CS Justo Precio
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Partes: Oyarzo Miranda, Luz E. c/ Barrientos Bahamonde, Judith | Rescisión por lesión
enorme - Recurso de casación en el fondo
Fecha: 15-mar-2012
Producto: MJ
No existe definición de justo precio para el caso de la rescisión por lesión enorme, por lo cual
se debe recurrir a una estimación en relación con el valor de las cosas que habitualmente
tienen en el mercado.
Doctrina:
1.- Se debe rechazar el recurso de casación en el fondo interpuesto por la parte demandada en
contra de la sentencia de alzada que, confirmando la de primera instancia, acoge la acción
subsidiaria de rescisión por lesión enorme, puesto que no se han cometido errores de derecho
en la resolución del fallo, motivo por el cual se debe lo pronunciado por los jueces del fondo.
2.- Hay lesión enorme cuando el precio que recibe el vendedor es inferior a la mitad del justo
precio de la cosa o cuando éste es inferior a la mitad del precio que paga por ella el comprador,
y así se desprende de lo dispuesto en el artículo 1889 del Código Civil. Para que una venta
sea rescindible por lesión enorme deben reunirse un conjunto de requisitos, sin los cuales esta
acción no tiene cabida, a saber: 1°.- Que el vendedor o comprador sufran lesión enorme en los
términos del artículo 1889; 2°.- Que la venta en que ésta incida sea de aquellas que pueden
rescindirse por lesión enorme (artículo 1891 ); 3°- Que la cosa vendida no haya sido
enajenada por el comprador (artículo 1893 ); 4°.- Que la cosa vendida no haya perecido
fortuitamente en poder del comprador (artículo 1893); y 5°- Que la acción se entable dentro del
plazo legal que contempla el artículo 1896 .
3.- En la situación en estudio no existe controversia, según se desprende del mérito de las
argumentaciones desarrolladas en el recurso de casación en el fondo, acerca de la
concurrencia de todos y cada uno de los presupuestos mencionados anteriormente. El
vendedor que demanda la recisión del contrato de compraventa de un inmueble por lesión
enorme, debe acreditar dos hechos sustanciales: a) el justo precio del bien raíz vendido al
tiempo del contrato; y b) que el precio que ha recibido es inferior a la mitad del mismo.
4.- Dado que el legislador no ha señalado una definición del justo precio, la determinación de
este concepto normativo ha quedado entregada a las circunstancias particulares de cada
asunto en que sea menester su dilucidación, para lo cual habrá de estarse al valor normal,
común y corriente o de mercado de la cosa al tiempo de celebración del contrato; esto, pues la
lesión emerge de la diferencia existente entre el valor monetario que tiene lo que se ha dado,
en comparación del que tiene lo que ha recibido.
5.- En la acción por lesión enorme, y ahora, en lo que interesa a la controversia introducida por
el recurso de nulidad, el bien de que se trata debe ser considerado como un todo, no por
parcialidades, según los derechos de los herederos en la universalidad de la herencia. Lo
anterior se produce por ser una acción declarativa, en que el justo precio se pondera respecto
del bien en su conjunto. Una vez obtenida la rescisión, las obligaciones restitutorias se
ejecutarán individualmente, puesto existe entre los herederos un mandato tácito y recíproco en
el accionar, que sólo es posible considerarlo hasta la declaración, luego cada heredero deberá
instar por la singularización a su respecto de los derechos que se derivan de la nulidad.
6.- Tampoco puede pasarse por alto que si la demandada se percató que la acción no era
ejercida por todos los herederos, se pudo poner a cubierto haciendo uso de la facultad que le
confiere el artículo 21 del Código de Enjuiciamiento Civil y, sin embargo, no lo hizo. A mayor
abundamiento, sobre el particular se ha dicho: A fin de evitar futuros pleitos y obtener los
efectos de la cosa juzgada, el demandado no puede sin más ni más atacar la acción de un
comunero por falta de autorización o poder de los otros copartícipes. Para lograrlo debe pedir
que se ponga la demanda en conocimiento de los comuneros que no concurrieron a entablarla,
en ejercicio del derecho que le otorga el artículo 21 del Código de Procedimiento Civil.
7.- Junto a lo anterior, resulta propicio recordar que, conforme a lo prescrito en el artículo 2305
del Código Civil, el derecho de cada comunero sobre la cosa común es el mismo que el de los
socios en el haber social y, según esto, con arreglo a la norma del artículo 2081 de la
mencionada Codificación, en caso que no se haya otorgado la administración a uno o más de
los socios -aquí comuneros- se entenderá que cada uno de ellos ha recibido de los demás el
poder de administrar con la facultad de cuidar de la conservación, reparación y mejora de los
objetos que conforman el haber social -el haber común acá- entre otras. Ese mandato tácito y
recíproco entre los socios, extrapolado a los integrantes de una comunidad en lo que toca a la
administración de la cosa común, lleva a sostener el derecho que éstos tienen, individualmente
considerados, para salvaguardar ese patrimonio indiviso; paradigma de conservación que
precisamente viene a encarnar la acción ejercida en autos, encaminada a instar y obtener la
prevalencia del derecho de propiedad en juego frente al adquirente del bien discutido, en este
caso el inmueble sub lite, preservando con ello el haz hereditario. Ergo, los argumentos
proporcionados por la demandada en abono de la falta de legitimación activa de la
demandante, no son bastantes para tener por neutralizada la prosecución del juicio con uno de
los integrantes de la sucesión hereditaria.
Vistos:
En estos autos Rol N° 12.216, del Juzgado de Letras y Garantía de Puerto Natales, juicio
ordinario sobre nulidad absoluta y rescisión por lesión enorme, caratulado "Oyarzo Miranda Luz
Eliana con Barrientos Bahamonde Judith", por sentencia de ocho de marzo de dos mil once,
escrita a fojas 178 y siguientes, se rechazó la demanda principal de nulidad absoluta, en tanto
que se acogió la subsidiaria, con costas, declarando que se rescinde el contrato de
compraventa de 4 de octubre de 2006, recaído en el inmueble de calle Tomás Rogers N° 108,
de la comuna de Puerto Natales, ordenando cancelar la inscripción a nombre de la
compradora, disponiendo que en la etapa de cumplimiento, la demandada, a su arbitrio, podrá
optar por consentir en la rescisión o completar el justo precio, con deducción de una décima
parte.
CONSIDERANDO:
Señala que, en contra de la decisión del tribunal a quo, interpuso recurso de casación en la
forma fundado, entre otras, en la causal contemplada en el artículo 768 N° 7 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, contener decisiones contradictorias, toda vez que se dio lugar a la
demanda en forma íntegra, en circunstancias que sólo debió acogerse respecto de acciones y
derechos correspondiente a la demandante, puesto que además de ésta, es heredera del padre
de la misma, su cónyuge sobreviviente, doña Elsa María Vios Tapia, quien no compareció en la
demanda.
Ahora bien, el sentenciador de alzada para rechazar este arbitrio, en su considerando 4º,
consignó que ésta sola circunstancia no implicaba la configuración de decisiones
contradictorias, atendido que esta alegación no fue materia de su defensa y por cuanto,
examinada la parte decisoria del fallo de primer grado, no se divisaba tal vicio, ni tampoco
existían fundamentaciones que tuvieran este carácter, concluyendo que su parte no hizo uso
de la facultad que confiere al artículo 21 del Código de Procedimiento Civil para solicitar se
ponga la demanda en conocimiento de la heredera omitida para que concurriera a entablar la
demanda.
Indica que el artículo 19 del Código de Procedimiento Civil, señala que si son dos o más
personas las que entablan una demanda o gestión judicial y deducen la misma acción, deberán
obrar conjuntamente, constituyendo un solo mandatario, cuestión que, según lo visto, no ha
acontecido en la especie. De esta manera, si bien partes son una o más personas, debe
tenerse presente el caso de la sucesión por causa de muerte, en que todos sus componentes
tienen acciones y derechos. Luego, si se analiza la sentencia recurrida, se puede advertir que
se acoge en forma íntegra la demanda, en circunstancias que la heredera o cónyuge
sobreviviente no compareció, de manera tal que no debió de haberse dado lugar a las acciones
y derechos de la comunera que no demandó, sino únicamente debió acceder a la misma en lo
que respecta a las acciones y derechos de la demandante doña Luz Eliana Oyarzo Miranda,
puesto que de otro modo, ésta ha carecido de legitimación activa por tratarse de una sucesión.
Así, para haber obrado válidamente, era necesario que todos los herederos designaran
mandatario, con las atribuciones pertinentes.
SEGUNDO:Que, para los efectos de una debida inteligencia de las cuestiones planteadas en el
recurso, es menester reseñar algunos de los antecedentes de mayor relevancia que surgen del
proceso en el cual se pronunció la sentencia que se impugna:
a) Doña Viviana Ampuero Santana, en representación de doña Luz Eliana Oyarzo Miranda,
interpuso demanda en juicio ordinario en contra de Judith del Carmen Barrientos Bahamonde,
solicitando, como petición principal, que se declare la nulidad absoluta por falta de
consentimiento del contrato de compraventa de fecha 4 de octubre de 2006, recaído sobre el
inmueble ubicado en calle Tomás Rogers N° 26, Puerto Natales, celebrado entre don Antonio
Segundo Oyarzo Montiel y la demandada, ordenando la subsecuente cancelación de las
inscripciones respectivas, retrotrayendo la causa al estado en el que se hallaban las partes
antes de la celebración del mismo. De manera subsidiaria, dedujo acción de rescisión por
lesión enorme en contra de la referida Barrientos Bahamonde.
En lo que se refiere a la demanda subsidiaria, la actora expresó que el precio de venta del
inmueble ya referido ascendió a la suma de $12.500.000, cantidad que no se condice con el
justo precio que debería haberse pagado al tiempo de la celebración del contrato, el que a la
fecha de interposición de la demanda presentaba una tasación comercial no inferior a
$60.000.000.b) La demandada al contestar la demanda solicitó su rechazo con costas,
oponiendo, en primer término, excepción de cosa juzgada, sosteniendo que la misma
pretensión ya se hizo valer por la actora en causa Rol N°11.859, proceso que terminó con
sentencia denegatoria firme y ejecutoriada. En referencia a la nulidad absoluta del contrato de
compraventa referido, expuso que aquél se celebró reuniéndose todos los requisitos que prevé
el artículo 1793 del Código Civil. En cuanto a la demanda subsidiaria de rescisión por lesión
enorme, indica que la venta en cuestión se efectuó de manera válida, desconociendo la
contraria que en el año 2006 el Servicio de Impuestos Internos realizó una readecuación de los
avalúos fiscales, equiparándolos al valor comercial de las propiedades, determinando que la
tasación del inmueble en disputa ascendía a esa época a $22.285.750, evidenciándose que el
precio que recibió el vendedor es superior a la mitad del justo precio.
d.- Recurrido el fallo de casación en la forma y apelación por la parte demandada, una de las
salas de la Corte de Apelaciones de Punta Arenas lo revocó en cuanto la condenó en costas, y
lo confirmó en lo demás apelado;
TERCERO:Que, cabe consignar que la sentencia impugnada, fijó como hechos inamovibles de
la causa de acuerdo a los cuales corresponde resolver los errores de derecho que se han
reclamado, los siguientes:
a.- Con fecha 4 de octubre de 2006, don Antonio Segundo Oyarzo Montiel vendió a doña
Judith del Carmen Barrientos Bahamonde, la vivienda ubicada en calle Tomás Rogers N° 198,
de la comuna de Puerto Natales, en el precio de $12.500.000, suma que se pagó al contado
con antelación a la suscripción del contrato.
b.- La referida propiedad se encuentra inscrita a nombre de doña Judith del Carmen Barrientos
Bahamonde a fojas 2236, número 615, del Registro de Propiedad del Conservador de Bienes
Raíces de Puerto Natales.
c.- El justo precio del bien raíz al tiempo de la celebración del contrato ascendió a la suma de
$52.372.210;
QUINTO:Que entrando al análisis de los vicios denunciados, cabe tener presente que el
recurso de casación en el fondo, según lo dispone el artículo 767 del Código de Procedimiento
Civil, procede en contra de sentencias que se hayan pronunciado con infracción de ley y
cuando esta vulneración haya influido substancialmente en lo dispositivo del fallo. Por su parte,
para que un error de derecho afecte esencialmente en lo resolutivo de una sentencia, como lo
exige la ley, aquél debe consistir en una equivocada aplicación, interpretación o falta de
aplicación de aquellas normas destinadas a decidir la cuestión controvertida.
Como es posible advertir de lo denunciado por el recurrente a este respecto, el arbitrio se limita
a citar las disposiciones aludidas, olvidando el carácter estricto del recurso de casación, cuyas
exigencias se disponen en el artículo 772 del Código de Procedimiento Civil, que debe
entenderse en armonía con lo previsto en los artículos 764 y 767 del mismo cuerpo legal. De
acuerdo a dichos preceptos se permite como único sustento de la invalidación de la sentencia
censurada el quebrantamiento de una o más normas legales contenidas en la decisión. Por
ello es menester que, al interponer un recurso de la especie, el recurrente cumpla lo requerido
por la disposición en análisis, esto es, expresar en qué consisten él o los errores de derecho de
que adolece la resolución recurrida. En este orden de ideas, tanto la jurisprudencia como la
doctrina hacen consistir esos yerros en aquellos que pudieron originarse por haber otorgado
los sentenciadores un alcance diferente a una norma legal respecto del establecido por el
legislador, ya sea ampliando o restringiendo el mandato de sus disposiciones; o por haber
aplicado una ley a un caso no previsto en ella o, por último, por haber dado aplicación a un
precepto legal en una situación ajena a la de su prescripción.Aparte del cumplimiento del
requisito enunciado en el párrafo precedente, con idéntica rigurosidad, el mismo artículo 772
del Código de Enjuiciamiento Civil impone, a quien interponga un recurso de casación en el
fondo, la obligación de señalar en el respectivo escrito el modo en que él o los errores de
derecho que denuncia han influido sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia que trata
de invalidar.
Atento a lo expresado, resulta innegable que el recurso que se analiza, en lo que dice relación
con las normas denunciadas, carece de razonamientos concretos y precisos dirigidos a
demostrar los errores de derecho en que habrían incurrido los sentenciadores, constriñendo su
exposición a planteamientos generales en relación con los hechos, lo que no se condice con la
exigencia impuesta por el legislador.
Sobre ello y bajo el prisma de los antecedentes de la causa, debe consignarse que los recursos
de casación en la forma y en el fondo tienen características comunes, entre ellas, la de ser de
derecho estricto, lo que significa que no basta para que prosperen que se trate de ciertas y
determinadas resoluciones, sino que también es necesario el cumplimiento de una serie de
formalidades en su interposición y tramitación, aspecto éste que resulta de interés para lo que
posteriormente se dirá. Sin embargo, son recursos diferentes, puesto que el de fondo se
refiere a infracción de normas sustantivas o materiales, en cambio la casación formal dice
relación con vicios de normas adjetivas, formales o de procedimiento.
Asimismo, no cabe duda, también, que tienen finalidades diversas, puesto que el de casación
en el fondo persigue en su esencia la uniforme y correcta aplicación de las leyes, unificando la
interpretación judicial; en cambio, el recurso de casación en la forma persigue la observancia
de las garantías procesales de las partes en el proceso y, tanto es así, que tratándose de la
nulidad formal, de ser acogida, ello puede acarrear solamente que se retrotraiga la causa a un
estado procesal determinado, lo que no es posible si se trata de nulidad sustantiva.
Por lo mismo, si bien es cierto el artículo 770 del Código de Enjuiciamiento Civil dispone que
los recursos en comento deben interponerse conjuntamente, esto en modo alguno puede
significar que la fundamentación respecto de ambos sea la misma o común.Lo anterior
aparece patente si se consideran los argumentos del arbitrio de casación, ya que éste luego de
entregar antecedentes en virtud de los cuales el tribunal de segunda instancia rechazó el
recurso de casación en la forma que se interpuso en contra del fallo de primera instancia,
expone que existen fundamentos legales que permiten concluir que se ha producido una
infracción de ley, en atención a que tanto la sentencia de primer como de segundo grado no
contienen consideraciones para justificar la decisión de acoger íntegramente la demanda, en
circunstancias que existían acciones y derechos de la cónyuge sobreviviente del vendedor, lo
que importa un grave quebrantamiento de la correspondiente obligación que afecta al fallo.
OCTAVO:Que, sin perjuicio de lo razonado hasta aquí, cabe tener en consideración que la cita
de las disposiciones legales denunciadas por el recurrente, expuestas previamente en el
motivo primero -entendiendo que son aquéllas referidas al Código de Procedimiento Civil y no
al Código Civil como erróneamente se consignó en el arbitrio- y los argumentos esgrimidos en
apoyo de sus afirmaciones en tal sentido, tienen por objeto sustentar, fundamentalmente, que
los sentenciadores de alzada habrían incurrido en error de derecho al acoger la demanda de
rescisión del contrato de compraventa por lesión enorme, por estimar que al no haber ejercido
acción la cónyuge sobreviviente del vendedor, de forma que la pretensión sólo debió ser
aceptada en relación con los derechos que le correspondían a la demandante como heredera
de don Antonio Segundo Oyarzo Montiel;
NOVENO: Que, con miras a la resolución del asunto, y a la luz de los planteamientos
formulados en el arbitrio en cuestión, debe decirse que los elementos identificadores del objeto
del proceso, son la petición o "petitum" y la "causa petendi" o causa de pedir. El primero,
referido a aquello que se pide del órgano jurisdiccional sea de condena, constitución o
declaración, y también aquello que en cada caso pretende se obtenga, la prestación específica,
se distingue entonces, entre la petición inmediata y la mediata. Por su parte, la causa de pedir,
es entendida como el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio.
Sobre la base de lo previamente expuesto, los tribunales de justicia deben ceñirse al principio
de pasividad que rige su actuar, como al de congruencia, determinado por los asuntos
sometidos a su decisión. No puede soslayarse que el principio iura novit curia del sistema
dispositivo y de aportación de partes vien e a significar tan sólo la posibilidad que tiene el juez
de desvincularse de la fundamentación jurídica sustentatoria de las pretensiones de cada
litigante para la resolución de la controversia que ha sido sometida a su conocimiento, sin
apartarse de la causa de pedir. Dicho principio permite, sin incurrir en incongruencia, dar a los
hechos planteados exclusivamente por las partes y que derivan de las probanzas rendidas, la
calificación jurídica que corresponda.
La causa de pedir, se presenta como el límite al que debe aplicarse el derecho. La decisión
debe atenerse a la causa petendi, con respeto a los antecedentes fácticos, puesto que los
hechos pertenecen a la exclusiva disposición de las partes. No puede, por ende, variarse en la
decisión jurisdiccional el fundamento jurídico.
Alumbra también los razonamientos antes anotados el principio de congruencia que busca
vincular a las partes y al juez al debate. Por el contrario, conspira en contra del necesario
encadenamiento de los actos que lo conforman, pues pretende dotarles de eficacia, y obsta a
ella, la falta de coherencia entre estas partes que conforman un todo. Surge así este principio
que enlaza la pretensión, la oposición, la prueba, la sentencia y los recursos, siendo la
congruencia procesal en la sentencia un imperativo a respetar por el magistrado al decidir la
controversia.Se podrá sostener y con razón, que no existe un conjunto de disposiciones que
regulen la institución, la estructure en sus presupuestos, requisitos y efectos, pero no por ello
es desconocida en nuestro ordenamiento, por cuanto se refieren a la congruencia directa o
indirectamente distintas normas, entre las que se cuenta la que regula el contenido de las
sentencias. En general la congruencia es la debida correspondencia entre las partes que
componen un todo. Jurídicamente se puede decir, que es el principio conforme al cual debe
existir conformidad entre todos los actos del procedimiento, aisladamente considerados, que
componen el proceso. Si bien se pone énfasis por la doctrina en resaltar los nexos entre las
pretensiones sostenidas por el actor y la sentencia, no se puede desconocer que tiene
igualmente aplicación en relación con la oposición, la prueba y los recursos, según se ha
expresado, pero encuentra su mayor limitación en los hechos, puesto que en cuanto al
derecho aplicable, al juez le vincula otro principio: iura novit curiat, en el sentido que el juez
conoce y aplica el derecho, sin que ello afecte la causa petendi, según ya se adelantó.
UNDÉCIMO: Que por otra lado, pero en íntima relación con lo precedentemente anotado,
resulta imprescindible traer a colación lo normado en los artículos 160 y 170 N° 6 del Código
de Procedimiento Civil.
La primera de estas disposiciones legales -consideradas como expresión positiva de uno de los
principios formativos del proceso al que ya se ha hecho alusión: el de la congruencia- estatuye
que las sentencias deben pronunciarse conforme al mérito del mismo, no pudiendo extenderse
a puntos que no hayan sido expresamente sometidos a juicio por las partes (salvo en cuanto
las leyes autoricen o permitan proceder de oficio).
Sabido es, por otro lado, que las partes plantean sus pretensiones al tribunal en los escritos
relevantes del proceso: el actor, en el libelo de su demanda y el demandado, en el de su
contestación a la misma, según se colige de lo que se establece en los numerales 4° del
artículo 254 y 3° del artículo 309, ambos de la misma codificación;
DECIMOTERCERO: Que así las cosas, la impugnación sobre vulneración de los preceptos
normativos que se acusan transgredidos, importa el planteamiento de una serie de alegaciones
nuevas y, como tales, es necesario recordar que resulta improcedente hacer valer una o más
causales de casación, fundadas en la infracción de disposiciones legales que tratan materias
distintas de las discutidas en el juicio, las que, por lo demás, no fueron citadas por las partes
en la etapa de discusión, para efectos de conceder a la contraria la posibilidad de manifestar
su parecer sobre la pertinencia de aplicarlas al caso sub lite, lo que obviamente, de aceptarse,
atentaría contra el principio de bilateralidad de la audiencia.Esta inadmisibilidad se impone,
además, por cuanto no han podido ser infringidas por los magistrados del fondo disposiciones
legales que no han sido impetradas por las partes al sustentar sus excepciones, alegaciones o
defensas. Es así como, los jueces de segunda instancia al pronunciarse sobre las
pretensiones expresadas por el apelante expusieron que: "en cuanto a la falta de legitimación
activa de la demandante, se rechazará esta alegación por no haber sido materia de la defensa
del recurrente en la instancia, en consecuencia, no fue cuestión resuelta por la sentencia
apelada y carece de competencia este tribunal para pronunciarse sobre ella".
Así las cosas, esta Corte se encuentra impedida de revisar cualquier aspecto del recurso de
casación en el fondo al que se viene haciendo referencia, puesto que los términos en que éste
fue formulado se aparta de los postulados que las partes han sometido a su conocimiento y
resolución, al constituirse en alegaciones que no han sido debidamente incorporadas y
desarrolladas en el debate, por lo que no habiendo formado parte de la controversia, cuyo
marco quedó fijado con la demanda y las defensas y excepciones opuestas por la demandada,
este Corte no puede pronunciarse sobre ellos. Consecuentemente, no pueden constituir
errores de derecho las infracciones que se atribuyen al fallo en este sentido, razón por la cual
el recurso en estudio debe ser desestimado;
DECIMOSEX TO: Que sin perjuicio que lo ya razonado es suficiente para rechazar el presente
recurso de nulidad sustancial, es necesario efectuar algunas consideraciones en cuanto al
fondo de la controversia que ha sido planteada por la demandada a través de este arbitrio.
Al respecto es útil precisar que el error de derecho que se denuncia por la vía de este recurso
de casación en el fondo, se centra en la falta de legitimidad activa de la actora para ejercer la
acción de rescisión por lesión enorme, al no haber comparecido a los autos la otra "heredera"
del vendedor, su cónyuge sobreviviente.Así -según se dice en el arbitrio- la demanda debió ser
acogida sólo en relación a los derechos y acciones que correspondían a doña Luz Oyarzo
Miranda, sin perjuicio que en otros pasajes del recurso en análisis afirma, en cambio, que la
demanda debió ser rechazada en su totalidad. Para los efectos de fundar la casación en el
fondo afirma que se ha producido la infracción de los artículos 12, 13, 19, 21, 983 y siguientes
del Código Civil. Ahora bien, como ya se señaló en su oportunidad, cuando el recurrente
desarrolló los errores de derecho en los que, a su juicio, habría incurrido el fallo de la instancia,
lo basa en la infracción del artículo 19 del Código de Procedimiento Civil, argumentando en
relación con el concepto de parte y de los alcances que tiene el término "sucesión", para los
efectos de concluir que en este caso, el vendedor -don Antonio Oyarzo Montiel- dejó dos
herederos -la demandante y su cónyuge sobreviviente- y que al haber demandado sólo una de
ellas -la primera- la demanda sólo debió ser acogida a su respecto.
DECIMOSÉPTIMO: Que como lo dice el juez a quo, del mérito de la copia de la escritura
pública respectiva, consta que don Antonio Oyarzo Montiel vendió a doña Judith Barrientos
Bahamonde, por escritura de 4 de octubre de 2006, el inmueble que en ella se indica, en la
suma de $ 12.500.000, la que se pagó al contado con antelación a la suscripción del contrato,
y que fue recibida a satisfacción.Además se estableció que la referida propiedad se encuentra
inscrita a nombre de doña Judith del Carmen Barrientos Bahamonde a fojas 2236, número
615, del Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces de Puerto Natales.
Luego, según consta de la documental aparejada al proceso, doña Luz Eliana Oyarzo Miranda
y doña Elsa Vios Tapia, constituyen la sucesión hereditaria del vendedor don Antonio Oyarzo
Montiel, habiendo comparecido sólo la primera de ellas en este juicio requiriendo la nulidad
absoluta de la referida compraventa y, en subsidio, su rescisión por lesión enorme;
DECIMOCTAVO: Que seguidamente, debe decirse, que hay lesión enorme cuando el precio
que recibe el vendedor es inferior a la mitad del justo precio de la cosa o cuando éste es
inferior a la mitad del precio que paga por ella el comprador, y así se desprende de lo dispuesto
en el artículo 1889 del Código Civil.
Para que una venta sea rescindible por lesión enorme deben reunirse un conjunto de
requisitos, sin los cuales esta acción no tiene cabida, a saber: 1°.- Que el vendedor o
comprador sufran lesión enorme en los términos del artículo 1889; 2°.- Que la venta en que
ésta incida sea de aquellas que pueden rescindirse por lesión enorme (artículo 1891 ); 3°- Que
la cosa vendida no haya sido enajenada por el comprador (artículo 1893 ); 4°.- Que la cosa
vendida no haya perecido fortuitamente en poder del comprador (artículo 1893); y 5°- Que la
acción se entable dentro del plazo legal que contempla el artículo 1896 (Arturo Alessandri
Rodríguez, De la Compraventa y Promesa de Venta, Tomo II, Volumen 2, página 1061);
Dado que el legislador no ha señalado una definición del "justo precio", la determinación de
este concepto normativo ha quedado entregada a las circunstancias particulares de cada
asunto en que sea menester su dilucidación, para lo cual habrá de estarse al valor normal,
común y corriente o de mercado de la cosa al tiempo de celebración del contrato; esto, pues la
lesión emerge "de la diferencia existente entre el valor monetario que tiene lo que se ha dado,
en comparación del que tiene lo que ha recibido". (Oscar Luis Infante, Estudio Crítico de la
Jurisprudencia del Párrafo 13° del Título XXIII del Libro Cuarto del Código Civil). La fijación del
"justo precio" es inherente a la acción de lesión enorme, prevista en el artículo 1889 del Código
sustantivo, constituyendo uno de sus elementos indispensables, ya que una vez determinado
aquél el tribunal está en condiciones de comparar ese precio con el que se haya convenido por
las partes, y luego decidir si hubo o no lesión enorme;
VIGÉSIMO PRIMERO: Que además del vendedor o del comprador, la acción de lesión enorme
pueden ejercitarla sus herederos, a quienes se transmiten todos sus derechos y acciones
según el artículo 1097 del Código de Bello (Alessandri, obra ya referida anteriormente, N°
1994, página 1113). En la situación de autos, el tribunal de segunda instancia desestimó las
argumentaciones desarrolladas por la demandada -sólo en la apelación- señalando:"Que en
cuanto a la falta de legitimidad activa de la demandante, se rechazará esta alegación por no
haber sido materia de la defensa del recurrente en la instancia, en consecuencia, no fue
cuestión resuelta por la sentencia apelada y carece de competencia este tribunal para
pronunciarse sobre ella".
VIGÉSIMO SEGUNDO: Que en la acción por lesión enorme, y ahora, en lo que interesa a la
controversia introducida por el recurso de nulidad, el bien de que se trata debe ser considerado
como un todo, no por parcialidades, según los derechos de los herederos en la universalidad
de la herencia. Lo anterior se produce por ser una acción declarativa, en que el justo precio se
pondera respecto del bien en su conjunto. Una vez obtenida la rescisión, las obligaciones
restitutorias se ejecutarán individualmente, puesto existe entre los herederos un mandato tácito
y recíproco en el accionar, que sólo es posible considerarlo hasta la declaración, luego cada
heredero deberá instar por la singularización a su respecto de los derechos que se derivan de
la nulidad.
Explicando lo anterior -en un caso diverso- Robert Joseph Pothier señala: "Si a consecuencia
de la demanda presentada sobre realización de toda la cosa, que uno de mis herederos
hubiese dado contra el deudor, a ese deudor, por no cumplir con su obligación, se la condena
a pagar daños y perjuicios; al heredero no podrá exigírselo sino para aquella parte de que él es
heredero". (Tratado de las Obligaciones, Editorial Helioste, año 2007, página 189.)
VIGÉSIMO TERCERO:Que uno de los resultados del ejercicio de la acción intentada, por uno
de los herederos, es la restitución del inmueble materia de la compraventa a la comunidad de
la cual forman parte y, en tal virtud, es dable concluir que la formulación de dicha acción
corresponde a un acto dirigido a la conservación de la cosa común y que, por lo mismo, en su
condición de comuneros están facultados para interponerla conforme se infiere de lo dispuesto
en el artículo 2305 , en relación con lo prevenido en los artículos 2078 y 2081 , todos del
Código Civil. En efecto, lo expresado es pertinente y aplicable, dado que la acción interpuesta
debe ser deducida en tiempo, y antes de que se pierda definitivamente la posibilidad de
invocarla, por lo que indefectiblemente es un acto de conservación del objeto común, según la
interpretación armónica de los preceptos antes aludidos. No se trata de un acto de disposición,
sino de conservación del patrimonio. El antes expresado artículo 2305 consagra respecto de
cada uno de los comuneros sobre la cosa común, el denominado mandato tácito y recíproco;
VIGÉSIMO CUARTO: Que tampoco puede pasarse por alto que si la demandada se percató
que la acción no era ejercida por todos los herederos, se pudo poner a cubierto haciendo uso
de la facultad que le confiere el artículo 21 del Código de Enjuiciamiento Civil y, sin embargo,
no lo hizo.
A mayor abundamiento, sobre el particular se ha dicho: "A fin de evitar futuros pleitos y obtener
los efectos de la cosa juzgada, el demandado no puede sin más ni más atacar la acción de un
comunero por falta de autorización o poder de los otros copartícipes. Para lograrlo debe pedir
que se ponga la demanda en conocimiento de los comuneros que no concurrieron a entablarla,
en ejercicio del derecho que le otorga el artículo 21 del Código de Procedimiento Civil."
(C.Santiago, 19 de mayo de 1959, RDJ T.56, secc. 2ª, pág.29);
VIGÉSIMO QUINTO: Que junto a lo anterior, resulta propicio recordar que, conforme a lo
prescrito en el artículo 2305 del Código Civil, el derecho de cada comunero sobre la cosa
común es el mismo que el de los socios en el haber social y, según esto, con arreglo a la
norma del artículo 2081 de la mencionada Codificación, en caso que no se haya otorgado la
administración a uno o más de los socios -aquí comuneros- se entenderá que cada uno de
ellos ha recibido de los demás el poder de administrar con la facultad de cuidar de la
conservación, reparación y mejora de los objetos que conforman el haber social -el haber
común acá- entre otras. Ese mandato tácito y recíproco entre los socios, extrapolado a los
integrantes de una comunidad en lo que to ca a la administración de la cosa común, lleva a
sostener el derecho que éstos tienen, individualmente considerados, para salvaguardar ese
patrimonio indiviso; paradigma de conservación que precisamente viene a encarnar la acción
ejercida en autos, encaminada a instar y obtener la prevalencia del derecho de propiedad en
juego frente al adquirente del bien discutido, en este caso el inmueble sub lite, preservando
con ello el haz hereditario. Ergo, los argumentos proporcionados por la demandada en abono
de la falta de legitimación activa de la demandante, no son bastantes para tener por
neutralizada la prosecución del juicio con uno de los integrantes de la sucesión hereditaria;
Rol Nº 5549-2011.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres. Adalis Oyarzún
M., Sergio Muñoz G., Juan Araya E., Guillermo Silva G. y Carlos Cerda F.
No firman los Ministros Sres. Oyarzún y Muñoz, no obstante haber concurrido ambos a la vista
del recurso y acuerdo del fallo, por estar con licencia médica el primero y en comisión de
servicios el segundo.
En Santiago, a quince de marzo de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.