Rossi Torringhi-Berretti Conductas Salud Salud1
Rossi Torringhi-Berretti Conductas Salud Salud1
Rossi Torringhi-Berretti Conductas Salud Salud1
Asesora:
Lima, 2018
Agradecimientos
Quisiera agradecer a Mónica Cassaretto por el dedicado asesoramiento que me brindó desde el
comienzo de este proceso. Sin sus detalladas observaciones, la calidad de la redacción del
documento quedaría muy por detrás de la actual. Además, supo darme valiosos consejos durante
este tiempo sin que sea ni su obligación ni algo de valor únicamente para la escritura de la tesis.
A mis padres, por el apoyo incondicional que me dieron al decidir estudiar una segunda carrera,
y el interés que mostraron siempre por la misma.
A mis amigos y hermano Aldo, quienes tuvieron paciencia en momentos que no pude atenderlos
por avanzar esta investigación.
A todas aquellas personas que me ayudaron a ver la importancia de llevar una vida saludable
para alcanzar el bienestar emocional y físico (sin lo cual jamás hubiera pensado hacer una
investigación sobre el tema y compartirla).
La presente investigación tuvo como propósito estudiar las posibles relaciones entre
Lima Metropolitana. Los participantes de la muestra fueron 190 alumnos, hombres y mujeres
entre los 18 y 30 años de distintas facultades y semestres de estudio. Un objetivo secundario fue
sociodemográficos. Para medir la salud de los participantes se utilizó el cuestionario de salud SF-
36 (Ware & Sherbourne, 1992). Para medir las conductas de salud, se utilizó el CHS (Cassaretto,
Vilela, Saravia & Chau, en prensa), una selección de ítems de la primera parte del CEVJU
que todas las conductas de salud, a excepción del manejo de consumo de sustancias, se
correlacionan con por lo menos una dimensión de salud. Organización del sueño es la conducta
con mayor número de correlaciones con salud (varias de tamaño mediano) seguida de las prácticas
de recreación y ocio. La correlación de mayor tamaño es entre organización del sueño y vitalidad.
Actividad física también se correlaciona con vitalidad de manera mediana y muy significativa. Se
similares en el futuro.
The purpose of this research was to study the possible relationships between health
behaviours and health in a group of university students from a private university in Lima
Metropolitana. The participants were 190 students of both sexes between 18 and 30 years old and
of various faculties and semesters of study. A secondary objective of the investigation was to
describe the study variables in the group of participants, and to analyze them according to
different socio-demographic variables. The SF-36 Health Survey (Ware & Sherbourne, 1992) was
used to measure the participants’ health. The CHS (Cassaretto, Vilela, Saravia & Chau, in press),
a selection of items from the first part of the CEVJU, instrument developed by Arrivillaga, Salazar
& Gómez (2002) in Colombia, was used to measure health behaviors. Regarding the purpose of
the study, it was found that every health behavior, except for substance consumption control,
correlates significantly with at least 1 dimension of health. Sleep organization presents the most
amount of correlations with health (several medium sized), followed by recreation. The largest
correlation found was between sleep organization and vitality. Physical activity also correlates
with vitality on a medium size and very significantly. Possible explanations of the results found
are discussed, as well as their relevance, limitations of the investigation are reported and
Introducción………………………………………………………………………..1
Método……………………………………………………………………………..9
Participantes……………………………………………………………….9
Medición…………………………………………………………………..9
Análisis de datos…………………………………………………………..12
Resultados………………………………………………………………………….13
Discusión…………………………………………………………………………...19
Referencias Bibliográficas…………………………………………………………30
Apéndices…………………………………………………………………………..37
Desde mediados del siglo XX, las enfermedades infecciosas han dejado de ser
consideradas la amenaza principal a la salud y han tomado su lugar las enfermedades crónicas.
Estas enfermedades, como el cáncer o los problemas cardiovasculares, están relacionadas
principalmente al estilo de vida del mundo moderno (Amigo et al., 2003; Becoña, 2004). Las
enfermedades crónicas son responsables del 63% de muertes en el mundo; fumar, abusar del
alcohol, mala alimentación e inactividad física están entre sus principales factores de riesgo
(Organización Mundial de la Salud, 2011; Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales, e Igualdad,
2014). Por ello, el comportamiento de las personas puede tener un papel fundamental tanto en la
generación y mantenimiento de estados saludables como en el origen y la evolución de la
enfermedad (Amigo et al., 2003; Becoña, 2004).
Los universitarios están particularmente expuestos a distintos estresores que los hace
vulnerables al desarrollo de hábitos perjudiciales de salud. Cursando la adolescencia tardía, los
jóvenes ingresantes deben afrontar nuevos niveles de exigencia, en un ámbito y con personas
distintas, y con una decisión vocacional pendiente (Márquez, Ortiz & Rendón, 2009; Righi, Jorge
& Dos Santos, 2006). Según Richardson, Abraham & Bond (2012), tanto el estrés como la menor
percepción de bienestar en los universitarios tienen una influencia negativa en su rendimiento
académico. Además, la forma en que los universitarios perciben su salud está relacionada a su
salud física, salud mental y a su bienestar, por lo que, a su vez, puede tener un impacto en su
desarrollo (Cornelisse-Vermaat, Antonides, Van Ophem &Van den Brink, 2006). Asimismo, un
estado positivo de bienestar mental en la adolescencia se asocia a menores conductas de riesgo en
la adultez y, en general, una mejor salud a largo plazo (Hoyt, Chase-Lansdale, Mcdade & Adam,
2012).
De esta manera, estas conductas protegen a los individuos del deterioro de su salud física
(Amaya & Gaviaría, 2007; Becoña, 2004; OMS, 2014; Ramos, 2000), salud mental (Jiménez,
Martínez, Miró & Sánchez, 2008; Ramos, 2000) y calidad de vida (Muñoz & Salgado, 2006;
OMS, 2017; UNESCO, 2000). Por ende, repercuten en diversas áreas de la salud, entendiendo a
esta de forma integral. De esta manera, se vuelve necesario tomar distancia de un modelo
unidimensional de la salud, es decir, de la salud entendida únicamente como salud física (Amigo
et al., 2003; OMS, 1948).
de Universidades (2013) propone cuidar y mantener la salud, evitando que disminuya con el
tiempo. Si bien acepta la necesidad de recuperarla si se ha perdido ya, indica que lo que realmente
debe hacerse es: “prevenir cualquier afección que altera dicha condición, antes que intentar
restablecerla” (Consorcio de Universidades, 2013, p.3). Resalta también el trabajo de los últimos
años buscando introducir el concepto de una vida saludable en las universidades, fomentar
actividades sanas y promover un ambiente agradable en el cual se desarrolle la vida universitaria.
A pesar del reconocimiento mundial de los efectos dañinos que tienen conductas como
fumar, dormir poco y llevar una vida sedentaria (OMS, 2011), y a pesar de las recomendaciones
frente a las mismas (Bellock & Breslow, 1972 en Becoña, 2004; Medline Plus, 2017; Muñoz &
Salgado, 2006; OMS, 2011) estas no suelen cumplirse de manera integral (Becerra, 2016;
Consorcio de universidades, 2006; Kilpatrick, Hebert & Bartholomew, 2005; León-Prados et al.,
2011). Por ejemplo, en cuanto a la actividad física, más del 70% de adultos no realiza actividad
física de manera adecuada para mantener niveles de salud aceptables (León-Prados et al., 2011).
León-Prados et al. (2011) también señalan que la cantidad de actividad física suele ser menor
durante la adolescencia y continúa disminuyendo con la edad. Kilpatrick et al. (2005) encontraron
en un estudio con universitarios estadounidenses que la mitad reconoce una disminución de la
actividad física después de terminar la escuela.
Los estilos de vida de jóvenes universitarios en Lima tampoco son muy saludables
(Becerra, 2016; Consorcio de Universidades, 2006). Por ejemplo, en una investigación realizada
por el Consorcio de Universidades (2006), en la que se encuestó a 1 256 alumnos universitarios
de 4 universidades particulares, se encontró que el 46.5% no realiza actividad física alguna y un
46% de los que sí lo hacen reportan practicar deporte menos de 3 veces por semana, el mínimo
recomendado por la OMS (2011). De esta manera, solo terminaba siendo un 30% el que practicaba
la cantidad de deporte recomendada. Además, se encontró que ellos tienen un consumo bajo de
verduras y frutas y que el 37.3% fuma cigarrillos (Consorcio de Universidades, 2006).
Similarmente, en un estudio de Becerra (2016) con una muestra de 155 estudiantes de una
universidad privada de Lima, se encontró que un número significativo de estudiantes reporta no
realizar ninguna o casi ninguna actividad física, además de consumir alcohol en exceso, fumar,
consumir poca agua, frutas y vegetales, entre otros.
concluyó que en la edad universitaria (entre 18 y 28) aumenta el consumo de todas las drogas en
general en un 250% (Secretaría General de la Comunidad Andina y Comisión Europea, 2009, en
Consorcio de universidades, 2013). CEDRO (2012, en Consorcio de universidades, 2013) agrega
que es especialmente el uso de sustancias tóxicas legales el que aumenta durante los años de
universidad, particularmente por el aumento de publicidad dirigida a ellos y por la cantidad de
locales que venden alcohol en los alrededores de los centros de estudios.
En lo que respecta a la salud de los jóvenes en el Perú, se realizó una encuesta a 11 042
jóvenes a nivel nacional de entre 15 y 29 años por la Secretaría Nacional de la Juventud (2012).
Los resultados muestran que el 55% de los mismos reporta que se ha sentido tenso, nervioso o
inquieto; el 51.1% cansado y aburrido la mayor parte del tiempo; el 47.5% ha sufrido
constantemente de dolores de cabeza, cuello o espalda; y el 44% ha estado triste y sin deseo por
realizar sus actividades comunes. Un 56.4% de los jóvenes encuestados reporta haber sufrido
cambios en el ritmo de sueño. El porcentaje de mujeres que se ha sentido nerviosa, tensa o inquieta
(60.1%) y que ha sufrido cambios en su ritmo de sueño (59.8%) es mayor al porcentaje de
hombres que ha sufrido los mismos síntomas (49.8% y 53% respectivamente). Sin embargo, el
porcentaje de hombres que mostraron indicadores de consumo de alcohol riesgoso es mayor al de
las mujeres (19.7% y 3.9% respectivamente). A su vez, los resultados muestran que, a nivel de
Lima metropolitana, el 55.1% de jóvenes reportaron haber tenido cambios en su ritmo de sueño;
el 48.5% haberse sentido cansado o aburrido la mayor parte del tiempo; y el 46.8% haber sufrido
constantemente de dolores de cabeza, cuello o espalda. Asimismo, el 57.7% indicó haberse
sentido nervioso, tenso o inquieto. Sin embargo, en Lima Metropolitana, no se realizó un estudio
de las variables según sexo (SENAJU, 2012).
Fuera del ámbito nacional, investigaciones con grandes muestras realizadas por
instituciones de prestigio confirman el deteriorado estado de salud de personas en edad
universitaria. Según la OMS (2012), en su estudio del 2008, en el continente americano es donde
se observa la mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad. En la región, un 23.5% de hombres y
5
Asimismo, existen estudios que han investigado la relación entre conductas saludables y
la salud de jóvenes universitarios. Grant, Wardle & Steptoe (2009) encontraron en un estudio con
17 246 jóvenes de edad universitaria provenientes de 21 países no latinoamericanos que la
satisfacción de vida se correlaciona positivamente con no fumar, actividad física, protección solar,
comer fruta y limitar el consumo de grasas, pero no con consumo de alcohol o consumo de fibras.
Los resultados fueron particularmente consistentes en los distintos países para no fumar y
ejercicio. El estudio además determinó que la relación entre variables era bidireccional. Por
ejemplo, el bienestar está relacionado y a menudo precede conductas saludables, lo cual a su vez
reduciría el riesgo a largo plazo del desarrollo de enfermedades. Interesantemente, Stubbe et al.
(2007) decidieron estudiar la asociación entre actividad física y bienestar (felicidad, satisfacción
de vida) y profundizar en la causalidad, de haberla, implícita en la relación. Efectivamente,
encontraron que los activos físicamente estaban más contentos que los no activos en todas las
edades, y concluyeron que la asociación entre actividad física y felicidad era no causal, y mediada
en cambio por factores genéticos que tienen de por sí una influencia en ambas variables por
separado.
señalan que, en cuanto a la relación entre estas variables, los resultados son mixtos e
inconsistentes.
Stranges et al. (2014) mencionan que si bien es conocido el hecho de que conductas poco
saludables o de riesgo perjudican la salud física (Lim et al., 2010; Lozano et al. 2012; Maheswaran
et al., 2013, en Stranges et al. 2014) y están fuertemente relacionadas a la presentación de
enfermedades mentales (US Burden of Disease Collaborators, 2013, en Stranges et al. 2014),
existe poca evidencia de la posible relación entre estilos de vida y bienestar mental. Los autores
están entendiendo el concepto de bienestar mental desde un enfoque de la psicología positiva,
para la cual bienestar mental implica sentirse y funcionar bien, optimismo, felicidad, resiliencia,
autoestima, autonomía y buenas relaciones con los demás: mucho más allá de la presencia de
psicopatología o no (Chida & Steptoe, 2008; Huppert, 2009; OMS, 2001, en Stranges et al. 2014).
Por esto, Stranges et al. (2014) decidieron investigar las correlaciones entre conductas de salud y
distintos niveles de bienestar mental con una muestra de 13 983 adultos con una edad mayor a los
16 años –el primero en realizarse con una muestra representativa de la población del Reino Unido.
En su estudio, fumar y el consumo alto de alcohol se relacionaron negativamente con el bienestar
mental de los participantes; mientras que el consumo de frutas y vegetales se relacionó
positivamente con el mismo. Una limitación de este estudio es que no usó información sobre otras
conductas de salud de las personas en la muestra.
Por otro lado, en un estudio de Schmidt (2012) en Suecia con una muestra de 152
estudiantes universitarios se concluyó que tanto los estilos de vida como la salud de las personas
puede ser predicha hasta cierto punto por factores sociodemográficos como sexo, lengua madre y
nivel de educación de los padres. Los hombres, quienes se mostraban significativamente más
físicamente activos que las estudiantes mujeres, mostraban menor estrés y reportaban una mejor
salud física, mental y global. En cambio, las mujeres mostraban una mayor tendencia hacia la
alimentación poco saludable. Estos resultados reflejan lo que la investigación ha señalado en
numerosas ocasiones: el sexo, entre factores sociodemográficos, es aquel de mayor importancia
para la predicción de hábitos de salud de las personas (Ford et al., 2008; Johnson, 2005; Stock,
Wille & Kramer, 2001; von Bothmer & Fridlund, 2005, en Schmidt 2012).
Por último, se han observado también diferencias en las variables de estudio según
características sociodemográficas y académicas como lugar de nacimiento y facultad. En primer
lugar, se ha encontrado mayor sintomatología depresiva en estudiantes universitarios de origen
no limeño (Tataje, 2013). Lissett Damián (2016) encontró también que los estudiantes nacidos en
provincia reportan como síntomas psicológicos de estrés a la ansiedad y desesperación con mayor
frecuencia, y como síntomas comportamentales de estrés una mayor tendencia al conflicto y
aislamiento de los demás que los estudiantes nacidos en Lima. Además, se ha observado que los
7
alumnos de las facultades de ciencias médicas tienen los menores niveles de salud (Pekmezovic
et al., 2011). Damián (2016) también reportó que los alumnos de estudios básicos de letras
reportan como síntomas físicos de estrés a la fatiga crónica y somnolencia con mayor frecuencia
que los alumnos de estudios básicos de ciencias, además que existe un mayor consumo de
alimentos en estudiantes de estudios básicos de letras. Finalmente, Becerra (2013) encontró que
en el primer año de estudio hay mayor actividad física y deporte entre universitarios.
Las personas dan forma a sus hábitos de salud en la juventud y adultez temprana; en tanto
que son personas que pueden fácilmente adoptar estilos de vida poco saludables, se considera que
los jóvenes universitarios forman parte de una población vulnerable (Schmidt, 2012). Sin
embargo, un porcentaje de universitarios limeños descuida su alimentación y actividad física y
consumen sustancias dañinas para su salud (Becerra, 2016; Consorcio de Universidades, 2006).
Este comportamiento podría afectar su desarrollo tomando en cuenta que pasan por una etapa
crucial en la formación de la estructura de su personalidad y en la consolidación de su identidad
personal. Estas son tareas que no deben quedar desplazadas, considerando, además, que hoy la
universidad debe ser también un lugar que promueve, además del estudio, la salud y el bienestar
(Chau & Saravia, 2014). El balance entre las exigencias académicas y la salud de los alumnos es
un tema que debe estudiarse.
Sin embargo, los estudios sobre la relación entre las conductas que conforman los estilos
de vida y salud cuentan con un número importante de limitaciones en cuanto a la información que
brindan del tema. Por ejemplo, no suelen incluir en su investigación las distintas conductas de
salud presentadas. Basta con ver que Stranges et al. (2014) no contaron con información sobre la
actividad física que realizaban los participantes de su estudio, o que Stubbe et al. (2007) –en
cambio- incluyeron solamente actividad física, para notar lo señalado. Además, el concepto de
salud no siempre es abordado en su multidimensionalidad, como le corresponde. Como comentan
Jiménez et al. (2008), hoy están mejor establecidos los efectos de la actividad física sobre la salud
física que sobre la salud mental.
En la misma línea, existen pocas investigaciones sobre la relación entre las variables de
estudio en estudiantes universitarios latinoamericanos, y ninguna en el caso de Lima, Perú.
8
Piqueras et al. (2011) mencionaban cómo, a pesar de la cantidad de estudios interculturales entre
variables de salud y las conductas que conforman los estilos de vida, no existían investigaciones
similares en una muestra latinoamericana, razón por la cual decidieron emprender su estudio en
primer lugar.
Y, por último, no debe olvidarse que, si bien existe consenso entre algunos de los
resultados de las investigaciones, otros son, como mencionan Grant et al. (2009, en Piqueras et
al., 2011) y Steptoe et al. (2009, en Piqueras et al., 2011), mixtos e inconsistentes. Por ejemplo,
mientras que algunos estudios señalan que una dieta poco saludable y la obesidad no se relacionan
al bienestar y felicidad, un estudio sí encuentra una relación entre la depresión, hábitos
alimenticios y peso (Piqueras et al., 2011).
Por ello, el presente trabajo tiene como propósito estudiar la relación entre conductas de
salud y salud en jóvenes de una universidad privada de Lima Metropolitana. Un objetivo
secundario de la investigación será describir estas variables en la población y encontrar posibles
diferencias en las variables de estudio según factores sociodemográficos y académicos tales como
edad, sexo, lugar de nacimiento y facultad de estudio, entre otros. El estudio se realizará a partir
de la medición de dos variables a través de la aplicación de dos instrumentos en una población al
mismo tiempo. Los resultados obtenidos en este estudio pueden contribuir a brindar evidencia a
toda universidad que desee iniciar un proyecto de prevención y promoción de la salud, o que desee
ampliar el espacio o tiempo reservado para la actividad física de los alumnos. Esta es una forma
en la que la universidad puede aportar a la promoción y prevención de estilos de vida saludables
en los jóvenes estudiantes.
9
Método
Participantes
El estudio se realizó con 190 estudiantes de una universidad privada de Lima. Se tuvo
acceso a la base de datos del proyecto “La salud en estudiantes universitarios peruanos” dirigido
por la Mg. Mónica Cassaretto y la Lic. Patty Vilela, del cual esta investigación es parte. El
proyecto mencionado busca estudiar el rol del estrés académico, los hábitos de salud, la regulación
emocional y la adaptación a la vida universitaria en la salud de estudiantes a nivel nacional e
incluyendo universidades públicas y privadas.
Medición
La medición de la salud se obtuvo a través del cuestionario SF-36 (Health Survey) de
John E. Ware y Cathy D. Sherbourne (Ware & Sherbourne, 1992) en su versión traducida al
español por Alonso, Prieto & Antón (1995) y adaptada al contexto peruano por Salazar & Bernabé
(2012).
Este instrumento se construyó como parte del proyecto Medical Outcomes Study, un
estudio longitudinal de 4 años (1986-1990) (Ware et al., 2007) que buscaba comprender los
efectos de diversas intervenciones clínicas en pacientes adultos estadounidenses. En conjunto,
estos ítems miden la calidad de vida del paciente y la salud percibida en la población general de
manera fácil de administrar a través de un cuestionario de autoreporte (Rand Corporation, 2017;
Ware et al., 2007; Ware & Sherbourne, 1992). Actualmente, el SF-36 Health Survey es
10
ampliamente usado por diversas organizaciones dedicadas al cuidado de salud, para evaluar los
resultados del cuidado y tratamiento al paciente y la diferencia entre los mismos (Rand
Corporation, 2017).
El SF-36, cuyas siglas significan Short Form, o forma corta en español, es un producto
que tiene su origen en uno de 149 ítems, que se transformó en el SF-20 y finalmente, en el SF-36
Health Survey, más preciso que el anterior. Está basado en un modelo multidimensional de la
salud, a partir de 36 enunciados, los cuales se califican en unos casos con formato Likert y en
otros de manera dicotómica en función a sus 8 áreas: salud general (percepciones generales de la
salud), funcionamiento físico, bienestar emocional (llamado también salud mental), rol físico
(limitaciones de rol debido a problemas de salud física), rol emocional (limitaciones de rol debido
a problemas emocionales), funcionamiento social, dolor corporal y vitalidad (Sansoni, 2016).
La consistencia interna de la prueba ha sido analizada por diversos estudios. Por ejemplo,
en 24 subgrupos de pacientes participantes del estudio MOS con distintas características
sociodemográficas y diagnósticos se halló coeficientes de alfa de Cronbach que variaban entre
los .65 y .94, considerando las 8 escalas y los 24 subgrupos de pacientes (Mchorney, Ware, Lu &
Sherbourne, 1994). En cuanto a la validez de la prueba, estudios factoriales han determinado que
las 8 escalas de la prueba son responsables de entre el 80% y 85% de la varianza en la salud de
los encuestados en la población general de USA, UK y Suecia, y de pacientes del MOS.
Comparaciones sistemáticas entre el SF-36 y otras principales pruebas genéricas de salud indican
que el SF-36 contiene 8 de las áreas de salud más frecuentemente usadas en pruebas similares. En
cuanto a la validez predictiva del Sf-36, ella ha demostrado tener una alta capacidad para predecir
los servicios de atención médica, el curso clínico de la depresión, pérdida del trabajo dentro del
siguiente año, sobrevivencia de 180 días y también de 5 años (Ware, 2000).
Es tomando como referencia el protocolo de traducción del IQOLA que nace la versión
española del SF-36 Health Survey, conocido como Cuestionario de Salud SF-36 (Alonso, Prieto
& Antó, 1995). Según la mayoría de los estudios, la consistencia interna supera al mínimo
recomendado (alfa de Cronbach de .7) para la comparación de grupos. En cuanto a la consistencia
en el tiempo, se realizaron pruebas test retest y arrojaron como resultado unos CCI de entre .58 y
.99. La validez de constructo de la prueba también ha sido evaluada varias veces. En un estudio
11
con 1250 individuos de la ciudad de Santander, se observó tal como se esperaba una peor
percepción de la salud en las mujeres en todas las escalas, y una correlación inversa significativa
entre edad y las escalas vitalidad, dolor corporal, salud general y función física (Vilagut et al.,
2005).
Por último, Salazar & Bernabé (2012) se encargaron de adaptar el cuestionario de salud
SF-36 para el contexto peruano. Una evaluación de las propiedades psicométricas de la prueba en
una muestra de 4 344 peruanos de entre 15 y 64 años arrojó un coeficiente de alfa de Cronbach
entre .66 y .92. Las escalas rol emocional, dolor corporal, rol físico y funcionamiento físico
obtuvieron un alfa de Cronbach mayor a .80. Las 8 escalas fueron capaces de discriminar entre
los distintos sexos, edades y grupos socioeconómicos de los participantes (Salazar & Bernabé,
2012). Un análisis factorial confirmatorio de la prueba aplicada mostró que el modelo de 8
factores de primer orden y 2 factores de segundo orden (salud física y mental) era una
representación viable de la estructura factorial del SF-36 original, con índices de ajuste –un CFI
de 0.96 y un RMSEA de 0.05- superiores a los de otros posibles modelos de estructura factorial
(Salazar & Bernabé, 2012).
Estos 30 ítems fueron estudiados en el trabajo de Chau & Saravia (2016) donde las 6 áreas
se organizaban de la siguiente manera: actividad física y deporte con 4 ítems que explican el
49.33% de la varianza de la subescala y con una confiabilidad por área de .77 (alfa de Cronbach),
organización del descanso o tiempo libre con 3 ítems que explican el 58.3% de la varianza de la
subescala y con una confiabilidad por área de .64, autocuidado y cuidado médico con 5ítems, que
explican el 57.64% de la varianza de la subescala y con una confiabilidad por área de .75, hábitos
12
alimentarios con 7 ítems que explican el 39.48% de la varianza de la subescala y con una
confiabilidad por área de .72, consumo de alcohol, tabaco y otras drogas con 5 ítems que explican
el 47.93% de la varianza de la subescala y con una confiabilidad por área de .80, y organización
del sueño con 6 ítems que explican el 39.01% de la varianza de la subescala y con una
confiabilidad por área de .73. Los 30 ítems de la prueba se responden en una escala tipo Likert de
cuatro opciones, nunca, algunas veces, con frecuencia y siempre.
Análisis de datos
Se utilizó el programa estadístico SPSS-21 para analizar los datos obtenidos de la
muestra. Luego de obtener los estadísticos descriptivos de las distintas características de los
participantes, se analizó la confiabilidad de los instrumentos empleados en la recopilación de
datos de la muestra, utilizando el cálculo de alfa de Cronbach.
Resultados
Figura 1
Percepción General de la Salud
Respecto al IMC reportado, se encuentra que el 28.2% de los participantes presentan peso
inadecuado (no saludable). Específicamente, 6.2% reporten bajo peso y 22% sobrepeso. Por otro
lado, el 100% de los participantes reportó tener por lo menos 1 dolencia en el último año; y, en
promedio, los alumnos reportaron 6.65 (DE=4.10) de las mismas. Las condiciones médicas de
mayor frecuencia son dificultad para concentrarse, dolor de cuello, hombros y/o espalda, dolores
de cabeza, y ansiedad, todas presentes en más del 50% de participantes.
14
Figura 2
Dolencias Más Frecuentes
Finalmente, respecto a los resultados del SF-36, la salud física de los estudiantes en la
muestra es significativamente mayor a la salud mental (t(182)= 7.77; p< .01; d= 2.27). La
diferencia entre ambas es de nivel grande. El área de salud mejor preservada en el grupo de
participantes es función física, lo cual implica que la persona no sufre de problemas de salud que
interfieran considerablemente en sus actividades físicas de la vida diaria como lo son las de
cuidado personal, caminar, o subir escaleras. Por otro lado, las áreas de salud más debilitadas de
los alumnos son las de vitalidad, rol emocional y salud general, indicando que el sentimiento de
energía y vitalidad (en oposición al de cansancio y desánimo) es el aspecto de salud de los
alumnos más afectado. A este le siguen, en primer lugar, el grado de limitaciones que presentan
para el trabajo y demás actividades cotidianas por problemas emocionales y, en segundo lugar, la
percepción general de salud que poseen de sí mismos.
Tabla 1
Descriptivos del SF-36
Desviación
Mínimo Máximo Media
estándar
Función Física 40 100 89.95 12.07
Dolor Físico 0 100 67.02 20.96
Rol Físico 0 100 62.17 39.26
Salud General 10 100 59.84 17.91
Función Social 0 100 68.48 23.37
Salud Mental 8 96 62.18 19.06
Rol Emocional 0 100 56.27 43.70
Vitalidad 5 100 53.02 17.57
Componente Salud Física 30 98.75 69.71 16.83
Componente Salud Mental 13.25 98 59.86 20.92
N=190
15
Figura 3
Frecuencia de práctica de ejercicio o deporte
Figura 4
Frecuencia de Horas dormidas al día en promedio
16
En cuanto a los resultados de conductas de salud, tal como indica el CHS, el hábito de
salud mejor conservado es el del manejo del consumo de sustancias. Específicamente, los
participantes consumen las sustancias mencionadas con una frecuencia en promedio de entre
algunas veces y nunca. Por otro lado, el hábito de salud peor conservado es el de actividad física
y deporte, lo que significa que, en general, la cantidad de actividad física realizada por los
universitarios de la muestra, como caminatas, trotes, deporte, aeróbicos, yoga, entre otros, es muy
pobre, específicamente, con una frecuencia en promedio de entre algunas veces y nunca.
Tabla 5
Descriptivos de las áreas del CHS
Desviación
Mínimo Máximo Media
estándar
Actividad física y deporte 0 3 0.78 0.68
Recreación y ocio 0 3 2.01 0.68
Autocuidado y cuidado médico 0 3 1.45 0.78
Manejo del consumo de sustancias 0.4 3 2.72 0.50
Nutrición 0.14 3 1.72 0.53
Organización del sueño 0 2.83 1.38 0.51
N=190
Por último, se realizaron las correlaciones entre las dos variables de estudio principales,
salud y conductas de salud, y sus dimensiones, como exige el objetivo principal de la
investigación. En primer lugar, se observó que todas las áreas de conductas de salud, a excepción
de manejo del consumo de sustancias, se correlacionan significativamente con por lo menos una
de las áreas de salud. De esta forma, organización del sueño es aquella conducta de salud con
18
mayor número de correlaciones directas y significativas y varias de ellas de tamaño mediano con
áreas de salud, siendo mayor su correlación con vitalidad y, en segundo lugar, con bienestar
emocional.
En cuanto a las correlaciones entre las conductas de salud y los componentes mental y
físico del SF-36, todas las conductas mantienen una relación significativa con por lo menos uno
de los componentes, a excepción de actividad física y, nuevamente, el manejo de consumo de
sustancias. Las correlaciones entre organización del sueño y los componentes mental y físico son
ambas de tamaño mediano y muy significativas.
Tabla 6
Correlaciones entre áreas del CHS y del SF-36
Actividad Recreación Autocuidado Nutrición Organización
Física del Sueño
Función Física .16* .18* .15* .20** .20**
Rol Físico .22**
Rol Emocional .20** .16*
Vitalidad .33** .46**
Bienestar Emocional .30** .18* .40**
Funcionamiento Social .27** .36**
Dolor Físico .15* .26**
Salud General .21** .29** .17* .20** .36**
Componente Salud Mental .27** .17* .37**
Componente Salud Física .22** .20** .34**
*p<.05; **p<.01
19
Discusión
Por ello, el propósito de esta investigación es estudiar la relación entre conductas de salud
y salud en jóvenes universitarios de Lima Metropolitana. Un objetivo secundario es describir estas
variables en la población, y analizarlas según variables sociodemográficas y académicas como lo
son la edad, sexo, o facultad de manera que la discusión de dicha información complemente la de
los resultados principales.
Es llamativo, en primer lugar, el que más del 75% de participantes del estudio tengan una
percepción favorable de su salud. Sin embargo, una explicación está en que, por motivos de
deseabilidad social, las personas presentan una imagen distorsionada de lo que son o perciben,
evidenciando una necesidad de aprobación social (MINEDUC, 2009). En esa lógica, un estudio
argentino con personas de entre 17 y 70 años concluye que a menor edad, una mayor deseabilidad
social (Pérez, Labiano & Brusasca, 2011).
Ahora bien, la percepción de salud de los alumnos es buena, pero no excelente: solo el
3.2% eligió esta opción. Entonces, si bien la percepción de salud es en su mayoría favorable, no
es óptima, y por lo tanto, no está a la altura de la definición que la OMS (1948, p.1) realiza de la
salud como un “estado de completo bienestar físico, mental y social”. Incluso, es posible que la
alta tasa de respuestas en buena se deba en buena parte al gran número de jóvenes que
simplemente esté expresando no sentirse enfermos sino físicamente capaces de funcionar en sus
quehaceres diarios. Sin embargo, la OMS no considera que la salud sea un estado meramente libre
de afecciones o dificultades físicas, sino, como se ha dicho y vale la pena remarcar por su
importancia, un estado de “completo bienestar físico, mental y social”.
Otra muestra de que los niveles de salud en la muestra no son los óptimos son los niveles
de IMC reportado: el 22% tiene sobrepeso y el 6.2% bajo peso. En el continente americano es
donde existe justamente la mayor prevalencia de peso y obesidad según la OMS (2012), donde
20
un 23.5% de hombres y 29.7% de mujeres en promedio son obesos. Es posible que en la muestra
de estudio los números sean menores porque el promedio americano se vea afectado por el número
de obesos de USA, con el mayor porcentaje de personas obesas del mundo (38.2%, seguido de
México con 32.4%) (OCDE, 2010). Es importante también considerar el número de personas que
tiene bajo peso, un 6.2%, y sería interesante ver cómo va en aumento esta cifra, particularmente
en la población de sexo femenino, por la presión a la que está sometida por verse de una
determinada manera, y la alta insatisfacción corporal que se encuentra en la población adolescente
femenina (Olesti-Baiges et al., 2007).
Es posible que las dolencias mencionadas, al ser condiciones agudas que se presentaron
meses antes de la aplicación del SF-36, no hayan tenido una mayor influencia en la respuesta de
los participantes al ítem de la percepción general de salud, y que esto haya generado que el alto
promedio de dolencias y alta frecuencia con que fueron reportadas varias de ellas no parezcan
estar fielmente reflejadas en la percepción que los alumnos tienen de su salud (49.7% la percibe
como buena, 25.9% como muy buena, y 3.2% excelente).
En cuanto a los resultados de salud del SF-36, es comprensible que el componente salud
física sea significativamente mayor al componente salud mental (y con una diferencia de tamaño
grande). Por un lado, las enfermedades físicas crónicas como el cáncer, los problemas
cardiovasculares y cerebrovasculares, afectan en su mayoría a personas de mayor edad que la de
los universitarios, mientras que una enfermedad mental en la tercera década de vida de una
persona bien puede estar en plena manifestación si no es que ya se ha manifestado en todo su
plenitud (INEI, 2013; Maddux & Winstead, 2012). Por otro lado, el predominio de la noción
unidimensional propia de un modelo biomédico de la salud (de salud física) genera una mayor
consciencia respecto a lo que hay que hacer para estar saludable físicamente, y no necesariamente
21
en otros aspectos. De esta manera, siguiendo a Amigo et al. (2003), es importante tomar distancia
de un modelo unidimensional de salud y reemplazarlo por el modelo multidimensional que
propone la OMS (1948). Es razonable suponer que las personas, con un concepto más holístico
de la salud, busquen y exijan la satisfacción de sus necesidades psicológicas y sociales, y no solo
las biológicas.
Vitalidad y energía es el aspecto de salud más afectado. Esto guarda similitud con los
resultados encontrados en distintos países de América: la ACHA (2012) encuentra agotamiento,
cansancio y falta de esperanza; Boullosa (2013) somnolencia y desmotivación; el SENAJU (2012)
reporta que el 51.1% de una muestra de 11,042 jóvenes se ha sentido cansado y aburrido la mayor
parte del tiempo, y el 44% ha estado triste y sin deseo por realizar sus actividades comunes; y, en
Venezuela, Bastardo (2011) observó niveles bajos de energía y vitalidad. Cabe mencionar que,
en el presente estudio, vitalidad obtuvo correlaciones muy significativas y medianas con
organización del sueño y actividad física, sin encontrarse correlaciones de ningún tipo entre ella
y otras conductas de salud. Y, son precisamente estas conductas, actividad física y sueño, las que
obtuvieron los puntajes más bajos en los alumnos de la investigación.
Sobre los resultados de la actividad física, el 36% que indica realizarla regularmente
(mínimo 30 minutos, 3 veces por semana) es un poco mayor al de la bibliografía (León-Prados et
al., 2011; Consorcio de Universidades 2006), según la cual son aproximadamente un 30% quienes
practican la cantidad de deporte recomendada. Sin embargo, al mismo tiempo un ítem más preciso
arroja que un 67.6% la practica 2 o 3 veces al mes o menos, un dato que contradice que el 36%
mencionado realice actividad física 3 veces por semana. Según este dato, el grueso (67.6%) no lo
hace ni siquiera 1 vez por semana; es decir, ni siquiera está cerca de volverlo en una costumbre
semanal. Además, la prueba muestra que el 28.6% no hace nunca deporte, el porcentaje más alto
de todas las categorías de frecuencia.
Entonces, si bien el Consorcio (2006) señala que el 30% de personas realizan actividad
física regularmente, la información obtenida de los participantes muestra algo distinto. Uniendo
dos categorías en una (1 o 2 veces a la semana y siempre) se obtiene el mismo 30%, pero que en
este caso son la cantidad de personas que han hecho del deporte una costumbre, una costumbre
semanal. Dentro de ellos están los que lo hacen 1 vez o 2 veces a la semana o siempre, si bien en
la muestra solo un 7% indican esta última frecuencia. Sería importante precisar a qué se refiere
esta categoría con siempre.
Similarmente, el CHS señala que actividad física es la conducta de salud en peor estado
dentro de la muestra. Como explican quienes investigan del tema, disminuye entrando hacia la
adolescencia y continua disminuyendo con el tiempo (Kilpatrick et al., 2005; León-Prados et-al,
2011). Según el CHS, específicamente, la media está entre nunca y algunas veces, de forma
22
similar al 67.6% que reportó que realiza deporte o ejercicio entre 2 o 3 veces al mes (o menos).
Definitivamente, en lo que refiere a la muestra de estudio, poca gente lo practica y, de los que sí,
son pocos los que lo hacen como lo planteado por la OMS, de manera similar a lo que encontraron
el Consorcio de Universidades (2006) y Kilpatrick et al. (2005). Una mayor claridad en las
opciones de respuesta del CHS (qué implica exactamente cada una) aportaría información más
precisa y de mayor utilidad para su discusión.
Una clave para entender los resultados del estudio respecto al manejo de consumo de
sustancias está en la formulación de ítems y opciones de respuesta. Se puede observar que un
puntaje alto implica un buen manejo de las sustancias en cuestión, un consumo responsable; en
cambio, un puntaje bajo implica un mal manejo, un consumo abusivo y perjudicial de diversas
sustancias. Considerando esto, es posible que en la universidad en cuestión exista en la mayoría
de casos un consumo de sustancias regulado, y no un consumo perjudicial o que suponga un riesgo
para los universitarios. Sin embargo, es posible que esta área sea de las más sensibles a la
deseabilidad social o que, no detecte con precisión diagnóstica los casos que se ubiquen en riesgo.
Y, por otro lado, los hombres están mejor en la dimensión bienestar emocional. En el caso
de la investigación del SENAJU (2012), los resultados indican que las mujeres del Perú de edad
universitaria son más nerviosas, tensas e inquietas, y que sufren más cambios en ritmo de sueño.
Según Schmidt (2012), los hombres tienen una mayor vitalidad, sufren menos de estrés, y
presentan una mejor salud física, mental y global. Y, vale mencionar nuevamente que en la
investigación presente los hombres reportan una mejor organización del sueño que las mujeres.
Esto es también lo que encontró SENAJU (2012) y podría tener que ver con esos mayores niveles
de nerviosismo, tensión e inquietud que se observaron en el mismo estudio.
Y, por último, existe una relación pequeña y positiva entre ciclo y bienestar emocional.
Esto podría deberse a que, conforme avanza en la carrera, el alumno experimenta una mayor
consolidación de la identidad profesional y se adecúa mejor al programa, a la vida universitaria y
a las exigencias que suponen una dificultad para el alumno ingresante (Márquez et al., 2009; Righi
et al., 2006).
En cuanto a la relación entre las dos variables de estudio, se puede decir en primer lugar
que el manejo de consumo de sustancias no se relaciona con ninguna área de salud en la población
de estudio. Este resultado llama la atención, considerando el conjunto de enfermedades que
Becoña (2004) menciona que el consumo de drogas produce. Sin embargo, es importante notar
que la población de este estudio aparentemente no tiene un consumo muy fuerte. Es la conducta
mejor preservada: el consumo está entre nunca y algunas veces. Por lo tanto, la poca
heterogeneidad de respuestas hace que disminuya la posibilidad de que se detecte una correlación.
Por otro lado, la organización del sueño es aquella conducta con la mayor cantidad de
correlaciones significativas con salud, y mayor número de correlaciones de tamaño mediano, la
mayor siendo la que tiene con vitalidad. Específicamente, organización del sueño está relacionada
con todas las áreas, especialmente con la percepción general que tienen las personas de su salud
(r= .36, p<.01), con su bienestar emocional (r= .40, p<.01), funcionamiento social (r=.36, p<.01)
24
y por supuesto y en primer lugar, vitalidad (r= .46, p<.01). Efectivamente, Bellock & Breslow
(1972, en Becoña, 2004), en el estudio longitudinal de mayor relevancia sobre conductas de salud
y salud, concluyen que el sueño es uno de los factores más importantes para predecir la
longevidad.
Al mismo tiempo, la relación de tamaño mediano de organización del sueño con bienestar
emocional y vitalidad ayuda a entender en parte la relación de organización del sueño con
funcionamiento social y salud general. Una mala organización del sueño podría tener implicancias
en el funcionamiento social, al estar la ansiedad y la depresión significativamente relacionadas a
dificultades para relacionarse con compañeros y docentes (Amézquita, González & Zuluaga,
2003) – algo particularmente importante en el contexto universitario. Además, Inglés, Hidalgo &
Carrillo (2001) encontraron en un estudio con adolescentes que la ansiedad y la inestabilidad
emocional se relacionaban a mayores dificultades interpersonales que aquellos que no padecían
de las mismas. Por otro lado, la ansiedad y demás perturbaciones emocionales complican los
procesos de atención y concentración (Derryberry & Reed, 2002; Fox, Russo & Dutton, 2002;
Pacheco-Unguetti, Lupiañez & Acosta, 2009; Yiend & Mathews, 2001), lo cual conduce a pensar
que el mal sueño, a través de su relación con emociones negativas, pueda generar una disminución
de la atención y concentración que también llegue a afectar a las personas a la hora de relacionarse
con los demás. Por último, se puede argumentar, a partir de la observación del contenido de las
áreas del SF-36, que un puntaje alto en bienestar emocional y vitalidad (el de una persona con
altos niveles de felicidad, a gusto consigo, animada, y con mucha energía) responda
optimistamente ítems de Salud General que preguntan por cuestiones tales como la del estado
percibido de salud actual, el futuro, y el propio en comparación con los demás.
De igual manera, vale mencionar que organización del sueño se relaciona con los 2
componentes del SF-36, aunque más con el mental. Es difícil no traer a discusión a Ramos (2000),
quien señala que el sueño ayuda a restaurar tejidos del cerebro tanto o más que los del cuerpo.
Según Ramos, el sueño protege el sistema inmune, y en caso de no dormir bien, un sistema inmune
25
También, las personas de la muestra que tienen mayor tiempo de ocio y descanso tienen
mejores indicadores de salud. Cabe señalar que esta es la conducta con mayor número de
correlaciones con salud después de organización del sueño. Estas personas gozan particularmente
de bienestar emocional, y el que altos puntajes en ítems del CHS del área recreación impliquen la
posibilidad de experimentar momentos de disfrute durante el día (de descanso, con personas
cercanas, ir al cine o dar un paseo) ayuda a entender esta relación. Muñoz & Salgado (2006) y
OMS (2017) comentan al respecto: el uso provecho de tiempo libre es un indicador de calidad de
vida y de buena salud general. Se comprende también que las personas que disponen de tiempo
libre gocen de buen funcionamiento social, en tanto que son capaces de destinar tiempo y energía
a su vida social.
Es comprensible que organización del sueño y recreación tengan tantas correlaciones con
la salud, particularmente en el contexto universitario, donde el estrés, la sobrecarga de trabajos y
el mal manejo del tiempo afectan tanto a los alumnos, como dirían Bastardo (2011), Barraza &
Silerio (2007) y Martín (2007). Una buena organización del sueño implica organizar bien el
tiempo durante el día. Quien además tiene tiempo provechoso de recreación es quien también
probablemente haya organizado bien su tiempo y sufra menos de estrés, sobrecarga de deberes y,
probablemente, de desesperación, inquietud y ansiedad. Justamente, desesperación es uno de los
síntomas psicológicos más comunes en universitarios según Boullosa (2013); inquietud y
ansiedad son los síntomas más comunes de la sobrecarga de trabajo y presión de tiempo según
Barraza & Silerio (2007) y Martín (2007). Sería interesante hacer una correlación entre salud de
universitarios y el promedio de puntajes de organización del sueño y recreación, y por último una
correlación entre ellos mismos.
Olmedilla & Blas, 2008; Márquez, 1995; Penedo & Dahn, 2005; Reiner, Niermann, Jekauc &
Woll, 2013)
un estudio correlacional entre el promedio de puntajes de estas tres conductas y salud; y, por
último, el grado de explicación que pueda haber entre las mismas.
En conclusión, los resultados de esta investigación, al igual que los de otras similares,
pueden o no coincidir con la literatura empírica que la precede; sin embargo, sí hay razones para
afirmar que tanto en la muestra de este estudio como en similares, la escasa actividad física
realizada por universitarios y los bajos niveles de vitalidad encontrados constituyen un problema
mayor. Conocer cómo se relacionan conductas como el deporte, la buena organización del sueño
y la recreación con las distintas áreas de salud de las personas ayuda a comprender qué estilo de
vida es aquel que acompaña o coincide con una buena salud. Esto puede indicar el camino a seguir
a las universidades, hoy promotoras de salud y calidad de vida (Chau & Saravia, 2014). Los
resultados de este estudio también pueden dar algunas luces sobre posibles factores que estén
causando determinado nivel de salud en una población universitaria; sin embargo, esto requiere
de otro tipo de investigación (regresión). Se han presentado razones de consideración para que un
investigador continúe lo que se ha hecho hasta aquí y decida llevarla a cabo.
29
30
Referencias
Alonso, J., Prieto, L. & Antó, J.M. (1995). La versión española del SF-36 Health Survey
(Cuestionario de Salud SF-36): un instrumento para la medida de los resultados clínicos.
Medicina Clínica, 104 (20), 771-776.
Amaya, M. E. & Gaviaría, A. M. (2007) Estilos de vida, Bienestar psicológico y sentido de
coherencia en los estudiantes adultos de la universidad de San Buenaventura, Seccional
Medellín. Revista de Ciencias Sociales, 7 (2), 283-302.
American College Health Association (2012) National College Health Assessment. Recuperado
de: http://www.acha-ncha.org/docs/ACHA-NCHA-
II_UNDERGRAD_ReferenceGroup_ExecutiveSummary_Spring2012.pdf
American College Health Association (2015) National College Health Assessment. Recuperado
de: http://www.acha-ncha.org/docs/NCHA-
II_WEB_SPRING_2015_REFERENCE_GROUP_EXECUTIVE_SUMMARY.pdf
Amézquita, M. E., González, R.E., & Zuluaga, D. (2003). Prevalencia de la depresión, ansiedad
y comportamiento suicida en la población estudiantil de pregrado de la Universidad de
Caldas, año 2000. Revista colombiana de psiquiatría, 23(4), 341-356.
Amigo, I., Fernández, C. & Pérez, M. (2003). Capítulo 1: La Psicología de la salud (pp. 1-29).
En Manual de Psicología de la salud. Madrid: Pirámide.
Arrivillaga M., & Salazar I. C. (2005). Creencias relacionadas con el estilo de vida de jóvenes
latinoamericanos. Psicología conductual, 13(1), 19-36.
Barraza & Silerio (2007). El estrés académico en los alumnos de educación media superior. Un
estudio Comparativo. Investigación Educativa Duranguense, (7) 48-65.
Bastardo, Y. (2011) Health Status and Health Behaviors in Venezuelan Pharmacy Students.
Value in Health Journal, 14 (5), S122-S125.
Becerra, S. (2013). Rol de estrés percibido y su afrontamiento en las conductas de salud de
estudiantes universitarios de Lima. (Tesis de Maestría, Pontificia Universidad Católica
del Perú). Recuperado de http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/123456789/5013
Becerra, S. (2016). Descripción de las conductas de salud en un grupo de estudiantes
universitarios de Lima. Revista de Psicología, 34 (2), (239-260).
Becoña, E. & Oblitas, G. (2004). Cap. 4: Promoción de estilos de vida saludables (pp. 83-109).
En Psicología de la Salud y Calidad de Vida .L. Oblitas (Coord). México: Thompson.
Bellock, NB. & Breslow, L. (1972) Relationship of physical health status and health practices.
Preventive Medicine, 1 (3), 409-421.
Blair, S. & Morris, J. (2009). Healthy Hearts-and the Universal Benefits of being Physically
Active: Physical Activity and Health. Annals of Epidemiology, 19 (4), 253-256.
Boullosa, G. (2013). Estrés académico y afrontamiento en un grupo de estudiantes de una
universidad privada de Lima. (Tesis de Licenciatura, Pontificia Universidad Católica del
Perú). Recuperado de
http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/123456789/4880/BOULLOSA_GAL
ARZA_GINETTE_ESTRES_ACADEMICO.pdf?sequence=1&isAllowed=y
31
Campillo, N., Zafra, A., & Redondo, A. (2008). Relaciones entre la práctica de actividad física y
el autoconcepto, la ansiedad y la depresión en chicas adolescentes. Cuadernos de
Psicología del Deporte, 8(1), 61-78.
Cassaretto, Chau, Saravia & Vilela (en prensa). Propiedades Psicométricas del Cuestionario de
Hábitos de Salud en Universitarios. Departamento de Psicología, Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, Perú.
Chau, C. & Saravia, J. C. (2014). Adaptación universitaria y su relación con la salud percibida
en una muestra de jóvenes de Perú. Revista Colombiana de Psicología, 23(2), 269-284.
Chau, C. & Saravia, J.C. (2016). Conductas de Salud en Estudiantes Universitarios Limeños:
Validación del CEVJU. RIDEP, 41(1), 90-103.
Chau, C. & Tavera, M. (2012). Informe proyecto PUCP Saludable I. Diagnóstico situacional.
Manuscrito no publicado. Departamento de Psicología, Pontificia Universidad Católica
del Perú, Lima, Perú.
Consorcio de Universidades. (2006). Perfil de los estudiantes del Consorcio de Universidades:
resumen y análisis. Lima: Consorcio de Universidades.
Consorcio de Universidades. (2013). Guía para universidades saludables. Lima: Consorcio de
Universidades.
Cornelisse-Vermaat, J., Antonides, G., Van Ophem, J., & Van den Brink, H. (2006). Body mass
index, perceived health, and happiness: Their determinants and structural
relationships. Social Indicators Research, 79(1), 143-158.
Damian, L. (2016). Estrés académico y conductas de salud en estudiantes universitarios de
Lima. (Tesis de Licenciatura, Pontificia Universidad Católica del Perú). Recuperado de
http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/123456789/7708/DAMIAN_CARMI
N_LISSET_ESTRES_ACADEMICO.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Derryberry, D. & Reed, M. (2002). Anxiety-Related Attentional Biases and Their Regulation by
Attentional Control. Journal of Abnormal Psychology, 111 (2), 225-236.
DEVIDA (2013). Consumo y Abuso de Drogas en Adolescentes y Jóvenes del Perú.
Recuperado de: http://www.devida.gob.pe/2014/09/el-consumo-y-abuso-de-drogas-en-
adolescentes-y-jovenes-del-peru/
Diskin, L., & Gorresio Roizman, L. (2009). La paz, ¿cómo se hace? Sembrando cultura de paz
en las escuelas. Roizman. Brasilia: UNESCO, MEC, 2008. Recuperado de:
http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001919/191908s.pdf
El Heraldo (2014). Universitarios: Buena educación, pero mala nutrición. 24 de noviembre de
2014, Colombia. Recuperado de: https://www.elheraldo.co/tendencias/universitarios-
buena-educacion-pero-mala-nutricion-175-158
Fernández García, E., Blández, J., Camacho, M.J., Sierra, M.A., Vázquez, B., Rodríguez, L.,
Mendizábal, S., Sánchez, F., & Sánchez, M. (2007). Estudio de los Estereotipos de
Género vinculados con la actividad física y el deporte en los centros docentes de
Educación Primaria y Secundaria: evolución y vigencia: Diseño de un programa integral
de acción educativa. Instituto de la Mujer. Ministerio de la igualdad. Recuperado de:
http://saf.uab.cat/observatori/mmcc/calaix/76.pdf
Fox, E., Russo, R. & Dutton, K. (2002). Attentional Bias for Threat: Evidence for Delayed
Disengagement from Emotional Faces. Cognition and Emotion, 16 (3), 355-379.
32
Grant, N., Wardle, J., & Steptoe, A. (2009). The Relationship Between Life Satisfaction and
Health Behavior: A Cross-cultural Analysis of Young Adults. International journal of
behavioral medicine, 16 (3), 259-268.
Gutiérrez-Fisac J.L., Suárez M., Neira M. & Regidor E. (2013). Tendencia de los principales
factores de riesgo de enfermedades crónicas. España, 2001-2011/12. Madrid: Ministerio
de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Hirshkowitz M., Whiton K., Albert S.M., Alessi C., Bruni O., DonCarlos L., Hazen N., ..., Ware
J.C. (2015). National Sleep Foundation's updated sleep duration recommendations: Final
report. Sleep Health, 1 (4), 233-243.
Hoyt, L.T., Chase-Lansdale, P.L., McDade, T.W., & Adam, E.K. (2012) Positive youth, healthy
adults: does positive well-being in adolescence predict better perceived health and fewer
risky health behaviors in young adulthood? Journal of Adolescent Health, 50(1), 66-73.
INEI (2013) Perú: Situación de salud de la población adulta mayor, 2012. Recuperado de:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1146/libr
o.pdf
Lema, L., Salazar, I., Varela, M., Tamayo, J., Rubio, A., & Botero, A. (2009). Comportamiento
y salud de los jóvenes universitarios: satisfacción con el estilo de vida. Pensamiento
Psicológico, 5(12), 71-88.
León-Prados, J.A.; Fuentes, I.; González-Jurado, J.A.; Fernández. A.; Costa, E. & Ramos,
A.M. (2011). Actividad física y salud percibida en un sector de la población sevillana;
estudio piloto. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el
Deporte, 10 (41), 164-180.
Maddux, J. & Winstead, B. (2012). Psychopathology: Foundations for a Contemporary
Understanding, 3rd Edition. Estados Unidos: Routledge.
Márquez Rodríguez, D., Ortiz Urazán, S., & Rendón Arango, M. (2009). Cuestionario de
Vivencias Académicas en su versión reducida (QVA-r): un análisis psicométrico. Revista
Colombiana de Psicología, 18 (1), 33-52.
33
Mchorney, Ware, Lu & Sherbourne (1994). The MOS 36-item Short-Form Health Survey (SF-
36): III. Tests of data quality, scaling assumptions, and reliability across diverse patient
groups. Medical Care, 32 (1), 40-66.
Medline Plus (2017). Chequeo Médico. Recuperado el 10 de abril de 2017, de
https://medlineplus.gov/spanish/healthcheckup.html
MINEDUC (2009). El impacto de la deseabilidad social en los cuestionarios del estudiante
ICCS 2009. Recuperado de:
https://s3.amazonaws.com/archivos.agenciaeducacion.cl/documentos-
web/Estudios+Internacionales/ICCS/ICCS+2009/ICCS_2009_Estudio_validacion_cuesti
onario_estudiante.pdf
Ministerio de Salud (2008). Documento técnico: Protocolos de exámenes médicos
ocupacionales y guías de diagnóstico de los exámenes médicos obligatorios por
actividad. Dirección General de Salud Ambiental. Recuperado de:
http://www.digesa.minsa.gob.pe/norma_consulta/PROTOCOLOS-DE-EXAMENES-
MEDICOS-OCUPACIONALES.pdf
Miró, Cano-Lozano & Buena-Casal (2005) Sueño y calidad de vida. Revista Colombiana de
Psicología, 14, 11-27.
Muñoz, I. & Salgado, P. (2006) Ocupaciones de tiempo libre: Una aproximación desde la
perspectiva de los ciclos vitales, desarrollo y necesidades humanas. Revista Chilena de
Terapia ocupacional, (6), 39-45.
OCDE (2010). Obesidad y las economías de la prevención. Recuperado de:
https://www.oecd.org/centrodemexico/medios/obesidadylaeconomiasdelaprevencion.htm
Olesti-Baiges, M., Martín-Vergara N., Riera-Solé A., de la Fuente García, M., Bofarull-Bosch
J., Ricomá de Castellarnau & G., Piñol, J. (2007). Valoración de la propia imagen
corporal en adolescentes femeninas de 12 a 21 años de la ciudad de Reus. Enfermería
Clínica, 17(2), 78-84.
OMS (1948). Constitución de la organización Mundial de la salud (Documento en Línea).
Disponible: http://www.who.int/gb/bd/PDF/bd46/s-bd46_p2.pdf (Consulta: 2017, Abril
5).
OMS (2011). Datos y Cifras. Organización Mundial de la Salud. Recuperado de:
http://www.who.int/features/factfiles/noncommunicable_diseases/facts/es/index4.html
OMS (2012). Estadísticas sanitarias mundiales 2012. Organización Mundial de la salud.
Recuperado de:
http://www.who.int/gho/publications/world_health_statistics/ES_WHS2012_Full.pdf
OMS (2017). Actividad física. Nota descriptiva. Centro de prensa. Recuperado de:
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs385/es/
34
Pérez, Labiano, & Brusasca (2011). Escala de Deseabilidad Social: Análisis psicométrico en
muestra argentina. Evaluar, 10, 53-67.
Piqueras, J.A., Kuhne, W., Vera-Villaroel, P., van Straten, A. & Cuijpers, P. (2011). Happiness
and health behaviours in Chilean college students: A cross-sectional survey. BMC Public
Health, 11 (443), 1-10.
Rand Corporation (2017). 36-item Short Form Survey (SF-36). Recuperado de:
https://www.rand.org/health/surveys_tools/mos/36-item-short-form.html
Reiner, M., Niermann, C., Jekauc, D. & Woll, A. (2013). Long-term health benefits of physical
activity – a systematic review of longitudinal studies. BMC Public Health, 13, 1-9.
Richardson, M., Abraham, C., & Bond, R. (2012). Psychological Correlates of University
Students’ Academic Performance: A Systematic Review and Meta-Analysis. American
Psychological Association, 138(2), 353–387.
Righi Schleich, A., Jorge Polydoro, S. & dos Santos, A. (2006). Escala de satisfação com a
experiência acadêmica de estudantes do ensino superior. Avaliação Psicológica, 5 (1),
11-20.
Salazar y Bernabé (2012) The Spanish SF-36 in Peru: Factor Structure, Construct Validity, and
Internal Consistency. Asia Pacific Journals of Public Health, 27 (2), (2372-2380).
Sansoni, J. & Marosszeky, N. (2005). Instrument Review - SF-36 Health Survey (Version 1.0)
for use in Australia. (Paper 2). Wollongong: University of Wollongong.
Sassi, F. (2010). Obesity and economics of prevention. Fit not fat. Paris: OECD. Recuperado
de: https://www.oecd.org/els/health-systems/46068529.pdf
Schmidt, M. (2012). Predictors of Self-rated Health and Lifestyle Behaviours in Swedish
University Students. Global Journal of Health Science, 4(4), 1–14.
Secretaría Nacional de la Juventud (SENAJU) (2012). Primera encuesta nacional sobre la
juventud. Lima: SENAJU-Ministerio de Educación.
Soto, L.F., Salazar, I.C., Varela, M.T., Tamayo, J.A., Rubio, A. & Botero, A. (2009).
Comportamiento y Salud de los Jóvenes Universitarios: Satisfacción con el estilo de vida.
Pensamiento Psicológico, 5 (12), 71-88.
Stranges, S., Samaraweera, P.C., Taggart, F., Kandala, N. & Stewart, S. (2014). Major health-
related behaviours and mental wellbeing in the general population: the Health Survey for
England. BMJ Open, 4 (9), 1-9.
Stubbe, J. H., Moor, M. H., Boomsma, D. I., & Geus, E. J. (2007). The association between
exercise participation and well-being: A co-twin study. Preventive Medicine, 44 (2), 148-
152.
Tataje, A. (2013). Sintomatología depresiva y dimensiones de perfeccionismo en jóvenes
universitarios de Lima Metropolitana. (Tesis de Licenciatura, Pontificia Universidad
Católica del Perú). Recuperado de
http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/123456789/5080/TATAJE_MARQU
EZ_ANDREA_SINTOMATOLOGIA_LIMA.pdf?sequence=1&isAllowed=y
UNESCO. La paz, ¿cómo se hace? Sembrando cultura de paz en las escuelas, 2009. Brasilia:
Ministerio de Educación de Brazil. Recuperado de
http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001919/191908s.pdf
Unesco (2010) Educación, juventud y desarrollo. Acciones de la Unesco en América Latina y el
Caribe. Recuperado de: http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001891/189108s.pdf
Universitarios: Buena educación, pero mala nutrición. (24 de noviembre de 2014). El Heraldo.
Recuperado de https://www.elheraldo.co/tendencias/universitarios-buena-educacion-
pero-mala-nutricion-175158
Vilagut, G., Ferrer, M., Rajmil, L., Rebollo, P., Permanyer-Miranda, G., Quintana, J.M., Santed,
R., …, Alonso, J. (2005) El Cuestionario de Salud SF-36 español: una década de
experiencia y nuevos desarrollos. Gaceta Sanitaria, 19 (2), 135-150.
Ware, J. (2000) SF-36 Health Survey Update. Spine, 25 (24), 3130-3139.
Ware, J. (2007). User’s Manual for the SF-36v2® Health Survey. Recuperado de
https://campaign.optum.com/content/dam/optum/resources/Manual%20Excerpts/SF-
36v2_Manual_Chapter_1.pdf
Ware, J. & Sherbourne, C. (1992) The MOS 36-Item Short-Form Health Survey (SF-36): I.
Conceptual Framework and Item Selection. Medical Care, 30 (6), 473-483.
Yiend, J. & Mathews, J. (2001). Anxiety and attention to threatening pictures. The Quarterly
Journal of Experimental Psychology, 54 (3), 665-681.
36
Zafra, A., Blas, A. & Candel Campillo, N. (2008). Relaciones entre la práctica de actividad
física y el autoconcepto, la ansiedad y la depresión en chicas adolescentes. Cuadernos de
psicología del deporte, 8(1), 61-77.
37
Apéndice A:
I. DATOS PERSONALES
5. ¿Trabajas actualmente? No Sí
Promedio de horas semanales: _________
6. ¿Has tenido que movilizarte de ciudad para realizar tus estudios universitarios?
No Sí
Promedio de tiempo en meses: _________
f %
Sexo Hombre 86 45,3
Mujer 104 54,7
Facultad de Estudio Letras 109 57,4
Ciencias 81 42,6
Nivel de estudio Inicio de la carrera
(1 - 4 ciclo) 67 35,3
Mitad de la carrera
(5 -7 Ciclo) 60 31,6
Fines de la carrera
(8 a más ciclos) 63 33,2
M DE
Edad 20,48 2,261
40
Para cualquier duda o consulta puede comunicarse con las investigadoras al correo
electrónico: mcassar@pucp.edu.pe , patty.vilelaa@pucp.pe
En función a lo leído:
¿Desea participar en la investigación? SÍ _____ NO _____
________________________________
Firma del alumno (opcional)
Correlación
total de Alfa si se
elementos elimina
Ítem Corregida el ítem
Función física SF3 ,421 ,761
α= .766 SF4 ,520 ,736
SF5 ,446 ,746
SF6 ,585 ,722
SF7 ,368 ,762
SF8 ,332 ,759
SF9 ,535 ,731
SF10 ,606 ,718
SF11 ,479 ,748
SF12 ,178 ,771
Rol Físico SF13 ,669 ,794
α= .837 SF14 ,650 ,803
SF15 ,721 ,771
SF16 ,638 ,807
Rol Emocional SF17 ,749 ,779
α= .856 SF18 ,701 ,825
SF19 ,736 ,791
Vitalidad SF23 ,609 ,757
α=.803 SF27 ,555 ,783
SF29 ,644 ,741
SF31 ,663 ,730
Bienestar emocional SF24 ,644 ,846
α= .865 SF25 ,737 ,823
SF26 ,689 ,835
SF28 ,749 ,820
SF30 ,610 ,855
Funcionamiento Social SF20 ,626
α= .770 SF32 ,626
Dolor SF21 ,580
α= .734 SF22 ,580
Salud General SF1 .488 .808
α= .813 SF33 .456 .826
SF34 .732 .736
SF35 .594 .779
SF36 .773 .722
42
Correlación
total de Alfa si se
elementos elimina
Ítem Corregida el ítem
Actividad física y deporte CHS1 .638 .678
α=.769 CHS2 .658 .664
CHS3 .409 .790
CHS4 .587 .705
Recreación y manejo del tiempo CHS5 ,316 ,713
α= .638 CHS6 ,557 ,385
CHS7 ,486 ,485
Autocuidado y Cuidado Médico CHS8 ,471 ,739
α = .761 CHS9 ,631 ,681
CHS10 ,645 ,674
CHS11 ,370 ,769
CHS12 ,538 ,715
Hábitos alimenticios CHS13 ,300 ,736
α= .736 CHS14 ,485 ,697
CHS15 ,279 ,749
CHS16 ,548 ,681
CHS17 ,423 ,710
CHS18 ,580 ,680
CHS19 ,602 ,672
Consumo de Alcohol, tabaco y drogas CHS20 ,750 ,784
α= .843 CHS21 ,682 ,802
CHS22 ,507 ,849
CHS23 ,711 ,795
CHS24 ,639 ,819
Organización del sueño CHS25 ,274 ,716
α=.703 CHS26 ,533 ,631
CHS27 ,505 ,643
CHS28 ,479 ,649
CHS29 ,444 ,660
CHS30 ,394 ,676
43