientes, se dorma pensando en lo infeliz que era ahora su vida.

Dos semanas despus, el primer da de la primavera, el palacio se engalan para la


boda del hijo del rey, al que la princesa convertida en criada todava no haba visto
por all. Cuando comenz la gran fiesta, dej los trapos y el cubo de agua a un lado
y se escondi en un recodo del saln. Al ver llegar uno a uno a todos los invitados,
se sinti muy desgraciada y no pudo evitar que las lgrimas recorrieran sus
mejillas. La mesa estaba llena de deliciosas viandas, las mujeres lucan sus mejores
galas y la msica lo envolva todo Cunto se lamentaba de haber llegado a esta
situacin! Si no hubiera sido tan engreda, orgullosa y dspota, estara disfrutando
de las comodidades y el lujo que la vida le haba brindado.

Estaba tan ensimismada que no se percat de que el prncipe se haba acercado a


ella por la espalda.

Me permite este baile, seorita? le susurr con voz aterciopelada.

La princesa se gir y dio un grito ahogado. El joven, aunque era apuesto y desde
luego muy refinado, tena la barbilla ligeramente torcida El prncipe era Pico de
Tordo!

Se sinti tan abochornada que ech a correr por el saln. Estaba sucia, despeinada
y vestida con ropa vieja y descolorida. A su alrededor, los ilustres invitados
estallaron en carcajadas. La princesa se puso tan nerviosa que tropez y cay a la
vista de todo el mundo. Se tap la cara con el mandil y sus llantos fueron tan
grandes que el saln enmudeci. Entonces, not que alguien le tocaba el hombro
suavemente. Levant la mirada y ah estaba el prncipe Pico de Tordo tendindole la
mano.

Tranquila Soy tu marido, el mendigo con quien tu padre te oblig a casarte. l y


yo urdimos un plan para darte una leccin. Me disfrac de mendigo y me present
en tu palacio porque queramos que aprendieras a valorar lo importante que es en la
vida ser humilde y respetuosa con los dems.
La princesa se levant del suelo y clav sus ojos en los del prncipe.
Lo siento mucho Fui una estpida y una orgullosa. Gracias a ti ahora soy mejor
persona. Perdname por haberte insultado el da que nos conocimos.

Lo s y me alegro de que as sea Ves todo esto? Lo he preparado para ti!


Para m? No entiendo Qu quieres decir?

Esta boda es la nuestra, la tuya y la ma. Anda, ve a darte un bao y a vestirte.


Las doncellas te acompaarn. Aunque ya estamos casados, celebraremos el
magnfico banquete que no tuviste y que ahora s te mereces.
La princesa se sinti en una nube de felicidad. Atraves el saln seguida de un
pequeo squito de doncellas y criadas que la ayudaron a lavarse y a vestirse para
la ocasin. Cuando entr de nuevo en el saln, fue recibida con una gran ovacin
Estaba radiante!
Entre los asistentes estaba su padre el rey, que por fin se sinti tremendamente
orgulloso de ella. Emocionada corri a abrazarle y vivi el momento ms bello de su
vida.

Simbad El Marino

Hace muchos aos viva en Bagdad un joven que tena


por oficio llevar mercancas por toda la ciudad. Todos
los das acababa agotado de tanto cargar cajas y se
lamentaba de que, lo que ganaba, no le serva para dejar
de ser pobre.

Un da, al final de la jornada, se sent a descansar


junto a la puerta de la casa de un rico comerciante. El
hombre, que estaba dentro, le oy quejarse de su mala
suerte en la vida.

Trabajar y trabajar, es lo nico que hago! Al final del


da slo consigo recaudar tres o cuatro monedas que apenas me dan para
comprar un mendrugo de pan y un poco de pescado ahumado Qu desastre
de vida la ma!

El comerciante sinti lstima por el chico y le invit a cenar algo caliente. El


muchacho acept y se qued asombrado al entrar una vivienda tan lujosa y
con tan ricos manjares sobre la mesa.

No s qu decir, seor! Nunca haba visto tanta riqueza.

As es contest educadamente el hombre Soy muy afortunado, pero


quiero contarte cmo he conseguido todo esto que ves. Nadie me ha
regalado nada y slo espero que entiendas que es el fruto de mucho
esfuerzo.

El comerciante, que se llamaba Simbad, relat su historia al intrigado


muchacho.

Vers Mi padre me dej una buena fortuna, pero la malgast hasta


quedarme sin nada. Entonces, decid que tena que hacerme marino.

Marino? Guau! Qu maravilla!

S, pero no fue fcil. Durante el primer viaje, me ca del barco y nad


hasta una isla, que result ser el lomo de una ballena El susto fue tremendo!
Por suerte me salv de ser tragado por ella. Consegu agarrarme a un barril
que flotaba en las aguas y la corriente me llev a orillas de una ciudad
desconocida. Vagu de un lado para otro durante un tiempo hasta que logr
que me admitieran en un barco que me trajo de regreso a Bagdad Fueron
das muy duros!

Termin de hablar y le dio al chico cien monedas de oro a cambio de que al


da siguiente, al terminar su trabajo, regresara a su casa para seguir
escuchando sus relatos. El joven, con los bolsillos llenos, se fue dando botes
de alegra. Lo primero que hizo, fue comprar un buen pedazo de carne para
preparar un asado y se puso las botas.

Al da siguiente volvi a casa de Simbad, tal y como haban acordado. Tras


la cena, el hombre cerr los ojos y record otra parte de su emocionante
vida.

Mi segundo viaje fue muy curioso Avist una isla y atracamos el barco en
la arena. Buscando alimentos encontr un huevo y cuando me dispona a
cogerlo, un ave enorme se pos sobre m y me agarr con sus fuertes patas,
elevndome hasta el cielo. Pens que quera dejarme caer sobre el mar, pero
por suerte, lo hizo sobre un valle lleno de diamantes. Cog todos los que pude
y, malherido, sal de all a duras penas. Consegu localizar a la tripulacin de
mi barco, pero por poco no lo cuento.

Cuando termin de rememorar su segundo viaje, le dio otras cien monedas


de oro, invitndole a regresar al da siguiente. Al joven le encantaban las

aventuras del viejo Simbad el marino y fue puntual a su cita. Una vez ms, el
hombre se sumi en sus apasionantes recuerdos.

Te parecer raro, pero a pesar de que ya viva cmodamente no me


conform y quise volver al mar una tercera vez. De nuevo, corr aventuras
muy emocionantes. Llegamos a una isla donde habitaban cientos de pigmeos
salvajes que destrozaron nuestro barco. Nos apresaron y nos llevaron ante
su jefe, que era un gran gigante de un solo ojo y mirada espantosa.

Un gigante? Qu miedo!

-S, era terrorfico! Se comi a todos los marineros, pero como yo era muy
flaco, me dej a un lado. Cuando termin de devorarlos se qued dormido y
yo aprovech para coger el atizador de las brasas, que estaba al rojo vivo, y
se lo clav en su nico ojo El alarido fue aterrador! Gir con rabia sobre s
mismo pero ya no poda verme y aprovech para huir. Llegu hasta la playa
y un comerciante que tena una barquita me recogi y me regal unas telas
para vender cuando llegsemos a buen puerto. Gracias a su generosidad,
hice una gran fortuna y regres a casa.

El joven estaba entusiasmado escuchando los relatos del intrpido marino


Cuntas aventuras haba vivido ese hombre!

Durante siete noches, Simbad cont una nueva historia, un nuevo viaje,
cada uno ms alucinante que el anterior. Y como siempre, antes de
despedirse, le regalaba cien monedas.

Cuando finaliz su ltimo encuentro, se despidieron con afecto. El


comerciante no quiso que se fuera sin antes decirle algo importante:

Ahora ya sabes que, quien algo quiere, algo le cuesta. El destino es algo por
lo que hay que luchar y que cada uno debe forjarse Nadie en esta vida

regala nada! Espero que el dinero que te he dado te ayude a empezar nuevos
proyectos y que lo que te he contado te sirva en el futuro.

El joven comprendi que el viejo Simbad lo haba conseguido todo a base de


riesgo y esfuerzo. Ahora l tena setecientas monedas de oro, pero haba
aprendido que no deba confiarse. Aunque ahorrara una parte y otra la
invertira, seguira trabajando duro para, algn da no muy lejano, poder
disfrutar de la misma vida tranquila y cmoda que su aventurero amigo.

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