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El Acto Humano o Moral

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Arcia, Fanny. CI: 13.120.

090
Fernndez, Edgardo. CI: 14.290.909
Seccin: D-3-8

EL ACTO HUMANO O MORAL

Los Actos Humanos son aquellos que el hombre conoce y quiere hacer. La
circulacin de la sangre, el sentir dolor o placer son actos conscientemente
queridos y a veces nos pasan desapercibidos. El dormir, en si mismo, esta
exento de voluntariedad y de advertencia (cuando uno duerme no se doy
cuenta de que est durmiendo). Sin embargo al hacer deporte es un acto del
que nos damos cuenta y queremos hacer, pero sin embargo tampoco entra en
el campo de la tica (desde el punto de vista de la tica no es bueno ni malo
jugar ftbol) Por qu? porque si decimos que el acto humano es el que se
efecta con advertencia y voluntad (libertad que decide), el acto humano
moral es aquel donde la advertencia no consiste solo en darse cuenta de lo que
esta haciendo, sino de la relacin que tiene ese acto con la tica.

Los Actos Morales son actos humanos, voluntarios, que podemos elegir realizar
o no, y que podemos valorar segn las normas y criterios morales que
hayamos asumido previamente. Al juzgar los actos morales, se califica primero
la accin, el objeto del acto en s, esto es, qu? Ante la posibilidad de elegir,
el primer elemento de estos actos que se nos muestra es la existencia de un
motivo para los mismos. El motivo es la causa directa de la realizacin del acto,
la respuesta a la pregunta 'por qu?'. Adems, este tipo de actos tiene un fin,
esto es, la representacin o anticipacin mental del resultado que se pretende
alcanzar con la accin. El fin se hallara respondiendo a la pregunta 'para
qu?' Pero la finalidad que se pretende conseguir con cualquiera de estos actos
ha de conseguirse de algn modo.

No tiene sentido aplicar normas morales a las cosas que slo pueden suceder
de una manera. La imposibilidad de elegir modos de actuacin diferentes hace
imposible valorar estos objetos desde el punto de vista moral. Sin embargo,
sabemos que los seres humanos somos capaces de actuar de muchas formas
ante cada situacin y que, por eso, nuestros actos son valorables moralmente.

Es todo lo humano valorable moralmente? Algunos autores han distinguido,


intentando ser coherentes con lo dicho en el prrafo anterior, entre actos
humanos y actos del hombre. Los actos del hombre son aquellos que no tienen
significado moral, los que no podemos elegir -respirar, hacer la digestin y
cosas por el estilo-. Los actos humanos son aquellos que podemos o no
escoger. Pues bien, actos propiamente morales son slo estos ltimos.

Cuando hablamos de los pasos que hay que seguir necesariamente para
completar el acto moral, para conseguir el fin propuesto, estamos hablando de
los medios o circunstancias. Estos se hallan respondiendo a la pregunta
'cmo?' El elemento que completa la estructura de los actos morales es el
resultado efectivo de los mismos, sus consecuencias.

DIVISION DEL ACTO HUMANO

Por su relacin con la moralidad, el acto humano puede ser:

1) Bueno o lcito, si est conforme con la ley moral (p. ej., el dar limosna);

2) Malo o ilcito, si le es contrario (p. ej., mentir);

3) Indiferente, cuando ni le es contrario ni conforme (p.ej., el caminar).

Aunque sta es la divisin ms importante, interesa sealar tambin que, en


razn de las facultades que lo perfeccionan, el acto puede ser:

a) Interno: el realizado a travs de las facultades internas del hombre,


entendimiento, memoria, imaginacin..., p. ej., el recuerdo de una accin
pasada, o el deseo de algo futuro.

b) Externo: cuando intervienen tambin los rganos y sentidos del cuerpo (p.
ej., comer o leer).

Elementos que componen al acto moral:

a. El objeto. Tomemos, por ejemplo, una accin cualquiera: una mujer est
hablando con una amiga suya. Puede ser que est contndole donde fueron las
vacaciones, que le este contando la belleza de las playas en que estuvieron,
que le diga que se encontr con una amiga comn y enseguida comience a
contar sus defectos. Aqu la accin hablar tiene varios objetivos: contar
experiencia vividas, describir un lugar, juzgar de otros, etctera. Hay un objeto
moral: la maledicencia, pues sabemos, que decir los males de otros es atentar
contra su fama y su dignidad y eso es antittico; adems si lo contado es
mentira estamos bajo una calumnia o si es algo que yo he escuchado estamos
bajo una difamacin, el fundamento es muy sencillo, se est destruyendo la
fama de una persona. Se ve, por tanto, que la accin hablar puede tener
puede tener varios objetos morales: mentir, insultar, difamar, calumniar,
alabar, elogiar, agradecer, adular, etc.
b. Las circunstancias. Se refieren a:

1.- Quin realiza la accin: no es igual que un juez dicte sentencia o que lo
haga alguien que no tiene ninguna autoridad; en este ltimo caso sera
una mentira.

2.- A quin se dirige: La desobediencia o falta de respeto al presidente de


la repblica es ms grave que el desacato a una persona cualquiera.

3.- Qu es lo que realiza: no es lo mismo robar 100 dlares sin que nadie
se de cuenta que atracar un banco con una metralleta.

4.- Dnde: en pblico o en privado, en edificio del estado, etctera.

5.- Medios que se emplean: atracar con una pistola, uso de fraude o
violencia, etctera.

6.- Modo: premeditacin, alevosa, etctera.

7.- Cundo se realiza: faltar al trabajo un domingo no es malo, un lunes si.

c. Motivos. Podemos distinguir entre motivos conscientes y motivos


inconscientes. Los primeros los pensamos antes de que nos hagan actuar. De
los segundos no tenemos esta representacin previa a la actuacin: pueden ser
derivados del hbito, del capricho o de la misma biologa del ser humano, pero
tambin pueden ser aquellos que no nos atrevemos a reconocer ni ante
nosotros mismos, y que ocultamos tras de otros ms dignos que los justifican
-a veces, por envidia o celos, atacamos a otras personas, y lo hacemos
convencidos de que stas actan mal y deben ser reprendidas. Contrariamente
a lo que pudiera parecer, la inconsciencia de los motivos no anula totalmente
el carcter moral de un acto humano.

Aunque a veces puedan confundirse, los motivos y los fines no son lo mismo. El
fin de una accin es la representacin anticipada de sus consecuencias, lo que
se pretende conseguir con dicha accin. En este sentido, es un elemento
fundamental para la valoracin moral de la misma. Dependiendo de que la
finalidad de nuestros actos, nuestra intencin, sea buena o mala, as sern
tambin los mismos.

c. El fin. Es la intencin que se busca al realizar un acto. Por ejemplo, no es


igual tratar a una persona cortsmente porque as me lo pide su dignidad
humana que hacerlo para seducirla y aprovecharme de ella. Nunca un fin
bueno justifica una accin mala.

El principio general de todo acto debe ser hacer el bien y evitar el mal, y esto
significar muchas veces pasar por encima del placer. De hecho, buscar el
placer no es en s un comportamiento amoral. El conflicto surge cuando se
antepone la bsqueda del placer por el amor, al respeto a los dems, a la
verdad, al valor de la vida, etctera y, en definitiva, a la bsqueda del bien y a
la erradicacin del mal.

e. Las consecuencias. Las consecuencias reales de nuestras acciones son


tambin muy importantes para valorarlas moralmente. Como seres con
conciencia podemos prever en gran medida estas consecuencias y, al menos,
estamos obligados a intentarlo. Por ejemplo: cuando nos excusamos por alguna
accin culpando a otra persona esto influye sobre su reputacin, cuando
dejamos el grifo abierto mientras nos cepillamos los dientes estamos tirando
unos cuantos litros de agua potable a las alcantarillas, cuando recogemos el
agua del suelo del cuarto de bao despus de ducharnos evitamos que otra
persona tenga que hacerlo.

La conciencia de las posibles consecuencias de nuestros actos es importante


para la valoracin moral de los mismos, pero la ignorancia de stas no siempre
nos exime de toda responsabilidad. A veces es imposible prever determinadas
consecuencias de algunas acciones, pero, en general, no slo es posible sino
que estamos obligados a conocerlas. Por ejemplo, si una persona est tomando
medicamentos, debe informarse sobre los efectos de los mismos y sobre los
alimentos y bebidas que no puede consumir mientras los toma. La ignorancia
de esos efectos e incompatibilidades no hace que la persona sea menos
responsable de las consecuencias de ignorarlos. Sin embargo, el camarero de
un restaurante no es responsable del dao que pueda sufrir esa misma persona
por tomar algunos de esos alimentos y bebidas incompatibles con su
medicacin.

PRINCIPIO DE DOBLE EFECTO

El llamado "principio de doble efecto" es una especie de clave que compendia


la distincin entre lo que se considera directamente voluntario y lo
indirectamente voluntario. Se recurre a esta distincin para afrontar
situaciones conflictivas prcticas en las que slo es posible evitar un mal o
conseguir un bien, ms o menos necesario, causando un mal que no se desea.
El mal que se causa cuando se busca hacer un bien se considera justificado o
permisible, si se cumplen cuatro condiciones:

1. Que la accin de la que resulta el mal sea en s misma buena o indiferente,


es decir, no moralmente mala

2. Que la intencin del agente sea recta, es decir, que de verdad no se busque
el efecto malo

3. Que el efecto malo proceda de la causa con la misma inmediatez que el


efecto bueno
4. Que haya una razn proporcionalmente grave para permitir el efecto malo.

El Principio de Doble Efecto se llama as porque los efectos


multidimensionales y simultneos de un mismo acto se pueden agrupar en dos
clases: son tiles o deseados, o bien dainos o no deseados.

Este presupone que slo los actos que permiten o causan algn dao pueden
ser moralmente malos; sin embargo, no todos los actos que permitan o causen
un dao son de hecho moralmente malos, porque en algunos casos interviene
una razn proporcionada que hace que un dao permitido o causado quede
fuera del objetivo de la accin en funcin de un beneficio mayor.

Podemos decir as que este principio es tico, dado que como todo lo
correspondiente al campo de la salud tiene un margen de error, del cual surge
este concepto de principio de doble efecto proveniente de las falencias
tcnicas de los mtodos de diagnstico, de las particularidades metablicas y
clnicas propias de cada paciente, de las limitaciones inherentes a las diversas
opciones teraputicas y a las insospechadas variables aleatorias en relacin
con el medio circundante. Cuando de una accin bien intencionada se ocasiona
simultneamente un bien y un mal, hablamos all del principio de doble efecto,
que es tico, y no de que el fin justifique los medios. En caso de verse obligado
ineludiblemente a tomar una decisin que tenga en consecuencia dos males,
hay que escoger el menor. Este margen de error se considera tico, o no
culpable, en cuanto que lo que se busca no es errar sino acertar.

OBSTACULOS AL ACTO HUMANO

Se trata ahora de analizar algunos factores que afectan a los actos humanos,
ya impidiendo el debido conocimiento de la accin, ya la libre eleccin de la
voluntad; es decir, las causas que de alguna manera pueden modificar el acto
humano en cuanto a su voluntariedad o a su advertencia y, por tanto, en
relacin con su moralidad.

Algunas de esas causas afectan al elemento cognoscitivo del acto humano (la
advertencia), y otras al elemento volitivo (el consentimiento).

Estos obstculos pueden incluso llegar a hacer que un acto humano pase a
ser tan slo acto del hombre.

OBSTACULO POR PARTE DEL CONOCIMIENTO:

LA IGNORANCIA
A. Nocin de ignorancia. Por ignorancia se entiende falta de conocimiento de
una obligacin.

En Teologa Moral suele definirse como la falta de la debida ciencia moral en un


sujeto capaz; es decir, la ausencia de un conocimiento moral que se podra y
debera tener. De este modo podemos distinguirla de:

la nesciencia, o falta de conocimientos no obligatorios (p. Ej., de la


medicina en quienes no son mdicos);
la inadvertencia, o falta de atencin actual a una cosa que se conoce
habitualmente;
el olvido, o privacin actual o habitual- de un conocimiento que se tuvo
anteriormente.
el error, o juicio equivocado sobre la verdad de una cosa.

B. Divisin de la ignorancia. La ignorancia puede ser vencible o invencible.

a) Ignorancia vencible: es aquella que se podra y debera superar, si se


pudiera un esfuerzo razonable (p. Ej., consultando, estudiando,
pensando, etc.). Se subdivide en:

Simplemente vencible; si se puso algn esfuerzo para vencerla,


pero insuficiente e incompleto.
Crasa o supina; si no se hizo nada o casi nada por salir de ella
y, por tanto, nace de un grave descuido en aprender las
principales verdades de la fe y la moral, o los deberes propios
del estado y oficio.
Afectada; cuando no se quiere hacer nada para superarla con
objeto de pecar con mayor libertad; es, pues, una ignorancia
plenamente voluntaria.

b) Ignorancia invencible; es aquella que no puede ser superada por el


sujeto que la padece, ya sea porque de ninguna manera la advierte(p.
Ej., el aborgen que no advierte la ilicitud de la venganza), o bien porque
ha intentado en vano de salir de ella (preguntando o estudiando).

En ocasiones puede equipararse a la ignorancia invencible el olvido o la


inadvertencia (p. Ej., el que come carne en el da de vigilia sin saberlo,
de manera que no la comera si supiera).
La ignorancia invencible se da sobre todo en gente ruda e incivil. En una
persona con preparacin humana y escolar, la ignorancia en materia de
fe y moral es casi siempre vencible.

C. Principios morales sobre la ignorancia

1. La ignorancia invencible quita toda responsabilidad ante Dios, ya que


es: involuntaria y por tanto inculpable ante quien conoce el fondo de nuestros
corazones (p. Ej., no peca el nio pequeo que sin saber hace una cosa mala).
Es fcil entender este principio moral si se considera el adagio escolstico nihil
volitum nisi praecognitum ( nada es deseado si antes no es conocido Ver Dz.
1292).

2o. La ignorancia vencible es siempre culpable, en mayor o menor grado


segn la negligencia en averiguar la verdad. As, es mayor la responsabilidad
de una mala accin realizada con ignorancia crasa, que con simplemente
vencible. Consecuentemente, puede ser pecado mortal si nace de descuidos
graves.

3o. La ignorancia afectada, lejos de disminuir la responsabilidad, la


aumenta, por la mayor malicia que supone.

D. Deber de conocer la Ley Moral

Como ya qued sealado, la ignorancia puede a veces eximir de culpa y,


en consecuencia, de responsabilidad moral. Sin embargo, es conveniente
aadir que existe el deber de conocer la ley moral, para ir adecuando a
ella nuestras acciones.

Ese conocimiento no debe limitarse a una determinada poca de la vida


la niez o la juventud, sino que ha de desarrollarse a lo largo de toda la
existencia humana, haciendo una especial referencia al trabajo que cada
uno desarrolla en la sociedad. De aqu se deriva el concepto de moral
profesional, como una aplicacin de los principios morales generales a
las circunstancias concretas de un ambiente determinado. Por lo tanto, el
deber de salir de la ignorancia adquiere especial obligatoriedad en todo
lo que se refiere al campo profesional y a los deberes de estado de cada
persona.

OBSTACULOS POR PARTE DE LA VOLUNTAD

Los obstculos que dificultan la libre eleccin de la voluntad son: el miedo,


las pasiones, la violencia y los hbitos.

A. El miedo. Es una vacilacin del nimo ante un mal presente o futuro que
nos amenaza, y que influye en la voluntad del que acta.

En general, el miedo -aunque sea grande- no destruye el acto voluntario, a


menos que su intensidad haga perder el uso de razn.

El miedo no es razn suficiente para cometer un acto malo, aunque el motivo


sea considerable: salvar la propia vida, o la fama, etc. Sera ilcito, por ejemplo,
renegar de la fe por miedo al castigo o a la muerte, o emplear medios
anticonceptivos por temor a consecuencias graves en la salud ante un nuevo
embarazo, etc.

Por el contrario, si a pesar del miedo el sujeto realiza la accin buena, es


mayor el valor moral de esa accin.

A lo largo de la historia de la Iglesia se han dado incontables casos de


personas con un natural m s bien tmido y poco audaz que han superado el
miedo para cumplir la voluntad de Dios. Es el caso, por ejemplo, de Jos de
Arimatea que, siendo discpulo oculto de Cristo por temor a los judos (Jn. 19,
38), sabe vencerse y dar la cara cuando otros huyen: reclama audacter,
audazmente (Mc. 15, 43) de Pilato el cuerpo muerto del Seor.

A veces, sin embargo, el miedo puede excusar del cumplimiento de leyes


positivas (es decir, de leyes puramente eclesisticas) que mandan practicar un
acto bueno, si causan gran incomodidad, porque en estos casos se
sobreentiende que el legislador no tiene intencin de obligar. Sera el caso, p.
ej., de la esposa que para evitar un grave conflicto familiar deja de ayunar o de
ir a Misa. Es una aplicacin del principio que dice que las leyes positivas no
obligan con grave incomodidad.

Ntese que se trata slo de leyes positivas o meramente eclesisticas. El


cumplimiento de la ley divina -p.ej., amar a Dios sobre todas las cosas- obliga
siempre, aun a costa de la propia vida (p. ej., los santos martirizados por
negarse a incensar a los dolos).

B. Las pasiones. Designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que


inclinan a obrar o no obrar. Son componentes naturales del psiquismo humano,
constituyen el lugar de paso entre la vida sensible y la vida del espritu.

Ejemplos de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temos, la alegra, la


tristeza y la ira.

Las pasiones son en s mismas indiferentes, pero se convierten en buenas o


malas segn el objeto al que tiendan. Por eso, deben ser dirigidas por la razn
y regidas por la voluntad, para que no conduzcan al mal.

P. ej., la ira es santa si lleva a defender los bienes de Dios (es la ira de
Jesucristo cuando expulsa a los vendedores del templo: cfr. Mc. 11, 15-19); el
odio agrada a Dios si es odio al pecado; el placer es bueno si est regido por la
recta razn. Si los objetos a que tienden las pasiones son malos, nos apartan
del fin ltimo: odio al prjimo, ira por motivos egostas, placer desordenado,
etc.

Si las pasiones se producen antes de que se realice la accin e influyen en


ella, disminuyen la libertad por el ofuscamiento que suponen para la razn;
incluso en arrebatos muy violentos, pueden llegar a destruir esa libertad (p. ej.,
el padre que llevado por la ira golpea mortalmente a su hijo pequeo).

Si se producen como consecuencia de la accin y son directamente


provocadas, aumentan la voluntariedad (p. ej., el que recuerda las ofensas
recibidas para aumentar la ira y el deseo de venganza).

Cuando surge un movimiento pasional que nos inclina al mal, la voluntad


puede actuar de dos formas:

negativamente, no aceptndolo ni rechazndolo;

positivamente, aceptndolo o rechazndolo con un acto formal.

Para luchar eficazmente contra las pasiones desordenadas no basta una


resistencia negativa, puesto que supone quedar expuesto al peligro de
consentir en ellas. Es necesario rechazarlas formalmente llevando el nimo a
otra cosa: es el medio ms fcil y seguro, sobre todo para combatir los
movimientos de sensualidad y de ira.
El naturalismo es la falsa doctrina que invita a no poner ninguna traba a las
pasiones humanas, bajo pretextos pseudo-psicolgicos (dar origen a traumas,
p. ej.). Cae en el error base de olvidar que el hombre tiene, como consecuencia
del pecado original, las pasiones desordenadas y proclives al pecado. La recta
razn, como potencia superior, iluminada y fortalecida por la gracia, ha de
someter y regir esos movimientos en el hombre.

C. La violencia. Es el impulso de un factor exterior que nos lleva a actuar en


contra de nuestra voluntad.

Ese factor exterior puede ser fsico (golpes, etc.) o moral (promesas, halagos,
ruegos insistentes e inoportunos, etc.), que da lugar a la violencia fsica o
moral.

La violencia fsica absoluta -que se da cuando la persona violentada ha


opuesto toda la resistencia posible, sin poder vencerla- destruye la
voluntariedad, con tal de que se resista interiormente para no consentir el mal.

La violencia moral nunca destruye la voluntariedad pues bajo ella el hombre


permanece en todo momento dueo de su libertad.

La violencia fsica relativa disminuye la voluntariedad, en proporcin a la


resistencia que se opuso.

D. Los hbitos. Muy relacionados con el consentimiento estn los hbitos o


costumbres contradas por la repeticin de actos, y que se definen como firme
y constante tendencia a actuar de una determinada forma. Esos hbitos
pueden ser buenos y en ese caso los llamamos virtudes o malos: estos ltimos
constituyen los vicios.

El hbito de pecar -un vicio arraigado- disminuye la responsabilidad si hay


esfuerzo por combatirlo, pero no de otra manera, ya que quien no lucha por
desarraigar un hbito malo contrado voluntariamente se hace responsable no
slo de los actos que comete con advertencia, sino tambin de los
inadvertidos: cuando no se combate la causa, al querer la causa se quiere el
efecto.

Por el contrario, quien lucha contra sus vicios es responsable de los pecados
que comete con advertencia, pero no de los que comete inadvertidamente,
porque ya no hay voluntario en causa.

LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO


El acto humano no es una estructura simple, sino integrada por elementos
diversos. En cules de ellos estriba la moralidad de la accin? La pregunta
anterior, clave para el estudio de la ciencia moral, se responde diciendo que,
en el juicio sobre la bondad o maldad de un acto, es preciso considerar:

A. el objeto del acto en s mismo,


B. las circunstancias que lo rodean, y
C. la finalidad que el sujeto se propone con ese acto.

Para dictaminar la moralidad de cualquier accin, hay que reflexionar antes


sobre estos tres aspectos.

EL OBJETO

El objeto constituye el dato fundamental: es la accin misma del sujeto, pero


tomada bajo su consideracin moral.

Ntese que el objeto no es el acto sin ms, sino que es el acto de acuerdo a
su calificativo moral. Un mismo acto fsico puede tener objetos muy diversos,
como se aprecia en los ejemplos siguientes:

ACTO OBJETOS DIVERSOS

matar asesinato
defensa propia
aborto
pena de muerte
hablar mentir
rezar
insultar
adular
bendecir
difamar
jurar
blasfemar

La moralidad de un acto depende principalmente del objeto: si el objeto es


malo, el acto ser necesariamente malo; si el objeto es bueno, el acto ser bueno
si lo son las circunstancias y la finalidad.

Por ejemplo, nunca es lcito blasfemar, perjurar, calumniar, etc., por ms que
las circunstancias o la finalidad sean muy buenas.

Si el objeto del acto no tiene en s mismo moralidad alguna (p. ej., pasear), la
recibe de la finalidad que se intente (p. ej., para descansar y conservar la
salud), o de las circunstancias que lo acompaan (p. ej., con una mala
compaa).

La Teologa Moral ensea que, aun cuando pueden darse objetos morales
indiferentes en s mismos ni buenos ni malos, sin embargo, en la prctica no
existen acciones indiferentes (su calificativo moral procede en este caso del fin
o de las circunstancias). De ah que en concreto toda accin o es buena o es
mala.

LAS CIRCUNSTANCIAS

A. Nocin

Las circunstancias (circum-stare = hallarse alrededor) son diversos factores o


modificaciones que afectan al acto humano. Se pueden considerar en concreto
las siguientes (cfr. S. Th. I-II, q. 7, a. 3):

1) quin realiza la accin (p. ej., peca ms gravemente quien teniendo


autoridad da mal ejemplo);
2) las consecuencias o efectos que se siguen de la accin (un leve descuido
del mdico puede ocasionar la muerte del paciente);
3) qu cosa: designa la cualidad de un objeto (p. ej., el robo de una cosa
sagrada) o su cantidad (p. ej., el monto de lo robado);
4) dnde: el lugar donde se realiza la accin (p. ej., un pecado cometido en
pblico es ms grave, por el escndalo que supone);
5) con qu medios se realiz la accin (p. ej., si hubo fraude o engao, o si
se utiliz la violencia);
6) el modo como se realiz el acto (p. ej., rezar con atencin o
distradamente, castigar a los hijos con exceso de crueldad);
7) cundo se realiz la accin, ya que en ocasiones el tiempo influye en la
moralidad (p. ej., comer carne en da de vigilia).

B. Influjo de las circunstancias en la moralidad

Hay circunstancias que atenan la moralidad del acto, circunstancias que la


agravan y, finalmente, circunstancias que aaden otras connotaciones morales
a ese acto. Por ejemplo, actuar a impulso de una pasin puede -segn los
casos- atenuar o agravar la culpabilidad. Insultar es siempre malo: pero insultar
a un semejante es mucho menos grave que insultar a una persona enferma.

Es claro que en el examen de los actos morales slo deben tenerse en cuenta
aquellas circunstancias que posean un influjo moral. As, p. ej., en el caso del
robo, da lo mismo que haya sido en martes o en jueves, etc.
1) Circunstancias que aaden connotacin moral al pecado, haciendo que
en un solo acto se cometan dos o m s pecados especficamente distintos
(p. ej., el que roba un cliz bendecido comete dos pecados: hurto y
sacrilegio). La circunstancia que aade nueva connotacin moral es la
circunstancia qu cosa, en este caso la cualidad del cliz, que estaba
consagrado (de robo se muda en robo y en sacrilegio).
2) Circunstancias que cambian la especie teolgica del pecado haciendo
que un pecado pase de mortal a venial o al contrario (p. ej., el monto de
lo robado indica si un pecado es venial o mortal).
3) Circunstancias que agravan o disminuyen el pecado sin cambiar su
especie (p. ej., es ms grave dar mal ejemplo a los nios que a los
adultos; es menos grave la ofensa que procede de un brote repentino de
ira al hacer deporte, etc.).

LA FINALIDAD

La finalidad es la intencin que tiene el hombre al realizar un acto, y puede


coincidir o no con el objeto de la accin.

No coincide, p. ej., cuando camino por el campo (objeto) para recuperar la


salud (fin). Si coincide, en cambio, en aquel que se emborracha (objeto) con el
deseo de emborracharse (fin).

En relacin a la moralidad, el fin del que acta puede influir de modos diversos:

A. si el fin es bueno, agrega al acto bueno una nueva bondad (p. ej., or
Misa -objeto bueno- en reparacin por los pecados -fin bueno-);
B. si el fin es malo, vicia por completo la bondad de un acto (p. ej., ir a Misa
-objeto bueno- slo para criticar a los asistentes -fin malo-);
C. cuando el acto es de suyo indiferente el fin lo convierte en bueno o en
malo (p. ej., pasear frente al banco -objeto indiferente- para preparar el
prximo robo -fin malo-);
D. si el fin es malo, agrega una nueva malicia a un acto de suyo malo (p.
ej., robar -objeto malo- para despus embriagarse -fin malo-);
E. el fin bueno del que acta nunca puede convertir en buena una accin
de suyo mala. Dice San Pablo: no deben hacerse cosas malas para que
resulten bienes (cfr. Rom. 8,3); (p. ej., no se puede jurar en falso -objeto
malo- para salvar a un inocente -fin bueno-, o dar muerte a alguien para
liberarlo de sus dolores, o robar al rico para dar a los pobres, etc.).

DETERMINACION DE LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO


El principio bsico para juzgar la moralidad es el siguiente:

Para que una accin sea buena, es necesario que lo sean sus tres elementos:
objeto bueno, fin bueno y circunstancias buenas; para que el acto sea malo,
basta que lo sea cualquiera de sus elementos (bonum ex integra causa,
malum ex quocumque defectu: el bien nace de la rectitud total; el mal nace
de un slo defecto; S. Th., I-II, q. 18, a. 4, ad. 3).

La razn es clara: estos tres elementos forman una unidad indisoluble en el


acto humano, y aunque uno solo de ellos sea contrario a la ley divina, si la
voluntad obra a pesar de esta oposicin, el acto es moralmente malo.

LA ILICITUD DE OBRAR SOLO POR PLACER

La ilicitud de obrar slo por placer es un principio moral que tiene en la vida
prctica muchas consecuencias. Las premisas son las siguientes:

A. Dios ha querido que algunas acciones vayan acompaadas por el placer,


dada la importancia para la conservacin del individuo o de la especie.
B. Por eso mismo, el placer no tiene en s razn de fin, sino que es slo un
medio que facilita la prctica de esos actos: Delectatio est propter
operationem et non et converso (La delectacin es para la operacin y
no al contrario: C.G., 3, c. 26).
C. Poner el deleite como fin de un acto implica trastocar el orden de las
cosas sealado por Dios, y esa accin queda corrompida ms o menos
gravemente. Por ello, nunca es lcito obrar solamente por placer (p. ej.,
comer y beber por el solo placer es pecado; igualmente realizar el acto
conyugal exclusivamente por el deleite que lo acompaa; cfr. Dz. 1158 y
1159).
D. Se puede actuar con placer, pero no siendo el deleite la realidad
pretendida en s misma (p. ej., es lcito el placer conyugal en orden a los
fines del matrimonio, pero no cuando se busca como nica finalidad. Lo
mismo puede decirse de aquel que busca divertirse por divertirse).
E. Para que los actos tengan rectitud es siempre bueno referirlos a Dios, fin
ltimo del hombre, al menos de manera implcita: Ya comis ya bebis,
hacedlo por la gloria de Dios (I Cor. 10, 31). Si se excluye en algn acto
la intencin de agradar a Dios, sera pecaminoso, aunque esta exclusin
de la voluntad de agradar a Dios hace el acto pecaminoso si se efecta
de modo directo, no si se omite por inadvertencia.

LA RECTA COMPRENSION DE LA LIBERTAD

Una de las notas propias de la persona -entre todos los seres visibles que
habitan la tierra slo el hombre es persona- es la libertad. Con ella, el hombre
escapa del reino de la necesidad y es capaz de amar y lograr mritos. La
libertad caracteriza los actos propiamente humanos: slo en la libertad el
hombre es padre de sus actos.
En ocasiones puede considerarse la libertad como la capacidad de hacer lo
que se quiera sin norma ni freno. Eso sera una especie de corrupcin de la
libertad, como el tumor cancergeno lo es en un cuerpo. La libertad verdadera
tiene un sentido y una orientacin:

La libertad es el poder, radicado en la razn y en la voluntad, de obrar o de


no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar por s mismo acciones
deliberadas(Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1731).

La libertad es posterior a la inteligencia y a la voluntad, radica en ellas, es


decir, en el ser espiritual del hombre. Por tanto, la libertad ha de obedecer al
modo de ser propio del hombre, siendo en el una fuerza de crecimiento y
maduracin en la verdad y la bondad. En otras palabras, alcanza su perfeccin
cuando se ordena a Dios.

Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien ltimo que es


Dios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por
tanto de crecer en perfeccin o de flaquear y pecar. Se convierte en fuente de
alabanza o de reproche, de mrito o de demrito (Catecismo de la Iglesia
Catlica, n. 1732).

A la libertad que engrandece se llama libertad de calidad. Esa libertad


engrandece al hombre, por ser sequi naturam, es decir, en conformidad con la
naturaleza, que no debemos entender como una inclinacin de orden biolgico,
pues concierne principalmente a la naturaleza racional, caracterizada por la
apertura a la Verdad y al Bien y a la comunicacin con los dem s hombres. En
otras palabras, la libertad de calidad es posterior a la razn, se apoya en ella y
de ella extrae sus principios. Exactamente al revs del concepto errneo de
libertad como libertad de indiferencia, en que la libertad est antes de la razn,
y puede ir impunemente contra ella. Es la libertad que no est sujeta a norma ni
a freno, aquella que postula la autonoma de la indeterminacin. Un libertinaje
ilusorio e inabarcable, pero destructivo del hombre y su felicidad.

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