Pensamiento PDF
Pensamiento PDF
Pensamiento PDF
5.- COMPOSICIÓN
6. DIMENSIÓN Y ESCALA
7. ESTRUCTURACIÓN FORMAL
11.1.- Axiales
11.2.- Compositivas
11.3.- Proporcionales
11.4.- Dimensionales
11.5.- Estructurales
11.6.- Dinámicas
11.7.- Sincrónicas
11.8.- Holográficas
11.9.- Arquetípicas
11.10.- De significado múltiple
11.11.- De síntesis holística
12. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
ILUSTRACIONES
Octavio Paz
INTRODUCCIÓN
2
Godoy, Iliana, Tesis de maestría en historia del arte, inédita.
h) Aportaciones a la historia del arte.
En virtud de que en ese trabajo las conclusiones obtenidas se refieren a una
obra de arte cumbre de la estatuaria mexica, la escultura de Coatlicue, he creído
consecuente investigar cuál es el rango de pertinencia de tales criterios en un
corpus más amplio de obras representativas de la escultura religiosa mexica.
Al establecer desde esta óptica las constantes formales que unifican esta
búsqueda plástica se pretende aportar nuevos elementos para la interpretación
histórica de la obra artística.
El análisis formal es mucho más complejo que el mero registro de los datos
sensibles y la descripción de la obra, válidos como punto de partida pero
insuficientes para alimentar su interpretación. Un análisis formal realizado a
conciencia debe permitir la comprensión del lenguaje plástico y orientar hacia la
búsqueda de los apoyos documentales pertinentes; las conclusiones emanadas de
este análisis podrán confirmar o enriquecer la interpretación documental, e incluso,
en algunos casos, replantearla.
El proceso inverso y más frecuente en historia del arte trata de identificar en la
obra plástica el contenido de documentos pertenecientes o relativos a la época en
cuestión. Este tipo de lectura se enfrenta a los siguientes problemas:
a) Dichos documentos están condicionados al contexto cultural vigente tanto en
el momento de su creación como en el de su análisis, puesto que cada época
tiene su propia lectura de los conceptos del pasado y hace énfasis en aquellos que
le son afines e ignora o rechaza aquellos que no lo son.
b) La lectura de los documentos se realiza dentro del universo lingüístico y no
en el universo semiótico de la forma visual. De ahí que resulte violento efectuar sin
más la transposición de descripciones documentales a la obra plástica. Tomemos
como ejemplo los murales teotihuacanos donde se representan corazones
seccionados que gotean sangre como ofrenda del líquido precioso o chalchíhuitl a
los dioses. La analogía que percibimos entre la forma en que se representan los
corazones y la manera como esta misma cultura representó las vírgulas de la
palabra se pasa por alto en una lectura lineal de tales elementos. ¿Por qué los
corazones contienen estas espirales de la palabra y el canto? La relación profunda
entre el corazón y la espiral del aliento vital ni siquiera se plantea en los estudios
tradicionales. Sólo cuando tomamos en cuenta la analogía formal descubrimos
que ambos son núcleos depositarios y generadores de vida y movimiento. Esta
riqueza de significados sólo la revela el análisis formal multidisciplinario que
proponemos.
En las interpretaciones historicistas los documentos son las fuentes principales
para el análisis; se tiende a relacionar directamente los elementos que aparecen
en la plástica con los mitos y atributos correspondientes, para poder al fin
sintetizar su significado de manera acorde con la cosmovisión de la cultura
original. La principal deficiencia de este tipo de análisis es que no atiende a la
articulación de los elementos formales, ni a sus interrelaciones estructurales; tarea
que sólo se puede realizar a partir de un análisis formal metódico e imaginativo.
Este trabajo pertenece a la estirpe del libro de Paul Westheim, Ideas
fundamentales del arte prehispánico en México, con la diferencia de que aquí
hablaremos más de configuraciones y estructura formal que de rituales y mitos.
Las ideas derivadas de la historiografía y las crónicas servirán para apoyar la
explicación temática de las obras; sin embargo son los manejos espacio
temporales integrados a la forma aquellos que expresan una cosmovisión
dinámica, presente en el arte mismo, captada desde nuestra perspectiva
contemporánea. Este enfoque podrá aplicarse a toda lectura de la forma como
sistema. Si para Westheim el arte mesoamericano es la concreción del mito, sin
tomar en cuenta la intención estética, nos preguntamos cómo podemos separar
significación y valores plásticos si ambos se encuentran como unidad indisoluble
en éste como en todo arte. Es por medio de la forma que se expresa el significado
y ninguna codificación es casual o desarticulada, sino sistemática y unitaria:
claridad y unidad han definido la armonía desde la época platónica.
A partir del impresionismo y las vanguardias de comienzos del siglo XX, el arte
contemporáneo ha abierto otros modos de ver, percibir, imaginar y representar el
mundo, diferentes al realismo y al figurativismo. Sabemos, por ejemplo, que la
representación del movimiento y el tiempo en la pintura se ha planteado como reto
a partir del futurismo, el cubismo y el arte cinético. Al revitalizar la alternativa
expresionista, abstracta, hiperrealista o minimalista el arte actual enfatiza su
autonomía respecto de la mimesis entendida como mera imitación. Desde este
ángulo resultan más cercanas a nosotros las artes no occidentales, consideradas
exóticas en el siglo pasado por ser ajenas al universo estético heredado de los
ideales grecolatinos. Esta apertura permite a Picasso apreciar la belleza de las
máscaras africanas e integrarlas a su pintura, en tanto que a Henry Moore lo lleva
a admirar el hieratismo del Chac Mool maya tolteca, y a Frank Lloyd Wright lo
conduce a revivir la decoración maya, que marca una fase temprana de su
arquitectura.
El análisis formal multidisciplinario, al tomar en cuenta las aportaciones del arte,
la ciencia y la hermenéutica actuales, puede aportar bases a la historia y la teoría
del arte para una interpretación más profunda y actualizada del arte antiguo a
partir de la obra misma y no de conceptualizaciones provenientes de otros
universos semiológicos. Se tomaron como paradigmas para el análisis de la
escultura religiosa mexica aquellas configuraciones religiosas fundamentales por
su complejidad, monumentalidad y significado, así como por su recurrencia y
variaciones en el repertorio artístico.
La selección de obras toma en cuenta su alto grado de codificación formal, que
nos lleva a pensar en el carácter sagrado de estas esculturas con alto contenido
simbólico y perfección técnica. Nos atrevemos a llamarlas paradigmas porque, al
igual que los paradigmas científicos, estas obras manifiestan el pensamiento de
una cultura en sistemas cifrados, una forma de entrañamiento con (en) el todo;
sólo que en este caso dichos sistemas no son construcciones conceptuales, sino
configuraciones plásticas. Al crear paradigmas, ciencia y arte generan las
sucesivas metáforas en que habitamos.
Las obras seleccionadas provienen de los alrededores del Templo Mayor, lo
cual indica que eran importantes símbolos religiosos, verdaderas coagulaciones
de lo sagrado. Todas ellas están labradas en piedra, la mayoría en cantera gris.
Esto alude a su intención de permanecer como herencia fundamental de la cultura
que las origina.
Para su análisis formal ha sido preciso generar una metodología con carácter
multi e interdisciplinario, necesariamente ecléctica, donde intervienen los
principales sistemas de pensamiento e interpretación del arte. Estas grandes
corrientes son: historicismo, estructuralismo y semiótica, que con el apoyo de las
corrientes iconológica y gestáltica, y tomando en cuenta las aportaciones de la
nueva física, nos permiten una interpretación más completa y actualizada.
El integrar al análisis formal campos tradicionalmente alejados de la historia del
arte, como la visión holográfica, la geometría no lineal y la teoría del caos,
responde a la visión contemporánea que ha diluido las fronteras entre ciencia,
filosofía y creación artística. Hoy se concibe al científico como un creador de
sistemas coherentes de pensamiento avalados por una experimentación cada vez
más compleja, cuyos resultados han variado desde la pretendida exactitud a la
inevitable aproximación. El estudio de los fractales y su desarrollo a través de las
computadoras ha producido verdaderas obras de arte a partir de ecuaciones
matemáticas que son causa del orden y la armonía que percibimos. La belleza de
los fractales se da a través de la contemplación de un orden subyacente,
manifiesto en configuraciones complejas y no simétricas que trascienden el
sentido geométrico convencional y penetran en la nueva teoría de sistemas
abiertos, que llamamos caóticos en tanto no entendemos sus parámetros. Así, al
encontrar las claves de configuración de las obras escultóricas propuestas, se
aclararán principios de pensamiento originales de la cultura mexica, cuya
expresión estética ha padecido los estigmas de monstruosidad, exotismo y
esoteria. Resulta sorprendente encontrar en los desdoblamientos, abatimientos y
giros que sugiere la escultura mexica la presencia de conceptos recientes, como el
de universo plegado y desplegado, provenientes de la visión holográfica capaz de
subsumir en el plano la tercera dimensión.
Nuevos conceptos, como el de sincronicidad, sirven para entender la
representación simultánea de secuencias no sólo en la escultura mexica sino en
rangos más amplios de arte mesoamericano, que incluye el tiempo en su
expresión como elemento fundamental.
Existen, por lo tanto, constantes formales que rigen gran cantidad de
manifestaciones artísticas. Para deducirlas se analizan las características formales
de las distintas obras, se agrupan por afinidades y se confronta hasta qué grado
son pertinentes para cada una de las variantes tipológicas.
1.- MARCO TEÓRICO Y SU INFLUENCIA EN LA HISTORIA DEL ARTE
3 R.G. Collinwood, Idea de la Historia , Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1990. pp. 201-319.
En su conocido libro: Idea de la Historia, Collingwood define la concepción moderna de la historia, base de
las ciencias humanas, en los siguientes términos:
...estudio, al mismo tiempo crítico y constructivo cuyo campo es el pasado humano en su
integridad y cuyo método es la reconstrucción de ese pasado a partir de los documentos
escritos y no escritos, críticamente analizados e interpretados
Según Collingwood la Historia es la ciencia que indaga sobre el desarrollo del pensamiento que se traduce en
acciones a través del tiempo; en ese sentido, todo conocimiento es histórico al ser producto de la mente huma-
na en continua transformación. Lo que permanece constante en el ser humano son sus necesidades fi-
siológicas, las cuales, como fenómenos de la especie, deben ser estudiadas por las ciencias naturales, y no por
las ciencias humanas. La realidad de lo humano es el producto del pensamiento que se expresa en la acción,
siempre cambiante. Esto implica que no hay una naturaleza humana absoluta que pueda establecerse como
constante en diferentes épocas y culturas.
Los acontecimientos históricos no pueden estudiarse de la misma manera que los fenómenos físicos. Para el
historiador es tan importante la observación externa como interna del hecho; es decir, detrás de la información
Dentro del enfoque histórico la interpretación formal ha sido, en muchos casos,
una descripción inconsciente de sus implicaciones, al no asumir que toda
descripción conlleva una lectura influenciada por modelos preconcebidos
inherentes a la cultura en la cual está inmerso el historiador.
La interdependencia entre procesos económicos sociales y políticos, y aun los
cambios de paradigma científico en relación con el proceso cultural en su conjunto
han reforzado la importancia del marco histórico como clave irrenunciable para
comprender al ser humano en su temporalidad. Sólo a partir del devenir es posible
4
interpretar las diversas manifestaciones de la cultura, entre ellas el arte.
Tomemos como ejemplo el caso del descubrimiento de Coatlicue. Sabemos que
el reporte inicial se refiere a ella como la estatua de piedra. León y Gama,
consciente de la trascendencia de su descubrimiento, no le otorga un nombre
que consigna el hecho histórico, el historiador indaga acerca de los motivos que lo produjeron, a diferencia
del científico, quien estudia el fenómeno como punto de partida de donde extrae los datos a fin de establecer
sus relaciones con otros fenómenos y así poner a prueba o deducir, en su caso, las leyes generales de la na-
turaleza.
El historiador, en cambio, no se conforma con estudiar el hecho en sí; para él lo importante es ver a través del
acontecimiento, explicarse el por qué del suceso, y establecer una hipótesis para fundamentarla a través del
método inductivo que valida dicha hipótesis, o bien la refuta.
La demostración, en el sentido de las ciencias físico matemáticas, no se da en las ciencias humanas, pero esto
no es un defecto, es consecuencia de las peculiaridades de su objeto de estudio y de su propia metodología.
Si para las ciencias físico matemáticas el procedimiento de inferencia es deductivo, para las ciencias humanas
es inductivo. Las ciencias naturales pretenden la generalización de una ley, a diferencia de las ciencias huma-
nas, que buscan el esclarecimiento de un hecho en particular y sus conexiones con el pensamiento que lo
generó.
4
Ver: Gianbattista Vico, Ciencia Nueva, pp.
Vico demuestra con ejemplos literarios que poesía es la primer a forma de registro testimonial
de la cultura. En contraste con el enfoque cartesiano, que consagra como método de co-
nocimiento el utilizado por las ciencias exactas y las ciencias naturales, aparece, con la obra de
Vico, el planteamiento de un sistema epistemológico que postula el carácter histórico de toda
civilización donde se desarrolla el pensamiento humano. En los albores de la cultura el mito y la
poesía son las primeras manifestaciones y constituyen las más tempranas formas de
conocimiento.
definitivo. Desde el primer momento se hace patente la significación múltiple de la
escultura en relación con varios dioses y tradiciones míticas. El padre Garibay se
refirió a ella como el monstruoso monolito; hoy todos la conocemos como
Coatlicue, la diosa de la falda de serpientes, por ser ese elemento el que se ha
privilegiado en la percepción del conjunto de elementos que la integran. Su desig-
nación como Coatlicue implica ya una lectura perceptiva y cultural de la obra. Los
significados que se han privilegiado con este nombre son lo femenino y la ser-
piente. Resulta sorprendente la relación que esto tiene con el Viejo Testamento
judeo cristiano, en el sentido de la conexión que se establece entre la mujer, la
serpiente y el mal. Nombrar Coatlicue a esta escultura, es reaccionar ante su
monstruosidad, adjudicándole dos conceptos que han provocado el anatema
histórico de la iglesia; al designar a Coatlicue, no estuvimos lejos de la mentalidad
del siglo XVI, con su satanización de la religión náhuatl. Posteriores
investigaciones, como la imprescindible de Justino Fernández, aclaran la relación
de la extraordinaria escultura con el culto de Tocí, Teoyaomiqui y Teoyaotlatoa.
Sin embargo, el nombre que ha permanecido es justamente el de Coatlicue. (Ver
figura 1)
Para comprender la importancia del acto de nombrar, recordemos a Octavio
Paz:
66
Cabe recordar que la historia tiene una metodología y unos resultados que difieren del modelo de
las ciencias naturales. Para las ciencias naturales, siguiendo un proceso lógico, la conclusión
aparece como necesaria; en cambio para las ciencias humanas las conclusiones aparecen como
factibles, y la argumentación conduce a la aceptación de las hipótesis como interpretaciones
coherentes. Esto es así porque la historia es un proceso de lecturas sucesivas del pasado en re-
lación al presente del historiador. Lo importante es encontrar el sentido actual del pasado, es decir,
su vigencia, sin falsear para ello el hecho histórico.
7
Por contraste, para la semiótica el proceso de significación o semiosis es la cuestión esencial que
la caracteriza como disciplina. Sin embargo es necesario admitir que la semiótica ha avanzado
aplicando en sus análisis los hallazgos sistemáticos del análisis estructuralista.
Bemveniste, Emile. Problemas de lingüística General, pag. 37.
8
Saussure, Curso de Lingüística General pp.*
9
Greimas y Courtes, Op. Cit. pp. 96-97
noventa grados a izquierda y derecha, respecto al eje central, característica de
síntesis y desdoblamiento que se observa en numerosos ejemplos del arte
mexica, tales como Quetzalcóatl y Tlatecuhtli. Como antecedente en la zona del
Altiplano tenemos la dialéctica entre unidad y dualidad del rostro, y aun del cuerpo,
en la pintura teotihuacana del período clásico relacionada con Tláloc, donde el
rostro del sacerdote se presenta de frente y las manos extendidas con las uñas
pintadas y el pulgar en la parte superior, imagen que sólo se consigue de
espaldas.
Para ejemplificar la condición de contrariedad, tomemos como ejemplo la guerra
que en el mundo mexica, además de su cruenta realidad hegemónica y militarista,
alude a esa lucha de carácter abstracto y general entre fuerzas contrarias que da
origen a la creación, no sólo en el sentido de génesis original, sino en el sentido de
toda creación, cósmica y humana. Bonifaz Nuño con su atenta observación y su
intuición certera de poeta, lo vio con toda claridad, más no lo relacionó debi-
10
damente con el lenguaje formal que hace posible tal mensaje. Para llevar a fondo
la aplicación de estos conceptos al campo de lo formal se deberán tratar las
sucesivas oposiciones entre distintos pares de elementos plásticos: frontal vs.
posterior; constructivo vs. orgánico; textura vs. superficie lisa, fuerza centrípeta vs.
fuerza centrífuga, etc.
Respecto a equivalencia resulta evidente la intención de simetría bilateral o
central que se observa en el los relieves y la escultura exenta del arte mexica.
Existe una visión de espejo respecto al eje longitudinal y una composición
simétrica con ligeras variantes respecto al eje transversal.
La complementariedad se manifiesta en el equilibrio compositivo de masas y
espacios abiertos en arquitectura, volumen y vacío en escultura, figura y fondo en
relieves y pintura. El concepto mismo de dualidad implica que los contarios son
complementarios y es necesaria su coexistencia para conservar la dinámica
universal.
existente, o ley es un icono de alguna otra cosa , en la medida en que es como esa cosa y en que es usada como signo de ella.
significado y el significante, o si por el contrario, la semiosis se basa en una
convención social arbitraria.
En ambos sentidos, tenemos argumentaciones de fondo en grandes exponen-
tes de la semiótica.
Algunos autores, como Charles Sanders Pierce, han hecho hincapié en el
carácter icónico del signo, el cual manifiesta una correlación de apariencia o
estructura con aquello que representa. Esta visión presupone una
correspondencia entre la mente y el mundo y, entre líneas, postula una vía
epistemológica que valida al realismo aristotélico y la posibilidad de acceder al
conocimiento del objeto, al menos a través de la mediatización del signo. Se ha
discutido ampliamente el carácter referencial de la comunicación, ya que el mundo
físico, como hemos visto, no es un parámetro fijo; lo que conocemos de él es
también una interpretación. En tal caso, lo que coincide son las leyes de lectura
del signo con las leyes de su configuración, en tanto que ambos son producto de
la mente humana como estructuradora y configuradora de lenguajes. La realidad a
12
la que aluden las palabras se designa como referente y se dice que el signo, de
alguna manera icónico, la representa.
En cambio, la escuela de Greimas defiende el carácter convencional de la
semiosis a través de la codificación social del signo. Si pensamos en la abolición
de la noción referencial, la iconicidad se transforma en la correspondencia entre
dos o más sistemas semióticos. Posición acorde a la interpretación actual de la
obra artística, puesto que al historiador de arte no le afecta el hecho de que la
obra represente o no a la realidad exterior. La obra de arte constituye en sí misma
un sistema significante. Esta visión echa por tierra los binomios: arte figurativo vs.
arte abstracto; impresionismo vs. expresionismo; naturalismo vs. geometrismo,
porque todo arte se engloba como creación original, fruto de la imaginación. Su
correspondencia con la percepción del mundo fenoménico se considera como algo
circunstancial que responde a la búsqueda expresiva cada cultura.
12
Ver: Greimas y Courtes: Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje, pp. 364-377.
Greimas no considera al referente como un objeto real, sino como un lenguaje natural que hace perceptible el mundo. .
Al abolirse el concepto referencial todo es lenguaje y no cabe hablar de
naturalismo, ni figurativismo porque todo trasciende la imitación en la medida en
que es creación, y toda obra está sujeta al proceso de codificación y de-
codificación que caracteriza al signo.
En el arte mexica es evidente el carácter icónico de algunas imágenes como
el caracol, el corazón, la serpiente, las fauces del jaguar, el plumaje, la garra del
águila, etc.; mas no podemos caer en la visión simplista de que una serpiente sea
sólo una serpiente, puede ser Quetzalcóatl o Xiuhcóatl, y referirse a nociones
cósmicas mucho más complejas según el contexto formal y religioso en que se
presente. El proceso de abstracción y síntesis que rige la mayoría de las imágenes
religiosas del mundo mexica aproxima su arte al sistema codificado de signos al
que Greimas se refiere.
Ninguna de las dos tendencias: (signo icónico y signo convencional) está plena-
mente demostrada, pues, a nuestro juicio, esta demostración corresponde a un
campo experimental que el desarrollo de la psicología de la percepción está en
vías de esclarecer.
La noción de signo suele confundirse con la de símbolo, cuando, en realidad, el
símbolo no puede generar un sistema de significación por oposición y
equivalencia, debido a que el símbolo corresponde a una convención aislada y
arbitraria, tal como la balanza que representa la justicia o el búho que representa
la sabiduría. No hay un animal contrario al búho que represente la estulticia, ni
aves afines que representen la astucia o la prudencia. La carencia de un sistema
de articulación hace que el símbolo no pueda ser considerado estrictamente como
signo, su sistema, si es que alguno tiene, reposa en convenciones culturales y
arquetipos del inconsciente colectivo, ligados al mito, según postula Jung. Su valor
cultural radica precisamente en su hermetismo, cuyas claves sólo conocen los
iniciados de cada época. Sin embargo, cuando el símbolo se acerca al terreno del
arquetipo se universaliza y alcanza un alto rango de comunicación.
Respecto a las categorías de significado, si nos referimos a la monstruosidad,
característica atribuida con frecuencia al arte mexica, habremos de relacionarla
con el concepto de lo sublime, fundamental en la estética kantiana. Tanto la
sublimidad como la monstruosidad tienen un carácter inconmensurable, la
impresión que producen rebasa toda medida. Lo monstruoso escenifica el horror
inherente a lo sagrado, en el sentido de lo múltiple. Octavio Paz nos habla del dios
hindú de la guerra, el cual se aparece al guerrero Arjuna como una imagen terrible
13
con infinidad de ojos y bocas.
El enfoque semiótico ha contribuido a esclarecer los principales códigos que en
la obra de arte expresan a una cultura determinada. En este punto se vuelve
imperativa una investigación más amplia de los códigos visuales que estructuran a
los signos en unidades simples y complejas según los fines expresivos de cada
obra artística.
La contribución del estructuralismo a la semiótica ha sido fundamental; de él ha
tomado el rigor que la caracteriza como disciplina capaz de sistematizar las
ciencias humanas. Su principal diferencia con el estructuralismo es que a la
semiótica se interesa el sentido de la comunicación y no solamente en el sistema
de relaciones que la hacen posible. La semiótica se preocupa por el signo como
portador de mensajes. Su grado de generalidad ha llegado al punto de concebir a
la cultura en su totalidad como un sistema de signos en continua transformación,
cuya dinámica depende de los cambios en los códigos de comunicación social.
Al incorporarse al análisis semiótico el concepto de código la semiótica rebasa
el territorio acotado de una teoría de los signos, para convertirse en un sistema de
14
análisis interdisciplinario de la cultura.
En el terreno del análisis plástico tanto el estructuralismo como la semiótica han
aplicado criterios lingüísticos en la interpretación de la obra de arte, ya que, como
sabemos, la lengua es el sistema de comunicación mejor codificado, la poseer una
gramática y un diccionario cuya aceptación constituye la norma que comparte toda
15
una comunidad.
13
Octavio Paz, Op.Cit pag. 131.
15
Levi-Strauss, Op. Cit., pp.113-141 .
Levi-Strauss postula una analogía estructural entre la lengua y los hechos sociales:
Cabría cuestionar si la analogía lingüística es pertinente respecto a las artes
plásticas que no cuentan con una gramática fija.
El hecho de que se hallan encontrado múltiples representaciones de los mismos
dioses mexicas nos ilustra acerca de que este arte llegó a cierta tipología de la
que se hacían distintas versiones, tal como lo corroboran las numerosas
representaciones de Tláloc y los hallazgos de Matos Moctezuma, quien ha
16
encontrado varias representaciones de Coyolxauhqui con pequeñas variantes.
(Ver figura 2 )
Las urnas que investiga la doctora Dúrdica Ségota contienen diversas vasijas con la
representación de Tláloc según pequeñas variantes tipológicas.
Según Panofsky, la iconología revela tendencias universales de la mente
humana que encarnan en distintas cosmovisiones y símbolos, los cuales se
expresan en distintas modalidades formales, según la cultura de que se trate,
siguiendo, sin embargo, leyes comunes de armonía y composición, cuyo sentido
universal nos permite legitimar el estudio de la Historia del Arte en las distintas
épocas, y valorar sus aportaciones a las ciencias humanas. Como ilustración del
tema, tenemos que la noción de unidad y síntesis, común a todas las culturas, se
expresa plásticamente de manera distinta: en el triángulo de la trinidad para el
cristianismo, y en la síntesis de hombre-pájaro-serpiente en la cultura mexica. La
idea de trinidad es la misma, pero la forma de expresarla es radicalmente distinta,
no sólo por los factores que se reúnen, sino por los recursos formales que se
emplean. El triángulo implica la interdependencia y la igualdad de poderes. Las
representaciones mexicas de la síntesis hombre-pájaro-serpiente encarnan
también la representación sagrada de la trinidad, más su expresión es
radicalmente distinta. (Ver figura 3)
En Quetzalcóatl como guerrero serpiente se despliega una lucha de máxima
tensión: la serpiente emplumada se anuda en forma tumultuosa, dejando asomar
entre sus fauces el rostro sereno del guerrero transfigurado por la lucha. El cuerpo
del guerrero se confunde con el de la serpiente emplumada; sólo por momentos
asoma la disociación entre ambos y se hace patente el dominio del guerrero sobre
su propia agitación, como una analogía del surgimiento de un nuevo orden a partir
17
del caos. (Ver figura 4)
La interpretación iconográfica presupone estructuras comunes al arte y a los
contenidos culturales que lo generan. La iconología va más allá de la iconografía
porque establece el vínculo entre la imagen y el pensamiento que la crea. La
iconografía puede auxiliarse de la semiótica en lo que se refiere a la interpretación
17
Consultar: Ken Wilver, El paradigma holográfico pp. 65-83.
En la actualidad existen varias teorías emergentes en proceso de experimentación, entre ellas
tomaremos las aportaciones de David Bohm en física cuántica (orden implicado), Rupert Sheldrake
en biología (campos Mórficos) y Karl Pribram en fisiología cerebral (plasticidad cerebral, campos
neuronales).
codificada de la imagen, sin embargo, carece del enfoque diacrónico
correspondiente al proceso histórico, el cual construye un puente entre el código
original –en la medida de su rescate- y el código vigente en la época de la lectura.
El estructuralismo ha propiciado grandes avances en la interpretación ico-
nográfica, al buscar una correspondencia entre las disposiciones formales
(geometría, espacio, jerarquización dimensional, secuencia, etc.) y la relación
existente entre contenidos culturales.
1.5.-Percepción gestáltica
18
Humberto Eco, Op. Cit. Pag 400.
estructurales comunes a todas las lenguas (y a todos los fenómenos) tanto mejor para él, si esta opinión lo ayuda en la investigación.
19
Octavio Paz, Op. Cit., pag 30.:
...imaginemos lo imposible: una filosofía dueña de un lenguaje simbólico o matemático sin referencia a las palabras. El hombre y sus problemas -tema esencial de
20
Rudolf Arnheim, Hacia una psicología del arte, pp.1-64.
La visión antropológica ha permitido relacionar las manifestaciones artísticas
con el contexto económico, social y político de donde surgen. Este enfoque
coordina e interrelaciona las aportaciones de las ciencias sociales para interpretar
los hechos humanos; dentro de este gran conjunto, el arte se ve influido por las
condiciones económicas, políticas, sociales y tecnológicas de la sociedad en cues-
tión, y a partir de allí se explican las características de las obras de arte.
Algunos historiadores generan su interpretación destacando alguno de estos
factores; así encontramos enfoques económicistas que explican el arte en función
de las relaciones de producción, distribución y consumo. Tal es el enfoque
generalizado hacia la cultura maya.
Existen también las interpretaciones sociológicas del arte, que lo explican en
función de la lucha de clases; la interpretación política hace aparecer al arte como
un producto persuasivo para legitimar el discurso del poder.
Estos enfoques, difícilmente abordan las cuestiones específicamente estéticas,
21
tales como estilo, forma, etc. Existen, sin embargo antropólogos que integran
estos conceptos estéticos a su análisis, produciendo aportaciones muy valiosas,
tales como la de José Alcina Franch, en su libro Arte y antropología.
Sin un criterio histórico cultural se puede caer en errores de interpretación. Una
figura universal como el círculo, que en la cultura occidental se relaciona con la del
espacio místico celestial, no puede interpretarse en este mismo sentido respecto a
configuraciones como los mandalas de la India que son signos ajenos al mundo
cristiano. El historiador deberá estar alerta para no falsear la interpretación,
influido por su momento histórico. Recordemos que toda investigación del pasado
cobra sentido en el presente, y está condicionada por los valores culturales e
intereses del historiador. Si esto se toma en cuenta se tendrá mayor conciencia de
los logros y las limitaciones de la interpretación.
21
José Alcina Franch, Arte y antropología. Ver capítulos 3 a 5.
Las aportaciones de la física moderna iluminan aspectos inéditos del arte
antiguo. Vemos que la relatividad y la mecánica cuántica están cuestionando los
paradigmas científicos tradicionales al generar nuevas concepciones de la
energía, el tiempo y el espacio. Así vemos que los paradigmas científicos están
22
sujetos al cambio.
David Bohm ha postulado una variante de la teoría cuántica, acuñando la
noción de potencial cuántico en un universo susceptible de aparecer plegado o
desplegado. Según su visión existe una matriz energética fundamental
desplegada, que postula un campo original de energía ondulatoria. Las partículas
atómicas, según estas teorías serían sólo manifestaciones de una plegadura en el
23
campo universal.
22
La influencia de la mente en el conocimiento se ha visto comprobada recientemente por la física
cuántica; el llamado "efecto observador" ha revelado que los resultados del experimento se ven
influenciados por las condiciones de la observación. Así, por ejemplo, las partículas subatómicas
se comportan alternativamente como fenómeno corpuscular u ondulatorio según el experimento
que se realice.
Lo importante del criterio historicista, es que pone el acento en que es imposible el conocimiento objetivo si
no se conocen a fondo los procesos de la mente humana, origen de la cultura.
Por otra parte, la ciencia misma está sujeta a la historicidad. La teoría de la relatividad ha
demostrado que las leyes de la física newtoniana, consideradas universales no son absolutas
cuando se trata de aceleraciones cercanas a la velocidad de la luz. La transformación de materia
en energía, según la famosa ecuación E= mc2, ha cambiado por completo nuestra visión del
mundo.
23
Según la visión de David Bohm existe una matriz energética fundamental desplegada, en concordancia con
la teoría de Hamilton-Jacobi, que postula un campo original de energía ondulatoria. Las partículas atómicas,
según estas teorías serían sólo manifestaciones de una plegadura en el campo universal:
El biólogo Sheldrak, por su parte, propone la teoría de los campos mórficos que no son otra cosa que
información activa que se transmite independientemente del contacto o la distancia. Así, la astucia de una
Esta concepción implica la interdependencia total de los fenómenos a nivel
global, confirmando lo que se intuye en el llamado “efecto mariposa”, donde se
propone, en caso extremo, que el aleteo de una mariposa en el hemisferio oriental
podría influir en un cambio de clima en el hemisferio occidental. Esta propuesta
alude a magnificación de los efectos que se pueden producir a partir de una causa
aparentemente insignificante. El principio se ilustra mejor cuando pensamos en la
desviación significativa de resultados que se producen en el cálculo a partir de un
24
pequeño error que multiplica su importancia a través de sucesivas operaciones.
Estos fenómenos complejos e impredecibles son la base de la actual teoría del
caos que tiende a modificar el paradigma científico.
En el campo de las matemáticas y la geometría no lineales las computadoras
han permitido la representación de ecuaciones complejas, las cuales han
revelado, además de su belleza, comparable a obras de alta calidad plástica, la
naturaleza fractal de sus configuraciones que presentan las mismas constantes al
25
observarlas en diferentes escalas.
La relatividad del tiempo, la imposibilidad del reposo, la inclusión del observador
en el experimento, y la noción de universo plegado-desplegado, con carácter
holográfico son algunos de los nuevos conocimientos que cuestionan el paradigma
anterior, no sólo de la ciencia, sino también de la teoría del arte, ya que nociones
oveja que burla una trampa, influye no sólo sobre sus compañeras de rebaño, sino que se transmite de una
manera aún no determinada a las ovejas de otros países, casi simultáneamente. Este fenómeno a nivel
biológico concuerda con el efecto mariposa y con la noción de campo ondulatorio.
En el campo de la neurofisiolgía, el investigador Karl Pribram se basó en la teoría del orden implicado de
Bohm y determinó que el cerebro funciona de ese modo, en muchas de sus manifestaciones. La memoria sería
un ejemplo muy claro de este funcionamiento.
24
Estas observaciones en el desarrollo de fenómenos tan complejos y multifactoriales como el
clima llevaron a Eduard Lorenz en 1960 a instaurar, sin saberlo, el inicio del estudio del caos
dio
como parte de la física moderna. Edward Lorenz, quien trabajaba en la predicción del clima, se
cuenta que para determinar las variaciones de un sistema complejo e irreversible se requieren ecuaciones no lineares y esto hace el cálculo sumamente difícil. Sin embargo, logró establecer que
la conducta nunca repetitiva de las partículas en la dinámica de los fluidos llega necesariamente a un rango de variación que se conoce como el atractor de Lorenz. Su forma es la de una doble
espiral, como las alas de una mariposa, donde una trayectoria jamás se repite ni se sale de una banda de trayectorias posibles.
25
Ver Hans Lauwerier, Fractals, pp. 28-45.
como la de dualidad, fluencia de la forma, visión holográfica y sincronicidad están
presentes desde el arte más antiguo.
El análisis del arte mexica a través de estos nuevos enfoques nos dará una
visión más profunda de la cultura mesoamericana respetando su congruencia, y
descubriendo al mismo tiempo su amplitud de horizontes, que hasta hoy nos
empiezan a revelar sus claves más profundas.
La noción de caos, como forma de orden complejo donde se incluye el tiempo
como variable fundamental, nos ayuda a explicar la multiplicidad de elementos
distintos y las imágenes contradictorias, presentes en los relieves mexicas como
Coyolxauhqui y Tlatecuhtli.
Resulta esclarecedor integrar las aportaciones de la visión holográfica, pues la
imagen frontal sintética y los posibles pliegues y desdoblamientos de la imagen
nos han revelado una nueva dimensión de análisis que integra, en el plano del
relieve, o en cada una de las caras de la estatuaria, las tres dimensiones de
espacio y la cuarta dimensión del tiempo. Los paradigmas que está generando la
nueva física se nos revelan coincidentes con algunas configuraciones presentes
en la plástica del México antiguo; así vemos que la teoría del holomovimiento y el
orden implicado que se derivan de la visión holográfica (Ken Wilber, Fritjof Capra)
nos aclaran las posturas imposibles de manos y pies, así como los giros implícitos
en la escultura y en la pintura del altiplano.
A través de estas ideas podemos aproximarnos a síntesis tan complejas como
el monstruo de la tierra, o el hombre-pájaro-serpiente. También se nos aclara la
representación simultánea de plantas y alzados que se observa en los planos de
los basamentos. (Ver figura 5)
La aplicación del concepto del gnomon, que conocemos a través de la tradición
pitagórica, tiene relación con la actual noción de fractales que aclara conceptos
tales como la superposición de estructuras en la arquitectura prehispánica, hecho
que se ha tratado siempre superficialmente como un simple afán de dominio del
nuevo gobernante, y en todo caso en función del ahorro de materiales. Hoy, la
Biología nos enseña que por superposición se produce la evolución y el
crecimiento de los órganos en los seres vivos. La teoría de los fractales nos
demuestra que esta auto-similaridad y auto-reproducción a diferentes escalas está
presente en la naturaleza y en los algoritmos que las computadoras actuales
pueden graficar. Este conocimiento nos proporciona un nuevo enfoque para
abordar el fenómeno de la superposición y el patrón repetitivo de cuadrángulos a
distintas escalas en la cultura prehispánica.
Abordar desde estos enfoques el tema de las constantes formales en el arte
mexica aporta nuevos criterios de aproximación al arte mesoamericano en
general, puesto que la cultura náhuatl recoge numerosos rasgos de culturas
anteriores y más antiguas. Las conclusiones que se obtienen a partir del análisis
formal del arte mexica fecundan nuevos criterios para abordar otras
manifestaciones de arte universal, y acercan a nosotros, más que nunca, las
revelaciones de sabiduría codificada en las formas del arte antiguo.
2.- METODOLOGÍA Y ANÁLISIS FORMAL
Habría que distinguir dos pasos en la definición preliminar de la obra de arte: los
que contestan a las preguntas "qué es" y "cómo es" aquella realidad concreta que
se nos presenta. Contestar a la primera pregunta es nombrar, hacer una primera
síntesis, siguiendo los modelos que nos proporciona nuestra propia cultura; si
respondemos que Coatlicue "es una escultura tridimensional", aquí va implícita
una clasificación de orden estético emanada de la cultura occidental, la cual puede
no tener vigencia en el universo prehispánico, tal como acertadamente lo han
apuntado tanto Edmundo O'Gorman como Justino Fernández. Para decir "cómo
es" la obra debemos comprometernos con la obra misma, y para ello es necesaria
una educación visual que nos permita entender esa "visión creadora" que la ha ge-
26
nerado.
El hecho de reconocer la jerarquía de Coatlicue, Coyolxauhqui y Tlatecuhtli
como expresiones fundamentales de la cultura mexica implica que sabemos su
importancia como síntesis mítico religiosas, más allá de su clasificación como
relieves o esculturas exentas. Estas clasificaciones no se derivan del universo
expresivo prehispánico, donde las necesidades de narración y síntesis
condicionan la representación en dos, o en tres dimensiones siempre con
proyección a la cuarta dimensión del tiempo.
En cuanto a la experiencia directa de la confrontación visual con la obra, habría
que distinguir entre distintas formas de ver. Existen en este aspecto dos
tendencias fundamentales: se puede observar la obra en función de transcribir los
significados en palabras, sin haber captado las estructuras visuales, lo cual equi-
vale a responder a una primera impresión, siempre influenciada por los prejuicios
culturales de quien contempla. La otra manera de mirar, que me parece más
válida, es confrontar la obra como sistema de relaciones geométricas, rítmicas,
26 Psicología de la visión creadora, es el subtítulo del libro de Arnheim: Arte y percepción visual.
contrastes, alternancias y complementariedades, que constituyen signos visuales.
Una vez comprendida esta red de relaciones formales es posible expresarla en un
lenguaje de palabras, que por su desarrollo es el metalenguaje por excelencia. El
sistema de signos verbales es el encargado de dar cuenta de los lenguajes no
verbales. A propósito de esto, Greimas se refiere a la intertextualidad, como una
confrontación entre distintas semióticas; en este caso, la semiótica de la lengua y
la semiótica del lenguaje plástico.
La interpretación gestáltica, como resultado de las leyes perceptivas de la ima-
gen ha resultado fundamental para vislumbrar una posible sintaxis de la forma
visual, a través de sus propios elementos y categorías, que son distintos a los de
27
orden lingüístico, puesto que no podemos hablar de gramáticas visuales.
La investigación en psicología ha avanzado respecto al proceso de la captación
visual de imágenes, y, efectivamente, se han descubierto tendencias fundamen-
tales en la organización de los estímulos visuales, tendencias que son comunes a
los miembros de cualquier cultura, pues dependen de respuestas de conexión
entre la retina y los centros neuronales. Los estímulos visuales elementales como
luz y sombra, recto y curvo, etc. provocan las mismas reacciones a nivel de
corteza cerebral en individuos de diversa extracción cultural. Estas investigaciones
que nos permiten postular leyes universales de percepción en un nivel elemental
previo al significado se encuentran hoy en día en proceso experimental.
Una vez captado el mensaje de pensamiento estructural que contiene la forma
visual es posible relacionarlo con los mitos y crónicas.
La iconografía, con su estudio de los esquemas simbólicos y jerárquicos que
fundamentan la interpretación, precisa los significados emanados de la cultura
original. Es en el terreno de la lectura del mensaje donde resultan relevantes sus
investigaciones, como estudio de los significados convencionales de la forma.
El estudio iconográfico y gestáltico hace posible otorgar rigor a la interpretación
de códigos formales en culturas ajenas a la nuestra.
27
Véase: Arnheim, Hacia una psicología del arte, capítulos 1-3.
La pertinencia de estas aportaciones ha de juzgarse en función de que sean
capaces de revelar el mensaje profundo de la obra de acuerdo a su contexto origi-
nal, analizando las relaciones estructurales que las obras presentan en su
realización formal.
En un nivel más profundo, arraigado en el inconsciente, se presenta el concepto
de arquetipo, definido por Jung como la pregnancia de ciertas imágenes
simbólicas, tales como el sol, la casa o el árbol, presentes en los sueños sagrados
y en el arte de todas las culturas. El arquetipo es una imagen unitaria que
responde a las leyes de la gestalt, pero rebasa el alcance de la percepción para
constituirse en imagen permanente que hace visible la tradición mítica a través del
discurso onírico y colectivo.
Tanto el arquetipo como la percepción gestáltica implican la existencia de
tendencias fundamentales en la mente humana que tienden a la universalidad, al
28
menos, potencialmente.
Leemos al respecto:
En psicología, los teorizantes de la Gestalt han llegado a la conclusión de que todo campo psicológico tiende a la organización más simple, más equilibrada, y más
regular posible.
Esto implica que el estilo no es una noción fija, sino que, en la continuidad del
quehacer artístico encontramos cambios de dirección y puntos de ruptura que
aportan los criterios necesarios para fundamentar la crítica estilística.
Así, cada obra de arte es una combinación entre lo heredado y aquello que
nunca se ha hecho. Cuando el estilo madura, predomina el valor de lo que ya se
ha encontrado y se generaliza. Cuando el estilo está en formación o en decaden-
cia, predomina la búsqueda de nuevas formas. El análisis de este proceso, y el
establecimiento de sus límites y continuidad, es una tarea esencial de la Historia
del Arte.
31
Justino Fernández, Estética del arte mexicano, Coatlicue, pag.112.
Resulta pertinente la siguiente cita:
Seleccionar obras bellas y significativas de diversas culturas, estudiarlas desde el punto de vista del arte y de la estética, y relacionarlas entre sí. .. (permitiría) tener el
32 Tal es el método de análisis que propone Dámaso Alonso en su libro Poesía española, pp. 37-45.
3.- CAMPO DE ESTUDIO
34
Ver: Marie Aretti-Hers, “Chicomostoc o el noroeste mesoamericano”, en Anales del Instituto de
Investigaciones Estéticas, No. 62, UNAM, 1991.
después de inaugurado el acueducto en 1499. Esther Pasztory calcula una
35
población cercana a 200,000 habitantes hacia 1519.
El desarrollo histórico del imperio mexica abarca desde su fundación en 1325 a
la caída de Tenochtitlan acaecida en 1521.
Los emperadores que se sucedieron a partir de la consolidación del imperio
mexica hasta la llegada de Cortés fueron: Izcóatl (1428-40), Moctezuma I (1440-
68), Axayácatl (1468-81), Tízoc (1481-86), Ahuízotl (1486-1502) y Moctezuma II
(1502-1520).
El estudio de la escultura mexica se inicia en 1790, a raíz del descubrimiento de
tres grandes obras: Coatlicue, el llamado Calendario Azteca y la Piedra de Tízoc.
La exploración del Templo Mayor se inicia con la excavación de la esquina de
Seminario y Guatemala en 1914. La ubicación del edificio, propuesta por Gamio se
confirma en 1978, cuando Matos Moctezuma descubre la doble alfarda que indica
sin lugar a dudas la presencia del templo doble, dedicado a Tláloc y a
Huitzilopochtli. Las excavaciones descubren la etapa VI del Templo, la cual
corresponde aproximadamente al año 1500, dentro del reinado de Ahuízotl.
36
La última etapa fue destruida durante la caída de Tenochtitlan.
35
Ver: Esther Pastory, Precolumbian Art, pag. 83.
36 Eduardo Matos Moctezuma, Los edificios aledaños al Templo mayor , en Estudios de Cultura Náhuatl. No. 17.
“ ” UNAM, México, 1984.
En los relieves tenemos el desarrollo espiral y dinámico en Coyolxauhqui y la
estructuración de universos contrarios y simultáneos en Tlatecuhtli. (Ver figura 22)
Sabemos que hablar de estatuaria y relieve como categorías dentro del arte
mexica no es del todo pertinente. Hay esculturas exentas como Coatlicue y
Mictlantecuhtli que son en realidad un conjunto de relieves desarrollados en cuatro
planos o caras colocadas en forma ortogonal. (Ver figura 23) Es innegable el
impacto volumétrico que esta escultura produce, sin embargo, para su lectura, lo
verdaderamente significativo son los planos que la conforman. Los relieves de
Coyolxauhqui y Tlatecuhtli por su parte muestran síntesis dinámicas más
complejas que cualquier escultura exenta, puesto que proponen síntesis de
pliegues, desdoblamientos, movimientos espirales y coincidencia de imágenes
sucesivas en el tiempo.
Las obras escultóricas más importantes que han llegado a nuestros días datan
de los reinados de Tízoc: Piedra de Tízoc; de Ahuízotl: Coatlicue, Tlatecuhtli,
Coyolxauhqui, y de Moctezuma Xocoyotzin: Teocalli de la guerra sagrada y
Mictlantecuhtli de Stuttgart descarnado.
La exploración reciente del Templo Mayor, (1978-1982) a cargo del arqueólogo
Eduardo Matos Moctezuma ha traído a la luz los descubrimientos más importantes
para el estudio de la cultura mexica, al sacar a la luz las distintas etapas
constructivas del recinto sagrado. La creación del museo de sitio ha permitido
conocer obras tan importantes como el disco de Coyolxauhqui, los Guerreros
Águila de cuerpo entero, la escultura de Mictlantecuhtli, el llamado Dios
37
Murciélago y múltiples ofrendas.
37
Las principales excavaciones en Templo Mayor y áreas aledañas son:
1790-91: Coatlicue, Piedra del Sol, Piedra de Tízoc.
1900. Batres, tramo de escalera Etapa VI en la esquina de Guatemala y Argentina.
1901: Océlotl-cuauhxicalli.
1913-14 : Manuel Gamio descubre una de las serpientes de la escalinata, en la esquina de
Seminario y Guatemala.
1933: Alfarda sur, Etapa VI , Arq. Emilio Cuevas.
1948: Moedano y Balmori, ampliación de la excavación de Gamio.
1978: 21 de febrero. Disco de Coyolxauhqui en la esquina de Guatemala y Argentina.
En el campo de estudio que hemos definido distinguiremos, para facilitar su
estudio, los siguientes grupos:
Escultura exenta: Coatlicue y sus variantes; cabezas de Coyolxauhqui, cabezas
de Xiuhcóatl y cabezas de serpiente; serpientes enrolladas o anudadas;
Quetzalcoatl y Mictlantecuhtli.
Relieves: Discos de Coyolxauhqui y Tlatecuhtli.
Al encontrase las piezas de estudio dentro del recinto de Templo Mayor, es
evidente su relación con la arquitectura, tanto si son elementos escultóricos
integrados a la misma o esculturas independientes, relacionadas con la
arquitectura en razón de su escala.
La liga entre escultura y arquitectura es innegable en las principales culturas del
Horizonte Posclásico: Tajín, Tula, Mitla, Chichen Itza y desde luego Tenochtitlan.
El espacio arquitectónico de interiores alcanzó su mayor desarrollo en la cultura
tolteca, debido al empleo generalizado del apoyo aislado en forma de pilastras o
columnas escultóricas (atlantes o columnas serpentiformes), como se puede
observar en los palacios y templos de Tula y Chichen Itza. Durante el imperio
mexica se vuelve a modelos espaciales más rígidos, con la característica negación
del espacio interior, cuya importancia es secundaria en las culturas prehispánicas
que desarrollan sus rituales al aire libre. La pintura se encontraba subordinada a la
arquitectura, la escultura, o la cerámica, al menos en lo que se refiere a los restos
encontrados a la fecha. Por ejemplo, en el recinto de los guerreros águila los
restos de pintura se encuentran en el estuco que recubría los relieves de las
banquetas. En las numerosas ofrendas descubiertas en el Templo Mayor
encontramos la pintura decorando la cerámica en las famosas vasijas con el rostro
de Tláloc bellamente policromado.
1978-82: Excavaciones del Templo Mayor, coordinadas por Eduardo Matos Moctezuma.
1991: Programa de Arqueología Urbana coordinado por Matos Moctezuma y Francisco Hinojosa.
Datos tomados de la Revista Arqueología Mexicana, Vol. VI, Num. 31.
3.2.- Selección de obras
3.2.2.- Xiuhcóatl
Gran cabeza de Xiuhcóatl. (Ver figura 7)
Xiuhcóatl ondulante. (Ver figura 9)
Xiuhcóatl enrollada. (Ver figura 8)
3.2.3.- Serpientes
Cabezas (Ver figura 11)
Serpientes anudadas (Ver figura 12)
Serpientes enrolladas (Ver figura 13)
3.2.4.- Quetzalcóatl
3.2.5.- Mictlantecuhtli
Pieza de jade en el Museo de Stuttgart (Ver figura 15)
3.2.6.- Coyolxauhqui
3.3.1.- Coatlicue
38 El trabajo de León y Gama se titula: Descripción histórica y cronológica de las dos piedras que con ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la Plaza Principal de México, se
39
Fernández Op. Cit. p.116.
41
Ver: Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme, pp. 125-133.
fiesta se llamaba miccailhuitl, gran fiesta de los muertos. Resulta interesante la
relación entre la fiesta de los muertos, y esta fiesta de los grandes señores,
muertos en la guerra, ambas marcadas por el signo del fuego.
Pues bien, en esa gran hoguera se arrojaba a cuatro prisioneros, y, antes de
que murieran quemados, se les extraía el corazón para ofrendarlo a Cihuacóatl; se
colocaban los cuatro cadáveres juntos en el suelo, y a esto se le llamaba "el
estrado de los presos de la diosa"; sobre ellos era degollada la mujer que
representaba a la diosa Cihuacóatl. Narra Durán que este sacrificio se efectuaba
en un espacio contiguo a la sala donde estaba la diosa, porque a ésta nadie la
debía ver, excepto los sacerdotes más viejos, dedicados a su culto. En ese
espacio, contiguo al Tlillan, era donde los familiares de los señores, muertos en la
42
guerra realizaban sus ofrendas, sin entrar nunca al recinto de la diosa. Esta
prohibición explica el hecho de que en las crónicas no existan descripciones de
estas importantes esculturas de piedra, puesto que los informantes, aunque
hubieran estado presentes en la caída de Tenochtitlan, no las habían visto, y si
alguna vez las vieron, ignoraban su significado. Respecto a la ubicación del Tlillan,
Duran comenta:
En el capítulo LVIII de su obra, Durán comenta que, existía otro edificio de-
dicado al culto de diversos dioses, Coateocalli, el cual "se edificó contenido con
el de Huitzilopochtli, en el lugar que son ahora las casas de Acebedo". Se estrenó
dicho templo en tiempos de Moctezuma, con un sacrificio masivo de dos mil
trescientos hombres.
42 Loc. Cit..
43
Fernández, Op. Cit. pp. 113-114.
De lo anterior se infiere que el Tlillan y el Coateocalli se encontraban próximos
el uno al otro, según la referencia común de las casas de Acebedo; además,
ambos templos estaban en relación con el templo de Huitzilopochtli.
Por lo dicho acerca del culto a Teoyaomiqui, resulta que su ubicación probable
pudo ser en alguno de estos dos templos, ya sea en el Tlillan, en relación con la
diosa Cihuacóatl, o en el Coateocalli en relación con el sacrificio de los guerreros.
Según Alfredo Chavero, el templo de Tezcatlipoca estaba en los terrenos del
Arzobispado, e inmediato a él y contiguo al gran teocalli se encontraba el Tlillan o
templo de Cihuacóatl. Sin embargo, el croquis del Templo Mayor, que presenta
Chavero, tiene el grave error de considerar al gran teocalli orientado de norte a
44
sur, en vez de oriente a poniente como es en realidad. (Ver plano anexo)
Para saber la ubicación real del Tlillan y del Coateocalli habría que localizar
exactamente los predios de las casas de Acebedo, ya que, según Chavero
estaban entre el Arzobispado y Santa Teresa, y en cambio, para Ignacio Marquina,
cuyo croquis del Templo Mayor tanto se ha popularizado, dichas casas de
Acebedo se encontraban en el cruce de Argentina y Donceles, donde no tendrían
ninguna relación con el templo de Huitzilopochtli; por esto, nos parece más
fundada la ubicación que propone Chavero, haciendo, desde luego la corrección
de orientación para el gran Teocalli.
Si atendemos a los sitios donde fueron halladas esculturas tan similares como
Coatlicue y Yolotlicue, vemos que se encontraron muy distantes una de otra;
Coatlicue, según reporta León y Gama, cinco varas al norte de la Acequia y treinta
y siete al poniente del Real Palacio, frente a lo que sería el Departamento Central.
Yolotlicue, se encontró mutilada, en la esquina noreste de Seminario y Guatemala,
frente al Templo Mayor. (Ver figura 10)
La similitud entre estas esculturas, nos hace pensar en una posible tipología o
modelo con ligeras variantes, en relación con el culto de los que morían en la
guerra, o eran sacrificados como prisioneros. Esta hipótesis se refuerza por el
hecho de que el arqueólogo Matos Moctezuma ha encontrado seis re-
presentaciones de Coyolxauhqui, dos de ellas fragmentadas y similares al gran
44 Ver: México a través de los siglos, Tomo II, pp. 333-335
disco de piedra que se encontró a los pies de la escalinata del teocalli de
Huitzilopochtli.
Resulta lógico pensar que las esculturas de Coatlicue y Yolotlicue se
encontraran originalmente en el mismo recinto, o en la misma zona, debido al culto
similar que su forma sugiere. La ubicación tan distante, de hallazgos tan seme-
jantes, nos hace pensar que ambas fueron trasladadas y enterradas. Tal vez
Coatlicue se salvó de la mutilación por haber sido trasladada más hacia el sur,
alejada de la zona de los templos. Recordemos también los comentarios de Durán
acerca de que estas esculturas de piedra, en su carácter sagrado, no debían ser
vistas por el pueblo, menos aun por los invasores. Respecto a que los mexica eran
capaces de trasladar enormes piedras a través de grandes distancias, consta
también en la obra de Durán, quien narra el fracaso que hubo, al trasladar a la
ciudad una gran piedra, la cual terminó por hundirse en el lago, en tiempos de
Moctezuma, circunstancia que fue interpretada por el emperador, como un pésimo
augurio.
Creemos por lo tanto, que Coatlicue y Yolotlicue se encontraban dedicadas a un
mismo culto, en una zona cercana al templo de Huitzilopochtli, que bien pudiera
ser el Tlillan o el Coateocalli, y que de allí intentaron los sacerdotes alejarlas de la
destrucción inminente por parte de los conquistadores, quienes ya habían dado
muestra de su ferocidad al destruir los ídolos de los templos que caían en su
poder. (Ver planos 1, 2 y 3)
Al terminar su capítulo referente a la fiesta de Hueytecuilhuitl, Durán hace
referencia a la importancia que tenían los sueños en la religión náhuatl, y advierte
sabiamente a los sacerdotes católicos que partan de la realidad de estas
costumbres, escuchando los sueños de quienes se confiesan, para lograr una
verdadera catequesis. Critica Durán a aquellos que les hablan en latín y con
referencias bíblicas que los indígenas no entienden. Según da a entender Durán,
los sueños para el indígena son tanto o más importantes que la vigilia, pues son
inspirados por poderes trascendentes y constituyen revelaciones esenciales para
45
el soñante.
Sabemos que el manejo y la interpretación de los sueños ha sido muy
importante en todas las civilizaciones, y, según se infiere de lo dicho por Durán,
los sacerdotes más sabios se dedicaban a la meditación y al manejo de los
sueños; sabemos, por ejemplo, que a la llegada de los españoles, ya los augurios
habían puesto sobre aviso a Moctezuma.
Pensemos que para estos sacerdotes, dedicados la contemplación y lectura de
augurios, una síntesis formal como Coatlicue, debía constituir un objeto de gran
poder, en relación con la predicción y el manejo de los sueños, más que una obra
artística en el sentido actual. La contemplación elitista de estas esculturas debió
constituir un estímulo invaluable para el cultivo de la atención y el desarrollo de las
facultades superiores de la casta sacerdotal, centrada en el control del cuerpo fí-
sico y en desarrollo de la conciencia, tanto en la vigilia como en el sueño.
Por estas razones, parece natural el deseo de preservar estas obras, por parte
de quienes las crearon, y el hecho de trasladarlas y enterrarlas, parece la única
opción que tuvieron. En la obra de Sahagún nos damos cuenta de la importancia
que tenían la magia y los augurios, al grado de que ciertos objetos y animales eran
considerados invariablemente de buena o de mala suerte. El hecho de preservar
esculturas tan importantes como Coatlicue, plenas de simbolismo, coincide con la
intención de que su fuerza siguiera actuando más allá de la derrota material de su
pueblo.
Obras a considerar:
Coatlicue monumental del Museo Nacional de Antropología. (Ver figura 1)
Coatlicue de Coxcatlan, Puebla, en el Museo Nacional de Antropología. (Ver
figura 3)
Obras afines: Yolotlícue. Cihuateteo del Museo Nacional de Antropología.
45 En la obra de Grinberg, Los chamanes de México, se revela la importancia de los sueños en las predicciones y en las curaciones chamánicas. En el tomo VII, se alude a la proyección de el
doble, como un cuerpo energético que puede actuar en otro plano de realidad, mientras el sujeto está dormido o inconsciente. Un ejemplo contemporáneo de ello es el caso de Don Panchito, an-
ciano sabio maya, quien contemplaba largamente el cielo nocturno antes de dormir, y, de acuerdo al mensaje de sus sueños, efectuaba diagnósticos y predicciones, de manera siempre
acertada.
3.3.2.- Xiuhcóatl
3.3.3.- Serpientes
46
El primero en referirse a ella e identificarla como Xiuhcóatl fue Seller en 1902. En 1948 Burland la
adjudica a la cultura mexica. Por sus características, Nelly Gutiérrez Solana la ubica dentro del Posclásico
Tardío, en el período inmediatamente anterior a la conquista.
Cabezas de serpiente (Templo Mayor y Museo de Antropología) (Ver figura 11)
Serpientes enrolladas (Museo de Antropología)
Serpientes anudadas (Museo de Antropología) (Ver figura 13)
3.3.4.- Quetzalcóatl
3.3.6.- Coyolxauhqui
A nivel cósmico el mito se interpreta como la victoria del sol sobre la luna, la
cual es arrojada a girar en el cielo nocturno. Los Centzonhuitznahua son las
innumerables estrellas del firmamento. Según la crónica Mexicáyotl, Coyolxauhqui
era la madre de Huizilopochtli y era la hermana mayor de los Cetzonhuiznahua, a
quienes comandaba. Como quiera que sea, madre o hermana mayor,
Coyolxauhqui representa la autoridad femenina, tal vez el orden matriarcal que es
sustituido por el orden patriarcal y guerrero.
La interpretación de este mito indica claramente la necesidad de acabar con un
orden ancestral para lograr la unificación del grupo mexica, sustituyendo, al mismo
tiempo, la autoridad femenina por la masculina.
A Coyolxauhqui la decapita y la desmembra el joven dios mexica, y arroja su
cuerpo desde lo alto del cerro de Coatepec. En recuerdo de esta hazaña se coloca
bajo la escalinata del templo de Huitzilopochtli el gran disco de piedra de
Coyolxauhqui descubierto en las excavaciones de Matos Moctezuma en 1978.
Sabemos que a los prisioneros sacrificados en lo alto del templo se les arrojaba
escaleras abajo en un ritual paralelo durante las fiestas de Panquetzaliztli.
La advocación de Coyolxauhqui es la luna que gira por el cielo de la noche, su
signo distintivo son los cascabeles en las mejillas. (Ver figura 16)
Su representación en el arte puede ser de cuerpo entero, desmembrada, o
únicamente la cabeza.
Para su identificación seguiremos la nomenclatura que propone Matos
Moctezuma:
Coyolxauhqui 1
47
Fernando Aklvarado Tezozomoc, Crónica Mexicayotl, pag. 35.
la segunda década del siglo pasado por Antonio Peñafiel, quien consigna que la
cabeza colosal de diorita fue encontrada al abrirse los cimientos de una casa en la
calle de Santa Teresa, (hoy Guatemala) en propiedades del convento de la
Concepción.
La calle de Guatemala se encuentra en el terreno del templo Mayor
correspondiente a Huitzilopochtli y estaba probablemente en el recinto del dios
originalmente. La pieza se trasladó a la Universidad y se colocó junto a Coatlicue.
Fue identificada como Coyolxauhqui por Eduard Seller, debido a los cascabeles de
oro que adornan sus mejillas. Porta orejeras y nariguera y presenta los atributos
de los sacrificados: plumones y serpiente entretejidos en el pelo. Tiene labrado en
su base el signo de la guerra atl - tlachinolli, por ser una deidad guerrera. Mide 80
cm. de alto por 85 cm. de ancho. (Ver figura 16)
Coyolxauhqui 2
...La cabeza tiene, al igual que las dos anteriores, los cascabeles
sobre las mejillas, atados por una cinta o banda; tiene orejeras y
nariguera con el símbolo del año; las borlas de plumón de los
sacrificados adornan su cabello y un gran penacho de plumas está
colocado en la cabeza. Una serpiente entrelazada con el cabello surge
sobre la frente. En este caso, la cabeza está representada de perfil. El
cuello está cercenado y esto se indica con los pliegues de la herida en
forma de pequeñas ondulaciones. El tronco del cuerpo está desnudo y
sólo tiene un cinturón atado en forma de doble serpiente que en su
parte posterior luce un cráneo. Brazos y piernas están separadas del
tronco y de las partes mutiladas afloran los huesos (húmeros y
fémures). Gotas de sangre resbalan de los miembros cercenados. Las
cuatro extremidades tienen dobles serpientes anudadas, las que tenían
48
un significado mágico.
Coyolxauhqui 4
48
Ver: Eduardo Matos Moctezuma, “Las seis Coyolxauhqui: Variaciones sobre un mismo tema” en
Estudios de Cultura Náhuatl No. 21 p. 23.
frente la cabeza de serpiente entretejida con el pelo. Su identificación se debe al
arqueólogo Felipe Solís.
Es un fragmento irregular de andresita rosa, cuyas medidas son 82 cm. de largo
por 64 cm. de ancho.
Coyolxauhqui 5
Coyolxauhqui 6
3.3.7.- Tlatecuchtli
49
Ver Sahagún, Historia de las cosas de Nueva España. Fiesta de Atlcahualo pag. 100 y fiesta de
Quecholli pag. 142.
50 Eduardo Matos Moctezuma, “Tlatecuhtli”, en Estudios de Cultura Náhuatl, No. 27.pp. 15-40.
Respecto a las fuentes documentales, su representación aparece en los
códices: Borbónico, Borgia, Fejervary - Meyer, Telleriano - Remenese y Aubin.
En cuanto al culto, Sahagún no menciona ningún templo dedicado al dios, las
referencias que consigna son respecto a los consejos que daban los padres a sus
hijos cuando ingresaban al Tepochcalli, “para ser hombres valientes, y para que
sirvan a los dioses Tlatecuhtli y Tonatiuh, que son la tierra y el sol“. El mismo
Sahagún consigna en los cantos a Tezcatlipoca que los guerreros alimentan con
su muerte, no sólo al sol sino al Señor de la Tierra.
Paul Valéry
Eupalinos o el arquitecto
53 Ibid. p.37
Para este autor la geometría es:
Según su pensamiento hay una diferencia radical entre el camino que sigue la
naturaleza para producir sus creaciones, y la forma en que el ser humano produce
las suyas. En la naturaleza, sustancia, forma y función están ligados de manera in-
disoluble. Todo crece en el sentido del mejor aprovechamiento de los recursos
para obtener el óptimo resultado de vitalidad y adaptación; pensemos en la forma
en que crecen las ramas de los árboles en busca de la luz.
La naturaleza crea conjuntos complejos combinando elementos más sencillos;
así, las células más simples se agrupan para formar un órgano de mayor
complejidad; y los órganos, al coordinar sus funciones, generan un organismo, el
cual es un sistema más complejo que la suma de los órganos. El nivel de
complejidad del conjunto es mayor o igual al de los elementos constitutivos, pero
nunca menor. El descubrimiento de la configuración fractal en la naturaleza,
55
descubierta por Mandelbrot ha confirmado este principio. (Ver figura 30)
En cambio las construcciones humanas, abocadas a cumplir una función, dejan
de lado las características de la sustancia que las constituye: por ejemplo, una
mesa, en su forma, no toma en cuenta la disposición microscópica de las fibras
54 Ibid. p. 34.
56 Los poemas de Valéry se distinguen por su acendrado rigor técnico y conceptual, y son como
verdaderas gemas, talladas sin escatimar esfuerzo, hasta encontrar la imagen que se expresa en
su forma más pura. El número desempeña, desde luego un papel primordial en este proceso;
recordemos que el poeta, en la introducción a su Cementerio Marino, nos habla de un ritmo
primordial, sujeto a métrica y rima, el cual genera, tanto la tipología del verso, como la de la es-
trofa y, en fin, la totalidad del poema. Esta exigencia formal absoluta hizo que el poema fuera
corregido innumerables ocasiones, de manera obsesiva por su autor, en busca de la inal-
canzable perfección.
geometría tienda a la síntesis y a la simplificación, en el sentido en que Valéry lo
postula.
Estilos como el barroco y el rococó luchan continuamente por romper los
moldes simples de la geometría euclidiana e integran a su expresión las nociones
de progresión infinita y cálculo infinitesimal. Las formas que se producen son
complejas y difíciles de contener en una fórmula. Estos estilos avanzan por cami-
nos intrincados de expresión, tan diversos y válidos como los criterios clásicos en
el arte.
Habría que hacer una distinción entre las distintas geometrías. La más ele-
mental es la geometría euclidiana basada en líneas rectas, superficies planas y
volúmenes regulares, pero existen otras geometrías más complejas, donde las
formas fluyen, sin fijarse en modelos privilegiados como el círculo y el cuadrado;
estas otras geometrías niegan la recta y el plano, por estar basadas en las no-
ciones de universo curvo y los conceptos de límite e integral. Las nuevas
concepciones geométricas han sido confirmadas por la actual teoría del caos, y
corresponden más al pensamiento barroco que al pensamiento clásico, dada la
57
fluencia continua de sus formas. (Ver figura 31)
Cuando Valéry pone en labios del arquitecto Eupalinos la motivación que lo
llevó a proyectar su maravilloso templo nos enteramos de que, para el creador, di-
cho templo es la imagen matemática de una hija de Corinto...reproduce fielmente
sus proporciones particulares. Con esta cita nos damos cuenta de que es posible
trasladar un ideal de belleza, humana en el caso de Eupalinos a otro sistema de
formas, arquitectónicas en este caso, conservando la armonía del modelo original.
Esta semejanza va más allá de la mimesis.
Esto significa que hablar de geometría en un sentido profundo, como una
creación de formas que materializan proporciones y sentimientos, es ir más allá de
la descripción y penetrar en la esencia del lenguaje formal.
57 A raíz de la nueva Física se han generado las geometrías no lineales, donde no existen la
recta ni el plano, porque el modelo del universo es curvo, y la noción de espacio se encuentra
integrada inseparablemente al tiempo, en un continuo que abarca, ya no tres, sino cuatro
dimensiones.
Para el análisis de las obras se abordará en primer lugar la escultura exenta y
en segundo lugar los relieves.
58 La "cabeza", los "brazos" y las "piernas" están adosados al "tronco" sin ninguna articulación y
cierran así el volumen prismático.
perior. Como únicamente se observa un cuerpo de serpiente ondulante que
asciende desde la base suponemos que es una serpiente, pero podrían ser dos
serpientes entrelazadas que ascienden, y su vista posterior estaría oculta tras el
remate triangular de plumas de la diosa.
59 Recordemos que las Cihuateteo eran las mujeres muertas en parto, las cuales se tornaban
sagradas a partir de este hecho. Eran el equivalente femenino de los guerreros muertos en la
batalla, y como el de ellos, su espíritu ascendía hasta la casa del sol para acompañarlo en su
camino.
Estas cabezas no son fragmentos de esculturas, sino esculturas completas, tal
como lo son las cabezas olmecas. La importancia de la cabeza como rectora del
cuerpo humano y síntesis de su expresión hace que se pueda representar a un
personaje a o a una deidad por medio de la cabeza, sin que sea necesario ningún
otro elemento. Este es un caso de sustitución del todo por la parte, tal como
60
sucede en el tropo literario llamado sinécdoque.
A diferencia de las cabezas olmecas con su vigorosa talla, las facciones de
Coyolxauhqui son bastante aplanadas; el modelado es suave y el acabado pulido,
aprovechando al máximo las posibilidades del material. En el caso de
Coyolxauhqui 1 se distingue una nariguera, pero no se sabe si es parte de una
máscara o se prolonga únicamente desde la frente, porque en un momento dado
las aristas se pierden.
Los ojos entrecerrados nos hacen pensar que es víctimas de la decapitación,
como lo es en realidad, si atendemos a la leyenda.
El eje vertical que estructura la simetría del rostro es el fundamental en estos
casos.
Si consideramos como válida la envolvente esférica para estas cabezas, será la
simetría central la que predomine, reforzando el núcleo sólido de estas piezas que
imponen su carácter hermético y pétreo.
Xiuhcóatl enrollada
Está tallada sobre un bloque de piedra liso. La cabeza y las garras se apoyan
en forma adyacente sobre un bloque de piedra plano; la mitad del cuerpo y la cola
se liberan del bloque en forma exenta. La escultura es entonces, al mismo tiempo
escultura exenta y altorrelieve. Se encuentra claramente dividida en tres partes: la
cabeza, el cuerpo y la cola, La cabeza se proyecta en forma perpendicular al
bloque; el cuerpo hace una doble ondulación que recuerda el signo ollin, y la cola
continúa hacia abajo en forma de punta de flecha. Recordemos que Xiuhcóatl
representa el dardo solar que lanzó Huitzilopochtli contra Coyolxauhqui en la
batalla cósmica.
La cabeza presenta las fauces superiores vueltas hacia atrás, descansando
sobre la primera ondulación del cuerpo.
El cuerpo tiene una sección cuadrangular a diferencia de otras Xiuhcóatl de
sección circular. A uno y otro lado presenta los característicos relieves
trapezoidales.
La cola se inicia a partir de un cincho cuadrangular de cuatro bandas y se forma
por dos troncos de pirámide, rematados por un prisma triangular, cuyo perfil es un
triángulo isósceles en forma de dardo o flecha.
Es una serpiente ondulante. Presenta simetría bilateral según el eje longitudinal.
Sin embargo, esta serpiente fue creada para verse de perfil, y por lo tanto
presenta dos vistas principales que son su flanco izquierdo y su flanco derecho.
En ambos flancos se observa claramente la división en tres secciones: cabeza,
cuerpo y cola. La ondulación del cuerpo consta de dos cimas y un valle, de las
cuales sólo son exentas una cima y un valle, porque la cresta que se proyecta
desde la cabeza descansa sobre la primer cima de la onda, haciendo que
predomine el movimiento ascendente. A partir de la segunda cima que desciende
se articula la cola en forma descendente. De esta manera se logra un equilibrio
dinámico en las dos vistas principales de esta Xiuhcóatl.
Es notorio que la cresta que se curva hacia atrás parece iniciar un movimiento
complementario que cerraría la ondulación en sentido contrario.
El módulo que la estructura es el segmento de su cuerpo comprendido entre las
curvas de su ondulación. (Ver figura 37)
Quetzalcóatl
61 Ver: Beatriz de la Fuente et al, Escultura en piedra de Tula, pag. 193, fig. 134.
representación mexica del tema, aunque en Tula la composición es más elemental
62
y rígida. (Ver figura 38)
La escultura mexica que representa al guerrero serpiente presenta un
dinamismo excepcional, pues se trata de una serpiente anudada que al
contorsionarse hace emerger el rostro de un guerrero, cuya expresión encarna la
serenidad conseguida después de la purificación a través del sacrificio y la
penitencia. Los únicos elementos humanos que aparecen en esta escultura son el
rostro y el dibujo de una de las piernas del guerrero que aún no logra definirse
como un miembro independiente de la serpiente gigantesca.
La envolvente del volumen es cilíndrica, no obstante que la serpiente no se
encuentra enrollada, sino anudada.
Al estar Quetzalcóatl íntimamente ligado a la serpiente, la espiral tiene una
importancia preponderante, tanto en sus atavíos como en su composición formal:
63
Atavíos de Quetzalcóatl.
63 Ver: León Portilla: Ritos, sacerdotes y atavíos de los dioses, pag. 117.
64 Loc. Cit.
Quetzalcoatl, en su advocación de Ehécatl, es un dios del movimiento cósmico;
el viento, dentro de esta concepción impulsaba no sólo las nubes y las mareas,
sino también los movimientos estelares; la espiral que lo representaba aludía a
ese poder de impulso y transformación. La joya de espiral del viento, no es otra
cosa que un caracol marino cortado transversalmente. Esta sección del caracol
presenta una estrella de cinco puntas, tal como se genera a través del pentágono,
pero en este caso, los vértices de la estrella están unidos por curvas, tal como
sucede en un corte de caracol. (Ver figura 39)
Formalmente, esta joya de la espiral del viento es una estrella que contiene una
espiral; esta síntesis entre lo estelar y el movimiento implica una comprensión de
los patrones que rigen el ritmo cósmico. Recordemos las galaxias y nebulosas que
aparecen, vistas al telescopio, en forma de espiral.
El movimiento tumultuoso que presenta la serpiente aglomerada en un volumen
unitario, impide el trazo de ejes de composición. El movimiento aparentemente
caótico se encuentra contenido en una envolvente aproximadamente cilíndrica,
como ya mencionamos. En esta serpiente que se anuda y evoluciona en forma
ascendente se observa el predominio del eje vertical que culmina con la aparición
del rostro del guerrero entre las fauces de la gran serpiente. La geometría de estas
fauces es triangular, si la contemplamos de perfil.
Aunque e movimiento es complejo podemos afirmar que existe un ritmo en las
circunvoluciones de la serpiente.
El movimiento anudado de esta serpiente tiende a fragmentarla en pequeños
tramos que tienen relación con el módulo del rostro que emerge de las fauces.
4.3.5.- Serpientes
Cabezas de serpiente
Entran en la categoría de escultura en bloque con envolvente cúbica o
prismática. Destacan en ellas los círculos concéntricos de los ojos, las espirales y
volutas que las adornan, los colmillos en forma de garras y la textura de escamas
o de plumas que cubren su piel.
En la composición interna de estas cabezas aparece el círculo, como contorno
del ojo. La espiral forma las cejas, y aparece alrededor de las fauces de la
serpiente. Las plumas o las escamas, cuando están talladas, obedecen a una
regularidad que crea una textura y un ritmo visual en la obra.
En estas cabezas son elementos significativos: el ojo, la ceja, las mandíbulas y
los colmillos; estos elementos se presentan en distintas proporciones según la
serpiente de que se trate, tomando en cuenta características anatómicas
estilizadas. El único elemento modular que encontramos son las plumas o
escamas que las decoran. (Ver figura 11)
4.3.7.- Miclantecuhtli
Sabemos que Tezcatlipoca era llamado Yohualli Ehécatl, Noche Viento, alu-
diendo a sus atributos como invisible e impalpable. Si Tezcatlipoca es el viento de
66 Ibid. p.147.
la noche, es por eso que porta su collar de caracoles, como emblema del viento y
del cielo estrellado.
La espiral aparece también en las orejeras que forman parte de los atavíos de
Tezcatlipoca :
La relación entre el sonido, el viento y la espiral del oído llegan aquí a una
poderosa metáfora visual: el viento se mueve al interior del caracol, y produce
sonido; el sonido se escucha a través del oído, que tiene su propio caracol interno.
Por su apariencia externa es común la comparación entre la oreja y el caracol o la
concha. Recordemos a Xavier Villaurrutia, quien habla de la rosa, flor espiral por
excelencia, en estos términos:
67 Ibid. p.117.
69
Si acudimos a Santos Balmori vemos que el pentágono y el triángulo sublime
son las directrices en el trazo de gran cantidad de espirales de caracoles marinos.
En el caso de Coyolxauhqui la espiral directriz de su movimiento es la espiral 4
que se genera a partir del cuadrado. El movimiento que se observa en esta espiral
es un movimiento uniforme y equilibrado, pero incesante como los movimientos
astrales.
Tanto la espiral en el sentido de izquierda a derecha, como la contraria,
estructuran puntos clave del relieve. (Ver figuras 49-50)
Si iniciamos el trazo de la espiral hacia la izquierda, vemos que se inicia justo
en el plexo solar de la diosa, donde reside el valor y la fuerza de los guerreros,
sigue por la axila de la diosa y por el hueco donde la serpiente del cinturón perfora
la calavera que lleva a su espalda, continúa por el muslo cercenado y por el nudo
del cinturón de doble serpiente, pasa por el otro muslo cercenado, continúa por los
hombros en el punto donde los brazos son cercenados, sigue por el nudo de
serpientes del brazo derecho, luego por la articulación de la rodilla derecha luego
por el nudo de serpientes de la pierna izquierda, recorre el antebrazo izquierdo y
por fin atraviesa el rostro por la nariz y remata en las plumas del tocado. (Ver
figura 49)
La espiral que evoluciona hacia a derecha parte igualmente del plexo solar de
Coyolxauhqui, toca la calavera posterior del cinturón, pasa por las axilas
cercenadas, intersecta nuevamente el cráneo del cinturón a la altura de mandíbula
inferior, sigue por el brazo cercenado de la diosa, secciona la orejera, sigue por el
nudo de serpientes del brazo izquierdo, pasa por los puntos donde las piernas se
separan del tronco, continúa por el nudo del brazo derecho, secciona el rostro y el
tocado, sigue por el eje medio de ambas piernas y remata en la parte superior del
tocado. (Ver figura 50)
68 Xavier Villaurrutia, poema Nocturna rosa. Ver en: Xavier Villaurrutia, 15 poemas, Material de
lectura, UNAM, Poesía moderna, No. 15.
Formado por aquellas figuras que aparecen con el rostro de frente, las piernas
totalmente flexionadas (posición acuclillada) y los codos apoyados sobre las
rodillas. Ocupa el centro del relieve un gran chimalli o escudo. Bajo el escudo
aparece una figura trapezoidal que se interpreta como maxtatl, o prenda
masculina. En este grupo la envolvente puede ser circular, cuadrada, o
rectangular, según el caso.
El rostro tlalocoide, los brazos flexionados sosteniendo pequeños cráneos en
las manos, el chimalli donde se marcan los cuatro puntos cardinales, las piernas
abiertas y flexionadas a uno y otro lado son elementos que permanecen
constantes y en la misma proporción para todos los casos a diferentes escalas.
(Ver figura 58)
El relieve se puede dividir en forma simétrica mediante ejes ortogonales que se
cruzan al centro formando cuatro cuadrantes.
Formado por las representaciones que presentan un cráneo o una urna con
cráneos y huesos en la parte inferior, al centro de las piernas flexionadas en la
postura acuclillada antes descrita; debajo del cráneo aparecen los cordones y
plumas en disposición triangular. Cuando aparece la urna con huesos y calaveras,
ésta ocupa el lugar del colgajo triangular. (Ver figura 59)
En la parte superior estos relieves de Tlatecuhtli no muestran una cabeza vista
por detrás, (cabellera y nuca) como se esperaría de una vista posterior. Por el
contrario, muestran un rostro frontal colocado boca a bajo, como si fuera posible
una flexión del cuello hacia atrás que colocara la cabeza sobre la espalda y dejara
ver el rostro como parte de la cara posterior de la figura.
Una variante de este grupo son aquellas representaciones de Tlatecuhtli con
cabeza de saurio que dirige las fauces hacia arriba; en estos casos se piensa en
su relación con el culto a Cipactli, deidad terrestre. (Ver figura 60)
En estos relieves predomina la envolvente circular, aunque en los casos en que
71
aparece el rostro de Cipactli, la envolvente puede ser rectangular.
Dentro del grupo de articulación anteroposterior se presentan variantes
respecto a la posición del cráneo posterior que en la mayoría de los casos está de
perfil, pero en uno de ellos se presenta de frente. (Ver figura 61)
Cuando aparece el rostro de Cipactli puede presentarse la calavera posterior o
bien una urna con cráneos y huesos.
En estricto sentido no podemos unificar las constantes modulares de este
grupo, sin embargo, en el análisis de cada elemento en particular existen plenas
coincidencias. Existe por ejemplo una modulación constante en las fauces de
Cipactli y en los cráneos que se presentan de perfil. La relación proporcional entre
los elementos afines también permanece constante en cada caso.
En todos los relieves de Tlatecuhtli se observa un eje vertical de simetría que
pasa por el centro de la composición. El eje horizontal, perpendicular al primero,
sugiere una simetría, sobre todo en el grupo de articulación anteroposterior; este
eje transversal es algo más que un recurso compositivo, pues marca una
verdadera división entre la zona superior e inferior de la deidad, acentuando
73 El número de oro es un número irracional como pi, cuya serie de decimales es infinita; su
problema fundamental en el uso práctico, es que no permite la modulación. Le Corbusier trató de
resolver este problema con El Modulor.
Mientras la mente calculadora pude tan sólo aproximarse a la Gestalt, estableciendo una red de
relaciones, la mente perceptiva puede captarla plenamente tomando por base el campo mismo de
El conocimiento de los trazos reguladores como recursos compositivos ha
llevado a los creadores a recurrir conscientemente a ellos en determinados
períodos artísticos. En los paradigmas de la arquitectura y la escultura griega: el
Partenón y el Canon de Policleto están basados en la proporción áurea. En el Re-
nacimiento, maestros como Leonardo da Vinci, solían partir del triángulo equilátero
para estructurar un cuadro tan perfecto como La Virgen de las rocas, porque no
sólo la sección áurea se ha empleado como trazo regulador, sino también las
figuras básicas de la geometría euclidiana: el triángulo, el cuadrado y sus
diagonales, los poliedros regulares y el círculo.
Cuando no se parte de figuras geométricas para la composición, una vez que
se conocen los cánones, estos sólo sirven para hacer ajustes y pequeñas
correcciones. No se puede partir de trazos reguladores para lograr una com-
posición plástica, ya que sólo son moldes, cuya pertinencia y efecto dependerá
siempre del talento del artista. Estos trazos no garantizan calidad estética, y, en la
mayoría de los casos, sólo pueden observarse a posteriori. Es el crítico quien
descubre su presencia, incluso en obras cuyos autores nunca manifestaron su
adhesión a tales directrices. Esto se explica por una tendencia intuitiva de la
76
percepción para ajustarse a dichos cánones.
76 Si se muestra a un niño una serie de rectángulos de distintas proporciones, elegirá como el mas
equilátero y añadir repetidamente triángulos equiláteros más pequeños en el tercio medio de los
lados que se vuelven progresivamente menores.
Benoit Mandelbrot para expresar la unidad fundamental de configuración universal a través de patrones que
se repiten a diferentes escalas.
dimensión de un fractal debe usarse como un exponente para medir su tamaño. El
resultado es que un fractal no puede considerarse como existente en una o más
dimensiones de números enteros, en cambio, debe ser considerado
matemáticamente como si tuviera una dimensión fraccionaria. Por ejemplo la
curva fractal llamada Snowflake tiene una dimensión de 1.2618.
La geometría fractal no es sólo un desarrollo abstracto. Si el perfil de una costa,
fuera medido con exactitud hasta su última irregularidad tendería a una longitud
infinita, tal como sucede con la curva snowflake. Mandelbrot sugiere que las
montañas, las nubes, los agregados galácticos y otros fenómenos naturales
80
presentan una configuración fractal.
Si aplicamos el concepto de los fractales a las artes plásticas nos explicaremos
de manera más rigurosa las constantes formales y de composición que otorgan
unidad a las obras. Tales patrones son evidentes desde el arte más antiguo,
demostrándose así que la configuración fractal es no sólo pertinente para el
análisis de la naturaleza, sino del pensamiento mismo.
Toda composición establece orden y jerarquía entre los distintos elementos que
la conforman. Las múltiples tensiones presentes en las composiciones complejas
de Coatlicue, Coyolxauhqui, Xiuhcóatl, Quetzalcóatl, Tlatecuhtli Mictlantecuhtli y
Tláloc dificultan percibir un orden en una primera aproximación.
En la plástica mexica existe una constante relación entre los números clave del
universo religioso y la estructuración de la obra plástica.
Los fractales se usan actualmente para comprimir y desplegar imágenes codificadas en forma
fractal en las computadoras. En 1987 el matemático inglés Michael F. Barnsley descubrió un
transformador fractal que detecta automáticamente los códigos fractales en el mundo real de las
imágenes (fotografía digitalizada) El descubrimiento de la manipulación computarizada de
imágenes fractales se aplica en forma extensa a multimedia y computación.
5.4.- Análisis compositivo de las obras
81 Al unir todos los vértices entre sí, se forma la estrella de cinco puntas, que contiene un
pentágono en el centro. Por lo tanto, el triángulo sublime es el gnomon del pentágono, y sus
lados están proporcionados en sección áurea.
relaciona con los trece cielos, sin que su argumentación quede clara desde el
punto de vista formal.
Tradicionalmente se ha considerado al número de oro, exclusivo de la cultura
82
occidental, por estar ligado al ritual iniciático de los pitagóricos , mas, para
sorpresa nuestra, la inquietante y misteriosa Coatlicue está estructurada en base a
la más rigurosa sección áurea. Las envolventes de sus caras A y B, son nada
menos que rectángulos de oro. (Ver figura 73)
Si trazamos en la cara frontal los ejes vertical y horizontal, coincidentes con el
cinturón y con la división entre las dos serpientes superiores, se forman cuatro
rectángulos áureos que convergen en el cráneo central que los unifica. (Ver figura
76). Aquí aparece el número cuatro, privilegiado en la numerología náhuatl por ser
la dualidad de la dualidad ( 2 x 2 = 4 ).
Si volvemos a la sección áurea, veremos que el rectángulo de oro se compone
de un cuadrado y de otro rectángulo de oro, de menores dimensiones, y de este
se pueden obtener a su vez un cuadrado y un rectángulo áureo menores, y así
83
sucesivamente en una serie gnomónica. Si descomponemos los cuatro
rectángulos áureos que marcamos en las caras A y B de Coatlicue, en el
cuadrado y el rectángulo que los conforman, vemos que el cuadrado es la figura
privilegiada en la composición de Coatlicue, pues marca puntos tan importantes
como la tangente que roza la parte superior del cráneo central, y es el modulo
básico que repetido cuatro veces, nos da la dimensión frontal de los miembros su-
periores; las serpientes superiores, tienen cada una, proporción cuadrada. Las
garras inferiores se pueden contener en un rectángulo formado por otros cuatro
cuadrados, y los elementos bajo la falda, constituyen un rectángulo formado a su
vez por dos cuadrados. La recurrencia del número cuatro en la composición de
Un gnomon se define como toda figura, cuya yuxtaposición a una figura dada produce una figura
resultante semejante a la figura inicial.
Coatlicue, Coyolxauhqui, las serpientes y Tlatecuhtli es acorde con la concepción
que se tenía de los cuatro Tezcatlipoca originales y de la división del espacio en
84
cuatro rumbos que generan cuatro cuadrantes del espacio. Estos cuatro
Tezcatlipoca representan el primer desdoblamiento de Ometéotl, pareja divina o
deidad de la dualidad; ellos son: el primero, Tlatlauhqui Tezcatlipoca, o Camaxtle,
asociado al color rojo; el segundo, Yayauhqui Tezcatlipoca, asociado al color
negro; el tercero, Yohualli Ehécatl o Quetzalcoatl, asociado al color blanco, y el
cuarto, llamado Omitéotl o Huitzilopochtli, asociado al color azul.
La simetría de los ejes perpendiculares de composición encuentra un
paralelismo notable en el siguiente fragmento del poema que se refiere a los
cuatro rumbos, tomado del Códice de Cuauhtitlán, y traducido por el padre
Garibay.
85 Ángel Ma. Garibay, Historia de la literatura náhuatl, Ed. Porrúa, México, 1953.
que suman cuatro imágenes simétricas, que son en realidad, la duplicación del
dos, el número de la dualidad fundamental de Ometéotl.
En Coatlicue los cuatro rectángulos de oro representan las cuatro regiones del
espacio, que confluyen hacia los cráneos anteroposteriores, y pueden
interpretarse también como los cuatro soles de la creación anterior a la era actual
unidos por el hombre que vive y muere, representado en los cráneos centrales.
La lucha entre fuerza centrípeta y sentido ascensional se resuelve a favor de la
ascensión siguiendo el eje vertical, en cuyo extremo superior se enfrentan las dos
gigantescas cabezas de serpiente, las cuales, de este modo obtienen su jerarquía
sobre el conjunto de la escultura. (Ver figura 78)
En una primera aproximación, las caras anterior y posterior de Coatlicue
resultan visualmente equivalentes debido al rostro bifronte y a los cráneos que
aparecen en ambas. Las diferencias entre las caras anterior y posterior radican en
los pechos que se observan al frente, y en la posición de los brazos; al observarlas
con detalle, decidimos que existe efectivamente una cara frontal y una cara
posterior de la escultura, y así damos una mayor jerarquía a la cara frontal, tal
como está expuesta en el museo.
5.4.4.- Serpientes
5.4.5.- Quetzalcóatl
86 Ver: Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Tomo I p.
189.
La Pirámide del Sol en Teotihuacan, está perfectamente a escala con el medio que
la rodea; más si nos la imaginamos contenida en el espacio de la Plaza de la
Constitución, el efecto sería aplastante, y estaría, definitivamente, fuera de escala.
Pag. 36.
Los edificios construidos a la "maniera grande", como la llamaron los artistas
88
italianos del siglo XVI, manejan alturas gigantescas en sus fachadas, cuya
apariencia no siempre corresponde a la disposición interior de los edificios. Se da
el caso de que a dos entrepisos interiores corresponde la altura de una columna
en fachada; el edificio aparenta tener un entrepiso, cuando en realidad tiene dos o
más niveles que sólo se reconocen al interior del mismo; en cuanto a los pretiles,
si están proporcionados a la fachada resultan enormes para la estatura humana.
Villagrán apunta:
88 Por ejemplo, en la Basílica de San Pedro, los visitantes tienen que subirse a una plataforma
para poder asomarse por las gigantescas balaustradas, las cuales, sin embargo, están
proporcionadas con el resto del edificio, todo él dentro de este orden gigantesco.
90 Loc. Cit.
6.2.- Monumentalidad e impacto dimensional
Entendemos por tensión dinámica esa lucha entre fuerzas de sentido contrario
que se percibe en Quetzalcóatl como caballero serpiente o en el disco de
Coyolxauhqui. En el primero, el guerrero lucha por imponerse a la fuerza
descomunal de la serpiente para emerger como vencedor del caos. En el disco de
Coyolxauhqui la tensión se da entre el movimiento espiral y el círculo que la
confina. Este equilibrio de fuerzas permite el movimiento y a vez lo limita al
congregar múltiples elementos para formar unidades funcionales y significativas.
Esta tensión es la que determina el giro que observamos en Coyolxauhqui.
La lucha entre las fuerzas centrípeta y centrífuga encarna este equilibrio que
tiende a resolverse a favor de un movimiento ascensional en el caso de Coatlicue
y Quetzalcóatl o de un giro a en el caso de Coyolxauhqui.
6.3.- Análisis de obras seleccionadas
6.3.8.- Quetzalcóatl
6.3.9.- Mictlantecuhtli
Si analizamos la escala del famoso relieve, queda claro que Coyolxauhqui está
sujeta a un sistema de proporciones antropométricas. Si bien sus dimensiones son
mayores a las de un cuerpo femenino, todavía podemos considerarlas afines a la
escala humana en sus proporciones anatómicas.
Su cuerpo desmembrado y el movimiento espiral que presenta contribuyen a
imaginar su continua expansión, sin embargo, el hecho de que se encuentre
confinada en un disco de piedra parece contener esa expansión, al tiempo que
mantiene constante la velocidad del movimiento, tal como sucede con el equilibrio
de las fuerzas centrífuga y centrípeta, equilibradas en la órbita de los cuerpos
celestes.
La magnitud de un movimiento orbital abre para Coyolxauhqui una nueva
dimensión que trasciende la escala humana. Podría hablarse en este caso de una
escala trascendente, cósmica, referida más al tiempo que al espacio, puesto que
las distancias a considerar son las distancias siderales en el caso del movimiento
orbital que el majestuoso giro sugiere.
Gaston Bachelard
l93 En San Luis de la Paz, Guanajuato las parteras recomiendan a las mujeres asirse de una
cuerda con ambas manos, para facilitar el parto.
los tres niveles que la estructuran en sentido horizontal, dándole un carácter
ascendente. En esta escultura predomina claramente la articulación orgánica.
Las serpientes enrolladas se construyen también a partir de espirales trazadas
a partir del cuadrado, las cuales presentan la regularidad característica de un
cuerpo cilíndrico que se enrolla.
Las serpientes anudadas no presentan una estructuración constructiva en su
forma de anudarse, sin embargo, al formar un volumen unitario, se aproximan al
cilindro o al ovoide, y participan así de esta voluntad constructiva y geometrizante
que se reitera en las envolventes de la escultura mexica, con su alto grado de
codificación.
En la escultura exenta de Tlatecuhtli no se observa la postura característica en
los miembros inferiores, los cuales se encuentran cruzados en posición sedente.
Los brazos se apoyan en las rodillas con las manos hacia arriba, como es
constante en Tlatecuhtli. La estructuración constructiva consiste en enmarcar el
impresionante hueco pectoral rodeándolo por los brazos y las costillas en forma
paralela. Al apoyar la deidad los codos sobre las rodillas se forma un rombo
alargado horizontalmente, cuyos lados superiores son los bordes de las manos
cortadas que flanquean el corazón central a la altura del bajo vientre. Este rombo
forma otra cavidad bajo la cavidad pectoral, y está también enmarcado por
elementos paralelos en forma diagonal como corresponde a la geometría del
rombo. Como resultado visual tenemos el contrapunto entre las dos cavidades
enmarcadas por macizos paralelos.
En la cara posterior la articulación constructiva está determinada por el cinturón
serpentino que delimita dos zonas en la escultura: la superior, con la cabellera del
dios vuelta hacia atrás sobre la espalda y la inferior formada por el cráneo central
con el colgajo triangular característico que encontramos también en Coatlicue.
Bajo el cinturón se observan huesos y cráneos más pequeños a la altura de los
glúteos, en correspondencia con las urnas funerarias que se observan en algunos
de los relieves.
Mictlantecuhtli, la figura de Stuttgart, está estructurada de acuerdo aun eje de
simetría vertical. Aunque es una escultura exenta, su tratamiento es el de un
relieve. Especialmente las caras anterior y posterior se tratan como planos, donde
el cuerpo de la deidad se fusiona con los elementos simbólicos propios de su
atavío.
Para la representación de Quetzalcóatl como caballero serpiente podemos
aplicar lo dicho acerca de las serpientes anudadas.
Para la estatuilla de Mictlantecuhtli de piedra verde podemos ver nuevamente
una lucha ente el contorno hermético y la multiplicidad de elementos interiores que
parecen estar violentamente confinados en una forma cerrada.
94 En la danza mexica, conservada por los concheros, el primer giro se da siempre hacia la
izquierda, como un signo de confianza al compañero, el cual queda libre para usar su diestra. Él
tampoco lo hace e inicia su danza hacia la izquierda, repitiendo así el gesto de cortesía.
regularidad, al ser equidistantes sus ondas de crecimiento. Esta regularidad alude
95
a la intención constructiva y modular a la que venimos aludiendo.
En Tlatecuhtli, conjunto de relieves que presentan elementos comunes de
configuración, la articulación constructiva más evidente se da a través de los ejes
que cruzan por el centro del círculo o del cuadrado perimetral o envolvente. Si se
trazan una serie progresiva de círculos y cuadrados en estos relieves, estras
figuras básicas el la geometría resultan señalar puntos clave de la composición.
Sabemos que el cuadrado simboliza la tierra y el círculo, el cielo; la conjunción de
ambos sintetiza ambos universos. (Ver figura 77)
El eje vertical AB es un estricto eje de simetría porque a ambos lados se
muestran piernas y brazos flexionados de la deidad. Este eje AB es un eje de
abatimiento en sentido vertical, ya que brazos y piernas se hacen coincidir sobre
este eje, de manera simétrica.
El eje horizontal CD divide a Tlatecuhtli en dos zonas claramente definidas:
La superior donde aparece el torso flanqueado por los brazos flexionados que
sostienen calaveras en las manos; el rostro puede ser humano con carácter
tlalocoide, en el grupo de articulación vertical.
En el grupo de articulación anteroposterior aparece un rostro humano, que se
abate sobre la espalda, emergiendo de unas fauces, aparentemente de serpiente,
o bien en lugar del rostro puede aparecer la cabeza de un saurio con las
mandíbulas vueltas hacia arriba.
En la zona inferior del grupo de articulación vertical aparecen las piernas
abiertas y flexionadas de la deidad, a uno y otro lado de un chimalli con un
quincunce al centro.
En la mitad inferior del grupo de articulación anteroposterior aparece una
calavera rematando un colgajo triangular de plumas, parecido al de la cara
95 Existen espirales logarítmicas trazadas a partir del pentágono y del triángulo sublime que son
irregulares y expansivas en su crecimiento; su forma coincide con la espiral de los caracoles, tan
apreciados en estas culturas.
posterior de Coatlicue; puede aparecer también una urna con huesos además o en
lugar del cráneo, según el caso.
El eje horizontal CD, mas que un eje de abatimiento es la línea de intersección
entre dos planos paralelos horizontales, que a partir de ese eje se bifurcan, uno
hacia arriba y otro hacia abajo, a la manera de una serpiente bicéfala, originando
un plano vertical que es el plano aparente del relieve. Los planos iniciales
permanecen ocultos detrás del relieve, fusionados en uno sólo, tal como sucede
con el horizonte terrestre, intersección visible entre el cielo y la tierra, cuya
extensión se nos presenta contenida en el plano del cuadro, perpendicular al
horizonte, según la perspectiva nos enseña. Mas detrás del horizonte continúa la
curvatura terrestre, región invisible donde el cielo y la tierra parecieran fusionarse.
En la representación de Tlatecuhtli, la postura que se ha llamado de parto, por
la flexión y separación de las piernas, conlleva demás la intención de una simetría
entre brazos y piernas que dificulta muchas veces determinar cuál es la parte
superior y cuál la inferior del relieve, sobre todo en el grupo que hemos
denominado de articulación anteroposterior. Vemos en los museos a Tlatecuhtli
apoyado sobre las piernas flexionadas y con la cabeza vuelta hacia atrás, pero
también lo vemos apoyado al revés con los brazos hacia abajo, dando la imagen
de una deidad al acecho, sobre todo en los caso que presentan las fauces de
Cipactli. Tanto la coexistencia de elementos masculinos y femeninos, como la
doble posición que pueden tener los Tlatecuhtli del grupo de articulación
anteroposteior, nos habla de esa actualización de la dualidad que caracteriza al
arte mexica. Hay una fluctuación de los opuestos que pueden en un momento
suplantarse uno al otro.
En el primer grupo de articulación vertical, la separación en zonas inferior y
superior se marca claramente por el quincunce en la parte inferior, y el rostro
frontal en la superior. Existe además una diferenciación en el dibujo del relieve,
delimitado por una sola línea en la zona inferior, y por doble línea en la zona
superior. Este tratamiento produce un contraste de dibujo y sugiere que la zona
inferior esta vista desde fuera y la superior podría estar vista en corte.
En el primer grupo de articulación vertical el movimiento que se sugiere es de
flexión en la zona inferior, con las piernas flexionadas; y de elevación en la zona
superior, por los brazos en actitud de ofrenda. Hay un abatimiento de planos a
ambos lados del eje vertical, en forma simétrica, conteniendo brazo y pierna
izquierdos, y brazo y pierna derechos respectivamente, como si se tratara de la
explanación geométrica de un cuerpo humano.
Coatlicue se articula de manera orgánica según el eje vertical, a través del cual
se despliegan dos serpientes colosales que entretejen sus colas y cuerpos desde
las garras de la base en ascensión ondulante hasta quedar ocultas bajo la falda de
serpientes y bajo la piel del tórax, para reaparecer a la altura de sus cabezas
simétricas que se alejan del centro para enfrentarse y rematar la composición en
la parte superior o cabeza bifronte de Coatlicue.
En la falda las serpientes se entretejen, sugiriendo un movimiento orgánico, y,
como si estuvieran vivas, conforman una red unitaria a partir de la pluralidad. Los
nudos de estas serpientes reproducen el enlace de ollin, signo de movimiento. El
tejido acentúa el sentido ascensional de la composición, venciendo tra-
bajosamente la tensión horizontal que es muy fuerte en cada nudo serpentino.
El cinturón está formado por dos serpientes que se ensartan a través de las
sienes perforadas de los cráneos anteroposteriores, los cuales concentran la aten-
ción en dos puntos inmóviles y cargados de energía que parecen concentrar una
fuerza gravitacional, centrípeta, llevada a sus limites. Este cinturón limita el
movimiento de la falda serpentina, y en la cara posterior aparece atravesando las
sienes del cráneo que aparece directamente sobre el triángulo posterior que
forman los colgajos triangulares.
Del cinturón hacia arriba, la energía parece liberarse en el espacio, generando
una fuerza centrífuga tendiente a esparcir los elementos desmembrados, que se
mantienen en su lugar gracias a la fuerza de gravedad central ejercida por los crá-
neos; estos efectos de fuerzas en equilibrio se perciben en la ordenación pa-
rabólica del llamado collar de corazones y de manos, que se alternan, ensartados
por una serpiente anudada en la cara posterior. Esos corazones y manos, unidos
entre sí, rodean la escultura formando un collar, éste y el cinturón son los únicos
lazos que la circundan y mantienen su cohesión volumétrica; observemos que el
desmembramiento se sugiere también hacia arriba del cráneo central, como con-
secuencia de la liberación de energía, que tiende a dispersar los elementos.
Si equiparamos el bajo vientre con la animalidad, la falda de serpientes re-
presenta la esfera de lo instintivo, y sugiere además, en su trama, la aglomeración
intestinal con un movimiento peristáltico geometrizado.
Este proceso orgánico de evisceración y desmembramiento es el que produce
una violencia recurrente en la contemplación de Coatlicue. En su falda serpentina,
la energía se equilibra en la tensión de un tejido simétrico, antinatural, sin
desviación posible. En el torso, la energía mantiene su equilibrio y asciende a
través del collar de manos y corazones, que se ofrendan a los dioses, cuyas ca-
bezas serpentinas flanquean esta ofrenda sagrada, dirigiendo sus fauces hacia el
frente (son las llamadas manos en la interpretación antropomórfica); las cabezas
gigantescas de serpiente que forman la cabeza confinan esta ofrenda en la parte
superior de la escultura. Así el destino humano se liga con lo sagrado a través del
sacrificio, ya sea en la guerra o en las numerosas fiestas consagradas a los dio-
ses.
La cabeza de Xiuhcóatl que se encuentra en la Museo Nacional de Antropología
constituye el más claro ejemplo de estructuración orgánica en la escultura mexica.
Esta Xiuhcóatl, aunque es monolítica, produce una impresión de conglomerado
volumétrico pleno de movimiento, y es el movimiento lo que caracteriza al arte
orgánico. Vista de perfil, los elementos significativos son la dentadura, el ojo
circular, la ceja curva con remate en espiral y la cresta coronada con ojos
estelares. La dentadura lateral remata con una espiral simétrica a la espiral de la
ceja. El borde inferior de la mandíbula superior, es una doble sucesión lineal de
cuadrados y círculos que acentúan las superficies de doble curvatura de la cabeza
y continúan a lo largo de la cresta. Justamente debajo de la mandíbula superior se
proyecta hacia el frente una dentadura de cuatro colmillos en forma de garra con
movimiento de arriba hacia abajo, la cual contrasta con el movimiento de la
mandíbula superior, donde la dentadura se curva hacia atrás, rematando en una
espiral de sentido contrario a la espiral de la ceja.
El movimiento que se genera a partir de esta multiplicidad de elementos en
tensión es enorme. Existen poderosas solicitaciones de movimiento hacia adelante
en la mandíbula inferior, en contraste con la gran fuerza curva de la mandíbula
superior que se proyecta hacia atrás. El movimiento de la dentadura frontal en
forma de garra contrasta con el poderoso movimiento hacia arriba que se observa
en la mandíbula superior. El resultado de este equilibrio de fuerzas es un balance
de masas asimétricas, sólo alcanzado por el arte contemporáneo, que renuncia a
la simetría en favor de una composición equilibrada, compensando los pesos
volumétricos en uno y otro sentido.
La Xiuhcóatl del Museo Británico muestra un movimiento orgánico en la
ondulación de su cuerpo y en la forma en que la cabeza se proyecta perpendicular
al cuerpo, con la mandíbula superior vuelta hacia atrás, como inicio del signo ollin
movimiento.
En las serpientes enrolladas, el carácter orgánico se manifiesta en la redondez
de los anillos y en la sección circular del cuerpo, cuyo calibre decrece al llegar a la
cola, para cerrar el círculo de su contorno.
En las serpientes anudadas el movimiento orgánico se expresa en la tensión de
los nudos que parecen evolucionar en contracciones viscerales. En el caso de
serpientes que al anudarse simulan ser otros animales, (palomas, tortugas,
cuerpos antropomórficos, etc.) la estructuración es rigurosa, basada en curvas
simétricas.
La escultura de Mictlantecuhtli de Stuttgart, clasificado como una de las últimas
obras de la cultura mexica, agrupa en su contorno cerrado una multiplicidad de
elementos orgánicos que parecen comprimidos en un molde concebido
previamente. Al frente aparece el rostro descarnado que ocupa casi la tercera
parte de su estatura, y está cubierto por dos franjas envolventes que caen a
ambos lados hasta la altura de los hombros; destacan las orejeras circulares, con
un pendiente en forma de espiral. El resto del cuerpo se siente comprimido, como
aplastado por una fuerza muy poderosa que reduce el tamaño de la caja torácica,
y sobre todo de las piernas. Los brazos son los únicos miembros que están
proporcionados al tamaño de la cabeza, es por ello que llegan hasta los tobillos. Si
observamos el perfil de la escultura, el movimiento ondulante de los brazos,
excesivamente largos, coincide con los quiebres de la parte frontal,
correspondientes al tórax y las piernas. En contraste, la cara posterior se
desarrolla dentro de un plano y la espalda aparece bastante recta debido al
chimalli que contiene la imagen de un guerrero, resuelto en una composición
asimétrica bastante orgánica. Sobre el chimalli se encuentra la cabellera trenzada
en forma de ollin, y en el centro de la misma, la cabeza de un felino vista de perfil.
Bajo el chimalli tenemos un adorno de pluma que cae hasta la base de la escultura
en un movimiento orgánico. Como se puede observar, tanto en el frente como en
las vistas laterales predominan las líneas curvas en complejas composiciones
plenas de movimiento.
Las fuerzas que predominan en esta escultura son la fuerza centrípeta aunada
a una fuerza de compresión descendente que no se observa en piezas anteriores.
La representación de Quetzalcóatl como guerrero que emerge de las fauces de
una serpiente posee el dramatismo tumultuoso del universo orgánico debido a la
fusión que se da entre el cuerpo humano y el cuerpo serpentino y a la asimetría de
su composición confinada en una forma monolítica de contorno aproximadamente
cilíndrico.
José Gorostiza
97
Jorge Luis Borges, Epílogo de “El hacedor", en Obras completas, Buenos Aires, Emecé
Editores, 1974, p. 854.
98
Los antecedentes de esta teoría datan del siglo pasado cuando el físico y filósofo austriaco Ernst Mach
(1838-1916) postuló que al mismo tiempo que percibimos los estímulos visuales percibimos la forma
espacial, y al mismo tiempo en que percibimos los estímulos auditivos percibimos la forma temporal que los
articula, es así como podemos percibir la redondez de un círculo o la tonada de una melodía. Paralelamente,
Christian von Ehrenfels (1859-1932) sostuvo que además de los datos sensoriales que se perciben en un
objeto se percibe como cualidad intrínseca la organización misma de los datos perceptuales, a esa cualidad se
le llamó desde entonces cualidad Gestalt.
Mas el verdadero fundador de la escuela gestáltica es Max Wertheimer (1880-943), quien invirtió el orden de
los postulados anteriores, y sostuvo que en primer término percibimos la totalidad como organización y
posteriormente colocamos los elementos particulares dentro de esa totalidad. Citemos al respecto la siguiente
declaración de Wertheimer.
100 La escuela gestáltica tuvo su apogeo hacia 1930 y ha sido retomada por Rudolf Arnheim, discípulo de Wertheimer, quien hace una crítica del
rumbo que ha tomado la investigación gestáltica hoy en día.
101
David Peat, Sincronicidad, pag. 45
8.2.- Síntesis figurativas
8.2.1.- Proximidad
Los elementos que se encuentran cerca uno de otro tienden a percibirse como
secuencia.
Por ejemplo, en el siguiente conjunto elementos iguales agrupados en ambos
sentidos se perciben como secuencia lineal en sentido horizontal.
0000000
0000000
0000000
0000000
Si cambiamos el sentido de la proximidad, se percibirán agrupamientos en
secuencia vertical o de columna:
0 0 0 0 0 0 0
0 0 0 0 0 0 0
0 0 0 0 0 0 0
0 0 0 0 0 0 0
0 0 0 0 0 0 0
8.2.2.- Agrupación
8.2.3.- Similaridad
103
Recordemos la importancia del doble en la curación mágica. En el chamanismo mexicano es
tan importante la corporeidad del ser, como su sombra.
8.5.- El material y su expresión
104
Véase: Sven Hesselgren, El lenguaje de la arquitectura, pp. 123-127.
veremos que es común la conformación de enormes bloques con texturas
abruptas, similares a las de la estatuaria mexica. El magma de las erupciones se
mueve, reptando a manera de serpiente. Es innegable el fuerte impacto visual del
pedregal en la región del Altiplano, que, aunado al miedo de posibles erupciones
debió influir sin duda en la concepción plástica mexica.
Cierto que cada cultura genera distintas formas de expresión en los materiales;
pensemos por ejemplo en las esculturas góticas que también son de piedra y tie-
nen una expresión radicalmente distinta; aquí la piedra parece desmaterializarse
en formas tan esbeltas que anulan visualmente su peso; lo que sucede en estos
casos, es que el escultor puede proponerse, como reto, plegar el material a sus
necesidades expresivas y hace de ello un alarde técnico.
Se trata de dos caminos igualmente válidos; uno conduce a la forma a través
del material; caso de la escultura mexica en piedra basáltica; el otro produce la
forma a pesar del material; caso de la escultura gótica. Ambos caminos producen
un resultado estético si logran que el material y la composición expresen
cabalmente su propósito.
Al hablar de composición volumétrica se sugirió la aglomeración de partes al
rededor de un núcleo central, generador de una gran fuerza centrípeta, la cual
expresa la intensidad gravitatoria característica de la piedra, en relación a su
densidad, ya que la gravedad es una fuerza directamente proporcional a la masa,
e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. La tensión que se
percibe en las obras seleccionadas se genera básicamente de la oposición entre
dos sistemas de fuerzas, centrípeta vs. centrífuga, a los que se suma un tercer
impulso que es el impulso ascencional:
La fuerza centrípeta coincide con la furza gravitacional propia de la piedra; la
fuerza centrífuga, por el contrario, tiende a la expansión y a la dispersión de los
elementos. Ambas fuerzas en su lucha alcanzan un equilibrio palpitante, el cual
alcanza su elevación a partir del impulso vertical marcado por el eje de simetría,
cuya verticalidad se relaciona con el impulso ascencional de la piedra en los
movimientos telúricos y en las erupciones volcánicas. Las fuerzas en equilibrio
provocan la tensión esencial presente en la escultura. Son de nuevo los principios
contrarios que luchan por desbordar la unidad inicial, del centro, el cual para no
perderse y conservar el orden del sistema genera un tercer elemento dinámico
que es la el desplazamiento vertical a través del eje de simetría, símil de la
elevación humana hacia lo sagrado.
Las cualidades sensoriales de color, textura, temperatura, peso, sonido y aroma
caracterizan a los distintos materiales y se integran a través de la experiencia a la
percepción visual.
Parecería que únicamente color y textura se perciben por medio de la vista,
pero, como hemos visto, la percepción gestáltica se construye a través de síntesis
que estructuran diversos tipos de sensación en una imagen total. Así, cualidades
como el peso y la temperatura se asocian a un material tan íntimamente que en
realidad percibimos también esas cualidades al sólo mirar ese material.
Hay un patrón perceptivo que es inimitable en cada material, es por eso que las
copias que imitan la apariencia de otros materiales son fácilmente detectadas por
un ojo educado.
Pocos materiales hay tan resistentes y duraderos como la piedra, relacionada
con la permanencia de glifos e inscripciones de la antigüedad en múltiples
culturas. La duración de la piedra rebasa ampliamente la de otros materiales como
el actual concreto, cuya duración en óptimas condiciones se calcula en ochenta
años.
En América destaca la escultura en piedra desde tiempos tan remotos como el
Preclásico, con las cabezas olmecas de La Venta, San Lorenzo y Tres Zapotes.
Estas cabezas de enormes proporciones han llamado la atención en todo el
mundo por la vitalidad de su expresión y la calidad de su manufactura. Siguiendo
la línea del desarrollo cultural en el Altiplano tenemos la talla magistral de la
fachada teotihuacana del Templo de la Agricultura, donde las serpientes
emplumadas y las cabezas de Tláloc tienen una fuerza plástica insuperable.
Posteriormente en Xochicalco destacan los relieves del Templo B dedicado a
Quetzalcóatl, con un tallado más orgánico que recuerda la representación de las
serpientes en los códices mayas. En Tula destacan las estelas de piedra en
distintas proporciones.
La cultura mexica elige la dura piedra basáltica para plasmar sus mensajes
religiosos más elevados, con un alto grado de codificación formal.
105
En su libro La tierra y los ensueños de la voluntad, Gastón Bachelard nos
habla de una voluntad incisiva en relación con las materias duras, pues la
dinámica de su transformación se resume en la palabra “contra”.
105
A través de su vasta obra, Bachelard desarrolla su proyecto hacia una fenomenología de la
imaginación, basado en las relaciones del inconsciente con los cuatro elementos de la materia
proyectados a través de la poesía.
106
Bachelard, Op. Cit., pp. 27-32.
de dominio, el ejercicio de la paciencia como autocontrol y prueba continua de
humildad para alcanzar la ardua victoria.
Esta interpretación psicológica de Bachelard acerca del significado del trabajo
de la piedra encaja perfectamente en la ética guerrera y el ejercicio de la disciplina
característicos del pueblo mexica.
107
Pasztory, Op. Cit., pag. 40.
Lo que se pretende en occidente es representar la profundidad en dos
108
dimensiones, tentativa que no deja de ser una ilusión de óptica.
La difusión que ha tenido este tipo de representación a través del arte y del
dibujo técnico lo hace prácticamente incuestionable para nosotros, como
representación de la realidad; sin embargo, se ha demostrado que la perspectiva
no es más que un sistema que representa una imagen tan convencional como las
imágenes planas de las culturas antiguas, o las imágenes fragmentadas del
cubismo, o simultáneas del arte cinético. Para demostrar la importancia de la
pertinencia cultural como clave de la lectura de una imagen han realizado
experimentos perceptivos con comunidades africanas, ajenas a la cultura
occidental, y se ha observado que, al mostrarles un video sobre higiene, no
distinguen las imágenes que nosotros distinguimos, sino sólo aquellas que
109
resultan pertinentes en su mundo. La representación que hacen los niños
cuando se les pide que dibujen su casa, y ellos dibujan al mismo tiempo el interior
y el exterior en una especie de corte perspectivado, esto nos demuestra que el
dibujo en perspectiva desde un solo punto de vista es tan convencional como
cualquier otro sistema de representación.
Así, en los relieves de Coyolxauhqui y Tlatecuhtli se representan en un solo
plano posiciones corporales imposibles de hacer coincidir en una imagen única.
En Coyolxauhqui el torso se ve de frente y la cadera de perfil, sin embargo
aparecen completas ambas piernas cercenadas, como si el giro que sugiere su
movimiento en espiral las hubiera distribuido de manera homogénea sobre el
fondo del disco. Lo mismo sucede con los brazos, el derecho, que se dirige hacia
abajo, realiza una torsión a fin de que aparezca la palma de la mano completa,
para exhibir en un mismo plano la totalidad de los elementos significativos que
constituyen la imagen como es constante en los ejemplos seleccionados.
108
El supuesto sobre el que descansa la perspectiva occidental es que la proyección de la imagen
visual queda contenida en el plano del cuadro, paralelo al observador, y con una línea de horizonte
a la altura de sus ojos. Los puntos de fuga, que pueden ser uno, dos o tres, según la posición del
observador, quedan contenidos en dicha línea de horizonte.
109 En el experimento se trataba de transmitir algunas prácticas de higiene, y casualmente aparecía la imagen de una gallina agitando las alas.
Cuando se preguntó a los asistentes lo que habían visto, hablaron de la gallina, porque les interesaba cazarla para alimentarse.
En el grupo de articulación vertical de Tlatecuhtli ocupa el primer plano, entre
las piernas flexionadas del dios, un chimalli con un quincunce al centro; aquí la
perspectiva está dada en función de que el chimalli oculte la entrepierna y el
vientre de la figura; el tratamiento de contorno de doble línea que se observa de la
cintura hacia arriba sugiere un plano distinto de visión que tal vez corresponda a
un corte en la parte superior, y a una imagen de bulto representada en la parte
inferior del relieve. Se enfatiza de nuevo la diferencia entre el plano inferior y el
plano superior de la figura.
En las representaciones de Tlatecuhtli del grupo de articulación anteroposterior,
la representación simultánea de imágenes diacrónicas es evidente, pues ya vimos
que es imposible la posición del rostro, de frente y sobre la espalda de una figura
vista poe detrás. En aquellos Tlatecuhtli que presentan fauces de Cipactli, parece
haber una síntesis entre la visión de espaldas y la visión desde arriba, a vuelo de
pájaro, porque el cuerpo está visto de espaldas, con la calavera o la urna en la
parte inferior, y la cabeza aparece con las fauces y la dentadura como sólo
podrían ser vistas desde arriba. Esta interpretación se refuerza si observamos la
representación del monstruo de la tierra como escultura exenta. Allí el rostro está
totalmente vuelto hacia arriba, y parte del tocado descansa sobre la espalda de la
figura. Si damos un giro de 180° a los Tlatecuhtli con rostro de Cipactli aparecen
como un animal fantástico al acecho. Esta posiblidad refuerza la multiplicidad de
percepciones contenidas en una sola imagen.
Los cráneos, presencia constante en este grupo de Tlatecuhtli, se representan
de perfil, salvo en un caso, para que se vea con claridad la perforación a la altura
de las sienes, por donde pasa el cinturón de serpientes.
En las serpientes enrolladas se representa el movimiento espiral en el espacio y
en el tiempo, porque la espiral se expande simultáneamente en el plano
bidimensional de su proyección en planta; en altura, teniendo como centro el punto
de partida de la espiral, y en el tiempo que es la cuarta dimensión, donde el
movimiento se desarrolla.
La alternancia entre las fuerzas centrípeta y centrífuga (centro y periferia) está
en función de esta simultaneidad que ofrece hacer coincidir, así sea por un
instante, a las fuerzas de signo contrario.
9. ORDEN IMPLICADO
Robert Lawlor
Dentro de las más modernas interpretaciones del universo físico, está la que el
111
físico dedicado a la mecánica cuántica, David Bohm denomina orden implicado.
Este modelo consiste en concebir los fenómenos como manifestaciones de un
holomovimiento que interrelaciona todo cuanto existe; este holomovimiento
consiste en el continuo pliegue y despliegue, a través del cual, las propiedades de
las cosas se manifiestan o se ocultan. Para entender este universo relacional.
Bohm pone el ejemplo de una gota de tinta que se desplegara en un recipiente
con un líquido denso, al cual diéramos varias vueltas: la gota se convertiría en un
filamento de tinta que seguiría distintas direcciones; si volviéramos a dar las
mismas vueltas al fluido, pero, esta vez en sentido contrario, la gota de tinta
110
Ver: “Pythagorean number as form, color and light” en Homage to Pythagoras, Editorial
Lindisfarne Press, N.Y., 1982, p.203.
Traducción del párrafo:
112 David Bohm sostiene la teoría de que todos los fenómenos están interrelacionados en una red, no sólo espacial, sino temporal. Así, una gota de
tinta que se desplace dentro de un frasco de aceite, describirá una trayectoria lineal azarosa, que no obstante su apariencia tiene el mismo volumen y
las mismas propiedades de la gota inicial. La gota está plegada, en tanto que la trayectoria lineal está desplegada.
114 La holografía es un método para obtener imágenes fotográficas tridimensionales, sin necesidad de lentes. Las grabaciones se llaman hologramas
(del griego holos, todo y grama, mensaje) Los principios teóricos de la holografía fueron desarrollados por el físico Dennis Gabor en 1947. La primera
producción actual de hologramas tuvo lugar al principio de la década de los esentas, cuando estuvo disponible el rayo lasser. Al final de los ochenta
s
fue posible la producción de hologramas a todo color, así como de hologramas que abarcan un rango desde las micro ondas hasta los rayos X en el
espectro. La película distingue no sólo entre la intensidad de las ondas luminosas, sino también discrimina la amplitud de onda. Para obtener un
holograma, el objeto se debe iluminar con una luz coherente como la del rayo lasser. Esencialmente, la forma del objeto determina la forma de los
frentes de onda, los cuales se registran en una superficie fotográfica. Si esta superficie se ilumina con rayo lasser es posible reconstruir la forma del
objeto en el espacio.
reconstruir punto por punto a partir de una imagen bidimensional, la cual contiene
plegado, punto por punto, por así decirlo, el desarrollo volumétrico del objeto en
cuestión.
Hablar de visión holográfica es pertinente en el arte prehispánico y en el arte
mexica en particular, ya que si observamos las síntesis formales plasmadas en los
relieves escultóricos veremos que se produce un fenómeno de codificación y
decodificación de la imagen tridimensional, materialmente plegada en el plano del
relieve. La percepción simultánea de varias posturas posibles y los abatimientos a
noventa y ciento ochenta grados son constantes en esta escultura, no sólo en los
relieves sino también en la estatuaria, y constituyen formas acordes con la teoría
del holomovimiento que postula física contemporánea.
115 Sobre la ley de la frontalidad, ver Le Chat, Une loie de la statuaire primitive , Revista de las universidades del Mediodía
“ ”
vista, pues la escultura fue creada para contemplarse en su totalidad desde un
solo punto de vista. Es suficiente la contemplación frontal esa estatuaria para
captar el mensaje contundente plasmado en la representación de aquellos seres
cuyo rango y nombre han quedado inmortalizados en la piedra, ya no como
referencia concreta al individuo, sino como abstracción trascendente y arquetípica.
En los inicios del arte griego tenemos también ejemplos de frontalidad en la
escultura; pensemos en los arcaicos kúroi, representaciones rígidas y simétricas
de jóvenes atletas, esculturas exentas hechas para contemplarse de frente. Sin
embargo la intención formal naturalista de los griegos los lleva, desde estas
manifestaciones tempranas, a romper la rigidez. El primer intento de
representación anatómica se da en el detalle de la pierna adelantada con flexión
de la rodilla, como si el joven estuviera a punto de dar un paso; el estudio
anatómico y la ruptura de la rigidez lleva al arte griego a dominar todas las
posibles posturas del cuerpo y la amplia gama de expresiones del rostro
116
humano. La maestría de este naturalismo culmina en el arte helenístico que
incorpora torsiones corporales y gestos de patetismo como sucede en el grupo de
Lacoonte o la Afrodita acuclillada; estas esculturas tienen tal dinamismo, que nos
parece insuficiente cualquier plano para contener su riqueza expresiva. Aquí
todos los ángulos de visión aportan una nueva imagen, tan rica como la anterior;
dichas imágenes se van complementando, de tal manera que se vuelve indispen-
sable girar trescientos sesenta grados al rededor de la escultura para poder
captarla en su totalidad. (Ver figura 88) En esta tradición de escultura dinámica,
absolutamente tridimensional se insertan las grandes obras de Miguel Ángel,
Bernini y Rodin, quienes rompen definitivamente con el concepto de frontalidad.
En la plástica prehispánica se manifiesta una voluntad de síntesis y
simbolización religiosa que plasma la intención naturalista, y sin embargo la
trasciende. Los elementos antropomórficos y zoomórficos cumplen con la función
de conmovernos a través de una identificación vitalista y dramática, sin embargo el
116
Este naturalismo idealizado del arte clásico tuvo una ruptura radical en la Edad Media, ya que la voluntad
estética cambió hacia una estilización mística y simbólica de cuerpo humano. Sin embargo durante el
Renacimiento, el Barroco y el Neoclásico se retomó el ideal clásico de la figura humana bien resuelta
anatómicamente, y adaptada a las distintas intenciones expresivas de cada estilo.
sistema formal que los articula no tiene nada de naturalista, por el contrario se
sujeta a la más estricta geometría y codificación simbólica. La frontalidad en el
universo artístico prehispánico nos permite no solo ver la imagen en su totalidad,
sino percibir visualmente una imagen mítica, actualizada en la expresión plástica.
Aquí la frontalidad no pretende eternizar el gesto y la jerarquía, sino sintetizar en
una sintaxis compleja toda una red simbólica articulada estructuralmente. Aquí,
por medio de la composición geométrica, la escala, el contraste y el ritmo se
expresa un sistema de pensamiento. Tal vez por eso, autores como Westheim
niegan al arte prehispánico una búsqueda estética, sin embargo, un orden de
pensamiento se traduce necesariamente en un orden formal, cuyas cualidades
estéticas son inherentes al sistema como unidad perceptiva que expresa una
coherencia conceptual.
En el arte mexica no se cancela la percepción de formas reconocibles
(referente), lo que sucede es que la combinatoria que las relaciona e integra tiene
tanta importancia como la identidad misma de los elementos representados. El
aspecto relacional o estructural de la configuración es tanto o más importante que
los elementos aislados, que al estar sujetos a leyes de composición van más allá
de su denotación inmediata.
Esta frontalidad intencional y programática que produce la síntesis de una
imagen unitaria y totalizadora se da sobre todo en la pintura y en los relieves, o
sea en el arte de dos dimensiones, cuya espacialidad y temporalidad están
implícitas en la expansión, sucesión y repetición periódica de la imagen. En el
relieve se plasma una narrativa.
La manifestación mesoamericana más contundente de esta intención de
frontalidad se encuentra en los murales de Teotihuacan, por ejemplo en las
representaciones de Tláloc, en el Pórtico 11 de Tetitla, donde la figura parece
estar de frente, pero las manos, de donde mana el agua fértil, aparecen de dorso,
según lo indican las uñas. Esa postura de rostro y manos es imposible de lograr
en la realidad, ya que sintetiza, por lo menos, dos posibilidades excluyentes.
Violentando esa contradicción es posible reunir en una sola representación los
aspectos más característicos de la deidad; el rostro y las manos, en su expresión
más significativa, rodeados por el despliegue de atributos característicos de su
atuendo. (Ver figura 89)
Esta representación simultánea del frente y la espalda en una imagen sintética
es característica de la deidad identificada como Tlatecuhtli en el grupo que hemos
denominado de articulación anteroposterior.
Aquí no se trata de integrar imágenes parciales, producto de diferentes ángulos
de percepción en un todo orgánico, como sucede en el caso del Lacoonte; lo que
en realidad se pretende es retar al observador para que perciba a un mismo
tiempo en anverso y el reverso de una imagen definitiva y ambivalente. Re-
cordemos el concepto de Ometéotl: dos que son uno. Esta dialéctica que oscila
entre la unidad y la dualidad es una constante en la religión mexica, y se expresa
plásticamente en numerosos ejemplos. Este tipo de frontalidad podría
denominarse ambivalente o dual.
Resulta sorprendente descubrir en los fractales imágenes coincidentes con la
iconografía teotihuacana como el fractal de Mandelbrot que reproducimos (Ver
figura 90). Esta coincidencia, que podría considerarse una analogía, se explica
porque los fractales son en última instancia patrones de configuración universal
que se repiten a distintas escalas de la realidad, o en diferentes “pliegues” de la
misma. Cabría, en este sentido, lanzar la hipótesis, sostenida por los místicos que
se dedican a la meditación, de que es posible hacer coincidir el pensamiento con
la llamada realidad externa. Sabemos que este planteamiento rebasa los límites
de la investigación en historia del arte.
La estatuaria mexica se mueve entre los extremos de la absoluta frontalidad del
arte egipcio, y la total movilidad del arte helenístico. Hay una frontalidad total en el
caso de relieves como la Piedra del sol, y una movilidad total en algunos ejemplos
de estatuaria, como en el caso del Ehécatl con figura de mono. La escultura con
alto grado de codificación y carga simbólica tiende a acentuar la frontalidad como
recurso de simultaneidad y síntesis holística (sincronicidad). La escultura más
cercana a lo cotidiano de la vida humana se permite el movimiento circunstancial y
se aproxima al retrato.
A diferencia de la frontalidad egipcia que se refiere a una percepción rotunda y
estática, la frontalidad prehispánica en la estatuaria implica la conjunción de varias
imágenes frontales articuladas en una composición geométrica y dinámica.
La estatuaria mexica aporta una variante al concepto de frontalidad. Más allá de
la frontalidad contenida en un plano existe la frontalidad contenida en varios
planos, dentro de una geometría eminentemente prismática.
Tal es el caso de Coatlicue, donde la frontalidad no corresponde a un sólo
plano, sino a los cuatro planos de conforman su volumen.
Al ser contempladas frontalmente, las caras anterior y posterior muestran una
unidad tan perfecta que bien podrían contemplarse cada una como si fueran
configuraciones autónomas; el volumen sugiere una articulación de relieves que al
conjugarse refuerzan el sentido total del mensaje religioso, encerrado en una
espacialidad de cuatro fases o caras. La presencia contundente del volumen se da
gracias al manejo de la monumentalidad en cuanto al volumen hermético y al
imponente peso de la piedra.
Si suspendemos la interpretación antropomórfica de Coatlicue, vemos que pier-
de sentido hablar de cara anterior y posterior, porque ambas caras cobran
significado propio y cada una de ellas funciona como un posible frente de la
escultura, a la vez que resultan complementarais entre sí.
Esto no significa que las cuatro caras no sean necesarias para formar la unidad;
lo que sucede es que las caras A y B, al ser casi equivalentes, nos llevan a
discriminar sus diferencias con todo cuidado, y hacen inevitable la comparación
entre una y otra, agudizando grandemente nuestra atención.
El hablar de frontalidad no implica necesariamente referirse al frente de una
escultura, lo importante es que la imagen más representativa de la misma esté
contenida en un plano; hay casos de escultura exenta donde el perfil es más
significativo que el frente, ejemplo de ello es Xiuhcóatl. La gran cabeza que se
encuentra en el Museo de Antropología presenta un conjunto de curvas que están
hechas para destacar en la vista lateral, que se convierte así en el verdadero
frente de la escultura. Si tomáramos en cuenta únicamente la vista frontal, no
tendríamos claridad para determinar la naturaleza de esta escultura. Lo mismo
sucede con la Xiuhcóatl del Museo Británico, cuyo perfil muestra todos los
atributos de la serpiente de fuego: el cuerpo ondulante, la cabeza echada hacia
atrás y la cola en forma de flecha. En ambos casos la frontalidad de Xiuhcóatl se
identifica con el perfil dinámico.
Dentro de esta frontalidad dinámica, el disco de Coyolxauhqui presenta una
imagen sintética que reúne frente y perfil en una sola imagen, pero esta imagen no
es estática como en el caso de Tlatecuhtli, sino dinámica en razón del giro
continuo que percibimos.
117
La aparición del doble o nagual se da durante el sueño o en estados especiales de conciencia
inducidos por meditación o empleo ritual de alucinógenos.
Este orden se expresa en la escultura mexica a través de abatimientos y giros
ortogonales que permiten la síntesis y descomposición de imágenes sui generis.
En lo que se refiere a la simetría vemos que los abatimientos a noventa grados
según el eje vertical y horizontal generan la simetría bilateral en los relieves de
Tlatecuhtli, y Tláloc.
Lo anterior no significa que toda simetría bilateral sea necesariamente
desdoblamiento; la peculiaridad en el relieve mexica, que nos hace pensar en el
desdoblamiento, es el abatimiento de brazos y piernas de las deidades como
Tlatecuhtli cuya postura sugiere una explanación de la misma manera que
desarrollamos un volumen y lo trasladamos al plano, debidamente codificado para
poderlo reconstruir.
En la estatuaria se sugieren también abatimientos de noventa y ciento ochenta
grados. Así, las caras laterales de Coatlicue repiten el esquema de grandes
cabezas de serpiente en la parte superior. En las caras anterior y posterior se
juntan los perfiles de las serpientes gigantescas para formar la cabeza bifronte. Si
suponemos desde el frente un abatimiento de noventa grados hacia fuera, según
el eje vertical tenemos que las serpientes de la cabeza tendrían la postura de las
serpientes de los brazos con las fauces hacia el frente. A la inversa, si giramos las
caras laterales hacia el centro en 90 grados, conseguimos, en menor escala,
duplicar al frente la simetría frontal de Coatlicue, presentando dos rostros
superpuestos, formados ahora por cuatro cabezas de serpiente: dos de la cabeza,
que ya conocemos, y dos de los brazos que acabamos de girar. Por lo tanto, si
nos imaginamos que pudieran enfrentarse dichas caras laterales, mediante el giro
de noventa grados hacia el eje central, veríamos la repetición de las cabezas de
serpiente, una frente a la otra, tal como sucede en las caras A y B.
Las siluetas que conforman las dos caras laterales de Coatlicue al enfrentarse
recuerdan de manera contundente la silueta del gran teocalli del Templo Mayor,
con su templo doble, representado por las cabezas de serpiente de la cabeza. Ya
Justino Fernández había hablado de esta posibilidad, pero no de sus
implicaciones dentro de este sistema formal de abatimientos y giros que constituye
un patrón del pensamiento mexica expresado en la escultura.
En Coatlicue esto sugiere que es posible ver el plano frontal del llamado torso,
con los corazones y manos cercenadas, gracias a un abatimiento inverso, girando
hacia afuera las dos serpientes que rematan los brazos, las cuales en principio
pudieran estar adosadas al frente, en la misma disposición que las serpientes
superiores, formando, como vimos, un conjunto de cuatro serpientes, que pudieran
representar a los cuatro Tezcatlipoca originales, en una visión plegada y
desplegada.
En Coatlicue hay de hecho tres posibles caras distintas: la vista lateral que se
repite en las caras C y D, y las otras dos caras, A y B, que nos atrevemos a llamar
frontales, en razón de lo antes dicho; si realizáramos la unión hipotética de las
caras laterales. Si realizamos esta conjunción de caras laterales, entonces
tendríamos tres frentes con ligeras variantes formales. Esto nos sugiere el instante
en que la dualidad se encuentra a punto de crear una tercera entidad. Es la
tercera imagen de Coatlicue, sus caras laterales a punto de integrarse como
creación realizada por la dualidad, "a su imagen y semejanza". Recordamos aquí
la intuición de Bonifaz Nuño cuando dice:
y agrega:
118 El triángulo sublime es aquel cuyos lados están en relación 1.618. Es un triángulo isósceles que se genera dentro del pentágono, su base es
cualquiera de los lados de éste, y sus lados convergen en el vértice opuesto. Rubén Bonifaz Nuño, Imagen de Tláloc pp. 138-139.
umbral mismo del acto universal; en el origen de una suerte de estallido
que de la máxima concentración engendrará la extensa totalidad del
119
mundo.
119 .
Ibid. Pp. 43-45.
Las extremidades superiores del relieve de Tlatecuhtli rematan, en la mayoría
de los casos, con garras que sostienen dos cráneos, a manera de ofrenda,
apoyados en posición occipital. Si suponemos para los brazos de Tlatecuhtli un
giro de noventa grados hacia el centro, tendremos la misma posición que ocupan
los miembros superiores de Coatlicue con la diferencia de que los cráneos
proyectarían sus mandíbulas hacia arriba, en tanto las serpientes que rematan los
brazos de Coatlicue proyectan sus fauces hacia adelante; esta posición se lograría
para los cráneos al girar hacia el frente, de arriba abajo, también noventa grados,
la articulación de las garras, entonces, los cráneos presentarían la posición de las
serpientes laterales de Coatlicue o de las manos de la Coatlicue de Coxcatlán y
las Cihuateteo. Recordemos que noventa grados representan un cuadrante, la
cuarta parte de un círculo; y que esto también está indicado en el quincunce,
cuyas cuatro esquinas presentan cuartos de círculo, cuya área al sumarse cuatro
veces equivale a la del círculo central.
Si observamos los relieves de Tlatecuhtli veremos que nos llevan de una
imagen plegada a una imagen desplegada.
120
Al Tlatecuhtli labrado en la base de Coatlicue podemos describirlo como una
figura antropomórfica, sentada, con los miembros inferiores y superiores
flexionados y desplegados hacia izquierda y derecha del eje vertical, hasta
coincidir con el plano que contiene a la figura, en una posición humanamente im-
posible de ejecutar, porque las articulaciones, sobre todo las de los miembros
inferiores, no permiten tales giros. (Ver figura 93)
Atados a dichas articulaciones aparecen cuatro cráneos de perfil, dos viendo
hacia la izquierda y hacia a arriba y abajo respectivamente, y los otros dos viendo
hacia la derecha, y hacia arriba y hacia abajo respectivamente; los cuatro cráneos
están dispuestos en rigurosa simetría biaxial. La violencia postural de la figura,
hace pensar en un posible giro contrario de los cuatro miembros, que al
replegarse hacia el punto central, harían que las cuatro secciones craneales se
unificaran, sintetizando así las cuatro posibles orientaciones plasmadas en el
120 La base de Coatlicue fue fotografiada por Justino Fernández en 1964, cuando la escultura se trasladó al actual Museo de Antropología
quincunce. Esta sería la imagen plegada del cráneo central que se desdobla en
cuatro imágenes complementarias. (Ver figura 94) Para entender esta imagen
pensemos en la acción de abrir y cerrar un libro en ambos sentidos,
perpendicularmente, según los ejes longitudinal y transversal, simultáneamente,
cosa imposible de realizar en el mundo físico y quizá por ello acción muy
apreciada en el mundo mítico, ya que permite desplazamientos simultáneos a lo
largo de ambos ejes. En este movimiento quedan contenidos: como posibilidades,
el cuadrado, como plano inicial, el círculo como centro de la acción y la espiral
como desarrollo de la acción abierta al tiempo. Cuadrado, círculo y espiral son las
configuraciones geométricas esenciales en las obras seleccionadas. Este
movimiento de pliegues alternos, al coincidir en un instante límite, lograría
actualizar en pensamiento paradójico de la unidad que se desdobla en dualidad, y
la dualidad que puede duplicarse en cuatro o bien volver a sintetizarse en la
unidad primordial. Estas potencialidades de la forma engloban los procesos
espacio temporales en una visión sincrónica que abarca y alterna la permanencia
y el cambio. Recordemos el estrabismo de las cabezas olmecas, recurso
intencional de la mirada para percibir alternativamente la unidad y su
desdoblamiento.
Justino Fernández se refiere al siguiente fragmento de la Épica Náhuatl, tradu-
cido por Ángel Ma. Garibay, que de alguna manera alude al tema en estos
términos:
...Por el agua iba y venía el gran monstruo de la tierra. Cuando la
vieron los dioses, uno a otro dijeron: Es necesario dar a la tierra su
forma. Entonces se transformaron en dos enormes serpientes. La
primera asió al gran Monstruo de la Tierra desde su mano derecha
hasta su pie izquierdo, en tanto que la otra serpiente, en la que el otro
dios se había mudado, la trababa desde su mano izquierda hasta su pie
derecho. Una vez que la han enlazado, la aprietan... con tal empuje y
121
violencia, que al fin en dos partes se rompe...
124 Octavio Paz, Prólogo a la poesía de Xavier Villaurrutia, Material de Lectura, UNAM, 1977.
Entonces la posición de Coyolxauhqui desmembrada es una plegadura de la
posición fundamental de Tlatecuhtli.
El único caso donde Coyolxauhqui aparece desarticulada, como en un
enterramiento, presenta torsión en el tronco que exhibe al mismo tiempo el frente y
el perfil, tiene los brazos en la posición de Tlatecuhtli y las piernas semiflexionadas
con las rodillas hacia adentro. Si realizamos el giro del torso en este caso, los
brazos y una de las piernas quedarían en la posición de Tlatecuhtli; sólo habría
que realizar en la pierna derecha un giro de noventa grados hacia fuera para
completar el movimiento. Este sería un caso complementario y equivalente de lo
que sucede en caso de los discos labrados, donde el giro adicional debe realizarse
en el brazo derecho. Los giros implícitos en Coyolxauhqui codifican su movimiento
espiral en continua gestación.
El grupo de articulación anteroposterior de Tlatecuhtli muestra el pliegue de la
cabeza vuelta sobre la espalda y de esa manera nos da al mismo tiempo una
imagen dorsal y una imagen frontal del dios.
El grupo de Tlatecuhtli con cabeza de saurio despliega en una sola imagen lo
más significativo de su naturaleza dual como saurio o jaguar y como cuerpo
antropomórfico.
126
Si pensamos en la dinámica de los fluidos que al aumentar su energía cinética producen un
aparente desorden en el sentido de su comportamiento impredecible, tenemos el origen de la
teoría del caos, que emerge como un nuevo paradigma de la ciencia, donde los fenómenos
complejos e irreversibles toman un papel protagónico. Este aparente desorden y complejidad
puede encontrar paralelo en la eclosión de elementos disímbolos que se conjugan en varios
bajorrelieves aztecas, sobre todo aquellos que se refieren a Tlatecuhtli o a otras deidades de la
muerte y de la noche.
127
En los cálculos de predicción del clima se observó que los comportamientos en periódicos se
podían graficar y se movían dentro de parámetros definidos. En este casi la gráfica resultante se
denomina “atractor extraño”.
128
Esta fluctuación periódica se ha observado en los mercados, al graficar las variaciones en el
precio del algodón que se tienen registradas desde el siglo pasado.
129
A partir de la formulación del principio de incertidumbre de Heissenberg, que puso de manifiesto
la influencia de los aparatos de medición y observación en los resultados experimentales, la ciencia
ya no es la misma.
química se deslizan desde del rigor ficticio de la exactitud hacia la realidad de la
aproximación. En el universo newtoniano se consideraba que las leyes se
cumplirían de manera ideal si se pudiera cancelar toda perturbación del
experimento debida a factores externos, y por ello se buscaba simplificar el
fenómeno y reducir las variables hacia un estado ideal de pureza nunca
alcanzado. Actualmente se sabe que la regularidad total es imposible en el mundo
real porque éste incluye mayoritariamente fenómenos complejos y cambiantes
como lo son las nubes, el perfil de las costas, el trayecto de un río, la orografía,
etc.
La teoría del caos describe los movimientos complejos e impredecibles de los
130
sistemas cuya dinámica está condicionada por las condiciones iniciales. Los
sistemas caóticos son matemáticamente determinados, es decir, siguen leyes
precisas, pero su comportamiento irregular puede aparecer como azaroso para un
131
observador casual.
Hoy sabemos que muchos sistemas pueden presentar comportamientos
impredecibles de larga duración, aun en ausencia de influencias azarosas. A esos
sistemas se les llama caóticos. Aun los sistemas más simples como el movimiento
pendular presentan caos en cierta medida.
Lo impredecible de los sistemas caóticos aparece debido a su sensibilidad
hacia las condiciones iniciales, tales como posición y velocidad iniciales. Dos
sistemas caóticos idénticos en movimiento con pequeñas diferencias en las
condiciones iniciales pueden presentar rápidamente movimientos totalmente
distintos.
130
La naturaleza dinámica del universo ha conducido una gran parte de la investigación científica hacia el
análisis del cambio. Hasta hace poco se creía que la dinámica impredecible de un sistema se debía a
influencias externas azarosas. Por lo tanto, los científicos propusieron que si se eliminaban las influencias
azarosas, entonces el comportamiento de esos sistemas podría ser ampliamente predecible.
131
El comportamiento caótico es común en sistemas tan variados como circuitos eléctricos, rayos
lasser, ritmos cardíacos, actividad eléctrica cerebral, fluidos, poblaciones animales y reacciones
químicas. Se piensa que también los sistemas económicos y comerciales presentan este tipo de
comportamiento. El alcance del caos está pasando rápidamente de un estudio teórico a una
ciencia aplicada. Ilya Prigogine ha estudiado fenómenos químicos complejos y ha deducido
algunas de sus leyes.
El matemático francés Henry Poincaré concluyó que no se podía probar que el
movimiento del sistema solar fuera completamente predecible. Él fue el primero en
definir lo que más tarde se conocería como caos. “Puede suceder que pequeñas
diferencias en las condiciones iniciales produzcan grandes diferencias en el
fenómeno final. Un pequeño error en inicio puede producir un enorme error más
132
tarde. La predicción se vuelve imposible.
Esto sucede en los sistemas abiertos, tal vez por eso el arte mexica tiende a
cerrar las formas envolventes de la escultura que venimos analizando, hasta
contener el aparente caos de su movimiento en estructuras estables y fácilmente
comprensibles.
Se ha visto que los fenómenos caóticos son fieles a ciertos patrones que
delimitan las fronteras de su comportamiento, a estos patrones se les llama
atractores extraños. Entones se nos aclara que la envolvente simple de estas
obras funciona como una especie de atractor extraño que contiene el caos del
movimiento que se da al interior del sistema, especialmente en los casos de
movimiento serpentino como en las serpientes anudadas y en el Quetzalcóatl
como caballero serpiente.
132
Las ramificaciones de descubrimiento de Poincaré no fueron totalmente apreciadas por la
mayoría de los científicos hasta que las computadoras les permitieron construir modelos y
visualizar los sistemas caóticos. Antes, sin embargo, científicos pioneros de la Administración
Nacional de la Aeronáutica y del Espacio usaron el trabajo de Poincaré para poner en órbita
satélites y personas.
Edward Lorenz, meteorólogo americano descubrió al inicio de los sesenta que un modelo
simplificado de computadora referente al clima demostraba sensibilidad extrema a las condiciones
iniciales. Él demostró visualmente que existe una estructura en este modelo caótico del clima, el
cual cuando se plotea en tres dimensiones toma la forma de un fractal en forma de mariposa,
conocido como atractor extraño. Lorenz redescubrió el caos y probó que una predicción del clima a
largo plazo es imposible.
En los ochenta los experimentos probaron regularmente que muchos fenómenos físicos y
biológicos se comportan caóticamente.
De acuerdo a evidencias recientes, las observaciones de Poincaré concernientes a la
impredictiblilidad del sistema solar parecen ser correctas. Las observaciones y simulaciones en
computadora del movimiento irregular del satélite Hyperión, luna del planeta Saturno, ha dado la
primera prueba de que los objetos en el sistema solar se pueden comportar caóticamente.
Simulaciones recientes en la computadora han demostrado que la órbita de Plutón, el planeta más
lejano del sistema solar, es también caótica.
Los científicos están en este momento desarrollando aplicaciones que utilizan el caos. Nuevas
técnicas de control del caos se están usando para estabilizar láseres, manipular ciertas reacciones
químicas, codificar información y cambiar ritmos cardíacos caóticos en ritmos más regulares y
saludables.
El atractor extraño que graficó Lorenz respecto a las variaciones en el clima
presenta la forma esquemática de dos alas de mariposa. Esto refuerza la relación
que estos patrones tienen con el concepto de dualidad e integración de contrarios,
presente en el pensamiento mexica. (Ver figura 69)
Octavio Paz
133
Ver: Octavio Paz, El mono gramático, pag. 17.
que se combinan a la manera de los modificadores de la lengua; adverbios,
adjetivos, gerundios, si se nos permite salvar la violencia de esta comparación
entre lenguajes tan distintos.
Si consideramos a la semiótica como sistema de signos, esto hace más factible
su aplicación al arte mexica, porque sabemos que en un sistema son tanto o más
importantes las relaciones que los articulan que los elementos que lo constituyen.
Aquí las configuraciones geométricas elementales, los trazos, reguladores, la
percepción gestáltica y los pliegues y despliegues de la forma nos dan la clave.
Establecer estas relaciones como el embrión o más bien como el ADN de una
semiótica formal en un campo significativo de la escultura mexica ha sido la
pretensión más ambiciosa en el desarrollo de este trabajo.
134
León y Gama, Op. Cit.
135
Fernández, Op. Cit. pp.114-116.
136
Fernández, Op. Cit pp. 114-116.
semejantes, por variar muy poco sus figuras, las cuales parecen estar
unidas por las cintas que las atraviesan por la parte superior y por los
137
lados.
Resulta por demás interesante, que para León y Gama, las impresionantes
cabezas de serpiente se interpreten como dos máscaras, una anterior y otra
posterior unidas por cintas. Esto nos demuestra claramente que toda descripción
encierra una lectura condicionada por el contexto en que se vive; seguramente a
fines de siglo XVIII eran familiares para la sociedad las extravagantes máscaras,
no así la representación mexica de la serpiente con sus fauces entreabiertas. Para
el autor, la textura del cuerpo de las serpientes, es una especie de red que
mantiene unidas las dos máscaras. Resulta sorprendente que la división vertical
entre ambas cabezas, y su enfrentamiento, pasen de tal manera desapercibidos.
Arriba de las manos, en una y otra figura se ven unos sacos o bolsas
en forma de calabazas, que según Alvarado Tezozómoc, eran unas
bolsas tejidas de nequén o ixtli de color azul, nombradas topixicalli que
llenaban de copal...
Estas bolsas de copal que menciona León y Gama, no son otra cosa que los
corazones cercenados que se alternan con las manos cortadas, en el collar de
ofrendas guerreras que rodea la escultura. Justino Fernández, basándose en
Chavero, asocia dichas bolsas de copal a los bloques prismáticos que cuelgan de
frente bajo los brazos doblados. Ignoramos el por qué de esta interpretación,
puesto que la rigidez de estos bloques hace pensar más bien en vigas de madera
o piedra sin labrar.
137
Loc. Cit.
distingue bien una cinta con que están atadas, que entra por los
conductos de oído, y en la Fig. 1 continúa atando esta cinta las manos y
bolsas, así las de adelante como las de atrás, hasta rematar en el lazo,
formando un collar de todas ellas; pero en la Fig. 2 está la cabeza atada
separadamente en la cintura.
138
Respecto a la relación de significado del llamado quincunce con el templo, concebido como
conjunción de espacio tiempo, el estudioso autodidacta Román Nolasco, originario de Zaachila,
Oaxaca tiene un estudio profundo acerca de la relación de esta forma de "cruz griega", obtenida a
través de giros y abatimientos de la greca escalonada, como base geométrica y simbólica de
configuración en numerosos ejemplos del arte prehispánico. Su estudio es inédito a la fecha.
de la diosa guerrera: el tocado con plumas; el peinado característico; el cinturón
de serpientes con un cráneo atravesado y sujeto en la región lumbar; los ojos
garra, así como los cráneos más pequeños atados con serpientes bicéfalas en
cada una de las articulaciones. Los giros implícitos en el cuerpo se combinan con
el giro total del sistema que obedece a un mismo impulso orbital. El hecho de que
los ornamentos de las diosas guerreras se concentren en sus articulaciones:
codos, rodillas. tobillos y muñecas se debe a la importancia de las articulaciones
como puntos de inflexión donde se genera el movimiento. Es el punto donde la
unidad se divide y transita hacia la dualidad. Estos puntos de inflexión del tronco
con las extremidades son los que se encuentran cercenados para producir la
muerte de la diosa por decapitación y disgregar su posibilidad de movimiento
autónomo. Los miembros giran en la periferia, pero ya no es la voluntad guerrera
la que los mueve sino el automatismo de los astros, cuyos ritmos de movimiento
trascienden a la vida humana.
En los discos con relieve, este carácter inclusivo se manifiesta en una
conjunción de imágenes: la representación de la diosa con todos sus atributos
guerreros; la representación de su derrota al estar desmembrada y decapitada, y
su destino final, al quedar girando en órbita, tal como lo hacen los cuerpos
astrales. Su muerte, al mismo tiempo que una derrota, encarna un acto
fundacional que es la luna puesta en órbita, gracias al sacrificio de una diosa
guerrera.
En Tlatecuhtli la imagen incluye el proceso de la vida que se transforma en
muerte y de la muerte que se transforma en vida.
La posición de la deidad alude al parto, que en el grupo de articulación
anteroposterior es el parto de la muerte representada por la calavera. En el grupo
de articulación vertical es el parto de la guerra, representada por el chimalli,
puesto que de la guerra se deriva el nacimiento de los cuatro rumbos y su centro,
representado en el quincunce, al centro del chimalli.
En los Tlatecuhtli del grupo de articulación anteroposterior hay un juego de
opuestos y equivalencias entre el parto, la devoración y la devolución a través de
las fauces, obsérvese la coincidencia entre las fauces de Xiuhcóatl y los bordes
que rodean al rostro inscrito en Tlatecuhtli; este rostro, que destaca en la parte
superior, sugiere un cadáver devorado por fauces de reptil, o bien un rostro que
emerge de las mismas fauces. (Ver figura 96)
El proceso cuya dinámica se sugiere es el del cadáver devorado por la tierra, el
cual pasa por una fase de descarne y descomposición hasta purificarse y
transformarse en un limpio esqueleto; tal el significado de las calaveras y las urnas
de huesos en la parte inferior del relieve de Tlatecuhtli. Si interpretamos el proceso
en forma inversa tenemos que de la muerte, representada en la calavera emerge
nuevamente la vida, representada por el rostro que asoma por las fauces del reptil.
Estamos entonces ante el proceso reversible y dual de vida y muerte, uno de los
núcleos del pensamiento cósmico mexica, que contempla una dinámica de
dualidades opuestas y complementarias. Habría que enfatizar aquí la importancia
del umbral, como el momento inaugural que marca como límites el nacimiento y la
muerte que conducen al ser a otro orden de existencia. Estos límites comparten la
noción de articulaciones o puntos de inflexión a los que hemos aludido. Para
enfatizar su carácter de opuestos complementarios se les representa juntos y en
sentido contrario, ocupando el centro del disco de Tlatecuhtli. (Ver láminas de
síntesis)
139
Vico, Op. Cit. pp. Capítulo 1.
Huitzilopochtli quien nace armado y vence a Coyolxauhqui, de la misma manera
que el líder de los mexica vence a sus antepasados y a su hermana, Malinalli,
para consolidar el poderío guerrero mexica.
En la historia antigua de los pueblos hay un intercambio sincrético entre el mito
y la realidad, así, según el mito, Huitzilopochtli tiene desde su nacimiento el poder
suficiente para vencer a sus enemigos, tal como el pueblo mexica termina por
imponerse a los pueblos circundantes tras la ardua peregrinación. Para integrarse
a los mitos iniciales Huitzilopochtli se identifica con el Tezcatlipoca azul
correspondiente al rumbo sur, en tanto que Xipe, el dios desollado, se identifica
con el Tezcatlipoca Rojo, y el rumbo oriente, regido por Tonatiuh. Entonces vemos
que los mitos permanecen y las nuevas deidades se integran al antiguo panteón,
respetando un orden de significado y atributos previamente establecido, sin dejar
de aportar elementos nuevos debidamente articulados con las manifestaciones
anteriores. En este sentido la cultura mexica se manifiesta como ecléctica por
excelencia, ya que no sólo renueva la tradición tolteca, sino que además engloba
influencias diversas provenientes de los pueblos conquistados
Para relacionar el mito con el arquetipo debemos pensar que el primero posee
una estructura narrativa donde los símbolos interactúan diacrónicamente en un
tiempo que está fuera del tiempo histórico; en tanto que el arquetipo es una
configuración sincrónica de elementos simbólicos que son comunes a todas las
140
culturas en sus orígenes. Según Jung los arquetipos son configuraciones
universales que se fijan en el inconsciente, las cuales afloran, aun hoy en día, a
través de las visiones y los sueños. Al ser universales, estos arquetipos tienen un
carácter tan general que no nos explican ninguna de las particularidades culturales
que interesan a la antropología y a la historia. (Ver figuras de síntesis)
Sabemos que para nombrar el mundo es necesario percibir entidades
diferenciadas dentro de un sistema. La distinción de estas entidades se basa en
las categorías de pensamiento propias de cada cultura. Así la expresión lingüística
de la dualidad cósmica se revela en manifestaciones como el difrasismo de la
140
Ver: Karl Gustav Jung, El hombre y sus símbolos, pp. 80-85.
lengua náhuatl. Palabras como ilacatzoa y momalina aluden a trenzar, enredar y
tejer, del mismo modo que lo muestran las serpientes en las obras plásticas
seleccionadas.
Dentro del sistema de la lengua, vemos que el acto de nombrar obedece en
primera instancia a la incorporación del nuevo objeto por nombrar al sistema
lingüístico preexistente, ubicándolo por afinidad y diferencia. Esta operación
implica un proceso de comparación; así, por ejemplo, se generan las
denominaciones de: león marino, árbol de la vida, anticristo, etc.
En este sentido, el nombre de Coatlicue se ha impuesto sobre otros, tales
como Teoyaomiqui, o Teoyaotlatoa, deidades de la guerra y de la muerte, cuyo
significado, por ser más abstracto y complejo, ha perdido terreno frente al de "la
que tiene falda de serpientes", denominación más simple y descriptiva que, en
razón de ello, se ha generalizado.
Existe, sin embargo, otra forma de nombrar, revelando relaciones inéditas que
recrean el sistema de la lengua, hasta generar nuevas significaciones; esta forma
de nombrar es la forma poética; donde la metáfora y la imagen desempeñan una
función renovadora del lenguaje.
141
Cuando se dice, por ejemplo "el tambor del llano , la metáfora nos lleva a una
connotación distinta de la llanura, en este caso asociada al galope sobre una
superficie tensa y sonora. Si comparamos la denominación de Coatlicue con la
complejidad de su apariencia y connotaciones, comprendemos que ese nombre
es demasiado simple, y que no aporta mayores elementos para su comprensión.
Si observamos los nombres de los dioses en la lengua náhuatl, vemos que en
cada una de las múltiples acepciones se encierra una metáfora de apretada
síntesis conceptual, que alude a las características distintivas del dios en cuestión.
Cada denominación privilegia alguno de los atributos inherentes a la deidad. Así,
por ejemplo, Tezcatlipoca es el espejo humeante, y al mismo tiempo es Nécoc
Yaotl (enemigo de sí mismo); Titlacahuan (aquel para quien fueron creados los
hombres); Moyocoyatzin (el que se inventa a sí mismo); Yohualli Ehécatl (Noche
Según Kant, lo monstruoso es aquello que por su magnitud, niega el fin que
constituye su propio concepto. Tratemos de explicar esta idea. Una ventana que
excediera las dimensiones de un edificio, sería monstruosa; así como es
monstruosa esa nariz superlativa del poema satírico de Quevedo (érase un
hombre a una nariz pegado). Según la definición kantiana la monstruosidad sería,
esencialmente, una cuestión de proporciones.
Esta noción se relaciona con el concepto de lo sublime en la teoría kantiana.
Para Kant lo sublime es aquello cuya grandiosidad excede toda medida, y cuya
contemplación despierta en el espíritu un sentimiento de exaltación y miedo ante
lo inconmensurable, que es en el fondo una de las formas de lo incomprensible.
En lo monstruoso no es la medida en sí lo que impresiona, sino la contradicción
que se presenta entre la definición convencional de un objeto y su apariencia. La
imagen del objeto evoca la definición inicial en algunas de sus características,
pero la niega violentamente en otras. Lo monstruoso coincide con lo sublime en
cuanto ambos son manifestaciones de lo incomprensible; en lo sublime predomina
la grandiosidad, y en lo monstruoso la contradicción.
Sin embargo, si acudimos a la definición de lo monstruoso en su etimología,
monstruo viene de mónstruum: prodigio; de monere: avisar, pues se creía que los
monstruos eran avisos de la divinidad, por encontrarse fuera del orden natural; de
allí que la palabra monstruo haya pasado a ser sinónimo de malformación y
deformidad, como trasgresión de las leyes naturales.
Al exceder, según Kant, el fin que constituye su propio concepto, y al salirse del
orden natural, según la etimología, el monstruo deviene en aquella porción
excepcional de la realidad, para la cual no encontramos nombre. El monstruo no
tiene género ni especie, pues rebasa el sistema de clasificación que la razón hu-
mana ha impuesto al mundo en forma de lenguaje, por ello es que ante el mons-
truo nos quedamos absortos, sin palabras, suspensos ante la presencia del mis-
terio.
Esta conmoción que se produce en el espíritu ante la presencia de lo mons-
truoso es la clave para salir de uno mismo, y para dar cabida a nuevos horizontes
en la experiencia y en el pensamiento
Si enlazamos estas ideas acerca de lo monstruoso con la idea de la otredad
que maneja Octavio Paz, vemos entre ellas grandes coincidencias. Paz, basán-
dose en las ideas del filósofo alemán Rodolfo Otto, relaciona la otredad con el
misterio de lo sagrado, cuya presencia produce en nosotros un sentimiento de
asombro, de horror y de parálisis anímica. Según Paz, el horror es asombro ante
una totalidad henchida e inaccesible. Este sentimiento de conmoción ante lo ex-
traño tiene una doble connotación: el terror y la fascinación que produce el con-
templar una presencia absoluta, una aparición que no podemos conceptualizar; en
otras palabras, el mismo sentimiento de atracción y repulsión que sentimos ante la
presencia de Coatlicue.
Otra de las coincidencias entre lo monstruoso y la otredad, según Paz, es el
horror que se produce ante lo múltiple e inconmensurable. Pensamos que la
palabra horror que elige Paz para designar el sentimiento ante lo sagrado
conserva todavía la connotación negativa de lo monstruoso, sería preferible hablar
de estupor en lugar de horror, como una palabra más objetiva para designar este
sentimiento que nos anonada ante lo incomprensible. Cuando, en el Baghavad
Gita, el dios Krisna se manifiesta ante el guerrero Arjuna, aparece con multitud de
ojos, de bocas y de vientres. Ante sus órdenes, el guerrero no es más que una
herramienta pasiva que ejecuta los designios de un poder irresistible.
Esta multiplicidad, este conglomerado de presencias característico de lo
monstruoso, se encuentra indudablemente en la escultura mexica, donde la causa
del terror sagrado se debe a la simultaneidad con que reúne a los contrarios
excluyentes: vida y muerte; piel y evisceración; águilas y serpientes. Esta visión
simultánea de los opuestos violenta el orden de la lógica occidental, basada en las
sentencias de Parménides, donde el ser y el no ser son estados contrarios y
excluyentes. (Ver figuras de síntesis)
La dualidad esencial de la cosmovisión náhuatl trasciende esta dicotomía, y
postula que la verdadera totalidad se integra a través de esta síntesis de opuestos,
cuyo choque genera la dinámica universal. La intuición de lo sagrado se da
cuando somos capaces de asimilar la presencia total en cada instante, cuando el
ser y el no ser se manifiestan en lo posible y en lo real; cuando somos conscientes
de que aquello que somos es la cara visible de aquello que no somos, y que
también forma parte de nosotros, como la cara oculta de una totalidad, donde la
vida y la muerte luchan y dialogan, mostrándose fugazmente en el instante del
prodigio. La sombra se manifiesta en función de la presencia, no pueden subsistir
la una sin la otra.
Tal, el significado de la presencia de Coatlicue, Tlatecuhtli, Mictlantecuhtli y
Tláloc, cuya pretendida monstruosidad, no es más que la síntesis de lo humano
que la voluntad creadora de los artistas fusiona con la otredad de lo sagrado.
143 En La filosofía Náhuatl, León Portilla postula que tanto Tezcatlipoca como su contraparte, Tezcatlanextia, son, respectivamente, las caras
nocturna y diurna de Ometéotl. Ver capítulo III pp. 129-178.
tes en Coatlicue. Contemplando ese rostro comprendemos el sentido de la guerra
sagrada.
Este fragmento de Muerte sin fin se refiere a la concentración original del ser,
que se confronta y se observa a sí mismo a través de la creación, desbordando,
en su copiosa cadena de actos, las infinitas potencialidades, antes absortas en un
reposo inmemorial. Y es que la energía cósmica busca ser contemplada, como si
la conciencia de sí misma fuera su más alto destino.
La primera ruptura de la unidad se da cuando el ser absoluto decide salir de sí
mismo para contemplarse e iniciar así el despliegue universal de la creación. Es
Narciso que se mira por vez primera en el espejo del agua, concibiendo la
objetivación y al mismo tiempo la escisión de su ser. Surge la dualidad en ese
momento de la primera observación y del primer desdoblamiento. Dualidad que en
el mundo prehispánico alude a ese instante de transición, generador y destructor,
dramático por excelencia. La dualidad es la articulación, el cambio de dirección
145
que hace posible el movimiento y la continua bifurcación de sentidos.
144
José Gorostiza, Muerte sin fin.
145
Recordemos el cuento de Borges El jardín de los senderos que se bifurcan, basado en el
conocido experimento del gato de Schrödinger al que se le pone comida envenenada y se calculan
estadísticamente sus probabilidades de vida al 50% ; por lo tanto, según esto el gato está 50% vivo
y 50% muerto. Sabemos que esto no es posible , gracias a que predomina una de las dos
posibilidades y cancela a la otra. Algunos autores de ciencia ficción han propuesto que la opción
anulada se actualiza en otra dimensión, desconocida para nosotros.
11.- CONSTANTES FORMALES EN EL CORPUS DE OBRAS
SELECCIONADAS
Volumen
unitario.
Cihuateteo:
No es
significativo el
manejo de
escala.
DIMESIONALIDAD Y ESCALA
SEMIÓTICAS
CONSTANTES COATLICUE COYOLXAUHQUI XIUHCÓATL SERPIENTE GUERRERO
Coatlicue 1 Cabezas Gran cabeza Anudadas SERPIENTE
SEMIÓTICAS
PLANO Y VOLUMEN
CONSTANTES COMPOSITIVAS
Esta cita resulta por demás pertinente en apoyo del tipo de estudio que hemos
propuesto, y para la selección de obras de escultura mexica, que a nuestro juicio
presentan el mayor grado de abstracción y complejidad. A través del estudio
multidisciplinario hemos destacado precisamente los aspectos sistémicos y
conceptuales, cuya importancia se encontraba latente, en un segundo plano,
debido quizá a la contundencia plástica y al impacto emocional de esta escultura,
cuya fuerza jamás se ha puesto en duda.
El paso coherente que debemos dar los historiadores de arte cuando aparece
un nuevo criterio de apreciación para el arte antiguo, es ver hasta que grado es
pertinente aplicarlo a otros ejemplos, aunque estos hayan sido abordados
exhaustivamente, como es el caso de Coatlicue.
146
Loc. Cit.
El estudio geométrico de envolventes y configuraciones internas ha revelado el
riguroso sistema de formas regulares como el cuadrado, el círculo, el rectángulo
de oro y la espiral que rigen rigen la composición de las obras seleccionadas.
Hemos visto a través del análisis formal que en el mundo prehispánico se
encuentran, entre otras, las mismas constantes universales de armonía postuladas
por los pitagóricos, tales como la proporción áurea y el número de oro, aparen-
temente ajenas al mundo mexica, como lo observó acertadamente la Dra. Beatriz
147
de la Fuente en sus estudios sobre escultura olmeca. Lo anterior ha dado pie a
una crítica superficial, pues se antoja que estemos hablando de una interpretación
descentrada del universo prehispánico y centrada en el clasicismo griego. No es
así, porque tal coincidencia de armonía y trazos reguladores no se debe a
influencias interculturales, sino a que el arte comparte universalmente cánones de
armonía y unidad que están basados en las leyes gestálticas de la percepción, y
marcan la pauta en la estrategia compositiva de las artes plásticas.
Así, el empleo de los gnomones, que conocemos a través de la tradición
pitagórica nos aclara conceptos como la superposición de estructuras, hecho
tratado siempre superficialmente, como un simple afán de dominio y ahorro de
materiales. Hoy, la biología nos enseña que de ese modo se produce la evolución
de los órganos en los seres vivos, superponiendo las nuevas estructuras sobre las
148
anteriores. Esto nos proporciona un nuevo enfoque para abordar el fenómeno de
la superposición en la arquitectura mexica, y prehispánica en general.
El análisis de la monumentalidad nos ha llevado a considerar factores que van
más allá del tamaño real de las obras. Las formas expansivas como la esfera y el
cubo, las deformaciones perspectivas integradas a la forma, así como las
tensiones dinámicas magnifican el impacto dimensional. La escultura olmeca es el
antecedente más antiguo en Mesoamérica respecto al manejo de la escala
monumental a través de formas esféricas y efectos dimensionales integrados a la
147
Beatriz de la Fuente, “Escultura monumental olmeca” en Estudios de cultura Náhuatl No. 17, pp
13-28.
148
La estructura más profunda del cerebro humano corresponde al cerebro del reptil. La capa
superficial o materia gris es lo único exclusivo de la especie homo sapiens.
forma. Siguieron esa tradición los artistas teotihuacanos, toltecas y mexicas, como
lo demuestran las obras que hemos analizado.
El equilibrio entre la estructuración constructiva y la estructuración orgánica se
logra al contener en formas cerradas movimientos complejos como el contorno
trapezoidal de la falda serpentina de Coatlicue, o el círculo que delimita la espiral
cósmica que rige la expansión de Coyolxauhqui. El contraste de texturas
contribuye tanto al equilibrio visual como a la expresión de la naturaleza del
material pétreo y el reto que significa para la voluntad su labrado perfecto.
El análisis formal demuestra que las tendencias universales de la mente
humana, de las que habla Panofsky, encarnan en distintas cosmovisiones y
símbolos, según leyes comunes de armonía y composición, que nos permiten
articular el estudio de la historia del arte en las distintas épocas, y valorar sus
aportaciones a las ciencias humanas.
La interpretación gestáltica nos ha permitido comprender la captación de la
forma como un proceso activo por parte del espectador, y nos ha hecho copartíci-
pes en su gestación, rompiendo así su aislamiento y logrando que el arte de otro
tiempo nos hable por si mismo con mayor claridad esclareciendo los textos que lo
han acompañado a través de la historia.
El estudio de la frontalidad, la simetría y los posibles pliegues y
desdoblamientos, tanto en el relieve como en el volumen de la escultura nos ha
revelado una nueva dimensión de análisis al aplicar la teoría de la sincronicidad
que integra el tiempo al espacio y su percepción en un evento complejo con alto
grado de significación. Así se explican las síntesis formales de los relieves que
presentan en una solo imagen todos los aspectos significativos en una imagen
total contenida en el plano, como es el caso de Coyolxauhqui y Tlatecuhtli, cuya
bidimensional se expande virtualmente en el espacio y se desarrolla en el tiempo,
de acuerdo a una síntesis narrativa que encarna el mito en la plástica.
La teoría del orden implicado y la visión holográfica nos permiten decodificar el
plano bidimensional en un volumen tridimensional que nos revela intenciones
inéditas de codificación, las cuales se observan en múltiples configuraciones del
arte mexica, y en otras manifestaciones de la cultura mesoamericana, tales como
la pintura teotihuacana.
Así vemos que la sincronicidad, el holomovimiento y el orden implicado nos
aclaran las posturas imposibles de manos y pies, y los giros implícitos que
presenta la plástica de Anáhuac.
Respecto a Tlatecuhtli, la característica que ha llevado a los arqueólogos a
identificarlo en los relieves labrados en numerosas bases de la escultura mexica,
así como en cuauxicalis y en el basamento de la guerra sagrada, es la postura de
una figura acuclillada en actitud de parto. Sus codos se apoyan sobre las rodillas,
y los brazos se elevan siguiendo el mismo eje de las pantorrillas, pero en sentido
contrario, creándose así una imagen simétrica y ambivalente masculina y
femenina al mismo tiempo. Si consideramos como un parto las representaciones
del grupo de articulación anteroposterior se trata en realidad del nacimiento de un
cadáver con el pedernal entre los dientes. De este modo, vida y muerte coinciden
como un par de opuestos que se necesitan el uno al otro para subsistir.
Comparten esta característica tanto las figuras identificadas como Tlatecuhtli,
por Eduardo Matos Moctezuma como un relieve identificado como Izpapálotl. Sin
embargo, las diferencias que existen entre los distintos grupos nos hace difícil
aceptar su caracterización como una sola deidad como consecuencia de que
comparten la postura antes mencionada.
Para Matos Moctezuma las imágenes de Tlatecuhtli se clasifican en cuatro
grupos: A) Figuras antropomorfas masculinas; B) Figuras antropomorfas
149
femeninas; C) Figuras zoomorfas femeninas, D) Figuras con rostro de Tláloc.
Para su clasificación de figuras masculinas o femeninas Matos se basa en
detalles del atuendo: el maxtlatl que aparece bajo el chimalli o el trenzado sobre el
que aparece el cráneo atado por la espalda, característica de las diosas guerreras.
Para discutir este criterio basta con plantear la identidad masculina que se
reconoce al llamado monstruo de la tierra, escultura exenta que presenta en su
espalda el mismo trenzado coronado por el cráneo.
149
Eduardo Matos Moctezuma, “Tlatecuhtli” en Estudios de Cultura Náhuatl, No. 27.
Pensamos que la clasificación por sexos no es pertinente en estas
composiciones polivalentes que son en realidad síntesis de significados cósmicos,
más que creaturas particulares o deidades personalizadas. Respecto a las figuras
zoomorfas femeninas, existen casos donde sí aparecen las fauces del saurio que
se ha identificado como Cipactli, mas no aparecen ni el trenzado ni el cráneo al
que se alude como distintivo de sexo. En tal caso se encuentran las figuras que
presentan una urna funeraria entre las extremidades inferiores. (Ver figura 95)
Por otra parte la identificación clara del rostro de Tláloc resulta un problema
difícil de delimitar porque es innegable que las figuras del grupo A) de Matos, que
aquí hemos llamado de articulación vertical, tienen por lo menos rasgos tlalocoides
que los emparentan con el dios.
Sabemos que la clasificación que proponemos en cambio está lejos de ser la
única en un complejo ritual y compositivo tan rico como Tlatecuhtli, pero nos
parece más acorde a las estructuras formales propuestas por la composición
misma.
En cuanto a la apariencia y el nombre, hemos visto que toda descripción
encierra una lectura implícita de aquello que se describe con pretensiones de
objetividad, y que por lo tanto, el acto de nombrar implica siempre una operación
semiótica compleja, y hemos aplicado estos conceptos al caso de Coatlicue,
realizando un análisis detallado de su nombre en contraste con la multiplicidad de
rasgos que la integran.
La monstruosidad atribuida a la estatuaria mexica se relaciona con el concepto
de lo sublime en la filosofía kantiana, y con la noción de horror inherente a lo
sagrado, desarrollada por Octavio Paz, que he preferido llamar estupor sagrado,
para evitar el anatema de lo terrorífico.
El significado cósmico de los números privilegia a aquellos que pertenecen a las
serie de Fibonaci, generadora del número de oro a partir del número 13. Esto nos
habl de las constantes universales de armonía que concuerdan con las tendencias
universales del pensamiento que sostiene Panofski en su teoría iconológica.
El concepto de la guerra como confrontación cósmica me llevó a profundizar en
el significado profundo de la dualidad, como el momento tenso de la creación o de
la destrucción inminentes, tensión existencial presente en Coyolxauhqui y
Tlatecuhtli. Para que la dualidad inicial se genere es necesaria una escisión en la
unidad primordial que se observa a sí misma.
A través de las ideas de pluralidad y fluencia de significado podemos
aproximarnos a síntesis que comparten varias naturalezas como el hombre-pájaro-
serpiente. También se nos aclara la representación simultánea de plantas y
alzados que se observa en los planos de los basamentos.
150
El planteamiento de un cambio de paradigma proviene de la ciencia. El
paradigma vigente, hasta la aceptación de la teoría de la relatividad de Einstein,
había sido la física de Newton, cuyas leyes ofrecían una explicación universal de
los fenómenos. Los cambios de paradigma son muy lentos y necesitan ser
avalados por la comunidad científica. Junto con la relatividad, la mecánica
cuántica y recientemente la teoría del caos, estudiada por científicos como Ilya
Prigogine, coadyuvan a la emergencia de un nuevo paradigma científico que habrá
de influir tarde o temprano en todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo la
interpretación del pasado histórico y artíistico.
Hasta ahora las investigaciones de la historia se han basado casi
exclusivamente en las fuente documentales y en lo dicho por otros investigadores.
Se tiende a relacionar los elementos que aparecen en la escultura con los mitos y
atributos correspondientes a varios dioses, para poder finalmente sintetizar su sig-
nificado y caracterizar a la entidad en cuestión asociándola a un significado fijo.
La principal deficiencia de este tipo de análisis, es que no atiende a la articulación
de los elementos, ni a sus relaciones estructurales; tarea, que sólo se puede hacer
a partir de un análisis formal interdisciplinario.
Hay casos en que la interpretación documental no conduce a interpretaciones
convincentes. Ejemplo de son algunas de las conclusiones del estudio de Justino
Fernández sobre Coatlicue, que, no obstante, representa un avance fundamental
en la valoración del arte mexica. Justino Fernández sostiene que las serpientes de
la falda de Coatlicue representan al género humano, sujeto por Ometecuhtli y
150
Véase: Tomas S. Kuhn, Estrucura de las revoluciones científicas, pp. 128-148.
Omecíhuatl, dualidad de dioses representada, según él, en el cinturón doble de la
diosa. Si así fuera, no habría razón para representar a la misma pareja divina
como dos serpientes gigantescas en el nivel superior de la escultura. Esta falta de
coherencia en la lectura se debe a que el historiador confunde al sistema formal
esencialmente geométrico y matemático con un proceso narrativo. En la narración
los sucesos acaecen al azar sin que un plan compositivo los vincule a priori. La
necesidad de darle a cada elemento un significado textual, es producto de una
lectura aditiva y no estructural de la obra. El resultado de esta lectura compuesta
por parcialidades que se suman termina por fragmentar la totalidad y destruye la
noción de sistema que es fundamental en la creación plástica mexica.
El análisis estructural nos revela que bien podría interpretarse la falda de serp-
ientes como el nivel terrestre del mundo, cargado de energía telúrica, o como el
nivel instintivo y animal del ser humano; el torso representaría, por oposición, el
nivel celeste y espiritual, por su expresión despejada y el menor peso visual de
151
sus elementos.
Recordemos el mito de la separación entre la tierra y el cielo, antes citado...Por
el agua iba y venía el gran monstruo de la tierra... imagen que confirma esta
interpretación semiótica.
Otra de las lecturas que me parece forzada en J. Fernández es cuando
interpreta las serpientes que rematan los brazos de Coatlicue como representacio-
nes de Quetzalcoatl y Xólotl, estrellas matutina y vespertina respectivamente, en el
sentido en que ambos son advocaciones de Venus. Esta interpretación me parece
excesivamente literaria y carente de base; es más lógico pensar que estas serp-
ientes corresponden al primer desdoblamiento de Ometéotl en cuatro Tezcatlipoca
al inicio de la creación, ya que formalmente, están en una relación jerárquica y
complementaria con las dos colosales serpientes superiores. Es la dualidad que
choca frontalmente y se desdobla en otras dos formas de existencia mediante un
giro de noventa grados a izquierda y derecha respecto al eje central. Los textos
que esclarecen esta visión plástica, a nuestro juicio, son los referentes a los cuatro
151
Notemos que en esta interpretación se aplican los conceptos de oposición y contrariedad, presentes en el
cuadro semiótico de Greimas.
Tezcatlipoca, que representan a su vez los cuatro rumbos del universo, tan
importantes en la cosmovisión mexica.
Cuando J. Fernández concluye que el ser de la belleza de Coatlicue es el ser
guerrero, se refiere a la guerra entre los hombres y al sacrificio de los prisioneros.
Esta visión es limitada, porque el sentido de la guerra en la cultura mexica es más
bien una lucha de carácter abstracto y universal: lucha entre fuerzas contrarias
que da origen a la creación, no sólo en el sentido de génesis original, sino en un
sentido de creación cósmica y humana. Esto se desprende del análisis de fuerzas
presentes en el ámbito plástico: fuerza centrípeta vs. fuerza centrífuga; articulación
orgánica vs. articulación constructiva; escala real vs. escala gigantesca.
Bonifaz Nuño vio con claridad, que obras de la importancia de Coatlicue no
representan a una sola deidad, sino que constituyen la encarnación mítica de los
arquetipos culturales de una sociedad. Lo que sucede con la lectura de Bonifaz
Nuño es que no relaciona estas intuiciones con el lenguaje formal como sistema,
cuyas relaciones de equivalencia, oposición, contrariedad y complementariedad
posibilitan la materialización de tales mensajes.
Esther Pasztory se acerca también a esta interrogante sobre la identidad
unívoca o múltiple de las deidades. Deja abierta la interrogante en su reflexión
acerca del jaguar mesoamericano y así nos dice:
152
Esther Pasztory, Op. Cit, pag. 33.
como ella, Coyolxauhqui o Tlatecuhtli constituyen un verdadero reto para la
atención y la capacidad de abstracción de quienes las contemplan.
Sin embargo, la concordancia entre los resultados del análisis formal, y la inter-
pretación documental es sorprendente en la mayoría de los casos. Esto es así
porque tanto la creación plástica como la expresión documental corresponden a
un mismo universo histórico donde se plasma el orden de pensamiento propio de
la cultura en cuestión.
En su libro Pre-columbian art, Esther Paztory pone en claro el descubrimiento
occidental del arte precolombino, llamando la atención sobre los hitos definitivos
153
en nuestra aproximación histórica al universo prehispánico.
Según consigna la autora la arqueología, como base del conocimiento de la
cultura prehispánica data de principios de 1900. Por eso hemos dicho que el
estudio riguroso del arte mesoamericano y andino pertenece al siglo veinte. Junto
al estudio arqueológico ha tenido gran importancia la difusión que el arte
contemporáneo ha dado al arte antiguo, particularmente al arte americano que nos
ocupa. Veamos lo que Pasztory dice al respecto:
153
Pasztory, Op. Cit., pp. 7-23
154
Ibid. Pág. 13. Este interés al que se refiere Pasztory responde a diferentes motivaciones en ambos artistas,
creemos que en el caso de Moore hay una comprensión profunda de las forma plástica de la escultura maya
tolteca, en tanto que la admiración de Wright hacia la arquitectura maya nos parece de tipo decorativo.
numerosos pensadores, sin embargo no podemos negar que esta actitud
desenfadada y desacralizante nos permite acercarnos con mayor frescura y
audacia al arte de la antigüedad que vuelve a ocupar un lugar privilegiado en la
155
investigación humanística.
156
Para Heidegger, según Vattimo, la ruptura con la modernidad se da a través
de la concepción del ser como un evento que deviene en el tiempo y que sólo
tiene sustancia cuando se actualiza históricamente. Este debilitamiento del ser, en
un sentido absoluto, genera una metafísica distinta en donde el ser se aniquila en
cuanto se transforma completamente en valor, puesto que depende de una
interacción entre sujeto y objeto actualizada en el tiempo, y por lo tanto, sujeta
fatalmente al cambio. Esta visión acentúa el papel de la pertinencia histórica
respecto a la lectura del pasado.
Según Vattimo, tanto en Nietzsche como en Heidegger hay una reducción del
ser a valor de cambio, para desembocar en el nihilismo que, siguiendo a Vattimo,
157
es la base de la ruptura con la modernidad:
155
Véase “La Modernidad, un proyecto incompleto”, por Jurgen Habermas en La posmodernidad, J.
Habermas et al, Editorial Kairos, Barcelona, 1988. pp. 19-21.
Según este autor, la palabra moderno viene del latín “modernus” y se comenzó a usar a partir del siglo V
para contrastar la nueva cristiandad con la antigüedad pagana.
La cuestión es determinar si lo que experimentamos actualmente como posmodernidad constituye
en realidad una ruptura con el estatus de la modernidad, ya que el término moderno en su
significado implica la imposibilidad de ser superado o renovado, ya que por definición lo moderno
155
es lo más actual, y siempre lo más novedoso. Salir de la modernidad implica entonces una
verdadera ruptura con el progreso continuo, y supone abandonar la superación implícita en el
proceso de la modernidad; lo posmoderno no pretende estar más allá de lo moderno, simplemente
pretende estar afuera.
156
Gianni Vattimo, El fin de la Modernidad, Editorial Gedisa, México, 1986, pp. 23-32.
Vattimo, en sus ensayos sobre el fin de la modernidad, señala a Nietzsche y a Heidegger como los precursores
de la ruptura con la modernidad en el ámbito filosófico.
En Nietzsche la ruptura se da a través del nihilismo, cuando el hombre abandona el centro del universo, para
dirigirse a la incógnita; esta pérdida de centro es motivada por la desvalorización de los valores supremos,
cuando el saber ya no tiene necesidad de llegar a las causas últimas y por lo tanto la existencia de Dios se
vuelve superflua para la ciencia. La cultura deja de tener como finalidad la salvación del género humano, y se
concibe a sí misma como un proceso de continua transformación, en donde la retórica, o la fábula, según
Nietzsche, sustituyen a la lógica y a la teleología.
La abolición del valor supremo (Dios) en Nietzsche hace posible una infinita permutación de los
valores, los cuales construyen sucesivamente nuevos sistemas y jerarquías, enfatizando su
transmutación se transforman de valores de uso en valores de cambio, porque ningún signo
permanece fijo en su significado, sino que está sujeto a un devenir que lo ubica continuamente en
nuevas configuraciones.
157
En el libro de Baudrillard : Crítica de la economía política del signo, el valor de uso designa:
En la acepción nietzscheana-heideggeriana, el nihilismo es la
transformación del valor de uso en valor de cambio... (donde) el ser se
haya disuelto completamente en el discurrir del valor, en las
158
transformaciones indefinidas de la equivalencia universal.
161
Gorostiza, Op. Cit., pp. 18-19.
BIBLIOGRAFÍA
Alonso, Dámaso
Poesía española ( Madrid: Ed. Gredos) 1981. 672 pp.
Arnheim, Rudolf
Arte y percepción visual (Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos
Aires) 1985. 410 pp.
.....
Hacia una psicología del arte: arte y entropía.( Madrid: Alianza Editorial)
1986. 393 pp.
Bachelard, Gastón
La tierra y los ensueños de la voluntad (México, Fondo de Cultura Económica) 454
pp.
Balmori, Santos
Áurea mesura (México: Universidad Nacional Autónoma de México) 1978.
189 pp.
Baudrillard, Jean
Economía Política del signo (México: Ed. Siglo XXI) 327 pp.
Beristáin, Elena
Diccionario de retórica y poética (México: Editorial Porrúa) 1985. 508 pp.
Capra, Fritjof
El punto crucial ( Argentina: Editorial Estaciones) 1992. 514 pp.
Collingwood, C. R.
Idea de la Historia (México: Ed. Fondo de Cultura Económica ) 1990. 323 pp.
Ducrot, Oswald
Todorov, Tzvetan
Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje (México: Ed. Siglo XXI)
1983. 421 pp.
Durán, Diego
Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme ( México: Ed.
Porúa) 1967. Tomo I
Eco, Umberto,
La estructura ausente (Barcelona: Ed. Lumen) 1978. 510 pp.
.....
La definición del arte (México: Ediciones Martínez Roca) 1990. 285 pp.
....
Tratado de Semiótica General (México: Ed. Nueva Imagen + Lumen) 1980.
512 pp.
Fernández, Justino
Estética del arte mexicano (México: Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Estéticas) 1990. 592 pp.
Fuente, Beatriz de la
Los hombres de piedra (México: Editorial UNAM ) 1962.
....
Escultura en piedra de Tula (México: Instituto de Investigaciones Estéticas,
UNAM) 1988. 235 pp.
....
Escultura Huasteca en piedra (México: Instituto de Investigaciones Estéticas,
UNAM) 1980. 468 pp.
....
Pintura mural prehispánica Teotihuacan (México: Instituto de Investigaciones
Estéticas, UNAM) 1995. 2 volúmenes.
Gendrop, Paul
Escultura Azteca ( México: Editorial Trillas) 1994. 191 pp.
...
Frankl, Paul
Principios fundamentales de historia de la arquitectura ( México: Ed. Gustavo
Gili) 1981. 280 pp.
Ghyka, Matila C.
El número de Oro. Los ritmos. (Barcelona: Ed. Poseidón) 1978. 218 pp; 210 pp.
......
Estética de las proporciones en la naturaleza y en las artes. (Barcelona: Ed.
Poseidón) 1977.
.....
The geometry of art and life (N.Y. : Dover Publications) 1978, 174 pp.
Gleick James
Chaos ( New York: Penguin Books) 1988. 352 pp.
Greimas A. J. y Courtes J.
Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje (Madrid: Ed. Gredos)
1982. 464 pp.
Gorostiza, José
Muerte sin fin y otros poemas (México: Fondo de Cultura Económica) 1983, 149
pp.
Habermas, Jurgen et al
La posmodernidad (Barcelona: Editorial Kairos) 1988. 238 pp.
Hesselgren, Sven
El lenguaje de la arquitectura (Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos
Aires) 1973. 447 pp.
Holden, Allan
Shapes, space and symmetry (N.Y. Dover Publications) 1991, 200 pp.
Huntley, H.E.
The divine proportion: a study on mathematical beauty (U.S.A. : Paperback) 1970.
186 pp.
Jakobson, Roman
Ojeada al desarrollo de la Semiótica, Actas del Primer Congreso de la Asociación
Internacional de Semiótica, Milán, 1974 (Gran Bretaña: Ed. Mouton Publishers)
1974.
.......
Ensayos de lingüística general. ( Barcelona : Ed. Seix Barral) 1981. pp 406.
Kubler, George
Shape of time: remarks on the history of things (Yale: Yale University Press) 1990.
Kuhn, Thomas S.
Estructura de las revoluciones científicas (México: Fondo de Cultura Económica)
319 pp.
Larwerier, Hans
Fractals ( New Jersey: Princeton University Press) 209 pp.
Lévi-Strauss, Claude
Antropología estructural (México: Siglo XXI editores) 1991. 339 pp.
Meserve, Bruce E.
Fundamental concepts of Geometry. (New York: Dover Publications) 1983. 321 pp.
Novalis
“Fragmentos” en El poeta y su trabajo, Vol. 2, Universidad Autónoma de Puebla,
México, 1978, 93 pp.
Panofsky, Erwin
Meaning in the visual arts (New York: Ed. Doubleday Anchor Books, Garden City)
1955.
.....
Estudios sobre iconología ( Madrid: Alianza Editorial) 1972.
Pasztory, Esther
Pre-columbian art (Cambidge: Cambridge University Press) 1999, 176 pp.
.....
Teotihuacan: An experiment in living (Oklahoma: Oklahoma University Press)
1997, 304 pp.
......
Aztec art (U.S.A.: Abrams) 1993.
Paz, Octavio
El arco y la lira (México: Ed. Fondo de Cultura Económica) 1981. 305 pp.
......
Poemas (México: Ed. Seix Barral) 1984. 719 pp.
.....
El mono gramático (México: Ed. Seix Barral) 1976. 142 pp.
Peat, David
Sincronicidad (Barcelona: Editorial Kairos) 1988. 289 pp.
Pedoe, Dan
La geometría en el arte (Barcelona: Editorial Gustavo Gilli) 1982. 276 pp.
Prigogine, Ilya
Las leyes del caos (Barcelona: Grijalvo Mondadori) 1997. 155 pp.
Purce, Jill
The mystic spiral (Singapur: Ed. Thames and Hudson) 1993. 128 pp.
Risebero, Bill
Historia dibujada de la arquitectura occidental (Madrid: Herman Blume Editores)
1982. 271 pp.
Sahagún, Bernardino
Historia de las cosas de la Nueva España ( México: Ed. Porrúa ) 1990.
Saussure, Ferdinand de
Curso de Linguistica General (México: Nuevo Mar) 1982. 319 pp.
Schapiro, Meyer
Theory and Philosophy of art: Style, artist and society (New York: George Braziller,
Selected papers) 1994. 238 pp.
Sejourne, Laurette
Pensamiento y religión en el México Antiguo (México: Fondo de Cultura
Económica, Breviarios No. 128) 1975. 220 pp.
Ségota Dúrdica
Valores plásticos del arte mexica (México: Editorial UNAM, Instituto de
Investigaciones Estéticas) 1995. 239 pp.
Sullivan D. Thelma
Compendio de la gramática náhuatl (México: UNAM. 1992) 382 pp.
Sypher, Wylie
Art Hisory. An anthology of Modern Criticism (New York: Vintage Books, Random
House ) 1963. 428 pp.
Valery, Paul
Eupalinos o el arquitecto (México: Ed. UNAM, Fac. de Arquitectura) 1992. 80 pp.
...
El cementerio marino (México: Siglo XXI) 1982. 173 pp.
Varios autores
Estudios de Cultura Náhuatl Editorial UNAM, México. Números: 17, 21,24,25 y 27
Varios autores
Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas UNAM, Números 48,54, 62 y 64.
Vattimo Gianni
El fin de la modernidad (México: Editorial Gedisa) 1986. 159 pp.
Vico, Gianbattista
Ciencia nueva (Argentina: Ed. Aguilar) 1983. Cuatro tomos.
Villagrán, José
Teoría de la arquitectura (México: Ed. Universidad Nacional Autónoma de México)
1990. 540 pp.
Villaurrutia, Javier
15 poemas ( México: UNAM) 1977. 34 pp.
Wilver, Ken
El paradigma holográfico (Argentina: Ed. Kairos) 1992. 351 pp.
Westheim, Paul
Arte antiguo en México (México: Editorial Era) 1997. 439 pp.
...
Ideas fundamentales del arte prehispánico en México (México: Editorial Era) 1972.
326 pp.
...
El pensamiento artístico moderno (México: SEP) 1976. 198 pp.
Wölfflin Heinrich
Renacimiento y Barroco (Barcelona: Paidos Estética) 1991. 161 pp.
Zevi, Bruno
Saber ver la arquitectura (Buenos Aires: Ed. Poseidón) 1979. 350 pp.