El Libro de La Ira Del Caos
El Libro de La Ira Del Caos
El Libro de La Ira Del Caos
Quizás nos hayamos percatado de que las ofrendas del mahayana incluyen las del
hinayana -luz, incienso y flores-. De la misma manera, las ofrendas del vajrayana
incluyen las del mahayana y de éstas hablaremos a continuación. En el vajrayana
ocurrió un desarrollo importante. En el Theravada se presentan ofrendas al Buda; en
el mahayana a todos los Budas y Bodhisattvas -a la Iluminación como principio en
todas sus innumerables formas posibles-.
Apacible
Ya nos hemos familiarizado con el aspecto apacible. Generalmente los Budas y
Bodhisattvas evocan en nosotros imágenes de calma, de paz, de compasión, de
amistad y de belleza. Sin embargo, en el tantra cada Buda y cada Bodhisattva además
cuenta con un aspecto colérico de ira y feroz enfado, que representa la función que
tiene la Iluminación de destruir la ignorancia.
Colerico
La meditación y la invocación de las deidades coléricas ocupa un importante lugar
en el budismo tántrico, especialmente en el tantra esotérico, el tantra Anuttara Yoga.
Se nos aconseja familiarizamos con las imágenes coléricas para evocarlas, para
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meditar sobre ellas y para tenerlas presentes, debido a que tales prácticas nos ayudan
a desarrollar cualidades emocionales de tipo heroico.
Ofrendas tantricas
En el tantra las deidades apacibles se veneran con las ofrendas interiores y exteriores
del mahayana, pero cuando veneramos a las deidades coléricas debemos utilizar, de
manera específica, las ofrendas tántricas, que a su vez son interiores y exteriores.
El Mandala
Desde un punto de vista práctico, la ofrenda tántrica más importante es la del
mandala. El mandala aquí simplemente significa “el universo entero”, especialmente
el universo como es descrito en la cosmografía tradicional budista. Cuando ofrecemos
el mandala, entregamos todo el cosmos a los Budas y Bodhisattvas. Evidentemente
la ofrenda del mandala es de tipo exterior.
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concéntricos de montañas doradas, que se alternan con los siete círculos concéntricos
del océano. (3) El Monte Meru, el cual simboliza el eje central de todo el sistema
de planos en intersección. Surge del séptimo y último círculo -interior- del océano.
Algunas veces se le identifica, de manera popular, con el pico de cierta montaña en
el Himalaya occidental, no obstante, esto constituye un grave error debido a que no
se parece a ninguna montaña en la tierra. Debajo del Monte Meru están los mundos
inferiores, los mundos del sufrimiento, los purgatorios, los infiernos. Sobre él están
los mundos de los dioses. Dentro del Monte Meru hay cuatro esferas, la más alta de
ellas está habitada por los asuras o titanes, quienes luchan contra los dioses. (4-7)
Las cuatro islas o continentes. Éstos se encuentran situados en el primer círculo del
océano, inmediatamente dentro del muro de hierro. Hay un continente al este, uno
al sur, uno al oeste y otro al norte. El continente oriental Lene la forma de una luna
creciente y es de color blanco; sus habitantes tienen la cara en forma de luna creciente,
con una mente tranquila y son grandes poseedores de virtudes. El continente del sur
semeja los hombros de una oveja y es de color azul; sus habitantes tienen la cara de
esa misma forma. En este continente abundan las riquezas y es posible encontrar el
bien y el mal; se dice que se corresponde con nuestro mundo. El continente occidental
es redondo como el sol y de color rojo; sus habitantes tienen la cara roja, una fuerte
complexión y son bastante aficionados a la carne de res. El continente del norte es
de forma cuadrada y de color verde; sus habitantes tienen la cara cuadrada como
caballos y obtienen todo lo que necesitan de los árboles que crecen en ese continente.
(8-15) Los ocho continentes subsidiarios. Hay dos de éstos en cada uno de los
continentes principales, uno en cada lado. Tienen la misma forma que el continente al
que pertenecen. (16) La montaña de joyas -no estoy muy seguro de la localización de
ésta en relación a la imagen-. (17) El árbol que concede los deseos, por el que luchan
los titanes en contra de los dioses. (18) La vaca de la abundancia. (19) La semilla
mágica. Su fruto crece sin necesidad de cultivarlo. (20) La joya que concede todos los
deseos. (21-26) Las siete joyas. Éstas son las siete joyas del monarca universal. Dentro
de este contexto una joya implica lo más valioso que pueda existir o algo ideal. La
lista consiste en el ministro ideal, el tesorero ideal, el caballo ideal, la esposa ideal, el
elefante ideal... (27) La jarra que concede todos los deseos. Es una especie de lámpara
de Aladino y a veces se le considera idéntica al base de iniciación [6]. (28-35) Las ocho
diosas madres, quienes viven en sus propios mundos celestiales, junto al paraíso
de Indra. (36 y 37) El sol y la luna. Aquí el sol y la luna no lo son únicamente en el
sentido literal, sino que son más parecidos a los símbolos de las influencias del tipo
yin y yang en el universo. (38) El paraguas ceremonial. Este paraguas de la victoria
y la soberanía sirve de corona a todo el sistema. (39) Una bandera, la cual vuela en lo
alto del paraguas.
Éstas son las treinta y nueve partes del mandala, que representan todo el universo
multidimensional.
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Práctica de ofrenda del mandala
Ahora describiré la práctica de la ofrenda del mandala de acuerdo con la tradición
Nyingmapa. Primero se visualiza el Árbol cósmico del refugio, descrito en el cuarto
capítulo. Se evoca la gloriosa figura de Padmasambhava rodeado por los refugios
esotéricos y exotéricos: arriba los Gurús del linaje puramente espiritual hasta llegar
a Amitabha y Samantabhadra[7]; abajo los Gurús, Yidams, Dakinis, Dharmapalas ... ;
enfrente los Budas del las tres eras -el pasado, el presente y el futuro-; detrás los libros
sagrados, las escrituras; a cada lado las dos secciones de la sangha. Visualizamos el
Árbol cósmico del refugio en el cielo, frente a nosotros.
Repetimos la versión esotérica de la Puya de las siete etapas antes de hacer muchas
veces las ofrendas del mandala, y mientras la repetimos sentimos que todos los seres
vivos la están repitiendo con nosotros.
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Otra manera mas concreta de ofrecer el mandala
Es muy difícil visualizar todo el Árbol del refugio y el mandala, aun contando con
mucha práctica por tanto, existe otra manera de ofrecer el mandala, construyendo
de una manera concreta un modelo tridimensional simplificado del mandala. Esta
práctica es muy común dentro de los círculos tántricos del Tíbet.
Primero necesitamos una base de metal circular, una especie de bandeja redonda
que colocamos de cabeza, para representar el terreno diamantino de la existencia.
Normalmente la pulimos con un trapo mientras repetimos el siguiente mantra: Om
vajra bhumi ah hum. Tratamos de sentir que ésta es la base diamantina de toda
la existencia, el terreno trascendental subyacente en el mundo fenoménico. Sobre
esta base depositamos un anillo de metal como de tres centímetros de altura, que
representa el muro de hierro que protege al universo entero, y lo llenamos de arroz.
Después, sobre el arroz colocamos otro anillo más pequeño, que representa el Monte
Meru, llenándolo asimismo de arroz. Ahora depositamos otro anillo más pequeño,
dado que estamos tratando de edificar una especie de pirámide. El tercer anillo
representa las esferas celestiales superiores y, por tanto, depositamos sobre éste unos
cuantos granos de arroz en diferentes direcciones para cada uno de los integrantes
del mandala. Al poner estos granos de arroz sentimos que estamos integrándolos al
mandala. Finalmente coronamos la estructura entera con una joya en forma de llama,
que tiene en el centro una especie de dharmachakra plateada. En este momento
ofrecemos el mandala que hemos elaborado, simplemente elevándolo hacia la figura
del Buda y colocándolo sobre el altar. Todo este procedimiento, de principio a fin,
debe repetirse cien mil veces.
El suelo ha sido purificado con agua de esencias aromáticas y ha sido adornado con flores.
Está adornado con el Rey de las Montañas, los cuatro continentes, el sol y la luna.
Pensando que se trata de la esfem del Buda, se la ofrezco.
Así pues, qué todos los seres humanos alcancen el Estado de Gozo en ese lugar.
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los Budas, a los Bodhisattvas y a los otros seres vivos -especialmente por medio
de nuestro cuerpo físico-. Debemos llevado a cabo porque a pesar de que hemos
realizado muchas ofrendas en veneración, incluso cien mil veces, y de que hemos
ofrecido el universo, sólo podemos presentar ofrendas cuando entregamos nuestro
ser. El ofrecer nuestra persona misma, este autosacrificio, especialmente el sacrificio
de nuestro cuerpo físico, es el tema de otra práctica tántrica llamada chod, que
describiré brevemente.
El yogui entonces recita mantras, mientras los pedazos de carne, la sangre y los
huesos que se encuentran en la caldera, se transforman en amrita, el néctar de la
inmortalidad. Entonces el yogui, de buen humor y triunfante, invita a las Tres Joyas,
a las deidades guardianas y a los diferentes espíritus a tomar del néctar; les anima
a venir, sin importar si se encuentran en su forma apacible o colérica. Asimismo les
indica que está sacrificando su propio cuerpo físico, que es la raíz de la dualidad, el
cuerpo físico que separa al sujeto del objeto.
El yogui tántrico experimenta todo esto. No es algo que escucha en una habitación
bastante iluminada y en compañía de otros; es algo que vive, que visualiza y
experimenta lejos de cualquier otro ser humano, totalmente en solitario. Se conjura
toda esta imaginería aterradora para deshacerse del apego al cuerpo físico. Existen
yoguis tántricos que se pasean de un lugar a otro y que, tan pronto como encuentran
un sitio que reúne las características necesarias, se quedan allí unos días para realizar
la práctica Chod. Después de un tiempo empiezan a sentir que su cuerpo está muerto,
que realmente es un cadáver y que ha empezado a disminuir el apego a su cuerpo.
Se dan cuenta de que sólo existe la mente verdadera, ya sea en su forma de Dakini
roja o en cualquier otra.