Fromm, Erich - Tener o Ser PDF
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¿TENER O SER?
LAO-TSE
ECKHART
KARL MARX
PREFACIO
En realidad, el título de este libro y los títulos de otras dos obras son casi
idénticos: Être et avoir de Gabriel Marcel, y Haben und Sein de Balthasar Staehelin.
Estos tres libros están escritos, con espíritu humanista, pero cada uno enfoca el
tema de modo muy distinto: Marcel escribe desde un punto de vista teológico y
filosófico; el libro de Stachelin es un examen constructivo del materialismo en la
ciencia moderna y una contribución al Wirklichkeitsanalyse; en este volumen hago
un análisis social y psicológico empírico de dos modos de existencia. Recomiendo
los libros de Marcel y Staehelin a los lectores interesados en este tema (hace poco
supe de la existencia de una traducción inglesa del libro de Marcel; pero yo había
leído una excelente traducción inglesa preparada para mi uso particular por
Beverly Hughes. La versión publicada es la que cito en la bibliografía).
Para hacer más ameno este libro, he reducido las notas al mínimo, tanto en
número como en tamaño. Algunas referencias a libros se hallan entre paréntesis en
el texto, pero las referencias exactas se encuentran en la bibliografía.
Deseo aclarar otro punto del estilo: el uso de las palabras “hombre” y “él”.
Creo que evité todo el lenguaje “orientado hacia el sexo masculino”, y le agradezco
a Marion Odomirok haberme convencido de que el uso del lenguaje en este
aspecto es más importante de lo que yo creía. Sólo en un punto no nos pusimos de
acuerdo: en el enfoque al sexismo en el lenguaje en relación con la palabra
“hombre” como término que designa a la especie Homo sapiens. El uso de “hombre”
en este contexto, sin diferenciación de sexo, tiene una antigua tradición en el
pensamiento humanista, y no creo que podamos prescindir de una palabra que
define claramente a la especie humana. Esta dificultad no existe en el idioma
alemán: se emplea Mensch para referirse al ser humano, sin diferencias sexuales.
Pero aun en inglés “man” (hombre) se usa de la misma manera sexualmente no
diferenciada que la palabra alemana Mensch, que significa un ser humano o la
especie humana, juzgo aconsejable reintegrarle su significado no sexual a la
palabra “hombre”, y no sustituirla por términos malsonantes. En este libro he
escrito “Hombre” con mayúscula para aclarar el empleo del término sin
diferenciación sexual.
E. F.
INTRODUCCIÓN:
LA GRAN PROMESA, SU FRACASO Y NUEVAS
OPCIONES
Los hombres y, cada vez más, las mujeres tenían un nuevo sentimiento de
libertad; se convertían en amos de sus vidas: las cadenas feudales habían sido rotas
y el individuo podía hacer lo que deseara, libre de toda traba, o así lo creía la gente.
Aunque esto sólo era verdadero en relación con la clase alta y la media, sus logros
podían hacer que los demás tuvieran fe en que posteriormente la nueva libertad
llegaría a extenderse a todos los miembros de la sociedad, siempre que la
industrialización continuara progresando. El socialismo y el comunismo
rápidamente cambiaron, de movimientos cuya meta era una nueva sociedad y un
nuevo hombre en movimientos cuyo ideal era ofrecer a todos una vida burguesa,
una burguesía universalizada para los hombres y las mujeres del futuro. Se suponía
que lograr riquezas y comodidades para todos se traduciría en una felicidad sin
límites para todos. La trinidad “Producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad
sin restricciones” formaba el núcleo de una nueva religión: el Progreso, y una
nueva Ciudad Terrenal del Progreso remplazaría a la Ciudad de Dios. No es
extraño que esta nueva religión infundiera energías, vitalidad y esperanzas a sus
creyentes.
Hasta ahora, el argumento que hemos expuesto aquí dice que los rasgos de
carácter engendrados por nuestro sistema socioeconómico, o por nuestra manera
de vivir, son patógenos y a la larga enferman al individuo y, por consiguiente, a la
sociedad. Sin embargo, hay un segundo argumento, desde un punto de vista
enteramente distinto, en favor de procurar cambios psicológicos profundos en el
Hombre como alternativa a una catástrofe económica y ecológica. Se encuentra en
dos informes encargados por el Club de Roma, uno a D. H. Meadows et al, y otro a
M. D. Mesarovic y E. Pestel1. Ambos informes se refieren a las tendencias
tecnológicas, económicas y demográficas en escala mundial. Mesarovic y Pestel
concluyen que sólo unos cambios tecnológicos y económicos radicales de nivel
mundial, que se apliquen según un plan maestro, pueden “evitar una catástrofe
mundial definitiva”. Los datos que ofrecen como prueba de su tesis se basan en la
investigación más universal y sistemática realizada hasta ahora. (Su libro tiene
ciertas ventajas metodológicas sobre el informe de Meadows; pero este estudio,
anterior, exige cambios económicos más radicales aún como alternativa a una
catástrofe). Mesarovic y Pestel concluyen, además, que estos cambios económicos
sólo son posibles «si ocurren cambios fundamentales de los valores y las actitudes del
hombre (o, como yo los llamaría, de la orientación del carácter humano) como una
nueva ética y una nueva actitud hacia la naturaleza» (las cursivas son mías). Lo que
ellos dicen confirma lo que otros afirmaron antes y después de que su informe fue
publicado: una nueva sociedad es posible sólo si, en el proceso de desarrollarla,
también se forma un nuevo ser humano, o en términos más modestos, si ocurre un
cambio fundamental de la estructura de carácter del Hombre contemporáneo.
Por desgracia, los dos informes fueron escritos con el espíritu cuantitativo,
abstracto e impersonal tan característico de nuestra época. Además, descuidan
completamente todos los factores políticos y sociales, sin los que no puede haber
un plan realista. Sin embargo, presentan datos valiosos, y por primera vez se
refieren a la situación económica de toda la especie humana, a sus posibilidades Y
a sus peligros. Su conclusión (es necesaria una nueva ética y una nueva actitud
1 Los límites del crecimiento, FCE, 2a reimpresión, 1975, y La humanidad en la encrucijada, FCE,
1975
hacia la naturaleza) resulta tanto más valiosa cuanto que es opuesta a sus premisas
filosóficas.
Todos los datos mencionados aquí han sido publicados y son bien
conocidos. Lo casi increíble es que no se haya hecho un verdadero esfuerzo por
evitar lo que parece un decreto final del destino. Aunque en la vida privada nadie,
excepto un loco, permanecería pasivo ante una amenaza a su existencia, los
encargados de los asuntos públicos prácticamente no hacen nada, y los que les han
confiado su destino les permiten continuar inactivos.
¿Es posible que hayamos perdido el más fuerte de todos los instintos, el de
conservación? Una de las explicaciones más obvias es que los gobernantes hacen
muchas cosas que les permiten fingir que están actuando eficazmente para evitar
una catástrofe: sus interminables conferencias, sus resoluciones y conversaciones
sobre desarme causan la impresión de que los problemas se han identificado y que
están haciendo algo para resolverlos. Sin embargo, no hacen nada realmente
importante; pero gobernantes y gobernados anestesian sus conciencias y su
voluntad de sobrevivir, aparentando que conocen el camino y que avanzan en la
dirección correcta.
Otra explicación es que el egoísmo que genera el sistema hace que los
gobernantes antepongan su éxito personal a su responsabilidad social. Ya no nos
sorprende cuando los dirigentes políticos y los “ejecutivos” de los negocios toman
decisiones que parecen beneficiarlos, y que al mismo tiempo son nocivas y
peligrosas para la comunidad. Desde luego, si el egoísmo es un pilar de la ética
práctica contemporánea, ¿por qué habrían de actuar de otra manera? No parecen
saber que la avaricia (como la sumisión) vuelve a la gente estúpida aun en lo que
atañe a su verdadero interés, al interés de sus propias vidas y de las vidas de sus
esposas y sus hijos (cf. J. Piaget, El juicio moral del niño). Al mismo tiempo, el
público en general está tan egoístamente preocupado por sus asuntos particulares
que presta muy poca atención a los problemas que trascienden el terreno personal.
Sin embargo, hay otra explicación más del debilitamiento de nuestro instinto
de conservación: en la vida se requerirían cambios tan enormes que la gente
prefiere una catástrofe futura al sacrificio que tendría que hacer hoy día. La
descripción que hace Arthur Koestler de algo que le ocurrió durante la Guerra
Civil Española es un ejemplo notable de esta actitud común: Koestler se encontraba
en una cómoda quinta de un amigo cuando le informaron que avanzaban las
tropas de Franco; sin duda llegarían durante la noche, y muy probablemente lo
asesinarían; podía salvar su vida huyendo, pero la noche era fría y lluviosa, y la
casa tibia y cómoda. Se quedó, fue hecho prisionero, y casi milagrosamente salvó
su vida muchas semanas después gracias a los esfuerzos de algunos amigos
periodistas. Así también se comportan los que prefieren arriesgarse a morir a
soportar un examen que podría revelar una enfermedad grave, la cual requeriría
una gran operación quirúrgica.
I.
UNA PRIMERA OJEADA
2 En inglés de los Estados Unidos, es la manera común de decir que tiene un millón de
dólares. [T.]
Durante muchos años he estado profundamente impresionado por esta
distinción, y he buscado su base empírica estudiando concretamente individuos y
grupos, mediante el método psicoanalítico. Lo que he observado me lleva a
concluir que esta distinción, junto con la del amor a la vida y el amor a la muerte,
representa el problema más crucial de la existencia. Los datos empíricos,
antropológicos y psicoanalíticos, tienden a demostrar que tener y ser son dos modos
fundamentales de la experiencia, las fuerzas que determinan la diferencia entre los
caracteres de los individuos y los diversos tipos de caracteres sociales.
en la cerca!
Es probable que Basho paseara por una vereda en el campo cuando advirtió
algo casi escondido en una cerca. Al aproximarme más, miró atentamente, y
descubrió que sólo era una minúscula planta silvestre, generalmente no advertida
por los transeúntes. Es un hecho sencillo, descrito en el poema, y el sentimiento
específicamente poético sólo se expresa, quizás, en las dos últimas sílabas con lo
que en japonés se denomina kana. Esta partícula, frecuentemente vinculada con el
nombre, con el adjetivo o con el adverbio, expresa cierto sentimiento de
admiración o elogio, o tristeza o alegría, y a veces puede traducirse
apropiadamente con los signos de admiración. Este haikai termina con este signo.
Descubrimiento
completamente solo,
y no pensaba
buscar nada.
Vi en la sombra
una florecilla
y muera?
La tomé
y la llevé al jardín
y la planté de nuevo
en un lugar tranquilo
y florece.
Caminando sin ningún propósito, Goethe se siente atraído por una florecilla
brillante. Siente el mismo impulso que Tennyson: cortarla, pero a diferencia de
Tennyson, Goethe advierte que esto significaría matarla. Para Goethe, la flor está
tan viva que le habla; y resuelve el problema en forma diferente de Tennyson o
Basho. Toma la flor “con raíces y todo” y la planta de nuevo para no matarla.
Goethe se encuentra, por decirlo así, entre Tennyson y Basho. Para él, en el
momento crucial, la fuerza de la vida resulta más poderosa que la fuerza de la pura
curiosidad intelectual. Huelga decir que en este bello poema Goethe expresa el
meollo de su concepto de investigación de la naturaleza.
Goethe, el gran amante de la vida, uno de los más notables enemigos del
desmembramiento humano y de la mecanización, en muchos poemas expresó el
modo de ser, opuesto al de tener. Su Fausto es una descripción dramática del
conflicto entre ser y tener (esto último representado por Mefistófeles), y en el
siguiente poema breve expresa la cualidad de ser con la mayor simplicidad:
La propiedad
sino el pensamiento
fluye de mi alma,
CAMBIOS IDIOMÁTICOS
Cierto cambio del hincapié en tener y ser resulta obvio en el creciente uso de
sustantivos y en el empleo cada vez menos frecuente de verbos en los idiomas
occidentales en los últimos siglos.
Uso contemporáneo
Durante 200 años desde Du Marais, esta tendencia a sustituir los sustantivos
por verbos ha aumentado en una proporción que él difícilmente podría haber
imaginado. Éste es un ejemplo típico, aunque levemente exagerado, del lenguaje
actual. Una persona que busca la ayuda del psicoanalista inicia la conversación con
la siguiente frase: «Doctor, tengo una preocupación; tengo insomnio. Tengo una
casa bonita, hijos hermosos y un matrimonio feliz, pero tengo muchas
preocupaciones». Hace algunas décadas, en vez de “tengo una preocupación”, el
pariente probablemente habría dicho: “Estoy preocupado”; en vez de “tengo
insomnio”, “no puedo dormir”; en vez de “tengo un matrimonio feliz”, habría dicho
“soy feliz en mi matrimonio”.
3 Debe mencionarse aquí, por lo menos de paso, que también existe una relación del ser con
su propio cuerpo en la que siente el cuerpo como algo vivo, y que puede expresarse diciendo “yo
soy mi cuerpo”, y no “yo tengo mi cuerpo”; todas las prácticas de conciencia sensorial manifiestan
esta experiencia de ser del cuerpo.
Este examen preliminar del significado de tener y ser nos lleva a estas
conclusiones:
5 Z. Fiser, uno de los filósofos checoslovacos más sobresalientes, aunque poco conocido,
relacionó el concepto budista del proceso con la auténtica filosofía marxista. Por desgracia su obra
sólo se ha publicado en lengua checa y por ello es desconocida para la mayoría de los lectores
occidentales. (Lo conozco por una traducción inglesa inédita).
TENER Y CONSUMIR
EL APRENDIZAJE
LA MEMORIA
En el modo de ser, recordar implica dar vida a algo que vimos u oímos
antes. Podemos ejercitar esta memoria productiva tratando de imaginar la cara de
una persona o un panorama que vimos en el pasado. No somos capaces de
recordar instantáneamente en ambos casos; debemos recrear el sujeto, darle vida
en nuestros pensamientos. Este tipo de memoria no siempre es fácil; para recordar
plenamente una cara o un panorama debemos haberlas observado con suficiente
concentración. Cuando se logra plenamente esta manera de recordar, la persona
cuya cara se recuerda es tan viva, el panorama recordado tan vívido, como si la
persona o el panorama realmente se encontraran físicamente presentes.
LA LECTURA
En el modo de ser, los lectores a menudo advierten que hasta un libro muy
admirado carece enteramente de valor o tiene un valor muy limitado; o logran
comprender plenamente un libro, a veces mejor que el autor, quien pudo haber
considerado que todo lo que escribió era igualmente importante.
EL EJERCICIO DE LA AUTORIDAD
Sean cuales fueren las razones de la pérdida de las cualidades que forman la
capacidad, en la mayoría de las sociedades más grandes y organizadas
jerárquicamente ocurre el fenómeno de la alienación de la autoridad. La capacidad
inicial, verdadera o supuesta, se transfiere al uniforme o al título de la autoridad. Si
ésta usa el uniforme adecuado u ostenta el título apropiado, su signo externo de
capacidad remplaza a la capacidad verdadera y sus cualidades. El rey (usamos este
título como símbolo de este tipo de autoridad) puede ser estúpido, vicioso, malo, o
sea totalmente incompetente para ser una autoridad; sin embargo, tiene autoridad.
Mientras conserve el título, se supondrá que tiene las cualidades de la capacidad.
Aunque el emperador esté desnudo, todo el mundo cree que usa bellas ropas.
LA FE
EL AMOR
¿Es posible tener amor? Si se pudiera, el amor necesitaría ser una cosa, una
sustancia susceptible de tenerla y poseerla. La verdad es que no existe una cosa
concreta llamada “amor”. “El amor” es una abstracción, quizá una diosa o un ser
extraño aunque nadie ha visto a esa diosa. En realidad, sólo existe el acto de amar,
que es una actividad productiva. Implica cuidar, conocer, responder, afirmar,
gozar de una persona, de un árbol, de una pintura, de una idea. Significa dar vida,
aumentar su vitalidad. Es un proceso que se desarrolla y se intensifica a sí mismo.
Experimentar amor en el modo de tener implica encerrar, aprisionar o
dominar al objeto “amado”. Es sofocante, debilitador, mortal, no dador de vida. Lo
que la gente llama amor la mayoría de las veces es un mal uso de la palabra, para
ocultar que en realidad no ama. Puede dudarse de que muchos padres amen a sus
hijos. Lloyd de Mause afirmó que durante los pasados dos milenios de historia
occidental ha habido informes de crueldad para con los hijos, desde tortura física y
psíquica, descuido, franca posesividad y sadismo tan terribles que puede creerse
que los padres amantes son la excepción y no la regla.
Durante el noviazgo nadie está seguro todavía de su pareja, pero cada uno
trata de conquistar al otro. Ambos son vitales, atractivos, interesantes, y hasta
bellos, ya que la vitalidad embellece el rostro. Ninguno tiene al otro; por
consiguiente las energías de ambos están dirigidas a ser, es decir, a dar y a
estimular al otro. En el matrimonio, la situación con frecuencia cambia
fundamentalmente. El acta matrimonial le da a cada esposo la posesión exclusiva
del cuerpo, de los sentimientos y de las atenciones del otro. Ninguno de los dos
debe conquistar, porque el amor se ha convertido en algo que se tiene, en una
propiedad. Los esposos dejan de esforzarse por ser amables y dar amor, por ello se
aburren, y su belleza desaparece. Se sienten desilusionados y confundidos. ¿Ya no
son las mismas personas? ¿Cometieron un error al casarse? Cada cónyuge
generalmente busca en el otro la causa del cambio, y ambos se sienten
defraudados, pero no advierten que ya no son los mismos que cuando se amaban;
que el error de creer que se puede tener amor, ha hecho que dejen de amarse. En
vez de amarse, llegan a un acuerdo para compartir lo que tienen: el dinero, la
posición social, la casa, los hijos. Por ello, en algunos casos el matrimonio que se
inicia con amor, se transforma en una asociación amistosa, en una empresa en la
que dos egotismos se reúnen en uno solo: el de “la familia”.
EL ANTIGUO TESTAMENTO
Uno de los principales temas del Antiguo Testamento es: deja lo que tienes;
libérate de todas las cadenas, sé tú mismo.
Por primera vez, aquí se formuló el principio que Marx hizo famoso: a cada
quien según sus necesidades. El derecho de alimentarse se estableció sin
cortapisas. Dios es aquí la madre que alimenta a sus hijos, que no deben hacer
nada para establecer su derecho de ser alimentados. El segundo mandamiento
condena la acumulación, la codicia y la posesividad. Al pueblo de Israel se le
ordenó que no guardara nada para la mañana siguiente: «Mas ellos no obedecieron
a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crio gusanos, y
pudrióse; y enojóse contra ellos Moisés. Y recogíanlo cada mañana, cada uno según
lo que había de comer y luego que el sol calentaba, derretíase» (Éxodo 16:20-21).
La historia del Éxodo tiene un fin trágico. Los hebreos no pudieron soportar
vivir sin tener. Aunque pudieron vivir sin una morada fija, y sin otro alimento que
el que les enviaba Dios cada día, no pudieron vivir sin un “jefe” visible, presente.
7Analicé el concepto del Tiempo Mesiánico en Seréis como dioses. También en ese libro
analicé el Shabbat, así como en el capítulo sobre “El rito del Sabbath” en El lenguaje olvidado.
muchas vivieron de nuevo en el desierto. Aun al predecir el nuevo desierto, los
Profetas estaban sosteniendo la fe de los judíos, y a la postre la de toda la especie
humana, con la visión mesiánica que prometía paz y abundancia sin requerir la
expulsión y el exterminio de los antiguos habitantes de la tierra.
Los verdaderos sucesores de los Profetas hebreos fueron los grandes sabios,
los rabinos, y ninguno más claramente que el fundador de la Diáspora: el rabino
Jochanan ben Sakai. Cuando los caudillos de la guerra contra los romanos (70 d.
C.) decidieron que era preferible morir que ser derrotados y perder su Estado, el
rabino Sakai cometió “traición”. Secretamente dejó Jerusalén, se rindió al general
romano, y le pidió permiso para fundar una escuela de cultura judía. Éste fue el
principio de la rica tradición judía y, al mismo tiempo, de la perdida de todo lo que
los judíos habían tenido: su Estado, su templo, su burocracia sacerdotal y militar,
sus animales para el sacrificio, y sus ritos. Todo se perdió y solamente les quedó
(como grupo) el ideal de ser: saber, aprender, pensar y esperar al Mesías.
EL NUEVO TESTAMENTO
En relación con las cosas, también se pide una total renuncia a la estructura
de tener. La comunidad más antigua insistía en la renuncia radical a la propiedad;
condenaba la acumulación de la riqueza. «No os hagáis tesoros en la tierra, donde
la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan; mas hacéos, tesoros
en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni
hurtan; porque donde estuviera vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón». (San
Mateo 6:19-21; San Lucas 12:33 s). Con el mismo espíritu Jesucristo dice:
«Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios» (San
Lucas 6:20; San Mateo 5:3). Desde luego, el cristianismo primitivo fue una
comunidad de pobres que sufrían, mas tenían la convicción apocalíptica de que
había llegado el momento de la desaparición total del orden existente, según el
plan divino de salvación.
8 Agradezco a Rainer Funk su amplia información acerca de este tema, y sus valiosas
sugestiones.
El concepto apocalíptico del “juicio final” fue una versión de la idea
mesiánica, común en los círculos judíos de la época. La salvación y el juicio final
serían precedidos de un periodo de caos y destrucción, tan terrible que los rabinos
en el Talmud le pedían a Dios que los librara de vivir en el tiempo premesiánico.
Lo nuevo del cristianismo era que Jesucristo y sus seguidores creían que el tiempo
había llegado (o que se encontraba en un futuro cercano) y que ya se había iniciado
con la aparición de Jesucristo.
La fuente “Q” más joven se originó en una etapa posterior del desarrollo del
cristianismo primitivo. Aquí también encontramos el mismo principio, y la historia
de Satanás que tienta a Jesucristo lo expresa de manera muy sucinta. En esa
historia se condena el afán de poseer cosas y la sed de poder, así como otras
manifestaciones de la estructura de tener. A la primera tentación (transformar las
piedras en pan, que simbólicamente expresa el deseo de cosas materiales)
Jesucristo contesta: «No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que
sale de la boca de Dios» (San Mateo 4:4; San Lucas 4:4). Después Satanás tienta a
Jesucristo con la promesa de darle un poder completo sobre la naturaleza (cambiar
la ley de la gravedad), y finalmente, le ofrece un poder sin límites, el dominio, de
todos los reinos de la tierra; pero Jesucristo lo rechaza (San Mateo 4:5-10; San Lucas
4:5-12). (Rainer Funk me señaló el hecho de que las tentaciones se realizan en el
desierto, con lo que se repite el tema del Éxodo).
San Justino escribió a mediados del siglo II: «Nosotros que amábamos la
riqueza (los bienes muebles) y las posesiones (las tierras) sobre todas las cosas, hoy
día tenemos propiedades comunales y las compartimos con los necesitados». En
una “Carta a Diogneto” (también del siglo II) hay un pasaje muy interesante que
Para San Basilio, como para los otros Padres de la Iglesia, el propósito de
todos los bienes materiales era servir a la gente; esta cita es característica suya: «Al
que se apodera del vestido de otra persona se le llama ladrón; pero el que no viste
al pobre y puede hacerlo, ¿no merece el mismo nombre?» (citado por Utz). San
Basilio hace hincapié en la comunidad original de los bienes, y algunos autores
sostienen que tenía tendencias comunistas. Concluiré este breve bosquejo con la
advertencia del Crisóstomo (siglo IV) de que no deben producirse ni consumirse
bienes superfluos: No digas «yo uso lo mío, porque usas lo que no es tuyo; el uso
egoísta, tolerante, convierte lo tuyo en algo ajeno; por eso lo llamo un bien ajeno,
porque lo usas con un corazón endurecido, y declaras que es justo, que sólo vives
de lo tuyo».
Podría continuar llenando muchas páginas con las opiniones de los Padres
de la Iglesia acerca de lo inmoral de la propiedad privada y el uso egoísta de
cualquier posesión. Sin Embargo, aun las pocas afirmaciones anteriores indican la
continuidad del rechazo de la orientación de tener, como lo encontramos en los
tiempos del Antiguo Testamento, en el cristianismo primitivo y en los siglos
posteriores. Hasta Santo Tomás de Aquino, que luchó abiertamente con las sectas
comunistas, concluyó que la institución de la propiedad privada sólo se justificaba
cuando se dedicaba a satisfacer el bienestar de todos.
10 Los pasajes antes citados están tomados de la obra de Otto Schilling. Véanse también sus
citas de K. Farner y de T. Sommerlad.
Pero Eckhart va más allá en otro nivel (y habla en varios niveles). Escribe:
Es un pobre que no sabe nada. A veces hemos dicho que el hombre debe
vivir como si no viviera, ni para su yo, ni para la verdad, ni para Dios12; pero en
este punto, diremos algo más, e iremos más allá. El hombre que quiera lograr esta
pobreza vivirá como un hombre que no sabe que vive, ni para sí mismo, ni para la
verdad, ni para dios. Es más; permanecerá libre y vacío de todo conocimiento, para
que no exista en él ningún conocimiento acerca de dios; porque cuando la
12 Blakney escribe con “D” mayúscula la palabra Dios cuando Eckhart se refiere a la
Divinidad, y una “d” minúscula cuando Eckhart se refiere al dios bíblico de la creación.
existencia del hombre es de la especie externa de Dios, no hay otra vida para él: su
vida es él mismo. Por ello, decimos que el hombre debe estar vacío de su propio
conocimiento, como cuando no existía, y que Dios haga su voluntad y el hombre
no tenga impedimentos. (Blakriey, 28; Quint, D. W., 52; Quint, D. P. T.; 32).
Eckhart se vale del término ser en dos sentidos distintos, pero relacionados.
En un sentido estrecho y psicológico, ser denota las motivaciones genuinas y a
menudo inconscientes que impulsan a los seres humanos, en contraste con los
actos y las opiniones como tales, separados de la persona que actúa y piensa. Quint
acertadamente llama a Eckhart un extraordinario analista del alma (genialer
Seelenanalytiker): «Eckhart no se cansa de descubrir los nexos más secretos de la
conducta humana, los movimientos más ocultos del egoísmo, de las intenciones y
de las opiniones, de denunciar los apasionados anhelos de gratitud y recompensa»
(Quint D. P. T., Introducción, p. 29). Este atisbo de los motivos ocultos hace a
Eckhart muy atractivo para el lector posfreudiano, que ha superado la ingenuidad
de los prefreudianos y los puntos de vista conductistas que aún prevalecen, según
los cuales la conducta y la opinión son dos datos definitivos que no pueden
dividirse, como a principios de este siglo se suponía que el átomo no se dividía.
Eckhart expresa esta idea en numerosas afirmaciones, de las cuales es característica
la siguiente: «La gente no debe considerar tanto lo que debe hacer sino lo que es…
por ello procuremos hacer hincapié en ser buenos, y no en el número ni en la
calidad de las cosas que hacemos. Debemos hacer hincapié, en cambio, en los
fundamentos en que se apoya nuestro trabajo». Nuestro ser es la realidad, el
espíritu que nos mueve, el carácter que impulsa nuestra conducta; en cambio, los
hechos o las opiniones que están separados de nuestro centro dinámico no tienen
realidad.
IV.
¿QUÉ ES EL MODO DE TENER?
Este tipo de propiedad puede llamarse privada (del latín privare, “privar”,
porque la persona o personas que la poseen son sus dueños absolutos, y tienen
poder pleno para privar a los demás de su uso o gozo. Se supone que la propiedad
privada es una categoría universal y natural, pero, de hecho constituye la
excepción y no la regla, si consideramos toda la historia humana (incluso la
prehistoria), y en especial las culturas no europeas en que la economía no era la
principal preocupación del hombre. Además de la propiedad privada hay la
propiedad creada por sí misma, que es exclusivamente el resultado del propio trabajo;
Las normas con que funciona la sociedad también moldean el carácter de sus
miembros (el carácter social). En una sociedad industrial, éstas son: el deseo de
adquirir propiedades, conservarlas y aumentarlas; o sea, obtener ganancias, y los
propietarios son admirados y envidiados como seres superiores; pero la vasta
mayoría no tiene propiedades en el sentido real del capital y de los bienes de
capital. Se plantea una pregunta desconcertante: ¿cómo pueden satisfacer o aun
enfrentarse a su pasión de adquirir y conservar las propiedades, o cómo pueden
creerse propietarios los que no tienen propiedades?
Desde luego, la respuesta obvia es que aun los que tienen pocas propiedades
poseen algo, y aprecian sus escasas posesiones tanto como los capitalistas aprecian
las suyas. Como los grandes propietarios, los pobres también sienten obsesión por
conservar lo que han conseguido y por aumentarlo, aunque sea en una cantidad
infinitesimal (por ejemplo, ahorrar algunos centavos todos los días).
Quizá el placer más grande no consiste en poseer cosas materiales, sino seres
vivos. En una sociedad patriarcal hasta el hombre más miserable de las clases más
pobres puede ser propietario de su esposa, de sus hijos, de sus animales, y cree ser
su dueño absoluto. Por lo menos para el hombre en una sociedad patriarcal,
engendrar muchos hijos es la única manera de poseer personas sin necesidad de
trabajar para conseguir su propiedad, y sin invertir capital. Como el peso total de
la crianza de los hijos recae sobre la mujer, difícil sería negar que la procreación de
los hijos en una sociedad patriarcal es una cruda explotación de las mujeres. Sin
embargo, a su vez las madres tienen su forma de propiedad: los hijos mientras son
pequeños. Esto es un eterno círculo vicioso: el marido explota a la esposa, ella
explota a los hijos pequeños, y los varones adolescentes pronto se unen a los
hombres adultos en la explotación de las mujeres, etcétera.
LA NATURALEZA DE TENER
La frase “yo tengo algo” expresa la relación entre el sujeto, yo (o él, nosotros,
usted, ellos), y el objeto. Esto implica que el sujeto y el objeto son permanentes;
pero ¿es permanente el sujeto?, o ¿lo es el objeto? Yo moriré; puedo perder la
posición social que me garantiza el tener algo. De modo similar, el objeto no es
permanente: puede destruirse, perderse, o perder su valor. Hablar de tener algo
permanentemente se basa en la ilusión de una sustancia permanente e
indestructible. Parece que lo tengo todo, pero (en realidad) no tengo nada, ya que
tener, poseer, dominar un objeto es sólo un momento transitorio en el proceso de
vivir.
Pero quizá más que nada, poseer propiedades constituye la realización del
deseo de inmortalidad, y por ello la orientación de tener ha adquirido tal potencia.
Si mi yo está constituido por lo que tengo, si las cosas que tengo son indestructibles,
entonces soy inmortal. Desde el Antiguo Egipto hasta nuestros días (desde la
inmortalidad corporal, por medio de la momificación del cuerpo, hasta la
inmortalidad espiritual, por medio del testamento) la gente ha continuado
viviendo más allá de su existencia física y mental. Con el poder legal del
testamento determinamos el reparto de nuestras propiedades entre las
generaciones futuras; con las leyes de la herencia, yo (siempre que sea dueño de un
capital) me vuelvo inmortal.
No importa mucho en este contexto el que Freud creyera que una fase
especial del desarrollo de la libido era primaria, y la formación del carácter
secundaria (pero en mi opinión esto es producto de la constelación interpersonal
en la primera etapa de la vida y, sobre todo, de las condiciones sociales que la
forman). Lo que importa es la opinión freudiana de que la orientación predominante
en la posesión ocurre en el periodo anterior al logro de una plena madurez, y se vuelve
patológica si continúa permanentemente. En otras palabras, Freud considera que la
persona exclusivamente preocupada por tener y poseer es neurótico: mentalmente
enferma; por consiguiente, si la mayoría de los miembros de una sociedad tiene
carácter anal, se trata de una sociedad enferma.
ASCETISMO E IGUALDAD
Para apreciar plenamente el modo de tener al que nos referimos aquí, parece
necesario otro examen más, el del funcionamiento del tener existencias; porque la
existencia humana requiere que tengamos, conservemos, cuidemos y usemos
ciertas cosas para sobrevivir. Esto también puede decirse de nuestros cuerpos, en
cuanto al alimento, la habitación y los vestidos, y en cuanto a los instrumentos
necesarios para satisfacer nuestras necesidades. Esta forma de tener puede
denominarse “existencias” porque está enraizada en la existencia humana. Es un
impulso racionalmente dirigido a sobrevivir, en contraste con el tener caracterológico
al que nos hemos referido hasta ahora, que es un impulso apasionado por
conservar y retener, que no es innato, sino que se ha desarrollado como
consecuencia de la repercusión de las condiciones sociales sobre la dotación
biológica de la especie humana.
La mayoría de nosotros conoce más sobre el modo de tener que del modo de
ser, porque el primero se aplica con más frecuencia en nuestra cultura; pero algo
más importante que esto hace que definir el modo de ser resulte más difícil que
definir el modo de tener: la naturaleza misma de la diferencia entre estos dos
modos de existencia.
Tener se refiere a las cosas, y éstas son fijas y pueden describirse. Ser se refiere
a la experiencia, y la experiencia humana es, en principio, indescriptible. En cambio,
lo que es plenamente descriptible es nuestra persona (la máscara que usamos, el ego
que presentamos), pues esta persona es en sí una cosa. En cambio, el ser humano
vivo no es una imagen muerta, y no puede describirse como cosa. De hecho, el ser
humano no puede describirse. Desde luego, mucho puede decirse de mí, de mi
carácter, de mi orientación total en la vida. Este atisbo de conocimiento puede ir
muy lejos en la comprensión y en la descripción de mi estructura psicológica y en
la de los otros; pero mi yo total, toda mi individualidad, mi mismidad que es
única, como mis huellas digitales, nunca podrá ser plenamente comprendida, ni
aun por empatía, porque no hay dos seres humanos completamente iguales 14. Sólo
en el proceso de una vital relación mutua entre otra persona y yo podremos
superar la barrera de la separación, siempre que ambos participemos en la danza
de la vida. Sin embargo, nuestra plena identificación, mutua nunca podrá lograrse.
14Ésta es la limitación hasta de la mejor psicología, punto que examiné con detalle,
comparando “la psicología negativa” con la “teología negativa” en un ensayo “On the Limitations
and Dangers of Psychology” (1959).
SER ACTIVO
ACTIVIDAD Y PASIVIDAD
Hasta ahora he descrito el significado de ser en contraste con tener; pero otro
sentido igualmente importante de ser se revela en oposición a aparentar. Si parece
que soy bondadoso, aunque mi bondad sólo sea una máscara para cubrir mi afán
de explotación, si parece que soy valiente, aunque en realidad sea vanidoso y quizá
suicida, si parece que amo a mi país, aunque fomente mi interés egoísta, la
apariencia, o sea, mi conducta manifiesta, está en contradicción directa con la
realidad de las fuerzas que me motivan. Mi conducta es distinta de mi carácter. La
estructura de mi carácter, la verdadera motivación de mi conducta, constituye mi
ser auténtico. Mi conducta puede reflejar parcialmente mi ser, pero por lo general
es una máscara que tengo y que me pongo para mis propios fines. El conductismo
trata esta máscara como si fuera un dato científico digno de confianza; el
verdadero insight enfoca la realidad interior, que por lo general no es consciente ni
puede observarse en forma directa. Este concepto de ser “desenmascarado”, como
lo expresó Eckhart, es muy importante en el pensamiento de Spinoza y de Marx, y
es el descubrimiento fundamental de Freud.
Por otra parte, se supuso que las opiniones del “sentido común” de un
ciudadano normal, o sea, socialmente adaptado, eran racionales y no necesitaban
de un análisis profundo; pero esto no es verdad. Nuestras motivaciones, ideas y
creencias conscientes son una mezcla de información falsa, prejuicios, pasiones
irracionales y racionalizaciones, en que fragmentos de la verdad flotan y ofrecen la
seguridad, aunque falsa, de que toda la mezcla es genuina y verdadera. El proceso
del pensamiento intenta organizar este cultivo de ilusiones de acuerdo con las
leyes de la lógica y la credibilidad. Se supone que este nivel de la conciencia refleja
la realidad; es el mapa que usamos para organizar nuestra vida. Este mapa falso no
está reprimido; lo que está reprimido es el conocimiento de la realidad, el conocimiento de
la verdad. Si preguntamos ¿qué es inconsciente?, la respuesta debe ser: además de las
pasiones irracionales, casi todo el conocimiento de la realidad. El inconsciente
básicamente está determinado por la sociedad, que produce las pasiones
irracionales y ofrece a sus miembros varios tipos de ficciones, y así hace que la
verdad quede prisionera de la supuesta racionalidad.
18En su libro The Gamesmen: the New Corporate Leaders (El ganador: el nuevo tipo de líder en los
negocios, Lasser Press Mexico 1978, cuyo manuscrito tuve el privilegio de leer), Michael Maccoby
menciona algunos proyectos recientes de participación democrática, en especial su propia
investigación en el Proyecto Bolívar, que trata del papel del trabajo, y que será el tema, junto con
otro proyecto, de una obra mayor que Maccoby actualmente está planeando.
considerable responde a los valores que profesan. Las mismas necesidades se
afirmaron y se expresaron en muchas comunas a través de los siglos, fueran
religiosas, socialistas o humanistas. Encontramos el deseo de dar en los que
voluntariamente ofrecen su sangre (sin recibir pago), en las muchas situaciones en
que la gente arriesga su vida por salvar la de otros. Encontramos la manifestación
de la voluntad de dar en los que aman genuinamente. “El amor falso”, o sea el
egoísmo mutuamente compartido, nos hace más egoístas (muy a menudo sucede
esto). El amor genuino aumenta la capacidad de amar y de dar a los demás. El
verdadero amante en su amor a una persona específica, ama a todo el mundo 19.
Ejemplos sobresalientes en la historia son los hijos y las hijas de los ricos del
Imperio Romano, que abrazaron la religión de la pobreza y el amor; otro es Buda,
que era un príncipe y tenía todo el placer y el lujo que pudiera desear, pero
descubrió que tener y consumir causan infelicidad y sufrimiento. Un ejemplo más
reciente (en la segunda mitad del siglo XIX) son los hijos y las hijas de la clase
superior rusa: los Narodniki. Al advertir que ya no podían soportar la vida de ocio e
injusticia en que habían nacido, esos jóvenes dejaron a sus familias, se unieron a los
campesinos pobres, vivieron con ellos, y ayudaron a echar las bases de la lucha
revolucionaria en Rusia.
Podemos advertir un fenómeno similar entre los hijos y las hijas de los ricos
en los Estados Unidos y en Alemania, quienes consideran aburrida y sin sentido la
vida en sus casas ricas; pero más que eso, encuentran insoportable la insensibilidad
del mundo ante los pobres y la corriente que nos arrastra hacia una guerra nuclear
en obsequio de la egolatría individual. Por ello, esos jóvenes se alejan de sus
hogares, buscando un nuevo tipo de vida, y se sienten insatisfechos porque no
19 Una de las fuentes más importantes para comprender el impulso natural humano de dar y
compartir es la obra clásica de P. A. Kropotkin, La ayuda mutua, factor de la evolución (1902). Otras
dos obras importantes son The Gift Relationship: from Human Blood to Social Policy, de Richard
Titmuss (en que señala las manifestaciones del deseo de dar, y hace hincapié en que nuestro sistema
económico nos impide ejercer libremente el derecho de dar), y Altruism, Morality and Economic
Theory, Ed. Edmund S. Phelps.
tienen oportunidad de realizar esfuerzos constructivos. Muchos de ellos fueron
originalmente los más idealistas y sensibles de la generación joven; pero en este
punto, faltándoles tradición, madurez, experiencia y sabiduría política, se sienten
desesperados, narcisistamente sobrestiman sus capacidades y posibilidades, y
tratan de lograr lo imposible mediante el uso de la fuerza. Forman los llamados
grupos revolucionarios y esperan salvar al mundo con actos de terror y
destrucción, sin advertir que sólo contribuyen a la tendencia general a la violencia
y a la inhumanidad. Han perdido su capacidad de amar y la han remplazado por
el deseo de sacrificar sus vidas. (El sacrificio de sí mismo con frecuencia es la
solución para los que ardientemente desean amar, pero que han perdido la
capacidad de hacerlo y ven el sacrificio de sus vidas una experiencia amorosa del
más alto grado). Pero estos jóvenes que se sacrifican son muy distintos de los
mártires del amor, que desean vivir porque aman la vida, y que aceptan la muerte
sólo cuando se ven obligados a morir para no traicionarse. Los actuales jóvenes
que se sacrifican son los acusados, pero también los acusadores, al mostrar que en
nuestro sistema social algunos de los jóvenes mejor dotados llegan a sentirse tan
aislados y sin esperanzas que para librarse de su desesperación sólo les queda el
camino de la destrucción y el fanatismo.
El deseo humano de unirse con los demás está enraizado en las condiciones
específicas de la existencia que caracterizan a la especie humana, y es uno de los
estímulos más vigorosos de la conducta humana. Mediante la combinación de una
determinación instintiva mínima y un desarrollo máximo de la capacidad de
razonar, los seres humanos hemos perdido nuestra unidad original con la
naturaleza. Para no sentirnos totalmente aislados (lo que, de hecho, nos condenaría
a la locura) necesitamos encontrar una nueva unidad: con nuestros semejantes y
con la naturaleza. Esta necesidad humana de unión con los otros se satisface de
muchas maneras: en la unión simbiótica con la madre, con un ídolo, con la tribu,
con la nación, con la clase, con la religión, con la fraternidad, con la organización
profesional. Desde luego, a menudo estos vínculos se combinan y a menudo
adoptan una forma de éxtasis, como entre los miembros de ciertas sectas religiosas
o en la multitud que se dispone a linchar a alguien, o en los estallidos de histeria
nacional en caso de guerra. Por ejemplo, el inicio de la primera Guerra Mundial
ocasionó una de las más espectaculares de estas formas de “unión”.
Repentinamente, de un día para otro, la gente renunció a sus convicciones
pacifistas, al antimilitarismo y al socialismo que habían sustentado durante toda su
vida; los científicos olvidaron el ejercicio (que habían practicado toda su vida) de la
objetividad, del pensamiento crítico y la imparcialidad, y se unieron al gran
Nosotros.
El deseo de sentirse unido a los otros se manifiesta en los tipos de conducta
más bajos, o sea, en actos de sadismo y destrucción, y también en los más elevados:
la solidaridad basada en un ideal o en una convicción. También es la causa
principal de la necesidad de adaptarse; los seres humanos sienten más miedo a ser
parias que a la muerte. Es crítico para cualquier sociedad el tipo de unión y de
solidaridad que fomenta, y el tipo que puede fomentar en las condiciones dadas de
su estructura socioeconómica.
SEGURIDAD O INSEGURIDAD
Y sin embargo, aunque tener cosas ofrece seguridad, la gente admira a los
que tienen una visión de lo nuevo, a los que abren nuevos caminos, a los que se
atreven a avanzar. En la mitología, este modo de existencia está representado
simbólicamente por el héroe. Los héroes son los que se atreven a dejar lo que, tienen
(su tierra, su familia, sus propiedades) y avanzan no sin temor, pero sin sucumbir a
él. En la tradición budista, el Buda es el héroe que abandona todas sus posesiones,
toda la certidumbre contenida en la teología hindú (su rango, su familia) y avanza
en busca de una vida sin ataduras. Abraham y Moisés son los héroes de la
Puede parecer que este examen implica que, aunque ser héroe es deseable,
resulta insensato y va contra nuestros intereses. De ninguna manera. Las personas
cautas en el modo de tener gozan de seguridad, pero necesariamente son muy
inseguras. Dependen de lo que tienen: del dinero, del prestigio y de su ego; es
decir, de algo exterior a ellas; pero ¿qué les sucedería si perdieran lo que tienen?
Pues, sin duda, todo lo que se tiene puede perderse. Obviamente, las propiedades
pueden perderse (y con éstas generalmente la posición y los amigos) y en cualquier
momento el individuo puede (y tarde o temprano les sucede a todos) perder la
vida.
Si yo soy lo que tengo, y si lo que tengo se pierde, entonces ¿quién soy? Nadie, sino
un testimonio frustrado, contradictorio, patético, de una falsa manera de vivir.
Como puedo perder lo que tengo, necesariamente en forma constante me preocupa
esto. Tengo miedo a los ladrones, de los cambios económicos, de las revoluciones,
de la enfermedad, de la muerte, y tengo miedo a la libertad, al desarrollo, al
cambio, a lo desconocido. Por ello estoy continuamente preocupado, y sufro una
hipocondría crónica, en relación no sólo con la pérdida de la salud, sino con
cualquier otra pérdida de lo que tengo; me vuelvo desconfiado, duro, suspicaz,
solitario, impulsado por la necesidad de tener más para estar mejor protegido.
Ibsen ofreció en su Peer Gynt una bella descripción de esta persona concentrada en
su yo. El héroe sólo está lleno de sí mismo; en su egoísmo extremo cree que él es él
mismo, porque es “un costal de deseos”. Al final de su vida reconoce que como su
existencia se estructuró alrededor de las propiedades, no logró ser él mismo, que es
como una cebolla sin pulpa, un hombre inconcluso, que nunca fue él mismo.
Mientras que tener se basa en algo que se consume con el uso, ser aumenta
con la práctica. (La “zarza ardiendo” que no se consume es el símbolo bíblico de
esta paradoja). Los poderes de la razón, del amor, de la creación artística e
intelectual, todos los poderes esenciales aumentan mediante el proceso de
expresarles. Lo que se gasta no se pierde, sino, al contrario, lo que se guarda se
pierde. La única amenaza a mi seguridad de ser está en mí mismo: en mi falta de fe
en la vida y en mis poderes productivos, en mis tendencias regresivas; en mi
pereza interior y en la disposición a que otros se apoderen de mi vida; pero estos
peligros no son inherentes al ser, como el peligro de perder las cosas es inherente al
tener.
SOLIDARIDAD-ANTAGONISMO
Las personas centradas en tener desean tener a la persona que les agrada o
admiran. Esto puede advertirse en las relaciones entre padres e hijos, entre
maestros y estudiantes, y entre amigos. Ningún miembro de la pareja se satisface
sencillamente gozando del otro; cada uno desea tener a la otra persona para sí. Por
ello, cada uno siente celos de los que también desean “tener” al otro. Cada
miembro de la pareja busca al otro como un marinero que en un naufragio se
aferra a una tabla: para sobrevivir. Predominantemente, las relaciones de “tener”
son pesadas, cargantes, llenas de conflictos y celos.
Desde luego, hay épocas de paz; pero se debe distinguir entre la paz
duradera y la transitoria, que es un periodo para recobrar las fuerzas, para
reorganizar la industria y el ejército; en otras palabras, entre la paz que es un
estado permanente de armonía, y la que esencialmente sólo es una tregua. En los
siglos XIX y XX ha habido periodos de tregua, pero caracterizados por un estado
de guerra crónica entre los principales actores del escenario histórico. La paz como
estado de relaciones armoniosas duraderas entre las naciones sólo se logra cuando
la estructura de tener se ve remplazada por la estructura de ser. La idea de que se
puede fomentar la paz mientras se alientan los esfuerzos de posesión y lucro, es
una ilusión, y peligrosa, porque le impide a la gente reconocer que se enfrenta a
una clara alternativa: un cambio radical de su carácter o la guerra permanente.
Desde luego, esta es una vieja alternativa; los dirigentes han elegido la guerra, y los
pueblos los han seguido. Hoy y mañana, con el increíble aumento de la
destructividad de las nuevas armas, la alternativa no es la guerra, sino el suicidio
colectivo.
ALEGRÍA-PLACER
Desde luego, para hacerse ricos o famosos, los individuos deben mostrarse
muy activos en el sentido de estar ocupados, pero no en el sentido de “nacer
dentro de sí mismos”. Cuando han alcanzado su meta pueden sentirse
“emocionados”, “intensamente satisfechos”, creer que han alcanzado la “cumbre”;
pero ¿cuál cumbre? Quizá la de la excitación, de la satisfacción, un estado de trance
o de orgía; pero pueden haber alcanzado esto impulsados por pasiones que,
aunque humanas, sin embargo son patológicas, ya que no conducen a una solución
intrínsecamente adecuada para la condición humana. Tales pasiones no producen
mayor desarrollo y fortaleza, sino, al contrario, una invalidez humana. El placer
del hedonismo radical, la satisfacción de nuevos deseos, los placeres de la sociedad
contemporánea producen distintos grados de excitación, pero no alegría. De hecho,
la falta de gozo obliga a buscar placeres siempre nuevos, cada vez más excitantes.
EL PECADO Y EL PERDÓN
La gente no sólo respeta por miedo la ley, sino también porque se siente
culpable si desobedece. Este sentimiento de culpa puede quedar superado por el
perdón que sólo la misma autoridad puede otorgar. Las condiciones para este
perdón son: el arrepentimiento del pecador, su castigo, y al aceptar el castigo
someterse de nuevo. La secuencia es: pecado (desobediencia) →sentimiento de
culpa →nueva sumisión (el castigo) →el perdón, lo que es un círculo vicioso, ya que
la desobediencia produce un aumento de la obediencia. Sólo unos cuantos no se
dejan intimidar. Prometeo es su héroe.
Sin embargo, la sociedad no está formada por héroes. Como las mesas sólo
fueron servidas para una minoría, y la mayoría había de servir a los fines de la
minoría y sentirse satisfecha con lo que le dejaban, hubo de cultivar la idea de que
la desobediencia es pecado. El Estado y la Iglesia la cultivaron, y trabajaron juntos,
porque ambos debían proteger sus jerarquías. El Estado necesitaba de la religión
para tener una ideología que fundiera la desobediencia y el pecado; la Iglesia
necesitaba creyentes a los que el Estado hubiera disciplinado, en la virtud de la
obediencia. Ambos aprovecharon la institución de la familia, cuya función era
educar a los hijos en la obediencia desde el primer momento en que mostraran
voluntad propia (generalmente, por lo menos, desde el inicio del control de
esfínter). La voluntad propia del niño debía quedar doblegada para prepararlo
para su ulterior funcionamiento adecuado como ciudadano.
22El ensayo inédito del Prof. Auer (al que estoy agradecido por haberme permitido leer su
manuscrito) sobre la autonomía de la ética según Santo Tomás de Aquino, es muy útil para
comprender el concepto ético tomista. Igualmente lo es su artículo sobre el tema “Is sin an insult to
God?” (Véase la Bibliografía).
Ciencia del Bien y del Mal. Considerando que no era bueno que el Hombre
estuviera solo. Dios creó a la Mujer. Hombre y Mujer debían llegar a ser una sola
persona. Ambos estaban desnudos, y “no se sentían avergonzados”. Esta
afirmación generalmente se interpreta en relación con las convencionales
costumbres sexuales, según las que, naturalmente, un hombre y una mujer deben
sentirse avergonzados si están descubiertos sus órganos genitales; pero esto no es
todo lo que el texto tiene que decir. En un nivel más profundo, esta afirmación
podría implicar que, aunque el Hombre y la Mujer se enfrentaban totalmente, no se
sentían ni podían sentirse avergonzados, porque no se consideraban extraños,
diferentes, sino sólo “uno”.
Sólo hay una vía para salvarnos de este infierno: dejar la prisión de nuestro
egocentrismo, salir y unirnos con el mundo. Si la separación egocéntrica es el
pecado capital, entonces éste se expía mediante el amor. La palabra misma
“atonement” [expiación] expresa este concepto, porque su etimología se deriva de
“atonement23”. que en inglés antiguo significa “unión”). Como el pecado de la
separación no es un acto de desobediencia, no necesita ser perdonado, sino
remediado; y el amor, no la aceptación del castigo, es el elemento curativo.
Como hemos dicho antes, el temor del individuo a perder sus posesiones es
consecuencia inevitable del sentimiento de seguridad que se basa en lo que uno
tiene. Desarrollaré un poco más estos pensamientos.
Sólo hay una manera (que enseñaron Buda, Jesucristo, los estoicos, el
Maestro Eckhart) de superar verdaderamente el temor a la muerte, y consiste en no
aferrarse a la vida ni experimentarla como una posesión. El temor a morir no es en
realidad lo que parece: el miedo a dejar de vivir. La muerte no nos preocupa; dijo
Epicuro: «Mientras existimos, la muerte no está aquí; pero cuando la muerte está
aquí, ya no somos» (Diógenes Laercio). Seguramente, puede haber miedo a sufrir y
al dolor que puede preceder a la muerte, pero este temor es diferente del de morir.
Aunque el miedo a la muerte puede parecer irracional, no lo es si la vida se concibe
como posesión. No sentimos miedo a morir, sino a perder lo que tenemos: el temor de
perder mi cuerpo, mi ego, mis posesiones y mi identidad; de enfrentarme al
abismo de la nada, de “perderme”.
La instrucción sobre cómo morir es, desde luego, la misma que la instrucción
sobre cómo vivir. Cuanto más nos libremos del afán de poseer en todas sus formas,
en especial de nuestro egocentrismo, menos poderoso será el temor a la muerte, ya
que no tendremos nada que perder24.
El modo de ser sólo existe aquí y ahora (hic et nunc). El modo de tener sólo
existe en el tiempo: en el pasado, en el presente y en el futuro.
24 Limito este examen al temor a la muerte como tal, y no estudiaré un problema insoluble:
los sufrimientos que nuestra muerte les puede causar a los que nos aman.
El futuro es una anticipación de lo que se convertirá en el pasado. En el
modo de tener, esto se concibe como el pasado, y se expresa cuando se dice: «Esta
persona tiene futuro», lo que significa que tendrá muchas cosas, aunque hoy día no
tenga nada. El lema publicitario de la Compañía Ford: «Hay un Ford en su futuro»,
subraya el hecho de tener en el futuro, como en ciertas transacciones comerciales se
compran o se venden “bienes a futuro”. La experiencia fundamental de tener es la
misma, nos refiramos al pasado o al futuro.
VII.
RELIGIÓN, CARÁCTER Y SOCIEDAD
25Este capítulo se basa en gran parte en mi obra anterior, en esencial en El miedo a la libertad
(1941) y en Psicoanálisis y religión (1950). En ambas obras cito la mayoría de los libros más
importantes de la rica bibliografía que hay sobre este tema.
El carácter social frente a la estructura social
Por otra parte, hay quienes afirman que primero debe cambiar la naturaleza
de los seres humanos (su conciencia, sus valores y su carácter), y que sólo entonces
podrá crearse una sociedad verdaderamente humana. La historia de la especie
humana demuestra que están equivocados. El cambio puramente psíquico ha
permanecido siempre en la esfera privada y se ha limitado a pequeños oasis, o ha
sido completamente ineficaz cuando la prédica de los valores espirituales se
combinó con la práctica de los valores opuestos.
Una religión específica, con tal de que sea eficaz para estimular la conducta,
no es una suma total de doctrinas y creencias; está enraizada en una estructura
específica del carácter del individuo y, siempre que sea la religión de un grupo, en
el carácter social. Por ello, nuestra actitud religiosa puede considerarse un aspecto
de nuestra estructura de carácter, porque somos aquello a lo que nos consagramos, y a
lo que nos consagramos es lo que motiva nuestra conducta. Sin embargo, a menudo los
individuos no son conscientes de los objetos reales de su devoción personal, y
confunden sus creencias “oficiales” con su religión verdadera, aunque secreta. Por
ejemplo, si un hombre adora el poder y al mismo tiempo profesa una religión de
amor, la religión del poder es su religión secreta, mientras que su pretendida
religión “oficial”, por ejemplo, el cristianismo, sólo es una ideología.
Considerando estos datos, la especie humana puede definirse como el primate que
surgió en un punto de la evolución en que la determinación por los instintos ha llegado al
mínimo, y el desarrollo del cerebro al máximo. Esta combinación de una determinación
instintiva mínima y un desarrollo cerebral máximo nunca había ocurrido en la
evolución animal, y constituye, en lo biológico, un fenómeno completamente
nuevo.
Sin un mapa del mundo natural y social (una descripción del mundo y del
lugar que el individuo ocupa en éste, que esté estructurado y tenga cohesión
interna), los seres humanos se sentirían confusos, y no podrían actuar con finalidad
y con coherencia, porque no podrían orientarse, ni encontrar un punto fijo que les
permitiera organizar las impresiones que experimenta todo individuo. El mundo
tiene sentido para nosotros, y nos sentimos seguros con nuestras ideas, por el
consenso de los que nos rodean. Aun si el mapa está mal hecho, cumple con su
función psicológica; pero el mapa nunca ha estado enteramente mal hecho, ni ha
sido enteramente correcto. Siempre ha sido una aproximación a la explicación de
los fenómenos, que sirve para vivir. Sólo en la medida en que la práctica de la vida
se vea libre de sus contradicciones y de su irracionalidad, el mapa podrá
corresponder a la realidad.
Desde luego, si la historia europea hubiera seguido con el espíritu del siglo
XIII, si hubiera fomentado el espíritu del conocimiento científico y el
individualismo, lentamente y de manera evolutiva, hoy día podríamos
encontrarnos en una situación afortunada; pero la razón comenzó a deteriorarse, y
se convirtió en inteligencia manipuladora, y el individualismo en egoísmo. El
breve periodo de cristianización terminó, y Europa regresó a su paganismo
original.
Los conceptos pueden diferir, pero una creencia define todas las ramas del
cristianismo: la creencia en Jesucristo como el Salvador que ofreció su vida por
amor a sus semejantes. Fue el héroe del amor, un héroe sin poder, que no se valió
de la fuerza, que no deseó gobernar ni tener nada. Fue el héroe de ser, de dar, de
compartir. Estas cualidades atrajeron profundamente a los pobres y también a
algunos ricos romanos, que se ahogaban con su egoísmo. Jesucristo atrajo los
corazones, aunque desde un punto de vista intelectual cuando mucho fue
considerado ingenuo. Esta creencia en el héroe del amor conquistó a cientos de
miles de partidarios, muchos de los cuales cambiaron la práctica de sus vidas, o
fueron mártires.
Sólo tenemos que recordar el entusiasmo loco y bárbaro con que los pueblos
participaron en las guerras de los dos siglos pasados, la disposición de millones de
individuos de arriesgarse a un suicidio nacional para proteger la imagen de “la
potencia más poderosa”, o del “honor”, o bien las ganancias. Como otro ejemplo,
también considérese el nacionalismo frenético de los que observan los juegos
olímpicos contemporáneos, que supuestamente sirven a la causa de la paz. Desde
luego, la popularidad de los juegos Olímpicos es en sí una expresión simbólica del
paganismo occidental. Celebran al héroe pagano: al vencedor, al más fuerte, al que
hace valer sus derechos, pero pasan por alto la sucia mezcla de negocios y
publicidad que caracteriza esa imitación contemporánea de los Juegos Olímpicos
griegos. En una cultura cristiana, el Drama de la Pasión habría tomado el lugar de
los juegos Olímpicos; sin embargo, el único Drama de la Pasión que conocemos es
el famoso atractivo turístico de Oberammergau.
Tras la fachada cristiana surge una nueva y secreta “religión industrial”, que
está enraizada en la estructura del carácter de la sociedad moderna, pero que no se
reconoce como “religión”. La religión industrial es completamente incompatible
con el cristianismo genuino. Reduce a los individuos a la calidad de servidores de
la economía y de la maquinaria que construyen con sus propias manos.
27Se reimprime con permiso. Cf. un estudio paralelo de Ignacio Millán: The Character of
Mexican Executives.
La “religión cibernética” del carácter mercantil corresponde a esa estructura
total de carácter. Oculta tras la fachada del agnosticismo o del cristianismo se
encuentra una religión totalmente pagana, pero el individuo no está consciente de
ello. Esta religión pagana es difícil de describir, ya que sólo puede inferirse por lo
que la gente hace (y lo que no hace), y no por sus pensamientos conscientes acerca
de la religión o de los dogmas de una organización religiosa. A primera vista lo
más sorprendente es que el Hombre se ha convertido en un dios, porque ha
adquirido capacidad técnica para realizar “una segunda creación” del mundo, que
remplaza a la primera creación realizada por el Dios de la religión tradicional;
también podemos formular esto así: hemos convertido las máquinas en dioses, y
nos hemos vuelto divinos sirviendo a las máquinas. Poco importa la fórmula que
elijamos; lo importante es que los humanos, en un estado de absoluta impotencia
real, se imaginan omnipotentes en su relación con la ciencia y la técnica.
Esta tesis tiene muchos tipos de pruebas, pero no hay otras más precisas que
estas dos: las grandes potencias (y hasta algunas pequeñas) continúan fabricando
armas nucleares con una creciente capacidad de destrucción y no llegan a la única
solución razonable (destruir las armas nucleares y las plantas de energía atómica
que surten materiales para las armas nucleares) y virtualmente no hacen nada para
terminar con el peligro de una catástrofe ecológica. En resumen, no se hace nada
serio para planear la supervivencia de la especie humana.
LA PROTESTA HUMANISTA
Los dos lados difieren en la manera como creen que pueden salvarse los
seres humanos del peligro de transformarse en cosas. Los románticos de la derecha
creyeron que el único modo era detener el “progreso” sin trabas del sistema
industrial, y retornar a las formas previas del orden social, aunque con algunas
modificaciones.
Los Sabios y los Profetas no anhelaban que en los días del Mesías, Israel
ejerciera dominio sobre el mundo, o gobernara a los paganos, o que fuera exaltado
por las naciones, o que pudiera comer, beber y alegrarse. Su aspiración era que
Israel se viera libre para dedicarse a la Ley y a la sabiduría, y que nadie lo
oprimiera ni lo perturbara, para que así fuera digno de vivir en el mundo futuro.
En esa era no habrá ni hambre ni guerras, ni celos ni luchas. Los bienes
terrenales serán abundantes, y el bienestar estará al alcance de todos. La única
preocupación de todos será conocer al Señor. Como los israelitas serán muy sabios,
conocerán cosas que hoy día están ocultas y lograrán comprender a su creador
hasta la máxima capacidad del espíritu humano, pues éxito está: «La tierra será
llena del conocimiento de Jehová, como cubren la mar las aguas» (Isaías 11:9).
Tener y ser como dos formas distintas de la existencia humana son el núcleo
de las ideas de Marx para el surgimiento del Hombre nuevo. Con estos modos
Marx avanza desde las categorías económicas hasta las psicológicas y
antropológicas, que son, como hemos visto en nuestro examen del Nuevo y del
Antiguo Testamento y de Eckhart, al mismo tiempo categorías “religiosas”
fundamentales. Marx escribió: «La propiedad privada nos ha vuelto tan estúpidos
y parciales que un objeto sólo es nuestro cuando lo tenemos, citando existe para
nosotros como capital o cuando directamente lo comemos, lo bebemos, lo usamos,
lo habitamos, etc., en resumen, lo utilizamos de alguna manera… Así todos los
sentidos físicos e intelectuales han sido remplazados por la simple alienación de
todos estos sentidos: el sentido de tener. El ser humano tuvo que reducirse a esta
absoluta pobreza para poder producir toda su riqueza interior. (Sobre la categoría
de tener véase Hess en Einundzwanzig Bogen28»).
El “sentido de tener” del que habla Marx aquí es precisamente el mismo que
el “egocentrismo” de que habla Eckhart, la codicia de las cosas y del propio ego.
Marx se refiere al modo de existencia de tener, no a las posesiones como tales, ni a la
propiedad privada no alienada como tal. La meta no es el lujo ni la riqueza, ni es la
pobreza; de hecho, tanto el lujo como la pobreza son considerados como vicios por
Marx. La pobreza absoluta es la condición para que surja nuestra riqueza interna.
Pero las ideas de Marx pronto fueron pervertidas, quizá porque vivió cien
años demasiado pronto. Él y Engels pensaron que el capitalismo ya había llegado
al fin de sus posibilidades y, por ello, que la revolución se encontraba a la vuelta de
la esquina; pero se equivocaron totalmente, como Engels lo afirmó después de la
muerte de Marx. Habían pronunciado sus nuevas enseñanzas en la cumbre misma
del desarrollo capitalista y no previeron que pasaría más de un siglo antes de que
empezaran la decadencia y la crisis final del capitalismo. Fue una necesidad
histórica que una idea anticapitalista, propagada en la misma cumbre del
capitalismo, se transformara totalmente al espíritu del capitalismo si deseaba
triunfar. Esto es lo que realmente sucedió.
Si Marx hubiera manifestado sus ideas hoy día, al inicio de la decadencia del
capitalismo (que ya se acelera) su mensaje verdadero habría tenido oportunidad de
influir o de lograr la victoria, siempre que sea válido hacer esta conjetura histórica.
Actualmente, aun las palabras “socialismo” y “comunismo” están en entredicho.
De cualquier manera, un partido socialista o comunista que se declare
representante del pensamiento marxista habrá de tener la convicción de que el
régimen soviético no es de ningún modo un sistema socialista, que el socialismo es
incompatible con un sistema social burocrático, basado en las cosas, orientado al
consumo, que resulta incompatible con el materialismo y con la manipulación
cerebral que caracterizan al sistema soviético, tanto como al capitalismo.
30 Este pasaje y los siguientes de Schweitzer fueron traducidos de la cita de Die Schuld der
Philosophie an dem Niedergang der Kultur, publicado por primera vez en 1923, pero escrito de 1900 a
1917.
humanos”. La sustancia humana es sofocada, y a la educación de los hijos por estos
padres sin desarrollo le falta un factor esencial para el desarrollo humano. “Más
tarde, sometido a un exceso de ocupaciones, el adulto sucumbe más y más a la
necesidad de distracciones superficiales. La pasividad absoluta, distraer la atención y
olvidarse de sí mismo, es una necesidad física para él” (las cursivas son mías). Como
consecuencia, Schweitzer aboga por una reducción del trabajo, y critica el exceso
de consumo y de lujo.
Existe una notable afinidad entre las ideas de Buda, de Eckhart, de Marx y
de Schweitzer: su demanda radical de renunciar a la orientación de tener: su
insistencia en una independencia completa; su escepticismo metafísico; su
religiosidad sin Dios31, y su demanda de una actividad social con un espíritu de
atención y solidaridad humanas. Sin embargo, estos maestros a veces no advierten
estos elementos. Por ejemplo, Eckhart usualmente es inconsciente de su ateísmo;
Marx, de su religiosidad. La interpretación, en especial de Eckhart y de Marx, es
tan compleja que resulta imposible dar una explicación adecuada a la religión no
teísta que promueve el interés por nuestros semejantes y que hace que estos
maestros sean los fundadores de una nueva religiosidad que satisface las
necesidades del Hombre nuevo. En una secuela de este libro analizaré las ideas de
estos maestros.
31 En una carta dirigida a E. R. Jacobi, Schweitzer escribió: “La religión del amor puede
existir sin una personalidad que gobierne al mundo” (Divine Light, 2, núm. 1, 1967.
la conciencia limpia, negarse a hacerlo?» Ellos concluyen que sin estos cambios
humanos fundamentales, «el Homo sapiens está prácticamente condenado».
Ende oder Wende (Muerte o cambio) de E. Eppler es otro libro reciente digno de
mención. Las ideas de Eppler son similares a las de Schumacher, pero menos
radicales, y su posición quizá resulta especialmente interesante, porque es el
director del Partido Socialdemócrata en Baden-Württemberg, y es un protestante
convencido. Yo también he escrito dos libros con la misma orientación: Psicoanálisis
de la sociedad contemporánea y La revolución de la esperanza.
Estos cuatro puntos corresponden a las Cuatro Nobles Verdades, que son la
base de las enseñanzas del Buda y que se relacionan con la condición general de la
existencia humana, pero no con los casos de malestar humano producidos por
circunstancias sociales o individuales específicas.
El mismo principio del cambio que caracteriza los métodos del Buda
también fundamenta el concepto marxista de salvación. Para comprender esto es
necesario advertir que para Marx, como él mismo dijo, el comunismo no era la
meta final, sino un paso en el desarrollo histórico que había de liberar a los seres
humanos de las condiciones socioeconómicas y políticas que los deshumanizan y
los vuelven prisioneros de las cosas, de las máquinas y de su codicia.
El primer paso de Marx fue mostrar al proletariado de su época (la clase más
alienada y miserable) que sufría. Trató de destruir las ilusiones que tendían a
ocultarle la conciencia de su miseria. Si el segundo paso fue mostrar las causas de
este sufrimiento, que considera que estaban en la naturaleza del capitalismo y en la
codicia, en la avaricia y la dependencia que impone el sistema capitalista. Este
análisis de las causas del sufrimiento de los obreros (pero no sólo suya) aportó el
principal impulso a la obra de Marx: analizar la economía capitalista.
Vivir sin adorar ídolos y sin engaños, porque se ha alcanzado una situación
en que no se requieren engaños.
No engañar, pero tampoco dejarnos engañar por los otros; se puede admitir
ser llamado inocente, pero no ingenuo.
Saber que sólo muy pocos han alcanzado la perfección en todas esas
cualidades, y ser, y sin la ambición de “alcanzar la meta”, reconociendo que esta
ambición sólo es otra forma de codiciar, de tener.
Ser feliz en el proceso de vivir cada día más, sin importar el avance que el
destino nos permita realizar, porque vivir tan plenamente como se puede resulta
tan satisfactorio que es difícil preocuparse por lo que uno logra o no.
Sugerir qué pueden hacer los que viven en el actual mundo industrial,
cibernética y burocrático (ya sea en su versión “capitalista” o “socialista”) para
salvarse de la forma de existencia de tener y aumentar el campo de ser, no se
encuentra dentro del alcance de este libro. De hecho, se requeriría un libro
completo, que podría titularse apropiadamente: El arte de ser; pero ya se han
publicado muchos libros en años recientes sobre cómo lograr el bienestar; algunos
son útiles, y muchos otros causan daño por su falsedad, y explotan el nuevo
mercado que complace el deseo público de librarse de un malestar. Algunos libros
valiosos, que pueden ser útiles al que tenga un serio interés en el problema de
alcanzar el bienestar, se enumeran en la Bibliografía.
IX.
CARACTERÍSTICAS DE LA SOCIEDAD NUEVA
Sólo mencionaré unas cuantas dificultades que deben resolverse para crear
la sociedad nueva:
Tendría que ofrecerse una seguridad básica a los individuos sin que
dependieran de una burocracia para mantenerse.
Hoy día, casi tres siglos después, requerimos una nueva ciencia enteramente
distinta. Necesitamos una Ciencia Humanista del Hombre, que sea la base de una
Ciencia y un Arte Aplicados a la Reconstrucción Social.
Las utopías técnicas (por ejemplo, volar) se lograron con la nueva ciencia de la
naturaleza. Puede realizarse la utopía humana de la Época Mesiánica: una nueva
humanidad unida que viva en forma solidaria y en paz, libre de la determinación
económica, de las guerras y de la lucha de clases, siempre que las mismas energías,
inteligencia y entusiasmo que empleamos para lograr nuestras utopías técnicas las
apliquemos en la realización de la utopía humana. No se pueden construir
submarinos leyendo las obras de Julio Verne; no puede crearse una sociedad
humanista leyendo a los Profetas.
Las nuevas formas sociales que serán la base del bienestar no surgirán si no
hacemos muchos diseños, modelos, estudios y experimentos, que empiecen a
reducir el abismo entre lo necesario y lo posible. Esto posteriormente requerirá planes a
largo plazo y en grande escala, y proposiciones a corto plazo para las primeras
etapas. El problema consiste en la voluntad y el espíritu humanista de los que
trabajen en ello; además, cuando la gente tiene una visión y simultáneamente
reconoce lo que puede hacer paso a paso y de manera concreta para lograrlo, siente
aliento y entusiasmo, en vez de miedo.
El primer paso decisivo hacia esta meta es que la producción se dedique al beneficio
de “un consumo sano”.
Estos cambios pueden efectuarse por medios jurídicos sin alterar las
constituciones de las democracias occidentales (hay muchas leyes que limitan los
derechos de propiedad privada en bien del beneficio público). Lo que importa es el
poder de dirigir la producción, y no la propiedad del capital. A largo plazo, los
gustos de los consumidores decidirán qué debe producirse, después de que se
elimine el poder sugestionador de la publicidad. Las empresas existentes deberán
adaptar sus instalaciones para satisfacer las nuevas demandas, o donde esto no sea
posible, el gobierno deberá invertir el capital necesario para producir los nuevos
artículos y servicios deseados.
Una manera eficaz, de que los ciudadanos muestren el poder del consumidor es
organizar un movimiento militante de consumidores que use como arma la
amenaza de “una huelga de consumidores”. Supongamos, por ejemplo, que el 20%
de la población norteamericana que consume autos decidiera no comprarlos, por
considerar que, en comparación con el excelente transporte público, el automóvil
particular es económicamente un desperdicio, ecológicamente venenoso, y
psicológicamente dañoso, como una droga que crea un sentimiento artificial de
poder, aumenta la envidia y nos ayuda a huir de nuestro yo. Aunque sólo un
economista podría determinar cuán importante sería esta amenaza económica para
la industria automovilística (y, desde luego, para las compañías petroleras), es
evidente que si ocurriera una huelga de consumidores, una economía nacional
basada en la producción de automóviles se vería en graves problemas. Desde
luego, nadie le desea esto a la economía norteamericana; pero esta amenaza, si
resulta verosímil (por ejemplo, dejar de usar automóviles durante un mes), les
ofrecería a los consumidores una poderosa palanca para introducir cambios en
todo el sistema de producción.
Para lograr una sociedad basada en el modo de ser, todos sus miembros deben
participar activamente en su funcionamiento económico y como ciudadanos. Por ello,
nuestra liberación del modo de existencia de tener sólo es posible mediante la plena
realización de una democracia que permita la participación en la política y en la industria.
Por lo menos se necesitan dos requisitos para tener una convicción genuina:
contar con una información adecuada, y saber que nuestra decisión tiene algún efecto. Las
opiniones que manifiestan los espectadores impotentes no expresan su convicción,
sino que son un juego, similar a declarar nuestra preferencia por una marca de
cigarrillos. Por esto, las opiniones expresadas en las encuestas y en las elecciones
constituyen el peor nivel del juicio humano, y no el mejor. Este hecho lo confirman
dos ejemplos en que la gente muestra mejor juicio, o sea, sus decisiones son muy
superiores a sus decisiones políticas: a) en sus asuntos privados (en especial en los
negocios, como lo mostró claramente Joseph Schumpeter), y b) cuando son
miembros de un jurado. Los jurados están compuestos de ciudadanos comunes, y
deben tomar decisiones en casos que a menudo son muy complicados y muy
difíciles de comprender; pero los miembros del jurado obtienen toda la
información pertinente, tienen oportunidad de ampliar la discusión, y saben que
su juicio decide la vida y la felicidad de las personas que deben juzgar. El resultado
es que, generalmente, sus decisiones muestran gran penetración y objetividad. En
cambio, la persona no informada, semihipnotizada e impotente no puede expresar
convicciones serias. Sin la información, la deliberación y el poder de hacer efectivas
nuestras decisiones, la opinión expresada democráticamente apenas vale algo más
que un aplauso en un encuentro deportivo.
La participación activa en la vida política requiere una descentralización máxima en
toda la industria y en la política.
32 Para no prolongar demasiado este libro me abstengo de citar la vasta bibliografía que
contiene proposiciones similares. Pueden encontrarse muchos títulos de libros pertinentes en la
Bibliografía final.
Estos métodos son peligrosos no sólo porque nos impulsan a comprar cosas
que no necesitamos ni deseamos, sino porque nos impulsan a elegir representantes
políticos que no necesitaríamos ni desearíamos si tuviéramos pleno dominio de
nuestras mentes; pero no lo tenemos debido a los métodos hipnóticos que se usan
para hacer propaganda. Para combatir este peligro creciente, debemos prohibir el uso
de todas las formas hipnóticas de propaganda para artículos de consumo y para promover a
los políticos.
Sin duda, si este abismo persiste y se ahonda, producirá una catástrofe. Las
naciones pobres han dejado de aceptar como un hecho determinado por Dios la
explotación económica del mundo industrial. Aunque la Unión Soviética aún
explota a los estados satélites de la misma manera colonialista, usa y refuerza como
arma política contra Occidente la protesta de los pueblos colonizados. El aumento
del precio del petróleo fue el principio (y el símbolo) de la demanda de los pueblos
colonizados de que terminara el sistema que les exigía que vendieran materias
primas baratas y compraran productos industriales caros. De la misma manera, la
Guerra de Vietnam fue un símbolo del principio del fin del dominio militar y
político de Occidente sobre las colonias.
Sólo los verdaderos especialistas pueden servir a esta causa, los que no sólo
tienen inteligencias brillantes, sino sentimientos humanos que los impulsen a
buscar la solución óptima. Para que estos especialistas sean convocados y seguidas
sus recomendaciones, la orientación de tener bienes debe debilitarse mucho, y debe
surgir el sentimiento de solidaridad y atención (no por piedad). Interesarse
significa no sólo preocuparnos por nuestro prójimo en esta época, sino también por
nuestros descendientes. Desde luego, nada revela más nuestro egoísmo que el
hecho de que continuamos saqueando las materias primas de la tierra,
envenenándole, y preparando una guerra nuclear. No vacilamos en legar esta
tierra saqueada a nuestros descendientes.
La guerra de los sexos es tan antigua como la lucha de clases; pero sus
formas son más complicadas, ya que los hombres han necesitado a las mujeres no
sólo como bestias de carga, sino también como madres, amantes y fuentes de
placer. Las formas de la guerra de los sexos a menudo son francas y brutales, pero
más a menudo ocultas. Las mujeres se rinden a la fuerza superior, pero luchan con
sus propias armas, y la principal es poner en ridículo a los hombres.
Muchos datos muestran cómo el dominio de los hombres sobre las mujeres
se parece al dominio de un grupo sobre otros grupos impotentes. Por ejemplo,
considérese la similitud entre la situación de los negros en el sur de los Estados
Unidos hace 100 años, y la de las mujeres en esa época, y aun hoy día. Los negros y
las mujeres eran comparados con los niños; se suponía que eran sensibles,
ingenuos, sin sentido de la realidad, así que no podía permitírselas tomar
decisiones; se suponía que eran irresponsables, pero encantadores. (Freud añadió a
la lista de defectos el hecho de que las mujeres tenían una conciencia —superego—
menos desarrollada que los hombres, y eran más narcisistas).
El ejercicio del poder sobre los más débiles es la esencia del patriarcado
existente, y también del dominio sobre las naciones no industrializadas, sobre los
niños y los adolescentes. El vigoroso movimiento de liberación femenina es de
enorme importancia, porque amenaza el principio del poder en que se basa la
sociedad contemporánea (ya sea capitalista o comunista), es decir, si las mujeres
claramente indican como liberación el que no desean compartir el poder masculino
sobre otros grupos, como el poder sobre los pueblos colonizados. Si el movimiento
de liberación femenina puede identificar su propio papel y funciona como
representante del “antipoder”, las mujeres tendrán una influencia decisiva en la
batalla por crear una nueva sociedad.
Sería poner trabas al desarrollo humano el fijar un límite a las demandas del
conocimiento; pero sería muy peligroso hacer uso práctico de todos los resultados
del pensamiento científico. Como ya han sostenido muchos observadores, ciertos
descubrimientos de la genética, de la cirugía del cerebro, de las psicodrogas, y de
muchos otros campos pueden ser y serán mal usados, con gran daño para el
Hombre. Esto será inevitable mientras los intereses industriales y militares tengan
libertad para usar todos los nuevos descubrimientos teóricos según su
conveniencia. Las ganancias económicas y la conveniencia militar no deben
determinar la aplicación de la investigación científica. Esto requerirá una junta de
Control, cuyo permiso será necesario para la aplicación práctica de cualquier
nuevo descubrimiento teórico. Huelga decir que esta junta de Control deberá ser
(legal y psicológicamente) totalmente independiente de la industria, del gobierno y
de los militares. El Supremo Consejo Cultural deberá tener autoridad para
nombrar y vigilar a los miembros de esta junta de Control.
Hasta hoy día, en la historia del mundo, sólo a una pequeña élite le fue
posible llevar una vida de placer vacío; pero permaneció esencialmente sana,
porque sabía que tenía el poder, y que debía pensar y actuar para no perderlo. Hoy
día, toda la clase media vive la existencia vacía del consumo; pero económica y
políticamente carece de poder, y tiene poca responsabilidad personal. La mayoría
del mundo occidental conoce el placer de consumir; pero un creciente número de
consumidores sienten que les falta algo. Están empezando a descubrir que tener
mucho no produce bienestar: las enseñanzas de la ética tradicional han sido
puestas a prueba, y las ha confirmado la experiencia.
Sólo los que no gozan del lujo de la clase media conservan intacta la antigua
ilusión: las clases medias bajas en Occidente, y la gran mayoría en los países
“socialistas”. Desde luego, la esperanza burguesa de la “felicidad de consumir”
hoy día es más fuerte en los países en que aún no se ha realizado el sueño burgués.
Hoy día, el mensaje de la nueva sociedad llega a todos los que sufren de
enajenación, los que no tienen empleo, y aquellos cuyas propiedades no están
amenazadas. En otras palabras, interesa a la mayoría de la población, y no sólo a
una minoría. No amenaza a nadie con quitarle sus propiedades, y en lo que se
refiere al ingreso, se elevará el nivel de vida de los pobres. No deberán rebajarse
los salarios elevados de los altos funcionarios, pero si el sistema funciona, ellos no
desearán ser los símbolos del pasado.
Además, los ideales de la nueva sociedad unen a todos los partidos: muchos
conservadores no han perdido sus ideales éticos y religiosos (Eppler los llama
“conservadores de los valores”), y lo mismo puede decirse de muchos liberales e
izquierdistas. Cada partido político atrae a los votantes persuadiéndolos de que
representa los verdaderos valores humanistas. Sin embargo (más allá de todos los
partidos políticos) sólo hay dos campos: el campo de los que sienten interés y el campo
de los que no sienten interés. Si todos los que se encuentran en el campo de los que
sienten interés pudieran eliminar sus lemas de partido y comprendieran que tienen
las mismas metas, la posibilidad del cambio sería considerablemente mayor, en
especial ya que la mayoría de los ciudadanos se interesan cada vez menos por la
lealtad y los lemas de cada partido. Hoy día anhelamos seres humanos con
sabiduría y convicciones, y la valentía de actuar de acuerdo con éstas.
Incluye todos los libros citados en el texto, pero no todas las fuentes usadas
en la preparación de esta obra. Los libros particularmente recomendados para una
lectura colateral están marcados con un asterisco, y con dos asteriscos los libros
adecuados para los lectores que disponen de tiempo limitado.
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SOBRE AUTOR
Erich Fromm está considerado como uno de los pensadores más influyentes
del siglo XX, sobre todo por su capacidad para conjugar la profundidad y la
simplicidad en un estilo accesible y transparente. Su teoría proviene de la mezcla
de las raíces religiosas de su familia y la combinación de Freud, el inconsciente, y
Marx el determinismo social. Fromm añadió a la ecuación la idea de libertad.
Durante los años 40 Fromm desarrolló una importante labor editorial,
publicando varios libros luego considerados clásicos sobre las tendencias
autoritarias de la sociedad contemporánea. Es autor de El amor a la vida, La
condición humana actual, El arte de escuchar o Del tener al ser.
CRONOLOGÍA DE LA VIDA DE ERICH FROMM
1922. Promoción a doctor en filosofía con Alfred Weber sobre «Das jüdische
Gesetz» (La ley judía).
1955. Aparición de Hacia una sociedad sana, con un alegato a favor del
socialismo comunitario.
1961. Publicación del libro Marx y su concepto del hombre, así como de su libro
sobre la política exterior americana.
1966. Aparición de Y seréis como dioses (Barcelona, Paidós, 1960, 1.ª ed.).
Después del infarto de miocardio, a principios de diciembre, retirada de los
compromisos en México y prolongadas estancias en Europa.