Presas de Relaves
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Perú será sede del “Primer taller de revisión de seguridad de presas de relaves de la CDA
(Canadian Dam Association)”, organizado por Anddes, empresa especializada en brindar servicios
de asesoría y consultoría para el desarrollo y supervisión de proyectos ambientales, civiles y de
construcción, principalmente en la industria minera.
Cuatro instructores canadienses brindarán los talleres con traducción simultánea (inglés al
español)que se realizarán del 22 al 23 de mayo, en las instalaciones del Swissotel. Los instructores
son miembros del grupo de trabajo de revisiones de seguridad de presas de relaves que forma
parte del Comité de Seguridad de Presas del CDA.
Como parte del taller y material de trabajo, los participantes contarán con el boletín técnico de
revisión de seguridad de presas de la CDA, mientras que la guía de seguridad de presas de
relaves estará disponible para la venta a los asistentes.
Chad LePoudre. Vicepresidente de Geoscience & Materials Testing de SNC-Lavalin. Cuenta con
15 años de experiencia participando en varios proyectos geotécnicos y ambientales y 10 años en
roles no-técnicos en construcción y gerencia.
Terry Oswell. Ingeniera civil con más de 20 años de experiencia en seguridad de presas, área civil
de hidroeléctricas e ingeniería geotécnica. La Srta. Oswell fue parte del equipo de Seguridad de
tranques de BC Hydro por 10 años, gerencio el programa de seguridad de presas así como
también actualizó los manuales de OMS e interpretó la regulación de seguridad de presas del
estado de Columbia Británica, Canadá.
Clare Raska. Inició su carrera en 1981 en Acres International, luego participó como ingeniero
Sénior con BC Hydro desde 1998 hasta el 2014. La Sra. Raska tuvo un rol central desarrollando y
documentando un innovador sistema del manejo de seguridad de presas, que le ha dado
reconocimiento como líder en la práctica.
por Paul Kiernan – A media hora en auto de este poblado colonial en el sureste de Brasil, los
árboles de repente dan paso a lo que parece un llano de sal desértico. Es un valle de más de
tres kilómetros de ancho repleto de desechos mineros.
El 5 de noviembre, una represa de tierra que contenía este mar de lodo colapsó, provocando
una inundación que cobró la vida de 19 personas, destruyó poblaciones y recorrió más de 640
kilómetros camino al océano Atlántico, donde dejó una mancha café rojiza visible desde el
espacio. La represa, de casi 30 pisos de altura y con capacidad para 55 millones de metros
cúbicos de desechos mineros, fue la estructura más grande de su tipo en quebrarse.
En teoría, estos relaves apuntan a ser eternos. En la práctica, fallan con la suficiente
frecuencia como para que los mismos ingenieros suenen las alarmas. Quince meses antes del
desastre de Brasil, Canadá sufrió el mayor quiebre de una represa de relave en una mina de
cobre que cumplía cabalmente las normas locales. Los expertos estiman que cada año se
registran entre una y cuatro fallas en las presas de relave alrededor del mundo, casi 10 veces
más que en las represas de agua.
Los relaves más altos, en minas de cobre en los Andes peruanos, ya están a la par de la
imponente Represa Hoover, ubicada entre los estados de Nevada y Arizona en Estados
Unidos, y tienen permiso para seguir escalando.
“Nuestras represas y basureros son una de las estructuras de más alto riesgo en la Tierra”,
dice Andrew Robertson, un consultor de Vancouver que ha diseñado varias represas de relave
de gran tamaño para empresas mineras. El experto recalca que las minas más grandes
aumentan 10 veces su producción de desechos cada tercio de siglo.
“Alrededor del mundo es una mezcolanza”, dice Harvey McLeod, ingeniero canadiense que
preside la Comisión Internacional de Grandes Represas (Icold, por sus siglas en inglés).
“Estas estructuras son tan complejas que redactar una regulación preplaneada es
prácticamente imposible”.
Algunas presas cerradas se mantienen estables y hasta cierto punto armonizan con el
entorno. Antofagasta Minerals PLC, por ejemplo, está reforestando con plantas nativas su
descomunal presa de relaves de Quillayes en Chile, que cerró en la década pasada, para
absorber toxinas y restaurar la zona con el fin de que se parezca a su estado natural. La presa
de la cerrada mina de oro Cannon, en Wenatchee, estado de Washington, ha sido convertida
en un área de cabalgatas llamada Dry Gulch.
No ha sido el caso de Fundão, la represa brasileña que falló y que pertenecía a Samarco
Mineração SA, una empresa conjunta de dos de las mayores mineras del mundo: la anglo-
australiana BHP Billiton Ltd. y la brasileña Vale SA.
Samarco, que está bajo investigación por posible delito en Brasil en relación con el desastre,
dice que Fundão cumplía con todos los requerimientos legales y regulatorios, y que no
mostraba signos de problemas estructurales antes de que colapsara, una posición que uno de
sus consultores cuestiona. Vale y BHP Billiton han dicho que la represa era responsabilidad de
Samarco, no de esas empresas. Las tres compañías han cooperado en los esfuerzos de alivio
a la población afectada y han prometido reconstruir las viviendas perdidas.
En marzo, las empresas acordaron gastar un mínimo de 9.460 millones de reales (alrededor
de US$2.600 millones) en la limpieza, principalmente para constituir una fundación
independiente que gestione los esfuerzos de recuperación.
El desastre de Samarco ha dado lugar a una ola de introspección en la minería. Durante la
asamblea anual de accionistas de BHP Billiton en noviembre, el presidente ejecutivo, Andrew
Mackenzie, pareció contener las lágrimas mientras describía la escena “desgarradora” de la
que fue testigo en Brasil.
El Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM, por sus siglas en inglés), que incluye a
las mayores mineras del mundo, dijo en diciembre que “convocaría a una revisión global de
los estándares y controles de los relaves”.
A diferencia de las represas que almacenan agua o generan energía hidroeléctrica, las presas
de relave no son construidas por completo de una sola vez, sino que son edificadas por las
empresas mineras a medida que explotan los yacimientos. Mientras que muchas represas de
agua pueden ser drenadas y desmanteladas al final de su vida útil, las mineras diseñan sus
relaves con una meta diferente: marcharse cuando ya no quede mineral para extraer.
El diseño más común, conocido como “aguas arriba” (upstream), deja que los residuos más
cercanos a la presa se sequen. Estos relaves secos son luego usados como la base para los
nuevos niveles, que son elevados al poner tierra o residuos en terraplenes sucesivos. Puesto
que demanda la menor cantidad de nivelación, este método es la forma menos costosa de
construir relaves y fue el empleado por Samarco.
Muchos ingenieros, sin embargo, dicen que este tipo de represas son las que tienen mayor
probabilidad de fallar. Chile, un país donde abundan los terremotos, prohibió este diseño.
Esto podría reflejar las presiones para reducir costos “una vez que las minas que fueron
construidas sobre la base de precios de los commodities en alza son obligadas a operar con la
realidad de precios más bajos”, dijo la investigación de los ingenieros Todd Martin y Michael
Davies.
Martin trabaja ahora para la británica Anglo American PLC, mientras que Davies lo hace para
la minera canadiense Teck Resources Ltd. Ninguna de las compañías puso a disposición a los
ingenieros para que comentaran.
Cuando suceden los accidentes, no sólo traen inundaciones, sino lodo arenoso y pesado que
destruye todo en su camino. En 1985, un derrame de apenas 200.0000 metros cúbicos arrasó
con una población alpina en Italia y cobró la vida de 268 personas.
Davies, el ingeniero, remarcó en un estudio de 2002 que la tasa de falla de las presas de
relaves era aproximadamente 10 veces más alta que la de las presas de retención. En aquel
entonces, calculó que había más de 3.500 presas de relaves en el mundo.
Nadie conoce la cifra a ciencia cierta. Icold no incluye las estructuras en su Registro Mundial
de Presas, que tiene 58.402 entradas, debido a la preocupación interna de que las altas tasas
de fallas de las presas de relave enloden la reputación de todas las represas, dijo el portavoz
Emmanuel Greiner.
The Wall Street Journal les pidió a las cinco principales empresas mineras por ingresos
anuales que cotizan en bolsa que indicaran cuántas instalaciones de relave gestionan en todo
el mundo, cuál es la más alta y cuál tiene el mayor volumen. Sólo una, Anglo American,
respondió las tres preguntas, indicando que tiene 109 instalaciones de almacenamiento de
relave, 38 de las cuales están inactivas. La más alta es Pérez Caldera No. 2, con una altura de
110 metros, y la más grande es Las Tórtolas, que posee una capacidad de 448 millones de
toneladas. Ambas se encuentran en Chile.
Vale respondió sólo la primera pregunta, informando que cuenta con 143 presas de relave en
sus minas de hierro en Brasil. La anglo-australiana Rio Tinto PLC dio una respuesta parcial a
la primera pregunta, asegurando que tiene 35 instalaciones de relave en operación “y muchas
más cerradas y de legado”. BHP Billiton identificó su represa más grande y más alta, pero no
dijo cuántas posee. La anglo-suiza Glencore PLC se abstuvo de responder las preguntas.
La falta de una información completa motivó a David Chambers, un geofísico del Centro para
la Ciencia en la Participación del Público, de Montana, y Lindsay Newland Bowker, una
gestora de riesgo ambiental en Maine, a compilar una base de datos de todos los accidentes
de presas de relave que pudieron encontrar entre 1915 y 2010. Su total: 226.
Basados en los hallazgos, proyectaron que 11 fallas de relaves “muy serias” —definidas como
el derrame de al menos 1 millón de metros cúbicos de residuos, que recorren más de 20
kilómetros o causan múltiples muertes— se registrarían entre 2011 y 2020. Hasta ahora han
ocurrido cinco.
“Es una de esas cosas en las que quisiera estar equivocado”, dice Chambers, que aboga por
presas de relave más seguras.
De todos modos, las represas de relave peligrosas no son sólo un problema de los países en
desarrollo. Canadá, una potencia mundial de la minería, registró su mayor accidente de este
tipo en 2014, cuando colapsó la represa Mount Polley de Imperial Metals Corp. Cerca de 8
millones de metros cúbicos de derivados de oro y cobre se vertieron en un par de lagos
glaciales en la región de Columbia Británica, lo que interrumpió temporalmente los suministros
locales de agua potable.
Un arroyo donde el salmón rojo solía desovar es actualmente utilizado como un depósito de
residuos para drenar el agua de la mina, mientras que Imperial Metals reconstruye su presa de
relave, dice Richard Holmes, un biólogo pesquero que vive a una corta distancia. Holmes
agrega que la mayor parte de los residuos todavía están en el fondo de los lagos, lo que
genera preocupación de que los metales pesados se acumulen en los peces.
Científicos dicen que el principal factor en los accidentes de relave es un exceso de agua, que
puede causar que las presas de tierra se vuelvan líquidas. Un comité de revisión después del
accidente de Mount Polley recomendó que las mineras adoptaran tecnología para remover
agua de sus residuos antes de almacenarlos.
Otra forma de hacer que la presa sea más segura es expandirla hacia afuera durante la
construcción, en lugar de en niveles sobre relaves secos. Este diseño, llamado “aguas abajo”
(downstream), resulta en estructuras más voluminosas que se asemejan a una represa de
agua.
No obstante, cualquier técnica es más costosa que las presas aguas arriba.
“Lo que necesitamos hacer para frenar la alta frecuencia de fallas en presas de relave es
poner la seguridad en primer lugar”, dice Chambers, del Centro para la Ciencia en la
Participación del Público, una organización sin ánimo de lucro que se enfoca en la minería. “Y
hoy en día las empresas no hacen eso, francamente. Ponen la economía primero”.
Las grandes mineras niegan que ese sea el caso. Los ingenieros de alto rango dicen que no
diseñan una presa de relave si las limitaciones de presupuesto pueden afectar la seguridad.
Algunos, como McLeod, de Icold, dicen que evitan por completo la construcción de relaves
aguas arriba.
“Creemos que estas instalaciones pueden ser seguras con la aplicación de diseños y
estándares de gestión apropiados”, insiste el presidente de ICMM, Tom Butler. “Mis miembros,
que son empresas globales, están muy preocupados por sus reputaciones. Tienen un gran
incentivo para hacer lo correcto”.
Según muchos testimonios, Samarco estaba activamente involucrada con las comunidades
cercanas antes del accidente y era vista como una empresa responsable. A comienzos de
2015, había acordado gastar 500.000 reales (unos US$122.000) para instalar un sistema de
abastecimiento de agua en Bento Rodrigues. Ejecutivos de la minera a menudo participaban
en las reuniones entre el municipio y los residentes.
“Samarco siempre fue a las reuniones en Bento Rodrigues diciendo: ‘No se preocupen,
duerman bien’”, cuenta Gilberto Pereira da Silva, de 33 años y padre de tres hijos que fue
desplazado junto con buena parte de la población luego de la ruptura de la represa. “Vivíamos
con temor, pero confiábamos en Samarco”.