Libro Copequen PDF
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VI REGIÓN
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CARTA A COPEQUÉN
Octubre de 2002
Un fuerte abrazo
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INTRODUCCIÓN
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ALGO DE PREHISTORIA
1. Historia del Mundo, edit.1979, Salvat Editores S.A. tomo I. pág. 11.
2. Historia Universal Ilustrada, edit. 1958, Vergara Editorial, tomo I, pág. 15.
3. Carlos Solis de Ovando, Historia de Colchagua, edit. 1997, Editorial Andujar,
pag. 444.
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HISTORIA
Isabel I Fernando V
SIGLO XV
LOS INCAS EN COPEQUÉN
41
CAPÍTULO II
SIGLO XVI
COPEQUÉN EN EL
REAL ALCÁZAR DE MADRID
44
evangelio cristiano y en las cuales aún no se establecía pa-
rroquia o curato; y como puede apreciarse en el documento
anterior, Copequén era una de ellas. Aprovechemos también
de conocer algunos antecedentes de quien fue su primer sa-
cerdote, Francisco de Ochandiano: "hijo del conquistador
Juan de Ochandiano, natural de Valencia hizo sus estudios
en Santiago, y el obispo de esta ciudad, Fray Diego de
Medellín lo ordenó en 1578 ó 1579. Sabía bien la lengua
mapuche y se ocupó de servir doctrinas de indios. En 1580
se hallaba en la de Copequén. El obispo Medellín lo reco-
mendaba como hijo de buenos padres, hábil y de buen ejem-
plo, cualidades que habían hecho provechoso su ministerio
entre los indios. En 1588 era cura de la catedral y desde 1590,
mayordomo de la misma".2
Cinco años más tarde el 18 de febrero de 1585, el mismo
obispo Medellín remite un nuevo informe a S.M. Felipe II, en
el que encontramos lo siguiente:
"En esta provincia de Chile no están los pueblos de in-
dios reducidos, como lo están en el Perú, porque los gober-
nadores que los han de reducir con achaque de la guerra, o
no quieren o no lo han podido hacer. Y ansí las doctrinas se
sirven con mucho trabajo, porque
cada sacerdote de los que las sir-
ven tiene a cargo muchos
lugarillos, y apartados unos de
otros en mucha distancia. Y así,
hasta que se reduzcan como se de-
ben reducir, que hay para ello
buen aparejo por haber buenos
valles y ríos buenos, con buenas
acequias, no puede haber doctri-
nas bien asentadas. Los que
agora tienen doctrinas son los
Obispo Medellín siguientes". A continuación
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hay varios nombres de sacerdotes y lugares, entre los
que figuran:
"...Pedro Gómez de Astudillo, clérigo presbítero, sir-
ve la doctrina de Copequén, Malloa y Taguataguas, su sa-
lario es trescientos y diez pesos en oro, y comida...".3
Figura también en esta nómina, nuestro conocido Fran-
cisco de Ochandiano, ahora como clérigo y presbítero en la
doctrina de Poquinda, Macu y Tobalava y su salario es ciento
trece pesos en oro y comida.
Desde la primera carta del obispo Medellín, la evangeli-
zación había avanzado considerablemente, de manera que de
estos lugares con doctrina, sólo mencionaremos los más co-
nocidos y tal como se escribían y conocían en esa época:
Mataquito, Teno, Rauco, Duao, Peteroa, Vichuquén, Lora,
Nancagua, Colchagua, Ligüeimo, Peomo, Puchodegua,
Codegua, Quilacura, Guachurava, Lampa, Colina,
Anconcagua, Curimón, Putaendo, Quillota, Cauquenes,
Chanco, Chuapa, etc.
El otro gran tema que irrumpe en Chile y en Copequén
en este siglo, son las encomiendas. Con su instauración co-
mienza uno de los más ignominiosos períodos en la historia
de Chile. Con ello se consolidaba el despojo de la tierra y la
esclavitud de los indígenas. Cristóbal Colón fue su precursor
en América, cuando las implantó en la Isla Española (Haití-
Sto. Domingo). Según una definición del Consejo de Indias,
de fecha 11 de julio de 1678, la encomienda era: "un derecho
concedido por merced real a los beneméritos de las Indias para
percibir y cobrar para sí los tributos de los indios que se les
encomendaren por su vida y la de un heredero, conforme a la
ley de sucesión, con cargo de cuidar del bien de los indios en
lo espiritual y temporal y defender las provincias que le fue-
ron encomendadas...".4
1-3. Cartas de los Obispos al Rey 1564 a 1810, tomo II, págs. 12, 13, 14, y 15. Colec-
ción Documentos Históricos,
2. Luis Francisco Prieto del Río, Presbítero, Diccionario Biográfico del Clero Secu-
lar de Chile 1535 a 1918 edit. 1922, pág. 468.
4. Chile Historia, edit. Lord Cochrane, pág. 7
5. Domingo Amunátegui Solar, Las Encomiendas de Indígenas en Chile, edit. 1909,
Imprenta Cervantes, tomo 1, págs. 63, 64, 66 y 67. Apuntaciones y Documentos,
edit. 1910, Imprenta Cervantes, tomo II, pág. 77.
6. Tomás Thayer Ojeda, Formación de la Sociedad Chilena, edit. 1939, Universi-
dad de Chile, tomo II, pág. 286.
7. Mario Góngora, Encomenderos y Estancieros, 1580 a 1660, edit. 1970, Editorial
Universitaria S.A. pág. 135 .
8. Citado por Carlos Celis Atria en Origen de la Propiedad Rural en Colchagua,
Real Audiencia 1895, pieza 1, edit. Boletín de la Academía Chilena de la Historia,
Nº 97, págs. 270 y 271.
9. Citado por Fernando Silva Vargas en Tierras y Pueblos de Indios en el Reino de
Chile, edit. 1962, Universidad Católica de Chile, págs. 31 y 32.
10. Diego Barros Arana, Historia General de Chile, Editorial Universitaria, tomo I,
págs. 215 y 216.
11. Domingo Amunátegui Solar, Las Encomiendas de Indígenas en Chile, edit. 1909,
Imprenta Cervantes, tomo I, pág. 209.
12. Francisco Antonio Encina, Historia de Chile, edit. Zig Zag, tomo I, pág. 74.
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CAPÍTULO III
SIGLO XVII
DIMENSIONES DEL VALLE DE COPEQUÉN
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"don Pedro Guanilén respondió que respecto de
ca c i c a s g o de s d e l u e g o h a s í a donación de el der e-
l ex i t i m a m a y o r y q u e e n e l s usedía r enunciaba y
t ra s p a s a b a to d o s s u s d e r e c h o s y acciones r eales y
pe rs o n a l e s q u e t e n í a e n e l d i c ho cacicazgo, par a
l es o rd e n a n z a s . . . "
15 de octubre de 1577
Pedro de Miranda __ __
Por muerte de su padre pide se le confirmen las tierras
que van desde el Tambo e Iglesia de Copequén orillando el
Cachapoal arriba hasta su junta con el río de Codegua y
desde allí hasta las tierras de Gultro (RA 1985, pieza 1,
Ref. D.J. Gmo. Muñoz).
30 de noviembre de 1603.
Gaspar Álvarez 300 cuadras
En el Valle de Copequén, tierras llamadas Llague lin-
dantes con las de Tilcoco, Tagua Tagua y estero de Chillegue
(RA 1815. pieza 2).
26 de junio de 1612
Diego Paez Clavijo 300 cuadras
En Copequén formó parte con el título a D. Luis de
Guzmán de la estancia El Chaval que el M. C. don Luis de
Guzmán y Soto vendió en 1705 al Alfz. Alfonso de Olea y
Madrid, y que en 1718 es de sus herederos (143-143)
14 de Mayo de 1621
Luis de Guzmán Coronado 600 cuadras
En Copequén, donde Guzmán tenía viña y tierras por estar
casado con Doña Luisa de Miranda y Jofré. Este título formó
parte de la estancia El Chaval de D. Luis de Guzmán Corona-
do y Soto quien la vendió en 1705 al Alfz. Alonso de Olea y
Madrid... (141-224/143-143)
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3 de mayo de 1622
Juan Bautista de Cabrera 200 cuadras
En el Valle de Copequén, demasias entre el Cachapoal y
el Claro. Propiedad del Gral. Ramírez en su estancia Tilcoco
por la que litigó con Fuenzalida en 1628-30 (RA 1815 pieza 2)
M. de Campo Alonso
Cid Maldonado 1.500 cuadras
Desde la Punta de Copequén y Punta de Miranda hasta
las juntas del Cachapoal y Claro de una y otra parte del
primero. (114-405).
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hasta las tierras de Gultro, caserío que aún existe a más o
menos quince kilómetros al noreste de Copequén; la conce-
sión hecha a Gaspar Alvarez, en el Valle de Copequén, lin-
dantes con las de Tilcoco, Tagua Tagua, que quedan a unos
trece y veinticinco kilómetros de Copequén respectivamente;
a Juan B. de Cabrera entre el Cachapoal y el Claro, que en
línea recta tiene más o menos diecisiete kilómetros ; lo mis-
mo sucede con Alonso Cid, desde la Punta de Copequén
hasta las juntas del Cachapoal y Claro.
No hay certeza que entre los hitos mencionados hayan esas
tres mil o más cuadras que suman las concesiones menciona-
das, pero en rigor considerando este informe, es indiscutible
que las tierras del Valle del Copequén comprendían desde el río
Cachapoal hasta el río Claro. Inclusive hay historiadores como
el sacerdote Elías Lizana que sostiene que Copequén habría
abarcado el territorio que tenía la provincia de Colchagua.
1. Recopilación de Leyes de Indias, citado por Carlos Aldunate del Solar en Cacicazgo en
el Reino de Chile, edit. 1984, Boletín de la Academia Chilena de la Historia, pág. 180.
2. La rigurosidad que hoy se observa en el uso de nombres y apellidos no se respetaba hace
algunos siglos. El apellido Guañilén aparece también como Guanilén y Legui Guañilem
y más adelante Bigualilén, Lebigualilén, Leviguanilén y Lebiguelén
3. Real Audiencia, volumen 1697, pieza 8.
4. También se observan omisiones como en el caso de Luis el nieto, que usa el apellido
de su madre Francisca Levy Guañilén, hija lejítima de Pedro y no el de su padre
Salvador Millante.
5. Domingo Amunátegui Solar, Encomiendas de Indígenas en Chile, edit.1909, Im-
prenta Cervantes, tomo I, págs. 303 y 304.
6. Luis de Amesti, Las Casas Troncales, edit. 1926, págs. 222, 19 y 12.
7. Mario Góngora, Encomenderos y Estancieros 1580-1660, edit. 1970, Editorial Uni-
versitaria S.A., pág. 188.
8. Domingo Amunátegui Solar, Encomiendas de Indígenas en Chile, edit. 1909, Im-
prenta Cervantes, tomo I, págs. 468 y 469.
9. Viviana Manríquez S. y María T. Planella O., Proyecto Fondecyt 90-508,
Arqueológia y etnohistoria: una investigación interdisciplinaria pionera para la
cuenca del río Cachapoal (inédito).
10. Carlos Celis Atria, Origen de la Propiedad Rural en Colchagua, citando archivos
de la Real Audiencia, edit. 1986, Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Nº
97, págs. 293, 295, 308, 328 y 330.
11. Carlos Celis Atria, Origen de la Propiedad Rural en Colchagua, citando archivos
de la Real Audiencia, pág. 276.
63
CAPÍTULO IV
SIGLO XVIII
AMBROSIO HIGGINS1 ORDENA
APLICAR RIGOR DE LAS LEYES EN COPEQUÉN
71
Respecto de la primera solicitud, la autoridad resuel-
ve favorablemente: "En lo principal siendo cierto las cosas
que se relacionan, cometidas por el casique de el pueblo de
Copequén: se nombra el tutor curador y reparador al indio
Matías Guayquiante... y el casique a quien se le a perseve-
ra que en caso de no poner enmienda en su desarreglada
vida se procederá con ejemplar castigo..."
En cuanto a la segunda petición, ordena se notifique a
Bernardo Pumarino, juez diputado de Gultro presente la
superior providencia (documentación) que le otorgan dere-
chos para internarse en dicho pueblo.
Ante la inobediencia de los citados Pumarino y
Guzmán por concurrir a las citaciones hechas por la auto-
ridad para que enfrentaran a los indios de Copequén con
las pruebas que decían tener, ello sólo se logra cuando
estos hechos llegan a conocimiento del gobernador
Ambrosio Higgins, quien desde la sede instalada tempo-
ralmente en Valparaíso, con fecha 23 de octubre de 1790,
ordena al subdelegado de Rancagua "para que atendida la
corta distancia que media entre su residencia y el pueblo
de Copequén, examinar atentamente los hechos de que
hace mérito esta representación y remediando de pronto
todos los excesos y abusos que encuentre cometidos por
don Bernardo Pumarino y Sebastián de Guzmán en per-
juicio de los indios, restituya autos a su legítimo dueño,
castigue a los que le hubieren ofendido y de cuenta de la
que se practicare con las diligencias que hiciere, para mi
inteligencia y gobierno".
(Rubricado) Higgins
(Rubricado) Doctor Rozas
(Rubricado) Morales
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El 7 de diciembre de 1790 se logra apresar a
Pumarino y Guzmán. Son llevados a Copequén y en pre-
sencia de todos los indios se establece que ninguno de
los dos tenía documentación que respaldara algún de-
recho sobre esas propiedades y, en el mismo acto, se
procede a restituirlas a sus legítimas dueñas María
Guayquilén y María Grabiel.
Finalmente es el propio gobernador Ambrosio
Higgins, quien pone punto final al caso, haciendo se-
veras advertencias:
73
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"Valparaíso 5 de febrero de 1791
Higgins
Morales"
75
Otros hechos que destacan en este siglo son los que en-
contramos en 1792, cuando se efectuaron en Copequén varias
diligencias que transcurridos ya dos siglos, adquieren espe-
cial importancia en el presente estudio. Ellos son la matrícula
(censo),los detalles de una mensura del pueblo y un pequeño
y elemental plano del lugar.
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77
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"Por manera que según parece de la suma general del margen
montan todos los indios del pueblo de Copequén ciento y cinco
indios incluyendo veinte y siete que no alcanzan a doce años y
los restantes son todos de edad de doce años para adelante con lo
que se concluyó esta matrícula y dijeron no haber más indios que
es hecho en dicho pueblo en doce días del mes de marzo de mil
setecientos noventa y dos años [ilegible] con testigos a falta de
escribano de que doy fe.
Testigo Testigo
Dionicio Pérez Juan Caroca
Por mí y ante mí
Domingo Javier de Urrutia"
79
7
80
"En este Pueblo de Copequén, Jurisdicción de la Villa de
San Fernando, en trece días del mes de Marzo de mil Sete-
cientos noventa y dos años. Yo Don Domingo Javier de Urrutia,
Juez Comicionado, para medir y deslindar este Pueblo, y Re-
conocimiento de dicha tierra, estando presente el Cacique, y
demás indios, nos Pusimos de pies en el lindero de la Estancia
del Olibar, perteneciente a Don Zebastian Guzman; y desde
dicho lindero, que es en la orilla del Estero, del lado de arriba
de la Iglesia Caída, y de cuio punto, al oeste, por el deslinde
de Coinco, se corrieron diez y siete quadras, y paró en los
linderos de Coinco, volbiendo al primer lindero, se corrió al
sur mirando al Cerro, apuntando a unos peñascos grandes, y
tuvo trece quadras esta línea, y deeste punto, por la orilla del
Cerro, se corrieron diez y ocho quadras al Oeste, y paró en el
lindero de Coinco; y deeste punto; por el deslinde de Coinco;
al Sur se tiraron catorce quadras; y bajo deestas líneas se ha-
llaron doscientas treinta y seis quadras y media, con lo quese
concluio la medida, actuando con tgos: de que doy fé.
Por mi y Ante mi
Domingo Javier de Urrutia"
81
8
82
CAPÍTULO V
SIGLO XIX
COPEQUENINO CIRILO GUZMÁN
DEFIENDE LA PATRIA EN GUERRA DEL PACÍFICO
El Cachapoal se ha llevado
paredes, pircas y ranchos;
perros, gallinas y chanchos
y hasta bueyes se han ahogado.
Narciso Fariña
1. Luis Riso Patrón, Diccionario Jeográfico de Chile, edit. 1924, págs. 201, 603,
252, 229, 383.
2. Francisco Solano Asta-Buruaga y Cienfuegos, Diccionario Geográfico de la
República de Chile, edit. 1899, pág. 668.
3. Real Audiencia, volumen 1958, pieza 1.
87
DON JAVIER DE LA ROSA
VENCEDOR DE EL INVENCIBLE
89
Algo propasao el futre, acompañado de los primeros acor-
des de su guitarrón partió con este versito:
1. Enrique Bunster, Chilenos en California, edit. 1972, Editorial del Pacífico, pág. 29.
94
CIRILO GUZMÁN
EN GUERRA DEL PACÍFICO.
1 Francisco Antonio Encina, Historia de Chile, edit. 1972, Editorial Zig Zag, tomo II,
pág. 1409.
2 Diccionario Enciclopédico Hispano Americano, Editorial Montaner y Simón, tomo
VII, pág. 138.
3 Enciclopedia Temática de Chile, Editorial Ercilla, tomo II, pág. 34.
4 Francisco Antonio Encina, Historia de Chile, edit. 1972, Editorial Zig Zag, tomo II,
pág. 1418.
5 Benjamín Vicuña Mackenna, Historia de la Campaña de Lima, edit. 1881, Rafael
Jover, editor, pág. 687.
6 Francisco Antonio Encina, Historia de Chile, edit. 1972, Editorial Zig Zag, tomo
III, pág. 1548.
7 Historia Militar de Chile, edit.1969, Estado Mayor General del Ejército, págs. 162.
8 Francisco Antonio Encina, Historia de Chile, edit. 1972, Editorial Zig Zag, tomo
III, pág. 1567.
Instituto Geográfico Militar, Glorias del Ejército de Chile, edit. 1998.
Gonzalo Bulnes, Guerra del Pacífico, edit. 1974, Editorial del Pacífico.
Virgilio Figueroa, Diccionario Histórico y Biográfico de Chile, tomos IV y V.
Benjamín Vicuña Mackenna, Álbum de la Gloria de Chile, edit. 1883, Imprenta
Cervantes.
Reseñas Históricas de las Unidades e Institutos del Ejército de Chile.
107
CAPÍTULO VI
SIGLO XX
VÍAS DE COMUNICACIÓN
114
Otra obra de importancia en el plano local ha sido la
pavimentación del camino entre El Olivar y Copequén, que se
terminó en 1992. El material usado para el denominado trata-
miento superficial doble es gravilla 3/4, gravilla 3/8 y asfalto. El
arreglo de este camino vino a reparar la arbitrariedad, después de
20 años, en que se pavimentó parte del pueblo de Coinco con
dineros recaudados por la ley Nº 16.840 que gravó, entre otras, la
producción de las aguas minerales de Cachantún, cuya fuente
natural y planta de envasado se encuentran en Copequén, y que
en estricta justicia debieron haberse invertido en obras del propio
Copequén primero y en otros lugares de la comuna después.
117
Ahora los grandes productores de trigo y otros cereales no
demoraban cinco o más días en llegar a puertos de embarque
como Valparaíso, Constitución o Talcahuano, en lentas carava-
nas de carretas. Además disponían en cada estación ferroviaria
de grandes bodegas donde almacenar la carga, hasta completar la
cantidad necesaria para embarcar. Su predominio se mantuvo por
casi un siglo. Hasta alrededor de 1970 el transporte de carga fue
hecho mayoritariamente por ferrocarril; de ahí para adelante se
produjo un estancamiento en la renovación del material rodante
y un deterioro evidente en las vías férreas y comienza su franca
decadencia, a tal extremo de desmantelar vías y estaciones. Ni
siquiera la centenaria Estación Mapocho, que con su imponente
estructura recibía con silencioso orgullo a dignatarios extranjeros
que llegaban al país, vía Valparaíso, se salvó del mortal golpe
asestado, esta vez por dos fuertes aliados: la modernización de
las carreteras y la incorporación de grandes camiones equipados
hasta con sofisticados sistemas de refrigeración.
El remozado camino público de Copequén también ha
presenciado el paso de estos modernos monstruos del trans-
porte; el pequeño y mediano productor que tampoco ha esta-
do ajeno al progreso ha cambiado la lenta y nostálgica carre-
tela por confortables y rápidos camiones para vender, como
antaño, sus productos en el mercado de Rancagua.
118
TRANSPORTE DE PASAJEROS
1936. Chrysler De Soto Sport, modelo 1930, de Francisco Ramírez. Su hija Anilda y
su esposa Zoila Baeza.
124
CAPÍTULO VII
EDUCACIÓN
137
MARÍA CARRASCO AVENDAÑO
1946-1959
146
1959 fue un año de sucesos contradictorios. Alegría y
satisfacción por haberse terminado la construcción y tristeza
y desencanto por haberse acogido a jubilación la artífice de la
obra. Profundamente cristiana y poco aficionada a los hala-
gos, la Srta. Carrasco, es muy probable que ni siquiera haya
echado de menos una gran fiesta de inauguración. Su alegría
la llevaba oculta en su interior. Lo realmente valioso era el
bienestar que recibirían sus niños; ya no habrían más chiflones
de aire por falta de vidrios; por fin se terminaría el martirio de
las insalubres casitas; sería hasta gracioso ver a sus pequeños
aprender a caminar en el lustroso piso de salas y corredores. A
pesar de llevar esa felicidad oculta, algo había en su mirada y
en su rostro que la delataba, por que había Alguien Más, testigo
de su contentamiento y eso, ella lo sabía...
147
ROSA ESTER OLGUÍN SOTO
1960-1981
154
Cuenta además con aulas tecnológicas para ramos técni-
co-manuales y científicos, provista de modernos instrumen-
tos y equipos como proyectoras, televisores, videos, micros-
copios, tubos de ensayo, probetas, soldadora, torno, juegos
didácticos, equipos de música, etc.
La especialización de sus maestros alcanza hasta la edu-
cación diferencial para atender niños con problemas de apren-
dizaje, deficiencia mental, falencias físico motores, Síndrome
de Down y discapacidades físicas. En el nivel comunal forma
parte de un Proyecto de Integración formado por un grupo de
profesionales como fonoaudiógolos, psicólogos, kinesiólogos
que atienden niños con deficiencias en estas áreas, y que cons-
tituyen la Unidad de Apoyo Psicopedagógico.
A punto de cumplir un siglo de haberse implantado la
educación, hay situaciones que han cambiado radicalmente o,
simplemente han desaparecido. La matrícula de aquel lejano
primer año de principios de siglo pasado se ha incrementado
en más de trescientos por ciento, llegando a más de cuatro-
cientos alumnos; el personal docente con la solitaria presen-
cia de la preceptora Hortencia Muñoz, ahora lo componen die-
ciocho profesores; las escasas y remendadas vestimentas de
aquellos alumnos han dado paso a vistosos uniformes; los
escarchados y tumefactos pies de antaño, ahora están protegi-
dos por abrigadores zapatos o relucientes botas impermeables.
2002. Director: Sr. Roberto Cinto y Profesores.
155
Tampoco es necesa-
rio que Carabineros vaya
en busca de los más rebel-
des para asistir a clases;
hoy concurren voluntaria-
mente porque el ambien-
te es grato, el aprendizaje
asequible y la relación
profesor-alumno es fran-
ca y amistosa; por lo de-
2002. Desfile de Fiestas Patrias.
más la varilla y el
mechoneo son sólo ingratos recuerdos del pasado. Los padres
ya no retiran a sus hijos aduciendo pobreza; por el contrario,
ahora la máxima aspiración es que, en lo posible, sean profesio-
nales; prueba de ello es que el noventa por ciento ingresa a la
enseñanza media y los más capacitados a la universidad. Bene-
ficiario de esta superación ha sido el país. En sus industrias,
hospitales, colegios, grandes compañías, y también en peque-
ños y perdidos poblados como alguna vez fue Copequén hay
ingenieros, profesores, abogados, químicos, matronas y técni-
cos copequeninos; los mismos que en sus frecuentes viajes al
terruño natal, visitan su escuela para recordar los inolvidables
años vividos en sus aulas y patios.
Razones hay, y más que suficientes para afirmar que don
Roberto y sus colegas son personas muy afortunadas y que
por añadidura puedan expresarlo cuando el 26 de marzo del
año 2003 celebren el primer centenario de la escuela. Aniver-
sario que nunca antes se celebró por desconocimiento de la
fecha de su fundación.
156
CAPÍTULO VIII
RELIGIÓN
162
Los dineros recaudados en las misas en el año 1923 indi-
can que la construcción del cuerpo principal de la Capilla es-
taba próximo a su fin, porque las anotaciones en el Libro de
Fábrica de ese año están bajo la descripción de "Limosna para
terminar la iglesia".
Diciembre 1923
8 Al maestro carpintero $ 60.00
8 Para comprar dos libras de clavos 1.80
14 Para una docena de bisagras 7.00
15 Al maestro albañil 70.00
16 Limosna para terminar la Iglesia 14.50
29 Limosna para terminar la Iglesia 22.60
30 Telegrama para pedir vidrios 1.15
31 Pagados a Luis Ramírez por 4 umbrales,
viguetas y tapa de madera 25.00
En 1924 se hicieron importantes trabajos de terminacio-
nes. El 3 de febrero "se le pagó al maestro Lobos el resto del
trabajo ejecutado en la Capilla, reboque, enlucido, abertura de
ventanas y blanqueo, todo lo cual da un total de $ 430.00. Se le
descontó lo que se le había adelantado y el 10 de septiembre al
maestro Lobos por pintar y enlucir la capilla $ 370.00".
Otro tipo de gastos son aquellos que ocasionan la cele-
bración de oficios religiosos, para los cuales se deben adquirir
ciertos elementos. Un cajón de velas costaba $ 17.00; tres ki-
los de carburo para las lámparas $ 3.00; un litro de vino de
misa $ 1.40. Por otro lado, por un matrimonio de segunda
clase se pagaba $ 3.00, y por uno de tercera clase $ 1.00.
El año 1929 encuentra a la capilla en plena madurez y los
gastos efectuados bien merecen caratularse como inversiones.
Las preocupaciones de sus administradores se centraban en su
equipamiento y alhajamiento. La señorita Carmen Rita Miran-
da, capillera por muchos años, recibió para su custodia seis can-
delabros y un crucifijo de bronce; útiles de ornamento, mante-
163
les, cortinas del sagrario, albas, roquetes, encaje del altar ma-
yor; todo esto último comprado a las monjas francesas de San-
tiago, eximias bordadoras que proveían a los templos del país.
Hemos dejado para el final la más importante adquisición
hecha el mismo año veintinueve. Una verdadera joya musical
para la época; un armonio fabricado por la casa de Rodolphe Fils
& Debain, en su industria ins-
talada en París, Francia, en el
Nº 15 de la Rue Chaligny, ins-
trumento que por muchos años
deleitó con sus melodiosos
acordes a la feligresía.
De tan buena calidad
eran los productos que salían
de sus talleres que obtuvieron
el primer premio, medalla de
oro, en las exposiciones de
1889 y 1900. Su precio $ 1.270.
El templo construido está ubicado en el centro del pueblo,
desde donde nacen los caminos hacia los cuatro puntos cardi-
nales que llevan a los sectores de La Vega, La Isla, La Puntilla y
La Angosturilla. Escasos metros lo separan de la escuela públi-
ca; de la casa que albergó la última oficina de correos que hubo;
del campo deportivo y, contiguo a la plaza.
Su forma es rectangular y a ambos lados de su cabecera
sur, dos habitaciones que en su conjunto semejan una letra T.
Una de ellas es la sacristía que cobija los ornamentos sacerdotales
y la otra sirve como pequeña bodega. La superficie construida
es de más o menos trescientos metros cuadrados y, con los co-
rredores exteriores que lo circundan alcanza a cuatrocientos cin-
cuenta metros aproximadamente. Su capacidad estimada es de
250 a 300 personas. La madera de álamo se observa en abun-
dancia en su estructura y equipamiento interior; también en el
piso, cielo, coro, altar, confesionario, escala y bancas; y made-
164
ras nobles en las puertas y ventanas. Por muchos años lució un
muy bien trabajado balaustro de madera de raulí, donde los fie-
les hincados se apoyaban para recibir la comunión. Sus mura-
llas de adobes de barro y paja, ladrillos en los corredores, tejas
de arcilla y basas de piedra para sostener los pilares exteriores
completan un sobrio y bien estructurado edificio que con las
edificaciones cercanas conforman un conjunto arquitectónico
armónico del más clásico estilo rural de la zona central.
A lo largo de su existencia ha requerido de varias repara-
ciones y también obras mayores, destacándose a mediados del
siglo pasado la construcción de un salón y habitaciones para
religiosos visitantes; obra que fue bautizada como La Casa de
los Misioneros y en la que trabajaron vecinos y el Hermano
Cristóbal, Humberto Álvarez.
Completan el recinto dos elementos ubicados en el frontis.
Uno es una gruta al costado izquierdo de la entrada, que cobija la
imagen de la Virgen de Lourdes. Construida en 1948 luce nume-
rosas placas colocadas por los fieles en agradecimiento por favo-
res recibidos. El otro es su singular campanario compuesto por
dos robustos brazos de un aromo que sostienen en lo alto una
campana. Podría decirse que es uno de los pocos campanarios
vivientes en el país y que con el transcurso de los años se acerca
cada vez más al cielo, pretendiendo quizás que algún día sea San
Pedro quien haga volar por los aires sus celestiales tañidos, lla-
mando a los más rebeldes a acercarse a la casa de Dios.
165
EL CURA DE MI PUEBLO
RIGOBERTO DE JESÚS PIÑA DEL PINO
OTRAS RELIGIONES
ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA
IGLESIA DE DIOS, VOZ EN EL DESIERTO
176
CAPÍTULO IX
ECONOMÍA
AGRICULTURA
Por mi y Antemi
185
Esto no hace más que ratificar los testimonios anteriores
y de paso reafirmar que la vida del pueblo siempre estuvo
sustentada en la productividad de la tierra. No hay informa-
ción que indique la existencia de otra fuente de trabajo, a no
ser de algunas menores o individuales, que señalaremos opor-
tunamente.
Otro decisivo agente que potenció la comercialización
de la producción agrícola fue la red caminera y ferroviaria
que comenzó a construirse a mediados del siglo XIX, como
ya lo vimos en el capítulo correspondiente.
GANADERÍA
SILVICULTURA
FRUTICULTURA
COMERCIO ESTABLECIDO
Y AMBULANTE
CACHANTÚN
(PIEL HERMOSA)
LA MUJER TRABAJADORA
ARTESANÍA
218
CAPÍTULO X
DEPORTES Y RECREACIÓN
AMANSADURAS
TRILLA
CARRERAS A LA CHILENA
FIESTAS PATRIAS
231
vestidos, completando el conjunto con un cinturón, y cintas en
las trenzas de un mismo color. A los niños les hacían pantalones
cortos de brin sujetos por tirantes del mismo género o por
suspensores elásticados, una camisa de popelina generalmente
blanca, y un sweater tejido a palillo; y si el presupuesto lo per-
mitía se les compraba zapatos (bototos) y calcetines Caffarena,
de lo contrario continuarían usando las diarias ojotas. Si la llu-
via se hacía presente, el poncho de lana, el compañero insepa-
rable de todo el invierno, volvía a cobrar vigencia.
El padre y la madre postergaban sus pretensiones y como
de costumbre la solución era el terno negro y el clásico traje
sastre. Sometidos a rigurosos escobillazos con la espumosa
agua que producía unas cuantas cortesas de quillay, desapare-
cían las manchas y el lustre de las gastadas prendas, devol-
viéndoles por un par de días la tersura ya perdida.
Una banderita chilena de hojalata en la solapa y unas
cuantas lapiceras fuentes en el bolsillo exterior de la chaqueta
completaban la elegante tenida.
La preocupación por lo estético se extendía también al
cuidado de las casas, pintando y reparando fachadas y rejas.
Sin más afán que la satisfacción personal, esta costumbre te-
nía la virtud de ser generalizada, mostrándose como una co-
munidad viva, alegre y amante de su pueblo.
El ambiente dieciochero, propiamente tal, comenzaba con
los primeros brotes primaverales en las dos salas de clases que
conformaban la escuela. Los artífices de este fenómeno eran los
maestros y alumnos. Los poemas a la patria, a la bandera, a nues-
tros héroes y las estrofas del himno nacional y de la canción de
Yungay, ensayadas una y otra vez, eran las semillas que se espar-
cían por el pueblo cuando los niños camino a casa, pletóricos de
un naciente y entrañable amor a la patria tarareaban o silbaban
los marciales acordes de nuestros símbolos musicales. El acto
inaugural se efectuaba en el frontis de la escuela, izando el pabe-
llón nacional y algunos números artísticos interpretados por los
232
alumnos. En 1944 esta ceremonia se trasladó unos metros, frente
a la casa del vecino Ricardo Guzmán, lugar más espacioso donde
se construyó un monolito que sostenía un gran mástil con nuestro
tricolor presidiendo el acto (ver El Monolito, página 274).
Las entretenciones propias de estas actividades se realiza-
ban en la cancha de fútbol, participando niños, jóvenes y adul-
tos. La mayoría eran competencias individuales como las ca-
rreras de ensacados, el palo ensebado, carrera con un huevo en
una cuchara sostenida con los dientes, carreras con obstáculos,
como platos con agua y con harina en las que se colocaban
monedas que había que sacar con la boca; una manzana colga-
da que había que comer, sin tomarla con las manos, etcétera.
Otra prueba que causaba gran algazara consistía en ven-
darle la vista al concursante, entregándole un robusto palo con
el que tenía que acertarle un garrotazo a una olla de greda
colgada en el medio de la cancha que tenía un premio en dine-
ro en su interior; a cierta distancia había otras dos sin premio
alguno, una con agua y otra con ceniza.
Al competidor lo guiaba una persona, que lo acercaba
hasta los objetivos y después de unas cuantas vueltas, en dis-
tintos sentidos lo dejaba solo, empezando éste a dar golpes
con el garrote a diestra y siniestra, a veces cayendo en las
zarzas que limitaban la cancha o acercándose peligrosamente
al público que huía prestamente; hasta que finalmente destro-
zaba una de las ollas, obteniendo el premio o quedando empa-
pado de agua o cubierto de polvillo blanco.
El palo ensebado era otra prueba que acaparaba la aten-
ción del público. Con grasa que se usaba en los ejes de las
carretas se cubría totalmente un poste un poco más corto que
los del alumbrado por el cual debían trepar los concursantes
en procura de un premio en dinero ubicado en lo más alto. Un
avezado competidor y varias veces vencedor era Alejo Álvarez,
quien dejaba que lo antecedieran otros concursantes y de paso
limpiaran el palo con sus ropas. Además, en su expedición
233
llenaba sus bolsillos con tierra que espolvoreaba en el palo
hasta lograr su objetivo.
Quien llevaba la voz cantante en estos eventos era el incansa-
ble Lorenzo Labraña organizando incluso peleas de box con guan-
tes traídos de Santiago. También traía unos novedosos globos de
gigantescas dimensiones a los que en su interior se les encendía
una mecha que al consumir el oxígeno los hacía más livianos que
el aire, elevándose a grandes alturas hasta perderse en el infinito.
El programa de las fiestas patrias no estaba completo si
el fútbol no estaba presente. El Club Deportivo Copequén in-
vitaba a otro club a una tarde deportiva donde se disputaban
tres partidos "amistosos", comenzando con la tercera serie.
Pero casi siempre la fraternidad y el principio de que en el
deporte lo más importante es competir, se cuestionaba a la
primera falta que el afectado consideraba una agresión, res-
pondiendo con puños y pies, teniendo el amistoso un abrupto
final (ver Club Deportivo Copequén página 238).
En la década del sesenta la celebración se hacía en la
cancha de fútbol Óscar Ureta del Club Deportivo Copequén.
En la mañana se comenzaba con un acto cívico, el izamiento
del pabellón nacional, algunas representaciones artísticas y
bailes folklóricos como la refalosa, el cuando, la trastasera y
las infaltables cuecas, interpretados por los alumnos.
18 de septiembre de1968
234
A continuación las tradicionales competencias que perdu-
ran hasta nuestros días. También se habilitaban stands en bene-
ficio de instituciones de bien social, que vendían artículos típi-
cos de greda, mimbre, volantines, dulces chilenos, cabritas, chi-
cha, ponches de culén, de membrillo y guindo; borgoña, empa-
nadas, pescado frito, sopaipillas, tortillas de rescoldo, etcétera.
El día 19 se hacían y aún se hacen paseos hasta El Cajón,
lugar que corresponde a las faldas del cerro Las Petacas, tapi-
zadas de un verde inmaculado, donde se efectúan competen-
cias de volantines, carreras a la chilena y los infaltables asa-
dos familiares.
Hoy las celebraciones se concentran en Coinco, donde
concurren delegaciones de las diversas instituciones y los co-
legios de los otros pueblos de la comuna a participar en el
desfile. Sin embargo, gran parte de los habitantes de Copequén,
Chillehue, El Rulo y Millahue que no pueden trasladarse has-
ta allá quedan marginados de presenciar los actos de la más
importante festividad en que se honra y se recuerda los valo-
res patrios y sus próceres.
Esta situación ha conspirado contra el otrora entusiasta
ambiente que se vivía en estos lugares y no es de extrañar ver hoy
que, en esos días, los hombres se dediquen a tareas agrícolas y las
dueñas de casa continúen con la diaria rutina de sus labores.
235
Club Deportivo Copequén
243
CAPÍTULO XI
ENTRANDO A LA MODERNIDAD
LUZ ELÉCTRICA
Juan Nenadovich
Carretones y camiones
todos se han admirado
por ver a Copequén
que lo pasa iluminado.
Pasajeros y comerciantes
todos se lo han preguntado
¿Por qué pasa iluminado
la esquina de los curados? (Carlos Gálvez)
EL CORREO
259
Al momento de cerrarse la unidad el equipamiento lo
componían un sinnúmero de elementos, entre los que des-
tacan una bandera nacional reglamentaria de 2,55 x 1,70
metros, una plancha de bronce de 40 x 30 cms. con la
leyenda CARABINEROS DE CHILE; Retén Copequén.
Tres carabinas Máuser, modelo 1935; un fusil automático
liviano SIG-SG-510-4, cuatro revólveres Ruby extra; dos
sables alemanes, dos esposas de seguridad; quinientos car-
tuchos Máuser de guerra; doscientos cartuchos de punta
de plomo, un equipo de radio marca Phillips, 465 kilos de
pasto; 314 kilos de avena, dos yeguas, "La Huraña" Nº
176 y "Joyada" Nº 172 que fueron trasladadas al retén de
Corcolén; dos cascos de sillas, estriberos de suela y fie-
rro, fundas, jáquimas, maneas, morrales, riendas cortas y
largas, rasquetas, cinchas, etc.
Elementos administrativos: libro de novedades de
guardia; libro entrega de partes; libreta de patrullajes, li-
bro de registro de guías de libre tránsito, libro de encar-
gos policiales; muebles y útiles varios, como mesas, es-
tantes, sillas, etc.
Por razones de buen servicio (?) se suprimió el retén,
mediante la Orden O.S.I. N.R. 38776 del 24 de Septiem-
bre de 1976. Tres meses más tarde, el 1 de enero de 1977
el teniente Nemesio Camus Pizarro se encarga de dar cum-
plimiento a esta orden, retirando las especies y entregan-
do el inmueble al propietario de entonces señor Adolfo
Leupín Hutter, quien la recibe conforme. Sirven en ese
acto como testigos los vecinos Pablo Marchant Carrasco
y Marcos Marchant Miranda.
260
LA PLAZA
AGUA POTABLE
270
CAPÍTULO XII
APARICIONES
ALEJITO LOBOS Y EL MONO QUE CRECÍA
Alumnos y profesores
vecinos y autoridades
de todas clases y edades
te rindieron grandes honores.
275
Pasó delante tuyo
la vida de Copequén
portándose mal o bien
pero con legítimo orgullo.
El tricolor orgulloso
sobre tu maciza estructura
flameará a gran altura
con garbo, alegría y gozo.
276
ROSENDA LÓPEZ INOSTROZA, LA COMPOSITORA
Aunque en 1916,
en Copequén, no suce-
dió nada digno de seña-
lar, con el correr de los
años, nos daríamos
cuenta que sí tuvo im-
portancia, porque, fue
en ese año, el 16 de
mayo, que en Parral na-
ció la señora Rosenda
López Inostroza, quien durante más de medio siglo ha dado
fama a Copequén, gracias a sus prodigiosas manos. Aunque
ella sin saberlo, por su inquebrantable espíritu de lucha y su
legítimo afán de superación, estuvo a punto de torcer la nariz
del destino, y si esto hubiera ocurrido, no habría tanta gente
agradecida de ella y con los huesos en su lugar, sonriéndole a
la vida y caminando por lugares tan distantes como Egipto,
Bolivia, Estados Unidos, Israel, Isla de Pascua, etc.
Siendo niña aprendió a tejer a crochet y palillo; poste-
riormente fue chamantera, hilando y tiñiendo la lana que da-
ría vida a multicolores chamantos que vendía a los huasos de
la zona. Después aprendió corte, confección y sastrería, oficio
que desempeñó por muchos años. "Soy modista. Ahora no,
porque hay tanta fábrica", expresa con su modestia habitual.
A los tres años tuvo un sueño. Se le presentó un señor con una
caja de cartón, en cuyo interior habían huesos de distintos tamaños
y formas. Le dijo que pertenecían a un pie humano y que ella tenía
que armarlo. En lo que recuerda, aceptó el desafío y después de
muchos intentos logró terminar satisfactoriamente la tarea.
Desde ese entonces y dada su naturaleza traviesa, practi-
caba con pollos y otras aves, zafándole las patas para después
componérselas.
277
Estando algo más crecida, 11 años, ocurrió otro hecho
que afianzó más aún su naciente actividad. Su padre, muy se-
vero, la castigaba frecuentemente y un buen día apareció un
compadre de él con una mano descompuesta, que la niña a
escondidas de su progenitor le arregló de un santiamén. Re-
cuerda que esta fue su primera experiencia profesional con
personas. Su paciente en agradecimiento intercedió ante su
padre: "compadre, no castigue más a la niña. Mire las cosas
que sabe hacer. Me compuso la mano".
Desde ese día la relación padre-hija, mejoró ostensible-
mente y la niña Rosenda pudo seguir practicando con pollos y
gallinas, y desarrollando su potencial de compositora.
No conoció las escuelas. Aprendió a leer, cuando a los
18 años le regalaron el Silabario El Ojo. Pero, si hubiera po-
dido estudiar, la profesión que habría elegido habría sido me-
dicina. "Siempre le ha trabajado a los huesos". Es su especia-
lidad. Es tal su honestidad, que según sus propias palabras,
jamás recetaría un remedio para otras dolencias, porque no
tiene los conocimientos ni estudios para ello y, además, por-
que sería hacerle un daño a las personas.
Tiene historias la señora Rosenda. Y todas enmarcadas en
un dejo de satisfacción personal y orgullo profesional. Cuando
fue a firmar la escritura por la compra de su casa a Rancagua, el
notario reparó en su nombre "Rosenda López... Rosenda López...
¡Ah!, vos fuiste la que le pegó a mi papá y le dejaste un ojo en
tinta... Ahí recordé, que pocos años atrás atendí al entonces Pre-
sidente de la Corte Suprema, el señor Marcos Aburto, y como
no se quedaba sosegado, le pegué cuatro charchazos en la cara,
y como es blanco, lo dejé con un ojo negro".
"Le voy a decir que vos existís todavía".
Al viaje siguiente a la notaría, recuerda: "Dice mi papá
que lo vayas a ver. Que no seas ingrata".
"¡Iría ir a verlo!"
Nunca ha tomado vacaciones. A lo más 4 a 5 días en su
278
parcela de Parral. "A mí se me termina el mundo en la Esta-
ción Central". No conoce Viña del Mar, ni ningún lugar de
veraneo de la zona central. Confiesa tajantemente no tener el
menor interés tampoco. Y ante la pregunta si hipotéticamente
viajara, qué medio de transporte preferiría, si avión o barco,
contesta prontamente: "ninguno, me da susto salir".
Conoció más allá de su Parral natal, por razones profesio-
nales. Un señor que ella nombra Efren Hausen, concesionario
de la Mercedes Benz de Temuco, vino a buscarla para atender a
su madre, que estaba postrada en cama desde hacia cuatro años.
"¿Es muy lejos Temuco?"
"No. Poquito más allá de Parral. Vamos y volvemos en el
día. Me engañó como una chiquilla chica".
"Salimos antes que saliera el sol y llegamos pasado las
cuatro de la tarde. Para acortar el camino, me contaba chistes.
Yo ni lo miraba, porque iba con rabia. Después de almorzar en
su casa pasé a ver a la viejita. La arreglé y como a las siete de
la tarde ya estaba andando".
Casada en 1940 en Olivar Alto, con Ovidio Bustamante y
madre de cinco hijos, toda su vida la ha dedicado al trabajo.
"De que soy mujer, nunca he ido a una fiesta, y jamás nunca he
pasado la puerta de una celebración. Cuando estaba chiquilla,
no me daban permiso. Y cuando casada, mi marido salía solo".
"La tele no la sé ni prender, ni apagar". Nada de cine, de
artistas, ni de cantantes. Tanto es así que a Lucho Gatica, nues-
tro más grande y famoso ídolo de la canción, no lo conoce
como tal, pero sí como paciente.
Otros ilustres que han pasado por sus manos: Constantino
Kochifas, propietario de los barcos de turismo Skorpios, quien en
agradecimiento la ha invitado insistentemente a participar en sus
cruceros por el sur de Chile y acompañada con quien ella quiera.
También han llegado a su consulta, un cónsul de Argentina,
otro de Estados Unidos; la periodista María Eugenia Oyarzún, el
jugador de fútbol de Colo-Colo Severino Vasconcellos; el ani-
279
mador de televisión Juan La Rivera y otros del mismo medio
"que después que se van, mi nieta Marcela me dice los nombres,
porque como yo no veo tele, no los conozco".
También atendió a Augusto Pinochet Ugarte. La mandó a
buscar para llevarla a Coya, donde él se encontraba, en la resi-
dencia reservada a los presidentes de la nación: La Casa 100.
"Tenía problemas en una rodilla y en la columna cervi-
cal, producto de los golpes recibidos en un aterrizaje forzoso
del helicóptero en que viajaba; mientras lo atendía estaba muy
callado. Nunca atenderé a una persona más sufrida".
Otro paciente del que guarda gratos recuerdos es del sacer-
dote Rigoberto Piña, a quien asistió diariamente los últimos me-
ses de su vida, haciéndole masajes para aliviar sus dolencias.
De sus conocimientos y habilidades, también se han be-
neficiado caballos de carrera en el Club Hípico de Santiago y
un corralero de Santiago Urrutia, "On Chanca", en el Cam-
peonato Nacional de Rodeo de Rancagua, quien en agradeci-
miento le obsequió un caballo de raza.
Por su bien ganado prestigio, le han hecho entrevistas en
revistas, diarios y televisión. Pero a quien tiene vetado es al
popular Don Francisco porque "es muy burlesco".
Hasta hace poco tiempo su horario de trabajo se extendía
hasta medianoche, si era necesario. Ahora por la edad y reco-
mendación médica sólo lo hace hasta las trece horas, siempre
que no se presente una emergencia.
También las ha pasado duras. En 1988 estuvo muy gra-
ve, víctima de una neumonía fulminante, infarto al corazón y
un shock nervioso. Todo al mismo tiempo. Afortunadamente
se recuperó con éxito. Sin embargo, reconoce que no es la
misma de antes; le están faltando las fuerzas. No en vano, son
más de sesenta años de dura actividad. Confiesa que su mayor
deseo es "que Dios me de permiso para seguir trabajando"; y
no cabe duda que su ruego ha sido escuchado y el permiso
otorgado, para regocijo y tranquilidad de sus pacientes.
280
DELINCUENCIA
294
CAPÍTULO XIV
JUAN Y MARÍA
295
296
sta carta guardada celosamente por María por
más de cincuenta años fue encontrada por sus hijos después
de haber fallecido. Sin duda que fue el más valioso tesoro que
la acompañó secretamente a través de su sacrificada pero her-
mosa existencia. ¿Cuántas veces la habrá leído bajo la débil
luz de una vela en aquellas solitarias e interminables noches
297
de su Copequén natal, mientras Juan permanecía internado en
un hospital en Santiago? Acompañada solo por el acompasa-
do sueño de los pequeños hijos en las camas vecinas en aquel
enorme dormitorio de murallas interminables, soportaba la so-
ledad noche tras noche.
¿Cuántas lágrimas derramaron aquellos enrojecidos ojos
sobre esa hoja de papel y que al fundirse con la tinta parecían
desvanecer toda esperanza?
¿Cuántos desgarradores mensajes envió María a su fa-
llecido esposo tras la lectura de esta carta en los que le supli-
caba ayuda para soportar tanto sufrimiento?
¿Cuánta fuerza, cuánto coraje, cuanta sabiduría le infun-
dieron a María aquellas palabras del único hombre a quien amó?
Así, con esta carta se gesta la formación de una familia como
tantas otras en Copequén. Su autor con decisión y valentía antepone
el amor por una mujer ante todas sus debilidades y temores. Porque
la valentía no sólo se demuestra en el campo de batalla o en situacio-
nes de peligro. Para Juan su campo de batalla estaba en lo íntimo de
su ser, y la encarnizada lucha entre sus sentimientos hacia esa joven
y el dejar a descubierto sus carencias se tornaba por momentos dra-
mática y hasta cruel. Y como lo dijera sesenta años más tarde S. S.
Juan Pablo II, esta vez también el amor fue más fuerte.
Con escogidas palabras, con su más pulcra y cuidada le-
tra y la inmaculada presentación en una delicada y fina hoja
de papel con una rosa de color rojo en su extremo, símbolo
eterno de los enamorados, envió a través de un amigo, su men-
saje del más tierno y puro amor, con la terrible incertidumbre
como el mismo lo dice: "sea por bien o por mal".
¿Cuánto tiempo transcurrió antes de recibir la ansiada respues-
ta? No lo sabemos. Pero el hecho es que en esas circunstancias ha-
bían dos realidades, dos presentes, dos perspectivas de ver la vida.
La realidad de Juan, incierta, vaga, imprecisa, con algunos
tibios rayos de esperanza que asomaban en ese brumoso presente.
La realidad de María, por el contrario, de completa feli-
298
cidad. Por fin aquellos silentes mensajes a través de fugaces y
a veces atrevidas miradas de Juan, habían tomado forma de
palabras y de palabras tan hermosas y llenas de sentimiento:
"...para comunicarle todo lo que mi corazón siente... ...no puedo
por más tiempo callar la pasión que me de vora..."
Dos realidades que pronto se habrían de fundir en una sola,
porque tan infundados eran los temores de Juan de no ser co-
rrespondido, que poco tiempo después, el 22 de enero de 1928,
se unían para siempre bajo el santo sacramento del matrimonio.
Aunque en verdad las cosas no fueron nada de fáciles. La
rotunda negativa del padre de ella en que las amenazas de deshe-
redarla y expulsarla de la casa, si persistía en su intento, se hacían
cada vez más frecuentes. La deteriorada relación entre padre e
hija llegó a extremos críticos. La cerrada oposición paterna de no
permitir una relación sentimental con un desconocido llegado a
Copequén desde las lejanas tierras colchagüinas de El Cardonal
de Panilonco, cerca de Pichilemu, hicieron que María, en ese
entonces con 22 años, un buen día decidiera abandonar la casa
paterna, yéndose a refugiar a la casa parroquial de Coinco. Su
cura confesor, una vez enterado de los hechos, envió por el novio
y sin más trámite procedió a casarlos.
El único atenuante en favor del recién forzosamente in-
corporado miembro familiar, era que tenía un primo sacerdo-
te, cosa muy bien vista en esa época, y que ya empezaba a
hacer noticias en el ámbito nacional, con sus posturas socia-
les. Su nombre José María Caro Rodríguez, años más tarde
primer cardenal de la Iglesia Católica de Chile.
El azaroso comienzo de esta sociedad conyugal, sin más
capital que el amor aportado por los socios por partes iguales,
se fue consolidando poco a poco en el bucólico Copequén de
los años treinta. Mera coincidencia quizás, el hecho es que
nuestro personaje de oficio zapatero-talabartero fue padre de
seis "chancletas", Irma, María Uberlinda, Camila Elisa, Silvia
del Carmen, Gilda Elena y Eulalia de las Mercedes; estas dos
299
Silvia, Irma, Camila, Uberlinda y Joel junto a su regalón "Pinocho" .
307
BIBLIOGRAFIA
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Museo de Carabineros de Chile.
Museo Colonial de San Francisco.
Museo de Correos de Chile.
Museo Regional de Rancagua.
Museo Histórico Nacional.
Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna.
Museo Nacional de Historia Natural.
Museo Precolombino.
Obispado de Rancagua.
Oficina de Estudios y Políticas Agrarias.
Parroquia de Coinco.
Registro Civil de Coinco.
Seminario Pontificio, Santiago.
Servicio Agrícola y Ganadero.
Servicio Nacional de Geología y Minería.
319