Instalaciones y Materiales de La Bodega
Instalaciones y Materiales de La Bodega
Instalaciones y Materiales de La Bodega
Los depósitos de barro más conocidos como tinajas, salvo por su mayor fragilidad y su
menor posibilidad de alcanzar grandes volúmenes, siempre presentaron mayores ventajas frente a
los construidos en madera, ya que su hermeticidad e inercia fisicoquímica frente al vino contenido
es superior. Estos recipientes casi nunca tienen una capacidad superior a los 100 a 200 hectolitros,
debido a las limitaciones que presenta su proceso de construcción, con una típica forma de pera
invertida o cilíndrica con fondo cónico; estando dotados de una boca superior de gran diámetro
difícil de hermetizar, y a veces con un pequeño orificio de salida en la parte inferior para el vaciado
total. En nuestro país todavía existen algunas antiguas bodegas con tinajas, siendo muy típicas en
la zona de Castilla–La Mancha, donde se disponen dentro de una estructura de madera llamada
“empotros” que facilita el trabajo sobre las mismas.
Los envases de madera de gran capacidad conocidas como tinas construidas con
diversos tipos de madera, destacando entre ellas el roble, presentan una forma troncocónica con
la parte más ancha en la base, con tablas o duelas dispuestas verticalmente según la generatriz de
esta forma geométrica, y unidas entre si por medio de una serie de zunchos metálicos situados en
la parte exterior del depósito. Su capacidad no suele exceder de los 300 hectolitros, aunque
existen tinas de madera enormes, como una de 600.000 litros que se encuentra en las Bodegas
Torres de Vilafranca del Penedés, donde en abril de 1904 se celebró en su interior una comida
S.M. Alfonso XIII junto a 50 invitados, u otra en Bodegas y Viñedos Santa Ana de Mendoza
(Argentina) con una capacidad de 300.000 litros de procedencia francesa de roble de Nancy,
adquirida en la Exposición Industrial de París en el año 1920.
Una variante de los recipientes de madera son los bocoyes, que tienen una forma de huso
truncado o de tonel dispuesto en posición horizontal respecto del suelo, también con elevadas
capacidades, y muy utilizados añas atrás como recipiente de transporte, o construidos “in situ” en
lugares de difícil acceso como en sótanos o cuevas.
Además de las tinas o bocoyes, existen una gran cantidad de recipientes de madera, ya de
menor volumen, utilizados tradicionalmente como recipientes de transporte y muchos de ellos
empleados hoy día para la crianza de los vinos: pipas, barricas, toneles, barriles, etc. cuya
descripción se realiza más adelante cuando se describan los fenómenos de crianza.
Los recipientes de madera han sido poco a poco sustituidos por otro tipo de envases de
mejor hermeticidad y más fácil mantenimiento, llegando casi a desaparecer del paisaje interior de
las bodegas, aunque en estos últimos años han vuelto a surgir con fuerza, debido a su excelente
estética y también a algunas ventajas que ofrecen en la elaboración de vinos tintos.
Al mismo tiempo que los anteriores recipientes, aparecieron los tanques o depósitos de
acero con paredes de reducido espesor, casi siempre de forma cilíndrica, también sin limitaciones
de capacidad, y siempre revestidos en su interior para evitar el contacto directo del vino con el
metal. La evolución lógica de estos envases ha sido la utilización del acero inoxidable en su
construcción, tal y como los conocemos hoy día, presentando un elevado número de ventajas
como más adelante se describirán. La resina de poliéster reforzada con fibra de vidrio ha sido otro
tipo de material utilizado en la construcción de depósitos para mostos o vinos.
Con el paso del tiempo, este tipo de recipientes ocasionan problemas de fugas, por lo que
precisan de unas importantes operaciones de mantenimiento, realizada por mano de obra
especializada en tonelería. La limpieza de los depósitos de madera es también un problema de
tener en cuenta, pues al ser la madera un material poroso, contiene una buena cantidad de vino
embebido, y además existen numerosos intersticios donde se acumulan restos de vino, que
pueden ser focos de contaminaciones microbianas. Debido a la naturaleza de la madera, existe
una limitación en el uso de productos de limpieza y desinfección, que agravan las señaladas
deficiencias en su higiene. La rugosidad de la madera favorece la acumulación de los tartratos,
siendo éstos difíciles de eliminar y un factor añadido en contra de las operaciones de limpieza.
Todos estos inconvenientes han influido en la desaparición progresiva en las bodegas de este tipo
recipientes, siendo sustituidos por otros construidos con materiales de mejor mantenimiento y
superior hermeticidad.
Sin embargo, en los últimos años vuelven a surgir en las bodegas las tinas de madera,
construidas con mayor perfección y con accesorios de acero inoxidable, que reducen algunas de
las deficiencias antes señaladas, empleándose sobre todo para la fermentación alcohólica de las
vendimias tintas o para el almacenamiento de los vinos elaborados, debido a una serie de ventajas
que se exponen a continuación.
-Excelente volumen y geometría del depósito para conseguir una maceración más activa entre los
hollejos del sombrero y el mosto en fermentación.
-Cuando las tinas son nuevas, la madera de roble puede ceder al vino taninos que mejoran la
estabilidad del color de los vinos tintos, así como diversos compuestos aromáticos de gran calidad
e interés. Lo mismo sucede con su porosidad, que permite la entrada de oxígeno, contribuyendo a
polimerizar los taninos de la uva o de la madera, con los antocianos de la vendimia en
fermentación. Estas propiedades se reducen progresivamente e incluso se anulan en pocas
vendimias, debido a un agotamiento de la madera y a una colmatación de los poros de la misma.
-La madera tiene un bajo coeficiente de transmisión del calor, del orden de 1,5 a 2,0 calorías / ºC .
2
m . hora para un espesor de 5 cm, que permite mantener mejor la temperatura en el interior del
depósito, pudiendo ser un inconveniente en el caso de precisar una refrigeración de la vendimia,
razón por la cual es conveniente que sean recipientes de pequeño tamaño, o una ventaja para
mantener la temperatura al final de la fermentación alcohólica, que activa la extracción de
compuestos del hollejo y también facilita el arranque de la fermentación maloláctica.
-La fermentación maloláctica se realiza con mayor facilidad, no solo por el efecto de mantenimiento
de temperatura antes citado, si no también por contener la madera una buena población de
bacterias lácticas acumuladas por las sucesivas campañas, y que sirven de inóculo para el
desarrollo de este fenómeno.
Los depósitos de hormigón pueden ser aéreos o subterráneos, construyéndose con forma
cilíndrica permaneciendo aislados entre ellos, o por el contrario en paralelepípedos aislados o con
paredes comunes cuando están adosados. El hormigón es un material muy resistente a los
esfuerzos de compresión, pero poco a los de tracción, razón por la cual se hace imprescindible
dotarlos de una armadura interior de acero calculada para que absorba estas acciones. El espesor
de las paredes nunca debe ser inferior a los 10 cm y dejando siempre un recubrimiento o distancia
entre la armadura y el exterior de más del doble del diámetro del redondo de acero y nunca menos
de 2 cm. En cuanto a su construcción, el depósito se debe hormigonar en una sola operación,
evitando las juntas de hormigonado para evitar posibles fugas posteriores de vino, así como vibrar
concienzudamente la masa en fresco, sobre todo en los paramentos verticales para impedir la
formación de “coqueras”.
Los depósitos subterráneos solo llevan una boca en su parte superior, mientras que los
construidos sobre el terreno, además de la boca superior que puede ser de acero inoxidable y
hermética, debiendo llevar las correspondientes salidas dispuestas en la parte inferior del
recipiente, una de fondo para el vaciado total del mismo y otra lateral para las operaciones
normales de la bodega. Siendo también es conveniente disponer de una puerta de acceso lateral
tipo “capilla” construida en acero fundido de apertura exterior, o de acero inoxidable de apertura
interior o exterior según modelos.
Los depósitos de hormigón todavía tienen en enología una gran utilización, siendo
imprescindibles cuando se desea disponer de un recipiente subterráneo, utilizándose muy poco
para realizar la fermentación alcohólica, pues evacuan mal el calor por la naturaleza de sus
paredes, con un coeficiente de transmisión de calor de 1,4 a 1,6 calorías / ºC . m2 . hora en 20 cm
de espesor, y siendo ideales para el almacenamiento de los vinos o para mantener la temperatura
en la fermentación maloláctica.
Los depósitos recién construidos deben ser “franqueados” antes de introducir el vino o la
vendimia, con una solución de 1 kg de ácido tartárico en 10 litros de agua, aplicando 3 o 4 manos
sobre la superficie del hormigón en contacto con el vino, y dejando unos días de secado entre
ellas. La utilización de silicatos sódico o potásico en dos o tres manos de soluciones al 25 por 100,
o de silicato de magnesio y flúor en tres a cinco capas a 20º Bé, no son las barreras más
adecuadas en los depósitos de hormigón para contener mostos o vinos.
Otra alternativa para evitar el contacto directo del hormigón con el vino, consiste en colocar
de un revestimiento que los separe, debiendo éste presentar las siguientes propiedades: inocuidad,
baja o nula inercia química, impermeable, resistente, fácil aplicación, costo razonable, y pequeña
adherencia a los tartratos. Los revestimientos más utilizados en los depósitos enológicos son los
siguientes:
-Capas de parafina frágiles y poco resistente al calor, o pinturas plásticas sintéticas de pequeña
adherencia, e incluso de tipo bituminoso con cesión de sabores extraños. La proyección de
granalla de plástico proyectado en caliente, se adhiere a la superficie rugosa del hormigón y forma
una barrera impermeable al vino.
-Revestimiento de resina epoxídica que cumple con todas las propiedades exigibles a un
revestimiento, siendo la mejor solución que se puede aplicar a un depósito de hormigón,
transformándolo en un recipiente de excelentes prestaciones enológicas.
Una vez preparada la superficie a tratar, en primer lugar se aplica una imprimación con una
resina epoxy fluida que penetra por los poros y mejora la adherencia de las posteriores capas de
resina. Se aplica una capa no superior a las 100 micras, con un consumo de producto de 0,2
gramos / m2. Una vez bien seca la capa de imprimación, luego se aplican una o dos capas de
resina epoxy, con un consumo de 0,5 a 1,5 kg / m2 y logrando un espesor entre 300 a 600 micras.
El secado se logra al cabo de 12 a 24 horas a una temperatura de 20º C, alcanzando su máxima
resistencia al cabo de 7 días. En depósitos deteriorados es muy importante reparar bien los
paramentos, con el saneado o picado de las superficies y aplicación de un mortero epoxídico, o
bien un enmasillado del mismo material. Por último, en depósitos subterráneos o con problemas de
humedad, es conveniente colocar en el fondo y entre las capas de resina, otra de un tejido de fibra
de vidrio que queda embebida dentro de la resina, debiendo asegurar una buena ventilación
forzada durante las fases de secado de la resina.
Para el revestimiento interior de depósitos de acero, la superficie debe ser chorreada con
arena, corindón o granalla metálica, hasta alcanzar un grado S.A. 2,5 a 3,0 según la norma sueca
SIS.
La resina epoxy también puede utilizarse para la construcción de pavimentos sobre una
solera de hormigón, siguiendo una técnica similar a las de los revestimientos interiores de
depósitos, pudiendo aumentar su resistencia al desgaste y evitar el deslizamiento, añadiendo una
carga de arena de cuarzo de granulometría media de 350 micras. Esta arena se extiende sobre la
primera capa fresca de resina, habiéndola imprimado anteriormente, y eliminando el exceso de
arena por barrido una vez seca, para luego sellarla con la segunda capa de resina. Con este
sistema se obtiene un recubrimiento de 1,5 a 2,0 mm de espesor, y un consumo de resina epoxy
2
del orden de 0,5 a 1,0 kg / m .
Los tanques de acero se empezaron a utilizar en enología no hace muchos años, primero
con paredes de planchas de acero al carbono revestido exterior y sobre todo interiormente en la
zona en contacto con el vino, para evitar su corrosión y cesión a éste de notables cantidades de
hierro, mediante la aplicación de un revestimiento adecuado, donde destacan la resina epoxy o el
esmalte vitrificado de mayor fragilidad. Estos depósitos son fáciles de construir, transportar e
incluso colocar, presentando un excelente coeficiente de transmisión de calor del orden de 5 a 10
calorías / ºC . m2 . hora en un espesor de 3 mm, que facilita la evacuación del calor en las
vendimias o mostos en fermentación, y con unas elevadas condiciones de limpieza e higiene en
sus paredes interiores.
El vitrificado o esmaltado se realiza en varias capas, aplicando primero una capa adhesiva
de esmalte de fondo con adición de óxidos de cobalto, hierro o níquel para mejorar la adherencia a
la superficie del acero, y luego dos a tres capas del esmalte de cobertura llegando en ocasiones
hasta 10 a 12 mm de espesor, siendo vitrificadas a una temperatura de fusión de 960º a 1.000º C.
Acero inoxidable.
Conocido desde principios del siglo XX, su utilización en alimentación data de la década de los
cuarenta, y en enología es posterior hacia las décadas de los setenta y ochenta, debido al éxito en
las industrias láctea y cervecera. Las prestaciones de este material se resumen en los siguientes
aspectos:
Los aceros inoxidables son aleaciones de hierro con otros metales, que le confieren una
elevada resistencia a la corrosión, pudiendo ser de tipo magnético aleados con el cromo (serie
400), dentro de los cuales se encuentran los aceros martensíticos y los ferríticos, o bien de tipo no
magnético aleados con el cromo y níquel (serie 300), entre los que se incluyen los austeníticos,
siendo estos últimos los utilizados en la fabricación de depósitos. Los aceros inoxidables se
definen según distintas normas internacionales, empleándose sobre todo en nuestro país la AISI
norteamericana, en dos tipo de acero inoxidable para calderería: AISI 304 y AISI 316. La
equivalencia de estos materiales con otras normas se detalla a continuación:
Las diferencias que existen entre los aceros inoxidables AISI 304 y AISI 316, se explican
según su composición en la aleación:
El empleo de aleaciones adecuadas para cada caso, impiden una posible corrosión del
acero inoxidable, pudiendo ser reparada la superficie afectada mediante un lijado previo de la
misma, y luego reponiendo la capa pasiva por una aplicación de ácido nítrico al 20 por 100 en
caliente a una temperatura de 80º C. Las chispas de soldadura y los roces con otros metales son
origen de posibles corrosiones, por lo que es conveniente proteger el acero inoxidable en la fase
de su manipulación en los talleres, con una lámina adhesiva de plástico, que luego pueda ser
retirada con facilidad.
La terminación de la superficie tiene también una gran importancia, siendo las superficies
lisas menos degradables que las rugosas, presentando una menor adherencia de los tartratos o de
la suciedad, y siendo además más fáciles de limpiar. Los acabados de las superficies del acero
inoxidable pueden ser las siguientes:
-V. “Superficie pulida alto brillo”. No se utiliza en depósitos por su elevado precio.
-IV. “Superficie pulida”. Se emplea en algunos depósitos. Existen distintos tipos de
acabado en función del tamaño del grano de pulimento: 180 a 320.
-IIId. “Superficie recocida brillante con gas protector”. Se utiliza en depósitos alimentarios.
-IIIc. “Superficie laminada en frío, tratada por calor y relaminado”. Se utiliza en depósitos
alimentarios.
-IIIb. “Superficie laminada en frío, tratada por calor y decapado”. Excesivamente rugosa
para depósitos alimentarios.
-IIa. “Superficie laminada en caliente, tratada por calor y decapado”. Excesivamente rugosa
para depósitos alimentarios.
Para la construcción del fondo y del techo de los depósitos, el espesor de las chapas de
acero inoxidable son superiores a los 2,0 mm, debido a que estos elementos deben soportar
esfuerzos de flexión y de compresión menos adecuados para espesores delgados. A medida que
el depósito es de mayor volumen, la cantidad del acero inoxidable utilizado por unidad de
capacidad es cada vez más reducida, pudiendo estimarse los siguientes consumos:
Los depósitos de acero inoxidable pueden construirse sobre patas, siendo de mayor costo
pero movibles, o bien construirse sobre bancada de menor precio; los primeros tienen una
limitación de volumen de hasta 500 a 700 hl, utilizándose sobre todo cuando se precisa elevar el
depósito más de lo normal, por ejemplo en el caso de autovaciantes de tintos, mientras que los
segundos no presentan una limitación de volumen, pudiéndose alcanzar capacidades millonarias.
La unión de chapas o virolas se realiza por medio de soldadura, siendo éste un aspecto de
gran importancia para evitar la aparición de tensiones e incluso poros en los cordones. El mejor
sistema de soldadura se hace por laminado, bajo una atmósfera inerte de argón o mezcla de helio
y argón, y con un electrodo de tungsteno no consumible, por un procedimiento conocido como TIG.
Después de la soldadura el cordón debe ser limpiado y a continuación pasivado para evitar
posibles corrosiones. Para eliminar la oxidación producida en los procesos de soldadura se utiliza
una mezcla de ácido nítrico al 10 a 25 por 100 y ácido fluorhídrico al 1 a 8 por 100, a una
temperatura de 25º a 60º C y durante 5 a 50 minutos, debiendo enjuagarse luego con agua
abundante.
Los accesorios son una parte importante de los depósitos, debiendo adecuarse a su
utilización, siendo definidos por el enólogo de la bodega, aunque de manera orientativa se
relacionan según las siguientes categorías:
-Depósitos de almacenamiento:
Los depósitos para la fermentación de las vendimias tintas, además de contar con los
accesorios señalados anteriormente, deberán instalar otros dispositivos específicos para el manejo
de los hollejos y pepitas encubados junto al mosto. Según sea la forma de hacer el vaciado de los
hollejos fermentados, se distinguen dos tipos de depósitos: los de descube manual y los de
descube automatizado también llamados “autovaciantes”.
En cuanto a la forma y volumen ideales para mejorar la maceración de las vendimias tintas,
se aconsejan volúmenes no muy elevados de hasta 300 hl de capacidad, donde el manejo del
sombrero es más efectivo, con una geometría ideal donde la altura debe ser igual al diámetro, para
aumentar la superficie de maceración en lo posible entre el sombrero y el mosto en fermentación.
Recientemente se han construido depósitos troncocónicos de acero inoxidable, a imitación de las
tinas de madera de fermentación, con las dimensiones y geometría antes citadas, que permiten
una mejor ruptura del sombrero en las operaciones de remontado o de bazuqueo.
-Depósitos isotérmicos:
-Puerta frontal ovalada de apertura interior, con un tamaño de 340 x 460 mm.
-Portillón isotérmico exterior con cierre hermético.
-Dos salidas, una de fondo para el vaciado total y otro lateral con codo decantador situada
en la parte baja del cilindro, con un diámetro adecuado a su volumen y válvula de mariposa
con rosca alimentaria y tapón exterior de seguridad.
-Grifo tomamuestras y tubo de nivel lateral con cierre opcional.
-Termómetro analógico lateral.
-Válvula de doble efecto de seguridad para la entrada y salida de aire en el depósito,
situada en la parte superior del depósito.
-Aislamiento suficiente para garantizar una pérdida máxima en una semana de 1,5º C, con
vino a una temperatura de –5ºC y una temperatura exterior de 20º C. El aislamiento no
deberá llevar juntas, y poseerá las correspondientes barreras antivapor e hidrófuga,
además de una lámina exterior de aluminio o acero inoxidable decorativa de pequeño
espesor.
-Opcionalmente pueden instalarse una tapa superior de 400 mm de diámetro, con cuello de
al menos 300 mm, así como una bola de limpieza o similar colocada en la parte superior
del depósito.
Estos depósitos comenzaron a utilizarse en la industria enológica a partir del año 1950,
estando construidos de una resina de poliéster no saturada, que se combina con el estireno u otros
nomómeros como disolventes, endureciéndose por la acción de catalizadores (peróxidos
orgánicos), formando una sustancia dura y vidriosa polimerizada en una estructura tridimensional,
donde el estireno actúa de reticulante. Para aumentar su resistencia y mejorar su solidificación se
utiliza fibra de vidrio silíceo no alcalino, que se dispone en varias capas dentro de la resina de
poliéster. El contenido de fibra de vidrio no debe ser menor del 60 por 100 en la parte cilíndrica del
depósito, ni tampoco inferior al 40 por 100 en la base, donde el depósito ofrece una menor
resistencia.
-No resisten una sobrepresión por encima de la propia del líquido que contiene, ni tampoco
las depresiones provocadas por el vacío. La fragilidad de estos depósitos obliga a disponer
de un buen asentamiento, especialmente en depósitos horizontales de elevada capacidad.
-Son translúcidos por lo que dejan pasar la luz a través de sus paredes, siendo
conveniente pintarlos exteriormente para oscurecer su interior.
-Son bastante impermeables a la entrada del aire, aunque con el tiempo los vinos
almacenados pueden sufrir un cierta oxidación, recomendándose utilizarlos para
almacenamientos cortos.
-La resina de poliéster no es excesivamente resistente frente a los ácidos fuertes y
tampoco a las concentraciones de alcohol elevadas, aunque en el vino se comportan
correctamente.
-El estireno que participa en el proceso de fabricación del depósito, cuando la
polimerización es incompleta, puede pasar al vino comunicándolo un característico sabor a
plástico, pudiendo ser detectado en la cata a partir de tan solo 0,2 mg / litro,
estableciéndose un límite de 0,1 mg / litro. Para evitar la cesión de este compuesto al vino,
la resina de poliéster debe ser sometida a un tratamiento de postpolimerización a 100º C
de temperatura durante 3 a 4 horas.
Los accesorios de estos depósitos son muy similares a los de los depósitos de acero antes
descritos y utilizándose en su construcción también acero inoxidable.
La cesión de estireno puede ser medida sobre una superficie del material en una solución
de agua y alcohol al 13 por 100, con un 3 por 100 de ácido acético, analizando el líquido resultante
después de un cierto tiempo por cromatografía de gases. La cantidad de estireno cedido al vino se
rige por la siguiente ecuación de difusión:
D.T
Q: cantidad de estireno que pasa al vino en μg / cm de
2
Q = 2 . C . ---------
π de superficie de contacto.
C: concentración de estireno libre el estratificado en
μg / cm3.
D: coeficiente de difusión en cm2 / día.
T: tiempo de días.
El transporte de los mostos y de los vinos entre depósitos u otros elementos de la bodega
es una operación que se realiza con frecuencia, por lo que ésta debe ser racionalizada, utilizando
generalmente tuberías por donde discurre el vino, siendo impulsándolos en la mayor parte de las
ocasiones por medio de una bomba y en algunas otras bajo la acción de la gravedad.
Hoy día las conducciones de la industria alimentaria deben ser totalmente accesibles,
instalándose para facilitar su manejo a una altura máxima de una persona, y siempre colocadas
por el exterior de los paramentos para permitir un mejor mantenimiento. Las instalaciones de
conducción de mostos o vinos en las bodegas, pueden ser realizadas de tres maneras posibles:
-Conducciones móviles, donde por el contrario las tuberías son flexibles y por lo tanto
transportables, tratándose de instalaciones más baratas y polivalentes, más incómodas de
manipular, empleándose sobre todo en bodegas pequeñas o cuando se trata de salvar
pequeñas distancias. La limpieza de estas conducciones es una operación importante,
aunque se realiza con una menor frecuencia por su utilización continuada, lo que impide la
acumulación del vino en su interior.
-Conducciones mixtas, donde una parte de la instalación es fija dependiendo de la
repetitividad de las operaciones o de las distancias a transportar, y otra parte la instalación
es móvil en función de la multiplicidad de los trabajos o de las distancias a salvar más
reducidas. Esta es la solución ideal para las conducciones de las bodegas, donde en
función de los tipos de operaciones de transporte a realizar, tendrá mayor o menor peso
uno u otro tipo de instalación.
-Construidas de materiales inatacables por el mosto o el vino, o por otro tipo de sustancias
empleadas en su limpieza y desinfección.
-Nula cesión de sabores u olores extraños a los mostos o vinos.
-Elevada resistencia mecánica a las manipulaciones normales de bodega.
-Instalaciones estancas para evitar fugas de los líquidos, y dispuestas con ligera pendiente
para evacuar fácilmente los restos contenidos en su interior.
-Racionalidad en la instalación, combinando conducciones fijas y móviles, utilizando los
materiales más adecuados, y empleando la valvulería y accesorios imprescindibles, todo
ello con objeto de presentar un costo razonable.
-Paredes interiores lo más lisas posibles para evitar resistencias a la circulación,
seleccionado el diámetro más adecuado en función de las condiciones de la bodega y
también de las velocidades de circulación.
-Utilizar en la bodega el mismo diámetro en todas las conducciones, así como también el
mismo tipo de rosca. Empleando preferentemente para las mismas la norma DIN NW.
Por otra parte, la velocidad del líquido dentro de las tuberías debe estar en régimen
laminar, con valores comprendidos entre 0,7 a 1,5 metros / segundo, evitando velocidades
superiores que pueden hacer entrar al fluido en régimen turbulento, con los inconvenientes que
conlleva la formación de remolinos, así como una mayor resistencia a la circulación o pérdidas de
carga. A título comparativo, lo gases deben circular a una velocidad de 15 a 25 metros / segundo, y
el vapor de agua o aire comprimido de 20 a 30 metros / segundo.
Para un cálculo más exacto de los datos anteriormente expuestos, existen unos ábacos
donde se relacionan los tres parámetros: diámetro interior de la tubería, velocidad del fluido y
caudal del mismo. Para las conducciones móviles, no es conveniente utilizar diámetros interiores
superiores a los 50 mm, debido a su difícil manipulación motivada por su elevado peso.
Valores de K
------------------
Codo de 45º 0,35 a 0,45
Codo de 90º 0,50 a 0,75
Pieza en T 1,30 a 2,00
Válvulas abiertas 0,25 a 1,00
Las tuberías de conducción deben ser rotuladas exteriormente para conocer la naturaleza
del fluido que circula en su interior, así como señalar también por medio de una flecha el sentido de
circulación, pudiendo también ser identificadas por medio del siguiente código de colores:
Las tuberías de PVC flexible suelen ser transparentes o ligeramente coloreadas, llevando
en su interior una espiral de refuerzo, en unos casos de PVC rígido antichoque o en otros son
metálicas de acero inoxidable o galvanizado. Sus diámetros interiores oscilan desde 25 hasta 150
mm, con radios de curvatura proporcionales entre 260 hasta 1.350 mm y un peso en vacío de 0,9 a
6,0 kg por metro. La presión máxima que puede soportar es de 8 a 9 kg / cm2, mientras que a vacío
este valor es de 0,8 kg / cm2, y con un rango de temperaturas de utilización entre -15ºC hasta +60º
C.
Las tuberías flexibles envejecen con el tiempo, especialmente las de goma, siendo
bastante afectadas por los productos de limpieza que contienen cloro o cobre, así como también
por las temperaturas excesivamente altas o bajas. A este tipo de conducciones también se las
debe de prestar un adecuado mantenimiento e higiene, almacenándolas una vez limpias en
posición recta e inclinada en unas estanterías preparadas al efecto, con el objeto de que el vino o
el agua de limpieza escurra de su interior y conservándose bien secas. Las mangueras
alimentarias no suelen comunicar sabores extraños a los vinos, pero a pesar de ello conviene
evitar que el mosto o vino permanezca largo tiempo en su interior.
Las conducciones de acero inoxidable se construyen casi siempre con la calidad AISI 304,
aunque en algunas ocasiones es necesario utilizar el tipo AISI 316, estando simplemente
decapadas en su interior y bruñidas por el exterior. Su elevado precio compensa la durabilidad,
resistencia, inalterabilidad e higiene de este material, razones por las cuales hacen que hoy día
sea considerado como el de mejor calidad para las conducciones que exige la industria alimentaria.
Las tuberías de material plástico son de coste más barato, con paredes interiores bastante
lisas, aunque pueden ser bastante deformables por lo que exigen una mayor cantidad de anclajes
que las de acero inoxidable, y en algunas ocasiones pueden ceder al vino sabores extraños. Estas
conducciones pueden dividirse según los siguientes materiales:
Los tubos de PVC (cloruro de polivinilo) se conocen desde el año 1933, siendo un material
quebradizo a bajas temperaturas, volviéndose elástico a partir de los 60º C. No cede sabores
extraños a los vinos, es resistente a los ácidos, mal conductor del calor y de interior muy liso.
Posee un elevado coeficiente de dilatación, del orden de siete veces más que el acero, por lo que
en los anclajes la tubería debe deslizarse entre soportes de tipo horquilla. Generalmente las
tuberías se unen mediante pegamentos especiales, siendo de este modo la instalación de menor
coste; aunque no es la mejor manera de hacerlo, pues es conveniente que los tramos sean
desmontables, en cuyo caso el coste se eleva notablemente hasta valores similares al acero
inoxidable.
Las tuberías de polietileno (PE) son bastante flexibles, resisten muy bien las temperaturas
bajas y altas hasta los 80º C, utilizándose mucho en conducciones enterradas, y sobre todo para
las de agua y raramente para las de mosto o vino, pues pueden tomar sabores anormales cuando
permanecen largo tiempo en su interior.
Hasta hace no muchos años las válvulas se construían de materiales metálicos como el
bronce, latón e incluso cobre estañado, siendo en la actualidad todos éstos materiales desplazados
por el acero inoxidable. En la construcción de las válvula, en los últimos años no ha existido una
mejora sustancial de las mismas, salvo en el tipo de material utilizado y en la eliminación de
espacios muertos que permiten una mayor limpieza e higiene, existiendo en el mercado numerosos
modelos de válvulas, tales como las de: compuerta, dos o tres vías, asiento recto o inclinado,
membrana, bola, mariposa, etc. siendo utilizadas en la industria enológica fundamentalmente las
dos últimas por su sencillez y facilidad de manejo.
La impulsión del mosto o vino por las conducciones preparadas al efecto, puede realizarse
por medio de la gravedad cuando existan desniveles suficientes, o bien por medio de contrapresión
con un gas comprimido que suele ser aire, producido por un compresor central y acumulado en un
depósito pulmón de capacidad suficiente y a una presión entre 0,5 a 2,0 bar, utilizando tuberías de
diámetro entre 20 a 30 mm, o por último y de manera más frecuente, mediante el empleo de
bombas mecánicas.
Las bombas para transportar y elevar líquidos son unas de las máquinas más importantes
y frecuentes que se pueden encontrar en las bodegas, utilizándose desde el transporte de la
vendimia, pasando por el movimiento de vinos en los sucesivos trasiegos entre recipientes, o como
medio de alimentación de diversas máquinas, como por ejemplo filtros, centrífugas, llenadoras, etc.
Las bombas alimentarias de uso enológico deben cumplir las siguientes condiciones:
Las bombas enológicas se dividen en dos grandes grupos: las volumétricas y las
centrífugas o rotativas sin válvulas. A su vez, dentro de las primeras se subdividen en otros dos
apartados: las de émbolo o pistones con válvulas, y las rotativas volumétricas sin válvulas.
Generalmente las bombas funcionan con una o dos velocidades, por lo que la regulación
del caudal o de la presión no es posible, salvo que se acuda a la instalación de algún dispositivo
especial. La solución de cerrar parcialmente una válvula del circuito para estrangular el paso del
líquido, no es una buena solución por forzar las condiciones de trabajo de la bomba y maltratar el
líquido impulsado. En otras ocasiones se coloca un dispositivo “by pass” o de retorno exterior
colocada entre la salida y la entrada de la bomba, y con una válvula de regulación intermedia, de
manera que cuando ésta permanece cerrada, circula el líquido en su totalidad, o por el contrario de
abrirse totalmente, todo el fluido impulsado retorna a la aspiración; mientras que con una apertura
parcial se consigue regular el caudal impulsado, retornando parte del líquido a la aspiración. En
este caso también existe un cierto maltrato del mosto o vino que recircula dentro de la bomba.
La potencia absorbida por el eje de la bomba viene dado por la siguiente expresión:
ρ . Q . Hm
N (C.V.) = ---------------- ρ: densidad del líquido (kg / dm3).
75 . η b Q: caudal a elevar (litros / segundo).
Hm: altura manométrica total (metros).
η b = 0,65: rendimiento mecánico de la bomba.
La potencia eléctrica del motor será la absorbida por la bomba y dividido por el
rendimiento del motor: η m .
ρ . Q . Hm ρ Q . Hm
N´ (C.V.) = ----------------- N´ (kW) = 0,736 . -----------------
75 . η b . η m 75 . η b . η m
Las bombas de pistones son máquinas donde uno o varios émbolos se mueven dentro de
los correspondientes cilindros, en un movimiento alternativo de aspiración e impulsión, accionados
por un motor eléctrico y otros mecanismos de transmisión. Dos válvulas de aspiración e impulsión
situadas en la parte inferior de los cilindros, permiten el movimiento del líquido a impulsos;
pudiendo ser amortiguado mediante una cámara de expansión o de compensación de presión
situada a la salida de la válvula de impulsión, donde se coloca un presostato para regular o limitar
la presión de funcionamiento de la máquina. Las válvulas suelen estar construidas por unas bolas
de goma situadas dentro de unos asientos perforados por donde circula el líquido.
Estas bombas generalmente disponen de unos o dos pistones con cilindros ambos
actualmente construidos en acero inoxidable, con rendimientos que oscilan entre los 5.000 a
100.000 litros por hora, potencias entre 1,5 a 15,0 kw, y a unas presiones máximas de 2,0 a 2,5
bar; funcionado frecuentemente a dos velocidades, y reversibles para poder invertir el sentido de la
circulación. Son las bombas enológicas por excelencia, por su polivalencia en el transporte de
mostos o vinos limpios e incluso bastante cargados de turbios, y con capacidad autoaspirante. En
contra se las acusa de funcionar a golpes o emboladas, pudiendo ser el movimiento amortiguado
por la citada cámara de compensación de presión, o por modelos de más de un cilindro que
regularizan su marcha.
Las bombas de membrana funcionan de una manera similar a las de pistón, donde una
membrana elástica metálica o de goma se deforma por un mecanismo de movimiento alternativo,
que provoca una aspiración o compresión dentro una cámara provista de dos válvulas de
aspiración e impulsión, también construidas generalmente de bolas de goma o de acero inoxidable.
Este tipo de bombas son autoaspirantes y no son muy adecuadas para transportar grandes
volúmenes de líquidos, debiendo éstos estar bastante limpios. Sin embargo tienen una importante
aplicación como bomba dosificadora de clarificantes, tierras fósiles, etc. donde haciendo variar a
voluntad la amplitud del recorrido de la membrana se puede regular exactamente el caudal del
líquido dosificado. Además, las bombas de membrana están indicadas para el manejo de líquidos
de forma cuidadosa, donde la entrada de aire es prácticamente imposible, e incluso pudiéndose
esterilizar con cierta facilidad.
Las bombas de rodete o estrella flexible son máquinas de una gran sencillez, donde un
rodete de neopreno en forma de estrella de al menos seis radios flexibles, gira dentro de una
cámara cilíndrica de bronce o mejor de acero inoxidable, con una tubuladura de entrada situada en
un lado de la misma y otra de salida colocada en la parte contraria. La cámara tiene un
estrechamiento entre ambas tuberías, que obliga a la deformación de los radios del rodete cuando
pasan por esta zona, lo que provoca una impulsión cuando se comprimen justamente sobre la
tubería de impulsión, y una aspiración cuando recuperan su posición sobre la tubería de aspiración
de la bomba. Los extremos de los radios del rodete rozan contra las paredes de la cámara
cilíndrica, formándose una cámara de líquido entre dos radios, que es transportado desde la
tubería de aspiración hasta la conducción de impulsión.
Existe por lo tanto un rozamiento entre el rodete y las paredes interiores de la cámara de la
bomba, pudiendo subir su temperatura cuando trabaja en vacío y degradarse cuando se alcanzan
los 40º a 75º C. La sustitución del rodete es muy sencilla, basta simplemente con abrir una de las
bases de la cámara cilíndrica.
Las bombas de engranajes, también llamadas de ruedas dentadas, se utilizan muy poco en
el movimiento de líquidos como el mosto o el vino, siendo de gran utilidad en líquidos muy
viscosos, aunque siempre en ausencia de sólidos que reducen sensiblemente su vida útil. Dos
engranajes de material sintético giran en sentido contrario dentro de una cámara ajustada,
produciéndose una compresión del fluido que resulta atrapado entre los dientes de los engranajes.
Son bombas de giro relativamente lento, entre 250 a 1.500 r.p.m., pudiéndose alcanzar presiones
de hasta 8 bar, y caudales moderados de hasta 15.000 litros / hora.
Las bombas centrífugas o rotativas son máquinas que funcionan sin válvulas, donde uno o
más rotores nervados giran a elevadas revoluciones acoplados directamente al motor de
accionamiento dentro de una carcasa cerrada con dos orificios, uno de admisión situado a
continuación del eje de giro, y otro de impulsión colocado tangencialmente y normalmente hacia
arriba respecto del rotor. El material utilizado en la construcción de estas bombas es el acero
inoxidable, sobre todo en las partes que están en contacto con los líquidos a transportar.
Estas bombas no son muy utilizadas en las bodegas, motivado por su falta de
autoaspiración, y además por introducir en el vino o mosto transportado una gran cantidad de aire,
bien procedente de un mal acoplamiento en la tubería de aspiración o bien a través de la junta
existente entre la carcasa y el eje de giro. En la actualidad ambos problemas están superados,
existiendo bombas centrífugas autoaspirantes, también llamadas de “anillo líquido” o con otros
dispositivo que cumplan el mismo cometido y que evitan la entrada de aire mediante sistemas de
cierre totalmente herméticos.
Las llamadas bombas centrífugas de dos o más niveles, también llamadas bombas
reguladoras, son máquinas que agrupan dos o más rodetes, pudiendo conectarse entre ellos en
serie o en paralelo; en el primer caso se suman los caudales de los rodetes y con la presión que
ejerce uno de ellos, o en el segundo caso, se suman las presiones de los rodetes y con el caudal
que produce uno de ellos.
Las aplicaciones del frío en la industria enológica se conocen desde antiguo, en un primer
momento para conservar los vinos en locales subterráneos, donde las temperaturas se amortiguan
respecto de las existentes en la superficie, más tarde aprovechando los fríos del invierno para
lograr una estabilización natural de los vinos, y por fin no hace muchos años con la aparición del
frío industrial, para múltiples usos enológicos, donde destacan el control de temperatura en la
fermentación alcohólica, la estabilización tartárica de los vinos, y por último la climatización de los
locales de almacenamiento o crianza de los vinos.
La refrigeración mecánica aparece por primera vez en el año 1755, donde el escocés
William Cullen fabrica hielo por evaporación de éter. Más tarde en 1810, Sir John Lesley construyó
la primera máquina productora de hielo, funcionando mediante un principio similar al anterior; y por
fin en el año 1834 el estadounidense Jacob Perkins, patentó una máquina de compresión
mecánica, origen de los compresores utilizados hoy día. A estos le siguieron un gran número de
científicos ingleses, americanos, alemanes, franceses y holandeses, que desarrollaron sus teorías
que contribuyeron al desarrollo del frío: Carl von Linde, Carré, Black, Faraday, Carnot, Joule,
Mayer, Clausius, Thompson Thonson (Lord Kelvin), Helmholtz y Kamerling Onnes.
El flujo natural del calor siempre discurre desde un medio más caliente hacia otro más frío,
hasta que sus temperaturas se igualan. Una máquina frigorífica es un aparato, que mediante el
consumo de energía, permite invertir dicho flujo, de tal manera que el calor pasa del medio más frío
hacia el más caliente, de manera que el primero se enfría todavía más (foco frío) y al mismo tiempo
el segundo se eleva más su temperatura (foco caliente). Por lo tanto, este aparato es capaz de
producir frío por extracción del calor, al mismo tiempo que lo transmite a otro medio produciendo
calor, y comportándose como una máquina capaz de bombear calor de un medio a otro. En el caso
de interesar solo la refrigeración, se define como una unidad o grupo de frío, pero en el caso de
aprovechar indistintamente las producciones de calor o de frío, entonces se denomina como una
bomba de calor.
El consumo energético para la producción de frío en las bodegas, oscila entre 40 a 120
kWh / tonelada de vendimia. Esta variación de consumo de 1 a 3, corresponde a una oscilación de
entrada de vendimia de 1 a 1.000.
De una manera global se observa que el calor del fluido externo que circula por el
evaporador (aire, agua u otro líquido) es transferido al fluido externo que circula por el condensador
(aire, agua u otro líquido), consiguiéndose reducir la temperatura de los primeros a costa de elevar
las temperatura de lo segundos. Una parte del circuito: compresor – condensador – válvula de
expansión, permanece bajo presión, y la otra parte: válvula de expansión – evaporador –
compresor, lo hace como baja presión. Del mismo modo en una parte del circuito: evaporador –
compresor – condensador, el fluido está en forma de gas o vapor, y en la otra parte: condensador –
válvula de expansión – evaporador, permanece en forma líquida.
Los fluidos refrigerantes deben presentar una propiedades físicas determinadas para
cumplir con su cometido, representándose las de carácter frigorífico en un diagrama presión-
entalpía particular para cada uno de ellos, y por donde se realiza el trabajo del circuito frigorífico.
La entalpía (h) es un término de energía definido como la suma de los flujos de trabajo,
expresándose matemáticamente como sigue:
Estos fluidos se representan por la letra R, seguida por un número de tres cifras, donde en
la de las unidades se indica el número átomos de flúor que contiene la molécula, en la de las
decenas restándole una unidad, el número de átomos de hidrógeno, y en la de las centenas
sumándole una unidad, el número de átomos de carbono. Las valencias sobrantes se saturan con
átomos de cloro, o con átomos de bromo indicándose entonces con la expresión B1. Así un freón R
012 corresponde a una molécula de C Cl 2 F 2 , o bien un R 115 correspondería a la molécula C Cl
F2 – C F3.
El circuito de refrigeración debe ser totalmente hermético, para impedir fugas hacia el
exterior debido a que se alcanzan presiones de trabajo entre 10 a 20 kg / cm2, que reducen la
eficacia de refrigeración de la máquina, y también producen los inconvenientes sobre el medio
ambiente antes señalados. Del mismo modo al ser muy higroscópicos, una posible entrada de
agua en el circuito, puede ocasionar graves problemas de corrosión, así como de obstrucciones
por la formación de hielo en el evaporador, admitiéndose un máximo de 1 gramo de agua por 100
kg de gas. Para la lubricación de los compresores se utilizan aceites minerales, que permanecen
mezclados con el fluido refrigerante en una parte del circuito, mientras que en la parte del
evaporador no conviene que así sea, para lo que debe de disponerse de un dispositivo separador
de aceite antes de su entrada.
El aceite arrastrado por el fluido refrigerante, puede estar en forma de gotas, o bien como
aerosoles que son gotas mucho más finas de diámetro entre 0,01 a 0,80 micras, e incluso también
como vapores de aceite. En los separadores de aceite, la descarga del vapor del fluido frigorígeno
se hace pasar por barboteo a través de un baño del mismo refrigerante líquido, descendiendo
desde 80º a 100º C hasta –40º C, donde el aceite se separa quedándose en la parte inferior del
dispositivo, pudiendo ser entonces fácilmente purgado y reenviado hacia el compresor.
Los primeros freones que se utilizaron, fueron los CFC o cloro-fluor-carbonados, prohibidos
en la Unión Europea desde el año 1995 por su acción destructora del ozono, destacando entre
estos fluidos los siguientes:
Estos fluidos han sido sustituidos por los HCFC o hidro-cloro-fluor-carbonados, que al
contener menos átomos de cloro o bromo en sus moléculas, se reduce la acción destructora sobre
el ozono, autorizándose una utilización temporal en la Unión Europea hasta el año 2015, aunque
posiblemente esa fecha se adelante al año 2004. Los CFC más conocidos son los R 022, R 123, R
124, R 141 b y R 142 b.
Los anteriores serán sustituidos por los fluidos HFC o hidro-fluor-carbonados, que no
poseen el efecto destructor del ozono atmosférico de los freones anteriores, pero que sin embargo
presentan un mayor responsabilidad sobre el efecto invernadero. Entre estos HFC destacan los R
125, R 134 a, R 143 a, R 152 a, y R 032.
La sustitución de los freones prohibidos por los autorizados, también ocasionan frecuentes
problemas, debiendo recuperarse el fluido sustituido en recipientes especiales, para proceder a su
posterior destrucción en un establecimiento especializado. Del mismo modo el aceite debe ser
también sustituido, puesto que los CFC utilizan aceites minerales, mientras que los HFC son
aceites de base éster incompatibles con los anteriores, siendo admisible permitir un residuo
máximo del aceite sustituido del 3 por 100.
Por otra parte, el efecto invernadero es otro de los problemas que pueden derivarse del
uso de estos fluidos. La radiación solar que recibe la tierra, parte puede ser absorbida por la misma
o por los seres que viven sobre ella, y otra parte es devuelta al espacio en forma de radiación
infrarroja. Algunos gases en la atmósfera no permiten el escape de estas radiaciones,
devolviéndolas de nuevo hacia la superficie de la tierra, aumentando la temperatura de manera
progresiva y con consecuencias también nefastas para la humanidad. El anhídrido carbónico (CO 2 )
es el principal gas responsable de este efecto, pero también los son los gases frigoríficos, bien de
una manera directa como tales, o bien indirectamente por el desprendimiento de anhídrido
carbónico generado en la producción de energía eléctrica utilizada en el funcionamiento de los
compresores frigoríficos.
El efecto invernadero directo (EID) se denomina también GWP (global warming potential),
tomando como la unidad el propio gas carbónico, mientras que el efecto invernadero indirecto (EII)
de las instalaciones de refrigeración es muy variable y depende del sistema de producción de
energía eléctrica de los países, variando desde 0,005 a 1,100 kg de CO 2 / kWh, con un valor medio
de 0,650 kg CO 2 / kWh. Pudiéndose establecer entonces la siguiente ecuación:
El efecto invernadero global (EIG), también llamado TEWI (total environnement warming
impact), será la suma del efecto invernadero directo e indirecto:
HCFC:
R 022 0,05 1.700
R 123 0,02 90
R 124 0,03 480
R 141 b 0,10 630
R 142 b 0,07 2.000
HFC:
R 125 0,00 3.200
R 134 a 0,00 1.300
R 143 a 0,00 4.400
R 152 a 0,00 140
R 032 0,00 580
Mezclas:
Otros inconvenientes que se señalan en los freones, están en que los CFC y HCFC
expuestos en incendios al aire pueden producir un gas letal llamado fosgeno, mientras que los
HFC pueden transformarse en ácido fluorhídrico. Además estos gases son indetectables y pesan
más que el aire, pudiendo acumularse en zonas bajas de edificios y provocar accidentes por
asfixia, mostrando las estadísticas unas pérdidas de carga en circuitos frigoríficos del orden del 10
a 30 por 100 y año. Las altas temperaturas también pueden llegar a degradar estos fluidos
refrigerantes, catalizados por la presencia de agua en el circuito, o bien por virutas y óxidos, o por
último por un aceite degenerado por el uso.
Otra posibilidad consiste utilizar los fluidos refrigerantes naturales, muchos de ellos
utilizados hace años y abandonados en la actualidad, volviendo el amoníaco a recuperar un
protagonismo, por no generar los problemas de destrucción de la capa de ozono, ni tampoco por el
efecto invernadero, aunque puede presentar otros problemas de peligrosidad en su manejo.
El amoníaco (NH 3 ) es también un fluido refrigerante también conocido como R 717, que
posee unos valores de ODP y GWP nulos, así como un TEWI también muy reducido, por lo que
resulta un refrigerante ideal desde el punto de vista del medio ambiente, ya que como tal
compuesto forma parte del ciclo natural del nitrógeno en la biosfera, estimándose una producción
anual del planeta del orden de 3 . 109 toneladas de amoníaco. Además es un producto muy barato
y de unas propiedades refrigerantes superiores a la de los freones citados con anterioridad. El
problema que se plantea es su peligrosidad, pues las mezclas del amoníaco con el aire son
explosivas, siendo una concentración del 4 por 100 el límite de seguridad práctico.
Aunque este gas es menos pesado que el aire, sin embargo cuando una fuga se produce
en aire húmedo, se forma un aerosol de sal de amonio, más pesado que el aire y se puede
entonces acumular en partes bajas de recintos poco ventilados. La temperatura de ignición de la
mezcla es bastante alta y del orden de 650º C, por lo que debe existir un incendio previo o una
chispa de gran potencia. Las fugas de amoníaco son fácilmente detectables, debido a la formación
de escarcha en el lugar de desprendimiento y al fuerte olor sofocante que despide este gas.
El acero, aluminio y el hierro son materiales compatibles con el amoníaco, mientras que el
cobre, el cinc y sus aleaciones no lo son, debiendo prestarse especial atención a la construcción
de las máquinas de refrigeración. Del mismo modo la soldadura autógena siempre es preferible a
la soldadura con aportación de metales, y mejor las uniones embridadas en vez de las conexiones
abocardadas.
III.4.1.2. Compresores.
1 C.V. = 75 kg m = 0,736 kW
Los compresores frigoríficos pueden clasificarse de acuerdo con dos criterios, el primero de
índole constructivo en compresores de pistones, también llamados alternativos, o los compresores
rotativos, dentro de los cuales se encuentran los de paletas, los de dos tornillos, y los de un tornillo.
El segundo criterio responde a su hermeticidad respecto de posibles fugas del fluido frigorífico,
existiendo los compresores herméticos, los semiherméticos, y los abiertos.
Los compresores herméticos, también llamados cerrados, son máquinas donde el motor y
el compresor están encerrados herméticamente dentro de una carcasa generalmente metálica, que
impide cualquier posible fuga hacia el exterior del fluido frigorífico. Sin embargo estos compresores
presentan una serie de inconvenientes, restringiendo su uso a máquinas frigoríficas de pequeña
potencia, no superior a los 30 kW, donde la carcasa nunca supera los 500 mm de diámetro. Se
utilizan principalmente para la refrigeración doméstica y comercial de pequeña potencia.
-Refrigeración deficiente del motor.
-Dificultades de mantenimiento y reparaciones.
-Recalentamiento del fluido frigorígeno y contaminación por residuos del quemado del
devanado de motor.
-Imposibilidad del uso de amoníaco como fluido refrigerante por la presencia de cobre del
motor.
Los compresores abiertos y semiherméticos están formados por dos conjuntos, donde la
carcasa del motor se une a la del compresor por medio de una junta atornillada, o bien consiste en
una carcasa monobloque que contienen ambos elementos, con tapas en los extremos y culatas
desmontables, pudiendo situarse el estator del motor eléctrico en el exterior de la carcasa para
evitar el contacto de los devanados de cobre con el fluido frigorígeno. Este tipo de compresores no
presentan los inconvenientes señalados para los herméticos, pero las fugas de fluido refrigerante
pueden llegar a ser importantes. Se utilizan para la refrigeración industrial de mayor potencia.
Esta máquinas está compuestas por uno o varios pistones que se mueven
alternativamente dentro de los correspondientes cilindros, llevando en su cabeza una válvula de
admisión y otra de escape, consiguiendo de este modo comprimir el gas refrigerante procedente
del evaporador y con destino al condensador. El diagrama presión / volumen del proceso dibuja
una figura en forma de trapecio irregular, donde el lado 1–2 corresponde a la fase de compresión
reduciéndose el volumen y aumentando la presión, permaneciendo ambas válvulas cerradas,
seguida del lado 2–3 donde se produce la descarga del gas comprimido a través de la válvula de
escape que permanece abierta. Invirtiendo el movimiento el pistón con ambas válvulas cerradas,
se produce un vacío según el lado 3–4 del diagrama, para abrirse la válvula de admisión y permitir
una nueva entrada de gas refrigerante en el cilindro según el lado 4–1, para iniciarse de nuevo el
ciclo de trabajo.
El pistón en su punto más alto siempre deja un espacio entre la culata y él mismo, que
puede ser del 3 a 8 por 100 de la máxima capacidad en su punto más bajo para compresores
grandes, y del 5 a 15 por 100 en los de pequeño tamaño.
El volumen teórico desplazado (Vb) por un compresor alternativo se define de acuerdo con
la siguiente expresión:
π.D
2
V
3
Vb (m / seg) = --------- . C . N . ------- D: Diámetro de los cilindros (m).
4 60 C: Carrera de los pistones (m).
N: Número de cilindros.
V: Velocidad de rotación (r.p.m.).
El volumen o caudal realmente aspirado (Va) es siempre menor del volumen teórico
desplazado (Vb), dependiendo esta disminución del espacio muerto antes citado, así como de la
relación de compresión, que nunca debe ser superior a 6 o 10, y de la apertura o cierre de las
válvulas, ligándose ambos volúmenes por el coeficiente η v .
Va = Vb . η v
Las condiciones nominales de trabajo de un compresor se diferencian de las reales por las
temperaturas de recalentamiento y subenfriamiento del fluido frigorífico en el diagrama entálpico,
que generalmente se establecen respectivamente en 18,0º a 8,3º C. En el ejemplo de diagrama
entálpico adjunto para un freón R 022, el diagrama real viene definido por el polígono 1–2–3–4,
mientras que el teórico corresponde al A–B–C–D, funcionando con una temperatura de
vaporización de –10º C y de condensación de +40º C. El recalentamiento está regulado a 6º C y el
subenfriamiento a 4º C.
Los vapores son aspirados por el compresor en el punto 1 en lugar del punto A, donde la
relación de compresión es igual, así como también la del caudal volumétrico aspirado (Vb), pero
por el contrario el volumen másico (Vm) es sin embargo diferente en 1 que en A. El caudal másico
real aspirado (Dm) será:
Vm nominal
Dm real = Dm nominal . --------------------
Vm real
La diferencia de potencia frigorífica entre los valores nominal y real, pueden ser de un 5 por
100, aunque en algunas ocasiones pueden llegar a ser del 20 por 100.
-Compresores rotativos.
Los compresores rotativos son máquinas que aspiran y comprimen el fluido refrigerante de
una manera continua, siendo preferentemente utilizados respecto a los alternativos, cuando se
precisan grandes potencias de refrigeración, presentando las siguientes ventajas:
Los compresores de doble tornillo están construidos por una carcasa que contiene dos
tornillos o rotores que giran en sentido contrario, uno principal o rotor macho generalmente con 4
lóbulos, y el otro secundario o rotor hembra de perfil conjugado con el anterior y de 6
acanaladuras, siendo posible encontrar otras combinaciones, tales como: 3–4, 6–8, y 5–7. El fluido
penetra a través de una lumbrera de admisión, hasta que llena es espacio entre el canal de un
tornillo y el lóbulo del otro, que al girar ambos se comprime saliendo por la parte contraria por una
lumbrera de descarga. La regulación de la capacidad del compresor se hace por una corredera de
regulación situada en la zona de descarga, que reduce la salida de gas y lo hace retornar hacia la
admisión. Estos compresores no llevan válvulas, cerrándose el espacio entre los dos tornillos por
una abundante inyección de aceite, que además contribuye a refrigerar el fluido frigorígeno,
consiguiéndose una temperatura de descarga baja, pero precisando la instalación de un dispositivo
separador de aceite y un radiador o refrigerador del mismo. La relación de compresión puede llegar
a ser de 20, frente a un compresor de pistón donde está limitado al valor de 8.
El volumen aspirado (Vm) por un compresor de doble tornillo se puede calcular como
sigue:
El rendimiento del ciclo de refrigeración puede mejorarse por el subenfriado del fluido
refrigerante, que puede conseguirse haciendo retornar al compresor parte de éste una vez
condensado y antes de entrar en el evaporador, por medio de un enfriador intermedio de tipo
abierto, o bien por un intercambiador de calor intermedio, llegando a aumentar de este modo la
capacidad de un compresor en un 10 a 30 por 100.
Los compresores monotornillo están construidos por un tornillo que gira entre dos estrellas
o coronas dentadas situadas a ambos lados del mismo, actuado los dientes de las estrellas como
los pistones de un compresor alternativo. El control de capacidad se consigue por medio de una
anillo deslizante que contiene el tronillo y permite el retorno del gas comprimido hacia la admisión.
III.4.1.3. Condensadores.
La diferencia de temperaturas entre ambos fluidos debe situarse entre los 5º a 10º C para
los condensadores refrigerados por agua, y entre 10º a 15º C para los refrigerados por aire.
El calor a disipar por el condensador (Qc), puede fácilmente ser calculado sumando la
potencia frigorífica y la potencia absorbida:
Qc (kcal / hora) = Pot. frigorífica (kcal / hora) + Pot. absorbida (kW) . 860
Los más utilizados son condensadores horizontales, que llevan una carcasa y cabezales
de acero, conteniendo en su interior un haz de tubos aleteados y construidos en cobre para
mejorar la transmisión de calor. El fluido refrigerante entra por la parte superior de la carcasa,
encontrándose con el haz de tubos enfriados por el agua que circula en su interior, y
condensándose por la parte exterior de los tubos, cayendo hacia la parte inferior del aparato.
La condensación por agua está retroceso, debido a un mayor mantenimiento de las torres
de refrigeración por las incrustaciones que se producen, sobre todo cuando se utilizan aguas
duras, o bien por la formación de algas en el circuito de agua, además de la peligrosidad añadida
debida al cultivo de microorganismos patógenos para la salud humana, como por ejemplo la
bacteria Legionella.
-Condensadores evaporativos.
-Condensadores de aire.
Con estos aparatos el consumo de energía es algo más elevado que en los condensadores
refrigerados por agua, debido a que las temperaturas de condensación son más altas, y además
hay que sumar la energía requerida por los ventiladores. Deben de instalarse en lugares bien
ventilados, preferentemente a la intemperie, siendo el ruido que producen un aspecto también
negativo. En zonas muy cálidas existe el problema de imposibilitar la condensación del fluido
refrigerante, por lo que su uso puede estar restringido.
En los evaporadores “secos”, los vapores situados en la parte final de las conducciones
están secos y casi libres de gotas de líquido frigorígeno, mientras que en los evaporadores
“húmedos” también llamados “inundados” los vapores de salida se encuentran saturados con una
mezcla de pequeñas gotas de líquido frigorígeno, siendo por lo tanto más apropiado referirse
respectivamente a evaporadores de vaporización “completa” e “incompleta”. En los segundos, la
presencia de líquido mantiene húmeda la superficie interna de las conducciones, factor que mejora
la transmisión de calor y además la limpia mejor de restos de aceite.
El calor se extrae en forma de calor sensible, aunque también en forma de calor latente
cuando se produce un fenómeno de condensación o formación de escarcha sobre el evaporador y
procedente de la humedad del aire. Con este motivo, estas máquinas deben tener una bandeja
colectora de agua situada en la parte inferior, dotada de una pendiente del 6 por 100 y prever una
salida para la evacuación del agua ambiente condensada. Cuando se forma escarcha sobre los
serpentines, ésta debe ser periódicamente eliminada para mantener una adecuada transmisión de
calor; pudiendo hacerse esta operación de desescarche de varias maneras:
Qo (w) = m b . (h I – h IV ) + m b . (h IV – h III )
calor latente + calor sensible
El caudal de agua condensada o de escarcha depositada se estima en:
D e = m b . ( X I – X III )
La situación de los evaporadores de aire dentro de los locales a climatizar, debe hacerse
siempre en la parte superior de los mismos, con objeto de que el aire frío más denso que el aire
caliente descienda hacia el suelo, y de este modo se consiga homogenizar las temperaturas. El
llamado “efecto Coanda” hace que la corriente de aire impulsado a gran velocidad por un
ventilador, tiene tendencia a crear una depresión por encima de ella, manteniendo de este modo el
aire frío pegado al techo durante un trayecto bastante largo, lo que aumenta el alcance de la
corriente o dardo de aire frío. En este caso es preferible situar en ventilador delante del
evaporador, para evitar las turbulencias de aire que reducen este efecto.
Una derivación de los evaporadores de aire son los frigorígenos húmedos, en los cuales
una corriente de agua fría pulverizada refrigera una corriente de aire que circula forzada por un
ventilador, funcionado de manera inversa a una torre de refrigeración, y con una relación volumen
de aire / caudal másico de agua entre 1 / 1 a 1 / 1,5.
-Evaporadores de líquido.
Estos aparatos se emplean para la refrigeración directa de líquidos, bien mosto o vino en la
industria enológica, o bien agua como refrigerante intermedio para enfriar luego los anteriores. En
la mayor parte de los casos, están formados por una carcasa horizontal, que contiene en su interior
un haz de tubos, razón por lo que también se denominan como evaporadores multitubulares de
envolvente. En unas ocasiones el fluido frigorígeno circula y se vaporiza en el interior de los tubos,
circulando el fluido a refrigerar por el exterior, denominándose entonces de tipo “seco”; o en otras
ocasiones y por el contrario, el líquido a enfriar es quien circula por el interior de los tubos,
produciéndose la vaporización del fluido frigorígeno en la carcasa y por la parte exterior del haz de
tubos, denominándose entonces de tipo “inundado”.
-Filtro deshidratador.
Los filtros deshidratadores están formados por un recipiente relleno de una sustancia
deshidratadora en forma de pequeñas bolas, situadas entre dos rejillas comprimidas por un muelle
que impida el movimiento y por lo tanto su erosión, circulando el fluido refrigerante en sentido
descendente.
-Conducciones.
Tienen por misión unir los diferentes componentes de la instalación frigorífica, debiendo
cumplir los siguientes requisitos:
En el circuito frigorífico las conducciones se dividen en cuatro tramos, debiendo tener cada
uno de ellos las siguientes características particulares:
-Tubería de descarga. Esta conducción une el compresor con el condensador, siendo los
vapores descargados calientes y a una velocidad de 5 a 20 metros / segundo para arrastrar
fácilmente el aceite. Cuando el condensador se sitúa por encima del compresor, la tubería
debe estar sifonada para almacenar aceite y evitar una acumulación de éste en el
compresor.
-Enfriadores intermedios.
En las instalaciones frigoríficas donde la compresión se hace en dos etapas con dos
compresores, el primero de baja presión y el segundo de alta presión, el fluido frigorígeno puede
ser refrigerado entre ambos por un enfriador intermedio, o bien en otras instalaciones donde el
compresor puede ser sobrealimentado por líquido condensado, también se utiliza un dispositivo de
este tipo; situándolo después del condensador y antes de la válvula de expansión termostática,
pudiendo a la vez cumplir la función de recipiente acumulador de fluido frigorígeno descrito con
anterioridad. En la mayor parte de las instalaciones son de tipo vertical cerrado, empleándose en
las grandes los sistemas horizontales cerrados.
Es tal la importancia que hoy día tiene la tecnología del frío–calor, que no se concibe una
bodega sin una instalación de éste tipo, la cual debe estar correctamente bien dimensionada, y
aprovechar la presencia de un equipo central que sea capaz de aportar frío o calor a cualquier
lugar y necesidad de las dependencias industriales o incluso también administrativas y sociales.
El cálculo de los intercambiadores de calor tubulares se realiza sobre la superficie del tubo
central, de acuerdo con la siguiente estimación:
Qm
t sa = ----------- + t ea
S.K
Para los intercambiadores de calor de placas, el cálculo se realiza de un modo similar al de
los intercambiadores de tubos, haciendo únicamente variar el coeficiente de transmisión de calor
(K), que oscila entre valores de 1.300 a 2.600 kcal / ºC . m2 . hora (1.500 a 3.000 W / ºC . m2). Los
intercambiadores de calor en espiral, presentan unos valores de coeficiente de transmisión de calor
entre 1.000 a 1.200 W / ºC . m2 para mostos y de 1.800 a 2.500 W / ºC . m2 para agua.
En los depósitos de fermentación de acero inoxidable, la absorción de este calor puede ser
realizado por una camisa de refrigeración, que además debe compensar las pérdidas de frío en la
zona de la camisa con el ambiente (Q c kcal / hora), si ésta no está aislada, así como también en la
superficie restante del depósito también con el ambiente (Q d kcal / hora). Pudiéndose determinar la
superficie de la camisa (S c m2) de acuerdo con el siguiente cálculo:
Q f + Q c + Q d = S c . K . (t f – t h ) + S c . K . (t h – t a ) + (S d – S c ) . K . (t a – t f )
K = 10 a 50 kcal / ºC . m2 . hora
(12 a 60 W / m2 .ºC)
Qf + Qc + Qd
C a (litros / hora) = ---------------------------------
1 kcal / ºC litro . (t h2 – t h1 )
Las camisas de refrigeración se sitúan en la parte alta del depósito, donde se acumulan las
mayores temperaturas y siempre por debajo del nivel del mosto, colocándose algo más bajas en
los de fermentación de tintos, debido al espacio ocupado por el sombrero de hollejos, pudiendo
dividirse en varias camisas en los depósitos de gran volumen. En el caso de camisas de
calentamiento, por ejemplo para desarrollar la fermentación maloláctica, el cálculo se hace de un
modo similar al descrito, pero éstas se deben colocar en la parte inferior del depósito para
conseguir un adecuado reparto de la temperatura.
En bodegas antiguas con depósitos construidos con materiales tales como el hormigón
armado, tinajas de barro, tinas de madera, o depósitos de acero revestido, el control térmico de la
fermentación alcohólica puede hacerse mediante placas inmersas de refrigeración, que se
sumergen dentro del mosto y colgadas de las bocas de los depósitos. En el interior de estas
placas, circula el agua fría por un circuito en forma de serpentín, que absorbe las calorías
producidas por la fermentación de una manera similar a una camisa exterior de refrigeración. Dos
tuberías colectoras de agua fría y caliente situadas por el exterior de los depósitos, unidas a un
grupo de frío y a un depósito pulmón de agua refrigerada, completan la instalación junto a la
automatización mediante sondas de temperatura sumergidas en el mosto. La anchura de las
placas se limita a la de las bocas u otras puertas de los depósitos, con unas dimensiones
aproximadas de 0,4 m y una longitud comprendida entre los 1,5 a 3,0 m.
Existen pequeños grupos de frío portátiles, con unas potencias de compresor entre 4 y 10
C.V. que se utilizan para el control de la fermentación alcohólica de pequeños depósitos de
fermentación, donde un serpentín con agitador se introduce por la boca del depósito, y pueden ser
trasladado de uno a otro recipientes con gran facilidad, e incluso utilizándose en depósitos
isotérmicos, bien para la refrigeración de mostos o bien para la estabilización tartárica de los vinos.
Q f = S c . K . (t h2 - t h1 )
Qf
t h2 = ------------ + t h1
Sc . K
Q f = C a . 1 kcal / ºC litro . (t h2 - t h1 )
Qf
C a (litros / hora) = ---------------------------------------
1 kcal / ºC litro . (t h2 - t h1 )
Las condiciones de refrigeración de los depósitos dependen de sus dimensiones,
especialmente en lo referente a su relación superficie / volumen, enfriándose mejor aquellos
recipientes de pequeño tamaño, así como también de las condiciones exteriores, tales como la
temperatura ambiente y la ventilación o velocidad de circulación del aire entre los depósitos. Las
corrientes de aire pueden ser inducidas por la orientación del local de fermentación, siendo óptima
la alineación este–oeste, con una fachada fría y otra caliente, o bien forzando la circulación por
medio de equipos de ventilación instalados en la bodega al efecto.
Cuando las temperaturas exteriores son excesivamente elevadas, con objeto de evitar un
excesivo gasto de energía aplicado en la refrigeración, conviene aislar los depósitos de
fermentación con un revestimiento adecuado, de tal manera que se reduzcan las pérdidas de frío
hacia el exterior. La instalación de este aislamiento se realiza, cuando el coste del mismo se sitúa
por debajo del gasto energético durante la vida útil del depósito. En estas condiciones el diseño del
lagar de fermentación puede realizarse a la intemperie, reduciéndose notablemente el coste de
instalaciones en lo referente al apartado de obra civil.
% vol - 1
t c (ºC) = - ----------------
2
Existen otras formas de calcular esta temperatura, donde además del alcohol hacen
intervenir otros parámetros como el extracto seco:
% vol
t t (ºC) = - (----------- - 1)
2
1
K (kcal / ºC. m2 . hora) = --------------------------------
1 Li 1
------ + Σ ------ + ------
he λi hi
Rocas y terrenos:
-Rocas compactas 2.500 a 3.000 3,00 3,50
-Rocas porosas 1.700 a 2.500 2,00 2,33
-Arenas 1.700 1,20 1,40
-Suelo coherente 2.100 0,80 0,93
Materiales de relleno:
-Arena 1.500 0,50 0,58
-Grava rodada 1.700 0,70 0,81
-Escoria de carbón 1.200 0,16 0,19
-Cascote de ladrillo 1.300 0,35 0,41
Revestimientos continuos:
-Morteros de cal 1.600 0,75 0,87
-Mortero de cemento 2.000 1,20 1,40
-Enlucido de yeso 800 0,26 0,30
Hormigones ligeros:
-Hormigón armado 2.400 1,40 1,63
-Hormigón ligeros 600 a 1.400 0,15 a 0,47 0,17 a 0,55
-Hormigón silíceo 600 a 1.400 0,29 a 0,94 0,34 a 1,09
-Hormigón normal 1.600 a 2.400 0,63 a 1,40 0,73 a 1,63
-Hormigón con arcilla 500 a 1.500 0,10 a 0,47 0,12 a 0,55
Placas o paneles:
-Cartón–yeso 900 0,16 0,18
-Hormigón–madera 450 0,07 0,08
-Placas de escayola 800 0,26 0,30
LADRILLOS Y PLAQUETAS:
VIDRIO:
METALES:
MADERA:
PLÁSTICOS Y REVESTIMIENTOS:
MATERIALES AISLANTES:
-Poliestireno expandido:
Tipo I 10 0,049 0,057
Tipo II 12 0,038 0,044
Tipo III 15 0,032 0,037
Tipo IV 20 0,029 0,034
Tipo V 25 0,028 0,033
-Poliestireno extrusionado 33 0,028 0,033
-Polietileno reticulado 30 0,033 0,038
-Espuma de polisocianurato 35 0,022 0,026
-Espuma de poliuretano:
Tipo I 32 0,020 0,023
Tipo II 35 0,020 0,023
Tipo III 40 0,020 0,023
Tipo IV 80 0,034 0,040
-Espuma urea formol 10 a 14 0,029 a 0,030 0,034 a 0,035
-Vermiculita expandida 120 0,030 0,035
-Vidrio celular 160 0,038 0,044
La resistencia a la difusión del vapor de agua (μ) de los materiales aislantes, viene definida
por la relación entre la cantidad de vapor transferido en una capa de aire y la del aislante es
cuestión, pudiendo alcanzarse los siguientes valores:
Material μ
----------------------------- ------------
Corcho 10 a 50
Poliuretano 30 a 50
Poliestireno expandido 20 a 90
Poliestireno extruido 200
Espuma fenólica 30 a 50
Vidrio celular ∞
Aluminio (0,1 a 0,2 mm) 7,0 . 105 a ∞
Emulsiones de caucho 4,0 . 104
Emulsiones bituminosas 760
Papel encerado 2,5 . 105
Lámina de aluminio (0,05 mm) 2,7 . 105
Lámina de politeno (0,2 mm) 1,0 . 105
En el cálculo de las cámaras frigoríficas se permite como máximo unas pérdidas de frío a
través de los paramentos, del orden de 8 W / m2 o 7 kcal / m2 . hora, que deben ser compensadas
con la ayuda de un grupo de frío de refrigeración ambiental. Debiéndose prestar especial atención
a la construcción del suelo, pues aunque la tierra desprende calor a razón de 1,0 a 2,5 W / m2 (0,9
a 1,1 kcal / m2 . hora), se puede producir una bajada progresiva de su temperatura, ocasionando
importantes problemas de deformaciones estructurales. Para evitarlo la solera debe ser aislada
convenientemente e instalar en el subsuelo un sistema de calentamiento por circulación de aire,
agua caliente o por una resistencia eléctrica, que compensen las citadas pérdidas de frío.
Sobre el material aislante del suelo se debe instalar una capa resistente de rodadura,
generalmente de hormigón armado por su cara inferior, que reparta la carga puntual sobre una
gran superficie de aislamiento e impidiendo su deformación. En cámaras de gran tamaño se
instalan válvulas de seguridad de sobrepresión–depresión, que tienen por misión igualar las
presiones interiores con las exteriores, evitando de este modo posibles deformaciones
estructurales.
Los atomizadores funcionan con aire comprimido a una presión mínima de 6 bares y un
consumo de unos 50 litros por minuto y boquilla, realizando un efecto Venturi sobre la misma,
donde el agua procedente de otro circuito es aspirada e impulsada, formándose una niebla con
gotas de un diámetro inferior a 10 micras, que se evapora en el ambiente sin provocar
condensaciones. El diámetro de la boquilla de agua es de 0,2 a 1,5 mm según fabricantes, y con
un caudal por boquilla de 4 a 5 litros por hora trabajando sin interrupción.
El aire comprimido debe estar perfectamente limpio, con total ausencia de aceite y de otras
partículas en suspensión, así como también desecado para evitar la presencia de agua en su
circuito. Del mismo modo el agua estará descalcificada y filtrada, con objeto de anular el problema
de la obturación de las boquillas. El control del sistema se realiza con sensores de humedad
(higrostatos) que la regulan hasta niveles del 98 por 100, así como también con sensores de rocío
para evitar las condensaciones de agua.
B (kg) . R / 100
C m (litros / hora) = ----------------------------------
D (días) . J (horas / día)
Q g (kcal / hora) = Q CO2 (kcal / hora) + Q agua (kcal / hora) + Q alcohol (kcal / hora)
El coeficiente de transmisión de calor de las paredes del depósito (K) se evalúa con la
misma expresión utilizada en el cálculo de aislantes del apartado X.4.2.3. Estabilización de los
Vinos por Frío:
1
K (kcal / ºC . m2 . hora) = -----------------------------------
1 / he + Σ Li / λi + 1 / hi
En el caso de disponer de una bomba de calor, una vez determinada la potencia frigorífica
para las necesidades de vendimia, se comprueba si el mismo equipo es capaz de calentar agua
hasta una temperatura de 35º a 40º C disponible para realizar la fermentación maloláctica, cosa
que normalmente así ocurre.
Los depósitos donde se desarrolla la fermentación maloláctica deben estar dotados de una
segunda camisa situada en su parte inferior; instalándose en la bodega algunos de ellos,
consiguiendo de este modo una rotación de depósitos a lo largo del período de su ejecución. Las
rotaciones que se realizan oscilan entre 2 y 4, lo que permite hacer la fermentación maloláctica en
uno o dos meses teniendo en cuenta una duración de la misma de unas dos semanas.
-Calentamiento por pérdidas de calor en las paredes del depósito (Q d kcal / hora).
N : numero de depósitos.
S d : superficie total del depósito (m2).
t a : temperatura ambiente (ºC).
t f = t s : temperatura de la fermentación maloláctica: 20º a 22º C.
K : coeficiente de transmisión de calor de las paredes del
depósito (kcal / ºC . m2 . hora).
Con objeto de transformar este sistema discontinuo en otro de tipo continuo y de mejor
rendimiento, se disponen de varios depósitos de estabilización del mismo volumen y generalmente
en igual número más uno a los días de estabilización; llenando uno de ellos al mismo tiempo que
se vacía otro ya estabilizado, consiguiendo de este modo y con ayuda de un intercambiador de
calor de placas, un importante ahorro de energía y de tiempo, ya que el vino antes de entrar en la
unidad de frío es preenfriado con el vino que sale estabilizado.
P (litros)
V (litros) = ------------- N (depósitos) = d (días) + 1
D (días)
Las condiciones ambientales óptimas de los distintos locales de las bodegas, varían de
unos a otros en función de las condiciones de trabajo para las personas y de las mejores
situaciones para el almacenamiento o crianza de los vinos, pudiendo encontrase en las industrias
vinícolas las siguientes dependencias:
Los regímenes de temperatura y humedad son los principales factores ambientales que se
precisan controlar en los distintos locales de la bodega, pero además son también de tener en
cuenta en algunas dependencias, los niveles de iluminación necesarios para un adecuado trabajo,
y la total ausencia de olores extraños, eliminados en algunos casos por una adecuada ventilación,
y en otros casos por el control de los distintos materiales de construcción o de almacenamiento
dentro de la bodega. Las vibraciones o trepidaciones de los locales son también especialmente
importantes en los locales de crianza de los vinos, aunque normalmente en las bodegas no suelen
producirse problemas de este tipo.
III.5.1. Temperatura.
Caso II:
Edificios sin calefacción,
calefacción eléctrica. 0,30 0,20 0,15 0,13 0,11
El cálculo del valor de K G se realiza en primer lugar sumando los valores parciales de
transmisión de calor de los distintos cerramientos del edificio, partiendo de la superficie de cada
uno de ellos (S m2) y de los distintos valores de los coeficientes de transmisión de calor de los
materiales utilizados en su construcción (K kcal / ºC . m2 . hora), aplicándoles un coeficiente
corrector que oscila entre los siguientes valores:
Los valores de los distintos coeficientes de transmisión térmica (K kcal / ºC . m2. hora) de
los materiales, no serán superiores a los señalados en la siguiente tabla, que viene dada en
función del tipo de cerramiento y del mapa de zonificación por temperaturas mínimas de enero.
Una vez obtenido la suma de los valores de S . K (kcal / ºC . hora) de los cerramientos, se
divide entre la superficie total del edificio (m2), obteniéndose el valor de K G (kcal / ºC . m2 . hora). El
cual será inferior a los límites citados con anterioridad, en función de del tipo de local y de su factor
de forma (f m-1).
El factor de forma del edificio se calcula dividiendo la superficie total del edificio (m2), entre
el volumen total del mismo (m3).
Las temperaturas a mantener en el ambiente interior de los edificios, que podrán servir
para el cálculo de condensaciones, vendrán definidos por los siguientes valores:
La temperatura de las zonas de oficinas y servicios debe ser la necesaria para conseguir el
bienestar de las personas que desempeñan trabajos con pequeña actividad física, por lo que el
óptimo se sitúa entre los 20º a 25º C. En los locales donde el esfuerzo físico de los trabajadores es
superior, y no existen otros requerimientos respecto de la calidad del vino, la temperatura puede
alcanzar un mínimo de 15º C y un máximo de 25º C. Sin embargo en aquellas dependencias donde
el vino exige unas adecuadas temperaturas de conservación o de crianza, la temperatura en la
medida de lo posible debe ser constante a lo largo del año y con un óptimo comprendido entre los
12º a 15º C. Estas últimas condiciones afectan a locales de almacenamiento de vinos a granel,
crianza de vinos en barrica y botella, y también a los almacenes de producto terminado.
III.5.2. Humedad.
H R (%) = P V / P S . 100
Un adecuado nivel de la humedad relativa en la crianza de los vinos, que por una parte
trata de evitar las excesivas pérdidas, y por otra mantener la calidad de los mismos, puede ser del
orden del 80 por 100 y siempre que no se produzcan condensaciones de agua sobre las
instalaciones de crianza, para evitar las formaciones de mohos en los paramentos y sobre los
recipientes de crianza.
III.5.3. Iluminación.
La iluminación de las distintas dependencias de las bodegas, tienen como principal misión
permitir el desarrollo de los trabajos con comodidad; aunque en determinados locales puede tener
incidencia en la calidad de los vinos almacenados.
Las principales magnitudes que se utilizan en la iluminación de los locales, son la candela
como medida de intensidad luminosa, el lumen como medida del flujo luminoso, y el lux como
medida de la iluminación.
-Candela (I). Es la cantidad física básica internacional en todas las medidas de luz, estando su
valor determinado por la luz emitida por un patrón de laboratorio llamado cuerpo negro, trabajando
a una temperatura específica.
-Lumen (Φ). Es la luz emitida por unidad de tiempo. Un lumen es el flujo de luz que incide sobre
una superficie de un metro cuadrado, la totalidad de cuyos puntos dista un metro de una fuente
puntual teórica que tenga una intensidad luminosa de una candela en todas direcciones.
-Lux (E). Es la densidad del flujo luminoso sobre una superficie. Un lux es la iluminación en un
punto de una superficie que dista, en dirección perpendicular, un metro de una fuente puntual
uniforme de una candela. De esta definición se deduce que un lumen uniformemente distribuido en
un metro cuadrado de superficie, produce una iluminación de un lux.
2
Lux = lúmenes / m
Los niveles recomendados para los locales de las bodegas se estiman en las siguientes
cantidades:
Lux
-----------------------
Zona de descarga de vendimia: 70 a 100
Procesado de vendimia y fermentación alcohólica: 300 a 500
Almacenamiento de vinos a granel: 150 a 200
Crianza en barrica: 70 a 100
Embotellado, etiquetado y embalado de vinos: 300 a 500
Crianza en botella: 70 a 100
Almacenes de materiales y productos terminados: 150 a 200
Oficinas, laboratorio y servicios: 700 a1.000
La renovación de aire en otros locales de la bodega pueden tener un gran interés de cara a
evitar las posibles condensaciones de humedad sobre los paramentos, especialmente en los
recintos donde la humedad debe ser elevada, como en los almacenes de crianza o
almacenamiento de vinos en madera, debiendo la ventilación estar bien estudiada, afectando
únicamente a las citadas superficies, y no directamente a las barricas, donde se pueden producir
fugas por una pérdida de hermeticidad de la madera. La ventilación también tiene un importante
aspecto en la evacuación de posibles olores extraños que pudieran contaminar los vinos, siendo
muy sensibles a su adquisición, especialmente en aquellos recintos contaminados donde se
manipulan los vinos, y estos pueden tomar fácilmente los olores que contiene el ambiente.
Estos cloroanisoles en cantidades muy pequeñas, pueden pasar directamente del corcho
defectuoso al vino o bien proceder de otros materiales, difundiéndose por la atmósfera de los
recintos cerrados donde se almacena el vino y siendo capaces de disolverse en el mismo,
atravesando barreras a veces inverosímiles, como puede ser un tapón de corcho sano. Los
compuestos más conocidos son el TCA (2,4,6 tricloroanisol) de 4 a 10 nanogramos por litro de
umbral de percepción, el TeCA (2,3,4,6 tetracloroanisol) de umbral de percepción de 150
nanogramos por litro y el PCA (2,3,4,5,6 pentacloroanisol) menos problemático y de 4.000
nanogramos por litro de umbral de percepción. En el apartado XXV.3.1.3. Defectos Derivados del
Taponado con Corcho se describe con mayor detalle la formación de estas sustancias.
Evitando el tratamiento de los tapones de corcho con compuestos clorados, así como
eliminando de la bodega todos aquellos materiales que pudieran estar contaminados de cloro,
especialmente maderas (palets, jaulones de botellas, vigas, artesonados, etc); junto a otras
medidas complementarias como estableciendo una adecuada ventilación en los recintos,
eliminando la excesiva humedad de la bodega y manteniendo una temperatura baja que impida la
proliferación de los mohos, son las soluciones que en la industria enológica se emplean para
solucionar este grave problema. No obstante, sigue siendo frecuente y admisible encontrar alguna
botella con sabor a tapón, pues algún corcho puede tener el verdadero gusto a tapón que
primeramente se describió; pero lo que es inaceptable, es que todas las botellas de la cosecha o
de una partida de vino tengan este defecto, pues indica una mala elección de los corchos o por el
contrario, un problema de contaminación dentro de la bodega que se debe de solucionar, a veces
con grandes dificultades e importantes inversiones.
Por último, la ventilación debe ser necesaria y también debe preverse en aquellos lugares
de la bodega donde se almacenen o se trabaje con gases de cualquier tipo, tales como nitrógeno o
anhídrido carbónico para la conservación de vinos, anhídrido sulfuroso para las correcciones de los
mismos, gases frigorígenos como el amoníaco o los freones, etc. Debiendo mejor estar
almacenados a la intemperie para evitar problemas y riesgos en caso de fugas.