Teoría Del Esperpento
Teoría Del Esperpento
Teoría Del Esperpento
La índole de esa estética deformante es ilustrada con la referencia a los espejos cóncavos del
callejón del Gato, “los héroes clásicos han ido a pasearse por el callejón del Gato. Los héroes clásicos
reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo
son absurdas. Mi estética actual es transformar con matemática perfecta de espejo cóncavo las
normas clásicas” y termina con es-tas tremendas palabras “deformemos la expresión en el mismo
espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España”
Cabe añadir a esta teoría nuevas explicaciones en las que dice que hay tres modos de ver el
mundo estéticamente:
«Creo que hay tres modos de ver el mundo: artística o estéticamente: de rodillas, en pie o
levantados en el aire: Cuando se mira de rodillas —y esta es la posición más antigua en literatura—,
se da a los personajes, a los héroes, una condición superior a la condición humana (...).
Hay una segunda manera, que es mirar a los protagonistas como si fuesen nuestros hermanos,
como si fuesen ellos nosotros mismos (...). Y hay otra tercera manera, que es mirar al mundo desde
un plano superior, y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un
punto de ironía. Los dioses se convierten en personajes de sainete. Esta es una manera muy
española, manera de demiurgo, que no se cree en modo alguno hecho del mismo barro que sus
muñecos...»
(ValIle-Inclán, La Novela de Hoy, 15 de noviembre de 1929.)
«El fenómeno de las multitudes... No hay otro, entre todos los que constituyen la vida humana, que
logre sujetar la atención y, sobre todo, la emoción del hombre que piensa. La multitud es el
protagonista. Se acabaron los héroes, se acabaron los conflictos individualistas...
Esta manera es ya definitiva en Goya. Y esta consideración es la que movió a dar un cambio a mi
literatura y escribir los esperpentos, el género literario que yo bautizo con el nombre de
esperpentos.»
Cuando el horror y el ridículo se unen resulta el esperpento, con el que se pretende la deformación
esclarecedora de la realidad:
«Mi estética es una superación del dolor y de la risa como deben ser las conversaciones de los
muertos al contarse historias de los vivos... Todo nuestro arte nace de saber que un día pasaremos;
ese saber iguala a los hombres mucho más que la Revolución Francesa.»
(Los cuernos de Don Friolera.)
Buero Vallejo ha propuesto matizaciones a tales asertos. Para él las máscaras deformadoras
caen a menudo y descubren rostros de hermanos que lloran. En medio de lo esperpéntico puede
aparecer una mirada súbitamente fraterna que viene a ser el contrapunto trágico que adensa sus
grotescas sátiras.
La crueldad y el horror en los Esperpentos
«Hermoso, vente conmigo, que ya tu compañero se entiende con la Lunares. No te receles. ¡Ven! Si
se acerca algún guindilla, lo apartamos con el puro habanero.» (Escena X.)
— Don Latino abandona a Max poco antes de que éste muera, el grotesco personaje se ha
llevado la cartera del maestro:
«DON LATINO. Max estás completamente borracho y sería un crimen dejarte la cartera encima, para
que te roben. Max, me llevo tu cartera y te la devolveré mañana.» (Escena XII.)
— En la escena última, Don Latino se aprovecha de la muerte de Max, cobra el billete premiado,
pero es descubierto por la Pisa-Bien, que interesadamente encubre al viejo y le presiona para
que le entregue dinero.
Otro aspecto ridículo de lo grotesco lo hallamos en las denominaciones personales; los diminutivos y
los nombres esperpénticos son utilizados por el demiurgo para desclasar a los denominados.
Nadie puede ser más que nadie cuando la incultura es una epidemia que afecta a todos los sectores
de la sociedad
«MAX. Ilustre Don Gay. La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana
sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte. La Vida es un magro puchero; la Muerte, una
carantoña ensabanada que enseña los dientes; el Infierno, un calderón de aceite hirviendo donde los
pecadores se achicharran como boquerones; el Cielo, una kermés sin obscenidades, a donde, con
permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María. Este pueblo miserable transforma rodos los
grandes conceptos en un cuento de beatas costureras...» (Escena II.)
3.2. Deshumanizar.
El demiurgo vacía a los personajes de razón, sentimiento hasta transformarlos en títeres o fantoches.
Los personajes del esperpento pierden identidad, se transfiguran en un hueco de sombras, rodeados
de objetos:
“El farol, el chuzo, la caperuza del sereno, bajan con un trote de madreñas por la acera”
El proceso metonímico -sustitución de una realidad, el sereno, por otra contigua: sus ropas y
utensilios- ha llegado a sus últimos extremos. La deshumanización es evidente, la persona ha
desaparecido.
La técnica esperpéntica convierte a las criaturas en objetos, peponas, muñecos... la realidad
cobra dimensiones nuevas, así la aparición del ministro se remata con estas palabras:
“los quevedos pendientes de un cordón, como dos ojos, absurdos, bailándole sobre la panza”
Para que el espectador perciba hasta qué punto este mundo es una farsa grotesca, el autor
utiliza constantemente vocablos como fantoche, pelele, figurón, marioneta.. El colorido de los
pingajos o el gesto animalesco e idiota son precisados con prosopografías y animalizaciones:
Prosopografía
Los personajes secundarios son caracterizados por su apariencia, por los vestidos y objetos que los
cosifican:
«Entran en la taberna obreros golfantes —blusa, bufanda y alpargata.» (Escena III.)
«Y en el corredor se agrupan, bajo la luz de una candileja, pipas, chalinas y melenas del
modernismo.» (Escena IV)
Animalización
La ausencia de rasgos humanos se acentúa con retoques animalizadores.
«El loro ha puesto el pico bajo el ala. (Escena II.)
«La Pisa-Bien se apresura a echarle la zarpa.» (Escena III.)
«Dorio de Gadex, feo burlesco y chepudo, abre los brazos, que son como alones sin plumas (Esce IV)
«... guiado por el ilustre camello Don Latino de Hispalis.» (Escena IX)
«Don Latino de Hispalis, volviéndose de espaldas, comienza a cocear en la puerta.» (Escena XII)
3.3. Idiotizar
La sociedad de Luces de Bohemia padece un tipo de enajenación provocada por la ignorancia, de ma-
nera que los personajes se confiesan por su hablar maquinal, disparatado o frívolo. Nadie se
preocupa de discernir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo evidente; los idiotas atentan
contra la inteligencia de Max Estrella, seguros de que van a ganar.
Los males sociales tienen su forma de expresión en la crueldad, el horror y lo grotesco: Cruel es el
Buey Apis, al poner a Max y a su familia en una desesperada situación económica, también lo es la
despreocupación de los gobernantes por todo lo relativo a la justicia social; horrorosa es la muerte
del niño y del paria catalán, sin embargo, lo que prevalece en la obra es el tratamiento grotesco del
esperpento.
Lo grotesco es una superación del dolor y de la risa; resulta de experimentar el desequilibrio y el
contraste, por ejemplo:
— Contraste psicológico entre lo grave y lo burlesco, lo servil y lo rebelde:
«MAX. Traigo detenida una pareja de guindillas. Estaban emborrachándose en una tasca y los hice
salir a darme escolta.
— Contraste grotesco entre la dejadez miserable y la compostura chabacana:
«La otra, jamona, refajo colorado, pañuelo pingón sobre los hombros, greñas y chancletas.» (E. XII)
«Hay un viejo chabacano —bisoñé y manguitos de percalina—, que escribe, y un pollo chulapón de
peinado reluciente, con brisas de perfumería, que se pasea y dicta humeando un veguero.» (E. V)
— Contraste cultural:
«LA LUNARES. Si cuadrase que yo te pusiese al tanto de mi vida, sacabas una historia de las primeras.
Responde: ¿Cómo me encuentras?
MAX. ¡Una ninfa» (Escena X)
«MAX, Llévame a un banco para esperar a ese cerdo hispalense.
LA LUNARES. No chanelo.» (Escena décima.)
«MAX. ¡Eureka! ¡Eureka! ¡Pico de Oro! En griego, para mayor claridad, Crisóstomo. Señor Centurión,
usted hablará el griego en sus cuatro dialectos.
EL CAPITÁN PITITO. ¡Por borrachín, a la Delega!
MAX. ¡Y más chulo que un ocho! ¡Señor Centurión, yo también chanelo el sermo vulgaris!» (E. I
— Contraste entre la bohemia, imaginativa, ingeniosa, nutrida de ficciones literarias, y los burócratas
o sus aliados, rutinarios, torpes, dominados por las normas.
- El contraste violento es característica de la deformación expresionista, especialmente entre lo
doloroso y lo grotesco. Contraste sangrante se establece en la escena XI entre el dolor de la madre y
el conformismo de los defensores del orden. Otro ejemplo muy claro ocurre en la escena XIII en el
velatorio de Max Estrella.
La técnica del esperpento se caracteriza por un extraordinario dinamismo, propia del cine:
vemos a los personajes continuamente en movimiento formando retablos de gran expresividad. En
los esperpentos, los gestos son desacompasados, carentes de armonía, las criaturas descomponen la
figura -estas actitudes se han relacionado con el cine mudo- . Igualmente imágenes cuya percepción
puede sólo concebirse de manera visual, a modo de primeros planos: sonrisas, miradas, guiños,
muecas, movimientos corporales que reproducen las intenciones del alma.
La ironía
Dorio de Gadex, Max y Latino de Hispalis son los bohemios que introducen la ironía en la obra.
Dorio aventaja a Don Filiberto no sólo verbalmente sino también en habilidad para hacer humorística
cualquier situación:
«A usted y a mí nos rezuma el ingenio, don Filiberto. En el cuello del gabán llevamos las señales.» VII)
La ironía de Max se incrementa en los temas políticos y con frecuencia llega al sarcasmo:
«EL SERENO. Camine usted.
MAX. Soy ciego.
EL SERENO. ¿Quiere usted que un servidor le vuelva la vista?
MAX. ¿Eres Santa Lucía? EL SERENO. ¡Soy autoridad!» (Escena IV)
Literaturización
La literatura es asunto esencial a la bohemia y la distingue del mundo institucionalizado. Varios
procedimientos:
Alusiones mitológicas
«EL MINISTRO. Una ceguera accidental, supongo...
MAX. Definitiva e irrevocable. Es el regalo de Venus. (Escena VIII)
«MAX. ¡Tú la temes, y yo la cortejo! Rubén, te llevaré el mensaje que te plazca darme para la otra
ribera de la Estigia.» (Escena IX)
«MAX. ... un desagravio a la diosa Minerva» (Escena VIII)
«EL MARQUÉS. ¿Ni siquiera habéis oído hablar de Artemisa y Mausoleo?» (Escena X)