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Un Llanto en El Desierto

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Un Llanto en el Desierto

Texto Biblico: Génesis 21:8-21

Agar e Ismael son echados de la casa de Abraham

8 Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que
fue destetado Isaac.

9 Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a
Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.

10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de
esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.

11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo.

12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho


y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te
será llamada descendencia.

13 Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.

14 Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de


agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho,
y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba.

15 Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un arbusto,

16 y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco; porque decía:


No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, el
muchacho alzó su voz y lloró.

17 Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el
cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del
muchacho en donde está.

18 Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él


una gran nación.

19 Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el
odre de agua, y dio de beber al muchacho.

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20 Y Dios estaba con el muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue
tirador de arco.

21 Y habitó en el desierto de Parán; y su madre le tomó mujer de la tierra de


Egipto.
INTRODUCCIÓN:
¿Fue alguna vez rechazado por alguien? ¿Fue echado de su hogar porque su
presencia le molestaba a otros? Bueno, si así fue su caso, esta historia le va a ayudar.
Y todo esto porque la Biblia es un libro de esperanza. Es un libro lleno de historias de
amor, de poder, de fe y de gloria. Esta era la condición de Agar, quien fue echada al
desierto junto con su hijo Ismael después del pleito en la tienda de Abraham. En
nuestro texto, Abraham se debatió entre dos familias. Amaba mucho a sus dos hijos,
Ismael e Isaac. Pero su esposa lo puso entre la “espada y la pared” y tuvo que tomar
una decisión, eligiendo a Sara e Isaac.

Así que con todo el dolor de su corazón echó a la esclava y a su hijo Ismael al desierto
de Beerseba. Pero como esta historia está llena de esperanza, Dios oyó el llanto del
muchacho. El desierto no ocultó a Agar y el muchacho de Dios. Muchas preguntas
vendrían a la mente de Agar en ese momento.

¿Por qué mi ama me dio a su esposo para darle un hijo y ahora me rechaza? ¿Por qué
Dios permitió esta “injusticia” conmigo y mi hijo? ¿Por qué llegamos a este desierto
para morirnos de sed y de hambre? Pero Dios no dejó que esas preguntas hicieran
perder su esperanza. Así que Dios la alentó por segunda vez. Ahora bien, ¿qué
representa esto para nosotros ahora?

Bueno que hay momentos en la vida en que el cielo se nos viene encima y la
esperanza de sobrevivir se ha perdido. ¿Cuál es su desierto hermano? Se dice que
toda aventura espiritual pasa necesariamente a través del desierto. Que el desierto es
la prueba de la provisión pero también de la escasez.

Como alguien lo definió: “Es lugar donde la realidad se despoja de la apariencia para
sacarnos de lo efímero y descubrir lo que realmente es esencial e indispensable”. En
Agar vemos el amor de Dios para todos los que han sido objetos de abuso, olvidados y
abandonados. El texto nos recuerda que Dios nos va oír siempre donde estemos. Que
aun cuando Isaac es el hijo de la promesa, no abandona a Ismael. ¿Qué nos revela
este llanto en el desierto?

I. EL LLANTO EN EL DESIERTO NOS REVELA HASTA DÓNDE PUEDEN


LLEVARNOS LAS PRUEBAS EN LA VIDA
1. El conflicto familiar (vers. 9).
Como era de esperarse, lo que mal comienza mal termina. Sara, en vista de su
esterilidad, y en un momento de desesperación por tener descendencia, le propuso a
su marido que se llegara a su esclava Agar para que le diera un hijo. Abraham “atendió
el ruego de Sarai” y como resultado de esto nació Ismael (Gn. 16:2). Pero cuando la
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esclava quedó embarazada miraba con menosprecio a su ama de modo que esta
situación creó un conflicto mayor, poniendo pronto a Agar fuera de la casa.
Al final Dios cumplió la promesa hecha a Abraham que sería un hijo suyo y no Ismael el
que le daría la descendencia. Sara tuvo a su hijo Isaac, pero cuando este creció,
Ismael se burlaba de él. De modo, pues, que las peleas en la tienda de Abraham tenían
que ser muy grandes. Había una guerra civil entre dos mujeres, dos hijos y Abraham de
por medio. Pero Sara decidió ponerle fin al conflicto enviando fuera de la casa a la
esclava con su hijo para siempre. Algunas pruebas llegan a ser el producto de nuestras
propias actuaciones. Burlarse es un pecado y una franca provocación a Dios.

2. El rechazo familiar (verss. 10, 11, 14).


Si hay alguien que estaba sufriendo en esta historia era Abraham. Uno puede
imaginarse aquel anciano de cien años mediando y lidiando con aquel conflicto familiar.
Y la situación llegó al extremo, pues Sara le ha pedido que saque de su casa a la
esclava y al hijo. ¿Cómo reaccionaría usted ante esta situación? ¿Cómo se pondría su
corazón al saber que el hijo que ama no lo volverá a ver más?

Ahora vea todo el cuadro. Dios le dijo a Abraham que estaba de acuerdo con la
decisión de Sara, por lo tanto llegó el momento de la despedida. Esta va a ser la noche
más corta y triste que Abraham tuvo. Pero la humillación más grande sería para Agar e
Ismael. Así, pues, Abraham tomó un poco de comida y un odre con agua y despidió a
la madre y al muchacho.

¿Cuál iba a ser su habitación? ¿Qué dirección iban a tomar? Nadie sabía. El calor
familiar está a punto de perderse. Ninguna sensación debe ser más dolorosa que
después de haberlo tenido todo, ahora quedar en una condición de indigencia y en un
desierto donde no hay ningún tipo de esperanza. Agar representa el dolor de aquellos
que lo han perdido todo. Que llevan sobre sus hombros un “odre” que quedará pronto
vacío.

3. La angustia familiar (vers. 16).


Este versículo desgarra el alma cuando uno lo lee. La situación de Agar y su hijo
Ismael simplemente era dramática. La prueba estaba llegando a dimensiones
imponderables e insoportables. El lloro a cualquier edad por falta de sed o de hambre
debe ser desesperante, pero oírlo en un joven a los diecisiete tiene que ser muy
conmovedor. El cuadro simplemente era patético.

Como era de esperarse, el odre con el agua que Abraham le dio a Agar era muy poco
para el desafiante desierto, así que pronto quedó vacío. Y la angustia del momento era
tal que la madre del muchacho prefirió estar lejos, pues suponía que pronto moría de
deshidratación. Aquí hay algo que debe decirse. La angustia por falta de sed no puede
ser comparada por la de alimentos.

Los que han pasado por esto la describen como el deseo que consume la garganta y la
lengua. Así que tenemos acá un llanto desgarrador en el desierto. El lloro de un hijo en
angustia, y la impotencia de no satisfacer su necesidad, desgarra el corazón de una

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madre. Esta es la experiencia cotidiana. En cualquier desierto de la vida oímos un
llanto de un hijo que se muere de “sed” de amor, de protección, de ser valorado… de
ser amado.

II. EL LLANTO EN EL DESIERTO NOS REVELA EL MISTERIO DE LA VOLUNTAD


PERMISIVA DE DIOS
1. Vista en la elección de Isaac (vers. 10).
No sabemos si Sara cuando se llamaba Sarai tenía las reacciones que reveló después
que tuvo a Isaac. El asunto es que los hijos siempre traen cambios a la vida, incluyendo
el carácter en algunos casos. El cambio de Sara tuvo que ser previsible, pues llegó a
tener a Isaac a los 90; eso significaba 25 años después de la promesa dada a
Abraham.

Pero no solamente lo era por su edad, sino también porque Sara había entendido que
no sería Ismael sino Isaac el heredero de la promesa. Así Sara puso en orden todas las
cosas en la casa. Abraham no lo entendía. Las palabras de su esposa, defendiendo la
promesa que incluía la herencia y la llegada de una gran nación a través de su hijo
legítimo fueron muy duras para él. Pero cuando oyó que Dios mismo estaba de
acuerdo con Sara, Abraham cambió de parecer y obedeció.

Por cierto, en esta historia vemos a Abraham en una de sus más grandes virtudes que
lo hizo el padre de la fe: su obediencia absoluta a Dios sin poner ninguna queja. Y fue
tanto así que después que despidió a su hijo mayor, en el próximo capítulo ofrecerá su
hijo Isaac en sacrificio. Dios permite todo porque sigue un gran propósito, pero
debemos obedecerle.

2. Vista en el sufrimiento de Agar (verss. 16, 17).


Estos versículos nos revelan cómo puede quedar el corazón de una madre frente al
sufrimiento de su hijo. Agar no quiso presenciar la muerte de Ismael, por lo que prefirió
estar a la distancia. ¿Puede usted pensar en un cuadro más conmovedor del
sufrimiento familiar?

La pregunta que Dios le hizo a Agar (vers. 16) hay que ponerla en el mismo contexto
de su dolor porque esta mujer representa a todas aquellas que han sido usadas y luego
abandonadas. Son aquellas que van por todas partes arrastrando a sus hijos sin rumbo
fijo. Pero como Dios no las ha abandonado, les pregunta con profunda simpatía: “¿Qué
tienes mujer?”.
Dios sabe de esas mujeres que han sido proscritas como Agar por alguna patrona y
luego despedida por el hombre que formó parte de su vida, procreando algún hijo.
También sabe de aquellas empobrecidas porque le falta el pan y el agua de su odre
(vers. 15). Él sabe que los recursos humanos pronto se agotan y quedan a la deriva sin
saber qué hacer y a dónde ir. Pero también Dios conoce a esas mujeres que han
perdido toda esperanza y prefieren estar lejos para no ver morir al hijo de sus entrañas.
Dios no dejará el llanto sin alguna respuesta.
3. Vista en la escasez de la vida (vers. 15).

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La pregunta más común de mucha gente frente alguna tragedia es: “¿Por qué Dios
permite que suceda esto?”. Se entiende por esta queja que como Dios es soberano y
todo lo puede, no debería dejar que la gente justa pase por esos dolores que llegan a
ser insoportables. Léase con esto: terribles accidentes, enfermedades que se
prolongan con el tiempo, injusticias de los gobiernos, tragedias en los hogares….

Ese cuadro lo tenemos en esta historia. Abraham despachó a Agar y a Ismael con muy
pocos recursos, sobre todo cuando él sabía que sus dos amados no tenían lugar donde
llegar ni nadie les esperaba. ¿Por qué Dios permitió que Abraham, quien era tan rico,
enviara a su propia familia en esta condición?

La falta de agua en el desierto es la peor noticia que puede recibir un viajero. No hay
agua en tales lugares. El ambiente simplemente es hostil y lo que más rápido llega es
la muerte. ¿Por qué Dios permite la escasez de esta manera? Estas eran las mismas
preguntas con las que Israel murmuraba contra Dios. Pero la verdad es otra. La
voluntad permisiva de Dios busca al final cambiar todo para bien. Él levanta al caído
porque no permitirá que sus planes perezcan.

III. EL LLANTO EN EL DESIERTO ES ATENDIDO POR EL DIOS QUE JAMÁS


DESAMPARA A SUS HIJOS
1. “Y oyó Dios la voz del muchacho…” (vers. 17).
Dios se hace cargo siempre de nuestros errores. La llegada de Ismael no era lo que él
había planificado para Abraham, pues en todo caso fue el producto de una decisión
apresurada de la anciana pareja. Hermanos, nunca ayudemos a Dios en sus planes
tomando una decisión que no ha sido revelada por él. Pero nuestros errores no quitan
la misericordia divina.

Dios había decidido cumplir su plan con la llegada de Ismael. Así que al final Dios oirá
el “llanto del desierto”. El llanto de Ismael tuvo que ser muy fuerte, audible y de gran
lamento. No solo anhelaba el agua para satisfacer su sed, sino que anhelaba la voz y el
abrazo de su padre. Él no tuvo la culpa de venir en esa condición.

Él no era el responsable que se le estuviera privando de su primogenitura y su


herencia. Así que es allí, en el desierto, y debajo de aquel árbol donde llora su pena, su
tragedia y su futuro. Pero Dios oyó su oración. Amados, no hay un clamor que Dios no
oiga. No hay una pena que él no conozca. Bien pudiéramos llegar al más insoportable
sufrimiento; a la más prolongada condición física o del alma, pero donde estemos él
oirá “la voz del muchacho”. Dios siempre oye nuestra oración.

2. “Entonces Dios le abrió los ojos…” (vers. 19).


¿Por qué Agar no había visto la fuente da agua antes? Bueno, cuando se llora
demasiado los ojos se llenan de lágrimas y eso pone una visión borrosa. Las terribles
pruebas de la vida oscurecen todos nuestros sentidos y no nos dejan ver las
bendiciones de la provisión de Dios en esos momentos. Vea este cuadro. El hombre en
su escasa provisión solo ofrece un odre lleno de agua para el camino. Eso habla que el

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hombre en si es escaso. Nos revela que las provisiones humanas tienen el sello de lo
perecedero, de lo temporal y transitorio.

Pero vea ahora el otro escenario. Dios es quien provee de una fuente en el desierto.
Allí, en ese lugar, donde más deseamos del “agua viva”, es cuando vemos la provisión
divina. Dios le abrió los ojos a Agar porque estaba cegada por su dolor e impotencia.

La tarea de Dios sigue siendo la de abrir los ojos de sus hijos para que vean las
bendiciones que al puesto delante de nosotros para que no perezcamos.
Agar necesitaba una nueva visión para que entendiera que su Dios cumpliría su
promesa en ella. Las lágrimas del sufrimiento pueden llevarnos a una renovada visión.
Dios nos mostrará una fuente donde el agua del odre se ha acabado.

. “ Y Dios estaba con el muchacho; y creció…” (vers. 20).


Dios le había prometido a Agar que haría de su hijo una gran nación. Así fue la
promesa: “Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él
una gran nación” (vers. 18. Note todo lo que Dios hace con aquellos que lloran su
tragedia y lamentan su condición. No sólo él oye y provee, sino que se asegura en
darle a nuestra vida una esperanza segura.

Dios acompañó a Ismael por el resto de su vida. De él vendría la gran nación árabe
hasta el día de hoy. Así que, si de Isaac vino el gran pueblo de Israel, de Ismael
vendrían “beduinos del desierto”. Ese pueblo, al igual que Israel, son hijos de Abraham,
e históricamente han sido muy bendecidos. El llanto del desierto no se pierde en toda
su anchura, pues Dios lo oye. He aquí la promesa. Nadie que forme parte del plan de
Dios perecerá. Él nos acompañará por todo el gran desierto de nuestras vidas. Esa es
su promesa.

CONCLUSION:
Escuche otra vez el texto: “Y le faltó el agua del odre… Y ella se sentó… y alzó su
voz y lloró” (verss. 15-16). Pero este llanto de dolor encuentra una respuesta
divina: “Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el
cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del
muchacho en donde está” (vers. 17). . ¿Hay alguno de ustedes en esta condición
en esta hora? ¿Le falta agua a tu odre? ¿Tus esperanzas de salvación se
secaron?
¿Te sientes solo en el desierto de este mundo? ¿Has alzado tu voz y has llorado
por tu situación sin esperanza? Si así vives, ¡entonces hay esperanza para ti! El
“ángel de Dios”, que es el mismo Cristo pre encarnado, vino a Agar en su miseria
mientras lloraba. “Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el
odre de agua…” (Gn. 21:19). ¡El muchacho bebió y Agar bebió, y se saciaron!
Cristo sacia la sed del alma (Jn. 7:37). Si hay un llanto en tu corazón que no ha
sido satisfecho dile al Señor que abra tus ojos para ver la fuente. En el desierto
de tu vida, el Señor calma tu sed. Ven a tomar de esa agua viva que es gratuita.

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