Un Llanto en El Desierto
Un Llanto en El Desierto
Un Llanto en El Desierto
8 Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que
fue destetado Isaac.
9 Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a
Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.
10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de
esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.
17 Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el
cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del
muchacho en donde está.
19 Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el
odre de agua, y dio de beber al muchacho.
Así que con todo el dolor de su corazón echó a la esclava y a su hijo Ismael al desierto
de Beerseba. Pero como esta historia está llena de esperanza, Dios oyó el llanto del
muchacho. El desierto no ocultó a Agar y el muchacho de Dios. Muchas preguntas
vendrían a la mente de Agar en ese momento.
¿Por qué mi ama me dio a su esposo para darle un hijo y ahora me rechaza? ¿Por qué
Dios permitió esta “injusticia” conmigo y mi hijo? ¿Por qué llegamos a este desierto
para morirnos de sed y de hambre? Pero Dios no dejó que esas preguntas hicieran
perder su esperanza. Así que Dios la alentó por segunda vez. Ahora bien, ¿qué
representa esto para nosotros ahora?
Bueno que hay momentos en la vida en que el cielo se nos viene encima y la
esperanza de sobrevivir se ha perdido. ¿Cuál es su desierto hermano? Se dice que
toda aventura espiritual pasa necesariamente a través del desierto. Que el desierto es
la prueba de la provisión pero también de la escasez.
Como alguien lo definió: “Es lugar donde la realidad se despoja de la apariencia para
sacarnos de lo efímero y descubrir lo que realmente es esencial e indispensable”. En
Agar vemos el amor de Dios para todos los que han sido objetos de abuso, olvidados y
abandonados. El texto nos recuerda que Dios nos va oír siempre donde estemos. Que
aun cuando Isaac es el hijo de la promesa, no abandona a Ismael. ¿Qué nos revela
este llanto en el desierto?
Ahora vea todo el cuadro. Dios le dijo a Abraham que estaba de acuerdo con la
decisión de Sara, por lo tanto llegó el momento de la despedida. Esta va a ser la noche
más corta y triste que Abraham tuvo. Pero la humillación más grande sería para Agar e
Ismael. Así, pues, Abraham tomó un poco de comida y un odre con agua y despidió a
la madre y al muchacho.
¿Cuál iba a ser su habitación? ¿Qué dirección iban a tomar? Nadie sabía. El calor
familiar está a punto de perderse. Ninguna sensación debe ser más dolorosa que
después de haberlo tenido todo, ahora quedar en una condición de indigencia y en un
desierto donde no hay ningún tipo de esperanza. Agar representa el dolor de aquellos
que lo han perdido todo. Que llevan sobre sus hombros un “odre” que quedará pronto
vacío.
Como era de esperarse, el odre con el agua que Abraham le dio a Agar era muy poco
para el desafiante desierto, así que pronto quedó vacío. Y la angustia del momento era
tal que la madre del muchacho prefirió estar lejos, pues suponía que pronto moría de
deshidratación. Aquí hay algo que debe decirse. La angustia por falta de sed no puede
ser comparada por la de alimentos.
Los que han pasado por esto la describen como el deseo que consume la garganta y la
lengua. Así que tenemos acá un llanto desgarrador en el desierto. El lloro de un hijo en
angustia, y la impotencia de no satisfacer su necesidad, desgarra el corazón de una
Pero no solamente lo era por su edad, sino también porque Sara había entendido que
no sería Ismael sino Isaac el heredero de la promesa. Así Sara puso en orden todas las
cosas en la casa. Abraham no lo entendía. Las palabras de su esposa, defendiendo la
promesa que incluía la herencia y la llegada de una gran nación a través de su hijo
legítimo fueron muy duras para él. Pero cuando oyó que Dios mismo estaba de
acuerdo con Sara, Abraham cambió de parecer y obedeció.
Por cierto, en esta historia vemos a Abraham en una de sus más grandes virtudes que
lo hizo el padre de la fe: su obediencia absoluta a Dios sin poner ninguna queja. Y fue
tanto así que después que despidió a su hijo mayor, en el próximo capítulo ofrecerá su
hijo Isaac en sacrificio. Dios permite todo porque sigue un gran propósito, pero
debemos obedecerle.
La pregunta que Dios le hizo a Agar (vers. 16) hay que ponerla en el mismo contexto
de su dolor porque esta mujer representa a todas aquellas que han sido usadas y luego
abandonadas. Son aquellas que van por todas partes arrastrando a sus hijos sin rumbo
fijo. Pero como Dios no las ha abandonado, les pregunta con profunda simpatía: “¿Qué
tienes mujer?”.
Dios sabe de esas mujeres que han sido proscritas como Agar por alguna patrona y
luego despedida por el hombre que formó parte de su vida, procreando algún hijo.
También sabe de aquellas empobrecidas porque le falta el pan y el agua de su odre
(vers. 15). Él sabe que los recursos humanos pronto se agotan y quedan a la deriva sin
saber qué hacer y a dónde ir. Pero también Dios conoce a esas mujeres que han
perdido toda esperanza y prefieren estar lejos para no ver morir al hijo de sus entrañas.
Dios no dejará el llanto sin alguna respuesta.
3. Vista en la escasez de la vida (vers. 15).
Ese cuadro lo tenemos en esta historia. Abraham despachó a Agar y a Ismael con muy
pocos recursos, sobre todo cuando él sabía que sus dos amados no tenían lugar donde
llegar ni nadie les esperaba. ¿Por qué Dios permitió que Abraham, quien era tan rico,
enviara a su propia familia en esta condición?
La falta de agua en el desierto es la peor noticia que puede recibir un viajero. No hay
agua en tales lugares. El ambiente simplemente es hostil y lo que más rápido llega es
la muerte. ¿Por qué Dios permite la escasez de esta manera? Estas eran las mismas
preguntas con las que Israel murmuraba contra Dios. Pero la verdad es otra. La
voluntad permisiva de Dios busca al final cambiar todo para bien. Él levanta al caído
porque no permitirá que sus planes perezcan.
Dios había decidido cumplir su plan con la llegada de Ismael. Así que al final Dios oirá
el “llanto del desierto”. El llanto de Ismael tuvo que ser muy fuerte, audible y de gran
lamento. No solo anhelaba el agua para satisfacer su sed, sino que anhelaba la voz y el
abrazo de su padre. Él no tuvo la culpa de venir en esa condición.
Pero vea ahora el otro escenario. Dios es quien provee de una fuente en el desierto.
Allí, en ese lugar, donde más deseamos del “agua viva”, es cuando vemos la provisión
divina. Dios le abrió los ojos a Agar porque estaba cegada por su dolor e impotencia.
La tarea de Dios sigue siendo la de abrir los ojos de sus hijos para que vean las
bendiciones que al puesto delante de nosotros para que no perezcamos.
Agar necesitaba una nueva visión para que entendiera que su Dios cumpliría su
promesa en ella. Las lágrimas del sufrimiento pueden llevarnos a una renovada visión.
Dios nos mostrará una fuente donde el agua del odre se ha acabado.
Dios acompañó a Ismael por el resto de su vida. De él vendría la gran nación árabe
hasta el día de hoy. Así que, si de Isaac vino el gran pueblo de Israel, de Ismael
vendrían “beduinos del desierto”. Ese pueblo, al igual que Israel, son hijos de Abraham,
e históricamente han sido muy bendecidos. El llanto del desierto no se pierde en toda
su anchura, pues Dios lo oye. He aquí la promesa. Nadie que forme parte del plan de
Dios perecerá. Él nos acompañará por todo el gran desierto de nuestras vidas. Esa es
su promesa.
CONCLUSION:
Escuche otra vez el texto: “Y le faltó el agua del odre… Y ella se sentó… y alzó su
voz y lloró” (verss. 15-16). Pero este llanto de dolor encuentra una respuesta
divina: “Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el
cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del
muchacho en donde está” (vers. 17). . ¿Hay alguno de ustedes en esta condición
en esta hora? ¿Le falta agua a tu odre? ¿Tus esperanzas de salvación se
secaron?
¿Te sientes solo en el desierto de este mundo? ¿Has alzado tu voz y has llorado
por tu situación sin esperanza? Si así vives, ¡entonces hay esperanza para ti! El
“ángel de Dios”, que es el mismo Cristo pre encarnado, vino a Agar en su miseria
mientras lloraba. “Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el
odre de agua…” (Gn. 21:19). ¡El muchacho bebió y Agar bebió, y se saciaron!
Cristo sacia la sed del alma (Jn. 7:37). Si hay un llanto en tu corazón que no ha
sido satisfecho dile al Señor que abra tus ojos para ver la fuente. En el desierto
de tu vida, el Señor calma tu sed. Ven a tomar de esa agua viva que es gratuita.