La Cultura y Sociedad
La Cultura y Sociedad
La Cultura y Sociedad
Que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de
Nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A
través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se
expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en
cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras
que lo trascienden. (UNESCO, 1982: Declaración de México)
Aunque muchas de las concepciones sobre cultura en el lenguaje común tienen su origen en el
debate de las ciencias sociales, o bien, existieron primero en el habla cotidiana y luego fueron
retomadas por las segundas, aquí se presenta un repaso sobre la construcción histórica del
concepto de cultura en las disciplinas sociales.
LA SOCIEDAD
Es cierto que la historia nos muestra muchas veces la evolución – no tanto el origen – de
conceptos o de las mentalidades que llevaron hacia la legitimación de algunos conceptos.
La Cultura y la Sociedad no están ajenas a la conformación que efectúan los procesos
históricos. Pero aclaremos, cuando hablemos de Cultura o de Sociedad nos remitimos a nuestro
mundo occidental. Estas nociones son del todo incomprendidas o inconmensurables – para tomar
prestado de Khunn una de sus definiciones más caras – en los grupos humanos que son el objeto
de estudio de los etnólogos. Y esto no lo descalifica porque no "tienen cultura" o la actitud
indagatoria al respecto. Simplemente no se preguntan sobre ella, la experimentan.
Encontramos que los romanos denominaban cultura a la educación propia de cada hombre. Los
griegos le llamaban al mismo fenómeno paideia.
Este verdadero perfeccionamiento "espiritual" era la diferencia por excelencia con el resto de
los seres vivos. Y como cada sociedad "tasa" en cierta manera al mundo que la rodea con el aquí
y el ahora, vemos lo traslaticio en el hecho de proyectar su propio mundo agrícola – el trabajo
del hombre con el suelo en su proceso de transformación de la naturaleza – al mundo humano.
Ser culto era estar cultivado por ciertas "artes".
Estas artes eran la filosofía y la poesía por ejemplo. Que estaban al lado de ciertos
conocimientos sobre el universo – macrocosmos – y sobre sí mismo – el microcosmos – La
búsqueda de la "verdad" era el objetivo máximo. La aspiración más allá de sí mismo, Pero... éste
conocimiento per. Sé solo podría "encontrarse" si el hombre en cuestión estaba inserto en la
sociedad, en la polis. Tanto Aristóteles como Platón marcaron otra diferencia: que el individuo
solo puede formarse en la relación que mantiene con su sociedad.
Este ángulo del binomio Cultura y Sociedad comportaba cierta contemplación de la vida,
exenta de toda practicidad, de toda manualidad. Vemos así como el mundo antiguo se conformó
sobre la base de una relación fija del proceso cultural y social de los hombres.
El tema así planteado sobrevivió en la Edad Media hasta el Renacimiento, que pese a insuflar
aires clásicos a la estructura asfixiante de reyes e iglesias pudo con Pico Della Mirándola
replantear lo activo de la "sabiduría" humana en las labores "como parte integrante" de la
Cultura. Obviamente se encadena de esta manera toda producción humana como social y como
producto de la misma cultura que la contiene. El siglo XIX llega a la conclusión que la cultura
importa toda la actividad humana. Sea en sus fases de creación y expresión lo importante para
éste siglo fue destacar que todo aquello que se opone a lo "natural" – el trabajo – recae o se
proyecta sobre el mismo hombre como artífice y en el mundo humano y natural para su
modificación.
Surge la Escuela Etnológica Evolucionista con Edward Tylor y define a la cultura como un
"complejo" que abarca conocimientos, ideas religiosas, artes, costumbres, Derecho, usos y todas
aquellas experiencias que se transmutarán mas tarde en capacidades que solo da la vida en
sociedad. Esto da pie para que el historicismo filosófico – en consonancia con el hegelianismo –
expresara que los hechos históricos son únicos, individuales: todo hecho histórico ocurre en un
punto geográfico y en un tiempo determinado. Esto dicho así, fue un notable impulso para definir
la peculiaridad y la diversidad cultural dejando de lado – un poco – el euro centrismo y el
etnocentrismo. No obstante Dilthey diferenció sistemas dentro de la misma cultura. Si bien
encontramos la fragmentación existente entre ciertos contenidos culturales y sus especiales
relaciones funcionales y sociales, advertimos cierto retorno del divorcio entre la teoría y la
práctica social. Spengler sentencia que "la civilización es el destino inevitable de toda cultura"
diciéndonos con esto que la civilización tal como la entendemos es la conciencia personal de una
nación. Tanto a la Nación como a la conciencia las concebía como un organismo finito, es decir,
crecía se desarrollaba y después moría.
El pasaje de términos – como todo caos – produce a su vez nuevos ángulos del problema. Así el
evolucionismo etnológico desarrolla a la moderna antropología. La antropología hará de la
cultura su principal objeto de estudio, mientras que le cupo a la sociología el estudio de la cultura
y de su relación con lo social propiamente dicho. Malinowski – funcionalista – dirá de la cultura
que es el conjunto integral formado por utensilios y "bienes" de los consumidores, por el cuerpo
de normas que rige los diversos grupos sociales por sus ideas y artesanías, creencias y
costumbres. Y agregaba que gracias a éste "aparato" de consistencia espiritual, humano y
material, el "hombre" podía sobrellevar los concretos conflictos que se le presentan.
El funcionalismo – que caló hondo en muchos círculos intelectuales – se presenta como
integrador en lo cultural con tres ordenes de fenómenos: el material – objetos manufacturados –
la conducta manifiesta – valores – y el psíquico – conocimientos y actitudes. Cultura manifiesta
por un lado y cultura encubierta por otro.
El tema remitió a la teoría psicoanalítica de Freud al considerar culturalmente el tema de
incesto como prohibición o primer tabú que formó a la cultura y por ende a la sociedad. El tabú
es aquí una restricción creadora que tuvo y tiene la función desde el orden consciente a la
prohibición de las pulsiones inconscientes que, de manifestarse destruirían a la sociedad.
El tema se instaló con fuerza y se legalizó con solidez. Franz Boas se encargaría de comenzar a
eliminar esta nueva separación entre cultura manifiesta y encubierta. Criticando al evolucionismo
y al funcionalismo y partiendo de lo inconsciente de los fenómenos culturales puso énfasis en el
lenguaje como formador de mundos.
Luego el estructuralismo de Lévi-Strauss encontró que el parentesco en las sociedades
primitivas actúa como organizador de la cultura en los dos niveles consciente e inconsciente tal
como opera cualquier sistema lingüístico en cualquier sociedad.
LA CULTURA Y LA SOCIEDAD COMO FENÓMENO ACTUAL
Nos comenta Denis Cuche que la noción de cultura es inherente a lo reflexionado por las
ciencias sociales. En efecto. Es su sustento y razón de ser. Pero no como un organismo biológico
tema específico de categorizaciones anteriores sino en términos de unicidad ante la diversidad
que nos contiene. Una diversidad que alimentaba un discurso racial discriminatorio heredero de
la visión etnocentrista proporcionada por los conquistadores y colonialistas de todos los tiempos.
Esta visión, hoy muy desacreditada, se derrumba en los mismos laboratorios donde el objeto de
estudio es justamente la biología de los distintos "pueblos".
La muerte de uno reporta la vida del otro. Después, la anormalidad, lo diferente, es argumento
más que válido para su eliminación física. Nociones como las expresadas por Domingo Faustino
Sarmiento por ejemplo – civilización y barbarie – que categorizó al hombre de la ciudad,
ilustrado, en cierta manera a imagen y semejanza del hombre burgués inglés o americano como
civilizado y al hombre de la campaña, el gaucho, el indio, el mestizo como bárbaro, es una
muestra más que evidente que el racismo no es fenómeno del siglo XX sino que antes de las
grandes masacres ya existía un argumento-discurso como "color psíquico" de las aberraciones
políticas y de muchas pasadas teorías científicas que los sustentaron – Alfred Rosenberg en el
Mito del Siglo XX o Emile Sola en La Ralea prepararon cada uno en su tiempo y lugar la
justificación a los genocidios- Por más que existan "razones" de tipo militar o guerrero, el
biopoder – como indica la unión de dos palabras biología y poder- está sustentado por una
creencia de tipo biologicista puro.
De estos conceptos a la conceptualización cultural es decir a la configuración de valores – en el
decir de Mead – hay un paso. Después el discurso político o filosófico de turno se encargará de
"forjar" una mentalidad – en el decir de Legoff – que solo podría ser quebrada con la extinción
del sistema que le dio auge – la victoria aliada en la 2 da guerra mundial o el triunfo de Lincoln
como Presidente antiesclavista en los EEUU lograron atenuar y fijar una posición activa desde el
Derecho y otras instituciones ante la discriminación casi homicida hacia el "otro" como ser
diferente al modelo de sociedad racionalizado.
Es evidente que con el auge de la ciencia, la racionalidad obtuvo su lugar en ese mundo tan
inquieto por "saber".
Le debemos a la razón este triunfo, ya que por medio de juicios puede ser alcanzada "la verdad
científica". Lo sistemático, lo verificable y lo metódico son los pasos a seguir, ya que las ideas
deben adaptarse a los hechos generando luego la verificación correspondiente.
El interjuego entre la ciencia formal y la fáctica pon e de manifiesto la fortaleza de la hipótesis,
que, en medio de la investigación exploratoria relaciona variables y encuentra asociaciones
mutuas. Desde ésta acotación nos dirigimos hacia la explicitación de las relaciones causales.
Pero como podemos encontrar "la verdad científica" en la formalidad ya que los entes
imaginarios solo nos indican signos matemáticos o lógicos, debemos explayarnos en la
facticidad, porque allí sí, los hechos y la experiencia se nos muestran casi limpiamente.
La sociología, que trata de estudiar el comportamiento de los seres humanos en sociedad aborda
la explicación de las interacciones sociales de los grupos humanos, pero en forma científica. La
crisis en la sociedad – planteada como contínua en la existencia social misma – es la en realidad
impulsó la necesidad de una interpretación más acotada.
El denominado ciclo de las revoluciones que se extiende desde 1750 – Revolución Industrial,
pasando por la Revolución Americana –1776 – y culminado su primera face en la Revolución
Francesa –1787 a 1799 – vino a fusionar una serie de cambios económicos, institucionales,
políticos y técnicos que incidieron en amplias capas de la sociedad especialmente en el
proletariado, sujeto de estudio de las grandes líneas sociológicas. Y es aquí donde encontramos
el interés por el estudio de la cultura y la sociedad. La cultura fue definida en éste ámbito como
una forma de vida compartida, que es aprendida por transmisión de pautas a las nuevas
generaciones. Las costumbres o hábitos serían los elementos conformadores.
La universalidad de ésta característica humana resulta universal ya que en toda sociedad se
transmiten estas pautas. El esfuerzo colectivo dentro de una sociedad refleja culturas diferentes o
subculturas. Estas se presentan como tipos de culturas menores no separadas de la totalidad
mayor que es la cultura.
Recordemos que en toda sociedad se encuentran grupos primarios y secundarios. En los
primeros una estrecha afectividad es la cohesión que los solidifica. El cara a cara de una relación.
El ejemplo mas claro de esta categorización es la familia.