Conferencia Actor Stanioslavskiano
Conferencia Actor Stanioslavskiano
Conferencia Actor Stanioslavskiano
Pasa con todos los grandes maestros: el mito que se crea sobre su obra, su vida o
su persona oculta o distorsiona o escamotea las posibilidades reales de acercarse a la
obra concreta, objetiva. En el caso de Constantin Stanislavski esta paradoja a la que está
destinada toda celebridad alcanza niveles desmesurados. En el terreno de la formación
de actores se ha convertido en un “clásico”, al que las generaciones de teatristas honran
con su fervor. Entiéndase, ese fervor puede ser el de continuadores o el de retractores,
poco importa. El legado de Stanislavski es insoslayable y las lecturas o interpretaciones
que éste engendra se multiplican incesantemente.
El teatro bien puede abandonar las tareas, las funciones o las formas de aquel
que a principios del siglo XX desvelaba al maestro ruso y sin embargo, parece que su
obra tiene aún algo que decir sobre la actualidad teatral. Si es verdad que la cita con los
grandes maestros del pasado ocurre siempre en el presente y entonces ellos se presentan
según son convocados, puede resultar útil revisar cuál es la convocatoria que realizan
nuestros tiempos a la tradición stanislavskiana de formación de actores.
Así, comprender a Stanislavski sería al mismo tiempo comprender algo más del
teatro que hacemos, que estudiamos o que imaginamos; alejarnos de conservadurismos
un poco ideales parece ser una voz de orden bien contemporánea, de aquellos que
suponen pueden resguardarse con “fidelidad” las enseñanzas de los maestros de antaño
y de aquellos que suponen que éstas han nacido, se han desarrollado y han llegado hasta
nosotros “neutras” o inocentes respecto de una determinada práctica del teatro.
Historizar, sí ciertamente, porque como toda práctica de los hombres, la
formación de actores responde a un tiempo y a una geografía, pero hacerlo a contrapelo.
Partir del presente, o mejor dicho, romper el hilo recto del tiempo progresivo que desde
el pasado se despliega hacia el futuro y componer un a-presente, como le gustaría a
Walter Benjamín: una condensación de tiempos, un salto de tigre que nos sentara a la
mesa con Stanislavski. Si no resultara demasiado presumida, esa sería la aspiración de
esta disertación y para aquellos que duden de la factibilidad de tal empresa, valga
simplemente que no es más difícil que intentar llegar al teatro de Arte de Moscú sin
ningún equipaje.
1
Después de la Clausura
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difícilmente consigne en Stanislavski uno de sus referentes. Nuestras prácticas se
reclaman abiertamente de Artaud, o se definen como dramaturgias del espacio - en clara
filiación “CraigApiana” – o como ópera contemporánea, o como teatro danza, o como
teatro de objetos y muchas otras modalidades mestizas. Independientemente de la
diversidad de poéticas o de estilos que estos teatros ponen en juego, parece sensato
acordar que tienen como gesto mínimo común el cuestionamiento de la representación.
Es esa representación teatral que Stanislavski criticaba duramente en tanto convención
muerta y a la que, paradójicamente aporta un nuevo aliento. Sin llegar a la
simplificación escandalosa de limitar a Stanislavski al realismo, en tanto estilo teatral
determinado, vale considerar el lugar de privilegio que la categoría de Personaje
adquiere en su teoría de formación de actores. El Personajes es, como suele decirse, el
objeto mismo del trabajo del actor:
“El actor debe ser formado, por una parte como el ejecutante de un trabajo, como
su sujeto y este proceso constructivo posee su propia lógica y decurso. Pero por
otra, el actor, y al mismo tiempo, trata de adentrarse dentro de la lógica del
personaje interpretado y actuar como él. Se trata del “objeto” de su trabajo”. 4
Como puede verse, la tradición de formación de actores stanislavskiana supone a
tal punto que el trabajo del actor se define como la interpretación de un personaje que ni
siquiera entiende necesario aclararlo. Es una razón de hecho. El concepto de Personaje
está tan implicado en la teoría de formación actores de Stanislavski, que no estaría mal
hablar de un proceso de naturalización. Para Stanislavski, naturalmente, actuar es
interpretar un personaje. Y recordamos la célebre-y muy cómica- frase de Aristóteles
cuando naturalizaba su teoría teatral: “comenzando en principio por lo que viene
primero, siguiendo el orden natural” para asegurar que lo primero es la acción hasta que
unos 20 siglos después alguien dijo que en el principio es la música y ya no hubo dudas
de que el principio de las cosas, del teatro entre otras, no es natural 5. Es el problema de
tantas teorías normativas, no pueden evitar sentar las bases de sus normas en el natural,
en la vida misma. Stanislavski no podía evitar tomar el camino de la naturalización,
perseguía una pedagogía.
El vínculo que liga la formación de actores stanislavskiana al Personaje es
estrecho, como un supuesto de base. En el diseño del Sistema que la actriz
norteamericana Stella Adler extrajo de sus trabajos con el propio Stanislavski en Paris
en el año 1934, puede verse que el vértice hacia o desde el cual se desprenden las dos
4
Así lo define Raúl Serrano, sin duda el mejor exégeta de Stanislavski en Argentina y muy probablemente
en Hispanoamérica. Serrano, R., Nuevas Tesis sobre Stanislavski, Atuel, Buenos Aires, 2004, p. 21.
5
Aristóteles, Poétique, traducción francesa de Michel Magnien, 1447, 10.
3
grandes vías del trabajo actoral – la movilización sensible interna y la expresión externa
del sentimiento – es “The Part”: el papel, la interpretación del personaje. No es raro
entonces, que las prácticas teatrales actuales raramente reconozcan a Stanislavski como
predecesor porque no se puede echar al personaje del centro del trabajo del actor y
mantener la representación teatral aristotélica, e inversamente, no se puede cuestionarla
sin desplazar al personaje del centro de la perfomance del actor. Es fácilmente
entendible este distanciamiento de Stanislavski; como dice Gerard Genette, según el
principio del “rechazo a heredar”, cada época se elige sus precursores, de preferencia en
una época más antigua que aquella en la que habitaba la detestable generación
precedente6.
En nuestro país, la relación entre el actor de formación stanislavskiana y el
teatro realista de los años sesenta, conforma esa “detestable” generación precedente de
la que hay que distinguirse y explica, así, la mala prensa de la que goza últimamente el
maestro ruso. Anticuada, racionalista, dogmática, positivista, son epítetos que bien
pudieran sintetizar numerosas opiniones sobre su teoría; la tentación de poder valorar
cuánto de esos epítetos se deben al mito de Stanislavski, es decir a la divulgación de su
teoría y cuánto a su obra “verdadera”, es grande. Para intentar evitar los facilismos
corrientes al respecto, tanto el que postula que la existencia del “Sistema” de actuación
stanislavskiano es producto de malas interpretaciones (que equivale a decir que hay
otras, distintas, que son buenas) como de aquel que convierte en dogma lo que pudo
leerse como sistema (que equivale a decir que hay una única interpretación, la
“ortodoxa”), diremos simplemente que ante, y a la par, de las muchas interpretaciones
de Stanislavski que se han hecho, con más o menos buena fortuna, la interpretación
“actual” sólo dará lugar a una nueva. Igual que sus antecesoras, será fatalmente
histórica.
Aristotélico Stanislavski
6
Genette sostiene que ese hábito supone el rechazo del padre y que éste implica la elección de algún tío
cualquiera hasta entonces poco conocido o un abuelo o aún un tatarabuelo. Genette, G., Palimpsestes. La
littérature au second degré, Seuil, Paris, 1982, p. 236.
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treinta, cuando las vanguardias fueron acalladas y en su lugar, las autoridades del
partido consignaban o imponían las virtudes del realismo socialista. O bien en los
Estados Unidos de Norteamérica de la guerra y la posguerra, en el que Lee Strasberg
conseguía imponer su “método”7 en todo acorde a las necesidades del divismo que
exigía la industria cinematográfica – cuya función política no será nunca
suficientemente valorada.
Las dos lecturas, por diferentes que sean, proponen un acercamiento aristotélico
a Stanislavski. La primera porque privilegia la razón en la constitución del discurso
teatral, la segunda porque opera a través del concepto de analogía entre la experiencia
del actor y la situación teatral. El privilegio de la razón en la constitución del discurso
teatral es lo que la concepción aristotelo-hegeliana del teatro sostiene. Dice Hegel en su
Estética:
7
Verdaderamente puede hablarse de un tiempo preciso, alrededor de los años cuarenta, para establecer la
autoridad del “método” Strasberg sobre la teoría de Stranislavski en EEUU. Con anterioridad, en el
Group Theatre, las versiones eran múltiples y muchas veces contradictorias. Robert Lewis, miembro del
Group y fundador luego del Actor’s Studio podía decir al respecto: “Hasta ese momento Strasberg era
considerado discípulo de Stanislavski. Ahora quedaba excomulgado por el Group. Lo único que habíamos
estado haciendo fue cavar y tantear. Estabamos todos muy entusiasmados, puesto que eso sí era teatro.
Fue el punto crítico, que trajo finalmente el alejamiento de Strasberg del Group.” Citado por Paul Gray,
“Stanislavski y los EEUU. Una cronología crítica” en La Máscara, ¾, 2da época, n. 132/133, Buenos
Aires, 1965, p. 22.
8
Hegel, G., Estética, Siglo Veinte, Bs.As., 1985, p260.
9
Aristóteles, Poétique, traducción francesa de Michel Magnien, 1454ª.
10
Stanislavski, C., El trabajo del actor sobre sí mismo, Quetzal, Bs. As., 1986, p.88.
5
Como si se estuviera sobre el lugar mismo de la acción… [ya que] El que está en el
desarraigo representa el desarraigo con la mayor sinceridad, el que está en cólera
representa la cólera con la mayor sinceridad. 11
También resuenan en Stanislavski las ideas del filósofo griego, cuando sostiene:
Todo lo que pasa en escena, a cada instante, debe poder convencer tanto al actor
como a su partenaire y al público. Debe hacer creer en la posibilidad en la vida real
de sentimientos análogos a aquellos que siente en escena. 12
11
Aristóteles, Poétique, traducción francesa de Michel Magnien, 1455ª .
12
Stanislavski, C., Op. Cit.
6
de repetición voluntaria de la línea continua de acción, operar sobre el universo
espontáneo de las emociones.
La interpretación de Serrano es de una enorme importancia para la
formación de actores contemporáneos. Sin embargo, como él mismo observa, la
diferencia entre las dos etapas stanislavskiana se manifiesta en el terreno de la
metodología; en el terreno poético, los valores siguen siendo los del actuar natural,
alejado de los clichés y la rutina del estilo representacional. Aún en el “método de las
acciones físicas” Stanislavski cree en la lógica y la coherencia de lo natural. Es
absolutamente hegeliano, en el sentido de la postulación “todo lo que es real es
racional”. Aún cuando el cuerpo del actor, a través de la improvisación es el que llenará
de sentido el desarrollo de la situación, no es el elemento irruptivo del cuerpo, la pura
materialidad, la masa de átomos o la líbido lo que construirá de manera irreflexiva o
aleatoria la línea de acción. La conexión de la técnica stanislavskiana con la poética
realista reside en el basamento racional de lo real que ambas sostienen.
En este sentido no sería por razones puramente pedagógicas que se opta por
trabajar sobre textos realistas cuando se realiza formación de actores según la técnica
stanislavskiana. En la cita famosa que trata el entrenamiento sobre El inspector14,
síntesis del método de acciones físicas, Tortsov “sabe” cómo se entra a un cuarto,
“sabe” cómo se reta a un criado, etc. Ese saber tiene un sólo, pero poderoso,
fundamento: la lógica cotidiana, la organización racional que sostiene las prácticas más
elementales de nuestro orden cultural. Sin ese marco, cualquier acción deviene posible.
Pero estaríamos fuera del realismo. Puede ocurrir que los golpes a la puerta indiquen
que no hay nadie queriendo entrar o que se ingrese a un cuarto por la ventana, pero
enseguida diríamos que es teatro del “absurdo”, que como sugiere R. Abirached, refutó
a Hegel demostrando que lo real es irracional.
Según la perspectiva de las acciones físicas, aún cuando el cuerpo del actor está
puesto en primer plano y la creación actoral opera desde la materialidad escénica, se
13
Stanislavski, C., El trabajo del actor sobre su papel,Quetzal, Bs. As., 1980, p.340.
14
“¿Acaso no sabe cómo se entra a un cuarto de Hotel? / ¡Sé! / Pues entre. Luego Jlestakov reta a Osip
porque está nuevamente tirado en la cama. ¿Ignora usted cómo se hace para reprender a un criado? Luego
Jlestakov quiere obligar a Osip a conseguir algo para comer, etc.” Stanislavski, C. El trabajo del actor
sobre su papel, Op.Cit.
7
trata de un cuerpo inmerso en el universo de la significación, es decir, de un cuerpo que
reconoce y acepta su participación en la organización racional del cotidiano y de toda
práctica social. Se trata de un uso del cuerpo en y para la escena que sirve a la estructura
dramática tradicional, que le va bien a la dialéctica entre personajes, al desarrollo
progresivo de conflictos, a la construcción de una fábula respetuosa de la causalidad
lineal, etc. En todo caso, un uso distinto del que se despliega en las prácticas teatrales
extremo contemporáneas.
8
transforma en paisaje; la escena pasa a ser la puesta de una voz y la ceremonia termina
con la primacía de la acción. Cualquiera de ellas, la más bien socio-crítica de Guénoun
o la más bien estética de Lehmann, reclaman la aparición de un Stanislavski diferente
del que viaja en el Sistema:
¿Me creerán si les digo que aún en esa clase de actuación tan perfecta encuentro la
falta de un “algo” indefinible? Sí…lo que le falta, aún a ese arte magnífico es la
calidad de lo inesperado, lo que pasma y arrebata al espectador, haciéndolo
penetrar en un mundo que hasta ese momento no había ni siquiera sospechado. 18
16
Guénoun, D. Le théâtre est-il necessaire?, Circé, Paris, 1997, p.145.
17
Stanislavski, C. La creación del personaje, Editorial Diana, Méjico, 1991, p.329.
18
Ibid, p.330.
9
de su teoría. Tiene el sabor de la genialidad o cuando menos del talento: pone en
cuestión toda su obra. La potencia de esta actuación indefinible, dice:
A modo de conclusión
10