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CINCUENTA AÑOS DE LA

REVOLUCIÓN CUBANA (...)


Franco Gamboa Rocabado
Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 21 (2009.1)

CINCUENTA AÑOS DE LA REVOLUCIÓN CUBANA:


DEL MITO AL FUTURO INCIERTO1

Franco Gamboa Rocabado


Yale University, Connecticut - New Haven

Resumen.- El presente ensayo reflexiona preguntando ¿hasta dónde llegan nuestros sentimientos de
admiración por Cuba en el siglo XXI? ¿El régimen cubano en su cincuenta aniversario, aún representa
un escenario de beneplácito y orgullo político latinoamericano para enfrentar al imperialismo
estadounidense? ¿Cómo comprender las múltiples contradicciones que asoman cuando uno visita La
Habana? ¿Cuáles son las características de la transición cubana hacia las reformas de mercado, si es
que se puede hablar efectivamente de transición, durante los años 2000? A lo largo del análisis se
responde a estos cuestionamientos sobre la base de testimonios, tratando de despejar algunas
mitologías en torno a la isla caribeña, cuna de mártires, revolucionarios y caudillos.

El autor considera que los cincuenta años de la revolución cubana no dan cabida a ninguna celebración,
sino todo lo contrario, obligan a reflexionar seriamente sobre las decepciones políticas y sobre el destino
que la historia ha reservado para las utopías, hoy día prisioneras de una isla donde las virtudes han
desaparecido pues hierven solamente las pasiones humanas de la lucha por el poder y el drama de
millones que únicamente buscan sobrevivir. Cuba no representa, ni la transición a un sistema
democrático como lo sucedido en Nicaragua, ni un proceso abierto de reformas de libre mercado como lo
acontecido en la China contemporánea.

Introducción

Hubo un tiempo en que la utopía por alcanzar al Hombre Nuevo constituía el distintivo
de la revolución cubana, o para algunos, la otra alternativa que puede hacer frente al
modelo neoliberal de economía orientada hacia el libre mercado. Esta ilusión se
convirtió también en el orgullo de la historia Latinoamericana porque las imágenes del
Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Fidel Castro se elevaban hacia el limbo para
consagrarlos como líderes mundiales, capaces de retar a los Estados Unidos y
después soñar en un horizonte de auténtica liberación transformadora.

Hoy día, con motivo de conmemorar los cincuenta años de la revolución victoriosa el
primero de enero de 1959, la situación política y cultural en Cuba presenta cambios
drásticos porque su transición, también hacia una economía de mercado, es un hecho
irreversible que revela claroscuros y siembra un montón de dudas sobre otras opciones
1
Agradezco a todos los ciudadanos cubanos que accedieron gentilmente a conversar conmigo sin
restricciones. Por ello, cumplo también con el compromiso de mantener en la confidencialidad mayores
detalles sobre ellos. La información y amabilidad que me proveyeron fue invalorable cuando visité la
Habana en distintas oportunidades entre 2003 y 2008.

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revolucionarias. Absolutamente todo el circuito financiero está dolarizado, el turismo se


convirtió en la punta de lanza del crecimiento, los valores revolucionarios se han
transmutado en ideales post-modernos de riqueza y deseos por alcanzar comodidades
capitalistas, surgiendo ahora, con fuerza nunca antes vista, el desafío de romper con el
bloqueo político interno que el mismo socialismo ha construido en medio siglo de
dominación única del partido comunista2. “Nosotros enfrentamos dos tipos de bloqueo,
el externo venido desde Washington D.C. y el interno que nos sacrifica por una
revolución cuyos horizontes no están tan claros como antes, no sé adónde nos
dirigimos”, afirma Esteban, joven de 29 años y cantinero en cruceros que le gusta
hablar del cambio, fútbol y política.

Al mismo tiempo, todavía son emocionantes los discursos del Che ante las Naciones
Unidas en 1964, o el inolvidable funeral que Fidel hiciera al legendario guerrillero luego
de recibir sus manos cercenadas del cuerpo como espeluznante trofeo y prueba
luctuosa de su asesinato en Bolivia. Este pasado histórico ha quedado atrapado en los
sedimentos de la nostalgia y los brazos del turismo que ahora representa el principal
atractivo henchido de erotismo y lujuria. “Lo que me preocupa bastante, afirma el
escritor y crítico literario Ambrosio Fornet, es que en la Cuba de hoy hay una tendencia
a que nuestras mujeres se conviertan en la reserva de Geishas para Europa y Estados
Unidos”.

Es por esto que debemos reflexionar preguntando ¿hasta dónde llegan nuestros
sentimientos de admiración por Cuba en el siglo XXI? ¿El régimen cubano en su
cincuenta aniversario, aún representa un escenario de beneplácito y orgullo político
latinoamericano para enfrentar al imperialismo estadounidense? ¿Cómo comprender
las múltiples contradicciones que asoman cuando uno visita La Habana? ¿Cuáles son
las características de la transición cubana hacia las reformas de mercado, si es que se
puede hablar efectivamente de transición, durante los años 2000? El presente ensayo
responde a estos cuestionamientos sobre la base de testimonios, tratando de despejar
muchas cortinas de humo y mitologías en torno a la isla caribeña, cuna de mártires,
revolucionarios y caudillos.

¿Qué significa la transición cubana?

El andar de los años dio vuelta la esquina y actualmente Cuba se encuentra ante un
destino incierto sobre lo que significa el socialismo y cómo entender el futuro, donde los
ciudadanos comunes hacen lo más inverosímil para enfrentar una tormenta de
fenómenos nuevos que trajo el mercado internacional. ¿Qué significa la transición
cubana hacia la dolarización, el establecimiento de enormes shopping centers y la
ambivalencia de un régimen político que niega toda oposición pero acepta el ingreso de
la globalización a través del turismo negando, al mismo tiempo, como hace más de
cuarenta años, toda posibilidad para que cualquier cubano viaje al extranjero? ¿Cómo

2
Ver la ya vasta bibliografía de las Conferencias Anuales sobre la Economía Cubana. Cuba in Transition,
Proceedings of the Annual Meetings of the Association for the Study of the Cuban Economy (ASCE).
http://www.lanic.utexas.edu/la/cb/cuba/asce/, disponible.

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sería Cuba sin Fidel y sin socialismo?

Para muchos intelectuales como Ambrosio Fornet y políticos de gran influencia como
Carlos Lage, uno de los hombres más poderosos en Cuba y secretario del Consejo de
Estado, la palabra transición es motivo de disgusto, desprecio e inclusive prudente
temor. “De qué transición podemos hablar, expresa Fornet, sino de un retroceso al
proceso pre-revolucionario, a la dictadura de Fulgencio Batista. Aquí en Cuba no
transitamos hacia nada, ni hacia el capitalismo salvaje, ni hacia una democracia
multipartidista debilitada como la que prima en muchos países de América Latina. En
Cuba tuvimos democracia representativa con partidos corruptos en la década de los
años cincuenta y un capitalismo infestado de mafias. Todo esto fue superado por la
revolución; por tanto, lo que tenemos ahora es una adaptación a las exigencias
contemporáneas pero según los principios de nuestra revolución”.

En varias declaraciones a la prensa internacional, Carlos Lage ha manifestado que “el


sistema socialista es intocable e incuestionable porque después de un periodo tan duro
como el que va de 1990 a 1994, hemos demostrado que Cuba puede salir adelante con
sus propios esfuerzos y, lo que es más importante, los principales logros de la
revolución se han mantenido incólumes: educación, salud y cultura. Si bien
establecimos algunas reformas estratégicas como la despenalización del dólar en
1994, todo esfuerzo ha sido en función de la victoria rotunda del socialismo”3.

El dólar dejó de ser proscrito entre 1994 y 2004, diez años suficientes para comprender
que la moneda cubana no podía revalorizarse por la debilidad estructural del sistema
productivo; sin embargo, el dólar fue prohibido nuevamente a mediados de 2004 sin
obedecer a una política monetaria razonable sino que se aplicó la medida como otra
forma de intervención estatal sobre los ahorros en moneda estadounidense que venían
acumulando los ciudadanos cubanos; de esta manera, el régimen castrista exigió que
todos entreguen obligatoriamente sus dólares al todopoderoso Estado que por arte de
magia, disponía de divisas frescas en medio de cortinas de humo ideológicas4.

La transición es más contundente y dolorosa para el ciudadano cubano medio,


especialmente para los jóvenes. Doralmys es una joven de 24 años y estudiante de
danza contemporánea, ella no se considera revolucionaria ni socialista. “Yo preferiría
no hablar de política, simplemente puedo decir que mi nivel de vida se ha encarecido
tremendamente, ya no hay escasez pero todo cuesta en dólares, inclusive cuando uno
va al mercado negro. Todo está a mi alcance siempre y cuando tenga acceso a
dólares; es esto lo que me duele, soy pobre de diferentes maneras, vengo de una
provincia y La Habana es una ciudad costosa. Tampoco sé si existe futuro porque en el
mejor de los casos estoy destinada a ganar un salario de 50 dólares por mes. Mi única
alternativa es salir de Cuba, tratar de construirme un futuro real, esta es la transición

3
Ver también: Lage, Carlos. “Intervención en la segunda reunión con los dirigentes de las entidades que
operan en divisas”, Granma, 12 de diciembre de 1996.
4
Sobre este fenómeno consultar: Corrales, Javier. “Gatekeeper state. Limited economic reforms and
regime survival in Cuba 1989-2002”, Working paper, September 2003, Amherst University, pp. 2-25,
www.amherst.edu, disponible.

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para mí, irme lejos pero tengo muy pocas posibilidades”.

La economía cubana enfrenta sus momentos más difíciles. Entre 1990 y 2000, el
Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo en un promedio de 1,2%, los ingresos
provenientes del turismo se están incrementando notable y constantemente. La
producción de níquel y petróleo todavía representa un área de cuidado estratégico. Sin
embargo, el retraso tecnológico sigue siendo enorme, razón por la cual crece el déficit
en la productividad y es imprescindible el ingreso de capital extranjero. La deuda
externa es de 11 billones de dólares y en los últimos diez años la inversión extranjera
se estancó en 2 billones. El comercio exterior se está deteriorando, sobre todo por la
caída en los precios internacionales del azúcar. La balanza comercial tiene un crónico
déficit de 40% en comparación con los indicadores de 1989 cuando aún existía la
ayuda de la ex Unión Soviética. El desempleo llega al 5,8% pero el subempleo alcanza
un 25%; los mecanismos coercitivos del Estado para tomar los dólares de sus propios
ciudadanos han aminorado el déficit fiscal, así como la compra de petróleo en
condiciones ventajosas del régimen venezolano acaudillado por Hugo Chávez5.

Los ingresos por familia son un promedio de 10 dólares por mes (198 pesos cubanos).
La canasta familiar entregada por el gobierno cuesta 25 pesos; sin embargo, 53% de
las familias tiene entre 2 y 7 dólares para comprar productos adicionales en el mercado
negro. Un 40% debe subsistir con menos de 2,5 dólares para hacer frente a otras
necesidades después del subsidio estatal.

Este panorama no permite la formación de ahorro interno y la apertura hacia el libre


mercado está arrinconando hacia la miseria, sobre todo a familias que no tienen
parientes en el exterior y confían exclusivamente en las redes de protección social
otorgadas por el gobierno. A esto se suma que el PIB cubano creció apenas 1% en el
periodo 2002-2003, mucho menos de lo proyectado por los economistas del partido que
auguraban, por lo menos, un 3%. Aunque las cifras más actualizadas tienen muchas
falencias debido a la falta de información confiable y comprehensiva sobre la economía
cubana, los indicadores macroeconómicos para 2003 estaban caracterizados por tres
problemas: estancamiento del sector productivo, crisis de las tasas de intercambio junto
a la negativa para implementar reformas profundas, y parálisis casi completa del
conjunto de las políticas públicas6.

Algunos economistas consideran que por lo menos 50% de la población cubana cuenta
con dólares de alguna manera. Eduardo, hombre emprendedor que administra su casa
como hostal para extranjeros con autorización gubernamental, comenta sin
miramientos: “el auge del turismo ha creado una infraestructura hotelera de
competitividad internacional jamás imaginada en Cuba. Es el turismo lo que permite a
la mayoría cubrir nuestras necesidades. La canasta familiar es insuficiente porque el

5
Cf. Mesa-Lago, Carmelo. “The Cuban economy in 1999-2001: evolution of performance and the debate
on the future”, Proceedings of the Annual Meetings of the Association for the Study of the Cuban
Economy (ASCE), Miami, Florida, August 2-4, 2001, pp. 2-4.
6
Cf. Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Cuba: evolución económica durante 2002 y
perspectivas para 2003, LC/MEX/L, 566, Santiago de Chile: CEPAL, 2003, p. 18.

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hombre no sólo vive de lo necesario para comer y vestir; vivimos en tiempos de


globalización donde se ha hecho una necesidad tener celular, ampliar el vestuario,
gozar de la tecnología con un aparato de música, Internet, un proyector de video y
tener acceso a la propiedad privada. No soy economista pero en Cuba todos saben que
si nadie te manda remesas en dólares, uno mismo puede ganárselos en el turismo
vendiendo tabaco de contrabando, ron, siendo cantinero, trabajando en hoteles,
estafando de mil formas y prostituyendo a hombres y mujeres con total desparpajo
como hoy día se lo hace”.

En Cuba existen tres monedas: el peso cubano que está completamente devaluado, su
tipo de cambio es 26 pesos por un dólar y representa la moneda con que se paga a los
funcionarios estatales, profesores universitarios, ejército, policía, jubilados y maestros;
el convertible cuyo tipo de cambio es uno a uno con el dólar; y finalmente el mismo
dólar que es el talismán más codiciado aunque se lo vilipendie oficialmente con
discursos comunistas. La política económica del convertible es muy similar al caso
argentino a comienzos de los noventa pero con un elevado contenido político e
ideológico. Para Jesús, sociólogo de 30 años, “el régimen ha inventado el convertible
para convencer de que el peso cubano no fue vencido por el dólar, pero por detrás hay
una visión sumamente nacionalista y es muy posible que Fidel y sus incondicionales
estén siendo asesorados muy sutilmente por gente que conoce las teorías
monetaristas, la prueba está en las calles donde el dólar terminó con el socialismo de
1994 a 2004”.

La presencia de turistas con alto poder adquisitivo ha elevado los precios de los
grandes centros comerciales entre 150 y 200%. Estar en La Habana es tan caro como
visitar Miami, Nueva York o Londres. El dólar nuevamente está prohibido para los
cubanos pero no para cualquier extranjero que compra todo con billetes verdes. ¿Cómo
enfrentan tal situación los cubanos? Sencillamente se han creado circuitos paralelos de
consumo por medio de tiendas lujosas muy bien abastecidas con mercancías de lujo
para toda clase de turistas o cubanos acomodados, y un comercio soterrado más
pequeño donde los precios son bajos pero también en dólares para los
desaventajados.

La población media va a las peluquerías, restaurantes y un sistema de servicios que


están casi escondidos, pues hay que saberlos encontrar aunque con un buen ahorro.
Por supuesto, gente obrera y más humilde que habita en barriadas consideradas
pobres como El Palmar Marianao y Palo Cagao todavía sufre una escasez paupérrima.
Aquí es deprimente encontrar a madres de familia ofreciendo a sus hijas para la
prostitución con extranjeros de cincuenta o sesenta y cinco años por ochenta y hasta
cien dólares en una salida. Descomposición de la revolución o sentido de
supervivencia, lo cierto es que muchas jóvenes pueden prescindir de los estudios
superiores porque cualquier profesional con título universitario apenas gana entre
treinta y sesenta dólares al mes7.

7
Consultar también: Gonzáles, Gerardo. “Transición y recuperación económica en Cuba”, Seventh
Annual Meeting of ASCE, Miami, Florida, August 7-9, 1997.

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La estética urbana está muy destruida. Centro Habana, Ciudad Habana, La Habana
Vieja y otros sectores están atestados de conventillos a punto de derrumbarse, la
contaminación de la basura es inaudita y, lo más impresionante, casi el 90% de las
edificaciones urbanas corresponden a un periodo anterior a la revolución; es decir, a
los años cuarenta y cincuenta. Rutthy, farmacéutica, lanza severas observaciones:
“prácticamente la revolución no ha contribuido a la infraestructura urbana, solamente en
los últimos cinco años, los inversores españoles y alemanes junto con el Estado están
construyendo hoteles lujosos en La Habana y en playas como Varadero o Cayo del
Sur; era muy cómico ver a Fidel en el año 2003 inaugurando hoteles hermosos para
millonarios como lo que sucedió con el Hotel Playa Pesquero en la provincia Holguín
donde paradójicamente ningún cubano normal podrá alguna vez entrar o tomar siquiera
un vaso de agua”.

La transición cubana seguirá unida al discurso anti-imperialista porque finalmente la


legitimidad política del socialismo responde más a la excusa del embargo provocado
por Estados Unidos, antes que a una convicción ideológica de compromiso con el
comunismo; Cuba está dejando de ser socialista en la economía, en la reproducción de
la pobreza y en el pragmatismo de la élite política de los principales dirigentes del
partido, que no ven otra salida sino utilizar el bloqueo de Washington D.C. como último
recurso de interpelación para gozar de apoyo en una época de profunda incertidumbre
sobre los destinos finales de la revolución.

El régimen político: socialismo o muerte

¿Están dadas las condiciones para instaurar un régimen democrático multipartidista?


Definitivamente no porque el régimen con sus Comités de Defensa de la Revolución
(CDR), que funcionan por circunscripciones barriales, tiene un control absoluto. En el
terreno político, el gobierno sigue centrado en Fidel, quien varias veces ya había
abandonado el uniforme militar para vestir traje oscuro y dar apariencia de renovación.
Su servicio secreto está totalmente concentrado en los asuntos internacionales y puede
considerarse a Fidel como el político mejor informado del mundo. El liderazgo de este
barbón histórico y setentón ha delegado tareas y mucha confianza a un círculo íntimo:
el Equipo de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe, un grupo elitista de
dirigentes civiles donde ha destacado Carlos Rafael Rodríguez. Este grupo ejecuta las
decisiones de Castro, es multi-generacional y más astuto para las acciones en el
ámbito internacional. Esto hace pensar que una eventual apertura democrática en
Cuba, necesariamente deberá negociar con este círculo de elite y muy poco con el
ejército o miembros tradicionales del partido comunista8.

La salud deteriorada por el cáncer de Fidel Castro hizo que escogiera un sucesor entre

8
Los miembros más notables de aquel equipo coordinador son: Carlos Lage Dávila, Yadira García Vera,
Marcos Javier Portal León, Felipe Pérez Roque, Wilfredo López Rodríguez, Carlos Valenciaga Díaz,
Roberto Damián y Alfonso González; en: Mastrapa III, Armando F. “Equipo de Coordinación y Apoyo al
Comandante en Jefe: Cuba’s parallel government?”; en: Proceedings of the Association for the Study of
the Cuban Economy, Miami, Florida, 2 al 4 de agosto de 2001.

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los integrantes de dicha cofradía, aunque no se percibe claramente si su muerte


precipitará ambiciones de poder entre el círculo palaciego y los partidarios de la línea
dura comunista. La gente en las calles parece haber aprobado la sucesión en el poder
a favor del hermano de Fidel, Raúl Castro Ruz jefe del ejército, aunque otros inclinan
su lealtad por Carlos Lage; sin embargo, nadie se atreve a decir si surgirá un partido de
oposición. “No estamos acostumbrados a esto, opina Ricardo, porque siempre se nos
ha dicho que toda oposición está manipulada por Miami o Washington; de todas
maneras, si hubiera un partido realmente cubano de oposición yo lo apoyaría aunque
no sé cómo tendríamos que actuar”.

Por el momento, lo que se puede afirmar es que después del fallecimiento de Fidel, los
Estados Unidos presionarán por un quiebre del régimen a través de los exiliados,
organizaciones de oposición en Miami y empresarios cubano-americanos, antes que un
contacto político con el Equipo de Coordinación, visto todavía como una amenaza y
legado castrista. Este es el gran drama después de medio siglo de revolución pues
Cuba está dividida con profundas pasiones destructivas: por una parte están los
cubanos en Estados Unidos que hablan de una guerra civil en el exilio, exigiendo una
apertura política inmediata y cargada de resentimiento; por otra parte está la sociedad
civil dentro de Cuba sin experiencia de auto-organización más allá del control político
del Partido Comunista y presa de una gran incertidumbre sobre la muerte de Fidel y las
reformas ansiadas por miles para derrotar la pobreza y el cansancio que generó una
revolución con demasiadas contradicciones internas en el siglo XXI.

Según un estudio de la Universidad de Chicago, el Estado habría devorado a la


sociedad civil, pero no a consecuencia del terror y represión sangrienta, sino mediante
la ignorancia inducida. En todo el país circula un solo periódico, Granma, de escasas
ocho páginas, con errores de escritura y semejante a cualquier publicación clandestina
producida con penurias en universidades públicas de América Latina. Todos los
artículos tienen un estilo de denuncia y enaltecen permanentes consignas
revolucionarias. Existen tres canales de televisión controlados absolutamente por el
Estado, donde la programación combina noticias políticas que ensalzan el socialismo,
reportajes educativos e históricos y novelas argentinas sin contenido específico9.

En entrevistas con inmigrantes cubanos recientes es muy notorio percibir que en Cuba
no existe una cultura de la oposición. Las organizaciones civiles no tienen acceso a
información extranjera, carecen de recursos y son víctimas de la perplejidad. El uso de
Internet es totalmente restrictivo pues cuesta de tres a cinco dólares la hora. Lo que se
denomina digital divide o la marginalidad atroz de los pobres respecto de los recursos
de la información con alta tecnología, en Cuba llega a extremos proverbiales. En
consecuencia, el retraimiento de la sociedad civil ha causado una enorme
incertidumbre. No se sabe exactamente cómo reaccionará ésta cuando caiga el
régimen. El péndulo podría moverse entre resistencia, resignación, guerra civil y
pobreza.

9
Para una visión un poco más optimista sobre el resurgimiento de la sociedad civil en Cuba, ver: Dilla,
Haroldo y Oxhorn, Philip. “Virtudes e infortunios de la sociedad civil en Cuba”, Nueva Sociedad, No. 171,
enero-febrero, 2001, pp. 157-175.

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Para muchos, Fidel sigue siendo el mayor caudillo y enemigo principal. Sus rasgos
seniles inocultables y aún a pesar del decaimiento por el cáncer, muchas veces lo
hacían parecer a un Ayatola Jomeini del Caribe con la barba permanentemente larga y
su dogmatismo impasible. Todo cuanto habla, los medios de comunicación lo
consideran como una revelación siempre remozada. En el fondo es el único maestro de
las reformas que están transformando a Cuba y, asimismo, la están sacrificando más y
más. Esteban, entre copas de ron y carcajadas ansía: “quisiera ser como el
comandante en jefe, imagínate, dueño de todo un país en el siglo XXI”. Cuba hoy tiene
su destino atado categóricamente, no a los Estados Unidos, sino a la voluntad de un
grupo de revolucionarios cuyos sueños parecen haber terminado siendo terquedades
intransigentes que se resumen en un solo espasmo: socialismo o muerte.

Revolución y utopías: el laberinto de espejismos

Transformar la sociedad de pies a cabeza, destruir por completo la injusticia, derrotar


cualquier tipo de tiranía. Vivir según nuestras capacidades y cobijarse debajo del manto
libre de nuestras expectativas al calor de un arbitrio que jamás deje de entregar
solidaridad, ni tampoco claudique cuando sienta las amenazas de la opresión política.
Una sociedad sin Estado, sin clases sociales, feliz de haber llegado a un momento
verdaderamente histórico: el comunismo, implantado después de una dura batalla
contra el capitalismo mundial.

El atractivo de la sociedad comunista reflejó por más de setenta años en el siglo XX,
las ilusiones de millones de jóvenes y líderes políticos capaces de ir hasta las últimas
consecuencias por alcanzar una verdadera emancipación. Este panorama reveló ser un
espejismo, la antesala de desencuentros dolorosos y por supuesto, la prueba
contundente de que las prédicas revolucionarias también son altamente vulnerables a
la vanidad de sus predicadores que confundieron caprichos con ideología y realidad
con imágenes distorsionadas. Esta deformación es palpable en Cuba del siglo XXI cuyo
régimen socialista es víctima de una crisis de credibilidad, entendida no como tenaz
oposición por parte de algunos segmentos de su sociedad, sino como una crisis de
identidad revolucionaria. ¿Cómo seguir confiando en el socialismo cuyos valores
políticos están siendo constantemente confrontados con una realidad que contradice
sus presupuestos mínimos? Magda, mujer de sesenta y ocho años expresa: “todo está
jodido en Cuba, ¿qué es la revolución? Creo profundamente en mi país pero he dejado
de entender qué significa una liberación total y justicia para todos”.

La época dorada de una revolución a escala mundial siempre nos recuerda las
discusiones de los años sesenta, especialmente mayo de 1968. Barricadas
universitarias y obreras en el centro mismo de París, marchas multitudinarias en las
calles de Washington, flores, fusiles y lágrimas de blancos y negros para oponerse
firmemente a la inmoral guerra de Vietnam. Conciertos de música en Woodstock y
hippysmo convertido en filosofía de la no-violencia. Cabellos y barbas largas, blusas
afloradas de colores vistosos y marihuana sin restricciones se mezclaban con

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especulaciones elocuentes sobre marxismo, leninismo, maoísmo, trotskismo o


castrismo. Los experimentos revolucionarios en Cuba, China, Corea del Norte,
Cambodia y Vietnam habían alimentado la inexorabilidad de una historia que parecía
caminar sin desfallecimiento hacia el comunismo.

“Todavía recuerdo muy bien cuando a mis veinte años me opuse a la familia, rompí con
todos para apoyar incondicionalmente a Fidel en 1959, comenta Magda. Hacia 1965 la
mayor parte de mi familia se había refugiado en Estados Unidos y yo reforcé todavía
más mi decisión de ser socialista, me fui a trabajar de sol a sol a las plantaciones de
azúcar y a alfabetizar como si fuera la única misión de mi vida. Ahora estoy sola, tengo
muchas carencias y estoy viendo cómo nuestro régimen está sometido al vaivén de
múltiples contradicciones. ¿Soy todavía revolucionaria? Estoy vieja y como cualquiera
en el mundo una no puede retroceder en el tiempo, hay que resignarse, ¿quién no tiene
arrepentimientos en su vida? Debo seguir adelante”.

A momentos, estar en Cuba es como si se habitara en el emporio de la música salsa.


Es esto lo que llama mucho la atención: el baile, música a todo volumen, restaurantes
de toda categoría que siempre tendrán bandas en vivo. Sin embargo, es muy difícil
encontrar a una sociedad movilizada políticamente; es decir, contingentes de masas
altamente ideologizadas. “¿Ideología revolucionaria?, se pregunta Maricela,
universitaria de veintiún años. Siempre hay concentraciones como aquellas durante la
captura de Elián Gonzáles en Miami, todos tenemos que salir cuando se nos convoca a
una tribuna donde hablarán Fidel o Raúl Castro y en coro responderemos: ¡patria o
muerte! Después cada cual se va a su casa pues hay que vivir día a día, lo demás no
importa”.

A pesar de que cualquier cubano es hábil con la palabra, extrovertido y alegre, no es


posible percibir actitudes políticas de réplica cuando se comentan los cambios radicales
como la dolarización y creciente diferenciación social. Es totalmente inexistente un
debate candoroso sobre la transición del socialismo al comunismo. El periódico
Granma, la televisión y radio cubanas, siempre transmiten la idea donde el
neoliberalismo y el mercado salvaje actualmente están empobreciendo a toda América
Latina, pero nunca especifican si el socialismo cubano y su experiencia con más de
cuarenta años de revolución constituyen la alternativa histórica para la humanidad.

Parece que lo único importante es mostrar que la revolución en Cuba sea entendida
como sinónimo de resistencia al capitalismo pero no su destrucción. Sin embargo, los
sueños sobre la desaparición de las clases sociales y todo rastro de injusticia son
fácilmente pasados por alto porque regresó la despreciable estratificación social.
Barrios como Cubanacan, Jaimanitas, Reparto Náutico y Miramar han reconstruido
mansiones suntuosas. Todas son propiedad del Estado pero se alquilan a embajadores
ricos de Europa, Arabia y a empresarios que ahora son socios estratégicos de Cuba en
el sector turístico; en contraposición se halla una enorme variedad de zahúrdas y
conventillos a lo largo de Centro Habana.

Las familias cuya suerte está ligada al envío de dólares desde los Estados Unidos o

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Europa, pueden conseguir autorizaciones gubernamentales para ofrecer sus casas


como hoteles. Esta ventaja les permite reacondicionar sus viviendas, construir piscinas,
instalar televisores y frigo-bares en cada habitación. Es increíble observar cómo
muchos gozan de un vigoroso espíritu empresarial que admiraría a cualquier liberal del
Banco Mundial.

Otros combaten la pobreza porque tienen la suerte de trabajar en bancos que otorgan
créditos a los empresarios extranjeros. Sin ser gerentes, muchos reciben obsequios de
cortesía para viabilizar los trámites en la vertical burocracia estatal; la hija de Magda
trabaja en un banco de esta naturaleza. “Mi hija siempre rechazó cualquier tipo de
regalos pero no todos lo hacen y, después de todo, las comisiones y reconocimientos
tienden a convertirse en la mecánica natural del mundo financiero. Aunque no puedo
hablar de corrupción, simplemente digo que las necesidades son múltiples y hay que
saber aprovechar un trabajo donde circulan dólares; además, la discusión actual no es
el acecho de la corrupción sino el obtener préstamos. ¿Por qué cualquier ciudadano
cubano no tiene derecho al crédito de un banco? Algo normal en cualquier lugar del
mundo”.

Una gran mayoría está sometida a muchas necesidades, es decir, reflejan el


socialismo igualitario donde todos deben tener lo mínimo para subsistir sin lujos ni
delirios de grandeza. Tampoco es extraño tropezar con mendigos, especialmente
ancianos, y hasta con padres de familia que, con sus hijos en los brazos, ruegan
algunas monedas rondando los hoteles y restaurantes caros como el Floridita. “Es
insólito seguir presenciando cómo algunos funcionarios del Estado son todavía
capaces de confiscar una computadora, equipos de música y automóviles bajo la
suposición de que en Cuba es negativo acumular bienes materiales porque
representan el símbolo despreciable del alto nivel de vida, todos debemos ser iguales”,
comenta perturbado Esteban.

Durante los años sesenta fue exorbitante la literatura teórico-política sobre lo que
significaba el camino correcto hacia el comunismo. Hoy, ni en la Universidad de La
Habana existe una politización revolucionaria en torno de las teorías de la transición y
abolición del Estado, el derrumbe del capitalismo o la teoría de la dependencia donde
el capital financiero internacional reorganiza sus flujos y los mercados globales,
exacerbando la polarización entre los centros capitalistas industriales y las periferias
subdesarrolladas que, supuestamente, deben darse cuenta de una ineludible
revolución.

La vida cotidiana en Cuba está politizada solamente cuando se organizan elecciones


parlamentarias como las del 19 de enero de 2003, o cuando Fidel Castro reta
públicamente a los Estados Unidos. Después no hay nada sobre qué quiere decir
aquella deseada utopía comunista, la cual en los hechos convive con una conversión
irónica: la transición del peso cubano al dólar, la prohibición de éste y la desesperación
de no saber dónde están las alternativas. ¿Cuáles son los desafíos de la utopía en
tiempos de globalización? En Cuba no hay ningún debate sobre la tercera vía como lo
propuesto por Tony Blair y Anthony Giddens para el Partido Laborista inglés y los

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fragmentos izquierdistas en Europa10.

La emancipación revolucionaria y el nacimiento del comunismo, momento en que


recién comenzaría la verdadera historia para la humanidad como afirmaba Carlos Marx,
en Cuba se plasman a través de un extraño laberinto de espejismos. Fenómeno de
óptica donde la realidad aparece como imagen invertida, visión engañosa que no es ni
sueño, ni pesadilla, es la realidad tal cual. Se cree ver agua a lo lejos pero acaba
siendo ilusión. Los cubanos revolucionarios que todavía existen quieren ver y encontrar
la utopía, aunque enmudecen para adaptarse, finalmente, a una realidad política que
se ha fundido por el calor infernal del mercado mundial y la globalización.

Democracia de masas o democracia de partidos

Las elecciones parlamentarias se realizan cada cuatro años para elegir a 609 diputados
que conforman el parlamento cubano o la Asamblea Nacional del Poder Popular, y a
1199 delegados a las Asambleas Provinciales, una especie de consejos municipales y
regionales que se encargan de los problemas más circunscritos a un territorio
específico o a problemas urbanos. No existen alcaldes pero Fidel puede escoger
algunos líderes para realizar tareas específicas en las ciudades como Eusebio Leal, el
historiador de ciudad de La Habana, convertido en mini-alcalde para reconstruir La
Habana Vieja. Sin embargo, el puesto de Fidel jamás se sometió a escrutinio público ni
a discusión, pues él es Comandante en Jefe y héroe supremo de la revolución. La
delegación del poder transmitida a su hermano Raúl en el año 2008 fue mostrada con
suma discreción y, al parecer, no hubo una pugna por el poder de manera pública al
interior del la cúpula de Partido Comunista por una razón muy simple: toda la élite
política se aseguró de que las decisiones permanezcan lejos de una contienda
democrática abierta a la sociedad civil, con el objetivo de seguir cultivando privilegios
sin mucha luz ni ningún tipo de debate ideológico porque la ideología ya no tiene
ningún peso específico.

Los jóvenes comunistas afirman: “nuestras elecciones generales no están


acompañadas de campañas millonarias ni de demagógicos discursos de corruptos
candidatos, nuestra democracia es de masas. Bien conoció nuestra patria aquel
modelo de democracia con el cual se distribuían el poder y las riquezas que desde
hace más de cuatro décadas pertenecen a nuestro aguerrido y noble pueblo, firme ante
las amenazas de la mayor potencia hegemónica”.

La Comisión Electoral Nacional (CEN) coloca enormes pliegos con las fotografías y
biografías de todos los candidatos en distintos lugares públicos, de tal manera que no

10
El mismo sociólogo Giddens, ex director de la London School of Economics and Political Science
(LSE), reconoce críticamente que la utopía del Estado de bienestar, considerada por muchos marxistas
revolucionarios como la razón del éxito en el régimen cubano, terminó creando casi tantos problemas
como los que resolvió en algún momento. Hoy día el Estado cubano ha caído también en la necesidad
de aplicar las reformas estructurales que caracterizan a toda América Latina. Cf. Giddens, Anthony. La
tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Madrid: Taurus, 1999, p. 28, passim.

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existe confrontación ideológica entre aquéllos, ni tampoco oposición hacia Fidel, sus
colaboradores o el estado mayor del Comité Central del Partido Comunista. A pesar de
no existir campañas masivas, los candidatos visitan los 169 municipios en el país para
celebrar encuentros de solidaridad con obreros, mujeres, campesinos y jóvenes.

Cualquier sistema multipartidista es acusado por los medios de comunicación como


total farsa. Un día antes de las elecciones, el sábado 18 de enero de 2003, Andrés,
tornero mecánico de cincuenta y cinco años proclamaba entusiasta su decisión de
votar temprano “porque, fíjese usted, los candidatos no vienen con promesas ni
politiquerías como ocurría antes, vienen de igual a igual, como amigos, como
compañeros que estamos en la misma trinchera de combate”.

“En Cuba nadie es obligado a votar”, dijo Fidel a la prensa internacional el año 2003.
Ante las cámaras se enfurece como león cuando le preguntan sobre la existencia de un
proyecto disidente. “Hablar de disidencia es hablar de tonterías, siempre afirma Castro,
porque esos rumores están digitados por Washington, verdadera incubadora de
supuestos disidentes”. ¿Cuál es entonces el verdadero sentido de las elecciones sin
competencia entre diferentes opciones o partidos, dónde está la razón de ser de este
acontecimiento político que tiene un costo nada pequeño para el Estado?

El mismo Castro dio la respuesta en una mesa redonda informativa el viernes 15 de


enero de 2003: “hace falta una victoria enérgica y contundente que muestre al enemigo
nuestra fuerza y unidad cuando quiere dividirnos, debilitarnos, desmoralizarnos”. Cuba
debe ser el único país del mundo donde las elecciones se realizan solamente para la
opinión pública internacional, para el concierto mundial de la globalización que acude
con cámaras desde cualquier punto del planeta. Las elecciones no son para el pueblo
cubano, sino para demostrar hacia el exterior que el comunismo de partido único es
invencible en las urnas, extensión de una trinchera de guerra y única alternativa que
simula transformación.

Culto a la personalidad y Comités de Defensa de la Revolución

También Cuba es un caso excepcional donde los electores están facultados para votar
por todos los candidatos sin distinción de ninguna naturaleza. Esta estrategia electoral
se denomina voto unido. “Yo no conozco a los candidatos ni me interesa pero votaré,
expresa Juan, porque si no lo hago, me van a poner una observación en mi expediente
y esto se convierte en un problema a la hora de buscar trabajo. No quiero problemas
así que votaré por todos”.

En las elecciones del 19 de enero de 2003 votaron 8.115.125 (97,6% de los electores).
De éstos, el 91,35% votó por todos los candidatos sin mayor conflicto. Es muy difícil
saber si la conciencia electoral y política de los ciudadanos defiende la revolución o
actúa con pragmatismo. El voto no les otorga ninguna ventaja. No existe el clientelismo
partidario como en otras democracias, favores a cobrar o trabajo a pedir después del
voto. Las elecciones parlamentarias no agregan ni quitan nada a las estrategias de

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supervivencia del pueblo cubano que no conoce otra cosa, sino su existencia socialista
y una sola opción: el Partido Comunista. De cualquier manera, si el voto es secreto
¿por qué no votar en blanco y declarar abiertamente una resistencia al régimen? ¿Qué
les impide cuestionar el orden establecido?

Una posible respuesta está en el profundo culto a la personalidad que la mayoría de los
cubanos tiene hacia Fidel, y en la labor que cumplen los Comités de Defensa de la
Revolución (CDRs). Establecidos por el Che Guevara para movilizar a la sociedad civil
desde 1959, los CDRs fueron convirtiéndose en puntales de lealtad partidaria y control
estricto por distritos barriales. El representante del CDR organiza reuniones para
transmitir las decisiones del partido, conoce de cerca los problemas de cada familia,
quiénes son, qué hacen y en qué se involucran, quiénes los visitan y si tienen asuntos
que esconder.

De alguna manera, el CDR es similar a las garrison communities que actúan en


Jamaica donde funciona una misteriosa reciprocidad con base en la intimidación, el
culto a la personalidad del jefe político, la inexistencia de condiciones mínimas de
ciudadanía política y el acoso cuando se hace notoria alguna señal de disidencia. El
CDR se encargará de sugerir el voto unido, facilitar las cosas por medio de
recomendaciones sutiles para ratificar el poder del partido y pisar los talones hasta que
uno acuda a las urnas en caso de negligente olvido.

Rutthy comenta: “yo puedo estar en desacuerdo con el partido pero soy completamente
fidelista. Fidel es un líder sin parangón, algo extraordinario que siempre señalará el
mejor camino para Cuba, nos quiere y hace lo imposible para que salgamos adelante”.
Así pervive un culto a la personalidad que asombraría a Alexander Soljenitsin y va
calando muy hondo como gota de agua sobre una piedra.

“Fidel es un hombre que no dice mentiras, aclara Eduardo, lo que sucede es que
existen millones de cubanos que les gusta escuchar mentiras. Por esto el partido nunca
perderá ni siquiera con el voto en blanco”. Y si alguien preguntara ¿acaso no es
nuestro pueblo el que, ultrajado y traicionado, yace sobre las literas y el suelo por
defender una revolución y utopía borrosas? Frente a esto, es altamente probable que
Fidel respondiera algo similar a los sombríos pasajes del Archipiélago GULAG: “cien
veces peor sería desamparar a la patria. ¿Cómo puedo arrepentirme ahora del camino
seguido hasta aquí?”.

El otro perfil cubano: sexo y revolución

¿Quién no tiene una vida doble en este mundo? A escondidas, es decir, detrás de
bambalinas o bajo las influencias del alcohol, muchos de nosotros despertamos a las
múltiples máscaras y personalidades que se alojan en nuestro subconsciente. Esto es
mucho más salvaje y, a momentos, turbador cuando exploramos nuestros instintos
sexuales, nuestras necesidades básicas que nos equiparan con las propensiones de
cualquier otra bestia en el reino animal. Hombres y mujeres buscan la satisfacción

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mediante una serie de experiencias lujuriosas retratadas en obras maestras de la


literatura al estilo Flaubert con Madame Bovary o junto a las tragedias salaces del
marqués de Sade. De esta manera, miles de turistas, empresarios, estudiantes y
demás deudos románticos de la izquierda caen como palomas mensajeras en las redes
de los atractivos sexuales que tiene Cuba, claramente catalogada como una Tailandia
dentro de Latinoamérica por el tamaño gigantesco que adquirió el negocio de la
prostitución11.

Las historias por demás jocosas y múltiples experiencias exóticas al calor del Caribe,
hacen que necesariamente se comenten las condiciones profundamente liberales en
que se practica el sexo al interior de la isla comunista. La prostitución es una actividad
económica que ayuda a subsistir a muchos jóvenes. Esteban cuenta que “los alemanes
y canadienses buscan chicas negras y mulatas, los mexicanos las prefieren rubias y de
buenas nalgas, los negros que vienen de Bahamas o de Trinidad y Tobago parecen
delirar al conseguir trigueñas. ¡Qué más da, en Cuba el sol sale para todos”.

Yanela, joven de diecinueve años, no se considera prostituta y cataloga sus acciones


como sentido de oportunidad. “No hay que confundir las cosas, yo no soy jinetera
porque ésta es una callejera de veinticuatro horas al día. Otras mujeres salen con
turistas según la necesidad económica que tengan sus familias y, finalmente, hay otro
tipo de mujeres que ven en el turismo una circunstancia útil cuidando que las cosas
salgan bien; es decir, que puedas ganar un buen dinero, gozar de los placeres de la
vida, el buen vestir y algunos lujos, no contagiarse de enfermedades y tampoco ser
víctima de la violencia o del acoso policial”.

El paseo del Prado, Plaza Central y el pasaje peatonal de la calle Obispo, lugares
populosos ubicados en la Habana Vieja, se pueblan con cientos de chicas y chicos que,
como gatos pardos, irrumpen por la noche en medio del jolgorio de conciertos
tropicales o esperan pacientemente en las afueras de restaurantes para conquistar el
espíritu aventurero de los turistas, empresarios y otros mirones. “Los italianos y
españoles siempre buscan una mujer después de la cena –cuenta Daymara– de tal
manera que si han gastado por el placer de comer bien, ¿por qué no continuar sin
restricciones pagando un buen precio para obtener una compañía femenina?”

Los últimos veinticinco años, el número de mujeres trabajadoras en Cuba se


incrementó en un millón y para el año 2000, según los estudios del Banco Mundial, las
cubanas representaron el cuarenta y tres por ciento de la fuerza de trabajo ocupando
una mayoría de labores técnicas. Además, la búsqueda frenética de dólares hace que
los jóvenes evalúen el costo de oportunidad por dedicarse a la prostitución como algo
realmente óptimo para sus expectativas porque los beneficios son inmediatos, libres de
impuestos, de intermediarios y algunas chicas podrían inclusive casarse, abandonando
legalmente el país.

11
Cfr. Crespo, Nicolás y Suddaby, Charles. “A comparison of Cuba's tourism industry with the Dominican
Republic and Cancún”, 1988-1999, Proceedings of the Association for the Study of the Cuban Economy,
Miami, Florida, August 3-5, 2000, p. 18.

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Durante el auge del socialismo entre los años sesenta y ochenta, y gracias a la llegada
de millones de dólares subvencionados por la ex Unión Soviética, el ser prostituta o
gigoló no solamente estaba controlado por el Estado, sino que no representaba un
oficio provechoso. ¿Cómo y por qué rebrota la prostitución tal como en los tiempos pre-
revolucionarios de Batista? La respuesta es simple: la crisis económica y la
permisividad pragmática del Estado revolucionario para promover que los cubanos se
auto-empleen pudiendo así salir adelante a como dé lugar, hicieron que la prostitución
de hombres y mujeres posea un atractivo financiero en condiciones gentilmente
abonadas por el turismo12.

Durante las épocas de gloria socialista, el eclipse del turismo en gran escala frenó la
prostitución pero ahora tiene lugar una convivencia de mutua determinación: a medida
que crece el sector turístico, también el comercio sexual. Según la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL), hasta el año 2007 Cuba espera recibir, por lo
menos, 10 billones de dólares gracias al turismo. ¿Cuáles son, entonces, las
perspectivas económicas y diferentes incentivos para la prostitución? La ruta es
unívoca: las condiciones son pujantes e increíblemente seductoras. Incluso revistas
famosas a escala mundial como Playboy y Viaggiare publicitan el turismo cubano
ligándolo necesariamente con un paraíso sexual de inagotable goce.

En opinión del crítico literario Ambrosio Fornet, también existen algunos elementos
culturales que hacen de la sexualidad una esfera sin muchas inhibiciones para Cuba.
“La iniciación sexual es muy temprana como en cualquier otro país del Caribe, no
existen grandes tabúes sobre el sexo y la revolución también estimuló un enorme
movimiento de autodeterminación para las mujeres que antes no se veía. Recuérdese
todo el proceso de alfabetización durante los años sesenta donde la mujer cubana
estuvo en primera línea, sin limitarse por lo que decía el marido o la familia,
simplemente se iban hasta los lugares más alejados cumpliendo su labor revolucionaria
y practicando el libre uso de sus decisiones y apetencias”.

Esta experiencia de decisiones libres hace que las mujeres no encuentren


inconvenientes a la hora de utilizar su cuerpo como mejor lo consideren. La práctica del
placer como fuente de autonomía sexual, e inclusive de realización, hace que tanto los
hombres como las mujeres no pongan ningún tipo de cortapisas para involucrarse en
todo tipo de relaciones más allá de las tradicionales como el noviazgo y el matrimonio.
No es extraño ver que jóvenes entre dieciocho y veinticinco años no encuentren
problemas para salir con turistas maduros de cincuenta y hasta setenta años. Por
supuesto que los incentivos económicos juegan un papel fundamental; sin embargo, no
existe el miedo al qué dirán ni tampoco prejuicios profundamente anclados en
dogmatismos religiosos como sucede en sociedades más cerradas cuyo horizonte
tradicionalista limita la sexualidad.

12
Sobre los cambios que parecían impensables en relación con el retorno de la prostitución galopante y
el catolicismo en Cuba, consultar las ingeniosas observaciones de: Vásquez-Montalbán, Manuel. Y Dios
entró en La Habana, Madrid: El País-Aguilar, 1998, 710 p.

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El problema inmediato que Cuba enfrenta es, por supuesto, todo lo relacionado con las
enfermedades de transmisión sexual y la expansión del Sida como epidemia. Por el
momento, los éxitos que el régimen alcanzó en materia de salud son colosales y
permiten una vigilancia epidemiológica realmente eficaz. De hecho, para 1999 sólo 577
personas habían muerto de Sida y 2.142 fueron infectadas con VIH, de tal manera que
también existe una inspección estricta para curar y prevenir enfermedades venéreas13.

“De todos modos yo no soy muy optimista, afirma Fornet, pues el control médico y la
prevención pueden ser rebasados en cualquier política de salud. No es posible evitar
por mucho tiempo la expansión de muchas enfermedades porque la prostitución se
está practicando de una manera que, para mí, es víctima de un absoluto desparpajo y
promiscuidad; menos mal que no tengo hijas”.

Lo interesante del régimen cubano es ver que la liberación sexual y una práctica amplia
de la prostitución constituyen hoy día una verdadera revolución. Ya no son reprimidos
los homosexuales ni tampoco las lesbianas que en algún momento fueron
consideradas por el mismo Fidel Castro como criminales. Por las noches, alrededor de
Copelia, la esquina del cine Yara y una cuadra más abajo en las afueras del
restaurante El Mandarín, es natural encontrar a grandes grupos gays que esperan su
oportunidad o, simplemente, coquetean orgullosos su identidad sexual. A lo largo de
Jaimanitas, los travestís fácilmente pueden confundir a cualquier desprevenido por sus
cuerpos esculturales y el vestuario elegante como cualquier mujer hermosa.

A pesar de esta revolución sexual y turística, mucha gente expresa cierta


desesperación. Teresita de 19 años, indica: “no me gusta esta situación, el amor se ha
perdido en Cuba, primero porque yo necesito un hombre que me ayude y un cubano
normal no puede ofrecerme condiciones holgadas de supervivencia. Por lo tanto, yo
debo recurrir al negocio del turismo y, en segundo lugar, la satisfacción sexual es como
un escape para mí junto a la posibilidad de, algún día, poder encontrar alguien que me
quiera tanto como para hacer todos los trámites hasta sacarme de aquí”.

Es una ironía política y del destino pensar en intelectuales importantes como el líder
teórico de 1968, Herbert Marcuse quien en El Hombre Unidimensional, Ensayo sobre la
Ideología de la Sociedad Industrial Avanzada, consideraba que el capitalismo era
capaz de construir las condiciones más despreciables para reprimir la libido,
reduciendo lo erótico a la experiencia y la satisfacción sexual hasta convertir el principio
de placer en un mecanismo más de la dominación.

Al aplicar los análisis de Marcuse a la sociedad cubana, el principio de placer absorbe


el principio de realidad donde la sexualidad es liberada dentro de formas sociales
constructivas: se afirma que el socialismo no limita a nadie. Esta noción implica
también que existen modos represivos de desublimación junto a los cuales los impulsos
sexuales y la búsqueda del placer poseen una extraña mezcla con más desviaciones y
más negación de los tabúes sociales, extendiéndose la libertad al mismo tiempo que se
intensifica la dominación de una sociedad políticamente represiva.
13
Cf. http://www.cubasida.net, disponible.

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Conclusiones: Cuba no es Nicaragua y tampoco será otra China

Transcurrieron veinte años desde que el Frente Sandinista para la Liberación Nacional
(FSLN) hiciera un memorable traspaso de su poder revolucionario a través de una
transición democrática en Nicaragua. Entonces era 1989 cuando Daniel Ortega, junto a
las calculadoras miradas de Tomás Borge y Ernesto Cardenal, presenciaban la
culminación del proceso revolucionario que había encendido Centroamérica con una
llama doble: ilusión marxista-socialista y crujir de dientes ante una guerra civil que
convirtió al país en un infierno. La utopía se había desarmado, tal cual lo pintara el
ensayo de Jorge Castañeda, pues la revolución nicaragüense no solamente atravesaba
por un proceso de transformación, sino que todo el modelo comunista veía
desvanecerse el escenario de los movimientos armados.

Después de que Violeta Chamorro asumiera la presidencia en Nicaragua aquel 1989, la


caída de dominós continuaría hasta que Joaquín Villalobos, comandante del Frente
Farabundo Martí, negociara otra histórica desmovilización de la guerrilla en El
Salvador. Con esto no había mejor complacencia para Óscar Arias –aquella época
presidente de Costa Rica– y para los suscriptores de Esquipulas II que lograban
cristalizar la paz después de una década turbulenta que costó a Centroamérica más de
150 mil muertos.

Cuánto cambiaron las cosas, ahora Nicaragua está dentro de los programas de ajuste
estructural. Los ex presidentes como Chamorro, Arnaldo Alemán y el mismo Ortega
que regresó al poder en el año 2007, vieron precipitarse una crisis económica que
convirtió a Nicaragua en una de las naciones más pobres de América Latina, apenas
por encima de los desastrosos indicadores de desarrollo humano que atormentan a
Haití. La bancarrota también hizo necesaria la llegada del ajuste controlado por el
Banco Mundial y el FMI.

Actualmente, Nicaragua recibe el monto más alto en ayuda oficial para el desarrollo de
Latinoamérica, lo cual no significa otra cosa sino dependencia financiera extrema y
rigurosas condiciones para que el país no pueda ir contra la corriente de una economía
de mercado que, desafortunadamente, tampoco logró solucionar las terribles secuelas
de la guerra civil alentada hasta el paroxismo por el intervencionismo y la agresión
estadounidense durante los años ochenta.

Cuba no puede ni seguirá estas experiencias. Primero porque es inviable una apertura
hacia un sistema multipartidista y, segundo, porque Cuba no soportó una guerra de
baja intensidad que agotó y destruyó las bases de legitimidad política como sucedió
con la revolución nicaragüense. La sociedad civil en Cuba, aún cuando está
desmovilizada militarmente, soporta un control permanente por parte del régimen para
evitar cualquier oposición y se ha adaptado de mil maneras a las reformas económicas
ejecutadas por Castro como la dolarización de 1994 a 200414. Las pálidas reformas que

14
Consultar los análisis críticos en torno a las técnicas utilizadas por Fidel Castro para mantenerse en el
poder: Domínguez, Jorge I. “The secrets of Castro's staying power: how Cuban communism survives”,
Foreign Affairs, vol. 2, No. 2, Spring 1993, pp. 97-107.

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está ejecutando Raúl Castro a partir del año 2008 parecen tener una única finalidad:
estructurar todo alrededor del alto mando del ejército pero sin clarificar nada en función
de una apertura más decidida como la economía China al final de los años ochenta.

Cambio constante, innovaciones, ambición sabiendo lo que se quiere y


perfeccionamiento del conocimiento es lo que caracteriza el naciente predominio chino
en el mercado mundial de zapatos deportivos, electrodomésticos, ropa y el
impresionante despegue que logró sacar a 200 millones de personas de la pobreza
hasta llegar a una prosperidad sin precedentes.

China ha crecido económicamente cerca del 10% anual en los últimos veinte años,
sobre todo desde el comienzo de las reformas introducidas en 1978. Hoy día el ingreso
personal de la mayoría de sus habitantes es cinco veces más alto que en 1980. El país
más poblado del mundo no solamente derrotó la miseria, sino que también representa
la transición económica más exitosa de un régimen comunista de economía
centralizada hacia la economía de mercado. Hábil amalgama entre partido único,
ausencia de democracia representativa y ventura capitalista.

Si se comparan los resultados económicos y políticos obtenidos por América Latina, los
países de Europa del Este y China, puede observarse que ésta representa la verdadera
nueva hegemonía después de la caída del Muro de Berlín y la desaparición histórica
del poder soviético. China fomentó una transformación donde no importaron para nada
las discusiones bizantinas sobre la “tercera vía” socialdemócrata, ni tampoco el
mantenimiento indiscutible del poder estatal sobre la economía.

A comienzos del siglo XXI, el Banco Mundial considera que tan sólo un tercio de la
estructura económica en China está bajo el control estatal, además de haberse
impulsado un extenso proceso de descentralización en villas rurales que permitió
liberalizar los mercados agropecuarios, posibilitando que más del 90% de las familias
campesinas tengan acceso a educación básica de calidad, posean televisión, crédito
bancario y produzcan localmente maquinarias para aumentar su eficiencia.

Quienes en América Latina todavía cuestionan la validez de la economía mercado,


tratan de comparar los viejos indicadores de crecimiento durante el auge del modelo de
sustitución de importaciones con los pobres y desastrosos resultados de hoy día. No
ven el futuro sino que se enceldan en una angustia con el pasado, cultivan viejas
prácticas como el caudillismo y patrimonialismo, reclamando democracia pero
reproduciendo después desigualdad e incertidumbre sobre el futuro15.

China es todo lo contrario. No reventó por dentro como la Unión Soviética pero
tampoco sacrificó el bienestar de su población en función de principios ideológicos
marxistas o maoístas. La nueva hegemonía china se fortificó paso a paso comparando
sus potenciales con lo conseguido por países más pequeños pero igualmente eficientes
y atrevidos como Malasia, Corea del Sur y Japón.

15
Cfr. Domínguez, Jorge I. “Cuba en las Américas: ancla y viraje”, Foro Internacional, No. 173, julio-
septiembre 2003, pp. 525-549.

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Cuba no puede seguir este trayecto porque no posee el impulso de la tecnología de


punta para incursionar en electrónica o ingeniería como el poder chino. A pesar de que
en Cuba hay una transición explícita hacia la economía de mercado manteniendo un
régimen de partido único como China, la extrema centralización del poder, el excesivo
dogmatismo ideológico que todavía abunda y los múltiples obstáculos que
desincentivan las iniciativas privadas de los cubanos, hacen que las transformaciones
se hagan más lentas, fortaleciéndose más bien el caudillismo.

Después de todo, Cuba todavía depende del fantasma de Fidel, posiblemente el último
caudillo que condensa la tradición árabe e ibérica en América Latina, mientras que
China obedece al potencial de la tecnología, el conocimiento y el poder que la iniciativa
de sus ciudadanos pueda otorgar en una economía liberalizada. Los cincuenta años de
la revolución cubana no dan cabida a ninguna celebración, sino todo lo contrario,
obligan a reflexionar seriamente sobre las decepciones políticas y sobre el destino que
la historia ha reservado para las utopías, hoy día prisioneras de una isla donde las
virtudes han desaparecido pues hierven solamente las pasiones humanas de la lucha
por el poder y el drama de millones que únicamente buscan sobrevivir.

Bibliografía

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