8 1 PDF
8 1 PDF
8 1 PDF
EDUCACIN Y MEMORIA
EN ARGENTINA
INSTITUTO DE
ESTUDIOS
PERUANOS
50
AOS
Mara Paula Gonzlez
EDUCACIN Y MEMORIA
EN ARGENTINA
ISBN 978-9972-51-480-7
Documento de Trabajo 207 (ISSN 1022-0356)
Educacin 08 (ISSN 2222-4971)
Edicin digital
Esta publicacin se llev a cabo con la ayuda de una subvencin del Centro Internacional de Investigaciones para el
Desarrollo, Canad, bajo la Iniciativa Think Tank
WD/06.02.01/E/8
ndice
Introduccin................................................................................................................................................ 5
Referencias bibliogrficas......................................................................................................................... 24
Introduccin
El binomio educacin y memoria que nos convoca en este seminario internacio-
nal1 se ha traducido en Argentina en una fuerte relacin con el pasado reciente, y
particularmente con la ltima dictadura militar. Por ello, me propongo compar-
tir con ustedes una serie de reflexiones e indagaciones en torno a tres campos:
las narrativas de la memoria, las normativas educativas, y las prcticas escolares y
docentes en relacin con la historia argentina reciente.
1 Este documento reproduce la ponencia presentada al Seminario Internacional Educacin y Memoria, realizado en Lima
el 12 y 13 de Noviembre del 2012 en el Instituto de Estudios Peruanos.
Educacin y memoria en Argentina 6
Estos hitos construyeron una narrativa renovada sobre lo acontecido entre 1976
y 1983, ya que contradijeron el discurso de la guerra sucia contra la subversin
transmitido por la corporacin militar al inicio del autodenominado Proceso de
Reorganizacin Nacional y reafirmado en su proyecto de autoamnista al final. Por
cierto, esa narrativa militar que habl de una guerra justa donde hubo excesos
y errores, lejos de desaparecer, sediment en lo que Lorenz (2005) denomina la
vulgata procesista.
Aquel discurso militar (y el de sus adeptos) fue puesto en cuestin no solo por la
CONADEP y el Juicio a las Juntas sino tambin por la irrupcin en la escena pblica
de los testimonios de las vctimas de la dictadura, que dieron cuenta de un plan
sistemtico de secuestro, tortura y asesinato. As, la teora de los dos demonios
(Vezzetti 2002; Cerruti 2001) que en realidad era anterior a la ltima dictadura
habl de dos facciones armadas en las que existan cpulas con autoridad (y, por
tanto, con culpa), y seal que hubo vctimas tanto del sector militar (impelidas a
ejecutar las rdenes por el mandato de la obediencia debida) como del lado de
las organizaciones poltico-militares (donde los militantes de menor grado actuaron
engaados por sus jefes que se haban exiliado).5 Adems de esas vctimas de ambos
2. Hacia 1980 haba informes que confirmaban las denuncias de los organismos de derechos humanos, por ejemplo, el
informe de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos y las publicaciones del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS) que dejaban en evidencia el funcionamiento de un Estado terrorista. Sin embargo, fue en los primeros
tiempos de la recuperacin democrtica que el conjunto de la sociedad conoci de modo masivo ese horror a travs de
testimonios de las vctimas. No obstante, investigaciones ms recientes muestran cmo circulaban de un modo masivo
las ideas de torturas, desapariciones, etc., por ejemplo, a travs del humor grfico en la prensa durante la propia dicta-
dura (Levn 2010).
3. Creada por Alfonsn en diciembre de 1983 para investigar las violaciones a los derechos humanos durante la ltima
dictadura militar.
4. En abril de 1985, y por orden del presidente Alfonsn, se inici el juicio civil a las cpulas militares por su responsabilidad
en los crmenes y desapariciones durante la ltima dictadura. La Cmara Federal de la Ciudad de Buenos Aires sentenci
a prisin perpetua a los jefes del ejrcito y la armada miembros de la primera junta militar (Jorge Videla y Emilio Massera),
y a prisiones ms cortas o absoluciones a militares de las otras juntas.
5. Esto se consolida en los decretos 157 y 158 de 1983, que el presidente Alfonsn firm a cinco das de su asuncin. El
primero ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las organizaciones guerrilleras Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP)
y Montoneros, mientras que el segundo estableca lo propio respecto de las tres juntas militares que gobernaron entre
1976 y 1983 (Duhalde 1999). Cabe sealar que el origen de la imagen de guerra y dos demonios es anterior al gobierno de
Alfonsn. Como apunta Vezzetti (2002: 121), la representacin de dos formas intolerables de terrorismo, de ultraizquierda
y de ultraderecha, enfrentadas en la escena social, no nace con la democracia en 1983; ya estaba presente en la visin de
muchos en las vsperas del golpe militar de 1976. En ese sentido, puede verse la investigacin de Marina Franco (2012).
bandos, toda la sociedad fue la vctima ms inocente: primero, del fuego cruzado
de los dos demonios de derecha e izquierda y, despus, del engao de las fuerzas
armadas de las que solo se esperaba la pacificacin del pas (Cerruti 2001).
6. La ley de Punto Final estableci una fecha tope para la presentacin de denuncias de violaciones de derechos
humanos acaecidas durante la dictadura militar, limitando la apertura de causas judiciales. A contrapelo de la ley, se
la necesidad del perdn y el olvido para lograr la pacificacin del pas, es decir, la
teora de la reconciliacin nacional. Se instaba, as, al reconocimiento de errores
propios y de aciertos del adversario,7 lo que implicaba, en ltima instancia, la igua-
lacin entre el terrorismo subversivo y el terrorismo de Estado de un modo mucho
ms potente que en el caso de la teora de los dos demonios, puesto que en la
reconciliacin y pacificacin no haba lugar para la justicia (como s lo hubo en
la narrativa de los dos demonios), pero deba haberlo para el olvido y el perdn.
A partir de 2003, asistimos a una etapa en la que han cobrado especial centra-
lidad las polticas de memoria por parte del Estado, consolidndose la valoracin
de la militancia revolucionaria de las vctimas del terrorismo estatal, aunque en una
operacin altamente selectiva, sino mistificadora, de dicha tradicin (Lvovich y
Bisquert 2008: 83). En 2006, adems, se escribi un nuevo prlogo para el informe
de la CONADEP como forma de plasmar otra narrativa en torno a la lucha por los
derechos humanos que el gobierno nacional asumi como propia. No obstante,
Crenzel (2007: 59) apunta que el prlogo de 2006 no historiza la violencia poltica
multiplicaron las presentaciones de denuncias y fueron procesados ms de 300 oficiales. La ley de Obediencia Debida
impeda juzgar a los cuadros militares intermedios y bajos al establecer que su actuacin se enmarcaba en los principios
y jerarquas militares de un acatamiento obligado de rdenes, por lo que sus actos no eran punibles. Finalmente, los
indultos presidenciales de 1989 dejaron en libertad a ms de 250 encarcelados y en 1990 otra tanda de indultos benefici
a los comandantes de las juntas militares juzgados en 1985.
7. Palabras de los fundamentos del decreto de indultos. Vase al respecto Lvovich y Bisquert (2008: 51-52).
8. Escrachar significa poner a alguien en evidencia, mostrar la cara de quien quiere esconderse, por ejemplo a travs de
una fotografa Las formas de escrache adoptadas por la agrupacin HIJOS fueron variadas: sentadas, cnticos, pintadas,
etc. Una de las ms comunes fue la colocacin de carteles en los domicilios particulares de los represores en los que se
sealaba: Peligro: aqu vive un asesino.
9. Scilingo habl pblicamente de los vuelos de la muerte en los que prisioneros vivos, adormecidos y atados eran tirados
al ro de La Plata.
10. El general Balza expres que la tortura y el asesinato utilizados por las fuerzas armadas haban sido mtodos ilegtimos,
y respecto de la obediencia debida afirm que nadie est obligado a cumplir una orden inmoral o que se aparte de las
leyes y reglamentos militares (citado en Quiroga 2005: 124).
11. Vase, por ejemplo, La voluntad, de Anguita y Caparrs, publicada por primera vez en 1997.
Hasta aqu he reseado las diversas memorias sobre la ltima dictadura y cmo
fueron cambiando a lo largo del tiempo. Ahora bien, qu ocurri en el caso de la
historiografa? Cules han sido sus aportes a la reconstruccin del pasado reciente?
As lo demuestran las investigaciones que han avanzado sobre las zonas grises y
desatendidas de esos aos el consenso, la resignacin, la complicidad y la con-
formidad de la sociedad civil frente a la dictadura; el desempeo y la responsa-
bilidad de las organizaciones armadas; las actitudes de los partidos polticos; la
complicidad empresarial y eclesial, etc., a travs de la ampliacin de las escalas
geogrficas y temporales, los actores sometidos al anlisis y los marcos tericos y
metodolgicos adoptados (Bohoslavsky et l. 2010).12 En coincidencia con otras
prcticas historiogrficas, en Argentina se pas de centrar la atencin en las lites
dirigentes a formular preguntas acerca de las actitudes sociales frente a las prc-
ticas de las dictaduras en el poder (Lvovich 2007). No obstante, este avance en la
historiografa no ha significado un cambio en la representacin del pasado en el
mbito ms masivo.
12. Para un panorama de las investigaciones sobre estos temas, pueden verse los dos tomos de Problemas de historia
reciente del Cono Sur compilados por Bohoslavsky et l. (2010), as como las referencias apuntadas en la Red Interdisci-
plinaria de Estudios sobre Historia Reciente dirigida por Marina Franco y Florencia Levn, en: <http://www.riehr.com.ar>.
13. En la modificacin del plan de estudios de historia de tercer ao realizada en 1979 -durante la misma dictadura- se haba
ampliado el perodo a estudiar: 1830 a la actualidad (centrando en la historia argentina y estableciendo relaciones con
acontecimientos de la historia europea) (Lanza, 1993) y, de hecho, esto fue plasmado en varios libros de textos escolares
que asumieron el relato de la guerra sucia contra la subversin (Born, 2010). No obstante, en la prctica, la historia
escolar no sola avanzar sino hasta la primera mitad del siglo XX (Finocchio, 1999; De Amzola, 1999). Asimismo, en el
perodo 1983-1993 no se produjeron modificaciones sustantivas en la normativa curricular.
(Finocchio 2009). Por cierto, tal inclusin no estuvo exenta de polmicas y debates
en torno a la conveniencia de incluir este pasado. Incluso los propios historiadores,
aun reconociendo su importancia, advertan que ese periodo estaba todava dema-
siado prximo y adoleca de estudios historiogrficos.14
A pesar de las discusiones, la historia reciente entr en los nuevos diseos curri-
culares considerndola crucial para entender el presente y construir el futuro, as
como para formar ciudadanos comprometidos con la democracia. En efecto, y sin
descartar el papel de la educacin en la conformacin de la identidad nacional,
la Ley Federal estipul una poltica educativa que buscaba la consolidacin de la
Democracia en su forma Representativa, Republicana y Federal (MCyE 1993). Dca-
das de inestabilidad y violencia polticas daban paso a una democracia que deba
arraigarse y la escuela deba formar ciudadanos comprometidos con su defensa.
En 2004, es decir diez aos despus de aquella reforma y de los primeros dise-
os curriculares, y a consecuencia de la desigual implementacin de la Ley Federal
en el pas, el Ministerio de Educacin inici un nuevo proceso de definicin de
contenidos en el mbito nacional e identific un conjunto de ncleos de aprendi-
zajes prioritarios (los NAP ). Entre ellos, los referidos a la historia argentina reciente
incluyeron: la comprensin de las mltiples causas que condujeron a una etapa
de inestabilidad poltica en la Argentina en el periodo 1955-1976, identificando los
diversos actores e intereses en juego. El conocimiento de las caractersticas del
terrorismo de Estado implementado en la Argentina por la dictadura militar de
1976-1983, y de su relacin con la Guerra Fra y la aplicacin de un modelo econ-
mico y social neoliberal (MECyT 2004: 27).
Este rpido recorrido permite trazar un balance sobre los caminos de la historia
y la memoria en el mbito educativo, y sopesar el impacto de las narrativas de la
memoria y de los avances de la historiografa en los contenidos escolares referidos
a la historia argentina reciente.
En ese sentido puede sealarse que, mientras que la Ley Federal de 1993 resal-
taba que la educacin deba favorecer la consolidacin de la democracia, la Ley
Nacional de 2006 no solo respalda esta funcin sino que aade otra: el ejercicio y
la construccin de la memoria colectiva sobre el pasado reciente. Las luchas por
la memoria en Argentina explican, en gran medida, que esta mencin se encuentre
en el cuerpo de la nueva ley. Porque si bien estas luchas protagonizadas por los
organismos de derechos humanos nunca dejaron de hacer escuchar sus voces,
es notorio que a partir de 2003 forman parte de la agenda de diversas polticas
estatales. Y aqu puede verse cmo las polticas de memoria por parte del Estado
(Lvovich y Bisquert 2008) han dejado una marca insoslayable en una legislacin
de carcter amplio como es una ley nacional de educacin, de la que puede
esperarse la enumeracin de principios generales, pero que en este caso avanza
hacia la prescripcin de objetivos y contenidos directamente ligados al tratamiento
del pasado reciente.
Por otra parte, si tomamos los diseos curriculares nacionales (CBC para EGB3 de
1995 y los NAP de 2004) y consideramos el derrotero de la historiografa dedicada
al pasado reciente que, como dijimos, comienza a ocuparse sistemticamente
de esta cuestin hacia fines de los aos noventa, queda a la vista que la inclu-
sin de esos contenidos en los planes y programas de enseanza no respondi
tanto a los avances de la historia acadmica como a los aportes de otras ciencias
sociales, as como a la ya citada vigencia y presencia pblica de las luchas por la
memoria. Es de la mano de las aportaciones de las ciencias polticas, la sociologa,
la historia econmica; de las representaciones del cine, el periodismo, la literatura,
entre otras; y de las luchas por la memoria, la verdad y la justicia de los organis-
mos de derechos humanos, que el pasado reciente desembarca en el currculo
escolar diseado a partir de 1993. De all que las primeras alusiones se realicen a
partir de definiciones amplias y genricas, tales como la inestabilidad poltica, los
golpes militares, la violencia poltica y los gobiernos autoritarios, que evidencian
el establecimiento del tema partiendo de enunciados simples y directos, casi sin
posibilidad de discusin. Del mismo modo, resulta evidente que los cambios en las
representaciones de la memoria en el espacio pblico y tambin los avances his-
toriogrficos hicieron que el currculo y la legislacin escolar fueran incorporando
definiciones ms categricas, as como renovadas problemticas. Por ello, puede
verse que los NAP sealan que la enseanza debe apuntar al conocimiento de las
caractersticas del terrorismo de Estado implementado en la Argentina por la dic-
tadura militar de 1976-1983. En este sentido, la alusin al terrorismo de Estado
resulta una definicin ms taxativa que el golpe militar o gobiernos autoritarios
de los CBC de 1995. Esto es as porque, de una parte, las representaciones de la
memoria sedimentaron la idea del terrorismo de Estado a travs de la narrativa del
Nunca ms y, de otra, porque las investigaciones historiogrficas realizadas hacia
2006 tambin avalaban tal posicin y recin en los ltimos aos han comenzado a
complejizarla y matizarla.15
15. Vase, por ejemplo, Franco (2012) y Lvovich (2007), entre muchos otros.
16. Este concepto fue trabajado especialmente por el politlogo Marcelo Cavarozzi (1987).
17. Los actos escolares, en los que participa toda la comunidad escolar y los padres son invitados, constituyen una espe-
cie de misa laica: los alumnos, en formacin como soldados, reciben firmes y de pie a la bandera nacional, cantan
el himno, escuchan las palabras de la seora directora y algn otro discurso o representacin teatral dedicado a la
conmemoracin que generalmente es preparada por un grupo de alumnos.
18. Ley 10671, Boletn Oficial de la Provincia de Buenos Aires n 21330, 27 de setiembre de 1988.
19. Fundamentos de la ley 12030, Boletn Oficial de la Provincia de Buenos Aires n 23494, 04 de diciembre de 1997.
20. Boletn Oficial de la Provincia de Buenos Aires n 23111, 02 de mayo de 1996.
grupos armados como de la represin ilegal.21 Destaca en este decreto que debe
recordarse a las vctimas de la violencia tanto de los grupos armados como de la
represin ilegal. En efecto, puede verse aqu la ya citada igualacin entre el terro-
rismo subversivo y el terrorismo de Estado producto de la narrativa de la reconci-
liacin nacional.
En este sentido, lo que aqu dir en relacin con los saberes y prcticas escola-
res y docentes se basa en mi propia investigacin doctoral y posdoctoral y en los
aportes de otros investigadores que han contribuido a pensar este espacio de la
educacin y la memoria.
25. La investigacin adopt una metodologa cualitativa y una estrategia exploratoria, cuyo ncleo central fueron 20 entre-
vistas en profundidad con profesores de secundaria de escuelas pblicas y privadas laicas y confesionales del rea
metropolitana de Buenos Aires, cuatro de los cuales se desempeaban, adems, como directores. A este corpus princi-
pal de entrevistas, se sum la consulta a 60 profesores en formacin inicial y 17 en formacin continua a travs de una
combinatoria de relatos escritos y sesiones de discusin. Todos los testimonios docentes fueron tomados entre 2005 y
2007. Tambin se efectuaron entrevistas grupales con estudiantes de secundaria de tres escuelas dos de ciudad y una
de provincia de distinto tipo de gestin en 2005. Adems, se analizaron textos legislativos, normativos, curriculares,
documentacin escolar y docente (programas de profesores, calendarios institucionales, etc.), material pedaggico y
propuestas didcticas de diverso origen (editoriales, oficiales, sindicales, de organismos de derechos humanos, etc.).
Asimismo, las visitas realizadas a varias escuelas, las charlas informales sostenidas con varios profesores, aportaron
datos relevantes para un cuadro comprensivo mayor.
acostumbrada a los pasados gloriosos, lejanos y casi sin fisuras interpretativas que
a los pasados cercanos, traumticos y con memorias en conflicto.
Por lo anterior, por las dificultades de este pasado y los retos que conlleva su
transmisin en el espacio escolar, pero tambin por las posibilidades y oportunida-
des que representa, me acerqu a un conjunto de profesores del nivel secundario.
26. Subversin en el mbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo fue un folleto editado en 1977 con el propsito
de llegar a todos los establecimientos escolares para que fuera difundido por los directivos entre el personal docente y
administrativo.
27. No se trata de un conjunto de recepciones de docentes concretos, puesto que creo que no existen recepciones o
producciones subjetivas y puramente individuales sino supuestos pertinentes, prcticas significativas y propsitos rele-
vantes. La manera en que los actores sociales otorgan sentido a sus prcticas y a sus enunciados se ubica en la tensin
entre, por un lado, las capacidades inventivas de los individuos o las comunidades y, por otro, las restricciones y con-
venciones que limitan lo que les es posible pensar, decir y hacer (Chartier 2007).
De esta manera, pude reconstruir los diversos posicionamientos que los docen-
tes sealan en relacin con la ltima dictadura en narrativas alimentadas por
comunidades de interpretacin (Fish 1998), como la familia y la escuela, que ellos
mismos transitaron, y tambin nutridas de referencias historiogrficas, de otras
ciencias sociales y de diversas prcticas culturales (cine, literatura, etc.). As, los pro-
fesores indicaron posiciones diversas desde la adhesin al golpe y la teora de la
guerra sucia, pasando por los dos demonios, hasta la valoracin de la militancia,
etc., pero que en clave escolar se traducen, mayoritariamente, en la transmisin
de la dictadura desde el canon del Nunca ms que circunscribe las responsabilida-
des a las cpulas militares que ejecutaron el golpe de 1976.
Los relatos de los profesores mostraron, adems, que este pasado no les resulta
indiferente: los atraviesa, los incomoda, les pone la piel de gallina, los enmudece,
los atraganta, les provoca dolor, los sorprende, los enoja, los interpela. A ninguno le
causa indiferencia y esa afectividad se imprime en sus prcticas, en sus estrategias
y tcticas, en los modos de tratar el tema, de posicionarse frente a los alumnos, de
recortar los contenidos, de pensar estrategias didcticas, etc. Por ejemplo, no me
parece casual que una profesora que se sinti en el medio de guerrilleros y milita-
res en su juventud, hoy proponga un debate en el aula en el que sus alumnos leen
las dos campanas, acercndose a esos dos demonios para sacar sus conclusio-
nes. Tampoco parece fortuito que un profesor que vivi la dictadura en su infancia
en una ciudad que fuera un polo industrial desmontado durante la dictadura, y que
hoy trabaja en la escuela de una fbrica recuperada, seale la importancia de jerar-
quizar contenidos de la dimensin econmica y sobre todo la desindustrializacin
que gener el proyecto neoliberal del rgimen militar.
Asimismo, la investigacin dio cuenta de las lecturas y traducciones que los pro-
fesores realizan de las propuestas oficiales para la enseanza y la conmemoracin
del pasado reciente. Para el caso de la enseanza, los docentes reconstruyeron
diversos modos de afrontar el tratamiento en las aulas, ms all de lo sealado
en los diseos: se pondera, se trabaja, se comenta, se delega o no se llega. As,
algunos docentes sealan que, en acuerdo con otros colegas del rea, jerarquizan
el estudio de la historia argentina reciente; otros manifiestan elegir trabajar el tema
minuciosamente, puesto que lo consideran central en la formacin de los jve-
nes; otros, en cambio, lo tratan sencillamente porque as se estipula; hay tambin
docentes que comentan el tema brevemente, muchas veces porque los propios
estudiantes lo demandan; otros que delegan en sus propios alumnos el trabajo con
la historia reciente a travs de investigaciones; e incluso algunos que declaran
directamente no llegar al tema por la cantidad de contenidos que incluyen los
diseos curriculares. Frente a este calidoscopio, parece evidente que el lugar que
28. Otros estudios sobre las prcticas docentes haban sealado la influencia de la formacin docente, la propuesta oficial,
la conciencia de la historia, la concepcin de la historia (el modelo historiogrfico), el universo de los textos escolares, el
campo bibliogrfico propio, las exclusiones (concebidas como las omisiones o rechazos significativos) y el saber hacer
como espacios a los que acude el docente con el fin de tomar conceptos que le permitan armar su propio discurso y
encontrar su fuente de legitimacin (Finocchio y Lanza 1993: 102). En el caso de la investigacin que aqu presento,
retomo esos mbitos pero tambin incluyo y enfatizo la importancia de lo biogrfico y lo contextual para comprender
las prcticas docentes.
En relacin con las maneras en que los profesores proponen trabajar la historia
reciente con sus alumnos en las aulas, los testimonios delinearon diversas estrate-
gias: hablar, escuchar, debatir y transmitir. En algunos casos, los docentes sealan
que les cuentan a los alumnos qu sucedi; otros prefieren escuchar qu saben
los estudiantes; algunos eligen plantear debates sobre las diferentes perspectivas,
adoptando una actitud neutral, mientras que otros asumen que se puede hablar,
escuchar y debatir, pero que hay una serie de cuestiones clave a transmitir: que
hubo un Estado terrorista que viol sistemtica y clandestinamente los derechos
humanos. Todas estas formas que sealan los profesores para transmitir el pasado
reciente son interpretadas como estrategias que cabalgan entre una pretendida
autonoma crtica de los alumnos y las dificultades que supone la responsabilidad
de los adultos en una tica de la transmisin tal como propone Jacques Has-
soun (1996: 168), que requiere que cada uno pueda ofrecer a las generaciones
siguientes no solamente una pedagoga, no solamente una enseanza, sino aque-
llo que les permitir asumir un compromiso en relacin a su historia. Pero esta
cuestin, adems, se cruza y no pocas veces choca con la ilusin de neutra-
lidad de la escuela y los profesores en general, y de la enseanza de la historia en
particular, algo muy sedimentado en el imaginario educativo.
Finalmente, y sobre los recursos en las aulas (de los que indagu especialmente
el uso del cine y la circulacin del informe de la CONADEP), los profesores manejan
esos textos como referencias, testimonios y fuentes atravesados por los desafos
ticos, estticos y pedaggicos que supone la naturaleza traumtica del pasado
reciente. Algunos profesores mencionan la incomodidad que les provoca trabajar
con testimonios de detenidos-desaparecidos, las dudas que se les plantean frente
a pelculas que reproducen escenas de torturas, etc. Qu hacer frente al dolor de
los dems, retomando la expresin de Susan Sontag (2003), provoca diversas posi-
ciones entre los docentes: evitarlo, atenuarlo o colocarlo en su mayor crudeza para
sensibilizar a los ms jvenes.
Aun con todas estas tensiones, puedo decir que el pasado reciente, con mayor
o menor grado de intensidad o fragilidad, toma lugar en las escuelas en relacin
con los posicionamientos docentes, quienes, de manera altamente consensuada,
sealan a la escuela como un espacio para la transmisin de la historia reciente
y la construccin de la memoria. As, entre las estrategias dictadas por la cultura
poltica o normativa29 y la cultura pedaggica, y tambin entre las memorias per-
sonales y colectivas, los profesores leen y traducen la enseanza y conmemora-
cin de la historia argentina reciente, e interpreto esa cultura docente como un
despliegue de estrategias y tcticas contingentes, oportunas y situadas.
Pero adems de las tensiones que se registran, la historia reciente en las escue-
las habilita caminos y aproximaciones inditas en la historia de la enseanza de la
historia. Alumnos que demandan saber, que preguntan, investigan y traen lectu-
ras. Profesores que habilitan bsquedas y producciones por parte de los jvenes.
Estudiantes que se comprometen y que organizan jornadas en las que reclaman la
participacin del resto de la comunidad educativa. Docentes que imaginan acer-
camientos desde el arte. Directivos que se comprometen con la transmisin de la
historia reciente y que abren el juego a toda la comunidad, estableciendo espacios
y recursos para el trabajo colectivo. Profesores que, aun bajo los reclamos de neu-
tralidad y el cuestionamiento de su tarea por parte de algunos padres, asumen y
defienden su compromiso con la transmisin de ciertos valores.
Pero este cierre quiere ser una apertura: la indagacin de estas tensiones implica
revisar y discutir qu cuestiones las entraman y las sustentan. Por ello, quiero
insistir en que reconocer los problemas que plantea el tratamiento del pasado
cercano, abierto y polmico, nos lleva a revisar los modos en que pensamos la
historia como elaboracin del pasado y el sentido que le damos a su enseanza.
29. Retomo las nociones de cultura normativa, pedaggica y docente de Escolano (1999).
Advertir las tensiones que suscita una transmisin en la que lo tico y lo poltico
resultan insoslayables, nos estimula a discutir la idea de neutralidad escolar.
Registrar el tratamiento de las controversias en debates abiertos, nos incita a pensar
nuestra responsabilidad como adultos y docentes ante los jvenes. Observar
que el tratamiento de procesos dolorosos y traumticos genera incomodidad y
desconcierto, nos invita a reflexionar sobre la cuestin de la sensibilidad y la
enseanza, muchas veces ausente en los discursos pedaggicos tecnocrticos.
Contemplar que memoria e historia se solapan en el espacio escolar, impulsa a
trabajar sus lgicas y aportes diferentes, tanto como su necesario dilogo.
Espero que este balance que me he propuesto compartir sobre las narrativas,
las normativas y los saberes y prcticas docentes en torno a la historia argentina
reciente contribuya de algn modo a seguir pensando y trabajando, colabore para
avanzar en el mbito de las polticas educativas, la formacin docente y la ense-
anza. Entiendo que son lneas a partir de las cuales se podran pensar nuevas
preguntas, desde las cuales se podran construir acciones para el fortalecimiento
de los profesores y para el apoyo de la tarea de las escuelas como espacios para la
memoria y la historia. Creo que este ha sido el afn de este seminario internacional
del IEP que nos ha reunido para compartir la revisin de este complejo, intenso y
necesario vnculo entre memoria y educacin.
Referencias bibliogrficas
Bohoslavsky, E. et l. (comps.)
2010 Problemas de historia reciente del Cono Sur. Dos tomos. Buenos Aires:
Prometeo UNGS.
Born, D.
2010 Las representaciones de la ltima dictadura militar. Los textos escolares
de Historia en el nivel Secundario de la Ciudad de Buenos Aires, 1976-
2009. (Tesis de maestra). Buenos Aires, FLACSO.
Cavarozzi, M.
1987 Autoritarismo y democracia. 1955-1983. Buenos Aires: Centro Editor de
Amrica Latina.
Cerruti, G.
2001 La historia de la memoria. Entre la fetichizacin y el duelo. En Revista
Puentes 1 (3), pp. 14-25.
Chartier, R.
2007 La historia o la lectura del tiempo. Barcelona: Gedisa.
Chervel, A.
1991 Historia de las disciplinas escolares: reflexiones sobre un campo de
investigacin. En Revista de Educacin 295, pp. 59-111.
Crenzel, E.
2007 Dos prlogos para un mismo informe. El Nunca Ms y la memoria de
las desapariciones. En Prohistoria 11, pp. 49-60.
2008 La historia poltica del Nunca Ms. La memoria de las desapariciones
en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI.
De Amzola, G.
1999 Problemas y dilemas de la enseanza de la historia reciente. En
Entrepasados, Revista de Historia 17, pp. 137-162.
2003 La historia que no parece historia: la enseanza escolar de la historia
del tiempo presente en Argentina. En Revista de Teora y Didctica de
las Ciencias Sociales 8, pp. 7-30.
De Certeau, M.
2007 La invencin de lo cotidiano. Artes de hacer. Tomo I. Mxico: Universidad
Iberoamericana.
Duhalde, L.
1999 El Estado terrorista argentino. Quince aos despus, una mirada crtica.
Buenos Aires: Eudeba.
Escolano, A.
1999 Los profesores en la historia. En Magalhaes, J. y A. Escolano, eds.,
Os profesores na historia. Porto: Sociedade Portuguesa de Cincias da
Educaao.
Finocchio, S.
2007 Entradas educativas en los lugares de la memoria. En Franco, M. y F.
Levn, comps., Historia reciente. Perspectivas y desafos para un campo
en construccin. Buenos Aires: Paids.
2009 Historia, memoria y educacin en Argentina. De aprender de
memoria a ensear para la memoria la historia reciente. En Pags,
J. y M. P. Gonzlez, coords., Histria, memria i ensenyament de la
histria: perspectives europees i llatinoamericanes. Barcelona: Servei
Publicacions UAB.
Finocchio, S. y H. Lanza
1993 Cmo se conforma la prctica docente? Una aproximacin a los
mbitos que constituyen el discurso de los profesores de historia del
nivel medio. En Lanza, H. y S. Finocchio, Curriculum presente, ciencia
ausente. Tomo III. Buenos Aires: FLACSO/ CIID Mio y Dvila Editores.
Fish, S.
1998 Hay un texto en esta clase?. En Palti, E., comp., Giro lingstico e
historia intelectual. Buenos Aires: UNQUI.
Franco, M.
2008 Exilio. Argentinos en Francia durante la dictadura. Buenos Aires: Siglo
XXI.
2012 Un enemigo para la nacin. Orden interno, violencia y subversin,
1973-1976. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.
Franco, M. y F. Levn
2007 El pasado reciente en clave historiogrfica. En Franco, M. y F. Levn,
comps., Historia reciente. Perspectivas y desafos para un campo en
construccin. Buenos Aires: Paids.
Gonzlez, M. P.
2008 Los profesores y la historia argentina reciente. Saberes y prcticas
de docentes de secundaria de Buenos Aires. Tesis doctoral indita,
Universidad Autnoma de Barcelona.
Goodson, I.
1991 La construccin social del currculum. Posibilidades y mbitos de
investigacin de la historia del currculum. En Revista de Educacin
295, pp. 7-37.
1995 Historia del currculum. La construccin social de las disciplinas
escolares. Barcelona: Pomares-Corredor.
Hassoun, J.
1996 Los contrabandistas de la memoria. Buenos Aires: Ediciones de la Flor.
Huyssen, A.
2002 En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de
globalizacin. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.
Jelin, E.
2002 Los trabajos de la memoria. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Jelin, E. y F. Lorenz
2004 Educacin y memoria: entre el pasado, el deber y la posibilidad. En
Jelin, E. y F. Lorenz, comps., Educacin y memoria. La escuela elabora
el pasado. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Julia, D.
2001 A cultura escolar como objeto histrico. En Revista Brasilera de Histria da
Educaao 1, pp. 9-43.
Lanza, H.
1993 La propuesta oficial y la propuesta editorial para la enseanza d la
historia en la escuela media, en Lanza, H. y Finocchio, S. Curriculum
presente, ciencia ausente. Tomo III La enseanza de la historia en la
Argentina de hoy. Buenos Aires: Mio y Dvila
Levn, F.
2010 Representaciones sobre la violencia a travs del humor grfico
en la Argentina de la dcada de 1970. El caso del diario Clarn. En
Bohoslavsky, E. et l., comps., Problemas de historia reciente del Cono
Sur. Tomo II. Buenos Aires: Prometeo UNGS.
Lorenz, F.
2004 Tomla vos, dmela a m. La Noche de los Lpices: el deber de
memoria y las escuelas. En Jelin, E. y F. Lorenz, comps., Educacin y
memoria. La escuela elabora el pasado. Madrid: Siglo XXI.
2005 Recuerden argentinos: por una revisin de la vulgata procesista. En
Entrepasados, Revista de Historia 28, pp. 65-82.
Lvovich, D.
2007 Historia reciente de pasados traumticos. De los fascismos y
colaboracionismos europeos a la historia de la ltima dictadura
argentina. En Franco, M. y F. Levn, comps., Historia reciente.
Perspectivas y desafos para un campo en construccin. Buenos Aires:
Paids.
Lvovich, D. y J. Bisquert
2008 La cambiante memoria de la dictadura. Discursos pblicos, movimientos
sociales y legitimidad democrtica. Los Polvorines: UNGS- Biblioteca
Nacional.
Quiroga, H.
2005 La reconstruccin de la democracia en Argentina. En Suriano, J., dir.,
Dictadura y democracia (1976-2001). Buenos Aires: Sudamericana.
Raggio, S.
2002 Cuando la escuela da la palabra. El rol de la educacin formal en la
transmisin del pasado. En Revista Puentes 7, pp. 41-46.
2004 La enseanza del pasado reciente. Hacer memoria y escribir la historia
en el aula. En Clo y Asociados, La Historia Enseada 8, pp. 123-133.
Sbato, H.
2000 La cuestin de la culpa. En Revista Puentes, ao 1, n 1, pp. 14-17. La
Plata: Comisin Provincial por la Memoria.
Sontag, S.
2003 Ante el dolor de los dems. Madrid: Alfaguara.
Tyack, D. y L. Cuban
2001 En busca de la utopa. Un siglo de reformas de las escuelas pblicas.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.
Vezzetti, H.
2002 Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina.
Buenos Aires: Siglo XXI.
Viao, A.
2002 Sistemas educativos, culturas escolares y reformas: continuidades y
cambios. Madrid: Morata.
Winn, P.
2010 Hacia un balance: es la historia reciente un campo de estudio
establecido?. En Bohoslavsky, E. et l., comps., Problemas de historia
reciente del Cono Sur. Tomo II. Buenos Aires: Prometeo UNGS.
Documentos