Nido en Los Huesos (Antonio Di Benedetto)
Nido en Los Huesos (Antonio Di Benedetto)
Nido en Los Huesos (Antonio Di Benedetto)
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se escondió emre algunos cajones y baúles hasta que los perros, no era yo mismo quien silbaba, y en aquella muchacha. suscité el
enardecidos por la sangre de un pollo que dio degollado unos pasos asombro candoroso de quien presencia el tránsito de un dios musi-
agónicos, se le echaron encima sin que nadie se los impidiera. cal, tangible y perecedero.
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Yo no soy el mono, pero también, por orden de mi padre, a. cau- No fue siempre así, sino apenas unos afíos, quizás unos meses.
sa de infracciones leves, en la niñez muchas veces ruve prohibido el Con el cambio he dudado un tamo de que haciendo la felicidad de
acceso a la mesa. No tengo palmera, sin embargo hice de mi tasa un p~jaro haré la. felicidad de todas las f.unilias de los siglos venideros.
una palmera, mejor dicho, de lds cuartos y de los cuadros de tierra Si todos pusiéJ:3.mos nuestra cabcza.al servicio de la fdicid:íd general,
qu.e podían serlo, de algún paseo, de algú·n libro y de algún amigo. mi vez podda ser; Pero nuestra cabeza, no sólo el semimiemo.
lvh palmera poseía, en verdad, muchas minas, y por eso, qu.izás, Yo puse la mía y ruvo gorriones, cmarios y perdices dichosqs.
tuve la posibilidad de pen~1r que yo no debla ser como el mono. T;unbién lo sQn altora.los buitres que han anidado en· ella. Pero ya,
Tal vez todo dependiese, como en el caso del simio y de la palma, no puedo serlo. Son inacabablemence voraces y han. afinado su pico
del lugar de nacimiemo y del ulterior destino inadecuado. No sé. para comerse hasta el último trocito de mi cerebro. Ya en hueso
Tal vez debí nacer en otras tierras y tal vez no sea as(. 'Es posible que mondo, aún me picotean, no diré ton saña, pero como cumpliendo
yo no debiese haber nacido en este tiempo. No quiero decir con dio una obligación. Y aunque sus picotazos fueran afectuosos y-jugueto-
que mi alumbramiento hubo de producirse·én la Edad Media ni en nes, nunca podrían ser tiernos. Duelen ferozmeme, hacen doler el.
el mismo año que eJ de Dostoyevski. No. Tal vez yo debí nacer en hueso y hacen expandir mi dolor y mi torrura en un llanto histérico:
el siglo XXI o en el XXII. No tampoco porque crea que entonces· y desgarrado de Auir constante. Nada puedo contra ellos y nadie·
s~rá más fácil vi~ir, au.nque· es posible que lo sea. Para que sea po- puede, pues nadie puede verlos, como nadie veía a los· pájaros que
stble, ya que es tmpostble que yo nazca transcurrida. una cemuria, silbaban. Y aquí: esroy yo, con mi nido rebosante de buitres que,
he querido, en la medida de mis fuerzas, ser de alguna utilidad. aprovechados, insidiosos y perennes, hacen crujir, con dlda picotazo
Cuando comprendí la inutilidad del mono pude acerc:irme a lo de cada uno de sus mil picos, cada hueso de cada parte de todo mi;
que me pareció hacerse un destino útil, siquiera sea para los demás. esqueleto. Aquí estoy, escondido entre los baúles, a.la espera de que
Su cabeza hueca me sugirió el aprovechamiento de la mía. Quise alguno de los que antafio dieron de comer al mono se-compadezca
hacer ·de ella, y fue sencillo hacerlo, un nido de pájaros. Mi cabeza de este acorralado y azuce· los perros.
se colmó de pájaros, voluntaria y gozosamente, de mi parre y la de Pero, por fiwor, que nadie, por conocer mi historia, se deje ganar
ellos. Gozabá, s(, por la felicidad del nido firme, seguro y abrigado por el horror; que lo supere y que no desista, si alienta algún buen pro-
que podía darles, y gozaba de otras maneras disrimas. Cuando, pór pósito de poblar su cabeza de p~jaros.
ejemplo, aquella vez hice mi aparición, físicamente sombría, en el
semialbotozo, con ~rdimbre de cálculo e inquietud transfigurados,
d~l té-canasta de mi madre, y ella ruvo que decirme, retadora y per-
diendo aplomo, que cómo hada eso de ponerme a silbar en medio
de· la reunión de sefíoras. Y yo deda, con mi boca de labios desuni-
dos nada más qüé por una sonrisa de lástima de su ignorancia, que
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