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La Revolución de Género y La Transición de La Horda Bisexual A La Banda Patrilocal PDF

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Las ciencias sociales

Estudios de Género

Universidad Nacional Autónoma de México EL GÉNERO:


Doctor Francisco Barnés de Castro
Rector
LA CONSTRUCCIÓN
Doctor Humberto Muñoz García CULTURAL DE LA
Coordinador de Humanidades
Doctora Graciela Hierro DIFERENCIA SEXUAL
Directora del PUEG S.C. Bourque-J. Butíer
J.K. Conway - S. Cucchiari
M. Lamas - S.B. Ortner
G. Rubín-J.Scott
H. Whitehead

Compilación e introducción a cargo de:


PUEG
PROGRAMA U N I V E R S I T A R I O DE
Marta Lamas

E S T U D I O S DE G É N E R O

Comité Editorial
Gabriela Cano
Teresita De Barbieri
Mary Goldsmith
Rene Jiménez Órnelas
Marta Lamas
Araceli Mingo
María Luisa Tarrés
Lorenia Parada-Ampudia
Coordinadora del Comité Editorial
Martha Donís
Publicaciones México MCMXCVII
Primera edición, febrero de 1996
Primera reimpresión, septiembre de 1997

© 1996 por
COORDINACIÓN DE HUMANIDADES,
PROGRAMA UNIVERSITARIO Agradecimientos
DE ESTUDIOS DE GÉNERO, UNAM
© 1996 por características tipográficas
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA,
LIBRERO-EDITOR

I CHUTO EDITORIAL

ISBN 968-842-572-9
I
C AMBRIDGE University Press, por su autorización para ref
ducir "Introduction: Accounting for Sexual Meanings"
Sherry B. Ortner y Harriet Whitehead (compiladoras de la ot
Derechos reservados conforme a la ley que a continuación se menciona), y "The Gender Revolution an
the Transition from Bisexual Horde to Patrilocal Band: the Or
IMPRESO EN MÉXICO • PRINTED 1N MÉXICO
gins of Gender Hierarchy" de Salvatore Cucchiari. Ambos artícu-
Colaboraron en el cuidado de la edición, los aparecieron en Sexual Meanings: the Cultural Construction of
Martha Donís y Marcela Cortázar, Gender and Sexuality, Cambridge, 1981.
del Departamento de Publicaciones del Daedalus. Journal ofthe American Academy ofArts and Scien-
Programa Universitario de Estudios de Género
ces, por su permiso para reproducir "Introduction: the Concept of
Gender" de Jill K. Conway, Susan C. Bourque y Joan W. Scott, el
cual apareció en Cambridge, en el número de otoño de 1987.
Nueva antropología. Estudios sobre la mujer: problemas
teóricos, núm. 30, Ludka de Gortari (coord.), CONACVT, UAM Izta-
palapa, México, 1986, por su permiso para reproducir "El tráfico
de mujeres: notas sobre la 'economía política' del sexo" de Gayle
Rubin, y "La antropología feminista y la categoría 'género'" de
Marta Lamas.
Edicions Alfons el Magnánim, por su permiso para repro-
ducir de Joan Scott, "El género: una categoría útil para el análisis
histórico", en Historia y género: las mujeres en la Europa mo-
derna y contemporánea, compilación de James Amelang y Mary
COORDINACIÓN DE HUMANIDADES,
Nash, Valencia, 1990.
PROGRAMA UNIVERSITARIO DE GRUPO EDITORIAL Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, por autori-
ESTUDIOS DE GÉNERO, UNAM MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, S.A.
Circuito Mario de la Cueva Amargura 4, San Ángel
zarnos a reproducir la traducción de Gloria E. Bernal de la introduc-
Zona Cultural, Ciudad Universitaria 01000 México, D.F. ción de Sherry Ortner y Harriet Whitehead, más arriba mencionada.
[7]
SALVATORE CUCCHIARI

La revolución de género y la transición


de la horda bisexual a la banda patrilocal:
los orígenes de la jerarquía de género*
•< J
»?

INTRODUCCIÓN

E STE ARTÍCULO versa acerca del origen de una de las caracterís-


ticas más fundamentales y, sin lugar a dudas, más universa-
les de las culturas humanas: el género.1 Para algunos/as de los/as
que me lean, el origen del género como un sistema sociocultural
podrá parecerles un falso problema. Después de todo, ¿no nos dota
la naturaleza de estas categorías y luego las modifica la cultura?
Este trabajo adoptará un enfoque totalmente diferente y partirá dé
lo impensable: la posibilidad de una sociedad humana sin género.
Vamos a asumir que lo aparentemente absurdo se justifica en la
medida en que arroja puntos de vista nuevos sobre objetos que
son tan comunes, que incluso consiguen resistir a nuestros esfuer-
zos por entenderlos. ¿Y qué podría ser más común, más "natural'"
o fundamental para la identidad personal que la categoría de gé-
nero que se nos ha asignado? Sólo quien lee esto podrá juzgara! ÍJ
final si tal experimento intelectual logra elucidar la naturaleza^
origen del género, y la jerarquía en función del género. '

* Traducción de Marta Donís. , ¿»


'Este ensayo surgió de un curso de Sherry Ortner sobre género en la Universidad^fí^
Michigan. Estoy en deuda con ella no sólo por la inspiración creativa y el estímuli
por su lectura y relectura críticas del texto. Otras personas fueron igualmente <
para que este trabajo viera su forma final. Bruce Knauft, Kathy Loring y Harriet ^
se dieren tiempo en medio de horarios muy saturados para leer uno o mas t
ensayo y para discutir conmigo sus recomendaciones, aprobaciones y reseivag^Si4á|
responsabilidad por el contenido de este ensayo es únicamente mía, he mcorrxjraqol:
gerencias de estos críticos cuando me fue posible.
[181]
182 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN

A pesar de su universalidad, el género, como principio de or- Para algunas personas, rastrear la trama de los orígenes-í
ganización social, posee una relatividad histórica. Pese a que el una empresa inútil, pues son historias para las que sencillamente**-
sistema de género tiene marcas o referentes biológicos, de ningún no puede haber jamás pruetja definitiva alguna. Estoy de acuerdo
modo se encuentra determinado o se torna inevitable por tales mar- con ellas, pero también en desacuerdo. ¿Inverificables? -en sentir-
cas sexuales. Al igual que otros principios sociales organizativos, do estricto es bastante cierto-; ¿inútiles?, definitivamente nói-Lír
como la clase, el género hizo su aparición en el escenario humano objeción a la teorización sobre los orígenes no comprendé'el ás^
en algún momento del pasado, tiempo desde el cual ha sido ela- pecto más importante: la respuesta a una pregunta acerca dé"los*
borado en una cantidad de direcciones diferentes, y con mucha orígenes no es ni remotamente tan significativa como la manera en
probabilidad cederá el escenario a otros actores en el futuro. Así, que se formula la pregunta, la forma en que ésta se vincula con otras
sea cual fuere aquello que defina nuestra humanidad común con cuestiones, y la metodología con la cual se aborda tal interroga5"
miles de generaciones pasadas y futuras, la idea de género no ofre- ción. De hecho, puede ser que la respuesta como tal nunca emerja*
ce una mejor definición de ella que las que aportan las de clase o plenamente, pero mediante un cuestionamiento inteligente, nuestras
jerarquía. preguntas pueden volverse más elaboradas y profundas. De este
Permítaseme una vez más subrayar que la organización hu- modo, la especulación creativa y disciplinada sobre las grandes
mana sin género no ha podido observarse ni en la etnografía pre- cuestiones respecto de los orígenes puede convertirse en otra vía
sente ni en la histórica. Lo que hago es postular la existencia de hacia el aguzamiento de nuestra perspectiva global acerca de los
una etapa sin género en la evolución cultural humana puesto que, aspectos más inmediatos, y quizá más comprobables, de la teoría
hasta que lo hice, no me fue posible empezar a explicar otro rasgo cultural. No constituye una exageración del asunto decir que el"
cultural universal: la jerarquía de género o el dominio masculino modo como se reformulan los problemas, en particular aquéllos dé
universal; además, es una explicación de la jerarquía de género, índole universal, es un indicio de la madurez de la antropología.
lo cual constituye el problema primordial de este ensayo. El presente ensayo consta de tres partes. La sección denomi-
La labor de construir un modelo que no sólo describa una so- nada "Condiciones y restricciones" define nuestro estado actual dé
ciedad sin género, sino que también dé cuenta de su transformación conocimientos con respecto a problemas relacionados con el gé-
hacia la sociedad estratificada con base en el género, se torna in- nero, reseña y critica algunos de los enfoques relativos a la cues-
mensamente complicada cuando nos percatamos de que un mo- tión sobre los orígenes, y describe las restricciones y condiciones
delo así debe asimismo dar cuenta de instituciones y principios que que el modelo ha de satisfacer. La sección "La sociedad anterior
existen gracias al concepto de género: el parentesco, el matrimonio, al género" presenta un modelo que describe los principios entor-
la familia, los tabúes del incesto y la heterosexualidad exclusiva. no a los cuales una sociedad sin género y anterior al parentesco^
De hecho, una parte importante del modelo buscará demostrar de podría operar y cómo esos principios, por medio de una dialéctl£
qué forma el advenimiento del sistema de género creó condicio- ca, se transforman en principios basados en una idea de génerí¡
nes que, en última instancia, perfilaron estas formaciones sociales La sección sobre "El género y el registro arqueológico" aplíc1í*;|
dependientes del género, de ahí que se conozca como "la revo- modelo a un segmento del registro de la arqueología -la'Eurdg¡
lución del género". En la sección "Condiciones y restricciones" paleolítica, digamos- y explora una interpretación incitan^'
analizaré detalladamente por qué la cuestión del género entraña sugiere que la revolución del género puede ser más que uruy
lógicamente estos otros temas. posibilidad teórica. ••
184 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 185

CONDICIONES Y RESTRICCIONES de la dualidad de género, esto es, el grado de traslapamiento de


EL SISTEMA DE GÉNERO: los papeles: desde una leve dicotomía en el sudeste asiático hasta
IDEOLOGÍA CONTRA BIOLOGÍA una polaridad extrema-en la cuenca mediterránea.
Cuando se desarrolla más la idea del sistema de género, ad-
BAJO EL impacto social y político del movimiento feminista, la vertimos que no se trata de una oposición equilibrada. Por todas
antropología reciente se ha visto forzada a examinar una vez más partes, hasta donde tenemos noticia, las categorías de género se en-
el problema del género. Este desafío a las generaciones con ses- cuentran posicionadas jerárquicamente de tal suerte que los va-
gos masculinos en la teoría y la práctica de la disciplina ha sido lores masculinos preponderan sobre los femeninos. Si bien los
constructivo, creativo y generador de ideas estimulantes y útiles.2 símbolos de masculinidad son siempre positivos, los símbolos fe-
Uno de los resultados de estos esfuerzos es el importante concep- meninos son a menudo negativos o, por lo menos, ambiguos. Inde-
to de sistema de género. pendientemente de cuan variables puedan ser el estatus y el poder
Un sistema de género es un sistema simbólico o de significado de las mujeres, son los hombres quienes dominan el sistema de
que consta de dos categorías complementarias, aunque mutuamen- parentesco y la arena política, y tienen asimismo derechos en y so-
te excluy entes, y dentro de ellas se ubica a todos los seres humanos. bre las mujeres: en todos lados la mujer es el "otro". Una vez más
Dentro de las características que distinguen el sistema de género deseo hacer hincapié en la variabilidad del predominio masculino,
de otros sistemas categoriales, se encuentra el hecho de que los tanto en su expresión ideológica como en su ejercicio efectivo. Por
genitales son el único criterio para asignar a los individuos una ejemplo, Ortner da cuenta de una ideología de género de corte
categoría en el momento de nacer. A cada categoría queda asocia- machísta entre los sherpas, aunque en el plano de la conducta real
da una amplia gama de actividades, actitudes, valores, objetos, sím- se daba casi una igualdad (comunicación personal). El aspecto de
bolos y expectativas. Si bien las categorías -hombre y mujer- son la jerarquía en las relaciones reales entre mujeres y hombres es un
universales, su contenido varía de una cultura a otra, y la variedad complejo problema histórico que comprende todos los procesos
es verdaderamente impresionante. Así, pues, en algunas culturas materiales y simbólicos de la vida social: todos ellos se hallan
los hombres tejen y las mujeres hacen cerámica, mientras que en fuera del alcance de este ensayo. En el modelo que se presenta
otras estos papeles se encuentran invertidos; en algunos lugares, aquí, el punto crucial en el que hemos de centrar nuestra atención
las mujeres son las productoras agrícolas principales, mientras es la naturaleza universal y jerárquica de las ideologías de género,
que en otros el campo les está vedado. Incluso los aspectos de la y no todas y cada una de sus variadas manifestaciones empíricas.
vida que consideramos más ligados a la biología, como es el par- Que se piense que existen dos variedades distintas de seres
to, están sujetos a una reinterpretación de género. A través de un humanos es primordialmente un hecho cultural: tal sistema de sig-
complejo de costumbres que se conoce como la couvade los hom- nificados se relaciona con otros significados en el ámbito de la
bres, en algunas culturas comparten el dolor, las molestias y hasta cultura. No obstante, ello no significa que el sistema de género no
la recuperación posterior al parto, todo lo cual se asigna únicamen- se relacione con la biología. Pero, ¿de qué modo se relaciona?
te a las mujeres en la nuestra (Wilson y Yengoyan, 1976: passim; Uno está tentado a ver una conexión obvia entre ambas categorías
Oakley, 1972: 134,135). También es variable el grado de polaridad de género -hombre/mujer-, y las dos categorías biológicásf ma-
cho/hembra. En este caso lo obvio, sin embargo, es engañoso:
2
Véase el concienzudo estudio de Naomi Quinn (Quinn, 1977) como una guía útil nuestra idea de la dicotomía biológica o sexual es más un produc-
para la literatura de género.
to de nuestra ideología de género que lo contrario.
LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 187
SALVATORE CUCCHIARI
186
es, aseguran las autoras, no sólo una clase sexual, sino también
Para evitar confusiones, permítaseme enunciar desde el prin-
una categoría de género. No obs.tante, cuando examinamos las
cipio que la ciencia biológica ciertamente nos dice que hay dos
características de los nadie, encontramos pocas que los distingan
procesos de desarrollo: masculino y femenino. Estos dos ciclos se
como un género independiente. Las personas de la categoría na-
definen .en relación con cinco áreas fisiológicas: genes o cromo-
die comparten características de ambos géneros y median en las
somas, hormonas, gónadas, órganos reproductores internos y ge-
disputas entre hombres y mujeres, aunque tienen pocos o ningún
nitales externos (Money, 1965: 11). De ahí que la visión científi-
rasgo que los ubique como una categoría de género. El papel de
ca de la clasificación sexual esté basada en un complejo proceso de
los nadie como mediadores en las relaciones de poder entre los
desarrollo que no se observa fácilmente. De hecho, las caracterís-
ticas externas de la sexualidad (caracteres genitales y caracteres géneros se refleja en un mito, en el que se narra que un hermafro-
secundarios) son considerablemente variables y, desde una pers- dita mitológico ayudó a los hombres a afirmar su preponderancia
pectiva puramente morfológica, no se prestan a una fácil división. sobre las mujeres. Por lo demás, uno no necesita ser un hermafro-
Laque es más, alrededor del dos o tres por ciento de la población dita para convertirse en nadie, lo cual significa que esta categoría
del mundo nace hermafrodita, con genitales ambiguos (Edgerton, no es característica del género. Un hecho más importante aún, y
1964: 1289). No obstante, pese a este continuum de características que Martin y Voorhies pasan por alto, es que nadie es una catego-
sexuales externas, las culturas del mundo insisten en ver sólo ría sagrada, separada del plano normal de las relaciones sociales
dos sexos biológicos. Hay una sólida excepción, los navajo, que -que es donde hemos de buscar cualquier sistema de género (Ed-
confiereri un estatus especial a los hermafroditas. Martin y Voorhies gerton, 1964: 1290). Esto puede explicar por qué los nadie tienen
dedican un capítulo entero de su libro a los navajo y a otros gru- derechos de propiedad especiales no compartidos con las demás
pos que, según afirman, reconocen no sólo más de dos sexos bio- personas. Así, no es posible concluir que los nadie constituyan
lógicos, sino también más de dos géneros (1975: 84-107). Un breve una categoría de género aparte: en la medida en que funcionan
examen de su argumentación mostrará que estas aparentes excep- como una clase de género en algunos contextos, su identidad se
ciones confirman la regla de que los sistemas culturales operan deriva de las características de los géneros masculino y femenino.
universalmente con un solo modelo de dos géneros. Los otros casos etnográficos son ejemplos aún más débiles de
Las autoras proceden desde una posición idéntica a la que sistemas de género "supernumerarios" (de más de dos): los moha-
adoptaron en el siguiente fragmento: ve, los piegan del norte de Canadá y los chukchee siberianos. En
todos estos casos se dan las llamadas categorías de géneros cruza-
El hecho de que más de dos sexos físicos puedan coexistir ha
dos, ninguna de las cuales es atributiva. Así, los hombres pueden
sido reconocido muy raras veces por los investigadores inte-
vivir y comportarse como las mujeres y viceversa, una vez que
resados en estudiar la interrelación entre el sexo físico y la
han logrado o elegido su pertenencia a una de las categorías de
cultura. Los científicos sociales suelen dar por sentado que
géneros cruzados. Los chukchee, por ejemplo, tienen tres catego-
los atributos sexuales humanos son percibidos por todas las
rías para hombres que buscan un estatus femenino, y cada cate-
sociedades como excluyentemente dicotómicos. (Martin y
goría difiere de las otras por su grado de feminización. Las muje-
Voorhies, 1975: 85.)
res tienen un sistema bicategorial análogo. Martin y Voorhies
contaron hasta cinco de estas categorías de género, conio cmal los
Su ejemplo más sólido es el de los navajo, los cuales recono- chukchee tendrían un total de siete. Si bien estos ejemplos son
cen una categoría especial llamada nadie ("hermafroditas") que
188 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 189

explicaciones interesantes del grado en que la biología está im- partida es específica de la cultura, y puede ser que tenga muy poco
pregnada por el género, no son claramente ejemplos de socieda- o nada que ver con los conceptos de la ciencia física. Conforme
des con género supernumerario. Todas las categorías de género nos movemos de una a otra cultura, la sustancia crítica puede ser
cruzado son categorías derivadas que, lejos de debilitar el mode- el semen, la sangre menstrual, la leche materna y hasta el alimen-
lo de dos géneros, lo ratifican al institucionalizar la conducta que to. Como puede verse a través de esta enumeración, la consustan-
queda dentro o fuera de las dos categorías polares: en efecto, la ciación abarca el continuum de los sistemas de parentesco, desde
conducta atípica se define como un movimiento hacia el género aquellos que destacan la procreación (la gestación) como caracte-
opuesto, con lo cual torna al sistema de género inmune a las des- rística definitoria de los lazos de parentesco (el semen, la sangre)
viaciones conductuales. hasta aquellos que recalcan los criterios de nutrición o de crianza
En consecuencia, no hay excepciones convincentes del mode- (leche, alimento). La utilidad de este concepto amplio de consus-
lo bipolar de género. Esto, por supuesto, hace que la explicación tanciación es su facultad para manejar tanto el parentesco "real"
sea más difícil. Si el género va en contra de la biología -incluso la como el adoptado a manera de variantes de un tipo de sistema
moldea a su propia imagen-, ¿cuáles son las restricciones sobre el cultural,3
sistema de género que producen su carácter universalmente dual? A pesar del hecho de que los sistemas de parentesco pueden
Este es un problema clave para nuestro modelo de los orígenes. subrayar, y de hecho lo hacen, ya sea una idea nutricia o bien una
procreadora de consustanciación, en todas partes las categorías
GÉNERO Y PARENTESCO del parentesco tienen referentes procreadores; en efecto, los siste-
mas de parentesco parecen ser universalmente capaces de expre-
LA CONTROVERSIA entre los exponentes extensionistas y los de la sarse en términos de algún modelo cultural de procreación, más
categoría social respecto de la teoría del parentesco tiene ya un que de crianza. Esto es, aun cuando los padres se definen más como
estatus casi institucional en antropología (Buchler y Selby, 1968: 4- quienes protegen, alimentan y crían al/a niño/a, la relación se ex-
6, 33-46). Al igual que Barnes y Pitt-Rivers adoptaré una posi- presa todavía en lenguaje genealógico. Adviértase, por ejemplo,
ción intermedia entre quienes dicen que el parentesco es genealo- 3
Pitt-Rivers es explícito acerca de la naturaleza cultural de la consustancialidad.
gía reificada y aquellos que lo consideran un conjunto de categorías Dice:
socioculturales que también tienen referentes genealógicos (Bar-
La "sustancia" sobre la que se funda la consustancialidad es la idea de sustancia
nes, 1973: 72; Pitt-Rivers I913;passim). Pitt-Rivers articula esta solamente, una idea tan lejana y divorciada del concepto del científico como el de la
posición intermedia. Siguiendo a Fortes, considera que el paren- consustancialidad cristiana... Así, la sangre, la saliva, el semen, la leche, la carne,
tesco es un conjunto de relaciones de "armonía prescrita". A dife- la fruta, las verduras o la cerveza pueden hacer consustanciales a aquellos que están
. relacionados pero no por vientre, vagina o pecho algunos (1973: 92, 93).
rencia de la amistad, conjunto de relaciones diádicas, el parentesco Esta idea tan notablemente amplia y flexible de la consustancialidad puede obtener-
es un sistema de relaciones o categorías sobre las que se distri- se de varias formas igualmente impresionantes. Dos de los casos que cita Pitt-Rivers
son: a través de un acto de amor un hombre y una mujer "devienen la misma carne"
buyen y se heredan;diferencialmente derechos, deberes, estatus y en el matrimonio cristiano; y, entre los esquimales, dos personas pueden hacerse
papeles. Lo que distingue al parentesco como sistema social de hermanas por el hecho de haberlas asistido la misma partera.
Aun cuando la consustanciación es un elemento necesario del parentesco, lo contra-
otros sistemas es una idea subyacente de sustancia compartida: rio no es verdad. Muchos lazos que no son de parentesco se establecen utilizando la
"consustanciación". Pitt-Rivers subraya la palabra "idea", y es idea de sustancia compartida, por ejemplo, varias clases de hermandad de "sangre".
Considérese asimismo el ritual de la Sagrada Comunión en el que la comunidad
esencial que nosotros procedamos igual. La idea de sustancia cóm- cristiana es confirmada por aquellos que participan del cuerpo y la sangre de Cristo.
190 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 191

que aunque la idea de los navajo acerca de la maternidad puede Un poco más adelante expondré las razones por las que el
referirse tanto a las mujeres que engendran como a las que crían, modelo procreativo adquiere la independencia e importancia que
una madre puede ser sólo una mujer -una persona que al menos tiene. No obstante, por ahora hagamos notar que, al conservar el
teóricamente sea capaz de engendrar al niño (Witherspoon, 1976). significado intercultural del lenguaje procreativo por lo menos se
Uno esperaría que un modelo completamente nutricio de la relación reflejan dos distinciones clave en todas las terminologías de pa-
madre-hijo sería capaz de incluir tanto a hombres como a mujeres. rentesco: sexo y generación. Si recordamos que los sistemas de
Cuando decimos que incluso los sistemas de parentesco que parentesco son sistemas de estatus y papeles, derechos y deberes
otorgan importancia a la crianza se expresan en un lenguaje pro- que se distribuyen diferencialmente, entonces la presencia uni-
creativo, estamos al parecer atrapados en una contradicción lógica. versal de la distinción sexual adquiere un significado adicional,
y Tal vez el tema pueda clarificarse de la manera siguiente. Todos los puesto que en esencia lo que estamos diciendo es que la distinción
sistemas de parentesco comparten ideas procreativas y de crianza de género está enclavada en todos los sistemas de parentesco.
de sustancia compartida; de algunos se puede decir que son pro- Este hecho ha sido reconocido por un buen número de teóricos, si
^creativos de modo dominante, mientras que otros son predomi- bien ha recibido un significado variable. Por ejemplo, Fox la in-
nantemente de crianza. Pero, si pasamos por alto en dónde recae corpora explícitamente en la estructura axiomática de su modelo
el acento, los sistemas predominantemente de crianza descansan universal de parentesco, donde aparece como el axioma del pre-
-aunque sólo sea de una forma latente- en un modelo procreativo dominio masculino -sin lugar a dudas un concepto de género (Fox,
a fin.de delinear el sistema total de parentesco. Sin embargo, los 1967: 31). Dando un cierto rodeo a la cuestión, Riviére señala
sistemas predominantemente procreativos no necesitan referirse que, sin importar de qué forma puedan variar las funciones de una
nunca al contenido de las relaciones de parentesco, es decir, a la cultura a otra, el matrimonio cumple una tarea estructural cla-
conducta de crianza, a fin de bosquejar el universo social. Pode- ve: afirma, define y reproduce la dualidad de género (Riviére,
mos acudir como ejemplo al parentesco estadounidense. Si bien 1971: passirri). La más interesante quizás es la confirmación insi-
los valores de crianza se consideran elementos importantes de lo diosa de Needham respecto de este punto. Según este teórico el
que deberían de ser las relaciones de parentesco, son las relacio- parentesco, como una clase de fenómenos ligados y coherentes, no
nes genealógicas (de "sangre") las que determinan quiénes son existe. Esto es, hay elementos o un conjunto de elementos comunes
los parientes de cada quien; las relaciones sustituías y adoptivas a todos los sistemas de parentesco, a excepción de uno -la distin-
se distinguen tajantemente. El parecer vernáculo queda resumido ción de género. Pero Needham no encuentra que esto sea "de-
en la expresión "sólo tienes una madre y un padre".4 masiado notable como para merecer una designación especial e
introducir un tipo de teoría específico" (Needham, 1971: 4).
"Harold Scheffler articula,esta posición en su crítica de la obra de David Schneider Así el primer argumento, y también el principal, que quiero
American Kinship: a Cultural Account (Scheffler, 1976). Scheffler sostiene que el paren- plantear es éste: el parentesco -un sistema sociocultural de dere-?
tesco norteamericano se define por la noción de la "sangre" compartida (la ideología pro-
creativa estadounidense); parientes políticos, hermanastros, hijastros, madrastras, parien- chos, deberes, papeles y estatus distribuidos diferencialmente"^y,
tes adoptados y otras clases, de parientes son extensiones "simples" y metafóricas de éste fundado en una ideología de sustancias compartidas- estádnextri-
carácter distintivo de la sangre común. En contraste con Schneider, sostiene que los códi-
gos de conducta y los rituales-legales y sociales son rasgos no distintivos de la idea cablemente ligado a un sistema impregnado de categoríaS'de gé-
norteamericana de qué es un pariente. Si bien no son distintivos, estos rasgos son, no nero. Además, como nos recuerda Riviére, el género es reproduci-
obstante, importantes para lo que significa el parentesco: el significado del parentesco
como sistema y su oposición a la definición de un pariente o allegado. do a su vez por el sistema de parentesco -y muy en particular por
192 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 193

su estructura marital. Pero quiero llevar tal planteamiento un paso generación, o llevar a cabo con viabilidad funciones importantes.
más adelante. El género y el parentesco no son simplemente dos Por razones de espacio no es posible realizar una explicación com-
estructuras independientes que han terminado por quedar enreda- pleta de esta posición, de manera que sólo enunciaré aquí la conclu-
das funcionalmente en el registro etnográfico. Más bien, el género sión general.
es inherente a la naturaleza misma del parentesco y que no podría En las sociedades primitivas caracterizadas por una intensa
existir sin él: es su precondición histórica, y no un compañero so- reciprocidad general, un sistema de parentesco basado exclusiva-
ciotemporal. ¿Cómo puedo justificar esta afirmación? mente en la idea de crianza fallaría claramente en delinear catego-
Podemos aproximarnos al problema explorando la viabilidad rías incluso en la unidad nuclear, por ejemplo, los progenitores de
de un sistema de parentesco hipotético que carezca por completo de los hermanos mayores. Si la característica definitoria de la cate-
la distinción de género. Lo primero que advertimos es que la dis- goría "progenitor/a" consistiera en cuidar y alimentar a los/las
tinción sexual está también por fuerza ausente de un sistema se- niños/as, se vería debilitada, ya que tanto los progenitores como
mejante; en efecto, es difícil imaginar un sistema social específico los abuelos participan en la crianza de los/las pequeños/as. En
respecto del sexo (es decir, el parentesco) que no utilice la distin- verdad todas las categorías -progenitor/a, niño/a, hermano/a y
ción sexual en la forma como distribuye diferencialmente estatus cónyuge- tenderían a ser dominios semánticos con fronteras va-
y papeles -es decir, no sujeto también al género. Pero un sistema riables, y no incluirían ningún catálogo fijo de relaciones. Por tal
de parentesco hipotético como éste, ciego ante la diferenciación razón los modelos procreativos son esenciales para los sistemas de
sexual, colocaría restricciones rigurosas en su concepto fundamen- parentesco, puesto que proporcionan los puntos genealógicos dis-
tal de consustanciación. Es evidente que la sustancia procreativa tintos que vinculan amplias categorías sociales... una especie de
quedaría excluida, al igual que el modelo genealógico en general. mapa social. También hay otras debilidades en este sistema. A
Esto se deriva del hecho que la distinción entre la sustancia mascu- causa de lo nebulosas que son las distinciones generacionales,
lina y la femenina es inherente a las ideologías procreativas, lo sería difícil exhibir líneas claras de descendencia. Más aún, las
mismo que los papeles que desempeñan en constituir el ser físico funciones sociales críticas, tales como la procreación y el impor-
y social del niño. Aun aquellas culturas que niegan la importan- tante mecanismo de alianza de la adopción de niños/as, quedan
cia de cualquiera de las sustancias masculina o femenina, hacen completamente fuera del sistema de parentesco, con lo que uno se
implícitamente una distinción sexual. En consecuencia, nuestro hace preguntas en tomo a su viabilidad. En resumen, un sistema
sistema de parentesco sin género debe apoyarse en algún tipo de de parentesco carente de género no hace ninguna de las cosas
ideología de crianza que excluya a la procreativa. Pero incluso en que debería hacer un sistema de parentesco. En realidad no es pa-
tal caso el amamantamiento y la leche materna deben descartarse rentesco en absoluto.
como el sustrato simbólico del sistema porque también son de- Las consecuencias del análisis anterior dificultan la tarea que me
masiado específicos en lo que al sexo se refiere. Esto nos deja con propongo realizar, en virtud de que ahora es evidente por qué una
alguna idea más general de crianza (alimentación y cuidado de los sociedad anterior al género debe ser asimismo una sociedad; ante-
infantes) sobre la cual construir nuestro modelo de parentesco. rior al parentesco. De este modo, al dar cuenta del origen del sis;-
No creo que un sistema de parentesco, construido en un segmento tema de género no podemos recurrir a estructuras de parentesco o
tan estrecho del continuum de consustanciación, podría reprodu- causas relacionadas con este último. Nuestro modelo debe, por
cir sin ambigüedad sus categorías relaciónales de generación en tanto, describir un sistema social viable y cabalmente humano que
194 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 195

opere sobre principios diversos a aquellos que hemos llegado a mente de su sexo genético u hormonal. Lo que es crucial en la ac-
concebir como la esencia misma de lo humano: el parentesco. titud de los padres es la "apariencia genital", y por esta razón Mo-
ney recomienda practicar una cirugía plástica temprana (Money,
LA SEXUALIDAD DE GÉNERO:
1965: 10-12). Los resultados del trabajo de Stoller al respecto son
HETEROSEXUALIDAD EXCLUSIVA idénticos a los de Money.
Y OTROS TABÚES DEL INCESTO
Cuando resume la relación entre las hormonas y el desarrollo
psicosexual Money es categórico:
EN EL CORAZÓN de cualquier sistema de género se encuentran ideas
de lo que constituye una expresión sexual adecuada. Esto incluye Las hormonas que dan origen a la madurez sexual no tienen,
no sólo la mecánica de la sexualidad y el género del imaginario de acuerdo con toda la evidencia de que disponemos, ninguna
erótico de cada quien, sino el conjunto total de objetos, símbolos influencia determinante y diferencial en la dirección psico-
y fantasías que constituyen el erotismo normativo o lícito. (Por sexual en el varón y la mujer, y en el contenido de la imagina-
supuesto que el erotismo va más allá de cualquier normativa, pero ción perceptiva, la memoria y los sueños que puedan suscitar
esto no tiene importancia para mí en este ensayo.) Como podría es- o asociarse con la excitación sexual. Todo lo contrario: hay
perarse, hay mucha variación entre una cultura y otra en el ámbito una fuerte y presunta evidencia de orden químico [. . .] de que
erótico, al igual que en otros aspectos de sistema de género (Po- la hormona de la libido es la misma tanto para hombres como
•meroy, 1969: 4-6; Marshall y Suggs, 1971: 206-217). La gama abar- para mujeres, y es la andrógena. A nivel psicosexual, la fun-
ca desde pueblos como los etoro de Nueva Guinea, que de mala ción androgénica está limitada a una regulación de la intensi-
gana recurren al sexo heterosexual (Kelly, 1976), hasta la tradi- dad y frecuencia del deseo y excitación sexuales, mas no a los
ción judeocristiana, que insiste fóbicamente en él. La variación en patrones cognitivos del estímulo sexual. (Money, 1965: 14.)
el registro etnográfico sugiere que la sexualidad humana es plás-
tica y no está sujeta a patrones genéticos u hormonales rígidos, La plasticidad de la sexualidad humana ha sido colocada en un
sino determinada por las áreas simbólicas y del aprendizaje del esquema evolucionista por Saúl Rosenzweig (Rosenzweig, 1973).
cerebro. Lo anterior ha sido; verificado repetidamente durante los Según su punto de vista, conforme uno sube en la escala evoluti-
últimos 30 años por investigadores interesados en el desarrollo va, desde los mamíferos inferiores hasta los homínidos pasando por
psicosexual (Beach, 1947: 310; Money, 1965: 3-23; Stoller, 1974). los primates, hay una transformación que parte de una actividad
El trabajo precursor de Money sobre la identidad sexual de los sexual periódica hacia una continua, y desde un control externo/
hermafroditas muestra una dislocación total entre el sexo fisio- interno (hormonal) sobre la conducta sexual a un control autó-
lógico del infante hermafrodita (definido por los cinco criterios nomo (aprendido). La reproducción y la sexualidad dejan de estar
señalados más arriba) y la identidad erótica/sexual casualmente acopladas en la línea humana; el sexo se torna una actividad alta-
adoptada por el/la niño/a. La clave para predecir la posible iden- mente imaginativa, elaborada culturalmente y no confinada a las
tidad sexual del/la niño/a hermafrodita, según Money, son las áreas genitales como en los animales inferiores, sino a las "extra-
expectativas de los padres. Los padres que están convencidos de genitales", en todos los sentidos.
que su criatura es varón, educarán a un individuo que, con respec- Todo esto nos conduce a la inevitable conclusión que desde
to de todo, piensa, siente y actúa como un varón, independiente- hace tiempo admitió el psicoanálisis y confirmaron investigadores
196 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 19Í

recientes tales como Money: los seres humanos llegan a este este tipo de matrimonio, no es inapropiado pensar que puede ser
mundo como criaturas bisexuales (Freud, 1923: 31; Stoller, 1974; a menudo un asunto ritual que no tiene nada que ver con el sexo
Money y Tucker, 1975: 16). La heterosexualidad exclusiva debe y, consecuentemente, con el incesto. Confundir las reglas del in-
verse, según dice Gayle Rubin, como un "proceso instituido" (Ru- cesto con las del matrimonio y/o las relaciones genealógicas es
bin, 1976: 180). Si definimos los tabúes sexuales de una manera uno de los muchos pecados de la sociobiología, la cual querría que
amplia, como restricciones institucionales o culturales respecto de las reglas sexuales y las de matrimonio fueran iguales, y estable-
la sexualidad, entonces la heterosexualidad exclusiva es un tabú cer correlaciones entre ambas clases de conducta con distancia
de incesto: un rasgo estructural de los sistemas sociales en los que genealógica.9
está presente.5 Al definir de este modo las restricciones del inces- En la sección anterior sostuve que deberíamos mantener el
to, las separo tajantemente de las reglas de matrimonio (con las parentesco y el género analíticamente por separado, sin importar
cuales pueden o no traslaparse) y del "emparentamiento" genealó- cuan sutilmente entretejidos los podamos encontrar. Yo formu-
gico (con el cual pueden o no estar correlacionadas positivamen- laría el mismo argumento acerca de las restricciones del incesto
te). Si se reúnen estas tres clases de fenómenos bajo el encabezado respecto de la sexualidad y las restricciones sexuales relativas a
del incesto, se genera una confusión considerable respecto del los estatus de parentesco u otras clases de estructuras (tales como
tema.6 El tabú de incesto es, después de todo, una categoría analí- el adulterio), aun cuando en la práctica obviamente se traslapan e
tica -nuestro concepto, no el de los nativos-, y por esta razón de- interpenetran. En efecto, Goody (1969) nos recuerda que si consi-
bemos ser claros en cuanto a su significado. Sabemos, por ejem-
plo, que algunos compañeros del clan pueden compartir de modo
perfectamente legítimo el mismo lecho pero quedar completa- excepción importante. En treinta sociedades bantú del sur, la práctica de mujeres que
tomaban "maridos mujeres" es legítima y no poco frecuente. Este arreglo de matrimonio
mente fuera de los límites en lo que concierne al matrimonio; formal no incluye sexo homosexual; los "maridos" permiten a sus esposas tener amantes
asimismo, los primos cruzados pueden considerarse de manera hombres a fin de que tengan descendencia -una función importante de este tipo de matri-
monio. Lo interesante es que esta forma de matrimonio ritual prevalece en el círculo de
muy diferente según se trate del matrimonio y el sexo. En todos mujeres reales o con prominencia política (O'Brien, 1977: 107).
los estudios del matrimonio de hermano con hermana en las fa- 'Tales son los puntos de vista de Norbert Bischof (1975), quien mantiene que el
milias reales incas, egipcias y hawaiianas, no está claramente tabú del incesto es una expresión cultural de una tendencia fundada genéticamente para
impedir la ausencia de mezcla genética. Dicho autor apunta los mecanismos conductuales
demostrado hasta qué punto están rompiendo tabúes de incesto en el mundo animal que previenen los apareamientos cercanos, y después sostiene que
interfamiliar, es decir, teniendo relaciones sexuales.7 En otras pa- dado que esto es adaptativo con el tiempo pasa a ser parte del código genético; de este
modo, los Homo sapiens han adquirido una predisposición innata para evitar casamientos
labras, si el sexo no implica matrimonio, este último puede no cercanos. Frank Livingstone, citando el trabajo de Bischof en un artículo reciente, argu-
siempre implicar sexo.8 Dada la naturaleza altamente política de menta con vehemencia contra las debilidades de esta posición (1978). Primero, rechaza la
¿ aseveración de Bischof de que los apareamientos son raros en la vida salvaje aduciendo
5
E1 trabajo de Rubin (1975: 178-180) contiene la primera y única referencia a esta evidencia en contra; después advierte que si hay selección contra apareamientos cercanos,
idea con la que me he topado. ello no sucede así en muchas poblaciones en el mundo donde encontramos coeficientes
6
Si lo desea el/la lector/a puede consultar a Aberle et al., 1971: 346-355; Ellis, 1963: muy elevados de crianza sin mezcla genética. Por ejemplo, los yanomamo tienen un coe-
123-132, y Fox, 1967: 54-76 para descripciones condensadas de los enfoques principales ficiente de 0.5; ¡el apareamiento puro de hermano con hermana arrojaría un coeficiente,,de
respecto del tema del incesto. sólo el 0.25! ¿Por qué -pregunta Livingstone- se rechazan selectivamente sólo algunas*
'Véase, por ejemplo, el manejo de Murdock de este asunto (Murdock, 1949: 13, clases de apareamientos cercanos y otros no? Aquí centra la puntería sobre la confusión
266). aludida: Bischof quiere sostener que así como hay una estrecha correspondencia entre el,
8
Pese a la generalización de Fox, "ninguna sociedad (creo) es lo suficientemente apareamiento y la distancia genealógica entre los subhumanos (lo cual es debatible), lo
cruel como para proscribir el sexo del matrimonio" (1967: 54); hay por lo menos una mismo ocurre con el Homo sapiens, lo cual no es precisamente así.
198 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN tí*

deramos las restricciones sobre la sexualidad como un vasto cam- a la inversa, lo que es deseable y correcto acerca de los hombres y
po cultural, cada cultura divide tal esfera en forma diferente.10 Nq mujeres de la propia raza. Una prohibición ostensiblemente racial
obstante, para nuestros propios fines analíticos es útil considerar está formulando de una manera implícita enunciados normativos
todas las restricciones institucionales sobre la sexualidad como acerca de todos los hombres y las mujeres acerca del género.
pertenecientes al locus del sistema de género, pese al hecho de En segundo lugar, a pesar de que todas las restricciones sobre
que tales restricciones puedan expresarse en un idioma de paren- la sexualidad formulan enunciados de género -pueden traducirse
tesco, religioso, de casta y de raza, y que cumplan funciones pecu- al dialecto del género-, lo contrario no es siempre cierto. Esto es, al-
liares de aquellos campos culturales. Ofrezco tres puntos de vista gunas restricciones institucionales, si bien pueden justificarse o
para justificar tal posición. validarse por formas religiosas o de otra índole cultural, se originan
En primer término, todas las restricciones sexuales de un tipo y funcionan principalmente como parte del sistema de género; se
estructural producen enunciados de género. Esto es, independien- resisten a la reducción. La heterosexualidad y la homosexualidad
temente de cuál sea el idioma o esfera cultural, estructuran, pres- exclusivas son dos de tales restricciones.
criben o crean actitudes y conductas con respecto a las relaciones En tercer lugar, al colocar todas las restricciones sexuales den-
intragénero e intergénero. Considérese, por ejemplo, que un im- tro del campo del género, tenemos libertad para ver por lo menos
pedimento racial a las relaciones sexuales no sólo revela lo que es algunas formas de incesto como independientes del parentesco y,
incorrecto respecto de los hombres y las mujeres de otra raza, sino, como el género, anteriores a él. Esto nos permite considerar el in-
cesto como una fuerza causal en la evolución del parentesco, más
10
En el capítulo 2 de su libro Comparative Sludies in Kinship, Goody (1969) señala que sólo su resultado. Éste es exactamente el papel que la hetero-
que no son sólo los esquemas clasifícatoríos los que difieren, sino las sanciones asociadas sexualidad exclusiva desempeñará en los planteamientos que haré
con los tipos de ofensas sexuales y la aspereza de las reacciones emocionales respecto de
tales ofensas. Así, entre los ashanti, el incesto padre-hija, aunque se castiga tan rigurosa- en relación con la sociedad anterior al género.
mente como el incesto madre-hijo, está clasiñcado con un conjunto diferente de prohibi- En resumen, la sexualidad humana es en esencia de naturaleza
ciones sexuales. Y una vez más, en contradicción con nuestras expectaüvas culturales, los
tallensi patrilineales consideran deshonroso el sexo entre hermano y hermana, pero me- plástica y bisexual. La heterosexualidad exclusiva es, por lo tanto,
nos grave que el nefando crimen de tener relaciones sexuales con la esposa de un hermano una restricción institucional sobre la sexualidad, un tabú del in-
de clan. Los ashanti matrilmeales, más cercanos a nuestras expectativas, invierten estos
juicios morales. El argumento de Goody es que nuestra distinción específica cultural entre cesto que va contra nuestra biología y contra parte de la estructura
adulterio e incesto se basa en nuestra idea bilateral del parentesco y puede ser inapropia- del sistema de género. Otra manera de formular este asunto es decir
da y engañosa cuando se aplica a otras culturas, en particular, a las unilineales. Sostiene
que la estructura de descendencia y/o alianza de una sociedad regula el modo en que el
que la sexualidad se convierte en un principio social ordenador
dominio de las restricciones sexuales es reconocido y cómo se aplican las sanciones. sólo cuando se la limita y controla -sólo cuando se la incorpora
Goody señala una distinción analítica crítica para el estudio de las restricciones sexuales
entre una cultura y otra: prohibiciones en el interior del grupo versus prohibiciones grupo-
en una ideología de género. Los tabúes del incesto en general y la*
esposa. heterosexualidad exclusiva en particular, lo mismo que el paren^
Esta distinción es útil, particularmente en sociedades caracterizadas por grupos de tesco, son formas sociales de género elaboradas. De este modo,*is
descendencia unilineales colectivos, pero no es suficiente para explicar la naturaleza ge-
neral de las prohibiciones sexuales. El intento de reducir el incesto a determinantes de sociedad previa al género es necesariamente bisexual y: carente?
estructura social (descendencia/alianza) está condenado a serias limitaciones. La univer- totalmente de restricciones sobre la sexualidad. El problema para
salidad o cuasi universalidad de las prohibiciones intrafamillares, de las prohibiciones de
la homosexualidad (o restricciones de la heterosexualidad) deben abordarse a partir de los nuestro modelo es explicar de qué manera esto puede ser un esta-*
principios más básicos que organizan la estructura de las relaciones de género, y desde un do de cosas viable, y cómo la sexualidad se torna, a fin décuentas)
análisis de la manera en que esos principios en turno moldean la dinámica en la unidad
socializante, el desarrollo psicosexual y los procesos psicodinámicos en general. sexualidad de género. • '-' - ' ' •
200 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 201

LA JERARQUÍA DE GÉNERO:
bolos de género: un proceso social debe estar imbuido de signifi-
TEORÍAS DE LOS ORÍGENES VERSUS
cado antes de que pueda reproducirlo. Hay todavía otra aproxima*
TEORÍAS DE LA REPRODUCCIÓN
ción al problema, la que muestra el trabajo de Rubin con respecto
al papel del parentesco e intercambio matrimonial para reproducir
EN TÉRMINOS generales, cómo y por qué una forma sociocultural la jerarquía de género. Este brillante intento de sintetizar a Marx,
viene al mundo puede tener poco o nada que ver con los medios a Freud y Lévi-Strauss sitúa el peso mayor de la reproducción sim-
través de los cuales se reproduce de generación en generación, y bólica de la jerarquía de género sobre el intercambio de mujeres
con la forma en que se relaciona con otros elementos del sistema en los sistemas de matrimonio. Este intercambio fija e institucio-
social. El primero es un problema evolutivo; el segundo, uno fun- naliza la idea de la mujer como el "otro", objeto y subordinado. Ru-
cional. Una explicación completa intenta unir el modelo evolutivo bin defiende la idea, y creo que acertadamente, de que por mucho
y el funcional en otro nivel teórico. que esté ligado el sistema de género con otros aspectos de siste-
Uno de los problemas con las explicaciones de los orígenes en mas complejos, como la clase, permanece no obstante autónomo
la bibliografía sobre el género es que no se distingue correctamen- en virtud de su locus reproductivo en el sistema de parentesco.
te entre estas dos clases de esfuerzos: sus intentos por explicar la En el desarrollo de mi modelo volveré sobre todas estas ideas.
jerarquía de género presuponen lo que desean explicar -el sistema
de género. En otras palabras, en realidad son teorías de la reproduc- RESUMEN
ción. Esto es verdad respecto de cuatro trabajos que han influido
ampliamente sobre mi propio pensamiento: Chodorow, 1979; Ro- PERMÍTASEME concluir esta parte del ensayo con un inventario de
saldo, 1979; Ortner, 1974,,y Rubin, 1975. Cada uno de ellos, des- las condiciones que el modelo debe satisfacer y las restricciones
de su propia perspectiva, hace, una contribución importante a una para su construcción.
teoría de la reproducción del, sistema de género. Permítaseme ca- Primero, debe explicar cómo surgió el género como un siste-
racterizar brevemente estas posiciones. ma de significados -por qué el sistema es umversalmente bipolar
Chodorow analiza la dinámica estructural de la familia como y por qué están ambas categorías estratificadas universalmente.
unidad socializadora para dar cuenta de los rasgos universales de la Segundo, puesto que el parentesco, el matrimonio y la familia
personalidad masculina y femenina, mientras que Rosaldo, con un son instituciones relacionadas con el género, el modelo debe dar
enfoque más amplio,, apunta a la división entre el dominio públi- razón del advenimiento del sistema de género, sin referencia a
co (masculino) y el dominio, privado (femenino) como el sustento ninguno de ellos; en realidad, el parentesco es el que debe expli-
básico social y estructural del dominio masculino universal. Am- carse por el advenimiento del género. Al mismo tiempo, el modelo
bos puntos de vista son coherentes y complementarios entre sí. debe describir una sociedad anterior al género que sea factible,
Desde un ángulo diferente, Ortner considera la estructura misma que esté organizada en torno a principios que no son de parentesco-
del sistema de significado, que proyecta que lo masculino es igual y que tenga relación con lo que sabemos acerca de las restricciones^
a la cultura, y lo femenino,,a la naturaleza. Tiene un momentum tecnológicas y ecológicas de la sociedad de recolección/caza.* ,
' . .': 4.V3&.". '
reproductivo propio. Una vez más, esto es totalmente complemen- *Pese a que Cucchiari, unos párrafos más adelante, explícitamente-señala qu§|s&
tario de los dos primeros puntos de vista pues los actores, en un rehusa a emplear los términos de caza y recolección a causa de su connotación de gene-:
proceso social, deben ser capaces de disponer de un conjunto de sím- ro, y acude por tanto al vocablo forage (forraje, forrajear, merodear, saquear), he conser-
202 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN W3,

Tercero, debido a que la heterosexualidad exclusiva y otras res(as) y aquellas que cuidan a los niños (cuidadores/as de niños/as).
formas del tabú del incesto representan restricciones de género en Las categorías de recolectores(as)/cazadores(as) y cuidadores/as
una sexualidad plástica, tampoco pueden tener lugar en una socie- de niños/as son más que grupos funcionales, ya que encarnan
dad anterior al género. El modelo debe explicar cómo y por qué la principios de organización social. En otros términos, son grupos
sexualidad no restringida puede ser viable socialmente y de qué sociales ideales ligados entre sí por obligaciones y expectativas
modo se incorpora finalmente en un sistema de género. recíprocas. Para entender esto debemos señalar otra distinción
Cuarto, esta sexualidad plástica y autónoma implica un cerebro social que se realiza en la sociedad anterior al parentesco: aquélla
y una capacidad cultural y simbólica plenamente desarrollados. entre niños/as indefensos/as y adultos autosuficientes y social-
Esto es, la sociedad anterior al género debe ser una sociedad hu- mente responsables. Los/as niños/as como categoría social son
mana, no de primates ni de homínidos primitivos. Este punto será el medio o lenguaje mediante el cual se articula la relación com-
desarrollado en la sección "El género y el registro arqueológico", plementaria de los/as recolectores(as)/cazadores(as) y los/as cuida-
pero desde ahora debe quedar claro que el modelo no se propone dores/as de niños/as. De este modo, los/as segundos/as se conciben
' explicar la transición desde los homínidos a la sociedad humana, a sí mismos al cuidado de los/as niños/as de los/as recolectores
sino desde una clase de sociedad humana (anterior al género) a otra (as)/cazadores(as) y, recíprocamente, estos últimos se conceptúan
clase de sociedad humana estratificada según el género. a sí mismos como proveedores de quienes cuidan a sus niños/as.
Quinto, el modelo debe tratar de integrar su perspectiva evo- Esta relación ideal se celebra en varios rituales de la horda.
lutiva con mecanismos de reproducción: debe explicar tanto la Antes de analizar otras características del sistema de recolec-
génesis de las formas de género como su persistencia. tores(as)/cazadores(as)-cuidadores/as de niños/as, abriré un breve
paréntesis terminológico. El "protohombre" y la "protomujer" se
entenderán como designaciones anatómicas solamente. Es impor-
EL MODELO: LA SOCIEDAD ANTERIOR tante que separemos totalmente en nuestras mentes todas las acti-
AL GÉNERO Y SU TRANSFORMACIÓN. vidades, valores y significados asociados con los conceptos "hom-
ANATOMÍA DE LA HORDA BISEXUAL bre" y "mujer" de estas designaciones anatómicas carentes de
IGUAL QUE las sociedades cazadoras y recolectoras contemporá- género.
La naturaleza ideal o estructural de las categorías recolectp-
neas, la sociedad anterior al género o anterior al parentesco (estos
res(as)/cazadores(as) y cuidadores/as de niños/as no deberá con-
términos se utilizarán indistintamente) está organizada en pequeños
fundirse con su manifestación empírica y real. Como grupos
grupos u hordas, cada uno con derechos de uso primarios respecto
sociales, su pertenencia no es ni fija ni permanente ni sujeta á"
de los recursos de un territorio definido. Hay dos categorías prin-
prescripciones. No se nace siendo recolector(a)/cazador(a) o cui-
cipales de personas en la horda anterior al parentesco: aquellas que dador/a de niños/as, ni hay base alguna para exigir una pertenencia
cazan y recolectan en la comarca (los/as recolectores(as)/cazado- permanente en cualquiera de los dos grupos. De hecho, la compo-
sición de estos grupos sufre alteraciones considerables a lo largó'
vado no obstante tales términos en virtud de que los equivalentes en castellano de "forage" del tiempo. No obstante, en cualquier momento hay individuos*
-"forraje", y sus derivados, "forrajero/a", "sociedad forrajera", etcétera-, no transmiten que son primordialmente recolectores(as)/cazadores(as) y cuida-
con exactitud la idea del autor y.distorsionan lo que en antropología se ha entendido tradi-
cionalmente por el concepto "caza y recolección". (Nota de traducción.) dores/as de niños/as. „<•<
204 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 205

Es de importancia crucial no confundir la división recolec- Hay otro aspecto de la relación recolector(a)/cazador(a)-cui-
tor(a)/cazador(a)-cuidador/a de niños/as con la división sexual del dador/a de niños/as que necesitamos entender: la dimensión espa-
trabajo encontrada en sociedades de parentesco. Como Lévi-Strauss cial. Los/as recolectores(as)/cazadores(as), que operan fuera del
lo reconoció hace mucho tiempo, la división del trabajo es de he- campamento de la horda, por lo general se internan en los campos
cho "artificial", es decir, es una dicotomía cultural -"un recurso lejanos para buscar comida, mientras que los/as cuidadores/as de
para instituir un estado recíproco de dependencia entre los sexos" niños/as se quedan cerca. Aparte de su tarea principal, los/as cui-
(Lévi-Strauss, 1971: 346). En otras palabras, la división sexual del dadores/as de niños/as explotan cotidianamente los recursos lo-
trabajo es en realidad la división del trabajo con base en el géne- cales, con lo cual hacen una aportación a la reserva calórica de la
ro. Por esta razón me rehuso a acudir a la terminología "caza y horda. En muchas ocasiones su contribución sobrepasa la de los/as
recolección"* porque si se define una categoría aparte llamada recolectores(as)/cazadores(as), pero al mantener la conveniente
"caza" parece que se hace una distinción valorativa respecto del ficción de que la comida recolectada por los/as cuidadores/as no
género, más que una designación de una clase particular de acti- es "apropiada", el contrato social entre los/as recolectores(as)/ca-
vidad. Por ejemplo, las mujeres realmente cazan animales peque- zadores(as) y sus complementos nunca se viola. Existen ficciones
ños en el transcurso de las incursiones pero esto de algún modo se parecidas en sociedades contemporáneas de cazadores y recolec-
considera "recolección"; y los hombres siempre son los cazadores, tores basadas en el parentesco. Así, los/as recolectores(as)/caza-
independientemente de la proporción de juego que en realidad dores(as) y los cuidadores/as de niños/as no son sólo categorías so-
puedan tener sus actividades de subsistencia. De esta manera, la ciales ideales, grupos funcionales y actividades específicas, sino
existencia de una categoría de actividad por separado como "caza" también son actividades establecidas dentro de ciertas relaciones
parece estar basada en la existencia de la división del trabajo con espaciales: cuidador de niños/as-campamento y alrededores; re-
base en el género. colector(a)/cazador(a)-mundo exterior.
Es verdad que en cualquier momento uno encuentra en la so- Esta dicotomía espacio-social es desarrollada asimismo en
ciedad anterior al parentesco una preponderancia estadística de otros ámbitos: los/as recolectores(as)/cazadores(as) son los/as co-
protohombres que recolectan o cazan y de protomujeres que cui- merciantes y sólo responden por contactos y relaciones entre hordas,
dan niños/as; pero estas características empíricas no son las defi- mientras que los/as cuidadores/as de niños/as son responsables de
nitorias de estas categorías, tal como las ven los propios actores. todas las actividades del campamento, incluyendo la construcción
de albergues. También a cada grupo por separado le corresponde
También es cierto que si bien los protohombres participan como
el manejo ritual de las relaciones con espíritus que habitan en sus
cuidadores de niños, sólo las protomujeres pueden embarazarse y
dominios respectivos.
amamantarlos. De hecho, esto figurará de manera prominente en
En consecuencia, podemos decir de la estructura social de -la
la evolución del género; no como un hecho biológico, sin embargo,
sociedad anterior al parentesco que, si bien hay principios estruc-
sino como parte de una dialéctica social e ideológica que discuti-
turales que dividen actividad y espacio, no dividen a la gente e¿n
remos en breve. Por el momento, el punto importante es que en
grupos exclusivos. Los papeles y estatus no son prescriptiyosj»
uno u otro momento cualquiera puede desempeñar ambos papeles. permanentes y existe la tendencia a compartirlos entre todos. Es^>
tiene consecuencias para la estructura de la ideología y la QQSTÜJ^
* Cfr., nota supra. logia. Para mí es como un artículo de fe el que los seres«humanQi
SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 207
206

tienden a ver el mundo que definen como no-humano, es decir, la Esta visión de una división del trabajo anterior al género se
naturaleza, a través de los lentes de sus relaciones sociales. Por opone a la hipótesis de que la división sexual del trabajo (el hombre
tanto, desde mi perspectiva, la visión del mundo de la sociedad es cazador; la mujer, recolectora) en las sociedades de caza/reco-
anterior al parentesco era unitaria, además de que no daba cabida lección es el resultado de la interacción de imperativos demográfi-
a rígidos dualismos como si fueran una cualidad inmanente de la co-ecológicos. Ernestine Friedl ofrece un modelo de este tipo en su
naturaleza. Esta percepción de la cualidad unitaria de la natura- libro Women and Men: an Anthropologist's View (1975). Debemos
leza servía a modo de mandamiento que se acataba como máxima examinar esta importante posición.
moral sobre lo que debía ser la sociedad buena y correcta. La so- La autora subestima el punto de vista que aquí se ha adopta-
ciedad anterior al parentesco es, en consecuencia, fieramente de- do de que las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres no
I'H
¡t mocrática en su insistencia en que todos sus miembros compartan pueden explicar la exclusión de las mujeres de la caza. Acerca de
una experiencia unitaria de la vida. Prefiero catalogar esta ideolo- las ventajas que los hombres tienen sobre las mujeres, dice:
gía como unitarismo y no como igualitarismo, porque este último
es característico de la sociedad de parentesco, que está estratificada Pero aunque tales ventajas hacen sin duda que los hombres
que poseen estas características físicas en grado sobresalien-
según el género -de ahí su preocupación por la igualdad. La so-
ciedad anterior al parentesco, por otro lado, no tiene contradiccio- te sean los mejores cazadores potenciales, es difícil ver por qué
nes que mediar, ninguna categoría que igualar; su preocupación se habrían de convertirlos en los únicos cazadores. El traslape
orienta más bien hacia la identidad -la identidad universal. Como entre los sexos con respecto de las características físicas se-
mostraré más adelante, el unitarismo es una espada de doble filo ñaladas es considerable. (Friedl, 1975: 18.)
con respecto a la estabilidad de la sociedad anterior al parentesco.
Antes de pasar al área crítica de las relaciones sexuales, hay El problema es, entonces, "¿por qué no pueden tanto hombres
varios asuntos aún pendientes de revisar. Si bien es cierto que la como mujeres ser responsables tanto de la caza como de la reco-
participación en el sistema recolector(a)/cazador(a)-cuidador/a de lección?"
niños/as no tiene carácter prescriptivo y es flexible, ¿qué es lo que La respuesta, para Friedl, radica en el hecho de que las muje-
asegura que se efectúen las tareas necesarias de supervivencia? res deben cargar con los niños en el doble sentido de darles naci-
Primero, deberíamos advertir que habría la tendencia a que exista miento y de llevarlos cargados. Además, puesto que las mujeres
un núcleo estable de gente dentro de cada categoría, un núcleo recolectoras tienen que cargar a sus hijos consigo mientras salen
fundamentado en imperativos biológicos (sólo las protomujeres de caza, deben espaciar mucho sus nacimientos para asegurar su
pueden tener niños y amamantarlos) y en talentos y habilidades supervivencia y la de ellos. Esto impone una restricción demográr
personales (por ejemplo, los cazadores expertos). Segundo, se es- fica en las actividades de las mujeres: para que una sociedad car
tablecerían límites sobre la división numérica de la horda dentro zadora-recolectora se reproduzca, las mujeres deben estar ya sea
de ambas categorías atendiendo a las necesidades del trabajo de embarazadas o bien amamantando continuamente a sus hijos, sin
cuidar niños: demasiada gente estaría moralmente obligada a po- que les quede ninguna oportunidad para aprender o participar en^as
ner sus energías al servicio de la caza/recolección. Tercero, también
cacerías. , ¿yfe
debe advertirse que la división del trabajo no es en sí tan extrema:
La dificultad de este argumento, que suena plausible, estriba
los/as cuidadores/as de niños/as también forrajean. Esto propor-
en sus supuestos subyacentes. Asume que cada mujer esírespons
ciona una gran flexibilidad a la participación individual.
LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 209
208 SALVATORE CUCCHIARI

sable por el cuidado y amamantamiento de su propio hijo, es de- nes de la división del trabajo basada en la idea de género. Segun-
cir, que el cuidado infantil no es colectivo; que cada mujer debe do, nunca puede atribuirse a la demografía una eficacia causal
cargar a su propio hijo y que en general sólo las mujeres transpor- primaria. Tal como lo demuestra el trabajo de Godelier sobre los
tan niños; que los hombres no participan en el cuidado de los niños sistemas australianos de matrimonio, la demografía es una suma
y las actividades de las mujeres. Estos supuestos describen fiel- o expresión de relaciones sociales de producción, y no su causa
mente algunas condiciones de sociedades cazadoras y recolectaras (Godelier, 1975). Por lo tanto, podemos decir que dada la división
contemporáneas, precisamente las condiciones que necesitamos del trabajo, dada la familia y dado el sistema de género, las con-
explicar y no dar por supuestas. sideraciones ecológicas y demográficas citadas por Friedl sí tienen
Si procedemos con un conjunto diferente de suposiciones, la efectos restrictivos o conservadores en la sociedad forrajera. Pero,
logística y la dinámica demográfica de la sociedad cazadora/reco- de nueva cuenta, esto es propiamente una teoría acerca de la re-
lectara empiezan a verse de forma bastante diferente. Por ejemplo, producción social, no de los orígenes.
. se podría fácilmente cuidar a los niños en el campamento mien-
tras algunas mujeres van a cazar o a recolectar. ¿Es esto práctico? LA SEXUALIDAD ANTERIOR AL GÉNERO:
Oakley da cuenta de los casos de varias sociedades primitivas en GENITÓFUGA Y AUTOSUBLIMANTE
las que las mujeres dan el pecho colectivamente (Oakley, 1972:
COMO SE indicó en la sección "Condiciones y restricciones", la
133). Además, si los hombres ayudaran en el cuidado y transporte
de los niños, tal como lo hacen los niños mayores y la gente grande, sexualidad en la sociedad anterior al género es tanto bisexual como
esto permitiría a las mujeres tener tiempo y movilidad para cazar. carente de restricciones. Hasta este momento de nuestro análisis
No sé de ninguna razón ecológica, demográfica o adaptad va por tales términos han significado, respectivamente, poco más que
la que los hombres deban permanecer aislados de las actividades flexibilidad en la selección del objeto sexual y promiscuidad. En
de las mujeres durante los periodos prolongados y flojos entre una esta sección iremos más allá de estas definiciones de trabajo para
y otra cacería. Este aspecto de la conducta masculina sólo puede poner al descubierto el significado más profundo de estos térmi-
entenderse como expresión de una ideología de género que en nos. Procedemos de lo negativo a lo positivo: primero con cuatro
modo alguno puede reducirse a variables ecológicas. El cuidado puntos sobre lo que la sexualidad previa al género no es, y después
comunal de los niños por parte de todos los miembros del clan con un examen positivo de su posible estructura.
recolector/cazador permitiría una variabilidad mayor en la fertili- 1. Las diferencias anatómicas entre los protohombres y las
dad, de las mujeres (algunas tendrían más hijos, otras menos y protomujeres no son reconocidas sistemáticamente. Para nosotros,
otras más, ninguno) y probablemente una mayor tasa de natalidad que vemos el mundo a través de las lentes del género, esta idea
en general. En resumen, diferentes relaciones sociales y producti- puede parecer risible; pero debemos recordar que la percepción e$
vas dan como resultado diferentes demografías. condicional. Percibimos las vaginas y los penes no sólo como ras«
Friedl toma el modo familia/hogar de organizar el trabajo y la gos biológicos, sino que los aprehendemos como signos llenos d¿
reproducción como un hecho dado, y luego señala hacia la diná- significados que representan categorías de género: signos que spnj
mica demográfica que dicho modo crea como causa primaria de opuestos pero del mismo tipo fundamental. La morfología,-.íkrtói
* • "*' *Sif ^ffpf

la división del trabajo. Esto es circular por partida doble. Primero, genitales no necesita en absoluto este punto de vista. j
como he dicho, la familia y el hogar son por sí mismos expresio- en una cultura heterosexual, donde habitualmente los
210 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 211

opuestos se contrastan y donde el sexo heterosexual y la reproduc- 4. Por todas estas razones, la expresión sexual intensa y sin
ción se hallan firmemente vinculados, lo único "natural" es en- restricciones en el seno de la horda es compatible con relaciones
tonces que las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres sociales armoniosas. Otra manera de decir esto es que la sexua-
aparezcan como absoluta y totalmente obvias. Sin embargo, la so- lidad es periférica a la organización del grupo y la identidad per-
ciedad previa al género es bisexual, y el sexo heterosexual y la sonal, por lo cual no plantea ninguna amenaza a las relaciones
preñez no están asociados. Es bien sabido lo problemático que es interpersonales. No obstante, esta sexualidad sin límites no puede
el momento en el que el vínculo causal entre el sexo y la reproduc- equipararse con el adjetivo "promiscuo", ya que este término im-
ción se reconoce en sociedades primitivas heterosexuales (véase plica la transgresión de reglas sexuales implícitas o explícitas, que
Barnes, 1973). En la sociedad anterior al género y bisexual la co- no existen en la sociedad previa al género.
nexión entre la preñez de una protomujer y sus encuentros sexua- Con respecto a este último e importante punto (y respecto de
les (con ambos sexos) no serían ni remotamente evidentes. Pero otros) el concepto de la horda bisexual difiere de la antigua idea
hay una razón más poderosa para suponer que en la sociedad pre-
antropológica de la "horda promiscua".11
género el sexo y la reproducción no se consideran como si estu-
Esta discusión establece que, en notable contraste con la so-
viesen vinculados: la gente no tiene ninguna razón para desear
averiguarlo, ya que tal conocimiento no tiene relevancia alguna ciedad de género, el sexo en la sociedad anterior al género no es
para ningún aspecto de la vida social. La filiación y el origen son un elemento social estructural; no es significativo en la autodefini-
cuestiones que simplemente no se plantean, porque los/as niños/as ción de las personas, y en general es una categoría más limitada
pertenecientes a la horda tienen derechos jurídicos plenos por el del pensamiento. Pero todo esto no significa que la sexualidad
sencillo hecho de haber nacido de cualquiera de las (proto) muje- previa al género no juegue ningún papel social o, más importante
res del grupo. Podemos reforzar aún más este punto diciendo que aún, que carezca de una organización característica en el nivel in-
el hecho de no saber concuerda con las relaciones sociales pre-
valecientes, mientras que saber podría ser desgarrador, esto es, "La idea de promiscuidad, tal como la utilizaron los evolucionistas, denotaba el
contraste entre la condición inmoral original de la humanidad y su etapa final de vida
violaría la idea de los derechos comunes sobre los/as niños/as. De familiar monogámica, es decir, la perfección moral de la civilización occidental. A través
este modo, la primera característica de la sexualidad previa al de una serie de etapas o acontecimientos clave, la humanidad se transformó del libertinaje a
género es su separación cognitiva de la reproducción. la castidad. Así, ciertas formas de matrimonio no occidental —la poligamia, la poliandria-
se consideraban como mejoras morales en comparación con la absoluta promiscuidad del
2. La sexualidad no es una parte importante de la identidad. estado original. La tarea de mostrar la evolución moral de la especie está ejemplificada en
La gente puede diferir eri su capacidad, habilidad y necesidad las obras de C.S. Wake (1878), Westermarck (1922) y C.M. Williams (1893); pero la idea
sexuales; pero no hay manera 'de vincular estas diferencias a los de progreso moral impregna profundamente aun las obras de los evolucionistas más
socioestructuralistas -Morgan (1871), Bachofen (1861), McLennan (1886) y Lubbock
grupos sociales estables, las categorías sociales o los símbolos. (1871).
Esto por supuesto se relaciona estrechamente con el hecho de que No es necesario decir que la idea de la horda bisexual y de la sociedad previa al
género no tiene nada en común con estas perspectivas moralizantes. Por lo demás, debería
la sexualidad no es un'principio ordenador social, es decir, no tie- advertirse que, en contraste con el concepto de una sociedad previa al género, la horda
ne que ver con el género. promiscua es una condición amorfa del límite entre naturaleza y cultura, no más que un
3. La sexualidad no es un aspecto importante de las ligas in- ársa dé preparación para un esquema evolutivo en particular. La sociedad anterior al
género, por otro lado, es una cultura estructurada y plenamente humana. Como contraste,
terpersonales. Esto se deriva directamente del punto dos; pues si las final, los primeros evolucionistas asumían de manera implícita que la promiscuidad pi\-
personas no se definen a sí mismas como sexuales, tampoco pueden mitiva era heterosexual. Tomaban la heterosexualidad exclusiva como un hecho dado de
la naturaleza y no, como insisto aquí, como un elemento estructural de la cultura. ,»•«•£
quedar definidas de este modo las relaciones entre las personas.
LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 213
212 SALVATORÉ CUCCHIARI
12
dividual. De hecho, sostendré que el desarrollo psicosexual, tanto sexual en los tipos masculino y femenino. La fuerza motora
en la sociedad anterior al género como en la de género, se ubica atrás de esta evolución es la represión, que toma las formas de la
bastante más abajo de las estructuras conscientes -papeles, iden- convención moral, la vergüenza y la repugnancia.13
Hablando en términos generales, entonces, el proceso psico-
tidad- y que su dimensión psíquica subyacente está organizada
sexual opera entre dos extremos polares. La sexualidad polimorfa,
siguiendo líneas cualitativamente diferentes que en la sociedad de
género característica. Para justificar el avance en esta hipótesis, perversa y descentralizada del infante es canalizada y moldeada
mediante la represión hacia su forma adulta genital localizada y
debemos hacer una breve incursión en la teoría sexual freudiana
centralizada. La organización sexual pregenital de la niñez es, por
para así poder entender mejor el término "bisexual".
lo tanto, uno de los sentidos importantes en los que Freud utiliza el
En Psychoanalysis and Feminism, Juliet Mitchell hace una
término bisexual y el más importante para nosotros aquí.14
evaluación de la idea de Freud sobre bisexualidad como su-gran
Debe subrayarse que, a pesar del uso que Freud hace del len-
"intuición" inicial y al mismo tiempo la última, enigma crucial de
guaje del instinto, su problemática no es biológica sino psicoso-
la problemática de la sexualidad humana que sigue sin resolución
cial: los instintos son siempre ideas en Freud, sólo cognoscibles a
-una problemática definida de manera única por el padre del psi-
través de sus representaciones psíquicas. Como Ricoeur ha demos-
coanálisis (Mitchell, 1974: 49). En una brusca ruptura con sus pre-
trado con rigor, los instintos en Freud son significados unidos con
decesores y contemporáneos, Freud concibe la sexualidad adulta
quanta de energía o impulsos: son vectores del deseo.15 Como
"normal" no como un instinto unitario, una respuesta preadaptati-
va activada en el organismo durante la pubertad, sino más bien tales, son construidos y heredados, no sólo en la socialización de
los individuos, sino también en la historia cultural de la especie
como un compuesto integrado por impulsos independientes que,
sin haber sido modificados en la infancia, buscan expresarse so- entera. Pero en esto radica el genio y la debilidad de la problemá-
bre toda la superficie del cuerpo y mediante las funciones corpo- tica sexual en Freud; porque, aunque la sexualidad se presenta
rales (vista, olfato, excreción). Al final, esta anarquía de instintos como una elaborada organización de significados, Freud no pos-
tula una teoría de la cultura capaz de generar y transmitir esos sig-
termina siendo orquestada y localizada en ciertas zonas erógenas
-oral, anal, etcétera. La localización va acompañada por el domi- nificados. Por el contrario, sus teorías culturales son esencialmente
nio, a medida que una zona particular llega a asumir por sí sola la 12
Los siguientes son algunos de los escritos importantes de Freud sobre el tema del
función de la descarga de tensión sexual, mientras que otras zonas desarrollo
13
psicosexual: 1905; 1915; 1923a; 1923b; 1924; 1925; 1931.
subdominantes y los instintos pierden los medios de su propia sa- ElAa lector/a puede abundar sobre las siguientes referencias, que ejemplifican el
empleo variable que hace Freud del concepto, incluyendo sus aspectos "raciales" o
tisfacción y funcionan únicamente como "placer previo" o como históricos: Fliess (1956:41-42); Freud (1905: 572,617,627; 1923a: 36-39; 1930:99,100).
14
intensificadores de la tensión sexual. Tanto Mitchell (1974: 42-52) como Stoller (1943) hacen un recuento de la forma
compleja y en absoluto coherente en que, Freud utiliza el concepto de bisexualidad:
El modelo freudiano del desarrollo psicosexual, con su suce- biológicamente, como la potencialidad bipolar inherente del tejido viviente; al nivel psí-
sión de zonas dominantes, especifica el dominio de los genitales quico, como la sexualidad pregenital y como la naturaleza andrógina de los procesos
psíquicos en general; y finalmente, en el plano sociológico, relacionado con aspectos conj
como el último periodo en el proceso. Junto con la primacía geni- vencionales de los roles sexuales masculino-femenino. La idea de la bisexualidad es cent
tal, Freud propone otras condiciones normativas que al final ad- tral para toda la empresa de Freud; a todo lo largo de su carrera, lo retó y lo frustró, y
durante ella evolucionó alejándose de lo biológico y orientándose hacia lo psíqnico. Aun'
quieren forma en el adulto por medio de este complejo y tortuoso así, al final de su vida, esta idea permaneció, para decirlo con Mitchell, como "un miste?
desarrollo: el amor al objeto versus el autoerotismo infantil; hete- rio no15resuelto" (Mitchell, 1974:49). . «'JES,
rosexualidad versus homosexualidad; la división del universo Véase Ricoeur, 1970: 65-67,368,369,375; Mitchell, 1974: 22. - • »5
214 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 215

estáticas y regresivas, analogías del proceso onírico individual y de recen como dadas biológicamente- y, por otro, las fuerzas contin-
la fijación neurótica que se extienden al estatus de identidades.16 gentes, variables, culturales/históricas que dan surgimiento a estos
En consecuencia, para explicar las tendencias universales en el hechos universales. Éste es, por supuesto, el modo en que he defi-
desarrollo psicosexual -la primacía genital o el complejo de Edi- nido toda la cuestión acerca de los orígenes del sistema de género;
po- Freud se apoya demasiado en la herencia filogenética de ves- y creo que hay algo más que una mera analogía en este caso. La
tigios en la memoria de sucesos culturales pasados. El significado primacía genital, como una forma de sexualidad altamente estruc-
tiende siempre a ser generado en el pasado e implantado a través de turada y centralizada, puede ser contingente históricamente, un
la memoria racial en el aquí-y-el-ahora. Lo que es más importan- correlato del sistema de género y otro de sus aspectos universales.
te, esto hace que sucesos arcaicos tales como la escena primordial De este modo, conforme la sexualidad humana se movió del ám-
sean como lecturas históricas del pasado de fenómenos observa- bito de la naturaleza para convertirse en un principio cultural orde-
dos clínicamente. Tal vez por esta razón las ideas culturales de nador, a medida que empezó a adquirir una forma social altamente
Freud parecen ir bastante más allá de la especulación y adoptan estructurada, se llevó a cabo un desarrollo paralelo en el nivel psí-
ana cualidad intemporal y mítica.17 quico. Si se hace a un lado el fatalismo y ahistoricismo de Freud,
La problemática sexual freudiana requiere, entonces, una do- su teoría de la sexualidad invita a concebir la posibilidad de que
ble e incisiva explicación: por un lado, las tendencias observadas la humanidad (pasada y futura) no necesita elegir entre la tiranía
universalmente en el desarrollo psicosexual -tendencias que apa- de la primacía genital o la anarquía de la bisexualidad infantil. En
efecto, una forma sexual intermedia entre estos extremos es ad-
16
El autor de Freud and philosophy también ilumina críticamente la naturaleza de la vertida como algo teóricamente posible dentro de la problemática
teoría psicoanalítica de la cultura. Con el trabajo onírico y la formación de síntomas como
los modelos del proceso cultural, la regresión salta al primer plano como el concepto freudiana expuesta por Marcuse, en su Eros y civilización, como
clave del análisis cultural de Freud. Los sueños son una especie de regresión temporal, algo teóricamente posible dentro de la problemática freudiana.
nocturna, en la cual el inconsciente expresa ideas prohibidas y reprimidas por medio de
un repertorio preexistente de símbolos culturales. En otras palabras, el trabajo onírico no Marcuse comienza su reinterpretación reconociendo que la
es un proceso creativo, sino más bien la recomposición de un antiguo problema con sím- sexualidad "civilizada" es el producto de un "principio de realidad
bolos culturales estereotípicos. De modo similar, los síntomas neuróticos son el retorno
del pasado, traumas reprimidos en una forma alterada. Ricoeur identifica la dificultad represivo". Esto es, la cultura se opone al desarrollo libidinal libre:
central: el psicoanálisis no tiene manera de ocuparse de nuevos significados, por lo cual los propósitos sexuales deben ser desviados o sublimados a fin de
debe acudir a los sucesos pasados para el nacimiento de significados críticos (Ricoeur,
1970: 512). Esto explica en parte la resuelta adhesión de Freud a la herencia filogenética
efectuar una cohesión social amplia y para que la labor de la socie-
de las ideas, a pesar de una oposición considerable dentro y fuera de los círculos psico- dad pueda efectuarse de manera suave y confiable. Pero, pregunta
analíticos (Paul, 1976: 312-314). Así, Ricoeur caracteriza las ideas de Freud sobre la cul- Marcuse: ¿es el principio de realidad un conjunto de condiciones
tura como una "arqueología" y "una revelación de lo arcaico, una manifestación de lo
primigenio" (Ricoeur, 1970: 440). externas absolutas e inmodificables? ¿Cuáles serían las caracte-
Este juicio debe modificarse un tanto por la tipología final de Freud (Freud, 1921; rísticas de una sociedad, una sexualidad y una sublimación no re-
1930) respecto de los instintos en Eros (los instintos de vida) y Thanatos (los instintos de
muerte). Aquí la cultura es el resultado de la batalla cósmica entre Eros y Thanatos, asis- presivas?
tida por Ananke (necesidad). Si bien esta nueva formulación se aleja decididamente del Como parte de su programa para purgar a Freud de su ahisto-
reduccionismo, es dudoso que muchos teóricos de la cultura la hayan encontrado de utili-
dad. La mayoría, como Geza Roheim, ha vuelto los ojos a la obra más temprana de Freud.
ricismo, Marcuse rechaza la idea de el principio de realidad y hade
El trabajo de Roheim es característico de este enfoque que considera culturas enteras ver que la represión es un fenómeno sociocultural y, por tanto, es
como manifestaciones diferentes de fijación neurótica, y cada una de ellas detenida en relativa a una situación histórica dada; así, solamente podemos ha-
algún punto a lo largo del continuum psicológico (Roheim, 1943: 81-82).
''Ricoeur, 1970: 207, 208. blar de un principio de realidad. Desarrollando esta idea reflexiona
216 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 217

sobre el hecho de que una sexualidad no represiva solamente es Esta extensión del erotismo significa que todas las activida-
posible en una sociedad no alienada, es decir, donde no ha madu- des individuales -incluso el pensar- y las colectivas, incluyendo
rado la contradicción entre trabajo y juego, y entre trabajo y ocio el trabajo, se transforman también en expresiones eróticas. Se tras-
-donde la dominación social no ha subordinado a una parte de la ciende la contradicción entre la cultura y la sexualidad, y los es-
sociedad como si ésta fuera un simple medio para la otra. Esto, fuerzos libidinales se tornan cohesivos para la cultura, en vez de
claro está, excluye tanto a las sociedades clasistas como a las de que sean una amenaza. Esta sexualidad genitófuga es lo que Mar-
género, y en consecuencia debemos buscar la sexualidad no re- cuse llama "autosublimante", y un erotismo autosublimante no
presiva ya sea en una futura era de liberación o en el pasado, en necesariamente queda siempre satisfecho por medio del coito.
una sociedad anterior al género.18 Dice Marcuse:
En esta misma línea de pensamiento,19 Marcuse sostiene que
Con esta restauración de la estructura primaria de la sexuali-
la sexualidad en la sociedad liberada y no represiva debe ser tam-
dad, la primacía de la función genital se rompe -lo mismo
bién no alienada, es decir, no subordinada a cualquiera de las fun-
que la desexualización del cuerpo que ha acompañado a esta
ciones de un órgano o para fines distintos a su propia satisfacción,
primacía. El organismo en su totalidad se vuelve el sustrato
como la reproducción. La sexualidad no represiva, por tanto, no
de la sexualidad, mientras que al mismo tiempo el objetivo del
es genitalmente dominante, sino más bien pregenital en su organi-
instinto no se halla ya absorbido por una función especializa-
zación: difusa, polimorfa y flexible. Marcuse la apoda "genitófu-
da, a saber, la de poner "los propios genitales en contacto con
ga"'(apartada de los genitales -Ferenczi, 1968), tomando prestado
los de otro del sexo opuesto" (205).
un término a Sandor Ferenczi. ¿Cuáles son las implicaciones de un
desarrollo psicosexual que no "desexualiza" el organismo o que
centraliza la expresión erótica en los genitales? Marcuse señala: Estamos ahora en posición de considerar la "bisexualidad"
anterior al género. Si se mantiene uno apegado al uso que Freud
El proceso que acabamos de describir implica no sólo una des- hace del término y a la interpretación de Marcuse de sus posibili-
carga, sino una transformación de la libido: de la sexualidad dades, la sexualidad previa al género es pregenital en cuanto a su
restringida bajo la supremacía genital a la erotización de toda organización, pero al mismo tiempo no es infantil ni regresiva en
la personalidad. Es una expansión más que una explosión de la su naturaleza. Como forma adulta y madura radica en alguna parte
libido: una expansión sobre las relaciones privadas y sociales del continuum psicosexual freudiano limitado por el polimorfismo
que tiende un puente sobre la brecha que entre ellas mantie- infantil, por un lado, y por la primacía genital, por el otro; en otras
ne un principio de realidad represivo. (201, 202, cursivas del palabras es genitófuga. El carácter autosublimante de esta forma
autor.) de sexualidad se aviene bien con las otras cuatro propiedades hi-
potéticas del erotismo anterior al género. De este modo, espera-»
18
Por supuesto que Marcuse nunca se refiere a una sociedad previa al género. De riamos una cultura que no ha reunido los genitales en categorías*
hecho, su distinción de "civilización" contra sociedad primitiva es bastante vaga. Sin
embargo, es clara su implicación de que la sexualidad no represiva pueda haber sido po-
culturales sistemáticas para también dejar de dar relevancia a¡lo&
sible en una sociedad no estratificada y anterior (primitiva), así como una posibilidad de- genitales en el nivel psicosexual (punto 1). De manera'siBaila^
finitiva en la sociedad sin clases del futuro (véase 1955: 215-217). una sociedad en la que la sexualidad no está estructurada enatit,»
"Marcuse desarrolla la mayor parte de esta concepción en su capítulo 10, "La trans-
formación de la sexualidad en Eros". sistema de reglas culturales es, probablemente, una sociedaAen-líf
218 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 219

que la sexualidad mantiene una organización más fluida en el ni- tienen que reajustarse continuamente. En las sociedades regidas
vel individual (punto 4). Pero, ¿y qué de los puntos 2 y 3? Man- por el parentesco esto requiere el establecimiento de lazos de filia-
tienen que la sexualidad de la sociedad previa al género no es un ción bajo cuya envoltura se distribuye a la gente y los recursos». Pero
elemento significativo de la identidad o de las relaciones.interper- la sociedad sin género carece de parentesco y de matrimonio. ¿Por
sonales, si bien el concepto de psicosexualidad genitófuga inclu- qué medios llegan las hordas a establecer relaciones significativas
ye una erotización universal tanto de la personalidad como de las unas con otras?
relaciones sociales. La contradicción es sólo aparente. Dado que En sí y por sí mismo, el comercio no puede proporcionarlas
la expresión erótica es un aspecto universal de la acción y el pen- porque el intercambio de bienes debe verificarse en una relación
samiento humanos, no puede funcionar como un principio o cate- mutuamente predecible y previamente existente. La sociedad de
goría que separe, defina o distinga un yo de otro y una clase de parentesco resuelve este problema explotando una de sus principa-
relación (o aspecto de una relación) de otra. les características: por el intercambio de mujeres, los grupos son
Es precisamente este carácter universal de la sexualidad el que llevados de inmediato a una relación que ambas partes entienden.
se transforma por la transición a la sociedad de género: en el pla- En otras palabras, el intercambio por sí mismo implica un conjun-
no social, las reglas vienen a separar el tiempo, el espacio y a las to ordenado de obligaciones y expectativas mutuas. Por tanto, esta
personas en esferas y relaciones sexuales y no sexuales; en el pla- relación proporciona la cobertura social, para una hueste completa,
no individual, la mente y el cuerpo quedan polarizados a lo largo de intercambios materiales útiles. Más aún, se ha transferido un
de un eje erótico. La primera (la transformación en el nivel social) recurso productivo y reproductivo importante, es decir, las mujeres.
está encarnada por las relaciones de género; la segunda, por la Todo este sistema descansa sobre la jerarquía de género: la idea de
primacía genital. Más adelante regresaremos a este conjunto de que los hombres tienen derechos sobre las mujeres (Rubin, 1975).
transformaciones; por el momento, habiendo completado la ana- En la sociedad sin género, no obstante, los grupos de adultos
tomía de la horda bisexual, examinemos las relaciones entre las no tienen derechos sobre otros adultos, aunque los adultos sí tie-
hordas. nen derechos sobre las criaturas, las que de nueva cuenta constitu-
yen el elemento aglutinante del sistema social. Cuando la horda A
INTERCAMBIO DE CRIATURAS Y ALIANZA regala a un infante a la horda B, ambas partes comprenden de in-
mediato los términos e implicaciones del intercambio. La horda A
DEBEMOS completar nuestra descripción de la sociedad anterior al está diciendo: "Tú, horda B, eres una cuidadora de niños/as para
.parentesco bosquejando la forma de relación entre las hordas. La nosotros/as, y nosotros seremos tus recolectores(as)/cazadores(as)"
primera pregunta que hay que contestar es por qué habrían de La horda B puede corresponder, lo que conduce a ambos grupos
querer o necesitar las hordas establecer lazos con otras hordas. a una relación recíproca como cuidadores/as de niños/as-recolec-
Después de todo, las relaciones sexuales se dan básicamente den- tores(as)/cazadores(as). O bien, las hordas podrán intercambiar
tro del grupo, y la horda es la unidad tanto de producción como criaturas en sistemas de intercambio generalizado. Cualquiera
de reproducción. Pero es la;unidad de reproducción solamente en que sea el arreglo, los mismos lazos afectivos y morales que ÜnSffi
un sentido estrecho. Las hordas deben asegurar su supervivencia en ayuda y cooperación mutuas, a los/as cuidadores/as de niñp|fa^
frente a condiciones demográficas y ecológicas irregulares: las con los/as recolectores(as)/cazadores(as) en el seno-deja1 Ho|
proporciones entre la cantidad de gente y los recursos disponibles también podrían unir a varias hordas. Mientras que la í
220 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 221

parentesco transfiere indirectamente los derechos a las generacio- LA REVOLUCIÓN DEL GÉNERO
nes futuras a través del intercambio de mujeres, la sociedad ante- *i«
rior al parentesco lo hace directamente mediante el intercambio de EL MODELO que he construido de la sociedad anterior al parentes-
infantes. Otra consecuencia es que los/as recolectores(as)/cazado- co, aunque es viable y estable, contiene una dinámica o dialéctica
res(as), como guardianes/as del mundo exterior, son principalmen- que conduce a la creación del género y, en última instancia, a la
te los responsables de llevar a cabo estos intercambios, a pesar de disolución de una estructura social anterior al parentesco. Dicho
que la elección de la criatura intercambiada recaería con toda pro- sucintamente, se trata de la contradicción entre la ideología uni-
babilidad en los/as cuidadores/as de niños/as. taria, con su insistencia en compartir una experiencia de vida, y la
El intercambio de criaturas no se restringe a la sociedad pre- asimetría biológica o la exclusividad de la capacidad de las pro-
gonero. Ha sido y es un elemento estructural en varias sociedades. tomujeres para tener y amamantar criaturas. Una vez que esta ex^
Las sociedades de Oceanía constituyen quizá los ejemplos más clusividad se transforma en una parte importante de la conciencia,
destacados, pero también se sabe que es una técnica de alianza la crisis en la sociedad anterior al parentesco se agudiza y necesita
importante entre los esquimales, los antillanos y las tribus afri- resolución.
canas. El punto aquí no es que la adopción contemporánea de Esto se traduce aquí en el intento de contener los efectos corro-
niños/as sea una especie de "supervivencia", sino que es una for- sivos de dicha conciencia. Una manera de hacerlo es santificar a
ma viable de intercambio social y alianza.20 las protomujeres y sus capacidades especiales, de forma similar
a como los navajo santifican al nadie. Esto sustrae el problema
20
Oceanía: Levy, 1973 y Carroll, 1970; esquimales: Friedl, 1975: 42; Antillas: San- del ámbito social: el poder especial de las protomujeres es ahora
ford, 1974; africanos/as: Schildkrout, 1973. sobrenatural, y no un reto para el sistema social tal como está cons-
La adopción es en todos lados una institución compleja y multifuncional. El aspec-
to de alianza de la adopción en las sociedades enumeradas la distingue de a) la adopción tituido. Pero esto prueba ser una solución temporal con consecuen-
en las sociedades occidentales contemporáneas donde funciona primordialmente para cias más desgarradoras que el problema que buscaba resolver.
rescatar a los/as niños/as de un sistema doméstico inadecuado; y b) la adopción en las
sociedades euroasiáticas tradicionales (romana, griega, china e hindú), donde sirvió como Una vez elevadas a lo sagrado, las protomujeres aparecen se^
método para obtener herederos para familias sin hijos y cabeceras nobiliarias. En las paradas como una categoría del pensamiento y quedan marcadas
primeras, el/la niño/a tiene problemas y en la última quien los tiene es el/la progenitor/a.
Goody (1969) se ocupa de éste y otros contrastes. como un grupo por sus características anatómicas distintivas.
El término alianza se utiliza aquí en un sentido amplio para incluir tanto los vínculos Aquellos rasgos estrechamente asociados con la reproducción
de parentesco intergrupales como las redes personales. En las sociedades de Oceanía y de
las Antillas la adopción se practica principalmente dentro del grupo de parentesco, pero la -genitales y pechos- se transforman ahora en símbolos de una
adopción en África efectúa ambos tipos de alianza. En una gran medida la distinción pa- nueva categoría social. Al mismo tiempo, este proceso da lugar al
riente/no pariente se hace borrosa por el hecho interesante mencionado por Schildkrout de
que la adopción de niños/as crea, mantiene y solidifica los lazos de parentesco (1973: 59,
nacimiento, mediante el contraste y la oposición, de la categoría de
60). Así, la adopción es una manera significativa como los ghanianos urbanos pueden personas carentes de este poder especial: los protohombres. Así,
extender el parentesco a través de líneas étnicas en comunidades donde docenas de gru-
pos étnicos han tomado una residencia en común.
En todas las sociedades que acabamos de mencionar, la parentalidad, vista como un caso interesante en el que los sistemas de adopción y matrimonio están articulados en una
conjunto de derechos y responsabilidades, tiende a distribuirse sobre un vasto segmento sola institución es el pogsime de los mossi de África occidental. Aquí los jefes hacea|
de la red de parentesco. A causa de ello, los hermanos de los padres y los padres de los reclamos de adopción sobre la prole de sus subditos; como recompensa devuelven Sisáis
padres con frecuencia ejercen estos derechos solicitando a alguna criatura. hijas adoptivas como novias a sus subditos. (Los hijos varones adoptivos llegan asep
La adopción, entonces, parece tener funciones de alianza análogas a las del matri- sirvientes de palacio y oficiales. Schildkrout explica que esta institución no está limitada
monio, si bien no hay casos etnográficos, hasta donde sé, en los que el intercambio de a la jefatura.) Las cabezas de linaje mossi también emplean este intercambi&ídehij
criaturas reemplace al matrimonio o donde sea el mecanismo principal de alianza. Un adoptivas de doble dirección, aun cuando en una escala menos espectacular (lJ)73fc

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222 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 223

el género masculino se constituye al principio negativamente por lo recolector(a)/cazador(a) como mutuamente excluyentes y domi-
que no es. Los símbolos de esta categoría no están bien definidos. nadas por las categorías más nuevas, aunque igualmente exclli-
Como se señaló, no hay nada que sea obviamente complementario yentes, de hombres y mujeres. El género ha tomado una forma de-
acerca de los genitales masculino y femenino, particularmente en finida, y la exclusividad, que alguna vez fue una fuente excepcional
una sociedad bisexual; la vagina y los senos se vuelven los sím- de contradicción, es ahora una de las características principales de
bolos del género femenino debido a su asociación con la preñez, la vida social. Esta ideología unitaria y acabada es trascendida
no con la sexualidad. Volveremos a la representación simbólica inalterablemente, y el carácter sagrado de las protomujeres deja
del género en la sección "El género y el registro arqueológico", de existir; lo sagrado se torna profano una vez más, pero no has-
registro donde observaremos una rendición inicialmente vaga ta que la sociedad anterior al parentesco dé un paso fundamental
del falo lo que contrasta con los elaborados símbolos del género hacia su propia destrucción.
femenino. Permítaseme recapitular este planteamiento. La conciencia se
El carácter subversivo de esta nueva categoría sagrada (las desarrolla a partir del poder exclusivo de las protomujeres para
mujeres) se hace decisivo cuando se vincula con la categoría esta- embarazarse y amamantar a las criaturas. Para resolver la contra-
blecida de cuidador/a de criaturas. Esta vinculación es predecible dicción entre esta exclusividad y la ideología unitaria, las proto-
mujeres se vuelven una categoría sagrada. Esto identifica y sim-
a causa de la naturaleza infecciosa y peligrosa de lo sagrado. Esto
boliza una categoría social nueva por medio de las características
significa que la gente y las cosas sagradas pueden consagrar todo
sexuales -protomujeres- y al contrastar la oposición, delinea la
aquello con lo que entran en contacto, pero tal poder, más allá del
categoría de los protohombres. Lo sagrado es contagioso y la cate-
control normal, también tiene un enorme potencial destructivo. Por
goría cuidador/a de niños/as pronto queda dominada por las pro-
lo tanto, gran parte del ritual primitivo está diseñado para extirpar
tomujeres. De forma similar, los/as recolectores(as)/cazadores(as)
este aspecto contaminante de lo sagrado de las áreas no sagradas
pasan a ser exclusivamente los hombres. La exclusividad es aho-
de la vida. La idea de identificar lo sagrado con la contaminación ra una condición generalizada, y la ideología unitaria deja de ser
puede parecemos extraña, sin embargo es real en las sociedades dominante. En consecuencia, lo sagrado de las protomujeres y del
que no tienen totalmente separados los ámbitos natural y sobre- cuidado de las criaturas ya no es necesario, si bien muchos aspec-
natural del universo.21 tos de esta nueva categoría de género permanecen teñidos con ideas
Como las protomujeres son ellas mismas inmunes al peligro de contaminación.
de su nuevo estatus sagrado, el problema del carácter contaminan- Este panorama plantea un buen número de cuestiones que es
te de lo sagrado es resuelto por los protohombres abandonando el necesario atender antes de continuar. Desde su comienzo, ¿no es-
papel de cuidadores de niños/as y excluyendo a las mujeres de la taría la sociedad anterior al género consciente del exclusivo poder
recolección/caza externa. El resultado es, evidentemente, que lo reproductivo de las protomujeres y de la incompatibilidad de esa
sagrado, originalmente dispuesto para frenar una contradicción, exclusividad con el orden social e ideológico constituido? Esto es,
termina por intensificarla. Las etapas finales de esta dialéctica en- ¿no sería la revolución del género contemporánea de la sociedad
cuentran a las categorías establecidas de cuidador/a de criaturas y previa al género y no su resultado? En estrecha relación con estap/é|
21
gunta, está la perceptivo-cognitiva: ¿no sería el dramático y^tÍ!
Mary Douglas ha desarrollado esta idea ampliamente en su libro Purity andDan-
ger (véase, por ejemplo, las pp. 16-40). Hay traducción española: Pureza y peligro, Siglo mente significativo hecho de la reproducción un elemento
XXI Editores, México. del conocimiento humano desde los mismos inicios de su histolp
224 SALVATORE CUCCJfflARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 225

La viabilidad de toda esta reflexión depende de cómo respon- Las categorías raciales tienen una analogía cercana con las
damos estas preguntas, si afirmativa o negativamente. Una res- categorías del género. Igual que con el sistema de género, a las per?
puesta afirmativa significa que nuestro modelo no tiene dimensión sonas se les asignan categorías raciales desde el nacimiento <dtír
temporal: el género y el advenimiento de la conciencia huAiana terminado por la extracción) y a menudo quedan marcadas de:por
irrumpieron juntos en el escenario. En el mejor de los casos des- vida por ciertos rótulos fenotípicos. También, como en el sistema
cribe un proceso cognitivo -cómo llega a ser reconocido el género. de género, las categorías raciales parecen siempre establecerse en
En el peor de los casos, el modelo llega al absurdo de plantear una el seno de un sistema social jerárquico. La pregunta que nos ocupa
sociedad previa al género que también es consciente del género. ahora es: ¿tienen estas categorías un origen en diferencias pobla-
La respuesta negativa, sin embargo, implica que el proceso no es en cionales (color de piel, forma de los ojos, textura del pelo, etcétera)?
esencia perceptivo-cognitivo sino cultural e histórico: la revolu- En otras palabras, ¿son nuestras nociones acerca de las razas, o de
ción del género no es tanto el despertar de un nuevo conocimiento una raza en particular, reflexiones simples de unidades que ocurren
cuanto la creación de un nuevo significado. Y el núcleo del argu- "naturalmente"? Estoy de acuerdo con los antropólogos que con-
mento es la génesis del significado contra la percepción-cognición. sideran que el debate sobre qué constituye una raza biológica está
La sociedad anterior al género conocía tan bien los hechos de fundamentalmente extraviado.22 Las categorías raciales, ya sean
la reproducción como cualquier otra sociedad: quién se embaraza, de la variedad del "sentido común" (visión cotidiana) o de la va-
por cuánto tiempo, quién amamanta, y así sucesivamente. Pero riedad "científica", son construcciones culturales, elementos de
la pregunta es, ¿qué significan estos hechos? ¿Son vistos como las 22
El trabajo de Jean Hiernaux (1964: 486-495) es un ejemplo elocuente de esta posi-
características de una categoría de personas conocida como "mu- ción. Haciendo eco de una ponencia previa de Livingstone (1962), sostiene que todo in-
jeres", enclavadas en un engranaje de papeles especiales, símbo- tento de aplicar un concepto de raza a la variedad humana ha estado y está condenado al
fracaso debido a que la variedad genética humana es intrínsecamente inclasificable. Todos
los, tareas y valores, y con una relación complementaria con la los esfuerzos por realizar una clasificación racial que han dividido a la especie humana
categoría "hombre"? O bien, ¿son consideradas como aspectos de desde tres razas hasta un límite teórico superior de un millón de razas son maniobras arbi-
trarias que se basan en algún grupo seleccionado de características; si se cambian las re-
la categoría abierta y atributiva de persona cuidadora de niños/as, ferencias, se altera la taxonomía. El carácter arbitrario de los esquemas clasificatorios sig-
relacionada con una categoría igualmente abierta, persona reco- nifica que éstos pueden decirnos poco acerca de la filogenia y los procesos evolutivos que
lectora/cazadora? En resumen, ¿son los hechos de la reproduc- han dado origen a la apabullante diversidad humana. Hiernaux pregunta entonces: ¿por
qué gastar tanta energía en una empresa que no es productiva y que hasta es engañosa?
ción también hechos del género? He sostenido que los hechos La construcción de una taxonomía racial basada en verdaderos principios clasifica-
biológicos no hablan por sí mismos. La asimetría biológica entre torios implicaría, a juicio de Hiernaux, lo siguiente:

los protohombres y las protomujeres se convierte en el sustrato a) La agrupación de poblaciones humanas por criterios genéticos suficientes de
manera que cualquier añadido de características al esquema no alteraría la taxono-
" biológico del sistema de género cuando estos datos empíricos se mía, y
tornan amenazas anómalas -que aparecen en primer término en b) la clasificación de los grupos de tal manera que la variación genética entre cate-
un fondo simbólico contrastante- lo cual es amenazador para el gorías sea mayor que el grado de variación dentro de ellas.

orden constituido. También he propuesto que el sistema social de La posibilidad de a) es problemática pero, aun cuando fuera posible, sostiene,Hjer¡|
la sociedad previa al género y su visión unitaria de la experiencia naux, fe) no ha sido y probablemente nunca será factible. Basado en su propio trabajó en
África central y en los empeños de otros, Hiernaux muestra que la variedad genética'siíSs?
humana es la matriz cultural o fundamento que vuelve anómalos plemente no se deja "amontonar". Invariablemente, las poblaciones en lo§ rji
los hechos biológicos y propulsa su redefinición revolucionaria. extremos de las clasificaciones raciales tienen más en común con poblaciones en
caciones adyacentes de lo que tienen con poblaciones dentro de su propia clase.
Tal vez un ejemplo más familiar, los sistemas raciales, clarificará concluye que la variedad humana es esencialmente continua y no susceplibljrt'
la distinción que estoy estableciendo. auténtica clasificación.
226 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 227

un discurso particular. Esto no significa que las diferencias en la 121-43). El punto esencial es que la oposición estadounidense a.la
población sean invenciones de nuestra imaginación; son reales sin inmigración, si bien tuvo muchas causas y una larga historia, fue
duda, pueden medirse y cuantificarse, pero su mera presencia no deliberadamente conducida en un periodo muy breve a una oposi-
produce el surgimiento de los tipos o grupos raciales. La construc- ción racial por propagandistas e intelectuales de las élites. Estos
ción de categorías raciales conduce a subrayar ciertas diferencias individuos crearon literalmente una raza donde antes no había
físicas entre las poblaciones y al mismo tiempo a desestimar las existido ninguna. Higham resume así el fenómeno:
similitudes, así como a asociar los rasgos distintivos del tipo ra-
cial con ciertos significados. En resumen las categorías raciales Los pensadores hicieron una contribución especial al desarro-
son significados construidos y deben ser explicados por algún llo del nativismo racial. No se percibían fácilmente diferencias
proceso sociocultural que provoca que la gente "vea" muy selec- físicas notables entre los norteamericanos nativos y los inmi-
i\ grantes europeos: en gran medida hubo que fabricarlas. Fue ne-
tivamente. De hecho, la variación genética entre dos poblaciones
cercanas sólo puede mantenerse por reglas culturales que prohi- cesario elaborar un conjunto bastante detallado y bien apun-
ben o desalientan el matrimonio entre miembros de una y otra. De talado de ideas raciales antes de que el europeo que apenas
otro modo, estas diferencias desaparecerían pronto bajo la mezcla llegaba pudiera conceptuarse como una categoría de hombres
azarosa de la fusión genética. De esta forma podemos decir que, en fundamentalmente diferentes. (Higham, 1955: 133.)23
general, las categorías raciales tienen más que ver con la creación
y el mantenimiento de diferencias poblacionales, que al revés. La mayoría de los norteamericanos contemporáneos encon-
Podemos destacar la condición cultural del estatus racial de- trarían extraña la idea de organizar en categorías a los húngaros,
mostrando el modo en que una población asume y se quita identi- polacos, judíos, italianos o griegos del lado de los negros, ya que
ficaciones raciales sin un cambio evidente en su conjunto de genes se ha redefinido a estos grupos como pertenecientes a la América
o su fenotipo, y a la inversa, por el modo en que las categorías ra- blanca. Lo interesante acerca del sistema racial estadounidense es
ciales quedan a menudo sin alteración alguna con cambios consi- su asombrosa estabilidad. Los grupos pueden pasar a través de su-
derables en su población. Considérese, por ejemplo, el titánico cesivas redefiniciones, pero el modelo birracial americano per-
surgimiento del racismo "nativo" estadounidense provocado por manece inalterable. Incluso un considerable flujo de genes debido
las nuevas oleadas de la inmigración posterior a la Guerra Civil. a uniones interraciales no ha cambiado la estructura bipolar del
Poblaciones muy diferentes del este y el sur de Europa llegaron a sistema. R.P. Stucket sostiene que 28 millones de norteamerica-
ser hacinadas y a ser consideradas por los norteamericanos como nos, la mayoría clasificados como blancos, de hecho tienen he-
una vasta subclase racial; y lo mismo que los negros y otras razas rencia africana. Afirmar la primacía de las fuerzas culturales para
de piel oscura, los recién llegados fueron vistos como inherente-
23
mente inasimilables. Además de que se los percibía como crimi- Lo que quiero decir no es que ideólogos de alta sociedad, tales como Henry Cabot
Lodge, Francés A. Walker, Charles B. Davenport y Madison Grant, hayan creado sin ayu-*
nales y extremistas, los "inferiores raciales" que se congregaban da alguna el racismo norteamericano. No obstante sí moldearon el sentimiento nativo a la
en las playas estadounidenses eran considerados una amenaza largo de líneas raciales y, además, sistematizaron y elaboraron el modelo racial ya exi^
tente casándolo (aunque de una manera distorsionada) con la genética mendeliana y
grave para la pureza racial de la estirpe nativa norteamericana, una teoría evolucionista de Darwin. El resultado fue un nuevo "racismo científico"«onsid
influencia degenerativa para el bienestar físico y mental de las blemente más virulento que las ideologías raciales de principios del siglo xix.
de Higham, "Toward racism: the history of an idea", constituye un recuento partícu
futuras generaciones (Curran, 1975; Higham, 1955; Weiss, 1970: mente útil de este proceso.
¿t?íl
228 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 229

mantener ideas raciales, dice: "Hay una conclusión que surge de perceptiva de "mujeres" se torna problemática, anómala y clara-
los datos. La creencia en la uniformidad racial de los ancestros mente contradictoria. Podemos decir que esta categoría perceptiva
de un individuo puede ser el mito básico del pasado del hombre emerge como un significado o una categoría cultural en virtud de
blanco" (Stucket, 1959: 563-4). su contraste y contradicción con la estructura persona cuidadora
Se podrían multiplicar los ejemplos de categorías raciales que de niños/as-recolectora/cazadora y el ideal unitario. Así, la transi-
entran y salen de uso; de otras que se funden o se apartan sin un ción desde la percepción latente hasta la categoría cultural plena-
cambio correspondiente en el fenotipo o en la frecuencia genética mente madura depende de la evolución de la estructura manifiesta
o, al revés, de cambios físicos reales que ocurren en la estructura de de la sociedad pregénero. Recuérdese que la categoría "mujeres"
la población sin ninguna alteración en la estructura del sistema no se desarrolla en relación con su opuesto sexual, "hombres", sino
racial. Pero se ha demostrado que los rasgos físicos o biológicos, más bien en contradistinción con su medio sociocultural. En rea-
incluso los más prominentes, no son significativos de un modo lidad, la categoría "hombres" emerge posteriormente como una
inherente. Para llegar a convertirse en marcas o referentes de la categoría latente en oposición a la categoría "mujeres".
raza o el género, estos rasgos deben fundirse en categorías, recibir Toda esta discusión, por supuesto, conduce a una explicación
una amplia gama de significados y, en el caso de categorías racia- retrospectiva y nos vemos forzados a preguntarnos acerca de la
les, los mismos rasgos deben mantenerse por sanciones culturales. naturaleza y lógica interna del periodo anterior al pregénero. Poco
Hasta aquí nuestra distinción: la revolución del género es una es lo que puedo decir en este punto. Como he sostenido, la socie-
revolución en el significado, no en la percepción. Pero la pregunta dad previa al género es plenamente humana; su periodo anterior
original permanece aún sin contestar: si la ideología de la sociedad fue formativo, y se encuentra en las profundidades de nuestro pa-
previa al género conforma la condición necesaria para la génesis sado homínido. Este periodo está marcado por una transición a la
de este nuevo significado, ¿qué fue lo que retrasó tanto el surgi- capacidad simbólica plenamente humana y a la desvinculación de
miento del sistema de género? pulsiones instintivas de sus consecuencias conductuales: la sexua-
El modelo de la sociedad anterior al género construido en este lidad adquiere su plasticidad humana característica y el lazo infan-
ensayo se presentó como un producto acabado, no como un avance te-madre se disuelve como imperativo biológico. No he reflexionado
de investigación. Pero si ha de parecerse a la vida, debemos recono- más allá de esto.
cer que también esta época tiene una historia en desarrollo: co- Haciendo a un lado esta limitación, todavía quedan algunos
mienzo imperceptible, periodo medio y final. He dirigido la mira a temas por tratar. Aparte de fuerzas internas que hayan impulsado la
esta última etapa de madurez. Cuando vemos la estructura social dialéctica del género hacia adelante, ¿qué otras condiciones retar-
y la ideología de la sociedad anterior al género desde esta pers- dan o apresuran la crisis? El concepto de una categoría "latente"
pectiva de desarrollo, se hace más claro por qué la revolución del implica un proceso activo de no reconocimiento. Esta idea se ha
género fue el producto de su etapa de madurez y no su acompa- desarrollado de diferentes maneras: como represión (Freud) y como
ñante permanente. Es precisamente cuando la ideología unitaria falsa conciencia (Marx). Ambas operan en la sociedad previa^
deviene un aspecto formal fijo integrado de la vida mental; cuando género. Conforme el desarrollo de esta sociedad adquirió mayof
la estructura persona cuidadora de niños/as-recolectora/cazadora consistencia y contornos mejor delineados, con lo cual infundi
se hace más definida, elaborada y firmemente enraizada en la la categoría perceptual "mujeres" de significado, esta concif
conciencia, que la categoría, hasta entonces latente, empírica o peligrosa debió haberse reprimido, es decir, no se dedujeron
• S*"*

230 SALVATORE GUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 231

sistemáticos y vitales. La contradicción entre la categoría "muje- camente, establece la incongruencia entre la categoría latente
res" y la categoría cuidador/a de niños/as debía quedar borrada, "mujeres" y la categoría cultural manifiesta cuidador/a de niños/as.
expulsada de la reflexión consciente. Un ejemplo que viene natu- A medida que la sociedad anterior al género se desarrolla a partir
ralmente a la mente es The nuer de Evans-Pritchard. Aunque los de sus orígenes homínidos de formación, conforme su estructura
nuer piensan que su sistema de linaje es agnaticio, localizado y e ideología emergen en contornos más atrevidos y consistentes,
segmentado, en realidad es cognaticio, disperso y flexiblemente da sentido a la categoría latente haciéndola más anómala. El fenór-
alineado. Los nuer, que están perfectamente conscientes de los la- meno de "no saber" estabiliza la situación por un tiempo, pero al
zos maternos y de las alianzas locales por linaje ad hoc, hablan no final permite el paso a la floreciente crisis. El efecto desintegra-
obstante con conceptos de agnación, segmentación y localización: dor de la recién emergida categoría "mujeres" es contenido por
la contradicción nunca se plantea en el nivel consciente (Evans- su elevación a un estatus sagrado. Pero, una vez más, este intento
Pritchard, 1970: 192-248). de la retaguardia falla y la crisis de exclusividad se generaliza
Si describimos el proceso de "no saber" como algo que retardó por la emergencia de otra categoría latente y definida negativa-
la crisis en la sociedad pregénero, retrasando asimismo la transfor- mente: "hombres". De esta manera, surgen las categorías de gé-
mación de categorías perceptuales en otras amplias, significativas nero, pero no en la forma en la que las reconocemos hoy: todavía
y culturales, ¿cómo podemos explicar el último derrumbamiento no están jerárquicamente organizadas ni indisolublemente vincu-
de estas fuerzas estabilizadoras? La mayor parte de la explicación ladas a nuevas formas sociales de parentesco. Volvamos a estas
estriba en la dinámica de la misma contradicción: conforme la ca- transformaciones.
tegoría latente se hace más definida, más contrastante y evidente, la
represión y la falsa conciencia simplemente se hacen más difíci- HETEROSEXUALIDAD Y SEXO DE GÉNERO
les de mantener. Pero hubo seguramente también factores externos
-ecológicos, por ejemplo- que contribuyeron a empujar la con- EN ESTA discusión del desarrollo de la heterosexualidad exclusiva,
tradicción hasta el punto de no retorno. Una vez más, no puedo igual que a lo largo de esta sección acerca de la transformación
ser más específico, no habiendo llevado el modelo hacia esa di- de la sociedad anterior al parentesco, trazaré un conjunto de pro-
rección. Tal vez pueda evaluar la explicación de la revolución del cesos causales diferentes aunque relacionados. Pese a su diversi-
género diciendo que, aunque especifica las condiciones necesa- dad, conforman una unidad por haber sido puestos en movimiento
rias para el surgimiento del género (la dialéctica interna) no es por condiciones suscitadas por el nuevo sistema de género. Quie-
completa porque no logra proporcionar todas las condiciones su- ro subrayar la naturaleza causal mutua de este proceso porque el
ficientes: el proceso de desarrollo que hace que existan las formas carácter lineal del lenguaje escrito oscurece fácilmente la simulta--
previas al género a partir del periodo formativo y las condiciones neidad e interrelación de los fenómenos. Por ejemplo, la tendencia
externas que impulsan la dialéctica del género hasta el punto de hacia la heterosexualidad exclusiva resulta de tres fuerzas causa**
quiebre. les: intensificación de la rivalidad zníragénero; la represión relati**
En resumen, la dinámica principal en la sociedad anterior al va al género inherente al proceso de socialización, y la necesidad-
género, o pregénero, establece la incongruencia entre la asimetría simbólica de mediar una percepción severamente 'dicotom¿zadaM|^$
biológica de la reproducción y la estructura social e ideológica de del mundo social y natural. Podríamos etiquetar estas-.J
dicha sociedad: su ideal de experiencia unitaria. O, más específi- como social, psicológica y simbólica, pero ello tendería'ássdésteus
232 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 233

la unidad y naturaleza interpenetrante del proceso -que es exacta- turales", y empiezan a definir una porción significativa del yo.
mente lo que deseo eludir. Estas condiciones llevan a una competencia intracategorial mu*
En mi descripción de la sociedad anterior al parentesco des- cho más intensa: ahora competencia intr&género. u%
deñé hablar de la lucha interpersonal por el prestigio o el honor Las consecuencias para la sexualidad y el género son signifi-
individual. Éste es un aspecto importante de las sociedades de pa- cativas. La competencia dentro de las actividades relacionadas con
rentesco que se desarrolló poco en la sociedad anterior al paren- el género -y todas las actividades están ahora circunscritas por la
tesco. La razón de esta transformación radica en la naturaleza del dicotomía de género- tiende a reforzar y elaborar los mismos sig-
reconocimiento social, que está ligado y se establece dentro de ca- nificados de masculinidad y feminidad. Por ejemplo, dado que los
tegorías sociales. De ahí que la lucha por honores de parte del caza- hombres compiten por honores como cazadores, la categoría "ca-
dor depende de una categoría socialmente reconocida llamada zador" no sólo se vuelve más definida, sino que aparece más fir-
"cazador" y de un conjunto de actividades asociadas con esa cate- memente asociada con el género del macho. Así, la identidad de
goría. La lucha individual por el prestigio está restringida por el nú- éste, equiparada con cazador, refuerza la idea de que el mejor ca-
mero y la clase de posibilidades que la cultura ofrece. En términos zador es el más macho. No hay una gran distancia entre competir
generales, cuanto más rígidamente se defina la actividad o papel como cazadores y competir como hombres, si bien este pequeño
-cuanto más limitada la gama de actividades posibles y de pape- paso encierra consecuencias importantes. Un aspecto crítico de
les disponibles para los individuos- más intensa será la compe- esta nueva competencia intragénero -competir como hombres o
tencia entre ellos. Se nos presenta el mismo fenómeno cuando como mujeres- implica con seguridad el atractivo sexual y la con-
abordamos esto desde una dirección diferente, desde la cuestión de quista. Esto se deriva del nuevo énfasis y significación de los ge-
la identidad y el valor, que está estrechamente relacionado con la nitales para definir quién pertenece a qué género. Pero la compe-
estructura de papeles de la cultura. Cuanto más limitada es tal es- tencia sexual tiende a sesgar la preferencia sexual en una o dos
tructura, mayor será la presión sobre los individuos para conseguir direcciones exclusivas: la homosexualidad intragénero y la hete-
reconocimiento dentro de una esfera cultural menor. rosexualidad intergénero. ¿Por qué es esta polarización del marco
Esto explica por qué la sociedad anterior al parentesco, con previamente bisexual un resultado necesario de la competencia
sus categorías flexibles y no atributivas de persona cuidadora de sexual?
criaturas y persona recolectora/cazadora, tendería a minimizar la Hay que recalcar que nuestro problema aquí es de sexualidad,
lucha por el prestigio dentro de cada una de estas categorías. Ha- no en un sentido estadístico sino en un sentido ideológico: ¿qué
blando más específicamente, la competencia entre las categorías patrones sexuales se consideran superiores o preferidos? Éstos son
se halla socavada porque la pertenencia respecto de los grupos de juicios de valor que emergen de un conjunto de estándares vali-
actividad que corresponden a estas categorías está cambiando dados socialmente, y los estándares en turno están relacionados
continuamente. El advenimiento del sistema de género cambia íntimamente con la nueva arena competitiva en la que se encuefts
todo esto. La caza/recolección y el cuidado de los/as niños/as son traía sexualidad de la sociedad de género. Este conjunto
ahora papeles prescriptivos en la vida, papeles en los que ios pa- de estándares, por el que los hombres y las mujeres ah
res en competencia y las actividades competitivas son fijos. Ade- luán a sí mismos como personas sexuales con respecto aí°sj¿ff;'.
más, estas actividades y papeles asociados con el género, una vez más, también especifica las características de una elecciój^|
que se adquieren con el nacimiento, toman el aspecto de ser "na- deseable, los criterios mediante los que se gana o se-pier
SALV ATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 23S
234

general, las reglas del nuevo juego sexual. Es precisamente por- En el individuo, el sistema de género produce fuerzas psíquicas
que el desempeño sexual se evalúa en términos de competencia que estimulan el sexo heterosexual. Empezamos por advertir el
por un conjunto de valores compartidos, que la sexualidad tiende hecho obvio pero importantísimo de que, después de la revolución I
w
a volverse sesgada en cualquiera de las dos direcciones exclusivas. del género, las mujeres dominan el proceso de socialización. Cho~
Es decir, los estándares del desempeño sexual en sí mismos no dorow ha analizado incisivamente la dinámica de esta situación,
en la cual los niños pequeños han de moldear su identidad en opo-
pueden eludir la dicotomía de género; fue esta misma dicotomía la
sición á su modelo de género más inmediato, su madre; el proceso
que dio lugar a la competencia sexual en los inicios. Así, los cri-
terios de deseabilidad sexual propenderán a clasificar los objetos
sexuales a lo largo de un continuum de deseabilidad basado, entre reglas.) El predominio significa aquí lo siguiente: a) la exclusión total de uno o de otro de
los resultados posibles de la polarización de la sexualidad; 6) la restricción de la homo-
otras cosas, en el género del objeto. Parecería inevitable bajo estas sexualidad o la heterosexualidad a algún ámbito limitado pero legítimo, y c) el predomi-
condiciones, ya sea para la homosexualidad intragénero o para nio simbólico del tipo bosquejado por Rabinow (1975). Si procediéramos en orden inverso,
pueden encontrarse ejemplos de c) en sociedades en las que las relaciones homosexuales
-*la heterosexualidad intergénero, asumir el dominio como una de propiamente dichas se expresan, al menos parcialmente, en un lenguaje heterosexual o
las formas preferidas. Es esta polarización de la bisexualidad lo donde los mismos participantes consideran sus relaciones como heterosexuales. Matri-
monios del mismo sexo, consecuentes con el cambio ritual del estatus de género (véase la
que constituye lo que llamo la generización de la sexualidad.24 sección "Ideología versus biología"), deberían considerarse desde esta perspectiva, lo
La argumentación precedente, que abarca de la competencia mismo que ciertas formas de homosexualidad institucionalizada, como la de los antiguos
griegos, en la que se esperaba que el comportamiento de uno de los consortes debía ajus-
intragénero a la competencia sexual, y de ésta pasa a la sexuali- tarse a los ideales "femeninos" (Slater, 1968: 61,62). El predominio en el segundo sentido
dad de género, no pretende reducir la competencia intragénero a la queda ilustrado en varias sociedades que, si bien son preponderantemente heterosexuales,
prescriben relaciones homosexuales dentro de ciertas situaciones bien definidas, por
competencia sexual, o reducir la sexualidad en general a su dimen- ejemplo, entre jóvenes iniciados y entre hombres solteros (Ford y Beach,1951: 132). Los
sión competitiva. Lo que más bien pretendo es mostrar lo anterior casos de exclusión simple son quizás más raros a), pero parecería que los sherpas hetero-
sexuales se acercan mucho (comunicación personal de Ortner). ¿Qué se puede decir,
como un rumbo causal entre otros, como parte de una explicación. entonces, sobre los amplios contornos interculturales de la relación entre el modelo ho-
No puede, por ejemplo, explicar el predominio de la heterosexua- mosexual y el heterosexual dentro de este marco?
lidad exclusiva (en tanto que opuesta a la homosexualidad), que Sea en el sentido rabinowiano o en el sentido b), no puedo pensar en ningún ejem-
plo donde, la homosexualidad sea el modelo predominante. Sin embargo, parecería que
considero el resultado predominante de la polarización de la sexua- ciertas sociedades de Nueva Guinea, en las que se prefiere abiertamente la homosexuali-
lidad en esta coyuntura histórica.25 Para ello efecto centraremos la dad institucional, constituyen casos de predominio en el primer sentido, es decir, en el de
la exclusión. En otros términos, la homosexualidad no sólo es el modelo preferido, sino
atención en los procesos psicológico y simbólico. que la heterosexualidad es vista como algo peligroso e infeccioso. (Los ya citados etoro
vienen muy bien al caso. Véase Kelly, 1976.) En muchas sociedades de Nueva Guinea, los
•~ •24 dos modelos de conducta sexual son antagónicos, y la tendencia global se orienta hacia la
De paso hay que señalar que la visión de que tanto la homosexualidad como la
exclusión de la heterosexualidad. De hecho, en algunas de estas sociedades, hay eviden-
heterosexualidad son permutaciones o resultados posibles del mismo proceso subyacente
cia de que la inmensa tensión que existe en ellos para amoldar la conducta a la ideología
de género, corre de modo paralelo a la explicación psicoanalítica. En el pensamiento
freudiano maduro, el resultado del desarrollo psicosexual se describe como una identifi- los está conduciendo al borde de la extinción (comunicación personal de Tom Ernst).
Parecería sobre todo que podríamos encontrar muchas sociedades primitivas en las
cación infantil compleja y de cuatro direcciones -positiva y negativa tanto para el/la pro-
que el modelo heterosexual predominara en los tres sentidos delineados, pero hay pocas
genitor/a del mismo sexo como para el/la progenitor/a de sexo contrario.
25
Una vez más, hago hincapié en que no estamos ocupándonos de la heterosexuali- en las que la homosexualidad modele el dominio ideológico, y esto sólo en un sentido^
dad o de la homosexualidad en un nivel conductual, sino en uno ideológico. (La relación exclusivo. En este artículo, en la sección "Heterosexualidad y sexo de género", expuse r$í Sf
entre la ideología sexual y la conducta sexual en culturas sin escritura puede teóricamente zones simbólicas y psicológicas de por qué pienso que la heterosexualidad, como¿(i» idejcfi
cubrir todas las posibilidades menos dos: una sociedad homosexual que nunca violara su logia predominante, es la ruta más común. Aun así, de ninguna manera expljea,'|sta rg»|,
ideal no sobreviviría evidentemente por mucho tiempo en una muestra etnográfica, como qué la homosexualidad es predominante en algunas sociedades, logra ser subdomínanü
tampoco lo haría una sociedad ideológicamente heterosexual que siempre rompiera las permanece excluida en otras. Esto está fuera del alcance de este ensayo^ *>*•'W,tí6
236 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 217

de socialización para las niñas es más positivo y más suave, pero Si obraran concertadamente, estas tres fuerzas o tendencias,
aun así deja sus marcas de cicatrices (1974). Lo que quiero desta- podrían ampliar el sistema de género para incluir la heterosexuali-
car de este fenómeno es su represión inherente. En un mundo con dad exclusiva. Un poco más adelante analizaré otros sucesos que
diferentes actividades, tipos de personalidad y aspiraciones a las institucionalizan la heterosexualidad de manera más cabal, pero
que el infante humano está expuesto, él debe rechazar unos en ya en este punto podemos decir que ha tomado forma la primera
favor de otros, sin la posiblidad de saber por qué. Esto debe con- prohibición cultural del incesto.
ducir a un sentido de pérdida. Miles de años de mitos andróginos
y cuentos populares son testimonio de la necesidad inconsciente EL HOGAR: MODIFICACIÓN
de reunimos con una parte reprimida de nosotros mismos (véase DE LAS RELACIONES EN LA HORDA
Singer, 1977). Ésta es otra de las fuerzas poderosas qlie están atrás
de la heterosexualidad. La represión no sólo deja a cada uno de EL SISTEMA de género, ahora con predominio heterosexual y geni-
los géneros con un sentido de incompletud, sino que tiende a ha- tal, eleva el sexo simultáneamente a un principio de ordenamiento
cer un fetiche del género opuesto. social, a una arena de competencia y a un elemento crucial de la
También al nivel inconsciente, observamos la tendencia ya identidad. Esto convierte a la sexualidad en una poderosa fuerza
bien afianzada hacia la primacía genital. Los genitales se han car- social que puede poner el desorden en una proporción exacta a su
gado de intenso significado y simbolismo, un simbolismo que, una habilidad para ordenar las relaciones humanas. Lo que alguna vez
fue un aspecto generalizado de la interacción humana, ahora es un
vez internalizado, llega a ocupar las regiones centrales del yo. En
elemento central que, por encima de todo, debe controlarse.
términos psicoanalíticos, los genitales se convierten en los repre-
El aspecto destructivo de la nueva sexualidad se manifiesta a sí
sentantes psíquicos del ego. De ahí que el contraste continuo y la
mismo en el nivel interpersonal como celos y posesividad sexuales.
unidad de los genitales en el sexo heterosexual sirven como una
Estas formas de relación son tan conocidas y poderosas que hemos
metáfora inconsciente de la distintividad e integración individua-
llegado a pensar en ellas como si fueran innatas a la naturaleza
les en el universo cultural.
humana. Sin embargo, yo sostengo que este complejo emocional,
Con todo, las fuerzas sociopsicológicas apremiantes no valen consecuencia del sistema de género, es un fenómeno histórica-
lo mismo que las normas o las reglas. La dualidad de género, no mente relativo. Una vez que la "masculinidad" o la "feminidad", el
obstante, crea condiciones dentro del dominio simbólico que ten- atractivo, la sexualidad y el conseguir pareja se vuelven significa-
derían no sólo a validar sino a prescribir la heterosexualidad ex- tivos en la manera en que los hombres y las mujeres labran sus
. elusiva. Recuérdese la visión del mundo de la sociedad anterior al identidades y en el modo en que compiten entre sí, no es difícil
parentesco, la cual era unitaria. Esto cambia drásticamente con entender por qué el "engaño" o el robo de pareja pueden ser actos
el establecimiento de categorías de género mutuamente exclusivas. amenazadores que llevan a ásperas reacciones emocionales. No
El mundo aparece ahora dividido en una serie completa de duali- es mi deseo exagerar el punto: sabemos que la gente puede vencer
dades -todas las cuales tienen un componente o asociación de su posesividad, que hay instituciones y arreglos sociales diseñados
género. ¿No parecería necesario para aquellos que ven el mundo para trascenderla. No obstante, es una fuerza o tendencia siempre
de esta manera, intentar reinstaurarlo, mediar en estas divisiones? presente que hay que domar o trascender. Conduce a la violencia
*i -f3!¡^A

De esta manera, el sexo heterosexual podría verse como "natural" y a la escisión social no sólo potencialmente, sino también dei
y necesario para mantener la armonía social y cósmica. ñera activa. '"
238 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 239

La heterosexualidad exclusiva y la posesividad sexual tien- ahora se considera primordialmente responsabilidad de la¡madre
den a la instauración de un método más definido de selección de respectiva. La responsabilidad primaria del(a) recolector(a)/caza-
pareja y a mayores restricciones sobre las relaciones sexuales en '-'•• dor(a) también Jia cambiado: en vez de alimentar a la colectividad,
la horda: lo que los etólogos denominan "vínculo de pareja". El como antes' ahora alimentará a una mujer en particular y a sus
apareamiento heterosexual, sin embargo, crea una crisis en el pro- hijos. El vínculo materno no había aparecido hasta ahora. Lo mis-
ceso de selección de pareja, asunto del que me ocuparé en breve. - mo que con otros elementos importantes del modelo, concibo el
Por ahora advirtamos otros efectos profundos de hacer pareja en vínculo materno como un fenómeno cultural e histórico de género.
la organización interna de la horda. Lo anterior no niega que entre los primates y primeros homínidos
En la sociedad anterior al parentesco las categorías comple- el vínculo madre-hijo es y fue programado de forma innata en
mentarias de personas cuidadoras de criaturas y recolectoras/cazado- algún sentido. Tanner y Zihlman han razonado de manera convin-
ras se convirtieron en categorías de género mutuamente exclusivas cente en favor de la importancia de la unidad madre-hijo en la
por la revolución del género. Bajo el efecto de hacer pareja, todos evolución de los homínidos primitivos (Tanner y Zihlman, 1976).
"los vestigios de la relación contractual y funcional entre estas ca- Pero sostener que este mecanismo condujo a sistemas culturales
tegorías de personas se desintegran. Ahora una mujer es depen- plenamente humanos es otra historia. Como ya he señalado, y
diente de un hombre particular por la carne (comida "cazada") y mantendré en mayor detalle en la sección "El género y el registro
el sexo. Pero además del sexo, ¿qué liga a un hombre respecto de arqueológico", hay una discontinuidad básica en la evolución hu-
cierta mujer? mana. Igual que la sexualidad humana representa un corte o una
Se recordará que la revolución del género volvió exclusiva- libertad de controles somáticos rígidos, así también sucedió con
mente masculino el ámbito externo. Esto hizo que el área crucial otros patrones incluyendo el vínculo madre-hijo. De este modo, es
de las relaciones en el interior de la horda y el intercambio de un error argumentar en favor de una función, significado y origen
criaturas fuera exclusivamente de los hombres, quienes ahora han similares de formas sociales, tales como la familia, que superfi-
de obtener niños/as bajo condiciones muy diferentes. Además, la cialmente se ven iguales en los sistemas sociales humanos y pre-
habilidad de un hombre para forjar relaciones exteriores también humanos. , V; .
se ha vuelto una parte importante de la lucha más intensa por el Comía pareja, el modo de organización del hogar (aunque no
prestigio. Por tanto, los hombres necesitan la alianza de ciertas de la familia) toma forma definitiva. No obstante, junto con su
mujeres para conseguir criaturas. De una forma paralela las mu- aparición y la disolución del antiguo sistema persona cuidadora
jeres, dentro de su esfera de género de competencia, tienden aho- de criaturas-persona recolectora/cazadora, surgen nuevos proble-
ra a ver como un recurso tanto su capacidad para parir como a los mas críticos: ¿cómo encontrar pareja cuando el pequeño tamaño
niños: un medio para atraer a los hombres y tal vez para expresar de la horda se halla con frecuencia desequilibrado sexualmente? '4*1
-•-1
o declarar su propia identidad de género. ¿Y cómo vincular entre sí estas nuevas unidades morales y eco-
El movimiento o desarrollo integral de todo lo anterior es que nómicas dentro de la horda a fin de alcanzar cohesión social? En
el contrato moral entre persona cuidadora de niños/as y persona relación con la última pregunta, debe recordarse que los hogarqstt'
recolectora/cazadora es reemplazado por subunidades de la hor- si bien son unidades productivas y reproductivas importantes^os*»
da, compuesta de parejas hombre-mujer. El cuidado de los/as in- recen de autosuficiencia. Estas nuevas relaciones de producCM^íf.
fantes, que alguna vez había sido una responsabilidad comunal, una vez que se hacen habituales, asumen una
240 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 241'

poderosa. En otras palabras, estos nuevos arreglos se tornan nece- jas.26 Inicialmente, esto no modifica la naturaleza de la dependencia^
sarios para la supervivencia económica y por lo tanto obligan a en el interior de la horda, sólo añade una nueva dimensión. Den-
resolver las contradicciones que plantean. Así, la necesidad de re- tro de la horda, no obstante, se crea una nueva condición: antesalas
solver problemas creados por la existencia del hogar, tales como criaturas se adoptaban totalmente como miembros de la horda;
la organización supradoméstica y la selección de pareja, invoca- ahora, como parejas de nuevo ingreso, es precisamente su no per-
rán la aparición de nuevos principios y formas: la familia, el ma- tenencia (como parejas potenciales) lo que debe mantenerse en
trimonio y la exogamia de la horda. conformidad con la regla de la exogamia de la horda. Así, la rela-
ción entre padres e hijos debe marcarse, nombrarse y recordarse; y
FAMILIA, MATRIMONIO Y EXOGAMIA DE LA HORDA: los niños deben ser capaces de distinguir a sus propios hermanos
MÁS SOBRE PROHIBICIONES DEL INCESTO y a sus compañeros de horda de sus futuros cónyuges. Hasta cierto
punto este nuevo énfasis en la conexión genealógica (la relación no
COMO LO HE indicado, la reorganización interna de la horda en ho- necesariamente será genealógica, véase la sección "Género y pa-
gares no debe confundirse con la familia nuclear. La primera es un rentesco") había ya comenzado con el advenimiento del hogar,
grupo funcional que produce y reproduce. Sin embargo, la fami- pero ahora se ha convertido en un cualidad estructural: la filiación y
lia implica un conjunto de relaciones y principios ideales (prohi- la descendencia son ahora rasgos estables de la sociedad de género.
biciones de incesto, reglas matrimoniales) que se imponen sobre En consecuencia, la exogamia de la horda y la idea de descenden-
•las actividades y la dinámica interna del hogar nuclear (Buchler y cia origen deben verse como dos lados del mismo proceso que van
Selby, 1968: 19-23). En otro sentido podemos considerar a la fa- adquiriendo forma conjuntamente en un sentido complementario.
milia como la resolución de contradicciones planteadas por la for- En segundo lugar, debe subrayarse que son los hombres quie-
ma doméstica de organización. Su evolución implica varias hebras nes intercambian cónyuges infantes entre sí; de ahí que la mayor
causales entretejidas además de las que ya analizamos (hetero- parte de las criaturas intercambiadas sean niñas. Ésta es una con-
sexualidad exclusiva, el hogar). secuencia de la revolución del género y de que el ámbito extemo
En primer lugar, con la pareja y la competencia concomitante haya recaído en manos de los hombres. El control masculino del
por conseguir compañero/a dentro del grupo, se inició uiia ten- intercambio de parejas no debe resaltarse demasiado: la distin-
dencia: la gente se vio obligada a buscar pareja en otras hordas. ción de Rosaldo (1974) entre el ámbito público masculino versus
Esto se deriva de la crisis en la selección de pareja y la naturaleza el ámbito doméstico femenino se halla firmemente establecida en
potencialmente explosiva de la nueva sexualidad, ambas fueron esta época y muy pronto habrá de convertirse en un elemento de-
consecuencia de la revolución del género. La tendencia se con- cisivo del dominio masculino permanente. El lector debería obser-,
vierte fácilmente en regla tan pronto como se establece un medio yar, empero, que el control masculino del ámbito externo, al igual
regular para proporcionar intercambio de parejas en el interior de la que otros efectos de la transformación de género de la sociedad
horda. En realidad, ya existe un mecanismo para este fin -el inter- anterior al parentesco (tales como la naturaleza asimétrica de. Ja
cambio de criaturas. Se recordará que bajo el viejo sistema de la socialización), también son causas y medios de
sociedad anterior al género, los/as recolectores(as)/cazadores(as) reproducen las mismas fuerzas que les dieron nacimiento.
intercambian niños para aglutinar y establecer redes con otras hor- 26
El/la lector/a advertirá que la práctica común de comprometer; a
das. Ahora lo hacen por una razón adicional: para importar pare- casamiento no es inusual en el registro etnográfico (Lévi-Strauss, 1971: 34:
242 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 243,

En tercer lugar, emergen las prohibiciones del incesto en el proceso asimétrico de la socialización del género que se lleva- Á
interior del hogar. Esto parece anómalo, porque con la excepción cabo en la familia, y más decisivamente entre la madre y el hijo.
de la cópula entre madre e hijo, todas las relaciones sexuales fue- Inherentes a este proceso son el rechazo y la represión, y ambos
ra del ámbito doméstico ya están declaradas como tabú por restric- contribuyen a las actitudes sexuales fóbicas de los niños hacia los
ciones existentes sobre la sexualidad. Por ejemplo, el sexo entre padres y entre sí. No es necesario decir que el complejo de Edipo
hermano y hermana, y entre padre e hija, está prohibido por la re- es no sólo efecto de una estructura relacionada por el género (la
gla de la exogamia fuera de la horda, mientras que todas las reía-* familia) sino que, una vez establecida, es una fuerza clave en la re-
ciones homosexuales (madre-hija, hermano-hermano, etcétera) se producción del sistema de género.
prohiben mediante la regla de heterosexualidad exclusiva. Es ver- Así, con el establecimiento de la exogamia de la horda, un
dad que la solidaridad dentro del hogar y de la horda requiere que sistema bien definido de matrimonio (el intercambio de novias ni-
se aplique una mayor restricción en la competencia entre padre e ñas) y las prohibiciones del incesto en el interior del hogar, se reúnen
hijo por la madre, esto es, la prohibición del incesto madre-hijo; todas las condiciones para la existencia de la familia y se resuel-
pero aun así, ¿por qué el surgimiento del conjunto completo de ven los problemas planteados por el advenimiento del modo de
las prohibiciones del incesto en el interior del hogar? ¿Por qué la organización del hogar. Como ha demostrado Lévi-Strauss, éstas
redundancia? son también las mismas condiciones necesarias para el parentesco
Parte de la respuesta reside en el hecho de que las relaciones (Lévi-Strauss, 1967: 43-50; 1971: passim). En otras palabras, las
diádicas dentro del hogar (madre-hijo, hermana-hermano y de- unidades familiares exógamas están vinculadas por lazos tanto de
más) están emergiendo en este punto en nuestro modelo. Bajo el afinidad como de consanguineidad; además, estas relaciones pue-
impacto de principios tales como la filiación y la exogamia, estas den estar representadas sin ambigüedades y reproducirse en cada
relaciones se nombran y reciben reconocimiento social por pri- generaeión¿ por medio de un sistema de matrimonio que produce
mera vez. Así, puede esperarse que las restricciones existentes del continuamente nuevas unidades familiares.
incesto podrían ser reformuladas para cubrir estas nuevas relacio- Puesto que la horda está ahora diferenciada internamente en
nes. Pero hay una razón más fundamental: los tabúes del incesto unidades familiares enmarañadas en una red de parentesco regio-
que se aplican entre los miembros del hogar tienen sus propias nal, podemos abandonar el término horda y utilizar el término an-
causas peculiares respecto de la dinámica interna de la unidad pri- tropológico más conocido de "banda", y como las esposas son
maria de socialización en sí misma. Así, aunque los tabúes del importantes para la banda, también podemos llamarla patrilocal.
incesto intrafamiliar son isomórficos a otras prohibiciones de in- Con todo, la transformación de la sociedad anterior al parentesco
cesto, no se pueden reducir a ellas. todavía no es completa.
El que las reglas sobre el incesto familiar tengan su propio
fundamento queda evidenciado por su naturaleza umversalmente LA JERARQUÍA DE GE
persistente: otras restricciones incestuosas pueden ir y venir, pero SÍMBOLOS
aquéllas permanecen. Este fundamento independiente radica en el ,EL INTERCAMBIO DE MUJERES
complejo de la identificación psicosexual entre el/la niño/a y su »£«*£ VSÜPfií

progenitor/a, lo que Freud llamó el complejo de Edipo (1923; 1925: HAY UN paso muy corto del intercambio de novias nif
31-39). Podemos, sin embargo, verlo más ampliamente como el cambio de mujeres adultas en el intercambio de
244 SALVATORE CUCCHÍARI
LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN

Con este paso concluye la transformación de la sociedad anterior EL GÉNERO Y EL REGISTRO ARQUEOLÓGICA
al género. El intercambio de mujeres adultas por hombres repre- . "
senta el ejercicio de la dominación de algunos miembros adultos ME GUSTARÍA ahora volverme hacia una aplicación práctica df
de la comunidad sobre otros adultos, principio totalmente antitético nuestro ejercicio intelectual y experimental probando su utilidad
a la sociedad pregénero. Como sostiene Rubin, el intercambio ma- en la interpretación de datos arqueológicos.
trimonial de mujeres institucionaliza la dominación masculina, fi- Los homínidos plenamente erectos, bípedos y que usaban
jando el estatus de las mujeres como objetos y como "oíros" (Ru- herramientas aparecieron en el registro arquelógico hace por lo
bin, 1975). Pero lo más importante es que reifica la jerarquía de menos tres o tres y medio millones de años. A lo largo de este pe-
género, que queda incrustrada en el corazón mismo del sistema riodo, la reunión de artefactos y restos de esqueletos muestran un
de parentesco: el matrimonio. La expresión simbólica del predo- dominio cada vez mayor sobre la naturaleza aunado a una crecien-
minio masculino no sólo refleja la jerarquía de género; también te capacidad craneana. Dado que el modelo que he construido de
la sociedad previa al parentesco y su transformación es anterior a
fomenta y mantiene activamente esa jerarquía.
cualquier cosa que nosotros, o la historia, podamos observar di-
Recuérdese que la necesidad de mediar simbólicamente un
rectamente, su verosimilitud como modelo descansa en la inter-
cosmos firmemente dicotomizado fue uno de los principios acti-
pretación arqueológica de esos restos. No tengo ni la destreza,ni
vos invocados en el desarrollo de la heterosexualidad exclusiva. el espacio para realizar ese gran proyecto, de manera que selec-
En ese momento las representaciones simbólicas femeninas y cionaré una pequeña porción de ese largo registro -el paleolítico
masculinas no se jerarquizaron unas por encima de las otras. Esta superior europeo- para ver si el modelo de la revolución del gé-
coexistencia simbólica es inestable de manera inherente confor- nero le da sentido a los testimonios. La empresa se dificulta más
me se profundiza la transformación de la sociedad de parentesco. por la relativa escasez de los restos y la divergencia en las opinio-
El trabajo de Ortner sobre este punto es particularmente útil. Ella nes de los expertos acerca de su significado.
indica que la mujer se vuelve un símbolo ambiguo que se asocia No obstante, pese a estas limitaciones, el material del paleo-
con la naturaleza y que es contrastado negativamente al símbolo lítico superior (de 35,000 a.C. a 12,000 a.C.) insinúa fuertemente,
positivo de la cultura (intervención humana, control): el hombre al menos para Europa, una revolución del género en la historia
(1974). A medida que el modelo anterior se ha desarrollado, tres humana que se aproxima bastante a la de nuestra discusión. El
de los papeles de la mujer han evolucionado y cada uno refuerza la patrón de expresión simbólica de conceptos de género durante esta
asociación de la mujer con la naturaleza y la ambigüedad. Como época sigue de cerca al del modelo: una etapa inicial caracterizada
generadora de hijos, es naturaleza; como socializadora de los por un concepto femenino bien definido y altamente especificado
hombres, es ambigua, pues es a la vez abrazada y rechazada; como y, en correspondencia, una representación masculina débil", un
esposa es lo mismo una extranjera (otra vez ambigua) que un periodo medio de elaboración en el que ambos signos de género
objeto pasivo (naturaleza). Una vez que se ha completado la tran- están relacionados entre sí en contextos diferentes y delineados,
sición a la banda patrilocal desde la horda anterior al parentesco, encima de otras clases de signos, y finalmente, hacia el
la simple fórmula simbólica mujer=naturaleza pasiva y hombre= paleolítico superior, una representación gráfica clara del falo jp
cultura dominante se convierte en un código bien definido, un acompañada de una débil y abstracta rendición de signos- £§Hl
mecanismo poderoso para reproducir la jerarquía de género. nos. La secuencia completa parece confirmar la definíeMtt;
gativa de la categoría de género masculina que postulo^
LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 24J
246 SALV ATORE CUCCHIARI

lógica de la evolución del género. Pero postular una transición a nos aparecerán sobre ciertos objetos y en ciertos contextos, y otrok
la sociedad de género en Europa durante el paleolítico superior no. Esta regularidad temática no está confinada a objetos durade^
implica que hubo un periodo anterior al género en la última parte ros; incluso en objetos menos duraderos los signos aparecen.de
del musteriense (el periodo cultural anterior al paleolítico supe- una forma más abreviada. A partir de esta sintaxis de signos Lerok
rior) hasta los inicios del paleolítico superior. Me gustaría que el Gourhan sostiene lo siguiente: x
lector suspendiera esta cuestión crítica hasta que hayamos com- La invariabilidad de los temas representados, que encontramos
pletado la revisión de los testimonios del paleolítico superior. A en todas las categorías de objetos o en los muros de las cue-
través del trabajo de Leroi-Gourhan veremos que el arte y el ritual vas, presupone tradiciones orales profundamente enraizadas
de esta época estalla en símbolos de género. y es testimonio de un cuerpo de creencias codificado con pre-
cisión. (Leroi-Gourhan, 1968: 63.)
EL PALEOLÍTICO SUPERIOR Y LA SINTAXIS
DE LOS SIGNOS DE GÉNERO El autor caracteriza este cuerpo de creencias como un sistema
EL PALEOLÍTICO superior, que abarcó alrededor de 25,000 años, se religioso dual que emplea el lenguaje del simbolismo sexual como
subdivide en cinco periodos principales que son, desde el más an- modelo de expresión. Señala que todos los signos abstractos, ani-
tiguQ hasta el más reciente, el chatelperroniense, el auriñaciense, males y figuras antropomórficas son de hecho signos masculinos
el gravetiense, el solutrense y el magdaleniense. A excepción del y femeninos; y éstos se hallan de continuo yuxtapuestos el uno al
arte exclusivamente prefigurativo del chatelperroniense, los temas otro en un buen número de contextos (1968: 144). Esta sintaxis de
del arte paleolítico consisten en una variedad de animales, figu- apareamiento es tan invariable que Leroi-Gourhan ha empleado
ras masculinas y femeninas, y un conjunto de signos clasificados la clase de "signos amplios" como uno de los medios principales
como "estrechos" y "anchos". Estos elementos temáticos diversos para fechar las pinturas rupestres difíciles de ubicar temporalmen-
aparecen en objetos portátiles como pendientes, herramientas, ar- te (1968a: 63).
mas y figuras, y están tallados, esculpidos y pintados en los muros La pintura rupestre representa la forma más madura y elabo-
de las cavernas y refugios de roca (Leroi-Gourhan: 54-104). rada del arte paleolítico. En los muros y techos de cuevas con
Teniendo en cuenta variaciones temporales y regionales en el varias cámaras, en un caos aparentemente apabullante, los artistas
estilo todo el espectro del arte paleolítico conserva una unidad y paleolíticos expusieron exquisitamente, y a menudo conmovedo-
constancia asombrosas en un área inmensa (de Francia a Rusia). ramente, la fauna del pleistoceno tardío: bisontes, íbices, venados,
En esta unidad intervienen más elementos que la mera constancia mamuts y caballos. Su proeza se agiganta debido a las condicio-
de elementos temáticos. Leroi-Gourhan sostiene que si tratamos a nes de oscuridad y peligro en estos "santuarios" decorados, muchos
los animales, a las figuras masculinas y femeninas y otros mate- de los cuales descienden hasta una milla adentro de la tierra.
riales análogos, como signos en un sistema simbólico significante, Leroi-Gourhan ha hecho un estudio exhaustivo de
advertimos una sintaxis de signos que permanece sin variación porcentaje de las cuevas españolas y francesas conocidas"?7'
desde el auriñaciense temprano hasta el magdaleniense tardío. 27
Leroi-Gourhan es uno de los principales analistas de los restos sfirii
Por lo tanto, ciertos signos aparecerán juntos como motivos regu- paleolítico superior; su trabajo es, sin lugar a dudas, el más sistemático*-)*
lares, mientras que otros no aparecen juntos nunca; algunos sig- este tema. Otro, estudioso clave del periodo es Alexander Marshack,
248 SALVATORE CUCCHIARI . LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 248

de este trabajo se creía que las pinturas eran la obra de cazadores El autor señala que, cuando las cavernas se subdividen entres
paleolíticos, ejecutadas sin ningún orden al practicar magia sim- componentes espaciales (área central, periferia y entrada/fondo)!
pática. Esta interpretación ya no puede sostenerse. Primero, por los grandes herbívoros, tales como el buey, el bisonte, el cabalioip
el hecho de que apenas una pequeña minoría de los animales está el mamut, se encuentran abrumadoramente en las áreas centrales;
representada con "heridas simbólicas" (1968: 34). En segundo lu- los íbices y venados, en la periferia, y los animales peligrosos como
gar, los animales de las cuevas constituyen tan sólo una pequeña osos, leones y rinocerontes, en la entrada y al fondo de la cuesta:
porción de las especies que se sabe que existieron entonces, y Todos los animales centrales están asociados, en otros contextos^
tampoco los animales pintados eran necesariamente los más sig- como femeninos; el caballo y otros animales periféricos están
nificativos económicamente (1968: 111). En tercer lugar, y más im- vinculados de modo similar con lo masculino. Al caballo y a otros
portante, el apareamiento y el arreglo espacial de los animales y animales periféricos, Leroi-Gourhan los denomina animales "en-
marcadores"; de hecho, el caballo/buey y el caballo/bisonte son
otros signos pintados muestran un patrón regular y definido, que
dos de los temas que más prevalecen en el arte rupestre. Así, el
sugiere que toda la cueva es una organización de signos planeada
patrón general en la pintura rupestre demuestra el principio del
y llena de sentido. El espacio no permite la descripción completa apareamiento sexual complementario: centro (femenino) con pe-
de las complejidades en la demostración de Leroi-Gourhan, por riferia (masculino); y en el centro, buey, bisonte, mamut (femenino)
lo cual tendré lamentablemente que recurrir a la simplificación con caballo (masculino). La idea de apareamiento es realizada con
exagerada. figuras masculinas y femeninas, así como con signos abstractos.
Las vulvas y los signos amplios se encuentran en las áreas cen-
of Civilization, si bien es importante por derecho propio, para nosotros es valioso aquí trales donde se aparean con figuras y signos masculinos. Sin em-
porque pretende ser una crítica de la posición de Leroi-Gourhan. A manera de introduc- bargo, en la periferia, particularmente en las entradas y las cámaras
ción, debería señalarse que la investigación de Marshack se limita predominantemente a del fondo, sólo se encuentran signos masculinos (1968: 108-20).
artefactos pequeños y móviles del paleolítico superior, y no al impresionante arte de las
cuevas. Por lo tanto, si bien su análisis tiende a ser más intensivo, carece de la extensión Leroi-Gourhan no está tratando de establecer la existencia de
y de la mirada totalizadora del de Leroi-Gourhan. un sistema de género en el paleolítico superior; él nunca utiliza
La crítica de Marshack destaca que algunos de los signos y figuras que Leroi-
Gourhan llama "sexuales" son en realidad elementos de mitos, cuentos'*pdp"ülares o dis-' este término. Aun así, su interpretación establece sólidamente la
positivos de anotación sin un carácter primordialmente sexual (1972: 148,173,196,221- existencia de un sistema muy bien desarrollado y, además, ine,-
227,296,297,305,311-313,318). Una lectura cuidadosa del fascinante libro de Marshack quívocamente asimétrico: signos femeninos emparejados en-el
convencerá al/la lector/a de que el autor no ha leído bien a Leroi-Gourhan y que no consi-
gue apreciar el hecho de que ambas interpretaciones son perfectamente compatibles en- centro y signos masculinos sin emparejar en la periferia. La, im-
, tre sí. La preocupación de Leroi-Gourhan se halla centrada en los contornos generales de presión total es de contención, neutralización o control de la fe^
un sistema de signos -la estructura profunda del simbolismo paleolítico. Por otra parte,
Marshack se ocupa del contenido y función de ciertos conjuntos de símbolos. Éstos son
minidad. El autor incluso sugiere que las mismas cavernas pro-
dos tipos diferentes de análisis y no necesitan ser -y no son- contradictorios. fundas son metáforas del útero, y se adhiere a las interpretación.^
Marshack lee el uso que hace Leroi-Gourhan de la palabra "sexual" de una forma más antiguas sobre las cuevas como centros iniciáticos
demasiado estrecha. Es evidente, desde la óptica de Leroi-Gourhan, que está verdadera-
mente hablando de una visión del mundo dual y de género -una visión del mundo más que Gourhan, 1968: 148,174). Uno puede imaginar muy bien quej
capaz de subsumir la multiplicidad de significados ecológicos, tradicionales y míticos cavernas se usaran para revelar los misterios del género-a jóve"
que, según Marshack, sintetiza el arte paleolítico. De hecho, en más de una ocasión Mar- iniciadqs. Las implicaciones de género del arte rupestre^
shack señala la multiplicidad de significados en el simbolismo paleolítico (1972:261-275),
pero no puede reconciliarse con la idea de que el planteamiento estructural profundo de aún con mayor claridad cuando se lo coloca en una;peíspé
Leroi-Gourhan pueda incluir la polisemia. cronológica. -
250 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 251

Las cuevas profundas (opuestas a los refugios al aire libre) femeninas está totalmente invertida. En el periodo más anti*
son desarrollos tardíos en la cronología de Leroi-Gourhan: del guo, las estatuillas y los bajorrelieves de mujeres son bastante
magdaleniense III al magdaleniense V. Aparecen cuando los fa- numerosos, luego empiezan a disminuir hasta que sólo son fi-
los esculpidos están representados gráficamente en artefactos y guras reducidas o signos. Por otro lado, es raro encontrar repre-
cuando los signos femeninos son débiles y más abstractos, o un sentaciones completas de hombres en los periodos tempranos,
poco antes. En resumen, el paleolítico superior tardío representa y son mucho más frecuentes en las cuevas durante el periodo
la culminación o resolución de la revolución del género: el firme cumbre de los santuarios interiores... Las figuras más antiguas
establecimiento de la jerarquía de género. Este periodo presenta de hombres que podemos ubicar, aunque desafortunadamente >'
un marcado contraste con el paleolítico superior temprano y con no con tanta precisión como querríamos, pertenecen al grave-
el paleolítico superior medio, en los que los signos de género tiense y el solutrense, y están bastante menos caracterizadas,
realmente definitivos no son masculinos, sino femeninos: vulvas, en lo que respecta a la tipología sexual, que las estatuillas y
sjgnos "amplios" y, sobre todo, las figuras de Venus del periodo bajorrelieves de mujeres del mismo periodo. (1968: 123.)
gravetiense.
Estas figuras, encontradas por toda Europa, son representacio-
nes altamente convencionales, con pechos, muslos y vulva exage- Esta interpretación sitúa la consolidación de la jerarquía de
rados y circunscritos dentro de un círculo; y, en correspondencia género en el magdaleniense tardío. Es difícil resistirse a hacer la
con lo-anterior, la cabeza y los miembros son casi inexistentes. La observación de que cuando apenas se completaba esta fase de
mayor parte de las interpretaciones han explicado su uso como la evolución humana, estaba por efectuarse otro salto en la histo-
símbolos de fertilidad, pero Leroi-Gourhan y otros han puesto en
tela de juicio la validez de una interpretación de la fertilidad, es-
ria evolutiva: la agricultura. ¿Cuál es la conexión entre la revolu-
ción en las relaciones sociales y la subsecuente revolución en la "
pecialmente si se aplica a un pueblo no agrícola (Leroi-Gourhan, tecnología? Ése es tema de otro ensayo.
1968: 174; Mouvis, 1961: 37). Desde mi punto de vista, el paleo- Si el material simbólico del paleolítico superior refleja la evo-
lítico superior temprano y el paleolítico superior medio, con sus lución del sistema de género, debemos hacernos la pregunta -de
vigorosas formas femeninas y sus débiles formas masculinas, hecho son dos preguntas- que el/la lector/a ha suspendido pacien-
reflejan los inicios de la conciencia de género: el bosquejo de la temente: ¿fue la época anterior pregenérica?, y si así fue, ¿qué tan
categoría de género femenina, su elevación a un estatuto sagrado, lejos en el tiempo podemos rastrearla?
y una categoría de género masculina menos pronunciada y for- Desafortunadamente, no podemos responder la primera pr'e-
mada negativamente. i ¡gunta directamente: a diferencia del paleolítico superior, el'mus^1
La inversión en el énfasis y estatuto de los signos de género í'teriense carece de un simbolismo de género y, hasta donde sé,nd
desde el paleolítico superior temprano hasta el tardío es exacta- 'hay evidencia convincente, a partir de los restos del neandertal, deí
mente lo que nuestro modelo de la evolución del sistema de gé- que existieran formas relativas al género tales como estructuras
nero pronosticaría. Leroi-Gourhan advierte esta inversión: de parentesco. De este modo, lo más que podemos decires que-et
registro conocido no excluye una interpretación pregonero de la
Un examen de las representaciones humanas en el paleolítico
superior parece mostrar, conforme nos movemos de era en era,
cultura del neandertal. La segunda pregunta plantea u $<•
fundamental en relación con la aplicabilidad del modelo?'
que la proporción de figuras masculinas en relación con las leamos la hipótesis de que toda la sociedad musteriana^o^unsf
«í
tv*
MJ

252 SALV ATORE CUCCHIARI


LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 253-

parte de ella, fue pregonero, al mismo tiempo estamos mante- La contradicción en este argumento se advierte rápidamentei Los
niendo, de acuerdo con el modelo, que también fue plenamente australopitecus, con una capacidad craneana promedio de 550 ce;
humana en su habilidad para formular y expresar conceptos. La hacían herramientas de piedra, forrajeaban cooperativamente,<y
posición contraria vicia seriamente el debate en torno a una géne- construían albergues -todo lo que asociamos con una conducta
sis del género en el paleolítico superior. Ya que si la elaboración cultural. Sin embargo, la capacidad craneana de los homínidos no
del género y el advenimiento de una cultura plenamente humana se estabilizó en un grado de tamaño humano hasta el pleistoceno
tardío, millones de años después. Geertz resume la dificultad:
son contemporáneos, entonces queremos decir que un sistema de jV 8
género defacto y de larga duración simplemente recibió expresión De hecho, dado que el cerebro del homo sapiens es alrededor de
I
simbólica en el paleolítico superior: que el género es la naturaleza tres veces más grande que el de los australopitecus, la mayor
humana en vez de decir que es una naturaleza humana. Así, los parte de la expansión cortical humana ha sido posterior, no
asuntos importantes que abordaremos ahora son: ¿puede carac- anterior, al "comienzo" de la cultura, una circunstancia bas-
terizarse como humana a la sociedad que precedió al paleolítico tante inexplicable si la capacidad para la cultura se ve como
superior? Si la respuesta es afirmativa, ¿hasta dónde llega la cul- el resultado unitario de un cambio cuantitativamente ligero
tura humana en el registro homínido? ¿Qué criterios pueden em- pero cualitativamente metastático, como el tipo del congela-
plearse para decidir acerca de estas cuestiones? miento del agua (Geertz, 1973: 64, 65.)

¿QUÉ ES LO HUMANO? ¿Cómo salvamos entonces la proposición válida de la unidad


psíquica de la humanidad y al mismo tiempo evitamos la contra-
Los ANTROPÓLOGOS han confirmado una y otra vez que los seres dicción inherente a la idea del punto crítico? Geertz propone, creo
humanos, en cualquier cultura donde se les encuentre, y cualquie- que correctamente, que consideremos la elaboración de herra-
ra que sea su nivel sociotécnico, comparten una unidad psíquica mientas y otras conductas culturales evidenciadas en el registro de
básica: los procesos de pensamiento son idénticos. Esta unidad los homínidos como parte del ambiente selectivo que operaba en la
psíquica es un principio operativo fundamental de la disciplina; evolución del cerebro humano. En otras palabras, la cultura y el
vincula la capacidad humana para la cultura (la expresión simbó- cerebro humano deberían verse en una relación mutuamente cau-
lica) a cierto desarrollo determinado del cerebro humano. En un sal en la que cada uno habría dado origen al otro en el transcurso
artículo profundo, "The Growth of Culture and the Evolution of rde una larga secuencia evolutiva. Los australopitecos y el homo
the Mind", Clifford Geertz muestra cómo esta suposición operati- erectus tuvieron sin lugar a dudas formas comunicativas y expre-
va puede tornarse muy problemática tan pronto como pasa de un ¡sivas más avanzadas que las de las especies existentes de prima-
enunciado funcional a otro acerca de la evolución humana, esto es, |tes, pero mucho menos desarrolladas que las del homo sapiens.
cuando se ven la capacidad mental y la cultura desarrollándose : Sin embargo, lo que cuenta más aquí es que la evolución tanto de
secuencialmente (Geertz, 1973), Esta posición la expresan mejor j los componentes somáticos como de los extrasómaticos de4atcul?|,
aquellos que consideran que es un punto crítico concebir el de- [ tura debería ser considerada en una unidad mutuamente interac|]gf|ft£
sarrollo de la fisiología cerebral como un poderoso acicate para el Esta unidad lleva a Geertz a proponer que tal vez estej
salto humano a la cultura: un desarrollo independiente del cerebro \ cando en vano diferencias puramente morfológicas en
proporciona la base para un florecimiento cultural subsecuente. ; para explicar el inmenso golfo que separa la capacic
254 SALV ATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 255

los primates y los primeros homínidos del homo sapiens. La di- EL MUSTERIENSBÍ
ferencia determinante no está en el cerebro sino en esa unidad mu- ¿UNA CULTURA ANTERIOR AL GÉNERO?-
tuamente dependiente de cerebro y cultura: la mente humana es •í Cfl

extracerebral. La conclusión obügada de todo esto es que la mente UNO DE LOS participantes en el congreso, Glynn Isaac, habiendo
humana no puede ni sobrevivir ni verdadaderamente funcionar inventado su propio índice de complejidad, aprecia la relativa ha^
sin la cultura. Más aún, pese a que el cerebro tiene capacidad para bilidad cdgñitiva que se refleja en los montajes de herramientas,
el pensamiento simbólico, tal capacidad sólo se actualiza por la de piedra (Isaac, 1976). Explora el registro homínido completo y
manipulación de objetos culturales, principalmente el lenguaje. señala que las herramientas alcanzaron muy tempranamente cier-
¿Qué tanto podemos remontarnos en la historia para rastrear la ta eficiencia mínima adaptativa; su cada vez mayor diferenciación
condición humana? ¿Con qué grupo de homínidos compartimos y estandarización, más allá de ese punto mínimo, reflejan un in-
la misma unidad psíquica que vincula a los norteamericanos blan- cremento en el desarrollo cortical. Cuando combina la complejidad
cos con los bosquimanos y los antiguos agricultores del Cercano de los montajes de herramientas con la evidencia arqueológica de
Oriente en una cultura común? En este punto Geertz se encierra en los rituales, concluye que el periodo que data de hace 200,000 a
su argumentación, pero la implicación de su ensayo es clara: en el 40,000 años es "una transición entre capacidades subhumanas y
punto en que el aspecto fisiológico de la unidad cerebro-cultura se capacidades plenamente humanas" (1976: 283).
estabiliza en su desarrollo, es decir, cuando la capacidad craneana Otro participante, Alexander Marshack, da mayor importancia
cae dentro de los límites modernos. Por tanto, la unidad psíquica al material simbólico. Dice del musteriense (cultura neanderta-
de la humanidad contemporánea puede fecharse en una época en lense que existió hace 110,000 a 35,000 años):
que la evolución orgánica "aflojó el paso" (Geertz, 1973: 69). "Añádase a los artefactos anteriores la evidencia de un entierro
En resumen, el modelo de Geertz nos proporciona dos marcas ritual y los arreglos ceremoniales de huesos y cráneos, y se tiene
o criterios para el advenimiento de la cultura plenamente humana el cuadro de una complejidad cultural simbolizada que fue plena-
en el registro arqueológico. La primera es la capacidad para el mente sapiens." (Marshack, 1976: 305.)
lenguaje, que es la expresión más elevada de un proceso doble: Los artefactos a los que se refiere Marshack son objetos gra-
el poder de la mente humana para construir modelos del mundo y bados con modelos que se repiten recurrentemente. El modelo
su dependencia de objetos culturales (públicos) con qué hacerlo. grabado representa el trazo-de un sistema simbólico en la forma
La segunda es la nivelación del desarrollo cerebral que puede fe- simbólica del objeto mismo: una operación mental compleja y
• charse aproximadamente en el periodo neandertal (de 110,000 a sofisticada.
35,000 años; Kottak, 1974: 117). Sin embargo, si consideramos Marshack está convencido de que el testimonio del lenguaje
ambos criterios como expresiones del mismo suceso «debemos fe- debe buscarse en esta clase de objetos no utilitarios y en rastros de
char muy tardíamente el desarrollo del lenguaje, y dejar millones conducta ritual como entierros, ofrendas en tumbas y complejos
de años de evolución homínida con formas prelingüísticas de co- de culto, más que en la elaboración de herramientas y actividades de
municación. Esta posición contradice buena parte del pensamien- subsistencia. Indica que la elaboración de herramientas es una ac-
to antropológico, si bien fue el punto de vista predominante de los tividad visible que se orienta hacia fines verificables y no requiere.
arqueólogos y otros expertos que acudieron en 1976 al congreso el complejo uso del lenguaje. Por el contrario, es la ¡conducta^ >
de la New York Academy of Science sobre los orígenes del len- que sugiere lo no visto, lo incognoscible y no verificabli
guaje humano. habla de un proceso simbólico complejo. De ahí la eonclusíé
256 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 257

Marshack: la cultura musteriana, con su consecuente evidencia de demos suponer razonablemente que nosotros y los neanderthalen-
conducta ritual y lingüística, expresa la naturaleza plenamente hu- ses compartimos una unidad psíquica. Esto adquiere sentido si lo
mana de nuestros ancestros del neandertal. consideramos en conjunto con la ausencia de simbolismo de gé-
El último participante del que me ocuparé aquí es Julián Jaynes, nero a todo lo largo del periodo. Indica como mínimo que la trans-
quien también sostiene que el lenguaje se inicia en el pleistoceno formación de género de la sociedad es una interpretación posible.
tardío (después del 70,000 a.C.). Él afirma, con mayor vehemen- Quiero hacer hincapié en que las interpretaciones posibles son
cia aún que Marshack, que la elaboración de herramientas y otras solamente eso: interpretaciones posibles. No estamos proponien-
habilidades para la subsistencia no requieren el lenguaje para su do aquí nada como una verificación o una prueba. Cualquier cosa
transmisión. Vale la pena que lo citemos extensamente: que se aproximara a la confirmación implicaría que sopesáramos
detalladamente y en gran escala el conjunto de datos del muste-
Llegados a este punto, podrían surgir algunas objeciones. riense y del paleolítico superior y lo comparáramos con los rasgos
¿Cómo fue posible que el protohombre funcionara, viviera en del modelo; dejo esa tarea a otros más calificados que yo para de-
cuevas, cazara, utilizara el fuego, hiciera cuchillos de peder- terminar si un modelo sociocultural sin parentesco demuestra ser
nal y hachas de mano si no podía hablar? La respuesta es que superior en su capacidad para explicar los materiales de la prehis-
se comunicaba como cualquier primate con una gran cantidad toria. Lo mínimo que esperaría es que esta sugerente aplicación del
de signos visuales, vocales y táctiles muy lejanos del lenguaje modelo convenza a algunos arqueólogos de que puede haber un
sintáctico que practicamos hoy en día. Tampoco es necesario el límite históricamente definible más allá del cual ya no podemos
lenguaje para transmitir de una generación a otra habilidades
seguir leyendo las realidades comunes del género y el parentesco.
tan rudimentarias como el uso y elaboración de herramientas.
En verdad, el lenguaje podría haber sido un estorbo. Es casi
imposible describir verbalmente el método para astillar pe- CONCLUSIÓN
dernales, para hacer cuchillos y hachas de mano. Este arte se
AL BUSCAR los orígenes del género he tomado deliberadamente
transmitía únicamente por imitación, exactamente del mismo
una posición extrema. Empecé con unas cuantas ideas, les di cier-
modo en que los chimpancés transmiten el truco de insertar
ta lógica y espacio para desarrollarse, y luego las dejé en libertad
tallos de parra en hormigueros para conseguir hormigas, o los
para encontrarlas muy lejos de la intuición y el sentido común. Un
macacos japoneses comunican el método de usar hoja espon-
mundo sin género es, después de todo, impensable, y un yo sin
josa y otras tareas en las que manipulan alimentos, que luego
género, un absurdo aparente. Pero, como muy bien señaló Marx
han difundido sin lenguaje verbal. En nuestra cultura, es du-
hace más de cien años: "La formación de los cinco sentidos es la
doso que el lenguaje sea necesario en la trasmisión de habili-
labor de toda la historia del mundo hasta el presente" (Marx, 1844:
dades como la natación, la equitación u otras habilidades
108). ¿Puede decirse menos del sentido común o del sentidp dej
motoras. (Jaynes, 1976: 314.)
yo que de los cinco sentidos?
Una mirada hacia el futuro es el propósito no dicho deJag in- >
En resumen, dada la evidencia en cuanto al lenguaje y el ta- vestigaciones sobre los orígenes que miran hacia el
maño moderno del cerebro, para la totalidad o para una parte de los no carece de razón; el pasado y el futuro se juntan en lajmagei
60,000 a 70,000 años que abarcó el periodo del musterien.se, po- lectiva de nuestra humanidad y esa imagen se proyecta másíflel-*'
258 SALVATORE CUCCHIARI LA REVOLUCIÓN DE GÉNERO Y LA TRANSICIÓN 259

mente ahí que en las realidades presentes. Por esta razón, la antro- ' BISCHOF, Nqrbért, "Comparative Ethnology of Incest Avoidance", ea
.Robin FQX (ed-), Biosocial Anthropology, Willey, Nueva York,
pología debe regresar siempre a las cuestiones últimas: ¿de dónde?,
H975,pp. 37-67. '
¿hacia dónde? La formulación de estas preguntas define la hu-
íCARROLL, Vern, Adoption in Eastern Oceania, University of Hawaii
manidad de la disciplina. Así que, igual que comencé este artículo
í Press, Honolulú, 1970.
comparando la relatividad histórica del género y el parentesco con ICHODOROW, Nancy, "Family Structure and Feminine Personality", en
la relatividad histórica de la clase, permítaseme terminarlo ima- Michelle Zimbalist Rosaldo y Louise Lamphere (eds.), Woman,
ginando la relación género-clase como un problema acerca del Culture and Society, Stanford University Press, Stanford, 1974,
futuro. pp. 42-66.
Muchos de nosotros hemos llegado a la consideración de que i CURRAN, Thomas J., Xenophobia and Immigration,1820-1930, Twayne,
la liberación humana depende del incierto fin del Estado -la últi- Boston, 1975.
•DOUGLAS, Mary, Purity and Danger: an Analysis of Pollution and
ma institución de jerarquía- y del sistema de clases en el que está
Taboo, Routledge and Kegan Paul, Londres, 1966.
enclavado. Ingenuamente dimos por sentado que esto significaría
EDGERTON, Robert, "Pokot Intersexuality: an East African Example of
también el fin del sexismo; sin embargo, Rubin, Ortner y otros nos the Resolution of Sexual Incongruity", en American Anthropologist
han mostrado que la jerarquía de género tiene vida propia. ¿Puede 66,1964, pp. 1288-1299.
el sistema de género reformarse más de lo que puede hacerlo el ; ELLIS, Albert, "The Origins and the Development of the Incest Taboo",
sistema de clases? ¿Es la igualdad sexual algo más que una esta- en Emile Durkheim, Incest: the Nature and Origin of the Taboo,
ción en el camino hacia la liberación sexual total?; y la liberación Lyle Stuart (ed.), Nueva York, 1963, pp. 121-174.
humana, ¿requiere algo menos que el fin del mismo sistema de \ EVANS-PRITCHARD, E.E., The Nuer: a Description ofthe Modes ofLive-
género? En palabras de Rubin, ¿necesitamos una "revolución del lihood and Political Institutions of a Nilotic People, Oxford Uni-
parentesco" lo mismo que una revolución política? ;• versity Press, Oxford, 1970.
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Q UIENES quisieran codificar los significados de las palabras li-


brarían una batalla perdida, porque las palabras, como las
ideas y las cosas que están destinadas a significar, tienen historia.
Ni los profesores de Oxford ni la Academia Francesa han sido
capaces;de contener por completo la marea, de capturar y fijar los
significados libres del juego de la invención y la imaginación hu-
manas. Mary Wortley Montagu añadía mordacidad a su ingeniosa
denuncia "del bello sexo" ("mi único consuelo al pertenecer a este
género ha sido la seguridad de no casarme nunca con ninguno de
* La versión en castellano de este trabajo apareció en Historia y género: las mujeres
en la Europa moderna y contemporánea, James S. Amelang y Mary Nash (eds.), Edicions
Alfons el Magnánim, Institució Valenciana d'Estudis i Investigació, 1990. La traducción
es de Eugenio y Marta Pórtela. Originalmente, este artículo fue publicado en inglés como
"Gender: A Useful Category of Historical Analysis", en American Historical Review, 91,
1986, pp.1053-1075.
Este artículo está dedicado a Elizabeth Weed, quien me enseñó a pensar sobre el
género y la teoría. Fue preparado originalmente para su presentación en la reunión'déla
American Historical Association, en Nueva York, el 27 de diciembre de 1985. Estoy projj
fundamente agradecida a Denise Riley, quien me mostró cómo una historiadora puede ÍB
bajar con una teoría hasta sus últimas consecuencias; también a Janice Doane, Ja
Ergas, Anne Norton y Harriet Whitehead, todas ellas miembros del seminario sobre*t
tracciones culturales del género", que tuvo lugar durante 1982-1985 en el CerjttoJ
broke para la Enseñanza y la Investigación sobre las Mujeres, de la Brown Úniversit;
sugerencias y críticas de los miembros del Taller de Estudios Históricos, de la New £
for Social Research, en especial de Ira Katznelson, Charles Tilly y LouiseíA.í
zaron a clarificar mis argumentos en varios sentidos. Los comentarios- d*ete9grtí
colegas también me han resultado de extrema utilidad, sobre todo los de EUsábéa»£
Rayna Rapp, Christine Stansell y Joan Vincent. Donald Scott, como sie
más mi crítico más exigente y de más apoyo. [Nota de la autora.]

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