Tomo 24 PDF
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“El conjunto de La Tejera (San Vicente de La Sonsierra): “La Edad del Hierro en el País Vasco según las
un hábitat recurrente durante la Prehistoria” investigaciones de D. José Miguel de Barandiaran”
Alfonso Alday Ruiz Armando Llanos Ortiz de Landaluze
Enrique Eguren
Unai Perales
“Consideraciones sobre la estatua romana
“La Dama de Iruña”
“La estación megalítica de Entzia-Urbasa
José Ignacio San Vicente
(Álava-Navarra)”
Fernando Galilea Martínez
“Un testimonio griego, en Álava”
Armando Llanos Ortiz de Landaluze
“Datación por C-14 del dolmen de San Martín
(Laguardia, Álava). Dataciones actuales
de excavaciones antiguas” “Aproximación al poblamiento de Vitoria-Gasteiz
Fernando Galilea Martínez a través de sus excavaciones
en la Plaza de la Virgen Blanca”
Kepa Cabrerizo Benito
“Trabajo inicial de las dinámicas de poblamiento
José Cardoso Tostado
de los grupos superopaleolíticos en el territorio
histórico de Álava (Prospecciones 2007)”
Maite García Rojas “Testimonios arqueológicos
María Izquierdo Camisón en la zona alavesa del Macizo del Gorbeia”
Armando Llanos Ortiz de Landaluze
“Estudio de los conjuntos cerámicos del final
de la Edad del Bronce y del Hierro, “Métodos cuantitativos en arqueología”
en el entorno de Vitoria-Gasteiz (Álava)”
Fernando Galilea Martínez
Judit López de Heredia
EL CONJUNTO DE LA TEJERA
(SAN VICENTE DE LA SONSIERRA):
UN HÁBITAT RECURRENTE DURANTE LA PREHISTORIA
RESUMEN:
El presente artículo analiza el inventario arqueológico recogido sobre el término de La Tejera; constituido
fundamentalmente por un lote de industria lítica de aspecto prehistórico y un pequeño volumen de industria
cerámica. El conjunto lítico queda caracterizado principalmente por puntas de flecha de retoque plano, así
como por un conjunto de láminas, con retoques variados, todo ello encuadrable en el Calcolítico. Esta fase,
está muy bien representada en el entorno geográfico, a través de sepulcros dolménicos y de abrigos bajo
roca, siendo La Tejera un hábitat al aire libre. Se reconocen también diversos fosiles directores que aluden a
momentos culturales algo anteriores.
LABURPENA:
La Tejera aztarnategiko hondar arkeologikoak ikertzen ditu artikulu honek. Leku honetan berreskuratu-
tako materialak historiaurreko suharrizko industriak eta zeramikazko zenbait elementu izan dira gehien bat;
izan ere, aurkitutako gezi-puntak eta era desberdinez akaberaturiko laminak Calcolito arokoak direla esan
dezakegu. Historiaurreko une kultural hau nahiko ondo ezagutzen dugu inguru honetako trikuharriei nahiz ha-
rrizko babesgunei esker, baina, kasu honetan, La Tejera atari zabaleko azternategia izatea da aipagarriena.
Honetaz gain, garai hau baino lehenagokoak diren materialak ere badaude.
SUMMARY:
The present article analyses the archaeological inventory collected in the district of La Tejera; which
mainly includes a batch of lithic items of prehistoric aspect and a small amount of ceramic items. The lithic co-
llection mainly features flat arrowheads as well as a group of flat items with a variety of details, all of which can
be dated to the Calcolithic. This period is extremely well represented in the surrounding area due to a number
of dolmen sepulchres and rock shelters, as La Tejera was an open air habitat. A number of index fossils that
refer to somewhat earlier cultural periods can also be distinguished.
* Área de Prehistoria. El trabajo se encuadra en los intereses del Grupo de Investigación IT-288-07 del Gobierno Vasco.
Agradecemos a José Antonio Arrieta el habernos mostrado sus hallazgos en el yacimiento.
1
Al lugar se accede desde la carretera local (LR317) que une las localidades de
San Vicente de la Sonsierra y Ribas de Tereso: superado su cruce con la N232 debe
recorrerse 2,6 kilómetros, en ese punto, a la derecha, se abren las tierras sobre las
que se ha recogido el material. Se acumula en dos viñas contiguas, identificables por
la presencia de un guardaviñas en el inicio de una de ellas: el primer punto es de fácil
identificación por la coloración netamente más anaranjada de sus tierras, un área de
unos 35 por 30 metros de lado; el segundo, distante hacia el norte unos 30 metros, está
más elevado, y su delimitación no puede concretarse con tanta claridad por mas que
un mancha blanquecina concentre buena parte de los hallazgos. En diversas ortofotos
(como las que pueden consultarse vía web en Google Earth –en imagen captada en 17
de mayo del 2004– o en Sigpac) ambas manchas se llegan a distinguir con facilidad.
Sirven de referencia las coordenadas UTM 30T 520110 E-4715641 N, a 584 m.s.n.m.
Foto 1. Vista general del viñedo donde se enclava Foto 2. Detalle de la coloración diferencial de las tie-
el conjunto de La Tejera. rras: sobre las más oscura se acumula el material pre-
histórico.
2
Aunque las prospecciones no han discriminado entre uno y otro afloramiento, pa-
rece puede establecerse una diferenciación básica entre ellos según la categoría de
los restos: al primero le corresponden, entre otros elementos, puntas foliformes de
retoques planos; el segundo incorpora, además, puntas de pedúnculo y aletas y unos
pocos geométricos. En ambos hay cerámica de similares caracteres, más abundante
en el segundo lugar. A pesar de estas pequeñas discrepancias trataremos el material
como un todo, puesto que a) así fue la praxis seguida en su recuperación, y b) consi-
deramos que el grueso de ambas entidades pertenecerían a un mismo sistema habita-
cional.
El cauce del Pangua aseguraría las necesidades de agua de las antiguas poblacio-
nes, como valor añadido de un sitio cuya imagen actual –explotación vitícola– no se
corresponde con la prehistórica.
3
1. EL CATÁLOGO DOCUMENTAL
1.a.1. Raspadores:
• 6 simples sobre lasca: 4 son cortos y con tendencia a lo circular: en dos casos los
frentes son algo escamosos –pero no campiñoides– (fot. 4.1); un tercero de frente
desviado, condicionado por morfología irregular de la lasca (fot. 4.2 y 3); 1 sobre
lasca laminar ancha, con el frente muy deteriorado y pequeños retoques en su filo
senestro ligeramente convexo (fot. 4.4); 1 con el frente tendente a ojival: el soporte
está fracturado longitudinalmente en su filo senestro (fot. 4.5).
• 2 dobles: uno sobre lamina ancha y corta con ambos frentes normales aunque uno
marginal; el otro sobre lasca (o lasca laminar) y retoques complementarios inversos,
los distales y directos los proximales. Uno de los frentes es ligeramente hocicudo, y
normal el otro (fot. 5.1 y 2).
• 4 sobre lasca retocada. 3 normales de retoques finos, también los laterales –en
dos casos diestros y en el otro senestro– (fot. 5.3 a 5); el cuarto de aspecto transver-
sal (el soporte se orienta con el lado mayor como frente distal, siendo lo retocado en
forma de abanico uno de los lados menores) con retoques ligeramente escamosos.
Posible golpe burinoide basal.
• 10 circulares: 1 con el talón ablacionado (fot. 6.1); 5 normales (fot. 6.2 y 3); 1 par-
cial; 1 cortical con frente marginal de retoques algo discontinuos que son inversos y
profundos en su lado diestro. Presenta, además, golpe burinoide basal; 1 en cristal
de roca: espeso y con retoques de tendencia abrupta y escamosa (fot. 9.5); 1 de
soporte irregular –sobre sílex lechoso– y retoques tendentes a lo abrupto.
4
reactivación de la original (fot. 7.1); el segundo en lámina estrecha y fina: el frente
se desarrolla en el extremo proximal con finísimos retoques que, complementaria-
mente, son inversos y parciales en el filo senestro (fot. 6.7); el tercero en fragmento
distal de lámina fina: la muesca que despeja el frente es corta, y, sobre ambos filos,
se desarrollan retoques muy regulares (fot. 6.6). Los raspadores son, desde el pun-
to de vista tipométrico muy diferentes.
• 1 en hocico en ancho soporte cortical, que, como en otros dos casos, se ha re-
orientado de tal manera que el frente es lateral en vez de opuesto al talón: se des-
peja mediante sendas muescas, todo con finos retoques.
• 3 con muesca lateral: 1 en lámina carenada (fot. 7.2); 1 corto y cortical con pe-
queña muesca proximal –¿para acondicionar el enmangue?– (fot. 7.3); el último
en corto soporte carenado parcialmente cortical: la muesca es pequeña y distal,
continuada en su filo por retoques simples. Tiene un pequeño golpe burinoide en el
talón (fot. 7.4).
• 7 simples laminares (fot. 8.1 a 6): 1 en lasca laminar corta; 1 sobre lámina normal;
4 sobre láminas fracturadas: dos por flexión (uno distal y el otro medial distal so-
bre fino soporte con retoques, marginales o de uso, directos y parciales), otro muy
alterado por el fuego y el último algo espeso y con fractura burinante en la base; 1
en lámina estrecha y larga con retoques (¿de uso?) directos en el filo senestro e
inversos en el diestro.
• 1 ojival de frente muy estrecho: en fragmento distal de lámina cortical cuya altera-
ción por fuego impide concretar, pero es lo más seguro, que la base se modificara
mediante cuidada truncadura (fot. 8.8).
• 1 raspador buril sobre fragmento medial distal de lasca laminar cortical y carenada.
El frente del raspador es ojival muy ladeado con retoques ligeramente escamosos
y otros más finos complementarios. El buril, normal, arranca desde el mismo frente
del raspador (fot. 9.4).
El grupo de los raspadores está constituído por 47 evidencias, mostrando una no-
table diversificación morfológica y técnica. Reune, a veces con pocos representantes,
todas las variantes normales de esta categoría: a modo de recordatorio indicamos que
el próximo lugar de Bardallo, con el doble de efectivos, aporta similar variabilidad tipoló-
gica. Cuatro modelos concentran la producción –el 70%–: los circulares, los laminares
con o sin retoques laterales, y los simples sobre lasca. Entre éstos es oportuno dife-
renciar aquellos con retoques laterales de los simples: los últimos son, en general, muy
similares a los circulares en dimensiones y formato, parecen variantes de lo mismo,
mientras que los que aportan retoques complementarios son mayores en sus dimen-
siones –tanto en longitud como en espesor–.
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Foto 4. Raspadores simples de La Tejera.
6
Foto 5. Raspadores dobles y sobre lasca retocada.
7
Foto 6. Raspadores circulares, denticulados y en hombrera.
8
Foto 7. Raspadores con muescas laterales.
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Foto 8. Raspadores laminares.
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Foto 9. Raspadores laminares con retoques laterales, raspador buril y raspador sobre crista de roca.
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30 Serie1
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Hay un equilibrio notable entre soportes carenados y no (estos un poco por encima)
siendo significativo que: rara vez son espesos los simples sobre lasca o en lámina reto-
cada, y nunca ni el ojival ni los en hombrera o en hocico; por el contrario son carenados
los dos nucleiformes y el denticulado.
Por forma serán –siguiendo los protocolos de Bagolini– tres las láminas, por 4 las-
cas laminares y 23 lascas, estableciéndose de nuevo unas diferencias con Bardallo por
la importancia que adquiere el componente lascar. En general los valores que hemos
indicado para con los raspadores se ajustan bien a estaciones de cronología holocéni-
ca, separándose de las más antiguas.
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El córtex está presente en ocho de los raspadores, afectando a menos de un tercio
de la cara superior en cinco de ellos, en uno a la mitad, en otro a los dos tercios y el
último a su casi totalidad –de hecho se trata de un útil que, por todo trabajo, despeja un
frente muy marginal–.
En los casos en que ha podido analizar, son talones lisos 11, por 1 puntiforme y
otro filiforme. En nueve el punto de golpeo se preparó mediante pequeños facetados y
hemos contabilizado ocho que fueron eliminados: por tanto la relación de talones pre-
parados y no es de 6 a 4.
Por destacar algún raspador que se sale de la norma, consideramos oportuno re-
tener: aquel de grandes dimensiones (47,4 x 39,6 x 14,2), el que usa un sílex muy
específico por su coloración –tonos rosáceos–; y el fabricado en cristal de roca: cata-
logado entre los circulares es más espeso que los silíceos y ligeramente amorfo en su
perímetro.
1.a.2. Raederas:
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• 9 sobre láminas largas, anchas o carenadas:
4 marginales en fragmentos mediales: en láminas anchas con retoques muy finos
y cuidados (fot. 11.6 y 3), complementados en una de ellas por retoques de uso
bifaciales sobre el frente opuesto y por truncadura parcial en una de sus fracturas
(fot. 11.9).
1 bilateral sobre larga lámina casi completa: el frente senestro, sinuoso, es inver-
so proximal medial y directo distal, mientras el diestro, inverso, combina retoques
finos con otros de tendencia plana (fot. 11.8).
1 bilateral sobre fragmento proximal medial de lámina muy ancha con retoques
tendentes a lo plano (fot. 11.2).
1 bilateral en lámina carenada con retoques campiñoide tendentes a lo abrupto en
sus filos.
1 bilateral en lasca laminar casi completa: el frente senestro normal y el diestro
de tendencia denticulada usan retoques escamosos. La fractura es tratada como
muesca parcial.
1 sobre lasca laminar irregular: el frente, cuidado a partir de retoques ligeramente
escamosos, es complementado con retoques marginales proximales en el opuesto
(fot. 11.5).
• 3 en trozo:
1 lateral simple corta carenada.
2 inversas: una con los retoques tendentes a planos oponiéndosele retoques mar-
ginales distales –tal vez de uso– y muesca proximal; la otra parcial.
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Con sus cuatro decenas de representantes las raederas alcanzan similar influencia
que los raspadores. Atendiendo a sus caracteres generales, soportes y peculiaridades
específicas nos ha parecido conveniente reunirlas en seis grupos, variables en cuanto
al número de sus unidades.
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Foto 11. Raederas laminares.
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Foto 12. Raederas sobre lascas.
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Foto 13. Raederas sobre lasca y avivados de núcleos y perforadores.
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Figura 2. Curva de longitudes de las raederas de La Tejera (referencia de abcisas en milímetros). En la serie
inferior se representan las raederas en soportes cortos, estrechos y finos; en la serie superior el resto de las
raederas, estacando en negro las laminares marginales.
producto de la flexión de láminas largas y finas: como indica García Gazólaz (1996),
para que ello fuera posible los soportes no deben superar los 0,4 cms. de espesor, lo
que concuerda bien con este grupo de La Tejera.
Otra carácter que define netamente a este grupo es la frecuencia de raederas bila-
terales: siete y una latero transversal, cuando entre las demás sólo hay un único caso
–en donde por sus retoques tendentes a lo plano y soporte se acerca al grupo de los
foliáceos–. Es común que mientras uno de los frentes sea directo el opuesto sea inver-
so –lo hemos anotado en cuatro casos, siendo la latero transversal inversa–. Con las
dificultades de encaje temporal de agregados de superficie donde se intuye más de un
estadio cultural, sea por los caracteres de los soportes, sea por los caracteres técnicos
descritos o sea por la presencia de algún retoque tendente a plano, aventuramos una
cronología avanzada para este conjunto. Como argumento de apoyo señalamos la au-
sencia de estas piezas en momentos mesolíticos o neolíticos antiguos de series estra-
tificadas (desgraciadamente no hay aún un buen corpus de objetos líticos Calcolíticos
y posteriores, en donde comprobar la presencia de estos utensilios).
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Restan algunas raederas más, atípicas: por ser sus bases avivados de núcleos o
trozos –dominando los soportes carenados–, por estar deterioradas y apenas ser re-
construibles, o por tener los frentes denticulados.
Hay un contraste evidente entre las raederas y los raspadores de La Tejera aten-
diendo a valores tipométricos: en longitudes 19 raederas no alcanzan los 2 cms. –frente
a 5 raspadores; es similar el número de raederas y raspadores entre 2 y 3 centímetros
pero a partir de aquí son más numerosos los raspadores–. Atendiendo a los test de
Bagolini las diferencias entre ambas categorías se confirman: mayor utilización de lámi-
nas más lascas laminares –10 por 15 lascas– y preferencia por los soportes normales
–50%– ente las raederas (en los raspadores estos cómputos son 7 por 23 lascas y
6%).
Y bajo esta misma óptica las diferencias entre raederas de La Tejera y Bardallo son
muy evidentes: en el segundo sitio el 83% de las raederas superan los 3 centímetros
y 17% están por debajo de esta longitud –índices inversos a los de La Tejera–; y dos
tercios de su colección son soportes grandes o normales –por el 40% de La Tejera en
esa situación–. Las cualidades de una y otra colección siguen, respecto a las raederas,
pautas bien diferenciadas, como derivación, habrá que suponer, de la distancia crono-
lógica que las separa.
1.a.3 Perforadores
• 1 sobre lámina cresta carenada y muy curva: el ápice, robusto, se despeja me-
diante truncadura oblicua distal opuesta a amplia muesca de retoques alternantes
(fot. 13.8).
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1 sobre lasca irregular muy carenada despejando el ápice mediante denticulado
inverso opuesto a sendos golpes de buril (fot. 14.1).
1 sobre lasca ancha y carenada despejando el ápice mediante muesca transversal
–o quizá truncadura convexa– de retoques escamosos, opuesto a filo natural tra-
bajado mediante retoques simples muy marginales (fot. 14.5).
21
Foto 14. Perforadores sobre lasca de ápices robustos.
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Foto 15. Perforadores.
duras o filos naturales retocados sean senestras: sin duda algo querrá decir sobre la
funcionalidad de los instrumentos o la maniobrabilidad de quien los usa (o sobre ambas
cosas). Un tercio de los perforadores son laterales y dos llevan en el ápice retoques
inversos para dotarlos de la forma que precisaban.
• 10 sobre láminas:
3 en láminas completas: una estrecha de truncadura fina y rectilínea; otra cortical
de truncadura ligeramente convexa; la última en soporte corto con frente marginal
y oblicuo.
1 en fragmento medial: truncadura muy fina que se acompaña de otros retoques,
también muy finos. El soporte es un sílex lechoso sobre en el que, con frecuencia,
se elaboran raederas marginales: tal vez sea el sentido de la pieza aunque haya-
mos priorizado el papel de la truncadura.
3 sobre fragmentos proximal-mediales: 1 de truncadura muy fina; 1 parcial rectilínea
y con algunas huellas de uso en ambos filos; 1 de base ancha con truncadura algo
escamosa complementada con retoques laterales sobre el filo diestro. Dudamos,
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por el estado de la pieza, si debe describirse como buril una fractura que arranca
desde la truncadura.
3 sobre fragmentos medial-distales: la primera de truncadura recta y opuesto golpe
burinoide; la segunda, en soporte ancho fracturado por flexión, recta, algo irregular
y de retoques ligeramente escamosos. Sobre el extremo opuesto se ubican breves
retoques –¿corta truncadura?– así como un golpe burinoide–; la tercera convexa
con algunos retoques marginales de tendencia denticulada –¿tal vez de uso?– en
ambos filos.
• 1 atípica sobre lasca irregular ancha, ligeramente oblicua con retoques muy pro-
fundos, acompañada por muesca senestra distal. Aunque esta combinación define
a varios perforadores de la colección no parece que lo es en este caso al no despe-
jarse claramente un ápice.
En el conjunto hay, claramente, dos estilos diferenciados: las piezas laminares y las
ejecutadas sobre lasca o lasca laminares. Èstas son atípicas y de frentes anchos en
dos casos, y en soporte irregular con acompañamiento de denticulados en otro. Entre
la laminares hay notables discrepancias en tamaños: tres responden al modelo esterio-
tipado de sílex blanquecinos soportes menores a los dos centímetros de longitud que
añaden retoques laterales a alguno de sus filos. No son, entonces, muy distantes a
las raederas marginales de corto talle ni a las dos bitruncaduras. En total son 8 –ó 9 si
contabilizamos unas huellas de uso– las truncaduras con retoques complementarios.
1.a.5 Dorsos
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Foto 16. Dorsos microlíticos y truncaduras.
25
Foto 17. Dorsos.
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1 truncado en corto fragmento: el filo opuesto al dorso con retoques tendentes a
planos (fot. 16.13).
1 normal (fot. 16.12).
Todas éstas piezas, menos la última, siguen un esquema similar en cuanto a tamaño
(voluntariedad en la longitud de los fragmentos), espesor y tratamiento de los filos. La
última es algo más espesa y el retoque más profundo (¿fragmento de una punta?).
• 1 abrupto indiferenciado sobre lasca corta e irregular con dorso inverso angular.
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Figura 3. Curva de longitudes de los dorsos (referencia de abcisas en milímetros). En la serie inferior se
representan los casos de La Tejera en la superior los de Bardallo.
Por lo que sabemos al día de hoy, en el marco espacial de La Tejera (la comarca rio-
jana y las tierras centrales de Álava) son significativos los conjuntos mesolíticos finales
y neolíticos con abundancia de dorsos: suelen caracterizarse por su variabilidad formal
y dimensiones microlíticas. Sus parámetros generales y dimensionales se ajustan bas-
tante bien a lo que hemos visto en la producción de La Tejera, recordando que en éste
y en aquellos es normal la presencia de algunos geométricos. Contrariamente su cotejo
tipométrico con Bardallo ofrece significativas diferencias: dimensiones más cortas, es-
trechas y delgadas en el yacimiento que tratamos, y, contrariamente menos casos de
dorsos dobles. La colección se caracteriza, además, por la presencia de fragmentos
mediales de láminas anchas con dorsos marginales, desconocidas en Bardallo.
Por tanto, del conjunto pudiera decirse que: a) las puntas alargadas quizá fueran de
una cronología antigua –¿paleolítica?–; b) las puntitas microlíticas nos acerca, como
más probable, al mundo del mesolítico geométrico; c) los dorsos marginales en frag-
mentos mediales pertenecerían a momentos más avanzados, ¿del Neolítico final o
Calcolítico?
1.a.6 Geométricos
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Foto 18. Dorsos y geométricos.
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• 2 trapecios de retoques abruptos: 1 simétrico de lados rectos; 1 asímetrico de lado
inferior cóncavo (fot. 18.4 y 9).
• 1 trapecio rectángulo sobre lámina ancha –algo deteriorado–: la base usó el reto-
que abrupto mientras el frente opuesto se elabora con doble bisel. Finos retoques
abruptos recorren su filo diestro (fot. 18.3).
• 1 trapecio rectángulo grande que, quizá, pueda asimilarse a las puntas o trape-
cio de vielle (fot. 18.5): con cierta frecuencia estas armaduras adelgazan la base
mediante retoques planos (Merino 1980, 271) pero en nuestro caso son abruptos.
Por dimensiones y base material se emparenta con los microlitos dolménicos. De
aceptar su acercamiento al modelo Vielle nos ofrece una conexión nordpirenaica
–donde son habituales en el tardenoisiense– si bien encontraremos un paralelo más
cercano geográficamente con una pieza de Regajo de los Yesos (Cava 1988).
De los siete geométricos rescatados cuatro son de concepción muy clásica, y si los
utilizamos como elementos de diagnosis cultural denuncian, dos a dos, estancias, al
parecer cortas, mesolítica geométrica (los trapecios) y neolítica (los segmentos). De los
otros tres el modelo vielle y el trapecio rectángulo que usa el doble bisel nos remiten
también al neolítico, mientras que el triángulo isósceles puede asumirse para el mismo
periodo o el anterior Mesolítico. Esta última pieza de La Tejera se acerca a las puntas
de martinet –a su vez asimiladas a las “pointes bâtardes de Lacam et Niederlender–:
microlito ancho con truncadura normalmente izquierda, fabricada con técnica de micro-
buril y reducción de la base mediante retoques bifaciales –en nuestro caso unifacial–.
El prototiplo se han reconocido en el ciclo Roucadourien/Tardenoisien (Pre-Roucadou-
rien I, II, Roucadourien, aquí, precisamente, junto a trapecios Vielle y segmentos de
Betey/Tardeoisien I a III siendo abundantes en II) (Roussot-Larroque 1977 y 1987).
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Foto 19. Muescas sobre láminas.
31
tes están partidos por flexión; 1 con dos muescas marginales inversas en el filo
senestro y otra más, también inversa, en el diestro; 1 sobre soporte ancho y largo,
amplia e inversa.
2 dobles: una sobre fragmento proximal: inversa y directa la senestra, prolongada
con retoques sobre el filo la diestra. Llama la atención que ambas se inician sobre
la propia rotura del soporte, que, en lógica, es anterior (¿voluntaria?); la otra sobre
fragmento medial de soporte estrecho: es muy llamativo que sus fracturas estén
reacondicionadas mediante golpes burinoides y truncaduras parciales. Una mues-
ca es inversa continuada por retoques simples directos, la opuesta más amplia y
directa. Esta pieza y la anterior son convergentes en conjunción de muesca directa
e inversa más retoques complementarios.
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Foto 20. Muescas y denticulados laminares.
33
Foto 21. Muescas sobre trozos.
34
• 2 denticulados sobre lasca:
1 en cuarcita de frente inverso y uso de retoques cercanos al estilo campiñoide.
1 inverso de retoques finos aunque escamosos oponiéndose una muesca amplia
también inversa.
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Foto 22. Denticulados sobre trozos y lascas.
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Foto 23. Muescas sobre lascas.
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Foto 24. Muescas sobre lascas y avivados, varios y dos bitruncaduras.
38
• 3 muescas en láminas de avivado:
1 doble en soporte largo con muescas independientes sobre su filo senestro (fot.
24.3); otra carenada, amplia y escamosa al modo campiñoide complementada con
truncadura oblicua (fot. 24.4); la última corta y escamosa de retoques tendentes a
lo abrupto (fot. 24.5).
Otras usan soportes atípicos, así: cuatro muescas y dos denticulados en trozos y
tres muescas y tres denticulados en avivados de núcleo. Los trozos son siempre care-
nados y emplean retoques campiñoides con frecuencia inversos. Hay otros ejemplares
en lasca que por su tratamiento se aproximan al estilo: tres denticulados y una mues-
ca.
39
Figura 4. Puntas foliáceas: 5 de pedúnculo y aletas (307, 539, 550, 323 y 549); 6 de pedúnculo y hombreras
(301, 320, 1273, 309, 306 y 321); 3 con aletas incipientes (317, 302 y 305); 3 de pedúnculo simple (315, 318
y 1274); 1 bifacial de base simple (314); 2 bifaciales con base convexa (300 y 304).
40
alcanzan la base obteniendo así una isometría en longitud y anchura; otra (fig. 4.4),
muy alterada por el fuego, de pedúnculo corto y muy estrecho con una sola aleta
cóncava (la forma es intencionada posiblemente tras un proceso de reavivado de
una fractura anterior).
1 (fig. 4.3) con retoques cubrientes en una cara pero sólo en punta y base en la
otra: su reconstrucción nos da las mismas dimensiones que la anterior.
• 6 de pedúnculo y hombreras:
4 con pedúnculo corto y ancho, destacado mediante profundas muescas que ofre-
cen hombreras horizontales/obtusas (fig. 4.6), cóncavas (fig. 4.9 y 10) u obtusas
(fig. 4.8).
1 son fragmentos proximal-medial (fig. 4.7), una con retoque cubriente algo esca-
moso, hombreras obtusas y base puntiforme.
1 (fig. 4.11) presenta sendas fracturas paralelas y mediales que eliminan las hom-
breras, conservando un pedúnculo de base recta: usa retoques escamosos en una
de las caras.
• 1 bifacial (fig. 4.18) de base simple (es posible que la fractura en lengüeta de
la base haya eliminado una terminación quizá más apuntada o redondeada) con
retoques invasores –tendentes a abruptos en algunos sectores de los filos de la
cara dorsal–. Sin despeje del pedúnculo pero con estrechamiento y adelgazamiento
proximal aún conservando el talón original.
41
Figura 5. Puntas foliáceas: 3 foliformes y estrechas (259, 552 y 551); 7 fragmentos de puntas foliáceas (311,
308, 313, 312, 316, 319 y 310); 1 foliácea de base cóncava (303); 6 “preformas” de foliáceas (540, 541, 545,
538, 547, 1275).
42
• 3 foliformes y estrechas:
1 (fig. 5.1), fragmento proximal medial, de base simple (en origen probablemente
apuntada pero alterada tras fractura) con retoque invasor dorsal y en el filo senes-
tro de la ventral.
1 (fig. 5.3) de retoques bifaciales cubrientes los superiores y cubrientes en punta y
base los inferiores.
1 (fig. 5.2) se configura a partir de retoques planos cubrientes superiores y parcia-
les en la base los inferiores: agudiza la punta con muescas distales.
• 7 fragmentos de puntas de retoques planos: 3 mediales, uno (fig. 5.5) con retoque
cubriente dorsal y en la parte más distal de la ventral –en el resto invasores–, otro
(fig. 5.4) de retoque cubriente dorsal e invasor ventral, con fracturas distal y proximal
(originalmente tal vez con pedúnculo y aletas u hombreras), el tercero (fig. 5.6) de
profundos retoques invasores (casi cubrientes) y ligeramente escamosos en ambas
caras; 4 medial-distales, uno (fig. 5.7) de retoques invasores en ambas caras, otro
(fig. 5.8) de cara plana con retoques invasores en el filo senestro y marginales en el
diestro, el tercero (fig. 5.9) de retoque invasor dorsal –marginal en el filo senestro– y
ventral; finalmente el cuarto (fig. 5.10) con retoques planos invasores en ambas
caras, y fractura transversal proximal.
• 1 de base cóncava, (fig. 5.11) retoque bifacial cubriente, truncadura proximal y filos
aserrados.
Este último grupo presenta unas formas foliáceas que no definen una morfología
nítida de punta de flecha, de ahí que se hayan interpretado como esbozos o preformas
(incluso formas derivadas de un trabajo poco diestro) de posibles productos configu-
rados mediante el retoque plano. Además, como ocurre con otras piezas, este tipo de
elementos deberían asociarse con armas más grandes que flechas debido a su tama-
ño, espesor y peso; ¿quizá correspondan a elementos tipo jabalina?.
43
Con el objeto de complementar la descripción tipológica de este grupo tan variopin-
to de puntas de retoque plano (habiéndose seguido fudamentalmente los criterios de
Laplace y la posterior aportación de base analítica de Bagolini), hemos recurrido a su
correlación con la clasificación propuesta recientemente por Juan Cabanilles (2008)
obteniéndose los siguientes resultados:
La tabla siguiente enumera las puntas de flecha de retoque plano de La Tejera se-
gún la clasificación de Bagolini (1970) cuando pueden ser correctamente clasificadas,
y su cotejo con las de Juan Cabanilles.
44
Las puntas de retoque plano de La Tejera según la clasificación de Juan Cabanilles
Sigla Tipo Nº
PF37 Punta de pedúnculo corto y aletas agudas desarrolladas 2
PF36 Punta de pedúnculo normal y aletas agudas desarrolladas 1
PF46 Punta asimétrica con aleta aguda 2
PF24 Punta de pedúnculo y aletas rectas 2
PF26 Punta de pedúnculo corto y aletas obtusas [de lados rectilíneos] 1
PF27 Punta de pedúnculo y aletas obtusas de lados cóncavos 2
PF23 Fragmento de punta con apéndices laterales 1
PF20 Punta rombo-ojival con apéndices laterales 1
PF19 Punta foliácea con apéndices laterales 1
PF14 Punta rombo-ojival de base estrechada 1
PF12 Punta foliforme con pedúnculo o base estrechada 2
PF9 Punta romboidal de base ensanchada 1
PF7 Punta foliforme de base redondeada 3
PF8 Fragmento de punta foliforme 1
PF6 Punta foliácea asimétrica de base apuntada 2
PF47 Fragmento de punta de flecha 7
PF15 Punta triangular de base cóncava o de aletas 1
EF7 Pequeña pieza bifacial con rasgo morfológico insinuado 2
EF2 Gran pieza foliácea de retoque bifacial 2
Las puntas de retoque plano de La Tejera según la clasificación de Bagolini
Sigla Tipo Nº
F1A Pedúnculo y aletas 5
F1B Pedúnculo y hombreras 7
F1C Pedúnculo simple 7
F2A Base cóncava 1
F2B Base simple 1
F2C Base convexa 3
F3B Aletas incipientes 6
Tabla 1. Clasificación de las puntas foliáceas según Juan Cabanilles y Bagolini.
L.T. 301: similar, aunque de pedúnculo algo más ancho, hay en Las Yurdinas II
(lám.1, 3(1)) así como en Los Husos I (fig. 8), San Juan ante Portam Latinam (fig. 4, 651)
–de pedúnculo más ancho y hombreras poco desarrolladas– y en El Sotillo (fig. 24, 2).
(1) Damos la referencia del dibujo o foto de cada pieza tomada de la biliografía citada en el párrafo anterior.
45
L.T. 300 y 304: hasta 11 similares registra San Juan ante Portam Latinam (fig. 3 529,
504, 607, 511 –las dos últimas algo más estrechas y alargadas–, 672, 632, 642 y 619;
fig. 4 535, 532 y 513 –algo más corta–. Puede traerse a colación dos de Las Yurdinas
II (lám. 3, 4 y 5) aunque sean algo mayores en dimensiones y se confeccionaron con
retoque invasor en lugar de bifacial en una de las caras.
L.T. 306 y 309: su pedúnculos cortos y anchos y sus cortas hombreras cóncavas se
retoman en una de Las Yurdinas II (lám. 1, 6) y otra de Peña Larga (fig 28, 6) –aquí el
pedúnculo es más estrecho–.
L.T. 307, 323, 539, 549 y 550: con pedúnculos estrechos y alargados y aletas de
ángulo agudo y retoque cubriente bifacial son habituales en la región: en Las Yurdinas
II (lám. 1, 4 y lám. 2, 1 a 3), en una fragmentada de Peña Larga (fig. 28, 3) y en los
dólmenes de Alto de la Huesera, San Martín (Nivel Superior) y El Sotillo (fig 8, 2; 21, 1,
2 y 6; 24 1 a 6) donde las aletas, más desarrolladas, llegan a superar al pedúnculo (en
la Tejera ocurre en un único caso).
L.T. 551 y 552 (y tal vez 313): son en La Tejera las de mayor longitud, manteniendo
la anchura en toda la pieza. Morfotécnicamente –no tipométricamente– se semejan a
trece de San Juan ante Portam Latinam (fig. 1, 528, 654, 53, 643, 515 y 678; 2, 8, 15
–más larga–, 17, 36, 41; 3, 607 y 644) y a una de La Chabola de la Hechicera (fig. 14,
2).
L.T. 321: una algo más alargada en San Juan ante Portam Latinam (fig. 5, 612), otra
del Nivel III de Peña Larga (fig. 30 10), un fragmento de La Chabola de la Hechicera
(fig. 14, 3) y una última en El Sotillo (fig. 24, 8).
L.T. 303: los caracteres aserrados de sus bordes están presentes en dos puntas
más de Las Yurdinas II (fotos 14 y 15).
L.T. 302 y 317: las dos que mejor encajan con estas son de enterramientos algo más
alejados, en concreto de La Mina (Salcedo-Molinilla) y Kurtzebide (Letona).
46
Dimensiones de las puntas de retoque plano en La Tejera
Nº inv. Longitud Anchura Espesor Nº inv. Longitud Anchura Espesor
259 11 4,1 318 14,9 3,8
300 28,5 12,8 4,2 319 14,6 3,3
301 33,1 14 4,9 320 16 4,8
302 27,2 10,2 3,3 321 18,4 4
303 23,8 10,4 3,7 322
304 27,2 14 3,3 323 15,7 4,2
305 23,7 12 4 539 19,4 20,5 5,1
306 20,9 4,2 540 31,6 14 7,1
307 20 19,5 4,2 541 26,6 6,1
308 22,6 7,3 542 17,6 4,8
309 17,1 14 3,8 543 11,6 3,3
310 19,4 6 545 24,3 24 3,7
311 25,3 5,8 549 27,2 27,4 6,3
312 10,6 4,3 550 27,4 17,1 4,2
313 12,1 6,2 551 30,7 11,1 3,4
314 20,8 9 3,7 552 35,1 19,9 4,5
315 16,3 7,9 1273 27,9 17,7 5,8
316 13,2 4,4 1274 35,3 18,9 7,3
317 19,9 10,3 2,9 1275 18,7 4,6
Tabla 2.- Resumen de las medidas de las puntas de retoque plano.
Figura 6. Tipometría de las puntas de flecha. A la izquierda de pedúnculo y aletas, a la derecha foliformes.
47
Los datos de alargamiento, que tienen que ver con la proporcionalidad debida para
alcanzar la eficacia esperada de los proyectiles, contrastan notablemente al considerar
las medidas absolutas. Podemos comprobarlo con las figuras adjuntas y con la número
35 de Cava 1980.
Entre las puntas de pedúnculo y aletas las de La Tejera son sensiblemente mas
cortas (25,9 mm. como media) que las de Peña Larga II y Yurdinas, siendo las de San
Juan ante Portam Latinam las más largas (36,1). Entre las foliáceas el orden se altera:
Peña Larga III posee el formato medio más corto, yendo luego La Tejera (26,8), San
Juan Ante Portam Latinam y Las Yurdinas (43,08). Es bastante probable, no seguro, un
cierto orden cronológico en la progresión longitudinal de las piezas foliáceas. Y compro-
bamos como los grupos de La Tejera ofrecen un agrupamiento más concentrado que
en cada uno de los demás lugares considerados.
Dado que una buena parte de las puntas de retoque plano de La Tejera presentan
fracturas varias creemos pertinente encarar su análisis con ayuda, en busca de huellas
macroscópicas, de una lupa binocular: usamos una Nikon SMZ 1500 de entre 10X y
100X aumentos. En el análisis observamos que la alteración en una buena parte de las
piezas, el denominado lustre de suelo, oculta varios de los habituales indicios super-
ficiales (estrías de impacto, micropulidos…) dificultando, entonces, el necesario entre
huellas macro y microscópicas.
Desde un primario examen, ya intuíamos que los caracteres de las fracturas son
compatibles con su uso como elementos de caza o episodios bélicos: el análisis más
detenido nos confirma sus roturas por impactos. Desde luego, dado que estamos en un
contexto de hábitat al aire libre, son bastantes los útiles que se asocian a prácticas de
la vida cotidiana, descartamos que respondan a una lógica votiva o funeraria.
A) Burinoide o pseudoburil, producida por una fuerza oblicua con respecto al eje
longitudinal de la punta, aplicada bien en una zona pequeña (visible cerca del área de
contacto), o bien en una superficie mayor (la fractura se presenta algo alejada del pun-
to de impacto). Se reconoce como fractura diagnóstica del uso de instrumentos como
proyectil.
B) Lengüeta, generada por la presión ejercida sobre los bordes anchos del proyec-
til, y derivada de su impacto frontal con un objeto lo suficientemente duro como para
no poder penetrarlo. Dada la fuerza de la colisión y que el sistema de enmangue no
permite el retroceso de la punta, se forma una lengüeta de tamaño medio/corto (en el
ápice, en el pedúnculo o en ambos) normalmente asociada a un impacto.
48
Algunas propuestas (Ho Ho Committee 1979; Fischer et al.1984; Perpère 2000;
Plisson and Geneste 1989) diferencian 2 variantes: a) de tipo “cone” y b) de tipo “ben-
ding”, subdividido a su vez en “step” (“escalón” presente en dos piezas de la colección
320 y 259), “hinge” (“anzuelo”); “feather” (como en las piezas 308 y 315 de La Tejera),
“spin-off” (rectilínea) y “fissuration” (fisurada, como en el útil 320).
E) Rectilínea, rotura limpia y tranversal u oblícua con respecto al eje longitudinal del
objeto de origen no comprobado (Borgia 2008, p. 116).
La tabla adjunta cruza los datos de localización y tipo de las fracturas del lote de La
Tejera (fig. 7).
La zona apical reune 14 de las 39 fracturas (casi la mitad abruptas, por tres para
los tipos rectilíneo y lengüeta); el pedúnculo/base 13 (siete como lengüetas por tres
abruptas); y la zona medial 5 (todas lengüetas); 7 aletas están fracturadas. Por tanto
las roturas en lengüetas son mayoritarias, 14, por 10 abruptas, 8 rectilíneas, 5 burinoi-
des y una “en flauta”.
49
Figura 7. Detalle de fracturas sobre los objetos de retoques planos.
50
- 321 con una fractura burinoide longitudinal que ocupa la totalidad de uno de sus
laterales
- en la nº 549 de lengüeta peduncular y otra apical y
- en la nº 259 de dos lengüetas –medial una, en la base la otra–.
Pueden compararse los resultados del análisis traceológico de La Tejera con los
obtenidos en el estudio de las puntas de flecha de San Juan Ante Portam Latinam
(Márquez 2007). Recordemos, en primer lugar, que las seis decenas de proyectiles del
sepulcro se caracterizan por su homogeneidad morfológica: el 60% foliáceas, 13 foliá-
ceas con desarrollo de pedúnculo (en 9 solo incipiente) y 3 foliáceas con insinuación
de apéndices mesiales. No se han descrito las evolucionadas puntas de pedúnculo
y aletas. La producción de La Tejera resulta ser más variada. En 10 de las 37 puntas
estudiadas de San Juan Ante Portam Latinam no hay huellas de accidentes por uso (en
ocasiones si de fuego o de pátina). En las restantes hay accidentes burinoides (en 3),
de lengüeta/flauta (en 18), rectas (en 2), de estrías de impacto (en 9), y de pulimento
(en algún caso por enmangue (en 11) –varias piezas suman varios de los accidentes
descritos–. Puede asegurarse, entonces, que 23 de las saetas del enterramiento colec-
tivo se deterioraron por su impacto con materiales duros.
51
Nº inv. Tipo Localización Origen
Lengüeta Base Impacto
259
Lengüeta Medial Posible impacto
300 Abrupta Ápice Indeterminado
301 Abrupta Ápice Indeterminado
302 Abrupta Pedúnculo Indeterminado
303 Abrupta Ápice Indeterminado
Abrupta Base Indeterminado
304
Abrupta Ápice Indeterminado
305 Extracción profunda o “en flauta” Ápice Impacto
Burinoide Ápice/ Longitudinal Impacto
306 Abrupta Ápice Indeterminado
Abrupta Aleta Indeterminado
307 Lengüeta Pedúnculo Posible impacto
308 Lengüeta Medial Posible impacto
Lengüeta Ápice Posible impacto
309
Burinoide Pedúnculo Impacto
310 Rectilínea Ápice Indeterminado
Rectilínea (oblícua) Ápice Indeterminado
311
Lengüeta Pedúnculo Posible impacto
313 Rectilínea Ápice Indeterminado
Lengüeta Base Posible impacto
314
Abrupta Ápice Indeterminado
315 Lengüeta Medial Posible impacto
Lengüeta Medial Posible impacto
320
Lengüeta Pedúnculo Posible impacto
321 Burinoide Aleta/Longitudinal Impacto
323 Burinoide Aleta Posible impacto
Burinoide Aleta Posible impacto
539 Abrupta Pedúnculo Posible impacto
Rectilínea Aleta Indeterminado
542 Lengüeta Medial Posible impacto
Lengüeta Ápice Posible impacto
549 Lengüeta Pedúnculo Impacto
Rectilínea Aleta Indeterminado
552 Rectilínea Base Indeterminado
Lengüeta Ápice Posible impacto
1274
Rectilínea Pedúnculo Indeterminado
Lengüeta Pedúnculo Posible impacto
1275
Rectilínea Aleta Indeterminado
Tabla 4. Resumen de las fracturas halladas en cada una de las puntas incluyendo el tipo, la localización y el
origen de las mismas (solamente se presentan las puntas con fractura).
52
3 láminas foliáceas sobre fragmentos mediales y estrechos: una con filos de reto-
ques planos invasores; otra similar que añade retoques planos marginales complemen-
tarios en la cara ventral y pequeña muesca. En la tercera distinguimos retoques planos
invasores sobre el filo diestro.
6 piezas con retoques planos: un fragmento –¿de lámina?– que quizá pudo tener un
frente de raspador; lasca con retoques planos bifaciales cubrientes excepto en un área
que conserva córtex: las he metido dentro del grupo de las preformas de puntas; una
lasca alterada por fuego y rotura longitudinal con retoques unifaciales: no se reconoce
el sentido de la pieza; 2 sobre lámina o laminita: conservando una córtex parcial y la
otra es un fragmento medial de retoques invasores: en la cara superior conserva algo
del córtex y parece adelgazar la pieza en su parte inferior, pero no es posible asegurar
que dibuje un pedúnculo, ya que también podría ser un recurso para enmangar la lámi-
na sin necesidad de ser un punta de proyectil.
9 láminas de uso: 1 larga y ancha con huellas muy marginales a todo lo largo de su
filo; 2 en fragmentos proximales mediales: una estrecha, disponiendo las huellas en el
lado senestro, directas, y diestro, alternantes en un caso, y otra ancha con retoques
poco estandarizados en el otro; 3 en fragmentos mediales –uno ancho, dos estrechos–
con huellas en ambos filos; uno en fragmento medial, largo y estrecho con marcas dis-
continuas: una de sus fracturas es reestructurada mediante retoques parciales; 1 sobre
fragmento medial ancho y carenado: sus filos son de natural convexos y los retoques
tienden a lo plano; 1 sobre lasca corta apuntada
Las dos últimas piezas se separan de las demás del grupo caracterizado por la bús-
queda de unos soportes regulares, con seguridad en algún caso con fracturas previas
al uso de la lámina –después ligeramente retocadas–, y sobre sílex de grano muy fino.
Como hemos apuntado en otras ocasiones esta categoría es muy cercana a las raede-
ras laminares marginales que, coincidentemente, buscan similares bases materiales.
La naturaleza de los sílex, del tipo evaporítico sea de los afloramientos de Loza sea de
los de Tudela- es otro argumento más para encuadrar a estos objetos en momentos
centrales del Holoceno.
2 objetos en fragmentos láminares, uno ancho y carenado, el otro medial con reto-
ques marginales.
2 objetos en soportes alterados por fuego con retoques al modo de muesca o den-
ticulado.
53
Tipos según Laplace 1987
54
Orden de los Planos
F1 3
FF21 2
FF22 1
FF31 5
F32 1
Foliáceo 41
FF32 2
FF33 3
FF36 22
F4 2
FF4 1
Orden de los Ecaillé
E 1 Ecaillé 1
Orden de los Buriles
B22 1 1
Tabla 5. Calsificación de las piezas retocadas atendiendo a la Tipología de Laplace.
Avivados de
Productos brutos
núcleo
Nú- Fragmento
Avivado Lámina Lá- Fragmento laminar Las- Tro- Es-
cleo lascar
de Cresta mina cas zos quirlas
Dst- Med- Med-
frente Dst Med Pro lo Pro
Med Prx Prx
34 2 11 36 12 13 28 20 32 1 87 13 2 196 245
En total contabilizamos 732 evidencias, de las cuales son núcleos el 4,64%, avi-
vados el 1,77% (0,2% frentes y 1,5% láminas), láminas el 19,4% (4,92% completas y
14,49% fragmentos), lascas el 13,94% (11,89% completas y 2.05% fragmentos), trozos
el 26,78% y el 33,47% restantes esquirlas.
55
Comparado en bruto la colección con la de Bardallo, en La Tejera el número de es-
quirlas es netamente superior –un tercio cuando suponían el 10% en Bardallo– como
también el de trozos (duplica su índice). En consecuencia el número de lascas y lámi-
nas es menos representativo en La Tejera. En relación a estos productos –considerán-
dolos por separado– las láminas contabilizan el 58%, frente al 42% de las lascas en La
Tejera, cuando en Bardallo representan al 44% de los soportes no retocados. Por tanto,
es mayor el aspecto laminar de la primera colección que de la segunda –en ambas la
representación es muy alta–.
Solo presentan córtex 72 de los elementos, algo menos del 1%. En 15 casos el cór-
tex ocupa toda la superficie dorsal (en tres lascas, siendo lo demás trozos), en 31 se
invade un tercio de la superficie (lo más habitual), en 18 su mitad y en 8 dos tercios. El
bajo índice de córtex alienta la idea de que el paso del nódulo al útil se debió efectuar,
al menos en su primer estadio, lejos del campamento, presumiblemente cerca de las
fuentes de aprovisionamiento: los nódulos recogidos en las canteras sería decorticados
allí o en sus inmediaciones, mientras que en La Tejera los núcleos se tallaron hasta su
agotamiento para la formalización del instrumental, dejándonos una multitud de esquir-
las, avivados, trozos, lascas y láminas –usadas en bruto o retocadas–.
56
• 14 globulares (fot. 27.2; fot. 28.3):
1 de grandes dimensiones con levantamientos lascares bipolares. Mide 54 x 55 x
35;
6 agotados con extracciones lascares en todas sus caras: dos son muy similares
en concepción y dimensiones a pesar de tratarse de diferentes bases materiales;
un tercero es de reducidas dimensiones. Miden 29 x 28 x 26; 27 x 27 x 16; 43 x 38
x 31; 22 x 19 x 19; 27 x 23 x 15 y 29 x 28 x 12.
6 agotados, y alterados por fuego, de extracciones lascares: en dos se observan
esquirlados de ataque en varias de las caras, y son muy similares en cuanto a di-
mensiones; uno tercero es llamativo por su pequeñez. Miden 30 x 21 x 17; 26 x 35
x 22; 45 x 36 x 33; 27 x 22 x 29; 26 x 19 x 15 y 30 x 21 x 15.
1 agotado con grietas que imposibilitan el trabajo: presenta negativos de extraccio-
nes lascares. Mide 35 x 30 x 16.
• 1 amorfo:
Conserva parcialmente un córtex muy fino: se extrajeron finas y cortas laminitas
partiendo de una base fuertemente esquirlada. Interpretamos el levantamiento de
extracciones lascares desde la arista superior como un ensayo de adecuación, no
bien conseguida, de sus caras. Mide 25 x 40 x 30.
Otras bases:
1 núcleo amorfo o flanco de núcleo: conserva córtex y negativos de extracciones
laminares unipolares. Mide 30 x 17 x 12.
1 trozo de grandes dimensiones o, probablemente, un núcleo muy deteriorado: los
filos presentas esquirlados de preparación. Mide 52 x 37 x 20.
1 núcleo amorfo como parte resultante del reacondicionamiento de uno anterior:
desde su base, pequeña y cuadrada, se prepararon levantamientos laminares es-
quirlando el área de impacto. Mide 29 x 39 x 20.
1 pequeño y amorfo con pequeñas extracciones lascares centrípetas pero sin or-
den aparente. Mide 34 x 26 x 11.
2 trozos de grandes dimensiones reacondicionados como núcleos –uno parapris-
mático–: en ambos casos resultados de la preparación de un nódulo o núcleo ma-
yor pero aprovechados para la extracción de tres soportes laminares. Miden 71 x
53 x 29 y 64 x 36 x 27.
1 ápice de núcleo con negativos de extracciones laminares. Mide 20 x 40 x 34.
1 amorfo con cierta tendencia piramidal, pero ya agotado, con extracciones lamina-
res unipolares desde el ápice. Mide 41 x 28 x 26.
1 irregular del que no podemos precisar el sentido de unas extracciones para las
cuales se preparó, mediante esquirlados, el punto de impacto. Mide 35 x 26 x 16.
El volumen y estado de los núcleos confirman las intensas labores de talla que se
realizaron en La Tejera: los avivados de frente, las láminas cresta, los dos centenares y
medio de esquirlas… confirman las prácticas. Los núcleos son variables formalmente,
como formas básicas: piramidales, discoideos, esféricos y globulares, más productos
amorfos e incluso trozos grandes que se aprovecharon para promover un escaso nú-
mero de extracciones. El dominio de los globulares deviene del agotamiento al que fue-
ron sometidos por su total aprovechamiento: así al menos 13 estaban ya amortizados,
y sus formas actuales no reflejan su estado en los momentos álgidos de producción.
Por ello, sus negativos son resultado de extracciones lascares, nunca laminares. El
abastecimiento de láminas –que es el sentido principal del lote industrial de La Tejera–
57
Foto 25. Núcleos.
58
Foto 26. Núcleo piramidal.
59
Foto 27. Núcleos.
60
Foto 28. Núcleos.
61
se percibe en los tres núcleos piramidales, otros tantos discoidales, cinco amorfos y el
esférico –combina negativos de lascas y láminas–: normalmente se han preferido las
extracciones unipolares aunque también las hay centrípetas.
En cinco casos el córtex está presente, denunciando dos el trabajo de partida con
nódulos de pequeñas dimensiones. Contrariamente algunos de los trozos –usados cir-
cunstancialmente como matrices o soportes de instrumentos– y de los avivados indican
que se aportaron a La Tejera bases silíceas de gran tamaño.
Suman 732 elementos que resultan ser: 245 esquirlas, 142 láminas (de los cuales
106 fragmentadas: 12 distales, 13 distales mediales, 28 mediales, 20 mediales proxi-
males, 32 proximales y una de rotura longitudinal), 102 lascas (15 fragmentadas: 13
mediales proximales y 2 proximales) y 196 trozos.
b.- un dominio de las formas lascares que conforman el 60,97% del recuento, alcan-
zando respectivamente las lascas laminares y las láminas los índices de 26,8%% y
12,1%. La Tejera presenta unos índices lascares mayores que los de Bardallo –di-
ferencias de 20,5 puntos– en detrimento de las láminas –que caen unos 16,5%–.
Tamaños Formas
Micro 37 Lámina 15
Pequeño 50 Lasca-Laminar 33
Normal 24 Lasca 75
Grande 12
Total 123
Total 123
Tabla 7. Restos de la talla según formas y tamaños.
62
Observamos que los patrones métricos de los restos de talla de La Tejera se ale-
jan, notablemente, de lo genérico en colecciones adscritas al mesolítico geométrico.
También es cierto que no hay una norma común para dichos conjuntos (Alday y Cava
en prensa) y que, además, deben salvarse las distancias que median entre recupera-
ciones mediante excavaciones sistemáticas –cribadas– y las prospecciones visuales
sin cernido. Con estas consideraciones anotamos que el tamaño de los residuos de La
Tejera es mayor que en los conjuntos mesoneolíticos de abrigos bajo roca conocidos
en el entorno geográfico, y, también, que la relación lascas-láminas son inversas. En
estas discrepancias pueden jugar, además de los procedimientos de recogida, la distin-
ta funcionalidad de los sitios y la cronología netamente más avanzada para una parte
(posiblemente la mayor, a juzgar por los útiles de retoque plano) del agregado riojano.
En una última comparación de los restos de talla distribuimos las lascas y láminas
según tamaños (tabla 8). Según porcentajes el tamaño pequeño reúne al 40% para
ambas poblaciones. Las diferencias mayores se dan entre los tipos micros –38 y 26%
a favor de las láminas– y los grandes –2 y 12% con mejor representación en las las-
cas– (fot. 29).
63
Tamaño/forma Micro Pequeño Normal Grande
Lámina 14 15 6 1
Lasca 23 35 18 11
37 40 24 12
Las formas y los tamaños de los productos brutos frente a la de los objetos retoca-
dos:
Nos ha parecido interesante cotejar formas y tamaños de los soportes brutos frente
a los de los objetos retocados, ante la sospecha de que el ejercicio permita concretar
aún más el sentido de la talla. Como los efectivos completos de ambos grupos son
parejos (123 y 128) la confrontación es sencilla. Por tamaño es dominante en ambos
casos la dimensión pequeña (en cómputos de 40-43%), mientras la grande es la menos
frecuente (6-9%). Ligeras diferencias se establecen entre los tamaños micro y normal,
el primero algo por encima en los soportes no retocados (5 puntos). En definitiva, insus-
tanciales diferencias entre ambos grupos.
Más los son, y, quizá, de mayor significado, respecto a las formas. En los dos casos
el dominio corresponde a las lascas, pero con 10 puntos de ventaja en los soportes no
retocados, donde también las lascas laminares tienen más peso –ahora con 8 puntos
de ganancia–. Entonces, las láminas se revalorizan más entre las piezas –casi un ter-
cio de la colección–: son 18 puntos porcentuales más frecuentes que en los productos
brutos. Puede afirmarse entonces que, claramente, el desbaste de los núcleos busca
la generación de soportes laminares con los cuales confeccionar útiles de determinada
morfología y tamaño. Recordemos que, entre los núcleos, son abundantes los negati-
vos correspondientes a extracciones laminares.
Tamaños Formas
Micro 37 (30%) Lámina 15 (12%)
Pequeño 50 (41%) Lasca-Laminar 33 (27%)
Normal 24 (19%) Lasca 75 (61%)
Grande 12 (10%)
Total 123
Total 123
Tabla 9. Restos de la talla según formas y tamaños.
Tamaños Formas
Micro 32 (25%) Lámina 39 (30%)
Pequeño 56 (44%) Lasca-Laminar 24 (19%)
Normal 32 (25%) Lasca 65 (51%)
Grande 8 (6%)
Total 128
Total 128
Tabla 10. Objetos retocados según formas y tamaños.
64
Si volvemos a Bardallo retendremos en seguida las diferencias con La Tejera: aun-
que en aquel sitio también se percibía un interés por la extracción de soportes lamina-
res, ahora su protagonismo se acrecienta. Por tamaños en ambos domina la dimensión
pequeña (con las mismas diferencias porcentuales entre productos brutos y retocados
en los dos campamentos). La contradicción más acusada la ofrece el tamaño micro:
en Bardallo representa a una cuarta parte de los restos de talla pero solamente se ha
elegido en un 18% entre lo retocado; en La Tejera los índices son del 30 y del 25%,
observando entonces el tamaño menor de los objetos de este lugar.
Para el análisis de los talones se discrimina entre las clásicas variantes puntiforme,
lisa, diedra, ablacionada, filiforme, esquirlada y facetada (no se ha reconocido el corti-
cal). Un primer cuadro relaciona los talones con los restos estén o no completos.
65
Retocados No Retocados
Ablacionado 22 15,06 0 0
Cortical 1 0,68 0 0
Diedro 7 4,79 2 1,32
Esquirlado 8 5,47 5 3,31
Facetado 21 14,38 16 10,59
Filiforme 3 2,05 24 15,89
Liso 68 46,57 99 65,56
Puntiforme 16 10,95 0 0
146 151
Tabla 12. Relación entre los tipos de talón retocados y no retocados.
Forma/
Liso Puntiforme Esquirlado Facetado Ablacionado Diedro Filiforme Total
Talones
Lámina 4 1 0 1 0 3 5 14
Lasca/
17 3 0 2 1 2 4
laminar 29
Lasca 46 4 1 3 1 8 4 67
67 8 1 6 2 13 13 110
Como se observa, no todos los talones se relacionan con las tres formas básicas:
el bajo número de partida de los ablacionados, y esquirlados es causa de que no estén
presentes entre las láminas. No nos parece, por tanto un dato significativo. Es en cam-
bio muy llamativa la relación entre talón liso y forma lasca: son de este tipo dos de cada
tres. Entendemos que las lascas no son en su mayoría un producto buscado para la
confección de útiles, sino resultado de acciones de talla para acondicionar los núcleos
en busca de los verdaderos soportes. En buena medida estos son láminas y lascas-
alminares, para cuya extracción se recurre al acondicionamiento del punto de impacto
mediante facetados variados.
Forma/
Liso Puntiforme Esquirlado Facetado Ablacionado Diedro Filiforme Total
Talones
Micro 14 5 0 2 2 2 8 33
Pequeño 30 0 0 1 0 10 3 44
Normal 12 3 1 3 0 1 2 22
Grande 11 0 0 0 0 0 0 11
67 8 1 6 2 13 13 110
66
Para todos los tamaños el talón liso es el más frecuente: dos de cada tres en la talla
micro, casi la mitad en los pequeños y uno de cada tres en los normales y grandes.
Por lo demás sólo hay una relación que parece evidente entre el tamaño pequeño y los
talones diedros.
• Fragmento del posible cuerpo de un hacha: alcanza los 61 mm. de anchura por 36
de espesor.
• Fragmento, ahora proximal cuya base se adelgazó mediante biselado de una de
sus caras.
• Pulimento plano, oval y de sección lenticular, sobre material de grano muy fino
intensamente pulido en todas sus caras. Sus dimensiones son 85 por 53 por 24,5
milímetros. Los bordes están redondeados excepto en el tercio inferior donde con-
serva saltados (¿retoques?) patinados antiguos.
• Pulimento, tal vez hacha, alargado con el frente activo deteriorado. El objeto fue
labrado para conseguir el prototipo, escodado en sus tres cuartas partes para ob-
tener la forma precisa, y pulido (en doble bisel) para activar el frente de trabajo.
Éste presenta huellas de golpeo, uso posible que se otorgó a la pieza una vez
amortizada en su función original (fot. 30).
• Seis pulimentos sobre rocas exóticas intensamente trabajadas, caracterizados por
sus pequeñas dimensiones (fot. 31): el mayor de 42,8 por 19,4 por 10,6 milímetros,
es de sección planoconvexa cuyos extremos se obtuvieron mediante doble bisela-
do; el segundo de 30,8 por 14,8 por 5,6 es lenticular de filos doblemente biselados;
el tercero de 40 por 14 por 10, con una base apuntada y la otra doblemente bise-
lada; fragmento de una cuarta de sección cuadrangular monobiselado el extremo
conservado; dos últimos fragmentos cuyos extremos conservados se adelgazaron
mediante doble bisel.
Pulimentos con la morfología y tamaño del último lote, suelen calificarse como “vo-
tivos”. Sin embargo, no hemos rastreado paralelos en las abundantes manifestaciones
funerarias dolménicas o en cuevas del entorno, salvo por una excepción: se describe
y representa en de San Juan Ante Potam Latinam un “hacha o cincel de piedra ver-
de… de planta y sección rectangulares… Dimensiones: 38 x 14 x 8” (Vegas 2007). Es
morfológica y dimensionalmente similar a las nuestras. Tampoco reconocemos objetos
similares en la no distante estación de Sedano, cuyos dólmenes aportan un variadísimo
ajuar. Habrá que cuestionarse, entonces, el valor de los elementos, más en un caso
como el de La Tejera, concebido como un lugar habitacional al aire libre, adecuado para
las actividades cotidianas y en ausencia de ritos funerarios.
67
Foto 30. Pulimento.
68
Foto 31. Pulimentos.
69
• 66 fragmentos de cerámica: todos, excepto uno, pequeños trozos del cuerpo de
diversas vasijas variadas en sus horneos, coloraciones, grosores, pastas, desgrasan-
tes y tratamientos. Cuatro de raigambre tardoromana (se conoce en los aledaños una
estación de esta época); 35 de cocción reductora; 21 reductora-oxidante y; 7 oxidante.
Estos últimos compatibles con la cronología calcolítica otorgada a la mayor parte de la
colección lítica.
El más significativo es el arranque de un recipiente de labio vuelto y posible cuerpo
globular: la pasta, bien tratada, incorpora gran cantidad de pequeños desgrasantes. Se
decoró mediante banda horizontal de impresiones ejecutadas con instrumento estre-
cho y largo (¿extremo de una espátula?): la ausencia de espacios entre los negativos
ofrece una expresión cuidada de ritmo continuo. No reconocemos la decoración en
otros productos del territorio, no obstante presuponemos su fabricación en tiempos
prehistóricos postneolíticos –posiblemente calcolíticos–
• Una veintena de fragmentos óseos incluyendo algún diente, todo de aspecto arcaico.
• Un fragmento de vidrio de aspecto arcaico (tal vez romano, como alguna de las
cerámicas).
• Una lasca de arenisca (¿de origen arqueológico?).
• Un canto rodado pequeño y plano (¿de origen arqueológico?).
• 8 cantos rodados o placas de arenisca fracturadas, aproximadamente, en sus
mitades, y dos cantos completos. Variables en su grano, morfología y coloración: se
asemejan a productos recogidos en contextos cerrados holocénicos pero sin que, en
este caso, podamos asegurar la calidad arqueológica del conjunto(2).
2. CONCLUSIONES
(2) Terminado el trabajo se nos han mostrado nuevos elementos que deben engrosar el catálogo industrial, objetos a los que
no hacemos partícipes del estudio: 1 canto rodado de arenisca que tal vez sirvió, a juzgar por sus marcas, como percutor;
69 restos de talla variados; 2 raederas, una sobre lasca grande; un raspador sobre lámina estrecha; 3 pequeños núcleos
agotados; 1 núcleo piramidal y dos prismáticos con negativos de extracción de láminas.
70
Figura 8. Propuesta de evolución de las industrias líticas de La Tejera.
no demasiado largas, con fases de abandono) sugerimos que el sitio de La Tejera fue
un punto de referencia, y de estancia, a lo largo de bastantes años. En esta situación
sería esperable que sobre el lugar se erigieran estructuras de habitación (¿chozas?)
que acogieran y protegieran a quienes se fueron estableciendo: ¿son los cambios cro-
máticos de las tierras vestigios de supuestas arquitecturas? Desde luego la presencia
cercana del arroyo de Pangua solucionaba los problemas de agua de las poblaciones,
y la comarca es adecuada para el desarrollo de múltiples actividades económicas (pre-
dadoras y productoras). Así, del sitio pensamos que es más que una afortunada acu-
mulación de material arqueológico, para comprenderlo como un verdadero palimsepto
de momentos prehistóricos: cada uno, con sus propios intereses, desarrolla de acuerdo
a la dinámica histórica general sus propios útiles (fig. 8).
71
Debemos echar mano de la tipología de los objetos líticos retocados, para intentar
acercarnos a las distintas fases de ocupación que allí tuvieron lugar. La hemos utilizado
como herramienta de ordenación y jerarquización de los útiles y también para reflexio-
nar sobre la integridad y viabilidad de la colección. A través de ellos sugerimos diversos
momentos de ocupación.
1.- ¿Acaso los dorsos alargados no microlíticos denuncian alguna visita paleolítica
en La Tejera? La pregunta no tiene respuesta categórica, y, en cualquier caso serían
esporádicas visitas. Recordemos que el lugar de Bardallo, a unos 2 kilómetros de La
Tejera, ha sido encajado en el final del Paleolítico, y posee efectivos retocados simila-
res a estas puntas.
2.- Una pulsación mesolítica geométrica sería evidenciada por los dos trapecios
más clásicos. Recientemente dos conjuntos arqueológicos al aire libre de Tirgo, a una
docena de kilómetros de La Tejera, han proporcionado microlitos del mismo momento:
Holloba –triángulos y dos microburiles– y La Llana –trapecio– (Barrio y Porres 2006).
De mayor discusión sería la incorporación de los dorsos microlíticos a esta etapa, la
posterior neolítica o a ambas. Sus módulos métricos y caracteres tipológicos encajan
en lo hallado en conjuntos estratificados mesoneolíticos, pero no caben mayores preci-
siones. Son escasas las manifestaciones presumiblemente mesolíticas en este rincón
de La Rioja, pero tienen el interés de atestiguar un poblamiento preneolítico y contaría
con antecedentes plesitocénicos finales.
3.- Una mínima ocupación neolítica, denunciada por la presencia de dos segmen-
tos. La adscripción cultural de dichos geométricos está bien avalada en numerosas se-
cuencias estratigráficas del entorno: en Peña Larga IV y Los Husos IV como referentes
más cercanos y calificados. También en los dólmenes –adjudicados a la primera fase
funeraria– pero con otros caracteres morfotecnológicos. A Bardallo le pertenece un
segmento en doble bisel y un trapecio que, por morfología y base material, supusimos
también del Neolítico. En La Tejera afiliamos al mismo momento el microlito asimilable
a los trapecios vielle y el trapecio rectángulo que aplica el retoque en doble bisel. Por
otra parte, la punta de estilo martinet o es de aquí o de un momento inmediatamente
anterior. Y, recordemos, es interesante la presencia de estos utensilios por que, hasta
la fecha, no han sido denunciados en nuestra región, cuando se les supone una vincu-
lación nordpirenaica.
4.- Una estancia Calcolítica, que creemos responsable de la mayor parte de la in-
dustria lítica, y con bastante probabilidad, de la cerámica y los pulimentos. Debió ser el
último momento de ocupación de La Tejera, pero también el más intenso a juzgar por
el número de objetos que presumiblemente encajan aquí.
Parte sustancial de la colección serán las puntas de flecha de retoques planos (fots.
32 a 40). Con sus tres decenas y media resulta ser un conjunto notable: por ejemplo,
supera ampliamente a lo normal en los sepulcros megalíticos de la Rioja alavesa, de
los monumentos no se alcanza la decena de individuos, a excepción del particular
sepulcro de San Juan ante Portam Latinam que suma seis decenas. En La Tejera se
aprecia una variabilidad morfotécnica notable: puntas foliformes más o menos estili-
zadas, pedunculadas, con aletas incipientes, con hombreras y de pedúnculo y aletas
(e incluso algunas preformas o esbozos de proyectiles de retoque plano mucho más
robustos. ¿Acaso se fabricaban en el propio campamento los proyectiles?). Esta si-
tuación contrasta, llamativamente, con lo habitual de lo depósitos arqueológicos que
72
en la zona le son aproximadamente contemporáneos: así en San Juan ante Portam
Latinam, con un montante que casi duplica a La Tejera, la diversidad formal es menor.
En general, en los yacimientos del entorno la tendencia es a que cada conjunto –o sus
niveles– se decanten por unos modelos específicos. Así:
- en San Juan ante Portam Latinam las foliáceas son claramente dominantes, con
algunos pocos casos de aletas incipientes (tan poco marcadas que se aproximan
a las anteriores) o de pedúnculo central. No se rescataron de pedúnculo y aletas;
- en Las Yurdinas, cueva sepulcral ubicada en la cara norte de la Sierra de Can-
tabria, y como oposición al anterior caso, es muy amplia la representación de pun-
tas de pedúnculo y aletas evolucionadas;
- en el nivel III de Peña Larga, de carácter funerario y con un conjunto no muy am-
plio, lo recuperado fueron modelos foliáceos más alguna con pedúnculo apenas
desarrollado;
- en el estrato II de Peña Larga, habitacional y posterior al III, son preeminentes las
de pedúnculo y aletas aunque convivan con alguna foliácea.
Cabe una interpretación para estos datos si, además, nos fijamos: a) en los valores
radiocarbónicos de los yacimientos y b) lo indicado por algunas secuencias estratigrá-
ficas (así la suma, en nuestro entorno, de Los Husos I, Kanpanoste Goikoa o Abauntz)
que anuncian, débilmente dada la cuantía de los datos, una evolución de las armaduras
de retoque plano:
a- los conjuntos más antiguos, Peña Larga III y San Juan ante Portam Latinam, cir-
ca 4500-4300, desarrollan modelos foliáceos y, en menor medida con aletas poco
sobresalientes o con pedúnculos incipientes;
b- los depósitos algo más modernos, Peña Larga II y Las Yurdinas, incorporan ti-
pos más avanzados –de pedúnculo y aletas– sin que dejen de tallarse las formas
anteriores;
c- esta evolución es apoyada en lo que ofrecen sitios como Los Husos I, Abauntz o
Kanpanoste Goikoa.
El lote de La Tejera, nos parece, encaja mejor en el segundo de los estadios des-
critos, donde prototipos viejos y nuevos conviven. Pero recordemos que en el lugar
son dos las áreas de concentración del material, en tanto que una no ha entregado
armaduras de pedúnculo y aletas: si ello significa que en el yacimiento están represen-
tadas las dos fases, tal y como si leyéramos una “estratigrafía horizontal”; no podemos
asegurarlo, pero entra dentro de lo posible.
73
en frentes y filos. También pudieran corresponder a una misma inspiración, tenemos
dudas, otras raederas marginales con un rango de anchura algo mayor (entre 15,8 y
19 milímetros, una de ellas truncada) así como: una raedera bilateral, y tres de finos
retoques; cuatro muescas finas laminares –de ±15 mm. de espesor–: dos en fragmen-
tos proximales-mediales con cornisas de flexión y retoques de acompañamiento, y dos
dobles –muesca inversa y directa– ambas con roturas acondicionadas o no después
por truncadura.
Este conjunto, más las piezas con retoques planos (puntas de flecha o no), repre-
sentan casi el 25% de los útiles de La Tejera. Por tanto, dejando de lado los elementos
de substrato, que carecen de argumentos definitivos para su exacto encuadre cronoló-
gico, las piezas líticas retocadas susceptibles de significarse culturalmente pertenecen
en su mayor parte al Calcolítico.
Los Husos I
Nivel Referencia Valor en BP Años cal BC
V Beta-136041 3360±50 1750-1520
VI Beta-148055 3410±40 1770-1620
VII Beta-149399 3400±40 1760-1610
2130-2080
VIII Beta-148057 3630±40
2060-1890
IX Beta-148058 3710±40 2210-1970
XI Beta-149400 3190±40 1520-1400
74
Foto 32. Puntas de flecha.
75
Foto 33. Puntas de flecha y preforma.
76
Foto 34. Puntas de flecha.
77
Foto 35. Puntas de flecha.
78
Foto 36. Puntas de flecha.
79
Foto 37. Puntas de flecha.
80
Foto 38. Láminas con retoques planos.
81
Foto 39. Puntas de flecha y objetos con retoques planos.
82
Foto 40. Puntas de flecha y preformas.
83
Figura 9. Conjunto de láminas truncadas, con muescas o con retoques simples laterales.
84
Figura 10. Conjunto de láminas truncadas, con muescas o con retoques simples laterales.
85
Figura 11. Conjunto de láminas truncadas, con muescas o con retoques simples laterales.
a) el conjunto de los abrigos de Los Husos I y II: entendidos como corrales dentro de
un sistema de estabulación de ganado. Significa una explotación especializada y con-
trolada de un bien productivo que, sin duda, jugaba un papel primordial para aquellas
sociedades;
b) el nivel II de Peña Larga, que informa de la estancia, a casi 1.000 m.s.n.m., de un
grupo con cultura material campaniforme, posiblemente pastores que aprovecharan los
pastos de altura de ambas vertientes de la Sierra de Cantabria;
c) campaniforme es también la abundante cerámica –en estudio– del lugar de Ba-
rranco Valinera, en las mismas conchas de Haro, terrenos bajos a los que se supone
vocación agrícola, como pensamos debe entenderse el sitio de La Tejera, y por último;
86
d) son numerosas las manifestaciones funerarias: estación dolménica de Rioja ala-
vesa, hipogeo de Longar, depósito de San Juan ante Portam Latinam o rituales en
cueva de Peña Larga (nivel III) y Las Yurdinas.
Tabla 16. Distancia en línea recta calculada en kilómetros (con quiebros si es necesario salvar algún acci-
dente orográfico mayor).
87
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90
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 91-130 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Estación megalítica. Dolmen. Menhir. Ageoestadística. Interpolación espacial. Kriging. U
Mann-Whitney. K kolmogorov-Smirnov. Cluster. Mixture. Bagolini. K Ripley.
Gako hitzak: Estazio megalitikoa. Trikuharria. Iruinarria. Geoestatistika. Espazioaren interpolazioa. Kriging.
Mann-Whitney-ren U. Kolmogorov-Smirnov-en K. Klusterra. Mixture. Bagolini. Ripley-ren K,
Key words: Megalithic site. Dolmen. Menhir. Geoestatistics. Spatial interpolation. Kriging. Mann-Whitney U
test. Kolmogorov-Smirnov test.Cluster. Mixture. Bagolini. Ripley’s K,
RESUMEN:
Se analiza una estación megalítica que destaca por su rica variedad y diversidad de dólmenes y menhi-
res. Se aplican técnicas varias de geoestadística como la interpolación espacial, K de Ripley y kriging para
analizar las variables en el espacio. Se analizan la forma y tipologia de los dólmenes y menhires con nuevas
técnicas como la U de Mann-Whitney y la K de Kolmogorov-Smirnov adaptándose la gráfica de Bagolini para
estudiar la morfología de los menhires.
LABURPENA:
Trikuharri eta iruinarri anitz eta askotarikoengatik bereizten den estazio megalitikoa aztertzen da. Geoes-
tatistikako hainbat teknika aplikatzen dira, hala nola, espazioaren interpolazioa, Ripley-ren K y kriging, espa-
zioko aldagaiak aztertzeko. Trikuharri eta iruinarrien forma eta tipologia teknika berriez aztertzen dira, hala
nola, Mann-Whitney-en U eta Kolmogorov-Smirnov-en K, Banoliniren grafika iruinarrien morfologia aztertze-
ko egokituz.
SUMMARY:
A megalithic site, known for the great variety and diversity of dolmens and menhirs, has been studied. Se-
veral geostatistical techniques have been applied, such as spatial interpolation, Ripley’s K and kriging to ana-
lyse space variables. The shape and type of the dolmens and menhirs have been studied using new techni-
ques such as the Mann-Whitney U and the Kolmogorov-Smirnov tests, adapted to the Bagolini graph to study
the morphology of the menhirs.
1. INTRODUCCIÓN
Nos encontramos ante una de las más completas estaciones megalíticas del norte
Peninsular en cuanto a la calidad y cantidad de sus monumentos. Se aproximan al cen-
tenar los monumentos localizados hasta la fecha más un número similar de túmulos.
Desde finales del siglo XIX en el que se localiza el primer dolmen, hasta hoy, han sido
varios los momentos en los que ha sido objeto de estudio. Comienza con E. Eguren y J. M.
Barandiarán en la década de 1920, continúa J. Elosegui en 1950, posteriormente de 1977
a 1979 el Instituto Alavés de Arqueología, a principios de 1980 J. I. Barandiarán y J. I. Ve-
gas y finalmente el grupo Hilharriak realiza una revisión de todo el área de Urbasa.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arkfgalilea@telefonica.net
91
El propósito de este trabajo es dar una visión de conjunto de este fenómeno localizado
en una zona bien delimitada y definida como es una estación megalítica. No son muchos
los estudios que tratan de conjuntos de megalitos o estaciones megalíticas. Menos son
los que intentan responder a viejas preguntas o nuevas preguntas que han ido surgiendo
según se profundizaba en los estudios. Para responderlas vamos a aplicar una serie de
métodos y técnicas que nos van a permitir, en primer lugar, ver hechos y sucesos que an-
tes ni se planteaban y en segundo lugar buscar una explicación a tales fenómenos aho-
ra que estamos en condiciones técnicas de poder realizarlo.
Para entender mejor las páginas siguientes sería recomendable la lectura de mi es-
tudio “Métodos cuantitativos en Arqueología” que aparece en este mismo CD. He utili-
zado el programa PAST de Øyvind Hammer, D.A.T. Harper y P.D. Ryan para la realización
de este estudio. Se puede encontrar en Internet. Es un programa muy interesante, com-
pleto, fácil de usar y libre, por lo que lo aconsejo para todo el que trabaje en el mundo pre-
histórico y arqueológico.
Para que una zona pueda considerarse estación megalítica deben darse dos circuns-
tancias. Primera deben existir un número suficiente de manifestaciones megalíticas, y se-
gunda, éstas deben concentrarse en una zona perfectamente definida, separada y dife-
renciada del resto. Es decir se trata de un concepto de “isla”.
La altiplanicie es una zona llana con pequeñas colinas que no llegan a los 100 metros
de desnivel sobre el terreno medio circundante. Zona caliza que ha dado lugar a la exis-
tencia de multitud de cuevas y dolinas algunas gigantescas que salpican todo el paisaje.
Paisaje actualmente de bosque en el que se descubren magnificas campas verdes donde
se localizan la mayoría de los dólmenes y menhires y donde pasta el ganado, tradicio-
nalmente lanar, aunque últimamente se ha introducido el vacuno y caballar. Es una Par-
zonería lo que significa que nunca ha pertenecido a los pueblos circundantes ni a per-
sonas concretas, de tal forma que las chabolas de las personas con derecho a pasto,
no pueden estar tejadas, porque se considera a la teja signo de propiedad, sino que sus
92
pastos pertenecen incluso a localidades muy alejadas, tanto en la zona de Álava como
la zona de Navarra (excepto la zona conocida como Limitaciones). En la zona de Entzia
y Urbasa el pastoreo ha sido de temporada con el ganado en libertad hasta la llegada
de las nieves en que se baja al valle. En algunas zonas de Urbasa sin embargo el pas-
tor y el ganado permanecen todo el año, circunstancia que se da todavía en varias cha-
bolas.
El fuerte desnivel que existe en las zonas norte y sur, es salvado mediante tortuosos
caminos que penosamente ascienden por la empinada ladera hasta llegar a unos pun-
tos o portillos que permiten el acceso a la altiplanicie. Es en estos puertos o portillos don-
de se localizan los dólmenes, generalmente de gran tamaño. Sin embargo no en todos
existen dólmenes, posiblemente por la cercanía entre ellos, lo que indicaría que el dolmen
está delimitando un territorio grupal. Donde mejor podemos observar este hecho es en
la zona oeste de la estación megalítica, donde incluso se puede calcular el territorio pro-
pio del dolmen.
93
al Puerto de Kortagaina o Puerto Viejo donde localizamos el dólmen de Kortagaina, a 2
kilómetros del anterior. La sierra sufre a continuación una incisión por la que discurre el
ramal sur del Puerto de Opacua, sin que se localice ningún dolmen. Continuamos por
todo el cresterío y sobre él localizamos el dolmen de Morube, pero sin que exista nin-
gún puerto por sus proximidades. Continuamos hasta el puerto de Larraona, puerto de
San Lorenzo en Aranarache y puerto de San Martín, sin localizar ningún dolmen. Lle-
gamos al puerto de Urbasa donde en su tramo sur localizamos el dolmen de Zurgaina
a 11 kilómetros del dolmen de Morube. Seguimos en dirección este y a 3 kilómetros se
localizan los dólmenes de Puerto Viejo de Baquedano 1 y 2, el primero alejado 100 me-
tros del corte. Continuando hacia el este y a 500 metros se localiza el pequeño dolmen
de Aseki, que es el que cierra por el este el cortado sur de la estación megalítica.
3. Caminos transversales
Se observa como los puertos de acceso y los dólmenes que en ellos se encuentran
ubicados forman una red de caminos localizándose los dólmenes tanto en su portillo nor-
te como en el sur y localizándose el resto a lo largo de su trazado. Estos caminos em-
pezando desde el oeste son los siguientes.
Se forma una red reticulada con vértices en los dólmenes situados sobre el cortado
que delimitan su territorio. Los dólmenes que se encuentra a lo largo del camino obede-
cen exclusivamente a un componente temporal, siendo los dólmenes más antiguos los
que están en el corte y más recientes a medida que avanzamos en su longitud. Los dól-
menes de los nudos de la red serían contemporáneos. El territorio tribal delimitado se-
ría un cuadrado formado por el doble de la semisuma de las distancias entre ellos. En
este caso sería un cuadrado de 4 x 3 kilómetros es decir de 12 km2.
94
4. Camino del Puerto de Olazagutia. La red dolménica sufre un vacío total de monu-
mentos de 9 kilómetros entre el puerto de Akarte-Andoin y el puerto de Olazagutia. Una
extensión de 9 por 6 kilómetros prácticamente vacía excepto por el dolmen de Larrea-
undi y la zona dolménica de Arantzaduia 1 y 2 y el dolmen del Portillo de Las Majadas
de Eulate. El camino del puerto de Olazagutia, comienza al norte en el dolmen de So-
rosgain, no localizándose ningún otro dolmen en su desarrollo de 6 kilómetros hasta
su finalización en el cortado sur hasta llegar al dolmen de Zurgaina. Existe un camino per-
pendicular al inicio que se dirige hacia el dolmen de Larreaundi y que podría continuar
en dirección oeste, hacia el camino del Puerto de Akarte-Larraona, pero alejado 7 kiló-
metros. Un segundo camino perpendicular parte desde su tramo sur también en direc-
ción oeste, que es donde se localizan los dólmenes de Arantzaduia 1 y 2 y Portillo de
Las Majadas de Eulate.
5. Camino del Puerto de Santa Marina y Puerto de Echarri al Puerto Viejo de Baque-
dano. Camino muy importante puesto que en su desarrollo vamos a localizar numerosos
y magníficos dólmenes. Su trazado se asemeja a una “Y”, por el doble desarrollo de en-
trada en su zona norte para concluir posteriormente en un único ramal, que se dirige
hacia el sur. La descripción de los dos ramales es la siguiente:
a. Ramal occidental del puerto de Santa Marina. Aunque no se localiza en el mismo
corte, localizamos el dolmen a 300 metros de él. Siguiendo el camino a 1 kilómetro al
sur localizamos el dolmen de Aileta, para continuar 2 kilómetros hacia el sur y unirse
con el ramal oriental.
b. Ramal oriental del Puerto de Echarri. Localizamos dos dólmenes en el cortado,
junto al camino de subida, Etxarriko Portugaine 1 y 2. Continuando el camino en direc-
ción suroeste a 1,5 kilómetros localizamos los dólmenes de Bekosare y Arceiturrita. El
camino desde esta campa cambia de dirección hacia el sur, ascendiendo hacia el tér-
mino de Lubieri donde se localizan los dólmenes de Lubieri 1 y 2, confluyendo 1,5 kiló-
metro después con el ramal occidental.
Desde esta zona a la altura del menhir de Bretxagaña o Mugarriko Arriya, el camino
toma un sentido suroeste para dirigirse hacia los dólmenes de Armorkora Haundi y Ar-
morkora Txikia, a unos tres kilómetros de distancia. Desde aquí y siguiendo una direc-
ción sur, a poco más de un kilómetro, encontramos el dolmen de La Cañada y a 500
metros el dolmen de Artekosaro. Siguiendo esta dirección sur a 2 kilómetros localizamos
el dolmen del Puerto Viejo de Baquedano 1 y a 300 metros el dolmen del Puerto Viejo
de Baquedano 2.
Existen tres dólmenes sin relación directa con estos caminos lo que nos está indican-
do la existencia de otros ramales.
8. Ramal del Puerto de Santa Marina. Al oeste de este puerto se localiza el dolmen
de Gaasta, lo que indica un camino que por el cortado norte, une el puerto de Olazagutia
norte con el puerto de Santa Marina.
95
9. Ramal del puerto de Olazagutia sur al Puerto Viejo de Baquedano. Existe un ra-
mal que sigue el trazado del corte por su zona sur arrancando desde el dolmen de Zur-
gaina hacia los dólmenes del Puerto Viejo de Baquedano 1 y 2 y continuando hacia el
dolmen de Aseki. Creemos que existen otros dos dólmenes en este trazado solamente
que están arrasados. Se localizan junto al corte en el Balcón de Pilatos. Por sus notables
dimensiones podrían tratarse de dos dólmenes que estarían situados en el trazado de
este antiguo camino
Desde el camino del puerto de Santa Marina y puerto de Echarri al puerto Viejo de
Baquedano y hasta el Puerto de Lizarraga en el límite oriental de la estación, en una ex-
tensión de 7 por 7 kilómetros no se ha localizado ningún otro dolmen.
96
4747,2
4,747E 06
710
20 8
18
9 17
4745,6
4,746E 06 16
1312
31
4744
4,744E 06 48
27
42 3
28 15
4742,4
4,742E 06 4
39
41
2
25
26
D
4740,8
5
4,741E 06
49
30
29
50
24 46
47 6
4739,2
4,739E 06 21
37 23
43
45 44 38
40 1 11
14
9
22
4737,6
4,738E 06
32
36
4736
4,736E 06
34
35
33
4734,4
4,734E 06
18
16
14
12
10
0
5,52E 05 5,55E 05 5,58E 05 5,61E 05 5,64E 05 5,67E 05 5,7E 05 5,73E 05 5,76E 05
Frequency
C
18
16
14
12
Frequency
10
4
Gráfico 1. Diagrama de dis-
2
persión de los dólmenes de la
0
548 552 556 560 564 568 572 576
estación de Entzia-Urbasa.
3. Un tercer grupo “varios”, formado por varios dólmenes dispersos, en el que la téc-
nica cluster ha incluido dos dólmenes alejados de cualquier grupo como son el dolmen
de Peña Roja y el de Berjalaran norte en las estribaciones septentrionales de Entzia.
2. El formado por el extremo inferior de la “Y”, que agrupa a los dólmenes de Armor-
kora Haundi, y Txikia, La Cañada, Artekosaro, Puerto Viejo de Baquedano 1 y 2, Aseki
y Zurgaina.
3. El grupo sur, formado por los dólmenes de Arantzaduia 1 y 2 y Portillo de las Ma-
jadas de Eulate.
97
La coincidencia es plena entre lo que se observa y los datos proporcionados por el
análisis cluster, aunque éste define y delimita mejor su estructura.
2. Regular. En ésta, los dólmenes tienden a mantener una distancia constante o se-
mejante. Esta disposición regular puede adoptar muchas formas diferentes, reticulado,
cruciforme, poligonal, circular, etc. La función matemática que la representa es la dis-
tribución uniforme.
2. Cuando se sitúan en el cortado (el perímetro del túmulo llega a ser tangente con
el cortado), lo hacen al lado del portillo de acceso en el inicio de un camino de comuni-
cación en la sierra. Son escasos los dólmenes que no cumplen esta regla, Peña Roja,
Morube y Aseki. Existen portillos que no tienen dolmen. Esto sucede cuando el portillo
sin dolmen está próximo a otro u otros que si lo tienen. Cuando en el cortado no hay por-
tillo no hay dolmen, pero tampoco hay dolmen en el cortado opuesto aunque aquí si
que exista portillo de acceso. De esta forma se explica el vacío de dólmenes que exis-
te en una longitud de 7 kilómetros entre los más orientales de Entzia y los más occiden-
tales de Urbasa.
3. Podemos deducir que los dólmenes cumplen una función de marcar un territorio,
que en la parte occidental de la estación hemos visto que puede tener una extensión
de 12 km2.
98
que los caminos pasan por ellas debido a la imposibilidad de transitar por una amplia
superficie de la estación por estar cubierta por el conocido y molesto lapiaz. Podemos
denominar al dolmen y a su grupo tribal como el de la campa de Legaire, de Itaida, de La-
rrazabal, de Etxarriko Portugañe, de la campa de Bekosare, etc. En este supuesto, la
existencia de dos o más dólmenes contiguos tendría un sentido cronológico.
1. Análisis descriptivo
99
En el diagrama de dispersión, gráfico 1, aparecen situados los dólmenes de la esta-
ción megalítica, junto con el histograma de longitudes y el de latitudes. En el histograma
de longitudes y en las barras principales se definen los cinco caminos principales de la
estación. En el histograma de latitudes se observan los tres grupos principales, cortado,
norte y sur y zona central.
El análisis del vecino más próximo nos va a proporcionar una serie de valores des-
criptivos y además un valor R, que nos va a permitir determinar si la distribución de los
dólmenes es aleatoria. En el gráfico 2 de dispersión en el que hemos unido mediante una
línea la situación de cada dolmen con el más cercano, observamos como la distribución de
los dólmenes adopta un doble formato en función de la escala espacial. A la escala am-
plia que engloba toda estación megalítica los dólmenes manifiestan una distribución li-
neal regular. A pequeña escala se forman pequeños conglomerados que son los que he-
mos determinado anteriormente.
4,75E 06
4,748E 06
4,746E 06
4,744E 06
D
4,742E 06
4,74E 06
4,738E 06
4,736E 06
4,734E 06
100
ANÁLISIS DEL VECINO MÁS PRÓXIMO
Convex Hull Smallest Rectangle
Wrap Donnelly Wrap Donnelly
Número de puntos 50 50 50 50
Área 193 193 324 324
Densidad media 0,26 0,26 0,15 0,15
Distancia media 0,772 0,772 0,772 0,772
Distancia esperada 0,982 1,072 1,272 1,362
Z-Valor -2,888 -3,4143 -5,31 -5,37
P(random) 0,00387 0,00063 0,0000001 0,0000001
R Valor 0,7865 0,7209 0,6073 0,5674
2. La función K de Ripley
101
√
± 1,42 A
N
No es la única función que existe que describe patrones espaciales. Existen otras
funciones como la función de distribución de distancias al vecino más próximo (Gr), la
función de espacio vacío (Fr), la función (J) de Van Lieshout y Baddeley.
600
480
360
240
L(d)-d
120
-120
-240
-360
Distance
102
Significa esto que el patrón espacial de los dólmenes sigue un proceso dual. De agre-
gación o clusterización alcanzando su máximo a 0,700, hasta una longitud de 1,7 kiló-
metros, y a partir de esta distancia los puntos, aunque estén agrupados, siguen un pa-
trón de aleatoriedad.
3. Semivariogramas
He calculado el tamaño de los túmulos de los dólmenes por la formula del volumen del
casquete esférico. En los dólmenes conocemos su diámetro y de su altura conocemos la
actual, aunque seguramente la real fuese mayor. Por ello como altura he tomado la del
punto más alto actual para minimizar la diferencia con la original.
4752
4749
4746 521
4743
304
4740
86,9
4737
-130
4734
4731
4728
549 552 555 558 561 564 567 570 573 576
103
mada por dólmenes con volumen inferior a 200 m3. Y el tercero central formado por dól-
menes con volumen que denominaríamos medianos y pequeños, con volúmenes infe-
riores a 200 m3.
4,5E 04
4E 04
3,5E 04
3E 04
Variance
2,5E 04
2E 04
1,5E 04
1E 04
5000
0
0 3 6 9 12 15 18 21 24 27
Distance
4. ARQUITECTURA DOLMÉNICA
104
4752
4749
4746 383
4743
229
4740
74,9
4737
-79
4734
4731
4728
549 552 555 558 561 564 567 570 573 576
4752
4749
4746 217
4743
171
4740
125
4737
79,5
4734
4731
4728
549 552 555 558 561 564 567 570 573 576
Gráfico 7. Desviación típica de los puntos interpolados con kriging del volumen de los túmulos.
105
Un dolmen consta de un túmulo y de una cámara. Mientras que el túmulo a simple
vista no ofrece mucha información, diámetro, altura y su combinación el volumen, la cá-
mara si que puede ser analizada más detenidamente. Podemos analizar su tamaño, el
número de losas, el tipo, su orientación y tamaño y forma de las losas.
1. Túmulo
Analizamos en primer lugar el tamaño del túmulo. Las variables que lo definen son el
diámetro y su altura. Sin embargo debido a las excavaciones, a las expoliaciones, o al em-
pleo como cantera, sus alturas han sufrido una merma. Para obviar en la medida de lo
posible este problema, he tomado como altura del túmulo la máxima actual, siendo ésta
un mínimo. El análisis se puede realizar de dos formas, o con las variables diámetro y
altura, o con la combinación de ambas, el volumen. He escogido el volumen, por que reú-
ne ambas dimensiones.
El volumen total de piedra movida en los 50 dólmenes, sin contar las losas de la cá-
mara, asciende a 5.429 m3, equivalente aproximadamente a 11.000 Toneladas.
2. Cámara
La tipología y el tamaño de las cámaras no van unidos. Se puede tener la misma ti-
pologia con el mismo número de losas y uno de ellos ser una representación, una ma-
queta otro que es un gran panteón.
106
32
28
24
20
Frequency
16
12
0
0 80 160 240 320 400 480 560 640
11
15
25
30
27
18
32
40
29
13
34
28
36
12
37
24
46
33
7
2
6
5
-50
-100
-150
-200
Similarity
-250
-300
-350
-400
-450
-500
0 6 12 18 24 30 36 42 48
107
24 4
5 6
2 3
13
7
17
14
28
32
25
30
38
36
20 22
21
27
39
41
A simple vista se reconocen en esta estación megalítica dos grandes grupos por su
forma. El primero formado por dólmenes cuadrangulares de pequeño tamaño o cistas, y
el segundo formado por dólmenes alargados formados por una o hasta cuatro pares de
losas pareadas laterales y con capacidades desde un individuo hasta grandes panteones.
El análisis cluster del volumen de la cámara, gráfico 11, muestra tres grandes grupos
de dólmenes. El primero formado por pequeños dólmenes que llegan a los 2m3, el se-
gundo formado por dólmenes de tamaño mediano entre 2,5 m3 y 4 m3, y el tercero for-
mado por grandes panteones con volúmenes entre los 12 y los 14 m3. En el gráfico 12
en 3D se pueden ver estos tres grupos de tamaño.
108
En cuanto al número de losas éstas están en función del volumen que se quiere con-
seguir aunque no siempre es así. Existen pequeños dólmenes cuya cámara está reali-
zada con varias losas pareadas y grandes dólmenes realizados con solo dos losas pa-
readas pero de gran tamaño.
15
17
19
14
9
8
4
5
6
2
3
0
-1,2
-2,4
-3,6
-4,8
Similarity
-6
-7,2
-8,4
-9,6
-10,8
109
14
4
5 6
2 3
8
9
7
1710
15 19 18
21
20
13
11 12
22
16
23
5. CRONOLOGÍA
1. Absoluta
Sólo se han realizado dos dataciones de C-14 en esta estación megalítica. La pri-
mera se realizó al túmulo de Urkibi con un resultado de 2.345 ± 95 B.P. La segunda al
cercano túmulo de Burandi con una datación de 1.560 ± 80 B.P.
2. Relativa
a. Por su situación
Tenemos algunas variables que nos determinan pequeñas diferencias temporales
para algunos de los dólmenes. Así he comentado como la existencia de dólmenes cer-
canos y alineados en torno a un camino debe interpretarse en un sentido cronológico y
la lógica nos hace pensar que será más antiguo el que esté más próximo al cortado. De
esta manera determinamos las siguientes secuencias relativas de más antiguo a más
reciente:
110
b. Por materiales
1ª Etapa. Neolítico Final. Se ha publicado la existencia de geométricos en los dól-
menes de Berjalaran Norte, Itaida Norte y en el túmulo de Burandi. Tanto los de Itaida
Norte como el de Burandi (un segmento de círculo) son muy dudosos, por lo que no se
puede afirmar que tengamos pruebas de esta etapa.
2ª Etapa. Eneolítico
1ª Fase Eneolítico. Se han localizado puntas de flecha lanceoladas en los dólmenes
de La Cañada y Artekosaro.
2ª Fase Eneolítico Medio. Se han localizado dos puntas de flecha de aletas incipien-
tes en Artekosaro y una lenticular en el Puerto Viejo de Baquedano 1.
3. Anual
2
90
1
13
Gráfico 13. Diagrama polar de las orientaciones ortosolares de las cámaras dolménicas.
111
norte o unos grados al sur, es la coincidencia con el orto solar durante algún día del año.
Para un horizonte despejado, a nivel del mar, el orto del Sol se produce a 90º, el día 21
de Marzo, es el equinoccio de primavera. Luego el orto se desplaza cada día más al nor-
te hasta alcanzar los 57º el 21 de Junio, en el solsticio de verano. Posteriormente el orto
del Sol vuelve a desplazarse hacia el sur hasta llegar de nuevo a los 90º, momento en
el que se produce el equinoccio de otoño y desplazándose cada día su orto más hacia
el sur, hasta los 122º lo que lo consigue el 21 de Diciembre. Es el solsticio de invierno. Sin
embargo en zonas elevadas debido a la altitud en que se encuentran las zonas dolmé-
nicas y a la sinuosidad del horizonte el orto del sol tiende a producirse minutos después
del orto real o astronómico porque el Sol tarda en ascender hasta asomarse por la silue-
ta de la montaña. Cuanto más elevado sea el horizonte orográfico sobre el que se pro-
yecta la línea de orientación del dolmen más tardará el sol en aparecer, mayor valor ten-
drá el azimut, pero el orto del Sol astronómico habrá tenido lugar minutos antes.
Como consecuencia de esto podemos adelantar que todas las orientación alrededor
de los 90º son equinocciales sin que se pueda determinar y diferenciar si son primaverales
u otoñales. Todos los valores por encima de los 90º son otoñales o invernales. Valores
próximos a 122º son solsticiales de invierno y valores próximos a 57º son solsticiales de
verano. En la tabla observamos la orientación de algunos de los dólmenes en que se ha
podido medir su orientación con exactitud. La media de orientación es de 105º estando
el 95% orientados en el intervalo de 81º a128º. La U de Rao muestra un valor muy alto
260,5 con una probabilidad nula lo que es indicativo de agrupamiento. El coeficiente R
es 0,9541 con una probabilidad prácticamente nula.
112
2. Solsticial de invierno (alrededor del 21 de Diciembre): Puerto de Kortagaina, Kapi-
tarte y Kortagaina
Queda pendiente de medir la altura del Sol en la posición de corte con su horizonte
orográfico lo que dará una fechación más concreta para cada uno de ellos.
Al igual que los dólmenes los menhires tienen cierta predisposición a localizarse junto
al cortado, en laderas, cercanos al punto más alto pero nunca en él. La descripción la
vamos a realizar al igual que los dólmenes empezando por el cortado norte y siguiendo
una dirección de oeste a este.
Entramos en las campas de Legaire donde nos vamos a detener porque realmente
las campas de Legaire son un magnifico campo de menhires. Campo formado por 15
menhires. Hemos mencionado el menhir del Portillo de Atau (1), a escasos 100 metros
localizamos un segundo menhir Portillo de Atau 2 (2) y continuando el cortado debemos
alejarnos uno 70 metros de él para localizar un tercer menhir (3). Continuando el cortado
llegamos al portillo de Akarte donde localizamos el cuarto menhir, Portillo de Akarte (4),
y que ha sido labrado en un extremo dándole una forma redondeada convirtiéndolo de
esta forma en un caso excepcional. Si seguimos este camino en dirección sur a 200 me-
tros localizamos el menhir conocido desde antiguo de Akarte (5). Llegamos al Puerto de
Andoin. Al sur del mismo, al pie de una colina, en la entrada norte a las campas, locali-
zamos dos menhires juntos (6 y 7). Siguiendo una ruta circular nos dirigimos en dirección
oeste localizando en la cima de una pequeña elevación un menhir (8). Desde aquí nos
dirigimos hacia el alto de Mendiluze. Antes de llegar a la cima en la ladera encontramos
un menhir (9) que fue excavado en la década de los ochenta. Subimos a Mendiluze y en-
contramos el menhir principal (10) del denominado cromlech de Mendiluze. Continuamos
la cresta de Mendiluze y a 500 metros localizamos un gran menhir, Chabola de Lekuo-
na (12). Continuando en dirección oeste a 300 metros localizamos un menhir (13) roto,
cuya base todavía sigue en pie. Continuando el cresterío en dirección oeste, casi llegan-
do al cortado localizamos dos menhires (14 y 15) juntos.
Terminadas las campas de Legaire seguimos en dirección este y 1,5 kilómetros an-
tes de llegar al puerto de Olazagutia, en el mismo corte, localizamos un menhir Gansoil,
113
siguiendo unos 500 metros hacia el puerto localizamos otro menhir Ergibel. Continuamos
el cortado y antes de llegar al Puerto de Santa Marina, a 1 kilómetro, se localiza el deno-
minado menhir de Urdiaingo Portua. Seguimos el corte y a la altura de la ermita de San-
ta Marina, alejado 300 metros del corte y del puerto se localiza el menhir de Santa Ma-
rina. Seguimos el cortado y a 500 metros del puerto se localiza el menhir de Baiza en el
mismo cortado. Siguiendo el cortado y unos metros antes de llegar a la cima del monte
Baiza se localiza un gran ejemplar. 700 metros al sur y alejado del cortado en una lade-
ra de una pequeña colina localizamos el menhir de Aginan. El menhir de Baiza es el que
cierra el tramo oriental de los menhires en el cortado norte de la sierra.
3. Caminos centrales
1. Camino del Puerto Opacua y Puerto Ocariz al Puerto de Opacua sur. Siguiendo
esa dirección sur hacia el Puerto de Opacua, pero en su tramo norte encontramos en la
ladera de una pequeña colina que flanquea el camino un esbelto menhir. Siguiendo ese
camino 300 metros en dirección sur localizamos un gran menhir en una ladera, roto en
dos grandes fragmentos y en parte todavía hincado en la tierra.
3. Camino del Puerto de Olazagutia. A mitad de camino entre el portillo norte y el sur
se localizan junto a un antiguo camino dos menhires juntos. Un tercer menhir se localiza
a 500 metros al oeste en una suave ladera.
Un menhir se localiza en esta zona oriental pero al sur. Se le conoce como Peña Alta
y se eleva en una pequeña colina sobre el terreno circundante. A sus pies se observa
la zapata de cimentación. Otro menhir se localiza en la zona norte, Zelaiundi. Al pie de
la sierra en su tramo oriental se localiza el menhir de La Txila en el camino de subida a
Dulantz, pero en su tramo inferior.
114
La situación de los menhires no es tan precisa como la de los dólmenes. A grandes
rasgos se le asemeja en:
En otras se diferencian:
4,747E06 7 8
12 13
9
4,746E06 18 5
17
4,744E06 23
22 4234 2
333126 27 19
35
32
25 30 29
28
4
41
4,742E06 21 38
15
14
1
F
4,741E06 39 6
44
37 45
40
20
36
10
46 11
4,739E06 43 16
4,738E06 3
4,736E06 24
47
4,734E06
115
Mientras que en Entzia los menhires tienden a agruparse, en Urbasa presentan una
forma de aleatorizacion o de la denominada distribución de Poisson. Esto nos lleva a
plantear un doble estudio por un lado los menhires de Entzia y por otro los de Urbasa
para poder definir mejor cada uno de los dos modelos de distribución espacial.
1. Menhires de Entzia
2. Menhires de Urbasa
116
720
600
480
360
240
L(d)-d
120
-120
-240
-360
800
600
400
200
L(d)-d
-200
-400
-600
-800
117
En el gráfico 16 observamos la función K de Ripley para los menhires de Urbasa.
Toda la función L(d)-d se enmarca dentro del intervalo de confianza del 95% a cual-
quier escala, lo que está indicando un nivel total de aleatoriedad a cualquier escala.
Compárese con lo ocurrido en los menhires de Entzia, cuyo gráfico es justamente lo con-
trario, la función L(d)-d está íntegramente fuera del intervalo de confianza. Lo que nos
lleva a aceptar la hipótesis CSR (Complete Spatial Randomness) con un riesgo alfa de
0,05.
Vamos a analizar si existe una diferenciación espacial según la tipología del menhir.
En el gráfico 17 se observa la estructura espacial de la tipología de los menhires. Para la
realización de este gráfico he realizado una pequeña variación, ya que tanto las medias
móviles como en el krigeado la variable que se utiliza es una variable continua y para la
realización del gráfico y para que se observara la estructura he transformado la variable
continua en una discreta por intervalos, dando el valor 1 al grupo 1 de menhires, valor 2
al segundo grupo y 3 al tercer grupo, lo que implica que las curvas de nivel deben inter-
pretarse no como un valor absoluto sino como una tendencia de cambio de un tipo a otro.
Del examen del gráfico de kriging observamos como los dólmenes del tipo 3 o prismá-
ticos se localizan en la zona central de la estación, estando los del tipo 1 o losas vertica-
les en la zona norte y los del tipo 3 o losas horizontales junto a los prismáticos.
El gráfico 20 muestra la variable volumen que al igual que los anteriores determina
dos zonas contrapuestas la occidental y la oriental con los valores más elevados en esta
última decreciendo el volumen a medida que nos alejamos en dirección occidental.
8. ARQUITECTURA MENHIRES
118
4,756E06
4,752E06
4,748E06
2,91
4,744E06
2,12
4,74E06 1,34
0,55
4,736E06
4,732E06
4,728E06
4,756E06
4,752E06
4,748E06
15,9
4,744E06
10,1
4,74E06 4,37
-1,39
4,736E06
4,732E06
4,728E06
119
4,756E06
4,752E06
4,748E06
64,1
4,744E06
20,2
4,74E06 -23,8
-67,8
4,736E06
4,732E06
4,728E06
4,756E06
4,752E06
4,748E06
15,9
4,744E06
10,1
4,74E06 4,37
-1,39
4,736E06
4,732E06
4,728E06
120
de trabajar y extraer la losa. Las caras son planas sin signos a visu de haber sido tra-
bajadas, aunque por comparación con las rocas existentes en los alrededores y que pre-
sentan multitud de oquedades e irregularidades, sospechamos que han tenido que serlo
para eliminar irregularidades. La erosión por otra parte ha contribuido a eliminar toda prue-
ba que nos hubiera permitido observar la forma de trabajar la piedra, aunque la cara que
yace sobre el suelo y que ha sido preservada de los fenómenos metereológicos debe
presentar signos de la talla.
El estudio lo vamos a dividir en dos partes. Por un lado estudiaremos el cuerpo del
menhir y por otro la punta que presenta características morfológicas interesantes.
1. Cuerpo
En este apartado vamos a analizar las diferentes variables tanto cuantitativas como
cualitativas como tamaño, altura, ancho, espesor y su índice el volumen, como cualitati-
vas como son la forma del menhir y la forma de la punta y si comprobar si estas variables
tienen una distribución espacial concreta. Se han analizado 46 menhires.
a. Dimensiones y tipologia
En el boxplot adjunto, gráfico 21, se observan gráficamente las variables y sus esta-
dísticos principales.
121
porción alto-ancho. Este espacio que muestra la proporción lo he divido en cinco zonas
en función de la proporcionalidad. Los puntos situados por encima de la bisectriz son to-
dos aquellos menhires con altura superior al ancho y los que estén por debajo el ancho es
superior al alto. Lógicamente se observa como la mayoría de los menhires se sitúan por
encima de la bisectriz.
7,2
6,4
5,6
4,8
4
Y
3,2
2,4
1,6
0,8
0
Volumen
Espesor
Altura
Ancho
Gráfico 21. Boxplot con las variables altura, ancho, espesor y volumen de los menhires.
La normalidad de la variable altura se refleja en el gráfico Q-Q´ número 23, con un va-
lor de ajuste a la normal de 0,9843 lo que indica que las alturas se ajustan bien a una dis-
tribución normal.
Nos interesa conocer si en base a las dimensiones existen diferentes tipos de menhi-
res. Para ello vamos a realizar dos análisis clusters, el primero para las variables altura
y ancho y el segundo para las variables alto, ancho y espesor.
Para el caso de las variables alto y ancho, gráfico 24, con el método Paired Group y
distancia Euclídea se observan la formación de 4 grupos principales, con un coeficiente
de correlación de 0,8339:
122
Gráfico 22. Grafico de Bagolini de las dimensiones altura-ancho de los menhires.
2º Grupo: menhires con altura entre 2 y 2,5 metros y ancho de 0,4 a 1,13. Quince
menhires.
3º Grupo: menhires con altura entre 2,4 a 4 metros y ancho de 0,55 a 1,7. Veintitrés
menhires.
4º Grupo: menhires de gran tamaño con altura superior a los 4 metros. Cinco menhi-
res.
Existe un único caso atípico que el cluster lo une a todos excepto al de los grandes.
123
4,4
3,6
Sample values
3,2
2,8
2,4
1,6
1,2
Para el caso de las tres variables alto, ancho y espesor he realizado el siguiente aná-
lisis cluster, método Paired Group y distancia Euclídea con coeficiente de correlación de
0,8327, gráfico 25, con un resultado semejante.
124
23
39
14
25
34
37
47
36
48
26
42
24
40
20
31
44
15
43
22
32
46
16
41
12
17
27
13
11
18
19
29
45
33
35
30
10
21
28
38
5
4
6
3
0
-0,3
-0,6
-0,9
-1,2
Similarity
-1,5
-1,8
-2,1
-2,4
-2,7
-3
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45
Gráfico 24. Cluster de las dimensiones alto y ancho de los menhires. En rojo menhires de Urbasa, en verde
menhires de Entzia.
125
23
39
29
45
46
11
18
19
33
35
13
44
43
16
41
15
22
32
12
17
27
14
25
34
37
36
48
26
42
24
40
47
20
31
30
10
21
28
38
9
4
6
3
0
-0,3
-0,6
-0,9
-1,2
Similarity
-1,5
-1,8
-2,1
-2,4
-2,7
-3
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45
Gráfico 25. Cluster de las dimensiones alto, ancho y espesor de los menhires. En rojo menhires de Urbasa,
en verde menhires de Entzia.
La tipología del extremo superior del menhir presenta una primera gran diferenciación.
Aquellos extremos que no se diferencian del cuerpo sino que son una prolongación na-
tural del mismo y aquellos extremos superiores que han sido modificados para darle una
forma concreta. En el primer caso el extremo puede acabar perpendicular a los laterales
u oblicuo a los mismos. En el segundo caso la forma puede acabar en bisel que es una
recta oblicua a la geometría del menhir, en ángulo, en punta lateral realizando una esco-
tadura amplia en uno de los lados de la punta para despejarla o en doble escotadura y fi-
nalmente y excepcionalmente pueden adquirir una forma redondeada.
En la siguiente tabla reflejamos el número de menhires por cada tipo principal y se-
cundario. El reparto es prácticamente igual en cuanto al número de ejemplares para cada
uno de los grandes grupos.
126
24
21
18
15
Frequency
12
0
0 0,8 1,6 2,4 3,2 4 4,8 5,6 6,4 7,2
El Test de Mantel cuantifica la correlación lineal existente entre dos matrices de da-
tos, en este caso coordenadas geográficas. El coeficiente de correlación lineal obtenido
varia entre +1 y -1 y se obtiene permutando los valores de una de las matrices y cal-
culando el producto cruzado de las dos matrices dividido por un factor que es función
del número de individuos de las matrices. Cuanto más cercano a +1 mayor será la co-
rrelación lineal existente entre esas matrices. Un valor cercano a 0 indica ausencia de
correlación, mientras que un valor de -1 indica correlación lineal inversa.
En el caso que nos ocupa las dos matrices son las formadas por las coordenadas geo-
gráficas, de los dólmenes y de los menhires. La hipótesis nula dice que las distancias
entre los datos de una de las matrices no están linealmente correlacionadas con las dis-
tancias de de la otra matriz.
127
7
4
Sample values
-1
-2
-3 -2,4 -1,8 -1,2 -0,6 0 0,6 1,2 1,8 2,4
Normal order statistic medians
16
32
13
45
27
14
25
39
10
40
24
17
46
28
12
22
34
23
42
29
38
41
18
20
33
44
11
35
15
30
19
21
37
26
36
9
2
3
8
0
-0,6
-1,2
-1,8
-2,4
Similarity
-3
-3,6
-4,2
-4,8
-5,4
-6
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45
128
BIBLIOGRAFÍA
APELLÁNIZ, J. M.
(1973) “Corpus de materiales de las culturas prehistóricas con cerámica de la población de cavernas del
País Vasco meridional”. Munibe suplemento 1. San Sebastián.
GALILEA, F.
(1981) “Inventario y comentarios sobre el hábitat y el fenómeno funerario según prospecciones efectuadas
en la Sierra de Entzia (Álava).” Estudios de Arqueología Alavesa. Tomo 10. Vitoria.
VV. AA.
(2005) “Catálogo de monumentos megalíticos en Navarra”. Cuadernos de Arqueología de la Universidad de
Navarra. Número 13. Pamplona.
129
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 131-146 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Álava. Dolmen, San Martín. C-14, AMS. San Martín-El Miradero. Espátulas. Geométricos.
Gako hitzak: Araba. Trikuharria. San Martin. C-14. AMS. San Martin- El Miradero. Espatulak. Geometrikoak.
Key words: Álava. Dolmen. San Martín. C-14. AMS. San Martín- El Miradero. Spatulas. Geometric.
RESUMEN:
Se ha datado por C-14 (AMS) materiales localizados en la excavación realizada en 1964 del dolmen
de San Martín y concretamente de su nivel inferior pertenecientes a la facies megalítica conocida como de
“San Martín-El Miradero” y caracterizada por la presencia de espátulas de hueso decoradas y geométricos.
El objetivo de este trabajo era doble, por un lado demostrar que se pueden datar materiales provenientes
de excavaciones antiguas y por otro datar el dolmen que da nombre a ésta y que se extiende por Valladolid,
Palencia, Burgos, La Rioja, Álava y Guipúzcoa.
LABURPENA:
C-14 (AMS) bidez ezarri da San Martingo trikuharrian 1964. urtean egindako indusketan aurkitutako ma-
terialen data. Materialak, zehazkiago, trikuharriaren behe-mailatik atera dira; “San Martín-El Miradero” izenez
ezagutzen den fazies megalitikokoak dira eta beren bereizgarriak hezurrezko espatula dekoratuak edukitzea,
geometrikoak izatea eta gezi-puntarik ez edukitzea dira. Lan honen helburua bikoitza zen: batetik, indusketa
zaharretan ateratako materialen data ezarri ahal dela frogatzea eta, bestetik, Valladolid, Palentzia, Burgos,
Errioxa, Araba eta Gipuzkoan zehar zabalduta dagoen honi izena ematen dion trikuharriaren data ezartzea.
SUMMARY:
Items from the excavation performed in 1964 at the San Martin dolmen have been dated using C-14
(AMS). More specifically, the items are from the lower level belonging to the megalithic facies known as “San
Martín-El Miradero” and characterised by the presence of decorated bone spatulas, geometric items and by
the absence of any type of arrowhead. The object of this study was twofold; first to prove that material from
old excavations can be dated and, secondly, to date the dolmen after which this excavation has been named
and that extends through Valladolid, Palencia, Burgos, La Rioja, Alava and Guipuzcoa.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arkfgalilea@telefonica.net
Quiero agradecer al Centro de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco la autorización para la realización de la datación del
material óseo y al Museo de Arqueología de Álava en el BiBat, las facilidades y ayudas para la extraccion de la muestra.
131
Fot. 1. Dolmen de San Martín. Corredor y al fondo la cámara.
132
Se encuentra situado en el valle del Ebro, en su tramo norte, zona conocida como
Rioja Alavesa y que dista 6 kilómetros del río Ebro. Zona situada en plena vía de trán-
sito e intersección de los caminos que desde el Mediterráneo suben por su cauce y con-
fluyen en este punto con los que desde la Meseta se dirigen en dirección europea. No es
un dolmen aislado sino que pertenece a la estación megalítica denominada Rioja Ala-
vesa que está compuesta por los dólmenes de La Cascaja (Peciña, La Rioja), Layaza
(Laguardia, Álava), El Sotillo (Laguardia, Álava), San Martín (Laguardia, Álava), Alto de
la Huesera (Laguardia, Álava), Chabola de La Hechicera (Elvillar, Álava), El Encinal (El-
villar, Álava), Los Llanos (Cripán, Álava), Hipogeo de Longar (Viana, Navarra), enterra-
miento bajo roca de San Juan ante Portam Latinam (Laguardia, Álava) y el menhir de
Peña Latxa (Peciña, Álava). El dolmen de San Martín se localiza entre los dólmenes de
El Sotillo, El Alto de La Huesera y el enterramiento bajo roca de San Juan ante Portam
Latinam (fig. 1).
SAN MARTÍN
Fig. 1. Estación megalítica de Rioja Alavesa. Situación del dolmen de San Martín.
133
La excavación como he comentado, se realizó en 1964 proporcionando unos resul-
tados y materiales muy importantes e interesantes. Resultados importantes porque por
primera vez se pudo definir perfectamente la diferenciación de niveles dentro de un dol-
men, por el hecho de que una gran losa de un lateral de la cámara se desplomó sobre
el interior cubriendo gran parte de la misma y sellando perfectamente este nivel (fot. 2).
Posteriormente se siguieron realizando enterramientos en el dolmen pero con materiales
pertenecientes a otras etapas más tardías. Es el nivel inferior, el sellado por el derrumbe
de la gran losa, el que nos interesa datar por delimitar y definir perfectamente un perio-
do cronológico y por tratarse de una facies cultural megalítica muy interesante caracte-
rizada por las espátulas decoradas de tipo San Martín-El Miradero. Junto con las cinco
espátulas se localizaron un gran raspador en cristal de cuarzo puro, numerosos geomé-
tricos, hachas y cinceles de piedra pulimentada y tres estelas en piedra arenisca.
El corredor está formado por seis losas, tres en el lado oeste, 2 en el lado este y una
de cubierta. Su longitud es de 4 metros de largo y 1,30 metros de ancho y altura de 1,40
metros conservando una losa de cubierta.
La cámara poligonal es asimétrica y está formada por 10 losas que delimitan un re-
cinto de 5,50 metros de longitud y 3 metros de anchura máxima, con una altura superior
al corredor de 1,70 metros que se hace máxima en el ortostato mayor. Realmente la
forma poligonal tiende a circular excepto en el lado este que está formado casi exclusi-
vamente por un único y gran ortostato de 4 metros de longitud y 1,70 metros de altura y
que convierte a este lado en una línea recta. En la excavación no se encontró ninguna
losa de la cubierta lo que ha dado origen a suponer que pudiera haber estado realizada
con materiales perecederos.
Los materiales del nivel inferior están formados por geométricos, triángulos y trape-
cios, láminas de sílex de gran tamaño, un gran raspador en cristal de cuarzo puro y frag-
134
Fot. 3. Cámara. Su lateral derecho está formado por una única gran losa. Estado actual después de su res-
tauración.
mentos correspondientes a cinco espátulas labradas en hueso. Así mismo tres estelas
en arenisca con la cabecera redondeada y lisa, posiblemente depositadas de pie en
origen.
Sample Data Measured Radiocarbon Age 13C/12C Ratio Conventional Radiocarbon Age
Beta-273269 4710+/- 40 BP -19,5o/oo 4800+/-40BP
135
La calibración de la edad radiocarbonica es la siguiente: (gráfico 1)
136
C14
Fig. 2. Planta del dolmen y su cuadrícula. La muestra se recogió en el cuadro 11-D (Barandiarán, Medrano
1971).
Si observamos el gráfico vemos como el tramo superior con 1 sigma, 3640 a 3620
tiene el 34% de probabilidad y si aumentamos a 3650, 2 sigmas, el límite superior éste
se queda en 3650 y la probabilidad aumenta un 13,5% lo que da un total de 47.5%.
La función de densidad acumulada en el tramo inferior hasta el punto tangente con la
curva de calibración en su segundo tramo en 3620, es aproximadamente un 20% con
lo que el intervalo 3620 a 3650 acumula una densidad de probabilidad de un 68%.
137
AJUAR DEL NIVEL INFERIOR DE SAN MARTÍN
Del nivel inferior sellado por la losa se recuperaron los siguientes materiales (Ape-
llániz 1973).
138
Fot. 4. Espatulas de hueso del nivel inferior.
139
Fig. 4. Espátulas decoradas en hueso (según J. M. Apellániz, 1973).
140
Fig. 5. Hachas y cinceles pulimentados de ofita (según J. M. Apellániz, 1973).
Tres estelas de arenisca labradas con la cabeza pulida y redondeada que supues-
tamente estaban clavadas y que el derrumbe de la gran losa rompió.
Una cuenta discoidea-globular en calaita (¿).
3. Cerámico.
Dos fragmentos de borde y cuello de dos vasos ovoideos.
4. Antropológico.
Seis cráneos humanos completos, 10 incompletos y numerosos huesos de diferentes
partes anatómicas.
141
PARALELOS. CRONOLOGÍA ABSULUTA Y RELATIVA
Los materiales del nivel inferior del dolmen de San Martín juntamente con su data-
ción radiocarbonica constituyen un único conjunto que podemos comparar y paralelizar
tanto en su valor absoluto, cronológico, como en su valor relativo como conjunto de ma-
teriales, siendo los fósiles directores en este caso, los geométricos, las puntas de flecha
y sobre todo las espátulas. Se han localizado varios dólmenes con el denominador co-
mún de las espátulas decoradas, en una zona comprendida entre las provincias de Va-
lladolid y Guipuzcoa. Estos son los dólmenes y sus ajuares:
142
6. La Cabaña (Sargentes. Burgos)
Ajuar formado por geométricos, puntas de flecha, cuentas de collar y dos espátulas.
143
PEÑA GUERRA 2
EL MIRADERO
EL MIRADERO
KURTZEBIDE
LOS LLANOS
SAN MARTIN
LA VELILLA
PRAALATA
-60
-120
-180
-240
Similarity
-300
-360
-420
-480
-540
-600
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Latinam del que apenas dista cuatro kilómetros. E inmediatamente anterior a las seis da-
taciones de SJAPL con datación combinada de 4506 y que va acompañada con 60
puntas de flecha foliáceas, sin ningún geométrico y a otras seis dataciones del hipo-
geo de Longar distante 16 kilómetros con datación combinada de 4555 y que va acom-
pañada con puntas de flecha foliáceas pero sin presencia de espátulas ni de geomé-
tricos. Cronológicamente es comparable con Peña Guerra 2 (La Rioja) y La Velilla (Pa-
lencia), situándose estos tres dólmenes y su facies cultural, reducido en un intervalo de
solamente 60 años.
Destaca en el dolmen de San Martín la reutilización del dolmen una vez derruida la
losa de la cámara pero con materiales pertenecientes a otra etapa más moderna. Esto
es una prueba más de la utilización de los dólmenes en etapas separadas entre sí al-
gunos siglos. Lo mismo que se ha apreciado en Peña Guerra 2 y en otros megalitos.
En cuanto a cronología relativa, aunque no sea el dolmen el sitio más apropiado pa-
ra ello, podemos dar algunas precisiones. A falta de la memoria de excavación de Los
Llanos en su nivel inferior, 5190, aparecen conjuntamente geométricos y puntas folifor-
144
mes. Si bien el geométrico no causa extrañeza en ese momento si las puntas foliformes
en tan temprana etapa y en compañía de geométricos. Sí que éstas se dan en SJAPL
en 4506 y en Longar en 4555, pero Los Llanos envejece considerablemente el inicio de
este tipo de puntas. La punta de flecha romboidal se da conjuntamente con geométricos
en La Velilla 4810 y Kurtzebide 4445 si bien hay que recordar que en esta fechación
puede haber materiales revueltos.
RESUMEN
Podemos concluir que hemos cumplido los dos objetivos previos que nos habíamos
fijado. El primero es muy importante porque nos va a permitir datar yacimientos exca-
vados con anterioridad a la era radiocarbonica, volver a datar aquellas dataciones con
intervalos muy elevados, datar niveles que no habían sido datados y datar más mate-
riales de niveles anteriormente datados.
Gráfico 3. Funciones de densidad de dólmenes de la facies “San Martín-El Miradero”. OxCal v3.10
145
BIBLIOGRAFÍA
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146
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 147-180 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
RESUMEN:
Este estudio es el resultado de una serie de prospecciones realizadas en diferentes espacios del territorio
histórico de Araba, gracias a la beca Juan Antonio Madinaveitia concedida por el instituto alavés de arqueo-
logía.
Nos basamos en la prospección como medio de recuperación y reconocimiento de lugares y materiales
arqueológicos; no sin antes documentarnos sobre las actuaciones arqueológicas anteriores y los trabajos en
materia de paisaje de las zonas a estudiar. Este propuesta de trabajo esta orientada a proseguir con los tra-
bajos realizados precedentemente para profundizar en el conocimiento del paleolítico de este territorio.
Los espacios elegidos se ubican al sur de la llanada alavesa, siguiendo los posibles pasos naturales co-
mo contextos fluviales o puertos de montaña de reducida altitud, siendo la cuenca del Zadorra en su parte fi-
nal, el puerto de Zaldiaran y paso de Armiñón.
Los resultados en cuanto al material arqueológico recuperado varía en cantidad e interés según las zonas.
En esta líneas podemos indicar que ha sido en los contextos fluviales donde mayor información hemos podi-
do recoger, al constatar la presencia de un taller de explotación de silex, que tras una primera aproximación
analítica del conjunto industrial podemos otorgarle una cronología circunscrita al final del Paleolítico Superior
y comienzos del Epipaleolítico.
LABURPENA:
Ikerlan hau Arabako Arkeologia Institutoak emandako Juan Antonio Madinabeitia bekari esker Arabako
leku ezberdinetan burututako miaketa lanen emaitza da.
Miaketetan oinarrituko gara gune ezberdinen eta material arkeologikoen berreskurapen eta ezagutzara-
ko, beti ere, leku hauetan aurretik burutu diren lan arkeologikoak kontuan hartuta. Modu honetan miaketa la-
nak ikerketara bideratzen dira. Halaber lan egitasmo honek aurretiaz egin diren lanen ildotik jarraitu nahi du eta
lurralde honetako Palelolito Aroaren ezagutzan sakondu.
Aukeratutako guneak Arabako lautadaren hegoaldean aurkitzen dira, balizko igarobide naturalak, ibai ingu-
ruak eta altuera txikiko mendateak jarraituz; gune hauek Zadorra Ibaiaren hegoaldeko ibarra, Zaldiarango men-
datea eta Armiñongo igarobidea dira hurrenez hurren.
Berreskuratutako material arkeologikoari dagokionez kopuru zein interes maila aldatu egiten da zonalde-
aren arabera. Esan daiteke ibai testuinguruak izan direla informazio iturri nagusiak, izan ere, suharriaren ustia-
penarekin lotutako lantegi bat topatu da honelako gune batean. Goi Palelolito Aroaren amaiera eta Epipaleo-
litoaren hasierarekin lotu daitekeen multzo industrial honen aurre ikerlan analítiko bat burutu delarik.
SUMMARY:
This study is the result of a series of prospections in different areas of the province of Alava, thanks to a
grant Juan Antonio Madinaveitia granted by Alava Institute of Archeology
147
We think that the prospection is a way of recuperate and recognize archaeologic materials and the pos-
sibly archaeological sites. We started this work like a continuation of ours predecessors. But before that, we
saw the previous investigations about archaeologic actuations and paisagistic investigations.
The sites chosen are located south of the Alava plain, following the natural steps as possible contexts
river or mountain passes of low altitude, being Zadorra basin in its final part, the port of Zaldiaran and pass
Armiñón.
In terms of recovered material, we have a workshop of flint, which has been study with an analytical me-
thod, and is possibly chronology of later paleolithic and beginning of epipaleilithic.
El estudio sobre el pasado de Álava, ha sido un tema muy cuidado por varias gene-
raciones de investigadores desde mediados del siglo XIX.
Esta visión del paisaje, hace que se configure una idea más dinámica sobre las so-
ciedades pasadas, En este caso, y centrando nuestro estudio en el Paleolítico superior,
las posibles modificaciones del paisaje quedan atenuadas en primer lugar por el amplio
lapso de tiempo pasado, a la capacidad o necesidad de dichos grupos a su modelado y
a nuestra propia capacidad de reconocer o entender un medio físico muy cambiado a con-
secuencia de unos agentes climáticos –los paisajes pleistocénicos difieren de unos ho-
locénicos– además de la intensiva presencia humana que en los últimos tiempos han
remodelado completamente su aspecto.
148
Aun así, el estructurar un estudio sobre el paleolítico basándonos en aspectos pai-
sajísticos implica la renovación de los aspectos teóricos de comprensión de este perio-
do. Y es el territorio histórico de Álava el elegido como marco espacial para desarrollar
este estudio porque opinamos que es el que mayor necesidad de renovación precisa,
debido a tópicos como de vacío ocupacional a consecuencia de una rigurosidad climá-
tica o al escaso desarrollo de sistemas cársticos, esta considerado como un tema “poco
atractivo” o al menos conflictivo para profundizar, pues al estar privados de unas se-
cuencias estratigráficas completas que faciliten la adscripción cronocultural de los dis-
tintos materiales, hace que sea necesario apoyarse en otros medios para poder llegar
al grado de definición que nos ofrece por ejemplo una cueva.
Pero el no tener sistemas cársticos que guarden grandes yacimientos, nos ofrece
la oportunidad de desarrollar la misma practica arqueológica pero desde otro punto de
vista más dinámico y con muchos mas factores a relacionar, vinculando en un espacio
diferentes aspectos, a saber, movilidad, estacionalidad, gestión de un entorno, explota-
ción de recursos, accesibilidad, en definitiva, la adecuación al medio por unos grupos
humanos que a consecuencia de unas necesidades, intervendrán en este de una forma
u otra, y viceversa, en función de unas ofertas ofrecidas por ese medio los mecanismos
de explotación variarán en un sentido u otro.
Con este propósito entendemos este proyecto como una vía de superación de los
diversos impedimentos que actualmente apreciamos en la interpretación prehistórica
en Álava, mediante un análisis de los diversos ecosistemas y una definición analítica de
los materiales líticos recuperados, poder llegar a expresar un esquema coherente del
paleolítico superior.
De todos modos, este trabajo no pretende ser una crítica a las labores arqueológi-
cas realizadas hasta la fecha, más bien al contrario, es un intento de dar otro paso más
en el camino recorrido para el conocimiento histórico. Paso, imposible de dar, de no ha-
ber sido por todos aquellos que decidieron brindar parte de su tiempo y esfuerzo a esta
problemática.
149
Imagen 1. Dibujo del dolmen de Aizkomendi.
Esta etapa inicial “más vinculada a tópicos mitificados que científicos” (Sáenz de
Buruaga, A.; 1996), será el arranque de todo un siglo dedicado a una labor de búsque-
da y consolidación de una practica arqueológica. Así, a partir de esta fecha y teniendo
como protagonistas a José Miguel de Barandiarán, Enrique de Eguren y Telesforo de
Aranzadi, serán los que revolucionen esta práctica, dándole otra visión teórica y me-
todológica. Aglutinando en sus manos todo el desarrollo de las prácticas de campo,
con una triple vertiente, Etnográfica, Antropológica y Arqueológica. Ampliando el marco
cronológico y cultural en las investigaciones, por un lado la tradición dolménica y por
otro, introduciendo la Edad del Hierro.
Para 1953, José Miguel de Barandiarán volverá del exilio, reanudando las investiga-
ciones, y formando a una nueva serie de investigadores.
150
Domingo Fernández de Medrano, bajo la tutela y colaboración de José Miguel de
Barandiarán darán una continuidad y reactivación de las investigaciones prehistóricas,
hasta 1966, momento en el que concluyen sus actividades de campo directas. Se dará
entonces un relevo generacional a una serie de arqueólogos, compuesto por José An-
tonio Agorreta, Juan Maria Apellaniz, Julio Arbosa, Jaime Fariña, Armando Llanos, Juan
Antonio Madinaveita, Enrique José Vallespí… Miembros del recién creado Instituto Ala-
vés de Arqueología (1957). Considerados como el eje vertebrador de la arqueología ac-
tual del territorio se le irán sumando nuevos especialistas como Amelia Baldeón, Fran-
cisca Sáenz de Urturi o Ignacio Vegas, más todas las nuevas generaciones de arqueó-
logos hasta nuestros días.
Para finalizar, queremos concluir con el importante trabajo realizado por todas las
empresas de Arqueología de Intervención que actualmente supone uno de los fun-
damentos más significativos como fuente de conocimiento para momentos históricos
como la Edad Media y Moderna, que mediante su trabajo, podemos disfrutar de una
cantidad de información arqueológica hasta ahora inusitada.
El marco espacial elegido para esta fase del proyecto está estrechamente vinculado
a los propósitos del mismo. De esta forma las áreas elegidas están relacionadas con
una problemática común, esto es, esclarecer el vació documental existente en el terri-
torio histórico de Álava durante el Paleolítico superior.
151
gidos en este proyecto (mapa 1), estuvieran dentro de sus planes de actuación, y de
cómo estos espacios vendrían a complementar una movilidad intrínseca para con su
modo de vida, práctica entendida como nomadismo.
Otra visión al respecto podría ser de intercambios entre unos grupos que habitan
en zonas mas próximas al litoral y otros vinculados a unos espacios de interior –como
ya se ha propuesto para otros momentos culturales– aun así, también estaría implícita
la presencia de grupos que conocerían y aprovecharían estos afloramientos, y como
consecuencia habitarían lugares cercanos a estos.
No queremos entrar en una discusión sobre si son los mismos grupos los que ha-
bitan la zona litoral o la interior, sino hacer hincapié sobre una presencia más o menos
prolongada de unos grupos que gestionan unas zonas que en la actualidad no están
contempladas arqueológicamente para los momentos cronológicos aquí a tratar.
Dicho carácter de bisagra, hace que todo el territorio Vasco sea un lugar de comu-
nicación entre distintos espacios geográficos, Álava, zona donde se centra nuestro es-
tudio sería la confluencia entre los espacios mas cerrados del litoral hacia las zonas
más abiertas meseteñas, unidas así, características comunes entre valles cerrados y
amplias llanuras.
152
Montes de Vitoria
Cuenca del Zadorra
Paso de Armiñón
Junto a estos corredores de montaña, las cuencas fluviales del río Zadorra, Bayas u
otros afluentes de estos, servirían de vías de tránsito de los grupos humanos así como
al resto de animales en sus constantes migraciones.
Como indicamos en el (mapa 1), el marco de actuación de esta primera fase del pro-
yecto, se centra en los espacios inmediatos a los afloramientos silíceos del Condado de
Treviño. Limitada al norte por los Montes de Vitoria, al oeste por la Cuenca del Zadorra
y al sur por la zona denominada como “paso de Armiñón”.
Estas zonas han sido elegidas en esta primera fase del proyecto por varias razones:
Primero, la escasez en cuanto a las evidencias directas de la presencia de estos gru-
pos humanos, hace que los afloramientos de materia prima sean el foco inicial que nos
153
sirve de arranque en nuestras prospecciones. Ya que, hasta el momento, solo conta-
mos con dos yacimientos donde encontramos niveles que pueden ser adscritos a estos
momentos cronológicos; siendo la cueva de Arrillor (Murua) y Atxoste (Birgara) las úni-
cas que atestiguan esta presencia humana.
Por otro lado, la diversidad de los paisajes que contemplamos, montaña, terraza
fluvial y/o campos de cultivo, hace que resulte una buena zona para poder desarrollar
un método flexible que nos permita abordar distintos espacios y poder relacionarlos
con diferentes dedicaciones económicas, explotación de recursos minerales, lugares
de habitación o altos de caza, englobando así unas estructuras en las posibles diná-
micas de un poblamiento. De esta forma las prospecciones no están encaminadas a
una búsqueda de yacimiento sino a una gestión de todo un espacio, introduciendo de
forma explícita unas estrategias de control de unos recursos por parte de estos grupos
humanos. Concibiendo así, la topografía del paisaje como elemento activo dentro de
las pautas de estudio de este proyecto.
El río Zadorra constituye una de las cuencas fluviales más importantes del territorio,
Naciendo en la sierra de Entzia, surca de este a sur-oeste la llanada alavesa, comuni-
cándola con el sinclinal de Treviño y desembocando en el río Ebro. Actúa de colector
hidrológico del resto de subcuencas existentes, como la del río Ayuda, Santa Engracia,
Alegría, Zayas, Santo Tomas y Oka. (Ibisate, Gonzalez de Matauco, A. 2004).
Su red de drenaje está construida sobre materiales del Cretácico Superior y Tercia-
rio sobre las cuales se han asentado materiales cuaternarios de origen fluvial y coluvial
en la zona de fondo de valles (mapa 2).
154
Composición geológica de la cuenca del río
Zadorra:
Cretácico superior: representado en verde.
Terciario: representado en amarillo.
Mapa 2. Detalle de los materiales geológicos que componen la cuenca de Zadorra.
laderas están pobladas de hayedos mientras que al sur es el encinar la especie pre-
ponderante, respondiendo a los dominios climáticos, atlántico al norte y mediterráneo
continental, al sur.
Como pasos naturales hemos mantenido los puertos de montaña actuales siendo el
puerto de Saldaran y el de Vitoria así como el propio río Zadorra los contemplados en
este trabajo, ya que el de Azaceta se ubica fuera de nuestro marco de actuación.
3. METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
Como acabamos de exponer, la metodología propuesta para este trabajo está ín-
timamente ligada al periodo cronológico del Paleolítico superior y a las condiciones
paisajísticas presentes en la zona.
155
morfológicas pueden ser susceptibles de ser reconocidas como lugares de ocupación
por parte de los grupos cazadores-recolectores o de gestión de los recursos ambienta-
les; intentando introducir la mayor diversidad topográfica posible.
Para recoger la información producida por esta actividad, además de utilizar el tra-
dicional cuaderno de campo, se han diseñado unas fichas con el propósito de plasmar
de forma clara y sencilla las características principales, tanto físicas de los espacios
elegidos, como de los materiales arqueológicos relacionados a estas.
Estas fichas (ver anexo de fichas) están planteadas para poder introducirlas en un
futuro en una base de datos siempre y cuando la información generada sea suficiente-
mente amplia como para ponerla en practica.
Las salidas al campo, se han desarrollado desde principios de año, intentando ras-
trear las zonas en distintas estaciones, invierno, primavera, verano y otoño. De esta
forma, hemos podido observar cambios en la visibilidad en las acumulaciones de los
materiales y de los distintos paisajes que se configuran a lo largo del año.
156
Por consiguiente, en el peor de los casos, el no tener en cuenta estos factores po-
dríamos llegar a conclusiones que desfiguran considerablemente al registro material,
desdibujando lo poco de evidencias que perduran actualmente.
Otro punto que se ha trabajado de forma intensiva son los producidos en estos
terrenos forestales a consecuencia de otro tipo de actividad, como las pistas para el
tendido eléctrico o cortafuegos incluso caminos acondicionados para el senderismo u
otro tipo de actividad lúdica; taludes, rebajes o deforestaciones han incidido de forma
indirecta para la recuperación de un numero muy escaso de materiales pero nos han
proporcionado las evidencias necesarias como para, en un futuro, tenerlas en cuenta e
intensificar las prospecciones en dichos espacios.
Los espacios geográficos estudiados vienen a representar las tres estructuras topo-
gráficas diferenciadas, a lo largo de la exposición de este proyecto.
157
Foto 2. Morfología de estrangulamiento, o de paso, entre dos unidades topográficas diferenciadas.
Mapa 3. Ubicación espacial de los materiales controlados. Los señalados en azul extraídos de la carta
Arqueológica; los señalados en rojo son materiales recuperado fruto de las prospecciones adscritas a este
proyecto.
158
ningún conjunto que se ubique en este lado, salvo el taller de Prado, unos cuatro kiló-
metros aguas abajo que fue recuperado gracias a un acondicionamiento de unos terre-
nos de cultivo para uso comercial. La ubicación de estos se expresa en el (mapa 3).
159
4.1.2 Análisis de los conjuntos y su contexto
Los materiales controlados en esta zona se han dividido en tres espacios, coinci-
diendo con los conjuntos industriales detectados, que en mayor o medida se han podi-
do adscribir a unas áreas delimitadas por la propia estructura parcelaria de los distintos
cultivos, en este caso coincidiendo en su totalidad al cultivo de cereal.
Por otro lado, podemos afirmar la ausencia de material cerámico salvo algún galbo
y borde de cerámica vidriada en blanco con motivos geométricos y florales en azul co-
balto, posiblemente modernos.
La zona definida bajo esta calificación está compuesta por las parcelas situadas a
ambos lados del camino que se dirige al campo de fútbol del municipio de La Puebla de
Arganzón. Según avanzamos por este, a mano izquierda, entre el propio camino y el
cauce del Zadorra, queda una reducida superficie de forma alargada donde se ubican
algunos chopos en la rivera del río y una zona preparada para el cultivo del trigo (fot. 6 y
7). Enmarcada dentro de la última terraza del Zadorra tiene una composición sedimen-
tológica de arcillas arenosas de color marrón con cantos rodados de arenisca y cuarcita
junto a algún canto de sílex muy cuarteado y de poca pureza. A su lado derecho, (fot.
8) el camino presenta un corte que permite ver la composición sedimentológica de las
parcelas dispuestas a esta parte, coincidiendo con las mismas características salvo en
el tamaño de los bloques que aquí son mas reducidos.
Teniendo en cuenta los condicionantes que de partida supone el estudiar unos con-
juntos recuperados en superficie, nuestra definición de estos queda reducida a una ca-
racterización tecno-tipológica de los mismos, esto es, intentando analizar las posibles
semejanzas técnicas que quedan plasmadas en los productos líticos para relacionarlos
entre ellos, además apoyarnos en las diversas pátinas y coloraciones de los mismos.
De esta forma esta primera serie de materiales esta compuesta por una suma total
de 38 piezas.
160
Núcleos: De pátina blanca y bastante desilificados, se caracterizan por presentar un
único frente de extracción en una sola dirección, sus dimensiones son de 5,62 x 5,14 x
2,27 cm.; 2,6 x 3,15 x 4,11 cm.; y 2,89 x 2,83 x 1,97 cm.
Láminas: coinciden con tres piezas retocadas, una truncadura y dos raspadores. De
talón diedro y plano, se caracterizan por sus dimensiones inferiores a los 7,3 cm.
Simple Abrupto
7 2
En cuanto a los tipos de retoque, se han computado tanto las piezas configuradas
en su totalidad, como a los posibles “esbozos” o piezas fracturadas donde solo se pue-
de definir su tipo de retoque pero no una morfología determinada.
Raspadores:
G22 k p sn dst [Scd ccv + Scd cvx dst]
Dimensiones: 7,46 x 3,81 x 1,01 cm.
Talón: Liso
Formato: Lámina cortical. (Lám. 1, fig. 10)
Truncadura:
T2 k p trv dst [Acd ccv]
Dimensiones: 5,92 x 2,58 x 1,03 cm.
Talón: Liso
Formato: Lámina cortical. (Lám. 1, fig. 9)
161
En cuanto al resto de piezas retocadas, solo podemos mencionar que se tratan de
dos fragmentos mediales de un posible formato laminar, presenta un retoque simple
dispuesto de forma directa sobre uno de los lados y en cuanto a la ultima pieza que
mantiene un retoque del orden de los abruptos, solo indicar que el soporte es mas
espeso, ligado a piezas carenoides y de mayor tamaño que el resto, con una posible
comparación a la familia de las grandes láminas de dorso.
162
Lámina 1. Representación de algunos materiales de la acumulación DFT1. Figuras 1, 2, 3, 4, 6, 7, y 8, las-
cas; figura 5, raspador denticulado, figura 9, truncadura trasversal oblicua y figura 10, raspador en hocico.
163
Lámina 2. Figura 11: Núcleo
Esta pequeña acumulación se sitúa en una parcela de forma triangular entre el pro-
pio río y la carretera que se dirige a Tuyo desde La puebla de Arganzón.
Foto 8. Vista central de la ubicación de los materiales DFT 2, donde se aprecia el desnivel significativo a la
hora de definir los materiales.
164
Los materiales de composición tipológica heterogénea poseen unas pátinas blan-
cas y amarillentas estas últimas parecen corresponder a un momento cultural bastante
antigua, incluyendo en este lote una pieza realizada en cuarcita.
Núcleo: Muy poco patinado, de color negro, con unas dimensiones de 3,35 x 2,64 x
1,89 cm. Trabajado mediante una técnica centrípeta.
Lascas: presentan unas pátinas que varían entre blancas y grises, con unas tipo-
metrías que oscilan entre 1,85 cm. y 3,10 cm. Todas ellas con unos grandes talones
lisos.
Lámina: (lám. 3 fig. 1) con pátina blanca y 3,8 cm. Presenta un talón diedro.
En cuanto a la pieza realizada en cuarcita (lám. 3 fig. 4), se trata de una raedera
frontal (R1), con unas dimensiones de 4,10 x 5,57 cm. Con un bulbo muy marcado y
talón diedro.
Las piezas retocadas solo contamos con dos (lám. 3 figs. 4 y 5), se tata de una Rae-
dera y de una Muesca lateral.
165
R1 k p trv dst [Scd cvx]
Dimensiones: 4,10 x 5,57 x 2,02 cm.
Talón: diedro
Formato: Lasca carenada, en cuarcita.
Este lugar es el más fructífero arqueológicamente hablando. Esta delimitado por las
vías del ferrocarril, y el propio río, composición sedimentológica coincide con la ante-
riormente descrita (DFT2) a salvedad de la altitud, pues esta está a la misma cota que
el actual cauce del río, (fot. 10)
166
Presentan las típicas características de una estación de taller al aire libre, al tener
constatados más de un centenar de piezas y todas vinculadas con la manipulación y
gestión del sílex.
167
El número total de piezas son de 224.
Con el intento de buscar unos nexos que nos permita definir las características
generales de este taller nos parece oportuno introducir otros dos criterios básicos, uno
tipométrico y otro de carácter más técnico como puede ser el estudio de los talones.
168
El primero para determinar cuales las dimensiones de los formatos donde realizar
las herramientas deseadas, es decir que tamaño de útiles son los buscados. Y el se-
gundo para entender los mecanismos de talla y poder relacionarlos a su vez con las
características de los núcleos.
Análisis tipométrico:
Como resultado, cave decir que excluyendo las fracturas donde es imposible deter-
minar su tamaño original, nos encontramos ante unos formatos de entre 3 y 6 cm. como
dominantes para las láminas y los avivados, en cambio para las lascas y las piezas
retocadas oscilan entre los 1,5 y 3 cm.
Este hecho viene a responder primero, a la búsqueda de unos formatos bien defi-
nidos tipométricamente, y la diferenciación entre lascas y láminas, a unos criterios tec-
nológicos, es decir, nos encontramos ante una industria laminar y las lascas vendrían a
producirse como consecuencia de una corrección y adecuación de los núcleos para la
búsqueda de láminas.
Las piezas retocadas presentan unos índices tipométricos inferiores a los productos
laminares no retocados posiblemente derivados a la propia dinámica de su configura-
ción mediante el retoque. Aunque esta hecho no puede ser ciertamente afirmado ya
que contamos con más piezas fracturadas que enteras.
Análisis tecnológico:
Para determinar cuales han sido las posibles técnicas empleadas, es decir, cuales
son los gestos empleados para la producción de soportes, es significativo la represen-
tación de los talones lisos, que asciende al 35% de los efectivos, si tenemos en cuenta
que el 43% de todos los productos están fracturados no podemos afirmar de forma
rotunda su carácter dominante, aunque si observamos la tabla, apreciamos que todos
los formatos, lascas, láminas, avivados y piezas retocadas poseen un talón liso.
169
Análisis de los núcleos:
Contamos con un total de 27 efectivos, que oscilan entre 5,10 x 6,08 x 4,06 cm. y
los 3,71 x 3,19 x 2,60 cm.
Otros menos representados, solo contamos con siete ejemplares, mantienen una
forma piramidal y a diferencia de los primeros están trabajados en una única dirección
pero manteniendo unos frentes de explotación opuestos, vendría a complementar los
mecanismos de producción similar a los de “tipo cuña” pero sumándole otro frente ac-
tivo. (lám. 5, fig. 9)
En esta sección contamos con un número reducido de pieza, solo contamos con 9
instrumentos bien configurados, 3 fragmentos de laminillas de dorso y 6 raspadores los
que podemos darle una caracterización tipológica. El resto son soportes con retoques
en su mayoría simple y abrupto, que a modo de esbozo o útiles mal logrados están
insertos dentro de la dinámica de trabajo de un taller.
Raspadores:
G11 k p dst [Scd cvx ]
Dimensiones: 2,35 cm. (anchura)
Talón: liso
Formato: Lámina
170
Lámina 4. Representación de algunos materiales de la acumulación DFT3
171
LD21 p sn [Acbp rct]
Dimensiones: 1,6 cm. (anchura)
Talón: fracturado (anchura)
Formato: Lámina (fragmento medial)
Con todo, hay zonas controladas susceptibles a ser sondeadas debido al potencial
arqueológico que presentan como lugares de ocupación, aunque este tipo de interven-
ción no esta contemplada para esta primera fase del presente proyecto.
172
Foto 12. Vista de aérea de los montes de Vitoria, estudiada desde su perspectiva forestal.
Es la zona más meridional donde se han realizado las prospecciones con el propó-
sito de desarrollar unos ejes de tránsito no solo vistos hacia el litoral sino también a la
depresión del Ebro e interior meseteño.
Este espacio, observado en la (fot. 15), representa un valle alargado con dirección
Nw-Se. Se caracteriza por presentar un fondo de valle mas o menos plano, de tamaño
medio, con una anchura máxima de unos 10 kilómetros en línea recta, dedicado exclu-
sivamente a uso agrario.
173
Foto 15. Vista general de uno de las posibles vías que pudieron servir de tránsito de los grupos humanos.
valle. Su parte forestal esta relegada a las pendientes de dichos montes, donde la en-
cina es la especie preponderante, en estas zonas encontramos claros donde afloran
paredes de conglomerados y areniscas, (foto 16 y 17) siendo estas las zonas rastrea-
das.
5. CONCLUSIONES
174
Hemos prestado especial atención al ámbito metodológico, no respecto a una in-
novación en cuanto a las técnicas empleadas, en este caso más bien al contrario, ya
que nos hemos limitado a un rastreo minucioso de los distintos espacios expuestos
anteriormente. Pensamos que nuestro aporte al estudio del Paleolítico en Álava reside
en entender el territorio como fuente de estudio.
Entender el paisaje como fuente de información, es decir, que tipo de interés pudo
suponer estos espacios para los grupos cazadores recolectores superopaleolíticos. En
este sentido si entendemos el espacio físico como agente activo en la definición de las
diversas estrategias acometidas por parte de las sociedades paleolíticas, nos encon-
tramos ante la posibilidad de reconstruir un entorno y su gestión; es decir, compren-
diendo un espacio geográfico en términos ecológicos podemos llegar a intuir y valorar
la importancia que supuso el territorio dentro de las pautas de supervivencias de los
grupos cazadores-recolectores paleolíticos y derivado de ello la organización social,
económica y cultural.
El segundo punto relevante en este proyecto esta vinculado al análisis de los mate-
riales. Teniendo como referencia criterios tecno-tipológicos, intentamos relacionar los
diferentes restos líticos para vincularlos entre si, de este modo, hemos podido observar
diferencias y semejanzas ente las distintas acumulaciones que a continuación expon-
dremos brevemente:
Con todo, no cabe duda de lo lejos que aún nos encontramos para poder explicar
y entender unas pautas de desarrollo y estrategias económicas de dichos grupos hu-
manos, ya que las evidencias que manejamos actualmente son muy reducidas pero lo
suficientemente sólidas como para afirmar la presencia de grupos paleolíticos, y por
tanto, una gestión y manipulación de unos recursos adscritos al territorio histórico de
Álava.
6. BIBLIOGRAFÍA
175
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25. Diputación Foral de Álava, Vitoria-Gasteiz.
VV. AA
(1987) “Carta
Carta arqueológica de Álava” Instituto Alavés de Arqueología. Vitoria-Gasteiz
Agradecimientos
177
7. ANEXO DE FICHA
UTM
X= Y= Z=
Orientación
COMUNICACIONES Y VISIBILIDAD
FRACCIÓN GRUESA:
FRACCIÓN MEDIA:
FRACCIÓN FINA:
Definición analítica:
CONTEXTO AMBIENTAL:
VALORACIÓN ARQUEOLÓGICA
178
DESCRIPCIÓN DE LA UNIDAD TOPOGRÁFICA (Ficha DUT)
UTM
X= Y= Z=
Orientación=
DISTRIBUCIÓN DE MATERIALES
DESCRIPCIÓN DE MATERIALES
SIGLA Nº FRAGMENTO
OBSERVACIONES
DOCUMENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
179
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 181-224 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Cerámica. Edad del Bronce. Edad del Hierro. Álava.
Gako hitzak: Zeramika. Brontze Aroa. Burdin Aroa. Araba.
Key words: Pottery. Bronze Age. Iron Age. Álava.
RESUMEN:
El presente trabajo analiza los conjuntos cerámicos de los sitios de Mendizabala, Salbatierrabide, Men-
dizorroza, Batán y Santa Coloma, ubicados en las proximidades de Vitoria-Gasteiz. Corresponden al tramo
cultural de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, con continuidad en algunos casos hasta época romana y
medieval. Sin embargo, a pesar de la semejanza cultural, la analítica observa diferencias significativas entre
los conjuntos alfareros según técnicas, carácteres y decoraciones. Estimamos como posible que la diferente
tipología y funcionalidad de los sitios sea causa directa de estas diferencias, notando, no obstante, influen-
cias entre unos y otros, respondiendo así a una jerarquización pensada del territorio.
LABURPENA:
Hemen aurkeztutako lanak Mendizabala, Salbatierrabide, Mendizorroza, Batán eta Santa Coloma-ko zera-
mika multzoak ikertzen ditu. Aztarnategi guzti hauek Gasteiztik hurbil auritzen dira eta kulturalki Brontze eta
Burdin aroan direla esan daiteke, nahiz eta kasu batzuetan erromatar edo erdi arorarte iraun. Hala ere, kultu-
ralki antzekotasunak izan arren, azterlanak eginda zeramika taldeen artean ezberdintasun nabarmenak aur-
kitu daitezke tekniketan, dekorazioetan nahiz ezaugarri bereizgarrietan. Lurraldearen hierarkizazio plangintza
bati erantzuten duten aztarnategien arteko eraginak ikus badaitezke ere, bestelako horien jatorria leku bakoi-
tzaren itxura eta funtzionalitate desberdintasunean bilatu behar da.
SUMMARY:
This project, analyses the pottery of settlement like Mendizabala, Salbatierrabide, Mendizorroza, Batán
and Santa Coloma, all placed near Vitoria-Gasteiz (with the exception of Santa Coloma in Badaya). Their
chronology belongs to the Bronze Age and the Iron Age, with continuation in Roman moment and Early Age.
However, despite their cultural similarities, the analysis shows important differencies between the pottery,
tecniques, characteristics, decoration. We believe that the different typology and functionality of places is the
direct cause of this differences, but we can see the influence between the settlement.
INTRODUCCIÓN
* Becaria FPI del Gobierno Vasco, Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología, UPV-EHU.
181
se ubican: en la Llanada Alavesa el primero, en la cara Oeste de Sierra de Badaya el
segundo. Tipológicamente se tratan de dos modelos de hábitat opuestos: Mendizabala
(MZAB II) es un yacimiento al aire libre en llano y con estructuras (empedrados, silo,
hoyos para postes…) bien consolidadas; por su parte Santa Coloma (SCM) es una
cueva de medianas dimensiones con una secuencia estratigráfica definida aunque par-
cialmente alteradas por la existencia de hoyos-hogares. Bajo estas consideraciones el
punto de partida asumía vocaciones económicas distintivas y complementarias entre
ellas lo que debería reflejarse, de alguna manera, en el registro cerámico.
Sin embargo, una vez revisadas las colecciones de ambos yacimientos se compro-
bó que el inventario alfarero no era excesivamente amplio, creyendo conveniente am-
pliar el estudio con la inclusión de otros depósitos inmediatos al área de Mendizabala:
tienen el valor añadido de complementarse dado que aparentemente todos pueden
encajarse entre el Bronce Medio/Final y la Edad del Hierro. De hecho no descartamos
que, por su proximidad, morfología y caracteres del registro arqueológico puedan ha-
ber consituído con su conjunto una de las primeras unidades de la actual población
de Vitoria-Gasteiz: a falta de un estudio mayor, creemos estar ante las evidencias de
poblamiento más antiguas de la ciudad. Nos referimos a los conjuntos de Salbatierra-
bide (SB), Mendizorroza (MED o GM), Batán (EBAT o GB), tal y como se los denomina
en la Carta Arqueológica de Álava. Añadimos también el corpus cerámico recuperado
antiguamente en las prospecciones de Mendizabala, que, precisamente, justificaron la
excavación arqueológica del lugar.
En definitiva, con este material nos acercaremos tanto al poblamiento del entorno
de Vitoria-Gasteiz y su comparación con el particular de la Sierra de Badaya.
METODOLOGÍA
182
Mendizorroza (al constituir su inventario un todo), y Batán (que se guarda como un con-
junto único) se definen unos grupos más o menos claros. En los otros dos lugares, Sal-
batierrabide y Santa Coloma, hemos podido describir una a una las piezas –rellenando
sus correspondientes fichas informatizadas– pero ha sido del todo imposible reunirlas
en grupos mayores al no poder compararlas entre sí.
Para la definición de las formas de las vasijas, hemos utilizado con tal fin el sistema
ideado por Picazo (1993). Como se sabe, en él se van tomando medidas en varios pun-
tos de la pieza, estos puntos son comunes para todas las vasijas. Dadas las caracte-
rísticas de fragmentación de las presentes colecciones este método ha tenido que ser
adaptado y por consiguiente, las formas obtenidas, también son distintas, las expondré
en el apartado posterior.
Figura 1. Esquema de la plantilla utilizada para medir los bordes: D (diámetro), C (caída), DL (desplazamien-
to), GL (Grosor del labio), GB (Grosor del borde).
Para la exposición de este artículo vamos a seguir, colección por colección, el mis-
mo esquema: primero la descripción tipológica de los elementos significativos de los
recipientes, esto es, de bordes, fondos y posibles suspensiones; en segundo lugar se
exponen la serie de decoraciones observadas; por último trazamos, con las limitacio-
nes indicadas, los posibles grupos de pastas.
183
Las formas
• Forma 1: Es una de las más repetidas de los yacimientos y está compuesta por
cuatro subtipos. Se trata de labios redondeados y bordes curvos con tendencia ex-
vasada.
- a: 5 piezas con una forma similar: SB.32, SB.34, SB.36 y MED 6 y MED 7, GM.8.
1756 y GM9.1757. Son piezas como ya hemos visto con el labio redondeado y borde
curvado abierto, propias de una cronología del Bronce Final y la Edad del Hierro.
- b: Una pieza SCM.A1.5.8.rev.211, labio redondeado y largo con un borde muy
curvo.
- c: Solo SB.35 es muy semejante al anterior pero con un labio redondeado más
corto, el borde es curvo.
- d: Piezas 4 y 9 de Mendizorroza I, tienen el labio redondeado, exvasado, el cuello
está marcado y la panza está curvada.
• Forma 2: esta forma es otra de las más representadas en los yacimientos. Tienen
labios redondeado y bocas ligeramente curvadas pero los cuellos y los arranques
de la panza son rectos. Está formada por 4 subtipos.
- a: Son las piezas SB.33 y SB.43, SCM.A3.6.11.13.Z1.6 y la 1 de Mendizabala I,
labio redondeado pero bordes y cuellos rectos.
- b: SB.40, labio redondeado y cerrado, borde y cuello recto pero con tendencia ha-
cia el interior.
- c: MZAB.68. Labio redondeado convexo y curvado, borde y cuello casi recto. Se
diferencia del tipo F2a en que las paredes son mucho más finas.
- d: Dos piezas SB.117, SB.431 son muy similares, tienen el labio redondeado y
con-vexo, el cuello recto, tienen perforación en la panza.
• Forma 3: otra forma compuesta por muchas piezas, como las anteriores, también
tiene varios subtipos, aunque se caracteriza por labios planos, decorados o no, y
bordes, cuellos y arranques de la panza, no diferenciados, rectos y ligeramente cur-
vados abiertos.
- a: SCM.Rev.41 pieza con labio plano que se encuentra decorado con ungulacio-
nes. El borde es oblicuo abierto casi recto y la panza recta.
- b: GM 7.1755 integra este subtipo, es el labio plano con impresiones, el borde se
estrecha y como el cuello es curvo, diferenciándose del tipo anterior.
- c: Piezas GB 3. 1738 y GB 9. 1739, son dos piezas muy similares, tienen el labio
plano decorado con digitaciones, el borde es recto. Ambas piezas están decoradas
con mamelones.
- d: SB.38 y SB.39 y SCM.A1.-268.29 piezas que carece de decoración en el labio
pero que también son semejantes a las anteriores.
- e: SCM.A3.196.10 borde pequeño con labio plano sin decorar y borde y cuellos
redondeados, sin haber diferencias entre ellos.
184
• Forma 4: Tres piezas integran esta forma que se caracteriza por tener labios redon-
deados y ser de boca cerrada. Son piezas de bocas cerradas.
- a: SB.42, pieza con labio redondeado, y borde oblicuo cerrado, que no se diferen-
cia del cuello, esta pieza podría ser una olla globulada.
- b: GB 1.1739 y SCM.A1.-240.4 piezas semejantes a la anterior pero de mucho
menor tamaño, tienen el labio redondeado decorado con digitaciones y el borde
oblicuo cerrado.
• Forma 5: Tres piezas hacen esta forma que tiene dos subtipos pero que se carac-
terizan por labios planos, bordes curvos y ruptura con la panza curva.
- a: GM 5.1753 y 75 de Mendizabala. Como hemos mencionado, labios planos, en
este caso decorados con digitaciones, el borde y el cuello son rectos y marcan dife-
rencias con la panza que es convexa, ambas están decoradas con digitaciones.
- b: GB 7, pieza sin decoración al contrario de las anteriores pero con la misma for-
ma de labio plano, borde recto y diferencia entre el cuello y la panza.
• Forma 6: Forma con labio apuntado, en bisel. Tenemos dos piezas SB.119 y 71 de
Mendizabala II, el borde y el cuello son rectos, sin diferenciarse este de la panza.
• Forma 8: La pieza SCM. Rev.26 crea esta forma, en la que el labio es apuntado
hacia el exterior, el borde se estrecha pero es recto, como el cuello que se engrosa
al estar decorado con un cordón de digitaciones.
• Forma 9: GM 6.1754, forma constituida por solo esta pieza de labio plano y borde
recto, es parte de un recipiente de boca ancha 38,1 cm.
• Forma 10: Es la pieza SB.13, es una forma abierta que por su morfología recuerda
a una escudilla, tiene el labio redondeado y el borde curvado muy abierto.
• Forma 11: Pieza semejante a la F6, con el labio biselado y el borde oblicuo abier-
to.
• Forma 12: Forma con dos tipos, tienen el borde decorado con líneas incisas en
zig-zag, lo que se denomina diente de lobo y que es más propia de la Edad del
Bronce.
- a: Piezas 2 MED GM 4. 1752 labio redondeado y borde oblicuo abierto.
- b: GB2. GB1 con labio plano y borde recto pero con tendencia a oblicuo cerrado.
• Forma 13: Piezas denominadas 70 de Mendizabala II, dos pequeños bordes con
labio redondeado y borde curvo muy estrecho.
• Forma 14: 74 de Mendizabala II, pieza semejante a F6, con labio oblicuo, biselado,
el borde es oblicuo muy abierto. Parece haber diferencia entre el borde y el cuello
pero está fracturado.
• Forma 15: SCM.2 SC:A1.200.21 forma que se caracteriza por un labio plano con un
borde oblicuo.
185
Figura 2. Cuadro donde hemos representado las diferentes formas de los bordes.
• Forma 16: Dos piezas constituyen esta forma 3 y 6 de EBAT y GB 4.1739 que tiene
labios planos con ungulaciones o digitaciones con borde recto, pero curvado cerra-
do y con cierto adelgazamiento de la pared interior.
Nos ha parecido pertinente diferenciar fondo y base: fondo como la parte interior del
recipiente y la base como la exterior, donde se apoya directamente. Así distinguimos,
los fondos planos (SB.3, SB.16, SB.17, SB.20 y SB.23) frente a los cóncavos (SB.14,
SB.15, SB. 18, SB.19., SB.21, SB.22, y Mendizabala II 22 y Mendizabala II 105).
Finalmente podemos diferenciar los que tienen paredes verticales oblicuas o con-
vexas. En el primer caso, lo vemos en las piezas SB.15, SB.16, SB.18 y convexo en la
pieza SB.14.
186
Por otro lado, para terminar con los fondos, debemos destacar una pieza de la UE
16-17 de Mendizabala II que tiene un paralelo en la UE 3 A, la pieza 78. Se trata de
unos posibles platillos que, aunque están muy fracturados, sugieren un fondo ligera-
mente convexo y con la base plana o con paredes muy cortas donde el labio sería
redondeado.
Figura 3. Resumen de las formas de fondos, las siglas subrayadas indican fondos planos en comparación
con los otros que serían cóncavos.
LOS YACIMIENTOS
Recordamos que son seis los yacimientos utilizados en el presente trabajo: Mendi-
zabala I y II, Salbatierrabide, Mendizorroza, Batán y Santa Coloma. El conocimiento de
ellos proviene de recogidas en el momento del descubrimiento (casos de Mendizabala
I y Mendizorroza), y de excavaciones (casos de Mendizabala II, Salbatierrabide, Batán
y Santa Coloma) destacando la proximidad geográfica de los cinco primeros (se reúnen
a lo largo de no más de 700 m).
Han sido elegidos puesto que son comunes en cuanto a sus cronologías, centradas
entre el Bronce Medio o Final hasta la Edad del Hierro, con prolongaciones en algunos
casos hacia las épocas romana y medieval, de las cuales no nos ocuparemos aquí.
Pero además, difieren por su tipología, constatación de estructuras y presumibles fun-
cionalidades, lo cual nos da una hipótesis diferente de interpretación.
187
Mapa 1 y Fotografía 1. Situación aproximada de los yacimientos de Mendizabala I y II (localización exacta),
Mendizorroza, Salbatierrabide y Batán. La fotografía aérea se ha obtenido a partir del programa Google Earth
2007.
188
Mapa 2 y Fotografía 2. Mapa y fotografía aérea de Santa Coloma, Solacueva, Covairada, Gobaederra y Por-
tillo de Techa. Nuevamente la fotografía aérea se ha obtenido a partir de Google Earth.
189
MENDIZABALA I
Comenzaré con la explicación de los bordes, entre las que hemos reconocido tres
de las 16 formas que hemos descrito para los yacimientos (Láms. 1 y 2):
- La pieza 8 integra la forma 7, otra forma abierta, tiene el labio apuntado convexo
pero ligeramente redondeado y muy fino. El borde y el cuello son curvados al exte-
rior, casi rectos, no se diferencian de la panza que también es recta.
(1) Las piezas de este yacimiento no están sigladas por lo que el número que tienen se les ha dado conforme las íbamos
estudiando.
190
Láminas 1 y 2. Materiales obtenidos en el yacimiento de Mendizabala por A. Llanos, en 1981.
191
• Grupo 1: Las piezas que solo tienen mica, muy pequeña y escasa, a este grupo
pertenecerían los anteriores fragmentos individualizados 1, 4 y 9, que tenían una
textura suave y una fractura rugosa.
• Grupo 2: Mica y caliza pero de pasta muy débil. La pieza 2 que no tiene desgra-
santes aparentemente, y es una pasta muy decantada que se deshace mucho, de
textura es áspera y su fractura foliácea-arenosa tendría aquí cabida.
• Grupo 4: Chamota, caliza pequeña y cuarzo, la pieza 6 junto con unos 40 galbos
integran este grupo con fractura foliácea arenosa como las anteriores piezas.
• Grupo 5: Cuarzo y caliza muy pequeña con una pasta muy suave y porosa quizás
por los posibles desgrasantes vegetales, pero de buena calidad ya que no se des-
hace. Le pertenece la pieza 8.
• Grupo 6: Mica, chamota y cantitos de cuarzo, la pieza 10, y 38 galbos, la pasta tam-
bién es de buena calidad, puesto que no se deshace.
Dado que los materiales que constituyen la colección son fruto de recogidas rápidas
y selectivas, ante lo avanzado de las obras del parking, las piezas se destacan del resto
de las colecciones por su tamaño. Sin seguridad, plena sí creemos en la posibilidad de
casar algunos de los fragmentos: así las piezas 4 y 9 podrían formar parte de la misma
olla, mientras que la 6 y la 10 (incluidas en dos grupos de pasta distintos pero próximos
en sus caracteres), convergen en varios aspectos, la forma y la decoración. Por otro
lado, las piezas que son partes no determinadas de la vasija, es decir galbos, también
muestran muchas semejanzas entre sí, sobre todo en la pasta. Dada la morfología y
tipología de las cerámicas, no podemos precisar una época en concreto, sino que las
deberíamos situar entre el Bronce Final y la Edad del Hierro.
MENDIZABALA II
Mendizabala II, ubicado en las proximidades del anterior, en una parcela de unos
1500m2 fue excavado en el año 2005 en el contexto de la arqueología de intervención.
Se individualizaron varias estructuras como parte de un complejo residencial más am-
plio:
- Un encachado, como área de actividad, que debió servir para evitar los encharca-
mientos y los barros.
- Un fosa, posiblemente para su uso como silo, que se denomina unidad estratigráfica
8 y que cuenta con una datación (fig. 4 y anexo).
- Varios agujeros de postes de disposición subcircular que permiten una aproxima-
ción morfológica del recinto habitacional.
192
tructurales, lo que limita la comprensión del sitio, y por tanto de la colección cerámica.
Sin embargo, tras el estudio de las cerámicas hemos podido reconocer tres niveles. El
primero se adscribe a la Edad del Bronce o Hierro I, que es el que nos interesa aquí.
Y luego un nivel romano y otro medieval que hemos reconocido por sus cerámicas,
por ejemplo, encontramos varios fragmentos de sigillatas y otras de cerámica grosera,
grosera de paredes finas, rugosa… (Solaun, 2005.:146 y ss.)
Tras realizar una primera observación de todos los fragmentos, hemos considerado
que tan solo podemos incluir en el estudio la UE 4 que tendría una cronología de la
Edad del Hierro, se trata de la UE que se sitúa sobre el empedrado y la UE 8, el silo que
cuenta con una datación radiocarbónica que lo sitúa en el primer milenio a.c. y por otro
lado algunas piezas de las UEs, 3 y 16-17 y del revuelto, que por su morfología podrían
ser antiguas.
Hemos estudiado un centenar de fragmentos de los que para nuestro análisis tan
sólo son efectivas unas 19 piezas, 6 bordes, 5 fondos y 8 galbos decorados. Por lo
tanto, desde un punto de vista tipológico, se han individualizado 7 bordes, todos recu-
perados en la UE8 (láms. 3 y 4).
- La pieza 68(2), representa a la forma 2c, tiene el labio redondeado convexo pero con
tendencia a apuntado muy fino, el borde es curvado abierto casi recto, también fino
pero se va ensanchando en el cuello y sobre todo en el hombro aún así, las paredes
no son muy gruesas de 4 a 5 mm.
- El borde 71, está catalogado como forma 6, tiene el labio oblicuo y engrosado, el
borde y el hombro y el principio de la panza son rectos así que no se diferencian
unos de otros, en este caso las paredes son relativamente gruesas de 5 a 6 mm.
- La 72, es una pieza con labio y borde oblicuo abierto. Pertenece a la forma 14.
- La pieza llamada 75 es una de las más interesantes del yacimiento. Se trata de una
pieza con labio plano decorado con pequeñas digitaciones. Borde recto marcándo-
se la diferencia con el cuello y la panza, curvada, en el cuello tiene 2 líneas incisas
y en la panza una línea de digitaciones. Podría ser parte de una recipiente que tiene
una boca de 29’30 cm de diámetro y paredes gruesas de 7 a 8 mm.
(2) Nuevamente los materiales no están siglados por los que las piezas tienen el número que les hemos dado nosotros.
193
En cuanto a los fondos, hemos contabilizado para Mendizabala II 5, todos con base
plana. A pesar de esta homogeneidad entre ellos, hay pequeñas diferencias como son
los talones indicados en algunas piezas (números 4, 22 y 105) y sólo ligeramente indi-
cado para, la pieza 78.
Asimismo en este yacimiento destacan dos piezas muy semejantes entre sí, a pesar
de pertenecer a dos UEs distintas, la pieza 3 de la UE 3 A y la 78 de la 16-17. Podría-
mos estar ante unos platillos, ya que tenemos la base y el fondo planos (este último
ligeramente convexo), la pared, muy corta, es oblicua abierta y ambas piezas tienen el
borde redondeado.
Por otro lado, en cuanto a las líneas incisas hay dos galbos con este tipo de deco-
ración, los números 5 y 21 y nuevamente la pieza 75. En el caso de las piezas 5 y 21,
son líneas profundas, paralelas pero que desconocemos si se trataba de composicio-
nes mayores o más complejas o en que parte de la vasija se ubican ya que estamos
nuevamente ante galbos de muy pequeño tamaño.
194
Fotografía 4. Detalle de la pieza
MZAB.75, donde podemos obser-
var las incisiones del cuello y las
leves digitaciones en la panza.
• Grupo 3: Desgrasantes escasos y muy finos, chamota, mica y cuarzo que forman
una pasta rugosa, la pieza 4 de la UE 3 A y la 52 de la UE 4 B+C pertenecen a este
grupo.
Como conclusión general, decir que en este yacimiento las piezas están muy mal
conservadas, tan solo las de la UE 8 tienen cierta entidad. Es esta, además, la única UE
para la que no existen dudas sobre su adscripción cultural, tanto por la homogeneidad
195
Láminas 3 y 4. Láminas donde hemos representado to-
dos los elementos analizados en este estudio, referidos
a Mendizabala.
196
de su inventario material como por el valor del análisis de C-14: I milenio a.c. La cerá-
mica es coincidente con lo que se ha señalado como típico del Bronce Final y de la
Edad del Hierro I (Recordemos la dificultad existente a la hora de diferenciar entre la
cerámica de esta época, la pasta y las decoraciones son muy semejantes por lo que
muchas veces, ambas se confunden). En cuanto a las otras UEs, la 4 por la cerámica
analizada la situaríamos en la Edad del Hierro mientras que la 3 y la 16-17 deben aten-
der al contexto general de la excavación (cuya memoria aún no está disponible) para
asegurar su cronología.
SALBATIERRABIDE
- La pieza número 7(3), se trata de una pieza con labio oblicuo, biselado y un borde
también oblicuo abierto, de unos 45º. La pared tiene de 5 a 6 mm de grosor y perte-
nece a la forma 11.
- La pieza 13, a pesar de estar mal conservada, está muy desgastada y no se apre-
cian las fracturas, creemos poder ubicarla en la forma 10, que hemos definido como
escudilla.
- Las piezas cuya numeración es 431 y 117 (en este caso sí aparecen siglas), serían
dos bordes rectos con labios redondeados ambos con perforación en el arranque
de la panza. Sin embargo, estas dos piezas podrían corresponder a una cronología
más moderna.
- 32, 34 y 36, son piezas muy semejantes entre sí, con un labio redondeado y un
borde curvado abierto. Catalogamos como forma 10, parece que serían parte de
recipientes exvasados y podrían tener una cronología de bronce Final hasta Edad
del Hierro II.
- Las piezas 33 y 43, integran la forma 2A, presentan un labio redondeado, pero
con un borde, cuello y arranque de la panza rectos, completamente o ligeramente
curvados abiertos.
(3) Como viene siendo habitual, estamos ante un yacimiento sin siglar por lo que hemos numerado las piezas que tenía-
mos.
197
- La pieza denominada 119, tiene un labio oblicuo pero redondeado y el borde recto.
Sería parte de la forma 6.
- La pieza 42, es una de las que más llama la atención del yacimiento, se trataría de
la forma 4, que recuerda a una figura globulada, aunque nos falta parte de la panza
para afirmarlo con rotundidad. Tiene el labio redondeado y el borde oblicuo cerrado,
en cuanto a las paredes relativamente gruesas, de 8 a 9 mm.
Como pieza diferente, tenemos la 113, es como otras una base plana con un fondo
ligeramente curvado, aunque como ocurre también en otras piezas, el fondo es más
fino que la propia pared. Sin embargo, lo que la diferencia del resto es que las paredes
que suben son convexas, tienden a cerrarse según van cogiendo altura.
Por otro lado, en este yacimiento tenemos que hacer una mención especial a las
suspensiones y elementos de prensión puesto que contamos con varias perforaciones.
Ciertamente, tres piezas son dudosas en cuanto a cronología, pudiendo ser de época
romana. Son dos bordes, 431, y 117 y un fondo, la pieza 4. Pero otra, la 704 sí tendría
una cronología más cercana a nuestro estudio de Bronce Final-Edad del Hierro. Son un
borde y un galbo con sendas perforaciones, esas piezas, aunque no encajan sí se ve
que pertenecen a la misma vasija, pero no nos permiten conocer si las perforaciones
estuvieron alineadas. A pesar de ello, podemos apreciar como las perforaciones fueron
hechas desde el exterior al interior, ya que en la cara exterior el orificio es mayor, y en
un momento en el que la pieza no estaba completamente seca, pero sí lo suficiente
como para que se observen las huellas de rotación del objeto con el que se hizo la
perforación. (Fots. 5 y 6)
Además hay un galbo, el 116, que por el tipo de pasta (con desgrasantes abun-
dantes) podría pertenecer a la Edad del Bronce, que destaca por los dos mamelones
cónicos paralelos que tiene, debemos preguntarnos si estos mamelones eran solo de-
coración como es propio de esta época o tendrían funciones de suspensión. (Fot. 7)
198
Fotografía 5 y 6. Piezas SB.704 y detalle de la misma en las imágenes, podemos apreciar las perforacio-
nes.
Finalmente, la pieza 39, es un borde que como ya hemos aludido podría tener una
digitación en el labio o impresiones con un punzón grueso, ya que no la podemos apre-
ciar bien al estar mal conservada.
• Grupo 1: Este grupo tiene como desgrasantes, cantitos de caliza y mica, su textura
es suave y su fractura rugosa. Formarían parte de él piezas como la 5, 6, 7, 11 y
13.
• Grupo 2: Mica, caliza y cuarzos grandes como en el anterior, textura suave y frac-
tura rugosa, las piezas 8, 9, 12, 14, 15, 16, 17, 22.
(4) La diferenciación de pastas no es tan fácil como en Mendizabala puesto que como ya hemos aludido, no pudimos ver
todas las cerámicas en conjunto y hay solamente en galbos más de un centenar.
199
Fotografía 8. Pieza SB.28, con unas notables hue-
llas dejadas por la chamota.
200
Láminas 6 y 7. Dibujos de las piezas analizadas de Salbatierrabide.
201
• Grupo 5: Cuarzo, mucha caliza, desgrasantes vegetales y chamotas muy grandes
que dejan improntas en la cara externa. Serían la piezas 28 y 40, cuya textura es
suave y la fractura foliácea. (Fot. 8)
• Grupo 6: Calizas muy grandes, grupo formado por la pieza 29, que al igual que el
caso anterior, su textura es suave y su fractura, foliácea.
• Grupo 7: Mica y posibles desgrasantes vegetales puesto que, la pieza 41 que com-
pone este grupo es un galbo muy poroso, con fractura rugosa y textura suave.
• Grupo 8: Es la pieza 2, con mica y caliza muy grande, a pesar de ello, la textura
suave y la fractura es rugosa.
El desgrasante más habitual parece ser la mica junto con el cuarzo y los vegetales,
en cuanto que encontramos muchas cerámicas de este tipo. Por otro lado, tenemos
muchas piezas con desgrasantes muy grandes que podrían remitirnos a la Edad del
Bronce pleno, donde las pastas no están cuidadas, no añadiéndose desgrasantes sino
siendo las propias rocas del terreno (Olaetxea, 2000: 83). Por otro lado, tenemos cha-
motas que en la Edad del Bronce en Álava solo aparecen en los depósitos en hoyo
(Baldeón, Sánchez, 2005: 105), estudiados por Olaetxea, Bizkar, Enciendo, La Paul, La
Teja, Mendizorroza y Santa María de Estarrona (Olaetxea, 2000: 45).
Para concluir, las piezas recogidas en este yacimiento son relativamente grandes
y bien conservadas si las comparamos con otras de otros yacimientos del estudio. Sin
embargo en esta comparación no se han encontrado piezas semejantes y a pesar de
la aparente buena calidad, apenas contamos con vasijas decoradas.
MENDIZORROZA
Las recogidas materiales provienen de los trabajos realizados sobre una gravera,
en la que los obreros seleccionaron los fragmentos cerámicos de buena calidad, o
más llamativos. Así el inventario se construye a partir de bordes y dos galbos decora-
dos, faltando los consabidos trozos menores. Por lo mismo deberíamos preguntarnos
si otros elementos arqueológicos no cerámicos no fueron recogidos –o realmente no
existieron–. El informe arqueológico, habla de un cuerno de carnero y de la ausencia de
otro tipo de elementos. Sin embargo, por la naturaleza de las actuaciones carecemos
de una descripción pormenorizada del depósito.
202
Comenzaré el estudio con los bordes (lám. 8):
- Las piezas GM/MED 8, 1756 y GM/MED9, 1757 son bordes muy semejantes entre
sí pero no corresponden al mismo recipiente. Perteneciente a la forma 1 A, tienen
el labio redondeado y el borde oblicuo abierto. Se marca el cuello ya que al final del
borde comienza la panza que es curvada cerrada. Las paredes son gruesas, de 5 a
7 mm.
- La pieza GM/MED 5.1753 perteneciente a la forma 5, tiene el labio plano con ungu-
laciones, el borde recto y con un marcado inicio de la panza, que es oblicua cerrada
y está decorada con una línea de digitaciones. El objeto es muy semejante a la 75
de Mendizabala. Aunque es más pequeña de 9,8 cm de diámetro.
- GM/MED 6 1754 compone la forma 9 con un labio muy plano con un borde recto en-
grosado, en el cuello vemos como se produce una ruptura al estrecharse y curvarse
con la panza, donde vemos también un gran mamelón cónico. La pared es gruesa
de 7-10 mm y muestra un recipiente de boca grande, 38,10 cm de diámetro.
- GM/MED 7, 1755, es un borde con labio plano pero ligeramente redondeado y de-
corado con impresiones a modo de ondas(5). El borde es curvado abierto y no se
diferencia del cuello ni de la panza, las paredes tienen un grosor de 5 a 6 mm.
Quizá las razones antes aludidas sean la causa de la inexistencia de fondos, por lo
que directamente examinaremos los elementos decorados, que ya hemos mencionado
son abundantes. Como medio para plasmar las decoraciones se han usado tres técni-
cas complementarias: la incisión para líneas paralelas en zig-zag o diente de lobo, la
impresión sea con instrumentos o con las uñas y las aplicaciones plásticas de cordones
y mamelones.
Comenzando con las líneas incisas, tenemos dos piezas, un borde GM4 1752 y un
galbo, 1751 con línea de incisiones en zig-zag o diente de lobo característico del Bron-
ce Medio pero que no estaría fuera de lugar en un depósito como el de Mendizorroza,
que probablemente se adscriba a este periodo (Olaetxea, 2000: 44) y que tiene para-
lelos en yacimientos como el castro de Berbeia (Llanos, Apellaniz, Agorreta, Fariña,
1975: 258 y 289).
También cuenta con líneas incisas la pieza GM7 1755, en este caso muy finas en el
borde. Esta misma pieza cuenta en su labio con impresiones de un instrumento que no
hemos podido determinar (tal vez alguna espátula o elemento óseo) a modo de ondas,
aunque este tipo de decoración, no descartamos que sean verdaderas digitaciones.
En cuanto a otro tipo de impresiones, en la pieza GM5. 1753 (fot. 9), tenemos un-
gulaciones en el labio también a modo de ondas, por tanto con semejanzas respecto
(5) Ya hemos visto este problema en Mendizabala, desconocemos cual es el objeto con el que se ha realizado esta deco-
ración.
203
Fotografía 9. Pieza GM5. 1753.
En cuanto a los grupos de pastas realmente cada pieza posee diferentes caracterís-
ticas por lo que, salvo alguna excepción, conforman por si mismas una unidad. De este
modo tenemos:
• Grupo 1: Piezas como GM 8.1756 y GM 9.1757, pasta con muchas chamotas con
desgrasantes y con una textura suave y la fractura rugosa.
• Grupo 3: La pieza GM 6. 1754, tiene muy pocos desgrasantes, sólo calizas peque-
ñas, su textura es suave y la fractura arenosa.
• Grupo 4: GM6, 1754, tiene caliza pequeña y chamotas de tamaño medio que han
dejado su impronta en la cara exterior. Su textura es muy suave y la fractura es ru-
gosa.
204
Lámina 8. Representación de las piezas de Mendizorroza.
Entre las piezas destacadas tenemos GM6, 1751 que es muy parecida a GB 2.
1737 de Batán (yacimiento del que enseguida nos ocuparemos) debido a la decoración
de diente de lobo. Y la GM 5. 1753 que es también como ya hemos mencionado muy
semejante a la 75 de Mendizabala tanto en la forma como en el tipo de decoración.
Ambas piezas cuentan con paralelos en otros yacimientos del entorno.
EL BATÁN
He dejado este yacimiento, para el final de los emplazamientos del entorno de Vi-
toria-Gasteiz porque por el tipo de pastas, podríamos hablar de una cronología del
Bronce Medio y por tanto desvincularse de los anteriores.
Estamos ante un nuevo depósito en hoyo, con restos de incineración, que se en-
cuentra a unos 300 m. de Salbatierrabide (sin que por la información disponible se pue-
205
da conectar uno con otro). Fue descubierto también en 1938 por Fernández Medrano
en la explotación de las graveras del mismo nombre: es por tanto un caso análogo
a Mendizorroza en cuanto a selección de las recogidas. Según el testimonio de los
obreros debieron ser más los hoyos detectados durante la extracción de las gravas,
sin embargo, no se conservaron. En cuanto a su estratigrafía, según aparece en la
bibliografía, (Llanos, Fernández Medrano, 1968: 51), estaría constituida por un primer
estrato de tierra de labor de unos 50 cm de potencia, superponiéndose a un paquete
de 1 m. de arena y finalmente una tercera capa de arenas de grano grueso, siendo en
esta capa donde se situaba el depósito.
La colección está compuesta por unos 46 fragmentos, contando para el análisis for-
mal, 10 bordes, y un galbo decorado. Como en los casos precedentes voy a comenzar
el análisis con la tipología de los bordes(6) encontrados, (lám. 9 y 10):
- Las piezas GB1 y GB2, 1737, son probablemente la misma pieza aunque en verdad
no encajen entre sí. Deteriorados, sus pastas se deshacen, con labio redondeado
convexo y bordes rectos. Además tienen decoración de diente de lobo, líneas en
zig-zag, como la pieza GM 6. 1751 de Mendizorroza, así que las hemos catalogado
como forma 12b. Se trata de un recipiente de boca amplia con 29,8 cm de diámetro
que encajan bien con las producciones del Bronce Medio.
- Las piezas GB 3. 1738 y GB 9. 1739 son dos piezas muy semejantes entre sí.
Tienen labios planos, decorados con digitaciones, y bordes rectos, o ligeramente
curvados decorados con dos mamelones. Estos elementos las digitaciones y los
mamelones, cerca del labio pueden situarnos estas piezas también en el Bronce
Medio. Esta forma sería la 3c, tiene paredes muy gruesas de hasta 15 mm, el diá-
metro de la boca es para la pieza GB 3. 1738 12,46 cm y para la pieza GB9, 1741,
31,8 cm.
- Las piezas que hemos denominado 3 y 6 puesto que no tienen sigla, también son
semejantes, tienen el labio plano, decorado con ungulaciones en el primer caso y
con digitaciones en el segundo, con borde curvado cerrado ambas y en cuya pared
interior podemos apreciar un cierto adelgazamiento con todo, esta forma, 16, pre-
senta unas paredes gruesas de entre 7 y 11 mm.
- La pieza GB7, se trata de un labio plano, con borde oblicuo cerrado como el cuello,
con el que no hay diferencia, pero sí con el hombro, donde se produce un punto de
inflexión con el comienzo de la panza, que desciende de manera más vertical. Por
su semejanza, con otras piezas, la 75 del Mendizabala y la GM 5. 1753 de Mendi-
zorroza, la hemos ubicado en la forma 5b.
- La pieza 8, pertenece a la forma 3d, tiene un labio recto con un pequeño saliente
hacia el exterior, y el borde oblicuo cerrado, no se ve diferencia entre el borde, el
cuello y la panza, la pared es recta, oblicua y gruesa de 10 a 12 mm.
(6) Algunas piezas sí se encontraban sigladas, mientras que otras no, por lo que daremos un número a cada una.
206
Fotografía 10. Imagen en detalle de GB 9. 1741
Por otro lado tenemos las digitaciones, que se encuentran en los labios de muchos
bordes: GB 3. 1738, GB 9. 1741, GB 1. 1739 y las piezas 6 y 8 y la pieza 3 un borde
muy pequeño que tiene digitaciones con ungulaciones, muy semejantes a la pieza
SCM.A1.-230.39 de Santa Coloma.
- Grupo 1: El más abundante (formado por unas 30 piezas) y por el que hemos defi-
nido este depósito como de pastas homogéneas. Se trata de una pasta muy vasta
y que se deshace con desgrasantes grandes de chamota, mica, caliza y posibles
desgrasantes vegetales. Su textura es áspera y su fractura rugosa. En él estarían
incluidas piezas como la 3, un borde con ungulaciones y las 8, 12, 17, y unos 26
galbos. Tiene una variante:
- 1b: Integrado por la pieza 16, tiene micas y calizas muy pequeñas, también es cerá-
mica muy vasta y que se deshace mucho, su textura es áspera pero la fractura es
foliácea.
207
Láminas 9 y 10. Parte de las piezas estudiadas de Batán.
208
- Grupo 2: Constituye el segundo grupo por número de evidencias, hasta 8. Se ca-
racteriza por la presencia de chamotas y mica como material desgrasante y su tex-
tura áspera y fractura rugosa. Esta cerámica también se deshace mucho, es muy
delicada y todas tienen aparentemente cocción oxidante. Está compuesta por la
pieza GB4, 1739 borde con digitaciones en el labio, el borde de la pieza 10 también
con digitaciones, GB 2. 1737/GB1, los bordes con diente de lobo y 4 galbos.
- Grupo 3: Pieza 1, el galbo con un pezón pequeño, la pieza 2, una pequeña carena.
Estamos ante una cerámica desgrasada con una caliza abundante pero muy peque-
ña, la textura es suave y la fractura arenosa.
- Grupo 4: Pieza 18, es un galbo muy grande con chamotas muy pequeñas usadas
como desgrasantes como viene siendo habitual, es una pasta vasta, áspera y de
fractura rugosa, que se deshace con facilidad.
SANTA COLOMA
209
Tiene su interés, además, dado que en su entorno inmediato (en la misma vertiente
de la Sierra o en el contrafuerte este de la sierra de Arkamo) se localizan los sitios de
Covairada, Gobaederra, Yerada, Portillo de Techa, Mokor así como varias expresio-
nes megalíticas –túmulos y dólmenes– sobre el propio raso de Badaya. Cuenta con
una cronología, avalada según tramos por la radiocronología, que va desde 2700 a.c.
aproximadamente, hasta época medieval. A lo largo de la secuencia litoestratigráfica
se han documentado una serie de estructuras tales como hoyos para poste y hogares
o elementos de combustión.
Para este trabajo se han estudiado los niveles pertenecientes a la Edad del Bron-
ce y Edad del Hierro, si bien se realizaron algunas comparaciones con los horizontes
romanos puesto que en ellos se incluyen algunas cerámicas de tradición indígena,
desechando por completo los que tenían cerámica medieval.
- La pieza SCM.A1.200.21 (del nivel Almc), se trata de una pieza difícil de orientar,
con labio recto ligeramente oblicuo y borde oblicuo abierto de paredes más o menos
finas, integra la forma 15.
- SCM.A3.6.9.-215.4 (Almc inf), borde con labio redondeado convexo, el borde ligera-
mente curvado abierto aunque está fracturada, hemos creído conveniente ubicarla
en la forma 2a.
210
- SCM.A1.-240.4/SCM.A1.-230.54 (Dos fragmentos que pegan, del nivel Agc/Amc)
es una pieza con labio redondeado convexo, el borde un poco engrosado pero
recto, borde oblicuo cerrado luego no se diferencia del cuello y la panza que es
ligeramente oblicua, sería de la forma 4b.
- SCM.Rev.26. (del nivel del revuelto) catalogada como forma 8, tiene el labio re-
dondeado pero apuntado ligeramente hacia el exterior, con una especie de cordón
prismático, el borde es recto y se estrecha un poco, marcando la diferencia con la
pared de la vasija que está decorada con un cordón de digitaciones.
Terminados los bordes, ahora abordamos el estudio de los fondos: las piezas SCM.
A3.5.8.-176.9/SCM.A3.6.9.-176.11 (dos fragmentos pegados, pertenecientes al nivel
Amg) y SCM.A3.5.8.156.10 (Am), ambas son planas y el fondo lo tienen más o menos
plano. El caso de la primera pieza, el fondo es más delgado que las paredes y además
tiene el talón indicado. Por otro lado, la segunda pieza llama la atención por los desgra-
santes vegetales que muestra, ya que se pueden apreciar grandes huellas (fot. 11).
211
Fotografías 12 y 13. Son ejemplos de galbos donde podemos ver las marcas de cepillado y el barro plástico
aplicado.
Punto y aparte merecen las ungulaciones en los labios, que resulta ser el otro tipo
de decoración en este yacimiento. Presente en los labios de los bordes SCM.Z1.211.68
(Almc), SCM.A1.230.54/SCM.A1.-240.4 (Agc/Amc) y SCM. Rev.41, les da una sensa-
ción de labio plano (excepto en SCM.A1.-240.4), Asimismo tenemos un cordón con
digitaciones en el borde de la pieza SCM.Rev.26., debajo de lo que parece un cordón
prismático en el labio. Y una digitación un tanto dudosa en el galbo SCM.A1.4.-239.74
(Agc).
• Grupo 1: Pocos desgrasantes, micas y calizas muy pequeñas, el interior del re-
cipiente está espatulado y el exterior alisado, la fractura es rugosa y la textura es
suave. Incluiríamos aquí piezas como, SCM.A3.8.-194.5 (del nivel Alm), SCM.A3.-
201.3 (Almc-h11) y SCM.A1.3.-226.28, SCM.A1.-230.48, SCM.A1.-230.49, SCM.
A1.-230.50 y SCM.A1.-230.53 del nivel Agc, y SCM.Rev.41 y SCM.Rev.86, del re-
vuelto.
• Grupo 3: Semejante al anterior con cuarzo, caliza grande y mica, su fractura en este
caso es arenosa, su color es marrón pero esto no es determinante. Las piezas que
pertenecen a este grupo son: SCM.A3.9.-192.3, SCM.A3.9.-192.4, SCM. A3.7.197.6,
SCM.A3.9.-188.3, SCM.A3.5.8.189.5, SCM.A5.1.-188.6, SCM.A3.7.-180.12, SCM.
A3.6.9.195.4, SCM.A3.6.9.195.1, SCM.A3.6.9.195.2, SCM.A3.6.9.195.3.
• Grupo 4: Todos los galbos con barro plástico aplicado, presentan la misma pasta,
pequeña caliza con fractura rugosa-arenosa.
212
Figura 5. Gráfico donde aparecen los distintos grupos de pasta.
213
A pesar de esta amplitud cronológica que presenta el yacimiento, las piezas cerá-
micas recogidas no son muy relevantes: el estar muy fracturadas impidiendo las re-
construcciones morfológicas, y lo escaso e intrascendente de los elementos decorados
impide una clara lectura diacrónica del lote. Las características del conjunto alfarero
–que por otra parte constituye el grueso del inventario– unido a que el yacimiento se
encuentra en una cueva de muy difícil acceso, nos haría pensar que estamos ante
un asentamiento ocasional con una funcionalidad específica que desconocemos, y en
donde el fuego, a juzgar por la importancia, amplitud y potencia de los hogares, jugaba
un papel fundamental. Probablemente sea un lugar en el que se refugian los pastores
en días de tormenta. Sin embargo no podemos olvidar que el contexto estaba alterado
por un furtivo.
214
Láminas 11 y 12. Materiales analizados de Santa Coloma.
215
CONCLUSIONES
A pesar de todo, aunque escasas, hay algunas semejanzas, en formas que se re-
piten y en decoraciones. En cuanto a las formas ya han quedado explicadas en un
capítulo precedente (figura 1), por lo que no voy a referirme a ellas en este momento.
Solo recordar que encontramos fundamentalmente bordes abiertos (Formas 1, 2, 3, 6,
7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 16), frente a los cerrados (Formas 4 y 5,), aunque como
no tenemos vasijas completas, cuando hablamos de formas abiertas o cerradas, ya
hemos aludido que nos referimos solo a los bordes, si son exvasados o no. También
predominan los labios redondeados (Formas 1, 2, 4, 8, 12 y 13) o planos (Formas 3, 5,
9, 15 y 16) ante los oblicuos o en bisel (Formas 6, 7, 10, 11 y 14). Respecto al grosor,
predominan las pastas gruesas frente a las finas, pero esto no determina entre una for-
ma u otra, solo entre variantes de la misma. En referencia a los fondos, tenemos tanto
cóncavos como planos, pero que como hemos mencionado todos tienen base plana
(figura 3).
Voy a continuar con los elementos de prensión, podemos diferenciar entre dos va-
riables, perforaciones y mamelones, siendo llamativa, la ausencia de asas. En el caso
de las perforaciones, en Salbatierrabide tenemos 3 circulares en tres bordes, un fondo
y un galbo. Llanos y Fernández Medrano en su artículo de 1968, explican que no serían
para sujetarlas en alto porque no son fuertes, sino para fijar las tapas de las vasijas al
cubrir los recipientes (Llanos, Fernández Medrano, 1968: 50).
En lo que respecta a los mamelones, muchas son las referencias que hemos hecho
acerca de si lo que teníamos eran decoraciones como motivos estéticos o van más allá
y sirven como suspensiones. Sin embargo, esto no es incompatible, ya que la decora-
ción como motivo estéticos puede tener una función. Lo mismo ocurre con las digitacio-
nes en la panza y el barro plástico aplicado que servirían para agarrar mejor. En total,
el inventario de mamelones, sería dos para Mendizabala I, Salbatierrabide contaría con
uno, Mendizorroza dos y Batan tres. Como hemos explicado por su posición pensamos
que algunos son decoraciones, aunque en Batán nos quedan más dudas.
216
IMPRESIONES INCISIONES PLÁSTICAS
Labio Directas Cordón Directas Paralelas Diente de Otros Cónico Circular Alargado Prismático Espatulado
lobo
MENDIZABALA
prospección
�
MENDIZABALA
� � � � �
SALBATIERRABIDE
� � �
MENDIZORROZA
� � � � �
BATÁN
� � � � � �
SANTA COLOMA
� � � ��
Figura 7. Cuadro donde están representados los diferentes tipos de decoraciones que hemos encontrado en
los yacimientos.
Las decoraciones que más hemos visto son ungulaciones directas, no sobre cordón,
y en su mayoría se sitúan en el labio (fig. 5). Esto no es algo extraño en los yacimientos
de esta época y encontramos paralelos en casos próximos como Berbeia (Llanos, Ape-
llaniz, Agorreta, Fariña, 1975: 258), Henayo, (Agorreta, Llanos, Apellaniz, Fariña, 1975:
106), Santa María de Estarrona (Baldeón, Sánchez, 2005: 63), La Custodia (Castiella,
1977: 276), El Castejón (Castiella, 1977: 23-276), Castillar (Castiella, 1977: 274), Par-
telapeña (Castiella, 1977: 275).
También tenemos alguna decoración con punzón en los bordes pero en menor me-
dida que las ungulaciones, aún así, también son comunes en otros yacimientos. Y tam-
bién en la carena como la pieza 69 de Mendizabala II, que tiene paralelos en Castillo
de Henayo ya aludidos.
En cuanto a las incisiones, hay alguna pieza con líneas paralelas, pero llama la
atención la presencia en dos yacimientos Mendizabala y El Batán de fragmentos con
diente de lobo, este tipo de decoración, muy relacionada con la cultura de Cogotas,
pero que permanece más en el tiempo que el Bronce Medio. Con todo, sí podría ser de
esta época ya que donde han aparecido, son yacimientos depósitos en hoyo.
217
sultar mapas geológicos, hemos observado que esta roca es propia de algunas arcillas
del entorno de Vitoria, por lo que debemos preguntarnos si sería añadida como desgra-
sante de forma voluntaria, o si siendo la propia matriz de la arcilla, eligen esta por sus
cualidades o solamente de manera aleatoria.
Para finalizar creemos que podría ser conveniente la realización de un estudio ín-
tegro de Santa Coloma y de los yacimientos que hay en las inmediaciones, haciendo
especiall hincapié en la situación espacial de las cerámicas, respecto unas de otras y
en relación a las estructuras de la cueva. Este proyecto podría quedar reflejado en la
memoria final de la excavación que aún no se ha realizado. En ella deberían incluirse
esos otros yacimientos como Covairada, Solacueva, Gobaederra y Portillo de Techa,
algunos de ellos con un estudio ya completado, resaltando la densidad de yacimientos
de esta época que nos encontramos en el Valle de Kuartango o más propiamente dicho
en las Sierras de Arkamo y Badaya.
218
Asimismo tenemos referencia de otro yacimiento en las inmediaciones, El Fuer-
te (Llanos; Fernández Medrano, 1968: 67), también descubierto por Madinaveitia en
1968, y nuevamente situado una cantera de gravas (como Mendizorroza o Batán)que
destruyó parte del yacimiento. Aquí se encontraron fragmentos bastos de cerámica y
un posible cuenco de pasta fina.
Por otro lado, en este territorio del entorno de la ciudad, tenemos asentamientos de
mayor entidad, como serían el poblado de Atxa, vigente desde el Hierro II a época ro-
mana y Kutzemendi, un poblado fortificado que aunque no se ha excavado totalmente
los controles de obra realizados han podido determinar que tiene origen en el Bronce
Final y desarrollo en el Hierro.
Agradecimientos
219
estos yacimientos y la paciencia que ha mostrado con mis dudas en la investigación,
así como a Blanca Pastor y Carmen Grima quienes me han cedido la documentación
del lugar de Santa Coloma, (incluyendo las referencias de radiocarbono del lugar, la
de Mendizabala en amabilidad de A. Alday), y a Rebeca Marina, por la información de
Mendizabala, en ambos casos inédita hasta el día de hoy. Y por último, quiero agrade-
cer a Jaione Agirre, Mª José Sánchez y Paquita Sáenz de Urturi también por la pacien-
cia que han tenido conmigo, esta vez, ante mis dudas con los materiales. Asimismo con
esta oportunidad para investigar he podido ensayar y comprobar una metodología que
trataré de explicar en la que será mi Trabajo de Investigación: Introducción a la cerámi-
ca de la Edad del Hierro en Álava.
ANEXOS
220
Figura 10. Calibraciones del programa Calpal 2006.
221
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SOPENA VIVICIÉN, M. C.
(2006) “La investigación arqueológica a partir del dibujo informatizado de cerámica”, Saldvie, nº 6. pp.13-
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(1967) “Notas sobre el yacimiento de Salbatirrabide (Vitoria)” Estudios de Arqueología Alavesa T. 2. pp.101-
118. Vitoria-Gasteiz.
223
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 225-274 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Socuevas. Postpaleolítico. Pinturas rupestres. Grabados rupestres. Abrigo bajo roca. País
Vasco. Álava. San Miguel.
Gako hitzak: Socuevas. Paleolito ondokoa. Labar-pinturak. Labar-grabatuak. Haitz azpiko aterpea. Euskadi.
Araba. San Miguel.
Key words: Socuevas. Post-palaeolithic. Cave paintings. Cave engravings. Rock shelter. Basque country.
Álava. San Miguel.
RESUMEN:
En un abrigo bajo roca, que domina el valle por el que discurre el río Baias (Álava), en los limites entre
Ribera Alta y Baja, se localizan pinturas y grabados de tipo esquemático, de carácter postpaleolítico.
LABURPENA:
Erriberagoitiaren eta Erriberabeitiaren arteko mugan, Baia ibaiak (Araba) zeharkatzen duen harana ikus-
menean duen haitzulo azpiko aterpe batean, Paleolito ondoko eskema-motako pinturak eta grabatuak daude.
SUMMARY:
Under a rock shelter that overlooks the valley through which the Baias River flows (Alava), on the border
between Ribera Alta and Ribera Baja, we find a group of schematic paintings and engravings in the post-pa-
laeolithic style.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arman.llanos@gmail.com
** jiva@w3gune.com
225
Fig. 1. Situación de Socuevas de San Miguel, en el marco geográfico de Álava.
Fot. 1. La ladera de Socuevas, unos días después del Fot. 2. La ladera actualmente, -doce años después-,
incendio (abril 1990). totalmente recuperada.
226
ENMARQUE ESPACIAL
Esta cavidad domina parte del valle que forma el río Baias, entre los pueblos de He-
reña e Igai (fig. 1 y fot. 3 y 4). Esta cuenca es una vía natural que desde la zona de su de-
sembocadura en el río Ebro, asciende hacia el norte en una alternancia de valles y es-
trechamientos, para enlazar con el cambio de vertiente, en la cuenca del río Altube que
permite llegar a la costa por un trazado relativamente fácil y cómodo. Concretamente,
este abrigo rocoso, se sitúa en unas coordenadas: UTM X 50 7127/Y 4734357(2), con una
altitud s.n.m. de 590 m. y de 89 m. aproximadamente, de altura relativa sobre el río. Tie-
ne una situación privilegiada dominando el valle por el que discurre el río Baias en este
tramo de su cuenca. Sobre una zona acantilada se formaron una serie de covachos o
abrigos bajo roca que se desarrollan en una longitud de 55 m. y en una alineación este-
oeste, concretamente con 187º (fot. 5 y 6).
LOS CASTILLOS
SOCUEVAS
8
S
-6
DE SAN MIGUEL IA
AP
BA
TA
O
RI
PIS
TO
AU
LOS BARANDALES
SAN MIGUEL
LOS ANDRINALES
227
Fot. 5 y 6. El abrigo bajo roca, de Socuevas de San Miguel.
Geológicamente la cuenca de este tramo del río Baias, se excavó sobre conglome-
rados, areniscas, limolitas, margas y calizas del Mioceno Medio-Superior, donde se so-
cavaron estas cavidades.
228
SECCIÓN A-B
A
R2 N
R3 R1
C5
229
C1, C2, C3, C4
PLANTA
C6 F10 F4 F3 F1 F2
PINTURAS F9 F8 F7 F6 F5
B
GRABADOS F11
Fig. 2. Plano de la zona del abrigo bajo roca de Socuevas de San Miguel, donde se encuentran las representaciones rupestres.
1998), comprobándose los resultados nuevamente sobre el terreno. En los grabados se
siguió un proceso similar en cuanto a la documentación fotográfica, teniendo que utili-
zar luces rasantes (fot. 7), a pesar de lo cual, en determinados casos, hubo que reali-
zar calcos sobre ellos, dado que la finura de los grabados no permitía reconocer todos
los trazos. También en este caso los resultados se contrastaron con los originales.
ENMARQUE ARQUEOLÓGICO
A lo largo del río Baias, son numerosos los lugares con testimonios de la presencia
del ser humano a través de diferentes momentos cronológicos, especialmente impor-
tantes en los estrechamientos que dan lugar a la entrada y salida a amplios valles que
se van sucediendo en su discurrir desde su nacimiento en el macizo de Gorbeia hasta
su desembocadura en el río Ebro (LLANOS et alii. 1987).
Nos parece interesante conocer los yacimientos arqueológicos que existen en las
proximidades de esta cavidad, en el valle y entorno del mismo. Estos yacimientos abar-
can un amplio abanico cronológico que oscila entre el Calcolítico y la romanización. Así
se puede ver que cualquiera de las cronologías que se adjudican a pinturas y grabados,
tiene un marco adecuado.
Fot. 8. Montaje con la situación del destruido dolmen de Los Andrinales, en relación a Socuevas.
230
FONDOS DE CABAÑA DE LOS BARANDALES (Coordenadas: 507662E/4733751N)
Una mancha rojiza en las tierras de labranza que se localizan en una terraza, sobre
la que se encontraba el dolmen de Los Andrinales, marcan la superficie en la que se
recogieron algunos materiales arqueológicos (Archivo F. Murga. Instituto Alavés de Ar-
queología).
IGAI
Cercano a este pueblo, cortado por la construcción de la Autopista AP-68, se puso al
descubierto un fondo de cabaña. Tenía una extensión de 4 m. y el estrato correspondien-
te al nivel arqueológico se encontraba a 0,80 m. de profundidad. Materiales arqueoló-
gicos consistentes en sílex, molino, y fragmentos de cerámicas modeladas. (LLANOS et
alii. 1987. 80).
231
RONILLAS
En un meandro que forma el río Baias, junto a la ermita de San Pelayo que corres-
ponde a la antigua iglesia de un despoblado conocido con este nombre, en los terrenos
que rodean este lugar, se localizaron en labores de prospección, numerosos restos ce-
rámicos de terra sigillata y de recipientes modelados (LLANOS et alii. 1987. 184). En tra-
bajos agrícolas se descubrieron pavimentos, mosaicos y restos de baños.
LAS PINTURAS
232
Fot. 10. Panel A de las pinturas en rojo.
La pintura C6, que se encuentra en una losa en el suelo del abrigo, comprende dos
grupos, en uno de ellos se aprecia por los trazos, la intervención humana, en tanto que
en el otro son manchas que parecen concreciones naturales de óxidos. Este tipo de man-
chas aparecen en numerosos lugares de los abrigos, como eflorescencias en la roca.
PANEL A
Comenzamos describiendo las pinturas del panel A. (fot. 10). Es importante advertir
que para la mejor comprensión de las descripciones la izquierda y la derecha de las
figuras se consideran bajo el punto de vista del espectador.
En lo relativo al color y cuando hablamos de color rojo es necesario aclarar que nos
referimos a una gama comprendida entre los colores M70-C10 a C20 y M80-C20 a C30 según
la tabla Y99 del COLOR ATLAS de Haral Kueppers.
Otro dato que se puede aplicar de forma general a todas las pinturas es que en los
análisis realizados no se han encontrado disolventes animales o vegetales lo que nos
permite suponer que sólo se utilizó el agua.
PINTURA C1 (fot.11)
Antropomorfo de brazos en asa que mide 160 mm. de alto por 80 mm. de ancho de
los brazos. Cuerpo en forma de clavo en el que no se diferencia la cabeza pero cuyos
233
límites se presienten por la posición de los hombros ya que no se ha representado el
cuello y lo mismo se podría decir de la cintura fijada por la posición de los brazos en
asa. La cabeza tiene los extremos redondeados.
A 10 mm. sobre la cabeza de la figura en su borde derecho se puede ver una man-
cha de pintura de forma tendente a circular de unos 8 mm. de diámetro. La figura, si-
tuada en la visera del abrigo, se orienta de Oeste a Este con la cabeza apuntando al
Este
234
Fot. 13. Pintura C3.
235
PINTURA C4 (fot. 14)
Esta complicada y sugerente figura se nos presenta como una mancha de color con
una forma tendente a fusiforme de 96 mm. de longitud y 38 mm. de ancha. La mancha
de color no cubre por completo la superficie limitada por un contorno poco definido y se
aprecian espacios que dejan al descubierto el soporte. Es también la representación
en la que aparecen en su superficie mayor cantidad de manchas de yeso y otras con-
creciones y también algunos trazos de carbón que alteran y ensucian la superficie de
la figura.
Tanto la figura como su contorno próximo están afectados por líneas y manchas de
carbón que como en casos anteriores se analizarán en GF4.
PINTURA C5
En un principio, esta figura que se encuentra sobre la pared que cierra el primer ló-
bulo de los abrigos por el sur y a un poco más de un metro del suelo del abrigo, se consi-
236
deró como una mancha natural (fot. 15). Posteriormente y al observar determinados
detalles cambiamos de opinión llegando a la conclusión de que sobre una mancha na-
tural se intervino y se modeló lo que hoy vemos. La mancha ocre sería la natural y los
trazos rojos la intervención a la que nos referimos. Hacemos esta distinción porque en
la mancha ocre no se aprecian huellas de aplicación (hoy diríamos pinceladas) y en la
roja si. Hay muchas zonas en esta mancha roja en la que los contornos están perfecta-
mente definidos y marcados, indicando su aplicación con algún tipo de “pincel”.
En una de las visitas al lugar, se localizó una piedra en el suelo de los abrigos en la
que se podían ver manchas rojas de las que algunas de ellas estaban afectadas por des-
conchados (fot. 16).
PINTURA C6
Aparecen dos grupos de pinturas que hemos denominado C6a y C6b. El grupo C6a
esta formado por dos figuras de forma y limites bastante bien definidos.
La de la izquierda es una barra coronada con una cabeza cuya forma concreta no po-
demos definir con claridad ya que ha sido desfigurada por los desconchados pero hay
rasgos que nos permiten suponerle una forma ovalada cuya anchura sería de 40 mm.
La barra, de unos 11 mm. de ancha, se interrumpe por otro desconchado. Cuando termi-
na este desconchado no se aprecia continuidad de la barra por lo que podemos asig-
narle una longitud de unos 35 a 40 mm. (fot. 17).
La figura de la derecha en líneas generales podría definirse como una barra de unos
20 mm. de anchura máxima por 40 mm. de alta. El borde izquierdo es recto y el derecho
presenta algunas irregularidades.
237
Fot. 16. Situación y detalle de la pintura C6.
238
COMENTARIOS, PARALELOS Y CRONOLOGÍA DE LAS PINTURAS
Una de las figuras más representativa del Arte Esquemático son los antropomorfos,
y basta con consultar alguno de los numerosos trabajos realizados sobre estas mues-
tras de arte o la tipología que presenta Becares Pérez, en el texto indicado anteriormen-
te en donde se señalan más de 30 variedades, para comprobar lo difícil que es la defi-
nición de dos representaciones semejantes entre sí. Lo que queremos decir es que con-
siderado nuestro Antropomorfo C1 en conjunto no encontramos ninguna representa-
ción parecida, pero comparada por partes encontramos un buen número de paralelos.
El cuerpo, brazos, piernas cortas, pies ,(5) etc. como los de C1 figuran en el amplio pa-
norama de representaciones en la península, pero conjuntadas en un sola representa-
ción, es por ahora un caso único.
Como ya han señalado P. Bueno y R. Balbín (BUENO RAMÍREZ et alii. 2009) el an-
tropomorfo de Socuevas “presenta semejanzas de formas que nos conducen hacia Ia
zona mediterránea” lo que viene a confirmar el hecho ya detectado en otras manifesta-
ciones de influencias mediterráneas(6).
Las pinturas en rojo pertenecen pues al nivel inferior o más antiguo de la estratigra-
fía de las representaciones de Socuevas.
Como conclusión, a la que llegamos por comparación, podemos encajar este grupo
de representaciones como pertenecientes al arte esquemático que se desarrolló en la pe-
nínsula desde el calcolítico como reconocen los estudios sobre este arte.
GRAFISMOS EN NEGRO
Además de las pinturas de color y los grabados, existen en los abrigos de Socuevas
una serie de grafismos en negro. Se concentran en el Panel A y todos los grupos se rela-
cionan con alguna de las figuras de color rojo a excepción del conjunto denominado GF1.
Otros trazos aislados se encuentran repartidos por diferentes puntos, incluso entre al-
gunas de las zonas con líneas grabadas (fot. 18).
239
Fot. 18. Tabla de los grupos de grafismos en negro.
Todos ellos han sido realizados con tizones es decir palos a medio quemar (carbon-
cillo o lapicero de carbón) y hay por lo menos dos tipos de grafismos que diferenciamos
por la anchura y textura del trazo.
PANEL A
GRAFISMO GF1
Para su descripción debemos considerar en primer lugar un marco rectangular de 87
x 82cm en el que se inscribe el conjunto de líneas que forman este panel (fot. 19).
De la esquina superior izquierda del hipotético marco arranca una larga línea de
grueso trazo en los inicios y que de forma sinuosa se dirige y se pierde en lo que hemos
llamado núcleo. Otra línea, también larga, de grueso trazo arranca en un punto cercano
a la esquina superior derecha del marco que desciende, describiendo un amplio arco de
240
gran radio, y termina en el núcleo. Una tercera línea de parecidas características pero
casi recta inicia su trazado en otro punto que se situaría cerca del ángulo inferior iz-
quierdo del marco y concluye como las otras en el núcleo. Finalmente una cuarta línea,
más fina y corta que las anteriores, une el núcleo con el vértice inferior derecho.
Desde el extremo izquierdo del núcleo surge una línea que se inicia con un corto
tramo recto, se curva algo más de 90º hacia la izquierda, continúa en otro corto trazo de
forma sinuosa y se curva hacia la derecha, también algo más de 90º, para seguir una
dirección ascendente con una ligera desviación de la vertical hasta alcanzar un conjun-
to de trazos que se sitúan en una zona próxima al centro del rectángulo. Este conjunto
está compuesto de dos figuras, de perfil foliaceo, situadas horizontalmente. La superior
y más larga tiene 30 cm. de longitud y los extremos finamente apuntados. La inferior,
más corta, está abierta por el extremo derecho. Un trazo recto inclinado corta la figura
superior transversalmente.
EN FIGURA C1
GRAFISMO GF2
Los grafismos en negro que afectan a la figura en rojo C1 se reducen a 6 trazos (uno
de ellos doble) y una mancha.
La mancha afecta al punto rojo situado encima de la cabeza del antropomorfo y está
formado fundamentalmente por cuatro gruesos y cortos trazos en forma de estrella a
los que se les añaden otras manchas (fot. 11).
241
Cuatro trazos más o menos rectos forman un rombo en el que se inscribe gran parte
del antropomorfo. El trazo superior izquierda tiene unos 35 mm. de longitud. El superior
derecho, ligeramente curvado, alcanza los 45 mm. y una interrupción hacia la mitad la
divide en dos partes arrancando la superior con un corto zigzag. El inferior izquierdo
tiene una longitud de 28 mm. y finalmente el trazo inferior derecho esta formado por una
línea de 44 mm y otra junto a ella de unos 25 mm. de longitud situada en la zona cen-
tral. Ambas están interrumpidas en su parte central y pensamos que no es intencionado
sino consecuencia de la aplicación del tizón.
Finalmente dos trazos han sido realizados en el interior de las piernas de la figura.
La de la pierna izquierda de 15 mm. llega hasta planta del pie y la de la pierna derecha
con otros 15 mm. de longitud se sitúa hacia la mitad de esta extremidad.
También se observan dos líneas incisas muy suaves. Una, situada en el lado dere-
cho, se inicia en el límite superior de la cabeza, debajo de la mancha roja, y desciende
105 mm. hasta confundirse con el límite del cuerpo y otra de 18 mm. que afecta al pie
y parte de la pierna izquierda.
EN FIGURA C2
GRAFISMO GF3
Forman este conjunto una línea y dos representaciones. Encima de C2 se ve una
representación compuesta de dos trazos ligeramente curvados que se juntan en la par-
te inferior y que forman una figura en forma de V. La segunda está compuesta por un
trazo en forma de C y a la que en la parte superior se le ha añadido un trazo horizontal
que termina en un semicírculo a la manera de gancho. La línea es un trazo horizontal de
unos 50 mm. de longitud que penetra 18 mm. por la mitad aproximada del costado iz-
quierdo de la figura (fot. 12).
EN FIGURA C4
GRAFISMO GF4
Podemos dividir este conjunto en tres bloques. Una serie de trazos por encima de la
pintura C4. Otro grupo que afecta a la pintura y dos trazos por debajo (fot. 14).
El bloque superior está formado por un largo trazo que arrancando por encima del
extremo izquierdo de la figura, se dirige en diagonal unos 120 mm. hacia la derecha. Es-
ta línea, por tramos, ofrece diferentes peculiaridades. Hacia la mitad forma una espe-
cie de lazada y se interrumpe. Continúa ligeramente curvada y antes de terminar se le in-
corpora otro trazo formando una especie de Y. A la altura del lazo y hacia arriba se apre-
cia una V invertida de cuya base apuntada surge una línea recta que se interrumpe y
luego continua. Debajo de esta interrupción se ven algunos puntos y manchas negras
formando una especie de racimo. Por arriba se cierra el conjunto con un fragmento de
arco.
242
El grupo de trazos que afecta a la figura está compuesto por una línea en forma de
gancho que se introduce en la pintura roja y en el interior de ésta; un tanto confusos se
ven varios trazos negros situados horizontalmente. Se completa el grupo con un trazo
que dibuja un arco pronunciado y en el extremo derecho de la figura otro trazo en forma
de arco cierra el conjunto a la manera de paréntesis.
Por debajo de la figura dos trazos, uno largo horizontal y otro más corto vertical, se
cruzan formando una cruz.
Nos encontramos al menos con tres tipos de grafismos en negro. Uno realizados con
trazos gruesos y consistentes como los que se ven en GF1. Otro de trazos más delga-
dos y finos como es la cara representada en este mismo panel, y un tercer tipo forma-
do por los GF2, 3 y 4 que están relacionados con alguna de las pinturas de color rojo.
LOS GRABADOS
Se sitúan en diferentes zonas del abrigo bajo roca pero especialmente se concen-
tran en uno de los lóbulos del conjunto de covachos (fig. 2).
243
Fot. 21. Grabados finos de tipo filforme.
de poca profundidad (fot. 22) que deja diseños en los que predominan los trazados con
líneas curvas además de alguna línea más o menos recta. En este caso los identifi-
caremos como grupo R. Por último, de forma escasa, existen algunos temas referidos
a epígrafes nominativos de carácter moderno, que los consignaremos como grupo N
(fot. 23).
Fot. 22. Grabados mediante raspado superficial. Fot. 23. Grabados nominativos.
244
Son varios los conjuntos que se localizan en este abrigo. Los del grupo F se traza-
ron sobre un escalonamiento rocoso formado en el frente de la cavidad. En unos casos
se realizaron sobre los frentes verticales de la roca, en tanto que en otros casos, los me-
nos, son trazos que ocupan superficies horizontales. En algunos puntos, principalmen-
te en el conjunto 2, se ven unos repiqueteados formando círculos que se dan aislados o
sobre ciertas figuras. En cuanto a las temáticas parecen corresponder a un mismo o pa-
recido concepto de diseño, salvo alguna excepción. Parecen presidir una idea que se
desarrolla en base a reticulados, y sistemas paralelos, así como entrecruzados de líneas.
En cuanto los del grupo R, se localizan sobre la pared y concentrados en un pequeño
espacio.
Hacemos hincapié sobre la dificultad que entraña realizar un trazo grabado sobre la
roca, en superficies verticales, que en casi todos los casos están en una franja, cuya al-
tura máxima está a poco más de 1 m., situándose algunas a la altura del suelo (fot. 24).
R2 F4 F1
R3 R1 F5
F8 F7 F6
F9 F10 F3 F2 F12
F11
GRABADOS GRUPO F
245
Fig. 3. Conjunto F1.
246
Fig. 4. Conjunto F2.
247
Fig. 6. Conjunto F4.
CONJUNTO F4 (fig.
fig. 6) Posición frontal.
Es un grupo que refleja una estructura de equilibrio, dentro del concepto reticular.
Lo forman líneas verticales o inclinadas, en las que se vuelven a encontrar elementos
ahorquillados. Cortando a estas, otras líneas horizontales reticulan el conjunto.
248
Fig. 7. Conjunto F5.
249
Fig. 9. Conjunto F7.
250
CONJUNTO F9 (fig. 11) Posición frontal.
Predominan los trazos verticales, ocho en total, y tres de trazo horizontal. En la par-
te inferior se entrecruzan dejando unos espacios reticulados. Algunas formas son hor-
quilladas. También en este conjunto se dan trazos carbonosos.
251
Fig. 12. Conjunto F10.
252
otras grabadas con objetos de punta roma que deja unas acanaladuras de hasta 3 mm.
de anchura. Se alternan líneas rectas o con ligera curvatura con otros trazos ondulados
que se ordenan en conjuntos paralelos.
253
GRABADOS GRUPO R
Se agrupan en la zona media sobre la pared del abrigo, en un espacio que se sitúa
sobre el frente rocoso de los grabados F. Prácticamente no se pueden considerar es-
trictamente como grabados sino como líneas conseguidas mediante un raspado super-
ficial. Forman unos pequeños grupos que pueden describirse de la siguiente forma.
254
Fig. 16. Conjunto R2.
255
Fig. 17. Conjunto R3.
256
COMENTARIOS, PARALELOS Y CRONOLOGÍA DE LOS GRABADOS
Cada vez son más, o al menos se presta más atención a un cierto tipo de grabados
de trazo fino que componen líneas entrecruzadas y reticuladas, que aparecen sobre di-
ferentes soportes tanto inmuebles como muebles, y que van siendo dados a conocer en
recientes publicaciones. De entre todo lo publicado los ejemplos que presentan mayo-
res similitudes en cuanto al concepto de los grabados de Socuevas de San Miguel, son
los localizados en algunos abrigos de Aragón junto a otros lugares del centro de la Pe-
nínsula Ibérica, especialmente en cuevas del Alto Duero.
257
el caso de las figuraciones CS3 y CS4 de la Cueva del Silo en el complejo de Atapuerca
(MARCOS et alii. 2001), o sobre estelas como en las del poblado de La Hoya (Laguardia.
Álava) (LLANOS 2002b) o en la de El Pozo, al pie se éste, y en las del poblado de La Cus-
todia (Viana. Navarra), o la de Valdevarón a no mucha distancia de la anterior (7).Otros
ejemplos son las estelas localizadas en las excavaciones de los poblados de Basagain
(Anoeta. Gipuzkoa) (PEÑALVER-SAN JOSE 2003) y Gastiburu (VALDES 2009).
SONDEOS ARQUEOLÓGICOS
En total fueron cinco los sondeos realizados en zanja, perpendiculares al abrigo con
una orientación este-oeste, y con una medida de 2,00 m. de largo por 0,60 m. de ancho.
Cuatro se realizaron en el interior del recinto vallado y uno al exterior frente a la puerta
de entrada. Estratigráficamente todos ellos fueron similares, formados por 3 UE. Una
primera correspondía a la capa superficial de tierra vegetal de color gris que contenía
cenizas y carbones procedentes del incendio que asoló toda la zona en 1988, pasando
la segunda a ser de coloración ocre, producto de la descomposición de la roca, y final-
mente la tercera correspondía a la roca misma.
258
CONSIDERACIONES GENERALES
Una primera observación en cuanto a lo aquí representado, nos hace ver una dife-
rencia entre el grupo de pinturas en rojo, y las realizadas en negro y sobre todo con los
grabados. En el primer caso de las pinturas en rojo, tanto la técnica como la temática,
tienen un tratamiento diferenciador de las demás representaciones, se orienta hacia es-
tilizaciones de la figura humana realizándose mediante pintura aplicada con algún tipo
de pincel. El otro tipo de pinturas de carácter carbonoso, se trazaron mediante tizones
(carboncillos o lapiceros de carbón) reflejando temas difícilmente identificables, salvo
una cabeza humana de perfil, englobada en uno de estos motivos. Los otros trazos car-
bonosos que aparecen en varios puntos de la cavidad se limitan a plasmar pequeños
trazos. Por último, los temas grabados cambian el concepto, orientándose a composi-
ciones lineales, generalmente de diseño reticular. Esta secuencia de representaciones,
parece indicar una sucesión en el tiempo –más o menos dilatado– con lo que el lugar
parece que siguió ejerciendo las mismas o parecidas funciones que tuvo en su origen,
representado por el momento de la creación de las pinturas en rojo.
SI atendemos a la razón de ser de este lugar y su elección para acoger estas mues-
tras de arte rupestre, tendremos que analizar su estructura y situación. Lo primero que
podremos concluir es que no se utilizó como lugar de habitación, –si tenemos en cuen-
ta los resultados de los sondeos– a pesar de reunir unas condiciones óptimas para ello.
Desde este lugar se domina el valle que se extiende a sus pies, por el que discurre el
río Baias, ejerciendo por lo tanto como una atalaya sobre los yacimientos que se rela-
cionaron en el consiguiente apartado. A la vista de todo ello, parece que la opción más
razonable es la que aboga por considerarlo como un lugar de reunión o culto, en el que
se celebrase algún tipo de ritual que dejó en sus paredes estos testimonios gráficos. Es
decir un verdadero santuario en el sentido más amplio de la palabra, que ejercía como
tal para los grupos humanos que vivían en sus proximidades.
Fot. 28. Cierre de la zona con arte rupestre. Fot. 29. Equipo que ha intervenido en los trabajos de inves-
tigación.
259
NOTAS
1. Un calendario de las visitas y trabajos llevados a cabo se pueden resumir de la siguiente manera:
• Marzo y abril de 1999. En varias ocasiones José Ignacio Vegas inicia el estudio de las pinturas, fotogra-
fiando, haciendo calcos y mediciones.
• Marzo de 1999. José Ignacio Vegas notifica, mediante un informe, al Museo de Arqueología de Álava,
este hallazgo.
• Junio de 1999. Giran una visita al lugar, acompañando a José Ignacio Vegas, P. Bueno, R. Balbín, Ame-
lia Baldeón, Elisa García. En una primera valoración se inclinan a considerarlas auténticas. Se toman
cuatro muestras para su análisis.
• Durante los años 2000 al 2002 y en 2005, José Ignacio Vegas, gira visitas periódicas para controlar
posibles alteraciones, controladas mediante sucesivas fotografías.
• En 2008 planteamos (J. Vegas y A. Llanos) el estudio de pinturas y grabados.
• Durante varios días, de setiembre de 2008, Armando Llanos, Fernando Galilea, y María Nieves Urrutia,
llevan a cabo los trabajos de topografiado del abrigo, así como calcos y fotografías de los grabados
• Septiembre de 2008. Visto el interés de las representaciones, Armando Llanos, cursa un escrito a la
Diputación Foral de Álava, solicitando un informe al Servicio de Restauraciones sobre el estado de las
pinturas y en su caso su consolidación, así como el cierre del abrigo, evitando que sirva como refugio de
personas incontroladas, que con la realización de hogueras, hacían peligrar su conservación. Su cierre,
por parte de la Diputación Foral de Álava, se lleva a cabo en noviembre de 2008 (fot. 28).
• Julio de 2009. Con el fin de obtener algún dato complementario sobre el contexto que rodea estas re-
presentaciones, se solicita un permiso para llevar a cabo sondeos en el suelo del abrigo. Realizados en
agosto de 2009, con la participación de Armando Llanos, José Ignacio Vegas, María Nieves Urrutia, Fer-
nando Galilea, Fernnando Galvez, Arantxa Cacho, Julen Llanos, Feli Benito (fot. 29).
• En compañía de Armando Llanos, giran visita el técnico del Servicio de Restauraciones de la Diputa-
ción Foral de Álava, Emilo Ruiz de Arcaute y la técnico Diana Pardo, para realizar una toma de datos y
muestras para análisis, como labor previa a la consolidación física de las pinturas.
3. Nos referimos al instrumento utilizado para extender la pintura cuya constitución por ahora desconoce-
mos. En general son encontrados o manufacturados y por lo tanto de una gran variedad. Las plumas de ave
podía ser uno de estos pinceles ya que reúne todas las exigencias que se requieren a este instrumento y no
precisa manipulación.
4. En el análisis nº 1 de la DFA se señala que “… por encima de un estrato de yeso se localiza una capa
de carbonato cálcico y posteriormente la pintura”.
5. Por ejemplo encontramos antropomorfos con pies representados en “Los Tajos de Bacinete” y “El tajo
de las Figuras” en Cádiz, “El canchal de Zafron” en Salamanca, Valonsadero en Soria.
7. Agradecemos a D. Luis Arazuri, el habernos facilitado datos y fotografías de estas dos estelas nava-
rras, hasta hoy inéditas.
260
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(1998). “Técnicas digitales para la elaboración de calcos de arte rupestre”. Trabajos de Prehistoria 55. nº 1.
pp.155-169. Madrid.
262
ANEXO
Con objeto de autentificar estas pinturas se tomaron muestras que se enviaron para
un análisis valorativo de los pigmentos, a dos laboratorios. Al Instituto del Patrimonio His-
tórico Español dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia, por mediación de la
Universidad de Alcalá y a Arte-Lab, Laboratorio para el Análisis, Documentación y Apo-
yo Científico para la Restauración de Obras de Arte, por encargo del Servicio de Restau-
ración de la Diputación Foral de Álava.
1. DATOS DE IDENTIFICACIÓN
2. IDENTIFICACIÓN DE MUESTRAS
Dados los escasos volúmenes de muestras recibidos la técnica analítica básica em-
pleada ha sido la microscopía electrónica de barrido (SEM-EDX). El equipo empleado
es un JEOL JSM 5800 acoplado con un sistema de microanálisis mediante espectro-
metría de dispersión de energías de rayos X Oxford Link Pentafet con capacidad de
detección de elementos con Z>4. Las micromuestras han sido preparadas mediante
adhesión directa sobre un disco adhesivo, de carbono siendo posteriormente metal
izadas con oro. Los microanálisis han sido realizados tanto sobre el conjunto de la
muestra como sobre partículas individuales.
263
cristal de silicio con objeto de minimizar el “ruido de fondo”. Las condiciones analíticas em-
pleadas han sido: radiación KαCu, 40 KV, 30 mA, 2Θ 2-60° e intervalo de paso de
0,02°/s.
4. RESULTADOS
• Muestra 1
El microanálisis global realizado (microanálisis 1.1) detecta S, O y Ca como ele-
mentos principales (asignables a la presencia de yeso) y bajas proporciones de Si, Al
y Fe (asignables a la presencia de cuarzo y/o una arcilla ferruginosa ó a la presencia
combinada de cuarzo y/o una arcilla con óxidos de hierro).
• Muestra 2
En el microanálisis global (microanálisis 2.1) se detectan, además de los elementos
del yeso, cantidades significativas de Si, Al, Mg, K, Fe y C (asignables, al igual que en
la muestra nº 1, a cuarzo y/o arcillas ferruginosas y carbonatos) e indicios de Sr y Ba
(asignables a celestina(1) -SrS04- y baritina -BaS04-)· Los carbonatos parecen concen-
trarse en la base de la muestra.
• Muestra 3
El espectro obtenido en el microanálisis EDX global realizado sobre esta muestra
(microanálisis 3.1) es similar al de la muestra nº 1, con presencia, además de carbona-
tos. Al igual que en la muestra nº 2 se detectan indicios de Sr-Ba, asignables a celestina
y baritina (microanálisis 3.2).
(1) La celestina es un mineral común en rocas evaporíticas marinas. El Sr puede ser sustituido por Ba existiendo una serie
completa de soluciones sólidas hasta la baritina.
(2) Las reflexiones principales de este mineral, por presentarse a nivel de indicios, se confunden con el ruido de fondo del di-
fractograma. Su identificación puede, no obstante, considerarse correcta en base a la detección de Sr y Ba en los microaná-
lisis mediante EDX.
264
• Muestra 4
En esta muestra los microanálisis EDX se han realizado tanto sobre una superficie
del material pigmentado como sobre el soporte sobre el que se apoya.
Fot. 3 y 4. Detalles de la textura de la muestra nº 2. Los puntos “brillantes” que se observan en la fotografía
n2 4 corresponden a concentraciones de sulfato de estroncio. Escala gráfica: 20 µm.
265
Fot. 5 y 6. Detalles de presencia de esporas (colapsadas) en la superficie de la muestra nº 2. Escala gráfica:
5 µm.
Fot. 9. Detalle del estriado superficial que aparece en Fot. 10. Detalle de la textura de la muestra nº 4 en el
la muestra nº 4. Escala gráfica: 50 µm. soporte blanco de la superficie pigmentada. Escala
gráfica: 5 µm.
266
Muestra nº 1 Muestra nº 2
Muestra nº 2 Muestra nº 4
267
Muestra nº 3 Muestra nº 4
Muestra nº 4
268
ARTE-LAB. S.L.
Análisis
álisis y Documentación
Doc de Obras de Arte
Apoyo Científico a la Restauración
Nº 1 Rojo
Nº 2 Rojo
Nº 3 Rojo
Nº 4 Negro
• Microscopía óptica con luz polarizada, incidente y trasmitida. Luz halógena y luz UV.
• Espectros copia infrarroja por transformada de Fourier (FTIR por transmisión y
FTIRATR).
• Cromatografía de gases-espectrometría de masas (GCMS).
• Cromatografía en capa fina de alta resolución (HPTLC).
• Microscopía electrónica de barrido–microanálisis mediante espectrometría por dis-
persión de energías de rayos X (SEM–EDXS).
269
4. RESULTADOS
• Nº 1. Rojo
• Nº 2. Rojo
CAPA COLOR ESPESOR (µm) PIGMENTOS/CARGAS OBSERVACIONES
1 rojo 530 carbonato cálcico, sílice, tierras, óxido de hierro posible capa de pintura(4)
270
• Nº 3. Rojo
• Nº 4. Negro
(5) En los análisis mediante SEM-EDX se ha identificado Sr y Ba, estos elementos pueden estar asociados a componentes
de la roca o de la arcilla roja (tierras) identificada en la capa superior (sulfatos y/o carbonatos)
(6) Como en la micromuestra anterior, en los análisis mediante SEM-EDX se ha identificado Sr y Ba en el soporte de la pin-
tura, estos elementos pueden estar asociados a componentes de la roca (sulfatos y/o carbonatos) que sirve de soporte. Se
detectan también sodio (Na) y cloro (Cl) que podrían relacionarse con sales.
271
5. OBSERVACIONES
En nuestra opinión esta es una línea de trabajo de gran interés, ya que el estudio en
profundidad de estas posibles pinturas rupestres pudiera aportar datos esclarecedores
sobre la época y técnica pictóricas empleadas en estas decoraciones de la Socueva de
San Miguel.
(7) Describimos esta capa como estrato ya que el yeso aparece en una franja horizontal, extendido a través de toda la parte
inferior de la micromuestra. Es recomendable realizar estudios de posibles sales de nueva formación para esclarecer el ori-
gen de este estrato
272
ANEXO
273
Fig. 5. Espectro EDX obtenido del análisis realizado sobre
la capa más interna de la micromuestra Nº 3.
274
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 275-296 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
RESUMEN:
En un abrigo bajo roca, en el Parque Natural de Valderejo, en Álava, se localizó en marzo de 2006 un
conjunto de pinturas rupestres, formado por cuatro temas de tipo astrológico, antropomorfo y zoomorfo,
pintados en color rojo mediante técnica de “lapicero”. Aparte de los aspectos descriptivos, tanto del medio
geográfico, como de los yacimientos arqueológicos próximos, y de las propias pinturas, se avanza una inter-
pretación-lectura del conjunto pictórico y unas conclusiones sobre su cronología.
LABURPENA:
Harkaitz baten azpiko aterpe batean, Valderejoko Parke Naturalean, Araban, 2006ko martxoan aurkitu
zen labar-pinturen multzo bat. Mota astrologiko, antropomorfo eta zoomorfoko lau gaik osatzen dute; “arka-
tzez” izeneko teknikaren bidez gorriz margotuta daude. Deskripzio-aspektuez aparte, ingurune geografikoari
dagokionez zein gertu dauden arkeologia-aztarnategiei dagokienez, eta pinturez gain ere, margo-multzoari
buruzko interpretazio-irakurketa bat eta bere kronologiari buruzko ondorio batzuk aurreratzen dira.
SUMMARY:
In a shelter under rocks, in Valderejo Natural Park, in Alava, a group of cave paintings was located in
March 2006. It was composed of four themes of the astrological, anthropomorphic and zoomorphic types,
painted in red colour by using the “pencil” technique. Apart from the descriptive aspects, both of the geogra-
phic environment and nearby archaeological sites, and of the paintings themselves, we propose an interpreta-
tion-reading of the pictorial group and a set of conclusions about their chronology.
Este conjunto pictórico se descubrió en los trabajos que se estaban llevando a cabo
por el Instituto Alavés de Arqueología para el estudio arqueológico del Parque Natural
de Valderejo. El equipo que trabaja en este proyecto de revisión y localización de nue-
vos yacimientos, dirigido por Fernando Galilea Martínez, está formado por Andoni Alda-
ma Murga (autor del hallazgo), Aitor Sáenz de Gordejuela Aldama así como por Enrique
Arberas.
Fue en una de las salidas al campo, por el equipo que trabaja en este proyecto de
revisión y prospección de nuevos yacimientos en el ámbito del Parque, cuando se loca-
lizaron en marzo de 2006. Teniendo en cuenta su situación, en una zona de tránsito ha-
bitual de excursionistas, y a instancias de este Instituto, la dirección del Parque llevó a
cabo el cierre del conjunto para preservar su integridad.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arman.llanos@gmail.com
275
Figura 1. Situación de las pinturas rupestres de Portillo Lerón, en la zona de Valles, en el poniente alavés.
(1) A principios de 1960, Domingo Fernández Medrano, director por aquellos años del Museo de Arqueología de Álava, ya
nos informó sobre la existencia de pinturas en el Puerto de Herrera, aunque nunca nos terminó de fijar el punto concreto de
su existencia.
276
Foto 1. Invierno de 2007. La nieve
cubre prácticamente las pinturas.
EL ESPACIO
Este valle tiene forma alargada, (fots. 2 y 3) con dirección noroeste-sureste, siendo
recorrido todo él por el río Purón, que a través de un estrecho desfiladero (fot. 4) se
abre hacia tierras burgalesas, vertiendo sus aguas al río Ebro, en el Valle de Tobalina.
Por su lado norte, oeste y parte del sur, el valle se cierra con potentes farallones roco-
sos –las diferencias de alturas entre el fondo del Valle y las zonas altas amesetadas es
de aproximadamente 250 m.–, lo que hace que las salidas hacia las zonas amesetadas
que lo circundan, en parte de su perímetro, se realice mediante portillos. Los escarpes
rocosos (fot. 5) están configurados por calizas y dolomías del Coniacense y del Santo-
niense –con una presencia importante de Karst–, que dejan grandes abrigos corridos
en su base. El fondo del valle es de carácter margoso y una parte, excavada por el río
Purón, de calcarenitas del Cretácico y calizas masivas, así como de formaciones tobá-
ceas que llegan a tener una potencia de 10 m.
277
TÚMULO
LERÓN
BOVEDA
MENHIR DE
EL GUSTAL TALLER DE SILEX
DE LERÓN
PINTURAS
RUPESTRES
EL CASTRILLO
EL ROBLIZAL
LAHOZ
Foto 2. Ortofoto de la zona norte del Parque Natural de Valderejo, donde se sitúan las pinturas rupestres y
los yacimientos próximos.
PINTURAS RUPESTRES
278
Foto 4. Paso de Ribera, con el camino tallado en la roca. A sus pies corre el río Purón, en su discurrir a tierras
burgalesas.
EL ENTORNO ARQUEOLÓGICO
Los más próximos a las pinturas rupestres del Portillo Lerón, en un radio que no ex-
cede los 2 Km. son:
279
PINTURAS RUPESTRES
PINTURAS RUPESTRES
Foto 6. El escarpe rocoso por donde asciende el camino hacia el Portillo Lerón.
280
POBLADO DE EL CASTRILLO. Ya en el fondo del valle, junto al camino de ascenso al
Portillo de El Barrerón, se extienden una serie de aterrazamientos y estructuras que
parecen corresponder a un lugar de habitación. Es un establecimiento en ladera. (Hie-
rro?).
CAMPO TUMULAR DE SAN LORENZO, a una distancia de 2.300 metros, hacia el sur-
oeste y, a unos 6.500 m., en el estrechamiento del cañón por donde discurre el río Pu-
rón, existen unos abrigos bajo roca, denominados de la Cuesta Herrán, donde se han
recogido abundantes materiales cerámicos. (Calcolítico. Bronce?) (Llanos 2007).
EL PORTILLO DE LERÓN
Se llama así uno de los portillos de acceso a la parte amesetada de la sierra, enmar-
cable en una especie de circo (fots. 5 y 6), en el escarpe calizo. Se encuentra al final y
en la parte alta de un sendero que asciende desde la parte baja del valle, y que tiene a
ambos lados los lugares de hábitat de El Castrillo y El Roblizal (fot. 7). Justamente en
la parte alta del camino, en su lado este, en un abrigo bajo roca (fot. 8) (fig.2), se en-
cuentra el grupo de pinturas rupestres (fot. 9) Aunque siempre ha funcionado como un
portillo que salva el escarpe rocoso, realmente se trata de un acceso con ciertas limita-
ciones para el tránsito, especialmente de animales, ya que para pasar el último tramo
es necesario salvar un escalón en la roca de metro y medio de altura. Las coordenadas
del abrigo donde se encuentran las pinturas rupestres son: 42º 54´076” N - 3º14´215”
W / 4 80 658 E - 47 49 964 N. Están a una altitud de 1.146 m.
Desde este lugar se tiene una visión total de todo el Valle, desde la entrada, al sur,
por el desfiladero del Purón (fot. 7). Es la vía natural para acceder a las tierras septen-
trionales, desde la cuenca del río Ebro, remontando el río Purón.
LAS PINTURAS
281
Foto 7. El valle desde el Portillo Lerón. Al pie, en primer término, se observan los yacimientos-poblados de El
Castrillo y El Roblizal. Al fondo, la salida del río Purón por el desfiladero de Ribera.
Foto 8. La zona acantilada donde se localiza el abrigo bajo roca de Portillo Lerón.
282
A
ABRIGO BAJO ROCA DE PORTILLO LERÓN
2 m.
B
0 1 2 m.
0
283
Foto 10. Conjunto de las pinturas rupestres.
Son cuatro los temas representados, que aunque pueden considerarse como ele-
mentos independientes, dada su temática, y el estar agrupados en una clara alinea-
ción, pueden interpretarse como un mensaje que quizá sí pueda tener una lectura de
conjunto.
284
Foto 11. Figura del soliforme. Figura 3. Calco digital del soliforme.
Foto 12. Figura del antropomorfo. Arquero. Figura 4. Calco digital del antropomorfo. Arquero.
ZOOMORFO. Tiene unas medidas máximas de trazo de 12 por 9,4 cm. Parece re-
presentar un animal con cuernos, siendo la parte que corresponde a la cabeza la que
mejor se define, quedando bien perfilada, la parte alta del lomo hasta la zona del rabo
que se insinúa alzado. La parte inferior queda más indefinida y borrosa (fot.14) (fig.6).
La duda en la identificación del tipo de animal de que se trata, puede quedar entre dos:
un cáprido o un bóvido. Teniendo en cuenta la forma y disposición de la cornamenta y
sobre todo el trazado de la testuz de la cabeza y su unión con el morrillo, parece indicar,
por su anchura, que se trata de un bóvido.
285
Foto 13. Figura del antropomorfo. Ente. Figura 5. Calco digital del antropomorfo. Ente.
Foto 14. Figura del zoomorfo. Bóvido. Figura 6. Calco digital del zoomorfo. Bóvido.
286
debe hacerse de izquierda a derecha, si tomamos como punto referencial la de la orien-
tación del arquero, corriendo en esa dirección, lo que dirige la lectura hacia la derecha.
Así tendremos en primer lugar el símbolo solar, que podría asociarse al tiempo, posi-
blemente estacional (verano, día), o de bonanza. El antropomorfo puede interpretarse
como una actuación de carácter dinámico, en función de arquero. La tercera figura,
entre el arquero y el animal, es la que presenta dudas. Finaliza el conjunto la figura del
zoomorfo. Si abogamos por la tesis de que forman un conjunto de expresión, reflejando
una idea, una posible interpretación pudiera ser:
PARALELOS
En cuanto a los paralelos y comenzando por las más próximas, veremos que en el
territorio alavés son otros dos los lugares donde aparecen este tipo de pinturas con las
mismas características que las de Portillo Lerón; utilizar un abrigo bajo roca, y estar
pintadas en color rojo. Estos lugares son: Las Yurdinas, en el Puerto de Herrera (García
Diez; Hortola 2003) y otro en el covacho de Socuevas de San Miguel, en la cuenca del
río Bayas. En otro contexto y con unas características diferentes, como es el de la elec-
ción del espacio donde se representaron (en el interior de las cuevas) y utilizar el color
negro para pintarlas (Llanos 1963), existe la de la cavidad de Solacueva de Lakozmon-
te (Llanos 1961), donde encontraremos algunos paralelos. También en abrigos bajo
roca y pintadas en rojo, se descubrieron en La Peña del Cantero en Echauri (Navarra)
(Santesteban 1968) (García Diez; Hortola 2003), o en la cueva de los Arqueros en Vi-
veda (Santander) (Pumarejo; López 2000). Independientemente de la existencia, fuera
del ámbito próximo al hallazgo en estudio, los encontraremos en Cuenca y sobre todo
en el área nuclear del Bajo Aragón, Levante, el alto Duero, Andalucía y Extremadura.
287
los paralelos más próximos, en cuanto a concepción, las representaciones solares con
los llamados “dientes de lobo” de las estelas discoidales, en el ámbito de la Edad del
Hierro.
Por último, existen figuras con representación de bóvidos, aunque con un porcen-
taje muy bajo comparándolas con las que representan a otro tipo de animales, como
cabras o ciervos. Pinturas de bóvidos pueden verse en el abrigo de las Yurdinas (Pe-
ñacerrada. Álava) o en el de los Torrudanes, en la Vall d´Ebo, y en el abrigo de Port de
Confrides (Alacant) (VV.AA. 1998), en la Peña del Escrito, en Villar del Humo (Cuenca)
(Ruiz 2004), o en la Cueva del Engarbo I, en Santiago de la Espada (Jaén) (VV.AA.
2005).
CRONOLOGÍA Y CONCLUSIONES
288
Gimpera. Posteriormente otros autores fijan su inicio en el Epipaleolítico. Se han reali-
zado intentos de asociar los yacimientos arqueológicos existentes en el mismo abrigo
al pie de las pinturas e incluso los que se encuentran en sus proximidades, tomando es-
tos datos como referencia para fechar las pinturas (Aparicio; Guillermo.1999). En otros
casos las semejanzas de algunos motivos grabados en cerámicas cardiales –soles,
cabras y ciervos– y algunos motivos como los soliformes que perduran en cerámicas,
desde el Neolítico hasta el Calcolítico, ha sido otro elemento que se ha tenido en cuen-
ta para su fechación. Actualmente, una de las opciones que cuenta con ciertos visos de
realidad es la mantenida por Aparicio, J. y Guillemo, J. (1999), y por Alonso, A y Grimal,
A (1994), quienes después de diversos razonamientos, bien sustentados por el análisis
de los materiales de diversos yacimientos por los primeros, y por análisis estilísticos y
formales, los segundos, coinciden en otorgar una cronología Epipaleolítica para el pe-
riodo de ejecución y desarrollo del Arte Rupestre Levantino. A esta rotunda afirmación
se contraponen otras opciones que proponen su encaje en momentos Neolíticos con
perduraciones incluso hasta el comienzo de la edad de los metales (VV.AA.1998).
Nuestra pregunta es. ¿Se pueden mantener estas conclusiones para este yacimien-
to de Portillo Lerón, tan alejado del espacio nuclear del Arte Rupestre del Levante? En
principio no disponemos de ningún material arqueológico existente en el mismo abrigo,
que pudiese arrojar alguna luz, –con todas las dudas razonables sobre la relación ya-
cimiento arqueológico-pinturas–, sobre su fechación. Tampoco contamos con superpo-
siciones en las propias pinturas que nos orientase sobre su evolución, ya que todo el
conjunto se realizó en un mismo momento. Tendremos por tanto que llevar a cabo una
serie de razonamientos en base a deducciones realizadas sobre alguna de las figuras.
En primer lugar la figura soliforme tiene unas características estilísticas que la alejan
de todos los soliformes conocidos del área del Levante. Se trata de una representación
mucho más elaborada en comparación con aquellos. Sobre todo en la figuración de
los rayos, que por sus formas triangulares, parecen un precedente de los símbolos
solares representados en las estelas discoidales de ”dientes de lobo”, de momentos de
la Edad del Hierro. El zoomorfo del arquero sin embargo nos aproximaría a momentos
anteriores, cuando el uso del arco es habitual, y que es escasamente utilizado durante
la Edad del Hierro. Tendríamos por tanto, como hipótesis, que si se tiene en cuenta la
relación que pudieran tener con los arqueros de Solacueva, adjudicables a momentos
de la Edad del Bronce, posiblemente en su fase inicial, este conjunto pictórico quedaría
encajado en un arco temporal entre el Calcolítico y el final de la Edad del Bronce. Co-
rresponden así mismo, a estos momentos, varios de los yacimientos conocidos en el
Valle, citados anteriormente.
Como conclusiones se puede decir que, este abrigo no parece haber servido como
lugar de habitación, teniendo en cuenta la insuficiente cobertura que ofrece como tal,
así como la inexistencia de un sedimento arqueológicamente fértil que pudiese ofrecer
información sobre este aspecto. La presencia de estas pinturas, en este lugar, parece
estar relacionadas con la posición estratégica como paso secular del valle a la parte
alta de la sierra, y como punto oteador de un amplio horizonte de la entrada de acceso
al Valle por el Sur.
PROTECCIÓN
289
llevar a cabo un cierre que las preservase. Esta propuesta fue asumida favorable-
mente, demostrando una gran responsabilidad en este cuidado patrimonial, que forma
parte así mismo de los valores del propio Parque. Aparte de un enrejado, delante de las
pinturas, se colocó una placa protectora de policarbonato con una lámina protectora de
UV, evitando su degradación pigmentaria y acciones físicas directas. Un panel informa-
tivo permite establecer un dialogo con los visitantes para una correcta interpretación de
este conjunto pictórico, y sus circunstancias históricas.
ANEXO
1. INTRODUCCIÓN
290
3. TÉCNICAS DE ESTUDIO Y ANÁLISIS QUÍMICOS
3.1. Estudio de la micromuestra mediante microscopía óptica con luz incidente y tras-
mitida.
3.2. Microscopía óptica de fluorescencia.
3.3. Microscopía electrónica de barrido-microanálisis mediante espectrometría por
dispersión de energías de rayos X (SEM-EDXS).
4. RESULTADOS
Nº 1: Trazos de una figura sobre roca caliza Nº 2: Trazos de una figura sobre roca caliza
Figura 1. Imagen obtenida al microscopio óptico de Figura 2. Imagen obtenida al microscopio óptico de
la sección transversal de la micromuestra Nº 1 (obje- la sección transversal de la micromuestra Nº 2 (obje-
tivo MPlan 20 X / 0,40). tivo MPlan 50 X / 0,75).
Nº 3: Trazos de una figura sobre roca caliza Nº 4: Tierra de una veta de arcilla próxima
Figura 3. Imagen obtenida al microscopio óptico de la Figura 4. Imagen obtenida al microscopio óptico de la
sección transversal de la micromuestra Nº 3 (objetivo sección transversal de la micromuestra Nº 4 (objetivo
MPlan 20 X / 0,40). MPlan 10 X / 0,25).
291
5. CONCLUSIONES
Los análisis por EDX muestran una composición de elementos similar, permitiéndo-
nos sólo asignar genéricamente los compuestos presentes en los trazos a tierras(1). Sin
embargo, no es posible, a partir de estos análisis, conocer la composición particular de
óxidos, hidróxidos, carbonatos y silicatos presentes en las tierras como para dar res-
puesta a la solicitud planteada en el estudio.
Para poder comparar la composición de la veta de arcilla con los trazos de pintura
rupestre sería necesario realizar otros análisis, con técnicas que requieren una canti-
dad de muestra significativamente mayor.
ESPECTROS EDX
(1) Describimos como tierras a aquellos pigmentos coloreados compuestos por minerales en los que se identifican óxido o
hidróxido de hierro y que pueden estar acompañados de dióxido de manganeso, carbonato cálcico, carbonato cálcico mag-
nésico y silicatos de aluminio, potasio, magnesio, entre otros. El color de las tierras que han sido utilizadas como pigmentos
depende del tipo y proporción del compuesto de hierro y de la presencia de los otros óxidos y silicatos. Por esta razón, acom-
pañamos la denominación “tierra” del color que presenta el pigmento en la capa de pintura, haciendo referencia a tierra roja,
tierra amarilla y tierra verde a las que presentan estos colores, tierra de sombra a las de color pardo y utilizamos el genérico
tierras en las que muestran una tonalidad pardo anaranjada que no se clasifica de forma evidente en los grupos anteriores.
292
Figura 2. Espectro EDX obtenido del
análisis realizado sobre la capa de pin-
tura (capa 2) de la micromuestra Nº 1.
Espectros similares se han obtenido
para las capas de pintura de las micro-
muestras Nº 2 y Nº 3.
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295
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 297-354 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Bronce Final. Edad del Hierro. Cantábrico oriental. País Vasco. Poblados. Cuevas. Depósitos
en Hoyos. Cromlechs.
Gako hitzak: Brontze Aroko amaiera. Burdin Aroa. Ekialdeko Kantauri. Euskadi. Herrixkak. Haitzuloak.
Biltegiak Zuloetan. Harrespilak.
Key words: Final Bronze Age. Iron Age. Eastern Cantabrian Area. Basque Country. Villages. Caves. Depots
in Holes. Cromlechs.
RESUMEN:
Se trata de un momento clave durante el que se conforman unos núcleos urbanos concretos y bien
definidos, como piezas fundamentales para la estructuración espacial de este territorio, dando lugar a una
potente Edad del Hierro. No solamente se relacionan, tratan y analizan, los lugares de habitación al aire libre,
sino aquellos otros que, con diferente carácter, presentan testimonios de la existencia de distintos mundos
culturales, en estos momentos de cambio.
LABURPENA:
Funtsezko unea da. Honetan, ondo definitutako hiri-gune zehatzak eratu ziren, lurralde honen espazio-
egituraren oinarrizko pieza gisa, eta Burdin Aro ahaltsua ondorioztatu zuten. Aire zabaleko bizilekuak zerren-
datu, jorratu eta aztertzeaz gain, aldaketa-une hauetan, kultura-mundu ezberdinen lekukoak ere aurkezten
dira, izaera ezberdineko leku gisa.
SUMMARY:
A key moment in the formation and structuring of a specific and well defined urban city centres is ana-
lysed. These centres will lead subsequently to the development of a powerful Iron Age, during which the tribal
demarcations dividing this region will be set up. It is not only the open-air established places which are listed
and dealt with, but also all those aspects which in a different way offer us evidence of the existence of other
different worlds of culture in this transitional period.
INTRODUCCIÓN
Hay algunos momentos culturales que han quedado calificados como periodos bisa-
gra, debido quizá más a un desconocimiento de sus características propias, por caren-
cia de una investigación profunda, que por falta de unas características reales. Este es
el caso de lo que ocurre con estos momentos concretos que van a transcurrir entre el
final de la Edad del Bronce y los comienzos de lo que será la del Hierro. Es cierto que
es un espacio temporal de gran complejidad a todos los niveles, especialmente en lo
que se refiere a la definición del hábitat.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arman.llanos@gmail.com
Ponencia expuesta en los II Coloquios de Arqueología en la Cuenca del Navia 4 al 7 de febrero 2004.
297
Generalmente los lugares reconocidos como correspondientes a estos momentos se
refieren a materiales recogidos en prospecciones superficiales o en yacimientos con
unas características especiales (cuevas, depósitos en hoyos, etc.), difícilmente eva-
luables como unidades poblacionales. Es precisamente el estar estas etapas, en mu-
chos casos, en el origen de algunos de los poblados bajo una potente estratigrafía de
momentos posteriores, lo que hace que tengamos un mayor y mejor conocimiento de
las etapas del Hierro Pleno que de estas iniciales, salvo que se hayan llevado a cabo
excavaciones en alguno de ellos que hayan permitido detectar su existencia.
EL ESPACIO TERRITORIAL
298
La vertiente de aguas septentrional, queda con una estructura orográfica más com-
pleja, con pequeños macizos –salvo el de Aralar–, pero bien marcada por los pasillos
que se crearon, en dirección norte-sur, a lo largo de los ríos Bidasoa, Urumea, Oria, Uro-
la, Deva, Arratia, Nervión, y Cadagua, que en general unen las tierras meridionales con
la costa.
Estarían por un lado los lugares de habitación al aire libre, tanto en poblados que se
desarrollan en zonas bajas, como aquellos que lo hicieron en lugares elevados. A ello
habría que añadir la presencia de estos grupos culturales en cuevas, utilizadas bien
como espacios de habitación o con otros fines. Otros testimonios serán los que deno-
minamos como “Depósitos en Hoyos”, cuya función concreta es objeto de permanente
debate. Por último haremos referencia a una serie de hallazgos aislados, que tienen el
valor de ofrecernos información sobre la presencia de grupos concretos o bien simples
influencias culturales.
En el primer caso su localización viene determinada por unas manchas negras so-
bre las tierras de cultivo, en las que se recoge abundante material, especialmente ce-
rámico, aunque también existe material lítico. No suelen ofrecer información superficial
sobre ninguna estructura artificial que defina y determine la extensión de estos asen-
tamientos. Aunque aparecen distribuidos por diferentes puntos de las tierras alavesas,
son especialmente densos en su zona media. Concretamente en la cuenca media-baja
del río Omecillo, así como en la cuenca del río Rojo (Ortiz et alii, 1990). Generalmente
son establecimientos que tienen su desarrollo entre el Neolítico y los comienzos de la
Edad del Bronce. Entre ellos, algunos parecen perdurar, quedando testimonios de asen-
tamientos posteriores ya dentro del periodo en estudio.
299
Cuenca media-baja del río Omecillo (Álava). Entre los pueblos de Bergüenda, Villam-
brosa, Tuesta, Espejo, Bachicabo, son abundantes las localizaciones de coloraciones
negras sobre las tierras de cultivo, en las que se puede recoger material arqueológico,
lítico y especialmente cerámico, de recipientes modelados, con pastas con desgrasan-
tes finos y cocción reductora. Generalmente no presentan decoraciones, aunque en
alguno de estos yacimientos se recuperaron algunos fragmentos con temas de Boqui-
que, junto a excisos, ajedrezados impresos entre bandas incisas, puntillados alineados,
ángulos corridos en bandas formando líneas o metopas, de línea cosida, junto a los
consabidos pero menos definitorios de cordones, digitaciones y ungulaciones, superfi-
cies rugosas, pezones alargados y cónicos, etc. Entre los yacimientos concretos en los
que se tiene constancia de la existencia de estos materiales claramente pertenecientes
al final de la Edad del Bronce, destacaremos el de Valdelatoba sobre una pequeña
elevación amesetada, definida por un reborde rocoso natural. Próximo a éste, están
los de La Pieza de la Choza y el del Molino (Alcedo. Álava), que no presentan ninguna
estructura que los delimite, donde aparecen cerámicas similares, en formas y pastas,
aunque no presenten la totalidad de estas decoraciones.
Cuenca del río Rojo (Condado de Treviño) (Ortiz et alii, 1990). Estas manchas de
coloraciones negruzcas se extienden a ambos lados del río. Entre los numerosos lu-
gares que pueden considerarse de habitación, donde se recuperó material cerámico
con ornamentaciones de Boquique, están los de Crocega (Villanueva de Tobera.), Los
Campos Sur (Taravero.), Palaciarán V (Villanueva de Tobera.), San Cirián (Mijancas.).
Estas ornamentaciones se dan junto a otras de cordones, rugosidades, pezones, un-
gulaciones, digitaciones, etc.
Algunos otros yacimientos en zonas bajas, sin ninguna delimitación de espacio, con
materiales similares a los anteriores, o del tipo de decoraciones excisas, aparecen en
Reñana y San Julián (Laguardia. Álava), Pago de Esquide (Yecora. Álava), Custoia
(Ozana. Condado de Treviño), La Chirivía (Caicedo Yuso. Álava), Andrinejo (Caicedo
Yuso. Álava), Alto del Cascajo (Nuvilla. Álava), La Llana (Salcedo. Álava), Bostrao (He-
reña. Álava), El Hoyo la Paul (Villambrosa, Álava), etc.
También en zonas bajas, pero con obra artificial que definen bien el espacio ocu-
pado están los de: La Pieza del Castillo (Fontecha. Álava), y La Hoya (Laguardia. Ála-
va).
Es este yacimiento el que mayor cantidad de datos aportó para conocer múltiples
aspectos de estas poblaciones del Bronce Final y Edad del Hierro. En parte debido a
la extensión de la superficie excavada, –un 15% del total del poblado, que tiene en su
totalidad una superficie de 10 Ha.– y por otra por una serie de circunstancias acaecidas
en la vida del propio poblado. Está situado al norte y a escasa distancia de la villa de
Laguardia, al borde de los caminos que atravesaban la sierra de Cantabria buscando
las tierras de la Montaña Alavesa. Se desarrolló sobre una zona que apenas sobresale
de los terrenos que lo rodean, fortificándose en todo su perímetro desde el primer mo-
300
Poblado de La Hoya.
mento. Conserva el trazado de la muralla que lo rodea por tres de sus lados, menos en
la zona sur que debió desaparecer por las labores de labranza.
Las fases por las que atravesó su historia pueden concretarse en cuatro. Fase IV,
que corresponde a los momentos iniciales. Fase III, estructuración permanente de su
hábitat. Fase II, consolidación del poblamiento. Fase I, de pleno desarrollo y abandono
del lugar.
301
Poblado de La Hoya. Superposiciones de viviendas.
Fase IV. Corresponde a la primera ocupación espacial del lugar. En este primer
momento, casas y cierre del recinto se construyeron de madera, lo que dada la preca-
riedad de estos materiales dificultó obtener datos de sus estructuras, aunque sí se pu-
dieron intuir sus trazados por los agujeros excavados en la roca del suelo como encaje
de los postes. Estas trazas parecen tener formas rectangulares. Del mismo modo sus
defensas consistieron en una empalizada a la que, en algunos casos, se entestaron las
propias viviendas. Los ajuares que van unidos a esta fase están indicando un origen
de tipo continental transpirenaico, apareciendo además algunos elementos del mundo
cultural dolménico. Las fechaciones de esta fase, obtenidas por C14, están indicando
que pueden remontarse a un arco entre los siglos XV/XIII a.C.
Fase III. Se constata un cambio que pone de manifiesto una estructuración cons-
tructiva de mayor importancia, sobre todo en lo que se refiere a las técnicas utilizadas,
lo que está indicando una cierta fijación poblacional y un proyecto de trazado urbano
meditado. Así, se utilizó la piedra en la creación de los levantes de zapatas corridas
como base de las estructuras de madera y de los levantes de los muros, que empe-
zaron a ser, en general, de adobe. Los techados se cubrieron con materias vegetales
revestidas de tierra. Esta fórmula constructiva que se inicia en esta fase será, salvo
ligeras variantes, la utilizada a lo largo de toda la vida
2
del poblado. La superficie de
estas viviendas oscila en general entre los 45 a 55 m . Los hogares se colocaron en el
centro de la habitación identificándose perfectamente por placas de arcilla con solera
interna de fragmentos cerámicos o piedras. Aunque las formas de las plantas de estas
casas son rectangulares, se ve en algún caso una cierta curvatura de los muros como
prolongación de las formas rectas y que quizá en algún caso fuesen totalmente curvas.
Estas edificaciones se construyeron alineadas en paralelo a la muralla, pero guardando
cada una su trazado aislado de las que se levantan a su lado. La muralla se robustece,
pasando de ser de una empalizada de madera, a una fortificación con un levante de
mampuestos en seco.
Fase II. En esta fase se consolida el poblamiento. En líneas generales apenas pre-
senta cambios importantes estructurales, siendo similares a los de la fase anterior. Úni-
302
camente se observa que algunas construcciones tienen un mayor desarrollo en altura
de los paramentos de piedra, que llegan a alcanzar una altura de 1,50 m. Los trazados
de las viviendas presentan alguna ligera variación siguiendo los mismos criterios en
cuanto a dimensiones. Los solados de tierra apelmazada conservaban restos de las
pinturas en rojo, que los decoraban en forma de cenefas con composiciones lineales.
Esta ornamentación del interior de las casas mediante pintura, también se constata en
los lucidos de las paredes. Aparte de las placas de hogar se pudo aislar la estructura
de un pequeño horno relacionado con la cocción de alimentos. En esta fase las ali-
neaciones de casas, que siguen los mismos trazados de conjunto, se anexionan entre
sí haciéndose medianiles los muros, fórmula que no se abandonará hasta el final del
poblado. La muralla sufre unas variaciones en su trazado bien reduciéndose o amplián-
dose, según las zonas del poblado. Es en este momento cuando se produce un ritual
en la construcción de la muralla que intentó, con él, ampliar el poder defensivo de la
muralla.
Fase I. A lo largo de esta fase se logró el mayor desarrollo del poblado. Las nue-
vas tecnologías y formas de vida, especialmente económicas, aportadas por el mun-
do cultural celtibérico, conllevaron importantes modificaciones sobre todo en su trama
urbana. Así en la parte alta del poblado el trazado urbano se reestructura, ocupando
densamente toda su superficie creándose un reticulado de manzanas, con plazas y ca-
lles empedradas, con aceras, en algún caso porticadas y piedras pasaderas entre ellas.
Las casas siguen las fórmulas tradicionales de formas rectangulares o trapezoidales.
Este trazado en la base es con una zapata de mampuestos, levante con armadura de
madera, cerramiento de vanos con adobes o entablamiento, solado de tierra batida y
cubierta de materiales vegetales. La distribución interior es generalmente en tres es-
tancias, con hogares que ahora se adosan a las paredes bien de forma semicircular o
en ángulo.
En esta fase son varios los elementos que se introducen por este aporte cultural de
tipo celtibérico, como la cerámica torneada de cocción oxigenante, el desarrollo de una
potente metalurgia del hierro aparte de la ya conocida de tipo broncístico, una agricul-
tura de tipo cerealístico con un gran potencial productivo, la conversión del poblado en
un centro comercial, etc.
Con todo ello su estructura social es más compleja, aunque siguen manteniéndose
anteriores formas de vida, tanto en lo económico (ganadería, producciones cerámicas,
etc.) como en las estructuras de las viviendas (hogares centrales entre otros) y en cier-
tas fórmulas de rituales (enterramientos infantiles en el interior de las casas).
Los materiales que pueden tener un interés especial de cara al fenómeno que trata-
mos son los de las dos primeras fases. Las cerámicas de fabricación modelada, de las
primeras fases marcar una cierta evolución en sus formas, pasando de tipos general-
mente de perfiles simples, cóncavos y convexos, casi rectos o abiertos, a otras formas
compuestas en las que comienzan a verse los cuellos rectos. En cuanto a los tamaños
303
Poblado de La Hoya. Algunos tipos cerámi-
cos de los niveles inferiores.
pasan de ser mayoritariamente grandes con escasa presencia de tipos más pequeños,
a equilibrarse en capacidades en un momento posterior. Las bases son planas, si bien
se comienzan a desarrollar los fondos anulares, viéndose algún caso apoyos polípodos.
En los tipos de decoraciones ocurre algo parecido, siendo las ornamentaciones de tipo
plástico e impresiones (digitaciones, ungulaciones y cordones –incluso cubriendo toda
la superficie–), y pezones, las más abundantes, sin que por ello falten otras técnicas
como las incisiones corridas de trazo fuerte y otras finas, así como las acanaladuras
paralelas, las impresiones con muelles, y las excisiones. Un pequeño fragmento es de
técnica campaniforme. Aparte de las clásicas pastas con desgrasantes líticos, existen
otros recipientes en que estos desgrasantes son de tipo vegetal y cuyas pastas no se
cocieron sino que simplemente llevaron un proceso de secado natural. Abunda el ma-
terial lítico, bien en grandes lascas retocadas como de láminas, raspadores sobre lámi-
na, punta de flecha de pedúnculo y aletas, etc. De hueso son espátulas y punzones.
El metal es escaso, siendo de bronce una fíbula de doble resorte, pequeñas anillas, y
botones de travesaño.
Salvo contados casos, la ocupación poblacional durante la Edad del Hierro escoge
lugares altos, que aunque de características diversas (Llanos, 1981), tienen en común
la elección de espacios con fáciles defensas aprovechando las que naturalmente ofre-
cen los puntos elegidos. Generalmente se sitúan en lugares que parecen controlar las
vías naturales de comunicación, añadiéndose, además, que desde ellos se ejerce una
amplia visión de extensos espacios.
304
con el conocimiento que actualmente se tiene de ellos, por falta de excavaciones que
impiden conocer los niveles inferiores, en el caso de que los tuviesen, o bien que los
datos conocidos no son lo suficientemente explícitos para poder tenerlos en cuenta en
esta visión global. Concretamente estos son:
Vertiente meridional.
Castro de Las Peñas de Oro. Conjunto de las peñas emergiendo en el centro del Valle de Zuia.
305
Castro de Las Peñas de Oro. Zona acantilada del oeste, donde se realizaron las excavaciones.
Los objetos de metal, tanto en bronce como en hierro, son abundantes, correspon-
diendo a piezas completas o bien de otras fragmentadas recogidas posiblemente como
chatarra para refundir. De bronce son: botones hemisféricos con travesaño. Agujas de
perforación romboidal desplazado hacia el centro o en el extremo; alfileres de cabeza
enrollada; pulseras elípticas de sección rectangular, con finas decoraciones incisas;
muelles largos flexibles; fíbulas de tipo “siciliota” y de doble resorte, así como otra de
resorte bilateral; pequeñas anillas amorcilladas. De oro es un anillo retorcido en espi-
ral con extremos cruzados rematado en bolas. De hierro: fíbulas tipo “Golfo de León”;
306
brazaletes elípticos abiertos y otro circular cerrado de aros superpuestos, con sección
circular; hoja de cuchillo ligeramente afalcatado. De pasta vítrea son algunas cuentas.
Se identificaron tres niveles, de los cuales el primero y más superficial era un revuel-
to causado por las labores de labranza, lo que impidió reconocer ninguna estructura,
pero en el que eran abundantes los materiales, tanto cerámicos como de elementos
307
Castro del Castillo de Henaio. Restos de una de las casas circulares.
de construcción. En el segundo nivel diferenciado como IIa y IIb, los elementos cons-
tructivos se reducen a ciertos materiales, como manteados de barro y placas de suelos
de arcilla endurecida, sin que se pudiese concretar la forma de la construcción. En el
siguiente nivel IIIa, se identificó una vivienda de planta redondeada con unos ejes de
5,50 x 6 m. Construida sobre un zócalo de barro y levante de pies de madera acuñados
con piedras, con cerramiento de paredes a base de un entramado de ramaje manteado
con barro por ambas caras, cuya altura de paredes se calculó en 1,70 m. La techumbre
cónica se sustentaba en las paredes y en un poste central apoyado en una losa plana.
Presentaba un hogar central de placa de arcilla. Otro hogar de las mismas característi-
cas se encontró en el exterior al lado de la casa.
En el nivel IIIc, los restos constructivos no están tan definidos como en el anterior, ya
que en la zona excavada únicamente se detectaron suelos de arcilla apisonada en los
que se veían agujeros de postes con acuñamientos de piedras. Varias placas de hogar
de forma más o menos circular se distribuían por la zona. En estos casos las placas
de arcilla endurecida por el fuego, tenían un núcleo compuesto por algunas piedras y
sobre todo por fragmentos de cerámica, con la función de crear una superficie refrac-
taria. Cerca de uno de estos hogares se encontró un agujero que ejercía las funciones
de basurero y cenizal. Aunque no se puede confirmar con absoluta seguridad, ciertos
indicios abogan por una vivienda también de planta redondeada.
Los materiales cerámicos fueron muy abundantes, con recipientes de pastas mo-
deladas y cocción reductora. Sus formas, dentro de la variedad, son de perfiles cón-
cavo-convexos, y otros simplemente convexos muy abiertos. Entre los primeros están
los que tienen cuellos muy cortos y otros en el que estos tienen un gran desarrollo con
308
Castro del Castillo de Henaio. Recipientes cerámicos.
309
CASTRO BERBEIA. (BARRIO. ÁLAVA)
Su excavación consistió en una campaña en el año 1972, en la que solo se preten-
dió obtener unas secuencias estratigráficas que pudiesen dar una orientación sobre su
evolución en el tiempo (Agorreta et alii. 1975).
El poblado se ubica en una zona montuosa, pero con un dominio de la cuenca del
río Omecillo en su curso medio. Esta cuenca es un paso natural desde la Meseta a tra-
vés del paso de Pancorbo hacia el norte. La parte alta del poblado está a una altura de
851 m. s.n.m. Su estructura orográfica le confiere una buena defensa natural. La ladera
noreste presenta una fuerte pendiente, en algunos puntos con un acantilado rocoso
al igual que por el norte; por el suroeste la ladera es aún más fuerte, en tanto que por
el sureste se une sin solución de continuidad con otras alturas. Sin embargo la parte
superior presenta amplias zonas amesetadas. En alguna de éstas se llevaron a cabo
unos muros de piedras y tierra que definen otros espacios interiores. A pesar de estas
laderas pendientes se añadieron unas terrazas que en general solo tienen un carácter
defensivo, especialmente en su lado noreste que mira al valle, en tanto que en la parte
alta, entre las rocas, se acondicionaron como nivelaciones para estructurar las vivien-
das, independientemente que funcionasen como estructuras de defensa. Los sondeos
se llevaron a cabo en una de estas terrazas de la parte alta y en la zona amesetada
superior.
310
contrarse este nivel revuelto por los trabajos agrícolas. El nivel inferior presentaba una
preparación de suelos mediante un encachado de piedra, alrededor de una placa de
hogar de forma un tanto inconcreta pero que tiende a ser redondeada. También se
podían ver una serie de agujeros alineados, con acuñamientos de piedra, y restos de
manteado de barro.
El otro sondeo (sector II), se realizó en una de las terrazas altas de la zona suroes-
te. Dado su pequeño tamaño no se pudo identificar ninguna estructura concreta de
habitación. En el nivel I no aparecían materiales que se pudiesen asociar a estructuras
constructivas, en tanto que en los niveles II y III, aparecieron piedras sin ordenar junto
con manteados de barro, lo que induce a pensar en construcciones similares a las de
otros poblados, y en que, una parte de ellas, pudieron corresponder a los muros de
contención de los aterrazamientos. En el nivel IV y sobre las bases de arcillas natu-
rales del terreno se encontró un pozo (nivel V) de paredes cóncavas revestidas con
pequeñas piedras. La inexistencia de materiales pétreos junto a él, parece avalar que
las construcciones, en los orígenes del asentamiento, fuesen de madera.
El material cerámico fue abundante, con recipientes de mediano tamaño, salvo al-
guna pieza que lo era de mayores dimensiones. A escasa profundidad se encontró
algún pequeño fragmento de terra sigillata y otros fragmentos cerámicos claramente
311
medievales, correspondientes a un antiguo castillo o torre-atalaya que existió sobre la
peña más alta. Las formas son similares a las del sector I, aunque en éste sea mayor
la proporción y variedad de los temas ornamentales. En este caso, la mayor potencia
estratigráfica del sondeo, permitió conocer una secuencia evolutiva de los diferentes
tipos. Estos se componen de impresiones digitadas y unguladas sobre las superficies
o sobre cordones, impresiones de instrumento en algún caso tubular sobre cordones,
superficies texturadas con rugosidades, acanaladuras, en espiga, ángulos corridos, pe-
zones casi siempre próximos o en los mismos bordes, etc. Los diseños prioritariamente
son de tendencias lineales, tanto por su trazo liso, como por la alineación de los temas.
En algún caso, casi excepcional, se dan temas con intervención de curvas. Otros tipos
de objetos son minoritarios. En hueso; un pequeño punzón y un fragmento de peine
con decoración de círculos concéntricos. De hierro, cabezas de clavos y remaches y un
pequeño tubo cónico. De bronce, un arete aplanado con decoración helicoidal grabada
con un tema de ángulos unidos, otro arete con el cuerpo retorcido en salomónico y ter-
minado con ensanchamiento vuelto a manera de torques, un fragmento de una peque-
ña punta de flecha con nervio central, y una contera de sección romboidal. Otras piezas
son fusayolas y fichas de cerámica y algunos fragmentos de molinos de vaivén. El
material lítico, únicamente presentó como diferente el hallazgo de una pieza de hoz.
Con todo ello, parece que existe una cierta diferencia entre los dos lugares inves-
tigados, tanto en la forma de estructurar el asentamiento de las viviendas como en la
mayor o menor abundancia de ciertos tipos de materiales e incluso en la inexistencia
de alguno de ellos, aunque en general no puede negarse su pertenencia a un mismo
horizonte cultural de carácter meseteño, que entronca perfectamente con algunos yaci-
mientos próximos, aunque de estructuras diferentes (Depósitos en Hoyos). Su inicio se
puede llevar a un Bronce Final o a un Hierro Antiguo, momento en que se debió llevar a
cabo la infraestructura general de posicionamiento sobre el monte. Su mayor desarrollo
sería algo más tardío durante el Hierro Medio. Los testimonios posteriores –romaniza-
ción y Edad Media– solamente tienen un carácter anecdótico y deben interpretarse no
como una continuidad poblacional sino como una presencia puntual de utilización del
lugar como un punto de vigilancia.
Estructuralmente presenta una zona amesetada con suave declive hacia el sur. Por
todos sus lados, excepto por el sur tiene unas laderas escarpadas. Es precisamente
en su lado meridional donde se crearon unas fuertes defensas artificiales mediante
potentes aterrazamientos. La parte alta parece haber quedado defendida mediante un
importante muralla de mampuestos en seco, con hiladas bien alineadas y careadas,
que sirve de forro a un relleno de mampuestos calizos sin carear.
312
Castro de Kutzemendi.
Los resultados de los trabajos llevadas a cabo en 2001 (Filloy 2002), son más pre-
cisos en cuanto a la descripción de la secuencia estratigráfica, aunque su intervención
en un menor espacio, tampoco permite tener una visión ajustada de las construcciones.
El mayor resultado se obtuvo en el estudio de la estructura de la muralla. Esta parece
haberse edificado sobre antiguos fondos de cabaña, asentados sobre la roca de base,
en la que parecen haberse realizado retoques para edificar las viviendas, levantadas a
base de entramados de ramaje manteados de barro y adobes.
313
los casos en que se imprimen sobre las paredes o en los bordes y labios. Otras son de
impresiones acanaladas, de ritmos oblicuos uniformes o oblicuos contrapuestos. Sin
embargo caracterizan a este poblado las técnicas incisas, lineales o puntiformes, aca-
naladas y excisas. Los diseños son lineales simples o en bandas paralelas, aunque en
algún caso desarrollan temas angulosos, triangulares o cuadrangulares, en bandas con
una alternancia de líneas y puntos. Especialmente en los pequeños cuencos bruñidos
son abundantes los pezones perforados o no. Las bases generalmente son planas o
convexas, dándose algún caso de pies anulares poco desarrollados.
Menos abundantes son las cerámicas torneadas, de carácter celtibérico, que refle-
jan pequeños recipientes con cuellos cóncavos abiertos o rectos abiertos. Algunos con-
servan restos de pintura. Aunque presentes, son escasos los fragmentos de cerámicas
sigillatas. También de barro son algunos ejemplares de pesas de tamaño grande y con
una o dos perforaciones.
314
Poblado de Los Castros de Las-
tra. Viviendas mixtas de muretes
sobre trabajos en la roca.
Los materiales arqueológicos son numerosos, tanto cerámicos como metálicos, al-
gunos muy peculiares. Los tipos cerámicos siguen repitiendo, tanto en técnicas, formas
y decoraciones, las características de los grupos modelados y torneados. Siguen repi-
tiéndose los tipos modelados, con alisado de las superficies y otros con bruñidos espa-
tulados. Decorativamente continúan las impresiones digitales y unguladas, en algunos
casos sobre cordones, además de otras impresas tipo Estiche, incisas, excisas, acana-
ladas, boquique, círculos radiados, y estampilladas. Las cerámicas torneadas repiten
algunos de los modelos de tipo celtibérico con temas pintados de líneas paralelas y se-
micírculos, y otras ya de momentos medievales. Entre el material metálico; en bronce,
fíbulas, hebillas anulares en omega, colgantes, collares, pulseras, placas de cinturón
ornamentadas, alfileres de cabeza enrollada, colgante circular de radios curvos, desta-
315
cando un tipo de alfileres de cabeza plana con escotaduras laterales y perforación, que
son características de este poblado. De hierro son, clavos, cuñas, punteros, cinceles,
dardos. El ritual de enterramientos infantiles en el interior de las viviendas, también está
presente en este yacimiento.
316
El poblamiento de las etapas anteriores a la romanización, ocupaba un espolón
rocoso sobre el río Zadorra, que en forma de meandro le servía de foso natural, y cuya
parte más alta está a 567 m. s.n.m. De este triángulo, cuyo eje longitudinal sigue una
dirección noroeste-sureste, dos de sus lados quedaban bien defendidos por unas fuer-
tes pendientes e incluso por zonas rocosas acantiladas, siendo su parte más débil la
que por el lado este se unía de forma continua con las tierras anexas. Si bien G. Nieto
ya indica en su memoria algunos materiales de cerámicas modeladas y torneadas, ad-
judicables a la Edad del Hierro, lo cierto es que la primera valoración del espacio real
correspondiente a estos momentos no se concretó hasta finales de los años 60 (Llanos
1981).
Entre el ajuar metálico destacan las fíbulas zoomorfas en bronce. Otros elementos
aparecidos fuera de contexto estratigráfico, pero en el entorno del poblado, son una
lápida con un tema grabado mediante fina incisión que representa a un jinete armado
con lanza cabalgando sobre un caballo, y una estela discoidal con ornamentación en
bajorrelieve de claro simbolismo solar (Barrio-García 1981).
Con todos estos elementos su origen puede llevarse al Bronce Final y posiblemente
a un momento anterior del Bronce Medio. Sobre esta base se continúa el poblamiento
317
durante el Hierro Antiguo y Medio que tendrá, ya en el Hierro Final, contactos con el
mundo celtibérico. Sobre este poblado de grandes dimensiones se superpondrán las
estructuras edilicias del mundo romano.
318
De las recogidas de materiales arqueológicos, tanto en las prospecciones como en
las excavaciones, se pudo ver que, en cuanto al material cerámico, éste se repartía en
recipientes de técnicas modeladas y otros torneados. Se dan tanto las formas simples
como las compuestas. En general son piezas modeladas de tamaño medio-grande, de
tendencia vertical, aunque existen algunas que corresponden a piezas menores, más
finas y de pastas bruñidas. Las bases son normalmente planas junto a otras de pie anu-
lar poco desarrollado. Las decoraciones abundan en los bordes y en las uniones cuello-
cuerpo, así como en la zona media de los cuerpos cuando son de formas compuestas,
siendo en todos estos casos de impresiones digitales, de instrumento, de cordones li-
sos o con aplicaciones sobre ellos de las técnicas anteriores. Otros tipos ornamentales
son los acanalados finos y de incisiones largas, con diseños angulosos, así como los
de impresión estampillada. Un fragmento recogido en la base de la muralla medieval,
desarrolla una temática angulosas conseguida mediante excisiones e incisiones que
cubren el borde y la parte interna del labio. Algunos recipientes presentan pezones,
perforados o no. Las cerámicas torneadas, de tamaño medio, suelen estar decoradas
con pintura. También se localizaron cerámicas sigillatas.
Otros materiales fueron las fusayolas y pesas de telar, útiles de piedra como afila-
deras, percutores, molinos y piezas de sílex. De metal, en bronce, un puñalito de dobles
muescas y otros objetos. En hueso, punzones y leznas. Aparte de todo esto un posible
molde fundición con trazado arboriforme y otra pieza de arcilla incompleta representan-
do un esquema antropomorfo.
Con estos datos se puede avanzar que el esquema cronológico del poblado, indica
su origen entorno al Bronce Final-Hierro Antiguo, sobre el que se superpone una fase
en el Hierro Medio que parece extenderse en el Hierro Final con la presencia de contac-
tos celtibéricos. Aunque se detecta la presencia de elementos romanizadores, parece
ser una simple ocupación no muy intensa, en un Hierro Residual. Siglos más tarde, el
lugar, dada su situación estratégica, se ocuparía en época medieval con una importan-
te fortificación.
Desde él se tiene un amplio dominio de las cuencas de los ríos Ayuda y Zadorra,
dada su altitud 750 m. s.n.m. Controla los pasos de las Conchas de Haro y Pancorbo
que permiten el acceso hacia el norte desde La Rioja y Burgos. En su cumbre se asien-
ta una ermita de la que toma el nombre. Por sus partes sur y parte del oeste presenta
un acantilado y fuertes pendientes que hacían innecesaria una fortificación suplemen-
taria, que si la tiene por su ladera norte que desciende en pendiente, con muros de
contención para sujetar las terrazas que funcionaron como defensas alternantes y base
de la estructura poblacional.
319
Los fragmentos cerámicos recogidos en las prospecciones son en su totalidad de
cerámicas modeladas, con superficies alisadas y espatuladas. Las formas simples tra-
zan perfiles convexos, sobre todo los cuencos bruñidos, y las compuestas del tipo cón-
cavo-convexas o convexas-convexas. Los cuellos son ligeramente abiertos cóncavos o
convexos, aunque algunos tienden a formas verticales. Se decoraron con impresiones
digitadas o unguladas y con instrumento, con mayor abundancia sobre cordones que
sobre las superficies de los recipientes. Otras ornamentaciones son las obtenidas con
impresiones de muelles, incisiones y acanaladuras, así como excisiones. De estas últi-
mas se conserva un pequeño plato con la ornamentación en su superficie interna, con
una potente temática angulosa, así como fragmentos con temas de rombos excisos
rematados por bandas de incisiones cortas. Los elementos de prensión o suspensión
son de pezones de pequeño tamaño. Las bases planas, aunque algunas son cóncavas
de reborde anular. De los hallazgos realizados en la fecha de su descubrimiento se
citan “...restos de una fíbula de bronce (serpentiforme) y una aguja fragmentada”.
De nuevo se presenta una población que se inicia en un Bronce Final con un desa-
rrollo en el Hierro Antiguo y Medio.
Sobre el pueblo de Ocilla y al sur se alza una colina con una altitud de 745 m. s.n.m.
Su silueta es inconfundible, divisándose desde toda la zona occidental del Condado
de Treviño y valles próximos. Queda un tanto aislado y centrado en este espacio geo-
gráfico, delimitado por las cuencas de los ríos Zadorra, Ayuda y Montes de Cucho y de
Vitoria.
320
bien en la unión cuello-cuerpo o sobre los diámetros mayores del cuerpo en el caso
de formas compuesta. En menor proporción se dan otros temas como los incisos, con
trazo largo, o punzantes.
Las bases se reparten entre dos formas principales: planas y también convexas con
depresión cóncava en su centro. Como elementos de suspensión, son abundantes los
pezones, simples o perforados, vertical u horizontalmente. Estos últimos darán paso a
unas asas poco desarrolladas que son un intermedio entre ambos tipos. Algunos frag-
mentos darán fe de la presencia de asas de sección circular. Destaca sobre todo este
conjunto un asa elevada sobre el borde de “cola de golondrina”.
Los tamaños de los recipientes están también indicando usos y funciones diferen-
tes, siendo más abundantes los que corresponden a piezas de almacenaje y prepara-
ción de alimentos. No faltan las vasijas de “mesa”, e incluso aparecen algunan que por
sus dimensiones bien pudieran tratarse de juguetes.
Una vez más estamos ante la presencia de un poblado que se inicia en un momento
del Bronce Medio-Final como parece entreverse a través de algunos materiales y que
continúa en el Hierro Medio. Sobre él actuarán las influencias celtibéricas, en el Hierro
Final, que darán fin al poblado antes de la romanización de la zona.
Se llevaron a cabo dos sondeos con objeto de definir su estratigrafía. Los materiales
recuperados son en su mayor parte de cerámicas modeladas, que corresponden a dos
tipos de recipientes; unos de espesores de paredes bastante gruesas con pastas no
321
muy cuidadas y de formas convexas abiertas cuyos bordes apenas se encuentran mar-
cados. Sus escasas decoraciones, cuando las tienen, son de digitaciones, engrosamien-
tos a base de pezones ovalados, ungulaciones e incisiones que se sitúan en el borde
y cuerpo, siendo los otros tipos cerámicos de mejor acabado y menores tamaños, con
superficies lisas y pulidas. Entre todas estas piezas destaca una con formas mixtas cón-
cavo-convexas, borde cóncavo oblicuo abierto, y fondo plano, con una decoración im-
presa de zig-zag que se desarrolla sobre el borde y la zona del diámetro máximo, con
un esquema que tiene por debajo de esta línea unos temas semicirculares.
Los materiales que se citan, como pertenecientes a este nivel, son: cerámicas mo-
deladas, con decoraciones a base de, incisiones, impresiones de digitaciones, ungula-
ciones o ambas juntas, aplicaciones plásticas de cordones, pezones, líneas cosidas,
etc. Los temas ornamentales se estructuran en bandas, con algunos diseños de ángu-
los corridos en bandas bajo líneas horizontales, o cubriendo amplias superficies, en es-
te caso con impresiones de digitaciones-ungulaciones. También se localizó una punta
de flecha, en bronce, de pedúnculo y aletas.
322
CASTRO DE CARASTA (CAICEDO SOPEÑA. ÁLAVA)
Con carácter de campamento romano, aparece ya citado, por Prestamero, en el
siglo XVIII (Prestamero 1792), así como en otras obras (Cean Bermudez 1832) (Madoz
1847) (Coello y Quesada 1875). Con nuestras visitas al lugar, ya desde la década de
los años 50, es cuando se fue conociendo su importancia como poblado prerromano.
Castro de Carasta.
323
su superficie, se ven innumerables terrazas que horizontalizan el terreno, que por su
estructura geológica, tiene una fuerte pendiente norte-sur. Entre terraza y terraza, se
ven numerosos espacios también aterrazados en forma más o menos semicircular, con
muretes de mampuestos horizontales o con piedras clavadas verticalmente, que pare-
cen demarcar los espacios de las viviendas. Distribuidos por toda la superficie existen
grandes montones de piedras, indudablemente relacionados con las antiguas labores
de labranza del lugar. Sin embargo algunos de ellos con piedras dispuestas de forma
constructiva, pudieron estar en relación con las primeras edificaciones.
Es uno de los mayores poblados conocidos, que desarrolla una superficie de 27 Ha.
Desde su parte más alta, terminada en un espolón rocoso, se divisa un amplio panora-
ma, sobre todo de los territorios situados hacia el este y sur.
En el año 1990 se iniciaron una serie de sondeos que dieron lugar a las posteriores
campañas de excavaciones (Filloy 1991 a 1998). Los primeros trabajos sirvieron para
tomar contacto con el yacimiento y poder efectuar una primera valoración. En los 13
sondeos se constató la amplia ocupación del lugar en un abanico que se desarrolla
desde el Bronce Final hasta momentos de romanización.
324
estructuras de época altoimperial romana. El sector XVI aportó datos de una estruc-
tura habitacional de fondo de cabaña, del Bronce Final-Hierro Antiguo. Los resultados
obtenidos en el sector XVII, permitieron conocer el tipo de amurallamiento, indicando
la ocupación de la fase inicial del lugar con la superposición de las etapas finales del
poblado. Algo parecido en cuanto a la superposición de niveles se pudo confirmar en
el sector XX. La ocupación romana quedó también fijada en el sector XXIII. En otros
puntos, aunque sin detectar la existencia de estructuras constructivas, si se obtuvo
información de estas superposiciones, a juzgar por los materiales encontrados, espe-
cialmente, en algunos depósitos funerarios. En general estos materiales son abundan-
tes, tanto a nivel cerámico como metálico y oseo. Algunos de ellos, especialmente los
correspondientes a armamento, están claramente vinculados al mundo meseteño del
círculo de Miraveche-Monte Bernorio. En algunos de los lugares se comprobó la exis-
tencia de enterramientos infantiles en el interior de las estructuras. Otra estela, en este
caso de cabecera redondeada y con decoración de ángulos corridos, fue localizada en
el entorno del campo tumular.
Todos estos datos aportan una importante información para poder vislumbrar que la
ocupación del lugar se dio desde por lo menos un Bronce Final continuando a lo largo
de la Edad del Hierro, finalizando en época altoimperial romana.
Vertiente septentrional:
Aunque son varios los poblados existentes en esta vertiente meridional, tanto en
Bizkaia (Berreaga, Marueleza, Kosnoaga, Malmasin, Iluntzar, Lujar, Pico Moro, Tromoi-
tio), como en Gipuzkoa (Intxur, Murugain, Moru, Buruntza, Murumendi, Basagain, Mo-
nuaundi,) y parte de Álava (Murugain, Perigaña, Babio) (Peñalver 2003), los resultados,
tanto de los trabajos de prospección como de las excavaciones realizadas, no parecen
indicar que su origen pueda remontarse a momentos del Bronce Final, ya que todos
ellos debieron estructurarse en un Hierro Medio. Únicamente en tres poblados existen-
tes en Guipúzcoa (Buruntza, Moru e Intxur) se obtuvieron unas fechaciones altas que
parecen indicar que por las muestras datadas por C14, pudieran llevarse a un Bronce
Final. Sin embargo ni la estratigrafía, ni los materiales parecen indicar este hecho. Al-
guno de sus excavadores apuntan, como explicación a estas fechaciones (Olaetxea
1997.131), que bien pudieron ser consecuencia de algún incendio natural acaecido en
aquellos puntos, sin que aún se hubiese establecido ningún asentamiento en ellos.
OCUPACIÓN DE CUEVAS
325
Vertiente meridional:
Los materiales son abundantes tanto de tipo cerámico como metálico y óseo, que
pueden agruparse en cuatro grandes bloques. El bloque más antiguo recoge elemen-
tos adjudicables a un mundo meseteño del tipo Protocogotas y Cogotas I. A éste, su-
cede otro bloque con claras influencias transpirenaicas –empuñadura de espada, en
bronce, del tipo de lengüeta con alma calada y empalme en U– entre otros materiales.
Sobre todo esto, elementos del mundo cultural romano bajoimperial. Como grupo más
reciente, algunos materiales de época histórica.
326
CUEVA DE SANTA COLOMA. (APRÍCANO. ÁLAVA)
Su entrada está en la parte alta del farallón rocoso, del paso del Portillo de Techa,
en la vertiente occidental de la Sierra de Badaya, a una altura de 800 m. s.n.m. que
controla la entrada al Valle de Cuartango. Se excavó entre los años 1994 y 1995 (Pas-
tor; Grima, 1995 y 1997), en la zona vestibular, que tenía una potente estratigrafía que
alcanzaba los 3,50 m. de profundidad. El nivel superior recogía testimonios arqueo-
lógicos de época medieval. A éste seguía otro con un marcado carácter romanizador
tardío, con abundante cerámica sigillata. Inmediatamente por debajo del nivel romano,
se encontraron varios hogares con señales de rubefacción así como un agujero de
poste acuñado con piedras, adjudicándose este nivel de una forma ambigua a la Edad
del Hierro. Bajo esta ocupación, otro nivel parece corresponder a un Bronce Final/Hie-
rro Antiguo. Los niveles inferiores, con indicios de hogares, se encajarían dentro de un
Bronce Final, así como otros en los que desaparecen los testimonios cerámicos que-
dando únicamente los de carácter lítico.
Esta secuencia recoge, en los niveles inferiores, elementos protocogotas, así como
otros sobre aquellos, del mundo de Cogotas I, al que siguen otros de influencias ultra-
pirenaicas, con la presencia posterior de la romanización tardía y restos de carácter
medieval. Se obtuvieron cuatro fechaciones radiocarbónicas en distintos niveles, que
permiten conocer como alguno de éstos se encajan en la primera mitad del primer mi-
lenio a. C., estando en el entorno de este periodo de transición.
Vertiente septentrional.
327
los resultados de las diferentes campañas, la memoria definitiva está sin publicar. A los
efectos de este estudio, solamente citaremos la evolución del hábitat en esta cueva, a
partir del Neolítico, dejando sin tratar los niveles anteriores. Se pudieron detectar nive-
les del Bronce Antiguo, Medio y Final, con numerosas muestras identificadoras, así
como su utilización como recinto sepulcral.
328
ciones culturales de los diferentes niveles. En todos estos trabajos se habla de un nivel
correspondiente a la Edad del Hierro, aunque con ciertos matices diferenciadores en
las secuencias pero que en conjunto no difieren substancialmente.
DEPÓSITOS EN HOYOS
Prácticamente todos los que hemos podido estudiar se enmarcan en una cronología
que se desarrolla entre el Bronce Final y un Hierro Antiguo/Medio. Aunque no parecen
estar relacionados directamente con los lugares de habitación si debieron tenerlo de al-
guna forma, aunque en el momento actual no alcancemos a concretar como. En algún
caso se ha visto como a no mucha distancia de uno de estos conjuntos de depósitos,
se desarrolla un pequeño poblado, no ocurriendo lo mismo en el resto.
329
tres contenían objetos estando separados por otros estériles. Los objetos (en para-
dero desconocido) se repartían entre material cerámico con pastas modeladas y baja
cocción, perfiles convexos con fondos de la misma forma y algunos planos que pre-
sentaban perforaciones en los bordes y otros con “...protuberancias...”, y material lítico
(cuchillos de sílex, raspadores, puntas de flecha y de lanza, hachas pulimentadas).
Abundaban los restos de carbón.
Sobre estos hoyos se estructuró un hábitat, con cronologías del Bronce, Hierro y
romanización. La valoración total del yacimiento fue objeto de una publicación (Ugarte-
chea 1967).
A una distancia de siete metros del hoyo, los obreros localizaron un conjunto de 27
pesas circulares con orificio central.
Los tres hoyos presentaban una estratigrafía en los depósitos. Los materiales re-
cogidos en el hoyo 1, consistían en pequeños fragmentos cerámicos que perfilaban
formas convexas, con cuellos cortos cóncavos abiertos. La decoración consiste en lí-
neas incisas fuertes paralelas, en bandas verticales y horizontales que cubren toda la
superficie y otras más finas con el mismo concepto. Otras incisiones fuertes corridas,
dibujan ondulaciones en guirnalda, junto con dos anillas de hierro unidas. El hoyo 2 so-
lamente aportó algunos pequeños fragmentos cerámicos de pastas modeladas y otros
de fabricación torneada anaranjada y de terra sigillata, además de una pequeña hoja
de cuchillo con enmangue de espiga. También contenía restos de fauna: vaca, cerdo,
cabra u oveja y ciervo. El hoyo 3 solamente contenía restos de fauna: vaca, cabra u
oveja, perro, colocados en el fondo a más de un metro de profundidad.
330
Hoyos de Landatxo.
Otras piezas se recuperaron como procedentes de este lugar, pero sin haber podido
ejercer ningún control sobre su hallazgo. Consisten en: fíbula de botones, fíbula anular
hispánica de hoja de laurel, fíbula de pie acodado y disco, cuatro hebillas anulares en
omega, pasador en T, alfiler de cabeza caliciforme, peine con once púas y empuñadura
perforada en arcos, dos puñales con enmangue de espiga, puntas de lanza con nervio
central y enmangue de tubo, hacha plana; todas estas piezas de bronce.
331
Fue muy numeroso el material cerámico que contenían estos hoyos, con formas de
perfiles simples o ligeramente compuestas con tendencia a ser convexas, con cuellos
abiertos apenas marcados. Alguno de los recipientes son del tipo fuente. Generalmente
están muy ornamentados con técnicas diversas: impresiones digitadas sobre los bor-
des o en cordones, impresiones con instrumento, superficies texturadas, excisiones
triangulares y en ajedrezos, incisiones angulosas corridas en bandas, boquique sobre
líneas rectas o sobre guirnaldas, de línea cosida, incisiones rectas diseñando temas en
metopas, pezones colocados en la parte superior del recipiente. También se deposita-
ron fragmentos de molino de vaivén.
Las cerámicas, todas ellas modeladas, se separan en dos grandes grupos. Uno
con recipientes de gran tamaño y terminaciones superficiales poco cuidadas y otras
de menor tamaño, mejor terminadas y decoradas. Sus formas también se diferencian
según los tamaños. Las grandes tienen perfiles simples convexos oblicuos ligeramente
cerrados, con lo que el diámetro de la boca es menor que la base. Los de menor tama-
332
ño se caracterizan por un perfil de líneas compuestas, que son rectas o cóncavas. Las
ornamentaciones en el caso de los recipientes grandes, que generalmente se sitúan
en el borde de la cerámica, son a base de impresiones digitadas, de cordones lisos o
marcados por impresión de instrumento, junto a pezones simples o dobles. Más ricas
ornamentalmente son las decoraciones sobre los recipientes menores utilizando, in-
cisiones corridas, boquique y excisiones. Una datación sobre restos óseos, por C14,
arrojó una fechación del siglo X a.C.
Existe una fechación de C14 sobre restos óseos, encontrados en el hoyo 2, del siglo
VII a.C.
Se obtuvieron dos fechaciones de C14, que dieron como resultado: Hoyo 2. El más
abundante en material cerámico (Boquique, incisiones, etc.) siglo XIV a.C. Hoyo 3.
siglo IX a.C.
333
ETXANIZ (MARIETA. ÁLAVA)
Estos hoyos se localizaron en un descenso de las aguas del embalse de Ullibarri-
Ganboa, que normalmente los inundaban cuando las aguas alcanzan su nivel máximo
(Sáenz de Urturi 1994). Sumaban un total de seis hoyos, de los que solamente se con-
servaba un tercio de su totalidad habiendo desaparecido el resto por las oscilaciones
de la cota de agua del embalse. Se agrupaban de dos en dos. Los materiales (cerámi-
cos) se encontraban mezclados con abundantes carbones, restos de fauna quemada
y en dos de los depósitos con piedras areniscas de buen tamaño y en uno con una
especie de empedrado en el fondo.
CROMLECHS
En el extremo más oriental de la zona en estudio, ocupando una amplia área que
se extiende a ambos lados del Pirineo, llegando desde el Pirineo Occidental hasta el
Pirineo Central, se encuentran los círculos de piedra conocidos como cromlechs (mai-
rubaratxa, en euskera). Son 1.400 los monumentos conocidos, contabilizando tanto los
círculos de piedras que cuentan con una estructura tumular asociada, o los que care-
cen de ella. La mayor concentración se da en alturas que oscilan entre los 600 m. a
1.500 m. s.n.m., apareciendo principalmente en collados y lomas; es decir en lugares
334
Uno de los cromlechs de la estación
de Errenga.
destacados. Las medidas de estos monumentos oscilan entre los 3 y los 7 metros de
diámetro, siendo generalmente mayores los que se asocian a estructuras tumulares,
aunque es menor la abundancia de éstos que los presentan solamente el círculo de
ortostatos.
Los ajuares localizados en ellos, son escasos, consistiendo en material lítico, cerá-
mico y metálico, que aparece en relación con restos óseos cremados, junto a carbones.
No se han identificado los puntos donde se llevaron a cabo las cremaciones. Algún
autor, dada estas escasez de depósitos, los consideran como simples “cenotafios”, es
decir tendrían un carácter simbólico aunque en relación con el fenómeno incinerador
(Blot-Raballand 1995).
335
HALLAZGOS AISLADOS
Aunque en la mayor parte de los casos se refieren a hallazgos aislados sin contexto
arqueológico reseñaremos una serie de objetos que arrojan luz sobre influencias cul-
turales con una procedencia precisa. Un primer grupo es el que se refiere a las hachas
del tipo de talón y anillas, así como algún hallazgo de otro tipo.
Vertiente septentrional
Vertiente meridional
Todas ellas han sido localizadas en Álava, siendo la primera de la que se tiene no-
ticia la de Nograro (1881) de la que solamente se conoce que fue encontrada bajo una
roca (Llanos 1974) en este pueblo, tratándose de un hacha de una anilla. A este hallaz-
go siguieron otros en el tiempo, así en los años 50, se localizaron dos; una de talón y
dos anillas encontrada en el término de Urriol, en Araico, y la otra de talón y una anilla
en el término de La Rasa (Portilla) (Estavillo 1975). Otra, de talón y dos anillas, pro-
cede del entorno del monte Bachicabo, entre los pueblos de Bachicabo y Barrio, en el
valle de Valdegovía. En los alrededores del pueblo de Faido, se localizó bajo una roca
un hacha de talón y dos anillas. También como un hallazgo aislado está la de La Isla,
término del pueblo de Dordoniz, encontrada en el borde de un camino agrícola, que es
de talón y una anilla. Todos los ejemplares citados se fundieron en bronce. Por último,
procedente del Castro del Castillo de Henayo (Alegría-Dulantzi), en la zona excavada,
en el nivel IIa de la fase del Hierro Final, se recuperó un fragmento de un hacha fundida
en plomo, que únicamente conserva la parte del talón, habiéndose cortado el resto de
la pieza incluso las anillas, como una utilización del material para posibles aleaciones
(Llanos; Apellaniz; Agorreta; Fariña, 1975).
336
CUENCOS O CAPACETES ÁUREOS
Cuencos de Axtroki.
CONCLUSIONES
Resumiendo todo lo aportado por este bagaje de datos, es posible plantear inicial-
mente como se estructura y desarrolla, en el cantábrico oriental, este momento bisagra,
entre dos conceptos, manejados más como una forma de expresión diferenciadora de
momentos evolutivos, que como momentos de cambios rupturistas, debiendo pensar,
al menos en una parte de los lugares, en un cierto ensamblaje entre los diferenciados
grupos que se instalarán en este espacio, desde finales del segundo milenio a la prime-
ra mitad del primer milenio.
En cuanto a los lugares de habitación, parece existir una población que se desarro-
lla en zonas bajas, en valles fértiles, y que se encuentran próximos a las vías naturales
de comunicación, tanto en las rutas de dirección sur-norte, como en otras que lo ha-
cen hacia el este y oeste. Lo que sí parece es que ciertos espacios ofrecen un cierto
atractivo para desarrollarse, a juzgar por la densidad de puntos donde se acusa esta
presencia. Esta abundancia de lugares detectados, sobre todo para la primera etapa
del Bronce Final –aunque esto ya se plantea para etapas anteriores– no quiere indicar
que numéricamente haya que pensar en una población densa demográficamente, sino
más bien como un movimiento rotatorio de estas poblaciones, dentro de un espacio
concreto. Esto cambiará cuando se elijan establecimientos permanentes, a juzgar por
el importante esfuerzo desarrollado para crear unas estructuras de gran calado que se
llevan a cabo en los poblados de altura. Lo que sí parece claro es que estos estable-
cimientos de altura se crean, en muchos casos, en el Bronce Final, y que tienen una
337
larga continuidad en el tiempo, debido en la mayor parte de los casos a que, la elección
de los lugares siguió ofreciendo las mismas ventajas, –sobre todo de control espacial–,
que se tuvieron en cuenta para su fundación y que supondrá una constante desde los
momentos iniciales hasta bien entrada la Edad Media.
Una línea evolutiva del proceso material de ocupación del espacio, puede plantear-
se a partir del momento en que los grupos humanos protagonistas de la elección de los
lugares abiertos, estructuran sus pequeños poblados al aire libre. De esta primera fase
apenas quedan, actualmente, estructuras visibles. Por alguno de los lugares donde se
han conseguido datos, parece que estas estructuras se levantaron a base de mate-
riales ligneos. De esta manera a la operación de habilitar los terrenos donde ubicar el
asentamiento, con deforestación del lugar, se aprovecharía este material para edificar
de una forma rápida todas las estructuras de habitación. Ello supondría que un cambio
de lugar no tendría el coste añadido de un gran esfuerzo constructivo.
338
Distribución de los yacimientos citados.
POBLADOS. 1, Los Castros de Lastra. 2, Berbeia, 3. Peñas de Oro. 4, Arkiz/Iruña. 5, Castillo de Henaio. 6,
Kutzemendi. 7, Zaldiaran. 8, Santiuste. 9, San Formerio. 10, Portilla. 11, Castro Buradón. 12 La Hoya.
1, Zona del río Omecillo. 2, Zona del Río Rojo.
DEPOSITOS EN HOYOS. 1, Landatxo. 2, Salbatierrabide. 3, Mendizorroza. 4, El Batán. 5, Bizkar. 6, Etxaniz.
7, La Teja. 8, La Paul. 9, El Encinedo. 10, El Olagar.
CUEVAS. 1, Arenaza. 2, La Iglesia. 3, Santimamiñe. 4, Goikolau. 5, Lumentxa. 6, Solacueva de Lakozmonte.
7, Kobairada. 8, Santa Coloma. 9, Los Goros.
La abundante presencia de testimonios de las gentes del Bronce Final, en los yaci-
mientos del tipo de “Depósitos en Hoyos”, plantea como una constante, no resuelta, su
verdadera función o funciones, y su relación o no, con los lugares habitacionales. Estos
amplios conjuntos de hoyos, parecen haberse utilizado al menos durante estos perio-
dos, mayoritariamente como unas estructuras en las que se depositan, no solamente
materiales de desecho, sino que se enterraron elementos de un cierto valor intrínseco.
Así mismo parecen haberse depositado siguiendo unas constantes en la forma de ha-
cerlo, (fuego: cenizas, carbones, arcillas quemadas, enlosados o empedrados. etc.).
El carácter fragmentario con que suelen aparecer los materiales, especialmente las
cerámicas, quizá deba interpretarse como un depósito en el que éstos mantengan todo
el valor como testigos presenciales, de la unidad a la que pertenecieron. En algunos
casos concretos se ve que si no excavados en los propios lugares de los asentamien-
tos, sí aparecen en sus proximidades, a no mucha distancia de los mismos.
339
La presencia del mundo cultural relacionado con los cromlechs, introduce un nuevo
elemento, muy local pero de un gran interés por cuanto delimita perfectamente una
comunidad muy peculiar, de carácter pastoril, con unas estructuras propias (de las que
solo conocemos su aspecto funerario) que tienen largas perduraciones funcionales en
el tiempo.
El mundo cultural meseteño aparece bien representado, tanto en las cuevas como
en los “Depósitos en Hoyos”, y en los establecimientos al aire libre, teniendo su mayor
y prácticamente única presencia en la vertiente meridional, salvo algún breve testimo-
nio en cuevas de la vertiente septentrional. Son testimonios claramente pertenecientes
al mundo de Cogotas I, con producciones cerámicas que reflejan tipos perfectamente
definidos en este ámbito(1). Incluso con algunos elementos que se pueden considerar
como testigos de una etapa Protocogotas. Parece que en una primera etapa son los
creadores de algunos de los asentamientos al aire libre en zonas bajas(2) compartiendo
fórmula con los que tradicionalmente venían haciéndolo ya, por lo menos, desde el
Calcolítico. Si no siempre, en algunos casos, parecen elegir pequeñas elevaciones que
presentan una cierta defensa natural. En una segunda etapa parece que estas ocupa-
ciones, buscan lugares en zonas altas, al amparo de espacios rocosos, creando unas
ciertas infraestructuras que modifican estos lugares, tanto para establecer sus vivien-
das como para dotarlos de unas defensas artificiales, complementarias a las que ya
podían ofrecer naturalmente los lugares seleccionados. La clara relación establecida
entre los ajuares de, cuevas-depósitos en hoyos-poblados, se refleja claramente en la
similitud tipológica de los materiales cerámicos, tanto en formas como en decoraciones.
Punto y aparte es el mundo cultural donde hacen acto de presencia los cromlechs.
Por algunos de los materiales depositados parecen tener una cierta relación con in-
fluencias continentales, pero que dadas sus características de ocupación y extensión
zonal, debieron formar un grupo con personalidad propia, del que incluso pudiera que-
dar reflejo de su delimitación territorial, en las actuales líneas separadoras de las for-
mas dialectales del euskera.
(1). Las técnicas de tipo Boquique, no son algo nuevo en la zona meridional del territorio y en menor cuantía en la parte
septentrional ya que datos obtenidos en excavaciones en cuevas (Alday, 2003) se encuentra una técnica decorativa similar,
de elemento punzante sobre línea corrida, como base para la incrustación de pasta, con cronologías 6220 B.P. (Cueva de
Atxoste. Álava), 6250 B.P. (Cueva de Arenaza. Bizkaia).
(2). Son muy abundantes los puntos donde se detecta este tipo de pequeños poblados al aire libre, con zonas con una gran
densidad de yacimientos. Alguno de estos valles, en la zona meridional (Álava), ha sido exhaustivamente estudiado (Ortiz et
alii, 1990), con resultados que permiten fijar su mayor apogeo en momentos Calcolíticos.
340
Acceso y movimientos de los diferentes mundos culturales.
Algunos elementos, tanto estructurales como muebles, tienen claros paralelos con
yacimientos del Valle del Ebro correspondientes a los CU. Su penetración debió seguir
dos caminos: Remontando el curso del río Ebro, expandiéndose por una franja este-
oeste, al pie de las sierras de Codés-Cantábria-Obarenes, desde Navarra por La Rioja
para introducirse hacia el norte por los pasos de montaña que existen en estas alinea-
ciones pero principalmente por el paso de las Conchas de Haro. Otro acceso es el que,
desde la cuenca de Pamplona, por el paso de Sakana-Burunda, entra de lleno en la
Llanada Alavesa.
341
Los escasos, pero existentes testimonios de momentos del Bronce Final, en la zona
septentrional (caso de Astroki, por ejemplo), parecen tener su punto de partida en la
zona meridional alavesa, en un movimiento hacia las zonas costeras por las vías natu-
rales de la red hidrográfica.
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YACIMIENTO NUMERO -� C14 AÑOS B.C. CALIBRAD0 * (% Probabilidades)
POBLADOS
ATXA I-14.796 250 ± 80 95,4% (400-50 BC) 68,2% (380-180 BC)
ATXA I-14.797 280 ± 80 95,4% (420-40 BC) 68,2% (390-200 BC)
95,4% (800-150 BC) 44,1% (530-340 BC)
ATXA I-15.166 370 ± 90
24,1% (320-200 BC)
95,4% (590-390 BC) 48,0% (590-390 BC)
ATXA I-15.165 460 ± 90
14,9% (750-680 BC) 5,3% (670-640 BC)
LA HOYA I-10.880 270 ± 80 580 ± 85 95,4% (810-400 BC) 68.2% (800-520 BC)
95,4% (810-400 BC) / 65.2% (930-800 BC)
LA HOYA I-14.841 286 ± 8 760 ± 80
3,0% (970-960 BC)
93,5% (1410-970 BC) /
66,9% (1320-1040 BC)
LA HOYA I-14.497 309 ± 8 1020 ± 90
1,9% (960-930 BC)
1,3% (1370-1360 BC)
95,4% (1520-1040 BC) /
62,9% (1430-1210 BC)
LA HOYA I-14.495 317 ± 8 1110 ± 90 1,8% (1200-1190 BC)
1,6% (1180-1160 BC)
1,3% (1370-1360 BC)
95,4% (1700-900 BC) /
LA HOYA I-14.839 318 ± 13 1120 ± 160 67,4% (1520-1110 BC)
0,8% (1100-1080 BC)
95,4% (2100-800 BC)
LA HOYA I-10.881 326 ± 21 1220 ± 250
68,2% (1750-1050 BC)
299 ± 95,4% (1550-500 BC)
LA HOYA I-13.498 900 ± 190
166 68,2% (1270-820 BC)
95,4% (1450-88 BC)
LA HOYA I-13.976 300 ± 11 950 ± 130
68,2% 1279-920 BC)
95,4% (750-100 BC)
68,2% (35,5% 330-200 BC)
LA HOYA I-11.362 249 ± 8 350 ± 85
(26,5% 420-340 BC) (4,6% 510-460 BC)
(1,6% 450-440 BC)
95,4% (790-360 BC)
68,2% (46,1% 560-390)
LA HOYA I-11.363 259 ± 8 460 ± 85
(15,2% 750-680 BC) (5,1% 670-640 BC)
(1,6% 450-440 BC)
95,4% (1690-1290 BC)
LA HOYA I-11.364 330 ± 8 1270 ± 90
68,2% (1610-1400 BC)
95,4% (1000-200 BC)
LA HOYA I-10.879 266 ± 14 535 ± 155 68,2% (58,2% 780-480 BC)
(10,0% 470-410 BC)
95,4% (1940-1500 BC)
LA HOYA I-12.522 346 ± 8 1460 ± 90 68,2% (59,1% 1830-1610 BC)
(9,1% 1880-1840 BC)
95,4% (1050-500 BC)
68,2% (58,6% 930-750 BC)
LA HOYA I-13.975 280 ± 8 690 ± 90
(5,5% 640-590 BC)
(4,1% 690-660 BC)
95,4% (750-100 BC)
68,2% (35,9% 330-200 BC)
LA HOYA I-14.496 249 ± 8 350 ± 80 (27,5% 420-340 BC)
(4,0% 490-460 BC)
(0,9% 450-440 BC)
348
YACIMIENTO NUMERO -� C14 AÑOS B.C. CALIBRAD0 * (% Probabilidades)
POBLADOS
95,4% (93,8% 1420-970 BC)
LA HOYA I-14.840 309 ± 10 1020 ± 90 (1,6% 960-930 BC)
68,2% (1320-1050 BC)
95,4% (1410-920 BC)
LA HOYA I-15.667 307 ± 8 1000 ± 90
68,2% (1300-1020 BC)
95,4% (1900-700 BC)
LA HOYA I-15.677 315 ± 19 1090 ± 230
68,2% (1550-900 BC)
95,4% (800-200 BC)
LA HOYA I-15.689 282 ± 8 710 ± 90 68,2% (64,5% 940-760 BC)
(1,9% 980-950 BC) (1,9% 690-670 BC)
95,4% (1400-800 BC) /
CASTRO HENAYO ** CSIC.106 970 ± 110 65,2% (1270-970 BC)
1,9% (960-940 BC) 1,1% (1290-1280 BC)
95,4% (1450-800 BC) /
CASTRO HENAYO ** CSIC.108 980 ± 110
67,1% (1300-970 BC) 1,1% (960-940 BC)
95,4% (1650-1000 BC) /
CASTRO HENAYO ** CSIC.107 1150 ± 110 62,8% (1500-1250 BC)
5,4% (1240-1210 BC)
95,4% (1150-750 BC) /
CASTRO HENAYO ** I-8687 760 ± 80
65,2% (930-800 BC)
LOS CASTROS 95,4% (810-400 BC)
I-16.321 269 ± 90 570 ± 90
DE LASTRA 68,2% (800-520 BC)
LOS CASTROS 95,4% (810-400 BC) /
I-13.500 270 ± 80 580 ± 80
DE LASTRA 54,8% (730-520 BC) 13,4% (800-750 BC)
349
YACIMIENTO NUMERO -� C14 AÑOS B.C. CALIBRAD0 * (% Probabilidades)
POBLADOS
95,4% (400-30 BC)
BASAGAIN I-18.633 220 ± 80 68,2% (63,2% 370-150 BC)
(5% 140-110 BC)
95,4% (790-400 BC) /
63,1% (770-510 BC) 2,3% (470-450 BC)
BURUNTZA Ua.10.543 525 ± 75
1,8% (440-430 BC)
1,0% (420-410 BC)
94,2% (1220-800 BC)
1,2% (1260-1240 BC) /
BURUNTZA I-16.127 860 ± 90
66,8% (1070-830 BC)
1,4% (1110-1100 BC)
95,4% (93,2% 550-100 BC)
BURUNTZA I-17.168 329 ± 80 68,2% (42,9% 330-200 BC)
(25,3% 410-340 BC)
95,4% (1400-1040 BC) /
BURUNTZA Ua.231-0 1050 ± 60 60,6% (1320-1120 BC)
7,6% (1380-1330 BC)
95,4% (800-350 BC)
68,2 (47,9% 560-390 BC)
INTXUR I-15.489 450 ± 85
(14,7% 750.680 BC) (4,9% 670-640 BC)
(1,0% 590-580 BC)
95,4% (520-90 BC) 68,2%
INTXUR I-15.488 310 ± 80 (46,2% 320-200 BC)
(22,0% 400-340 BC)
INTXUR I-16.386 230 ± 80 95,4% (400-40 BC) 68,2% (370-160 BC)
95,4% (86,2% 260 BC- 90 AD)
INTXUR I-16.193 120 ± 80
(9,2% 360-270 BC) (68,2% (200-20 BC)
95,4% (1130-760 BC) /
INTXUR I-16.387 770 ± 80
64,5% (930-800 BC) 3,7% (970-950 BC)
95,4% (86,6% 1020-730 BC)
MUNOAUNDI I-18.368 470 ± 80 (6,2% 650-540 BC)
(2,6% 690-660 BC) 68,2 (920-770 BC)
95,4% (1150-400 BC) /
MORU I-16.862 720 ± 100
66,9% (1000-760 BC) 1,3% (680-660 BC)
95,4% (1120-760 BC)
MORU I-16.861 760 ± 80 68,2% (66,1% 949-790 bc)
(2,1% 970-960 BC)
95,4 (93,3% 210-70 BC)
SANTUARIO
CSCI-759 110 ± 60 (2,1% 350-320 BC)
GASTIBURU
68,2% (170 BC-10 AD)
95,4% (370-30 BC)
SANTUARIO
CSIC-760 190 ± 60 68,2% (54,7% 210-50 BC)
GASTIBURU
(13,5% 350-300 BC)
95,4% (200-60 BC)
MARUELEZA CSCI-681 100 ± 50 68,2% (59,9% 120BC-10 AD)
(8,3% 160-130 BC)
95,4% (89,6% 210 BC- 20 AD)
MARUELEZA CSCI-684 144 ± 50 (5,8% 350-300 BC)
68,2% (180-140 BC)
95,4% (61,6% 520-340 BC)
(4,2% 470-410 BC)
LAS ERETAS 525 ± 25 68,2% (24,4% 760-680 BC)
(24,0% 600-530 BC)
19,9% 670-610 BC)
350
YACIMIENTO NUMERO -� C14 AÑOS B.C. CALIBRAD0 * (% Probabilidades)
POBLADOS
95,4% (200 BC-60 AD)
KOSNOAGA CSCI-696 100 ± 50 68,2% (59,9% 120 BC- 10 AD)
(8,3% 160-130 BC)
95,4” (61,6% 520-340 BC)
GrN- (33,8% 330-200 BC)
BERREAGA 360 ± 50
20.774 68,2% (45,3% 410-350 BC)
(22,9% 290-230 BC)
NECROPOLIS
95,4% (800-200 BC)
68,2% (51,9% 560-360 BC)
LA HOYA I-16.084 255 ± 8 410 ± 90 (11,5% 750-680 BC)
(3,3% 670-640 BC)
(1,5% 280-260 BC)
CUEVAS
95,4% (770-400 BC) /
GrN. 38,4% (550-410 BC)
SANTA COLOMA 500 ± 50
22.793 22,6% (760-680 BC) 5,6% (670-640 BC)
1,5% (590-580 BC)
95,4% (770-400 BC) /
GrN. 23,1% (760-680 BC)
SANTA COLOMA 510 ± 50
7.575 21% (560-480 BC) 12,1% (470-410 BC)
8,8% (670-630) 3,3% (600-570 BC)
67,3% (830-750 BC)
18,9% (640-540 BC)
GrN.
SANTA COLOMA 630 ± 35 9,3% (690-660 BC) /
22.791
61,8% (810-760 BC)
6,4% (680-660 BC)
KUKUMA I-12.085 240 ± 90 95,4% (410BC-AD) 68,2 (390-160 BC)
95,4% (1200-500 BC)
SANTIMAMIÑE 750 ± 100
68,2% (1000-780 BC)
95,4% (770-390 BC)
68,2% (47,6% 560-400 BC)
DEL FARO Gif-6.366 470 ± 70
(15,9% 750-680 BC)
(4,7% 670-640 BC)
95,4% (800 BC- 50 AD)
IRITEGI I-17.705 300 ± 140 68,2% (64,5% 420-50 BC)
(2,8% 490-460 BC) (0,9% 450-440 BC)
GrN- 95,4% (900-780 BC) 68,2% (840-795 BC)
BERROBERRIA 705 ± 35
16.512
DEPOSITOS EN
HOYOS
95,4% (1400-800 BC) /
HOYO LA PAUL I-11590 303 ± 8 950 ± 85 63,0% (1220-970 BC)
2,9% (1260-1240 BC) 2,3% (960-940 BC)
95,4% (1000-400 BC) /
HOYO BIZKAR I-10.072 278 ± 9 670 ± 100
41,7% (910-750 BC) 26,5% (690-540 BC)
CROMLECHS ***
93,2% (1320-1010 BC)
2,2% (1370-1340 BC) /
60,3% (1270-1110 BC)
MEATSE 8 Gif. 9.573 1010 ± 50
4,7% (1100-1080 BC)
2,5% (1070-1050 BC)
0,7% (1290-1280 BP)
351
YACIMIENTO NUMERO -� C14 AÑOS B.C. CALIBRAD0 * (% Probabilidades)
CROMLECHS ***
APATESARO I Gif. 5.728 830 ± 90 95,4% (1220-790 BC) 68,2% (1020-820 BC)
92,5% (1300-750 BC) 2,9% (700-550 BC) /
MEHATZE 5 Gif. 4.470 780 ± 100
68,2% (1000-800 BC)
ERROZATE 2 Gif. 3.741 730 ± 100 95,4% (1150-500 BC) 68,2% (1000-760 BC)
95,4% (920-760 BC) / 58,4% (840-790 BC)
HEGIEDER 7 Gif. 9.371 700 ± 50
9,8% (900-870 BC)
95,4% (1050-400 BC) / 50,6% (930-750 BC)
ERROZATE 4 Gif. 4.185 690 ± 100
14% (640-540 BC) 3,6% (690-660 BC)
95,4% (910-410 BC) / 40,8% (710-520 BC)
APATESARO 1 bis Gif. 5.729 640 ± 90
26,6% (840-750 BC) 0,8% (890-880 BC)
PITTARE Gif. 4.469 290 ± 90 95,4% (520-40) BC) 68,2% (400-190 BC)
ERROZATE 3 Gif. 4.184 380 ± 100 93,0% (550-BC-AD) 68,2% (410-170 BC)
95,4% (800-200 BC) 51,3%(600-360 BC)
OKABE 6 Gif. 4.186 42 0 ± 100
12,4% (750-680 BC) 4,5% (670-640 BC)
95,4% (800-200 BC) 60,4% (540.350 BC)
LOUS COURAUS X 395 ± 70
5,1% (730-690 BC) 2,8% (280-250 BC)
95,4% (800-200 BC) 50,4% (600-380 BC)
MÉHATZE 2 Ly. 881 430 ± 130
13,1% (750-680 BC) 4,7% (670-640 BC)
750 ± 60 95,4% (1000-780 BC) 68,2% (905-805 BC)
MENDILUZE
720 ± 60 95,4% (980-760 BC) 68,2% (895-795 BC)
TUMULOS ****
95,4% (1000-400 BC) 33,1% (850-730 BC)
BIXUSTIA Gf. 3.743 650 ± 100
30,8% (700-540 BC) 4,3% 900-780 BC)
APATESARO 5 Gif. 4470 780 ± 100 95,4% (1250-550 BC) 68,2 (1000-800 BC)
95,4% (1050-500 BC) 65,7% (940-760 BC)
APATESARO 4 Gif. 6.031 720 ± 90
2,5% (980.950 BC)
95,4% (1410-900 BC)
ZUHAMENDI 3 Gif. 3.742 990 ± 100
68,2% (1300-1010 BC)
95,4% (1050-500 BC) 58,6% (930-750 BC)
ZAHO 2 Gif. 6.343 690 ± 90
5,5% (640-590 BC) 4,1% (690-660 BC)
95,5% (800-200 BC) 48,3% (550-350 BC)
URKIBI I-11365 395 ± 95
10% (300-200 BC)
352
Figura 3.
353
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 355-370 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
RESUMEN:
Introduce el tema, una valoración del conocimiento y estado de la cuestión en la época en que D. José
Miguel de Barandiaran inició sus estudios arqueológicos. Tanto de los casos concretos de yacimientos que
podían adjudicarse a la Edad del Hierro, como de las conclusiones que debido a su conocimiento podían
deducirse.
En una primera etapa de su actividad investigadora, es decir aquella anterior a 1936, en que el desarrollo
de sus trabajos tiene como marco propicio las tierras de Álava, lugar donde residirá durante treinta años, se
analizan sus descubrimientos de yacimientos claramente enmarcables en la Edad del Hierro o en periodos
relacionados con ella. Con todos los datos obtenidos elaboró su primera síntesis de prehistoria vasca, donde
dedicó una amplia parte a estos temas de la edad de los metales, resumiendo sus ideas al respecto.
Un segundo momento, el que transcurre entre 1936 y 1953, es también analizado, conociendo su dedi-
cación al tema durante estos años, en tierras del País Vasco Continental y los descubrimientos que llevó a
cabo, especialmente en lo referente al fenómeno de los cromlechs.
Su regreso, en 1953, marca su tercera etapa. Es de este momento la edición de su segunda síntesis de
prehistoria vasca, conociendo, por comparación con la primera, su valoración en aquel momento concreto.
Sus investigaciones sobre este tema se desarrollaron con varias excavaciones en importantes yacimientos,
que aportaron nuevos datos, aunque la falta de una nueva síntesis impidió conocer sus ideas que resumie-
sen los resultados obtenidos.
Se trata por tanto de exponer la trayectoria de este investigador en un tema tan concreto como es éste
de la Edad del Hierro en el País Vasco.
LABURPENA:
Gaiak, ezagutzaren balorazioa eta arazoaren egoera José Miguel de Barandiaran jaunak arkeologia-az-
terketak hasi zituen garaian ezartzen du. Hala Burdin Arokotzat jo zitezkeen aztarnategien kasu zehatzena,
nola bere ezagutzagatik ondoriozta zitezkeen ondorioena.
Bere ikerketa-jardueraren lehen etapa batean, hau da, 1936. urtearen aurrekoan, Arabako lurrak bere
lanak garatzeko marko egoki izan zirenen hartan, izan ere, bertan hogeita hamar urtez bizi izan zen, Burdin
Aroan edo horren inguruko epealdietan argi eta garbi koka daitezkeen aztarnategi aurkikuntzak aztertzen
dira. Bildutako datu guztiekin, Euskadiko Historiaurreari buruzko bere lehen laburpena egin zuen, eta horre-
tan, luze eta zabal aritu zen metalen aroko gai hauei buruz, horien inguruan zituen ideiak laburbilduz.
Bigarren une batean, 1936 eta 1953 bitartekoan, alegia, ere aztertua izan zen, ezaguna baitzen urte hori-
etan Euskadiko barrualdean gaiari eskainitako lana eta egin zituen aurkikuntzak, eta bereziki, harrespilen fe-
nomenoaren inguruan.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arman.llanos@gmail.com
355
Bere itzulerak, 1953. urtean, hirugarren etapa markatzen du. Une horretakoa da Euskadiko Historiaurrea-
ri buruzko bigarren laburpenaren argitalpena, eta horretan ezagutarazten da une zehatz horretan egin zuen
balorazioa, lehenengoarekin alderatuz. Gaiari buruzko bere ikerlanak aztarnategi garrantzitsuetan egindako
hainbat indusketatan oinarriturik garatu ziren. Ikerlan horiek datu berriak erantsi zituzten, baina beste labur-
pen bat ez izateak lortutako ondorioak laburbilduko zuten bere ideiak ezagutzea galarazi zuen.
Beraz, ikertzaile honek Euskadiko Burdin Aroa bezalako gai zehatzaren inguruan egindako ibilbidea azal-
tzea da helburua.
SUMMARY:
An introduction to the subject, an appraisal of the knowledge and state of this issue in the period when
Mr. José Miguel de Barandiaran commenced his archaeological studies; both in the case of specific sites than
can be assigned to the Iron Age and of the conclusions that can be drawn from his knowledge.
In a first phase of his research, i.e. prior to 1936, when his work concentrated on the promising area of
Alava, a region where he lived for thirty years, he studied the discoveries of sites that clearly belonged to the
Iron Age or to periods related to the said age. Based on the data obtained, he prepared his first work on Bas-
que pre-history, where he dedicated a large section to issues related to the age of the metals, providing a
summary of his ideas on this subject.
A second period, between 1936 and 1953, is also studied, based on his dedication to this issue during the
said period, in Continental Basque Country areas and the discoveries he made, especially concerning crom-
lechs.
His return, in 1953, marks the third phase. It is in this period when he published his second work on Bas-
que prehistory, describing, in comparison with the first work, his assessment at that specific moment. His in-
vestigations on this subject included a number of excavations at important sites that provided new data, al-
though his failure to prepare another synthesis prevented us from knowing his ideas on the results obtained.
The idea is, therefore, to present the career of this researcher dedicated to such a specific issue as the
Iron Age in the Basque Country.
INTRODUCCIÓN
A nivel europeo los trabajos y publicaciones que se iban poniendo a la luz exponían
los alcances logrados hasta entonces. Se contaba, en estos momentos del inicio de las
investigaciones de D. José Miguel, con el “Manuel d´archéologie préhistorique, celtique
et galoromaine” de Déchelette 1908-1914, publicación muy consultada por Barandia-
ran, atendiendo a las numerosas citas que hace de ella en una publicación posterior
(1931 Barandiaran); el estudio de L.Beck, “Geschichte des Eisens”, 1891, con algún
error cronológico del Hierro respecto al Bronce; o la publicación de Montelius, “Veber
das erste Auftreten des Eisens” de 1900, como trabajos generales, aparte de otros
356
varios sobre temas concretos. Es cierto que el impulso de publicaciones sobre este
periodo se dio a partir de los años 20, con lo que en aquellos momentos iniciales tam-
poco contó con una amplia bibliografía que orientase sus trabajos, añadiendo a ello la
posible dificultad en acceder a todas estas fuentes.
Para la Península y como trabajos específicos, por aquellos años, sobre la proto-
historia, las investigaciones más completas fueron las que realizó Bosch Gimpera, que
aunque en muchos casos ceñidas al ámbito catalán, también tratan de la problemática
general sobre estas fases culturales, siendo de especial interés el haber sido el primer
arqueólogo peninsular que sistematizó los materiales arqueológicos conocidos has-
ta entonces. Otras publicaciones recogían los resultados de los trabajos de L.Siret y
J.Cabré para el oriente andaluz y Meseta respectivamente, o bien sobre trabajos pun-
tuales de cierta envergadura, como los de Numancia, realizados por la Comisión de la
Real Academia de la Historia, en la que intervinieron prestigiosos arqueólogos.
En el ámbito del País Vasco las investigaciones sobre protohistória eran aún mucho
más escasas, ya que únicamente existían algunos datos publicados, principalmente de
hallazgos esporádicos, como los llevados a cabo en Bizkaia (Verraco de Miqueldi, o los
hallazgos monetales de Monte Lejarza, por poner un ejemplo) o de algunos datos con-
templados en obras generales de carácter histórico-geográfico. Otro tanto ocurría con
lo conocido en Álava, donde los pocos datos correspondientes a diversos yacimientos,
en casi todos los casos son adjudicados a la cultura romana o bien a monumentos
megalíticos tomados por “elementos célticos” según se consideraban a finales del siglo
XIX o principios del XX. Lo mismo puede aplicarse a Gipuzkoa aunque en este caso,
aún con mayor escasez de datos. Un planteamiento paralelo ocurría en Navarra y el
País Vasco Continental.
Se deduce de todo ello que, cuando inició sus trabajos en el País Vasco, más con-
cretamente en el ámbito espacial en que le tocó vivir por aquellos años, no se puede
hablar de investigaciones arqueológicas sobre la protohistoria vasca, en sentido estric-
to. Esta situación debió ser general al resto de las investigaciones, aunque quizá no de
forma tan acusada.
357
tienen ocasión durante su estancia en tierras alavesas –la mayor parte de los hallazgos
ocurren en zonas próximas a Vitoria– donde este tipo de yacimientos abunda por toda
su geografía, como ha podido comprobarse posteriormente. Las limitaciones para las
prospecciones por zonas más amplias debieron venir de la férrea disciplina del Semi-
nario Diocesano, que no le permitía una gran libertad de movimientos. En sus tiempos
libres de vacaciones, además de dedicarlas a excavaciones concretas, pudo también
tener ocasión de prospectar, con lo que tanto en Bizkaia como en Gipuzkoa le fue po-
sible descubrir algunos yacimientos en cuevas con niveles de la Edad del Hierro, así
como algunos cromlechs en Gipuzkoa y Navarra. Fue al final de esta primera etapa
cuando publicó “El hombre primitivo en el País Vasco” donde resumió y sintetizó sus
conocimientos de la prehistoria vasca.
2. En esta publicación del año 1953, incluyó una relación de los yacimientos de la Edad del Hierro conocidos
hasta aquel momento.
358
PRIMERA ETAPA
Uno de los primeros trabajos, en los que se salió del ámbito de los yacimientos pre-
históricos, fue el que llevó a cabo sobre las cuevas artificiales de Álava (Barandiaran
1923). Primero con el referente a aspectos concretos de éstas, “El arte rupestre en Ála-
va” (Barandiaran 1920), que resumía sus observaciones realizadas en las visitas que
llevó a cabo a estos conjuntos de los montes de Izkiz, entre Faido y Arluzea, en 1917,
y posteriormente, (Aranzadi, Barandiaran, Eguren 1923) con el del conjunto “Grutas
artificiales de Álava”, donde en un denso catálogo de cavidades agrupa el conocimien-
to de este fenómeno, incluyendo sus observaciones en 1920, de los conjuntos de la
zona de Valdegovía. Ciertamente no llegaron a plantear conclusiones sobre aspectos
cronológico-culturales, pero ya dejaron reflejado, “...nuestra curiosidad científica no ha
quedado satisfecha...”, y más adelante, “...la tarea que resta por llevar a cabo es ardua
y penosa, pero en ello nos ha de aliviar seguramente el incentivo que nos impulsa a
buscar una explicación satisfactoria de la existencia de un tan considerable número de
construcciones socavadas en los apropiados macizos areniscos de la indicada zona
alavesa...”. Esta explicación trataría de cubrirla después con una cata que llevó a cabo
delante de la cueva de El Montico de Charratu, en 1928, donde la pequeña excavación
ofreció una estratigrafía ordenada con cuatro capas, de las que en las tres primeras
aparecían cerámicas y material lítico y en la cuarta solamente silex. Este trabajo inicial,
inconcluso, fue continuado treinta y siete años después, del que trataremos más ade-
lante.
También por aquellos primeros años, entre 1918 y 1922 y formando equipo con
Aranzadi y Eguren, trabajaron en la excavación de la cueva de Santimamiñe, publican-
do (Aranzadi, Barandiaran, Eguren 1931a) en el segundo tomo de las memorias, los
datos referentes a los niveles con cerámica y el conchero (fot. 3). Estratigráficamente
no pudieron diferenciar y aislar los niveles con cerámica ni su secuencia, achacán-
dolo a la flojedad de las tierras que contenían 1 tanto estos estratos, como el nivel
subyacente del conchero. Independientemente de la presencia de restos de época
histórica y del mundo romano, el material cerámico es muy abundante aunque muy
fragmentado permitiendo pocas reconstrucciones de formas. Son numerosas las orna-
mentaciones, tanto de tipo plástico del tipo de cordones digitados como ungulados casi
siempre emplazados junto al borde, así como superficies texturadas o cubiertas con
ungulaciones. Otras decoraciones corresponden a los tipos de impresiones, incisiones
corridas fuertes, acanaladuras por incisión o excisión, estando también presentes los
pezones apuntados o de lengüeta casi siempre dispuestos en la zona del cuello o junto
a los bordes. Con todo este material, los excavadores, esbozaron unos atisbos de cro-
nología, en base a un análisis tipológico. Así a épocas históricas recientes asignaron
la cerámica vidriada que incluso pudieron recuperar en piezas completas. Al mundo
romano adjudicaron algunos fragmentos de color rojo, aunque sin ornamentar. Otros
fragmentos, dicen en su memoria, que debieron pertenecer, ”...a la época hallstáttica o
primera del Hierro...” por comparación con cerámicas similares que como tales publicó
Bosch Gimpera. El resto lo relacionaron con los del yacimiento de Cueva Lóbrega o en
algún caso con los campaniformes de los dólmenes de Urbia. De todo ello sacaron la
conclusión que, salvo los fragmentos de época histórica y los de tipo hallstáttico, el res-
to se englobaría –nuevamente siguiendo a Bosch Gimpera– en lo que se llamó Cultura
de las Cuevas. Esta confirmación como yacimiento con niveles de carácter postpaleo-
lítico ha quedado expuesto en un posterior trabajo (1985/86. Ramirez, Idarraga).
359
3. Siendo muy joven, codirigió junto a Telesforo
Aranzadi y Enrique Eguren, la excavación de la
cueva de Santimamiñe en Bizkaia, con un nivel
superior de la Edad del Hierro. A la derecha,
parcialmente oculto, aparece Barandiaran.
360
4. El yacimiento de Salbatierrabide, en las afueras de 5. El “Depósito en Hoyos” de Salbatierrabide.
Vitoria-Gasteiz, localizado durante los trabajos de ex-
tracción de gravas a principios del siglo XX, le permitió
investigar uno de los primeros “Depósitos en Hoyos”
descubierto en Álava.
De aquel mismo año de 1918 fue el descubrimiento del Castro de Peñas de Oro,
en Vitoriano (Valle de Zuia) (fot. 6). En la primera visita que realizó al santuario de Nª.
Sª. de Oro, se fijó en los fragmentos cerámicos que aparecían en las tierras puestas a
la luz en las toperas. En setiembre de 1934 realizó una nueva excursión a este monte,
confirmando su primera impresión, ya que en los cortes del terreno producidos por el
camino, localizó molinos de mano y fragmentos de tiestos y algún material lítico. Todos
estos objetos se depositaron en el museo del colegio de los PP. Paules de Murgia. Una
última visita la llevó a cabo el 4 de Junio de 1935.
Entre Julio y Agosto de 1926, dedicaron cuatro días a una somera exploración de
la cueva de Arbil (Deba), excavando en el vestíbulo una zanja de 2,80 m. de largo por
1,50 m. de ancho, llegando a una profundidad de 1,45. En la breve nota que dio de es-
tos trabajos indicaba como el nivel superior contenía cerámica basta y escasas lascas
de pedernal un tanto atípicas, así como conchas de lapas. En su relación de estaciones
arqueológicas del País Vasco (Barandiaran 1953) indica que, “…su cerámica parece de
la Edad del Hierro...”
En otra de sus excursiones docentes al aire libre, de las clases de geología y pre-
historia del Seminario, por los alrededores de Vitoria, acompañado de sus alumnos,
llegó en 1926 al monte de Kutzemendi también llamado Olarizu, detectando en él un
nuevo yacimiento arqueológico (fot. 7). Los datos sobre el hallazgo de un nuevo castro
quedaron reflejadas en una publicación (Saralegui 1927), adjudicándolo a la segunda
Edad del Hierro. En este trabajo se dice que el yacimiento se extiende por toda la cima
de la montaña y parte de sus vertientes, según pudieron observar en los numerosos
cortes practicados por los canteros en las explotaciones de piedra. En estos cortes es
donde aparecía cerámica que citaban como prehistórica. De esta decían que, “...es
muy dura y contiene en su masa, arena y piedrecitas que le dan mucha consistencia.
La cenefa que llevan algunos trozos tiene incisiones que le dan mucha gracia. Abundan
asimismo, restos de animales. Todo esto se nos aprecia a la vista sin apenas hacer
nada por descubrirlo“. En el verano del mismo año del descubrimiento, una comisión
del Centro de Estudios Prehistóricos de Eusko Ikaskuntza –creado por D. José Miguel
de Barandiaran–, llevó a cabo excavaciones en el yacimiento, recuperando objetos líti-
cos (hacha pulimentada, punta de flecha) punzones de cobre, pondus de gran tamaño
de tierra cocida, molino de mano de piedra de forma rudimentaria, etc., adjudicando
todo ello al Eneolítico. Este desfase cronológico se repitió en algún otro yacimiento,
reconociendo posteriormente (Barandiaran 1934) su encaje en la Edad del Hierro.
361
6. El castro de las Peñas de Oro, en el Valle de Zuia 7. Poblado de Kutzemendi, en las proximidades
(Álava), uno de sus primeros descubrimientos de po- de Vitoria-Gasteiz, también citado en su relación
blados de la Edad del Hierro. de yacimientos de 1953.
Dos años después, en 1928, en el mes de Junio, una vez más aprovechando sus
vacaciones de verano, giró una visita al monte Salbatore de Iziar, donde descubrió el
yacimiento existente en la cueva de Urtiaga. Ese mismo año, al mes siguiente, comen-
zó su excavación que, en años sucesivos durante nueve campañas, hasta 1936, se
estudió de forma intensiva. Fue desde este yacimiento donde tuvo que salir de forma
precipitada hacia el exilio. Sería también en este yacimiento donde retomó su actividad
arqueológica al regreso del exilio, al continuar la excavación interrumpida dieciocho
años antes. Tres nuevas campañas fueron necesarias para dar por finalizados sus tra-
bajos. Los resultados indicaron que la ocupación de la caverna fue larga en el tiempo,
cubriendo un abanico que va desde, por lo menos un magdaleniense, a etapas proto-
históricas. Bajo un nivel superior con cerámicas de carácter histórico moderno y sobre
todo en lo que denominaron tramo A, es abundante el material cerámico, juntamente
con otros restos arqueológicos, incluso restos humanos. Estas cerámicas de factura
basta, tienen una serie de aplicaciones ornamentales plásticas, tanto en forma de pe-
zones, sobre todo en la zona del cuello/borde, como cordones digitados o simplemente
lisos. Otros fragmentos se decoraron con relieves largos y acanalados, digitaciones,
tanto en los cuerpos como en los bordes. Estos materiales cerámicos continuaban
apareciendo a profundidades que sobrepasaban el metro. Así y atendiendo a estos
materiales, ya en las publicaciones de los años 50 (Barandiaran 1953) reseña un nivel
superior de la Edad del Hierro y que más adelante matizaría como, ”...un nivel superior
de tipo hallstáttico” (Barandiaran 1960).
362
sita publicó una breve nota (Barandiaran 1948) juntamente con un plano donde situó
los hallazgos. Amplió estos datos en una nueva publicación (Barandiaran 1961) des-
cribiendo el interior de la cueva y los objetos que encontró en sus visitas de 1935 y
1936.
Así mismo, durante sus prospecciones por montes y sierras en busca de monu-
mentos megalíticos, especialmente dólmenes, son varios los crómlechs descubiertos,
principalmente en territorio gipuzkoano. Sirvan como ejemplo los de la zona de Elduain-
Hernani, concretamente los de Altxista y Etzela, o los de Jaizkibel en Hondarribia, o
Hunamene en la zona de Hernani-Arano. Son una serie de hallazgos esporádicos, pero
que no quedaron ocultos a la aguda observación prospectora de D. José Miguel de
Barandiaran.
Pero quizá, de toda esta primera etapa, una de las conclusiones más interesantes
son las que vertió en su primera síntesis sobre prehistoria vasca (Barandiaran 1934).
Esta publicación, aparte de para conocer el alcance de las investigaciones por aque-
llas épocas, sirve para conocer sus ideas sobre el hecho de la indoeuropeización en
la cultura del País Vasco. Es indudable el peso que tuvieron en su formación, en esos
momentos, una serie de obras citadas como notas a pie de página, especialmente las
de L. Von Schroeder, “Arische Religión”, o “Die indogermanen”. En esta publicación de
síntesis, aparte de ordenar con una secuencia cronológico-cultural, subdivide cada uno
de los periodos en aspectos de desarrollo cultural, tocando temas como la vivienda, el
lenguaje, la religión, la industria, la vida económica, el atavío corporal, etc., es decir con
un esquema de interpretación completamente actual. La descripción de cada uno de
los apartados los desarrolla con su característico estilo, sobrio, conciso, sin florituras,
pero tremendamente jugoso en cuanto a planteamientos, incluso algunas veces –cosa
rara en él– exponiendo tesis no excesivamente fundamentadas, pero muy interesantes
como propuestas de apertura de nuevos caminos de investigación. Él mismo lo reco-
noce cuando, al hacer unas consideraciones relacionando datos arqueológicos con los
lingüísticos, dice, “...El terreno lingüístico que he rozado en algunas de las considera-
ciones anteriores, es harto resbaladizo. Cuando se hayan efectuado investigaciones de
palabras y cosas con más extensión y profundidad, podrá ensayarse seguramente con
mejor éxito el estudio de las vicisitudes de muchos elementos de nuestra cultura tradi-
cional. Con todo, el cotejo de los nombres y de los datos arqueológicos no debe des-
echarse de plano aun en el estado actual de nuestros conocimientos. Algunos hechos,
aisladamente, tienen escasa fuerza probatoria; pero es indudable que el conjunto de
todos ellos nos pone en estrecho contacto con las edades prehistóricas” (Barandiaran
1934.70) y unas páginas después, “...Estas últimas consideraciones no aspiran a ser
definitivas; pero señalan, a mi juicio, uno de los caminos por donde podríamos investi-
gar la historia vasca, cuando los estudios de la geografía lingüística hayan alcanzado
entre nosotros el grado de desarrollo que es de esperar. No es diferente el método que,
con éxito indiscutible, empleó O.Schroeder en el estudio de la civilización aria” (Baran-
diaran 1934. 78).
Este trasfondo indoeuropeo acusa como aportaciones de aluvión en los más varia-
dos aspectos, pero especialmente en los de carácter religioso y de los mitos y creen-
cias. Toma como ejemplo entre otros, la dedicación de algunos días de la semana al
cielo o a la luz del cielo, como parece reflejar el jueves (orzegun; ostegun=día del cielo)
(eguen=día de la luz celeste o del sol). Otro tanto ocurre con el viernes (ostirala; ortzi-
rala y eguakitza) dedicado a la divinidad celeste. También algunos de los nombres con
los que se designa al sol (euzkibegi=ojo de Dios u ojo de la luz diurna) equiparando
363
la luz a la divinidad. Considera que casi todos los mitos y leyendas que a él se refie-
ren son de la cantera indoeuropea. Como también el consagrársele el mes de Junio,
como parece desprenderse de su nombre Ekhaina (de Ekhi=sol). De las numerosas
creencias y prácticas de espíritu indoeuropeo que quedaron como parte integrante del
fondo vasco, una de las más enraizadas es la que tiene lugar en el día de San Juan,
en el solsticio de verano, con un rico catálogo de prácticas siempre relacionadas con
el fuego o el agua, que seria prolijo enumerar aquí. De todo el conjunto de ritos carac-
terísticos de este mundo cultural indoeuropeo, pueden definirse dos aspectos claros;
la de honrar al Dios solar (fuegos, coronas, flores) y la de festejar al Dios de la lluvia o
de las tormentas (baños de la mañana de San Juan; paseo por el rocío; etc.) Otro tanto
ocurre con los ritos solsticiales de invierno; fuegos de fin de año (el gabonzuri o tizón
de la Nochebuena; purificación de animales domésticos haciéndolos pasar por encima
de ese tronco; bendición ritual del pan de Nochebuena por el padre de familia; recoger
la primera agua que caiga por Nochevieja después de las 12 de la noche). El propio
nombre de Navidad, (Eguberri=día o sol nuevo) tiene concomitancias con el mundo
indoeuropeo.
El primitivo dios celeste; Urtzi, Ortz u Ost, se relaciona con la formación de las tor-
mentas, asociándolo al trueno y al rayo. De entre todos los nombres del rayo; Ozme,
Oneztarri, y Tximistarri, tienen una clara referencia al mito indoeuropeo del martillo de
Thor y de las flechas de Júpiter, con su proyección ritual de la costumbre de colocar las
hachas con el filo hacia arriba, en los umbrales de las puertas como formula de protec-
ción, así como la asociación del rayo a las hachas de piedra pulimentada, creencias y
cultos procedentes del mundo indoeuropeo. Estos ligeros apuntes citados no son sino
una parte de los datos que aporta D. José Miguel en esta obra sobre la prehistoria vas-
ca. Para él todas estas prácticas y creencias debieron introducirse en momentos del
Neolítico final o Eneolítico, con perduración hasta la Edad del Hierro.
364
SEGUNDA ETAPA
365
8. Páginas del libro “El hombre pre-
histórico en el País Vasco”, donde
trata el tema de la Edad del Hierro.
TERCERA ETAPA
Caracteriza esta tercera etapa, que comienza a su regreso definitivo en 1953, una
menor dedicación a labores prospectoras, incrementándose, sin embargo, sus trabajos
de excavación en yacimientos que si no considerados únicamente como pertenecien-
tes a la Edad del Hierro, si tienen al menos un nivel adjudicable a esa etapa cultural.
En unos casos como comprobación de algo intuido en yacimientos descubiertos en sus
años de juventud, como es el caso de las cuevas artificiales, y en otros por el interés
de los nuevos hallazgos que se suceden a partir de esos años o simplemente como
encargo de las Diputaciones Vascas.
Más de acuerdo con su larga experiencia de excavaciones en cuevas, son los traba-
jos que realizó en varias cavidades, que si no con el fin concreto de obtener resultados
sobre la utilización de las cavernas durante la protohistoria, si encontró en algunas de
ellas representados aquellos momentos, en ciertos niveles.
366
9. Barandiaran en la excavación
de la cavidad de Solacueva de
Lakozmonte, en el Valle de Kuar-
tango (Álava).
367
10. Dirigiendo la excavación del Montico de Charratu, en Albaina (Condado de Treviño).
368
tratamiento seminaturalista. En sus conclusiones las pone en relación con las de So-
lacueva de Lakozmonte en Jókano (Álava), tanto en su cronología –que sin dudar la
coloca en la Edad del Hierro– como en su carácter de cueva funeraria y centro de
actividades cultuales.
Así, durante muchos años, los conocimientos y datos que se manejaron, para el co-
nocimiento de las etapas protohistóricas, en el espacio del País Vasco, fueron los que
aportó D. José Miguel de Barandiaran, con sus hallazgos, estudios y publicaciones.
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369
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370
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 371-394 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Virgen Blanca. Poblamiento. Tardoantigüedad. Fondo de cabaña. Bajomedieval. Puente.
Gako hitzak: Andre Maria Zuria. Populaketa. Berantz Antzinaroa. Borda hondoa. Behe Erdi Arokoa. Zubia.
Key words: White virgin. Town. Late antiquity. Far end of the hut. Late Middle Ages. Bridge.
RESUMEN:
El hallazgo de la mano izquierda de la estatua romana conocida como la Dama de Iruña ha abierto una
nueva vía de investigación sobre la figura representada. Su incorporación ha reducido el amplio y ambiguo
panorama interpretativo que hacía difícil plantear cualquier proposición. Aunque el abanico de posibilidades
continúe siendo extenso, una serie de análisis comparativos permiten concluir que la Dama de Iruña era
probablemente una representación de Ceres, la diosa romana de la agricultura, y pudo ser realizada entre
las épocas adrianea y antoniniana, posiblemente en esta última.
LABURPENA:
Iruñako Dama izenez ezagutzen den erromatar estatuaren ezkerraldeko eskua aurkitzeak, islatutako
irudiari buruzko ikerketa-bide berria ireki du. Zati horrek, edozein proposizio planteatzea zaila egiten zuen
interpretazio-panorama zabal eta anbiguoa murriztu du. Aukera-sorta zabala izan arren, hainbat konparazio-
analisik Iruñako Dama Ceres nekazaritzako jainkosa erromatarraren irudikapena izango zela eta Adriano eta
Antoninoren garaien artean (eta litekeena azken honetan) egin zela ondorioztatzea ahalbidetzen dute.
SUMMARY:
The discovery of the left hand of the Roman statue known as the Lady of Iruña has led to a new line of
research on the figure displayed. Its incorporation has limited the extensive and ambiguous interpretive pano-
rama that complicated the presentation of any proposal. Although the range of possibilities is still extensive, a
series of comparative analyses have enabled us to conclude that the Lady of Iruña was probably a represen-
tation of Ceres, the Roman goddess of agriculture, and may have been produced between the Adrianean and
Antoninian periods, possibly during the latter.
1. CATÁLOGO Y METROLOGÍA
371
MATERIAL: Mármol blanco de grano fino y cristalino y con pátina dorada. Se ha iden-
tificado como mármol de Carrara (Filloy, Gil 2000, 292). Se trata del mármol de Luna, que
comenzó a ser explotado en época cesariana.
DIMENSIONES: Alt. máx.: 1,48 m.; Anch. máx.: 0,68 m.; Ant.-post.: 0,45 m.
OBSERVACIONES: Sería para Balil, por el material y la factura, una estatua culta e im-
portada.
CRONOLOGIA: Adrianea-antoniniana, probablemente antoniniana.
CONSERVACIÓN: Falta la cabeza, parte del hombro derecho, y la zona inferior del hy-
mation, que cae debajo de la mano izquierda. Asimismo, se han perdido la pierna dere-
cha a la altura de la rodilla, la izquierda desde el tobillo y la mano derecha.
BIBLIOGRAFÍA: Madinabeitia 1845, 9-10; Amador de los Ríos 1871, 26; Baraibar
1883, 80; Baraibar 1889, 600-601; Hübner 1892, 935; Reinach 1904, 677, 3; Blázquez
1956, 234-240; Nieto 1958, 201-203; Balil 1986, 224 nº 177, lam. 3-4; Filloy, Gil 2000,
292; Baena de Alcazar 2001, 12, nº 6; Alexandrini 2004, 239, nº 1.
2. DESCRIPCIÓN
Se trata de una escultura estante, de tamaño superior al natural, que representa una
figura femenina vestida con una prenda interior de lino, el chiton, y un gran manto de la-
na, el hymation (fig. 1-5).
El resto de la imagen está cubierta por el hymation, que envuelve la figura, a excep-
ción de las manos y la cara, incluyendo ambos brazos. La cabeza debía ir cubierta por el
hymation que desde el hombro cuelga por la parte izquierda de la espalda hasta los talo-
nes. Esta misma prenda envuelve el brazo derecho de la estatua y también el izquierdo,
desde el que cae hasta los pies. El brazo derecho se encuentra pegado al cuerpo, con el
antebrazo levantado y separado del tronco con un ángulo de unos 35º-40º con respecto
al plano vertical del cuerpo. El antebrazo izquierdo mantiene una posición perpendicular
a la cadera, aunque con un leve toque descendente, en un ángulo de unos 110º en rela-
ción al tronco.
Sobre el pecho, el manto griego presenta un doble plegado de forma triangular, que
es lo más singular de la escultura. El primero de ellos está formado por el borde del
hymation, que cruza el pecho desde el hombro izquierdo hasta el brazo derecho al que
envuelve. El segundo parte de la muñeca izquierda y continúa hacia el brazo izquierdo.
El escultor ha modelado el pecho izquierdo de la imagen y se sirve de su redondez para
componer el trazado de los pliegues del hymation a ambos lados del mismo.
La talla de la parte inferior de la estatua, que va de la cadera a los pies, remite a tipos
ya conocidos. La figura se apoya sobre su pierna derecha y mantiene flexionada la izquier-
372
373
da a la altura de la rodilla, provocando el realce de la cadera derecha, en una postura que
podemos ver en la Grosse Herkulanerin o Gran Herculanesa del Museo Albertinum de
Dresde (fig. 6; Knoll, Protzmann, Raumschüssel 1993, 30, nº 13). Este movimiento pro-
voca que tanto los plegados del hymation que caen sobre el abdomen y las piernas, co-
mo los que se perciben del chiton, sigan las líneas que marca la posición. Todo ello hace
que el tejido del hymation, que cae sobre la parte inferior de la figura, forme una serie de
formas angulosas, algunas de ellas en diagonal, muy características.
La parte posterior de la estatua está menos trabajada. La labra del dorso sólo se ha
esbozado, lo que quizás indica que se preparó para una representación frontal, es decir,
en un arco o un nicho.
Emil Hübner completa la noticia informando, dentro del apartado encabezado por la
voz Iruña, que se halló en el praedio de Larrabea propiedad de Miguel Rodríguez Ferrer
(Hübner 1892, 935).
En el año 1983, es decir, cerca de 140 años más tarde, en uno de los jardines situado
junto al cementerio de Santa Isabel de la ciudad de Vitoria se descubrió una mano de
mármol que, por una serie de circunstancias, terminó en el Museo de Arqueología de
Álava (Arkeoikuska 1983, 82) y que coincidía exactamente con una de las manos que le
faltaban a la escultura, concretamente la izquierda (fig. 5). Si el lugar del hallazgo hubie-
se sido el yacimiento de Iruña no hubiera sorprendido, pero la nueva pieza de mármol
se encontró a once kilómetros del lugar donde se halló el cuerpo de la estatua, en una
zona de jardines creada recientemente. En estos casos, se suelen hacer movimientos
de tierra y es posible que la que se trasladó pudo ser traída de algún lugar desconocido,
próximo al yacimiento de Iruña (Pérez Cobo 1989, 11).
4. HISTORIOGRAFÍA
En 1872, José Amador de los Ríos hizo una descripción de la Dama de Iruña, aun-
que no se aventuró a fecharla ni a interpretarla (Amador de los Ríos 1872, 26). En 1889,
Baraibar remitió a la Academia de la Historia un dibujo de la estatua que fue publicado
en las noticias del Boletín (Baraibar 1889, 600-601).
Hay que esperar hasta Hübner para encontrar la primera interpretación (CIL II, Supl.,
pp. 934-936). El autor alemán señalaba que la estatua representaba bien a la diosa Ce-
res o a la Fortuna y añadía que en la mano derecha debió tener una cornucopia y en la
374
375
izquierda un gubernaculum, aunque no hacía una descripción de la figura. Fechaba la
escultura en el siglo II d. C. y la relacionaba concretamente con la época adrianea.
Los motivos de analogía entre estas imágenes con la Dama de Iruña, para Blázquez,
eran varios y destacaban los pliegues sobre el abdomen, la forma del manto (hymation)
sobre la pierna derecha y la túnica sobre la izquierda, el hecho de llevar ésta (chiton)
un poco doblada y adelantada sin pliegues, así como el triángulo sobre el pecho y la
disposición de los brazos y los pliegues que caen del antebrazo izquierdo. Además, en
estas esculturas el manto les cubre la cabeza. Observaba también paralelos en cuanto
a la disposición de los brazos, aunque sin que coincidan, con la Orante de Cherchel.
Gratiniano Nieto apuntaba, en su estudio sobre Iruña, que podía ser una de las imá-
genes funerarias que se prodigaron en los siglos I y II d. C. y cuyos antecedentes hay
que buscar en el círculo de Praxíteles (Nieto 1958, 201-203). Mencionaba que el plega-
do de los paños y el disponer de éstos en la parte inferior de la figura la relacionan con
la estatua femenina de Carmona, citada ya por García y Bellido (fig. 8; García y Bellido
1949, 199, nº 238, lám. 167) y vinculada con la ya mencionada estatua del Museo Al-
bertinum. Relacionaba la curva de la cadera con la estatua femenina del Museo Nacio-
nal de Mérida, de la que se distancia por el plegado de los paños. Coincidía con Blázquez
en que representa a Livia y en que había sido esculpida en la época flavia.
Balil aseguraba que la Dama de Iruña era una pieza única dentro de la península.
Remontaba el origen de la escultura a un prototipo ático del siglo V a. C. y rechazaba el
posible paralelo con la Gran Herculanesa, debido a la posición de la mano izquierda (Ba-
lil 1965, 29 nº 2). Este autor veía una mayor proximidad formal de la figura con el tipo
conocido como Orante, como por ejemplo la de Versalles. Señalaba también ciertos pa-
recidos con algunas piezas de Tarragona, pero no así con la gran estatua de Clunia.
Además, citaba a la Dama de Iruña como la única prueba de una escultura provincial
culta, “que no habría sorprendido en caso de hallarse en las provincias mediterráneas
o andaluzas, pero que sí sorprende al encontrarla en Iruña”.
Por último, es mencionada por Kruse (1975, 260, nº 3) y Alexandrini (2004, 239, 1),
pero simplemente tomando como referencia el artículo de Blázquez y situándola entre
el tipo Grosse Herkulanerin.
376
5. ANÁLISIS DE LA ESTATUA Y ESTUDIO COMPARATIVO
La representación de una emperatriz viva cubierta no era habitual. Pero solía ser
normal después de su fallecimiento, cuando había sido consagrada como diva (San
Vicente 2002, 63-64, 112-113) y aparecían veladas, tal y como se aprecia en un áureo
de Faustina Maior o en un denario de Faustina Minor (BMC BMC IV, p. 56, nº 372; p. 487, nº
699). En los bajorrelieves del Arco de los Cambiadores de Roma figura una emperatriz
con la cabeza cubierta, Iulia Domna, junto a su marido Septimio Severo, ofreciendo un
sacrificio (Pallotino 1946, 74-77, fig. 38, lám. 5-6). Para Bastien, en este caso, no se
trata del velo como tal, sino de la palla que le cubre la cabeza y la lleva en función del
acto religioso (Bastien 1993, II, 641-642).
377
378
También aparecen cubiertas cuando desempeñan el papel de sacerdotisas, como
es el caso de la estatua de Livia procedente de Otricoli (M. Vaticanos), que presenta los
brazos extendidos como las Orantes en su función de sacerdotisa del culto a Augusto
(fig. 10; Wood 1999, fig. 37).
Hay ciertas similitudes con algún tipo como el de las Iniciadas del siglo II d. C., en el
que el manto cruza el pecho; aunque no exactamente como en la Dama, es el caso for-
malmente más próximo. En cambio, sí hay coincidencia en la forma en que el hymation
cubre el brazo derecho de las Iniciadas, idéntica a la estatua de Iruña. Durante el siglo
I d. C., como sería el caso de Livia o de Agripina, no hay una tendencia clara a cruzar
el manto delante del pecho, predilección que sí se mantendrá a partir del siglo II, dando
lugar incluso a un estilo nuevo en el caso de los togados masculinos de los siglos III y
IV d. C., que tienden a cruzar un pliegue de la prenda sobre el pecho como por ejemplo
en el retrato de Alejandro Severo de los Uffizi de Florencia, en los de Pupieno y Filipo
el Árabe de los Museos Vaticanos o en el de Gordiano del Museo Estatal de Berlín
(Kleiner 1992, 361-369, fig. 322, 325, 328, 332)
Por ultimo, destacaremos un detalle formal que la Dama de Iruña comparte con
algunas de las esculturas y es el aspecto del chiton sobre el cuello y el pecho. Si se
observa la Livia (fig. 11), la Agripina Maior (fig. 15) y Minor de Parma, la Antonia Minor
de Trípoli (fig. 13) o la Mesalina del Museo de Louvre (Wood 1999, 123-124) por poner
algunos ejemplos ya mencionados, se puede ver cómo los pliegues del chiton situados
debajo del cuello suelen adoptar una forma triangular de bordes redondeados. No se
encuentra, en cambio, en las imágenes de Plotina del Louvre (Alexandrini 2004, nº 162,
lám. 34, 1) y ha variado, por ejemplo, en los bustos de Sabina del Museo Nazionale de
379
380
Roma y del Museo Capitolino (Alexandrini 2004, nº 176, lám. 38, 1; nº 179, lám. 39, 1-2)
o en la que se encontraba en el Fine Arts Museum de Boston (fig. 19).
En Hispania se encuentran esculturas que siguen este modelo y que coinciden con
la Dama de Iruña en la forma triangular que forma el tejido del hymation sobre el plegado
del vientre, como la Servilia, encontrada en Carmona (fig. 8; Reinach 1913, IV, 420, 8;
García y Bellido 1949, nº 238, lám. 167; Alexandrini 2004, p. 240, nº 38) y la figura de
Pollentia (fig. 9; García y Bellido 1951, 60-61, fig. 11; Alexandrini 2004, p. 243, nº 8, que
la sitúa en la época trajano-adrianea).
En este caso, ambas estatuas siguen una variante de la Gran Herculanesa, que es
bastante común durante el siglo II d. C. Pero no hay un abandono del tipo anterior, aun-
que se haya hecho menos abundante, ya que se mantiene durante el siglo II e incluso
durante parte del III d. C. En este sentido es interesante la escultura de Sabina del Mu-
seo Fine Arts de Boston (ahora en Italia) (fig. 19), o la de Faustina Maior actualmente en
el Paul Getty Museum de Malibu (fig 20; Bernoulli 1882-1894, II, 153, nº 3; Alexandrini
2004, p. 188, nº 191, lám. 40, 1), que todavía siguen el tipo de Gran Herculanesa y pre-
sentan el mismo tipo de forma del hymation sobre las piernas de la mujer que la figura
de Iruña.
Pero no son ejemplos únicos, sino que se mantiene tanto en la escultura exenta
como en las imágenes de estelas funerarias y sarcófagos. Una estatua de época anto-
niniana del Ny-Carlsberg Glyptotek procedente de Roma (Reinach 1924, V, 373, nº 9;
Kruse 1975, 291 B 47), y que sigue el tipo de la Grosse Herkulanerin, presenta la mis-
ma posición del hymation e idéntica colocación de las piernas que la Dama de Iruña.
Lo mismo que otra obra encontrada en Cirene y que se ha situado cronológicamente en
época antoniniana (Traversari 1960, 81, nº 39, lám. 9, 3). E incluso en el sarcófago de
Sidamara (Konya, Turquía) del Museo Arqueológico de Estambul de la primera mitad
381
del siglo III d. C., la figura que se ha interpretado como la hija del difunto sigue todavía
el tipo de la Gran Herculanesa (Pasinli 1996, 107-109, nº 95; Bianchi Bandinneli 1970,
347, fot. 328). Otro ejemplo se encuentra en un sarcófago del Baptisterio de Florencia,
con personajes con la túnica cruzada delante del pecho [tanto este sarcófago como el
anterior han sido fechados en torno al 200 d. C. (García y Bellido 1972, 510, fig. 891)].
En cuanto a la Livia del Museo de Parma (fig. 11; Poulsen 1928, 52, fig. 123; Wood
1999, 125, 245, fig. 45-46), paralelo propuesto por Blázquez y Gratiniano Nieto, aunque
tiene una composición parecida, la colocación del hymation en la parte inferior no es
idéntica. En el caso de Livia, esta prenda desciende de una manera uniforme quedando
el remate de la misma paralelo al del chiton, mientras que en el caso de la Dama el bor-
de del hymation parece adoptar una posición trasversal que va desde el tobillo de la pier-
na derecha hasta el área de la rodilla izquierda. Además, en la Livia de Parma el brazo
derecho no va cubierto por el hymation.
El segundo paralelismo se realizaba con las estatuas de Agripina Maior (fig. 15;
Bernoulli 1882-1894, II, 188, nº 35; Poulsen 1928, 48;; Alexandrini 2004, 145, nº 67, lám.
15, 1) o con la Agripina Minor (Poulsen 1928, 51, nº 5, lám. 120-122; Alexandrini 2004,
162-163, nº 114, lám. 22, 3), ambas en el Museo Arqueológico Nacional de Parma. En
los dos casos, aunque haya similitudes en la posición de la mano izquierda, la caída del
hymation es distinta, además de que tienen diferentes posturas debido a una desigual
flexión de las piernas.
Las estatuas que muestran la mano izquierda extendida suelen estar habitualmente
relacionadas con imágenes de culto, en las que se personificaba a las diosas portan-
do sus atributos. Las representaciones más comunes son las que llevan caduceo en
la izquierda y cornucopia en la derecha. En el primer caso, la figura mostrada estaría
relacionada con la Felicidad (BMC
BMC III, Trajan 196, 421-423, 626-627, 964-965, 1001,
1015). Una cornucopia y un ramo aluden a la Paz, tal y como se puede observar en las
monedas de Trajano (BMC
BMC III, Trajan 21-23, lám. 9-10), mientras que un timón y una
cornucopia acompañan a la Fortuna.
La posición de la mano plantea dos posibilidades. En una primera, podía estar sim-
plemente extendida. Las estatuas del tipo conocido como las Orantes muestran la pal-
382
383
ma de su mano izquierda al espectador adoptando una posición casi vertical y apunta-
da hacia el exterior, tal y como podemos observar en la Orante del Louvre (Bieber 1977,
fig. 810), en una escultura restaurada procedente de la Sion House (Poulsen 1923,
105, nº 102) o en la Livia como sacerdotisa de los Museos Vaticanos (fig. 10; Wood
1999, fig. 37). La parte recientemente incorporada a la Dama de Iruña hace improbable
esta posibilidad.
Se puede descartar que el objeto sostenido por la Dama hubiese sido una cornuco-
pia ya que el cuerno de la abundancia suele ir apoyado al menos sobre dos partes del
cuerpo de la estatua. Y además, hay que señalar que las figuras que lo portan lo suelen
llevar cogido con los dedos (Reinach 1913, IV, 142-143; Idem, 1924, V, 106). En el caso
de Iruña, aunque no imposible (ya que se han perdido parte de los dedos), es altamente
improbable.
Por otra parte, es posible que los objetos representados fuesen dos espigas de trigo
junto a una adormidera. Ejemplos de Ceres con una posición parecida de la mano se
encuentran en los Museos Vaticanos (en este caso la derecha, Amelung 1908, lám.
49, 262; Reinach 1913, IV, 138, nº 4; en la izquierda, Reinach 1904, I, 208, nº 778),
en la Colección Pamphili de Roma (Reinach 1904, I, p. 210, nº 792 D), en la Galería
Borghese (Reinach 1930, VI, p. 60, nº 4; Idem, p. 126, nº 6) o en la Livia como Ceres
Augusta del Museo del Louvre que muestra la mano izquierda a una altura similar a la
de la Dama (fig. 12; Wood 1999, fig. 44). Con la mano en posición vertical, en el Museo
del Capitolio (Stuart Jones 1912, lám. 68; Reinach 1924, V, p. 102, nº 4). En la época
adrianea cambiará el tipo representado, siendo habitual que las figuras sostengan el
borde del vestido a la altura de la rodilla izquierda, al tiempo que sostienen las espigas
y la adormidera. Dada la posición de la mano, lo más probable es que la Dama de Iruña
mostrase en su mano izquierda las espigas y la adormidera.
384
385
La segunda posibilidad apuntada es la de que tenga la mano cerca del rostro. Una
estatua del Louvre, que ha sido identificada con Mesalina, muestra a una figura que
sostiene con su mano izquierda una parte del manto, en un movimiento que recuerda a
la Venus de Frejus (Bernoulli, 1882-1894, II, 360, 53; Alexandrini 2004, 156, nº 98, lám.
21, 2). La mano inclinada hacia el torso está presente en una escultura procedente de
Magnesia (Watzinger 1904, 207, fig. 209), aunque le faltan ambas manos, pero sigue el
tipo de otra imagen depositada en la Galería Borghese (fig. 7; Watzinger 1904, 207, fig.
210). La particularidad del tipo Magnesia-Borghese es que aunque coincide la posición
del antebrazo derecho con la Dama de Iruña, en cambio el brazo izquierdo está pegado
al cuerpo, siguiendo la línea marcada por la Gran Herculanesa. La pieza de Iruña no
tiene esta posición, ya que su brazo, está inclinado hacia el exterior. La estatua de la
Galería Borghese ha sido fechada en época antoniniana. El mismo tipo se encuentra
en una imagen de Iulia Domna procedente de Antalya, aunque en este caso la mano
adopta una posición vertical, en la línea de las Orantes (Mikocki 1984, 210, nº 412;
Ozgür 1996, nº 39; Alexandrini 2004, 199, nº 217, lám. 49, 1).
Una última posibilidad es que la figura portase un objeto. Hay una numerosa repre-
sentación de estatuas femeninas de época antoniniana que muestran el brazo derecho
levantado y cubierto con el manto, similar al de la Dama de Iruña, aunque la mayoría
ha perdido el objeto representado.
Este tipo ha sido muy imitado y los repertorios de esculturas recogen entre sus listas
una abundante representación de este modelo (Reinach 1913, IV, 138, nº 3; Idem 1924,
V, 373, nº 6; 388, nº 5; Idem 1930, VI, 60, nº 5).
Una estatua con la cabeza cubierta procedente de Afrodisias, que se encuentra ac-
tualmente en el Museo Arqueológico de Estambul, tiene una posición del brazo derecho
similar a la de Iruña y muestra, como las anteriores, dos espigas y una adormidera en
la mano izquierda (Pasinli 1996, 51, nº 63). El peinado recuerda el de época flavia y
además, sus pupilas no están incisas, lo que la sitúa en una época algo anterior a la
adrianea. Las primeras parecen datar del tiempo de Trajano (Erim 1993, 77, nº 8; 87,
nº 41; 110-111, nº 122). Pero aunque el tipo se pone de moda en el siglo II d. C., era ya
utilizado en épocas anteriores. Lo demuestra una estatua de Antonia Minor procedente
de Leptis Magna, actualmente en el Museo de Trípoli, que debió ser realizada en época
tiberiana y presenta la particularidad de que alza el vestido dejando al descubierto parte
de la pierna izquierda (Schmidt 1967, 54; Wood 1999, 152, 158, 163, 174, lám. 59). Di-
fiere del tipo habitual en la mano derecha, que la tiene pegada al cuerpo y sosteniendo
parte del manto.
386
Una segunda representación de Antonia Minor (M. Louvre) sigue también el tipo de
iniciada, aunque presenta la mano derecha pegada al cuerpo en la línea de la Gran
Herculanesa (fig. 14; Wood 1999, fig. 62). Se ha argüido que la vinculación de las em-
peratrices y mujeres de la casa imperial con Ceres se produce a través de su papel de
madres de herederos del trono imperial (Antonia lo era de Germánico), pero hay dudas
sobre sí Antonia está relacionada con Ceres, ya que la vinculación parece más clara a
partir del año 100 d. C. (Wood 1999, 165).
De época adrianea es la Sabina-Ceres de Ostia (fig. 18; Wegner 1956, 86, 90, 127,
lám. 41a; Calza 1964, 79, nº 127, lám. 75-76), realizada con motivo de su consagración
como diva después de su muerte en el año 137 d. C. (Bieber 1977, 163-167). Como en
el caso de la iruñesa, está velada, el manto le cruza por el pecho y mantiene una posición
similar. En este caso, le falta la mano.
Se mantendrá sin grandes cambios hasta la época severa, ya que una escultura
de la Iulia Domna procedente también de Ostia, y en la que se representa a la difunta
emperatriz como Ceres, ha sido fechada en el 218 d. C., y mantiene la mano en una
posición similar (fig. 23; Squarciapino 1962, 48 s. nº 4, lám. 28; Kruse 1975, 37, s. 258
s, A. 45; Nodelman 1984, 129, lám. 55). Una escultura encontrada en Bulla Regia ha
conservado el objeto representado (Reinach 1913, IV, 138, nº 1) y porta en su mano
derecha una antorcha corta, lo mismo que la citada Iulia Domna de Ostia. Diferente
disposición tiene la ya nombrada imagen de la sacerdotisa Minia Procula, depositada
en el Museo del Bardo, aunque mantiene la misma colocación en el brazo (fig. 17; Rei-
nach 1913, IV, 407, nº 7). Hay otros tipos que tienen otras composiciones y son de dis-
tinto tamaño, pero conservan el objeto mencionado, como una estatuilla del Palazzo
Barberini de Roma (Reinach 1930, VI, 60, nº 7).
Para finalizar, se puede añadir una última característica sobre la evolución del brazo
derecho en relación con el hymation. Si se observan las estatuas del siglo I d. C., éste
suele estar descubierto, como las ya mencionadas figuras de Livia del Museo Arqueo-
lógico Nacional de Parma, la del Museo de Trípoli (Caputo, Traversari 1976, 76-77, lám.
54-55), o la Agripina, tipo Milán de Olimpia (Bernoulli 1882-1894, II, 103, 195, nº 59;
Wood, 302, fig. 105-106). Aunque hay alguna excepción, como las Agripinas del Museo
Arqueológico Nacional de Parma o la Antonia Minor tipo Iniciada.
387
Hay una evolución en la tendencia. Por ejemplo, en las esculturas de Plotina se
aprecia cómo el hymation queda por debajo del brazo, pero todavía no lo rodea; el
manto se cruza desde el hombro derecho hasta la parte inferior del codo, pero no se
ajusta a él, como en la imagen del Museo de Louvre o en otra que se ha relacionado
con la misma emperatriz del –Museo Arqueológico Nacional de Nápoles– (Alexandrini
2004, lám. 34, 1-3). Lo mismo sucede con dos mujeres de época trajanea, una del Mu-
seo del Bardo (Alexandrini 2004, nº 189, lám. 34, 2) y la otra del Louvre (Alexandrini
2004, nº 187, lám. 35, 1-4). Y ya con Sabina, el hymation se ha ajustado al brazo crean-
do la típica imagen de las Iniciadas y se mantendrá, al menos, hasta la época severa.
La Dama de Iruña presenta una posición del brazo derecho similar a estos ejempla-
res. Aunque predomina el tipo Iniciado, se observa cómo hay también ejemplos que
entroncan con la Gran Herculanesa. Por todo ello podemos argüir que la Dama de Iru-
ña, dada su posición del brazo derecho, cubierto por el hymation y la inclinación del
mismo, se acerca a las representaciones que portan en su mano derecha una pequeña
antorcha.
Pero en cambio son habituales los retratos de época antoniniana. Un reciente ar-
tículo de Blázquez (Blázquez 2005, 467-492) que ha tratado la obra escultórica anto-
niniana de esta provincia deja constancia de ello, tal y como atestiguaban los trabajos
de Koppel (1985) sobre Tarraco, de Nogales (1997) sobre Emérita o el de León (2001)
sobre la Bética.
Por ejemplo, en Emérita hay retratos femeninos que llevan peinados puestos de mo-
da por Faustina Maior y Faustina Minor (Nogales 1997, 76-80, lám. XLV-XLVI). Los
talleres emeritenses trabajaban intensamente durante la época antoniniana y, como
las otras provincias, adaptaban y variaban los prototipos de las obras más conocidas
(Nogales 1997, 121-123; Blázquez 2005, 475). La Bética ha proporcionado retratos de
emperadores antoninianos, pero no de emperatrices (Blázquez 2005, 479). En Tarraco
la mitad de las efigies del siglo II se registran en tiempo de los Antoninos, pero no abun-
dan, en cambio, las imágenes de culto (Blázquez 2005, 473). Esta ciudad importaba el
mármol para sus imágenes y a veces estatuas ya confeccionadas, pero en la misma
había talleres que se encargaban de proveer a sus clientes de los pedidos y encargos
escultóricos (Koppel 1985, 147-8, 153).
De todo ello podemos deducir que, aunque el tipo de la Gran Herculanesa era muy
popular en otras zonas del Imperio no lo era tanto en Hispania. Sí había, en cambio,
una gran intensidad en actividades escultóricas relacionadas con los retratos, imáge-
nes ornamentales y de culto.
388
Alexandrini ha recogido en su obra 161 referencias de ejemplares que siguen el
prototipo de la Gran Herculanesa y otras 21 de obras que presentan algunas variantes
(Alexandrini 2004, 238-243). Tomando como punto de partida estos datos, se ha con-
feccionado una tabla para establecer en qué periodos era más abundante este tipo. Un
análisis de los mismos muestra claramente cómo comenzó a popularizarse en tiempos
de Trajano y tuvo una clara ascendencia hasta la época antoniniana.
Teniendo en cuenta que el porcentaje de las obras sin fechar asciende a cerca del
20 %, las piezas realizadas en la época adrianea-antoniniana representan la mitad de
las estatuas conservadas. Por lo tanto, una imagen del tipo Gran Herculanesa tiene un
mayor número de posibilidades de que fuese realizada durante el siglo II que en el I, y
dentro del siglo II, en la época adrianea-antoniniana.
389
7. CONCLUSIONES
Esta estatua, que sigue formalmente el tipo de la Gran Herculanesa, tiene ciertas
variaciones que hacen que se pueda considerar como única. La aparición de la mano
izquierda de la estatua ha permitido simplificar el abanico de posibilidades sobre cuál
era la figura original. La situación de ésta respecto al cuerpo lleva a concluir que podía
sostener algunos objetos, y que éstos eran posiblemente espigas de trigo y adormide-
ras. En cuanto a la mano derecha, perdida, su colocación original guarda paralelismos
claros con las imágenes que, como la Sabina de Ostia, están iniciadas en los misterios
de Eleusis. Dada la inclinación de su brazo derecho, debía sostener una antorcha cor-
ta. Esta posición es la que ayuda a precisar que la imagen puede ser una representa-
ción de Ceres, realizada entre la época adrianea y la antoniniana, probablemente en
esta última, y que podía portar en la mano izquierda unas espigas con adormideras y
en la derecha una antorcha corta. Esta propuesta se hace eco de una de las identifica-
ciones aportadas por Hübner, ya que, con distintos atributos a los sugeridos por él, esta
investigación se puede concluir afirmando que la representacion de la Dama de Iruña
corresponde a Ceres.
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394
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 395-400 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
RESUMEN:
Se trata del hallazgo ocasional de una glande de plomo, en Vitoria-Gasteiz. Su interés estriba en que
presenta una inscripción con una grafía en griego, que hace alusión a su pertenencia a honderos Etolios.
LABURPENA:
Vitoria-Gasteizen noizean behin aurkitutako berunezko glandeak dira. Grafia grekozko inskripzioak dute-
lako dira interesgarri, izan ere, horrek habailari etoliarrarenak zirela adierazten du.
SUMMARY:
This is a fortuitous discovery of a lead sling-bullet in Vitoria-Gasteiz. Its interest lies in the fact that it fea-
tures an inscription in Greek spelling, indicating it belonged to Aetolian sling throwers.
Este puede ser el caso de la pieza que presentamos. Todo comenzó cuando al sa-
cerdote D. Luís Barandiarán Irízar me hizo entrega de una glande de plomo que él ha-
bía encontrado en uno de sus paseos, hace unos veinticinco años, por las afueras de
Vitoria-Gasteiz; concretamente en unas fincas, existentes al comienzo de la avenida de
San Prudencio, en su lado norte (fot. 1). Seguidamente lo deposité en el Museo de Ar-
queología de Álava, que a su vez lo envió al Servicio de Restauraciones(1) de la Dipu-
tación Foral de Álava para su tratamiento.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arman.llanos@gmail.com
(1) Al realizar la restauración de la pieza, los datos sobre la inscripción me fueron dados a conocer por Paloma López Se-
bastián, del Servicio de Restauraciones de la Diputación Foral de Álava. Igualmente me facilitó las fotografías y calco de la
inscripción, ofreciéndome pistas sobre su identidad. Quiero reconocer y agradecer, esta colaboración.
395
Fot. 1. Zona y punto aproximado del
hallazgo. (Google Earth 2007)
Se trata de una pieza de plomo con unas dimensiones de, 34 mm. de longitud y unos
diámetros de 19 mm. máximo y 14 mm. mínimo, con un de peso de 41,6 grs., presentan-
do una inscripción que ocupa toda la superficie de una de sus caras. Tiene un ligero re-
borde en sentido longitudinal, producido por un desfase del molde bivalvo donde se fun-
dió. Presenta algunos poros producidos por una deficiente salida de los gases en la ope-
ración de fundido. Las letras miden entre 5 a 6 mm. de altura (fot. 2 y 3).
396
El texto de la inscripción tiene una grafía griega, componiendo la palabra AITΩ/λΩN
(fíg. 1), que se distribuye en dos líneas superpuestas.
Fot. 2. Parte superior de la inscripción. (Servicio de Res- Fot. 3. Parte inferior de la inscripción. (Servicio de Res-
tauraciones. DFA) tauraciones. DFA).
(2) En este yacimiento se recuperaron 114 glandes, junto a clavos de cáliga, puntas de flecha y de ballista y pilum, fíbulas, tor-
ques, molinos, etc. Todo ello procedente de un campamento (Castra Aestiva). En este caso los proyectiles de honda, de plo-
mo, de forma biapuntada, son anepigráficos.
(3) Se trata de tres proyectiles de honda, de forma biapuntada, de una longitud media de 40 mm., fabricados con pasta de ado-
be. Se localizaron en el nivel IIb de Escotilla II, con una cronología de alrededor del s.VI a.C.
397
Los hallazgos de glandes son abundantes, pero menos los que integran algún tipo
de inscripción. Esta costumbre, de colocar el nombre étnico en genitivo, del grupo que
los utilizó, parece ser una práctica común y característica del mundo griego, con lo que
es claramente identificadora de la procedencia del grupo que los utilizó(4).
Los únicos ejemplares similares a este que presentamos, son los que se encontraron
en labores de prospección y excavación en Numancia y alrededores (Gomez Pantoja;
Morales Hernández 2008) Son 10 ejemplares con unas características parecidas, tanto
en peso como en dimensiones; especialmente el número 6 del catálogo de la citada pu-
blicación (foto 4). Hasta tal punto que salvo por unos nimios detalles en la separación de
las letras, podría pensarse que habían estado fundidos en el mismo molde. Así la A pre-
senta el travesaño en V y el perfil de las omegas no tiene una curvatura uniforme sino
que tiende a ser ligeramente poligonal.
Parecen haber formado parte de los contingentes romanos que asediaron Numancia,
como tropas auxiliares(5) de unas especiales características formativas, en este caso
como expertos honderos, integrados en el ejército de Escipión. La fechación de su pre-
sencia en Numancia (Gomez Pantoja; Morales Hernández 2008), parece que puede es-
tar alrededor del 134-133 a.C. Esto hace que la fecha de esta glande localizada en
Vitoria-Gasteiz, no pueda estar muy lejos de esos años, aún concediendo que pueda
existir un desfase de arco cronológico rejuvenecedor.
(4) Todo esto se trata en una publicación, donde este tema y en concreto sobre otros ejemplares similares a este que nos
ocupa está ampliamente desarrollado y soportado por una completa bibliografía (Gomez Pantoja y Morales Hernández 2008)
dialnet.unirioja,es/servlet/fichero_articulo?codigo=3044571&orden=0
(5) Existe constancia de contingentes, que bajo diferentes formulas, se integraron en el ejército de Cornelio Escipión, en el
asedio y posterior toma de Numancia. Uno de ellos, fue este de los honderos Etolios.
398
Todo esto nos hace preguntarnos varias cuestiones, que hoy a la vista de los escasos
datos de que disponemos, se quedan en eso: simples preguntas sin una respuesta con-
creta.
Primera cuestión. Las circunstancias de la pérdida de esta pieza. Pudo ser eso, el ob-
jeto perdido de la bolsa del hondero. O también el punto final de la trayectoria de un ti-
ro de honda y en este caso ¿Contra quién? ¿Desde dónde(6)? También podemos pregun-
tarnos, ¿Cuáles fueron las circunstancias de esta presencia de etolios en nuestro te-
rritorio? ¿Qué conflicto pudo ocasionar esta intervención?.
Todo ello viene a presentar una problemática interesante, como es la de que, si con-
sideramos que estos honderos formaban parte del ejército romano, tendríamos que ad-
mitir que esta presencia romanizadora habría que retrotraerla a fechas anteriores a las
manejadas hasta ahora en Álava.
BIBLIOGRAFÍA
(6) Tomando como válida la propuesta de haber sido el punto final de la trayectoria del proyectil, que sería el eje del que
se partiría para establecer un perímetro, donde se podría encontrar la posición del hondero. Lógicamente se tendría que
conocer la distancia alcanzada, para poder concretar la circunferencia en la que pudo hallarse. Como orientación podemos
indicar los datos conocidos de la distancia alcanzada en tiros con honda. Se habla de un alcance de 200 m. y más, para los
honderos romanos, aunque también se conocen comentarios sobre el alcance de los pastores baleáricos, hace un siglo, que
llegaban a los 500 m. El dato más fiable es el que ofrecen los Records Guiness, que fijan en 437 m. la distancia alcanzada,
con un canto ovalado de un peso de 52 gr. y una honda ligera de 130 cm. de longitud.
399
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 401-418 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Virgen Blanca. Poblamiento. Tardoantigüedad. Fondo de cabaña. Bajomedieval. Puente.
Gako hitzak: Andra Mari Zuria. Populatze. Antzinberantiar. Etxol hondar. Behe-erdi aroa. Zubia.
Key words: Virgen Blanca. Settlement. Lateantiquity. Hut bed. Low medieval. Bridge.
RESUMEN:
Las excavaciones desarrolladas en la Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria-Gasteiz, enmarcadas dentro
de la arqueología de gestión, han sacado a la luz restos de poblamiento de época tardoantigua, así como una
completa sucesión estratigráfica que va desde el siglo XIII hasta nuestros días.
LABURPENA:
Gasteizko Andra Mari Zuriaren plazan egindako indusketek, kudeaketarako arkeologian kokaturik, antzin-
berantiarreko herri baten hondarrak argitara atera dituzte, baita ere XIII. mendetik gaur egun arteko estatigra-
fika-segida oso bat.
SUMMARY:
Excavations taken place at Virgen Blanca Square from Vitoria-Gasteiz, provided a setting for archaeo-
logy management, has bring to light settle remains of lateantiquity age, as well as a complete statigrapy se-
quence which goes since XIII century to nowadays.
INTRODUCCIÓN
Varios siglos después continúan vigentes, aún hoy en día, las palabras de J. J. de
Landázuri y Romarate al hablar de los orígenes de Vitoria, cuando afirmaba que “el
año que tuvo principio la antigua Población de Vitoria aún no se ha descubierto” (De
Landázuri y Romarate, 1978: 231). Si bien estas palabras, escritas en el s. XVIII, siguen
teniendo validez, lo cierto es que de unos años hacia aquí los conocimientos sobre
Vitoria-Gasteiz y sus orígenes han evolucionado sorprendentemente.
401
y de las que nosotros mismos hemos formado parte durante casi 10 años, que se han
erigido como baluarte de la investigación en nuestra ciudad(1). La información aportada
a lo largo de tantas campañas, que aún hoy en día no está finalizada, ha supuesto un
paso de gigante en el conocimiento de la historia de Vitoria. Sus resultados han influido
notablemente en la creación de este artículo, en sus explicaciones y, sobre todo, en sus
conclusiones, como podremos ver más adelante.
Cuando una mañana del año 2007 fuimos llamados por la UTE Mendigorri-Iruña
para la realización de los trabajos previos a la remodelación de la plaza de la Virgen
Blanca nos embargó una doble sensación: por un lado, la ilusión de tener ocasión de
trabajar e investigar en un lugar tan privilegiado para los vitorianos y para la historia
de esta ciudad; por el otro, había una sensación en el “ambiente profesional” de que
todo lo que podía aparecer en la plaza estaba controlado, era previsible y, por lo tanto,
nuestro trabajo no era más que un mero trámite burocrático para poder acometer las
reformas. Pese a todo nos pusimos manos a la obra sin pensar mucho en la avalancha
mediática que nos esperaba en un espacio tan querido por los vitorianos como es La
Virgen Blanca intentando, como ya dijera A. Carandini, la difícil tarea de saber “silenciar
de vez en cuando su elaborada memoria histórica para poder captar las imprevisibles
novedades que cualquier porción de terreno guarda en su interior” (Carandini, 1997:
13). Como si de algo premonitorio se tratara, las reflexiones del ilustre arqueólogo se
hicieron realidad, las novedades surgieron y fueron, como casi siempre, totalmente im-
previsibles.
Las excavaciones de la Virgen Blanca venían propiciadas por las obras de remode-
lación de dicha plaza. Pese a no poseer ninguna categoría de protección especial, la
más que evidente posibilidad de que en el subsuelo pudieran surgir elementos que hi-
cieran paralizar las obras, conllevó que tanto las empresas constructoras, Mendigorri e
Iruña, como el Museo de Arqueología de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz(2),
se pusieran en contacto con nosotros para llevar a cabo una serie de prospecciones
previas a la obra civil. Por tratarse de una actuación enmarcada dentro de la arqueolo-
gía de gestión, el plan de intervención tuvo que adaptarse y reducirse a aquellas áreas
donde más se iba a incidir en el subsuelo, mientras que se supervisaría el resto con un
control arqueológico de todos los trabajos. Lamentablemente para el resultado de los
estudios, las zonas a excavar se redujeron así drásticamente, si bien el registro arqueo-
lógico no se ha visto dañado y espera a tiempos futuros cuando vuelva a haber nuevas
remociones de terreno.
Así pues, la estrategia de trabajo estuvo condicionada desde el principio por el tipo
de rehabilitación que se quería ejecutar. Se abrieron un total de 12 sondeos de valora-
ción, correspondientes a las estructuras de las fuentes que iban a ser colocadas en la
Plaza, con unas dimensiones de 2 por 2 metros, a excepción de uno mayor, de 6 por 4
(1) Parece mentira que hayan pasado más de 10 años desde que, en unas prácticas intensivas en la Universidad del País
Vasco, aterrizáramos en el interior de la Catedral de Santa María, ignorantes en lo que al futuro se refería y desconocedores
de que íbamos a pasar en su interior y alrededores casi una década excavando e investigando.
(2) Desde aquí queremos dar las gracias al Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz por el apoyo prestado. Sin su confianza no hu-
biéramos podido, entre otras cosas, efectuar las dos ampliaciones que nos han permitido ahondar en la investigación y, por
lo tanto, en los resultados.
402
metros, en donde a posteriori se insertaría un depósito de compensación de todo el en-
tramado hidráulico. Dichos sondeos pretendían satisfacer dos objetivos fundamentales:
en primer lugar, recuperar y documentar los posibles restos arqueológicos en aquellos
puntos donde debía intervenirse en mayor grado y, en segundo lugar, valorar el poten-
cial arqueológico de la zona objeto de estudio.
Estructuras tardoantiguas(3)
La fase más antigua hallada en las excavaciones corresponde al sondeo 5 (y su
posterior ampliación). En él, cortado por una serie de estructuras bajomedievales, ha
aparecido un relleno (UU.EE. 81 y 508) que amortiza una estancia semiexcavada en
la roca (a la que denominaremos a partir de ahora Fondo 1(4)). Orientada noroeste-
sureste, su forma en planta es ovalada y el fondo irregular. No se ha podido excavar en
su totalidad, debido por un lado a encontrarse cortada al sureste por una gran zanja de
cronología moderna y, por otro, al salirse de los límites del sondeo en su extremo nor-
oeste. Con todo el seguimiento de obra nos ha permitido, al menos por este último lado,
poder documentar una mayor superficie. Así, la longitud máxima conservada es de 3,60
metros con una anchura máxima de 2,32 metros y una profundidad variable de 0,61
metros de media (fot. 1).
(3) Si bien se han podido distinguir diferentes estructuras que a continuación se detallarán, no es menos cierto que la com-
plejidad de los cortes así como el único relleno que los amortiza puede dar lugar a otras interpretaciones en un futuro. Recor-
damos aquí otros ejemplos similares como los “fondos de suelos rehundidos” aparecidos en el yacimiento de Buzanca 2
(Ciempozuelos, Madrid) (Penedo, 2006) o el yacimiento de Can Gambús 1 (Sabadell, Barcelona) (Roig, Coll, 2007). Las for-
mas aparecidas en estos yacimientos son irregulares, si bien en su interior presentan diferentes silos y cortes (Penedo, 2006).
(4) Como “Fondo de Cabaña” entendemos la misma definición que A. Vigil-Escalera usa para el término “Cabaña”, esto es,
el “hoyo correspondiente al suelo excavado de una cabaña o al espacio subterráneo, de almacenamiento, de aireación o
“cama” de cualquier tipo de estructura residencial o auxiliar identificable como tal” (Vigil-Escalera, 2000: 223).
403
En su interior, al sureste, ha aparecido un silo de 1,3 metros de diámetro y 0,99 me-
tros de profundidad respecto al nivel de suelo del fondo. Dentro del mismo fondo, al nor-
oeste, se encuentra un hoyo ovalado, con una orientación noroeste-sureste, de 1,39 me-
tros x 0,38 metros y 0,49 metros de profundidad, con una funcionalidad desconocida.
Muy cerca de este hoyo y cortando parte del perfil del fondo, se ha documentado un
corte de forma en planta cuadrangular de 0,37 x 0,50 metros, que podría tratarse del
único agujero de poste documentado de la estructura.
Este fondo amortiza otro anterior de menor tamaño (al que llamaremos Fondo 2), que
tampoco se ha preservado en su totalidad por encontrarse cortado por la misma zanja
moderna que el anterior, y que tiene unas dimensiones máximas conservadas de 2,54
metros (N-S) por 1,68 metros (E-W). Con total seguridad sabemos que el Fondo 2 es la
estructura más antigua del conjunto, pues se halla cortado tanto por el Fondo 1 como por
el Silo 1, pero la presencia de un único relleno para todo el conjunto nos ha impedido re-
coger más muestras que nos ofrezcan una datación absoluta individualizada (fot. 2).
404
Con las reservas que nos produce el no haber podido excavar en su totalidad el Fon-
do 1, podríamos adscribirlo al tipo A1 de la división tipológica que A. Vigil-Escalera ha
desarrollado a partir de sus trabajos en Gózquez de Arriba y La Indiana y que se carac-
teriza por tener una planta más o menos “ovalada simple, con o sin horno, silo o conte-
nedor” (Vigil-Escalera, 2000: 231), además de unas medidas que rondan los 3,70 m. de
longitud por 2,40 m. de anchura, algo que encaja, siendo cautos, con nuestra estructura.
Únicamente posee un posible agujero de poste, si bien “assez souvent il est impossible
de découvrir des traces de trous de poteaux à l’intérieur d’une fosse qui semble pour-
tant bien étre un <<fond de cabane>>” (Chapelot, 1980: 8). Su planta ovalada contrasta
con las estructuras del siglo VIII y posteriores aparecidas en las excavaciones de la Ca-
tedral de Santa María, todas ellas más o menos rectangulares(5). Precisamente A. Vigil-
Escalera observa en estas formas ovaladas una factura de tradición prehistórica, rela-
cionando a continuación las plantas rectangulares con “tradiciones constructivas impor-
tadas en la época de las invasiones” (Vigil-Escalera, 2000: 229). Al mismo grupo cree-
mos que se podría asignar el Fondo 2, si bien aquí las dudas son mayores por encon-
trarse en peor estado y, como ya se ha dicho, sólo parcialmente conservado.
Sea como fuere, las pruebas de Carbono 14 realizadas a un fragmento óseo animal
ofrecen unas fechas inequívocamente tardoantiguas(6). El relleno del que se han toma-
do las muestras para datación, producido tras el abandono de las estructuras por la
acumulación de sedimentos de forma natural y paulatina, hace inviable que pueda pen-
sarse en filtraciones de material. Esta génesis del depósito hace que los restos arqueo-
lógicos localizados en él sean tan exiguos, frente a la abundancia que hubiera propor-
cionado de ser, por ejemplo, un basurero.
(5) Una excepción notable es la estructura circular aparecida en la primera fase del Período 3, datable entre los siglos VIII-IX,
con un agujero en la roza que “sugiera la idea de que la armadura de madera se montó sobre postes para refuerzo de las
tablazones” (Azkarate y Quirós, 2001:34).
(6) Laboratorio CIRCE, DSE121. Fecha BP 1388± 36. Calibrada por el programa CALIB5: al 68% (1σ) 623-665 A.D.; al 95%
(2σ) 592-685 A.D.
(7) Dichos restos serán analizados próximamente por el paleontólogo Pedro Castaños Ugarte. Por desgracia el volumen de
material óseo recuperado en este contexto es extremadamente pequeño, lo que sin duda afectará al resultado final.
(8) No descartamos que algunos de estos restos constructivos sean de época romana, al igual que ocurre con dos de los
fragmentos cerámicos. Que sean unaaintrusión o, por lo contrario, hayan sido reutilizados en épocas posteriores, es una
cuestión que en este momento no podemos resolver.
(9) También fueron recogidas muestras de tierra que actualmente están siendo tratadas por miembros del Grupo de Inves-
tigación en Arqueología Medieval y Postmedieval de la Universidad del País Vasco a cuyo director, Juan Antonio Quirós
Castillo, queremos dar especialmente las gracias.
405
La más que posible presencia del grupo V (la gran fragmentación que sufren hace
muy difícil su asignación definitiva) en un contexto fechado prácticamente en la 1ª mitad
del siglo VII aporta nuevos y apasionantes horizontes al conocimiento ceramológico en
nuestro territorio, ya que hasta ahora se consideraba el siglo VIII como el “momento en
el que nuevos contextos arqueológicos comienzan a constatar la presencia de otras pro-
ducciones locales desconocidas hasta el momento. Nos referimos a la cerámica grosera
de paredes finas (Grupo II), la cerámica micácea (Grupo
Grupo V
V) y la cerámica oxidante con
abundantes desgrasantes (Grupo VI)” (Solaun, 2005: 310).
Arrabal bajomedieval
Ningún testimonio nos ha quedado entre los siglos VIII-XII incluidos. Tras las estruc-
turas tardoantiguas y su posterior amortización se abre un vacío que dura casi 500 años.
Dentro de las reservas que el porcentaje excavado nos hace tener, parece que el lugar
es abandonado en esas fechas. Las hipótesis respecto a qué sucedió las señalaremos
más tarde. Lo importante ahora es que, tras medio milenio de vacío estratigráfico la pla-
za vuelve a dar nuevamente síntomas de estar habitada o, al menos, de producirse cier-
ta actividad económica o vital en ella.
Todo indica que estas estructuras bajomedievales son las mismas a las que se
refiere D. Diego de Salvatierra en su obra Gobierno y República de Victoria y que J. J. de
Landázuri y Romarate cita en su obra Historia civil, eclesiastica, politica y legislativa de
la M. N. y M. L. Ciudad de Victoria, sus privilegios, esenciones, franquezas y libertades,
deducida de memorias, y documentos autenticos: “Lo mismo es de el arrabal que
duraba de la plaza mayor hasta el prado adonde era el Monasterio de Santa Clara (…)
han quedado en este arrabal poquitas casas (…) fuera de esto hay letras que dan fé,
en lo cual es cierto que pues tenia tales arrabales, era su población muy grande, lo
qual todo debia de estár en pie el año 1400. pues el año 1423. se hizo el dicho pedido”
(Landázuri y Romarate, 1929: 12-13).
(10) Laboratorio CIRCE, DSZE64. Fecha BP 727± 28. Calibrada por el programa CALIB5: al 68% (1σ) 1265-1286 A.D.; al
95% (2σ) 1227-1297 A.D. La prueba radiocarbónica se efectuó sobre un resto faunístico.
406
Fot. 3. Elementos bajomedievales hallados en el sondeo 5.
407
Una vez más, el porcentaje excavado nos invita a ser prudentes con las interpretacio-
nes, pero su presencia en el sondeo 5 y 7, así como en el seguimiento de obra en el ini-
cio de la calle Mateo Moraza (donde aparecieron varios estratos con abundante material
cerámico de esa época) nos indica que la ocupación bajomedieval de este sector era
importante y no se trataba únicamente de elementos aislados.
Sin embargo, también hemos podido registrar que los límites de este “curso fluvial”
han sido trabajados para conseguir una mayor verticalidad y, con ello, proporcionar a
este elemento natural una mejor función defensiva y, en definitiva, hacerlo funcionar co-
mo verdadero foso de la muralla que cerraba las calles Correría, Zapatería y Herrería(11).
(11) Este foso tendría una anchura aproximada en su parte inferior de 5,16 metros y de 6,16 metros en la superior.
(12) El cuadro lleva por nombre “Perspectiva de la M.N. y M.L. ciudad de Vitoria, mirada de Sta. Brígida y copiada de un cua-
dro antiguo que se halla en la Casa de la Ciudad: La ofrece como primer ensayo de su afición al M. Y. A. Benito de Casas.
Año de 1838”.
408
Fot. 5. Vista del puente, utilizado hasta principios del siglo XVI.
representada dicha estructura. Todos estos datos nos indican por lo tanto que la fecha
más lógica para este puente sea el siglo XV o anterior.
También se han encontrado para esta época diferentes infraestructuras que, al igual
que el puente, se encuentran relacionadas con el agua, en este caso con su traída y
consumo, una preocupación manifestada sucesivamente en la documentación(13). Esas
infraestructuras se pueden dividir principalmente en dos grupos: el correspondiente a
las aguas destinadas a las fuentes Triana y Mayor
Mayor, del año 1656 (posteriormente las
canalizaciones de la fuente Mayor serán reutilizadas nuevamente para portar agua a
diferentes fuentes de la ciudad, entre ellas la fuente de María Victoria en 1779(14)); y
el de las diversas traídas de agua para el abastecimiento de la ciudad, destacando la
gran obra realizada en el último cuarto del siglo XIX que trasladaba tan preciado líquido
desde el monte Gorbea.
(13) En 1559, por ejemplo, en varios documentos relativos a la construcción de una fuente en la calle Santo Domingo, que
iba a ser surtida con una cuarta parte del agua que recibía la fuente de “la Plaza”, el motivo esgrimido para su construcción
es “que como fuera notorio esta ciudad padecía muy grande necesidad de agua de fuente” (Archivo Municipal de Vitoria-
Gasteiz, Sección 24 Legajo 001 No 003). El problema se mantiene a lo largo de los siglos. Así, aún en una fecha tan tardía
como 1820, se dice que “el agua que en el dia tiene esta ciudad en sus fuentes, se halla alterada en sus propiedades físicas
y mas en otoño por ser muy escasa (...)” (Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz, Sección 8 Legajo 004 Nº 007). Esto no será
resuelto hasta que la gran obra de traídas de agua desde el Gorbea sea emprendida a finales del siglo XIX.
(14) En el seguimiento de la obra hemos podido localizar y registrar esta fuente de María Victoria, ubicada justo debajo de
donde se encuentra en la actualidad el monumento a la batalla de Vitoria.
409
El primer conjunto lo hemos podido encontrar en los sondeos 5 y 11, bajo diversos
rellenos del siglo XIX y principios del XX. Responde a una estructura formada por tres
tuberías cerámicas de 15 centímetros de sección (durante el seguimiento se ha visto
que estas dimensiones son variables) encerradas en un encofrado cuadrangular de
argamasa muy compacta. Esta conducción de agua venía en un principio desde Are-
chavaleta y Mendiçabel (¿Mendizabala?) para la fuente Mayor; y de la “pared de las
Trianas” para la de Triana (AA.VV., 2003: 210-214). Sin embargo, las necesidades de
agua de una población creciente hicieron que se propusieran nuevos proyectos de traí-
das de agua que no funcionaron hasta que, en el siglo XIX, se decide conducirla desde
el Gorbea.
Las obras realizadas para la traída de aguas desde este monte han aparecido en
los sondeos 2 y 4, así como en el seguimiento posterior de las obras de la Plaza y con-
sisten en la colocación de una tubería de hierro colado de 22 centímetros de diámetro
destinada para el agua potable. Paralela a ella se ha localizado una serie de atarjeas
cronológicamente anteriores realizadas en mampostería regular, formada por dos mu-
ros paralelos sellados por grandes lajas horizontales (utilizada como desagüe) que, sin
pertenecer propiamente a esta obra de traídas de aguas del Gorbea, sí que nos indica
que se aprovechó la citada obra para una modernización y reestructuración del sistema
de alcantarillado de la zona. Es en este momento cuando se construye el depósito de
aguas del Campillo.
Por último, como nota final a esta rápida descripción de la evolución de la Plaza
de la Virgen Blanca, decir que las reformas realizadas entre los siglos XVIII y XX son
numerosas, tal y como atestigua la documentación, muestra de la vitalidad creciente de
la ciudad en estas últimas centurias. Quizás las más destacables sean las que corres-
ponden a los sucesivos empedrados que han cubierto la plaza desde al menos el siglo
XIX y que han ido cambiando y modificándose a lo largo del tiempo.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA
(15) Mientras que en el plano de Justo Antonio de Olaguíbel para la construcción de la Plaza Nueva, fechado en 1781, no
aparece, es en 1825 cuando tenemos por primera vez constancia gráfica de él, en este caso en el “Plano topográfico de la
Ciudad de Vitoria y sus barrios” realizado por Manuel Ángel de Chávarri. Su destrucción tuvo que ser poco antes de 1843,
fecha en la que está datado el expediente sobre el “Traslado del Cuerpo de Guardia Principal en la capilla de los pasos de
San Vicente” (Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz, Sección 24 Legajo 52 Nº 26).
(16) Algunas de estas intervenciones son las realizadas en la Catedral de Santa María (Azkarate et alii, 2002: 680-681), la
Plaza de Santa María nº 1 (Gil Zubillaga, 2000: 181-182), en la zona de El Campillo (Fernández Bordegarai, 1998: 225), en
el solar 44 de la calle Herrería (Loza y Niso, 2004: inédito) o en los solares 19 y 21 de la Calle Santo Domingo (Loza y Niso,
2006: inédito).
410
a época romana (2 fragmentos cerámicos y, con dudas, algún resto constructivo). Em-
pero se encuentran igualmente descontextualizados, con lo cual volvemos a situarnos
en el mismo punto de partida.
Sea como fuere, las piezas de TSH localizadas en las intervenciones del casco his-
tórico de Vitoria-Gasteiz nos indican que, “sobre el cerro que, con el tiempo, acogió pri-
mero a Gasteiz y luego a Vitoria, hubo sin duda algún tipo de asentamiento hace casi
dos mil años” (Azkarate y Quirós, 2003: 11). De la misma idea son los arqueólogos Mi-
guel Loza y Javier Niso al señalar que “no queremos decir que hubiera una ocupación
continuada en esta época sino que pudo haber algún tipo de presencia puntual en la
zona de la colina de Vitoria-Gasteiz” (Loza y Niso, 2006), aseveraciones que nosotros
compartimos.
Las evidencias exhumadas nos muestran, por lo tanto, que en el siglo VII existía ya
a los pies de la colina de Gasteiz algún tipo de asentamiento cuyas dimensiones e im-
portancia hoy por hoy nos es imposible de determinar, dado que la superficie excava-
da nos impide hacer arriesgadas extrapolaciones. El lugar elegido es idóneo para la
ocupación humana: ubicado al sur(17), junto a corrientes de agua y con una orografía
cercana muy adecuada tanto para las labores agrícolas como ganaderas. No nos pare-
ce descabellado presumir que, mientras esto ocurre a los pies, en la cima de la colina
existiera algún tipo de unidad político-administrativa que controlara este o estos asen-
tamientos, pese a que hasta la actualidad no se ha encontrado ninguna evidencia de su
existencia. Sí que tenemos ejemplos en la bibliografía, y de gran valor nos ha parecido
el descrito por A. Vigil-Escalera respecto al yacimiento visigodo de Gózquez de Arriba,
donde se detecta en la zona alta de la colina un único edificio de planta compleja que
“podría indicar la existencia de una administración independiente y jerárquicamente
superior a las familias, o una familia de mayor rango social, (de no tratarse de una es-
tructura de uso comunal)” (Vigil-Escalera, 2000: 250). Sin querer ser demasiados atre-
vidos, parece significativo que una estructura similar surja, eso sí, a partir del siglo IX,
en lo alto de la colina, tal y como han puesto en evidencia las excavaciones realizadas
en la Catedral de Santa María(18).
(17) En algunas conversaciones con Ramón Loza esta posibilidad ya había sido planteada por él hace algún tiempo. Así, “la
cara sur era la posibilidad más lógica para el asentamiento de población en la primitiva Gasteiz”, algo que nosotros compar-
timos plenamente y que creemos queda demostrado en el siguiente artículo.
(18) Nos referimos a la estancia a modo de longhouse que se levantaba en el sector oriental de la plaza de la Catedral de
Santa María en el siglo IX. El espacio que ocupa tendrá un uso habitacional hasta finales del siglo XII: “Estamos sin duda,
ante un espacio privilegiado –un espacio de poder– en torno al que se organiza el urbanismo de esta zona de la primitiva
Gasteiz” (Azkárate y Quirós, 2003: 13).
411
Existiría otra posibilidad respecto a la ubicación de este centro político, administra-
tivo y militar tardoantiguo y es que se encontrara aún más cercano que la “longhouse”
aparecida en la Catedral. Nos referimos a algún punto ubicado alrededor de las iglesias
de San Miguel y San Vicente, en los cuales, según palabras de E. García Fernán-
dez, “conviene insistir en estas iglesias por lo que significan desde un punto de vista
eclesiástico y religioso, pero principalmente porque son reflejo de la existencia en la
zona de un poblamiento bastante antiguo” (García, 2003: 135). Precisamente en esta
última iglesia hubo en algún momento del Medievo una fortaleza cuyas características
desconocemos pero cuya existencia, a tenor de los trabajos dirigidos por A. Azkarate
en el estudio histórico-arqueológico de la misma durante el año 1999 (Azkarate Garai-
Olaun, 2000: 280), quedó demostrada. Esto, la cercanía de los restos tardoantiguos de
la Plaza de la Virgen Blanca y que, según E. García Fernández, el culto a San Vicente
estuviera muy difundido en la Península Ibérica durante los siglos VII al X nos hace
pensar en la hipótesis de que realmente este fuera el punto donde se ubicara esa pri-
mitiva atalaya tardoantigua.
El colapso del sistema romano no tuvo que traer necesariamente una ruptura total
en las formas de poblamiento, al menos en cierto tipo de asentamientos (Azkarate,
2004: 38) y todo indica que este sería uno de esos casos, reflejándose en la perma-
nencia ininterrumpida del poblamiento desde algún momento de los siglos I-II (indepen-
dientemente que éste se ubicara en la colina o en sus faldas) hasta la actualidad.
(19) Para el caso de Bizkaia se muestra especialmente interesante la investigación que ya desde el año 2007 venimos
realizando en Kortezubi, junto a la Iglesia de San Mamés (Sánchez, Unzueta y Vallo, 2008: en prensa) y que ha permitido do-
cumentar una necrópolis tardoantigua fechada por Carbono 14 en la primera mitad del siglo VII. Los resultados obtenidos y
las expectativas de futuras excavaciones nos hacen añadir este cuarto punto de hábitat tardoantiguo a los tres descritos por
I. García Camino, estos son, el área Finaga-Abrisketa-Arrigorriaga, el área Mesterika-Meñakabarrena y el área del Duran-
guesado (Camino, 2001: 107). Si bien el área de Santimamiñe se encuentra cerca del de Mesterika-Meñakabarrena, a am-
bas les separa la ría de Urdaibai y están asociadas a montes diferentes: el primero a Ereñozar y Mesterika-Meñakabarrena
al monte Sollube.
Para Álava, evidentemente, nos referimos al nuevo contexto tardoantiguo de Vitoria-Gasteiz, amén de los nuevos casos que,
indudablemente, irán surgiendo.
412
Los motivos de la desaparición del registro arqueológico en la Virgen Blanca entre
los siglos VIII y XIII no son claros. El proceso de sedentarización que se vive a partir del
siglo VIII en todo Europa y la situación política de inseguridad motivada por las incur-
siones árabes sin duda tuvieron que afectar a dicha ausencia de registro. La formación
de un asentamiento estable en lo alto de la colina sería la causa de una reorganización
del espacio y del campesinado llevada a cabo por las élites locales por un lado y de
inseguridad motivada por el clima bélico por otro.
Efectivamente, de una manera u otra los hechos acaecidos tras la entrada árabe
en la península en el 711 tuvieron que afectar a esta parte del territorio alavés. Así, la
crónica de Ibn Al-Atir nos dice que Álava pasó a manos árabes en el año 734 y hasta
el siglo IX hay documentadas diversas razzias que de forma más o menos violenta
afectaron a esta provincia y, por ende, a su población(20). Nos parece bastante probable
que estas gentes, en un momento de creciente inseguridad, decidieran trasladarse a lo
alto de la colina, como sucede por ejemplo en Galicia donde “los acontecimientos del s.
VIII han producido un desplazamiento de la población hacia zonas más elevadas, sobre
antiguos castros o en los lugares de antiguas villae” (Quiroga y Lovelle, 1993: 44).
(20) Igualmente hay documentados pactos entre las clases dirigentes alavesas, que ven peligrar su status, y los emires árabes.
Para ahondar más en este tema se puede consultar el artículo de Ernesto García Fernández “Clérigos, caballeros, burgue-
ses y campesinos en la Edad Media”, en Ribera, A. (dir.) (2003) “Historia de Álava”. Editorial Nerea. Donostia-San Sebastián.
(21) Como breve acercamiento a la cuestión del poblamiento en el norte peninsular para estos siglos se puede consultar,
para Portugal, el artículo de I. Martín Viso, “En la periferia del sistema: Riba Côa entre la antigüedad tardía y la alta edad
media (siglos VI-XI)”; del mismo autor, para el norte de la Península Ibérica, la obra “Poblamiento y estructuras sociales
en el norte de la Península Ibérica (siglos VI-XIII) (2000); para Galicia, el ya mencionado artículo de López Quiroga J. y
Rodríguez Lovelle, M. “Poblamiento rural en el noroeste de la Península Ibérica (ss. V-XI): una introducción al estudio del
poblamiento rural entre la Antigüedad tardía y la alta Edad Media en Galicia a través de un análisis micro-regional” (1993);
de los mismos autores también se puede consultar (entre otros) “Un modelo de análisis del poblamiento rural en el valle del
Duero entre los siglos VIII-XI a partir de un espacio macro-regional: las tierras gallego-portuguesas” (1997); sobre Asturias
y sus particularidades ha trabajado M. Fernández Mier, véase su artículo “Transformación del poblamiento en la transición
del mundo antiguo al medieval en la Montaña Asturiana (Península Ibérica)” (1996); para Álava y Madrid en particular y para
todo el norte peninsular en general contamos con el artículo de J. A. Quirós Castillo y A. Vigil-Escalera Guirado, “Networks
of peasant villages between Toledo and Velegia alabense, northwestern Spain (V-Xth centuries)” (2006); respecto a Navarra,
la tesis de J. J. Larrea, La Navarre du IVeau XIIesiècle. Peuplement et société, (1998); finalmente, para Bizkaia es de sumo
interés la tesis de I. García Camino, “Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos VI-XII: la configuración de la sociedad
feudal” (2002).
413
Identificar la antigua Gasteiz (con las reservas que produce usar este término para
aquellas centurias) con el mundo visigodo o con el norpirenaico es algo aún temprano
para dilucidar, si bien creemos que el elenco material recogido en la excavación de
la Plaza de la Virgen Blanca marca unas diferencias más que notorias respecto al
aparecido en los contextos de las “necrópolis tardoantiguas de influencia continental”
(Azkarate, 2005/2006: 405)(22). Las futuras excavaciones deberán de dilucidar si estas
diferencias junto con otros datos nos están hablando de una posible frontera cultural y,
por qué no, política, que pudiera relacionarse con la hipótesis propuesta anteriormente
por A. Besga(23).
Para concluir, a modo de epílogo, decir que a partir de estos siglos la Plaza de la
Virgen Blanca (denominada en la documentación “plaza vieja” en contraposición a la
“plaza nueva”, construida a finales del siglo XVIII y comúnmente llamada “Plaza de
España”) entrará a formar parte de modo, si cabe, más activo en la vida vitoriana. Su
aspecto diáfano, ya para el siglo XVI, será el inicio de su carácter como centro de reu-
nión de los habitantes de la, por entonces, pequeña ciudad de Vitoria-Gasteiz.
CONCLUSIÓN
(22) Nos referimos a la cerámica del Grupo I de cronología tardoantigua que en el yacimiento de Aldaieta supone un 100%,
al igual que en Santimamiñe, por un 68% de presencia en los materiales recogidos en la Plaza de la Virgen Blanca; para los
siglos VIII-X el Grupo I en la Álava nuclear representaría el 8% frente al 100% de Santimamiñe o un 56% en el entorno del
monte Oiz (Solaun, 2005: 312-313).
(23) Si se busca profundizar en el estado de la cuestión pueden consultarse las ya referidas obras de A. Besga Marroquín:
Domuit Vascones, el país vasco durante la época de los Reinos Germánicos. La era de la independencia (siglos V-VIII)
(2001); o A. Azkarate Garai-Olaun: “Sobre los orígenes cronológicos de los cementerios cispirenaicos de época tardoanti-
gua” (2005) y “El país vasco en los siglos inmediatos a la desaparición del Imperio Romano” (2004); también son de sumo
interés los trabajos realizados por K. Larrañaga Elorza: “Cantabrismo en Navarra” (1998) y “Vascocantabrismo y arqueolo-
gía” (1998-1999); y el extracto de la tesis ya mencionada de J. J. Larrea (1994).
(24) Queremos subrayar para la villa de Salvatierra, por su actualidad y papel que la arqueología ha tenido, el caso de Zor-
noztegi, excavado en la actualidad por el Grupo de Investigación en Arqueología Medieval y Postmedieval de la Universidad
del País Vasco, dirigido por J. A. Quirós. En los trabajos que dicho grupo está realizando se ha puesto de manifiesto que
Zornoztegi se abandona en la segunda mitad del siglo XIII, si bien hasta el momento se pensaba por la documentación que
éste se había producido en algún momento del siglo XV. Así, “resulta inevitable asociar el abandono de la aldea de Zornoz-
tegi con la fundación en el año 1256 de la villa de Salvatierra sobre Agurain” (Quirós Castillo, 2006b).
414
genes mucho más antiguos de los que hasta ahora se pensaba. De lugar de expansión
bajomedieval o zona de reunión decimonónica ha pasado, tras las excavaciones de la
Virgen Blanca, a ser el lugar con la estratigrafía más antigua de la ciudad. Estamos se-
guros de que futuras excavaciones darán cronologías similares a las aquí mostradas,
y ansiamos el momento de tener un registro de cronología romana que nos demuestre
lo que parece ya obvio a raíz de los fragmentos cerámicos de TSH encontrados en
diversas excavaciones del casco histórico.
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417
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 419-434 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
RESUMEN:
Tiene por objeto reseñar los yacimientos conocidos en la parte meridional o alavesa del Macizo de Gor-
beia, con el fin de ofrecer una visión de conjunto de la ocupación por el hombre de esta zona de montaña,
durante las primeras etapas históricas.
LABURPENA:
Gorbeia Mendigunearen ekialdeko edo arabar aldean ezagutzen diren aztarnategiak azaltzea du xede,
lehen etapa historikoetan mendialdeko eremu honetan gizakiaren okupazio orokorraren ikuspegia eskaintze-
ko helburuarekin.
SUMMARY:
The object is to list the sites that exist in the southern or Alavesa section of the Gorbeia Mountain Range
with a view to offering an overall view of man’s presence in this mountainous region during the earliest histori-
cal periods.
INTRODUCCIÓN
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arman.llanos@gmail.com
419
CUENCA DEL RÍO ZUBIALDE
Cueva de Mairuelegorreta I
Aunque la cueva es conocida desde antiguo, no es hasta el año 1918 cuando existe
noticia como yacimiento arqueológico, debiéndose a E. Eguren y J.M. de Barandiarán
la referencia (Llanos et alii. 285. 1987). Se ubica en término del municipio de Zigoitia,
siendo el pueblo más cercano Múrua (fot. 1).
Cueva de Mairuelegorreta XI
Como parte de los trabajos de investigación del Instituto Alavés de Arqueología, se
iniciaron en 1977 una serie de sondeos en cuevas de la zona sureste del Gorbeia (Altu-
na; Baldeón 1986) (Llanos et alii. 286. 1987). Uno de ellos se llevó a cabo en esta cueva
que también es conocida por los pastores de la zona como Sagutxo I.
Solamente se realizó una cata de 1 por 1 metros, con una profundidad de 207 cm. En
la primera capa (0 a -45 cm.) se encontró una raedera doble recto-convexa. Los niveles
420
inferiores aportaron restos óseos de fauna correspondientes a: Cabra, oso de las caver-
nas, ciervo, gran bóvido, gato montés, marmota, glotón. Aparte de la presencia humana
en esta cueva en el estrato I, como un hábitat antiguo, es de destacar la presencia de
un amplio catálogo de fauna entre la que se encuentra, en el estrato VI, restos de glotón
(Gulo gulo), de gran interés por la escasez de restos conocidos y que está indicando un
momento climáticamente frío (Würm III). Actualmente este animal se encuentra en una
zona comprendida entre Noruega, Suecia, Finlandia y norte de Rusia.
Acero
En la zona limítrofe de Álava y Bizkaia, en el término de Acero, y en el inicio del ca-
mino que desde este lugar desciende hacia Mairuelegorreta por la margen derecha del
río Zubialde, en una prospección realizada por A. Llanos y M.N. Urrutia, se localizaron
varios fragmentos de cerámica modelada.
Cueva de Artzegi II
Se sitúa en término del municipio de Zigoitia, siendo el pueblo de Múrua el más
próximo. En esta cueva (Pérez; Bastida 1963) también se llevó a cabo un sondeo, por
miembros del Instituto Alavés de Arqueología en 1977-78, dando como resultado el
hallazgo de material cerámico, lítico y restos óseos de fauna (Llanos et alii. 89. 1987).
Artzegi
En la senda que discurre por la orilla izquierda del río Zubialde, antes de llegar a la
cueva-manantial de Artzegi y de cruzar la tubería que a manera de puente pasa sobre
el río, se encontraron varios fragmentos de cerámicas modeladas. Localizados por A.
Llanos.
Cueva de Arrillor
Se accede desde el pueblo de Múrua, término municipal de Zigoitia. Concretamente
se encuentra en la zona del embalse de Gorbea (fots. 3 y 4), encima de la entrada de la
cueva de Sale el Agua. Consta de una sola galería con doble entrada. En las primeras
exploraciones a esta cueva en 1958, por parte del grupo Espeleológico de la Excursio-
nista Manuel Iradier, se pudo detectar una antigua presencia humana al descubrir como
uno de los accesos desde el exterior se encontraba taponado por cuatro bloques tronco-
cónicos de arenisca, que tenían una perforación en uno de sus extremos.
421
Fotografía 2. Entrada a la cueva de Las Legorras. (foto A. Llanos).
422
Fotografía 3. Zona de la cuenca del río Zubialde. Al fondo la cota máxima del monte Gorbeia. Entre árboles
asoma la peña Gingia, en la que se desarrolla la cueva de Arrillor. (foto A. Llanos).
423
Cueva de Zubialde
Se sitúa en la zona de los embalses de Gorbea, al sur de la anterior, en el mismo
borde de la pista que permite llegar hasta estos embalses. Conocida en 1990, por el
polémico hallazgo en su interior de pinturas rupestres de aspecto paleolítico. En un pri-
mer momento se consideraron auténticas (El Correo 1991). Posteriormente, mediante
un estudio a fondo de estas pinturas (Altuna; Apellániz; Barandiarán 1992) (Apellániz
1995), considerando su morfología, técnica y pigmentos además de otras consideracio-
nes, se llegó a la conclusión de que habían sido hechas o retocadas en época reciente,
si bien no se descartó de que algunas de estas pinturas fueran antiguas. El conjunto
de temas reflejados en sus paredes es de 102, consistiendo en representaciones de
animales (caballos, peces, ciervos, uros, bisontes, mamuts, cabras, rinocerontes lanu-
dos), diversos signos y símbolos, además de impresiones de manos tanto en positivo
como en negativo.
Cueva de Zubialde II
Cercana y por debajo de la anterior. También se localizaron en ella tres temas pic-
tóricos, consistentes en una figura de bisonte y dos de signos. Las conclusiones sobre
su autenticidad es la misma que para las otras.
Múrua
En término municipal de Zigoitia y en los alrededores del pueblo de Murua, existe la
referencia del hallazgo de un chopping-tool en arenisca, encontrado por el Abate Breuil,
en 1918 (Fz. Medrano 1948).
Gorbea
Con este mismo nombre indeterminado, se denomina algún material lítico encontrado
en las proximidades de la cueva de Sale el Agua, en la zona del embalse del Gorbeia.
Este material procede de la antigua colección de la Sociedad de Estudios Vascos, que-
dando constancia de ello en un antiguo inventario realizado por D. Fernández Medrano
en 1945 (Llanos et alii. 198. 1987).
424
Manurga
Sin localización precisa, en esta localidad, quedó constancia en un inventario reali-
zado por D. Fernandez Medrano (Llanos et alii. 330. 1987) del hallazgo de una hacha
incompleta de sílex
Menhir de El Gizon
En término municipal de Echaguen. En la ladera suroeste del monte Oketa y a 200
metros de la cumbre. Menhir de tipo losa alzada, de arenisca del lugar, de forma un
tanto irregular de 2 metros de altura, una anchura de 0,70 metros en la base y 0,20
metros en la punta y un espesor de 0,36 metros en la base, que conforman un monolito
apuntado y de sección rectangular (fot. 5). Actualmente sigue en pie, aunque un poco
inclinado sobre el terreno. Descubierto por P. Fernández de Larrea y E. Knörr, siendo
conocido de antiguo por los habitantes de los pueblos vecinos.
425
Fotografía 6. Dolmen de Oketa. (foto F. Galilea)
Dolmen de Oketa
Término municipal de Echagüen. En la ladera suroriental del monte Oketa, domi-
nando una extensa campa (fot. 6). Dolmen largo. Túmulo circular de 7 metros de diá-
metro y 0,50 metros de altura, realizado con bloques de caliza. Cámara de la que se
conservan y despuntan 7 pequeñas losas que delimitan un recinto rectangular de 4
metros de longitud y 1,5 metros de anchura. Descubierto en 2007 por P. Fernández de
Larrea y F. Galilea.
Túmulo de Luberi
Pertenece al municipio de Ollerías. En una cresta que asciende al monte Motxote-
gui, en una campa llana antes del ascenso principal. Túmulo desfigurado de 9 metros
de diámetro y 0,40 metros de altura realizado con grandes piedras calizas. Descubierto
en 1974 por J. A. Madinaveitia y T. Urigoitia.
Berretín
Ayuntamiento de Zuia. Como hallazgo aislado, en una zona indeterminada de este
término, J. Elejalde encontró una pequeña hacha lítica pulimentada (Llanos et alii. 327.
1987).
426
Fotografía 7. Pinturas rupestres en la cueva de Lazaldai. (foto A. Llanos).
Pagazuri
Ayuntamiento de Zuia. Entre la zona de las neveras y el refugio de Pagazuri, al lado
de una charca, se recuperó de forma casual, una fíbula zoomorfa en bronce, correspon-
diente cronológicamente a una Edad del Hierro final.
Cueva de Lazaldai
Se emplaza en la zona sur de Gorbeia, en el término municipal de Zuia, al norte del
pueblo de Zárate (Llanos et alii, 291. 1987). Descubrimiento realizado por D. Fz. Medra-
no y J. Arbosa en 1958. En las paredes de una de las galerías, se ejecutaron una serie de
pinturas de tipo esquemático abstracto, en negro (foto 7) (Llanos; Agorreta 1961) (Llanos
1963). En esta misma galería se recogieron una serie de objetos (cerámicas, colgante
en bronce, y otros) depositados en el suelo y que junto a restos lígneos, formaban parte
de un ritual desconocido llevado a cabo en esta galería. Al final de esta misma galería y
en un divertículo, se acusan trabajos de extracción de mineral de hierro.
Fechaciones de los restos de madera, mediante C14 permitieron datar estos hallaz-
gos en momentos tardoantiguos. Por testimonios orales, se recogió el dato de que en
la galería principal se encontraron restos humanos depositados en el suelo.
Aldarro I
Se llega a este lugar desde el pueblo de Sarría, ayuntamiento de Zuia. Yacimiento
al aire libre, descubierto por F. Murga 1981. Está próximo al cauce del río Bayas. El
hallazgo de materiales arqueológicos consistió en material lítico de sílex, con restos
de núcleos y talla, lascas, raspadores, raederas, láminas, truncaduras, pieza de hoz, y
alguna pieza con pulimento (Llanos et alii. 214. 1987).
427
Aldarro II
También se trata de un hallazgo al aire libre, algo más al norte del anterior de Aldarro
I, con el que posiblemente tenga alguna relación. Se trata de piezas en sílex (restos de
núcleos y talla, lascas y láminas) (Llanos et alii. 214. 1987). Descubierto por F. Murga
en 1981.
Azkarai
Termino municipal de Zuia. Éste es otro de los yacimientos al aire libre, ubicado al
norte del pueblo de Sarría, en las proximidades del cauce del río Bayas, en una con-
fluencia de dos arroyos. Los testimonios del antiguo hábitat que allí existió, se reducen
a piezas de sílex, que junto a restos de núcleos y residuos de la talla de útiles, se en-
cuentran lascas, láminas, y raederas (Llanos et alii. 214. 1987).
Puente Arlobi
En el término de la localidad de Sarría, municipio de Zuia, en las proximidades del
cauce del río Bayas (fot. 8), y en una loma con cantiles bien marcados en las proximi-
Fotografía 8. El río Baias, en su discurrir por la zona entre Arlobi y Azkarai. (foto A. Llanos).
428
dades de los puentes sobre los arroyos Arralde y Padrobaso, se recuperaron algunos
materiales líticos en sílex, consistentes en lascas y restos de talla, núcleos, raedera den-
ticulada, pieza con escotadura, y láminas. Otros materiales líticos se encuentran en el
camino que desde la caseta de pesca existente en este lugar, llega a los citados puentes
(Llanos et alii. 308. 1987). Descubierto por J. A. Madinabeitia en 1978.
Menhir de Arlobi
En término del pueblo de Sarria. En la estribación meridional del monte Illumbe.
Desde el valle en la zona de Arlobi, hasta el monte, se suceden tres escalones. El men-
hir se localiza entre el primero de estos escalones, en una zona llana, en vaguada, y en
el inicio del segundo escalón, al lado de un viejo camino que atraviesa estos escalones
perpendicularmente. Magnifico ejemplar, prismático irregular de arenisca no apuntado
y de sección cuadrangular, que en el momento de su descubrimiento estaba caído y
roto en varios fragmentos. Altura 4.80 metros, anchura 0,60 metros y grosor también de
0,60 metros. Recientemente ha sido restaurado y puesto en pie (fot. 9).
429
Menhir de Pagozarreta Este
Menhir de tipo losa alzada, de arenisca de sección rectangular (fot. 10). Altura actual
sobre el terreno 3 metros, anchura 1,20 metros y grosor que en la base es de 0,60 me-
tros y en el extremo superior 0,30 metros. Punta marcadamente angulosa y centrada.
La orientación de este menhir es de este a oeste. Recientemente ha sido restaurado y
colocado en pie. Desde este menhir se observa perfectamente el de Arlobi, y la situa-
ción de Pagozarreta Oeste del que se encuentra separado un kilómetro. Desconoce-
mos las circunstancias de su descubrimiento aunque I. Gaztelu en 2003 da noticia de
su existencia a la vez que el menhir de Arlobi.
430
Menhir de Pagozarreta Oeste
Se ubica en término municipal de Sarria. En la estribación meridional del monte
Odoriaga, sobre una tercera lengua del terreno que desciende hacia el cauce del río
Bayas. Al oeste del menhir de Pagozarreta Este.
Islarra
En terrenos de la localidad de Guillerna, ayuntamiento de Zuia. Próximos a la au-
topista AP-68, al sur del peaje entre Beluntza y Amezaga se encontraban dos grandes
túmulos denominados Islarra I e Islarra II, en los que se recogió, en superficie, algún
material lítico. Labores de labranza han arrasado estos túmulos recientemente. (Llanos
et alii. 138-139. 1987).
Cueva de Arraldai
En las cercanías de los caseríos Maracalda, ayuntamiento de Zuia, al iniciar el des-
censo del puerto de Altube. Su pequeña boca de entrada se abre en la parte alta del
puerto de Altube. Se descubrió de forma casual ya que hasta ese momento su entrada
se encontraba cegada con piedras. Tuvo un carácter sepulcral, encontrándose los restos
humanos distribuidos en diferentes puntos de la cueva. Los enterramientos se deposita-
ron sobre la superficie de la cavidad, cubriéndose con piedras, encontrándose otros em-
bebidos en una capa estalagmítica. En la excavación llevada a cabo (Apellániz; Llanos;
Fariña 1967) se recuperaron los restos de 9 personas, calculando que fueron enterrados
alrededor de 15 a 20 individuos. No se halló ningún resto de ajuar (Llanos et alii. 279.
1987) Por comparación con otras cuevas de este tipo excavadas en Álava, su cronología
puede llevarse a momentos Calcolíticos.
Dolmen de Ganbidea
En término municipal de Barambio. Sobre un espolón llamado Ganbidea que parte
de la montaña Odoriaga, junto al camino antiguo de pastores que lleva de Murguía a
Orozco. Dolmen corto. Sin túmulo. Cámara compuesta por dos losas de arenisca en
pie, junto a ellas hay otras dos tumbadas. La mayor de ellas mide 1,33 metros de lon-
gitud y la menor 0,89 metros. Hoy aparece todo muy revuelto como consecuencia de
haber acumulado piedras sobrantes en la construcción de un camino (fot. 11). Descu-
bierto en 1968 por J. M. Apellániz. No se conoce excavación pero según palabras de
su descubridor, todo parece revuelto y la cámara ha sido completamente vaciada.
431
Fotografía 11. Dolmen de Ganbidea. (foto F. Galilea).
Basande
Ayuntaminto de Zuia. En la zona baja del puerto de Altube (carretera A-624) cercano
a los caseríos de Ziorraga, y al lado del río Altube. Se accede por un camino que nace
antes del puente. Este yacimiento ocupa una zona que se encuentra entre un arroyo
afluente del Altube y éste. Son numerosos los materiales líticos recogidos en superficie
en lo que parece ser un hábitat al aire libre. Descubierto por F. Murga. (Llanos et alii.
309. 1987)
Eskartegi
En la parte baja del Puerto de Altube, en la confluencia del arroyo Berbada con el río
Altube, sobre una superficie algo elevada, al lado de los caseríos Eskartegi, se localizó
numeroso material lítico, consistente sobre todo en restos de talla así como algunas
piezas. Este yacimiento fue descubierto por Andoni Aldama.
A MANERA DE RESUMEN
432
teriense. Una buena parte de los yacimientos, principalmente en cuevas, se localizan
en la cuenca del río Zubialde. Estas cavidades se convirtieron en hogar, cementerio y
lugar de cultos. Además de este tipo de yacimientos en cuevas, existen otros, donde los
hábitat al aire libre están indicando que no solamente se buscaron los refugios naturales,
sino que de alguna manera se crearon un tipo de viviendas construidas, posiblemente de
estructuras sencillas, que permitieron habitar en espacios donde no existían cavidades
naturales. Aparte de algún caso como Asunkortabide, en la zona oriental del Macizo, la
mayor abundancia de hallazgos se encuentra en la zona occidental, en concreto en la
cuenca del río Bayas. Esto parece que tuvo su desarrollo en unos momentos del Cal-
colítico-Edad del Bronce. También hacen su presencia varios monumentos megalíticos,
siendo especialmente destacados los menhires.
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434
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 435-848 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
Palabras clave: Arqueometría. Estadística. Geoestadística. Morfometría geométrica. Cluster. Inferencia. Se-
riación. Cronología.
Gako hitzak: Arkeometria. Estatistika. Geoestatistika. Morfometria geometrikoa. Klusterra. Inferentzia. Se-
riatzea. Kronologia.
Key words: Archaeometry. Statistics. Geoestatistics. Geometric morphometrics. Cluster. Inference. Se-
quencing. Chronology.
RESUMEN:
Métodos cuantitativos en arqueología es una colección de técnicas matemáticas y estadísticas aplicadas
a la arqueología. Reúne los tres pilares clave del aprendizaje, una base teórica que compagina rigor con com-
prehensión, aplicación a casos prácticos reales, y las herramientas informáticas necesarias. Nos situamos
dentro de lo que se denomina Arqueometría, pero distanciándonos de otras técnicas auxiliares de la arqueo-
logía. En cada uno de los veinte casos que estudiamos proporcionamos la base teórica y la forma de aplicarla
mediante las herramientas proporcionadas que incluso nos permiten interactuar con el programa. Las áreas
de estudio comprenden la geoestadística, la morfometría de los objetos, las agrupaciones y clasificaciones o
clusters, diferentes tests estadísticos, varios técnicas de seriación como son las de ausencia-presencia, bat-
tle-ship, escalado multidimensional y análisis de coordenadas principales, dataciones combinadas de C-14
y series temporales por wavelets. Presentamos técnicas antiguas, incluso olvidadas, como son la seriación
junto a nuevos procedimientos aplicados por primera vez en arqueología como es la morfometría geométrica
y wavelets, además de clásicos estudios estadísticos como son el análisis cluster, la estadística no paramé-
trica, la función de densidad Kernel, junto a un renacer de estadísticas sencillas que han resultado ser más
potentes que lo que se pensaba, como son los histogramas.
LABURPENA:
Arkeologiako metodo kuantitatiboak, arkeologiari aplikaturiko matematika- eta estatistika-tekniken bilduma
da, eta honako hauek biltzen ditu: ikaskuntzaren funtsezko hiru zutabeak, zehaztasuna eta besarkadura ba-
teratzen dituen oinarri teoriko bat, egiazko kasu praktikoetako aplikazioa, eta beharrezko informatika-tresnak.
Arkeometria deritzonaren barruan kokatzen gara, baina arkeologiaren beste teknika osagarri batzuetatik urrun-
duz. Aztertzen ditugun hogeitabi kasuetako bakoitzean oinarri teorikoa eta emandako tresnen bidez hori apli-
katzeko modua ematen dugu. Tresna horiek elkarri eragitea ere ahalbidetzen digute. Ikerketa-arloek honako
hauek barne hartzen dituzte: geoestatistika, objektuen morfometria, elkartzeak eta sailkapenak edo kluste-
rrak, estatistika-test ezberdinak eta seriatzeko hainbat teknika, hala nola, absentzia-presentziazkoa, battle-
ship, dimentsio anitzeko eskala-faktorea eta koordenatu nagusien analisia, C-14ko datazio konbinatuak eta
wavelets bidezko denbora-serieak. Teknika zaharrak, eta baita ahaztutakoak ere aurkezten ditugu, adibi-
dez, seriatzea, eta horiekin batera arkeologian lehen aldiz aplikatutako prozedura berriak, eta horien artean
mofometria geometrikoa eta wavelets. Halaber, estatistika-azterketa klasikoak ere aurkezten ditugu, hala
nola, cluster analisia, estatistika ez parametrikoa eta Kernel dentsitate-funtzioa, eta horiekin guztiekin bate-
ra, pentsatu baino ahaltsuagoak gertatu diren estatistika soilen berpiztea, esate baterako, histogramak.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
arkfgalilea@telefonica.net
435
SUMMARY:
Quantitative methods in archaeology is a collection of mathematical and statistical techniques applied to
archaeology. It brings together the three key pillars of learning, a theoretical base that combines rigour with un-
derstanding, application to real practical cases and the required computer tools. We are in the realm of what
is known as Archaeometry, but distancing ourselves from other auxiliary archaeological techniques. In each
one of the twenty two cases studied, we provide the theoretical base and the way of applying it by means
of the tools provided, that even allow us to interact with the programme. The fields of study include geosta-
tistics, the morphometrics of objects, groups and classifications or clusters, different statistical tests, several
sequencing techniques such as absence-presence, battle-ship, multidimensional scaling and the analysis
of key coordinates, combined C-14 dating and temporary wavelets series. We present former techniques,
that have even been forgotten, such as sequencing together with new procedures applied for the first time in
archaeology, such as geometric morphometrics and wavelets, as well as classical statistical studies, such as
cluster analyses, non-parametric statistics, Kernel density functions, together with simple statistics that have
proven to be stronger than expected, such as histograms.
436
ÍNDICE
CAPÍTULO 0. INTRODUCCIÓN..................................................................................................................438
CAPÍTULO 1. GEOESTADÍSTICA...............................................................................................................444
1.1. Interpolación espacial. El caso de las cerámicas celtibéricas en tierra de berones........................444
1.2. Estadística espacial. Coeficiente R Poisson. Los dólmenes de la sierra de Aralar.........................456
1.3. Diagramas polares. La orientación de los dólmenes en el País Vasco...........................................465
1.4. Test del vecino más próximo. Los poblados del Hierro I en Álava...................................................475
1.5. Interpolación espacial. Definición y relimitación de recintos mediante agujeros de poste..............487
1.6. Geoestadística de la Estación Megalítica de Entzia-urbasa. La Función K de Ripley.
Test de Mantel..................................................................................................................................495
CAPÍTULO 6. CÁLCULOS..........................................................................................................................812
6.1. Cálculo del volumen de cerámicas. Su aplicación al poblado Berón de La Hoya
(Laguardia. Álava)............................................................................................................................813
437
INTRODUCCIÓN
Qué son los métodos cuantitativos
Los métodos cuantitativos entran en escena donde y cuando las ciencias o técnicas
auxiliares de la arqueología terminan. Los análisis físicos, los análisis químicos son te-
mas de profesionales de la física y química. La interpretación de estos resultados debe
ser tema para arqueólogos. La frontera difusa de contacto entre los análisis obtenidos
a través de las técnicas auxiliares de la arqueología y los análisis de estos resultados
a través de los métodos cuantitativos requiere un esfuerzo por ambas partes. Por parte
de los profesionales de las técnicas auxiliares, se deben conocer los parámetros en
que la arqueología y la obtención de los datos se mueven, para poder aplicar aquellas
técnicas más convenientes en la resolución del problema planteado. Por parte del ar-
queólogo se debe conocer la metodología que la técnica auxiliar está empleando para
conocer cuales son sus parámetros a la hora de interpretar sus resultados. Ambas
partes deben conocer suficientemente el método de la otra. Las herramientas que se
utilizan deben ser, las mejores que existan en el mercado. La producción científica no
difiere sustancialmente de la producción industrial.
438
Se suele conocer como Arqueometría a la colección de métodos cuantitativos que
existen en arqueología. Sin embargo conviene realizar una precisión. No toda técnica
auxiliar que es aplicable en arqueología es Arqueometría. Existen numerosas técnicas
físico y químicas de determinación de elementos, etc., que no son Arqueometría sino
técnicas de la disciplina concreta física o química. Lo que sucede es que influenciados
por las revistas “Archaeometry” de la Universidad de Oxford, y “Radiocarbon” se ha ve-
nido denominando así a los artículos publicados en éstas que predominantemente, por
no decir absolutamente, tratan de temas físico y químicos no directamente vinculados
con la arqueología, pero si con posibilidades de ser aplicados como técnicas en algún
tipo de análisis directamente en arqueología.
En una excavación arqueológica obtenemos una serie de objetos, situados tanto es-
pacial como cronológicamente. Esta situación se mide mediante coordenadas espacia-
les y a través de la estratigrafía, coordenada temporal. Cada objeto se puede definir por
una multitud de variables, cada una de las cuales mide una característica del mismo.
Esta definición del objeto a través de sus variables es una medición o cuantificación del
mismo. Es decir que en una excavación obtenemos multitud de datos que pueden ser
objeto de cuantificación o medida. La mejor manera de manejar datos es a través de
las matemáticas y concretamente en su modalidad estadística. Vivimos en un mundo
sumergido y rodeado por las matemáticas cuyas aplicaciones son infinitas. El mismo
procedimiento, “wavelets”, se aplica para observar el “big-bang megalítico” que para la
realización de una película de dibujos animados.
Sin embargo las aplicaciones matemáticas y estadísticas han tenido que sortear un
grave problema como ha sido lo laborioso de su ejecución. Ha sido la revolución elec-
trónica la que ha conjuntado la fuerza y grandeza de las matemáticas y la estadística
con su herramienta gemela, la informática. Procedimientos que exigían un largo traba-
jo, apenas se realizaban, y si se hacían sólo se ejecutaba un único procedimiento. Hoy
simplemente obtenemos sin dificultad todas las posibles combinaciones que ese mis-
mo método arroja en función de diferentes parámetros. No solamente esto, sino que ha
posibilitado la aparición de nuevas técnicas impensables hace unas pocas décadas.
439
todos y técnicas matemáticas y estadísticas apropiadas y los medios técnicos necesa-
rios para su aplicación. Estamos en el inicio de una estimulante etapa de crecimiento
en el conocimiento de tendencia exponencial. Antes el esfuerzo y el tiempo lo dedi-
cábamos a la realización de cálculos, calculadora en mano. Ahora en escasos minu-
tos introducimos los datos, en segundos obtenemos los resultados, y ahora sí, ahora
podemos dedicar todo el esfuerzo a pensar en los resultados, y no a perder el tiempo
en cálculos eternos. Anteriormente el 80% del tiempo, siguiendo la Ley de Paretto, se
dedicaba a labores manuales y el 20% a labores intelectuales. Hoy hemos dado la
vuelta a la situación y el 20% del tiempo lo dedicamos a labores manuales y el 80% a
labores intelectuales de interpretación de los resultados obtenidos. No se debe tener
la menor duda que esta inversión en esfuerzo intelectual se materializará en nuevos
conocimientos, más amplios y profundos que los que se tenían hace unos pocos años.
Por ejemplo desde jóvenes conocemos los sencillos histogramas. Para cualquier estu-
dio lo primero que realizábamos era el correspondiente histograma, lo cual llevaba su
tiempo. Realizábamos un histograma con los intervalos de la variable que hubiéramos
definido y según resultaba el histograma, decidíamos. Hoy en cambio tan sencillo pro-
cedimiento ha sufrido una profunda renovación. Ahora los histogramas son interactivos,
es decir que podemos interactuar con el dibujo y cambiar los intervalos de la variable
(el número de barras) de una forma más rápida que lo que me ha costado redactar esta
línea. Tenemos delante una poderosa herramienta que ni imaginábamos su poderío.
Simplemente modificando los intervalos de la variable, observamos la aparición de
picos, señal de que estamos observando un fenómeno de agrupamiento de la variable
en torno a clusters. Antes perdíamos el tiempo calculando y dibujando el histograma y
dedicábamos poco esfuerzo a su interpretación. Hoy te sitúas delante del ordenador y
sencillamente vas actuando interactivamente, modificando los parámetros, y dedican-
do el tiempo a pensar en el significado de los resultados que estas obteniendo. Incluso
podemos decir que el trabajo manual ahora, más que una pérdida de tiempo, es un
gasto de tiempo que no es lo mismo. Al igual que la sociedad estamos cambiando de
trabajadores manuales a trabajadores intelectuales y es aquí, en el trabajo intelectual,
donde se localiza la productividad y el valor añadido del científico.
Para llegar a este punto se ha tenido que recorrer un largo camino. En un principio
los cálculos estadísticos se realizaban a mano, papel y lápiz. Personalmente he tenido
más suerte porque en mi época de estudiante salieron al mercado las primeras calcula-
doras electrónicas. Esto facilitaba el trabajo. Para ello realizábamos una serie de tablas
con varias columnas cuya finalidad era establecer cálculos intermedios. Estos cálculos
intermedios eran aplicados a unas fórmulas y obteníamos un estadístico. La compara-
ción de este resultado estadístico con el facilitado en tablas determinaba el sentido del
análisis. De realizar estos cálculos a mano a realizarlos con calculadora el ahorro de
tiempo y la exactitud del resultado eran apreciables. Un análisis sencillo de la varianza
podía llevar dos horas de intenso trabajo y absoluta concentración para no confundirte
en los cálculos. Hoy cualquier programa estadístico lo realiza en apenas un segundo.
Y no solamente esto, la programación del análisis de la varianza con el programa de
Microsoft “Excel” apenas lleva cinco minutos.
440
Ha sido con la entrada del nuevo milenio, con el desarrollo de Internet, cuando se
ha tenido acceso a multitud de información y de programas de uso libre o público o de
empresas comerciales de carácter estadístico, cuando verdaderamente se ha posibi-
litado que todo aquel que lo desee y previo un riguroso estudio de temas estadísticos
pueda acceder y aplicar multitud de técnicas estadísticas. Sin Internet no seria posible
conocer los numerosos programas estadísticos que existen. Nosotros vamos a utilizar
el programa PAST, PAleontological STatistics, ver. 1.81, casi exclusivamente. PAST es
un buen programa, muy completo y fácil de manejar diseñado en principio para uso
paleontológico. Con unas pocas horas de entrenamiento se consigue manejarlo con la
suficiente habilidad. Es de difusión libre y se puede bajar gratuitamente de Internet de
una forma muy sencilla. Ha sido desarrollado por Øyvind Hammer, D. A. T. Harper y P.
D. Ryan.
441
El libro está estructurado en seis grandes capítulos. Comienza con cinco temas
relacionados con la Geoestadística. La Geoestadística son un conjunto de técnicas y
métodos que analizan variables u objetos desde un punto de vista espacial. Este pun-
to de vista espacial puede ser estudiado en diferentes escalas, tanto a un nivel de ma-
croescala como a niveles de microescalas. Analizamos diferentes técnicas relacionadas
directamente como son los variogramas, gridding, coeficiente R de Poisson, diagramas
polares e índices diversos, y técnicas de aplicaciones varias como es el análisis cluster,
test de normalidad y mixture.
El quinto capítulo estudia los objetos o variables desde un punto de vista temporal.
Son cuatro casos dedicados a este tema. El primero trata de la combinación de data-
ciones múltiples de C-14. La importancia radica en que si tenemos varias dataciones
de un mismo objeto o variable, a través de un método estadístico podemos reducir con-
siderablemente el intervalo temporal proporcionado por el laboratorio. Los dos temas
siguientes tienen un componente también temporal, pero en este caso no absoluto,
sino relativo. Me estoy refiriendo a la seriación. La seriación ha sido una técnica prácti-
camente olvidada en las dos ultimas décadas, más por la dificultad que supone realizar
un programa de este tipo, que por el interés que presenta esta técnica. Exponemos
cuatro métodos diferentes de seriación como son el método de presencia-ausencia,
el método de Petrie y Ford más conocido como “battle-ship”, seriación por escalado
multidimensional y seriación mediante análisis de correspondencias. En el cuarto tema
trato un nuevo tipo de análisis por “waveletes”, que permite analizar variables a lo largo
del tiempo, permitiendo visualizar cómodamente, tendencias estacionales en los valo-
res que adopta la variable estudiada. Las técnicas que vamos a utilizar comprenden el
análisis cluster, mixture, ANOVA, formula de Spaulding, formula de Long y Rippeteau,
formula de Chauvenet, índice de seriación, ajuste parabólico, distancia de Jaccard,
funciones polinómicas y componentes principales.
442
En el sexto capítulo tratamos el tema del cálculo del volumen de cerámicas. Co-
mentábamos al inicio que la observación es el inicio de la ciencia. En el caso de las
cerámicas lo primero que vemos son dos características, la forma y el tamaño. Aunque
hay múltiples estudios sobre la forma de la cerámica y su análisis, es difícil encontrar
algún estudio en que se haya cuantificado el tamaño o volumen de la cerámica. El des-
interés de la arqueología en materia de cuantificación alcanza en este punto su máximo
exponente.
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443
CAPÍTULO 1. GEOESTADÍSTICA
INTRODUCCIÓN
Para ello partimos de las siguientes hipótesis. En primer lugar la composición quími-
ca de la arcilla varía en el espacio. Efectivamente, esto lo pudimos comprobar al ana-
lizar la composición química de ocho barreros localizados en la zona de La Rioja. En se-
gundo lugar, aunque no conozcamos la composición química de los alfares concretos
de la etapa celtibérica estimamos: que la composición química de las cerámicas son un
estimador aproximado de la composición química de los barreros, que la zona de influen-
444
cia de una alfar es mayoritaria en los poblados de los alrededores y que cuanto más pró-
ximos estén mayor será esta, y en consecuencia podemos sustituir los barreros por las
cerámicas encontradas en los poblados.
445
variables son coordenadas cartesianas y como caso particular, cuando éstas son coor-
denadas geográficas.
En definitiva nos permite observar si los valores de una variable están relacionados
con su situación espacial. Esta situación se detecta mediante la función variograma, que
indica como fluctúan los valores y la dirección de la variable en el espacio, indicándonos
de esta forma su estructura espacial.
Se diferencian dos tipos de variogramas, con meseta y sin meseta. Los variogramas
con meseta se caracterizan por un rápido incremento de la variabilidad de la variable
a medida que aumenta la distancia entre los puntos, hasta que se estabiliza en lo que
se denomina meseta, que es el mayor valor del variograma. Se denomina alcance a la
distancia para la cual se produce la estabilización del variograma (inicio de la meseta),
teniendo como principal característica que en este tramo los valores de la variable es-
tán correlacionados entre sí. A partir de aquí, es decir en la meseta, los valores de la
variable no están correlacionados. La dependencia espacial disminuye a medida que se
incrementa la distancia y finaliza a una distancia determinada. Normalmente el variogra-
ma no arranca del eje de coordenadas sino que comienza con un valor positivo en or-
denadas para una distancia cero. A esto se le denomina “efecto pepita”, e indica que
la variable tiene un comportamiento aleatorio en las pequeñas distancias, que pueden
existir errores en el muestreo, o que puede existir un efecto escala, en el que la varia-
ción en la variable sea inferior a las distancias entre los puntos.
446
Si el variograma tiende a la horizontalidad están indicando la ausencia de depen-
dencia espacial. A estos variogramas se les conoce como efecto pepita puro. Los va-
riogramas sin meseta crecen ilimitadamente no presentando la típica meseta de no
correlación.
Lo comentado hasta aquí hace referencia a una estadística univariada, con una sola
variable. Pero en la realidad son múltiples las variables que definen un problema. Para
solucionarlo se necesita conocer lo que se denomina como variograma cruzado. En este
supuesto la estimación se denomina co-krigeado.
447
1.1.2. VARIOGRAMAS. INTERPOLACION ESPACIAL
ESTADÍSTICA UNIVARIANTE
Si Al Fe Mn Mg Ca Na K Ti P
N 21,000 21,000 21,000 21,000 21,000 21,000 21,000 21,000 21,000 21,000
Min 50,440 18,180 5,900 0,041 1,570 1,300 0,300 4,110 0,788 0,098
Max 60,920 23,290 7,470 0,072 2,330 8,060 0,640 5,270 0,958 0,407
Sum 1156,640 450,190 143,630 1,232 39,990 103,520 9,860 96,150 17,928 3,611
Mean 55,078 21,438 6,840 0,059 1,904 4,930 0,470 4,579 0,854 0,172
Std. 0,807 0,332 0,100 0,002 0,052 0,528 0,025 0,079 0,012 0,018
Variance 13,678 2,311 0,212 0,000 0,057 5,847 0,013 0,133 0,003 0,007
Stand. 3,698 1,520 0,461 0,010 0,239 2,418 0,114 0,364 0,055 0,081
Median 55,250 21,630 6,830 0,061 1,810 5,060 0,450 4,500 0,832 0,157
Skewness 0,066 -0,451 -0,304 -0,314 0,229 -0,161 0,241 0,268 0,667 1,443
Kurtosis -1,659 -1,069 -1,123 -1,385 -1,591 -1,629 -1,484 -1,323 -1,116 1,618
Geom. 54,960 21,385 6,824 0,058 1,890 4,223 0,457 4,565 0,852 0,158
64
56
48
40
Y
32
24
16
0
Mn
Mg
Ti
Si
Al
P
Fe
Ca
Na
448
1. Interpolación espacial variable Si.
En el gráfico 1 observamos el resultado de la interpolación espacial. El porcentaje de
Si aumenta a medida que nos desplazamos hacia el Oeste, disminuyendo cuando se-
guimos el curso del Ebro en dirección al Mediterráneo. No parece que haya diferencia
en relación a la latitud siendo esta variable constante.
4744
4736
4728
62,5
4720
57,4
4712
52,2
4704
47,1
4696
4688
4680
449
4744
4736
4728
22,9
4720
21,8
4712
20,7
4704
19,5
4696
4688
4680
4744
4736
4728
7,38
4720
6,94
4712
6,5
4704
6,06
4696
4688
4680
450
4. Interpolación espacial variable Mn.
El variograma del gráfico 4, muestra una disposición en aspa indicando no solo una
tendencia a incrementarse hacia el Este sino también en latitud. La mayor concentra-
ción se produce en la zona sureste y puntualmente en el noroeste. La menor concentra-
ción se da en la zona central.
4744
4736
4728
0,0683
4720
0,0597
4712
0,0511
4704
0,0426
4696
4688
4680
451
4744
4736
4728
2,34
4720
2,04
4712
1,75
4704
1,46
4696
4688
4680
4744
4736
4728
9,57
4720
6,61
4712
3,65
4704
0,693
4696
4688
4680
452
4744
4736
4728
0,626
4720
0,5
4712
0,374
4704
0,249
4696
4688
4680
453
4744
4736
4728
5,08
4720
4,73
4712
4,39
4704
4,05
4696
4688
4680
4744
4736
4728
0,944
4720
0,877
4712
0,81
4704
0,743
4696
4688
4680
454
4744
4736
4728
0,338
4720
0,245
4712
0,153
4704
0,0611
4696
4688
4680
1.1.3. CONCLUSIONES
455
1.2. ESTADÍSTICA ESPACIAL, COEFICIENTE R DE POISSON. LOS DÓLMENES
DE LA SIERRA DE ARALAR
En este caso solo vamos a estudiar la variable situación, medida en longitud y lati-
tud, sin tener en cuenta el resto de variables que definen el fenómeno megalítico. En con-
secuencia aplicaremos el coeficiente R de Poisson y Cluster. Si quisiéramos añadir al-
guna otra variable al estudio tendríamos que aplicar el método de interpolación espa-
cial o krigeado (Kriging).
Magnífica estación dolménica tanto por cantidad como por la calidad de sus dólme-
nes. Se han contabilizado 88 dólmenes y 8 menhires, lo que proporciona una de las
mayores concentraciones dolménicas conocidas. Pero si importante es en cantidad no
menos importante lo son sus magníficos dólmenes. Se trata en muchos casos de majes-
tuosas colinas pétreas que destacan por su altura, sobrepasando los 3 metros y por sus
grandes cámaras con magníficos ortostatos. Muchos de ellos fueron excavados a prin-
cipios del siglo XX.
456
Siendo ¯d, la media observada de la distancia entre los dos puntos más cercanos. El
área A, es el área mínima que engloba a todos los puntos y N es el número de puntos.
Se dice que cuando R=1 estamos ante una distribución de Poisson. Cuando R>1 es-
tamos ante una distribución aleatoria y cuando R<1 estamos ante un agrupamiento de
puntos o cluster.
De la propia fórmula sacamos que cuanto mayor sea la distancia media, mayor será
R, es decir se tiende a la aleatoriedad de los puntos en el plano. De la misma forma,
cuanto menor sea A, mayor será R y tenderemos hacia la aleatoriedad. Dada una mis-
ma distancia media en una misma área, cuanto mayor sea N mayor será R y se tenderá
hacia la aleatoriedad.
Las coordenadas empleadas son UTM, WGS 84. Hemos comentado anteriormente
que en Aralar se conocen 96 megalitos. Sin embargo nosotros conocemos las coordena-
das de 80 de ellos. Nos falta por conocer un grupo de varios megalitos existentes en
la zona de Irañeta a Baraibar.
457
4768
4766
4764
4762
H
4760
4758
4756
4754
568 570 572 574 576 578 580 582 584 586
G
4768
73
4766 43
4764
31 30
42
4762 29 28
41
27
H
26 2322 25
24 40
39
4760 14 181
20
179 38
21 35 37
36
63 61 60
62 59 79 81
58 80
13
12 15 16
57
4758
54
53 56
55 78
77
34 76
33 52 51
50 49 74
4756 48 46 75
4745
44 72
71 70
11
10
7
4 56 8 67 69
3 9 68
66
4754 2
64 65
32
568 570 572 574 576 578 580 582 584 586
458
4768
4765
4763
4760
H
4758
4755
4753
4750
4748
564 567 570 573 576 579 582 585 588 591
4768
4765
4763
4760
H
4758
4755
4753
4750
4748
564 567 570 573 576 579 582 585 588 591
G
459
4768
4766
4764
4762
H
4760
4758
4756
4754
568 570 572 574 576 578 580 582 584 586
G
4768
4766
4764
4762
H
4760
4758
4756
4754
568 570 572 574 576 578 580 582 584 586
G
460
El gráfico 5 muestra la nube de puntos con separación de los dólmenes y menhires.
Observamos las agrupaciones que se forman y los agrupamientos de menhires. El grá-
fico 6 muestra la misma distribución de puntos pero uniendo los dólmenes mediante el
procedimiento del vecino más próximo, obteniendo un interesante grafo que nos pone
en evidencia las relaciones espaciales de los dólmenes y de los menhires.
Aplicando PAST, en la opción Geometría y vecino más próximo, obtenemos los si-
guientes resultados presentados en esta tabla:
COEFICIENTE R DE POISSON
POLINÓMIO RECTÁNGULO MENOR
Wrap-around Donnelly Wrap-around Donnelly
Número 80 80
Área 187,34 260,5
Densidad media 0,42704 0,3071
Distancia media 0,51169 0,57347 0,51169 0,57347
Distancia esperada 0,76513 0,81084 0,90226 0,94797
Z -5,6679 -4,6317 -7,4071 -6,303
P (random) 1,44 e-08 3,62e-06 1,29e-13 2,91e-10
R valor 0,66876 0,70724 0,56712 0,60494
461
462
Similarity
-10,8
-9,6
-8,4
-7,2
-6
-4,8
-3,6
-2,4
-1,2
0
43
73
12
13
14
15
16
17
18
10
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
41
20
42
29
30
31
8
Gráfico 7. Cluster. Distancia euclídea y Paired group.
9
10
11
3
5
30
6
4
7
2
32
64
65
68
66
67
40
44
72
71
45
47
46
48
49
56
77
50
50
51
55
52
78
69
70
74
76
75
60
79
80
81
33
34
53
54
35
36
38
70
39
40
37
57
58
60
59
61
62
63
80
463
Similarity
-5
-4,5
-4
-3,5
-3
-2,5
-2
-1,5
-0,5
-1
73
43
12
13
14
15
16
17
18
10
19
20
22
23
21
26
24
25
27
29
30
20
31
28
41
42
32
64
30
44
45
47
48
49
46
72
71
56
50
40
51
52
55
77
78
65
68
66
67
69
50
70
74
76
75
35
36
38
39
40
37
60
58
60
59
61
62
63
57
79
80
81
70
8
9
10
11
3
5
6
4
7
2
80
464
Similarity
-60
-54
-48
-42
-36
-30
-24
-18
-12
-6
2
4
3
5
6
7
8
9
10
10
11
43
73
28
41
42
26
27
31
29
30
20
14
12
13
15
16
24
25
30
17
18
19
20
53
54
33
34
63
61
40
62
59
58
60
57
35
36
37
38
39
50
40
32
64
65
68
66
67
69
70
75
60
74
76
81
79
80
52
55
50
51
56
70
77
78
71
44
72
48
49
46
45
47
80
El gráfico 8 es el cluster realizado con single linkage y distancia euclídea. Se obser-
van de nuevo la formación de los cuatro clusters. El coeficiente de correlación es de
0,74. Si sustituimos la distancia euclídea por Manhattan, se siguen observando los cua-
tro clusters siendo en este caso el coeficiente de correlación 0,75.
1.2.4. CONCLUSIONES
La aplicación a los dólmenes de la sierra de Aralar, con una muestra grande, 80 ejem-
plares, nos ha conducido a realizar unas apreciaciones sobre su situación. Primero que
los dólmenes no se distribuyen aleatoriamente sino que se concentran formando gru-
pos o clusters, y concretamente cuatro. Y que estos dólmenes se agrupan en clusters en
forma parecida a los cuatro cuadrantes del eje cartesiano y que esta separación en clus-
ters tiene su reflejo en una separación física. Concretamente dos kilómetros en sepa-
ración este-oeste y de cuatro a seis en separación este-oeste.
Desde hace tiempo se conoce que la orientación de los dólmenes obedece a algún
tipo de pauta o comportamiento. En la bibliografía clásica siempre se ha dado este dato
como uno de los que caracterizan la descripción física de un dolmen.
465
Los datos de orientación se han obtenido según la declinación magnética existente
en el año en que se tomo el dato. Como quiera que esta oscilación es mínima, no he
realizado los cálculos correctores, porque no alteran el resultado final.
Estas orientaciones con respecto al Sol son, a la salida este, al mediodía sur, a la
puesta oeste. Por eso cuando hablamos de orientaciones magnéticas, este, sur, norte
nos estamos refiriendo más bien, a la salida, al cenit y al orto del Sol en su movimiento
en el hemisferio Norte.
466
abiertos cerrados valle abiertos cerrados valle abiertos cerrados valle
112 292 135 180
112 292 135 180
112 292 135 180
112 292 135 180
112 292 135 180
112 292 135 180
112 292 135 180
112 292 135 202
112 292 135 202
112 292 135 202
112 315 135 247
112 315 157 270
112 315 157 270
112 315 157 270
112 315 157 270
112 315 157 270
112 315 157 270
112 315 180 270
112 315 180 292
112 315 180 292
112 337 180 315
112 337 180 315
112 180
135 180
Sobre los ejes de este círculo, situamos en función de su longitud o área, los datos
de la orientación dolménica, dando origen al diagrama o histograma. Es una visuali-
zación muy fácil de entender. Este diagrama puede ser representado de dos formas.
La primera es orientando desde el centro al perímetro del círculo, o diametralmente de
perímetro a perímetro. He optado por representarlo de la segunda forma porque da una
mejor idea de la orientación dolménica.
El programa utilizado es PAST. Este programa tiene una gran ventaja. Tanto en los
histogramas como en estos histogramas circulares podemos modificar el número de ba-
rras que lo componen. Esto posibilita modificarlo continuamente que es la mejor forma
de ver las agrupaciones que lo componen.
467
Conjuntamente con el diagrama obtenemos una serie de datos que nos van a per-
mitir estudiar este fenómeno. Analizaremos la media de la orientación y el intervalo del
95%. El estadístico de Rayleigh que mide la probabilidad de que los datos no sean uni-
direccionales, de tal forma que cuanto más se aproxime a 1, más unidireccionales se-
rán. Test de X2 que indica la probabilidad de que las direcciones sean totalmente alea-
torias. Teste de Rao, que considera que los datos están distribuidos uniformemente
siendo el espacio entre puntos contiguos semejante. Si la distribución fuese uniforme,
el espacio entre dos puntos será 360º/n. Si el espacio se desvía mucho de este valor la
probabilidad de que los datos tengan una distribución uniforme es menor.
Una revisión preliminar mediante un histograma, gráfico 2, que refleje en abscisas los
grados de orientación muestra la orientación de los dólmenes, observamos tres modas
concentradas en los 90º, 180º y 280º. En principio parecen existir tres orientaciones. Sin
embargo debemos tener en cuenta que en la recogida de las orientaciones en los dólme-
nes cerrados la orientación ha sido una orientación diametral, mientras que en los dólme-
nes abiertos la que marca esta abertura, gráfico 1. En consecuencia estas dos orienta-
ciones 90º y 280º son básicamente las mismas, la diferencia estriba en la forma en que
1 4
90
74
24
19
468
se han tomado los datos de orientación. En resumen tenemos dos tipos de orientacio-
nes la 90-280º y la 0-180º, que en relación al Sol son la de salida y puesta del Sol y la
del Sol del mediodía.
Los datos estadísticos confirman una media de 117º y un intervalo del 95% com-
prendido entre 95º y 107º. El coeficiente de Rayleigh es de 0,8334 lo que indica que
las orientaciones muestran una tendencia. El de X2 es de 58,71 y la probabilidad aso-
ciada muy baja, lo que indica que los valores no se distribuyen aleatoriamente. El test
de Rao es muy elevado 383,0 lo que muestra que la distribución no es uniforme sino
muy espaciada. Estos datos lo que nos están indicando es una clara tendencia a la orien-
tación de los dólmenes y en particular a la salida y puesta del Sol.
72
64
56
48
Frequency
40
32
24
16
0
0 20 40 60 80 100 120 140 160 180
469
Sin embargo existe un grupo muy numeroso, 47 dólmenes que tienen una orienta-
ción un tanto alejada de la principal este-oeste, aunque claramente se observan que
también siguen esta tendencia. Esto puede estar motivado por la diferente aparición del
Sol sobre el horizonte según la época del año. La inclinación de la tierra cambia en fun-
ción de las estaciones. En verano estamos menos inclinados respecto al plano del Sol,
por eso tenemos el Sol al mediodía alto y aparece más al norte, describiendo un arco
elevado. En invierno el Sol aparece bajo sobre el horizonte, más al sur, en esa precisa
dirección de este grupo de dólmenes.
470
este-sur-oeste. También sucede cuando en determinados emplazamientos es imposi-
ble ver la salida del Sol hasta cuando está muy alto sobre el horizonte. En este supues-
to la orientación la han tenido que realizar “aproximadamente hacia la salida del Sol”.
El fenómeno megalítico en Aralar debe ser considerado como una biblioteca. Una
biblioteca de piedra pero que si leemos con la debida atención podemos comprender lo
que nos esta transmitiendo. El elevado número de dólmenes existentes, un centenar, la
estupenda conservación de la mayoría de ellos, nos permite leer en sus piedras lo que
estas poblaciones nos están diciendo.
Antes vamos a precisar tres conceptos diferentes. Norte magnético es el valor obte-
nido por la brújula e indica la orientación hacia el polo magnético de la tierra. Norte ver-
dadero es el norte geográfico. Declinación magnética el ángulo formado entre el norte
verdadero o geográfico y el norte magnético. El norte magnético varia todos los años
de posición en intervalos de aproximadamente medio grado y hasta un ángulo sobre el
norte verdadero de hasta 6º. Por estas circunstancias al valor obtenido por la lectura de
la brújula hay que sumarle o restarle el valor de la declinación magnética en ese punto y
en esa fecha. Para nuestra zona geográfica y en 2009 la declinación magnética era de
1º10’, por lo que apenas influye en nuestros cálculos ya que esta diferencia es asumida
por la precisión de la brújula.
471
ARALAR. CASA FORESTAL Albia 82º
Eubia Norte 75º
Erliberri 100º
Debata Arruazu 2 90º
Debata Arruazu 1 100º
Txagadi 100º
Olaberta 110º
Elurmenta Sur 80º
Erregeneko Debata 3 90º
OTROS DÓLMENES
ESTACIÓN DENOMINACIÓN GRADOS
Cuartango Gurpide Sur 110º
San Sebastián Norte 115º
Sierra de Entzia Larrazabal Norte 105º
Legaire Norte 90º
Akarte 90
Legaire Sur 135º
Itaida Sur 100º
Llanada Alavesa Sorginetxe 130º
Aizkomendi 100º
El Sol como todos sabemos sale por el este y se oculta por el oeste. Como conse-
cuencia de que la orbita de la tierra al girar sobre el Sol no sigue el plano de la eclípti-
ca del Sol sino que tiene una ligera inclinación. Se va a producir el hecho de que el Sol no
472
sale por el mismo punto cardinal este, sino que oscila. Sin embargo la salida del Sol
por el este no se produce por el mismo punto, sino que oscila a lo largo del año hacia
el norte o hacia el sur. Lo mismo ocurre en el ocaso con oscilación similar al norte o al
sur.
A partir de este día la salida y puesta del Sol se dirige en dirección sur, hasta su
punto extremo, el cual se alcanza el 22 de diciembre, día en que el Sol está más bajo
sobre el horizonte en el día más corto y la noche más larga del año. Este día la sombra
proyectada del Sol es la más larga. Es el solsticio de invierno. Desde este día y este
punto el orto del Sol vuelve a desplazarse en dirección norte hasta alcanzar el este
verdadero, cosa que vuelve a ocurrir el 21 de marzo.
Del diagrama polar obtenemos dos claras y diferentes orientaciones dolménicas, las
orientadas al sudeste y las orientadas al sur. Esta diferencia surge como consecuencia
de estar ante culturas o poblaciones diferentes o bien es consecuencia de una diferencia
temporal.
Los equinoccios son los puntos en los que la eclíptica del Sol corta al plano ecuatorial
de la tierra. Son muy difíciles de determinar y observar salvo que se tengan avanzados
conocimientos de mecánica celeste.
En cuanto a los solsticios, podemos indicar que actualmente los solsticios se dan
con los azimuts en el orto de 58º para el solsticio de verano y 122º para el solsticio de
473
invierno. Sin embargo, para cronologías anteriores, tenemos que tener en cuenta la pre-
cesión que hace variar estos azimuts. Además estos azimuts se ven modificados por el
horizonte dolménico, tanto por la elevación sobre el nivel del mar del dolmen como por
la elevación de su horizonte orográfico que hace retrasar el orto incluso una hora como
hemos observado en algunos casos.
Sin duda alguna uno de los aspectos más interesantes de la arquitectura megalítica
es su manifiesta tendencia a la orientación al orto del Sol en alguno de los días del ca-
lendario. Esta tendencia ortosolar la deducimos de su histograma de azimuts, en el que
observamos como la mayoría toma valores entre 90º y 130º, y una minoría entre 60º y
90º. No existe ninguna cámara orientada fuera de este intervalo 60º a 130º.
Como hemos comentado anteriormente durante el año solar, por un mismo punto or-
tosolar pasa dos veces el Sol. En primer lugar cuando el Sol se desplaza hacia su sols-
ticio y luego cuando regresa hacia su equinoccio. Es imposible determinar en cual de los
dos diferentes momentos se ha orientado el dolmen.
La orientación al sur, además de ser muy exacta, debe interpretarse de forma dife-
rente. Esta diferencia puede venir motivada por creencias o culturas, que siguiendo sien-
do solares, manifiestan una disparidad, bien porque estamos ante un cambio motivado
por una variación cronológica. Para orientar al sur una cámara megalítica debe ser ob-
servado el Sol durante todos los días del año y durante varios años para ver sus perio-
dicidades. La sombra que se proyecta de cualquier objeto elevado es suficiente. Basta
un palo vertical clavado en tierra para observar el movimiento del astro en la bóveda
celeste. En cualquier día del calendario, el Sol sale por el este y proyecta una sombra
alargada hacia el oeste. Conforme va avanzando el día la sombra se hace cada vez más
pequeña, hasta alcanzar un mínimo, para posteriormente alargarse hasta su ocaso. Pues
bien en el momento en que la sombra es más pequeña es el mediodía local, y en este
momento el Sol se encuentra al sur del punto donde nos encontramos.
La orientación solsticial conlleva una observación más rigurosa del movimiento del
Sol y concretamente de su orto.
474
la bóveda celeste sea el menor del año y por eso el día es más corto y la noche más lar-
ga. Por un lado debe observarse, como sale sobre el horizonte orográfico y se observara
que en un día determinado el orto del Sol no continúa hacia el sur sino que retrocede ha-
cia el norte. Además volviendo al ejemplo de la estaca clavada en tierra, en ese día y al
mediodía, la sombra es la más alargada del año, precisamente por lo bajo que está so-
bre el horizonte orográfico. Los días anteriores al solsticio y los posteriores el azimut del
orto solar apenas cambia. Se dice que el Sol está parado sobre el horizonte.
En el solsticio de verano los movimientos del orto del Sol son similares. Observando
su salida sobre el horizonte orográfico vemos que cada día sale más hacia el norte. Sin
embargo un día determinado ya no continua en dirección norte sino que cada día sale
más hacia el sur. Ese día es el solsticio de verano. En ese momento se observa como el
día es más largo que la noche y que la estaca clavada en la tierra, al mediodía proyecta
la menor sombra del año, por estar el Sol alto y ser mediodía. De igual manera en los
días anteriores y posteriores al solsticio el azimut del orto apenas cambia de orienta-
ción, el Sol se encuentra parado.
De aquí nos surge inmediatamente la posibilidad de calcular el día del año en que
comenzó a construirse el dolmen mediante su primer paso que es la orientación, en fun-
ción del azimut del orto solar. Efectivamente esto se puede determinar, teniendo en
cuenta una serie de variables y cálculos intermedios que más adelante veremos, pero
este es otro problema.
BIBLIOGRAFÍA
APELLÁNIZ, J. M.
(1975) “Corpus de materiales de las culturas prehistóricas con cerámica de la población de cavernas del
País Vasco Meridional”. Munibe. Suplemento 1. San Sebastián.
VIVANCO, J. J.
(1981) “Orientación y tipología de las cámaras de los dólmenes de montaña y valle”. Estudios de Arqueolo-
gía Alavesa. Tomo 10. Vitoria.
1.4. TEST DEL VECINO MÁS PRÓXIMO. LOS POBLADOS DEL HIERRO I EN
ÁLAVA
475
la provincia y desde aquí buscan una doble vía de salida. La primera conduce al mar
Cantábrico a escasos 60 kilómetros de distancia, equivalentes a 12 horas de camino.
La segunda conduce a Europa. Los poblados se localizan controlando estos caminos.
Álava se estructura en una serie de llanos o valles separados por elevaciones mon-
tañosas casi siempre en un sentido este-oeste. Estas elevaciones constituyen fuertes
barreras complicadas de atravesar y transitar. Sin embargo una serie de ríos han abier-
to pasos a través de ellas, haciendo factible el tránsito. Este movimiento de personas y
objetos debió ser importante y frecuente puesto que se observa que la inmensa mayo-
ría de poblados están controlando estos caminos y pasos naturales.
Entre ambos pasos, Pancorbo y Las Conchas, existen otros dos pasos secundarios.
El primero, en la localidad de Foncea y un segundo en Cellorigo. Ambos están contro-
lados por grandes poblados y ambos convergen junto a los dos principales.
Desde este punto de convergencia de los dos caminos principales y los dos secun-
darios, parten otros caminos siguiendo el cauce de afluentes del río Ebro. El primero si-
gue el río Omecillo y Tumecillo en dirección norte hacia el Cantábrico. Varios poblados
controlan el discurrir de este camino. Un segundo camino sigue el cauce del río Bayas,
en dirección al Cantábrico, existiendo varios poblados en su desarrollo. Un tercer cami-
no discurre por el cauce del río Zadorra, atravesando Álava en su totalidad y en direc-
ción a Europa. El Zadorra a su vez tiene varios afluentes en los que localizamos varios
poblados que controlan estos caminos naturales.
Además de esta función de control, los poblados se ubican a distancias más o me-
nos regulares unos de otros. Nuestro objetivo en este trabajo consiste en determinar
las áreas de influencia de los poblados, en relación lógicamente con la situación de los
poblados más próximos, con la mira puesta en poder determinar que superficie necesi-
taban para su desarrollo económico.
476
4780
4770
4760
4750
D
4740
4730
4720
4710
4700
4780
52
4770
49
50
51
4760
17
10 16 27 26
4750 15
24 29
25
7
1 4
6
2 21 23
D
4740 3
8 14 22
9
18
13
30
12 20
4730 11
28 55 56
57
58
34
19 53
31 54
33
32
4720
60 59
61 62 42
38
37
41
48
39 46
47 35 45
4710
36
44
40
43
4700
477
1.4.1. PASSAGE
Siendo ¯d, la media observada de la distancia entre los dos puntos más cercanos. El
área A, es el área mínima que engloba a todos los puntos y N es el número de puntos.
Se dice que cuando R=1 estamos ante una distribución de Poisson. Cuando R>1 es-
tamos ante una distribución aleatoria y cuando R<1 estamos ante un agrupamiento de
puntos o cluster.
De la propia fórmula sacamos que cuanto mayor sea la distancia media, mayor será
R, es decir se tiende a la aleatoriedad de los puntos en el plano. De la misma forma, cuan-
to menor sea A, mayor será R y tenderemos hacia la aleatoriedad. Dada una misma dis-
tancia media en una misma área cuanto mayor sea N mayor será R, y se tenderá hacia
la aleatoriedad.
478
de aleatoriedad de la muestra. Proporciona los datos calculando varios valores de R en
función de dos determinadas áreas, denominadas “polígono” y el “rectángulo menor”
y en función de dos factores de corrección, el denominado “wrap” y el conocido como
“Donnelly”. Es decir en función de las dos tipos de áreas y los dos factores de corrección
vamos a obtener cuatro posibles resultados para R.
A partir de aquí aplicamos el test del vecino más próximo. Los resultados se reflejan
en la siguiente tabla:
POLÍGONO RECTÁNGULO
WRAP DONNELLY WRAP DONNELLY
Número puntos 62 62 62 62
Área polígono 3966,5 3966,5 6106 6106
Densidad media 0,0156 0,0156 0,0101 0,0101
Superficie poblado 63,97 63,97 98,48 98,48
Distancia media 4,3433 4,3433 4,3433 4,3433
Distancia esperada 3,9992 4,2861 4,962 5,2488
Z valor 1,2958 0,1842 -1,8782 -2,4099
P (aleatoria) 0,1950 0,8538 0,0603 0,0159
R valor 1,0860 1,0133 0,8753 0,8274
479
Por el procedimiento de “polígono”, obtenemos que la densidad de poblamiento es
de 64 km2 para cada poblado, es decir un cuadrado de 8 por 8 kilómetros de lado. La
distancia media es de 4,3 kilómetros entre cada poblado y la distancia que cabria espe-
rar si estuviesen uniformemente repartidos es de 4 kilómetros. Esto indica que indepen-
dientemente de que controlen el camino y paso, mantienen una distancia mínima entre
ellos. Si utilizamos el factor de corrección de Donnelly las conclusiones son semejantes.
El valor R de Poisson con valor prácticamente 1, indica un modelo típico de Poisson o
agrupamiento de estos puntos entorno a los caminos
Esta superficie económica por poblado de 64 km2, no va a estar muy lejos de la rea-
lidad. Las intensas prospecciones realizada en Álava tendentes a la localización de po-
blados de esta época, así como la relativa facilidad de su localización, hacen difícil que
puedan aparecer muchos más poblados. En algunas zonas prácticamente imposible.
En consecuencia, este valor no va a estar muy alejado del real.
La distancia media es de 4,3 kilómetros lo que indica que nos encontraríamos ante
poblados que se encuentran a poco más de 1 hora de camino. Pero si la superficie por
poblado es de 64 km2 y la distancia media entre poblados es de 4,3 kilómetros, nos está
indicando que la tendencia en la forma de parcelación de este poblamiento es rectan-
gular de 4 por 16 kilómetros de lado. Posiblemente repartidos los 4 kilómetros a la fa-
chada del camino y los 16 kilómetros en sentido perpendicular al camino.
El gráfico 5 muestra el test de normalidad Q-Q´, para la distancia, con un valor PPCC
de 0,9372 lo que indica normalidad de la variable.
480
VALORES
N 62
Min. 0
Max. 12,8
Sum. 269,04
Media 4,33
Std. Error 0,32
Varianza 6,61
Stad. Desv. 2,57
Mediana 4
Skewness 1,34
Curtosis 2,32
Intervalo 95% 3,68 a 4,99
Como dato más significativo es que el 95% de los poblados se sitúan en el intervalo
de 3,68 a 4,99 kilómetros de distancia y que la mediana presenta valores inferiores a la
media.
18
16
14
12
10
Y
0
E
481
18
16
14
12
Frequency
10
0
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
14
12
10
8
Sample values
-2
Gráfico 5. Teste de normalidad Q-Q´ para la variable distancia mínima entre poblados.
482
te dos grupos de distancias diferentes. Un grupo de poblados se forma con distancias
inferiores a un segundo grupo. El gráfico 7, cluster de unión de vecinos, representa cla-
ramente estos dos grupos de poblados en las dos ramas principales y cada uno con dos
ramas separadas.
22,5
20
17,5
15
12,5
Frequency
10
7,5
2,5
0
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
Gráfico 6. Gráfico Mixture en el que se reflejan dos tipos de distancias mínimas entre poblados.
483
52
58
29
43
24
57
49
44
54
10
5
50 75 75
46
75 75
45
56
75
50
25 50
42
75 50
41
51
53
55
25
59
25 50
23
1
75 50
50 50 50
25
40
35
50
26
36
50
17
27
2
16
25
4
50
39
50 50
15
6
25 50 50
3
50 50
25
8
75 25
22
25
60
25
21
25
34
50
9
14
25
61
25
18
25
62
25
12
47
13
25 25 50
25 50
30
11
25
48
25
20
25
50 25
19
28
37
38
25
25 100
25 25
25
32
31
33
25
25
25 100 50
Gráfico 7. Cluster de distancias mínimas en el que se reflejan claramente dos tipos de distancias.
4780
4770
4760
12,1
4750
8,18
4740
4,26
4730
0,342
4720
4710
4700
Gráfico 8. Gridding de la variable distancia mínima entre poblados en el que se observa la diferenciación
norte y sur.
484
a. Índice de Dispersión (ID)
Mide la dispersión de los puntos con respecto a su media. En condiciones de
aleatoriedad de la situación ID es igual a 1. Además ID con n-1 grados de liber-
tad sigue la distribución X2.
f. Índice de Patchiness
También conocido como índice de Frecuencia del cluster. Es una medida de la
intensidad del modelo.
g. Índice de Morisita
Cuanto más elevado es el índice mayor agrupamiento o clusterización existirá.
Dispersion Indices
Data matrix: poblados hierro passage
Column of counts: Column 1
# of counts = 62
Mean count = 518,35484
Variance = 534,88842
Index of Dispersion = 1,03190 (p = 0,40728)
Index of Cluster Size = 0,03190
Green’s Index = 0,00052
Index of Cluster Frequency = 16251,27389
Index of Mean Crowding = 518,38673
Index of Patchiness = 1,00006
Morisita’s Index = 1,00006
485
valor K con el valor esperado. El más utilizado es calcular la diferencia entre él y una
función L(d), conocido como ^L de Ripley. El valor esperado de ^L(d) es cero cuando los
puntos están aleatoriamente distribuidos. Valores por debajo de cero indican clusteriza-
ción, mientras que valores mayores de cero indican distribución regular.
PASSAGE, proporciona los valores de K(d) y ^L(d) para una serie de distancias defi-
nidas por el usuario. Los datos obtenidos en nuestro caso son los siguientes:
486
Distance KHat LHat
2,00000 9,53070 0,25824
4,00000 63,53798 -0,49720
6,00000 187,43704 -1,72419
8,00000 279,56712 -1,43340
10,00000 381,22789 -1,01583
BIBLIOGRAFÍA
LLANOS, A.
(1974) “Urbanismo y arquitectura en poblados alaveses de la Edad del Hierro”. Estudios de Arqueología
Alavesa. Tomo 6. Vitoria.
487
composición química varía en función de la zona en la que la hayamos medido por una
técnica, como el FRX, debido a la no homogeneización de las pastas cerámicas.
9,91
7
6 6,96
5 4,02
4 1,07
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Gráfico 1. Gridding de un recinto principal con dos pequeños recintos interiores en color azul.
488
Para la realización del estudio necesitamos los datos espaciales de la variable,
coordenadas x e y, y el valor de la variable en ese punto, ya sea el diámetro, la profun-
didad, una combinación de ambos, o una transformación de los anteriores. Los casos
pueden ser los siguientes:
9,91
7
6 6,96
5 4,02
4 1,07
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Gráfico 2. Gridding de un recinto principal con dos pequeños recintos interiores en color azul y con isocurvas.
489
el gráfico 3, coeficiente de correlación 0,8959, observamos la formación de tres grupos,
uno el formado por el recinto grande y agujeros grandes y un segundo grupo formado
por los agujeros pequeños subdivididos en los dos pequeños recintos. Ya el análisis
cluster delimita y agrupa perfectamente los espacios naturales. El gridding interpola el
valor introducido que ha sido el diámetro en función de su situación espacial. Muestra
dos grandes espacios interiores de color azul, definidos en el cluster y rodeándolos un
gran espacio de color verdoso y amarillo que es el espacio comprendido dentro del
recinto principal. Al ser una interpolación, se aprecia un segundo gran espacio a la de-
recha formado por los grandes postes sin presencia de los dos pequeños espacios.
10
11
12
13
14
15
16
17
9
0
-1,6
-3,2
-4,8
Similarity
-6,4
-8
-9,6
-11,2
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
490
10
11
12
14
15
13
16
17
18
19
20
9
8
0
-1,6
-3,2
-4,8
-6,4
Similarity
-8
-9,6
-11,2
-12,8
-14,4
Gráfico 4. Cluster de agrupamiento de agujeros de poste, caso de recinto principal subdividido y recinto
secundario.
491
14
12
10
9,82
6,85
6
3,88
4
0,91
2
-2
-4
2 4 6 8 10 12 14 16 18
14
12
10
9,82
6,85
6
3,88
4
0,91
2
-2
-4
2 4 6 8 10 12 14 16 18
Gráfico 6. Gridding con isocurvas de un recinto subdividido en dos y uno secundario en color azul.
492
10
11
12
13
14
15
16
17
9
0
-1,2
-2,4
-3,6
-4,8
Similarity
-6
-7,2
-8,4
-9,6
-10,8
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
diámetros de los agujeros y que oscilan entre el valor más pequeño 1 de color azul y
el valor mayor en rojo 10.
493
9
19,2
7
6 13,3
5 7,4
4 1,49
1 2 3 4 5 6 7 8 9
19,2
7
6 13,3
5 7,4
4 1,49
1 2 3 4 5 6 7 8 9
494
9
19,2
7
6 13,3
5 7,4
4 1,49
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Estos ejemplos se han realizado con espacios rectangulares definidos por sus án-
gulos rectos. No es el supuesto teórico en el que el gridding es más fuerte. Está pen-
sado para líneas curvas. Sin embargo a pesar de esto, es perfectamente válido para
la delimitación de espacios en los que el número y la diferencia de diámetros de los
agujeros de poste hace la labor de su delimitación manual compleja y difícil.
495
No ocurre lo mismo con los testimonios de sus rituales. Superan el centenar los mo-
numentos megalíticos, dólmenes y menhires, sin contar otros tantos túmulos localizados
en el área, que como hemos indicado llega a los 200 km2. Junto con la estación de Ara-
lar y Pirineos componen las grandes estaciones megalíticas del País Vasco.
Los dólmenes se encuentran situados en los caminos que cruzan la sierra y habitual-
mente junto al portillo de acceso a la sierra. Los menhires en cambio no buscan esta si-
tuación sino que se localizan o bien en los dos cortados de la sierra o distribuidos alea-
toriamente por su superficie. La forma e intensidad del agrupamiento es lo que vamos
a estudiar a continuación.
1.6.1. DÓLMENES
Situación espacial
El análisis del vecino más próximo nos va a proporcionar una serie de valores
descriptivos y además un valor R que nos va a permitir determinar si la distribución de
los dólmenes es aleatoria. En la figura 2 de coordenadas cartesianas hemos unido me-
diante una línea la situación de cada dolmen con el más cercano. Observamos como la
distribución de los dólmenes adopta un doble formato en función de la escala espacial.
A escala amplia, que engloba toda la estación megalítica, los dólmenes manifiestan
una distribución lineal. A pequeña escala se forman pequeños conglomerados que son
los que hemos determinado anteriormente.
496
4747,2
4,747E 06
710
20 8
18
9 17
4745,6
4,746E 06 16
1312
31
4744
4,744E 06 48
27
42 3
28 15
4742,4
4,742E 06 4
39
41
2
25
26
D
4740,8
5
4,741E 06
49
30
29
50
24 46
47 6
4739,2
4,739E 06 21
37 23
43
45 44 38
40 1 11
14
9
22
4737,6
4,738E 06
32
36
4736
4,736E 06
34
35
33
4734,4
4,734E 06
18
16
14
12
10
0
5,52E 05 5,55E 05 5,58E 05 5,61E 05 5,64E 05 5,67E 05 5,7E 05 5,73E 05 5,76E 05
Frequency
C
18
16
14
12
Frequency
10
8
Fig. 1. Diagrama de coorde-
6
nadas de la situación de los
4
dólmenes. A su derecha histo-
2
grama de las latitudes. En pie
0
548 552 556 560 564 568 572 576
histograma de las longitudes.
4,75E 06
4,748E 06
4,746E 06
4,744E 06
D
4,742E 06
4,74E 06
4,738E 06
4,736E 06
4,734E 06
497
ANÁLISIS DEL VECINO MÁS PRÓXIMO DÓLMENES
Convex Hull Smallest Rectangle
Wrap Donnelly Wrap Donnelly
Número de puntos 50 50 50 50
Área 193 193 324 324
Densidad media 0,26 0,26 0,15 0,15
Distancia media 0,772 0,772 0,772 0,772
Distancia esperada 0,982 1,072 1,272 1,362
Z-Valor -2,888 -3,4143 -5,31 -5,37
P(random) 0,00387 0,00063 0,0000001 0,0000001
R Valor 0,7865 0,7209 0,6073 0,5674
La función K de Ripley
√
± 1,42= A
N
498
siendo A la superficie del estudio y N el número de puntos. Cuanto mayor es A o menor
es N, mayor será el valor del intervalo. Otros programas calculan los valores críticos
mediante una simulación de Monte-Carlo.
No es la única función que existe que describan patrones espaciales. Existen otras
funciones como la función de distribución de distancias al vecino más próximo (Gr), la
función de espacio vacío (Fr) y la función (J) de Van Lieshout y Baddeley.
600
480
360
240
L(d)-d
120
-120
-240
-360
1.6.2. MENHIRES
Situación espacial
499
Mientras que en Entzia los menhires tienden a agruparse, en Urbasa presentan una
forma de aleatorizacion o de la denominada distribución de Poisson. Esto nos lleva a
plantear un doble estudio por un lado los menhires de Entzia y por otro los de Urbasa
para definir exactamente cada uno de los modelos de distribución espacial.
8 9
4,747E 06
13
14
10
4,746E 06 19 6
18
4,744E 06 24
23 42 35 2
32 28 20
34 27
33
36 26 31 30
29
5
41
4,742E 06 22
16
5
38 1
F
4,741E 06 7
44 45
39
21 40
37
11
46
12
4,739E 06 43
17
3
4,738E 06
25
4,736E 06
4
4,734E 06
Menhires de Entzia
500
Representamos la función K de Ripley en la figura 5. En abscisas se representan los
radios en metros utilizados en el análisis y en ordenadas el valor de la función L (d)-d.
Se ha definido el intervalo de confianza 95%. La curva L (d)-d presenta un único tramo
prácticamente desde el inicio y se queda toda ella fuera del intervalo del 95%, lo que es
indicativo de un fuerte agrupamiento a cualquier escala y en consecuencia podemos re-
chazar la hipótesis de CSR (Complete Spatial Randomness), con un riesgo alfa de 0,05.
960
800
640
480
320
L(d)-d
160
-160
-320
-480
Distance
Menhires de Urbasa
501
En la figura 6 observamos la función K de Ripley para los menhires de Urbasa. Toda
la función L(d)-d se enmarca dentro del intervalo de confianza del 95% a cualquier es-
cala, lo que está indicando un nivel total de aleatoriedad a cualquier escala. Compárese
con lo ocurrido en los menhires de Entzia, cuya gráfica es justamente lo contrario, la
función L(d)-d está íntegramente fuera del intervalo de confianza. Lo que nos lleva a
aceptar la hipótesis CSR (Complete Spatial Randomness) con un riesgo alfa de 0,05.
800
600
400
200
L(d)-d
-200
-400
-600
-800
-1000
400 800 1200 1600 2000 2400 2800
Distance
El Test de Mantel cuantifica la correlación lineal existente entre dos matrices de da-
tos, en este caso coordenadas geográficas. El coeficiente de correlación lineal varia en-
tre +1 y -1 y se obtiene permutando los valores de una de las matrices y calculando el
producto cruzado de las dos matrices dividido por un factor que es función del número
de individuos de las matrices. Cuanto más cercano a +1 mayor será la correlación lineal
existente entre esas matrices. Un valor cercano a 0 indica ausencia de correlación,
mientras que un valor de -1 indica correlación lineal inversa.
En el caso que nos ocupa las dos matrices son las formadas por las coordenadas
geográficas de los dólmenes y de los menhires. La hipótesis nula dice que las distan-
cias entre los datos de una de las matrices no están linealmente correlacionadas con
las distancias de de la otra matriz.
502
he seleccionado la distancia euclídea. El resultado ha sido un coeficiente de correlación
R=0,5969 con una probabilidad de no correlación de 0. Es decir que la situación espa-
cial de los dólmenes y menhires es la misma (figura 7).
4,747E 06
4,746E 06
4,744E 06
4,742E 06
D
4,741E 06
4,739E 06
4,738E 06
4,736E 06
4,734E 06
503
CAPÍTULO 2. MORFOMETRÍA GEOMÉTRICA
INTRODUCCIÓN
504
tes. Estas diferencias se representan mediante deformaciones de las líneas que defi-
nen la malla y mediante el empleo de diferentes colores en las zonas de deformación.
Tradicionalmente se han estudiado las puntas de flecha desde un punto de vista li-
neal, midiendo longitud, anchura, espesor y analizando los índices o ratios entre estas
dimensiones. Los resultados obtenidos han sido escasos y poco satisfactorios. Desde
el punto de vista de la tipologia los resultados han sido también escasos. Si que se han
determinado los tres grupos principales de puntas de flecha, foliáceas, pedúnculo y
pedúnculo y aletas y sus subdivisiones, mezcla de tipologia y tamaño.
505
La morfometría geométrica pertenece al ámbito de la biología y paleontología. Su
principal característica es que estudia la forma y el tamaño desde un nuevo punto de
vista, el geométrico, y en ésta nueva forma de enfocar su estudio radica la novedad y la
fuerza del mismo. El análisis tradicional tipológico estudia una serie de variables cuan-
titativas, altura, anchura, espesor, ángulos, etc. Los problemas clásicos de este tipo de
análisis están relacionados con el alto grado de correlación que existen entre estas va-
riables. La morfometría geométrica, estudia los movimientos en el plano o en el espacio
de unos puntos concretos, estructuras geométricas, llamados coordenadas morfométri-
cas que no son más que las conocidas coordenadas cartesianas (x, y, z) también deno-
minadas “landmarks” que definen la forma del objeto estudiado y que permite compa-
rarlos con otros puntos. La morfometría geométrica proporciona una aproximación a la
forma y al cambio de la misma.
La morfometría geométrica separa la forma del tamaño, pudiendo de esta forma po-
der comparar la forma independientemente del tamaño, hecho que era muy difícil de rea-
lizar anteriormente puesto que ambas variables están relacionadas. El estudio se rea-
liza comparando las posiciones relativas de las coordenadas morfométricas, denomi-
nados “landmarks”, que delimitan el contorno de la figura. La forma se define como la
información geométrica que permanece una vez eliminados del objeto los efectos de
traslación, rotación, reflexión y escala. El tamaño, o mejor dicho, el estimador del tama-
ño más utilizado es el tamaño del centroide, siendo el centroide la media de todas las
coordenadas morfométricas.
506
El análisis de contornos se puede realizar de diferentes maneras. El más logrado y
el que se utiliza mayoritariamente es el Análisis de Fourier y concretamente el Análisis
Elíptico de Fourier. Las series de Fourier son ecuaciones trigonométricas que utilizan
como variables senos y cósenos, y que logran reproducir con bastante precisión figuras
curvas bidimensionales o tridimensionales, a partir de un centroide y de los radios que
parten desde este a cada uno de los “landmarks” definidos previamente.
Posteriormente estos datos pueden ser tratados con los diferentes métodos multi-
variantes que existen, componentes principales, análisis de deformaciones parciales,
análisis de deformaciones relativas, y con “Thin-plate spline transformation grids”.
Para el estudio de las deformaciones locales PAST utiliza dos sistemas, las defor-
maciones parciales y las deformaciones relativas, que analizan los cambios en cada
una de las coordenadas. Se emplea un parámetro alfa para enfatizar estas deforma-
ciones. Así Alfa = 0, da un peso igual a todas las coordenadas y es un equivalente a
un análisis de componentes principales de la forma. Alfa = 1 da mayor peso a las co-
ordenadas más separadas y Alfa = -1 otorga el mayor peso a las coordenadas más
cercanas.
507
Para un buen resultado en el análisis de morfometría geométrica hay que seleccio-
nar en todos los objetos las mismas coordenadas morfométricas. Las puntas de flecha
afortunadamente tienen puntos o landmarks muy definidos y que son equivalentes en
los diferentes modelos de puntas de flecha.
Para la toma de las coordenadas (x, y) he ampliado los dibujos o fotografías publi-
cados en la memoria de las excavaciones para una mayor precisión de las mismas,
teniendo cuidado en transformar los datos medidos en la nueva escala a la escala del
dibujo o fotografía.
Así los puntos escogidos han sido los siguientes, empezando por la punta y siguien-
do en sentido contrario a las agujas del reloj:
1. Coordenada en la punta, al que siempre damos las coordenadas (0, 0).
2. Coordenada en la arista izquierda de la punta correspondiente a la mitad de la
altura.
3. Coordenada en el extremo de la aleta.
4. Cuando la aleta tiene forma de espiga tomo la coordenada a 1 mm. de la coorde-
nada 3. Cuando la aleta tiene forma de bisel la tomo en el ángulo opuesto del bisel
a la coordenada 3.
5. Coordenada en el ángulo que forma la arista interior de la aleta con la arista del
pedúnculo.
6. Coordenada en el ángulo izquierdo inferior del pedúnculo.
7. Coordenada en la mitad del pedúnculo, siendo la x siempre en este caso 0.
8. Coordenada en el ángulo derecho inferior del pedúnculo.
9. Coordenada en el ángulo interior que forma el pedúnculo y la arista interior de la
aleta derecha.
10. Coordenada en el extremo de la aleta.
11. Cuando la aleta tiene forma de espiga a 1 mm. de la anterior coordenada 10.
Cuando la aleta tiene forma de bisel la tomo en el ángulo opuesto del bisel de la
coordenada anterior.
12. Coordenada en la arista de la derecha de la punta correspondiente a la mitad de
la altura.
Con las coordenadas obtenidas y pasada a la escala real, podemos proceder a rea-
lizar el estudio.
En primer lugar el análisis de formas elíptico de Fourier. Para ello debemos cambiar
la posición de los datos de entrada que deben ser puestos en la hoja de cálculo de la
siguiente forma:
508
Forma nº 1: X1Y1X2Y2X3Y3X4Y4…
Forma nº 2: X1Y1X2Y2X3Y3X4Y4…
Es decir cada forma en una línea y las coordenadas unas a continuación de las otras.
El análisis lo vamos a realizar primero para cada yacimiento y en este orden: Las
Yurdinas II, Gobaederra y El Sotillo, y luego en forma conjunta.
509
AUTOVALORES LAS YURDINAS II
VALOR % VARIANZA
EIGENVALOR 1 2,79767 74,009
EIGENVALOR 2 0,62584 16,556
EIGENVALOR 3 0,31619 8,3646
EIGENVALOR 4 0,038832 1,02
JOLIFFE CUT-OFF 0,26461
representan los valores obtenidos e indican que los dos primeros autovalores explican
el 90% de la varianza.
2,4
yur4 2
1,6
1,2
Component 2
yur6
0,8
yur1
0,4
yur3 yur5
yur2
-0,4
-0,8
510
de flecha se obtienen variaciones. En PAST, este análisis, lo realizamos desde “análisis
multivariables”, “componentes principales” y marcando la casilla “shape PCA” y en el
botón “shape deform (2D)”. La tabla 2 proporciona los autovalores para cada compo-
nente y el porcentaje de varianza que explica cada uno de ellos.
El gráfico 2 presenta para Las Yurdinas 2, las deformaciones principales, con una
amplitud de 0,4 que es la que hemos empleado en todos los estudios para una mejor
comparación. Observamos claramente que la deformación de la forma media se da en
la zona superior de las aletas, lo que indica que es en esta parte de la punta donde la
variabilidad es mayor, permaneciendo constante la zona de la punta y el pedúnculo, así
511
como la punta de las aletas concretamente la zona situada entre los “landmarks” núme-
ros 2 y 3 y sus simétricos números 9 y 10.
AUTOVALORES GOBAEDERRA
VALOR % VARIANZA
EIGENVALOR 1 5,42103 71,482
EIGENVALOR 2 1,494 19,701
EIGENVALOR 3 0,61199 8,0698
EIGENVALOR 4 0,037417 0,49339
JOLIFFE CUT-OFF 0,53086
3,5
gob18
gob85
2,5
2
Component 2
gob11 1,5
gob45
1
gob60
gob25
0,5
gob43
-0,5
-1
Component 1
512
Realizamos la transformación de coordenadas Procrustes y realizamos con éstas el
análisis de componentes principales de la forma. La tabla 5 refleja los autovalores ob-
tenidos y el porcentaje de varianza explicada para cada componente principal.
AUTOVALORES GOBAEDERRA
PC EIGENVALOR % VARIANZA
1 0,0125333 46,791
2 0,00670471 25,031
3 0,00413012 15,419
4 0,00214903 8,0231
5 0,000891958 3,33
6 3,76E-04 1,41E+00
7 1,66E-34 6,18E-31
8 3,24E -36
1,21E-32
JOLIFFE CUT-OFF 0,00094265
513
que esta variación es muy importante por la gran deformación y encogimiento que pre-
senta el gráfico en esta zona.
El dolmen de El Sotillo (tabla 5), proporciona unos datos para los dos primeros au-
tovalores que explican el 88% de la varianza.
AUTOVALORES EL SOTILLO
VALOR % VARIANZA
EIGENVALOR 1 3,03507 57,254
EIGENVALOR 2 1,6496 31,118
EIGENVALOR 3 0,58088 10,958
EIGENVALOR 4 0,034977 0,65981
JOLIFFE CUT-OFF 0,37107
0,5
sot2
-0,5
-1
Component 2
sot4
-1,5
-2
-2,5
sot5
sot6
sot3
-3
-3,5 sot1
-4
Component 1
Gráfico 5. Componentes principales de El Sotillo.
514
Realizamos la transformación de coordenadas Procrustes y a continuación el análi-
sis de componentes principales de la forma. La tabla 6 presenta los autovalores y el
porcentaje de varianza de cada componente principal.
AUTOVALORES EL SOTILLO
PC EIGENVALOR % VARIANZA
1 0,0160202 55,115
2 0,0095335 32,805
3 0,00184819 6,3584
4 0,00138244 4,756
5 0,00028065 0,96554
6 4,77E-35 1,64E-31
7 1,65E-36 5,67E-33
JOLIFFE CUT-OFF 0,00084779
Como conclusión de este primer análisis diremos que en cada yacimiento existen ti-
pos o grupos de flecha perfectamente definidos y bien diferenciados con respecto a los
515
otros dos yacimientos. Esta diferenciación nos permite en un futuro atribuir cualquier pun-
ta de flecha a alguno de estos grupos originales o a cualquier nuevo grupo que pueda lo-
calizarse. Son grupos perfectamente delimitados.
Con estos datos podemos indicar que en los tres yacimientos estudiados se dan di-
ferentes morfometrías geométricas de las puntas y que por el análisis de los ejes de los
componentes principales la variación se da en la parte de enmangue de la flecha, es de-
cir, en la forma de la aleta, en la situación de la aleta, y en la proporción que guarda la
finalización de la aleta con respecto a la altura total de la misma. Todas estas variacio-
nes se marcan y diferencian de forma muy ostensible.
3
22
0,24 11
3 2
0,18 3
1
0,12 2 1 1
3
0,06 3
0 13
B
3 2
2 1
2
-0,06
3
-0,12 2
3
1 1
-0,18 1
2 3
3
-0,24 1
1
2
2
3
-0,3
-0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2
A
516
El gráfico 8 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 10 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 12 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del
resto de puntas de flecha.
El gráfico 14 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en
púrpura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del
resto de puntas de flecha.
517
0,48
0,36
0,9025
0,9331
0,24
1,324
1,399
0,8205
1,077
0,9256
0,12 0,9912
1,298
1,307
0,9732
0 0,7983
1,004
1,098
-0,12 0,809
0,9275
0,9375
1
1,462 1,29
-0,24
0,05958
0,1429 1,001
1,01
-0,36
-0,48
Gráfico 7. Malla de deformación de la punta 1 de Las Yurdinas 2, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 8. Malla de deformación de la punta 1 de Las Yurdinas 2 con expansiones y contracciones de la forma.
518
0,36
0,24 0,8059
0,8334 1,09
1,074
0,6011 0,7664
0,12 0,7709 1,118
1,008 1,08
0,8895
0 0,9512
1,019
1,228
1,192 0,856 0,1975
-0,12 1,005 0,4522
1,78
1,021
0,2634
1,794
-0,24 0,2449
-0,36
-0,48
-0,6
Gráfico 9. Malla de deformación de la punta 2 de Las Yurdinas 2, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 10. Malla de deformación de la punta 2 de Las Yurdinas 2, con expansiones y contracciones de la forma.
519
0,48
0,36
0,24
0,5745
0,5767
0,5867 1,06
1,051
0,6227 0,6859
1,003
0,12
1,011 1,029
0,6474
0 1,002
0,99
1,038
0,612 0,9848
-0,12
1
0,9802
1,096 1,125
0,02001
0,04164 11
-0,24
-0,36
-0,48
Gráfico 11. Malla de deformación de la punta 3 de Las Yurdinas 2, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 12. Malla de deformación de la punta 3 de Las Yurdinas 2, con expansiones y contracciones de la forma.
520
0,48
0,36
1,243
1,225
0,24
0,8621
0,84
0,9264
1,164
0 0,6926
0,9834 1
1,053
-0,12
0,8298 0,8715
0,8362 1,193
1,472
1,023
-0,24 0,0971 1
0,06175 1,008
-0,36
-0,48
Gráfico 13. Malla de deformación de la punta 4 de Las Yurdinas 2, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 14. Malla de deformación de la punta 4 de Las Yurdinas 2, con expansiones y contracciones de la forma.
521
0,48
0,36
0,7657
0,764
0,24
156
1,1,111
0,9587
1,141 0,8464
1,278
0,12
0,8808 1,154
0
0,9913
0,9996
1,039
1,294
-0,12
0,9129
0,9999
0,8879 1,098
1,164
1,097
-0,24 0,02469 1,009
0,00314 1,009
-0,36
-0,48
Gráfico 15. Malla de deformación de la punta 5 de Las Yurdinas 2, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 16. Malla de deformación de la punta 5 de Las Yurdinas 2, con expansiones y contracciones de la forma.
522
El gráfico 16 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 18 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en
púrpura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del
resto de puntas de flecha.
El gráfico 20 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del
resto de puntas de flecha.
El gráfico 22 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del
resto de puntas de flecha.
523
0,4
1,317
0,911
0,3
0,9249
1,391
0,9208
0,2
1,561
0,863
2,24
0,1 0,9491
1,331
0,8899
0 1,029
0,9956
1,415 0,7058
-0,1
1,511
1,268
0,6845
-0,2
0,9642
1,488
0,8119
-0,3
0,7428
2,244
1,498
-0,4
-0,5
-0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2 0,3
Gráfico 17. Malla de deformación de la punta 6 de Las Yurdinas 2, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 18. Malla de deformación de la punta 6 de Las Yurdinas 2, con expansiones y contracciones de la forma.
524
0,48
0,36
0,9972
0,9864
0,24
1,284
1,313
0,9988
0,12 1,292
0,9407
1,147
0,7378
0 0,7982
0,5254
1,013 0,6769 1,002
1,001
1
0,8589
1,02
-0,12
0,8994
1,053
0,787
0,7535
-0,24 1,091
1,058
-0,36
-0,48
Gráfico 19. Malla de deformación de la punta 11 de Gobaederra con los principales valores de landmarks.
Gráfico 20. Malla de deformación de la punta 11 de Gobaederra con expansiones y contracciones de la forma
525
0,48
0,36
0,24 0,7149
0,6626
0,638
1,061
1,11
1,1
9
0,4482
0,12
1,039
0,9387
1,001
0 0,2988
0,9999 0,4755
0,2353 1,002
1,001
1,036
1,009
-0,12 1,362
0,9574
-0,24 0,9507
0,9043
1
1,231
,212
-0,36
-0,48
Gráfico 21. Malla de deformación de la punta 43 de Gobaederra con los principales valores de landmarks.
Gráfico 22. Malla de deformación de la punta 43de Gobaederra con expansiones y contracciones de la forma.
526
El gráfico 24 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 26 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 28 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 30 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
527
0,4
0,955
0,9707
0,3
1,768
0,2 0,8151 1,954
1,045
0,7504
1,093
0,1
0,9198
0 0,9988 0,9924
1,053 0,9948
0,7405 2,703
-0,1
0,7399 1,107
2,698
1,056
-0,2 2,813
0,8886
0,9715
-0,3
1,11,111
96
-0,4
-0,7 -0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2 0,3
Gráfico 23. Malla de deformación de la punta 18 de Gobaederra con los principales valores de landmarks.
Gráfico 24. Malla de deformación de la punta 18 de Gobaederra con expansiones y contracciones de la forma.
528
0,4
0,3
0,4541
0,4284
1,052
1,045
0,5919
0,2 0,8982
1,009
1,012
0,1
0,9868
0,7809
0 0,9985
1,01
0,9991
-0,1
4,059
0,8419
1,086
0,5856
-0,2 1,002
0,6324 4,548
0,6629
1,004
1,019 3,753
-0,3
-0,4
-0,5
-0,7 -0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2 0,3
Gráfico 25. Malla de deformación de la punta 25 de Gobaederra con los principales valores de landmarks.
Gráfico 26. Malla de deformación de la punta 25 de Gobaederra con expansiones y contracciones de la forma.
529
0,48
0,36
0,9186 3
0,901
0,9753
0,24 1,11
07
,136
1,021
0,12 0,9655
0,8387
1,328
10,941
,068 6
0 1,003
0,9926
1,053 0,7922
1,086
-0,12
0,9812
0,7806
1,166
1
-0,24 1,158 0,8669
0,8735
1,2
-0,36
-0,48
Gráfico 27. Malla de deformación de la punta 85 de Gobaederra con los principales valores de landmarks.
Gráfico 28. Malla de deformación de la punta 85 de Gobaederra con expansiones y contracciones de la forma.
530
0,48
0,36
0,24 0,9494
0,939 1,079
1,083
0,967
1,198
0,12
0,9342
1,167
0,8258
0
0,6637 1,008
0,9982 0,7051
1
1,001
1,044 0,752
1,06
-0,12
-0,24 1,003
1,018
-0,36
-0,48
Gráfico 29. Malla de deformación de la punta 45 de Gobaederra con los principales valores de landmarks.
Gráfico 30. Malla de deformación de la punta 45 de Gobaederra con expansiones y contracciones de la forma.
531
El gráfico 32 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
3. Dolmen de El Sotillo
3.1. Punta de Flecha número 1
En la malla de deformación, con las coordenadas Procrustes, comparamos los land-
marks de esta punta de flecha con los “landmarks” medios de todas las puntas de flecha
del yacimiento. Así representamos también los vectores de tensión, su dirección y su
grado de fuerza. En el gráfico 33 observamos una deformación en la mitad de la flecha
como si la punta se hubiera encogido en esa zona. El resto de la punta es normal salvo
el ensanchamiento en el pedúnculo en la unión con las aletas.
El gráfico 34 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 36 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 38 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
532
0,4
0,8058
0,8078
0,3
0,9778 1,22
1,22
0,2
1,764
0,9523
0,1
1,381
0,4425
1,002
0,3502
0
0,4479 1
0,9996 1,006
-0,1 1,38
0,9998
-0,2 1,569
0,9999
-0,3 0,9963
0,9965
1,374
2,326 1,341
-0,4
-0,5
-0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2 0,3
Gráfico 31. Malla de deformación de la punta 60 de Gobaederra con los principales valores de landmarks.
Gráfico 32. Malla de deformación de la punta 60 de Gobaederra con expansiones y contracciones de la forma.
533
0,48
0,36 0,9876
1,126
0,9984 0,8982
0,24
1,077
0,9974
0,12 2,923
1,491 0,7065
1,022
0 0,994 0,5181
1,001
0,8165
1,387
1,01
-0,12
0,9711
1,418
-0,24
0,9926 0,9806
1,352
1,148
0,9453
-0,36
2,446
-0,48
-0,6
-0,6 -0,48 -0,36 -0,24 -0,12 0 0,12 0,24 0,36
Gráfico 33. Malla de deformación de la punta 1 de El Sotillo, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 34. Malla de deformación de la punta 1 de El Sotillo, con expansiones y contracciones de la forma.
534
0,48
0,36
0,9565 0,9566
0,24
1,124
1,022
0,9736
0,8256
0,12
1,002 1,166
0,872 1,104
0,9326
0 0,9918
1,054 1,003
0,9492
1,272
0,9765
-0,12
1,044
0,9936
-0,24 0,9517
1,019 1,537
0,99
1,359
-0,36
-0,48
Gráfico 35. Malla de deformación de la punta 4 de El Sotillo, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 36. Malla de deformación de la punta 4 de El Sotillo, con expansiones y contracciones de la forma.
535
0,48
0,36
0,24 0,4994
1,107
0,5428 0,3499
1,002 1,082
0,8187
0,12
1,475 0,7206
1,012
0,62
0
1
0,9905
1,052
1,188
-0,12 0,9658
0,9172
0,4931
1 0,4125
0,449 1,091
1,408 1,297
-0,24
-0,36
-0,48
Gráfico 37. Malla de deformación de la punta 2 de El Sotillo, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 38. Malla de deformación de la punta 2 de El Sotillo, con expansiones y contracciones de la forma.
536
0,48
0,36
0,8676 1,075
1,003
0,9312
0,8955 1,094
0,12
0,9255
0,957 0,8057
1,012
0 1,009
1,003
0,9969
0,8968
-0,12 1,029
1,001
0,9749
-0,24 0,9956
1,131
0,8682
1,045
1,122
-0,36
-0,48
Gráfico 39. Malla de deformación de la punta 5 de El Sotillo, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 40. Malla de deformación de la punta 5 de El Sotillo, con expansiones y contracciones de la forma.
537
0,48
0,36
0,24
0,968
0,787
1,207
1,003 0,6478
0,9222 1,083
0,12 0,6608
1
1,705
0,8351
0
1,008 0,9901
0,9741
0,6747
-0,36
-0,48
Gráfico 41. Malla de deformación de la punta 3 de El Sotillo, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 42. Malla de deformación de la punta 3 de El Sotillo, con expansiones y contracciones de la forma.
538
0,4
0,3
0,9472
1,13
0,2 0,999
0,9566
1,113
0,9299 1,061 1,393
0,1
0,999
0,984 0,9494
1,003 1,017
0
1,135
0,874 0,9992
-0,1 1,01
1,1911,164
-0,2
0,9989 0,9539
1,176 0,8812
-0,3
1,238
-0,4
-0,5
-0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2 0,3
Gráfico 43. Malla de deformación de la punta 6 de El Sotillo, con los principales valores de landmarks.
Gráfico 44. Malla de deformación de la punta 6 de El Sotillo, con expansiones y contracciones de la forma.
539
El gráfico 40 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 42 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
El gráfico 44 muestra está misma situación en la que en color verde marca la zona
de la punta que tiene que expandirse para ajustarse a la media del yacimiento y en púr-
pura la zona de la punta que se contrae para ajustarse a la media de los puntos del res-
to de puntas de flecha.
540
AUTOVALORES CONJUNTO
VALOR % VARIANZA
EIGENVALOR 1 3,09607 48,657
EIGENVALOR 2 1,548 24,328
EIGENVALOR 3 1,2327 19,373
EIGENVALOR 4 0,34013 5,817
JOLIFFE CUT-OFF 0,44541
Esto viene a indicar que cada yacimiento tiene su forma característica particular, aun-
que existe alguna forma que se asemeja a formas particulares de cualquier otro conjun-
to. El gráfico 46 muestra el mismo diagrama superponiendo unos polígonos específi-
cos y característicos de las formas de puntas de flecha de cada yacimiento estudiado. Go-
baederra es el que presenta un polígono mayor lo que indica una diversidad en las for-
mas del conjunto del yacimiento. Observamos como algunas zonas del diagrama perte-
necen a dos o más yacimientos, conforme nos acercamos al origen del diagrama.
541
0,16
sot2
0,12
gob43
gob11
yur3
0,08
yur5
yur6
gob45
0,04
Component 2
gob25
yur2
-0,3 -0,24 -0,18 -0,12 -0,06 0,06 0,12 0,18 0,24 0,3
sot3
-0,04
yur1 gob60
sot1
yur4
sot5 sot6 gob85
-0,08
sot4
-0,12
gob18
-0,16
0,16
sot2
0,12
gob43
gob11
yur3
0,08
yur5
yur6
gob45
0,04
Component 2
gob25
yur2
-0,3 -0,24 -0,18 -0,12 -0,06 0,06 0,12 0,18 0,24 0,3
sot3
-0,04
yur1 gob60
sot1
yur4
sot5 sot6 gob85
-0,08
sot4
-0,12
gob18
-0,16
542
0,5
yur5
sot2 yur2
yur3
-0,5
yur6
-1
gob25 yur1
gob43
Component 2
-1,5
-2
yur4
gob45
sot4
-2,5
gob11
sot3
gob60
-3
sot5
gob85 sot6
sot1
-3,5
gob18
-4
Component 1
yur5
sot2 yur2
yur3
-0,5
yur6
-1
gob25 yur1
gob43
Component 2
-1,5
-2
yur4
gob45
sot4
-2,5
gob11
sot3
gob60
-3
sot5
gob85 sot6
sot1
-3,5
gob18
-4
Component 1
Gráfico 48. Componentes principales, ejes 1 y 2, con polígonos de Las Yurdinas 2, Gobaederra y El Sotillo.
543
2.2. MORFOMETRÍA GEOMÉTRICA. EL CASO DE LAS HACHAS DE TALÓN Y
ANILLAS DEL BRONCE ATLÁNTICO ALAVÉS.
Las hachas de talón y anillas han sido tradicionalmente hallazgos aislados, fuera de
cualquier contexto arqueológico. Se ha sugerido para este hecho un carácter ritual.
Estas piezas pueden tener un doble origen. Pueden ser de producción local o ser
piezas producto del intercambio comercial. Por tratarse de piezas especiales, realizadas
en un metal noble, con gran peso, se cree que su origen puede ser el comercio.
Si son especialistas metalúrgicos los que realizan esta producción, muy posiblemen-
te, su forma, su tipo, obedezcan a un mismo canon. Es decir que las proporciones de di-
mensiones, de dimensión del filo, de situación de las anillas, de comienzo del talón, obe-
dezcan a un mismo estilo, aunque estén fabricadas con diferentes moldes.
544
MORFOLOGÍA LINEAL MORFOMETRÍA GEOMÉTRICA
Posteriormente estos datos pueden ser tratados con los diferentes métodos multi-
variantes que existen, Componentes Principales, Análisis de deformaciones parciales,
Análisis de deformaciones relativas, y con “Thin-plate spline transformation grids”.
545
La morfometría geométrica utiliza generalmente el llamado método de superposición,
mediante el cual se define una malla reticulada de deformación, en la que se hallan po
sicionadas las coordenadas cartesianas de la forma o “landmarks”. Esta malla original
se superpone a una segunda en la que se sitúa la forma de referencia, generalmente la
forma promedio o una que haya sido escogida por el investigador por cualquier razón.
Entre los métodos de superposición PAST, utiliza el de coordenadas Procrustes, que
consiste en que las formas se superponen minimizando la suma de distancias al cua-
drado entre las coordenadas morfométricas. De esta manera, la deformación que expe-
rimenta la primera malla hasta que sus “landmarks” coincidan con los “landmarks” de
la malla de referencia nos indica las diferencias morfométricas que existen. Estas de-
formaciones son de dos tipos, las llamadas deformaciones uniformes que describen la
variación global, y las deformaciones locales que afectan a alguna área concreta de la
forma.
Para el estudio de las deformaciones locales PAST utiliza dos sistemas, las defor-
maciones parciales y las deformaciones relativas, que analizan los cambios en cada
una de las coordenadas. Se emplea un parámetro alfa para enfatizar estas deformacio-
nes. Así Alfa=0, da un peso igual a todas las coordenadas y es un equivalente a un aná-
lisis de componentes principales de la forma. Alfa=1 da mayor peso a las coordenadas
más separadas y Alfa=-1 otorga el mayor peso a las coordenadas más cercanas.
Para la toma de las coordenadas (x, y) he ampliado los dibujos o fotografías publi-
cados en el estudio citado anteriormente para una mayor precisión de las mismas, te-
niendo cuidado en transformar los datos medidos en la nueva escala a la escala del di-
bujo o fotografía.
546
Teniendo en cuenta la simetría de las hachas he considerado oportuno realizar el
análisis sobre la mitad de la misma, ya que la otra mitad simétrica no aporta nueva in-
formación. Así los puntos escogidos han sido los siguientes, empezando por la base y
siguiendo en dirección contraria a las agujas del reloj:
1. Coordenada en la mitad del talón, al que siempre damos las coordenadas (0, 0).
2. Coordenada en la esquina derecha del talón.
3. Coordenada en la mitad del talón, para observar si se trata de un talón recto o
curvo.
4. Coordenada en el inicio de la anilla.
5. Coordenada en la mitad de la curva de la anilla.
6. Coordenada en la finalización de la anilla.
7. Coordenada en la mitad del hacha, para observar si se trata de un borde recto o
curvilíneo.
8. Coordenada medio centímetro antes del inicio del filo, que es la coordenada 9.
9. Coordenada al inicio del filo.
10. Coordenada a un cuarto del filo.
11. Coordenada a mitad del filo.
12. Coordenada de la intersección del hacha con el talón.
Con las coordenadas obtenidas y pasada a la escala real, podemos proceder a rea-
lizar el estudio.
En primer lugar el análisis de formas elíptico de Fourier. Para ello debemos cambiar
la posición de los datos de entrada que deben ser puestos en la hoja de cálculo de la
siguiente forma:
Forma nº 1: X1Y1X2Y2X3Y3X4Y4…
Forma nº 2: X1Y1X2Y2X3Y3X4Y4…
Es decir cada forma en una línea y las coordenadas unas a continuación de las otras.
547
embargo, se recomienda realizar una transformación de estas coordenadas a una nue-
va forma denominada coordenadas “Procrustes”, recomendándose esta transformación
para este tipo de análisis. Se realiza desde el menú de “Transformación” seleccionando
la opción “Procrustes”. Este análisis proporciona una malla en la que están representa-
dos los puntos equivalentes, y junto a los puntos, dos vectores que representan en ne-
gro la mayor tensión y en marrón la menor tensión, junto con sus valores, incluyendo
en amarillo el grado de fuerza de cada punto. La comparación la hacemos con la media
de cada yacimiento. Junto a estas mallas de deformación podemos obtener en color
una representación equivalente. En verde se representa la expansión de los puntos y
en púrpura la contracción de los mismos.
Todas las formas analizadas han sido perfectamente encajadas por AEF, por lo que
procedemos en el estudio.
AUTOVALORES
PC EIGENVALOR % VARIANZA
1 0,00222256 68,942
2 0,00057933 17,97
3 0,000319189 9,901
4 5,48E-05 1,7005
5 4,79E-05 1,4861
6 5,21E-37 1,61E-32
JOLLIFFE CUT-OFF 9,41E-05
548
agrupaciones se realizan a una distancia quizás un tanto elevada, en los tres procedi-
mientos se forma un primer grupo compuesto por Doroño 1, Doroño 2 y Faido. Araico y
Bachicabo tienen un cierto parecido y Portilla siempre da un resultado totalmente difer-
ente del resto. Los coeficientes de correlación han oscilado entre 0,9373 y 0,8895.
La malla de deformación del componente principal 1, muestra que zonas son las que
definen este componente. La deformación se da en el talón, por encogimiento desde
la base al inicio de las anillas. Una segunda deformación se produce en la parte central
del filo por ensanchamiento de este (gráfico 5).
A continuación vamos a realizar una comparación de cada una de las hachas del
estudio, realizando un análisis de componentes principales de la forma de cada una de
ellas.
0,024 F AIDO
DOR OÑO2
0,016
0,008
P OR TILLA
DOR OÑO1
-0,008
-0,016
-0,024
B ACHICAB O
-0,032
AR AICO
-0,04
Component 1
549
BACHICABO
DOROÑO1
DOROÑO2
PORTILLA
ARAICO
-0,016 FAIDO
-0,032
-0,048
Similarity
-0,064
-0,08
-0,096
-0,112
Gráfico 2. Cluster, Paired group y distancia euclídea, observándose la agrupación de Doroño 1 y 2 junto con
Faido.
2.2.6. CONCLUSIONES
550
BACHICABO
DOROÑO1
DOROÑO2
PORTILLA
ARAICO
FAIDO
0
-0,01
-0,02
-0,03
-0,04
Similarity
-0,05
-0,06
-0,07
-0,08
-0,09
po de hachas semejantes como son las de Doroño 1, Doroño 2 y Faido. Un ligero pare-
cido con las de Bachicabo y Araico y totalmente diferente de Portilla. Esto significa que
estamos ante talleres diferentes pero posiblemente Doroño 1, Doroño 2 y Faido proce-
dan del mismo artesano.
BIBLIOGRAFÍA
LLANOS, A.
(2004) “Materiales metálicos del Bronce Final Atlántico en Álava”. Estudios de Arqueología Alavesa”. Tomo
21. Pp. 97-110. Vitoria.
551
BACHICABO
DOROÑO1
DOROÑO2
PORTILLA
ARAICO
FAIDO
-0,016
-0,032
-0,048
-0,064
Similarity
-0,08
-0,096
-0,112
-0,128
552
Gráfico 6. Malla de deformación componente 2.
553
Gráfico 8. Malla de deformación de Doroño 1.
554
Gráfico 10. Malla de deformación de Faido.
555
Gráfico 12. Malla de deformación de Araico.
556
CAPÍTULO 3. CLASIFICACIÓN Y AGRUPACIÓN
INTRODUCCIÓN
Es la esencia de la tipología por más que ésta haya llevado a un callejón sin salida.
Con la técnica del análisis cluster lo que estamos realizando es tipología. Pero no una
tipología basada en las sensaciones particulares del individuo que la ha creado, aunque
haya sido mayoritariamente aprobada o rechazada, sino en características reales medi-
bles y cuantificables, que diferencian a unos individuos de otros, cualquiera que sea la
persona o el método que se haya escogido.
Una vez definida la medida o medidas de distancia se necesita agrupar los datos en
función de los resultados de esa medida. Existen diferentes técnicas de agrupamiento,
que generalmente producen los mismos resultados. El resultado final es un dibujo en
forma de árbol, denominado dendograma que recoge los agrupamientos realizados a
una distancia determinada. Con un poco de práctica es fácil delimitar los grupos o clus-
ters que se forman, ya que el dendograma no explicita que individuos pertenecen a que
clusters. Esta labor se deja al investigador para que determine en función del dendo-
grama resultante y de una técnica concreta, los clusters formados. Posteriormente los
clusters son analizados para delimitar sus características particulares que los definen y
separan del resto de clusters.
En los casos que siguen he aplicado esta técnica al estudio de la composición quí-
mica de cerámicas y del sílex. En este tema no debemos olvidarnos de la problemática
existente en la aplicación de estadísticas multivariantes a los datos composicionales de
557
suma 1. En resumen el problema ataca al fundamento teórico de la estadística, como
es el principio de independencia de las observaciones. Al proporcionarse los resultados
de los análisis químicos en porcentajes, la suma total será siempre 1. Esto significa que
al menos una de las variables es el resultado de restar 1 a la suma del resto de varia-
bles, con lo que se rompe el principio de independencia, al menos en una de ellas. La
solución radica en que el conteo de cada uno de los datos debe ser realizado en el la-
boratorio independientemente del conteo del resto de las variables. Otra solución es
transformar los porcentajes por diferentes procedimientos, normalizar las variables a
una N (0,1), tomar logaritmos o transformar los datos en ratios dividiendo todas las va-
riables por alguna de ellas y tomar posteriormente logaritmos. Esta última opción se
utiliza frecuentemente.
Aunque este capitulo está dedicado a esta técnica, a lo largo de este libro la he apli-
cado en varias ocasiones, por las razones que acabo de mencionar. En mi experiencia
siempre que me enfrento a un problema de este tipo, definir tipos o realizar clasifica-
ciones, realizo un análisis cluster con diferentes tipos de medida y agrupamiento, para
ver si los resultados son consistentes.
Para solucionar este problema, no quedaba más opción que encontrar algún pro-
cedimiento que pudiera determinar el alfar de origen de estas cerámicas. Dentro de la
literatura existente conocíamos los análisis químicos realizados sobre cerámicas de
tipo FRX o DFRX. El Primer Congreso Nacional de Arqueometría y Arqueología cele-
brado en Granada (Capel, 1999) y la publicación de sus ponencias y comunicaciones,
nos ayudó a empezar a trabajar sobre esta problemática.
Conocemos los trabajos que sobre el análisis de tierras cocidas fue publicado en
1984 por J.C. Echalier (Echalier, 1984). Posteriormente hemos conocido la tesis doc-
toral de Carlos Olaetxea, sobre la tecnología cerámica en la protohistoria vasca (Olae-
558
txea, 2000). Además la publicación por parte de varios autores (Tsantini, et alii 2004),
del estudio sobre la caracterización arqueométrica de la cerámica común producida en
la villa romana de Sa Mesquida, nos descubre la vía por la que se pueden conseguir
resultados óptimos.
La única formula factible para lograr determinar los diferentes alfares, lo es a tra-
vés de la composición química de las cerámicas, es decir a través de la composición
química de las arcillas de origen. A simple vista se observa, (fotos 1 a 5), la diferente
composición de las arcillas por su color, desde tonalidades amarillas a rojizas e incluso
violetas, lo que indica la presencia de compuestos químicos diferentes, que dan origen
a esas tonalidades. Como hipótesis de partida tenemos que la variación composicio-
nal dentro de un barrero, es notablemente inferior a la variación composicional entre
diferentes barreros. Es decir la diferenciación intra-alfar, es sensiblemente menor a la
existente entre-alfares.
Si esto es así, estas dos características las vamos a poder determinar mediante una
combinación de análisis químicos y análisis matemáticos.
El primer problema a resolver era encontrar que tipo de análisis físico o químico se
podría realizar. Dentro de los dos tipos clásicos FRX o DFRX, nos decantamos por el
FRX, porque éste proporciona datos cuantitativos sobre la composición química de las
cerámicas mientras que el DFRX, sólo proporciona datos cualitativos. La cuantificación
de los resultados composicionales, presenta la ventaja de que pueden ser analizados
por procedimientos matemáticos.
559
Fotos de la 1 a 5. Muestras de arcillas.
560
Foto 6. Alfar de Bobadilla.
El alfar de Bobadilla, (fotos 6 y 7), (video), lo conocíamos desde hacia muchos años.
En su superficie, todavía se recogen hoy en día, multitud de pellas de alfarero, en las
que aparecen perfectamente definidos los dedos del artesano y cantidad de cerámicas
con defectos de fabricación, y escorias.
561
Foto 7. Barrero del Alfar de
Bobadilla.
En definitiva el resultado combinado del análisis químico del FRX y del análisis de
Conglomerados nos debería dar una solución en la que los alfares de Bobadilla y El Re-
dal quedaran perfectamente delimitados en grupos diferentes, la cerámica del poblado
de Salmanchurri debiera clasificarse en el grupo del alfar de Bobadilla y las cerámicas
del resto de poblados debieran formar grupos independientes.
562
Foto 9. Escoria de fundición
del Alfar de Bobadilla.
El análisis de las arcillas puede hacerse por diferentes métodos, entre los que des-
tacan la Difracción de rayos X (DRX), y la Fluorescencia de rayos X (FRX). Nosotros
nos hemos decantado por el análisis FRX, en primer lugar por que cuantifica la compo-
sición de la pasta, haciendo factible su análisis matemático. En segundo lugar porque
determina la naturaleza exacta de las materias que componen la muestra. En cambio
el DRX, solo determina la composición mineralógica de la misma consecuencia gene-
ralmente de una combinación de composición química modificada por la temperatura
de cocción de la arcilla. Además sólo ofrece resultados cualitativos.
563
Este método será más exacto, cuantas menos aportaciones posteriores haya tenido
la arcilla, en forma de desgrasantes u otro tipo de componente artificial, que haya sido
añadido posteriormente para lograr un determinado comportamiento físico. Por esto las
cerámicas del periodo celtibérico así como las de época romana fabricadas industrial-
mente son las que mejores resultados, a priori, van a arrojar.
Aunque hemos dicho que este método es el único que existe, en realidad conoce-
mos otro publicado en Internet. Se trata de un caso muy concreto, que con idénticos
objetivos parte de las medidas de la boca de ánforas, tomadas de muestras de alfa-
res conocidos, y mediante un análisis Cluster con el método de promedio y distancia
euclidiana al cuadrado, llega a determinar el alfar al que pertenece, obteniendo unas
atribuciones correctas superiores al 90% de las piezas,un excelente resultado.
La tabla nº 1 recoge los resultados de los análisis, teniendo en cuenta que para
nuestro estudio hemos tenido en consideración los elementos mayoritarios, expresa-
dos en %, y en una segunda fase los elementos minoritarios expresados en partes por
millón.
En primer lugar se calcula las similitudes entre los datos a través de medidas de
distancia, correlación o asociación de las distintas variables, sean cuantitativas o cua-
litativas. Cuando la unidad de medida no está expresada en las mismas unidades, los
datos se tipifican o normalizan, con lo que se pueden comparar.
564
Finalmente una vez obtenido el resultado anterior el investigador en base a estos y a
su conocimiento del problema decidirá cuantos Clusters son los finalmente detectados.
Estas técnicas son muy utilizadas en diferentes ámbitos como son la economía,
geología, biología, etc.
3.1.3. MUESTRAS
Hemos tenido la suerte de contar con dos alfares reconocidos de esta época. Al
pie de una colina de arcilla y al lado de un río se localiza un alfar en una extensión de
unos 800 metros cuadrados en la que se recogen en la actualidad una gran cantidad de
fragmentos cerámicos, algunos recocidos de color negro, deformados por posteriores
cremaciones, y excepcionalmente innumerables pellas de alfarero, en las que apare-
cen perfectamente reflejadas las improntas de los dedos y la mano del alfarero. Hemos
analizado 6 muestras de este alfar tanto de cerámicas como de las pellas. El segundo
de ellos se localizó durante las excavaciones del poblado de Partelapeña, El Redal.
565
Las muestras de cerámica analizadas han sido recogidas de yacimientos de la 2ª
Edad del Hierro que conocemos. Uno de los fragmentos analizados corresponde a un
yacimiento, Salmanchurri, situado a poco más de 3 kilómetros del alfar. El resto de los
yacimientos están dispersos por la geografía riojana.
Las muestras analizadas han sido 33 de las que 5 se corresponden con poblados, 9
se corresponden con el alfar de Bobadilla, 7 con el alfar de El Redal y el resto 12, son
arcillas de diferentes barreros.
566
Foto 12. Escoria de fun-
dición de Bobadilla.
La colina, a cuyo pie se localiza el alfar, es enteramente de arcilla roja oscura, sin
duda el lugar de donde se aprovisionaban (foto 7). Más concretamente en una zona
anexa, en la que hoy en día existe una zona cortada que denota la extracción de arcilla.
Este hecho y su situación a 50 metros del río Najerilla, con agua abundante durante
todo el año, han hecho de este sitio el lugar ideal para asentar un alfar.
Otra de las claves de asentarlo en este lugar, además de la proximidad a las ma-
terias primas, arcillas, agua y madera, es su situación, en el paso que comunica el
valle del Ebro, con la Meseta Castellana y su salida a la capital celtibérica de Clunia.
Remontando el río Najerilla, a través de un angosto camino que atraviesa la Sierra de
la Demanda llegamos a Clunia. Este camino debió ser muy importante en la antigüe-
dad porque es el único paso natural que comunica el Valle del Ebro con las tierras de
la Meseta Castellana. La situación a la entrada del paso facilitaría el comercio de sus
productos hacia el interior de la Meseta. Es el punto más cercano al paso, donde se
localizan las tres materias primas fundamentales para el proceso productivo.
Existe una amplia diversidad de tipología en la producción del alfar, que van desde
las grandes cerámicas de almacenaje de cereales, a los finos cuencos de mesa. Cerá-
micas que en algunos casos están pintadas con decoraciones en líneas o en bastonci-
567
Foto 13. Fragmentos recocidos de
cerámica.
llos. La tipología abarca un amplio abanico de formas y tamaños, lo que elimina el tema
de la especiliazación de los alfares.
Este alfar no tuvo continuación en época romana, cosa extraña por otra parte, dado
el elevado número de alfares romanos en sus alrededores, pero sí en alguna etapa
medieval. Hemos localizado un fragmento de cerámica con un grabado que representa
la estrella de David.
De los materiales encontrados en este horno hemos tomado las muestras para el
análisis de FRX, previa explicación proporcionada por su director acerca de las cir-
cunstancias en que se hallaron los materiales y a quien agradecemos las facilidades y
explicaciones que nos ha proporcionado relativas a este yacimiento.
568
Fotos 14 y 15. Horno de Partelapeña. (Fotos Pedro Ál-
varez Clavijo)
APLICACIÓN PRÁCTICA
Partimos de la tabla de análisis químico, utilizando solamente los datos de los ele-
mentos mayoritarios cuyos valores vienen expresados en porcentaje.
Como todos los datos vienen expresados en la misma unidad de medida no es ne-
cesario tipificarlos para poder compararlos.
Observamos que existen diferencias en las medias de todos los óxidos comparando
los dos alfares.
569
El análisis FRX ha sido muy compacto en el alfar de Bobadilla puesto que la va-
riación de datos no es muy elevada. En el alfar de El Redal esta variación es menor
proporcionando resultados más homogéneos. Podemos afirmar que estos dos alfares
aparecen ya muy definidos y diferenciados siendo los análisis proporcionados muy ho-
mogéneos en cada alfar y muy heterogéneos entre cada alfar, siendo la homogeneidad
en el caso del alfar de El Redal superior a la de Bobadilla. (Tablas principal, 1, 2, 3, 4,
5 y 6).
Resumiendo en una tabla los valores mas destacados de cada una de las variables,
tenemos:
Variable Alfar Media Desviación típica
Bobadilla 57,84 2,66
SiO2
El Redal 51,14 0,67
Bobadilla 20,57 1,51
Al2O3
El Redal 22,80 0,33
Bobadilla 6,58 0,34
Fe2O3
El Redal 7,34 0,10
Bobadilla 0,05 0,01
MnO
El Redal 0,07 0,00
Bobadilla 1,71 0,08
MgO
El Redal 2,18 0,07
Bobadilla 3,41 1,8
CaO
El Redal 7,35 0,62
Bobadilla 0,42 0,04
Na2O
El Redal 0,61 0,03
Bobadilla 4,29 0,15
K 2O
El Redal 4,94 0,18
Bobadilla 0,89 0,05
Ti2O
El Redal 0,81 0,01
Bobadilla 0,12 0,03
P2O
El Redal 0,23 0,08
4- ANÁLISIS CLUSTER
Existen diferentes métodos de análisis Cluster. La primera división se establece en-
tre métodos jerárquicos y métodos no jerárquicos. En el primer caso, no es necesario
570
conocer el número de Clusters, mientras que en el segundo, sí necesitamos conocer
el número de Clusters. Para nuestra investigación el método que vamos a utilizar es el
método jerárquico.
1.- Distancia euclidea. La distancia entre dos puntos en una gráfica bidimensional
es la hipotenusa del triángulo rectángulo formado por estos dos puntos en su prolon-
gación hacia los ejes de abscisas y ordenadas, en definitiva la fórmula del triángulo de
Pitágoras.
En nuestro caso sólo vamos a emplear las distancias para variables cuantitativas,
distancia euclidea, euclidea al cuadrado, y Manhattan.
1.- Vinculación entre Clusters. La disimilitud entre dos Clusters es la media de las
disimilitudes entre todos los individuos de ambos Clusters.
2.- Vecino más próximo. La disimilitud viene medida por la distancia más pequeña
entre dos individuos cualesquiera de sendos Clusters.
3.- Vecino más lejano. Al contrario que la anterior, la disimilitud viene medida por la
distancia más grande entre dos individuos cualesquiera de sendos Clusters.
571
4.- Método de WARD. También llamado método de la varianza mínima. Lo que hace
este procedimiento, es buscar dos Clusters cuya unión conlleve el menor incremento
de la varianza. Requiere una distribución normal multivariante en las variables del es-
tudio.
5.- Método del centroide. La distancia entre dos Clusters es la distancia entre sus
centros de gravedad, medida esta distancia por la media de las variables de los indivi-
duos que componen el Cluster.
6.- Método de la mediana. La distancia entre dos Clusters es la existente entre las
medianas de las variables de los individuos que componen el Cluster. Es un método
parecido al del centroide pero en este caso la medida se realiza independientemente
del número de individuos que haya en cada Cluster.
Para el estudio vamos a emplear el método del promedio, método del centroide,
método simple, y método de Ward.
El análisis FRX proporciona dos tipos de datos. El primero de ellos referidos a los
óxidos principales, llamados mayoritarios, vienen medidos y expresados en porcentaje.
El segundo tipo de datos, de elementos denominados minoritarios, vienen medidos y
expresados en partes por millón.
Variable SiO2
En la tabla 1 vemos un resumen de sus principales valores en el alfar de Bobadilla.
La media es de 57,83 y su desviación de 2,65. El recorrido de la variable oscila entre
53,56 y 60,92. Si comparamos estos valores con los del alfar de El Redal, tabla 4, ve-
mos que en este caso la media es menor 51,14 y la desviación 0,67. El recorrido de la
variable oscila entre 50,44 y 52,45. Esto indica que la composición química de El Redal
es más homogénea que en Bobadilla al tener una desviación menor. La composición
572
química de los dos alfares respecto a esta variable, es muy diferente y altamente signifi-
cativa al 95%, tal como aparece reflejado en los intervalos de confianza de la variable.
Variable Al2O3
La tabla 2 refleja los principales descriptores de esta variable en el alfar de Bobadi-
lla. La media es de 20,56 y su desviación 1,51. El recorrido de la variable oscila entre
18,18 y 23,10. Comparando estos valores con los de la tabla 5, correspondientes al al-
far de El Redal, vemos que este caso la media es ligeramente superior ,22,80, con una
desviación típica de 0,32. El recorrido de la variable oscila entre 22,32 y 23,29. Al igual
que sucede en el caso anterior destaca la homogeneidad de la composición química
de la muestra en el alfar de El Redal en comparación con el de Bobadilla. La composi-
ción química de la muestra es diferente, estadísticamente significativa, con un nivel de
confianza del 95%, tal como se aprecia en los intervalos de confianza de la tabla.
Variable Fe2O3
La tabla 3 recoge los estadísticos descriptivos de esta variable en el alfar de Bo-
badilla. Vemos que la media es de 6,57 con una desviación de 0,34. El recorrido de la
variable oscila entre 5,90 y 7,12. Una desviación pequeña indica una homogeneidad en
la composición química de la muestra. En la tabla 6, reflejamos los estadísticos descrip-
tivos de esta variable para el alfar de El Redal. La media es de 7,34 con una desviación
de 0,09 indicando también una homogeneidad muy elevada en la muestra. El recorrido
de la variable oscila entre 7,22 y 7,47. La composición química de la muestra a un nivel
de confianza del 95% es diferente entre ambos alfares, como se aprecia en los interva-
los de confianza reflejados.
En la tabla 7 hemos reflejado en un grafico 3D, las tres variables analizadas de los
dos alfares, así como la composición química de las cerámicas pertenecientes a los 5
poblados analizados. Se observa perfectamente, la formación de dos nubes de puntos
entorno a la composición química de los dos alfares, aun cuando observamos que en
el caso del alfar de Bobadilla esa nube es más grande, heterogénea, que en el caso del
alfar de El Redal, que es una nube con los puntos más concentrados. Es más homo-
génea. Además observamos como en el caso del alfar de Bobadilla, existe un grupo de
tres puntos que están muy alejados del grupo principal. Este hecho lo veremos refleja-
do en el resto de los análisis que realicemos.
573
Vemos por primera vez reflejado en el espacio 3D, la composición química de varios
alfares reflejados en una serie de nubes de puntos más o menos homogéneas. El sig-
nificado de esto manifiesta que en el futuro nos vamos a encontrar en un espacio 3D,
nebulosas de puntos pertenecientes a los diferentes alfares, algunas distantes entre sí,
como en este caso. En otros casos, algunas de estas nubes estarán colindantes con
otras, incluso podrán tener elementos comunes. Otras, adoptaran formas más o menos
alargadas, otras esféricas y otras ovoidales. Otras, seguirán direcciones arriba o abajo,
izquierda o derecha, incluso algunas podrán atravesar otras nubes de puntos, indican-
do composiciones químicas semejantes. En las pruebas realizadas con este gráfico, en
las que el programa MINITAB 14 nos permite rotar el cubo, observamos perfectamente
la situación espacial de las nubes de puntos, empezando a intuir como se van a desa-
rrollar en el futuro estas nubes composicionales.
1.- Determinación de las variables, que van a ser tenidas en cuenta en el estudio.
En nuestro caso vamos a realizar un doble análisis. Primero utilizando las tres variables
de mayor peso, SiO2, Al2O3 y Fe2O3, y luego añadiendo MgO y K2O, para contrastar si
la utilización de más variables añade algo más o diferente a las conclusiones a las que
hayamos llegado con las tres primeras.
4.- Análisis de los resultados obtenidos, y definición de los Clusters obtenidos por el
método de K-medias.
574
dos grandes Clusters o grupos correspondientes a las muestras de los dos alfares, in-
cluyendo la asignación de las cerámicas de los poblados a alguno de los dos Clusters.
Esto no significa que las cerámicas de los yacimientos agrupadas en alguno de estos
dos Clusters, estén fabricadas en esos alfares, sino que el análisis Cluster por defini-
ción tiende a agruparlos en algún Cluster según su parecido o proximidad euclidea. Sin
embargo, a pesar de esto, nos vamos a fijar en un par de detalles que van a aparecer
en el resto de análisis Cluster que hagamos.
El grupo del alfar de El Redal muestras 10 a 16, se agrupan a mayor o menor dis-
tancia. El programa ha unido a este alfar la cerámica de Los Arcos pero a una distancia
muy elevada por la tendencia del Cluster a agruparlo todo.
Las observaciones 17, Foncea, y 20 Medropio, son agrupadas con niveles de simi-
litud muy bajos, lo que indica niveles composiciones y alfares diferenciados.
Las tablas 13, 14, 15 y 16 recogen los pasos seguidos utilizando la distancia euclidea
y los diferentes tipos de agrupamiento utilizados, para los análisis Cluster efectuados.
Resumiendo:
1.- El análisis Cluster, sea el procedimiento que sea, diferencia perfectamente los
dos alfares existentes en las observaciones.
575
2.- La inclusión de las cerámicas de los yacimientos en alguno de esos dos Clusters,
lo hace a niveles de similitud muy bajos, lo que indica que no han sido fabricadas en
ese alfar, excepto la 18 Salmanchurri, que con un nivel de similitud muy elevado indica
que ha sido fabricada en el alfar de Bobadilla.
El cuarto paso que hemos indicado consiste en una descripción de los Clusters ob-
tenidos, siempre a juicio del investigador, determinando sus características principales.
Para ello realizamos el análisis denominado K-medias, (tabla 20).
Resumiendo:
1.- Los resultados obtenidos utilizando tres variables principales o utilizando cinco
variables son exactamente iguales.
576
2.- Los resultados son exactamente iguales, sea cual fuese, el sistema de medida
de distancia utilizado y el método de agrupamiento seguido.
3.- El método se puede aplicar a partir de los tres principales componentes. La adi-
ción de más variables no modifica los resultados obtenidos. Esto no es óbice para que
se incluyan las que se quieran puesto que el tratamiento informático es lo suficiente-
mente sencillo para incluir las que se deseen.
Sin embargo para nuestro estudio, vamos a utilizar solamente aquellos elementos
con mayor número de observaciones. Esto es debido a que las observaciones más pe-
queñas pueden tener problemas de conteo. Para evitar este tipo de error, lo apropiado
es suprimirlas del estudio, y analizar aquellos elementos cuyos conteos no ofrezcan
dudas. El limite los hemos fijado en 100 partes por millón.
Para ellos vamos a utilizar las variables Ba, Rb, Sr, y Zn. Los pasos a seguir son los
mismos que los realizados anteriormente a saber:
1.- Determinación de las variables, que van a ser tenidas en cuenta en el estudio.
En nuestro caso vamos a realizar un doble análisis. Primero utilizando las tres variables
de mayor peso, Ba, Rb y Sr, y luego añadiendo Zn, para contrastar si la utilización de
más variables añade algo más o diferente a las conclusiones a las que hayamos llega-
577
do con las tres primeras. Como hemos comentado anteriormente, sólo utilizaremos las
variables cuyo conteo supere el centenar, para evitar problemas que pudieran darse en
las variables con conteos pequeños.
Variable Ba
En la tabla 22 referida al alfar de Bobadilla observamos que la media es de 1.169
con una desviación de 303. El recorrido de la variable oscila entre 856 y 1.672 casi el
doble. No es una variable homogénea.
Variable Rb
La tabla 24, corresponde al alfar de Bobadilla. Muestra que la media es de 268,11
con una desviación de 37,43. El recorrido de la variable oscila entre 228 y 347. El al-
far de El Redal ofrece diferentes números, (tabla 25). La media es de 400,43 con una
desviación de 73,01 y un recorrido que oscila entre 293 y 499. Comparando las cifras,
vemos que a un nivel del 95% los intervalos de confianza no coinciden. Ambos alfares
presentan composiciones químicas de Rb diferentes.
Variable Sr
En la tabla 26 referida al alfar de Bobadilla, podemos observar que la media es de
172,11 y la desviación de 13,67, con un recorrido de la variable que oscila entre 150 y
192. La tabla 27, recoge los mismos datos referidos al alfar de El Redal con una media
de 442,43, una desviación de 79,03 y un recorrido que oscila entre 394 y 620. En este
caso de El Redal vemos que los datos no son tan uniformes como en el caso de Boba-
dilla. Observamos que la diferencia entre ambos alfares es significativa puesto que sus
intervalos con un nivel de confianza del 95%, no llegan a solaparse. Ambos alfares son
muy diferentes en cuanto a su elemento químico Sr.
578
Variable Zn
La tabla 28 analiza el alfar de Bobadilla. La media es de 97,11 y la desviación de
3,51. El recorrido de la variable oscila entre 91 y 102 lo que implica una fuerte unifor-
midad y homogeneidad en los valores de esta variable. La tabla 29, recoge los valores
del alfar de El Redal, con una media de 139 y una desviación de 5,42. El recorrido de
la variable oscila entre 132 y 148 lo que también implica una fuerte uniformidad en
los valores de esta variable. La comparación de estos dos alfares con un intervalo de
confianza del 95% indica que son alfares diferentes ya que sus intervalos no llegan a
solaparse.
Al igual que hicimos con los mayoritarios hemos realizado un gráfico 3D, tablas 30,
31 y 32. Muestran el mismo gráfico desde diferentes perspectivas. Para ello hemos to-
mado las variables Ba, Rb y Sr. Observamos la formación de las nubes de puntos en la
que se ve la constitución de dos grupos principales agrupados entorno al punto 1, que
son las observaciones del alfar de Bobadilla, y al punto 2 referidas a las observaciones
del alfar de El Redal. Dispersos por el espacio 3D se sitúan el resto de los alfares co-
rrespondientes a las cerámicas de los poblados celtibéricos.
Los resultados si los comparamos con los obtenidos en el gráfico 3D de los óxidos
mayoritarios, son semejantes y prácticamente iguales.
579
los dos métodos anteriores, con un pequeño cambio en la posición de las observacio-
nes 8 y 3, pero que no afectan a su pertenencia al Cluster de Bobadilla.
2.- La inclusión de las cerámicas de los yacimientos en algunos de los dos Clusters
los hace a niveles de significación muy bajos, excepto la observación 18 perteneciente
a Salmanchurri.
La tabla 21 recoge el total de las 21 observaciones y las cuatro variables que van a
entrar en juego.
1.- Los resultados obtenidos, utilizando tres variables principales o cuatro, son los
mismos.
2.- En ambos métodos los elementos pertenecientes a los Clusters formados por los
dos alfares son los mismos. Utilizando el método con los minoritarios, las observacio-
nes atípicas ya registradas en la gráfica 3D, números 4 y 6 aparecen más claramente
diferenciadas
3.- Es independiente el tipo de agrupamiento que hagamos, los resultados son los
mismos, ya sea comparando elementos mayoritarios ó minoritarios ó estos entre sí.
580
En cuanto a los resultados arqueológicos obtenidos:
Hemos utilizado este programa para comparar los resultados obtenidos anterior-
mente con MINITAB V.14® con los obtenidos con este programa.
581
de ellos entorno a las cerámicas del alfar de Bobadilla con la inclusión de las cerámicas
de los yacimientos de Foncea, La Hoya, Medropio y Salmanchurri, éste unido a bob2
desde el principio. La cerámica de Los Arcos se une al grupo de El Redal pero a mucha
distancia. Se diferencian las observaciones que agrupan a bob4, bob6 y bob 9.
La tabla 42, refleja el dendograma obtenido utilizando las tres variables anteriores,
la distancia euclidea y el método de agrupamiento simple. Los resultados obtenidos
son iguales, diferenciándose los dos Cluster principales, con los mismos individuos
incluidos en cada grupo.
Comparando estos resultados con los obtenidos con el programa MINITAB V. 14®,
observamos que los resultados son exactamente iguales. Dos grandes Clusters subor-
dinados a los alfares respectivos. Bob 2 y Salmanchurri unidos. Diferenciación de las
observaciones bob4, bob 6 y bob 9. Cerámica de Los Arcos unida lejanamente a la de
El Redal.
En la tabla 43, reflejamos el análisis con los cuatro minoritarios, la distancia euclidea
y el procedimiento simple. Se nos forman los dos grandes Clusters agrupados entorno
a sus alfares respectivos. Bob 4 y bob6 se diferencian del resto. Salmanchurri y bob 2
continúan unidos y Los Arcos sigue unido a El Redal.
La tabla 44, refleja el análisis con las variables minoritarias, la distancia euclidea y
el método UPGMA. Es exactamente igual a los anteriores.
La tabla 45, refleja el análisis con las variables minoritarias, la distancia euclidea y
el método de Ward. Los resultados obtenidos son iguales que los anteriores.
Comparando estos resultados con los obtenidos con los análisis de mayoritarios
vemos que reflejan la misma situación.
Comparando estos resultados con los obtenidos con el programa MINITAB V. 14®
vemos que se obtienen iguales resultados.
3.1.4. CONCLUSIONES
A partir de unas hipótesis básicas, como son la situación de los alfares cerca de
los barreros, la diferente composición química de estos, de tal forma que la variación
composicional intra-alfares es diferente y con menor variabilidad, a la existente entre-
alfares, y aplicando una metodología mixta combinación de análisis químicos mediante
el procedimiento de FRX, y la utilización de un procedimiento algoritmico como es el
análisis Cluster, llegamos a unas conclusiones, en las que respondemos a las pregun-
tas que nos habíamos planteado como objetivos.
582
Hemos determinado la existencia de seis alfares diferentes, la fabricación de una
de las cerámicas en un alfar existente en las inmediaciones del poblado, probando
que el resto proceden de otros barreros. Hemos podido determinar la inclusión de las
cerámicas en sus alfares respectivos, comprobando en este caso como determinados
tipos de cerámica iguales, tienen composiciones químicas análogas y proceden en
consecuencia de los mismos alfares. Hemos observado como las grandes cerámicas y
ánforas provienen del mismo alfar.
La aplicación de estas técnicas permiten atribuir con gran eficacia las cerámicas a
sus talleres, y posibilitar el estudio del intercambio comercial entre estas poblaciones.
Agradecimientos
D. Iñaki Yusta profesor de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco.
D. Armando Llanos del Instituto Alavés de Arqueología
D. Andoni Tarriño, de la Universidad del País Vasco
D. Javier Ceniceros, director del Museo Najerillense
D. Pedro Alvarez Clavijo, director de las excavaciones de El poblado de El Redal
Doña. María Teresa Sánchez Trujillano, directora del Museo Provincial de La Rioja.
BIBLIOGRAFÍA
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(2004) “Técnicas de análisis Multivariante de Datos”. Editorial Pearson. Prentice Hall. Madrid.
TSANTINI, E.; BUXEDA I GARRIGOS, J.; CAU ONTIVEROS, M. A.; ORFILA PONS, M.
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URIEL, E; ALDÁS J.
(2005) “Análisis Multivariante Aplicado”. Editorial Thomson. Madrid.
583
Tabla Principal.
584
Tabla 1. Alfar de Bobadilla.
585
Tabla 3. Alfar de Bobadilla.
586
Tabla 5. Alfar de El Redal.
587
Tabla 7. Gráfico 3D. 1. Bobadilla, 2. El Redal, 3. Foncea, 4. Salmanchurri, 5. Los Arcos, 6. Medropio, 7. La
Hoya.
588
Tabla 9. Tres variables: Si, Al, Fe
589
Tabla 11. Tres variables: Si, Al y Fe.
590
Tabla 13.
591
Tabla 14.
592
Tabla 15.
593
Tabla 16.
594
Tabla 18. 5 variables: Si, A, Fe, Mn y Mg.
595
Tabla 20.
596
Tabla 22. Minoritarios. Bobadilla.
597
Tabla 24. Minoritarios. Bobadilla.
598
Tabla 26. Minoritarios. Bobadilla.
599
Tabla 28. Minoritarios. Bobadilla.
600
Tabla 30. Gráfica 3D de elementos minoritarios. 1ª vista. 1- Bobadilla, 2- El Redal, 3- Foncea, 4- Salmanchu-
rri, 5- Los Arcos, 6- Medropio, 7- La Hoya.
Tabla 31. Gráfica 3D de elementos minoritarios. 2ª vista. 1- Bobadilla, 2- El Redal, 3- Foncea, 4- Salmanchu-
rri, 5- Los Arcos, 6- Medropio, 7- La Hoya.
601
Tabla 32. Gráfica 3D de elementos minoritarios. 3ª vista . 1- Bobadilla, 2- El Redal, 3- Foncea, 4- Salmanchu-
rri, 5- Los Arcos, 6- Medropio, 7- La Hoya.
602
Tabla 34. Minoritarios. Variables: Ba, Rb y Sr.
603
Tabla 36. Minoritarios: Ba, Rb y Sr.
604
Tabla 38. Minoritarios 4 variables.
605
Tabla 40. Análisis Cluster con GINKGO. 3 variables. Distancia euclidea y UPGMA.
606
Tabla 41. Análisis Cluster con GINKGO. Distancia euclidea y Ward.
607
Tabla 42. Analisis Cluster con GINKGO. Distancia euclidea y agrupamiento simple.
608
Tabla 43. Analisis Cluster con minoritarios y GINKGO. Distancia euclidea y simple.
609
Tabla 44. Analisis Cluster con minoritarios. Distancia euclidea y UPGMA.
610
Tabla 45. Análisis Cluster con minoritarios. Distancia euclidea y Ward.
611
3.2. ANÁLISIS FRX, CLUSTER Y FUNCIÓN DISCRIMINANTE DEL SÍLEX EN EL
CANTÁBRICO ORIENTAL
Dentro del conocimiento sobre las sociedades prehistóricas siempre nos ha intere-
sado, el origen de los materiales líticos y concretamente el sílex. Ha sido una fortuna
que en Álava contáramos con unas canteras de sílex conocidas desde el Musteriense y
que han sido utilizadas hasta hace pocos años por los trilleros. Las prospecciones que
efectuamos por los montes y valles alaveses nos puso en conocimiento con una varie-
dad de afloramientos naturales del sílex. Desde los impresionantes afloramientos de
Cucho, Araico y alrededores, hasta los afloramientos en la sierra de Entzia, sierra de
Arkamo y sierra de Valderejo. Simplemente la prospección superficial ya nos mostraba
la riqueza y variedad del sílex en la provincia.
En 2006 Antonio Tarriño publica su tesis doctoral “El sílex en la cuenca Vasco-Can-
tábrica y Pirineo Navarro: caracterización y su aprovechamiento en la Prehistoria”, en el
cual completa un recorrido por esta materia prima, sus características geológicas y quí-
micas, con aplicación directa a varios yacimientos prehistóricos. Sus conclusiones son
utilizadas desde hace algún tiempo por los prehistoriadores. Concretamente la detec-
ción de cuatro grandes grupos de yacimientos de sílex geológico, Treviño, Loza, Urba-
sa y Flysch, que por lo que parece son el origen de casi todo el sílex arqueológico de
los yacimientos de una amplia zona.
Se basa en medir la distancia entre los valores de las variables y agrupar los indivi-
duos en atención a estas distancias. Cada forma de medir la distancia y cada procedi-
miento de agrupar a los individuos origina un método diferente. Existen más 30 formas
612
diferentes de agrupamiento y bastantes más de medir la distancia en función de si las
variables son cuantitativas, cualitativas u ordinales. El resultado final es un dendogra-
ma o árbol ramificado cuya interpretación debe hacerse con cuidado.
Nosotros hemos utilizado el programa PAST versión 1.81. PAST es un programa de-
sarrollado por Øyvind Hammer, D. A. T. Harper y P.D. Ryan, muy completo, de fácil uti-
lización y que puede bajarse gratuitamente de Internet.
El análisis parte de una tabla n x m, en el que en filas aparecen los “n” individuos de
las poblaciones y en columnas los valores de las variables que definen a los individuos.
Se trata de agruparlos según los valores de estas variables explicativas.
613
El procedimiento obtiene unos valores para K, a, b…, z positivos o negativos que
aplicados a los valores del individuo que se quiere clasificar, da como resultado un valor
D que es el que indica el grupo de pertenencia. En nuestro caso V1 seria el Al. V2 es el
Fe, etc.
Nosotros hemos realizado este estudio con el programa PAST. Se trata de un buen
programa de estadística, fácil de usar y de distribución libre. Ha sido desarrollado por Ø.
Hammer, D. A. T. Harper y P. D. Ryan, y puede bajarse de la Web. Esta parte del progra-
ma, como todo él, es muy fácil de manejar.
En primer lugar construimos la tabla con los individuos y los valores de las variables
que vamos a analizar. Luego en la opción multivariable, seleccionamos Discriminante.
Hotelling t2. A continuación coloreamos los dos grupos que hemos definido antes de rea-
lizar el test. El programa proporciona un histograma, que no es más que una línea en
uno de cuyos puntos esta el origen 0. A la derecha tenemos los valores positivos y a la
izquierda los valores negativos. PAST proporciona un valor de probabilidad asociada a
la muestra test de Hotelling t2 y en la opción determinante nos da los resultados de los
coeficientes de cada variable. Éstos son los coeficientes de la función discriminante de
Fisher.
Las variables a analizar dentro de los componentes mayoritarios han sido Al, Fe,
Mg, Na y Ca. En el gráfico 1 observamos el Boxplot, con estos elementos. El compo-
nente Al tiene una baja presencia y su variación es muy pequeña. Al igual que ocurre
con Fe y Na. El Mg presenta una mayor variación. La variación más significativa es Ca,
con un recorrido muy amplio en su valor, lo que indica que esta variable es la que más
juego puede dar.
614
4,5
3,5
2,5
Y
1,5
0,5
0
A
E
C
Gráfico 1. Boxplot con los principales óxidos Al, Fe, Mg, Na y Ca.
615
18
16
14
12
Frequency
10
8
6
4
2
0
0 0,03 0,06 0,09 0,12 0,15 0,18 0,21 0,24
Gráfico 2. Histograma de la variable Al.
616
0,24
0,2
0,16
Sample values
0,12
0,08
0,04
0
-0,04
-0,08
27
24
21
18
Frequency
15
12
9
6
3
0
0 0,08 0,16 0,24 0,32 0,4 0,48 0,56 0,64
Gráfico 5. Histograma de la variable Fe.
617
0,7
0,6
0,5
0,4
Sample values
0,3
0,2
0,1
-0,1
-0,2
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
Normal order statistic medians
Gráfico 6. Grafico Q-Q´ de normalidad de la variable Fe.
18
16
14
12
Frequency
10
8
6
4
2
0
0 0,2 0,4 0,6 0,8 1 1,2 1,4 1,6 1,8 2
Gráfico 7. Histograma de la variable Mg.
618
1,8
1,5
1,2
0,9
Sample values
0,6
0,3
0
-0,3
-0,6
-0,9
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
Normal order statistic medians
Gráfico 8. Grafico Q-Q´ de normalidad de la variable Mg.
8
7,2
6,4
5,6
4,8
Frequency
3,2
2,4
1,6
0,8
0
0 0,03 0,06 0,09 0,12 0,15 0,18 0,21 0,24 0,27
Gráfico 9. Histograma de la variable Na.
619
La variable Na, la estudiamos en el histograma del gráfico 9. Observamos como las
frecuencia se asemejan a la distribución Normal. El gráfico 3 muestra los estadísticos
más importantes de esta distribución. El gráfico 10 muestra el ajuste de la variable a una
distribución Normal. El Ppc en este caso es 0,9724 lo que representa un buen nivel de
ajuste a una distribución Normal.
La variable Ca, la estudiamos en el histograma del gráfico 11. Existen dos modas o
valores de la variable en la que se concentran los datos. Un primer valor estaría compren-
dido en torno al 0,5% y el otro alrededor del 3%. El gráfico 3 muestra los estadísticos más
representativos de esta variable. En el gráfico 12 vemos como se ajustan los valores a la
distribución Normal. El Ppc en este caso es de 0,9434 como consecuencia del biapun-
tamiento del histograma, indicándonos la existencia de dos grupos.
Realizamos un análisis cluster para la totalidad de los datos. El método que utiliza-
mos es el “paired group” y la distancia utilizada la euclídea. El coeficiente de correlación
obtenido es de 0,8883. El gráfico 13 muestra el árbol obtenido. Observamos las prime-
ras agrupaciones de los componentes mayoritarios según la cantera de procedencia.
Sin embargo los resultados no reflejan totalmente la realidad. Esto es debido al peso
que tiene la variable Ca sobre el resto.
0,27
0,24
0,21
Sample values
0,18
0,15
0,12
0,09
0,06
0,03
0
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
Normal order statistic medians
Gráfico 10. Grafico Q-Q´ de normalidad de la variable Na.
620
9
8
7
6
Frequency
4
3
2
1
0
0 0,5 1 1,5 2 2,5 3 3,5 4 4,5
Gráfico 11. Histograma de la variable Ca.
4,2
3,6
3
Sample values
2,4
1,8
1,2
0,6
0
-0,6
621
19
22
18
11
13
21
20
15
10
14
16
17
12
3
7
0
-0,3
-0,6
-0,9
-1,2
Similarity
-1,5
-1,8
-2,1
-2,4
-2,7
-3
0 2,5 5 7,5 10 12,5 15 17,5 20 22,5
Gráfico 13. Cluster con distancia euclídea de las variables principales, con Ca.
Para evitar este problema, gráfico 14, vamos a realizar el cluster con el mismo pro-
cedimiento pero quitando la variable Ca. El coeficiente de correlación obtenido es de
0,9180 ligeramente superior al anterior, pero los datos muestran ya correctamente las
canteras de origen.
Los ejemplares de Urbasa se unen entre si, al igual que los del Flysch y ambos se-
parados de los del grupo de Treviño y Loza. Aunque Treviño y Loza aparecen separados
en dos grupos no es más que por un problema que tiene Loza y es que es un subcon-
junto de Treviño. Por eso aparecen sus individuos mezclados con algunos de Treviño.
Podemos decir que Loza es un subconjunto del sílex de Treviño. Tenemos dos casos de
atípicos en su composición en Flysch y Treviño.
En el gráfico 15 vemos esto mismo con una representación 3D. Vemos como el con-
junto de sílex de Treviño se desarrolla en la parte inferior y cara anterior del espacio y
como el sílex de Loza se sitúa en ese mismo espacio pero sin un desarrollo tan amplio
se concentra en un espacio más reducido. El sílex del Flysch se sitúa en una forma glo-
bular en un espacio totalmente diferenciado, más pequeño y alejado del de Treviño. El
de Urbasa al contar solamente con dos muestras, parece concentrarse tangencialmen-
te al esferoide del Flysch.
El diagrama triangular, gráfico 16, realizado con Al, Fe y Mg, muestra unos datos
iguales a lo comentado anteriormente, aunque no tan detallado y exacto al faltar la va-
622
18
10
12
14
15
16
19
17
22
11
20
21
13
5
7
0
-0,12
-0,24
-0,36
-0,48
Similarity
-0,6
-0,72
-0,84
-0,96
Gráfico 14. Cluster con distancia euclídea de las variables principales sin Ca.
riable Na por motivos obvios. Sin embargo si apreciamos el conjunto del Flysch, el de Ur-
basa cercano al anterior y separado Loza y Treviño, estando el primero dentro de él.
1. Cantera de Treviño
La cantera de sílex geológico de Treviño viene caracterizada en el boxplot, gráfico
17, y el estadillo del gráfico 18.
La variable Fe, al igual que la anterior, tiene un recorrido muy pequeño lo que indica
un agrupamiento de sus valores, implicando que puede caracterizar al sílex de Treviño.
623
Al
50 50
50
Fe Mg
Gráfico 15. Gráfico 3D, con la distribución espa- Gráfico 16. Diagrama triangular de las variables
cial del sílex de Treviño, Loza, Urbasa y Flysch. Al, Fe, y Mg.
La variable Na, tiene un recorrido muy pequeño, por lo cual se concentran los datos,
implicando que es una variable que puede caracterizar muy bien al sílex de Treviño.
La variable Ca, tiene un gran recorrido, lo que implica que es una variable que no va
a caracterizar al sílex de Treviño.
2. Cantera de Loza
La cantera de sílex geológico de Loza viene caracterizada en el boxplot del gráfico
19 y en el estadillo del gráfico 20.
Al igual ocurre con Mg y Na, con escasos recorridos y que la caracterizan perfecta-
mente. En cambio Ca presenta un recorrido muy amplio al igual que ocurre en la can-
tera de Treviño.
3. Cantera de Urbasa
La cantera de Urbasa ha sido débilmente caracteriza en el análisis FRX al contar
únicamente con dos elementos. En el boxplot y estadillo de los gráficos 21 y 22 obser-
vamos la caracterización de las variables químicas. Debido a no contar más que con
dos ejemplares el boxplot no refleja adecuadamente sus características, al igual que
ocurre con el estadillo.
Las variables Al, Fe, Mg y Na se caracterizan por un pequeño recorrido que las hace
idóneas para la tipificación de esta cantera. Un pequeño problema lo representan dos
outliers o atípicos en los valores. La variable Ca al igual que ocurre con las anteriores
canteras presenta un recorrido mayor.
624
4,5
3,5
2,5
Y
1,5
0,5
0
Mg
Al
Fe
Na
Ca
Gráfico 17. Boxplot del sílex de Treviño con sus óxidos principales.
625
4
3,6
3,2
2,8
2,4
2
Y
1,6
1,2
0,8
0,4
0
Mg
Al
Fe
Na
Ca
Gráfico 19. Boxplot del sílex de Loza con sus óxidos principales.
626
0,24
0,21
0,18
0,15
0,12
Y
0,09
0,06
0,03
0
Mg
Al
Fe
Na
Ca
Gráfico 21. Boxplot del sílex de Urbasa con sus óxidos principales.
627
4
3,6
3,2
2,8
2,4
2
Y
1,6
1,2
0,8
0,4
0
Mg
Al
Fe
Na
Ca
Gráfico 23. Boxplot del sílex del Flysch con sus óxidos principales.
628
Una vez vistas las características de las variables en cada cantera, vamos a compa-
rar cada variable en cada cantera para observar como definen y como delimitan su es-
pacio pluridimensional.
En el primer caso tenemos a la variable Al, gráfico 25 y estadillo gráfico 26. Obser-
vamos como se solapan en algunos tramos del recorrido espacial de la variable los va-
lores de las diferentes canteras. Esto significa que en algún tramo el valor de la variable
va a ser igual a todas las canteras. En este caso sólo se va a dar en un punto corres-
pondiente al valor 0,12% en el que coinciden tres de las cuatro canteras, ya que la de
Loza presenta un valor 0. En valores cercanos al 0,13 % a 0,17% se van a confundir los
sílex de Urbasa y Flysch. Los ovoides dimensionales serían secantes
La variable Ca, además de tener un gran recorrido, boxplot y estadillo de los gráficos
33 y 34, en tres canteras presenta en dos de ellas valores iguales. Excepción a este prin-
cipio es la cantera de Urbasa con presencia mínima de esta variable lo que caracteriza
muy bien por si sola. En este caso los ovoides dimensionales serían tangentes en torno
a esta variable.
De todo esto podemos sacar una conclusión. Aunque los valores en relación a algunas
variables se solapen, al tener en cuenta todas las variables vamos a poder delimitar y ca-
racterizar las canteras diferenciándolas entre sí. Es decir, en un universo pluridimensio-
nal encontraríamos que las variables en algunos casos son secantes, coinciden sus va-
lores, en otros son tangentes, valores muy parecidos, y en otros los ovoides formados por
la nube de puntos están alejados entre sí.
Para ello vamos a partir del análisis de las variables Al, Fe, Mg y Na, obviando Ca
por el problema indicado en párrafos anteriores.
629
0,24
0,21
0,18
0,15
0,12
Y
0,09
0,06
0,03
0
Loza
Treviño
Urbasa
Flysch
Gráfico 25. Boxplot de la variable Al en las cuatro canteras.
630
0,64
0,56
0,48
0,4
Y
0,32
0,24
0,16
0,08
0
Loza
Treviño
Urbasa
Flysch
Gráfico 27. Boxplot de la variable Fe en las cuatro canteras.
631
2
1,8
1,6
1,4
1,2
1
Y
0,8
0,6
0,4
0,2
0
Loza
Treviño
Urbasa
Flysch
Gráfico 29. Boxplot de la variable Mg en las cuatro canteras.
632
0,27
0,24
0,21
0,18
0,15
Y
0,12
0,09
0,06
0,03
0
Loza
Treviño
Urbasa
Flysch
Gráfico 31. Boxplot de la variable Na en las cuatro canteras.
633
4,5
3,5
2,5
Y
1,5
0,5
0
A
634
En el libro de origen su autor atribuye a unas determinadas canteras piezas líticas
obtenidas en diversos yacimientos arqueológicos. Vamos a contrastar esos resultados
con los del análisis combinado FRX y Cluster.
Podemos concluir que la nube de puntos del sílex arqueológico atribuido a Loza, per-
tenece al sílex geológico de la cantera de Loza.
El análisis discriminante como hemos visto anteriormente necesita cumplir una serie
de condicionantes. En el caso del sílex de Urbasa al no disponer más que de dos ejem-
plares no hemos considerado oportuno incluirlo en este estudio.
635
5
4
8
7 18
13
2
11
20
28 15 21
6 19
26 1614 12 22
2723 24
9
25 10 17
29
1
22
11
13
21
18
20
15
10
17
14
16
23
24
25
26
12
3
7
0
-0,3
-0,6
-0,9
-1,2
Similarity
-1,5
-1,8
-2,1
-2,4
-2,7
-3
0 3 6 9 12 15 18 21 24 27
Gráfico 37. Cluster con distancia euclídea del sílex geológico y arqueológico de Loza.
(1)
Obsérvese como las piezas arqueológicas (puntos negros) atribuidos a la cantera de Treviño, se sitúan junto al silex
geológico atribuido a Treviño y Loza (cruces rojas y cuadrados rosas).
636
Gráfico 38. Grafico 3D del sílex geológico y arqueológico de Loza.
19
22
18
11
13
21
20
15
10
14
16
17
24
25
27
26
23
12
3
7
0
-0,3
-0,6
-0,9
-1,2
Similarity
-1,5
-1,8
-2,1
-2,4
-2,7
-3
0 3 6 9 12 15 18 21 24 27
Gráfico 39. Cluster con distancia euclídea del sílex geológico y arqueológico de Urbasa.
637
Gráfico 40. Grafico 3D del sílex geológico y arqueológico de Urbasa.
18
11
13
15
12
14
10
25
22
17
23
26
29
21
27
28
16
24
19
20
5
-0,2
-0,4
-0,6
-0,8
Similarity
-1
-1,2
-1,4
-1,6
-1,8
-2
0 3 6 9 12 15 18 21 24 27
Gráfico 41. Cluster con distancia euclídea y método de Ward del sílex geológico y arqueológico del Flysch.
638
Gráfico 42. Grafico 3D del sílex geológico y arqueológico del Flysch.
Efectuamos el análisis discriminante para diferenciar en primer lugar los sílex de Tre-
viño del sílex de Loza. Hemos comentado anteriormente como el sílex de Loza es un
subconjunto dentro del sílex de Treviño. Con este análisis pretendemos encontrar la
ecuación discriminante que separe los dos grupos. En el gráfico 43 observamos el his-
tograma discriminante. La probabilidad del test de Hotelling t2 ha sido de 0,04749. La
función discriminante hallada ha sido:
D= -10,8456 - 63,288Al + 91,452Fe + 11,8Mg - 86,632Na - 2,0408Ca
El siguiente análisis discriminante, gráfico 47, que vamos a efectuar lo hacemos con
el sílex de Loza y Flysch. El test de Hotelling t2, da como resultado una probabilidad de
0,04924. La función discriminante del sílex de Loza y el de Flysch es la siguiente:
D= -31,8017-13,579Al-111,74Fe+70,755Mg-79,439Na-6,2311Ca
639
3
2,7
2,4
2,1
1,8
Frequency
1,5
1,2
0,9
0,6
0,3
0
-6,4 -4,8 -3,2 -1,6 0 1,6 3,2 4,8 6,4
Discriminant
Gráfico 43. Histograma discriminante del sílex de Treviño y Loza.
Número
Gráfico 44. Clasificación discriminante del sílex geológico de Treviño y Loza. En grupos el origen real, en
clasificación el origen atribuido según el análisis discriminante.
640
3
2,7
2,4
2,1
1,8
Frequency
1,5
1,2
0,9
0,6
0,3
0
-40 -32 -24 -16 -8 0 8 16 24
Discriminant
Número
Gráfico 46. Clasificación discriminante del sílex geológico de Treviño y Flysch. En grupos el origen real, en clasi-
ficación el origen atribuido según el análisis discriminante.
641
3
2,7
2,4
2,1
1,8
Frequency
1,5
1,2
0,9
0,6
0,3
0
-30 -25 -20 -15 -10 -5 0 5 10 15
Discriminant
Los resultados obtenidos de aplicar la función determinante a cada pieza lítica ar-
queológica al contexto geológico los recogemos en la siguiente tabla:
642
MD2A0469 Treviño -2,1896 Loza
MD2B1199 Treviño -1,6544 Loza
AK1A3847 Loza -1,4832 Loza
AK1A4064 Loza +0,25967 Treviño
AK4C3605 Loza -5,739 Loza
MD1Z0016 Loza -2,6589 Loza
AI6A0001 Flysch -2,7639 Flysch
AI6A0214 Flysch -12,245 Flysch
AK1A4191 Flysch +2,5615 Treviño
AK1A4252 Flysch -6,3612 Flysch
HB Flysch -4,4148 Flysch
HB90 Flysch +0,26647 Treviño
LK3D002 Flysch -7,1895 Flysch
Las piezas arqueológicas de Loza han sido comparadas de igual manera con el sí-
lex geológico de Treviño y Loza. El resultado es que tres de ellas confirman su perte-
nencia a la cantera de Loza y una cuarta a la de Treviño evidenciando igualmente la
problemática existente en la comparación de estas canteras.
Las piezas arqueológicas atribuidas al Flysch las hemos comparado con el sílex de
Treviño y el del propio Flysch. Cinco de las muestras pertenecen al Flysch, mientras que
dos de ellas han dado como resultado Treviño. Estas dos piezas ya las habíamos de-
tectado en el análisis 3D, porque se situaban muy lejos de sus valores habituales.
Para lograr una mayor exactitud hay que aumentar el tamaño muestral y definir me-
jor cada una de las grandes zonas que parecen existir como origen del sílex. El caso
de Treviño y Loza por su cercanía geográfica presenta una mayor dificultad.
BIBLIOGRAFÍA
TARRIÑO, A.
(2006) “El sílex en la cuenca Vasco-Cantábrica y Pirineo Navarro: caracterización y su aprovechamiento en
la Prehistoria”. Museo Nacional y Centro de Investigación Altamira. Santander.
643
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS E INFERENCIA ESTADÍSTICA
INTRODUCCIÓN
Recogemos en este capítulo una serie de trabajos en los que hemos empleado una
pequeña parte de las técnicas estadísticas existentes, tanto de estadística descriptiva
como de estadística inferencial.
No he pretendido que este capitulo sea una introducción a la estadística. Para esto
existen gran cantidad de libros en el mercado que proporcionan un buen conocimiento
de la estadística y que recomiendo su lectura y conocimiento en profundidad. En cual-
quier caso en los casos que vamos a analizar se da la una descripción clara y profunda
de la técnica en particular.
644
Durante 1969 y 1970 se excavó el poblado del Castillo de Henayo (Llanos, 1974) en
la localidad de Alegría (Álava). La secuencia cultural determinada fue de Bronce Final,
Edad del Hierro I y Edad del Hierro II. Las fechaciones de C-14 fueron de 970 ± 110 a.c. y
760 ± 80 a. c.
Entre los años 1973 y 1990 el poblado de La Hoya (Llanos, 1983) en Laguardia (Ála-
va). Se trata de un importante e interesante poblado al haberse excavado una extensión
superficial y estratigráfica grande y que representa un porcentaje muy elevado de la to-
talidad. Se han obtenido diferentes dataciones de C-14 que determinan una secuencia
cultural desde el Bronce Final, Edad del Hierro I y Edad del Hierro II. El poblado fue des-
truido por un gran incendio que asoló totalmente la ciudad, con lo que la excavación mos-
tró una foto de la vida cotidiana en un momento temporal muy concreto.
En estas excavaciones se han hallado gran cantidad de restos de fauna sobre los
que basamos el presente estudio. Estos restos nos hablan de la alimentación y métodos
culinarios de estas poblaciones. No se ha podido determinar el porcentaje que este tipo
de alimento representa sobre la dieta de estas poblaciones. El estudio de los restos de
fauna fue realizado por J. Altuna (Altuna, 1980) y en él me he basado para la realización
de este trabajo.
Las características más significativas que definen este análisis son las siguientes:
1. Es una técnica descriptiva. No se necesita conocer ningún tipo de parámetro.
2. Es una técnica multivariable. Se estudian dos o más variables.
3. Es una técnica factorial. La finalidad es reducir una gran cantidad de datos y de ca-
tegorías de las diferentes variables en un número reducido de dimensiones, generalmen-
te dos, intentando que en este proceso se pierda la mínima información.
645
columna el porcentaje de cada valor respecto al total de su columna. Estos valores se
denominan “perfiles”. Calculando el valor medio de estos, se determina lo que se deno-
mina “masa”. A continuación se calcula la matriz de distancias euclídeas entre los per-
files. Con estos datos se obtiene la cuantificación del valor “inercia”, que es el producto
de la masa por las distancias euclídeas de cada perfil al perfil promedio.
Se obtienen las coordenadas cartesianas de cada perfil que son las que se sitúan
en el eje de coordenadas.
Para la obtención de este plano cartesiano vamos a utilizar el programa PAST, desa-
rrollado por Hammer O., Harper, D. A. T., y Ryan, P.D. Se trata de un buen programa
estadístico, fácil y sencillo de manejar, tanto en la entrada de datos como en el análisis
estadístico, y muy completo. Sin olvidar que es un programa “free Software”. Se puede
descargar gratuitamente de la red en la dirección <<http://folk.uio.no/ohammer/past>>.
En castellano existe una muy buena introducción al análisis estadístico aplicado a la ar-
queología utilizando este programa PAST. Su autor es Juan A. Barceló y esta publicado
por el Departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (Barceló,
2007).
4.1.2. APLICACIÓN
La tabla de 3 x 6 recoge los datos que vamos a analizar. La variable primera son los
diferentes niveles de yacimientos estudiados. La segunda variable son los tres tipos de
restos principales de alimentación ganadera, Bos, Ovis + Capra, y Sus (cerdo-jabalí). Ca-
da dato representa el número de huesos que han podido ser determinados para cada
especie en cada poblado.
HENAYO 3 HENAYO 2 BERB 5-4 BERB 2-3 LHY INDOE LHY CELTIB
1 BOS 328 360 107 527 702 2129
3 OVIS+CAPRA 448 460 57 245 621 1362
8 SUS 224 384 24 183 376 1032
Tabla 1.
646
Edad del Hierro I Edad del Hierro I-La Hoya
p(no asociac) 3,94E-043 p(no asociac) 1,69E-052
V de Cramer 0,147 V de Cramer 0,119
Contingencia C 0,204 Contingencia C 0,166
Tabla 2. Tabla 3.
La probabilidad de no asociación es muy baja, lo que nos indica que las dos varia-
bles están relacionadas, es decir, que el tipo de alimentación ganadero depende del ya-
cimiento estudiado. De la misma forma el programa nos da los valores del estadístico
V de Cramer que mide la intensidad de esta relación. Puede tener un valor entre 0 y 1.
Cuanto más cercano al 1 se encuentre, más intensa será esta relación. En nuestro ca-
so el valor es de 0,14 lo que indica que aunque existe relación, esta es muy baja. El
coeficiente de contingencia C, es otro estadístico que mide la intensidad de la relación.
Toma valores comprendidos entre 0 y 1. Cuanto más cerca este el estadístico de 1 más
intensa será esta relación. En nuestro caso es de 0,20 lo que indica una escasa relación.
Podemos intuir como va a ser el gráfico que nos va a reflejar el análisis de corres-
pondencias. Van a existir puntos próximos entre las variables, aunque un poco separa-
dos.
647
categoría Bos se aproxima a Berbeia 2-3 y La Hoya celtibérica. Berbeia 5-4 es un caso
atípico alejado del resto.
0,16
B E R B E 5-4
0,12 HE NAYO 3
0,08
OVIS
LHY INDOE
0,04
Axis 2
0 B OS
B E R B 2-3
LHY CE LTIB
-0,04
-0,08
S US HE NAYO 2
-0,12
-0,16
-0,2
-0,3 -0,24 -0,18 -0,12 -0,06 0 0,06 0,12 0,18 0,24
Axis 1
648
3º. Algunos poblados tienen una cierta tendencia hacia algún tipo de alimentación
animal concreto. Así Berbeia 2-3 y Berbeia 4-5 hacia el género Bos. Henayo 3 hacia
Ovis y Henayo 2 hacia el genero Sus.
96
84
72
60
Relay index
48
36
24
12
0
BERBE 5-
BERB 2-3
LHY CELT
HENAYO 3
HENAYO 2
LHY INDO
649
HENAYO3
HENAYO2
LHY INDO
BERB5-4
BERB2-3
LHY CEL
OVIS
BOS
SUS
0
-0,05
-0,1
-0,15
Similarity
-0,2
-0,25
-0,3
-0,35
-0,4
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Gráfico 3. Cluster con distancia euclídea donde se observa la formación de dos grupos.
BIBLIOGRAFÍA
ALTUNA, J.
(1980) “Historia de la domesticación animal en el País Vasco desde los orígenes hasta la romanización”.
Munibe. Tomo 32. Pp. 9-163. San Sebastián.
650
BARCELÓ, J. A.
(2007) “Arqueología y estadística (1). Introducción al estudio de la variabilidad de las evidencias arqueoló-
gicas”. Universidad de Barcelona. Departamento de Prehistoria. Barcelona.
GALILEA, F.
(2005) “Estadística aplicada a la arqueología: Asociación de variables cualitativas: Test de x2 de Pearson,
Test exacto de Fisher y Test de Cohran-Mantel-Haenszel”. Estudios de Arqueología Alavesa. Tomo
22, pp. 287-332. Vitoria 2005.
LLANOS, A.
(1983) “La Hoya, un poblado del primer milenio antes de Cristo”. Instituto Alavés de Arqueología, pp. 1-19.
Vitoria
Durante 1964 y 1965 tuvieron lugar las excavaciones en esta cueva que había sido
descubierta accidentalmente en 1961. Ya desde sus inicios se supo que era una cueva
sepulcral por haberse encontrado en su superficie numerosos cráneos y huesos huma-
nos. La excavación (Apellániz, et alii) definió tres niveles arqueológicos:
- Un nivel B formado por carbones y cenizas de escaso espesor, sin restos arqueo-
lógicos.
651
cuentas de collar de tipo rodete en piedra dura, y algún fragmento de cerámica mo-
delada negra.
Este tema nos interesaba desde hace muchos años. Hemos esperado a tener las
herramientas adecuadas para analizar esos datos.
Como hemos indicado son dos los análisis químicos efectuados. Uno en 1965 y otro
en 1988. Del examen de los datos suministrados por ambos análisis hemos escogido
el realizado por Valdés, por ser una tecnología más moderna, lo que se traduce en una
mejor cuantificación de la composición química.
Para realizar el estudio estadístico de unas variables sigo siempre unos pasos pre-
definidos y que me han proporcionado un buen resultado. Primero analizo los datos ori-
ginales, por si hubiera algún dato extraño o erróneo. En este caso si que he localizado
tres errores en la tabla de datos original que he podido corregir. A continuación realizo
un análisis de estadística descriptiva de las variables con los estadísticos más sencillos
y que dan una idea de la estructura de estas variables, media, mediana, moda, curtosis,
etc. estudiando y determinando que variables, en función de características particula-
res, estos resultados van a ser objeto de particular estudio.
652
mática y PAST, en concreto, podemos interactuar cambiando el número de barras fácil-
mente, con lo que podemos observar la existencia de modas. Esto nos va a permitir
observar la existencia de los supuestamente primeros conjuntos o grupos. Luego con
el programa WESSA, obtengo las densidades Kernel bivariantes, con lo que preciso
mejor la existencia de estos conjuntos.
Este análisis ya fue efectuado en 1989 por Valdés, pero con los procedimientos es-
tadísticos e informáticos que entonces existían. Los años transcurridos nos han propor-
cionado nuevas herramientas de análisis estadístico que permiten un estudio más ri-
guroso de los datos.
653
numero Valdes Fe Co Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Pb
1529 0,444 0,001 0,77 97,95 0 0,261 0,000 0 0,136 0
1561 0,399 0,04 2,909 95 0,293 0,414 0,000 0 0,125 0
1560 1,06 0,06 0,925 96,6 0,365 0,512 0,000 0,000 0,155 0
1502 3,468 2,106 0,641 91,15 1,503 0,000 0,000 0,518 0,119 0
1552 0,366 0 0,789 96,65 0,446 0 0,000 0,000 0,000 0,725
1541 0,000 0 0,145 98,57 0 0 0,000 0,000 0,332 0,527
1556 0,699 0 1,444 96,45 0 0,514 0 0,008 0 0
1507 0,747 0 3,357 95,67 0 0,381 0 0,001 0,107 0
1506 0,781 0 1,959 95,99 0 0,717 0,000 0 0,000 0,303
1505 0,805 0 2,151 95,82 0 0,621 0,000 0,000 0,372 0
1504 0,538 0 2,556 95,42 0,399 0,214 0,000 0,000 0,113 0,156
1557 0 0 3,042 95,74 0 0,547 0 0 0,008 0
1555 1,034 0 1,984 95,54 0 0,57 0 0 0,602 0
1553 0,013 0 1,942 96,03 0 0,581 0 0 0,258 0
1554 1,333 0 2,716 94,28 0 0,811 0 0 0,129 0
1564 0,982 0 2,413 95,25 0,302 0,000 0 0,151 0 0
1563 0 0 1,19 97,59 0,287 0,000 0,001 0,000 0 0
1562 0,889 0 0,413 97,8 0 0,353 0 0,000 0,000 0
Corregidos los numeros 1502, 1564 y 1563
Fe Co NI Cu Zn As Ag Sn Sb
N 18 18 18 18 18 18 18 18 18
Min 0 0 0,145 91,15 0 0 0 0 0
Max 3,468 2,106 3,357 98,57 1,503 0,811 0,001 0,518 0,602
Sum 13,558 2,207 31,346 1727,5 3,595 6,496 0,003 0,680 2,457
Mean 0,753 0,122 1,741 95,972 0,199 0,360 0,000 0,037 0,136
Std. error 0,186 0,116 0,232 0,387 0,086 0,064 93,65E- 0,029 0,038
Variance 0,624 0,245 0,969 2,702 0,134 0,073 15,87E- 0,015 0,026
Stand. dev 0,790 0,495 0,984 1,644 0,367 0,271 0,000 0,124 0,163
Median 0,723 0 1,950 95,905 0 0,397 44,05E- 0,000 0,116
Skewness 2,074 3,555 -0,022 -1,028 2,419 -0,143 2,142 3,170 1,341
Kurtosis 4,934 11,292 -1,436 1,787 5,891 -1,437 4,092 9,158 1,185
Geom. mean 0 0 1,372 95,958 0 0 0 0 0
654
Analizamos a continuación los elementos minoritarios. Para el estudio escogemos
aquellos elementos minoritarios cuyo porcentaje sea lo suficientemente significativo pa-
ra evitar problemas de conteo. Los elementos que han sido escogidos para el estudio
y en los que nos vamos a basar son Fe, Ni, As y Zn.
La variable Ni que como hemos visto anteriormente tiene un mayor recorrido, ofrece
un interesante histograma (gráfico 3). En el vemos claramente la existencia de dos mo-
das que definen ya dos grupos de objetos en cuanto a este elemento. Se ve muy clara-
mente, en la función Kernel de densidad la existencia de estos dos grupos. El primero
con una media de 0,72% y el segundo con una media de 2,40%.
3,6
3,2
2,8
2,4
2
Y
1,6
1,2
0,8
0,4
0
Fe
Ni
As
Zn
655
9
5
Frequency
0
0 0,4 0,8 1,2 1,6 2 2,4 2,8 3,2 3,6 4
4,5
3,5
3
Frequency
2,5
1,5
0,5
0
0 0,4 0,8 1,2 1,6 2 2,4 2,8 3,2 3,6 4
Gráfico 3. Histograma de la variable Ni, en el que se observan dos grupos bien definidos.
656
6,4
5,6
4,8
4
Frequency
3,2
2,4
1,6
0,8
0
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
La variable As, presenta en el histograma (gráfico 4) dos modas muy claras, con
valores entorno a 0,1% y 0,6%.
El programa WESSA, nos permite realizar este tipo de estudio. En el gráfico 7 ob-
servamos la distribución tridimensional de estas variables viendo la existencia de gru-
pos. En el gráfico 8 observamos los histogramas de estas variables y la existencia de
modas lo que indica la existencia de grupos.
657
Shapiro-Wilk W 0,894
p-normal 0,046
Jarque-Bera JB 7,973
p-normal 0,018
Chi^2 2,888
p-normal 0,089
Upr limit: 94,871 95,972 97,074 “+inf”
Obs freq: 2 7 5 4
Exp freq: 4,5 4,5 4,5 4,5
5
Frequency
0
90 91 92 93 94 95 96 97 98 99
En los gráficos de densidad bivariante Kernel observamos que en relación a las va-
riables Fe y Ni, la existencia de dos grupos (gráfico 9). Un valor atípico en el Fe, ya de-
tectado anteriormente y una gran agrupación en torno a un grupo de densidad muy
fuerte. En el gráfico de la variables Ni y As (gráfico 10), los grupos comienzan a definir-
se más claramente. Existen tres grandes grupos con densidades muy elevadas. En el
gráfico de las variables Fe y As (gráfico 11), se observa de nuevo ese valor atípico y la
existencia de un único grupo de densidad.
658
99
98
97
96
Sample values
95
94
93
92
91
90
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
659
Gráfico 8. Histograma de las variables composicionales.
Si bien todos los punzones del nivel A, están comprendidos dentro del grupo de los de
nivel C, observamos claramente como estos punzones son un subconjunto dentro del
conjunto del nivel C. Sin embargo la composición de los puñales es totalmente diferen-
te a la de estos dos conjuntos anteriores, excepto el puñal 1561 que su composición
química se asemeja a ellos. Observamos como el 1502 es totalmente diferente. En
definitiva tenemos tres conjuntos de composiciones químicas, los puñales, excepto el
1561, los punzones y dentro de estos punzones el subconjunto de los punzones del
nivel A.
En definitiva existen tres grupos composicionales diferentes, los puñales, los punzo-
nes del nivel A y los punzones del Nivel C.
660
Gráfico 9. Grafico de densidad Kernel
de la variable Fe y Ni, en la que se observa
la existencia de dos grupos.
661
Gráfico 11. Grafico de densidad Kernel
de las variables Fe, y As.
3,6
1507
3,2
1557
1561
2,8
1554
1504
2,4 1564
1505
2
Ni
1506 1555
1553
1,6
1556
1,2
1563
1560
0,8
15521529
1502
0,4 1562
1541
0
0 0,4 0,8 1,2 1,6 2 2,4 2,8 3,2
Fe
Gráfico 12. Diagrama de dispersión de las variables Fe y Ni, en función de la tipología, punzones y puñales
y de los niveles A y B. En círculo negro punzones nivel C, en cuadrado azul punzones nivel A, en cruz roja
puñales.
662
1
0,9
0,8 1554
1506
0,7
1505
0,6
1553
1555
1557
1560 1556
As
0,5
0,4 1561
1507
1562
0,3
1529
0,2 1504
0,1
0
1541 1502 1552 1563 1564
0,4 0,8 1,2 1,6 2 2,4 2,8 3,2
Ni
Gráfico 13. Diagrama de dispersión de las variables Ni y As, en función de la tipologia, punzones y puñales
y de los niveles A y B. En círculo negro punzones nivel C, en cuadrado azul punzones nivel A, en cruz roja
puñales.
1507
1554
1557
1507
1561
1554
1504
1557 1561
1505 1564
1506 1555 1504 1564
1505
1553 1555
1506
1502
1556
1553
1556
1560
1502 1560
1563
1529 1563
1529
1552
1562 1552
1562
1541 1541
1507
1561
1554 1557
1564
1504
1505
1555
1506
1502
1553
1556
1563
1560
1552
1529
1562
663
1552
1529
1563
1541
1560
1562
1556
1506
1505
1555
1564
1553
1554
1507
1557
1561
1504
1502
0
-0,4
-0,8
-1,2
-1,6
Similarity
-2
-2,4
-2,8
-3,2
-3,6
-4
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
Gráfico 15. Cluster distancia euclídea, donde se observan la formación de dos grandes grupos.
4.2.3. CONCLUSIONES
En estas primeras etapas de utilización del metal, la composición química de los me-
tales es un buen indicador de los diferentes orígenes de los objetos metálicos. La com-
binación del análisis químico junto con análisis estadísticos y matemáticos, permiten
664
1553
1556
1555
1506
1505
1564
1554
1507
1557
1561
1504
1502
1560
1562
1563
1529
1552
1541
0
-0,6
-1,2
-1,8
-2,4
Similarity
-3
-3,6
-4,2
-4,8
-5,4
-6
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
Gráfico 16. Cluster distancia euclídea, método de Ward, donde se observan la formación de dos grandes
grupos y un subgrupo.
identificar conjuntos de objetos con semejante composición química. Todas las pruebas
realizadas son consistentes, es decir arrojan iguales resultados.
El grupo 1 esta compuesto por puñales con los números de inventario 1541, 1552,
1529, 1560, 1502 y los punzones 1563, 1562.
El grupo 2, corresponde al estrato A y esta compuesto por los punzones de tipo Fon-
bouisse números 1563, 1555, 1506, 1505 y el punzón 1556.
665
ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA COMPOSICIÓN PUÑALES GOBAEDERRA
Fe Co Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Pb
N 6 6 6 6 6 6 6 6 6 6
Min 0,000 0 0,145 91,15 0 0 44,05E- 0 0,000 0
Max 3,468 2,106 2,909 98,57 1,503 0,512 0,000 0,518 0,332 0,725
Sum 5,737 2,207 6,179 575,92 2,607 1,187 0,001 0,519 0,867 1,252
Mean 0,956 0,367 1,029 95,986 0,434 0,197 0,000 0,086 0,144 0,208
Std. error 0,521 0,347 0,391 1,091 0,226 0,094 83,35E- 0,086 0,043 0,134
Variance 1,630 0,725 0,920 7,142 0,308 0,053 41,68E- 0,044 0,011 0,108
Stand. dev 1,276 0,851 0,959 2,672 0,555 0,230 0,000 0,211 0,106 0,329
Median 0,421 0,020 0,779 96,625 0,329 0,130 0,000 0,000 0,130 0
Skewness 1,157 1,358 1,104 -0,775 1,022 0,245 0,332 1,360 0,486 0,623
Kurtosis -0,435 -0,087 -0,419 -1,013 -0,597 -2,032 -1,854 -0,083 -0,872 -1,739
Geom. mean 0,246 0 0,730 95,955 0 0 0,000 0 0,060 0
666
ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA COMPOSICIÓN PUNZONES NIVEL C
Fe Co Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Pb
N 7 7 7 7 7 7 7 7 7 7
Min 0 0 0,413 94,28 0 15,05E- 0 0 0 0
Max 1,333 0 3,357 97,8 0,399 0,811 0,000 0,151 0,258 0,156
Sum 4,502 0 16,439 670,19 0,701 2,887 0,000 0,152 0,615 0,156
Mean 0,643 0 2,348 95,741 0,100 0,412 0,000 0,021 0,087 0,022
Std. error 0,187 0 0,364 0,402 0,065 0,099 0,000 0,021 0,035 0,022
Variance 0,247 0 0,931 1,134 0,030 0,069 82,58E- 0,003 0,008 0,003
Stand. dev 0,497 0 0,965 1,065 0,173 0,264 0,000 0,056 0,094 0,058
Median 0,747 0 2,556 95,67 0 0,381 0 0,000 0,107 0
Skewness -0,155 0 -0,936 0,647 0,820 -0,059 1,619 1,619 0,536 1,619
Kurtosis -1,662 0 -0,475 -0,491 -1,394 -1,337 0,795 0,795 -1,196 0,795
Geom. mean 0 0 2,019 95,736 0 0,101 0 0 0 0
BIBLIOGRAFÍA
VALDÉS, L.
(1989) “Los primeros objetos de cobre del País Vasco. Consideraciones a la introducción de la metalurgia”.
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WESSA, P.
(2008) “3-Dimensional Scatterplots (V1.0.4) in Free-Statistics Software (V1.1.23.r-4), for Research Develop-
ment and Education”. Office www.wessa.net
667
menhir de Peña Lacha (Llanos, Galilea 2005), se localizaron dos fragmentos de sílex
al pie del menhir.
No están situados para ser vistos desde lejanas distancias, puesto que algunos de
ellos claramente pudieron haberse situado en zonas prominentes, visibles desde lejos,
con solo trasladar el menhir unos pocos metros. Tampoco es que estén escondidos,
pero no están situados para ser vistos desde lejos.
No creo que estén marcando grandes espacios, zonas territoriales, por la inexac-
titud de tal supuesto. Si que me ha llamado la atención de que varios de ellos estén
sobre la misma línea de división de aguas de la vertiente cantabro-mediterránea, y que
además son los de mayor tamaño, pero sin llegar a entender el significado último de
esta situación.
Varios de los menhires presentan señales de haber sido trabajados, puesto que su
base suele estar perfectamente escuadrada formando ángulos rectos y el extremo dis-
tal trabajado, con una o dos grandes escotaduras formando un extremo superior apun-
tado, asemejándose a un antropomorfo.
668
El histograma presenta una característica que lo hace hasta cierto punto manipula-
ble. Se trata del tema de la elección del recorrido de cada intervalo de la variable. Esta
circunstancia, determina el número de barras que va a tener el histograma y en conse-
cuencia el tipo de figura. En función del número de barras la figura será diferente y en
consecuencia su interpretación también lo será. Este problema no está resuelto todavía
y no existe unanimidad en los investigadores. Existe una regla, la de Sturges, que de-
termina el número de intervalos a escoger en función del tamaño muestral. Así para un
tamaño muestral de 50 el número de intervalos es 6, para 100 el número de intervalos
es 8 y para 500 los intervalos son 10. Otros estudios elevan a 9, 11 y 18 el número de
intervalos respectivamente. En nuestro caso vamos a introducir diferentes números de
intervalos, para observar lo que ocurre. Normalmente cuando se introducen intervalos
largos, escasas barras, la variable tiende a adoptar la distribución Normal. Nosotros
vamos a cambiar el número de esos intervalos intentando observar si se producen
diferentes picos en el histograma, señal de que existen diferentes modas, señal de que
existen diferentes tipos.
Para una mejor interpretación y estudio de los histogramas se necesita redefinir esos
intervalos en una función continua, función de densidad Kernel o núcleo, lo que permi-
te superar las dificultades de los histogramas en cuanto a su naturaleza discontinua, y
su mejor manejo matemático.
PAST puede realizar un estudio estadístico muy interesante que se le conoce con el
nombre de “Mixture”. Trata de localizar diferentes distribuciones de probabilidad mezcla-
das en una misma distribución. Si en una distribución de frecuencias, en un histograma,
tenemos varias modas, posiblemente estemos ante un caso de varias distribuciones.
Las variables que vamos a utilizar son las básicas de altura, anchura y espesor, y sus
ratios altura/anchura, anchura/espesor y altura/espesor (tabla 1).
669
DENOMINACION ALTURA ANCHURA ESPESOR ALTUR/ANC ANCH/ESPE ALTU/ESPE
PEÑA LACHA 3,75 3,25 0,56 1,153 5,803 6,696
El GUSTAL 3,7 0,8 0,2 4,625 4 18,5
EL CASTRILLO 2,8 1,1 0,3 2,545 3,666 9,333
MUGARRILUZE 2,7 1,33 0,2 2,030 6,65 13,5
MUGARRIAUNDI 5,4 1,2 0,4 4,5 3 13,5
URKITZA 2,65 0,84 0,37 3,154 2,270 7,162
AKARTE 4,8 2 0,3 2,4 6,666 16
ITAIDA 3,1 0,8 0,8 3,875 1 3,875
GUARAN 2,4 2 0,8 1,2 2,5 3
MAJADA 2,4 2 0,3 1,2 6,666 8
ATAU 2 0,4 0,4 5 1 5
ATAU II 2,5 1,4 0,19 1,785 7,368 13,157
KAPITARTE 2,1 0,9 0,3 2,333 3 7
MENDILUZE ESTE 3,5 0,9 0,3 3,888 3 11,666
MENDILUZE OESTE 4,4 2,8 0,36 1,571 7,777 12,222
EL MOJON DEL REY 2,65 0,4 0,4 6,625 1 6,625
ARLOBI 4,8 0,6 0,6 8 1 8
PAGOZARRETA ESTE 3,4 1,2 0,6 2,833 2 5,666
PAGOZARRTA OESTE 3,3 1,3 0,2 2,538 6,5 16,5
EL GIZON 2,4 0,7 0,36 3,428 1,944 6,666
TOLOÑO 2,7 2 0,5 1,35 4 5,4
BAYO 1 2,77 1,74 0,18 1,591 9,666 15,388
BAYO 2 4,98 1,78 0,25 2,797 7,12 19,92
AKARTE 2 2,2 0,99 0,17 2,222 5,823 12,941
LOS MENHIRES EN PIE LES HE SUMADO 0,40 METROS POR LA PARTE ENTERRADA.
Tabla 1
PRINCIPALES ESTADÍSTICOS
Altura Anchura Espesor
N 24 24 24
Min 2 0,4 0,17
Max 5,4 3,25 0,8
Sum 77,4 32,43 9,04
Mean 3,225 1,351 0,376
Std. error 0,203 0,147 0,037
Variance 0,989 0,523 0,033
Stand. dev 0,994 0,723 0,182
Median 2,785 1,2 0,33
Skewness 0,768 0,876 0,950
Kurtosis -0,734 0,140 -0,041
Geom. mean 3,092 1,177 0,339
Tabla 2
670
En primer lugar realizamos un análisis descriptivo de las tres variables, obteniendo
su media, varianza, desviación típica, mediana, apuntamientos y curtosis (tabla 2).
El primero formado por los menhires de Mugarriaundi, Akarte, Arlobi, Bayo II y Men-
diluze Oeste. El segundo formado por Itaida, Mendiluze Este, Pagozarreta Este, Pago-
zarreta Oeste, El Gustal y Peña Lacha. El tercer grupo por el resto de menhires. Veri-
ficándose de esta manera la existencia de tres grupos de menhires en función de su
altura.
Con las tres variables originales altura, anchura y espesor realizamos un gráfico 3D,
al objeto de visualizar el agrupamiento, si existiera, en relación a las dimensiones. En el
gráfico 3 observamos la existencia de estos tres grupos de menhires. Presentamos una
7,2
6,4
5,6
4,8
Frequency
3,2
2,4
1,6
0,8
0
0 0,6 1,2 1,8 2,4 3 3,6 4,2 4,8 5,4 6
671
KAPITARTE
CASTRILLO
MUGAUNDI
RIPARASA
MUGLUZE
PAGOZ O
AKARTE II
PAGOZ E
MENDI E
P.LACHA
URKITZA
GUARAN
MENDI O
MAJADA
GUSTAL
AKARTE
BAYO II
ATAU II
ARLOBI
BAYO I
MOJON
ITAIDA
GIZON
ATAU
0
-0,3
-0,6
-0,9
-1,2
Similarity
-1,5
-1,8
-2,1
-2,4
-2,7
-3
0 2,5 5 7,5 10 12,5 15 17,5 20 22,5
Gráfico 2. Cluster con distancia euclídea de la variable altura donde se observa la existencia de tres grupos.
perspectiva del gráfico. En el estudio original gracias a las facilidades del programa PAST,
hemos podido observar mejor a estas tres variables en el espacio tridimensional, ya
que el programa ofrece la posibilidad de rotar los ejes, ofreciendo una visión de los gru-
pos que se forman.
672
podemos realizar una segunda prueba que es la del grafico Q-Q’. Observamos de igual
manera (gráfico 4) como los puntos están bastante alejados de la recta de distribución
Normal, indicando que las alturas no siguen una distribución Normal.
Shapiro-Wilk W 0,890
p-normal 0,013
Jarque-Bera JB 2,968
p-normal 0,226
Chi^2 0,666
p-normal 0,414
Upr limit: 2,558 3,225 3,891 “+inf”
Obs freq: 7 7 5 5
Exp freq: 6 6 6 6
Tabla 3
P .LACHA
M E NDI O
GUAR AN AKAR TE
R IP AR AS A
B AYO 2
M AJ ADA
B AYO 1
M UGAUNDI
P AGO E
ATAU 2 P AGO O
M UGLUZE
ITAIDA
CAS TR ILLO
M E NDI E AR LOB I
AKAR UR KITZA
KAP ITAR TE TE GUS TAL
GIZON
M OJ ON
ATAU
673
5,5
4,5
4
Sample values
3,5
2,5
1,5
1
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
Gráfico 4. Prueba de normalidad Q-Q´. La variable altura no se distribuye normalmente debido a la existencia
de grupos.
674
6,4
5,6
4,8
4
Frequency
3,2
2,4
1,6
0,8
0
0 0,6 1,2 1,8 2,4 3 3,6 4,2 4,8 5,4
van la formación de los grupos (gráfico 7). Unos histogramas con las tres variables.
En el histograma espesor observamos la existencia de tres grupos. En el histograma
anchura observamos la existencia de dos grupos y en el histograma altura la existencia
de dos grupos (gráfico 8).
675
8
5
Frequency
0
0 0,6 1,2 1,8 2,4 3 3,6 4,2 4,8 5,4
676
Gráfico 8.a. Histograma de la variable altura. b. Histograma de la variable anchura. c. Histograma de la va-
riable espesor
tangular, Triangular, Bipeso, Coseno, Optcoseno (gráficos 10 a, b, c). En todos estos su-
puestos, observamos la existencia de dos puntas, motivadas por la existencia de dos
modas diferentes, como consecuencia de existir dos tipos diferenciados de esta relación
anchura y espesor.
677
Gráfico 9.b. Función de densidad Kernel.
Variables anchura y espesor.
Si analizamos las tres variables, obtenemos como resultado una serie de gráficos que
vamos a pasar a comentar. En el primero (gráficos 11 a, b, c) tenemos la representación
tridimensional de estas variables, observando el agrupamiento de algunos ejemplares. En
el gráfico 9 observamos como las variables alto/espesor no definen ningún grupo espe-
cifico. En cambio la variable ancho/espesor si define al menos dos grupos perfecta-
mente diferenciados, y como la variable alto/ancho define al menos dos grupos.
678
Gráfico 10 a. Función de densidad Kernel.
Modelo Rectangular.
679
A continuación en los planos de densidad Kernel bivariante y en relación a las varia-
bles alto/ancho y ancho/espesor, observamos la existencia de dos núcleos de densidad
perfectamente definidos y un par de individuos que forman otros núcleos alejados de
los dos principales. En el gráfico ancho/espesor y alto/espesor comprobamos la exis-
tencia de tres núcleos. El primero entorno a la relación ancho/espesor 2 y alto/espesor
6. El segundo muy débil en la relación ancho/espesor 5 y alto/espesor 6. El tercer nú-
cleo se forma en la relación ancho/espesor 7 y alto/espesor 15. El tercer plano de densi-
dad Kernel muestra dos núcleos de densidad en la relación alto/ancho de 3 y alto/espe-
sor 7. El segundo núcleo se centra en la relación alto/ancho de 2 y alto/espesor de 2.
Existiendo dos ejemplares que parecen conformar un nuevo núcleo en la relación alto/
ancho de 6 a 8 y alto/espesor de 7 a 10.
Resumiendo las dimensiones y las relaciones entre ellas y según los análisis efectua-
dos anteriormente podemos concluir que existen tres tipos de monolitos o menhires:
1º. Un primer grupo constituido por: un primer subgrupo que comprende los menhi-
res de Atau, Kapitarte y Akarte II. Un segundo subgrupo formado por los menhires de
El Castrillo, Bayo 1, Mugarriluze, Riparasa, Urkitza, El Mojón del Rey. Y un tercer sub-
grupo constituido por los menhires de Guaran, La Majada, El Gizon y Atau II, cuya altu-
ra media es de 2,51 metros.
2º. Un segundo grupo constituido por los menhires de Itaida, Mendiluze Este, Pago-
zarreta Este, Pagozarreta Oeste, El Gustal y Peña Lacha y cuya altura media es de 3,5
metros
3º. El constituido por los menhires de Mugarriaundi, Akarte, Arlobi, Bayo II y Mendi-
luze Este. La altura de este grupo es de 4,87metros.
680
Gráfico 11 b. Gráfico 3D de las variables
altura, anchura y espesor. Otra perspectiva.
681
BIBLIOGRAFÍA
GALILEA, F.
(2008) “Dólmenes clásicos alaveses”. En prensa.
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(1983) “Estudio de los Menhires de Euskal Herria”. Munibe 35, pp. 355-450. San Sebastián.
WESSA, P.
(2009) “Free Statistics Software, Office for Research Development and Education,
version 1.1.23-r3”, URL http://www.wessa.net/
1. INTRODUCCIÓN
Este trabajo es parte de uno general, que con el título de Estadística aplicada a la
Arqueología, fue objeto de una beca por la Caja de Ahorros Provincial de Álava, en el
año 1983.
Desde esta fecha muchas han sido las transformaciones que han sufrido la investi-
gación y la arqueología en particular. En esa fecha los ordenadores eran objetos muy
raros y de difícil acceso. Hoy en cambio su generalización y facilidad de utilización en
forma de programas facilitan y amplían las posibilidades existentes en aquellos años.
Sin embargo nos ha movido la publicación de este artículo una necesidad que
existía entonces y que sigue presente en la actualidad. La interpretación no sólo de los
resultados que se obtienen sino también del procedimiento que se sigue. Saber en todo
momento que significa lo que estamos haciendo y el porqué. El conocimiento exacto
de lo que estamos haciendo desde su planteamiento inicial, su desarrollo y cálculo
hasta sus resultados con sus interpretaciones, y sus restricciones en caso de que las
hubiera.
682
la causa de los mismos. A partir de los mismos, realiza inferencias e intenta extrapolar
situaciones cuantitativas y formular predicciones.
a.- Estadística descriptiva, se limita a ordenar y analizar los datos en su estado puro
y a definirlos utilizando métodos numéricos o gráficos
Los datos que analizan, presentan unas características propias, que se denominan
variables. Las variables pueden ser de dos tipos: cuantitativas que son las numéricas o
cualitativas, que son las descriptivas.
Como primer paso en todo estudio estadístico obtendremos los datos, que son
los valores que toman las variables que vamos a analizar y procederemos al análisis
descriptivo de los mismos. Es lo que se conoce como Estadística descriptiva. Si los datos
son de tipo numérico, podemos representarlas gráficamente y analizarlas mediante dos
tipos de medidas. Estas medidas son:
683
a.- Medidas de tendencia central. Como son, la media que es la suma de todos los
valores divididos entre el número de ellos; la mediana que es el dato equidistante de
los extremos y la moda que es el dato o valor que más se repite.
b.- Medidas de dispersión, que miden la variabilidad o distancia que presentan to-
dos los datos con relación a su media. Estas medidas son la varianza que es la media
de los cuadrados de las diferencias entre cada valor de la variable y su media aritmética
y la desviación típica que es la raíz cuadrada de la varianza. Otras medidas de disper-
sión son el coeficiente de variación y los diferentes cuartiles y percentiles.
Cuando la distribución de las variables que estamos comparando sigue una dis-
tribución Normal utilizamos los tests denominados paramétricos y si no cumple esa
condición de Normalidad utilizamos los tests no paramétricos o de distribución libre.
Las pruebas no paramétricas son menos potentes, pero más exigentes al rechazar la
hipótesis nula y por tanto tienen menos posibilidades de acertar cuando no la rechazan
(más posibilidades de cometer un error tipo Beta). Para aumentar la potencia de una
prueba debemos aumentar n, el tamaño muestral. De esta forma para aumentar la
potencia de una prueba no paramétrica bastaría con aumentar el tamaño muestral. La
prueba de la χ2 de Pearson es una prueba no paramétrica por que no influye el tipo de
distribución de la población de la que procede.
HIPÓTESIS
Verdadera Falsa
DECISIÓN Aceptar Ho correcto Error tipo II
Rechazar Ho Error tipo I Correcto
684
según el nivel Alfa que determinemos. La probabilidad de cometer un error de tipo II
(Aceptar la hipótesis nula siendo falsa) depende de la media poblacional y del tamaño
de la muestra.
5. TEST DE LA χ2 DE PEARSON
Karl Pearson fue un famoso matemático inglés de finales del XIX y principios del
XX. Este test fue aplicado por primera vez en el año 1911, aunque sus orígenes son
muy anteriores por que se basan en estudios realizados en el siglo XVIII, referentes a
problemas relacionados con el juego al que eran muy aficionada la nobleza europea.
De esta ecuación se desprende que el estadístico valdrá cero, es decir las varia-
bles serán totalmente independientes, cuando el numerador valga cero y esto ocurrirá
cuando las frecuencias observadas sean iguales a las frecuencias esperadas, que es
cuando su diferencia es cero. En resumen cuando lo observado sea igual a lo teórico
ambas observaciones son iguales, su diferencia es cero y el estadístico valdrá cero.
El estadístico será tanto mayor cuanto mayor sean las diferencias entre frecuencias
observadas y teóricas, diferencia que será tanto mayor cuanto mayor sea la relación
entre las variables.
Para que esta prueba pueda realizarse deben cumplirse dos condiciones. La prime-
ra es que las frecuencias esperadas no sean demasiado pequeñas, situándose el límite
en 5 y la segunda, que el límite de casillas que sean inferiores a 5 no supongan más
del 20% del total de casillas de la tabla de contingencia. Si la tabla de contingencia es
de 2 x 2 ninguna casilla puede tener frecuencias esperadas menores a 5. Cuando esto
sucede se recurre a la denominada PRUEBA EXACTA DE FISHER.
La base en la que subyace este test es muy sencilla y fuerte. Dice que obviamente
cuanto mayor sean las diferencias, mayor probabilidad hay de que las variables sean
independientes. Es decir compara los datos obtenidos con los que deberían ser según
la probabilidad y si esa diferencia es superior a una cantidad hallada por Pearson, y
que nosotros obtenemos de una tabla, se dice que la diferencia es significativa con un
determinado grado de probabilidad.
685
En datos pareados que pueden representarse en un eje cartesiano esta diferencia
viene definida por la distancia entre los dos puntos y que se mide calculando la hipo-
tenusa de los dos pares de datos. En variables cualitativas su cálculo lo vamos a ver a
continuación.
5.1. INTRODUCCIÓN
Sabemos que la probabilidad de que salga cara es del 50% y cruz el 50%. Según
esta distribución de probabilidad teórica, al lanzar 100 veces la moneda tendría que
haber salido:
- Cara: 50% sobre 100 es decir 50 caras
- Cruz: 50% sobre 100 es decir 50 cruces
Los grados de libertad de esta tabla son (2-1) = 1 g.l. Si miramos en la tabla el valor
del estadístico del 95% con 1 g.l. obtenemos el valor de 3,84. El valor obtenido 16 es
superior al valor teórico de 3,84. Interpretamos que esa diferencia es lo suficientemente
elevada, es decir significativa, para que pueda deberse al azar.
1.- Grados de libertad, número de datos independientes que pueden variar en una
tabla, fijados los sumandos parciales de filas y columnas. La forma de cálculo es muy
sencilla basta multiplicar el número de filas menos uno por el de columnas menos uno,
(f-1) (c-1).
686
2.- Nivel de confianza. Concepto relacionado con el establecimiento de la hipótesis
nula y que fija arbitrariamente el investigador. Normalmente se establecen los estudios
con probabilidad del 95%. Aunque en determinadas circunstancias y cuando se preten-
de tener mayor seguridad, se puede subir al 99% o incluso al 99,5%. Bajo la hipótesis
nula se sabe que los valores de χ2 se distribuyen según una distribución conocida
como JI-CUADRADO. Si la hipótesis nula fuese cierta el valor obtenido estaría dentro
del máximo valor de esta distribución JI-CUADRADO.
1.- Una vez calculados los grados de libertad nos situamos en la fila respectiva.
3.- La intersección de los grados de libertad con la probabilidad nos da una cifra que
es el valor del estadístico χ2 y que nos servirá de comparación con el que hayamos
obtenido. En nuestro caso hemos hablado de 1 g.l. y 95% de probabilidad por lo que el
valor del estadístico es 3,84.
Observamos que a medida que aumentan los grados de libertad el estadístico sube
su cifra indicándonos que se nos permite una mayor cantidad para aceptar la hipótesis
nula de independencia de las variables. De la misma manera al aumentar el valor de
aceptación de la hipótesis nula aumenta el valor del estadístico χ2.
χ2 = E (Fo-Fe)^2/Fe
687
Donde O son las frecuencias observadas, E son las frecuencias teóricas o espera-
das
Lo que se valora es si la suma de las proporciones de las diferencias entre los valo-
res observados y los esperados, elevados al cuadrado para quitar el signo, y dividido
entre el valor esperado, supera en razón de los grados de libertad y del nivel de con-
fianza exigido en la prueba, al valor en tablas.
1.- Obtener la tabla de valores teóricos o esperados. Cada casilla se obtiene multi-
plicando el total de su fila por el total de su columna dividido por el número de individuos
o total general. Obtendríamos la siguiente tabla:
2.- Una vez obtenida la tabla de valores teóricos calculamos el estadístico χ2 para
cada una de las celdas. Hemos visto que este estadístico se calcula aplicando la
siguiente formula: (Eo –Et)^2/Et.
χ2 = 222,18
688
Repasando estos cálculos intermedios vemos que lo que estamos calculando es
una proporción entre una diferencia de dos valores (Observados-Teóricos) elevados al
cuadrado para eliminar el signo, ya que en el análisis de la χ2 la diferencia es la misma
sea del signo que sea. Y este resultado en proporción al valor teórico.
Observamos que cuanto mayor es el valor del estadístico obtenido la hipótesis nula
de independencia de las variables es más difícil de asumir.
Un resumen de lo calculado hasta ahora nos ayuda a comprender mejor las opera-
ciones efectuadas y el sentido de las mismas.
En la casilla color pelo rubio y color ojos claro el valor observado que era de 155 hay
que compararlo con el valor esperado (en verde) que ha dado como resultado 75,85
diferencia muy grande y que proporciona un valor de χ2 muy elevado (en rojo) 82,59.
En la casilla color pelo moreno y color ojos claro obtenemos también un valor esperado
muy diferente al observado y un valor de χ2 elevado.
5.3. REQUERIMIENTOS
689
Esta corrección hace disminuir las diferencias provocando un valor χ2 ligeramente
más pequeño con lo que hace que el estadístico sea más fuerte.
Para la correcta utilización del análisis de la χ2 son necesarios dos requisitos que
hacen referencia al tamaño muestral:
Una alternativa al test exacto de Fisher seria agrupar las filas o las columnas que
contuvieran los valores esperados inferiores a 5 con las contiguas. Se pierde algo de
información pero se podría aplicar el test de χ2.
- Coeficiente de contingencia:
Los estadísticos que miden la fuerza de asociación son entre otros los siguientes:
Reducción absoluta del riesgo (RAR), la reducción relativa del riesgo (RRR), el riesgo
relativo (RR), el Odds ratio (OR).
690
que su valor esperado es menor que 5 o alternativamente que el valor esperado de al
menos un 20% de ellas también es inferior a 5.
El test exacto de Fisher cuantifica la probabilidad asociada a cada una de las tablas
de contingencia que se pueden formar manteniendo los mismos totales parciales en
filas y columnas que los de la tabla original. Es decir hay que realizar tantas tablas como
posibilidades haya, manteniendo fijos los totales de filas y columnas de la tabla original.
En cada una de estas tablas mantenemos la hipótesis original de independencia de las
dos variables que estamos contrastando.
P= (a+b)!(c+d)!(a+c)!(b+d)!/ n!a!b!c!d!
La probabilidad calculada según la formula anterior debe hacerse para cada una de
las tablas que hayamos formado. Posteriormente todas estas probabilidades se utilizan
para calcular el valor P asociado al test exacto de Fisher. Este valor de P indicará la
probabilidad de obtener una diferencia mayor o igual a la observada bajo la hipótesis
nula de independencia entre las variables. Si esta probabilidad es baja (p<0,05) re-
chazaremos la hipótesis nula y deberemos asumir que las dos variables están estadís-
ticamente relacionadas.
Existen dos procedimientos para el cálculo del valor del P asociado al test exacto de
Fisher. El primero se calcula sumando exclusivamente las probabilidades de aquellas
tablas cuya probabilidad individual sea menor o igual a la correspondiente tabla original.
El segundo procedimiento consiste en sumar las probabilidades asociadas a resultados
al menos superiores a la hipótesis alternativa. Este cálculo proporciona el valor de P
correspondiente al test en el caso de un planteamiento de unilateral o de una cola. Du-
plicando el valor obtendremos el valor de P para una prueba bilateral o de dos colas.
691
VALORES OBSERVADOS Color pelo
Rubio Moreno Total
Color ojos Claro 1 4 5
Oscuro 7 2 9
Total 8 6 14
Observamos como los valores con los que trabajamos son pequeños y haciendo el
cálculo de los valores esperados comprobamos como varios de ellos son inferiores a
5 con lo cual no podemos efectuar el análisis de χ2, sino que se debe aplicar el test
exacto de Fisher.
Veamos siguiendo el ejemplo el funcionamiento, para ello la celda que vamos a fijar
va a ser siempre la “a”. Esta celda va a variar entre 0 y 5 que es máximo de la 1ª fila.
1ª Combinación:
0 5 5
8 1 9
8 6 14
2ª Combinación:
1 4 5
7 2 9
8 6 14
3ª Combinación:
2 3 5
6 3 9
8 6 14
4ª Combinación:
3 2 5
5 4 9
8 6 14
692
5ª Combinación:
4 1 5
4 5 9
8 6 14
6ª Combinación:
5 0 5
3 6 9
8 6 14
Para cada una de estas tablas hemos calculado según la expresión anteriormente
indicada los valores parciales de cada P.
a b c d P
1 combinación 0 5 8 1 0,0030
2 1 4 7 2 0,0599
3 2 3 6 3 0,2797
4 3 2 5 4 0,4196
5 4 1 4 5 0,2098
6 5 0 3 6 0,0280
Hemos visto diferentes estadísticos que miden la relación entre dos variables. Pero
sucede a menudo que alguna de estas variables puede estar influida por otra variable.
Es en estos casos cuando debemos proceder a efectuar tipos de tests que estén de
acuerdo con esta problemática.
693
SEXO
MACHO HEMBRA
NIVEL I DOMESTICO a b
SALVAJE c d
NIVEL II DOMESTICO e f
SALVAJE g h
Una vez rechazada la hipótesis de independencia y viendo que las variables están
relacionadas interesa saber el grado de relación entre las variables. Para ello podemos
estimar el riesgo (odds-ratio) común para todas las variables. Esta estimación común
solo tiene sentido si la relación detectada es homogénea en todos los estratos. Esta re-
lación de homogeneidad de todos los estratos puede contrastarse utilizando diferentes
estadísticos.
La existencia en la red de múltiples programas libres hace viable lo que hasta hace
pocos años llevaba un esfuerzo importante en tiempo y en conocimientos, perdiendo
(gastando seria la palabra más exacta) el escaso tiempo de que disponemos en cálculos
matemáticos que no aportan nada a la investigación que estamos realizando.
694
Por ellos nos vamos a servir de programas libres de la red para el estudio de nuestros
casos. Estos se encuentran en:
www. Schnoodles.com/cgi-bin/weeb_chi.cgi
Los datos faunísticos fueron publicados por J. Altuna en diferentes estudios (Altuna,
1975), (Altuna, 1978) y (Altuna, 1980).
HENAYO
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
NIVEL III 328 448 224 9 1009
NIVEL II 360 460 384 6 1210
Total 688 908 608 15 2219
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 26.3616726152924
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
HENAYO
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
NIVEL III 328 448 224 9 1009
NIVEL II 360 460 384 6 1210
Total 688 908 608 15 2219
695
>> E = (1009 x 688) / 2219 = 312.840018026138
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((328 - 312.840018026138) **2) /
312.840018026138
>> Chi-square = 0.734640839422986
>>Total chi-square now = 0.734640839422986
696
375.159981973862
>> Chi-square = 0.612605460312225
>>Total chi-square now = 14.9873796218732
697
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 26.3616726152924
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
Si observamos en el detalle del cálculo vemos que los valores más altos de χ2 los
obtenemos en el nivel III con “sus”con un valor de 9,95 y en el nivel II con “sus” por 8,30
lo que suman un total de 18,25 sobre un total valor de χ2 de 26,36.
BERBEIA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
NIVEL V - IV 107 57 24 2 190
NIVEL II - III 527 245 183 36 991
Total 634 302 207 38 1181
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 8.42378003647522
p is less than or equal to 0.05.
The distribution is significant.
698
BERBEIA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
NIVEL V - IV 107 57 24 2 190
NIVEL II - III 527 245 183 36 991
Total 634 302 207 38 1181
699
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (190 x 38) / 1181 = 6.11346316680779
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((2 - 6.11346316680779) **2) /
6.11346316680779
>> Chi-square = 2.76775679561665
>>Total chi-square now = 7.06855716862569
700
31.8865368331922
>> Chi-square = 0.530649637908339
>>Total chi-square now = 8.42378003647522
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 8.42378003647522
p is less than or equal to 0.05.
The distribution is significant.
Observando los resultados internos vemos que los valores superiores parciales de
X los obtenemos para los valores “sus” y “varios” del nivel V y IV.
LA HOYA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
INDOEUROPEO 702 621 376 273 1972
CELTIBÉRICOS 2129 1362 1032 401 4924
Total 2831 1983 1408 674 6896
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 76.4743473027586
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
701
LA HOYA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
INDOEUROPEO 702 621 376 273 1972
CELTIBÉRICOS 2129 1362 1032 401 4924
Total 2831 1983 1408 674 6896
702
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (1972 x 674) / 6896 = 192.738979118329
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((273 - 192.738979118329) **2) /
192.738979118329
>> Chi-square = 33.4225671549971
>>Total chi-square now = 54.6055229290579
703
481.261020881671
>> Chi-square = 13.3853173090281
>>Total chi-square now = 76.4743473027586
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 76.4743473027586
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
HENAYO / BERBEIA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
HENAYO 688 908 608 15 2219
BERBEIA 634 302 207 38 1181
Total 1322 1210 815 53 3400
704
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 216.249698400714
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
HENAYO / BERBEIA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
HENAYO 688 908 608 15 2219
BERBEIA 634 302 207 38 1181
Total 1322 1210 815 53 3400
705
>>Processing row 1, column 4 ...
>> Observed value (O) = 15
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (2219 x 53) / 3400 = 34.5902941176471
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((15 - 34.5902941176471) **2) /
34.5902941176471
>> Chi-square = 11.0950089730553
>>Total chi-square now = 75.1149687680126
706
>> Chi-square = ((38 - 18.4097058823529) **2) /
18.4097058823529
>> Chi-square = 20.8465917961133
>>Total chi-square now = 216.249698400714
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 216.249698400714
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
Los valores internos de χ2 en todas las celdas superan individualmente cada uno de
ellos al valor global del estadístico y ampliamente en casi todos los casos. Por lo cual
podemos concluir que la alimentación en estos dos castros es totalmente diferente.
HENAYO / LA HOYA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
HENAYO 688 908 608 15 2219
LA HOYA. INDO 702 621 376 273 1972
Total 1390 1529 984 288 4191
707
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 326.412978259202
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
HENAYO / LA HOYA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
HENAYO 688 908 608 15 2219
LA HOYA. INDO 702 621 376 273 1972
Total 1390 1529 984 288 4191
708
>> Chi-square = 14.5291262515189
>>Total chi-square now = 29.625486400652
709
>>Processing row 2, column 4 ...
>> Observed value (O) = 273
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (1972 x 288) / 4191 = 135.513242662849
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((273 - 135.513242662849) **2) /
135.513242662849
>> Chi-square = 139.48901282005
>>Total chi-square now = 326.412978259202
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 326.412978259202
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
Si observamos los valores de cada una de las celdas vemos que en la mayoría de
ellas el valor de χ2 individual supera al del estadístico, siendo las columnas de varios
las que proporcionan los mayores valores, concretamente 124 y 139. La diferencia
entre ambos yacimientos en cuanto a la alimentación se obtiene en el valor “varios”.
BERBEIA / LA HOYA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
BERBEIA 634 302 207 38 1181
LA HOYA. INDO 702 621 376 273 1972
Total 1336 923 583 311 3153
710
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 151.35960299436
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
BERBEIA / LA HOYA
BOS OVIS+CAPRA SUS VARIOS Total
BERBEIA 634 302 207 38 1181
LA HOYA. INDO 702 621 376 273 1972
Total 1336 923 583 311 3153
711
>>Processing row 1, column 4 ...
>> Observed value (O) = 38
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (1181 x 311) / 3153 = 116.489375198224
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((38 - 116.489375198224) **2) /
116.489375198224
>> Chi-square = 52.8853554972239
>>Total chi-square now = 94.6657586758256
712
>> Chi-square = 31.6722134088344
>>Total chi-square now = 151.35960299436
Degrees of freedom: 3
Chi-square = 151.35960299436
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
Los valores internos de la tabla de contingencia nos muestran que las mayores di-
ferencias se obtienen en las celdas “berbeia- bos”, “berbeia- varios” y “la hoya-varios”.
Degrees of freedom: 6
Chi-square = 608.902857160652
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
713
>>Degrees of freedom (df) = (rows - 1) x (columns - 1)
>> df = (3-1) x (4-1) = 6
714
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (1451 x 2024) / 5642 = 520.528890464374
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((634 - 520.528890464374) **2) /
520.528890464374
>> Chi-square = 24.7357888008085
>>Total chi-square now = 335.368168458405
715
>>Processing row 3, column 2 ...
>> Observed value (O) = 621
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (1972 x 1831) / 5642 = 639.973768167317
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((621 - 639.973768167317) **2) /
639.973768167317
>> Chi-square = 0.562529116619906
>>Total chi-square now = 584.919443996031
Degrees of freedom: 6
Chi-square = 608.902857160652
p is less than or equal to 0.001.
The distribution is significant.
716
El valor obtenido de χ2 en la tabla es de 608,90 con 4 grados de libertad que
comparando con el valor en tabla para estos tres grados de libertad que es de 12,59 nos
da una diferencia altamente significativa, con un valor p asociado superior a 0,001.
En cada una de las celdas el valor de χ2 asociado es superior al valor total de χ2,
destacando las celdas “henayo-varios” y “berbeia-varios”. Concluiremos que la alimen-
tación en estos tres yacimientos es totalmente diferente, con niveles de significación
superiores a 0,001 generalmente.
LARRENKE
R P MD1-MD2 MD3-MD4 FR D3 D Total
LARRENKE SUR 50 5 53 59 11 72 20 270
LARRENKE NORTE 27 11 73 76 8 72 16 283
Total 77 16 126 135 19 144 36 553
Degrees of freedom: 6
Chi-square = 15.0563172644612
p is less than or equal to 0.025.
The distribution is significant.
LARRENKE
R P MD1-MD2 MD3-MD4 FR D3 D Total
LARRENKE SUR 50 5 53 59 11 72 20 270
LARRENKE NORTE 27 11 73 76 8 72 16 283
Total 77 16 126 135 19 144 36 553
717
37.5949367088608
>> Chi-square = 4.09325320717726
>>Total chi-square now = 4.09325320717726
718
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (270 x 144) / 553 = 70.3074141048825
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((72 - 70.3074141048825) **2) /
70.3074141048825
>> Chi-square = 0.0407474382157929
>>Total chi-square now = 7.37107644765722
719
>>Processing row 2, column 4 ...
>> Observed value (O) = 76
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (283 x 135) / 553 = 69.0867992766727
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((76 - 69.0867992766727) **2) /
69.0867992766727
>> Chi-square = 0.691772447723604
>>Total chi-square now = 14.3932954466733
720
Degrees of freedom: 6
Chi-square = 15.0563172644612
p is less than or equal to 0.025.
The distribution is significant.
En este estudio su autor (Alday, 1987) relaciona la tipología de las cuentas con el
tipo de material en la que están realizadas.
Degrees of freedom: 6
Chi-square = 16.8428341851558
p is less than or equal to 0.01.
The distribution is significant.
721
>>Processing row 1, column 1 ...
>> Observed value (O) = 23
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (51 x 68) / 169 = 20.5207100591716
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((23 - 20.5207100591716) **2) /
20.5207100591716
>> Chi-square = 0.299545122608737
>>Total chi-square now = 0.299545122608737
722
>> Chi-square = ((45 - 42.2485207100592) **2) /
42.2485207100592
>> Chi-square = 0.179192978966734
>>Total chi-square now = 1.19950594254414
723
>> Expected value (E) = (row total x column total) / grand total
>> E = (13 x 73) / 169 = 5.61538461538461
>> Chi-square = (O - E)squared / E
>> Chi-square = ((12 - 5.61538461538461) **2) /
5.61538461538461
>> Chi-square = 7.25922023182297
>>Total chi-square now = 15.3889880313097
Degrees of freedom: 6
Chi-square = 16.8428341851558
p is less than or equal to 0.01.
The distribution is significant.
Si observamos el desarrollo de cada celda vemos que en tres de ellas los valores es-
perados son inferiores a 5. Como el 20 % de 12 celdas es 2,4, estaríamos en el supuesto
de no aplicación del análisis de χ2 tal como está explicado anteriormente. Sin embargo
la diferencia es sumamente pequeña y el porcentaje del 20 % no es en ningún caso un
724
porcentaje exacto. A pesar de estas razones vamos a realizar el análisis de χ2 normal.
El valor de χ2 de 16,84 se obtiene principalmente de la relación en las casillas “hueso-
disco” y en la casilla “hueso-tonel” que aportan conjuntamente 12,48 del total.
El estadístico nos dice que estas variables están correlacionadas a un alto nivel de
significación. El autor llega a igual conclusión al afirmar “las diferencias establecidas
entre los grupos no se deben en ningún caso al azar. Hay una ruptura profunda entre
materia y forma”.
BIBLIOGRAFÍA
ALDAY, A.
(1987) “Los elementos de adorno personal y artes menores en los monumentos megalíticos del Pais Vasco
meridional”. Estudios de Arqueología Alavesa. Tomo 15. Vitoria-Gasteiz.
ALTUNA, J.
(1975) “Fauna de mamíferos del castro del Castillo de Henayo. Álava”. Estudios de Arqueología Alavesa.
Tomo 8. Vitoria-Gasteiz
(1978) “Restos óseos de Castro de Berbeia (Barrio. Álava)”. Estudios de Arqueología Alavesa. Tomo 9.
Vitoria-Gasteiz.
(1980) “Historia de la domesticación animal en el País Vasco desde sus orígenes hasta la romanización”.
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FERREIRA, A.; GIL, E.; LOBO, P.; ORTIZ, L.; TARRIÑO, A.; TARRIÑO, J. M.; VIVANCO, J. J.
(1983) “El núcleo de poblamiento postpaleolítico de Larrenke (Mijancas-Santurde)”. Estudios de Arqueología
Alavesa. Tomo 11. Vitoria-Gasteiz.
LLANOS, A.
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(1975b) “Excavaciones en el poblado de la Edad del Hierro de “La Hoya”, Laguardia (Alava)”. XIII Congreso
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(1976) “Un ejemplo de hábitat prerromano en el Alto Ebro. El poblado de La Hoya (Laguardia, Álava)”. Sym-
posium de Ciudades Augusteas II. pp.15-22. Zaragoza.
(1979) “Cajas de cerámica celtibéricas del poblado de La Hoya (Laguardia, Álava)”. XV Congreso Nacional
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(1981) “Urbanismo y arquitectura en el Primer Milenio antes de Cristo”. El Hábitat en la Historia de Euskadi,
pp. 47-73. Edita Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro. Bilbao.
(1983a) “La Hoya. Un Poblado del Primer Milenio antes de Cristo”. Edita Diputación Foral de Álava. Octava
Edición. Vitoria.
(1983b) “Desarrollo del poblamiento protohistórico en la Rioja Alavesa en base a la excavación del poblado
de La Hoya (Laguardia, Álava). Cuadernos de Sección (Antropología, Etnografía, Prehistoria y Ar-
queología) 1. pp.301-308. San Sebastián.
(1983c) “La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska 1981/1982. Gobierno
Vasco. Dpto. de Cultura. pp.22-24. Vitoria-Gasteiz.
(1985) “La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska 1983. Gobierno Vasco.
Dpto. de Cultura. pp.20-23. Vitoria-Gasteiz.
725
(1986a) “La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska 1985. Gobierno Vasco.
Dpto. de Cultura. pp.22-25. Vitoria-Gasteiz.
(1986b) “La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska 1984. Gobierno Vasco.
Dpto. de Cultura. pp.27-29. Vitoria-Gasteiz.
(1987) “La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska 1986. Gobierno Vasco.
Dpto. de Cultura. pp.20-24. Vitoria-Gasteiz.
(1989) “Poblado de La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska 1987. Go-
bierno Vasco. Dpto. de Cultura. pp16-19. Vitoria-Gasteiz.
(1990) “Poblado de La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska 1988. Go-
bierno Vasco. Dpto. de Cultura. pp.16-19. Vitoria-Gasteiz. 148
(1991) “Poblado y necrópolis de La Hoya (Laguardia, Álava). Memoria sucinta de excavaciones”. Arkeoikuska
1989. Gobierno Vasco. Dpto. de Cultura. pp.28-31. Vitoria-Gasteiz.
ANEXO
DISTRIBUCIÓN DE JI-CUADRADO
PROBABILIDAD DE UN VALOR SUPERIOR
Grados de libertad 0,05 0,01 0,005
1 3,84 6,63 7,88
2 5,99 9,21 10,60
3 7,81 11,34 12,84
4 9,49 13,28 14,86
5 11,07 15,09 16,75
6 12,59 16,81 18,55
7 14,07 18,48 20,28
8 15,51 20,09 21,95
9 16,92 21,67 23,59
10 18,31 23,21 25,19
11 19,68 24,73 26,76
12 21,03 26,22 28,30
13 22,36 27,69 29,82
14 23,68 29,14 31,32
15 25,00 30,58 32,80
726
16 26,30 32,00 34,27
17 27,59 33,41 35,72
18 28,87 34,81 37,16
19 30,14 36,19 38,58
20 31,41 37,57 40,00
21 32,67 38,93 41,40
22 33,92 40,29 42,80
23 35,17 41,64 44,18
24 36,42 42,98 45,56
25 37,65 44,31 46,93
26 38,89 45,64 48,29
27 40,11 46,96 49,65
28 41,34 48,28 50,99
29 42,56 49,59 52,34
30 43,77 50,89 53,67
40 55,76 63,69 66,77
50 67,50 76,15 79,49
60 79,08 88,38 91,95
Para muestras pequeñas la prueba K-S es superior a la X2. Incluso cuando se re-
chaza la hipótesis nula de igualdad de distribución, se tiene mayor confianza que en la
prueba X2.
Las ventajas son las generales de todas las pruebas no paramétricas, es decir, que
no se precisa conocer las características de la población de la que procede, que esta po-
blación no tiene porqué estar distribuida siguiendo la distribución normal, binomial u
otra cualquiera. Son más sencillas de realizar y entender.
Las desventajas por el contrario es que se realizan los cálculos con menor informa-
ción, ya que agrupamos en intervalos los valores. Además toda prueba no paramétrica es
inferior a su homologa paramétrica, es decir no son tan eficientes y claras como las pa-
ramétricas.
727
4.5.1. BASE TEÓRICA
KS=C.
√ NN +NN
1
1 2
2
728
A continuación se ha determinado el porcentaje que representa cada una de ellas
sobre su subtotal y en la siguiente columna hemos obtenido el porcentaje acumulado.
La columna diferencia es el resultado de restar las columnas de % acumulado entre
tumbas ricas y tumbas pobres en valores absolutos, seleccionando el valor máximo,
que es de 0,178. A continuación calculamos el estadístico K-S en función de tres nive-
les de significación diferentes. La regla de decisión que tomamos es la siguiente, como
la Dmax que es 0,178 es inferior a cada uno de los K-S teóricos, la diferencia máxima
obtenida no es significativa en cualquiera de los tres niveles de significación calculados.
RICAS POBRES
número % % acumulado número % % acumulado DIFERENCIA
infantil 1 6 0,079 0,079 23 0,169 0,169 0,090
infantil 2 8 0,105 0,184 21 0,154 0,324 0,139
juvenil 11 0,145 0,329 25 0,184 0,507 0,178
adulto 29 0,382 0,711 36 0,265 0,772 0,062
maduro 19 0,250 0,961 27 0,199 0,971 0,010
senil 3 0,039 1,000 4 0,029 1,000 0,000
TOTAL 76 1,000 136 1,000
DIF. MAXIMA 0,178
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACIÓN
0,05 1,360 0,195 Como 0,178 < 0,195 diferencia máxima no significativa
0,01 1,630 0,233 Como 0,178 < 0,233 diferencia máxima no significativa
0,001 1,950 0,279 Como 0,178 < 0,279 diferencia máxima no significativa
Los yacimientos de Itsetsasi y Tribitu son dos yacimientos al aire libre próximos
entre si, apenas 2 kilómetros los separan, que han sido puestos al descubierto por la
limpieza del nivel de aguas del límite del embalse donde se localizan. En consecuen-
cia su altura sobre el nivel del mar es la misma. No son los únicos yacimientos que se
encuentran a cota del nivel máximo del embalse. Se han localizado varios de ellos en
cronologías que se inician en el Paleolítico Inferior hasta la Edad del Bronce.
El conjunto de Itsetsasi y Tribitu está formado por dos mil y mil doscientas piezas
líticas respectivamente, que abarcan un amplio espectro temporal, constituyendo un
magnifico repertorio de tipología lítica.
Vamos a comparar las dimensiones de los restos hallados en estos dos yacimien-
tos. Para ello partimos de la clasificación utilizada por los autores que sigue el método
de Bagolini, que define cuatro intervalos de tamaño, micro para objetos inferiores a 4
centímetros, pequeños para tamaños entre 4 y 6 centímetros, normales para tamaños
entre 6 y 8 centímetros, y grandes para tamaños superiores a los 8 centímetros.
729
para cada nivel de significación 0,094, 0,112 y 0,134, por lo que podemos concluir que
la diferencia máxima no es significativa y por tanto los dos yacimientos no presentan
diferencias significativas en cuanto al tamaño de las piezas líticas (tabla 1).
ITSETSASI TRIBITU
DIFERENCIA MÁXIMA
número % % acumulado número % % acumulado
MICRO 330 0,504 0,504 128 0,412 0,412 0,092
PEQUEÑO 265 0,405 0,908 128 0,412 0,823 0,085
NORMAL 53 0,081 0,989 42 0,135 0,958 0,031
GRANDE 7 0,011 1,000 13 0,042 1,000 0,000
TOTAL 655 1,000 311 1,000
DIF. MAX 0,092
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACIÓN
0,05 1,360 0,094 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,01 1,630 0,112 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,001 1,950 0,134 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
Tabla 1.
ITSETSASI TRIBITU
DIFERENCIA MÁXIMA
número % % acumulado número % % acumulado
LASCA 444 0,678 0,678 234 0,752 0,752 0,075
LASCA-LAM 140 0,214 0,892 47 0,151 0,904 0,012
LAMINA 71 0,108 1,000 30 0,096 1,000 0,000
TOTAL 655 1,000 311 1,000
DIF. MAX 0,075
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACIÓN
0,05 1,360 0,094 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,01 1,630 0,112 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,001 1,950 0,134 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
Tabla 2.
Vamos a comprobar si existen diferencias entre los diferentes tamaños definidos por
Bagolini en ambos yacimientos. Comparamos el tamaño lascas entre los dos yacimien-
tos. Los resultados encontrados indican:
730
1. No existen diferencias significativas en el intervalo lascas entre los dos yacimien-
tos, ya que la diferencia máxima 0,084, es inferior al estadístico K-S, para cualquier
nivel de significación (tabla 3).
ITSETSASI TRIBITU
DIFERENCIA MÁXIMA
número % % acumulado número % % acumulado
MICRO 227 0,511 0,511 100 0,427 0,427 0,084
PEQUEÑO 168 0,378 0,890 92 0,393 0,821 0,069
NORMAL 43 0,097 0,986 32 0,137 0,957 0,029
GRANDE 6 0,014 1,000 10 0,043 1,000 0,000
TOTAL 444 1,000 234 1,000
DIF. MAX 0,084
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACIÓN
0,05 1,360 0,110 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,01 1,630 0,132 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,001 1,950 0,166 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
Tabla 3.
ITSETSASI TRIBITU
DIFERENCIA MÁXIMA
número % % acumulado número % % acumulado
MICRO 71 0,507 0,507 14 0,298 0,298 0,209
PEQUEÑO 66 0,471 0,979 24 0,511 0,809 0,170
NORMAL 3 0,021 1,000 8 0,170 0,979 0,021
GRANDE 1,000 1 0,021 1,000 0,000
TOTAL 140 1,000 47 1,000
DIF. MAX 0,209
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACION
0,05 1,360 0,229 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,01 1,630 0,275 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,001 1,950 0,511 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
Tabla 4.
731
Yacimiento de ITSETSASI Y TRIBITU
LÁMINA
ITSETSASI TRIBITU
DIFERENCIA MÁXIMA
número % % acumulado número % % acumulado
MICRO 32 0,451 0,451 14 0,467 0,467 0,016
PEQUEÑO 31 0,437 0,887 12 0,400 0,867 0,021
NORMAL 7 0,099 0,986 2 0,067 0,933 0,053
GRANDE 1 0,014 1,000 2 0,067 1,000 0,000
TOTAL 71 1,000 30 1,000
DIF. MAX 0,053
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACIÓN
0,05 1,360 0,296 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,01 1,630 0,355 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,001 1,950 0,826 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
Tabla 5.
Yacimiento de ITSETSASI
LASCA/LASCA-LAMINAR
LASCA LASCA-LAMINAR
DIFERENCIA MÁXIMA
número % % acumulado número % % acumulado
MICRO 227 0,511 0,511 71 0,507 0,507 0,004
PEQUEÑO 168 0,378 0,890 66 0,471 0,979 0,089
NORMAL 43 0,097 0,986 3 0,021 1,000 0,014
GRANDE 6 0,014 1,000 0 0,000 1,000 0,000
TOTAL 444 1,000 140 1,000
DIF. MAX 0,089
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACIÓN
0,05 1,360 0,132 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,01 1,630 0,158 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,001 1,950 0,215 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
Tabla 6.
Yacimiento de ITSETSASI
LASCA-LÁMINA
LASCA LÁMINA
DIFERENCIA MÁXIMA
número % % acumulado número % % acumulado
MICRO 227 0,511 0,511 32 0,451 0,451 0,061
PEQUEÑO 168 0,378 0,890 31 0,437 0,887 0,002
NORMAL 43 0,097 0,986 7 0,099 0,986 0,001
GRANDE 6 0,014 1,000 1 0,014 1,000 0,000
TOTAL 444 1,000 71 1,000
DIF. MAX 0,061
NIVEL SIGN C K-S INTERPRETACIÓN
0,05 1,360 0,174 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,01 1,630 0,208 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
0,001 1,950 0,302 DIFERENCIA MÁXIMA NO SIGNIFICATIVA
Tabla 7.
732
Por último comprobaremos para el yacimiento de Itsetsasi, si existen diferencias de
tamaño entre los conceptos lasca, lasca-laminar y lámina.
BIBLIOGRAFÍA
SHENNAN, S.
(2003) “Statistics in archaeology”. Arnold applications of statistics. London.
733
las series. A continuación se calculan dos valores U, llamados U1 y U2, según la siguien-
te formula:
n1(n1+1) n2(n2+1)
U1 = n1 n2 + - ∑R1 U2 = n1 n2 + - ∑R2
2 2
Siendo n1 = tamaño muestra serie 1; n2 = tamaño muestra serie 2; R1 = sumatorio de
los rangos de la serie 1; R2 = sumatorio de los rangos de la serie 2.
√ ( N(N-1) ) (
n 1n 2 n3-N
σu=
12 )- ∑Li
Siendo n1 y n2 el tamaño de las series 1 y 2; N el tamaño total = n1+n2; Li sumatorio
de empates de ambas series.
∑Li3-Li
Li=
12
El cálculo de Li se realiza de la siguiente forma:
734
no o modelada a mano. Se comprobó como ambas series eran diferentes y que seguían
patrones volumétricos concretos. El volumen se obtuvo como sumatorio de troncos de
cono según la fórmula clásica del volumen del tronco de cono.
735
He calculado los valores que ofrece el programa PAST para esta prueba. El valor U
de la prueba, al igual que el nuestro, es 20. La probabilidad de igualdad es de 0,08316
valor muy bajo que indica que debe rechazarse la hipótesis nula de igualdad de distri-
buciones.
BIBLIOGRAFÍA
(2004) “Cálculo del volumen de cerámicas. Su aplicación al poblado Berón de La Hoya (Laguardia. Álava).
Estudios de Arqueología Alavesa. Tomo 21. Vitoria-Gasteiz.
736
CAPÍTULO 5. SERIACIÓN Y CRONOLOGÍA
INTRODUCCIÓN
En este capitulo vamos a ver tres métodos relacionados con la cronología tanto re-
lativa como absoluta, seriación, datación combinada de fechaciones de C-14 y descrip-
ción de fenómenos cronológicos mediante wavelets.
La principal dificultad es la selección de las variables u objetos que pueden ser se-
riados. No todas las variables pueden ser seriadas, sólo aquellas que tengan un carác-
ter cronológico y no de cualquier otro tipo como cultural, de género, espacial, etc. Esto
es muy importante. Si no se seleccionan variables adecuadas, no se realizará una bue-
na seriación. En algunas ocasiones una mala selección es detectada cuando aplicamos
las técnicas, sin embargo en otras ocasiones no tenemos esta fortuna y podemos en-
contrar una seriación que no es cronológica. Por esta razón tenemos que tener muy cla-
ro desde el principio que las variables analizadas tienen un comportamiento cronológi-
co o estacional.
Son varias las técnicas principales de seriación y múltiples sus variaciones. Pode-
mos hacer una primera división entre técnicas manuales como “battle-ship” y técnicas
estadísticas como las agrupadas en el análisis multivariante ya citadas, coordenadas
principales y escalado multidimensional no métrico. Existen otras, como la de Robin-
són, basada en la creación de una matriz de similaridad que va transformándose hasta
alcanzar una ordenación cronológica. Sin embargo fue Kendall quien se dio cuenta de
que las técnicas multivariantes tenían una capacidad de seriación. La aplicó en primer
lugar a matrices de presencia-ausencia logrando una matriz que agrupaba a lo largo
de una diagonal las presencias y a continuación las ausencias. De esta forma quedaba
seriada la matriz. Posteriormente amplió el procedimiento a matrices de abundancia,
dadas en porcentajes, a partir de una matriz similar a la de Robinson para llegar a una
737
representación en dos coordenadas de los individuos a seriar. La alineación de los indi-
viduos indica la seriación. Normalmente es una figura que tiende a una curva en forma
de herradura, lo que a su vez muestra que si los individuos no están alineados sobre
esa curva en ese eje cartesiano, los individuos no han sido seriados correctamente. Lo
cual representa hasta cierto punto una ventaja, puesto que indica si has logrado una
seriación. Un buen y recomendable trabajo sobre la historia y aplicación de la seriación
puede verse en el artículo de V. Fernández, publicado en Trabajos de Prehistoria y que
aparece citado en la bibliografía de este capítulo.
Con la aparición de la datación por C-14 estas técnicas han caído en desuso, aun-
que no hay razón para ello puesto que pueden ser aplicadas en yacimientos donde no
se ha podido realizar la datación radiocarbonica. Hoy es difícil encontrar algún artículo
que emplee estos métodos, a pesar de que en varios de ellos podían y deberían haber
sido aplicados.
Un segundo grupo trata de las dataciones combinadas de C-14. Con esta sencilla
técnica y siempre que tengamos dos o más fechas, reducimos los intervalos de data-
ción que nos suministra el laboratorio. El laboratorio proporciona dos valores, la media
y la desviación típica. Esta desviación típica poco tiene que ver con la fechación, sino
que es el cajón de sastre donde se mezclan problemas relacionados con el colágeno,
con las propiedades de la maquina que cuantifica, con el funcionamiento del laborato-
rio, etc. Mediante unas sencillas fórmulas podemos reducir esta problemática, consi-
guiendo dataciones más ajustadas, siempre que tengamos varias dataciones. No entro
a valorar la problemática de la muestra, si es hueso y si este hueso es de un animal con
periodo de vida corto o largo. O si es carbón y la fechación es del momento en que se
incendió o del momento que se cortó el árbol. Indico el empleo, una vez obtenidas la da-
taciones, de una técnica para el supuesto de que existan varias dataciones o que se
presuman referidas al mismo momento que van a permitir reducir de una forma consi-
derable el intervalo cronológico, que en este caso y esto si es importante, es un inter-
valo de datación, no un intervalo de errores de muestras o de imprecisiones del método
o del laboratorio.
Esta disminución del intervalo de datación tiene una consecuencia muy importante
y es que podemos definir en un mismo estrato el momento de inicio, hechos interme-
dios y momento de finalización. Hasta ahora se databa la fechación en algún momento
de su estrato y bastaba. Ahora podemos afinar y no limitarnos a obtener una simple
datación. Dentro de un estrato podemos determinar cronologías intermedias, hechos
puntuales que son importantes. El único problema es el coste económico y el problema
filosófico-metodológico y de práctica de la arqueología que se deriva.
Desarrollo para finalizar una técnica novedosa y que tiene muchas aplicaciones. Se
trata de la localización de fenómenos temporales dentro de una serie temporal. Una
variable tiene una fluctuación temporal. Hasta ahora la representación de los valores
de esa variable lo realizábamos en un gráfico en el que obteníamos una representación
en forma de dientes de sierra, picos, y en la que era muy difícil precisar algo más que
la tendencia y las oscilaciones y no muy claramente. Medias, medias móviles y otros
procedimientos nos permitían observar algo, muy poco, del fenómeno. Sin embargo el
procedimiento de wavelets, nos permite observar ciclos en el comportamiento temporal
de una variable de una forma visual perfecta. Ciclos y oscilaciones que hasta la fecha
eran muy difíciles poder ser observados. Es una técnica con unas posibilidades de apli-
cación a la arqueología muy importantes.
738
5.1. DATACIONES COMBINADAS DE C-14 Y ANÁLISIS DE LA VARIANZA. EL
ENTERRAMIENTO BAJO ROCA ENEOLÍTICO DE SAN JUAN ANTE PORTAM LA-
TINAM
Quiere esto decir que cuando el laboratorio nos proporciona la datación 2.000 ± 100,
nos esta diciendo que existe una probabilidad del 68% de que la fecha se encuentre en
el intervalo 1.900 a 2.100. Hasta ahora esta interpretación ha sido la utilizada habitual-
mente en el ámbito de la arqueología. Sin embargo en otras áreas de investigación, no
se utiliza una probabilidad tan pequeña. Generalmente utilizamos la probabilidad del
95% equivalente a dos desviaciones típicas, en nuestro caso 1.800 a 2.200. Y en algún
supuesto importante cuando buscamos una fiabilidad elevada, utilizamos tres desvia-
ciones típicas equivalentes al 99,5%.
1. Con probabilidad del 68%, una desviación típica, el intervalo cronológico es 2.400
a 2600.
2. Con probabilidad del 95%, dos desviaciones típicas, el intervalo cronológico es
2.300 a 2.700.
3. Con probabilidad del 99.5%, tres desviaciones típicas, el intervalo cronológico es
2.200 a 2.800.
Con dos desviaciones típicas, probabilidad del 95%, el intervalo es de 2.300 a 2.700,
es decir 400 años. En una cronología celtibérica el intervalo probabilístico ocupa prác-
ticamente el intervalo real del mundo celtiberico.
739
tiaguda. Hoy algún laboratorio con un incremento en el precio no excesivo, proporciona
una sensible disminución en la amplitud de la distribución de la datación, es decir me-
nor desviación típica.
Las fechaciones por C-14 vienen corregidas por dendrocronología, desde el mismo
laboratorio o utilizando los conocidos programas OXCAL, o CALPAL, u otros del mismo
estilo. No es intención de este trabajo entrar en este tema, lo único decir que el resulta-
do que se consigue es que se aumenta el intervalo para una misma probabilidad, debi-
do a que en dataciones recientes la pendiente de la sinusoide, además de negativa, es
pequeña, lo que se traduce que cuando proyectamos el intervalo C-14 sobre la curva,
debido a la pequeña pendiente, se refleja sobre el eje de abscisas C-14 corregido, con
un intervalo mayor.
5.1.1. SAN JUAN ANTE PORTAM LATINAM, UN ENTERRAMIENTO MÚLTIPLE BAJO ROCA
Estamos sin duda alguna ante uno de los enterramientos más importantes de Eu-
ropa, tanto por la cantidad de individuos inhumados como por el interés e importancia
de los datos que ha suministrado y que seguirá haciéndolo en los próximos años en
relación a la vida y muerte de estas poblaciones.
740
hueso y una espátula sobre hueso, unos pocos fragmentos de cerámica y varios obje-
tos de adorno entre ellos 4 parejas de colmillos de jabalí con perforaciones para ser
colgados, y fragmentos de varios de ellos. Numerosas y pequeñas cuentas discoideas
de collar de lignito y de otras piedras, así como de una concha perforada, la Nassarius
reticulatus.
Las puntas de flecha se engloban dentro de una tipología uniforme. Destaca la au-
sencia de geométricos, propios de una etapa anterior, así como de puntas de pedúncu-
lo y aletas propias de un momento posterior a la utilización del sepulcro. Se venían con-
siderando las puntas de flecha como objetos del ritual de enterramiento. Sin embargo
tras los hallazgos realizados en este sepulcro, con total seguridad, se puede afirmar
que no son elemento del ajuar funerario, sino que son la causa de la muerte de los in-
humados, por haberse encontrado 13 puntas de flecha clavadas en el hueso y otras 23
cercanas a huesos, lo que hace sospechar que el resto, hasta 62, estaban también cla-
vadas en el cuerpo de los inhumados, pero en las partes blandas de sus cuerpos.
Posteriormente Spaulding en 1958 diferencia dos casos, según provengan las da-
taciones de una única muestra o de varias muestras diferentes y aleatorias. En 1966
Polach y Golson tratan el tema de muestras pareadas al igual que Leach en 1972. Este
autor puntualiza un tema muy importante y que habitualmente no se tiene en cuenta
y es que la desviación típica proporcionada por el laboratorio es básicamente el error
estándar de la muestra y no el error estándar de la población de la que ha sido extraída
esa muestra. Long y Rippeteau añaden en 1974 varias consideraciones importantes
sobre esta materia. Todo esto puede hallarse en el resumen de Ward y Wilson publi-
cado en Archaeometry en 1978. Posteriormente en 2003 M. Baxter publica “Statistics
in Archaeology”, donde sigue las mismas fórmulas que a continuación se presentan,
cálculo de la media, desviación típica de la media y estadístico T para la realización de
la combinación de medias.
Básicamente los estudios de estos autores nos conducen a definir tres datos: me-
dia, desviación típica y estadístico de homogeneidad de las dataciones.
∑A/S2
¯
x= ———2
∑1/S
Es decir la media grupal es la media del grupo ponderada según la varianza de cada
datación.
V=(∑1/S2)-1
741
La varianza del grupo es la inversa del sumatorio de las inversas de las varianzas
de cada datación.
∑Ai-Ap
∑Ai-Ap
T=–––––––
S2
Estas tres fórmulas son las que hemos utilizado para nuestro trabajo. Para medir la
homogeneidad de las dataciones se puede utilizar el criterio de Chavaunet pero Ward y
Wilson no lo recomiendan. Para entender los problemas del criterio de Chauvenet con-
viene leer este trabajo y el ejemplo tomado de Long y Rippeteau del yacimiento de La-
moka Lake.
Una vez determinada la datación del grupo es cuando se procede a calibrar por den-
drocronología con los resultados obtenidos y no antes.
∑(Ci*Wi)
C= –––––––
∑Wi
Siendo Wi función de la relación entre cada desviación típica y la desviación típica
máxima del grupo.
Si
Wi= ––––––
S max
Este resultado se lleva a una tabla obtenida de Long y Rippeteau con los siguientes
factores:
742
S 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,85 0,9 1
W 100 25 10 6 4 3 2 1,5 1,33 1,25 1
2. Suma de cuadrados del factor (SCF), que es la suma de cuadrados de las des-
viaciones entre la media de cada grupo y la media general.
3. Suma de cuadrados residual (SCR), que es la suma de los cuadrados de las des-
viaciones entre cada dato y la media de los de su grupo. Es la variabilidad residual o de
grupo.
743
El análisis de la varianza queda explicado por la siguiente expresión,
SCT= SCF + SCR
A cada una de las sumas de cuadrados anteriores se les asocia unos grados de li-
bertad, que se calculan restando al número total de datos el número de restricciones.
Así los grados de libertad de SCT son n-1 (número de datos menos 1), los de SCF son
g-1 (número de grupos menos 1) y SCR son n-g (número de datos menos número de gru-
pos).
Con los grados de libertad calculados se construyen tres medias cuadráticas para
cada suma de cuadrados. Así tenemos:
1. Media cuadrática del factor. MCF = SCF/g-1
2. Media cuadrática residual. MCR = SCR/n-g
3. Media cuadrática total. MCT= SCT/ n-1
A continuación debemos aplicar la regla de decisión, que consiste en que una vez
determinado el estadístico de contraste debemos crear dos regiones, región de acepta-
ción y región de rechazo, de la hipótesis nula de acuerdo con el valor obtenido del es-
tadístico de contraste.
Una vez obtenido el contraste de hipótesis, se puede determinar la calidad del pro-
cedimiento mediante el coeficiente de determinación, también denominado “eta cua-
drado”, según la fórmula siguiente:
R2= SCF/SCT
Cuanto más se aproxime a 1, mayor será la parte de variabilidad total explicada por
el factor, es decir mejor será el ajuste. Un valor próximo a 0 indicará que la variabilidad
del factor explica muy poco la variabilidad total. El ajuste será malo.
744
5.1.4. ANÁLISIS DATACIONES COMBINADAS
Se han realizado 10 dataciones de C-14 en dos etapas diferentes y por tres labo-
ratorios diferentes. En primer lugar se realizaron dos dataciones en la primera fase de
excavación y luego otras ocho en la segunda fase de excavación. El problema fue que
se sospechó, desde un primer momento, que el enterramiento era contemporáneo, pero
las dataciones de los laboratorios no eran coincidentes, con una diferencia de 500 años,
de 5.000 a 4.500. El director de la excavación no considero lógicas las primeras data-
ciones efectuadas y el estudio se decantó por las segundas dataciones. En la tabla ad-
junta se muestran todas las dataciones:
Número Datación
1 5.070±150
2 5.020±140
3 4.570±40
4 4.520±50
5 4.520±75
6 4.510±40
7 4.460±70
8 4.440±40
9 4.325±70
10 4.200±95
En el boxplot del gráfico 3, observamos estos tres grupos con su situación temporal.
Se aprecia como las medias de los grupos no se solapan entre ellas, primera señal de
que pueden ser dataciones no contemporáneas.
745
4,5
3,5
2,5
Frequency
1,5
0,5
0
4200 4320 4440 4560 4680 4800 4920 5040
Gráfico 1. Histograma Mixture con todas las dataciones de C-14, observando la formación de dos grupos.
Para el análisis de la varianza, hemos dividido las dataciones en los tres grupos
definidos en el AED inicial. Los resultados son los siguientes:
746
10
3
1
-80
-160
-240
-320
Similarity
-400
-480
-560
-640
Para determinar que grupo o grupos son diferentes entre sí, PAST proporciona los va-
lores de probabilidad y F teóricos entre cada grupo. De este cuadro sacamos las siguien-
tes conclusiones:
747
5040
4920
4800
4680
Y
4560
4440
4320
4200
C
B
A
Gráfico 3. Boxplot de los tres grupos de dataciones, en el que se observan que las dataciones no son con-
temporáneas.
Con lo que podemos concluir que existen tres grupos totalmente diferenciados cro-
nológicamente. El primero, dataciones 1 y 2, fueron rechazadas por su excavador en
base a ser una cronología muy antigua. Con respecto al grupo más moderno, datacio-
nes 9 y 10 podemos afirmar o bien que el enterramiento no fue simultaneo o las mues-
tras estaban contaminadas. Según los resultados obtenidos la datación combinada es
de 5.043 ± 102, siendo las dos dataciones homogéneas y por tanto comparables.
748
DATACIONES COMBINADAS C-14
SAN JUAN ANTE PORTAM LATINAM
SIGLA FECHA DESVIACIÓN “1/DESV 2” “fecha/desv2” valor T
1 5.070 150 0,0000444 0,225333 0,03174
2 5.020 140 0,0000510 0,256122 0,02765
Suma 0,0000955 0,481455782 0,05938
DATACIÓN CORREGIDA 5.043 102
VALOR T s/X2 0,0594 3,841 FECHAS HOMOGÉNEAS
En la tabla adjunta aparecen los cálculos realizados a fin de determinar los tres va-
lores que nos interesan, la media, la desviación típica y el valor de T del grupo de 6 da-
taciones. La datación combinada arroja un valor de 4.506 ± 19 años. El valor T calcula-
do es de 5,8376 inferior al valor teórico de T que con cinco grados de libertad es 11,071
lo que indica que las fechas del grupo son homogéneas y se puede calcular su valor
medio. Todas estas fechas sin calibrar.
749
5 11,071
6 12,592
7 14,067
8 15,507
9 16,919
El tercer grupo está formado por las dos dataciones más recientes. El resultado com-
binado para este grupo es de 4.281 ± 5 6 siendo el valor de T de 1,1221 inferior al valor
teórico de 3,841 para un nivel de significación del 0,05 lo que indica que las fechas son
homogéneas y por tanto comparables.
CRITERIO DE CHAUVENET
MEDIA
s /max s w
0,53333333 4 18280
0,66666667 2 9040
1 1 4520
0,53333333 4 18040
0,93333333 1,25 5575
0,53333333 4 17760
16,25 73215
MEDIA DATACIÓN 4.506
750
Seguidamente procederíamos a su calibración a través de cualquier programa co-
nocido como Oxcal, Calpal, Calib, etc.
BIBLIOGRAFÍA
BAXTER, M.
(2003) “Statistics in Archaeology”. Arnold applications of statistics. London.WARD, G. K.; WILSON, S. R.
(1978) “Comparing and combining radiocarbon age determinations”. Archaeometry. Volumen 20. Part 1 Fe-
bruary, pp. 19-31.Oxford University.
FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, V. M.
(1984) “La combinación estadística de las fechas de carbono-14”. Trabajos de Prehistoria. Volumen 41, pp.
349-359. Madrid
VEGAS, J. I.
(2007) “San Juan ante Portam Latinam. Una inhumación colectiva prehistórica en el valle medio del Ebro”.
Fundación José Miguel de Barandiarán. Guipúzcoa.
Se puede definir la seriación como una ordenación secuencial con un criterio tem-
poral. Desde la aparición de los métodos de datación absoluta, este procedimiento ha
quedado relegado de los estudios de arqueología. Sin embargo podemos utilizarlo en
casos especiales. Por ejemplo el estudio de yacimientos en los que no existe una es-
tratigrafía que serie los objetos, como pueden ser los casos de necrópolis, o el estudio
de objetos de yacimientos antiguos en los que no se realizó la datación por C-14 o su-
puestos especiales de seriación dentro de un mismo nivel estratigráfico.
Sin embargo hay que ser muy prudentes a la hora de utilizar las variables u objetos
a seriar. Deben ser aquellos que tienen una duración temporal y no aquellos que son
producto de su funcionalidad o de su género.
751
esta metodología, G. W Brainerd en 1951, W. R. Robinsón en 1951, Ford en 1957, J. E.
Doran y F .R. Hodson en 1975. Pero es en 1971 cuando D. G. Kendall comienza a pu-
blicar trabajos en los que utiliza esta metodología. Últimamente han publicado artículos
sobre esta temática, M. O. Hill y H. G. Still en 1980, St. Shenanan en 1997 y recientemen-
te P. J: F. Groenen y J. Poblome en 2003 y con M. van de Velden en 2007, aplicando
una nueva técnica.
Quizás pueda ser criticada esta metodología por anticuada y superada por el C-14,
pero como veremos a continuación, todavía puede ser utilizada en supuestos especia-
les. Los fundamentos teóricos son muy sencillos, aunque laboriosos. Sin embargo con
la aplicación de programas de ordenador el trabajo se reduce sensiblemente y los resul-
tados obtenidos son lo suficientemente interesantes como para que esta técnica sea
considerada.
Para este trabajo vamos a utilizar el programa PAST, desarrollado por Hammer O.,
Harper, D. A. T., y Ryan, P.D. Se trata de un buen programa estadístico, fácil y sencillo
de manejar, tanto en la entrada de datos como en el análisis estadístico, y muy comple-
to. Sin olvidar que es un programa “free Software”. Se puede descargar gratuitamente
de la red en la dirección <<http://folk.uio.no/ohammer/past>>.
La seriación es una herramienta para análisis de datos que busca ordenar unos da-
tos u objetos desde una matriz, dando como resultado una ordenación de las filas en una
secuencia temporal. Existen dos tipos de algoritmos. En el primero, método fijo, sólo las
filas pueden moverse para la seriación, permaneciendo inmóviles las columnas. En el se-
gundo, método libre, tanto las filas como las columnas pueden moverse.
El primer aspecto a tener en consideración son las variables u objetos que podemos
utilizar en este procedimiento. La respuesta es sencilla, aquellos que cumplan la secuen-
cia anterior, alejados lo máximo posible de su funcionalidad, de aspectos locacionales, de
género o de aquellos otros que no tengan una clara temporalidad.
Una vez delimitados los aspectos, variables u objetos que pueden ser utilizados, el
procedimiento es bien sencillo, es simplemente ordenar. Prácticamente es como cuan-
do en una base de datos ordenamos primero por un campo. Una vez ordenado por este
campo ordenamos por un segundo campo y así sucesivamente.
Doran y Hodson (1975) sugieren tres condiciones que deben ser satisfechas:
1. Las variaciones regionales o geográficas deben reducirse al mínimo.
2. Las variables y objetos seleccionados deben provenir de una tradición cultural
singular.
752
3. Las variables y objetos seleccionados para la seriación deben depender de as-
pectos culturales y no de otros, como pueden ser la función o el género.
Supongamos que la tumba más antigua es la número 1, hasta la más reciente que
es la 10. En la tumba 1 se han recogido los tipos A y B de cerámica. En la tumba 2,
los tipos B y C. En la tumba 3, los tipos C y D. Y así sucesivamente hasta la tumba 10
con los tipos J y K. Formamos una matriz. En cada celda anotamos un 0 en caso de
ausencia y un 1 en caso de presencia de la variable u objeto.
TIPOS DE CERAMICAS
TUMBAS A B C D E F G H I J K
1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 0 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0
3 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0 0
4 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0
5 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0
6 0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0
7 0 0 0 0 0 0 1 1 0 0 0
8 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 0
9 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0
10 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1
El programa ejecuta una serie de subrutinas de tal forma que la presencia se con-
centre en la diagonal de la matriz, tal como se muestra en la tabla 1. Mediante el pro-
cedimiento denominado “constrained” ejecuta una simulación de “Monte Carlo” gene-
rando y seriando 30 matrices aleatorias, con igual número de sucesos, comparando
estos con la matriz original a fin de observar cual de las dos ofrece más información y
así sucesivamente. El algoritmo que utiliza PAST, está basado en el de Broker y Kyle
(1988).
753
sentamos el resultado del escalado multidimensional, no métrico, con la distancia Dice.
Observamos como las tumbas se alinean perfectamente a lo largo de la curva siguien-
do el sentido de las agujas del reloj. Este Escalado Multidimensional lo hemos repetido
con diferentes tipos de distancias siendo el resultado igual que el reflejado. Igualmente
hemos realizado un gráfico de Sheppard, gráfico 2, que indica la calidad del resultado.
El hecho de que estén todos los puntos alineados verticalmente indica que el resultado
es óptimo.
Las características más significativas que definen este análisis son las siguientes:
1. Es una técnica descriptiva. No se necesita conocer ningún tipo de parámetro.
2. Es una técnica multivariable. Se estudian dos o más variables.
5 6
0,32
0,24
0,16
4 7
0,08
Coordinate 2
3 8
-0,08
-0,16
1 10
2 9
-0,24
Coordinate 1
Gráfico 1. Escalado Multidimensional no métrico con distancia Dice, en el que se oberva la correcta y perfecta
alineación de las variables.
754
45
40
35
30
Obtained rank
25
20
15
10
0
1,2 2,4 3,6 4,8 6 7,2 8,4 9,6 10,8
Target rank
3. Es una técnica factorial. La finalidad es reducir una gran cantidad de datos y de ca-
tegorías de las diferentes variables en un número reducido de dimensiones, general-
mente dos, intentando que en este proceso se pierda la mínima información.
755
nominan “perfiles”. Calculando el valor medio de estos, se determina lo que se denomi-
na “masa”. A continuación se calcula la matriz de distancias euclídeas entre los perfi-
les. Con estos datos se obtiene la cuantificación del valor “inercia”, que es el producto de
la masa por las distancias euclídeas de cada perfil al perfil promedio. Se obtienen las
coordenadas cartesianas de cada perfil que son las que se sitúan en el eje de coorde-
nadas.
Este análisis de correspondencias puede realizarse no sólo para dos variables sino
para múltiples. Este tipo de análisis es muy útil cuando se utilizan dos o más variables con
múltiples categorías.
En la tabla 1 hemos obtenido los valores de los ejes de correspondencias. Si los pa-
samos a un gráfico tipo XY, gráfico 5, y comparamos los ejes 1 y 3 observamos como
se forma una característica función polinómica de grado 3, pero continúan estando las
1,6
6 5
1,2
0,8
7 4
0,4
Axis 2
0
8 3
-0,4
-0,8 9 2
-1,2
10 1
-1,6
-2
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
Axis 1
756
1,6
1,2 7
1
8
0,8
0,4
2
Axis 3
-0,4
-0,8
3
10
-1,2
4
-1,6
-2
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
Axis 2
SPAULDING
OBJETOS PIEDRA BRONCE HIERRO
A 0 1 0
B 1 1 0
C 0 1 1
D 0 0 1
E 1 0 0
757
1,8
1,5 6
1,2
0,9
5
0,6
7
R
16
0,3
0 10
-0,3 18
14 11
9
-0,6 17
15
12
-0,9 13
1,6
1060
1,2
0,8 438
394
431
0,4
370
228
1241 200
0
6
185
270
-0,4 182
100
-0,8
508
-1,2 514
-1,6
-2
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
3
758
A continuación realiza una matriz de similaridad utilizando la medida de distancia de
Jaccard. La matriz de similaridad queda como sigue:
SPAULDING
A B C D E
A 1/2 1/2 0 0 1
B 1/2 1/3 0 1/2 1
C 1/2 1/3 1/2 0 1
D 0 0 1/2 1 0
E 0 1/2 0 0 1
A continuación aplica el algoritmo de ordenación de tal forma que queden los coefi-
cientes 1 en la diagonal principal de la matriz.
SPAULDING SERIADO
D C A B E
D 1 1/2 0 0 0
C 1/2 1 1/2 1/3 0
A 0 1/2 1 1/2 0
B 0 1/3 1/2 1 0
E 0 0 0 1/2 1
SPAULDING SERIADO
E B A C D
E 1
B 1
A 1
C 1
D 1
759
0,4
D E
0,3
0,2
0,1
0
Coordinate 2
-0,1
C B
-0,2
-0,3
-0,4
-0,5
-0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2 0,3 0,4
Coordinate 1
Gráfico 7. Seriación Necrópolis de La Osera. Escalado multidimensional en el que se observa la clásica pa-
rabola de sericación.
760
0,4
D E
0,3
0,2
0,1
0
Coordinate 2
-0,1
C B
-0,2
-0,3
-0,4
-0,5 A
-0,6 -0,48 -0,36 -0,24 -0,12 0 0,12 0,24 0,36 0,48
Coordinate 1
761
5.2.4. LA NECRÓPOLIS VETTONA DE LA OSERA
Vamos a aplicar lo estudiado en los párrafos anteriores a los hallazgos de esta ne-
crópolis. Los datos los he tomado de la publicación de “Los Vettones” (Sánchez-Solís,
2003).
En la tabla general proporcionada por este autor con los hallazgos en cada una de
las tumbas analizadas en esta publicación aparecen diferenciados los materiales en
función de unas tipologías concretas, espadas, puñales, lanzas, bocados de caballo, fí-
bulas y otros varios. El análisis a efectuar se va a realizar, en principio sobre estos ma-
teriales, en atención a los supuestos enunciados anteriormente:
1. Analizamos una sola necrópolis para evitar problemas espaciales o culturales po-
siblemente asociados a varias necrópolis
El análisis preliminar de datos es muy complejo y confuso por la gran variedad de ti-
pos y elevado número de tumbas a seriar. En el siguiente cuadro aparecen reflejadas las
típologías y sus numeraciones en gráficos y tablas:
ESPADAS LANZAS
2 Antenas, tipo Aguilar de Anguita 22 Soliferrum
3 Antenas, tipo Alcaçer-do-Sol 23 Corte de cuatro mesas
5 Antenas, tipo Arcobriga 24 Nervio central y filo ondulado
6 Vaina de espada 25 Corte de cuatro mesas
8 Falcata 26 Hoja corta y distintas secciones
10 Puñal tipo Monte Bernorio 27 Sección elipsoidal
Las tumbas se reparten según una ordenación realizada por el programa, proporcio-
nando algunos datos sobre este resultado. Seleccionamos la opción “unconstrained”,
obteniendo una seriación ordenada según el criterio de movilización de las variables ti-
pológicas, intentando situar la presencia en la diagonal. La columna refleja la seriación
temporal de las tumbas y la primera fila las variables también seriadas.
762
NECRÓPOLIS DE LA OSERA
TIPOLOGÍAS OBJETOS
TUMBA 2 3 4 5 6 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 32 33 34 35 36 37 38 39 41 42 43 44 45 46 48 49
417
90
21
100
388
1060
20
185
264
418
59
182
251
228
140
311
508
4
763
370
1297
394
55
438
514
270
201
1241
431
361
477
282
Tabla 1. Tabla de seriación con las tumbas a seriar en filas y los objetos o variables de seriación en columnas
436
292
350
455
NECRÓPOLIS DE LA OSERA
TIPOLOGÍAS OBJETOS
TUMBA 18 22 20 2 19 16 33 26 11 17 13 35 6 24 4 42 3 32 5 15 23 46 34 9 49 43 21 25 12 14 10 48 41 37 38 27 39 36 8 44 45
59
417
100
388
311
1297
21
418
264
228
90
764
251
508
201
35
361
477
4
1241
282
431
436
350
514
370
394
292
455
ras teóricas previstas. Esto es debido a un principio fundamental que hay que tener pre-
sente al realizar el estudio. Al tratarse de un análisis de presencia o ausencia, en cada
grupo tipológico tiene que existir al menos una variable con presencia. Es decir que en
cada grupo tipológico sea espadas, puñales, lanzas, bocados o fábulas debe haber al-
gún elemento en cada tumba, del tipo que sea, pero al menos uno.
Para solucionar este problema he seleccionado aquellas tumbas que presentan algún
tipo de espada, con algún tipo de puñal, con algún tipo de bocado y con algún tipo de fí-
bula. El número de tumbas que cumplen estos requisitos es escaso, existiendo solo unas
pocas tumbas en que se den estas circunstancias. Debido a esto he seleccionado las
tumbas en las que se dan algunas de las típologias de espadas y lanzas. El número es
pequeño, 14 tumbas pero suficientes para realizar el análisis.
ESPADAS LANZAS
TUMBAS
2 3 5 6 8 10 22 23 24 25 26 27
228 1 0 0 1 0 0 0 1 0 0 1 0
100 1 0 0 1 0 0 1 0 0 0 0 0
370 0 0 0 0 1 0 0 1 0 1 0 0
394 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1
1060 0 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0
431 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 0 1
438 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 0 0
200 0 1 1 1 0 0 0 0 1 0 0 0
182 0 0 1 1 0 0 0 0 1 0 0 0
185 0 0 1 1 0 0 0 1 0 1 0 0
1241 0 0 1 0 0 0 0 1 0 0 0 0
514 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 0 1
270 0 0 1 1 0 0 0 1 1 1 0 0
508 0 0 1 1 0 1 0 0 0 1 0 0
765
NECRÓPOLIS DE LA OSERA
TIPOLOGÍA OBJETOS
TUMBAS
22 2 26 24 3 6 5 23 25 27 10 8
100
228
200
182
438
1060
270
431
1241
185
508
370
514
394
1,8
394
1,5 100
1,2
0,9
228
0,6
370
Axis 2
514
0,3
0 431
-0,3 508
185 438
1060
-0,6 270
1241
200
-0,9 182
766
1,8
1,5 6
1,2
0,9
5
0,6
7
R
16
0,3
0 10
-0,3 18
14 11
9
-0,6 17
15
12
-0,9 13
Gráfico 10. Ajuste de la seriación a la parábola de ejes 1 y 2 de La Osera, que proporciona un muy buen coe-
ficiente de correlación.
La tabla anterior también nos muestra aquellos elementos que tienen una mayor per-
duración a lo largo de la seriación. En el caso de las espadas, el tipo 6 se da práctica-
mente a lo largo de toda la serie, lo que es sinónimo de ser un mal elemento para seriar,
lo mismo que el tipo 5, 2, 10 y 3. Mayor definición temporal tiene el tipo 8, que se sitúa al
final de la serie. En el caso de las lanzas, el tipo 23 se da a lo largo de toda la seriación
al igual que ocurre con los tipos 24 y 25. Definen mejor su posición en la serie el tipo
22 al inicio de la misma, los tipos 25 y 27 en el tramo medio y final de la serie y el tipo
26 en el intermedio de la serie.
767
1,6
1060
1,2
0,8 438
394
431
0,4
370
228
1241 200
0
6
185
270
-0,4 182
100
-0,8
508
-1,2 514
-1,6
-2
-2 -1,6 -1,2 -0,8 -0,4 0 0,4 0,8 1,2 1,6
3
Dentro de las fíbulas, vamos a escoger aquellas tumbas que contengan al menos
dos de ellas. La necrópolis de Numancia tiene una duración escasa, por lo que es posi-
ble que la convivencia de típologias diferentes en el tiempo sea considerable. Una tum-
ba con una sola fíbula puede situarse en cualquier momento del pequeño intervalo de
utilización de la necrópolis. Esto ha motivado que el estudio lo realicemos sobre aque-
llas tumbas con dos o más fíbulas.
768
NECRÓPOLIS DE NUMANCIA
FÍBULAS
TUMBAS
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 TOT
6 1 1 2
22 1 1 2
32 1 1 1 3
36 1 1 1 3
38 1 1 2
40 1 1 1 1 1 1 6
47 1 1 1 3
53 1 1 2
68 1 1 2
78 1 1 2
81 1 1 1 3
92 1 1 1 3
98 1 1 1 3
101 1 1 2
106 1 1 2
118 1 1 1 3
122 1 1 2
125 1 1 2
134 1 1 2
140 1 1 1 3
141 1 1 2
146 1 1 2
149 1 1 2
151 1 1 2
153 1 1 1 3
TOT 19 20 4 2 4 1 5 3 1 2 1 1
SIGLA TIPOLOGIA
A Anular
B La Tene 1
C Torrecilla
D Pie alzado con botón terminal
E La Tene II y III
F De pie caudal
G Simétricas
H Cabujones
I De alambre
J, K, L Caballito
769
NECRÓPOLIS DE NUMANCIA
TIPOLOGÍA FÍBULA
TUMBA
C B A E G J I F K D H L
22
151
53
140
149
122
38
6
106
141
36
98
118
92
68
81
32
146
40
47
124
125
78
101
153
Tumba nº 22, 151, 53, 140, 149, 122, 38, 6, 106, 141, 36, 98, 118, 92, 68, 81, 32,
146, 40, 47, 124, 125, 78, 101 y 153
He realizado un cluster “paired group” con distancia euclídea, gráfico 13, de los ejes
del análisis de correspondencias 1, 2 y 3, para comprobar la agrupación sobre las se-
riaciones que se originan, en un intento de subdividir la serie global. Teniendo en cuenta
tanto el gráfico de seriación como el cluster, la seriación definitiva quedaría como sigue:
770
PERIODO TUMBAS FÍBULAS FÍBULA TIPO
1 22,151,53,140 La Tene 1, Torrecilla La Tene 1, Torrecilla
2 149,122,38,6,106,141 Torrecilla, Anular Anular
A 36,98,81,32 Torrecilla, Anular, La Tene II y III La Tene II y III
3
B 118,92,68,146 Torrecilla, Anular, Simétricas Simétrica
Anular, La Tene I, La Tene II y III, Pie alzado, Simétrica,
4 40,47,124 Pie alzado y caballito
Caballito
5 125,78,101,153 Anular, Pie alzado, Cabujones, Caballito Cabujones
Se diferencian cinco periodos dentro de la seriación con una subdivisión dentro del
tercer periodo. La serie comienza con las fíbulas tipo La Tene 1 y Torrecilla. En el segun-
do periodo se incorpora la Anular. En el tercer periodo La Tene II, III y Simétrica. En el
cuarto periodo la de tipo Caballito y en el 5 periodo la llamada de Cabujones.
101
125
78
1,6
1,2
0,8
0,4
26
146
81
32
122
106
149
141
6118
92
38
AE
0
68 140
9840
36
151
22
53
-0,4
124
-0,8
-1,2
47
-1,6
-2 153
-3 -2,5 -2 -1,5 -1 -0,5 0 0,5 1 1,5
AD
771
153
101
125
118
146
106
122
141
149
140
151
124
78
68
92
38
32
81
26
36
98
40
22
53
47
6
0
-0,4
-0,8
-1,2
-1,6
Similarity
-2
-2,4
-2,8
-3,2
-3,6
-4
0 3 6 9 12 15 18 21 24
Gráfico 13. Cluster de los ejes 1y 2 del Análisis de correspondencias de la necrópolis de Numancia.
BIBLIOGRAFÍA
ÁLVAREZ-SANCHIS, J. R.
(2003) “Los vettones”. Real Academia de La Historia. Madrid.
772
CUADRAS, C. M.
(1988) “Métodos estadísticos aplicables a la reconstrucción prehistórica”. Munibe, suplemento 6, pp 25-53.
San Sebastián.
FERNÁNDEZ, V. M.
(1985) “La seriación automática en arqueología: introducción histórica y aplicaciones”. Trabajos de Prehis-
toria. Vol. 42, nº 1, pp. 9-50. Madrid.
773
las dataciones eran semejantes, y también que las dataciones individuales encajaban
en las dataciones y no en los intervalos del lapsus de utilización, nos ha motivado para
que apliquemos una serie de técnicas, una muy novedosa, para intentar observar la
existencia del fenómeno y definir sus características temporales.
774
C-14 B.P C-14 B.P
BURGOS LA RIOJA
MEDIA DESV. TÍPICA MEDIA DESV. TÍPICA
Fuentepeciña 1 5.270 140 Peña Guerra 1 3.450 70
Fuentepeciña 2 5.170 100 Peña Guerra 1 3.450 70
Fuentepeciña 2 8.260 50 Peña Guerra 2 4.630 90
Fuentepeciña 2 5.375 45 Peña Guerra 2 4.640 60
Rebolledo 5.075 40 Peña Guerra 2 3.410 60
Rebolledo 6.775 30 Peña Guerra 2 4.750 30
Rebolledo 5.305 30 Fuente Morena 4.700 25
Las Arnillas 4.575 40 Collado Palomero 2 4.900 110
Las Arnillas 4.720 150 Collado Palomero 1 4.730 30
El Moreco 5.150 60 Collado Palomero 1 4.270 60
La Cabaña 5.240 65 Collado Palomero 1 3.680 20
San Quirce 1.810 110
San Quirce 3.770 190
Valdemuriel 5.670 110
Valdemuriel 6.565 45
Ciella 5.290 40
La Mina 5.100 170
Empezamos el trabajo con un análisis exploratorio de datos, en las cinco áreas a es-
tudiar. En la tabla se recogen los datos univariantes de estas dataciones agrupados por
zonas. Destacamos la igualdad de datación media entre La Rioja, Álava y Vizcaya. Igual
ocurre entre Burgos y Guipúzcoa, aunque ambas con fechaciones más antiguas. La des-
viación típica es muy elevada señal de que estamos ante series e intervalos cronológi-
cos amplios, en los que pueden darse fenómenos cíclicos.
El boxplot del gráfico 1 refleja las características principales de las cinco series de da-
taciones. Igualdad y antigüedad de las dataciones de Burgos y Guipúzcoa. Igualdad de
las dataciones de La Rioja, Álava y Vizcaya. Los outliers están indicando ciclos en la se-
rie general.
775
5700
5400
5100
4800
4500
Y
4200
3900
3600
3300
3000
Guipuzco
Burgos
La Rioja
Álava
Vizcaya
Si realizamos un analisis cluster de cada una de las series observamos como las
dataciones se agrupan en diferentes clusters. En La Rioja, gráfico 2, se forman cuatro gru-
pos principales, con un coeficiente de correlación elevado 0,9558.
GRUPOS DATACIONES
1º 4900
2º 4750, 4730, 4700, 4640, 4630
3º 4270
GRUPOS DATACIONES
1º 5190, 5070, 5020
2º 4 660, 4580, 4540, 4530, 4520, 4520, 4480, 4460, 4445, 4445, 4440
3º 4325
4º 4090, 4080
776
10
11
8
1
-160
-320
-480
Similarity
-640
-800
-960
-1120
GRUPOS DATACIONES
1º 5375, 5305, 5290,5 270, 5240
2º 5170, 5150, 5075
3º 4720
4º 4575
En Guipúzcoa los resultados del cluster, coeficiente de correlación de 0,9067, los re-
flejamos en el gráfico 5 y su resumen en la siguiente tabla:
777
10
11
12
13
14
15
16
17
4
1
-80
-160
-240
-320
Similarity
-400
-480
-560
-640
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
GRUPOS DATACIONES
1º 5300, 5270, 5070, 4950
2º 4490, 4410, 4345, 4310
3º 4055, 4030, 3990, 3960, 3920
GRUPOS DATACIONES
1º 4960, 4955, 4950, 4865
778
10
11
1
-60
-120
-180
-240
Similarity
-300
-360
-420
-480
-540
-600
0 1,2 2,4 3,6 4,8 6 7,2 8,4 9,6 10,8 12
Para examinar si los clusters formados tienen identidad propia y son diferentes al res-
to vamos a comparar las medias de cada cluster entre sí mediante el denominado aná-
lisis de la varianza.
El análisis de la varianza lo realizamos en la tabla 1. En este caso los datos que nos
interesan no son los resultados generales de la tabla sino los individuales de compara-
ción de varianzas entre las diferentes series definidas con anterioridad en el analisis
cluster. Partimos de las series determinadas en el analisis cluster. Los datos generales in-
dican que la varianza entregrupos, es la que define la totalidad del analisis general, tie-
ne una probabilidad de igualdad de medias infinitamente pequeña. Pero los resultados
que realmente nos interesan son las comparaciones entre cada uno de los ciclos o gru-
pos hallados en el analisis cluster. Para este análisis he tenido que realizar por necesi-
dad del algoritmo utilizado, un pequeño ajuste a tres datos de la serie consistente en
añadir en aquellos ciclos con una sola datación de C-14, una fecha igual a la existente
más un año, para evitar tener divisiones entre cero.
779
10
11
12
13
5
1
-100
-200
-300
-400
Similarity
-500
-600
-700
-800
-900
-1000
0 1,6 3,2 4,8 6,4 8 9,6 11,2 12,8
780
BURGOS 1 BURGOS 2 BURGOS 3 GUIPUZC 1 GUIPUZ 2 GUIPUZ 3 VIZCAYA
RIOJA 1 0,0001454 0,02694 0,006677 0,008908 0,0001439 0,0001439 1
RIOJA 2 0,0001439 0,000144 1 0,000144 0,0006547 0,0001439 0,01106
RIOJA 3 0,0001439 0,0001439 0,000149 0,0001439 0,7503 0,00182 0,0001439
ÁLAVA 1 0,06549 1 0,000144 0,9995 0,0001439 0,0001439 0,2943
ÁLAVA 2 0,0001439 0,0001439 0,5463 0,0001439 0,7092 0,0001439 0,0001442
ÁLAVA 3 0,0001439 0,0001439 0,0002982 0,0001439 0,9978 0,0002173 0,0001439
ÁLAVA 4 0,0001439 0,0001439 0,0001439 0,0001439 0,0005886 0,9359 0,0001439
BURGOS 1 0 0,2049 0,0001439 0,4141 0,0001439 0,0001439 0,0001561
BURGOS 2 4,149 0 0,0001439 1 0,0001439 0,0001439 0,1032
BURGOS 3 15,62 11,47 0 0,0001439 0,005034 0,0001439 0,001387
GUIPUZC 1 3,577 0,5721 12,04 0 0,0001439 0,0001439 0,0388
GUIPUZ 2 21,85 17,71 6,233 18,28 0 0,0001452 0,0001439
GUIPUZ 3 31,44 27,29 15,81 27,86 9,581 0 0,0001439
VIZCAYA 8,756 4,607 6,865 5,179 13,1 22,68 0
Aplicando estos resultados a cada zona dolménica y según los resultados del ana-
lisis cluster podemos decir que:
1. En La Rioja el primer ciclo dolménico aparece hacia 4.900. Un segundo ciclo apa-
rece doscientos años después hacia 4.700 utilizándose durante 100 años y un tercero
300 años después hacia 4.270. Los intervalos entre ciclos son muy amplios como para
poder ser atribuidos a la aleatoriedad, lo que nos hace concluir que hay intervalos de
tiempo en los que no se utiliza el dolmen.
2. En Álava el primer ciclo dolménico aparece hacia 5.200 con una duración de 200
años. El segundo ciclo 400 años después hacia 4.600 con una duración de doscientos
años. Un tercer ciclo hacia 4.300 y un cuarto ciclo hacia 4.100.
781
4. El Guipúzcoa el primer ciclo se inicia hacia 5.300, coincidiendo con el inicio en
Burgos y en toda la zona y dura 300 años. Existe un intervalo de 500 años hasta que se
vuelve a emplear el dolmen hacia 4.500 con una duración de 200 años. Un tercer ciclo
final se produce 300 años después hacia 4.000.
5. En Vizcaya no tenemos constancia más que de un único ciclo que se inicia hacia
el 5.000 con una duración de poco más de 100 años.
Resumiendo diremos que existen ciclos de utilización de los dólmenes con interva-
los en los que no se utilizan. Esta situación es común a las cinco zonas estudiadas.
Estos movimientos cíclicos de utilización se dan en todas las zonas, aunque existen
desfases temporales en el mismo ciclo, en función de la zona. Este fenómeno dolméni-
co tiene un carácter explosivo, es decir que su inicio y difusión es muy rápido, y su pri-
mera utilización temporal muy corta apenas tres generaciones. Luego sigue un periodo
de trescientos años sin utilizarse, hasta que llega un segundo ciclo de reutilización con
una duración de doscientos años
782
3,9
3,6
3,3
2,7
log2 scale
2,4
2,1
1,8
1,5
1,2
0 6 12 18 24 30 36 42 48
Gráfico 6. Espectrograma Wavelet con el reflejo de los diferentes ciclos en el desarrollo del fenómeno me-
galítico en el área.
ciclo de Burgos. A continuación el gráfico se hace muy poco ilegible producto de la se-
riación casi continúa que se produce en las dataciones radiocarbónicas.
En resumen observamos ondas de fechaciones. Una primera onda con valor 3,6 equi-
valente a 5.300. Una segunda onda con valor 2,7 equivalente a dataciones de 4.500 y
una tercera onda con valores de 2,4 para dataciones equivalentes a 4.000.
BIBLIOGRAFÍA
DELIBES DE CASTRO, G.
(2004) “Dólmenes de Sedano. Un marco para la investigación, recuperación y difusión del patrimonio me-
galítico de la Lora Burgalesa”. Patrimonio de Castilla y León. Año V, número 16.
PEÑALVER, X.
(2005) “Orígenes”. Editorial Txalaparta. Navarra.
783
5.4. SERIACIÓN POR EL MÉTODO DE PETRIE Y FORD (BATTLE SHIP). EL CA-
SO DE LOS FONDOS DE CABAÑA DE EL NEGRALEJO (MADRID)
El método de seriación más antiguo que se conoce fue propuesto y realizado por
primera vez por Petrie quien serió en 1899 las tumbas predinásticas egipcias. A éste
autor le siguieron otros a principios del siglo XX. Los estudios sobre seriación han con-
tinuado durante todo el siglo XX participando en ellos eminentes matemáticos y esta-
dísticos como Kendall, Sheppard, Kruskal y Wilkinson. El original método de Petrie, fue
mejorado por Ford quien desarrolló la forma del dibujo lenticular o “battle-ship”. Con el
desarrollo del método del C-14 esta metodología desapareció de los estudios arqueo-
lógicos siendo difícil encontrar algún artículo que aplique esta técnica.
Durante este tiempo se han desarrollado nuevas técnicas estadísticas, en las que
se ha comprobado empíricamente que ofrecen muy buenos resultados en seriación,
como son las técnicas de coordenadas principales y de escalamiento multidimensional
no métrico, que junto con la posibilidad de realización de cálculos con ordenadores ha
posibilitado el desarrollo de esta metodología. Realizar a mano la seriación por este
método es laborioso y posiblemente dará lugar a errores. Sin embargo vamos a com-
probar como con una sencilla hoja de cálculo, Excel, realizamos lo que anteriormente
era un laborioso trabajo de una manera fácil y sencilla.
Como toda seriación se aplica en los supuestos de que no existan dataciones abso-
lutas o estratigrafía, como es el caso de estratigrafías horizontales, necrópolis, fondos de
cabaña, silos etc. Sin embargo también se puede aplicar en estratigrafías, donde ésta
es una continuidad sin separaciones evidentes. Si se realiza una estratigrafía métrica ba-
sada en profundidades métricas se puede aplicar este procedimiento de seriación. Para
ello cuanto menor sea el grosor de las capas, mejor resultado dará. Además, a poste-
riori integrar es sencillo, desglosar imposible.
5.4.1. EL MÉTODO
Como cualquier seriación lo primero que se deben analizar son los objetos o las va-
riables que tienen, o pueden tener, un comportamiento cronológico. Las variaciones que
experimentan deben ser únicamente causadas por una variación cronológica y no como
consecuencias de variaciones debidas a otro tipo de fenómenos, como pueden ser cau-
sas geográficas, de género o de actividad. En cualquier caso si el objeto o variable no tu-
viera una causalidad temporal lo detectaríamos fácilmente en el análisis.
784
La seriación por este procedimiento indica la dirección temporal, pero no indica cual
es el extremo antiguo y cual el nuevo. Esto se tiene que definir por otros procedimientos.
Van a existir cuatro tipo de gráficos, en función del desarrollo temporal en el que se
encuentre el objeto que sirve de seriación, El primero es el que da nombre al método,
“battle-ship”, por la forma que adopta la gráfica que lo representa y que refleja la idea
fundamental y básica que subyace en el procedimiento y es que los objetos o variables,
tienen un inicio cuya representación en porcentaje es 0%, un crecimiento y desarrollo con
una representación porcentual cualquiera, y un decremento desde la anterior cota has-
ta desaparecer o con tendencia a 0% (gráfico 1). La representación en todos los casos
es simétrica, el mismo porcentaje tanto a la izquierda como a la derecha del valor 0%.
La seriación por este procedimiento indica la dirección temporal, pero no indica cual
es el extremo antiguo y cual el nuevo. Esto se tiene que definir por otros procedimientos.
Si los objetos o variables que se estudian son dos, se forman dos tipos de gráficos
exclusivamente. Si un objeto o variable adopta la forma de “battle-ship”, el otro adopta
única y forzosamente, la forma de “reloj de arena”. Es fácil entender esta dualidad pues-
to que al ser un porcentaje, la suma de ambos es igual a 1. Luego cualquiera de ellos es
1 - % otra variable. Cuando una variable toma el valor 10%, la otra toma forzosamente
el valor 90%. Es decir cuando una figura crece la otra decrece y viceversa.
7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 8 7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 8
785
Forma “Lenta” Gráfico 3
7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 8
7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 8 7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 8
Si uno de los objetos adopta la forma creciente, el otro adopta forzosa y únicamente
la forma decreciente.
Podemos pensar que las dos últimas formas posibles, creciente y decreciente, son
casos particulares de las dos iniciales, solo que definen unos tramos concretos de la
forma “battle-ship” o “reloj de arena”.
La ejecución del método es muy sencilla, pero implica una gran paciencia. Consiste
en formar alguna de las cuatro figuras definidas anteriormente y ver como se compor-
tan el resto de objetos o variables.
786
5.4.2. UN EJEMPLO TEÓRICO
Vamos a realizar el análisis con la hoja de cálculo de Microsoft, Excel. Para ello defi-
nimos una escala, en tanto por ciento, sobre la que representar los valores. Los valores
se reflejan simétricamente tanto a izquierda como a derecha del valor 0%. La gráfica
inicial (gráfico 1) la hemos ordenado aleatoriamente la primera vez. La construcción de
las barras de porcentaje es sencilla basta definir la tabla y colorearla. Luego la ordena-
ción se hace copiando y pegando.
Una vez conseguida una seriación principal, podemos intentar definir mejor la se-
riación cambiando en la figura battle-ship” la simetría de los valores intermedios en una
787
GRÁFICO 1
7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7
D
R
O
N
E
788
R
E
El índice que mide la calidad de la seriación viene definido sencillamente por el su-
matorio de la diferencia en dientes de sierra de las figuras que definen la seriación.
9 8 7 6 5 4 3 2 1 1 2 3 4 5 6 7 8 9 % Diferencia
10
20
30
20 10
40
30 10
50
40 10
60
50
40
50 10
30
20
30 10
ÍNDICE 50
Gráfico 6
789
5.4.4. EL CASO DE LOS FONDOS DE CABAÑA DE EL NEGRALEJO (MADRID)
Vamos a realizar un ejemplo real para ver como funciona el método. El ejemplo está
tomado de V. Fernández Martínez, quien a su vez toma los datos de Blasco Bosqued
(1983). La seriación la realiza mediante la técnica de coordenadas principales, obte-
niendo una seriación. El yacimiento de El Negralejo (Madrid) lo constituyen 27 fondos
de cabaña, de los que ha sido seleccionados 15 por eliminación de los que contenían
menos de cuatro cerámicas con decoración. Se han seleccionado tres variables que
son la decoración de las cerámicas, incisa, boquique e impresa. La matriz de datos en
porcentaje es la siguiente:
Con esta matriz de datos confeccionamos el gráfico “battle-ship” inicial, que adopta
la figura del gráfico 7.
790
INCISIÓN
1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1
5
9
11
12
13
14
15
17
18
19
21
29
31
33
BOQUIQUE
1 1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1
1
5
9
11
12
13
14
15
17
18
19
21
29
IMPRESA
1 1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1
1
5
9
11
12
13
14
15
17
18
19
21
29
31
33
791
SERIACIÓN POR INCISIÓN • INCISIÓN
1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1
1
12
15
11
13
14
33
18
5
19
17
29
31
9
21
792
SERIACIÓN POR BOQUIQUE • INCISIÓN
1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1
33
5
17
12
14
15
13
11
1
21
9
18
19
29
31
793
SERIACIÓN POR IMPRESIÓN • INCISIÓN
1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1
1
13
9
5
14
15
17
31
12
33
21
29
18
19
11
794
SERIACIÓN SEGÚN V. FERNÁNDEZ • INCISIÓN
1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1
5
33
31
19
18
14
17
29
13
12
15
11
9
21
1
Gráfico 11. Seriación por aumento y disminución de las variables Incisión y Boquique.
795
Obtenemos la forma “battle-ship” en la variable boquique, pero se nos dibuja una
forma “reloj de arena” en la variable incisión con lo que tenemos el mismo problema
que en la seriación anterior que como hemos dicho la forma reloj de arena no implica
seriación sino es consecuencia matemática de la forma de presentación de los datos.
La variable impresión muestra un dibujo de diente de sierra lo que indica también que
no es una variable que pueda ser seriada.
A continuación vamos a comprobar los resultados del análisis realizado. Para ello va-
mos a realizar un análisis multivariante, coordenadas principales, similaridad euclídea.
El resultado lo representamos en el gráfico 12:
796
He realizado un segundo análisis multivariante, escalado multidimensional no métri-
co, con la medida de similaridad euclídea. El stress resultante ha sido muy bajo 0,03079.
El resultado ha sido exactamente igual. El mismo dibujo (gráfico 13), con las mismas po-
siciones de los fondos de cabaña.
40
32
24
19
8
16
13
11
8
Coordinate 2
0 14 29
33
9
-8
21
17
-16
15
-24 31
12
0,3
0,24
0,18
19
8
0,12 13
11
0,06
Coordinate 2
0 29 14 33
9
-0,06
21
17
-0,12
15
-0,18
31
12
-0,24
-0,3
-0,7 -0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 -0,1 0 0,1 0,2 0,3
Coordinate 1
797
Un tema pendiente de estudio es el significado de la longitud de los segmentos que
unen los puntos. Se ha comentado la posibilidad de que esta longitud sea una distancia
cronológica, sin embargo no conozco ningún trabajo sobre este tema.
Finalmente vamos a realizar el gráfico de “Battle-Ship” con los datos obtenidos tanto
por coordenadas principales como por NMMS, eliminando los fondos de cabaña 31, 12
y 15. El resultado es el siguiente gráfico 14:
798
BIBLIOGRAFÍA
BLASCO BOSQUED, M. C.
(1983) “Un nuevo yacimiento del Bronce Madrileño: “El Negralejo”. Noticiario Arqueológico Hispánico 17,
pp. 43-150. Madrid.
FERNÁNDEZ MARTINES, V.
(1985) “La seriación automática en arqueología: introducción histórica y aplicaciones”. Trabajos de Prehis-
toria 42, nº 1, pp. 9-50. Madrid.
Han sido J. A. Belmonte y M. Hoskin quienes más han trabajado sobre el tema de
orientaciones astronómicas en cronologías antiguas del ámbito mediterráneo. M. Hos-
kin ha trabajado fundamentalmente sobre orientación de dólmenes en Portugal y sur
Peninsular y zona de Galicia llegando a la conclusión que la mayoría de ellos se orien-
tan a la salida del Sol en algún momento del año, concentrándose fundamentalmente
en los meses otoñales e invernales. Belmonte en cambio es partidario de entender es-
tas orientaciones como lunisolares o en ciertos casos topográficas.
El propósito de este trabajo es, desde una base de conocimiento del movimiento del
Sol en la bóveda celeste tanto en momentos actuales pero sobre todo antiguos, calcu-
lar la fecha de orientación y construcción del monumento megalítico. Para ello empeza-
ré describiendo las características del movimiento del Sol, azimuts y alturas, para pasar
a la práctica con el cálculo de las fechas de tres monumentos megalíticos alaveses, los
dólmenes de Aitzkomendi, Sorginetxe y Gurpide Sur.
El Sol como todos sabemos sale por el este y se oculta por el oeste. Sin embargo
esta salida del Sol por el este no se produce por el mismo punto sino que oscila a lo
largo del año hacia el norte o hacia el sur. Lo mismo ocurre con el ocaso con oscilación
similar de norte a sur.
799
su orto más al norte. Es el día más largo y la noche más corta. A partir de aquí el orto
del Sol modifica su posición y desciende en dirección sur hacia el este, lo que lo consi-
gue el día 22 de septiembre, equinoccio de otoño. Desde este punto y día el orto se si-
gue desplazando en dirección sur hasta su punto extremo, lo cual lo consigue el 21 de
diciembre, es el solsticio de invierno. Es el día más corto y la noche más larga del año.
Este día la sombra proyectada del Sol es la más larga. Desde este día y este punto
el orto del Sol cambia la dirección y se desplaza en dirección norte hasta alcanzar el
este verdadero, lo que ocurre el 21 de marzo del año siguiente, como se refleja en el
gráfico:
120
100
80
60
A
40
20
0
1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21 1 7 15 21
ENERO FEB RERO MARZO AB RIL MAYO J UNIO J ULIO AGOS TO S EP TIEMB R OCTUB RE NOVIEMB RE DICIEMB RE
A medida que transcurre el día el Sol varía su azimut y su altura. El Azimut siempre
crece desde su valor en el orto hasta su valor en el ocaso. Sin embargo la altura en la
primera parte de día es creciente para luego descender a lo largo de la tarde hasta su
ocaso en cuyo momento su valor es 0º.
Entendemos por azimut el ángulo que forma un punto con respecto al norte verda-
dero o geográfico. El orto solar es el momento de aparición del disco solar por el hori-
zonte, ya sea astronómico u orográfico. La declinación magnética es el ángulo existen-
te entre el norte magnético, marcado por la brújula, y el norte verdadero o geográfico.
Esta declinación magnética varía con el tiempo y el lugar. Por horizonte orográfico en-
tendemos el que se observa desde la situación del dolmen y viene definido por la pro-
yección desde nuestra posición de la silueta de los relieves orográficos sobre la bóveda
celeste.
Del diagrama polar obtenemos dos claras y diferente orientaciones dolménicas, las
orientadas al sudeste y las orientadas al sur. Esta diferente orientación está motivada
800
por diferentes tendencias en el ritual como consecuencia de ser poblaciones cultural-
mente diferentes o por encontrarnos ante un momento temporal diferente.
El Sol en su recorrido por la bóveda celeste marca cuatro puntos fundamentales co-
mo son los solsticios de verano e invierno y los equinoccios de primavera y otoño. Los
solsticios de verano e invierno son fáciles de detectar mediante observación, por que son
los puntos en los que los azimuts de sus ortos son más extremos y en los que el Sol ade-
más parece detenerse en su salida. Solsticio significa Sol parado. Los equinoccios son
los puntos en los que la eclíptica del Sol corta al plano ecuatorial de la tierra. Son muy
difíciles de observar salvo que se tengan avanzados conocimientos de mecánica celes-
te. De las orientaciones que he obtenido de las cámaras dolménicas vamos a compro-
bar si alguna de ellas obedece a alguno de estos puntos característicos o efemérides.
En cuanto a los solsticios, podemos indicar que se dan con los azimuts en el orto de
58º para el solsticio de verano y 122º para el solsticio de invierno, es decir un +- 32º so-
bre el este verdadero. Además este orto se ve modificado por el horizonte del lugar, tan-
to por la elevación sobre el nivel del mar del dolmen como por la elevación de su hori-
zonte orográfico que hace retrasar el momento del orto, como hemos observado en algu-
nos casos.
He calculado los azimuts del Sol en los ortos solsticiales y equinocciales para crono-
logías comprendidas entre 6.000 y 5.000 B. P., por ser fechas que se corresponden con
los momentos más antiguos del mundo megalítico corregidas por dendrocronología com-
probando como los valores son iguales. Es decir la variable cronología no afecta al valor
de los azimuts de los ortos solares, lo cual simplifica los cálculos.
Sin duda alguna uno de los aspectos más interesantes de la arquitectura megalítica
es su manifiesta tendencia a la orientación al orto del Sol en alguno de los días del año.
Esta tendencia ortosolar la deducimos de su histograma de azimuts, en el que observa-
mos como la mayoría toma valores entre 90º y 130º, y una minoría entre 60º y 90º. No
existe ninguna cámara orientada fuera de este intervalo 60º a 130º, excepto el grupo de
dólmenes de la estación megalítica de La Rioja alavesa, que tienen una total orienta-
ción sur. Pero este fenómeno se debe a una diferencia cultural o temporal.
Como hemos comentado anteriormente durante el año solar, por un mismo punto el
Sol pasa dos veces. En primer lugar cuando el Sol se desplaza hacia su solsticio y en
segundo lugar cuando regresa hacia su equinoccio. Es imposible determinar en cual de
801
los dos diferentes momentos se ha orientado el dolmen, por lo que siempre vamos a ob-
tener una doble fechación.
El calendario Juliano toma el nombre del emperador Julio Cesar que fue quien lo
instauró. Básicamente es el calendario egipcio y establece un periodo de duración del
año de 365,25 días.
Los azimuts solsticiales y equinocciales no varían con el paso del tiempo, son los mis-
mos. Lo que varía es la fecha en que se producen estas efemérides. Conforme nos re-
trasamos en el tiempo éstas se retrasan. Es decir, que su movimiento siguiendo el avan-
ce temporal del tiempo, adelantan las fechas de las mismas, de tal forma que el solsticio
de invierno del año 1 de nuestra era fue el día 25 de Diciembre, por eso la Navidad se
celebra el día 25 y no el 21 como hubiera correspondido por ser el día solsticial.
Una segunda variable que vamos a considerar es la altura del Sol sobre el horizon-
te. En el gráfico adjunto se representa la altura del Sol sobre el horizonte astronómico
que no el orográfico del dolmen. Como sabemos a medida que transcurre el día, el Sol
incrementa su altura sobre el horizonte. Esta altura también depende del día del año
en que nos encontremos. Así el desarrollo más bajo se corresponde con el solsticio de
invierno. Conforme transcurren los días su desarrollo cada vez está más alto sobre el
horizonte hasta llegar al solsticio de primavera, en el que el día se iguala a la noche.
Continúa subiendo hasta el solsticio de verano, el día más largo del año, cuando alcan-
za la máxima altura del año a las 12 horas.
802
80
ALTURA SOL DIARIA solsticio invierno
equinoccio primavera
70 solsticio verano
solsticio otoño
60
50
ALTURA
40
30
20
10
0
-10
-20
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18
-30 HORA
Podemos medir dos tipos de variables en la posición del Sol, su azimut y su altura.
Ambas variables están influidas por la fecha y por la altura de su horizonte, horizonte
del lugar u horizonte orográfico puesto que su orto, orto del lugar, se produce tiempo
después del orto astronómico debido a la altura del horizonte orográfico sobre el que
se produce su salida.
En primer lugar debemos obtener la línea de simetría del dolmen. Para ello jalona-
mos la mitad de cada extremo definiendo esta línea y tomando con brújula su orienta-
ción. Este jalonamiento y su prolongación hacia su horizonte orográfico nos determina
en que punto de la orografía corta al horizonte. Este punto lo vamos a tener en cuenta
tanto para el cálculo del azimut como de la altura por posicionamiento. Este eje de orien-
tación por el propio tipo de construcción tiene una variabilidad que vamos a tener en
cuenta a la hora de realización de los cálculos.
• Cálculo con brújula. Obtenida la orientación por la brújula, debemos realizar un pa-
so intermedio para lograr la orientación verdadera o geográfica. La brújula marca el norte
magnético, diferente del norte verdadero o geográfico, que es el que debemos utilizar. A
esta diferencia se le denomina declinación magnética y varia con la situación y con el
tiempo. Actualmente para nuestro ámbito geográfico es de 1º40´ W., variando 7´ E. por
año. Por ello debemos corregir la orientación magnética obtenida con la brújula por los
efectos de la declinación.
803
Orientación brújula
Declinación magnética +1º40´ W
Azimut orto
La declinación magnética actual es de 1º40´ W., lo que significa que al valor deter-
minado por la brújula debemos sumarle el valor de esta declinación magnética.
• Cálculo por posicionamiento. Necesitamos dos coordenadas, las del dolmen y las
del punto en que la prolongación del eje de simetría del dolmen corta al horizonte. Luego
resolvemos por trigonometría, teniendo en cuenta que por comodidad del cálculo las
coordenadas que utilizamos son UTM. Del triangulo rectángulo que se forma conoce-
mos los tres lados del mismo (por diferencias entre las coordenadas de los dos puntos),
luego podemos aplicar cualquier fórmula trigonométrica para calcular el ángulo. Si apli-
camos la fórmula de la tangente de un ángulo, sabemos que la tangente de un ángulo es
el cociente entre el cateto opuesto y el cateto adyacente. En nuestro caso el cateto opues-
to es la diferencia de latitudes, entre la latitud del dolmen y la latitud del punto de corte
en el horizonte orográfico y el cateto adyacente es la diferencia de longitudes entre am-
bos puntos. Es decir:
La variable azimut es la que más va a definir la fecha de orientación al orto solar de-
bido a que a cada grado de azimut le corresponden tres días (resultado de dividir 32º
x 2 entre 180 días). Por eso debemos tener mucho cuidado en una obtención lo más
exacta posible.
2. Cálculo de la altura
El cálculo de la altura del Sol lo obtenemos por dos procedimientos diferentes. En
el primero el ángulo los obtenemos por medio de un clinómetro que es un aparato que
mide los ángulos de inclinación que en nuestro caso es el ángulo formado entre la si-
tuación del dolmen y la posición de corte de su orientación con el horizonte orográfico.
Un segundo procedimiento consiste en calcular por trigonometría este ángulo por dife-
rencias de alturas de ambos puntos orográficos.
804
un ángulo es el cociente entre el cateto opuesto y el cateto adyacente. En nuestro caso
el cateto opuesto es la diferencia de alturas entre dolmen y el punto ortosolar y el cateto
adyacente es la distancia entre ambos puntos:
Este resultado lo tenemos que corregir en función de la altitud del dolmen s.n.m.
Con estos dos datos obtenidos por cualquiera de estas técnicas, podemos comenzar a
calcular la fecha.
1. Dolmen de Aitzkomendi
Se sitúa en el extremo oriental de Álava, en la localidad de Eguilaz, en una zona
llana a 600 metros sobre el nivel del mar, rodeado de montes por el norte y sur, con
tres puntos de altura sobresalientes correspondientes a los picos de tres montes. Por
el norte Aitzgorri con 1.500 metros y Aratz con 1.400 metros. Y por el sur el Bayo con
1.100 metros. Sin embargo el dolmen se orienta al valle a un punto cualquiera de una
sierra sin características particulares alguna, punto que he podido determinar sus co-
ordenadas con la suficiente exactitud.
805
AITZKOMENDI
Además tenemos que tener en cuenta que para cualquier combinación de azimuts y
alturas se pueden obtener dos fechas distintas, pero simétricas, cuando el sol pasa de
su equinoccio hacia su solsticio y cuando vuelve desde éste hacia su equinoccio.
Con los parámetros obtenidos tanto de azimut como de altura las fechaciones que
obtenemos son las siguientes:
806
JULIANO GREGORIANO
Azimut Altura mes/día hora azimut altura
OTOÑO 96,128478 3,88849634 26-oct 6,36,00 96,13 3,93 27-sep
100,128478 4,38849634 2-nov 6,47,52 100,453 4,387 4-oct
INVIERNO 96,128478 4,38849634 17-abr 6,42,30 96,473 4,386 19-mar
100,128478 3,88849634 9-abr 6,54,25 100,122 3,86 11-mar
GURPIDE SUR
807
menes fueron excavados a finales del siglo XVIII. Se localizan en un pequeño y estre-
cho valle, enclavado entre dos sierras que lo delimitan tanto por el oeste como por el es-
te. Durante la excavación de estos cuatro dólmenes se encontraron abundantes restos
óseos y ajuar pétreo entre los que destacan los geométricos, lo que nos está hablando de
fechaciones antiguas que corregidas por dendrocronología nos llevaría hacia un -3.700
A. C. El dolmen se encuentra orientado al este, hacia la sierra de Badaya en un hori-
zonte plano sin ningún punto o cumbre de referencia.
• Cálculo de los parámetros azimut y altura. El cálculo del azimut y de la altura po-
demos determinarlos por cualquiera de los dos procedimientos. Dolmen largo que sólo
conserva las losas de un lateral de la cámara y la losa de la cabecera, por lo que la
orientación es relativamente sencilla y exacta, to-mando las losas laterales de la cáma-
ra como eje de orientación ya que presentan una perfecta linealidad (tabla 2).
Vamos a emplear el azimut y la altura del Sol calculados por trigonometría, ya que
los calculados mediante brújula y clinómetro, entran dentro del intervalo calculado.
JULIANO GREGORIANO
Azimut Altura mes/día hora azimut altura
OTOÑO 105,082778 8,48390729 03-nov 7,14,15 105,087 8,528 05-oct
107,082778 8,98390729 06-nov 7,20,40 107,077 8,818 08-oct
INVIERNO 105,082778 8,98390729 09-abr 7,25,20 105,135 8,982 11-mar
107,082778 8,48390729 04-abr 7,31,50 106,855 8,619 06-mar
En los resultados obtenidos podemos observar como el dolmen de Gurpide Sur fue
orientado al orto solar entre los días 5 y 8 de Octubre o entre los días 6 y 11 de Marzo.
3. Dolmen de Sorginetxe
El dolmen de Sorginetxe se sitúa en la localidad de Arrizala, a escasos kilómetros
del dolmen de Aitzkomendi, en una zona llana, en la que existen varios puntos orográ-
ficos de interés como el monte Aitzgorri de 1.500 metros, Aratz de 1.400 metros, Bayo
de 1.100 metros y Arrigorrista de 1.100 metros. El dolmen se orienta en dirección al
monte Arrigorrista en una zona llana de la sierra de Entzia, punto indeterminado de un
horizonte plano, sin ningún relieve especial. Se trata de un dolmen poligonal con cinco
grandes losas que delimitan un espacio cúbico abierto de 2 por 2 y por 2,5 metros de
altura, habiéndose desechado su orientación hacia picos muy sobresalientes que do-
minan el lugar.
• Cálculo de los parámetros azimut y altura. En la siguiente tabla se reflejan los da-
tos y cálculos realizados para obtener los dos parámetros que necesitamos, azimut y
altura.
808
SORGINETXE
Sabemos que los límites mínimos y máximos del intervalo se definen de la siguiente
forma:
1. Caso de Otoñales
El intervalo menor se calcula con los menores valores de azimut y altura, siendo es-
tos resultados obtenidos superiores a los originales. El intervalo mayor se calcula con
los mayores valores de azimut y altura, siendo estos resultados inferiores a los origi-
nales.
2. Caso de Invernales
El intervalo menor se calcula con el mayor valor de azimut y el menor de altura, sien-
do estos resultados inferiores al azimut y superior a la altura original. El intervalo mayor
se calcula con el menor valor de azimut y el mayor valor de altura, siendo estos resul-
tados superior en azimut e inferior en altura a los originales.
JULIANO GREGORIANO
Azimut Altura mes/día hora azimut altura
OTOÑO 111,614598 6,1129519 19-nov 7,23,10 11,632 6,351 21-oct
115,614598 6,6129519 26-nov 7,35,31 115,488 6,613 28-oct
INVIERNO 111,614598 6,6122959 22-mar 7,41,30 111,801 6,423 21-feb
115,614598 6,1129519 14-mar 7,54,35 115,599 6,384 13-feb
809
Es decir que el dolmen de Sorginetxe se orientó al orto solar entre los días 21 a 28
de Octubre o entre los días 13 a 21 de Febrero.
Los azimuts del orto solar varían a lo largo del año entre los 58º y los 122º, grados
éstos en los que se producen los solsticios de verano e invierno respectivamente, mien-
tras que los azimuts de los equinoccios se producen a los 90º. Al estar la mayoría de
los dólmenes englobados en orientación sudeste (la orientación media es de 117º y el
intervalo en el que se encuentran incluidos el 95% de los dólmenes oscila entre 107º
a117º con una probabilidad de aleatoriedad asociada a estos datos prácticamente nula,
según se refleja en el gráfico adjunto), implica que se orientaron al orto solar en fechas
otoñales o invernales. Algunos dólmenes superan los 122º con azimuts más al sudeste,
como consecuencia de que el orto solar del lugar se produce minutos después del orto
astronómico, como consecuencia de la elevación del horizonte por la altitud s.n.m y por
el relieve orográfico. Será raro encontrar orientaciones inferiores a los 58º, pero si podrán
darse orientaciones superiores a los 122º (independientemente de los dólmenes expre-
samente orientados al sur), siempre que el horizonte dolménico sea elevado, cuanto
más elevado mayor será el azimut puesto que el Sol tarda varios minutos en aparecer.
810
BIBLIOGRAFÍA
BELMONTE, J. A.
(1999) “Las leyes del cielo”. Editorial Temas de Hoy. Madrid.
811
CAPÍTULO 6. CÁLCULOS
INTRODUCCIÓN
El objeto del presente trabajo no se limita al cálculo del volumen sino que pretendemos
ver, si al igual que ocurre con el peso, existe algún tipo de unidad de volumen, puesto
que a simple vista parecen existir unas modulaciones en su tamaño. Pretendemos cuan-
tificar estas modulaciones y encontrar en su caso la serie que forman estos volumenes.
Las cerámicas sobre las que hemos aplicado el método proceden del yacimiento
celtibérico, Berón, de La Hoya (Laguardia. Álava).
Fot. 1. Poblado de La Hoya (Laguardia, Álava). Acumulación de recipientes cerámicos en una de las viviendas.
812
6.1. CÁLCULO DEL VOLUMEN DE CERÁMICAS. SU APLICACIÓN AL POBLADO
BERÓN DE LA HOYA (LAGUARDIA. ÁLAVA)
Para calcular el volumen de las cerámicas partimos del dibujo de su forma, descom-
poniendo su silueta en fragmentos de 1 cm. de altura con lo que obtenemos unas figu-
ras denominadas troncos de cono.(Fig. 1)
Los pasos a seguir para el cálculo del volumen son los siguientes:
2º.- La longitud de los radios la calculamos con una regla de centímetro en centímetro
o con papel milimetrado transparente. Siempre como en todo cálculo de volúmenes
medimos radios no diámetros. La medición la hacemos desde la mitad del recipiente a
la cara interna del mismo, por lo que al dibujar la forma de la cerámica hay que tener
mucho cuidado con el grosor de la misma.
3º.- Una vez obtenidos los radios los pasamos a una hoja de cálculo en Excel,
donde aplicamos estos radios a las fórmulas y sumando todos los volúmenes del tronco
de cono obtenemos el volumen del recipiente cerámico.
Las piezas que hemos seleccionado son aquellas que tienen el perfil completo o
que sin ser completas, la reconstrucción afecta a una ínfima parte de su desarrollo o
en zonas donde los radios son pequeños, por lo que se provocan errores mínimos en
estas zonas.
813
Figura 1. Descomposición de un perfil cerámico en troncos de cono.
814
RESULTADOS OBTENIDOS
Hemos realizado el estudio dividiendo las cerámicas a estudiar en dos grupos, las
realizadas a torno y las modeladas.
Se nos emparejan los volúmenes formando grupos en torno a los siguientes me-
didas:
1º.- 44 litros
2º.- 53-54 litros
3º.- 63-65 litros
4º.- 73-75 litros
5º.- 83-85 litros
Sin embargo hemos visto que se nos agrupan en intervalos discretos y con una
mínima variación en su agrupación que no llega a los 2 litros y motivada exclusivamente
por el procedimiento de fabricación que seguían estos ceramistas.
Es decir que estos ceramistas fabricaban sus recipientes con unas medidas es-
tándares aunque aproximadas, que contribuían a determinar volúmenes predefinidos,
siendo el procedimiento de fabricación el causante del intervalo de variación que en
toda caso y sorprendentemente es mínimo para el volumen calculado.
815
La exactitud debe ser entendida dentro del contexto que estos recipientes repre-
sentan. No constituían por sí ningún sistema de medida sino que simplemente repre-
sentan un recipiente con un volumen determinado, aproximadamente por medida de ca-
pacidad, sin que se necesitara ser más preciso. Cuando se intercambiaba el producto,
era cuando era necesario la precisión, existiendo para cubrir tal necesidad algún tipo
de recipiente que daría la precisión necesaria.
Al igual que ocurre con las cerámicas a torno y aún teniendo en cuenta el pequeño
tamaño de la muestra observamos una clara agrupación de volúmenes entorno a los
siguientes tamaños:
Aunque solamente contemos con dos ejemplares por intervalo creemos que no
se trata de una mera coincidencia sino que estamos ante una serie volumétrica en la
que faltan intervalos, debido precisamente a ser una pequeña muestra, y que coincide
con la anteriormente señalada a torno. La variación dentro de cada intervalo es mayor
como consecuencia de la menor exactitud en la fabricación de la cerámica modelada
con respecto de la fabricada a torno.
MORFOLOGÍA
Este estudio está realizado exclusivamente para las cerámicas realizadas a torno.
816
Los valores absolutos de los parámetros estudiados son los siguientes:
817
CERAMICA A TORNO
CERAMICA A MANO
818
Nº INVENTA ALTURA ALT/R.MAX
1802 41 19
7009 43 17
1237-1238 47 18
390 RECONS 46 17
6776 45 18
1579 47 14
1582-a 53 22
1158 50 18
1580 53 18
4007 49 18
256 43 17
463 56 23
1438-a 54 15
819
Nº INVENTA ALTURA ALT/R.MAX
1802 41 19
7009 43 17
1237-1238 47 18
390 RECONS 46 17
6776 45 18
1579 47 14
1582-a 53 22
1158 50 18
1580 53 18
4007 49 18
256 43 17
463 56 23
1438-a 54 15
morfología altura/altura
rad mad
820
Nº INVENTA ALTURA Rad. MÁXIMO ALT/R.MAX
1802 41 22,9 19
7009 43 23,7 17
1237 47 22,5 18
390 46 24,3 17
6776 45 24 18
1579 47 26,4 14
1582 53 24,5 22
1158 50 26,7 18
1580 53 26,3 18
4007 49 26,9 18
256 43 27,9 17
463 56 26,4 23
1438 54 27,7 15
821
CÁLCULO VOLUMEN CERÁMICAS
Antes de comenzar el cálculo del volumen de cerámicas lea atentamente las instrucciones.
2.-En la columna “radio nº” no debe introducirse ningún número. Solo hace referencia al radio
de que se trate en cada cerámica
3.- En la columna “radio” debe meterse el radio medido desde la mitad de la cerámica hasta
la pared interna de la cerámica y en centímetros, con un solo decimal.
4.- En la columna “volumenes” sale calculado el volumen del tronco de cono correspondien-
te.
5.- Se puede calcular cualquier volumen de cerámica comprendida entre 1 y 100 cms. No
olvide que los radios se calculan de centímetro en centímetro descomponiendo en primer lugar
la figura en troncos de cono de 1 centímetro de altura. El programa está realizado atendiendo a
esta descomposición de la altura de la cerámica en fragmentos de 1 centímetro. Si no se realiza
de esta forma el cálculo es incorrecto.
6.- Al introducir el último radio se genera un volumen final por debajo del último calculado.
Ponga este volumen a 0, escribiendo directamente sobre la citada cantidad. No olvide que si
quiere seguir utilizando esa misma hoja deberá copiar de nuevo la formula donde usted ha te-
cleado 0
7.- Usted puede copiar la zona del programa tantas veces como quiera.
8.- La forma más sencilla de utilizar es empezando por la boca del recipiente dividiendo la al-
tura en fragmentos de 1 centímetro de altura hasta el fondo del recipiente y a continuación medir
los radíos desde el centro de la cerámica hasta la pared interior de la misma.
9.- Los resultados son ofrecidos en centímetros cúbicos y en litros, en este caso con dos
decimales.
822
CÁLCULO VOLUMEN CERÁMICAS
YACIMIENTO
SECTOR
CUADRO
OTROS
VOLUMEN 0,0 C. CUBICOS
0,00 LITROS
RADIO Nº RADIO VOLUMEN RADIO Nº RADIO VOLUMEN
1 0 0,00 42 0 0,00
2 0 0,00 43 0 0,00
3 0 0,00 44 0 0,00
4 0 0,00 45 0 0,00
5 0 0,00 46 0 0,00
6 0 0,00 47 0 0,00
7 0 0,00 48 0 0,00
8 0 0,00 49 0 0,00
9 0 0,00 50 0 0,00
10 0 0,00 51 0 0,00
11 0 0,00 52 0 0,00
12 0 0,00 53 0 0,00
13 0 0,00 54 0 0,00
14 0 0,00 55 0 0,00
15 0 0,00 56 0 0,00
16 0 0,00 57 0 0,00
17 0 0,00 58 0 0,00
18 0 0,00 59 0 0,00
19 0 0,00 60 0 0,00
20 0 0,00 61 0 0,00
21 0 0,00 62 0 0,00
22 0 0,00 63 0 0,00
23 0 0,00 64 0 0,00
24 0 0,00 65 0 0,00
25 0 0,00 66 0 0,00
26 0 0,00 67 0 0,00
27 0 0,00 68 0 0,00
28 0 0,00 69 0 0,00
29 0 0,00 70 0 0,00
30 0 0,00 71 0 0,00
31 0 0,00 72 0 0,00
32 0 0,00 73 0 0,00
33 0 0,00 74 0 0,00
34 0 0,00 75 0 0,00
35 0 0,00 76 0 0,00
36 0 0,00 77 0 0,00
37 0 0,00 78 0 0,00
38 0 0,00 79 0 0,00
39 0 0,00 80 0 0,00
40 0 0,00 81 0 0,00
41 0 0,00 82 0 0,00
823
RADIO Nº RADIO VOLUMEN
83 0 0,00
84 0 0,00
85 0 0,00
86 0 0,00
87 0 0,00
88 0 0,00
89 0 0,00
90 0 0,00
91 0 0,00
92 0 0,00
93 0 0,00
94 0 0,00
95 0 0,00
96 0 0,00
97 0 0,00
98 0 0,00
99 0 0,00
100 0 0,00
824
CÁLCULO VOLUMEN CERÁMICAS
Antes de comenzar el cálculo del volumen de cerámicas lea atentamente las instrucciones.
YACIMIENTO
SECTOR
CUADRO
OTROS
VOLUMEN 85.220,4 C.CUBICOS
85,22 LITROS
RADIO Nº RADIO VOLUMEN RADIO Nº RADIO VOLUMEN
1 16,6 36 22,5 1.618,88
2 16,7 870,92 37 22,1 1.562,33
3 18,5 973,99 38 21,6 1.499,94
4 20 1.164,75 39 21,2 1.438,77
5 21,2 1.333,55 40 20,5 1.365,85
6 22,5 1.500,31 41 19,9 1.281,99
7 23,5 1.662,17 42 19,4 1.213,11
8 24,5 1.809,82 43 18,8 1.146,18
9 25,3 1.947,99 44 18 1.063,79
10 26 2.067,06 45 17,3 978,81
11 26,7 2.181,41 46 16,6 902,72
12 27,1 2.273,34 47 15,8 824,65
13 27,4 2.332,86 48 14,8 735,68
14 27,6 2.375,85 49 13,8 642,69
15 27,7 2.401,83 50 12,8 555,98
16 27,6 2.401,83 51 11,8 475,55
17 27,5 2.384,48 52 10,9 404,92
18 27,4 2.367,21 53 9,8 336,85
19 27,3 2.349,99 54 8,5 263,47
20 27 2.315,77 55 0 0,00
21 26,9 2.281,75 56 0 0,00
22 26,8 2.264,85 57 0 0,00
23 26,5 2.231,26 58 0 0,00
24 26,3 2.189,58 59 0 0,00
25 26,1 2.156,53 60 0 0,00
26 25,8 2.115,58 61 0 0,00
27 25,6 2.075,01 62 0 0,00
28 25,3 2.034,85 63 0 0,00
29 25 1.987,16 64 0 0,00
30 24,7 1.940,03 65 0 0,00
31 24,3 1.885,79 66 0 0,00
32 24 1.832,28 67 0 0,00
33 23,7 1.787,04 68 0 0,00
34 23,3 1.734,99 69 0 0,00
35 22,9 1.676,43 70 0 0,00
825
TORNO
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO V-31
X 160
Y 300
Z 38
RECINTO:
Nº INVENT 1438-A
VOLUMEN 85.220 cm3
826
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO Y-10
X 33
Y 159
Z 170
RECINTO 95
Nº INVENT 6776
VOLUMEN 54.266 cm3
827
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO V-16
X 313
Y 215
Z 142
RECINTO
Nº INVENT 7009
VOLUMEN 48.286 cm3
828
SECTOR I
NIVEL
CUADRO
X 313
Y 215
Z 142
RECINTO
Nº INVENT 1237 ó 1238
VOLUMEN 49.915 cm3
829
SECTOR I
NIVEL
CUADRO
X
Y
Z
RECINTO
Nº INVENT 1237 ó 1238
VOLUMEN 49.915 cm3
830
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO
X 295
Y 171
Z 89
RECINTO 1580
Nº INVENT
VOLUMEN 73.993 cm3
831
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO Z-31
X 375
Y 270
Z 73
RECINTO
Nº INVENT 1582-A
VOLUMEN 65.060 cm3
832
SECTOR I
NIVEL z-13
CUADRO A-3
X
Y
Z
RECINTO 10
Nº INVENT 390
VOLUMEN 53.074 cm3, reconstruida
833
SECTOR I
NIVEL A-5
CUADRO A-3
X
Y
Z
RECINTO
Nº INVENT 463
VOLUMEN 83.730 cm3
834
SECTOR I
NIVEL A-17
CUADRO A-2
X
Y
Z
RECINTO
Nº INVENT 256
VOLUMEN 78.133 cm3
835
SECTOR I
NIVEL C-37
CUADRO A-2
X 184
Y 60
Z 359
RECINTO 20
Nº INVENT 4007
VOLUMEN 75.404 cm3
836
SECTOR I
NIVEL Z-35
CUADRO A-3
X 128
Y 30
Z 60
RECINTO
Nº INVENT 1802
VOLUMEN 44.496 cm3
837
SECTOR I
NIVEL A-3
CUADRO V-3
X 67
Y 363
Z 89
RECINTO
Nº INVENT 1158
VOLUMEN 70.274 cm3
838
SECTOR I
NIVEL
CUADRO Y-33,Z-33,Z-31
X
Y
Z
RECINTO
Nº INVENT 1579
VOLUMEN 63.803 cm3
839
A MANO
SECTOR I
NIVEL
CUADRO
X
Y
Z
RECINTO
Nº INVENT 5600
VOLUMEN 125.878 cm3
840
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO X-33
X 217
Y 146
Z 102
RECINTO
Nº INVENT 1720
VOLUMEN 23.673 cm3
841
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO D-E-37
X0
Y 268
Z 310
RECINTO 65
Nº INVENT 1937
VOLUMEN 128.539 cm3
842
SECTOR I
NIVEL A-2
CUADRO C-1
X 107
Y 330
Z 200
RECINTO 49
Nº INVENT 6734
VOLUMEN 38.656 cm3
843
SECTOR I
NIVEL B-1
CUADRO X-41
X 20
Y 382
Z 320
RECINTO cuadrante A
Nº INVENT 1961
VOLUMEN 24.517 cm3
844
SECTOR
NIVEL A-3
CUADRO E-7
X
Y
Z
RECINTO
Nº INVENT 73
VOLUMEN 37.164 cm3
845
SECTOR I
NIVEL
CUADRO
X
Y
Z
RECINTO
Nº INVENT 1568
VOLUMEN 15.982 cm3
846
SECTOR I
NIVEL B-17
CUADRO A-2
X 390
Y 45
Z 40
RECINTO A MANO
Nº INVENT ?
VOLUMEN 20.741 cm3
847
ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 849-900 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
RESUMEN:
Se recoge toda la producción bibliográfica sobre temas de arqueología alavesa, realizada en los años
comprendidos entre 1957 a 2007, coincidiendo con los cincuenta años de existencia del Instituto Alavés de
Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. También se adjunta, como complemento, lo publicado en los años
anteriores a 1957.
LABURPENA:
1957. eta 2007. urteen artean Arabako arkeologiako gaien inguruan ekoitzitako bibliografia osoa biltzen
da, Arkeologiarako Arabar Institutuaren berrogeita hamargarren urtearekin bat eginez. Halaber, osagarri gisa,
1957 aurretik argitaratutakoa ere eransten da.
SUMMARY:
The entire bibliographical production on Alava archaeology items, prepared between 1957 and 2007, has
been included in order to coincide with the fiftieth anniversary of the existence of the Alava Institute of Archaeo-
logy / Arkeologiarako Arabar Institutua. In addition, items published prior to 1957 have also been attached.
INTRODUCCIÓN
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
fevipe@euskalnet.net
849
LOS PRECEDENTES. HASTA 1957
AGUIRRE, A.
(1919) “Tres nuevos dólmenes en Álava”. Euskalerriaren-Alde, pp. 413-416.
APRAIZ, J.
(1882) “Una visita arqueológica”. El Ateneo, VIII, nº 12-13, pp. 189-190.
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(1892-93-96) “Los dólmenes alaveses”. Euskalerria, pp. 401-406; 443-448.
(1901) “Cristianos o Prehistóricos”. Euskalerria, Tomo XLIV. pp. 116.
(1904) “Discurso acerca de los dólmenes alaveses”. Euskalerria, pp. 311-315, 421-424 y 453-
457.
ASSAS, M.
(1845) “Nota sobre el dolmen de Eguilaz (Aizkomendi)”. Semanario Pintoresco Español.
BARAIBAR, F.
(1879) “Primera noticia de Sorginetxe o dolmen de Arrizala”. Irurac-Bat.
(1881) “Los dólmenes de Álava”. Euskalerria, IX, pp. 207-208.
(1883) “Álava durante la dominación romana: las ruinas de Iruña”. En El Ateneo.
(1887) “Lápidas romanas de Iruña”. Boletín de la Real Academia de la Historia, X, pp. 403.
(1889) “Inscripciones romanas cerca del Ebro en las provincias de Álava y Burgos”. Boletín de la
Real Academia de la Historia, XIV.
(1895) “Lápidas romanas inéditas en Navarra y Álava”. Euskalerria, XXXII.
(1906) “Epigrafía armentiense”. Boletín de la Real Academia de la Historia, XLIX.
(1912) Museo incipiente. Suplemento a la memoria del curso 1911-1912 en el Instituto General y
Técnico de Vitoria. Madrid.
(1914) “Lápida de La Puebla de Arganzón y Laguardia”. Boletín de la Real Academia de la Histo-
ria, LXIV, pp. 176-181.
BARANDIARAN, J. M.
(1917) “Investigaciones prehistóricas en la diócesis de Vitoria”. Boletín de la Sociedad Aragone-
sa de las Ciencias Naturales, XVI, pp. 210-236.
(1920) “El arte rupestre en Álava”. Boletín de la Sociedad Ibérica de las Ciencias Naturales.
(1927) “Contribución al estudio de los establecimientos humanos y pastoriles del País Vasco”.
Anuario de Eusko Folklore, VII.
850
(1928) “Trabajos del Laboratorio de Etnología y Eusko-Folklore en el año 1928”. Anuario de Eus-
ko Folklore, VIII, p. 5.
(1932a) “Investigaciones prehistóricas: paralelo entre lo prehistórico y lo actual en el País Vasco.
Investigaciones en Balzola y Guibijo”. Anuario de Eusko Folklore, XII. pp. 115-120.
(1932b) “Los dólmenes en la Sierra de Guibijo”. Anuario de Eusko Folklore, XII, pp. 115-120.
(1933) “Trabajos del Laboratorio de Etnología y Eusko-Folklore”. Anuario de Eusko Folklore, XIII.
(1934a) El hombre primitivo en el País Vasco. Zarauz.
(1934b) “Trabajos del Laboratorio de Etnología y Eusko-Folklore”. Anuario de Eusko Folklore,
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(1935) “Huellas de arte y religiones en el Pirineo Vasco”. En Homenaje a D. Eduardo Escarzana.
Vitoria.
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(1946a) “Catalogue des stations prehistoriques des Peyréneés Basques”. Ikuska, 1, pp. 24-40.
(1946b) “Sorginaren Txabola (La Chabola de la Hechicera). (La Hutte de la Sorciére)”. Ikuska,
pp. 43.
(1948) “Contribución a un catálogo de cavernas del País Vasco”. Ikuska, números 8 al 13.
(1952) “La prehistoria en el Pirineo Vasco. Estado actual de su estudio”. Actas del I Congreso
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(1832) Sumario de las antigüedades romanas que hay en España. Madrid.
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(1927a) “Nuevas investigaciones prehistóricas en Álava”. Anuario de Eusko Folklore, VII, pp.
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(1927b) “Los dólmenes clásicos alaveses. Nuevos dólmenes en la sierra de Entzia”. Revista
Internacional de Estudios Vascos, XVIII, pp. 1-54.
(1927c) “Los dólmenes de la Sierra de Badaya”. Anuario de Eusko Folklore, VII, pp. 17-33.
(1928) “Nuevos datos de la Prehistoria en Álava; el túmulo de Oquina”. Homenaje a don Carme-
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(1929a) “El dolmen de Larrasoil. Otros datos para la Prehistoria Alavesa”. Anuario de Eusko
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(1929b) “Las cuevas de La Lece y de los Gentiles, el yacimiento de Allarán”. Revista Internacio-
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(1955) “Las industrias líticas de Araico (Condado de Treviño)”. Zephyrus, VI, pp. 171-178.
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(1948) “Descubrimientos prehistóricos en la zona de Laguardia”. Ikuska, 1948.
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(1949) “Por los campos de la Arqueología alavesa”. Vida Vasca, XXVI, pp. 82-87.
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(1920) “Estelas discoideas de la Península Ibérica”. Memoria de la Comisión de Investigaciones
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ESTUDIOS DE ARQUEOLOGIA ALAVESA nº 24 901-919 VITORIA-GASTEIZ 2009 ISSN 1695-1611
RESUMEN:
Se presentan los índices de los 24 tomos de la publicación Estudios de Arqueología Alavesa, fundada
en 1965. También se incluyen los artículos referidos a temas arqueológicos, publicados en otras revistas
editadas en Álava.
LABURPENA:
1965.ean sortutako Arabako Arkeologia Azterketak argitalpenaren 24 aleen aurkibideak aurkezten dira.
Halaber, arkeologia gaiei buruzko artikuluak, Araban argitaratutako beste aldizkarietan zabalduak, sartzen
dira.
SUMMARY:
The indexes of 24 volumes of the publication Estudios de Arqueología Alavesa (founded in 1965) are
presented here. Articles about archaeological matters and published in other magazines from Alava are also
included.
Otro paso importante fue la decisión en 2002, de pasar a editar esta publicación,
a partir del tomo 19, en soporte informático. Así se posibilitaba el poder incluir ilustra-
ciones en color sin ninguna limitación en cuanto al número, poder ampliar éstas para
observar detalles, y otras importantes ventajas. Se iniciaba de esta manera, una nueva
etapa que continúa en la actualidad.
* Instituto Alavés de Arqueología / Arkeologiarako Arabar Institutua. Pedro Asua 2, 2º Dpto 53. 01008 Vitoria-Gasteiz.
www.euskalnet.net/iaa-aai E-mail: iaa-aai@euskalnet.net
901
TOMO 1. AÑO 1966
VALLESPÍ, E.
Las investigaciones prehistóricas en la provincia de Álava. pp. 7-26
BARANDIARÁN, J. M.
Exploración de Aizkomendi. pp. 27-40
BARANDIARÁN, J. M.
Excavaciones en el Montico de Charratu (Albaina). Primera Campaña 1965. pp. 41-59
VARIOS.
V reunión del Instituto de Investigaciones Arqueológicas Aranzadi. pp. 60-62
BARANDIARÁN, I.
Sobre la tipología del arte rupestre paleolítico. pp. 63-104
MERINO, J. M.
Comentarios sobre tipología prehistórica. pp.105-125
APELLÁNIZ, J. M.
El Hacha de Délica y las hachas de metal en el País Vasco. pp.127-137
UGARTECHEA, J. M.
Notas sobre el bronce final en el País Vasco. pp. 139-148
LLANOS, A.
Resumen tipológico del arte esquemático en el País Vasco Navarro. pp. 149-158
FARIÑA, J.
Hallazgo de un hacha de piedra en las proximidades de Ali (Álava). pp. 159
LLANOS, A.
Sepulturas romanas ¿en Berroci (Álava). pp. 159-160
FARIÑA, J.
Un enterramiento en la Sierra de Cantabria (Álava). pp. 160
LLANOS, A.
Una necrópolis romana en la Rioja Alavesa. pp. 161-162
FARIÑA, J.
Un nuevo silo en el oppidum de Iruña (Trespuentes-Álava). pp. 162-163
FARIÑA, J.
Una necrópolis de incineración en los arenales de Gardélegui (Álava). pp. 163-164
BARANDIARÁN, J. M.
Excavaciones en el Montico de Charratu y en Sarracho. 1966. pp. 17-20
902
APELLÁNIZ, J. M.; LLANOS, A.; FARIÑA, J.
Cuevas sepulcrales de Arralday, Lechón, Calaveras y Gobaederra (Álava). pp. 21-47
BASABE, J. M.
Restos humanos de algunas cuevas sepulcrales de Álava. pp. 49-91
ALTUNA, J.
Fauna de la cueva sepulcral de Gobaederra. pp. 93-99
UGARTECHEA, J. M.
Notas sobre el yacimiento de Salbatierrabide (Vitoria). pp. 101-118
ELORZA, J. C.
Ensayo topográfico de epigrafía romana alavesa. pp. 119-185
LLANOS, A.
En torno al bajorrelieve de Marquinez (Álava). pp. 187-194
FARIÑA, J.
Fíbulas del País Vasco Navarro. pp. 195-214
APELLÁNIZ, J. M.
Noticia sobre la excavación de la cueva de Los Husos I (El Villar. Álava). pp. 215-216
LLANOS, A.
Restos romanos en las proximidades de Kutzemendi (Olárizu-Álava). pp. 216-217
LLANOS, A.
Hallazgos en Urrialdo (Álava). pp. 217-218
LLANOS, A.
Descubrimiento fortuito en Guereñu (Álava). pp. 218-219
RATO, M. P.
Nuevos hallazgos de hachas. pp. 219-221
VARIOS.
Actividades arqueológicas en Álava. 1966. pp. 221-224
VALLESPÍ, E.
Talleres de sílex al aire libre en el País Vasco Meridional. pp. 7-27
UGARTECHEA, J. M.
Cerámicas excísas en el País Vasco Navarro. pp. 29-34
903
LLANOS, A.; FERNANDEZ MEDRANO, D.
Necrópolis de hoyos de incineración en Álava. pp. 45-72
LLANOS, A.
Dos nuevos hallazgo de la segunda edad del Hierro en Álava. pp. 83-89
FARIÑA, J.
El castro de Henayo. pp. 91-97
BARANDIARÁN, J. M.
Excavaciones arqueológicas en grutas artificiales de Álava (Trabajos en Marquínez y
Laño). pp. 99-116
BARANDIARÁN, J. M.
Excavaciones en Solacueva de Lacozmonte (Jocano. Álava). pp. 117-129
LLANOS, A.
El poblado hallstattico de la Punta de San Pedro. pp. 131-138
APELLÁNIZ, J. M.
La datación por el C-14 de las cuevas de Gobaederra y Los Husos I. en Álava. pp. 139-
145
MURGA, F.
Nuevo taller de sílex descubierto en el Valle de Angulo (Burgos). pp. 147
URRUTIA DE LLANOS, M. N.
Prospecciones en la zona de Elvillar (Álava). pp. 148
LLANOS, A.
Cueva de la Goba Grande, en la sierra de Altzania (Eguino. Álava).pp. 149
LLANOS, A.
IV Campaña de excavaciones arqueológicas en el Castro de las Peñas de Oro (Valle
de Zuya-Álava). pp. 149-150
LLANOS, A.
Estudio arqueológico de los orígenes de la Ciudad de Vitoria. pp. 150-152
APELLANIZ, J. M.
Extracto de la III y IV campañas de excavación en la cueva de Los Husos I (Elvillar.
Álava). pp. 152-154
VALLESPÍ, E.
Arqueología y arqueólogos alaveses. El momento actual de la investigación arqueológi-
ca en la provincia de Álava. pp. 7-41
904
LLANOS, A.
Sobre algunas nuevas hachas de metal localizadas en Álava. pp. 43-50
APELLÁNIZ, J. M.
Las cuevas sepulcrales de Obenkun (San Vicente de Arana) y Arratiandi (Atauri) en
Álava. pp. 53-75
UGARTECHEA, J. M.
Etnología pre-romana del Pirineo Occidental. pp. 79-106
ALBERTOS, M. L.
Álava pre-romana y romana. Estudio lingüístico. pp. 107-223
ELORZA, J. C.
Estelas decoradas romanas en la provincia de Álava. pp. 235-274
ELORZA, J. C.
Un posible centro de culto a Epona en la provincia de Álava. pp. 275-282
ELORZA, J. C.
De epigrafía cristiana alavesa. pp. 283-290
APELLANIZ, J. M.
La V campaña de excavaciones en la cueva de Los Husos I. pp. 293-294
LLANOS, A.
Excavaciones en el castro de El Castillo de Henayo. pp. 294-295
FARIÑA, J.
Birimbao aparecido en las excavaciones del castro de las Peñas de Oro (Valle de
Zuya-Alava). pp. 296
VALLESPÍ, E.
Conjuntos líticos de superficie, del Museo arqueológico de Álava. pp. 7-79
LLANOS, A.
Cerámica excisa en Álava y provincias limítrofes. pp. 81-98
SÁENZ DE URTURI, F.
Dos nuevos yacimientos en el Condado de Treviño, los poblados de Los Castillos
(Torre) y San Andrés (Argote). pp. 113-131
ELORZA, J. C.
Dos nuevas estelas alavesas. pp. 133-141
905
ALBERTOS, M. L.
De la Sierra de Cantabria a los Picos de Europa, del Cantábrico al Tajo y la nueva
estela de Castro Urdiales. pp. 143-153
ELORZA, J. C.
A propósito de la muralla romana de Iruña. pp. 183-194
ELORZA, J. C.
La escultura thoracata de Iruña. pp. 195-204
ELORZA, J. C.
Un oinochoe cerámico del tipo de El-aouja. pp. 205-207
ELORZA, J. C.
Una aplique de cinturón tardorromano de Iruña. pp. 209-212
ALBERTOS, M. L.
Los nombres euscaros de las inscripciones hispano-romanas y un Ibarra entre los ve-
ttones. pp. 213-218
LLANOS, A.
Necrópolis altomedievales en la zona occidental de la Rioja Alavesa. pp. 219-245
BARANDIARÁN, J. M.
Fernandez Medrano, D. Remembranzas. pp. 9-15
BALDEÓN, A.
El yacimiento del Paleolítico Inferior de Murba. pp. 17-46
BARANDIARÁN, I.
Representaciones de caballos en la cueva de Ekain. pp. 47-56
VALLESPÍ, E.
Hallazgos líticos sueltos de Álava, Navarra y Logroño. pp. 57-65
APELLÁNIZ, J. M.
Avance al estudio sobre el grupo de Los Husos, durante la prehistoria con cerámica.
pp. 67-78
ALTUNA, J.
Nuevos monumentos megalíticos para el País Vasco. pp. 79-81
MALUQUER DE MOTES, J.
En torno a la cultura megalítica de la Rioja Alavesa. pp. 83-90
906
DE PALOL, P.
Álava y la meseta superior durante el Bronce Final y Primer Hierro. pp. 91-100
LLANOS, A.
Urbanismo y arquitectura en poblados alaveses de la Edad del Hierro. pp. 101-146
ALBERTOS, M. L.
El culto a los montes entre los Galaicos, Satures y Berones y algunas deidades más
significativas. pp. 147-157
BALIL, A.
Vidrio tardorromano de Iruña. pp. 173-181
ELORZA, J. C.
Numismática antigua en la provincia de Álava. pp. 183-218
MARTIN BUENO, M. A.
Nuevos puentes romanos en La Rioja. pp. 219-236
BLAZQUEZ, J. M.
Estela de Galdácano. pp. 237-245
ABÁSOLO, J. A.
Un hallazgo monetario en Herran, entre las provincias de Álava y Burgos. pp. 259-263
APELLÁNIZ, J. M.
El grupo de Los Husos durante la prehistoria con cerámica en el País Vasco. pp. 1-410
ESTAVILLO, D.
Contribución a la prehistoria del País Vasco. Los hallazgos líticos de la zona de Araico;
un poblado protohistórico en Portilla la Alta y otros datos de arqueológia treviñesa. pp.
11-85
907
ALTUNA, J.
Fauna de mamíferos del Castro del Castillo de Henayo. Álava. pp. 213-219
LLANOS, A.
Homenaje a D. Barandiarán, J. M. pp. 7-9
BALDEÓN, A.
Estudio de una hachereau aparecido en Peñacerrada (Álava). pp. 11-16
BALDEÓN, A.
Contribución al estudio de yacimientos pospaleolíticos al aire libre. Landa y Saldarroa
(Álava). pp. 17-45
VEGAS, J. I.
Yacimiento pospaleolítico de La Llosa. Leciñana de la Oca (Álava). pp. 47-63
GALILEA, F.
Prospecciones en la Sierra de Bóveda. Hallazgo de algunos campos tumulares. pp.
127-140
HERRERO, J.
Informe sobre los trabajos de consolidación. pp. 221-224
ALTUNA, J.
Restos óseos de Castro de Berbeia (Barrio. Álava). pp. 225-244
LLANOS, A.
Bizcar. Nuevo yacimiento de depósitos en Hoyos (Maestu. Álava). pp. 245-263
SÁENZ DE URTURI, F.
Punta de lanza damasquinada en plata, de Carasta (Álava). pp. 273-280
ALBERTOS, M. L.
A propósito de la ciudad autrigona de Uxama Barca. pp. 281-291
908
SÁENZ DE URTURI, F.
Nuevos hallazgos romanos en Álava. Marcas de alfarero y monedas. pp. 293-299
LLANOS, A.
De arqueología cristiana alavesa. pp. 301-316
VEGAS, J. I.
Aplicación del método de tipología cerámica (Llanos-Vegas) mediante proceso en or-
denador. Primer ensayo práctico. pp. 317-336
BARANDIARÁN, J. M.
De mis recuerdos de D. Enrique de Eguren y Bengoa. pp. 7-18
VEGAS, J. I.
Túmulo-Dólmen de Kurtzebide en Letona. Memoria de excavación. pp. 19-66
VIVANCO, J. J.
Orientación y tipología de las cámaras de los dólmenes de montaña y valles. pp. 67-144
RUPEREZ, T. A.
El utillaje de hueso en los sepulcros de época dolménica del Ebro Medio. pp. 145-176
GALILEA, F.
Inventario y comentarios sobre el hábitat y el fenómeno funerario según prospecciones
efectuadas en la Sierra de Entzia (Álava). pp. 187-230
CRESPO, S.
Aspectos de la romanización de Álava: Prosopografía y sociedad. pp. 241-296
RUIZ DE LOIZAGA, S.
Un ara votiva en Comunión. pp. 297-306
TORRES, M.
Los mosaicos descubiertos en el siglo XVIII en la villa de Cabriana (Álava). pp. 311-340
VARIOS.
Indices de la revista Estudios de Arqueología Alavesa. Tomos 1 al 9. pp. 341-349
909
TOMO 11. AÑO 1983
MARIEZKURRENA, K.
Fauna del yacimiento prehistórico de Fuente Hoz (Álava). pp. 69-76
FERREIRA, A.; GIL, E.; LOBO, P.; ORTIZ, L.; TARRIÑO, A.; TARRIÑO, J. M.; VIVANCO, J. J.
El núcleo de poblamiento postpaleolítico de Larrenke (Mijancas- Santurde). pp. 187-
286
SÁENZ DE BURUAGA, J. A.
Análisis del poblamiento humano en los yacimientos líticos de superficie, durante la
prehistoria con cerámica en la provincia de Álava. pp. 287-356
GALILEA, F.
Aproximación a la demografía en Euskalherria sur durante el III-II milenio a. C. pp. 357-
380
SÁENZ DE URTURI, F.
Estudio de las cerámicas grafitadas en yacimientos alaveses. pp. 387-406
VEGAS, J. I.
Las canas como material arqueológico. Revisión y nueva interpretación. pp. 407-426
VEGAS, J. I.
Campo tumular de Askain. Izarza (Álava). Memoria campañas de excavaciones de
1976 a 1978. pp. 7-28
VEGAS, J. I.
Círculo de piedras de Gastalamendi. Montes de Iturrieta (Álava). Memoria campaña de
excavación 1981. pp. 29-58
VEGAS, J. I.
Excavaciones en las campas de Itaida. (Sierra de Encia-Álava). pp. 59-248
910
VEGAS, J. I.
Nuevos datos para la prehistoria alavesa. Conclusiones de las excavaciones realizadas
desde 1976 a 1981. pp. 249-262
ALBERTOS, M. L.
La onomástica personal en las inscripciones de Ocariz. pp. 365-378
LOBO, P. J.
El yacimiento al aire libre de El Albardon (Tobera. Álava). pp. 63-112
911
SAN VICENTE, J. I.
Hallazgo de un antoniniano de Gordiano III en Álava. pp. 273-280
RUIZ DE LOIZAGA, S.
Una posible estela funeraria de Comunión. pp. 281-290
GARCIA, E.
Un osculatorio en los alrededores del embalse del Zadorra (Álava). pp. 291-296
ETXEBERRIA, F.
Introducción al estudio de los cráneos trepanados en el pasado del País Vasco. pp.
297-315
CAPRILE, P.
Estudio de los objetos de adorno del Bronce Final y Edad del Hierro en la provincia de
Álava. pp. 7-416
ORTIZ, L.
El hábitat en Álava desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce. pp. 7-102
ALDAY, A.
Los elementos de adorno personal y artes menores en los monumentos megalíticos del
País Vasco meridional. pp. 103-354
GARCIA, E.
El camino de San Adrián (Guipúzcoa-Álava) en la ruta jacobea. Análisis documental y
arqueológico. pp. 355-497
BALDEÓN, A.
El yacimiento de Murba. pp. 7-160
VEGAS, J. I.
Revisión del fenómeno de los cromlechs vascos. pp. 235-244
GIL, E. ; FILLOY, I.
Estudio arqueológico de los precedentes del poblamiento en torno a Vitoria-Gasteiz
(Bronce Final-Edad del Hierro-Romanización). pp. 445-530
912
SÁENZ DE BURUAGA, A.
Nuevas inscripciones de época romana en Álava. pp. 531-556
SÁENZ DE URTURI, F.
Marcas de alfareros y epígrafes sobre terra sigillata de yacimientos alaveses. pp. 557-
576
FILLOY, I.
Memoria de la 1ª campaña de sondeos estratigráficos en el yacimiento de Carasta
(Caicedo Sopeña. Álava). pp. 7-36
GIL, E.
Memoria de la campaña de sondeos estratigráficos en el yacimiento de Albeiurmendi.
(San Roman de San Millan, Álava). pp. 37-70
FILLOY, I.
Memoria de la campaña de sondeos estratigráficos en el yacimiento de El Riberón-
Ruines (Castillo de Sopeña, Álava). 1989. pp. 71-128
SÁENZ DE BURUAGA, A.
A propósito de algunos epígrafes romanos de Iruña y Asteguieta a través de un ma-
nuscrito de L. Prestamero. pp. 129-134
IRIARTE, A.
Los objetos de vidrio del nivel romano del yacimiento de Atxa (Vitoria-Gasteiz). pp.
135-144
GIL, E.
Algunos elementos metálicos de equipo militar romano en Álava. pp. 145-166
FILLOY, I.
Las fíbulas del yacimiento de Atxa. pp. 167-178
SÁENZ DE URTURI, F.
Memoria de los sondeos estratigráficos realizados en las inmediaciones de Las Cuevas
de los Moros (Corro, Álava). pp. 179-220
ETXEBERRIA, F.
Restos humanos de Cuevas de los Moros (Corro, Álava). pp. 221-222
913
FILLOY, I.; GIL, E.
Memoria de la intervención arqueológica en el yacimiento de San Juan (Salinillas de
Buradón) 1992. pp. 27-84
FILLOY, I.
Memoria de la intervención arqueológica desarrollada en Nanclares de la Oca (Zanja
paralela a la N-1, en los kms. 338-339, entre la empresa Volvo, S. A. y los depósitos de
piensos Biona) 1991. pp. 85-100
IRIARTE, A.
Los objetos de vidrio del nivel romano del yacimiento de Atxa (Vitoria-Gasteiz) Addenda-
Corrigenda. pp. 341-342
BEORLEGI EREÑA, M.
Investigaciones en la cuenca del río Araia. Avance al estudio de los yacimientos al aire
libre. pp. 1-51
LLANOS, A.
Arqueología del Condado de Treviño. Los primeros tiempos. pp. 52-69
LLANOS, A.
Estación de Depósitos en Hoyos, de el Olagar, en la cuenca del río Omecillo. (Tuesta.
Álava). pp. 70-81
LLANOS, A.
Yacimientos arqueológicos en las proximidades del poblado de La Hoya (Laguardia.
Álava). pp. 96-107
LLANOS, A.
Las élites de caballería de la Edad del Hierro en Álava y zonas limítrofes. pp. 108-130
IRIARTE, M. J.
Antropización del paisaje y economía de producción entre los siglos XV y IV a. C. El
entorno vegetal del yacimiento de La Hoya (Laguardia. Álava). pp. 163-190
914
LLANOS, A.
Tableros de juego en el patrimonio arqueológico de Álava. pp. 191-196
CALLEJA, Z.
Arraya y Laminoria. Año mil. pp. 197-230
APELLÁNIZ, J. M.
La lección metodológica de las pinturas de Zubialde (Álava). pp. 1-9
LLANOS, A.
Las tierras de Lantarón y Ribera Baja (Álava), durante la prehistoria. pp. 67-80
LLANOS, A.
La cueva Orau y sus pinturas rupestres postpaleolíticas (Osma-Álava). pp. 81-93
LLANOS, A.
De nuevo sobre el arte rupestre esquemático-abstracto en cuevas. Reflexiones sobre
su cronología. pp. 94-116
GALILEA, F.
La demografía en el poblado Berón de La Hoya (Laguardia. Álava). pp. 117-133
LOZA, R.
Para empezar a hablar sobre la romanización de Álava. pp. 134-148
SÁENZ DE URTURI, F.
Estela romana de Nanclares de la Oca (Iruña de Oca, Álava) y su entorno. pp. 149-
154
915
TOMO 21. AÑO 2004
SÁENZ DE BURUAGA, A.
Las primeras manifestaciones del Paleolítico Superior antiguo en Araba y la explotación
de las materias primas silíceas: algunas reflexiones. pp 1-16.
BEORLEGI EREÑA, M.
Estelas prehistóricas en la cuenca del Araia (Álava). pp 67-90.
LLANOS, A.
Materiales metálicos del Bronce Final Atlántico en Álava. pp 97-110.
LLANOS, A.
Cerámicas con ornamentaciones pintadas del Bronce Medio/Final y Hierro Medio, del
Poblado de La Hoya (Laguardia. Álava). pp 111-132.
LLANOS, A.
Algunos objetos de ritual, del poblado de La Hoya (Laguardia. Álava). pp 149-172.
GALILEA MARTÍNEZ, F.
Los sistemas de pesos en la Península Ibérica durante la II Edad del Hierro. pp 209-252.
ALBERTOS, Mª L.
La lengua de los habitantes del País V
Vasco en la Edad del Hierro. pp 253-280.
GIL ZUBILLAGA, L.
Los silos de La Llana (Labastida, Álava): Memoria de las campañas de excavación de
1995, 1996 y 1997. pp 281-310.
VARÓN HERNÁNDEZ, F. R.
Estela discoidea de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Berantevilla (Álava).
pp 311-318.
AJAMIL BAÑOS, F. J.
Judimendi, el cementerio judío de Vitoria-Gasteiz. Las causas de su desaparición. pp
319-328.
916
TOMO 22. AÑO 2005
GALILEA MARTÍNEZ, F.; LLANOS ORTIZ DE LANDALUZE, A.; BALDEÓN IÑIGO, A.; MORENO
GALLO, M. A.; ALDAMA MURGA, A.
Félix Murga Beraza. In Memoriam. pp. 1-36.
BEORLEGI EREÑA, M.
Hallazgos de industria lítica del Paleolítico antiguo en Ilarduia (Álava). pp. 37-50.
LOBO URRUTIA, P. J.
Avance al estudio del Yacimiento
A Y Calcolítico al aire libre de “Santa Lucía” (Escanzana-
Berantevilla, Álava). pp. 123-150.
LOBO URRUTIA, P. J.
Nuevos yacimientos en la cuenca baja del río A
Ayuda (A
Ayuntamiento de Berantevilla,
Álava). pp. 151-182.
GALILEA MARTÍNEZ, F.
Estadística aplicada a la arqueología. Asociación de variables cualitativas: T
Test de X2
de Pearson, TTest exacto de Fisher y T
Test de Cochran-Mantel- Haenszel. pp. 287-332.
917
ALDAMA, A.; GALILEA MARTÍNEZ, F.
Investigaciones Arqueológicas en Valderejo (Álava): 1ª parte Prospecciones. pp. 9-68.
GALILEA MARTÍNEZ, F.
Memoria del sondeo en el campo Tumular de San Miguela (Sabando. Álava). pp. 93-
100.
SÁENZ DE BURUAGA, A.
Observaciones en torno al trazado de la Vía Astorga-Burdeos por Álava a partir de los
monumentos epigráficos. pp. 101-126.
GIL ZUBILLAGA, L.
Excavación Arqueológica de urgencia de la necrópolis de época Medieval y Moderna
de la iglesia parroquial de San Roque (Acebedo, Valdegovía). pp. 167-194.
AJAMIL BAÑOS, F. J.
Indicios Arqueológicos del poblamiento Altomedieval del cerro de Laguardia. pp. 209-
226.
918
GALILEA MARTÍNEZ, F.
“La estación megalítica de Entzia-Urbasa (Álava-Navarra)”. pp. 91-130.
GALILEA MARTÍNEZ, F.
“Datación por C-14 del dolmen de San Martín (Laguardia, Álava). Dataciones actuales
de excavaciones antiguas”. pp. 131-146.
LÓPEZ DE HEREDIA, J.
“Estudio de los conjuntos cerámicos del final de la Edad del Bronce y del Hierro, en el
entorno de Vitoria-Gasteiz (Álava)”. pp. 181-224.
SAN VICENTE, J. I.
“Consideraciones sobre la estatua romana “La Dama de Iruña”. pp. 371-394.
GALILEA MARTÍNEZ, F.
“Métodos cuantitativos en arqueología”. pp. 435-848.
919