Estafa TP Mio Resumen
Estafa TP Mio Resumen
Estafa TP Mio Resumen
Dentro de los "Delitos contra la propiedad", el Capitulo IV del Código Penal se refiere a las "estafas y otras
defraudaciones".
La defraudación, es una denominación genérica o común a una serie de delitos, uno de los cuales es la estafa. La
defraudación es el genero y la estafa una especie o modalidad de defraudación.
Esta opinión se reafirma por la denominación de Capitulo IV ("estafas y otras defraudaciones") y por el art. 172, que al
referirse a la estafa utiliza el verbo "defraudar".
Nuestro Código Penal no define la defraudación; se limita a legislar sobre la "estafa" en el art. 172 y sobre "casos
especiales de defraudación" en el art. 173" (11 incisos); pero –en general- se puede decir que la "defraudación es un
ataque a la propiedad cometido mediante fraude".
Este fraude puede consistir, en algunos casos, en un ardid o engaño (estafa) y en otros casos, en un abuso de
confianza.
La accion tipica:
La estafa es una defraudación por fraude, que no ataca simplemente a la tenencia de las cosas, sino a la completitividad
del patrimonio; después de un hurto, el patrimonio puede verse disminuido y aun puede haberse aumentado; después de
la estafa no ocurre tal cosa, siempre se vera disminuido. Y esa disminución se produce por el error de una persona que
dispone del bien detrayéndolo del patrimonio afectado, accion que realiza, por lo tanto, desconociendo su significado
perjudicial para dicho patrimonio. La secuencia causal en la estafa –como en toda defraudación por fraude- es la
siguiente: el agente despliega una actividad engañosa que induce en error a una persona, quien en virtud de ese error,
realiza una prestación que resulta perjudicial para un patrimonio.
La defraudación comprende una serie de delitos; pero a gran mayoría de ellos quedan comprendidos dentro de 2
especies básicas de defraudación: la estafa y el abuso de confianza. La diferencia entre ambos reside en el momento en
que el sujeto obre dolosamente: en la estafa, el dolo es anterior a la obtención de la cosa; en el abuso de confianza, por
el contrario, el dolo es posterior.
En la estafa, la víctima entrega la cosa a raíz del fraude anterior (ardid o engaño) empleado por el estafador. La voluntad
de la víctima esta viciada desde el comienzo por la actividad fraudulenta del actor.
En el abuso de confianza, la voluntad de la víctima no esta viciada y la entrega de la cosa es valida y licita; pero luego de
la entrega, el delincuente abusa de la confianza de la víctima. Como se ve, en este caso la actividad fraudulenta es
posterior a la entrega.
En síntesis: el dolo, la actividad fraudulenta, en la estafa, es anterior, en tanto que en el abuso de confianza, es posterior.
En el art. 172, el C. Penal describe la figura básica de la estafa, en tanto que el art. 173 (11 incisos) se refiere a casos
especiales de defraudación; dentro de estos, vamos a ver que algunos contemplan verdaderos casos de estafa (ejs.: los
incs. 3º, 6º, 8º, 9º, etc.), y otros, en cambio, responden a la idea del abuso de confianza (ejs.: incs. 2º, 7º, 11º ).
Art.172: (Texto original - fe de erratas ley 11.221, vigente por ley 23.077) Será reprimido con prisión de un mes a seis
años, el que defraudare a otro con nombre supuesto, calidad simulada, falsos títulos, influencia mentida, abuso de
confianza o aparentando bienes, crédito, comisión, empresa o negociación o valiéndose de cualquier otro ardid o
engaño.
La estafa se caracteriza fundamentalmente por los medios empleados para defraudar. Algunos Códigos – tal el caso de
C. Francés, art. 405- enumeran taxativamente los medios a emplear en la estafa.
Otros Códigos, directamente definen o dan una noción genérica de la estafa; así sucede en el C. Italiano (art. 640) para
el cual la estafa consiste en el empleo de artificios o engaños para inducir a error a otro a fin de procurar para si o para
terceros un provecho injusto en perjuicio ajeno.
Por ultimo, otros códigos, -tal el caso del C.P. Argentino, art. 172- enumeran los medios que se pueden emplear para
defraudar en la estafa (nombre supuesto, calidad simulada, falsos títulos, etc.), pero la enumeración no es taxativa sino
meramente ejemplificativa, lo cual surge de la frase "o valiéndose de cualquier otro ardid o engaño".
El art. 172 –dado que los medios que enumera son solo ejemplos- puede quedar reducido a la siguiente formula: EL
QUE DEFRAUDARE A OTRO MEDIANTE CUALQUIER ARDID O ENGAÑO". De esta formula surgirán el concepto y los
elementos de la estafa.
Defraudar es causar un perjuicio patrimonial mediante fraude. En la estafa, este perjuicio consiste en lograr que la
víctima haga una disposición patrimonial, a raíz de que el actor la ha hecho caer en error mediante ardid o engaño.
Conforme a esto, se puede dar el siguiente CONCEPTO de la estafa: "disposición patrimonial perjudicial, producida por
error, el cual ha sido logrado mediante ardid o engaño del sujeto activo, tendiente a obtener un beneficio indebido".1
De este concepto surge que los ELEMENTOS de la estafa son:
1) El perjuicio patrimonial;
2) El ardid o engaño;
3) El error;
4) Elemento subjetivo.
1: Soler y Fontan Balestra dan conceptos similares en sus trabajos.
El perjuicio patrimonial:
El perjuicio para la víctima es un elemento fundamental de la estafa, porque ella es un delito contra la propiedad. Si no
existe perjuicio, no existe estafa.
El perjuicio debe ser de naturaleza patrimonial, y además, debe existir realmente, es decir, debe ser efectivo, no siendo
suficiente el daño potencial.
Perjuicio patrimonial, significa que le daño debe tener un valor o significado económico; puede consistir en cualquier acto
que afecte el patrimonio o el derecho a propiedad de la víctima. Un ejemplo, puede consistir en que la víctima entregue
sumas
de dinero, cosas muebles o inmuebles, en que preste trabajos o servicios remunerados, en que renuncie a derechos
personales o reales, en que asuma obligaciones, etc. Como se ve, el concepto de propiedad es tomado en sentido
amplio, tal como es entendido en Derecho Penal.
Para que exista estafa, no es necesario que el autor o un tercero se beneficie con el perjuicio sufrido por la víctima.
Nuestra doctrina y jurisprudencia exigen que el autor de la estafa actúe con e propósito de obtener "un beneficio
indebido", pero no es necesario que ese beneficio se produzca realmente. Es suficiente con que el autor obre con ese
fin.
El ardid y el engaño:
El ardid y el engaño son el punto central de la estafa. El art. 172, a manera de ejemplo, enumera diversos medios para
estafar: pero ellos pueden sintetizarse en los términos "ardid" o "engaño". Ambos medios son equiparados por la ley
pues ambos pueden inducir a error ala víctima; pero conceptualmente son distintos.
Ardid: es todo artificio o medio empleado mañosamente para el logro de algún intento. O sea: es el empleo de tretas,
astucias o artimañas para simular un hecho falso o disimular uno verdadero.
ENGAÑO: es la falta de verdad en lo que se dice, se piensa o se hace creer. O sea: es dar a una mentira a apariencia de
verdad, acompañándola de actos exteriores que levan a error.
La simple mentira:
Nuestra doctrina y jurisprudencia sostienen que "la simple mentira no constituye ardid o engaño; y por tanto no basta
para configurar estafa. La simple mentira solo podrá configurar estafa si va acompañada de hechos exteriores del
estafador tendientes a corroborar su palabras, o si el actor esta jurídicamente obligado a decir la verdad. Esto no
significa exigir la "mise en scene" sostenida por la doctrina francesa y por Carrara.
La doctrina francesa, como requisito de la estafa exige la "mise en scene" (puesta en escena; que el estafador prepare el
terreno para la estafa), lo cual significa que el estafador acompañe sus palabras con un aparatoso o gran despliegue de
actos tendientes a engañar a la víctima. La mayoría de las legislaciones dejan de lado este requisito.
La legislación y la doctrina argentina no exigen la "mise en scene"; sin embargo se exige cierta entidad objetiva en el
ardid o engaño, es decir, algunos actos externos que demuestren que existe relación causal entre el ardid o engaño y el
error de la víctima. Por esta razón, se sostiene que la "simple mentira" no basta para configurar estafa, sino que se
requieren además algunos hechos exteriores.
El silencio:
El problema consiste en determinar si el silencio o reticencia del actor bastan para configurar la estafa. Nuestra doctrina
se inclina por sostener que el silencio no es apto para configurar la estafa, salvo que el actor tenga el deber jurídico de
hablar.
Al respecto expresa NUÑEZ: "solo si el silencio, que ha causado el error, implica a violación de un deber jurídico de
manifestar lo que se calla, puede imputarse a titulo de engaño defraudatorio". En este caso de silencio engañoso habría
comisión de una estafa por omisión. FONTAN BALESTRA dice: "cuando la ley quiere dar carácter de ardid al silencio, lo
dice expresamente, crea el riesgo de transformar en delictuosa la mera falta de lealtad en las convenciones civiles".
El error:
Sin error no existe estafa. El ardid o engaño debe provocar el error de la víctima (error: es el falso conocimiento; a
víctima cree saber, pero sabe equivocadamente).
Así como los medios fraudulentos deben provocar el error, este a su vez, debe provocar en la víctima la determinación
de entregar la cosa al estafador. Nótese, que en la estafa la voluntad de la víctima esta viciada, desde el comienzo, por
el error provocado mediante la actividad fraudulenta.
Si el delincuente se aprovecha del error ya existente en la mente de la víctima, no basta para configurar la estafa. Con
claridad expresa LEVENE (h): "Si el engaño ya esta en la mente del defraudado, con anterioridad al hecho que se imputa
al procesado, y este no lo saca de su error, no hay delito. La mayoría, si no a totalidad de los autores, sostiene este
principio".
En estos casos, en que el actor se aprovecha del error ya existente, podría configurarse el delito del art. 175 inc. 2
sancionado con multa, pero es necesario que se reúnan todos los requisitos de esta figura.
Elemento subjetivo:
La estafa es un delito doloso y exige, en todos los casos, que el autor haya realizado la actividad fraudulenta con el FIN
DE ENGAÑAR, es decir, con el propósito de producir error en la víctima.
No se puede hablar de ardid ni de estafa, cuando el propio autor del hecho es el primer engañado, es decir, cuando el a
su vez actúa engañado por las circunstancias. Ejemplos: sea porque cree que lo que dice a la víctima es real; porque
cree que el negocio propuesto es posible; porque esta convencido que solo hay que afrontar un riesgo que se podrá
superar fácilmente, etc.
También es necesario que el autor obre con el FIN DE OBTENER UN BENEFICIO INDEBIDO. No es necesario que este
fin se logre realmente, es suficiente con que haya actuado con ese fin. Nuestra legislación no pide expresamente este
requisito, pero el surge implícito de la idea de defraudar que implica que el ardid este vinculado al logro de ese beneficio
indebido.
Consumacion y tentativa:
La estafa es un delito instantáneo, pues se consuma en el momento en que el sujeto pasivo realiza la disposición
patrimonial. Es admisible la tentativa y ella comienza con el despliegue de medios engañosos; dura mientras persista
esta actividad. Es posible también, la tentativa de delito imposible cuando el medio empleado (ardid o engaño) no es
idóneo o no existe la posibilidad de que la víctima sufra perjuicio patrimonial o realice la disposición patrimonial.
Aparentar bienes:
Consiste en aparentar solvencia ante la víctima; solvencia que, en realidad, no existe. Pero no basta la simple
manifestación o afirmación de que se tienen bienes; la simple mentira no es suficiente. Es necesario, además, algunas
maniobras del autor que hagan creer a la víctima en la existencia de los bienes, de manera que esta forma su propio
juicio acerca de la existencia de ellos.
Materia de fallos doctrinarios, son los casos del que consume bebidas o comida que luego no puede pagar; del que
concurre a un hotel cuyo alojamiento no puede abonar; del que viaja oculto y sin boleto; etc., SOLER manifiesta que será
estafa, si aparento tener dinero, es decir, si se presento con "aires de millonario"; y en el ultimo de los casos dados, si el
autor presento un pasaje falso.
Dice la jurisprudencia que no hay estafa, si el autor, para pedir crédito a un Banco, solo manifestó que tenia bienes y
ellos no estaban grabados. Acá solo hay una simple mentira, y esta no basta. La doctrina señala que habría estafa, si el
autor además hubiese presentado un falso titulo de propiedad. Tampoco hay estafa, "si un empleado para obtener un
crédito exhibe un certificado de servicios autentico en el que consta que tiene su sueldo libre de embargos, pero omite
mencionar que existía una inhibición general; o "si una persona, en virtud de un contrato de compraventa, adquiere y
recibe mercaderías que ofrece pagar en el acto, pero que luego no paga".
Aparentar crédito:
Esto es una redundancia de la ley, pues los créditos son "bienes". F. Balestra, por el contrario, sostiene que el supuesto
consiste en que el autor "aparente que puede obtener respaldo económico".
Aparentar comisión:
Consiste en que el autor aparente tener una representación de un tercero; puede ser una representación de cualquier
naturaleza: civil, comercial, administrativa, etc.
Escenario propicio:
En efecto, si una persona adquiere a un desconocido, en la vía pública o en un bar, boletos de carreras de caballos
correspondientes a reuniones pasadas, dificilmente podrá afirmarse que el ardid es idóneo. Si, en cambio, ello ocurre en
el hipódromo, aprovechando el embaucador un escenario de aglomeración de personas y la ofuscación propia de los
jugadores, la maniobra debe considerarse apta.
En sentido análogo, si un desconocido pide a la empleada de una casa de comercio una maquina de escribir, alegando
que tiene una orden del patrón para llevarla a arreglar, y creyendo el embuste, la dependiente hace entrega del bien, no
parece que pueda hablarse de maquinación o artificio apto para engañar. Pero, si quien efectúa el pedido mendaz es un
comisionista de la misma casa, se tornaría ordinario y normal el proceder de la empleada al acceder a la solicitud, y
como de lo ordinario no hay que sospechar, bien puede afirmarse que, en el caso, los medios comunes de defensa del
sujeto pasivo han sido hábilmente vencidos por un ardid idóneo para estafar.
Si bien nuestros tribunales tienen una marcada tendencia a desincriminar los casos de burdas falsificaciones en los
carnets o abonos que expiden ciertos medios de transportes (generalmente se altera la fecha) como medio para viajar
gratuitamente, porque se considera que una mínima diligencia del supervisor debería bastar para frustrar la maniobra,
tales casos podrían llegar a constituir delito, si por la aglomeración de pasajeros o por las profusas tareas que en
ocasiones desempeñan quienes están llamados a efectuar el control, por ejemplo, los choferes de colectivos, no es
razonable exigir una diligencia determinada y, sabiéndolo, el sujeto activo se aprovecha de esa circunstancia.
Relacion de dependencia:
La especial situación de respeto, consideración y confianza en que se encuentra un subordinado respecto de su
empleador, puede ser una circunstancia propicia de que se valga este para obtener un beneficio licito y fraudulento en
perjuicio de aquel.
Garroneria o petardismo:
Que el escenario en que se desarrolla el hecho puede llegar a constituir un índice de valoración muy importante en el
análisis de la idoneidad del ardid, lo demuestra acabadamente lo que se ha dado en llamar garroneria, petardismo o
"estafa de alimentos", es decir, la conducta de aquellos que, aprovechando que lo normal y ordinario es que a las casas
de comida y bares solo concurren quienes están dispuestos a abonar en efectivo y al contado el importe de la
consumición, ingieren alimentos o bebidas y no pagan.
Es evidente que en todos estos casos no hay, por parte del sujeto activo, un despliegue de maniobras, y la apariencia de
bienes es meramente tácita e indefinida. Lo que verdaderamente da aptitud al ardid es la explotación de una situación
especial, esa suerte de "pago diferido por escasos minutos" que es modalidad lógica del comercio de que se trata. Para
Soler, no pagar una consumición de bebidas o alimentos no es ardid idóneo, tanto porque no puede computarse como
acción de "aparentar bienes" la mera ostentación o actitud pasiva, sino mas bien como una falta.
Estafa matrimonial:
El amor, es otro sentimiento que ofrece dificultades, en doctrina y jurisprudencia en cuanto a si puede ser explotado
mediante ardides estafatorios. Son ya demasiado
conocidos los casos que se han dado en llamar de "estafa matrimonial". Como principio general, puede afirmarse lo
siguiente: si, apreciando la maniobra del sujeto activo en su totalidad, puede deducirse que el fingimiento del victimario,
lleva la inequívoca intención de lograr por ese medio el aprovecho ilegítimo, a la manera de una verdadera confianza
buscada para abusar de ella, se dan los elementos típicos de la estafa.
La jurisprudencia es contradictoria respecto a este tipo de casos. Veamos algunos ejemplos:
1)Las diversas entregas de dinero que XX hizo a su ex novio destinadas a la edificación de la casa y la compra de
muebles, inducida en error por aquel bajo promesa mentida de matrimonio, constituye un hecho único porque responden
al empleo de un mismo y único engaño. En este caso la Cámara Criminal de la Capital se pronuncio por la existencia de
delito.
2)El delito cometido por XX no es otro que el de estafa mediante el ardid de abuso de confianza, con el uso del engaño,
simulando afecto y prometiendo matrimonio, obteniendo de ZZ la suficiente confianza para lograr sus prestaciones
patrimoniales que lo han perjudicado. El fallo del juez Dr. Horacio J. MALBRAN no fue compartido por la Cámara que
desestimo esos fundamentos por considerar que la simulación de afecto y promesa de matrimonio incumplida, en el peor
de los supuestos, no pasan de una mera motivación determinante de actos de liberalidad o prestamos por parte del
varón, perfectamente explicables dentro de un tipo de relaciones, intimas o no, como lasa mantenidas entre querellante y
querellada.
Estafa de energia:
El agua, el vapor, el aire caliente, el aire acondicionado, el gas, son cosas en el sentido de la ley civil, porque ocupan un
lugar en el espacio, son cuerpos, pueden ser desplazados y gobernados por el hombre y, por lo tanto, están sujetos a
apropiación.
Respecto del gas, vapor y aire caliente se sostiene que habrá hurto si para su aprovechamiento se utiliza un escape o
abertura de la cañería; robo si se corta esta o se hace en ella un orificio, y "defraudación ", con relación al gas, si se le
aprovecha por manipulaciones en el medidor.
Por otra parte, se cree que el gas, sea de uso industrial o el empleado para la fabricación de explosivos en el orden
militar, el aire comprimido, etc., tienen carácter corporal pues pueden ser objeto de apoderamiento.
Con relación a la electricidad, se discute en doctrina, si es una cosa, en el sentido jurídico, susceptible de hurto o robo.
La jurisprudencia de los tribunales del país se inclina por la siguiente solución:
A) habrá hurto o robo, según los casos, cuando el apoderamiento se realice mediante sustracción directa,
aprovechando o practicando conexiones, y antes de pasarla corriente por el medidor, donde queda registrada la
electricidad consumida. La tipificación de tales delitos como hurto o robo implica considerar a la energía eléctrica como
cosa, teniendo en consecuencia importancia la discusión doctrinaria referida, ya que la ley penal requiere ese
presupuesto al incriminar la conducta de quien se apodera ilegítimamente de una cosa mueble.
B) habrá estafa, sostuvo la Cámara en lo Criminal de Rosario, cuando, existiendo el contrato de suministro, cuyas
parciales liquidaciones están determinadas por la lectura que la empresa efectúa de las cifras del medidor, se altera la
cantidad de energía efectivamente consumida, ya sea mediante mecanismos, puentes, frenos o cualquier otro ardid que
pueda engañar a la compañía, la cual extiende en tales casos sus facturas sobre la base de un error maliciosamente
causado.
Estafa procesal:
Lo que caracteriza el modus operandi de la estafa procesal es la utilización de la jurisdicción judicial como medio para
intentar o consumar un desapoderamiento ilegitimo. Ello demuestra, asimismo, que el error, en la estafa, puede recaer
en persona distinta del damnificado. En efecto, en la estafa procesal, lo que se busca es un provecho fraudulento a
través del juicio equivocado que pueda llegar a formarse el juez con motivo de pruebas fraudulentas que constituyan, en
si mismas, ardid o engaño en los términos del art. 172 C.P. Es el magistrado a quien se induce en error, con el propósito
de que dicte una sentencia que, a favor de su imperium, concrete el despojo que inicialmente se propuso al agente. La
verdadera víctima no solamente no resulta engañada, sino que, por el contrario – y así ocurrirá de ordinario – procurará
demostrar la falacia del sujeto activo. La disposición patrimonial perjudicial que pueda verse obligada a efectuar, no será,
como en los demás casos de estafa, el producto de su propio error, sino que estará basada en el del juez, quien, por su
parte, resultará sorprendido en su recto juicio por un artificio o maquinación que reúna los caracteres del ardid
estafatorio.
La retencion indebida:
El art. 173 inc. 2 dice que: “el que con perjuicio de otro se negare a restituir o no restituyere a su debido tiempo, dinero,
efectos o cualquier otra cosa mueble que se le haya dado en deposito, comisión o administración u otro título que
produzca obligación de entregar o devolver”. En general solicitudes de tarjetas contienen cláusulas expresando que la
tarjeta es de propiedad del emisor y deberá ser restituida al mismo a su vencimiento o cancelación, aunque en muchos
casos en la practica ello no se efectivice ni se exija. Estimamos de suma utilidad la notificación por medio fehaciente de
la cancelación, con intimación de devolución, ya que las compras posteriores configuraran el supuesto de retención
indebida toda vez que quien ha retenido ha desplegado a partir de allí actos positivos “con perjuicio”.
Obvio es señalar que la sola negativa de restitución, el silencio o la argumentación de destrucción sin actividad posterior
no acreditan el delito.
Operaciones autorizadas dentro del limite (prestamos encubiertos:
Mal que nos pese, la corte al decir que el préstamo encubierto por compras supuestas no es una conducta reprochable
por no encajar en ningún de los tipos previstos en el Código Penal, nos esta diciendo que es legal. Es legal por que no
está prohibida y según el art. 19 de la Constitución Nacional “nadie será obligado a hacer lo que la ley no manda ni
privado lo que de lo que ella no prohibe”.
Deben separarse claramente los elementos componentes del accionar juzgado.
1) Hay un incumplimiento Civil del contrato de adhesión por parte del comercio interviniente.
2) Hay Simulación, figura normada en el art. 955 del Código Civil que reza: “La simulación tiene lugar cuando se
encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o cuando el acto contiene cláusulas que no son
sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando por el se constituyen o transmiten derechos a personas
interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o transmiten”.
A su vez el art. 956 de la citada normativa expresa “La simulación es absoluto cuando se celebra un acto jurídico que
nada tiene de real, y relativa cuando se emplea para dar a un acto jurídico una apariencia que oculta su verdadero
carácter”.
Luego es necesario detenernos en el Código Civil “La simulación no es reprobada por ley cuando a nadie perjudica ni
tiene un fin ilícito”.
Y para culminar, es necesario traer a este trabajo el contenido del Art. 958 del mismo Código: “Cuando en una simulación
relativa se descubriese un acto serio, oculto bajo falsas apariencias, no podrá ser este anulado desde que no haya en él
violación a una ley, ni perjuicio a un tercero”.
En el tema que esta en tratamiento este tipo de simulación “buena” es la que usualmente se confunde como fundamento
de la pretendida defraudación, otorgándole a priori intención dolosa.
En el encuadre general de la operativa es evidente que esta simulación no ha tenido relevancia para la Corte, habida
cuenta que la operativa se realiza dentro del limite de compra permitido (y autorización mediante) en un crédito ya
analizado por el emisor de la tarjeta con anterioridad a la operación en sí misma.
Esta simulación no es dolosa porque carece de ardid o engaño destinado a causar perjuicio. La falta de pago y
morosidad sobreviniente es una cuestión secundaria que podría haber ocurrido con operaciones normales de adquisición
de bienes o de servicios reales. Si bien es presumible que buena parte de los usuarios que toman dinero con garantía de
cupones, termine en la morosidad, no se conocen estadísticas al respecto.
En suma: si luego el cliente se convierte en moroso es un problema de análisis previo del riesgo crediticio al otorgar la
tarjeta. La corte parece haber aplicado el viejo aforismo latino según el cual “nadie puede alegar en su defensa su propia
torpeza”. Esto es: si una entidad dio crédito por un importe determinado y dentro de ese marco de referencia autorizo
operaciones, no reviste importancia penalmente la negociación secundaria mediante la cual el usuario concreto su
endeudamiento frente al acreedor otorgante de la tarjeta y autorizante de la operación.
Dicho de otro modo, el problema esta en el acuerdo crediticio.