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Mesopotamia

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UNIDAD 2: EL MUNDO MESOPOTÁMICO

En torno al área de la antigua Mesopotamia podemos reconocer los primeros


procesos de urbanización y formación de los estados. La historia de la zona
presenta una diversidad de pueblos en continuo desarrollo interno con tendencias
a formar unidades políticas y culturales más amplias cuyo legado cultural en la
propia antigüedad y nuestros días comprende tanto la escritura, las elaboraciones
míticas y una amplia producción de códigos legales. El comercio y la expansión
militar hacia el exterior permitieron establecer relaciones con los diferentes
pueblos contemporáneos del Levante, Anatolia, la meseta iraní y nos acercan a las
variadas interacciones y vinculaciones que forman la historia del Próximo Oriente
antiguo.

TEMAS

1) Fuentes para su estudio. La realidad geográfica, etnográfica y económica.


La cosmovisión mesopotámica y su influencia en la sociedad y en la
concepción política. Características de la realeza. La religión: cambios y
continuidades en las diferentes etapas históricas.

FUENTES PARA SU ESTUDIO:


(CASSIN ELENA Y OTROS T2 PAG. 73-76) Las fuentes con que disponemos para reconstruir
la historia en el transcurso de estos dos o tres siglos están constituidas esencialmente por toda la
producción gráfica indígena que ha podido encontrarse.
La sucesión de reinos y de “dinastías” se ha conservado en la Lista Real Sumeria documento
imperfecto pero cuya veracidad fundamental es muy probable y ha quedado comprobada además
por sus coincidencias con los datos de los documentos contemporáneos.
Estos últimos, que pueden colmar muchas de las lagunas de la lista real y ayudarnos a completar
el mero esquema que aquella nos presenta, consisten principalmente en inscripciones reales. Muy
pocas son las inscripciones que se han conservados en sus monumentos originales y, cuando estos
últimos han llegado hasta nosotros, ha sido, desgraciadamente muy a menudo en pésimas
condiciones de conservación.
El historiógrafo se ve obligado a servirse de una documentación más abundante, pero cuyo grave
defecto es su origen más reciente. Se trata, en primer lugar, de piezas que guardan por los menos
las apariencias de la historia: listas de hechos notables presentados en forma de crónica o
distribuidos, por los autores de libros divinatorios de acuerdo con los “presagios” que parecían
haberles acompañado. La documentación esencial de estas nomenclaturas puede incluso
remontarse hasta los hechos que rememora, por lo que de ellos se pueden obtener, después de un
examen crítico algunos datos importantes y por lo demás desconocidos. El género literario. Los
antiguos mesopotámicos parecen, haberse dado cuenta muy pronto de que la época gloriosa en la
que su país, por primera vez, había alcanzado tan alto renombre quedaría como una de las cimas
de su historia; rápidamente, quizás desde la caída de Akkad, se creó una tradición folklorica y
posteriormente literaria, sobre esta gesta y sus protagonistas. Existencia de poemas y hasta de
verdaderos fragmentos de epopeya que reflejan a menudo la lección, moral o “teológica”,
enseñada por el destino de aquellos seres excepcionales. Algunas de estas piezas destacan la gloria
de su tiempo; otras hacen resaltar su fin catastrófico. En esta tradición lo legendario se mezcló
con lo auténtico; es una tarea difícil y a menudo imposible intentar separarlos, sobre todo cuando
no existe algún documento indiscutible que ayude a diferenciarlos.
Hay que añadir a todo lo precedente una notable cantidad de piezas administrativas de todas
clases, en particular cartas y papeles de negocios y de jurisprudencia; además algunos textos
exclusivamente literarios o religiosos y, por fin, el tesoro nomastico, en el que se ocultan no
solamente informes de orden etnográficos, sino también gran cantidad de testimonios
reemplazables sobre el sentimiento religioso y las ideas teológicas.

LA REALIDAD GEOGRAFICA, ETNOGRAFICA Y ECONOMICA:


(ROUX GEORGE CAP1): Del Palmar al Bósforo, del Indo al Mar Rojo se extiende una masa
compacta de tierras ocres, en las que apena hace mella la lámina azulada del Golfo Pérsico, una
serie de penillanuras, de amplias llanuras y desiertos, de valles estrechos y largos, de montañas
con largos pliegues paralelos, coronados por nieve, a la que se suele llamar Próximo Oriente y de
la que Iraq ocupa prácticamente el centro. El hombre puede vivir sobre estas tierras, áridas en su
mayor parte, e incluso prosperar, pero la mayor parte de sus actividades estarán determinadas por
el relieve y la naturaleza del terreno, la abundancia o la escasez de las precipitaciones, la
distribución de las fuentes y los pozos, el curso y el caudal de los ríos y afluentes, el rigor o la
dureza del clima.
Nuestro campo de estudio es un triangulado de alrededor de 80000 km2, limitados por líneas
imaginarias que unen Alepo, el lago Urmiah y la desembocadura del Chat-el Arab. Esta región
está formada por una única unidad geográfica que tiene por eje los valles de los dos grandes ríos:
el Éufrates y el Tigris. Los antiguos habitantes de Mesopotamia no poseían una palabra para
designar al conjunto del territorio que ocupaban y los nombres que utilizaban eran vagos (Kalam
en Sumerio, Mâtu en acadio: el país) o demasiado restringidos (“Sumer”, Acad, Asur, Babilonia).
Sin duda los conceptos de “ciudad Estado” o de reino estaban profundamente enraizados en su
mente, hasta el punto de que parecen haber sido incapaces de reconocer la existencia de una
unidad geográfica que para nosotros es evidente.
Es en el interior de este triángulo donde floreció una civilización que, tanto en su cualidad como
en su importancia, no tuvo en su época otro paragón que el de la civilización egipcia. Según los
momentos y los modos, esta civilización fue llamada caldea, asirio-babilonia, sumerio acadio, e
incluso mesopotámica. Profundamente enraizada en la prehistoria se expandió en el alba de la
historia, y a pesar de numerosas convulsiones políticas y de las reiteradas aportaciones de sangre
extranjera, permaneció extraordinariamente estable durante más de tres mil años. Los centros que
la crearon y la hicieron irradiar de todo el Próximo Oriente fueron ciudades como Ur, Uruk, Kish,
Nippur, Agade, Asur, Nínive, Babilonia, situadas todas ellas en las riberas del Éufrates o el Tigris.
(Los ríos gemelos) Podría afirmarse que Mesopotamia es un don de dos ríos gemelos. Desde
tiempos inmemoriales el Tigris y el Éufrates han depositado sus aluviones sobre un lecho de rocas
sedimentarias entre la penillanura de Arabia y los montes Zagros, creando en medio de desiertos
una llanura que, tanto en su extensión como en su fertilidad, no posee equivalentes.
El Tigris y el Éufrates nacen en Armenia, el primero al sur del lago Van y el segundo cerca del
monte Ararat. El Éufrates fluye a través de Turquía en principio, mientras que el Tigris se dirige
rápidamente hacia el Sur. Al norte que va de Hit a Samarra cada uno de los dos ríos posee su
propio valle bien definido. Se abren camino a través de una llanura de duras rocas calcáreas y de
esquites, y se hallan rodeados de acantilados, de modo que su curso se ha modificado poco en el
curso del tiempo, por lo que las antiguas ciudades –como carquemish, Mari, Nínive, Nimrud o
Asur- se hallan en la actualidad, al igual que hace miles de años, en sus riberas o en su inmediata
proximidad. Por el contrario, al sur de esta línea los dos valles se confunden y forman una llanura
aluvial amplia y llana que a veces se llama el “delta mesopotámico”, y cuya pendiente es tan débil
que los ríos se ven obligados a trazar numerosos meandros y a expandirse en numerosos brazos.
La agricultura depende básicamente de la irrigación, pero tanto las dimensiones como el perfil de
la llanura, así como el régimen de lluvias, no permiten más que una irrigación estacional. Crear
un haz eficaz de canales, mantenerlos, luchar contra sus crecidas representa evidentemente una
ingente tarea en un ingente territorio, una labor colosal y sin fin que requiere una mano de obra
numerosa y la cooperación de unidad económica y política, pero también fuentes de rivalidades
y guerras. Año tras año dos graves peligros amenazan al granjero mesopotámico. El primero y
más insidioso es la acumulación de las zonas llanas y bajas de sal disuelta en agua de irrigación
que se va depositando en la capa freática, situada a menos de un metro de la superficie del suelo.
En ausencia de drenajes los capos fértiles pueden convertirse en estéril en un tiempo relativamente
corto, y así será como en el curso del periodo histórico extensiones de tierras cada vez más amplias
deberán ser abandonadas y entregadas al desierto. El segundo peligro lo constituye el caprichoso
curso de los dos ríos gemelos. El volumen combinado de las crecidas del Tigris y el Éufrates es
imprevisible, porque depende de la cantidad de lluvia o nieve, siempre variable, que caiga sobre
las montañas de Armenia o el Kurdistán. Si la escasez de precipitaciones durante varios años
seguidos significa la sequía y el hombre, también es cierto que una sola crecida excesiva puede
provocar una verdadera catástrofe. Mesopotamia oscilaba sin cesar entre el estado de
desertización y el de la marisma.
Esta tierra podía alimentar con facilidad a toda la población de la antigua Mesopotamia y permitía
la explotación, entre otras cosas, de un excedente de cereales, intercambiable por madera, metal
y piedra, que era necesario importar. Los métodos utilizados en la agricultura con primitivos útiles
habían sido notablemente perfeccionados desde el tercer milenio.
La inundación de los campos y la siembra tenían lugar en otoño y la cosecha habitualmente en
abril o mayo del año siguiente. El clima cálido y húmedo de la Mesopotamia meridional y la
abundancia de agua en esta región constituían condiciones eminentemente favorables para el
cultivo de la palmera datilera que crece en las riberas de los ríos y los canales. Las harinas de
trigo, y sobre todo de cebada, así como los dátiles constituían la alimentación básica de los
antiguos mesopotámicos, pero también criaban bueyes, corderos y cabras que pacían en las zonas
no cultivadas, mientras que los ríos, el mar y los lagos proporcionaban pescados en abundancia.
Frutos y legumbres variadas –granadas, uvas, higos, guisantes, lentejas, habas, nabos, puerros,
pepinos, berros, lechugas, cebollas y ajos- eran cultivados en jardines protegidos del viento e
irrigados mediante un sistema de balanza.
(Particularidades regionales) Cuatro grandes regiones: el desierto, la estepa, la llanura de los
zagros y los pantanos del extremo sur.
Hundida hacia el norte, cortada por profundas wadis en el centro y uniformemente llana al sur,
rodeada por el desierto todo el oeste del curso del Éufrates, se extiende durante centenares de km
hasta el Anti-Líbano y hasta el corazón de Arabia. Los sumerios y los babilonios eran ante todo
campesinos. Esta lucha secular, que oponía la sociedad sedentaria de la llanura aluvial a las tribus
hostiles del desierto occidental.
Los numerosos cursos de agua que convergen para formar el Khabur y el Balikh, afluencia del
Éufrates, se expande en abanico sobre casi toda la región, y a las lluvias de invierno, relativamente
abundantes se añade una vasta capa de agua subterránea de débil profundidad, alimentada por las
nieves de Tauro. Campos de cereales y vergeles se escalonan a lo largo de las riberas o se agrupan
en torno a las fuentes y los pozos, mientras que entre mallas de esta red de verdor se extiende una
estepa cubierta de hierba y de flores en la primavera, que ofrece las condiciones ideales para la
cría del ganado, de los corderos y los caballos. Esta fértil estepa forma un corredor natural, una
zona de tránsito entre el alto valle del Tigris y las llanuras de la Siria del Norte.
El trigo, la cebada, los árboles frutales, la vid y todo tipo de legumbres crecen sin dificultad en
los valees medios y bajos. Esta región lleno de atractivo jugó un papel considerable en la
prehistoria y la historia de Mesopotamia. Incluso en el apogeo de la época asiria, la civilización
siguió estando confinada a las tierras cultivables en la llanura ribereña del Tigris y de los primeros
contrafuertes montañosos. Los altos valles continuaron siendo el dominio de los Guti, lullubi y
otros pueblos de los que sabemos muy poco.
A pesar de su aparente uniformidad Mesopotamia es un país de contrastes. Si se puede considerar
a la estepa del Norte y a los pantanos del sur como simples variantes locales de la gran llanura
mesopotámica, el relieve, el clima y la vegetación hacen que exista una diferencia chocante entre
esta llanura y las faldas de los zargos. Esta diferencia se refleja en el desarrollo histórico. Durante
toda la antigüedad se discierne una nítida oposición entre el Norte y el Sur, o en términos de
geopolítica entre Sumer y Acad y Asiria.
(Las arterias del comercio) Los antepasados de los actuales iraquíes conocían y utilizaban el
petróleo bruto bajo forma de nafta y de betún, que extraían de yacimientos de superficies situadas
en diversas partes del país, sobre todo en los alrededores de Kirkuk y cerca de Hit y Ramadi, en
el medio Éufrates. El uso que hacían de él era extremadamente variado (mortero, revestimiento
impermeable, cementos, medicamentos, etc.)
Mesopotamia disponía en abundancia de betún, así como de arcilla, cereales, lana y lino; sin
embargo, estaba provista de minerales, de piedras duras y de madera útil para la construcción.
Se venían desarrollando desde una época muy primitiva una amplia red de vías comerciales que
unía las diferentes partes de Mesopotamia entre sí y con las restantes regiones del Próximo
Oriente.
En el interior de Mesopotamia el transporte de una localidad a otra se efectuaba normalmente por
agua. El Tigris y el Éufrates constituían las grandes rutas liquidas entre el Norte y el Sur y los
canales de irrigación más anchos permitían unir villas y ciudades.
En el exterior de Mesopotamia dos grandes rutas conducían al Oeste hacia Siria y la costa
mediterránea. La primera de estas rutas partía de Sippar remontaba el Éufrates hasta Mari o sus
alrededores, después cortaba en línea recta a través de 380 km el desierto, pasando por Tadmur
alcanzaba Qatna, cerca de Homs, en Siria, donde se dividía en muchos ramales para alcanzar los
puertos fenicios de Damasco, Palestina y Egipto. Esta ruta también partía de Sippar, alcanzaba al
Tigris cerca de Samarra y seguía sus riberas hasta los alrededores de Nínive. Allí lo dejaba,
discurría de Este a Oeste a través de la estepa de Jazirah por Shubat-Enlil y Harran y alcanzaba el
Éufrates en Carquemish o en Emar, donde se unía con otra ruta que venía directamente de la
Mesopotamia meridional, remontando el rio o siguiendo sus riberas. El Éufrates se atravesaba por
un puente de barcos, con una balsa, o por otros medios, y se dirigían entonces hacia Alepo o a sus
alrededores, llegando al valle del Orontes, de donde partían las ramificaciones hacia la Siria
central y hacia el Mediterráneo.
Las comunicaciones con el Este eran mucho más difíciles. No sólo las tribus que ocupaban los
Zargos eran normalmente hostiles, sino que también la propia montaña constituía una formidable
barrera. Al sur del Diyala una ruta conducía hacia el sureste, paralelamente a los Zagros, a los que
todavía se los podía franquear cerca de Badra, en dirección a Kermanshah, y terminaba en Susa,
capital del Elam. Los elamitas eran los tradicionales enemigos de los mesopotámicos y esta ruta
era también recorrida frecuentemente tanto por los ejércitos como por los pacíficos convoyes.
La última de las grandes rutas que unía Mesopotamia con el resto del mundo antiguo era la ruta
marítima que atravesaba el golfo Pérsico. Esta ruta conducía de Ur o Dilmun, luego a Magan y
Meluhna. Se sabía desde hacía ya mucho tiempo, tanto por los textos como por la presencia de
determinadas objetos en Mesopotamia, sobre todo por sellos característicos de la civilización del
Indo, que entre estos dos países existían relaciones comerciales que se remontaban al tercer
milenio, pero la costa árabe del golfo era arqueológicamente virgen hasta estos últimos años.
Mesopotamia no ofrece las condiciones ideales para, el desarrollo de una gran civilización. Sus
dos ríos formaban un delta fértil, pero pueden traer tanto la opulencia como el desastre.
Fue en el extremo sur del país, en las riberas de los pantanos donde la civilización sumero-acadia
tomo su forma.
(KUHRT VOL 1 CAP 1 PAG 33 – 34) Los pantanos han constituido siempre un factor importante
en la historia de Mesopotamia, han proporcionado con frecuencia refugio a los rebeldes.
Representan una importante fuente de recursos, al proveer de cañas y juncos largos aptos para la
fabricación de techumbres y de productos de mimbres, como cestas y esteras. Otro producto
importante que se cría en las zonas inferiores de los dos ríos es la palmera datilera, cuyas hojas
pueden ser utilizadas para construir techumbres, mientras que el tronco fibroso permite fabricar
cuerdas y edificaciones ligeras. En el sur de Mesopotamia meridional no es siempre estable y ha
cambiado en varias ocasiones. Este hecho junto con las inundaciones primaverales y el depósito
de grandes cantidades de lodos, hace que su aprovechamiento para el regadío se convierta en una
tarea especialmente difícil. Otro peligro es el que representa la rápida evaporación de las aguas
superficiales, que causa la salinización del suelo, fenómeno que puede producir una disminución
de las cosechas.
Ciudades y aldeas se hallan situadas por lo general en canales abiertos en la margen izquierda del
Éufrates, mientras que existen muy pocos asentamientos urbanos a orillas del Tigris al sur de
Bagdad.

LA COSMOVISION MESOPOTAMICA Y SU INFLUENCIA EN LA SOCIEDAD Y LA


CONCEPCION POLITICA:
(FRANKFORT: EL PENSAMIENTO PREFILOSOFICO PAG. 171-201) La concepción
mesopotámica del universo parece haber tomado su forma característica en la época en que su
civilización llegó a integrarse, es decir, en el periodo proto-literario, a mediados del cuarto milenio
a.C.
La agricultura fue el principal medio de sustento. Las herramientas se hacían de piedra y sólo rara
vez de cobre. Las aldeas, formadas por la unión de varias familias patriarcales, parecen haber sido
la forma típica de asentamiento. La diferencia más notable entre una cultura y otra, se encuentra
en las diferentes maneras de trabajar y decorar la cerámica.
Pero al iniciarse el periodo proto-literario el cuadro cambia considerablemente.
Se plantea la valoración del hombre y del universo.
En la esfera económica aparece la irrigación planeada, en gran escala, por medio de canales.
Aumento de población. Los antiguos poblados se amplían hasta convertirse en ciudades y se
establecen nuevas poblaciones toda la extensión del territorio. Al tiempo que los poblados se
transforman en ciudades, surge la forma política de la nueva civilización: la democracia primitiva.
En la nueva ciudad-estado el poder político reside, en último término, en la Asamblea General
constituida por todos los hombres libres. Normalmente, los asuntos cotidianos de la comunidad
eran atendidos por un consejo de ancianos, pero, en época de crisis, la asamblea podía conferir
poderes absolutos a algunos de sus miembros, proclamándolo rey. Esta función se desempeñaba
por tiempo limitado y, del mismo modo que la asamblea podía conferirlo, así también podía
revocarlo una vez pasada la crisis.
A esta centralización de la autoridad, se deba, junto con otros factores, la aparición de la
arquitectura monumental. Comenzaron a surgir templos importantes erigidos sobre las
gigantescas montañas artificiales construidas por tabiques secados al sol.
Se inventó la escritura, primero como un medio de facilitar los cómputos. Después, se convirtió
en el vehículo de una literatura importante.
Desde su etapa primitiva, Mesopotamia encontró las formas fundamentales en la economía, en la
política y en el arte.
La civilización de Mesopotamia consideraba el universo como un Estado. La ideal del Estado
Cómico se formó en una época primitiva, cuando el tipo de estado que prevalecía era la
democracia primitiva –es decir, que surgió con la misma civilización mesopotámica-.
(La actitud del mesopotámico ante los fenómenos de la naturaleza) Los objetos y los fenómenos
que rodean al hombre se personifican en diferentes grados. Tienen una cierta vida, una voluntad
propia; cada uno de ellos tiene una personalidad diferente.
La sal para el mesopotámio se trataba de un prójimo, cuyo auxilio había que solicitar cuando se
era víctima de un sortilegio o de una brujería.
Así como se podía invocar a la Sal, también se podía hacerlo con el Grano. La Sal y el Grano no
eran las substancias inanimadas que nosotros conocemos. Tenían vida, personalidad y voluntad
propias. De este modo interpretaba el mesopotamio todos los fenómenos de su mundo.
Había una voluntad y una personalidad en cada fenómeno.
En un gran número de fenómenos particulares, como las piedras de pedernal o los juncos, el
mesopotamio creía enfrentarse a un solo ser. Sentía la presencia de un centro común de poder,
poseedor de una personalidad particular y que era personal.
Las cualidades poseídas por los dioses y por los símbolos sagrados se infundían en los miembros
del hombre y los hacían inviolables.
De un mismo modo que era posible pensar que un hombre lograba una identificación parcial con
varios dioses, así también un dios podía adquirir una identidad parcial con otros dioses
participando en su naturaleza y en sus facultades.
Cualquier fenómeno que el mesopotamio encontrara en el mundo circundante era algo vivo que
tenía personalidad y voluntad propias, un yo peculiar. Pero el yo que se manifestaba en una piedra
particular de pedernal, por ejemplo, no se limitaba a este trozo; estaba en él y fuera de él; lo
penetraba y le impartía su carácter, lo mismo que a todas las otras piedras de pedernal. De la
misma manera que este “yo” podía penetrar muchos fenómenos particulares, podía penetrar
también otros seres y compartir con ellos su carácter específico.
Para comprender a la naturaleza, a los múltiples y variados fenómenos que rodean al hombre, era
necesario comprender las personalidades que se manifestaban en dichos fenómenos, conocer sus
caracteres, el sentido de sus voluntades y, también, la magnitud de su poderío. De modo intuitivo,
el mesopotamio aplicaba a la naturaleza la experiencia que había adquirido en el seno de su propia
sociedad y la interpretaba conforme a sus categorías sociales.
La realidad objetiva asume la forma de una organización social ante nuestros propios ojos.
El pensamiento especulativo de los mesopotamios parece haber descubierto y sistematizado las
implicaciones de las funciones sociales y políticas comprendidas en dicha interpretación en un
grado desusado, habiendo llegado a formularlos en forma de instituciones perfectamente
definidas. Esta actuación particular parece conectarse, de un modo muy estrecho, con la
naturaleza de la sociedad en que vivían y de la cual extrajeron las categorías de que se valían para
su interpretación.
En su concepción del universo las instituciones cósmicas llegaron a adquirir enorme importancia
y la estructura del universo vino a ser enteramente igual a la organización del Estado.
(La estructura del Estado Cósmico) El Estado formado por el cosmos mesopotamio comprendía
todo el mundo existente, todo lo que podía ser pensado como un ente: hombres, animales, objetos
inanimados y fenómenos naturales, lo mismo que nociones como justicia, rectitud, la forma de
circulo, etc.
En el Estado terreno había grandes grupos que no tenían participación en el gobierno. Los
esclavos, los niños y, tal vez, las mujeres, carecían del derecho de hablar en las asambleas.
Únicamente los adultos libres podían decidir los negocios públicos; sólo ellos eran ciudadanos.
Solamente aquellas fuerzas naturales cuyo poderío inspiraba temor al mesopotamio y que, tenían
rango de dioses, eran consideradas como ciudadanos del universo, atribuyéndoles derechos
políticos y reconociendo que podían ejercer influencia en la marcha del Estado. La asamblea
general dentro del Estado cósmico era una asamblea de dioses.
Esta asamblea, era la más alta autoridad del universo. Aquí se tomaban y confirmaban todas las
decisiones importantes respecto al curso de todas las cosas y acerca de la suerte de todos los seres.
El dirigente de la asamblea era Anu, el dios del cielo. A su vera se hallaba su hijo Enlil, dios de
la tempestad. Uno de los dos exponía los asuntos, por medio de la discusión se esclarecían los
problemas planteados. En el curso de los debates se concedía gran importancia a las palabras de
un pequeño grupo formado por los dioses más prominentes, los siete dioses que determinaban los
destinos. La discusión culminaba con el completo acuerdo, Anul y Enlil proclamaban la decisión
tomada.
(Los orígenes del Estado Cósmico) Anu, el dios supremo, era el dios del cielo. La función
dominante que el cielo desempeña en la composición del universo visible y la posición eminente
que ocupa, colocado arriba y por encima de todas las cosas, explica perfectamente porque se
consideraba a Anu como la fuerza más importante del cosmos.
Enlil, el segundo en importancia, era el dios de la tempestad. Personificaba ña esencia de la
tormenta.
La tierra era el tercer elemento fundamental del universo visible. La consideraban como la “Madre
Tierra”, la fecunda donadora de bienes para el hombre, como “reino de los dioses” y como “señora
de las montañas”. Como fuente de estas aguas, la tierra era masculina, era En-Ki “señor de la
tierra” o “señor tierra”. Entre los dioses de Mesopotamia, el tercero y cuarto lugar correspondían
a estos dos aspectos de la tierra, Ninhursaga y Enki.
(El poder del cielo: la autoridad) El hombre se da perfecta cuenta de su propia insignificancia, de
su infranqueable lejanía. Pero, a pesar de ser una sensación de lejanía, no se trata de una
separación absoluta; tiene un poderoso elemento de simpatía y de la aceptación más
incondicional.
El poder que haya detrás de la majestad es tan grande que no necesita ejercerse. Sin ningún
esfuerzo, de su parte obliga a la sumisión por su meta presencia; el espectador obedece
voluntariamente, siguiendo un imperativo categórico que surge de lo profundo de su alma.
Esta majestad y esta autoridad absoluta que pueden experimentarse respecto al cielo eran llamadas
Anu por los mesopotamios. Anu era la personalidad todo poderosa del cielo, el “TU” que lo
penetraba y que se hacía sentir en él.
Si no fuera por esta obediencia incondicional a las costumbres, a las leyes y a dicha “autoridad”,
la sociedad se disolvería en la anarquía y en el caos. Los mesopotamios consideraban que en
aquellas personas en las cuales reside la autoridad –el padre de familia, el gobernante del Estado-
se encontraba algo de Anu y de la esencia de Anu. Las insignias en las que encarna la esencia de
la realeza le pertenecían -el cetro, la corona, el tocado y el cayado de pastor- y provenían de él.
Antes de que hubiera reyes entre los hombres dichas insignias existían, estaban en el cielo ante
Anu. Era Anu quien pronunciaba el mandato por la boca del rey; y asimismo era el poder de Anu
en que la hacía eficaz e inmediato.
Para el mesopotamio, la sociedad humana era una simple parte de la sociedad, mucho más amplia,
del universo. El universo del mesopotamio se fundaba, igualmente, en la autoridad –ya que no
estaba formulado por materia inerte, sino que cada piedra, cada árbol, cada una de las cosas
concebibles que la integraban tenía una voluntad y un carácter propio-
Anu es el origen y el principio activo de toda autoridad, tanto en la sociedad humana como en la
sociedad más amplia del universo. Es la fuerza que lo arrancó del caos y de la anarquía,
estableciendo su estructura y su conjunto organizado. El universo del mesopotamio se sostenía en
la voluntad divina y reflejaba en su estructura. El mandato de Anu era el fundamento del cielo y
de la tierra.
Anu como el soberano absoluto del mundo y como la fuerza más poderosa en el universo.
(El poder de la tempestad: la fuerza) Enlil, dios de la tempestad. Enlil era evidentemente el
segundo gran poder del universo visible.
Enlil se “revela” en la tempestad, la violencia, la fuerza, que la constituye y que se experimenta
en ella era el dios, era Enlil.
En todas las grandes catástrofes de la historia, en los vientos demoledores aprobados por la
asamblea de los dioses, siempre se encuentra Enlil, la esencia de la tempestad. En él reside la
fuerza, como ejecutor de los veredictos de los dioses.
Enlil participa en todas las acciones legítimas de su fuerza y, por lo tanto, es quien lleva a los
dioses a la guerra.
En la sociedad constituida por el universo de los mesopotamios, Anu representa la autoridad y
Enlil la fuerza. Enlil es el poder de la fuerza, de la coacción. Las voluntades que se oponen son
aplastadas y reducidas a la sumisión. En la asamblea de los dioses, el organismo que gobierna al
universo, es Anu quien preside y quien dirige los debates. Su voluntad es la constitución no
escrita, pero eficaz, que rige el Estado del mundo mesopotamio. Enlil pone en práctica las
sentencias dictadas por la asamblea y conduce a los dioses a la guerra. Por lo tanto, Anu y Enlil
personifican, en el nivel cósmico, las dos fuerzas que son los elementos fundamentales de
cualquier Estado: la autoridad y el uso legítimo de la fuerza. Si bien eran los poderes de Anu los
que hacían del universo mesopotamio una organización social, eran los poderes complementarios
de Enlil los que daban a esa sociedad el carácter distintivo de un Estado.
Enlil es la fuerza y, como tal, su carácter presenta un dualismo peculiar: inspira al hombre, al
mismo tiempo, confianza y temor.
Normalmente, Enlil sirve de apoyo al cosmos y garantiza al orden frente al caos; pero siempre es
posible que surja bruscamente, de improvisto, la brutalidad que lleva oculta.
(El poder de la tierra: la fertilidad) La comprensión de su poder y de sus recursos fue obtenida a
partir de una experiencia directa, en la que se enfrentaba, ante todo, como “Madre Tierra”, como
la gran fuente inagotable y misteriosa de la nueva vida y de la fecundidad en todas sus formas.
Cada año da nacimiento a pastos y plantas nuevas.
La fuerza que actúa en todo esto –el poder que manifiesta en la fecundidad, en el nacimiento y en
la nueva vida- es la esencia de la tierra. Como la tierra divina, la tierra es Nin-yu. Se la representa
como una mujer que amamanta a su hijo. Como encarnación de todas las fuerzas reproductoras
del universo, la tierra es la “madre de los dioses” y, asimismo, la madre del creador de la
humanidad. La tierra ocupa legítimamente su puesto como potencia dominante, sentándose al
lado de Anu y de Enlil en la asamblea de los dioses.
(El poder del agua: la creación) Pero de la tierra provienen también las frescas aguas portadoras
de vida. Al enfocarla de este modo, se estimaba que el poder que mostraba era masculino, era En-
Ki, el “señor de la tierra”. Las aguas y el poder que en ellas reside se habían emancipado,
adquiriendo una personalidad propia y una esencia peculiar. El poder que se revelaba al
mesopotamio en su experiencia subjetiva del agua era un poder creador, una potencia divina que
producía nueva vida, nuevos seres y nuevas cosas. La Tierra, Ki, Ninhursaga, o cualquier otro
nombre que se le diera, era inmóvil; tenía una productividad activa, del pensamiento consciente,
de la creación. Se llegó a considerar que la astucia y la inteligencia superior pertenecían a Enki.
Las facultades peculiares de Enki se manifiestan frecuentemente, y en muchos lugares, en la
actividad del universo. Su acción se revela directamente en algunas de las funciones del agua. La
esencia de Enki se manifiesta en todo conocimiento. Es el elemento creador del pensamiento, ya
sea para producir nuevas normas de acción efectivas, para dar un sabio consejo (Enki es quien
proporciona a los gobernantes su amplia inteligencia y les “abre las puertas de la comprensión”),
o bien, para producir cosas nuevas, por ejemplo, la habilidad del artesano. Además, su esencia y
su poder se muestran, sobre todo, en las poderosas fórmulas mágicas de los sacerdotes. Él es quien
da las poderosas órdenes que toman la forma de hechizos de los sacerdotes, órdenes que pueden
calmar a las fuerzas airadas o ahuyentar a los malos demonios que hayan atacado al hombre.
Su autoridad proviene de Anu y de Enlil; es su ministro. Tiene a su cargo la vigilancia de los ríos,
de los canales y de la irrigación en general, así como la organización de las fuerzas productivas
del país.
(Resumen: El Estado Cósmico y su estructura) algunos eran poderes contenidos en las cosas y en
los fenómenos de la naturaleza, otros, en cambio representaban conceptos abstractos. Cada uno
de ellos influían en el curso del mundo de una manera particular, dentro de una esfera de acción
bien definida. Todos ellos derivaban su autoridad de alguna potencia superior. El Estado cósmico
comprendía asimismo grupos menores de poder: hogares divinos, familias divinas, haciendas
divinas con mayordomos, intendentes, sirvientes y otros subalternos.
Cualquier cosa susceptible de ser percibida, experimentada o pensada existía y, por lo mismo,
formaba parte del universo. En consecuencia, en el universo del mesopotamio, todas las cosas, ya
fueran seres vivientes, objetos inanimados o conceptos abstractos poseían una voluntad y un
carácter propio.
De acuerdo con esto, el orden del mundo, la regularidad y la conexión sistemática observables en
el universo solamente se podía concebir de una manera: como una ordenación de voluntades. El
universo, como conjunto organizado, era una sociedad, un Estado.
Por lo demás, la forma que los mesopotamios atribuyeron al Estado del universo fue la de una
democracia primitiva.
En la democracia primitiva de Mesopotamia la participación en el gobierno era un derecho de
gran parte de los miembros del Estado, pero, de ningún modo, de todos. En forma
correspondiente, en el Estado universal había también miembros que carecían de influencia
política y estaban excluidos del gobierno.
En el universo la influencia política era ejercida exclusivamente por aquellos miembros que, en
virtud del poder que les era inherente, podían ser clasificados como dioses. Además, se
consideraba a cada dios como la expresión o la manifestación de una voluntad y de un poder.
El universo mesopotamio es dinámico y no es estático. El Estado es y funciona por la cooperación
de las voluntades que desempeñan las distintas tareas, por medio de su coordinación recíproca y
de su acuerdo para realizar acciones de conjunto en ciertas situaciones cuando se trata de un
interés general. El universo mesopotamio tenía una asamblea general compuesta por todos los
ciudadanos.

LA CARACTERISTICA DE LA REALEZA. LA RELIGION: CAMBIOS Y CONTNUIDAD EN


LAS DIFERENTE ETAPAS HISTORICAS:
(AYMAR T. 1 PAG. 162-165; 184-195) Monarquía y comunidad de ciudades: La guerra exige la
unidad de mando, y por consiguiente un jefe militar que necesariamente tiende a convertirse en
un jefe político.
La frecuencia de la crisis y el valor de ciertos jefes habrían sido suficiente para transformar esta
institución accidental en permanente.
El rey, “vicario” de la divinidad: Cada ciudad pertenecía a una divinidad determinada. Esta
divinidad ejercía una primacía sobre los demás, del mismo modo que su templo era superior a los
otros en poder y riqueza.
El poder monárquico es siempre de origen divino.
La designación y la ascensión del rey: El régimen conservó desde muchos puntos de vista un
aspecto teocrático, y la monarquía procuró siempre estar mucho más cerca del mundo clerical que
del laico.
En el apogeo del Imperio asirio, el rey, para más seguridad, hacía que se procediese aún mientras
él estaba con vida a la elección entre sus hijos; es decir, que sometía su propia elección a la
aprobación divina.
Confirmada la decisión, el padre hacia que se prestase juramento de respetarlo. A continuación el
electo entraba en la “casa de la sucesión”, donde era iniciado en sus futuras funciones.
Los deberes religiosos del rey: La piedad es un atributo inevitable del soberano. Los primeros y
los más importantes de sus deberes son los religiosos.
Unos, son deberes rituales. Es sacerdote, o más bien, gran sacerdote del dios nacional. Es él quien
construye, restaura e inaugura lo suntuario.
Otros deberes de carácter religioso son de tipo administrativo. Vigila la gestión por el clero de los
bienes de los templos e interviene cuando lo juzga necesario.
Por último, los deberes morales. Se pronuncian con frecuencia las palabras “justicia”, “equidad”,
“verdad”. En el fondo la justicia se identifica con la voluntad de los dioses, cuyas razones escapan
a la comprensión de los hombres y que éstos no deben juzgar.
Prácticamente el principal deber moral del rey hacia los dioses se encarna en el rito de la
obediencia ciega. Busca conocer su voluntad, para la cual observa y hace observar todos los signos
posibles: sus propios sueños, los presagios astronómicos, los oráculos, el hígado de la víctima,
etc. Debe doblegarse a sus inspiraciones, entran en batalla cuando ellos se lo indican y sólo
entonces.
El rey intermediario entre la comunidad y los dioses: En algunas ciudades de la Baja
Mesopotamia, antiguos reyes tenían su lugar en el panteón local. En la Baja Mesopotamia, durante
los milenios III y II, el nombre de ciertos soberanos va precedido del determinativo que indica el
lector que el nombre que va a seguir es el de un “dios”.
El relato de la unión carnal del rey con una diosa que le ha escogido en lugar de su dios-esposo
habitual; pero se trata sólo de un rito de fertilidad. Otros usos son más duraderos y se observan
aun en época asiria.
El rey mesopotámico es sólo el representante de la divinidad cerca de los hombres y el
representante de éstos ante aquella, el intermediario entre el mundo divino y el humano. Para sus
súbditos constituía una especie de talismán que los protegía. Él era el encargado de asegurar la
buena voluntad de los dioses con respecto al país, de creer y mantener las condiciones favorables
a su vida y a su prosperidad, gracias a su acuerdo con los poderes sobrenaturales.
Poderes e instituciones monárquicas: Su obediencia a los mandatos divinos tiene su contrapartida
en la obediencia igualmente ciega que le deben sus súbditos en el cumplimiento de las tareas que
les incumben. Su autoridad se extiende a todos los terrenos de la vida colectiva.
Además de sus atribuciones religiosas, la monarquía ejercía las funciones militares y
administrativas.
El mando militar: Era por naturaleza jefe supremo del ejército; al principio incluso quizá fue ésta
la razón de su origen. Sólo a él los dioses prometen y dan la victoria y, en contra partida, los
relatos de las campañas toman la forma de informes que el rey dirige a la divinidad considerándola
su protectora.
La religión: sumerios y semitas: La religión existe, según nuestros conocimientos, desde el
periodo sumerio, antes del principio del III milenio. Se puede afirmar que los cambios étnicos,
debidos a las invasiones ulteriores, no alteraron sensiblemente una religión que estaba fijada desde
la época sumeria; siendo los recién llegados los que adoptaron, evidentemente porque se impuso
a ellos su prestigio y por sus cualidades.
De todas maneras en la religión mesopotámica estos dioses quedaron siempre algo al margen de
los principales sistemas divinos mucho más elaborados.
Las grandes divinidades: La religión mesopotámica, la divinización de las grandes fuerzas
naturales cuyos caprichos se impone al hombre inerme.
La unión personal entre el individuo y el dios: Innumerables dioses se reparten la devoción de los
mesopotámicos. Cada ser humano, cualquiera que fuese su categoría, reconocía un dios y a veces
una diosa de los que esperaba una protección particular.
Desde la más alta antigüedad, esta turba de dioses, en la que el hombre escoge en tanto que
individuo, fue organizada por éste en función de sus hábitos, de sus concepciones y de sus
necesidades de ser social.
El antropomorfismo: El antropomorfismo aparece como una regla absoluta sin que exista el menor
trazo de fetichismo. De su animismo primitivo no quedó ningún rastro que no fuese depurado y
profundamente transformada. De totemismo sólo se encuentran algunas huellas poco claras y de
interpretación muy discutible. No se encuentra la zoolatría. A veces una divinidad podía ir
acompañada de un animal sagrado.
En las representaciones plásticas se da siempre a los dioses una apariencia antropomorfa y la
mitología los asimila a la condición humana excepto en su inmortalidad, atribuyéndoles aventuras
y viajes; sentimientos y pasiones. Se les organiza en familias; cada dios tiene su esposa o “señora”
y, gracias a ella, uno o varios hijos o hijas.
Los dioses tienen también sus querellas y hasta sus combates. Deliberan en sus asambleas y
algunos, después de haberse inclinado bajo la presión de los otros, se arrepiente de ello, pero
demasiado tarde: su único recurso es llorar amargamente.
Los dioses y los Estados: Cada ciudad tiene su dios o diosa, a la que pertenece y que con ella se
identifica. El principal templo de la población en su vivienda. La ciudad le reserva sus más
suntuosas ofrendas, testimonio de su devoción, le confía la designación de su soberano y éste
presenta sus decisiones y sus empresas como dictadas, o al menos aprobadas, por la inspiración
divina.
Se comprende que ciertas divinidades, dejando de ser la divinidad exclusiva de una ciudad, se
elevaran a la categoría de dios de un pueblo entero e incluso de un imperio.
Estas funciones políticas iban quizás unidas a fluctuaciones sentimentales, irreductibles a la
lógica, que reflejaban ciertos cambios en la mitología.
El templo: A la manera del hombre, el dios, para él y para su familia, tiene necesidad de una casa,
que es el templo. Todos los templos, sin excepción, llevan un nombre propio.
Los templos eran edificados, restaurados y engrandecidos con gran esfuerzo y muchos gastos, y
con la intervención no sólo financiera y administrativa, sino hasta activa, de los reyes. El edificio
estaba provisto de numerosos anexos, almacenes y caballerizas, para la vida material y jardines
para el recreo.
El culto y el clero: Con el fin de alegrar al dios, el culto tenía por fin principal el alimentarlo,
presentándole a unas horas fijas, muchas veces por día, los manjares y las bebidas señalas por el
ritual. Se procuraba variar las ofrendas. Las fiestas eran frecuentes y se celebraban con gran
brillantez, efectuándose procesiones en las que toda la comunidad formaba en el cortejo de las
estatuas divinas paseadas sobre carros.
Toda la actividad religiosa estaba minuciosamente regulada en sus gestos, cantos y formulario de
oraciones.
Cada templo tenía necesidad de un clero subdividido en múltiples categorías. A su frente, el gran
sacerdote que reemplazaba al rey y, a continuación, una multitud jerarquizada de hechiceros,
conjuradores, lamentadores, cantores, adivinos, astrólogos, etc., y así podríamos enumerar hasta
una cuarentena de funciones sacerdotales diversas.
Parece que este clero fue siempre el intermediario indispensable entre el creyente y la divinidad.
No se llega a vislumbrar un acto de devoción estrictamente personal, realizado por un laico en su
casa particular. La gran masa de los fieles participaba sólo en las ceremonias desde el exterior de
los templos, y éstos no se le abrían jamás.

2) De las aldeas a las ciudades: +- 6500 a.C.- 3000 a.C. El desarrollo del
neolítico. Las culturas de Eridu y El Obeid. Avances agrícolas, aumento
poblacional y complejidad socio-cultural. El desarrollo urbano: Uruk y Djedet
Nasr.

EL DESARROLLO DEL NEOLITICO:


(LIVERANI CAP3 PAG. 69-77) A finales del VII milenio, una vez culminada la fase de
producción incipiente, en toda el área de Oriente Próximo han aparecido ya las innovaciones
básicas que caracterizan a la cultura neolítica entendida en el sentido tradicional: asentamientos
en comunidades de aldeas, cultivo de las principales plantas alimentarias (gramíneas,
leguminosas), cría de ovejas, cabras, cerdos y bóvidos. Se afianzan otras técnicas: tejidos (lana,
lino), cerámica (que empieza en la zona de Zagros: Ganjdarech y Tepe Guran), primera utilización
del cobre forjado.
En el periodo comprendido entre 6000 y 4500 surgen varias culturas plenamente neolíticas.
La base económica es agropecuaria, y se caracteriza por una fuerte selección de las especies
domesticadas. Entre las gramíneas se imponen la cebada, el trigo, la escanda y el carraón, con
especializaciones por zonas y usos, mejor precisadas en los periodos históricos. El riesgo artificial
de los cultivos –ya sea tipo oasis (Jericó), ya de tipo drenaje y canalización en cuenca fluvial
(Eridu) o de tipo meseta (Çatal Hüyük)- aparece en esta fase y se convierte en algo habitual,
proporcionando agua en cantidad abundante y bien repartida a lo largo del año. El riego, la
hibridación y la selección provocan cambios morfológicos evidentes. La dieta se completa con
legumbres, mientras que entre las plantas “industriales” destaca el lino. Importante actividad de
recolección.
Se seleccionan unas pocas especies para la cría: el perro (para proteger las aldeas y los rebaños,
y ayudar en la caza), las ovejas y cabras (difundidas en toda el área y criadas en rebaños mixtos),
los cerdos, los bóvidos y por último los burros (como animales de carga). Esta ganadería es
sedentaria (bóvidos), de corto radio (cerdos) o como mucho trashumante (cabras y ovejas), tanto
en sentido horizontal como vertical. La ganadería aporta carne, productos lácteos y fibras textiles.
Las fibras vegetales (lino) y animales (lana), una vez tratadas e hiladas, se pueden tejer. La
cerámica también se usa para el consumo de alimentos (cuencos, escudillas), y con menos
frecuencia para guardar líquidos.
La industria lítica se adapta a la nueva economía productiva. Se especializan las puntas de flecha.
Estas actividades de producción y transformación doméstica se realizan en viviendas
generalmente cuadrangulares, donde encontramos silos y alacenas con paredes de arcillas,
hogares y hornos, zonas de trabajo para las matanzas de reses, el tejido y las demás actividades.
Por lo general, las aldeas son pequeñas y están diseminadas. La estructura social se centra en uno
o unas pocas cabezas de familia con divisiones tajantes por sexo, edad y procedencia.
En las comunidades se advierte una religiosidad difusa. Esta religiosidad tiene dos aspectos
complementarios: uno funerario, vinculado con la escultura gentilicia “patriarcal” (veneración de
los antepasados); y otro relacionado con la fertilidad (humana, vegetal y animal).
La estructura social de las comunidades se compone de familias nucleares reunidas (con vínculos
más o menos estrechos y operativas) en familia extensas y en comunidades gentilicias. Los
primeros santuarios extrafamiliares aparecen al final del periodo en la zona bajo mesopotámica
(Eridu).
Atomización del culto, difusión familiar.
Escasa jerarquización socioeconómica. Trueque.
Así pues, Oriente Próximo, que durante el Neolítico mantiene su estructura básica de células
productivas autosuficientes de influencias local (las aldeas), empiezan sin embargo a encaminarse
hacia un “sistema regional” estructurado de forma global: zonas distintas y complementarias para
recursos y potencialidades productivas.

LAS CULTURAS DE ERIDU Y EL-OBEID. AVANCES AGRICOLAS, AUMENTO


POBLACIONAL Y COMPLEJIDAD SOCIO-CULTURAL:
(LIVERANI CAP. 3 PAG. 83) La situación ecológica y el desarrollo cultural en la Baja
Mesopotamia son diferente. Previamente a la obra pluriecular de drenaje e irrigación, estaba
ocupada sobre todo por pantanos. En la zona del bajo Eúfrates surge casi de imprivisto la cultura
de Eridu. Esta cultura debió tener un proceso de formación, dado el refinamiento de su producción
cerámica. Éstas son plenamente neolíticas, con agricultura de regadío, pero también dejan un
lugar destacado a la pesca. Un desarrollo de la cultura de Eridu es la llamada Hajji Muhammad
(cerca de Uruk), que se propaga desde el sur (Eridu) hasta la zona de Kish (Ras el-Ámiya), y más
allá del Tigris, hasta Choga Mami (donde se encuentra con la cultura Halaf tardía) y los centros
de Khuzistán (fase Khazineh). Esta unidad cultural (que en términos de la posterior geografía
histórica comprendería las áreas de Sumer, Akkad y Elam) es muy rica. Se distingue bien de la
cultura contemporánea de Halaf, y responde a otros ecosistemas (cerealicultura de regadío y
ganadería bovina, que en Ras el-‘Amiya da el 45 por 100 de los huesos). Es el punto de partida
de la cultura de El-‘Ubaid, con la que el sur mesopotámico tomará por fin las tiendas del desarrollo
tecnológico y organizativo de Oriente Próximo.
(A. CABALLOS – J.M. SERRANO PAG. 19-22) Cultura de El-Obeid: Esta etapa recibió el
nombre de un pequeño yacimiento situado a 7 km al occidente de la ciudad de Ur.
Cronológicamente abarcaría aproximadamente del 4400 al 3700 a.C.
Se habían iniciado las labores de drenaje de los terrenos pantanosos, con lo que creció
enormemente la superficie de las áreas cultivables.
Las explotaciones agrícolas se basaban en el trabajo de núcleos familiares organizados en
pequeños poblados autosuficientes, repartidos por el territorio y cuyas funciones y formas de
organización eran similares en todas ellas. Los escasos excedentes de la producción de estos
pequeños núcleos familiares se intercambiaban normalmente en el interior de los propios
poblados.
Arqueológicamente, como la anterior etapa de Eridú, se caracteriza esta etapa por su cerámica,
ahora de color marrón o más raramente rojizo. Las decoraciones son fundamentalmente de
carácter geométrico.
Inicio de una incipiente metalurgia, basada en el trabajo del cobre con el cual se realizaban los
más diversos objetos.
Creencias religiosas profundamente arraigadas, tanto por la abundancia de figurillas de terracota
representando a la “diosa madre”, como por la existencia de templos.
(LIVERANI CAP. 3 PAG. 85-88) En esta fase hay un primer ordenamiento de la llanura
mesopotámica, si bien a escala local, mediante excavación de acequias que sirven para llevar agua
a zonas que de otro modo no se podrían cultivar, y sobre todo para drenar el exceso de agua en
los aguazales y pantanos que abundan en la parte terminal de la llanura, así como para llevar el
sobrante de las crecidas estacionales a las cuencas de embalse. A lo largo de estas acequias se
sitúan los asentamientos que son centros agrícolas. Además de agricultura, hay ganadería (cabras,
ovejas y bóvidos) y probablemente empieza también la arboricultura (palmera datilera) u
horticultura (cebollas y varias legumbres).
La arquitectura doméstica, que al principio es bastante pobre, con cabañas de cañas y barro, se
hace luego más compleja y sólida. El centro del asentamiento está dominado por un templo. Las
dimensiones de estos edificios (de unos 20 metros por 12), las mayores que hasta entonces se
habían conocido, denotan que la separación de la función de culto tuvo un reflejo inmediato y
preciso en la organización del poder económico y político, en el sentido de la centralización
(ofrendas, el culto como actividad comunitaria, movilización de mano de obra para la
construcción de los templos, probable sacerdocio profesional.)
Con la cultura de ‘Ubaid nos hallamos en un proceso de formación de agregados socioeconómicos
y políticos más complejos que la aldea neolítica. Evidentemente, el punto de partida es la
ampliación de la producción agrícola, que se desarrolla en la llanura mesopotámica gracias a la
irrigación extensiva y la introducción del arado de tiro animal, y las líneas maestra son la
incipiente coordinación y decisión y de la progresiva estratificación en el seno de la comunidad.

EL DESARRROLLO URBANO: URUK Y DJEDET NASR:


(KUHRT VOL. 1 CAP. 1 PAG. 37) La fase cultural que sucede a la de ‘Ubaid, la de Uruk (c.4000-
2900) viene marcada por un cambio en la cerámica. Esta cultura recibe su nombre del
yacimiento de Uruk/Warka, que es el que ha proporcionado los principales testimonios en todas
sus fases. En la fase de Uruk los cambios que señalan su aparición vienen determinados más
bien por la presencia de nuevas tecnologías y nuevas materiales, el uso del torno, el incremento
de los productos de metal, y el desarrollo de los recipientes de piedra tallada.
(A. CABALLOS – J.M. SERRANO PAG. 22-23) Arqueológicamente se la identifica por la
aparición de una cerámica totalmente diferente a la de etapas anteriores. Ahora lo recipiente e
elaboran con ayuda del torno rápido y normalmente carecen de decoración. Desaparición de las
figurillas de terracota y otros pequeños objetos.
Dos innovaciones trascendentales el surgimiento de la ciudad y la aparición de la escritura.
Construcción de grandes canales, aumento de la producción y del número de habitantes.
Se ha calculado que ocuparía una superficie de 80 Ha. de las cuales un gran porcentaje,
aproximadamente un tercio del total, estaría constituida por edificios públicos, fundamentalmente
templos.
(KUHRT VOL. 1 CAP. 1 PAG. 38-40) Hacia finales de la fase Uruk aparecen los primeros
documentos escritos, en forma de pictogramas, que representan habitualmente, aunque no de
manera exclusiva cuentas. El cuneiforme que e interpreta como sumerio se desarrolló a partir de
estos primeros pictogramas durante el periodo sucesivo, el Uruk III (c.3200-2900). Al mismo
tiempo aparecen enormes estructuras rituales en los santuarios de Eanna y Anu en Uruk: se
levantan sobre grandes plataformas, caracterizadas por la complejidad de su disposición y
accesos.
La aparición de la escritura, las complicadas edificaciones, el empleo de materiales de
importación, las refinadas obras de arte y el incremento de la población reflejado en las
dimensiones de poblados constituyen señales inequívocas del surgimiento de comunidades
urbanas importantes provistas de estructuras socio-económicas bien desarrolladas. Los
testimonios indican la existencia de un sistema político sumamente evolucionado: la figura que
domina en muchas de la escenas representadas probablemente es quien está a la cabeza de esta
sociedad, y presumiblemente se trata de un gobernante; el hecho de que aparezca una y otra vez
como el principal actor en contextos ceremoniales indica que las actividades ideológicas y
religiosa más importantes del estado están a su cargo y son controladas por él. Cabe presumir la
existencia de actividades comerciales prosperas, así como un alto grado de conocimientos
técnicos. Esta circunstancia implica a su vez una gran capacidad de movilizar mano de obra y la
existencia de una base agrícola amplia y estable. Una hipótesis muy generalizada es la de que los
complejos ceremoniales o templos fueron en cierto modo la institución socioeconómica primaria,
que estimuló el desarrollo urbano y que la figura del soberano representa un rey-sacerdote.

LA ETAPA DE DJEMDET-NASR
(A. CABALLOS – J.M. SERRANO PAG 23) Se la define también como etapa protoliteraria por
corresponder a ellos los primeros estadios del sistema de escritura sumerio, de carácter aun
pictográfico.
(ROUX CAP 5 PAG 92) El periodo de Djemdet-Nasr no sólo es muy corto (alrededor del 3150-
2900), sino que no hay ninguna diferencia fundamental entre sus elementos característicos y los
del periodo de Uruk, excepto en variaciones de estilo y calidad. El plano de los templos continua
siendo “tripartito” pero su plata forma tiende a convertirse en cada vez más alta y ancha. La única
originalidad de este periodo radica en el extraordinario desarrollo que en él conocerá la escultura.
El arte de esculpir, prácticamente olvidado desde la época de Samarra, reaparecerá bruscamente
y se aplicara con una especie de frenesí, trabajando la piedra en bulto redondo o en relieves.
(LIVERANI CAP 4 PAG 98-121) El “Salto” organizativo consiste en sistematizar la separación
entre producción primaria de alimento y técnica especializada, y polarizar eta separación,
concentrando a los especialistas en algunas poblaciones más grandes, protourbanas, y dejando la
tarea de la producción de alimento a las aldeas dispersas.
Pronto la relación deja de ser complementaria y pasa a estar jerarquizada, con aldeas
estructuralmente tributarias de la ciudad. El mecanismo es bidireccional por principio, y supone
una ventaja para el conjunto de la sociedad, pero las relaciones internas se desequilibran a favor
de los especialistas. En el vértice del núcleo especializado y urbano se sitúan quienes desempeñan
funciones administrativas (escribas, administradores, supervisores, etc.) y ceremoniales
(sacerdotes), que garantizan la cohesión de la comunidad y la organización de los flujos de trabajo
y retribución que la atraviesan. En el sistema especializado urbano la solidaridad se convierte en
orgánicas y necesarias.
La sistematización de las especializaciones laborales, su concentración espacial y la aparición de
polo de decisión llevan a lo que L. Oppenheim ha llamado “las grandes organizaciones”: templos
y palacios. Las ciudades son asentamientos en los que hay “grandes organizaciones”. El templo
es ante todo el lugar donde se organizan las actividades de culto, la “casa de dios” a la que acude
la comunidad diaria o periódicamente, a rendir culto a su jefe simbólico (fiesta); el palacio, en
cambio, es ante todo la residencia del jefe humano, el rey con su círculo de allegado (familia real
y corte). Tanto el palacio como el templo son lugares donde se realizan actividades
administrativas, y se acumulan los excedentes en los que se basa el mecanismo redistributivo. No
sólo son residencias reales o divina, centros de manifestaciones política o religiosas, son también
domicilios de talleres artesanales, almacenes, oficinas de escribas y archivos.
La población se divide en dos grupos ante la “gran organización”. Los especialistas no tienen
medios propios de producción, trabajan con los del palacio y son mantenidos por el palacio
mediante un sistema de raciones o mediante asignaciones de tierras. Jurídicamente y
económicamente son “siervos” del rey. El resto de la población, formado por las familias de los
productores de alimento, en “libre” en el sentido de que detenta sus propios medios de producción
(tierras, ganado) y trabajo para su propio sustento; pero es tributario del estado, al que debe ceder
sus excedentes alimentarios.
En cada especialización se crea una relación jerarquizada entre maestros de taller aprendices,
entre supervisores y obreros. Las relaciones tradicionales del trabajo familiar son reemplazadas
por otras de dependencia y promoción en la carrera. La propia retribución está vinculada
directamente al puesto de trabajo y a la capacidad del operativo. En la organización de familia y
aldea cada cual tiene una posición determinada por su parentesco ya en el momento de nacer, y
cada cual sabe que papel (social, además de laboral) heredará a la muerte de su padre. Ahora, en
cambio, la retribución es personal, se afianza la idea de los méritos personales de la
responsabilidad personal, se afianza la idea de los méritos personales, de la responsabilidad
personal, y toma cuerpo la posesión personal (ya no familiar) de los bienes.
(Las ciudades y las aldeas) El desarrollo de Mesopotamia sigue unas pautas especiales: la zona
permanece al margen de desarrollo en la época de la primera neolitización, y pasa a ocupar una
posición de vanguardia en el paso del Calcolitico a la Edad de Bronce. Se excavan canales en el
terreno pantanoso con la doble finalidad de drenar las aguas y distribuir las crecidas hasta zonas
aportadas, regularizando la disponibilidad del agua y corrigiendo en parte las grandes diferencias
estacionales anuales. Las primeras ordenaciones hídricas son estrictamente locales. Gracias a ellas
aparecen en el interior del territorio bajo mesopotámico unas “islas” se conecten entre sí.
Al tiempo que se crean sistemas de canales, la tecnología agrícola propiamente dicha experimenta
un avance. La propia existencia de agricultura de regadío con agua a voluntad, permite obtener
rendimientos mucho mayores y estables. Además, en los suelos profundos de la llanura se labra
las tierras: el arado de sembradera (en sumerio apin, en acadio epinnu), que permite trabajar la
tierra en menos tiempo. Necesita animales de tiro (4 a 6 bóvidos), operarios especializados, y se
adapta mejor a un paisaje estandarizado de parcelas alargadas situadas perpendicularmente a las
márgenes de las acequias. Regadío, arado de sembradera, altos rendimientos de la cerealicultura
aseguran al gran nicho bajo mesopotámico una cantidad enorme y estable de excedentes
alimentarios que posibilita la manutención de un nutrido grupo de especialistas (no productores
de alimentos) y administradores, concentrados en la ciudades.
Los asentamientos ya no se reparten de manera más o menos uniforme por un territorio
indiferenciado, desempeñando actividades indiferenciadas. Ante todo, se ubican en estrecha
relación con los cursos de agua, por las ventajas del riego y el transporte, algo esencial para la
centralización de los excedentes, que afluyen de los campos a los almacenes de las ciudades.
Además, los asentamientos se disponen de forma jerárquica en por lo menos dos niveles, y pronto
en tres. La disposición en dos niveles implica una biparticipacion entre las aldeas, de pequeñas
dimensiones y dedicadas a la actividad agropastoral, y las ciudades, donde se concentran las
actividades de transformación, intercambio y servicios. Pronto los niveles se convierten en tres,
al surgir poblaciones intermedias que desempeñan funciones urbanas descentralizadas, tanto en
el sector artesanal como en el administrativo.
L jerarquización y especialización funcional de los asentamientos es el reflejo exterior de la nueva
organización política, que sobre pasa el ámbito de la aldea para asumir una dimensión comarcal:
una ciudad capital, sede del poder político (del palacio, del templo o templos urbanos y del nucleo
dirigente) y de la mayor parte de las funciones especializadas; una serie de centros regionales
periféricos, y un elevado número de aldeas tributarias.
La urbanización se ve acompañada de un rápido crecimiento de la población, corriente de
inmigración, crecimiento demográfico interno, estimulado por el aumento de la producción
alimentaria.
Las relaciones de jerarquía e interdependencia que se establecen en el conjunto del territorio,
también alteran el paisaje (tanto agrario como urbano). En el campo se diversifica el estado
jurídico: pertenecen a las familias que lo cultivan. En el ámbito de comunidad de aldea existen
mecanismos que garantizan la propiedad familiar de las tierras, una propiedad inalienable, al
margen de los mecanismos de transmisión hereditaria. También hay tierras gestionadas en común
por la aldea. Con la urbanización aparecen dos estados jurídicos de las tierras. Parte de ellas siguen
siendo propiedad de las familias “libres”, mientras que otras pertenecen al templo y al palacio. La
gestión de tierras de templos y palacios se realiza de dos maneras: una parte es explotada
directamente por la organización con mano de obra servil. Son las grandes haciendas públicas.
Otra parte es parcelada y asignadas en usufructo a los dependientes de la organización a cambio
de sus servicios. Estas tierras del templo y el palacio configuran un nuevo paisaje agrario, con
presencia humana más dispersa. Para el templo/palacio los diferentes tipos de tierras suponen
distintas maneras de recaudar tributos: el diezmo (u otro porcentaje no elevado) de las tierras de
las aldeas, la totalidad del producto de las tierras explotadas directamente y el servicio
especializado a cambio de las tierras parceladas.
En los aglomerados urbanos encontramos una diversificación análoga que los distingue de las
aldeas, cuya composición homogénea por núcleos familiares se traduce, en el plano urbanístico,
en una serie de viviendas uniformes en cuanto a tamaño y funciones.
En el centro destacan los edificios de los templos y palacios. Hay otros edificios públicos:
almacenes, obradores palatinos de artesanos, etc. Por ultimo están las viviendas, que pertenecen
a núcleos familiares de prestigio social y recursos económicos muy distintos.
La concentración de riqueza que proporciona la urbanización posibilita la construcción de unas
murallas. La auténtica riqueza de las aldeas es la población, mano de obra efectiva del palacio del
que dependen, y potencial para el posible agresor.
(De la calidad a la cantidad) Las “grandes organizaciones” de los templos y palacios son enormes
aparatos redistributivos. Los excedentes, las retribuciones, los servicios y las mercancías se
entrecruzan y compensan a unos niveles de complejidad que dejan muy atrás a las modestas
transferencias de radio familiar y de aldea. Para que haya un flujo proporcionado y constante en
las distintas direcciones hacen falta convenciones objetivas y personalizadas. Tiene que haber un
sistema de pesos y medidas.
Medidas (de peso, de capacidad, lineares y superficiales) ya había, derivadas de elementos
antropomorfos: el pulgar, el codo o el pie para las medidas lineares; la carga de una persona
(talento) o de un burro para los pesos. El paso decisivo consistió en integrarlas en un esquema
homogéneo relacionado con el sistema de numeración. En Mesopotamia, este último se basa en
los multiplicadores seis y diez, y se llama sexagesimal.
(Garantías y registros: el nacimiento de la escritura) La aparición de un sistema de registro escrito
es la acumulación del proceso de especialización laboral y despersonalización de las relaciones
laborales y retributivas.
El primer paso al uso del sello como instrumento de convalidación y garantía. El repertorio
glíptico de Uruk da una visión esquemática, pero sintético, de la sociedad protourbana que lo ha
creado: división del trabajo, acumulación y centralización de los excedentes, desarrollo artesano,
ascensión de una clase dirigente, y en particular de un rey, su relación con el templo y el papel
central desempeñado por éste.
La sustitución de un código de objetos (las contraseñas) por un código gráfico (las contramarcas
de dichos objetos) es decisiva. Es el origen de la escritura, que ofrece una ductilidad y unas
posibilidades de desarrollo infinitamente mayores.
Las tablillas numéricas son reemplazadas por las tablillas logonumericas, con símbolos numéricos
(impresos) y logograficos (marcados con estilo).
La administración, dotada de estos elementos operativos, se convierte en el trabajo más
especializado de todos los que se realizan en las que se realizan en las grandes organizaciones. El
funcionario administrativo es ante todo un “escriba” que domina la técnica de la escritura (del
cálculo, y procedimientos administrativos).
La utilización de la escritura no es un simple avance técnico. También es una forma nueva de
comprender y abordar el mundo.
(Política e ideología de las formaciones protoestatales) La especialización laboral lleva a una
estratificación socioeconómica de carácter estructural, funcional y cualitativo. La estratificación
es “vertical”, porque los distintos grupos funcionales acceden de forma desigual al reparto de los
recursos y a la toma de decisiones; también es “horizontal”, porque los grupos privilegiados se
concentran en las ciudades. En el nivel más alto se sitúa el núcleo dirigente que monopoliza el
poder de decisiones y reside en la ciudad, en la “gran organización” central.
La formación protoestatal es un organismo basado en la desigualdad. Formación de un núcleo
dirigente que asume la responsabilidad de las decisiones y las ventajas de una situación
privilegiada; y formación de una ideología político-religiosa que garantiza la estabilidad y
cohesión de la pirámide de las desigualdades.
El núcleo dirigente tiene que trabajar en dos frentes, el operativo y el ideológico, que desembocan
respectivamente en la formación de una burocracia y un clero. La burocracia, formada sobre todo
por los escribas y subdividida en sectores y jerarquías, es la encargada de la gestión económica
de esa gran empresa que es la ciudad estado.
El clero se encarga del culto diario y reservado, o periódico y público (fiestas), gestionando la
relación con la divinidad, que proporciona la justificación ideal de las relaciones de desigualdad.
La comunidad urbana, que desde hace muchos siglos está acostumbrada a atribuir a
personalidades divinas la responsabilidad de hechos humanamente incontrolables, y a ganarse su
favor con las formas antropomórficas de la ofrenda y el sacrificio, traslada ahora todo esto al nivel
de la organización socio-económico y política centralizada.
El mundo divino aparece ahora formada por una serie de personalidades que se caracterizan por
una o varias funciones y sectores en las que intervienen. Se forma un auténtico panteón, que
organiza esta pluralidad divina con arreglo a un sistema de relaciones (jerárquicas, de parentesco)
y que se traduce en pluralidad de templos.
La formación del ejército, con dos niveles distintos, es la expresión del ejercicio estatal de la
fuerza. Hay un núcleo militar, formado por especialistas en la guerra, con dedicación plena. Pero
en caso de guerra se recluta un ejército de conscriptos por prestaciones obligatorios –corvée-,
coaccionando a toda la población.
Las tres funciones distribuidas en “oficios” especializados (administración, clero y milicia) se
subliman y reúnen en la persona única del jefe de la comunidad, el rey.
El rey no es auxiliado por ningún organismo colegiado, representativo, más bien es auxiliado por
consejeros técnicos y responsables sectoriales subordinados diaria, como jefe del palacio o “gran
casa”. Le corresponde a él tomar decisiones estratégicas, pero también la gestión corriente. La
función más llamativa es el culto: el rey se presenta como sumo sacerdote del dios de la ciudad,
el gestor humano de la empresa ciudadana por encargo del dios, su dueño teórico. Al rey se le
atribuye también la responsabilidad de la defensa de la ciudad y el pueblo frente a los ataques
exteriores.
3) Etapa sumeria: +-3000 a.C.-2300 a.C. Los súmeros y la conformación de
las primeras ciudades-estado. Organización política, social y económica.
Importancia del templo y del palacio. Escritura y religión sumerias. Los
primeros códigos de leyes. Hacia la unidad política de Sumer bajo
Lugalzagesi.

LOS SUMERIOS Y LA CONFORMACION DE LAS PRIMERAS CIUDADES-ESTADOS:


(KINDER PAG 27) Entre 3200-2800 los sumerios se asientan en el sur de Mesopotamia. Su origen
es incierto. Conocen el metal. Fundan ciudades-estado independientes entre sí, cuyo núcleo lo
constituye el templo (gran fábrica de ladrillo levantada sobre terrazas elevadas; muros decorados
con placas de arcilla a modo de mosaico) Cada divinidad local es propietaria del territorio
dominado por la ciudad.
(RESUMEN – BLOG DE HERODOTO) En la etapa de las primeras dinastías históricas, tenemos
que considerar que Mesopotamia era una región en la que existían Ciudades-Estado, por lo que
este periodo histórico se caracteriza por la competencia de las distintas ciudades por ostentar el
poder hegemónico.
L a I Dinastía sumeria y su primer rey Mabageresi o Enmebageresi de Kish, establecido en la
ciudad de Kish, que reinó hacia el 2700 aC. Esta ciudad dominaba las ruta comerciales que unían
la Alta y Baja Mesopotamia (2900-2700 a.C) el periodo de influencia de esta Dinastía se fija entre
150 y 200 años, con 23 reyes.
En el periodo Dinástico Arcaico II (2700-2550 a.C.), la realeza pasa a Uruk, con doce reye
también míticos, de los que sólo son realmente históricos do: Emerkar y Gilgamesh. Finalmente
en el tercer período (2550-2340 a.C), la realeza se establece en Ur, en donde reinaron cuatro reyes,
entre ellos Meannepadda, dueño prácticamente del sur del país. Esta dinastía es famosa por su
cementerio real.
Dinastía Arcaico III (2550-2334 a.C.) comprende este periodo las supremacías de Ur y Lagash.
Supremacía de la ciudad-estado de Ur.
Descubrimiento del Cementerio Real de Ur. La tablilla hacen referencia a reyes ya sumerios como
Meskalamdug y Akalamdug y la reina Pu-bi. Dominando el comercio marítimo del sur y la ruta
hacia el Norte. La I Dinastia estaba encabezada por Mesannepadda (2550-2425 a.C.), rey de Ur
que pretendió ejercer el dominio sobre todo el país de Sumer. Su II Dinastía la forma 4 reye.
Supremacía de la ciudad-estado de Lagash.
Esta ciudad formada por la asociación de tres grupos de población: Nina-Sirara, Grisú y Lagash.
Antes había estado sometida a Kish y luego a Ur.

ORGANIZACIÓN POLITICA, SOCIAL Y ECONOMICA:


(A. CABALLOS – J.M. SERRANO PAG. 24-27) En esta dualidad ciudad-poblado se fundamente
la trascendental revolución urbana, que supone en esencia y esquemáticamente las siguientes
transformaciones:
 Diversificación y especialización de la producción, centrándose las actividades de
transformación en la ciudad, aparecen nuevas técnicas, metalurgia.
 Como resultado de los avances tecnológicos aumentaron los rendimientos de los cultivos
hasta constituir excedentes.
 El superávit de productos agrícolas permitió que existiesen personas liberadas de las
labores agrícolas y dedicadas a las ya citadas actividades artesanales de transformación,
progresiva y paulatina división social del trabajo.
 Paralelamente los trabajos del sector primario vieron como su actividad era valorada
socio-económicamente por debajo de las personas dedicadas a las actividades de
transformación. Esta incipiente jerarquización económica se agudizó cuando, por el
desarrollo de los asentamientos, se fueron haciendo más complejas las actividades
dirigidas a la organización y administración de la colectividad.
 El resultado fue la configuración de una organización política bien definida de la
comunidad, con una jerarquización en el acceso al poder y la toma de decisiones.
 Este poder político, radicaba en el templo, cuya actividad no era únicamente cultural, en
ellos se centraban también el mayor porcentaje de las actividades económicas de
transformación, almacenamiento y comercialización, la administración de la comunidad.
 Formación de organizaciones políticas superiores a la ciudad, que llevarían a la
constitución de las primeras organizaciones de tierra estatal.
A la par del surgimiento de las ciudades las actividades de intercambio se vieron profundamente
modificadas, en lo que se refiere al tiempo y volumen de los productos, a la forma en que se
establecen esto intercambios y a la extensión de los circuitos comerciales. Comercio de los
productos agrícolas de los poblados y de las materias elaboradas o manufacturas que la ciudad
producía.
Establecimiento de un comercio de mayor radio de acción en busca de los minerales y materiales
de construcción y ornamentales.
La inclusión del sur mesopotámico en una vasta red comercial ejerció una influencia decisiva
sobre su economía.
Subordinación económica con respecto a lo asunto exteriores se hizo aun mayor cuando la
ciudades se engrandecieron hasta tal punto que los recursos de las regiones vecinas no podían
asegurar su aprovisionamiento de una inestable y extensísima red comercial sobre ámbitos no
controlados políticamente.
(KUHRT VOL. 1 CAP. 1 PAG. 49-57) (Reyes y ciudades) Las tierras del estado pertenecían al
rey, otras estaban asignadas a templos, y otras eran de propiedad privada. Una clave para empezar
a entender la estructura político-social sería ver en el monarca al protector de la comunidad que
actuaba en nombre de la divinidad tutelar de la ciudad, de la construcción y mantenimiento de
cuyo templo debía a su vez ocupare.
La mayoría de los habitante de la ciudad, incluido el propio rey, desempeñaban algún papel con
respecto al culto divino, ya fuera en calidad de cantor ritual, tejedor, panadero, pastor o pequeño
labrador cuyos productos básicos eran utilizados para las ofrendas. El rey era el responsable de
velar por que todo lo relacionado con el culto divino fuera ejecutado satisfactoriamente: él era el
único que podía incrementar o reducir las fincas de los templos, nombrar a las personas
encargadas de las funciones culturales más prestigiosas, embellecer un templo con materiales
exóticos, y organizar la mano de obra necesaria para construir los edificios agrados.
El rey edifica templos, fabrica las estatuas divinas, nombra a un alto funcionario del culto,
emprende obras de regadío, fortifica su reino, e importa madera a través del Golfo. Todos los
aspectos de la vida estaban entrelazados y a la cabeza del ordenamiento político-religioso estaba
el propio rey, criado y formado físicamente por los dioses.
(Corte reales) La definición de la familia real, de la corte y de su estructura administrativa resulta
problemática.
El rey, su esposa y sus hijos eran los principales terratenientes del estado, circunstancia que les
permitía premiar a sus partidarios más fieles o contratar sus servicios por medio de la concesión
de tierras. Estos hijos del rey que no le sucedían en el trono probablemente fueron destinados a
su vez a ocupar cargos lucrativos y prestigiosos en la ciudad, entre ellos los oficios de los templos.
Existen buenas razones para suponer que la mayoría de las funciones importantes del estado eran
desempeñadas por miembros de la familia real y sus allegados.
(La sociedad) En los textos aparecen citados numerosas agrupaciones sociales y profesionales
distintas.
Una de las actividades habituales del rey en su papel de enderezador de entuertos sociales y de
defensor de los débiles. Dos tipos de personas menos privilegiadas: uno es el su-blugal, el
cuidador de una parcela que a todas luces podía ser sometido por un individuo superior como el
“capataz” (ugulá) o el aristócrata (Lú-gu-la-bi); las reformas lo protegían de la violencia física
ejercida por esos individuos de categoría superior. A su vez el su-blugal estaba en una situación
mejor que el iginudu (el ‘ciego’), cuyo trabajo podía ocupar el su-blugal. Estos dos grupos sociales
se diferencian a su vez del “pobre” y de los deudores. La preeminencia del hombre sobre la mujer
estaba garantizado por el rey, que ordenaba que a la culpable de dirigirse irrespetuosamente a un
hombre se le rompería la boca con un ladrillo.
Los esclavos constituían uno de los muchos artículos cuya adquisición era registrada en los
documentos de compraventa de la época.
(LIVERANI CAP. 6 PAG. 152-158) (La tierra y el trabajo) La base económica de la civilización
protodinástica sigue siendo la explotación agropecuaria de la llanura mesopotámica, y tanto la
artesanía como el comercio son actividades derivadas.
No todas las tierras están cultivadas, tenemos indicios de que las administraciones de lo templo
practican sistemáticamente una simple rotación bienal: un año de cereales y otro en barbecho.
Buena parte de la cosecha va a parar a los silos de los templos y palacios.
El sistema redistributivo de Uruk se basaba en el reparto directo de raciones alimentarias. En
cambio, durante el periodo Protodinastico, aunque se siguen repartiendo raciones entre el personal
accesorio (campesinos que realizan prestaciones periódicas), parece que la redistribución entre
los dependientes fijos se realiza de otras formas, como la retención de una porción de las cosechas
por parte de los colonos, o la entrega de tierras (con colonos incluidos) para los especialistas
urbanos. Para el templo señala el principio de una parcelación de las tierras en propiedad.
(El gobierno de las ciudades: entre administración e ideología) El territorio de la Mesopotamia
protodinastica se divide en varios estados de dimensione comarcales equivalentes en recursos y
rango. Son el resultado de una reestructuración que tuvo lugar, tras el predominio inicial de Uruk,
durante el periodo de Yemdet Nasr y el Protodinastico I. Cada ciudad es gobernada por una
dinastía local, cuyo título varía de unas ciudades a otras.
La pluralidad de dioses, reconocida por todos, hace que se considere legítima la pluralidad de
centros políticos.
Los reyes de las ciudades estados sumerias, una vez lograda la legitimación interna (basada en la
aprobación o sometimiento de las clases sacerdotal local) y la legitimación externa, son
esencialmente unos administradores del territorio de la ciudad, entendido como una gran finca.
El dios es el dueño de la propiedad y de sus habitantes, y el rey su “administrador delegado”. Las
funciones básicas del rey son la administración permanente de la economía y la defensa ocasional
contra los ataques enemigos. Los planos de responsabilidad son dos: uno divino y otro real. El
rey tiene la responsabilidad operativa de crear y controlar las infraestructuras productivas y el
sistema redistributivo, en todas sus vertientes. Pero Las buenas cosechas se deben al Dios. Y en
la guerra, el rey está al mando de las operaciones, pero el resultado del enfrentamiento lo decide
la voluntad del dios, o mejor dicho las voluntades contrapuestas de los dioses contendientes. El
dios dejará de favorecer las cosechas o proteger a la ciudad cuando el rey (representante de la
comunidad humana ante el mundo divino) haya cometido alguna infracción. Por lo tanto hay una
tercera función de la realeza: el culto: El rey, además de ser el responsable directo de la comunidad
humana de su reino, es responsable de las buenas relaciones con la divinidad, para así los desastres
naturales u otras calamidades que están fuera de su alcance.

IMPORTANCIA DEL TEMPLO Y EL PALACIO:


(A. CABALLOS- J.M. SERRANO PAG. 27) Los sumerios asignaban a la divinidad un papel en
las actividades productivas, como protectora de la comunidad y la única capaz de hacer funcionar
ordenadamente a la comunidad.
El templo es el segundo elemento arquitectónico que simboliza y caracteriza a la ciudad y fue el
núcleo aglutinante a partir del cual éstas se fueron desarrollando. Es la residencia de la divinidad
y a la par sede de la realeza. Ello resulta de la concepción por la cual las ciudades sumerias
pertenecen a la vez al mundo de los dioses y al de los humanos.
Junto a la divinidad se encuentra el rey, representante en la tierra de la potestad divina y sin cuya
existencia no tiene sentido la ciudad. Las misiones del rey, como rector y guía de la comunidad,
son las de controlar la producción y administrar los recursos económicos, encargándose para ello
de las grandes obras públicas y de los intercambios, edificar y engrandecer los edificios religiosos,
que, como sede de la divinidad, son el corazón de la ciudad y la razón de ser de su existencia,
cuidar de la administración de la justicia y el mantenimiento del orden establecido en el interior,
así como de la seguridad frente a las amenazas externas.
(LIVERANI CAP 6 PAG 145-150) La posición central del templo en la ciudad aparece ahora con
más claridad en sus dos vertientes de centro ideológico y ceremonial y centro de decisión y
organización. Los espacios destinados a morada divina (La cella) están flanqueados por espacios
para la reunión de los fieles (patios), y espacios donde se guardan las provisiones y se realizan
tareas económicas y administrativas (almacenes, archivos y talleres). Existe cierta ambigüedad
entre la función del templo como centro directivo de la ciudad-estado. En el periodo
Protodinástico, el centro directivo se sitúa aparte, como “palacio”, mientras el templo conserva
sus funciones de culto y también sus consolidadas funciones económicas, aunque ya están
integradas en la organización estatal global. En el reparto de funciones entre el templo y el palacio,
el primero se queda con la primacía ideológica (incluyendo la legitimación divina del poder), pero
el segundo se queda con la primacía operativa.
En el ámbito de la organización interna es importante señalar que la visión mesopotámica reúne
templos, palacios y casa familiares en la categoría unitaria de “casa” en el sentido “unidad
productiva” y administrativa, célula básica de la sociedad. Los templos son patrimonios y
residencia del dios, y sede de las actividades económicas realizadas en su nombre, estableciendo
con las demás casas, ya sean privadas o del templo, una relación de dependencia y tributariedad.
A una clase dirigente del templo, anónima en sentido de plenipotenciaria del dios, como había
sido la clase dirigente de la ciudad-templo desde el periodo Uruk Antiguo hasta el Protodinastico
I, le sucede una clase dirigente “laica”, detentora de un poder que mantiene una relación dialéctica
con su propio centro de legitimación y necesita afianzar una imagen más personalizada de la
realeza, haciendo hincapié en unas dotes humanas y socialmente comprensible, como la fuerza o
la justicia.
Aun después de la aparición de palacios laicos, sigue siendo muy importante la función económica
(además de ideológica) del templo. En una misma ciudad coexisten templos muy extensos y
complejos, donde sin duda se realizan actividades económicas, y otras bastantes sencillas, que
evidentemente sólo se dedican al culto. La coordinación de los templos entre sí y con el palacio
es una necesidad ideológica y administrativa. Al principio, los dioses titulares de los templos (que
se diferencian entre sí por su personalidad, sexo, sector de incumbencia, mitología y simbolismo
icónico) tienen relaciones familiares, y después acaban formando parte de auténticos sistemas
“titulares”, a escala humana, de los templos, reflejo de la estructura familiar divina.
El templo deja de ser el centro y se convierte en una célula del estado palatino, cohesionada, pero
similar a las otras células, y por lo tanto módulo que puede multiplicarse para servir de apoyo a
una organización política amplia y ampliable. En el interior del templo hay una jerarquía de
administradores sacerdotes. Por debajo de los dirigentes está la categoría de los “vigilantes” o
jefes de equipo, y luego el número grupo de los trabajadores. El templo se ocupa de varios
sectores: la administración, el almacenamiento, los servicios y la producción primaria.
La influencia de la “gran organización” del templo o el palacio sobre el destino de las
comunidades de aldea es muy grande. La población de aldeas tiene que contribuir a la
acumulación central de productos, sobre todo de dos maneras: mediante la cesión de una parte del
producto (tasación), o mediante prestación de trabajo (generalmente agrícola y, cuando es
necesario, militar).

ESCRITURA Y RELIGION SUMERIAS:


(A. CABALLOS –J.M. SERRANO PAG 28-30) La escritura, inventada, desarrollada y
generalizada por los sumerios es la consecuencia de la adquisición de un grado elevado de
desarrollo cultural.
El desarrollo de la escritura cuneiforme sumeria, con su triple peculiaridad de ser
semiideogradica, semifonetica y polifonía, y su aceptación general como medio de comunicación
por todos los pueblos civilizados del Creciente Fértil no fue debido únicamente a una intuición
genial, sino a un proceso de gestación largo y complicado.
En Sumer, en la segunda mitad del IV milenio, la administración había llegado a un nivel de
complejidad tal que sobrepasaba las posibilidades de un control memorístico. Los poderes del
estado debían conocer en todo momento el registro de entradas y salidas de bienes, su descripción,
destino, y vías y formas de intercambio. Para solucionar estas cuestiones surgieron los precedentes
de lo que podemos considerar el primer sistema genuino de escritura. La escritura sumeria
comenzó siendo un sistema pictográfico. Cada signo o pictografía consistía en el dibujo de un
objeto fácilmente identificable, que representaba una palabra cuyo significado era del objeto
dibujado o algo muy directamente relacionado con él.
Los escribas fueron simplificando los signos y haciéndolos más convencionales, con los que
acabaron por modificar su antigua apariencia sin perder su aceptación general. El material
generalmente más utilizado como soporte de la escritura fue la tablilla de arcilla.
La escritura impulsó hacia adelante la administración y facilitó la organización de la sociedad y
de la producción.
(RESUMEN BLOG DE HERODOTO) Los sumerios eran politeístas, con divinidades concebidas
antropomórficamente muy cercanas a los hombres en su actividad diaria. Evolucionó a lo largo
de su desarrollo histórico y reflejo de esta evolución son las diferentes concepciones en torno a la
cosmogonías y teologías.
Otra característica de la religión sumeria es la íntima relación entre religión y poder político, que
destacaba en la concepción de la Ciudad-Estado, cuya cabeza visible estaba a cargo del “En” (rey-
sacerdote) y un estamento clerical con un destacadísimo papel político.
Junto al culto a los dioses, floreció también el culto a los demonios: buenos y malos. Demonios y
magia constituían una parte importante de la vida y religión cotidiana de las antiguas
mesopotamias. Un gran número de ritos se utilizaban para preservar al rey y a los particulares.

LOS PRIMEROS CODIGOS DE LEYES:


(LIVERANI CAP 6 PAG 166-168) No cabe duda de que Urukagina era un usurpador, y
precisamente por eso hace hincapié en que no tiene nada que ver con sus antecesores. Urukagina
acusa a sus antecesores de haber tolerado toda clase de abusos por parte del clero y los
administradores, en detrimento del pueblo llano, erigiéndose en paladín y protector de este último.
El contenido jurídico de su edicto en una serie de medidas que acaban con los abusos, devuelven
las libertades conculcadas y restablecen una relación correcta entre la organización estatal y la
población.
Hablar de reformas es inexacto, porque hace pensar en la introducción de nuevos mecanismos
jurídicos o administrativos. El sentido del edicto es más bien restablecer el equilibrio alterado, y
el remedio se presenta como una vuelta al pasado, visto como un punto de referencia óptimo.
Anteriormente Entemena había proclamado que había “devuelto el hijo a la madre y la madre al
hijo” condenando los intereses (de las deudas); y proclamando que ha “establecido la libertad” en
Lagash, Uruk, Larsa y Bad-tibira.

HACIA LA UNIDAD POLITICA DE SUMER BAJO LUGALZAGESI:


(WAGNER VOL 1 CAP 4 PAG 94-95) En Sumer la situación social parece haber conocido
durante el Dinástico Arcaico un fuerte deterioro. La inmovilización de la riqueza en
construcciones suntuarias (templos, palacios) de grandes proporciones y en las tumbas de la
realeza, como las del famoso cementerio real de Ur, la creciente exigencia de prestaciones
laborales y militares, junto a la imposición fiscal a la población libre, incrementada por el clima
de competencia y rivalidad que enfrentaba a las ciudades sumerias, fue causante de un progresivo
empobrecimiento de los grupos productivos y de la difusión de la servidumbre por deudas, lo que
favorecía los abusos del clero y de los funcionarios. En este clima de creciente desequilibrios,
algunos reyes sumerios actuaron como protectores de la población común, restituyéndola en sus
derechos, aboliendo los abusos y las deudas.
El reinado de Urukagina se vio bruscamente interrumpido, Lugalzagesi, rey de Umma, lo expulsó
de Lagash antes de atacar Ur y Uruk, y aquel tuvo que refugiarse en Girsu. Convertido en rey de
Uruk, Lugalzagesi se proclamó rey del país de Summer, controlaba casi toda la baja Mesopotamia.
Estableció así mismo relaciones de alianza con los reinos de Kish, Mari y Ebla.
Lugalzagesi se convirtió en el artífice de la primera unificación política de Sumer.
(A. CABALLO – J.M. SERRANO PAG 38) Por primera vez en la historia los dominios de una
ciudad sumeria, en este caso Umma, incluyeron todo el Creciente Fértil hasta el Mediterráneo:
“desde el Mar Inferior, a lo largo del Tigris y el Eufrates, hasta el Mar Superior”.

4) Etapa acadia: +-2300 a.C.-1900 a.C. Los acadios y la unidad de la


Mesopotamia. Formación del Imperio acadio y hegemonía sobre el exterior.
Las rutas comerciales. La concepción de la realeza. Sargón y Naram-Sin. La
invasión de los guteos. Nuevo auge sumerio y el imperio de la Tercera
Dinastía de Ur. Reorganización político-territorial. Relación con la Alta
Mesopotamia. Cambios ecológicos y demográficos, avances amorreos y
elamitas.

LOS ACADIOS Y LA UNIDAD DE MESOPOTAMIA:


(WAGNER VOL. 1 CAP 4 PAG 95-96) Desde un principio gente de estirpe semita habían
poblado la baja Mesopotamia junto con los sumerios. No obstante su presencia era más densa al
norte, en torno al reino de Kish, que señalaba la división entre las zonas de preponderancia
sumeria (meridional) y semita (septentrional). Integrados tempranamente en la vida económica y
social que se desarrolló al auge de la urbanización, los semitas no perdieron en cambio su
identidad cultural, conservando su lengua y sus dioses, que posteriormente llegarían a sustituir, a
través de un complejo proceso de asimilación y sincretismo, a los de los sumerios. La aparición
del Imperio de Akkad no ha de ser contemplada como el resultado de un conflicto étnico-cultural
entre sumerios y semitas. La relación entre ambos grupos se caracterizaba más bien por una
aculturación recíproca, una situación en la que al comienzo la cultura sumeria era predominante,
pero que con el tiempo terminará siendo reelaborada por la semita. Así, si los usos administrativos
y los sistemas sociales y económicos son esencialmente sumerios, la lengua (acadia) y la religión
semitas acabaran imponiéndose, incluso enriqueciéndose con el léxico y las formas sumerias.
En este proceso se produce asimismo la integración de las unidades políticas anteriormente
independientes, integración cuyos métodos pueden variar desde los pactos desiguales, que
encierran imposiciones y diversos tipos de coerción, hasta la aniquilación directa. El Imperio
Acadio constituye una entidad política que unificó bajo una sola hegemonía Mesopotamia, pero
que aún carecía de los mecanismos de centralización administrativa y económica y de integración
territorial que luego desarrollarían los imperios posteriores. Por eso se dice que el Imperio Acadio
fue una formación política que se basaba en el control, por medios predominantemente militares,
de la actividad comercial que se realizaba entre Mesopotamia y su periferia.
(CABALLOS-SERRANO PAG. 45-46) El ascenso de Akkad debe encuadrarse en las continuas
luchas que las ciudades de Sumer están protagonizando en la fase final del Protodinastico en
disputa por la hegemonía.
Los propios soberanos de Akkad tuvieron mucho cuidado empeñados en aparecer como
continuadores, respetuosos con las tradiciones más puramente sumerias, sobre todo en materia
religiosa (que fundamentaba el poder terreno de los reyes). La devoción preferente y las mayores
atenciones regias se las llevará por supuesto el dios supremo del panteón sumerio, Enlil, así como
su ciudad-santuario, Nippur: familiares de los soberanos ocupan puestos sacerdotales e incluso el
cargo de gobernador de esta ciudad será ocupada frecuentemente por el heredero al trono. Los
soberanos tendrán la costumbre de dedicar estatuas o estelas que conmemoren sus hazañas en el
templo, al que colmarán continuamente de donaciones y que agrandarán continuamente. Enlil
será el garante de la legitimidad de la nueva monarquía en la más pura tradición sumeria, el rey
acadio será aclamado como “vicario de Enlil”, “aquel a quien Enlil dio la realeza”, “aquel a quien
Enlil otorgó su amistad”.

FORMACION DEL IMPERIO ACADIO Y HEGEMONIA SOBRE EL EXTERIOR. LAS


RUTAS COMERCIALES.
(LIVERANI, CAP.8 PAG. 192-198 Y 204-208) Solo una pequeña parte de las inscripciones reales
de Sargón y sus sucesores ha llegado hasta nosotros en su versión original. Conocemos el resto a
través de copias paleobabilonicas (de Nippur y Ur) obtenidas de monumentos votivos. A través
de estas inscripciones se puede seguir la formación del Imperio en términos reales.
Los primeros monumentos son dedicados en una época en que Sargón ya es rey de Kish. La
primera fase de expansión es la gran expedición al sur, hasta el Golfo Persico, con la que vence a
Lugalzaggesi, rey de Uruk, y a los otros ensi de las ciudades sumerias (Ur, E-ninmar y Umma).
Al final de esta primera fase ya proclama su soberanía teórica desde el mar inferior hasta el mar
superior, pero reconoce que en realidad los acadios solo detentan el poder (la función de ensi) en
dirección al mar inferior. Elam y Mari, siguen siendo independientes, enfrentados al reino de
Sargón. Distinta es la suerte de Kish y Nippur, que reciben un trato de favor. El primero es
restaurado y se convierte en el centro del imperio, y el segundo recibe la dedicatoria de los
monumentos celebrativos, a cambio del aval del nuevo poder.
Des pues de las campañas militares hay una segunda fase de organización del comercio a larga
distancia. Su control directo abarca de Tuttl a la orilla mesopotámica del Golfo Persico, mientras
que su red comercial va desde el Mediterráneo y Anatolia hasta Magan y Melukhkha.
Una tercera fase sienta las bases para la acción de sus sucesores.
Sargón dirigió personalmente su ejército hasta Tuttul y hasta el golfo Persico. Naran-Sin hasta
Ebla y hasta Magan. Bajo la dinastía de Akkad los horizontes, en poco tiempo, se ampliaron
enormemente. El comercio protohistórico y los contactos comerciales entre las ciudades sumerias
del Protodinastico tenían ya la misma amplitud. Este tráfico se realizaba a través de multitud de
pasos intermedios, que facilitaban la afluencia de mercancías lejanas. Al parecer, el proyecto de
los reyes acadios consistía en hacer que la esfera comercial y la política coincidieran, y llegar
directamente a las fuentes de las materias primas sin pasar por la red de intermediación.
Para ello había que apoderarse de las redes comerciales que, más allá de la red bajo mesopotámica,
estaba en manos de Ebla al oeste, de Elam para la meseta iraní, y en el golfo Pérsico giraban en
torno al “puerto franco” de Dilmun. La expedición de los reyes de Akkad fuera de Mesopotamia
se dirigía al corazón de estos tres circuitos. La apropiación del circuito conlleva en cierta medida
su destrucción, y el acceso directo, con violentas expoliaciones y conquistas, puede secar la
fuente. La visión centralista de Mesopotamia, según la cual la periferia era una mina de materias
primas, salvaje y casi desierta, a disposición del país central, no tiene en cuenta el hecho de que
los países abastecedores poseen sus propios sistemas de extracción, primera elaboración y
comercio, poseen sus propias estrategias e intereses.
Al principio, la intervención de Akkad en este sistema fue cautelosa, y se limitó a la ciudad vecina
de Susa. Luego fue más ambigua, con una alternancia de victoria militares y tratados de igual a
igual.
LA CONCEPACION DE LA REALEZA:
(LIVERANI CAP 8 PAG. 200-201) En el caso de Akkad, la ideología imperial ya es firme y
monolítica: el dios Enlil directamente, y los demás dioses indirectamente, “conceden” al rey de
Akkad el dominio sobre todo el mundo hasta sus últimos confines, formados por el mar que lo
rodea todo. Lo que permanece fuera de estos dominios es como si no existiera en el plano ideal.
En el proceso de constitución del imperio la acción militar es un factor crucial. De ahí que
prevalezca la caracterización (nueva) del rey como “fuerte” y vencedor, como alguien que “no
tiene igual ni rival”. Las vicisitudes político-militares ya no son la expresión de las disputas entre
los dioses de las ciudades, sino de la fuerza heroica del monarca. Este proceso llega a su plenitud
cuando Naram-Sin incorpora elementos divinos a su tratamiento e iconografía oficiales. Además
“rey fuerte” (como Sargón), se proclama “dios de su tierra”, una especie de divinidad tutelar.
Caracterización de Naram-Sin como rey impío que toma decisiones por su cuenta sin consultar a
los dioses y está condenado al fracaso.
Los reyes dedican una gran atención a Enlil y Nippur.
(CABALLO-SERRANO PAG. 47) Divinización de los soberanos: algunos reyes acadios
recibieron culto en épocas posteriores: el mismo título de “rey de las cuatro zonas” sólo lo habían
recibido anteriormente algunas divinidades principales. La figura del rey acadio aparece
caracterizada con rasgos sobrehumanos o heroicos. Se les vincula estrechamente con los dioses.
Habria que pensar en una expresión o recurso para justificar el necesario incremento del poder
real y su intención organizadora de la vida de los hombres –sus súbditos- entrando asi en lo que
tradicionalmente se consideraban las funciones de la divinidad.
Fue preciso crear un amplio cuerpo de funcionarios dependientes directamente del soberano y
pagados por él. Los reyes acadios prefirieron mantener las tradiciones gubernamentales locales
limitándose a colocar acadios en los puestos de poder y a mantener destacamentos militares y
fortalezas en los puntos estratégicos.
(KHURT VOL. 1 CAP 1 PAG 73) La posición del rey es un reflejo de la centralización política.
Su importancia como protagonista y unificador queda ilustrada por la existencia de nombres
propios que son una alabanza de su persona.
Durante el reinado de los cuatro primeros soberanos de Agade se hace constantemente hincapié
en el papel del rey como guerrero y conquistador victorioso.

SARGON Y NARAM-SIN:
(WAGNER VOL 1 CAP 4 PAG 96-100) Con Sargón de Akkad (2335-2279) da comienzo un
nuevo periodo de la historia de Mesopotamia.
La ruptura, sancionada por el propio Sargón con la construcción de una nueva capital, Akkad, fue
fundamentalmente de índole política, afectando sobre todo al carácter de la realeza, guerrera en
vez de sacerdotal, heroica en lugar de administrativa, y a la sustitución de la hegemonía de Sumer
por la de Akkad que se extiende sobre el conjunto de la baja Mesopotamia.
Una vez dueño de Kish, emprendió primero una política de expansión que le llevó a derrotar, tras
numerosas batallas, a Lugalzagesi y a otros tantos ensi locales, con lo que se convirtió
virtualmente en dueño del territorio de Sumer. En un segundo momento, situada bajo su dominio
la totalidad de la Mesopotamia meridional, Sargón acometió la empresa de consolidación y
organización de su Imperio, así como la extensión de su poder hacia las regiones periféricas,
atendiendo más a bases y criterios comerciales que a los puramente militares. Las estructuras de
gobierno de las ciudades sumerias fueron conservadas. La fundación de una nueva capital en las
proximidades de Kish, parece haber sido obra temprana de Sargón, destinada asimismo a facilitar
la gestión de su imperio.
Como consecuencia, las riquezas afluyeron al puerto de la ciudad desde el Golfo Pérsico y el
Valle del Indo.
Un tercer momento de actividad del reinado de Sargón coincide con el reinicio de la expansión
en el sur, lo que provocó el enfrentamiento militar con los elamitas. En el marco de las relaciones
exteriores, la guerra venía a reemplazar al pacifico comercio.
El final del reinado de Sargón se vio ensombrecido por una rebelión generalizada que estalló en
el territorio sumerio, donde el dominio acadio era apenas soportable.
Con Naram-Sin (2254-2218) el Imperio de Akkad alcanzó su mayor expansión. Sin embargo hubo
de hacer frente a una sublevación de las ciudades sumerias (Uruk, Nippur, Kish, Eridu, Ur,
Sippar). Sofocada la revuelta, Naram-Sin inauguró una política que se manifestó en la utilización
del apelativo divino situado ante su nombre, y en la titularidad de “rey de las Cuatro Regiones”.
La divinización del poder político encarnado en una persona constituía un claro síntoma de sus
intereses y ambiciones.
Pone en marcha una política de conquista de todas aquellas regiones. Su objetivo no era otro que
el de establecer el dominio de Akkad, por via militar, sobre las rutas comerciales que en el exterior
de la llanura mesopotámica estaba en manos de Ebla al oeste, de Elam que controlaba el acceso
al altiplano iranio, y que en el Golfo Pérsico gravitaban en torno a Dilmun.
La guerra contra Elam tuvo como consecuencia una probable victoria de Akkad, Naram-Sin
terminó por concluir un pacto con el rey elamita que siguió ocupando su trono.
La expansión del Imperio acadio bajo Naram-Sin fue sobre todo intensa, en métodos y resultados.
En una primera fase consiguió el dominio del país de Subartu, cuyos ensi se les sometieron al
igual que los jefes tribales de la región del Habury del medio Éufrates. Assur, Nínive, Tell Brack,
en donde construyó un palacio, devinieron enclaves acadios que aseguraban el control sobre la
alta Mesopotamia y desde allí el acceso a Anatolia. En una segunda fase avanzó, siguiendo el
Éufrates, hacia Siria septentrional, donde Ebla constituía un objeto de vital importancia.
El Imperio acadio era una estructura extremadamente frágil, un conglomerado heterogéneo en el
que la integración territorial resultaba poco menos que imposible. Las riquezas conseguidas tanto
en el interior como en el exterior era en parte atesoradas y en parte redistribuidas entre los templos,
los dignatarios de la corte y los oficiales de ejército y los altos funcionarios. Era necesario
mantener la vigilancia de las fronteras.
LA INVASION DE LOS GUTEOS:
(CABALLOS-SERRANO PAG 50 y WAGNER VOL 1 CAP 4 PAG 101) (CS) La desaparición
del estado acadio se deberá a los Guti, un pueblo bárbaro, inferior culturalmente y que constituían
una amenaza constante desde la época de Naram-Sin.
(W) Con Shar-Kali-Sharri (2217-2193) la situación del Imperio se deterioró aceleradamente. Una
incursión elamita penetró en la baja Mesopotamia; la sublevación prendió en Uruk, y en las
fronteras nororientales y noroccidentales los peligros no hacían sino acumularse. Repetidamente
el rey acadio hubo de combatir para contener las incursiones de los montañeses.
La situación económica tampoco era buena. La apropiación de los circuitos comerciales externos
por obra de Naram-Sin había ocasionado en buena medida su propia destrucción. Al oeste del
Éufrates, la desaparición del Ebla en el norte de Siria propicio una mayor fragmentación política
en aquellos territorios. Si por un lado Akkad había eliminado un rival en el tráfico de mercancías
y el control de las rutas de comercio, por otro esto mismo le impidió apoderarse de la estructura
política y comercial que Ebla había levantado en Siria. En Elam las dificultades internas,
ocasionada por los lulubitas y los guteos del Zagros, se añadieron a las guerras contra Akkad que
habían provocado ya la pérdida para el Imperio la región de Susa.
(CS) Una irrupción violenta destruiría la ciudad de Akkad y afectaría al menos a toda la zona
septentrional de la Baja Mesopotamia y a Elam. Los conquistadores que carecían de la
sensibilidad y civilización de los acadios inauguran un dominio irregular que pasa por ser uno de
los periodos más oscuros de la historia de Babilonia.
NUEVO AUGE SUMERIO Y EL IMPERIO DE LA TERCERA DINASTIA DE UR.
REORGANIZACION POLITICO-TERRITORIAL. RELACION CON LA ALTA
MESOPOTAMIA:
(CABALLOS-SERRANO PAG 53-56; KUHRT VOL 1 CAP 1 PAG 80-90 y WAGNER VOL 1
CAP 4 PAG 102-104) (W) El Imperio acadio había mantenido la tradición sumeria de las dinastías
locales, utilizándolas como elementos administrativos a su servicio, y tras su desaparición
aquellas mismas dinastías, libres de la tutela imperial, podían realizar una política propia sin
apenas injerencias. En tales condiciones la ciudad de Lagash y sus gobernantes fueron
protagonistas, junto con otras ciudades sumerias de una etapa de desarrollo económico que
contrastaba con la situación en la Mesopotamia central y septentrional. Los ensi de Lagash, en su
recuperada función de monarcas de un reino sumerio independiente promovieron los trabajos de
irrigación, el comercio; construcciones, restauraciones y dedicatorias de templos.
Aquella suerte de “renacimiento” sumerio, proporcionó el estímulo necesario para acabar con la
presencia de los guteos.
(CS) El fundador de Ur III, Ur-Nammu, parece que en principio era el gobernador de Ur
dependiente de Utuhegal. (W) Se puso fin a la tradición de autonomía de las ciudades
mesopotámicas. A partir de entonces una dinámica de centralización política y económica, y de
integración territorial se impuso sobre la Mesopotamia centro-meridional.
Ur-Nammu, que tomó bien pronto el título de “rey de Summer y Akkad” después de pacificar el
país y doblegar la resistencia de Lagash, inauguró una nueva política administrativa, destinada a
asegurar la integración político-territorial, así como a disponer de la gestión directa de los
recursos, a regular la actividad comercial y a fortalecer el orden social; para la cual dividió el
territorio en provincias, (K) cada una con su correspondiente capital, gobernada por un ensi
(gobernador), probablemente reclutado entre los miembros de la aristocracia local; (W) redactó
un código de leyes; unificó pesos y medidas y mando elaborar un catastro. Restauración y
construcción de monumentos; trabajos de irrigación.
(K) Durante el periodo de Ur III funcionaba una compleja estructura tributaria. Había un sistema
de centros de redistribución centralizados, en los cuales cada provincia depositaba su contribución
(bala), y a los que recurría al gobierno central para cuestiones como el aprovisionamiento de los
templos o la paga de quienes eran acreedores a la generosidad real o dependían de una ración,
como hacía cada provincia en la esfera de sus competencias. El sistema se basaba en un grado
muy elevado de planificación y contabilidad centrales, y tenía por objeto integrar a los distintos
centros provinciales en un todo unificado.
(CS) Ur-Nammu tiene que realizar una intensa actividad militar para afianzarse. El marco de sus
hazañas se dilató desde el Golfo Pérsico (el Mar Inferior), al Mediterráneo (el Mar Superior).
Ur-Nammu se ve obligado a dedicarse a una intensa labor de reconstrucción y reorganización
interna de un país afectado por el dominio Guti y por los conflictos del final de ese periodo.
Reacondiciona el sistema de drenaje de los campos y la red de canales, reconstruye o amplia casi
todos los grandes santuarios. Se reabren las vías comerciales esenciales para la subsistencia del
país.
(W) Aquella actividad fue continuada por su hijo Shulgi (2094-2047) que se proclamó “rey de las
Cuatro Regiones” y se decía hermano de Gilgamesh en un intento de divinización. Se hizo a dorar
como un dios. Puso en funcionamiento una red de caminos que permitían comunicar entre sí con
mayor rapidez las diferentes partes del Imperio. En la segunda mitad de su reinado se empeñó en
una serie de campañas militares, cuyo objetivo consistía en hacerse con el control de las rutas
comerciales que atravesaban la alta Mesopotamia y consolidar la “frontera” septentrional en
territorios habitados por hurritas.
Las ciudades de Asiria (Urbilum, Ninive, Assur) fueron desde entonces controladas por ensi
destacados en ellas por el poder central, mientras que Mari, en el alto Eufrates, conservó la
independencia que había logrado tras la desaparición del Imperio de Akkad, y mantuvo intensos
relaciones comerciales y diplomáticas con los reyes de Ur. En el frente suroriental la política de
Shulgi hacia Elam oscilo entre la guerra y la diplomacia.
En el interior la paz favoreció coyunturalmente la prosperidad, que se advierte en el incremento
productivo y demográfico, y en el crecimiento de las ciudades.

CAMBIOS ECOLOGICOS Y DEMOGRAFICOS, AVANCES AMORREOS Y ELAMITAS:


(WAGNER VOL 1 CAP 4 PAG 104-106) Amar-sin (2046-2038) consiguió consolidar el dominio
de Ur a lo largo del Tigris, dada la turbulencia que subsistía en las más septentrionales tierras
hurritas (Urkish-Nawar) y en el piedemonte de los Zagros, y dada también la presencia de los
martu (amorreos), nómadas occidentales procedentes de la estepa siria que impelidos por la
presión demográfica y sirviéndose del vacío político existente al oeste del Éufrates tras la
destrucción de Ebla, penetraban cada vez en mayor número y con mayor fuerza en Mesopotamia.
La presión ocasionada por las incursiones de los martu fue momentáneamente contenida por la
construcción de un muro durante los primeros años del reinado de Shu-sin (2037-2029). El “muro
de los martu” protegía así, al norte de Akkad, la Mesopotamia centro meridional, el “país interno”
al resguardo de los nómadas. Fuera de él quedaban Assur y Mari, asegurando el acceso al
comercio que discurría por la alta Mesopotamia procedente de Anatolia.
En el Este la turbulencia tampoco era escasa. La inquietud de aquellos pueblos constituían en gran
medida una respuesta violenta a los desequilibrios ecológicos y demográficos, y a los estragos
socio-económicos causados por la permanente depredación de los estados mesopotámicos sobre
sus territorios. Los países “barbaros” habitados por “salvajes” de condición infrahumanos eran
esquilmados de sus recursos por medio, no solo del comercio (desigual), sino de expediciones
militares, lo que ocasionaba graves trastornos y desajustes en sus tradicionales formas de vida.
En ocasiones gracias al control de los recursos y las riquezas locales o de las rutas del comercio,
habían aparecido elites guerreras capaces de proporcionar una respuesta político-militar más
eficaz y contundente a los expoliadores mesopotámicos, mientras que otros eran empujados a la
llanura mesopotámica por el hombre y la necesidad desde sus países empobrecidos o devastados.
La presión de los martu/amorreos se iba volviendo insostenible. Bajo el reinado de Ibbi-Sin (2028-
2004) franquearon finalmente el muro defensivo que protegía los territorios de Sumer y Akkad,
y comenzaron a extenderse por toda la llanura. Simultáneamente la crisis económica que se venía
gestando desde tiempo atrás, y que en buena medida estaba originada por la inmovilización de la
riqueza en bienes suntuarios y por el degaste ecológico, hizo su aparición con gran dureza. El
hombre y la escasez comenzaron a producir estragos, paralizando la administración. En Elam, la
región de Susa, tratada desde su conquista por Shulgi como una provincia aprovechó la coyuntura
para independizarse. En su conjunto la situación era desastrosa; el imperio se tambaleaba con las
comunicaciones cortadas y las tribus amorreas y las bandas Su procedentes de los zagros recorrían
impunemente la llanura.
Por si fuera poco el peligro elamita era inminente una vez más, reforzado por su alianza con los
Su, y se trataba sólo de una cuestión de tiempo que se produjera un ataque procedente de esa
dirección. En la práctica el Imperio había desaparecido devorado por la ruina económica, la
disgregación política y la invasión de los nómadas.

5) Etapa babilónica antigua o paleobabilónica: +-2000 a.C.- siglo VIII a.C. La


fragmentación del poder: Isin, Larsa y los amorreos. Desarrollo asirio en el
norte mesopotámico y del reino hitita en Anatolia. El reino de Babilonia y la
formación del imperio de Hammurabi. Organización territorial del imperio y
reforma religiosa. El código de Hammurabi. La organización social.
Invasiones casitas y su dominio sobre Babilonia. Las relaciones interestatales
durante el segundo milenio a.C.: Mitanni, Egipto, Babilonia casita e Imperio
Hitita. “Los Pueblos del Mar” y la crisis de los Imperios.

LA FRAGMENTACIÓN DEL PODER: ISIN, LARSA Y LOS AMORREOS:


(WAGNER VOL 1, CAP 5 PAG 107-110) Tras el derrumbe del Imperio de Ur, el nuevo periodo
de Bronce Medio (2000-1500), también llamado paleobabilonico, se inició con una época de
convulsiones que supuso en Mesopotamia una discontinuidad con la anterior. La ruptura se
manifestó en el plano cultural con el predominio del elemento amorreo, en el económico con la
desurbanización y despoblamiento de amplias zonas, y en el político con el despegue de las zonas
periféricas, favorecido por la fragmentación y la debilidad del “país interno”.
Una Mesopotamia fragmentada y afectada por un vacío de poder, en la que Isin durante el siglo
XX a.C. y Larsa en el XIX a.C. intentarán imponer sus respectivas hegemonías, proporcionaba
amplios territorios situados al margen de todo poder político, que fueron ocupados por las tribus
nómadas amorreas, sobre todo en el norte del país.
Ishbi-Erra, un funcionario del rey de Ur, había proclamado su independencia en Isin. Desde un
principio quedó claro que los monarcas de Isin reivindicaban la herencia del desaparecido
Imperio, como demuestran las titularidades reales que tomaron y la posterior reconstrucción de la
antigua capital. Todo intento de una nueva reunificación del país parecía estar abocado al fracaso.
En el SE Larsa permanecía autónoma, incluso desde antes de la destrucción de Ur, regida por una
dinastía que había sido establecida por un tal Naplanum (2025-2005 a.C.). Diversos clanes
amorreos ocupaban las llanuras mesopotámicas y con el tiempo, dinastías de este origen, aunque
asimiladas a la vida sedentaria, se establecieron en Kish, Assur, Sippar, Uruk y Babilonia.
En el reinado de Lipit-Ishtar (1934-1924 a.C.), famoso por su recopilación de preceptos legales,
controlaba aún Nippur y las ciudades del sur del país, pero fue finalmente expulsado y una nueva
dinastía se estableció en el poder. A partir de entonces Isin irá perdiendo gran parte de su territorio
en favor de Larsa, que experimentó desde el reinado de Gugunum una expansión ascendente que
le llevó a apoderarse de más de la mitad de la baja Mesopotamia y a convertirse bajo el reinado
de Sumu-El (1894-1866 a.C.) en la fuerza por aquel entonces hegemónica del viejo territorio
sumerio-acadio.
En el extremo más meridional las ciudades sumerias se sumían poco a poco en la decadencia
motivada por causas económicas y desastres naturales. Pese a la aparente grandeza de Larsa, Isin
y Uruk se mantenían independientes; las fuerzas estaban divididas y las alianzas se hacían y
deshacían a un ritmo acelerado.
La situación socioeconómica experimentaba también profundas transformaciones que se perciben
en la consolidación de la familia nuclear, que conllevaba la disolución de los lazos de solidaridad
y la aparición de marginados.

DESARROLLO ASIRIO EN EL NORTE MESOPOTAMICO Y DEL REINO HITITA EN


ANATOLIA:
(WAGNER VOL 1 CAP 5 PAG 111-112 Y 121-124)
ASIRIO: La primitiva y excelente fortaleza natural sobre la rocosa orilla derecha del rio Tigris,
se había convertido en la sede de una dinastía local inaugurada en los comienzos del siglo XX
a.C. por un tal Puzur-Assur. Se forjaba así el nacimiento de Asiria, comprendida hasta entonces
en los límites meridionales del país de Subartu (Mesopotamia Septentrional) un pequeño reino
favorecido por la posesión del fértil triangulo agrícola formado por las tierras comprendidas entre
el Zab superior y el Tigris, con Nínive como su centro más importante, y más al sur, y en zona
árida, por favorable posición de Assur de cara al tránsito de mercancías.
Sobre el curso medio del río Éufrates, en una región crítica, frontera natural entre la llanura
mesopotámica y las áridas tierras occidentales, y controlando el paso entre Mesopotamia y la Siria
septentrional, Mari se había convertido en intermediario privilegiado de todas las actividades
comerciales y extendía su influencia sobre la región del Habur. El reino convivía con la
proximidad de las tribus de pastores nómadas, como los haneos, los benjaminitas y los suteos.
En el altiplano anatolico, futuro país de Hatti, se había producido mientras tanto la eclosión de las
poblaciones indoeuropeas, tradicionalmente asociadas con las migraciones luvitas e hititas del fin
del tercer milenio.
Un nuevo impulso urbanizador provocó en tierras anatólicas la aparición de numerosas ciudades,
que se configuran como sedes políticas de pequeños reinos independientes, con los que los asirios
iban a establecer pronto contacto.
En Anatolia los asirios establecieron desde mediados del siglo XX a.C. una red de estaciones o
colonias comerciales, denominadas Karu, en estrecha relación con los pequeños estados de la
región. Las autoridades locales príncipes y reyes que llevan nombres hititas, luvitas o hurritas,
admitían de buen grado la presencia de los comerciantes asirios. En territorio anatólico el sistema
comercial asirio comprendía una decena de asentamientos (estaciones) principales del tipo
Karum, y otros tantos menores, denominados wabartum.
Las relaciones entre los asirios y los poderes locales se establecían de forma contractual, cada vez
que un nuevo rey era entronizado, y se plasmaban en un tratado reciproco que se sellaba bajo
juramento solemne, mostrando la independencia política de los pequeños reinos y principados de
Anatolia frente a los monarcas de Assur.
El desarrollo de las actividades de los comerciantes asirios en Anatolia tuvo lugar a lo largo de
dos periodos distintos, separados por una fase intermedia en que estuvieron ausentes.
HITITA: La Edad del Bronce Medio, o periodo paleobabilonico, supuso en el Próximo Oriente
un predominio del agrupamiento político en la periferia frente al declive y fraccionamiento del
“país interior”. En época de la expansión comercial asiria en Anatolia, algunos nombres hititas y
luvitas. Se trataba de poblaciones indoeuropeas cuyos orígenes no conocemos bien, pero que a la
postre habían de unificarse, en un clima no exento de tensiones y conflictos, en el seno de una
estructura política unitaria. Fueron aquellos, tiempos de guerras continuadas en las que tres
ciudades con sus respectivos reinos, Kassara, Hattusa y Nesha (Kanish), parecen haberse
impuesto frente al resto.
En el altiplano central anatólico el proceso de unificación política culminó con la creación del
reinado de Hatti tras un largo y turbulento proceso, en el que se gestó la formación de un
patrimonio ideológico y simbólico común que jugó un papel destacado como mecanismo
integrador. La práctica de una política de control y coerción, que se ejercitaba mediante los
matrimonios de los reyes vencedores con las princesas de los vencidos y el envío de los hijos de
aquellos como gobernadores y dinastas locales de las ciudades conquistadas, tuvo una gran
incidencia al respecto. Pero aquel sistema favoreció al mismo tiempo la perpetuación en el seno
de la competencia por el poder, en formas de intrigas, disputas y frecuentes usurpaciones,
elementos que habrían de caracterizar buena parte de la historia del Reino hitita.
Las querellas dinásticas y las intrigas palaciegas, herederas de la anterior y reciente fase de
enfrentamiento militar y fraccionamiento político, constituyeron una continua amenaza para la
estabilidad de un reino tan poco compacto como era aquel, cuya complicada orografía ayudaba a
que permanecieran enquistadas y siempre firmes las tendencias localistas y disgregadoras.
Durante el reinado de Mursil I (1620-1590 a.C.) los hititas se convirtieron en el poder regional
más fuerte del Próximo Oriente.

EL REINADO DE BABILONIA Y LA FORMACION DEL IMPERIO DE HAMMURABI.


ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL IMPERIO Y REFORMA RELIGIOSA. EL CODIGO
HAMMURABI. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL:
(LIVERANI CAP. 14 PAG. 322-333; WAGNER (BABILONIA) PAG. 12-29 Y WAGNER VOL.
1 CAP. 5 PAG .113-117)
(WB) Desaparecido el fuerte poder central con sede en Ur, tan sólo una política de pactos y
alianzas aparecía como posible alternativa viable.
(L) Hacia 1820, la Baja Mesopotamia aún está dividida en los reinos de Babilonia, Isin, Larsa,
Uruk y otros más pequeños. La hegemonía la tiene Larsa en el sur y Babilonia en el norte.
(WB) Las fuerzas estaban divididas y las alianzas se hacían y deshacían a un ritmo acelerado.
En este contexto se produjo la introducción de una dinastía independiente en la ciudad de
Babilonia por el amorita Sumuabum en 1894 a.C. Nacía así la Primera Dinastía de Babilonia
convertida en capital de un principado independiente. Los primeros cinco reyes de esta dinastía
se nos muestran como grandes constructores de edificios religiosos, reparadores de las murallas
y veladores del mantenimiento de la red de canales que irrigaba la campiña y de cuyo
funcionamiento adecuado dependía en gran medida el bienestar de la población local.
Hammurabi (1792-1750 a.C.), sexto de los monarcas de la dinastía fundada por Sumuabum; fue
el primer reunificador importante de Mesopotamia después de los desaparecidos reyes de la
Tercera Dinastía de Ur.
La restauración de un poder político unificado en la región no habría de llevarse a cabo sin
múltiple violencias y dificultades.
En un principio Hammurabi centró su atención en la frontera meridional con Larsa.
(L) En los primeros años de su reinado, Hammurabi dedicó su atención sobre todo al frente sur.
Ya en el séptimo año arrebató Isin y Uruk a Rim-Sin, cuyo poder quedó mermado territorialmente
y subordinado política y militarmente a Babilonia.
En cinco años Hammurabi conquista y se anexiona Larsa (año 31), hace lo mismo con Eshnunna
(año 32), derrota a Mari (año 35) y luego la destruye a raíz de una rebelión (año 35).
Las ciudades pasaron a ser capitales provinciales, centro administrativos locales de un país
políticamente unitario. Con Hammurabi se formó el concepto de un país de “Babilonia”, heredero
del viejo “Sumer y Akkad”.
(WB) Hammurabi empleaba los veinte años siguientes de su reinado en la construcción de
canales, templos y fortificaciones, al tiempo que estrechaba lazos con el rey Zimrilim de Mari. El
flanco nororiental fue asegurado primero con una victoria sobre una coalición del Tigris integrada
por Subartu (Asiria), Gutium, Eshnunna, Malgium y Elam. Hammurabi derrotó prestamente a
Rimsin de Larsa con lo que todas las viejas ciudades meridionales quedaban bajo su poder,
convirtiéndose de esta manera en “Señor de Sumer y Akkad”.
Nuevas campañas contra Subartu y su antigua aliada, Mari, tuvieron lugar en los años
inmediatamente posteriores y en ese tiempo el monarca de Babilonia emprendió la construcción
de un gran canal destinado a proporcionar agua a Nippur, Eridu, Ur, Larsa, Uruk e Isin.
Su imperio se formó mediante una combinación de astucia y habilidad que le permitía salir
siempre airoso del vaivén político de las coaliciones.
(WV1) La preocupación por asentar las bases de su imperio en algo más sólido que aquel mosaico
de ciudades-estados y reinos unificados por la fuerza, donde cada hombre se sentía vinculado
como mucho a su ciudad y sus dioses tutelares, al margen de cualquier tipo de conciencia o
sentimiento nacional de mayor alcance, le inspiró asimismo la redacción de un famoso Código,
que unificaba por vez primera las distintas legislaciones que habían imperado en Mesopotamia.
Se obtenía de esta forma una homogeneidad jurídica. Promovió una reforma-religiosa que situaba
a Marduk en la cumbre del abigarrado panteón mesopotámico, dotándose así de una justificación
religiosa que legitimara su predominio.
(WB) Desde tiempos inmemoriales el país había estado dividido en ciudades-estados más o menos
rivales entre sí y aunque los reyes de algunos estaos habían conseguido crear un imperio
centralizado, no por ello habían desaparecido los particularismos locales.
Cada uno se sentía vinculado como mucho a su ciudad y sus dioses tutelares. Era preciso sentar
las bases culturales e ideológicas de un sentimiento que fuera capaz de mirar más allá de aquellos
estrechos límites y esto es lo que Hammurabi parece haber comprendido pronto. Con este fin
promovió una reforma religiosa en virtud de la cual, Marduk, divinidad tutelar de Babilonia, se
situaba a la cabeza del nutrido panteón mesopotámico.
La lengua había sido igualmente unificada convirtiéndose el acadio, ahora babilonio antiguo, en
el idioma oficial de todo el Imperio, quedando el sumerio relegado al conocimiento de los eruditos
y los sacerdotes.
El Código de Hammurabi, grabado sobre una estela de diorita negra fue descubierto entre las
ruinas de Susa a donde había sido llevada como parte del botín de guerra conseguido por el rey
Shutruk-nakhunte a comienzos del siglo XII a.C.
(L) El famoso código nos proporciona una visión global de la sociedad bajo el reinado de
Hammurabi. El carácter orgánico y la amplitud del código lo han convertido en la fuente principal
para la reconstrucción de la sociedad babilónica.
(Lara Peinado, 1986, 39) Con su promulgación y a pesar de las pocas innovaciones establecidas,
se originó en Mesopotamia una reforma judicial de gran alcance, aunque bien es verdad que sin
excesivas preocupaciones sociales. Se estableció la igualdad jurídica para todos los ciudadanos
pero un modo clasista, ya que la aplicación de sus normas no era idéntica para todos los hombres.
(L) En el código aparecen tres “clases” o condiciones sociales: la del awilum u hombre libre, la
del muskenum o dependiente del rey y la del wardum o esclavo.
En el campo penal se ha resaltado mucho la aparición de la ley del talión, una reglamentación de
las penas corporales como forma atenuada y cualificada de la venganza.
En el campo civil el código supone la consagración definitiva de la importancia que han alcanzado
en la vida económica del país la tendencia a la privatización y por consiguiente de la necesidad
de regular las formas y competencias de los distintos tipos de aparcerías, trabajo asalariado,
alquiler, participación financiera, etc. El código no introduce nada nuevo, y se limita a reseñar los
usos y costumbres, normalizando las tarifas que se aplicaban habitualmente, pero dándoles un
aval regio que tendría un valor para los litigantes y jueces.
(WB) La verdadera importancia del Código de Hammurabi viene dado por el hecho de que
Unificaba las anteriores legislaciones existentes, como los códigos de Ur-nammu, Lipitistar y
Eshnunna, proporcionando una homogeneidad jurídica que antes no había a todas las tierras de
su imperio.
La organización social: Tres categorías sociales; awilu (libres), mushkenu (siervos) y wardu
(esclavos). Entre los awilu, ciudadanos totalmente libres que mantenían una posición desahogada,
constituyendo el grupo social dominante dentro de la estructura clasista de la sociedad babilónica,
se podían distinguir varias capas diferenciadas por su posición en la escala de responsabilidades.
Después de la corte y las jerarquías administrativas civiles, religiosas y militares, venían los ricos
hacendados, los comerciantes y los artesanos cualificados. Por último los pequeños productores
y todos aquellos que ejercían alguna profesión de tipo liberal.
La situación de los mushkenu, el grupo social intermedio, era un tanto compleja. Se trataban de
personas subordinadas y dependientes de otras en el ámbito laboral. Se tratada de agricultores,
pastores, pescadores y pequeños artesanos poco cualificados, dependían para su subsistencia del
palacio o del templo. Es esta dependencia económica y esta falta de movilidad la que lleva a
considerar a los mushkenu como una especia de siervos o de “semi-libres”. Sus derechos y sus
bienes estaban regulados por la ley y durante las campañas guerreras estaban obligados a
participar en ellas.
La tercera categoría social reconocida era la de los esclavos (wardu) cuya situación tampoco era
homogénea. Su situación material dependía en la práctica del carácter y la posición de sus amos.
Una forma especialmente típica de la esclavitud motivada por una mala situación económica era
la de la esclavitud en fianza. A menudo las deudas contraídas por las personas libres podían
provocar su esclavización. El deudor podía entregarse a sí mismo o bien ofrecer a su mujer o a
sus hijos. El Código de Hammurabi limitaba este tipo de esclavitud a tres años y protegía a los
esclavos en fianza contra los malos tratos y la arbitrariedad del acreedor.
La situación de los esclavos era un tanto ambigua. Aunque eran considerados como bienes que se
podían vender o heredar poseían una personalidad jurídica que les permitía poder casarse con una
mujer libre, en cuyo caso sus hijos eran también libres. La manumisión podía realizarse por
adopción o mediante compra.
Otro tipo de esclavitud era la de los prisioneros de guerra (asiru) y los deportados. Carecían de
estatuto jurídico.
La familia era de tipo patriarcal.
El rasgo más característico de la sociedad babilónica de este periodo es el auge de los valores
individuales, fundamentados sobre la propiedad privada.
(L) La reforma religiosa: La época de Hammurabi supone un giro importante en el ámbito
teológico. El giro se debe a la nueva situación política, de unificación definitiva del país y
aparición en escena de las ambiciones ciudadanas. Se produce una completa supremacía de Enlil
de Nippur, ya no está vigente.
La nueva estructuración del panteón tiende a situar en el vértice al dios de Babilonia, Marduk. El
proceso comienza con Hammurabi, pero sólo culminará en la época casita. Entre los
procedimientos utilizados para situar a Marduk en una posición preeminente, uno de ellos es
convertirlo en hijo de Ea (dios de la sabiduría, de prestigio muy antiguo) y caracterizarlo como
dios de las artes mágicas. Las nuevas tendencias hacia lo privado establecen una relación directa
entre Marduk y el fiel.
Otro procedimiento es situar a Marduk en el centro del mundo cosmogónico y cosmológico,
sustituyendo a Enlil, que ya está en decadencia. La culminación de este proceso será el poema
religioso llamado “Cuando en lo alto” que se recitaba en un momento crucial de la fiesta del año
nuevo babilonio. En el poema, Marduk vence al caos primordial, personificado por Tiannat,
asume la función de dios ordenador del universo, y los demás dioses, agradecidos, le rinden
homenaje y se inclinan ante la superioridad que Marduk se ha ganado a pulso.
El rey sale del mundo divino y vuelve al humano como pastor del rebaño, benévolo y justo.
De modo que Marduk, además de ocupar el lugar de Enlil en el ámbito cosmológico, puede ocupar
el lugar del rey en el ceremonial.
El rey en vez de buscar la legitimación de su poder en la filiación divina, la busca, de acuerdo con
la sensibilidad gentilicia de las etnias occidentales en largas genealogías de antepasados tribales.

INVASIONES CASITAS Y SU DOMINIO SOBRE BABILONIA:


(WAGNER, BABILONIA PAG 34-44) A pesar de la aparente grandeza del Imperio reunificado,
la crisis social y económica era aguda en Babilonia. Samsuiluna (1749-1712 a.C.), tuvo que
decretar un nuevo aplazamiento de las deudas. En el sur Larsa, Ur, Uruk e Isin comienzan a dar
pronto síntomas de independencia. Lo mismo ocurre con Eshnunna. Finalmente la Babilonia
meridional se separó bajo la égida de una dinastía fundada por un tal Iluma-Ilum, y que más tarde
conoceremos como la dinastía del País del Mar. Nuevos invasores procedentes del este que
penetran en Mesopotamia bajando desde los montes Zagros: los jinetes casitas contra los que el
rey de Babilonia hubo de enfrentarse ya en el noveno año de su reinado. Aunque fueron
rechazados lograron infiltrarse en la llanura donde unos buscaron ocupación como jornaleros
mientras otros se organizaban en bandas armadas que se dedicaban al pillaje.
Las condiciones empeoraron bajo el reinado del hijo y sucesor de Samsuiluna. Abieshuh (1711-
1684) quienes hubo de enfrentarse a un nuevo ataque de los casitas a los tres años de haber
accedido al trono. De nuevo los invasores fueron rechazados pero nadie pudo impedirles
establecerse en Hana, donde fundaron un principado que dominaba los territorios comprendidos
entre Mari y la desembocadura del Habur.
Samsusditana (1625-1595), habría de marcar el final de la dinastía babilónica. Pero la tormenta
final no la desencadenaron los casitas establecidos en Hana sino el ejército Hitita de Mursil I.
Después de la caída de la ciudad las tropas de Mursi I se retiraron a su país dejando el terreno
abandonado para las apetencias casitas.
Tal acción favoreció la instauración de una dinastía casita en Babilonia, tras el saqueo realizado
por el ejército hitita, a comienzos del siglo XVI a.C. De esta manera los reyes de Hana se
convirtieron en soberano de Babilonia.
El país de Babilonia vive ajeno en gran parte a las transformaciones que se estaban produciendo
en el ámbito internacional. Asiria declina ante el expansionismo hurrita-mitannio, el reino hitita
desaparece como factor político debilitado por una aguda crisis interna y Egipto da muestra de un
interés progresivo por establecer su autoridad sobre Asiria. Este aislamiento internacional toca a
su fin con la llegada al trono de Karaindash, parece haber sido el primer rey casita en iniciar una
política exterior de alcance al establecer relaciones diplomáticas con Egipto. En el siglo XV a.C.
la dinastía casita se encontraba plenamente consolidada sobre el trono de Babilonia.
Los soberanos casitas parecen haberse distinguido por haber restaurado la paz y la prosperidad en
el país, lo que coincide con su florecimiento de las artes y la literatura. El sistema de irrigación
fue cuidadosamente conservado y se constituyeron templos y palacios. El territorio fue protegido
frente a posibles ataques con fortificaciones, aunque la diplomacia parece haber constituido el
arma defensiva más eficaz. Mientras Egipto, Mitanni y el recuperado poderío hitita se disputaban
la soberanía sobre los pequeños principados de Siria, Palestina y Fenicia, los monarcas casitas
convertían Babilonia en una potencia en pie de igualdad con sus más poderosos vecinos sobre la
base de un desarrollo económico y cultural sin precedentes en mucho tiempo atrás.
Kurigalzu I desarrolló una importante actividad constructora. Burnaburiash II (1375-1347 a.C.)
continuó la actividad política diplomática con Egipto y selló una alianza con Asiria; consecuencia
de este acuerdo fue la llegada de una princesa asiria a la corte de Babilonia.1
El rápido ascenso del poderío asirio y el paralelo desmoronamiento de Mitanni obligan ahora a
Babilonia a un acercamiento cada vez más estrecho con los hititas, política que impulsa el nuevo
rey Kadashmanturgu (1297-1280 a.C.) hasta el punto de convertirla en un verdadero pacto de
alianza y de asistencia mutua. Alianza que continúa bajo el siguiente reinado de Kadashman-Enlil
III (1279-1265 a.C.) al tiempo que volvían a empeorar las relaciones con Asiria.
La Babilonia casita: Una vez dueña de Babilonia los casitas se adaptaron rápidamente a la cultura
local; adoptando el dialecto acadio; se convierten desde un principio en protectores de los grandes
dioses nacionales babilónicos, Marduk y Enlil, lo que les valió muy pronto la simpatía del
poderoso estamento sacerdotal con cuyo apoyo contaron para consolidarse en el trono. Los
templos comienzan a recibir ahora importantes donaciones de tierras por parte del poder real. Los
reyes casitas, líderes de una poderosa aunque reducida aristocracia que integraban las tropas de
élite de los combatientes de carros distribuían también tierras entre sus nobles que quedaban
ligados por lazos de dependencia y fidelidad.
Surgieron una serie de propiedades señoriales en torno a los templos.
El sistema administrativo no fue trastocado y los soberanos casitas se limitaron a ocupar el lugar
que antes había sido de los reyes babilónicos; presencia omnipotente del Estado. La nobleza casita
se instituye como la más alta jerarquía administrativa y el sistema es apoyado por el estamento
sacerdotal y la “burguesía” mercantil de las ciudades.
La ciudad de Babilonia a partir del siglo XIV a.C. experimentó un extraordinario renacimiento
comercial. Fundamentalmente los babilonios exportaban cereales, aceites, lino, lana, ganado,
lapislázuli, vestidos y diversas manufacturas de lujo. Esta extensión del comercio aseguró el
mantenimiento de sectores de propiedad privada y por ende las bases del derecho individualista
babilonio. Por otro lado, tan grande habría de ser su influencia, el idioma de sus comerciantes se
transformó en el lenguaje internacional de los negocios y la diplomacia.
La unificación jurídica conseguida por Hammurabi se viene abajo ya que coexisten tres sistemas
de organización de la vida económica y social distintos: el que se basa en la propiedad privada y
en las normas del derecho individualista babilónico, el señorial vinculado a una propiedad de tipo
patrimonial y a una servidumbre atada a la tierra, y el tribal, introducido por los invasores.

1
Siguen conflictos con Asiria seguido de su distanciamiento.
Este Imperio heterogéneo era gobernado por los reyes casitas de “Karduniash”, asistidos por
funcionarios de la administración central –resh sharri- de entre las cuales destaca el shatammu o
encargado de custodiar los bienes de palacio, mediante una división administrativa en provincias
–pihatu-, al frente de los cuales se encontraba un gobernador –chakmu- asistido por un funcionario
subalterno –bel pihati- cuyas funciones no están bien definidas.
Las guerras con Asiria y el final de la dinastía casita: Durante los reinados de Kudur-Enlil I (1264-
1254 a.C.) y su hijo Shagarakti Shuriash (1255-1243 a.C.) la crisis económica parece haberse
apoderado de Babilonia. El empobrecimiento de amplios sectores de la población había motivado
además la existencia de situaciones de dependencia que no diferían mucho de la esclavitud.
La amenaza elamita era cada vez más evidente, lo que obligaba a desviar la atención del poderoso
vecino Asirio. La guerra llegó por fin y tiene todo el aspecto de una derrota de Babilonia. Y luego
llegaron los asirios.
El motivo de la guerra contra Asiria parece haber estribado en las ya antiguas cuestiones de
delimitación de las respectivas fronteras y de control del acceso a los países y principados
orientales amenazados por la expansión asiria hacia el este. El país fue devastado, los principales
centros ocupados y finalmente el rey asirio, Tukilti-Ninurta I, después de capturar a su enemigo,
conquistó y destruyó la propia ciudad de Babilonia cuyos habitantes fueron muertos o deportados.

LAS RELACIONES INTERESTATALES DURANTE EL SEGUNDO MILENIO A.C.:


MITANNI, EGIPTO, BABILONIA CASITA E IMPERIO HITITA.
(WAGNER VOL. 1 CAP. 6 PAG. 125-140) El Bronce Tardío (1550-1200) en el Próximo Oriente
se caracterizó por la pérdida de la posición central que hasta aquel momento había ostentado la
Mesopotamia centro-meridional.
El periodo que ahora se inicia conocerá la aparición de un nuevo equilibrio regional,
consecuencia del desplazamiento del Alta Mesopotamia, Siria septentrional y Anatolia. La
periferia se había convertido en centro y el centro se tornaba periferia. La estabilidad de las
potencias regionales que surgen y se consolidan durante este periodo será, en general, mayor que
la de los anteriores imperios mesopotámicos, y la internacionalización de las relaciones exteriores,
diplomáticas o de contienda, implicará la presencia, militar o comercial, en el Próximo Oriente
de Egipto, Chipre y el mundo micénico.
Toda aquella época conoció dos niveles de agregación política (pequeños y grandes reinos), con
un sistema de relaciones horizontales, no siempre amistosas, pero en grado de igualdad de trato
entre las grandes potencias, y otro de relaciones verticales, de vasallaje y sometimiento que
supeditaba los pequeños reinos a los más poderosos. En el marco político un restringido número
de “grandes reyes” sentados en el trono de las grandes potencias (Egipto, Mitanni, Hatti, Babilonia
y Asiria) y que se otorgan el tratamiento de “hermanos” en la correspondencia diplomática,
mantienen entre ellos una relación de amistad o conflicto, y de hegemonía respecto a los monarcas
y príncipes de los estados subordinados a su autoridad, que renovaban periódicamente su lealtad
mediante el envío de regalos a la corte imperial, donde algunos de sus hijos se educaban en calidad
de huéspedes del “gran rey”, rehenes en realidad de la fidelidad de su padre hacia éste.
En la alta Mesopotamia las poblaciones hurritas habían sido unificadas, a lo largo de un proceso
del que apenas sabemos nada, en una sola formación política, el reino de Hurri, también conocido
como Mitanni.
Durante dos siglos (XVI y XV a.C.), que conocieron la hostilidad y las guerras con Egipto por el
control de Siria-Palestina, la hegemonía de Mitanni fue incuestionable en los territorios de la alta
Mesopotamia y la Siria centro-septentrional. Asiria padeció mientras tanto un prolongado eclipse.
En el altiplano anatólico el moribundo reino hitita de Hatti se debatía entre la crisis interna,
ocasionada por las discordias palaciegas, las usurpaciones del trono y las incursiones de los gasga
y la presión exterior de los reinos de Arzawa, Kizzuwatna y el propio Mitanni. En torno al 1450
a.C. los ejércitos de Hatti tomaron la ofensiva contra Arzawa, contra Assuwa, contra Isuwa.
El nuevo, aunque breve, auge hitita se mantuvo con su sucesor, Arnuwanda, pero tras él Mitanni
recuperó su poder sobre Alepo y Kizzuwatna y una serie de ataques procedentes de los otros
reinos anatólicos crearon en Hatti una situación calamitosa.
Pese a que la decadencia hitita y el eclipse asirio significaban la ausencia de vecinos poderosos,
la expansión de Mitanni había encontrado su contrapeso en la presencia militar de Egipto en Siria-
Palestina. Los faraones de la Dinastía XVIII disputaron a los soberanos del Imperio creado por
los hurritas el control de los países de Canaan y Amurru. En tiempos de Barattama, Tutmosis I
(1525-1495 a.C.) penetró en territorio mitannio llegando a alcanzar el Eúfrates. Una vez que las
tropas egipcias se retiraban no resultaba difícil a los mitannios volver a controlar el territorio.
Durante el reinado de Saushtatar, las repetidas y victoriosas campañas de Tutmosis III (1490-
1436 a.C.) sirvieron para delimitar una frontera que desde Ugarit, en el norte, hasta Qadesh, en la
Siria central, marcaba las respectivas zonas de influencia de ambas potencias sobre el territorio
en disputa.
Palestina y Siria centro-meridional quedaron así situadas bajo la hegemonía de Egipto.
Las revueltas de los pequeños estados sirios y cananeos contra la autoridad de los faraones no
fueron raras, y en más de una ocasión Mitanni se encontraba detrás de ellas, sosteniéndolas y
alentándolas.
Hasta mediados del siglo XV a.C. las relaciones entre Egipto y Mitanni fueron de hostilidad, para
posteriormente cambiar de signo. Las guerras fueron sustituidas por relaciones diplomáticas que
se sellaron con el intercambio de embajadores y el envío de regalos, mientras que la paz entre las
dos potencias era sancionada en varias ocasiones por el matrimonio de princesas mitanias con los
faraones egipcios. La amistad con Egipto supuso para los reyes de Mitanni la tranquilidad en su
frontera meridional, lo que les permitió concentrar todos sus esfuerzos en el norte, donde la
reactivación de la iniciativa hitita había hecho peligrar su dominio sobre Alepo y Kizzuwatna.
El responsable del nuevo auge hitita y creador del Imperio, fue Subiluliuma (1370-1342 a.C.); los
primeros años de su reinado se caracterizaron por un empeño similar en garantizar la seguridad
de Hatti y afirmar su dominio sobre el conjunto de Anatolia. Una vez consolidado su poder sobre
un trono que él mismo había engrandecido, Subiluliuma dirigió su atención contra Mitanni y, tras
una primera ofensiva fracasada, invadió finalmente su territorio llegando a atacar la capital, para
proseguir después en dirección Siria. Mitanni perdió su hegemonía sobre la zona. El Imperio hitita
estaba en pie y emprendía de esta forma su marcha, ocupado en el escenario de la política
internacional el papel de gran potencia que hasta entonces, y por espacio de tres siglos, había
desempeñado Mitanni.
Mientras tanto, Asiria había experimentado un renacimiento que permitía a sus dirigentes
reconstruir las fortificaciones de la capital, firmar acuerdos fronterizos con Babilonia e iniciar una
política exterior propia, llegando a establecer incluso relaciones diplomáticas directas con Egipto.
El poderío asirio emergía con renovado ímpetu, favorecido por el cambio en la situación
internacional que había afectado de forma tan negativa a Mitanni. Renacimiento económico y
político que debió obedecer también a factores internos por desconocidos que nos sean.
El nuevo poder de Asiria se puso pronto de manifiesto con la intervención de Adad-ninari (1305-
1274 a.C.) en el territorio hurrita de Hanigalbat que había constituido el corazón de Mitanni,
situado ahora bajo la hegemonía hitita. En el curso de sus campañas el rey asirio alcanzó el
Éufrates a la altura de Karkemish, penetrando en Siria y asegurando el acceso a la ruta comercial
que unía la Mesopotamia septentrional con el Asia Menor y los importantes puertos del
Mediterráneo. A partir de entonces la expansión de Asiria en esta dirección no hará sino
acentuarse, obteniendo el control de toda la Mesopotamia, y con Salmanasar I (1273-1244 a.C.)
el dominio permanente sobre el país hurrita.
Asiria establecía también frontera directa con el Imperio hitita, convirtiéndose en una de las
potencias sobre las que se reconfiguraba, en el plano internacional, el complejo equilibrio de
poderes regionales.
Durante el Bronce Medio el desplazamiento del eje político-militar hacia occidente, con la
aparición de Mitanni, Egipto y el Imperio hitita en escena internacional, supuso un descenso de
los conflictos bélicos en la Mesopotamia. La crisis de Asiria bajo el dominio de los hurritas, que
no se mostraron interesados en extenderse más hacia el sur, y la instalación de una nueva dinastía
de origen extranjero en Babilonia, fueron así mismo causas de la relativa tranquilidad que
caracterizó el periodo, al menos hasta el auge asirio que se produjo, con Assur-uballit I, partir de
mediados del siglo XIV a.C.
Tras el saqueo de la ciudad de Babilonia por el ejército hitita de Mursil I en 1595 a.C., se
produjo un vacío de poder que favoreció finalmente la instauración de una dinastía kasita en el
trono; el inaugurador de la dinastía kasitas en el trono de Babilonia parece que fue un tal Augun
II en torno a 1571 a.C..
Bumaburiash I firmó un tratado de alianza con la Asiria de Puzur-Assur III, sometida a la
hegemonía de un Mitanni en pleno ascenso de su poder.
Karaindash estableció por vez primera relaciones diplomáticas con Egipto, llegando incluso a
establecer un servicio permanente de correo con el país del Nilo, al tiempo que precedía a un
nuevo tratado con Asiria, lo que indica que la dinastía kasita, plenamente consolidada sobre el
trono de Babilonia.
En el marco de la política exterior, las relaciones amistosas fueron frecuentes con el lejano país
de los hititas, mientras que con Egipto, país de donde se requeria sonbre todo su oro, prosiguieron
con desigual fortuna, debido fundamentalmente al creciente desinteres de los faraones. Amenofis
III (1417-1379 a.C.) desposó a una princesa kasita, hija de Kurigalzu I, pero después Burnaburiash
II (1359-1333 a.C.). Tales acontecimientos dan fe de la posición secundaria que ocupaba
Babilonia frente a las grandes potenciasde la época, como Egipto, y del creciente interés de la
emergente Asiria sobre ella. Sin embargo el nuevo monarca, nieto también de Assur-uballit, no
colmó las pretensiones del rey de Asiria rechazando el protectorado que aquel pretendía establecer
sobre Babilonia, lo que llevó a una guerra de resultados inciertos.
El rápido ascenso del poderío asirio y el paralelo desmoronamiento de Mitranni empujaron a
Babilonia a olvidarse de Elamy a practicar un entendimiento cada vez más estrecho con los hititas,
que cristalizó durante los reinados de Kadashman-Turgu (1281-1264 a.C.) y Kadasman-Enlil II
(1263-1255 a.C.) en una política de alianzas, estando aquellos igualmente inquietos por la
expansión asiria.
El auge asirio se plasmó finalmente en el enfrentamiento directo con Babilonia porque ambos
reinos se disputaban el control de los países orientales situados junto al Zagros y con ellos el de
las rutas que se dirigían hacia la planicie iraní.
La dinastía kasita despareció bajo los golpes de Elam2.
Las conquistas de Subiluliuma y la sistematización del control sobre los nuevos territorios, con
sus hijos reinando sobre Karkemish y Alepo, así como la conclusión de pactos de vasallaje con
las dinastías locales que se habían sometido de buen grado del dominio hitita, habían creado un
imperio de poderosa apariencia cuya presencia había inquietado poderosamente a los reyes de
Mitanni y a los faraones de Egipto.
La expansión de Asiria la convertía en un peligroso vecino para los hititas sobre la línea del
Éufrates, al tiempo que Egipto, superada la crisis final de la XVIII Dinastía, reemprendía sus
campañas asiáticas dirigidas por los faraones militares de la nueva casa reinante. Seti I (1304-
1290 a.C.) y Ramsés II (1290-1224 a.C.) intentaron disputar la hegemonía a los hititas sobre la
Siria centro-septentrional, contando para ello con las simpatías del reino de Amurru. El encuentro
frontal entre los dos imperios tuvo lugar en Qadesh en 1285 a.C., donde el ejército de Muwatal
(1310-1280 a.C.) obligó a replegarse a las tropas de Ramses II.
Poco después la presión de Asiria convencía a los hititas de la conveniencia de asegurar la
estabilidad en su frente meridional, por lo que se llegó finalmente a un tratado de paz entre Hatusil

2
Anteriormente mencioné que esto concluye con la ocupación de Asiria.
III (1270-1220 a.C.) y Ramses II en 1234 a.C. Egipto y el Imperio Hitita, que se reconocían
mutuamente como las dos máximas potencias del momento, ponía de este modo término a un
conflicto que se remontaba a cuatro siglos atrás.

“LOS PUBLOS DEL MAR” Y LA CRISIS DE LOS IMPERIOS:


(WAGNER VOL. 1 CAP. 6 PAG. 140-143) Gente que se desplazaban preferentemente por mar,
aunque también avanzaban por tierra, atacaron en torno al 1200 a.C. la Anatolia occidental y
meridional, desencadenando una reacción que pondría fin al Imperio hitita, desgastado por
factores estructurales adverso (despoblación, crisis productiva) y los esfuerzos que imponía la
expansión imperialista, causando la destrucción contemporánea de Hattusa y otros muchos
lugares importantes del Imperio. Desembocaron en Chipre (Alashiya), que había sido conquistada
por los hititas de Subiluliuma III (1200-1182 a.C.). Allí asaltaron y destruyeron algunas de las
localidades más importante de la isla y asolaron las tierras de Siria y Palestina, arrasaron Ugarit
y Alalah, atacaron Tiro, y más al sur Gaza, Ascalón, Asadad, Gat y Ekron, que fueron ocupadas
por nuevas poblaciones, los filisteos, que establecieron los Zeker, otro grupo de invasores, que
asentaron su dominio sobre Dor.
Los “Pueblos de las islas de en medio del Mar”, como los conocieron los documentos egipcios de
la época, atacaron finalmente el país del Nilo hacia 1190 a.C., durante el reinado de Ramses III,
de donde fueron rechazados después de una gran batalla en el Delta.
Ya antes, los invasores habían precipitado la ruina del poderío hitita invadiendo Anatolia y
rompiendo la frágil cohesión de un Imperio desgastado por las tensiones internas, las sequias y
las hambrunas.
Aquellos “Pueblos del Mar” constituyeron un conglomerado heterogéneo en el que participaban
desde micénicos hasta piratas de Licia. Las causas de la invasión fueron en origen de tipo
migratorio, relacionado tal vez con el problema de los dorios en Grecia y la destrucción de los
palacios micénicos, pero a ellas se añadieron factores de tipo socio-económico.

6) Etapa de dominio asirio: s. IX a.C.- VII a.C. Antecedentes: ingreso de


asirios en el territorio mesopotámico hacia el siglo XX a.C. Las ciudades de
Assur y Nínive y el desarrollo del reino asirio. La conformación del imperio
neoasirio en el primer milenio a.C. Organización política, militar, social y
económica. Ideología imperial. Asirios en el Levante y Egipto. La dinastía
sargónida. Final del imperio asirio.

ANTECEDENTES: INGRESO DE ASIRIOS EN EL TERRITORIO MESOPOTAMICO HACIA


EL SIGLO XX A.C. LAS CIUDADES DE ASSUR Y EL DESARROLLO DEL REINO ASIRIO:
(LIVERANI CAP. 12 PAG.283-295) El estado asirio tiene un origen de carácter tribal y nómada.
Los primeros 17 reyes –dice la lista real- “vivían en tiendas”. En general, esta lista está influida
por el clima político-cultural de la época amorrita, y en concreto pretende legitimar la posición
de Shamshi-Adad.
La historia asiria más antigua es la de una región de urbanización antigua e intensa economía
agrícola. Asiria es una zona de aldeas agrícolas desde el periodo de Hasuna y Halaf, y una tierra
de ciudades desde el ‘Ubaid Tardío y la época de la primera urbanización. Pero conviene
distinguir dos núcleos, que al fundirse dan lugar al estado asirio tal como permanece durante
varios siglos. El fértil “triángulo de Asiria” es una zona de poblamiento antiguo y bien urbanizada,
ya que puede contar con suficiente pluviosidad y muchas tierras de cultivo. Posee una población
local de origen hurrita o “subarteo”. Sin duda recibe flujos de colonización procedente del sur
pero asimila estas influencias con formas originales. Assur es una ciudad aislada. En Assur son
más recientes las influencias del Sur, del Protodinástico en adelante. Si Nínive y el triángulo asirio
tienen vocación agrícola y un intenso poblamiento, Assur posee vocación puramente comercial.
Desde Assur se puede remontar el Tigris hacia Anatolia oriental (…). Avanzadilla comercial
meridional y cuerpo separado en el país de Subartu, Assur acabará convirtiéndose en el centro
político de toda la región, haciendo de Assiria una de las potencias de dimensión regional en el
tablero político de la primera mitad el II milenio.
La unión política de la ciudad de Assur con el rico “triángulo Asirio” (y la subordinación del
segundo al primero) revela el interés que tuvieron las formaciones imperiales mesopotámicas por
esta región. Tras la caída del imperio de Ur los ensi de Assur se independizaron por completo
iniciando la secuencia dinástica asiria con Sulili, Kikia y Akia. Asiria es una zona de intenso
poblamiento acadio en un contexto dominado por los hurritas en la vertiente del piedemonte, y
por los amorritas en la estepa. Un tercer elemento es la posición de Asiria, justo al pie de los
montes Zagros y Taurus, desde allí se accede rápidamente a las materias primas “periféricas”. Al
mismo tiempo es una posición peligrosa, debido a la amenazadora presión de las tribus
montañesas, lo que explica la vocación militar de Asiria.
Desde el reinado de Ilushuma, Asiria se halla inmersa en una red comercial que abarcaba desde
la Alta Mesopotamia hasta el suroeste y centro de Anatolia.
El poder es tripartito, el rey está situado en el vértice destacan su tradicional dependencia del dios
ciudadano. El rey asirio es issi’ak assur, es decir, “gobernador de Assur (por cuenta del dios)”.
El segundo elemento del sistema político paleoasirio es la “ciudad” (alum), que cuando actua y
toma decisiones como cuerpo unitario está representada por una asamblea en la que participan
todos los ciudadanos libres (cabeza de familia). Esta “ciudad” posee competencias judiciales.
El tercer elemento del sistema político es el funcionario epónimo, llamado límum. Este
funcionario desempeña un papel que de alguna manera limita al del rey. A diferencia de la realeza,
que es hereditaria y está legitimada por su vínculo privilegiado con el dios Assur, el epónimo
Límum se elige echando a suertes con un dado entre un número limitado de candidatos,
representantes de varias familias. Su mando es temporal, de modo que se cambia constantemente.
A medida que la ciudad de Assur vaya perdiendo influencia ante las ciudades agrícolas del
“triángulo”, el palacio real reforzará su posición, y la asamblea desaparecerá de la escena. La
política militar y territorial que reemplazará a la comercial será un elemento crucial para el
refuerzo de la posición del rey, en perjuicio de los otros componentes.
El comercio paleoasirio se desarrolló en Anatolia con formas complejas y un volumen
impresionante.
La intensidad y el volumen del comercio llevó a la separación de simple ir y venir de caravanas,
pasando a la presencia fija de mercaderes asirios en Kanish y las otras ciudades anatólicas. El
comercio se realizaba sobre todo entre los mercaderes asirios de Kanish y sus representantes de
Assur. Extensa red comercial en Anatolia; organización productiva e infraestructura en el propio
Assur; intermediarios y porteadores que iban y venían entre las dos ciudades principales.
Es una organización y un asentamiento situado en el exterior de la ciudad indígena anatólica.
Función de garantía en las operaciones, y judicial en los pleitos comerciales entre mercaderes o
entre éstos y los indígenas. Función de compensación financiera por el pago de las tasas. El Karum
tiene su “estatuto”, una asamblea general y un consejo restringido, y en él reside un
plenipotenciario enviado por la “ciudad” (ASsur).
Los asirios exportan a Anatolia tejidos y estaño a cambio de plata. Se trata de un comercio de
exportación, cuya finalidad es el beneficio.
En esta época Assur es una ciudad de vocación marcadamente comercial e “industrial”, y con un
modesto peso agrícola.
El comercio se realiza con recuas de burros.
El sistema “colonial” asirio en Anatolia consta de diez colinas principales (del tipo de Karum) y
otras diez menores (del tipo wabartum), todas ellas relacionadas con ciudades indígenas y
concentradas en tres zonas: 1) En torno al Éufrates medio y alto; 2) la llanura de Konya; 3) la
curva del Halys y su valle desde el curso alto hasta la desembocadura.
Son relaciones de carácter contractual. Se basan en la firma de tratados, confirmados por un
juramento solemne, entre cada nuevo rey y el karum central de Kanish o el karum anejo a la propia
ciudad. El rey local permite que la colonia asiria permanezca en su territorio y se dedique al
comercio, y le garantiza la protección en el propio karum y a lo largo de los recorridos
caravaneros.

LA CONFORMACION DEL IMPERIO NEOASIRIO EN EL PRIMER MILENIO A.C.:


(WAGNER, ASIRIA PAG. 32-35) Asiria comienza a salir de la oscuridad provocada por las
invasiones arameas durante el reinado de Assur-dan II (934-912 a.C.), pero fue su hijo y sucesor,
Adad-nirari II (911-891 a.C.) es quien emprendió la restauración del reino. A partir de ahora la
progresiva recuperación de Asiria tiene mucho que ver con la expansión de la metalurgia del
hierro lo que condujo al aprovisionamiento del ejército con un nuevo y más perfeccionado
armamento que contribuía a restablecer el poderío militar de los asirios. Al mismo tiempo nuevas
tácticas militares explican el cambio de la situación: se había renunciado a las rápidas cabalgadas,
volviendo a la guerra de asedio. La guerra se convertía de nuevo en un negocio rentable
permitiendo cubrir la escasez de materias primas y de mano de obra. La guerra de conquista
alcanzo otra vez su paroxismo durante el reinado de Assur-narsipal II (883-859 a.C.) quien se
distinguió por su fiereza y crueldad. El engrandecimiento del reino fue celebrado con la
construcción de una nueva capital-resistencia en Kalah.
Los últimos anos de su reinado Salmonasar habría de conocer una crisis interna que asolaría su
reino. El monarca parecía no encontrarse seguro ni aun en su capital., Kalah, fortificada con
murallas, pues hizo construir una poderosa fortaleza en las afueras donde residía habitualmente.
Una revuelta nobiliaria perturbaba la estabilidad interna de Asiria. Esta crisis, que había
comenzado con una revuelta de la pequeña nobleza contra los altos dignatarios que ostentaban
los cargos más importantes del Estado, y que en ocasiones adquirió el tinte de guerra civil, habría
de prolongarse durante los cinco reinados siguientes, paralizando la actividad de los ejércitos
asirios en el exterior y favoreciendo así la intervención de Babilonia y la virtual independencia de
los antiguos tributarios de Asiria.
Después de 80 años de aguda crisis interna agravada con la pérdida de la ruta metalífera de
Anatolia ante el incontenible avance de Urartu, la llegada al trono de un enérgico advenedizo
marcó el inicio de la restauración de la grandeza asiria. Tiglat-Pilaser III (744-727 a.C.) autentico
fundador del nuevo imperio asirio, reanuda la tradicionalpolitica expansionista de sus gloriosos
predecesores.
El ejército fue reformado. Con el fin de asegurar la estabilidad interna de un imperio que abarcaba
todas las tierras del creciente fértil, Tiglat-Pilaser recurrió a una activa política de deportaciones
como medio de romper la cohesión nacional de las comarcas y países conquistados.

ORGANIZACIÓN POLITICA, MILITAR, SOCIAL Y ECONOMICA. IDEOLOGIA IMPERIAL:


(LIVERANI CAP 29 PAG 634-646; WAGNER, ASIRIA PAG 41-52)
(L) La actividad militar se sitúa en primer plano. La imagen que se tiene habitualmente del
imperio asirio es la de una “maquina militar” que siembra terror y destrucción.
(W) El ejército asirio evoluciono mucho con el transcurso del tiempo. A partir de Tukulti-Ninurta
II y Assurnasirpal II (883-859 a.C.) pasó de ser un instrumento defensivo a constituirse en una
poderosa arma ofensiva. Tiglat-Pilaser III y Sargón II llevaron a cabo diferentes reformas como
resultados de las cuales todo el poder estatal fue puesto al servicio de las necesidades militares.
Se renunció a las levas anuales para crear un ejército permanente. Desde Salmanasar III las tropas
asirias se reforzaban con contingentes reclutados entre los vencidos. El ejército asirio también se
nutría de gentes de guerra procedentes de ciertos núcleos de población que habían deportado de
un lugar a otro de su imperio. El mercenario tampoco fue desconocido en el ejército asirio que a
partir del siglo VIII a.C. se componía de tres elementos: tropas permanentes a disposición de los
gobernadores: el jefe de cada región reunía los efectivos en el territorio bajo mando y él mismo
podía mandar estos contingentes. Cuerpos y destacamentos especiales que integraban el ejército
real apostados en las fronteras. Por último, la guardia real a caballo, auténtico cuerpo de élite,
utilizados para las misiones de confianza.
El desarrollo del ejército se plasmó también en su estructuración en unidades de combate.
(L) El ejército se divide por especialidades. Las masas de los infantes tienden a diferenciarse
(sobre todo en el siglo VIII a.C.) en arqueros y guerreros con escudo y lanza. El cuerpo de los
carristas sigue siendo importante, la caballería gana importancia como cuerpo móvil.
La máquina bélica asiria necesita abastecerse sobre todo de caballos y bronce, las campañas del
norte van dirigidas, precisamente, a asegurar este abastecimiento: un círculo vicioso. En cuanto a
la estructura operativa del ejército ninguna es bien conocida.
El ejército está dirigido personalmente por el rey. El rey está flanqueando por los dignatarios de
la corte y de la administración central, con arreglo a una suerte de “organigrama”. Los cinco
dignatarios asirios más importantes son: el turtanu o “generalísimo” dado su papel destacado,
pero en realidad significa “segundo (en rango)”, “vice”, es el principal colaborador del rey. Le
siguen el nagir ekalli, “heraldo de palacio”, el rab saqe, “gran copero”, el abarakku, “intendente”
y el sukkallu “mayordomo”. Sus funciones se han ampliado hasta abarcar toda la administración
y los asuntos de estado. Estos próceres de la administración central gobiernan las provincias más
antiguas y codiciadas. Entre el rey y los funcionarios se establece una relación muy directa y
personal de fidelidad, que se expresa en un juramento y coloca al funcionario completamente a
merced de la valoración que haga el rey de su trabajo.
La estructura de la administración local es distinta. En las ciudades más pequeña subsiste la
antigua organización, con un “alcalde” (hazanu) y un consejo de “ancianos” (sibuti) que se
encargan de la administración de la justicia y las cuestiones fiscales (y por lo tanto de la relación
con la administración central). En ambos sectores son habituales las arbitrariedades, las
extorsiones y los favoritismos.
(W) Se recordaba al rey de Asiria su carácter de Shangu de Assur, sacerdote y administrador del
dios nacional, cuyo dominio debía velar y ampliar. Desde las revueltas del siglo IX a.C. el derecho
de primogenitura no volvió a tenerse en cuenta. Los reyes adquirieron la costumbre de asociar el
heredero de su elección al ejercicio del poder. El servicio al rey constituía el principio
fundamental sobre el que descansaba todo el funcionamiento del Estado y en este punto no
existían distinciones entre el sencillo labriego y el gobierno de una provincia.
La administración del estado estaba en gran medida puesta al servicio de las necesidades militares
y de la política de expansión de los monarcas asirios. De esta forma las funciones civiles de los
funcionarios se entremezclaban con las obligaciones militares. Así, los altos funcionarios
encargados del gobierno de las provincias debían mantener el orden en sus circunscripciones para
lo cual contaban con guarniciones permanentes bajo su mando.
El Estado, encarnado en la persona del monarca absoluto, Shangu del dios Assur a quien en último
término pertenecía todo, dirigía la producción agrícola e industrial, controlaba los intercambios
comerciales y emprendía obra de interés público. Contaba con un gran capital financiero,
procedente de impuestos y tributos, y humano, ya que el conjunto de la población debía cumplir
“el servicio al rey” y responder al reclutamiento y a la prestación personal exigidas.
(L) La organización de las tierras conquistadas pasa por dos grandes fases. Antes de mediados del
siglo VIII a.C. el imperio distingue claramente dos franjas territoriales. La primera corresponde
al territorio de la antigua conquista medioasitia, comprendida entre el Éufrates, al oeste y los
primeros repechos de los Zagros, al este. La presencia asiria se ha plasmado en una red de centros
urbanos propiamente asirios, con población asiria, mezclados con las ciudades y la población
local. El control y la explotación económica de esta franja corre a cargo de funcionarios
periféricos (que ostentaban el título de Saknu), con competencias en ciudades concretas o
territorios limitados. Mezclados con los jefes locales que Asiria ha reconocido oficialmente. Hay
cierto grado de autonomía local. La segunda franja es exterior y está formada por los reinos
limítrofes sometidos a una relación tributaria. Las dinastías locales conservan su autonomía, y el
instrumento formal de la dependencia es el juramento prestado por estos reyes al soberano asirio,
que obliga sobre todo a pagar un tributo anual. Cada provincia posee una capital con un palacio
provincial, residencia del gobernador asirio. Las provincias son gobernadas por funcionarios
nombrados por el rey.
El aspecto de la franja externa es distinta. El sistema provincial estuvo aquí vigente durante casi
un siglo y no tuvo tiempo de afianzarse. La presencia de elementos asirios era numéricamente
reducida y casi irrelevante. Por lo tanto, en toda la franja externa la presencia asiria aparece
arqueológicamente más bien en sus aspectos negativos y no en los de reestructuración.
El que fuera un mundo rico y variado, formado por etnias distintas, con expresiones artísticas
diferentes, con sus tradiciones y sus estrategias locales, de repente quedó empobrecido y
homogeneizado por la máquina destructora del ejército asirio, y luego por la máquina unificadora
de la administración asiria.
Un elemento crucial y notorio del proceso de aculturación fueron las deportaciones, que tenían
una doble funcionalidad. Para repoblar los campos y las ciudades asirias, que habían sufrido un
acentuado descenso de la población a causa de las campañas militares. Con el propósito de
destruir las identidades nacionales y culturales de los pueblos conquistados, se llevaron a cabo
deportaciones cruzadas de una provincia a otra, donde al malestar de los deportados al tener que
establecerse en tierras nuevas, entre gentes desconocidas, se añadía el malestar de los
supervivientes al verse colonizados por los recién llegados, instrumento de la opresión imperial.
(W) El florecimiento del poderío político-militar de Asiria estaba relacionado con el crecimiento
de las fuerzas productivas del país, lo que exigía el desarrollo del comercio exterior y la defensa
y control de las rutas comerciales, el acceso a las fuentes de las materias primas, acumulación de
riquezas procedentes del botín de guerra o de impuestos y tributos, y disponer de una abundante
y barata mano de obra integrada por siervos y esclavos.
La economía del imperio asirio continuaba siendo básicamente agrícola, con un artesano poco
desarrollado y concentrado en los centros administrativos. Debido a las necesidades militares, la
metalurgia alcanzó en Asiria un desarrollo notable y una gran perfección técnica. Durante el siglo
VIII a.C. el hierro había desplazado al cobre y al bronce tanto en la vida ordinaria como en la
actividad militar.
En el gran imperio asirio se desarrollaba cada vez con más fuerza el intercambio comercial. De
los países extranjeros se recibían distintas mercancías. En Asiria se cruzaban importantes rutas
comerciales y muchas de las campañas de los monarcas asirios tenían como objetivo situar bajo
su control la “ruta de estaño y del hierro”.
En el interior los ríos y canales se utilizaban también para el transporte de mercancías. La
primitiva técnica de construcción de embarcaciones, en un país que carecía de una salida directa
al mar y que nunca dispuso de una flota propia, ofrecía la posibilidad de transportar mediante
barcazas hombres y mercancías por los grandes ríos aguas abajo; curso arriba el transporte fluvial
era sólo posible hasta Opis y Babilonia. El comercio interno descansaba fundamentalmente en
mano de los arameos, mientras que el tráfico exterior de mercancías, sobre todo el marítimo,
estaba en mano de los fenicios. Toda esta intensa actividad comercial parece haber seguido
circuitos oficiales de distribución, ya que todo convergía hacia los palacios que parecen
desempeñar un papel esencial. Se trataba en suma de una economía redistributiva ya que una vez
centralizados los bienes y las mercancías la capital dirigía hacia los grandes centros de provincias
los productos importados que fueron allí necesarios. Los campesinos vivían en un sistema
semiautarquico que conservaba un carácter de economía natural.
La ganadería experimentó un importante desarrollo con la generalización del camello, que era
utilizado como ganado de carga durante las campañas militares y las expediciones comerciales.
Un desarrollo importante conoció también la agricultura cuyo herramental fue mejorado gracias
a la generalización del hierro.
Una de las constataciones más sorprendentes de este periodo en relación con la vida agrícola y
las clases campesinas constituye la tendencia observada a través de los censos a una importante
disminución rural, en especial del pequeño campesinado cuya situación no dejó de empeorar
durante todo este periodo, sometido como estaba a las duras prestaciones militares, la fuerte
presión impositiva y la competencia económica de los grandes propietarios. Posiblemente las
deportaciones querían aliviar en algo esta tendencia y se recurrió al mismo tiempo al desarrollo
del colonato militar.
Los esclavos –urdani- trabajaban en la explotación de las tierras de los palacios, de los grandes
templos o en propiedades de la nobleza cuyas rentas procedían de las provincias que
administraban y de las contribuciones que otras regiones podían pagarles por los cargos que
ostentaban. En ocasiones la tierra se vendía junto con los esclavos que la trabajaban.
A la división social entre libres, siervos y esclavos hay que añadir una profundización cada vez
más importante del abismo que separaban a los ricos de los pobres. Si las gentes –nishe- humilde
soportaban una pesada carga de imposiciones fiscales y prestaciones militares y personales, los
grandes propietarios disfrutaban frecuentemente de concesiones y franquicias que venían a
sumarse a sus privilegios.
(L) El estado asirio está basado en la explotación de las diversidades. Un núcleo restringido de
personas somete a grupos mayores, primero en el interior de su propio territorio y más tarde en el
exterior, en un proceso basado en la reproducción de necesidades y sus consiguientes
satisfacciones. El núcleo central adquiere riquezas hurtándoselas a los productores. Esta
construcción basada en el desequilibrio se sostiene gracias a elementos sobre todo físicos y
técnicos. Un elemento a tener en cuenta para que el edificio se sostenga es una interpretación
ideológica de la realidad, capaz de ofrecer a los miembros del núcleo central unas motivaciones
añadidas a las de la mera ventaja, y capaz de ofrecer a los miembros de los grupos explotados
unas motivaciones añadidas a las de la mera ventaja, y capaz de ofrecer a los miembros de los
grupos explotados unas motivaciones para aceptar el desequilibrio, convenciéndoles de que a ellos
también les conviene. La sociedad asiria elaboró una visión orgánica del mundo en el interior de
la cual las conquistas asumían un papel coherente y una justificación.
Existe una diversidad espacial, con un contraste entre el mundo interior y la periferia. Mientras el
primero es ordenado y civilizado, la segunda se encuentra en un estado caótico y en un notable
retraso cultural. La interacción entre el centro y la periferia se realiza de dos maneras. En principio
la polarización de la periferia (y de sus recursos) hacia el centro recupera hasta un cierto grado de
funcionalidad y de razón de ser esa franja de otro modo inutilizada. El rey lleva a cabo
expediciones que, a través de difíciles caminos, lo trasladan al límite exterior del mundo. La
conquista consiste en igualar la periferia al país central, en hacer que se parezca a Asiria lo más
posible, en someterla a los mismos funcionarios, a las mismas tasas fiscales, a las mismas
disposiciones del rey.
La esfera del correcto funcionamiento del mundo, además de estar circunscrito en el espacio,
también está limitada en el tiempo, en una fase antes de la cual existe el desorden y después de la
cual podría regresar el caos. El mundo actualmente está ordenado porque los dioses o los “héroes
fundadores” han fundado cada una de las partes que lo constituyen. El compromiso del rey es
doble: mantener en funcionamiento lo ya existente e introducir nuevos elementos “creativos” para
tener el honor de haber sido el primero en introducir una institución determinada, o el primero en
recorrer una determinada calle, o el primero en ejecutar un determinado tipo de trabajos o en
edificar un templo determinado.
En tercer lugar hay una diversidad de hombres: la diversidad entre el asirio y el bárbaro es
clarísima. Todas las cualidades positivas se concentran en sus habitantes, mientras que las
cualidades negativas caracterizan a los extranjeros, que tienen costumbres “extrañas”. Los asirios
están solos, seguros de su superioridad tecnológica, moral, y del apoyo divino. Los asirios sólo
tienen que confiar en su rey, y el rey asirio sólo tiene que confiar en la divinidad. Con la conquista
y la sumisión también los extranjeros empiezan a adquirir caracteres positivos, siempre que
permanezcan fieles al juramento prestado al rey asirio, y se convierten en parte del orden imperial.
Finalmente, como consecuencia evidente de la diversidad geográfica y humana existe una
diversidad de recursos entre el centro y la periferia. El centro es una región urbanizada y agrícola,
en la que se agolpa la vida y se produce el alimento necesario para la vida. Existe un flujo de
materias primas de la periferia al centro que devuelve a la franja externa una cierta dignidad y
utilidad. El centro propaga “servicios” de carácter ideológico-cultural: la protección, la justicia,
el orden.
En el mismo momento en que, en términos físicos, los asirios llevan a cabo conquistas
territoriales, someten a otros pueblos a su voluntad, centralizan forzosamente trabajo y recursos
económicos, declaran que lo que están haciendo es una obra de civilización necesaria y meritoria,
una obra de colonización del mundo, de unificación de todos bajo el único y legitimo poder, en
nombre de los dioses asirios, como conclusión de la obra de creación y ordenamiento cósmico
empezada por los propios dioses. Cuando la frontera del Imperio asirio coincida con los límites
extremos del mundo, cuando todos los recursos se orientan hacia el centro, cuando todos los
hombres estén sometidos a la única monarquía legítima, sólo entonces la creación será completa
y el mundo será perfecto.

ASIRIOS EN EL LEVANTE Y EGIPTO. LA DINASTIA SARGONICA:


(WAGNER, ASIRIA PAG. 35-39) A la oscura desaparición de Salamanasar V siguió la violenta
subida al trono de un usurpador, Sargon II (721-705 a.C.) si es que lo uno no fue causa de lo otro.
Su propio nombre –rey legal- pretendía justificar una situación impuesta por violencia. Distraído
en calmar la agitación interna mediante medidas de exención fiscal no pudo impedir que a
comienzos de su reinado Babilonia se independizase bajo la égida del caldeo Merodac-Baladán
apoyado por el poder elamita que resurgía tras un temporal eclipse, mientras una revuelta sacudía
Siria. Aplastó a la coalición siria y pudo dirigir su atención entonces hacia Urartu. Allí obtuvo
Sargon una victoria definitiva.
Babilonia cayó en sus manos el 710 a.C. restaurándose la doble monarquía inaugurada por Tiglat-
Pilaser III y apoyándose de nuevo en el sacerdocio de esta ciudad, construcción de una nueva
capital, Dur-Sarrukin.
Durante el reinado de Senaquerib (705-681 a.C.) el territorio del imperio asirio se amplió aún
más.
Las grandes riquezas obtenidas durante todas estas guerras permitieron a Senaquerib construir lo
que sería la última capital del imperio asirio, Nínive, ciudad santa que ya antes había sido capital
de distrito. No obstante el poder de Asiria era más aparente que real como pone de manifiesto la
permanente necesidad de recurrir a soluciones militares para mantener el orden en el imperio.
Asarhadón (881-668 a.C.) apoyado por el clero babilonio, inicio los trabajos de reconstrucción de
la ciudad destruida por su padre y restituyo a los babilonios, vueltos a su ciudad, así como a los
habitantes de Nippur, Borsippa y Sippar, sus antiguos privilegios económicos y comerciales.
En el año 671 a.C. las tropas asirias consiguieron abrirse paso a través del desierto y penetrar en
Egipto apoderándose de Menfis.
Assurbanipal (668-627 a.C.) fue el último rey importante del imperio asirio. Durante los 16
primeros años de su reinado la situación interior permaneció tranquila, mientras organizaba desde
Nínive la conquista del resto de Egipto, que resultó un fracaso. La fragilidad del imperio quedó
de manifiesto cuando su hermano, Samas-sumukin, rey de Babilonia, se sublevó contra la
autoridad de Asiria buscando la alianza de Egipto, las tribus árabes y los principados sirios y los
reyes de Elam. Babilonia fue asaltada y el hermano del rey de Asiria pereció al parecer durante el
incendio de la ciudad. Mientras tanto en Egipto Psamético consiguió sacudirse la tutela asiria
creando un estado egipcio independiente. Presa de las dificultades, Assurbanipal no pudo
restablecer la autoridad Asiria en el país del Nilo y con trabajo logró únicamente mantener el
control político sobre Siria y Fenicia.
FINAL DEL IMPERIO ASIRIO:
(WAGNER, ASIRIA PAG. 39-40) La falta de documentos hace que el final del reinado de
Assurbanipal se encuentre rodeado por la oscuridad. Después de él, el imperio se desmorona, pero
muchos de los males venían atrás. El imperio carecía de unidad: muchas de sus partes no
mantenían una sólida relación económica entre sí, la unidad lingüística se había realizado a
expensas del asirio y en favor del arameo y la activa política de deportaciones había contribuido
de manera importante a diluir en gran medida la etnia siria quebrando el espíritu de cohesión
nacional. La unidad del imperio descansaba básicamente en la persona del soberano a cuyo
servicio estaban todos obligados y a quien todos debían dar fe de su obediencia y lealtad mediante
juramento.
Los últimos reyes asirios no consiguieron imponer su autoridad y se sucedieron en el trono a un
ritmo casi vertiginoso. Aprovechando la crisis dinástica, provocada al parecer en parte por el
poder militar, Babilonia se independiza definitivamente con Nabopolsar. Finalmente las fuerzas
conjunta de los medos y babilonios se pusieron fin al tambaleante edificio. Primero cayó Assur
cuya destrucción conmociono toda Asiria, y finalmente en el 612 a.C. las tropas de la
confederación meda y el ejército babilonio y asediaban la capital, Nínive, que tras un sitio de 3
meses fue tomada al asalto y saqueada. En el año 605 a.C. la resistencia asiria se derrumbó
definitivamente bajo el acoso de los conquistadores extranjeros. Asiria desaparecía así del
Historia dejando a Egipto y Babilonia frente a frente.

7) Etapa neobabilónica: s. VII a.C.- 539 a.C. La dinastía caldea en Babilonia y


su dominio sobre la Mesopotamia. La obra de Nabopolasar y Nabucodonosor
II. Avances sobre el Levante y deportaciones. Cultura y sociedad.
Desintegración del imperio en poder de los persas.

LA DINASTIA CALDEA EN BABILONIA Y SU DOMINIO SOBRE LA MESOPOTAMIA:


(WAGNER VOL 1 CAP 8 PAG 180-181) Aprovechando las crecientes dificultades de Asiria,
Nabolasar, un caldeo que ya se había hecho proclamar rey del País del Mar, ocupaba Babilonia
en el 626 a.C. y a partir de entonces extendió su autoridad por los restantes territorios del reino.
Un pacto con los medos que amenazaban Asiria le ayudó a consolidar su poder, y tras la caída de
los últimos reductos de resistencia asirios, el nuevo rey se halló con que la mayor parte de las
tierras recorridas por los ríos Tigris y Éufrates estaban en sus manos. El caldeo supo mantener la
integridad de un Imperio en el que la autoridad de Asiria había sido remplazada por la de
Babilonia. Envió a su hijo, Nabucodonosor, a combatir en Siria contra las tropas del faraón
egipcio.

LA OBRA DE NABOPOLASAR Y NABUCODONOR II. AVANCE SOBRE EL LEVANTE Y


DEPORTACIONES. CULTURA Y SOCIEDAD:
(WAGNER, BABILONIA PAG 48-56) Nabopolsar consiguió mantener la integridad de un
imperio en el que la autoridad asiria había sido reemplazada por la babilonia. Envió a su hizo
Nabucodonosor II a combatir en Siria contra las tropas del faraón Necao. El encuentro definitivo
tuvo lugar en Karkemish en 605 a.C. y fue una victoria de las armas babilónicas.
La obra de este estadista fue continuada por su hijo; Nabucodonosor II (604-562 a.C.) prosiguió
la labor de engrandecimiento de Babilonia iniciada por su padre, que había convertido de nuevo
a la ciudad en la metrópoli de toda Mesopotamia. Se consagró a restaurar los antiguos santuarios
de Sippar y Larsa y veló por el buen mantenimiento del complejo hidráulico. Su política estuvo
dirigida fundamentalmente hacia Siria y Palestina donde la agitación era endémica. Ello le llevó
a enfrentarse con Egipto que promovía la sedición contra su autoridad en la región. En el 597 a.C.
Jerusalén caía en manos de los ejércitos de Nabucodonosor; el templo fue saqueado y el rey, junto
con los nobles y parte de la población, fueron deportados a Babilonia. En 587 a.C. Jerusalén fue
tomada de nuevo tras sufrir un asedio de casi dos años, nuevas deportaciones y la anexión del
reino de Judá zanjaron por parte de Babilonia el problema.
Pero la aparente grandeza ocultaba una realidad un tanto distinta. En 595 a.C. había estallado una
revuelta en Babilonia que tuvo que reprimir con las armas. Los ataques contra Egipto no tuvieron
más consecuencia que la de asegurar el equilibrio entre las dos potencias y los últimos años del
reinado de Nabuconodosor se reporten entre el temor hacia sus antiguos aliados, los medos, y
hacia las conjeturas y entre el temor hacia sus antiguos aliados, los medos, y hacia las conjeturas
y desórdenes internos. A su muerte, su hijo, Awel-Marduk (561-560) fue pronto eliminado por
un general, Neriglisar, que se hizo con el poder.
La sociedad babilónica establecía la distinción entre personas libres y aquellas que se
caracterizaban por poseer un estatuto degradado. Dentro de la población libre se distingue una
clase social superior integradas por las llamadas “gente de bien” (mar bani) funcionarios, por lo
general, de la administración civil y religiosa. En las ciudades comerciantes y artesanos
componían un grupo influyente, cuyo consejo (pukhru) poseía cierta autonomía a escala
municipal y estaba encargado de mantener reuniones ordinarias con los responsables sacerdotales.
La población rural se dividía en pequeños propietarios, arrendatarios (ikkaru) de las propiedades
eclesiásticas, aparceros (erreshu) y jornaleros (sabe) que trabajaban para los otros colonos y
propietarios.
Por último se encontraban los esclavos. Deudores insolventes, niños que eran vendidos por sus
padres, extranjeros comprados por mercaderes y los prisioneros de guerra. Podían poseer bienes
muebles e inmuebles, promover acciones jurídicas, contraer deudas y efectuar préstamos, así
como tener su propia familia, incluso desposándose con una persona de condición libre, podían
sin embargo, ser comprados, prestados, arrendados, dados en fianza o heredados por sus amos.
La manumisión no era muy frecuente y los esclavos conservaban todavía esa condición ambigua
que los caracterizaba. Luego estaban los prisioneros de guerra, que constituían caso aparte y no
gozaban de estatuto jurídico alguno.
Más que entre libres y esclavos, la auténtica división se establecía entre una sociedad civil y otra
clerical. Los templos constituían mundos propios.
Los templos constituían un factor de primera índole en la economía del periodo neobabilónico.
Sus propiedades eran muy extensas y su riqueza provenía de donaciones privadas y públicas. La
organización económica de los templos, que se fundamentaba en la explotación agrícola, no
difería mucho de la de los palacios provinciales asirios: disponía de una base territorial semejante,
controlaba una parte considerable de los intercambios comerciales, disponía de talleres de
manufacturación y eran sede de un tribunal de justicia. La situación del estamento sacerdotal en
Babilonia eran equiparable a la de la poderosa nobleza rural asiria.
Las tierras del templo, y puede ser que las de la Corona, se repartían en tres categorías: tierras
cerealisticas, palmerales, más resistentes a las condiciones de salinización del suelo procedente
de irrigación, y tierras de pasto.
Los babilonios fueron depositarios de la herencia cultural del mundo sumerio-acadio.

DESINTEGRACION DEL IMPERIO EN PODER DE LOS PERSAS:


(WAGNER, VOL 1 CAP 8 PAG 182-184; BABILONIA PAG 49-50) El reinado de Nabónido
(555-539) marca la descomposición del Imperio babilónico fundado por los caldeos. El sacerdocio
de Marduk le retiró pronto su apoyo ante la predilección del monarca por el culto de Sin, divinidad
lunar originaria de Harran. Por otra parte, la situación económica se deterioraba con rapidez,
llegando a producirse hambrunas y disturbios que afectaron a Nippur, Ur, Uruk, Larsa, Barsippa
y la misma Babilonia. Con el fin de hacer frente a la injerencia cada vez más fuerte del poderoso
clero de Marduk, Nabónido situó bajo su directa vigilancia el funcionamiento económico de los
señoríos sacerdotales. Los intendentes y apoderados de los templos debían ahora rendir cuentas a
los funcionarios adscriptos al poder central. Las tribus de medos y persas habían sido unificadas
por Ciro II, que había derrotado a su abuelo Astiages, rey de los medos.
Después de la victoria del persa frente al rey de Lidia. Creso, el Imperio de Babilonia se
encontraba cercado desde el Mediterráneo al Golfo Pérsico por las poderosas fuerzas de las
poblaciones iranias. La única retaguardia posible era Arabia, susceptible siempre de proporcionar
levas importantes entre sus nómadas, y este pudo ser uno de los motivos que impulsara a
Nabónido a permanecer casi diez años en aquellas tierras dejando el gobierno de Babilonia en
manos del príncipe heredero que actuaba de corregente. Los puertos del Golfo pérsico estaban en
manos de los persas a quienes pertenecían ya todos los territorios situados en las márgenes
orientales del Tigris.
La amenaza persa se hacía cada vez más evidente y en el interior del país la oposición liderada
por el clero nacionalista de Marduk latía peligrosamente, contraria a la ideología universalista de
Nabónido.
Habiendo regresado ya Nabonido desde Arabia, el ataque se produjo en el otoño del 539 a.C. y
las tropas de Ciro, al que se había sumado el gobernador rebelde de Gutium, un tal Gobrias, no
hallaron apenas resistencia. Después de una primera victoria en Opis, Sippar cayó sin combatir y
al poco Ciro penetraba como triunfador en Babilonia.

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