Westheim Paul - Arte Antiguo de Mexico PDF
Westheim Paul - Arte Antiguo de Mexico PDF
Westheim Paul - Arte Antiguo de Mexico PDF
Westheilll
Arte
antIguo
de
Mxico
[ ] Biblioteca ERA
Serie Mayor
III
"
A WilhelmWorringer,
admirado maestro. y amigo
. 'l . .
Advertencia
Indiee general
,
Advertencia, 8
Prefacio a la segunda edicin, 11
Prefacio a la primera edicin, 13
I
11
111
IV
Mariana Frenk
El sistema teognico, 17
Arte colectivo, S6
La espiritualidad del arte precortesiano, 80
La concepcin de la naturaleza, 98
I
11
111
La esttica de la Pirmide1121
La mscara, 140
\
La greca escalonada, 1S6
t.
I
11
III
IV
V
VI
VII
VIII
..
Octavio paz me ha autorizado, amablemente, a transcribir aqu los siguientes renglones de una carta suya: "Para
m sus libros sobre el arte mexicano han sido una fuente,
en el verdadero sentido de la palabra; han saciado mi sed,
han abierto y fertilizado mi espritu y me han encantado.
Gracias por esos libros." Este fue el propsito que me gui
al escribir mis libros sobre el Mxico antiguo: hacer ver al
lector la belleza artstica de las obras precortesianas, ponerlo en condiciones de convertir un pasado histrico en un
encuentro con el eterno presente del arte.
Entre tanto ha aparecido, igualmente en el Fondo de
Cultura Econmica, mi libro Ideas fundamentales del arte
prehispnico en Mxico, que complementa el Arte antiguo
de Mxico. Los dos forman una unidad. Creo que puedo
decir, sin jactancia, que estas obras constituyen una base
para el conocimiento de los fenmenos estticos de un orbe
artstico nico y grande.
Para esta segunda edicin, el texto ha sido revisado cuidadosamente. Se reescribieron algunos captulos. Se ha aumentado el nmero de las ilustraciones, y parte de ellas han
sido sustituidas por nuevas fotografas "en las cuales la estructura artstica resalta con mayor claridad.
Agradezco la gentileza del Instituto Nacional de Antropologa e Historia, del Museo Nacional de Antropologa, del
Vlkerkulldemuseum de Berln, as como de varios amigos
mos, que me proporcionaron fotografas.
En el momentel de publicarse esta nueva edicin, siento
la necesidad de expresar mi gratitud al Fondo de Cultura
Econmica y, muy especialmente, a su director, Dr. Arnaldo Orfila Reynal, cuyo inters por mi obra y cuya alentadora comprensin han sido para m un estmulo de gran
valor.
Paul Westheim
Mxico. enero de 1963.
II
Primera paTte
P.w.
,
"
Octubre de 1950.
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,-
l. El sistema teognic~
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Todos o casi todos los sistemas religiosos tienen que enfrentarse con la contradiccin de que el mundo, creado, dispuesto y regido por Dios, no es perfecto, sino que pesa
sobre l la miseria y la desgracia. Cmo es posible? Dios
es el Todopoderoso, todo sucede segn su voluntad, contra
la voluntad suya "no se mueve la hoja de un rbol". Y sin
embargo ...
1 judasmo traspone este conflicto, 'tomo los dems, al
alma, a la conciencia humana: La tierra est llena de violencia porque los hombres son "de dura cerviz", porque los
domina el Jezer horah, el instinto malo, porque pecan, porque niegan a Dios. "Porque el instinto del corazn del hombre es malo desde su juventud" (Gnesis, VIII, 21). Dios s
todopoderoso, pero el hombre es dbil, demasiado dbil.
Por su debilidad (su pecado) el mal est en el mundo.
El cristianismo crea el concepto del pecado original. Ant'5 de su cada, en el Paraso, el hombre fue la imagen de
Dio. Con el pecado original atrajo la maldicin sobre toda
la humanidad y convirti al mundo en un valle de lgrimas.
l', piar esa culpa primordial es la misin del hombre. Jesu(,.'ri. to, el Redentor, cargando con la cruz, carg con la culpa de los hombres. Pero el hombre no est al abrigo de una
r 'cada en el pecado. Tiene que luchar contra su naturaleza
p \ 'aminosa y continuamente est sucumbiendo a ella. Por
u ~ la salvacin se le da tan slo como una promesa? El
crist ianismo inventa la figura del Demonio, del "Enemigo",
ql1' siembra la desgracia con maa y perfidia. El hombre
' :l' n las trampas del Demonio. San Agustn procura eludir
'stu contradiccin, excluyendo el criterio de la razn. Tamhi "n la razn se corrompi con el pecado original; es una
IIL' la cosas ms dudosas y falaces del mundo. La meta de
tod
los esfuerzos humanos, en la que incluso se resuelven
(odas las contradicciones, es la comunin con Dios.
Los pueblos del Mxico antiguo encontraron una soluc' i6n de simplicidad genial. Incorporan a su sistema religioso
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* En este dibujo Xlotl hace ofrenda de una codormiz al dios solar. Este
sorbe el ro de sangre que parte del ave. Sahagn escribe: "Todos los das del
mundo ofrecan sangre e incienso al sol; luego en saliendo por la maana
ofrecanle sangre de las orejas y sangre de codornices a las cuales, arrancndolas
la cabeza, corriendo sangre, las al~aban hacia el sol como ofrecindole aQuella
sangre, y haciendo esto decan: ya ha salido el soL .. ; no sabemos cmo
cumplir su camino este da, ni sabemos si acontecer algn infortunio a la
gente. Y luego enderezaban sus palabras al mismo sol, diciendo: Seor nuestro,
haced prsperamente vuestro oficio! "
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...
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Bo~bnico.
'6. Nacimiento del dios del maz. Tlazoltotl dando a luz. Cdice
Borbnico.
interpretar el juego como un combate entre Xlotl, dios del crepsculo, del Sol
que se pone, y Quetzalcatl, dios de la estrena matutina, del Sol que sale.
Preuss ve en l un Analogiezauber (prctica mgica basada en analogas), un
remedo del triunfante curso del Sol, que presta al vencedor fuerzas mgicas, lo
capacita para grandes empresas y ahuyenta todos los males.
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el eje de los tres crculos, por decirlo as, la de Tloque Nahuaque. En total trece dioses, cinco de los cuales corresponden al crculo de la Tierra.
El nmero 4 es el nmero mgico, sagrado, fundamental
y csmico. "Para el mexicano el 4 era el nmero en que las
cosas se realizaban plenamente y de muchas maneras" (Seler). Hay cuatro destrucciones del mundo, cuatro regiones
del Cielo, de la Tierra, del mundo inferior. Cuatro esquinas
del Cielo y de la Tierra, cuatro caminos hacia el Centro de
la Tierra, cada uno de color diferente (El Libro de los Libros de Chilam Balam), * cuatro divisiones de la cancha del
juego de pelota, cuatro dioses que vuelven a levantar el Cielo cuando ha cado sobre la Tierra, cuatro dioses que sustentan el Cielo. Cuatro das permanece Quetzalcatl en el
mundo inferior, al cabo de cuatro as las almas de los guerreros muertos se transforman en colibres, cuatro aos dura la migracin de los difuntos a Mictlan. Hay cuatro clases
de maz: el negro, el amarillo, el rojo y el blanco. Hay cuatro clases de agua que los Tlaloques, ayudantes del dios de
la lluvia, mandan a la Tierra: la primera es buena para' las
simientes y los panes, la segunda aubla las plantas, la tercera las hiela y la cuarta, improductiva, las seca (Historia' d
los mexicanos por sus pinturas). Segn el Libro de Chilam
Balam de Chumayel, los mayas tenan trece dioses de los
ka tunes (el katn era uno de sus periodos: 20 veces 360,..,
das = 7 200 das, o ~ea aproximadamente veinte aos). El
dios supremo era ltzamn. Los cuatro Paualtin &ustentaban
-como atlntes- la Tierra; los cuatro Bacab, el Cielo. En
las cuatro esquinas del Cielo moraban los Chac, dioses de la
Uuvia y del viento. El eje del mundo lo formaba el tronco
de un rbol gigantesco, Yaxch, cuyas ramas se extendan
en las cuatro direcciones y cuya copa formaba la bveda
celeste. Segn otra versin maya, el Cielo tena forma de
un caparazn de tortuga.
Para comprender este sistma cosmognico, de muy meditada estructura teolgica, nos ayuda en cierta medida recordar el gran nmero de santos de la Iglesia catlica, a
Fondo de Cultura Econmica, 1948, 270 pp.
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ninguna irregularidad. Fue obra de sacerdotes~ de pensadotes ftlosfico-religiosos que dominllron y supIeron ordenar
con admirable rigor el pensamiento religioso de su comunidad'.
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Lo que distingue la religin de los antiguos I?exicanos. de
las religiohes monotestas es no slo el pohtesmo, smo
tambin la fe en fuerzas mgicas y la creencia en que es
posible influir en stas mediante el coI\iuro mgico. De ah
resulta una relacin acusadamente distinta con Dios, con el '
universo, con la naturaleza Y una muy diferente actitud del
hombre ante lo suprasensible y suprarreal.
En las religiones monotestas Dios es la encarnacin "de
un ideal tico. Dios es justo. Entran en juego los concept.os
del bien y del mal. No slo son de~isivas ,las b~~as ~CClO
nes, mandadas por Dios y gratas a DIOS: mas de~1SIVa a':1? es
quiZ la intencin que las rige. El pecado es la mfr,acclon a
los mandamientos divinos, y el peor pecado, el mas repro-, "
bable, es apostatar de Dios. La apostasa no exi~t~ en la
ligin mgica del Mxico antiguo. No es concebIble. La deIdad' acta crea o no en ella el individuo. Es una fuerza natural que' obra. Puede ser! coI\iurada, puede ser de~~~ao
propiciada""por el ,conjuro mgico. El. obrar de la dlvm~ad
no tiene carcter tico, ni 10 detenmnan conceptos tICOS,
ad corno el conjuro mgico tampoco se basa en una conducta tica, sirio que es l ejercicio de cierto ritual, al cual
se atribuye la fuerza de influir, en el sentido dese.a~o, sobre
los actos de la deidad. Si la yirtud del hombre rehglo$O con- .
siste en la conformidad' con la voluntad de Dios (y, adems,
en la confianza en la justicia divina), al hombre de pensamiento mgico no le falta tampoco esa conformidad -todo
lo que le sucede es destino, fatalidad ineludible, que acepta
resianadarnente-, pero al mismo tiempo vive en l la vo~un
ud de enfrentarse con el destino, de arrostrar la desdlcha
con el arma que cree poseer: el conjuro mgico. El conjuro
,mgico es defensa y es ain ms: acci~n, ofensiva contra las
fUerzas ocultas que lo acosan o podnan acosarlo.. El hombre se atreve a luchar contra la deidad, contra su malevolencia, 10 que quiere decir, contra su yoluntad. Desde, el punto
de vista de las religiones monotelstas, esto no solo es su-
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do, muestra, despus de las fuerzas destructivas, las creadoras. Las simboliza la pareja de dioses -representada en el
acto de la cpula- que domina cada regin. En la :regin
del Sur, recinto de los muertos, se ve en esa misma postura
al dios y a la diosa de la muerte (lmina 52). i La muerte'
que engendra! Una visin inconcebible para nuestra mentalidad de hoy, muy lejos tambin de la concepcin romntica que tuvo de la muerte el barroco y a la cual dio expresin en su arte y literatura, pero perfectamente natural para
un mundo que no ve en la muerte sino otra forma de vida.
Esa unidad csmica determina tambin la concepcin artstica. La finalidad del arte precortesiano no es, no puede
ser la representacin y fijacin del fenmeno ptico. Para
aquel mundo artstico, la autntica y genuina realidad que
hay que representar es lo que acta dentro de las cosas como elemento vital: las ocultas fuerzas mtico-mgicas. Darles expresin plstica, convertir en Eorma a lQ.se.~!.tus
que alientan en las cosas, esencia y sentido de las cosas,
plasmar no 10 que son como fenmeno ptico, sino lo que
significan: he ah el propsito de ese crear artstico. De ah
debe partir su apreciacin esttica. Es un pensar en imgenes simblicas, en contraposicin con el pensamiento realista-objetivo. (Cf. Westheim: Ideas fundamentales del arte
prehispnico en Mxico, Cap. "Realismo Mtico", p. 11.)*
Si en el arte se reflejan y condensan las representaciones mgico-mticas, el sacrificio, sobre todo el sacrificio humano (como tambin la danza ritual), es traduccin de estas representaciones a la accin, movilizacin colectiva de la
conciencia mgica y de la energa mgica, con el fin de influir en los dioses. El sacrificio no era desde un principio
un deber tico-religioso; slo lleg a serlo en el transcurso
de la evolucin. Al ofrendar a los dioses el corazn y la
sangre del hombre, las sustancias mgicas por excelencia, el
motivo decisivo era conservar su fuerza y eficacia. Claro
que al mismo tiempo exista la intencin de propiciarlos
-ya la idea religiosa estaba suficientemente desarrollada para ello-, pero todava no en la forma general de la benevo*
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to los corazones de los muertos en la guerra." Fue necesario crear la guerra para que el Sol pudiese seguir su camino,
se dice en la leyenda de Teotihuacn. As se explica que
entre los aztecas, Huitzilopochtli, el dios solar, sea tambin
el dios de la gyerra y que Tezcatlipoca, el dios del Sol que
se pone, sea, segn la Historia de los mexicanos por sus pinturas, el guerrero que trae las vctimas con cuya sangre se
fecunda la Tierra. En esa misma obra se refiere que cuando
haban crecido las cuatrocientas serpientes de nube, el dios
del Sol les dio flechas (las armas de guerra) y les orden:
"Con esto me traeris comida y bebida." Pero tiraron por
gusto, y cuando haban matado un jaguar se acostaron con
sus mujeres y se embriagaron con pulque. Entonces el dios
solar mand otras cinco serpientes de nube. Se suscit un
combate, y por primera vez el Sol pudo comer (corazones)
y beber (sangre).
Pero los dioses no slo deben ser alimentados: el Sol, para que pueda salir; la diosa de la Tierra, para no volverse
estril; los Tlaloques, para que no se sequen las tierras; el
dios del maz, para que no falte el alimento. El hombre teme adems que los dioses envejezcan, que se apodere de
ellos la debilidad de los ancianos, que puedan perder la capacidad de ejercer sus funciones ... Hay que rejuvenecerlos.
Rejuvenecerlos una y otra vez. Es un temor terrible que pesa sobre las almas. Se podra hablar de un complejo de envejecimiento.
Es cierto que a Tezcatlipoca - y slo a l- se atribuye
eterna juventud. Se le representa como adolescente. Es "el
dios eternamente joven, cuya juventud es renovada cada
ao sacando fuego con varillas". Pero aun l conserva su juventud slo porque cada ao, en mayo, cuando el Sol pasa
por el cenit hacia el Norte, le es sacrificado un adolescente,
el nuevo Tezcatlipoca que viene a sustituir al antiguo, para
que el dios pueda volver a nacer. Sahagn hace un relato
detallado de esta ceremonia. Los sacerdotes escogan al ms
hermoso de los adolescentes, a quien durante un ao todos
adoraban como si fuera el mismo Tez catlip oca. Le daban
una enseanza especial. Deba aprender a caminar con distincin, a saludar, a llevar graciosamente flores y sahumado52
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divino; una ciencia que serva espiritualmente a la comunidad, abrindole vastos, vastsimos horizontes. Como fenmeno asombroso y nico, John E. Teeple ("Maya Astronomy " , Contributions to American Archaeology, 1, 2) hace
notar que en Amrica se desarroll una civilizacin que no
conoca el torno ni otros inventos tcnicos, pero en la cual
las matemticas haban llegado a una altura inalcanzada entre las razas primitivas del resto del mundo. Por otra parte,
agrega, es cierto que las culturas antiguas del Viejo Mundo
s inventaron el torno, pero en cambio sus progresos en las
ciencias matemticas fueron muy exiguos. Los conocimientos que los pueblos del Mxico antiguo posean en el terreno de la ciencia mdica asombran todava hoya muchos
expertos en la materia a quienes la medicina ortodoxa no ha
privado de su criterio libre, e incluso los hay que abogan
por que se vuelvan a aplicar ciertos aspectos de aquel saber.
Pero la virtud curativa no se atribua a los procedimientos
mdieos, sino a potencias psquicas, mgicas. Se puede aplicar a esto lo que Lvy-Bruhl dice de la medicina de los pueblos primitivos: si el mago hace una curacin, es el espritu
del remedio el que opera sobre el espritu de la enferme. dad. Lo que provoca el restablecimiento, no es un proceso
fsico, sino un acaecer mstico. La enfermedad se interpreta
como algo anmico, o ms bien como ausencia del alma,
que abandona el cuerpo. Las ciencias naturales, la tcnica,
el progreso tcnico, todo ello representaba para el mundo
precolombino el saber de 10 no digno de saberse. Su ciencia
era ciencia del espritu, y 10 espiritual era conocimiento de
lo divino, como lo es en aquella imponente estructura lgica que Santo Toms edific sobre la base de la doctrina
cristiana. Lo religioso constitua al mismo tiempo el fundamento de su orden social y poltico. A partir de los primeros siglos de nuestra era casi todos los pueblos vivan bajo
un rgimen teocrtico. En un pasaje del Cdice Matritense
de la Real Academia de la Historia (Sahagn), en que se
ensalza al "sabio", se dice de l: "Suya es la tinta negra y
roja, de l son los cdices." As el "sabio" es, en la mentalidad del Mxico antiguo, el sacerdote. El cdice es su libro;
mediante la interpretacin del Tonalmatl se convierte en
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17. Danzantes. Relieve en piedra. Monte Albn. Cultura prezapoteca, probablemente olmeca.
Monte Albn, son exclusivamente efigies de seres mitolgicos: el dios del maz, el dios de la muerte, el guila que
desciende, etctera.
El baile era "baile sagrado", danza ritual ejecutada para
adorar y divertir a los dioses. No haba parejas de danzantes
individuales, ni movimiento libre en el espacio. Era baile de
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18. Danzante. Relieve en piedra. Monte Albn. Cultura prezapoteca, probablemente olmeca.
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19. Tiloc. Cdice Vaticano A.
ra de la vida cotidiana.
Son escasas las noticias que poseemos acerca del ejercicio
del arte en el mundo mesoamericano, mientras que las
fuentes importantes dan informes detallados sobre las artes
decorativas y las tcnicas de los diferentes oficios. El ejercicio de las artes plsticas, igual que el de la literatura, la
msica y la danza y el estudio de las ciencias -las matemticas, la astronoma, la interpretacin del calendario, la medicina-, estaba en manos de-los sacerdotes. Este fenmeno
tiene su paralelo en el Medioevo europeo, cuando los monasterios -los del Monte Athos, de Reichenau, de San Galo,
etc.- eran centros artsticos, y los monjes, artistas. Los
planos de los centros ceremoniales los trazaban los sacerdotes, en estrecha colaboracin con los gobernantes mundanos.
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22. Cabeza de serpiente emplumada. Piedra. Pirmide de Quetzalcatl. Teotihuacn. Cultura teotihuacana.
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El gtico no tiene nada que ver con la belleza, dice Worringer (La esencia del estilo gtico). y en efecto: el fin de la
creacin artstica no es, en el gtico, la belleza; todas sus
energas creadoras las moviliza para dar expresin a su
vivencia metafsico-religiosa. Lo que sentimos como belleza,
lo ponemos en l nosotros. Worringer va an ms lejos.
Dice: "La supuesta belleza del gtico es una equivocacin
de los modernos."
Me parece que todo eso' puede aplicarse estrictamente y
sin reservas al arte antiguo mexicano . Tampoco el hombre
precortesiano crea el arte por el arte; tambin l persigue en
la creacin artstica el propsito de traducir al lenguaje de
la forma plstica su sentir religioso. Y si las obras de ese
mundo artstico no confirman y aun ofenden nuestro concepto de 10 bello - el de la civilizacin occidental- , no es
por una insuficiencia suya, sino por una insuficiencia del
espectador, que, guiado por un prejuicio, aplica una norma
que all no puede tener validez.
Riegl nos ha hecho ver que es un error medir la obra de
arte de pocas pretritas con un criterio que no parta de las
intenciones que rigieron su creacin, trtese de un canon
tradicional, como lo es el clsico-griego, o de una pauta
contempornea, ms sugestiva y por muchos conceptos ms
peligrosa. El Museo Nacional de Antropologa posee una
cabeza de guacamaya, de basalto, procedente de Xochicalco, de aproximadamente medio metro de altura. Una creacin extraa y fascinante por su misma extraeza. La cabeza tiene forma de un prisma triangular, cuya arista delantera es el pico. Los ojos, perfectamente redondos, no son
simples depresiones, sino agujeros abiertos en la masa de la
cabeza desde el plano anterior hasta el posterior. La boca es
igualmente un agujero. Vista de perfil, esta cabeza de ave
parece una composicin cubista de Picasso, en su poca
madura.
Es asombrosa la afinidad formal; es asombroso cunto se
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su obra por parte de sus contemporneos se basa precisamente en que esta obra est en pugna con la convencin
social y esttica de la belleza. Convencin tan generlizada, y
con tantas pretensiones a una validez universal, que en
efecto determina la postura esttica del pblico y que
incluso la mayora de los artistas la acept y acepta como
norma de su crear.
Pero y el arte de ese gran nmero de culturas artsJ:icas
cuya meta no era la belleza (entre parntesis, cul lllUeza? , que al fin y al cabo la llamada "belleza clsica" no es
la nica)? El que esas culturas hayan existido y existan no
debera extrafiarnos. Y de ningn modo podemos explicar
las obras que produjeron como pruebas de su incapacidad o
retraso. En una ,conferencia sustentada a principios de nuestro siglo en la Ecole du Louvre, Salomon Reinach, conocedor de arte muy apreciado en su poca, dijo: "La India no
tena ningn arte antes del periodo de Alejandro Magno, y
en cuanto al arte chino, ste empez a producir obras
maestras durante la Edad Media europea." No revelan
estas palabras una ridcula presuncin y falta de comprensin artstica? Incomprensin peligrosa, como despus se
lleg a ver claramente.
No sabemos nada de una esttica mesoamericana. "Los
aztecas -observa Vaillant (La civilizacin azteca)- no tenan palabra equivalente a la expresin bellas artes, ni
especularon acerca de cuestiones estticas; tampoco hicieron
objetos para ser contemplados nicamente por su belleza.
No tenan hacia el arte ninguna de las actitudes estriles
desde un punto de vista social que nosotros adoptamos en
nuestra cultura. En cambio, reconocieron el valor de la gran
habilidad en los oficios y usaron los productos de stos
para honrar a los dioses, que eran los intermediarios entre
el hombre y el infinito poder del Universo."*
Entre los pueblos nahuas el artista, igual que todos los
artesanos hbiles era denominado toltcatl. "Tulteca quiere
,.. Otto Kmmel, conocido sinlogo, afirma que en chino no exista originalmente la palabra "arte"'-y que sta penetr en China (va el Japn) en el siglo
XIX, como traduccin del trmino ingls fine arts, es decir, que es una creacin
artificial
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expresionismo visionario, que descarta los elementos asociativos porque limitan y paralizan la imaginacin; un lenguaje
cbico-geomtrico, un lenguaje de signos, objetivo, exacto y
de validez universal.
El realismo, que ya Lessing haba considerado inadecuado para hacer visible lo invisible, puede ser suficiente y
adecuado cuando se trata de satisfacer las exigencias estticas de una sensibilidad refinada, pero no la necesidad de
vivencia metafsica que hinche el alma religiosa. Y en Mesoamrica la humanizacin de lo divino, la degradacin de lo
divino a la medida de lo humano, habra parecido blasfemia.
Slo es posible lograr la comprensin del. arte antiguo de
Mxico, penetrar en su ms profunda esencia, si nos damos
cuenta de la poderosa fuerza visionaria que lo impregna y
lo determina.
En busca de un idioma plstico propio para dar expresin a lo visionario, ese arte llega a la Forma simblica, a la
cual incorpora elementos de la realidad, para intensificar,
mediante el contraste, el efecto. Sabe plasmar lo terrible,
dimensin de importancia decisiva dentro de una concepcin del mundo basada en el dualismQ.,. Encomienda a la
Forma la funcin de estimular a fantasa religiosa. Sujeta a
la ley, al orden, al ritmo, la Forma misma se vuelve instrumento del conjuro mgico.
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El conocimiento de los astros fue la paSlOn de los pueblos del Mxico antiguo: fue para ellos la ciencia, la ciencia
de lo nico digno de saber, pues les revelaba el ser y el
actuar de los dioses, sus acciones y reacciones.
La observacin de ]os fenmenos siderales y de la periodicidad con que aparecen y desaparecen constitua un asunto
de trascendencia vital, la primera y la ms urgente de las
necesidades sociales. Crean que no era posible sostener el
rgimen de la Tierra sin conocer exacta y detalladamente el
rgimen del Cielo. La tarea ms importante de los sacerdotes era leer en los astros el acaecer csmico.
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En casi todos los templos exista lo que nosotros llamamos un "observatorio" o, por lo menos, un puesto de
observacin, desde el cual se registraban los fenmenos
celestes. * Da y noche, siempre y a cualquier hora estaban
alerta los observadores; nada de lo que suceda en el firmamento deba escapar a su atencin, y todo lo interpretaban
los sabios que conocan el orden y consideraban cada indicio de irregularidad como anuncio de acontecimientos funestos. Gracias a esa observacin de los astros, intensa,
minuciosa y permanente, adquirieron un saber astronmico
en comparacin con el cual parece bastante atrasado el de
los europeos contemporneos.
Los datos astronmicos de los tres cdices mayas que se
han conservado, muy especialmente los del Cdice de Dresde, adems de revelar amplsimos conocimientos, son aombrosamente exactos en sus clculos y sus vaticinios. Tal es
la opinin, apoyada en investigaciones, de E. Forstemann,
intrprete del Cdice de Dresde, de John E. Teeple, del
Instituto Carnegie ("Maya astronomy", op. cit.) y de H.
Ludendorff. director del observatorio astronmico de Pots,.. El procedimiento era sumamente sencillo, segn se infiere de las representaciones del Cdice Nuttall o del Cdice Selden: Dos palos cruzados, detrs de
ellos el ojo del observador, y, como mira, la punta de una estela o una esquina
del templo.
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El orden, manifiesto en el retorno cclico de los fenmenos, cobraba carcter sagrado y aun divino gracias a su
mensurabilidad. Ese orden, de acuerdo con el cual obraban
y deban obrar los espritus y los dioses, era para el hombre
la Ley. * (Si en lo sucesivo empleamos el trmino "astronoma", lo haremos en la inteligencia de que se trata de una
ciencia esencialmente diferente de lo que para nosotros
significa esta voz.) As como reconocimos que el factor
decisivo de la creacin artstica es la voluntad de arte,
distinta en distintos pueblos, temperamentos y pocas, se
podra hablar igualmente de una voluntad de ciencia. Y
habra que partir del hecho de que la astronoma precortesiana es regida por otra voluntad de ciencia que la kepleriana. "Existen --dice Spengler (La decadencia de Occidente)-tantos mundos numricos cuantas culturas superiores... El
nmero no es el mismo para toda la humanidad, sino que
en cada caso peculiar corresponde a determinado tipo de
humanidad."
"Los primitivos no perciben las cosas como nosotros",
afirma Lvy-Bruhl (Les fonctions mentales dans les socits
infrieures). "Cualquiera que sea el objeto que se le presente, siempre implica propiedades msticas, inseparables de l,
y que el espritu del primitivo efectivamente no separa de
l al percibirlo. Para l no existe ningn hecho propiamente
fsico en el sentido que nosotros damos a la palabra." Esto
es aplicable a los pueblos del Mxico antiguo, de ningn
modo primitivos, sino, por el contrario, altamente civilizados.
El hombre precortesiano no puede representarse un fenmeno importante pa:r:a su existencia, por ejemplo la salida o
la puesta del Sol, como un hecho fsico, causado por la
revolucin de un cuerpo celeste, la Tierra. Para l la Tierra,
el Sol y todas las dems creaciones de la naturaleza, monta* En el mismo sentido la astronoma babilnica es interpretacin mtica del
universo. Ernst Cassirer (Antropologz'a filos6fica) escribe: "Lo que el hombre
realmente buscaba en el cielo era su propio reflejo y el orden de su universo
humano. . Pareca necesario volver la vista al cielo al efecto de organizar la
vida poltica, social y moral del hombre... El primer y esencial propsito de la
astronoma consista en obtener una luz acerca de la naturaleza y actividad de
estos poderes, al efecto de prever sus influencias peligrosas y poder eludirlas."
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lunares con el ciclo de la menstruaci6n--, muy especialmente el cuerpo femenino. El Sol, cuando vuelve a nacer, tiene
la misma forma de antes, mientras que la Luna est sujeta a
un cambio continuo. Se la ve crecer, aumentar, alcanzar su
plenitud y luego volver a menguar. En esto se basa Seler '
,pa establecer una relacin entre la pierna que le falta a
1ezcatlipoca y el cuarto menguante de la Luna, al que le
falta la parte inferior -o sea la pierna-, y para sostener
que la Coatlicue Mayor del Museo Nacional de Antropologa con las dos cabezas serpentinas que sustituyen la suya,
cortada, simboliza a la Luna creciente que ha perdido la
parte superior de su disco. *
Puesto que las fases lunares se suceden en periodos de
duracin regular, la Luna llega a ser la medida del tiempo.
La divisin del mes precortesiano en veinte das caracterizados por determinados signos se basa con toda probabilidad
en la cuenta vigesimal de esos pueblos. Seler procura explicar con el mito de la Luna el hecho -a primera vista r~ro
en un mundo que insiste con celo casi manitico en la
concordancia de los nmeros y series numerales- de que
estos mismos stmbolos se numeraban, adems, de uno a
trece, serie totalmente ajena al sistema vigesimal. Es cierto
que la revolucin de la Luna se efecta en 27 1/3 das;
durante la mitad de este lapso crece, en la otra mitad mengua.
Se escogi -segn Seler- el nmero veintisis (dos por trece),
como un nmero aproximado, sea porque en aquella poca
primitiva en que se fij el calendario la observacin no era
todava tan exacta, sea porque el numero veintisiete resultaba muy incmodo para dividirlo entre dos. Tambin es
posible que no se contara el nico da en que la Luna
permanece invisible. Veintisis, no veinticuatro, era tambin
el nmero de horas en que era dividido el da: trece horas
diurnas, de acuerdo con los trece Cielos, cuatro de transicin y nueve nocturnas, regidas por los nueve Se.ores de la
Noche.
No hace falta ser "luntico", actitud muy de moda entre
Esto evoca la representacin que los caldeos tuvieron de Bel, creador de
los hombres, que se mand cortar la cabeza para mezclar su sangre con la
Tierra. Del terrn sangriento hizo al hombre.
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Segunda parte
La expresin
1. La esttica de la pirmide
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39 a 42
25
disposicin horizontal. El griego as como el hombre renacentista, crean que mediante el conocimiento de la naturaleza y de las fuerzas de la naturaleza se haban convertido en
amos y seores del universo y que, por lo tanto, todos los
enigmas csmicos quedaban resueltos. La pirmide escalonada, con sus zonas horizontales superpuestas una a la otra,
representa al Cielo, a las trece zonas del Cielo.
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mos suponer que era indispensable aprovechar como fundamento el declive del suelo para dar a aquellas enormes
moles un apoyo ms slido. Pero con seguridad no slo era
esto. Los aztecas, pueblo joven, rebosante de vigor. juvenil y
consciente de l, henchido de un mpetu que a cada momento estallaba violentamente, no pudieron llegar a la madura serenidad y pureza del arte teotihuacano, a la espiritualidad de sus pirmides. Teotihuacn es monumentalidad
interna. El arte azteca no puede prescindir de medios exteriores para lograr un efecto monumental.
La orientacin de la pirmide obedece a principios geomtricos y astronmicos. De acuerdo con el movimiento del
Sol, est dispuesta en la direccin oriente-poniente. Es ms:
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25
las pirmides de la civilizacin tolteca - Tenayuca, Teotihuacn, Cholula, algunas de las de Chichn Itz- muestran
todas una desviacin del eje oriente-poniente de 16 a 17
grados (Ignacio Marquina y Luis R. Ruiz: "La orientacin
de las pirmides prehistricas", Universidad de Mxico,
1932, nos. 25 y 26).
Moctezuma II quera reconstruir el Templo Mayor de
Tenochtitlan porque era "un poco tuerto", es decir, porque
no coincida del todo con esta orientacin astronmica
(Ignacio Marquina: Tenayuca). La estatua de la divinidad
delante del templo no deba proyectar ninguna sombra en
los das en que el Sol pasa por el cenit (16 de mayo y 26
de julio). Entre los mayas el ao nuevo empezaba el 26 de
julio, da que llamaban "descenso del dios del Sol" (Fray
Diego de Landa: Relacin de las cosas de Yucatn). Cuando
en 1577, Felipe n, refirindose a aquella tradicin, se
inform acerca de los das en que el sol pasaba por el cenit
en los diferentes poblados, una de las contestaciones estaba
concebida en los trminos siguien1et;: "En tal y tal da el
sol visita nuestra ciudad" (Zelia Nuttall, en El Mxico
antiguo, septiembre de 1931).
La cintura de serpientes de la pirmide de Tenayuca se
compona de 52 cabezas serpentinas, en consonancia con
los 52 aos del siglo indgena (Enrique Juan Palacios:
Arqueologa de Mxico). La pirmide de Kuku1cn (El
Castillo) en Chichn Itz tiene 9 terrazas, divididas en 2
mitades por la gran escalinata: 2 veces 9 es el nmero de
los meses del calendario solar. El total de las gradas de la
escalera es 364, la plataforma superior era la 365 a , nmero
de los das del ao solar. Cada una de las dos escaleras de
la Pirmide del Sol en Teotihuacn tiene 182 escalones, en
total 364. La Pirmide de Quetzalcatl, igualmente de Teotihuacn, estaba decorada con 364 cabezas. Dentro de la
estricta simetra de esas creaciones hiertico-religiosas, no
caba un nmero impar como lo es 365. En las excavaciones ms recientes del Tajn se ha descubierto que uno de
los nichos de la parte de arriba, del sexto cuerpo, hab
estado escondido en gran parte debajo de una escalera. Eso
significa que lo importante, lo decisivo, era que hubiese
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109
cuidado con el que muchas se excavaron, a pesar del esmero empleado en la restauracin de algunas, no es ms que
un torso. No me refiero precisam~nte a los templos, que,
construidos de un material deleznable, han sido vctimas de
la accin del tiempo y de los hombres. La pirmide era la
dominante de un gran conjunto urbanstico. Con las pequeftas pirmides antepuestas, tal como las haba, por ejemplo,
delante de la Pirmide del Sol en Teotihuacn; con las otras
construcciones destinadas al culto; con los patios, plataformas y plazas rodeadas por los muros de los edificios, estos
recintos sagrados eran conjuntos de estructura uniforme, de
uniformidad intencional, concebida conscientemente y conforme a un plano. Espacios vacos para las ceremonias del
culto, para la congregacin de los fieles, grandes ejes con el
santuario como centro visual y remate. En Teotihuacn,
donde se conservan la muralla de la llamada Ciudadela, el
patio del Templo de Tlloc, el eje denominado disparatadamente "Calle de los Muertos", todava se vislumbra algo de
la organizacin y la grandiosa homogeneidad del conjunto. *
Existe una obra del arquitecto Ignacio~ina, Estudio
arquitectnico comparativo, que contiene las plantas, reconstruidas por el autor, de todas las pirmides mexicanas
conocidas hasta ahora. Un notable esfuerzo de la arqueolo- .
ga mexicana. All se pone de manifiesto que el pensamiento abstracto-geomtrico no se limita a la construccin aislada, sino que cada edificio est incorporado a un conjunto
global, sujeto a su vez a un riguroso y perfecto orden
En los aos 1963 y 1964 el Instituto Nacional de Antropologa e Historia
llev a cabo una obra de gran aliento en la zona ceremonial de Teotihuacn.
Gracias a esta obra, cuya direccin fue encargada a Jorge Acosta y Ponciano
Salazar Obregn, tenemos ahora un conocimiento mucho ms detallado del plan
urbanstico de ese rico centro arqueolgico. Se excav y restaur la cara sur de la
Pirmide de la Luna, se descubri y reconstruy el Templo de Quetzalpaplotl
con algunas de sus subestructuras, se reconstruyeron tambin los basamentos y
plataformas que flanquean la Calle de los Muertos. En varios lugares salieron a la
luz del da murales en todos sentidos valiosos, entre los que descuella el que
representa un tigre de casi 2 metros de largo. Al mismo tiempo el Instituto
encomend otro proyecto ambicioso a Laurette Sjoum, qUien descubri y
explor en Teotihuacn-Tetitla un edificio de varias estructuras superpuestas,
esttica y arqueolgicamente importante por sus murales de fascinante belleza y
por las 36 sepulturas que se encontraron en uno de sus niveles. [T.]
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139
11. La mscara
141
del cual el dios se impregna de la naturaleza del ser representado por la mscara, acta asimismo en direccin inversa: el espritu, el poder de la deidad se transmite a este ser,
como puede transmitirse a cualquier criatura de la naturaleza, a cualquier hombre o animal escogido por ella. As, la
mscara eleva al ser adornado con ella por encima de los de
su especie e indica que ste est revestido de dones sobrenaturales. El perro, que tiene la tarea de conducir al muerto hacia el mundo inferior - segn el modelo del dios Xlotl- se
convierte en Xlotl, gracias a la mscara. El disfraz opera una
metamorfosis de naturaleza mgica : el animal domstico, co143
54
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56. Mscara de Xiuhtecuhtli. Ncleo de madera con incrustaciones de turquesa, concha ncar y concha. Cultura MixtecaPuebla.
*
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/
59. Mscara representando a Xipe Ttec. Cermica. Cultura
zapoteca.
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.l.
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67/68
ilustrado con doscientos cincuenta ejemplos, aproximadamente, distingue en la forma bsica del ornamento tres
elementos: 1) la escalera, 2) el centro, 3) el gancho, no
importa que ste -de acuerdo con el grafismo y la composicin del conjunto- tenga forma de espiral o de un meandro geomtricamente estilizado. Una combinacin de elementos dismiles y aparentemente contradictorios, sin relacin orgnica.
Qu significa esta forma?
.
Segn Beyer, a quien debemos numerosos e importantes
conocimientos en el terreno de la arqueologa mexicana y
maya, la greca escalonada es un elemento formal decorativo, y nada ms, "una creacin de ndole artstica, que sirve
para ornar superficies montonas, cualquiera que sea su
forma, tamao o material". En cuanto a lo formal -su
investigacin se limita a esto-, admite la posibilidad de que
se trata de una imitacin de serpientes u olas; .pero el
material disponible, <fu:e, "no permite decidirse por una u
otra de las mltiples posibilidades". Es cierto que no existen ningunas pruebas documentales, ninguna fuente escrita
o de otro tipo. Quiz no las hay, porque no las puede
haber; porque la greca escalonada surgi en tiempos tan
remotos que con los recursos actuales de la arqueologa
mexicana no es posible dilucidar su sentido y significacin,
y tal vez no lo ser nunca. Pero aunque por 10 pronto
tengamos que renunciar a una prueba irrefutable, no por
ello renunciaremos a la bsqueda de ese sentido y esa
significacin.
Ante todo se nos impone la siguiente consideracin: el
arte mesoamericano es arte acusadamente religioso, arte de
contenidos de conciencia suprasensibles. Lo que determina
la voluntad creadora no es la vivencia esttica, sino la
religiosa. Que sta, la ms ntima y poderosa entre las
vivencias trascendentales, intensifica en grado mximo la
157
expresividad artstica en todas las culturas -Asiria, Bizancio, el gtico, Mxico-, se advierte con toda claridad al
indagar de qu capa anmica brotan los impulsos de la
creacin artstica. Es indudable que la experiencia visionario-religiosa da a la creacin una intensidad cuyo efecto es
mucho ms fuerte que la emocin que puede emanar de
una obra del "arte por el arte".
El arte precortesiano pone un gran empeo en llenar por
completo todas las superficies. As como en la estructura
csmica no hay ningn vaco, no lo puede haber en la obra
de arte. Pero, como siempre en el gran arte de carcter
religioso, no se trata slo de llenar las superficies. Lo que
crea, siempre "significa" algo; revela algo acerca del mito y
de los dioses, no importa cun estrecha o cun remota sea
la relacin. Un ejemplo entre muchos: la flor (xchitl),
elemento decorativo grato a casi todas las culturas artsticas, era para los mexicanos smbolo de la sangre, sobre
todo de la sangre del autosacrificio y del sacrificio. En los
cdices una vasija guarnecida de flores representa una vasija
destinada a la sangre de los sacrificados. Seler, que parte en
sus investigaciones del aspecto exterior del objeto representado, para luego penetrar su sentido, dice (Las llamadas
vasijas sacra/es de los zapotecas): "En la antigedad mexicana no se nota en ninguna parte nada de arbitrario, caprichoso o simplemente fantstico. Cualquier creacin tiene determinado sentido y significacin."
Atenindonos a esta experiencia, es difcil imaginarnos
que uno de los ornamentos sustantivos del mundo antiguo
mexicano haya sido tan slo un elemento decorativo. En
primer lugar se oponen a esta tesis la enorme frecuencia de
la greca escalonada y su conservacin a travs de centurias
y milenios. Una forma exclusivamente ornamental se habra
gastado al correr de los tiempos, como lo podemos observar
en los estilos "agonizantes" de Europa; habra perdido su
atraccin, la hubiesen sustituido nuevas creaciones formales
de nueva fascinacin y fuerza sugestiva. La greca escalonad~
no fue remplazada por nuevos ornamentos, porque los pueblos nahuas vean en ella un valor psquico o mgico ms
all de lo esttico. As como la cruz no es una forma
158
puramente decorativa, no lo es tampoco la greca escalonada. Manuel Gamio (La poblacin del Valle de Teotihuacn)
dice: "El valor esttico de la decoracin de aquellos tiempos (los precolombinos) difiere del de la ornamentacin de
nuestros das en que la primera no slo aspiraba a expresar
lo bello por su condicin de bello, sino que al mismo
tiempo era simblica... y sintetizaba los problemas ms
profundos y patticos de la existencia ... El valor puramente decorativo del dibujo convencional es considerable y
produce una honda emoin artstica; pero, repetimos, sus
creadores asociaban con l ideas tan trascendentales que sus
emociones eran mucho ms complejas y hondas."
La greca escalonada tiene su origen en una poca en que
el hombre todava no puede permitirse el lujo de un arte de
puro adorno. Todava le angustia y amenaza el mundo
enigmtico e insondable a que se enfrenta. Todava debe
preguntar ante cualquier fenmeno qu es lo que encierra, a
qu fuerzas misteriosas da albergue. Lo que crea desde tal
actitud anmica es expresin de su instinto de conservacin
y su voluntad de defensa. Sin duda alguna la greca escalonada es un signo, una especie de talismn. Es conjuro y
proteccin. Puesto que nunca aparece en conexin con la
muerte o el dios de la muerte, se podra suponer que
constituye un signo de proteccin mgica contra la muerte.
Quizs un fetiche, quizs un ttem, transmitido desde tiempos remotos a innmeras generaciones, hasta la llegada de
los conquistadores espaoles.
Gordon interpreta la greca escalonada como una estilizacin de la serpiente, interpretacin que, hasta donde yo lo
pude comprobar, ha sido adoptada por muchos mexicanistaso Para Seler la greca escalonada es una representacin de
las olas y "del viento que produce remolinos en el agua".
Esta opinin refuerza en cierta medida la de Gordon. En la
imaginacin del hombre precortesiano, la culebra, que vive
de preferencia en parajes hmedos, se halla estrechamente
asociada con el agua. En Teotihuacn, en la Pirmide de
Quetzalcatl, los ornamentos que acompaan la serpiente,
son conchas marinas y caracoles marinos. En el mural del
Templo de la Agricultura, las olas d-e1 agua tienen casi la
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1':
I
!:,
, '1
6SA/B
6SB
66
B.
Es evidente que tampoco en este caso basta una investigacin de carcter puramente formal que se ~imite a :ontemplar los elementos aislados, como la espIral,. la lmea
quebrada, etc. Hace falta indagar el valor de esenCIa de una
forma, atenerse a lo que de modo consciente, y ms aun
inconsciente, se manifiesta como voluntad creadora en un
conjunto de elementos formales. U~a lnea ondulada pu~de
reducirse, como en el meandro gnego, a una forma solo
decorativa a un ornamento rtmico slo destinado a llenar
ia superfi~ie, que en la conciencia del espectador y tambin
en la del artista no se relaciona, o slo muy vagamente, con
el objeto natural que lo inspir. Pero una l.nea ondula~a
puede asimismo sugerir al espectador y al artIsta concepcIOnes muy precisas, aunque est estilizada a tal grado que la
persona no iniciada en aquel mundo imaginativo,no enterada de sus supuestos psquicos y espirituales, slo ve ah un
ornamento.
El que nuestro ojo, ojo de gente de nuestra poca, a
162
19
20
nada como forma aislada, pues como forma aislada prcticamente no existe. Beyer menciona slo dos casos: uno, el de
la rodela de un guerrero, donde el ornamento se halla
ajustado a la forma circular de sta; el otro, el de un sello
de Tlatelolco. En el Mxico precortesiano el sello - a no
tratarse del nombre de una poblacin- era una especie de
tipo de imprenta, mediante el cual el dibujo se imprima
sobre la piel, evitndose de esta manera pintar varias veces
un mismo dibujo. La combinacin de escalera, centro y
gancho, la forma bsica - para atenemos a la definicin de
Beyer-, no es sino el eslabn de una cadena. En el fondo
la greca escalonada nace slo gracias a la alineacin de
varias formas bsicas. En algunos casos, por ejemplo en el
"Arco" de Labn, la forma bsica se repite en sentido
inverso, como en la imagen reflejada en el espejo, de modo
que se produce un ornamento de equilibrada simetra, como lo es la palmeta. Por regla general, varias grecas estn
unidas en sucesin rtmica, y casi siempre en sentido horizontal. En Mitla; donde los muros estn decorados con tres
hileras de grecas, una por encima de la otra, la orientacin
horizontal est subrayada con toda energa por fajas inter67/68 medias que las separan. Ni siquiera en el "Saln de las
Grecas" predomina la direccin vertical. La forma asimtrica es parte de un ritmo de conjunto y portadora de un
ritmo de conjunto. Bien se podra decir que la greca escalonada aislada no cuenta; slo cobra significacin formal y
valor formal al integrar una serie. De esto se infiere que el
factor decisivo para la morfognesis de la greca escalonada
es el ritmo.
Un ritmo dinmico. Ahora bien: al comparar la greca
escalonada con el meandro griego, hay que hacer constar
una diferencia esencial. El meandro griego, en forma de
cuadrado o de espiral, es una lnea que se desarrolla uniformemente, sin interrupcin, sin contrastes, en perfecta armpna. Forma geomtrica abstracta, en que el modelo natural se
presenta tan depurado, tan desmaterializado, que hay que
hacer un verdadero esfuerzo para identificarlo. Euritmia de la
lnea, que dentro de la porcin cuadrada de la superficie se desenvuelve simtrica hacia todos los lados y divide simtricamen67 . Pared del Saln de las Grecas. Mitla. Cultura zapoteca.
164
165
68. Pared del Saln de las Grecas. Mitla. Cultura zapo teca.
166
empeado en aniquilar toda la energa inherente a la escalera. En la prxima figura vemos el mismo ascenso, la misma
interrupcin. Cuantas veces arranca la escalera, otras tantas
se le impide un desenvolvimiento libre y sin obstculos;
siempre es su destino tropezar con aquella contrafuerza que
la derriba, la empuja hacia abajo, hacia el nivel de donde
parti. Nunca hay un fluir armonioso. Hay lucha de elementos, interrupcin del movimiento, cambio brusco de
direccin, nuevo avance, nueva derrota, nacer y morir. Un
ritmo que descansa en la constante repeticin del motivo y
en un contraste enrgico entre los diferentes elementos.
Eulalia Guzmn lo compara con el ritmo de la msica
prehispnica, que no conoce la meloda, y con la danza,
cuyo fin esttico "no debe realizarse por separado en cada
individuo, sino en el conjunto". Sahagn menciona un baile
que se celebraba en el "mes de otoo", en honor de la
diosa Teteo, en la gran "fiesta de la barredura". Este baile,
que duraba varios das, se llamaba "el mover las manos de
un lado al otro". "La uniformidad en el movimiento, es
decir el ritmo unificado colectivamente, no tiene por objeto
el placer, sino que es una funcin religiosa, mgica sobre
todo", escribe Eulalia Guzmn. Acertadamente compara este baile con una "greca en movimiento".
Gracias a ese contraste entre movimiento y contramovimiento, a la incesante repeticin de ese contraste, el ritmo
de la greca escalonada se llena de una fuerte tensin, que es
al mismo tiempo expresin de vigorosa vitalidad. Tensin
comparable a la que alienta en el ornamento celta de
laceras o trenzado -espasmdico enredo de lneas-, del
cual nacer siglos ms tarde la ornamentacin gtica. Pero
la tensin inherente a la greca escalonada es distinta. En el
ornamento celta se revela la aoranza de Dios, el ansia de
redencin por Dios, a quien se adivina, pero a quien no se
puede asir. Extasis, incendio del alma expulsada del paraso,
condenada a sufrir por estar sujeta al cuerpo, y que por
todos los caminos, con todos los medios, debe buscar su
reunin con Dios. Un pathos exaltado, un desmesurado
anhelo que salta por encima de todos los lmites y obstculos, explosivo en cada gesto. Excitacin febril. Y a una
it,
168
,
"
curva de fiebre se parece en efecto el ornamento de laceras, el desasosiego de su zigzagueo. Aquella obsesin de
Dios no reconoce lo terrenal; desea superarlo, y superndolo, lo destruye. La greca escalonada produce tensin dentro
de un orden establecido. No hay ese rJ;!molino, esa maraa
de formas que se desplazan, que parecen devorarse una a la
otra. Los diferentes elementos formales se hallan aislados,
perfilados con nitidez, separados de su mundo ambiente por
un contorno enrgico. Se despliegan entre dos horizontales,
que a veces existen realmente, como lneas, como fajas de
piedra, etc., pero que por lo general son slo ficticias.
Jams rebasa el 'ornamento esta delimitacin. Observacin
estricta del orden. Un pathos disciplinado, libre de exaltacin. El gancho, a menudo dentado -como si aun en esta
. forma, de por s movida, se quisiera impedir un tranquilo
fluir de la lnea-, rompe, es cierto, el movimiento vertical
de la escalera, pero la desviacin hacia la horizontal sucede
siempre en el orden dado. Tampoco el gancho puede desarrollar su figura de modo arbitrario, ni siquiera cuando es
espiral. Pese a la acusada irregularidad y asimetra de la
forma bsica, el ritmo del conjunto es mantenido estrictamente.
La expresividad de una creacin estriba en la intensidad
de las tensiones producidas por sus elementos formales.
Para ilustrar este hecho vamos a recurrir a una comparacin
con un fenmeno perteneciente al terreno de la electricidad: se intensifica la corriente cuando se intercalan resistencias. Esto puede aplicarse a todo arte expresivo e imaginativo. El arte de tipo clasicista aspira, en cambio, a una
organizacin de formas en la cual todas las fuerzas divergentes se encuentren armoniosamente reconciliadas en una esfera de equilibrio formal, muy por encima de todas las ansias,
aun de las ansias metafsicas.
Tal elevacin por encima del mundo real -mundo de lo
caprichoso y lo irregular-, considerado como impuro, es
para el arte clasicista el ideal, el ideal de belleza. El meandro griego es expresin grfica de una ausencia radical de
tensiones. Perfeccin, y al mismo tiempo la perfecta inexpresividad, 10 cual, de acuerdo con la mentalidad griega, no
169
69
I
j
I
I
70
Para unir los diferentes niveles del trazo que resultan de esta organizacin de las rayas, se recurri a cuatro rectngulos unidos
entre s mediante otras curvas ascendentes, cuyo ascenso se inicia en cada caso en la lnea inferior del rectngulo. Tensin expresiva, producida por la repetida introduccin de resistencia,
dijimos al hablar de la greca escalonada. Resumiendo la
disposicin rtmica de esa vasija de Kin-Lishba: ascenso de
la lnea, interrupcin y otra vez ascenso; limitacin del
movimiento por la circunferencia de los crculos, que son lo
que rige el conjunto dinmico.
En el mund del meandro y de la palmeta se habra
unido a la porcin de superficie delimitada por la curva
ascendente otra porcin de superficie determinada en sentido inverso por una curva descendente. De esta suerte se
hubiera obtenido una forma simtrica, una perfecta neutralizacin del movimiento. Pero precisamente esto se rechazaba. Aqu acta una voluntad creadora cuyo fin no es
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175
71
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l',
176
177
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J;eWte,,",,v,,. ';.
73
7S
74
* Entre las estatuitas tarascas se encuentran ocasionalmente figurasmasculinas desnudas que muestran encima de sus rganos genitales un caracol; ste
resalta tanto que destruye materialmente la unidad de la silueta del cuerpo, por
lo dems bastante plano. Ello hace suponer que se consideraba muy importante
que figurara este smbolo. Es probable que con l se haya querido insinuar una
gran potencia sexual. Pero tambin es posible que estemos aqu ante uno de los
sntomas de decadencia que se manifiestan con frecuencia en la escultura
tarasca tarda. Entre los tarascos, segn afirman los etngrafos, estuvo muy
---
178
179
.. . . .
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femenino como 10 es el malacate, muestre con extraordinaria frecuencia el ornamento del caracol.
Sigue en pie la pregunta por la causa del inters que
suscitaba esta forma, forma fascinante sin duda alguna, pero
que los griegos y los orientales habran rechazado por su
falta de armona. Por qu no se inspiraron los pueblos
mesoamericanos, como otros, en un modelo natural de
estructura simple? Al fin y al cabo estilizaron tambin en
una forma de perfecta simetra la flor, en el signo nahua
del da de este nombre. No se debe -hasta cierto puntola preferencia de que goza el caracol a una afinidad electiva,
as como la palmeta corresponda a la voluntad de forma
griega, la hoja dentada del cardo a la del gtico y la concha
al capricho del rococ ... ? Ese dinamismo manifiesto en la
estructura de la concha del caracol, la energa con que est
cargada, la asimetra ordenada, la forma que slo puede
llegar a ser Forma en un eterno devenir, mediante descarga
y lucha de fuerzas que integran un sistema altamente complicado de compensaciones no corresponde esto perfectamente al sentimiento vital del mundo precortesiano?
Al contemplar los planos de las ciudades ceremoniales,
180
-16
183
77
Tercera parte
La voluntad creadora
Los hombres que poblaron el continente americano llegaron de Asia; penetraron por el estrecho de Bering, que
cruzaron en varias oleadas. * Pero el arte de este continente
-tanto el de Mesoamrica como el del Per- naci, independientemente de otros mundos artsticos, como creacin
del indio precolombino.
Hace algn tiempo cierta semejanza entre formas que
existen en el rea maya y las de la India y el sureste de
Asia - por ejemplo un supuesto motivo de flor de loto en
un meandro del Templo de los Tigres de Chichn Itz- ha
hecho surgir la conjetura de una influencia artstica ejercida
por aquellos pueblos asiticos sobre el Mxico antiguo. (En
apoyo de esta tesis se alegan la semejanza del juego mexicano llamado patolli con el juego pachisi de la India y el sur
de Asia, as como el hecho de hallarse el "volador" tambin
entre diversas naciones asiticas.) Ahora bien, los mayas
-igual que los dems pueblos mesoamericanos- no concr
can el hierro, ni el utillaje de metal, ni el torno de
alfarero, ni tampoco ciertas plantas alimenticias muy comunes en el Asia, como el arroz, el trigo, la cebada y el
centeno. El conocimiento de todo eso debera habrselo
proporcionado aquel presunto contacto con el continente
asitico. No tenan animales de tiro. La rueda no era
desconocida del todo: estn provistos de ruedas algunos
pequeos objetos hallados en el estado de Veracruz y en el
Altiplano de Mxico. Pero se ignoraba su significacin como
medio de transporte se utilizaba exclusivamente en juguetes. Es difcil imaginarse que aquellos misioneros budistas
que, segn se sostiene, llegaron entre 100 a. C. y 600 d. C.,
al Nuevo Mundo se hayan limitado a traer unas cuantas
formas artsticas... Rivet (op. cit.) dice con razn que la
ignorancia de todos aquellos objetos de uso comn "elimi78. Hechicero. Cermica. Tlatilco, Estado de Mxico. Cultura
preclsica.
186
* Segn Paul Rivet (Los orgenes del hombre americano. Fondo de Cultura
Econmica, 1960), ocurrieron posteriormente inmigraciones de australianos y
melanesios.
187
na, de una manera definitiva, todas las hiptesis que suponen intervencin, en el poblamiento de Amrica, de razas
civilizadas en posesin de estos diversos elementos culturales" _
La inmigracin por el estrecho de Bering ocurri con
toda probabilidad alrededor de 20000 aos a. C. En Sanda
Cave, Nuevo Mxico, se han encontrado puntas de flechas
que, segn el carbono 14 se fechan hacia 18 000 a. C.
Aquellos primeros emigrantes eran bandas nmadas en busca de nuevos cazaderos. Los animales grandes -el masto188
donte, el bisonte, el elefante, el camello, el perezoso gigante- abundaban en A1aska en la poca de las primeras
glaciaciones. A consecuencia de un cambio climtico en el
continente americano -aumento de la temperatura y disminucin de la humedad- desaparecieron los extensos pastizales, y con ellos esos animales pleistocnicos a los cuales
proporcionaban el alimento. Los grupos de cazadores se
dispersaron en oleadas sucesivas por todo el continente. En
Tepexpan, lugar situado en el Valle de Mxico, a 30 kilmetros al noroeste de la capital, se descubrieron, junto a los
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84. Figurilla con dos caras. Cermica. Tlatilco, Estado de Mxico. Cultura preclsica.
85 . Mscara representando la vida y la muerte. Cermica. Tlatilco, Estado de Mxico. Cultura preclsica.
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lleva ~obre la cabeza u~a caja, que en su base -rectangular- tlene e~ ancho de esta y que se ensancha algo hacia su
~lan~ supenor. Esa caja, que agrega altura a la esbelta
ftgu.nta, es remate de un trazo vertical, que asciende desde
abaJO, desde las puntas de los pies, pasando por las piernas
los muslos, el tronco.
'
Son. muy .instructivas. efol este sentido las mscaras, en que
el artlsta :Iene que lImItarse a la representacin de la
cabeza. .Como procede el escultor teotihuacano? La msc~~ teotIhuacana muestra dos rasgos caractersticos que la
dIstmguen d~ todos los dems tipos de mscaras mesoamericanas: en pnmer lugar la tendencia -realizada con los ms
varlad,os recursos- de estirar la cabeza a lo ancho. En dos de
las mascaras reproducidas la relacin natural se halla modifi- 51/52
cada a t~l .grado que el carcter vertical de la estructura
queda elimmado del todo. La altura y la anchura de la
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I .'
"
".
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101. Cabeza de una caritide. Tula Templo de. la Estrella Matutina. (Edificio "B".) Cultura tolteca.
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madrugada precede al Sol y ahuyenta a las estrellas, 'representantes de las tinieblas. Como pectoral lleva una mariposa
estilizada, smbolo del planeta Venus y del alma del guerrero m.uerto. Su ~ocado , de "guerrero valiente", se compone
de pIedras precIOsas y plumas. En la cara posterior de las
caritides aparece el disco de adorno llamado en nhuatl
tezcatcuitlapilli, un smbolo solar : sobre una rodela un
rostro humano rodeado de cuatro serpientes de fuego. Los
cuatro pilares ostentan bajorrelieves que representan guerreros con su atavo tpico, sus armas, sus penachos, etc.
231
36
108
respectivamente.)
Para mejor comprensin del desarrollo artstico, he aqu un breve resumen:
Es probable que los mayas, en su camino hacia el sur y el oeste, hayan llegado
entre los siglos 1 y Il d. C. a la regin del Petn (Guatemala), donde fundaron,
como primera poblacin de importancia, a Uaxactn. (Periodo Formativo.)
Se distingue el llamado Antiguo Imperio Maya, que comprenda los territorios de Chiapas, Guatemala, Honduras, el norte de El Salvador, con los centros
principales Uaxactn, Tikal (Guatemala), Copn (Honduras) y Palenque (Chiapas) y el llamado Nuevo Imperio Maya en la Pennsula de Yucatn, con las
ciudades de Mayapn, Chichn ltz y Uxmal.
El Antiguo Imperio Maya no era un Estado centralizado, sino un conjunto
de numerosos Estados-ciudades, independientes unos de los otros y gobernados
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ESCALA EN METROS
109. El arco falso. Esquema de la construccin.
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ra, residencias de los sacerdotes y prncipes -de los halachhuinicoob, "los verdaderos hombres", como ellos mismos se
llamaban-, se era ms exigente. Esos grandes seores, que
se consideraban semidioses o un poco ms, tenan necesidad
de muchos y variados aposentos. El palacio de Sayil contiene ms de ochenta cmaras (Ignacio Marquina: Estudio
arquitectnico comparativo). Evidentemente el objeto de
ese lujo era contribuir al prestigio. Por otra parte el lujo
tena sus lmites, impuestos por la primitividad de la tcnica constructiva. Ensanchar las cmaras, construir una verdadera sala, no era posible; en la direccin longitudinal, en
cambio, se tena entera libertad. As surgan crujas largas y
estrechas, en algunos casos de tres o cuatro cmaras, una
detrs de otra; las de en medio carecan de luz directa. "No
hay ventanas en la arquitectura maya; slo en Palenque y
Tulum existen pequeos vanos de unas cuantas pulgadas de
anchura y doce de altura" (Totten). La entrada constituye la
nica fuente de luz. Al aumentar el nmero de entradas, los
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Mediante las cresteras, la arquitectura maya logra superar su carcter monoltico o por lo menos aparenta haberlo
superado. Arquitectura ilusionista en el sentido ms estricto
de la palabra. Un evadirse hacia arriba ante el letargo y la
pesadez de las masas ptreas. Es cierto que la silueta caprichosa, el contorno elegante obligan por otra parte a reforzal
muy considerablemente la mampostera de la parte inferior,
de modo que, como ya dijimos, las cmaras de los templos
de Tikal no son sino corredores estrechos abiertos en las
moles de piedra. Al examinar los planos de la llamada
"edad de oro" -siglos VII a IX-, salta a la vista la
tendencia a disminuir el grueso de los muros interiores, para
ganar espacio interno (H. J. Spinden: Ancient Civilization
01 Mexico and Central A merica) , tendencia contrarrestada
una y otra vez por la necesidad de dar apoyo firme a la
crestera. Slo ms tarde, en Yucatn, en Chichn Itz,
Sayil y Tulum, cuando, bajo la influencia de los toltecas,
van desapareciendo las cresteras y se infiltran en la arquitectura nuevos elementos constructivos, aumenta la exten248
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habilidad en el dominio de los medios, mayor riqueza de formas, mayor aproximacin a la naturaleza-, sino
que es menester examinar los hechos segn su valor espiritual y artstico. Y entonces, refirindonos de nuevo a ese
caso concreto, cabe decir que la evolucin hacia un tipo de
obra que es casi una escultura de bulto redondo, sin alcanzar la plasticidad de sta; la evolucin hacia un arte que
trabaja con los recursos de un ilusionismo de perspectiva,
en lugar de partir de los elementos formales expresivos y
sujetarse a ellos, hace suponer una voluntad de arte ya
debilitada en su esencia, reflejo del espritu y de la estructura social de una sociedad que se deleita en el juego
caprichoso y preciosista con la Forma, porque ya perdi el .
sentido elemental de la creacin.
La escultura de bulto es estructura CbIca de una masa:
piedra, madera, bronce. Masa que penetra en el espacio
areo, que se contrapone a l. A esta tensin -masa contra
espacio areo- debe la escultura de bulto su plasticidad. La
delimitacin de la masa, la silueta con que se recorta sobre
el espacio circundante es 10 que le confiere la Forma.
Trtese de estructura arquitectnica o pictrica, de un bloque cerrado o de una forma abierta, dinmica, de una
representacin acercada a la naturaleza o alejada de ella, ese
carcter cbico es 10 decisivo. No hay otra cosa, no puede
haber otra cosa. La escultura de bulto es creacin cbica.
Para valorar estticamente una escultura de bulto, no importa de qu poca, ndole o estilo sea, es indispensable
examinar hasta dnde -en qu sentido, con cunta intensidad, desde qu tipo de conciencia fonnal- se realiz la
creacin cbica. Este es el criterio para el creador y tambin para el contemplador. Hay artistas y obras de arte, hay
l:ulturas y pocas ntegras -China, los Budas de la India, la
estatua del Rey Khafre (en el Museo de El Cidro), los
fetiches de los negros, la plstica teotihuacana, la aztecaen que la sensibilidad para 10 cbico se manifiesta de
manera elemental y vigorosa. Y hay otras pocas, otros
artistas -Cellini, los monumentos neobarrocos de fines del
siglo XIX- en que esta sensibilidad se expresa tmida e
indecisamente, porque est sacrificada al inters por el te-
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impulso juguetn. Un exquisito gobelino esculpido en piedra. Pero pese a sus formas movidas la obra se mantiene
estrictamente dentro del plano del relieve.
De Piedras Negras, centro fundado un poco ms tarde
que Naranjo, procede una estela - la nmero 12, conservada
en el Museo de Filadelfia- que es un testimonio fascinante
de la extraordinaria sensibilidad artstica de los mayas. Se
trata de una representacin en bajorrelieve, que en 10 esencial se limita a la incisin de las lneas de contorno. En el
fondo es, como la estela totonaca guardada en el Museo
Nacional de Antropologa, un dibujo grabado en una superficie de piedra. Pero i qu dibujo! i Qu seguridad, qu
delicadeza y cunta gracia en el fluir de la lnea! Es cierto
que el relato demasiado detallado de la accin y la superabundancia de figuras atiborradas en el rectngulo alto y
esbelto de la estela le resta claridad y sencillez, esa claridad
y sencillez tan caracterstica de los relieves de Palenque o
de las estelas de Naranjo. Se cuentan no menos que trece
personas, cautivos atados con sogas, a quienes dos guerreros
conducen ante un prncipe, que, entronado muy arriba en
su asiento, est mirando desde su altura al tropel que se
est acercando. Todas las figuras estn vistas de perfil; la
obra tiene un marcado carcter de plano; el grafismo es
comparable a la caligrafa de las miniaturas hindes y persas. En la estela 13 de Piedras Negras vemos cmo empiezan a penetrar en la creacin rasgos realistas e ilusionistas.
En la estela 12 una observacin sumamente perspicaz aparece traducida en valores abstractos, en curvas y sinuosidades
del trazo; en la estela 13 -que representa a un sacerdote
suntuosamente ataviado- el realismo de la observacin est
al servicio de un reportaje atenido al dato material. Cada
detalle de la vestimenta, aun el dibujo de la tela, se reconoce con toda claridad y se reproduce con minuciosa exactitud. La cabeza est vista de tres cuartos de perfil -posicin
ms natural- , y tal esfuerzo por acercarse a la realidad llega
al extremo de introducir en la obra ciertos rasgos de una
representacin en perspectiva: por ejemplo, el hombro izquierdo vuelto hacia el espectador, resalta fuertemente,
mientras que el otro est representado en escorzo. En otro
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hay comprensin. Ya qued atrofiado el rgano para apreciar la discrecin, la discreta reserva. No se sabe dosificar,
intensificar el efecto mediante dosificacin. No se sabe
aprovechar el contraste entre plenitud y vaco, gracias al
cual lo importante se subraya y se vuelve exrresivo. El
espacio libre que asla, que condensa por medio del aislamiento, se considera como falta de ingenio e imaginacin,
como pobreza, y lo que se anhela es precisamente exhibir
riqueza, magnificencia y esplendor. He aqu la diferencia
decisiva que separa este arte del de la Meseta Central.
Teotihuacn est libre del "horror al vaco", asla los objetos que representa y desarrolla un ritmo claro y austero. El
arte maya se deleita en la cantidad. En el caos de los
detalles acumulados naufraga el ritmo, se vuelve inexpresivo. Proliferacin tropical, exuberancia de Tierra Caliente.
No hay duda de que una de las causas es -como en la
India- la desmesura de la fantasa tropical, de la sensualidad tropical. Una de las causas, s, pero no basta para
explicar el fenmeno que, sin duda, est arraigado en estratos ms profundos: en la estructura religiosa y social reflejada por este arte.
Arte feudal. El pueblo no es ah sino una masa gris y
difusa - como en la Francia de Luis XV y Luis XVI-, que
se pasa su vida laboriosa y modesta adorando a los dioses y
a los semidioses sacerdotales y principescos. Su intervencin
en el desarrollo de aquella impresionante pasin por el arte
y la cultura se limita al suministro de los medios materiales
y de la mano de obra necesarios.
El rgimen de los diferentes Estados-ciudades era teocrtico. Una aristocracia de sacerdotes, estrechamente vinculada con la nobleza, constitua la clase dominante. "El Sumo
Sacerdote era al mismo tiempo, en virtud de su categora
sacerdotal, la ms alta autoridad civil" (Morley).
Existe un estudio de Oswaldo Baqueiro Anduze (Los
mayas. Fin de una cultura), contribucin importante a la
investigacin mayista. El autor atribuye la decadencia y el
fin del Maya Clsico a los extremos a que lleg aquel
feudalismo, cuyos usufructuarios se servan de la religin
como de un instrumento, manejado con astucia, para
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pintura perfecta." Habla de "modificaciones muy considerables con el fin de que la composicin final del signo no
slo constituya un dibujo equilibrado y armonioso, sino
llene tambin exactamente el espacio dado". i Tambin en
la escritura sutil refinamiento y una turbiedad preciosista!
Los veinte signos de los das son, en lo esencial, los mismos
entre los nahuas, los zapotecas y los mayas. Entre los
nahuas y los zapotecas son precisos y perfectamente inteligibles. "No sucede lo mismo entre los mayas", dice Seler.
"Aqu la naturaleza de los signos, en los casos en que no es
ambigua, slo se insina: un ojo cerrado y una muela
descubierta significa 'crneo' o 'muerte'; dos lneas onduladas que se cruzan y que representan las superficies de
rotura de las piedras usadas para sacar fuego, significan
'cuchillo de pedernal'... Pero a menudo se encuentra en
lugar del signo concreto un smbolo, por as decirlo, una
expresin metafrica: en lugar de 'casa', un rostro cubierto
de mscara como smbolo de la 'noche', porque en la noche
el Sol entra en su casa. En lugar de 'ciervo', una mano en
cierta posicin, que es el jeroglfico de 'comer'. En lugar de
'zopilote', el ave 'calva', es decir, vieja, un smbolo del jarro
de pulque, porque slo a los ancianos se les permita beber
pulque. .. Es evidente que los nombres propios son en su
mayora nombres simblicos, el resultado de interpretaciones; forman parte de una ciencia sacerdotal esotrica." Ahora
bien, los cdices mayas -hasta donde se permite sacar
conclusiones de los tres que escaparon al furor destructivo de
Landa-, cuyas lminas estn cubiertas de innumerables imgenes de dioses, cada uno de ellos con muchos atributos de
varia significacin, constituyen en efecto la ciencia esotrica
de una capa dirigente, cuyo gusto, cuyo esteticismo se reflejan en su estilo y en su escritura artstica.
No es la prolijidad de las inscripciones en las estelas
otra prueba ms del preciosismo barroco de los mayas?
Ermilo Sols Alcal muestra en un estudio documentado
(en la revista Yucatn Ilustrado, enero de 1929) que la capa
superior se complaca en usar un lenguaje peculiar, metafrico, de inefable rebuscamiento. Culteranismo, preciosismo
intelectualista de una lite de cultos, de cuyo amanera284
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miento gustaban slo ellos mismos, los iniciados. Nos preguntamos a quines estaban destinadas esas inscripciones
detalladas? No al pueblo. El arte de leer y escribir "slo se enseaba a las personas de noble alcurnia" escribe Morley. No se
dirigan, pues, a las masas. O quiz precisamente a ellas con el
fin de impresionarlas, de demostrarles que para los grandes seores ni siquiera era secreto el secreto de la escritura, que
sirve para fijar las cosas sagradas y divinas ... ?
En los relieves de los templos de Palenque vemos en el
centro -de acuerdo con un esquema repetido en forma casi
estereotipada- el emblema de la deidad, entre largas hileras
de jeroglficos que lo flanquean. Pero al lado del smbolo
divino se yergue, alta y dominadora, la figura del sacerdote
que celebra la ceremonia. El acto ritual celebrado por el
sacerdote: he aqu el tema, no el dios mismo, no su divina
omnipotencia. Es como si se hubiera querido decir: lo
principal, lo sustantivo es la celebracin del ritual; el dios es
grande, s, pero no menos grande -y absolutamente indispensable, porque dirige la voluntad divina- es el mediador,
que aparece all, de cuerpo entero, majestuoso e imponente.
Con respecto al relieve del "Templo del Bello Relieve", ya
slo conocido por el dibujo de Waldeck, afirma Totten que
representa "posiblemente la figura sentada del gobernante o
del Sumo Sacerdote de Palenque". Es la glorificacin de los
sacerdotes, de sacerdotes nada humildes, sino, al contrario,
muy altivos y muy conscientes de su poder; glorificacin de
la clase dirigente aun en el templo, y expresamente en el
templo, con el fin de presentar su poder como parte de la
omnipotencia divina.
Sin duda alguna Palenque es un ejemplo algo especial,
pero sin embargo es un caso instructivo en alto grado.
Claro que por lo general hay en los templos imgenes de
deidades; no podra ser de otra manera. Vaillant observa:
"Pero casi no existe ninguna escultura de bulto representando a un dios que se haya podido colocar sobre el altar
central." Mientras que en los relieves de los templos de
Palenque ocupa un lugar tan preponderante el mediador, las
fachadas de los palacios de estilo Puuc o Chenes (Kabah,
Uxmal, Sayil, Hochob , Labn) estn ornadas - y a veces
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V. Chichn Itz
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dems miembros de la Liga, oficialmente con iguales derechos, empiezan a rebelarse. Se suscitan disturbios y motines. A consecuencia de ellos aumenta la opresin por parte
de los caudillos, que "velan por el orden y la seguridad".
Los Cocomes se apoy~ron en la nueva casta de los
poderosos mercaderes, que, debido a su vigoroso desarrollo,
saba hacer valer su influencia asimismo en el terreI'lO de
la poltica. Florecan el comercio, los oficios y algo que
podra llamarse industrit la industria textil y la ~: construccin de embarcaciones. Prosperaban la lmportaclOn y la
exportacin. Pero para el pueblo esa riqueza -riqueza de
una clase privilegiada- se traduca en miseria. En la misma
medida en que industriales y comerciantes hicieron subir las
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158. Cabeza de un guerrero. Relieve del Juego de Pelota. (Detalle.) Chichn ltz. Cultura maya-tolteca.
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tectura maya haba sido incansable en la invencin y elaboracin de novedosos efectos decorativos; la nueva arquitectura de Chichn Itz se basa en un nuevo mtodo de
construccin.
Lo decorativo cede el primer lugar a 10 estructural. El
ornamento ya no es sino uno de los acentos dentro de una
ms amplia unidad arquitectnica; ya no se le permite
desbordarse sin restricciones, desmesuradamente. Al suefio
de una noche tropical ha seguido un despertar. Lo que se
expresa en la arquitectura es una conciencia despierta, la
solemne gravedad de una fe que no sabe nada -no quiere
saber nada- de los semidioses, cuya megalomana haba
relegado a segundo plano a los dioses autnticos. Ya se
acab la edad de los semidioses. El esteticismo, la mrbida
gracia, ya no son sino una moda pasada de moda. Ya no se
construyen palacios, sino moradas para los dioses: templos
y Juegos de Pelota, estos ltimos para el deporte divino.
Como en Teotihuacn, como en Tula, la dominante es la
horizontal. Las escalinatas de la pirmide de Kuku1cn, una
en cada costado, ascienden sin interrupcin hasta la plataforma superior. Con esto, no cabe duda, se imprime a la
pirmide escalonada una acusada tendencia vertical. Pero el
templo, ancho y no muy alto, contrarresta esta tendencia
ascendente con gran energa. Mediante las dos fajas, fuertemente salientes, que rodean todo el edificio y que forman el
remate superior, se procura y se logra subrayar la extensin .
en anchura, de suerte que el efecto del conjunto es, igual
que en la Pirmide del Sol de Teotihuacn, mucho ms
horizontal que vertical.
El Caracol, edificio de planta circular, cuya construccin
se inici en los primeros tiempos de la invasin tolteca, no _
es una torre de audaz impulso ascensional, sino un cilindro,
de contorno clasicista. Tambin en este edificio anchas fajas
horizontales que fragmentan la vertical, hacen que d -la
impresin de un cuerpo arquitectnico ancho y pesado.
Era un observatorio? Era, como se supone generalmente,
un templo consagrado a Kuku1cn, recuerdo de los templos
de Quetza1catl -de planta redonda u ovaloide- de la
Meseta Central? "Lo que sabemos es que las construcciones
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humana. Esta cabeza serpentina resalta tanto como las cabezas de las deidades en la Pirmide de Quetza1catl de
Teotihuacn. La ornamentacin de los mascarones, inquieta
y enredada en los edificios mayas, se halla aqu delimitada
por contornos precisos y forma parte de la estructura arquitectnica. Se desarrolla un nuevo ritmo de superficie. Movimiento y quietud, plenitud y vaco, decoracin y fondo se
acentan mutuamente, aumentan mutuamente su efecto.
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Spinden (A Study oi Maya Art) enumera, como caractersticos de la influencia nahua en la arquitectura maya, los
siguientes elementos: columnas serpentinas, balaustradas con
ornamentacin serpentina, almenas como remate de los muros de los templos (tal como se ven en los cdices y en
las pequeas cermicas nahuas que representan templos),
basamentos en talud de los templos, plataformas con columnatas, techumbres planas, Juegos de Pelota, atlantes; y
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de Monte Albn.
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'jcuatro paredes del angosto patio, hay una articulacin hori. '. 'zontal gracias a la diversidad de los dibujos, estructurados
en tres fajs una encima de la otra, que se limitan mutuamente. Me ~arece que en esto hay que ver una diferencia
esencial y caracterstica entre la ornamentacin de Mitla y
la del Maya Clsico -suei'io de una noche tropical, como
dijimos-, que en la fachada de Kabah, en las estelas de
Piedras Negras o Quirigu, lejos de respetar la estructura
arquitectnica, materialmente la devora. En Mitla habla el
muro , habla como elemento arquitectnico. Es cierto que lo,
cubre una decoracin rica, suntuosa; pero el ornamento esta
incorporado al conjunto, guarda una disciplina rigurosa, se
atiene a su papel de ornamento: acenta y enriquece la
arquitectura con su movimiento, su ritmo, su plasticidad. Si
hay que admirar la singular grandeza de la ornamentacin
de Mitla, hay que admirar ms an la fuerza constructiva
que consigui transformar este adorno en elemento estructural. Creadores cuyo instinto arquitectnico era tan fuerte
que jams dejaba de manifestarse, ni siquiera cuando alguna
vez dieron rienda suelta a su fantasa ornamental, para crear
una decoracin digna de un lugar sagrado.
Ese vigor tectnico es lo que confiere tambin tensin y
monumentalidad a la obra escultrica. El ejemplo ms caracterstico de tal monumentalizacin de la figura humana
es una imagen de Xipe, dios del maz, rescatada en la
tumba 58 de Monte Albn (Museo Nacional de Antropologa). Es un brasero de barro cocido -objeto ritual que
existe en todas las culturas precortesianas-, destinado a
mantener el fuego sagrado y a quemar en l copal. Una
figura sedente, cuyas piernas son dos columnas, que flanquean un cuerpo cilndrico. El pectoral -tal vez representacin de la mariposa que extiende simtricamente sus alases plano por delante, mientras que por detras se adapta a la
curvatura del cuerpo. En la mano izquierda, que est apoyada sobre la rodilla, el dios tiene sujeta por los cabellos la
. cabeza de un sacrificado; en la diestra, que alza con gran
mpetu, sostiene una esfera. La cabeza de Xipe es asimismo
una esfera, en que se abren tres agujeros circulares: la boca
y los dos ojos. La nariz ni siquiera se insina. Y no hay
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bin, como disciplina interna, en las urnas funerarias zapotecas, adornadas con figuras de dioses.
El origen de los zapotecas est rodeado de nieblas legendarias, que hasta ahora nadie ha logrado rasgar. De su
historia slo pueden reconstruirse con exactitud los dos
ltimos siglos anteriores a la Conquista. La nica fuente son
los escritos de Fray Francisco de Burgoa, del siglo XVII,
Palestra historial y Geogrfica descripcin; pero Burgoa, a lo
que pmece, no siempre supo distinguir entre verdad y poesa.
La capital poltica fue Zaachila; se conjetura que de ella
tommon su nombre los reyes zapotecas.
Cuando los zapotecas llegaron a Monte Albn, segn se
supone hacia 200 d. C., este lugar estaba habitado por una
tribu olmeca, por los hombres que haban tallado en los
muros de una construccin aquellos famossimos "danzantes": sacerdotes y jorobados que ejecutan danzas rituales en
torno al santuario. * Cuerpos en movimiento dinmico, esculpidos, en relieve, en sillares de piedra de la altura de un
hombre. Taquigramas, escritos con gran seguridad, de un
solo trazo, que se limita a las lneas de contorno. Forma
expresiva. Extraordinarias la fuerza de expresin y la energa con que la realidad observada se traduce en creacin
plstica. Un grafismo lineal henchido de emocin. Todava
no est desarrollada la Forma cbico-geomtrica que caracterizar las pocas posteriores. Si se me permite recurrir a
comparaciones con artistas modernos, dir que el estilo de
esas obras de Monte Albn 1 tiene afinidad con el expresionismo lrico de los fauves, de Gauguin y Matisse. No hay
duda de que los "Danzantes" evocan el cuadro "La Danza"
de Matisse, y no slo por el tema, sino ante todo por su
visin, por su modalidad expresiva. La cermica contempornea de los "Danzantes" acusa gran perfeccin artstica.
Aquella cultura "floreci en una poca en que la gran
civilizacin maya todava no haba surgido" y "antes de
que los toltecas fundaran su gran imperio" (Caso). Dice
Caso que se taladraron en Monte Albn las rocas hasta su
* Cf.
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178. Prtico de la Tumba 104 con la figura del dios del maz.
Monte Albn. Cultura zapo teca.
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351
mexicana- evoca el recuerdo de Sherlock Holmes. El problema consista en averiguar con toda seguridad qu es lo
que pertenece a la cultura zapoteca y qu a la mixteca,
afn, pero orientada hacia el norte, hacia el territorio nahua. Caso parti de los objetos cuya procedencia zapoteca
no poda ponerse en duda: las urnas funerarias y los glifos
de sus inscripciones. Los zapotecas tenan un sistema aritmtico en que el nmero cinco era representado por una
barra, como entre los mayas, mientras que Teotihuacn y
los aztecas 10 expresaban con cinco puntos. Entre los mixtecas se usaban ambos modos de notacin, tanto los puntos
como las barras. Pero los zapotecas posean una escritura
glfica propia, su propio signo del ao y sus propios signos
de los das, "distintos de los de los mexicanos y mayas".
Los signos de das de los mixtecas -hasta donde se han
podido descifrar, o sea, catorce de los veinte signos del
mes- coinciden con los signos del calendario mgico de los
pueblos nahuas. Entre los zapotecas, el jeroglfico del ao
era el "rostro del dios Cocijo o Tlloc, que tiene delante de
la boca una mscara, con atributos serpentinos", y al cual
iba agregado un disco o un rectngulo con un dibujo que
quiz representa una turquesa (Caso: La Tumba 7 de Monte
Albn). El signo del ao de los mixtecas tiene la forma de
una A intersectada por un anillo, una como O horizontal.
Esta forma de la A, segn lo muestra el calendario azteca,
significa los rayos del Sol, y la O horizontal es la nariz de
Cocijo. Entre los zapotecas el jeroglfico del Cielo, que
figura en la parte alta de todas sus representaciones religiosas y mitolgicas, son unas fauces de tigre ampliamente
abiertas, por entre las cuales asoman los dientes, y con el
labio inferior colgando; un glifo que no posean los mixtecaso Ello quiere decir que todos los objetos en que figura
este jeroglfico deben ser de origen zapoteca, y que todos
aquellos cuyas inscripciones se componen de signos distintos no pueden ser zapotecas. Pues un pueblo que tuviera
dos diferentes "alfabetos" sera un fenmeno hasta ahora
desconocido. Sobre esta base Caso pudo comprobar (Las
estelas zapo tecas) que todas las estelas encontradas en la
regin de Oaxaca son zapotecas; que todos los cdices
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objetos enviados al emperador Carlos V le parecieron "como si fueran sueo y no como hechos por la mano del
hombre". Con seguridad se sabe que fue mixteca el pez de
plata con incrustaciones de oro que Carlos V regal al Papa
y que Cellini hizo objeto de toda una investigacin, sin
poder averiguar con cul procedimiento se labr. La mayora de los trabajos se destruy: el hambre de oro de los
teules los arroj al crisol. Sirvieron para pagar las deudas
pblicas y para financiar las expediciones militares.
Un rasgo caracterstico de ambas culturas oaxaqueas,
tanto la zapoteca, como la mixteca, es el ritual funerario.
Los toltecas y los aztecas incineraban a sus muertos; los
zapotecas y mixtecas los enterraban. "Los zapotecas detestaban la incineracin, crean que destrua el alma" (Thomas
A. Joyce: Mexican Archaeology). Hay que distinguir entre
"entierros primarios" y "entierros secundarios". Esto significa que primero se enterraba al muerto, por as decirlo,
provisionalmente. Ms tarde, cuando del cadver ya slo
quedaban los huesos, se celebraba una solemne ceremonia
para dar sepultura a stos en una tumba construida entre
tanto, decorada con adornos plsticos y pinturas murales.
Ese segundo entierro sola verificarse al cabo de cuatro
aos, durante los cuales el muerto, en compaa del perro
enterrado con l para servirle de gua y protector, se encontraba en el camino a Liooba, el mundo inferior. Antes del
sepelio definitivo, los huesos "se pintaban de rojo, el color
funerario, y despus se enterraban en la tumba" (Caso: Las
culturas mixteca y zapoteca). Encima del crneo se colocaba la mscara y al lado las ofrendas mortuorias: vasijas con
comidas y bebidas, los vestidos, joyas y armas del difunto;
dolos y otros objetos preciosos. Esto nos recuerda a Egipto. Es cierto que hay aqu una diferencia radical. En Egipto
la raz de las costumbres funerarias es el culto a la personalidad, la ambicin de los faraones que anhelan seguir desempeando su papel e infundiendo respeto y admiracin aun
despus de muertos. De todo ello no hay nada entre los
zapotecas. Es bastante signifieativo que en ninguna tumba
zapoteca o mixteca exista algo que pueda considerarse como retrato del difunto, ni representacin alguna que evoaue
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nadie se ha basado en esto para poner en duda la originalidad del arte etrusco. Para la clasificacin a:rqueolgica de
los objetos es importante registrar e interpretar la existencia
de un mismo motivo en el mbito de diferentes culturas;
pero una investigacin est~tica debe partir del espritu creador realizado en la obra.'P.,ar~ estudiar el arte zapoteca, y
ms~~n .para averiguar el lugar que ocupa en el mundo de
las. cul~ricanas, hay que considerar como factor decisivo la arquitectura de Monte Albn, la meditada
organizacin de este conjunto urbanstico, la corporyjdad
maciza y orgnica de las pirmides, la sencillez de su estructura, que no necesita de accesorios, porque es rica, vigorosa y
expresiva.
Los zapotecas -no importa qu es lo que adoptaron ni
dnde- fueron artistas audaces y originales, que imprimieron su propio espritu a todo lo que crearon, revelando en
ello una voluntad de arte que est arraigada en lo arquitectnico y que tiende a lo monumental. El arte zapoteca no
es maya, ni es teotihuacano. Es zapoteca.
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co de un mundo para el cual lo divino es lo inconcebiblemente monstruoso. Plutarco, asiduo husped de la arre ligiosa Roma, pensaba que a los dioses hay que amarlos, no
temerlos. Dijo que creer en los dioses libera al hombre del
temor y lo llena de desbordante alegra. Ferdinand Gregorovius (Glanz und Untergang Roms) opina que los dioses
olmpicos, tal como vivan en la imaginacin de Plutarco,
"no son sino petrificaciones; pueden adornar un museo de
arte, pero no es posible transformarlos filosficamente en
potencias ticas e intelectuales". Cuando el artista azteca
representa a Coatlicue, a Mictlantecuhtli, el dios de la
muerte, no menos pavoroso, o a Xlotl, gua del Sol en su
camino al inframundo, no pretende esculpir una estatua de
museo, destinada a causar emociones estticas. Plasma una
vivencia religiosa, que procede de una esfera ms profunda
y tiende a un mbito mucho ms all de lo puramente
esttico.
La Coatlicue Mayor lleva como pectoral una calavera. En
otras imgenes de la diosa, la calavera sustituye la cabeza.
Sin embargo, hay que considerar como los verdaderos dioses de la muerte a Mictlantecuhtli y su mujer Mictecachuatl, los seores de Mictlan, que es el recinto de los
muertos. Pero los dioses de la Tierra son asimismo nmenes
de la muerte (y adems deidades lunares). Recordemos que
el mundo inferior empezaba inmediatamente por debajo de
la superficie de la Tierra.
En torno a la muerte gira el pensar, gira tambin el
pensamiento artstico. En uno de los cantos de Nezahualcyotl, prncipe d Texcoco, se dice:
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un remedo de esos combates celestes" (Preuss, Mexikanische Religion). Por 10 tanto es muy comprensible, agrega
Preuss, "que los mexicanos pintaran a los hombres por
sacrificar, destinados a alimentar al Sol, con la pintura
propia de los dioses de las estrellas", es decir, les ponan
una mscara negra en que los ojos figuraban como crculos
blancos, el smbolo de las estrellas. Los aztecas dejaban con
tqda intencin cierta independencia a algunas tribus que
hubieran podido subyugar, con el fin de que nunca les
faltara ocasin para guerrear y hacer prisioneros. En una
conversacin con Corts sobre los t1axcaltecas, Moctezuma
dijo que sa era la razn por la cual no los haba sometido.
Aludi con esto a la llamada "guerra florida", institucin
establecida por Moctezuma 1 Ilhuicamina (1440-1469). Se
sabe que no todas las guerras de los aztecas eran "floridas",
que haba tambin guerras de conquista, planeadas por ellos
deliberadamente y con fines realistas, fines polticos, bastante terrenales: la expansin de su reino, la sujecin de
otras tribus, el botn. Pero aunque se desencadenaban estas
guerras a raz de consideraciones polticas, podemos suponer que el ltimo mvil -el ms profundo-, la recndita
fuerza motora, era siempre el culto a Huitzilopocht1i. Puesto que los aztecas crean que con los incesantes sacrificios
haban mantenido y aumentado la fuerza -dadora de victorias- de su deidad tribal, inferan de ello que su deber ante
ella era seguir, fervorosamente, provocando guerras y haciendo sacrificios. Y nos podemos preguntar: Fue aquello,
como a menudo sucede, un. imperialismo convertido en
culto o una imperializacin de 10 religioso? Samuel Ramos,
en su libro El pensamiento en Amrica, compara a los
aztecas con los romanos. SeaJa su gran perspicacia poltica,
su temperamento belicoso y la estupenda rapidez con que
supieron erigir un vasto imperio, su talento organizador y
su capacidad para las obras de ingeniera. Hay an ms
paralelos. Tal como los romanos trataban de absorber la
cultura superior de los helenos, los aztecas procuraban asimilar la cultura tolteca. Sin embargo, existe una diferencia fundamental, fundamental precisamente en 10 que concierne a la evolucin artstica: la actitud, diferente del
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fascinacin.
La estilizacin, recurso esencial del arte azteca, su elemento expresivo por excelencia, no impide que la obra
refleje la excelente observacin de la naturaleza, ni peIjudica la monumentalidad del conjunto. J oyce (Maya and Mexican Art) habla de "la extraordinaria energa que caracteriza
a los aztecas, unida a su capacidad receptiva". (Tambin en
la plstica de tamao pequeo logran esa monumentalidad.)
Desarrollan un tipo que hay que considerar como especficamente azteca, no slo por su frecuencia: la figura de un
hombre sentado con las piernas encogidas. Un ejemplo
magistral es el "Portaestandarte" o "Indio Triste" del Museo Nacional de Antropologa, antao figura de adorno en
la escalinata del Templo Mayor de Tenochtitlan. Las piernas
estn estrechamente unidas al tronco, los brazos cruzados
sobre los muslos: as se produce una masa de bloque
cerrada. Las piernas son como columnas. La cabeza -otra
masa cerrada-, cuya mirada fija est dirigida hacia adelante,
se eleva por encima de ese bloque, que constituye una
especie de zcalo para ella. Este zcalo no es de ninguna
manera rgido, ni tampoco muestra la estilizacin decorativa
del Cuauhxicalli-Oclotl: se revela ah una gran sensibilidad,
que articula la masa, imponindole un ritmo, y que caracteriza los muslos, las pantorrillas, los pies, bien observados en
sus detalles. En las figuras sedentes femeninas la falda que
envuelve las piernas proporciona la posibilidad de dar a la
parte inferior del cuerpo una forma an ms cerrada. Simplificacin, reciedumbre. Enega de un arte joven, viril,
consciente de s mismo, que ya logr sobreponerse a su
complejo de inferioridad ante la cultura teotihuacana.
El elemento realista, contenido ya en el surrealismo de la
Coatlicue Mayor, empieza a resaltar aqu enrgicamente,
reprimiendo las fuerzas mgico-psquicas gracias a las cuales
aquella obra es tan grandiosa expresin de la religiosidad
azteca. Observacin de la realidad, sujeta a lo arquitectnico, sometida a una disciplina formal. En el sentido literal
de la palabra esto no es realismo; es una estilizacin que
parte de la vivencia de la realidad y que en algunas obras
-como la cabeza de Coyolxauhqui, con sus grandes superfi392
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portada
203
203. Figura masculina con tocado extravagante. Cermica. Procede de Colima. Cultura del Occidente.
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403
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figuras teotihuacanas, aztecas y zapo tecas. El ver del Occidente de Mxico es un ver impresionista; la meta de su arte
es fijar 10 que se lleva el momento. Es prueba de gran
seguridad, de exquisito tacto artstico que nunca se rebase
cierto tamao pequeo, que nunca se pierda de vista el
carcter juguetn e improvisado de la obra. Las formas
geomtricas, abstractas, de que se sirvi el escultor teotihuacano para estructurar la Chalchiuht1icue, de que se sirvieron
tambin los egipcios, llevan inherente uno de los supuestos
de la creacin monumental. Si los "bocetos de movimiento" de los tarascos, que procuran imitar la animacin del
modelo natural, se amplificaran a un tamao natural o
mayor todava -ambicin fatal de gran parte de nuestra
escultura contempornea-, el resultado sera aquella banalidad que ni siquiera Rodin supo evitar en todos los casos.
Los tarascos no consiguen desarrollar espiritualmente los
fundamentos arcaicos en que se basan. Pero logran intensificar la observacin de la realidad que caracteriza las creaciones de la cultura preclsica. No sin razn se ha designado el
arte tarasco como "arcaico evolucionado". Tambin Teotihuacn construye su arte sobre los cimientos de la cultura
preclsica; pero su modo tradicional de expresin se tie
del pensamiento mgico-religioso que supo elaborar. A ello
debe el arte teotihuacano la grandeza de un estilo de
smbolos monumentales, propios para dar forma plstica a
representaciones metafsicas. Entre los tarascos no hay nada
de eso. Su arte tiene otro horizonte: principio y fin es para
l lo que perciben los sentidos . De all viene, hacia all va.
El arte tarasco, visto como conjunto, es alegre, lleno de
exuberante alegra de vivir. No conoce aquel estremecerse
ante el demoniaco hlito de los dioses, que nunca cesan de
amenazar la existencia del mundo y del hombre. Es significativa una de las tradiciones mtica~. Cuando los dioses
supieron la noticia del cambio radical causado por la llegada
de los espaoles, prorrumpieron en quejas, diciendo que
despus de la creacin de la luz se Mba acordado que no
se repetira el fin del mundo; que la tierra ya vivira en paz,
sujeta al orden una vez establecido. Tal era la seguridad en
que viva el mundo tarasco. Su arte revela una gran confian405
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206
ciosas joyas artsticas expuestas en las vitrinas de los ' museos y en colecciones privadas, ante las cuales se extasa el
conocedor, son ofrendas sepulcrales, creadas no para deleite
de los vivos, sino para acompaar a los difuntos al inframundo. El intenso culto a los muertos es un rasgo caracterstico del Occidente de Mxico. El entierro de un difunto
prominente era motivo para desplegar un lujo notable. Adems de las cmaras mortuorias subterrneas haba verdaderos mausoleos, de los que hablaremos ms adelante, al
tratar de la arquitectura de este pueblo. Entre los tarascos
se incineraba al muerto, igual que entre los pueblos nahuas.
Tratndose de un gran personaje le seguan al ms all - es
decir, eran sacrificados durante las ceremonias funerariassus mujeres, sus esclavos y los corcovados y enanos que
haban pertenecido a su squito en calidad de seres a
quienes los dioses haban dotado de virtudes mgicas. Como
en otras partes tambin se enterraban con el difunto sus
armas, joyas y otros objetos de valor. Mientras que los
pueblos del grupo nahua acostumbraban atar al fardo mortuorio una mscara, que era ms un "retrato de la personalidad" que una efigie, en las tumbas tarascas se encuentran
figuras cermicas que pueden considerarse como autnticos
retratos del muerto. La corporeidad material se inmortaliza,
se conserva "mgicamente... , es decir, mediante la transmutacin del cuerpo carnal a la imagen escultrica", como
escribe Toscano (Arte precolombino. .. , op. cit.). Con toda
probabilidad es acertada la suposicin de que muchas de las
figuras masculinas y femeninas que surgieron de las cmaras
mortuorias eran retratos de los allegados del difunto o de
los seres que haban dado esplendor a su existencia : mujeres, guerreros, msicos, bailarines y bailarinas, su animal
totmico. Es ms: dada la cre~ncia de que en el ms all el
muerto continuaba S\ vida tal como la haba llevado en
este mundo y que no deba faltarle ninguna de las cosas
agradables de que haba gozado, esta vida se reproduca con
frecuencia en obras de miniatura, que parecen juguetes. Se
quera que el difunto creyera encontrarse en su medio
acostumbrado. Involuntariamente se recuerdan los relieves
egipcios de la tumba de Meten, en Abusir y Sakkiira, que
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espaoles a los pobladores de la regin del Lago de Ptzcuaro. Cuando en el ao de 1522 los conquistadores empezaron a penetrar en Michoacn, Calzontzin, el ltimo soberano de la nacin, y los miembros de la corte procuraron
granjearse su amistad. Les dieron a sus hijas como mujeres
y los llamaban "yernos", palabra que en su lengua es
"tarasco". Como los espaoles oan esta voz frecuentemente, crean que se trataba del nombre del pueblo, que en
realidad es - en lengua "tarasca" - purpecha.
En lo que atae' al origen de los tarascos difieren las
opiniones de los expertos. Se sabe que en la regin de
Michoacn encontraron a una poblacin primitiva de lengua
nhuatl, los tecas; que la sojuzgaron y que fundaron su
capital, Tzintzuntzan. La comarca, con sus lagos y sus
caudalosos ros, es rica; el clima, favorable; el suelo, frtil.
No faltaba el agua, abundaba la caza, y la pesca completaba
la alimentacin. (La palabra michoaque significa "habitantes
del lugar del pescado".) Haba obsidiana, valiosa materia
prima para fabricar navajones, armas y espejos, utilizada por
los tarascos tambin para labrar joyas. Daniel Rubn de la
Borbolla encontr en la tumba 25 de Tzintzuntzan un
valioso bezote de este material (conservado en el Museo de
Morelia) con incrustaciones de oro y mosaico de turquesa.
Parece que la vida no era dura en ese mundo. Las crnicas
hablan de bienestar y riqueza. Segn ellas, los tesoros arrebatados a Calzontzin por Nuo Beltrn de Guzmn eran
fabulosos, aunque ni remotamente suficientes para aplacar
su insaciable hambre de oro. La Relacin de Mechuacn
informa que en "la casa llarriada del AguiJa", santuario de
Curicaueri, que era al mismo tiempo la tesorera del soberano, se guardaban doscientos escudos de plata, muchos tocados, igualmente de plata, coi-I los cuales se adornaba a las
vctimas destinadas al sacrificio, y cuatrocientos -nmero
que en los idiomas de los pueblos mesoamericanos significa
"innumerables" - discos del mismo metal. Tambin las representaciones artsticas hacen suponer un nivel de vida
elevado. Las cermicas que se han conservado representan
hombres y mujeres con ricos adornos: narigueras, orejeras,
bezotes, brazaletes y ajorcas. Sierras altas y ros anchurosos
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Indice analtico
210
'1
l.
Abusir, 411)
AcamapicM1i, 386
Acanc, 219,* 292
Acosta, Jorge R., 138n, 223
Adivino, El (Uxmal), 304,* 305,*
307*
Aguila, 16, 21, 63, 75,'" 79, 86,
95, 102, 115, 140, 170,218,229,
318, 360, 404, 414
Ah Puch, 19
Alberti, L. B., 88
Alva IxtIilx6chitl, Fernando de,
226
Anhuac, 223
Anales de Cuaulltitln, SO, 113,
226
Anexo a las Monjas, (Chichn
Itz) , 313, 325,* 326*
Apepi, 103n
Arbolillo, El, 192
Arco, 136, 238, 294, 360
Arco falso, 136, 239,'" 241, 294,
360, 365
.Aristteles, 90, 115, 167
Asirios, 254
Astronoma, 67, 98, 99, 100, 101,
108
Atlantes, 31, 232, 323
Atotoztli, 386
Azcapotzalco, 60, 380
Aztecas,'25, 32, 47, 52, 58, 60, 62,
85, 86, 89, 91, 112, 130, 131,
145, 150, 156, 192, 200n, 246,
274, 308, 327, 334, 348, 349,
350, 352, 358, 369, 377, 378,
380, 382, 384, 386, 387, 390,
392, 416
Bacab, 31
Balam, 290
Baqueiro Anduze, Oswaldo, 272,
276, 278, 282, 290, 308
Barroco, 45, 78, 82, 85, 134, 182,
234, 235, 260, 282
Basalenque, .Diego, 400
Batres, Leopoldo,. 328, 350
Beaumont, Fray Pablo, 402
Bel, 104
Beltrn de Guzmn, Nuo, 414
Bernal, Ignacio, 196
i.
420
421
l.
422
423
Jtzcatl, 60
Ixbalamqu, 107
Ixcuiname, SO
Ixkn, 181
Ixtapalapa, 54
Izapa, 196, 198, 205*
Jaguar o tigre, 19, 20, 21,* 40,
52, 75,* 79, 86, 95, 102, liS,
138n, 140, 145, 170, 171, 196,
198, 199, 204, 218, 220, 229,
280, 290, 292, 318, 340n, 352,
360, 390, 394, 408
Jaina, 283,* 285*
,
Jimnez Moreno, Wigberto, 223
Job, 108
Joyce, Thomas A., 58, 61, 238,
241, 244, 246, 254, 275, 358,
.
364, 365,392
Judasmo, 17, 42, 66, 75
Juego de Pelota, 21n, 31, 44, 81,*
107, 181, 226, 315,* 316, 318,
319,* 323,324,331, 36Sn, 366n,
402
Kabah, 237n, 273,'" 286, 313, 321,
341
Kant, 86
Kepler, 100
Kessler, Conde Harry, 335
Kin-Lishba, 173, 174,* 182,* 183
Kirchhoff, Paul, 61, 179n, 408
Kodz poop, 273 *
KUhn, Herbert, 207
Kukulcn, 92, 236n, 237n, 298,
302, 303, 306, 308, 312, 318,
321
KUmmel, Otto, 89n
Laberinto, El (Yaxchiln), 242
Labn, 164, 237n, 240,'" 246, 286
Landa, Fray Diego de, 61,68, 132,
284, 288, 294, 298, 313
Lange, Julius, 77
Lehmann, Walter, 13, 24, 222,
324, 365n, 366n
Len-PortiJIa, Miguel, 9On, 380
Leonardo da Vinci, 114, 1'20
Lessing, O. E., 95, 97, 374
Lvy-Bruhl, L., 59, 101, 109
Libro de los Libros de Chilam Balam,31
Lienzo de Yucutcato, 398
Linne, S., 222
Liooba, 334, 358
Lipschitz, Jacques, 257
424
Lozada, J. Rodolfo, 14
Lucas,4:J
Luciano, 88
Ludendorff, H., 98, 99
Luna, La, 18, * 20, 21 n, 46, SO,
103, 104, lOS, 106, 107, 178,
196, 370, 380n, 402
Macuilxchitl, 147, 148
Maz, 20, 31, 38, SO, 54, 56, 62,
148, 190, 191, 192, 196, 202,
204, 206, 207, 398
Maler, Theobert, 238
Malinalco, 86, 135
Mallarm, Stphane, 374
Mangelsdorf, Paul, 192
Man, 298, 313
Mantegna, 70
Mariposa, 44, 112, 170, 23 1, 341
Marquina, Ignacio, 132, 138, 243,
331, 333
Mscara, 62, 140, 141,* 142,'!'
143,'" 144,'" 145,* 146,'" 147,*
148, 149,* 150,* 151,* 152,*
153,'" 154, 155, 194,204,215,
216, 273,* 280, 284, 303, 352,
357,'" 358, 360, 364, 382, 402,
410
Matisse, Henri, 346
Maudsley, A. P., 250, 271
Maya clsico, 71, 156, 222, 250,
252, 272, 278, 280, 294, 295,
341, 362, 36Sn, 366, 397, 412
Mayapn, 196, 23Sn, 236n, 237n,
288, 298, 302, 308, 312
Mayapn, Liga de, 236n, 302, 310
Maya-quichs, 40, 46, 47, 56, 57,
107, 237
Mayas, 30, 31, 61, 68, 92, lOO,
108, 116, 132, 136, 178, 187,
196, 200, 202, 233, 234, 235,
237n, 238, 241, 249, 252, 266,
275, 278, 284, 294, 302, 303,
306, 314, 326, 350, 352,366,
395
Maya-tolteca, 142, 233
Meandro griego, 156, 162, 164,'
167, 169, 170, 172, 173, 174,
'
176
Meandro precortesiano, 124, 157,
170, 171, 187, 229, 318, 340
Mendieta y Nez, Fray Lucio,
400
Mezcala, 146,* 197*
Michoacn, Crnica de, 402
Mictecachuatl, 376
425
426
Rathenau, Emest, 14
Reinach, Salomon, 89
Relacin de Genealoga, 386
Relacin de Mechuacn, 287n,
400, 414, 416, 418
Relmpago o rayo, 42, 109,* 110,
113, 160, 161, 178, 338
Rembrandt, 70, 117
Remojadas, 192
Renacimiento, 85, 88, 220, 233
Reynaud, George, 78
Regl, Aloys, 80
Ros, Pedro de, 28, 33, 111, 178
Rivera, Diego, 412
Rivet, Paul, 187
Rococ, 76, 180, 233, 236
Rodin, Augusto, 405
Rohde, Erwin, 92
Romnico, 85, 249
Romanos, 27, 327, 382, 384, 390
Rubn de la Borbona; Daniel, 14,
412, 414, 416
Ruiz, Luis R., 132
Ruz Lhuillier, Alberto, 153, 237n
Sacrificio humano, 32, 33, ~37~ 45,
46, 47, 50, 52, 54, 58, 64, 103,
111, 158, 306, 378, 382, 384,
402
Sacrificio a flechazos, 39, 50
Sahagn, Fray Bemardino de, 18n,
20, 22, 25, 27n, 33, 39, 50, 52,
59, 112, 142, 145, 148, 168,
2oon, 223, 308, 314n, 416, 418
Sakkara, 91, 121, 260, 410
Salazar Obregn, Ponciano, 138n
Salmos, Los, 42, 78
San Agustn, 17
San Lorenzo Tenochtitlan, 201 *
San Rodrigo Aljojuca, 215
Santa Teresa, 37
Santo Toms, 37, 59, 92
Sayit, 237n, 243, 246, 248, 286
Schapire, Rosa, 91
Schmarsow, W., 75
Seibal, 264, 265*
Sjourtt, Laurette, 138n, 155, 222
Seler, Eduard, 13, 20, 21n, 31, 33,
50, 76, 99, 103, 104, 106, 109,
148, 158, 159, 160, 178, 181n,
284, 324, 334, 335, 354, 365n,
400, 402, 404
Seno, 164, 175, 176,* 177*
Seores de la Noche, Los nueve,
104, 412
Serpiente o culebra, La, 21, 25,
,';'
"
)
427
428
198,
252,
Venus,
107,
324
Waldeck, 286
Westheim, Paul, 45, 64n, 193n,
196, 204, 218, 232n, 2S2, 28On,
346n, 373, 378n
WiIlard, T. A., 303
Winckelmann, J. J., 222
Wolfflin, Heinrich, 219, 220
Worringer, Wilhelm, 10, 14, 80,
86, 122, 128, 135, 166, 270,
394
Wundt Wilhelm, 94
Xartanga, 404
Xipe Ttec, 27n, 28, 48, 49, 50,
51,. 54, 83, 105, 106, 150,
341, 342, 343, 362, 396, 412
Xies, 236n, 237n, 294, 298
Xiuhcatl, Xixiuhcoa, 21n, 112,
146
Xiuhtecuhtli, 27n, 146, 147,* 200,
210, 211,* 212, 214
Xlabpak, 238
Xochicalco, 21n, 80, 81,* 124,
135, 170, 171, 181, 226, 229
Xochipilli, 34,'" 35,* S3'"
Xochiqutzal, 105, 192, 202
Xlotl, 18n, 21n, 22n, 40, 102,
107, 110, 143, 160, 162, 178,
179,* 376, 402
Xlotl, caudillo chichimeca, 226
Yaxch, 31
Yaxchiln, 237n, 241, 242,* 258,
262, 264,* 313, 366
. Yucatn, 92, 156, 235n, 236n,
237n, 240, 248, 273, 279,
293, 294, 29S, 296,* 298, 302,
303, 308, 318, 324, 326, 327,
366n
Zaachila, 346, 348
Zacatenco, 192
Zapotecas, 200, 246,
333, 346, 348, 349,
354, 3S6, 3S8, 360,
367, 412, 416
leus, 68, 88
Zumrraga, Fray Juan,
284, 328,
350, 352,
364, 366,
32
Indice de ilustraciones
de Antropologa/209
94. Xiuhtecuhtli. Piedra. Cultura teotihuacana. Naturhistorisches
Museum, Viena/211
95 ... Figura femenina. Piedra. Cultura teotihuacana. Museum fr
Volkerkunde, Viena/213
96. Vasija en forma de armadillo. Cermica. Procede de San Rodrigo Aljojuca, Estado de Puebla. Cultura teotihuacana. Museum fr
Volkerkoode, Berln/215
97. Dos figurillas masculinas. Jade. Cultura teotihuacana. Museo
Nacional de Antropologa/217
98. Vaso policromo. Cermica. Cultura teotihnacana. Coleccin privada/219
432
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Fotografas
439