29 Lamentaciones
29 Lamentaciones
29 Lamentaciones
Lamentaciones
Versin de Mons. Juan Straubinger
Libro 29 de la Biblia
Lamentaciones 2
Lamentaciones 3
Introduccin
La tradicin atribuye unnimemente a Jeremas la coleccin de las
Lamentaciones que va unida al libro de sus profecas.
Llmame Lamentaciones o, segn el griego, Trenos, porque expresan en la
forma mas conmovedora el amargusimo dolor del santo profeta por la triste
suerte de su pueblo y la ruina del Templo y de la ciudad de Jerusaln. Fueron
compuestas bajo la impresin de la tremenda catstrofe, inmediatamente
despus de la cada de la ciudad (587 a. C.).
Este pequeo libro pertenece al gnero de poesa lrico-elegaco,
distinguindose, adems, por el orden alfabtico de los versos en los captulos
1-4. Su estilo es vivo y pattico, pero a la vez tierno y compasivo como la voz
de una madre que consuela a sus hijos. No hay en toda la antigedad obra
alguna que pueda compararse, en cuanto a la intensidad de los sentimientos,
con una de estas elegas inmortales.
En el canon judo las Lamentaciones formaban parte de los cinco libros
(Megillot) que se lean en ciertas fiestas. La Iglesia no ha encontrado mejor
expresin que ellas para recordar la Pasin de Jesucristo, por lo cual las reza
en el Oficio de Semana Santa. Este sublime grito de dolor y arrepentimiento
se prestara maravillosamente, como los siete Salmos penitenciales, para
manifestaciones pblicas de contricin colectiva, como las que se hacan en
tiempos de mayor fe. Los grandes Obispos San Ambrosio y San Carlos
Borromeo promovan especialmente estos actos de penitencia pblica que
libraron a los pueblos de grandes calamidades.
Lamentaciones 4
Lamentaciones Captulo 1 5
Captulo 1
Primera Lamentacin
1ALEF.
Cmo ha quedado solitaria
la ciudad populosa!
Ha quedado como viuda
la que era grande entre las naciones;
la reina de las provincias
ha sido hecha tributaria.
2BET.
1. La verdadera grandeza de Jeremas se manifiesta en las Lamentaciones, que hoy todava,
2.500 aos despus de su composicin, conmueven los nimos por su fuerza potica y la pasin
avasalladora de sus afectos, que sobrepujan a todas las elegas que se han escrito hasta ahora. El
pueblo judo sufri en 587 a. C., el desastre tantas veces vaticinado por los profetas, desde
Moiss hasta Jeremas, y estuvo a punto de ser borrado de la lista de las naciones, pero en su
inmensa miseria tuvo la suerte de poseer, en la persona de Jeremas, no slo un poeta que
describiera su ruina, como lo hizo Homero en la cada de Troya, sino un predicador, que
explicara al resto del pueblo el sentido del castigo y lo consolara con la esperanza del perdn.
Esta primera Lamentacin es acrstica, es decir, las iniciales hebreas de los 22 versculos
corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo, las cuales hemos conservado en la traduccin.
Viuda se llama Jerusaln, por haber quedado sin hijos (habitantes), y ms an porque Dios, el
divino Esposo, la ha abandonado. Cf. Isaas 1, 21; 47, 9.
3. Habita entre los gentiles: No se trata solamente de los que estaban cautivos en Babilonia,
sino tambin de aquellos que se haban refugiado en otros pases para escapar a la deportacin.
Vase Jeremas 43, 1 ss.
Lamentaciones Captulo 1 6
le dieron alcance en sus angustias.
4DALET.
7. Sumergida en la miseria, Jerusaln recuerda las cosas deseables, es decir, la gloria pasada,
el reino de David y Salomn, la magnificencia del Templo y del culto del Seor. Es lo que expresa
el Dante al decir que no hay mayor dolor que acordarse de los tiempos felices en el infortunio
(Infierno V).
8. Jerusaln se ha sumergido en sus pecados, y por esto ha perdido toda estabilidad; ha
puesto su esperanza en las riquezas, poder y falsos dioses, y por eso tiene que gemir. Cuntas
veces el hombre moderno sigue las mismas ideologas que llevaran al pueblo de Israel a la
perdicin! Por lo cual nos exhorta San Agustn: Vistas desde lo alto de las cosas divinas, las cosas
de la tierra pierden su falsa grandeza, y parecen pequeas y despreciables. De ah es que las
riquezas, la gloria, el poder, los honores y las creaturas, todo ser mezquino para nosotros.
Lamentaciones Captulo 1 7
por eso es ahora objeto de asco;
cuantos la honraban la deshonran,
pues han visto su desnudez;
y ella misma vuelve su rostro gimiendo.
9TET.
Las faldas de su vestido estn manchadas,
porque no pensaba en su fin;
cay de modo sorprendente
y no tiene quien la consuele.
Mira, Yahv, mi afliccin,
pues se engre el enemigo!
10 YOD.
El opresor extendi su mano
sobre todas sus preciosidades,
pues ella vio cmo en su Santuario
penetraron los gentiles,
de los cuales mandaste
que no entrasen en tu Congregacin.
11 CAF.
Todo su pueblo suspira buscando pan;
dan sus joyas por pan
para recobrar la vida.
Mira, Yahv, y contempla
cmo estoy envilecida!
12 LAMED.
Oh vosotros todos
los que pasis por el camino,
mirad y ved, si hay dolor
como el dolor que me hiere!
Pues Yahv me ha afligido
en el da de su ardiente ira.
13MEM.
12. Me ha afligido: Vulgata: me ha vendimiado, es decir, me pis como quien pisa uvas en
el lagar. Cf. versculo 15; Isaas 16, 9; 63,2 s.; Jeremas 49, 9.
13 s. EI fuego dentro de los huesos, la red tendida, el yugo puesto sobre el cuello, son
imgenes de la situacin desesperada de la ciudad destruida. Se nota cmo brota ya el
remordimiento. La ciudad castigada reconoce, por boca del profeta, la justicia de Dios y se
declara culpable. Esto deberan hacer todos los pueblos en tiempo de grandes tribulaciones. El
sufrimiento es la red con que Dios pesca a los hombres, los saca del agua envenenada del vicio y
los atrae a su corazn.
Lamentaciones Captulo 1 8
me arroj hacia atrs;
me ha entregado a la desolacin,
desfallezco todo el da.
14NUN.
Justo es Yahv,
pues yo fui rebelde contra sus rdenes.
Od, pues, todos los pueblos,
y contemplad mi dolor;
mis doncellas y mis jvenes
han ido al cautiverio.
19COF.
15. La virgen, hija de Jud, esto es, Jerusaln. Vase Jeremas 14, 17.
19. Mis amantes: Alusin a la alianza de los reyes de Jud con Egipto que fall. Vase
Jeremas 2, 18; 37, 5 ss. y notas.
Lamentaciones Captulo 2 9
y me engaaron,
mis sacerdotes y mis ancianos
exhalaron su alma en la ciudad,
buscando alimento para sustentar su vida.
20RESCH.
Pngase de manifiesto
delante de Ti toda su maldad,
y trtalos como me has tratado a m
por todos mis pecados;
porque son muchos mis suspiros,
y mi corazn desfallece.
Captulo 2
Segunda lamentacin
ALEF.
1
20. Se refiere a los ltimos das del sitio, cuando el enemigo haba rodeado la ciudad y
dentro de ella muchos murieron de hambre. Vase 4, 10.
22. Trtalos, etc.: El deseo de que Dios castigase las maldades de los enemigos se cumpli en
la destruccin de Babilonia. Cf. Daniel 5, 30; Esdras 1, 1 y nota; Salmo 136, 8 s.
1. La gloria de Israel: Vulgata: la nclita Israel. Escabel de sus pies, se llama el Arca de la
Alianza (I Paralipmenos 28, 2; Salmo 98, 5). Los judos crean que Dios no permitira la
destruccin de la ciudad y del Templo donde estaba el Arca. Hinchados de orgullo, no
reconocan el peligro y se burlaban de las conminaciones de los profetas. Cornelio a Lpide anota
que por escabel de sus pies se entiende aqu todo el Templo que fue abrasado porque del Arca
bien se acord el Seor, cuando por medio de Jeremas la sac del Templo y la escondi para
que no cayese en las manos de los caldeos. Cf. II Macabeos 2, 5.
Lamentaciones Captulo 2 10
la gloria de Israel,
y en el da de su clera
se olvid del escabel de sus pies!
2BET.
En el ardor de su ira
quebrant todo el podero de Israel;
retir su diestra frente al enemigo;
encendi en Jacob un fuego ardiente
que por todas panes devora.
4DALET.
Ha devastado su tabernculo
como la choza de un huerto;
ha destruido su Santuario;
Yahv ha borrado en Sin
las fiestas y los sbados;
y en el ardor de su ira
ha despreciado al rey y al sacerdote.
7ZAIN.
Sentados en tierra
callan los ancianos de la hija de Sin;
se cubren la cabeza de ceniza
y se visten de cilicio;
inclinan a tierra sus cabezas
las vrgenes de Jerusaln.
11CAF.
8. Extendi el cordel, la cuerda de medir. Es como si Dios hubiera consumado la destruccin
segn un plan, a manera de un constructor que toma primero las medidas. Cf. IV Rey. 21, 13 y
nota. Envolvi en luto el antemural y el muro: Admrese la audacia del poeta, que llega a
personificar hasta los muros.
9. Su rey y sus prncipes estn entre los gentiles: Cf. 1, 3; 4, 20; Deuteronomio 28, 36; IV
Reyes 24, 15; 25, 7. No tienen visiones. Es muy notable esta expresin, en la cual no se excluye a
s mismo el profeta que tantas visiones haba tenido.
11. Mi hgado: Para los hebreos el hgado era la fuente de la sangre y, por tanto, de la
vida (Bover-Cantera).
Lamentaciones Captulo 2 12
Preguntan a sus madres:
Dnde hay pan y vino?
cuando, cual heridos,
se desmayan en las plazas de la ciudad;
cuando exhalan su alma
en el regazo de sus madres.
13MEM.
Qu puedo decirte,
y a quin compararte, hija de Jerusaln?
A quin te asemejar, para consolarte,
oh virgen, hija de Sin?
Grande como el mar es tu llaga,
quin podr curarte?
14NUN.
14. Profecas falsas y seductoras: Sobre loa falsos profetas que fueron causa de la ruina de
Jerusaln, vase Jeremas 5, 31; 14, 14; 23, 13; Isaas 58, 1. etc.
17. Lo decretado desde antiguo es lo que Dios haba anunciado desde los tiempos antiguos
por medio de los profetas. Vase Levtico 26, 14 ss.; Deuteronomio 28, 15 ss., donde Moiss
anunciaba ya esta infidelidad y su castigo.
Lamentaciones Captulo 2 13
ha destruido sin compasin
para gozo del enemigo,
ha robustecido a tus adversarios.
18SADE.
Su corazn clama
por auxilio al Seor:
Oh muro de la hija de Sin,
derrama, cual torrente,
tus lgrimas noche y da;
no te concedas descanso;
ni reposen las nias de tus ojos.
19COF.
19. Clama de noche: La Vulgata dice: alaba de noche, expresin muy delicada, que da a Sco
ocasin para la siguiente nota: Alaba al Seor por la correccin paternal que te da, y dale gracias
por ella. No slo en la prosperidad, sino tambin en la adversidad debemos alabar al Seor y
ponernos en sus manos con humildad y confianza; y en esto se distingue el que sirve y obedece a
Dios como un buen hijo a su padre, del otro que le sirve como un vil esclavo a su amo; que slo
a golpes hace su deber, y eso diciendo contra l mil reniegos, aunque intiles.
20 ss. Los versculos 20-22 son la oracin que Sin dirige al Seor. Estos mismos horrores se
vieron, segn el testimonio del historiador Flavio Josefo, en la segunda destruccin de Jerusaln,
que se verific a la letra y tal como lo haba anunciado Jess (Mateo 24). Vase 4, 10; Levtico
26, 29; Deuteronomio 28, 53; Jeremas 19, 9; Baruc 2, 3; xodo 5, 10.
Lamentaciones Captulo 3 14
los mataste en el da de tu ira;
hiciste matanza sin piedad.
22TAU.
Captulo 3
Tercera lamentacin
1ALEF.
Yo soy el hombre que ha experimentado la afliccin
bajo la vara de la ira de (Dios).
2ALEF.
ha construido contra m,
me ha cercado de amargura y dolor.
6BET.
1. Tambin esta elega es acrstica, repitindose cada letra del alfabeto hebreo tres veces, es
decir, como inicial de tres versos seguidos. Es el profeta quien habla en su propio nombre y en el
del pueblo. A veces habla el pueblo mismo.
6. Los muertos de ya hace tiempo: La Vulgata dice: los muertos para siempre, es decir, que
no tienen esperanza de volver a esta vida. Cf. Salmo 87, 5 s.; 142, 3.
7 ss. Estos versos recuerdan las quejas y lamentaciones de Job. Cf. Job 3, 23; 7, 20; 16, 12;
19, 8; 30, 20.
Lamentaciones Captulo 3 15
8 GUIMEL.
Aun cuando clamo y pido auxilio
obstruye l mi oracin.
9 GUIMEL.
Cierra mi camino con piedras sillares,
trastorna mis senderos.
10DALET.
tendi su arco,
y me hizo blanco de sus saetas.
13HE.
Clav en mi hgado
las hijas de su aljaba;
14HE.
Me hart de angustias,
me embriag de ajenjo.
16VAU.
Acurdate de m afliccin
y de mi inquietud,
del ajenjo y de la amargura.
13. Las hijas de su aljaba, expresin potica que significa las saetas.
19 ss. Despus de la desesperacin (v. 18) vuelve el desolado al nico remedio que queda a
los afligidos: la esperanza en Dios, cuya misericordia es eterna. El mejor ttulo a su compasin es
nuestra miseria (Salmo 85, 1 y nota). San Pablo ensea que el fruto de la prueba es la esperanza
(Romanos 5, 1 ss.). Aunque caminase yo en medio de las tinieblas de la muerte, ningn mal
temer, porque T ests conmigo; tu vara y tu bculo son mi consuelo (Salmo 22, 4).
Lamentaciones Captulo 3 16
20ZAIN.
Mi alma se acuerda sin cesar
y est abatida dentro de m;
21ZAIN.
22. Vase Jeremas 46, 28 y nota.
24. Vase Isaas 42, 1-4; 41, 9; Mateo 12, 20.
25. Segn el Salmo 32, 22, la bondad de Dios est en proporcin con la confianza que en
ella tenemos. Escuchemos lo que escribe San Bernardo al Papa Eugenio: Os lo digo, Santsimo
Padre, slo Dios es aquel a quien nunca buscamos en vano; siempre lo hallamos si deseamos
encontrarlo. Vase Salmo 31, 10; 70, 1; 111, 7; Proverbios 16, 20; Romanos 12, 12; I Corintios 15,
19.
26. Norma preciossima para capear los temporales de la vida con la seguridad de ser
auxiliados en tiempo oportuno. Oigamos al respecto la voz de un alma piadosa: Cuntas veces
nos cuesta aguardar en silencio! No sabemos aguardar; es un arte bien difcil de aprender. Cuando
estamos en necesidad y creemos no poder ya llevar nuestra cruz; cuando estamos oprimidos por
todos lados y creemos estar rodeados slo por enemigos; cuando sentimos cmo nos abandonan
nuestras fuerzas y vemos el abismo al cual nos acercamos, un abismo que nos atrae
poderosamente, nos parece imposible aguardar en silencio la salud de Dios. Da y noche
suplicamos a Dios, cada pensamiento, cada latido del corazn es una plegaria la que
aparentemente Dios no escucha. Slo la confianza ilimitada en l y la seguridad de Su presencia
nos hace aguardar en silencio la salud de Dios. Y esta paciencia es buena cosa que nos hace
fuertes, que nos ayuda a sobrellevar todo, que siempre ser premiada, pues Dios ayuda siempre...
quizs en muy otra forma de cmo nos lo hemos imaginado y como lo hemos pedido, pero
siempre en la mejor forma para nosotros. Por eso, buena cosa es aguardar en silencio la salud de
Dios. Cf. v. 28; Judit 8, 20; Salmo 36, 4 s.; 129, 5 s.; Proverbios 20, 22; Isaas 30, 15; 32, 17 s.;
Miqueas 7, 7, etc.
27. Doctrina para la educacin de los hijos. La juventud, inexperta y rebosante de vida
fsica, es excesivamente carnal, y esto le oculta las luces del espritu. De ah la necesidad de la
disciplina, que el mismo Dios aconseja muchas veces (Proverbios 22, 15; 19, 18; 26, 3).
Lamentaciones Captulo 3 17
Bueno es para el hombre
llevar el yugo desde su juventud.
28YOD.
29. Parafraseando el versculo 29, el Doctor Mstico da la siguiente receta para las
purificaciones pasivas: A la verdad, no es este tiempo de hablar con Dios, sino de poner, como
dice Jeremas, su boca en el polvo, si por ventura le viniere alguna actual esperanza, sufriendo
con paciencia su purgacin. Dios es el que anda aqu haciendo pasivamente la obra en el alma;
por eso ella no puede nada.
33. Vemos aqu que Dios no se goza en vernos sufrir.
36. Santo Toms observa que Dios no obra jams contra la justicia, pero s ms all de la
justicia, a causa de la misericordia, que es inseparable de l. Cf. Denz. 1.014.
Lamentaciones Captulo 3 18
Por qu se queja el hombre viviente?
(Qujese) ms bien de sus propios pecados.
40NUM.
39. En el libro de Job encontramos grandes enseanzas a este respecto. No se trata de no
lamentarse, pues el mismo Jess lo hizo (Salmo 68 y notas), sino de no olvidar que Dios es padre
y por tanto infaliblemente bueno y ms sabio que nosotros en procurar nuestro bien.
42. Es ste uno de los muchos casos en que la Biblia nos muestra la contricin colectiva, es
decir, que no slo individualmente deben confesarse y llorarse los pecados (Nehemas captulo 9;
Daniel 9, 5 ss.; Salmo 89, 15; Baruc 3, 15 ss. y nota, etc.). Los sacerdotes de Israel, lo mismo que
David y Daniel, lloraban entre el vestbulo y el altar por los pecados del pueblo (Joel 2, 17); y
tambin el pueblo pagano de Nnive, con su rey a la cabeza, manifest pblicamente su
arrepentimiento, que los salv de la destruccin (vase Jons 3). Con ms razn an debiera
existir en la sociedad cristiana esta contricin colectiva, pues que conocemos mejor el dogma de
la caridad social y de la comunicacin de bienes espirituales en el Cuerpo mstico. Y quin podra
decir que las naciones cristianas han de sentirse menos culpables que aquellas otras? Muy al
contrario, San Pablo ensea que si merece condenacin el que prevarica contra la Ley de Moiss,
cunto ms grandes suplicios, si lo pensis, merecer aquel que hollare al Hijo de Dios, y tuviere
por vil la Sangre del Testamento, por la cual fue santificado, y ultrajare al Espritu de la gracia?
(Hebreos 10, 29).
44. La nube que cubre la oracin es el pecado, porque el pecado priva al alma del calor y
de la luz del Sol eterno y la separa de Aquel que es su vida.
Lamentaciones Captulo 3 19
Mis ojos derraman ros de agua
por el quebranto de la hija de mi pueblo.
49PE.
me encerraron en la cisterna,
pusieron sobre m la losa,
54SADE.
55 ss. Son los sentimientos del Salmo De profundis (129). Cuanto ms impotentes y
abatidos estamos, tanto ms se complace ese Dios misericordioso en ayudarnos y tanto ms
resalta de ello su gloria, al mostrar que todo lo hace por puro amor y bondad, sin derecho ni
reivindicacin por nuestra parte. Dios es rico en misericordia (Efesios 2, 4). Jams se levanta su ira
sin ser suavizada por su misericordia. No es la misericordia de Dios la verdadera causa de la
Encarnacin y Redencin que l dispuso movido del excesivo amor con que nos am? (Efesios
2, 4-5).
Lamentaciones Captulo 4 20
todas sus maquinaciones contra m.
61SCHIN.
Cegars su corazn,
los (cubrirs) con tu maldicin;
66TAU.
Captulo 4
Cuarta lamentacin
1ALEF.
Cmo se ha oscurecido el oro!
Cmo el oro fino perdi su valor!
Dispersas estn las piedras del Santuario
en las esquinas de todas las calles.
2BET.
64 ss. Sobre estas imprecaciones que pudieran parecer faltas de caridad, vase la nota al
Salmo 108, 1.
1. Jeremas habla de las paredes y piedras del Templo, antes cubiertas de oro, pero ahora
ahumadas y renegridas por el incendio. Todo esto es una imagen del pueblo decado, otrora tan
floreciente.
3. Los chacales. Vase Isaas 34, 14. Sobre el avestruz que abandona sus huevos, vase Job
39, 14 ss.
Lamentaciones Captulo 4 21
y amamantan a sus cachorros;
la hija de mi pueblo se muestra cruel
como los avestruces del desierto.
4DALET.
4. Este concepto expresado aqu en sentido material, se halla manifestado con gran
elocuencia en la profeca de Ams (8, 11) con relacin a los tiempos del fin, en los cuales habr
hambre y sed de or la Palabra de Dios y no se conseguir. En el mismo sentido cita este pasaje el
Papa Benedicto XV en la Encclica Spiritus Paraclitus, donde dice a los predicadores: Cmo
podra nuestra alma prescindir de ese alimento? Y cmo es posible que el sacerdote seale a los
dems el camino de la salvacin si l mismo descuida instruirse por la meditacin de la Escritura?
Y con qu derecho podra jactarse de ser en el ministerio sagrado el gua de los ciegos, la luz de
aquellos que andan en tinieblas, el doctor de los ignorantes, el maestro de los nios que halla en
la Ley la regla de la ciencia y de la verdad (Romanos 2, 19) si se niega a escudriar esta ciencia de
la Ley y cierra la entrada de su alma a la luz de lo alto? Ah cuntos ministros sagrados, por haber
descuidado la lectura de la Biblia, perecen ellos mismos de hambre y dejan perecer un grandsimo
nmero de almas! Cf. Eclesistico 51, 32; Ams 8, 11.
7. Sus prncipes: Vulgata: sus nazareos, los que por un tiempo o para toda la vida se haban
consagrado a Dios.
Lamentaciones Captulo 4 22
Ms dichosos son los traspasados por la espada
que los muertos de hambre,
que mueren extenuados
por falta de los frutos del campo.
10YOD.
(Entraron en ella)
a causa de los pecados de sus profetas,
y de las culpas de sus sacerdotes,
que en medio de ella
derramaron la sangre de los justos.
14NUM.
Apartaos! Un inmundo!,
les gritaban.
Apartaos, apartaos! No toquis!
Cuando huyendo vagaron errantes,
los paganos decan:
No han de demorar (entre nosotros).
16AYIN.
El rostro de Yahv
13. Insiste una vez ms en el concepto de que la mala levadura fue culpable de la
putrefaccin de la masa (I Corintios 5, 6; Glatas 5, 9), es decir, que la defeccin del pueblo, que
produjo la cada de Jerusaln, fue obra de sus conductores espirituales. Lo mismo haba de pasar
en los das del Evangelio, en el cual se distingue entre el pueblo, que en grandes masas estaba con
Jess, y la Sinagoga farisaica y envidiosa que tram su muerte a espaldas del pueblo.
Lamentaciones Captulo 4 23
los ha dispersado,
no volver a mirarlos,
pues no respetaban a los sacerdotes,
y nadie se compadeca de los ancianos.
17PE.
17. Alusin a la alianza con Egipto. Vase 1, 19; Jeremas 37, 5 ss.
19 s. En el desierto: All fue preso el rey Sedecas (Jeremas 39, 5; 52, 8), a quien se llama el
ungido del Seor, a causa del carcter teocrtico del reino de Israel.
21. Los edomitas, enemigos hereditarios de Israel (Jeremas 49, 7 y nota). Su alegra ser de
corto tiempo, porque llegar a ellos el cliz, esto es, la ira del Seor. Cf. Salmo 136, 7 y nota.
22. No volver a llevarte. En efecto, en la ltima dispersin de Israel, que dura todava, no
fue llevada en cautiverio la nacin como tal, sino que se dispers el pueblo, siendo muchos
vendidos como esclavos. Fillion interpreta esto en sentido mesinico, citando a Jeremas 30, 3;
31, 37.
Lamentaciones Captulo 5 24
Hija de Sin,
tiene su trmino tu iniquidad;
l no volver a llevarte al cautiverio;
pero castigar tu iniquidad,
oh hija de Edom,
pondr al descubierto tus pecados.
Captulo 5
Oracin del profeta Jeremas
1Acurdate, Yahv, de lo que nos ha sobrevenido,
mira y considera nuestro oprobio.
2Nuestra herencia ha pasado a manos de extranjeros,
1. El ttulo Oracin del profeta Jeremas, que comnmente se da a este captulo, falta en el
texto, mas no hay duda de que el gran profeta es autor de esta fervorosa plegaria. Comienza
describiendo vivamente el estado lamentable de su pueblo que sufre el cautiverio.
7. Pecaron nuestros padres: No somos nosotros inocentes (v. 16); pero ms culpables son
nuestros padres: fueron ellos los autores de los desrdenes del da, y murieron sin experimentar
estos males (Pramo). Vase sobre este punto xodo 20, 5 y nota.
8. No se refiere a una subversin social como la del comunismo, en que el siervo llegue a
mandar a su amo, sino que habla, en sentido poltico, de esa sujecin en que haba cado Israel
bajo un pueblo que la nacin escogida miraba como inferior. Aqu se ve cuan falsa es la
presuncin de los fariseos en Juan 8, 33. Cf. Esdras 9, 9; Baruc 2, 5.
9. La espada del desierto: las invasiones de los nmadas del desierto.
Lamentaciones Captulo 5 25
12Los prncipes fueron colgados de las manos
y despreciados los rostros de los ancianos.
13Los mancebos llevan el molino,
13. Los mancebos llevan el molino: Se trata de las dos piedras de que se compona el molino
casero. La Vulgata vierte: abusaron de las jvenes deshonestamente.
16. Ay de nosotros, que hemos pecado! Si el orgullo es el primero de nuestros vicios y el
principio de nuestras desgracias, no hay duda de que slo puede curarse por medio de la
humildad. Ahora bien, el acto ms humillante es para el hombre la confesin de los pecados, el
franco reconocimiento de que l es nada y que sus obras son malas. Tal actitud desarma a Dios,
como dice Tertuliano, y la misericordia ocupa el puesto de la maldicin.
19. Esta esperanza mesinica en Aqul cuyo reino no tendr fin es el consuelo de Israel en
todas sus grandes pruebas. Cf. Salmo 9, 8; 71, 7 s.; 101, 13 y 27.
21. Es una gran leccin de doctrina este reconocimiento de nuestra incapacidad para
convertirnos a Dios, si l no nos convierte, es decir, si l no nos da la gracia de la conversin.
Igual concepto expresa Jeremas con respecto a la salvacin final de Israel. Vase Jeremas 30, 13
y nota.