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Porfirio Diaz

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PORFIRIO DIÁZ

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, conocido como Porfirio Díaz (Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 15 de
septiembre de 1830 - París, Francia, 2 de julio de 1915), fue un militar mexicano que ejerció el cargo de
presidente de México en siete ocasiones. En total ocupó la presidencia de México por 30 años, una
extensión sin precedentes. Y cuyo lapso, en la historia de México, es denominado como Porfiriato.
Ocupó por primera vez la presidencia del país en forma interina tras el triunfo de la Revolución de
Tuxtepec, entre el 24 de noviembre de 1876 y el 6 de diciembre de 1876; y por segunda vez del 17 de
febrero de 1877 al 5 de mayo de 1877. Volvió a ejercer el cargo en forma interina del 5 de mayo de 1877 al
30 de noviembre de 1880. Posteriormente ejercería la presidencia del país de manera ininterrumpida entre
1884 y 1911.
Antes de asumir la presidencia fue un militar destacado que brilló por su participación en la Segunda
Intervención Francesa en México. Combatió en la Batalla de Puebla, el Sitio de Puebla, la Batalla de
Miahuatlán y en la Batalla de la Carbonera. Resaltaron sus acciones militares en el estado de Oaxaca, en
donde organizó guerrillas contra los franceses. El 2 de abril de 1867 Díaz tomó Puebla y el 15 de junio de
ese año recuperó para las tropas republicanas la Ciudad de México. Tomó armas contra el gobierno federal
en dos ocasiones: la primera contra Benito Juárez con el Plan de la Noria, y, posteriormente, contra
Sebastián Lerdo de Tejada, elaborando el Plan de Tuxtepec. Tras el triunfo del segundo plan, Díaz asumió
la presidencia.
Convencido defensor del progreso, entre los principales logros de su mandato se encuentra la expansión
del ferrocarril en México. Porfirio Díaz daba clases de latín a Guadalupe Pérez, hijo del licenciado serrano
destacado Marcos Pérez, quien tenía una fuerte y cercana relación con Benito Juárez. Un día al finalizar
una de sus clases, el licenciado Marcos Pérez invito al joven Porfirio a asistir a una entrega de premios en
el Colegio Liberal. Porfirio Díaz aceptó, y fue al evento en donde conoció al entonces gobernador del
estado de Oaxaca, Benito Juárez. Al observar el trato abierto y respetuoso de Marcos Pérez y Benito
Juárez, y al escuchar discursos que hablaban de los jóvenes como amigos, y los derechos del hombre,
(cosa que no sucedía y tomaba en cuenta en el seminario) Porfirio decidió abandonar el seminario e
ingresar en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, entonces considerado herético. El 1 de marzo de
1854, en Ayutla de los Libres, actual Estado de Guerrero, Florencio Villareal y Juan N. Álvarez proclamaron
el Plan de Ayutla contra el presidente Antonio López de Santa Anna, quien estaba en el poder por décima
primera ocasión desde el 20 de abril de 1853. Con esta proclamación, dio comienzo la Revolución de
Ayutla. En Oaxaca, Marcos Pérez y sus allegados comenzaron a planear un movimiento que secundara la
Revolución, para lo cual establecieron correspondencia con la ciudad estadounidense de Nueva Orleans,
donde se encontraba exiliado el exgobernador Benito Juárez, a consecuencia de una riña personal con
Santa Anna.9 Cuando miembros de la policía secreta del gobierno, descubrieron las cartas de los
conspiradores, Marcos Pérez y sus compañeros fueron encarcelados en el convento de Santo Domingo.
Porfirio Díaz intentó visitar a Pérez, pero su familia lo intentó desanimar diciendo que «Los muros de Santo
Domingo no se pueden escalar». Díaz logró escalar las torres del convento, con ayuda de su hermano, la
noche del 23 de noviembre, y logró comunicarse vía idioma latín con Marcos Pérez. Unas semanas más
tarde, el gobernador Martínez Pinillos decretó amnistía para los presos, y Porfirio Díaz fue quien se los
comunicó. En diciembre, el mismo gobernador exilió a Pérez en Tehuacán, Puebla, y ordenó la captura de
Díaz, por haber votado públicamente en contra de Santa Anna y a favor de Álvarez, llamándole «Su
Excelencia el Señor General Don Juan Álvarez».13 quien de inmediato formó una pequeña guerrilla, con la
que enfrentó a las fuerzas federales en el enfrentamiento de Teotongo, el 7 de febrero de 1855.
Una vez culminada la guerra de intervención francesa, Juárez, que se había amparado en el artículo 128
de la Constitución de 1857 para permanecer indefinidamente en el poder,30 convocó a elecciones
presidenciales, que se efectuaron el domingo 25 de agosto de 1867. Los resultados finales fueron:
Benito Juárez: 2344 votos
Porfirio Díaz: 785 votos.
Por lo tanto, el Congreso, a través del presidente de dicho órgano, Manuel Romero Rubio, declaró a Benito
Juárez como ganador de las elecciones presidenciales y mandatario constitucional para el período
comprendido entre el 1 de diciembre de 1867 y el 30 de noviembre de 1871. El bando oficial fue publicado
en las calles de la Ciudad de México, el 23 de septiembre.
Porfirio Díaz se sintió derrotado y abatido por el triunfo de Juárez en las elecciones. Decidió retirarse a La
Noria, donde el 2 de febrero de 1868 le fue anunciado el cese del Ejército de Oriente, que en julio del año
anterior fue reducido a solo 4000 soldados. Al mismo tiempo, Juárez, por conducto de Matías Romero,
Ministro de Gobernación, le ofreció encabezar la legación mexicana en Washington D.C., Estados Unidos
de América. Díaz, sin embargo, rechazó la propuesta. Durante 1869 y 1870, Díaz vivió en La Noria, al lado
de su esposa Delfina. Fue en esta época cuando se procrearon los hijos que morirían en la infancia. Delfina
pensó que se trataba de un asunto de índole religiosa, ya que ellos se habían casado siendo parientes
carnales y no se obtuvo la dispensa necesaria sino hasta 1880. En La Noria, Díaz desarrolló la fundición de
cañones, pólvora y municiones, además de la agricultura. Mientras tanto, su hermano Félix Díaz Mori fue
electo gobernador de Oaxaca. En su período al frente del gobierno estatal, tuvo un enfrentamiento por el
impuesto a la madera, con los habitantes de Juchitán. El 17 de febrero de 1870, el gobernador y un
regimiento de más de quinientos soldados, entró en la ciudad y mató a varias personas, entre ellos mujeres
y niños, todo esto a fin de sofocar el levantamiento que se había producido. Antes de salir, entró con sus
soldados a saquear la iglesia del pueblo. Hizo bajar la estatua del santo patrono de Juchitán, San Vicente
Ferrer, y la arrastró por todo el pueblo, en un acto considerado de su parte como jacobino. Meses más
tarde devolvió la imagen en una caja de madera hecho pedazos. Los juchitecos le capturaron en marzo de
1872, lo castraron y lo ejecutaron en venganza por el incidente de Juchitán. Por Porfiriato se entiende a la
etapa de la historia transcurrida entre 1876 y 1911, caracterizada por los gobiernos de Porfirio Díaz, que
sólo se interrumpió entre 1880 y 1884 con el período presidencial de Manuel "El Manco" González. A partir
del 1 de diciembre de 1884 Díaz gobernó personalmente de manera ininterrumpida. La filosofía en que se
basó el Porfiriato fue el positivismo, que predicaba el orden y la paz, pilares del gobierno porfirista, a pesar
de contar con detractores, principalmente en la izquierda política. Gracias a la extracción de plusvalía a
obreros y campesinos mediante el uso del capitalismo, los ministros de Hacienda del gobierno porfirista,
Manuel Dublán y José Yves Limantour pudieron lograr en forma importante un avance en la economía de la
clase social dominante. Otra característica del Porfiriato fue que los diversos grupos políticos del país
convergieron en el Gabinete de Porfirio Díaz. Durante su primer mandato, el gabinete estuvo conformado
en su totalidad por los antiguos combatientes de la Revolución de Tuxtepec. Sin embargo, en su segundo
período presidencial, llegaron juaristas como Matías Romero e Ignacio Mariscal; lerdistas como Romero
Rubio y Joaquín Baranda, y un imperialista, Manuel Dublán. Con los gobernadores, Díaz procuró mantener
estrecha relación, en especial en lo relacionado con las elecciones de las legislaturas y tribunales de
justicia locales, la construcción de ferrocarriles, el combate a los yaquis, quienes llevaban más de cincuenta
años atacando Sonora, y también en otros asuntos menores. La paz que se impuso durante el gobierno de
Porfirio Díaz permitió el desarrollo de la cultura y la ciencia en México, dado que desde fines del siglo XVIII
la continua inestabilidad política, social y económica impidió que se impusiera un clima propicio a la ciencia
y a la cultura. Sin embargo, durante el Porfiriato floreció la literatura, la pintura, la música y la escultura. Las
actividades científicas fueron promovidas desde el gobierno, pues se consideraba que un avance científico
del país podía conllevar cambios positivos en la estructura económica. Fue entonces cuando se fundaron
institutos, bibliotecas, sociedades científicas y asociaciones culturales. De igual manera, el arte popular
buscó en la cultura de México un elemento para plasmar sus composiciones y expresarse, y así se lograron
muestras del arte mexicano que fueron exhibidas en el mundo entero. El positivismo logró hacer que en
México hubiera un renacimiento del estudio de la historia nacional, como un elemento que afianzó a Díaz
en el poder y contribuyó a la unidad nacional. En el estudio de esta rama sobresalieron Guillermo Prieto y
Vicente Riva Palacio. El historiador mexicano José López Portillo y Rojas, en su obra Elevación y caída de
Porfirio Díaz, menciona que el avance nacional durante el Porfiriato también cambió la fisonomía del
presidente. En abril de 1881, tres años antes de comenzar su segundo período presidencial, el general
oaxaqueño contrajo matrimonio con Carmen Romero Rubio, proveniente de las familias con mayor
abolengo y alcurnia en la alta sociedad mexicana. Hasta ese año, —según los relatos de la época—, Díaz
contaba con todos los rasgos de un militar formado en los campos de batalla: tosco en su modo de tratar
con la gente, brusco, con un vocabulario adecuado para hacerse valer por encima de sus soldados,
acostumbrado a escupir y sin mucho respeto por las formas sociales. Sin embargo, como el mismo Díaz
relató años más tarde en sus Memorias, su esposa Carmen se dedicó a formarlo dentro de la sociedad
mexicana. Le enseñó el idioma inglés, y nociones de idioma francés, los modales de la alta sociedad, la
forma de moverse y expresarse, la forma de comer, el vocabulario adecuado para cada situación. Su
fisonomía, como afirmó López Portillo y Rojas, en efecto, había cambiado. Del color moreno de su piel,
pasó a tomar un tono más tostado. Como afirman varios testimonios de historiadores de la época, al
regresar a la presidencia en 1884, Díaz ya no era Porfirio sino más bien "Don Porfirio". Esta opinión la
expresó el obispo oaxaqueño Eulogio Gillow a un diario de filiación católica en 1887.

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