El Abencerraje y La Hermosa Jarifa
El Abencerraje y La Hermosa Jarifa
El Abencerraje y La Hermosa Jarifa
López Estrada: El enigma textual de El Abencerraje. Una materia legendaria es fijada por distintos
escritores, en fechas muy próximas, en virtud de intenciones artísticas diferentes. Resultado: 3
versiones fundamentales y una muy abreviada.
a. Dos forman parte de una misma familia textual: Edición Chrónica (Toledo) y edición
Corónica (prob. Zaragoza). Ambos incompletos.
b. Versión del Abencerraje inserta en La Diana, novela pastoril de Jorge Montemayor
(Valladolid).
c. Versión contenida en el Inventario, miscelánea de Antonio de Villegas.
d. Manuscrito de Historia del Moro, reelaboración muy reducida de la historia legendaria.
La crítica ha dado preferencia a la historia del Inventario, por ser la más pulida estilísticamente
y la más acabada estructuralmente.
La novela morisca (subgénero del Abencerraje) se caracteriza por ser “arte en miniatura”, es
decir, texto generalmente breve que comparte con la lírica el deseo de depuración y concisión
máximas, cuidando la ambientación y el ornato lingüístico.
Entre la versión del Inventario y la de la Diana hay importantes diferencias. En esta última se
prodigan los parlamentarios retóricos y grandilocuentes, de acuerdo con el estilo propio y
amanerado del género pastoril. En el Inventario se utilizan las palabras justas y responden a cada
momento de la historia. A la versión de la Diana hay que añadir la mayor importancia del
elemento sentimental, y en cambio no aparecen elementos relevantes que sí están en el
Inventario, como alusiones mitológicas o el intercambio epistolar entre los personajes.
Por otro lado, el inventario recoge la versión más completa de las conservadas. Contiene el
cuento de la honra del marido defendido por el amante, momento de gran importancia para la
caracterización indirecta de Rodrigo de Narváez. El cuento es introducido por un hombre viejo
con quien se encuentra Abindarráez y Jarifa de camino a Álora. Cuando Narváez logra controlar
su propia voluntad, el lector puede admirar un comportamiento honrado y virtuoso en el amor,
correlato perfecto de su excelencia como hombre de armas.
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olvidar que la reconquista cristiana está prácticamente culminada. Entre 1411 y 1428 hay un
periodo de relativa paz. En la frontera granadina, eso sí, se producían pequeñas escaramuzas.
Por otro lado, la situación de los moriscos en España con la conquista de Granada por los Reyes
Católicos en 1492 cambia radicalmente. “vencido” pasa a ser el calificativo generalizador para
referirse a la población musulmana. Según las condiciones de la capitulación, los moros tendrían
derecho al libre ejercicio de su religión, de sus leyes y sus costumbres. Sin embargo, la aplicación
real fue muy distinta. La política reaccionaria en Castilla llevada a cabo por el cardenal Cisneros
pretendía la erradicación de cualquier vestigio de la cultura musulmana. Así se decreta la
conversión obligatoria para los habitantes de Granada y para los antiguos mudéjares castellanos,
que pasaron a ser “moriscos”, es decir, musulmanes convertidos a la religión católica, cristianos
nuevos.
Entre 1526 y 1555 se vive una etapa de aparente tranquilidad en la que los religiosos llevaban
una labor de paciente catequesis entre los musulmanes conversos, el Abencerraje es un
producto literario de este periodo, en el que el autor plantea un hipotético modelo de relación
entre ambas culturas, modelo que nunca se consumó.
Según G. A. Shipley, el anónimo autor del Abencerraje sería de origen judío converso. Los judíos
españoles vivieron una situación de opresión similar a la que casi un siglo después estaban
viviendo los moriscos, de ahí la utilización de la metáfora literaria para censurar la injusticia
cometida con sus congéneres. El crítico se basa en un fragmento de la obra especialmente
relevante: tras su captura, Abindarráez cuenta a Rodrigo Narváez su trayectoria vital, le informa
que procede la noble estirpe de los Abencerrajes, prácticamente desaparecida, como
consecuencia de un “injusto agravio”, descrito con resentimiento y dolor.
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s. XVI fue Juan de Segura con Proceso de cartas de amores, en el que la epístola se
convierte en el único vehículo de comunicación de los amantes.
La novela pastoril también se centra en el amor, pero a diferencia de la sentimental, en
la que amor está presentado dentro de la estructura de al a sociedad, en conflicto con
ella; en la pastoril está en la naturaleza, previo a la formulación social. El caballero cede
el paso al pastor. La gran novela pastoril de la época es Los siete libros de Diana de Jorge
de Montemayor, de gran repercusión. Cervantes y su Galatea o Lope con la Arcadia,
también fueron cultivadores del género.
La novela bizantina se caracteriza por las constantes aventuras que separan a los
enamorados, los viajes sin fin, los reencuentros o anagnórisis apoteósicos. Los modelos
son las grandes novelas griegas: Historia etiópica de Teágenes y Cariclea de Heliodoro y
Leucipe y Clitofonte de Aquiles de Tacio. La primera novela española del género fue
Historia de los amores de Clareo y Floristea de Núñez de Reinoso, y de nuevo Lope con
El peregrino en su patria o Cervantes con los Trabajos de Persiles y Sigismunda o Gracián
con el Criticón, fueron cultivadores del género.
La novela corta es una variante narrativa constituida por relatos breves en los que, con
cierta objetividad, se abordan diversos casos amorosos de los que se extraen, por regla
general, enseñanzas de carácter moral. Aunque el asentador del género fuera Cervantes
con sus Novelas ejemplares, el s. XVI cuenta con la figura de Juan de Timoneda, quien
en su Patrañuelo nos presenta una colección de novelas breves al modelo italiano, con
los cuales también se relaciona el Abencerraje.
La novela morisca tiene como protagonistas a moros y ofrece lecciones de convivencia
y generosidad entre cristianos y musulmanes. Tres obras integran su inventario: El
Abencerraje (1561-65), Las guerras civiles de Granada (escrita más de una década
después) de Ginés Pérez de Hita y la Historia de Ozmín y Daraja, intercalada en el
Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, asentando el género.
A parte de todo esto, dentro de la ficción narrativa podríamos añadir el cuento, muy
breve en su extensión y de fuerte impronta tradicional y folclórica. Entre sus
recopiladores baste citar a Juan Timoneda con su Sobremesa y alivio de caminantes y
Buen aviso y portacuentos.
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La figura del morisco no sólo vivió en las páginas de la llamada novela morisca; se extendió a
otros géneros de la literatura áurea española, especialmente al teatro y al romancero, por lo
que se ha hablado de “comedia de morros y cristianos” y de “romancero morisco”.
3.1. Romancero
En los romances fronterizos se dejan entrever algunas de las características que serán
constantes en el romancero morisco. Si bien los primeros responden a una motivación
fundamentalmente informativa (romanceros noticiosos), en algunos vemos la incipiente
idealización de las formas de vida, vestimenta y hábitos de los moros.
La fuerte repercusión de los romances hace que surjan ciclos en torno a diversos personajes
(Zaide, Gazul, Abndarráez, Jarifa…). Góngora y Lope fueron cultivadores de romance.
3.2. Teatro
El principal cultivador de estas obras fue Lope de Vega, siendo muy joven escribió Los hechos de
Garcilaso de la Vega y moro Tarfe, luego refundiría El cerco de Santa Fe. El remedio en la desdicha
supone la reelaboración dramática, con gran fidelidad, del asunto tratado en El Abencerraje.
Tanto la novela como la comedia cuentan el amor inalterable de Abindarráez y Jarifa, propiciado
por Narváez, pero manifiestan rasgos distintos:
- Número de personajes, que se multiplican en Lope a fin de facilitar una mayor movilidad
escénica y adaptar el argumento a la materia dramática. Recurre a la duplicidad de
personajes: cada personaje principal cuenta con una especia de alter ego que le
aconseja y acompaña.
- Recurso a la historia de amor paralela. Junto a Abindarráez y Jarifa, Lope introduce el
amor entre Narváez y la mora Alara, que se convierte al cristianismo.
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Merece especial atención la novela morisca de tema granadino. Las 3 obras de su inventario se
caracterizan por su preciosismo formal, la generosidad y la humanidad. Sus protagonistas
actúan guiados por un comportamiento virtuoso caballeresco y una exaltación del amor como
verdadero norte de la esencia humana.
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representado por Muza y el maestre de Calatrava, quienes a pesar de ser enemigos,
llegan a entablar amistad.
- Singularidad peninsular. El reconocimiento de las virtudes del vencido así como la
ayuda prestada a éste deben ser considerados como un modo peculiar de nuestra
literatura. Es una recuperación del espíritu greco-latino. La apreciación de la valía del
vencido lleva consigo un aumento de la calidad humana del vencedor. No debemos
olvidar las condiciones que propiciaron esta idealización del “moro”, que tras la
conquista de Granada pasó a asumir su status de “vencido”.
A finales del s. XVIII y principios del XIX se produce una revalorización de la figura del moro en la
literatura española y europea. El romanticismo lleva consigo el gusto por los ambientes exóticos,
las culturas ignotas, las grandes pasiones, etc., aspectos que tenían en el moro a uno de sus más
atractivos representantes.
Dentro de la corriente romántica, la obra teatral más importante es Aben Humeya, pieza teatral
de Martínez de la Rosa, basada en el patético conflicto interior que está condenado a vivir el
morisco. De una parte, las glorias pasadas recordadas con añoranza, de otra, el cruel presente
que se ve obligado a vivir exiliado en su propia tierra.
La figura del moro está también presente, aunque con menos relevancia, en otros géneros
literarios. Dentro de la poesía romántica, José Zorrilla ha sido considerado el mejor exponente
de esta línea artística. Su poema inconcluso Granada es la mejor muestra de poesía orientalista
del romanticismo español.
Las mejores muestras de la revalorización de la figura del moro granadino en la literatura han
de ser situadas en Francia e Inglaterra. Le denier Abencerrage de Chateubriand y Conquest of
Granada de Washington Irving, o The Alhambra.
1. Estructura
1/ Narváez
Escaramuza (heroísmo)
2/ Abindarráez
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4/ Abindarráez: Coín, matrimonio (amor y heroísmo)
5/ Narváez y Abindarráez
El tercer núcleo actúa como quicio estructurador de las dos partes. Los dos primeros, tras
presentar la historia de los dos protagonistas, llevan la intriga hasta el momento crucial; los dos
últimos significan el desenlace con la superación de las dificultades y los conflictos. Hay cierto
paralelismo entre ambas partes: en cada una de ellas se trata por separado a los protagonistas,
se les reúne para volverlos a separar y concluir con la superación de los problemas.
Se pretende desde un primer momento convertir a Narváez en una figura ejemplar. No aparecen
detalles de sus hazañas y se produce un distanciamiento del narrador atribuyendo el relato a
una hipotética historia que ya circulaba anteriormente: “Dize el cuento que en tiempo del Infante
don Fernando…”
Hay en la obra elementos estructuradores diferentes de los cinco núcleos enunciados. Por
ejemplo, en el primer núcleo Abindarráez entona una canción que resume y clarifica la materia
que se inicia en el segundo núcleo:
Nacido en Granada
Criado en Cártama,
Enamorado en Coín
Frontero de Álora.
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Cuando Abindarráez termina de contar la historia de su familia, enlaza con la suya como
consecuencia de aquella. El moro no se presenta a sí mismo como figura terminada, sino que se
va completando. El resto del episodio segundo es dedicado a la presentación de su historia
amorosa.
Los dos momentos de este segundo núcleo, después de referir tiempos afortunados, concluyen
con experiencias desgraciadas: los Abencerrajes con su dramática caída y confinamiento;
Abindarráez con la pérdida de su libertad física. El tono de la narración se hace meditativo y
adquiere cierto patetismo cuando el moro interpela a Narváez para hacerle cómplice de sus
sentimientos.
El casamiento de los moros reúne elementos propios de los libros de caballerías: el recurso a la
dueña, las señales, los lugares secretos hasta llegar a la cámara iluminada de Jarifa.
Abindarráez, heroico caballero con la armas, cumple su palabra y se pone a la altura de Narváez
en honorabilidad y virtud. Por otro lado, el cuento de la honra del marido defendida por el
amante ilumina la virtud de Rodrigo en el campo de la relación amorosa. Ambos dan muestra
de un amor apasionado, pero ninguno es ciego y ambos son capaces de vencer la voluntad y
anteponer la lealtad hacia el otro.
La última etapa de la historia presenta también dos momentos localizados en Álora: la prisión y
el desenlace. El primero es el clímax de la obra: la breve felicidad de los amantes se ha visto
interrumpida y su futuro se oscurece con la prisión y el temor al padre de Jarifa. El segundo
momento marca el anticlímax: la solución delos problemas con ayuda de Narváez. Primero, por
mediación de éste consiguen el perdón del padre; luego, el cabellarlo cristiano les concede la
libertad.
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La fortuna, que había marcado las desdichas del moro, es sustituida por la virtud: la decisión de
cumplir su promesa y la petición de pedir a Narváez de su intervención para obtener el perdón
del padre de Jarifa. El papel de Narváez en la resolución de conflictos es fundamental, pero es la
virtud del moro la que desata y resuelve los conflictos planteados. El matrimonio en Coín hizo
posible el acto pero no la felicidad de los amantes; en cambio, cuando Abindarráez se sobrepone
a los ruegos de Jarifa y triunfa sobre su propia voluntad, el orden se restablece y se logra la
armonía.
En este núcleo es donde el mensaje de la obra queda mejor explicitado. La virtud de Abindarráez
desencadena los hechos. También Narváez cuando les deja en libertad.
2. Los personajes
2.1. Rodrigo de Narváez
Desde el primer momento se intenta que Rodrigo de Narváez sea modelo de virtud y esfuerzo.
Como militar de la frontera, sus méritos son bélicos. Se narran sus conquistas y pasado. Es
alcalde de Antequera por haber participado en su conquista. El hecho de ser también alcalde de
Álora dice mucho de su prestigio, pero también justifica el espacio geográfico donde se
producirá la escaramuza, por ser frontera de Cártama y Coín.
Para ennoblecerlo se le equipara a los héroes griegos y romanos. Se atribuye al heroísmo secular
de los españoles.
En Álora descubrimos al héroe cristiano en su dimensión humana. Narváez vela por la seguridad
de su ciudad, sin olvidar el ejercicio de las armas y el mantenimiento de su buen nombre. Su
fama militar se manifiesta gráficamente con la escaramuza con el moro. Rodrigo desciende
voluntariamente al mismo nivel de sus caballeros, y así su heroísmo se presenta como una
obligación y como un privilegio de todos.
También se caracteriza indirectamente cuando Abindarráez revela que su fama llega hasta el
mismo rey de Granada. Las actuaciones de Narváez en la obra hacen honor a esta fama. Su
concepto de la amistad rebasa los condicionantes religiosos y sociales para perpetuar un
sentimiento surgido de manera natural entre dos hombres. Se muestra extremadamente
generosos con su cautivo: “liga” sus heridas, se ofrece paciente a escuchar sus desgracias, le
concede una libertad temporal para que vea a su amada, se siente honrado al recibirles como
huéspedes, intercede ante el rey de Granada, etc.
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Las virtudes de Narváez las va sembrando a su alrededor. Su ejemplo es imitado y los demás
aspirar a corresponderle de manera similar.
2.2. Abindarráez
El personaje dispone de una idealización notoria. Primero se nos ofrece una semblanza física y
su rica indumentaria. La luna llena es el fondo que delinea la hermosa silueta del moro.
La novela morisca perpetúa los valores propiamente caballerescos. Así, las virtudes de
Abindarráez, como las de Amadís de Gaula, alcanzan la belleza física, la rica indumentaria, su
amor abnegado y su valor y maestría con las armas, que quedan patentes en la escaramuza. Sólo
al final Narváez consigue doblegarle, sin dejar de señalar que Rodrigo venía “fresco” y
Abindarráez y su caballo estaban heridos.
Hay que añadirle la rectitud moral. Pese a las palabras de su amada, que tratan de convencerle
para que envía un rescate a Narváez, el moro mantiene su compromiso. Hasta ese momento, la
vida del Abencerraje ha sido resultado de la ruin fortuna. Narváez por el contrario, es dueño
desde el principio de su voluntad y tiene control sobre los hechos que le afectan. Ahora el moro
se iguala con el héroe cristiano en la práctica de su virtud, pero no sólo lo hará movido por su
ejemplo, sino también por la honra de su estirpe. Así los dos se igualan en virtud, y los
Abencerrajes recuperan el honor que la fortuna les había arrebatado.
2.3. Jarifa
Este personaje está mucho menos perfilado. La idea que nos hacemos de ella hasta el momento
de su matrimonio es la que nos ofrece su amante. También de origen aristocrático, se pondera
su belleza física en el transcurso de una infancia y adolescencia vividas en ambiente idílico. Su
amor parece despertarse después que el de Abindarráez, pero luego se revela con todo su
apasionamiento. Su desconcierto inicial sirve para presentar dialécticamente el tránsito del
amor fraternal al amor platónico por su compañero. Llegado el momento, se entrega sin
reservas.
Algunas de sus acciones muestran un carácter fuerte. Su lucha por lo que más quiere la llevan a
poner en peligro la relación con su padre y las de su amado con Narváez. Su egoísmo no
merecería disculpa si no fuera porque su pasión nubla su mente. Sólo cuando Abindarráez le
confiesa los motivos de su tristeza y su compromiso de volver a entregarse a Narváez, manifiesta
el miedo de haber ofendido a su padre. Luego el moro se lo comunica a Narváez para que medie
junto con el rey de Granada y para que el padre burlado les perdone.
Jarifa y los demás personajes secundarios contribuyen a ilustrar la tabla, es decir, ser ejemplos
de la lección que se pretende transmitir. Si Narváez y Abindarráez son la personificación de la
virtud, los demás se sientes impelidos a imitar su ejemplo.
Jarifa inicisa un comportamiento virtuoso por influjo directo de Abindarráez e indirecto por
Narváez. El rey de Granada actuará con libertad, gentileza y lealtad, ayudando a los recién
casados por indicación de Narváez. Su aportación y la del padre de Jarifa son determinantes para
el final feliz de la historia. El rey de Granada actúa con diligencia y determinación. El rey asume
como personal el encargo del caballero de la frontera y promete recompensar al padre de la
novia. El padre de Jarifa rectificó su primer ademán al recibir la noticia y cumplió la orden del
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rey. Cuando fue recibid el Álora, fue el primero en echar tierra sobre lo ocurrido y toda su
actuación posterior es un ejercicio de generosidad.
Los escuderos de Naváez son reflejo de las virtudes de su señor, como si fueran uno solo hacen
gala de su esfuerzo, lealtad y disciplina.
3. Los temas
El tema heroico, relacionado con la común actividad de los caballeros, introduce motivos
militares: al principio hazañas anteriores a la acción, y después, aspectos de la vida en la
frontera. La función de cada uno de los temas es distinta. Sirve el heroico para iluminar el
heroísmo y para administrar patrones de conducta; el amoroso para definir el amor de acuerdo
con las ideas de la época. Coinciden los temas en tratar la virtud y procuran explicarla.
En la dilatada vida de la frontera hubo momentos para la acción heroica militar y la acción
pacífica en las treguas.
3.2. El amor
La evolución del sentimiento amoroso es presentada por Abindarráez en el relato que hace de
su vida. Nos va mostrando la progresión de su amor en su niñez, adolescencia, juventud y la
separación. Se estudia en cada etapa la naturaleza del amor y se describen sus efectos: en la
niñez se recurre al mundo mitológico grecolatino, en primer lugar la fábula de Príamo y Tisbe,
que es sólo aludida. Más explícitamente se habla del amor con la fábula de Sálmacis y
Hermafrodito (Troco en la obra).
Este amor puro de la primera etapa, se convierte en uno dañino, como si fuera una enfermedad.
El amor se manifiesta así en todas sus contradicciones.
La separación viene a obstaculizar la vida de los amantes, y Abindarráez hace partícipe a Narváez
de su desgracia. El narrador despliega sus mejores armas retóricas y su prosa da cuenta del
profundo dolor que impregna el alma de los amantes. El amor es nuevamente causa de
confusión y laberinto del que la razón no logra salir. La única luz es la promesa de Jarifa quede
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hacerle llamar en cuanto tenga la oportunidad para hacerle su esposo, tomando la iniciativa en
cuanto se entera de la separación.
Igualmente el amor había tocado el corazón de Narváez, tal como lo cuenta el viejo con el que
se encuentran Abindarráez y Jarifa al ir a entregarse como prisioneros.
3.3. El heroísmo
El tema heroico debe entenderse en un sentido amplio, tanto moral como militar. Como héroe
en el manejo de las armas se nos presenta Narváez. Abindarráez da claras muestras de heroísmo
en el combate desigual en la escaramuza.
Tras el enfrentamiento guerrero, son las cualidades morales las que ocuparán el primer plano.
A virtud de Narváez se manifestará luego de muy variadas formas: escuchando al vencido,
dejándole en libertad provisional, procurando cuidados médicos al herido, intercediendo ante
el rey de Granada,, siendo hospitalario con sus huéspedes, concediéndoles la libertad definitiva,
no aceptando sus regalos, etc. Abindarráez también está adornado de cualidades morales:
detallando los méritos de su familia a un adversario político y militar, revelándole los motivos
de su viaje, desoyendo la propuesta tentadora de Jarifa y cumpliendo la palabra dada a Narváez
y enviando un rico presente a quien le ha dado la libertad.
4. Senequismo
Hay abundantes huellas de la filosofía de Séneca en la obra. Es central en esta filosofía del
concepto de virtud, que etimológicamente es la acción propia del “vir”, la vía para conseguir el
mejor hombre.
Hay numerosas frases y situaciones que parecen proceder más o menos directamente de sus
libros. Se identifica la virtud con el bien supremo, en tanto que atribuye los bienes inferiores de
la fortuna. Por eso divide a los hombres en dos grupos: los que buscan la virtud y por eso logran
la felicidad; y os que se encaminan a otros bienes y están sometidos a la fortuna.
El comportamiento de los protagonistas ofrecía un ejemplo de humanidad civil para los lectores
del s. XVI. Esta lección de generosidad entre lectores de diferentes creencias se desarrolla sin
implicación alguna de cuestiones religiosas.
5. La lengua literaria
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Lo que más importa y es más necesario al Cortesano para hablar y escribir bien en saber mucho.
Porque el que no sabe, ni es su espíritu tienen cosa que merezca ser entendida, mal puede decilla
o escribilla (…) con palabras que sean propias, escogidas, llenas, bien compuestas y sobre todo
usadas hasta del vulgo, porque estas son las que hacen la grandeza y la majestad del hablar, si
quien habla tiene buen juicio y diligencia (…) las pone en tal parte y con tal orden, que luego en
representándose den a conocer su lustre y su autoridad, como las pinturas puestas a su
proporcionada y natural claridad.
La alusión de Castiglione a la pintura resulta muy ilustrativa para explicar la lengua del
Abencerraje. Descripción “pintura hecha con palabras” y en la novela hay el propósito de realizar
una obra con las características de un cuadro.
La narración se hace a veces más pausada y se recrea en los detalles, como cuando Abindarráez
relata la historia de su familia y sus amores desgraciados a Narváez. Pero es modelo de brevedad
cuando el anciano cuenta a Abindarráez y Jarifa la historia de Narváez con la dama de Antequera.
La prosa muestra un ritmo modulado, pausado unas veces, más ágil en otras. Abundan las
estructuras bimembres que confieren al relato una sensación de equilibrio. En ocasiones la
narración gana en agilidad como en el pasaje de la escaramuza donde se da cuenta precisa de
cada lance. El relato se demora, sin embargo, cuando Abindarráez cuenta cómo nace y crece su
amor por Jarifa.
Los recursos retóricos son más frecuentes en los pasajes en que Abindarráez expresa dolor por
la separación de su amada. Para ello recurre a la anáfora, hipérboles, exclamaciones y
enumeraciones.
El autor juega con términos militares (cautivo, prisión, vencer) para referirse a las relaciones
sentimentales. El fenómeno venía de lejos: frecuente en la poesía del cancionero del s. XV. Dado
que la obra conjuga el tema heroico con el amoroso, con frecuencia estos términos mantienen
su doble significación o son pronunciados en un sentido por un personaje y entendidos en otro
diferente. En Abindarráez tienen un sentido amoroso, no así en Narváez, que se desconcierta
cuando el moro cae tras el combate y dice: “Matarme bien podrás que en tu poder me tienes,
más no podrá vencerme sino quien una vez me venció”. Este doble sentido de “vencer” marcará
en el argumento el inicio de la acción sentimental.
6. Trascendencia de la obra
En un contexto de persecución a los moros, aunque no fuera unánime (frente a los partidarios
de la limpieza de sangre, había una corriente partidaria de que los moriscos permanecieran
unidos a los señoríos cultivando la tierra por las implicaciones económica que tenía); a
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publicación de una novela como el Abencerraje, en la que no se cuestiona el credo de los
personajes moros, pudo dar lugar a lecturas diferentes. Hay quien lo vincula a la defensa
implícita de los moriscos.
Está claro que el libro no intenta reconstruir un episodio histórico ni tampoco la realidad de los
moriscos de mediados del s. XVI. Iba destinado a un público español con base hidalga y no los
escasos moriscos que quedaban en la península.
La belleza del relato fue reconocida por el público. Las recreaciones en múltiples romances, a
versión teatral de Lope de Vega, las versiones en prosa y en verso traducidas a otras lenguas y
la pervivencia del género morisco aseguraron una fortuna literaria. Las menciones irónicas que
encontramos en el Quijote, se pueden atribuir al cansancio producido por un género que estuv
de moda mucho tiempo.
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