Adios Amor
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CONTENIDO
Prefacio ...................................................................................................................... xi
Agradecimientos.................................................................................................... xvii
Instrucciones de uso .............................................................................................. xix
La guía ............................................................................................................................. 1
xi
creas o no, lo mismo que sientes en estos momentos lo hemos
sufrido todos los que hemos pasado por un desamor.
El amor, ¿bendición o maldición? Mucho se ha escrito acerca
de él pero no existe un consenso sobre este tema. Lo cierto es
que el amor tiene una naturaleza dual, porque nos dará muy bue-
nos momentos y otros muy malos. Cuando todo va bien nos
sentimos como flotando, nadando en la felicidad, pero el proble-
ma es que suele durar poco. Como acertó a escribir el poeta
Vinícius de Moraes, «la tristeza no tiene fin, la felicidad sí».
En realidad, la felicidad es una fase transitoria durante la cual
no nos acordamos de nada que nos haga entristecer. De hecho, es
un estado fantasioso que desaparece con suma facilidad, dejando
paso a la tristeza. Y es que, cuando las cosas van mal en una rela-
ción donde existe el amor, la tristeza nos duele hasta morir, al
menos de manera figurada.
A propósito, ¿alguna vez has oído la expresión morir de amor?
Supongo que sí, en multitud de ocasiones, pero puedes hablar
con cualquier médico forense y ni uno solo habrá firmado jamás
un certificado de defunción cuya causa haya sido el amor. El
amor no mata, ni siquiera cuando no es correspondido, porque de
ser así la humanidad habría estado extinta desde hace mucho
tiempo.
Pero las consecuencias del amor no son exclusivas de los
humanos, no somos tan especiales como creemos. El resto de
animales, como por ejemplo los erizos, también se enamoran, lo
que ocurre es que ellos son mucho más pragmáticos de lo que
nosotros podríamos ser.
Estos animales no usan ningún nombre especial ni le dan una
importancia trascendental, para ellos simplemente se trata de
atracción sexual y nada más. En realidad, ¿para qué llamarlo amor
cuando en realidad queremos decir sexo?
xii
Como curiosidad, los humanos tenemos el período de enamo-
ramiento más largo de todos los mamíferos. Supongo que nuestro
cerebro, teóricamente más evolucionado que en el resto de ani-
males, sufre con más intensidad las consecuencias de esa
adicción.
Respecto a los erizos, siempre me han encantado esas bolitas
de púas, y no me refiero precisamente a los que viven en el mar.
Hablo de esos pequeños y adorables mamíferos erinaceinos que,
a pesar de su extraña apariencia, guardan mucha similitud con los
humanos en ciertos aspectos.
Cuando estos animalitos sufren un enamoramiento, mientras
más se aproximan unos a otros, más probabilidades existen de
herirse con sus púas. Lo mismo ocurre con las personas más cer-
canas a nosotros, cuya proximidad favorece que nos puedan
provocar más daño.
Esto no es nada nuevo, es el llamado dilema del erizo, cuyo con-
cepto se originó en la obra del filósofo alemán Arthur
Schopenhauer titulada Parerga und Paralipomena.
Por su parte, el poeta Luis Cernuda, que fue miembro de la
conocida Generación del 27, hizo referencia a este dilema en los
primeros versos de su obra Donde habite el olvido con las siguientes
palabras:
xiii
ra poco, cuando se acabe la relación, como un abstemio, vas a
querer tu dosis pero a menudo harás y dirás cosas que te alejarán
de tu objetivo, todo ello orquestado por el secuestro emocional
en el que te hallarás.
Debes tener claro que, en tu situación actual, cualquier cosa
que quieras decir o hacer será en realidad precisamente opuesta a
lo que verdaderamente deberías decir o hacer. Es absolutamente
normal, es la consecuencia más inmediata de todo lo que te he di-
cho anteriormente. Al igual que una terapia de desintoxicación, el
primer paso para superarlo y recuperarte es reconocer que tienes
un problema.
Así que aquí estás, hecho una piltrafa, clamando al cielo por
qué ya no estás con ella y llorando por las esquinas, con lo que se
denomina comúnmente como mal de amores, pero no te preocupes
porque esto no será más que una anécdota en tu vida que recor-
darás como aquella época durante la que pensé e hice muchas tonterías.
Ahora te propongo un ejercicio mental. Piensa durante un ins-
tante, fríamente, qué objetivo pretendes conseguir ahora que tu
relación ha terminado.
xiv
Si vuelves con ella será porque realmente lo deseas, pero ella
también ha de querer volver contigo. La cuestión es que ella
querrá regresar o no en función de si tomas en serio lo que te voy
a contar y actúas adecuadamente en consecuencia. Quizás ahora
no lo entiendas, pero piensa que sólo se desea con intensidad
aquello que no se posee, ahí está la clave.
Por otra parte, si no vuelves con ella será por tu propia deci-
sión, seguramente porque tu mente habrá perdido el interés por
esa persona, y será más sencillo si actúas apropiadamente. Tal vez
ella reaccione de manera que te sea más fácil conseguirlo. En ese
caso, mucho mejor.
Piensa que el olvido es un proceso biológico que sucede de
manera automática en nuestro cerebro y no se puede provocar a
voluntad. Lo que debemos hacer es favorecer la aparición de la
indiferencia.
Es por eso que esta guía sólo pretende ofrecer a quienes la le-
en algo de luz en los momentos de oscuridad posteriores a una
ruptura y dar ciertas claves y pautas para conseguir llegar al obje-
tivo primordial que es el propio bienestar. Es un camino arduo y
difícil, similar en muchos aspectos a una escalera, en el que cada
peldaño es un pequeño objetivo que nos hemos de marcar y que
debemos conseguir.
La consecución de esos objetivos menores será como ir as-
cendiendo por esa escalera, lo cual nos ayudará a alcanzar la meta
final, nuestro bienestar. Y ten por seguro que vamos a subir toda
la escalera.
No pienses que no es el momento o que no estás preparado,
nunca es demasiado pronto para comenzar el proceso. Ahora
mismo estás herido, al igual que si te hubieras caído desde una
gran altura, te hubieras roto una pierna y la sangre brotara de tus
xv
heridas a borbotones. ¿Buscarías ayuda médica de manera inme-
diata? La respuesta más lógica sería que sí.
Entonces no permitas que te desangres emocionalmente.
xvi
AGRADECIMIENTOS
xvii
sentir fatal en tantas ocasiones. Simplemente tomo estos hechos
como un producto de la causalidad.
Sin embargo, de ellas he aprendido muchas cosas, de los bue-
nos momentos que me han brindado y, en especial para la
realización de esta guía, de los malos. Al fin y al cabo son parte de
mi inspiración y no hay que negar su colaboración.
Además, me han servido para experimentar con ellas a pesar
de no contar con su consentimiento. Bueno, al menos las ruptu-
ras me han servido para algo provechoso, ¿no?
xviii
INSTRUCCIONES DE USO
xix
verdad es que son una delicia para los coleccionistas, pero a mí
me sabían a poco una vez que las había completado, lo que solía
ocurrir el mismo día en que me regalaban algún modelo.
Los puzles también me gustaban mucho y con ellos contacté
desde temprana edad con la filosofía budista y, en concreto, con
su ley de lo efímero. Me explico, mi casa no tenía tantas paredes
como para andar colgando cada puzle que hacía, así que después
de todo el trabajo dedicado, una vez terminado, tenía que desar-
marlo y volver a guardarlo en su caja. Fue entonces cuando
aprendí que lo material es absolutamente temporal.
Recuerdo que una vez mis padres me compraron una silla de
escritorio que venía desarmada por piezas en una caja y decidí
montarla sin mirar las instrucciones. Total, si tenía un doctorado
en TENTE y en puzles no creí que aquello fuese algo demasiado
complicado.
Antes que nada tuve que conseguir convencer a mi padre para
que me dejase montarla yo solo, lo cual no era cosa fácil. Los pa-
dres son así, prefieren hacerlo ellos ante la duda de que sus hijos
vayan a provocar un desastre. Una vez superado ese obstáculo,
cuando terminé y comprobé que me sobraban unas cuantas pie-
zas y algunos tornillos supe que algo no estaba del todo bien.
Las mujeres tienen mucha facilidad para criticar al colectivo de
los hombres, de hecho existen multitud de tópicos masculinos
sobre los que a ellas les encanta hablar cuando están reunidas en
grupo, pero en este caso hay que darles la razón.
Los tíos no solemos mirar los manuales antes de ponernos
manos a la obra. Hacemos esas cosas porque confiamos en noso-
tros mismos y nuestra capacidad para solucionar puzles, lo cual
no es malo, pero suele conducir a resultados no esperados porque
nos basamos en una falsa sensación de seguridad.
xx
Bueno, tenía que buscar una solución a aquel problema así que
lo primero que tuve que hacer fue reconocer que una silla, a pesar
de tratarse de un objeto aparentemente sencillo, puede resultar re-
lativamente complicada de montar. Luego tuve que desarmarla,
leer con resignación las instrucciones y montarla de nuevo paso a
paso.
Al final conseguí una silla que usé durante unos cuantos años.
De otra manera, sin seguir las instrucciones, no hubiese conse-
guido resultados tan fiables y duraderos. Si algo he aprendido
desde entonces es que si quieres montar un mueble de Ikea y
quieres hacerlo adecuadamente debes recordar leer el manual
siempre antes de atornillar nada.
Nuestra vida es un continuo proceso de aprendizaje, siempre
podemos aprovechar cualquier situación para aprender de ella. Y
no sólo las circunstancias, las personas también nos enseñan mu-
cho, y un claro ejemplo está en la figura de los profesores.
Cuando estaba en el colegio, mi profesora de Sociales me enseñó
muchas cosas que me han sido de gran ayuda, como la síntesis de
información y la confección de esquemas. Una vez me dio un
gran consejo:
xxi
la práctica hagas el esfuerzo de leerla con detenimiento desde el
principio hasta el final.
Es más, una vez hayas terminado no es mala idea que la vuel-
vas a repasar.
xxii
LA GUÍA
1. ¿DÓNDE ESTOY?
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llegado bien a casa, de las discusiones por cualquier tontería, de la
facilidad que tenía para hacerte creer el responsable de lo mal que
iban las cosas, de cómo te sentías cuando te decía que no podía
quedar contigo porque tú eras un accesorio en su vida o de las
faltas de respeto delante de amigos y familiares.
Cuando una relación ha terminado tu mente se paseará por
momentos en los que sólo recuerdas los buenos instantes y lo
único que deseas es volver a recuperarlos a toda costa. Quieres
recobrar esas situaciones agradables, las únicas que te vienen a la
mente y te torturan desde la nostalgia.
Luego tus pensamientos oscilarán, igual que el péndulo de un
reloj, a otro estado en el que recuerdas que ella es esa persona que
ha hecho que te sientas como una basura y si vuelves de nuevo
con ella tendrás el paquete completo, con las cosas desagradables
incluidas.
Memoria selectiva la llaman.
A veces recuerdas que ella te hizo pasar por momentos horri-
bles, por los que no desearías volver a pasar nunca más en tu
vida. Por eso quieres olvidarla cuanto antes y seguir adelante.
Lamentablemente olvidar no es tan fácil como desenchufar una
lámpara o cerrar una puerta.
De nuevo tu pensamiento vuelve a fluctuar y otras veces pien-
sas que ella te quiere, seguro que te quiere, que esto tiene
solución, podéis volver a estar juntos y todo será maravilloso.
Siento decirte que en una película es posible que sí suceda, pero
en la vida real las cosas son un poco distintas.
Por favor, espero que no me malinterpretes. En absoluto estoy
diciendo que niegues la posibilidad de que te quiera porque a lo
mejor es cierto, te sigue queriendo, pero ya ves para lo que te sir-
ve ahora mismo.
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El afecto que sientes por alguien no implica que quieras o
puedas estar con esa persona. Dicen que querer es poder, pero no es
tan sencillo como parece.
Además, el odio o el rencor que despierta alguien en ti tampo-
co va a favorecer que esa persona sea más fácilmente olvidada.
Muy al contrario, de esa manera será mucho más complicado de
superar.
Es hora de que te des cuenta de todo esto y asumas toda esta
información. De esta manera lograrás cambiar tu manera de
afrontar la realidad.
Un signo de tu cambio es que estás leyendo estas palabras y, al
igual que Platón describiera para el preso liberado en la alegoría de
la caverna, seguramente echarás de menos la penumbra en la que
vivías antes y las quimeras que perseguías, aún a pesar de saber
que son falsas.
Ahora que has logrado escapar de ese mundo de ilusiones y
has logrado ascender hasta la superficie te sentirás extraño, te do-
lerán los ojos ante la brillante luz del Sol. No te preocupes,
porque cuando se acostumbren a la claridad verás el verdadero
mundo que se abre ante ti.
De todas maneras, no se puede construir un futuro sobre un
pasado que aún está presente. Por eso, debemos recapitular sobre
lo sucedido y veremos qué es lo que nos ha conducido hasta aquí.
Es probable que a estas alturas ya hayas actuado de alguna mane-
ra que no sea la más adecuada para nuestro objetivo principal
pero, afortunadamente para ti, en esta vida casi todo se puede
arreglar.
Recuerda que todo tiene su comienzo y todo tiene su fin, así
que para saber dónde nos encontramos debemos detener nues-
tros pasos, volver la vista atrás, reconocer el camino que hemos
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recorrido hasta aquí y plantearnos si la ruta que hemos estado lle-
vando es la correcta o no.
Volvamos al principio del final.
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2. ENTROPÍA Y CONDICIÓN DE DEFENSA
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entropía del sistema aumentará hasta tal punto que se producirá la
muerte térmica del mismo, esto es, la ruptura de la relación.
Cambiando de tema, siempre me ha gustado el cine, el consi-
derado como séptimo arte. He visto muchas películas, mejores y
peores, pero de todas se puede aprender algo. Por ejemplo, las
películas con cierta temática militar te enseñan palabras tan curio-
sas como DEFCON.
Este extraño vocablo no es más que un acrónimo de las pala-
bras inglesas DEFense CONdition, es decir, condición o estado de
defensa, y hace referencia a la disponibilidad de las Fuerzas Ar-
madas de los Estados Unidos. El DEFCON va de 5 a 1, siendo el
1 el mayor estado de alerta posible, en el que el uso de armamen-
to táctico nuclear es inminente. Traduciendo, la Tercera Guerra
Mundial con curiosas explosiones nucleares por todos lados.
Durante una relación, todos pasamos por distintas condiciones
de defensa en función de la entropía y, por extensión, en qué es-
tado se encuentre nuestra situación con respecto a nuestra pareja.
Cuando todo va bien podemos afirmar que nos encontramos en
DEFCON 5, el menor estado de alerta posible.
Pero en ocasiones observamos cómo nuevos comportamien-
tos que nos molestan van sustituyendo a los antiguos que nos
encantaban o cómo reacciones desmesuradas y poco agradables
van apareciendo. Progresivamente aumenta la entropía del siste-
ma y vamos pasando de un estado de alerta inferior a otro
superior. A veces esta situación es reversible, y nuestra condición
de defensa disminuye de nuevo, pero en otras ocasiones no ocu-
rre lo mismo.
Y hete aquí que hace tiempo que algo está cambiando, porque
ya no te dice cuánto te quiere, no le apetece demasiado quedar
contigo, las muestras de cariño cada vez son menos numerosas,
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las discusiones suceden cada vez más a menudo y con mayor in-
tensidad o tu vida sexual se ha reducido a la mínima expresión.
No son más que señales que ella te ha estado enviando, pero
nunca las tomamos como lo que son, muestras inequívocas de
que algo malo está sucediendo y cuyo desenlace puede que no sea
nada agradable. El amor es ciego y nosotros somos miopes que
llevamos los ojos vendados mientras pilotamos un coche de
fórmula uno.
Notamos que la relación no va todo lo bien que debería, así
que nuestra mente comienza a trabajar. El primer pensamiento
que tenemos en estos casos es que «son cosas mías, seguro que no le
pasa nada, esta semana se encuentra un poco estresada», pero como esta-
mos preocupados le preguntamos «cariño, ¿te ocurre algo?». Ella nos
endulza el oído diciéndonos que no pasa nada y nosotros nos
quedamos más tranquilos.
Es mentira, algo le ocurre y puede que no sea algo muy grave y
sea transitorio, pero cuando transcurre el tiempo, pasan los días o
las semanas, y la cosa no mejora volvemos a hacer la misma pre-
gunta. Esta vez la contestación es más brusca, algo así como «no
seas pesado, ya te he dicho que no me pasa nada», y el siguiente pensa-
miento que tenemos es que «soy yo, que la estoy agobiando demasiado y
se ve un poco sobrepasada por la situación». Nos convencemos y, aun-
que no nos quedamos muy tranquilos, lo aceptamos.
Esa es otra mentira, sí que pasa algo, porque de lo contrario
no te contestaría de esa manera, pero no aceptamos pensar que
pueda ser falso lo que nos está diciendo, nos creemos todo lo que
sale de sus labios. Es que no es nada agradable pensar que tu no-
via te miente, así que lo ignoramos y hacemos como que no pasa
absolutamente nada.
Espabila, la cosa no va bien, lo sabes, lo notas en el estómago,
así que no te engañes ni permitas que te engañe. Si notas que algo
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va mal es que algo va mal, es así de sencillo, fin de la historia. To-
da relación pasa por baches, pero esto no es un bache, has caído
en el fondo de un maldito abismo.
El final está más cerca de lo que crees y vas a tener que tomar
una decisión o, cuando al fin te des cuenta, ella ya la habrá toma-
do por ti.
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3. CUANDO EL CRISTAL SE ROMPE EN MIL PEDAZOS
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por teléfono, no cogemos el móvil porque estamos ocupados. Si
por alguna casualidad lo hacemos, respondemos que ahora esta-
mos liados y que ya hablaremos un poco más tarde.
Paradójicamente nuestras parejas piensan que para nosotros es
fácil tomar cualquier decisión, pero es normal que piensen eso
cuando nos comparan con ellas, que son más inconstantes que
una veleta en medio de una tormenta tropical. Nosotros pensa-
mos mucho las cosas y, cuando creemos que es la decisión
correcta, pues la tomamos.
Ellas no.
Ellas dicen una cosa y puedes tener la certeza que en breve
será sustituida por una nueva idea. Es así, nosotros somos los que
no podemos hacer dos cosas a la vez, los simples, sencillamente
porque nuestros pensamientos y nuestra forma de actuar son dis-
tintos a los de ellas, pero lo mejor en estos casos es no entrar en
discusiones y dejar que sigan opinando lo que quieran.
¿Qué tienen en común todas las primeras novias? Seguramente
estarás pensando que la tuya y la mía tenían dos ojos, una nariz,
dos manos, dos piernas, dos nalgas… Deja los detalles anatómi-
cos para otro momento de placeres solitarios y vuelve a la
realidad.
La respuesta es mucho más sencilla y obvia: nuestras primeras
novias son también nuestras primeras ex novias.
Bueno, al menos la tuya y la mía lo han sido para nosotros dos.
Personalmente no tengo constancia de ningún hombre que se
haya casado con su primera novia, haya vivido toda su vida sin
serle infiel y haya muerto sin haberse divorciado. ¿Puede ocurrir?
Por supuesto, pero es muy difícil, y dados los tiempos que corren
cada vez será más difícil si cabe.
De acuerdo, ella ha tomado la decisión de dejarte o bien has
sido tú, no existen más opciones que esas dos. A estas alturas da
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igual quién haya tomado la iniciativa, la conclusión inmediata es
que la relación que mantenías con ella ha llegado a su fin y no hay
nada más que hablar.
Lo más importante de todo, lo que debes tener claro absolu-
tamente, es que cuando una relación se rompe no debes tener en
cuenta ni una palabra de la última conversación que mantienes
con tu pareja.
Nunca.
Las palabras hirientes te van a doler mucho como es lógico.
Sin embargo, las palabras dulces te engañarán y las tomarás como
un náufrago que se agarra a una madera podrida con esperanza de
mantenerlo a flote mientras empiezan a aparecer tiburones ham-
brientos de sangre a su alrededor.
Las palabras desagradables hieren al instante, tienen resultados
inmediatos, pero las palabras dulces son de efecto retardado, co-
mo una bomba de relojería. Piensa que las bombas no matan a las
personas, las explosiones sí, así que aunque sean palabras agrada-
bles acabarán por destrozarte tarde o temprano.
A no ser que te vaya el rollo masoquista, lo cual es respetable
en el ámbito sexual, debemos evitar este daño anímico a toda cos-
ta. El problema es que en estos casos nunca hacemos lo
adecuado, nos volvemos de manera inconsciente unos auténticos
masoquistas, pero esto también tiene solución.
Piensa en ella como esa persona que lleva cierto tiempo com-
partiendo experiencias contigo. Es por eso que te conoce y sabe
perfectamente qué cosas debe decir o hacer para hacerte daño o
bien para embaucarte, manipularte y convencerte para que hagas
lo que ella quiera. Es así, las mujeres cuando se lo proponen son
muy buenas titiriteras y nosotros, nos guste o no, somos sus ma-
rionetas.
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A pesar de todo, como ya te he comentado, sólo hay dos op-
ciones disponibles: o dejas o eres dejado.
En función de qué opción te haya tocado, al igual que en un
concurso de televisión, el premio puede ser un apartamento en
una isla paradisíaca, un coche deportivo de color rojo o un inodo-
ro portátil anteriormente ubicado en las inmediaciones de una
construcción.
La apestosa realidad es que siempre te va a tocar el inodoro, la
única diferencia radica en si lo usarás para vomitar en él o, por el
contrario, para acabar embadurnado hasta las cejas con mierda de
obrero recalentada al sol.
No te preocupes, ya sé que son dos premios nada apetecibles,
todos hemos pasado por lo mismo, pero la decisión más impor-
tante está a la vuelta de la esquina, así que sigue leyendo.
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3.1. TÚ HAS TOMADO LA DECISIÓN
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Es una reacción absolutamente normal porque no es una si-
tuación alegre, al menos en teoría. ¿Pero todas las rupturas son
lacrimógenas? En absoluto.
Si no llora ni muestra signos de tristeza debes empezar a pen-
sar que realmente no te convenía seguir adelante con ella. Tal vez
le importas tan poco que le dará lo mismo tener una relación con-
tigo o dedicarse a cuidar ovejas en Escocia. Muy probablemente
ella ya tenía en mente dejarte, así que quizás le has hecho un favor
y no ha tenido que ser ella la que dé el paso. Además, y aunque
no lo creas, puede que exista la posibilidad de que la causa fuese
por una tercera persona.
En cualquier caso, si has tomado la decisión de terminar con la
relación, ten por seguro que va a ser correcta independientemente
de todo lo demás. Lo habrás hecho porque no estás a gusto con
tu pareja, lo cual es suficiente razón. No conozco a nadie que cor-
te por lo sano con una novia con quien disfruta plenamente.
Bueno, sí que conozco avariciosos que no tienen suficiente
con su novia y andan buscando permanentemente otra para re-
emplazarla, pero esos forman parte de otra subespecie
completamente diferente.
La saga de Star Wars tiene muchísimos seguidores en todo el
mundo y supongo que George Lucas, el director de las películas y
dueño de sus derechos, estará muy contento de que sea así. En
dicha saga aparece un personaje muy conocido, el maestro Yoda,
que dijo aquella frase «el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio
lleva al sufrimiento».
¿A qué viene este momento freak? Como bien decía ese jedi
enano de color verde y con pelos en las orejas, a partir de este
momento puede suceder que todo continúe con el mismo cariz
triste o, por el contrario, comiencen a volar puñaladas a diestro y
siniestro.
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De todas maneras, no bajes la guardia, si has llegado hasta aquí
debes mantenerte recto en tu decisión y no ceder, a pesar de ver
cómo te insulta, te recrimina cosas pasadas o bien se ahoga en
lágrimas. ¿Recuerdas por qué no quieres seguir con ella? Exacto,
muéstrate seguro y todo irá bien, pero como flaquees tan sólo un
instante, estás perdido.
Ten presente que todo lo que digas y escuches en esta fase de-
be ser ignorado y olvidado, porque aunque creas que sí, en estos
momentos no eres tú, eres una masa gelatinosa que se mantiene
en equilibrio sobre el filo de un cuchillo.
Acéptalo.
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3.2. NO QUIERE SEGUIR CONTIGO
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Aunque hayas estado atento a las señales previas a la ruptura
nunca se está totalmente preparado para este fatal acontecimien-
to. Nunca pensamos que ese día sea el fin, a esa hora. Es más, a
menudo parece que eligen con alevosía y a propósito fechas seña-
ladas como tu cumpleaños, algún aniversario, Navidad, Año
Nuevo… Ya dispuestas a destrozarnos el día, por lo menos que
sea uno especial.
La cuestión es que estás ahí paralizado, escuchando un ruido
que adivinas su voz pero sin lograr comprender ni un carajo de lo
que te dice. Estás en esa fase de bloqueo físico y mental que antes
te he comentado y por la que todos hemos pasado. Nadie espera
ser enviado directamente a la basura por la persona que quieres,
te hace sentir como agua sucia tirada por cualquier lado.
En realidad no entiendes nada de la situación, ayer era tu pare-
ja y hoy te dice que no quiere estar contigo. O, por el contrario,
sabes que últimamente no han ido las cosas muy bien, pero un
bache lo tiene cualquier relación y se puede seguir adelante, o al
menos eso creías.
Cuando al fin logras recuperar el control de tu mente, lo único
que dices son muchas gilipolleces, porque estás absolutamente
desorientado y confundido. Para agravar la situación, como buen
adicto que eres, no vas a querer renunciar a tu droga tan fácilmen-
te, vas a intentar mantenerla por todos los medios, así que vas a
soltar tantas tonterías por esa boca que luego te va a dar vergüen-
za de recordarlas.
Intentamos regatear, rebajarnos, humillarnos o hacer cosas que
en cualquier otro momento nos parecerían denigrantes con tal de
no afrontar la realidad. La mayoría de las veces el regateo da co-
mo resultado un intercambio desigual por el cual damos mucho
más de lo que recibimos con tal de no sufrir la pérdida.
Es así, no le des más vueltas, a todos nos pasa.
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Has de prestar especial atención a su tono de voz y sus gestos,
si es que puedes, ya que su lenguaje no verbal te dará más infor-
mación que lo que esté diciendo con palabras. Por ejemplo, lo
más normal es que esté triste o que llore porque, quieras o no, es
una situación desagradable, al menos en teoría.
Si no muestra signos de tristeza puedes empezar a sospechar.
Esa ardiente mujer que te mostraba su amor se ha vuelto de
pronto un iceberg, fría y calculadora, y tú eres el Titanic. ¿Re-
cuerdas la película y lo que le pasó a ese transatlántico? Exacto,
tocado y hundido, todo esto con la banda sonora en la que Celine
Dion trepanaba tu lóbulo temporal con aquella asquerosa can-
ción. La verdad es que no se me ocurre peor forma para morir.
Tal vez se cansó de la relación, de ti o de tu mascota, lo cierto
es que da igual, la cuestión es que no quiere continuar contigo
como pareja. No obstante, y no es por desanimarte, a lo mejor
existe una tercera persona, aunque pienses que es imposible, pero
puede suceder.
Vamos a ver, quítate de la cabeza esa idea de «mi novia nunca me
haría eso» porque es una frase que nos repetimos una y otra vez
para intentar lavarnos el cerebro a nosotros mismos. Querido
amigo, la realidad, muy a menudo, supera a la ficción.
La cuestión es que cualquier mujer puede ser infiel, es así. No
existe ninguna que venga defectuosa de fábrica y sea incapaz de
hacerlo. Todas tienen las oportunidades y los medios para ser in-
fieles, y si no lo son es porque no han encontrado un candidato
mejor que el que ya tienen o porque están muy apegadas al suyo,
léase por motivos sentimentales o simple atracción sexual.
La realidad es así de cruda, como un plato de sushi en el que el
pescado aún sigue moviéndose en tu plato a pesar de estar abierto
en canal y cocinado a la plancha. La cena ideal para un amante al
cine gore.
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Por otra parte, si te grita y te insulta quizás se enteró que le
hiciste algún mal, como que le has sido infiel, así que si te has me-
tido en ese lío te lo tienes merecido por golfo. Vale, no voy a
hacer leña del árbol caído, pero en un futuro ten más presente
que no deberías hacer lo que no quieres que te hagan a ti. De to-
das maneras, sigue leyendo porque, a pesar de no aprobar tu
comportamiento, aún podrás aprender algo de lo que te tengo
que contar.
En cualquier caso, independientemente de todo lo demás, re-
cuerda siempre que todo lo que ocurra en esos momentos ha de
ser olvidado.
22
4. ¿CÓMO TERMINAR?
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Sabes cuál es, todos la conocemos. No obstante, te refrescaré
la memoria:
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Nadie niega que es un monólogo de humor pero, a nivel per-
sonal, entre tú y yo, creo que el tener amigas lesbianas no marca
demasiado la diferencia, de hecho yo conozco a alguna que otra.
En realidad, la cuestión sería que ellas no tuvieran prejuicios con
sus amigos, esa es la clave.
Partimos de la base que la mayoría de las amistades entre
hombres y mujeres son absolutamente virtuales, porque uno de
los dos, si no es que son los dos, va a querer algo más que amis-
tad, ya sea por simple atracción sexual o por algo más complicado
y peligroso como los sentimientos. Lo que pasa es que la cobardía
o bien el conformismo, o una combinación de ambos, va a pro-
vocar que esa situación se vuelva inamovible y se perpetúe en el
tiempo.
Podemos entrar en discusiones filosóficas y metafísicas acerca
del verdadero sentido de la amistad, sobre si es necesario o no
que sea recíproca para que sea real o qué es un auténtico amigo.
Mejor lo dejamos para otro momento y nos centramos en el
hecho que a partir de una antigua relación de pareja no puede
surgir una amistad.
Olvídate.
Lo que quiere esa chica anteriormente conocida como tu novia
es, a pesar de no estar en una relación contigo, no perder el con-
tacto que existe. Sin embargo, este contacto también implica
información y control sobre qué haces, dónde, cuándo y con
quién. Basta que conozcas a alguien y ella te empiece a exigir in-
formación, o se la ofrezcas tú gratuitamente como parte de esa
supuesta amistad que mantienes, tú le cuentes los detalles, a ella le
moleste y luego te sientas culpable por vivir tu vida como mejor
te venga en gana.
Al mismo tiempo, por si fuera poco, además de tener que dar
informes periódicos sobre tus actividades, también tendrás que
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soportar la información que ella te quiera dar sobre su nueva vida,
y confía en mí cuando te digo que eso es algo que no quieres, de
verdad.
Nos gustaría que no conociera a otro tío, que se metiera a
monja de clausura o algo parecido para que se dé cuenta de lo que
ha perdido al abandonarnos, pero esta opción es totalmente in-
viable. Sabemos que tarde o temprano tendrá otra relación así que
esperamos que conozca a un tío peor que nosotros para que al
compararlo se dé cuenta que en realidad estaría mejor de vuelta
en nuestros brazos.
Cuesta aceptarlo, pero somos así de ingenuos.
Como será normal, cuando te comente que ha conocido a otra
persona, que tiene ciertas características físicas, que tiene una per-
sonalidad específica y, además, tiene determinados bienes
materiales, nos compararemos con él, siempre ocurre. Tanto si el
saldo es a nuestro favor como si es en contra, seguramente nos
indignaremos.
«¿Qué tiene ese tío que no tenga yo?» o aquella que dice «¿pero cómo
puede estar con ese bicho?» son dos ejemplos de los posibles pensa-
mientos que pueden venir a nuestra mente. Luego,
independientemente de la respuesta que encontremos para esas
preguntas, nos sentiremos como una mierda.
Una vez hemos pasado por el trance de enterarnos que ha co-
nocido a otro tío viene a nuestra mente otra idea que nos
obsesiona. Pensamos «seguro que no han tenido relaciones sexuales, no
creo que se les haya pasado por la cabeza». En ese aspecto no somos
ingenuos, somos auténticos idiotas.
Claro, menos mal que tenías iniciativa, que si no a ella nunca
se le hubiese ocurrido desnudarse, lanzarse sobre ti, despojarte de
tu ropa y enseñarte de lo que es capaz una mujer en un arranque
de pasión y lujuria.
26
Qué ilusos somos.
Cuando te empiece a dar detalles sobre su nueva vida sexual y
te pregunte cómo se llamaba aquel hotel donde pasaste junto a
ella tan buenos momentos en aquella habitación con jacuzzi pri-
vado, ahí es cuando caerá definitivamente el cielo sobre tu cabeza
y los cimientos de todo aquello que conocías se desmoronarán
bajo tus pies.
Pero claro, son temas de conversación sin mayor trascenden-
cia. No olvides que para eso están los amigos, ¿verdad? Para
contarse la última película que han visto en el cine, una nueva re-
ceta para cocinar maigret de pato con salsa de higos o cuántas
veces en una noche lo hizo con su último ligue.
Quizás no lo hace con mala idea, simplemente te comenta esas
cosas para que estés tranquilo sabiendo que ella ya ha superado
esa mala época después de la ruptura. O a lo mejor sencillamente
quiere ayudarte para que no sigas pensando en ella y en la relación
que antes compartíais mostrándote que ella está muy bien ahora
que no está contigo, que tiene otros intereses en su vida y entre
sus piernas. Si en realidad lo hace por tu bien…
Y una mierda.
Las mujeres son expertas en utilizar métodos de tortura muy
elaborados de manera subrepticia, y este es uno de ellos. ¿Eres
masoquista o qué te pasa? ¿Te gusta que echen cera ardiendo so-
bre tu escroto? Oye, que si esa clase de métodos te gustan y te
ponen el cuerpo golfo por mí no hay problema, pero dudo mu-
cho que lo que ella está haciendo contigo te excite.
Si aceptas que te maltrate psicológicamente de esa manera se
debe a una explicación muy sencilla. Recuerda que eres un adicto
a todo aquello que suponía el mantener una relación con ella.
Tu comportamiento es muy similar a lo que en psicología se
denomina como síndrome de Estocolmo. Se trata de un fenómeno
27
paradójico en el que los secuestrados expresan adulación y senti-
mientos positivos hacia sus captores que resultan irracionales a la
luz del peligro o el riesgo que corren las víctimas.
El nombre de este síndrome proviene del robo que sucedió en
1973 en el Kreditbanken de Norrmalmstorg, Estocolmo, en el que
los ladrones retuvieron a los trabajadores del banco durante seis
días. En esta situación, las víctimas se volvieron emocionalmente
afines a sus captores e incluso los defendieron después de haber
sido liberados.
En tu caso es mucho peor, porque ya eras emocionalmente
dependiente de ella antes de que comenzase con su tortura y tú la
aceptases de buen grado.
A menudo accedemos a este nuevo tipo de relación porque
queremos impedir a toda costa perder el contacto, a pesar de
brindarnos más problemas. El pensamiento que solemos tener es
«más vale esto que nada», así que por eso cedemos mucho a cambio
de nada positivo.
Para obtener algo es necesario sacrificar algo de igual valor, es-
te es el principio que rige la alquimia, el intercambio equivalente,
pero este trueque que mantienes con ella es muy desigual. Es
arrastrarse por el lodo junto a los cerdos y dejarse pisotear la mo-
ral con zapatos de tacón a cambio de las sobras del almuerzo.
Siento decirte que de continuar con esta obra de teatro vas a
ser cómplice de una farsa que será perjudicial para ti tarde o tem-
prano. Es como jugar a la ruleta rusa con cinco balas y sólo un
hueco libre. Como comprenderás, en este caso las probabilidades
de acabar con un puré con tropezones de cerebro son muy altas.
No obstante, sigues pensando que se trata de una amistad.
Corrígeme si me equivoco pero, en una amistad real ante todo
quieres la felicidad de tus amigos y harás todo lo posible para
conseguirla. ¿Acaso harás lo mismo con ella?
28
Ni de coña.
Además, tus amigos no van a intentar hacer todo lo posible
por amargarte la existencia ni van a regodearse con tu desgracia.
Si lo hacen es que no son verdaderos amigos y los mandarás a la
mierda. Sin embargo, a ella le vas a permitir todo eso de buen
grado y no harás nada por evitarlo.
Es más, si consientes esta relación tienes que saber que proba-
blemente ella podrá estar tranquila buscando a otro tío por ahí
porque tú estás en su reserva, para esos momentos en los que esté
aburrida y quiera pasar el rato a tu costa. Tú eres su seguro de vi-
da y sólo basta que encuentre a otro para que te dé una patada y
que te envíe directo a la basura, no sin antes triturar tu corazón
con cualquier comentario hiriente para cerciorase que sufres lo
suficiente.
Eso no es una amistad.
A pesar que te ofrezca ser amigos debes saber que jamás existirá
tal amistad. Es una trampa dolorosa de la que cuesta salir, por
eso debes evitar caer en ella.
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30
5. SENTIMIENTOS RESIDUALES
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más, muchas de nuestras acciones están motivadas por estos invi-
sibles dictadores.
Además, y si esto no fuera suficiente, estos sentimientos pue-
den evolucionar a otros sentimientos aún más perjudiciales que
no harán más que dificultar nuestro proceso de recuperación.
Alguien dijo una vez que «la palabra pecado, se inventó para despis-
tar al débil, asustar y confundir al niño, y rendirse de por vida al miedo y al
dolor». Reconozco que soy muy poco religioso y tampoco es que
me interese la teología, pero viene a mi mente el recuerdo de los
pecados capitales precisamente porque pueden ser perfectamente
aplicables en estas circunstancias.
Son siete pecados capitales que representan a algunos de esos
primigenios sentimientos que antes manteníamos. Como si se tra-
tase de seres vivos, pueden mutar y convertirse en armas de
destrucción masiva.
La lujuria engloba a todos esos pensamientos calenturientos
que a menudo nos asaltan. Hará que recuerdes esos momentos
eroticofestivos que compartías con ella, cuando le tocabas el culo o
descansabas tu cara sobre sus pechos. Todos estos pensamientos
y otros más harán que pase por tu mente la opción de regresar
con ella sólo por volver a vivir esos instantes, craso error.
La gula no ha de ser entendida únicamente como el apetito
irrefrenable por la comida sino como cualquier trastorno relacio-
nado con la alimentación. Puede que sientas un exceso de hambre
o bien una disminución de las ganas de comer, que no comas los
alimentos que antes te encantaban o que, al verte solo, despilfa-
rres tu dinero en comidas opíparas. Cuida tus hábitos alimenticios
a pesar de todo.
La avaricia, entendida como el egoísmo, hará que te sientas
como un despojo humano cada vez que pienses que algún tío
ocupará tu lugar junto a ella, a quien sigues considerando como tu
32
propiedad. La cuestión es que no te pertenece, nunca ha sido tu-
ya, y debes pensar que la parte más positiva de todo esto es que
tú tampoco le perteneces a ella, a no ser que con tus acciones
demuestres lo contrario.
La pereza es la depresión y la tristeza que sentimos por nuestra
ruptura, la desidia por la vida y las actividades que antes nos esti-
mulaban y el abandono propio y de los demás. No debes
desperdiciar tus capacidades personales, tu potencial ha de ser
aprovechado, así que no dejes que la melancolía ponga trabas a tu
vida.
La ira reúne a todos esos sentimientos de rabia, rencor y odio
hacia ella o hacia los demás. Son un auténtico despilfarro de
energía que repercutirá negativamente en tu estado de ánimo.
Además, los rencores son muestras inequívocas de lo importante
que es para nosotros una persona, un lastre para alcanzar nuestro
objetivo.
La envidia es el deseo de aquello que es ajeno a nosotros e in-
terpretamos como algo que necesitamos y no poseemos. La
envidia suele generar frustración, sobre todo cuando en nuestra
situación vemos a otras parejas por la calle besándose o simple-
mente disfrutando de un paseo. Debes aceptar tu estado actual y
piensa que llegará el momento en el que tú estarás en el otro lado
mientras alguien sienta envidia de ti.
La soberbia es el orgullo, el excesivo amor por lo propio en
oposición a lo ajeno o el narcisismo. Normalmente suele estar ba-
sada en una falsa creencia de superioridad respecto a todo y
todos, lo que suele llevar a menudo a decepciones y desengaños.
Siempre habrá alguien más grande y más pequeño que tú, nunca
lo olvides.
¿Somos esclavos de nuestros sentimientos? En absoluto. ¿Y
qué podemos hacer para luchar contra ellos? No se trata de enta-
33
blar una batalla sino de, al igual que en el aikidō, aprovechar la
energía de nuestro contrincante para vencerle.
La capacidad para poder controlar nuestros sentimientos es la
denominada inteligencia emocional. Debemos entrenarla para
domar y sacar provecho de nuestras emociones.
34
6. APRENDER A PERDER
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Por otra parte, intentamos por todos los medios ser aceptados
en los distintos grupos sociales, ya sean amigos, compañeros de
trabajo o familiares, y tratamos de parecer lo más atractivos posi-
ble ante los ojos de las mujeres.
De hecho, la industria entiende tan bien este fenómeno que las
campañas publicitarias se centran en vender promesas de felici-
dad y bienestar a través de la adquisición de cosas.
Así que, a pesar de haber aprendido tanto para conseguir lo
que queremos, tenemos muy poca información acertada sobre
qué hacer cuando lo perdemos. Como ya habrás comprobado, la
pérdida es inevitable y hasta a veces es predecible, pero a pesar de
esto no poseemos entrenamiento para responder a los sucesos
que seguramente ocurrirán y probablemente nos causarán dolor.
Debemos darnos cuenta que los sentimientos provocados por
una pérdida son absolutamente normales. Sin embargo, muchas
cosas que hemos aprendido acerca de cómo afrontar estos senti-
mientos son erróneas. De hecho, muchas se apoyan en antiguas
ideas preconcebidas sobre cómo lidiar con cualquier crisis con la
que nos encontremos.
Aunque te explique que muchas ideas que posees no te van a
ayudar e, incluso, puede que hagan todo lo contrario, es posible
que vuelvas a caer en ellas cuando te enfrentes a los pensamientos
y sentimientos causados por la pérdida. ¿Por qué?
Normalmente realizamos las mismas acciones, físicas y emo-
cionales, una y otra vez ya que forman parte de una serie de
hábitos inherentes a nosotros. En realidad es una buena noticia,
porque el paso crucial que debemos tomar es desarrollar unos
nuevos hábitos favorables.
Primero, tienes que comprender que necesitas desarrollar nue-
vos hábitos. Si te encuentras leyendo esta guía seguramente ya
eres consciente de ello. Segundo, debes aprender las habilidades
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necesarias para construir el hábito, es decir, identificar las ideas
que no son productivas y reemplazarlas por otras que sí lo sean.
Tercero, debes practicar las nuevas ideas para que las puedas
convertir en hábitos.
A medida que leas los siguientes capítulos de esta guía irás
aprendiendo nuevas ideas y podrás ponerlas en práctica, lo cual es
esencial para convertirlas en costumbres y poder alcanzar la meta
del bienestar.
Una vez lo hayas conseguido estarás mejor preparado para
próximas ocasiones.
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38
7. LA INFORMACIÓN ES PODER
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público del pensamiento y la anulación de los derechos de los
ciudadanos están propiciados por el Gran Hermano a través del
Partido.
A grandes rasgos es un símil de la situación en la que te verás
inmerso a partir de ahora. Ella será el Gran Hermano que todo lo
ve y tú tendrás que controlar a qué información pueden acceder
ella o los miembros de su Partido.
En realidad, y aunque parezca una contradicción, en la llamada
sociedad de la información en la que vivimos, la privacidad es un
auténtico privilegio. De hecho, existen tantas maneras de acceder
a nuestros datos personales que lo realmente difícil es controlar
esas filtraciones.
Tenemos que convertirnos de la noche a la mañana en autén-
ticos expertos en el tráfico de información y tenemos que hacerlo
para sacar el máximo provecho a nuestro favor. Debemos crear y
gestionar todo un sistema de protección de datos activo y pasivo
para tal fin.
Mientras menos sepas de ella, menos daño te podrá hacer con
sus palabras o sus acciones. Cuanto menor sea la información que
ella maneje sobre ti, mayor será su incertidumbre y más imagi-
nará, y ten por seguro que lo que pase por su mente no será nada
agradable, al menos para ella.
No pierdas el norte, no se trata de hacerle daño, de hacer que
sufra a modo de venganza. Lo que queremos es alejarnos de su
zona de influencia todo lo posible para que te puedas recuperar.
En este caso, el fin sí que justifica los medios pero, ¿por qué
hacemos esto?
La primera razón es que de esta manera tu estado de ánimo
mejorará y se irá fortaleciendo porque, debes recordar, tu objetivo
principal es sentirte bien cueste lo que cueste. Ahora es el mo-
mento de ser egoísta y pensar sólo en ti mismo.
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La segunda razón es que tendrás tu espacio y tu tiempo para
pensar acerca de tu nueva situación, podrás plantearte objetivos y
actuar en consecuencia. Una vez tengas claro el camino hacia la
meta podrás comenzar la carrera porque de otra forma estarás
dando vueltas en círculos.
La tercera razón no nos afecta de manera directa a nosotros.
Esta falta de comunicación tendrá una influencia directa sobre la
otra persona y hará que la seguridad con la que ella contaba des-
aparezca y tenga mucho tiempo libre para recapacitar. Podrá
pensar sobre las cosas que ha hecho mal, las cosas que ha hecho
bien, si te echa de menos, si quiere volver contigo o pasar de ti, si
realmente te quiere o no…
Atendiendo a estas razones, este corte en el suministro de in-
formación es absolutamente fundamental para nuestro proceso
de evolución. Además, a modo de propina, provocará en ella dis-
tintas y muy variadas reacciones.
Es probable que intente insistir aún más para contactar conti-
go, a lo mejor está interesada pero no sabemos exactamente en
qué. No puedes sacar conclusiones en base a su interés, porque
no es un signo claro de que te quiera ni que quiera volver contigo.
Tal vez simplemente quiera obtener la información que tú no le
estás dando por alguna razón y sus motivaciones son desconoci-
das para nosotros.
Si, por el contrario, su reacción es la de no volver a dar señales
de vida, lo más seguro es que no quiera saber nada acerca de ti.
Esto tampoco indica claramente que no te quiera, ni que no quie-
ra volver, sólo que esa falta de información no le importa lo
suficiente como para insistir más. No obstante no tomes este
hecho como algo negativo o de gran trascendencia, simplemente
es un gran favor que hace a tu causa porque de esta manera será
mucho más fácil para ti superar la ruptura y seguir adelante.
41
Ten en cuenta que es muy probable que esa falta de insistencia
por su parte sea por mediación de terceras personas. Quizás no le
hagas falta en el banquillo de los suplentes porque ya tiene el
equipo titular preparado, con uno o más candidatos disponibles.
Puede suceder, así que no te atormentes por eso y ten claro que,
en cualquier caso, no es un castigo impuesto ni nada por el estilo,
simplemente es una ayuda para tu proceso de recuperación.
Otra opción posible es que por orgullo ella no quiera volver a
saber nada de ti. No sé tú, pero nunca me han gustado las perso-
nas orgullosas, son bastante complicadas de tratar. Por eso, si ese
es el caso, te digo por experiencia que mujeres así no has de que-
rer en tu vida, así que mientras más alejada de ti, mucho mejor.
Recuerdo las palabras del gran poeta mexicano Amado Nervo
acerca de esto:
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Podrás pensar que estás perdiendo la oportunidad de volver
con ella por mantenerte incomunicado y en esa posición distante.
Te aseguro que, en caso de existir alguna oportunidad de regresar,
esta será la mejor manera de favorecerla. Y si no vuelves no tienes
por qué preocuparte; estarás solo, es cierto, pero mejor así que
mal acompañado.
¿Por qué no haces un ejercicio de introspección y recuerdas
por qué ya no estás con ella? Tómate tu tiempo, sé honesto con-
tigo mismo y piensa detenidamente. ¿Ella te dejó? Acéptalo y que
acarree con las consecuencias. ¿Tú la dejaste? Mantente firme en
tu decisión.
En cualquier caso e independientemente de las razones, hayas
sido tú o ella quien haya decidido terminar con la relación, la his-
toria ha llegado a su fin. En estos momentos es a ella a quien le
toca mover ficha si es que realmente le interesa seguir con la par-
tida. Por tu parte tan sólo te tienes que preocupar por
encaminarte hacia tu bienestar.
Nunca olvides tu objetivo.
Los detalles sobre tu vida han de ser sólo tuyos, ella no debe estar
informada. Por otra parte, los detalles sobre su vida te harán da-
ño, debes evitar conocerlos a toda costa.
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7.1. TU MÓVIL TE ESCLAVIZA
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Nosotros somos esos enganches en la roca y ellas quieren sen-
tirse seguras sabiendo que seguimos estando ahí antes de lanzarse
a la aventura de vivir su nueva vida. No debes darle esa seguridad
jamás. Si se quiere lanzar al vacío que lo haga si se atreve.
Hay quien, presa del secuestro emocional, cuando termina su
relación lo primero que hace es ir hasta la agenda de su móvil y
modificar los datos relacionados con ella.
A algunos les da por borrar los números de teléfono que ten-
gan algo que ver con su antigua novia, el número de su móvil, de
su casa o de sus padres.
Bueno, en realidad no es mala idea, el único problema es que
si no conoces estos números de memoria no vas a saber si ha si-
do ella la que te ha llamado o no, y cuando veas llamadas de un
teléfono que no tienes apuntado en tu agenda puede que quizás
cometas el error de llamar.
También los hay que cambian su nombre por alguna palabra
despectiva o simplemente un insulto. No es tan buena idea, por-
que perpetúa un rencor que no es más que una expresión de la
importancia que todavía tiene ella para nosotros a pesar de haber
terminado. Además, imagina la situación en la que tu madre te
llame a gritos desde la cocina diciendo que cojas tu móvil, que «te
está llamando la zorra».
Y hay otros que usan una táctica más refinada y que, bajo mi
punto de vista, es la más acertada. Editan la entrada de su agenda
y cambian su nombre por la frase no coger, no descolgar o cualquier
otra variante. Personalmente me decanto por no responder, es un
muy buen recordatorio de la manera de actuar que debemos se-
guir de ahora en adelante para las llamadas y los mensajes.
De esta manera conseguirás que poco a poco te vayas insensi-
bilizando ante sus tentativas, algo muy importante. Por otra parte,
sembrarás la duda en su conciencia debido a que tu reacción no
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concuerda con lo que ella tiene previsto que hagas. Recuerda que
sólo hay dos opciones: o insistirá sin dudarlo o no volverás a te-
ner noticias de ella.
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7.1.1. ¿OIGA? ¿ES LA GUERRA?
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en la trampa y no le respondas con otra llamada, ni tan siquiera
perdida. Piensa que si te quiere decir algo importante te volverá a
llamar y, si no lo hace, ya tienes la respuesta a sus intenciones.
En caso que te pida explicaciones de por qué no le contestaste
o por qué no cogiste la llamada, has de tener claro que en la situa-
ción actual ella no es nadie para exigirte nada. Si sucediera, si no
quieres darle una contestación con acritud puedes inventarte
cualquier excusa, algo así como que te olvidaste de devolverle la
llamada, que nunca te llegó, que tienes el móvil un poco raro
últimamente y hace cosas extrañas, que lo dejaste olvidado en ca-
sa o cargando… Arriba la imaginación.
Sin embargo, si te llama y llevas el teléfono encima tienes dos
opciones lógicas que, a pesar de ser obvias, no siempre tenemos
en cuenta alguna de las dos. Si realmente no quieres responder,
puedes dejar que suene hasta que se canse y cuelgue o se termine
el tiempo de llamada. No finalices tú la llamada porque será como
si hubieses respondido «no me llames, no quiero hablar contigo»,
transmitiéndole así mucha información.
No obstante, no debes hacer siempre lo mismo, debes ser
creativo, y para eso existe una táctica igual o más efectiva, y es
descolgar el teléfono después de hacerla esperar un poco, como si
estuvieses ocupado con algo interesante que no podía esperar, al-
go más importante que responder su llamada. Una vez hayas
contestado, debes hacer que la conversación sea lo más corta y
anodina posible.
No debes ser grosero ni maleducado, simplemente mostrarte
distante y algo seco. Recuerda que no debes darle información
sobre ti, tu vida, tu estado de ánimo o qué ropa te has puesto hoy.
No olvides el aspecto no verbal de la comunicación, así que con-
trola tus reacciones, el tono de tu voz y el cariz que le des a tus
palabras.
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Ella intentará sacar conversación para que, con esa excusa,
poder decirte lo que le venga en gana, seguramente algo que te
hará daño o te desconcertará, pero debes estar atento y cortar la
cháchara en cuanto puedas.
Por ejemplo, dile que ahora mismo estás ocupado, o que tienes
cosas que hacer, o que te pilla en mal momento, pero nunca le di-
gas que no te apetece hablar con ella ni nada que pueda hacerle
entender que te molesta escuchar sus tonterías. Si algo te molesta
es signo de que te importa, en mayor o menor medida, y lo que
precisamente quieres hacer es mostrarle tu indiferencia y tu falta
de interés, de manera que comenzará a perder confianza en sí
misma.
Para terminar, dile que ya la llamarás cuando puedas. Esto va a
ser el toque de gracia definitivo, porque ahora será ella la que
tendrá que esperar por ti y no al revés. Ella sabrá tu grado de in-
terés respecto a ella porque éste es inversamente proporcional al
tiempo que la hagas esperar.
Si tu respuesta se retrasa o, incluso, no llega jamás, se sentirá
insegura y la incertidumbre la desconcertará aún más. Empezará a
tener pensamientos como «qué estará haciendo que es más importante
que llamarme» y cosas por el estilo.
Ya no estás con ella, que se dé cuenta.
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52
7.1.2. SMS, MMS Y DEMÁS
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envía un mensaje en blanco de manera intencionada para que
pienses que el contenido se ha borrado por el camino y tú le res-
ponderás pidiéndole que te lo envíe otra vez porque no lo
recibiste correctamente. Así comprobará que todavía te tiene
atrapado en su red y le darás seguridad para que ella siga por ahí
vacilando.
Son pocas las veces en las que he recibido un mensaje de este
tipo y cuando ha ocurrido ha sido debido a que la otra persona ha
introducido el destinatario antes de escribir el contenido y lo ha
enviado por error antes de tiempo. Primera moraleja: primero re-
dacta y luego pon el número de teléfono de la persona a la que va
destinado. Segunda moraleja: un mensaje en blanco no se borra
en el trayecto entre un móvil y otro, siempre está vacío antes de
ser enviado.
Otra táctica que suelen usar es la del mensaje informativo. Por
ejemplo, te escribe que te echa de menos, que está triste, que re-
cuerda los momentos que pasabais juntos, que no cree que
encuentre a nadie como tú o que en la ducha se entretiene más de
lo debido en su higiene íntima mientras piensa en ti. Te puede es-
tar mintiendo o te puede estar diciendo la verdad, no lo sé y tú
tampoco, pero debes tener claras varias cosas.
Primero, ese mensaje intrascendente no significa que quiera
volver contigo porque, a no ser que te lo escriba explícitamente
son simples conjeturas e interpretaciones que has hecho tú a par-
tir de sus palabras. Incluso en el hipotético caso que redacte un
mensaje en el que de manera totalmente directa te dijese que
querría otra oportunidad, ni tú ni yo sabemos si miente o no.
Segundo, a no ser que te especifique claramente que quiere
una respuesta tuya al respecto, simplemente te está informando
de algo. Por ejemplo, si a tu móvil llega un mensaje de publicidad,
¿verdad que no respondes para decir que no estás interesado en
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un Porche Cayenne? Pues ahí tienes un mensaje intrascendente que
no debe ser contestado.
Ahora bien, existe la táctica del mensaje con acuse de recibo. Este
mensaje puede ser de cualquier índole pero la diferencia funda-
mental con respecto a los otros es que en este caso sí pide
directamente que le contestes algo en respuesta al mismo. Nor-
malmente sabrás que te solicita una respuesta porque te formula
abiertamente alguna pregunta en él.
En este caso está en tu mano tomar la decisión que consideres
más oportuna, es decir, responder o no. No puedo aconsejarte
sobre cuál opción debes elegir pero sí te puedo dar algunas direc-
trices en caso de que decidas enviarle un mensaje en respuesta al
que ella te ha enviado.
Si te pregunta por algún aspecto de tu vida, recuerda que de-
bes dar la menor cantidad posible de información. Tu respuesta
ha de ser corta, explícita y debe mostrar indiferencia, así que no
andes diciéndole lo mal que estás o cuánto la echas de menos, y
mucho menos preguntándole alguna cuestión sobre ella o su vida.
Te tienes que limitar a transmitir la menor cantidad de informa-
ción posible y nunca solicitar por tu parte ningún dato
concerniente a su vida.
Por otra parte, si te dice que quiere quedar contigo sin especi-
ficar nada más, pregúntale directamente el motivo y espera a su
respuesta. Dependiendo de lo que te diga tendrás que dar el si-
guiente paso. Por ejemplo, si te dice que quiere quedar para tomar
algo, ir al cine o simplemente verse las caras, recuerda que no sois
amigos. La mejor respuesta es decirle que tienes otro plan pero
que ya la avisarás para quedar otro día.
O bien, si te dice que quiere hablar contigo, que especifique
claramente qué tema quiere tratar. Si consideras que es algo im-
portante entonces la decisión está en tus manos, pero si es algo
55
intrascendente le puedes decir tranquilamente que de eso se pue-
de hablar por teléfono.
Y ya sabes qué hacer cuando llame a tu teléfono.
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7.2. CORREO BASURA
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queda bien, pero luego en la práctica todos somos curiosos por
naturaleza y muchas veces nuestra curiosidad nos jugará malas
pasadas.
Aquí ella también puede usar la táctica del mensaje en blanco.
En toda mi vida, al igual que con los SMS y MMS, jamás he reci-
bido un mensaje de correo que haya perdido su contenido por el
camino. Todos los mensajes sin contenido han sido enviados así,
por error o a propósito. Un mensaje en blanco es otro anzuelo
porque, si contestas y picas, sabrá que tiene pescado asegurado.
Has de saber que hoy en día cualquier proveedor de e-mail te
permite configurar algunos filtros para la bandeja de entrada. De
esta manera, ciertas direcciones de correo son reconocidas como
spam, o correo basura, y los mensajes remitidos desde esas direc-
ciones son enviados directamente a la papelera o a alguna carpeta
específica.
Esta solución resulta práctica cuando no deja de enviarte los
típicos mensajes en cadena que la gente suele reenviar a todos sus
contactos, por ejemplo. Puedes estar tranquilo, no conozco a na-
die que haya muerto por no enviar a todos sus contactos un
dichoso correo electrónico. Además, te librarás de borrar tú mis-
mo sus mensajes y evitarás leerlos. Es una solución contundente y
efectiva para filtrar correos indeseados, y debes pensar que sus
mensajes lo son.
A lo mejor piensas que si haces esto te puedes perder algún
mensaje importante en el que te escriba información valiosa, o te
diga cuánto te echa de menos, o te confiese que ha hecho muchas
cosas mal y te pide una oportunidad.
Tonterías.
El inventor del correo electrónico no lo usaría para algo im-
portante, ¿qué te dice eso a ti? ¿Acaso no tiene tu teléfono móvil
o el de tu casa? Claro que sí, y si quisiera comunicarte algo impor-
58
tante no lo haría por e-mail, así que no te preocupes, borra sus
mensajes sin miedo.
Y, por supuesto, no los respondas.
Los e-mails que te envíe han de ser borrados directamente sin tan
siquiera abrirlos. Lo que te tenga que decir será intrascendente, y
si te quiere decir algo importante, que use otros medios.
59
60
7.3. EL TELÉFONO FIJO
61
Aquellos eran teléfonos simples, que no tenían melodías curio-
sas sino el mismo sistema que los antiguos despertadores de
campanas. Aquel sonido estridente era el aviso cuando te llama-
ban y, por supuesto, no había manera de saber quién era hasta
que no descolgases el auricular porque no tenían una pantallita
donde apareciese el número.
Eran tiempos analógicos, no tan digitales como ahora. Pero no
todos son cambios a peor, porque afortunadamente hoy en día,
con esos teléfonos tan modernos y con esas pantallitas de cristal
líquido, si tienes el servicio de identificación de llamadas activado,
puedes decidir si quieres descolgar el teléfono o no en función de
quién te esté llamando.
En general, la táctica a utilizar ha de ser la misma que con tu
teléfono móvil. Todo lo que te voy a contar a continuación no es
más que una aplicación de todo lo que has aprendido en ese capí-
tulo con la salvedad que ha de ser adaptado a ese teléfono que
tienes en tu casa.
Si tienes un contestador, será un símil de lo que puede ocurrir
con los SMS o MMS. Recuerda los diferentes tipos de mensajes
que puedes recibir, vacío, informativo o con acuse de recibo, y cómo de-
bes actuar ante cada uno.
Si ves llamadas perdidas, actúa igual que cuando las ves en tu
móvil, no le respondas con otra llamada. Eso sí, las excusas que
uses han de ser adaptadas a las características de tu teléfono, por-
que no creo que cuele decir que te lo dejaste en casa porque es
obvio que no lo puedes arrancar de la pared y llevártelo. Una
buena excusa es decir que saliste y no tienes costumbre de andar
mirando quién te ha llamado cuando vuelves a casa.
Si estás presente y sabes que es ella no debes descolgar. Si de-
cides contestar, siempre después de un par de tonos, debe ser una
conversación rápida en la que te debes mostrar distante y seco.
62
Coméntale que tienes algo que hacer y termina diciéndole que ya
la llamarás, es un comodín que sirve de mucho para nuestro
propósito.
Si no vives solo, enseña a tu familia o a tus compañeros de pi-
so que si es ella quien llama deben decirle que no estás en casa, o
que estás durmiendo, o que estás en la ducha, o cualquier otra ex-
cusa. En alguna ocasión se despistarán y tendrás que atender la
llamada, pero ya sabes cómo actuar.
Si te ha quedado claro lo que debes y lo que no debes hacer
cuando llame a tu móvil, el resto es coser y cantar. Lo único que
cambia es el aparato que usas.
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64
7.4. TERRORISMO INSTANTÁNEO
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una relación simbiótica. Otras veces era un mero pasatiempo po-
co productivo con el que ocupabas la tarde.
Cuando la cosa cuajaba y conseguías quedar a solas con ella, la
mejor manera de mantener una conversación era usar la excusa
de ir al cine, a tomar un refresco o simplemente sentarse en el
banco de un parque a charlar. Eso sí, lo que ocurría después de la
conversación dependía enteramente de tu estrategia.
Hoy en día la situación ha cambiado a peor, según mi punto
de vista, y se ha vuelto más digital. Ahora el proceso de flirteo y
conquista se realiza mediante otras herramientas de las que no
disponía en mi época de juventud. Supongo que es la evolución
natural de las cosas y habrá que adaptarse, nos guste o no a los
clásicos más nostálgicos.
Los servicios de mensajería instantánea como el Messenger,
AIM, Gtalk, Skype u otros son soluciones increíbles cuando que-
remos comunicarnos con alguien de manera escrita e incluso de
manera audiovisual si alguno de los dos tiene una webcam, micró-
fono y altavoces.
Mediante esos programas nos podemos poner el nombre que
queramos, como osito de peluche o latin lover. Incluso una frase con
mensaje, desde el meloso «mi amor, eres todo para mí, te quiero mucho y
nunca, nunca dejaré de amarte» hasta el ya clásico «eres una descendiente
directa en primer grado de una cortesana de dudosa moral», uno de mis
favoritos.
Lo mejor y, a la vez, lo peor de esto es que todas las personas
en nuestra lista de contactos podrán leerlo. Te puedo asegurar
que en más de una ocasión me han dado arcadas por causa de los
nombres de mis contactos.
Este tipo de programas son una gran ayuda para las personas
que son muy tímidas o tienen alguna dificultad de comunicación.
Pero también es un problema porque, toda esa gente que reúne el
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valor suficiente para escribir todo eso detrás de una pantalla y un
teclado luego se vuelven unos cobardes cuando tienen a la otra
persona delante.
Siempre he pensado que si no tienes el valor de decirle esas
cosas a la otra persona a la cara tampoco deberías escribirlas, pero
es sólo mi opinión.
Además, otro problema de estos sistemas de comunicación es
que las conversaciones son muy pobres. ¿Por qué digo esto? Por-
que se prescinde de una parte importantísima de la información
que es la comunicación no verbal, es decir, todo aquello que
transmitimos más allá del significado de las palabras que decimos,
como el tono e intensidad de nuestra voz o los gestos faciales y
corporales.
Existen los emoticonos, un neologismo que ha surgido de la
combinación de las palabras emoción e icono. Son esas caritas de co-
lores extraños y con gestos que intentan suplir esa falta de
información, pero ese sistema es muy deficiente. A pesar de esos
monigotes se sigue perdiendo mucha información importante y
enriquecedora para las conversaciones.
Una vez tuve una relación en la que mi novia y yo nos comu-
nicábamos principalmente usando estos programas de mensajería
instantánea, y no era porque viviésemos lejos el uno del otro ni
nada parecido, de hecho nuestras casas estaban a diez minutos de
distancia en coche. La cuestión es que estábamos más tiempo dis-
cutiendo que hablando tranquilamente, simplemente porque muy
a menudo mis palabras eran malinterpretadas por ella y viceversa.
Definitivamente, estos programas son la mayor fuente de ma-
lentendidos que pueda tener una relación. A partir de esa
experiencia, cada vez que conozco a una chica y me pregunta mi
dirección de correo respondo rápidamente que yo no uso esos
programas, prefiero lo tradicional.
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Ahora bien, todo este mundo digital es un peligro cuando se
ha terminado nuestra relación, porque ella aprovechará estos me-
dios para hacer lo que le venga en gana y, a menudo, nos hará
sentir muy mal.
Es muy jodido cuando al día siguiente de haber terminado la
relación ella inicia sesión y su nombre es «mujer soltera busca plátano
y dos huevos para un arroz a la cubana» o «mientras llega mi media naranja
esperaré comiendo mandarinas». Son dos ejemplos que se me acaban
de ocurrir y no es que tenga hambre. Es curioso cómo el tema
alimenticio da tanto juego, ¿verdad? Estoy convencido de que la
realidad supera con creces la ficción, así que seguro que habrá al-
guna frase con más mala idea que estas dos.
Ella aprovechará esa seguridad que le ofrece el ordenador para
decirnos muchas cosas que a lo mejor no se atrevería a pronun-
ciar si estuviésemos frente a frente. Usará este sistema para
pedirte información sobre tu vida y, de paso, decirte muchas co-
sas que te van a molestar. Además, si a menudo interpretamos de
manera errónea lo que nos dicen a través de este sistema de co-
municación, en nuestro caso vamos a malinterpretar casi todo.
Es por esta razón que hay que evitar a toda costa hablar con
ella a través del ordenador porque prácticamente todo lo que nos
diga será interpretado de manera que nos va a hacer daño y noso-
tros vamos a responder en consecuencia.
¿Alguna vez has tenido algún contacto especialmente pesado?
Yo sí. ¿Cómo has actuado en ese caso? Supongo que a estas altu-
ras sabrás que existe una opción con la que puedes silenciar
completamente a tus contactos.
No dudes, hay que ser tajante, hay que eliminar y bloquear. ¿Y
por qué? Porque tienes que aislarte de ella todo lo posible.
Si la eliminas no podrás saber cuándo entra o cuándo sale,
cuánto tiempo está conectada ni qué nombre se ha puesto hoy. Y
68
si la bloqueas, ella tampoco podrá saber nada de ti ni podrá
hablarte. Además, tampoco te verá conectado, con lo cual pen-
sará que no estás frente al ordenador, agazapado como un lince al
acecho esperando a que ella se conecte, sino haciendo cualquier
otra cosa que no dependa de ella.
Debes derivar cualquier forma de comunicación escrita hacia
tu móvil, y si has aprendido cómo debes actuar cuando te llame,
no habrá problemas.
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7.5. REDES DE TORTURA
71
posteriores realizados en humanos confirmaron que las personas
serían capaces de abandontar prácticamente todo, desde su higie-
ne personal hasta sus deberes familiares, con tal de continuar
recibiendo esa estimulación.
Es un estado emocional al que se le han atribuido multitud de
nombres: curiosidad, interés, búsqueda de alimento, anticipación,
deseo, esperanza… Finalmente se ha establecido en búsqueda.
Esta área cerebral es la principal responsable de esa pulsión de
búsqueda, el mecanismo de motivación que poseemos los mamí-
feros. En la práctica es lo que provoca que cada diez minutos
entres en tu perfil on line para comprobar si alguien te ha hecho
un comentario o si ella ha publicado alguna foto ligera de ropa.
En realidad, la culpa de todo la tiene la dopamina, un neuro-
transmisor, que provoca que sintamos esa necesidad.
Pero la cuestión no acaba ahí, porque hay quienes han con-
fundido la realidad social con el mundo virtual de estas páginas.
Estos sistemas de interrelación pecan de simplicidad porque, en la
vida real, las relaciones interpersonales no se pueden distribuir en
amigos y no-amigos.
En el mundo real existen multitud de grupos y subgrupos en
los que clasificar a todas las personas que conocemos, pero en las
redes sociales, supongo que para dotar de sencillez al sistema, te-
nemos que decidir quiénes son amigos y quiénes no. ¿Dirías lo
mismo de las personas con las que relacionas en tu vida diaria?
Tienes compañeros de clase, de trabajo o familiares, y no necesa-
riamente los consideras como amigos.
Parece ser que si no tienes una cuenta propia en una red social
eres un misántropo, un bicho raro aislado del mundo, viviendo en
una cueva de una montaña o en la oscuridad de las cloacas. Hay
quien tiene una cuenta y parece que está compitiendo por conse-
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guir el mayor número de amigos posible, como si esto fuese un
reflejo de mayor sociabilidad.
¿Con cuántos de esos amigos puedes quedar para tomarte un
café? ¿Con cuántos de ellos has salido de fiesta? ¿Cuántos te han
dado un abrazo cuando has estado triste?
Cuando te planteas estas y otras preguntas es cuando te das
cuenta que muchas de esas personas que has agregado a tu grupo
de amigos no son más que conocidos o incluso menos, nombres
en una lista. Quizás todo dependa del concepto que cada uno de
nosotros tengamos sobre lo que es una amistad y lo que no.
Resulta que tienes una cuenta y un perfil con toda tu informa-
ción acerca de tus amigos, tus aficiones y hasta tu estado civil.
¿Cómo no vas a agregar a tu novia a tu grupo de amigos?
Además, configuras tu perfil para que todo el mundo sepa que
estás en una relación con ella. Compartes información con ella, le
dejas mensajes de amor en su perfil y ves cómo algunos de sus
amigos le escriben comentarios babosos en sus fotos. Vamos, to-
do lo que se pueda pedir y más.
Si por alguna casualidad has cometido el error de agregarla a tu
grupo de amigos es hora de que pienses fríamente si ahora que ya
no estás con ella la sigues considerando como tal. Es posible que
en otra época de tu vida ella haya formado parte de tu club de
ajedrez, pero desde que se convirtió en tu novia dejó de ser tu
amiga.
No dudes, ya te lo dije antes, después de lo que ha sucedido
entre ella y tú jamás podrá existir una amistad, así que lo correcto
es que la elimines definitivamente. Los angloparlantes se han in-
ventado la palabra unfriend, que es lo mismo que cuando los niños
pequeños dicen a sus compañeros de clase «ya no eres mi amigo» pe-
ro en versión extranjera.
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Este término fue elegido como palabra de 2009 según el New
Oxford American Dictionary. Esta palabra ha sido definida como un
verbo que significa la eliminación, en una red social, de una per-
sona que antes era considerada como un amigo. Pues bien, tú
tienes que hacer eso mismo con ella.
Una vez la hayas eliminado de tu lista de contactos, deberías
configurar las opciones de privacidad de tu cuenta para que sólo
tenga acceso a tu información tu grupo de amigos y nadie más.
Así conseguirás que ella no sepa nada de tu vida ni tenga posibili-
dad de escribirte nada.
Ahora bien, la mayor parte de los usuarios de las redes sociales
las utilizan para espiar las actividades de sus antiguas parejas. Hay
quien dice que es más de un ochenta por ciento de usuarios, pero
no sé hasta qué punto estos datos son totalmente fiables.
Lo más aconsejable es que evites formar parte de esa estadísti-
ca, así que tendrás que tener suficiente autocontrol como para
evitar caer en la tentación de echar un vistazo a su perfil. Es muy
difícil controlar ese impulso de curiosidad, pero recuerda a las ra-
tas de aquel experimento.
No lo hagas, nunca, porque seguramente lo que verás te podrá
hacer daño. Si ella hiciera lo mismo que tú, impedir tu acceso a su
información, sería mucho más sencillo para ti, pero no podemos
depender de sus acciones, sino que debes actuar tú mismo y
siempre a tu favor.
En algunas redes sociales existe la opción de bloquear a cual-
quier usuario que desees, lo cual está realmente bien. Cuando
realizas ese bloqueo consigues que, por una parte, esa persona no
pueda acceder a tu información y, por otra, tú tampoco puedas
acceder a la suya.
¿Qué te parece?
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Sinceramente, a mí me parece una opción realmente genial.
Piensa que de esta manera no tendrás que esforzarte para evitar
echar un vistazo a su perfil porque simplemente desaparecerá de
esa la red social como si nunca hubiera formado parte de ella.
Eso sí, ahora el esfuerzo será no quitarle el bloqueo, pero eso ya
es cosa tuya.
Decide siempre lo mejor para ti.
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7.6. CUADERNO DE BITÁCORA
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Por cierto, y a modo de curiosidad, esta expresión no significa
que estés comiendo un cóctel de gambas, cojas una gamba y la in-
troduzcas en salsa rosa hasta pringarte los dedos. Es que gamba en
italiano significa pierna.
Bueno, si dejamos a un lado las clases de vocabulario italiano y
volvemos a la escritura en tu blog, es un error que expreses de
manera escrita y públicamente esa clase de información. En reali-
dad tienes que aparentar precisamente todo lo contrario,
mostrarle al mundo que la vida es fantástica ahora que no tienes
parásitos que te roben tu alegría y tus ganas de vivir.
Por supuesto, tampoco es aconsejable que la pongas a caer de
un burro, que escribas insultos especialmente dedicados para ella
ni que publiques detalles privados, como aquel lunar tan curiosa-
mente ubicado o aquellas fotos subidas de tono que le tomaste.
Ya ha habido precedentes de denuncias por estas y otras cosas,
así que cuídate de disgustos.
La solución más sencilla es que si te apetece escribir alguna in-
formación sensible, y cuando digo sensible me refiero a datos que
tengan que ver con ella, no dudes en hacerlo. Escribir es un ejer-
cicio que ayuda a plasmar físicamente las ideas y sirve para
ordenarlas, pero no lo hagas público. Guárdalo en tu ordenador,
usa una libreta, una servilleta o papel higiénico, da igual, pero no
permitas que ella lo lea.
Las publicaciones que escribas en tu blog han de ser intrascen-
dentes o bien deben tratar sobre temas generales que no tengan
nada que ver con tu antigua relación. Puedes hablar sobre temas
de tu interés, la música que sueles escuchar, tu receta para cocinar
arroz aromático con ternera y curry o las fotos de la chica del mes
de la revista Playboy. Si te falta inspiración, siempre puedes probar
a leer la prensa diaria, es una fuente inagotable de temas sobre los
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que divagar. Si esto no es suficiente, puedes hablar por ejemplo
del famoso gato del físico austriaco Erwin Schrödinger:
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A pesar de que resulte una idea tentadora, tampoco debes pu-
blicar nada acerca de tus nuevas conquistas amorosas a modo de
venganza o alarde. Nadie debe saber con quién te acuestas, qué
haces en la cama o con quién te levantas, salvo tu compañía, claro
está. Recuerda que nunca sabes quién puede llegar a leer lo que
escribes.
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7.7. ESPIONAJE Y COACCIÓN
Dice la canción «yo quiero tener un millón de amigos» pero creo que
tener un número tan grande no es aconsejable, a la par que impo-
sible. Imagina, por ejemplo, el dineral que tienes que gastar en
regalos de cumpleaños aunque, visto por otra parte, tendrías mu-
chas fiestas a las que asistir como invitado.
Los seis grados de separación es una hipótesis que sostiene
que dos personas en el planeta, que no se conocen entre sí, pue-
den estar conectadas a través de una cadena de no más de cinco
conocidos intermedios, siendo un total de seis enlaces.
El concepto se basa en la idea de que el número de conocidos
aumenta de manera exponencial con cada enlace de la cadena, y
sólo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el
conjunto de conocidos forme una red humana que englobe a la
población total del planeta.
Sin embargo, esta teoría tiene mucho de leyenda urbana y poca
validez científica, ya que el experimento que pretendía conferirle
una base sólida no ofrecía datos serios. A pesar de ello, observa-
remos cómo en el día a día se confirmará aquella manida frase
que dice que el mundo es un pañuelo. Es más, podrás comprobar
que, además de ser un pañuelo, está muy usado, lleno de mocos y
demás fluidos corporales.
Lo primero que debemos hacer es saber diferenciar a las per-
sonas que conocemos y distribuirlas en distintos grupos. Por un
lado estarán los grandes amigos, los colegas de toda la vida, esas
personas en las que depositas tu confianza de manera incondicio-
nal. Ellos son uña y carne contigo, y van a hacer todo lo posible
para ayudarte. Por otro lado se encontrará el resto de amigos y
conocidos.
81
En estos grupos existirá gente que por alguna casualidad for-
men un nexo de unión entre ella y tú, puentes de información.
Tus mejores amigos, en teoría, no van a fallarte, siempre y cuando
ellos también te consideren como uno de sus mejores amigos. Si
les pides que no te cuenten nada sobre ella y, mucho menos, le
cuenten a ella nada de ti, harán lo que esté en su mano para ayu-
darte.
El problema aparece cuando alguna vez ella fue una de tus
mejores amigas en cierto momento de tu vida y forma parte de
ese grupo cercano a ti.
Como decía el MC zaragozano Javier Ibarra Ramos, más co-
nocido por su nombre artístico Kase.O, «quizás fueron las ruinas que
dejé detrás, por eso hoy no le temo al fuego pero sí a las cenizas». El amor
es el fuego que, cuando se apaga, sólo deja cenizas a su paso.
Aquella amistad que compartías con ella previamente a tu rela-
ción amorosa no volverá, hazte a la idea, así que te encontrarás en
la extraña situación en la que tu ex novia es parte de tu grupo más
cercano de amigos. Tranquilo, más adelante te contaré qué debes
hacer al respecto.
En cuanto a los grupos formados por los amigos de segundo
orden y resto de conocidos generales puede que haya individuos
que a veces resulten ser auténticos enemigos.
Muchas de estas personas son más falsas que Judas, porque
detrás de su máscara son auténticos chivatos y soplones. Son per-
sonas que no saben guardar un secreto, gente chismosa que
disfruta aireando la vida de los demás por todas partes y a todo el
mundo. Son como esos individuos que participan en los progra-
mas del corazón, prensa rosa llaman a esa basura del periodismo.
Muchos no lo hacen con mala idea, hasta habrá quien piense
que está haciendo lo correcto, que está salvando la capa de ozono
o las ranas azules de la selva del Amazonas. Si es así no puedes
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cambiarlos porque están diseñados por la naturaleza a ser de esa
manera y ni ellos pueden luchar contra ella. Sin embargo, también
los habrá que lo hacen con mala idea, con saña, sólo por joderte
la existencia.
Lo principal es conseguir localizarlos e identificarlos, como el
asesino de la película de Fritz Lang que llevaba una «M» marcada
con tiza en su gabardina. Una vez lo hayas hecho, debes evitar
contarles nada de lo que te suceda y mucho menos cómo te sien-
tes, porque será como si estuvieses hablando directamente con
ella. Recuerda que si no tienen información vital no podrán com-
partirla.
Sin embargo, lo ideal es que te vean disfrutando de los place-
res de la vida como si nada hubiese cambiado o, incluso, todo
hubiese cambiado a mejor. Es más, si te ven en compañía feme-
nina, aunque sea una compañera de trabajo, de clase, una prima
lejana o la novia de un amigo, mucho mejor. Cuando estos chis-
mosos le transmitan esa información a ella ten por seguro que no
le va a sentar nada bien.
Por otra parte, no creo que te interese saber que la vieron ma-
greándose con un tipo el otro día en el parque o que ahora se
dedica en su tiempo libre a ejercer como dominatrix en el club
sadomasoquista de la tercera edad. Tampoco es agradable cuando
están todo el santo día, los siete días de la semana, intentando
convencerte en cada instante para que te lo pienses mejor, quedes
con ella, o la llames, o directamente vuelvas de nuevo con ella.
A esta clase de individuos no les puedes decir abiertamente
que no quieres saber nada de ella y que no quieres que te estén
comentando nada al respecto porque se encargarán de transmitír-
selo a ella.
Si lo hacen, no debes invitarlos a que se entretengan introdu-
ciéndose objetos por cualquier cavidad corporal que les apetezca.
83
En su lugar, muéstrate indiferente ante sus comentarios, termi-
narán por cansarse ante tu pasividad y falta de respuesta.
Que se ocupen de sus asuntos.
Si tu indiferencia no es suficiente como para que cesen en su
empeño, quizás deberías ir pensando en cambiar de amigos.
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7.8. FAMILIA POR ACCIDENTE
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Aunque resulte duro pensarlo, tus suegros te aceptaban sim-
plemente porque eras el novio de su hija, solamente por ese
detalle. Y esto es extensible para el resto de su familia, por su-
puesto.
Da igual que ella te haya tratado como un despojo, ellos son su
familia y los lazos de sangre son más fuertes que la razón. Aun-
que no lo creas, los padres saben perfectamente qué clase de hija
tienen, te lo puedo asegurar, pero no pueden hacer nada para re-
mediarlo. Así que olvídate de las reuniones familiares de los fines
de semana, las croquetas que preparaba su abuela o las albóndigas
en salsa que hacía su madre.
Además, y siguiendo este principio universal, la situación no es
mucho más alentadora si has sido tú quien la ha tratado mal. Una
familia rencorosa actúa como un sistema de defensa muy eficien-
te, así que ni se te pase por la cabeza que puedes dialogar con
ellos de manera civilizada para obtener su perdón. Es mejor que
te olvides de ellos si no quieres perder alguna parte de tu cuerpo
en el camino.
De cualquier manera, si por alguna casualidad sigues mante-
niendo el contacto con algún miembro de tu antigua familia
circunstancial, todo lo que digas o hagas será transmitido directa-
mente hasta ella.
Incluso tendrás un informe pormenorizado de todos los deta-
lles referentes a su vida, el nuevo novio que se ha conseguido o el
crucero al que fue con sus amigas solteras y desinhibidas a cual-
quier lugar exótico, del que trajo muchos regalos para toda su
familia y un extraño herpes genital. Esos son recuerdos para toda
la vida.
Ten presente que ellos no son tus amigos pero tampoco son tu
verdadera familia así que, ¿qué lazos te atan a ellos? Había uno,
86
esa chica que era tu novia, pero ya ha desaparecido y con ella
también se debería ir su familia.
Así que, si te queda algo de tu instinto de supervivencia, aléjate
todo lo posible de ellos.
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88
8. PROBABILIDAD Y POSIBILIDAD
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matemáticas del multiverso obtuvieron resultados sobre el núme-
ro de posibles universos.
Llegaron a la conclusión que, usando el sistema de estimación
más simple, la menor cantidad posible es de ~10700 universos. Es-
to quiere decir que, a pesar de parecer una cantidad
increíblemente grande, en realidad el número podría ser incluso
mayor.
Pero lo que resulta más inquietante de todo el artículo aparece
cuando explican que esta enorme cantidad de información se ve
limitada por la capacidad del observador para registrar los datos.
¿Qué quieren decir con esto?
Una persona es capaz de registrar a lo largo de su vida ~1016
bits de información. En otras palabras, el cerebro humano puede
albergar 10160 configuraciones distintas, así que una persona sola-
mente sería capaz de distinguir y diferenciar entre sí ese pequeño
número de la cantidad total de universos posibles.
Qué profundo, ¿no te parece? Vale, quizás no, pero para mí
resulta inquietante lo limitado que se encuentra nuestro cerebro
ante el conocimiento.
Bueno, volviendo a la estadística, la menor probabilidad posi-
ble es aquella que se da una vez cada Googol de años. Para hacerte
una idea, el universo tiene ~1,4·1010 años de antigüedad, así que
nadie vive tanto como para poder verlo.
Simplificando, en nuestro universo la probabilidad de que ocu-
rra cualquier suceso nunca será cero. ¿Esto qué significa? Que si
se dan las variables adecuadas y el tiempo suficiente, cualquier co-
sa puede suceder, por muy improbable que parezca.
Podríamos afirmar entonces que no existe la probabilidad ce-
ro, pero en realidad sí que existe, al menos como concepto
teórico. Sin embargo, en la práctica no es así, porque la improba-
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bilidad no está reñida con la imposibilidad. Es un trabalenguas,
pero es más sencillo de entender con un ejemplo.
En la teoría, un dado tiene 6 caras, todas ellas marcadas con
los números del 1 al 6. ¿Cuál es la probabilidad de que tiremos un
dado teórico y salga un 7? Evidentemente la probabilidad es 0 pe-
ro es posible que uno de estos dados teóricos sea de fabricación
defectuosa y venga con un 7 en lugar de un 4, por ejemplo.
En este caso la probabilidad es muy baja porque el hecho no
tiene periodicidad, es decir, no sigue un patrón de repetición. Si
ocurriese que 1 de cada 10000 dados fabricados viniese con un 7
impreso en una cara, la probabilidad sería 1/10000. Son los suce-
sos periódicos los que determinan en gran medida su
probabilidad.
Edward N. Lorenz, matemático y meteorólogo estadouniden-
se, fue quien acuñó por primera vez el popular término de «efecto
mariposa». En su libro La esencia del caos resumió la importancia de
la periodicidad:
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en alguna ocasión te parece que todo el mundo está confabulando
en tu contra.
Aquí van algunos ejemplos.
Para bien o para mal, todo es posible. Esto significa que en cual-
quier momento se puede dar una situación que no contabas con
que ocurriese. Espera lo mejor y prepárate para lo peor.
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8.1. HOGAR, AMARGO HOGAR
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entre ella y tú. El autor puertorriqueño Julio Rodríguez Reyes
compuso una canción titulada El mar y el cielo en la que decía «mi
vida la controlan las leyes pero en mi corazón, que es el que siente amor, tan
sólo mando yo».
La solución en estos casos pasa por deshacer todo el tema le-
gal, vender las propiedades en común y buscar un techo donde
poder vivir alejados de ella. Lamentablemente existen ocasiones
en las que esto no es posible.
Me atrevo a decir que la peor situación que puedes soportar es
tener que vivir bajo el mismo techo que tu ex novia debido a que
tu situación económica o la de ella no permite la separación defi-
nitiva.
A pesar de esto, si la casa es de su propiedad, intenta escapar
en cuanto puedas de ese lugar maldito. Si quiere echarte de su
hogar no dudes ni un segundo que lo hará sin pestañear, y puede
usar tácticas diversas para conseguirlo.
Por ejemplo, al ser la propietaria y tú su inquilino nada le im-
pide traer a su vivienda a cualquier tío que se le antoje, ya sea un
rollo de una noche o su nueva pareja. La situación es parecida a
ser un cornudo consentido que prepara la cena, limpia y recoge la
casa y pone sábanas limpias en la cama para la parejita.
Si la casa es tuya, deberías invitarla a que se marche lo antes
posible. Quizás te sientas como estuvieses abandonando a un ca-
chorrillo indefenso en la cuneta de una carretera comarcal perdida
en mitad de la nada. Deja de pensar esas tonterías, si tú tienes
amigos o familia que te acogerían en su casa sin ningún problema
ella también los tiene.
Su presencia coartará tu libertad para hacer lo que te dé la gana
con quien te apetezca. Imagina que conoces una chica increíble
que te insinúa ir a tu casa para estar más relajados. ¿Tú qué le di-
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ces entonces? «Espera que hago una llamada a ver si mi ex novia me ha
dejado la casa libre».
O mucho peor, aceptas su invitación sin comentarle nada
acerca de tu situación doméstica y esperando que tu compañera
de piso finalmente haya salido de fiesta con su grupo de amigos.
Cuando llegas a casa allí está ella en pijama, sentada frente al tele-
visor y enrollada en una manta. Sería una escena interesante para
una película de humor, pero creo que ninguna de las dos mujeres
encontraría la gracia en alguna parte y tú desearías esconderte en
cualquier lugar oscuro lejos de su presencia.
Al final te quedarás sin plan increíble y luego tendrás que
aguantar un tercer grado por parte de esa mujer que vive en tu ca-
sa y que desearías que desapareciera.
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96
8.2. MALDITO TRABAJO
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Puedes pedir un traslado, pero la otra sede de tu empresa está
en el extranjero y, a no ser que sepas hablar ruso y estés dispuesto
a congelarte el culo, no es una opción viable. Eso siempre que
trabajes en una empresa importante de expansión nacional o in-
ternacional, porque si es una pequeña empresa de presupuesto
modesto y ámbito local esta opción de traslado no va a estar dis-
ponible.
Puedes usar tácticas rastreras para provocar que sea ella la que
abandone su puesto de trabajo, como puede el mobbing, pero si no
quieres que te demanden por acoso laboral y te despidan por ma-
la conducta olvídate del tema. Además, tus valores, tu ética y tu
moral no pueden alcanzar cotas tan bajas como para llegar a usar
estos métodos tan rastreros.
O puedes actuar de la manera más natural posible, pensando
en ella no como en lo que fue, sino en lo que es ahora mismo. Es
una compañera más de trabajo con la que apenas tienes confianza
y con la que debes relacionarte lo menos posible, únicamente eso.
Tan sólo tienes que actuar en consecuencia, nada más.
No la esquives por los pasillos, dar media vuelta en cuanto la
veas aparecer no es un comportamiento muy sutil. Simplemente
intenta hablar lo justo y necesario con ella, de manera correcta,
pero al igual que cuando hablas por el móvil, distante y algo seco,
acortando las conversaciones todo lo posible.
Si por casualidad te pide algún favor, dile suavemente que
estás liado con cualquier otra cosa y, sintiéndolo mucho, no pue-
des ayudarla. Piensa que tú sólo haces favores a los amigos y a la
gente que te interesa, y ella no está dentro de esos dos grupos.
Si coincides en un despacho con ella, trata de estar el menor
tiempo posible en su compañía. Recuerda, nunca debes ser male-
ducado ni mostrarte molesto ante sus palabras o sus actos,
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porque si actúas de esa manera sabrá sobre ti mucho más de lo
que debería.
Evita en la manera de lo posible compartir el lugar de trabajo.
Por ejemplo, si hay una reunión a la que sabes que ella va a asistir
y en la que no eres imprescindible, o si después del trabajo los
compañeros han planteado ir a tomar algo y sabes que ella está
invitada.
No actúes como ella supone que lo harás. Quizás piensa que
tú intentarás estar el mayor tiempo posible cerca de ella pero tú
no lo vas a hacer. Así te irás acostumbrando a tu nueva situación
y ella se dará cuenta que lo que tenía antes ya lo podrá tener.
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8.3. LA DE LA MOCHILA AZUL
101
ósmosis, le dejas notitas en su asiento, entre las páginas de sus li-
bros o en los márgenes de las hojas de su libreta, y así mil
estupideces más.
¿Pero a ti te ha quedado claro algo de lo que te he dicho?
¿Simplemente estás leyendo las palabras o estás comprendiendo
lo que lees? La relación ya se terminó, así que has de mostrarte
con otro talante o ella sabrá que sigue teniéndote disponible en
cualquier momento. No le des la seguridad de tener un paracaídas
en la espalda cuando se lance al vacío, que haga caída libre de
verdad.
Has de que tener claro que tu educación es lo más importante
y no vas a dejar de asistir a clase por un motivo así. Piensa que tu
futuro depende de lo que hagas estos años, y ella no es parte de
él, eres tú quien tiene que forjarlo, así que continúa con tus estu-
dios a pesar de todo.
Si puedes cambiar de asiento, ponte lo más lejos posible de sus
inmediaciones, de manera que no tengas contacto visual directo
con ella. Si ella te mira es su problema, así comprobará lo bien
que te lo pasas cuando te rías de los chistes que te cuenta tu com-
pañero o cuando empieces a hablar con esa otra chica que se
sienta a tu lado.
Ante todo debes recordar que no debes parecer molesto, de-
bes ignorarla sin perder las buenas formas y, si se dirige a ti,
mostrarte distante, seco y hacer que la conversación sea lo más
corta posible. Es sencillo, actúa igual que cuando hables por telé-
fono con ella.
No le hagas favores, no le pases los apuntes de esa clase cuan-
do ella no pudo asistir porque estaba mala con fiebre, no le
ayudes con los problemas de matemáticas, no le expliques las du-
das que le quedaron sobre la última clase de termodinámica, no la
invites a un cappuccino descafeinado con sacarina.
102
Si se une en algún momento al grupo de compañeros con el
que te encuentras charlando, trata de marcharte en cuanto puedas
pero no de manera inmediata, o ella interpretará que te molesta su
presencia. Aunque sea verdad, tienes que mostrarte indiferente
ante sus palabras y acciones.
En resumen, trátala como tratas al resto de compañeros con
los que no tienes confianza o tienes muy poca. Si la miras como a
esa chica de clase que no te interesa lo más mínimo no fallarás.
103
104
8.4. LA SORPRESA DE LA FIESTA
105
tanto, de la presencia del otro. Si ella hace como que no te ha vis-
to, ni te molestes en llamar su atención o acercarte, que se atenga
a las consecuencias de sus actos. En realidad esto es lo mejor que
te puede suceder en estos casos, porque así ella sabrá que estás en
las inmediaciones y tú controlarás la situación.
Si te topas de frente con ella, salúdala verbalmente pero que
nunca haya un intento de contacto físico por tu parte, ni un beso,
ni dos, ni un abrazo, ni un apretón de manos. En caso que sea
ella la que busque contacto, intenta de manera cortés que sea lo
más breve posible. Por supuesto, los besos han de ser en la meji-
lla, a pesar de que tengas ganas de morderle los labios y continuar
bajando por el cuello. No sé tú pero yo no doy esa clase de mues-
tras de cariño a mis amigas a no ser que sean algo más que
amigas, obviamente. Ella es menos que una conocida, así que tra-
ta de actuar en consecuencia.
Conozco casos en los que después de que ella te haya plantado
un morreo en toda regla o te haya tocado alegremente tu entre-
pierna use alguna conocida excusa alcohólica, como «es que estaba
un poco bebida» o aquella de «estaba borracha que te cagas». Mentira, no
ha sido un desliz, simplemente le apetecía hacerlo y punto, por
eso ha actuado así. Como bien apunta el refranero popular, re-
cuerda que borracho y cochino no pierden el tino.
Es muy importante que no se note lo sorprendido que puedas
estar, y mucho menos lo molesto que te pueda resultar verla. No
inicies una conversación, y si ella lo hace, usa las mismas directri-
ces de siempre, muéstrate distante y seco. Corta la cháchara
alegando cualquier excusa como que tienes prisa, te esperan o tie-
nes ganas de ir al baño. Sigue tu camino, no te quedes a su
alrededor y harás lo correcto.
Pues bien, imaginemos ahora una situación menos aglomera-
da, pongamos un pub o una discoteca, y ocurre exactamente lo
106
mismo, de pronto te das cuenta que está allí. La manera de actuar
será exactamente la misma. No te quedes a su lado, es más, si
puedes marcharte a otro lugar alejado de ella será lo mejor, por-
que evitarás miradas curiosas que le lanzarás de manera
involuntaria. A todos nos ha pasado.
Ahora nos situamos en un escenario con menos gente aún, al-
go así como una fiesta en casa de alguien, un amigo o conocido, o
incluso desconocido. Llegas y observas que ella también está invi-
tada, o bien llega de repente a la fiesta. De nuevo deberás hacer
exactamente lo mismo, aunque lo único que debes tener en cuen-
ta es que en este caso no podrás usar las mismas excusas que
podías utilizar en los dos casos anteriores. Bueno, puedes decirle
simplemente que vas a buscar a alguien, o una copa, o unos ca-
napés, o que tienes que ir al baño, esa nunca falla. Para rematar
dile que ahora vuelves, aunque por supuesto no es tu intención.
Puede ocurrir que, al tratarse de una reunión de pocas perso-
nas o bien que el espacio sea reducido, quizás no puedas evitar
estar alrededor de sus inmediaciones. Pues ya conoces la solución,
recoge tus cosas y vete a otra parte. Intenta no ser descortés con
el anfitrión ni con tus amigos y, por supuesto, evita que ella inter-
prete que te vas debido a ella.
No obstante, algo que puede suceder en los tres casos es que
ella esté acompañada por algún tío. En esos momentos no te de-
tienes a pensar si será un amigo, si lo acaba de conocer o si es un
compañero de juegos de cama, te va a joder mucho. Si además los
ves en un momento muy cariñoso, te vas a sentir como una
auténtica mierda. Es así, es normal.
Si pones la mano debajo del chorro de agua caliente, ¿la dejas
ahí mientras te quemas o la retiras inmediatamente? Pues piensa
que en este caso la maniobra evasiva es la mejor estrategia para
evitar quemarnos las entrañas observando tan linda postal.
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No obstante, has de conocer un dato importante que puedes
usar a tu favor si se da la oportunidad. Los celos son un arma
muy potente y peligrosa. Además, las mujeres en general son muy
curiosas y muy competitivas entre sí. Podemos valernos de nues-
tra compañía femenina, siempre y cuando no sea una chica que
ella conozca, para explotar este filón.
Si se diese el caso contrario, en el que somos nosotros los que
estamos acompañados por alguna chica, ella tal vez se sentirá
igual o peor que nosotros. Es un dato variable que depende de si
ella sigue interesada en nosotros o no y en qué grado. A lo mejor
nos ve y se quede sorprendida y paralizada, tal vez afloren en sus
ojos las lágrimas, a lo mejor le importa bien poco lo que hagamos,
o bien monta en cólera y arma un espectáculo al estilo lucha de
gatas en el barro, quién sabe.
De cualquier forma, esto último es un complemento accesorio
para nuestro objetivo, que es pasarlo bien sin necesidad de que
ella esté cerca de nosotros.
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8.5. DEUDAS
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elementos físicos que puedas recuperar, pero es buena idea que
las cambies si por alguna casualidad se le pasa por la cabeza utili-
zarlas para perpetrar algún acto de terrorismo contra ti.
Como no tenía suficiente dinero para el último viaje a Croacia
decidiste pagárselo tú para que ella te lo fuese devolviendo poco a
poco en cómodas mensualidades y sin intereses. Si todavía te de-
be dinero, cincuenta euros o más es una cantidad que deberías
recuperar.
Si tiene tu chaqueta de cuero preferida, pídesela lo antes posi-
ble, no vaya a ser que se la regale a alguien o la use como cama
para su gato. Si tiene la colección completa de Star Wars en alta
definición, reclámala ahora mismo antes de que decida hacer unos
lindos posavasos con ella.
En resumen, las cosas verdaderamente importantes deben
volver a su legítimo dueño.
Las cartas de amor que le escribías se las puede quedar, así tie-
ne algo que leer que le recuerde a ti. Quizás las ojee cuando tenga
estreñimiento, no lo sabemos y tampoco nos importa demasiado.
Los regalos que le hiciste por vuestro aniversario, su cumpleaños,
Navidad o Reyes Magos no se los reclames, queda muy rastrero
pedirle que te devuelva eso. Los calzoncillos que te dejaste la
última noche debajo de su cama tampoco son importantes,
cómprate unos nuevos.
Es muy probable que ella se ofrezca a devolverte tus cosas, pe-
ro no será más que una táctica para comprobar que todavía tiene
poder sobre ti. Te puede decir que vayas a buscarlas a su casa o te
pedirá poder quedar contigo para dártelas en persona. Recuerda,
no quedes con ella con esa excusa barata. Si te quiere devolver al-
go intenta que te lo envíe por correo, o que lo deje en casa de
algún conocido, o que se lo dé a algún amigo que te lo pueda en-
tregar.
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Ahora bien, al igual que ella, tú también tienes cosas que le
pertenecen y no sabes cómo hacer para devolvérselas. Espera un
momento, piensa por un instante, ¿realmente se las quieres dar o
es una excusa para poder verla? Pues sí, generalmente con ese
pretexto nos engañarnos a nosotros mismos porque queremos
quedar con ella.
Si sus cosas te molestan, las metes en una caja y las lanzas a
algún lugar oscuro, un desván o un trastero. Si realmente las quie-
re recuperar te las pedirá y, si no lo hace, piensa que las puedes
regalar o reutilizar, tirarlas a la basura o incluso usarlas como ma-
terial inflamable en cualquier hoguera de San Juan, como más te
plazca.
Por ejemplo, en mi casa tengo una guitarra española que una
novia me prestó cuando empecé a aprender a tocar. Hoy en día la
suelo utilizar a menudo, ¿tú crees que se la devolveré algún día?
Por supuesto que lo haré, pero sólo si la reclama, lo cual, a estas
alturas, es muy improbable, pero puede suceder.
Si ella te pide algo suyo que está en tu posesión, no quedes con
ella para devolvérselo, simplemente déjalo en algún sitio en el que
ella lo pueda recoger o dáselo a algún amigo común para que se
lo entregue.
No olvides que lo que no se presta y no se reclama son rega-
los. Aprovecha esos regalos siempre, no seas tonto.
Nunca quedes con ella para que te devuelva tus cosas o para tú
devolverle las suyas. No olvides que tu intención es conseguir que
no pueda acceder ni a ti ni a tu información.
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8.6. LOS RECUERDOS SON PUÑALES
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despierto o, como nos gusta decir a los pedantes, episodios oníricos
durante el estado de vigilia.
Otras veces, miramos un objeto conocido o simplemente llega
hasta nuestro olfato un aroma concreto que provoca que nuestra
maquinaria reminiscente se ponga a funcionar. De hecho, la parte
evolutivamente más antigua de nuestro cerebro es denominada
rinencéfalo, en la que el sentido del olfato está ubicado.
Esa memoria olfativa es el remanente de nuestros antepasados,
para los que los olores podían suponer la diferencia entre poder
disfrutar de una deliciosa ensalada o morir intoxicados por comer
la seta equivocada, entre llegar a casa con un buen solomillo de
mamut o ser un trozo de carne entre los colmillos de un tigre
dientes de sable.
Quieras o no, te guste o no te guste, a todos nos pasa y no lo
podemos evitar. El olvido es lo único que puede borrar los re-
cuerdos. No recuerdo dónde ni cuándo, pero una vez leí que lo
que se tarda en olvidar a una persona es el doble del tiempo que
la has querido. Obviamente esto no tiene validez científica alguna,
así que no lo tomes muy en serio.
Recuerdo que una vez me puse a revisar la biblioteca de mi ca-
sa y encontré un delgado libro que tenía el curioso título de Veinte
poemas de amor y una canción desesperada del poeta Pablo Neruda.
Había leído otras poesías, pero ninguna como aquellas, y fue mu-
cho tiempo después cuando me di cuenta de cuánta verdad
guardaban aquellos versos que decían «es tan corto el amor y tan largo
el olvido».
Sí, el olvido es la meta que intentamos alcanzar pero por el
camino debemos deshacernos del pesado equipaje que llevamos a
cuestas. No obstante, hay ciertas claves que nos pueden ayudar a
no recordar. Por ejemplo, mantén tu mente ocupada haciendo
cualquier cosa. Las tareas tediosas, aburridas o mecánicas no
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mantienen nuestra atención, así que busca actividades interesan-
tes, haz cosas que te gusten y así no aparecerán esos recuerdos.
Intenta no visitar los mismos lugares que visitabas con ella, ba-
res, cafeterías, restaurantes, parques, tiendas y demás. Si quieres
pasar el rato, busca sitios nuevos, quizás encuentres por casuali-
dad una camarera que te mire con ojos de aventura y que, además
de ponerte el cuerpo golfo, prepare los mejores cafés que hayas
probado en toda tu vida.
No hagas las mismas actividades que hacías con ella, como ver
esa serie los jueves por la noche o ir los domingos por la tarde al
parque a echar migas de pan a las palomas. Lo primero que de-
berías plantearte es dejar de alimentar a esas ratas con alas. Lo
siguiente que deberías hacer es proponerte eliminar todas esas
costumbres que adquiriste con ella intentando hacer actividades
alternativas y novedosas.
Si todavía no te ha reclamado sus cosas y cada vez que las mi-
ras te vienen a la mente los recuerdos, mételas en una caja y
hazlas desaparecer tan lejos como puedas. Si mirar esa foto te
hace sentir mal, ¿por qué la sigues manteniendo a la vista? Si estás
bloqueado en este aspecto, revisa el capítulo anterior que trata
sobre las deudas para que puedas salir de dudas y actuar en la di-
rección correcta.
En resumidas cuentas, si algo te molesta no continúes hacien-
do lo mismo. No seas masoquista.
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9. CONSEJOS PRÁCTICOS
Las mujeres dicen que todos los hombres somos iguales. A pe-
sar de mi aversión natural a las generalizaciones, no andan muy
desencaminadas. Los hombres, respecto a las mujeres, somos
muy parecidos entre nosotros, pero esto se debe a que ellas son
muy parecidas entre sí. Es pura estadística, una moda dará como
resultado otra moda.
Sin embargo, es hora de que cambie un poco esta situación.
Siempre hemos sido nosotros los que hemos tenido que adorar,
arrodillarnos implorando cariño, mendigando caridad, pidiendo
otra oportunidad. Pues bien, las modas están para acabar con
ellas y tú estás a la vanguardia de la revolución.
Has seguido uno a uno los pasos que has leído, has cortado la
comunicación, has hecho todo lo posible para desaparecer en las
sombras, pero a pesar de esto no es suficiente porque todavía no-
tas que te falta algo para estar realmente bien.
Cuando tus amigos te ven por la calle te dicen que estás des-
mejorado. La verdad es que se te nota que no estás en tu mejor
racha, tanto por tu aspecto como por tu estado de ánimo. ¿Qué
es lo que falla? Aquí van un par de consejos cortesía de la casa.
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9.1. CUIDADO CON LA COMIDA
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entramos en una etapa de anorexia. O bien todo lo contrario,
buscamos desesperadamente algo que echarnos a la boca y nos
cebamos como cerdos a la porfía. La aparición de las dos conduc-
tas es completamente normal en nuestro estado, pero no por ello
son recomendables ni saludables. Son erróneas y deben ser corre-
gidas cuanto antes.
Quizás pierdas el apetito, no tendrás ganas de comer nada, y
como seguirás haciendo las mismas actividades cotidianas, ese
aporte de energía que necesitas empezará a salir de tus reservas
corporales. Al igual que debemos tomar agua todos los días, tam-
bién necesitamos un aporte diario de nutrientes, vitaminas y
minerales. Si sólo sacamos dinero de nuestra cuenta corriente y
no tenemos ingresos llegará un momento en el que aparezcan
números rojos, así que lo mismo sucede con tu cuerpo.
Si no te cabe un solomillo con salsa de champiñones entre pe-
cho y espalda, come algo más ligero, pero come algo. Además, no
estaría mal que durante el tiempo que tardes en recuperar tu ape-
tito tomases algún complemento vitamínico para compensar el
potaje de verduras que antes te comías todos los días y ahora no.
Como suelen decir los anuncios, consulta con tu farmacéutico si
tienes dudas.
Por otra parte, mucha gente calma su ansiedad comiendo, y al
cabo de los meses han ganado unos cuantos kilos que después
cuesta mucho sudor y trabajo hacer desaparecer. No es la manera
más adecuada de afrontar la situación ya que, además del deterio-
ro de nuestro aspecto, esta conducta trae consigo muchos
problemas de salud asociados, y lo único que nos falta es sufrir un
ataque al corazón, artrosis precoz o tener una barriga tan grande
que ni nos podamos ver lo que tenemos en la entrepierna.
Si tu manera de sobrellevar la ansiedad es esta, intenta contro-
larte, tanto en la compra como en el consumo. Piensa que será
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muy fácil para ti comer lo que tengas en la nevera o en la despen-
sa, así que controla lo que compras. Muchas veces después de una
comilona te sentirás culpable por lo que has hecho, y por ahí
ronda la sombra de la bulimia. Evita por todos los medios sufrir
este tipo de trastornos alimenticios.
Te costará bastante poder controlar tus nuevos hábitos respec-
to a la comida, pero verás que a la larga te sentirás mejor de lo
que te sientes ahora y volverás a comer como lo hacías antes. Sí,
tal vez de esta manera puedas conseguir adoptar unos hábitos de
alimentación adecuados, qué le vamos a hacer.
O tal vez te venga bien adelgazar un poco después de todo es-
te tiempo en el que has estado invirtiendo en la curva de tu
abdomen. Al igual que los automóviles de Fórmula 1, tu barriga
podría estar patrocinada por una o dos marcas de cerveza, unos
cuantos bares y restaurantes, alguna cadena de televisión y varios
fabricantes de comida basura. Quizás así te plantees seriamente
empezar a alimentarte con una dieta equilibrada.
A pesar de todo, si el cualquier momento necesitas ayuda con
tu alimentación, siempre que acudas a un profesional cualificado
en temas de nutrición y dietética conseguirás un asesoramiento
mucho mejor que el que puedas leer en este u otro libro.
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9.2. ESTAR EN FORMA
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Otro ejemplo es que en toda mi infancia creo que comí un to-
tal de cinco petit suisses porque el pediatra le había dicho a mi
madre que tenía demasiado colesterol.
Sí, era un niño gordito con unos padres responsables.
Pude superar esta etapa tiempo después, al inicio de mi ado-
lescencia, cuando mi tasa de crecimiento aumentó, se modificó la
distribución de mis reservas energéticas corporales y mi metabo-
lismo basal se aceleró. Traduciendo, me volví más alto, más
delgado y a menudo tenía mucha hambre.
Desde entonces siempre he tenido la suerte de poder comer lo
que me ha dado la gana sin miedo a engordar, hasta que conseguí
una novia y dejé el deporte. Cuando pasé de mis setenta y cuatro
kilos a los ochenta y apareció cierta barriguita empecé a pensar
que no me vendría nada mal retomar la práctica deportiva. Cuan-
do mi novia tuvo la amabilidad de decirme con la suavidad que la
caracterizaba «estás gordo» me di cuenta que tenía razón, me faltaba
ejercicio y me sobraba una novia.
Esa barriguita que aparece es llamada de manera coloquial la
curva de la felicidad, pero creo que debería llamarse de otra manera,
algo así como la curva del vago. La felicidad no provoca que engor-
des, la falta de movimiento y ejercicio sí. Es ahora cuando me doy
cuenta que si has sido deportista toda tu vida no debes dejar de
practicarlo o después vendrán las consecuencias.
Además, si a tu novia le gusta alimentarse de comida basura
nunca adoptes sus costumbres, aunque eso sí, ni se te ocurra de-
cirle que está gorda. Las mujeres generalmente suelen ser muy
sensibles a este tipo de apreciaciones acerca de su figura. Noso-
tros también lo somos, pero eso a ellas les da igual.
Un día estaba charlando con un amigo y le comenté que debía
hacer algo de ejercicio para ponerse en forma. Al fin y al cabo le
estaba diciendo de manera suave que estaba gordo, pero no como
124
los luchadores de lucha canaria, que están gordos pero prietos, sino
bastante fofo y gelatinoso.
No se lo tomó a mal, al contrario, me dijo abiertamente que
no le hacía falta ejercicio porque ya estaba en forma. Lo observé
una vez más, detenidamente, intentando encontrar por alguna
parte la razón de tal afirmación, pero no la hallé. Me sacó de du-
das cuando me dijo con total tranquilidad que «redondo es una
forma». Bueno, supongo que es una cuestión semántica al fin y al
cabo.
Cuando pasamos delante de una tienda lo primero que hace-
mos es fijarnos en el escaparate y, si nos gusta lo que vemos,
entramos. Es muy bonito decir que lo que importa es el interior
de las personas pero, queramos o no, lo que nos vende en prime-
ra instancia es nuestro aspecto exterior, no nos engañemos.
Cuando estás en una terracita de verano y te fijas en una chica
con una camisa blanca de asillas semitransparente y una minifalda
de color verde, esa chica no te resulta interesante precisamente
porque tenga un gran sentido del humor, porque puedas hablar
con ella de la nueva película de ese director neozelandés que tan-
go te gusta o porque le encanten los libros de Agatha Christie,
todo esto sin haber cruzado una palabra con ella. Reconócelo, en
esos momentos tu instinto sexual es quien manda, y no hay nada
más que decir.
Tú y yo somos tíos normales y corrientes, atractivos en mayor
o menor medida, pero no somos modelos de revista. Bueno, al
menos yo no lo soy. Por suerte para nosotros, y gracias a la pro-
babilidad, siempre habrá alguien a quien le gustemos, pero
debemos ser realistas y no dejar nuestra suerte en las caprichosas
manos del azar.
Por ejemplo, a mí me gustan las chicas morenas, voluptuosas y
con los ojos verdes, pero a mi amigo le gustan bajitas, delgadas y
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con rasgos asiáticos. ¿Coinciden nuestros gustos con los cánones
de belleza establecidos? Si miramos las modelos de pasarela muy
pocas cumplen con todas esas condiciones.
En realidad a nuestro cerebro las modas le dan completamente
igual a la hora de diferenciar a una tía que esté buena de otra que
no, simplemente lo sabe. Cuando nuestros ojos se posan sobre el
cuerpo de una mujer nuestro cerebro comienza a comparar las
nuevas variables que van llegando a través de nuestro sentido de
la vista con las que ya posee en su base de datos.
Si las variables se encuentran dentro del rango de lo que él
considera como algo bello entonces considera que se trata de una
mujer guapa y apetecible. Ahora bien, si se encuentran fuera del
rango, en el lado negativo tendremos a un troll o cualquier otra
clase de engendro y en el positivo tendremos a la representación
terrenal de la diosa Afrodita.
Entre los gustos de mi amigo y los míos existen diferencias
bastante notables, por eso las variables que maneje su cerebro
serán distintas a las del mío. Sin embargo, la única variable en la
que prácticamente todos los tíos coincidimos es que las carac-
terísticas anatómicas de las chicas en las que fijamos nuestra
atención y consideramos como guapas poseen unas formas pro-
porcionadas.
Y las mujeres son iguales, ellas se fijan antes en los tíos que
están más o menos proporcionados. ¿Por qué ocurre esto? Es
que en realidad el concepto de belleza no es más que una serie de
relaciones simétricas entre los distintos elementos que conforman
nuestro cuerpo.
Llegados a este punto, piensa en el ejercicio como si se tratase
de una estrategia de marketing mediante la cual tienes que conse-
guir un producto atractivo, que en este caso eres tú mismo, y
maximizar así las sus ventas.
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El ejercicio no va a cambiar los rasgos de tu cara, quizás se
adelgacen tus mejillas y se marquen más tu facciones, pero no
hará que seas más guapo, cosas de la genética. Tu cuerpo, sin em-
bargo, será el objetivo del ejercicio y las modificaciones que se
produzcan en él van a repercutir favorablemente en tu figura.
En ocasiones creemos erróneamente que a las mujeres les gus-
tan los cuerpos de gimnasio, como esos tíos que tienen el cuello
del tamaño de su cintura y unos bíceps como sandías. En general
una mujer no quiere un vigoréxico a su lado, pero sí que les gus-
taría tener un espartano con una tableta de chocolate por
abdominales.
Si has visto la película 300 o leído el cómic homónimo de
Frank Miller sabrás la historia de por qué Esparta se jactaba de
poseer los mejores guerreros de toda la Grecia Antigua. Eran sol-
dados que dedicaban su vida desde su más tierna infancia a
entrenarse en las artes de la guerra y por eso eran tan buenos en
la lucha.
Por cierto, hay algo que no acabo de entender y es por qué los
espartanos de la película se hacían la permanente en el cabello y
en la barba y, sin embargo, no tenían ni un pelo en todo el cuer-
po. ¿En aquel entonces ya se usaba la depilación corporal o es
producto de la industria cinematográfica de Hollywood? Usando
la navaja de Ockham, creo que la segunda opción es la más sencilla
y, por lo tanto, debe ser la explicación más plausible.
No obstante, a pesar de lo que diga el rey Leónidas, esto no es
Esparta, tenlo claro, pero si haces ejercicio y te pones en forma
conseguirás matar unos cuantos pájaros de un tiro.
Por ejemplo, en el aspecto físico conseguirás que tus músculos
delimiten mejor tu figura, dejarás de tener esas carnes fláccidas
tan poco excitantes. Por otro lado, la grasa corporal que te sobra-
ba poco a poco se irá consumiendo y tu fuerza y resistencia
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aumentarán, nunca sabes cuándo será la próxima vez que necesi-
tes realizar actividad física intensa en posición horizontal.
En resumen, te volverás más apetecible a los ojos de las dami-
selas y provocarás algún comentario como «qué bien que te veo ahora
que estás soltero» y otros por el estilo. Hay que reconocer que son
comentarios muy agradables.
Por otra parte, descargarás adrenalina y te servirá como una
válvula de escape para tu ansiedad, tendrás más tiempo libre para
ti mismo, dejarás de darle vueltas a esos pensamientos negativos
que rondan por tu cabeza y podrás conocer gente nueva.
De esta manera te sentirás mejor contigo mismo, aumentará tu
autoestima y verás las cosas desde una perspectiva diferente. Ese
es el objetivo, ¿recuerdas?
128
9.3. NO TE ABANDONES
129
como un zarrapastroso pero tampoco te lo tomes a pecho y te
vayas a convertir en un metrosexual.
Si quieres te puedo contar el secreto que se esconde tras ese
neologismo de aparición reciente. La industria cosmética se ha
inventado el mito del hombre metrosexual y toda una serie de le-
yendas a su alrededor sólo para crear un nicho de mercado en la
población masculina. Los hombres necesitan cuidarse, pero no
convertirse en señoritas de salón de belleza.
No te creas todos esos anuncios ni gastes tanto dinero en po-
tingues porque es una inversión a fondo perdido. Ni te van a
borrar las arrugas, ni vas a perder las bolsas debajo de los ojos ni
van a hacer desaparecer esa papada que está empezando a asomar
debajo de tu barbilla.
Un hombre promedio se ducha todos los días, en ocasiones
hasta dos o más veces en una sola jornada según requiera la situa-
ción y su olor corporal. No usa mascarillas para el pelo ni cremas
suavizantes corporales, y mucho menos se hace la manicura o la
pedicura.
El hombre promedio también se afeita cada día o dos en fun-
ción de sus requerimientos laborales, aunque hay ocasiones en las
que incluso más de una vez al día según los planes que se presen-
ten o la velocidad de crecimiento de su vello facial. Después del
afeitado no viene nada mal usar una loción, porque perfuma y de-
ja la piel suave, pero nada más.
El desodorante se usa siempre después de la ducha, no como
método para disimular olores corporales desagradables. Lo mis-
mo ocurre con la colonia, su función es la de oler bien no como
pantalla. La ropa ha de ser cambiada por una muda limpia cada
día, sin excepciones.
Son cuidados estándar que forman parte de una conducta
normal de aseo que, aunque parezcan obvios, te sorprendería sa-
130
ber cuántos tíos no los cumplen, ni siquiera los mínimos como
ducharse, usar desodorante y ponerse ropa limpia.
La mayoría de las mujeres no quieren tíos sucios y mal cuida-
dos porque dan muy mal aspecto. A nosotros tampoco nos
gustan las mujeres así, ¿verdad? En eso no se diferencia mucho el
género masculino del femenino.
En cuanto al color de tu piel, que no pase por tu mente el visi-
tar un salón de bronceado. Recientemente la Unión Europea ha
declarado las cabinas de rayos ultravioleta como productos can-
cerígenos. Toma sol de manera natural, siempre con protección
solar de sobra, durante cortas exposiciones y siempre evitando las
horas del mediodía ya que son las que tienen una radiación más
intensa. Los melanomas no son nada deseables.
Te aconsejo que vayas a la piscina o a la playa más cercana.
Personalmente prefiero la playa y el mar, quizás porque tengo la
suerte de vivir en una isla, casualidades de la vida. Independien-
temente del lugar, es la oportunidad perfecta para conocer chicas
sumado a la ventaja de verlas directamente con poca ropa y poder
evaluar la mercancía antes de comprarla.
Cuando conoces a una chica una noche de fiesta te puedes lle-
var grandes desilusiones, te lo digo por experiencia. Es increíble
lo que se puede conseguir con el maquillaje y la ropa ajustada.
Retornando al tema, tienes que cuidad tu imagen. Ahora bien,
la verdad es que las mujeres en general no quieren un hombre que
se ponga más cremas, que visite más asiduamente el salón de be-
lleza o que tarde más tiempo que ellas en prepararse para salir de
fiesta. Como te decía, el hombre metrosexual es un producto de
la publicidad comercial más que de las necesidades reales de la
sociedad.
De donde no hay no se puede sacar, no se te ocurra creer que
de buenas a primeras vayas a conseguir trabajo como modelo
131
profesional. Tómate estos consejos como una manera de optimi-
zar los recursos con los que ya cuentas, algo así como una
campaña de promoción. De esta manera dejarás de tener ese as-
pecto demacrado y, quién sabe, hasta puede que consigas que una
chica se fije en ti.
Recuerda, aséate todos los días, no me seas guarro.
132
9.4. SUPLICIOS MUSICALES
133
pesar de esto, incluso con una melodía alegre una canción puede
hablar de cosas tristes.
Dicen que la ignorancia da felicidad, y en ciertos aspectos es
cierto. Por ejemplo, puedes estar escuchando una canción con
una melodía que te agrada mientras el cantante está diciendo
quién sabe qué en su idioma pero, como no te enteras, tampoco
te importa demasiado.
Ahora bien, dada tu situación actual y tus conocimientos lin-
güísticos no es algo intrascendente.
No sucede lo mismo cuando entiendes lo que dice el cantante
de Kings of Leon mientras cuenta cómo la chica está tendida so-
bre la cama, más caliente que la fiebre, con sus suaves labios
abiertos. Si esto no es suficiente como para despertar en ti alguna
imagen onírica entonces grita a pleno pulmón que la entrepierna
de la damisela está ardiendo. Algo absolutamente fantástico.
Tampoco sucede lo mismo cuando el gran Marvin Gaye dice
que está caliente como un horno y necesita cariño, que no lo
puede aguantar mucho más porque se está haciendo cada vez más
intenso. Tan real como la vida misma.
Pero es que en castellano la cosa tampoco mejora porque no
da igual cuando Fito dice que cree que se muere si no siente el
roce de su cuerpo junto a él. O si Pedro Infante cuenta que le
duele hasta la vida saber que ya le olvidó y pensar que ni despre-
cios merezca ya de ella.
Tampoco cuando Caetano Veloso explica que cuando la luz
del Sol se esté apagando y ella se sienta cansada de vagar piense
que él la seguirá esperando hasta que ella decida regresar.
Son algunos ejemplos de canciones que deberíamos evitar es-
cuchar en la medida de lo posible porque, a pesar de no ser
canciones que tengan una especial relación con ella, nos podemos
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sentir identificados o nos pueden traer recuerdos, y ya sabemos lo
que pasa con los recuerdos.
Hay que escuchar canciones alegres, que suenen bien y hablen
de cualquier cosa que nuestra mente no pueda usar para jodernos
el rato, porque hay que decir que nuestro cerebro es muy impre-
visible y a menudo nos juega malas pasadas. Si escucharas una
canción en un idioma que no entendieras, japonés por ejemplo, la
probabilidad de que esto ocurriera sería muy pequeña.
La mayoría de las canciones de hoy en día son bastante co-
merciales y, por definición, fáciles de digerir por el populacho.
Son las canciones que escucharás más a menudo cuando encien-
das la radio. La parte negativa es que la calidad de la producción
musical actual deja mucho que desear. La parte positiva es que
son tan malas que no las querrás escuchar.
Así que llegarás al punto en que estarás tan harto que querrás
controlar por ti mismo qué clase de música quieres escuchar y
cuál no. Cuando tengas esta posibilidad de elección ya sabrás cuá-
les son las canciones más recomendables y cuáles debes evitar. Al
usar tu reproductor de música favorito podrás eliminar de la lista
de reproducción esas que solías escuchar con ella en las noches
románticas, aquella con la que bailaste por primera vez o las que
te hagan recordar cosas poco agradables.
Y si no estás satisfecho, siempre te queda la opción de escu-
char música instrumental.
Las melodías de las canciones y sobre todo sus letras pueden ser
peligrosas. Intenta no martirizarte escuchando cosas que te hagan
sentir mal.
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136
9.5. AHOGADOS EN ALCOHOL
137
conductas impulsivas o agresivas. Es lo que se denomina una des-
frontalización.
A partir de la segunda fase, llamada hipnótica o de confusión,
comienzan los efectos depresivos que tiene el alcohol sobre el sis-
tema nervioso central. Aparece la irritabilidad y la agitación,
además del sueño y el dolor de cabeza, que se deriva de la des-
hidratación de las meninges.
El cerebelo empieza a intoxicarse y cuando intentamos hablar
se traba la lengua, es decir, la disartria. Comenzamos a tambalear-
nos, perdemos el equilibrio y caminamos haciendo eses, es decir,
la ataxia. Además, no coordinamos correctamente los movimien-
tos de nuestras extremidades y nos rascamos la ceja cuando
queremos apuntar hacia nuestra nariz, es decir, la dismetría.
Nuestro estómago comienza a resentirse y aparecen las náuse-
as y los vómitos como mecanismo de defensa, ya que el alcohol
aumenta la producción de ácido estomacal irritando su mucosa.
En la tercera fase, de anestesia o estupor, el lenguaje se vuelve
incoherente y hay una marcada disminución del tono muscular y
del nivel de conciencia, llegando incluso al coma. Llega un mo-
mento que se produce una incontinencia de los esfínteres y
dejamos salir tanto la orina como el contenido fecal, además de
aparecer dificultades respiratorias.
La cuarta fase, denominada bulbar o de muerte, viene acom-
pañada de shock cardiovascular e inhibición del centro
respiratorio, dando como resultado una parada cardio-respiratoria
y la muerte.
¿A que ya no resulta tan agradable esa idea de emborracharte?
La traducción práctica de todo esto es que tras la primera copa
podemos comenzar a hablar de lo bien que estamos sin ella, de
cómo nos sonríe la vida ahora que estamos solos o de las nuevas
oportunidades que se nos presentan.
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Seguidamente tal vez empecemos a llorar y a sorber mocos
mientras clamamos al cielo por qué nos dejó, lo mucho que la
queríamos o qué triste es nuestra vida sin ella. También podemos
comenzar a lanzar improperios en su contra o su familia, lo cual
tampoco es aconsejable.
Eso de ahogar las penas con la bebida es una auténtica mentira
de las películas y las canciones porque con el alcohol esas penas
salen más aún a flote. Además, tendremos una bonita resaca al día
siguiente que nos recordará lo estúpidos que hemos sido por be-
ber tanto. Y por si fuera poco, si recordamos lo que hemos hecho
y dicho, nos avergonzaremos aún más si cabe.
No sería la primera vez que te despiertas en una cama extraña,
acompañado por alguien que no reconoces y que está durmiendo
sobre tu brazo. Es uno de esos instantes en los que la desespera-
ción hace que pienses en arrancarte tu extremidad superior a
mordiscos antes que despertar al adefesio que tienes a tu lado.
¿Cómo has podido llegar hasta ahí? ¿Qué se supone que has
hecho con eso que duerme a tu lado? Efectivamente, son los
efectos del alcohol, así que es mejor que no recuerdes qué has
hecho si quieres evitar vomitar de repugnancia.
Recuerdo una anécdota de un amigo que se vio en esa situa-
ción que antes te he comentado pero no pudo escapar del cepo
sin despertar a su compañera de cama que le regaló un delicioso
«buenos días» de aliento demoníaco. «Anoche lo pasamos bien» conti-
nuó diciendo la chica, «lo que pasa es que tienes unas manías muy
raras».
El cerebro de mi amigo estaba algo lento, tanto por la falta de
sueño como por el alcohol del día anterior lo que le producía cier-
ta amnesia. Extrañado y temeroso le preguntó por esa manía
excusándose diciendo que había momentos de la noche anterior
que no recordaba muy bien. Ella le explicó que en el fragor de la
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batalla que había tenido lugar en aquella misma cama él le había
puesto la almohada sobre la cara.
De pronto un torrente de información llegó hasta su mente,
como si alguien le hubiese tirado encima un cubo lleno de agua
de color cenagoso y olor pútrido. Lo único que esta chica pudo
alcanzar a ver fue un tío en pelotas que salió corriendo de su
habitación en busca de algún lugar donde poder purgar su conte-
nido estomacal y algún que otro recuerdo de la noche anterior.
Supongo que después de este ejemplo no hace falta decir que
bajo los efectos del alcohol, tanto eufóricos como depresivos, co-
rremos el riesgo de cometer alguna imprudencia, metedura de
pata o atrocidad, según se mire. Así que ten muy claro que nunca
debemos hablar con ella, llamarla, mandarle mensajes o escribir
en nuestro blog.
Si perdemos nuestro autocontrol debido a la explosiva com-
binación de alcohol y sentimientos siempre haremos o diremos
alguna gilipollez. Podemos tirar por la borda todo el trabajo que
hemos venido llevando a cabo hasta el momento así que no lo
hagas nunca.
Aunque parezca mentira, las heridas nunca se curan con el al-
cohol.
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9.6. COMEDERAS DE OREJA
Recuerdo una noche que fui a cenar con unos amigos a un res-
taurante donde habían quedado con un amigo de ella que yo no
conocía. No suelo darle demasiada importancia a las primeras
impresiones, pero es cierto que suelo analizar bastante a las per-
sonas en los primeros instantes cuando las conozco por primera
vez.
Era el típico tío que presume de lo bueno que era jugando al
baloncesto a pesar de parecer estar embarazado, la cantidad de
gente importante que conocía aunque demostrase poseer las habi-
lidades sociales de una piedra, la cantidad de películas que había
visto en toda su vida o las grandes borracheras que se cogía de
jovencillo, lo que seguramente explicaría sus bajas calificaciones
académicas.
La conversación siempre giraba en torno a él y sus logros, da-
ba igual qué tema se estuviese tratando porque siempre hacía
algún comentario al respecto y al final acababa derivando el tema
hasta lograr ser el epicentro del mismo.
Me resultan muy molestas todas esas personas con afán de
protagonismo simplemente porque creo que cada uno tiene su
papel en cada momento y situación, pero esta gente no acepta es-
te hecho e intenta ser el centro de atención permanentemente.
A pesar de ser más republicano que monárquico pude enten-
der al rey Juan Carlos I cuando gritó aquello de «¿por qué no te
callas?» a Hugo Chávez. A mi mente llegaba otra frase de uso más
cotidiano, más nuestra, del pueblo llano.
A menudo, cuando alguien es especialmente pesado con un
tema solemos soltar la expresión coloquial no me comas la oreja. No
es literal, para desgracia de los caníbales y masoquistas, pero afor-
tunadamente para la gente común. La definición de esta
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expresión podría ser algo así como insistir de manera insidiosa en un
tema que no es del interés de uno o más interlocutores.
Seguro que en más de una ocasión te has topado con alguna
persona así, de esas que no se callan ni debajo del agua, con una
verborrea increíble o unos temas de conversación totalmente irre-
levantes. ¿Verdad que tocan mucho la moral?
Es por eso que has de evitar convertirte en un comeorejas con
tus problemas, porque más de una persona acabará por cansarse
de tus lloriqueos. No olvides que si tus interlocutores son amigos
o conocidos comunes entre ella y tú, que sospechas que pueden
estar haciendo espionaje como agentes dobles, no debes soltar ni
una palabra.
Estás hecho una mierda, de acuerdo, pero no lo estés repitien-
do cada vez que se te presente la ocasión. Tu novia te la jugó, no
aproveches cualquier tema para derivarlo hacia ella y acabar men-
tando a la madre que la parió. Cuando estabas con ella lo hacías
dos veces al día, no le cuentes a todo el mundo que ahora te dedi-
cas a placeres tántricos onanistas.
Tampoco debes dar una relación detallada de los progresos o
atrasos en tu evolución, cada vez que te llama o si te manda un
mensaje. Otro tema que debes evitar es con cuántas tías has esta-
do desde que ya no estás con ella, quedarás como un chuloputas
que está orgulloso de serlo.
Las cosas de casa déjalas en casa, creo que eso lo resume per-
fectamente. Esto no quiere decir que tengas que volverte un
misántropo, largarte a una cueva en alguna montaña y cortar toda
relación con la sociedad, simplemente aprende a dosificar los te-
mas y la duración de tus conversaciones en función de tus
interlocutores.
Tus amigos de verdad te van a escuchar cuando quieras hablar
con ellos, te darán consejos y te ayudarán. A pesar de ello, ten en
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cuenta que la paciencia tiene un límite y, si repites de manera re-
iterada el mismo rango de temas, su umbral de aguante disminuirá
de manera considerable. Cuando ya estén cansados de oírte
hablar siempre de lo mismo te dirán que eres un comeorejas y te
mandarán a la mierda hasta que se les pase el enfado.
Otro detalle que debes tener en cuenta es que muy probable-
mente la pongas a caer de un guindo más de una vez, pero si
vuelves con ella todas esas cosas que has dicho sobre ella no las
podrás retirar. Recuerda, un caballero no habla de sus conquistas,
ni de lo bueno ni de lo malo.
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9.7. PAGAFANTAS
145
ta situación ya que prefieres esta extraña relación que mantienes
con ella antes que renunciar a su compañía.
Ser un pagafantas es parecido a ser amigo de tu ex novia de ma-
nera consentida y normalmente por un período de tiempo de
larga duración. La principal diferencia es que con esta chica nunca
has tenido algo más que esa especie de amistad y con tu ex has
tenido mucho más, bueno, en teoría.
Esta situación acontece como resultado de haber sobrepasado
uno o más de los siguientes límites. A decir verdad fronteras de
bordes inciertos, pero a pesar de que su medición es poco fiable,
existen en sí mismas y demarcan diferencias sustanciales en las re-
laciones interpersonales.
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Estas variables conforman esa línea de límites poco claros que
diferencia a un tío ideal para una intensa actividad eroticofestiva de
un colega para una fiesta de pijamas y guerra de almohadas. Una
vez la hayas sobrepasado es prácticamente imposible volver atrás,
aunque siempre te queda la opción de emergencia y te la puedes
jugar a todo o nada, el auténtico estilo kamikaze.
Estoy completamente seguro que alguna vez habrás escuchado
la palabra kamikaze, la cual es de origen japonés y cuyo significado
es viento divino. Hace referencia a la unidad especial de la Armada
Imperial Japonesa que durante la Segunda Guerra Mundial reali-
zaba ataques suicidas contra el ejército de los Estados Unidos de
América.
Los soldados que emprendían estas misiones suicidas siempre
acababan de la misma manera, tanto si conseguían su objetivo
como si no: muertos. Así que si te lanzas al ataque ya sabes que te
expones a inmolarte emocionalmente, a realizar un sacrificio so-
cial en aras de un objetivo mayor, la más que probable muerte de
esa relación que mantienes con esa chica que te trae por el sende-
ro de la desesperación.
Qué poético.
Estoy en la obligación moral de avisarte de las respuestas más
previsibles que puedes recibir como contestación a tu heroico ac-
to de sinceridad. Si definitivamente no hay una solución posible a
esa situación ella utilizará alguna de las siguientes fórmulas soco-
rridas que, tanto si has estado en estas circunstancias como si has
conocido a algún pagafantas, es probable que alguna de ellas te re-
sulte familiar. O puede que hayas tenido muy mala suerte y todas
te suenen de algo.
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«… es que yo te quiero, pero como amigo…»
Son sólo unos pocos ejemplos porque hay más opciones dis-
ponibles, te lo aseguro. La cuestión es que dados los
acontecimientos da igual la opción que haya utilizado, es un ma-
zazo de realidad en toda la boca que nos deja completamente
descolocados de manera muy similar a ese momento en el que tu
novia te comunica que la relación ha acabado.
La verdad, es que no hay quien las entienda. Se pasan todo el
rato quejándose de lo mal que son tratadas por otros tíos y fanta-
seando con su príncipe azul para que después, en lugar de darse
cuenta que nos están describiendo, pasar de nosotros como si es-
tuviésemos contagiados con la lepra dimorfa tuberculoide.
Lo único que se me ocurre es que o bien no saben verdadera-
mente lo que quieren o, en realidad, les gusta todo lo contrario a
lo que dicen que les gusta, se engañan a sí mismas y al resto del
mundo. Lo peor de todo es que encima se convencen de ello a
pies juntillas.
Esta curiosa situación es equivalente para un tío que va a una
entrevista de trabajo y el responsable de recursos humanos de la
empresa le dice lo siguiente:
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Usted tiene un gran curriculum, tiene todas las cualidades que
estamos buscando, pero no vamos a contratarle. Sin embargo, usa-
remos su curriculum como base para comparar a todos los demás
aspirantes, pero vamos a contratar a alguien que está bastante
menos cualificado que usted y probablemente es un alcohólico. Y si
no funciona, contrataremos a otro, pero no será usted. De hecho,
nunca le vamos a contratar, pero le llamaremos de vez en cuando
para quejarnos sobre la persona que hayamos contratado.
Surrealista, ¿verdad?
A veces ocurre algo extraño y después de ver día tras día la
misma mancha en la pared llega un momento en que piensas «jo-
der, ¿eso que está ahí pegado es un trozo de espagueti o un moco?». Te
acercas, observas, analizas con detenimiento y te das cuenta que
no es ni lo uno ni lo otro sino un poco de cera de vela, proba-
blemente aquella que usaste la otra noche cuando hubo un corte
de electricidad en tu vecindario, te quedaste a oscuras mientras te
duchabas y te golpeaste con la puerta del baño en el dedo meñi-
que de tu pie izquierdo en el trayecto para ir a buscarla.
Entonces recuerdas que la vela era de aroma a manzana verde
y que la compraste en aquella tienda cerca de la panadería, así que
te propones pasar por allí para comprar otra en cuanto tengas un
rato libre.
Quieto ahí, no te hagas ilusiones. Es muy poco probable que
de buenas a primeras esa chica se dé cuenta de lo mucho que le
gustas pero, no obstante, puede suceder. Piensa que si no te atre-
ves a decírselo tú ella quizás no lo hará, ya sea porque realmente
te ve como un amigo y nada más o porque no reúne el valor sufi-
ciente para dar el paso.
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Son suposiciones y has de saber que hasta que se confirman
nunca podrán ser certezas. Ya sé que parece una perogrullada, pe-
ro a pesar de la impresión inicial de simpleza se esconde algo más
profundo e importante.
Aunque estén basadas en los datos objetivos que se poseen, las
suposiciones no son más que conjeturas sesgadas por las expecta-
tivas que tenemos sobre ellas. Puede ser que deseemos estar en lo
cierto o bien estar equivocados y eso provoca una falta de objeti-
vidad a la hora de interpretar dichos datos.
Una vez que son confrontadas con la realidad se elimina la va-
riable de la incertidumbre dando como resultado certezas. Es
decir, independientemente de nuestros deseos obtendremos el
verdadero resultado del problema. Ya luego lo que cada uno haga
con esas certezas dependerá de su manera de afrontarlas, acep-
tando o negando la realidad.
En cualquier caso, si usas la técnica del kamikaze actuarás con
sinceridad. A menudo cuando somos rechazados solemos tomar
este acontecimiento como una derrota, nada más lejos de la reali-
dad. Has de saber que si te da una negativa como respuesta
podrás pasar página respecto a esta etapa de tu vida en la que
existen muchas más desventajas que beneficios.
Por cierto, no quiero dar pie a falsas ideas como que la figura
del pagafantas es exclusiva del sexo masculino porque también les
sucede a las mujeres, aunque eso sí, en menor grado que a noso-
tros. Aunque conozco algún que otro caso, según mis
observaciones el ratio de pagafantismo femenino siempre es mucho
menor que el masculino.
No obstante, tanto en un caso como en otro, se confirma lo
que te decía antes sobre la amistad entre hombres y mujeres, y es
que en muchos casos no es real.
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Recuerda que si estás en el desierto, los espejismos no van a
calmar tu sed.
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10. VOLVER O NO VOLVER, ESA ES LA CUESTIÓN
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comunicárselo. Recuerda que ella te dejó, así que a estas alturas da
igual lo que quieras hacer con tu vida porque al menos a ella le
importa muy poco. No has vuelto a saber de ella desde entonces,
quizás encontró a alguien que ocupó tu lugar o simplemente no le
interesas lo más mínimo, así que si la llamas le dejarás claro que
sigues arrastrándote por ella a pesar de todo.
O en el caso contrario, no olvides que fuiste tú quien dejó la
relación, así que actúa en consecuencia. Si has cambiado de opi-
nión es tu problema, porque si ella ya ha aceptado que la relación
terminó te lleva mucha ventaja en ese aspecto. Ahora que se ha
hecho a la idea, por muchas historias que le cuentes o lo mucho
que le llores a ella ya le dará igual. Tú quedarás como el tipo que
se tira a los pies pidiendo clemencia y ella ganará seguridad sa-
biendo que tú estarás dispuesto a ser su felpudo cuando le venga
en gana.
Ahora bien, es posible que a pesar de haber llevado a cabo to-
do lo que has leído en esta guía, ella haya seguido insistiendo.
Sólo se desea lo que no se posee, y este es un claro ejemplo. Al
actuar de la manera que lo has hecho has provocado esa incerti-
dumbre en ella y como resultado es probable que te diga que
quiere otra oportunidad, que quiere volver contigo, que va a
cambiar, que todo va a ser distinto o cualquier otra milonga que
se le ocurra en ese momento.
Como ya te he comentado anteriormente, has de tener en
cuenta que el hecho que ella te llame, te mande mensajes o use
cualquier otra forma de contacto no es indicativo de que quiera
volver contigo. Puede ser que simplemente quiera seguir teniendo
control sobre ti, o se niegue a aceptar que la relación terminó, o
realmente quiera una nueva oportunidad, quién sabe.
Sólo tú puedes adivinarlo, suponerlo o saberlo a ciencia cierta,
porque nadie mejor que tú la conoce a ella, a tu relación y las cir-
154
cunstancias que la rodean. No puedo aconsejarte sobre si debes
volver o no porque sería una imprudencia por mi parte.
Mi consejo es que pienses fríamente y evalúes muy bien las ra-
zones por las que ya no estás con ella antes de tomar una
decisión. Hazlo sin prisas y siempre antes de actuar, no hay excu-
sa que valga.
Si de verdad tienes claro que no quieres volver con ella, en-
horabuena, porque perteneces a una minoría social, un club muy
exclusivo y selecto con muy pocos miembros. Déjale clara tu de-
cisión y continúa actuando como hasta ahora lo has hecho,
porque ese es el camino para alcanzar tu objetivo, que es sentirte
bien.
Y para logarlo, el método más efectivo es la indiferencia, pero
has de saber que no puedes volverte indiferente de manera volun-
taria. Es como el polvo que se deposita sobre esos objetos que no
se usan y acaban siendo olvidados en algún cajón o en un desván,
esas partículas que forman una fina y sutil capa que le resta im-
portancia a las cosas que antes significaban algo para nosotros.
La indiferencia se parece mucho al olvido ya que para su con-
secución es necesaria la ausencia de intencionalidad, lo cual
supone la negación de la condición voluntaria de la indiferencia.
Es decir, para poder alcanzar la indiferencia hay que ser indiferen-
te al objeto (ella), al objetivo (sentirnos bien) y a la propia
indiferencia.
Es decir, si hablamos en términos teóricos, la verdadera indife-
rencia es indiferente a sí misma. Por eso, aunque ésta exista,
nunca podría ser usada porque su simple uso la negaría a sí mis-
ma. La indiferencia supone abandonar toda intención y por eso es
una mentira.
Entonces, ¿todo lo que has leído es falso? No, en absoluto. Es
simplemente una cuestión semántica.
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En realidad, la indiferencia es el nombre que se le ha impuesto
al hecho de volverse menos susceptible a los estímulos que reci-
bimos, y eso es lo que debemos conseguir para poder
recuperarnos.
Sin embargo, normalmente somos muy susceptibles a sus
estímulos y solemos estar tan desesperados que nos lanzamos a
sus brazos sin pensarlo detenidamente, lo cual suele dar resulta-
dos nefastos. Si actuamos de esta manera no estamos más que
confirmando que nos morimos por estar con ella, reforzando su
control sobre nosotros y asegurándole que cuando nos pida saltar
a la pata coja nosotros lo haremos sin apenas dudarlo.
La mejor respuesta que puedes darle es que tienes que pensar-
lo, aunque te mueras por decirle que sí, que suene musiquita
romántica, pasar a una escena en la que están los dos corriendo a
cámara lenta por la playa para luego terminar encontrándose en
un beso larguísimo y seguidamente un fundido en negro.
Eso sólo ocurre en las películas de los sábados y domingos al
mediodía, que suelen ser bastante malas, por cierto. Tu respuesta
es fiel a la realidad, porque aunque ella te haya dicho eso, a pesar
de las ganas que puedas tener por volver entre sus pechos, lo que
tienes que hacer es replantearte de nuevo las cosas.
Recapacita, vuelve a pensar en las razones por las que tu rela-
ción terminó, ya sea porque ella te dejó o tú la dejaste. Si vuelves
con ella será regresar a las misma relación, a pesar de que te diga
lo contrario. Una vez has comenzado una relación con una per-
sona nunca se empieza de cero. Sólo se empieza de cero una vez,
y esa es la primera nada más.
Una amiga me contó un símil muy acertado para estos casos.
Imagina un folio en blanco, tómalo entre tus manos y hazlo una
bola de papel. Ahora, intenta volver a colocarlo como estaba en
un comienzo, sin arrugas y sin las marcas que acabas de provocar
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en él. Muy complicado, ¿verdad? Pues con las relaciones interper-
sonales es aún peor.
Imagina de nuevo ese folio impoluto, toma varios rotuladores
permanentes de diversos colores y dibuja con ellos lo que te ape-
tezca. Una casita con árboles, un barquito de vela sobre el mar,
una tía en pelotas, da igual.
Ahora llévalo a una pescadería y pide que te envuelvan un kilo
de sardinas en él. Cuando llegues a casa, pon al fuego una sartén
con abundante aceite y, una vez esté lo suficientemente caliente,
fríe las sardinas, retíralas del fuego y ponlas a escurrir sobre aque-
lla hoja.
Una vez hayas disfrutado de tu ración, coge ese pedazo de pa-
pel e intenta hacer que vuelva a ser de nuevo aquel folio blanco e
inmaculado. Sencillo, ¿no crees? Pues eso es más o menos lo que
ocurre con las relaciones.
Normalmente, cuando se retoma una relación que ha termina-
do existe inicialmente un período de duración variable durante el
cual todo va genial y es fantástico. ¿Por qué? Porque generalmen-
te existe un esfuerzo por ambas partes para que todo salga bien.
Cuando este esfuerzo se desvanece, aparecen los fantasmas del
pasado, aquellos que la primera vez provocaron el fin de la rela-
ción.
Pero las personas pueden cambiar, ¿verdad? Es una pregunta
difícil de responder. Yo antes pensaba que sí, que era posible, pe-
ro hoy en día mi pensamiento se ha visto modificado ligeramente.
No me he vuelto pesimista, tan sólo soy un optimista con expe-
riencia. Sigo pensando que el cambio es posible, pero bajo ciertas
premisas y con un arduo trabajo.
La cirugía estética es la versión analógica del Photoshop, por-
que puedes hacer milagros con un par de retoques aquí y allá.
Arreglar una nariz aguileña, rebajar la barriga o poner unas tetas
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increíbles es relativamente sencillo si trabajas sobre una foto. Sin
embargo, si quieres que los cambios sean permanentes tienes que
echar mano del bisturí, y esto sólo estará a tu alcance si tienes di-
nero para costear los gastos de la operación. El resultado en
ambos casos será mejor o peor en función de la pericia de la per-
sona que tenga en sus manos las herramientas.
Sin embargo, modificar los pensamientos o la conducta es algo
más complicado, no es tan sencillo como usar un ratón, una ta-
bleta capturadora, un bisturí, un martillo o un cincel. Es ahí
donde la Psicología puede ayudarnos, pero se requiere mucho
tiempo, trabajo y dedicación por ambas partes implicadas, es de-
cir, ella y tú.
En Psicología, el efecto Pigmalión o efecto Rosenthal se refie-
re al fenómeno por el cual a mayor expectación mantengamos en
alguien, mejores serán los resultados. El efecto recibe su nombre
de Pigmalión, un escultor chipriota en la mitología griega presente
en la obra de Ovidio, que se enamora de una estatua femenina
que él mismo ha tallado a partir de marfil.
Según la moraleja del mito de Pigmalión «debemos mantener las
más altas ilusiones en aquellos con quienes convivimos; si sinceramente cree-
mos en sus posibilidades, las veremos cumplidas». Es decir, mientras más
grandes sean nuestras expectativas mayor será la probabilidad de
que se vean cumplidas.
Sin embargo, esto no nos sirve de mucho si en ella no existe
un interés en cambiar. Por mucho que nosotros queramos y tra-
temos de provocar ese cambio no vamos a conseguir apenas
resultados satisfactorios. Es más, como consecuencia de nuestras
expectativas, cuando nuestras intenciones no concuerden con el
resultado obtenido, obtendremos como recompensa desilusiones
que repercutirán negativamente en nuestro estado de ánimo.
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Debes tener en cuenta que, si la relación terminó hace una se-
mana, es absurdo pensar que ella habrá cambiado su forma de
pensar y actuar. No te engañes a ti mismo, recuerda que hace falta
tiempo, trabajo y dedicación.
No obstante, tanto si quieres volver como si no, tú eres el úni-
co responsable y la última decisión es siempre tuya.
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11. APRENDIZAJE Y CONDICIONAMIENTO
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actúa sobre nuestra fisiología, nuestro yo más primitivo, y no so-
bre nuestra conducta.
Aquí es donde entra en escena el señor B.F. Skinner, quien
desarrolló el condicionamiento operante, actualmente denomina-
do como instrumental. En este caso, la frecuencia de una
respuesta aumenta o se reduce por su asociación a un refuerzo o
un castigo. Este aprendizaje sigue el principio de causa y conse-
cuencia.
El sujeto aprende que la consecuencia, el refuerzo o el castigo,
está relacionada con la respuesta que haya dado. En base a esto
existen distintos tipos de estímulos:
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plo, si le dabas una galleta cada vez que te daba la pa-
tita, al dejar de dársela él dejará de hacerlo.
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12. MALABARISMOS EN LA CUERDA FLOJA
Sólo he ido una vez al circo y fue cuando era muy pequeño,
tanto que ni me acuerdo. Sé que fui porque mis padres me lo han
contado, y también sé que no me supuso un evento muy intere-
sante porque también me contaron que me dormí durante la
actuación.
La verdad es que el circo clásico con espectáculo de animales
nunca me ha llamado demasiado la atención, seguramente porque
imagino las condiciones de vida que tienen que soportar esos po-
bres animales a manos de animales más salvajes que ellos.
Sin embargo, me gustaría ir alguna vez a una actuación del
Gran Circo Nacional Chino o el Cirque du Soleil, principalmente por
la ausencia de animales y por la vistosidad de sus puestas en esce-
na. He visto algún que otro vídeo y me parecen muy buenos
espectáculos, y sus integrantes tienen un gran mérito por las cosas
que hacen.
Cuando estaba en el colegio, en Educación Física, nos obliga-
ron en cierta ocasión a aprender a hacer malabarismos con
pelotas de tenis. Recuerdo que practicaba cada vez que podía y
llegué a conseguir bastante soltura con tres pelotas, pero sabía
que superar ese número era muy complicado.
Es por eso que admiro a esas personas que se ganan la vida
haciendo malabarismos, en el circo o en las calles de la ciudad,
porque es muy difícil hacer lo que hacen y mucho más hacerlo
tan bien. Otras personas que también admiro son los funámbulos
que saben caminar sobre la cuerda floja, porque también es muy
difícil vencer la sensación de vértigo y tener tanto equilibrio.
En cierta manera, cuando nos dejan o dejamos una relación,
tenemos que aprender a caminar sobre la cuerda floja mientras
165
hacemos malabarismos, porque necesitamos muchísima destreza
para manejar nuestras emociones y sentimientos mientras nos
mantenemos en equilibrio venciendo el miedo de caernos al
abismo que hay a nuestros pies.
No es nada sencillo como habrás podido comprobar, porque
habrá momentos en los que te sentirás mejor o peor, o incluso
puede que dudes sobre si todo lo que estás haciendo es lo correc-
to o no.
Lamentablemente la única persona que puede saber qué hacer
y cómo actuar eres tú. Debes hacer malabarismos con los conse-
jos que alguien te pueda dar, junto con tus emociones y tus
sentimientos.
Este texto es una guía, un escrito en el que se plasman ideas
que sirven para encaminar o dirigir con el objetivo de hacer o lo-
grar lo que en ella se propone, nada más que eso. No es un libro
de recetas ni las instrucciones de montaje de un mueble, simple-
mente porque no estamos hablando de preparar un postre o
montar una mesa para el salón.
A pesar de lo que hayas leído, eres tú quien decidirá cuándo
contestar uno de sus mensajes, qué decir cuando respondas una
llamada, decidir si quieres pasar página o si quieres volver con
ella. Esa es la parte más difícil de la ecuación precisamente por-
que sólo tú puedes solucionarla y la última decisión te
corresponde únicamente a ti.
Las relaciones interpersonales no son ciencias exactas, como
tampoco lo es la conducta humana ni la Psicología. El problema
que se plantea al escribir cualquier guía es cómo conseguir abor-
dar un tema de manera general abarcando el mayor número de
posibilidades. No se puede, por el simple hecho de que cada rela-
ción es única en sí misma debido a los detalles que la diferencian
del resto.
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Y es que los detalles mueven el mundo.
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168
13. ¿SERÉ YO, SEÑOR?
169
ción en los actos era por tradición más que por devoción, además
de la buena relación que tengo con muchos compañeros cofrades.
Las cuestiones concernientes a la religión, la fe y las creencias
rara vez atienden a razones, y su caso era un claro ejemplo de
adoctrinamiento, falta de espíritu crítico y alto grado de sugestión.
Pero eso es otro tema.
Muchas veces tenemos pensamientos negativos como si nos
sintiéramos culpables del fracaso y quisiéramos flagelarnos con
un látigo de siete puntas para que, al desgarrar la piel de nuestra
espalda, podamos librarnos de los fallos que hemos cometido en
nuestra relación.
Normalmente pensamos en cosas poco agradables como que
la relación ha sido una burda pantomima, que seguramente ella
nos ha sido infiel en más de una ocasión, que nunca nos ha que-
rido de verdad a pesar de lo que nos decía o que nos dejó porque
en realidad quiere un tío más guapo, más fuerte o que la tenga
más grande que nosotros, y no me refiero precisamente a la carte-
ra.
Estos pensamientos son muy destructivos y nada prácticos
porque lo que provocan es que nos sintamos como un trozo de
carne putrefacto al sol de un día de verano y no ayudan en nada a
nuestra recuperación. No sirven en absoluto para nuestro propó-
sito, así que lo mejor es evitarlos en la medida de lo posible.
En ocasiones también nos preguntamos qué habremos hecho
mal para que nuestra relación se haya ido por la borda de esta
manera. El hecho de marcarnos como culpables del fracaso no es
la manera más adecuada porque esto generará más pensamientos
negativos.
No te castigues más.
Ten claro que cuando una relación fracasa no lo hace única-
mente por mediación de una persona, más bien es una
170
consecuencia de la falta de compatibilidad en una pareja. Imagina
un engranaje con dos ruedas dentadas que no terminan de encajar
perfectamente. A pesar de que se muevan al unísono en realidad
no funcionan correctamente y, tarde o temprano, acabarán por
desgastarse sus dientes, dejarán de girar y el engranaje será com-
pletamente inservible.
Como ya te he comentado, no conozco ningún caso en el que
la primera relación haya sido perfecta y definitiva. Es más, creo
que no es aconsejable que esto suceda porque es la interacción
con otras personas lo que hace que evolucionemos en nuestro
proceso de aprendizaje social y emocional. En el ámbito científico
es lo que se denomina comúnmente como método ensayo–error.
A menudo las relaciones se suceden una tras otra y llega un
momento en el que te detienes y piensas si realmente el problema
se encuentra en ti y no en los demás. Amigo, siento decirte que
has tardado mucho tiempo en hacerte esa pregunta porque, aun-
que no lo creas, son esas dudas las que provocan que hagamos un
ejercicio de introspección del que podemos obtener conocimien-
tos sobre nosotros mismos, la información que nos ayudará a
aprender y estar más preparados para la siguiente ocasión.
La respuesta más fácil y sencilla a nuestros problemas es hacer
responsable de ellos a algo o alguien que no seamos nosotros. Es
más, desde nuestra infancia hemos sido enseñados a actuar de esa
manera. Por ejemplo, un niño va caminando por su casa y de
pronto se tropieza con uno de sus juguetes y termina en el suelo
llorando.
La típica respuesta de la madre será preocuparse por su hijo,
como es natural, y seguidamente echarle la culpa al juguete por
estar ahí en medio del pasillo. En realidad, lo más sensato sería
hacerle ver al niño que se ha tropezado por no estar atento a los
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obstáculos que había en el camino, por lo que debería tener más
cuidado de ahora en adelante.
¿Quién es el responsable de la ruptura? Claramente son las dos
partes implicadas en la relación.
De nada sirve consolarse con aquella manida frase que dice «no
era mi media naranja», dar media vuelta y marcharse silbando una
canción de desamor, como la ranchera titulada Ella del gran
compositor mexicano José Alfredo Jiménez. Siempre que termina
una relación estamos en la obligación de aprender de ella y para
eso debemos recapacitar para encontrar qué es lo que ha fallado.
Te diré un secreto, no existe eso de la media naranja.
Si la compatibilidad entre dos personas se pudiese medir de
manera objetiva nos daríamos cuenta que en ningún caso, ni en
las parejas más estables y compatibles, existe un cien por cien de
congruencia. Siempre existirá algún elemento disonante, alguna
variable extraña que molestará en mayor o menor medida a la
otra persona.
Una vez, cuando fui de vacaciones a Túnez, practiqué el tiro
con arco en el hotel en el que me alojaba y me gustó mucho la
experiencia. Mi primer tiro fue directo al centro de la diana, su-
pongo que sería la suerte del principiante porque el resto de mis
tiros no fueron tan buenos.
Las dianas están formadas por círculos concéntricos de distin-
tos colores y ordenados de mayor a menor tamaño. El centro de
la diana es el círculo de mayor puntuación, pero también es el
más pequeño y, por consiguiente, el más difícil para acertar. Hace
falta mucha puntería para poder clavar la flecha en el centro exac-
to de la diana, además de controlar muchas variables extrínsecas
al propio tirador como puede ser el viento, la tensión de la cuerda
del arco, la elevación del terreno o la temperatura ambiental.
172
Esto sólo se consigue con práctica, miles de tiros de entrena-
miento y participando en muchas competiciones en las que,
probablemente, no conseguirás buenos resultados hasta que me-
jores tu técnica.
Con las mujeres ocurre más o menos lo mismo, no existe una
mujer predestinada para ti, que te complemente perfectamente.
Simplemente existen muchas candidatas que serán más o menos
compatibles contigo pero necesitarás de mucha práctica para con-
seguir apuntar y acertar de pleno en el centro de la diana.
Con el tiempo estarás más preparado, serás capaz de encontrar
las señales y adelantarte a los acontecimientos, podrás observar
los fallos en tu relación sin alcanzar el límite de la ruptura y con-
seguir que el grado de compatibilidad entre ella y tú incluso pueda
llegar a aumentar.
Ya lo dijo Albert Einstein, si buscas resultados distintos, no hagas
siempre lo mismo.
Tan sólo es cuestión de practicar.
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174
CASOS PRÁCTICOS
NO ERES NI EL PRIMERO NI EL ÚLTIMO
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«Las desgracias ajenas pueden incluso desarrollar nuestras
lágrimas, pero en el fondo ayudan a soportar el infortunio que todo
el mundo arrastra, y aunque la catástrofe de otros despierta nues-
tra compasión, también nos provoca una secreta alegría morbosa
por habernos librado esta vez».
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MANUEL Y PENÉLOPE
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Ella hacía las veces de profesora particular y le decía cómo
tenía que colocar la boca, qué hacer con su lengua o tener cuida-
do con los dientes. Practicaban juntos la técnica para desabrochar
su sujetador con sólo dos dedos y le enseñaba qué zonas de su
cuerpo eran especialmente sensibles. A él le encantaba porque él,
por su parte, dejaba que ella hiciera lo que quisiera.
A decir verdad, era una profesora particular muy buena en la
teoría y muy capacitada en la práctica. Nada podría hacer pensar
que la tormenta perfecta se estaba formando sobre su cabeza.
Un buen día, uno de los mejores amigos de Manuel, Gabriel, le
dijo algo que le desconcertó profundamente. Penélope, había es-
tado flirteando con él y le había propuesto algo más que palabras,
pero como buen amigo, Gabriel se veía en la obligación de in-
formarle. Siempre le agradecería a su amigo que le comunicase
esta noticia.
Manuel siempre tuvo facilidad para analizar problemas, era
muy bueno en Matemáticas, así que la solución se materializó
rápidamente ante él. Al día siguiente fue a hablar con Penélope, le
contó lo sucedido, ella lloró porque le había salido mal la jugada y
su relación acabó, como era de esperar.
El único problema es que eran compañeros de clase y todavía
quedaban unos cuantos cursos por delante hasta que dejaran el
colegio y se marchase cada uno a un instituto distinto. Por Ma-
nuel no existía ningún problema, él tenía claro la clase de chica
que era Penélope, pero ella no sabía lo que le venía encima.
Manuel, además de tener facilidad para resolver problemas,
también era simpático y ocurrente, algo así como un cómico pero
con toque intelectual. Cegado por el rencor que sentía, hacía co-
mentarios hacia Penélope cada vez que le llegaba la inspiración, lo
cual solía ocurrir muy a menudo. Clase tras clase, día tras día, mes
tras mes, soltaba chistes acerca de la que antiguamente fuese su
180
novia. Ella tenía que soportar los comentarios, además de las risas
de sus compañeros de clase y algún que otro profesor.
Al final lo que era una venganza se convirtió en una costum-
bre que duró bastante tiempo hasta que Manuel perdió el interés
y se olvidó. Aún así, todavía faltaban unos años para dejar el co-
legio. Pasó el tiempo, terminó su etapa escolar y cada uno tomó
rumbos distintos.
Años después, con aquel rencor ya olvidado, un día que coin-
cidieron se saludaron sin ningún tipo de resentimiento. Él pudo
comprobar que las cualidades que ella poseía no habían desapare-
cido sino que habían aumentado aún más si cabe.
Pasaron un rato con la típica conversación que mantienes con
alguien que hace mucho tiempo que no ves, salieron a flote los
tiempos del colegio y con ellos la situación que se había propicia-
do después de su ruptura.
Penélope le confesó que se había visto obligada a asistir a tra-
tamiento psicológico por su culpa. Manuel quedó conmocionado,
no pensaba que hubiese llegado tan lejos ni era esa su intención,
le pidió perdón y ella le dijo que ya no importaba porque lo había
superado.
Después de un silencio un tanto incómodo, ambos alegaron
que tenían cosas que hacer y se despidieron cordialmente. Hasta
hoy no han vuelvo a coincidir jamás.
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BERNARDO Y ANDREA
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al sufrir este síndrome. Una vez consiguió reponerse, apareció en
su mente una voz que decía en tono de sorpresa «hay que ver lo que
provoca el calor, el sol y el agua del mar». Luego hicieron acto de pre-
sencia dos pensamientos más que se contradecían entre sí y es
que no sabía si le gustaba más su pecho izquierdo o el derecho.
Al final llegó a un acuerdo y decidió que le gustaban los dos
por igual, al fin y al cabo disponía de una mano para cada uno
aunque seguramente sobraría superficie por cubrir.
Bernardo y Andrea se conocían desde hacía años, habían cre-
cido juntos en la misma clase curso tras curso y no eran más que
amigos, porque nunca había existido una atracción, al menos por
parte de él hacia ella.
El problema es que en este curso habían ocurrido unos gran-
des cambios en Andrea, saltaban a la vista, sobre todo en clase de
Educación Física, y él había cambiado su percepción respecto a
ella. Sin embargo, él seguía siendo su amigo del colegio y ahí aca-
baba su relación. Bueno, eso es lo que demostraban sus actos y
sus palabras cuando Bernardo estaba a su lado o hablaba con ella.
Sin embargo, por su mente paseaban mil y una imágenes distintas.
La relación continuó igual que siempre, al menos en aparien-
cia, pero Bernardo lo pasaba muy mal y hacía auténticos
esfuerzos por evitar mirar las formas curvilíneas que se dibujaban
a través del uniforme de Andrea.
Durante dos años tuvo que soportar esta situación, sumándole
además las conversaciones cuando ella le comentaba que le gus-
taba alguien pero que era una relación difícil, casi imposible. Él le
daba consejos, poniéndose a veces en el lugar del afortunado que
tenía a semejante chica suspirando por él y transmitiéndole sus
deseos de manera subrepticia.
Cuando se acercaba el fin de curso que suponía la separación
definitiva, Bernardo decidió echar toda la carne en el asador y
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marcó una fecha límite para declararle todo lo que sentía por ella,
aprovechando por otra parte que aquella relación imposible aún
no se había consumado. En el fondo guardaba un mínimo de es-
peranza de que aquel afortunado fuese él y que, debido a la
vergüenza o la timidez, ella no se atreviese a dar el paso.
Llegó la fecha señalada, el último día del curso, a falta de diez
minutos para que sonase la campana que marcaba el inicio de las
vacaciones de verano y el fin de una época en el colegio. Se
acercó a Andrea y le pidió un momento a solas porque tenía algo
que decirle.
Y le dijo todo, el abecedario entero, las tablas de multiplicar
del uno al nueve, los números primos hasta el cien y la lista de re-
yes godos. Cuando terminó su historia increíble sintió como si
dos toneladas de acero se hubiesen convertido en helio y hubie-
sen salido flotando.
La cara de ella era un poema, balbuceó un par de palabras in-
coherentes hasta que se repuso y le dio su respuesta. Todo
aquello era precioso, era lo más bonito que nadie le había dicho
nunca, le quería muchísimo y le tenía mucho cariño… Pero había
un problema...
A ella le gustaban las chicas.
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186
ARMANDO E ISABEL
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sar de explicar rápidamente lo que es una maroma, una cuerda o
soga gruesa en el ámbito naval, todo el mundo siguió con la mis-
ma cara de «no sé a qué carajo viene eso». Con resignación tuve que
optar por usar una expresión más conocida, la que dice que tiran
más dos tetas que dos carretas.
Volviendo al tema, todo esto se agravaba porque ella sólo lo
tenía a él, no tenía verdaderas amigas en las que apoyarse, sus
compañeros de clase pasaban de ella y su autoestima no era preci-
samente efervescente. Sí, podría decirse que era una situación
mantenida casi por compasión, y hasta él lo afirmaba, pero ahí
seguía aguantando día tras día.
Cuatro años pasaron hasta que Armando decidió dar por aca-
bada aquella relación, supongo que coincidiendo con que
finalmente los compañeros de facultad acabaron por aceptar a
Isabel en su grupo. Lloraron los dos, todo sea dicho, y decidieron
acabar lo mejor posible, así que llegaron al acuerdo de seguir
siendo amigos.
Ya a estas alturas seguramente se te hayan puesto los pelos de
punta, es comprensible, a nosotros también nos chirriaron los
dientes ante su decisión, pero bueno. A mí me surgió directamen-
te el impulso homicida.
Si hubiese estado presente juro que le hubiese propinado tal
cogotazo que le arrancaría la cabeza de cuajo. Aclaro que cogota-
zo es sinónimo de colleja, golpe con la mano abierta en el cogote.
Y cogote es el término usado para referirse a la parte posterior del
cuello, inmediatamente inferior a la cabeza y también conocido
como nuca.
Si tu amigo, a pesar de explicarle que ese muro es de hormigón
macizo, está empeñado en lanzarse de cabeza contra él para com-
probar que es de merengue, pues no puedes hacer otra cosa más
188
que preparar el botiquín y esperar el sonido del hueso fracturán-
dose.
Sucedió la típica historia natural de estos casos. Isabel y él se-
guían hablando por teléfono, por el Messenger, quedaban para
tomar algo y a los tres días de haberlo dejado estaban de nuevo
disfrutando de los placeres de la actividad física en posición hori-
zontal.
Eso sí, había quedado muy claro que eran amigos, no había lu-
gar a duda. De hecho, había tan poco espacio entre ellos que era
imposible que la duda pudiese caber en medio de los dos.
Pasaron las semanas y Armando tenía claras las condiciones de
esta nueva relación, pero su corazón no. Cuando Isabel le dijo
que no quería seguir quedando con él se oyó un ruido casi imper-
ceptible, una grieta en el cristal de la realidad que se había
imaginado.
No podía ser, era ella la que estaba diciéndole a él que no
quería continuar con esa relación. Debía de existir alguna razón
por la que ella no quisiera volver a quedar con él y tenía que des-
cubrirla.
«El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla», decía Isabel
Allende, y Armando la encontró de frente, porque era el muro
que quería probar con su cabeza. Quedó con Isabel para hablar y
la conversación fue muy productiva porque ella le expuso una por
una las razones de por qué no quería seguir con él, a cada cual
más hiriente.
Después de una lista de excusas dolorosas y baratas, fue la
última razón la que esclareció sus verdaderas motivaciones. Había
conocido a un chico en la biblioteca donde estudiaba hacía unas
semanas y había descubierto por mediación de una amiga que la
atracción era mutua.
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Menos mal que teníamos el botiquín preparado en caso de ac-
cidente.
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CARLOS Y MERCEDES
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La cuestión es que Mercedes vivía lejos de su trabajo y de la
casa de Carlos y el hecho de tener que madrugar para coger el co-
che y pasar todo el día fuera de su casa hizo que en un corto
espacio de tiempo la ilusión inicial se fuera difuminando, dando
paso a excusas por las que no podían verse después del trabajo e,
incluso, los fines de semana.
La conclusión lógica que se derivó de estos hechos fue que,
por las razones que fueran, Carlos sentía que ella no suplía las ne-
cesidades que él tenía, y no hablaba únicamente de las sexuales.
Su relación, lejos de proporcionarle satisfacciones, le provocaba
sufrimiento.
Esta situación fue empeorando hasta que Carlos se cansó y
decidió terminar con ella. Él tenía claro que no quería seguir así
porque ya tenía las experiencias previas de otras relaciones, así
que quedaron un día y le comunicó lo que llevaba pensando des-
de hacía tiempo.
Obviamente su decisión no fue muy bien recibida por Merce-
des y, tengo que decir, por aquel entonces yo todavía ni me había
empezado a plantear ningún aspecto de esta guía, así que no pude
aconsejar a Carlos acerca del proceder más adecuado. Estaba cla-
ro que no debía volver y se lo intenté inculcar, y yo pensaba que
entendía lo que le estaba diciendo porque siempre me daba la
razón y afirmaba que él también sabía qué tenía que hacer.
Pero no lo hacía.
Mantenían conversaciones por teléfono cada vez que a ella le
apetecía y hasta quedaban para hablar y tomar algo cuando ella se
lo proponía. Por si fuera poco, el hecho de compartir el mismo
lugar de trabajo no mejoraba mucho la situación.
Basándonos en los datos de los acontecimientos y coincidien-
do con las previsiones de las simulaciones que realizamos en el
ordenador, a la semana estaban de nuevo juntos, con ganas reno-
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vadas pero, en el fondo, sin cambios en las variables que habían
propiciado su ruptura.
De nuevo y como era de esperar, esas ganas se fueron esfu-
mando con el paso del tiempo y, al cabo de los meses, la misma
sensación de carencia volvió a florecer. Él lo pasaba mal con su
relación, así que llegó el momento de terminar la relación.
Otra vez.
Y una vez más Carlos volvió a cometer los mismos errores
que la vez anterior, con lo cual, a las dos semanas estaban de nue-
vo juntos porque se habían dado una oportunidad. La única variable
que se había modificado era que ella había cambiado de trabajo
así que Carlos supuso que ese era el detalle que hacía falta en la
relación para que todo volviese a ser como al principio.
Pobre infeliz. Como si fuese una fotocopia de la vez anterior,
de nuevo volvió a ocurrir lo mismo al cabo de pocas semanas,
otra ruptura.
Dicen que el amor precisa de admiración por la otra persona.
Sin embargo, cuando tu pareja te decepciona de manera sistemá-
tica esa admiración se pierde y tienes que plantearte si es que
pides demasiado o es que la otra persona tiene la empatía de un
ladrillo. Carlos había llegado a un punto en que había empezado a
pensar sobre ello.
Yo ya tenía prácticamente terminada la guía así que le envié lo
que tenía escrito para que lo leyera con detenimiento y sacase sus
conclusiones. Después tuve que hacer una sesión intensiva para
hacerle entender lo que tenía que hacer. Tenía claro que no quería
volver a lo mismo, esta vez de verdad, y actuó en consecuencia.
Contó que ella intentó contactar con él pero siguió las indica-
ciones que le había dado. Se sentía muy alegre porque estaba
observando progresos y resultados favorables así que un buen día
193
me comentó que quería volver de nuevo con ella porque había
notado que realmente había cambiado.
Yo le hice ver que no podía aconsejarle en ese aspecto porque
era él el único que tenía la última palabra. Recapacitó y finalmente
tomó la decisión de regresar con Mercedes.
Confieso que durante los dos años anteriores nunca había po-
dido verle tan contento con su relación. Parecía que ella
finalmente se había dado cuenta de qué conductas tomaba como
correctas y que no lo eran en realidad y qué debía hacer para que
su relación marchase adecuadamente.
Cuando ya me disponía a apuntar su nombre en la lista de los
éxitos ocurrió lo que parecía impensable. Otra vez había sucedido
algo y la relación se estaba yendo por el retrete. Una discusión
destapó la inseguridad de ella sobre si continuar o no con Carlos.
Creo que fue una mezcla de desilusión y cansancio lo que llevó
a mi amigo a tomar la decisión más drástica. No estaba dispuesto
a seguir adelante soportando un incesante tira y afloja emocional.
Y es que hay cosas que nunca cambian.
Existe un proverbio árabe que dice «la primera vez que me en-
gañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía». Y la
tercera, y la cuarta…
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JUAN Y BELÉN
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No sé si te pones en situación, pero es algo similar a que tu
novia pose con poca ropa para alguna revista erótica. Por si fuera
poco, tienes que aguantar cómo los tíos de tu clase, tus compañe-
ros de trabajo o los camareros del bar donde te tomas el café
hacen comentarios acerca de dichas fotos. No siendo esto sufi-
ciente, a ella esos comentarios le dan igual o le parecen graciosos,
es más, hasta los llega a tomar como piropos o cumplidos.
O, por ejemplo, estás con tu novia en la playa y un grupo de
tíos que están cerca se ponen a comentar sobre su culo o sus te-
tas. Tanto ella como tú oís los comentarios y a ti te entran ganas
de cortar cabezas con una katana. Sin embargo, ella recibe esos
comentarios tan alegremente y, aunque a ti te molesten, ella da las
gracias.
Acojonante.
Él le pedía que eliminase esas fotos y todos los comentarios
asociados, además de dejar de participar en dicha página. No creo
que fuese una petición desorbitada porque, al fin y al cabo ella es-
taba inmersa en una relación y sólo por respeto debería haber
surgido de ella la idea de dejar a un lado esas actividades.
Juan y yo coincidíamos al respecto, los dos pensábamos lo
mismo pero ella nos dejó claro que lo que nosotros tomábamos
como una forma de actuar normal no lo era para ella. Siempre
había publicado las fotos que le apetecía y ahora no iba a ser me-
nos, como si esta actividad fuese un rasgo definitorio de su
personalidad o algo parecido. Entendía que a Juan le resultase
molesto, pero se negaba a dar su brazo a torcer, es más, le pedía
comprensión al respecto.
La discusión continuó subiendo de tono y les pedí que me lle-
vasen a mi casa antes de que explotase la bomba conmigo en
medio. Mientras íbamos en el coche los ánimos no se apacigua-
196
ron y, cuando aparcamos y me despedí hasta el día siguiente, la
ruptura parecía inminente.
Una de las cosas más importantes que hay que tener en esta
vida es el sentido práctico.
Si no quieres que tu novia sea una borracha no empieces a salir
con esa chica que conociste aquella noche de fiesta al borde de un
coma etílico. Probablemente cuando esté contigo le seguirá gus-
tando el alcohol y si es de esa clase de tías que lo dan todo y se
desfasan cuando beben, no creo que se trate de la pareja más ade-
cuada para ti y tu salud.
Si no quieres tener dudas sobre si tu novia te está siendo infiel
piensa que esa chica que se insinuaba contigo mientras su novio
la llamaba al móvil no es una opción adecuada. Piensa que tal vez
la próxima vez que haga lo mismo tú puedes ser el novio que está
al otro lado del teléfono y no el tío que está agarrando con ímpetu
sus nalgas.
Si no quieres que tu novia sea una ególatra exhibicionista no te
plantees una relación con esa chica que conociste por un comen-
tario en una foto en la que posaba semidesnuda en una página de
Internet. Seguramente no te haga gracia cuando le propongan di-
nero a cambio de una sesión fotográfica privada.
La verdad es que actualmente Juan y Belén siguen juntos y
desconozco a qué acuerdo llegaron aquella noche pero, para evi-
tar reavivar la discusión, creo que me quedaré con la curiosidad.
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MIGUEL Y ADELA
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A la siguiente semana su relación terminó, seguramente in-
fluenciada por la atracción que sentía por Miguel, así que ya no
había problema en seguir adelante con la aproximación. Además,
su novio había decidido abandonar voluntariamente las clases
particulares con lo que todo resultaría mucho más fácil.
De hecho, se aproximaron mucho y rápidamente, como si ella
no quisiera perder el tiempo.
Su relación era totalmente pasional y, según la corriente freu-
diana, podría denominarse incluso fálica, precisamente porque
giraba en torno a la entrepierna de Miguel. Las felaciones suced-
ían de manera espontánea, daba igual el lugar y la hora de la tarde
o de la noche.
Al principio a Miguel le cortaba la situación de andar mostran-
do públicamente sus actividades eroticofestivas, pero el bochorno se
le pasaba rápidamente en cuanto Adela comenzaba con la activi-
dad que tanto les gustaba a ambos. De hecho, en más de una
ocasión pudo comprobar cómo algún que otro mirón observaba
la escena que estaban montando Adela y él.
Muchas veces echaron de menos tener la posibilidad de contar
con un lugar más privado, porque no pasaban más allá de los pla-
ceres orales. A pesar de ello, esta situación se mantuvo durante
los meses de verano, lo que hacía más amenas las horas que com-
partían para el estudio, aunque mucho más las horas en las que se
estudiaban entre ellos.
Cuando el verano tocaba a su fin llegó el momento de hacer
los exámenes para los que cada uno se había estado preparando.
A Miguel le fue bastante bien, aprobó las asignaturas que le que-
daron pendientes a final de curso. Lo que parecía ser un verano
aburrido resultó ser muy satisfactorio y productivo.
Adela también logró aprobar casi todos sus exámenes excepto
uno, el de Miguel. Ella no le proporcionaba a él nada más que
200
aquellos escarceos amorosos que, a pesar de ser muy divertidos,
no conducían a nada. Él sabía que aquella relación no podía con-
tinuar y, de haberlo hecho, sería una fuente de sospechas e
incertidumbres que él no estaba dispuesto a soportar.
Creo que ella no se lo tomó muy bien, quizás porque no estaba
acostumbrada a ser rechazada, quizás porque no tenía paracaídas
de reserva cuando el de Miguel falló. Quién sabe.
Su trampa oral no era infalible.
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PEDRO Y SANDRA
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ocasión le había preguntado directamente qué se suponía que era
su relación y ella le contestaba que no sabía. Él lo tenía claro, eran
una pareja.
Un buen día, en la cafetería a la que siempre solían ir, él le pre-
guntó «¿qué te pasa?» y ella le contestó «no me pasa nada». Pedro no
se quedó tranquilo con su respuesta porque su manera de hablar y
actuar no concordaba con lo que acababa de decirle, así que le
preguntó por segunda vez «¿estás segura que no te pasa nada?».
Claro que le pasaba, si notas que algo no va bien es que real-
mente no va bien. La respuesta de Sandra fue clara, le dijo
directamente que creía que lo más adecuado era darse un tiempo
y dejar de verse durante una temporada.
Pedro sabía perfectamente lo que significaban esas palabras.
Cuando una mujer te dice que necesita tiempo es más o menos lo
mismo a que te diga que no quiere seguir contigo. Es un eufe-
mismo comúnmente usado en las rupturas. Viene a ser un espacio
de tiempo de duración no determinada, lo que significa que puede
ser de aquí a una eternidad. Es más, seguramente ese espacio de
tiempo sea toda la vida.
Él se veía en la tesitura de no saber qué decirle ya que tampo-
co sabía en qué situación se encontraba realmente. No eran una
pareja aunque se trataban como novios pero tampoco eran ami-
gos aunque actuaban como tales, se encontraban en un limbo
indefinido. No obstante, decidió aceptar su decisión y ahí acabó
aquella relación.
Sandra se marchó de la empresa, sin saber a ciencia cierta si
fue como consecuencia del fin de su relación o si la idea de dejar
su puesto fue la causa de la ruptura. La conclusión práctica es que
esta acción fue un punto a favor del lento proceso de recupera-
ción de Pedro.
204
Todo marchaba más o menos bien hasta que unos cuantos
meses después volvieron a coincidir como invitados en la cele-
bración de la boda de una amiga común. Comieron, bebieron,
bailaron, rieron y Sandra le invitó a una fiesta en su antigua casa
para la siguiente semana. Él aceptó sin dudarlo porque sus expec-
tativas sobre aquel encuentro se le antojaban muy interesantes. Es
más, pensaba que no era más que una excusa que ella usaba para
poder volverse a ver.
Cuando llegó el día de la cita, las expectativas que había imagi-
nado para aquella fiesta se desmoronaron sobre su cabeza cuando
ella le presentó a su novio con quien llevaba un tiempo viviendo.
Haciendo de tripas corazón, mantuvo la compostura cuando ella
lo presentó como «un antiguo compañero de trabajo» y le dio la mano
a aquel tío que estaba ocupando el lugar que él consideraba como
legítimamente de su propiedad.
En cuanto pudo escapó de aquel lugar de tortura para sobre-
llevar de la mejor manera posible aquel desengaño. Estaba
destrozado porque lo que había esperado que sucediese no sólo
no había sucedido sino que se había transformado en todo lo
contrario.
Días después ella lo llamó a su móvil preguntándole qué le
había ocurrido aquel día en su casa porque no le había vuelto a
ver. Fue entonces cuando él le recriminó por qué no le había di-
cho nada acerca de su nuevo novio cuando se vieron en la boda o
cuando le invitó a la maldita fiesta.
Ella, con total serenidad, le dijo que eran amigos y no pensaba
que le fuese a molestar tanto, lo cual fue como un jarro de agua
fría sobre su cabeza. Lo siguiente que le preguntó fue por qué a él
nunca le había propuesto dejar aquella relación extraña, ser una
verdadera pareja y vivir juntos como había hecho con su nuevo
205
novio. Su respuesta fue sencilla y directa, «simplemente porque él tiene
algo que en ti no había encontrado».
Tocado y hundido.
206
JONÁS Y LAURA
207
cervatillo herido, lo aceptaron de nuevo en el grupo como si nada
hubiera pasado.
Siempre he pensado que las relaciones deben ser compatibles
con las amistades porque cuando éstas terminan lo único que te
queda son tus amigos. Si los descuidas, cuando te hagan falta no
estarán ahí para ayudarte.
Tu novia no te puede obligar a elegir entre ella y tus amigos
precisamente porque son dos entidades completamente distintas.
Es más, si tu novia te da un ultimátum entre ella y tus amigos de-
bes tener claro que ella no te conviene para tu vida en absoluto.
Otra cosa distinta es cuando tú, por decisión propia, prescin-
des de tus amistades para estar más tiempo con ella. Es un error y
has de acatar las consecuencias como tuvo que hacer Jonás con
sus amigos.
A medida que avanzaba su relación con Laura fue abandonan-
do progresivamente el contacto. Así, cuando ella le dijo que no
quería seguir con él se presentaron dos opciones. La primera era
encontrarse completamente solo, porque el apoyo que habría po-
dido obtener de sus amigos se había esfumado junto con su
amistad. La segunda era arrastrarse y pedirle por favor que no lo
dejara, que iba a hacer todo lo posible por cambiar.
Obviamente tomó la segunda opción y logró salvar la situa-
ción. Meses después se enteraría que ella le había sido infiel, así
que presa de la rabia le dijo que no quería volver a saber de ella.
Cuando se le pasó el mosqueo y se vio más solo que la una, en
cuanto ella le pidió otra oportunidad no dudó ni un instante en
decirle que sí, a pesar de lo que le había hecho.
Pero el cuento no terminaba ahí. Cuando ella se enteró al
tiempo que él le había sido infiel, de nuevo se repitió la misma
historia de despecho y de nuevo no tardaron ni una semana en
volver otra vez a retomar la relación.
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Después de estos altercados, se fueron sucediendo las rupturas
y las reconciliaciones, tanto por una parte como por otra. La ver-
dad es que no tengo claro el número de veces que se dejaron y
volvieron en los años que duró su extraña relación de pareja.
Como antiguo grupo de amigos ya no quería saber nada más
de él tuvo que buscar amistad en alguna parte. Sus compañeros
de clase en la universidad le sirvieron para tal fin. Cuando consi-
guió nuevos amigos se vio al fin con suficiente respaldo como
para tomar la decisión de acabar definitivamente con la relación
que mantenía con Laura.
Hace poco coincidí con uno de sus amigos de clase en la calle
y estuvimos hablando un rato. Surgió el tema de Jonás y él me di-
jo que prefería no hablar de ello, tan sólo quería que supiese que
en absoluto era un tío de fiar porque se había pillado una nueva
novia y había pasado de ellos completamente. No pensé que le
sirviese de consuelo, pero le hice saber que ese tipo de conducta
era típico en él.
Cuando uno está solo y desesperado es capaz de hacer las ma-
yores estupideces que nadie pueda imaginar. Jonás es un ejemplo.
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ANEXOS
LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA
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EN EL INTERIOR DE LA CAVERNA
214
LIBERACIÓN DE LA CAVERNA
215
RETORNO A LA CAVERNA
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OBSERVACIONES SOBRE LA ALEGORÍA
Esta imagen hay que aplicarla toda ella a lo que se ha dicho antes; hay
que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda–prisión
y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol. En cuanto a la subida
al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas
con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a
mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer y que sólo la divinidad sabe si
por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mun-
do inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero,
una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo be-
llo que hay en todas las cosas, que, mientras en el mundo visible ha
engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y
productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien
quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
¿Y qué? ¿Crees que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de
las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y su-
mamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún
suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a
discutir, en los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de
lo justo o de las imágenes de que son ellas reflejo y a contender acerca del mo-
do en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí?
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LOS SIETE PECADOS CAPITALES
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• Praepropere – comer demasiado pronto.
• Laute – comer cosas caras.
• Nimis – comer en exceso.
• Ardenter – comer ansiosamente.
• Studiose – comer delicadamente.
• Forente – comer fervientemente.
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• Pereza, en latín socordia. Es una consecuencia de la
acedia, el abandono de lo que se debe hacer cargo, la
apatía, la depresión, la falta de alegría. La acedia es si-
milar a la melancolía, sólo que la primera describe el
comportamiento, mientras que la segunda describe la
emoción que la produce. La pereza es la no utilización
de los propios talentos y dones. En el Purgatorio, los
penitentes son obligados a correr a la máxima veloci-
dad posible. En el Inferno, los perezosos permanecen
gorgoteando bajo las aguas del río Estigia.
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se ofenden porque otra persona tiene algo que perci-
ben que les falta a ellos mismos, y desean que la otra
persona se vea privada de ello. En el Purgatorio, los pe-
nitentes llevan ropas para que no se diferencien del
terreno y tienen sus párpados cosidos con hilo porque
han conseguido a través del pecado el placer de ver a
los demás humillados.
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• Compasión, en latín humanitas.
• Humildad, en latín humilitas.
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PIGMALIÓN
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púrpura de Tiro se extienden, y la llama su compañera de lecho, y descansa
su cuello suavemente, como si pudiese sentir.
El día de la fiesta de Venus llegó, celebrado por todo Chipre, y las novi-
llas, con sus dorados cuernos curvados, cayeron, por el golpe en su cuello níveo.
El incienso humeaba, cuando Pigmalión, habiendo hecho su ofrenda, perma-
neció junto al altar, y dijo, tímidamente: “Si podéis conceder todas las cosas,
vosotros dioses, deseo como esposa tener…” y no atreviéndose a decir “la chica
de marfil” dijo “una como mi chica de marfil”. La dorada Venus, ya que es-
taba ella presente en el festival, supo lo que significaba la plegaria, y como un
signo de la bondad de los dioses para él, la llama se encendió tres veces, y sa-
cudió su corona en el aire. Cuando volvió, observó la figura de su chica, e
inclinándose sobre el lecho, la besó. La sintió caliente: apoyó los labios de él
sobre los suyos de nuevo, y también tocó sus pechos con su mano. El marfil
cedió a su contacto, y perdió su dureza, cambiando bajo sus dedos, como la ce-
ra de las abejas del Himeto que se ablanda al sol, y se moldea, bajo el pulgar,
en muchas formas, hechas para el uso. El amante está estupefacto, y alegre,
pero incierto, y con temor de estar equivocado, reafirma el cumplimiento de sus
deseos, con su mano, otra vez, y otra vez.
¡Era carne! El pulso latía bajo su pulgar. Entonces el héroe, pafio, ver-
daderamente estaba lleno de palabras con las que agradecer a Venus, y aún
apoyaba sus labios contra una boca que no era una simple semejanza. La
chica sentía los besos que le daba, enrojecida, y, elevando sus tímidos ojos
hacia la luz, vio a ambos su amante y el cielo. La diosa asistió la unión que
había producido, y cuando los cuernos de la luna se habían reunido plena-
mente nueve veces, la mujer dio a luz un hijo, Pafos, de quien la isla toma su
nombre.
Moraleja:
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LOCUS DE CONTROL
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Estas personas perciben que los eventos positivos o negativos
ocurren como efecto de sus propias acciones y que están bajo su
control personal. Es por ello que estas personas valoran positi-
vamente el esfuerzo, la habilidad y la responsabilidad personal.
Los individuos con locus de control interno están más inclinados a
luchar en caso de crisis interpersonal. Además, experimentan ma-
yores satisfacciones personales que los individuos con locus de
control externo y tienen una imagen de sí mismos más positiva.
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COINCIDENCIAS
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lo normal. Otras veces simplemente dormimos igual
que siempre pero nos despertamos con la sensación de
no haber descansado nada.
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NOTA FINAL
EPÍLOGO
233
Sin embargo, cada vez que hacía algo inadecuado me obligaba
a aceptar que me había equivocado. Luego me sentaba delante del
ordenador para volver a leer lo que ya había escrito, revisar mis
palabras y continuar redactando mis ideas.
He escrito al compás de mi propio proceso de evolución, co-
mo quien escribe un diario. No conozco manera más fiel de
expresar los propios pensamientos, aunque sea completamente
subjetiva.
Así que supongo que esto es todo, una recopilación de pensa-
mientos e ideas con las que alguna vez he pretendido ayudar. Mi
mayor satisfacción es que lo he conseguido con al menos una
persona, yo mismo.
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¿Quién no ha tenido un desamor? Alguna vez en nuestra
vida hemos dejado a alguien o hemos sido dejados por
alguien.
Los enamorados somos unos adictos a una droga que,
cuando nos falta su dosis, nos entra el síndrome de
abstinencia así que, lo creas o no, lo mismo que sientes en
estos momentos lo hemos sufrido todos los que hemos
pasado por un desamor.
Esta guía sólo pretende ofrecer a quienes la leen algo de
luz en los momentos de oscuridad posteriores a una
ruptura y dar ciertas claves y pautas para conseguir llegar
al objetivo primordial que es el propio bienestar.