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29 Lamentaciones

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La Santa Biblia

Lamentaciones
Versin de Mons. Juan Straubinger

Libro 29 de la Biblia
Lamentaciones 2
Lamentaciones 3

Introduccin
La tradicin atribuye unnimemente a Jeremas la coleccin de las
Lamentaciones que va unida al libro de sus profecas.
Llmame Lamentaciones o, segn el griego, Trenos, porque expresan en la
forma mas conmovedora el amargusimo dolor del santo profeta por la triste
suerte de su pueblo y la ruina del Templo y de la ciudad de Jerusaln. Fueron
compuestas bajo la impresin de la tremenda catstrofe, inmediatamente
despus de la cada de la ciudad (587 a. C.).
Este pequeo libro pertenece al gnero de poesa lrico-elegaco,
distinguindose, adems, por el orden alfabtico de los versos en los captulos
1-4. Su estilo es vivo y pattico, pero a la vez tierno y compasivo como la voz
de una madre que consuela a sus hijos. No hay en toda la antigedad obra
alguna que pueda compararse, en cuanto a la intensidad de los sentimientos,
con una de estas elegas inmortales.
En el canon judo las Lamentaciones formaban parte de los cinco libros
(Megillot) que se lean en ciertas fiestas. La Iglesia no ha encontrado mejor
expresin que ellas para recordar la Pasin de Jesucristo, por lo cual las reza
en el Oficio de Semana Santa. Este sublime grito de dolor y arrepentimiento
se prestara maravillosamente, como los siete Salmos penitenciales, para
manifestaciones pblicas de contricin colectiva, como las que se hacan en
tiempos de mayor fe. Los grandes Obispos San Ambrosio y San Carlos
Borromeo promovan especialmente estos actos de penitencia pblica que
libraron a los pueblos de grandes calamidades.
Lamentaciones 4
Lamentaciones Captulo 1 5

Las Lamentaciones del profeta Jeremas

Captulo 1
Primera Lamentacin
1ALEF.
Cmo ha quedado solitaria
la ciudad populosa!
Ha quedado como viuda
la que era grande entre las naciones;
la reina de las provincias
ha sido hecha tributaria.
2BET.

Llora amargamente en la noche


y por sus mejillas (corren) las lgrimas.
Entre todos sus amantes
no hay quien la consuele;
todos sus amigos la abandonaron,
se le trocaron en enemigos.
3GUIMEL.

Jud ha ido al cautiverio,


oprimido de afliccin
y de dura servidumbre;
habita entre los gentiles,
no halla descanso;
todos sus perseguidores


1. La verdadera grandeza de Jeremas se manifiesta en las Lamentaciones, que hoy todava,
2.500 aos despus de su composicin, conmueven los nimos por su fuerza potica y la pasin
avasalladora de sus afectos, que sobrepujan a todas las elegas que se han escrito hasta ahora. El
pueblo judo sufri en 587 a. C., el desastre tantas veces vaticinado por los profetas, desde
Moiss hasta Jeremas, y estuvo a punto de ser borrado de la lista de las naciones, pero en su
inmensa miseria tuvo la suerte de poseer, en la persona de Jeremas, no slo un poeta que
describiera su ruina, como lo hizo Homero en la cada de Troya, sino un predicador, que
explicara al resto del pueblo el sentido del castigo y lo consolara con la esperanza del perdn.
Esta primera Lamentacin es acrstica, es decir, las iniciales hebreas de los 22 versculos
corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo, las cuales hemos conservado en la traduccin.
Viuda se llama Jerusaln, por haber quedado sin hijos (habitantes), y ms an porque Dios, el
divino Esposo, la ha abandonado. Cf. Isaas 1, 21; 47, 9.

3. Habita entre los gentiles: No se trata solamente de los que estaban cautivos en Babilonia,
sino tambin de aquellos que se haban refugiado en otros pases para escapar a la deportacin.
Vase Jeremas 43, 1 ss.
Lamentaciones Captulo 1 6
le dieron alcance en sus angustias.
4DALET.

Los caminos de Sin estn de luto,


pues no hay quien venga a las fiestas.
En ruinas todas sus puertas,
gimiendo sus sacerdotes,
desoladas sus vrgenes,
y ella llena de amargura.
5HE.

Sus adversarios han prevalecido,


sus enemigos se han envalentonado,
porque Yahv la ha afligido
por la multitud de sus pecados.
Sus nios fueron al cautiverio,
arrendolos el opresor.
6VAU.

Ha perdido la hija de Sin


toda su hermosura;
sus prncipes son como carneros
que no hallan pasto,
y marchan sin fuerza
delante del perseguidor.
7ZAIN.

En los das de su afliccin


y de su migracin
Jerusaln recuerda todos los bienes
de que goz desde antiguo;
cmo cay su pueblo
en manos del enemigo,
sin que nadie le ayudase;
y como la vieron sus adversarios
y se rieron de su cada.
8 HET.
Jerusaln ha pecado gravemente,


7. Sumergida en la miseria, Jerusaln recuerda las cosas deseables, es decir, la gloria pasada,
el reino de David y Salomn, la magnificencia del Templo y del culto del Seor. Es lo que expresa
el Dante al decir que no hay mayor dolor que acordarse de los tiempos felices en el infortunio
(Infierno V).

8. Jerusaln se ha sumergido en sus pecados, y por esto ha perdido toda estabilidad; ha
puesto su esperanza en las riquezas, poder y falsos dioses, y por eso tiene que gemir. Cuntas
veces el hombre moderno sigue las mismas ideologas que llevaran al pueblo de Israel a la
perdicin! Por lo cual nos exhorta San Agustn: Vistas desde lo alto de las cosas divinas, las cosas
de la tierra pierden su falsa grandeza, y parecen pequeas y despreciables. De ah es que las
riquezas, la gloria, el poder, los honores y las creaturas, todo ser mezquino para nosotros.
Lamentaciones Captulo 1 7
por eso es ahora objeto de asco;
cuantos la honraban la deshonran,
pues han visto su desnudez;
y ella misma vuelve su rostro gimiendo.
9TET.
Las faldas de su vestido estn manchadas,
porque no pensaba en su fin;
cay de modo sorprendente
y no tiene quien la consuele.
Mira, Yahv, mi afliccin,
pues se engre el enemigo!
10 YOD.
El opresor extendi su mano
sobre todas sus preciosidades,
pues ella vio cmo en su Santuario
penetraron los gentiles,
de los cuales mandaste
que no entrasen en tu Congregacin.
11 CAF.
Todo su pueblo suspira buscando pan;
dan sus joyas por pan
para recobrar la vida.
Mira, Yahv, y contempla
cmo estoy envilecida!
12 LAMED.
Oh vosotros todos
los que pasis por el camino,
mirad y ved, si hay dolor
como el dolor que me hiere!
Pues Yahv me ha afligido
en el da de su ardiente ira.
13MEM.

Desde lo alto mand l un fuego


que devora mis huesos,
tendi una red a mis pies,


12. Me ha afligido: Vulgata: me ha vendimiado, es decir, me pis como quien pisa uvas en
el lagar. Cf. versculo 15; Isaas 16, 9; 63,2 s.; Jeremas 49, 9.

13 s. EI fuego dentro de los huesos, la red tendida, el yugo puesto sobre el cuello, son
imgenes de la situacin desesperada de la ciudad destruida. Se nota cmo brota ya el
remordimiento. La ciudad castigada reconoce, por boca del profeta, la justicia de Dios y se
declara culpable. Esto deberan hacer todos los pueblos en tiempo de grandes tribulaciones. El
sufrimiento es la red con que Dios pesca a los hombres, los saca del agua envenenada del vicio y
los atrae a su corazn.
Lamentaciones Captulo 1 8
me arroj hacia atrs;
me ha entregado a la desolacin,
desfallezco todo el da.
14NUN.

At con su mano el yugo de mis pecados,


que entretejidos pesan sobre mi cerviz;
me rob la fuerza.
El Seor me entreg
a quienes no puedo resistirme.
15SAMEC.

Desech el Seor a todos los prncipes


que estaban en medio de m;
fij contra m un plazo
para exterminar a mis jvenes;
como un lagar ha pisado el Seor
a la virgen, hija de Jud.
16AYIN.

Por eso derramo lgrimas,


y son mis ojos fuentes de agua;
lejos de m est el que me consuele,
el que reanime mi alma.
Desolados estn mis hijos,
porque ha prevalecido el enemigo.
17PE.

Sin extiende las manos,


sin que haya quien la consuele;
Yahv dio una orden a los enemigos
que rodeasen a Jacob;
Jerusaln ha venido a ser para ellos
un objeto de abominacin.
18SADE.

Justo es Yahv,
pues yo fui rebelde contra sus rdenes.
Od, pues, todos los pueblos,
y contemplad mi dolor;
mis doncellas y mis jvenes
han ido al cautiverio.
19COF.

Llam a mis amantes,


15. La virgen, hija de Jud, esto es, Jerusaln. Vase Jeremas 14, 17.

19. Mis amantes: Alusin a la alianza de los reyes de Jud con Egipto que fall. Vase
Jeremas 2, 18; 37, 5 ss. y notas.
Lamentaciones Captulo 2 9
y me engaaron,
mis sacerdotes y mis ancianos
exhalaron su alma en la ciudad,
buscando alimento para sustentar su vida.
20RESCH.

Mira, Yahv, estoy en angustias,


hierven mis entraas;
mi corazn se revuelve en m,
por cuanto he sido muy rebelde
por fuera hace estragos la espada,
y por dentro hay (otra) clase de muerte.
21SCHIN.

Ellos oyen mis gemidos,


pero nadie me consuela;
todos mis enemigos conocen mi desgracia
Envales el da sealado,
para que sean como yo.
22TAU.

Pngase de manifiesto
delante de Ti toda su maldad,
y trtalos como me has tratado a m
por todos mis pecados;
porque son muchos mis suspiros,
y mi corazn desfallece.

Captulo 2
Segunda lamentacin
ALEF.
1

Cmo el Seor en su ira


ha oscurecido a la hija de Sin!
Cmo precipit del cielo a la tierra


20. Se refiere a los ltimos das del sitio, cuando el enemigo haba rodeado la ciudad y
dentro de ella muchos murieron de hambre. Vase 4, 10.

22. Trtalos, etc.: El deseo de que Dios castigase las maldades de los enemigos se cumpli en
la destruccin de Babilonia. Cf. Daniel 5, 30; Esdras 1, 1 y nota; Salmo 136, 8 s.

1. La gloria de Israel: Vulgata: la nclita Israel. Escabel de sus pies, se llama el Arca de la
Alianza (I Paralipmenos 28, 2; Salmo 98, 5). Los judos crean que Dios no permitira la
destruccin de la ciudad y del Templo donde estaba el Arca. Hinchados de orgullo, no
reconocan el peligro y se burlaban de las conminaciones de los profetas. Cornelio a Lpide anota
que por escabel de sus pies se entiende aqu todo el Templo que fue abrasado porque del Arca
bien se acord el Seor, cuando por medio de Jeremas la sac del Templo y la escondi para
que no cayese en las manos de los caldeos. Cf. II Macabeos 2, 5.
Lamentaciones Captulo 2 10
la gloria de Israel,
y en el da de su clera
se olvid del escabel de sus pies!
2BET.

Arras el Seor, sin compasin,


todas las moradas de Jacob;
destruy en su saa
las fortalezas de la hija de Jud;
ech por tierra y amancill el reino
y a sus prncipes.
3GUIMEL.

En el ardor de su ira
quebrant todo el podero de Israel;
retir su diestra frente al enemigo;
encendi en Jacob un fuego ardiente
que por todas panes devora.
4DALET.

Entes su arco como enemigo,


extendi su diestra cual adversario,
y destruy cuanto era de bello aspecto;
en el pabelln de la hija de Sin
derram como fuego su ira.
5HE.

El Seor se ha trocado en enemigo,


ha devorado a Israel;
ha derribado todos sus palacios,
ha destruido sus fortalezas;
ha multiplicado para la hija de Sin
los llantos y plaidos.
6VAU.

Ha devastado su tabernculo
como la choza de un huerto;
ha destruido su Santuario;
Yahv ha borrado en Sin
las fiestas y los sbados;
y en el ardor de su ira
ha despreciado al rey y al sacerdote.
7ZAIN.

El Seor ha desechado su altar,


ha abominado su Santuario;

4. En el pabelln de la hija de Sin, es decir, en Jerusaln.

6. Su tabernculo, sinnimo de Santuario: el Templo. Cf. Salmo 88, 40; Isaas 5, 5.


Lamentaciones Captulo 2 11
ha entregado a los enemigos
los muros de sus baluartes;
resonaron gritos en la Casa de Yahv
como en da de fiesta.
8HET.

Determin Yahv destruir


la muralla de la hija de Sin,
extendi el cordel,
y no retir su mano de la destruccin,
envolvi en luto
el antemural y el muro,
que languidecen juntos.
9TET.

Sus puertas se han hundido en el suelo;


destruy y quebrant sus cerrojos;
su rey y sus prncipes
estn entre los gentiles;
ya no hay Ley,
y sus profetas no tienen visiones de Yahv.
10YOD.

Sentados en tierra
callan los ancianos de la hija de Sin;
se cubren la cabeza de ceniza
y se visten de cilicio;
inclinan a tierra sus cabezas
las vrgenes de Jerusaln.
11CAF.

Mis ojos se consumen de tanto llorar,


mis entraas hierven;
se derrama en tierra mi hgado
por el quebranto de la hija de mi pueblo,
al ver cmo los pequeuelos y los lactantes
desfallecen en las plazas de la ciudad.
12LAMED.


8. Extendi el cordel, la cuerda de medir. Es como si Dios hubiera consumado la destruccin
segn un plan, a manera de un constructor que toma primero las medidas. Cf. IV Rey. 21, 13 y
nota. Envolvi en luto el antemural y el muro: Admrese la audacia del poeta, que llega a
personificar hasta los muros.

9. Su rey y sus prncipes estn entre los gentiles: Cf. 1, 3; 4, 20; Deuteronomio 28, 36; IV
Reyes 24, 15; 25, 7. No tienen visiones. Es muy notable esta expresin, en la cual no se excluye a
s mismo el profeta que tantas visiones haba tenido.

11. Mi hgado: Para los hebreos el hgado era la fuente de la sangre y, por tanto, de la
vida (Bover-Cantera).
Lamentaciones Captulo 2 12
Preguntan a sus madres:
Dnde hay pan y vino?
cuando, cual heridos,
se desmayan en las plazas de la ciudad;
cuando exhalan su alma
en el regazo de sus madres.
13MEM.

Qu puedo decirte,
y a quin compararte, hija de Jerusaln?
A quin te asemejar, para consolarte,
oh virgen, hija de Sin?
Grande como el mar es tu llaga,
quin podr curarte?
14NUN.

Tus profetas te anunciaron


visiones vanas y necias;
no manifestaron tu iniquidad
para evitar tu cautiverio;
te dieron por visiones
profecas falsas y seductoras.
15SAMEC.

Baten palmas contra ti


cuantos pasan por el camino;
silban, y menean la cabeza
contra la hija de Jerusaln.
Es sta la ciudad
que tena por nombre Perfecta belleza
y Gozo de toda la tierra?
16PE.

Abren contra ti la boca


todos tus enemigos;
silban, rechinan los dientes
diciendo: La hemos devorado;
ste es el da esperado;
ha llegado ya; lo estamos viendo.
17AYIN.

Yahv ha ejecutado sus planes,


ha cumplido lo decretado desde antiguo;


14. Profecas falsas y seductoras: Sobre loa falsos profetas que fueron causa de la ruina de
Jerusaln, vase Jeremas 5, 31; 14, 14; 23, 13; Isaas 58, 1. etc.

17. Lo decretado desde antiguo es lo que Dios haba anunciado desde los tiempos antiguos
por medio de los profetas. Vase Levtico 26, 14 ss.; Deuteronomio 28, 15 ss., donde Moiss
anunciaba ya esta infidelidad y su castigo.
Lamentaciones Captulo 2 13
ha destruido sin compasin
para gozo del enemigo,
ha robustecido a tus adversarios.
18SADE.

Su corazn clama
por auxilio al Seor:
Oh muro de la hija de Sin,
derrama, cual torrente,
tus lgrimas noche y da;
no te concedas descanso;
ni reposen las nias de tus ojos.
19COF.

Levntate, clama de noche,


al comienzo de cada vigilia;
derrama, como agua, tu corazn
ante la faz del Seor;
alza hacia l tus manos
por la vida de tus parvulitos
que desfallecen de hambre
en las esquinas de todas las calles.
20RESCH.

Mira, Yahv, y contempla!


A quin jams has tratado as?
Han acaso de comer las mujeres
el fruto de su seno,
los nios que acarician?
Han de ser asesinados
el sacerdote y el profeta
en el Santuario de Yahv?
21SCHIN.

Yacen por tierra en las calles


jvenes y ancianos;
mis doncellas y mis mancebos
cayeron al filo de la espada;


19. Clama de noche: La Vulgata dice: alaba de noche, expresin muy delicada, que da a Sco
ocasin para la siguiente nota: Alaba al Seor por la correccin paternal que te da, y dale gracias
por ella. No slo en la prosperidad, sino tambin en la adversidad debemos alabar al Seor y
ponernos en sus manos con humildad y confianza; y en esto se distingue el que sirve y obedece a
Dios como un buen hijo a su padre, del otro que le sirve como un vil esclavo a su amo; que slo
a golpes hace su deber, y eso diciendo contra l mil reniegos, aunque intiles.

20 ss. Los versculos 20-22 son la oracin que Sin dirige al Seor. Estos mismos horrores se
vieron, segn el testimonio del historiador Flavio Josefo, en la segunda destruccin de Jerusaln,
que se verific a la letra y tal como lo haba anunciado Jess (Mateo 24). Vase 4, 10; Levtico
26, 29; Deuteronomio 28, 53; Jeremas 19, 9; Baruc 2, 3; xodo 5, 10.
Lamentaciones Captulo 3 14
los mataste en el da de tu ira;
hiciste matanza sin piedad.
22TAU.

Llamaste, como para da sealado,


de todas partes terrores contra m,
y en aquel da de la ira de Yahv
no hubo evadido ni fugitivo.
El enemigo aniquil
a los que yo haba acariciado y criado.

Captulo 3
Tercera lamentacin
1ALEF.
Yo soy el hombre que ha experimentado la afliccin
bajo la vara de la ira de (Dios).
2ALEF.

Me llev y me hizo andar en tinieblas,


y no en luz.
3ALEF.

No cesa de volver contra m


su mano todo el da.
4BET.

Ha consumido mi carne y mi piel,


ha roto mis huesos;
5BET.

ha construido contra m,
me ha cercado de amargura y dolor.
6BET.

Me coloc en lugar tenebroso,


como los muertos de ya hace tiempo.
7
GUIMEL.
Me tiene rodeado por todos lados,
y no puedo salir;
me ha cargado de pesadas cadenas.


1. Tambin esta elega es acrstica, repitindose cada letra del alfabeto hebreo tres veces, es
decir, como inicial de tres versos seguidos. Es el profeta quien habla en su propio nombre y en el
del pueblo. A veces habla el pueblo mismo.

6. Los muertos de ya hace tiempo: La Vulgata dice: los muertos para siempre, es decir, que
no tienen esperanza de volver a esta vida. Cf. Salmo 87, 5 s.; 142, 3.

7 ss. Estos versos recuerdan las quejas y lamentaciones de Job. Cf. Job 3, 23; 7, 20; 16, 12;
19, 8; 30, 20.
Lamentaciones Captulo 3 15
8 GUIMEL.
Aun cuando clamo y pido auxilio
obstruye l mi oracin.
9 GUIMEL.
Cierra mi camino con piedras sillares,
trastorna mis senderos.
10DALET.

Fue para m como oso en acecho,


como len en emboscada;
11DALET.

torci mis caminos y me destroz,


me convirti en desolacin;
12DALET.

tendi su arco,
y me hizo blanco de sus saetas.
13HE.

Clav en mi hgado
las hijas de su aljaba;
14HE.

soy el escarnio de todo mi pueblo,


su cantilena diaria.
15HE.

Me hart de angustias,
me embriag de ajenjo.
16VAU.

Me quebr los dientes con cascajo,


me sumergi en cenizas.
17VAU.

Alejaste de mi alma la paz;


no s ya lo que es felicidad;
18VAU.

por eso dije:


Pereci mi gloria y mi esperanza en Yahv.
19ZAIN.

Acurdate de m afliccin
y de mi inquietud,
del ajenjo y de la amargura.


13. Las hijas de su aljaba, expresin potica que significa las saetas.

19 ss. Despus de la desesperacin (v. 18) vuelve el desolado al nico remedio que queda a
los afligidos: la esperanza en Dios, cuya misericordia es eterna. El mejor ttulo a su compasin es
nuestra miseria (Salmo 85, 1 y nota). San Pablo ensea que el fruto de la prueba es la esperanza
(Romanos 5, 1 ss.). Aunque caminase yo en medio de las tinieblas de la muerte, ningn mal
temer, porque T ests conmigo; tu vara y tu bculo son mi consuelo (Salmo 22, 4).
Lamentaciones Captulo 3 16
20ZAIN.
Mi alma se acuerda sin cesar
y est abatida dentro de m;
21ZAIN.

meditando en esto recobro esperanza.


22 HET.
Es por la misericordia de Yahv que no hayamos perecido,
porque nunca se acaban sus piedades.
23 HET.
Se renuevan cada maana;
grande es tu fidelidad.
24 Het.
Yahv es mi porcin, dice mi alma,
por eso espero en l.
25 TET.
Bueno es Yahv para quien en l espera,
para el que le busca.
26 TET.
Bueno es aguardar en silencio
la salvacin de Yahv.
27 TET.


22. Vase Jeremas 46, 28 y nota.

24. Vase Isaas 42, 1-4; 41, 9; Mateo 12, 20.

25. Segn el Salmo 32, 22, la bondad de Dios est en proporcin con la confianza que en
ella tenemos. Escuchemos lo que escribe San Bernardo al Papa Eugenio: Os lo digo, Santsimo
Padre, slo Dios es aquel a quien nunca buscamos en vano; siempre lo hallamos si deseamos
encontrarlo. Vase Salmo 31, 10; 70, 1; 111, 7; Proverbios 16, 20; Romanos 12, 12; I Corintios 15,
19.

26. Norma preciossima para capear los temporales de la vida con la seguridad de ser
auxiliados en tiempo oportuno. Oigamos al respecto la voz de un alma piadosa: Cuntas veces
nos cuesta aguardar en silencio! No sabemos aguardar; es un arte bien difcil de aprender. Cuando
estamos en necesidad y creemos no poder ya llevar nuestra cruz; cuando estamos oprimidos por
todos lados y creemos estar rodeados slo por enemigos; cuando sentimos cmo nos abandonan
nuestras fuerzas y vemos el abismo al cual nos acercamos, un abismo que nos atrae
poderosamente, nos parece imposible aguardar en silencio la salud de Dios. Da y noche
suplicamos a Dios, cada pensamiento, cada latido del corazn es una plegaria la que
aparentemente Dios no escucha. Slo la confianza ilimitada en l y la seguridad de Su presencia
nos hace aguardar en silencio la salud de Dios. Y esta paciencia es buena cosa que nos hace
fuertes, que nos ayuda a sobrellevar todo, que siempre ser premiada, pues Dios ayuda siempre...
quizs en muy otra forma de cmo nos lo hemos imaginado y como lo hemos pedido, pero
siempre en la mejor forma para nosotros. Por eso, buena cosa es aguardar en silencio la salud de
Dios. Cf. v. 28; Judit 8, 20; Salmo 36, 4 s.; 129, 5 s.; Proverbios 20, 22; Isaas 30, 15; 32, 17 s.;
Miqueas 7, 7, etc.

27. Doctrina para la educacin de los hijos. La juventud, inexperta y rebosante de vida
fsica, es excesivamente carnal, y esto le oculta las luces del espritu. De ah la necesidad de la
disciplina, que el mismo Dios aconseja muchas veces (Proverbios 22, 15; 19, 18; 26, 3).
Lamentaciones Captulo 3 17
Bueno es para el hombre
llevar el yugo desde su juventud.
28YOD.

Sintese aparte en silencio,


pues (Dios) se lo ha impuesto;
29YOD.

ponga en el polvo su boca;


quiz haya esperanza;
30YOD.

ofrezca la mejilla al que le hiere,


hrtese de oprobio.
31CAF.

Porque no para siempre desecha el Seor;


32CAF.

despus de afligir usa de misericordia


segn la multitud de sus piedades;
33CAF.

pues no de buena gana humilla El,


ni aflige a los hijos de los hombres.
34LAMED.

Acaso el Seor no est viendo


cmo son pisoteados todos los cautivos de la tierra?
35LAMED.

Cmo se tuerce el derecho de un hombre


ante la faz del Altsimo?
36LAMED.

Cmo se hace injusticia a otro en su causa?


37MEM.

Quin puede decir algo,


y esto se realiza sin la orden de Yahv?
38MEM.

No proceden de la boca del Altsimo


los males y los bienes?
39MEM.


29. Parafraseando el versculo 29, el Doctor Mstico da la siguiente receta para las
purificaciones pasivas: A la verdad, no es este tiempo de hablar con Dios, sino de poner, como
dice Jeremas, su boca en el polvo, si por ventura le viniere alguna actual esperanza, sufriendo
con paciencia su purgacin. Dios es el que anda aqu haciendo pasivamente la obra en el alma;
por eso ella no puede nada.

33. Vemos aqu que Dios no se goza en vernos sufrir.

36. Santo Toms observa que Dios no obra jams contra la justicia, pero s ms all de la
justicia, a causa de la misericordia, que es inseparable de l. Cf. Denz. 1.014.
Lamentaciones Captulo 3 18
Por qu se queja el hombre viviente?
(Qujese) ms bien de sus propios pecados.
40NUM.

Examinemos y escudriemos nuestros caminos


y convirtmonos a Yahv.
41NUM.

Alcemos nuestro corazn, con nuestras manos,


a Dios en el cielo.
42NUM.

Hemos pecado, y hemos sido rebeldes;


T no has perdonado.
43SAMEC.

Te cubriste de tu ira y nos perseguiste,


mataste sin piedad;
44SAMEC.

pusiste una nube delante de Ti


para que no penetrase la oracin;
45SAMEC.

nos convertiste en desecho y basura


en medio de las naciones.
46AYIN.

Abren contra nosotros su boca


todos nuestros enemigos;
47AYIN.

nos amenazan el terror y la fosa,


la devastacin y la ruina;
48AYIN.


39. En el libro de Job encontramos grandes enseanzas a este respecto. No se trata de no
lamentarse, pues el mismo Jess lo hizo (Salmo 68 y notas), sino de no olvidar que Dios es padre
y por tanto infaliblemente bueno y ms sabio que nosotros en procurar nuestro bien.

42. Es ste uno de los muchos casos en que la Biblia nos muestra la contricin colectiva, es
decir, que no slo individualmente deben confesarse y llorarse los pecados (Nehemas captulo 9;
Daniel 9, 5 ss.; Salmo 89, 15; Baruc 3, 15 ss. y nota, etc.). Los sacerdotes de Israel, lo mismo que
David y Daniel, lloraban entre el vestbulo y el altar por los pecados del pueblo (Joel 2, 17); y
tambin el pueblo pagano de Nnive, con su rey a la cabeza, manifest pblicamente su
arrepentimiento, que los salv de la destruccin (vase Jons 3). Con ms razn an debiera
existir en la sociedad cristiana esta contricin colectiva, pues que conocemos mejor el dogma de
la caridad social y de la comunicacin de bienes espirituales en el Cuerpo mstico. Y quin podra
decir que las naciones cristianas han de sentirse menos culpables que aquellas otras? Muy al
contrario, San Pablo ensea que si merece condenacin el que prevarica contra la Ley de Moiss,
cunto ms grandes suplicios, si lo pensis, merecer aquel que hollare al Hijo de Dios, y tuviere
por vil la Sangre del Testamento, por la cual fue santificado, y ultrajare al Espritu de la gracia?
(Hebreos 10, 29).

44. La nube que cubre la oracin es el pecado, porque el pecado priva al alma del calor y
de la luz del Sol eterno y la separa de Aquel que es su vida.
Lamentaciones Captulo 3 19
Mis ojos derraman ros de agua
por el quebranto de la hija de mi pueblo.
49PE.

Se deshacen mis ojos sin cesar en continuo llanto,


50PE.

hasta que Yahv levante la vista


y mire desde el cielo.
51PE.

Mis ojos me consumen el alma


por todas las hijas de mi ciudad.
52SADE.

Como a ave me dieron caza


los que me odian sin motivo,
53SADE.

me encerraron en la cisterna,
pusieron sobre m la losa,
54SADE.

las aguas subieron por encima de mi cabeza,


y dije: Perdido estoy.
55COF.

Desde lo ms profundo de la fosa


invoqu tu nombre;
56COF.

T oste mi voz. No cierres tus odos


a mis suspiros, a mis clamores!
57COF.

Cuando te invoqu te acercaste


y dijiste: No temas.
58RESCH.

T, Seor, defendiste mi alma,


salvaste mi vida,
59RESCH.

T ves, oh Yahv, mi opresin;


hazme justicia;
60RESCH.

ves todos sus deseos de venganza,


55 ss. Son los sentimientos del Salmo De profundis (129). Cuanto ms impotentes y
abatidos estamos, tanto ms se complace ese Dios misericordioso en ayudarnos y tanto ms
resalta de ello su gloria, al mostrar que todo lo hace por puro amor y bondad, sin derecho ni
reivindicacin por nuestra parte. Dios es rico en misericordia (Efesios 2, 4). Jams se levanta su ira
sin ser suavizada por su misericordia. No es la misericordia de Dios la verdadera causa de la
Encarnacin y Redencin que l dispuso movido del excesivo amor con que nos am? (Efesios
2, 4-5).
Lamentaciones Captulo 4 20
todas sus maquinaciones contra m.
61SCHIN.

T, oh Yahv, oste todos sus insultos,


todas sus tramas contra m,
62SCHIN.

las palabras de mis enemigos,


y cuanto maquinan contra m siempre.
63SCHIN.

Mira, cuando se sientan y cuando se levantan,


soy yo el objeto de sus canciones.
64TAU.

T les dars, oh Yahv, su merecido,


conforme a la obra de sus manos.
65TAU.

Cegars su corazn,
los (cubrirs) con tu maldicin;
66TAU.

los perseguirs con furor


y los destruirs debajo del cielo, oh Yahv.

Captulo 4
Cuarta lamentacin
1ALEF.
Cmo se ha oscurecido el oro!
Cmo el oro fino perdi su valor!
Dispersas estn las piedras del Santuario
en las esquinas de todas las calles.
2BET.

Los nobles hijos de Sin,


estimados como oro puro,
cmo son tenidos por vasos de barro,
obra de manos de alfarero!
3GUIMEL.

Aun los chacales dan la teta


64 ss. Sobre estas imprecaciones que pudieran parecer faltas de caridad, vase la nota al
Salmo 108, 1.

1. Jeremas habla de las paredes y piedras del Templo, antes cubiertas de oro, pero ahora
ahumadas y renegridas por el incendio. Todo esto es una imagen del pueblo decado, otrora tan
floreciente.

3. Los chacales. Vase Isaas 34, 14. Sobre el avestruz que abandona sus huevos, vase Job
39, 14 ss.
Lamentaciones Captulo 4 21
y amamantan a sus cachorros;
la hija de mi pueblo se muestra cruel
como los avestruces del desierto.
4DALET.

La lengua del nio de pecho,


de sed se pega al paladar;
los pequeuelos piden pan,
y no hay quien se lo reparta.
5HE.

Los que coman manjares delicados,


perecen por las calles;
abrazan el estircol
los que se criaron entre prpura.
6VAV.

La maldad de la hija de mi pueblo


es mayor que el pecado de Sodoma,
que fue destruida en un momento,
sin que nadie pusiera en ella la mano.
7ZAIN.

Brillaban sus prncipes ms que la nieve,


eran ms blancos que la leche,
y sus cuerpos ms rojos que el coral;
un zafiro era su talle.
8HET.

Ahora su aspecto es ms oscuro


que la misma oscuridad;
no se los reconoce en las calles;
su piel se les pega a los huesos,
seca como un palo.
9TET.


4. Este concepto expresado aqu en sentido material, se halla manifestado con gran
elocuencia en la profeca de Ams (8, 11) con relacin a los tiempos del fin, en los cuales habr
hambre y sed de or la Palabra de Dios y no se conseguir. En el mismo sentido cita este pasaje el
Papa Benedicto XV en la Encclica Spiritus Paraclitus, donde dice a los predicadores: Cmo
podra nuestra alma prescindir de ese alimento? Y cmo es posible que el sacerdote seale a los
dems el camino de la salvacin si l mismo descuida instruirse por la meditacin de la Escritura?
Y con qu derecho podra jactarse de ser en el ministerio sagrado el gua de los ciegos, la luz de
aquellos que andan en tinieblas, el doctor de los ignorantes, el maestro de los nios que halla en
la Ley la regla de la ciencia y de la verdad (Romanos 2, 19) si se niega a escudriar esta ciencia de
la Ley y cierra la entrada de su alma a la luz de lo alto? Ah cuntos ministros sagrados, por haber
descuidado la lectura de la Biblia, perecen ellos mismos de hambre y dejan perecer un grandsimo
nmero de almas! Cf. Eclesistico 51, 32; Ams 8, 11.

7. Sus prncipes: Vulgata: sus nazareos, los que por un tiempo o para toda la vida se haban
consagrado a Dios.
Lamentaciones Captulo 4 22
Ms dichosos son los traspasados por la espada
que los muertos de hambre,
que mueren extenuados
por falta de los frutos del campo.
10YOD.

Las manos de las mujeres, de suyo, compasivas,


cuecen a sus propios hijos;
les sirven de comida
entre las ruinas de la hija de mi pueblo.
11CAF.

Yahv ha apurado su furor,


derramando su ardiente ira;
encendi en Sin un fuego
que ha devorado sus fundamentos.
12LAMED.

No crean los reyes de la tierra,


ni cuantos habitan el orbe,
que el adversario, el enemigo,
entrara por las puertas de Jerusaln.
13MEM.

(Entraron en ella)
a causa de los pecados de sus profetas,
y de las culpas de sus sacerdotes,
que en medio de ella
derramaron la sangre de los justos.
14NUM.

Erraban por las calles,


como ciegos manchados de sangre,
y no se poda tocar sus vestidos.
15SAMEC.

Apartaos! Un inmundo!,
les gritaban.
Apartaos, apartaos! No toquis!
Cuando huyendo vagaron errantes,
los paganos decan:
No han de demorar (entre nosotros).
16AYIN.

El rostro de Yahv


13. Insiste una vez ms en el concepto de que la mala levadura fue culpable de la
putrefaccin de la masa (I Corintios 5, 6; Glatas 5, 9), es decir, que la defeccin del pueblo, que
produjo la cada de Jerusaln, fue obra de sus conductores espirituales. Lo mismo haba de pasar
en los das del Evangelio, en el cual se distingue entre el pueblo, que en grandes masas estaba con
Jess, y la Sinagoga farisaica y envidiosa que tram su muerte a espaldas del pueblo.
Lamentaciones Captulo 4 23
los ha dispersado,
no volver a mirarlos,
pues no respetaban a los sacerdotes,
y nadie se compadeca de los ancianos.
17PE.

Nuestros ojos desfallecan


esperando en vano nuestro socorro;
desde nuestra atalaya
buscbamos con nuestras miradas
un pueblo que no pudo salvar.
18SADE.

Espiaban nuestros pasos,


impidindonos pasar por nuestras plazas.
Se acerc nuestro fin,
se cumplieron nuestros das;
porque nuestro fin ha llegado.
19COF.

Ms veloces que las guilas del cielo,


eran nuestros perseguidores;
nos perseguan por los montes,
nos armaban emboscadas en el desierto.
20RESCH.

El espritu de nuestro rostro,


el ungido de Yahv,
fue tornado preso en los hoyos de ellos;
y nosotros decamos que bajo su sombra
viviramos entre las naciones.
21SCHIN.

Aunque prorrumpes en jbilo


y te gozas, hija de Edom,
que habitas en la tierra de Us;
tambin a ti llegar el cliz,
y embriagada te desnudars.
22TAU.


17. Alusin a la alianza con Egipto. Vase 1, 19; Jeremas 37, 5 ss.

19 s. En el desierto: All fue preso el rey Sedecas (Jeremas 39, 5; 52, 8), a quien se llama el
ungido del Seor, a causa del carcter teocrtico del reino de Israel.

21. Los edomitas, enemigos hereditarios de Israel (Jeremas 49, 7 y nota). Su alegra ser de
corto tiempo, porque llegar a ellos el cliz, esto es, la ira del Seor. Cf. Salmo 136, 7 y nota.

22. No volver a llevarte. En efecto, en la ltima dispersin de Israel, que dura todava, no
fue llevada en cautiverio la nacin como tal, sino que se dispers el pueblo, siendo muchos
vendidos como esclavos. Fillion interpreta esto en sentido mesinico, citando a Jeremas 30, 3;
31, 37.
Lamentaciones Captulo 5 24
Hija de Sin,
tiene su trmino tu iniquidad;
l no volver a llevarte al cautiverio;
pero castigar tu iniquidad,
oh hija de Edom,
pondr al descubierto tus pecados.

Captulo 5
Oracin del profeta Jeremas
1Acurdate, Yahv, de lo que nos ha sobrevenido,
mira y considera nuestro oprobio.
2Nuestra herencia ha pasado a manos de extranjeros,

y nuestras casas en poder de extraos.


3Hemos quedado hurfanos, sin padre,

y nuestras madres son como viudas.


4A precio de plata tenemos que beber nuestra agua,

y por dinero compramos nuestra lea.


5Somos perseguidos llevando (el yugo) sobre nuestro cuello;

estamos fatigados, y no hay para nosotros descanso.


6Tendimos la mano a Egipto y a Asiria,

para saciarnos de pan.


7Pecaron nuestros padres que ya no existen,

y nosotros llevamos sus culpas.


8Nos dominan esclavos;

y no hay quien (nos) libre de su mano.


9Con peligro de nuestra vida tratamos de conseguir nuestro pan,

temiendo la espada del desierto.


10Nuestra piel se abrasa como un horno,

a causa del ardor del hambre.


11Deshonraron a las mujeres en Sin,

a las vrgenes en las ciudades de Jud.


1. El ttulo Oracin del profeta Jeremas, que comnmente se da a este captulo, falta en el
texto, mas no hay duda de que el gran profeta es autor de esta fervorosa plegaria. Comienza
describiendo vivamente el estado lamentable de su pueblo que sufre el cautiverio.

7. Pecaron nuestros padres: No somos nosotros inocentes (v. 16); pero ms culpables son
nuestros padres: fueron ellos los autores de los desrdenes del da, y murieron sin experimentar
estos males (Pramo). Vase sobre este punto xodo 20, 5 y nota.

8. No se refiere a una subversin social como la del comunismo, en que el siervo llegue a
mandar a su amo, sino que habla, en sentido poltico, de esa sujecin en que haba cado Israel
bajo un pueblo que la nacin escogida miraba como inferior. Aqu se ve cuan falsa es la
presuncin de los fariseos en Juan 8, 33. Cf. Esdras 9, 9; Baruc 2, 5.

9. La espada del desierto: las invasiones de los nmadas del desierto.
Lamentaciones Captulo 5 25
12Los prncipes fueron colgados de las manos
y despreciados los rostros de los ancianos.
13Los mancebos llevan el molino,

y los nios caen bajo la carga de lea.


14Faltan los ancianos en la puerta,

y los jvenes han dejado de cantar.


15Ces el gozo de nuestro corazn;

se han tornado en duelo nuestras danzas.


16Cay de nuestra cabeza la diadema;

ay de nosotros, que hemos pecado!


17Por eso est enfermo nuestro corazn,

y se han oscurecido nuestros ojos:


18porque el monte Sin est desolado,

y por l se pasean las raposas.


19Mas T, oh Yahv, permaneces eternamente,

tu trono (subsiste) de generacin en generacin.


20Cmo podras olvidarte de nosotros para siempre,

abandonarnos por largo tiempo?


21Convirtenos a Ti, Yahv, y nos convertiremos!

Renueva nuestros das, para que sean como antes!


21O nos has rechazado por completo?

Te has airado contra nosotros hasta el extremo?


13. Los mancebos llevan el molino: Se trata de las dos piedras de que se compona el molino
casero. La Vulgata vierte: abusaron de las jvenes deshonestamente.

16. Ay de nosotros, que hemos pecado! Si el orgullo es el primero de nuestros vicios y el
principio de nuestras desgracias, no hay duda de que slo puede curarse por medio de la
humildad. Ahora bien, el acto ms humillante es para el hombre la confesin de los pecados, el
franco reconocimiento de que l es nada y que sus obras son malas. Tal actitud desarma a Dios,
como dice Tertuliano, y la misericordia ocupa el puesto de la maldicin.

19. Esta esperanza mesinica en Aqul cuyo reino no tendr fin es el consuelo de Israel en
todas sus grandes pruebas. Cf. Salmo 9, 8; 71, 7 s.; 101, 13 y 27.

21. Es una gran leccin de doctrina este reconocimiento de nuestra incapacidad para
convertirnos a Dios, si l no nos convierte, es decir, si l no nos da la gracia de la conversin.
Igual concepto expresa Jeremas con respecto a la salvacin final de Israel. Vase Jeremas 30, 13
y nota.

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