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Con Trabajo

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Italiano: Contrabasso - Francés: Contrebasse - Alemán: K(C)

Contrabass (básse) - Inglés: Double Bass


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El contrabajo, el mayor y más profundo miembro de la familia del
violín, fué desarrollado en el siglo XVI procedente del violone, la
viola contrabajo

La viola, el contrabajo y el arco

Dos características de la familia de las violas se encuentran en el


diseño del contrabajo 1, los hombros son más caidos y 2, la parte
posterior del instrumento es más plana. Esto permite al músico,
que debe estar de pié o sentado en un taburete alto, alcanzar
todo el instrumento y, en particular, poder tocar las notas al final
de la tastiera, cerca del puente. Hacia finales del siglo XVIII el
contrabajo tenía tres cuerdas generalmente afinadas en: La, Re,
SOL.

El contrabajo es un instrumento transpositor y todas las notas


escritas suenan una octava más baja.
El escribir una octava más alta que el sonido real, es claramente
necesario para evitarse líneas adicionales debajo de los
pentagramas.
Algunos contrabajos tienen hoy en día cinco cuerdas. Esta cuerda
extra baja hasta Do, una tercera mayor debajo del Mi inferior.
Las cuerdas del contrabajo son tan largas y tan gruesas que las
clavijas corrientes, usadas en otros instrumentos de cuerda, no
son lo bastante robustas. Así pues se utilizan clavijeros mecánicos

Es el instrumento más grave de la familia de la cuerda desde


finales del siglo XVI. El término se asoció antiguamente a la
tesitura de la voz humana, indicando la voz más baja del hombre.
En un sentido más divulgativo el término alude a los contrabajos de cuerda de la
familia de las violas y violines, esto es, unos instrumentos de arco creados para
reforzar la base de la estructura armónica y ser el fundamento de toda la
construcción polifónica. Su función en la labor del bajo continuo fue esencial.
Tempranamente, Martín Agricola (1529) hizo referencia a un contrabasso di viola
de seis cuerdas, que devendrá un instrumento híbrido, puesto que el contrabajo
conocido hoy presenta aún los rasgos propios de los violines y las violas.

En realidad hubo contrabajos de diferentes tamaños denominados genéricamente


violones. En el siglo XVII se presenta un ejemplar con cinco cuerdas, hombros
estrechos y voluminosa panza. En aquella época predominan dos tipos de
contrabajos: uno sin trastes, con cinco cuerdas y voluta (familia de los violines) y
otro de seis cuerdas (familia de las violas), con diapasón trasteado, oídos
generalmente en forma de C, espalda plana y cabeza tallada. En 1722 se presenta
un contrabajo de la familia del lirone al que llaman accordo.
Su uso no se generalizó en la orquesta hasta principios de siglo XVII, cuya función
era sonar a la octava inferior del violonchelo ya que su sonido es potente y se oye
mejor que otros instrumentos de la época, por ejemplo el clave.

EL CONTRABAJO EN EL TANGO

El contrabajo llega al tango por la necesidad de fortalecer el ritmo en conjunto con


el piano y para liberarlo por ciertos momentos. Fueron Francisco Canaro y Roberto
Firpo quienes sistematizaron su empleo en sus orquestas a partir de 1917.

La técnica del contrabajo en el tango se basa fundamentalmente en un pizzicato


bastante incisivo, en un arco rítmico en el cual los ritmos a cuatro, los más usados,
acentúan el primer tiempo adelantando en una especie de mordente anterior al dar y
en fragmentos cantábile y solos frecuentes, sobre todo en grupos pequeños. Otro
aspecto relevante es el uso de percusiones, la más usual, la denominada canyengue,
una mezcla de col legno en ricochet complementada con golpes sobre el diapasón y la
parte trasera de la caja.

Los primeros contrabajistas en la década del 20 provenían, en su mayoría, de otro


instrumento como las guitarras o el violín como Rafael Canaro, Leopoldo Thompson,
creador del “efecto canyengue”, o Luis Berstein. Otros procedían de ejecutar
distintos instrumentos como Hugo Baralis, Bernardo Sinibaldi, Enrique Kraus,
Humberto Costanzo o Carmelo Mutarelli.

En las décadas siguientes otros contrabajistas continuaron y perfeccionaron la obra


de los precursores creando las pautas de lo que será la técnica del contrabajo en el
tango. En los 30 Jose “pepe” Díaz crea el ritmo de milonga (el otro estilo
emparentado con el tango) a base de arrastres y glisandos. Aniceto Rossi iniciara el
ritmo básico del cual hemos hablado antes caracterizado por un arrastre peculiar y
un “staccato” en el cual cada nota se ataca por separado con un golpe seco de arco,
mediando un silencio entre ellas.

En la década del 40 Enrique “Kicho” Díaz, contrabajista del quinteto de Astor


Piazzolla introduce nuevos elementos en la técnica usando Glisandos y grupettos en
pizzicato.

Respecto al contrabajo como instrumento solista dentro del tango, el primer solo
fue grabado por Aniceto Rossi en 1944, un pasaje en pizzicato con la orquesta de
Pugliese en Tierra Querida; y en 1949, también con Pugliese, el solo de Canaro en
Paris. Pero la primera composición enteramente dedicada al lucimiento del
instrumento, que se estrena y graba en 1954, es Contrabajeando de Aníbal Troilo y
Astor Piazzolla que interpreta Kicho Díaz en la orquesta de Troilo. También, del
mismo Piazzolla, existe una pequeña obra titulada Kicho para contrabajo y piano y
editada por Ricordi Argentina y dedicada, al igual que contrabajeando a Kicho Díaz.

Otras obras destacables para contrabajista solista seria Bajo Romántico de


Libertella y Murtagh interpretada por el Sexteto Mayor en 1976 o las
composiciones de Lila Horovitz, Sorprendidos transeúntes para contrabajo solo,
Infinitamente para contrabajo y piano y Tango Grave para cuarteto de contrabajos.

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