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Pont - El Silenciero PDF

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La imposibilidad del decir:

El silenciero,
de Antonio di ~enedetto
JaumePont

b uena parte del universo literario del argentino


Antonio Di Benedetto (Mendoza, 1922-1989) se
sustenta en la propuesta de una narrativa urbana
bien el Onetti de El pozo. Todas estas voces
reberveran en una sola voz compleja y única: en ella
se acrisolan la multiplicidad de ecos del escritor
posterior a 1940. Sus signos de identidad tienen mendocino.
inequívocas resonancias históricas, sociales y La obra narrativa de Antonio Di Benedettos es
filosóficas, y, desde el enclave de la "generación del inseparable, como él mismo reconoció
S"', abrazan motivaciones cuya complejidad remite reiteradamente, de una honda preocupación esencial
prioritariamente al existencialismo y a la literatura por el hombre interior: "Con alguna frecuencia -
del absurdo, incorporando al mismo tiempo formas declara a Günter Lorenz- me he detenido ante el
narrativas que provienen del psicoanálisis, de las cuadro de la soledad y el desamparo, la doble cara
técnicas cinematográficas y del periodismo como del absurdo, la angustia de la espera, los misterios
campo de pruebas del lenguaje comunicativo2.Como del alma (uno de ellos la capacidad de amar), las
ha señalado Angel Rama, dicha propuesta se formas del daño y del mal, la seducción de la muerte,
distingue de cualquier narrativa urbana anterior por el muro o el vacío de la nadan6.No en vano todas sus
"una carga emocional intensa, una participación historias, desde su exitosa novela Zama a El
subjetiva que dota a la prosa de un sistema silenciero (o El hacedor de silencio ), sin olvidar la
connotativo de amplio registro cuando no estatuye genuina maestría de sus colecciones de cuentos,
la penetración directa del autor a través de visibles pasan por la confrontación existencial de un hombre
alter egos. /El descreimiento de los valores estatuidos perseguido y acosado. En este sentido, como señala
se compensa por una afirmación de la existencia Paul Vendervoye, toda su obra puede considerarse
personal, única que se presenta como segura y válida. como "la expresión de cierta perturbación kafkiana
El escritor habla de sí mismo, de su vivir en la que baraja sueños, pesadillas, alucinaciones y
sociedad, de lo que ve y sufre, de lo que actúa. Es elementos sacados de la realidad exterior. Va flotando
por esta puerta por donde se establece la marca en ese mundo un ser desgarrado y angustiado que no
existencial que signa a la literatura crítica urbana de consigue estabilizarse y se entretiene con ficciones
este tiempo, más que por las lecturas de Sartre y para existir por lo menos en ellas". En el mismo
Camus que simplemente sirvieron de corroborantes sentido, como ha puesto de manifiesto el excelente
de la orientación espontáneamente asumidaw3.En el estudio de Carmen Espejo Caía, "esta dialéctica entre
caso de la narrativa urbana de Di Benedetto, el el relato de usos sociales -que se pretende testigo de
constante referente al intertexto, implícito o explícito, su momento y lugar- y la tentación filosófica, se
nos revela una comunidad de intereses que se remonta inscribe en toda una veta de la narrativa rioplatense
al pensamiento filosófico de Schopenhauer, para contemporánea que se ha llamado a veces literatura
arribar a Kierkegaard, Sartre, Camus, Dostoievsky, metafisica. El combinado, que hace sucederse en el
Kafka, Joyce, Rilke, Pirandello, Faulkner, Arlt4, o texto al relato de una reunión de viejos amigos
cercana al folklorismo y a las más arduas novela, titulada emblemáticamente El techo, la
disquisiciones en torno al ser y al no ser, era ya quiebra existencial del protagonista es una oscilación
recurso frecuente en Adán Buenosayres de Leopoldo patética de refugios y nomadeo sin fin: trabajo, casa,
Marechal: su huella es evidente en El silenciero. En amor, familia, amigos. Y frente a él, como un reflejo
la misma línea se insertan las referencias del texto acusatorio de su propia conciencia, la figura
de Di Benedetto a las enseñanzas precursoras de antagónica de su amigo Besarión, caminante errático
Macedonio Fernández. El diálogo intelectual, la y viajero en busca de ese "otro" mundo excluido o
eliminación de fronteras entre el relato y el discurso no nacido.
de tema filosófico, eran recomendaciones teóricas y Novela de "personaje, El silenciero discurre al
prácticas de la obra magna de Macedonio, Museo de ritmo del omnipresente fluido de conciencia que
la Novela de la Eterna '. exige la voz interior del proagonista. El resto de
No otra parece ser la sinrazón de El silenciero, la personajes son sólo reflejos, disfraces del lenguaje
historia de un hombre cuya obsesión por los ruidos ficticio que va tejiendo esa invención o mentira. Son
de la sociedad moderna quebrará su identidad hasta la parte del gasto vital que reclama la simulación y
el extremo de sumirlo en la locura. Sin embargo, sería el engaño de vivir-en-el-mundo:una ciudad, una casa,
demasiado simplista reducir la novela de Di una madre, una esposa, un hijo, etc. El "afuera" de
Benedetto al mero síntoma físico o mental de una esa campana neumática es el signo cruento de la
neurosis. Más allá de la lectura inmediata de un perturbación física y la agresión material: las
hombre acosado por el ruido físico, metáfora de la máquinas, los talleres, la radio, los motores. El
agresión y onomatopeya simbólica de la voz de la "adentro" ensimismado genera otra clase de ruido:
modernidad, cabe ver en El silenciero el conflicto el ruido de la soledad y el desarraigo metafísico. De
trascendido de un ruido metafísico que afirma el ahí a la situación límite de la muerte como vislumbre
límite de la rebelión y el miedo del ser humano ante de libertad, únicamente hay un paso: "La vida sólo
la realidad del absurdo cotidiano. Este ruido, de se justifica y trasciende cuando se realiza en la
ámbito mental y subjetivo, tiene su origen en la muerte."'O.
aspiración del ideal, en la reverberación ensimismada En realidad Di Benedetto contempla el mundo
del deseo insatisfecho. O como le recuerda Besarión, con atávica añoranza de la armonía natural. Sonido
puro alter ego, a nuestro narrador-protagonista: frente a ruido. Es la alternativa de una sociedad más
humanizada ante la actitud depredatona del progreso
...Su aventura contra el ruido es metafísica. indiscriminado. Sólo el hombre desarmoniza el
sonido transformándolo en agresión. La "marca" o
¿Pero qué son, Besarión, los ruidos metafísicos? imposición social del progreso acaba siendo más
Besarión dijo: "Los que alteran el seru8. fuerte que la naturaleza y el hombre,
indefectiblemente, se diluye en lo genérico. El ruido
En el mismo centro de esa perturbación le despoja de su naturaleza humana, le hace su siervo
existencial,Di Benedetto coloca a su personaje frente incondicional. LLegado a este punto, el hombre
a la prueba de la verdad de la literatura: escribir una carece de individualidad y de palabra o, lo que viene
novela. El reto quedará sin respuesta. Escribir esa a ser lo mismo, es poseído por el ruido: la palabra
novela es para nuestro protagonista escribir la propia hecha mercancía o la mercancía de la palabra.
vida, representar su vida interior hasta las últimas Todo espacio de agresión genera miedo y recelo.
consecuencias: la rebelión, la locura o la muerte. No De ahí que para nuestro "hacedor de silencio" el
habrá escritura sin reencontrar el silencioprimigenio, entorno devenga el enemigo y sus semejantes los
el desprendimiento absoluto de todo lo accesorio: traidores. Sentirse solo en medio de la vorágine es
desprenderse, en definitiva, de ese ruidoso tormento entonces tomar conciencia del desarraigo y de la
que hace imposible la exigencia de la obra en libertad. comunicación imposible. No le queda otra opción:
O como quería Kakka: el arte es ante todo la olvidar su condición de desterrado o asumir la
conciencia de la desgracia, no su compensación o máscara; hacerse un paria, al igual que su amigo
refugio. Besarión, o admitir el fingimiento como condición
Ruido físico y ruido metafísico convierten al inexcusable de supervivencia. Vivir o sobrevivir, en
"hacedor de silencio", el personaje central, en un soledad o con testigos.
exiliado de su mundog.A semejanza de su proyectada
La intervención del Estado vela por el crecimiento instancia se coloca Di Benedetto, para quien,
"natural" de las fuerzas productivas. En su casuística, siguiendo al filósofo alemán, "la idea de naturaleza
la administración pasa a tener un carácter ritual o es la que, desde el nivel de la percepción física del
sagrado. Su imperativo genera alienación, pero mundo exterior, proporciona el modelo de ese
también posibilidad de dominio. Los nuevos dioses sentido, cuyas lagunas, insuficiencias y eclipses serán
de esa nueva religión se entronizan en el altar de la otras tantas ocasiones de angustia. Angustia por la
propiedad privada, en la vejación del "otro" en desposesión de lo que era considerado como dado:
beneficio propio. Ahí comienza el estallido, la quiebra especialmente la idea de que lo que existe resulta de
de la intimidad de nuestro protagonista. principios, es decir, el sentido, la idea de la
"En realidad, para los dogones -indígenas negros naturaleza"17. Lo absurdo, en consecuencia, es
del Africa- el silencio, cuando no es fruto del miedo, adjudicado, automáticamente, a toda legislación y
constituye una cualidad social muy apreciada"". Así orden convencional de las cosas. A nuestro
reza uno de los intermezzo periodísticos del protagonista, nuevo Prometeo de la modernidad, con
gacetillero Reato de El silenciero. Más allá de la su vida encadenada a la roca de la vigilia consciente,
palabra y de la comunicación como mercancía, cabe no le queda otro recurso para expresarse que el sueño.
reencontrar la puridad genética que nos acerca al Esos "he soñado que...", o bien, "he de escribir
silencio metafísico: "silencioera lo increado y nosotros ahora", no son sino tentativas de evasión (jo de
los creados venimos del ~ilencio"'~.Volver a ese silencio salvación?), modos míticos de pensar y de expresarse.
es otorgar a la palabra su origen sagrado, su poder de Cuando estos modos de expresión y de pensamiento
invención y creación en libertad, proyectando todos demanden una forma de actuación acorde con ellos
los estratos y la plenitud de su sentido hacia el lugar -el ritual purificador del incendio del taller
primigenio del logos griegol3. Aquí Di Benedetto mecánico-, la transgresión será pagada con la cárcel.
parece rozar el acto redentor de la palabra divina. Pero, para estas alturas, nuestro narrador-protagonista
Sin embargo, la memoria quevedesca de su habrá ya confundidoexpresamenterealidad y ficción,
pesimismo ahoga cualquier atismo mesiánico: "de su propia vida con la novela policial que está
silencio fuimos y al polvo del silencio vol ve remo^"'^. escribiendo. Es el último recurso de una huída sin
Pensamiento cíclico que convierte la queja metafísica retomo: no reconociéndose como persona, pasar a
de El silenciero en un desagravio imposible del formar parte, él también, de sus personajes de ficción.
hombre frente a Dios. La raíz de esa queja metafísica, El lector, como el mismo personaje, no sabrá nunca
tan reiterada en la obra de Di Benedetto, es resultado el verdadero autor del atentado. El "hacedor de
del desajuste entre el mundo cotidiano y las silencio" es condenado y, en un acto de lucidez que
aspiraciones profundas de un hombre que quiere remite al gesto socráticoI8,desiste de su defensa y se
hacerse a sí mismo'5. abandona al fatum. La vida, como la literatura,
Esta disociación crea la prueba de la quedarán sin asidero racional y sin una explicación
imposibilidad de El silenciero. Una imposibilidad que última y definitiva. Con ello la novela de Di
apunta a la vida misma y a toda forma de creación Benedetto afirma el fracaso de la búsqueda de un
en un mundo desnaturalizado. La del "hacedor de sentido ontológico superior a la propia existencia. O
silencio" es, en suma, la pura manifestación de la como dice Augusto Roa Bastos: "Alfinal de la novela
imposibilidad del decir. Frente a esa imposibilidad +n el punto en que este duelo a ciegas con el ruido
se yergue la angustia ante lo que es consideradocomo queda trunco y como en suspenso- el silenciero
lo absurdo del mundo y de la vida. Este ideario, reconoce que siente el cerebro machucado, como si
fundamental en toda la obra de Di Benedetto, parte estuviese al cabo de un abnegado esfuerzo de
de una disociación que tiene su origen en la creación./De este modo, la movela misma es negada,
conciencia naturalista. La huella del pensamiento de no concluye; es puesta entre paréntesis, relegada al
Schopenhauer es aquí decisiva. El absurdo, en su mutismo de innombrable que la reenvía al silencio,
dimensión más general, es entendido como el como la única manera de afirmar su victoria sobre el
naturalismo privado de la idea de finalidad: ruido, a costa de su mudez, de su propia muerte. Sólo
"Continuar creyendo, como Schopenhauer, en la admite el protagonista que su cansancio no es feliz y
naturaleza, mientras que con ello no se espera ya que la noche sigue"I9.El silencio queda así restituido
ninguna finalidad que conciema al destino humano, a su pureza original, mientras vida y creación ratifican
es lo propio del pensamiento del absurdo"I6.En tal la imposibilidad de un decir acorde con la idea
metafísica. La revuelta de ese deseo insatisfecho aspiración insatisfecha que busca infructuosamente
acaba siendo devorada por el sentimiento trágico de su "zona de contacto" legitimadora. Como ha visto
la vida y la anuencia cíclica, quevedesca en su con acierto Carmen Espejo, el intertexto de
formulación, de cuna y sepultura. La propuesta de Kierkegaard, cuya presencia se jeja sentir aquí y allá
Di Benedetto admite pocas dudas: sonido frente a en El silenciero, propone claves interesantes para la
ruido. Dice el silenciero: Considero al hombre como interpretación de la novela: "La existencia
hacedor de ruidos. Sus ruidos son diferentes de los desgarrada, afirma Besarión parafraseando al
ruidos cósmicos y los ruidos de la naturaleza20.En filósofo, permite al hombre acceder a la zona de
el fondo late ahí la añoranza platónica, el concierto contacto con lo divino. El desgarro al que se refiere
pitagórico-luisiano de una música concorde con las el extravagante amigo es el que signa la existencia
armonías divinas del universo. El silencio y el de todos los personajes benedettianos. La zona de
nocturno devienen así las fuentes genésicas de todo contacto es ese territorio de condiciones vitales
lo creado. No otra parece ser la razón última que reducidas a su mínima expresión -puesto que
guía la disquisición introspectiva del silenciero: desaparecen las nociones de tiempo, espacio, incluso
de persona- donde se redactan textos como
¿Lo sabes, lo has pensado ...? La noche fue el Annabella, Zama o El silenciero, ese territorio
silencio. despojado, casi abstracto. Es importante saber que
Precedió el silencio a la Creación. el titulo primitivo de la novela era Zona de contacto22.
Silencio era lo increado y nosotros los creados Esa desposesión de todo lo creado, esa
venimos del silencio.
imposibilidadde decir y de decirse, tiene su referente
Al claustro materno, jtenían acceso los sonidos?
¿No se habían desarrollado mis órganos de oír, que onomástico en la ausencia del nombre de nuestro
de todo sonido carezco de huella y de memoria? protagonista. En realidad "no tiene nombre porque
De silencio fuimos y al polvo del silencio no es nadie. No tiene ser propio. La falta de nombres
volveremos. y apellidos de la mayoría de los personajes (que son
Alguien pide: "Que pueda yo recuperar la paz de más que nada roles, fuerzas o funciones, alude a la
las antiguas noches ..."Y se le concede un silencio falta de identidad, porque ésta se asocia al nombre"23.
vasto, serenísimo, sin bordes. (El precio es su Como un anti-héroe del mundo moderno, el personaje
vida.)21. se cosifica y pierde su identidad. Sometido a la prueba
kafkiana de "los-sin-nombre",como un símbolo más
La conciencia de la desposesiónde todo lo creado de esa vida anónima a merced del azar, la
es la prueba de identidad trágica de El silenciero. En contingencia y la fatalidad, el protagonista de la
esa prueba converge todo. Converge: a) la razón de novela de Di Benedetto permanece sujeto a su destino
la anonimia propia, del ser falto de nombre frente al impersonal. Su "yo" sin nombre (S.) contrasta con el
asedio indiscriminado de la sociedad de consumo; resto de personajes de la historia, índices onomásticos
b) el rito de la escritura como prueba iniciática, de la jerarquía social o familiar. Es la radicalidad
purificación o catarsis metaliteraria frente al extrema de la exigencia novelesca de Di Benedetto:
"desamparo" del individuo; c) la resonancia la soledad, el yoísmo y la desmesura del
simbólica del "fuego" como elemento destructor y distanciamiento. O como ya sentenciaron Heidegger
purificador; d) la introversión de la mente y el sueño y Ortega: lo radical del hombre no es la soledad sino
individual versus el contexto reificado de la vida su resultado, la incomunicación.
exterior ajena; e) el sentido dialéctico de culpabilidad Con El silenciero Antonio Di Benedetto consigue
entre el "ser" o el "haber sido" frente al "querer ser"; una muestra suprema de la incomunicación humana.
e) el simbolismo animal sartreano de la existencia Vida y literatura, realidad y ficción deambulan en la
improductiva ("la mosca") confrontada a la jerarquía mente de nuestro personaje con sus idas y venidas
social productiva ("la abeja"); f) la idea del amzonium sin fin. Desasosiego que confluirá en la confirmación
primigenio (silencio y sonido), como correlato de la de la anomalía de la ficción y del sueño como única
búsqueda de la pureza y como despojamientotrágico verdad posible. Sólo dejando vivir en libertad al
del ruido; g) la obsesión de la paranoia como filosofía personaje de su novela podrá nuestro "hacedor"
individual del dolor y, al mismo tiempo, como hiato cumplir su rebeldía. Al final, él y su personaje son
esquizosémico del yo frente al espejo (el silencierol una sola figura del acontecer.
Besarión). Anhelo de convergencia o, mejor aún,
Esta anomalía tiene cumplido acomodo en la palabra sea tan elegida, tan perfecta o tan apta para
sordidez de un discurso entrecortado y hierático. Di la comprensión de los demás que no rompa la
Benedetto logra con su precisión verbal plena de armonía del silencio"24.
introspecciones, soliloquios, figuraciones, miradas Si Zama era, en palabras de Di Benedetto, "la
y silencios, gestos imperceptibles e interrogaciones novela del que espera, no del e~peranzado"~', El
sin respuesta, el contrapunto perfecto de una silenciero es la prueba inequívoca de la muerte de
atmósfera condicionada por el subjetivismo y la esa espera. No hay margen de error en un mundo
angustia latente. La ausencia de artificios retóricas, donde el deseo de autenticidad y su máxima lucidez,
acorde con el laconismo expresivo de las la rebeldía contra el absurdo, sólo tiemen cabida en
descripciones, revierte en un discurso abrupto y los pozos condenatorios de la locura. Ni en la cárcel
entrecortado de vasta concentración conceptual. En podra el "hacedor" reconvenir su silencio. Allí
él se combinan los asertos sentenciosos con las también es condenado a oir la radio y "la sierra de
notaciones poéticas, las digresiones filosóficas con los penados meritorios, que trabajan en el taller, con
las introspecciones de carácter interrogativo. De permiso especial y a cambio de salario, hasta las tres
acuerdo asimismo con los supuestos de la novela de de la mañanaMzh. Es el último acto del absurdo total.
ideas, los personajes responden a caracterizaciones La paradoja de la rebelión exige también su ridícula
estáticas, monocordes, marcados por una fatalidad o ironía. Paradoja e ironía que se encarnan en el
deus ex machina exterior a sus vidas. Son, en lenguaje como ideal metafísico: "El sentimiento
definitiva, ecos de una voz superior y demiúrgica. El infinito -decía Kafka en sus Cartas a Felice - sigue
presente de indicativo que rige la narración de la voz siendo tan infinito en las palabras como lo era en el
protagónica contribuye, en su inmediatez, a la corazón (...). Por eso, no debe inquietarnos el
identificación del lector con el nudo personal del lenguaje; pues, ante las palabras, sólo por nosotros
conflicto. Todo este concierto verbal, sin embargo, mismos debemos inquietamosw2'.Como el silenciero,
está sujeto a la prueba de la inseguridad, como un abocado a ese laberinto sin fin: Qué banalidades me
reflejo más de esa imposibilidad del decir. Como esos ocupan. Hasta puedo hacer con ellas, lo que ellas
diálogos imposibles, traducidos en monólogos sin son, juegos verbales: Qué trivialidades trillo.
fin del silenciero, meros subterfugios de una palabra Odiosas odiseas de las palabras, joh. dioses! / Sin
intransferible. Di Benedetto no puede ser más embargo, seriamente...iquées lo que se me extravía.
explícito al respecto: "al pronunciar una palabra estás lo que se turba: mi personalidad o mi persona? /
rompiendo el silencio"; se trata, pues, que "esa LaberintoszR.

notas
' Vid.: L. GREGORICH, "La generación del 55: Los nuevos narradores", Capítulo. La historia de la literclturu
argentina, no 53, Buenos Aires (1967), pp. 1249-1272. Consúltese asimismo: N. JITRIK, La nuevapromocio'n, Mendoza,
Edición de la Biblioteca de San Martín, 1959.(17) Ibidern, pp. 74-75.
' Cf.: N. JITRIK, op. cit., pp. 12-51.
' A. RAMA, "Medio siglo de narrativa latinoamericana (1922-1972)", La novela en América Latina, México,
Universidad Veracruzana (Fundación Angel Rama), 1986, p. 156.
' Vid.: G. LORENZ, "Antonio Di Benedetto", Diúlogo con América Latina, Valparaíso, Ediciones de Valparaíso
Pornaire, 1972, pp. 130- 132.
SUrelación completa se aglutina alrededor de cinco novelas y seis libros de cuentos: Novela: 1) El Pentágono,
Buenos Aires, Doble P, 1955 (reeditada con el título de Annabella, Buenos Aires, Orión, 1974); 2) Zama, Buenos Aires,
Doble P, 1956 (otras ediciones: Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1967;Barcelona, Planeta, 1972;Barcelona,
Círculo de Lectores, 1974; Madrid, Alfaguara, 1979; Madrid, Alianza, 1985); 3) El silenciero, Buenos Aires, Troquel,
1964 (otras ediciones: Buenos Aires, Orión, 1975;y una tercera edición con el título de El hacedor de silencio, Barcelona,
Plaza y Janés, 1985, prólogo de Jaume Pont; 4) Los suicidas, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1969; 5) Sombras,
nada más...,Madrid-BuenosASires, Alianza, 1985. Cuentos: 1) Mundo animal, Mendoza, D'Accurzio, 1953; 2) Grot,
Mwndoza, D'Accurzio (reed.: Cuentos claros, Buenos Aires, 1969); 3) Declinación y ángel, Mendoza, Biblioteca Pública
de San Martín, 1959 (edición bilingüe español-inglés);4) El cariño de los tontos, Barcelona, Pomaire, 1978; S)Absurdos,
Barcelona, Pomaire, 1978; 6) Cuentos del exilio, Buenos Aires, Bruguera, 1983.Antologías de sus cuentos: Two Stories,
Mendoza, Ediciones Voces, 1965 (ed. bilingüe español-inglés); El juicio de Dios, Buenos Aires, Orión, 1975; Caballo
en el salitral, Barcelona, Bruguera, 1981; Páginas de A. Di Benedetto, Buenos Aires, Celtia, 1987 (recoge fragmentos
de novelas y cuentos).
El presente artículo revisa y amplia nuestro prólogo a la 3" edición de El hacedor de silencio, pp. 7-12. Anotamos
por esta edición.
G. LORENZ, op.cit., p. 132. Para un seguimiento de dicha problemática existencia1y sus derivacionespsicológicas,
filosóficas o religiosas en Di Benedetto, vid.: G. RICCI, Los circuitos interiores: "Zama" en la obra de Di Benedetto,
Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, 1974; M.E. FILER, La novela y el diálogo de los textos. "Zaina"de Antonio
Di Benedetto, México, Oasis, 1982;N. CATAROSSIARANA,Antonio Di Benedetto. "Casi" memorias, 2 tomos, Mendoza,
Ediciones Culturales de Mendoza, 1991; T. SAGUI, La nostalgia del ser como una forma de exilio, Mendoza, Centro
Argentino de Estudios Interdisciplinares, 1988; L. DAPAZ STROUT, "Viaje al ser de un silenciero", Megafón, no 3,
Buenos Aires (julio, 1976), pp. 31-46; J.J. BAJARLIA, "Di Benedetto o la muerte del hombre", Clarín, Buenos aires (8
de febrero de 1973); L. D'ARCANGELO, "11 romanzo come ricerca di radicci interion. 11 senso della vita", Ilpopolo,
Roma (15 de noviembre de 1978); C. ESPEJO, "A. Di Benedetto y otras víctimas de la espera", El Correo de Andalucía,
Sevilla (16 de noviembre de 1990).
P. VENDERVOYE, "Antonio Di Benedetto",Antología de la narrativa hispanoamericana 1940-1970,t. 1, Madrid,
Gredos, 1979, p. 336; y C. ESPEJO CALA, Víctimas de la espera. La narrativa de Antonio Di Benedetto, Vicerrectorado
de Huelva, Ed. Kronos, Sevilla, 1993, p. 124.
A. DI BENEDETTO, El hacedor de silencio, p. 163.
"esultan especialmente relevantes en este sentido los estudios de C. ESPEJO CALA, op. cit., pp. 131-134, y de T.
MAURO, La narrativa de Antonio Di Benedetto, Madrid, Universidad Complutense, 1992 (Tesis Doctoral inédita).
Véanse también: A. BUNGERT, "Padecer el ruido", Saarbrücken Zeitung, Saarbrücken (28 de septiembre de 1968); R.
CAVAZZANA, "El silenciero",La Nación, Buenos Aires (4 de abril de 1965);A. CAHN, "El silenciero", Córdoba,córdoba
(14 de noviembre de 1965); J.J. BAJARLIA, "El sufrimiento y la creación", Clarín, Buenos Aires (28 de mayo de 1987).
lo "Pienso en el Más Allá e imagino un silencio incorruptible", El hacedor de silencio, p. 171; o bien: "Realmente, es

el único escape en que no he pensado: mi propia muerte" (p. 153).


" A. DI BENEDETTO, El hacedor de silencio, p. 120.
l2Ibidem, p. 129.

l3Véase en este sentido J.A. VALENTE, "La hermenéutica y la cortedad del decir", Laspalabras de la tribu, Madrid,

Siglo XXI, 1971, p. 60.


l4A. DI BENEDETTO, El hacedor de silencio, p. 129.

l5 Vid.: P. VENDERVOYE, op. cit., p. 336.

l6C. ROSSET, La anti naturaleza, Madrid, Taurus, 1974, p. 74.

l8"Mártir de la pretensión de vivir mi vida y no la vida ajena, la vida impuesta, clama la justificación dentro de mí",

El hacedor de silencio, pp. 172-173.


l9 A. ROA BASTOS, "Reportaje a la tentación de la muerte", Los libros, no 3, Buenos Aires (septiembre, 1969), p. 3.
2o A. DI BENEDETTO, El hacedor de silencio, p. 131.

" Ibidem, pp. 128-12


22 C. ESPEJO CALA, op. cit., p. 128.

23 L. DAPAZ STROUT, op. cit., p. 32.

24 P. RECIO, "Entrevista a A. Di Benedetto: La soledad como protección", Quimera, no 59, Barcelona (diciembre,

1986), p. 36.
25 G. LORENZ, op. cit., p. 132.

26 A. DI BENEDETTO, El hacedor de silencio, p. 177.

27 Vid., J.A. VALENTE, op. cit., p. 139.

A. DI BENEDETTO, El hacedor de silencio, p. 139.

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