Mesopotamia
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TEMAS
2) De las aldeas a las ciudades: +- 6500 a.C.- 3000 a.C. El desarrollo del
neolítico. Las culturas de Eridu y El Obeid. Avances agrícolas, aumento
poblacional y complejidad socio-cultural. El desarrollo urbano: Uruk y Djedet
Nasr.
LA ETAPA DE DJEMDET-NASR
(A. CABALLOS – J.M. SERRANO PAG 23) Se la define también como etapa protoliteraria por
corresponder a ellos los primeros estadios del sistema de escritura sumerio, de carácter aun
pictográfico.
(ROUX CAP 5 PAG 92) El periodo de Djemdet-Nasr no sólo es muy corto (alrededor del 3150-
2900), sino que no hay ninguna diferencia fundamental entre sus elementos característicos y los
del periodo de Uruk, excepto en variaciones de estilo y calidad. El plano de los templos continua
siendo “tripartito” pero su plata forma tiende a convertirse en cada vez más alta y ancha. La única
originalidad de este periodo radica en el extraordinario desarrollo que en él conocerá la escultura.
El arte de esculpir, prácticamente olvidado desde la época de Samarra, reaparecerá bruscamente
y se aplicara con una especie de frenesí, trabajando la piedra en bulto redondo o en relieves.
(LIVERANI CAP 4 PAG 98-121) El “Salto” organizativo consiste en sistematizar la separación
entre producción primaria de alimento y técnica especializada, y polarizar eta separación,
concentrando a los especialistas en algunas poblaciones más grandes, protourbanas, y dejando la
tarea de la producción de alimento a las aldeas dispersas.
Pronto la relación deja de ser complementaria y pasa a estar jerarquizada, con aldeas
estructuralmente tributarias de la ciudad. El mecanismo es bidireccional por principio, y supone
una ventaja para el conjunto de la sociedad, pero las relaciones internas se desequilibran a favor
de los especialistas. En el vértice del núcleo especializado y urbano se sitúan quienes desempeñan
funciones administrativas (escribas, administradores, supervisores, etc.) y ceremoniales
(sacerdotes), que garantizan la cohesión de la comunidad y la organización de los flujos de trabajo
y retribución que la atraviesan. En el sistema especializado urbano la solidaridad se convierte en
orgánicas y necesarias.
La sistematización de las especializaciones laborales, su concentración espacial y la aparición de
polo de decisión llevan a lo que L. Oppenheim ha llamado “las grandes organizaciones”: templos
y palacios. Las ciudades son asentamientos en los que hay “grandes organizaciones”. El templo
es ante todo el lugar donde se organizan las actividades de culto, la “casa de dios” a la que acude
la comunidad diaria o periódicamente, a rendir culto a su jefe simbólico (fiesta); el palacio, en
cambio, es ante todo la residencia del jefe humano, el rey con su círculo de allegado (familia real
y corte). Tanto el palacio como el templo son lugares donde se realizan actividades
administrativas, y se acumulan los excedentes en los que se basa el mecanismo redistributivo. No
sólo son residencias reales o divina, centros de manifestaciones política o religiosas, son también
domicilios de talleres artesanales, almacenes, oficinas de escribas y archivos.
La población se divide en dos grupos ante la “gran organización”. Los especialistas no tienen
medios propios de producción, trabajan con los del palacio y son mantenidos por el palacio
mediante un sistema de raciones o mediante asignaciones de tierras. Jurídicamente y
económicamente son “siervos” del rey. El resto de la población, formado por las familias de los
productores de alimento, en “libre” en el sentido de que detenta sus propios medios de producción
(tierras, ganado) y trabajo para su propio sustento; pero es tributario del estado, al que debe ceder
sus excedentes alimentarios.
En cada especialización se crea una relación jerarquizada entre maestros de taller aprendices,
entre supervisores y obreros. Las relaciones tradicionales del trabajo familiar son reemplazadas
por otras de dependencia y promoción en la carrera. La propia retribución está vinculada
directamente al puesto de trabajo y a la capacidad del operativo. En la organización de familia y
aldea cada cual tiene una posición determinada por su parentesco ya en el momento de nacer, y
cada cual sabe que papel (social, además de laboral) heredará a la muerte de su padre. Ahora, en
cambio, la retribución es personal, se afianza la idea de los méritos personales de la
responsabilidad personal, se afianza la idea de los méritos personales, de la responsabilidad
personal, y toma cuerpo la posesión personal (ya no familiar) de los bienes.
(Las ciudades y las aldeas) El desarrollo de Mesopotamia sigue unas pautas especiales: la zona
permanece al margen de desarrollo en la época de la primera neolitización, y pasa a ocupar una
posición de vanguardia en el paso del Calcolitico a la Edad de Bronce. Se excavan canales en el
terreno pantanoso con la doble finalidad de drenar las aguas y distribuir las crecidas hasta zonas
aportadas, regularizando la disponibilidad del agua y corrigiendo en parte las grandes diferencias
estacionales anuales. Las primeras ordenaciones hídricas son estrictamente locales. Gracias a ellas
aparecen en el interior del territorio bajo mesopotámico unas “islas” se conecten entre sí.
Al tiempo que se crean sistemas de canales, la tecnología agrícola propiamente dicha experimenta
un avance. La propia existencia de agricultura de regadío con agua a voluntad, permite obtener
rendimientos mucho mayores y estables. Además, en los suelos profundos de la llanura se labra
las tierras: el arado de sembradera (en sumerio apin, en acadio epinnu), que permite trabajar la
tierra en menos tiempo. Necesita animales de tiro (4 a 6 bóvidos), operarios especializados, y se
adapta mejor a un paisaje estandarizado de parcelas alargadas situadas perpendicularmente a las
márgenes de las acequias. Regadío, arado de sembradera, altos rendimientos de la cerealicultura
aseguran al gran nicho bajo mesopotámico una cantidad enorme y estable de excedentes
alimentarios que posibilita la manutención de un nutrido grupo de especialistas (no productores
de alimentos) y administradores, concentrados en la ciudades.
Los asentamientos ya no se reparten de manera más o menos uniforme por un territorio
indiferenciado, desempeñando actividades indiferenciadas. Ante todo, se ubican en estrecha
relación con los cursos de agua, por las ventajas del riego y el transporte, algo esencial para la
centralización de los excedentes, que afluyen de los campos a los almacenes de las ciudades.
Además, los asentamientos se disponen de forma jerárquica en por lo menos dos niveles, y pronto
en tres. La disposición en dos niveles implica una biparticipacion entre las aldeas, de pequeñas
dimensiones y dedicadas a la actividad agropastoral, y las ciudades, donde se concentran las
actividades de transformación, intercambio y servicios. Pronto los niveles se convierten en tres,
al surgir poblaciones intermedias que desempeñan funciones urbanas descentralizadas, tanto en
el sector artesanal como en el administrativo.
L jerarquización y especialización funcional de los asentamientos es el reflejo exterior de la nueva
organización política, que sobre pasa el ámbito de la aldea para asumir una dimensión comarcal:
una ciudad capital, sede del poder político (del palacio, del templo o templos urbanos y del nucleo
dirigente) y de la mayor parte de las funciones especializadas; una serie de centros regionales
periféricos, y un elevado número de aldeas tributarias.
La urbanización se ve acompañada de un rápido crecimiento de la población, corriente de
inmigración, crecimiento demográfico interno, estimulado por el aumento de la producción
alimentaria.
Las relaciones de jerarquía e interdependencia que se establecen en el conjunto del territorio,
también alteran el paisaje (tanto agrario como urbano). En el campo se diversifica el estado
jurídico: pertenecen a las familias que lo cultivan. En el ámbito de comunidad de aldea existen
mecanismos que garantizan la propiedad familiar de las tierras, una propiedad inalienable, al
margen de los mecanismos de transmisión hereditaria. También hay tierras gestionadas en común
por la aldea. Con la urbanización aparecen dos estados jurídicos de las tierras. Parte de ellas siguen
siendo propiedad de las familias “libres”, mientras que otras pertenecen al templo y al palacio. La
gestión de tierras de templos y palacios se realiza de dos maneras: una parte es explotada
directamente por la organización con mano de obra servil. Son las grandes haciendas públicas.
Otra parte es parcelada y asignadas en usufructo a los dependientes de la organización a cambio
de sus servicios. Estas tierras del templo y el palacio configuran un nuevo paisaje agrario, con
presencia humana más dispersa. Para el templo/palacio los diferentes tipos de tierras suponen
distintas maneras de recaudar tributos: el diezmo (u otro porcentaje no elevado) de las tierras de
las aldeas, la totalidad del producto de las tierras explotadas directamente y el servicio
especializado a cambio de las tierras parceladas.
En los aglomerados urbanos encontramos una diversificación análoga que los distingue de las
aldeas, cuya composición homogénea por núcleos familiares se traduce, en el plano urbanístico,
en una serie de viviendas uniformes en cuanto a tamaño y funciones.
En el centro destacan los edificios de los templos y palacios. Hay otros edificios públicos:
almacenes, obradores palatinos de artesanos, etc. Por ultimo están las viviendas, que pertenecen
a núcleos familiares de prestigio social y recursos económicos muy distintos.
La concentración de riqueza que proporciona la urbanización posibilita la construcción de unas
murallas. La auténtica riqueza de las aldeas es la población, mano de obra efectiva del palacio del
que dependen, y potencial para el posible agresor.
(De la calidad a la cantidad) Las “grandes organizaciones” de los templos y palacios son enormes
aparatos redistributivos. Los excedentes, las retribuciones, los servicios y las mercancías se
entrecruzan y compensan a unos niveles de complejidad que dejan muy atrás a las modestas
transferencias de radio familiar y de aldea. Para que haya un flujo proporcionado y constante en
las distintas direcciones hacen falta convenciones objetivas y personalizadas. Tiene que haber un
sistema de pesos y medidas.
Medidas (de peso, de capacidad, lineares y superficiales) ya había, derivadas de elementos
antropomorfos: el pulgar, el codo o el pie para las medidas lineares; la carga de una persona
(talento) o de un burro para los pesos. El paso decisivo consistió en integrarlas en un esquema
homogéneo relacionado con el sistema de numeración. En Mesopotamia, este último se basa en
los multiplicadores seis y diez, y se llama sexagesimal.
(Garantías y registros: el nacimiento de la escritura) La aparición de un sistema de registro escrito
es la acumulación del proceso de especialización laboral y despersonalización de las relaciones
laborales y retributivas.
El primer paso al uso del sello como instrumento de convalidación y garantía. El repertorio
glíptico de Uruk da una visión esquemática, pero sintético, de la sociedad protourbana que lo ha
creado: división del trabajo, acumulación y centralización de los excedentes, desarrollo artesano,
ascensión de una clase dirigente, y en particular de un rey, su relación con el templo y el papel
central desempeñado por éste.
La sustitución de un código de objetos (las contraseñas) por un código gráfico (las contramarcas
de dichos objetos) es decisiva. Es el origen de la escritura, que ofrece una ductilidad y unas
posibilidades de desarrollo infinitamente mayores.
Las tablillas numéricas son reemplazadas por las tablillas logonumericas, con símbolos numéricos
(impresos) y logograficos (marcados con estilo).
La administración, dotada de estos elementos operativos, se convierte en el trabajo más
especializado de todos los que se realizan en las que se realizan en las grandes organizaciones. El
funcionario administrativo es ante todo un “escriba” que domina la técnica de la escritura (del
cálculo, y procedimientos administrativos).
La utilización de la escritura no es un simple avance técnico. También es una forma nueva de
comprender y abordar el mundo.
(Política e ideología de las formaciones protoestatales) La especialización laboral lleva a una
estratificación socioeconómica de carácter estructural, funcional y cualitativo. La estratificación
es “vertical”, porque los distintos grupos funcionales acceden de forma desigual al reparto de los
recursos y a la toma de decisiones; también es “horizontal”, porque los grupos privilegiados se
concentran en las ciudades. En el nivel más alto se sitúa el núcleo dirigente que monopoliza el
poder de decisiones y reside en la ciudad, en la “gran organización” central.
La formación protoestatal es un organismo basado en la desigualdad. Formación de un núcleo
dirigente que asume la responsabilidad de las decisiones y las ventajas de una situación
privilegiada; y formación de una ideología político-religiosa que garantiza la estabilidad y
cohesión de la pirámide de las desigualdades.
El núcleo dirigente tiene que trabajar en dos frentes, el operativo y el ideológico, que desembocan
respectivamente en la formación de una burocracia y un clero. La burocracia, formada sobre todo
por los escribas y subdividida en sectores y jerarquías, es la encargada de la gestión económica
de esa gran empresa que es la ciudad estado.
El clero se encarga del culto diario y reservado, o periódico y público (fiestas), gestionando la
relación con la divinidad, que proporciona la justificación ideal de las relaciones de desigualdad.
La comunidad urbana, que desde hace muchos siglos está acostumbrada a atribuir a
personalidades divinas la responsabilidad de hechos humanamente incontrolables, y a ganarse su
favor con las formas antropomórficas de la ofrenda y el sacrificio, traslada ahora todo esto al nivel
de la organización socio-económico y política centralizada.
El mundo divino aparece ahora formada por una serie de personalidades que se caracterizan por
una o varias funciones y sectores en las que intervienen. Se forma un auténtico panteón, que
organiza esta pluralidad divina con arreglo a un sistema de relaciones (jerárquicas, de parentesco)
y que se traduce en pluralidad de templos.
La formación del ejército, con dos niveles distintos, es la expresión del ejercicio estatal de la
fuerza. Hay un núcleo militar, formado por especialistas en la guerra, con dedicación plena. Pero
en caso de guerra se recluta un ejército de conscriptos por prestaciones obligatorios –corvée-,
coaccionando a toda la población.
Las tres funciones distribuidas en “oficios” especializados (administración, clero y milicia) se
subliman y reúnen en la persona única del jefe de la comunidad, el rey.
El rey no es auxiliado por ningún organismo colegiado, representativo, más bien es auxiliado por
consejeros técnicos y responsables sectoriales subordinados diaria, como jefe del palacio o “gran
casa”. Le corresponde a él tomar decisiones estratégicas, pero también la gestión corriente. La
función más llamativa es el culto: el rey se presenta como sumo sacerdote del dios de la ciudad,
el gestor humano de la empresa ciudadana por encargo del dios, su dueño teórico. Al rey se le
atribuye también la responsabilidad de la defensa de la ciudad y el pueblo frente a los ataques
exteriores.
3) Etapa sumeria: +-3000 a.C.-2300 a.C. Los súmeros y la conformación de
las primeras ciudades-estado. Organización política, social y económica.
Importancia del templo y del palacio. Escritura y religión sumerias. Los
primeros códigos de leyes. Hacia la unidad política de Sumer bajo
Lugalzagesi.
SARGON Y NARAM-SIN:
(WAGNER VOL 1 CAP 4 PAG 96-100) Con Sargón de Akkad (2335-2279) da comienzo un
nuevo periodo de la historia de Mesopotamia.
La ruptura, sancionada por el propio Sargón con la construcción de una nueva capital, Akkad, fue
fundamentalmente de índole política, afectando sobre todo al carácter de la realeza, guerrera en
vez de sacerdotal, heroica en lugar de administrativa, y a la sustitución de la hegemonía de Sumer
por la de Akkad que se extiende sobre el conjunto de la baja Mesopotamia.
Una vez dueño de Kish, emprendió primero una política de expansión que le llevó a derrotar, tras
numerosas batallas, a Lugalzagesi y a otros tantos ensi locales, con lo que se convirtió
virtualmente en dueño del territorio de Sumer. En un segundo momento, situada bajo su dominio
la totalidad de la Mesopotamia meridional, Sargón acometió la empresa de consolidación y
organización de su Imperio, así como la extensión de su poder hacia las regiones periféricas,
atendiendo más a bases y criterios comerciales que a los puramente militares. Las estructuras de
gobierno de las ciudades sumerias fueron conservadas. La fundación de una nueva capital en las
proximidades de Kish, parece haber sido obra temprana de Sargón, destinada asimismo a facilitar
la gestión de su imperio.
Como consecuencia, las riquezas afluyeron al puerto de la ciudad desde el Golfo Pérsico y el
Valle del Indo.
Un tercer momento de actividad del reinado de Sargón coincide con el reinicio de la expansión
en el sur, lo que provocó el enfrentamiento militar con los elamitas. En el marco de las relaciones
exteriores, la guerra venía a reemplazar al pacifico comercio.
El final del reinado de Sargón se vio ensombrecido por una rebelión generalizada que estalló en
el territorio sumerio, donde el dominio acadio era apenas soportable.
Con Naram-Sin (2254-2218) el Imperio de Akkad alcanzó su mayor expansión. Sin embargo hubo
de hacer frente a una sublevación de las ciudades sumerias (Uruk, Nippur, Kish, Eridu, Ur,
Sippar). Sofocada la revuelta, Naram-Sin inauguró una política que se manifestó en la utilización
del apelativo divino situado ante su nombre, y en la titularidad de “rey de las Cuatro Regiones”.
La divinización del poder político encarnado en una persona constituía un claro síntoma de sus
intereses y ambiciones.
Pone en marcha una política de conquista de todas aquellas regiones. Su objetivo no era otro que
el de establecer el dominio de Akkad, por via militar, sobre las rutas comerciales que en el exterior
de la llanura mesopotámica estaba en manos de Ebla al oeste, de Elam que controlaba el acceso
al altiplano iranio, y que en el Golfo Pérsico gravitaban en torno a Dilmun.
La guerra contra Elam tuvo como consecuencia una probable victoria de Akkad, Naram-Sin
terminó por concluir un pacto con el rey elamita que siguió ocupando su trono.
La expansión del Imperio acadio bajo Naram-Sin fue sobre todo intensa, en métodos y resultados.
En una primera fase consiguió el dominio del país de Subartu, cuyos ensi se les sometieron al
igual que los jefes tribales de la región del Habury del medio Éufrates. Assur, Nínive, Tell Brack,
en donde construyó un palacio, devinieron enclaves acadios que aseguraban el control sobre la
alta Mesopotamia y desde allí el acceso a Anatolia. En una segunda fase avanzó, siguiendo el
Éufrates, hacia Siria septentrional, donde Ebla constituía un objeto de vital importancia.
El Imperio acadio era una estructura extremadamente frágil, un conglomerado heterogéneo en el
que la integración territorial resultaba poco menos que imposible. Las riquezas conseguidas tanto
en el interior como en el exterior era en parte atesoradas y en parte redistribuidas entre los templos,
los dignatarios de la corte y los oficiales de ejército y los altos funcionarios. Era necesario
mantener la vigilancia de las fronteras.
LA INVASION DE LOS GUTEOS:
(CABALLOS-SERRANO PAG 50 y WAGNER VOL 1 CAP 4 PAG 101) (CS) La desaparición
del estado acadio se deberá a los Guti, un pueblo bárbaro, inferior culturalmente y que constituían
una amenaza constante desde la época de Naram-Sin.
(W) Con Shar-Kali-Sharri (2217-2193) la situación del Imperio se deterioró aceleradamente. Una
incursión elamita penetró en la baja Mesopotamia; la sublevación prendió en Uruk, y en las
fronteras nororientales y noroccidentales los peligros no hacían sino acumularse. Repetidamente
el rey acadio hubo de combatir para contener las incursiones de los montañeses.
La situación económica tampoco era buena. La apropiación de los circuitos comerciales externos
por obra de Naram-Sin había ocasionado en buena medida su propia destrucción. Al oeste del
Éufrates, la desaparición del Ebla en el norte de Siria propicio una mayor fragmentación política
en aquellos territorios. Si por un lado Akkad había eliminado un rival en el tráfico de mercancías
y el control de las rutas de comercio, por otro esto mismo le impidió apoderarse de la estructura
política y comercial que Ebla había levantado en Siria. En Elam las dificultades internas,
ocasionada por los lulubitas y los guteos del Zagros, se añadieron a las guerras contra Akkad que
habían provocado ya la pérdida para el Imperio la región de Susa.
(CS) Una irrupción violenta destruiría la ciudad de Akkad y afectaría al menos a toda la zona
septentrional de la Baja Mesopotamia y a Elam. Los conquistadores que carecían de la
sensibilidad y civilización de los acadios inauguran un dominio irregular que pasa por ser uno de
los periodos más oscuros de la historia de Babilonia.
NUEVO AUGE SUMERIO Y EL IMPERIO DE LA TERCERA DINASTIA DE UR.
REORGANIZACION POLITICO-TERRITORIAL. RELACION CON LA ALTA
MESOPOTAMIA:
(CABALLOS-SERRANO PAG 53-56; KUHRT VOL 1 CAP 1 PAG 80-90 y WAGNER VOL 1
CAP 4 PAG 102-104) (W) El Imperio acadio había mantenido la tradición sumeria de las dinastías
locales, utilizándolas como elementos administrativos a su servicio, y tras su desaparición
aquellas mismas dinastías, libres de la tutela imperial, podían realizar una política propia sin
apenas injerencias. En tales condiciones la ciudad de Lagash y sus gobernantes fueron
protagonistas, junto con otras ciudades sumerias de una etapa de desarrollo económico que
contrastaba con la situación en la Mesopotamia central y septentrional. Los ensi de Lagash, en su
recuperada función de monarcas de un reino sumerio independiente promovieron los trabajos de
irrigación, el comercio; construcciones, restauraciones y dedicatorias de templos.
Aquella suerte de “renacimiento” sumerio, proporcionó el estímulo necesario para acabar con la
presencia de los guteos.
(CS) El fundador de Ur III, Ur-Nammu, parece que en principio era el gobernador de Ur
dependiente de Utuhegal. (W) Se puso fin a la tradición de autonomía de las ciudades
mesopotámicas. A partir de entonces una dinámica de centralización política y económica, y de
integración territorial se impuso sobre la Mesopotamia centro-meridional.
Ur-Nammu, que tomó bien pronto el título de “rey de Summer y Akkad” después de pacificar el
país y doblegar la resistencia de Lagash, inauguró una nueva política administrativa, destinada a
asegurar la integración político-territorial, así como a disponer de la gestión directa de los
recursos, a regular la actividad comercial y a fortalecer el orden social; para la cual dividió el
territorio en provincias, (K) cada una con su correspondiente capital, gobernada por un ensi
(gobernador), probablemente reclutado entre los miembros de la aristocracia local; (W) redactó
un código de leyes; unificó pesos y medidas y mando elaborar un catastro. Restauración y
construcción de monumentos; trabajos de irrigación.
(K) Durante el periodo de Ur III funcionaba una compleja estructura tributaria. Había un sistema
de centros de redistribución centralizados, en los cuales cada provincia depositaba su contribución
(bala), y a los que recurría al gobierno central para cuestiones como el aprovisionamiento de los
templos o la paga de quienes eran acreedores a la generosidad real o dependían de una ración,
como hacía cada provincia en la esfera de sus competencias. El sistema se basaba en un grado
muy elevado de planificación y contabilidad centrales, y tenía por objeto integrar a los distintos
centros provinciales en un todo unificado.
(CS) Ur-Nammu tiene que realizar una intensa actividad militar para afianzarse. El marco de sus
hazañas se dilató desde el Golfo Pérsico (el Mar Inferior), al Mediterráneo (el Mar Superior).
Ur-Nammu se ve obligado a dedicarse a una intensa labor de reconstrucción y reorganización
interna de un país afectado por el dominio Guti y por los conflictos del final de ese periodo.
Reacondiciona el sistema de drenaje de los campos y la red de canales, reconstruye o amplia casi
todos los grandes santuarios. Se reabren las vías comerciales esenciales para la subsistencia del
país.
(W) Aquella actividad fue continuada por su hijo Shulgi (2094-2047) que se proclamó “rey de las
Cuatro Regiones” y se decía hermano de Gilgamesh en un intento de divinización. Se hizo a dorar
como un dios. Puso en funcionamiento una red de caminos que permitían comunicar entre sí con
mayor rapidez las diferentes partes del Imperio. En la segunda mitad de su reinado se empeñó en
una serie de campañas militares, cuyo objetivo consistía en hacerse con el control de las rutas
comerciales que atravesaban la alta Mesopotamia y consolidar la “frontera” septentrional en
territorios habitados por hurritas.
Las ciudades de Asiria (Urbilum, Ninive, Assur) fueron desde entonces controladas por ensi
destacados en ellas por el poder central, mientras que Mari, en el alto Eufrates, conservó la
independencia que había logrado tras la desaparición del Imperio de Akkad, y mantuvo intensos
relaciones comerciales y diplomáticas con los reyes de Ur. En el frente suroriental la política de
Shulgi hacia Elam oscilo entre la guerra y la diplomacia.
En el interior la paz favoreció coyunturalmente la prosperidad, que se advierte en el incremento
productivo y demográfico, y en el crecimiento de las ciudades.
1
Siguen conflictos con Asiria seguido de su distanciamiento.
Este Imperio heterogéneo era gobernado por los reyes casitas de “Karduniash”, asistidos por
funcionarios de la administración central –resh sharri- de entre las cuales destaca el shatammu o
encargado de custodiar los bienes de palacio, mediante una división administrativa en provincias
–pihatu-, al frente de los cuales se encontraba un gobernador –chakmu- asistido por un funcionario
subalterno –bel pihati- cuyas funciones no están bien definidas.
Las guerras con Asiria y el final de la dinastía casita: Durante los reinados de Kudur-Enlil I (1264-
1254 a.C.) y su hijo Shagarakti Shuriash (1255-1243 a.C.) la crisis económica parece haberse
apoderado de Babilonia. El empobrecimiento de amplios sectores de la población había motivado
además la existencia de situaciones de dependencia que no diferían mucho de la esclavitud.
La amenaza elamita era cada vez más evidente, lo que obligaba a desviar la atención del poderoso
vecino Asirio. La guerra llegó por fin y tiene todo el aspecto de una derrota de Babilonia. Y luego
llegaron los asirios.
El motivo de la guerra contra Asiria parece haber estribado en las ya antiguas cuestiones de
delimitación de las respectivas fronteras y de control del acceso a los países y principados
orientales amenazados por la expansión asiria hacia el este. El país fue devastado, los principales
centros ocupados y finalmente el rey asirio, Tukilti-Ninurta I, después de capturar a su enemigo,
conquistó y destruyó la propia ciudad de Babilonia cuyos habitantes fueron muertos o deportados.
2
Anteriormente mencioné que esto concluye con la ocupación de Asiria.
III (1270-1220 a.C.) y Ramses II en 1234 a.C. Egipto y el Imperio Hitita, que se reconocían
mutuamente como las dos máximas potencias del momento, ponía de este modo término a un
conflicto que se remontaba a cuatro siglos atrás.