Credibilidad Periodistica
Credibilidad Periodistica
Credibilidad Periodistica
ALUMNO:
DOCENTE:
Arequipa – Perú
2013
INTRODUCCIÓN
El
estudio
de
la
credibilidad
es
uno
de
los
campos
más
ricos
en
la
investigación
asociada
a
la
Comunicación.
Podemos
encontrar
literatura
científica
sobre
la
source
credibility
(o
credibilidad
de
la
fuente),
especialmente
centrada
en
la
credibilidad
de
los
oradores
y
sus
efectos
sobre
la
persuasión;
sobre
media
credibility
o
credibilidad
del
medio
o
de
la
credibilidad
institucional
de
la
empresa
de
comunicación,
volcada
en
la
relación
del
concepto
con
las
funciones
democráticas
y
sociales
del
periodismo,
y
sobre
la
credibilidad
de
los
mensajes,
que
estudian
la
combinación
de
características
de
las
informaciones
que
configuran
su
credibilidad.
En
el
caso
de
los
estudios
empíricos
sobre
la
credibilidad
del
periodista,
integrados
en
los
trabajos
sobre
la
credibilidad
de
la
fuente,
la
mayoría
emplean
en
sus
investigaciones
a
grupos
de
audiencia,
es
decir,
individuos
ajenos
a
la
profesión
periodística
para
obtener
el
caudal
de
datos
con
que
formular
el
concepto
de
credibilidad,
porque
su
finalidad
suele
ser
la
de
crear
una
escala
o
índice
con
que
medir
la
percepción
de
la
credibilidad
del
periodista.
Sin
embargo,
sigue
existiendo
un
vacío
de
estudios
empíricos
(no
ensayísticos)
que
edifiquen
el
concepto
de
credibilidad
del
periodista
en
términos
profesionales.
Es
decir,
un
concepto
de
credibilidad
fundamentado
en
el
complejo
caudal
de
conocimiento
que
tienen
los
periodistas
sobre
la
cuestión,
dejando
a
un
lado
los
criterios
de
las
audiencias.
1.- CREDIBILIDAD PERIODISTICA
Para que un medio de comunicación tenga influencia en la opinión pública y el poder político y,
por lo tanto, ejerza presión mediática, requiere que llegue al mayor número de personas, pero en
base a una gran credibilidad y prestigio. Es decir, tener gran circulación (caso de los medios
escritos), mucha sintonía y alcance (caso de los medios audiovisuales).
Un medio que carece de aceptación por practicar, entre otras razones, un periodismo mediatizado
o mediocre, difícilmente desempeñará un rol de influencia en la opinión pública y el poder
político. Y, salvo que cuente con recursos financieros de grupos económicos o del gobierno,
desaparecerá.
De ahí la preocupación permanente de los medios para contar con muchos lectores o gran sintonía
que les permita, por un lado, autofinanciarse, y, por otro, ganar influencia y respeto. Para ello
tienen que practicar un periodismo de gran impacto e interés, pero, sobre todo, que tenga
credibilidad. Es decir, que todo lo que informen corresponda a la verdad de los hechos. Y, cuando
se equivoquen, tener la entereza de reconocer el error y pedir las disculpas del caso.
La credibilidad se logra cuando los medios respetan los principios periodísticos fundamentales.
Estos son:
Significa que el periodista no debe dar opinión en la cobertura informativa. Debe mencionar los
hechos con prescindencia de su personal manera de juzgar las circunstancias. Vale decir, sin que
su posición o simpatías puedan influir en la presentación de los hechos. Desde luego, no existe la
objetividad pura cien por cien. Pero el periodista profesional debe tratar, en todo momento, de
respetar este principio.
Exige que en la información se ofrezcan todos los ángulos de la noticia. El periodista debe dar, o
por lo menos intentarlo, todas las opiniones o versiones referentes a un hecho. En especial,
cuando se trata de una acusación contra una persona, autoridad o institución. En estos casos,
necesaria y obligatoriamente, los acusados o demandados deben contar con la oportunidad de dar
su versión. Y si no quisieran hacerlo, se debe informar de ello. Una información imparcial es una
información completa.
Se refiere al criterio que debe primar para calificar a las personas, sin afectar el honor de las
mismas. No se puede asignar responsabilidad criminal o delictiva a alguien SI NO HA SIDO
SANCIONADO POR LA AUTORIDAD JUDICIAL. En otras palabras, nadie es criminal, estafador,
narcotraficante o terrorista, etc. hasta que un fallo del juez lo determine. Mientras tanto, así sea
mostrada o acusada por la policía, toda persona tiene sólo una presunta culpabilidad. Y así debe
precisarse con toda claridad en la información. Igualmente este principio obliga a los periodistas a
no magnificar o hacer escándalo con asuntos que podrían alarmar o causar inquietudes
injustificadas en la opinión pública. También a respetar la privacidad de las personas, siempre que
esa privacidad no involucre una situación delictiva o denunciable, en especial cuando se trate de
personajes públicos y comprometa hechos de interés público.
Como se ha indicado, es criterio generalizado que el capital más grande que puede tener un medio
o un periodista es la credibilidad: el sentimiento de apoyo, fe y confianza que la gente puede
brindar.
Se dan casos en que un medio intenta hacer un periodismo de calidad y merecedor de la recepción
masiva del público y, sin embargo, por diferentes razones, no logra aceptación porque la gente no
le tiene confianza, simpatía, no lo considera creíble. El caso de un canal de televisión limeño es
una muestra concluyente: hasta hace unos años era poseedor de una notable aceptación, pero,
por acontecimientos ligados al comportamiento de sus empresarios en los últimos tiempos, ha
perdido gran parte de la enorme sintonía que sus programas periodísticos sostenían se debía a su
credibilidad.
Por lo dicho, la credibilidad se construye con subjetividades, apreciaciones que el público acepta
como propias. El medio o periodista es depositario de esa fe. La credibilidad es la "creencia" en el
medio o periodista, por lo tanto se basa en subjetividades, aunque dentro de un marco ético.
El periodismo en América Latina vive una etapa de crisis de credibilidad como consecuencia de las
opciones políticas asumidas por los propietarios y directores de los diversos medios de
comunicación social.
Las últimas campañas políticas en Bolivia, Chile, Perú, México, Venezuela, Brasil y Ecuador hace un
año, así lo demostraron. Diarios influyentes y sintonizados programas de radio y televisión
propiciaron en muchos casos la polarización de la población, eludiendo con ello su principal
misión, informar con la verdad.
En algunos países, ciertos medios difundieron sólo encuestas que favorecieron a sus candidatos y
en otros, simplemente manipularon las informaciones. En ciertas naciones, los gobiernos de turno
dirigen y controlan las informaciones, manipulando de esta manera no sólo al periodista, sino
también al público consumidor. Esta situación coloca nuevamente en debate el viejo dilema
periodístico: ¿Libertad de prensa o libertad de empresa? En este juego por honrar u ocultar la
verdad, no sólo participan propietarios de medios, directores y periodistas, sino también
gobernantes, políticos y encuestadores. En la toma de decisiones, priman las simpatías partidarias
por determinadas opciones políticas sobre los valores éticos de los profesionales de la
comunicación social.
El periodismo veraz y objetivo que antaño pregonaban los mentores de esa noble profesión, ha
sido desplazado por los intereses subalternos de quienes ahora controlan los medios masivos. No
sólo las nuevas generaciones de periodistas encuentran las primeras dificultades cuando egresan
de las universidades y empiezan su vida laboral, sino también más de 510 millones de personas
que cada día leen menos, utilizan internet para informarse o simplemente tienen el servicio de
televisión por cable. América Latina vive una crisis de valores que se ve agravada por las
distorsiones informativas de los medios de comunicación social.
Recientes estudios revelan que los países que más respetan la libertad de prensa amparadas en la
verdad de los hechos son Costa Rica, Chile, México, Brasil, Argentina y Perú. El extremo lo
representan Haití, Bolivia, Venezuela y Ecuador, naciones donde la credibilidad periodística está en
tela de juicio.
Si uno de los pilares de la democracia es la libertad de prensa basada en los valores éticos, la crisis
de credibilidad y la falta a la deontología contribuyen a distorsionar la gobernabilidad y por lo
tanto, las legítimas aspiraciones de los pueblos a vivir en democracia. La justicia, equidad y verdad
deben sobreponerse a los intereses mezquinos de algunos propietarios de medios y dar paso a
disfrutar los derechos democráticos como ocurren en las naciones del primer mundo.
Sin embargo, no todo son malas noticias para los periodistas, ni menos para quienes trabajan en
los medios de comunicación social. Según los primeros indicadores, el futuro del periodismo va de
la mano con el desarrollo de las tecnologías de la información. La elaboración de blogs personales,
desarrollo de portales informativos, programas de radios por Internet, televisión por cable y
medios impresos por segmentos, son los pilares del futuro periodismo en América Latina.
Muchos profesionales de la comunicación social ahora están formando sus propias empresas y por
lo tanto, también generando sus ingresos económicos. El periodista latinoamericano también es
un ciudadano global y por lo tanto, su olfato periodístico le va indicando que debe moverse con
rapidez para no quedar rezagado frente a los cambios que trae consigo el proceso de
globalización.
Al considerar algunas características de los encuestados, con respecto a los sectores más creíbles,
se observa una clara diferencia por sexo. Entre las mujeres es más importante la preferencia por
“ninguno” de los sectores, mientras que los hombres creen, en mayor proporción, en alguno de
los sectores mencionados.
Según la edad de los encuestados, el grupo más joven es el que presenta la mayor proporción de
creencia en “ninguno” de los sectores, la cual desciende a medida que aumenta la edad. Por otra
parte, la credibilidad periodística encuentra su punto más bajo en el grupo más joven, y va
aumentando junto con la edad de los encuestados.
Los estudiantes de comunicación y los encuestados en la vía pública son los grupos de
encuestados que mayormente dicen creer en “ninguno” de los sectores mencionados, mientras
que la credibilidad periodística alcanza su nivel más alto entre los trabajadores de prensa y
abonados de la ANC.
De esta manera, puede esbozarse un perfil más acabado de los encuestados, en relación a los
sectores que consideran más creíbles. En mayor proporción, son las mujeres jóvenes, estudiantes
de comunicación o encuestadas en la vía pública quienes no creen en “ninguno” de los sectores
mencionados. Es importante destacar la preferencia mayoritaria por “ninguno” de los sectores, la
cual adquiere mayor relevancia si se compara con los valores que presentaba la encuesta similar
realizada en 1998, dado que esta opción registra un fuerte crecimiento.
Este cambio se relaciona estrechamente con la historia reciente del país, a lo largo de la cual se ha
ido produciendo un fuerte descrédito, en general, de las instituciones republicanas y/o
democráticas, y también de ciertos grupos de poder.
Definición operativa de “Credibilidad del periodista”.
Fruto
del
proceso
de
codificación
abierta, se
localizaron
una
gran
cantidad
de códigos,
en
su
mayoría
códigos
in
vivo,
que
podían
agruparse
en
la
Familia
"Cualidades del
periodista creíble".
Debido
a
ello,
procedimos
a
crear
categorías
que
podían
reunir
códigos
por
afinidad
semántica.
De
esta
forma,
los
códigos
se
agruparon
en
cuatro
categorías.
Cada
una
de
ellas
pueden
considerarse
factores
constituyentes
de
la
credibilidad
del
periodista.
Por
tanto,
”Credibilidad
del
periodista”
es,
en
los
datos
analizados,
un
constructo
multidimensional
cuyas
partes
o
dimensiones
son
a
su
vez
conceptos
fundamentados
en
los
datos
del
estudio.
En
consecuencia,
la
credibilidad
del
periodista
está
sustentada
en
la
"Veracidad",
"Habilidad
comunicativa",
"Trayectoria"
y
“Profesionalidad”.
BIBLIOGRÁFIA
1.- Josep Lluís Micó; João Canavilhas; Pere Masip; Carles Ruiz - Universidade da Beira Interior.
4.- Balsebre, A. (1994). La credibilidad de la radio informativa. Feedback. Barcelona.