Contorno Del Fuego
Contorno Del Fuego
Contorno Del Fuego
Impreso en México
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del día. Pero para la historia el tiempo humano tiene otra forma de la
duración, otra demora para echar raíces en la conciencia. Por eso, por
ejemplo, podemos hablar de los siglos de oro, de cien años de literatura
latinoamericana o de medio siglo de la mexicana, o de una década… El
tiempo nos canta su melodía en escalas geográf icas.
En esas redes que el crítico utiliza en el mar proceloso del tiempo
están también determinadas muchas veces por espacios políticos o
por divisiones territoriales. En muchas crónicas escuchamos hablar de
los poetas de Chiapas, de los narradores de Veracruz o de Jalisco, los
escritores de la frontera o del istmo… Hace unos años incluso se hizo
una serie de antologías por estados de la república. Cuando decimos
los poetas de Aguascalientes expresamos algo muy concreto que, sin
embargo, sólo toma forma en los textos y autores que constituyen esa
idea. Los hechos comprobables –desde el lugar de nacimiento hasta los
temas– no bastan. Pedir el acta de nacimiento es apenas un primer paso,
y no demasiado estricto, esa patria chica también se puede elegir y un
“poema medieval” escrito por un autor que vive –y lo camina todos
los días– en el Jardín de San Marcos es, qué duda cabe, aguascalentense.
López Velarde, el poeta jerezano, es sin duda de Zacatecas, pero
¿no lo es también de San Luis y de Aguascalientes? ¿Cuánto debe La
suave patria a los cielos de una y otra región? Y son los poetas de Aguas-
calientes quienes lo vuelven su coterráneo, y –por poner un ejemplo
insigne– Fraguas es una manera de Víctor Sandoval de hacer suyo, es
decir, de Aguascalientes, a López Velarde. En muchos de los poetas que
el lector encontrará en las páginas de este libro resuena sin duda el
acento del zacatecano, pero en quién no, por af irmación o rechazo, de
los escritores mexicanos del siglo xx, posteriores a 1920. Sin embargo
toda geografía no se af irma ni se reconoce, en una u otra obra, sino en
su intercambio, en el juego de comparaciones entre acentos similares
y diferencias extremas, pues es la región quien dibuja en este caso el
retrato, el llano o la colina, la nube o el cielo azul sin una mancha, la
cantera o el barro del paisaje.
6 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Así la selección que el lector tiene en sus manos consta de dos
partes bien diferenciadas: la primera, que muestra apenas, como un
umbral, la obra de cuatro maestros: Desiderio Macías Silva (1922), Do-
lores Castro (1923),Víctor Sandoval (1929) y Salvador Gallardo Topete
(1933). En los once años que van del primero al último se escribe y se
inscribe un momento notable de la lírica del estado. Macías Silva es un
caso ejemplar: educado en la tradición religiosa del semidesierto hidro-
cálido, sale del seminario para estudiar medicina, y ya en la ciudad de
México, en donde colabora en revistas literarias de la época, forma su
alma, pero termina por regresar a su tierra natal donde juega un impor-
tante papel como hombre de letras y maestro, profesor universitario
y f igura cultural.
No es sin embargo su poesía una curiosidad de época, y muchos
de sus poemas escritos en un verso corto y rápido, musical y jugue-
tón, pref iguran una cierta modernidad que se mostrará claramente en
las siguientes generaciones. Por eso no es una sorpresa cuando gana,
en 1972, El Premio de Poesía Aguascalientes en su quinta convocato-
ria con su libro Ascuario. Ya antes había ganado los Juegos Florales de
Aguascalientes, antecedente del Premio Nacional de Poesía, similar a
los que por aquellos años abundaban en el país, pero a partir de 1968
el certamen, surge como el más prestigioso de los premios de poesía
en México. Fallece Desiderio Macías Silva en Aguascalientes en 1995.
Apenas un año más joven surge la f igura de Dolores Castro. Lla-
ma la atención su acento personal en los años cincuenta, cuando una
generación importante de poetas mujeres surge en el panorama nacio-
nal, entre quienes destacan su amiga y compañera de la universidad, la
chiapaneca Rosario Castellanos y la coahuilense Enriqueta Ochoa. Si
Macías Silva busca una poesía expansiva y chocarrera, Dolores Castro
escribe reconcentrada en sí misma y en su vida personal, casi con un
deliberado tono menor que con el tiempo mostrará una coherencia
asombrosa. Hoy la literatura mexicana tiene la suerte de contar con
ella a sus 90 años –y muy activa– en una juventud que podemos ca-
lif icar ya de permanente.
PRÓLOGO 7
Víctor Sandoval, poeta y promotor cultural, nace en Aguascalientes
en 1929. Hay quien lo considera el benjamín de la generación surgida
una década antes con Alí Chumacero, o el primero de la brillante pro-
moción que surgiría con los nacidos en los años treinta, a partir de
él y de su estricto contemporáneo Eduardo Lizalde. Es ampliamente
reconocido como uno de los mejores promotores culturales del siglo
xx, y a él se deben iniciativas como las casas de cultura, la revista Tierra
Adentro, y precisamente, el premio Aguascalientes. Su lugar en la histo-
ria de la poesía mexicana lo tiene asegurado con su poema Fraguas, uno
de los pocos textos que asimiló y renovó la visión de lo propio, de la
patria chica, de la novia con ojos de sulfato de cobre de Ramón López
Velarde. Fraguas es un poema no sólo notable en la poesía mexicana del
siglo xx sino un eslabón esencial, un poema puente, un poema puntal en
nuestra arquitectura lírica. Su muerte, el 24 de marzo de 2013, apenas
hace unos meses, nos entristeció a todos.
Cierra esta primera parte Salvador Gallardo Topete, poeta y na-
rrador de raigambre, escribe una literatura con claras resonancias pro-
vincianas, resonancias que sin embargo no le avergüenzan y que maneja
con humor y gracia. Su padre fue el poeta estridentista Salvador Ga-
llardo Dávalos, nacido en San Luis Potosí, pero quien vivió casi toda su
vida en Aguascalientes. Gallardo Topete, conocido por su obra narrati-
va, escribe poesía también notable. Con él se completa esta brújula o
rosa de los vientos que abre el libro a manera de umbral para dar paso
a los poetas más jóvenes, entre ellos su hijo Salvador Gallardo Cabrera.
La brevedad de esta primera parte la vuelve casi un epígrafe de lo que
lector encuentra continuación.
La segunda parte se abre con Eduardo López (1950) y dibuja el
panorama, común a toda la poesía mexicana de la segunda mitad del
siglo, en la que se vive una explosión demográf ica lírica, misma que
supo describir hace ya más de treinta años Gabriel Zaid en la Asam-
blea de poetas. La nómina, de treinta y un autores, no es, a pesar de su
extensión, exhaustiva. No está, por ejemplo, Alejandro Sandoval Ávila,
de quien tomo el epígrafe que precede este texto, pero las presencias
8 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
permiten reconocer el rostro de la aludida: la poesía de Aguascalientes
en los últimos años. En ella conviven los acentos tradicionales con las
búsquedas cosmopolitas, el trabajo de críticos e historiadores como
Benjamín Valdivia (1960), con ensayistas extremos como el ya men-
cionado Gallardo Cabrera, la personalidad ya consolidada de Ricardo
Esquer (1957) y poetas una década más jóvenes, como América de la
Torre (1965) y Rubén Chávez (1967); o dos décadas, como Arlette
Luévano (1976). Poetas de índole cosmopolita, desligados de esa idea
provinciana, pero aún vinculados a su región, pueden dar la temperatu-
ra que tiene actualmente la poesía de Aguascalientes, como ejemplos
Agustín Lascazas (1964) y Salvador Gallardo Cabrera (1963).
Toda selección se def ine tanto por los que están como por los que
quedan fuera, incluso cuando –como en este caso– la selección tiene
más que ver con un consenso colectivo que con un gusto propio y
personal. Lo indudable es que, en un contexto como el mexicano, geo-
grafía de geografías, el retrato de la lírica aguascalentense necesitaba un
retrato de familia que nos ubicara en su devenir más reciente.
Un dato que la radiografía revela de inmediato y ya como ele-
mento del presente, es el cada vez mayor protagonismo que toman
las voces femeninas: los últimos diez poetas incluidos son mujeres. Es
algo que sucede en todo el país, sin embargo en Aguascalientes se halla
un poco más acentuado. Es obvio que hay poetas posteriores al más
joven de los seleccionados –Ilse Díaz, 1985– que ya llaman la atención
de los lectores y los críticos, pero aún no adquieren personalidad y son
apuesta para el futuro.
Aguascalientes toma su nombre de los manantiales de aguas ter-
males de la región pero en contraste con (la mitad de) su nombre no
tiene salida al mar. Con todo su poesía, como podrá el lector de este
libro comprobar, busca mirar a la vez más allá y más adentro.
PRÓLOGO 9
D E S I D E R I O M A C Í A S S I LV A
Q u i z á
Quizá
no digo nada:
pero arde
el tintero,
y el papel,
y la pluma;
arde
la subsintaxis;
las subespecies
arden,
y es por eso
que escribo.
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D O L O R E S CA ST R O
La tierra está sonando
13
V Í CT O R S A N D OV A L
Envío:
Vamos a trabajar
el pan de este poema.
Hay que traer un poco de alegría;
que cada quien tome su cesta.
La noche gira sobre la esperanza
y desgasta sus párpados la estrella.
Surgen las graves letanías del trigo
por los labios abiertos de la tierra.
La espiga se desnuda sobre el aire
y el agua suelta sus cadenas.
Con un poco de esfuerzo y de ternura
vamos a trabajar
el pan de este poema.
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SALVADOR GALLARDO TOPETE,
EL HIJO
Sé mi hoguera
Sé mi hoguera, amor,
ardamos juntos.
Brasas sean
tu f ino fémur
y mi cráneo enjuto.
Lenguas de fuego
nuestras amorosas lenguas
en ceniza conviertan
nuestras manos
y el viento esparza
sus caricias por la tierra.
17
Y si el amor no fuera
Y si el amor no fuera
sino la sombra de una sombra.
La imagen de un espejo capturada
por los espejos del agua,
el ademán apenas insinuado
de un pájaro sin alas,
la ceniza de un fuego no iniciado…
Y si el amor sí fuera
no sombra de la imagen,
sino sustancia en sí
capaz de ref lejarse:
no ademán, sí pájaro con alas:
no ceniza, sino llameante fuego.
18 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Nadie evoca lo real
S A LVA D O R G A L L A R D O TO P E T E , E L H I J O 19
E D UA R D O L Ó P E Z
Este mar de polvo
21
¿En dónde estás?
Pero la palabra se hace vaho, aire
sangre de polvo
y ningún hilo la detiene.
22 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
será esa sangre que pregunta
espina que viene a reventar las suturas
de esta agua roja que rezuma
entre los maravillosos gritos
de mis dolores que ya cicatrizaban.
EDUARDO LÓPEZ 23
¿En dónde estoy?
¿En el callejón de cuál olvido?
La sal es hueca.
Ah, el espectro de una campana de cristal
f lor de aire llamando al silencio.
Tal vez el dios de los discóbolos
anda rompiendo todavía los harapos del cielo.
Ah, tiembla mi voz como hervidero de piedras
y se hunde
cuando esta catapulta de sangres sin cauce
que dije
hace tasajos mi corazón
mi mortaja de coágulos.
24 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Sí, mis ojos que giran de ardores
como si esa luna que ahora luna
fuera el péndulo af ilado
para romper las lágrimas
de tan brutales pedacerías.
EDUARDO LÓPEZ 25
Lumbre sin luz
un breve inf ierno tal vez
un ingenuo descuido
tan sólo una soga f lotando
en el mar ese tan manso
un indefenso animal
sin la catadura del necesario arnés.
La mera reminiscencia
las oscuras señales de san Telmo
eso que se parece al apuro de no haber llorado
cuando el cadáver de un amigo
se encerrara en la def initiva ancla del sepulcro
¿en dónde estoy? ¿en el corazón de cuáles aguas?
26 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Pólvoras y ombligos
pardos atolones
aquellas y estas tolvaneras
los quejidos envueltos
en las raras lavandas de la angustia.
Oh, la muralla se retuerce
entre maravillosas anclas de cascabel.
Y entonces es la noche con sus ojos de f lor púrpura
no los míos.
Negro espectro de una rosa
estos coágulos que me embarran de terror.
El animal me ha visto.
EDUARDO LÓPEZ 27
JOSÉ DE JESÚS LARA HUERTA
El otro caso equivocado
29
Carta a Emily Dikinson
30 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Intento número uno
J O S É D E J E S Ú S L A R A H U E R TA 31
ROSA LUZ DE LUNA
Borges el alquimista
33
Parábola del viejo
34 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
¿Cómo podemos ver con estos huecos?
Al despertar del sueño alucinante
iremos por el color del ave
a tientas
entre el follaje de su canto.
37
Deshabitar este sórdido,
esta desnudez tan débil,
el orden de la ruina
del que respira gastadamente
con el rencor del animal
al que le han quitado las branquias
y la ignorancia de los males mayores,
también el caparazón de la lentitud
y las rayas veloces y los árboles,
el sol que ahora deslumbra y quema,
el cielo que es una llama azul ahora,
la palabra que el silencio no deja callar.
lo que se va,
lo irrenunciablemente perdido.
38 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Uno palidece de tanto ver,
uno ve y se deja caer en el otro,
pierde su voz
y gana la constancia de su especie,
su íntima necesidad,
el silencio que nada ata
y comienza a hablar
perseguido por el redoble de un tambor ileso,
por el recorte venenoso de las higueras,
por una crujidera de dientes y cosas que caen
a tierra,
que atraviesa los campos sembrados
como una nube de hierro de vacilante resplandor,
por algo que llegará cuando hables más alto,
cuando no entiendas nada,
la palabra secreta.
40 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Parece difícil seguir
cuando ya no se puede parar:
siempre este camino ilegible, impasible,
esta memoria de olvido imaginario
que hunde sus naves, que oculta
el aire. Siempre al borde de la mentira
la palabra y su clima, lo falso
endureciendo el hueso, su f luir,
así como la persistencia del silencio
en ese punto ciego de lo que no puede
sino decirse. Cansa ser un delirio mudo que mana
entre palabras, un instante sin tregua
en el f ilo de los ojos abiertos.
Mi propenso a decir:
aún siguiéndome, lejos de ese que no soy,
las palabras no me fundarán,
al menos no éstas
que se generan en un desconocimiento
más grave que este insólito.
42 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Demostrado apenas sobre rasgos intransferibles,
nunca he sido más cierto sino invisible en el decir,
y solo en este lugar,
donde el engaño hacia el borde está en el nudo,
en algo que no termina de caer,
en este rastro que surge sin cesar de la palabra que falta.
44 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
sólo las olas vuelven
Cintio Vitier
47
por tu inocencia tempranamente derramada
como un archipiélago en la mesa,
no buscas la paz insondable de mis sueños
entre sábanas y rezos,
procuras la sordina que atempere
mi algaraza,
que tanta vitalidad te incordia,
que tanta alegría para tu corazón menguado
es desafío,
tú no quieres que yo encienda mi bengala,
mi mágico pedernal en los ijares de la noche,
lo que tú quieres, en verdad, es castigarme,
aunque no encuentres alivio ninguno
ni sosiego,
aunque sólo consigas
agrandar la púrpura de tus heridas,
hundir más tus arpones en ti misma
y que un berrendo burriciego
galope sin tregua en tus entrañas.
48 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
El destemplado
EUDORO FONSEC A 49
chorrea premoniciones rojas y babas amarillas,
viento de la hepatitis, viento sif ilítico,
viento de cámara negra, de canículas enloquecidas
y cabelleras erizadas en la noche.
50 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
tristeza sombreruda y sola,
agito una rosa de metal
y le brotan
doctas púas y pétalos negros
como labios osados de fantasma.
EUDORO FONSEC A 51
Las catrinas
52 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
juegan, se divierten,
preñan el aire del bermellón de la tragedia,
de sangre clamorosa y cascabeles acechantes,
y ni siquiera se dan cuenta,
son virgencitas,
damiselas enlutadas de pudor f ingido,
una parvada de putas yermas y atorrantes,
musas ojerosas de porte oscuro y mal agüero:
¿quieres que te dé un beso, cariño?
EUDORO FONSEC A 53
Sellado con un beso (todo contigo)
54 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
“La enlutada” te miró f ijamente
desde el agua zarca de sus ojos,
rodeó tu cuello con sus brazos carceleros,
contoneó sus caderas con ritmo sicalíptico,
relamió coquetamente sus labios de cereza,
y, recreándose en la suerte,
se tiró a matar con un ósculo helado y asesino;
ahí te cargó el payaso sin remedio,
caíste de cúbito dorsal sobre la pista,
el mismísimo escenario de tus triunfos.
Tuviste suerte, “Veneno”, pese a todo,
esa noche y en la barra,
“la enlutada” también quería “todo contigo”.
EUDORO FONSEC A 55
ROBERTO QUIROZ BENÍTEZ
Corre fuego negro
y blanco
por las diagonales
alf iles/atrás
las torres
se apoderan de las columnas
cruzan los caballos
en trotes de regios escarceos
escalonados y furtivos
los peones construyen murallas
inquieta
nerviosa
la terrible reina
prepara la ominosa red
del último jaque
no es la victoria
sino la muerte
lo que pone f in a la partida
57
de azul fuerte
a veces
le he visto
un clavel de oro encendido
otras una mano de fuego
con una ofrenda indef inible
en la plasticidad
de su ref lejo
exhibe
su rostro accidentado
58 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Llovizna
el cielo
más oscuro
de la noche
la soledad
como una triste canción de agua
R O B E R TO Q U I R O Z B E N Í T E Z 59
RICARDO ESQUER
Mesa para lector
61
Sin tiempo, los dos buscan el Árbol de la Unidad. Al encontrarse,
caen en la cuenta de estar en dos lugares a la vez y, de pronto,
un tercer hombre se agrega a la mesa. Brota del suelo, como un
rayo, pero acepta venir del cielo. Viento, tierra y fuego por un
instante.
Pero la mesa sin tiempo necesita un hombre más. El silencio no
ha sido suf iciente. La colección de imágenes está incompleta. Los
tres ignoran a quién obsequiarla. Leen el mismo libro y en la
mesa hay cuatro tazas.
Quien se asome a aquel círculo acercará su silencio al de su lec-
tura. Su imagen de agua en la reunión, su follaje en el transcurso
del espejo. La mesa dejará de ser real.Y así sucede.
62 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Ciega servidumbre
64 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Rutina para odiante
66 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Me moriré de cáncer en la lengua
en el sexo
en donde quieras
bien por el uso
tabaco café mentiras alcohol te quiero
un desorden entregado a sus terminaciones nerviosas
por el puro gusto de implicar a los labios
bien por los pétalos de tu fecundidad
cuando cantas
ocupas el lugar de mi lengua
tumor benigno.
No lamento tal suerte
morir de cuanto te place.
Peor sería por lo que detestas
libérrima húmeda humeante
deshacerme en tu canto
también las manos
entregadas a tus gestos
todo mi cuerpo está comprometido.
Parecerá que morí de cáncer en la lengua
pero sólo habré comprendido tu silencio.
68 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
labra un pezón con sus callosidades
soba labios y párpados cerrados.
Llega la luz amante y la ciudad
inmóvil sigue soñando canciones
que salen de la duda del amor
pero terminan y el amor perdura.
Llega la luz y pasa, preguntando
quién ama, quién escribe, quién despierta.
70 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Nunca estamos más completos
que en el momento del amor,
ese tiempo distinto, luminoso, musical,
inf initamente más valioso que los días,
las noches de navegación solitaria,
los meses que esperas mi regreso,
fuera del tiempo, con estas palabras
limpias de sal y sombra, para ti.
73
Espiga
74 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Invierno
I
A veces la ciudad se vuelve polar
incendio blanco calle fuego del invierno
tren entre la nieve remontando
grises a lo lejos.
II
Existen días paisajes opacos
mar ártico en el lindero de la tundra
furgón cargado de hielo sin el destino previsto
aunque en el andén alguien te espere
con el agua granizada en el pecho
y vidrios en las manos invadiendo la travesía
por ello en el corazón la nieve se acumula.
76 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Noche de sol
78 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
JORGE C ASTILLO GUERRERO
ARMANDO QUIROZ BENÍTEZ
Segmentos del insomnio
I
Como ofrenda de incendios espirales
la incandescencia de la tarde
deja en su fuga una cauda momentánea.
Después
la ceguera de la sombra
oculta las cenizas del verso consumido
II
Una epístola cifrada
anuncia la víspera del miedo.
El insomnio asoma en su perverso laberinto
fustiga a sus lobeznos
en una confusión de fauces.
La noche es un túnel de sueños abiertos a cuchillo
un fragor de lágrimas
y violentas esferas de negrura
III
Han bajado ya
las navajas nocturnas del insomnio
como presagio repetido
abren su reino de máscaras telúricas.
El miedo se desboca
deja un reguero atribulado
un látigo de sombras en el rostro
81
IV
La noche es un aleteo persistente
un lóbrego abismo para mi barcaza de ceniza.
Es preciso amarrar
con más fuerza los cordajes
para no naufragar en la tiniebla
imperioso encadenarse al mundo
en este instante en que el cielo
es un inmenso talismán de sombra
un húmedo sudario
donde todas las insignias resucitan
V
La angustia ha comenzado
en el brillo núbil de la sangre
en los párpados solares del insomnio
donde el tiempo detiene la agonía
y deshace en la sombra sus órbitas secretas
VI
Las voces transitan
del espacio hacia la sombra
del miedo yacente a los laberintos de silencio.
Cada palabra es una larva.
Yo soy un dios cautivo
en esta noche sin cerrojos
82 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
VII
Y he aquí que vi
la estampida de la muerte
el estupor del hombre
colgando
del no ser
y sus misterios
VIII
El fragor del rayo
descubre la estructura oculta de la noche
su crispada refulgencia
quebranta la tiniebla
fractura por instantes la bóveda nocturna.
Ya vendrán órbitas de luz
a sanar las quemaduras
de la sombra
IX
Y así,
establece recintos por miradas,
produce atardeceres que no pesan
y de nuevo color.
Amamos la palabra
por el río de tiempo en que transita:
un río de manos escribe en mis manos.
85
Luna verde
Como un metal
las uñas imprimieron sus imágenes.
86 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Fragmento inédito de Sócrates
B E N J A M Í N VA L D I V I A 87
Muchachas
88 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Origen
Ella es
la primera mujer:
Su cabellera larga
le recubre la fúlgida cadera.
Es ella La Mujer.
Dios la forjó primero que a los hombres.
B E N J A M Í N VA L D I V I A 89
Ahora
La felicidad
no existe en el tiempo:
sólo se es feliz en el instante.
Y por eso,
nadie ha sido feliz en el pasado
y nadie será feliz
en todo lo que resta de la vida.
Sólo se puede ser
feliz en este instante,
ahora que te miro,
ahora que lo pienso mejor.
90 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
B E N J A M Í N VA L D I V I A
JUAN PABLO DE ÁVILA
Ojo inconsciente
La historia es una y no la de los otros. Al valle de los ojos de Agua, sólo
las ventanas de institución y of icialidad. Muchos los mitos de ojos cerrados,
muchos los muertos que siguen penando su historia...
Beso
la lluvia desatada para acrecentar la f iebre
único estado que ilumina.
Antes, pez nadando entre tus labios de valle
pulpo enredado en tu rostro... y es que entre tus piernas
abiertas está el pan de la historia.
Al pasado no lo espantan fácilmente. Ni empellones le arredran. Es
férreo y atorado. Persigue distancia y se enamora de la tradición,
de las bocas que la cuentan. Señora inconsciente que arremete en
nuestras pesadillas. Puedes caminar en puntas para no despertarla. Mas
en cualquier instante, aún el esquivo, cual montaña dormida o cerro
muerto
se levanta y lanza sus f lechas de dudas pétreas.
93
Porque esta señora inconsciente llora siempre con el Partenón
con Tebas y los troyanos qué, acaso
¿el Parián incendiado no causa cegueras?
el valle deshidratado ¿no provoca nubarrones de lágrimas?
¿y los batallones de ojos manantial no provocaron tristeza?
cuando regresaban hechos añicos de sus batallas en Texas.
¿Por qué la historia es una y no otra?
La globalización empaña las visiones.
La identidad esquirla el viento
clava los ojos al esqueleto de algún animal inmenso
de mandíbula portentosa y vértebra por donde ya nadie transita.
Cadáver con la piel pegada al hueso.
Zombie de la industrialización.Visión global con sinusitis.
El amor se derrite y fallece. Vuelve del pasado mediato
donde la imposición marca y escupe.
Somos arcanos de una epopeya de máscaras para volver, siempre re-
tornar al consciente mostrando los labios secos; correr de anhelos,
coraje de pensarte ausente.
94 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Contorno del poder
J U A N PA B L O D E Á V I L A 95
No fue en el 45, sigue estallando
veo al niño
veo al mismo niño echa fuego
niño del que nos habló León Felipe
parado, frente a las puertas de Auschwitz
en una glorieta exigiendo el rayo
vuelo buscando tu plaza
vuelo viento hundiendo su espina
vuelo beso de tu llama
vuelo el panorama es de montañas
vuelo humanas
el viento sumerge mi rostro
me arrebata los lentes.
Incendio entre mis anteojos que caen
en la plaza.Y vino un ave violeta que canta f lores
hiedras llenando todo de vegetal.
Vuelo subo, me transluzco visión.
Vuelo mis alas hacen sombra
sobre el mapa de la historia en el que hay puntos luminosos
¿Fogatas en la selva?
Despertar con los puños tensos
y una epopeya nueva entre las sábanas llena de versos.
96 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Ojo salvaje
Vuelo
veo el valle y su presencia me talla las escamas.
Valle desierto en calma.
El venado corre, se transforma en humano sin vergüenza.
El tiempo no tiene más nombre que noche o lluvia.
Llano desnudo, cañones minerales; y por el horizonte maizales, huizaches
y mezquites; manos tiernas de lo natural. Montes de sangre, roca tepetate
y tezontle. Desierto de nuestra madre.
Las piedras lanzan canciones y los montes se yerguen para encaminarnos.
Mastodontes mamuts corren por nuestra sangre.
Mineral palpitante genes de tierra que nos da el pan
yunteros que nos alimentan con huesos de bestias.
Entonces una luz escarlata en lontananza se enciende
parece tangible, le salen llagas
brazos manos negras inmensas biznagas palmas...
Es el valle desértico que descansa
valle de los ojos de agua.
El indio camina desnudo esquivando espinas. Camina erguido, mirando el
rastro de vida, lleva su lanza af ilada en calor, habla por mi garganta:
J U A N PA B L O D E Á V I L A 97
estoy en el movimiento eterno de las estrellas
en la planta mágica sangrando la mariposa de obsidiana.
Desnúdate y corre tras tus cantos, tu corazón de soledades del que sólo
brotan cráneos viento enmohecido.
Lánzate a la montaña, al cerro muerto, a la calle de serpiente y tómale del
hombro cuando la encuentres. Al verte no dejes ningún destello. Absórbele
la rosa hirviente de su mirada.
Entonces sé desnudo y sin vergüenza con toda la luz.
De nuestros hermanos aprendimos
el tigre, el tlacuache se disfrazan de hombre.
El hombre de perro coyote y águila.
98 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Nadie se reconocía distante.
La mujer no tenía la muerte en su mirada.
Éramos limpios y salvajes, con todo el cuerpo de raíz
los brazos por arbusto.
J U A N PA B L O D E Á V I L A 99
SALVADOR GALLARDO CABRERA
Escribir 5.44 a.m.
101
Leer 3.15 a.m.
102 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Cinco cajas para una instalación
Caja # 1
Contiene 3 gubias sujetas con una liga de goma/ navaja de afeitar con
mango de carey, incrustaciones de plata o níquel, y una placa con este
monograma: DGS/ frasco gotero de 10 ml./ un casete; en la etiqueta
del lado A está escrito: Varios; en la del lado B: Music for amplif ied toy
pianos/ vainas de colorines en una lata de sardinas/ volante de pizzas
Hut/ cuaderno de bocetos marca Cachet con el lomo quebrado/ un
pedazo de lápiz/ fotografía de una estela de reactor en el cielo/veleta-
gallo oxidada con 4 orif icios de bala calibre 22/ botecito de yogurt
lleno de cáscaras de avellana/ tarjetas de palabras clasif icadas por
rimas/ libélula en un frasco de formol/ microchip en una cajita metálica
de vick-vaporub/ placa con huellas fósiles de helechos/ cinta métrica/
fotografía de una casa roja de madera en el barrio de los ferrocarrileros
de Aguascalientes/
Caja # 2
En la tapa de la caja está escrito a grandes trazos y con tinta color verde:
De la verif icación general de objetos antiguos y actuales.Verif icación general,
subrayado. Contiene miles y cientos de miles de listas, clasif icaciones,
morfologías y tablas de localización. También hay 54 disketes en una
S A LVA D O R G A L L A R D O C A B R E R A 103
bolsa de plástico con una etiqueta en blanco. Listas escritas a mano,
otras en máquina mecánica y otras más en computadora. Las hojas
tienen 3 columnas: un nombre en la primera, un dibujo-descripción
en la segunda y una cifra de localización geográf ica en la tercera.
Los dibujos no aspiran a la representación; parecen funcionar como
elementos de invocación: corazón en un hueco en la casilla que
corresponde a la magnolia, por ejemplo. A partir de la página 13, es
posible notar la ruptura del sistema de comparaciones y analogías:
las coincidencias entre los nombres, los dibujos-descripciones y las
localizaciones se dislocan e iluminan ángulos difíciles de percibir. En
la entrada Estanque de metano, hay un dibujo de un satélite muy alto
sobre el océano y como cifra de localización las coordenadas de La
Haya. Desde ahí, aparece una taxonomía dislocada por clases impuras,
géneros escurridizos, f isuras entre los parentescos y las especies,
evoluciones que no proceden por diferenciación, sino que saltan de
una línea a otra entre seres totalmente heterogéneos; genealogías
cruzadas y comunidades simbióticas. Cada página tiene muescas en las
comisuras, líneas marginales en color naranja y cortes como entradas
o perf iles. ¿Son marcas de un orden mayor; de un orden que daría
sentido total a esas miles de páginas?
Caja # 3
Contiene 129 no objetos, objetos que se anulan a sí mismos, objetos
provenientes de almacenes secundarios, objetos sin propósito alguno,
104 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
objetos en ebullición, objetos desequilibrados, objetos de adaptación
instantánea (al tocarlos se funden con nosotros replegándose sobre
sí mismos), objetos en estado de hibernación, neo-objetos, objetos-
trampa, objetos armándose con una paciencia presta para lo inf inito,
objetos que tienen por estómago a un hombre, objetos desfondados,
objetos sin contorno, metaobjetos, objetos congelados en su
perfección, objetos obturados en las terrazas electrónicas, objetos en
mudanza incesante (no permiten hacerse una representación de ellos),
objetos de doble coyuntura, objetos imposibles, objetos-cardumen,
objetos desventrados, objetos de última generación rebasados por
la obsolescencia, objetos desestructurados, objetos textuales de
persecución, chupaobjetos, dispositivos u objetos de umbral. Son 129.
No describiré ninguno.
Caja # 4
Contiene un cuaderno con observaciones tomadas desde una ventana
que da al Parque Hundido. Tres muestras:
12:25 – 12:29 [ventana cerrada. lunes. nublado. lloviznó]
pájaro con el pecho naranja en la jacaranda/ un policía atraviesa el
audiorama lentamente. se detiene en el primer círculo de bancas. busca
algo; luego sale/ avión/ mujer con tenis color rosa haciendo jogging. lleva
dos perros; uno tiene tres patas, el otro es un dálmata/ gato jaspeado
en gris echado bajo un plátano/ hombre con tenis color rojo haciendo
jogging. usa audífonos/ la banderota nacional reluce por estar mojada
S A LVA D O R G A L L A R D O C A B R E R A 105
13:42 – 13:46 [ventana abierta. lunes. nublado con viento]
ardilla color café con gris salta de un eucalipto al muro de separación del
parque (hay unos pájaros que tienen la misma combinación de colores)/
sonidos: viento entre las ramas, viento entrando por la ventana, trinos
aislados, las cuatro estaciones de Vivaldi desde el audiorama, un claxon
distante/ nueva vuelta de la mujer con tenis rosa; el perro de tres patas
mantiene el paso/ pareja de ancianos acompañados por una sirvienta
que empuja una carreola. la vieja tira de un tanquecito de oxígeno
con llantas/ avión/ gorrión picoteando en el limonero/ olor a madera
quemada/ hombre con tenis color azul cielo y perro chihuahua al lado/
ondea la banderota nacional
Caja # 5
Contiene paquetes de tarjetas. Cada paquete, de grosor variable, abre
con un símbolo topográf ico dibujado a trazos gruesos como con un
pincel chino. En las tarjetas que le siguen se consignan diferentes tra-
yectos-historias por medio de frases cortas, palabras sueltas y dibujos
de otros símbolos topográf icos.
Bajo el signo topográf ico Canal de navegación:
106 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Interrumpo prosa del registro. Desvío no señalado en mapas. Cruzado
límite término provincial. Bruma. No encontramos la estación
meteorológica. No encontramos las lagunas con agua constante.
Viramos varias veces. No encontramos la vía doble de ferrocarril. Una
señal desconocida, como un bucle, pintada en muro color amarillo
ocre. Ruinas. Transformador oxidado. Zona no consignada en mapas.
Pozo seco al norte. Puente de hierro quebrado. Neblina. Torre vigía en
ruinas. Árboles desconocidos. Naturaleza extraña y hostil. Marismas.
Saltos de agua. Regresar. Imposible reconocer los trayectos. Ninguna vía
permanece. Mudanza de los canales de navegación.
S A LVA D O R G A L L A R D O C A B R E R A 107
AGUSTÍN LASCAZAS
Ni tu muerte terrestre ni la mía
R. Usigli
109
Y el mar metáfora opima de naufragios futuros
hastío de siglos líquidos
rumiar de aguas
y corrientes
y brillos de sulfuro de plata
y velámenes tristes
inf inita letanía de condenas.
110 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
susurraba canciones con su voz de sirena
canciones de bromuro miliciano y tintura de yodo
que cantaban recuerdos de un mar helado
mar de bálsamo en dos presentaciones
untable y comestible
con olas de pomadas analgésicas
con granitos de litio
un alivio empaquetado.
AG U S T Í N L A S C A Z A S 111
fantasma de ceniza en los balcones
pajarraco diligente encendedor de nuevos días
fuego perpetuo que no apagaba de tu canto
las palabras de hielo.
Y desde ese balcón fumaba sueños
encendía los bordes de cada día
veía a las tahonas parir a los hombres de mañana.
112 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
ojo eterno.
AG U S T Í N L A S C A Z A S 113
AMÉRICA DE LA TORRE
El caramujo
115
poco a poco, las palabras enormes que nos atan a la mujer, a la casa y los
hermanos: Ahí la f icción de lo que se fue a otro lado, los senderos que se
alimentan –no del reburujo de las llamas–, sí de la iteración que tienen los
af luentes marinos -sin decisiones-, el renacer que se arrastra sobre la arena
en una sola nota, y ahí, frente al borde de tu silueta acunada entre la espuma
del oleaje, serás testigo de cómo el tiempo soluciona la partitura del día, te
encontrarás con el silencio a ojos abiertos, con la impresión acaracolada y
majestuosa, la nueva memoria, su peregrinaje hacia un colocamiento, que
desde los múltiples ref lejos de un cristal que estalla, y que se incrusta en sus
propias sombras –y diluye en sus pupilas la textura de nuestro darnos-cuenta
de lo que hay aquí ahora–, si acaso en la longitud inacabable de esa especie
de escritura que cada año deviene menos inscripción, más arañazo en las
cáscaras rizadas de las cañas- vas a aullar con los frutos que hoy andan
ciegos, apaciblemente masticados, y exégeta –la cuadrícula de tu camisa
entre las rocas a medio hundir–, sien con sien, vas a déjales la incertidumbre
incalculable, poderosa, de volverte con el futuro una partícula, una múltiple
renuncia en la des-certeza de esta trama:
Hay una cámara sobre otra y otra; un tiempo que desciende y sube y cru-
za de un caramujo a otro mientras tu tórax henchido desciende, se ancla en
la profundidad y aún pulsa al ritmo del mar; van tus pensamientos ahí; ahí tu
vestido enredadera en una de las magníf icas vueltas que espiralean; va el ojo
izquierdo de tus huesosos días también, el que se ha reconocido a sí mismo
incrustado en el movimiento, y ahí en el avanzar, el derroche de lo que nunca
se detiene a su lado sigiloso y megapoblado de poemas. Sí, hablo de la mejor
donación: des-tiempo a Silvano, pre-tiempo a Santiago como cuando tu solo
te vas tras el misterio que dibuja un fragmento del ahora, en una máscara
divina que intenta desvelarse desde dentro a sí misma:
Imagínate el ojo soberano de los dioses ahí, un prisma inacabable que
lo ha absorbido todo, inhalado todo hueco detrás de las cavidades y aún
116 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
con ello, segregando espacio, agujera el axis mundi donde ahí Cabrera te
acuclillas y levantas suavemente un caracol anciano acunado entre la tierra:
el silencio se arrastra: el hoyo que queda impreso sobre la arena dibuja
nuestras boca y en ella lo que ha quedado inconcluso frente a la realidad en
el plantío, los restos que aún hablan como un único hombre que avanzara
hendiendo la caña y con las cuchillas dibujara una geometría que desde el
cielo es el pedacito que dios persigue desde siempre : nostimon emar.
Imagina que dios ya se ha hecho adulto y llega el día en que él sea
quien enciende la vela, en tanto los hombres compran hilazas de colores y
bordan ahí, sahúman y extienden hacia el futuro una manta donde ponen un
cuerpo inerte que lo cubre y separa para siempre de lo cotidiano; y luego que
queman con aquella f lama el imperio que el ingenio del tiempo ha generado
y lo purif ican, así, ahora imaginando que crean el espacio fuera del tiempo y
ya sin fronteras, libres, imagina tú, que me enseñas a navegar al costado de
un tiempo más de un espacio más, donde los ojos divinos ya no parpadean.
Ahí nuestros hijos poderosos insubordinándose a la historia, atando nues-
tra identidad en un nombre colectivo ahí, de frente, miramos al trapiche
esperando los frutos segados, las cañas ahí atadas, anudados los cuerpos,
lanzándonos al río la atadura de los años porque en ello va que debíamos
dejar ceder los cálculos; toda posibilidad se venga a ser su misterio:
Mira cómo se mece y regocija un cardume de torsos maduros –ya se
abraza Silvano, Cabrera y Santiago y tomados de la mano –como aquél día
lejano en el pequeño embarcadero que ensayaron cientos de veces su salto
al estero-, los cuerpos de la cañas se lanzan y se hunden, sólo un momentito,
cierran la distancia que hay entre los ciclos de aquí, de allá la vida del trapiche
que cumple caramujo tras caramujo, una huella dactilar enarenada, y así, ahí,
invencible ceniza del silencio de los dioses,
luego de la gran quema.
A M É R I C A D E L A TO R R E 117
RUBÉN CHÁVEZ RUIZ ESPARZA
Lluvias
119
entre las manos, entre el peine que peina la lluvia,
entre las sábanas blancas caídas de la mañana.
¡Cómo me parece hasta hechizado! ¡Cómo si es
estrecha la escalera donde solo pasa uno y mira
que subimos dos! ¿Vienes conmigo en mis brazos?
120 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
que no llueve y sí llovemos.Y hay un tercero aquí
que justif ica la certeza. Un otro que es el primero
donde tú y donde yo somos un verso sobre aquello.
¡Cómo, si no, es más lustroso y me resbala y juega
a caer de los tejados de la espalda y se encharca
y toda la habitación es ya un cuadro de acuarela
R U B É N C H Á V E Z R U I Z E S PA R Z A 121
de haber nacido de ti misma, nube pronunciada
y nube que tiene pies sobre la tierra, es nube
al que se le aproxima un incendio de socorro,
es nube de otra manera en llamas, un susurro
de lobo a las ovejas, donde el amor se apuesta
122 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
II
R U B É N C H Á V E Z R U I Z E S PA R Z A 123
se quedan una.Vida una.Vida el Cielo gris
todo estallado.Vaciado todo. De Cielo y gozo.
Siempre esta manera de traducir las inútiles
y blancas, las desnudas de sabor repentino,
las de Ustedes a Nuestras, las no marcadas
124 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Las de Ustedes a Nuestras. Familiares de una
que fue como la primera palabra. Semejante
a una con sabor como a pera, como a lluvia
que llega con la cabeza baja, como lluvia sola
e imperdible e inadvertida e inmensa y sí, sola,
R U B É N C H Á V E Z R U I Z E S PA R Z A 125
III
126 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
la gente que desf ila, ahogada en los ladrillos
y en la espuma asfaltada.Y aguas ahogadas
en párpados adentro.Vagan en lo más duro
del principio de jornada. Saben que escampa
afuera y cierran un poco ese escape. Lágrima
R U B É N C H Á V E Z R U I Z E S PA R Z A 127
RODOLFO MEZA DE LA CRUZ
Fragmentos de El Gólem
I.
[“Ella y sus Demonios”, fragmentos]
Ella habla dormida con sus demonios, les cura las alas, les sutura su
desquebrajado destino; atraviesa los cuarzos para ponerse de pie,
mientras se irradia en un coro de silencios, mientras articula letras
antiguas con sus movimientos en la cama, ausente, junto a un cuerpo
que la sueña...Y se mira a sí misma desde un gato...
II.
129
III.
Ojalá duermas,
pese a los yermos muslos que imploran unas notas de lluvia,
o al menos lágrimas escritas en alguna lengua huérfana de sol;
que duermas junto a mí,
aunque ya no abra los ojos,
ni aun a voluntad de las navajas...
IV.
La mitad de ti es de llamas; la otra, de hondas sombras,
y me pierdo en las f iebres de ese suave limbo,
en esa cicatriz que junta el cielo
que se viene abajo
con las nubes de hielo...
V.
Tu cuerpo ondula solo como un blues
a la orilla del río que lo toma
por asalto, por Dios, o por amor o por piedad
o qué sé yo...
Es el río el que ondula con tu cuerpo...
130 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
VI.
... Pero eres mar, lo sé, porque me hundo
y te rompes y me tocas al oído
y no he tocado fondo.
Y yo soy tan desierto, condenado,
tan ebrio de mujer,
tan ebrio
de esa lluvia secreta en re menor...
VII.
Porque me haces romper mi palabra y se hace un grito,
el barullo de todos los que he sido,
me haces romper en costas y en costillas que me arrancan
y que siempre han de ser tú.
Y, en f in, me haces romper en lluvia y en botellas,
esa costumbre azul y a solas, y olas, de morirme...
La penumbra de Tijuana
es una hiena herida
que sangra la frontera,
133
Dentro, ellas bailan desnudas sobre la pista,
bañadas en crema batida
sus lenguas se exploran,
y el griterío de gringos que nunca faltan
incendian el lugar con las divisas,
Ahora una le lame el coño a la morena,
el turista se toma la foto instantánea para el recuerdo
besándole las tetas a una rubia,
134 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
15/25
Llegamos al f in,
el edif icio era un ruinoso
pasillo de hospital
y entramos.
Abrió mi bragueta
y cerré los ojos,
mi pene navegaba su boca
mis manos en sus cabellos
las suyas en mis piernas
bajaban
y
subían
despacio
hasta trazar mis nalgas sobre el pantalón
hasta delinear
con su mano suave
mi billetera.
136 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Cerro F lorida
A lo lejos,
sin prisa
de regreso a casa.
Ahí me veo
uniforme azul
y la inocencia
intacta
138 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
FABIÁN MUÑOZ
ÓSCAR SANTOS
Debajo del trapecio
141
Hijas
Hay un balanceo sutil en las palabras que las novicias dicen. Un deseo
no confesado por gritar dentro del templo. Una terrible ansiedad que
se encarna cada noche entre los mantos.
142 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Navegación
Ó S C A R S A N TO S 143
Amanece
Despacio se fundan
las primeras estaciones del día.
144 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
(Las fuerzas de defensa de Israel bombardean Líbano)
Ó S C A R S A N TO S 145
(Criaturas imperfectas)
146 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
(Escape de Creta)
Ó S C A R S A N TO S 147
Escuché decir que los mismos vientos que mueven al
ya encontrarme.
148 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Una aguja. Una hebra. Una mano invisible teje una costura
Ó S C A R S A N TO S 149
JOSÉ LUIS JUSTES AMADOR
Poemas de San Rafael
151
II. Y la chica que tan apasionadamente te besaba anoche
en los bares al llegar a tu cama se acurruca hasta quedar
dormida como una niña pequeña
152 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
IV. Ayer alguien puso en la rockola de la cantina “We
could have danced all night” y, en efecto, podríamos,
pero ya no me llamas
154 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
VI. Este paisaje desolado y lunar solo recuerda que en
algún lugar que en cualquier otro lugar debe haber un
balcón abierto al valle al este
y ya lo echo de menos
157
El poeta de la casa
158 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Cántica
El día que murió Pavarotti, las mujeres tiraron sus prendas al suelo.
Desnudaron sus cuerpos al compás del alba.
Temblando de rabia, con lágrimas limpias
lloraron a la orilla del mundo.
Mancillaron el día. Pisotearon la noche.
Elevaron plegarias de un viejo misal.
El día que murió Pavarotti, todas las mujeres
mostraron sus pechos al cielo.
Isaac y los numeritos se pelean por la tarde. Para María implica una
[tarea difícil.
Diez para llegar a cien, cien para llegar a mil. Cien y dos más treinta,
treinta menos dos. Dos y dos. El resultado parece sencillo.
Y así lo es. Mil para llegar a cien, es igual a Isaac comiendo un helado.
Cuatro para llegar a nueve, es igual a Isaac jugando con una pelota.
Tres para llegar a cinco, es igual a Isaac creciendo feliz.
160 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Simona
Juan calibre 22 murió a los diecinueve años con una bala incrustada
en la parte superior trasera del cráneo,
y otras diecisiete más esparcidas por todo el cuerpo.
Amó a Lucía madre de Perla, niña de tres años que ya no tiene papá.
Juan jamás comprendió por qué su madre murió cuando él era un niño,
o por qué su padre nunca lo llamó hijo.
Juan calibre 22 jamás entendió, así como tampoco entendió Rosa María
de quince años el por qué Juan la violaba.
Así como tampoco Doña Patricia comprendió
por qué su hijo Pedro moría por una bala de Juan.
Y yo me preguntó si en este poema el destino fue justo.
162 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
El relincho
164 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Concédeme Señor
el miedo
y la discordia
haz de mi nombre
un salterio
purif ica
estos ojos
estas líneas
que arden en la tinta
Señor
déjame hundido
en esta imagen terrestre
un ave
un trazo
que sea
el más incandescente
de todos los ref lejos
Ella
Sobre los huesos de los muertos Ella fue creciendo, sin ninguna rosa
que sentir, sin ningún recuerdo que contar. Caminó cultivando sus
lágrimas en el desierto y buscando la luz sin estrellas. Un día cayó sobre
el lodo y no pudo volver. Su cuerpo se inundó de mar, su rostro se
manchó de incienso y velas. En sus piernas hay un siglo de maldiciones
y su pecho abriga la traición del viento. La tierra le prestó un nombre,
y el fuego, sus ojos.
167
Cada amanecer
Como un pequeño ángel, Ella recoge la lluvia con su túnica y desenvaina
su espada destructora cada amanecer. Sigue el silencio de la luna y los
grillos anuncian que Él está cerca.
168 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Él
Cuando Él escuchó el canto de la alondra supo que Ella había llegado.
No la conocía, jamás la había visto, pero en los libros de sus ancestros
se dibujaba su rostro. La esperaba como el necio espera el crepúsculo,
sin moverse, sin tocar siquiera el agua. Sabía que se reconocerían como
en el espejo y se sentía cobarde con esas manos heridas y ese sabor a
tierra seca en la lengua.
Así la esperaba, como quien espera el río que no conoció la arena.
170 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Los pájaros
Ningún pájaro encontró refugio en sus entrañas y Ella maldijo una y mil
veces al dios que moría en los inviernos.
Algún día el cielo negaría el secreto.
172 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Los niños del atardecer
Llovía y los niños del atardecer se refugiaban en el hueco de sus faldas.
Ella los dejaba buscar secretos en su cintura mientras lloraba el olvido
de sus padres. Entonces cada niño gritaba “Muerte” y Ella bailaba y
bailaba pidiendo un perdón inmerecido. Él resurgía de entre las piedras
ahuyentando la f iesta y Ella caía herida de gozo.
Estaba rodeada de grillos.
174 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
El f in
Ella creyó que su casa estaba entre los muertos. Ella sabía que era
hermosa y dejó que sus manos la tocaran. Y los muertos saborearon
sus manzanas secas y bañaron su musgo que f lorecía.
El rocío refrescó su azul desnudez y Él adivinó que no fue
suf iciente la leña y el fuego.
Esta es mi casa.
Ahora llueve.
Llegan a mí los sonidos distantes,
el olor a viento que es difícil de encontrar.
Afuera llueve,
veo pasar mil pájaros
con un rostro de lejanas rutas,
al pasto teñirse de luces
y a mi imagen corriendo y ocultándose.
El cuaderno es agua.
Nadie escucha.
177
Un río corre hasta volverse eco,
mis ojos parecen contemplar el mismo punto,
desparezco mientras la noche es un grito en el oído.
El cielo palidece,
se deja ver la lluvia.
Estoy suspendida,
mirando,
durmiendo,
un ave me asusta,
escribía algo que ahora no recuerdo,
algo incierto sobre la lluvia
y su manto de arena
y sus doce ojos
y la ciudad que la atormenta,
conversaba de la lluvia y de su cementerio pálido,
de la lluvia que ahora no recuerdo,
que sólo fue un solo presagio,
de la lluvia.
178 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Poema del libro El otro mar (1998)
Proyecta tu rostro,
sumérgete en la piel del mundo, toma cada parte,
olvida, olvídame,
tú sabes los secretos de mi nombre,
vuelve a mí tus ojos de fuego, tu lengua de sal
que fue mi cuerpo.
No seas la herida. No la sangre que ahora tengo.
PAT R I C I A O R T I Z L O Z A N O 179
Poema del libro Casa de lluvia (1998)
180 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Poema del libro Memoria de la huida (2009)
PAT R I C I A O R T I Z L O Z A N O 181
Poema del libro Memoria de la huida (2009)
182 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Estratega del olvido (2009)
PAT R I C I A O R T I Z L O Z A N O 183
Árbol de sangre (2012)
Yo buscaba un árbol
con la silueta de tu sombra
que pudiera ver desde mi ventana
y alojara a los pájaros del sueño.
184 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
feroz, como ese viento
partiendo todo
rompiendo cada cosa
trozándome
en medio del jardín
como al árbol de sangre.
PAT R I C I A O R T I Z L O Z A N O 185
LILIANA RAMÍREZ
Tonanzi Tlali
Haz brotar
en el páramo yermo
de mi alma
las rosas
del
milagro.
187
Lilith
Escucho
tu llamado tenaz
en la boca del viento.
Romperé la envoltura
que me asf ixia
y me revelaré
luna de fuego
redonda
que f lorece
en la entraña
materna
de la noche.
188 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Un abrazo
Acudo puntual
a sentir en tu pecho
un latido de agua,
un tambor subterráneo
que ilumina la tarde.
Te rodeo con mis brazos
como a un árbol sereno.
Y sé bien que
si cierro los ojos
un azul inf inito
me envolverá despacio
y me disolveré en tu cielo
como nube gozosa.
191
I: El muelle
192 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
La alfarera
C L A U D I A S A N TA - A N A 193
Geología
194 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
La fronda
C L A U D I A S A N TA - A N A 195
N
196 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
C L A U D I A S A N TA - A N A
ARLETTE LUÉVANO
Postales
I
La alegría es una cosa pequeña:
una f lor en el cabello,
la posesión de una llave,
una roja línea dibujada en el rostro.
II
Porque mis piernas son de espuma
puedo descansar sobre el mar.
199
III
Tiene debilidad la belleza
por esconderse en los surcos de las manos.
IV
Yo dormía con mi hermana.
Atravesamos la oscuridad tomadas de la mano.
Escuché muchas veces su llanto y ella el mío.
La cobijé muchas veces y me quedé en vela
para que los monstruos no la alcanzaran.
200 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Ella me miró abrir los ojos a mitad del sueño
y, sin embargo, seguir soñando.
Me escuchó hablar de viajes y abalorios
sin que yo misma supiera cuáles eran mis palabras.
Nos acompañamos, en f in, y conocimos
a esa otra que cada una es y una misma no conoce.
A R L E T T E L U É VA N O 201
Composición para cuerpo inmóvil
(fragmentos)
I
Los ojos son la celda de mi voz
confusa asf ixia
Es en la batalla
contra mis párpados impedidos
donde logro ver que aún tengo rostro
manos
raíces
II
Mi boca es un tajo impreciso
un sendero yermo
la eternidad medida por segundos
202 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
III
Mi cabello es el cadáver de la infancia que no tuve
breve dorado
juega libre siempre
con una sonrisa dibujada apenas
lejana al regocijo
IV
Mi espalda es la oscilación del invierno
estalactitas unen cada espacio de la vértebra
cuando se consolidan
V
Tengo verde el corazón
una herida anciana
resignada a no sanar
A R L E T T E L U É VA N O 203
VI
Mis manos forman huecos
donde efímeros jardines
provocan temor a la belleza
VII
Hay niebla en mis rodillas
un cansancio elemental
de ave migratoria
obligada al sedentarismo
VIII
Quería decir que mi voz
es la misma yedra
que colma tu casa de calor
la que da movimientos
a las fotografías del álbum de la abuela
y ella se volcó
líquida precipitada
hacia la contracción
de mi sexo
204 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
IX
Suelo ser un hombre apagado
cuando no una mujer leve
en implosión
X
No se llora jamás en este cuerpo
hay rumores y quejidos
vidrieras en la piel
espasmos
A R L E T T E L U É VA N O 205
XI
El abandono nace
en las hojas desprendidas que nadie derrota
en el círculo que no se estremece cuando avanza
en el lamento sin sentido
en la palabra que se escupe después de la lluvia
en la locura contenida
ay de aquél
que se resigna a su abandono
porque entonces
dignamente
se marcha
dejando sus apariciones vacías
incrustadas
en la niebla
del camino
206 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
XII
Un resplandor mi casa
el dolor aséptico que resiste al huracán
la plegaria atendida
el nido en el que quisiera morir
XIII
De preguntas se forma el puente hacia el espejo
quién
dónde
un porqué mil veces repetido
dolorosamente viciado
A R L E T T E L U É VA N O 207
PALOMA MORA
Última canción del ciego
I
Él es polvo para nosotros.
Es hojarasca.
Es casi nada.
Sus pies apenas imaginan el suelo.
Es sólo aroma.
209
II
Los ciegos conocen el destino,
han tocado las calles que nosotros sólo imaginamos.
No los veo,
su piel de piedra se confunde con los muros
mientras camino sobre ellos.
Huelen mi prisa,
mis pasos en el camino confuso
que huyen del laberinto,
puedo sentir su aliento
cuando me encuentro con la sombra
que escapa de sus cuerpos.
210 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
III
Es polvo para nosotros,
un grano más de polvo depositado,
como si nada, en la piedra de un edif icio antiguo.
Hojarasca de los árboles viejos
aferrada a la humedad del suelo y sus insectos.
Es apenas un gesto, una mano que no alcanza a llegar,
un pozo seco de voz
donde se ocultan las polillas de la luz
temerosas al sol.
PA L O M A M O R A 211
Espejos
1.
212 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
2.
La casa tiene dos lados y una puerta que nos conduce a ellos. Afuera
somos la imagen, la proyección de quince minutos pensando en el tacón
delgado o las botas de piel; de las tardes del domingo que dedicamos
a doblar camisas como regalos; de las mañanas de cuchillos y fuego
replicando la receta gourmet de moda en el club. Y después de todas
esas tareas, dormir para que al día siguiente no se delaten las noches en
cama, que no se sepan el secreto, la oscuridad y el silencio.
La casa tiene dos lados y una puerta que nos conduce a ellos.
Dentro somos un cuerpo, la obra maestra tallada por años con el ir
y venir de la luna; suavizadas sus curvas con caricias hasta obtener el
calor y la textura justos para entregarnos a otro cuerpo; al que desde
niñas soñamos abordar, como si se tratara de un lugar nuevo, de una
casa para mudar nuestros deseos.
PA L O M A M O R A 213
3.
214 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
PA L O M A M O R A
ÍA NAVARRO
Paseo en bicicleta
218 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Poema de amor
Í A N AVA R R O 219
La piel
220 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Poema
Lamer,
lamer como lagarto seco alrededor de su cintura.
Cogerla de los tobillos
y alzar manijas blandas,
hacerla péndulo diminuto,
dibujar sus gestos con vaivenes,
gozar sus ruidos.
Sentir sus nalgas redondas abrazando los testículos.
Ella pequeña,
batida en esta cama
que nunca tiene sentido.
Í A N AVA R R O 221
Te recupero en dos momentos
i. La ciudad no es fácil
estás tú, de nuevo y viejo al canto de una mordida.
Estás bajo las suelas
o en los dobladillos de bares y casas poco ilustres.
Atiendes ahí a la f laqueza de los huesos
al otoño que llega
a la noche que jode a tiro de asfalto seco
y aburre tanto con su planicie sin amor
que casi me dan ganas de quererte.
222 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Í A N AVA R R O
YADIRA CUÉLLAR MIRANDA
Donde no hay mar
225
Gorriones
226 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Exilio
Me ofrezco
acompañada de la sombra diluida,
de la jacaranda y sus bocas,
del remolino de voces que
camina a mi costado.
YA D I R A C U É L L A R M I R A N D A 227
NANCY GARCÍA GALLEGOS
El loco
Nosotros
los prometidos a la verdad
abrimos la boca para tragar abismos.
ínf ima
229
male volus
mirada contingente
ensaya
blando rasguño
sobre la carne tacta
que vocifera de animal memoria
olvidante
enraizado a un costillar de arena
insomne
avanza los párpados
esos desiertos mutilados
230 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
sospecha:
233
Sólo si alcanzaba a ver las puertas de la ciudad
–gran paraíso–
terminaría el viaje y podrían entonces arrojarse al mar
desde un avión
para ver a los marineros desangrarse.
Era nada más que el camino se hacía más largo
y los soles sonreían más
y las estrellas menos.
Por eso nunca llegaban
gritando
que ya jamás iban a volver.
A una niña
el viento arrancó la uña del dedo pequeño
de la mano izquierda.
Ahí fue cuando todos supieron
que no existía nunca el llegar
y se acostaron sobre la tierra.
234 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Escucharon pasar a su lado los tanques
por el camino,
escucharon estallar las bombas
y sintieron su resplandor en las mejillas.
“¡Mírenos!
llevamos siglos aquí,
esperando una guerra santa
en que los estandartes rían con los puños abiertos”.
“¡Mírenos!
ya podemos ir también en avión
o tirar bolsas de papel a los tiburones en las peceras”.
Acuario maple,
limón marítimo de los niños,
león corto de las estampas:
nunca desampares
a los inocentes,
a los que recorren los caminos buscándote.
No los dejes solos.
Búscalos,
hállalos.
La noche tierna del bosque
a veces les da miedo.
236 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Pequeña muerte
I
Porque concebí la idea de mi muerte bajo mis muslos
y soy siempre la misma.
No bailaré otra cosa que no sea el sonido
del instante primero en que brotaron la sangre
y los torrentes.
238 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Sitio
arbol infértil.
Todos gritan.
Todo es común,
pues no hay nada
y la peste es nueva
cada día;
mudos ya siempre,
en la hondura.
240 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
ÍLSE DÍAZ MÁRQUEZ
FICHAS DE AUTOR
Desiderio Macías Silva (Aguascalientes, 1922). Poeta. Estudió Medicina
en la unam y durante su estancia en la Ciudad de México, participó en aso-
ciaciones culturales y publicó poesía en diversas revistas. En Aguascalientes
participó con el grupo "Paralelo" y llegó a recibir el primer lugar de los Juegos
Florales de su ciudad, premio que recibió nuevamente en 1972, cuando éste
ya se había convertido en el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, por el
libro Ascuario. El poema que aparece en esta antología es del libro Pentagrazul,
del poemario “Ascuario”, (uaa, 1989).
243
cuentos Un día de estos, (ica, 2001); la novela El investigador córvido (Seminario
de Cultura Mexicana, 2003), el libro de relatos Estancias del sueño (uaa- Edi-
ciones sin nombre, 2010). En la actualidad es profesor investigador de la uaa,
y miembro del Consejo Editorial de la revista Tierra baldía de esa institución.
244 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
Francisco Martínez Farfán (Aguascalientes, 1955). Poeta. Ha colaborado
como profesor tallerista de proea, actualmente proarte, en diversas primarias
públicas del Estado. Ha coordinado talleres de Creación literaria, tanto en
ciela “Fraguas”, como en la Biblioteca Central del Estado “Centenario-Bicen-
tenario”. Se ha desempeñado como tutor de los becarios del Fondo Estatal
para la Cultura y las Artes de Aguascalientes. Entre sus libros se encuentran: La
memoria verdadera (ica, 2009) y Acto fósil (ica-pacmyc, 2010). Los poemas que
aparecen en este libro pertenecen al primer poemario mencionado.
F I C H A S D E A U TO R 245
Ricardo Esquer (Sonora, 1957). Poeta y ensayista. Obtuvo el Premio Nacio-
nal de Literatura Joven “Salvador Gallardo Dávalos” en 1985 por el poemario
Ir es nunca llegar. Becario del feca de Aguascalientes en 1997-1998 y en 2011-
2012. Ha publicado varios títulos de poesía, entre los que destacan: Tejidos
(1991), Marchar (1997); Desatino (2001) y Estación (2012). Entre sus ensayos se
encuentran: La cultura arquitectónica en Aguascalientes (1987) y “Regularidades y
anomalías de la ciudad”, en: Dispositivos de las sociedades de control, con Arturo
Villalobos y otros (2004). Imparte un taller de ensayo en el Centro de Inves-
tigación y Estudios Literarios de Aguascalientes. Los poemas que aparecen en
esta antología pertenecen a los libros Marchar y Desatino.
246 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
cosas (Monte Carmelo, 2012) y Unas fotografías (Caletita, 2013). Parte de su
obra poética ha sido traducida al alemán, árabe, francés, hebreo, inglés, italiano,
neerlandés, portugués y ruso. Los poemas que aparecen en esta antología son
de los libros El juego del tiempo (1985); Demasiada tarde (1987); Otro espejo en
la noche (1988); Paseante solitario (1997); Temporadas perdidas (1998) y Llegar
desde la Tierra (2000).
F I C H A S D E A U TO R 247
Barcelona. Es licenciado en Comunicaciones por la uag y doctor en F ilología
por la Universitat de Barcelona. Ha publicado: Grano de Ausencia, (Colección
Tiempo Letras-iea,1996), La República de los lagartos, (Colección Tiempo Le-
tras-ica,1998), El pudoroso dios, en la Colección Ala del tigre, (unam, 2000);
Las sombras dóciles/ Los versos reos, carpeta litográf ica, en colaboración con
el pintor Andrés Vázquez Gloria, (Centro El Obraje-ica, 2003), La Olímpica
(uvm-Editorial Garúa, 2005); Anochece el mundo, (Ediciones sin nombre, 2009).
Fue incluido en la antología 100 años de poesía en Aguascalientes, (uaa, 1999).
En breve aparecerá su más reciente libro de poesía, Odoméstico, en Ediciones
sin nombre.
248 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
1996. Ha publicado en diversas revistas, entre las que se cuentan Talleres y
Tierra Baldía. Ha sido publicado en varias antologías, entre las que destacan
El surco y la palabra. Literatura emergente de Aguascalientes (1998) y Del silencio
hacia la luz: Mapa poético de México. Poetas nacidos en el período 1960 – 1989.
En 1996 publicó la novela experimental La inocencia del escorpión. Actualmente
se encuentra preparando su novela Bestiario, y un libro de poemas. Sesiona en
su taller solitario en el Bar Gólem, en la ciudad de Guanajuato.
F I C H A S D E A U TO R 249
rama de la isla, ambos editados por el ica. Su obra ha sido publicada en revistas
locales y nacionales. Ha pertenecido a los consejos de redacción de Talleres,
Tierra Baldía y Hermanocerdo. Su libro más reciente es De nadie (Ediciones de
Pasto Verde).
250 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
las Artes de Aguascalientes y del Estado de México. En 2013 realizará una resi-
dencia artística en Argentina con apoyo del fonca. Recibió mención honoríf ica
en el Premio Nacional de Literatura “Salvador Gallardo Dávalos” en 1996, y
en el Premio de Literatura “Alejandro Céssar” en 2007, convocado por la so-
gem. Ha publicado: Sitio de sombra (ica, 1997), Casa de lluvia (uam y Verdehalago,
1998), El otro mar (Tiempo, 1998) y Memoria de la huida (Instituto Mexiquense
de Cultura, 2009). Ha sido incluida en diversas antologías.
F I C H A S D E A U TO R 251
el Premio “Efraín Huerta” en 2006, y No basta con nombrar al llanto llanto.
También, en ediciones colectivas, han aparecido los poemarios Rituales, Informe
sobre trenes que llegan y desaparecen y Tercera persona.
252 C O N TO R N O D E L F U E G O, p o e s í a
como correctora de estilo. No duda de las sobremesas, ni del silencio. El
poema “Exilio” aquí publicado pertenece al poemario Las presentes ausencias,
publicado dentro de Poemas. Jóvenes Creadores, por el Instituto Cultural de
Aguascalientes, en el año 2011.
F I C H A S D E A U TO R 253
ÍNDICE
PRÓLOGO
José María Espinasa 5
Dolores Castro
La tierra está sonando 13
Víctor Sandoval
Envío: 15
Eduardo López
Este mar de polvo 21
ÍNDICE
Francisco Martínez Farfán
Así podría asumir lo que persevera... 37
Deshabitar este sórdido... 38
Uno palidece de tanto ver... 39
Sólo por no dejar, sólo por estar incluido... 40
Parece difícil seguir... 41
Habrá algo en este giro que se mantenga sin caer... 42
Demostrando apenas sobre rasgos intransferibles... 43
Dolor del día con un sitio perfecto... 44
Entonces volverán las pérdidas:... 45
Eudoro Fonseca
Dulce Madre 47
El destemplado 49
Las catrinas 52
Sellado con un beso (todo contigo) 54
Ricardo Esquer
Mesa para lector 61
Ciega servidumbre 63
Envío 64
Rutina para odiante 65
Mantenimiento 66
Me moriré de cáncer en la lengua... 67
Una canción 68
Fuera del tiempo (palabras limpias de sal y sombras) 70
ÍNDICE
Jorge Castillo Guerrero
Óleo sobre la tarde 73
Espiga 74
Invierno 75
Noche de sol 77
Benjamín Valdivia
Entrada 85
Luna verde 86
Fragmento inédito de Sócrates 87
Muchachas 88
Origen 89
Ahora 90
Agustín Lascazas
Un pez paraf inado una rareza... 109
ÍNDICE
América de la Torre
El caramujo 115
Fabián Muñoz
1:47 a.m. 133
15/25 135
Cerro Florida 137
Óscar Santos
Debajo del trapecio 141
Hijas 142
Navegación 143
Amanece 144
(Las fuerzas de defensa de Israel bombardean Líbano) 145
(Criaturas imperfectas) 146
(Escape de Creta) 147
Escuché decir... 148
Una aguja... 149
ÍNDICE
Isaac es bueno en matemáticas 160
Simona 161
Un mundo feliz 162
El relincho 163
XIV 164
Concédeme Señor 165
Sofía Ramírez
Ave y nada (Nuestros últimos padres)
Ella 167
Cada amanecer 168
Él 169
Ella y Él 170
Los pájaros 171
Él y Ella 172
Los niños del atardecer 173
Los niños y los muertos 174
El f in 175
Liliana Ramírez
Tonanzi Tlali 187
Lilith 188
Un abrazo 189
ÍNDICE
Claudia Santa-Ana
Hallamos la sed del verano... 191
I: El muelle 192
La alfarera 193
Geología 194
La fronda 195
N 196
Arlette Luévano
Postales 199
Composición para cuerpo inmóvil (fragmentos) 202
Paloma Mora
I. Él es polvo para nosotros... 209
Espejos 212
Ía Navarro
Paseo en bicicleta 217
Quid 218
Poema de amor 219
La piel 220
Poema 221
Te recupero en dos momentos 222
ÍNDICE
male vous 230
olvidante 230
insomne 230
sospecha... 231
ÍNDICE
Toda selección se def ine tanto por los que
están como por los que quedan fuera, incluso
cuando –como en este caso– la selección tie-
ne más que ver con un consenso colectivo que
con un gusto propio y personal. Lo indudable es
que, en un contexto como el mexicano, geogra-
fía de geografías, el retrato de la lírica aguasca-
lentense necesitaba un retrato de familia que
nos ubicara en su devenir más reciente.