E Vapor Adores
E Vapor Adores
E Vapor Adores
Hasta donde se sabe, el proceso de la destilación fue inventado por los alquimistas egipcios,
quienes emplearon gran cantidad de aparatos diseñados para vaporizar sustancias volátiles
y tratar los metales con ellas. Parece que, ocasionalmente, se realizaba una especie de
destilación de líquidos. Por ejemplo, se calentaba agua de mar en calderos cubiertos y se
sacudían las gotas condensadas en las tapaderas, con el fin de usarlas como agua para
beber.
Asimismo, el aceite de pez se elaboraba por el calentamiento del alquitrán y la subsecuente
condensación de su vapor. El mercurio se obtenía al calentar el cinabrio (mineral de sulfuro
de mercurio) sobre un plato de hierro, colocado dentro de una olla cubierta con un puchero
o ‘‘ambix’’, en el que se condensaba el vapor de mercurio. Posteriormente, ese término se
usó para denominar al aparato completo de la destilación, en árabe al anbiq, de donde
procede nuestro alambique. Los alquimistas griegos, en el siglo primero de nuestra era,
inventaron el alambique para destilar sustancias. Un alambique o destilador está compuesto
de tres partes: una vasija en la que se calienta el material que se va a destilar, una parte fría
para condensar el vapor producido y un recipiente para recogerlo.
La destilación se inventó como un medio para obtener un líquido capaz de atacar o colorear
los metales. Ciertamente, no se conoce el uso de alambiques para propósitos no alquímicos
hasta alrededor de 700 años después de su primer empleo en la alquimia, cuando los
encontramos en libros de recetas.
Debe comprenderse que la falta de instrumentos (termómetros, por ejemplo) y el hecho de
que no se conocieran disolventes ni ácidos más fuertes que el vinagre, representaba una
limitación del campo de estudio. Los antiguos químicos trabajaban principalmente sobre
alambiques primitivos, lo que les impedía recuperar los compuestos de bajo punto de
ebullición.
De aquí que no se descubrieran productos químicos como el alcohol hasta la época de los
árabes, aunque desde muchos siglos atrás se conocían bebidas alcohólicas como el vino y la
cerveza (Forbes, 1958).
Los conocimientos químicos de los árabes eran considerables. Aunque no profundizaron en
la química teórica, su química aplicada era positivamente superior a la de los químicos
helénicos. Un grupo considerable de químicos se inclinó a las teorías y discusiones
abstrusas sobre la alquimia, en tanto que varios de los notables, despreciaban a los
‘‘devotos de al-kimiya que conocen frecuentes maneras de engañar a sus víctimas’’. Un
genio, Abu Mussah-al-Sofi o Geber, quien vivió alrededor de 760 dC describió métodos
mejorados de evaporación, filtración, sublimación, fusión, destilación y cristalización.
Otros como Ibn-
Sina, mejor conocido como Avicena, clasificaron minerales y productos químicos y
describieron muy detalladamente su elaboración. Gracias a los esfuerzos de éstos se
estableció la diferencia entre sosa y potasa.
Dejó de ser un misterio la purificación de vitriolo, alumbre, nitro y sal de amoniaco. La
mayoría de estos avances se debió a las mejoras introducidas en los aparatos y en la calidad
de los vidrios y esmaltes. Los árabes fueron, por supuesto, famosos en el arte de la alfarería,
especialmente por los esmaltes lustrosos y coloridos aplicados a vasijas de barro.
Estos vasos esmaltados, muchos de los cuales eran refractarios, fueron bien diseñados para
procesos tecnológicos. Aunque la importación de la alfarería y la porcelana de China se
remontan al siglo VIII, el secreto de la manufactura de esta última no se conoció en Persia
antes del siglo XII. La calidad de esta alfarería contribuyó notablemente a facilitar el
trabajo de los alquimistas árabes, que intentaban algo parecido a la producción en gran
escala de determinados productos. Inventaron hornos cilíndricos o cónicos, en los que
disponían hileras de alambiques para producir agua de rosas o ‘‘nafta’’ (gasolina) por
medio del calor de los gases de combustión.
Un incendio en la ciudadela de El Cairo en 1085, destruyó no menos de 300 toneladas de
gasolina almacenada allí. El método del horno de galería que acabamos de describir era la
única forma en que podrían producirse tales cantidades. Los antiguos textos mencionan
ciudades como Damasco entre los centros manufactureros y destiladores.
Debido a ellos en la química actual tenemos nombres árabes para aparatos y productos
químicos: álcali, antimonio y alambique. El procedimiento de destilar alcohol y producir
ácidos fuertes, como el sulfúrico y el nítrico, afectaron de manera importante a muchas
técnicas; la producción de perfumes, por ejemplo, cambió totalmente. Los químicos
antiguos obtenían sus esencias por enfleurage, esto es, mezclando flores y hierbas con
grasas o ceras fundidas, que después se separaban por filtración. Las esencias responsables
del aroma eran así absorbidas por el aceite o la grasa. Pero los árabes empezaron entonces a
mezclar las hierbas y las flores con alcohol o agua, y a destilar las mezclas para producir un
perfume líquido.
Cuando se usaba agua, las esencias formaban una capa fina en la parte superior de la
mezcla y podían separarse por decantación. De este modo se producía el agua de rosas a
partir de los pétalos de las rosas. Éste es el inicio de la destilación por arrastre con vapor.
Los descubrimientos árabes produjeron un gran impacto en la Europa medieval, y sobre
todo la alquimia produjo furor en todos los reinos europeos.
Gradualmente se introdujo en Europa la práctica de enfriar el tubo de salida del alambique
y, a partir del siglo XIV, la salida se convirtió en un serpentín condensador del que deriva
el refrigerante moderno. Con esta mejora se consiguieron recuperar, por condensación, los
líquidos y sustancias que tienen bajo punto de ebullición. Las primeras descripciones
europeas del alcohol datan de los alrededores del año 1100. Se encuentran en manuscritos
del gran centro médico que fue Salerno. Cien años después, el alcohol, obtenido por la
destilación del vino, era ya una sustancia bien conocida. Durante la Edad Media, el alcohol
concentrado solía prepararse en dos etapas; la primera destilación producía un alcohol de
60%, al que se le daba el nombre de agua ardens, o aguardiente, una nueva destilación
subía la concentración al 96%, el producto final se conocía por el nombre de aqua vitae, o
agua de la vida. En 1320, se producía alcohol en gran escala en Módena, Italia y su
conocimiento se extendió a Francia y Alemania (Forbes, 1958).
La medicina, en la primera parte de la Edad Media, no contaba en general más que con
medicamentos en forma de polvos y jarabes. Estos últimos fueron reemplazados entonces
por tinturas, es decir, disoluciones o destilados de la droga o, en específico, en alcohol. Los
perfumes que se habían preparado siempre en la forma clásica, macerando hierbas y aceites
o grasas, se empezaron a fabricar a la usanza árabe, es decir, por destilación y disolución
con el alcohol. Hasta el siglo XIX los alambiques fueron del tipo de lotes con poco reflujo;
eran muy pequeños, de 30 a 80 centímetros de diámetro y 1.5 metros de alto, con todo y
accesorios.
El monasterio de los benedictinos, dio su nombre a un famoso ‘‘brandy’’. La técnica
mejorada de la destilación hizo posible otro importante progreso en el campo de la química:
desde 1150, los químicos italianos destilaron ácido nítrico de una mezcla de nitro y
alumbre. Venecia, y algunas ciudades de Francia y Alemania, fueron los centros
productores de este ácido, que era el principal reactivo empleado para la refinación del oro
que contenía plata. El ácido sulfúrico se producía en el siglo XIII, ya sea por destilación de
alumbre, o quemando azufre sobre agua bajo una campana de cristal. En el siglo XV se
destilaba ácido clorhídrico de una mezcla de nitro y sal común. El conocimiento de estos
ácidos fuertes se difundió rápidamente, en todas direcciones; se aplicaron a la disolución de
sales, en metalurgia y en el trabajo de metales, así como en calidad de agentes mordientes o
de blanqueado.
Las primeras referencias que se tienen de algo parecido a la destilación o evaporación las
encontramos en zonas con escasez de agua del imperio egipcio, donde se hervía agua en
calderos y se aprovechaban las gotas que se formaban en las tapaderas para ser bebidas.
La primera tecnología de destilación conocida son los alambiques y sus primeros usos
documentados fueron de tipo alquímico, es decir, se utilizaban para intentar conseguir
transformar elementos químicos en otros más valiosos. Obviamente esta aplicación carecía
de base científica y no fue hasta años más tarde cuando se empezó a utilizar para separar
elementos químicos disueltos en el agua y en la elaboración de recetas.
La primera de las grandes revoluciones llegó en el siglo VIII cuando Abu Mussah-al-Sofi
describió por primera vez métodos más avanzados de evaporación, así como otras técnicas
de separación como la filtración o la sublimación. Durante estos años también se trabajó en
la mejora de los materiales con que se fabricaban los aparatos.
Esto provocó una gran mejora en la fabricación de perfumes y alcoholes, como fue el caso
de la destilación de agua de rosas mediante arrastre con vapor. Durante el resto de la edad
media se tiene constancia de la destilación de alcohol, ácido nítrico y otros productos en
grandes centros de conocimiento, como monasterios y algunos centros estudiantiles de
grandes ciudades de la vieja Europa. Sin embargo, en lugares como El Cairo la destilación
y almacenamiento de gasolina fueron llevados a cabo durante el siglo XI, lo cual supone
que debían existir técnicas depuradas y aplicadas a gran escala como hornos de galería,
materiales refractarios y refrigeradores de gran eficiencia.
Ya pasada la edad media, se desarrolló el serpentín alrededor de un tubo por el que pasaba
el vapor a condensar, lo cual permitió recuperar líquidos de bajo punto de ebullición y
producir alcohol 96% a gran escala, dando también lugar a la aparición de licores de alta
graduación. La posibilidad de generar alcohol y ácidos a gran escala hizo evolucionar el
mundo de la química y se estudiaron las propiedades de ácidos, bases, disolventes
orgánicos y otro tipo de compuestos.
Durante la revolución industrial se empleó por primera vez el vapor de agua para transmitir
calor a otros cuerpos, gracias a los descubrimientos de Rumford, lo cual permite obtener
gas inflamable a partir del carbón y también benceno a partir del alquitrán. El 1856 se
instalan las primeras plantas de destilación de alquitrán de Hulla. La mejora de la calidad y
resistencia de materiales como el vidrio y el metal durante el siglo XIX permite el
desarrollo de mejores tecnologías de destilación, así como la aparición de las primeras
columnas de rectificación de funcionamiento continuo.
Aunque sin duda, la gran aportación de esta época es el perfeccionamiento de las técnicas
de refinado de petróleo, lo cual da lugar a la obtención de lubricantes, combustibles,
parafinas, asfalto, etc. gracias a técnicas de destilación.
En los inicios del siglo XX las tecnologías continúan mejorando dando lugar a sistemas
como el cracking, utilizado por primera vez en 1936.
A mediados de siglo comienza el estudio de la separación por destilación de mezclas
multicomponentes, así como el perfeccionamiento de la separación de mezclas azeótropas,
que acaba dando como resultado la obtención de productos prácticamente puros mediante
destilación, rectificación y fraccionamiento en la década de los 80.
En estas últimas décadas las aplicaciones de la evaporación se han multiplicado,
convirtiéndola en una tecnología apta para el tratamiento de aguas, recuperación de solutos
y purificación de líquidos, entre otras.
El conocimiento de los ácidos y los disolvente de bajo punto de ebullición, como el alcohol,
resultó de extraordinaria importancia para el progreso de la química, tanto teórica como
experimental. Los químicos antiguos se habían limitado generalmente al estudio de sólidos
o líquidos. Ahora podían estudiarse los cuerpos en disolución con otros compuestos. La
industria química se integró al dominio del gremio de los destiladores, que en el siglo XV
comprendía no sólo a los fabricantes de ginebra, sino también a los boticarios y a los
fabricantes de ácidos. La destilación de ácidos abrió la puerta a la producción de diversos
productos químicos nuevos.
Evaporadores y su clasificación
Su clasificación varía, ya que al hablar de evaporadores se denomina a una superficie
que utiliza un líquido volátil, para vaporizarlo y quitarle calor, y así refrigerar lo que se
necesite, sin embargo puede existirse diferentes tipos:
BIBLIOGRAFIAS
HERNÁNDEZ, N. (2016), “Historia de evaporadores”. Disponible en:
https://es.scribd.com/document/325310288/evaporadores.
Forbes, R.J., Historia de la técnica, Fondo de Cultura Económica, México, 1958.