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La Princesa Obstinada - Versión Nicia Grillo

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LA PRINCESA OBSTINADA

Un cierto rey creía que lo correcto era lo que le habían enseñado y aquello que pensaba. En muchos aspectos era un hombre
justo, pero también era una persona de ideas limitadas.
Un día reunió a sus tres hijas y les dijo:
- “Todo cuanto poseo es de ustedes, o lo será mas adelante. Por mi intermedio vinieron a este mundo. Mi voluntad es lo que
determina el futuro de ustedes tres y por lo tanto sus destinos”.
Convencidas de esta afirmación, dos de las hijas asintieron obedientemente. Pero la tercera, no obstante, replicó:
- “A pesar que mi posición me obliga a ser obediente de las leyes, no puedo creer que mi destino deba ser siempre
determinado por sus opiniones.”
- “¿Ah, no? Eso lo veremos”- dijo el rey.

Ordenó que se la encerrara en una pequeña celda, donde la princesa languideció durante algunos años. Mientras tanto, el
rey y sus hijas sumisas dilapidaron rápidamente las riquezas que de otro modo también hubieran sido gastadas con ella.
El rey dijo para sí mismo:
“Esta joven está en prisión no por su propia voluntad sino por la mía. Esto prueba de manera cabal para cualquier mente
lógica, que es mi voluntad y no la de ella, la que está determinando su destino.”
Los habitantes del reino, enterados de la situación de su princesa, comentaron:
- “Ella debe haber hecho o dicho algo realmente grave como para que un monarca, al que encontramos sin falta, trate así a
su propia hija, sangre de su sangre”.
Todavía no habían llegado al punto de sentir la necesidad de impugnar la pretensión del rey de ser justo en todas las cosas.
De tiempo en tiempo, el rey visitaba a la joven. Aunque estaba pálida y debilitada por el largo encierro, ella se obstinaba en
su actitud.
Finalmente la paciencia del rey llegó a su límite.
- “Tu persistente desafío” - dijo a su hija -“sólo logrará enojarme aún más, y aparentemente debilitará mis derechos si
permaneces en mis dominios. Podría matarte, pero soy misericordioso. Por lo tanto, te destierro al desierto que limita mi
territorio. Es un lugar poblado por bestias salvajes y proscritos excéntricos, incapaces de sobrevivir en nuestra sociedad
racional. Allí pronto descubrirás si puedes llevar otra existencia distinta a la que viviste con tu familia; y si la encuentras,
veremos si la prefieres a la que tuviste aquí”.

Su decreto fue inmediatamente acatado y la princesa conducida a la frontera del reino. La joven se encontró en un territorio
salvaje que guardaba poca semejanza con el ambiente protector en el que había crecido. Sin embargo, pronto se dio cuenta
de que una cueva podía servir de casa, que nueces y frutas provenían tanto de árboles como de platos de oro, que el calor
provenía del Sol. Aquella región tenía un clima y una manera de existir propios.
Pasado algún tiempo, ella había conseguido organizar su vida de tal manera, que obtenía agua de los manantiales, vegetales
de la tierra cultivada y fuego de un árbol que ardía sin llamas.
- “Aquí ” - se dijo la princesa desterrada - “hay una vida, cuyos elementos se integran formando una unidad. Mas ni individual
ni colectivamente obedecen a las órdenes de mi padre, el rey”.

Cierto día pasó por allí un viajante que se había perdido -casualmente un hombre de gran nobleza-. Al encontrarse con la
princesa exiliada se enamoró de ella. Le ofreció llevarla a su país y una vez allí decidieron casarse.
Después de un tiempo, ambos sintieron falta del desierto que los había unido y decidieron volver a él. Juntos construyeron
una enorme y próspera ciudad, donde su sabiduría, sus recursos propios y su fe se expresaron plenamente. Los excéntricos y
proscritos, muchos de ellos considerados locos en otros lugares, armonizaron completa y provechosamente con aquella
existencia de múltiples facetas.
La ciudad y la campiña que la rodeaba se hicieron famosas por todo el mundo. En poco tiempo habían eclipsado
ampliamente en progreso y belleza al reino del padre de la princesa.
Por decisión unánime de la población, la princesa y su esposo fueron elegidos monarcas de este nuevo e ideal reino.

Finalmente, el padre de la princesa obstinada resolvió conocer de cerca el extraño y misterioso lugar que brotaba en medio
del desierto y que estaba poblado, al menos en parte, por personas que él y los que le hacían coro despreciaban.
El rey se acercó a los pies del trono donde la joven pareja estaba sentada, manteniendo baja su cabeza. Lentamente irguió
sus ojos y se encontró con los de aquella soberana cuya fama de justicia, prosperidad y discernimiento superaba
ampliamente su renombre…En ese momento pudo captar las palabras que su hija le murmuró dulcemente:
“Como puedes ver, padre, cada hombre y cada mujer tienen su propio destino y hacen su propia elección”.

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