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Instrumentos de La Teologia Latinoamericana

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Instrumentos de la Teologa Latinoamericana

Juan Luis Segundo S.J.


(1971)

I
En un encuentro teolgico previo a este, tuve que tratar el tema siguiente: "Problemtica de la idea
de Dios y de la liberacin del hombre", o sea, problemtica de la teologa y de la liberacin.
Para tratar entonces ese tema, entend que era urgente distinguir dos sentidos de la palabra
secularizacin. No se trata de una lucha de palabras, pero s de una imprescindible precisin de conceptos,
sea que esta distincin genere nuevas palabras, sea que conviva con las mismas.
Existe un sentido -negativo a mi modo de ver- de la palabra secularizacin: a fuerza de separar lo
sagrado de lo profano, todo el vocabulario referente a lo primero se ha gastado. Ha perdido concrecin,
contenido, incidencia. De ah la temtica -mucho ms propia de los pases desarrollados- de "la muerte de
Dios". Un Dios as vaco de contenido no puede presentar combate a una sociedad opulenta decidida a
permanecer como es, acrtica, pragmtica...
Pero es preciso llamar tambin secularizacin a un proceso opuesto. El mensaje cristiano se present
desde el comienzo como una luz decisiva penetrando la praxis, y ciertamente la praxis colectiva del
hombre. Introduciendo en esa praxis cotidiana, habituada y secular, una crisis, esto es, un juicio. Lo sagrado
cristiano solo es sagrado cuando afecta la praxis profana, secular, del hombre.
Dbese pues llamar proceso de secularizacin aquel por el que cada palabra de la revelacin divina
es apuntada hacia su verdadero objetivo: la praxis liberadora.
Solo que este proceso liberador positivo -el de la "vida de Dios" en nuestra liberacin- supone aplicar
la luz a la verdadera praxis del hombre, no a la aparente. Por el mismo Evangelio sabemos que la praxis
colectiva humana se disfraza, huye de la luz, prefiere las tinieblas para sofocar la crisis.
De ah que la sospecha de una praxis que esconde sus verdaderas motivaciones, que desconoce sus
propios mecanismos, que huye en concepciones ideales de sus realidades ms concretas, sea original y
profundamente cristiana. Y, por ende, no solo marxista. Pero ciertamente lo que el marxismo ofrece aqu
no es la mera sospecha ideolgica, sino instrumentos conceptuales para llegar hasta la verdadera praxis y
poder proyectar sobre ella, y no sobre su disfraz, la luz crtica de la revelacin.
No es extrao pues, sealaba, que Medelln, documento oficial de la Iglesia latinoamericana, se haya
valido en gran medida de instrumentos analticos de origen marxista para definir la realidad
latinoamericana. Y que, consiguientemente, hayan entrado, por derecho propio, a formar parte de la
teologa ms seria trminos que apuntan a la oposicin entre la infra y la superestructura, entre la realidad
y la ideologa que la disfraza: concientizacin, imperialismo, mercado internacional, monopolios, clases
sociales, desarrollismo...
Pero con esto no hemos dado ms que un primer paso en ese camino de la secularizacin, y no
podemos detenernos en l.
Digmoslo de dos maneras. Los instrumentos de anlisis de la praxis que brinda el marxismo no estn
flotando en el aire, separables de la totalidad del sistema que los introduce. O sea del materialismo
histrico.
Al enfrentarnos as en este punto con un sistema que se da a s mismo el ttulo de "materialista", creo
que sucumbimos demasiado rpido a un terrorismo verbal. De hecho, la palabra fue esgrimida no contra lo
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espiritual, sino contra el idealismo concentrado en Hegel y sus seguidores. Materialismo histrico,
rigurosamente hablando, significa una crtica, hecha en nombre del realismo, que comienza con lo
material, se pretende explicar, y no transformar, una historia alienante.
No podemos pues aplicar los mtodos que juzgan la adecuacin e inadecuacin de la superestructura
a la infraestructura sin entrar en el juego lealmente, o sea, sin subordinar a esos instrumentos el
pensamiento teolgico mismo, puesto que este -qu duda cabe?- pertenece a la superestructura y, a
priori, siempre estuvo sujeto a la tentacin de encubrir idealmente la verdadera realidad.
Digmoslo de una segunda manera. Si el proceso -positivo- de secularizacin nos lleva a encontrar el
lenguaje que proyecte luz sobre la verdadera realidad, ello quiere decir que durante mucho tiempo el
lenguaje en que se expres la revelacin se desentendi de la realidad y no la juzg. Ahora bien, si somos
lgicos aadiremos que si no la juzg, si la cohonest sacralmente, fue porque hizo pacto con ella.
Aportar la luz crtica de la revelacin a la realidad tendr, por lo tanto, como condicin, que aportar
luz crtica a los mismos mecanismos teolgicos que, lejos de obedecer a la revelacin, obedecieron a la
falsa realidad establecida y a su peso social.
Me parece de una enorme ingenuidad pretender, como Schillebeeckx, que la teologa no puede
nunca ser "ideologa" porque no hace otra cosa que explicitar la realidad, gracias a la Revelacin. Como si
la Revelacin no precisara de interpretacin y como si esta, a su vez, no sufriera el impacto de la praxis que
se quiere mantener, aun al precio de huir de la luz en la misma manera de manejarla!
De ah la impresin de desilusin y vaco con que vemos que el uso de instrumentos analticos
desmistificadores se detiene, en los documentos de Medelln, ante el umbral de nociones como pecado,
gracia, Dios, Iglesia, sacramentos, como si estas nociones no hubieran pasado por el mismo proceso que la
sociedad latinoamericana analizada y desenmascarada.
Un pensador tan claramente anti-marxista como el P. de Lubac, se atreve a decir que no hay ncleo
en torno al cual se haya reunido tanta hipocresa como el de la nocin de Dios. Podemos pensar que ello
reza slo con la hipocresa individual y no con la colectiva? O que solo la nocin de Dios, y no las dems de
la teologa, est expuesta a semejante avatar? O, finalmente, que, despus de desenmascarar tal
hipocresa, vamos a liberar de ella a la sociedad latinoamericana esgrimiendo las mismas nociones que
sucumbieron a la esclavitud general?
Dicho pues de cualquiera de estas dos maneras, el hecho es que la interaccin entre praxis social y
teologa es el factor metodolgico ms decisivo para la actual -y futura- teologa latinoamericana. Ello
equivale a decir que no existir aqu teologa autntica sin el aporte metodolgico de la sociologa.

II
Ahora bien, la constatacin tal vez ms importante de la teologa liberadora es que, salvo raras
excepciones, no puedo contar con la cooperacin del socilogo. Entiendo que estudiar el porqu de ese
fracaso inesperado y doloroso, repetido una y mil veces en el mbito latinoamericano, puede ser una
contribucin positiva al tema propuesto: "los instrumentos de la teologa en Amrica Latina".
Para estudiar ese porqu puede ayudarnos la colaboracin de Eliseo Vern a la obra colectiva
Lenguaje y Comunicacin social (Ed. Nueva Visin. Bs. As. 1969) y, ms que nada, su introduccin sobre la
evolucin de la sociologa desde la Ideologa Alemana hasta nuestros das.
El inters de las observaciones de Vern es tanto mayor cuanto que, en primer lugar, procediendo de
un socilogo de profesin, hacen remontar los orgenes de la sociologa ms all de su inauguracin
"oficial" por as decirlo, y los ubican en una de las visiones ms fecundas y transformadoras de la sociedad,
debidas precisamente a un no-socilogo.
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En segundo lugar, el punto de partida de Vern, el de la sociologa "ideolgica", o sea la que tiene por
objeto la ideologa, es justamente el nico que puede constituir un elemento intrnseco de la tarea
teolgica.
Expondremos, por lo tanto, los caracteres que da Vern a tal evolucin, conectndolos, a ttulo de
ejemplo, con algunos de los ms importantes problemas teolgicos latinoamericanos que no parece
puedan hallar solucin sin la sociologa.
a) Paso de un campo amplio de hechos a su fragmentacin. Vern indica que en la sociologa de la
Ideologa Alemana lo ideolgico, opuesto a la realidad de la vida, comprende todos los contenidos
culturales o, para ser ms exactos, el todo de la cultura. La evolucin de la sociologa lleva, por el contrario,
a una fragmentacin de campos: derecho, arte, religin, poltica, etc., donde se pierde no slo, y no tanto,
la interrelacin entre esos fenmenos culturales as divididos, sino tambin su carcter globalmente
ideolgico, es decir, de superestructura confrontada con una infraestructura. La sociologa del derecho
confronta un derecho con otro. La sociologa de la religin desemboca en tipologas religiosas, etc.
"La sociologa del derecho, del arte, de la religin, son disciplinas especializadas donde la nocin de la
ideologa, vinculada a un modelo global de la cultura, no es utilizada sistemticamente" (los pasajes entre
comillas pertenecen al trabajo citado de Vern).
Ahora bien, uno de los problemas ms importantes de la teologa pastoral latinoamericana es el de
procurar a una pastoral de conjunto las metas de su trabajo. En otras palabras, de decidir qu proyecto de
Iglesia es valioso y viable si la pastoral deja su funcin social ideolgica. Es un hecho que pastorales de
conjunto de orientacin liberadora estn surgiendo en muchos lugares del continente. Pero tambin es un
hecho que estn improvisadas a partir de una fragmentacin de la realidad ideolgica. De ah que
inmediatamente tropiecen con obstculos inesperados provenientes de los dems sectores de la
superestructura social. Desarmados por esa imprevisin, los intentos de pastoral de conjunto o bien
fracasan ruidosamente, o bien retroceden a simples reformas accidentales (conversaciones previas a los
sacramentos) sin relacin con la intencin inicial o aun en oposicin a ella.
b) Paso de la abstraccin terica a la vida cotidiana. "Los investigadores de las ideologas parecen
haber descendido de las alturas de la metafsica y de la abstraccin filosfica al terreno familiar de la vida
cotidiana, haber pasado del estudio de obras significativas desde el punto de vista de las ideas o la cultura
de una poca histrica, a las opiniones del hombre comn acerca de aspectos de la sociedad que este
percibe en su contexto inmediato".
As, cuando Max Weber analiz el espritu del capitalismo, hizo intervenir en su investigacin, como
factor decisivo, nociones tan abstractas como las de predestinacin, gracia, salvacin, mrito, fe, es decir,
los trminos ms intrincados de la teologa calvinista. Y si se puede mostrar que tales nociones no por
abstractas dejaron de ejercer una influencia decisiva en un determinado sistema econmico social, la
investigacin, en principio, delante de la posibilidad de un sistema socialista, por ejemplo, tendra que
poder determinar qu cambio en tales nociones "abstractas" tendran una influencia correspondiente. Al
telogo correspondera, de acuerdo con esa comprobacin, aquilatar tales nociones en relacin con su
fidelidad a las fuentes de la revelacin.
Ms an, si la teologa calvinista tuvo, no obstante el carcter abstracto de las nociones que
manipulaba, una influencia decisiva en el desarrollo de la ideologa capitalista, qu influencia paralela
habrn tenido las correspondientes nociones abstractas de la teologa catlica? Ningn socilogo actual osa
entrar en esa problemtica. Y lo que los detiene en ese umbral es justamente la rica abstraccin que
muestran las nociones teolgicas, frente a la concrecin cotidiana, pobre en referencias, pero que da lugar
a observaciones cuantitativas y exactas.
c) Paso de ideologas globales a opiniones especficas. Este paso, muy relacionado con el primero y
segundo, difiere del uno porque la fragmentacin de que aqu se habla no es la que tiene lugar entre
campos de la cultura (arte, religin, filosofa, poltica), sino dentro de cualquiera de los campos, teniendo
en cuenta hechos sin "gran alcance referencial"; y difiere del segundo porque, fueran o no construidas con
elementos abstractos, las ideologas de que se preocupaban los primeros "socilogos" eran "sistemas que
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encerraban una interpretacin general de la realidad social".


As, por ejemplo, uno de los ejes de los sistemas sociales de hoy es el lugar que reservan
"sistemticamente" a la libertad. Ahora bien, la sociologa actual, aunque se ocupe de libertad, trabaja con
"contenidos de opinin" que se refieren a aspectos muy delimitados de la realidad.
La teologa latinoamericana se pregunta con razn, sobre todo al tomar conciencia de que ha de ser
liberadora, hasta qu punto su concepcin de las relaciones entre gracia y libertad no ha influido en el
sistema social global y hasta qu punto, a la inversa, ste no ha influido en las nociones empleadas y en las
soluciones halladas. Pero ninguna encuesta de opiniones especficas ni de hechos cotidianos permite
responder a ello. La pastoral deber as ser liberadora por decreto o por autodenominacin...
d) Paso de categoras cognitivas a dimensiones evaluativas. La Ideologa Alemana era lo que
podramos llamar una "sociologa del conocimiento", un estudio de los mecanismos por los que se
formaban, en relacin con los procesos sociales, las ideas y sistemas de ideas que los expresaban y
justificaban. "En la sociologa emprica moderna, por el contrario, el refinamiento de las tcnicas ha sido
acompaado de un cambio en el foco del inters: la mayora de los instrumentos aplicados miden adhesin,
grado de aceptacin o rechazo..."
Ahora bien, uno de los problemas ms hondos de la teologa latinoamericana es lo que podramos
llamar la calificacin teolgica de opiniones encontradas en cuanto a la interpretacin de puntos esenciales
de la doctrina. La praxis totalmente contraria prueba esa antinomia en la interpretacin de los mismos
dogmas. Es un hecho que existe mucho ms afinidad de ideas entre ateos, protestantes y catlicos sobre
problemas importantes de la praxis, que entre catlicos mismos.
Cuando se pretende entonces que estas oposiciones internas no afectan la ortodoxia como lo
hicieron oposiciones anteriores, estamos ms frente a un juicio -y a una falta- de la sociologa que a una
afirmacin teolgica. En efecto, lo que funda ese juicio optimista es la posibilidad de mostrar,
estadsticamente, la adhesin mantenida a las mismas frmulas dogmticas. Cuando de esa adhesin
formal se pasa al sistema cognitivo global, creemos que sin duda se da hoy entre catlicos y catlicos
diferencias mucho ms substanciales que las que separaron a arrianos y atanasianos o a la reforma de la
contra-reforma. Pero decimos "creemos" porque ese juicio, tan importante y decisivo, slo lo podra hacer
una sociologa del conocimiento. Y ella no existe. El telogo que no disponga de la colaboracin de tal
sociologa deber limitarse a sospechar que no existe la famosa "unidad de los catlicos" que parece como
un manido resorte de una pastoral que desdibuja as las opciones ms transcendentales.
e) Paso de "sistemas de ideas" a opiniones aisladas. No es fcil ver la diferencia que pretende
sealar Vern entre este paso y el paso "de ideologas globales a opiniones especficas". Parecera que este
nuevo paso alude al carcter dinmico de la antigua sociologa, que "haca posible analizar propiedades
internas de los sistemas de ideas: su coherencia, los procedimientos de derivacin de unas ideas a partir de
otras, etc.". Existen "muchos esfuerzos" en ese sentido en la sociologa moderna, pero "las leyes de
organizacin" que surgen de tales tentativas tienen, como se ver por los pasos siguientes, caracteres que
desvan de una investigacin ideolgica propiamente tal.
En este orden de cosas es sumamente interesante y hasta decisivo atender a la coherencia con que
se est pensando, en Amrica Latina, liberacin y pastoral de masas. Es ya frecuente en discusiones y hasta
en escritos, encontrarse con tipologas que sealan, dentro de las corrientes progresistas de la Iglesia, la
oposicin entre una lnea elitista y otra masiva. La madurez de la fe y los cambios de pensamiento
teolgicos son atribuidos a la primera; la liberacin apoyada en la religiosidad popular, a la segunda.
Cul sera la coherencia sistemtica de esta oposicin o, si se quiere, de una lnea liberadora masiva
en la pastoral? Es evidente que la religiosidad popular no es ya, o no es de por s, liberadora. De lo
contrario, la liberacin sera un hecho. La nocin misma de liberacin como sinnimo de salvacin cristiana
es un resultado de la maduracin de la fe y de la transformacin del pensamiento teolgico. Los mismos
que hallan elitista esta lnea, han pasado necesariamente por ella.
Por qu, entonces, una vez llegados a ese punto, postulan para los dems otro camino? Sin duda,
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otra lnea de pensamiento se inserta aqu en el "sistema". Y es que nadie puede pretender que la liberacin
vendr solamente cuando el ltimo cristiano haya abandonado su religiosidad primitiva y llegado a una
cierta madurez de la fe.
Cul es, pues, la relacin dinmica entre las madurez de la fe y la religiosidad popular? Est sta
ms abierta a la liberacin que el sistema capitalista mismo, o que cualquier otra de sus superestructuras?
Por qu la misma radicalidad con que, en Medelln por ejemplo, se condenan tales superestructuras se
atena y prcticamente desaparece cuando se habla, en uno de los documentos, de "Pastoral de masas"?
Se sigue manteniendo que la religin popular o elitista, pertenece a la superestructura, posicin que
constituy el origen de la teologa de la liberacin y que responden claramente al Evangelio?
Estas preguntas decisivas de la teologa pastoral latinoamericana no pueden ser respondidas en un
solo registro teolgico. Precisan de una sociologa que muestre el juego recproco de minoras y masas en
los cambios sociales globales. Pero la sociologa no trata ese tema. Cuando habla de lites se desliga de la
problemtica ideolgica y de la praxis transformadora, hablando -como lo hace, por otra parte, Medelln
mismo en su documento sobre "Pastoral de lites"- de los cuadros cualificados de la sociedad:
profesionales, empresarios, intelectuales, lderes sindicales, telogos y cristianos maduros.
f) Paso del inconsciente a la conciencia. Este es, tal vez, el paso ms significativo de la progresiva
separacin de la sociologa del campo ideolgico. "El sistema ideolgico determina las representaciones de
lo social que tienen los actores, pero sus leyes de organizacin no aparecen como tales a la conciencia de
estos".
Ni siquiera, como nuestra claramente Althusser, a la conciencia de las mismas clases dominantes,
que, antes de usar de tales instrumentos de dominacin, tienen primero que creer en ellos, hasta tal punto
que esta misma creencia (inconsciente en cuanto instrumento) las constituye como dominantes.
Sin embargo, en la actualidad, "gran cantidad de investigaciones se reducen al registro puro y simple
de la opiniones de los encuestados, que reflejan el modo en que conscientemente perciben distintos
aspectos de la sociedad".
Ahora bien, la gran incgnita de la teologa, la que aflora en todos los problemas antes aludidos
como ejemplos, la que la teologa no puede despejar con sus propios mtodos, es justamente lo
inconsciente que se ha deslizado en esos mismos mtodos, poniendo la interpretacin de la revelacin, de
manera imperceptible, al servicio de la dominacin.
Podramos decir que, as como en el pasado el desarrollo de la teologa, la llamada "evolucin de los
dogmas", fue atribuida a las leyes de la lgica explicitando y conectando nociones y afirmaciones,
comprendemos, en el presente latinoamericano, que ese progreso est unido a la toma de conciencia de
mecanismos inconscientes de dominacin que pasaron, sin ser percibidos, de la sociedad a la teologa.
As, por ejemplo, despus de haber decidido que la Iglesia trabajara por la liberacin, no
pretender hacerlo con una idea de Dios que no procede tanto de la revelacin cuanto de una proyeccin a
lo absoluto de la dominacin humana en una sociedad liberal capitalista? Es decir, con una concepcin
que usa palabras de la revelacin, pero las interpreta inconscientemente segn imgenes sacadas de una
sociedad basada en la competencia y en el lucro? Esta hiptesis, tal vez la ms rica para un progreso
teolgico en grandes campos de la teologa, depende de la interaccin del telogo y del socilogo; pero la
colaboracin de este ltimo queda totalmente anulada en este punto por su negativa a atravesar el nivel de
lo inconsciente donde ya no funcionaran sus habituales instrumentos cientficos.
g) Paso de la sociologa a la psicologa. Para comprender exactamente lo que significa este paso, y lo
que provoca, tenemos que relacionarlo con el anterior. Porque en la sociologa ms rica "el fundamento de
la diferencia entre la representacin consciente y sus leyes inconscientes de organizacin slo puede ser
explicada con referencia a caractersticas objetivas del sistema social". En cambio, en la sociologa actual,
"los esfuerzos ms importantes de ir ms all de los contenidos conscientes... han recurrido a leyes
psicolgicas". Y, tendramos que aadir, a leyes psicolgicas que miden el grado de adaptacin subjetiva al
sistema o a una cualquiera de sus partes, sin discutirlo y sin siquiera tener en cuenta su realidad objetiva de
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todo social.
As, por ejemplo, encontramos estudios sobre la prctica sacramental o las vocaciones sacerdotales,
basados en referencias psicolgicas a problemas de adaptacin o inadaptacin, y sus concomitantes: edad,
lenguaje, nivel cultural, etc. En cambio la relacin entre sacramentalizacin y orden social establecido no
puede estudiarse por suponer un juicio sobre el todo social objetivo. El telogo debe limitarse a sospechar
que la organizacin social existente utiliza la sacramentalizacin en un doble sentido: para canonizar
-mediante lo que se llama la moral sacramental- la aceptacin prctica y habitual del sistema, y para derivar
hacia planos inocuos la inseguridad e insatisfaccin generados por el mismo sistema.
Pero ello constituye uno de los principales problemas teolgicos, y ciertamente prcticos, planteados
por la realidad latinoamericana: Hasta dnde estar constituyendo, por ese doble motivo, la Iglesia, un
peligro para una salvacin contentarse con sospechar, o con aventurar, frente a un problema decisivo,
certidumbres no cientficas que permiten a la inmensa mayora desentenderse del dilema.

III
Con lo dicho hasta aqu y, sobre todo, con advertencias ocasionales que ya he hecho, bastara, creo,
para que se comprenda bien el problema de que se trata y la solucin a que se apunta.
Presiento, no obstante, que una instintiva caza de brujas, atenta a todo lo que desde lejos pueda oler
a marxismo, ver en lo que precede una toma de posicin poltica llevada, nada menos, que al centro
mismo del pensamiento cristiano.
No pretendo desarmar esa reaccin ni con lo que precede ni, mucho menos, con lo que sigue; pero
creo que dos puntualizaciones, una de principio y otra de hecho, deben ser realizadas en bien mismo del
tema que nos ocupa.
La primera es que, como dije al principio, si no el trmino, la constatacin de la realidad ideolgica
como un elemento decisivo de la existencia social del hombre, pertenece al centro mismo del mensaje
cristiano. Recordemos, si no, el tema jonico del mundo, principal adversario de Jess. Ese mundo est
hecho de un conjunto de relaciones humanas y de funciones sociales cerradas sobre s mismas, dispuestas a
no amar sino lo que ya aman, a no entender sino lo que ya entienden, a no desear sino lo que est puesto a
su disposicin. Aunque en esa mentira muera el hombre...
La salvacin del mundo est en la verdad que libera, esto es, en la luz que juzga la praxis
"organizada" de los hombres. Pero justamente la praxis, cuando no est fundada en la verdad, huye de la
luz, Jess, a medida que llega su hora, la desenmascara con un amor tan total por el hombre real, que los
mecanismos del mundo tienen que levantar contra l un odio gratuito, que puede parecer eficaz pero que
no puede desarrollarse sin generar una terrible crisis interna.
Que el marxismo haya tomado esa idea general, haya hecho de ella un instrumento concreto de
anlisis social, no sera ms que un punto positivo de realizacin del cristianismo mismo. Que, en las
circunstancias concretas en que surgi, ese instrumento haya sido usado tambin contra la forma precisa
en que se viva el cristianismo, no sera tampoco ms que un aspecto de la vida misma de la Iglesia semper
reformanda. Que haya ido ms all de sus propias premisas -y habra que estudiar hasta qu punto es esa
una conviccin sistemtica de Marx o una simplificacin a la que dio pie- hasta declarar a priori falsa toda
idea religiosa, es un elemento negativo que debemos reconocer sin que ello, como pide oficialmente el
magisterio de la Iglesia, nos lleve a negar el resto.
Finalmente, una constatacin de hecho. No es de temer, por el momento, que esta vuelta de la
teologa hacia fuentes sociolgicas ms ricas y ms interiores a la interpretacin del mensaje cristiano,
produzca un deslizamiento insensible o alocado hacia posiciones marxistas indiscriminadas. En efecto, ante
la falta de una sociologa "oficial" que colabore con la teologa, no existe, por el momento al menos, la
posibilidad de una substitucin de tal sociologa -de origen preferentemente norteamericano- por una
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sociologa marxista en la profundizacin de los problemas teolgicos.


Tal "peligro" no existe, porque la sociologa marxista actual se halla abocada a problemas tan graves
de realismo y manipulacin que, aun venciendo hipotticamente su aversin "oficial" a los fenmenos
religiosos, por pasos diferentes, pero igualmente esterilizadores (cf. Althusser y Sartre, por ejemplo), se
muestra por lo general incapaz de captar la realidad ideolgica que no corresponda a esquemas fijos en el
pasado.
Esto no consuela ciertamente al telogo latinoamericano. Slo ayuda a comprender lo difcil de su
tarea. Lo que tal vez pueda consolarlo hasta cierto punto es que, segn la versin de Vern, los socilogos
ms fecundos no fueron socilogos. No sera esa una aventura que habra que correr?

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