Peña Edilio Trama
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Peña Edilio Trama
Edilio Pea
Este ensayo pretende alcanzar una reflexin orgnica y potica, producto de mi experiencia
en la escritura dramtica y en la actividad docente. En l propongo un cuerpo de ideas que
corresponden a la necesidad de provocar y encontrar en cada uno de nosotros, una
particular forma de escribir teatro. Su gestacin fue patrocinada por el Instituto de
Investigaciones Literarias Gonzalo Picn Febres y por el Consejo de Desarrollo Cientfico,
Humanstico y Tecnolgico de la Universidad de los Andes; igualmente, por la Compaa
Regional de Teatro de Mrida y el Ollantay Center Theater de Nueva York. Por el
inestimable apoyo de todos, mi ms profundo agradecimiento.
Edilio Pea
NDICE
LOS GNEROS
LA PALABRA
LA ANCDOTA
EL PERSONAJE
LA IDEA CONCEPTUAL O EL PENSAMIENTO DEL AUTOR
LA IDEA DRAMTICA
LA BIOGRAFA DEL PERSONAJE
LA SINOPSIS ARGUMENTAL
LA SITUACIN
LA ESCENA
ESQUEMAS DE CONTENIDOS
BIBLIOGRAFA
LOS GNEROS
Si un dramaturgo ignora dnde termina el continente del personaje de la novela, del cuento,
del guin de cine y de televisin, estar en capacidad de construir un personaje teatral?
Probablemente no. Una cosa es utilizar la palabra para consignar situaciones dramticas en
imgenes rituales que se escenificarn en un teatro o en una pantalla, y otra muy distinta
para crear una novela, un cuento o un relato. La imagen literaria (la prosa) se basta a s
misma en la pgina del libro; la del guin (cine, teatro, televisin) ansa otros escenarios de
exposicin.
Existe una natural rivalidad entre los gneros escriturales, pues cada uno de ellos se
encuentra habitado por la entidad dramtica ms sugestiva del arte de contar y representar:
el personaje. El personaje habita por igual en la novela, en el cuento, en el guin de cine o
de televisin; y a veces, con imponente presencia, creemos percibirlo rondando la poesa, la
pintura, la escultura. Sin embargo, a ninguno de estos gneros pertenece, ninguno puede
arrogarse su propiedad exclusiva, el dominio definitivo y permanente de su ubicua
contextura. Lo que podra reclamar como suyo cada gnero que lo convoca es el sentido del
tratamiento de tan magno carcter. En el ejercicio de tal asuncin, cada gnero formular la
creacin del personaje de manera distinta.
La certeza de saber que el personaje persiste por igual en cada gnero, no llega a agotar la
imagen como el territorio final de su realizacin, ni la escritura como el puente colgante -al
separar sta- las orillas de su existencia mltiple. Esta reveladora certidumbre podra estar
acuada en aquellas memorables lneas de un personaje de William Shakespeare, el
ambicioso Ricardo III: Mi conciencia tiene mil lenguas y cada lengua cuenta su historia
particular. Cuando el personaje se expresa en un tiempo, en un lugar y en una accin, cada
uno de los mbitos donde el cuerpo de su realizacin se edifica, ha de variar de acuerdo al
gnero que los aborde desde la perspectiva autoral. Es la mirada interior (la del gnero y la
del escritor) la que modifica la historia, al refundar la ancdota en nuevas expresiones.
En la novela, la imagen obsesiva del novelista devela la vida del personaje en el catlogo
exhaustivo del detalle, hasta expresar el corazn total de la ancdota. En cambio, en el
cuento, la ancdota est concentrada en la tensin situacional de lo descrito; all la imagen
se representa con un valor asociativo mucho ms inconmensurable en comparacin con el
de la novela. Se tiene la sensacin de que en la novela se describe la esencia, mientras que
en el cuento, paradjicamente, esa misma esencia se expresa en la potencia composicional.
En la primera, la intensidad se da por la extensin; en el relato o cuento, por la
concentracin sugerente de las lneas escritas. As ha ocurrido en la narrativa clsica y
moderna, hasta en las ms ocurrentes propuestas estructurales de la ancdota.
Con el texto teatral nos vamos a encontrar con la semejante disposicin del guin
cinematogrfico y de televisin de ficcin; al desear los tres, como fin ltimo, la
exposicin de su propuesta argumental por diferentes medios: uno en la pantalla grande,
otro en la pantalla chica y el texto teatral llega a ser obra total cuando desciende y se hace
corpreo en un escenario, al convertirse finalmente en espectculo. La obra teatral escrita
no es una totalidad para s; ms bien, una totalidad por ser. Ms que una obra, ser siempre
una pieza. La parte de un todo. Una totalidad que convocar, por ltimo, al espectador.
El espacio
El objeto
A este respecto, resulta oportuno citar el fragmento del ensayo de Anna Rita Tiberi, La
necesaria subjetividad.
En la narrativa, el objeto llega a cundir como un valor irrelevantemente descrito (es el caso
de la novela; si bien su descripcin agrega matices a la sensualidad narrativa), ste a veces
se destaca en un rol favorable para la intriga. En gran parte de la cuentstica del siglo XIX,
el objeto fue estimado casi como un personaje peculiar. Relatos de Poe, Maupassant, bien
podran encabezar la autora de este tipo de cuentos.
Era tradicin en la Grecia antigua tratar a los objetos homicidas como seres personificados.
Segn Esquines y Desmtenes, cuando un objeto hera o mataba a alguien y no se saba
quin lo haba manejado, el objeto era llevado ante los tribunales y juzgado como cualquier
persona que hubiese delinquido. La condena del objeto poda ser, por ejemplo, el destierro.
En un texto teatral como el de Edipo Rey, nos percatamos de que el objeto ms importante
son los broches de oro de Yocasta. En ellos, se concentra la tragedia, el destino fatal de
Edipo. Es un objeto premonitorio y a la vez desencadenante. Cuando Yocasta aparece por
primera vez en la obra, si bien el autor no lo seala con una acotacin, los broches sern la
anunciacin de la verdadera desgracia que se avecina. Al final de la obra, cuando Edipo se
saca los ojos con los broches de su madre y esposa, el objeto ha cumplido su cometido
dramtico en el mejor sentido dramatrgico.
El personaje, a instancia del autor o de s mismo, deposita una corriente de su vida interior
en el objeto que lo acompaa. Con este poder, el propio objeto podr expresar al personaje
en ausencia, con sentido preciso y transparente. Por eso el objeto en el texto teatral no ser
un mero instrumento de intil presencia, habr de ser, s, un coadyuvante de la accin
dramtica de la obra.
El tiempo
El tiempo es una realidad ceida al instante y suspendida entre dos nadas. El tiempo podr
sin duda renacer, pero en principio deber morir. No podr trasladar su ser de un instante a
otro para lograr una duracin. El instante es ya la soledad... Es la soledad en su valor
metafsico ms despojado. Pero una soledad de un orden ms sentimental confirma el
trgico aislamiento del instante: mediante una especie de violencia creadora, el tiempo
limitado al instante nos asla no solamente de los otros sino tambin de nosotros mismos,
puesto que rompe con nuestro pasado ms querido.
La propia ficcin no escapa a la irreversibilidad del determinante poder del tiempo. Por eso
la creacin artstica, en sus actos eventuales de representacin, se obstina en escapar de la
memoria, y con ella, de la nostalgia. La obra de arte intenta perdurar en el hondo infinito
del aqu y el ahora. La obra es, no fue ni ser. En ella, el suceso se realiza en el
instante. Este ltimo, en el prototiempo de la ficcin. Porque en ella es ms concentrado y
deslizante que el mismsimo tiempo real. Su naturaleza depende de la imagen, pero tambin
del sonido y la msica que lo constituyen, del espacio donde se representa. Su intensidad se
da en la accin perpetua de su deseo de absoluto.
Los instantes fijados en las situaciones dramticas que componen el texto dramtico, han de
representar esencias temporales ansiosas de puestas en escena, de interpretaciones futuras,
con el fin de consolidar su posterior detonacin representativa, en su mximo objetivo
temporal: suceder. Ahora bien, con la puesta en escena, el tiempo del texto teatral se
expande hacia sucesos no previstos en el texto base, seguramente contenidos en su
intertextualidad. Por supuesto, cuando ste resulta ser un texto profundo, deslumbrante. La
representacin dota al texto de una voluntad mayor, en el sentido de que le otorga el
ingrediente del azar, expresado en la conjuncin de las partes: maquillaje, vestuario,
escenografa, iluminacin, msica y sobre todo la mxima interpretacin actoral.
La accin dramtica del instante, prevista en el texto de manera sugerente o explcita por el
autor, se redimensiona con la interpretacin de la puesta en escena, enriqueciendo en su
exploracin la estrategia textual e inicial del autor. Claro, siempre y cuando sta, la puesta
en escena, no abandone la esencia del conflicto donde se sostiene la trama que envuelve a
los personajes. En este colectivo de confluencias, nadie ha de extraviar el hilo de Ariadna.
El laberinto tiene una entrada, y seguramente una salida, en el sentido tcnico y estructural
de la dramaturgia.
El texto teatral y el guin cinematogrfico, al igual que el guin de ficcin para televisin,
se hermanan en la mayora de los tratamientos estructurales sealados de espacio, objeto y
tiempo. Sin embargo, una marcada excepcin habr de separarlos por siempre: el destino
final de la imagen. La imagen en el guin de cine, tanto como la de televisin (cuando se
graba), estar condenada al movimiento mecnico de la repeticin; despojada del instante
supremo del suceso, de la fuerza del azar. En cambio, la imagen ritual, vvida, del texto
teatral, es de inagotable existencia en su hbitat; en el aqu y el ahora de su presente eterno:
la representacin.
LA PALABRA
La imagen potica del texto teatral se eleva por entre las lneas del dilogo, en el desarrollo
develador de la ancdota, en los vacos creados por el sistema de puntuacin, en el ro
negro de una coma, en la isla de un punto y seguido, en los islotes de los puntos
suspensivos. All, donde habita el verdadero pensamiento del personaje, la conmocin de
sus sentidos, la forma viva de su espritu. Dialctica donde se transmuta la lgica real en
lgica ficcional. Entre el silencio y la ausencia se hallarn las otras palabras de la
invocacin y la convocatoria. Retcula por donde, posteriormente, con los agregados
interpretativos del actor, en la pantomima gestual de los sentimientos, en el carcter secreto
de esa otra metfora del hombre, emerger el ente persistente: el personaje.
Pero cmo podra el autor teatral llegar a todos los lectores o espectadores si su obra est
atada a la gramtica de un idioma?... Pregunta y frontera reconocidas por un escritor
despierto, dispuesto como un atleta de los sentidos a cruzar el umbral que le parece
vedado. En manos de Antonin Artaud, esta supuesta limitacin se intentaba abolir
fragmentando la palabra y su significado, apoyndose en la msica secreta de la estructura
dramtica. Artaud recurra a palabras sin identidad idiomtica, inventndolas, para que ellas
mismas descubrieran otros continentes imposibles con una intencin racional; y despus
regresar con un insulto a la composicin tradicional.
Cuando Hamlet aconseja a los cmicos, antes de la representacin que habrn de hacer
frente al nuevo rey, el asesino de su padre encarnado en su to, les acua en sus conciencias
lo siguiente: Que la palabra corresponda a la accin y la accin a la palabra. Tomada
literalmente la oracin, sta no adquiere ninguna profundidad ms all de lo situacional de
la intencin. Atentos, detenindonos en las partes de la composicin, podemos vislumbrar
lo siguiente: La palabra concentra la imagen, y sta posee la densidad de la significacin; la
accin es una consecuencia de la palabra, de sus objetivos. Como tal, la accin misma
establece una dependencia con la palabra; sobre todo, con la imagen como su motor
esencial.
LA ANCDOTA
La ancdota se presenta virgen las veces que el escritor la toma y se dispone a descubrir la
forma con la cual ella quiere ser expresada, representada en el escenario de la pgina en
blanco. Ningn abordaje es definitivo para la transmutacin de la ancdota en ficcin. La
nica certidumbre con la que cuenta el escritor, al inicio de su proceso de invencin, es la
otorgada por el instrumento de la palabra. La imaginacin y la conciencia suman la
necesaria confianza para el acto ntimo de la escritura. La ancdota es igual para cada
escritor, como ha de serlo el gnero en el tratamiento del personaje. Ella es fruto de una
eleccin o una posesin que se establecer en la interioridad del mismo. En todo caso, la
ancdota llega a habitar el escenario de la imaginacin del escritor, con una imagen
germinal y detonante. Imagen que habr de insuflarse de vida, una vez comenzado su
desarrollo; al convertirse sta en accin narrativa, teatral, cinematogrfica o televisiva.
El propio periodo de la posguerra, terminada la Segunda Guerra Mundial, nos ofreci una
serie de extraas piezas teatrales con las firmas de autores como Samuel Beckett, Eugne
Ionesco, Arthur Adamov (mucho antes, Fernando Arrabal desde la Guerra Civil espaola);
y en cada una de ellas, se nos revel la cada de la razn europea; asimismo, el derrumbe de
paradigmas como la lgica, arquetipos como el de civilizacin. Al mostrarnos estos autores,
en el entramado de sus dilogos ficcionales, el sin sentido a que fue reducido el gnero
humano, a travs de atpicos personajes; entes desterrados del mundo y de s. Esta
dramaturgia que fue bautizada por Martin Esslin como el teatro del absurdo, explor el
suceso dramtico desde el no suceder; en el transcurrir de todo el relato teatral, la intriga
pervivi en una especie de expectativa angustiante y desesperante. El verbo se contrajo y
emergieron las atmsferas del dolor y la desesperanza. La obra teatral Esperando a Godot
es, quizs, la mxima expresin de una dramaturgia que abord la ancdota desde una
perspectiva desacostumbrada: las situaciones lmite.
La ancdota es un cuento que se narra con un fin: cautivar. Y lo que cautiva de ella es el
cuerpo fsico, mental y espiritual del personaje que la habita. Lo que le acontece a ste. Su
vida asombra a los dems (lectores y espectadores); sus periplos increbles nos remueven y
conmueven. Aun cuando, a veces, dichos acontecimientos parezcan demasiado familiares
para la conciencia ajena. En la narracin descriptiva o dialogante de una ancdota,
transformada en ficcin, se busca cruzar el umbral que nos aleje de la realidad misma. Sea
sta histrica, social, ontolgica o metafsica. Un territorio donde la ancdota habr de
parecer extraa y novedosa a nuestra percepcin de lectores o espectadores. Un tejido que
la hace asomar como el sueo o la evocacin de lo vivido. Lo que nos devuelve a la
ancdota como familiar, es el sentimiento con el que el personaje la sortea. La ancdota
puede llegar a ser absolutamente irreal, fantstica; pero en la formulacin creativa, el
escritor o el autor no podr renunciar a sus vnculos ms ntimos con la propia realidad del
hombre. La transicin del proceso se complica cuando no existe la manera precisa de saber
cul es el umbral a traspasar. ste aparecer o no, en el arduo proceso de la construccin
dramtica.
EL PERSONAJE
Al lado de la palabra est el otro mundo, la entidad dramtica llamada personaje. ste
probablemente sea el ente ms difcil de convocar y de disear, de concretizar. Pero por
qu? El personaje es una condicin escurridiza, carente de propietario. No tiene dueo. No
le pertenece a nadie. Es un Frankenstein compuesto de amasijos, de fragmentos de la
realidad; del sueo leve y profundo, del sentimiento y la impotencia; de la desgarradura y la
prdida, de la penumbra del alma humana.
En una explicacin risible, podramos presumir al autor teatral como el hijo inconfesable de
Dios; y al personaje, como el fruto dilecto del bastardo. En definitiva, el personaje
pareciera no existir. De todas maneras, quien amamanta al personaje es la ancdota; y ella,
como madre, adquiere existencia total cuando se hace personaje. Cuando se convierte en
hijo; animado o inanimado. Asimismo, el personaje es un carcter donde confluye la
expresin histrica, social, psicolgica, ontolgica. En la osamenta de su estructura, se
concentran insatisfacciones y deseos, como su esencial carnadura que habr de conducirlo
hacia un superobjetivo dramtico.
En el origen oscuro del teatro se cuenta la historia de un actor que improvisaba personajes;
en la Edad Media, ese mismo actor vuelve a reencarnar con una mscara. El personaje lo
habita por escaso tiempo. Existe slo en los instantes de la interpretacin de sus acciones y
pensamientos. Una vez terminada la representacin, el personaje desaparece. No existe. Un
rastro impreciso queda de l en la memoria de los espectadores, y por supuesto, en la del
propio actor que le dio vida. Antes como despus, en un acto de rebelin, las
improvisaciones del actor se acercaron a las palabras escritas, y a partir de ese momento, la
relacin produjo la redaccin de un plan escrito y luego, una obra: el primer texto teatral.
Desde ese entonces, la vida del personaje se prolong en la memoria de la escritura
dramtica.
La creacin del personaje como carcter teatral ha sido un tema muy discutido. La voluntad
de su accionar ha sido interpretada de diferentes maneras por distintos especialistas. Bertold
Brecht y John Howard Lawson consideraban la actividad del personaje desde posturas
ideolgicas que afectaban, de una manera u otra, la conciencia racional e inconsciente de
ste. Las contradicciones sociales eran la matriz y el activador de sus particulares acciones.
Las causas de los problemas de stos yacan en una razn poltica fundamental. Por lo
tanto, habran de resolverse con acciones polticas dramatrgicas. Para estos dos pensadores
del teatro moderno, el personaje era una reproduccin casi viviente del hombre real.
El mismo Aristteles consideraba los eventos de la accin del personaje como producto de
los cambios de fortuna a los cuales se vea sometido el destinado. El suceso estaba fuera del
personaje. El filsofo griego describa la tragedia de la siguiente manera: la representacin
de una accin seria, completa en s misma y de cierta magnitud. La magnitud era la
caracterstica ms importante de la accin. Y agrega: ...en la trama es necesaria cierta
extensin, una extensin que pueda ser fcilmente retenida por la memoria. Por supuesto,
que la magnitud y la extensin de una accin resultan premisas importantes para el
desarrollo argumental de una obra. Sumando, s, la intensidad situacional como el punto
capital que determina la accin misma. Es decir, para Aristteles la magnitud es ocasional;
para nosotros la intensidad es frecuente, porque permite que la progresin dramtica no
sucumba en una enfermiza cotidianidad que desinfle los sucesos dramticos. La propia
dramaturgia de la Grecia de Sfocles, Eurpides, Esquilo, etctera, son notables ejemplos.
Es decir, la magnitud y la extensin nos acercan a la conciencia social e histrica del
personaje; en cambio, la intensidad, a su ontologa.
Unin estructural de las partes siendo tal que, si una de ellas es desplazada o suprimida, el
todo quedar desajustado y alterado. Una cosa cuya presencia o ausencia no produce
ningn efecto, no es parte orgnica del todo.
El pensamiento del autor se concibe como parte de una formacin ideolgica o filosfica
bien centrada, y como el resultado de su experiencia vital. En ambos casos, cuando el autor
decide escribir la obra, se ve retado a realizar una eleccin conceptual voluntaria o
involuntaria. El autor no escribe para demostrar la eficacia o no de su pensamiento (as lo
pretenda); escribe, s, para carear la conducta de sus personajes.
El personaje persiste en ser existencia pura a travs de la inconsciencia creativa del autor.
En este punto, probablemente, es donde comienza la tcnica de la escritura teatral. All,
donde el autor se separa de su mundo, para comprender el que gravita en torno suyo.
Aunque l, el dramaturgo, paradjicamente, sea el creador o mediador del otro universo
caracterolgico. El lugar donde el pensamiento mismo llega a morir. Ese estadio que
alcanza la imagen cuando slo produce embeleso y placer puro. La conmocin artstica
trasciende la idea, y el propio sentimiento como rcipe de su accin.
El proceso de creacin de una obra teatral no es radical ni instantneo, es progresivo por las
caractersticas inciertas a la hora de sustraer peso a la propia realidad temtica y autoral,
hasta alcanzar la levedad conveniente para la invencin artstica. Una obra teatral es ms
que una reflexin honda de la realidad real, y mucho ms que la realidad de la ficcin. Y s
es, si resiste una definicin, la convocatoria de realidades paralelas por conocer. La
capacidad organizativa del autor le otorga en la ejecucin de su oficio, una precisa y
administrada voluntad, una calculada y estudiada previsin para poder ejecutar cada acto
dramatrgico, sin desorden ni descuido.
El autor se fuerza, con una tensa lucidez tctica, a propiciar desde su apasionada tarea, una
ruptura por donde habr de escurrirse la luz de la invencin teatral. Por supuesto, su
objetivo se expresar en los mbitos secretos de la escritura.
Cuando un autor se inicia en la escritura teatral, es muy probable que su pasin creativa
desestime cualquier rigor conceptual o de pensamiento; en el trayecto de su creacin, a
medida que escribe una y ms obras, descubre que la pasin comienza a desactivarse, a
merodear lejos de su mpetu y aptitud. Presa de una crisis, es muy seguro que no sepa qu
hacer; y es entonces cuando el desnimo lo induce a renunciar a la escritura de la futura
obra, o que finalmente posponga el acto creativo hasta que aparezca de nuevo el aliento
impulsador.
El futuro autor teatral, para fomentar el control sobre su pasin escurridiza, ha de pensar y
elaborar, antes de disponerse a escribir la obra, una reflexin honda sobre el tema que
pretende abordar teatralmente.
Consideremos, de manera arbitraria, que esta oracin resulta ser la premisa conceptual y
filosfica que da pie a la obra teatral Edipo Rey, de Sfocles. El autor la ha consignado en
un papiro. A partir de ese momento, no tendra nada ms que las palabras de esta
determinacin. El autor podra disponerse a escribir la obra? Por supuesto que s, y en el
proceso de su escritura tendr que detenerse, necesariamente, para ir desarrollando y
ajustando como suya la lnea conceptual, hasta ahora libre de pertenencia singular. Hasta
este momento, la sentencia es una frase absolutamente objetiva, impersonal. Pertenece al
pensamiento objetivo, no al subjetivo, independientemente de que ste haya sido formulado
por una subjetividad particular.
El pensamiento objetivo necesita ser de alguien para que pueda tener existencia propia,
conmovedora. Necesita descender a la subjetividad de un pensamiento que lo justifique y lo
promueva con razonada y sentida argumentacin, hasta convertirse en patrn de un ser, vale
decir, de un personaje. El autor refundar el tema como objeto que hay que explorar desde
su orgnica subjetividad. Si el autor teatral persiste en construir durante el camino, en el
proceso de la escritura de la obra teatral, la concepcin de su pensamiento temtico, los
riesgos comenzarn a aparecer como ilimitados abismos y proyecciones, mermando as su
imaginacin. Es probable que algunos personajes, en sus dilogos y conducta, reproduzcan
a su creador, al autor, y no lleguen a confrontar el pensamiento de ste para que la obra
vaya hacia otros territorios de reflexin e interrogantes. No es que el autor deba movilizarse
con una brjula de ideas, sino que debe hacerlas transparentarse a la luz de la belleza que
crear, su obra teatral.
Citemos al maestro Juan David Garca Bacca en su comentada Potica. Aristteles (p.12):
La tcnica no est pues dirigida por ideas, sino por valores o fines de utilidad. Si en ella se
emplean ideas -frmulas matemticas, principios geomtricos, datos de fsica...- todo ello
hace medios para conseguir tal fin y realizar tal valor de utilidad.
El autor teatral se aproxima al proceso creador de la obra nadando entre dos ros
confluyentes, el de su conciencia y el de su inconsciencia, para desembocar en el ocano de
la imaginacin. All, se habr de producir un pensamiento que ni la objetividad ni la
subjetividad podrn hacer suyo, ya que el pensamiento creado en el nuevo territorio
roturado por la razn y la sin razn, no le pertenecer a nadie, porque adquirir
independencia en el sentido de que siempre significar ms que el plan vivencial,
ideolgico o filosfico previsto. Significaciones que si bien partieron de una matriz pensada
y organizada, en este caso el concepto elegido por el autor terminar por ser rebasado en la
sucesiva secuencia de la existencia y la interpretacin de la obra.
Cuando el autor teatral se acerca al tema con el inters de explorarlo, ste termina por
esgrimir su poder de manera resistente. Es entonces, cuando el autor deber instrumentar su
pensamiento desde una perspectiva creativa, hasta someter a confrontacin los motores
ideolgicos o filosficos que organizan subterrneamente al propio tema. Hasta ese
momento, el tema ha sido libre en el sentido supuesto de que nadie lo ha tomado como
suyo. Slo la historia general lo habr pretendido.
Una vez que el tema es traducido a ancdota, los conceptos y fundamentaciones, que le dan
soporte, pasarn al mbito de la singularidad conceptual del autor. Segundo paso necesario
para que la generalidad a la que induce el tema, no se extrave en el abordaje autoral. Una
vez convertido el tema en ancdota, sta se singulariza an ms desde el mismo momento
en que el autor la convierte en imagen capital, viva, donde los personajes habrn de existir
como entidades independientes.
Los personajes llegan a la ancdota del autor con el peso de su pasado, de su biografa,
ignorando el presente contextual que protagonizarn. Vivirn en el presente eterno de la
obra. De la misma manera, el autor teatral desconoce las causas puntuales que movilizan un
tema, por eso lo convierte en ancdota, orgnico basamento de la existencia humana, con el
fin de descubrir las determinantes autnticas de la historia de la que es hijo.
Cuando Sfocles convierte el tema del destino en ancdota, somete a consideracin crtica
las tradiciones sociales de una poca, y las que sta hereda a su vez de otras. En el sentido
de que esas tradiciones terminaban por glorificar, herir o hacer sufrir la sensibilidad del
ciudadano comn. Dos acciones dramticas expresan con tino la presencia irreductible del
destino, como propulsoras de la ancdota elegida por Sfocles. Layo consulta al orculo y
se entera por ste de que su hijo habr de asesinarlo. Aos despus, Edipo va al orculo y se
entera, a su vez, de que l matar a su padre. Aqu se produce una elipse fatal por la cual los
personajes, Layo y Edipo, sern vctimas ciegas en el cruce de tres caminos;
consolidndose as la decisin del porvenir expresado por el orculo, a pesar de que cada
uno por su lado, Layo y Edipo, elabor una estrategia para no ser presa de la rgida flecha
del destino. Flecha certera que alcanza a ambos, precipitndolos al tormento, al dolor, a la
desesperacin y la muerte.
Si Sfocles confront la postura rgida de las creencias y tradiciones, el tema del destino no
queda totalmente abolido o conjurado en su obra, pues el destino es tambin una expresin
del azar que juega y da sentido puntual a la existencia humana. En este caso, el tema donde
bebe la obra no se agota, persiste y posibilita mltiples interpretaciones anecdticas y
autorales. Es un tema sobradamente atractivo.
Para el proceso de escritura de una obra teatral, debemos sealar que una vez que el autor
establezca la lnea conceptual, deber desarrollarla desde su perspectiva, profundizndola
con una exposicin analtica propia. Volvamos a los ejemplos. Si la lnea es:
"Nadie puede escapar a su destino. Pero esta aseveracin podramos tomarla como una
obligante determinacin de influencias religiosas, que lgicamente bebieron de
inmodificables posturas ontolgicas, a las cuales el hombre de la antigedad no pareca
escapar al saberse fruto de la sentencia del azar. El orculo es la expresin ms
emblemtica de ello... etc."
LA IDEA DRAMTICA
Una razn, una sensacin, un sentimiento, inducen por voluntad o azar, a la creacin
artstica de una obra teatral. Cualquiera de las claras y nebulosas motivaciones se convierte
en el escenario mental del autor, en momento inspirativo; precipitndose con ello las
opciones y los obstculos ms inesperados. El autor no sabe qu hacer con su aprehensin
creadora; y en el desamparo de su aventura, ignora qu camino elegir. En ese discurrir, es
botn de la duda y la impotencia; y como un marinero sin brjula, rumia la indefinicin y lo
desconocido. Entonces, en un esfuerzo casi inconsciente, logra traspasar el umbral inicial y
ambiguo, hacia otro territorio ms luminoso y consciente.
La imagen real, soada y evocada, se nos presenta con un motivo, con un sentimiento,
dispuesta a la accin. La imagen de ficcin hereda las constantes de la imagen real, pero
stas son trascendidas por el evento con el cual la imaginacin del creador las impulsa
hacia otro territorio. El motivo en la imagen puede estar oculto o visible, como el
sentimiento y la accin; el velo de su actuar en secreto la dota de un misterio que la hace
subyugadora. Misterio que heredar la idea dramtica como razn, como la base de su
espritu cautivador. Por supuesto que la imagen real posee este ingrediente fundamental,
que generalmente se diluye en la vasta cotidianidad donde acostumbra a estar inmersa. En
cambio, en la imagen de la ficcin, el misterio se desembaraza de la enajenante
domesticidad cuando el escritor le introduce ese especial evento que habr de convertirla en
historia novedosa, extraordinaria. As el tema sea la propia cotidianidad. Sin embargo, la
exploracin argumental no deber agotar el enigma natural de la ancdota misma.
Una cosa es la imagen real con un sujeto-persona actuando dentro de ella; y otra, una
imagen real con un sujeto-objeto movilizada por este ltimo. En la primera, la conciencia y
la inconsciencia le dan vida a la imagen. En la segunda, la inconsciencia lo dirige casi todo,
aunque su creador mximo sea la naturaleza, Dios, o el mismo hombre que la gua en su
gestacin. Esto ocurre con la imagen del paisaje natural, el paisaje urbano, por ejemplo. En
la imagen de ficcin, el creador es el autor absoluto, aqul que dota de accin a la imagen
petrificada de la foto.
La idea dramtica se nos presenta como el punto estratgico para escribir una obra teatral;
una vez escrita, la idea vendra a ser su sntesis ms expresiva: ella es el corazn de la
ancdota. Ahondando en la definicin, la idea dramtica representa el suceso capital del
aqu y el ahora, donde convergen los dems sucesos particulares que surgirn
posteriormente, durante el desarrollo de la escritura de la obra misma.
Cuenta la leyenda que Sfocles lleg a ser presionado por un tribunal para que demostrara
no estar loco, ya que sus hijos, los acusadores, intentaban justificar con el argumento de la
enfermedad mental, su incapacidad para manejar por s mismo sus bienes y fortuna; y por
tanto, por derecho, les correspondera hacerlo a ellos, sus naturales herederos. En esta
circunstancia, Sfocles decidi escribir Edipo Rey, para esgrimir ante el tribunal su
defensa. Imaginemos como cierta esta leyenda, y que este pretexto indujo a Sfocles a
escribir su notable obra. Antes de disponerse a redactar uno solo de sus dilogos, tuvo que
posesionarse de una imagen o ella de l, con una postura de gran significacin. Una imagen
que trascendera su propia biografa. Una en la que su yo fuese rebasado por las resonancias
imprevisibles de la imagen de la inventiva. La imagen bien pudo ser la siguiente:
Si esta imagen se instal en la mente del clebre autor griego, necesariamente ha debido
plantearse posteriormente otra imagen estelar, ms precisa, roturada en una accin
dramtica contundente. En la encrucijada inicial, el dramaturgo griego slo contaba con la
imagen emocional, vaga y nebulosa. Carente de sustantividad, al no establecer sta una
identidad: Quin es el anciano? Quin es el joven?; tampoco enlaces: Qu relacin
tienen el anciano y el joven? Mucho menos, un objetivo revelador, provocador de causa,
efecto y misterio: Por qu el joven mata al anciano? Qu lo indujo?
Supongamos por un momento que Sfocles decide completar y ordenar la segunda imagen
para crear una idea dramtica vigorosa y eficaz, y redacta lo siguiente como una versin
definitiva de lo que persigue y quiere autoralmente:
Edipo asesina a su padre sin saberlo; igualmente, se casa con su madre y procrea hijos con
ella. Posteriormente, al enterarse de esta infausta realidad, se sumerge en el desconcierto y
la impotencia. Finalmente, Edipo decide sacarse los ojos condenndose a la ceguera
eterna.
El principio propulsa una expectativa, una interrogante que nos precipita imperiosamente
hacia la intriga del suceso dramtico. El relato teatral avanza de manera ascensional, no
horizontal. La narrativa teatral no se explaya como la prosa, discurre, s, contenida,
expectante. La tensin la vertebra. Las imgenes en la idea dramtica no resultan
totalmente puntuales, como habra de ser la imagen situacional de una escena de una obra
teatral escrita. En esta etapa de construccin, el autor no debe situarse en una imagen
definitivamente singular ni excesivamente general; porque su idea an est pretendiendo
expresar el corazn de la ancdota por explorar. La idea dramtica no sucumbe a una
exposicin detallada ni abstracta; ms bien se mueve en una sugerente exposicin,
impulsada por la imagen central. El autor escribe su idea pensando que sta ha de
constituirse en una fuente termal de mltiples imgenes. Imgenes que habrn de nacer
durante el proceso de construccin de la obra.
Las primeras lneas de la idea dramtica ejemplo, el principio: Edipo asesina a su padre sin
saberlo; se casa con su madre y procrea hijos con ella, dan paso a otras, con las que se
enrarece la historia del personaje Edipo. La sugerencia va creando el hilo invisible de la
futura trama. En las lneas de continuacin, se establecen por igual el nudo y el desenlace
de la idea dramtica formulada. El nudo en: Posteriormente, al enterarse de esta infausta
realidad, se sumerge en el desconcierto y la impotencia. El desenlace en: Finalmente,
Edipo decide sacarse los ojos condenndose a la ceguera eterna. Es importante recordar
que entre cada punto de la preceptiva aristotlica, se genera un proceso secuencial en el que
se concentra la intriga como valor dramtico. Cada punto de la preceptiva impulsa el
desarrollo del relato teatral hacia el norte o el horizonte propuesto por el dramaturgo, en
una especie de inesperado giro radical. En esta fase primera, quien lea la idea propuesta
percibir cmo sta se desarrolla en el escenario de su imaginacin, cobrando vida
independiente cada vez que l o alguien ejecute su lectura. Cada lectura otorgar a la idea
dramtica su primera vez, su naciente creacin.
La idea dramtica remite a un suceso vital desde el cual se desprendern los otros sucesos
que conformarn la obra teatral. Si bien parece simple en su exposicin, su capacidad
explicativa la inducir, obligatoriamente, hacia la profundidad, donde su aparencial forma
de ancdota tradicional ser superada por la propuesta estructural y esttica del autor. La
idea dramtica en su redaccin se consigna como un relato realista hasta que,
posteriormente, una propuesta de exposicin ms ambiciosa habr de transmutar en otro
estilo. Ese cambio puede acontecer cuando el autor escribe el argumento o la obra de teatro,
transformando en otras lgicas o algicas de su inters su narracin teatral.
En esta idea dramtica de Edipo Rey, la unidad de tiempo no est definida de manera
cronolgica, ms bien circunda el proceso de gestacin de la tragedia de los personajes. Lo
definido es la unidad de accin, en el sentido de que sta es la propia idea. La pura accin
del suceso que, por ahora, propulsa a la historia nuclear a desarrollarse.
La idea dramtica perfecta es aqulla que sorprende por los altos vuelos que alcanza su
relato. La rasgadura puede ser encontrada dentro o fuera de ella. La herida que se le
produce, se hace con el fin de descubrir o allanar otras realidades no consideradas por la
razn de la causa y el efecto. Aquellas otras que se juntan y entretejen con la invencin del
autor teatral. En la Potica. Aristteles, comentada por Juan David Garca Bacca (p. 31), se
seala esta necesidad dramatrgica:
Desde este contexto, la idea dramtica dejar de ser una imagen reduccionista de la
ancdota, fcilmente enajenable por una sola perspectiva dramatrgica. Tampoco habr de
concebirse unidimensional y rgida. Sus particulares caractersticas de imagen fuente la
hacen ser contenedora de otras imgenes, hilvanadas todas en mltiples ramificaciones por
una cuenca esencial: La imagen referente. La que es capaz de abrirse a las exploraciones
ms diversas sin agotarse. La que le restituye a la ancdota, el rito del cual es hija
predilecta.
La idea dramtica pervivir en cada una de las partes de la obra teatral, como la clula
fundamental de su existencia, a veces relativa y otras, absoluta.
La idea dramtica al desencadenarse, desafa y conflicta al personaje una y otra vez, hasta
que ste descubre dentro de s, otros aspectos ignorados de su condicin. Los no previstos
ni por su conciencia ni por su inconsciencia. Otros rasgos de su vida permanecern en las
sombras; as la conciencia creadora se obstine en develarlos en la sinopsis argumental por
escribir; ese otro relato donde aparecern nuevas situaciones, subtramas y personajes.
El pasado del personaje lo construye el mismo autor, retado por los desafos artesanales de
la creacin. Ventaja a medias para el escritor teatral, porque el pasado del personaje slo se
habr de utilizar parcial y dosificadamente en el desarrollo de la idea dramtica hasta
convertirla, finalmente, en argumento. El pasado del personaje se represar para que no
brote completamente en la superficie anecdtica del presente. Sin embargo, para el autor es
importante conocer el trnsito recorrido por su personaje antes de llegar a la idea dramtica
que desplegar. Eso le dar una relativa seguridad y aplomo en la construccin posterior del
personaje. As el autor no utilice completamente el material biogrfico formulado, el
desarrollo de su aventura creativa lo ejecutar con la conciencia de conocer a alguien,
aunque sea a retazos.
En oposicin, el pasado convocado por los dilogos nunca ser el pasado ms recndito del
personaje; aqul donde est el otro estadio de su pensamiento, de su alma, ignorados
eternamente por l. El que el autor propone en la propia biografa del personaje. Ese pasado
perdurar como los destellos de una veta, casi siempre, en la sintaxis de la escritura de la
obra.
El personaje no sabe cmo ha de actuar en cada uno de los contextos que se le presentan. El
nico soporte para existir en el indito territorio son las acciones que realiz en el ayer. Esa
ligera confianza comenzar a resquebrajarse ante los desafos dramticos desencadenados
con el desarrollo oportuno de la idea dramtica. El presente desencadenado acaba por burlar
cualquier certidumbre autosuficiente del personaje. Las futuras relaciones con otros
personajes, con los espacios, con los objetos, terminarn por cambiarle cualquier orgullosa
creencia.
La biografa del personaje est compuesta a su vez por ncleos dramticos fundamentales.
Los que, de una manera u otra, marcaron su diseo estructural. Esos ncleos han de ser
sucesos o concentraciones de ellos, los cuales en un momento dado, propiciaron una fuerte
influencia en la elaboracin de su armazn caracterolgica. En la redaccin de la biografa,
los ncleos no pueden descender a una detallada clasificacin en cuanto a lo que le ha
ocurrido al personaje. Ms bien, deben particularizar los eventos en una sola situacin
potencial y contundente. Situacin que habr de romper en el orden trgico, dramtico o
sublime (la comedia es una manera), la existencia pasada del personaje. Cada situacin
propuesta ser premonicin del futuro de su personalidad. De all que la situacin
biogrfica deba construirla el autor con el barro inagotable de la ficcin.
Muchos de los personajes histricos inspiradores del genio del teatro El Globo, se
transmutaron en otros cuando el dramaturgo isabelino los tom como modelos dramticos.
El pasado real qued en ellos como un espejismo provocador. Romeo y Julieta est
inspirada en una historia real de la legendaria ciudad de Verona. El dramaturgo ingls la
transform para que dejara de ser una historia particular, una historia de pareja y se
convirtiera en historia de todas las parejas; vale decir, en historia universal. Porque el
sentimiento que haba movilizado a esta historia de provincia, fue el hallazgo arquetipal por
donde penetr la respiracin dramatrgica de William Shakespeare.
La idea dramtica ser una inexplorada propuesta si antes el autor no escarba en la vida de
su personaje; si no averigua qu le ha ocurrido a ste antes de llegar a la nueva historia del
aqu y el ahora. La biografa del personaje es un detonante que habr de precipitar la idea
dramtica hacia desarrollos anecdticos inesperados. El autor ser el primer sorprendido
ante los propios hallazgos de su inventiva.
LA SINOPSIS ARGUMENTAL
LA SITUACIN
La obra teatral se construye con fragmentos. Cada fragmento es una imagen germinal de la
idea dramtica. Su ncleo vital sigue actuando secretamente en el proceso arquitectnico de
la obra. La primera imagen que elabora el autor en el relato dramtico, es a travs de una
situacin. Una situacin que contiene los elementos particulares de la intriga teatral:
sentimientos, objetivos, relaciones, contradicciones, interrelaciones, clmax, anticlmax,
tiempo, espacio, objetos, entre otros. Todo esto se hace evento y accin, vivenciados por su
fundamental protagonista: el personaje. La situacin es un particular suceso o
acontecimiento; es la expresin singular del suceso capital de la obra. Ella asalta la pgina
que se escribe como un impacto repentino, desacostumbrado y a veces, inexplicable.
En la situacin, el personaje principia la escena con una acotacin, que vendra a ser una
accin determinada por el autor; o a travs de un parlamento, ese detonante verbal del
futuro dilogo. La plstica y la msica dan forma a la imagen teatral con tridimensional
perspectiva. Sin embargo, no es un color o una meloda arbitrariamente impuesta; ambas
sern extradas del cuerpo caracterolgico del personaje, de la ancdota donde ste habr de
morar. El hechizo de la teatralidad escrita se presentar ante cualquier percepcin sensitiva,
con los valores dialogantes de la ancdota, a travs de la exposicin visual y sonora de s
misma. La situacin establece la interrogante a travs de una hechizante y curiosa
sensualidad; as sta sea expuesta como tragedia, drama o comedia.
Veamos cmo se da inicio a la primera situacin de la pieza Edipo Rey, del celebrado
Sfocles, en la traduccin de Agustn Blnquez (p. 5):
La accin transcurre en Tebas, ante el palacio de Edipo. En el centro, un altar con varios
escalones. Un grupo numeroso de tebanos de toda edad y condicin social, arrodillados,
que han depositado ramas de laurel y olivo adornadas con cintas blancas se hallan en
crculo, y en el centro de ste el gran sacerdote de Zeus. Edipo sale de palacio; se detiene
un momento en el umbral, contempla a la multitud y empieza a hablar.
En esta situacin, la primera imagen teatral se presenta con una disposicin coreogrfica,
donde los personajes, en una accin dramtica detenida estn arrodillados, a la espera
de algo. No sabemos qu es ese algo. Tampoco sabemos por qu estn arrodillados frente a
una estatua, que a su vez est ubicada delante de un palacio. La situacin muda o silente
establece un objetivo sin fin definido. Esta primera situacin causa pura expectativa. Nadie
la aclara, salvo cuando alcanza su clmax y aparece Edipo, el rey de Tebas, que interroga a
la multitud prosternada. En ese instante, la situacin propicia la resolucin de su objetivo
que la expresa y la moviliza.
EDIPO REY: ...Hijos mos, nuevos vstagos del antiguo Cadmo! qu tenis que impetrar
de m cuando vens a esta audiencia con ramos de suplicantes?...
Pero esas primeras lneas del parlamento de Edipo quiebra el objetivo dramtico de la
situacin, no lo concluye. De nuevo se vuelve a producir una expectativa que habr de
resolverse parcialmente, cuando Edipo establezca dilogo con el sacerdote que lideriza a la
multitud y ste le responda.
SACERDOTE: ...Un Dios que trae el fuego abrasador de las fiebres, la execrable peste, se
ha adueado de la ciudad (...) Ea, oh t, el mejor de los mortales, salva a esta ciudad...
La situacin, entonces, no se reduce a aclaratorias absolutas, ya que la relacin e
interrelacin de los personajes entretejen en sus vinculaciones, nuevos nudos de exposicin
argumental. Es el caso de Edipo, quien ha decidido averiguar qu demanda de l la
multitud. El sacerdote le refiere el porqu de su ceremonial presencia: para que aplaque la
peste que diezma al pas. La multitud logra la primera fase del objetivo, pero la causa real y
profunda de sus males, ellos, como Edipo, la ignoran. Aqulla que seala a Edipo como
parricida; el asesino de Layo, el anterior rey de Tebas.
En la situacin tambin se forja el primer sentimiento del personaje. Ese sentimiento puede
convertirse en el sentimiento rector de su carcter en el transcurso de la obra, aunque el
personaje vivencie otros en cada una de las situaciones y subsiguientes escenas. Natural es
que en las relaciones del personaje con otros, los sentimientos se desplacen de acuerdo a
cmo los vnculos, favorables y desfavorables, alimenten y desafen su interioridad.
Asimismo, el sentimiento del personaje no se expresa totalmente en la situacin y en la
escena; su manifestacin es casi siempre progresiva, en relacin con el avivamiento de las
contradicciones dentro de s o con los dems.
LA ESCENA
Una escena teatral es la suma de varias situaciones; en ella, se enlazan objetivos dramticos
subjetivos y objetivos. Las situaciones juntas son un compendio de unidades que totalizan
lo que habr de ser una escena. La escena suma en su estructura un solo objetivo potencial.
En l, se expresan los intereses de la propia escena, pero tambin los inters de la obra
teatral. La escena sintetiza una imagen profunda por las oquedades y la sombras que le dan
las partes a la obra toda; es ardorosa y viva por los sentimientos que en ella circulan. Los
conflictos que en su interior se debaten, estn intensamente anclados al conflicto central del
argumento, y se ramifican en un orden recndito que densifica la trama misma. A este
respecto, Lajos Egri, en su The Art of Dramatic Writing, expresa con oportuna precisin:
En la superficie, un sano conflicto consiste en dos fuerzas en oposicin. En lo profundo,
cada una de esas fuerzas es el producto complejo de muchas circunstancias dispuestas en
una secuencia cronolgica que crea una tensin tan terrible que debe culminar en
explosin.
Los clmax y los anticlmax de las escenas se determinarn en la lucha de los contrarios,
que se expresan en las relaciones e interrelaciones de los personajes a travs de cada una de
las situaciones acontecidas. En ellas, la unidad de tiempo y la unidad de lugar se
especifican en los instantes del suceder de la unidad de accin. En una escena, la progresin
de la accin dramtica presenta las siguientes caractersticas anotadas por John Howard
Lawson, en su Teora y tcnica de la dramaturgia (p. 383):
3. La prueba de fortaleza (el momento hacia el cual nos hemos estado dirigiendo cuando,
despus de hacer nuestro mejor esfuerzo por evadir o superar dificultades nos
enfrentamos al xito o al fracaso de la accin).
Pero las acciones pueden variar cuando el concepto de estructura dramtica del autor no
pretende sucumbir al desarrollo tpico de la causa y el efecto, de la accin y reaccin, al ir
ms all de la estrechez tradicional de la composicin. Es el caso, de una obra como
Esperando a Godot, de Samuel Beckett. En ella, la espera se vuelve innombrable y los
personajes desgastan el suceso comn en una especie de poderosa inercia que dramatiza,
an ms, el hecho teatral.
La escena anota hechos pasados, presentes y por ocurrir. La palabra en el teatro siempre
pretende abarcar lo absoluto del caos. Algo se estremece ms all del silencio que se hace
necesario nombrar para conjurar lo inevitable. Es el caso de Tiresias, el ciego vidente, que
Edipo manda a buscar para que interprete y aclare el misterio que rodea al crimen
cometido. Tiresias revela dicho misterio al abortar el de la obra misma.
TIRESIAS: ...As pues, te lo repito: el hombre a quien andas buscando desde hace tiempo
con tus amenazas y tus proclamas, el matador de Layo, ese hombre est aqu; pasa por un
extranjero domiciliado en Tebas; pero pronto se ver que es tebano de nacimiento, y este
descubrimiento no ser para l motivo de alegra. l ve ahora y se quedar ciego; es rico y
mendigar su sustento; caminar por tierras extraas tanteando su camino con un bastn. Se
descubrir que es a la vez padre y hermano de sus propios hijos, hijo y esposo de la madre
que le dio el ser, y el matador de un padre a cuya esposa fecund....
Sin embargo, con esta sorpresiva delacin del personaje y del autor, la pieza no pierde
intensidad dramtica en su expositiva progresin.
El teatro moderno se abri a la accin pura de la escena. sta lleg a ser ms importante
que lo expresado por el verbo dialogante. Ya en la propuesta del teatro posmoderno, el texto
se vincul a la imagen misma sin palabra; a veces, a un relato dramtico de escaso dilogo
o de narraciones ilustrativas. Quizs la fuerte influencia del cine y el video allan su
interioridad ritual. Muchas veces, la influencia mal entendida devalu la imagen teatral
hasta convertirla en irrelevante postal.
ESQUEMAS DE CONTENIDOS
BIBLIOGRAFA
Bachelard, Gaston. La Intuicin del Instante, Buenos Aires: Ediciones Siglo Veinte, 1973.
Egri, Lajos. The Art of Dramatic Writing, New York: Simon and Schuster, 1960.
Gouhier, Henri. La obra teatral, Buenos Aires, Argentina: Editorial Eudeba, 1962.
Shakespeare, William. Obras completas, 15a ed., Madrid: Ediciones Aguilar, 1967.
EDILIO PEA