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"SENDERO LUMINOSO":
Parte 1: LOS HONDOS Y
MORTALES DESENCUENTROS
Parte II: LUCHA ARMADA Y
UTOPIA AUTORITARIA
DOCUMENTO DE TRABAJO No 4 Y 6
Documento de trabajo No 4 y 6
Serie Antropologa No 2 y 3
@ IEP ediciones
Horacio Urteaga 694
Lima, 11
Telfs: 32-3070 24-4856
CONTENIDO
PARTE 1:
LOS HONDOS Y MORTALES DESENCUENTROS
5
El contexto nacional
7
El contexto regional
9
El marco social institucional: la UNSCH
24
El marco poltico: el PC del P Sendero Luminoso"
27
En el tercer crculo: muerte y resurreccin de Sendero Luminoso'"
35
Conclusiones 35
PARTE 11:
LUCHA ARMADA Y UTOPIA AUTORITARIA
39
Por qu avanza SL durante los aos 80-82?
40
El fin de la utopa 44
BIBLlOGRAFIA 52
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Parte I
"SENDERO LUMINOSO":
LOS HONDOS Y MORTALES
DESENCUENTROS*
EL CONTEXTO NACIONAL1
1En esta parte hemos utilizado Ideas de Sinesio Lopez. "De Imperio a nacionalidades
oprimidas". Nueva Historia General del Peru. Mosca Azul. Lima.
1977; Y. de Carlos I. Decrecori, Violencia,, democracia y autoritarismo en el Pera actual,
ponencia presentada al Congreso Nacional de Historia, Lima, 1984.
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mercado succiona valor, traslada recursos desde los sectores atrasados hacia los
polos ms industriales, se alimenta (generando pobreza a su paso. Sinesio lpez
(1978) ha definido este proceso como una evolucin burguesa sin revolucin
burguesa, a partir de sucesivas transacciones de las fuerzas renovadoras con las
fuerzas opresoras de dentro y fuera. Viendo el mismo proceso desde el ngulo las
clases populares, es posible esbozar una idea complementaria: que a partir del
avance del movimiento popular, especialmente durante la dcada pasada, en el
pas tiene lugar una evolucin democrtica sin revolucin democrtica, en un
contexto de desarrollo capitalista y transnacionalizacion de las clases dominantes.
Con esas limitaciones y en dicho contexto: l proceso de democratizacin
social resulta incompleto y muchas veces ambiguo. Los perfiles democrticos,
que se iban esbozando en el movimiento popular no se imponen de manera
rotunda y se mezclan, por tanto, en todos los terrenos, democracia y au-
toritarismo, ambos enraizados en nuestra propia historia y en las tradiciones
populares. "
Sendero luminoso surgira precisamente en esos intersticios, como producto
de esos desfases que se producen entre la capital y las provincias., entre la ciudad
y el campo, entre andinos y criollos: y representara la reaccin defensiva y
autoritaria de una estrecha franja ubicada en el polo ms golpeado y desarticulado
por este desarrollo especfico: provincias-campo-andes.
Ahora bien, alrededor del cambio de la dcada, ms all de las condiciones
objetivas (crisis econmica) que favorecen la yugulacin del proceso de
democratizacin que vena producindose, la irrupcin de SL en el centro del
escenario nacional se produce precisamente cuando el vasto movimiento social
democrtico no cuaja a nivel poltico en una propuesta viable de nueva sociedad y
nuevo estado, y en las organizaciones que pudieran hacer factible dicha
propuesta. Se produce as en la presente dcada, un desfase entre la democracia
social, que germina desde abajo y una democracia poltica "en el aire", que no se
vincula directamente con la anterior, ni recoge sus experiencias, ni le interesa
potenciarias, sino que se asienta sobre ella absolutizando el mecanismo de
elecciones universales y la legitimidad que ellas otorgan, para imponer una
poltica antinacional que exacerba las contradicciones sociales.
En esa brecha que se abre al no producirse una sntesis superior que integre y
potencie la democracia social y la democracia poltico, en ese desfase que
amenaza desarticular crecientemente las organizaciones sociales, especialmente
populares, y acaba por desgastar la imagen de las libertades polticas que
actualmente gozamos, all se potencia precisamente la accin de Sendero
luminoso, los desgarramientos del pas sientan la base objetiva para su existencia;
la incapacidad de una alternativa poltica popular hacia 1980 le ofrecen
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EL CONTEXTO REGIONAL
2En esta parte tomamos datos del Instituto Nacional de Estadstica (lNE), Censos
Nacionales VII de Poblacin y 111 de Vivienda, 12 de Julio de 1981, resultados de
prioridad, Nivel Nacional, 2 tomos, INE, diciembre 1982; INE-Dlreccl6n Nacional de
Cuentas Nacionales, Producto Bruto Interno por Departamentos: 1971-1981, Lima, Junio
1983; Banco Central de Reserva del Per, "Mapa de la pobreza del Per", Resea
Econmica, Lima, diciembre 1982; Carlos 1. Degregori, Realidad socloeconmlca de
Ayacucho a travs de los censos nacionales y otras fuentes estadsticas: 1961-1981, tesis
para optar el titulo de antropo1ogo social, UNSCH, Ayacucho 1983.
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CUADRO No 2
Total o promedio - -- - - - - - - -
Repblica
20.9 11.1 40.0 49.6 21.7 95.8 26.1 17.2 40.8
Ayacucho 44.6 27.0 55.2 81.1 49.0 99.1 46.1 37.4 50.9
Lugar entre 24 23o 23o 23o 19o 22o 21o 23o 23o 21o
departamentos
FUENTE: VIII Censo Nacional de Poblacl6n y 111 de Vivienda, 1981, Nivel NacIonal, Resultados de PriorIdad, t.I,
cuadro 6, t.II, cuadro 6 y 8
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CUADRO No 4.
Comerc.
Agric. Minas. Industria Restau. Servic. Otros
PBI Total afines canteras manufacturera Construccin Hoteles Vivienda gobierno servicios1
Nacional 502.915 62.933 37.878 123.477 18.693 70.818 27.921 54.226 106.969
% 100.0 12.5 7.5 24.6 3.7 14.1 5.5 10.8 21.3
Ayacucho 4.228 1.859 153 475 112 67 463 554 545
% 100.0 44.0 3.6 11.2 2.6 1.6 11.0 13.1 12.9
% sobre el PBI 0.4 0.1 1.0 0.5
0.8 3.2 0.4 0.6 1.7
nacional
1lncluye: electricidad, gas, agua, transporte, almacenamiento, comunicaciones, establecimientos financieros, seguros, bienes
Inmuebles (excluido vivienda), servicios prestados a las empresas, otros servicios comunales, sociales y personales; servicios
domsticos, comisin Imputada y derechos de Importacin.
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"Sendero Luminoso" 15
I
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guerras entre los Incas y la Confederacin Chanka, que llev al casi total des-
poblamiento de lo que hoy constituyen las 5 provincias norteas de Ayacucho y su
posterior ocupacin por poblaciones mitmaq.
El tercer desplazamiento tnico tuvo lugar en el s.XVI, y fue de carcter
intraregional, producido por las reducciones de Toledo, que agrup a las etnas en
nuevos poblados. As, encontramos Antas Orejones en Huamanguilla; Chocorbos
en Espite, Vilcanchos y Cocas; Caaris en Guayguacondo: Chachapoyas en
Chiara. etc.
A estos tres desplazamientos mencionados por Huertas, aadiramos nosotros
las mitas coloniales y, sobre todo, la antigua tradicin de arrieraje, expandida en la
regin a partir de la Colonia. Por ltimo, las migraciones masivas que tienen lugar
en las ltimas dcadas y que colocan a Ayacucho, junto a Puno y Ancash, como
los mayores expulsores de poblacin a nivel nacional. Sera interesante pero
escapa al presente trabajo, analizar las repercusiones de este secular desarraigo y
de los grandes desplazamientos de poblacin para la regin. Como veremos ms
adelante, este aspecto del trasfondo histrico va a aflorar tanto en el accionar
senderista como en sus repercusiones entre el campesinado regional.
3. Ayacucho, por otra parte, aparece a lo largo de la historia como nudo de
conflictos y enfrentamientos blicos. Desde la expansin Wari hasta el
encarnizado enfrentamiento entre los orejones cusqueos y la Confederacin
Chanka; desde las guerras de la Conquista (Huamanga se funda como San Juan de
la Frontera para servir de barrera contra las huestes rebeldes de Manco II) y las
guerras entre los conquistadores (la decisiva batalla de Chupas tiene lugar a pocos
Km. de la actual Huamanga), hasta la guerra de la Independencia: desde la
Campaa de la Brea y los innumerables levantamientos campesinos durante la
Repblica, hasta la situacin actual: Ayacucho aparece como una regin
intermitentemente sacudida por la violencia.
4. Sin embargo, nunca en la historia y menos hoy, puede entenderse Ayacucho
como regin autrquica y aislada. Wari, primer imperio que se asent en la zona
entre los siglos VIII y XI de nuestra era, fue producto del desarrollo endgeno de
la cultura Huarpa, ms las influencias transversales de Nazca y longitudinales de
Tiwanaku (Lumbreras 1914. pp. 115 Y sgts.). Desde entonces, y posiblemente
desde mucho antes, ambos tipos de contacto marcan la evolucin regional.
Asimismo, por lo menos desde la poca Wari, el desarrollo regional ha
significado la combinacin de la agricultura con la manufactura y el intercambio.
Lumbreras lo seala para la poca Wari: "Sobre la base de una sociedad
agropecuaria de gran empuje (Huarpa), lograda con mucho trabajo y a base de la
transformacin global del medio ambiente, se desarrolla una tecnologa
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italianos, se haba marchado para entonces en gran parte. Por eso la defensa del
orden tradicional se concentra en la esfera ideolgica y es el clero el que acta
como punta de lanza, con el apoyo poltico del APRA, afincada para entonces en
el poder judicial, sectores medios tradicionales y rezagos terratenientes.
Esta debilidad objetiva de las clases dominantes regionales explica por qu el
Arzobispado y especialmente el clero dominico fracasan hacia fines de la dcada
cuando en alianza con el APRA. a travs de Luis Alberto Snchez, entonces rector
de San Marcos y facttum de la poltica universitaria en el pas, tratan de levantar
una alternativa a la UNSCH y crean la Universidad Catlica de Ayacucho,
posteriormente rebautizada como Universidad Particular de Ayacucho "Vctor
Andrs Belande" (UPA). Lo que logran construir es en realidad una caricatura de
Universidad. Su supuesta base social, los abogados y otros profesionales similares,
que hubieran podido alimentar sus claustros, han partido. Y los jvenes
acomodados, que podran haber llenado sus aulas, migran a estudiar a Lima. En
caso de quedarse prefieren a pesar de todo la UNSCH, cualitativamente superior.
A los pocos aos, en 1975, la UPA desaparece absorbida legalmente por la
UNSCH.
La UNSCH, por su parte, trasciende rpidamente los marcos acadmicos y se
convierte en foco de difusin de ideas progresistas, atractivas para los sectores
juveniles que se acercan a sus aulas. Pero, adems, es una institucin de
gravitacin econmica decisiva, al menos en la ciudad. Centenares de profesores y
empleados gastan all sus sueldos y salarios, relativamente elevados para los
stndares regionales; millares de jvenes estudiantes copan albergues y pensiones,
exigen avituallamiento, materiales de estudio y, modestamente, centros de
recreacin.
En los aos 60 o incluso 70, cuando la universidad entraba en perodo
vacacional, la ciudad volva a un impresionante quietud colonial, apenas
interrumpida por algn vehculo que asomaba de all en cuando por la Plaza de
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"Sendero Luminoso" 27
Armas. Es difcil para nosotros. 20 aos despus, imaginar el temor que des-
pertaba en amplios sectores medios. e incluso populares, un receso o cierre de la
Universidad. Hasta mediados de los aos 70, el fantasma de la intervencin del
gobierno en la Universidad, bastaba para disciplinar minoras o encauzar las
discrepancias dentro de ciertos lmites que no dieran pretexto a la temida
intervencin externa.
A partir de esta combinacin de factores ideolgicos y econmicos es posible
comprender que en determinadas circunstancias. la universidad pudiera convertir
su fuerza econmica e ideolgica en fuerza poltica. Eso fue precisamete lo que
ocurri en 1966. dando lugar a una forma de organizacin hasta entonces indita
en el Per contemporneo. el Frente de Defensa del Pueblo.
Pero antes. retrocedamos en el tiempo para esbozar brevemente los orgenes
de uno d los actores centrales en la gestacin de este Frente.
EL MARCO POLlTICO:
EL PC DEL P "SENDERO LUMINOSO"
EN EL TERCER CIRCULO:
MUERTE y RESURRECCION DE SENDERO LUMINOSO
funcionamiento del Guamn Poma legal. La larga lucha se hace posible por el
apoyo de padres de familia de distintos barrios. Manejando todava con gran
habilidad los espacios legales, utilizan los restos del Frente de Defensa para
neutralizar la represin policial, recurriendo adems a la autodefensa, pues los
planteles permanecen vigilados da y noche. Asimismo, logran que la Zonal de
Educacin reconozca valor oficial a los alumnos que estudiaron en el 75 en los
planteles tomados. Llegan incluso a abrir matrculas para 1976 y a dictar durante
casi todo un semestre de ese ao. Pero poco a poco, l movimiento languidece,
queda hasta el final un ncleo duro que es desalojado por la polica ya
prcticamente sin violencia. Varios profesores son expulsados de la UNSCH. La
experiencia termina en una nueva derrota, pero en el camino han sucedido varias .
cosas importantes.
Por un lado, luego del gran enfrentamiento estudiantil de 1973, la Federacin
haba quedado prcticamente acfala. En 1976 se convocan a elecciones para
reflotarla. La lucha en Guamn Poma ha fortalecido al FER que se enfrenta a una
nueva coalicin de los grupos que despus formaran la UDP (MIR. VR. PCR). En
una confrontacin masiva pero pacfica, el FER se impone estrechamente, pero a
menos de un ao de reasumida la Federacin, pierde inters en ella y los dirigentes
comienzan a abandonar sus cargos. Es entonces que se inicia la preparacin de las
acciones de 19801 En todo caso, es la poca en que SL comienza a enviar esporas
especializadas en el trabajo juvenil en direccin a otras universidades del pas y se
extiende va magisterio hacia los departamentos vecinos; asimismo. il1icia las
escuelas populares en los barrios donde contaba con ncleos de padres de familia
que apoyaban la toma. Toda esta expansin no es de masas" sino "de cuadros",
con lo cual tendramos la paradoja que en cada derrota de masas. SL logra
cohesionar un grupo de cuadros, especialmente en esta ocasin.
Por otro lado, en el Guamn Poma se exacerba hasta lmites insoportables la
contradiccin entre el discurso maximalista de la "guerra popular" y la prctica
cotidiana contaminada de pacifismo" y "Iegalismo". Al parecer son estos jvenes
los que junto con el sector universitario que recupera la FUSCH se encuentran en
primera lnea presionando para la puesta en prctica de los ya antiguos .
planteamientos de iniciar la guerra popular.
Entre 1976 y 1979 SL alcanza, pues, la velocidad de despegue o la masa crtica
para la fusin que produce el estallido; desde otra perspectiva, podramos decir que
en esos aos SL cruza el borde en el cual se haba venido moviendo y penetra en el
ignoto territorio de los alucinados. Como sus esquemas parecen no resistir el
movimiento, a la manera de Josu intentan detener el sol, es decir, el tiempo: para
ellos el Per sigue siendo semifeudal y el cambio de rgimen no significa nada
porque la Constituyente fue solo la "cuarta
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"Sendero Luminoso" 37
CONCLUSIONES
PARTE II
SENDERO LUMINOSO:
LUCHA ARMADA Y UTOPIA AUTORITARIA
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con las Fuerzas Policiales. Por otro lado, resulta imprescindible tomar muy en
cuenta el componente de voluntad poltica mostrado por la direccin de SL, su
audacia, su capacidad de organizacin y de funcionamiento descentralizado, que
han sorprendido posiblemente a todos. SL avanza, adems, porque en el campo
ayacuchano existan en cierto modo las "condiciones objetivas y subjetivas" para
el/o. Pero queremos precisar que no son exactamente las "condiciones
revolucionarias" definidas clsicamente por Lenin, sino ms bien las condiciones
precisas para la implantacin y desarrollo de una propuesta y una estrategia como
la de "Sendero Luminoso". Desarrollemos esta idea.
Las acciones de SL se inician en ambas mrgenes del Alto Pampas, que forma
justamente el lmite entre las provincias de Cangallo y Vctor Fajardo; luego se
extienden hacia la cuenca del ro Ccaracha en Vctor Fajardo; hacia el Bajo
Pampas, entre la provincia ayacuchana de La Mar y la provincia apurimea de
Andahuaylas; y hacia las alturas ubicadas entre Huanta y La Mar. En la primera
parte de este trabajo, hemos mencionado las condiciones de pobreza extrema de
esas provincias, especialmente Cangallo y Vctor Fajardo, que a nuestro parecer, y
a diferencia de lo que postula Cynthia McClintock (1984), no bastan para entender
el xito senderista en la zona.
La dicotoma puna-valle propuesta por Favre (1984), segn la cual los
campesinos de las zonas bajas apoyaran a SL mientras que los de las alturas
estaran en su contra, nos parece tambin demasiado parcial, pues tanto las punas
como los valles son a estas alturas bastante heterogneos. Una cosa es
Huancasancos, por ejemplo, comunidad de altura ganadera y rica; otra es
Uchuraccay, tambin en las punas pero extremadamente pobre. En Huancasancos
hay campesinos ricos, laneros, hay escuelas y colegio secundario, hay hijos del
pueblo que han estudiado en la UNSCH y en una poca Huancasancos llega a
ser zona semiliberada. Igualmente, en cierto perodo SL tiene xito en el valle de
Huanta, pero no en el de Huamanga.
Ensayaremos, por tanto, una explicacin que nos parece ms cabal. Tanto el
Alto Pampas y el Caracha, como las alturas ubicadas entre Huanta y La Mar. son
justamente las zonas de mayor densidad comunal en Ayacucho (Urrutia. 1981).
Pareciera que SL hubiera acertado en su estrategia, si se tiene en cuenta que segn
las posiciones desarrolladas entonces por la izquierda peruana y tambin de
acuerdo con antroplogos especialistas en el tema, comunidades campesinas como
las all existentes, relativamente alejadas de haciendas, podran ser uno de los
principales motores de una "guerra popular": campesinos "libres" de zonas
perifricas o "campesinos tcticamente mviles" como los denomina Wolf (1972.
p.396). Pero ms que por ser zonas de comunidades o adems de ello, las acciones
se inician all porque al ser zonas comuneras son zonas de escuelas, ya que las
comunidades son las que ms han
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6La repulsa Que despierta el abigeato entre el campesinado andino y las grandes
dimensiones de esta plaga pueden verse, por ejemplo, en el "ajusticiamiento" de abigeos
por la comunidad de Huayanay (Huancavelica). Que provoc un debate nacional a
mediados de la dcada pasada. Y en el desarrollo exitoso de las "rondas campesinas",
especialmente en Cajamarca y la sierra de Piura.
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EL FIN DE LA UTOPIA
Sometido a una insoportable presin contradictoria por parte de las FFAA y SL. el
campo ayacuchano explota a partir de 1983 en una serie de conflictos no
previstos.
Por un lado. se agudizan las rivalidades intracomunales. La posibilidad de
acusar y castigar al adltero o al que abusa del alcohol, degenera en
enfrentamientos entre familias, muchas veces largamente contrapuestas por
infinidad de problemas. Afloran entonces las peores facetas de la ideologa
campesina: acusar a un vecino de "sopln" ante los senderistas, o de senderista
ante las FFAA, puede llevar a su eliminacin fsica y abrir la posibilidad de
apoderarse de sus escasos o muchos bienes, por ejemplo.
La figura se repite a nivel mayor, exacerbndose los enfrentamientos
intercomunales. Estos pueden tomar a veces la figura que enfatiza Favre (1984),
con la capital adherida a SL y los anexos enfrentados a ste; pero tambin puede
suceder exactamente lo contrario, como es el caso de Huahuapuquio (Cangallo); o
la figura puede ser todava ms compleja como en Chuschi (Cangallo), donde la
capital se adhiere ms o menos entusiasta mente a SL a fines de 1982, pero nunca
como el vecino anexo Quispillacta, donde la implantacin senderista resulta ms
profunda, mientras un tercer anexo, la comunidad de Canchacancha, nunca vio
con buenos ojos a SL y estuvo entre las primeras en enarbolar banderas blancas en
la zona. Hemos intentado explicar este caso
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48 Carlos Ivn DEGREGORI
selva del ro Apurmac, donde lo esperan tambin las reducciones", las "mes-
nadas" y los yana urnas (cabezas negras) como ellos llaman a los campesinos
enrolados en los Comits de Defensa Civil. la mayor parte de las veces por la
fuerza y sin alternativa posible. La respuesta de SL es desesperada y brutal:
acuchillamientos, degellos y mutilacin de "montoneros" que ensangrientan
todava ms y sin ninguna perspectiva el campo ayacuchano, atrapado entre las
fosas comunes y los degellos de los contrincantes enfrentados en esta, con razn
llamada "guerra sucia".
Pero al tiempo que recibe fuertes golpes en Ayacucho. SL logra expandir sus
acciones fuera de la zona inicialmente declarada en estado de emergencia. El
anlisis de la expansin de la violel1cia a otras zonas del pas escapa a los lmites
del presente trabajo. Podemos, sin embargo, aventurar la hiptesis siguiente: son
otras historias regionales, otros contextos sociales y otra implantacin -ms
reciente y superficial- de SL en esas zonas. Consideramos por tanto muy difcil -
ms an con las FFAA en accin-la reproduccin de situaciones similares a las
que vivi el campo ayacuchano durante el apogeo de la utopa autoritaria
senderista hacia fines de 1982.
CONCLUSIONES
signos exteriores de esta evolucin que coloca a SL -dicho esto sin ningn nimo
peyorativo sino estrictamente cientfico- a nivel de fenmenos como los que
tuvieron o tienen lugar en el Irn de los Ayatollahs, la Kampuchea de los Khmer
Rouge, algunos moviemientos anarquistas mediterrneos o la respuesta de algunos
grupos tnicos preclasistas frente al avance destructor del capitalismo.
3. Es posible, adems, que el mensaje autoritario de SL y su gran voluntad
poltica le permitan reproducir una cierta base social a nivel nacional, entre la
franja relativamente estrecha pero explosiva constituida por sectores juveniles
empobrecidos, especialmente de origen andino, que no encuentran lugar en el pas
en medio de la crisis y sus efectos corrosivos.
4. Pero existen lmites a nuestro parecer infranqueables para la expansin
significativa de SL ms all de esa franja. al menos en las actuales condiciones del
pas. Por un lado, la tradicional estrechez de sus alianzas se ve agudizada por un
balance, desde nuestro punto de vista errneo del fracaso de la Revolucin
Cultural China dirigida por el "grupo de Shangai" o "Banda de los cuatro". Segn
dicho balance, el gran error de Mao fue plantearse un gobierno de cuatro clases,
incluyendo a la burguesa nacional. El intento de rectificar ese error lleva a SL a
proponer un "gobierno de obreros y campesinos", frmula que se asemeja
curiosamente a la del trotskismo clsico.
Esta etrechez de alianzas, unida al vanguardismo exacerbado que necesita que
el partido lo dirija todo, marca los lmites de SL para extenderse hacia otros
sectores. A ello contribuye tambin la ubicacin social de su liderazgo, situado en
un extremo del espectro social, demasiado provinciano y pre-capitalista para la
complejidad del pas.
Pero el lmite ms grave para la expansin de SL radica en que ste lanza con
coherencia total lo que sera en trminos de Gramsci una "estrategia de asalto
frontal" al poder, justamente cuando la sociedad civil en el Per se fortalece y.
sorpresivamente, en vez de polarizarse con la crisis, corre relativamente hacia el
centro-izquierda del espectro poltico. Son ndices de este fortalecimiento de la
sociedad civil la infinidad de organizaciones obreras, campesinas, barriales,
Populares, juveniles, femeninas: el funcionamiento de colegios profesionales,
rganos periodsticos y partidos polticos: el fortalecimiento de una opinin
pblica a nivel nacional. etc. Es el desarrollo masivo de este tejido organizativo.,
especialmente en los ltimos 10 15 aos, y no el Estado incapaz y represivo, el
que pone el lmite central y al menos por ahora infranqueable. a la estrategia de
SL, y son esta sociedad civil y sus representaciones polticas democrticas, las que
pueden encontrar una alternativa de reconstruccin nacional y democracia. frente a
la violencia que desangra Ayacucho y amenaza engullir todo el pas.
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4/6. Carlos Ivn DEGREGORI
"Sendero Luminoso": Parte 1: Los hondos y mortales des encuentros. Parte 11: Lucha
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Serie Antropologa No 2 y 3, 6a. edicin, junio 1988.
5. Amparo MENENDEZ-CARRION
Clientelismo, electoral y barriadas: perspectivas de anlisis
Serie Sociologa/Poltica No 2, setiembre 1985.
7. Csar HERRERA .
Inflacin, poltica devaluatoria y apertura externa en el Per: 1978-198-1 Serie
Economa No 1, 2a. edicin, noviembre 1986.
8. Martn PIEIRO / Edith S. de OBSCHATKO
Poltica tecnolgica y seguridad alimentaria en Amrica Latina
Serie Economa No 2, diciembre 1985.
9. Cecilia BLONDET
Muchas vidas construyendo una identidad. Muieres pobladoras de un barrio limeo
Serie Antropologa No 4, 2a. edicin, enero 1986.
10. Heraclio BONILLA / Christine HNEFELDT
Piura: Propuestas para una historia regional
Serie Historia No 1, febrero 1986.
11. Gonzalo D. MARTNER/C. FURCHE
Autonoma alimentaria o especializacin segn ventajas comparativas: experiencias
recientes en Amrica Latina
Serie Economa No 3, 2a. edicin, noviembre 1986.
12. Oscar DANCOURT
Sobre las polticas macroeconmicas en el Per, 1970-198-1
Serie Economa No 4, 3a. edicin, enero 1988.
13. Jrgen GOLTE / Marisol DE LA CADENA
La codeterminacin de la organizacin social andina
Serie Antropologa No 5, marzo 1986.
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