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El Libro de La Ira Del Caos

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Ofrendas en el Budismo Tántrico

y la práctica del chod

Quizás nos hayamos percatado de que las ofrendas del mahayana incluyen las del
hinayana -luz, incienso y flores-. De la misma manera, las ofrendas del vajrayana
incluyen las del mahayana y de éstas hablaremos a continuación. En el vajrayana
ocurrió un desarrollo importante. En el Theravada se presentan ofrendas al Buda; en
el mahayana a todos los Budas y Bodhisattvas -a la Iluminación como principio en
todas sus innumerables formas posibles-.

Dos aspectos de los Budas y Bodisatvas.


En el tantra también se obsequia con ofrendas a todos los Budas y Bodhisattvas, pero
aquí ellos se manifiestan bajo dos aspectos diferentes: apacible y colérico.

Apacible
Ya nos hemos familiarizado con el aspecto apacible. Generalmente los Budas y
Bodhisattvas evocan en nosotros imágenes de calma, de paz, de compasión, de
amistad y de belleza. Sin embargo, en el tantra cada Buda y cada Bodhisattva además
cuenta con un aspecto colérico de ira y feroz enfado, que representa la función que
tiene la Iluminación de destruir la ignorancia.

Colerico
La meditación y la invocación de las deidades coléricas ocupa un importante lugar
en el budismo tántrico, especialmente en el tantra esotérico, el tantra Anuttara Yoga.
Se nos aconseja familiarizamos con las imágenes coléricas para evocarlas, para
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meditar sobre ellas y para tenerlas presentes, debido a que tales prácticas nos ayudan
a desarrollar cualidades emocionales de tipo heroico.

Ofrendas tantricas
En el tantra las deidades apacibles se veneran con las ofrendas interiores y exteriores
del mahayana, pero cuando veneramos a las deidades coléricas debemos utilizar, de
manera específica, las ofrendas tántricas, que a su vez son interiores y exteriores.

Ofrendas tantricas interiores


Las ofrendas interiores del tantra son representadas por medio de lo que se denomina
“la flor de los sentidos”. Cuando se ofrecen al altar en el ritual de veneración se
manufacturan con pasta y se pintan con colores bastante realistas. Esta ofrenda
consiste en un tazón con la forma de un cráneo, en el que se prepara un arreglo con
objetos un poco extraños e incluso desagradables: un corazón humano, una lengua
arrancada por las raíces, una nariz que ha sido desprendida de la cara, un par de ojos
y un par de orejas. Debo recordar al lector que todos los componentes son bastante
grotescos y que están fabricados con pasta. Los cinco objeto son colocados siguiendo
un estilo artístico en el tazón de cráneo, formando una especie de arreglo floral, de
ahí que se le denomine “la flor de los sentidos”. Los cinco objetos representan, claro
está, los cinco sentidos físicos -el corazón humano representa el sentido del tacto-.
Aunque expresado de una forma mucho más radical, el significado de estas ofrendas
es el mismo que el de las ofrendas interiores del mahayana. En otras palabras, los
sentidos ­el corazón, la lengua, la nariz, los ojos, las orejas- se dedicarán al logro de la
Iluminación.

Ofrendas tantritas exteriores


Las ofrendas exteriores del tantra no son siete, sino que por alguna razón son seis
en número: una flor de cementerio -ésta parece ser una flor que sólo crece en los
panteones, una flor que alcanza la plenitud entre los cadáveres-; incienso elaborado
con piel chamuscada -si asistimos a una ceremonia de incineración, en la que
observemos cómo se quema el cadáver, entonces conoceremos el extraño olor que
empieza a despedir la piel, el cual difícilmente olvidaremos-; una lamparita de grasa
humana; fragancia de bilis; una bebida de sangre; comida de carne humana. Estos
seis representan, de forma evidente, una ampliación del simbolismo del terreno de
incineración en el budismo tantrico.

Ofrendas secretas del tantra. ¡Ofrecer todo!


Además existen otras cinco, que son las ofrendas secretas del tantra. Estas son: la carne
humana, el corazón, el cerebro y las entrañas. Su significado general es el mismo que el
de las otras ofrendas tántricas, aunque expresado de forma más contundente. El tantra
intenta subrayar lo siguiente: «No basta con tener sentimientos de devoción, de piedad,
de gratitud y de cariño. No es suficiente dedicar sólo nuestros sentidos. Tenemos que
ofrecer la carne, el corazón, la sangre, el cerebro, las entrañas, todo nuestro ser.»
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Amrita
Existe otra ofrenda que debemos mencionar: amrita, que significa “el néctar de la
inmortalidad”, simbolizando la Iluminación misma. Es representada por medio del
tazón de cráneo lleno hasta arriba de cerveza o de otra bebida alcohólica, que se
ofrece a las deidades coléricas, quienes, en el arte tántrico, aparecen bebiéndola.

El Mandala
Desde un punto de vista práctico, la ofrenda tántrica más importante es la del
mandala. El mandala aquí simplemente significa “el universo entero”, especialmente
el universo como es descrito en la cosmografía tradicional budista. Cuando ofrecemos
el man­dala, entregamos todo el cosmos a los Budas y Bodhisattvas. Evidentemente
la ofrenda del mandala es de tipo exterior.

¿Qué sugiere la ofrenda del mandala?


Indica que nos sentimos tan agradecidos por lo que hemos recibido que a cambio
entregamos todo lo que tenemos, y que si poseyéramos todo el mundo, todo el
mundo ofreceríamos. Si dispusiéramos de todo el universo lo presentaríamos como
ofrenda a los Budas y Bodhisattvas.

Sin embargo no podemos ofrecer el universo, en un sentido literal. Pero podemos


ofrecerlo a través de una práctica de meditación particular, lo cual, según el tantra,
tiene el mismo valor que la ofrenda del universo en un sentido literal si se realiza de
todo corazón, porque en la vida espiritual, de hecho, lo que cuentan son la intención
y la actitud. La práctica de la ofrenda del mandala es una -de las “Cuatro Mula Yogas
básicas” del tantra y, como tal, ocupa un lugar de suma importancia en la práctica
espiritual tántrica. A continuación la describiré.

Practica de ofenda del Mandala (dentro de las 4 mula Yogas)


Ya he mencionado que el mandala representa el universo. Sin embargo, no representa
solamente el universo físico. El mandala simboliza un sistema de intersección de
planos del ser y de la conciencia, y sólo uno de ellos es idéntico a nuestro universo
físico. De acuerdo con la tradición budista en general, se dice que normalmente
el mandala consiste de treinta y siete partes principales -quizás las treinta y siete
partes tengan una correspondencia con las treinta y siete prácticas que conducen a
la Iluminación, las treinta y siete bodhipakkhiya-dhamma-. Algunas veces sólo se
enumeran veinticinco partes. La lista que ofreceré es tibetana y cuenta con treinta y
nueve partes.

Las treinta y nueve partes constituyentes del mandala son:


(1) El terreno diamantino; siendo la Realidad la base del orden cósmico. (2) El muro
de hierro, que representa el límite exterior o -desde una perspectiva tridimensional-
el armazón exterior del universo. Dentro del muro de hierro hay siete círculos

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concéntricos de montañas doradas, que se alternan con los siete círculos concéntricos
del océano. (3) El Monte Meru, el cual simboliza el eje central de todo el sistema
de planos en intersección. Surge del séptimo y último círculo -interior- del océano.
Algunas veces se le identifica, de manera popular, con el pico de cierta montaña en
el Himalaya occidental, no obstante, esto constituye un grave error debido a que no
se parece a ninguna montaña en la tierra. Debajo del Monte Meru están los mundos
inferiores, los mundos del sufrimiento, los purgatorios, los infiernos. Sobre él están
los mundos de los dioses. Dentro del Monte Meru hay cuatro esferas, la más alta de
ellas está habitada por los asuras o titanes, quienes luchan contra los dioses. (4-7)
Las cuatro islas o continentes. Éstos se encuentran situados en el primer círculo del
océano, inmediatamente dentro del muro de hierro. Hay un continente al este, uno
al sur, uno al oeste y otro al norte. El continente oriental Lene la forma de una luna
creciente y es de color blanco; sus habitantes tienen la cara en forma de luna creciente,
con una mente tranquila y son grandes poseedores de virtudes. El continente del sur
semeja los hombros de una oveja y es de color azul; sus habitantes tienen la cara de
esa misma forma. En este continente abundan las riquezas y es posible encontrar el
bien y el mal; se dice que se corresponde con nuestro mundo. El continente occidental
es redondo como el sol y de color rojo; sus habitantes tienen la cara roja, una fuerte
complexión y son bastante aficionados a la carne de res. El continente del norte es
de forma cuadrada y de color verde; sus habitantes tienen la cara cuadrada como
caballos y obtienen todo lo que necesitan de los árboles que crecen en ese continente.
(8-15) Los ocho continentes subsidiarios. Hay dos de éstos en cada uno de los
continentes principales, uno en cada lado. Tienen la misma forma que el continente al
que pertenecen. (16) La montaña de joyas -no estoy muy seguro de la localización de
ésta en relación a la imagen-. (17) El árbol que concede los deseos, por el que luchan
los titanes en contra de los dioses. (18) La vaca de la abundancia. (19) La semilla
mágica. Su fruto crece sin necesidad de cultivarlo. (20) La joya que concede todos los
deseos. (21-26) Las siete joyas. Éstas son las siete joyas del monarca universal. Dentro
de este contexto una joya implica lo más valioso que pueda existir o algo ideal. La
lista consiste en el ministro ideal, el tesorero ideal, el caballo ideal, la esposa ideal, el
elefante ideal... (27) La jarra que concede todos los deseos. Es una especie de lámpara
de Aladino y a veces se le considera idéntica al base de iniciación [6]. (28-35) Las ocho
diosas madres, quienes viven en sus propios mundos celestiales, junto al paraíso
de Indra. (36 y 37) El sol y la luna. Aquí el sol y la luna no lo son únicamente en el
sentido literal, sino que son más parecidos a los símbolos de las influencias del tipo
yin y yang en el universo. (38) El paraguas ceremonial. Este paraguas de la victoria
y la soberanía sirve de corona a todo el sistema. (39) Una bandera, la cual vuela en lo
alto del paraguas.

Éstas son las treinta y nueve partes del mandala, que representan todo el universo
multidimensional.

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Práctica de ofrenda del mandala
Ahora describiré la práctica de la ofrenda del mandala de acuerdo con la tradición
Nyingmapa. Primero se visualiza el Árbol cósmico del refugio, descrito en el cuarto
capítulo. Se evoca la gloriosa figura de Padmasambhava rodeado por los refugios
esotéricos y exotéricos: arriba los Gurús del linaje puramente espiritual hasta llegar
a Amitabha y Samantabhadra[7]; abajo los Gurús, Yidams, Dakinis, Dharmapalas ... ;
enfrente los Budas del las tres eras -el pasado, el presente y el futuro-; detrás los libros
sagrados, las escrituras; a cada lado las dos secciones de la sangha. Visualizamos el
Árbol cósmico del refugio en el cielo, frente a nosotros.

Visualización y recitación de versos


Al visualizarlo recitamos los versos de la Puya de las siete etapas. Dentro de este
contexto, como parte particular de esta Práctica Yoga, no se incluye cualquier Puya,
sino una versión esotérica especial. Con la ayuda de uno mis maestros tibetanos
traduje la siguiente versión para mi uso personal. Es muy corta y simple, pero su
significado es por demás profundo.

A ese Trikaya, que es la verdadera naturaleza de todos los dharmas,


más allá de la dualídad y de los límites, yo tributo homenaje.
Venero lo eterno, lo no manufacturado y lo ilimitado.
Confieso el pecado de no saber que mi propia mente es Buda.
Me regocijo por el estado natural,
el estado de la plenitud de la conciencia.
Pido a los Budas que hagan girar la Rueda del dharma,
que va más allá de nuestra comprensión ordinaria,
que es omnipresente y que lo logra todo.
Ofrezco mi oración para la unión de lo mundano y lo Trascendental.
Transmuto en Vacuidad cualquier veneración y homenaje que yo haya tributado.

Que todos los seres alcancen la Vacuidad y el Gran Gozo.

Repetimos la versión esotérica de la Puya de las siete etapas antes de hacer muchas
veces las ofrendas del mandala, y mientras la repetimos sentimos que todos los seres
vivos la están repitiendo con nosotros.

Tras recitar este verso ofrecemos el mandala. Primero lo visualizamos en nuestro


corazón -el terreno diamantino, el muro de hierro, las montañas doradas, los círculos
del océano, el Monte Meru, etcétera- y entonces lo ofrecemos en reverencia a los
Budas y a los Bodhisattvas, a los Gurús, a las Dakinis, a las figuras del Árbol cósmico
del refugio.

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Otra manera mas concreta de ofrecer el mandala
Es muy difícil visualizar todo el Árbol del refugio y el mandala, aun contando con
mucha práctica por tanto, existe otra manera de ofrecer el mandala, construyendo
de una manera concreta un modelo tridimensional simplificado del mandala. Esta
práctica es muy común dentro de los círculos tántricos del Tíbet.

Primero necesitamos una base de metal circular, una especie de bandeja redonda
que colocamos de cabeza, para representar el terreno diamantino de la existencia.
Normalmente la pulimos con un trapo mientras repetimos el siguiente mantra: Om
vajra bhumi ah hum. Tratamos de sentir que ésta es la base diamantina de toda
la existencia, el terreno trascendental subyacente en el mundo fenoménico. Sobre
esta base depositamos un anillo de metal como de tres centímetros de altura, que
representa el muro de hierro que protege al universo entero, y lo llenamos de arroz.
Después, sobre el arroz colocamos otro anillo más pequeño, que representa el Monte
Meru, llenándolo asimismo de arroz. Ahora depositamos otro anillo más pequeño,
dado que estamos tratando de edificar una especie de pirámide. El tercer anillo
representa las esferas celestiales superiores y, por tanto, depositamos sobre éste unos
cuantos granos de arroz en diferentes direcciones para cada uno de los integrantes
del mandala. Al poner estos granos de arroz sentimos que estamos integrándolos al
mandala. Finalmente coronamos la estructura entera con una joya en forma de llama,
que tiene en el centro una especie de dharmachakra plateada. En este momento
ofrecemos el mandala que hemos elaborado, simplemente elevándolo hacia la figura
del Buda y colocándolo sobre el altar. Todo este procedimiento, de principio a fin,
debe repetirse cien mil veces.

La manera mas inmediata de ofrecer el mandala


Existe un procedimiento todavía más simplificado para representar esta ofrenda.
Como podemos observar hay diferentes niveles en esta práctica. En este caso,
depositamos un poco de arroz en la palma de nuestras manos y formamos un mudra
particular, recitando ciertos versos. También traduje estos versos hace algún tiempo:

El suelo ha sido purificado con agua de esencias aromáticas y ha sido adornado con flores.
Está adornado con el Rey de las Montañas, los cuatro continentes, el sol y la luna.
Pensando que se trata de la esfem del Buda, se la ofrezco.
Así pues, qué todos los seres humanos alcancen el Estado de Gozo en ese lugar.

Lo único que queda por ofrendar: el acto de autosafrificio


Podemos imaginar que al haber ofrecido todo el universo no nos queda nada que
hacer. Pero hay algo que todavía no hemos ofrecido: al individuo que ha presentado
las ofrendas. Lo que queda es nuestra persona misma y tenemos que ofrecerla a

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los Budas, a los Bodhisattvas y a los otros seres vivos -especialmente por medio
de nuestro cuerpo físico-. Debemos llevado a cabo porque a pesar de que hemos
realizado muchas ofrendas en veneración, incluso cien mil veces, y de que hemos
ofrecido el universo, sólo podemos presentar ofrendas cuando entregamos nuestro
ser. El ofrecer nuestra persona misma, este autosacrificio, especialmente el sacrificio
de nuestro cuerpo físico, es el tema de otra práctica tántrica llamada chod, que
describiré brevemente.

La practica del Chod


Chod es un término tibetano que significa “cortar”; se corresponde con el término
sánscrito cchedana, que encontramos en el título del “Sutra Prajñaparamita
Vajracchedika”, el famoso “Sutra del Diamante”, que se traduce literalmente
como “Discurso sobre la Sabiduría Trascendental que corta como un diamante”.
Entonces ¿qué es lo que se corta en dicha práctica? Se escinde el apego al ser o al
ego, especialmente la adicción al cuerpo físico, con el cual se identifica el ego la
mayor parte del tiempo. Esta práctica proviene de la tradición Nyingmapa. Todo el
procedimiento es un poco elaborado y realmente no podemos explorar la práctica en
su totalidad; por tanto, me concentraré en su parte principal.

Descripción de la practica del Chod


El yogui tántrico realiza la práctica chod en un lugar salvaje y solitario. Se aleja de
la ciudad o del pueblo y acude a un lugar con estas características. Preferentemente
tiene que ser un sitio con fantasmas, quizás un terreno de incineración, en el que
debe estar completamente solo. Lleva consigo varios artículos que necesitará en la
parte ritual de la práctica: la piel de una bestia predadora con todos sus colmillos,
una tienda de acampar muy pequeña, un bordón con tridente, una trompeta hecha
de un fémur humano, un pequeño tambor y otros cuantos objetos.

Tras establecerse en el lugar solitario y salvaje empieza a realizar aspectos


preliminares de la práctica, para así ofrecer una oración a su gurú, en este caso
al gran Gurú tántrico Padmasambhava. Entonces se concentra en su propio cuerpo
físico, mirándolo e imaginando que su cuerpo está muerto, que es un cadáver. El
texto especifica que debe imaginarse su cuerpo como si fuera un cadáver gordo de
suculenta apariencia. Subrayo: durante la práctica, el yogui, de hecho, tiene que
sentir que está muerto y que su propio cuerpo es un cadáver.

Entonces empieza a sentir que su mente, su mente verdadera, está separada de su


cuerpo. La visualiza como si fuera el “conocimiento de la Dakini”. Ella es de color
rojo puro, tiene tres ojos -el tercero es el ojo de la Sabiduría-, su cara muestra una
expresión colérica. Está casi desnuda, de no ser por unos cuantos ornatos de hueso.
Con una mano sostiene una cuchilla y con la otra un tazón de cráneo. Está pisando
un cadáver -el cuerpo físico y la mente verdadera se encuentran separados y son
respectivamente independientes-.
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Mientras el yogui se encuentra observándola, esta terrible Dakini con su cuchilla
degolla el cadáver, al yogui. La cabeza que ha cortado lentamente se convierte en
un cráneo y entonces ella lo coloca al revés, sobre las tres calaveras más pequeñas,
formando una especie de caldera de tres patas. Después corta el cadáver en
muchísimos pedazos, arrojándolos a la caldera -formada con el cráneo- como ofrenda
a las deidades.

El yogui entonces recita mantras, mientras los pedazos de carne, la sangre y los
huesos que se encuentran en la caldera, se transforman en amrita, el néctar de la
inmortalidad. Entonces el yogui, de buen humor y triunfante, invita a las Tres Joyas,
a las deidades guardianas y a los diferentes espíritus a tomar del néctar; les anima
a venir, sin importar si se encuentran en su forma apacible o colérica. Asimismo les
indica que está sacrificando su propio cuerpo físico, que es la raíz de la dualidad, el
cuerpo físico que separa al sujeto del objeto.

El yogui tántrico experimenta todo esto. No es algo que escucha en una habitación
bastante iluminada y en compañía de otros; es algo que vive, que visualiza y
experimenta lejos de cualquier otro ser humano, totalmente en solitario. Se conjura
toda esta imaginería aterradora para deshacerse del apego al cuerpo físico. Existen
yoguis tántricos que se pasean de un lugar a otro y que, tan pronto como encuentran
un sitio que reúne las características necesarias, se quedan allí unos días para realizar
la práctica Chod. Después de un tiempo empiezan a sentir que su cuerpo está muerto,
que realmente es un cadáver y que ha empezado a disminuir el apego a su cuerpo.
Se dan cuenta de que sólo existe la mente verdadera, ya sea en su forma de Dakini
roja o en cualquier otra.

No hay ya muchos practicantes dispuestos a estas practicas


Hoy en día no hay muchas personas que estén dispuestas a realizar estas prácticas
como los yoguis. De hecho, no hay muchas personas que estén dispuestas a sacrificarse
en ningún sentido. Incluso puede que no haya mucha gente que esté dispuesta a
realizar la práctica de la ofrenda del mandala.

El principio implícito de estas practicas


Sin embargo, es crucial que tratemos de entender el principio implícito en todo esto;
particularmente es importante que tratemos de entender el lugar en que estamos
colocando la vida espiritual -al Buda y a los otros seres vivos-. Es importante que por
lo menos apreciemos el simbolismo de las ofrendas y el autosacrificio.

Extracto del libro “Simbolos Creativos del Budismo Tántrico”


del autor Sangharákshita Ediciones CBCM Mexico

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