Roberto Pane
Roberto Pane
Roberto Pane
Él decía que “Antes de que las restauraciones se sugiere a menudo por la exigencia
de gusto o una preferencia cultural, y hoy se han impuesto por una necesidad
urgente para salvar los restos preciosos de las formas cuya salida sería incompatible
con algunas empresas cultos y civilizados recomendadas”
OBRAS PRINCIPALES:
En los años 60, después de las crisis de la posguerra mundial en que los métodos
de la “Restauración Científica” y de la Carta de Atenas se pusieron en tela de
juicio, así como se dieron por finalizadas las prácticas de emergencia y mimesis
realizadas en los primera década de la reconstrucción monumental europea2, el
debate se planteó en la necesidad de responder a una nueva sociedad y a unos
nuevos planteamientos de la conservación del Patrimonio construido y de los
bienes muebles. Surgieron entonces la Carta de Venecia de 1964, en cuya
redacción participaron personalidades como Roberto Pane, Piero Gazzola, etc., la
nueva teoría
de la “Restauración Crítica”, que tuvo en Bonelli y Pane sus máximos
defensores, y para las obras de arte el método restaurador propuesto por
Césare Brandi.
Y las ruinas. ¿Se pueden rehabilitar? ¿Hay que respetarlas como están,
aunque peligren y desaparezcan? Y cuando en una plaza mayor o típica, o en
un conjunto urbano, un incendio, un terremoto, la ruina por abandono, etc.,
provocan la pérdida de una parte ¿se reconstruye, aunque no sea con
elementos originales? ¿Sería esto un falso histórico como defiende la Carta
de Venecia y la Ley española de Patrimonio de 1985?
Todos eran temas no resueltos por la Carta de Venecia que ha habido que
afrontar de muy diversas maneras durante estos últimos cuarenta años. Por
ello la “Restauración Crítica” se convirtió en el instrumento más útil para los
arquitectos y los técnicos.
RESTAURACIÓN CRÍTICA
Roberto Pane junto con Renato Bonelli, sientan las bases del restauro crítico desde
la inmediata posguerra. El napolitano Roberto Pane publica un texto crucial en fecha
temprana, Il. restauro dei monumenti (1944), en el que afirma la inexcusable necesidad
de mantener un juicio crítico responsable como soporte de la restauración. El Restauro
Crítico surge como una corriente que contribuyó en gran medida a la construcción
teórica de los conceptos de restauración y conservación en la primera mitad del siglo
XX. Su origen se dio en Italia en la década de 1939- 1940, a raíz de las estrechas
posibilidades metodológicas del “Restauro Scientifico”. Debido a las dramáticas
destrucciones provocadas por la Segunda Guerra Mundial.
Principios Fundamentales
Originalidad: No a lo falso, la materia original jamás podrá ser remplazada, hay que
conservar el estado actual de lo antiguo, pero jamás pretender retornar y devolver el
estado original antiguo, puesto que esto es imposible.
Caso a Caso: Cada obra a restaurar es un caso distinto, por este motivo no podemos
aplicar reglas generales a nuestras intervenciones, sino que debemos analizarlas caso
a caso, siendo siempre fiel a estos principios fundamentales.
Roberto Pane decía que la restauración del monumento con la conservación del
ambiente antiguo indica ya claramente, como se había anunciado, que el moderno
concepto de restauración de los monumentos está estrechamente ligado a la tutela
de todo el centro antiguo y que, por consiguiente, a través de tal exigencia
universalmente aceptada.
El centro histórico homogéneo está entonces constituido por la totalidad del tejido
urbano comprendido dentro del cinturón más periférico, a no ser que haya sufrido en
sus diferentes zonas destrucciones o transformaciones masivas.
Se encuentra a veces el centro histórico cortado por medio. Vías contemporáneas
trazadas para favorecer la circulación. Así el eje ‘haussmanien’ de París, que ha
fraccionado la villa antigua en porciones, aisladas las unas de las otras, pero
homogéneas en sí mismo.
Desarrollo de Turín.
Pero a la homogeneidad debe ir unido el interés, porque aquélla sola no basta para
justificar la preservación.
EL INTERÉS HISTÓRICO, ARQUEOLÓGICO Y ARTÍSTICO SEGÚN ROBEETO PANE
Raras son las ciudades que constituyen hoy conjuntos monumentales integralmente
válidos; sin duda que el único ejemplo completo de este orden, hoy subsistente, es
Venecia, en razón de sus condiciones particulares de ciudad acuática.
Los mismos criterios de interés arquitectónico son válidos para los sectores
circundantes de los grandes monumentos antiguos plazas en torno a las iglesias, o
villas que se extienden al pie de los castillos y que constituyen con los monumentos
mismos, el conjunto histórico cuya salvaguardia debe ser asegurada con medidas
globales.
Europa Occidental, constituidos por casas de madera, de los cuales muchos han
sufrido el efecto de las guerras y de los incendios. Por esto, y porque sus fachadas
han sido recubiertas de revestimientos protectores a través de los siglos, es difícil
hablar en ellos de una verdadera homogeneidad.
CONTINUACIÓN DE LO ANTIGUO EN LO NUEVO SEGÚN ROBERTO PANE
Surge entonces el
problema de atemperar
arquitectónicamente lo
antiguo con lo nuevo.
¿Qué condiciones debe
llenar la nueva
arquitectura? Es la
pregunta. ¿Cómo evitar
que el paisaje histórico
sea perjudicado por la
mezcla de formas
absolutamente
diferentes, construidas a
otra escala y con materiales desconocidos en las épocas precedentes?
Ante todo, es necesario evitar el plagio de las formas antiguas, moda tan socorrida
por el siglo XIX y aun en nuestras épocas. Los edificios de hoy deben ser modernos;
toda otra solución sería falsedad. Y nefasta no solamente para los edificios de vieja
data como para los que se levantaran con líneas contemporáneas.
Es vital exigir que cada obra nueva erigida en un cuadro histórico, tome en
consideración el medio que la ha de circundar, y más cuando éste es un ambiente de
indiscutible valor. Cada conjunto tiene su propia belleza y sus propias calidades, su
poesía, su ritmo, muchas veces sutil y delicado. No hay razón para que las nuevas
edificaciones degraden estos valores. El principio primum non nocere (lo primero es
no hacer daño) proclamado por la medicina, debe ser observado respecto a los sitios
históricos.
Se opone a las teorías de Camilo Boito y Gustavo Giovannoni por dos motivos: uno
histórico y otro estético, No se puede atribuir la misma importancia a cualquier
hecho histórico.
Inicia una fuerte polémica con el historiador Renato Bonelli sobre el método filológico
poniendo en cuestión la prioridad absoluta del valor artístico sobre cualquier otro
tipo de aspecto.