Literatura Medieval
Literatura Medieval
Literatura Medieval
Lengua
La lengua que servía de vehículo para la cultura era el latín, sin embargo, a partir
de la Baja Edad Media empiezan a proliferar textos escritos en las lenguas
vernáculas.
Oralidad
La forma de difusión más común de las obras literarias era a través de los
trovadores, ya que la inmensa mayoría de la población no sabía leer.
Verso
La escritura en verso era la más cultivada. Además, puesto que era más fácil de
memorizar, la composición en verso ayudaba a los trovadores a recordar los
textos. Subgéneros como la lírica, la oda, la elegía, la égloga, el epitalamio, el
romance o el soneto eran los más populares.
Prosa
En prosa estaban escritos textos como las novelas de caballería, que referían
hazañas de caballeros medievales; los cronicones, que relataban cuestiones
históricas de manera cronológica; las hagiografías, que narraban las vidas de los
santos, o los libros de linaje, donde se recogía la genealogía de la nobleza.
Anonimato
Muchas obras de este periodo no se enmarcan dentro de nuestro tradicional
concepto de autor, de modo que no están firmadas. De hecho, muchas de ellas
circularon gracias a los trovadores.
Originalidad
La originalidad no era una aspiración, de modo que se recogían y recreaban
historias basadas en hechos reales, en la tradición popular o en textos clásicos.
Temática religiosa
Los temas de tipo religioso fueron recurrentes, ya que la Iglesia católica ejercía
un fuerte mecenazgo.
Didactismo
Las obras tenían una función didáctica, pues pretendían transmitir valores
cristianos y modelos de comportamiento a la sociedad.
Obras anónimas
El romancero
Cantar de Mio Cid
Beowulf
Cantar de Roldán
Cantar de los nibelungos
La leyenda dorada
Digenis Acritas
Amadís de Gaula
Obras y autores
El decamerón, de Giovanni Bocaccio.
La divina comedia, de Dante Aligheri.
Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell.
Suma teológica, de Santo Tomás de Aquino.
Confesiones, de San Agustín.
Días de ira, de San Francisco de Asís.
Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio.
Conde de Lucanor, de don Juan Manuel.
Libro del buen amor, de Juan Ruiz.
Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique.
La celestina, de Fernando de Rojas.
Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer.
Cancionero, de Petrarca.
CANTAR DE "MIO" CID
El Cantar de “Mio” Cid es la primera manifestación épica en lengua castellana. Ha llegado hasta
nosotros gracias a una copia manuscrita de 3.730 versos, realizada por Per Abbat. Este no fue el
autor del texto, sino un simple copista. Se considera el cantar una obra anónima.
De acuerdo con las investigaciones de Menéndez Pidal, que se basó en la toponimia descrita en
el Poema, en los rasgos dialectales de la lengua empleada y el verismo de cada uno de los
cantares, el poema fue escrito por dos poetas: uno de San Esteban de Gormaz, buen conocedor
de los hechos, que escribía muy cerca de la realidad histórica; y otro de Medinaceli, más tardío
y alejado de los hechos históricos del Cid, que poetiza más libremente. Al primero se le adjudica
el plan total de la obra, el enfoque de la figura del héroe y la composición del primer cantar (en
torno a 1100). Los otros dos cantares aparecen retocados por el refundidor de Medinaceli, que
debió de realizar su obra en torno a 1140. Otras interpretaciones sostienen la existencia de un
único autor, y retrasan su composición a principios del siglo XIII.
Estructura y argumento
El Poema se divide en tres partes o cantares: Cantar del destierro, Cantar de las bodas y Cantar
de la afrenta de Corpes.
Cantar Argumento
El Cid, desterrado por el rey, sale de Vivar y llega a Burgos donde nadie se atreve
a darle asilo por temor a las represalias reales. Para pagar a sus soldados, su
sobrino Martín Antolínez engaña a los judíos Raquel y Vidas. En Cardeña se
despide de su esposa doña Jimena y de sus hijas pequeñas, Sol y Elvira. En sueños
Cantar del
se le aparece el arcángel Gabriel, que le predice grandes victorias. Entra en tierra
destierro
de moros y les arrebata diversas plazas. Envía al rey un espléndido presente
esperando reconciliarse con él y recuperar su honra perdida. Reforzadas sus
tropas, ataca Huesca y derrota a los moros de Lérida, ayudado por el conde de
Barcelona, al que hace prisionero y libera días después.
El Cid conquista Valencia y envía nuevo presente al rey castellano, al tiempo que
le pide deje ir a su lado a su esposa e hijas. El rey accede. Al poco tiempo, la
Cantar de las ciudad es sitiada por el rey de Marruecos. El Cid lo derrota y envía un tercer
bodas presente al rey Alfonso. Los infantes de Carrión solicitan la mano de las hijas del
Cid. Interviene el rey para lograr el consentimiento del Cid, a quien perdona
pública y solemnemente.
A.- Nivel político: Castilla frente a León. El Cid, caballero castellano, se enfrenta al rey, de origen
leonés. Los enemigos del Cid son, en general, grandes nobles de procedencia leonesa.
B.- Nivel social y económico: el Cantar expresa los ideales de equidad jurídica y movilidad social
típicos del espíritu de frontera en el nació y del gusto tanto del juglar como de los oyentes.
C. Nivel individual: el héroe, Rodrigo Díaz, desterrado por el rey, se enfrenta con el gran
problema de recuperar su honra perdida y ganarse el pan. El Cid actúa como un héroe épico
arquetípico, cuyas características han de ser superiores y cuyas acciones han de elevarse por
encima de lo habitual. Se produce una glorificación progresiva del héroe, pero esta mitificación
del Cid no es sino el correlato de la mitificación de Castilla.
MÉTRICA Y ESTILO
El Cantar de “Mio” Cid se caracteriza por el empleo de la rima asonante y el metro irregular.
Los versos pueden llegar a tener hasta veinte sílabas y quedan divididos en
dos hemistiquios por una pausa (cesura) en el centro. La rima asonante permite la agrupación
de los versos en tiradas más o menos largas con la misma rima (monorrimas).
Con respecto a la lengua y estilo del poema, conviene recordar su carácter oral y su vinculación
al mester de juglaría. Algunos rasgos son:
-uso frecuente de los epítetos épicos, para dotar a los personajes de cualidades excelentes, lo
cual es una fórmula juglaresca: Fabló mio Cid, el que en buen ora cinxo espada;
-frecuente cambio del punto de vista narrativo, pasando del estilo indirecto (3ª persona) al
diálogo, que infunde a la narración un carácter más dramático;
-empleo de expresiones para atraer la atención de los oyentes: Yo vos diré, dirévos, veriades….
No olvidemos el carácter eminentemente oral de los cantares de gesta.