Separacion de PODERES
Separacion de PODERES
Separacion de PODERES
Separación de poderes
Mario Melgar Adalid
nes en el Estado mexicano.
El inehrm se complace en poner a disposición del público
lector la serie “Grandes Temas Constitucionales” que forma
parte de la colección “Biblioteca Constitucional”, creada en el
marco de la conmemoración de la Constitución que nos rige
desde 1917. El conocimiento de los temas constitucionales
fortalece a nuestra ciudadanía y a la democracia como forma
de vida.
S ecretaría de G obernación
S ecretaría de C ultura
I nstituto N acional de E studios H istóricos de las R evoluciones de M éxico
I nstituto de I nvestigaciones J urídicas - unam
Separación
de poderes
R e p r e s e n ta n t e s
Pod e r E j e c u t i vo F e d e r a l
Pod e r L e gi s l at i vo F e d e r a l
Pode r Ju d ic i a l d e l a F e d e r ac ió n
Patricia Galeana
Secretaria Técnica
C o n s e jo a s e s or
i n e h r m
Secretaría de Gobernación
Secretario de Gobernación
Miguel Ángel Osorio Chong
Subsecretario de Gobernación
René Juárez Cisneros
Subsecretario de Enlace Legislativo y Acuerdos Políticos
Felipe Solís Acero
Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos
Humberto Roque Villanueva
Subsecretario de Derechos Humanos
Roberto Campa Cifrián
Subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana
Alberto Begné Guerra
Subsecretario de Normatividad de Medios
Andrés Imre Chao Ebergenyi
Comisionado Nacional de Seguridad
Renato Sales Heredia
Oficial Mayor
Jorge Francisco Márquez Montes
Secretaría de Cultura
Secretario de Cultura
Rafael Tovar y de Teresa
M a r io M elga r Ada l id
Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Miguel Ángel Osorio Chong
Secretaría de G obernación
Prefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Pedro Salazar Ugarte
I nstituto de I nvestigaciones Jurídicas - unam
Introducción.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Los orígenes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Montesquieu en América . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
• 9 •
El veto presidencial:
¿tensión política o colaboración?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
Pr esen tación
• 11 •
12 • P r e s e n tac ión
de 1857, por ejemplo, han tenido vigencia hasta nuestros días, pues
con la incorporación de las Leyes de Reforma en 1873 establecieron
el Estado laico y secularizaron a la sociedad, avances perdurables en el
México del siglo xxi.
La Constitución de 1917, cuyo Centenario hoy celebramos, fue
producto de la Revolución Mexicana. Los derechos sociales en ella in-
corporados en diversos artículos han logrado que la República cuente
el día de hoy con instituciones sólidas, que promueven una convivencia
más equitativa y un acceso efectivo a la educación, la salud, la vivienda
digna y las oportunidades laborales. Su estructura refrendó al federa-
lismo como sustento de nación y a la democracia como forma de vida,
y no sólo como régimen de gobierno.
De esta manera, las y los mexicanos trabajamos por un presente y
un futuro en el que tengan plena vigencia las convicciones que hacen
de nuestro texto constitucional el más fiel testimonio, y la mejor he-
rramienta para seguir ampliando los horizontes de libertad, igualdad y
justicia social que nuestra nación anhela y merece.
Pr efacio
• 13 •
14 • Pre fac io
P e dro S a l a z a r Ug a rt e • 15
P edro S a l a z a r U g a rt e
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam
L a Constit ución
y sus gr a n des te m a s
1
Cfr. Thomas Fleiner, et al., Swiss Constitutional Law, Berna, Kluwer Law International,
2005, p. 24.
• 17 •
18 • L a C ons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
2
Paul W. Kahn, The Cultural Study of Law: Reconstructing Legal Scolarship, Chicago,
The University of Chicago Press, 1999, p. 9 y ss.
Di e g o Va l a dé s • 19
3
Véanse los artículos I, sección 9.1 y IV, sección 2.3 de la Constitución de Estados Unidos.
20 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
4
La primera comisión de investigación del Congreso la integró la Cámara de Represen-
tantes en 1792 para esclarecer la derrota del general Arthur St. Clair por parte de la tri-
bu Miamis. Cfr. John Killian (ed.), The Constitution of the United States, Washington,
Senado, 1997, p. 86.
5
Jethro K. Lieberman, The Evolving Constitution, Nueva York, Random House, 1992,
p. 50.
Di e g o Va l a dé s • 21
6
Dominique Pélassy, Qui gouverne en Europe?, Paris, Fayard, 1992, p. 132 y ss.
7
Francis G. Castles, “Scandinavia: The Politics of Stability”, en Roy Macridis C. (ed.),
Modern Political Systems. Europe, New Jersey, Prentice-Hall, 1987, p. 251 y ss.
8
Cfr. Karel Kraan, “The Kingdom of the Netherlands”, en Lucas Prakke y Constantijn
A. J. M. Kortmann (eds.), Constitutional Law of 15 EU Member States, Deventer, Wol-
ters Kluger, 2004, p. 591 y ss.
22 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
9
Véase Marc Verdussen, La Constitution belge, lignes et entrelignes, Bruselas, Le Cri,
2004, p. 23 y ss.
Di e g o Va l a dé s • 23
10
Véase Adam Dodek, The Canadian Constitution, Toronto, Dundurn, 2013, p. 26 y ss.
11
Adam Dodek, “Uncovering the Wall Surrounding the Castle of the Constitution: Ju-
dicial Interpretation of Part V of the Constitution Act, 1982”, en Emmett Macfarlane
(ed.), Constitutional Amendment in Canada, Toronto Press, University of Toronto,
2016, p. 42 y ss.
24 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
procede del siglo xix, aunque la estructura actual del poder y de sus re-
laciones con los gobernados diste mucho de ser hoy como fue entonces.
Luxemburgo presenta un caso de reordenación constitucional aná-
logo al belga y al suizo. El texto original es de 1868, que corresponde
al de su cuarta constitución formal. La primera fue una carta otorgada
en 1841 por el rey de Países Bajos; la segunda en el orden formal
fue en realidad la primera adoptada por una asamblea constituyente
propia en 1848 y se acopló a la corriente liberal de la época. En 1856
se produjo una recaída monárquica tradicionalista que fue superada de
manera definitiva por el establecimiento de la monarquía constitucio-
nal en 1868, con la norma suprema todavía en vigor.12
Como en el caso de Bélgica, el texto luxemburgués de entonces y
el actual difieren en todo. Fueron abolidos los tratados secretos; se es-
tableció el sufragio directo y se le otorgó este derecho a la mujer; se incor-
poró el derecho al trabajo, a la seguridad social y a la sindicalización;
la educación primaria se volvió obligatoria y gratuita; fue modificada la
integración del Parlamento e introducida la representación proporcional;
quedó abolida la pena de muerte; se aceptó la autoridad supranacional
de los órganos europeos; surgieron la Corte de Cuentas, el Tribunal
Constitucional, el Consejo Económico y Social, las cámaras profesio-
nal y de comercio; y en materia política se transitó de manera paulatina
de la monarquía arcaica reintroducida en 1856, para organizar progre-
sivamente un sistema parlamentario moderno. Al igual que en el caso
belga, se ha seguido un camino largo que ha permitido construir una
constitución nueva sin generar el rechazo por parte de una sociedad de
tendencia conservadora.
Como señalé antes, México cuenta con la octava constitución más
antigua del planeta, y con la segunda más longeva de un sistema repu-
blicano, precedida sólo por la estadounidense. Al acercarse a su Cente-
nario,13 ha sido objeto de 227 decretos de reforma que han modificado
697 veces 114 de sus 136 artículos. En otras palabras, sólo 22 de sus
preceptos permanecen intocados.
12
Jean Thill, “The Grand Duchy of Luxemburg”, en Lucas Prakke y Constantijn A. J.
M. Kortmann (eds.), Constitutional Law of 15 EU Member States, Deventer, Wolters
Kluger, 2004, p. 543 y ss.
13
Escribo en septiembre de 2016.
Di e g o Va l a dé s • 25
26 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
Sobre este aspecto pueden verse: Hugo Concha Cantú, Héctor Fix-Fierro, Julia Flores
14
Di e g o Va l a dé s • 27
15
Cfr. Héctor Fix-Fierro y Diego Valadés (coord.), Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Texto reordenado y consolidado, México, Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas-unam/Cámara de Senadores/Cámara de Diputados/Centro de Estudios
de Derecho e Investigaciones Parlamentarias/Instituto Iberoamericano de Derecho
Constitucional, 2016.
28 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
Di e g o Va l a dé s • 29
30 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
Di e g o Va l a dé s • 31
32 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
cida en 1921, fue sobre esa materia, y que el debate constitucional más
encendido en nuestro tiempo sigue siendo sobre ese gran tema.
El derecho penal, que incluye la vertiente penitenciaria, ha sido
objeto de cambios de gran repercusión para la seguridad jurídica, la
libertad e incluso la vida de los mexicanos. Los cambios constituciona-
les en esta materia son una constante en el largo y fructífero trayecto
de la Constitución, sin que sea posible decir que ya alcanzamos una si-
tuación por completo satisfactoria. La experiencia germinal en materia
de juicios orales, por ejemplo, suscita muchas dudas y serán necesarias
nuevas respuestas que atiendan los aspectos preteridos y corrijan los
errores que vayan siendo advertidos.
El derecho municipal tuvo un desarrollo más pausado, entre otras
cosas porque la tarea constructiva del municipio tuvo un periodo de
maduración muy amplio. El marco normativo construido en 1917 dejó
muchos pendientes que el Congreso de Querétaro no tuvo tiempo de
abordar, por lo que fueron necesarias las reformas de 1982-83. Aun así,
hay numerosos aspectos todavía sin atender, como el servicio civil mu-
nicipal y las formas eficaces de resolver los problemas de cooperación
intermunicipal.
El tema federal, que viene desde 1824, muestra más carencias que
fortalezas, entre otras razones porque se mantienen asimetrías muy
relevantes, como es el caso del amparo judicial, por ejemplo, y porque
no se han removido los residuos del poder caciquil que sigue siendo
un lastre para la democracia en México. Otro aspecto relevante es la
afectación del principio de igualdad jurídica que resulta de la exis-
tencia de tantos órdenes jurídicos en materias tan sensibles como la
penal y la civil, como entidades hay. También es llamativa la vetustez
del sistema federal en su conjunto, si se le compara con los desarrollos
que esta materia ha tenido en otros ámbitos, como el argentino y el
canadiense en América, y el austriaco y el belga en Europa, por sólo
mencionar unos ejemplos.
La separación de poderes ha tenido en México una lectura restric-
tiva, con la propensión secular a regatear la relevancia de los órganos
de representación política. La Constitución todavía no construye ins-
trumentos adecuados de control político, indispensables en toda de-
mocracia consolidada.
Di e g o Va l a dé s • 33
34 • L a Cons t i t uc ión y s us gr a n de s te ma s
Di e g o Va l a dé s • 35
D i eg o Va l a dé s
Miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam,
de la Academia Mexicana de la Lengua,
de El Colegio Nacional y de El Colegio de Sinaloa
Gr a n des te m a s
constit uciona les
• 37 •
Pat r ic i a G a l e a n a • 39
Pat r ic i a G a l e a n a • 41
Pat r ici a G a l e a na
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México
In troducción
• 43 •
M a r io M e lg a r A da l i d • 45
Los or ígen es
1
Elisur Arteaga Nava, Tratado de Derecho Constitucional, vol. I., México, Oxford Uni-
versity Press, 1990, pp. 32, 33.
2
The Wolters Kluwer Bouvier Law Dictionary, vol. I., Stephen Michael Sheppard (ed.),
Nueva York, Wolters Kluwer Law & Bussiness, 2012, p. 577.
• 47 •
48 • L o s oríge ne s
3
André Maurois, Historia de Inglaterra, Barcelona, Círculo de Lectores, 1970, pp. 327-
328.
4
Del espíritu de las leyes fue publicado por primera vez en 1748. La Iglesia católica lo
consideró en el Índice de libros prohibidos. No obstante, el libro alcanzó de inmediato
un gran éxito.
M a r io M e lg a r A da l i d • 49
L a i n flu enci a
de Joh n Lock e
1
John Locke, “The Second Treatise on Government, an Essay Concerning the True
Original, Extent and End of Civil Government”, en Locke. Two Treatises of Govern-
ment, Peter Laslett (ed), Reino Unido, Cambridge University Press, 1988, p. 3.
2
Idem.
• 51 •
52 • L a i nflu e nc i a de Joh n L o c ke
3
Ibidem, p. 118.
M a r io M e lg a r A da l i d • 53
4
M.J.C. Vile, Constitutionalism and the Separation of Powers, Indianapolis, Liberty
Fund, 1998, p. 54.
54 • L a i nflu e nc i a de Joh n L o c ke
5
Ibid., pp. 55-58.
M a r io M e lg a r A da l i d • 55
6
John Locke, op. cit., pp. 364-365.
56 • L a i nflu e nc i a de Joh n L o c ke
7
Brice Dickson, Introduction to French Law, Londres, Pitman Publishing, 1994, pp.
40-51.
8
Manuel Aragón, Constitución, democracia y control, México, Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas-unam, 2002, p. 86.
• 57 •
58 • Mont e s qu i e u e n A m é rica
M a r io M e lg a r A da l i d • 59
1
Jesse Ames Spencer, Historia de los Estados Unidos, t. I, Barcelona, Montaner y Simón
Editores, 1870, pp. 477 y 478.
60 • Mont e s qu i e u e n A m é rica
2
Andrés Maurois, Historia de los Estados Unidos, Barcelona, Círculo de Lectores, 1972,
pp. 176-183.
M a r io M e lg a r A da l i d • 61
3
Jon Meacham, Thomas Jefferson, The Art of Power, Nueva York, Random House, 2012,
pp. 211-212.
4
Algo similar ocurriría casi un siglo después cuando Napoleón III abandonó a Maximi-
liano de Habsburgo en el Cerro de las Campanas.
5
Jon Meacham, op. cit.
62 • Mont e s qu i e u e n A m é rica
6
Artículos de la Confederación, artículo III, 9 de julio de 1778.
7
Ibidem, artículo V.
8
Ibidem, artículo IX.
9
Idem.
M a r io M e lg a r A da l i d • 63
10
Constitución de Virginia (1776), artículo III, “De la separación de poderes”.
11
Constitución de la Comunidad de Massachussets (1780), artículo V.
64 • Mont e s qu i e u e n A m é rica
12
Ibidem, artículo XXX: “In the government of this commonwealth, the legislative
department shall never exercise the executive and judicial powers, or either of them;
the executive shall never exercise the legislative and judicial powers, or either of
them; the judicial shall never exercise the legislative and executive powers, or either
of them; to the end it may be a government of laws, and not of men”.
M a r io M e lg a r A da l i d • 65
13
Alexander Hamilton, Santiago Madison y John Jay, El Federalista, prólogo de Gustavo
R. Velasco, México, fce, 1957, pp. 204 y 205.
L a en tr a da en escena
de l a Constit ución
de Esta dos Un idos
• 67 •
1
Diego Valadés, Constitución y democracia, México, Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas-unam, 2000, p. 69. Afortunadamente para quienes interesa desentrañar el sentido
de la convención estadounidense, en donde no se llevó un diario de debates, ni regis-
tros formales de la discusiones, entre octubre de 1787 y mayo de 1788, en tres perió-
dicos de la ciudad de Nueva York se publicaron 77 artículos escritos por un triunvirato
integrado por John Jay, Alexander Hamilton y Samuel Madison bajo el seudónimo de
Publio y que, integrados, se conocen como El Federalista, publicado en México por el
Fondo de Cultura Económica en 1957.
M a r io M e lg a r A da l i d • 69
2
Mario Melgar Adalid, La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, claroscuro de la
justicia, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM/Porrúa, 2012, pp. 10-
12.
M a r io M e lg a r A da l i d • 71
3
Paulsen Michael Stokes, et al., The Constitution, An Introduction, Nueva York, Basic
Books, 2015, pp. 4-21.
4
“The powers not delegated to the United States by the Constitution, nor prohibited
by it to the states, are reserved to the states respectively, or to the people”: “Los pode-
M a r io M e lg a r A da l i d • 73
res que la Constitución no delega a los Estados Unidos ni prohíbe a los Estados quedan
reservados a los Estados o al pueblo”. [Traducción del autor.]
5
Jethro K. Lieberman, A practical companion to the Constitution, California, The Uni-
versity of California Press, 1999, pp. 505-506.
6
Esta decisión resultó clave para el futuro del imperio de la Suprema Corte estadouni-
dense. Contrasta con la facultad que le fue conferida a la Suprema Corte de Justicia de
la Nación por el artículo 97, II párrafo de la Constitución Política de los Estados Uni-
dos Mexicanos. La facultad indagatoria o de investigación de la Suprema Corte dañó
la majestad e imperio del máximo tribunal de México. Era una atribución discrecional
que, por tanto, se podía ejercer o no, ya de oficio o a petición de parte legitimada, pero
nunca a petición de los gobernados. Era formalmente un procedimiento de naturale-
za judicial, pero materialmente es una labor de carácter administrativo. La Corte no
actuaba propiamente en su calidad de tribunal; esto es, no resolvía un litigio constitu-
cional mediante la aplicación del Derecho, sino que se limitaba a determinar si en el
caso concreto había o no una grave violación a las garantías individuales. Lo anterior es
ejemplo de cómo algunas normas contenidas en la Constitución pueden ser inconstitu-
M a r io M e lg a r A da l i d • 75
El Feder a lista y l a
di v isión de poder es
1
Madison tenía entonces 35 años, se convertiría en un influyente congresista, asesor
del presidente Washington, secretario de Estado en el gabinete del presidente Thomas
Jefferson y el cuarto presidente de Estados Unidos. Se le conoce como el padre de la
Constitución.
• 77 •
2
Michael Stokes Paulsen et al., The Constitution: An Introduction, New York, Basic
Books, 2015, p. 31.
M a r io M e lg a r A da l i d • 79
3
Alexander Hamilton, Santiago Madison y John Jay, El Federalista, prólogo de Gustavo
R. Velasco, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, pp. 221 y 222.
M a r io M e lg a r A da l i d • 81
4
Martin Shapiro, “Judicial Review Global”, en La ciencia del derecho procesal consti-
tucional. Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como in-
vestigador del derecho, t. I, Teoría general del derecho procesal constitucional, Eduardo
Ferrer Mac-Gregor y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (coord.), México, unam, Instituto
Mexicano de Derecho Procesal Constitucional/Marcial Pons, 2008, pp. 892.
5
Alexander Hamilton, Santiago Madison y John Jay, op. cit., p. 331.
6
Ibidem, p. 278.
L a sen tenci a de M a r bu ry
y su efecto sobr e el
desen volv i m ien to de l a teor í a
del equ ilibr io de los poder es
1
Manuel Aragón, Constitución, democracia y control, México, Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas-unam, 2002, pp. 90 y 91.
• 83 •
84 • L a s e nt e nc i a de M arbu ry y su e f ec to. ..
2
Art. XXX: In the government of this commonwealth, the legislative department shall never
exercise the executive and judicial powers, or either of them; the executive shall never exer-
cise the legislative and judicial powers, or either of them; the judicial shall never exercise
the legislative and executive powers, or either of them; to the end it may be a government
of laws, and not of men.
3
Marbury vs. Madison 1 Cranch (5 U.S.) 137 (1803). Discusión, 11 de febrero de
1803; resolución, 24 de febrero de 1803; votación 5-0.
M a r io M e lg a r A da l i d • 85
4
Gordon S. Wood, Empire of Liberty. A History of the Early Republic 1789-1815, Nueva
York, Oxford University Press, 2009, p. 445.
86 • L a s e nt e nc i a de M arbu ry y su e f ec to. ..
M a r io M e lg a r A da l i d • 87
5
La historia arquitectónica del edificio de la Suprema Corte está llena de datos: prime-
ro (1790) la Suprema Corte estuvo albergada en un edifico comercial en la ciudad
de Nueva York; al año siguiente en Filadelfia, como ocurrencia tardía, en pequeños
cuartos. De Filadelfia se mudó a la ciudad de Washington, donde estuvo de manera
provisional en el Capitolio, hasta que se construyeron espacios en el sótano. Durante
la guerra contra los ingleses en 1812, estos cuartos se incendiaron. En 1860 se tras-
ladaron a un espacio más amplio que les dejó el Senado. En 1925 el presidente Taft
inició la campaña para dotar a la Suprema Corte de un edificio propio. La Corte llegó
en octubre de 1935 al imponente edificio que ahora ocupa, en medio del conflicto de
la judicatura federal con el presidente Roosevelt que veremos adelante.
88 • L a s e nt e nc i a de M arbu ry y su e f ec to. ..
Mientras esperaba con el Presidente la carta del Sr. Jay declinando su nom-
bramiento, dijo sentidamente “¿Ahora a quién voy a nombrar?” Le contesté
que no podía decirle pues suponía que todavía permanecía la idea de desig-
nar al Juez Patterson. Dijo en un tono firme, “No voy a nombrarlo a él.”
Después de unos minutos de duda, dijo: “Te voy a nombrar a ti.” Al día
siguiente fui designado.6
6
André Maurois, Historia de Inglaterra, Barcelona, Círculo de Lectores, 1970, p. 220.
7
David McCullough, John Adams, Nueva York, Simon & Schuster, 2008, p. 27.
M a r io M e lg a r A da l i d • 89
90 • L a s e nt e nc i a de M arbu ry y su e f ec to. ..
M a r io M e lg a r A da l i d • 91
Jefferson. Más allá del caso concreto, la Corte confirmó con su deci-
sión que disponía del poder más amplio que en derecho puede tenerse,
como es el de revisar las leyes.
La causa Marbury resultó para los jueces de la Suprema Corte la
amenaza de entrar en la maleza política. Los ánimos partidistas esta-
ban tan exacerbados entre los federalistas, que habían dejado el poder
aunque muchos permanecían en los tribunales, y los republicanos, que
habían asumido recientemente los cargos ejecutivos y deseaban nulifi-
car las facultades de la Suprema Corte. Si Marshall tenía aparentemente
dos opciones, ordenar al Ejecutivo que formalizara los nombramientos
o no hacerlo, el presidente Jefferson tenía teóricamente la posibilidad
de ordenar a Madison que desatendiera la eventual orden de la Corte, o
bien, actuar políticamente con sus aliados en el Congreso para limitar
las facultades de la Suprema Corte.
Jefferson era un demócrata convencido de las bondades de escuchar
la voz del pueblo. Tenía una pésima opinión del Poder Judicial, como
lo plantea esta afirmación: “Lo que más temo es el Poder Judicial fe-
deral… ¿Cómo podría llamarse republicano un gobierno en el que una
amplia parte de poder supremo es independiente de la nación?”8
Marshall fue más al fondo del asunto. La protección de los derechos
políticos corresponde a las otras dos ramas del poder (Ejecutivo y Le-
gislativo). Solamente que la autoridad de la Corte deriva de la fuente de
la soberanía popular, pero el ejercicio de sus facultades únicamente se
puede ejercer al resolver las controversias que se refieren a los derechos
fundamentales y no a los políticos. Debido a la revisión judicial los jueces
no podían imponer una ley inconstitucional, como resultó ser la Sección
13 de la Ley Judicial de 1789, que entró en conflicto con el artículo III
de la Constitución. Sin embargo, las implicaciones del fallo fueron más
allá de lo planteado en el asunto. El poder de la Suprema Corte es el po-
der de la Constitución, por lo que las leyes, federales o estatales, que la
contravengan serán declaradas nulas por ser inconstitucionales.
La paradoja de la resolución es que al limitar el poder de la Corte,
al impedir que emitiera la orden al Ejecutivo, Marshall aumentó dicho
poder al fijar que la Suprema Corte estaba facultada para decir el
8
André Maurois, op. cit., p. 220.
92 • L a s e nt e nc i a de M arbu ry y su e f ec to. ..
9
Sandra Day O’Connor, The Majesty of the Law: Reflections of a Supreme Court Justice,
Nueva York, Random House, 2004, p. 72.
L a sepa r ación
de poder es en los te xtos
constit uciona les pr ev ios a 1917
1
Cfr. José Luis Soberanes Fernández, Historia del derecho mexicano, México, Porrúa,
1995.
• 93 •
2
Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México, 1808-1967, México, Porrúa,
1967, p. 59.
3
Constitución Política de la Monarquía Española.
M a r io M e lg a r A da l i d • 95
4
Ulises Flores Sánchez, De la Constitución de Apatzingán de 1814, México, Porrúa,
2014, p. XX.
5
Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, artículos 2 y 3.
6
Ibidem, artículo 44.
7
Diego Valadés, El control del poder, México, Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas-unam, 1988, p. 151.
8
Decreto Constitucional, op. cit., artículo 107.
9
Cfr. Catherine Andrews, “Un proyecto alternativo de gobierno”, en Letras Libres, Mé-
xico, diciembre de 2015, pp. 16-18.
M a r io M e lg a r A da l i d • 97
10
Una discusión más elaborada en Mario Melgar Adalid, “Estudio comparativo del Acta
Constitutiva de la Federación Mexicana y de la Constitución de 1824”, en Obra Jurí-
dica Mexicana, México, Procuraduría General de la República, Gobierno del Estado
de Guerrero, 1988, pp. 4651-4713.
11
Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, artículo 9o.
12
Ibidem, artículo 21 y Constitución de 1824, artículo 158.
13
Ibidem, artículo 18.
14
Ibidem, artículo 20.
15
Ibidem, artículo 21.
16
Ibidem, artículo 22.
17
Ibidem, artículo 23.
18
Mario Melgar Adalid, “Estudio comparativo del Acta Constitutiva de la Federación
Mexicana y de la Constitución de 1824”, op. cit., pp. 4690 y 4691.
L a s constit ucion es
de 1824 y de 1857
• 99 •
1
Mario Melgar Adalid, “Estudio comparativo del Acta Constitutiva de la Federación
Mexicana y de la Constitución de 1824”, en Obra Jurídica Mexicana, México, Procu-
raduría General de la República/Gobierno del estado de Guerrero, 1988, pp. 4700-
4704.
2
Constitución federal de 1824, artículo 6o.
3
Ibid., artículo 23, fracciones II, III, IV, VI.
4
Ibid., artículo 29: “No pueden ser senadores los que no pueden ser diputados”.
M a r io M e lg a r A da l i d • 101
5
Ibid., artículo 38, fracciones I, II y IV.
6
Ibid., artículo 157.
7
David Pantoja Morán, El Supremo Poder Conservador. El diseño institucional en las
primeras constituciones mexicanas, México, El Colegio de México, El Colegio de Mi-
choacán, 2005, pp. 255, 256.
8
José Gamas Torruco, Derecho constitucional mexicano, México, Porrúa, 2001, p. 456.
M a r io M e lg a r A da l i d • 103
9
Emilio Rabasa, La Constitución y la dictadura, México, Porrúa, 1982, p. 63.
10
Constitución Política de la República Mexicana, 1857, artículo 50.
11
Emilio Rabasa, op. cit., p. 69.
12
Artículo 79 de la Constitución de 1857: “En las faltas temporales del presidente de la
República, y en la absoluta, mientras se presenta el nuevamente electo, entrará a ejercer
el poder, el presidente de la Suprema Corte de Justicia”.
1
Felipe Tena Ramírez, Derecho constitucional mexicano, 32a. ed., México, Porrúa, 1988,
pp. 65 y 66.
• 105 •
M a r io M e lg a r A da l i d • 107
M a r io M e lg a r A da l i d • 109
2
Ley Orgánica de la unam, Estatuto General, artículos 12, 15, 16, 30, 99, 100 y 101.
3
El Congreso de la Unión está integrado por 500 diputados y 128 senadores.
4
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículos 28, 41, 102B y 26B,
respectivamente.
M a r io M e lg a r A da l i d • 111
5
Miguel Carbonell y Pedro Salazar, División de poderes y régimen presidencial en México,
México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, Porrúa, 2011, p. 29.
6
Las cursivas son del autor.
7
Diario Oficial de la Federación, 28 de marzo de 1951.
8
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículo 76, fracción XIV.
9
Ibidem, artículo 28.
10
Ibid., artículo 89, fracción XIII.
11
Ibid., artículo 29.
12
Ibid., artículo 27, párrafo quinto.
M a r io M e lg a r A da l i d • 113
13
Ibid., artículo 72, párrafo segundo.
14
Jaime Cárdenas Gracia, Una Constitución para la democracia. Propuestas para un nue-
vo orden constitucional, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, 2000, p.
65.
15
Diario Oficial de la Federación, 28 de marzo de 1951.
16
Héctor Fix Zamudio, Algunas reflexiones sobre el Principio de la División de Poderes en
la Constitución mexicana, t. II, México, Memorias del III Congreso Iberoamericano
de Derecho Constitucional, unam, 1987, p. 640.
M a r io M e lg a r A da l i d • 115
17
El elenco en el siglo xix: Mariano Otero; José María del Castillo Velasco, diputado
constituyente en 1857, y Emilio Rabasa en La Constitución y la dictadura. En el siglo
pasado, entre otros tratadistas, el maestro Mario de la Cueva con su Teoría de la Consti-
tución; el maestro Héctor Fix-Zamudio y Salvador Valencia en su trabajo conjunto De-
recho constitucional mexicano y comparado; Jorge Carpizo en La Constitución Mexicana
de 1917, ilustra al señalar que decisiones fundamentales por su importancia y jerarquía,
como la división de poderes, sólo al pueblo corresponde reformar y no al poder revisor
de la Constitución; Ignacio Burgoa en su Derecho constitucional mexicano, y en el pre-
sente siglo Miguel Carbonell en diferentes trabajos.
1
Cfr. Jorge Carpizo, “Los medios de comunicación masiva”, en Nuevos estudios cons-
titucionales, México, Porrúa/Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, 2000, pp.
351-371.
• 117 •
• Determinante (legislativo).
• Operante (administrativo).
• Moderador (senado con tres cámaras formadas por jueces, conservado-
res y príncipes);
• Postulante o protector (judicial).
• Coactivo (ejército).
• Certificante (fe pública).
• Predominante (opinión pública).
2
Mario de la Cueva, Teoría de la Constitución, México, Porrúa, 1982, p. 207.
3
Manuel García Pelayo, “Derecho constitucional comparado, la estructura constitucio-
nal del Estado democrático liberal”, en Manuales de la Revista de Occidente, Madrid,
1950, pp. 135 y 136.
4
Francisco Fernández Segado, El sistema constitucional español, Madrid, Dykinson,
1992, p. 112.
M a r io M e lg a r A da l i d • 119
5
Diego Valadés, Constitución y política, México, Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas-unam, 1994, p. 20.
6
Ibidem, p. 375.
7
Cfr. Felipe Tena Ramírez, Leyes Fundamentales de México, 1808-1994, México, Porrúa,
1994, pp. 208-212.
M a r io M e lg a r A da l i d • 121
8
Constitución española, artículo 122, numeral 3.
9
Cfr. Jorge Carpizo, El presidencialismo mexicano, México, Siglo xxi Editores, 1979.
M a r io M e lg a r A da l i d • 123
10
Artículo 73, fracción XXVI.
11
Ibidem, fracción I.
12
Ibidem, fracción III.
13
Ibidem, fracción IV.
14
Ibidem, fracción V.
15
Gabino Fraga, Derecho administrativo, México, Porrúa, 1989, p. 68.
1
Este apartado sigue algunos fragmentos de “El conflicto en Chiapas y la suspensión
de garantías individuales”, en Mario Melgar Adalid, José Francisco Ruiz Massieu y
José Luis Soberanes Fernández (coord.), La rebelión en Chiapas y el Derecho, México,
Coordinación de Humanidades, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, 1994,
pp. 131-156.
2
Jorge Vallejo y Arizmendi, Estudios de derecho constitucional mexicano, México, Stylo,
1947, p. 98.
• 125 •
3
Guillermo F. Margadant, Derecho privado romano, México, Esfinge, 1965, p. 30.
4
Constitución de Cádiz, artículo 308.
5
Gustavo de Silva Gutiérrez, “Suspensión de garantías. Análisis del artículo 29 consti-
tucional”, en Cuestiones constitucionales, Revista Mexicana de Derecho Constitucional,
núm. 19, julio-diciembre de 2008, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, pp. 57
y 58.
M a r io M e lg a r A da l i d • 127
M a r io M e lg a r A da l i d • 129
6
Diario Oficial de la Federación, 10 de junio de 2011.
7
José Ma. Lozano, Estudio de derecho constitucional patrio, en lo relativo a los derechos del
hombre, México, Porrúa, 1980, p. 402.
Por otra parte, Antonio Martínez Báez refiere que Emilio Rabasa, a
quien considera nuestra autoridad máxima en derecho constitucional,
había expresado sobre esta cuestión que no era posible asumir:
…poder más grande que el que Juárez se arrogó de 63 a 67, ni usarlo con
más vigor ni con más audacia, ni emplearlo con más alteza de miras ni con
éxito más cabal. Fundado en el decreto de 11 de diciembre que le concedió
facultades omnímodas, sin más restricción que encaminarlas a la salvación
de la Patria, ningún obstáculo encontró en su áspero camino que no fuera
allanable; sustituyó al Congreso, no sólo para dictar toda clase de leyes, sino
en sus funciones de jurado para deponer al presidente de la Corte Suprema
y fue más allá: sustituyó no sólo al Congreso, sino al pueblo, prorrogando el
término de sus poderes presidenciales por todo el tiempo que fuese menes-
ter; pero se atuvo a lo que la Ley de diciembre le prescribía como restricción,
y que era sólo en verdad la razón de ser de aquella delegación sin ejemplo:
salvó a la patria.9
8
Justo Sierra, Evolución política del pueblo mexicano, en Obras Completas, tomo XII,
México, unam, 1991, pp. 345 y 346.
9
Emilio Rabasa, La Constitución y la dictadura, México, Porrúa, 1982, pp. 199 y 100.
M a r io M e lg a r A da l i d • 131
10
Elisur Arteaga, “La suspensión de garantías y las facultades extraordinarias”, en Alega-
tos, núm. 22, septiembre-octubre de 1992, uam-Azcapotzalco, 1992, p. 51.
11
La suspensión por motivos sanitarios, en términos del artículo 29, no es necesaria por-
que la Constitución ha previsto un sistema especial para enfrentar epidemias de carácter
grave o peligro de invasión de enfermedades exóticas. Artículo 73, fracción XVI, bases
1a. y 2a.
12
Antonio Martínez Báez, “El concepto general del estado de sitio”, en Revista de la
Escuela Nacional de Jurisprudencia, tomo VII, números 25 al 28, enero-diciembre de
1945, unam, 1945, p. 103.
13
Ibid., p. 100.
M a r io M e lg a r A da l i d • 133
14
Felipe Tena Ramírez, “La suspensión de garantías y las facultades extraordinarias en
el derecho mexicano”, en Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, pp. 114 y
115.
15
Ibid.
16
Mario de la Cueva y José Aguilar y Maya, “La suspensión de garantías y la vuelta a la
normalidad”, en Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, tomo VII, números
25 al 28, enero-diciembre de 1945, unam, 1945, p. 174.
17
Ibidem, pp. 206 y 207.
18
Juventino V. Castro, Garantías y amparo, México, Porrúa, 1991, p. 211.
19
Ignacio Burgoa, Las garantías individuales, México, Porrúa, 1984, p. 211.
M a r io M e lg a r A da l i d • 135
20
Miguel Lanz Duret, Derecho constitucional mexicano y consideraciones sobre la realidad
política de nuestro régimen, México, Compañía Editorial Continental, 1982, p. 198.
21
Elisur Arteaga, op. cit., p. 50.
22
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sustentado en cuanto a las facultades
delegadas al Ejecutivo federal por el Congreso de la Unión, en los términos de los
artículos 29 y 131 constitucionales, que los decretos expedidos en uso de las facultades
extraordinarias constituyen actos legislativos, por lo que el conocimiento de los ampa-
ros solicitados contra ellos corresponde, en grado de revisión, al tribunal en pleno de
la Suprema Corte de Justicia. Amparo en revisión 1636/58. Inf. 1961, p. 134.
23
Ignacio Burgoa, Diccionario de derecho constitucional. Garantías y amparo, México,
Porrúa, 1984, pp. 190, 191 y 192.
M a r io M e lg a r A da l i d • 137
24
Diego Valadés, La dictadura constitucional en América Latina, México, Instituto de
Investigaciones Jurídicas-unam, 1974.
¡No permita la honra de mi país que Congreso alguno ejerza todos los po-
deres que ese artículo le da! No, lejos de abjurar esas opiniones, mantengo
la esperanza de que vengan tiempos serenos, en que estudiando con más
empeño nuestro derecho constitucional, lejos de la atmósfera de las pasiones
políticas se reforme ese artículo [29] en los términos que la civilización de
México exige!25
25
Ignacio L. Vallarta, Cuestiones constitucionales, votos del C. Ignacio L. Vallarta, presi-
dente de la Suprema Corte de Justicia, en los negocios más notables, México, Imprenta de
Francisco Díaz de León, 1883, pp. 236, 237.
M a r io M e lg a r A da l i d • 139
26
J. A. González Casanova, Teoría del Estado y derecho constitucional, Barcelona, Edicio-
nes Vicens Vives, 1991, pp. 470, 471.
27
Ley Orgánica 4/1981 de 1o. de junio de los estados de Alarma, Excepción y Sitio.
28
Constitución española de 1978, artículo 55.
M a r io M e lg a r A da l i d • 141
29
Philip B. Kumhardt, Jr., et al., Lincoln, An Illustrated Biography, Nueva York, Alfred
Knopf, 1992, p. 151.
30
Germán J. Bidart Campos, Teoría general de los derechos humanos, Buenos Aires, As-
trea, 1991, pp. 428, 429.
31
Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 27.
M a r io M e lg a r A da l i d • 143
general podría ser la siguiente: existe una paz mínima para el desarro-
llo de la vida cotidiana; si ella peligra, el presidente puede hacer uso
de esa facultad”.32 Más adelante, el propio tratadista confirma que esta
facultad (disponer de la fuerza armada) “debe ser usada como fuerza
del derecho y para preservar la vigencia de la Constitución y no como
un medio persecutorio y represivo”.33
Al decretarse la suspensión o restricción en el ejercicio de derechos
y garantías el presidente goza de facultades legislativas en ciertas mate-
rias en términos del artículo 29 constitucional, como ha quedado ex-
presado párrafos arriba. En este supuesto el presidente de la República
es el único facultado para precisar el proceso que se debe seguir para
elaborar una ley. Al hacerlo deja de aplicarse la prevención contenida en
el artículo 49, pero finalmente para llegar a la suspensión o restricción
de derechos es necesario que se haya dado previamente la colabora-
ción y separación de poderes entre el Ejecutivo, que se hará cargo de
la situación de emergencia, y el Congreso, que dará las autorizaciones
para el ejercicio de esas facultades. Además, el tercer poder, el Judicial
federal, a través de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, revisará
de oficio los decretos expedidos por el Ejecutivo durante la suspensión
o restricción y deberá pronunciarse a la mayor brevedad sobre su cons-
titucionalidad y validez, tal y como lo establece el último párrafo del
artículo 29.
32
Jorge Carpizo, Estudios constitucionales, México, Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas-unam, 1983, p. 334.
33
Ibidem, p. 335.
1
Constitución de Estados Unidos, artículo I, sección 7.
• 145 •
2
Ken Gormley (coord.), The Presidents and the Constitution, Nueva York, New York
University Press, 2016, p. 20
M a r io M e lg a r A da l i d • 147
3
Nixon ejerció el veto sobre la Ley de Aguas Limpias (Clean Water Act) para evitar
que el gobierno federal tuviera que asignar recursos para implementar dicha ley. El
Congreso no sólo confirmó la decisión impugnada por el Ejecutivo, sino que impulsó
en 1974 la aprobación de la Ley de Control de Embargos (Impoundment Control Act)
para evitar que otros presidentes siguieran la pauta fijada por Nixon. La Suprema Corte
determinó improcedente la retención de los recursos.
4
En la Constitución de Cádiz, artículos 114-150; en la de Apatzingán, artículos 128 y
129.
5
Emilio Rabasa, La Constitución y la dictadura, México, Porrúa, 1982, pp. 177, 178.
M a r io M e lg a r A da l i d • 149
6
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículo 70, párrafo II.
7
Ibid., artículo 72, “J”.
8
José Gamas Torruco, Derecho constitucional mexicano, México, Porrúa, 2001, p. 571.
9
Ibid., pp. 906, 907.
10
Missouri P. R. Co. versus Kansas 284 U.S. 276 de 1919 y Rhode Island versus Palmer
235 U.S. 350 de 1923.
M a r io M e lg a r A da l i d • 151
11
The Wolters Kluwer, Bouvier Law Dictionary, vol. I., Stepehn Michael Sheppard (ed.),
Nueva York, Wolters Kluwer Law & Bussiness, Frederick, MD, 2012, p.575
12
Ibidem, p. 2948.
13
Jorge Carpizo, “Veto”, en Enciclopedia Jurídica Mexicana, t. VI, Instituto de Investi-
gaciones Jurídicas-unam/Porrúa, México, 2002, pp. 971-974.
14
Las ocasiones en que el presidente ha hecho observaciones a disposiciones generales
o leyes del Congreso de la Unión durante la vigencia de la Constitución de 1917
se encuentran en http://www.diputados.gob.mx/bibliot/publica/inveyana/polint/
dpi32/3veto.htm
15
Se trataba del artículo 32 incisos b) y c) de la Ley General de Responsabilidades Admi-
nistrativas y otros relacionados, que generaron preocupación ciudadana por las impli-
caciones que tendría poner en vigor disposiciones que según afirmó el Ejecutivo federal
“son medidas excesivas y harían inoperante el sistema nacional anticorrupción que se
pretende establecer”.
M a r io M e lg a r A da l i d • 153
16
Emilio Rabasa, op. cit., p. 174.
17
Elisur Artega Nava, Tratado de derecho constitucional, vol. I., México, Oxford Univer-
sity Press, 1990, p. 459.
1
Este apartado sigue en alguna medida el texto ahora corregido y aumentado del capí-
tulo primero de mi libro El Consejo de la Judicatura Federal, México, Porrúa, 1997.
2
Gilberto Giménez, Poder, estado, discurso, México, unam, 1989, p. 11.
• 155 •
3
Mario de la Cueva, Teoría de la Constitución, México, Porrúa, 1982, p. 198.
4
Manuel García Pelayo, “Derecho constitucional comparado, la estructura constitucio-
nal del Estado democrático liberal”, en Manuales de la Revista de Occidente, Madrid,
1950, p. 134.
M a r io M e lg a r A da l i d • 157
5
Diego Valadés, El control del poder, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam,
1998, p. 150.
6
Nicolás Pérez Serrano, Tratado de derecho político, Madrid, Editorial Cívitas, 1984, p.
371.
7
Manuel Aragón, Constitución, democracia y control, México, Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas-unam, 2002, pp. 90, 91.
M a r io M e lg a r A da l i d • 159
8
Mario de la Cueva, op. cit., p. 195.
9
Montesquieu, Del espíritu de las leyes, Enrique Tierno Galván (intr.), Madrid, Tecnos,
1987, p. XLIII.
M a r io M e lg a r A da l i d • 161
10
Ibidem, pp. 107, 108.
11
Juan Vallet de Goytisolo, “La separación, no confusión o contrapeso de poderes”, en
La protección jurídica del ciudadano. Estudios en homenaje al profesor Jesús González
Pérez, t. I, Madrid, Cívitas, 1993, p. 181.
M a r io M e lg a r A da l i d • 163
Estas premisas son teóricas, pues la idea del poder no es unívoca, sino
que muestra las condiciones y circunstancias políticas, sociales, eco-
nómicas y jurídicas de una comunidad. Así lo ejemplifica el siglo xix
mexicano que se caracteriza por una preponderancia del Congreso
frente al Poder Ejecutivo. Mientras que, por el contrario, el siglo xx
es el del presidencialismo, como una forma prácticamente exclusiva de
organización y mandos políticos, a partir del proyecto de Constitución
presentado por Venustiano Carranza a la Asamblea Constituyente en
1916. En lo que va del siglo xxi es deseable que la tendencia sea la de la
cooperación entre poderes. Un ejemplo de esta tendencia es el nombra-
miento del fiscal general que se verá en el último apartado.
No es claro si Montesquieu propuso la “división tajante”. La lectura
de Eisenmann y su crítica de la interpretación de la división tajante, de
ser real, efectiva, impediría el beneficio político, democrático a favor
de la libertad propuesta por Montesquieu, consistente en una distribu-
ción adecuada del poder, en la existencia de pesos y contrapesos.12
Han surgido críticas acerca de que Montesquieu no buscaba una
división de poderes que ubicara a cada una de las funciones clásicas en
compartimentos estancos. En efecto, en un análisis gramatical de su
obra, no se observa el empleo de las expresiones “división” o “separa-
ción de poderes”. Solamente ocurre en el famoso párrafo quinto del
capítulo VI, del libro XI, referido al Poder Judicial, y su alusión a la se-
paración en forma negativa: “Tampoco hay libertad si el Poder Judicial
no está separado del legislativo ni del ejecutivo. Si va unido al Poder
Legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería
arbitrario, pues el juez sería al mismo tiempo legislador. Si va unido al
Poder Ejecutivo, el juez tendría la fuerza de un opresor”.13
La misión que se le confiere al Poder Judicial es realizar una fun-
ción distinta al gobierno y con ello confirma no tanto la división, sino
la independencia de los jueces por asegurar la libertad individual. Es
claro que las restricciones a la autonomía del Poder Judicial y el ries-
go de intromisión de los otros poderes deriva en la corrupción del
12
Charles Eisenmann, “Del espíritu de las leyes y la separación de poderes”, en Anuario
Jurídico, número 2, 1975, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, pp. 429-450.
13
Montesquieu, op. cit., p. 107.
14
Juan Vallet de Goytisolo, op. cit., pp. 181 y 182 y Charles Eisenmann, op. cit., pp. 429
y 450.
M a r io M e lg a r A da l i d • 165
15
Montesquieu, op. cit., p. 374.
16
Emilio Rabasa, La Constitución y la dictadura, México, Porrúa, 1982, p. 188.
17
Diario de los Debates del Congreso Constituyente, t. II, México, Imprenta de la Cámara
de Diputados, 1922, pp. 510-511.
M a r io M e lg a r A da l i d • 167
18
Idem.
19
Montesquieu, op. cit., p. 112.
20
Cfr. Gilberto Giménez, op. cit., sobre una discusión más acabada sobre “el poder”,
pp. 9-36.
21
Cfr. Eduardo García de Enterría, Revolución francesa y administración contemporánea,
Madrid, Taurus, 1981, pp. 27-31.
1
La redacción es equívoca, pues el artículo constitucional consigna que se deben tener
35 años “cumplidos” el día de la elección.
• 169 •
2
El caso emblemático es el del ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, que presentó
uno de los exámenes más sólidos para acceder a la categoría de magistrado de Circuito,
antes de ser designado ministro de la Suprema Corte.
M a r io M e lg a r A da l i d • 171
3
Elisur Artega Nava, Tratado de derecho constitucional, vol. I., México, Oxford Univer-
sity Press, 1990, pp. 505-507.
M a r io M e lg a r A da l i d • 173
4
Alexander Hamilton, Santiago Madison y John Jay, El Federalista, prólogo de Gustavo
R. Velasco, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, p. 331, 333.
5
Constitución de Cádiz, 1812, artículo 252.
6
Artículo III, sección 1.
que señalar que los funcionarios adscritos al Poder Ejecutivo y los le-
gisladores electos no gozan de cargos vitalicios, lo que hace evidente la
naturaleza distinta de las funciones que tienen encomendadas.
En México los ministros son designados bajo el procedimiento de
terna que presenta el presidente de la República al Senado para que,
previa comparecencia de sus integrantes, haga la designación. Ésta la
realizan las dos terceras partes de los miembros del Senado presentes
en un plazo improrrogable de treinta días a partir de la recepción de
la terna presidencial. Si el Senado no resolviese dentro de este plazo el
cargo lo ocuparía la persona que el presidente designara dentro de la
terna. Si el Senado rechaza la terna totalmente, el presidente somete
una nueva terna. Si fuera rechazada, ocuparía el cargo la persona que
designara el presidente.7
Esta mecánica ha sido criticada en tanto coloca a los integrantes de
la terna, en el mejor de los casos, en una especie de concurso de oposi-
ción. Si los ministros deben ser, conforme lo estipula la Constitución,
personas que además de gozar de buena reputación, hayan servido con
eficiencia, capacidad y probidad en la impartición de justicia o se hayan
distinguido por su honorabilidad, competencia y antecedentes profe-
sionales en el ejercicio de la actividad jurídica, resulta inconsecuente
que el Senado repruebe a dos personas que cumplan a los ojos del pre-
sidente con esas características.8 Se trata de una descalificación que se
7
Artículo 96 constitucional.
8
Se dio el caso de una terna integrada por tres funcionarias judiciales que fue rechazada
por el Senado y provocó tensión entre el Senado y el Poder Judicial de la Federación.
El presidente Felipe Calderón decidió que la vacante del ministro José de Jesús Gudiño
Pelayo, quien había fallecido, la debería cubrir por razones de “equidad de género”
una mujer. Eso explica por qué haber integrado una terna con funcionarias judiciales.
El Partido Acción Nacional no logró el acuerdo con el bloque en contra que formaron
el Partido Revolucionario Institucional y el Partido de la Revolución Democrática, lo
que obligó al Senado a rechazar la terna después de un trámite de desgaste para todos
los actores involucrados. En las diferentes votaciones nunca se alcanzó el porcentaje de
votos que prevé la Constitución. Después de una incomprensible espera por parte del
Ejecutivo, el presidente de la Suprema Corte tuvo que hacer un reclamo público sobre
la urgencia de que se cubriera la vacante, pues muchos asuntos, tanto de la Sala que
integraba el ministro Gudiño Pelayo como del pleno, no podían resolverse al no poder
desempatar las votaciones de varios asuntos. El presidente integró una nueva terna en
la que curiosamente ya no figuró ninguna mujer. La participación del cuerpo legislativo
al conferirle la facultad de designación de los ministros de la Corte politiza el proceso.
M a r io M e lg a r A da l i d • 175
hace pública y que forma parte de los anales legislativos que integran
la historia parlamentaria del país.9 Tratadistas como Jorge Carpizo y
Elisur Arteaga dudan, con razón, sobre la pertinencia del sistema de
ternas y si el consignado en la Constitución resulta ser el mejor para la
designación de los ministros de la Corte. El primero señalaba que es
posible que algunos de los mejores juristas del país que no se desem-
peñen como funcionarios judiciales pudieran no aceptar formar parte
de una terna y exponerse a no ser designados en virtud de una nego-
ciación partidista en el Senado.10 El segundo considera en el mismo
sentido que muchos abogados exitosos, según se ha visto, no están
dispuestos a figurar en una terna en la que estaría en riesgo su prestigio
en caso de no ser designados. 11
La instauración de la carrera judicial abona esta idea de regresar
a una fórmula más simple, cercana a la solución estadounidense (el
Ejecutivo propone, el Legislativo aprueba o rechaza) por un lado y
por el otro refuerza al Poder Judicial en su autonomía. No se ve clara
la ventaja de presentar ternas. La carrera judicial permitirá conocer de
mejor manera las características profesionales de los funcionarios judi-
ciales que sean nominados para tal tarea jurídica. Es importante que
la designación de los ministros de la Corte la haga el presidente de la
República con la aprobación del Senado. Un buen expediente de la
persona propuesta y una concertación previa con los grupos parlamen-
tarios del Senado podría facilitar la ratificación de los nombramientos
y despolitizar las designaciones que merecen llegar sin compromisos
vergonzantes. Más aun, evitaría que las personas propuestas, uno de
ellos presumiblemente destinado a ocupar el alto cargo, tengan que
realizar actos de proselitismo con los senadores para convencerlos de la
pertinencia de sus eventuales designaciones.
La duración del encargo para los ministros de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación es de quince años. No pueden ser reelectos y
Los partidos políticos aprovechan esta facultad para negociar políticamente con las
designaciones.
9
Artículo 95 constitucional.
10
Jorge Carpizo, Nuevos estudios constitucionales, México, Instituto de Investigaciones
Jurídicas-unam/Porrúa, 2000, p. 190.
11
Arteaga, Elisur, op. cit., p. 507.
12
Jorge Carpizo, Estudios constitucionales, México, Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas-unam/Porrúa, 1999, p. 306.
13
“The Missing Judges”, The New York Times, 4 de enero de 2011.
M a r io M e lg a r A da l i d • 177
14
Merrick Garland fungía como presidente de la Corte de Apelación de Estados Unidos
para el Circuito de Columbia.
15
Algunos de los asuntos que no han podido resolverse se refieren al tema de restric-
ciones al derecho de abortar en Texas, el acceso a los programas de control natal por
razones religiosas y las acciones ejecutivas del presidente en materia de migración que
afectan a millones de personas.
16
“3 Separate, Equal and Dysfunctional Branches”, The New York Times, 24 de junio de
2016.
• 179 •
M a r io M e lg a r A da l i d • 181
M a r io M e lg a r A da l i d • 183
Designación de j u eces
de distr ito y m agistr a dos
de circ u ito
• 185 •
M a r io M e lg a r A da l i d • 187
M a r io M e lg a r A da l i d • 189
Designación del
fisca l gen er a l
1
Héctor Fix-Zamudio, Función constitucional del Ministerio Público. Tres ensayos y un
epílogo, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, 2002, pp. 177, 178.
• 191 •
2
Sergio García Ramírez, Poder Judicial y Ministerio Público, México, Porrúa/Instituto
de Investigaciones Jurídicas-unam, 1996, pp. 156, 157.
3
Ibid.
4
Artículo 102 constitucional.
M a r io M e lg a r A da l i d • 193
5
Constitución española, artículo 124 y ss.
6
Idem.
7
Constitución Política de la República de Chile, artículo 80A.
8
Ibidem, artículo 80C.
9
Reforma al artículo 102 constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación,
el 29 de enero de 2016.
M a r io M e lg a r A da l i d • 195
10
Raúl Carrancá y Rivas, “¿Fiscalía General de la República?”, en El Sol de México, 26 de
diciembre de 2013.
Epílogo
• 197 •
198 • E pí lo g o
M a r io M e lg a r A da l i d • 199
200 • E pí lo g o
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Separación de poderes
Mario Melgar Adalid
nes en el Estado mexicano.
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parte de la colección “Biblioteca Constitucional”, creada en el
marco de la conmemoración de la Constitución que nos rige
desde 1917. El conocimiento de los temas constitucionales
fortalece a nuestra ciudadanía y a la democracia como forma
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