Vestir Las Armas
Vestir Las Armas
Vestir Las Armas
(Universidad de Zaragoza)
RESUMEN
La indumentaria se convierte en un signo cortesano, en un medio para exteriorizar el poder y construir identidades personales y
culturales. Se estudia su uso en el Palmern de Inglaterra, un libro en el que los caballeros visten armaduras anticuadas, acordes con
los modelos literarios, y las damas trajes ajustados a las modas renacentistas bien conocidas por el cortesano Moraes. La descripcin
detallada de los vestidos en ste y otros libros de caballeras responde al inters de la poca por la moda masculina y femenina nacional
e internacional y es similar a la que brindan las relaciones de viajes y fiestas y los libros de habiti. La narrativa caballeresca atesora un
rico guardarropa de gran utilidad para reconstruir tambin la historia de la moda medieval y renacentista.
PALABRAS CLAVE
Libros de caballeras, caballera, armadura, vestimenta, traje, moda, apariencia, identidad.
ABSTRACT
The clothing turns into a courtly sign, as a way of exteriorizing the power and building personal and cultural identities. The clothings
use is studied in the Palmern de Inglaterra, a book in which knights wore antiquated suits of armor in accordance with the literary
models and women dresses adapted to Renaissance fashions well-known by the courtier Moraes. The detailed description of the
costumes in this and other chivalry books responds to the interest of the epoch in the masculine and femenine, national and also international fashion, this last one given by the relaciones and costume books. The chivarly romance contain a rich wardrobe very useful
to reconstruct the Medieval and Renaissance fashion history.
KEYWORDS
Chivalric romances, chivalry, clothes, fashion, appearance, dressing up, costume books.
1. Este trabajo se inscribe en el grupo investigador Clarisel (H34) de la Universidad de Zaragoza, con la participacin econmica
del Departamento de Ciencia, Tecnologa y Universidad del Gobierno de Aragn y del Fondo Social Europeo. Quiero agradecer
expresamente a Alberto del Ro su generosa y valiosa ayuda bibliogrfica.
En la portada de muchos libros de caballeras figura la estampa de un caballero a caballo armado con arns blanco o de punta en blanco, es decir, con una armadura completa compuesta
por piezas de metal rgidas enlazadas con correas. Este traje de hierro o de acero nos alerta ya del
contenido del libro, pues la armadura habla y, como cualquier otro vestido, a pour rle principal
dindiquer la place dun individu au sein dun groupe et la place de ce groupe au sein de la socit. Cest un systme de signes rigoureux et contraignant (Pastoureau 1989a: 32).2 Acercarme al
estudio de la indumentaria como sistema de signos en los libros de caballeras, y en concreto en
el Palmern de Inglaterra, es mi objetivo en las pginas siguientes.3 Comienzo esta primera aproximacin a partir del grabado de la portada que abre la descuidada traduccin castellana (15471548) de este excelente libro de caballeras portugus escrito, hacia 1540-1544, por el cortesano
Francisco de Moraes, hasta entonces mozo de cmara e hidalgo del infante D. Duarte (1533?)
y secretario de Francisco de Noronha (1540-1544), embajador en Francia del rey portugus D.
Joo III.4 En dicha portada, supuestamente, Palmern de Inglaterra viste el hbito de caballero, un
arns que, al margen de la finalidad utilitaria de proteger el cuerpo de agresiones fsicas, encierra
tambin un valor taxonmico. La armadura delata la condicin noble y elevada del personaje y
lo sita en un grupo social valorado y reconocido en la sociedad medieval y renacentista: el de
los caballeros, aquellos que en el origen de la caballera eran los elegidos entre mil y reciban la
investidura (> investire), es decir, la imposicin de las armas, en una ceremonia ritual de carcter
laico y utilitario revestida de rasgos honorficos, ticos y religiosos (Porro Girardi 1998; Le Goff y
Schmitt 2003: 99-100). Vestir este hbito implica asumir una serie de ideales y compromisos, algunos de ellos implcitos en el sentido simblico otorgado a cada una de las piezas que configuran
el hbito de caballero y segn glosaron ya, en el siglo XIII, Raimundo Lulio en el Libro de la orden
de caballera, Alfonso X en las Partidas y tiempos despus record el ermitao a Tirante el Blanco
al inicio de su andadura caballeresca.5
2. Del mismo autor, vase tambin su libro Le vtement: histoire, archologie et symbolique vestimentaires au Moyen ge (Pastoureau
1989b). La distincin por el vestido la considera ya Alfonso X en Las siete Partidas: Vestiduras facen mucho conoscer los homes por
nobles por viles, et por ende los sabios antigos establecieron que los reyes vestiesen paos de seda con oro et con piedras preciosas,
porque los homes pudiesen conoscer luego que los viesen menos de preguntar por ellos, (Partida II, ttulo V, ley V, segn la edicin
de Las Siete Partidas del rey don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios cdices antiguos por la Real Academia de la Historia, Madrid, Imprenta
Real, 1807; Madrid, Atlas, 1972, vol. II, p. 29).
3. El tema de la indumentaria en la narrativa caballeresca est pendiente de estudio. Cobra especial relevancia en el Tirante el Blanco,
como han puesto de manifiesto Harriet Goldberg (1984) y Rafael Beltrn (2006: 165-175). Carmen Bernis (1996) estudi el traje
en el Zifar a partir de las miniaturas que ilustran el bello cdice parisino. Especialmente ricos en este tema resultan Belians de Grecia
(1547, 1579) de Jernimo Fernndez, como ya apunt Lilia E. F. de Orduna (1997: vol. I, LXI), Adramn, Polindo o las continuaciones amadisianas de Feliciano Silva, especialmente a partir del Florisel de Niquea, aunque ya en el Amads de Grecia el mirobrigense
comienza a detenerse en los trajes. Apunt su inters en el texto de Moraes en mi trabajo Palmern de Inglaterra se lleva la palma: a
propsito del juicio cervantino (Marn Pina 2007a: 375-376).
4. Para la biografa de este cortesano criado en la casa de D. Antonio de Noronha, primer conde de Linares, y servidor de la corona,
vase la introduccin de Vargas Daz-Toledo (2006: XVII-XXIII) a su edicin del Palmern de Ingalaterra (Libro I), as como la tesis
indita de Margarida Maria de Jesus Santos Apalho (2008: 37-46), cuya consulta agradezco a la autora. En ella edita la princeps, el
ejemplar localizado en el Cigarral del Carmen, que podra tratarse de la supuesta edicin publicada de forma annima en Francia. En
el presente estudio, sigo la traduccin castellana, cuyo primer libro [1547] cito (con las siglas PI) por la mencionada edicin de Vargas
Daz-Toledo (2006) y el segundo [1548], por el ejemplar de la British Library, G.10255, si bien tengo tambin en cuenta el original
portugus (vora, Andr de Burgos, 1564-1567, ejemplar de la BNE, R-2516).
5. Los textos pueden leerse en la sugerente y clsica antologa de Luis Alberto de Cuenca (1975). Cito el Tirante el Blanco por la versin castellana impresa en Valladolid en 1511 y editada por Riquer (1974: vol. I, libro I, cap. 34, p. 110).
Para ser caballero y vestir el arns se requeran no slo determinadas condiciones morales sino
tambin precisas aptitudes fsicas, pues el peso normal de la armadura de guerra, en el siglo XV,
oscilaba entre los veinticinco y treinta kilos (Riquer 1968: 97),6 de ah que, como dice Tirante, la
primera y principal cosa que el cavallero ha menester, si quiere ser hombre d armas, es que pueda
llevar el peso del arns (Tirante el Blanco, vol. III, p. 105), lo cual no se puede llevar sin el gobierno de las tripas, como reconoce don Quijote al aceptar las truchuelas de la venta (DQ, I, 2, 53).7
proteccin contra los tajos de las espadas y contra las armas arrojadizas no muy potentes, pero
no contra los golpes e impactos de gran empuje (Pfaffenbichler 1998: 8; Flori 2001: 105).10 Al
igual que los caballeros del Amads de Gaula (1508), Palmern de Olivia (1511), Primalen (1512)
o Polindo (1526), los del Palmern de Inglaterra se muestran arcaizantes en su vestimenta militar,
pues visten una cota de mallas llamada loriga, una especie de camisn de mallas metlicas que
va desde el cuello hasta las rodillas, con elementos que protegen la cabeza y los brazos y que en
francs recibe el nombre de habuert, en definicin de Martn de Riquer (1987: 113).11 Las mallas
de la loriga son de acero, lo que le da un color blanco. Mucho ms moderno resulta en este sentido
el Florindo (1530) de Fernando Basurto, donde los caballeros visten el arns de placas y el autor
cita con precisin todas sus piezas,12 desechando por completo la cota de malla o considerndola
como una proteccin por debajo del arns.
La loriga es el hbito que, en el Palmern de Inglaterra, visten el Caballero de la Fortuna o el
Caballero del Valle cuando, en un gesto corts, Flrida y Targiana los cogen por la manga de la
loriga para hacerles una peticin (PI, I, p. 76 y 187). No se especifica ninguna caracterstica del
tipo de malla, tan slo se indica que, en el fragor de los encuentros, las lorigas se desamallan (PI,
p. 29) y las mallas caen al suelo (PI, I, p. 44, 62, 81, 131, 153; PI; II, fol. ix v, cxxvj r) dejando el
cuerpo del caballero desprotegido y teido de sangre. No queda claro, por ello, si se trata de una
malla cloue, cuyas plaquitas caen al suelo, o de una malla treslie o loriga terliz, cuyos elementos no se desprenden (Riquer 1987: 123-13), aunque me inclino por la primera.13 En dos ocasiones se emplea tambin el trmino arns, una quiz como sinnimo de loriga (Polinarda coge a
Primalen por la falda del arns, quien lleva unas armas verdes fuertes y loanas, pidindole la
mano para besrsela, PI, I, p. 112) y otra en el sentido de arns blanco. Los jayanes del ejrcito de
Framustante salieron de armas resplandecientes, sin ninguna otra pintura, de azero muy fuerte,
que como fuessen tantos y en la grandeza del cuerpo sobrassen a todos los del exrcito, y los arneses y yelmos resplandeciesen de lexos como el sol las dava, eran bien vistas de sus contrarios (PI,
II, fol. cxxij r). Previamente, haba descrito las armas del gigante Framustante como una armadura
rgida que eran todas de un azero negro y liso sin otra cosa nenguna. El yelmo y el escudo de la
mesma massa (PI, II, fol. cxv v).
10. Bajo la cota de malla era necesario llevar una vestimenta acolchada con el propsito mltiple de proteger el cuerpo del roce de los
anillos metlicos, del calor desprendido de la ardiente malla calentada por el sol y de absorber el impacto de los golpes (Riquer 1999:
182, 216), aunque en ningn momento se alude en el libro palmeriniano a ella. Esta ropa interior recibe el nombre de gambax y se
emplea, por ejemplo, en el Zifar y en el Amads.
11. Para esta parte del arns, vase tambin su trabajo, El haubert francs y la loriga castellana (Riquer 1999: 223-244). Cito los textos caballerescos mencionados por las siguientes ediciones: Amads de Gaula, ed. Juan Manuel Cacho Blecua (1987-1988); Palmern
de Olivia, ed. Giuseppe di Stefano (2004); Primalen, ed. M. Carmen Marn Pina (1998); Polindo, ed. Manuel Caldern Caldern
(2003).
12. Vase, por ejemplo, el pasaje en el que el caballero es desarmado: Las cuales (la reina y las damas) le desarmaron de su mano
propia, adonde se vio que unas le desenlazavan las cintas de los guardabraos, otras le quitavan los correones del arns, otras los
pernos de las grevas, otras la estofa del almete, otras las correas de las manoplas, hasta tanto que fue del todo desarmado, Fernando
Basurto, Florindo, ed. Alberto del Ro Nogueras (2007: 287). De inters resulta tambin la descripcin de la armadura de Venturn
en el Adramn, a quien las damas le pusieron los escarpes y despus las grevas y asy de mano en mano lo armaron en blanco, de un
muy gentil y luziente arns. Vystyronle una rrica sobreveste; cyronle una cynta de gran valor, La cornica de Adramn, ed. Gunnar
Anderson (1992: 393).
13. En el Polindo, donde tambin los caballeros visten loriga, las mallas cadas se comparan con la mies sembrada (p. 14) y con el roco
de la maana sobre la hierba (p. 226), lo que hace pensar que se trate de mailles cloues.
La convivencia de estos dos tipos de armadura (de mallas y rgida) quiz le lleve a cruces de
piezas armeras, pues aunque los caballeros vistan loriga, puntualmente se menciona el ristre, la
pieza metlica saliente situada en el lado derecho del peto para ajustar la lanza, propio del arns
blanco (Leguina y Vidal 1912: 756; Flori 2001: 104).14 Al margen de ello, este arcasmo armamentstico se explica por las deudas contradas por el modelo, el Amads de Gaula, con los textos
artricos del siglo XIII, donde los caballeros visten estas cotas de malla o lorigas, como se puede
apreciar en las traducciones - adaptaciones castellanas de El baladro del sabio Merln y de La demanda del santo grial del siglo XV. Las armas de los caballeros palmerinianos nos sitan, por tanto, en
un tiempo pasado, ms antiguo que el que refleja el grabado de la portada, donde aparece vestido
con arns blanco o armadura, pero ms moderno que el sugerido por el cronotopo que enmarca
la historia. Si el armamento y en general la indumentaria amadisiana no es obviamente la propia
de los primeros aos del cristianismo, tiempo en el que se ubica cronolgicamente la accin, sino una vestimenta mucho ms moderna influida por la de los romans franceses del siglo XIII, lo
mismo sucede con la palmeriniana. Aunque Palmern de Olivia se convierta en el noveno emperador despus de Constantino (272-337), la vestimenta militar, la ropa cortesana y las costumbres
representadas no cuadran con las de dicho marco espacio-temporal y se ajustan bien a las de la
tradicin literaria genrica, en el caso del arns, o bien a las de la propia poca del autor, en el caso
de la moda civil.
Como en el Amads de Gaula, junto a la loriga, aparecen tambin en el Palmern de Inglaterra las
corazas, una defensa del torso confeccionada con lminas de hierro y cuero revestida de tela de
colores propia de peones. Las visten los guardianes del gigante Califurneo (PI, I, p. 56), los peones del gigante Cauboldn (PI, I, p. 65) y los del Duque de Ruiselln (PI, I, p. 150). Las llamadas
hojas de acero, defensas que en los siglos XIV y XV llevaban reyes y caballeros de alta condicin
(Riquer 1987: 138; Leguina y Vidal 1912: 487-488), en el Palmern portugus, como en el Amads de Gaula, son propias de gigantes (PI, I, p. 25, 114, 162, 200; PI, II, fol. xxxj r, cxxj v), como
ya advirti Riquer, aunque tambin las lleva Blandidn un caballero grande de cuerpo (PI, I, p.
45), el caballero Onistaldo, que traa otras [armas] de negro hechas de ojas de azero a manera de
escama de pescado, de invencin nueva (PI, I, p. 80), y Germn de Orlins, quien se arm de
ojas de azero muy fuertes (PI, I, p. 81).
La armadura que protege la cabeza es un casco que, como en el Amads de Gaula, en el texto
portugus siempre recibe el nombre de yelmo, pero a diferencia de aquel, que responde al modelo
de yelmo cilndrico o en forma de tonel (Riquer 1987: 99), propio del siglo XIII, el palmeriniano
es ms moderno y cuenta con una visera mvil con hendidura horizontal que facilita la visin, esa
visera que tanto echa en falta don Quijote y suple convirtiendo el viejo morrin en celada con
encaje de papel mach.15 El yelmo se ata a la parte superior de la loriga con enlazaduras torzales
(PI, I, p. 21), es decir, con un cordoncillo de seda de varias hebras, o con correas llamadas lazos
(PI, II, fol. lxiv r) y, enlazado y con la visera bajada, oculta por completo la identidad de los caballeros. A la muerte del emperador Palmern, en seal de duelo, su ejrcito en la guerra contra
el turco sale vestido con armas y divisas negras y con las viseras baxadas, porque en los rostros
14. Leguina y Vidal (1912: 199) cuestiona la existencia de lorigas con ristre. Cabe la posibilidad, sin embargo, de que por encima de la
sobrevista llevara un duro plastrn o pea de ferro cubriendo los pectorales y en ella el ristre, como lo describe Eiximenis en Lo dotz
del Chresti, segn comenta Riquer (1999: 42). En el Polindo tambin se menciona el ristre en convivencia con la loriga.
15. Riquer concluye que el yelmo amadisiano tiene esta forma del siglo XIII porque la novela castellana parece ms inspirada en aquellos romans franceses que en la realidad armamentstica de la Castilla de finales del XV. Del yelmo con visera mvil anhelado por don
Quijote se ocupa Guijarro Ceballos (2007: 217).
de cada uno no se pudiesse parecer alguna seal diferente de sus atavos, que dava causa a mucho
mayor espanto (PI, II, fol. cxxvj r). Las vistas o viseras caladas borran todo signo humano y la
estampa recreada es espectral. Los caballeros alzan la visera, puntualmente, para hablar o para
besar las manos en un gesto corts y se quitan el yelmo cuando quieren ser conocidos. Aunque
habitualmente no se especifica, el material de estos yelmos es acero y por ello se abollan con los
golpes de las espadas y salen bivas llamas de fuego (PI, I, p. 189). Algunos gigantes, en cambio,
llevan un yelmo de un hueso alvo como la nieve y liso, tan duro que su fortaleza era increble (PI,
I, p. 200). Ocasionalmente, los yelmos de los caballeros son dorados, acordes con la riqueza del
resto de sus armas (PI, I, p. 81; PI, II, fol. xxviij v). Por sus caractersticas, el yelmo utilizado por
los caballeros podra identificarse con el almete o con la celada (Leguina y Vidal 1912: 874) y no
aparecen engalanados con cimeras ni con las vistosas plumas del grabado de la portada.16
Por encima de la loriga (o cota de mallas), los caballeros visten una tnica larga y ligera hasta
la pantorrilla, adornada con colores arbitrarios o con los esmaltes propios de su escudo herldico,
conocida con los nombres de sobrevista y sobreseal, trminos equivalentes a la cote a arme o cotte
darmes de los textos franceses (Riquer 1987: 144; Flori 2001: 105; Montaner 2008: 545). Al igual
que en el Amads de Gaula, en el Palmern de Inglaterra se documentan los dos trminos, si bien el
utilizado con mayor frecuencia para designar esta tnica que cubre la loriga o las armas es el de sobrevistas. En los libros en los que no se registran estas voces, por ejemplo en Polindo y Florindo, se
emplean los vocablos ropa o ropeta.17 Adems de proteger la armadura de la humedad y del sol
y de amortiguar los golpes, la funcin de las sobrevistas era fundamentalmente pragmtica, pues
tenan como finalidad facilitar el reconocimiento de los caballeros, totalmente annimos bajo el
traje metlico, por el color y las seales o figuras herldicas que en ellas podan llevar representadas, a la vez que era tambin un signo de riqueza y de poder.18 Hacerse con las sobreseales del
enemigo se entenda como un indicio de victoria, como la apropiacin de la identidad del otro
a travs de sus signos de reconocimiento, de ah que Primalen imponga como condicin para
combatir: que supiessen los que con l quisiessen ir a justar, si fuessen vencidos, que avan de
dexar las sobreseales, qul las quera llevar a Francia (Marn Pina 1998: 116).
Aunque en el texto portugus nada se especifica acerca del tejido ni de la confeccin de esta
prenda, en el Lisuarte de Grecia (1526) de Juan Daz, un libro bien conocido e imitado por Moraes
(Marn Pina 2007b), se concreta que las sobrevistas eran de seda, se colocaban encima de la loriga
y se abrochaban con cuerdas de seda en ojales. Lisuarte entra en la guerra contra los paganos arma16. Ambos se nombran, por ejemplo, en el Florindo y del almete se glosa su etimologa: Toma, estrao cavallero, el almete de tus
armas con que guardes y defiendas los cuatro sentidos corporales del nima, que por esso es llamado almete, porque es guardia dellos
en la mayor necessidad (p. 102).
17. En el Polindo, La princesa mand hazer una ropa, para sobre las armas, de brocado verde e con unas sierpes de oro (p. 52; cfr. con
el Palmern de Olivia, p. 88) y en el Florindo, un mantenedor llevava una ropa -con que cubra las armas- de tela de oro con vandas de
seda negra de mucho precio y valor a causa de las muchas perlas y piedras que por ella iban sembradas (p. 99).
18. Para su funcionalidad, vase Ffoulkes (1988 [1912]: 93); Riquer (1968: 116); Pastoureau (1986: 55); Menndez Pidal (1986:
285); Flori (2001: 105); Montaner (2008). Vase al respecto el esclarecedor comentario del Lisuarte de Grecia de Juan Daz: El
gigante Brucaln era armado de fuertes armas e muy limpias, sin sobrevista ni seal, que iva ms de provecho que de riqueza
(fol. cxxv r).
do con unas armas dispuestas por la sabia Urganda y una rica sobreseal de seda jalde muy fina,
sembrada de guilas negras menudas y coronadas, brosladas de oro y de aljfar, y abrochvanse en
ojales de plata con cuerdas de seda travadas con oro (fol. cxxvj r). La confeccin de estas prendas
parece ser que se realizaba en las mismas armeras, como se deduce del pasaje del don Florindo en
el que Federico de Npoles permite al embajador de su enemigo la visita a sus armeras, un pasaje impagable en el que Basurto nos acerca con precisin y realismo al mundo armero. En unas
fraguas fuera del palacio, el embajador vio que hazan arneses y cosseletes y almetes y celadas
labradas de lindas lavores y en una de las cuadras del patio vio que hazan vestidos para encima
de las armas.19 En ocasiones estas sobrevistas de seda pueden estar labradas o guarnecidas por las
enamoradas o las hermanas de los caballeros, pues la costura era ocupacin de damas nobles ya
desde la antigedad.20 Estas labores femeninas de aguja, lo mismo que el nombre de la amada bordado en las sobrevistas y otros motivos en ellas representados, hablan de la estrecha relacin entre
el amor y las armas en estos libros. En Palmern de Inglaterra, en la batalla de doce por doce entre
cristianos y turcos, todos estos cavalleros salieron armados de ricas armas y sobrevistas loanas y
de mucho precio, dadas y guarnescidas de las manos de sus seoras (PI, II, fol. cxvij r).
La tela y los adornos de oro y pedrera marcan las diferencias de las clases sociales (Cosgrave
2005: 108). La seda era un material caro con el que se confeccionaban las telas medievales y renacentistas ms ricas y lujosas y, combinada con metales preciosos, con bordados de hilo de oro y de
plata, las prendas acrecentaban mucho ms su valor (Sigenza Pelarda 2000: 20-21; Deslandres
1998: 51-59). Su demanda se generaliz tanto entre las diferentes clases sociales que se dictaron
leyes suntuarias para controlar el uso de estos materiales (seda, terciopelo, brocados) y colores,
pues el deseo de vestir con riqueza y ostentacin exiga gastos excesivos que comprometan el
equilibrio econmico del pas y lo empobrecan, a la par que propiciaba la confusin entre las
clases cuyas diferencias se marcaban a travs de atavos lujosos.21 Como en Portugal, en Espaa
tambin se dictaron este tipo de leyes. Los Reyes Catlicos regularon el uso de la seda y permitieron que los caballeros llevaran seda y oro cuando iban armados: E permitimos que por honra
de la caballera e de las personas que la siguen, que los que anduviesen a la brida puedan traer sus
jorneas, e ropas cortas encima de la rodilla, de seda o de chapera, de la manera que quisieren,
sobre las armas, y no de otra manera (Bernis 1978: 58).22 La legislacin ampara, por tanto, a los
19. La cita la recoge Alberto del Ro Nogueras (2010b: 60). Aunque los propios caballeros y sus escuderos se ocupan de tener dispuestas y preparadas las armas, en alguna ocasin se alude a la figura del armero, como es el caso: A otro da por la maana el armero
le truxo (a Palmern) las armas que, allende de ser galanas, venan conformes al tiempo, las cuales eran de blanco e pardo, labradas por
ellas muchos madroos de oro (PI, I, p. 209). Otro ejemplo en el Florambel de Lucea. Primera Parte (Aguilar Perdomo, 2009: 130). En
el Lepolemo (Valencia, 1521), para las fiestas caballerescas los caballeros se surten en tiendas de paos y sedas y brocados y lienos
(fol. cxxvj v).
20. Recurdese que hbiles bordadoras eran, adems de Elena y Andrmaca, Berta, la madre de Carlomagno, por no hablar de la reina
Matilde, esposa del rey Guillermo el Conquistador, artfice del famoso tapiz de Bayeux (Toussaint-Samat 1990: 16). Como comenta
Sigenza Pelarda (2000: 33), la costura se consideraba oficio propio de damas nobles, lo mismo que entre las italianas estudiadas por
Venturelli (1999: 237). Segn Jones y Stallybrass (2001: 13), las damas nobles stitched their own versions of the social and political
realm into the textile narratives they made. En el Lisuarte de Grecia (1526), Coroneo traa una sobreseal que la hermosa Elena le ava
labrado con sus manos, partida en dos colores blanca y verde... (fol. clj v).
21. Para la legislacin suntuaria portuguesa, espaola e italiana, vase, respectivamente, Santos Alpalho (2010), Bernis (1978; 1979)
y Muzzarelli (1999: 264 y ss.).
22. Similares concesiones, aunque un tanto ms restringidas, se hacen tambin a las personas de las familias que mantenan caballo.
Dice la pragmtica: Las personas que tuvieren o mantuvieren caballo puedan traer, ellos e sus hijos de hedad hasta catorze aos,
jubones e caperuzas e bolsas e ribetes e pestaas de seda de qualquier color que quisieren... (Bernis 1978: 58-59).
caballeros para vestir lujosamente, para llevar sedas, brocados, plata y oro sobre las armas, aunque
aos ms tarde, en 1550, la premtica promulgada en Bruselas por Carlos V prohba su uso en justas y torneos (Bernis 1962: 13).23
1.2. Los colores de las armas
Las sobrevistas (de seda o de cendal) son de colores, por ello, cuando en los textos se describen
las armas y se especifican sus colores y las figuraciones en ellas representadas, se est aludiendo
a las sobreseales o sobrevistas y no a los escudos, cuyos diseos responden al modelo de la empresa. Camino del castillo de Almourol, Albaizar va armado de unas armas verdes con esferas de
oro (PI, I, p. 153) y el soldn de Persia participa en la guerra contra los cristianos armado de armas de oro y negro de mucho precio (PI, II, fol. cxv r), es decir, las cotas de armas (sobreseales
o sobrevistas) son de dichos colores y llevan pintadas, tejidas o labradas tales figuraciones. Esta
distincin, ajena al Amads de Gaula, como ha precisado Alberto Montaner (2002: 301), figura ya
en los tempranos palmerines espaoles y se repite sistemticamente en otros muchos libros. El
propio Moraes, en su Relao das festas que Francisco I fez das bodas do Duque de Clves com a Princesa de Navarra no ano de 1541, al repasar los caballeros participantes en las aventuras caballerescas
amadisianas diseadas para celebrar dichas bodas, describe en los mismos trminos sus armas;
as, Monsieur dOrliens sahio to ricamente ataviado com[o] seo irmo, armado darmas de ouro
e azul, feito de to gentil maneira com seus aparamentos ricos e soberbos e no escudo, em campo
branco, hum usso e hus letras...(Vargas Daz-Toledo 2007: 284). Por estas mismas fechas, Moraes poda estar inmerso en la redaccin del Palmeirim, de ah las relaciones sugeridas por Aurelio
Vargas.
Los colores de las sobreseales pintan la armadura del caballero, tanto el arns de justas y
torneos como el arns de guerra, pues a la guerra los caballeros acuden con ricas y vistosas armas
para identificarse y los tonos multicolores de las tropas permiten a los capitanes diferenciar los batallones y ordenar los combates (Snchez Ortiz 1999). Diez mil soldados armados y vestidos de
colores abultan y meten ms terror que veinte mil y mas vestidos de negro, segn expresa Martn
de Eguiluz en su Discurso y regla militar. Dirigido al Rey don Felipe nuestro seor (Amberes, 1595).24
De ah la comparacin que hace Moraes cuando todos los caballeros salen en Constantinopla a
recibir a Leonarda: todos los campos reluzan de lexos con armas reluzientes de devisas singulares, cosa que pareca ms exrcito de guerra que loanas de paz (PI, II, fol. xvij v). Cuando en las
justas o en la guerra, un caballero es reconocido por las armas, es reconocido por las sobrevistas,
seas y emblemas que porta, cuyos colores no son colores herldicos, porque no responden a los
23. Tambin se regula su uso en tierras portuguesas, como se advierte en la premtica del 3 de junio de 1535 sobre terciopelos y sedas,
comentada por Santos Alpalho (2010: 173), com a qual D. Joo III proibe, entre outras coisas, dourados e prateados no vesturio,
abrindo, no entanto, uma excepo para as damas da rainha que podero ter duas roupas de seda preta. De ella se hace eco Moraes en la carta - relacin que escribe a la reina doa Leonor describindole los torneos celebrados en Xbregas en 1550: e porque
por bem de suas pragmaticas seos / naturais no podem trazer sedas (a que S.A. accodiu / necessariame.te, porque a desordem dos
Potuguezes quando / a ley lho no defende, he nisto mayor que de todas / as outras naois) permittio que nesta festa se podessem,
segn la transcripcin de Dias Miguel (1998: 133).
24. Tomo la cita de Ruiz-Glvez Priego (2002: 467). Comenta la herencia del oro y plata de las viejas armas caballerescas en los modernos uniformes militares Bernis (1962: 15).
esmaltes de determinadas armas, sino fruto de la eleccin personal de caballero o de algn allegado; son armas personales (Montaner 2002: 274).25
La eleccin de las armas, sobrevistas y galanuras ha de ir acorde con la edad y con la condicin
de los caballeros, como indica el escritor portugus al relatar los preparativos para la guerra contra
el turco: El alboroto era tan general, que ninguna persona estava sin l; unos aparejavan armas,
otros sobrevistas y galanas, cada uno segn su edad y condicin le peda (PI, II, fol. cviij v). Los
caballeros jvenes, como recomendara ya Alfonso X en Las siete partidas, han de vestir colores
alegres, bermejos, jaldes, verdes o crdenos, para que les dieran ms alegra y fuesen ms esforzados (Partida II, ttulo V, ley V). Idea en la que tambin incide Baltasar de Castiglione en El cortesano, en el pasaje destinado a vestir al perfecto cortesano, pues considera que para sobre armas
no hay duda sino que estn mejor las colores alegres y vistosas y los vestidos lozanos y de fiesta,
bordados y acuchillados, pomposos y soberbios (Pozzi 1994: 245).26 Colores alegres visten los
caballeros de la casa de Palmern al entrar en los torneos: No tard mucho que por otra parte
del campo entraron aquellos de la casa del Emperador Palmern, muy galanes, armados de armas
hechas de nuevo, guarnecidas de colores alegres y envinciones con que alegravan los espritus de
quien los va; sobrellas traan sus sobrevistas tan ricas como era menester para tal caso (PI, I, p.
99), colores que, en cambio, no estn bien vistos para caballeros de cierta edad, como sucede con
Recindos y Arnedos, quienes acuden a la guerra contra el turco con armas mas conformes a su
edad, ms honestas que galanas, de morado (PI, II, fol. cxxj r).
Los colores alegres, vivos e intensos de estas sobrevistas son artificiales y se lograban con tintes
minerales o vegetales tras complejos procesos que encarecan el precio de la prenda. Contrastan,
evidentemente, con los colores apagados y desvados de los trajes de las gentes humildes, teidos
con tintes naturales (Pastoureau 1989a: 29-31; Eco 2010: 106). La tintura de los paos era, ya en
el siglo XIII, una industria de lujo y el empleo de trajes de vistosos colores uno de los principales
modos de distinguirse. Las leyes suntuarias trataron tambin, sin conseguirlo, de restringir el uso
de los colores, vedando algunos de ellos, por ejemplo, para los escuderos (Menndez Pidal 1986:
53).27 Al margen de que los colores sean ya en s mismos causa de belleza y un signo de poder,
aaden un nuevo significado al vestido, en este caso a las sobrevistas y a los escudos, pues existe
un cdigo social de los colores y toda una compleja simbologa. Dada la importancia prestada por
Moraes al tema, a la descripcin y al nmero de armas y escudos presentados, Santos Alpalho
(2010: 167) considera el Palmeirim de Inglaterra como un verdadero libro de armas, algunos de
25. Cumplen, por tanto, una funcin de anagnrisis. As don Duardos se encuentra con un desconocido caballero al que reconoce
por sus sobrevistas: le vio las armas de un fino rosado que l mucho preciava, y traalas de aquella color por ser una de las de Vasilia.
(PI, I, p. 23). Tras el combate, las armas quedan rotas tintas en sangre que no se poda creer que algn tiempo fuessen de otra color.
(PI, I, p. 81). El cambio de armas (escudo, yelmo y sobrevistas) dota al caballero, por tanto, de una nueva identidad, lo que acarrea
terribles consecuencias y enfrentamientos no deseados, como sucede con los caballeros cristianos enfrentados por los engaos de la
sabia Eutropa. (PI, I, cap. xxxviij).
26. La cita, con otras consideraciones alfonses sobre los atavos, la recoge Menndez Pidal (1986: 54). El tema le interesa tanto a
Baldassare Castiglione como a su dedicatario, el portugus Manuel da Silva, embajador del rey de Portugal, quien desde Roma, en
1515, describe el recibimiento del Magnfico Julin y su esposa comentando sus trajes (Freitas Carvalho 2007: 356-357).
27. En su Tratado sobre el vestir (c. 1496), Hernando de Talavera se queja de un exceso de color en los vestidos, ajeno a la simpleza
natural, y aboga por la moderacin (Castro 2001: 45). En el mbito portugus, Santos Alpalho (2010: 173) alude a la premtica del
31 de enero de 1539, segundo a qual os estudantes universitrios deixam, entre outras coisas, de poder usar lauor branco nem de
coor alguu.a em camisas nem lenos.
cuyos ejemplos guardan relacin con los recogidos en el Livro das armas (1509) encargado por el
rey portugus D. Manuel I.28
Aunque descifrar el cdigo de los colores no es fcil, porque encierran multitud de testimonios aparentemente contradictorios y variables segn las pocas, las regiones, las tcnicas o los
soportes, los autores del gnero en ocasiones glosan su significado y nos facilitan ricas claves de
lectura.29 La eleccin del color en las sobrevistas est relacionada con la edad, la condicin y el
estado emocional de los personajes. El blanco, representacin, entre otras cualidades y virtudes,
de la pureza y de la castidad, es el color propio de los noveles en su primera andadura, segn se
indica en Le blason des couleurs, impreso en 1505 por Pierre Sergent: les chevaliers les portent
et en sont tous armez, et principallement la premire anne quilz ont reeu lordre, comme faisoient anciennement les chevaliers de la Table ronde, dont les ungs alloient soubz ceste couleur
pour descongnoissance qurir leurs adventures par le monde (Cocheris 1860: 109).30 Aunque
no es privativo de ellos, pues Primalen y Polendos en la lucha contra el turco salieron de armas
blancas sin ninguna galana (PI, II, fol. cxxj r), al representar tambin la esperanza y la justicia
(Pastoureau 1986: 10).31
El negro, slo o en combinacin con el amarillo, oro y blanco, es el color ms recurrente en las
sobrevistas del palmern portugus. Adems del prestigio con el que cuenta en los trajes de aparato, el negro es smbolo de humildad y paciencia (Pastoureau 1986: 10), pero tambin, el color
ms triste y, por ello, el preferido del caballero Floramn, siempre melanclico y apenado por la
muerte de su amada. Muy plstica e impactante es en este sentido la imagen del desfile del ejrcito cristiano tras la muerte del emperador Palmern con todos los caballeros vestidos de negro,
imagen a la que antes ya me he referido a propsito de la visera del yelmo: pareca gran multitud
de gente casi amortajadas y que tenan el parecer mortal, cubiertos de negro color, entre las otras
tenida por ms triste y espantosa, sin ninguna sea ni devisa galana como en tales tiempos se suele
traer (PI, II, fol. cxxvj r).
28. La autora presenta en apndice una tabla con todos los testimonios de las armas y escudos recogidos en el Palmeirim de Inglaterra,
por lo que no me detengo en ello. Los escudos que conforman el citado Livro das armas, pertenecientes a las principales familias portuguesas de la poca, adornan la bellsima cpula de la Sala dos Brases o Sala de Armas del Palcio Nacional de Sintra y pueden
verse todos ellos reproducidos en http://pnsintra.imc-ip.pt/pt-PT/emfoco/brasaofamiliar/PrintVersionContentDetail.aspx.
29. Pastoureau (1986: 29) explica el simbolismo de los colores a partir de la interpretacin dada en proverbios, tratados de herldica
y enciclopedias. Entre los tratados de herldica espaoles, vase al respecto el Tratado de las armas de Diego de Valera (Penna 1959:
137-138). Otra fuente de informacin son los propios textos. Adems de los de la ficcin sentimental (entre ellos, la continuacin
de Nicols Nez (1496) de La crcel de amor de Diego de San Pedro), los caballerescos son muy ricos. En clave amorosa, vase,
por ejemplo, la interpretacin que de los colores brinda Beatriz Bernal en el Cristalin de Espaa (Valladolid, 1545), donde el verde
se identifica con la esperanza; el pardo, con la tristeza, las cuitas y los trabajos; el azul, con los celos; el amarillo, con la desesperacin
y el rojo, con la alegra (cap. xxxi, fols. lxx v-lxxj r). Sugerentes resultan tambin a este propsito los poemas de Cetina y Timoneda
comentados por Lama (2010).
30. Le blason des couleurs en armes, liurees et deuises contiene dos tratados: Le blason des couleurs en armes, liurees et deuises y Des couleurs en general et especial, derivados del tratado herldico redactado por el heraldo Sicilia, c. 1423. El segundo tratado est escrito por Jean Lemaire, que tuvo acceso al poema indito Le parement des dames, compuesto por Olivier de la Marche para Margarita de Austria, y es la fuente principal de este segundo tratado sobre los colores. Tomo la informacin del abstract de la tesis de Elizabeth Nelson, Le Blason des
Couleurs: A Teatrise On Color Theory and Symbolism In Northern Europe during the Early Renaissance, Brown University, 1998.
31. Santos Alpalho (2010: 170) lo califica como color ritual dentro del mundo caballeresco. Se repite en otros muchos libros, por
ejemplo, en el Florambel de Lucea, donde los cuatro donceles que van a recibir la investidura se concertaron en fazer sus armas y devisas de una manera, y las armas eran todas blancas como convena a los cavalleros noveles, y las sobreseales lo mismo, sembradas por
ellas muchas estrellas de oro (p. 23). De esta costumbre se hace eco don Quijote y para llevar armas blancas como caballero novel se
encarga de limpiarlas bien (DQ, I, 2, 46).
Como todos los colores, el verde tambin es ambivalente, pues simboliza la belleza, la juventud y el vigor, a la par que el desorden, la locura o la avaricia, como sucede con el Caballero Verde,
con quien se enfrenta Sir Gawain en el conocido poema ingls del siglo XIV, o con Tristn cuando
enloquece de amor, que tambin viste de verde (Pastoureau 1986: 30, 40, 199). Es en cualquier
caso un color estrechamente unido a la caballera andante tal y como se reconoce en Le blason
des couleurs, donde se indica que Anciennement les chevaliers alloyent qurant leurs adventures
soubz ceste couleur (Cocheris 1860: 110). Al igual que en otros libros de caballeras, en los palmerines va asociado a la esperanza y al amor y por ello, en alguna ocasin, Palmern va armado de
unas armas nuevas qul ava fecho fazer y eran todas verdes por mostrar la esperana e alegra que
levava en yrse de aquella tierra para donde estava su seora (Palmern de Olivia, p. 186). Moraes
juega tambin con estas asociaciones y es el color de las armas de los soldanes de Persia y Babilonia: Albaizar, soldn de Bavilonia, sali armado de armas verdes sembradas de esperas en seal
de su victoria [...]. El soldn de Persia sac armas verdes y blancas, metidas unas colores por las
otras, con estremos de pedrera a manera de P, por ser la primera letra del nombre de Polinarda
(PI, II, fol. cxxij r), a cuya mano aspira.32
Pese a su relacin con el oro, el amarillo y el color pardo se vinculan al cuidado y a los trabajos.
El amarillo es el color elegido por Tremorn por representar sus penas conforme a sus cuidados,
que Tremorn de desesperado de casar con su dama tom aquella divisa (PI, II, fol. cxxj v). Tras
recibir los reproches de Polinarda, Palmern se arm de unas armas pardas, anunciadoras de los
trabajos que despus pass, sembradas de abrojos de oro y negro menudos (PI, I, p. 40).
Aunque a lo largo del libro se mencionan sistemticamente los colores de las armas y los escudos de los caballeros, hay dos pasajes dedicados exclusivamente a su descripcin pormenorizada.
Los pasajes relativos al enfrentamiento entre caballeros cristianos planeado por la sabia Eutropa
para acabar con ellos (PI, I, cap. xxxviij, pp. 80-82) y la guerra contra el turco (PI, II, cap. LXII)
renen un pequeo armorial en el que Moraes se explaya en comentar los colores de las armas y
las figuraciones de los escudos. El precedente inmediato para este tipo de descripciones, gratas sin
duda para los lectores a juzgar por su reiteracin en las relaciones de fiestas de la poca, lo pudo
encontrar en el Lisuarte de Grecia (Sevilla, 1526) del bachiller Juan Daz, el octavo libro de la serie
amadisiana dedicado a Jorge de Lancaster (1481-1550), duque de Coimbra e hijo ilegtimo de
Juan II de Portugal.33 De este libro de caballeras, del que tom materiales para otros episodios,
imita ahora el pasaje destinado a describir las armas de los combatientes de ambos bandos. Tras
presentar la disposicin de los haces de ambos ejrcitos, Juan Daz (cap. cviii, fols. cxxiv v - cxxv r)
y Francisco de Moraes (PI, II, fol. cxxj r) detienen el relato con un breve excurso justificativo, parejo en su contenido, para pasar seguidamente a describir con detalle las armas de uno y otro (armas, sobrevistas e cores dellas, dice el Palmeirim portugus, fol. ccxxxviij v).34 Moraes no copia,
32. Estos juegos jeroglficos con letras en las armas son habituales en otros libros de caballeras y los estudia en los amadisianos Sales
Das (2003: 227) y Coduras (2013).
33. Ignoro cul pudo ser la relacin con el noble portugus para ofrecerle el libro. En cualquiera de los casos, la dedicatoria misma ubica la obra en un contexto portugus, como sucede tambin con las continuaciones de Clarin de Landans (1524-1528) de Jernimo
Lpez, dedicadas al rey Juan III de Portugal, y luego con el annimo Florando de Inglaterra, impreso en Lisboa 1545 y dedicado a los
caballeros, dueas y doncellas de Ulixea.
34. Dice Juan Daz: y por cierto que quien cuidasse de tener potencia ni saber para escrivir las armas y devisas que aquel da se sacaron
en la batalla, ms por hombre atrevido que sesudo se poda llamar por ms que las mientes todas en ello pusiesse e lo viesse ni podra
tener memoria de la menor parte. Y como yo esto conozca por impossible, dexando lo general como cosa que aunque toviesse dos
mil lenguas sabidas y dezidoras lo no podra escrevir, vos dir de las armas que los ms sealados cavalleros sacaron en esta batalla (fol.
pero s imita claramente el pasaje amadisiano, adentrndose en un tema que le era personalmente
grato y que saba interesaba a los lectores, al menos as se desprende de las cartas y relaciones en
las que retrata con detencin las armas de los participantes en los festejos caballerescos reseados.
Aunque cita de memoria, en la relacin de los festejos dispuestos por Francisco I para celebrar las
bodas del Duque de Clves con la Princesa de Navarra, describe con detalle los escudos y letras
de armas de algunos participantes (Vargas Daz-Toledo 2007: 284-285).35
Del rico censo armorial palmeriniano, llama la atencin la semejanza de las armas de los combatientes de ambos ejrcitos, pues los turcos (el soldn de Babilonia, el soldn de Persia, el rey
de Caspia, el rey de Espartia, de Eutolia, de Armenia, de Gamba, de Bitinia y de Arfasia) visten,
como los cristianos, sobrevistas de colores sobre sus armas, adornadas con oro y rica pedrera segn la resea de Floramn (PI, II, fol. cxij v), y portan escudos con similares figuraciones, lo que
en la prctica tena que dificultar su reconocimiento a la hora de luchar. Sin embargo, en la realidad, su hbito militar es otro, pues, como se indica en el annimo Viaje de Turqua:
Ellos no usan arneses como nosotros. Camisas de malla los que las pueden alcanar las
traen, y unos morriones guarnesidos de plata muy bien hechos, y stos son pocos los que
se los ponen, porque el tocado que ellos traen cada da en lugar de la caperuza es tan fuerte como un almete y no le pasar un arcabuz. La jente de caballo tambin lleba cada uno
una lanza medio gineta con una beleta de tafetn, y como cada caballo tenga una destas
en la mano parese lo mejor del mundo, y de muy lexos campea. (Ortola 2000: 731)36
salen vestidos a la turca o a la morisca. De la misma manera que hay cortesanos que, como reconoce Castiglione en El cortesano (Pozzi 1994: 245), se visten como turcos, los turcos del Palmeirim
visten las modas caballerescas cristianas.
El fro acero de la armadura se cubre de seda de colores, de bordados y pedrera que brindan
una imagen de la caballera lujosa, galana y eminentemente cortesana que es la que realmente le
interesa a Moraes. Fiel a la tradicin artrica, amadisiana y palmeriniana, el portugus se muestra
conciso en la descripcin del arns del caballero (reducido a yelmo, loriga, sobrevistas y escudo) y
se fija preferentemente en los adornos, en las figuraciones y en los colores de las sobreseales y de
los escudos, antes que en cualquier otro elemento armero. Con esta mirada selectiva el portugus
llena el libro de las luces y brillos cortesanos, juega con el lector al suspenso, al encubrimiento y
desvelamiento de personajes y, en ocasiones, de sus sentimientos.
2. Indumentaria femenina
Al margen del arns, el libro apenas brinda datos sobre la indumentaria masculina. No sabemos
realmente cmo visten los caballeros al quitarse la loriga.38 El vencido y siempre triste Floramn
recibe la visita corts del rey con un ropn negro aforrado conforme al tiempo y a su cuidado (I,
p. 59), es decir, con un traje de encima largo, forrado presumiblemente en piel y de color negro,
ajustado, parece ser, al calendario y a su estado emocional. Adems de su asociacin con la tristeza, el negro era uno de los colores preferidos para los trajes de corte masculinos, especialmente a
mediados del XVI, por influencia de la moda espaola y en concreto por la inclinacin de Carlos
V hacia los tonos oscuros frente a las modas alemanas de vivos colores. Castiglione lo considera
apropiado para el cortesano, por eso me parece ms que tiene ms gracia y autoridad el vestido
negro que el de otra color; y ya que no sea negro, sea a lo menos escuro (Pozzi 1994: 245).39
Los prncipes y caballeros de la corte del emperador Palmern que salieron a recibir a Albaizar
como embajador de los moros fueron vestidos a manera de fiesta, con sus ropas de seda texidas
de oro de muy estraa hechura (PI, II, fol. cix r). A falta de otros pormenores, la mencin de la
tela (seda y oro) basta para dar cuenta de la riqueza y aparato de su atavo, pues lo que se persigue
ante todo es aparentar e impresionar. En funcin de su lugar de origen, en el libro II, Moraes viste
a Daliarte a la manera inglesa (PI, II, fol. cv v) y a Albaizar a la manera espaola (PI, II, fol.
xliv r), pero no describe sus atavos, que, sin embargo, los lectores del momento imaginaran sin
38. Vase, a ttulo de ejemplo, la descripcin del traje de Esplandin, quien traa cota y capirote francs trenado con leones de oro y
una cinta de oro estrecha ceida, y la saya y capirote se brochava con brochas de oro (Amads de Gaula, III, 79, p. 1260). Aunque la
descripcin de los vestidos es muy sobria, a medida que avanza el relato y la intervencin de Rodrguez de Montalvo es ms acusada,
se percibe una mayor inclinacin hacia estas mnimas descripciones, como advierte Juan Manuel Cacho (1987-1988: 1250). En el
quinto libro, cuando se desarma, Esplandin viste una aljuba de seda que su escudero Sargil siempre traa (Sainz de la Maza 2003:
593). En Adramn y en Polindo, obras tempranas interesadas en el tema de la indumentaria, los caballeros visten sayo, el traje masculino ms comn sobre el jubn cuando iban a cuerpo, aunque tambin poda llevarse sobre las armas. Comprese, por ejemplo, con la
descripcin de los trajes que portaron los nobles caballeros que acompaaron a Felipe II a Inglaterra para sus bodas con la reina doa
Mara, cumplidamente descritos por Andrs Muoz en la relacin del viaje impresa en Zaragoza en 1554 (Gayangos 1877: 15-23 y
consultable en la red).
39. Sobre dichos tonos, vase Laver (1989: 90). Margaret Scott considera, sin embargo, que la moda parte de la corte de los Habsburgo en Flandes, There for almost fifty years (1509-55) the regents (Margaret of Austria and her niece Mary of Hungary) were widows
whose sober black clothing could well have given black an aura of power, to add to its already recognized ability to confer dignity on
the wearer. In Flanders black woollen cloth was worn by the middle classes (2007: 172).
40. Recoge la noticia Bouza (2003: 78-79). El objetivo del sastre portugus enviado a la corte madrilea era aprender a cortar mejor
los trajes cortesanos, pues parece ser que los nobles no contaban con una determinada vestimenta que los diferenciara del resto. El
llamado traje de corte espaol estuvo vigente hasta finales del XVII y se recoge, por ejemplo, en el primer libro espaol con patrones
de trajes, el Libro de Geometra prtica y traa, el qual trata de lo tocante al oficio del sastre (1589), de Juan de Alcega, clave para la modernizacin del oficio sartorial.
41. Sobre la erudita infanta Mara, vctima de mltiples intrigas polticas, vase Michalis de Vasconcelos (1994). La mencionada
dedicatoria figura en el prlogo de la edicin portuguesa de 1592 y la reproduce Purser (1904: 400-401).
42. Al margen de los ya citados Adramn y Polindo, a ttulo de ejemplo, vase en el Florisel de Niquea II (1532) la descripcin del
vestido de la reina Cleofila (fol. 175 r.) o los trajes de novias de Helena, Alastraxerea, Oriana y Armida (cap. 63); en el Florisel de Niquea
III (1546) (Martn Lalanda 1999), los atavos de la reina Cleofila (p. 100), la princesa Diana (p. 423), la reina Briangia (p. 423) o los
de las hermanas Filisea y Grindaya (p. 444). En el Belians de Grecia (Orduna 1997) los riqusimos trajes de la infanta Persiana (I, p.
91), la princesa Florisbella (I, p. 247, 360), la infanta Matarrosa (I, p. 361) o la princesa Hermiliana (II, p. 43), teniendo todos ellos
como denominador comn su rica pedrera. En todos los casos se trata de descripciones muy detalladas atentas a los cortes, hechuras,
tejidos y adornos.
43. Los historiadores de la indumentaria fijan los inicios de la moda a finales del XIII y comienzos del XIV. La capacidad de consumo
de la gente se reflej en la manera de vestir y en este momento se produce una diferenciacin de las prendas empleadas por ambos
sexos (Bernis 1956: 28-53; Argente del Castillo Ocaa 2002: 35), pues hasta entonces usaban una misma prenda exterior, la saya.
(Bernis 1962: 20).44 El vestido cumple en este sentido una funcin pblica al encarnar la riqueza
del pas o del superior que representa. Sin embargo, los trajes nacionales (nacin entendida como
el lugar de donde se viene) muy pronto se internacionalizaron y se extendieron por las diferentes cortes, de manera que cualquier cortesano de la Europa del momento, como reconoce Baltasar de Castiglione, poda vestir a la francesa, a la espaola, a la tudesca o a la turca (Pozzi 1994:
243). La milicia, la poltica matrimonial, los embajadores y los viajeros en general propiciaron la
difusin de las modas en diferentes cortes europeas.45 En 1530, por ejemplo, la reina Leonor de
Austria, hermana de Carlos V y madre de la princesa Mara de Portugal, al ir a contraer matrimonio con Francisco I, decidi ir vestida a la espaola y el monarca francs mand hacer para sus
damas de honor trajes a la espaola.46 El rey galo tambin se sinti seducido por la moda femenina
italiana y pregunt por una mueca vestida con los trajes de Isabel dEste para que las damas francesas copiaran sus modelos47. Castiglione reconoce no sin recelo esta tendencia a la universalidad
y teme una prdida de identidad al constatar que Italia no tenga ya, como sola, hbito conocido
por italiano (Pozzi 1994: 244).
La corte griega y la corte francesa se convierten en el Palmern de Inglaterra en los dos grandes
enclaves de la moda. La primera es una pasarela mundial por la que desfilan con vistosos y ricos
trajes de camino doncellas mensajeras de diferente procedencia. Una emisaria de la seora del Lago de las Tres Hadas aparece con ropa a la francesa (PI, I, p. 20), la enviada por Daliarte vestida
a manera inglesa (PI, I, p. 31) y la doncella de Tracia con la copa encantada ricamente ataviada
(PI, I, p. 191). Cautivadas por la fama de la corte griega, princesas extranjeras se acercan a ella para
ver y ser vistas, para exhibirse luciendo preciados vestidos, pues en tales casos la indumentaria es
crucial para la construccin de la imagen personal de las mujeres de rango, para las apariencias y
la construccin de la identidad (Vigil 2007: 355; Rublack 2010). Targiana, hija del Gran Turco,
entra majestuosamente en Constantinopla vestida a la manera turca:
Targiana sac una ropa entera con mangas a la manera de Turqua, de azeitun negro,
aforrada en tela de oro con golpes en los lugares que mejor parecan; bordada por toda
ella unas trepas de oro de martillo echas a manera de follages, sembradas por ella muchas
piedras de gran valor; sobre los hombros un collar de pedrera de tanto valor que pareca
44. En conjunto, y por lo que respecta a la moda europea, las semejanzas son mayores que las diferencias. A partir principalmente de
una rica y variada iconografa, Bernis (1962) brinda en este libro un repaso por la moda nacional e internacional clave para identificar
el rico guardarropa de estos libros, complicado de entender e imaginar para el lector actual.
45. El embajador Andrea Navaggiero informa, por ejemplo, del traje femenino a la morisca en su Viaje a Espaa del magnfico seor
Andrs de Navajero (1524-1526) (Ari 1965: 110), traje del que dej testimonio grfico Christoph Weiditz en su Das Trachtenbuch
von seinen Reisen nach Spanien und den Niederlanden, 1529. Para la maurofilia en el vestir de los reyes y nobles cristianos espaoles, apreciable ya en la primera mitad del siglo XV, vase Bernis (1959b). El propio Moraes, secretario del embajador portugus en Francia, en
sus cartas y relaciones divulga tambin las modas francesas. Como recuerdan Laver (1989: 58) y Rublock (2010: 7), los soldados de
las cruzadas contribuyeron tambin a la difusin de las modas, importando las orientales.
46. La Royne... estoit vestue la mode espaignolle, ayant en sa teste une coiffe ou crespine de drap dor friz, faicte de papillons dor,
dedans laquelle estoient ses cheveux qui lui pendoient par derrire jusque aux talons, entortillez de rubbens; et avoit un bonnet de
veloux cramoisy en la teste, couvert de pierreries o y avoit une plume blanche... (Bernis 1959a: 102). De las dos prendas que llevaba
en la cabeza, el tranzado es la tpicamente espaola. Para comprobar la riqueza de los trajes reales, merece la pena contemplar los ricos
retratos de Leonor (1530, Fundacin Lzaro Galdiano ) y Francisco I (1530, Museo del Louvre) pintados por Joos van Cleve.
47. Las hermanas Isabel y Beatriz de Este, hijas del duque Ercole de Ferrara y de Leonor de Aragn, de quien recibieron la aficin por
los trajes espaoles, se convirtieron en referentes europeos en el mundo de la moda, especialmente Isabel, quien gustaba de ser llamada novarum vestium inventrix, como apunta Bernis (1959a: 95). En palabras de Compagnol Fabretti (2008: 12), They became
fashion icons, and their costumes were known and copied with the help of dolls dresses in miniature replicas of their outfits that were
sent all over Europe.
no tener precio; la cabea traa sin nada, porque los cavellos merecan no ser ocupados ni
cubiertos con otra cosa nenguna, solamente venan tomados con un prendedero de inestimable valor. Ass, cavallera en un palafrn blanco con unas manchas negras con guarniciones de oro de martillo con mucha pedrera, en compaa del cavallero Negro entr por
aquella gran ciudad atravesando hazia el gran palacio. (PI, I, p. 187).
Leonarda, princesa de Tracia, en su primera visita, elige una ropa a la manera griega, en un
gesto corts para congraciarse con la corte, como en la realidad haca tambin la reina Isabel la Catlica (Bernis 1962),48 y despus vestida a la turca. En el segundo libro, la corte de Francia entra
en el mundo de la moda, pues en el famoso episodio de las cuatro damas francesas, Mansi, Telensi,
Latranja y Torsi, compuesto tras sus amores frustados con Torsi, dama de la reina Leonor, durante
su estancia en tierras francesas49, la indumentaria cobra un papel muy relevante como vamos a ver.
En todos los casos, la corte, repleta de prncipes, caballeros y damas nobles, es el lugar privilegiado para la ostentacin y para la exhibicin pblica, para el juego de apariencias y de reafirmacin
personal por medio del vestido.
A travs de estas mujeres vestidas a la francesa, a la manera inglesa, a la turca o a la griega, con
trajes de camino, de fiesta, de boda, de noche o de duelo, Moraes rene una rica coleccin de trajes nacionales e internacionales que haba de resultar sumamente atractiva para las fminas, pero
tambin para el pblico en general cada vez ms interesado por conocer los vestidos de hombres
y mujeres de todo el mundo. Esta curiosidad, lejos de ser un esnobismo, encierra un inters que
hoy llamaramos etnogrfico y se traduce en la aparicin, especialmente en la segunda mitad del
siglo XVI, de los llamados libros de habiti, unas colecciones iconogrficas de trajes, de figuras
ataviadas con diferentes indumentarias, acompaadas en ocasiones de sus correspondientes descripciones. Estos libros, cuyo contenido responde a un complejo entramado etnogrfico, sociolgico y econmico, alcanzaron una extraordinaria difusin en toda Europa como atestiguan las
ms de ciento veinte colecciones aparecidas entre 1520 y 1610, salidas principalmente de prensas
venecianas y parisinas.50 Vendidas como objeto coleccionable, como recuerdo para los viajeros o
para saciar la curiosidad de los lectores deseosos de conocer la diversidad humana, estas obras son
tambin de algn modo un lejano anticipo de las revistas de moda.
Precedente de estas publicaciones fue la coleccin de acuarelas y dibujos a pluma coloreados
del alemn Cristoph Weiditz, viajero entre 1529 y 1531 por diferentes cortes europeas, incluida
la espaola, de la que registra, como ya he comentado, las modas moriscas femeninas.51 A esta
48. Bernis toma el dato de Sandoval, cronista mayor de Carlos V, quien explica que cuando la reina Isabel visitaba los pueblos, en
llegando a cada uno se vesta y tocaba al uso de aquel pueblo, llamando a las personas de ms merecimiento, y tomando de la una el
tocado, de la otra la saya y de la otra el cinto y las joyas, y para tenerles a todos de su mano y mostrarles el amor que les tena, volva
estas prendas muy mejoradas (1962: 49).
49. Da cuenta de esta relacin amorosa en la Desculpa de huns amores que tinha em Paris com ha dama francesa da rayna Dona Leonor, per
nome Torsi, donde incluye, adems de poemas en portugus, versos en castellano con la confianza de que Torsi entendiera mejor esta
lengua que la lusitana. La Desculpa se public en los Dilogos de Francisco de Moraes, autor de Palmeirim de Inglaterra, como hum desengano
de Amor sobre certos amores que o Autor teve em Frana ha dama francesa da rayna Dona Leonor, vora, 1624, reproducido en Biblioteca
Nacional Digital, http://purl.pt/14873/1/P1.html. Para la edicin crtica de estos dilogos, remito a los trabajos de Vargas DazToledo (2012a, 2012b). En O dilogo em estilo jocoso entre uma regateira e um moo da estribeira y en O dilogo entre un fidalgo
e um escudeiro, Moraes tambin presta atencin a las vestimentas. El trasunto histrico del episodio palmeriniano lo estudiaron
brillantemente Purser (1904: 164-202) y Roubaud (1975).
50. Una visin de conjunto sobre dichos libros brindan los trabajos de Defert (1987), Blanc (1995) y Mentges (2007).
51. Weiditz residi en Augsbourg, donde vivan los Fugger, una poderosa familia de banqueros que desarrollaron una estrategia de la
imagen para imponerse entre la lites urbanas (Rublack 2010). La preocupacin de Weiditz por el vestido y su utilizacin en un dis-
temprana muestra hay que sumar obras como las de Enea Vico, Diversarum gentium aetatis (Venecia, 1558), Franois Desprez, La diversit des habits (Pars, 1562), Ferdinando Bertelli, Omnium
fere Gentium nostrae aetatis habitus nunquam ante hoc aediti (Venecia, 1563), Abraham de Bruyn,
Omnium Poena Gentium (1577), Jean Jacques Boissard Habitus variarum Orbis Gentium (Malines
1581), Bartolomeo Grassi, Dei veri ritratti deglhabiti di tute le parti del mondo (Roma, 1585), Pietro Bertelli, Diversarum nationum habitum (Padua, 1589) o el Habitus praecipuorum populorum de
Jost Amman, editado en Nuremberga en 1577. A finales de siglo aparecer uno de los libros de
habiti ms conocidos, el de Cesare Vecellio, Habiti antichi et moderni di tutto il mondo, cuya primera edicin data de 1590 y la segunda de 1598, que aporta gran cantidad de noticias sobre la
indumentaria de tutto il mondo, aunque luego ste se limite a Italia, principalmente a su Venecia
natal, a Francia y Espaa.52 En la lnea de estas obras se sita de algn modo tambin Il libro del
sarto (Getrevi 1987), un bello y complejo libro que nos habla del uso social de la moda, compuesto, en una de sus partes ms antiguas, entre 1540 y 1550. Esta seccin de la obra, prxima en el
tiempo a la redaccin del texto de Moraes, recoge la codificazione dei modelli di abbigliamento e
di comportamento; ad uso di una corte, di una classe dirigente che aveva bisogno di riconoscersi,
di catalogarsi, di distinguersi e di imporsi (Mottola Molfino 1987: 9-13).53 Entre sus materiales,
rene tambin una serie de dibujos con moda femenina de diferentes regiones y partes del mundo
(milanesa, bolognesa, fiorentina, francesa, tudesca, turca, mora, greca, arabica, persiana, indiana,
entre otras) estrechamente relacionadas con los citados recueils de costumes ilustrados (Getrevi 1987: 131-137).
Antes de que en la segunda mitad del siglo XVI se pusieran de moda estos libros con los vestidos de todos los pases, colecciones en las que la mujer tambin est muy bien representada, las
fiestas y mascaradas cortesanas ofrecan un desfile en vivo de los diferentes trajes internacionales
que luego las relaciones, la ficcin sentimental (Martnez Latre 1994) y los libros de caballeras
inmortalizaban en el papel con la palabra. En Miln, por ejemplo, las bodas de Gian Galeazzo
Sforza con Isabella de Aragn, hija del rey de Npoles, se celebraron con la llamada fiesta del Paraso, en la que salieron ocho mscaras vestidas a la espaola, cuatro a la polaca, seis a la hngara
y una a la turquesca, segn se recoge en la relacin de dichas fiestas (Venturelli 1999: 258). Los
libros de caballeras tambin se suman a esta moda y sacian la curiosidad de los lectores y de las
lectoras por las modas extranjeras con detalladas descripciones. Como en la cartografa renacentista, que integra tambin estas colecciones de vestidos por su inters etnogrfico, sociolgico y
comercial, en la ficcin se quiere establecer igualmente una relacin entre el vestido y el espacio.
En nuestro caso, carecemos de la imagen y contamos solamente con el texto, con una descripcin
verbal de los vestidos que los retrata con la misma minuciosidad y detalle con la que estas estamcurso social podran encontrar en este contexto su origen y justificacin, como estudian Defert (1987), Mentges (2007) o Rublack
(2010: 187 y ss), quienes reproducen algunas de las acuarelas.
52. Algunos de estos hermosos libros repletos de imgenes pueden consultarse en la red. A ttulo de ejemplo, vase la citada obra de
Jean Jacques Boissard, a travs de la reproduccin de LACMA (Los Angeles Country Museum of Art), http://collectionsonline.
lacma.org/mwebcgi/mweb.exe?request=record;id=188499;type=101. Para la obra de Vecellio, vase la edicin francesa de 1859,
http://openlibrary.org/books/OL7168175M/Costumes_anciens_et_modernes.
53. Il libro del sarto della Fondazione Querini Stampalia di Venezia, Ferrara, Edizioni Panini, 1987. Las pginas citadas corresponden al
artculo de Alessandra Mottola Molfino, Introduzione a un libro senza nome, pp. 9-13. La importancia de la ropa con sus correspondientes cdigos cromticos y textiles la comenta tambin Venturelli (2001). Especialmente interesante para la recreacin visual
de la moda masculina del siglo XVI es la obra de Matthus Schwarz, contable de los Fugger, cuyo libro de vestidos, con ms de un
centenar de estampas en las que aparece representado a lo largo de su vida con diferentes vestidos, fue un original proyecto de afirmacin y construccin de su propia identidad (Rublack 2010).
pas los recrean o los pintores los pintan en sus cuadros. La percepcin del vestido es, sin embargo,
muy diferente pues la imagen pictrica del vestido es plstica y la otra, la del vestido (des)escrito,
es verbal y lo capta ms concretamente. En palabras de Barthes (1978: 24),la imagen congela una
infinidad de posibles; la palabra determina un nico seguro.54 La descripcin fija niveles de lectura porque la palabra enfatiza partes del vestido (mangas con golpes, botones con alamares) que
en la pintura o en la imagen no se privilegian, pues el vestido se consume como un todo, como un
conjunto inmediato. El carcter discontinuo del lenguaje propicia este nfasis y que la descripcin
sea siempre la de un vestido fragmentario que hemos de ir pintando como un todo en la imaginacin. La tarea, como ya he dicho, no es fcil para un lector moderno y requiere el auxilio de la
historia de la indumentaria del momento para asumirla.
Moraes describe los vestidos femeninos siguiendo el orden habitual del vestir, de dentro afuera, empezando por las prendas ms interiores, es decir, ropa semi-interior, trajes para vestir a cuerpo y trajes de encima, reservando el comentario del tocado siempre para el final. Al margen de la
calidad de las telas (seda, tafetn, terciopelo, brocado), de los colores y adornos, el nmero de piezas vestidas es en s mismo una muestra de poder y marca un estatus social. Sin entrar en el corte
y confeccin de las prendas, todos estos elementos sealan por s solos la calidad del vestido y la
de su portador. Fijmonos en la descripcin del traje de camino de la doncella de Tracia que llega
a la corte con la aventura de la copa encantada con las lgrimas de Brandisia:
Traa vestida una cota de azeitun blanco aforrada en tela de plata que arrastrava por
el suelo, y encima una marlota azul con barras de oro clavadas a lugares con piedras
de mucho precio y por el ruedo y por las bocas de las mangas, que andavan colgando,
estavan labradas de ilo de oro de anchura de cuatro dedos una montera de aves y
venados e otras alimaas, todo tan subtil y artificiosamente compuesto que allende
de ser mucho para ver, era mucho para dessear; en la cabea, sobre una red con que
tomava el cavello, un chapeo con una medalla de mucho precio y traalo echado a
una parte con mucho aire. (PI, I, p. 191).
La doncella griega viste dos prendas. Una cota larga que arrastra por el suelo, es decir, un traje
de vestir a cuerpo, y una marlota como traje de encima. La marlota es una prenda morisca utilizada por los cristianos desde mediados del XV, para cuya confeccin se empleaban preciadas telas
bordadas en las mangas con oro y plata. Era una prenda de lujo, holgada y relativamente corta,
de corte ms sencillo que las ropas tpicas de la moda cristiana europea (Bernis 1959b: 219). En
este caso, la cota es de seda blanca forrada con tela de hilo plata. De la marlota no se especifica el
tejido (aunque se solan emplear telas costosas como terciopelo, raso o brocado), pero s su color
azul, uno de los colores ms prestigiosos relacionado en muchas ocasiones con la realeza, y sus
adornos: barras de oro, piedras preciosas por el ruedo (bajo) y por las bocas de las mangas colgantes, escenas de caza bordadas con hilo de oro, mucho para ver y desear. La moda de bordar
escenas en las prendas es antigua y se entiende como una muestra de riqueza y lujo. En el Roman
de la rose de Jean de Meung y Guillaume de Lorris (s. XIII, tomo I, vv. 1051-1087), Riqueza lleva
un vestido de prpura y tena dibujadas con hilo de oro historias de duques y reyes (Eco 2010:
106).55 El hilo de oro citado en los dos ejemplos, como el de plata, encareca mucho las prendas,
54. Un rico y sugerente comentario de estos postulados, con su aplicacin al estudio de las autobiografas ficticias e histricas del Siglo
de Oro, ofrece Jurez Almendros (2006).
55. El vestido de Erec, obra de las cuatro hadas, lleva representadas las cuatro ciencias del quadrivium, est adornado con una piel
procedente de animales monstruosos de la India (Erec y Enide, vv. 6732 y ss.) y lo cubre con un manto provisto de herretes de piedras
preciosas engastadas en oro. Lo comenta, junto a otros atuendos del roman, Le Goff (1991).
pues se obtena tras un largo y complejo proceso artesanal. En la cabeza, como tocado, la doncella
de Tracia lleva un sombrero con una medalla.
La seda, la largura de la cota (arrastra por el suelo), la tela de plata, el hilo del oro empleado en
los bordados, las piedras preciosas, el juego de colores y brillos (blanco, plata, azul, oro) son signos de poder y hacen de su atuendo una obra de arte que despierta la admiracin y la envidia de
quien la ve. La mirada del narrador se fija, sin embargo, no slo en el vestido, sino tambin en los
gestos, en el lenguaje corporal, captado igualmente en los libros de habiti, pues gestos y posturas
son asimismo indicios que hablan de la condicin social del personaje o contribuyen a la construccin de su deseada identidad.56
Lo mismo vale decir de los vestidos que Targiana y Leonarda lucen al entrar en Constantinopla. Ambas quieren impresionar y visten lujosos atavos a la manera de Turqua premeditadamente elegidos para la ocasin. Targiana los escoge porque es hija del Gran Turco y Leonarda porque lleva uno de los trajes y de los tocados que la sabia Melia confeccionara para el ajuar de novia
de su sobrina, la hija del rey Armato de Persia, un traje ms que centenario. Junto con los libros,
en las dependencias de la sabia amadisiana se hall una coleccin de trajes y tocados que constituye un autntico tesoro por su rica pedrera (de hecho se habla de los tocados como tesoro de
pedrera). Al margen de su valor esttico, el vestido tiene un valor econmico. La ropa de Tirante
(camisa, calzas y zapatos adornados con pedrera), por ejemplo, vale un potos y hace rico al moro
al que se la entrega (Tirante el Blanco, cap. XCIII [207], p. 113). Como el de muchas reinas en la
vida real, el guardarropa de Leonarda es un tesoro. El traje es excepcional, se sustrae al tiempo (si
tenemos en cuenta su procedencia) y se convierte en una obra de arte intemporal. Por su parte,
Leonarda, princesa de Tracia, entra en Constantinopla:
Vestida a manera de Turqua; la ropa de seda blanca cortada de muchos golpes sobre otra
ropa de seda negra que luza de muy lexos; los golpes tomados en muchas partes con perlas y piedras de mucho valor; por el ruedo, bordada de anchura de un palmo, venan por
excelencia labradas algunas historias antiguas, tan propias como si fuera el original dellas.
El tocado tambin era turquesco, compuesto de una manera alta de la misma labor de la
cortapisa, salvo que era guarnescido de muy ms fina pedrera; los cabellos sueltos por
debaxo, hechados por las espaldas; el rostro traa cubierto, por no ser conoscida. (PI, II,
fol. cxiv r)
Leonarda viste un traje de encima, una ropa (aunque el texto portugus habla de ropas),57
de seda blanca con golpes, es decir, acuchillado, dejando ver por los cortes otra seda negra adornada con perlas y piedras de mucho valor. La moda de hacer cortes (golpes o cuchilladas) primero
en las mangas y luego en los vestidos, de influencia flamenca y alemana, fue muy bien acogida y
caracteriza el traje europeo de la primera mitad del XVI. En su parte inferior, figura un bordado
donde estn representadas historias antiguas. La expresin inicial a la manera de Turqua es la
56. En la epstola al lector del citado libro de trajes de Desprez se lee Si tu veux voir de femmes , Filles, & hommes / Plusieurs pourtraits, le geste & vestement, sugiriendo cmo cuerpo, gesto y vestido son inseparables. Tomo la cita de Blanc (2006: 78).
57. La traduccin espaola, una vez ms, es pobre, torpe e imprecisa, pues realmente est describiendo una indumentaria diferente a
la imaginada por Moraes: Vestida a guisa de Turqua. As roupas de cetim branco cortadas a muitos cortes sobre outra seda negra que
lustrava ao lje; os golpes nalgs lugares tomados como trouos douro guarnecidos de pedras po la bodadura, toda em roda lavrada
de bastidor largura d palmo. Vinham por estremo emtalhadas e esculpidas algas historias Antiguas, tanto ao natural como se aquelle
fora o proprio original dellas. O toucado era tambem turquesco composto de huma trufa alta de seda negra lavrada do mesmo jaez
da roupa, senam quanto era de muito mayor preo. Os cabellos soltos por baixo, lamados ao longo das costas, tais que parecia que
ficavan as outras peas de menos estima (fol. ccxxxj v).
que define el corte y hechura de la ropa y la que exime de su descripcin, innecesaria para los lectores del momento, pero no para los actuales. Como ya se ha comentado, en el siglo XVI la indumentaria turca, como en general el mundo turco, despert una gran atraccin para el pblico y as
se comprueba en las colecciones de trajes antes citadas o en obras como el tambin mencionado
Viaje de Turqua, donde encontramos descripciones verbales de estos trajes. En el detallado comentario de la manera del vestir y afeitarse de las mujeres turcas, se indica que sus vestidos son
todos de una misma hechura (con variaciones en el color y la tela) y apenas se diferencian de los
masculinos si no es en el tocado y que, encima de otras prendas, visten ropas largas y estrechas
(Viaje de Turqua , p. 753). El tocado es, sin duda, la prenda que mejor caracteriza este traje. En el
texto portugus, se describe como turquesco composto de huma trufa alta de seda negra lavrada
do mesmo jaez da roupa, aunque de mayor precio. Es decir, el tocado est formado por una alta
almohadilla recubierta de seda negra, pues este es el sentido del trmino trufa que el traductor
silencia, sin duda por desconocimiento, pero que define en este caso la esencia del tocado turco
(Viaje de Turqua, p. 763). Lleva el rostro cubierto, aunque no se especifica si se trata del velo propio de las mujeres turcas o del antifaz de los viajes.
El vestido potencia la belleza y la hermosura femenina, pero acaba ocultando su cuerpo, que se
pierde entre tanto lujo. La mujer apenas es un maniqu, un expositor, una escultura mvil o, como
dice Fritz Saxl, un elemento decorativo mobile e grave (Venturelli 1999: 39), cuya belleza natural pasa a un segundo plano. De nuevo la seda de diferentes colores, los bordados, perlas y piedras
preciosas as como la largura, la anchura o el peso enriquecen el vestido y lo convierten en un elemento de distincin a primera vista. El traje es un medio de exhibicin de riqueza y privilegios y,
aunque est reido con la comodidad y con ligereza, pues el peso era evidente, reporta a quien lo
lleva una envidiable majestuosidad.
58. Para esta prenda, vase Bernis (1957). La vasquia (vasquine), junto al vertugade (verdugado), la marlotte (marlota) y la
berne (bernia), son prendas de influencia espaola. Segn Bernis (1959a: 107), en Francia, vasquine lleg a ser sinnimo de
verdugado, la amplia falda armada sobre aros rgidos.
59. La carta la remite a D. Ignacio de Noronha desde Melun, en 1541, y en ella le cuenta cmo presenci un juego de pelota en el
que participaron, de forma desenvuelta, Mansi, Telensi y Latranja; la edita Tefilo Braga (1881: 255) y la transcribe parcialmente
Roubaud (1975: 185).
60. Segn se lee en el Viaje de Turqua, Las rropas todas traen botones con alamares y andan holgadas (Ortola 2000: 757).
61. La moda de adornar los tocados con plumas estaba muy generalizada. En los retratos femeninos de Lucas Cranach es habitual,
como puede apreciarse, por ejemplo, en el delicioso cuadro Las princesas Sibila, Emilia y Sidonia de Sajonia, de 1535. Como alternativa a los velos, sombreros y cofias se introdujeron las gorras o boinas que, al ser usadas tambin por los hombres, no dejaron de ser
controvertidas porque se especulaba con los roles de gnero (Rublack 2010: 232).
Si la hermosura desata la soberbia y la crueldad de las mujeres, como cree Morelo en El cortesano (Pozzi 1994: 514), los vestidos acrecientan su presuncin y vanidad. Francisco de Moraes
tambin comparte esta idea y a lo largo del libro reflexiona sobre el tema y nos ofrece su particular
visin de la relacin de las mujeres con el vestido. Lejos de la humildad y honestidad en el vestir,
defendidas por Hernando de Talavera en su Tratado sobre el vestir, calzar y comer (c. 1496),62 las
mujeres de la ficcin caballeresca sienten especial inclinacin por la indumentaria y la entienden
como un medio ostentacin y de competicin. Con los ricos vestidos de la sabia Melia, Leonarda
olvida las penas de su encantamiento y desea vestirse con ellos para entrar triunfante en Constantinopla, tanto con intencin de hazer ventaja a las otras princesas como de parescer bien con
ellas (PI, II, fol. cvij v).
El vestido se considera un medio para aparentar, para satisfacer un deseo de exhibicin personal y para competir con el mismo sexo. As lo entienden tambin las cuatro damas francesas que
rivalizan por ser las ms hermosas y salen a las justas dispuestas para dilucidarlo con los lujosos
vestidos que el rey les ha enviado, atavos que lucen con el deseo de ser miradas y admiradas por
todos. El regalo de prendas formaba parte de la etiqueta de la corte y era uno de los instrumentos
mediante el que se regulaban algunas de las relaciones sociales, se creaban estrechos vnculos, se
marcaban las jerarquas y se transferan identidades (Venturelli 1999: 72: Muzzarelli 1999: 256257).63 El rey se exhibe en pblico tambin a travs de ellas, de ah el derroche de riqueza de estos
lujosos vestidos, ms ricos y vistosos que los de las cortesanas, para marcar necesariamente las
diferencias. En el grupo se advierte incluso una jerarqua, pues entre todos los vestidos sobresalen
los de Mansi, la amante del rey, cuya relacin se hace explcita simblicamente a travs de los colores de su atuendo, porque va vestida de los colores del servidor ms privado. Aunque en este
caso no se describen los vestidos, el color es el azul, el mismo que lleva en su traje de noche y que
no es otro que el color arquetpico de la funcin real (Pastoureau 1986: 17).64 Ataviada con los
vestidos reales, la vanidad de Mansi crece y se traduce en significativos gestos de soberbia, pues
sali con el cuello levantado, erguida y triunfante. Mansi se vanagloria de su vestido y desea
que todos lo elogien. Es la aclamacin y el reconocimiento expreso de la riqueza, el culto al lujo
acompaado de su correspondiente gestualidad. A diferencia de la imagen visual, la verbal se abre
a lo invisible, a lo que las pinturas no logran captar y con la palabra se expresan los sentimientos
fsicos, emocionales y estticos que produce el llevar estos fastuosos vestidos ( Jurez Almendros
2006: 28). El comportamiento de Mansi suscita una interesante conversacin sobre el valor de la
indumentaria y el amor, pues parece primarse ms la riqueza y belleza de los atuendos que la de
62. Se falta por la cantidad, por la largura y la variedad de los trajes y tal exceso es pecado de soberbia contrario a la humildad, que es
una de las tres cualidades que, segn Hernando de Talavera, se han de guardar en el vestir (Castro 2001: 41). Si los hombres se propasan, mucho mas exceden y pecan las mugeres en la manera de su traher, tocar, vestir, y en todo el atauio de sus personas (Castro
2001: 48).
63. Tambin era prctica habitual entre los turcos el recompensar a alguien con una ropa de brocado, para lo cual los seores tienen
una multitud en sus casas de sastres, esclabos suyos, que estn siempre haziendo rropas y el seor se pone cada da una y luego la da,
Viaje de Turqua (Ortola 2000: 759). En las Sergas de Esplandin, Leonorina recompensa los servicios de Carmela hacindole
vestir unos muy ricos paos con aquella devisa de las coronas que ella siempre en las grandes fiestas traa (Sainz de la Maza
2003: 305).
64. Entre finales del siglo XII y finales del XIII pasa a ser color real primero en Francia y luego en parte de Occidente. El rey Arturo se
representa casi siempre vestido de azul. Los colores son tambin un elemento clave en la caracterizacin del traje femenino, hasta el
punto de que el mujeriego Caballero del Salvaje se deleita en el color de las ropas de los trajes femeninos (PI, II, fol. lxxviij v).
la propia dama (comenaron a loar la riqueza del traje y la pompa y manera dl, como si aquello
fuera lo por que ellos se enamoraron o por la cosa que ms se dexaron vencer (PI, II, fol. lxxxvij
r). El cuerpo femenino queda totalmente desdibujado entre la ropa que acapara todas las miradas.
La mujer ataviada con tantas vestiduras preciosas se equipara, en palabras de Hernando de Talavera, a los ydolos e ymgines de los templos (Castro 2001: 50), dolos ante los que todos se rinden
y sta es realmente la imagen de la mujer en muchas ceremonias pblicas.
Como los moralistas y predicadores, Moraes tambin considera que las mujeres son muy sensibles a este juego de apariencias y las tacha de vanidosas. El culto a la apariencia se consideraba un
vicio que poda inducir a faltas mayores como la vanagloria, reida muchas veces con la caridad.
La falta, sin embargo, no fue slo de las mujeres, pues, como recuerda Muzzarelli (1999: 246),
sus maridos, padres o hermanos entraron tambin en el juego y en la exhibicin de los vestidos
de sus esposas o hermanas encontraron un medio de reafirmacin personal para mostrar su poder
econmico y su condicin privilegiada. En el caso que nos ocupa, el rey se exhibe a travs de las
cuatro damas en sus vestidos. La envidia se hace extensiva a otras damas de la corte, de manera
que a los pocos das el campo apareci repleto de damas muy galanas y ricamente ataviadas que
la embidia haza a las unas querer sobrar y hazer ventaja a las otras (PI, II, fol. lxxxix r). En ste
como en otros ejemplos, el vestido tiene inters en s mismo como signo y muestra de poder, de
ah que el narrador apunte que el da que asiste el rey a las justas salieron numerosas damas ataviadas de muchas riquezas, pues era una manera de competir por el estatus social y de legitimarse
dentro del grupo social. El vestido es poder.
Como buen cortesano, viajero y diplomtico, Moraes compone un libro de caballeras eminentemente cortesano. En el refinado ambiente en el que por su oficio se mueve, la vestimenta
cumple una funcin clave, pues se entiende como un medio visible de reafirmacin personal, de
relevancia social y de poder econmico, por ello no es de extraar que le preste atencin en el
libro. En su ficcin y por lo que respecta a la indumentaria, cruza la tradicin literaria con la experiencia personal. Si en la recreacin del mundo material caballeresco pesa la herencia amadisiana
y palmeriniana y sus caballeros visten las anticuadas armas artricas, en la del mundo cortesano
se rinde a su propio tiempo. Su mirada se centra en este caso en la moda femenina y excluye curiosamente la masculina, sin apenas dejarnos ver al caballero fuera de su armadura. La destinataria
del libro, la princesa Mara de Portugal, sus damas de la corte y las lectoras en general pudieron
pesar en esta eleccin, aunque evidentemente otros libros de caballeras del momento tambin
haban prestado atencin a los trajes cortesanos y recogido ricas descripciones sartoriales, lo que
evidencia el inters despertado por el tema de la moda entre hombres y mujeres. Para la infanta
Mara y su corte, Moraes rene una rica y variada coleccin de trajes de diferentes nacionalidades
y condicin retratados con minuciosidad y detalle. Ms que en el tipo de prenda, la descripcin
se fija en la calidad de sus telas (sedas, terciopelos, tafetanes, brocados), en su cromatismo, en sus
colores intensos y brillantes, en las perlas y piedras preciosas utilizadas en su guarnicin y todo
ello convierte el vestido en una muestra de poder ms all de su valor utilitario.
El vestido, de seda o acero, pasa a ser un signo cortesano, un medio de autoafirmacin personal
y de reconocimiento social para las damas y caballeros que pueblan estas cortes de ficcin. Sus
trajes nos transportan a un mundo colorista, sensual y rico, a un mundo de apariencias, de lucimiento, con el que las clases nobles, las primeras consumidoras de estos libros, se identificaran
plenamente y las ms humildes descubriran, con asombro y maravilla, un mundo vedado del que
slo podan participar puntualmente a travs de la lectura, pues la imitacin en este caso quedaba
fuera de su alcance. Si para trazar la historia del vestido se recurre a la documentacin recogida en
los archivos notariales, a las pinturas y grabados de la poca, a los libros de trajes, y a la literatura,
los libros de caballeras, y entre ellos el Palmeirim de Inglaterra, atesoran un exquisito guardarropa
de incalculable valor todava por descubrir.
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